7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)
1/12
El Colegio De Mexicois collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Nueva Revista de Filologa
Hispnica.
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Dos cartas desconocidas del Inca GarcilasoAuthor(s): Eugenio AsensioSource: Nueva Revista de Filologa Hispnica, Ao 7, No. 3/4, Homenaje a Amado Alonso: Tomo
Segundo (Jul. - Dec., 1953), pp. 583-593Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/40297008Accessed: 18-09-2015 18:19 UTC
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DOS CARTAS
DESCONOCIDAS
DEL
INCA GARCILASO
Los
investigadores
que
han
andado
a
la
caza
de
documentos
refe-
rentes al famoso historiador peruano, han confirmado una vez ms la
vieja experiencia:
slo
el
dinero
suele
dejar
constancia
de
su
paso.
Y,
gracias
al Concilio de
Trento,
tres
momentos
de
la
vida:
naci-
miento,
boda
y
muerte. Ese
rastro de
cdulas, recibos,
poderes
y
plei-
tos
que
van
dejando
los
hombres,
hace
que
don
Alonso
de
Ercilla
y
otros
contemporneos aparezcan
ante
el ratn
de
archivos
ms
como
hombres
de
negocios
que
como
poetas.
Don
Jos
de
la
Torre
y
del
Cerro,
despus
de
explorar
largos
aos
los
archivos
cordobeses,
reu-
ni
sus
hallazgos
en
El
Inca
Garcilaso de
la
Vega,
Madrid,
1935.
Un cuarto de siglo de estancia en la Crdoba de Gngora se reduca
-aparte
algunos
intermedios de bautizos-
a
poco
ms
que
una
lucha
desesperada
para
hacer
pagar
a deudores
morosos.
Dnde
estaba
la
intimidad
de
un
escritor
que
esconda
sus confidencias
en
los
ngulos
ms
inesperados
de
su
obra,
y
que,
justificando
su
aficin,
insinuaba:
"
Quien
ha
escrito
vidas
de
tantos,
no
es
mucho
que
diga
algo
de la
suya"1?
No
fue
pequeo
mi
jbilo
cuando,
hojeando
un
tomo
de
corres-
pondencia
del
siglo
xvi,
tropec
con
dos
cartas
autgrafas
del
peruano.
Hombres
del Norte
y
del
Sur,
inquisidores
y
obispos, juristas
y
letrados discutan de humanismo y antigedades. El ala meridional,
dirigida
por
Ambrosio
de
Morales,
reuna a
los
ms
apasionados
indagadores
de
antiguallas,
interrogadores
de
piedras
e
inscripcio-
nes de
la
Espaa
filipina:
entre
ellos,
y
no
por
mero
capricho
del
azar,
figuraba
el
Inca
Garcilaso.
Un
da
espero
dar
a
luz
buena
parte
de
este valioso
epistolario,
guardado
en
el
archivo
de
una
nobilsima familia
portuguesa. Hoy
slo
pretendo
desglosar y
comentar las
dos
misivas
que
el
peruano
envi desde
Crdoba
al licenciado
Juan
Fernndez
Franco,
gober-
nador de los estados del Marqus del Carpi y residente en Buja-
1
Garcilaso
Inca
de
la
Vega,
Historia
general
del
Per,
ed.
ngel
Rosen-
blat,
Buenos
Aires,
1944,
vol.
II,
pg.
216.
Citar
en
adelante
por
esta
edicin,
llamando
a
secas
Comentarios
a la
primera parte
de
los
Comentarios
reales,
editada
igualmente
por
Rosenblat
en
Buenos
Aires,
1943.
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584
EUGENIO SENSIO
NRFH,
VII
lance.
Juan
Fernndez
Franco,
hoy
olvidado,
fue
un
consumado
anti-
cuario,
buscador
de
lpidas y monedas,que jams imprimi
sus
obras.
Su fama no
pas
del mbito de los
especialistas.
En manuscrito
qued
el
libr
de
epigrafa
que
Palau,
en
las
dos
ediciones
de
su
tilsimo
Manual,
supone estampado
en
1565.
Otros
aprovecharon
sus
mate-
riales,
entre
ellos
Ambrosio de
Morales,
que
en
su
Discurso
de
las
antigedades
le
elogia
fervorosamente.
El nico
trabajo
reciente
que
conozco
sobre
l
es
un
artculo de Snchez
Cantn2
donde
transcribe
cinco
cartas
suyas,
sacadas
de
un manuscrito
del
Museo
Britnico,
el
Eg.
561.
Los
manuscritos de
Franco
-cuatro
en
la
Biblioteca
Na-
cional,
dos en
la
Academia
de
la
Historia,
cuya descripcin
puede
verse en Ramrez de Arellano3- yacen condenados al polvo. Los
eruditos del
siglo
xvn
le lean an:
el
cura
de
Montoro,
F.
J.
Lpez
de
Crdenas,
public
y
coment
dos
obritas
suyas bajo
el
ttulo
de
Franco
ilustrado,
Crdoba,
s. a.
(1775),
poniendo
al frente
una do-
cumentada
biografa,
fuente
principal
de
las
noticias
que
damos
a
continuacin.
Nacido
poco
antes
de
1520,
estudi
jurisprudencia
en
Alcal
y
ms
tarde en Salamanca4.En
Pozoblanco
trat
a Gins
de
Seplveda
y
recogi
en
la Huerta del
gallo
los
recuerdos
del
anciano
humanista
cuando
evocaba
sus
relaciones
con
Erasmo.
Gobernando
los
estados
del Marqus del Carpi, dedic dos manuscritos5al cuarto Marqus
de
Priego,
don
Pedro
Fernndez
de
Crdoba. Se carte con
Argote
de
Molina,
Pablo
de
Cspedes
y
otros eruditos de
Andaluca;
tuvo
en-
traable amistad
con
su
antiguo profesor
de
Alcal,
Ambrosio
de
Morales.
Fue
el
primero que,
antes
de
Antonio
Agustn,
escribi
en
Espaa
un
tratado
de
numismtica.
La
pobreza
le
confin
en
poblachones
provincianos lejos
de
la
corte
y
la
Universidad,
lejos
de los
doctos
que
le estimaban
y
compartan
su
pasin
por
la
Anti-
gedad y
las
antigedades.
Sentase
a
disgusto
en
el
angosto
escenario
donde se mova, y ms de una vez quiso asomarseal mundo y aban-
donar
la
aldea.
No
sabemos
con
qu
motivo
escribi
su
primera
carta
al
Inca,
a
quien
acaso
no conoca
personalmente6,
pero
en
ella invo-
2
Anuario del
Cuerpo
de
Archiveros,
Bibliotecarios
y
Arquelogos,
Home-
naje
a
Ramn
Mlida, Madrid,
1934-36.
a
R.
Ramrez
de
Arellano,
Catlogo biogrfico
de escritores de
Crdoba,
Madrid,
1921,
vol.
I,
pg.
204.
4
Sus estudios
en
Salamanca,
no
mencionados
por
Lpez
de
Crdenas,
le
relacionaron
con
hombres
famososde su
tiempo,
a
juzgar
por
las
apostillas
con
que
anot
un
ejemplar
de las
Epistolae
de
Seplveda
(Salamanca,
1557).
Los
editores de ste las han publicadoen el vol. Ill de sus Opera,Madrid,1780,
pgs.
39-399-
5
Ramrez de
Arellano,
op.
cit.,
vol.
I,
pg.
204,
nms.
594
y 597.
c
El
licenciado
Juan
Franco,
amigo
de
Garcilaso
que
en
los
documentos
9
y
12
de
la
mencionadaobra de
J.
de
la Torre
y
del
Cerro
recibe
poderes
del
Inca
para
gestionar
cobros,
es diferente del
arquelogo.
ste
mostr decidida
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NRFH,
VII
DOS CARTAS
DEL
INCA
GARCILASO
585
caba el
nombre
de su comn
amigo
Ambrosio
de
Morales,
muerto
el
ao
anterior,
como lazo
de
unin.
Dice
as
la
respuesta
de
Gar-
cilaso
(resuelvo
abreviaturas,
punto
y
pongo
maysculas):
Ultimo
de
Diziembre
1592.
La merced tan
no
merescida
por
mi
parte
que
v.
m.,
por
quien
es,
se
dign
hazerme
con
su
carta
de
los
19
de
diziembre,
uve la
bspera
de
Pasqua
para que
en
todo
lo fuesse
para
m.
Beso
la mano
de
v.
m.
infinitas
vezes
por
tantos
favores como
en
ella
me
haze,
que quisiera
yo
merescer
alguna
parte
dellos
para
que
no
cayeran
tan
en
vazo.
Mas,
pues
v.
m. se
sirve
de
drmelos
tan
absolutamente,
los
abraco
de
muy
buena
gana para gloriar-me dellos en mis necessidades,que bastaraque se sepa que v. m.
me
los
da tan
amplamente,
tenindome
por
suyo,
para que
todos
hagan
lo
mismo.
Seor,
veo a v.
m. tan
engaado
en
mi
favor,
que por
una
parte
querra
desengaar
a v.
m.,
y
por
otra
no
quisiera
caer
de
la
opinin
en
que
v.
m.
me
tiene.
Mas,
por-
que
yo
no
lo merezco
y
v.
m.
salga
de la
falsa relacin
que
le
an
hecho,
confessar verdad
de lo
que
soy.
En
mis niezes
oy
una
poca
de
gramtica,
mal enseada
por
siete
preceptores que
a
temporadas
tuvimos,
y
peor aprendida
por pocos
ms
discpu-
los
que
ramos,
por
la revolucin
de
las
guerras
que
en la
patria
ava, que ayudavan a la inquietud de los maestros. Quando se
cans
el
postrero
dellos,
que
seramos
de
treze a
catorze
aos,
nos
passamos
mis
condiscpulos y
yo
al exercicio
de
la
gineta,
de cavallos
y
armas,
hasta
que
vine
a
Espaa,
donde
tambin ha
vido el
mismo
exercicio,
hasta
que
la
ingratitud
de
algn
prn-
cipe
y
ninguna gratificacin
del
Rey
me
encerraron
en
mi
rin-
cn.
Y
por
la
ociossidad
que
en l
tena,
di en
traduzir
al Len
Hebreo,
cevado
de la
dulzura
y
suavidad
de
su
Philosopha.
La
qual
obra,
aunque
yo
no
puse
nada en
ella sino muchas
imper-
fectiones,
ha
causado
que
v. m.
y
otros
seores
mos
me
favo-
rezcan,
como me
favorescen,
sin
que
en
m
aya
de
escuelas ms
que
el
perpetuo
desseo dellas. Por tanto
suplico
a v. m. me
trate como
a
soldado
que, perdido
por
mala
paga
y
tarde,
se
ha
hecho
estudiante.
Esse
libro,
corregido
de
nuevo,
suplico
a v. m.
se
sirva
po-
nerlo
entre
los
suyos,
para
que
yo
sea
favorescido en todo.
Desseo
imprimirlo
segunda
vez
y
dividirlo
por captulos,
como
v. m. lo
ver
apuntado,
sin
tocar en
el
testo,
ms
que
al
prin-
cipio
de cada
captulo
diga
lo
que
en
l
se
contiene.
Quirole
mucho,
ass
por
ser el
primognito,
como
por
merescerlo
su
autor.La historia de la Florida
tengo
acabada,
gracias
a Nuestro
Seor,
aunque
se
detiene
por
falta
de
escrivientes
que
la
sa-
inclinacin
al
matrimonio
y
residi
en
Bujalance,
mientras
aqul
era
presbtero
y
avecindado
en
Montilla.
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586
EUGENIO SENSIO
NRFH,
VII
quen
en
limpio.
Espero
en
su Divina
Magestad
servir a
v. m.
con ella
en
todo el
ao
que viene, para que
v.
m.
la
favorezca,
como favoresci el seor doctor Ambrosio de Morales la quarta
parte
della
juntamente
con el Hebreo
que
su
merced
alcanz
a
ver
en
sus
postreros
das:
en
los
quales
merec
bessarle
las
manos,
y
fue
tanta
la
merced
que
me
hizo,
que
me
adopt
por
hijo
y
tom
por
suyos
mis
trabajos,
y
se lo
llev
Dios
quando
ms
lo uve menester.
Ahora
creo
ha
ordenado
la
Magestad
Eterna
que
v.
m.,
como
tan
amigo
que
fue
del
seor
doctor,
me hiziesse
esta
merced,
para que
yo
no
quedasse
del
todo
hur-
fano
y
desamparado;
y
ass
le
doy
las
gracias por
ella.
De
la
desgracia
que
en
casa de v. m. ha
acaecido,
me
pesa
en estremo, y espero tendr buen sucesso,porque la razn favo-
resce
a los
que
la
tienen.
Yo
he detenido
esta
carta
algn
da
por
enviar encomendado
el
libro.
Suplico
a
v.
m.
me
perdone
la
dilacin.
Creo favorescer
v.
m.
algunas
de las
enmiendas,
porque espero
le
dar
gusto:
dellas se
hizieron
construyendo
lo
mismo
que
estava,
por
hazer
ms
suave
y
corriente
el
romance.
Al seor Vicario
beso
las
manos
de
su
merced muchas
vezes,
por
averme sido causa
de
tanta
merced.
Nuestro
Seor
guarde
la
persona
y
casa
de
v.
m.
y
en estado
aumente,
como
yo
desseo,
amn.
De
Crdoba,
ltimo de
Diziembre
1592.
Garcilasso de la Vega
[Sobrescrito:]
Al
Ldo. Franco ec.
en
la villa
de
Bujalance.
Juan
Fernndez
Franco deba
de
pasar por
una racha
de
sinsa-
bores.
Acaso
haba muerto
entonces
su
primera
mujer Juana
de
Pedrique
y
pleiteaba
con
los
hijos.
Su
viejo
anhelo de
evasin se
acentu
y,
quiz despus
de otras
que
no
dejaron
huella,
escribi
al Inca
una carta en
que
le
consultaba
sobre
su
proyecto
de
buscar
fortuna
en las Indias.
Tampoco
conserv
copia
de
esta
misiva,
pero
s la
respuesta
de
Garcilaso, que
dice:
Viniendo
de
Las
Possadas,
donde
ava estado
cinco
o
seys
das,
hall la
carta
de v.
m.
en
esta
su
casa,
con la
qual
receb
mucha
merced
y
contento,
porque
ava estado
con
pena
si
v.
m.
uviesse
recebido
mi
carta
o no. Y a
lo
que
v.
m. dize del
viage
de
Indias,
digo
resumidamente
que
antes
oy
que
maana,
y
al
Per antes
que
a otras
partes,
que, aunque
no
fuesse
sino
por
salir de
las
lazerias
de
Espaa,
tengo
por muy
acertado
yr
a
provar
ventura:
y gaste
su merced
en
el
camino
lo
que
ha de
dar
a
quien
no
deve
nada. El oficio
es
muy
bueno
y
provechoso
y muy estimado, y pluguiera a Dios me hallara con menos aos
para
yrme
con
su
merced.
El
Marqus
y
el
Duque
su
suegro
pueden
mucho
en
Sevilla,
y
ser de
mucho
momento
su
favor
para
el
passage
de
la mar
y
para
con
el
visor
ey
con
sus
cartas.
Y
aunque
yo
est
en
Las
Possadas,
no
dexe
v.
m.
de
hazerme
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6/12
NRFH,
VII DOS CARTAS
DEL INCA GARCILASO
587
merced con
las
suyas,
para
que
tratemos
ms
largo
acerca
deste
viage: y vengan dirigidas
a esta ciudad
a
Miguel
de
Herrera
a
los
Marmolejos,
en la tienda de Luys Snchez Pardo, y traygan
su
porte,
que por
el
mismo
viage
encaminar
las mas
a
v.
m.
Y,
porque
no
tengo
ms
que
dezir,
ceso
bessando
las manos de
v. m.
y
suplicando
a Nuestro Seor la
persona
y
casa de
v.
m.
guarde y
estado aumente.
De
Crdoba,
20 de
Mayo
1593.
Garcilasso
de
la
Vega
[Sobrescrito:]
Al
Licenciado
Fr.
Villa
de
Bujalance.
Al
porte
medio
real
Bujalance.
Nuestro
epistolario
se
corta
aqu.
Sabemos
que
el
licenciado
Franco
no cruz el
gran
charco
y
permaneci
en
el
poblachn
anda-
luz,
en
lo
que
Garcilaso el
Inca
llamaba
"rincones
de
soledad
y
pobreza".
No fue
por
falta
de
bros
y
arrestos.
En
1599
casaba
por
segunda
vez
con doa
Marina de
Len,
de
quien
no
sabemos si
era
duea
quintaona
o doncellita
frgil.
El
novio,
que
frisaba
en
los
ochenta,
muri
en
1601.
Sus
papeles
pasaron
a manos
de
su
hijo
Diego,
mdico
y
erudito.
A
la
muerte
de
ste
-en vida
segn
otros-
fueron comprados por Pedro Daz de Rivas, biblifilo insigne y ano-
tador
de
Gngora.
Ms
tarde los
posey,
a lo
que
sospecho,
Manuel
Severim de
Faria,
el
anticuario
portugus.
La
breve
correspondencia
nos
brinda las
segundas
Confesiones
del
Inca
y
algunos
datos
aprovechables para
la
historia textual
de
La Florida
y
el
Len
Hebreo.
Las
Confesiones
primeras,
contenidas
en
la
dedicatoria
de
los
Dilogos
a
Felipe
II,
con
su tono entre
festivo
y
solemne
de memorial
de
servicios,
carecen de
amargura.
Las
segun-
das nos
le
muestran
sangrando
por
heridas
que
nunca
se
cerrarn:
ingratitud de Juan de Austria y desvo del monarca, penuria mone-
taria,
nostalgia
de
Amrica.
Conocamos su intencin
de
reimprimir
los
Dilogos
en
15947.
Ahora
vemos
que
los
haba
limado
y
acrecentado,
y
que
los tena
listos
para
la
imprenta
desde
1592.
La
traduccin,
por
lo
visto,
fue
recibida con
aplauso
por
el
pblico y
con
estima
por
los
doctos. Las
correcciones
respondan
a
algunos
reparos
propios
o
ajenos.
Si inter-
pretamos
bien
sus
palabras,
slo
en
apariencia
contradictorias,
se
haba
limitado
a
encabezar
los
captulos
con un
corto
resumen
y
retocar
algunas
frases,
sin alterar a
fondo la
estructura
del
texto. La
soada reimpresin nunca se realiz, aunque Garcilaso en 1599 dio
poderes
para
ello al
escribano
Juan
de
Morales8.
Demoraron
o
7
J.
de la Torre
y del
Cerro,
op.
cit.,
doc.
13.
Ibid.,
does.
33
y
37.
Jos
Durand,
"Dos
notas
sobre el
Inca
Garcilaso",
NRFH,
III,
1949,
pg.
282,
supone
a
Juan
de
Morales
hermano
de
Ambrosio de
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7/12
588
EUGENIO SENSIO
NRFH,
VII
negaron
los
censles
su
aprobacin?
Lo
seguro
es
que
el
ndice
inquisitorial
de
1612 vedaba
la
obra
de
Len
Hebreo;
en
latn
"doee
prodeat
expurgado";
en castellano o en
lengua
vulgar,
sin
especificacin.
El
ndice
expurgatorio
portugus,
repitiendo
indu-
dablemente
disposiciones
de
la
Inquisicin
espaola,
autoriza se
d
permiso
para
leerlo
con
cautela a los
que
lo
pidan9.
Durand
(art.
cit.,
pg.
282)
afirma
que
La Florida
quedaba prc-
ticamente
concluida
en
1599,
quiz
antes. A.
Mir
Quesada10
a
da
por
terminada
en
1596.
Habr
que
adelantar
cuatro
aos
la redac-
cin
primitiva,
si
hemos
de dar
crdito a
las
terminantes
palabras
de
su
carta:
"La
historia
de la
Florida
tengo
acabada,
gracias
a Nues-
tro Seor, aunque se detiene por falta de escrivientes".
Pero
la
noticia
ms
sugestiva
es
la
de
su
intimidad con el cro-
nista Ambrosio de
Morales11,
"que
me
adopt
por
hijo y
tom
por
suyos
mis
trabajos".
Con
estas
confidencias
nos
invita
a
indagar
pri-
mero
lo
que
deba
al
veterano
historiador,
despus
a
Juan
Fernndez
Franco
y
a
los
arquelogos
andaluces,
y
por
ltimo
a
las
historias
de
orgenes
y
comentarios
de
antigedades
que
pululaban
en la
Europa
de
los
siglos
xv
y
xvi. La
deuda
es
ms
patente
en
los
Comentarios,
y
a
ellos aludiremos
con
preferencia.
Las
angustias
de
tiempo
y
espa-
cio
slo
nos
permiten
ofrecer
atisbos
y conjeturas
mal
cimentadas.
Los
garcilasistas
han estudiado concienzudamente lo
que
en su
obra
influyeron
dos
tipos
coetneos
de
historia:
los comentarios
y
narraciones
humansticas
que
consideraban la
historia
como
hijuela
de
la
retrica
y
parienta
de
la
poesa,
y
las
crnicas
de
Indias
que
mezclaban a
la
etnografa
fragmentos
de
memorias
personales.
Yo
creo
que
tambin
entronca
con
la
literatura
anticuara,
de
la
que
recibe orientaciones
y
mtodos.
Escribir
"el
origen
de los
Reyes
Incas,
sus
antiguallas,
idolatra
Morales. Ignoro los documentos en que se basa. Enrique Redel, Ambrosio
de
Morales,
Crdoba,
1909,
no
lo
incluye
entre
los
miembrosde la
familia
del
doctor;
adems,
el
propio
Inca le
llama
natural
de
Madrid en la
Historia
gene-
ral
del
Per,
vol.
I,
pg.
32.
Aprovecho
esta
coyuntura
para
pedir
disculpa
por
las
lagunas
de mi
bibliografa.
Entre
los
trabajos
recientes
dispongo
apenas
del
libro
panormico
de A. Mir
Quesada,
El
Inca
Garcilaso,
Madrid,
1948;
la
obrita
breve,
pero
muy
inteligente
de
R. Porras
Barrenechea,
El
Inca Gar-
cilasode
la
Vega,
Lima,
1946,
aparte
de
algunos
artculosde
revista
de
J.
Durand
y
de
R.
Mart-Abell.
9
ndex
auclorum
damnatae
memoriae,
Lisboa,
1624,
pg.
*52:
"Quoniam
multis
scatet
Iudaicis ac
Platonicis
fabulis,
quas
alegorice
interpretatur,
is
qui
caute et cum delectu eos lecturi iudicabuntur . . permitti poterunt".10
A. Mir
Quesada,
"El
Inca
Garcilaso
y
su
concepcin
del
arte
histrico",
en
MdS,
VI,
1951,
pg. 54.
11
J.
Durand,
basndose
ndudablemente
en la
referencia
a
Morales
de
la
llamada Relacin
de
la
descendencia
del
famoso
Garci
Prez,
se
dio
cuenta
de
esta
amistad
(art.
cit.,
pg.
279).
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NRFH,
VII
DOS CARTAS DEL INCA GARCILASO
589
y
conquistas,
sus
leyes
y
el
orden
de su
gobierno"
requiere
tomar
posicin ante
una
multitud de cuestiones previas:
marcha
cclica o
progresiva
de
la
historia,
periodizacin,
historicidad
del
mito,
inter-
pretacin
de
las
leyendas,
etc.
La
concepcin
de las
tres
edades
que
sirve de
esqueleto
a
los
Comentarios
recuerda,
claro
es,
la
idea
agus-
tiniana de
una
construccin
gradual
de la
ciudad
de
Dios;
trae
a
la
memoria
el
plan
de
la
historiografa
eclesistica
con la sucesin
de
las
tres
leyes
-ley
de
natura,
ley
mosaica,
ley
de
gracia-; pero quiz
se
explique mejor
por
una combinacin del
gradualismo
difundido
por
los
glorificadores
medievales
del
Sacro
Romano
Imperio
con la
negacin
de
una
Edad
de Oro anterior
al
Estado,
que
pudo
tomar
de Jean Bodin. Garcilaso, frente al pesimismo de los humanistas
italianos
que
conceban
los
imperios
como
organismos
que
nacan,
florecan
y
fatalmente
decaan,
acept
la idea
cristiana de
progreso.
La
pintura
de
la
primera
edad
-la
edad
anterior a
los
Incas,
la edad
bestial
y
ferina,
la
edad
sin
ley-
coincide con
las teoras de
Bodin,
a
quien
cit una
vez
y
acaso medit
muchas12.
En
su
Methodus
ad
facilem
historiarum
cognitionem (1566),
Jean
Bodin
haba
incluido
un
captulo,
el
sptimo,
intitulado
"Refutacin
de
los
que
admiten
las
cuatro
monarquas
y
la
edad
de
oro",
en
el
cual
dice
que
en
esa
poca
los
hombres
vivan como
fieras, desparramadospor
los cam-
pos
y
selvas,
y
que
slo
posean
lo
que
podan
guardar
mediante la
violencia,
hasta
que
gradualmente
fueron
trados
de esa
ferocidad
y
barbarie a
la
humanidad
de
costumbres
y
a la sociedad
sujeta
a
leyes13.
Garcilaso concibe
el
proceso
de
la
sociedad
de
modo
muy
pare-
cido.
En
el
principio
est,
no el
buen
salvaje,
sino
el hombre
bestial,
la
ley
de
la
selva.
No hubo
una
edad
de
oro,
es
decir
un
perodo
de
felicidad
anterior
a la
organizacin y
la
sujecin
del
Estado. Lo
que
Garcilaso
llama
edad
de
oro es otra
cosa:
respeto
a la
ley
unido
a
inocencia y sencillez de costumbres14.Textos parecidos al de Bodin
afloran
por
doquiera
en los
Comentarios.
Su
to
el
Inca
le
cuenta
que
los
hijos
del
sol
han
sido
"embiados a la tierra
slo
para
la
doctrina
y
beneficio de esos
hombres
que
viven
como
bestias"
(Comentarios,
I,
pg.
42).
"El
Inca
respondi
.
.
.
que
l
no
haba venido all
sino
12
Historia
general
del
Per,
vol.
Ill,
pg.
23.
13
Jean
Bodin,
Methodus
ad
facilem
historiarum
cognitionem,
ed. P.
Mes-
nard
(en
el
Corpus
General des
Philosophes
Francais,
vol.
V,
3),
Paris,
1951,
pg.
226b:
"Haec fuerunt
urea &
argntea
scula,
quibus
homines ferarum
more
in
agris
ac
sylvis dispersi,
tantum
haberent,
quantum per
vim
& nefas
retiere
possent,
quousque
paulatini
ab illa feritate ac barbarie sunt ad hanc
quam
videnius
morum
human itatem
ac:
legitimam
societatem
revocati". Ideas
afines
encuentro
en
el
De re
publica
(la
obra
capital
de
Bodin),
lib.
IV,
cap.
v,
pgs.
60-61
de
la edicin
de
1591.
14
R.
Mart-Abell,
"Garcilaso Inca de la
Vega",
en
RHM, XVI,
1951,
pg.
99,
ha
recogido algunas
referencias
a la
edad
dorada.
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590
EUGENIO
SENSIO
NRFH,
VII
a
quitar
sinrazones
y
agravios
y
a
ensear
todas
aquellas
naciones
brbaras
a
que
viviesen
en
ley
de
hombres
y
no
de
bestias"
(I, pg.
149).
Si
repasamos
la
descripcin
de las costumbres
chirihuanas,
leere-
mos: "Vivan sin
ley
ni buena
costumbre,
sino
como
animales
por
las
montaas"
(II,
pg. 126).
Relase
igualmente
el
cuadro
de
la
vida
de
la
provincia
Huancampampa
(II,
161)
o
el
de
la
nacin
pampa
(II,
234)
antes de
la
conquista
incaica.
La
justificacin
del Incario
y
la exaltacin
de
la
lengua
cortesana
del
Cuzco las
hace con
argumentos
tan
viejos,
que
ya
los
esgriman
en el
siglo
xn
los
imperialistas
germanos.
Por
ejemplo,
Otto de
Frei-
sing,
segn
Croce15,
Ve
en
la
unidad
poltica
romana
un
preludio
de la cristiana, con el fin de que las mentes de los hombres se for-
masen
ad
maiora
intelligenda
promptiores
et
capadores".
Garcilaso,
por
intermedio
de
Blas
Valera,
abraza
esta teora
y,
al
defender el
mantenimiento
de la
lengua
del
Cuzco,
repite:
"Muchas
provincias
que
la
saban
la han
perdido
del
todo,
no
sin
gran
dao
de la
pre-
dicacin
evanglica.
Todos los
indios
que
.
.
. retienen hasta ahora
la
lengua
del
Cozco,
son ms
urbanos
y
de
ingenios
ms
capaces" (II,
81,89).
Cree,
como
Bodin16,
que
la
mitologa
no
es
un
tejido
de
vanas
fbulas, aunque rechazala desaforadaasimilacin de mitos peruanos
con
creencias
cristianas,
practicada
por
ciertos
espaoles.
Admite
que
se
alegoricen
las
historias,
pero
"tmelas
cada uno
como
quisiere
y
dles el
alegora
que
ms
le cuadrare".
l
se contenta
con
apun-
tar
que
las
fbulas
romanas
y
las
del
Per "en
muchos
pedamos
se
remedan",
y
que
"otros
passos quieren
semejar
a
los
de
la
Sancta
Historia"
(Comentarios,
II,
46-7).
El
Inca
guardaba
en
su
librera
muchas
obras sobre
antigedades
hebreas,
romanas,
itlicas,
que
a ratos
han
servido
de
pauta
a
sus
antigedades peruanas. Posea, por ejemplo la obra de Marcantonio
Coccio
Sabellico,
Rerum venetarum
ab
urbe
condita libri
XXXIII,
publicada
por
vez
primera
en
Venecia,
1487.
Sabellico no
se
cansa
de insistir sobre
la
semejanza
entre Roma
y
Venecia.
Ya
desde
el
prefacio
anuncia
que
Venecia creci ms
que
por
sus
armas
por
sus
instituciones
polticas,
y
asegura
que
las
cosas
venecianas
son
iguales
y
hasta
superiores
a
las
romanas
"sanctitate
legum,
juris
aequatione,
innocentia,
caeterisque
sanctioribus
institutis"17.
No
se
parece
esto
a la
tesis de
los
Comentarios? Posea las
falsificaciones atribuidas
a
Beroso
que,
con buena o
mala
fe, puso
en
circulacin
Juan
Anio
1 i
B.
Croce,
T
cofia
e
storia
della
storio
grafa,
4*
ed., Bari,
1941,
pg.
191.
10
J.
L.
Brown,
The
"Methodus
.
.
."
of
Jean
Bodin,
Washington,
1939,
pg.
104.
17
Utilizo
la
edicin
de
Basilea,
1556.
Las
citas estn en las
pgs. 6-7.
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10/12
NRFH,
VII DOS
CARTAS
DEL INCA
GARCILASO
59
1
(o
Nanni)
de
Viterbo18.
Pero
contra
las
tendencias
de
Beroso
y
sus
compinches
le
habran
puesto
en
guardia Morales y
los
arquelogosandaluces.
Esta
literatura anticuara haba
surgido
en
Alemania
y
Francia,
en
Italia
y
Espaa,
favorecida
por
la vanidad
nobiliaria de
los
nuevos
estados
nacionales.
Jean
Bodin
se
ha burlado
de
ella en su
Methodus,
observando
irnicamente
que,
frente
a tan
nobles
antepasados,
los
propios
dioses
pareceran
inferiores19.
Nutrido
en
tales
precursores,
Garcilaso
corra
riesgo
de resbalar
hacia el
idilio
poltico
y
el
poema
genealgico.
Las
fuentes
utiliza-
das
con
preferencia,
recuerdos
de
infancia
dorados
por
la
lejana;
el
tema, la glorificacin de la patria mezclada con la del propio linaje;
la
educacin
anterior,
predominantemente
literaria;
todo
le
empu-
jaba
a
un
tipo
de
narracin
en
que
mito
e historia
se
funden en el
crisol de la memoria.
Un
poema
medra
fcilmente
en
suelo
tan
pro-
picio, pero
no
la
historia,
hija
de la verdad.
A
veces
no
sabe sortear
el
peligro,
y
su
endiosamiento
de los
abuelos
los convierte
en
arque-
tipos
de
sabidura
y
bondad humanados.
Su
sonrosada
visin
del
podero
incaico
nos
incita a
interrumpirle
con
las
ironas
que
aplica
al
ave
corequenque:
"No
es
posible
tanta
singularidad:
baste
la del
fnix"
(Comentarios, II, 63).Si Garcilaso ha frenado los vuelos de su fantasa
y
se ha man-
tenido
casi
siempre
sobre
el
suelo firme de
la
historia,
nos
gusta
suponer
que
lo
debe
a
la influencia
y
los
avisos
de
los
anticuarios
andaluces.
No
se
puede
separar
su
figura
de
aquella
plyade
de
arquelogos
con
quienes
convivi,
a
quienes
envi sus
libros
y
de-
mand
consejo.
Jos
Durand20
ha
probado
sus
contactos
con
Ber-
nardo
de
Aldrete.
Es
casi
seguro
que
trat
a
Argote
de
Molina
y
Pablo de
Cspedes.
Ms
tarde
mostrar
sus excelentes
relaciones con
el
abad
de
Rute.
Y
las cartas
que
hoy
publicamos
revelan
cmo
Morales y Fernndez Franco le guiaron y alentaron en su carrera
literaria.
Morales
era el
patriarca
de
la
familia.
Tras
la
mscara
seca del
erudito
esconda llamas
de
pasin
y
calor de amistad:
sabido
es
que
en
su
juventud
se
haba
castrado,
como
Orgenes,
para
escapar
a las
tentaciones
de la
carne. Garcilaso
y
Morales,
tan
opuestos
en
apa-
riencia,
tienen
un
lado
fraternal.
El
cordobs
fue
maestro de la
his-
18
Aludo
al nm.
59
de su
inventario,
Autor de
barias
antigedades,
que
J.
Durand,
"La biblioteca
del
Inca",
NFRH,
II,
1948,
pg.
249,
identifica con
Bernardo
de
Aldrete,
Varias
antigedades
. .
,
Amberes,
1614.
Es
sorprendente,
nico en la lista?que el amanuenseescriba autor en vez de un nombre tan
familiar
para
l como Aldrete.
Creo
ms natural
suponer que
se
trata
de
Anti-
quitatum
variarum
auctores,
Lugduni, 1552
1560,
ttulo
que
cubre las
Antiqui-
tates
de
Beroso
y
compinches
Graesse,
I,
137).
10
J.
L.
Brown,
op.
at.,
pgs.
79-80
20
"Dos notas sobre
el Inca
Garcilaso",
rt.
cit.,
pgs.
276-284.
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592
EUGENIO
ASENSIO
NRFH,
VII
toria
filolgica,
como
el
peruano
de
la
historia artstica.
Con
todo,
muchas
cosas
les
unan.
El
ideal literario
que
Morales
formul en
su Discurso de la
lengua
castellana,
donde defiende un
lenguaje
copioso y galn,
tan remoto
de
la
vulgaridad
como de
la
afectacin,
corresponde
con
puntualidad
a la
prctica
del
Inca.
ste
posea
un
don
expresivo,
un
humor
delicado,
una
llaneza
elegante,
tras la
que
corra
en
vano el
cordobs.
Pero Garcilaso
pudo
aprender
en
la
Cr-
nica
de
su
protector
la
importancia que
tena,
para
un
aspirante
a
historiador,
el
estudio
de
las
instituciones,
la
economa,
la
topografa.
Morales
en
Las
antigedades
de
las ciudades
de
Espaa,
Alcal,
1575
ense
a
los
contemporneos
a
manejar
toda
clase de
fuentes:
lite-
rarias, lingsticas, econmicas. Algunas pginas seran particular-
mente
simpticas
a
Garcilaso. Por
ejemplo,
cuando
al
pasar
revista
a
las
antigedades
de
Crdoba,
dice:
"Por la
naturaleza
que
tengo
en esta
insigne
ciudad,
le
tengo
tambin
la
obligacin
comn
que
los hombres
tienen a
sus
tierras
donde
nacieron
. .
.
Que
me
den
todos
los
que
leyeren
la
licencia de
alargarme
. .
."
(op.
cit.,
fol.
105
v).
Y
cuando
Garcilaso
se
lamenta
de
que
no
posee
las
medidas exac-
tas de
la
fortaleza
del
Cuzco,
"quisiralas
con
testimonio
de escri-
vano"
(Comentarios,
II,
147),
camina
tras
las
huellas
del
cordobs,
que
en sus
Antigedades (fol.
1
14
r),
hablando de
Crdoba la
vieja,
nos cuenta: "yo he medido todo el sitio con cordel".
Quiz aquellos
sesudos
cordobeses
le
hayan
puesto
un
poco
de
plomo
en las
alas.
Al
jinete
osado,
al
capitn
valiente,
aquella
sabi
dura de libros
y
gabinete
debi
a
veces
de
parecerle
seca
y
amo-
jamada.
Yo me
inclino
a
ver
una
puntita
de
irona
en
sus
protestas
de
que
es
un
ingenio
lego,
soldado metido
a
estudiante,
indio
que
no
puede
meterse en
honduras.
Igual
que
en el
verso
74
de
la
pri-
mera
Soledad:
"si tradicin
apcrifa
no
miente",
donde
imagino
que
Gngora
zumba
ligeramente
de sus
eruditos
amigos.
En todo caso le llegaron a admitir como uno de los suyos. El
abad
de
Rute,
Francisco
Fernndez de
Crdoba,
le
cita
tres
veces
en
la
Didascalia
multiplex11.
La historia
nada
vulgar
de
este
amigo
del Inca
nos
la cuenta Nicols
Antonio
en
su Bibliotheca.
De
joven,
en la
ciudad de
Toledo
de
que
su
padre
era
corregidor,
haba
ma-
tado
en duelo
a
un
hombre.
Su
mismo
padre
le
conden
a
muerte.
La sentencia
no
se
cumpli, pues Felipe
II,
no
sabemos
si
indignado
o
entusiasmado
con
esta
sentencia
espartana, digna
de
un
hroe
de
Plutarco,
le
indult.
Tom
el
hbito
eclesistico
y
lleg
a
ser
la
fina
flor del
gongorismo y
de
la
arqueologa.
Sus
papeles, que
custodia
celosamente la
Hispanic
Society,
contendrn
quiz
noticias sobre el
Inca. La Didascalia
multiplex
revela
un
sentido crtico
y
una
vetera-
21
Francisci
Fernandii
de
Cordova
Cordubensis
Didascalia
multiplex,
Lug-
duni,
1615.
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12/12
NRFH,
VII DOS CARTAS
DEL INCA GARCILASO
593
na humanstica
nada
comn.
Y
no
lo
digo
precisamente
porque
en
el
captulo xLviii,
contra
la autoridad
de
infinitos
poetas y
eruditos
antiguos
y
modernos,
basndose en la
experiencia,
haya
negado
que
las
yeguas
del
Tajo
se
empreen
con
el
viento.
Con
las
interpreta-
ciones
de
textos
latinos
mezcla
las
noticias
de
la
zarabanda
y
la cha-
cona,
o el
relato de
un
viaje
a
Lisboa.
Las
referencias al
Inca
se
encuentran
en
las
pginas
57,
65, 154.
Discutiendo
si
el
bronce
fue
anterior
al
hierro,
y
recordando
que
los
hroes
antiguos
usaban
armas
de
bronce,
aunque
hubiese
en
sus tierras
minas
de
hierro,
lo
confirma
con
lo
que
sucede
en
Amrica:
Los viejos habitantes del Nuevo
Mundo
(algunos
de
los cua-
les
aseguraban
falsamente ser
indgenas,
aunque
su
origen
des-
pus
del
diluvio
de
No
sea
igualmente
desconocido
para
ellos
y
para
nosotros) siempre
usaron armas
de
oro,
de
plata,
de
ma-
dera,
de
piedra
y
finalmente
de
bronce,
segn
sabemos
de
cierto
por
testimonio de
los
escritores
y
por
experiencia:
esto,
a
pesar
de
que
varones
y
escritores
de
autoridad
no
despreciable
aseguran
que
en
aquellas
comarcas
se
encuentran venas
de
hie-
rro. Por
ejemplo
Gonzalo
Fernndez de
Oviedo refiere
de odas
que
existen en
la
Isla
Espaola,
Hernn
Corts
en la Nueva
Espaa,
en la
provincia
llamada
Tacho,
segn
testimonio
ajeno
confirmado por cierto familiar suyo. Que tambin se hallan en
las
regiones
del
Per,
lo
sostiene
fray
Gregorio
Garca,
y
me
lo
cont
Garcilaso
Inca,
varn
de
suma
nobleza
y
entregado
al
estudio
de
las
buenas
letras,
dicindome
que
los
indgenas
le
llamaban
en
la
lengua
comn
o real del Per
quella:
lo
que
parece
argumento
nada
liviano
de
que
el
hierro
se
us
en
el
mundo
ms
tarde
que
el
bronce.
En la
pg.
65,
precisando,
dice:
"Si
hay
all
vetas
de
hierro,
no
ha
llegado
an
a
ellos
el
arte
de
purificarlo
y
soldarlo:
esta
opinin
me comunic Garcilaso, varn noble". Y por ltimo en la pg. 154,
al
afirmar
que
de
los
antiguos
hemos
tomado
la costumbre de
decir
"salud"
cuando
estornudamos,
alega que
los
indios
de
la
Florida
lo
usan
tambin,
segn
Garcilaso en
La
Florida:
"Praecipue
cum morem
illum sternuentes
salutandi,
non
Europaeorum
modo
hominum,
sed
barbarorum
Novi
Orbis
partem,
quae
Florida
vocatur,
incolentium
proprium
fuisse et
esse
Garcas Lassus
Inca
nobilis
et
clarus
vir
in
sua
Florida testa
ur".
Con
ello se
cerraba
el
crculo
cultural
y
la
serpiente
se
morda
la
cola.
Si
Garcilaso
Inca
llamaba
a
Cuzco
la
nueva
Roma
y
coloreaba
de romanismo su historia de Amrica, los humanistasy glosadores de
textos
latinos
invocaban
los
usos
y
costumbres
del
Nuevo
Mundo
para
aclarar
sus
clsicos.
Surga
la
etnografa
y
el
folklore
comparado.
Eugenio
Asensio
Lisboa.