UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS ESCUELA DE PSICOLOGÍA PROFESORES: Ps. Valeria Guerrero NEUROFISIOLOGÍA SIC 417 ---- ENFERMEDADES NEUROPSICOLÓGICAS DISFUNCION EJECUTIVA Desarrollo De L as Funciones Ejecutivas La corteza prefrontal es esencial para la realización correcta de las funciones ejecutivas, y la dopamina y norepine frina, los neurotransmisores mas implicados. Por lo tanto, se concluye que las funciones ejecutivas están vinculadas al desarrollo de la corteza prefrontal, la cual aparece filogenéticamente con los mamíferos. Está más desarrollada en el humano que en cualquier otra especie. En el humano su desarrollo estructural y funcional es el más tardío de toda la neocorteza y constit uye el 30% de ella. La adquisi ción de l as funciones ejecuti vas muestra u n comienz o alrededor de los 12 meses de edad y de ahí se desarrolla lentamente con dos picos, a los 4 y a los 18 años; se estabiliza posteriormente y declina en la vejez (curva en forma de u invertida). El área de apoyo que recibe y envía información para la ejecución adecuada de la función ejecutiva es la porción anterior de la circunvolución supracallosa o paleocorteza cingulada (áreas 24 y 32), que supervisa la calidad de las funciones ejecutivas y controla los mecanismos de anticipación, las consecuencias y los errores. La corteza prefrontal es esencial para el desempeño de las funciones ejecutivas que consiste en una serie de operaciones mentales que nos permiten resolver problemas deliberadament e: 1. La inhibición de la respuesta prepotente, de las respuestas o patrones de respuestas en marcha y de la interferencia de otros estímulos no releva ntes. 2. La activación de la memoria de trabajo verbal y no verbal. 3. La autorregulación del estado de alerta, emocional y motivacional. 4. El planteamiento, ordenamiento y evaluación de los resultados. http://www.alzheimer.org.ar/?p=62
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ENFERMEDADES NEUROPSICOLÓGICAS
DISFUNCION EJECUTIVA
Desarrollo De Las Funciones Ejecutivas
La corteza prefrontal es esencial para la realización correcta de las funciones ejecutivas, y la
dopamina y norepinefrina, los neurotransmisores mas implicados. Por lo tanto, se concluye que las
funciones ejecutivas están vinculadas al desarrollo de la corteza prefrontal, la cual aparece
filogenéticamente con los mamíferos. Está más desarrollada en el humano que en cualquier otra
especie. En el humano su desarrollo estructural y funcional es el más tardío de toda la neocorteza y
constituye el 30% de ella. La adquisición de las funciones ejecutivas muestra un comienzoalrededor de los 12 meses de edad y de ahí se desarrolla lentamente con dos picos, a los 4 y a los 18
años; se estabiliza posteriormente y declina en la vejez (curva en forma de u invertida).
El área de apoyo que recibe y envía información para la ejecución adecuada de la función
ejecutiva es la porción anterior de la circunvolución supracallosa o paleocorteza cingulada (áreas 24
y 32), que supervisa la calidad de las funciones ejecutivas y controla los mecanismos de
anticipación, las consecuencias y los errores.
La corteza prefrontal es esencial para el desempeño de las funciones ejecutivas que consiste en
una serie de operaciones mentales que nos permiten resolver problemas deliberadamente:
1. La inhibición de la respuesta prepotente, de las respuestas o patrones de respuestas en marcha
y de la interferencia de otros estímulos no relevantes.
2. La activación de la memoria de trabajo verbal y no verbal.
3. La autorregulación del estado de alerta, emocional y motivacional.
4. El planteamiento, ordenamiento y evaluación de los resultados.
Paulatinamente fueron apareciendo descripciones clínicas similares, como las de Quensel,
Schuster o Bernhardt (Bernhardt & Borchardt, 1909; Quensel, 1914; Schuster, 1902), que añadieron
rasgos clínicos como la impulsividad, la agresividad, el infantilismo, la conducta grosera y
socialmente inapropiada. Tras la Primera Guerra Mundial, Feuchtwanger (Feuchtwanger, 1923)analizó los síntomas que presentaban los pacientes con lesiones prefrontales, concluyendo que
aparecían con mayor frecuencia que trastornos sensoriomotores, lingüísticos o de memoria, más
habituales en lesiones no frontales. Además, este autor recalcó la importancia de la personalidad
premórbida como influencia en la presentación del cuadro clínico, cuya variabilidad incluía
depresión o apatía, euforia, psicopatía o histeria. Esta diversidad de síntomas le sirvió para
considerar que un concepto simplista como el SLF no era sostenible (Benton, 1991).
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A lo largo de las décadas posteriores, se fue ahondando en las descripciones clínicas de los
pacientes con lesiones prefrontales. A pesar de que los influyentes trabajos de algunos autores
(Hebb, 1945; Vincent, 1936) sugerían que estas lesiones no tenían efecto alguno (lo cual explica la
visión del córtex prefrontal como «área silente del cerebro») se fue asentando la idea de que las
lesiones de la corteza prefrontal (CPF) provocaban exacerbaciones de la personalidad premórbida,
así como nuevas conductas patológicas. (Sánchez-Cubillo, N. et al. 2007).
2. DISFUNCIÓN EJECUTIVA ± DEFINICIÓN GENERAL DE LA PATOLOGÍA
Las disfunciones ejecutivas se han considerado prototípicas de la patología del lóbulo frontal,
fundamentalmente de las lesiones o disfunciones que afectan a la región prefrontal dorsolateral
(Stern y Prohasca, 1996; Malloy y Alloia, 1998). Así, se ha acuñado el término "síndrome
disejecutivo" para definir en primer lugar, las dificultades que exhiben algunos pacientes con una
marcada dificultad para centrase en la tarea y finalizarla sin un control ambiental externo (Baddeley
y Wilson, 1988). En segundo lugar, presentan dificultades en el establecimiento de nuevos
repertorios conductuales y una falta de capacidad para utilizar estrategias operativas. En tercer lugar,
muestran limitaciones en la productividad y creatividad, con alta de flexibilidad cognitiva. En cuarto
lugar, la conducta de los sujetos afectados por alteraciones en el funcionamiento ejecutivo pone de
manifiesto una incapacidad para la abstracción de ideas y muestra dificultades para anticipar las
consecuencias de su comportamiento, lo que provoca una mayor impulsividad o incapacidad para
posponer una respuesta. Rylander ya señalaba en 1939 que "el síndrome frontal produce alteraciones
en la atención, incremento de la distracción, dificultad para captar una realidad compleja: Los
sujetos son capaces de resolver adecuadamente tareas rutinarias., pero incapaces de resolver tareas
novedosas" (Bausela E. 2007)
Las lesiones producidas en la zona prefrontal del cerebro, determinan, en la mayor parte de los
casos, la aparición de un conjunto de síntomas que se agrupan bajo el denominado síndrome frontal,
teniendo consecuencias sobre el córtex motor, el premotor y otras áreas con las que mantieneestrechas relaciones. Las alteraciones que se producen como consecuencia de una disfunción del
lóbulo. (Bausela H. 2007)
En el campo de la neuropsicología ha habido siempre un interés por el estudio de las funciones
ejecutivas dentro del ³síndrome frontal´, pero desde comienzos de la década de los sesenta,
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paralelamente a los avances en el conocimiento de esta región cortical, el interés se ha intensificado
considerablemente.
Barkley (1997) define este síndrome como ³la incapacidad de seguir una secuencia desconocida
de actos dirigidos a un fin determinado, evidenciando, por otra parte, la imposibilidad de poner en
juego las diferentes variables que intervienen y de decidir con relación a lo juzgado´. Presentaría
como características diferentes síntomas, con ligeras variaciones, según los investigadores. Así,
según Pistoia, Abad y Etchepareborda (2004): dificultad en el manejo de la dirección de la atención
(dificultad en inhibir estímulos irrelevantes), dificultad en el reconocimiento de patrones de
prioridad (falta de reconocimiento de las jerarquías y significado de los estímulos ± análisis y
síntesis-), impedimento de formular una intención: dificultad en reconocer y seleccionar las metas
adecuadas para la resolución de un problema, e imposibilidad de establecer un plan de consecuciónde logros (falta de análisis sobre las actividades necesarias para la consecución de un fin), y
dificultades para la ejecución de un plan, no logrando la monitorización ni la posible modificación
de la tarea según lo planificado. Para Baddeley y Wilson (1988) comprende las siguientes
características: Dificultad para centrarse en una tarea y finalizarla sin un control ambiental externo,
presencia de un comportamiento rígido, perseverante, a veces con conductas estereotipadas,
dificultades en el establecimiento de nuevos repertorios conductuales, junto con una falta de
capacidad para utilizar estrategias operativas, y limitaciones en la productividad y la creatividad con
falta de flexibilidad cognitiva. Por último, la conducta de las personas afectadas por alteraciones enel funcionamiento ejecutivo pone de manifiesto una incapacidad para la abstracción y dificultades
para anticipar las consecuencias de su comportamiento.
Rylander, ya señalaba en 1939, que ³el síndrome frontal produce alteraciones en la atención,
incremento de la distracción, dificultad para captar una realidad compleja: Los sujetos son capaces
de resolver adecuadamente tareas rutinarias, pero incapaces de resolver tareas novedosas´. Las
alteraciones de la función ejecutiva se han vinculado tradicionalmente a las disfunciones del lóbulo
frontal (Barroso y León Carrión, 2002) no obstante, debemos ser prudentes, tal y como señala Stuss
(1992), ya que un abordaje estrictamente localizacionista parece ser inapropiado. Así, recientes
estudios lesionales (Lipska, Weinberger y Kolb, 2000), clínicos (Igarashi, Oguni, Osawa, Awaya,
Kato, Mimura y col. 2002) y de neuroimagen (Campo, Maestú, Ortiz, Capilla, Fernández y Amo,
prensa) han evidenciado la implicación de otras estructuras corticales y subcorticales en la ejecución
de estas áreas. Estos hallazgos retan la idea tradicional localizacionista, apoyando la hipótesis de que
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el auténtico sustrato de las funciones ejecutivas no es la corteza prefrontal, sino circuitos neuronales
ampliamente distribuidos en los que participaría, entre otros, la corteza prefrontal (Campo et al.,
prensa).
La situación actual del síndrome del lóbulo frontal es la de un término en creciente desuso,
precisamente por la gran variabilidad de síntomas que ya señalara Feuchtwanger (Feuchtwanger,
1923). La tendencia actual es la de separar este concepto global en varios síndromes más
específicos, desde la neuropsiquiatría, o bien a describir los procesos cognitivos subyacentes y su
afectación, desde la neuropsicología cognitiva.
a) La perspectiva neuropsiquiátrica
Las clasificaciones diagnósticas internacionales (CIE, DSM) consideran estas alteraciones, y lo
hacen bajo el epígrafe Trastorno Orgánico de Personalidad (CIE-10; F07.0) o Cambio de
personalidad debido a enfermedad médica (DSM-IV). Además, incluyen varios subtipos
(desinhibido, lábil, agresivo, apático, mixto, etc.) para reflejar la variabilidad de presentación del
trastorno.
Como evolución desde el síndrome unitario hacia una descripción más pormenorizada de la
sintomatología subsiguiente a las lesiones prefrontales, se propuso su división en tres grupos, enfunción de las áreas lesionadas y de las características conductuales (Duffy & Campbell, 1994;
Moreno Gea & Blanco Sánchez, 1997):
1) Un síndrome desinhibido (también llamado pseudopsicopático), que se observa tras la lesión de
las áreas orbitofrontales (o del circuito del que forman parte (Cummings, 1998)) del CPF,
caracterizado por impulsividad, escasa empatía, afecto inapropiado e infantil, distractibilidad,
egocentrismo, inestabilidad emocional, falta de juicio social, irritabilidad y dificultad para adecuar el
comportamiento al entorno social.
2) Un síndrome apático, tras lesionarse áreas del cíngulo anterior (o de su circuito (Cummings,
1998)), que incluye apatía extrema, espontaneidad del comportamiento reducida, lenguaje
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3) Un síndrome disejecutivo, implicado en lesiones dorsolaterales del CPF (y del circuito
correspondiente (Cummings, 1998)), que no suele incluirse en los trastornos de conducta, ya que se
caracteriza por dificultades de planificación, abstracción, fluidez, ordenación temporal, en definitiva,
funciones ejecutivas, aunque puede ir asociada cierta apatía y embotamiento afectivo.
b) La perspectiva de la neuropsicología cognitiva:
Tradicionalmente, la neuropsicología cognitiva ha centrado sus esfuerzos principalmente en
procesos como la atención, la memoria, etc., pero ha mantenido durante mucho tiempo fuera de su
foco de atención las alteraciones de conducta. Esto se debe, en parte, a su gran dificultad de estudio,
pero también debido a que se ha considerado área de estudio de la psiquiatría. Afortunadamente, en
los últimos años el interés por las alteraciones de conducta, especialmente las de tipo desinhibido y,en menor medida, la apatía, ha aumentado espectacularmente y su estudio produce gran cantidad de
publicaciones científicas al más alto nivel. (Sánchez I. et col. 2007)
3.- PATOLOGÍAS ASOCIADAS A LAS DISFUNCIONES EJECUTIVAS
Hay un gran número de enfermedades y desórdenes neurológicos y neuropsiquátricos del
desarrollo en los que se ha encontrado una alteración en alguno o varios componentes de la función
ejecutiva. Estos trastornos tienen como síntomas y signos comunes a aquellos observados en pacientes con lesiones de los lóbulos frontales, como son la impulsividad, la inatención, la
perseverancia, la falta de autorregulación comportamental, la dependencia ambiental y la deficiencia
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Disfunción frontal en la infancia: trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes en la infancia. Se refiere a
un conjunto variable de síntomas de hiperactividad-impulsividad y/o inatención, que tienen una
intensidad desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo del niño. Distintos
estudios han evidenciado una disfunción en un circuito frontoestriatal en el TDAH. Actualmente
existen cinco modelos teóricos que intentan dar cuenta los déficit cognitivos primarios del TDAH:
Modelo de función ejecutiva.
Modelo de inhibición.
Modelo de inhibición/activación conductual.
Modelo cognitivo-energético.
Modelo de aversión a la demora.
La búsqueda de endofenotipos, es decir, índices cuantitativos que predigan el riesgo de padecer
TDAH , podría ayudar a integrar esta diversidad de modelos. Se han propuesto cuatro candidatos a
ser endofenotipos cognitivos del TDAH: déficit en la inhibición de respuesta, en la memoria de
trabajo, en el procesamiento temporal y reducción del gradiente de demora.
Estos posibles endofenotipos recogen lo que, según distintos autores, podrían ser loscomponentes esenciales de las FE, al mismo tiempo que habilidades dependientes del correcto
funcionamiento de la corteza prefrontal: la integración temporal, la memoria de trabajo y la
inhibición. (Capilla-González A., 2004).
Trastorno de Atención en la Esquizofrenia
La propia clínica de la esquizofrenia, en especial los síntomas negativos, sugiere una disfunción
del lóbulo frontal. La hipótesis de la hipofrontalidad en la esquizofrenia, que tuvo su máximo
apogeo en la década de los 70, procede de las observaciones clínicas, de los hallazgos
neuropsicológicos y de los primeros estudios de neuroimagen realizados con flujo sanguíneo
cerebral. De hecho, los datos iniciales de hipofrontalidad no han sido posteriormente confirmados, e
incluso se ha hablado de hiperfrontalidad en episodios agudo. Los estudios neuropsicológicos han
detectado problemas en la solución de tests clásicamente alterados en sujetos con lesiones frontales
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y las alteraciones en estas pruebas parecen ser independientes de la cronicidad,y del tratamiento. Los
datos neuropsicológicos de déficit frontales son además consistentes con el hallazgo de trastornos en
los movimientos oculares y con los hallazgos de neuroimagen estructural: dilatación del surco
principal, disminución del volumen del lóbulo frontal y disminución del grosor cortical.
También son consistentes con los recientes datos sobre espectroscopia por resonancia magnética
en los que se observa una disminución de la concentración de N-acetil aspartato (NAA), que parece
ser un marcador neuronal. No obstante, los datos de neuroimagen funcional no son tan evidentes. En
concreto, los estudios en situación de reposo no han podido hallar una hipofrontalidad en pacientes
esquizofrénicos. Por otro lado, esta hipofrontalidad sí parece un hecho consistentemente observado
en los estudios de activación (Weinberger y Berman, 1996).
Las diferencias en el córtex prefrontal parecen ser demasiado sutiles para ser detectadas
directamente, pero correlacionan con reducciones en áreas del lóbulo temporal izquierdo que están
neuroanatómica y neurofuncionalmente relacionadas (Shenton et al., 2001). En este sentido, Wible
et al. (1995), a pesar de no hallar diferencias volumétricas en el lóbulo frontal entre pacientes y
sujetos control, observaron que la sustancia gris del lóbulo frontal izquierdo mostraba una fuerte
correlación con la reducción volumétrica de amígdala, hipocampo, giro parahipocampal y giro
temporal superior izquierdos. También hallaron una correlación entre la disminución del volumen
prefrontal izquierdo y la sintomatología negativa. De forma similar, Breier et al. (1992) encontraronuna correlación entre el volumen del córtex prefrontal y el lóbulo temporal, además obtuvieron
correlaciones entre la sustancia blanca prefrontal derecha y el volumen de la amígdala y el
hipocampo ipsilaterales. (Salgado P. 2002)
Goldstein et al. (1999) hallaron una reducción de un 7-15 % en el volumen del lóbulo frontal
medial y regiones frontoorbitales derechas. Gur et al. (2000) describieron reducción de la sustancia
gris en regiones dorsolaterales que iban de un 9% en hombres a un 11 % en mujeres. La reducción
del volumen total de la región dorsolateral fue evidente sólo en los pacientes varones, mientras que
una reducción del volumen orbitofrontal fue evidente sólo en las mujeres. (Salgado P. 2002)
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Evidencias de alteraciones ejecutivas en la psicopatía
La relación entre la psicopatía y las funciones ejecutivas ha cosechado un interés creciente en los
últimos años. En este sentido, numerosos autores han postulado que los déficit en las funciones
ejecutivas son un importante factor de riesgo para el desarrollo de comportamientos antisociales.
El caso de Phineas Gage fue el paradigma del llamado síndrome frontal, y sirvió de soporte para
asociar el comportamiento típico de los psicópatas a déficit estructurales o funcionales frontales.
Se han establecido tres síndromes frontales según la zona del córtex principalmente afectada :
± Síndrome dorsolateral. La sintomatología predominante es de tipo pseudodepresivo. Se ha dado en
llamar a este subtipo el disejecutivo. La zona de afectación es la convexidad frontal y se caracteriza por la disminución de actividad de los procesos cognitivos, la hipocinesia, la apatía, irritabilidad o
ninercia, pérdida de iniciativa y dejadez personal, un síndrome amotivacional, la impersistencia
cognitiva, un pensamiento concreto y empobrecido, el embotamiento afectivo con alteraciones en la
programación motora y, en definitiva, trastornos de las funciones ejecutivas. Lo más patognómico
de este síndrome es la deficiencia en la planificación.
± Síndrome orbital. La síntomatología predominante es de tipo pseudopsicopático. Hay una
importante tendencia a la desinhibición, e incluso a la manía. La zona de afectación es orbitofrontaly se expresa en la incapacidad para inhibir respuestas inadecuadas, hipercinesia, distractibilidad,
imprudencia y conductas agresivas, impulsividad e inestabilidad emocional, euforia, humor pueril o
moria, egocentrismo, falta de empatía, desinhibición sexual, escaso juicio, disminución de los
afectos, juicios emocionales complejos y disminución o falta de sensibilización interpersonal.
± Síndrome medial-cingular. La sintomatología predominante es de subtipo apático, en el que
destaca la hipocinesia. La zona lesionada es la circunvolución del cíngulo, y se caracteriza por la
abulia, la apatía y el desinterés, una disminución de la espontaneidad en el habla (puede haber
mutismo) y en la conducta motora (incluso puede llegar a la acinesia), así como una reducción de la
aprosodia. Si bien sólo se ha hablado de síndrome disejecutivo en el subtipo seudodepresivo, el
concepto de funciones ejecutivas aparece recogido directa o indirectamente en los tres síndromes
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Los déficit en la FE de los psicópatas se han evaluado con múltiples test neuropsicológicos, como
el WCST, los laberintos de Porteus, los test de fluidez verbal, VOT, la prueba de fluidez de diseños,
el test de Stroop, el SMMT, cuestionarios de actividades preferenciales, tareas go/no go, la torre de
Hanoi, el TMT, el AVLT y el subtest de cubos del WAIS, entre otra. Los trabajos con técnicas de
neuroimagen han obtenido resultados compatibles en cuanto a la posible disfunción cerebral en los
psicópatas. Los datos apuntan a la afectación del lóbulo frontal y de la amígdala, y se observa una
reducción del volumen de la corteza prefrontal y cambios en componentes del sistema límbico
involucrados en el procesamiento emocional. También hay evidencias de ciertas anormalidades de la
actividad eléctrica cerebral relacionadas con la corteza frontal.. (Navas Collado E. 2004).
Depresión Mayor:
Existe cierta evidencia de patología frontal en los cuadros de depresión mayor. La depresiónmayor está asociada a una reducción del metabolismo frontal tanto n las presentaciones unipolares
como en las bipolares. Además, existe evidencia de una selectiva atrofia cortical y alteraciones en la
arquitectura cortical frontal en pacientes con depresión mayor. Los accidentes cerebrovasculares
están estrechamente relacionados con síndromes depresivos post-ACV. Depresiones mayores
francas pueden ser consecuencias de lesiones en los ganglios basales. Los déficits ejecutivos que
acompañan a la depresión mejoran notablemente con la resolución de sus síntomas.
Trastorno Obsesivo Compulsivo Este trastorno se caracteriza por ideas intrusivas e indeseables, pensamientos e imágenes
llamadas obsesiones que junto con las actividades y rituales repetitivos conforman las compulsiones.
Los estudios clínicopatológicas, estructurales y funcionales involucran a los circuitos frontales-
subcorticales en la patogénesis del TOC. Tumores pericallosos comprimiendo el giro posterior del
cíngulo, trauma en el cíngulo anterior o en la corteza orbitofrontal, descargas epilépticas originadas
en el giro del cíngulo anterior, lesiones isquemicas subcorticales en el núcleo caudado o en el
putámen puede llevar a un TOC. Estudios de PET han demostrado un aumento anormal de la
actividad en la corteza orbitofrontal y en las regiones del caudado en pacientes con TOC. Estas áreas
muestran un aumento de la actividad funcional cuando los síntomas del TOC son inducidos. El
cíngulo anterior, que tiene conexiones límbicas y estrechas asociaciones con la corteza orbitofrontal,
también tiene un aumento de actividad en estudio de pacientes con TOC (Tekin S and Cummings J,
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Torre de Hanoi
Es una tarea en la que se evalúa la organización y la programación visoespacial de una secuencia de
movimientos, por lo que implica a la memoria operativa. Hay dos versiones de la prueba, una con
tres anillos y la otra con cinco. En sujetos con daño frontal, este test genera enormes dificultades.
Prueba de fluidez de diseños
Al igual que la anterior, busca la fluencia, aunque en este caso los aspectos visuomotores; además,
se obtiene información acerca de la capacidad de programación de diseños. La prueba consta de dos
partes en las que se solicita, en primer lugar, dibujar el mayor número de figuras o formas con o sinsentido posible durante tres minutos; posteriormente, se introducen restricciones, como permitir sólo
el trabajo con cuatro líneas determinadas, para realizar la misma tarea. El análisis de la evaluación y
programación visuomotora no está relacionado con la fluidez verbal, por lo que esta prueba se ha
tomado como una medida sensible a la actividad prefrontal derecha.
Prueba de apertura de caminos (TMT A y B)
Es un test de atención sostenida, de capacidad de autorregulación, de flexibilidad cognitiva y develocidad psicomotora. La prueba utiliza el formato de unir puntos; al sujeto se le solicita que una
(con un lapicero) una serie de números distribuidos aleatoriamente en orden ascendente. En la
primera parte (A), los estímulos son números (1, 2, 3, etc.), y en la segunda parte (B) hay que
alternar pares de número y letras (1-A, 2-B, 3-C, etc.). Se calcula el tiempo que los sujetos tardan en
completar cada test. La parte B se ha mostrado sensible al daño en los lóbulos frontales, si bien otros
autores han considerado la prueba como un correlato de daño cerebral no específico.
Test de aprendizaje verbal (AVLT)
Es un test de memoria verbal que implica la administración de dos listas de 15 palabras comunes a
razón de una por segundo. La primera lista (A) se repite en cinco ocasiones. El sujeto ha de intentar
recordar el mayor número de palabras posible en cada presentación. Tras esto, se presenta una
segunda lista (B) en una sola ocasión; la labor del sujeto es la misma que en A.
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Después de B, el sujeto tiene que recordar las palabras de A sin que se presente la lista. Tras 30
minutos, aproximadamente, se administra una tarea de reconocimiento por escrito.
La prueba es sensible al daño frontal en las siguientes medidas:
a) diferencia entre el número de palabras recordadas en el primer y el quinto intento de A; b) número
de palabras recordadas en el quinto intento (habilidad para mejorar el recuerdo por la exposición
repetida), y c) seguridad en la tarea de reconocimiento (medida de la organización de la memoria).
Subtest de cubos del WAIS [90,91]
El sujeto dispone de una serie de cubos con dos caras rojas, dos blancas y dos con los dos colores.La tarea consiste en formar unos diseños con los cubos que se presentan de forma gráfica. Para
realizar correctamente la tarea se requiere una atención intacta, planificación, organización,
razonamiento abstracto y habilidades constructivas y visuoespaciales. Los individuos con daño
prefrontal puntúan bajo en este test.
7. NOMBRE Y DESCRIBA BREVEMENTE SÍNDROMES NEUROLÓGICOS DONDE
SE PUEDEN PRESENTAR .
Las lesiones producidas en la zona prefrontal del cerebro, determinan, en la mayor parte de los
casos, la aparición de un conjunto de síntomas que se agrupan bajo el denominado síndrome frontal,
teniendo consecuencias sobre el córtex motor, el premotor y otras áreas con las que mantiene
estrechas relaciones. Las alteraciones que se producen como consecuencia de una disfunción del
lóbulo frontal, incluye múltiples habilidades neuropsicológicas (Absher y Cummings, 1995; Goel y
Grafman, 1995; Perea, Ladera y Echeandia, 2001; Hernández, Suarwein, Jambaqué, De Guise,
Lussier, Lortie, Dulac y Lassonde, 2002). Kolb y Whishaw (1986) sintetizan catorce síntomas