-
El MUNDO MODERNO (SIGLOS XV-XVII)
3.1 El Renacimiento3.2 Las monarquas nacionales y la expan-
sin ocenica3.3 La Reforma3.3 La Contrarreforma3.5 Absolutismo y
Estado moderno
Identificar los cambios experimentadosen Europa durante los
siglos XIV, XV YXVI,para establecer las relaciones entre estos y
lastransformaciones sufridas por las sociedadesautctonas de Amrica
a partir de 1492.
Significacin del tema
En la tercera unidad se estudia el mun-do moderno desde mediados
del siglo XVhasta finales del siglo XVII. Los temas bsi-cos de esta
poca se pueden ordenar en tresgrandes tpicos.
Primero, la siguiente secuencia de he-chos importantes: capital
comercial, expan-sin ocenica, imperios coloniales, desarrollode las
monarquas nacionales y creacin delEstado moderno.
Segundo, los grandes temas culturalese ideolgicos: el
renacimiento artstico, el de-sarrollo la ciencia experimental y los
grandescambios religiosos (Reforma Protestante yContrarreforma
Catlica).
Tercero, el notable cambio de nfasisque ocurre en esta poca: el
Renacimiento
-
coloca al ser humano en el centro de la crea-cin, con lo cual se
inicia el desarrollo de unavisin del mundo centrada en.el individuo
yen los valores individuales. Es bien sabidoque en el mundo en que
vivimos predominatodava esta concepcin.
Tratamiento metodolgico
El comentario de obras de arte, algu-nas tan populares como la
"Gioconda", es unbuen punto de partida para introducir los te-mas
de esta unidad. En cuanto a la ReformaProtestante es necesario
destacar la gran im-portancia de la libertad de cultos y de
con-ciencia, como una de las bases del mundomoderno. Se pueden
organizar debates o re-portajes periodsticos sobre estos
aspectos.Por ejemplo, un debate imaginario entre Lu-tero y Carlos
V. Lo mismo se aplica al desa-rrollo cientfico, aunque en este hay
que en-fatizar, adems, el tema de la libertad de in-vestigacin y de
pensamiento como otro delos pilares del mundo moderno. Ejemplo
po-sible de actividad: el proceso de Galileo.
En las luchas de conquista de los euro-peos debe enfatizarse la
mezcla entre el esp-ritu de cruzada y la empresa de inters
co-mercial. Las estudiantes y los estudiantespueden hacer un
retrato ideal del conquista-dor y otro del mercader y luego tratar
decombinarlos.
Una vez trabajado el captulo tercerodel libro de texto es
importante que el profe-sor haga notar, o mejor, 'descubra' junto
conlos estudiantes, los importantes desplaza-mientos del centro de
desarrollo mundial queocurrieron en esos dos siglos: de Italia en
elsiglo XV, a Espaa y Portugal en el sigloXVI (notar la enorme
importancia del impe-rio colonial). Otra forma de presentar el
temaes diciendo que el centro se desplaz del Me-diterrneo al
Atlntico. En el siglo XVII, loscentros de la expansin econmica y
del de-sarrollo cientfico se movieron de nuevo, esta
vez hacia el noroeste de Europa (Holanda,Inglaterra, norte de
Francia, ciertas regionesde Alemania).
Sugerencias de evaluacin
Debates, comentarios de obras de artey de textos, elaboracin de
cuadros resumeny actividades similares a las indicadas en
lasunidades anteriores.
Ampliacin temtica
LA PERVIVENCIA DE LA IDEADE CRUZADA
EN LA ESPAA MODERNA
"Los contenidos escatolgicos de laidea de cruzada, nunca
extinguidos totalmen-te, rebrotaron en la Espaa de finales del
si-glo Xv. En 1494-95, el viajero alemn Jer-nimo Munzer se diriga
en estos trminos alos Reyes Catlicos: 'Nada les queda que ha-cer a
Vuestras Majestades, como no sea agre-gar a sus conquistas la
reconquista del Sepul-cro Santo de Jerusaln'. El nismo
ambienteexaltado envolvi las campaas norteameri-canas dirigidas por
el cardenal Cisneros aprincipios del siglo XVI. Como consecuenciade
la continuada lucha contra el islam y de lacoincidencia en un breve
perodo histrico,de acontecimientes de enorme trascendencia-unin de
las coronas, fin de la Reconquista,unidad religiosa, descubrimiento
de un Nue-vo Mundo, ascensin al papel de primera po-tencia europea
y llegada al trono de un empe-rador- la ideologa de cruzada se
mantuvocon enorme fuerza en la Espaa del sigloXVI. No solo fue
considerada una necesidady una tradicin, sino que adems -dice
Rous-set- qued vinculada a la nocin de intersnacional. Por esta
razn, las empresas deCarlos 1 en Tnez (1535), y las de Felipe
II
-
en Flandes, Lepanto (1571) o Inglaterra(1588), tambin estuvieron
teidas de un am-biente y una parafernalia de cruzada que, entodo
caso, no ocultaban su decadencia y susevidentes motivaciones
polticas".
En Revista Historia16. Ao XX No. 229 mayode 1995, p. 89-90.
'Desde mediados del siglo XV se va aproducir una revitalizacin
de la civilizacinoccidental que nos permite hablar de unapoca
distinta, con caractersticas propias: elRenacimiento, que, sin
embargo, hemos deconsiderar como el resultado de la
evolucinpoltica, social, econmica y cultural, cuantomenos, de los
siglos XIII, XIV Y xv. Cadavez nos resulta ms evidente que los
comien-zos de la Edad Moderna no son sino la cul-minacin de un
proceso sin ruptura total conla poca medieval.
Si bien para algunos el origen de estoscambios se debe a causas
materialistas, comolos cambios tcnicos introducidos a finalesde la
Edad Media o los cambios climticosque igualmente favorecern las
bases produc-tivas, para otros se debe a razones culturales,como el
desarrollo del impacto civilizadormahometano o la influencia de
Bizancio so-bre Italia. A esta complejidad, aadamos lasfuertes
discrepancias al intentar determinarsus lmites cronlogicos o
espaciales y sucontenido especfico, dado el carcter parti-cular de
las diversas manifestaciones del Re-nacimiento en cada pas.
De modo general, el Renacimiento seva a caracterizar por una
revalorizacin de laantigedad clsica y una revisin crtica
aldogmatismo medieval teocntrico desde unespritu secularizador,
exaltador del indivi-dualismo antropocentrista que propugna
elvitalismo humanista, el racionalismo cientfi-co y la vuelta a la
naturaleza.
En sentido restringido, sin embargo, elRenacimiento es un hecho
esencialmente cultu-ral, destacado de forma especial en la
renova-cin artstica y literaria que imitan formas gre-colatinas.
Positivo ser tambin en el campo deldesarrollo cientfico o tcnico;
pero no tanto enotros rdenes como el relativo
estancamientoindustrial, la desaparicin de las libertades
co-munales frente a la afirmacin del poder real, ola corrupcin de
la Iglesia que, entre otras cau-sas, le conducir a profundas
crisis.
Sistematizando los hechos fundamen-teles, el Renacimiento, pues,
se va a caracte-rizar por las profundas transformaciones
eco-nmicas, que marcan los comienzos del capi-talismo moderno
financiero y mercantil, ysociales, con la aparicin de la burguesa
ciu-dadana moderna y del destacado crecimientodemogrfico y urbano.
No menos importan-tes sern las transformaciones polticas, conla
aparicin y desarrollo del Estado modernoy los primeros imperios
transocenicos frutode los grandes descubrimientes.
Pero donde el Renacimineto y el hu-manismo -su manifestacin
literaria e inte-lectual- cobran toda su significacin es en
laaparicin de una nueva mentalidad, fruto dela exaltacin de la
personalidad y de la afir-macin del individualismo laico y
crtico.Frente al mundo de autoridades admitidas dela mentalidad
medieval, el hombre renacen-tista aplica la crtica de la razn
basada en laexperiencia y la racionalidad. Ello permitiriniciar un
perodo de grandes descubrimien-tos cientficos y un desarrollo
espectacular dela tcnica, prometedores comienzos de laciencia
moderna. Paralelamente, este racio-nalismo individualista y la
libertad de pensa-miento tambin llevarn al humanista a poneren
entredicho el dogmatismo eclesistico ypropugnar la reforma de la
Iglesia Catlicaque conducir a su escisin.
Sern las nuevas universidades, enespecial, las que adopten la
nueva ciencia ra-cionalista y secularizada y las renovadas for-
-
mas literarias. El ideal humanista de hombreperfecto, educado en
cuerpo y espritu, comoejemplifican El prncipe o El Cortesano,
seextiende tambin desde las renacidas acade-mias. El estudio de la
antigedad grecorro-mana promueve el desarrollo del latn clsicocomo
idioma universal de los humanistas,pero, paralelamente, fruto del
individualismoparticularizante, se impulsarn las
literaturasnacionales en lenguas vernculas. Aunque,quizs sea en el
arte donde la visin huma-nstica alcanz sus realizaciones ms
cohe-rentes y continuas, as como ms originales yfecundas, con el
planteamiento y solucin denuevos problemas y la bsqueda consciente
ycientfica de la belleza y la armona.
Nada tiene de extraar que el Renaci-miento y el humanismo surjan
y se difundandesde Italia, donde se daban las ms ptimascondiciones
para el cambio. As lo explicanel desarrollo de las repblicas
italianas y laaparicin de mecenas como Lorenzo el Mag-nfico, la
continuidad medieval del legadoclsico debido a las pervivencias
culturales ya los restos materiales de la antigedad, y,
fi-nalmente, las influencias de los sabios bizan-tinos (ms acusada
tras la cada de Constanti-nopla) que difundirn sus doctrinas
neoplat-nicas frente al aristotelismo escolstico.
Su difusin por otros pases resultigualmente creadora y fecunda,
resultado deun proceso que tiene sus precursores en Dan-te,
Petrarca y Bocaccio, que florece con Picodella Mirndola y M.
Ficino, y culminar conBaltasar de Castiglione, Erasmo de Rtter-dam
o el valenciano Juan Luis Vives".
En E. Martnez Ruiz, Atls histrico edad mo-derna, 1986, p.
11.
LA REFORMAEN ALEMANIA Y SUIZA
"El momento revolucionario pro-testante. Las condiciones
sociales, polticas
y espirituales que hemos examinado en losapartados precedentes,
haban preparado enel seno de la sociedad occidental la incuba-cin y
desarrollo de un movimiento revolu-cionario en el orden religioso.
Este vena de-terminado por la disolucin de los
principiosfundamentales del medioevo y el triunfo delas nuevas
corrientes ideolgicas que hemos~grupado bajo el nombre de
renacentistas:personalizacin de los sentimientos, relativis-mo,
subjetivismo, espritu crtico. El terrenopara la difusin de las
ideas ms radicales es-taba abonado en casi todos los pases
euro-peos; pero ninguno ofreca las circunstanciasptimas del Reich.
El fervor religioso del si-glo XV se entremezclaba en Alemania
convivos sentimientos disidentes, en lo nacionaly lo dogmtico, de
la Iglesia romana, mien-tras que la inestabilidad social y el
fracaso delas tentativas centralizadoras del gobiernopblico
procuraban la coyuntura propicia pa-ra el arraigo, en 'el pueblo,
de las nuevas pos-turas religiosas. En esta atmsfera creci
lageneracin reformista del 1517, cuyas carac-tersticas son el
espritu entusiasta, violento,crtico y profundamente religioso. En
ella seagruparon los descontentos seculares de laIglesia, los
antiguos heresiarcas y los nuevosmsticos. A tal generacin
pertenecieron elreformador de Alemania, Lutero, y el de Sui-za,
Zuinglio.
La reforma protestante, en sentido ob-jetivo, fue una tentativa
exaltada para hallarla verdadera forma del cristianismo; pero,
altomar derroteros equivocados, deriv haciaposiciones anticatlicas.
Creyeron los refor-mi stas en la intangibilidad de la
revelacindivina, pero dudaron de que la Iglesia medie-val fuera la
verdadera Iglesia de Cristo. Sinesta duda, que arranca ya de las
herejas delsiglo XIII, no sera comprensivo el movi-miento
desintegrador ni su aspecto agresivo yviolento. Era preciso salvar
el alma; pero,cmo lograrlo? La Iglesia Catlica ofrecaun sistema
dogmtico, basado en su autori-
-
dad exclusiva para interpretar las SagradasEscrituras y la
tradicin de los padres y conci-lios. Pero en este sistema, los
espritus inquie-tos de los reformadores no hallaron satisfac-cin a
los grandes problemas que los atormen-taban: el merecimiento de la
gracia divina; lacoordinacin de la justicia suprema con
lapresciencia divina y el de esta con el arbitrio yvoluntad
humanos; la justificacin de los pe-cados ... Impulsados por las
corrientes rena-centistas coetneas, se inclinaron a buscar enla
Biblia la resolucin de estas trascendentalescuestiones, a
interpretarla prescindiendo de laautoridad de los papas y
concilios, con el soloauxilio de su razn. Y de tal lectura
sacarondeducciones atrevidas: la predestinacin hu-mana, la negacin
del libre arbitrio, la solajustificacin por la fe en los mritos de
Cristo.Con ello se derrumbaban las bases tradiciona-les de la
Iglesia Catlica: los sacramentos, lasindulgencias, el purgatorio,
el sacerdocio, lajerarqua eclesistica y el culto. Igualmente,la
unidad religiosa ceda el puesto a una frag-mentacin microscpica, en
cuanto en lasnuevas ideas reformistas lo importante no erala
colectividad, sino el individuo, formuladorpor s mismo -a travs de
las lecturas bbli-cas- de sus propias creencias religiosas".
En J. Vicens Vives. Historia general moderna,1951, p. 93-94.
'Pero, lo mismo que un hombre queanda solo y en tinieblas,
resolv ir tan lenta-mente y usar de tanta circunspeccin en
todo,que, si no avanzaba sino muy poco, al menosme guardara mucho
de caer. Ni siquiera qui-se comenzar a desechar completamente
nin-guna de las opiniones que en otro tiempo pu-dieron deslizarse
en mi creencia, sin haber si-do introducidas en ella por la razn,
hastaque antes no hubiese empleado tiempo sufi-ciente en hacer el
proyecto de la obra que
emprenda y buscar el verdadero mtodo paraalcanzar el
conocimiento de todas las cosasde que mi espritu fuera capaz.
Ms joven, haba estudiado algo, delas partes de la filosofa, la
lgica, y, de lasmatemticas, el anlisis de los gemetras y ellgebra,
tres artes o ciencias que parecan de-ber contribuir algo a mi
proyecto. Pero, exa-minndolas, me di cuenta de que, en cuanto ala
lgica, sus silogismos y la mayor parte desus restantes
instrucciones sirven ms bienpara explicar a otro las cosas que se
saben, oincluso, como en el arte de Lulio, para hablarsin juicio de
las que se ignoran, que [no] paraaprenderlas. Y, aunque ciertamente
contienemuchos preceptos muy verdaderos y buenos,sin embargo tienen
mezclados tantos otros,que son nocivos o superfluos, que es casi
tanmolesto separalos como sacar una Diana ouna Minerva de un bloque
de mrmol todavano preparado. Luego, en cuanto al anlisisde los
antiguos y el lgebra de los modernos,adems de que no se extienden
ms que amaterias muy abstractas y que no parecen deningn uso, el
primero est siempre tan res-tringido a la consideracin de figuras
que nopuede ejercitar el entendimiento sin fatigarmucho la
imaginacin; y en el ltimo est tanatado a ciertas reglas y a ciertas
cifras que hahecho de l un arte confuso y oscuro, queembaraza el
espritu, en lugar de una cienciaque lo cultiva. Lo cual fue causa
de que yopensase que era necesario buscar algn otromtodo, el cual,
reuniendo las ventajas de es-tos tres, estuviera exento de sus
defectos. Ycomo la multitud de las leyes a menudo pro-porcionan
excusas a los vicios, de suerte queun Estado est mucho mejor
regulado cuan-do, no teniendo sino muy pocas [leyes], estasson
observadas muy estrictamente; as, en lu-gar de ese gran nmero de
preceptos de quela lgica est compuesta, cre que tendrabastante con
los cuatro siguientes, con tal quetomase una firme y constante
resolucin deno dejar de observarlos ni una sola vez.
-
El primero era no aceptar nunca ningu-na cosa como verdadera, si
yo no la conocie-ra ser tal evidentemente, es decir, evitar
cui-dadosamente la precipitacin y la preven-cin; y no incluir en
mis juicios nada msque lo que se presentase tan clara y
distinta-mente a mi espritu que no tuviese ningunaocasin de ponerlo
en duda.
El segundo, dividir cada una de las di-ficultades que examinara
en tantas partes co-mo se pudiera y fuera requerido para
resol-verlas mejor.
El tercero, conducir ordenadamente mispensamientos, comenzando
por los objetosms sencillos y ms fciles de conocer, paraascender,
poco a poco, como por grados, hastael conocimiento de los ms
compuestos; e in-cluso suponiendo un orden entre los que,
natu-ralmente, no se preceden unos a otros.
y el ltimo, hacer en todo enumeracio-nes tan completas y
revisiones tan generales,que estuviera seguro de no omitir
nada".
En Descartes, Discurso del Mtodo., Traduc.Constantino Lscaris.
Antologa Historia de la Cultura.1967, p. 220-221.
"Dos grandes hombres nacieron en elao 1564: uno fue William
Shakespeare, enInglaterra; el otro Galileo Galilei, en
Italia.Cuando Shakespeare escribe sobre el dramadel poder en su
propia poca, en dos ocasio-nes lo sita en la Repblica de Venecia:
pri-mero en El mercader de Venecia y despusen Ote/o. Esto es porque
en 1600 el Medite-rrneo era an el centro del mundo, y Vene-cia el
eje del Mediterrneo. A esta ciudad lle-gaban a trabajar los
ambiciosos, porque po-dan hacerlo libremente, sin
restricciones:mercaderes, aventureros e intelectuales; unaplyade de
artistas y artesanos se apiaban enlas calles, tal y como lo hacen
hoy da.
Los venecianos tenan fama de sergente misteriosa y taimada.
Venecia era unpuerto libre, como se denominara actual-mente, lo que
le daba cierto aire conspirato-rio como ocurre con Lisboa y Tnger.
Fue enVenecia donde un falso benefactor atrap aGiordano Bruno en
1592 y lo entreg a la In-quisicin, que lo puso en la hoguera en
Romao~ho aos despus.
Ciertamente, los venecianos eran unpueblo prctico. Galileo haba
desarrolladotrabajos importantes en ciencia fundamentalen Pisa.
Pero lo que hizo que los venecianoslo contratasen como profesor de
matemticasen Padua fue, segn sospecho, su talento paralos inventos
prcticos. Algunos de estos seconservan en la coleccin histrica de
laAcademia Cimiento de Florencia, y estn pri-morosamente concebidos
y realizados. Ah seencuentra un aparato de vidrio con
circunvo-luciones para medir la expansin de los lqui-dos, bastante
precido a un termmetro; yuna delicada balanza hidrosttica para
encon-trar la densidad de objetos preciosos, basadaen el principio
de Arqumedes. Y hay tam-bin algo que Galileo, que era un
vendedormuy hbil, llam 'comps militar', que es enrealidad un
instrumento de clculo no muydistinto de una regla de clculo
moderna. Ga-lileo los elaboraba y venda en su propio ta-ller.
Escribi un manual para su 'comps mi-litar', y lo public en su
propia casa; fue unode los primeros trabajos impresos de
Galileo.Era esta la ciencia comercial prudente que losvenecianos
admiraban.
De este modo, no es sorprendente que,a fines de 1608, unos
fabricantes flamencosde anteojos, que haban inventado una
formaprimitiva de catalejo, intentasen venderla a laRepblica de
Venecia. Mas, por supuesto, laRepblica tena a su servicio, en la
personade Galileo, a un cientfico y matemtico in-mensamente ms
poderoso que cualquierotro en el norte de Europa -y a un
publicista
-
de primera- que, al fabricar un telescopio,reuni al Senado
veneciano en lo alto deCampanile para demostrarlo.
Galileo era un hombre de baja estatura,fornido y dinmico,
pelirrojo y con bastantesms hijos de los que un soltero debe
tener.Tena cuarenta y cinco aos cuando supo delinvento flamenco, y
la noticia lo electriz.Cavil durante una noche sobre este invento,y
dese un instrumento prcticamente tanbueno como aquel, con un triple
aumento,que es solo ligeramente superior a los bino-culares de
teatro. Pero antes de la demostra-cin en el Campanile de Venecia,
subi el au-mento de ocho a diez, logrando as un verda-dero
telescopio. Mediante este, desde lo altodel Campanile, donde el
horizonte dista alre-dedor de treinta kilmetros, pueden no
soloverse los barcos de vela en el mar, sino inclu-so
identificarlos hasta ms de dos horas des-pus de haber levado
anclas. Y esto vala mu-cho dinero para los comerciantes de
Rialto.
Galileo narr estos sucesos a su cua-do en Florencia, en una
carta fechada el 29de agosto de 1609:
'Debes saber, entonces, que hace cercade dos meses desde que se
difundi aqu lanoticia de que en Flandes se le haba presen-tado al
conde Mauricio un catalejo, elabora-do de manera tal que las cosas
muy distantesparecen estar sumamente cerca, as que sepuede ver con
claridad a un hombre que seencuentre a tres kilmetros de distancia.
Esteme pareci un efecto tan maravilloso, que medio ocasin para
meditar; y como me parecique deba estar fundado en la ciencia de
laperspectiva, me propuse lograr su fabrica-cin; la que por fin
consegu, y tan perfecta-mente que uno que yo hice super con
granventaja la fama del invento flamenco. Encuanto lleg la noticia
de que yo haba hechouno a Venecia, a los seis das fui requeridopor
la Seora, pidindoseme que hiciera unademostracin ante esta y el
Senado en pleno,causando un asombro infinito a todos; y hubo
numerosos caballeros y senadores que, pese asu avanzada edad,
subieron en ms de unaocasin las escaleras de los campanarios
msaltos de Venecia para observar veleros y navesque se hallaban tan
distantes que, viniendo atoda vela hacia el puerto, no se podran
ver sinmi catalejo sino hasta dos horas despus. Puesde hecho la
funcin de este instrumento es lade representar un objeto que est,
por ejem-plo, a setenta y cinco kilmetros de distancia,tan grande y
tan prximo como si estuviesesolamente a siete kilmetros y
medio.'
Galileo es el creador del mtodo cien-tfico moderno. Y lo cre en
los seis mesessubsiguientes a su triunfo en el Campanile,triunfo
que le hubiera bastado a cualquierotra persona. Se le ocurri que no
era sufi-ciente convertir el juguete de Flmdes en ins-trumento de
navegacin. Se poda convertirtambin en instrumento de
investigacin,idea que resultaba completamente novedosapara la poca.
Subi a treinta el aumento y loapunt hacia las estrellas. De esta
manerarealizaba, por vez primera, lo que considera-mos ciencia
prctica: construir el aparato,realizar el experimento y publicar
los resulta-dos. Y efectu esto entre septiembre de 1609y 1610,
cuando public en Venecia su espln-dido libro Sidereus Nuncius (El
mensajeroceleste) que ofreca un relato ilustrado de susnuevas
observaciones astronmicas. Qucontaba?
'[He visto] estrellas por miradas, nun-ca antes vistas, las
cuales sobrepasan en n-mero ms de diez veces a las antes
conocidas.
Mas lo que mayor asombro causarseguramente, y lo que de hecho me
hace lla-mar la atencin de los astrnomos y de losfilsofos es, a
saber, que he descubiertocuatro planetas, ninguno de los cuales ha
si-do conocido ni observado por astrnomo al-guno anterior a m.
'
Se trataba de los satlites de Jpiter.En El mensajero celeste
cuenta tambin c-mo enfoc el telescopio hacia la Luna. Gali-
-
leo fue el primero en publicar mapas de laLuna. Contamos con sus
acuarelas originales.
'Muy hermoso y encantador espect-culo es el contemplar el cuerpo
de la Luna ...Ciertamente que no posee una superficie lisay pulida,
sino ms bien accidentada e irregu-lar y, al igual que la faz de la
Tierra, se en-cuentra colmada de grandes protuberancias,abismos
profundos y sinuosidades' .
El embajador britnico ante la corte delos Dogos en Venecia, sir
Henry Wotton, es-cribi a sus superiores en Inglaterra el da dela
aparicin de El mensajero celeste:
'El profesor de matemticas de Paduaha descubierto cuatro nuevos
planetas que gi-ran en derredor de la esfera de Jpiter, entremuchas
otras estrellas fijas desconocidas;asimismo l ..]que la Luna no es
esfrica sinoque presenta mltiples prominencias [...]. Elautor ha
gastado una fortuna por convertirseen sumamente famoso o en
sumamente rid-culo. En la prxima nave enviar a vuestraexcelencia
uno de los instrumentos [pticos]que han sido hechos por este
hombre'.
La noticia caus sensacin. Cre unafama an ms grande que su
triunfo ante lacomunidad de comerciantes. Sin embargo, noera bien
visto por todos, pues lo que Galileoobservaba en el cielo y no
revelaba a todoaquel dispuesto a mirar, era que el cielo
ptolo-meico simplemente no funcionaba. La podero-sa intuicin de
Coprnico haba acertado yquedaba ahora abierta y revelada. Y como
hasucedido con muchos otros resultados cientfi-cos recientes, no
era del agrado de los gruposconservadores y prejuiciosos de la
poca.
Galileo pensaba que todo lo que tenaque hacer era demostrar que
Copmico tenarazn, y que todo mundo le escuchara. Estefue su primer
error: el error de ser ingenuocon respecto a los motivos de la
gente, errorcometido con tanta frecuencia por los cient-ficos. Crea
tambin que su fama era ya losuficientemente grande como para
perrnitirle
retornar a su natal Florencia, abandonar lamontona ctedra de
Padua, que se habaconvertido en una carga bastante pesada,
yalejarse del amparo de la esencialmente anti-clerical y segura
Repblica de Venecia. Estefue su segundo y, a fin de cuentas, fatal
error.
Las victorias de la Reforma Protestan-te en el siglo diecisis
haban llevado a laIglesia Catlica Romana a organizar una fe-roz
Contrarreforrna. La reaccin contra Lute-ro se hallaba en pleno
auge: se luchaba enEuropa por la autoridad. Se inici en 1618
laGuerra de los Treinta Aos. En 1622, Romacre la institucin para la
propagacin de lafe, de la cual se deriva la palabra 'propagan-da'.
Catlicos y protestantes se enfrascabanen lo que hoy llamaramos una
guerra fa, enla cual, de haberlo sabido Galileo!, no habacuartel
para hombre grande o pequeo. Elcriterio era muy simple en ambos
lados:quien no est con nosotros es un hereje. Has-ta un intrprete
de la fe tan poco mundanocomo el cardenal Bellarrnine haba
conside-rado intolerables las especulaciones astron-micas de
Giordano Bruno y le haba enviadoa la hoguera. La Iglesia era un
gran podertemporal, y en esos aos aciagos se bata enuna cruzada
poltica en la que todos los me-dios eran justificados por los
fines: la ticadel estado policial.
Me da la impresin de que Galileo eraextraamente inocente en
relacin con elmundo de la poltica, y ms todava al pensarque podra
burlarlo porque era ms listo. Du-rante ms de veinte aos camin por
una sen-da que inevitablemente le conduca a su per-dicin. Cost
mucho tiempo socavarlo; masnunca hubo duda alguna de que Galileo
seasilenciado, pues era absoluta la divisin entrel y las
autoridades. Estas pensaban que la fedebera dominar; y Galileo crea
que la ver-dad debera persuadir" .
En J. Bronowski, El ascenso del hombre, 1973,p. 198 a 205.
-
"Pero esta secuencia inevitable en lasmonarquas universales no
lo es en los esta-dos menores -lo que hoy llamaramos, sim-plemente,
estados- de modo que en ellos nose pueden considerar estas edades,
y es me-nester que siempre est vigilante la atencinpara desplegar
todas las velas cuando soplareel cfiro de su fortuna, porque ya a
unos y yaa otros favorece a tiempos. La reduccin dela monarqua
espaola a las dimensiones ra-zonables y manejables de un Estado
implicael abandono de su poltica militar en el mbi-to de los Pases
Bajos y Alemania, para cen-trarse en el espacio regional del
Mediterrneoy el Atlntico entre Italia, Espaa y frica,donde se
juegan sus verdaderos intereses.Las quejas contra el costo
desmesurado de laintervencin en Flandes y Alemania
venanproducindose desde haca tiempo y se sinte-tizan en el conocido
dicho del soldado anni-mo: Espaa mi natura, Italia mi
ventura,Flandes mi sepultura. En 1635, un memorialenviado por
Alonso Guilln de Cabrera a Fe-lipe IV insiste en la inconveniencia
de lucharall contra las fuerzas de casi toda Europa,empleando en
ello el grueso de las suyas -lasdel rey- con tan excesivos gastos
que sugrandeza aflige y debilita los dems reinos yprovincias de
esta monarqua, que de otramanera gozaran de afluencia y
prosperidad.
Debajo de aquellas crticas se encon-traba la aoranza de otro
proyecto nacionalfrustrado por las circunstancias que introdujola
Casa de Austria desde 1517: el proyecto dela monarqua de los Reyes
Catlicos, consis-tente en la unin de los reinos espaoles, mslos
vnculados a la Corona de Aragn en Ita-lia -Cerdea, Sicilia,
Npoles-, en el desa-rrollo de una activa poltica mediterrnea
ynorteafricana frente al islam, y en la explora-cin y expansin
atlntica en la medida ade-cuada para los intereses de los espaoles.
Lacrtica implcita a la Casa de Austria por haber
torcido este destino, posible antes del viraje di-nstico de
comienzos del siglo XVI, reaparece-r con frecuencia en autores ms
modernos.
Las dificultades y declive de la monar-qua hispnica hicieron que
pasara a primerplano tambin otra cuestin o problema claveen la
constitucin histrico-poltica de Espa-a, como era la diversidad en
el interior mis-mo de la pennsula. Gran parte de la carga
fi-nanciera y fiscal de la poltica exterior de lamonarqua haba
recado sobre la Corona deCastilla, por razones debidas tanto a su
ma-yor peso demogrfico y econmico como asu estructura de poder, que
permita mayor li-bertad de accin a los reyes; esto despertprotestas
-las de Quevedo son muy conoci-das- y proyectos de homogeneizacin
legal yadministrativa de los reinos peninsulares, co-mo los que
imaginaba el conde-duque de li-vares en su memorial o instruccin
dirigido aFelipe IV en 1625. Pero la crisis de 1640 ylas revueltas
de Catalua y Portugal demos-traron que. esto no era sencillo ante
la com-plejidad e irreductibilidad poltica de los di-versos reinos
espaoles y su arraigada con-ciencia nacional.
Frente a la mayora de voces en pro dela homogeneizacin poltica
de la monarqua,al menos en Espaa la del aragons Juan Pa-lafox y
Mendoza, en 1642, es precursora delas corrientes de opinin
favorables al respe-to de la diversidad y autonoma, y muestrauna
tradicin de pensamiento poltico propiade su tierra de origen. En su
breve Juicio in-terior y secreto de la Monarqua para m solo(1642)
expone cmo 'nacin' no solo es Es-paa, en cuanto realidad geogrfica,
histricay cultural indiscutida: 'nacin' es tambin elconjunto de los
habitantes de cada uno de losreinos integrados en la monarqua
(Jover),por lo que el rey tiene que viajar por todosellos, gobernar
en castellano a los castella-nos, en aragons a los aragoneses, en
catalna los catalanes, en portugus a los portugue-ses [...] Claro
est que, para Palafox, esto se
-
debe hacer con objeto de encontrar mejoresministros que
gobiernen e implica tambinun mejor reparto de las cargas, de modo
queno recayeran excesivamenre sobre Castilla yse invirtiera el
camino de declive comenza-do en 1588 -fecha de la Armada
Invenci-ble- despus de treinta aos de plenitud que
comenzaron con la victoria de San Quintn(1558) y culminaron en
1580 cuando Felipe11perfeccion la monarqua agregando laCorona de
Portugal y sus Indias Orientales alo restante de Espaa".
En Revista Historia 16. Ao XX, No. 238, fe-brero de 1996, p.
38.