Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ENSAYO n os pe rm iten literalmente "v er" a La Madremonte ac tuando : " ... Lo único que había eran pie dr itas. las cuales ma sticaba lentamente ha sta que se le des- hací an en la boca. Cuand o tenía s ed se to maba una mano tada de lava caliente ..... (pá g. 8 ). En otros moment os el aci erto está en la c on co rdan cia entre significante y signif ic ado. o sea las palabras se adaptan al sentido y el s entid o a las palabr as: ·· ... El ag ua estaba fr esca. Bebió acurrucada en una r oca de la orilla. Pero pro nt o tu vo que subirse a otra p ues la corri ent e era cada vez más oscura y más rá pi da y cr ecí a y crecí a. Qu é de arabescos y chapu zo n es hací a el rí o y ella co ntestaba con caran - to ña s y zarpazos ... " ( pá g. 8). Si quit á ramos lo qu e n os hemos atre vi do a ll amar el segund o libro, o sea las a ve nturas del duend e, la his to - ria ga na ría en c oh erencia y calidad , pues el co nflicto plante ado al inicio só lo se resuelve al final, y lo que hay en medi o no altera en nad a e l nú cl eo ar gumental. El li br o se redu ciría en núm ero de páginas pero crecería en calidad. Hu bie ra pr eferido qu e Jorge Hol- gu ín estu vic> ra vi vo para que pudie ra replicar a mis tambi én porque pa rece al go des leal h ablar de alg ui en tan recién muert o, que no puede respo nder por su pal abra , ni por el peso de la vigencia de su o bra en el tie mp o. Me permitió ha ce rlo el acerca rme des pr eve nidam ente a Gior- 132 gio y a Madreselva. lo único que de él cono zco: parte de su obra llamada a vivir o a perecer por sí mis ma . El tiempo tendrá la última palabra . Lo demá s es información tomada del periódico: que vivía en Copenha- gue de s de 1982, que allí murió a los 37 años. Que era bailarín, core ó- grafo, ac tor , pintor, escri tor , c ar ica- tur is ta , fotógrafo, guionis ta . De su obra escrita se conocen : Giorgio 1 (Ti ras no cómicas), Fútbol en las nub es ( Cuento de Navidad), Mar ie la de l os espejos y otros cuent os y dan - zas pri vad as ( Manual de rituales). Tenía en preparación Giorgio 11 y San Jorge de Caramelo o La Virgen vol ad ora. BEATRIZ HELENA ROBLEDO Discursos, homilías, • evocactones Ensayistas · Cl ru A lj onsu Lobo Ser na (w mptlaúor) B1bho t eca de Autores Ocañ eros. lnst1 tut o C ar o y Cue rvo. Bogotá. 191!1!. 389 págs. Si el título de este libro hubiera sido M iscelán ea. ser ía menos inj us to c on el lector. po rque luego de recorrer sus casi c uatr oc ientas página s encue ntra to da c lase de géner os, pe ro el qu e más escas ea es el ens ayo . Es lamentable que este último tom o (número 20) de la Bibliot ec a de Aut o- res Ocañeros peque de tanta ligereza en la selección de te xt os y de tanta gener os idad en la escogencia de l os autores, contradiciendo los paráme- tr os que se ñalaron el ri gor y la cali- dad de to mo s ant e ri ores, co mo los dedicad os a los Felibres, José Euse- bio C ar o, Luis Eduardo Páez Cour- vel. los cronis ta s y la historia de la ciudad de Ocaña . En Ensayis tas. la con s tante es la i mpr ovisación para un de so rdenado y desigual collage de discur sos, homi- lías, c onfer enc ias. prólogos de ant o- logías, semblanzas humana s, comen- tarios de libros, evoc ación de ciudades y pa isa jes, notas nec rológicas, cr óni- RESE"ÑAS cas aldeanas e, incluso, una carta. Y en ese pintoresco álbum retórico muy pocas veces as oma la cabeza esa sobria figura del ensayo . Son veintiún autores , entre anti - guos y co ntemporáneos, recono cidos e inéditos, es tudi o sos y frívolos, que no c umplen con la intención del anto- logista , de presentar "un buen número de letrados que han dado lustre a la comarca nortesantanderiana de Oca- ña" . Y conste que la provincia sí tiene ensayistas que merecían la prom o- ción en el pulcro estilo editorial de es ta colección. Lucio Pabón Núñez, Jorge Pacheco Quintero, Leonardo Molina Lemus, Ci ro Alfon so Lobo Serna y Páez Courvel han i ncur s ionado con éxito en este género , y sus texto s son los que más se aproximan a cumpl i r con las exigencias del tí tulo de la antolo- gia . Sin embargo , comparados co n otr os trabajos , és to s s on artículos de to no menor, sin el rigor, la investiga- ció n, las alternativas , hipótes is y con - clusiones del verdadero ens ayo . De Pacheco Quintero . por ejemplo. se escogió un prólogo a la Antología de Ja poesía en Colo mbia, con intere- santes planteamie ntos sobre los perío- dos renacenti s ta , barroco y neoclá- sico, pero si n la profundidad de otros es tudios s uyos s obre el mis mo tema . De Pab ón Núñe z, una evocac ió n lírica de Florencia y un dis curso con motivo de los ochenta años de la Co nstitución de 1886, teniendo él, como tiene, erudit os ensayos s obre la hi s panidad , el Quijote, Primo deRive - ra y la guerra c ivil española . Y de Páez Courvel , un discur so almiba- rado s obre el paisaje s antandereano, para la sesión s olemne de un centr o de histor ia. El antologista , que tampoco acierta en la es cogencia de sus texto s, reco- noce que las "mucha s horas de repaso, de estudio y de selección para encon - trar los ensayos, no siempre totales por falta de espacio . signifique haber hallado lo mejor que , en ese género . es crib i er o n". Y al referirse a los ens a- yistas más recientes confiesa haber s acado sus escritos de perió dicos de provincia o de diarios bogotanos. aspirando a leerlos algún día "con un estilo más c astigado". Bolctln CIIIIIIRI y l ibliOitafiCO Vol. n. IIVIII. 22, 19IJO