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8/31/2015 El alojamiento de inmigrantes en el Río de la Plata, siglos XIX y XX: planificación estatal y redes sociales http://www.ub.edu/geocrit/b3w-779.htm 1/20 Menú principal Índice de Biblio 3W Biblio 3W REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES (Serie documental de Geo Crítica) Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XIII, nº 779, 25 de marzo de 2008 EL ALOJAMIENTO DE INMIGRANTES EN EL RÍO DE LA PLATA, SIGLOS XIX Y XX: PLANIFICACIÓN ESTATAL Y REDES SOCIALES Laura Oliva Gerstner Doctoranda Departamento de Geografía Humana Universidad de Barcelona [email protected] El alojamiento de inmigrantes en el Río de la Plata, siglos XIX y XX: planificación estatal y redes sociales (Resumen) Los movimientos migratorios procedentes de Europa hacia el área del Río de la Plata en la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, respondieron a una multiplicidad de causas, entre ellas catástrofes naturales, convulsiones sociales o exilios políticos. Pero fueron sin duda los factores socioeconómicos y políticos los motores de un éxodo que se sostuvo, aunque con diferente intensidad, hasta la segunda posguerra mundial. En este artículo abordaremos algunos aspectos de este fenómeno, especialmente los dispositivos de acogida destinados a las personas inmigradas como parte de la planificación oficial de los países receptores. Palabras clave: migraciones, Europa, Argentina, Uruguay, siglos XIX y XX, hospederías de inmigrantes, redes sociales, planificación estatal. Immigrants lodging at Río de la Plata in the 19th and 20th Centuries: state planning and social networks (Abstract) The migratory movements from Europe towards the area of Rio de la Plata in the second half of XIXth Century and the first decades of the XXth Century, were a response of a multiplicity of causes, among them, natural catastrophes, social convulsions or political exiles. But socio-political and economic factors were undoubtedly the engines of an exodus that was supported, although with different intensity, up to second world post-war period. In this article we will approach some aspects of this phenomenon, specially the devices of welcome and lodging destined to immigrated people, as part of the receiver countries public planning. Key words: migrations, Europe, Argentina, Uruguay, 19th and 20th Centuries, immigrants hostels, social networks, state planning Los movimientos migratorios internacionales de las últimas décadas del siglo XIX hacia el norte de América (Estados Unidos) y hacia el cono sur (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay), determinaron el desarrollo de acciones de control de estos desplazamientos por parte de los países receptores. Este control de la migración tuvo como objetivo asegurar una adaptación de los recién llegados al nuevo medio, que fuera beneficiosa para los objetivos del país de acogida, así como regular posibles riesgos derivados de la misma, principalmente el de epidemias. Además de las implicaciones sanitarias, existió un control orientado a prevenir conductas sociales consideradas “indeseables”, como la mendicidad o, más tarde, el activismo sindical. La puesta a punto de dispositivos de acogida para las personas inmigradas en esos países implicó la creación de alojamientos, bajo la forma de asilos, primero, y albergues u hoteles, más adelante, que funcionaron hasta mediados del siglo XX. Los “hoteles de inmigrantes” no limitaron en general sus funciones estrictamente al alojamiento, sino que fueron concebidos como “complejos” desde donde se intentaba atender la situación del inmigrante en los distintos aspectos que configuraban el fenómeno. Estos complejos podían también contar con oficinas de empleo,
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Dec 08, 2015

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El alojamiento de inmigrantes en el Río de la Plata, siglos XIX y XX
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Biblio 3W REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS

SOCIALES (Serie documental de Geo Crítica)

Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796.

Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XIII, nº 779, 25 de marzo de 2008

EL ALOJAMIENTO DE INMIGRANTES EN EL RÍO DE LA PLATA, SIGLOS XIX Y XX: PLANIFICACIÓN ESTATAL Y REDES SOCIALES

Laura Oliva GerstnerDoctoranda Departamento de Geografía HumanaUniversidad de [email protected]

El alojamiento de inmigrantes en el Río de la Plata, siglos XIX y XX: planificación estatal y redes sociales(Resumen)

Los movimientos migratorios procedentes de Europa hacia el área del Río de la Plata  en la segunda mitad del sigloXIX y en las primeras décadas del siglo XX, respondieron a una multiplicidad de causas, entre ellas catástrofesnaturales, convulsiones sociales o exilios políticos. Pero fueron sin duda los factores socioeconómicos y políticoslos motores de un éxodo que se sostuvo, aunque con diferente intensidad, hasta la segunda posguerra mundial. Eneste artículo abordaremos algunos aspectos de este fenómeno, especialmente los dispositivos de acogida destinadosa las personas inmigradas como parte de la planificación oficial de los países receptores.

Palabras clave: migraciones, Europa, Argentina, Uruguay, siglos XIX y XX, hospederías de inmigrantes, redessociales, planificación estatal.

Immigrants lodging at Río de la Plata in the 19th and 20th Centuries: state planning and social networks(Abstract)

The migratory movements from Europe towards the area of Rio de la Plata in the second half of XIXth Century andthe first decades of the XXth Century, were a response of a multiplicity of causes, among them, naturalcatastrophes, social convulsions or political exiles. But socio-political and economic factors were undoubtedly theengines of an exodus that was supported, although with different intensity, up to second world post-war period. Inthis article we will approach some aspects of this phenomenon, specially the devices of welcome and lodgingdestined to immigrated people, as part of the receiver countries public planning.

Key words: migrations, Europe, Argentina, Uruguay, 19th and 20th Centuries, immigrants hostels, social networks,state planning

Los movimientos migratorios internacionales de las últimas décadas del siglo XIX hacia el norte de América(Estados Unidos) y hacia el cono sur (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay), determinaron el desarrollo de accionesde control de estos desplazamientos por parte de los países receptores. Este control de la migración tuvo comoobjetivo asegurar una adaptación de los recién llegados al nuevo medio, que fuera beneficiosa para los objetivos delpaís de acogida, así como regular posibles riesgos derivados de la misma, principalmente el de epidemias.  Ademásde las implicaciones sanitarias, existió un control orientado a prevenir conductas sociales consideradas“indeseables”, como la mendicidad o, más tarde, el activismo sindical.

La puesta a punto de dispositivos de acogida para las personas inmigradas en esos países implicó la creación dealojamientos, bajo la forma de asilos, primero, y albergues u hoteles, más adelante, que funcionaron hasta mediadosdel siglo XX.  Los “hoteles de inmigrantes” no limitaron en general sus funciones estrictamente al alojamiento, sinoque fueron concebidos como “complejos” desde donde se intentaba atender la situación del inmigrante en losdistintos aspectos que configuraban el fenómeno. Estos complejos podían también contar con oficinas de empleo,

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agencias de colocación, instalaciones para la atención sanitaria, espacios formativos y de socialización. 

En las últimas décadas, se han realizado esfuerzos por institucionalizar la memoria de la inmigración a través de lacreación de museos en los edificios de las antiguas hospederías de inmigrantes, donde se conservan importantesarchivos documentales sobre este aspecto de la historia social de los países americanos. Tal es el caso del Memorialde Inmigrantes de São Paulo en Brasil, cuya sede es la antigua Hospedería de Inmigrantes -al que se ha dedicado unartículo en esta misma revista-[1]; o el Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires, uno de los edificios del complejo delmismo nombre, que funcionó desde 1911 hasta 1953, y que hoy aloja al Museo Nacional de la Inmigración,  junto aotras dependencias de gobierno vinculadas al área de las migraciones.   

En este artículo nos proponemos realizar un recorrido comparativo por los esfuerzos institucionales realizados parala recepción de la inmigración en Argentina y Uruguay y las condiciones de desarrollo de dichas acciones,presentando a la vez algunos aspectos claves vinculados al fenómeno migratorio hacia el área del Río de la Plata[2].

“En América nadie es extranjero”: la planificación oficial de la inmigración

El modelo argentino de planificación migratoria

Las legislaciones e intervenciones directas sobre el territorio formaron las principales bases sobre las que seproyectaron los Estados-Nación en América desde la segunda mitad del siglo XIX.  En el caso argentino,concretamente a partir de la sanción de la Constitución de la Confederación Argentina en 1853, los sucesivosgobiernos trazaron una política de promoción de la inmigración que hasta el momento había sido poco significativae incluso espontánea. Se trató de una acción integrada a un proyecto político que se sustentaba en bases ideológicasmuy definidas, las cuales sostenían que el atraso del país era consecuencia de la conjugación de tres elementos: laexistencia de población indígena (encarnación de la “barbarie”), los resabios de una herencia colonial desestimada –en permanente comparación con la experiencia norteamericana- y la gran extensión y desconocimiento de unterritorio considerado “desierto”.

Los tres elementos mencionados conllevaron prácticas específicas orientadas a modificar la realidad territorial ypoblacional del país. El exterminio indígena, la ampliación de las fronteras internas y la promoción de unainmigración selectiva fueron las principales acciones asumidas desde el poder oficial, y en torno a las cuales seregistraron acuerdos entre las distintas facciones políticas, que en otros aspectos eran casi irreconciliables[3]. Eneste artículo nos centramos en el tercero de los elementos, la promoción de la inmigración europea a la Argentina,aunque los otros dos son claves para entender el contexto histórico-político abordado.

El largo proyecto de expansión territorial que cristalizó en las llamadas “Campañas del Desierto” comandadas en1879 por el general Julio A. Roca, había comenzado décadas antes. Los antecedentes de incursiones en tierrasindígenas para ganar territorio se remontan, sin embargo, al periodo virreinal. Testimonio de ello son los encargosgubernamentales que a fines del siglo XVIII se realizaron a geógrafos, ingenieros militares y agrimensores pararelevar el estado de las defensas en las fronteras sur y oeste del territorio bonaerense, dadas las incursionesindígenas en ciudades y pueblos fronterizos para la obtención de bienes, ante el fracaso de ocasionalesnegociaciones[4].  En el primer tercio del siglo XIX, éstas tuvieron un relativo éxito bajo el gobierno de JuanManuel de Rosas, quien alternó en la utilización de tácticas represivas y negociadoras con las tribus queliteralmente rodeaban los centros urbanos del mundo considerado “civilizado”. Durante las décadas posteriores, seregistraron numerosas incursiones del ejército nacional en territorios habitados por pueblos indígenas, los cualesopusieron una importante resistencia, que implicó en muchos casos la retirada de los primeros.

A partir de 1853, en Argentina se sentaron los principios y fundamentos de la política a seguir en lo administrativo,jurídico, social y militar. Aunque persistieron durante mucho tiempo las convulsiones y enfrentamientos internos,las distintas    fuerzas políticas se concentraron en legislar para gobernar, bajo la premisa de “gobernar espoblar”[5]; esa gobernabilidad implicaba asimismo la necesidad de ampliar el control sobre el territorio, dentro delcual grandes extensiones permanecían aún casi desconocidas. La idea de conquistar el territorio considerado“desierto” e incorporarlo al ámbito nacional, implicaba asimismo la sustitución de la población que lo habitaba porotra que pudiera “trabajarlo”.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, Nación y población constituyeron los dos ejes que sostuvieron un proyectopolítico de pretensiones “civilizatorias” para la Argentina. La circulación de ideas evolucionistas y positivistas en elámbito de los sectores gobernantes ilustrados contribuyó a la planificación -cuando no al ensayo- de estasintervenciones sobre el territorio que señalamos. Un trabajo interesante en este aspecto es el de JorgePickenhayn[6], sobre las “tramas geográficas” del pensamiento de Domingo Sarmiento, uno de los principalesimpulsores de la política de sustitución de la población autóctona argentina por otra europea y “civilizada”. Comoplanteara Oscar Terán en Positivismo y Nación en la Argentina, la ideología positivista desempeñó un papel

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hegemónico en la interpretación de la realidad nacional, pero su impacto fue tan importante porque a la vez pudoarticularse con instituciones pilares en el proceso de consolidación del Estado, como las educativas, militares yjurídicas[7].

La constatación del atraso de los países sudamericanos, en contraste con los de América del Norte, fue objeto denumerosos fundamentos y explicaciones, pero entre las posibles causas se señaló una idiosincrasia “holgazana” delas poblaciones nativas, la colonización española y la mezcla de ambos elementos. Al respecto, Sarmiento habíaafirmado repetidamente  que “gauchos mezcla de indio y de español barbarizado como lo son los cuatro quintos dela población; provincias sembradas aquí y allí al acaso, ignorantes, no son cosa constituible”[8].

Las nuevas clases gobernantes buscaron entonces concretar el proceso de transformación de una realidad que habíasido ya lo suficientemente ideologizada desde la independencia, a través de la incorporación de trabajadoresextranjeros procedentes de Europa. Los antecedentes de legislaciones en ese sentido se remontan a la épocarivadaviana. Como ministro de gobierno en 1821, Bernardino Rivadavia había promovido un proyecto para laradicación de inmigrantes, que facultaba al gobierno para “negociar el transporte de familias industriosas, queaumenten la población de la provincia [de Buenos Aires]”, así como para abrir créditos que sustentaran loscontratos que tuvieran lugar.[9] En ese momento que señalamos, sin embargo, el interés gubernamental se orientómás hacia una inmigración procedente del norte de Europa, desestimando la de origen español como consecuenciade posturas políticas sustentadas en la todavía reciente ruptura con la metrópoli[10]. 

Más adelante, en 1824 y como presidente de gobierno, Rivadavia creó la Comisión de Inmigración  con la finalidadde acelerar los procesos migratorios hacia las Provincias Unidas del Río de la Plata a través de distintosdispositivos, como la instalación de agentes oficiales de inmigración en los países de origen, que daban a conocerlos beneficios de las nuevas tierras, sufragando incluso pasajes y ofreciendo tierras y herramientas de labranza. Anivel local, dicha Comisión tenia las funciones de autorizar los contratos de trabajo, garantizar alojamiento, otorgargarantías legales y facilitar la adquisición de tierras[11]. Esta temprana política agro-colonizadora, fue interrumpidadurante los gobiernos de Juan Manuel de Rosas, cuyo ejercicio político hasta 1852 tuvo un carácter marcadamenteanti-extranjero.

La utilización de un léxico que daba cuenta cabalmente del proyecto de país que se gestaba fue, por lo tanto, unelemento significativo en la Constitución de 1853. El esquema formal del documento se basó directamente en el dela Constitución de los Estados Unidos de América aprobada en 1787, la cual constituyó una fuente y un modelo,tanto en sus aspectos dogmáticos (el régimen político definido para el Estado, sus atribuciones, facultades y límites)como en los orgánicos (las formas institucionales y órganos desde los cuales se ejercen las funciones definidas).Ambas establecieron como forma de organización y gobierno la representativa y republicana. Sus Preámbulosguardan estrechas similitudes en lo referente a las motivaciones históricas y objetivos perseguidos.

En el caso argentino, sin duda el rasgo fundamental lo constituye la enunciación de la existencia de una“nacionalidad” histórica, geográfica, política y culturalmente situable: el pueblo de la Nación argentina del cualemanaba la representatividad[12]. La noción jurídica que alude al sujeto (hombre, mujer) es la de “habitante”, y nola de “ciudadano”, estableciéndose así las bases para el fomento de la ansiada inmigración europea hacia el país.Los “beneficios de la libertad” habían de asegurarse “para todos los hombres del mundo que quieran habitar elsuelo argentino”, tal como consta en su preámbulo.

El artículo 14 expresaba que “todos los habitantes de la Nación tienen los siguientes derechos: trabajar y ejercertoda industria; libertad de navegar y comerciar, peticionar a las autoridades, entrar, permanecer, transitar  y  salirdel territorio argentino”[13]. El capítulo 20 situaba a los ciudadanos nativos y extranjeros en paridad absoluta encuanto a los derechos civiles; sin embargo en el capítulo 21, se eximía a los extranjeros de las obligaciones militaresestablecidas para los nativos. El capítulo 25 era más explícito en sus propósitos: “El Gobierno federal fomentará lainmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorioargentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar lasciencias y las artes”[14]. En palabras de Juan Bautista Alberdi, contemporáneo directo de dicha legislación: “Si esverdad que en Sudamérica gobernar es poblar, todo el problema argentino está contenido en ese artículo fecundo,sin precedente en el Derecho Americano”[15].

En 1854 se sancionó la Constitución del Estado de Buenos Aires, de cuyo texto fue eliminada toda referencia a ladesignación “provincia”, y cualquier alusión a la Nación Argentina. Esto acontecía tan solo un año después de lasanción de la Constitución de la Confederación Argentina. De este modo, mientras desde los discursos se apelaba aun ideal unificador que pudiera construir una identidad nacional, por otro se escindía la Argentina en dos Estados:la Confederación Argentina y el Estado porteño. Una de las principales motivaciones del separatismo encabezadopor la dirigencia de Buenos Aires era estrictamente económica, y radicaba en la posesión del puerto, vía de salidade las riquezas del país, epicentro comercial de la clase dirigente agro-exportadora.

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Esta etapa de “secesión” en Argentina sin duda alimentó en los historiadores e intelectuales oficialistascontemporáneos el establecimiento de un necesario paralelismo con los Estados Unidos, la imagen vívida delprogreso posible de una ex – colonia, en cuyo caso la herencia metropolitana era bien considerada por seranglosajona. Durante el período posterior a la Independencia, y alternativamente durante todo el siglo XIX, losgobiernos liberales de las Provincias Unidas del Río de la Plata (más tarde la República Argentina), renegaron de laherencia colonial española, otorgándole el calificativo de “medieval” para representar el atraso que la misma teníafrente a aquella Europa colonialista que había dado lugar a procesos muy diferentes en el norte de América.

De todas maneras, más allá de estas discrepancias que cobraban sentido en un nivel mucho más ideológico quepragmático, bajo el gobierno de la Confederación se promovió la colonización de tierras en el litoral argentinomediante la radicación de familias europeas en zonas rurales de las actuales provincias de Corrientes, Entre Ríos ySanta Fe. Esta gestión fue encargada a expertos franceses, entre ellos Charles Quentin, ex-administrador de laAsistencia Pública de París. Como parte de esta planificación, se creó en 1856 la Colonia Esperanza en Santa Fe y un año más tarde la Colonia San José, en campos de propiedad de Urquiza, entonces presidente. Esta última fuepoblada por colonos llegados de Suiza, Saboya y Alemania.

En 1862 asumió la primera magistratura Bartolomé Mitre, convirtiéndose en el primer presidente de una Argentinaunificada como consecuencia de la derrota de las tropas de la Confederación Argentina encabezada por Urquiza enla batalla de Pavón (Santa Fé) en 1861. Allí resultaron triunfantes las fuerzas de Buenos Aires, que a partir de esteacontecimiento consolidó su hegemonía política y administrativa en todos los asuntos referentes al territorionacional. Estos cambios políticos se plasmaron en las sucesivas reformas de la constitución de 1860 y 1866, dondese sustituyeron términos como el de “Confederación” por el de “Nación”, pero los preceptos alusivos al fomento dela inmigración europea se mantuvieron sin modificaciones sustanciales. Fue en esta década que señalamos, cuandola cuestión inmigratoria y el fomento de la misma pasarían a ocupar un lugar privilegiado en la agenda política,alcanzando poco más tarde la categoría de “política de estado”.

En ese mismo año de 1862 tuvo lugar una importante corriente inmigratoria, y arribaron a la Argentina 6.716personas, cifra que fue en progresivo aumento hasta llegar al número de 70.000 en 1874, cuando asumía lapresidencia Nicolás Avellaneda, cuya legislación marcó un antes y un después en este proceso. Es decir que en doceaños se había contabilizado la llegada a las costas argentinas de unos 400.000 inmigrantes, de los cuales dos terciosse radicaron definitivamente en el país[16]. En este período se dieron simultáneamente pasos importantes hacia eldesarrollo técnico, de infraestructuras y comunicaciones en todas las áreas fundamentales para el comercio,exportación y distribución de productos nacionales Se dio impulso principalmente al transporte de materias primasprocedentes del agro, y avances en las comunicaciones ferroviarias que se financiaron principalmente con capitalesbritánicos. En el ámbito de lo económico, se establecieron derechos y garantías eliminando restricciones de todotipo para el ejercicio de cualquier actividad económica llevada adelante por un nacional o un foráneo, aunque sinduda la principal intencionalidad política estaba orientada hacia estos últimos.

Figura 1 Publicidad de un buque de pasajeros con destino a Buenos Aires

Referencia permanente en los periódicos europeos de las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del XXFuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

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El gobierno de Avellaneda dio el impulso definitivo a esta política promulgando leyes de vital importancia. El 1º deoctubre de 1875 el Congreso argentino sancionó la ley Nº 752 que fijaba las condiciones para la creación depueblos y fortines en las nuevas líneas de frontera; poco después, la ley Nº 761 autorizó al gobierno a fomentar lainmigración y colonización de tierras públicas. Con estos nuevos instrumentos legislativos se llegó finalmente a lasanción de la conocida como Ley Avellaneda, la Nº 817 del 6 de octubre de 1876, de Fomento de la Colonización yla Inmigración, que formalizó un proceso que aún transcurría por canales oscilantes y arbitrarios[17].

La Ley Avellaneda definió como inmigrante a “todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor,que siendo menor de sesenta años, y acreditando su moralidad y sus aptitudes llegase como pasajero de segunda otercera clase en una nave de inmigrantes con la intención de establecerse en la República Argentina”. Se creó desdela misma el Departamento General de Inmigración, dependiente del Ministerio del Interior, otorgándose al PoderEjecutivo la facultad de nombrar agentes en aquellos puntos de Europa o de América que se consideraranconvenientes y apropiados para “desarrollar una continua propaganda, proporcionar gratuitamente informes a losinteresados, certificar sobre la conducta y actitud industrial del inmigrante, intervenir en los contratos de transportey, en algunos casos, pagar sus pasajes". La propaganda y difusión de conocimientos sobre la realidad productivanacional formó parte del dispositivo de promoción y consolidación de la inmigración, como esta publicaciónoficial: “Noticias útiles para inmigrantes, trabajadores y capitalistas”,

Figura 2 Un folleto instructivo sobre el cultivo del maíz

Fuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

Quienes acreditaran “suficientemente su buena conducta y su aptitud para cualquier industria, arte u oficio útil",tenían, como lo establecía el artículo 45º, el derecho de ser alojados y mantenidos a expensas del Estado durante loscinco días siguientes a su desembarco. También corrían por cuenta de la administración pública los traslados allugar del país que el recién llegado eligiera como lugar de residencia, dentro de las prioridades establecidasoficialmente. La Oficina del Trabajo se encargaría de gestionar el acceso al empleo de los recién llegados. En suobra Vida y costumbres en el Plata, de 1888, Emilio Daireaux da cuenta del espíritu con que se observaba yalentaba este proceso:

“Llegan actualmente a más de cien mil por año. Vienen de Nápoles de Génova, de Marsella, de Barcelona, deBurdeos, del Havre, de Liverpool, de Amberes, de Hamburgo. Damos el nombre de los puertos que los envíancitándolos por el orden de su importancia. Este orden, por una singular coincidencia, es también el ordengeográfico, partiendo del Sur y remontando hacia el Norte. Italia, la Saboya, el mediodía de Francia, la Irlanda, heaquí las fuentes que alimentan la emigración a la Argentina. Desde que planta huella [en] el suelo de América sepone al extranjero bajo la protección del principio americano que resumiremos en una axioma, en ninguna parteescrito, por nadie concertado: «en América nadie es extranjero».”[18]

Esta  corriente inmigratoria que se incrementó exponencialmente en la década de los ochenta fue un factor clave en

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el incipiente desarrollo industrial argentino. El alto impacto económico del surgimiento de medianas y grandesindustrias fue asimismo dinamizador de este proceso hasta los años 30 del siglo XX, momento de crisis a escalamundial. Entre 1871 y 1914 llegaron al país 5,9 millones de personas, ascendiendo la inmigración neta a 3,2millones. Según el Tercer Censo Nacional de 1914, la mayoría de los inmigrantes, alrededor del 80 por ciento,estaba en edad laboral activa y accedía directamente al mercado de trabajo[19]. Después  de los Estados Unidos, laArgentina fue el segundo país receptor de inmigrantes entre 1821 y 1932, registrándose un aumento de su poblaciónque pasó de 1,8 millones en 1870 a 8,3 millones en 1915. Buenos Aires se consolidó como centro industrial,pasando de 177.787 habitantes en 1869 (Primer Censo Nacional) a 1.560.986 en 1914 (Tercer Censo Nacional). Laciudad de Rosario cuadruplicó su población entre 1869 y 1895[20].

Figura 3Caricatura de las colectividades extranjeras en la Argentina, 1913

 De izquierda a derecha: italianos, españoles, franceses, alemanes, orientales, ingleses y varias nacionalidadesFuente: Revista Caras y Caretas

Dadas las características de la actividad económica, pronto la población inmigrada se concentró en los centrosurbanos más desarrollados, como las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Rosario que hasta el siglo XX fueron losprincipales lugares receptores de la inmigración masiva. La gran mayoría de personas que inmigraban erantrabajadores “no calificados”, es decir que no eran portadores de un oficio concreto, pero sí –a los ojos de laplanificación oficial- de una “moralidad” que los convertía en idóneos para poblar los nuevos territorios ganadospara la nación argentina. De todas maneras, como anticipábamos, sólo el 25 por ciento de los mismos se establecióen zonas rurales o casi exclusivamente agrícolas.

El caso uruguayo

La República Oriental del Uruguay sancionó su Constitución en 1830, año en que el país contaba con unos 70.000habitantes. Esta década y las siguientes fueron escenario de cruentas guerras civiles, como la Guerra Grande (1839-1851). El pensamiento liberal dominante en los sectores dirigentes que salieron triunfantes de esta contienda,determinó que la inmigración –indispensable para poblar un territorio casi vacío- se regulara también por la ley dela “oferta y demanda”[21]. Desde mediados de ese siglo se comenzó a legislar y establecer instituciones orientadasa estimular y patrocinar el arraigo de inmigrantes en el país, con los mismos propósitos iniciales que la Argentina:el poblamiento y la colonización agrícola. Se creó a tal fin la Comisión de Inmigración en 1855, la de Migración en1865 y se promulgó, tardíamente, la Ley de Inmigración en 1890. Hacemos esta afirmación porque, como ha sidoya estudiado, el proceso migratorio se había iniciado en forma espontánea mucho antes de que se estableciera comoproyecto oficial y, por tanto, se regulara, precediendo así temporalmente a la migración hacia el territorioargentino[22]. 

El caso uruguayo presenta por lo tanto otras particularidades. El Uruguay de 1830 que, como dijimos antes, contabacon 70.000 habitantes, en 1875 poseía ya 450.000 y en el año 1900 alcanzaba el millón. En setenta años supoblación se incrementó en 14 veces,  crecimiento sin parangón en ningún otro país americano. El factor crucial deesta “revolución demográfica” fue la inmigración europea arribada al país, elemento que combinado con las altastasas de natalidad registradas hacia finales del siglo XIX y la disminución de la mortalidad, configuraron dichofenómeno[23].

En ese contexto finisecular se sancionó la ley 2.096 de 1890 sobre inmigración. La misma define al inmigrantecomo “todo extranjero honesto y apto para el trabajo, que se traslade a la República Oriental del Uruguay, en buque

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de vapor o de vela, con pasaje de segunda o tercera clase, y con ánimo de fijar en ella su residencia"[24]. Claro quese agregaban a ésta cláusulas relativas al otorgamiento de todo tipo de facilidades para el tránsito, la radicación ymanutención inicial de las personas migradas, el alojamiento en un hotel establecido a tal fin, la exención deimpuestos sobre pertenencias e instrumentos de trabajo, etc., ayudas que estaban a cargo del estado uruguayo. Ensus distintos trabajos sobre el tema, Silvia Facal resalta la restricción que esta ley de 1890 impuso a la “inmigración asiática y africana y la de los individuos generalmente conocidos con el nombre de húngaros obohemios"[25]. De todas maneras, más adelante se consideraron situaciones puntuales de determinadascolectividades asiáticas, ante cuyo pedido de ingreso al país, el gobierno estudió los casos y concedió los permisos.

Según  varias fuentes, entre 1860 y 1890, la población de procedencia europea radicada en Montevideo alcanzó casiel 50 por ciento, imprimiendo a la sociedad uruguaya capitalina un carácter europeo que marcó claramente suidentidad e instituciones; afirmándose inclusive que la tradición democrática luego consolidada hasta las dictadurasdel siglo XX eran el resultado de este proceso. Hay que destacar, sin embargo, que a diferencia de Argentina, lapresencia de extranjeros de países limítrofes, en este caso de Brasil, fue muy numerosa[26].

El alojamiento de inmigrantes en Argentina, 1876 – 1911

Con la legislación migratoria promulgada por el gobierno de Avellaneda, se configuró una nueva institucionalidadque asumió la figura del inmigrante como elemento constitutivo de la nación argentina, hecho que más tarde suscitóinteresantes debates  acerca de la mejor forma de integración de los mismos en términos identitarios[27]. En 1880,con motivo del debate sobre la federalización de Buenos Aires, José Hernández, el autor del Martín Fierro yentonces también legislador, afirmaba:

“He visto en los periódicos la noticia de la llegada de tres o cuatro vapores con un número considerable deinmigrantes. Esta es la única República sudamericana que recibe la inmigración europea en ese alto grado. ¿Porqué? Porque encuentra en nuestro país lo que ninguna República les ofrece. Encuentra un territorio fértil, un climabenigno, una producción valiosa, una legislación liberal, un erario generoso, una índole como es la índole argentinaque no tiene grandes preocupaciones, no tiene fanatismos religiosos arraigados, ni esa resistencia nativa contra elextranjero tan común en todas partes”[28].

Los valores de progreso, paz, laicidad, seguridad, y prosperidad, en torno a los cuales se había desplegado todo elaparato estratégico y político, debieron conjugarse con elementos que anteriormente habían sido señalados demanera reprobatoria. Como vemos en el discurso de Hernández, en el momento de auge de la inmigración europease exaltan positivamente aquéllos rasgos culturales que antes habían sido denostados, como la “índole argentina sinpreocupaciones”, antes llamada “holgazanería” y encarnada, sobre todo, por la figura del gaucho o criollo pobre.Asimismo, el territorio que había sido señalado como un desierto causante de la barbarie, fue transmutadodiscursivamente en otro “fértil” y de “clima benigno”, que fuera atrayente para los colonos europeos portadores dela fuerza de trabajo de la que, se había dicho, carecía la población autóctona.

Sin embargo, y pese a que los esfuerzos por atraer la inmigración europea que databan desde la década de 1820,hasta pasada la mitad del siglo XIX Argentina no contaba aún con albergues destinados formalmente a inmigrantes.Institucionalizada en los años 1850 una Comisión de Inmigración, integrada por diplomáticos extranjeros en el paísy personalidades destacadas, se comienzan a realizar gestiones para conseguir instalaciones aptas para albergarcontingentes numerosos. Como afirma Jorge Ochoa, actual director del Museo Nacional de la Inmigración, cumplióinicialmente dicha función un viejo edificio arrendado y acondicionado por esa Comisión en la calle Corrientes 8(actualmente Avenida Corrientes entre el Leandro N. Alem y 25 de Mayo), el cual tenía la capacidad de albergar a100 hombres y 60 mujeres y niños, aunque otras fuentes[29] sostienen cifras superiores. Posteriormente loshuéspedes de estas instalaciones fueron trasladados a una precaria construcción de madera que se ubicaba cerca dela Plaza del Retiro (actualmente Plaza San Martín), que fue utilizado para estos propósitos hasta 1880[30].

Dado el arribo masivo de buques al puerto de Buenos Aires, estos dispositivos organizados para la recepción yalojamiento de las personas inmigradas pronto fueron insuficientes. La ciudad –incluyendo su área metropolitana-contaba hacia 1875 con unos 600.000 habitantes[31]. Además, era necesario prevenir situaciones de hacinamiento yfalta de higiene que repercutieran en epidemias como la de fiebre amarilla que había asolado la ciudad en 1871, ylos brotes de cólera que se habían registrado en la ciudad de Rosario en 1867-1868[32]. En esta ciudad hubohospederías destinadas a la inmigración con funcionamientos más o menos regulares y transitorios, la mayoría deellas situadas cerca de la zona céntrica de muelles y particularmente en barrios adyacentes a las estaciones deferrocarril, como el actual –e histórico- barrio Pichincha. En investigaciones posteriores nos ocuparemos más deeste tema en las ciudades del interior.

Desde los primeros momentos de arribo de la inmigración hubo una preocupación oficial por instrumentardispositivos de acogida, pero la urgencia de contar con un alojamiento adecuado se hizo evidente ante un nuevo

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brote de cólera que se registró en Buenos Aires en 1873. El entonces funcionario encargado de inmigración,Guillermo Wilcken, planteó a nivel gubernamental la necesidad de construir un complejo que contara condesembarcadero, asistencia hospitalaria, dormitorios, oficinas de trabajo y de atención a los recién llegados, desdedonde además se coordinara el traslado de trabajadores a otros puntos de la ciudad o el país. Asimismo, secoordinarían desde esta institución las políticas migratorias en general, incluyendo las acciones de propaganda atales efectos en el exterior[33].

Figura 4 La Rotonda de Retiro, utilizada hasta la inauguración del Hotel de Inmigrantes  en 1911

 Fuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

Mientras el proyecto del Hotel de Inmigrantes tardaba demasiado tiempo en concretarse, se utilizaron lasinstalaciones remodeladas que habían sido sede de la Primera Exposición de Operarios Italianos, ubicada hacia1880 en un predio que hoy comprendería las calles Cerrito y Libertad al 1500 de la Capital Federal[34].  Elcreciente flujo inmigratorio exigía en forma permanente la apertura de nuevos alojamientos, por lo cual se decidióacondicionar las instalaciones de lo que había sido el Panorama del Retiro[35] -conocido como “La Rotonda”-,edificio de madera y forma octogonal donde se instalaron dormitorios para hombres. Hacia allí eran trasladados losrecién llegados desde el desembarcadero, también insuficiente para hacer frente a las nuevas necesidades.

En 1889 se aprobó finalmente la construcción del edificio que debía ser la imagen tangible de una “patria deprosperidad” prometida al inmigrante. Sin embargo, las obras no comenzaron hasta 1906 y se prolongaron durantecinco años. Durante ese período, la opinión pública, a través de la prensa y la literatura había criticadosistemáticamente el “asilo” de La Rotonda, caracterizado de “vergüenza pública” o “pajarera feroz”[36].

Figura 5 Inmigrantes en la mesa. Comedor de la Rotonda de Retiro, antes de 1911

Al fondo puede observarse lo precario de esta construcción de maderaFuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

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El pintor catalán Santiago Rusiñol tuvo ocasión de ver a La Rotonda de Retiro en pleno funcionamiento, durante suviaje al Río de la Plata a comienzos del siglo XX, y dejó plasmadas las impresiones que el mismo le causó en sulibro Del Born al Plata. En el capitulo XVI se refiere así a la “Casa dels Immigrants”:

“Quan arriba l’immigrant hi ha una casa (si casa pot dir-se’n) que serveix d’apeadero i asil de col·locació. Aquestdipòsit, o lo que sia [sic], és un dels espectacles més curiosos que es poden veure aquí a Buenos Aires.

Afigureu-vos que al mig d’un moll, en aquests racons que hi han als ports a on van a parar totes les desferres quesembla que hagin sobrat del mar: cadenes velles, àncores rovellades […] Afigureu-vos que aquest solar és pled’ortigues, d’escardots, de bocins de roba, de pedruscam, com si hi haguessin abocat les sobres de tots els carrers icarrerons, l’escòria de la capital, la infecció de tota la vila, i que al mig del solar hi ha l’edifici.

Aquest edifici, vist per fora, no se sap lo que és, però fa venir fred. Rodó com un circ de taulons, de color de barcoabandonat, de l’alçaria de quatre pisos. […] lo mateix sembla una immensa bola que les ones han dut a terra, que uncinematògraf abandonat […] A dintre d’aquest edifici hi ha un pati quadrat i un cubell: l’un voltat dels menjadors il’altre voltat dels dormitoris. Hem vist molts patis de misèria, però com aquell, tan fred, tan simètric, tan tristamentadministratiu, tan de color de pobresa, tan de netedat higiènica, d’uniformació metòdica, de dolor urbá, d’ordrecivil, no n’havem vist cap, ni pensem veure’l”[37].

El testimonio de Rusiñol aporta una riqueza descriptiva que sin duda es posible por el “extrañamiento” (en elsentido antropológico), de su autor, una mirada crítica, artística, de un viajero, que se diferencia de la que podíatener la prensa de la época que cuestionaba ese centro, y radicalmente distinta de las descripciones asépticas delhotel que hacían los documentos oficiales.

El Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires: antesala de la prosperidad o “palacio para pobres”

La construcción del Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires siguió un orden de prioridades. Las obras se adjudicarona los constructores Udina y Mosca, de origen italiano, en 1906. Se comenzó por el desembarcadero, inaugurado en1907, y que tenía las funciones de verificar la  documentación y aptitud sanitaria de las personas que arribaban parapermitir o no su desembarco. La legislación vigente prohibía el ingreso de inmigrantes afectados de enfermedadescontagiosas, inválidos, dementes o sexagenarios[38]. También en los galpones adyacentes se registraban losequipajes. Pasados los controles, los recién llegados eran trasladados a La Rotonda, donde aún funcionaban loscomedores y dormitorios.

Figura 6 Planos del desembarcadero, primera de las instalaciones construidas en el complejo Hotel de Inmigrantes

Fuente: Museo Nacional de la Inmigración

Figura 7Desembarco de inmigrantes, c. 1910

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Aún su alojamiento se realizaba en la Rotonda de Retiro  Fuente: Museo Nacional de la Inmigración

Más tarde se agregaron a la construcción la oficina de trabajo, la dirección, el hospital, y por último lasinstalaciones destinadas específicamente al alojamiento. El conjunto denominado Hotel de Inmigrantes (se habíaacordado suprimir el término “asilo”), se inauguró en su totalidad en 1911 bajo la presidencia de roque Sáenz Peña.El edificio destinado propiamente al Hotel fue replanteado por el arquitecto Juan Ronfuss y acabadodefinitivamente en 1912.

Figura 8  Edificio de dormitorios y comedor del Hotel en una postal de 1912, hoy sede del

Museo Nacional de la Inmigración

Fuente: Archivo General de la Nación, Buenos Aires

El diseño fue concebido como una ciudadela, y comprendía una serie de pabellones dispuestos alrededor de unaplaza central (figura 9).  La prensa de la época hacía referencia a la calidad de los materiales empleados enconstrucción del hotel y aprovisionamiento de lo que se consideraba un “verdadero palacio para pobres”.  Se tratabade una construcción de cuatro pisos “construidos todos en cemento armado, estando las instalaciones de luzeléctrica y el sistema de cloacas a la altura de los mejores edificios de su índole” (figura 8) [39].

Figura 9Vista del complejo desde los jardines, con el Hotel a la izquierda y el desembarcadero al fondo, hacia 1915

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Fuente: Archivo General de la Nación, Buenos Aires

Figura 10Inmigrantes en el patio del Hotel, c. 1912

Fuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

Efectivamente, el edificio contaba (y aún hoy puede verse) con un sistema de losas, vigas y columnas uniformesque daba como resultado espacios amplios dispuestos a ambos lados de un corredor central. La perspectivahigienista con la que había sido concebido quedaba en evidencia a través de sus paredes pintadas de blanco, y lapresencia de jardines en el acceso a algunas dependencias, así como grandes ventanales que permitíancontemplarlos desde la cocina (figura 11) y el comedor (figura 12). La superficie total del complejo abarcaba27.000 metros cuadrados.

Figuras 11 y 12El Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires hacia 1914

Figura 11La cocina a vapor

Figura 12El comedor de hombres

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Fuente: Museo Nacional de la Inmigración

El alojamiento y manutención eran gratuitos y a cargo del Estado durante cinco días, período que podía serextendido en caso de enfermedad o si el beneficiario no había encontrado un empleo. En el hotel podían pernoctarhasta cuatro mil personas, había cuatro dormitorios en cada piso, con una capacidad de doscientas cincuentapersonas en cada uno. Los comedores tenían turnos de a mil personas, y estaban también separados por sexos, comopuede verse en la figura 11. Las mujeres y los hombres dormían separados, las primeras junto a los niños (figura13).

La dinámica cotidiana implicaba que el hombre salieran a la ciudad, previa gestión del trabajo por parte de laoficina correspondiente, y las mujeres permanecieran en general en el hotel a cargo de los niños y recibiendoinstrucción sobre tareas domésticas (figura 14).

Figura 13Dormitorio de mujeres en uno de los pabellones del Hotel

de inmigrantes de Buenos Aires, c. 1912

Figura 14Enseñanza de labores domésticas en las

dependencias del mismo  hotel, 1914

Fuente: Archivo General de la Nación, Buenos Aires

Figura 15Exposición permanente de maquinarias agrícolas, c. 1915

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 Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

En uno de los edificios del complejo, dedicado a servicios laborales para los inmigrantes, se situaba una exposiciónpermanente de maquinarias agrícolas (figura 15), donde también se impartían cursos para su utilización, comopuede verse en la figura 16. En ésta se destaca además la participación de mujeres, ya que la mayoría de lasactividades, como hemos dicho, las realizaban separadas de los hombres.

Figura 16Curso sobre el funcionamiento de maquinarias agrícolas, c. 1915

Fuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

En su funcionamiento y organización, el complejo-hotel porteño fue muy similar a de Inmigrantes del barrio deBras, Sâo Paulo, que también se fue concebido como un complejo que atendía integralmente las necesidades de laspersonas inmigradas, proporcionaba alojamiento y manutención gratuitas por una semana pero también serviciossanitarios y de colocación, gestionando los contratos y el transporte de los trabajadores hacia donde se requirieramano de obra. Esta institución desde 1930 también atendió el movimiento migratorio interno de Brasil[40].

Figura 17Reconstrucción del comedor del Hotel de inmigrantes

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Fuente: Museo Nacional de la Inmigración de Buenos Aires

El Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires funcionó con las características generales señaladas hasta 1953. En ladécada de los años 70 distintas colectividades de extranjeros radicados en el país realizaron gestiones ante laDirección Nacional de Migraciones para la instalación de un museo de la inmigración, gestiones se concretaron en1985, cuando se aprobó la utilización de un sector del edificio como Museo, archivo y Biblioteca de la Inmigración. 

Figura 18 Fachada actual del Museo Nacional de la Inmigración de la República Argentina

Edificio donde funcionó el antiguo Hotel de InmigrantesFuente: Museo Nacional de la Inmigración, Buenos Aires

En 1990, por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional se declaró al conjunto Monumento Histórico Nacional. En1997 el Ministerio del Interior creó el Programa "Complejo Museo del Inmigrante", dependiente de la DirecciónNacional de Migraciones. Se destinó como sede la totalidad del edificio del Hotel de Inmigrantes y su entorno,donde funciona actualmente (figura 20). A través de su archivo pueden consultarse arribos de pasajeros desde el1900, documentos de desembarco, registros laborales, etc. Se conservan archivos de listas de pasajeros realizadaspor los capitanes de las embarcaciones. Ofrece además muestras permanentes y periódicas sobre la historia de losmovimientos migratorios a la República Argentina, en coordinación con el CEMLA, Centro de EstudiosMigratorios Latinoamericanos.

El Hotel de Emigrantes de Montevideo

Como hemos dicho anteriormente, el fenómeno migratorio importante hacia el Uruguay precedió temporalmente alargentino, antes de que se masificaran e hicieran sistemáticas las migraciones hacia la otra orilla. Además de lapolítica migratoria oficial, que en general sucedía a la migración “de hecho” -es decir, se normativizaba en la

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medida que la realidad lo exigía-, fueron las redes sociales y familiares un elemento importante en el arribo deeuropeos a Uruguay, junto a la estabilidad política de que gozó relativamente desde la segunda mitad del sigloXIX[41].

Figura 19  Alojamiento de Inmigrantes

 Sección Desembarco instalada en el Puerto de Montevideo, con el objeto de recibirlos, 1913Fuente: Archivo Nacional de la Imagen SODRE - Red Académica Uruguaya

Desde el último tercio del siglo XIX hasta mediados del XX, llegaron a Uruguay inmigrantes o refugiadosprocedentes de España, Italia, Francia, Inglaterra, Alemania, Austria, Suiza, Armenia, Rusia, Turquía, Hungría,Polonia, Checoslovaquia, Grecia, Yugoslavia, Rumania, Portugal, Holanda, los países bálticos, Siria, Líbano yEgipto. Esta heterogeneidad conformó lo que Silvia Facal llama acertadamente “crisol de naciones”[42], términosin duda más feliz que el conocido “crisol de razas” argentino.

La inmigración española y la italiana fueron las más importantes, aunque también fue numeroso el desplazamientode franceses. En el caso de los últimos, su presencia se remonta a la época del sitio de Montevideo, durante laGuerra Grande, ya que formaron parte de legiones numerosas allí establecidas durante el sitio a Montevideo.

En el caso uruguayo hay que destacar también la presencia de colonias rurales, siendo las principales lasprocedentes de Suiza, y que luego dieron nombre a ciudades y pueblos como Colonia Suiza o Nueva Helvecia. Eneste caso se trató de agricultores emigrados que se establecieron como pequeños productores de industrias lácteasfamiliares, que hoy le imprimen esa característica a los departamentos de San José y Colonia.

Desafortunadamente no contamos aún con registros exhaustivos de fácil acceso sobre los itinerarios de la migraciónarribada al país en el siglo XIX, o archivos que permitan conocer en detalle la cotidianeidad de dichos arribos,alojamiento, coordinación de los servicios oficiales sobre el tema. De todas maneras, se han digitalizado algunosregistros del Consulado Español en Montevideo en 1910, correspondientes al Boletín de Emigración, elaborado porel Consejo Superior de Emigración (CSE), creado en España en 1907, cuyo objetivo era recoger estadísticas de lasentradas y salidas de españoles que viajaban a ultramar[43]. Los datos publicados en estos boletines interesan enparticular, en relación con el tipo de migración por redes que mencionamos, ya que en los mismos se consignanaquellos desplazamientos más bien espontáneos, que no respondían a una planificación asistida desde España deninguna manera –hecho en el que se insiste a lo largo del documento-.  Estos registros fueron redactados entre 1910y 1911 por Félix Cortés para uso de la Administración en el año 1912.

El texto sí da cuenta de los dispositivos implementados por el gobierno uruguayo en cuanto al alojamiento deinmigrantes y las gestiones orientadas a su empleo. El citado Cortés los describe de esta manera:

“La Casa de Emigrantes ú “Hotel de Emigración“ que también con este nombre se le conoce en el Uruguay, es decreación reciente pues su fundación data del año 1908, teniendo por exclusivo objeto fomentar la emigración á estepaís […] ofrecer al emigrante á su llegada, habitación, alimento y abrigo; procurándole asimismo colocación ytrabajo, en armonía con sus aptitudes, edad, sexo; destinando también un buen número de jornaleros á las labores ytareas del campo.”

La fecha en que se sitúa la creación de este Hotel es efectivamente 1908. Esta acción formó parte del fomento yapoyo a la inmigración durante el gobierno de José Batlle y Ordóñez, impulsor de la modernización del Uruguay.

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Se destinaron fondos a la creación de un edificio conocido por tanto como Hotel de Inmigrantes (en Uruguay) y deEmigrantes (en el exterior), como dice el documento, –lo cual tiene su lógica-. Este edificio habría estado situadoen la desaparecida playa Bella Vista de Montevideo, barrio de tradición fabril y portuaria que se sitúa en el oeste dela ciudad, frente a la Bahía.  La ausencia de planificación en lo que refiere a la contratación de trabajadores porparte de la administración uruguaya, es así descripta por Cortés, quien señala incluso críticamente algunas accionesde las agencias de empleo:

“El Gobierno uruguayo […] todavía no ha llevado á cabo contratación de ninguna clase que se refiera á procurarseemigración, limitándose tan sólo al presente á fomentar la emigración de reverencia facilitando al emigrante mediosde vida, y a que este país, por su riqueza y principalmente por la extensión que va adquiriendo, reclama de día endía nuevos brazos y actividades. […] existen también y como auxiliares para el obrero en el país una Oficinatitulada del Trabajo y gran número de Agencias, que como es lógico no resultan ventajosas para el emigrante desdeel momento en que empiezan por fijar un precio á los servicios que prestan”[44].  

Como consta en el documento, el funcionamiento en general del hotel era en su normativa, muy similar al deBuenos Aires, pero sin embargo, el autor observa que muchos recién llegados optaban por “libremente procurarserecursos para hacer frente á sus necesidades y saliendo otros á los pocos días de su llegada para el vecino puerto deBuenos Aires”, y alude razones de funcionamiento de la Casa no muy explícitas. El hotel, al igual que su parporteño, proporcionaba alojamiento gratuito por un máximo de cinco días, transcurridos lo cuales debían pagar“treinta centésimas de peso diario los mayores de quince años, y quince centésimas los de cinco a quince años deedad”. En estos casos, donde los inmigrantes arribaban a Montevideo pero se trasladaban rápidamente a BuenosAires, no se registraban en las oficinas consulares, por lo cual no quedaban constancias formales de su paso por elpaís. También se hace referencia a la situación un tanto desventajosa que tenían los trabajadores extranjerosrespecto a los nacionales para su contratación. Se valora en gran medida los esfuerzos del gobierno uruguayo a lavez que se perciben como insuficientes, comparativamente al potencial del país.

De todas maneras, a modo compensatorio de las carencias o necesidades no cubiertas por el Estado de la sociedadde acogida, los inmigrantes -en este caso españoles, pero sabemos que cabe para otras colectividades- contaban conel apoyo de las llamadas “sociedades de socorros mutuos”, más tarde conocidas como mutuales[45], institucionessurgidas de la iniciativa de inmigrantes que habían llegado más tempranamente y consolidado algún capitalrazonable. Los mismos habían generado sociedades filantrópicas y redes de protección y asistencia sanitaria, asícomo otros establecimientos (casinos, centros de recreación) destinados a quienes poseían un poder adquisitivomayor.

Finalmente, el citado documento ofrece los datos del año 1911, donde se indican que habían ingresado al país 1.062hombres y 539 mujeres, pero se habían alojado en el hotel 1.293, es decir que 308 personas decidieron prescindir desus servicios. La mayoría de los inmigrados (60%) eran jornaleros y peones o trabajadores no calificados, un 30 porciento agricultores y un 10 por ciento de profesiones no determinadas. Los puertos desde donde habían embarcadohabían sido, en este orden, La Coruña, Vigo, Bilbao y Barcelona.

Conclusiones

Los movimientos migratorios que tuvieron lugar durante el siglo XIX desde Europa hacia América, supusieron paralos países receptores de la inmigración la puesta a punto de dispositivos e instituciones que facilitaran el control dequienes llegaban al país.  A la preocupación por la prevención de epidemias –recurrentes durante todo el siglo XIX-se unió el control de actividades como la mendicidad, consideradas socialmente “indeseables”, así como más tardeel activismo sindical.

Al respecto se registran políticas muy similares en los países del cono sur (Argentina, Brasil y Uruguay) que másinmigrantes acogieron en este proceso. En el caso de América del Norte (Estados Unidos y Canadá), seimplementaron además sistemas de lazaretos para confinar en un espacio concreto a pasajeros y mercancías, amodo de cuarentena, antes de ser autorizados a desembarcar, un modelo de control, clasificación e higienización delos inmigrantes que se remontaba al ochocientos y que inspiró la cuarentena y clasificación de pasajeros quearribaban a los nuevos países americanos independientes, en el siglo XIX[46].

El caso argentino muestra a la inmigración inserta en un proyecto de nación desde la segunda mitad del siglo XIX,el cual incorpora como clave el elemento poblacional para dinamizar las aún incipientes estructuras productivas,una suerte de darwinismo social decimonónico orientado a la modernización del país. Se fomentó a nivel oficial lamigración de trabajadores europeos, instrumentándose para ello dispositivos que aseguraran el alojamiento yempleo.

Comparativamente, en Uruguay la inmigración europea se produjo más tempranamente y de manera

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espontánea[47], por lo cual las   sucesivas legislaciones sobre la misma buscaron, ya en el siglo XX, ordenar unproceso sostenido en gran parte desde redes sociales ya establecidas en el país, la cuales operaron alentando nuevosarribos. Esto permitiría entender porqué los dispositivos oficiales de alojamiento de inmigrantes no tuvieron larelevancia o el grado de planificación que se registró del lado argentino, aunque sí contaron con un sistema deprotección y redes de inserción de parte de sus coterráneos, para el caso de las colectividades más numerosas.

Iniciado el siglo XX, las dicotomías y antagonismos en clave de teoría social (civilizados o bárbaros) comienzan aser reformulados a la luz de la irrupción de las clases obreras en el escenario público, las cuales estaban vinculadasindudablemente a quienes habían participado –y participaban- del desarrollo industrial del país. Aparecía en eldiscurso social la idea del “crisol” (de razas, lenguas, nacionalidades), pero la misma planteaba nuevas paradojas,vinculadas esta vez a la cuestión de ese cosmopolitismo tan valorado. Ya no se estaba ante el “elementoanglosajón” que llegaría a las pampas portando civilización, sino que había que convivir y generar espacios socialesa un inmigrante en general mediterráneo, con poca instrucción, que contaba sólo con su fuerza de trabajo y seconfundía rápidamente entre los sectores sociales locales desfavorecidos. En la mayoría de los casos, se habíanestablecido junto a sus compatriotas conformando colectividades numerosas pero raramente muy cerradas.

Como afirmaba Paul Claval, el espacio –en este caso, los de socialización del inmigrante- interviene en la vidasocial y en el juego del poder de diversas maneras. En primer lugar, por medio de la extensión, siendo sostén de lavida y la actividad, lo cual implica la valorización y utilización de los recursos, la definición de los derechos deposesión de los mismos. En segundo lugar, el espacio obstaculiza la vida de relación e implica jerarquizacionesdentro del mismo; también el espacio implica aquí una distancia, y la necesidad de una comunicación entre laspartes deriva en la aparición de formas culturales “arbitrarias”. La vida humana se ve así afectada pordiscontinuidades espaciales. Por último, el espacio es un soporte privilegiado de la actividad simbólica y cognitiva,es objeto de conocimiento, deseos y valorizaciones por parte de quienes lo habitan[48]. Las imágenes mentalessobre el territorio son tan importantes para comprender su configuración como las cualidades reales del mismo.

Los dispositivos de protección al inmigrante también lo fueron de control, y las leyes de inmigración sufrieronmodificaciones a comienzos del siglo XX, para establecer la potestad del Estado de expulsar y repatriar a elementos“indeseables”, como los sindicalistas y obreros anarquistas que participaron en numerosas manifestaciones por losderechos laborales, de lo cual nos ocuparemos en otro trabajo.

Fue a partir de ese momento donde aquel discurso darwiniano de la lucha de razas que había servido de sustento alEstado para impulsar la inmigración, se convirtió en un discurso biológico de lucha por la vida[49] en el sentidofoucaultiano, orientándose por tanto las acciones estatales más bien hacia una “biopolítica”, e instrumentalizandootras técnicas de control sobre el nuevo objeto de intervención, como la demografía, la higiene pública, etc. Enresumen, todos aquellos procedimientos de “normalización social” que atañen a un “colectivo”, perofundamentalmente, a un “otro”.

A la luz de la inversión de las trayectorias migratorias, que hoy fluyen desde América hacia Europa, la revisión yproblematización del mismo con perspectiva histórica, continúa siendo un tarea importante para las cienciassociales en general. La reconstrucción y preservación de espacios antiguamente destinados a recibir y promover laincorporación de los inmigrantes a la vida de sus nuevos países, hace posible hoy un abordaje crítico de estecomplejo proceso, así como su transmisión y difusión.

Notas

[1] Capel, 2007.

[2] Acerca de las políticas públicas y promoción de la inmigración en los países latinoamericanos y en particular del Cono Sur, han sidopublicados numerosos trabajos en revistas como Scripta Nova, o Biblio3W. En relación con el tema que nos scupa aquí pueden consultarseNúñez, 1999 que trata el caso chileno desde finales del siglo XIX; Sáez Capel, 2001, quien aborda el tema de la discriminación de losinmigrantes españoles e italianos en Argentina; Pickenhayn, 2000.

[3] Distintos trabajos publicados en Scripta Nova han abordado estos aspectos, poniéndolos en relación con la situación migratoria desde elcontinente americano hacia Europa en las últimas décadas. Ver Capel 2001; Bergalli, Contreras, Cruz, Delgado, García Espuche y  Capel2001.

[4] Sobre las excursiones en territorio americano para definir límites territoriales, el establecimiento de defensas en las fronteras y enparticular los trabajos de Félix de Azara, ver Capel, 2005.

[5] Alberdi 1915, p. 14. En su obra conocida como Las Bases, el mismo afirma: “gobernar es poblar en el sentido que poblar es educar,mejorar, civilizar, enriquecer y engrandecer espontánea y rápidamente, como ha sucedido en los Estados Unidos”.

[6] Pickenhayn, 2000. 

[7] Terán 1987, p.11.

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[8] Sarmiento en García Mansilla 1917, p. 5-6.

[9] Para más detalles sobre la política rivadaviana en este aspecto, ver el trabajo de García de Saltor 1979, p. 26.

[10] Ver sobre este aspecto el trabajo de Gurri García y Lázaro Ruiz, sobre la inmigración española y en particular riojana haciaSudamérica, y el fomento de la misma por parte de los gobiernos argentino y chileno en los siglos XIX y comienzos del XX. 2002, p. 70.

[11] García de Saltor 1979, p. 29 y ss.

[12] Perez Amuchástegui. En Crónica Histórica Argentina, 1968, T. 4, p. 4-XI.

[13] Botana y Gallo 1997, p. 136.

[14] Constitución de la Nación Argentina, varias ediciones.

[15] En Crónica Histórica Argentina 1968, IV-30.

[16] Datos extraídos de Perez Amuchástegui 1968, T. 4, p. 4–CVI.

[17] Sobre la promoción de la inmigración extranjera, se habían dado situaciones de todo tipo, como el Tratado de 1857 entre el Estado deBuenos Aires y el Reino de Sicilia que permitía la conmutación de penas de criminales sicilianos a cambio de su traslado a tierrasbonaerenses en carácter de “hombres libres”. La política de Avellaneda tuvo como objetivo revertir la inmigración espontánea o decontingentes considerados “indeseables” para los objetivos de progreso del país, estableciendo por lo tanto las herramientas para unainmigración de tipo ordenada y selectiva. 

[18] Daireaux [1888] en Botana y Gallo 1997, p. 179-180.

[19] Tercer Censo Nacional, 1914, tomo X, p. 399, y R. Cortés Conde 1979, citado por Irigoin, 1984.

[20] Datos tomados de Irigoin 1984. Ver también Gallo 2004.

[21] Facal Santiago 2003, p. 46.

[22] Barrán 1995, Facal 2003.

[23] Barrán 1995.

[24] Citado en Facal 2003, p. 46.

[25] Facal 2003, p. 46.

[26] Barrán 1995, López-Alves 2003.

[27] Son particularmente ilustrativos en este aspecto los debates acerca de la educación religiosa o laica, lo que conllevaba la necesariadefinición de una posición estatal en este aspecto, así como las discusiones sobre la enseñanza obligatoria del castellano y la religión en lasescuelas. En todos los casos se hizo referencia al impacto que dichas posiciones tendrían sobre la integración del inmigrante en la sociedadargentina.

[28] Hernández en Botana 1997, p. 137.

[29] Ver Gurri García y Lázaro Ruiz 2002;  Capel 2007.

[30] Ochoa de Eguileor 2003.

[31] Gurri García y Lázaro Ruiz 2002, p. 105-106.

[32] Aguirre 2005. También referencias al tema sanitario vinculado a la inmigración en Capel 2007; Insausti 2001.

[33] Insausti 2001.

[34] Hoy en dicho predio se sitúan por el lado de calle Cerrito, el Centro Argentino de Ingenieros, y por la calle Libertad 1557 el ColegioNacional Sarmiento. Ver Ochoa 2003, op. cit.

[35] El Panorama de Retiro fue un local destinado a la proyección de imágenes transparentes o diapositivas, constituyendo el antecedentedel cinematógrafo en la ciudad. Las fuentes consultadas hacen referencia al fracaso de este proyecto, por lo cual sus instalaciones quedarondesmanteladas hasta que comenzó a utilizarse como alojamiento de inmigrantes desde aproximadamente 1878 hasta la inauguración en1911 del definitivo Hotel de Inmigrantes. Ver Insausti 2001; Ochoa 2003.

[36] Tomado de Ferrer 1970 y publicaciones de la época, citados en Insausti 2001.

[37] Rusiñol 1961, p. 61-62.

[38]  Datos tomados del Museo Nacional de la Inmigración de la República Argentina.http://www.mininterior.gov.ar/migraciones/museo/museo_el_hotel.htm

[39] “El nuevo Hotel de Inmigrantes ‑Cómo es y cómo será dentro de poco”, en La vida moderna,  28 de noviembre de 1907. Citado porInsausti 2001.

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[40] Capel 2007.

[41] Ver Facal 2003, p. 46.

[42] Facal 2003, p. 46.

[43] El mismo puede consultarse en español o gallego, a través del siguiente acceso:http://www.emigratio.com/EmigracionGallega/Documentacion/EmigrGallegaDocConsMontevideoEspanol.htm

[44] Todas las citas corresponden a la fuente mencionada en la nota anterior.

[45] Algunas de ellas existen en la actualidad, y se vinculan principalmente a la salud, como Casa de Galicia y la Asociación Española.

[46] Capel 2007, Bonastra 2007.

[47] José Pedro Barrán afirma que los antecedentes de movimientos migratorios hacia el Uruguay moderno, datan de la década de 1830.Ver Barrán, 1995. 

[48] Claval 1982, p. 23-25.

[49] Foucault 1992, p. 71-72.

Fuentes y bibliografia

Fuentes

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© Copyright: Laura Oliva Gerstner, 2008© Copyright: Biblio3W, 2008

Ficha bibliográfica

OLIVA GERSTNER, L. El alojamiento de inmigrantes en el Río de la Plata, siglos XIX y XX: planificación estatal y redes sociales. Biblio3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol.XIII, nº 779, 25 de marzo de 2008.[http://www.ub.es/geocrit/b3w-779.htm]. [ISSN 1138-9796].

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