1 VII JORNADAS DE CULTURA CLÁSICA.COM Centro cultural La Alcazaba. Mérida. 6 de mayo de 2011. Los dioses del Olimpo en el Museo del Prado Francisca Morillo y María Rosa Ruiz de Elvira. Grupo Tempe. GUIÓN 1. Introducción: • El entorno Neoclásico. El Salón del Prado • El Museo del Prado • Los fondos mitológicos (Cristina de Suecia, Musas, Rubens y encargos reales: Buen Retiro y Torre de la Parada) 2. Los dioses del Olimpo 3. Aplicación didáctica 1. Introducción • El entorno Neoclásico Dado que vamos a asistir a la representación de una obra de Plauto, como en una composición en anillo, vamos a comenzar la tarde citando a Plauto. En el verso 55 de Curculio dice qui e nuce nucleum esse uolt, frangit nucem “el que quiere comer el núcleo de la nuez, rompe la nuez”, así nosotras para aceder al núcleo que son los dioses del Olimpo vamos a comenzar comentando la envoltura que es el entorno que los rodea, en este caso el Museo del Prado. El Museo del Prado está situado en El Salón del Prado. El conde de Aranda, Presidente del Consejo de Castilla y Capitán General de los Ejércitos bajo el reinado de Carlos III, pretendía convertir el Prado del monasterio de
Dioses del Olimpo en el Museo del Prado. Ponencia desarrollada por Francisca Morillo y María Rosa Ruiz de Elvira (Grupo Tempe) en las VII Jornadas de CulturaClásica.com, en Mérida, el 6 de mayo de 2011.
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VII JORNADAS DE CULTURA CLÁSICA.COM Centro cultural La Alcazaba. Mérida. 6 de mayo de 2011.
Los dioses del Olimpo en el Museo del Prado
Francisca Morillo y María Rosa Ruiz de Elvira. Grupo Tempe. GUIÓN
1. Introducción:
• El entorno Neoclásico. El Salón del Prado • El Museo del Prado
• Los fondos mitológicos (Cristina de Suecia, Musas,
Rubens y encargos reales: Buen Retiro y Torre de la Parada)
2. Los dioses del Olimpo 3. Aplicación didáctica
1. Introducción • El entorno Neoclásico
Dado que vamos a asistir a la representación de una obra de Plauto,
como en una composición en anillo, vamos a comenzar la tarde citando a
Plauto. En el verso 55 de Curculio dice qui e nuce nucleum esse uolt, frangit
nucem “el que quiere comer el núcleo de la nuez, rompe la nuez”, así
nosotras para aceder al núcleo que son los dioses del Olimpo vamos a
comenzar comentando la envoltura que es el entorno que los rodea, en este
caso el Museo del Prado.
El Museo del Prado está situado en El Salón del Prado. El conde de
Aranda, Presidente del Consejo de Castilla y Capitán General de los Ejércitos
bajo el reinado de Carlos III, pretendía convertir el Prado del monasterio de
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los Jerónimos, entonces a las afueras de Madrid, en un "Salón" europeo, es
decir, un amplio paseo (hay que recordar que en Segovia hay un paseo
peatonal, fuera de la muralla, que se llama también el "Salón"). El objetivo
era que estuviese cercano al casco urbano para que permitiera el
esparcimiento a los ciudadanos. Encargó, por tanto, el proyecto al ingeniero
José de Hermosilla, que diseñó, entre 1766-1781, un paseo con planta de
hipódromo –actual Paseo del Prado-, estrecho y alargado, con un paseo
peatonal central y dos vías laterales de circulación de carruajes. Se llamó el
Salón del Prado.
Las Fuentes
Los extremos de este "salón" acababan en curvas o ábsides en los que
había dos grandes fuentes circulares dedicadas a Neptuno, dios del agua, y a
Cibeles, diosa de la tierra, que se orientaban mirando a otra fuente en el
centro del paseo dedicada a Apolo, que, por su identificación con el Sol,
representaba el fuego y el aire, y que centralizaba todo el desarrollo elíptico
lineal del conjunto. La Fuente de Neptuno, en la intención de Carlos III,
simbolizaba la Marina, reformada por él, y por consiguiente las colonias, cuyo
nexo de unión con España era el océano. La Fuente de Apolo simbolizaba la
protección de Carlos III a las artes y las ciencias. La Fuente de Cibeles
representaba la protección a la agricultura.
¿Por qué se eligieron? Por destacar la protección del monarca y porque
el arquitecto, Ventura Rodríguez, tenía una formación enteramente clásica.
Esa formación tanto de él como de Hermosilla se plasmó en la concepción
del conjunto.
La Fuente de Neptuno estaba mirando a la de Cibeles, más bien cerca
de la Plaza de la Lealtad, pero en 1891 fue trasladada al centro de la plaza, en
una posición más elevada, y se orientó mirando hacia la Carrera de San
Jerónimo. Fue realizada por el escultor Juan Pascual de Mena. La de Apolo
está en el paseo peatonal, entre Cibeles y Neptuno y mirando hacia la vía
central. La de Cibeles estaba situada primitivamente en el extremo opuesto
de Neptuno en el eje del Salón del Prado, junto al Palacio de Buenavista, y
mirando hacia la de Neptuno, pero, igualmente en 1891, fue trasladada al
centro de la plaza, en una posición más elevada y mirando hacia la calle de
Alcalá, hacia Sol. La diosa y el carro fueron esculpidos por Francisco Gutiérrez,
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y los leones por Roberto Michel. Los niños de la parte trasera son un añadido
del siglo XIX.
• Museo del Prado
Para completar el conjunto, el rey Carlos III, que sentía una enorme
afición por la botánica, ya en 1774 promovió el traslado del Jardín Botánico,
situado en principio junto al actual Palacio de la Moncloa, Salón del Prado.
Diseñaron el emplazamiento actual, bajo el impulso de Carlos III, los
arquitectos Francisco Sabatini, Antonio Berete y Juan de Villanueva, así como
el botánico Casimiro Gómez Ortega (autor de la inscripción latina que hay
sobre la verja de la Puerta del Rey, pues en esa época todo científico y
arquitecto que destacara sabía latín).
Después, hacia 1785, el arquitecto Juan de Villanueva, por encargo
del Conde de Floridablanca, mano derecha del rey Carlos III por esa época,
elaboró el proyecto para un edificio que estaría entre la Fuente de Neptuno y
el Jardín Botánico, y se llamaría el Gabinete de Historia Natural. El edificio,
hoy Museo del Prado, está concebido conforme a un eje longitudinal paralelo
al paseo. Villanueva lo concibió como un edificio alargado siguiendo el eje de
una luminosa galería rematada en los extremos por dos cubos y en su centro
una edificación basilical. El cubo norte se organizó en torno a una rotonda,
ceñido por columnas jónicas y bóvedas semiesféricas de casetones en su
planta principal, y una cripta en la parte baja. El cubo sur se organizó en
torno a un patio central. Modelos arquitectónicos clásicos: templo circular,
tholos, y atrio central como las domus.
Tiene tres fachadas mirando a tres sitios diferentes porque este edificio
estaba destinado, en principio, a albergar tres instituciones diferentes: la
central que mira al paseo o Puerta de Velázquez estaba destinada al Salón de
Juntas para reuniones de científicos (el hemiciclo central es una fachada con
columnas de estilo dórico); la que está el extremo norte o Puerta de Goya era
el acceso al Museo de Historia Natural (es una entrada con escalinata que
conduce al piso de arriba, ya que entonces –hasta 1885- la planta baja de la
actual puerta de Goya no existía, es decir era un sótano del edificio; esta
fachada tenía columnas de estilo jónico); y la que está en el extremo sur
frente al Jardín Botánico o Puerta de Murillo daba entrada a la Academia de
Ciencias (fachada con columnas de estilo corintio).
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Todo el edificio se construyó muy lentamente y sufrió los destrozos,
antes de que estuviese enteramente terminado, de las tropas napoleónicas
durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Parece que la idea del
museo fue obra de José Bonaparte, pero fue bajo Fernando VII cuando se
destinó finalmente a pinacoteca, y se inauguró en 1819. Este rey aparece
representado en el friso de la puerta de Velázquez como protector de las
Ciencias, Artes y Técnica al lado de los dioses Minerva, Apolo, Mercurio y
Neptuno.
En su día fue museo de pintura y escultura y sería Alfonso XIII en
1920 quien en un Real Decreto lo llamara Museo Nacional del Prado.
Tuvo ampliaciones por la parte posterior debido a la insuficiencia de
espacio ya desde el siglo XIX. En 1951, por no poder extenderse, se recurrió a
incorporar edificios como el Casón del Buen Retiro (1971) y el Palacio de
Villahermosa (1985-1989).
La última ampliación del Museo se encomendó a Rafael Moneo y se
completó en 2007. Esta se dirige hacia el claustro de los Jerónimos (Cubo de
Moneo) y tiene conexión subterránea con el edificio Villanueva: en la parte
nueva la conexión es un vestíbulo y en el edificio Villanueva otro que es en
realidad la parte central del edificio frente a la puerta de Velázquez, especie
de patio rectangular con un ábside, donde ocupan un lugar de honor las ocho
Musas (dan nombre al propio recinto: Museo), de la colección de la reina
Cristina de Suecia.
• Fondos mitológicos
Aunque el edificio albergaba pintura y escultura, durante mucho
tiempo la Escultura -en piedra, bronce y madera-, estuvo como elemento
decorativo interclada en distintos lugares como adorno hasta que se le dio
carta de naturaleza y se le destinaron salas. Procede esta de
• Colecciones reales (excavaciones, importaciones, compras y
donaciones)
• Adquisiciones del Museo de la Trinidad (antiguo convento situado en
la calle de Atocha, convertido en museo en 1835 para albergar las
colecciones de los conventos clausurados por la desamortización de
Mendizábal y las colecciones del infante Sebastián Gabriel de Borbón
y Braganza que apoyó a los carlistas).
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• Adquisiciones del Museo del Prado
Lo que es arte clásico en concreto (originales y copias) procede de la
colección de Felipe II y de la reina Cristina de Suecia fundamentalmente.
Esta fue comprada por Isabel de Farnesio, la esposa de Felipe V, en 1724,
para el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso y hoy es el núcleo
fundamental de la escultura clásica que atesora el Museo del Prado.
La reina Cristina, que había abdicado el 4 de junio de 1654, tenía su
residencia en Roma, en donde reunía esculturas de excavaciones y las
restauraba, algunas en el taller de Bernini. Esta colección fue comprada a
Baldassare Odescalchi.
Pintura. (212 cuadros de tema mitológico según el libro de Pilar González
Serrano). Procede de
1. Encargos reales (Carlos I y su hermana, María de Hungría, y Felipe
II: Tiziano)
2. Felipe IV: dos conjuntos, Buen Retiro y Torre de la Parada.
El Buen Retiro es un palacio mal hecho del que solo se conserva el
Casón del Buen Retiro y el Museo del Ejército. El salón de reinos tenía
cuadros mitológicos de Zurbarán que representaban los trabajos de
Hércules, tomado como símbolo de la monarquía española.
La Torre de la Parada fue un palacete levantado por Carlos I en el
monte del Pardo y ampliado por Felipe II en 1549. Felipe IV la
transformó y amplió en 1636 para que sirviera como apeadero de
caza. Se encargó a Rubens y su taller una serie de cuadros
mitológicos (sesenta y tres), siguiendo el relato de las Metamorfosis
de Ovidio.
3. Encargos a Velázquez
4. Compras: Velázquez (dos viajes a Italia)
Testamentarías de Rubens
Almonedas (Carlos I de Inglaterra)
5. Otros fondos de la Colección Real en el siglo XVII con Felipe V y su
esposa Isabel de Farnesio.
6. Otros fondos de colecciones reales: compras, legados.
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3. Los dioses del Olimpo
Vamos a pasar revista a la colección de representaciones de dioses e
iremos leyendo textos en los que los artistas se han inspirado, teniendo en
cuenta que cada uno interpreta o recrea el mito, a veces por gusto, a veces
condicionado por las circunstancias de la época que vivió o , a veces, por la
imposición de los mecenas. La inspiración para artistas del Renacimiento y
Barroco está sobre todo en Ovidio y poetas alejandrinos, también en
Catulo para las bodas de Tetis y Peleo, en filósofos como Filóstrato el
Viejo, s. II-III, (también Filóstrato el Joven), que en sus Imágenes
describen cuadros como ejercicio de retórica y de observación, retóricos
como Calístrato, s. IV d.C. que comenta cuadros en Descripciones para
alabar obras de envergadura y que añade elementos exóticos y Luciano de
Samósata, s. II d. C.: en un libro llamado Imágenes (εἰκῶνες) hablaba de
Pantea y de bellas y hermosas estatuas para compararlas con su
hermosura.
Destacamos sobre todo las descripciones de Filóstrato el Viejo a partir
de las que un pintor francés del s. XVI, Antoine Caron, hizo grabados y cuya
descripción de animales, paisajes, figuras, personificaciones de ríos, y
fuentes han sido la base de un buen número de cuadros mitológicos.
Aunque el número total de dioses era muy superior, reunidos bajo la
denominación de “dioses olímpicos” fueron siempre doce, como consta
expresamente en muchos textos,
“Doce divinidades, con Júpiter en el centro, están sentados con augusta
majestad en altos sitiales…” OVIDIO, Metamorfosis VI 72-73
si bien, como sucede con frecuencia en agrupaciones numéricas de la
Antigüedad –piénsese, por ejemplo, en las numerosas variantes de la lista
de los Siete Sabios de Grecia o el catálogo de los Argonautas-, las
diferentes listas de los dioses olímpicos discrepan en la identidad de sus
integrantes y en el orden de presentación.
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Así en Ilíada XX 31-40 se mencionan doce alineados en el bando
troyano o aqueo: donde aparecen mencionados (el Crónida, Hera, Palas
Atenea, Posidón, Hermes, Hefesto, Ares, Febo, Ártemis, Leto, Janto y Afrodita) y se
dice que Posidón se opone a Apolo, Atenea a Ares y luego a Afrodita en
ayuda de Ares, Hera a Ártemis, Hermes a Leto, Janto a Hefesto. Faltan
Deméter, Hades y Zeus. En cambio están Leto y Janto.
De hecho, en este recorrido por el Museo, excluimos a Dioniso-Baco/
Baco-Líber porque solo aparece mencionado en algunas listas y no está
presente en la mayoría, y a Hestia/Vesta porque no tiene representaciones,
que sepamos, en el Museo del Prado, por lo que nos vamos a reducir a
doce, aunque sean trece los dioses llamados habitualmente “inmortales,
dichosos o dueños de moradas olímpicas”. El orden que utilizamos es
alfabético a partir del nombre griego: Afrodita / Venus, Apolo, Ares / Marte,