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Edición Aniversaria | Diario El Carabobeño

Mar 11, 2016

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Meryl Perdomo

Diseño de la Edición aniversaria por los 79 años del diario El Carabobeño
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Más rápidas que los

pensaMientosFoBias

la información relacionada con la experiencia perturbadora o traumática no es completamente procesada, las percepciones y emociones iniciales, junto con los pensamientos distorsio-nados, serán registrados tal y como fueron experimentados durante el evento original. Shapiro señala que estas experien-cias inadecuadamente procesadas se convertirán en la base de las reacciones disfuncionales del presente y en la base de muchos desórdenes mentales. Cuando el reprocesamiento se hace con EMDR, la experiencia es registrada acompañada de emociones apropiadas para el futuro.

¿Cómo es el proCeso terapéutiCo? El protocolo de EMDR propone el abordaje de la angustia injustificada en 3 vertientes: Pasado, presente y futuro. Es empleado a partir de las experiencias negativas del pasado, (1) para ayudar a aprender, (2) desensibilizar los detonadores actuales que ocasionan la fobia y (3) incorporar patrones de conducta positivos para el futuro, que permitan destacarse individualmente e interpersonalmente. (Shapiro, 2004:2)

Hay diversos protocolos. El estándar consta de ocho fases, incluyendo la toma de la historia completa. Preparación del paciente, identificación de los blancos de tratamiento y sus componentes, el procesamiento activo de los aspectos del pasado, presente, futuro y la constante evaluación y reeva-luación. El procesamiento de cada problema incluye el uso de estimulación (visual, auditiva o táctil) mientras la persona

se concentra en diversos aspectos. Después de cada tanda de estimulación, le describe brevemente a su terapeuta lo que experimentó y al finalizar la sesión utiliza técnicas previa-mente aprendidas, que le ayuden a sentirse en control.

Para cuando el proceso concluya, las memorias previamen-te perturbadoras ya no deberían representar un problema y nuevas respuestas saludables deberían ser la norma.

¿a quién y Cómo ayuda?A niños, niñas, adolescentes y población adulta vinculada a todo tipo de abuso y violencia sexual, agresión psicológica, víctimas de asaltos, secuestros, robos, accidentes en gene-ral, catástrofes naturales, terrorismo, guerras, estrés agudo y traumas en los cuales han estado en peligro la vida física o emocional propia o de o personas significativas.

Aparece bruscamente. No es instintivo, ni tam-poco innato, es el resultado de un aprendizaje. La noción de peligro forma parte de nuestra vida y habla de nuestro grado de socialización.

El temor funciona como previsor y sistema de alarma ante los peligros reales y justificados. Motiva a huir para protegerse, pero si no es posible o no se desea, entonces incita a enfren-tarlos. En positivo, facilita el aprendizaje de nuevas respuestas que apartan del peligro.

entre los tipos, hay agudos, provocados por estímulos o situaciones tangibles, que se disipan con facilidad cuando se retira o evita los estímulos que lo han suscitado.

En una sociedad rodeada de inseguridad, los miedos se pueden volver crónicos y más com-plejos, porque no necesariamente están ligados a algo tangible que los provoque. Se complica con ansiedad y temor permanente a algo des-conocido. Como siempre estamos conociendo de situaciones alarmantes, vivimos ansiosos aunque no nos haya ocurrido nada.

La exposición repetida a los estímulos

causantes del miedo pueden ocasionar cambios duraderos en la conducta, los sentimientos y el funcionamiento psicofisiológico.

la exposición constante a eventos traumá-ticos, muy comunes en poblaciones con altos índices de inseguridad, puede producir estrés postraumático, ataques de pánico, trastornos de ansiedad y depresión. Si aparecen es necesario consultar al especialista para que oriente en cómo manejarlas. En algunos casos se requiere tratamiento farmacológico para mejorar los síntomas y devolver la calidad de vida.

Fobia:Miedo intenso por una situación u objeto es-pecifico. La persona la reconoce como absurda pero que no puede enfrentar.

Giuliana Olivieri | psiquiatra

Aaron Espinoza Álvarez | psicólogo Clínico

¡el temor prende las alarmas!

ntes de que nos dé tiempo a pen-sar, cuando escuchamos un ruido inesperado, vemos una imagen ate-rradora o sentimos una sensación desagradable, nuestro cuerpo acti-va automáticamente un dispositivo de emergencia: Se mueven ciertas zonas del cerebro que producen

cambios químicos y hormonales. Sudan las manos, hay ta-quicardia, descarga de adrenalina y aumenta la presión san-guínea. Frente a un peligro, esas reacciones nos salvan la vida porque son más rápidas que nuestros pensamientos.

Pero a veces sin amenaza presente, experimentamos la reacción del miedo sin control. Nuestra mente confunde este mecanismo sano con algo peligroso, apareciendo la primera experiencia de pánico.

Cuando la intensidad con la cual se vive el miedo es des-proporcionada y la persona incapaz de sobreponerse, habla-mos de miedo patológico o fobia.

Existen tantos miedos como se puedan inventar. Cada circunstancia, como cada cosa animada o inanimada, pue-de convertirse en objeto de una fobia y conducir al pánico: Miedo a perder el control de uno mismo y de las funciones naturales de nuestro organismo, a volar, a la altura, a perder seres queridos, a los animales, a estar solo o alejarse de los lugares que creemos seguros (agorafobia), al rechazo so-cial, a las enfermedades, al propio aspecto, son por orden de frecuencia los más comunes.

Los que experimentan temor evitarán todo aquello que se los cause. Se apartarán de aquellas situaciones en las cuales pudiera aparecer su miedo y procurarán mantenerse acom-pañados. Según sus palabras “no puedo hacerlo solo”.

Si la evitación y la demanda de ayuda se mantiene en el tiempo, perderá su estima. Se sentirá cada vez menos apto en su vida, más vulnerable, apático, triste, con menos ganas de relacionarse. Le costará concentrarse en su trabajo, esta-rá irritado, trastocando cada área de su vida.

el patológiCoUn tratamiento psicológico ayudará a descubrir los propios recursos, para afrontar el miedo y controlar la ansiedad físi-ca, pensamientos y emociones negativas.

Francine Shapiro postula que el tratamiento EMDR (Desen-sibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) hace posible el acceso a redes de memorias traumáticas y facilita que el procesamiento de la información se transmu-te, al construir nuevas asociaciones entre la memoria trau-mática y memorias o información más adaptativas, dando origen a un nuevo aprendizaje, la eliminación del malestar emocional y el desarrollo de insights cognitivos.

Las redes de memoria contienen pensamientos, imáge-nes, emociones y sensaciones. El modelo del Procesamien-to Adaptativo de la Información tiene como hipótesis que si

a

miedo a volar, a los animales, a estar solo,

a las enfermedades, al compromiso

88Ciertos factores

psicológicos pueden someter al corazón a

una tensión tan grande que termine por

colapsarlo

Los principalesfactores de riesgo

son:

• Depresión • Hostilidad

• Rabia• Ansiedad

30%

Corazónbajo

estrÉsRodolfo Pereyra

psiquiatra

%de las personas siente temor

a ser vÍctima de Un delito en la ciUdad

aumentó la demandade ansiolíticos

y antidepresivos en 2012

en Carabobo

Colegio de Farmaceúticos de CaraboboInforme del Observatorio Venezolano de Violencia 2012

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Claro que tienes miedo. Y yo tengo tanto o más miedo que tú. Pero hay un par de cosas que debes saber.

El filósofo José Antonio Marina dice que no hay especie más mie-dosa que la humana y la razón está en su inteligencia. Esa que nos li-bera y a la vez nos entrampa. Nos

permite anticipar lo que va a pasar, pero a su vez provoca una patología de anticipación de cosas horribles que nos aterrorizan con lo que creemos que va a pasar.

Es fácil entender por qué los políticos se aprovechan de eso. Cuando las personas tienen miedo suelen estar más dispuestas a hacer lo que les diga quien los atemoriza.

Los políticos han utilizado esto históricamente. Después de todo, cuando una sociedad siente miedo desea tener un “big brother” que la defienda y está dispuesta a cambiar li-bertad por seguridad. Las acciones contra la sociedad y sus símbolos y las amenazas de perder un beneficio o recompen-sa ayudan a lograr el objetivo.

Como plantea Jankélévitch, el miedo es, como la mentira, una tentación a la facilidad. ¿Por qué voy a esforzarme si es tan fácil claudicar? ¿Por qué decir la verdad si la mentira me ayuda en lo que quiero?

Bueno, al menos ya sabes que no estás chorreado solo. Pero la segunda cosa es que ser valiente no significa no tener miedo, sino tenerlo y actuar “como se debe” a pesar de él.

Si bien muchos reaccionan al miedo igual que cualquier otro animal: huida, ataque, inmovilidad o sumisión, la ma-yoría quiere hacer algo distinto. Marina lo explica así: “El ser humano quiere vivir por encima de su miedo. Sabe que no puede eliminarlo, pero quiere actuar a pesar de él.”

Estas acciones heroicas del ser humano frente a sus mie-dos no se dan exclusivamente en las grandes batallas o las rebeliones. El valor tiene dos componentes: Atacar y resis-tir. Lo bueno no lo hacen sólo los fuertes, los guerreros, sino especialmente la gente común “cuando las dificultades y el esfuerzo requerido no les impide emprender algo justo y valioso, ni les hace abandonar el propósito a mitad del camino. Actúan a pesar de la dificultad y guiándose por la justicia, que es el último criterio de la valentía”.

El sentimiento contrario al miedo no es, entonces, la va-lentía. Desde pequeños presionan a los niños con el tema de

Por una combinación de factores, en nuestro país la otredad, la diferencia, la subjetividad manifiesta en el pensamiento divergente, se ha coagulado en amenaza. El miedo se ha materializado en un intento por suprimir la diversidad y con ello la posibilidad que aparezcan ideas diferentes, cuestionamientos que obliguen a revisar lo que se cree saber. Esto se manifiesta en un esfuerzo sistemático y sostenido, cuasi delirante de una parte del país, que siente que la diversidad no es oportunidad sino desgracia. De esta forma proliferan los mecanismos paranoides, la visión de sentirse amenazado y la necesidad de defenderse que se traduce en violencia de hecho y de palabra.

Al nacer, no se es más que un paquete de reflejos neurológicos en estado de gran inde-fensión. Para sobrevivir se necesita el concur-so de alguien que desee que esto ocurra, que haga acciones específicas para contrarrestar el desamparo inicial. Así la subjetividad, eso que hace a cada quien único, es efecto del otro. No sólo referida a la supervivencia en su sentido más lato, sino que el otro nos afecta haciéndonos depositarios de valores, prefe-rencias, prejuicios, costumbres y un largo rosario de atributos. Aunque parezca contra-dictorio, puede decirse que “Yo es el otro”.

Visto de esta manera, el desarrollo psí-quico transcurre en relación. Los demás son necesarios para constituirse y también serán fuente de sentimientos, placeres y sufrimien-tos. La otredad es una fuente de enigma, el prójimo se reconoce habitado por deseos, intenciones, demandas en un complejo tejido

absolutamente necesario para la existencia. De hecho, dificultades extremas en el registro y vin-culación con los demás conducen a trastornos graves, como lo es el autismo o la psicopatía.

La otredad en amenazaLo que omiten quienes propugnan el control om-nímodo del pensamiento y la acción de los otros, es que en la visión del otro como depredador operan mecanismos proyectivos: atribuir a otro lo que no se tolera en uno.

La polarización, la escisión de la sociedad ve-nezolana es el resultado de esta visión paranoide, perspectiva primitiva en el sentido de obedecer a etapas muy tempranas del desarrollo psíquico, que convierte la otredad en amenaza. Esta forma de percepción es básicamente inconsciente, pero sus efectos en el ámbito del comportamiento coti-diano son palmarios. Se traducen en desconfianza hacia lo desconocido, en una vivencia de ame-naza constante. Responden a una necesidad muy temprana de escindir las experiencias en buenas y malas, donde la aniquilación es lo temido, por lo que lo diferente asusta. La evolución psíquica supone la inclusión de matices, alternativas dis-tintas a simplemente estas dos polaridades.

La superación de este estado requiere de un proceso sostenido en el cual se recupere la noción de que la diversidad es un caudal de oportunidades, de posibilidades inéditas enriquecedoras. Y como todo proceso que

Adrián Liberman | Psicoanalista

El miedo es el otro

%DE LOS VENEZOLANOS PIENSA QUE MUY

POCAS PERSONAS SON DE CONFIAR

¡No estás Chorreadotú solo!

abajo encontrará una lista de síntomas comunes de ansiedad. Por favor lea cuidadosamente cada ítem de la lista. Indique cuando le ha molestado cada uno de estos síntomas durante la semana pasada, incluyendo

el día de hoy

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adormecimiento o cosquilleo0 1 2 3 Sentirse acalorado0 1 2 3Piernas tambaleantes0 1 2 3Incapacidad para relajarme 0 1 2 3temor de que suceda lo peor0 1 2 3mareo 0 1 2 3taquicardia0 1 2 3Inquietud0 1 2 3aterrorizado0 1 2 3nervioso0 1 2 3Sensación de ahogo0 1 2 3manos temblorosas0 1 2 3escalofríos0 1 2 3temor a perder el control0 1 2 3Dificultad para respirar 0 1 2 3temor a morir0 1 2 3asustado0 1 2 3Indigestión o molestias estomacales0 1 2 3desmayo0 1 2 3rostro sonrojado0 1 2 3Sudoración (no debida al calor)0 1 2 3

InvEntarIo dE

ansIEdad

Luis Vicente León | economista

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no ansiedad

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ansiedadmoderada

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ansiedadsevera

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70requiere de tesón, resistencia a la frustración y entendimiento de que el cambio humano tiene vaivenes, es complejo pero posible. La mo-dificación de la mentalidad es un trabajo que siempre se debate entre fuerzas a favor y en contra. Los cambios emocionales no se logran por decreto ni son lineales.

La luz sólo se cura con más luz.

Centro Gumilla 2011

teSt

que “los valientes no tienen miedo”. La realidad es que la valentía es más bien una posible respuesta al miedo y no su antagonista. Se requiere tener miedo y ser capaz de hacer lo correcto pese al éste, para ser valiente.

Ceder, SumISIón o PaSar Por enCImaFrente a la anticipación del peligro las personas pueden: 1) Ceder a la tentación de hacer lo cómodo: Siendo sumi-sos, pasando agachados o alejándose de lo que los ame-naza o 2) Pasar por encima de él. En esta segunda opción radica la valentía.

Pero esto no significa reaccionar como un toro de casta que embiste el capote de un torero por instinto de super-vivencia, sin una estrategia y sin usar todo el espacio y el tiempo del que se dispone para protegerse del adversario. Esos toros terminan a la parrilla, incluida las criadillas.

Para hacer lo que se debe hay que tener un proyecto, es-tar dispuesto a sacrificios y formar parte de las redes que persiguen el mismo objetivo. Los irreverentes visibles jue-gan un papel importante, pero el protagónico lo tienen las personas cotidianas cuando continúan su vida sin desviarse, defendiendo sus derechos. Crean con eso un muro insalva-ble frente a quien intenta doblegarlos.

Pero, ¿qué eS entonCeSLo ContrarIo aL mIedo?

Si tuviéramos la certeza de que lo terrible pasará inevita-blemente, no tendríamos miedo, puede que resignación o tristeza. Hay miedo porque hay dudas sobre el futuro y si dudas, es porque lo malo podría ocurrir... o podría no ocurrir. Precisamente, la posibilidad de que no ocurra es la esperanza, el verdadero sentimiento opuesto al miedo, que lleva a muchos a preguntarse si vale la pena dejar el futuro al libre albedrío o si hay que darle un empujoncito negán-dose a hacer lo incorrecto o ilegal, pese a las consecuencias. Puede que pierda, pero el valiente siempre está dispuesto a intentarlo. ¿Qué hacer? Muchas cosas, pero hay una que tienes frente a tu nariz: votar

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pueden detectar si sufragaron por el adversario o se abstu-vieron. Utilizan el temor a la represalia y a la retaliación. Más cuando la población recuerda azarosas consecuencias como las vividas con la “lista de Tascón”.

Este fenómeno tiene su contraparte, pues hace que los electores mientan en su intención de voto. Y puede ocurrir -recordemos- como en Nicaragua triunfó Violeta Chamorro. ¡Sorpresa! Casi todos los estudios estadísticos daban como tendencia ganadora al gobierno sandinista, pero la oposi-ción conquistó el poder. ¿Qué pasó? La gente tenía mucho miedo de responder con la verdad las encuestas. Temor a la retaliación, al considerar que el que hacía el sondeo tenía alguna relación con el gobierno de turno.

La gente terminó votando a favor de la oposición al con-fiar en el secreto del voto. El sistema era manual, difícil determinar por quién se había sufragado. Situación similar aconteció en el referéndum chileno, los sondeos vaticina-ban el triunfo de Pinochet, pero fue lo contrario. Sin ir muy lejos, recordemos la proyección de las encuestas durante las elecciones a la Asamblea Nacional y la oposición, contra todo pronóstico, terminó sacando porcentualmente el ma-yor número de votos.

¿Cuáles pueden ser los mecanismos utilizados para arre-ciar la estrategia del miedo? La máquina de votación es uno de ellos. La captación de huellas se hará sobre la misma máquina, acentuando el resquemor de gente sobre el secreto del voto, temiendo que pueda ser identificado. Sin duda, mecanismos de represión de bajo costo.

La democracia es por naturaleza deliberativa. Es confrontación de ideas, argumentación, debates de

los cuales deben salir triunfantes las mejores ideas y propuestas para ganar la mayoría de los votos...

Amarcya Sen Premio Nobel de Economía

embrar dudas sobre el secreto del voto es una estrategia de intimi-dación de bajo costo, utilizada en épocas eleccionarias, para mante-ner el poder político a toda costa. Objetivo: Que la gente se comporte de determinada manera. Avizoran-

do dos situaciones: Una que el elector se abstenga; otra, garantizarse el voto de quienes trabajan en la administra-ción pública o dependen del Estado, con la amenaza de que

Tome conciencia, asimile que la estrategia es atemorizar.

Evalúe. Frente a la máquina de votación está solo, nadie lo vigila ni se puede determinar si sufraga por el gobierno o por la oposición. Reconozca que al sentir miedo está permitiendo la posibilidad de plegarse y cam-biar su intención de voto para sortear problemas. La tentación es muy alta.

Evite pensar “mi voto no hace la diferencia”.

Sufragando racionalmen-te se puede vencer el miedo. Convénzase, “Tengo derecho a votar por quien quiera”. Dese cuenta para no responder a esos estímulos subliminales.

Guíese por su conciencia.Entienda que los temores son

infundados. Se dejan “colar” para influenciar a elector de determinada manera.

“Tú abrirás la máquina con tu huella”. “Tu huella es la llave”, son algunas expresiones destacadas en las campañas del ente rector de los procesos electorales, en ningún momento se precisa, ni se aclara, que el elector no será identificado

de bajo costo

“Al descubierto”

Benigno Alarcón | Experto en resolución de conflictos

IntImIdacIón

SRevierta laintimidaciónelectoral

En los años sesenta, la mayoría de los jó-venes de entonces, creíamos que existía un mundo idílico; la utopía del paraíso comu-nista donde dirigentes pre lúcidos guiaban a la población y realizaban el milagro de “a cada quien según sus necesidades”. El Estado solucionaría la vida de la población y las respectivas naciones caminarían libremente hacia su desarrollo socioeconómico. El siste-ma socialista, que culminaría en el comunis-mo, era la solución a todos los problemas de las grandes masas.

Por lo tanto, arriesgar la vida por una “re-ligión” tan maravillosa que invitaba a ser feli-ces en la tierra y no en el más allá; no era tan difícil. Quiero decir con esto que no existía el miedo: ¿Cuál represión podía acabar con ideales de tan alto nivel?

Con los años, nuestra generación descubrió que todo ese milagro comunista estaba mon-tado sobre una farsa: Destruían el sistema capitalista para crear un nuevo orden que política, económica y socialmente conducía a la población al medioevo: Un hombre, no designado por Dios -como a los señores feudales, los reyes-, sino por el Partido, es entronado como ser superior y se crea una casta que decide cómo y qué hacer no sólo con tu vida diaria, sino con tus pensamientos más íntimos: Con la esencia de tu alma. Si tienes opiniones distintas te descalifican de inmediato y te catalogan de traidor: Debes venerar a ese señor feudal como en la oscura época medieval.

¿Que si tengo miedo ahora? Pues sí. No le temo al nuevo estilo represivo, -donde

pretendidos ciudadanos disparan a tu casa, te amenazan de muerte o te rodean en cualquier sitio para insultarte y si se lo permiten agredirte también físicamente-. No, yo desprecio profundamente a los portadores de la represión: Su objetivo es lograr que no seas libre y te arrastres ante su fuerza física; que no es la fuerza moral que acompaña a quienes somos asaltados por nuestra conciencia.

¿Cuáles son las armas que hoy se utilizan des-de el poder político? Armas que portan miembros del aparato represivo disfrazados de ciudadanos: tal cual lo han hecho, tanto en los regímenes comu-nistas, como en el fascismo o el nazismo. Armas y hechos difíciles de denunciar porque se cubren con la manta de la defensa de los pobres y la farsa de que millones de burgueses se les enfrentan. En las dictaduras tradicionales no se aprovechan de los pobres ni tampoco se ponen el uniforme del “pue-blo” para atacar a quienes piensan diferente. Esas dictaduras son más fáciles de denunciar.

Tengo un profundo temor a que cierta dirección política y económica finalmente no acepte que nos enfrentamos a un equipo de criminales y crea que por la sola vía institucional podemos salir de las tinieblas. Temo que Venezuela pueda ser incluida en el mundo perverso del terrorismo y que estos nuevos portadores del fascismo logren que algunos de nues-tros ciudadanos deseen que entremos en el oscuran-tismo más profundo y se conformen con coronar a un señor feudal, estilo Stalin, Fidel, Mao...

Para nuestra fortuna, aún vuelan libremente millones de luciérnagas en el camino pero, esas pequeñas luces necesitan de una dirección política y económica dispuesta a correr riesgos y acompa-ñarlas en la profundidad de la noche y alumbrar así el camino de nuestro futuro.

Aún vuelan

Mi primer impacto con los cubanos de a pie en La Habana, se produjo al escuchar el lamento de una mujer en el mismo hotel el día de mi llegada: “para comprar un par de zapatos a mi hijo tengo que guardar el sueldo completo por 10 meses”. El lamento se disparó casi sin mo-tivo. La carga está allí, a flor de piel, y de entrada me impactó ver la espontaneidad de aquel quejumbro-so monólogo. La cosa cambió cuan-do dije mi nacionalidad: fue como mostrarle a Superman un puñado de kryptonita. ¿A qué tenía miedo aquella mujer que no tuvo empacho en mostrar sus miserias cuando me creyó una turista cualquiera?

El miedo, como emoción prima-ria de aversión al riesgo o la ame-naza, es algo que está sembrado sin duda en la isla. Y no es un capricho. El asunto es que después de cuatro décadas de revolución, el cubano comienza a medir sus escenarios, y acomete sus propios riesgos, eso sí, midiendo muy bien el panorama cercano, es decir, tratando de asu-mirlos minimizando las consecuen-cias. El miedo sigue allí, aunque ha comenzado a registrar matices tal vez. Un discurso como el de aquella mujer hubiera resultado imposible hace dos décadas, seguramente.

En lo personal, tuve miedo desde que llegué hasta que salí de la isla. Miedo a la represión, a que me sembraran algo en el equipaje y me acusaran de cualquier cosa, miedo a que me detuvieran por contrarre-volucionaria. Pero finalmente, ya de regreso y en plena escritura de mis crónicas, me felicité por no haber cedido ante el miedo a tener miedo.

La mayor amenaza para cualquier sociedad surge cuando el cuerpo social se inhibe de exigir sus dere-chos por temor a la represión. Allí justamente está la fuerza de quien abusando del poder intimida para propiciar esa anomia y solazarse en el control más perverso.

La esperanza está allí siempre, dicen que es lo último que se pier-de. Y yo me pregunto: ¿Es posible tener esperanza con miedo?

MIEDO A TENER MIEDO

María Elena LavaudComunicadora social

las luciérnagas

Ángela Zago Periodista

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Frank López | Sociólogo y profesor de la UC

La espiral del

SILENCIO

unque nos parezca extraño, el miedo se halla asociado al origen de la metafísica occiden-tal, sobre todo, en su función de obstáculo al ejercicio libre de la razón. La historia de la formación de la cultura clásica griega corrobora sobremanera esta afirmación. Y la evidencia que mejor la ilustra es precisa-

mente el juicio del año 399 a.C. que se le siguió a Sócrates, padre de la metafísica, y que culminó con su conocida condena por “impie-dad pública respecto a los dioses y corrupción de la juventud”. Una condena que, bueno es recordarlo, se inició con las acusaciones de los querellantes Anito, Meletos y Licón, y que terminó convertida en la primera forma de uso ejemplarizante del miedo contra las leccio-nes de libertad de la razón que nacía con la filosofía. En una palabra,

Pues bien, es este papel del miedo en el ejercicio de la libertad de la razón y, concretamente, en la libertad de expresión como con-dición sustantiva en la formación de la opinión pública, lo que en 1977 -en su libro titulado La espiral del silencio. Opinión públi-ca: Nuestra piel social- la profesora y politóloga alemana Elisabeth Noëlle-Neumann, estudió con la agudeza de quien llega a conocer con profundidad la opinión. Porque sólo una mirada especializada podía desentrañar la forma como, en nuestras sociedades, el miedo va estructurando la textura de la opinión pública.

De manera que lo que descubrió Noëlle-Neumann fue precisa-mente, que en el proceso de integración social, los sujetos cuando se enfrentan a una opinión colectiva desfavorable y preponderante, tienen una propensión a no revelar sus preferencias, a ocultar sus juicios, como una forma de evitar su aislamiento y garantizar su sen-tido gregario. Es decir, que los sujetos por el temor de ser aislados de la mayoría, suelen renunciar a la libertad de expresar sus propias opiniones, cuando éstas se hallan en posición desventajosa. O lo que es igual: La forma como esa tendencia a expresarse con libertad en un determinado caso, y a guardar silencio en otro, activa un proceso en espiral que en forma gradual va instalando una opinión dominan-te. Por lo que esta espiral termina convirtiéndose en un dispositivo social de control político que, al tiempo que inhibe el ejercicio de la libertad de opinión, activa la dinámica de formación de una opinión pública hegemónica que sostiene la cohesión grupal y contribuye a la integración de la sociedad. En otras palabras, la espiral del silencio es un elemento constitutivo del proceso de formación de la estructura de la opinión pública y del sostenimiento de la cohesión social.

De modo que, cuando estudiamos la opinión pública, debemos con-siderar la espiral del silencio, no como un fenómeno que pudiera o no estar presente, sino como un dato que es constitutivo de la estructura misma de la opinión pública. Y más aún después de los experimentos realizados a este respecto, porque si bien es cierto que sólo 20% de la población puede llegar a tener una opinión inmodificable -como lo ha mostrado Salomón Ash-, también es cierto que, de acuerdo con los estudios de científicos del Social Cognitive Networks Academic Research Center.

Por estas razones, cuando se encuesta al venezolano en relación

a sus preferencias políticas, es decir, cuando las empresas encuesta-doras realizan sus estudios de opinión electoral, al no medir el valor de la espiral del silencio, están tomando una fotografía sólo desde un ángulo de la realidad eidética. O lo que es igual, cuando esto ocurre, las encuestas sólo fotografían -y a veces muy correctamente- a aque-lla parte de la población que puede mantener con firmeza su opinión, pero estaría dejando fuera a aquella porción que permanecerá en silencio por temor a ser aislada o rechazada. Y para salvar estos obs-táculos, no basta que los técnicos nos revelen el error muestral, hace falta además la proporción de la espiral del silencio.

A

Cuando 10% de una poblaCión sostiene

una opinión muy firme, ésta llega siempre

a ser adoptada por la mayoría

El miedo vino acompañado de impotencia lue-go del segundo ataque a mi cuenta en Twitter, pues me hicieron dos llamadas muy amenazan-tes, hostiles e inmensamente intimidatorias. Esa es la estrategia, atemorizarte para hacer que te repliegues, que te conviertas en silencio. Obvia-mente, comienzas a pensar en ti mismo como una instancia física vulnerable, en tu entorno, en la gente que quieres. A darte cuenta que es-tos personajes pueden ser capaces de cualquier cosa, incrementando tus niveles de alarma y te-mor. Yo no he sido el único, sino uno más de la lista de amenazados. Es una acción programada y sistemática, un plan de intimidación general.

En términos vivenciales es una experiencia ingrata. Sentir que te han cercenado sin preavi-so. Te amputan un canal de comunicación y te quitan la voz en la red social.

Pero dada la situación que vivimos en Ve-nezuela es toda una distinción, una medalla de honor, un orgullo haber sido hackeado por el ré-gimen. Implica que los comentarios emitidos le generan tal perturbación como para incurrir en un delito informático. No podemos olvidar ja-más que hackear una cuenta de correo o Twitter es una transgresión de la ley. Lo he vivido dos veces. La primera vez experimenté una gran dosis de perplejidad, porque jamás pensé, que estuviera en su lista de hackeables. Ni consi-deré que fuese un objetivo militar. Después me invadió la impotencia, el coraje, la ira. No fue sólo el Twitter, sino tres correos electrónicos, extrayendo contenidos privados para exponer-los públicamente. Yo he sido muchas cosas en mi vida, pero no conspirador, estimo que lo hallado pudo haberlos defraudado. Encontraron unos manuscritos de guiones de cine, algunos poemas, unos libretos de telenovelas, pero creo que lo más valioso fue mi contrato laboral con Venevisión, que a los dos días ya estaba en manos de ese prócer del insulto, Mario Silva, descalificándome como suele hacerlo. Confieso que hasta ese momento no tuve miedo. Todavía seguía sometido por la perplejidad y la ira. Al recuperar mi cuenta, en mi primer tweet seguí hablando con el mismo tono, del mismo tema del último: La inseguridad. Imposible de silenciar, porque llena de sangre las calles, las morgues y de duelo a las madres de este país.

El segundo ataque se registró en febrero de este año, aunque protegí muy bien mi contraseña. Tienen a su disposición a gente consagrada en estos menesteres y disponen de mucho dinero para hackear a las personas cuya voz en el Twitter tiene cierta influencia. Esta vez me costó dos meses y medio recu-

En términos vivenciales, que te hackeenes como si amputarán un canal de comunicación,o te quiten la voz en la red social

Cercenadosin previo aviso

perarlo. Moderé el tono, el miedo cumplía su función. Comencé con tweet genéricos, pero a los tres días, observando los aconte-cimientos en el país y las cadenas, no pude quedarme callado.

Esta experiencia me ha servido para calibrar el umbral de mi coraje y de mi miedo. El saber hasta qué punto puede más la rabia y estar en paz con mi conciencia y tu ciudadanía, con la noción de ser venezolano. Eso en el fondo me ayudó a conocerme más a mí mismo. Me puso a prueba. He seguido siendo la misma voz, hackeada dos veces. Soy la misma voz que escribe varios tweet al día diciendo lo que piensa y condenando lo que le parece ineficaz mediocre o corrupto, como muchos venezolanos lo están haciendo.

Nos estamos jugando el futuro de Vene-zuela y el miedo es un ingrediente decisivo. Si sabemos transformar el miedo en una acción de conocimiento de ti mismo y de crecimiento interior, te ayuda a descubrir el nivel de tu valentía, de venezolanidad y de tu apuesta por tu país. No es que celebro haber vivido esta experiencia, porque después de ello nunca más se es el mismo. Estás con la suspicacia activada, con el recelo, pero me ayudó a conocer cuánto me importa este país.

El miedo ya está metido dentro de la corriente sanguínea del venezolano, lo cual para ellos es inmensamente provechoso. Es una de las herramientas del gobierno del presidente Chávez. Asusta a sus seguidores con la conseja de que si no es el gober-nante, habrá una guerra civil, las misiones se acabarán. Atemoriza poniendo en duda el secreto del voto. La lista Tascón marcó mucho a los venezolanos. (EGP)

aquella condena, que llevó a Sócrates a la muerte, terminó siendo un paradigma metafísico del uso del miedo contra la libertad de la razón. De modo que en Atenas, al momento de nacer la filosofía como el libre uso de la razón y fundamento de la libertad de opi-nión, nacía también el uso del miedo como instrumento privilegiado de su contención y de sus límites políticos.

Pero esta estrategia como obstáculo al ejerci-cio de la libertad de opinar no sería un caso parti-cular de la filosofía clásica griega, se vuelve a repetir en el surgimiento del racionalismo moderno, iniciado por René Descartes en el siglo XVII, porque el temor que le produjo la condena de Galileo por parte de la Iglesia, hizo que Descartes desistiera de publicar su Tratado del mundo y de la luz, escrito en 1633, y cuyo contenido contradecía las verdades de la fe en lo relativo a la realidad física. Incluso, muchos autores han llegado a pensar que había sido aquel miedo el que forzó a Descartes a incluir la demostración de la existencia de Dios en sus Meditacio-nes, como una manera de exorcizar su temor a pensar con libertad.

Pero esta relación sustantiva del miedo y la razón va a llegar a su concepto más acabado en el siglo XVIII con la filosofía racionalista de Hegel, dado que, en su Fenomenología del Espíritu, y particular-mente en la dialéctica del amo y del esclavo, donde Hegel examina la relación del miedo con la libertad, puede apreciarse cómo este recurso maquiavélico es la condición de posibilidad de la libertad, es decir, la condición mediante la cual el espíritu absoluto, en su dialéctica del autoconocimiento, deviene libertad.

Es triste que la indolencia esté generalizada. Que se deje de hacer algo bueno o positivo por la indiferencia o por el miedo al que dirán

Eduardo Sanoja

Escritor, locutor, periodista, y productor de televisión

Leonardo Padrón

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y la

El futuro entreel TeMORESPERANZA

sas en tres países y de sus inicios, en el garaje de su casa, con el conocimiento de un oficio, muchas ganas de trabajar duro y un concepto claro: Gana quien compite, no quien se recuesta del Estado. Era, sin duda, una crítica al modelo venezolano. Igual, un alto ejecutivo de una gran empresa automotriz valenciana me relató cómo una de sus grandes sorpresas profesionales fue descubrir que el filtro, que en sus evaluaciones en planta le resultaba el mejor, era fabri-cado en Colombia, casi en un patio casero.

Quiero pedirles que se imaginen el potencial creativo y productivo contenido en los millones de venezolanos ate-nazados por el conflicto político y social y el deterioro de su bienestar. No sólo en las clases populares en las cuales, sin duda, los problemas son mayores. También en el me-dio universitario, pequeños productores, amas de casa, etc. Den un paseo por cualquier sector de clase media y verán las muestras de lo que digo. O revisen las propuestas gas-tronómicas, artísticas, comerciales u otras en Facebook. Lo mismo sucede en pasillos y oficinas de universidades.

Algunos en el país han recogido el guante. Hace poco asistí a un evento de La Universidad del Zulia sobre el tema de los emprendedores. En el arranque de la Locti, formulamos un

proyecto el cual, por desdicha, no obtuvo el financiamiento necesario para una “Incubadora de Empresas”, dirigida a la promoción de profesionales con vocación a la innovación tecnológica. Nuestro Proyecto Bicentenario asigna un gran valor a la competitividad en el futuro nacional y a la difu-sión de la conocida I+D+i: investigación, desarrollo e inno-vación, fórmula corriente en los países avanzados.

Los emprendedores matan el miedo a punta de esperanza. Los empresarios son un puntal central del éxito nacional. Una cosa habremos de agradecer a esta era de miedo y an-gustias: Empujó a muchos a cambiar parasitismo por senti-do de competencia. Perdieron el miedo.

¿Me ha sometido el miedo? Es una pregunta complicada. Acá, en la cárcel, más que el mie-do, te destroza la ansiedad.

En mi profesión era otra cosa, siempre debes sentir temor, de lo contrario no te proteges. Es como el dolor, una alerta a la cual se debe aten-der cuando trabajas en una unidad de operacio-nes tácticas. Un descuido y todo sale mal.

Cuando hacíamos los exámenes a los funcio-narios que integrarían el BAE, preguntábamos ¿A qué le tienes miedo? Si respondía ‘a nada’ era un loco. Una cosa es ser aguerrido, decidi-dos, audaz, otra es no sentir miedo.

Desde mi experiencia, el arma más aterradora para producir miedo es el psicoterror, lo que le hace el gobierno a la gente que se le opone: Amedrentarla, incluirla en una lista, perseguir-la, apresarla, expropiarla. En una investigación criminal uno puede manipular la información durante un interrogatorio para obtener datos sobre un hecho puntual. Pero si persigo a la persona, impido que consiga empleo, allano su

vivienda y lo expongo al escarnio público, se convierte en ensañamiento y está fuera de las prácticas de investigación criminal.

El riesgo en un operativo lo determina, la peligrosidad de -el o los- solicitados. Si sabes que no se resistirán a la detención, actúas. Lo básico es identificarse como representante de la ley, informando sobre la acción: orden de cap-tura, mandato de conducción, etc. Si se altera, la postura corporal es más firme empleando adecuadamente las palabras. Si la persona se pone violenta para someterlo puedes pasar al uso de la fuerza física o de armas no letales, como el Taster -que produce descargas eléctri-cas-. Con los delincuentes que no se entregan y usan el arma de fuego, se aplica el nivel más alto, buscando la protección de las personas, los funcionarios y de uno mismo. Así está contem-plado en los manuales de operación policial y en la ley.

Donde estoy recluido somos 30 presos, 90% por circunstancias políticas. Hay oficialistas y de oposición y por sentido común, se mantiene una relación que minimiza los enfrentamientos personales. Si yo tengo algún tipo de diferencia con alguien reduzco al mínimo la comuni-cación. Cuando llegas a una cárcel política, las circunstancias son otras. Los funcionarios saben que acá no hay pendejos presos y por lo general, el trato es aceptable, digamos profe-sional. Al llegar, algunos funcionarios habían trabajado conmigo en operaciones conjuntas o les había dado clase. Los que no me conocían personalmente sabían quién soy. La circuns-tancia peligrosa aquí es el tiempo que pasa mientras los custodios y tú se habitúan.

Jamás he sentido miedo por sufrir daño físico. No soy cualquier preso y ellos lo saben. Los trato con respeto y ellos a mí igual. Situa-ciones tensas las ha habido, las requisas por

“A veces tengo la sensación de estar condenado a solo mirar hacia atrás, que no hay futuro. Debes sacar lo mejor de ti para sobrellevarlo y vencerlo”

Testimonio obtenido gracias a Bony Simonovis

Santiago José Guevara García | Econ. Dr. en Prospectiva

La ansiedad carcome

SE INDUCE A LA SOCIEDAD A TENER MIEDO DE SU ENTORNO

PARA CONTROLAR LOS IMPULSOS DE SUS INTEGRANTES

ilósofos y literatos refieren el mie-do y la esperanza como hermanos gemelos. Lo que no aluden tanto es cómo cada uno influye al otro. Nuestro país tiene la respuesta: Nunca como ahora, en una era de múltiples miedos, la gente afinca

su esperanza en la decisión de aprovechar las oportunidades -muchos dirán problemas- con sus sueños y capacidades.

Permítanme dos giros de la memoria. Uno, de mi infancia en Puerto Cabello. De muy niño estaba convencido de que el comercio sólo estaba permitido a italianos, españoles y portugueses. Era lo que veía en mi día a día. Los negocios no son para venezolanos, pensaba. El otro giro me permite establecer el contraste: Hace poco amanecí un domingo en Borburata. Muy temprano, de compras, la plaza principal estaba repleta de lugareños vendiendo cualquier cosa.

El país está lleno de situaciones similares. Del fondo lú-gubre de una terrible realidad apuntalada en el fomento al parasitismo surgen múltiples iniciativas de emprendeduría. Hoy, Venezuela está llena de emprendedores. Algunos ca-pean temporales laborales. Otros, descubrieron las bondades de la acción independiente. Muchos franquearán el umbral de la formalidad. Es un fenómeno afectado por una alta tasa de mortalidad, pero habrá surgido una nueva generación -un nuevo tipo- de empresario. Trascendente logro.

En su relanzamiento al progreso, el país estaría dotado de un valioso pilar que le ha sido esquivo. En el pequeño emprendedor que afronta el miedo, identifica un nicho de mercado favorable, se traza una visión estimulante, plantea su plan de negocios y se decide a competir y evaluar día a día su iniciativa, hay la semilla de un gran empresario. El miedo impulsa a conquistar la esperanza.

A Venezuela le falta mucho por andar en ese camino. Estamos, según las instituciones especializadas, cercanos al puesto 60 de 78 países evaluados. Me refiero al índice que refleja las fortalezas y debilidades de emprendedores: El Global Entrepreneurship and Development Index, de la Universidad George Mason, la Universidad de Pécs y la Es-cuela de Negocios del Imperial College.

Una explicación parcial nos la permite el Banco Mundial, con su Índice Doing Business, que evalúa la dificultad o facilidad de hacer negocios en 183 países del mundo. Ve-nezuela ha ido descendiendo a los últimos lugares y ha sido conceptuada por el economista jefe del banco, como candi-data firme al último lugar.

QuiEn SE rEcuESta DEl EStaDoDos nuevas incursiones en el anecdotario. Hace muchos años, en la barra de un conocido hotel valenciano, un señor caleño deseoso de conversación, me hablaba de sus empre-

F

ejemplo. Así no tengas nada que ocultar, el procedimiento causa tensión. O cuando me he negado a asistir al juicio. A los funcio-narios del Sebin les asignaron la tarea de custodiarnos, cuando no es su función. Yo soy policía y eso me obliga a ser disciplinado y mientras me respeten, yo actuaré igual.

¿Qué si me siento sometido?... Aaaahhh. Es una mezcla de sentimientos. Realmente lo que más me afecta es la impotencia de no contar la verdadera versión del 11 de abril, la que demostramos en el juicio, pero que de nada sirvió. Impotencia de no poder ayudar a mi esposa e hijos. De no ser en mi casa, como siempre, el que los apoyaba en sus asuntos. Impotencia de no estar al lado de mi suegra, quien ha sido una persona maravillo-sa y ahora está muy enferma. Por otro lado, está el sentimiento que para mí es lo peor: La ansiedad. Eso mata. Esperar es una angustia que te carcome. Debes buscar la forma de no enloquecer dándole trabajo a la mente y al cuerpo. Yo no dejo de escribir, a veces con mucha rabia, otras con mucho sentimiento. Gracias a Dios tengo la mujer que tengo y a unos maravillosos hijos, eso ha sido clave.

la cárcel es dura, te crea un callo en el alma, pero si lo manejas bien sabes que las auténticas limitaciones no provienen de un “espacio físico” sino de las emociones.

Los presos buscan cómo calmar su an-siedad. Algunos se refugian en los libros, en la música, en la religión o en sus fantasías y mentiras. Yo me he dedicado a escribir, quizás no he escrito todo lo que debería pero a través de mi esposa me llegan entrevistas y no dejo de responder ninguna. Lo único que tendré al salir de acá es mi nombre.

Iván SimonovisEx Policía Metropolitano

Andrés Moreno Arrieche / Teoría del Caos Social/capítulo 4

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e acuerdo a nuestra investigación concep-tual, el país se divide entre quienes ven en la lucha la metódica para seguir vivos y los que, por el contrario, encuentran en el trabajo su actividad cotidiana. Este hecho, para muchos es tan solo un gaje del lengua-je. Para nosotros, cuando lo sometemos a

investigación en los grupos de focalización encontramos que casi 60% de los participantes se reconoce como luchadores, mientras que 40% prefiere hacerlo como trabajadores. Más que semántica, la gran diferencia -puesto que lucha y trabajo no son sinónimos reales- es que quienes luchan van contra la adversidad dispuestos a vencerla y quienes trabajan, hacen todo lo posible para que, a través de una organización particular, se logren productos que determinarán un es-tado de prosperidad. Quien lucha cotidianamente debe sobrevivir a las amenazas permanentes que no logra dominar del todo, mientras quien trabaja, ya debe tener una forma para alcanzar la prosperidad con lo que hace.

Esta diferencia es fundamental en la comprensión total del país que somos: Genera una sociedad dividida entre quienes sobreviven ante una amenaza que no terminan por dominar y quienes buscan prospe-rar y tener cada vez más con la actividad laboral que realizan. Resulta ser un punto fundamental de nuestros miedos más profundos que deben tomar en cuenta, planificadores, gerentes y polí-ticos, porque se transforma en el gran miedo de los luchadores: Que los pongan a trabajar. Y para quienes trabajan, el miedo aplastante es que los obliguen a luchar.

La Lucha termina siendo argumento poLítico

Cuando profundizamos estas diferencias para evaluar consecuencias encontramos que los lu-chadores están, fundamentalmente, en la política. Su misión es vencer al adversario -convertido en enemigo- para alcanzar el poder. En la política, se trabaja por reafirmar una identidad e ideología.

eL trabajo,

un argumento económico.Por el contrario, quienes trabajan se enfocan en lo económico, en desarrollar metodologías para alcanzar la productividad y la prosperidad que

llega con ella, el establecimiento de parámetros de meritocracia que sirvan de premio y castigo, de recompensa por los logros.

el miedo a que nos pongan a trabajar. Esta realidad, aparen-temente tan simple, es la que genera temores para tomar en cuenta: Al luchador, el que va contra la adversidad, lo atemoriza que se aca-ben sus luchas y comience a exigírsele conocimiento y habilidades para trabajar y obtener, recuperar e incrementar, la prosperidad. Para aceptarlo exige seguridad y no será desplazado por quienes sí tienen la capacitación, las credenciales, el conocimiento y el desempeño para ser productivos. Si el grupo que lucha no obtiene estas certezas y una plataforma sociopolítica que le garantice la continuidad de sus luchas y por ese valor destacarse hasta lograr puestos de comando con personal capacitado bajo sus órdenes, no será posible ningún cambio, ni oportunidad para que llegue un gerente, un trabajador exitoso ,quien se rodeará de trabajadores productivos. Gran parte del éxito de la campaña de Henrique Capriles ha sido precisamente el evitar que lo vean como un gerente económico.

el miedo a que nos pongan a luchar. Pero no es menor el que siente el trabajador, porque considera que no está preparado para lu-

char contra las adversidades. Rechazan a quienes utilizando la identidad que sepa-ra, promueven la lucha como la vía de ob-tener buenos resultados. Un trabajador en el sentido de organización y metódica no colocará en el poder a quien luche, sino a quien le garantice la aplicación de las reglas y la metodología que le permitan seguir avanzando y progresando. Parte importante del mensaje de Hugo Chávez ha estado en el fomento de la lucha a tra-vés de las adversidades e incluso ayudar a los luchadores para que no se preocupen por lo económico.

ubuntu como emprendedor. Estos dos miedos, el de los luchadores a trabajar y el de los trabajadores a luchar, pueden su-perarse con el surgimiento, reconocimiento y evolución del liderazgo social, “Ubuntu”, capaz de luchar en circunstancias adversas y trabajar. No se trata de un liderazgo polí-tico, es “liderazgo social” fundamentado en la búsqueda, encuentro y perfeccionamien-to de valores compartidos, de confianza en el otro y en la creación de instituciones que permitan hacer “gobernanza” efectiva.

Roberto de Vries | psiquiatra y experto en imagen

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En la lucha, el miedo a fracasar es morir,en el trabajo es a la miseria.

¿Cuál de los dos es tu mayor miedo?

75 el número

de empleadospúblicos, en los

últimosnueve años

%

Aumentó

ESTADÍSTICAS QUE HABLAN satisfacción con la economíaLos sectores populares reflejan una baja satisfacción con la economía.

progreso del país¿Qué tanto están progresando las cosas en Venezuela? Se registró una tendencia a sentir que la nación no está progresando adecuadamente.

claro que me atacó el miedo cuando efectivos de la Guardia Nacional, comandada por el general Luis Felipe Acosta Carles, entraron a la empre-sa familiar en 2002, para tomar las 40 gandolas. Me horroricé con la posibilidad de perder el sacrificio de toda una vida por esa ansiedad de mantener el poder y querer atropellar a los ciudadanos indefensos. Pero se transformó en fortaleza para formar un muro de contención e impedir que el Estado con su poderío militar to-mara las instalaciones de nuestra em-presa. Ese valor contagió a muchos amigos y conocidos quienes salieron a defendernos. Se vieron reflejados en ese espejo: lo que nos pasaba a nosotros, también podía sucederle a ellos. Con la adrenalina que se siente en un momento como ese, no se mide el peligro. Después, en frío, uno re-flexiona: Me enfrenté al gobierno y a los militares. Allí pudo pasar de todo. Que cayeran muertos en el enfrenta-miento, heridos o la toma completa de las empresas, pero arriba hay un Dios que aprieta pero no ahorca, quien tiene la razón termina venciendo. Esa experiencia me impulsó a meterme en política, porque si no, la política se metería en mi familia.

cerraron nuestra empresa cuan-do gané la Alcaldía de San Diego. Cortaron el suministro del asfalto, que es la materia prima con la que trabajamos, han perseguido a fami-liares, trataron de poner a nuestros trabajadores en contra. Nos cercaron por todos lados, pero no obtuvieron nada. Nuestra empresa sigue en pie con más de 70 años en Carabobo.

Cuando tengo miedo le pido a Dios para que me fortalezca. Del miedo se alcanzan grandes objetivos, pero tam-bién puede generar grandes derrotas. Sólo hay que arriesgarse. (egp)

Enzo ScaranoAlcalde del Municipio

San Diego, Edo. Carabobo

Instituto Nacional de Estadística

Muy satisfechos

Nada satisfechosAlgo satisfechos

Poco satisfechos

24,5%

30,9%

36,4%

8,2%El país no está progresando nada

Poco progreso

Algo de progreso Mucho progreso

36%

19,4%

31% 13,5%

Estudio sobre Valoraciones Sociales 2011 del Centro Gumilla

¿Luchar oTrabajar?

HAY QUE ARRIESGARSE

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2007

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En Venezuela existen 4 millones 360 mil emprendedores, pero desde 2003 se experimenta un franco descenso en el emprendimiento empresarial. En sólo nueve años disminuyó más de ocho puntos.

Prof. Edwin Ojeda, investigador del Centro de Emprendedores del IESA

27.3%

20.16%

18.66%

%n las últimas tres décadas, Venezuela se ha caracterizado por estar rodeada de un am-biente lleno de riesgo e incertidumbre. Las crisis económicas, políticas y sociales de los 80, 90 y de la primera década del siglo XXI, han desembocado en una histórica pérdida de confianza por parte del venezo-lano en el sistema, en los dirigentes y hasta

entre nosotros mismos. Influencia claramente negativa en los índices de inversión que se hace en el país.

La desconfianza ha sido exacerbada en este período presidencial. Hay dos vertientes fundamentales, que en la actualidad alimentan el riesgo en Venezuela: Las políticas económicas adelantadas, enmar-cadas en un continuo ataque a la empresa privada, y un voraz avan-ce del Estado en la vida económica y cotidiana del país. Por otro lado, se encuentra la altísima dependencia del precio del petróleo, al punto de que de cada US$100 que entran al país por concepto de exportación, US$96 provienen de la venta de petróleo.

Existen dos variables que plasman el elevado riesgo económico. La primera, y resulta obvio, el riesgo país, que no es otra cosa que el rendimiento exigido por los inversionistas a nuestra deuda so-berana, variable que indica que Venezuela está entre los 10 países más riesgosos del mundo. La segunda, la ganancia que exigen los empresarios venezolanos o extranjeros al capital hundido en el país. Esta ganancia está alrededor de 30%, tasa que luce a primera vista alta, pero que va totalmente acorde con el nivel de riesgo que hay en Venezuela.

Resulta interesante que cada quien se pregunte lo siguiente: ¿En cuánto tiempo esperarían recuperar la inversión de un nuevo nego-cio? Esta pregunta la he realizado en múltiples charlas y la respuesta

más común es de dos a tres años. Seguro quienes leen estas líneas tienen una idea similar. Para recuperar la inversión en ese lapso, la tasa de ganancia sobre capital debe ser la mencionada unas líneas antes, 30%. Todos internamente sentimos que esa tasa hace que algo sea “negocio” y no es porque la mayoría de nosotros sea “apátrida” o “5ta columna”, es simplemente nuestra manera natural de reaccio-nar ante el riesgo.

En Venezuela son pocos (nacionales y extranjeros) los que se animan a hundir capital y aquellos que lo hacen exigen un retorno bastante alto. Esta realidad nos agobia, hace que haya menos pro-ductos disponibles, que los que encontremos sean caros por los altos

márgenes de ganancia que las empresas deben tener, y lo que es el problema más grave, sin inversión es imposible sostener un creci-miento económico a largo plazo. A nosotros nos ha durado un poco más la fiesta, debido a la suerte de contar con precios del petróleo altos durante los últimos años.

Nos urge encontrar un camino que busque generar confianza, disminuir el riesgo y atraer la inversión. ¿Como sociedad estamos preparados para ello?

Hénquel García | Experto en Finanzas Personales

E

de los emprendimientos empresariales

en Venezuela logra superar los 3,5 años

apenas

Ha sobresalido en las adversidades y segu-ramente jugará un rol muy valioso cuando el viento comience a soplar a favor de la iniciati-va privada y empresarial.Algunos consejos. Los que todavía están estu-diando, prepárense en lo que verdaderamente les apasiona, destáquense en lo que hacen. Una vez que se hayan formado académicamente, las oportunidades estarán allí.Sé que los que trabajan deben estar frustra-dos con su salario. El esfuerzo realizado en la universidad y durante la carrera profesional no es recompensado apropiadamente, y tienen razón. La satanización de la meritocracia y la igualación hacia abajo han sido constantes en estos últimos años, incidiendo en los salarios que ganamos. El mensaje es de optimismo: Perseverar.Los empresarios, me imagino, sienten que hacen vida económica en el país equivocado. Son señalados, han tenido que lidiar con cierto odio y resentimiento de los trabajadores pro-ducto del discurso político, pero la iniciativa empresarial seguirá siendo fundamental para el desarrollo del país. Vendrán nuevas oportunida-des que deberán aprovechar, siempre tomando en cuenta la responsabilidad social.Una mezcla de trabajo, esperanza, optimis-mo y perseverancia es lo que debe marcar nuestro futuro en los próximos años.

Histórica, la pérdida de confianza

Quizás hay quienes no se sientan muy optimistas sobre el futuro de Vene-zuela. Llevamos décadas de políticas económicas desacertadas, con un ele-vado grado de conflictividad y, como guinda, el continuado ataque y cerco a la iniciativa privada de los últimos años. Pero, en mi opinión, Venezuela sigue siendo una tierra de oportunidades. Muchos se preguntarán el porqué de esta atrevida afirmación.

Nuestra condición de país petrolero. Algunos la caracterizan como la causante de nuestros males y dependencias, lo cual tiene algo de cierto, pero también esta renta petrolera puede ser la base de un desarrollo productivo e integral, en otras áreas como los productos intermedios y finales de hierro, aluminio, plástico...Esta es la era en la que nos tocó vivir. Los múltiples adelantos tecnológicos, la penetración de Internet, permitirán que la información y el conocimiento estén al alcance de la mano, lo que nos ayudará a elevar la preparación de todos los ciudadanos como agentes productivos.El alma de emprendedor que tiene cada vene-zolano, aspecto que considero más importante.

¿Me voy o me quedo?

¡El emprendimiento no se salva!

1,5

200525%

Informe GEM (Monitor Global del Emprendimiento) 2011, Centro de Emprendedores IESA

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PARA TOMAR ALIENTO

Relativos a nuestra salud. Debemos ocuparnos de ella; no preocuparnos porque la dañamos más.

Al existir desarmonía en el sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones), la persona tiende a entrar en conflicto y tomar actitudes disonantes con la realidad.

Son por críticas y acciones de otros que no podemos controlar.

De nuestras angustias se refiere a decisionesya tomadas, que no podemos cambiar

Son cosas realmente preocupantes

De lo que nos preocupamos nunca sucede

10%

12%

30%

8%

40%

Teoría de la disonancia cognitiva del psicólogo León FestingerMarisol Pulgar. Psicóloga, citando Dra. Romero 1990 (Construyendo la Esperanza)

EsperanzaActiva PasivaVs

Cuando la persona espera que los

resultados ocurran solo porque son importantes y

posibles para ella

“La personacree que los resultados

serán logrados por medio de sus acciones

organizadas y sistemáticas”

El miedo sería una forma muy tonta para

no ir a votar, todos los venezolanos que de-

seamos una Venezuela digna y hermosa para el futuro de nuestros

hijos debemos ir a votar. Cuando se

tiene miedo, la mejor forma de combatirlo

es enfrentándolo... Te repregunto: ¿Por miedo dejarías que

tus hijos no tengan un futuro?

Ana G. de Viera

Centrar odios en el contrario tiene efectos multiplicadores. Cuando un gobierno busca expandir su poder, maniobra con la generación del odio hacia los opositores. Ni siquiera usa éste; lo sustituye radicalmente por “enemigos”, vocablo excluyente, militarista, fascista. El objetivo es movilizar en masa a una confrontación asfixiante, que desaliente al “ene-migo”. Este proceso se acompaña con una muestra abierta del poderío económico, ideológico, militar y comunicacional. Las emociones son activadas al extremo: Se fortalece la exal-tación patriótica y nacionalista, la glorificación de los héroes (vivos o muertos), la profesión de creencias de fe, la exhibi-ción de la fuerza grupal, los alegatos de la victoria segura y de la destrucción del contrario (“barrer” al enemigo).

Siempre existirán quienes muestren violencia para que el miedo ahogue los sentimientos de los contrarios y debilite sus energías. Aun hoy, en pleno siglo XXI, la violencia de los au-tócratas impone el miedo a sus pueblos. ¡El miedo es duro, pero jamás dejemos que reine sobre nuestras vidas…!

En distintos grados, todos experimentamos rabia en nues-tra cotidianidad. En muchos casos puede llevarnos a actuar violentamente, sin poder regularla ni tomar conciencia de las implicaciones de nuestro comportamiento. Así, las per-sonas pueden actuar agresivamente, gritando y ofendiendo lo cual genera automáticamente una reacción de defensa y posterior ataque.

El primer paso para capitalizarla es reconocer nuestras emociones y utilizarlas como valiosa información para tomar decisiones. Cuando identificamos qué nos está molestando, podemos ubicar la fuente en nosotros mismos o en nuestro entorno, algo que no es sencillo. A veces expresamos nuestra rabia ante personas que no tienen una relación clara con nues-tra molestia, incluso notamos reacciones desproporcionadas.

Para identificarla necesitamos detenernos; abstraernos de la situación en la cual la experimentamos. Es un recurso útil en la regulación emocional, pues disminuye su intensidad. Retirarnos nos ayuda a ver las cosas mejor, aclarar nuestra mente para no actuar impulsivamente.

Identificado lo que nos molesta podemos orientar nues-tro comportamiento. Tomar decisiones que nos ayuden a implicarnos en situaciones de menor demanda, cambiando nuestros hábitos hacia un estilo de vida más tranquilo. Y cuando la rabia está asociada a nuestras relaciones interper-sonales, nos sirve tener en cuenta aquello que para nosotros es significativo y, a partir de allí, buscar forma de expresarla, sin violentar al otro, que también tiene derechos.

Detrás de la rabia está el miedo y la sensación de haber sido dañados, disparándose pensamientos automáticos, su-posiciones acerca de las intenciones de los demás. Capitali-zar la rabia pase por expresar claramente lo que nos molesta y nos parece injusto.

Debemos entrenarnos en la expresión asertiva de nuestras opiniones y emociones, lo que implica darle importancia a lo que sentimos y pensamos, a la vez que reconocemos lo que el otro piensa y siente. Negociar nuestra posiciones con la de los demás, es un paso valioso en el manejo de las diferencias.

la rabia?¿Cómo capitalizamos

Violencia, miedo

Alexander Ibarra Flores | Psicólogo clínico

Hernani Zambrano Giménez | Psicólogo

y esperanzas...

Una brújula con Un nortE

uizás venezolanos de otros tiempos se habrían sentido mal y cuidado si ofendidos si alguien les hubiese catalogado como integrantes de una sociedad miedosa. Pero eso somos, y no por cobardía. No, somos habitan-tes de una tierra donde el miedo se

ha enseñoreado y en nacionales y en transeúntes se le siente como el perverso compañero de ruta. Y yo tengo que repetir lo que ya he dicho, que como mujer, como madre, como pe-riodista, se me ha hecho cotidiano transitar por los vericuetos del miedo, los que día a día se hace más difícil andar, porque no sé si por dármela de valiente o por resignada, confieso que convivo con ese sentimiento que atenaza y que trato de que sea resolutivo, porque si no estaría condenada -como el Granadero del Rey, ese del cuento “El Miedo” de Ramón del Valle Inclán que se paralizó frente al tintinear de huesos de un sarcófago- a no ser absuelta ni por mí, ni por mi entorno, ni por la gente que de una u otra manera siente que los que generamos opinión pública debemos ser templados...

Estoy casada con un médico psiquiatra, Luis José Uzcá-tegui, autor del libro La Miedocracia, científico de la mente, quien posee armas y artimañas médicas para enseñarme y enseñarnos a enfrentar el miedo, definirlo y de no poder ven-cerlo, convertirlo en algo positivo que como él mismo ase-gura, sea resolutivo y generador de progreso, de crecimiento, de vida... Porque si no, pereceremos aterrados al tener que transitar los vericuetos sembrados de mil cadáveres de seres cuyas vidas segó la violencia. O por los caminos desnudos de confianza, esa hipótesis vital que cuando nos la niegan es como si nos negaran buena parte del derecho a vivir.

Es trágico caminar por esas trochas que no nos conducen a algún lugar confiable. Hay que cambiar la realidad. Es ago-tador estar bajo el designio del miedo, ese que no alberga futuro, lo único que realmente brinda esperanza vital. Bus-quemos una brújula que nos señale un norte confiable. Brú-jula que nos conduzca a quitarle el miedo a este presente, al futuro. A que la ley sea ley y no otro mecanismo de terror. Hagamos el esfuerzo, todo el que sea necesario para vivir libres del miedo. Terminar con este miedo a todo.

Aquí vuelvo a recordar esa brújula divina y viviente que es Jesús de Nazareth y lo que dijo a Pablo de Tarso, uno de sus evangelizadores más activos: “No tengas miedo, sigue hablando y no calles”.

QEleonora Bruzual | Periodista

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Le tengo miedo a las alturas. Pero no cuando estoy volando, me da miedo si tengo la refe-rencia: Una pared, un edificio, un tepuy. Siem-pre siento que me voy a caer por ahí para abajo y me dan escalofríos, porque lo imagino con un nivel de detalles horroroso. Lo que hago es enfrentarlo. No dejé de subir el Humboldt y el Bolívar, ni la Torre Eiffel, ni los varios tepuyes que he visitado. Siempre me asomo, agarradita de algo, con cuidado, pero me asomo a ver qué es lo que es con la necedad del miedo.

Ya más íntimamente, le tengo terror al aban-dono. Creo que son cosas que me quedaron del divorcio de mis papás. Ese sí es un miedo fregado y al que no te quieres enfrentar. Pero me ha tocado y he salido de la experiencia más madura, crecida y feliz de saber que todo, absolutamente todo pasa. (MA)

He escalado las principales cordilleras del mundo: Andes, Pirineos, Alpes e Himalaya y me especializo en el alpinismo de dificultad. Remonto en hielo y roca y lo único que puede afirmarse es que el miedo es una constante, el eterno compañero. Es tu mejor amigo, pero también tu peor enemigo.

Mi experiencia más difícil fue durante un torneo previo a los Juegos Olímpicos de Invierno, en Torino, Italia, en junio de 2006. Los competidores hacíamos esquí de montaña, cuando una avalancha se vino hacia nosotros. El sonido que generaba era aterrador.

Uno se paraliza. No te lo esperas, no puedes contro-larlo. Es un factor externo. Rescaté a varios compa-ñeros, quienes se pasmaron ante el miedo y no podían avanzar, afortunadamente yo lo usé para concentrarme y salir adelante. En las expediciones, lo importante es respirar y resolver los obstáculos que se presenten con base a la experiencia y la preparación. (MM)

CONOCE SUS MIEDOS

Alpinista y expedicionario de aventura y riesgo

Arianna ArteagaPeriodista, fotógrafa

y viajera

Edgar Guariguata

n esta vida hay muchas cosas conta-giosas, entre ellas, la gripe, la obesi-dad, los bostezos y el miedo. De los virus no hablemos, que ellos saben defenderse solos. Y con el sobrepeso no quiero engordar estas líneas, aun-que se ha comprobado que solemos

rodearnos de gente con contextura similar a la nuestra y, so-bre todo, que imitamos sus hábitos alimenticios.

Pero con el bostezo y el miedo sucede algo muy intere-sante que explica por qué se pegan. Se trata, por un lado, de las neuronas espejo: Unas células en nuestro cerebro cuya función es imitar las acciones y emociones de la persona que tenemos enfrente. ¿Para qué? Para conectar mejor con ella y establecer una comunicación más profunda.

Y por otro lado, está la amígdala, una zona de nuestro ce-rebro donde se procesan las emociones y desde la cual se dis-paran las reacciones inconscientes y los estallidos emociona-les. De alguna forma “caliente” por naturaleza, esta zona es la encargada de salvarnos el pellejo en casos de emergencia.

Resulta ser que las neuronas espejo y la amígdala trabajan en equipo con el intrincado sistema nervioso y tienen mu-cho que ver con nuestro comportamiento. En la evolución de nuestra especie, uno de los grandes logros ha sido desarro-llar un cerebro capaz de comunicar ideas complejas, pero en especial de comprender el mundo interior de las otras perso-nas. Es lo que llamamos “ponerse en los zapatos del otro”. Y esta capacidad se logra, en parte, porque las neuronas espejo perciben lo que sienten los demás y así la amígdala dispara un estado mental o una acción similar en nosotros. De esta forma no sólo “percibimos” lo que le sucede al otro, sino que además podemos sentirlo en carne propia.

Lo que nos trae de vuelta al bostezo, que es la imitación por reflejo de una expresión de cansancio o necesidad de oxí-geno. Y también nos permite entender por qué el miedo es contagioso. En nuestro cerebro, cuando percibimos señales de miedo en otras personas, se dispara una serie de reaccio-nes que nos llevan a imitar esa emoción y actuar en conse-cuencia.

¿Para qué? Imagina que vives hace 5 mil años en la selva y ves a tu compañero de caza con los pelos de punta. Si la razón es un puma hambriento, quizás lo mejor es pe-gar un brinco y buscar refugio. Su miedo es imitado por tus neuronas espejo antes de que veas al animal y la amígdala prepara a tu cuerpo para la acción, aunque ape-nas hayas olido al felino.

Lo mismo sucede hoy en día en la selva de concreto, cuan-do aparece un desconocido a plena noche y alguien en el ca-rro aguanta la respiración y tensa la espalda. Inmediatamente te contagias de esa emoción y te dispones a actuar, aunque no hayas visto nada raro. Tu amígdala dice “corre o defién-dete” y tu conciencia decidirá unos instantes después si huyes o enfrentas al desconocido.

Lo fascinante, y a la vez peligroso, es que esta relación uno a uno ocurre también en multitudes. Un grito cargado de miedo en una muchedumbre puede desatar una estampida

letal. Y si hablamos de una sociedad, no resulta muy difícil que el miedo se apodere de las personas si están rodeadas de estímulos y mensajes que refuercen esta emoción.

¿A qué le puede tener miedo una sociedad? A la gente distinta, a los cambios, a la escasez, a la inseguridad física. En general, a cualquier elemento que genere disturbio y se alimente de más miedos, muchas veces instigados por quie-nes desean sacarle un beneficio específico. El caso de los Estados Unidos, después del ataque a las Torres Gemelas, es emblemático: Presa del miedo, la sociedad estadounidense permitió que el gobierno restringiera sus libertades y comen-zó a ver terroristas por todas partes.

En Venezuela ocurre desde hace tiempo algo similar. Contagiados de miedos reales y creados, vivimos bajo un bombardeo de estímulos que mantienen nuestras neuronas recargadas y nuestros cerebros en constante estado de alerta. Sintiendo miedo alre-dedor nos atemoriza-mos más. Y cuando esa emoción consigue una caja de resonancia en el discurso político, los medios, la sobremesa y los sueños... el efecto puede ser devastador.

¿Pero son reales? Po-dría decir el lector. En algunas oportunidades sí, como en el caso de la inseguridad. Pero en muchos otros, el mie-do es un espantapája-ros inflado por noso-tros mismos y nuestro

1Estamos diseñados para sentir mie-

do, es una reacción natural. Pero, ¿es real o estamos siendo víctimas de con-tagio? Reflexionar sobre esto y ver las diferencias te puede ayudar a botar algu-nos por la borda.

Reconocerlo

Y no solo al peligro (recuerda que el miedo está para protegerte de las ame-nazas, el problema es cuando se hacen crónicas) sino también a los estímulos que te crispan los nervios. Eso incluye cadenas, noticias y gente que se la pasa rumiando lo malo.

3 No te expongas más de la cuenta

Aunque la amígdala de tu cerebro reacciona en caliente ante los estí-mulos, tu conciencia puede enfriar la situación y ayudarte a responder sin ser presa de las emociones. Si sientes que el miedo o alguna otra sensación des-agradable sube de volumen, obsérvalo y respira. Piensa un poco antes de to-mar acción.

2Responder y no reaccionar

Es cierto que existen muchas ra-zones por las cuales preocuparse, molestarse o sentir miedo ¿Pero qué hay del resto? Si te fijas bien te rodea una cantidad de personas, detalles y bendi-ciones que puede alejar esas emociones. Conéctate a ellas y deja que contagien tu mente. No sólo lo malo se pega.

4Conéctate a lo bueno

¿Qué hacer con el miedo?

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De votos para eL próxImo proceso

comIcIaL(Estimaciones CNE 2012)

lo de CONTÁGIATE

BUENO

entorno. Aunque quizá sea mejor decir, por nuestro cerebro asediado por una realidad, unos mensajes y unos pensa-mientos que nos ponen los nervios de punta.

Ely Bravo | Periodista

E

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