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Desarrollo sostenible en la Amazonía : ¿mito o realidad? · 2019-08-12 · DESARROLLO SOSTENIBLE EN LA AMAZONÍA ¿Mito o realidad? Mario Hiraoka y Santiago Mora (editores) Colección:Hombre

Mar 08, 2020

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Desarrollo sostenible en la Amazonía : ¿mito o realidad?

Article · January 2001

Source: OAI

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128

2 authors, including:

Santiago Mora

St. Thomas University

18 PUBLICATIONS   209 CITATIONS   

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DESARROLLO SOSTENIBLE

EN LA AMAZONÍA¿Mito o realidad?

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Mario HiraokaSantiago Mora

(Editores)

DESARROLLO SOSTENIBLE

EN LA AMAZONÍA¿Mito o realidad?

Hombre y ambiente Nº 63-64número monográfico

2001

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DESARROLLO SOSTENIBLE EN LA AMAZONÍA¿Mito o realidad?

Mario Hiraoka y Santiago Mora (editores)

Colección: Hombre y ambiente Nº 63-64 número monográfico

1ra. Edición: Ediciones Abya-YalaAv. 12 de octubre 14-30 y WilsonTelfs.: 562-633 / 506-267 / 506-251Fax: 506-255 / 506-267Casilla 17-12-719E-Mail: [email protected]

Autoedición: Ediciones Abya-YalaQuito-Ecuador

ISBN: 9978-04-625-9

Impresión: Producciones digitales Abya-YalaQuito-Ecuador

Impreso en Quito-Ecuador, marzo del 2001

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Sobre los autores.................................................................................................................................... 7

PrefacioM. Hiraoka & S. Mora ........................................................................................................................... 9

La agricultura prehistórica en la AmazoníaW. M. Denevan....................................................................................................................................... 15

Origen y persistencia de las tierras negras de la AmazoníaW.I. Woods & J.M. McCann................................................................................................................... 23

Suelos negros y sociedad:un sistema agrícola de entonces, ¿un sistema agrícola de ahora?S. Mora ................................................................................................................................................... 31

Extracción en el bosque húmedo y conservación en la AmazoníaO.T. Coomes & B.L. Barham ................................................................................................................. 47

Apicultura y desarrollo sostenible de la agricultura entre los colonos de Rondonia, BrasilJ.C. Brown .............................................................................................................................................. 61

Comunidades pesqueras amazónicas:expectativas de desarrollo en el final del siglo XXL.G. Furtado ........................................................................................................................................... 73

Puede la agroforestería de la Amazonia entregar lo que promete: el caso Tomé-Açu, BrasilM. Hiraoka ............................................................................................................................................. 85

Perspectivas ecológicas de la cosecha de productos forestales no maderablesS. Moegenburg ....................................................................................................................................... 103

Desaparición de bosques por consumo de leña en el estuario del AmazonasA. Tsuchiya ............................................................................................................................................. 121

Manejo tradicional de recursos naturales en el estuario del río amazonas: Raphia taedigeraM. Hiraoka, J. Carney, N. Hida & O. Shimmi ...................................................................................... 133

Contenido

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Métodos etnobotánicos para predecir el sexo y facilitar el cultivo del aguaje (Mauritia flexuosa) en sistemas agroforestalesM. Pinedo-Vasquez, J. Layne, M. Pinedo-Panduro & J. Barletti........................................................... 145

Uso sustentable de los ungulados amazónicos: implicaciones para las áreas protegidas comunalesR.E. Bodmer............................................................................................................................................ 155

De guerreros a negociadores: un análisis de la sustentabilidad de la Capitanía del Alto y Bajo Izozog (CABI) estrategias de conservación y desarrolloJ. Beneria - Surkin .................................................................................................................................. 165

Referencias ............................................................................................................................................. 183

Indice de nombres ................................................................................................................................. 199

6 / Mario Hiraoka y Santiago Mora

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B. L. BarhamDepartamento de Agricultura y ciencias económi-cas aplicadas, Universidad de Wisconsin-Madison.Madison, WI 53706, EUA

J. Barletti PsaqualleInstituto de Investigaciones de la Amazonía Perua-na, Iquitos, Perú.

J. Beneria-SurkinFacultad de Planificación Urbana. Universidad deCalifornia-Los Angeles. Los Angeles, CA 90095-1524. EUA.

R. E. BodmerDepartamento de Zoología Universidad de Florida.223 Bartram Hall. Gainesville, FL 32611-2009, EUA

J.C. BrownDepartamento de Geografía. Universidad de Cali-fornia - Los Angeles. Los Angeles, CA 90095-1524,EUA.

J. CarneyDepartamento de Geografía. Universidad de Cali-fornia - Los Angeles. Los Angeles, CA 90095-1524,EUA.

O.T. CoomesDepartamento de Geografía McGill UniversityMontreal, P.Q. H3A 2K6 Canadá.

W. M. DenevanDepartamento de Geografía. Universidad de Wis-consin-Madison 53307, EUA.

L. G. FurtadoMuseu Paraense Emilio Goeldi, Belém, Pará. Aveni-da Perimetral. 66.040-170 Belém, PA, Brasil

N. HidaDepartamento de Geografía. Universidad de Akita010 Tegata, Akita, Japón.

M. HiraokaDepartamento de Geografía. Universidad de Mi-llersville. Millersville, PA 17551-0302. EUA.

J. LayneNew York University. New York, N.Y. EUA.

J.M. MCCannDivisión de Ciencias Sociales, New School Univer-sity, New York, NY, 10011, EUA.

S. M. MoegenburgDepartamento de Zoología. Universidad de Florida,Gainesville, FL 32611, EUA.

S. MoraDepartamento de Arqueología, Universidad de Cal-gary. 2500 University Drive, N.W., T2N 1N4 Alber-ta, Canadá.

M. Pinedo PanduroInstituto de Investigaciones de la Amazonía perua-na, Iquitos, Perú.

M. Pinedo-VásquezCentro para la investigación ambiental y la conser-vación -CERC. Columbia University 1200 Amster-dam Avenue, MC5557. New York, NY 10027. EUA.

Los autores

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O. ShimmiDepartamento de Geografía. Kagawa University760 Takamatsu-shi, Kagawa, Japón.

A. TsuchiyaDepartamento de Estudios Ambientales. Facultadde Ciencias y Artes Integradas, Universidad de Hi-

roshima. Higashi Hiroshima, Hiroshima 739, Ja-pón.

W.I. WoodsDepartamento de Geografía y Geología, SouthernIllinois University-Edwardsville, IL 62026, EUA.

8 / Mario Hiraoka y Santiago Mora

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“It is to be hoped that in the not remote futu-re this grand and luxuriant country will be uti-lized, not for the creation of wealth for specu-lators, but to provide happy homes for mi-llions of families”

Alfred Russel Wallace 1905:321.

Es posible caracterizar la historia del si-glo XX por el predominio de una forma pecu-liar de concebir la naturaleza. Esta ha influidoprofundamente las relaciones que las grandessociedades transnacionales y multiculturales,en todos sus niveles - local, regional y global -establecieron con el ámbito. En ellas la natura-leza fue vista en oposición a la cultura. Por ellopara muchos la historia de este siglo, en parti-cular, puede ser descrita como un proceso me-diante el cual la naturaleza ha sido sometida ytransformada a través de la cultura en un pro-ducto más.

Esta visión de la cultura y la naturalezaes característica de una época en la cual la ideade un crecimiento ilimitado, asociado a la ideadel desarrollo, era soportada por el supuestode la existencia de unos recursos infinitos queson potenciados por los interminables avancestecnológicos. De tal forma, el crecimiento uni-versal y continuado podía ser visto como unameta global. Muchos esperaban que los países,ahora llamados del sur, crearan las estrategiasadecuadas para entrar por la vía del desarrollotransformando la naturaleza en naturalezaculturizada. La experiencia del Viejo Mundo yNorte América demostraba que el eficiente

reemplazo de lo “salvaje” por lo productivo eraun requisito indispensable para alcanzar el de-sarrollo.

La historia reciente ha sido contunden-te al demostrar lo equivocadas que son estasideas. El crecimiento no es ilimitado y la fron-tera entre la naturaleza y la sociedad no es tanclara como se había pensado inicialmente. Enefecto, el desarrollo se encuentra restringidopor la disponibilidad de recursos, dificultadque difícilmente puede ser superada por el de-sarrollo tecnológico, así como por los múlti-ples efectos ambientales y sociales iniciadoscomo parte de este crecimiento. Por ejemplo,la aplicación de este desarrollo, en los paísesdel sur, contribuyó a crear formas de apropia-ción de los recursos que restringieron el acce-so a los mismos y los beneficios derivados deellos para una gran parte de la población. Asíse contribuyó a profundizar las diferencias so-ciales, generando conflictos que se tradujeronen problemas que se pueden catalogar comoambientales. La colonización espontánea delas tierras bajas llevada a cabo por inmensasmasas de desplazados de las regiones andinaso de otras regiones densamente pobladas, estan solo un ejemplo. Estos movimientos colo-nizadores pusieron en peligro muchas de lasespecies vegetales maderables, destruyeronimportantes econichos y diezmaron la fauna alintentar suplir de pieles los mercados naciona-les e internacionales. Hoy los precarios asenta-mientos de estos colonos se agolpan en lasfronteras de las reservas y parques naturales

PrefacioM. Hiraoka y S. Mora

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que fueran creados en algunas regiones comola última alternativa para la conservación. Enfin, el resultado de esta historia es un círculovicioso en el cual las relaciones de apropiaciónde la naturaleza, a través de la definición delrecurso y sus potenciales usos inmediatos, re-flejan y refuerzan la inequidad de las relacio-nes sociales, generando más inequidad y ali-mentado un progresivo menoscabo social yambiental. Ciertamente se trata de un procesocomplejo, el cual involucra no solo el presente,sino la historia de las interacciones que las so-ciedades han desarrollado en el ámbito ocupa-do por ellas.

Las contradicciones generadas por laaplicación de los esquemas basados en el desa-rrollo ilimitado llevaron, hacia finales del sigloXX, al planteamiento de la idea del desarrollosostenible. Con el mismo se espera, entre otrascosas, poder contribuir con una perspectivaque posibilite el disfrute de los beneficios ge-nerados por el uso de los recursos, garantizan-do su permanencia hacia el futuro. ¿Es viableel desarrollo del tal perspectiva? ¿Cuáles sonlos requisitos necesarios para que esto puedallevarse a cabo? ¿Hemos dado pasos en estesentido a principios del siglo XXI? Son innu-merables los esfuerzos realizados por algunospaíses e instituciones para orientar el desarro-llo hacia un desarrollo sostenible. Sin embar-go, la respuesta a estas preguntas involucra ungran número de variables que hacen difícilcontestar de una manera rápida y sencilla lasinterrogantes anteriormente planteadas. Paraello es necesario conocer datos técnicos, com-prender los contextos sociales de los gruposhumanos a lo largo del tiempo, pero más quenada es necesario entender la variabilidad y losalcances de las formas de manejo desarrolladascomo anterioridad, desde una perspectiva quemide sus consecuencias hacia el futuro como

alternativas viables o posibles obstáculos parael desarrollo sostenible.

El presente texto aborda estos temas enuna región, que va más allá de los límites terri-toriales de un país específico: la Amazonía. Es-ta, para muchos, representa una de las últimasfronteras entre las grandes sociedades transna-cionales y multiculturales que hoy habitan elplaneta y la naturaleza. Como lo fueran en elpasado otras fronteras, se trata de un punto enel cual convergen y se hacen aún más patenteslos conflictos sociales y ecológicos de las socie-dades que participan. Sus historias y sus lu-chas, así como los cambiantes contextos glo-bales - p.e demanda de productos de los mer-cados o desarrollo de políticas -, son algunosde los factores que contribuyen a definir día adía el futuro de esta parte del mundo. Con labúsqueda y evaluación de novedosas o anti-guas alternativas de manejo, los autores de lostextos que aquí se presentan intenta contribuira responder la pregunta que sirve de título aesta obra ¿es un mito o una realidad el desa-rrollo sostenible en la Amazonía?

Denevan (capítulo 1), Woods y Mc-Cann (capítulo 2) y Mora (capítulo 3), exami-nan, desde diferentes perspectivas, la agricul-tura prehistórica. Con ello plantean una alter-nativa para generar un sistema de producciónmenos destructivo del bosque, al tiempo quese demuestra que en el pasado se dio una esta-bilidad en los asentamientos humanos basadaen una producción sostenida. Más allá de losdatos técnicos sobre los alcances de estos siste-mas de producción, o de la densidad de pobla-ción que pudieran mantener en una determi-nada época, se encuentran los contextos socia-les de los antiguos usuarios o de los potencia-les usuarios futuros. Así se ponen de manifies-to preguntas tales como ¿qué tan deseables sonestos sistemas a nivel local, regional, nacional

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o global? ó ¿qué tan acordes pueden ser con lasexpectativas sociales de los modernos ocupan-tes de la región? o ¿qué tan sostenibles puedenllegar a ser dentro de una economía global?Estas preguntas, formuladas a partir del estu-dio de un sistema agrícola, resultan válidascuando abordamos otros temas igualmenteimportantes. En realidad se trata de preguntasque se repiten una y otra vez a lo largo de estelibro. Cuando se habla del manejo de los siste-mas agroforestales (Hiraoka, capítulo 7), la co-secha de productos no maderables y el mane-jo de las palmas (Moegenburg, capítulo 8; Hi-raoka, Carney, Hida y Shimmi, capítulo 10; Pi-nedo-Vásquez, Layne; Pinedo Panduro y Bar-letti Psaqualle, capítulo 11), la caza de ungula-dos (Bodmer, capítulo 12), la pesca (Furtado,capítulo 6), la apicultura (Brown capítulo 5) ola cocción de tejas de barro para suplir la cre-ciente demanda de los centros urbanos (Tsu-chiya, capítulo 9), estas preguntas surgen unay otra vez. De igual forma la gran mayoría delas contribuciones a este volumen coincidenen señalar como cada una de estas actividadeses complementaria de otras. Podríamos pen-sar que con ello se sugiere que las mismas de-ben ser diversificadas y de amplio rango paraser verdaderamente sostenibles.

Coomes y Barham (capítulo 4), por suparte, examinan la extracción tradicional deproductos del bosque. Estos autores ven conpreocupación como las ONGs, que trabajanen la región, no han logrado entender en pro-fundidad la lógica sobre la cual opera esta ac-tividad, dificultándose con ello la obtenciónde mejores resultados en el apoyo a la misma.Factores tales como los procesos de toma dedecisiones a escala familiar, las relaciones so-ciales generadas en el proceso de extracción delos productos forestales, las experiencias pre-vias en los patrones de utilización de los recur-sos, o las condiciones geográficas locales, son

algunos de los aspectos que deben ser reconsi-derados para lograr un mejor desarrollo de es-ta actividad. En consecuencia aún deben sercontestadas preguntas tales como ¿cuáles sonlas prácticas, técnicas y tecnologías específicasque utiliza la gente del bosque para extraerproductos de la naturaleza? o ¿cuál es el ingre-so líquido generado por la gente del bosque apartir de las actividades extractivas?, ¿cuál es elvalor del bosque húmedo, en términos de pro-ductos económicos y beneficios ecológicos?

Entre tanto Furtado (capítulo 6) expo-ne la encrucijada que viven las comunidadespesqueras amazónicas, en medio de una con-vulsionada economía que surge de un paisajesocial y político en continua transformación.Estos pescadores se ven confrontados a unmundo, que en muchos aspectos es ajeno, de lamano de unas vacilantes políticas y un pobreapoyo técnico, que en muchas oportunidadeslos conduce a enfrentamientos con los pesca-dores industriales. La debilidad de las organi-zaciones, la falta de convocatoria o la imposi-bilidad para realizar la misma son algunas delas razones que han hecho de esta actividaduna actividad difícil para quienes la practican.En la actualidad la respuesta a los conflictosvividos por los pescadores artesanales es elsurgimiento de nuevas formas organizativas,como alternativas prometedoras para el desa-rrollo sostenible de esta actividad.

Evidentemente los contextos sociales,políticos y económicos descritos por Furtado(capítulo 6) y Coomes y Barham (capítulo 4),tienen semejanzas y diferencias con aquellosque viven los tradicionales habitantes de laAmazonía. Estos, como lo demuestra Beneria-Surkin (capítulo 13), han sufrido un procesode reorganización con el fin de hacerle frente alos dramáticos cambios que se han dado desdeel inicio del contacto con Europa. La historiareciente de algunas comunidades Bolivianas

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 11

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destacan la capacidad de respuesta lograda, asícomo el potencial para que las organizacionesconstruidas contribuyan de forma efectiva aldesarrollo sostenible en la región. En parte eléxito logrado se apoya en la posibilidad de ac-ceder a contextos supra regionales, con uncontinuo trabajo local. No obstante esta tra-yectoria histórica no ha sido fácil; resultan serinnumerables las fuentes que pueden contri-buir a su desestabilización.

Si bien es cierto que nuestros conoci-mientos sobre las sociedades que utilizaron losbosques o que se reconfiguran en la actualidaden sus interacciones con el mismo en el pre-sente no son del todo satisfactorias, tampocolo son muchos de los datos técnicos que per-miten o permitieron el desarrollo de políticasconcretas sobre la colonización. En muchasoportunidades las propuestas para el desarro-llo de los programas se basan en observacionesde corto plazo, que aunque posibilitan conclu-siones rápidas, no siempre resultan ser las másadecuadas. Por ello se hace necesaria una eva-luación detallada y a largo plazo de los compo-nentes y los cambios de los sistemas que se hanempleado y a los cuales se les ha denominadogenéricamente como prometedores. Esta es lalabor emprendida por Hiraoka (capítulo 7) enrelación con los sistemas agroforestales. Estosson examinados a partir de un caso de estudiode Tome-Acu, en la región de Belem. Allí el se-guimiento, desde una perspectiva histórica,del rendimiento de los pequeños y medianosproductores de origen japonés, permite sope-sar algunos de los problemas que estos siste-mas tienen para mantenerse como alternativassostenibles en el futuro. El acceso a los merca-dos, la variación en la demanda de los produc-tos y la existencia o carencia de una organiza-ción coordinada para la producción, se desta-can como algunos de los parámetros que de-ben ser cuidadosamente estudiados en progra-

mas semejantes. Brown (capítulo 5), por suparte, realza la fragilidad de los conocimientostécnicos que sirvieron de apoyo para el desa-rrollo de los programas apícolas en Rondonia.Estos últimos se han presentado como el resul-tado de procesos sustentables y acordes con laconservación de los recursos. Sin embargo,cuando son planteadas preguntas tales como:¿son factibles estos proyectos en un contextoeconómico? o ¿existen ejemplos de su éxito enuna economía regional?, o ¿contribuyen estosprogramas a la preservación del bosque? se ha-cen patentes resquebrajaduras que deben sercorregidas para que las respuestas a estas pre-guntas comprueben sus aportes al desarrollosostenible.

De otra parte, este libro también poneen entredicho algunos de los mitos más arrai-gados a nivel popular: Este es el caso del uso dela madera como combustible, la cual ha sidovinculada directamente con una devastaciónambiental. En efecto, el estudio de la produc-ción alfarera (Tsuchiya, capítulo 9) en el bajoAmazonas sugiere que sus efectos, hasta el pre-sente, no han sido tan dramáticos como laimaginación popular lo sugiere. Otros aportes,de indudable valor, se encuentran en la explo-ración de nuevos componentes que puedenser elementos claves para el desarrollo de acti-vidades económicas sostenibles. Este es el casodel uso de plantas tales como Raphia taedigera- Hiraoka, Carney, Hida y Shimmi, capítulo 10– o de las técnicas empleadas por los habitan-tes de la Amazonía para seleccionar, cultivar ypropiciar el desarrollo de plantas con compro-bado valor económico - Pinedo-Vásquez; Lay-ne; Pinedo Panduro; y Barletti Psaqualle, capí-tulo 11. Una reflexión semejante es realizadaen relación con la caza, actividad que requierede mayor atención (ver capítulo 12).

Hemos querido presentar en esta re-copilación de artículos una visión general, y en

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algunos aspectos detallada, de los procesos quedificultan o contribuyen al desarrollo sosteni-ble en la Amazonía. Creemos que el texto es ri-co y provee al lector, particularmente de hablacastellana, de una visión actualizada sobre di-ferentes aspectos relacionados con el desarro-llo sostenible en la Amazonía. Con la misma sehace patente, hoy más que nunca, la existenciade un vector temporal hacia el futuro, que nopuede desvincularse o aislarse del pasado. Lasacciones que se dieron en el pasado imprimen

características específicas al ámbito y los ocu-pantes de la Amazonia de hoy y de mañana,quitándoles u otorgándoles nuevas alternati-vas para su desarrollo. Sin embargo, este desa-rrollo sólo podrá ser sostenible cuando se en-cuentre soportado por unos sólidos conoci-mientos que permitan asumir la responsabili-dad que nos corresponde con el futuro y elpresente. Es pues, el oficio del lector, respon-der qué tanto hay de mito o de realidad en eldesarrollo sostenible en la Amazonía.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 13

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Es lamentable lo poco que sabemos delas técnicas agrícolas pre-europeas en la Ama-zonía. Los informes sobre la demografía y lospatrones de asentamientos prehistóricos, in-clusive el tamaño de los sitios y la duración dela ocupación se encuentran parcialmente ba-sados en suposiciones sobre la productividadde los alimentos. Solamente existen indicios fí-sicos dispersos y las informaciones etnohistó-ricas y etnográficas tienen un valor limitado.

Los antropólogos han descrito general-mente como representativos de los sistemas deproducción prehistóricos a los cazadores y re-colectores (forrageros), así como a los agricul-tores que practicaban el sistema de cultivorotatório, entre otras formas económicas tra-dicionales de la Amazonía. A pesar de que ta-les grupos han sufrido una considerable acul-turación, se ha sugerido que sus ecologías deproducción (y funcionamiento de sus asenta-mientos) han cambiado poco desde los tiem-pos prehistóricos. De forma semejante se su-giere que no se han dado cambios en los culti-vos y las herramientas empleadas (Meggers1995:35). Esta perspectiva, sin embargo, estásiendo progresivamente criticada. Pocos gru-pos han quedado aislados de la economía ytecnología global, directamente o indirecta-mente, no solamente en el presente sino desdeel año 1492.

La arqueóloga Anna Roosevelt ha dichoque en la Amazonía “las teorías sobre la subsis-

tencia de la preconquista no pueden ser proba-das con datos etnográficos” y que “las técnicasde manejo de recursos de los indígenas con-temporáneos no pueden considerarse comorepresentativas de las prehistóricas” (Roosevelt1989:31). Beckerman (1987:88) anotó que enla Amazonía “los sistemas que funcionan hoyson en su mayoría pequeños residuos de lo queera una vez un sistema mayor de agricultores ychagras”. Existen afirmaciones comparablesentre otros autores las cuales incluyen a Col-chester (1984:311) y Roe (1994:198-200). Ade-más, la mayor parte de los indígenas que so-brevivieron se encuentran en los bosques altosde la tierra firme, en los interfluvios, donde lascondiciones de los recursos (suelos, caza y pes-ca) no son adecuadas, mientras que muchos delos indígenas prehistóricos, vivían situados eno cerca de los planos de inundación (várzeas),que son ricos en recursos.

Es solamente una asunción que la agri-cultura de cultivo rotatório, de baja producti-vidad, era el sistema dominante. No existe nin-guna prueba directa de ello. Sabemos que sepracticaba la tala del bosque, pero eso no ne-cesariamente indica la existencia de la agricul-tura de cultivo rotatório. He discutido en unartículo anterior (1992), que las hachas de pie-dra eran tan ineficaces para desmontar, que laagricultura de cultivo rotatório, seguida de unlargo período de barbecho, tan común hoydía, no sería factible. Es necesaria la inversiónde demasiado tiempo y energía para derribar,

La agricultura prehistórica en la Amazonía*

W. M. Denevan

* Originalmente publicado en Culture and Agriculture, 1998, Vol. 20.

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especialmente, los árboles maduros. Los des-montes iniciales serían hechos donde los árbo-les eran pequeños, como a lo largo de los arro-yos y en los sitios de caída de árboles; en par-celas dominadas por palmeras, bambú, o lia-nas; y en sitios en los cuales tuvieron lugar ac-tividades humanas anteriores (por ejemplo,aldeas, campamentos, caminos y chagras).Una vez empezado un pequeño claro podríaser ampliado gradualmente hasta tener un ta-maño considerable. Una vez establecida, unachagra podría ser utilizada por varios años,dado el trabajo necesario para desmontar unanueva área con hachas de piedra. Por ello sos-tengo que la mayoría de la agricultura de tierrafirme fue permanente o semipermanente has-ta que las hachas de metal fueron introducidasy posibilitaron el cambio frecuente de la ubi-cación de las chagras. La fertilidad del suelofue mantenida con las cenizas resultantes de laquema en la chagra, aditivos orgánicos, inte-gración con cultivos arbóreos, y la creación desuelos antropogénicos fértiles. Así resulta po-sible, por varios años, sin el mejoramiento delsuelo, la producción de yuca en suelos pobres,siendo la invasión de las hierbas malas y pestesun problema mayor que la fertilidad de lossuelos.

Formas de cultivo prehistóricas

De acuerdo a los hábitats, podemos de-signar tres tipos generales de campos agrícolasprehistóricos. El primero es el cultivo de lasllanuras inundables. Sin duda, fueron produ-cidos cultivos anuales en las playas, islas, yrestingas naturales durante los períodos deaguas bajas. Los primeros exploradores del ríoAmazonas nos dan algunas indicaciones de es-to (Meggers 1996:125-126). Sin embargo, co-mo Meggers (1996:12,28-29) y otros han indi-cado, grandes inundaciones periódicas, cada 5ó 10 años, cubren enteramente los planos de

inundación destruyendo la mayoría de los cul-tivos. Consecuentemente, era necesaria unaválvula de escape, y ésta fue, probablemente,los escarpes adyacentes, los bordes de la tierrafirme bien drenados y especialmente los escar-pes que se proyectan sobre los canales navega-bles que dan fácil acceso al río principal (Lath-rap 1970:44; Meggers 1991:199; Denevan1996). Así, aparentemente, existía un sistemacomplementario donde se cultivaban ambos,los planos de inundación con un buen suelo yun alto riesgo (várzea) y las zonas limítrofescon éstos, con un suelo pobre y un bajo riesgo(tierra firme).

El segundo tipo de campo agrícola es elcamellón. Restos de estas crestas, plataformas,y montículos se encuentran en las sabanas es-tacionalmente inundadas en el norte de Boli-via (Denevan 1966; Erickson 1995), Llanos delOrinoco en Venezuela (Zucchi & Denevan1979) y en la zona costera de Guyana, Surinamy Guayana Francesa (Rostain 1991). Estos bienpodían haber existido en la Isla de Marajó y enotras partes; si este fue el caso muy bien pudie-ron haber sido destruidos o sepultados por lossedimentos. Los camellones que nosotros des-cubrimos en los Llanos de Mojos en Bolivia en1961 dieron la primera indicación de una agri-cultura intensiva prehispánica en la Amazonía,fuera de los grandes planos de inundación. Es-tos camellones pueden llegar a medir 25 me-tros de ancho, 350 metros de largo, y puedenconstar de decenas de miles de unidades. Basa-dos en las observaciones del uso de sistemas si-milares en México (Chinampas) y en los trópi-cos del Viejo Mundo, resulta probable que fue-ran cultivados continuamente, o casi conti-nuamente. La fertilidad podría haber sidomantenida mediante la adición de estiércol or-gánico acumulado en las zanjas ubicadas entrelos camellones.

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La tercera forma de agricultura prehis-pánica es el cultivo en la tierra firme. Podemosespecular que la agricultura de cultivorotatório con largos períodos en barbecho,empleando hachas de piedra, en las tierras al-tas era rara; a su vez los sistemas semi-perma-nentes con cortos períodos de barbecho eranmás comunes, y que éstos estaban integrados yse alternaban con las chagras permanentes y lasilvicultura, ambos dominados por árboles pe-rennes útiles y en particular por frutales. Exis-ten varias alusiones sobre la importancia delos frutales en las crónicas del siglo XVI. Sinembargo, la agricultura más intensiva de tierrafirme probablemente se realizó en los suelosnegros antropogénicos - terra preta do índio -por lo cual considero necesario prestarles unaatención especial.

Terra Preta

Desde hace mucho tiempo se conocenestos suelos, sin embargo, se han estudiadomuy poco y raramente fueron incluidos en losmapas (Woods 1995: 159-160). En tanto, suslocalizaciones son bien conocidas por los po-bladores locales, quienes las cultivan dada sualta fertilidad. La coloración negra de esta tie-rra, aparentemente, se debe a la ceniza resul-tante de las quemas en las chagras y los fogo-nes caseros. Su fertilidad es incrementada porun nivel relativamente alto de material orgáni-co, calcio, y fósforo, junto con niveles de pH yhumedad más altos que los registrados en lossuelos circundantes. Las terras pretas de Ma-naus han sido datadas hacia el 450 a.C. y en elrío Ucayali, en el Perú, se cuenta con fechas dehasta 200 a.C. (Eden et. al.,1984:126).

Nigel Smith (1980:560) ha descrito al-gunos sitios que llegan de tener una extensiónde 80 a 90 hectáreas en promedio, ubicadas enlos escarpes. Anna Roosevelt (1987:157) cree

que existen 500 hectáreas (5 km.2) de tierrapreta sepultadas bajo la ciudad de Santarém.Algunos sitios tienen varios kilómetros de lar-go, como lo indican los relatos del siglo XVIcuando mencionan que habían grandes pue-blos ribereños con extensiones de varias leguas(Denevan 1996:659). Meggers (1995:27-28),por otro lado, sostiene que solamente algunossectores de estas grandes áreas fueron ocupa-das simultáneamente. Además, solamente pe-queñas partes de los sitios de terra preta sonactualmente basureros de antiguos pueblos.

Smith (1980:553) ha descrito a lo largode la Carretera Transamazónica, en tierra fir-me del interior, pequeños sitios de terra pretaque tienen de 1 a 2 hectáreas, o menos, sugi-riendo la existencia de una o varias casas quepermanecieron el tiempo suficiente para quese desarrollara la terra preta. Katzer (1944:35-48) contó 50.000 hectáreas de terra preta, prin-cipalmente sitios pequeños, entre el río Tapa-jós y el río Curuá-Una. Este patrón pareceapoyar el Modelo de Bosque Tropical de pe-queñas comunidades forestales de tierra firmecon densidades de población bajas, que con-trasta a los grandes pueblos ribereños (Ray-mond 1994:177). Sin embargo, recientemente,varios estudios han demostrado que los sitiosde terra preta en la tierra firme puede ser enor-mes.

En 1996 el geógrafo y arqueólogo Wi-lliam Woods y el geógrafo y etnobotánico Jo-seph McCann examinaron, en cercanías de losríos Santarém entre los ríos Tapajós y Ara-piuns, algunas terras pretas en las cuales se in-cluyen sitios muy grandes (más de 120 hectá-reas en Oitavo Bec al sur de Santarém; Woods& McCann 1999). Smith (1980) y otros hansugerido que las terras pretas son, principal-mente, basureros prehistóricos que contienenrestos cerámicos, huesos, ceniza, y otras basu-ras domésticas. Woods y McCann, por otro la-

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do, encontraron sitios que no son basurerosuniformes. Los sectores con cerámica se en-cuentran separados por grandes áreas de tie-rras negras o marrones sin cerámica1. Woods yMcCann creen que las terras pretas que no seoriginaron en basureros fueron el resultado deactividades agrícolas de largo plazo, que inclu-yeron quemas en las chagras, recubrimientocon materia orgánica, y abonado compuesto.Los niveles de fósforo y calcio son más bajosque en las terras pretas de basurero, aunque elcontenido de materia orgánica es alto y los ni-veles de pH son elevados. Las terras pretas queno son basureros consecuentemente son másfértiles que los suelos naturales circundantes.Una vez establecidos, los dos tipos de terra pre-ta eran empleados para el cultivo, como ocu-rre todavía hoy.

Woods y McCann no encuentran unaexplicación natural para las terras pretas2. Es-tas se presentan en una variedad de pendientesy subsuelos; son arcillosas y arenosas; están ro-deadas por suelos rojos y amarillos típicos dela tierra firme3. Estos mantiene su fertilidaddespués de abandonados por un largo tiempo.En realidad, existe alguna evidencia de que sonno solamente auto perpetuables, sino que ac-tualmente se expanden por causa de la intensaactividad microbiológica. “Sugerimos que elrealce del contenido orgánico y la coloraciónoscura de la mayoría de las terras pretas fue elresultado de alguna combinación de adiciónde materiales orgánicos y quema, o solamentede quemas. Aunque así se elimina la biota delsuelo, temporalmente, el fuego contribuye car-bón y ceniza, que aumenta el pH y de ese mo-do suprime los efectos del aluminio que es tó-xico para la biota del suelo” (Woods & Mc-Cann 1999). Con el tiempo ese aumento en laactividad microbiologica es la clave para laformación y persistencia de la terra preta(Woods, comunicación personal).

El desarrollo de un suelo marrón a par-tir de una actividad agrícola intensiva y dura-dera, a diferencia de basurero, ha sido sugeri-do por varios estudios. Estos, sin embargo, noenfatizan el hecho de que la terra preta origi-nada por actividades agrícolas puede ser másextensa que aquella de los basureros. El pedo-logo holandés W.G. Sombroek (1966:175),menciona un suelo marrón o menos oscuro, elcual llama terra mulata, en la área de Belterraal oeste del río Tapajós, sin artefactos, ocur-riendo en bandas alrededor de la terra pretanegra. El cree que “es probable que este suelohaya obtenido sus propiedades por un cultivopermanente”. En su mapa muestra la terra pre-ta a lo largo de un escarpe respaldada por unárea mucho mayor de terra mulata. En Arara-cuara, un sitio de terra preta en el río Caquetáen la Amazonía colombiana, se formaron sue-los marrones en los cuales “el cultivo era hechode una manera semiintensiva en bosque pri-mario o secundario, probablemente situadolejos de la vivienda, y siempre hecho en el mis-mo lugar para mejorar el suelo” (Andrade1986:54, en Mora et. al., 1991:77)4.

El Proyecto Araracuara es un estudio alargo plazo realizado por arqueólogos y ecoló-gos colombianos (Mora et. al., 1991). El sitiose encuentra localizado en un escarpe alto contierras pretas que tienen de 6 a 15 hectáreas.Uno de los sitios estudiados fue habitado con-tinuamente por casi 800 años. El polen fósilindica grandes cantidades de frutales, juntocon maíz, yuca, y otros cultivos. Los pedólogosque trabajan en el proyecto afirman que el cul-tivo permanente fue posible gracias al trans-porte y adición de materiales aluviales, así co-mo por la incorporación de materia orgánicaque constaba de desechos domésticos, hojas,madera, malezas y algas – una inversión signi-ficativa de trabajo.

Otro estudio de terra preta de sitios al-tos es la tesis del arqueólogo Michael Hecken-

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berger (1996) en el Alto Xingú. Como en otraspartes del sudoeste de la Amazonía, incluyen-do Mojos, en Bolivia, varios de los sitios pre-históricos e históricos se encuentran rodeadospor fosos defensivos, en ocasiones por variosfosos. Heckenberger encontró 19 sitios con te-rra preta en los bosques cercanos a los ríos.Uno de ellos, Nokugu, tiene 40 hectáreas (15hectáreas de terra preta), y otro, Kuhikugu, tie-ne 50 hectáreas (principalmente de terra pretade color marrón oscuro). (Los pueblos Kuiku-ru recientes ubicados cerca de estos asenta-mientos antiguos no pasan de una hectárea).Además de las zanjas existen montículos y cal-zadas. En Nokugu, se da una continuidad cul-tural y de asentamiento desde el 950 d.C. has-ta el 1500 d.C. Con una gran plaza fija en unsitio, durante todo el período de ocupación, yuna posible población de 2.500 habitantes enla época de mayor concentración, parece quetoda el área (excepto la plaza) rodeada por losdos fosos fue ocupada. ¿Por qué la necesidadde un segundo foso exterior? Heckenbergersupone que la única razón para cavar un se-gundo foso fue que el crecimiento de la pobla-ción llenó el área ubicada al interior del pri-mer foso. Esto es parte de la justificación queda para la ocupación completa del sitio, en lu-gar de una ocupación localizada en pequeñospoblados. Este pueblo grande era, proba-blemente, mantenido por una agricultura rela-tivamente intensiva, con el uso de la terra pre-ta (Heckenberger 1996:40,47, 54, 98-100).

Sin duda había grandes sitios de asen-tamientos prehistóricos en la Amazonía, comolo evidencia la terra preta. Algunos pueden re-presentar reocupación periódica de sectoresdiferentes, otros no. Algunos más eran, apa-rentemente, grupos dispersos de habitacionesrodeados de campos agrícolas, como lo evi-dencian los suelos marrones que no son basu-reros. Dado que solamente el 20 por ciento de

un sitio de terra preta de 100 hectáreas hubie-ra sido ocupado en un momento dado por ca-sas y sus áreas de actividad asociadas, resultaser todavía un pueblo bastante grande compa-rado con los pueblos actuales que son más pe-queños.

De cualquier forma resulta aparenteque grandes áreas de terra preta no son basu-reros, y sí zonas de cultivo que (1) a menudoeran intensivas; (2) podrían sostener pueblosrelativamente grandes; (3) eran mantenidospor períodos prolongados y se asocian conasentamientos permanentes de diversos tama-ños, y/o pueblos que se relocalizaban dentrode la zona agrícola. Las fértiles terras pretasuna vez producidas, tanto negras como par-das, se transformaban en puntos focales decultivo y por tanto de asentamiento, un proce-so autoperpetuable. Un sitio así podría haberempezado con una única familia en una parce-la agrícola originada en la quema de un árbol,extendiéndose el tamaño del asentamientogradualmente con el uso de las hachas de pie-dra, o posiblemente sin relación con eventossociales y relaciones espaciales locales y regio-nales.

Hoy la terra preta es raramente creadapor indios o colonos5 (un ejemplo serían loshuertos familiares permanentes). Es necesarioun período considerable para la transforma-ción de la terra preta, quizá décadas o más, ori-ginándose a partir de basureros o prácticasagrícolas semi-intensivas. Ahora los pueblosindígenas son trasladados con demasiada fre-cuencia y el cultivo tiene una duración tanbreve que imposibilita la formación de la terrapreta.

Probables sistemas de cultivo en tierra firme

Sugiero que la agricultura de cultivorotatório con un cultivo de corto período y un

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largo barbecho, tan difundido hoy día, no eracomún en la Amazonía prehistórica por causade la ineficiencia de las hachas de piedra, espe-cialmente en los bosques primarios de la tierrafirme donde los árboles tienen maderas duras.El cultivo de corte y quema indígena ahora tie-ne un ciclo corto de cultivo, que refleja la po-breza de los suelos, la invasión de plagas, elagotamiento de la caza y las fricciones sociales,pero que se hace posible con el uso de las ha-chas de acero que permiten la limpieza de nue-vas parcelas de una manera relativamente fácil–un evento de varias semanas para produciruna chagra suficientemente grande (0.5-2.0hectáreas) para alimentar una familia. Delmismo modo, en los suelos fértiles de terrapreta, el cultivo rotatório es ahora la normaporque es más fácil que ocuparse de las agresi-vas malezas asociadas con el cultivo perma-nente.

El cultivo rotatório indígena como no-sotros lo conocemos hoy día es el resultado delas hachas de acero y del machete. ¿Cómo era,entonces, la naturaleza de la agricultura pre-histórica en los sitios altos? No lo sabemos y esposible que nunca lo sepamos. Mientras tanto,hay varias posibilidades:

• Huertos familiares: parcelas permanentesde plantas anuales mezcladas con peren-nes alrededor de las casas, con un controlcuidadoso de las malezas y manejo delsuelo utilizando deshechos domésticos co-mo abono. Lathrap (1977), en su artículoclásico “Our Father the Cayman, OurMother the Gourd”, afirmó que el inicio dela agricultura en la Amazonía fue en huer-tos familiares. El suponía que las primeraschagras estaban a lo largo de los ríos; sinembargo, éstas fueron, sin duda, una im-portante forma de producción agrícolaprehistórica en los bosques interfluviales

porque no necesitaban del clareo frecuen-te. Hoy los huertos familiares indígenas es-tán pobremente desarrollados en la mayo-ría de los pueblos que habitan en los bos-ques, como consecuencia de la frecuentereubicación de los asentamientos.

• Sistema de cultivo rotatório intensivo: loca-lizado en sitios donde la tala de los árbolesera relativamente fácil, como aquellos lu-gares alterados naturalmente que teníanplantas secundarias de maderas blandas.Un ejemplo actual de este sistema seríanlos conucos altamente diversos (policulti-vos), descritos por Harris (1971) para losWaika (Yanomami) del Alto Orinoco, queson cultivados hasta por seis años. Parcelascomo éstas contrastan con el sistema decorte y quema, monocultivo dominadopor una especie, generalmente de yuca,que es la forma común de la chagra indí-gena actualmente en el bosque tropical.Ahora la mayor parte de las parcelas mo-noculturales se quedan en barbechos porlargo tiempo y son utilizadas solamente deuno a tres años. Beckerman (1983:4-6)ofrece varias explicaciones para la parcelamonocultural, pero no considera la fun-ción del hacha de acero que posibilita elsistema de corte y quema efímero.

Las chagras de corte y quema intensivo(períodos de barbecho corto o semi-perma-nente) son posibles con los conocimientos in-dígenas actuales. Las malezas pueden ser con-troladas con sombras y el deshierbe; las plagaspueden ser reducidas con la diversificación delos cultivos; los suelos pueden ser mantenidosartificialmente, de varias formas, por cortosperíodos de barbecho e inversión de materiaorgánica interna y externa (Hecht y Posey1989: 180-186); o podrían ser creados suelosfértiles de forma no intencional por los asen-

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tamientos y las actividades agrícolas en la for-ma de terra preta. Muchas veces la inversión detrabajo tiene que ser alta, pero probablementeno tan alta como en el cultivo rotatório, conun largo período en barbecho, con cambiosfrecuentes de chagras, el cual requiere de la ta-la frecuente con hachas de piedra. Esto suponeque el tiempo y energía son factores críticos, ygeneralmente lo son (Hill & Kaplan 1989:331).

• Cultivo de mancha: es el cultivo de peque-ños claros naturales, tales como los sitiosde caída de árboles, o vegetación fácilmen-te despejable como el bambú. Esto podríaser realizado por bandas de forrajeros nó-mades que regresaban periódicamente pa-ra mantener pequeñas chagras. Algunasfamilias también podrían asentarse de for-ma permanente en pequeños claros, comolo indican los sitios de terra preta de 1 hec-tárea o menos. Además, los habitantes enpueblos grandes, quienes ubican sus cha-gras en los alrededores podrían obteneruna producción adicional en pequeñasmanchas aisladas. Los Kayapó siembrantanto plantas domesticadas como semido-mesticadas en claros naturales producidospor la caída de árboles, como también enlas trochas y en los sitios de campamento(Posey 1984: 117, 122). Otro sistema decultivo, en claros naturales generados porla caída de árboles, es el de los semi-nóma-des Nambiquara del valle de Guaporépracticado en 1968: “llegamos a un lugardonde un gran árbol había caído, arras-trando varios árboles pequeños en el pro-ceso. Entre las ramas enmarañadas crecíanlas plantas de tabaco” (Proice 1989:127).

• Agrosilvicultura: manipulación del bosquepor cultivo intencional o no intencional ymanejo de cultivos perennes a lo largo detrochas, sitios de campamento, chagras de

corte y quema con un largo período debarbecho y áreas de otras actividades (Po-sey 1985; Denevan & Padoch 1988). Estos“bosques de alimentos” contienen plantasdomesticadas y semidomesticadas, así co-mo árboles de crecimiento espontáneo, lamayoría de los cuales son manejados dadasu utilidad. Esto puede ser visto en las“chagras forestales” de los Kayapó y en los“huertos forestales” de los Boras, así comoen los bosques antropogénicos de losHuastecas de México (Alcorn 1984) y los“huertos de árboles” en Boca del Toro, Pa-namá (Gordon 1982:52-98). Gordon indi-ca que la introducción del machete fueperjudicial para este manejo del bosque.La limpieza y remoción de la maleza reali-zadas de forma manual permiten la deci-sión de qué plantas dejar o eliminar, entanto que el corte con el machete tiende aser menos selectivo. Este autor cree que lasmilpas policulturales eran componentesintegrales de los bosques antropogénicos.Sin embargo, en cuanto que los sistemasagroforestales no requieren del desmontefrecuente - son sistemas de “sombra” quesuprimen las malezas - no resultan favora-bles a la producción de cultivos anuales.Por lo tanto las densidades de la poblaciónque soportan estos sistemas tendrían quemantenerse bajas, a menos que se asocia-ran con chagras primarias.

Estos cuatro modelos de agricultura entierra firme, con la tecnología de hacha de pie-dra, probablemente en la realidad fueron re-presentados por varias formas transicionales ycombinaciones, variando con el hábitat, lamovilidad, el tiempo y la demografía de losgrupos. Estas actividades, más el forrajeo, con-tribuyeron al desarrollo de los bosques antro-pogénicos o bosques semi-manejados con lapresencia de un número mayor de plantas úti-les que en la naturaleza. El bosque amazónico

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de 1492 no era un bosque prístino, como tam-poco lo es hoy. Probablemente todas estas for-mas de agricultura y agroforestería estabanpresentes en la tierra firme en un mosaico dedensidades poblacionales que podría incluirsectores con escasos forrajeros semi-nómades;familias y familias extensas pequeñas asenta-das de forma permanente; y en algunos luga-res escogidos campos agrícolas grandes y per-manentes con sus pueblos asociados como enlos escarpes del río Amazonas, en la cuenca delAlto Xingú y en la cuenca del río Arapiuns,donde existen grandes sitios de terra preta. Es-tos campos agrícolas y los pueblos podrían ha-ber surgido en pequeños claros que fueron au-mentando durante un largo tiempo, eliminan-do paulatinamente los árboles de la periferia.O surgieron porque sus habitantes regresabanfrecuentemente al mismo sitio y/o porquetrasladaban las casas y las chagras dentro deuna misma área, lo que pudo dar origen a lasterras pretas en el interfluvio.

Conclusión

La evidencia es todavía preliminar, pe-ro perece sugerir que en la tierra firme la agri-cultura prehistórica relativamente intensaprodujo un suelo antropogénico duradero au-to perpetuable, fértil (terra preta), que posibi-litó un cultivo continuado el cual sostuvoasentamientos relativamente grandes y per-manentes en varios lugares. Todavía no cono-cemos la extensión de los sitios grandes y pe-queños de terra preta. A pesar de todo, las im-plicaciones para la agricultura tropical del pa-sado y el presente son asombrosas6.

Muchos consideran los suelos amazó-nicos del interior como muy infértiles parasostener un cultivo permanente (Meggers1996:18-23; Gross 1983:445-446; Lamb1987:434 -440). Sin embargo, Sombroek, An-drade, y Woods/McCann demuestran que laagricultura permanente o semi-permanenteen sí produjo suelos fértiles. ¡Qué paradoja!

22 / La agricultura prehistórica en la Amazonía

1 En 18 pruebas de cuatro sitios de terra pretaWoods (comunicación personal) encontró so-lamente tres de terra preta de tipo basurero,que equivalen aproximadamente al 17%.

2 Falesi (1974:210-214) trata de los posibles orí-genes naturales de las terras pretas.

3 La coloración del suelo y otras de las caracte-rísticas de la terra preta varían considerable-mente. Indudablemente distintas clases de te-rras pretas se originaron según las diferentesactividades humanas y en suelos originales di-ferentes (Sombroek 1966:252-253).

4 Sin embargo, Eden et. al., (1984:137), quienestambién trabajaron los suelos de Araracuara,afirman que “no hay razón para suponer quelos suelos fueron el resultado directo de activi-dad agrícola”. Por eso existe una diferencia deopinión con Andrade.

5 Pabst (1993:142), en su estudio de los asenta-mientos de cinco grupos indígenas de tierrafirme en el este de la Amazonía encontró pocasevidencias de la formación activa de terras pre-tas en sectores de desechos domésticos acumu-lados, tampoco registró ningún esfuerzo inten-cional por producir terras pretas.

6 Woods y McCann (1999) dicen que: “una vezinfundido con la fuerza de vida auto-perpetua-ble de biota activa en el suelo y una capacidadadecuada de retención de nutrientes, una in-versión adicional [a los suelos de terra preta]resulta menos necesaria para mantener la ferti-lidad con un manejo apropiado”. Por lo tanto,los sistemas agrícolas más intensivos que el decultivo rotatório resultan ser posibles.

Notas

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Desde las estribaciones de los Andeshasta la Isla de Marajó, se encuentra “tierra ne-gra de indio”, o terra preta do indio (TP), envarios lugares y suelos, y en extensiones quevarían de menos de una hectárea a varios kiló-metros cuadrados. El color del suelo puede irde marrón oscuro a negro, y por eso, para evi-tar confusiones nos referimos de aquí en ade-lante a ella como “tierra oscura”.

Los primeros teóricos que se ocuparondel tema propusieron que estos suelos se desa-rrollaron a partir de antiguos depósitos de ce-niza volcánica o material orgánico acumuladoen los fondos de antiguos lagos y charcos, yque los artefactos que se encuentran en ellosfueron dejados por los amerindios que habíansido atraídos por la alta fertilidad natural deestos sitios (Falesi 1972, Gourou 1949, CunhaFranco 1962). Actualmente, la mayoría de losinvestigadores sostienen que las tierras oscurasson realmente depósitos culturales creadospor acumulación de desechos de los asenta-mientos (Sombroek 1966, Smith 1980, Woods1995, Rodrígues 1993). Ellos tienen en cuentalas siguientes características para apoyar estemodelo de “basurero” para la formación de es-tos suelos: (1) semejanza en textura entre laTP y los suelos inmediatamente circundantes;(2) semejanza entre el suelo subyacente a la TPy el suelo de los alrededores; (3) presencia delas TP en una variedad de paisajes físicos; (4)co-ocurrencia con desechos de cerámica y ar-tefactos de piedra; y (5) evidencias químicascomúnmente asociadas con asentamientoshumanos (Cook & Heizer 1965, Woods 1984).

Hemos investigado algunos sitios detierras oscuras en la región del Bajo río Tapa-jos, cerca de Santarém en el Brasil (Figura 2.1),en el centro más importante de la cultura Ta-pajoara pre-europea (Carvajal 1934, Nimuen-daju 1952, Palmatary 1960, Guapindaia 1993).Nuestros datos provienen de la inspección decampo realizada durante los períodos seco yhúmedo, así como de los análisis físico y quí-mico de los suelos en el laboratorio. Con elpropósito de obtener ejemplares de suelos os-curos de todas las unidades que se presentanen la región, hemos tomado muestras de sitiosa lo largo de los ríos, en las tierras altas del in-terior, en los escarpes, en las playas, en las me-setas, cercas y lejanas de las aguas de las lagu-nas, así como en matrices de suelos arenosos yarcillosos. El tamaño de los sitios varía entreun poco más de 0.5 hectárea a no más de 120hectáreas. Los niveles de agua baja en la esta-ción seca nos han permitido inspeccionar mu-chos kilómetros de perfiles de tierras oscuras yno oscuras expuestas en las orillas de los ríosque son cortadas por las aguas. El examen delos lugares de tierra oscura en el interior fuecomplementado por la realización de sondeosde prueba, al igual que el mapeo de los perfilesexpuestos en los pozos de sondeo, y en otroslugares. Este inventario es representativo de ladiversidad de los contextos existentes, e inclu-ye solamente una pequeña parte de los sitiosencontrados en la región. Solamente algunasde estas áreas de tierras oscuras han sido pre-viamente identificadas por estudios científi-cos, aunque la mayoría, sino la totalidad, son

El origen y persistencia de las tierras negras de la Amazonía

W.I. Woods y J.M. McCann

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conocidas por los “caboclos” quienes recono-cen su alta fertilidad y vegetación distintiva.Ellos plantan allí los cultivos que exigen un al-to nivel de nutrientes (maíz, fríjol, zapallo ymelón) y explotan una amplia gama de plan-tas silvestres útiles que se dan allí. Otros sitios,no incluidos aquí, serán objeto de investiga-ciones pedológicas y de ecológica histórica enel futuro.

En vista del “modelo de basurero” exis-tente, nos hemos sorprendido al comprobarque solamente pequeñas áreas de las tierrasmás oscuras mostraron evidencias inequívo-cas de ocupación humana por un largo plazo;algunos lugares no contenían ninguna1. Deigual forma en aquellos sitios donde observa-mos evidencia química y concentraciones

densas de cerámica diagnóstica de asenta-mientos, el incremento por deposición cultu-ral probablemente no era un factor significan-te en la formación del suelo. La principal con-tribución humana para el oscurecimiento deestos suelos no es por deposición primaria, si-no que es el resultado indirecto de cambiosquímicos conducentes a la estimulación de labiota del suelo y su “desarrollo” por la incor-poración de sub-productos orgánicos, esto es,el proceso de formación del suelo por melani-zación. De otra parte, nuestras observacionesde campo sugieren que no hay una relacióngeneral entre la profundidad de la zona oscuray la duración de la ocupación. Mas bien, en-contramos el contexto geomorfológico y latextura del suelo como variables claves para

24 / Origen y persistencia de las tierras negras en la Amazonía

Figura 2.1. Area de estudioRíos Bajo Tapajos y Arapiuns, Santarém, Pará, Brasil. Los 12 lugares señalados produjeron los ejemplares parael análisis. Centenares de sitios con tierras oscuras existen en la región.

Brasil

Nazario

Monte SiãoCatarina

Mentai

São Pedro

Bacuri

RíoTapajós

Ponta dePedras Oitavo

Bec

Embratel

Satarém Aldeia

Villa FrancaUrucuri

Río Amazonas

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determinar la profundidad. Las zonas oscurasmás profundas fueron encontradas en sitiosfluviales arenosos, que habían sido sometidosa adiciones significativas de origen no an-tropogénico, esto es, depósitos aluviales y eóli-cos. En contraste, la deposición de materialesculturales fue insignificativa, aunque los sub-productos de la deposición de desechos y que-mas estaban presentes en profundidades dehasta 2 metros o más, las cuales habían sidoincorporadas a la matriz durante la duraciónde la ocupación. Aunque las tierras oscuras ri-cas en arcillas y más densas nunca exceden los70 cm de profundidad, pueden representaruna ocupación igual o de una duración másprolongada que los sitios mas profundos. Noes sorprende que los cálculos de la tasa de for-mación varíen tanto: 0.015 cm2 por año, 0.1cm2 por año, y 1.0 cm2 por año.

Así, los suelos de tierras oscuras no sonbasureros. Quizás hasta más impresionante esel hecho de que la mayor parte de las áreas cu-biertas por las tierras oscuras no se encuen-tran, probablemente, directamente asociadascon asentamientos; los niveles de Ca y P noson más altos (Tabla 2.1), los artefactos cultu-rales son raros, y el suelo es típicamente ma-rrón oscuro en vez de negro. Para distinguiresta tierra de la terra preta, llamaremos estesuelo terra mulata (TM), siguiendo el uso delvocablo empleado por Sombroek para descri-bir áreas de suelos menos oscuras desprovistasde cerámica, que circundan los sitios de TPmás oscuros, en la cuenca de Tapajós. Se atri-buye el color oscuro de TM al cultivo amerin-dio por largo tiempo. Algunos investigadoreshan sugerido también una asociación entre lossuelos oscuros y las actividades agrícolas tradi-cionales en otras áreas de la Amazonía (Eden,Bray, Herrera, & McEwan, 1984; Prance &Schubart 1977: Mora et. al., 1991).

Los residentes actuales en nuestra áreade estudio han observado durante su vida un

oscurecimiento paulatino del suelo, resultadode la quema y la cobertura de éste con mate-riales orgánicos de las chagras o en las parcelasque tuvieron cortos períodos de barbecho.Además, las TM no parecen formarse bajocondiciones de frecuente quema natural, nibajo el sistema de corte y quema con largos pe-ríodos de barbecho, o bajo sistemas agrofores-tales como los actualmente practicados en laAmazonía. Es improbable que fueran fenóme-nos naturales los agentes principales de la for-mación de la TM, dada la amplia variedad depaisajes en los que se encuentra y su típica aso-ciación en proximidades de la TP.

Sugerimos que una combinación decobertura del suelo con materiales orgánicos yquemas producen el elevado contenido de ma-teria orgánica y la coloración oscura de lasTM. Esta práctica, aunque elimina temporal-mente la biota del suelo cerca de la superficie,adiciona carbón vegetal y ceniza, la cual au-menta el pH del suelo contrarrestando la acti-vidad del Al, que resulta tóxico para la biotadel suelo. Ese breve aumento de pH es sufi-ciente para dar el impulso inicial para el creci-miento, y el aumento consecuente de la activi-dad microbiológica que añade productos dedescomposición orgánica de tamaño coloidala la matriz del suelo. Esto, junto con los sub-productos de combustión incompleta, pro-porciona a las superficies cargadas, carentes ocon bajos niveles de arcillas y arenas altamen-te desgastadas por procesos naturales, un au-mento en la capacidad de retención de nu-trientes. Son estos complejos orgánicos los queenvuelven a las partículas del suelo y le confie-ren al mismo su coloración distintiva (ver fi-gura 2.2).

Los indígenas de la Amazonía, comolos Kayapó que conservan una tecnología agrí-cola relativamente poco alterada, emplean unaserie de técnicas de manejo de los suelos que

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incluyen la cobertura del suelo con materialesorgánicos, quema, y aplicación directa de abo-nos en la forma de cenizas, especialmente pre-paradas, transporte de materia orgánica de si-tios lejanos, así como hormigueros y nidos decomején. Así cultivan sus chagras de corte yquema de forma intensiva por cinco años, ymenos intensivamente por seis. Es evidenteque los Kayapó y otros grupos indígenas mo-difican las características de los suelos a cortoy largo plazo (Hecht & Posey 1989).

La Tabla 2.1 ofrece un sumario de con-centraciones totales de elementos y niveles de

carbón orgánico y pH para cuatro grupos demuestras de suelos. Como se esperaba, lasmuestras de TP tiene altos contenidos de car-bono orgánico, y por tanto de materia orgáni-ca, así como altas concentraciones de elemen-tos (por ejemplo, Ca y P) fuertemente asocia-dos con el asentamiento humano. Estas carac-terísticas, y la abundancia de materiales cultu-rales, confirman la importancia de la disposi-ción de desechos caseros (por ejemplo, en lapreparación de comida, huesos, sangre, excre-mentos, orina, fragmentos cerámicos y demás)en la formación de la TP. En contraste, las con-

26 / Origen y persistencia de las tierras negras en la Amazonía

Figura 2.2. Modelo conceptual de la formación y persistencia de Terra Preta y Terra Mulata. Deposición deceniza/carbón y materia orgánica por actividades de los agricultores. Los estímulos resultantes de la actividadbiológica, son procesos claves en la formación y persistencia de tierras oscuras amazónicas. Concentración debasuras (ceniza, sobras de comida, huesos, materiales de construcción, heces, orina, cerámica, herramientas,etc.) en las cercanías de áreas habitadas forman TP, más oscuras, ricas en P, Ca, y material cultural; mientrasTM se forma en zonas intensamente utilizadas para agrosilvicultura o cultivos con manejo de suelos.

MODELO TEÓRICO DEL ORIGEN Y PERSISTENCIA DE TIERRAS OSCURAS

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centraciones de Ca y P de las muestras de TMno son significativamente mayores que aquel-las de las arcillas y arenas ubicadas en sus alre-dedores; el contenido de materia orgánica eramás alto en las TM, que en las TP.

¿De dónde proviene toda esa materiaorgánica? Las concentraciones consistente-mente altas en las muestras de TM, inde-pendiente de su textura, material de origen, ocontexto geomorfológico, sugieren fuertemen-te un origen antropogénico. Sin embargo, ladeposición de deshechos humanos en el sitiono parece ser la fuente, ya que no se registró elenriquecimiento químico de la TM y es evi-dente la pobreza de los materiales culturales.La posibilidad más aceptable es que el conteni-do orgánico fue elevado por medio de prácti-cas de manejo de suelos a largo plazo (espe-cialmente por la cobertura del suelo con mate-riales orgánicos y quema) bajo una agricultu-ra intensiva.

Las asociaciones espaciales de tierrasoscuras, en las cuales algunas áreas de TP sepresentan típicamente cercanas o entremez-

cladas en las grandes áreas de TM, apoya estahipótesis y apuntan a un paisaje pre-europeode asentamientos estables a largo plazo juntocon sus parcelas agrícolas. Ciertamente, elcontenido orgánico un poco más bajo de lasmuestras de TP puede ser esperado en una si-tuación en la cual en los asentamientos existie-ron plazas y áreas abiertas alrededor de las ca-sas las cuales se barrían. Una parte de estos res-tos, y otros desechos orgánicos domésticos po-drían haber sido utilizados como cobertura desuelo para parcelas adyacentes, resultando enuna transferencia neta de material orgánico dela zona de asentamiento de TP a la zona agrí-cola con TM. Pero ¿por qué son las TP más os-curas que la TM, a pesar de tener un conteni-do orgánico un poco más bajo? La clave pare-ce estar en las altas concentraciones de ionesde Ca, K, y Mg disponibles para la combina-ción orgánica. Una descomposición mayorpermite un baño más completo de las partícu-las de suelo y produce un suelo más oscuro.

Es interesante anotar que nuestras ob-servaciones de campo y los resultados del la-

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Tabla 2.1. Contenido orgánico, pH, y concentración de elementos asociados con habitaciones humanas en sitios con cuatro tipos de suelos: terra preta (TP),

terra mulata (TM), arcilla de fondo (BC) y arena de fondo (BS).

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boratorio (Tabla 2.1, así como los datos adi-cionales no incluidos) son consistentes con lasclasificaciones y categorías de fertilidad de losagricultores locales: la terra preta es considera-da como la más fértil, seguida de los suelos ar-cillosos (barro), y por último los suelos areno-sos (areião). Algunos individuos dividen la te-rra preta, reconociendo las variedades de terrapreta superior (legítima) e inferior (fraca). Es-tas parecen corresponder a nuestra TP y TM,respectivamente. Aquellas personas que lasclasifican se refieren a todas las tierras oscurassimplemente como terra preta.

Si las actividades humanas son verda-deramente responsables por el desarrollo delas tierras oscuras, se puede esperar que con lafinalización de estas se dé una reducción en lafertilidad y contenido de materia orgánica, yuna eventual reversión al latosolo amarillo, ocualquier otro tipo de suelo que constituya elcontexto circundante. Sin embargo, éste noparece ser el caso. Las propiedades únicas delas TP y TM son extraordinariamente persis-tentes. Los agricultores locales relatan que in-clusive después de varios años de cultivo, lafertilidad del suelo no disminuye significante-mente, permitiendo la intensificación despuésde un período en barbecho. En el caso de lastierras oscuras, el desarrollo excesivo de male-zas resultante de una alta fertilidad es la razónprincipal para el abandono de la parcela agrí-cola.

Las observaciones de campo realizadasen Oitavo Bec, un sitio ubicado en una mesetadel interior en donde la TM, con zonas entre-mezcladas de TP, cubre más de 120 hectáreas,sugiere la propiedad regenerativa. Esta extensazona, rica en arcillas, de tierras oscuras con 60centímetros de profundidad es extraída comosuelo para macetas en la ciudad de Santarém.Después del corte y quema de la vegetación, elsuelo es excavado con azadón y pala. Una ter-

cera parte del fondo (20 cm) de la zona oscu-ra es dejada intacta intencionalmente. DorivalLucas de Castro que ha trabajado en el sitiopor más de 30 años, explica que esa práctica esnecesaria para que el suelo “crezca”. De acuer-do con él, en aproximadamente 20 años, la zo-na oscura se restablecerá con su profundidadoriginal de 60 centímetros, principalmentepor el proceso de oscurecimiento descendenteya descrito. Aparentemente, en algún nivel delumbral de la actividad biótica y la posición deretención de nutrientes del suelo, la tierra os-cura alcanza la capacidad de perpetuarse -has-ta auto-regenerarse– comportándose de estemodo como un organismo vivo, en vez de unmineral inactivo. Si la capa oscura es total-mente suprimida, la regeneración no ocurreporque el agente inoculador no existe. En dosáreas adyacentes en donde la tierra había sidoexplotada por seis meses, antes de nuestra vi-sita, notamos que la parte que había sido ras-pada por las máquinas hasta el latosol amari-llo subyacente estaba casi desprovista de vege-tación. En contraste, el área extraída a mano,en donde se habían conservado los 20 centí-metros de tierra oscura, estaba cubierta poruna vegetación secundaria densa. En Catarina,otro sitio de tierras oscuras (TM) ubicadofrente al río Arapiuns al oeste, también indica-ba las propiedades regenerativas de estos sue-los una serie de hormigueros de hormigas tro-zadoras de hojas que habían sido abandona-dos hace más de 25 años. Los hormigueros es-taban compuestos de un material anaranjado,altamente curado, traído del subsuelo por lashormigas. Era evidente la melanización pro-gresiva de las matrices del hormiguero, sinninguna adición de elementos orgánicos porparte de los habitantes. En 20 años el color re-sultaba indistinguible de la TM circundante, ylas concentraciones de elementos y contenidoorgánico habían alcanzado niveles compara-

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bles con los términos medios de todas lasmuestras de TM (Tabla 2.2).

Basados en los patrones que hemos ob-servado en la región del bajo Tapajós, en don-de pequeñas áreas de TP tienden a estar aso-ciadas con otras que en oportunidades se en-tremezclan con áreas más extensas de TM,proponemos un modelo de asentamiento delargo plazo, sostenido por chagras y camposagrícolas permanentes en las áreas circundan-tes. El cultivo intensivo y permanente está deacuerdo con la tecnología del hacha de piedraque existía antes de la introducción de las he-rramientas de hierro y acero por parte de loseuropeos. Los instrumentos de piedra son ine-ficientes para derribar árboles grandes y des-pejar áreas de bosque, por ello fueron un fre-no para el clareo frecuente de bosques madu-ros que el sistema de corte y quema, y movili-dad de asentamientos requiere (Denevan1992). Una vez que los campos agrícolas sonestablecidos, el esfuerzo necesario para man-tenerlos, por ejemplo la remoción de malezas,cobertura de suelo con materiales orgánicos,quema de residuos de cultivos y otras activida-des para mejorar el suelo son comparables conla difícil tarea de preparar chagras nuevas.Aunque nuestros resultados ofrecen apoyo a laperspectiva que sugiere asentamientos per-manentes en la Amazonía precolombina, ad-

vertimos que las proyecciones del tamaño dela población o sus densidades, no deben reali-zarse basados en la extensión de las tierras os-curas. Las características de las poblaciones re-sidentes, así como la duración de la ocupa-ción, pueden ser entendidas después de la rea-lización de investigaciones arqueológicas deta-lladas, especialmente de aquellas pequeñaspartes de tierra oscura relacionada directa-mente con la zona de asentamiento.

Finalmente, la persistencia y cualidadesregenerativas que hemos identificado en lastierras oscuras sugieren que los suelos tropica-les notoriamente lixiviados y poco fecundospueden ser “mejorados” mediante quemas ypor la adición de materiales orgánicos (Hecht& Posey 1989, Kamara 1986), otras manipula-ciones directas de pH, capacidad de cambio decationes y biota del suelo, pueden ser realiza-das quizás hasta con un inoculador microbio-lógico artificial (Sylvia, Fuhrmann, Hartel, Zu-berer 1998). No son necesarios materias adi-cionales para mantener la fertilidad, una vezinfundido el elemento auto perpetuante debiota activa el suelo y mejora su capacidad deretención de nutrientes, bajo un manejo ade-cuado. Vilipendiado o glorificado el sistema decorte y quema, éste ha sido visto por la mayo-ría de los observadores occidentales como unaadaptación lógica a las limitaciones del suelo

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Ca P K Mg %LoI

1er año 55 41 0 6 0.277 años 146 194 0 32 1.4120 años 161 145 49 42 0.95TM, profundidad promedio 160 156 49 38 1.82

Tabla 2.2. Comparación de la concentración de elementos (ppm) y % C orgánico a 10 cmbs, de acuerdo con distintos periodos desde la deposición de las arcillas estériles

por debajo de la superficie de los hormigueros

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en la Amazonía, así como en todas las regionestropicales. Así mismo los que ven en el sistemade corte y quema un sistema ambientalmentecompatible y por ello análogo a los procesosde disturbio y sucesión regeneradora de losbosques tropicales, admiten que, después deuna cierta densidad de población o frecuenciaen el clareo, el sistema de corte y quema no essostenible. Una población humana crecienteejerce presión cada vez mas fuerte sobre los re-cursos forestales, las prácticas agrícolas de losindígenas anteriores al contacto y su rica he-rencia de suelos “vivos” justifica la necesidadde estudios adicionales para desarrollar for-mas de manejo de tierra de alto rendimiento,sistemas intensivos en el uso de la tierra y for-mas sostenibles de uso de tierra en los trópicoshúmedos.

Agradecimientos

Agradecemos a D.Meyer del Rock RiverLaboratory, Inc. por el análisis de las muestrasde suelos, a M. Goodwin, A. Martignoni II, yA. Martignoni III por la preparación de la fi-gura y tabla. W. Denevan, O. Coomes, N. Ste-wart, A. Terraciano, R. Dalan, G. Holley, y C.Wells hicieron comentarios provechosos en lasversiones anteriores de este manuscrito, y S.Miranda Melo proporcionó importante asis-tencia de campo. Apoyado por la beca de in-vestigación de la Southern Illinois UniversityEdwardsville Graduate School otorgada a W.Woods, así como por unas becas de Fulbright-Hays y NSF para la investigación correspon-diente a la tesis doctoral de a J. McCann.

30 / Origen y persistencia de las tierras negras en la Amazonía

1 En la fase de preanálisis de las tierras oscuras(TP y TM) se distinguieron las arcillas (BC) yarenas de fondo (BS) por la presencia de mate-riales culturales y coloración oscura, i.e., grismarrón oscura (10YR4/2) o más oscuras. Terrapreta y terra mulata (TP/TM) se distinguenuna de la otra por la abundancia de materialesculturales (común/escaso o ausente). La apli-cación de eses criterios en Terra Preta (TP)n=16 (5 sitios, 8 lugares), Terra Mulata (TM)n=21 (8 sitios, 11 lugares), Arcilla de Fondo

(BC) n=10 (8 sitios, 8 lugares), Arena de Fon-do (BS) n=28 (7 sitios, 8 lugares) para un totalde 75 ejemplares de 22 lugares dentro o cercade las 12 áreas de tierras oscuras indicadas enla Figura 1. Los procedimientos analíticos in-cluyeron: (1) Extracción elemental por diges-tión HNO3/HCL con determinación por ICP;(2) Carbono orgánico (OC) por pérdida porignición; y (3) medición electrómetrica de pHen una mezcla 1:2 de suelo - agua.

Nota

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El manejo adecuado de los bosques tro-picales, así como el éxito de las políticas que so-portan los programas que buscan un desarro-llo sostenible en estas regiones depende engran medida de las respuestas que podamosdar a preguntas tales como: ¿Cuál es la densi-dad de población que puede mantener un bos-que tropical sin amenazar su integridad?, ¿Bajoque condiciones se puede mantener esta pobla-ción? ¿Cómo desarrollar un sistema de produc-ción de bajo impacto? ó ¿Cómo se deben vin-cular las poblaciones que habitan en los bos-ques con otras sociedades – por ejemplo nacio-nales o internacionales - y por ende con losmercados de las mismas? Los contextos - tantoespaciales como temporales - en los cuales es-tas preguntas son respondidas determinará lavalidez de las respuestas que obtengamos y de-limitará el posible éxito de las acciones que lasprecedan. Evidentemente la idea de la sosteni-bilidad involucra el desarrollo de estrategiaseconómicas de largo plazo compatibles con elmedio y con los valores sociales. Sin embargo,todos estos términos se refieren a “fenómenos”dinámicos – estrategias, medio, valores socia-les-, que se encuentran en continua transfor-mación y para los cuales una respuesta estática,como la producida por una simple estrategiatécnica, resultan ser insuficientes.

Los sistemas de agricultura itinerantetienen una alta sostenibilidad en términos dealgunas de las comunidades que habitan hoy

en día en la Amazonía. Sin embargo, bajo con-diciones de alta densidad de población, resul-tan ser inadecuadas (Myers 1992; Sponsel1986: 78). Estos sistemas generalmente tienenuna baja productividad, implican inestabili-dad en los asentamientos y en condiciones deun alta densidad demográfica requieren degrandes áreas, impidiendo, o al menos restrin-giendo, la regeneración de los nutrientes apro-vechados por los cultivos. Barrow (1990) hasugerido que un sistema de rotación de culti-vos y mezcla de cultígenos puede ser uno delos métodos para aumentar la producciónagrícola en la Amazonía de una manera soste-nible. Hasta cierto punto esta estrategia puedeser una solución para altas densidades de po-blación. No obstante, la misma implica la in-tensificación de la producción con un cuidado-so control de la erosión, las malezas y las plagasque afectan a los cultivos. Sistemas de produc-ción como éstos son característicos de socieda-des en las cuales se da una rigurosa coordina-ción del trabajo, los frentes de colonización es-pontáneos que se extienden desde las zonasmás pobladas hacia el interior de la Amazonía,o las comunidades aisladas, por falta de vías decomunicación, o excesivos costos en el trans-porte de bienes y productos, no pueden aspirara un sistema semejante. Esto no quiere decirque las respuestas técnicas carezcan de valor,simplemente las mismas no son por sí solasadecuadas. De manera semejante los progra-

Suelos negros y sociedad:Un sistema agrícola de entonces,

¿un sistema agrícola de ahora?S. Mora

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mas sociales, fundamentados en una robustapolítica, pero que no considera componentestécnicos o las condiciones de sus participantesen relación con sus expectativas, “deseos” y an-helos estarán condenados al fracaso.

El propósito de este escrito es presentary discutir algunos de los resultados obtenidosen el estudio de sociedades prehispánicas quehabitaron en la la Amazonía noroccidental–concretamente en la cuenca del río Caquetáen Colombia - y que desarrollaron procesos deintensificación agrícola. El énfasis se marcarásobre los suelos antrópicos – suelos negros oterra preta y los suelos pardos - en términos desu función agrícola. Los resultados sugierenque el empleo de las técnicas desarrolladas enla antigüedad pueden ilustrar procesos técni-cos, a partir de los cuales es posible crear nue-vas respuestas, al tiempo que permiten plan-tear preguntas sobre la validez de las mismasen los contextos sociales, económicos y políti-cos de entonces y de ahora.

El contexto de los suelos antrópicos en lacuenca del Caquetá

Al considerar los suelos negros en lacuenca del Caquetá, en términos de su ubica-ción espacial, se hace notorio un patrón. Unbuen número de ellos tienden a encontrase enrasgos fisiográficos muy estables, en proximi-dades de las mayores vías de comunicaciónfluvial, en aquellos lugares en los cuales la na-vegación se dificulta o se hace imposible debi-do a la presencia de rápidos – chorros - y/o ca-taratas (Eden et. al., 1984; Herrera et. al., 1992;López & Botero 1990). Esto ha contribuido adestacar su importancia en el control de lasvías de comunicación en la región y sustentarhipótesis sobre su importancia en el controldel flujo de bienes (Herrera et. al., 1992).

No obstante esta ubicación no puedeser entendida exclusivamente en términos fi-siográficos o económicos. Es necesario enten-der su ubicación en un paisaje histórico en elcual el valor cultural, sumado a sus posiblesfunciones económicas, contribuye a explicar lapermanencia de las ocupaciones humanas enestos lugares, el registro de un amplio conjun-to de rasgos, y las transformaciones del ámbi-to a lo largo del tiempo. De esta forma será po-sible ver estos depósitos arqueológicos dentrodel paisaje amplio, como puntos destacadospor sus condiciones histórico - naturales y nocomo simples yacimientos arqueológicos des-vinculados de la historia natural y social de laregión.

Las comunidades indígenas que habi-tan hoy la Amazonía colombiana considerande forma individual, y en su conjunto, cuatroaspectos que convergen en algunos de los si-tios de suelos negros estudiados en la regióndel Caquetá: posición fisiográfica - en proxi-midad de chorros -; condiciones biogeográfi-cas - vegetación y fauna asociada; presencia depetroglifos y distribución de artefactos cultu-rales en suelos negros y pardos.

Por ejemplo, para los habitantes del ba-jo Caquetá los chorros son considerados comolugares en los cuales se originaron las diferen-tes gentes de este mundo y a partir de los cua-les es posible comunicarse con mundos ubica-dos en otras dimensiones. Posiblemente porello son también espacios chamanísticos y si-tios donde se da una reorganización del mun-do (Reichel-Dolmatoff 1996:48). De los cho-rros surgió, por ejemplo, Yurupari (Van derHammen, 1992:93,94). Los Witoto del Caque-tá asocian estos lugares con narraciones queproveen claves importantes para la comunica-ción con los ancestros.

Pero estos hitos geográficos no sólo re-presentan un límite entre mundos ubicados en

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diferentes dimensiones, son en un buen nú-mero de relatos míticos, las fronteras territo-riales entre los grupos étnicos (ver Van derHammen 1992), así como marcadores quepermiten reconocer el mundo indígena (Ar-hen 1998:40). Es por esto que en muchos deellos este valor como frontera está reafirmadopor la talla de petroglifos. Estos, como lo ha se-ñalado Goldman (1963:8), son empleados co-mo marcadores territoriales, que a su vez re-cuerdan importantes episodios míticos (Rei-chel-Dolmatoff 1990:39). Ejemplos de estaconnotación se encuentran en el chorro deCórdoba, en el bajo Caquetá, donde los suelosnegros y los petroglifos convergen en unidadesfisiográficas estables en proximidades del río.Caso semejante al de Araracuara o la Sardina,en la desembocadura del río Yarí en el Caque-tá. Otros casos de la unión de chorros, como“límites” confirmados por petroglifos, se en-cuentran en el Apaporis y el Mirití. Allí se aso-cian con seres míticos que tallaron las piedras(Van der Hammen 1992:95) como también lohacen en otras partes de noroccidente de laAmazonía (ver por ejemplo Koch-Grunberg1995: vol I:28).

A pesar de su importancia “concep-tual” los chorros no son únicamente áreas enlas cuales convergen mundos dispares - mito-lógicos o étnicos. Por el contrario son impor-tantes espacios, que se pueden reconocer poruna alta concentración de recursos. Estos bio-topos son claramente identificados por las co-munidades indígenas en la Amazonía, dadoque en ellos es posible encontrar plantas, pecesy otros animales en abundancia, los cuales nose presentan fácilmente en otros puntos. Porejemplo, los Wanano reconocen que se trata deuno de los hábitats más productivos para lapesca, dado que allí se concentra un mayornúmero de individuos, así como representan-tes de especies “exóticas”, en un complejo siste-ma de canales y corrientes (Chernela 1993).

Generalmente los suelos negros, tantode las inmediaciones de los chorros comoaquellos distantes de los ríos, se reconocen a ladistancia porque exhiben una vegetación ca-racterística. Esta incluye plantas útiles comopatabá (Jessenia pataua), chontaduro (Bactrisgasipaes), y árboles frutales como umarí (Pora-quaiba sericea) (Reichel-Dolmatoff 1990:38),los cuales testimonian una ocupación pretéri-ta. Estos sitios, por sí solos, tienen una granimportancia en el nivel simbólico para los gru-pos nativos que habitan en la región. Porejemplo, los Tukano consideran la terra pretacomo propiedad del progenitor ancestral Pa-murí mahsé. Para ellos los suelos antrópicosfueron creados en los lugares donde se asenta-ron los pioneros – primeros humanos - que,navegando en una anaconda mítica, llegaron ala región (Reichel-Dolmatoff 1990:38). Tam-bién pueden representar antiguos asentamien-tos de grupos enemigos. De cualquier formalos mismos constituyen un lugar de “almace-namiento” de plantas útiles, en los cuales esposible recuperar la semilla necesaria para elcultivo (Reichel-Dolmatoff 1996:80). Así sehace patente, a partir del dato etnográfico, quelos mismos tienen una importante relacióncon la ocupación y la agricultura en las histo-rias tradicionales.

Suelos negros y agricultura

El tamaño y la densidad de los asenta-mientos reportados por los arqueólogos en laregión amazónica, sugieren que hacia el iniciode la era Cristiana se dio un incremento con-siderable de la población (ver Lathrap 1970;Myers 1981; Roosevelt 1987). Concomitantecon este incremento en el número de los asen-tamientos, se han registrado importantestransformaciones en la composición de lossuelos. Estas tienen que ver con cambios en la

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estructura, aumentos en las cantidades de fós-foro y materia orgánica, así como alteracionesen la coloración de los mismos. Una miradamás detenida a estos suelos ha permitido dife-renciar dos grupos: suelos negros y pardos(Andrade 1986; Eden et. al., 1984; Smith1980)1.

Los investigadores están de acuerdo, ensu gran mayoría, en que estas transformacio-nes se vinculan con actividades desarrolladaspor los humanos, reconociendo una asocia-ción directa con las mismas2. Muchos pien-san, al igual que los indígenas del norocciden-te de la Amazonía, que son el resultado de gru-pos de agricultores, quienes supuestamenteocuparon por un período prolongado los si-tios donde se presentan. Otros los ven como elresultado de botaderos de basura y algunosmás suponen que constituyen las “huellas” desofisticados sistemas agrícolas. Ya sea que seesté de acuerdo con una u otra de las posibles“explicaciones”, o con una mezcla de ellas, pa-ra la mayoría de los investigadores los suelosantrópicos implican una prolongada ocupa-ción de los sitios (ver por ejemplo Andrade1986, Eden et. al., 1984; Smith 1980). Bajo es-ta concepción, los suelos negros pueden serconsiderados como un reflejo de las activida-des humanas en un determinado punto – pordefinición se trataría de objetos arqueológi-cos-.

No obstante ser clara su asociación conlas actividades humanas, su formación posi-blemente no se pueda atribuir a un solo factor,a una sola práctica o a un solo período, a pesarde su florecimiento hacia los inicios de la eraCristiana. Múltiples procesos, muchos de ellosde carácter puramente local, debieron influiren su desarrollo, dificultándose una generali-zación sobre su génesis y evolución de las acti-vidades asociadas; con toda seguridad partici-paron en diversos contextos a lo largo de su

historia. Por ejemplo, Sponsel (1986:73) re-porta la existencia de suelos negros para la re-gión de San Carlos, en el río Negro, los cualesfueron datados hacia el 3.750 AP. Dado que losprimeros indicios de domesticación de plantasen esta región se han registrado hacia el 8000AP (Cavelier et. al., 1999; Piperno & Pearsal1998:204) y que las prácticas agrícolas más an-tiguas, hasta ahora registradas en el norocci-dente amazónico, se ubican hacia el 4600 AP(Mora et. al., 1991:30) es poco probable quelos mismos sean la consecuencia de un sistemaagrícola de alta intensidad productiva. Así,queda la posibilidad de que se formaran comoresultado de la acumulación de basuras o deactividades domésticas. Entonces, surgen pre-guntas relativas al sistema o sistemas socio-económicos que posibilitaron la estabilidad delos asentamientos, contribuyendo a la forma-ción del suelo. En realidad la sola presencia delos suelos antrópicos, descontextualizados delas prácticas culturales, no tiene en sí un valorexplicativo, al menos en términos del tipo deadaptación y la coevolución que debió ocurrirentre ellos y las sociedades.

Pero esta diversidad no solo se relacio-na con los procesos culturales involucrados ensu evolución sino que, posiblemente, tiene quever con las condiciones locales, que en casosparticulares incidieron en ellos. Por ejemplo,Woods y McCann (en este volumen) sugierenque estos suelos tienen una capacidad de autoperpetuación, generada por actividad biótica,la cual, por decirlo de alguna manera, les per-mite “reproducirse”. Sin embargo, no pareceestar indicada esta capacidad en los suelos par-dos que han sido encontrados sepultados enAraracuara – sitio Abeja - (ver Mora et. al.,1991). Así, resulta necesaria una explicaciónalternativa, que permita entender el porquéesta autogeneración se detuvo. De igual forma,las increíbles variaciones en términos de su

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composición – materia orgánica, fósforo etc-,observadas entre los suelos negros en diferen-tes regiones y entre éstos y los pardos debenser explicadas.

Dados los procesos implicados en laformación y posterior evolución de estos sue-los es necesario delimitar, en lo posible, las ac-tividades humanas asociadas a los mismos yentender los desarrollos locales. Por ello resul-ta relevante enfatizar el uso, manejo e inten-cionalidad, si existió, de la cual los suelos an-trópicos fueron objeto. De esta forma se pue-de sopesar el valor de los mismos como siste-ma de producción y evaluar su uso en térmi-nos de la sostenibilidad.

Empleando esta perspectiva se puedenidentificar dos tendencias que intentan darcuenta del origen de los suelos antrópicos de laAmazonía. La primera de estas tendencias losconcibe como el resultado de procesos no in-tencionales, es decir, procesos naturales vincu-lados con las actividades humanas. Este es elcaso de la explicación producida por Eden et.al., (1984) quienes los ven como acumulacio-nes de basuras, que no tienen nada que ver conla agricultura. Ilustraría este caso la informa-ción aportada por Balée (1992:42), quien creeque el uso de los suelos antrópicos por partede los Araweté, y otras comunidades amazóni-cas, es oportunístico y su formación no tieneque ver con una acción humana deliberada ydirigida a su producción, simplemente obede-ce al uso de un recurso, en el sitio en el cual elmismo se localiza. Andrade (1986) consideraque los suelos negros son el resultado de acu-mulación de desechos – principalmente aso-ciados a unidades de vivienda y huertos case-ros – en tanto que los pardos tienen que vercon campos de cultivo aislados. León y Vega(1983) explican las diferencias en los suelosnegros y pardos como parte de procesos natu-rales relacionados con la topografía. Para el ca-

so particular de Araracuara suponen queaquellas zonas con pendientes pronunciadastendrán suelos negros, mientras que las zonasplanas se caracterizarán por suelos pardos. Asísu diferenciación en términos de pardos y ne-gros sería independiente de las actividades hu-manas.

No contamos con evidencia sobre laformación de los suelos negros en la actuali-dad. A pesar de ello Posey (1989:243) conside-ra que los indígenas amazónicos intencional-mente modifican los suelos adicionándolesmateria orgánica en la forma de desechos y ce-nizas, las cuales son enterradas para producir“bolsas” de suelos ricos. Observación que hasido confirmada para casos como el de los Ti-kuna quienes colectan cenizas dejadas por lacombustión de árboles y hogueras las cualesadicionan a sus cultivos; estrategias semejantesson empleadas para el cultivo del maní (Ara-chis hypogaea), en el plano aluvial del Caquetá,por parte de las comunidades indígenas (Vélez& Vélez 1999:131, 132). Herrera et. al.,(1988:80), Herrera et. al., (1992: 102) y Cave-lier et. al., (1990:83) sugieren, a partir del estu-dio de perfiles palinológicos ubicados en unárea de suelos negros, en las cuales se eviden-ció la existencia de plantas de habitación, quelos mismos fueron manejados para cultivarYuca - Manihot esculenta Crantz -, batatas -Ipomea batatas -, Marañón - Anacardium occi-dentale - y maíz - Zea mays, cultivos asociados,hoy en día, a las chagras indígenas en la cuen-ca del Caquetá.

El estudio de los suelos negros, supo-niendo que los mismos tienen una relacióncon la producción agrícola, implica el estudiode las técnicas y cultígenos empleados, así co-mo su eficiencia para sostener un sistema so-cial en constante transformación. Sobre estosaspectos se han centrado los estudios adelan-tados en Araracuara, una localidad en la cual

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convergen rasgos que sugieren una importan-cia preponderante del sitio, dentro del contex-to de la cuenca del Caquetá, tanto a nivel geo-gráfico como en el histórico cultural. Es nece-sario tener en cuenta que no intentamos haceruna generalización sobre la totalidad de lossuelos negros en la cuenca amazónica, simple-mente presentamos un estudio de caso, quedebe ser comparado con otros a fin de enten-der el papel que tuvieron los suelos negros enlas historias ambientales y sociales de la región.

Araracuara: los sitios arqueológicos y lossuelos negros

Araracaura – el sitio donde las Guaca-mayas anidan – comprende una región de laAmazonía colombiana en la cual un imponen-te macizo rocoso del paleozoico se levanta 200metros sobre la selva circundante, para cortarel curso del río Caquetá y crear un rápido quese extiende por varios kilómetros entre acanti-lados y rocas que contribuyen a formar in-mensas olas que aparecen y desaparecen rápi-damente en el río. Este macizo rocoso, con unárea de 16 kilómetros cuadrados, es el centro apartir del cual es posible identificar otros ras-gos fisiográficos como un área denudativa, al-gunas terrazas bajas y las planicies inundablesformadas al norte y sur del macizo. El clima enla región es húmedo y los promedios de preci-pitación alcanzan los 3.000 mm, con una tem-peratura de 26 o C en promedio (Proradam1979).

En el pasado este macizo actuó comoparte del espacio involucrado en un largo de-sarrollo cultural, del cual son testimonio almenos cuatro sectores de asentamiento. Otrospuntos en los cuales se ha identificado una fi-liación cultural semejante han sido registradosal Sur - curso inferior -, al igual que en el cos-tado occidental de este río, frente al macizo

(ver Figura 3.1). Una sólida cronología permi-te afirmar que la ocupación del área se realizóde forma permanente al menos desde el 300d.C y hasta el 1500 d.C. (ver tabla 3.1)3. Sinembargo, la mayor concentración de activida-des humanas, hasta ahora detectadas y estu-diadas, se encuentra en el macizo y sus inme-diaciones.

No obstante ser estos asentamientos elresultado de una historia común, representanindividualidades y episodios particulares, den-tro del desarrollo social, que amerita su exa-men individual y como parte de un conjunto yno solo como depósitos de materiales arqueo-lógicos – incluidos los suelos antrópicos -.

Dos de los asentamientos que tratare-mos aquí tiene suelos antropogénicos, en loscuales fue posible registrar un manejo agríco-la. Un tercer yacimiento – Puerto Arturo – noexhibe transformaciones pedológicas que per-mitan hablar de la formación de un suelo an-trópico. No obstante es considerado en el aná-lisis dado que puede representar claves paraentender el funcionamiento del sistema deasentamientos.

El yacimiento ubicado en la punta nor-te del cañón de Araracuara, donde el río iniciósu encajonamiento, es conocido con el nom-bre de Puerto Arturo; en el mapa lo hemos de-nominado como el sitio uno (ver figura 3.1).En el pasado reciente este lugar ha sido em-pleado como sitio de desembarque de las mer-cancías y personas que desean continuar suviaje por el río Caquetá. Desde allí deben ini-ciar, caminando, el recorrido de macizo, paranuevamente embarcarse en lo que en el mapacorresponde al sitio arqueológico númerocuatro.

La ocupación prehispánica de este lu-gar se inició hacia el año 300 de nuestra era,aproximadamente. Las excavaciones arqueoló-gicas permitieron constatar que allí fue edifica-

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da una estructura al interior de la cual se desa-rrollaron algunas actividades domésticas. Estascontribuyeron a que en el suelo fueran deposi-tadas algunas semillas carbonizadas, que seconservaron al interior de una matriz arcillosa.Principalmente se trata de semillas de palmas.La cerámica recuperada no deja dudas de la re-lación de este asentamiento con los sitios dos,tres y cuatro, que fueran ocupados simultánea-mente. Hacia el año 1200 d.C. desaparecen lasactividades que dan origen al registro ar-queológico en el lugar. No contamos con nin-

guna evidencia del desarrollo de la agriculturaen este sitio o en su entorno inmediato.

Evidentemente este sitio tuvo, como lotiene hoy en día, un valor estratégico al ser la“puerta” de entrada al macizo y por lo tantoconstituir un lugar propicio para el control dela circulación de bienes a lo largo del río Ca-quetá. Vale la pena destacar que éste es el úni-co punto, a lo largo del Caquetá, donde la na-vegación resulta imposible en cualquier épocadel año; quien quiera pasar, tendrá que hacer-lo por tierra.

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Figura 3.1. Sitios Arqueológicos de la región de AraracuaraRp1 a Rp 6 corresponden a mesas y planicies con alturas que van de 60 a 120 metros sobre el río Caquetá. Rdcorresponde con las partes disectadas. Tu1 corresponde con la terrazas bajas del río Caquetá, cuyas alturas so-bre el nivel del mismo oscilan entre 5 y 15 metros. En la parte A de la gráfica se encuentran, de izquierda a de-recha, los sitios Puerto Artura 1.1.86, Abeja 2.1.86, Aereopuerto 3.1.86 - Araracuara 25 y 26 en la denomina-ción de Andrade -, Arararacuara y Puerto Santander, en la margen sur del río. En la parte B de la gráfica se en-cuentra Paqui 5.86 y Peña Roja 4.86.

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Tabla 3.1 Fechas de radio Carbono obtenidas en la región de Araracuara

Número Sitio Fecha AP Variación Referencia

Beta 1503 Araracuara 21 1815 105 Herrera et. al., 1981Beta 1504 Araracuara 22 1690 55 Herrera et.al., 1981Beta 1505 Araracuara 15 1420 70 Herrera et. al., 1981Beta 1506 Araracuara 15 705 60 Herrera et. al., 1981Beta 1507 Araracuara 15 1145 80 Herrera et. al., 1981Beta 1508 Araracuara 15 1120 65 Herrera et. al., 1981Beta 1509 Araracuara 15 1480 95 Herrera et. al., 1981Beta 1510 Araracuara 7 340 50 Herrera et. al., 1981Beta 21889 Paqui 1850 70 Herrera L.F et. al., 1987Beta 21890 Paqui 1020 70 Herrera L.F et. al., 1987Beta 21891 Peña Roja 840 60 Herrera L.F et. al., 1987Beta 21892 Peña Roja 1400 80 Herrera L.F et. al., 1987Beta 21893 Peña Roja 1100 90 Herrera L.F et. al., 1987Beta 21894 Puerto Arturo 1640 70 Herrera L.F et. al., 1989Beta 6949 Araracuara 25 2740 70 Andrade 1986Beta 6950 Araracuara 26 1160 50 Andrade 1986GrN 14988 Peña Roja 580 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14989 Peña Roja 695 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14990 Peña Roja 735 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14991 Peña Roja 755 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14992 Peña Roja 1365 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14993 Peña Roja 585 30 Herrera et. al., 1989GrN 14994 Paqui 1855 30 Herrera L.F 1987GrN 14995 Paqui 1330 35 Nieto 1988GrN 14996 Paqui 505 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14997 Paqui 1900 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 14998 Puerto Arturo 740 35 Herrera L.F et. al., 1989;GrN 14999 Peña Roja 385 30 Herrera L.F et. al., 1987GrN 16968 Abeja 775 25 Mora et. al., 1991GrN 16969 Abeja 1320 30 Mora et. al., 1991GrN 16970 Abeja 1565 35 Mora et. al., 1991GrN 16971 Abeja 1330 30 Mora et. al.,1991GX 15749 Abeja 1010 110 Mora et. al., 1991GX 15750 Abeja 1415 75 Mora et. al., 1991IAN 113 Araracuara 15 1800 85 Herrera et. al., 1981

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El sitio 2 – Abeja – consiste en 6 hectá-reas de suelos pardos, con un promedio de 22centímetros de profundidad, distribuidos enuna topografía que presenta una suave pen-diente hacia el suroriente del asentamiento y lacual descansa sobre un material más amarilloque representa una superficie cóncava. Estesuelo antrópico está sepultado por un capa deaproximadamente 20 centímetros y fue detec-tado inicialmente en los cortes realizados parala construcción de una carretera. A pesar detratarse de un suelo pardo, son notorias algu-nas variaciones en la coloración y composi-ción en puntos donde se dieron actividadesasociadas con la preparación de alimentos(Mora et. al., 1991).

El inicio de la ocupación en este lugar -aproximadamente hacia el 380 d.C. – está ca-racterizado por el clareo de la vegetación debosque. Es en este momento cuando se es-tablecen las primeras plantas de habitación yse inicia un proceso de adición de materia or-gánica a los suelos. Esta práctica se continuade forma ininterrumpida hasta que el sitio esabandonado como lugar de habitación cercadel año 1200 d.C. (Mora et. al., 1991). Fuera delos suelos antrópicos, en los estratos superio-res se registró el cultivo de chontaduro (Bac-tris gasipaes) y maíz (Zea mays), que se puedenatribuir a una ocupación moderna.

Los datos obtenidos durante las exca-vaciones arqueológicas revelan la existencia dealgunas plantas de habitación y campos decultivo hacia el centro del asentamiento, el sec-tor más plano del mismo. Entre los cultígenosempleados se cuentan con el maíz (Zea mays),dos variedades de yuca (Manihot esculentaCrantz), ají (Capsicum chinensis) y Maraca(Theobroma bicolor) (Herrera et. al., 1988).Otras plantas, posiblemente utilizadas, quefueran registradas en el lugar, incluyen la ca-nangucha, o aguajales (Mauritia flexuosa) y el

coco de monte (Astrocaryum sciophylum) – delos cuales se consume la fruta, el palmito, o seemplea para obtener larvas de coleóptero(Sánchez 1997), Attalea sp., Jessenia sp. Iriarteasp. y Lepidocaryum sp., así como dos tipos másde palmas que no han podido ser identifica-dos. Por otra parte, el análisis palinológico in-dica que durante el lapso en el cual duró laocupación del lugar la vegetación tuvo un pre-dominio de pastos. Esta apreciación se en-cuentra reforzada por los datos edafológicosque muestran bajos valores del ph, escasa ma-teria orgánica, así como poco aluminio y gre-das. (ver Mora et. al., 1991). Una interpreta-ción del conjunto de datos palinológicos, ar-queológicos y aquellos aportados por el estu-dio de suelos sugiere que la agricultura fue unapráctica constante en el asentamiento durantesu ocupación. Esta fue realizada sin necesidadde contar con una cobertura vegetal que con-tribuyera a disminuir los procesos erosivos, loscuales pudieron ser contrarrestados por la to-pografía cóncava característica del yacimiento.

El tercer sitio se encuentra ubicado enun terreno inclinado, a tres kilómetros al surde Abeja – sitio 2 - y separado del mismo poruna superficie rocosa con parches de arenasblancas sobre las cuales crece un bosque muycaracterístico. Este sitio comprende 14.5 hec-táreas de suelos antrópicos que pueden ser di-vididos en 6.59 hectáreas de suelos negros y7.92 hectáreas de suelos pardos (ver figura3.2). Hacia el costado occidental del asenta-miento y en proximidades con el cañón deAraracuara, existen 2.6 hectáreas de suelos ne-gros ubicados directamente sobre la roca ma-dre. Hacia el límite norte, en la parte más altay plana del asentamiento y muy próximo a laexposición de las rocas de la meseta, se encon-traron 0.34 hectáreas de suelos negros. Haciael sur y sobre una topografía inclinada se re-gistraron tres pequeñas manchas de suelos ne-

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gros que comprenden 2.71 hectáreas. La distri-bución de los suelos negros y pardos en estelugar fue realizada inicialmente por León y Ve-ga (1983) y posteriormente verificada y corre-gida durante los trabajos arqueológicos (ver fi-gura 3.2).

El estudio palinológico de una colum-na recuperada en un sector del asentamientoque tenía suelos negros, indica un interesanteproceso agrícola. Durante los primeros añosde uso del asentamiento la formación del sue-lo se relacionó directamente con la adición demateria orgánica, el cultivo de yuca (Manihotesculenta Crantz) y batatas (Ipomea batatas).Hacia el año 800 D.C. se hace notorio un im-portante cambio en el patrón observado en lacolumna palinológica del lugar hasta enton-ces. En efecto, en ese momento se hace notorioun aumento en algunos indicadores de hume-dad como lo son las Spirogyra y las Zygnema-taceae. Se intentó explicar el incremento de es-tos componentes buscando una relación conalguna actividad humana. En este sentido sepropuso que los mismos podían reflejar eltransporte y adición de sedimentos, particu-larmente de las zonas inundables ubicadas alsur del macizo de Araracuara, los cuales se in-corporaban como abonos a los suelos (Herre-ra et. al., 1988). Si este transporte de sedimen-tos se dio, el mismo debió realizarse durantelos meses menos lluviosos, en los cuales lasaguas del río Caquetá presentan sus nivelesmás bajos. Un lugar particularmente propiciopara esta labor, durante la etapa precolombi-na, se encuentra en los antiguos meandrosubicados al sur del macizo. Por supuesto estoimplica el transporte de los sedimentos poruna distancia de más de tres kilómetros, enuna topografía inclinada; una ardua labor físi-ca que requiere de un proceso de organizacióncomunitaria. De momento estas ideas perma-necen como hipótesis que deben ser aún co-

rroboradas. El registro de estos indicadores dehumedad podría tener explicaciones alternas.Para el año 1200 las Spiroyra y las Zygnemata-ceae son aún más comunes en el registro pali-nológico del lugar.

No existe una confirmación absolutasobre la adición de sedimentos en este sitio,como se mencionó anteriormente, sin embar-go, otros factores revelados por el análisis pali-nológico tenderían a reafirmar la idea de quelos habitantes del lugar intentaron incremen-tar la producción. Durante la misma época enla cual se hacen notorios los cambios en estosindicadores de humedad, se constata una di-versificación de las plantas utilizadas: dos cla-ses de yuca (Manihot esculenta Crantz), cuatrotipos de maíz (Zea mays) y el marañon (Ana-cardium occidentale) aparecen en el registroarqueológico del lugar (Herrera et. al., 1988).La comparación entre la distribución de loscultígenos, en los perfiles palinológicos, de lossitios 2 – tierra parda – y 3 – tierra negra – su-gieren que en el primero de estos asentamien-tos se dio un cultivo más continuo que en elsegundo.

Por último, es necesario resaltar que eshacia la época en la cual los indicadores de hu-medad aumentan en el sitio 3, se produce elabandono de los sitios 1 y 2, como lugares dehabitación, y se realizan cambios en la produc-ción cerámica; pasando ésta de un estilo so-brio a uno en el cual una sofisticada decora-ción, que involucró el uso de varios colores, sedesarrolla. La reubicación de al menos unaparte de la población y la especialización en laproducción artesanal pueden ser interpreta-das, junto con las demás evidencias, como re-sultado de un proceso de intensificación, en elsentido que le ha dado Boserup (1965).

Se ha intentado explicar la función quelos suelos negros y los suelos pardos en el sitio3 durante la ocupación prehispánica a partir

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del examen de su distribución, característicasy asociaciones. En este lugar la distribución delos suelos negros se presenta en “manchas” quesugieren un patrón: el 85.7% se encuentranubicadas en sitio que tienen una alta pendien-te, mientras que los suelos pardos se asocian aun topografía más plana. De otra parte el aná-lisis palinológico sugiere que los suelos negrosse formaron en aquellos lugares en los cuales,junto con el cultivo del lugar, se preservó unacobertura boscosa. Estos dos factores combi-nados – topografía y uso con cobertura bosco-sa - podrían obedecer a una estrategia ten-diente a la conservación del suelo. En aquellas

áreas en las cuales las lluvias torrenciales pre-cipitan la erosión de los suelos, fue conservadoel bosque. Así, estos parches de suelos negrospudieron ser empleados como diques quecontrarrestaban el lavado y arrastre de los sue-los en el asentamiento.

Además de las características físicas quediferencian los suelos negros de los pardos, enel sitio 3 fueron notorias algunas más. Una deéstas es la frecuencia de carbón, materiales ve-getales carbonizados, así como densidad yconservación de los desechos cerámicos. Com-parativamente los suelos negros presentan ba-jas frecuencias de carbón, así como de restos

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Figura 3.2. Distribución de suelos pardos y negros en el sitio 3, AraracuaraEn este asentamiento los suelos negros y pardos se ubican sobre un macizo que los eleva sobre el rápido for-mado por el río al cortar la formación rocosa. La escala es en metros.

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vegetales carbonizados, en tanto exhiben altasdensidades de restos cerámicos en buen estadode preservación. Estos podrían estar indican-do que en ellos se dio una cuidadosa quema dela vegetación, permitiendo su incorporación alsuelo como nutriente. Esta observación sugie-re que en los suelos negros se dio una mayorinversión de trabajo, en la realización de estaactividad. El caso contrario – altas frecuenciasde carbón y restos vegetales carbonizados, asícomo una mala preservación de la cerámica –es característica de los suelos pardos en esteasentamiento.

Las excavaciones realizadas en suelosnegros, tanto en el sitio 3 como en el sitio 4(ver Herrera, Bray & MacEwan 1981) y en Pe-ña Roja, revelan la existencia de unas estructu-ras en forma de campana ricas en carbón y de-sechos cerámicos. Las mismas fueron creadasexcavando en el suelo para luego quemar ma-teriales vegetales y adicionar cerámica, la cualno siempre corresponde a vasijas completas.De momento es difícil asegurar que este tipode rasgos corresponde con una práctica inten-cionalmente dirigida a mejorar los suelos, sinembargo, la misma debió tener consecuenciassobre éstos al crear parches más ricos.

Por último resulta importante anotarque dentro de las 15 hectáreas de suelos negroses posible reconocer cuatro sectores que pre-sentan una forma aproximadamente ovalada,en los cuales los estratos alcanzan una profun-didad de 50 centímetros, y donde es posiblereconocer ligeros cambios en la coloración delsuelo. Una posible interpretación de este he-cho es que sean el resultado de la rotación delas viviendas en áreas restringidas; la existenciade viviendas en estos puntos se encuentra su-gerida por los valores de fósforo y materia or-gánica. No obstante para su corroboración se

requiere de excavaciones más detalladas en elsitio.

Un modelo de uso de este sitio se po-dría plantear involucrando, tanto la coberturaboscosa, las prácticas agrícolas y en las activi-dades humanas. Los suelos negros se desarro-llaron en aquellos lugares con pendientes fuer-tes en los cuales se preservó la vegetación debosque, se dio una rotación de las viviendas yse dedicaron grandes esfuerzos a la adición demateriales. En oposición, y suponiendo quelos suelos pardos del sitio 3 fueron objeto deuna manejo análogo a aquel observado en elsito 2, éstos surgieron en áreas más despejadasen las cuales las viviendas y los cultivos secombinaron. Los dos tipos de suelos son, des-de esta perspectiva, sistemas complementariospara el manejo ambiental del sitio 3.

Evidentemente un sistema como elpropuesto bien se hubiera podido desarrollaren cualquier otro lugar, obviando las dificulta-des que implica el manejo de una topografíainclinada. Sin embargo, el valor cultural de laasociación de este sitio con el rápido de Arara-cuara, el cual posiblemente en esta época tuvoun valor simbólico tan importante como elque tiene hoy para las sociedades indígenas dela región, sumado al control estratégico deltransporte de bienes por tierra para continuarla navegación en el río Caquetá, debieron serrazones suficientes para realizar esta inversiónde trabajo. Esto para no mencionar el aprove-chamiento de la riqueza ictiológica del lugar.En estos términos sería de utilidad realizar unareclasificación de los sitios con suelos negros,reconociendo conjuntos de ellos y sus asocia-ciones a rasgos del paisaje importantes desdeel punto de vista cultural, evitando su homo-geneización o reduciéndolos a simples análisispedológicos.

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Productividad y agricultura en los suelos an-trópicos

A pesar de la importancia que le handado varios autores a los suelos antrópicos co-mo prueba de una agrícultura sostenible en laamazonía, es muy poco lo que sabemos sobresu productividad. Los datos arqueológicos re-velan la existencia de asentamientos estables,así como el cultivo de estos suelos, como en elcaso de Araracuara. Una pregunta que aun de-be ser respondida es ¿Cuál fue su rendimiento?Algunos experimentos agrológicos, guiadospor las informaciones arqueológicas, nos pue-den ofrecer un estimativo aproximado.

A partir de la suposición, derivada delestudio palinológico del sito 3, según la cuallos suelos fueron mejorados con adición de li-mos, Paez (1990) inició una proceso de expe-rimentación. El mismo consistió en la crea-ción de una parcela de control junto con otrasa las cuales les fueron adicionados limos y ho-jarasca mezclada con limos. Los resultados ob-tenidos demuestran claramente que la adiciónde limos, y la adición de limos y hojarascasmejoran sustancialmente la productividad delsuelo. Esta alcanzó un 43% más, en relacióncon la parcela de control, para la primera cose-cha. Una segunda cosecha, para la cual no fue-ron adicionados nuevos elementos, superó aaquella de la parcela de control en un 25%.Fue notoria una ventaja adicional en la parce-la a la cual solo se le adicionaron de forma ex-clusiva limos: estos incrementaron los valoresde pH, posibilitan el cultivo de plantas sensi-bles a la acidez del suelo.

A pesar del abandono de las prácticasque permiten la mejora de los suelos antrópi-cos, estos aún constituyen una importantefuente para la agricultura, como lo es recono-cido por los habitantes del medio río Caquetáquienes los usan de forma corriente. En el sitio

de Peña Roja, una terraza baja bien drenadadel medio río Caquetá, se cultiva sobre estossuelos.

El pasado y el futuro

Los datos arqueológicos presentadosmuestran el proceso de cambio sufrido poruna sociedad que habitó en la Amazonía. Lasustentabilidad del sistema fue preservada porun largo período, a pesar de encontrase estasociedad en continua transformación. La va-riación en la distribución de los asentamien-tos, la perseverancia en la ocupación del maci-zo, las transformaciones técnicas en la produc-ción de utensilios – por ejemplo la cerámica -,son simplemente reflejos de otras de las altera-ciones que se debieron dar al nivel organizati-vo. Posiblemente un estudio más detallado delas plantas de habitación, ubicadas a lo largodel tiempo en Araracuara, mostrará, de mane-ra análoga, una redistribución en su interior,señalando áreas restringidas donde se dio unamayor concentración de poder.

El estudio arqueológico realizado enAraracuara se refiere a una sociedad pre-mo-derna, que aunque debió tener múltiples inte-racciones en una esfera más amplia – porejemplo a través de comercio con otras comu-nidades –, centró sus actividades en una loca-lidad. Sin embargo, desconocemos la relaciónde los habitantes con el espacio por ellos ocu-pado, así como tampoco sabemos como estarelación se transformó a lo largo del tiempo.Para ello sería indispensable entender su pen-samiento. A pesar de esta imposibilidad es fac-tible establecer algunas analogías que nos per-miten hacer suposiciones sobre uno de los fac-tores involucrados en la sostenibilidad, comoes la concepción del medio y los valores socia-les que median en un determinado manejo.

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Las sociedades indígenas que hoy ocu-pan el Noroccidente de la Amazonía tienenuna relación con el espacio en la cual el mismoes mucho más que un sector productivo, conrecursos o sin ellos. Este es un testimonio de lahistoria y su conocimiento no solamente pue-de ser medido en términos del aprovecha-miento de los recursos o de su productividad.Aúnque esta “idea” ha sido progresivamentedejada de lado por los jóvenes de las comuni-dades y tampoco parece haber sido garantíapara un manejo apropiado en el pasado, im-plica una posición que puede afectar aspectoscomo la inversión de trabajo, o el tipo de in-tensificación que se desarrolla, si es que la mis-ma es deseable. Reichel-Dolmatoff describeesta relación de la siguiente manera:

Todos estos eventos del pasado constituyen unlegado, algo que ha sido dado, confiado, otor-gado; no es simplemente un tracto de selva oun trecho de río, sino un antiguo paisaje cultu-ral y mitológico, cargado de profundas impli-caciones sociológicas y éticas. Significa que elmanejo ecológico del área no es sólo una res-puesta a un ambiente físico sino una condiciónhumana (1990:39).

Esta condición humana se hace exten-siva a las relaciones de parentesco, por ejem-plo, que los grupos o algunas secciones de losmismos pueden tener hacia ciertos “compo-nentes” de la naturaleza (Arhem 1996). De es-te modo, el paisaje y la naturaleza misma nopueden ser conceptualizados bajo los paráme-tros que occidente emplea para diseccionar lasociedad, el medio que ocupa y el manejo queésta hace del mismo. La sostenibilidad, desdela perspectiva indígena, es un resultado pura-mente social que refleja una posición históricarespecto al mundo. Posiblemente los construc-tores de las tierras pretas de Araracuara tuvie-ron una concepción semejante y es dentro de

este contexto que su manejo fue sustentablepor cerca de mil años; el colapso de esta socie-dad aún no ha sido estudiado. ¿Cómo explicarla persistencia de la ocupación sin una historiasocial que la motive?

Los resultados obtenidos en el estudioarqueológico sugieren que parte del éxito ob-tenido por los habitantes de Araracuara se ba-só en el empleo de las técnicas desarrolladas.Estas técnicas de la antigüedad pueden ilustrarprocesos modernos, a partir de los cuales esposible crear nuevas alternativas de produc-ción. Así será posible incrementar el rendi-miento de la producción agrícola, sin ocasio-nar daños considerables al ambiente. No obs-tante, surgen preguntas respecto a la posibleconcordancia que puedan tener estas técnicascon las aspiraciones y deseos, así como con lasposibilidades de sus usuarios.

La Amazonía, de una manera general,puede caracterizarse por su biodiversidad, asícomo por ser el escenario de importantes con-flictos humanos. Por ello, el desarrollo sosteni-ble de la misma no puede reducirse a respues-tas técnicas, sin tomar en cuenta los contextosen las cuales las mismas serán aplicadas. Estoobliga el examen de las condiciones en las cua-les las mismas deben operar. Para que los sue-los antrópicos sean una alternativa real se re-quiere de una gran estabilidad en los asenta-mientos, preservación de la cobertura vegetal yla coordinación o ejecución de trabajos conti-nuos de mejoramiento del suelo, en el cual se-rán plantados cultivos y frutales en un esque-ma que emplea la polivariedad y el policultivo.De otra forma la producción disminuirá pro-gresivamente. Esto por supuesto implica el de-seo de sus ocupantes de vivir como campesi-nos y el compromiso de reciclar los materialesorgánicos remanentes de su vida cotidiana.¿Pueden las actuales condiciones sociales ga-rantizar esto? La respuesta a esta pregunta, en

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el contexto del presente de la Amazonía co-lombiana, es No. Simplemente las condicionessociales de baja calidad de vida reinantes tradi-cionalmente en el país para el sector agrario, seencuentran aquí exacerbadas por un conflictobélico en el cual los grupos de guerrilleros, lasfuerzas militares colombianas, las campañasde erradicación de cultivos ilícitos con hierbi-cidas, las comunidades indígenas y los parami-litares luchan de forma permanente por elcontrol de pequeños sectores. De tal forma, eneste inmenso territorio las fronteras cambianen minutos, transformándolo en una tierra denadie. En consecuencia la estabilidad de losasentamientos y por ende de la población esmínima. La rentabilidad de la producciónagrícola, sin considerar los sembrados de coca,es insostenible en los mercados, tanto locales,regionales como nacionales. Actividad, quepor demás, involucra grandes riesgos en unazona de conflicto armado. La sola coloniza-ción de la región del Putumayo, según lo reve-lan las estadísticas, se basa en un 79% en culti-vos ilícitos, los cuales cuentan o han contadocon apoyo militar - guerrillero o paramilitar -para su protección. ¿Será posible convencer a

los participantes en este conflicto que un lige-ro incremento en la producción agrícola, basa-do en un sistema de suelos negros, llenara susnecesidades de educación salud y tranquili-dad? En tanto no se den cambios en la direc-ción en la cual el estado colombiano, respalda-do por la comunidad internacional, aborda losconflictos sociales, éstos impedirán el desarro-llo de cualquier tentativa para un desarrollosostenible, al menos en la región amazónicacolombiana.

Agradecimientos

Deseo manifestar mi gratitud a la Fun-dación Erigaie, al programa TropenBos, a laFinanciera Eléctrica Nacional - Fondo FEN -,a la Fundación Heinz y a Colciencias quienesfinanciaron estos trabajos. La Universidad deCalgary me proporcionó el tiempo necesariopara realizar este escrito. Luisa Fernanda He-rrera e Inés Cavelier, a lo largo de los años hancontribuido en gran parte a las ideas aquí pre-sentadas. Los comentarios de Claudia Rochaenriquecieron, sin lugar a dudas, el texto.

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1 Estas categorías son tanto empledas por los es-tudios arqueológicos y pedológicos como porlas comunidades nativas. Ver W.I. Woods &J.M. McCann en este volumen.

2 Recientemente Oyuela (1998) ha propuesto unorigen natural para estos suelos.

3 Además de esta ocupación se han registrado enla región asentamientos de cazadores y recolec-tores (ver Cavelier et. al., 1999; Cavelier et. al.,1995; Gnecco & Mora 1997; Morcote 1994; Pi-perno & Pearsall 1998), y agricultores tempra-nos (ver Mora et. al.,1991).

Notas

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Las frecuentes noticias, durante la dé-cada de los ochenta, informando cómo gana-deros, colonos, constructores de presas y mi-neros estaban causando una destrucción sinprecedentes del bosque húmedo amazónico, altiempo que atacaban a los pueblos indígenas,causaron preocupación a nivel mundial sobreel destino del bosque y sus habitantes. En res-puesta a esta inquietud y frustrados con laspropuestas ortodoxas existentes que buscanpromover la conservación de los bosques ba-sándose en el enfoque de “parques, cercados ymultas”, tanto las organizaciones internacio-nales no gubernamentales (ONGs), como losacadémicos han intentado encontrar alternati-vas a la deforestación. Durante la década pasa-da se han puesto en marcha varias iniciativasde conservación-desarrollo utilizando “enfo-ques de base” en la Amazonía con el doble pro-pósito de ayudar a los pueblos del bosque y ala vez proteger el bosque húmedo.

Ambos grupos, investigadores y con-servacionistas, prestan atención especial almodo de vida y a los métodos de subsistenciatradicionales de los pueblos indígenas de laAmazonía. Estos pueblos, sostienen, han vivi-

do del bosque por varias generaciones sin oca-sionar los niveles de destrucción ambiental al-canzados actualmente en la frontera. Partien-do de esta idea, un gran número de ONGs in-ternacionales llegó a la región para trabajarcon comunidades locales y llevar a cabo unaamplia gama de proyectos que, a través delapoyo al modo de vida y los métodos de sub-sistencia tradicionales de los pueblos nativos,promete conservar el bosque húmedo y pro-mover esfuerzos de desarrollo administradoslocalmente. Al mismo tiempo, el número depublicaciones disponibles sobre los métodostradicionales de utilización y manejo de recur-sos es impresionante y sigue en aumento (pa-ra referencias recientes ver Posey & Balée 1989;Anderson 1990a; Redford & Padoch 1992).

Este trabajo nació de la preocupacióngenerada porque los esfuerzos actuales de losinvestigadores y las ONGs no alcanzan a en-tender completamente la lógica de extraccióntradicional del bosque húmedo y, por ende noconsiguen el éxito deseado en el fomento delas iniciativas de conservación y desarrollo ru-ral. Este artículo ofrece una crítica conceptualde las ideas predominantes sobre el bosque

Extracción en el bosque húmedo y conservación en la Amazonía*

O. T. Coomes y B. I. Barham

* Este trabajo fue publicado originalmente como “Rain Forest Extraction and Conservation in Amazo-nia” en The Geographical Journal (1997, vol. 163, no.2) y es incluido en este volumen con la gentil au-torización de la Royal Geographical Society. Los autores reconocen a Diana Fletschner por su atentatraducción del texto al español.

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húmedo, sobre sus habitantes y sobre el tras-fondo económico de sus actividades extracti-vas (para una crítica previa ver Browder1992a). Con el fin de proveer contenido empí-rico a esta crítica, el artículo se basa en investi-gaciones y experiencias de campo con familiascampesinas del bosque en la Amazonía occi-dental. El objetivo principal de los autores noes el de proveer una evaluación sistemática deltrabajo de las ONGs en toda la cuenca, sinomás bien enfatizar su preocupación sobre lascarencias que dicho enfoque presenta. La in-formación obtenida de primera mano es pre-sentada sin que necesariamente (o injusta-mente) se identifiquen las organizaciones in-volucradas. De esta manera los autores preten-den apoyar un diálogo más amplio y más crí-tico sobre las iniciativas de conservación y de-sarrollo de los bosques húmedos tanto en laAmazonía como el resto del mundo.

El análisis resalta tres puntos que re-quieren mayor atención por parte de las ONGsy de los especialistas, a saber: los factores geo-gráficos y microeconómicos que afectan lasdecisiones que toman las familias campesinasdel bosque sobre como utilizar los recursos; lanaturaleza endógena y fluída de las relacionessociales que surgen de la extracción de pro-ductos forestales; y la influencia de los factoresrelacionados al ciclo de vida y las experienciashistóricas en los patrones de utilización de re-cursos de las familias campesinas del bosque.

Si no se presta atención especial a estospuntos, las ideas que prevalezcan continuaránignorando la heterogeneidad de las condicio-nes ecológicas y económicas, la naturaleza di-námica y altamente contingente de las decisio-nes referentes al uso de recursos y, por tanto,las sutilezas que deben ser consideradas en eldiseño de políticas que se adecúen a las diver-sas necesidades de los hogares y las comunida-des. En un nivel más general, el análisis preten-

de resaltar la importancia y la necesidad demejorar el grado de conocimiento de la ex-tracción forestal para así facilitar el diseño depolíticas y programas de desarrollo y conser-vación que sean efectivos y, a la vez, proporcio-nar un punto de partida para el establecimien-to de una agenda de investigación orientada atemas de conservación.

El papel de la extracción en la conservación

forestal

La extracción de productos forestalespor grupos tradicionales, previamente consi-derada como la antítesis de la preservación fo-restal, hoy representa un foco importante deesperanza y acción para los grupos que traba-jan en la Amazonía (Fearnside 1989; Clay1992c). Las ONGs emplean actualmente unaserie de estrategias para ayudar a los gruposlocales a afianzar su posición en el bosque y sucontrol sobre la tierra. Los ejemplos más co-nocidos son quizás los bosques de extracción ylos lagos de reserva, los nuevos productos co-merciales de los bosques húmedos (por ejem-plo el “Rain Forest Crunch”, botones de tagua-/yarina, etc.) y los esquemas de conservación ydesarrollo basados en las comunidades (Plot-kin & Famolare 1992; Nepstad & Schwartz-man 1992). Además, los grupos conservacio-nistas también promueven reformas en las re-laciones comerciales, en las técnicas de merca-deo, en la educación rural ambiental y latransferencia de tecnologías de cosecha y pro-cesamiento adecuadas (Clay 1992a; 1992c;Clay & Clement 1993; Arnt 1994). Estas estra-tegias buscan aumentar el ingreso rural prove-niente de la cosecha sostenible de productosforestales para mejorar el bienestar de lospueblos del bosque y promover la conser-vación.

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La tendencia en las investigaciones re-lacionadas con los bosques húmedos ha sido lade complementar los proyectos conservacio-nistas intentando mejorar el entendimiento dela forma en cual los grupos indígenas viven delbosque, los problemas específicos que enfren-tan y los beneficios ecológicos y económicosde las prácticas tradicionales. Gran parte de losestudios giran en torno a productos o a etno-grafías de grupos extractivos tradicionales, ta-les como los que extraen el jebe, cosechan elaçaí o recolectan el babassu. Las investigacio-nes se concentran principalmente en tres pre-guntas: ¿cuáles son las prácticas, técnicas y tec-nologías específicas que utiliza la gente delbosque para extraer productos de la naturale-za? (Schwartzman 1989; Anderson et. al.,1991; Plotkin & Famolare 1992); ¿cuál es el in-greso líquido que genera la gente del bosque apartir de actividades extractivas? (Anderson &Ioris 1992; Coomes 1996a); y ¿cuál es el valordel bosque húmedo, en términos de productoseconómicos y beneficios ecológicos? (Peters et.al., 1989, Lescure & de Castro 1992; Peters1992; Clay & Clement 1993; Richards 1993;Grimes et. al., 1994).

Estos trabajos posibilitaron que losconservacionistas cambiaran su enfoque drás-ticamente, orientándolo hacia programas quepromueven métodos de subsistencia tradicio-nales. Sin embargo, como se demuestra a con-tinuación, estas investigaciones no son sufi-cientes para proveer el tipo de informaciónnecesaria para promover efectivamente lapuesta en práctica de proyectos de desarrollosostenible a menos que se consideren las ca-racterísticas microeconómicas, geográficas yfamiliares que determinan la manera en quelas poblaciones del bosque utilizan los re-cursos.

Cuatro temas claves en la investigación y lapráctica

Gran parte de la investigación sobre ex-tracción y conservación de los bosques en laAmazonía gira alrededor de cuatro temas. Es-tos temas serán desarrollados partiendo de lanaturaleza del bosque húmedo y sus habitan-tes, y utilizando las relaciones comerciales deproductos forestales, para llegar a la lógica delas prácticas de subsistencia forestal. Para cadatema se presentarán investigaciones recientes yaplicaciones conservacionistas, se examinaránlas ideas subyacentes y los focos de interés y fi-nalmente, se señalarán las divergencias y lagu-nas. El énfasis en esta sección yace tanto en lasbrechas entre la investigación y la práctica co-mo en las lagunas en el conocimiento de temasforestales. Como cada tema representa en simismo toda un área de investigación este tra-bajo solo pretende resaltar críticamente ciertasdebilidades o puntos discordantes que indicannuevas direcciones para investigaciones futu-ras.

El bosque húmedo y la economía forestal

En la mente del público, el bosque hú-medo de la Amazonía es asociado con lo “des-conocido”, “antiguo”, “prístino” y “primitivo”.Estas impresiones son utilizadas con frecuen-cia por los grupos conservacionistas que estánembarcados en campañas de recolección defondos para promover proyectos que “salven elbosque húmedo evitando su destrucción in-minente”. Los grupos conservacionistas bus-can preservar el bosque húmedo medianteuna explotación sostenible a través de la pro-moción de proyectos que reduzcan, por ejem-plo, la expansión de la ganadería o la recolec-ción de productos silvestres.

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La conservación del bosque húmedoamazónico, sin embargo, presenta una metamayor y más problemática de lo que común-mente se cree. A pesar de la rápida deforesta-ción de sitios específicos, especialmente a lolargo de la frontera agrícola en el este de laAmazonía brasileña, la mayor parte del bosqueoriginal - al menos 85% de acuerdo a una es-timación (Skole et. al., 1994) - continúa intac-ta. En lugar de ser un bosque “antiguo” e “in-mutable”, el reemplazo constante de los árbo-les caídos y otros fenómenos naturales hacenque el bosque húmedo se mantenga joven y di-verso (Salo et. al., 1986; Haffer 1991). Mientrasel bosque puede ser todavía relativamente des-conocido para la mayoría de las personas, lospueblos nativos han habitado el bosque húme-do amazónico y han administrado sus recur-sos al menos por 5000 años (Roosevelt 1989).

La ocupación humana y la consecuenteutilización de los recursos a través de los añoshan afectado profundamente la composicióndel bosque húmedo. Grandes extensiones queaparentemente en el pasado fueron bosquesnaturales son consideradas hoy como de ori-gen antropogénico. Balée (1989), por ejemplo,sugiere que al menos el 12 por ciento del bos-que es antropogénico y data desde la prehisto-ria. El estudio histórico del uso de los bosquesdel noreste del Perú realizado por Coomes(1995) demuestra como el paisaje forestal hacambiado continuamente durante el últimosiglo en respuesta a la sucesión de ciclos eco-nómicos de prosperidad y depresión. A medi-da que ciertos productos fueron desaparecien-do otros fueron emergiendo; y, aún así, miran-do el bosque desde el aire es poco el cambioque se podría percibir. En este sentido, la pre-servación del bosque húmedo es una metacambiante no sólo por las transformacionesnaturales sino también por las alteracionesocasionadas por actividades humanas tradi-

cionales. Es así que en los bosques “cosecha-dos” la distinción entre el bosque “natural” y elbosque “cultural” es borrosa. Así como el pai-saje forestal va siendo modificado con el trans-curso del tiempo, también cambian las opor-tunidades económicas de sus habitantes; lasactividades extractivas desarrolladas en el pa-sado determinan en gran medida la gama deoportunidades disponibles en el presente y enel futuro.

La comprensión de la naturaleza de laeconomía del bosque húmedo no es homogé-nea. Investigaciones recientes enfatizan lasfuerzas económicas y políticas que ejercenpresión sobre los bosques regionales durantelas épocas de bonanza (Weinstein 1983; Hecht& Cockburn 1989; Clearly 1990; Schmink &Wood 1992) pero raramente relacionan siste-máticamente el uso de los recursos a largo pla-zo con los cambios forestales en zonas especí-ficas. Con frecuencia los períodos comprendi-dos entre dos épocas de bonanza son ignora-dos, a pesar de que en ellos se presentan nue-vas condiciones económicas, nuevas relacio-nes sociales y nuevos participantes y también apesar de que estos períodos tienen un marca-do efecto en la dirección que tomarán las pró-ximas épocas de prosperidad. Los costos y pre-cios que prevalecen en un momento históricodado son de fundamental importancia. Lasdecisiones económicas que tomen los usuariosdel bosque dependen en gran medida de lacomparación de los ingresos esperados en dis-tintas opciones que, a su vez, dependen de losprecios relativos de los factores de produccióny de los productos del bosque.

Las oportunidades económicas y elcomportamiento económico de los agentestambién son susceptibles al cambio en el am-biente costo-precio. En las regiones en las queun producto es dominante (porque los ingre-sos esperados del mismo son altos), como es el

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caso del jebe silvestre para la Amazonía del si-glo XX, las decisiones económicas están esen-cialmente “superdeterminadas”. Es decir, lasdecisiones en las áreas rurales tienden a limi-tarse al producto que está en auge. En contras-te, durante los períodos intermedios, la varie-dad de decisiones para los habitantes del bos-que se amplía (a pesar de que los ingresos songeneralmente menores que los de cualquieractividad específica), y los patrones de utiliza-ción de recursos son más variados (Barham &Coomes 1996; Coomes 1995). La agriculturade subsistencia y la agricultura comercial co-bran importancia durante los períodos inter-medios y las familias tienen que adaptarse yreemplazar, al menos parte de sus actividadesextractivas, con agricultura, trabajo asalariadou otras actividades remuneradas. Como resul-tado, las diferencias en términos de dotacionesy oportunidades entre familias u otros grupossociales, que podrían haber estado ocultas porla supremacía económica del producto en au-ge, cobran importancia en los períodos inter-medios. En otras palabras, las diferencias en lasituación de la población (sus diferencias en elacceso a recursos y mercados económicos yambientales) adquieren especial importanciaen los períodos intermedios ya que condicio-nan las decisiones sobre el uso de recursos ypor tanto son cruciales para la comprensiónde las diversas formas en que los puebloshacen uso de ellos.

Pueblos del bosque: identidad y clase

¿Quién vive en el bosque húmedo? Laversión popular presenta al bosque húmedoamazónico como sitiado por todos los frentespor colonos, constructores de caminos y mi-neros, y defendido por una alianza de nativos,shiringeros (es decir los que extraen el jebe) yconservacionistas. Este es ciertamente el caso

en algunos sitios pero, en la mayor parte de laamplia cuenca, el bosque húmedo es ocupadoprincipalmente por mestizos conocidos comocaboclos (en Brasil) o ribereños (en Perú). Apesar de ser muy numerosos, los caboclos sonmayormente invisibles (con la excepción delos shiringeros que pertenecen a este grupo),en parte por su contacto muy limitado con loscolonos, constructores de caminos, etc. Los ca-boclos, descendientes de nativos americanos ypueblos ibéricos, viven generalmente a lo lar-go de los ríos de la cuenca y emplean técnicastradicionales indígenas para ganarse la vida enel bosque. Los conflictos en esta región son demenor envergadura que los de la frontera ysurgen por competencia en el uso de recursoscomunes entre los pescadores, leñadores, caza-dores y buscadores de tierras urbanos. A pesarde que gran parte de los esfuerzos conserva-cionistas se ha concentrado en los grupos indí-genas y shiringeros, las ONGs están trabajan-do cada vez más con otras comunidades tra-dicionales para proteger los recursos locales,mejorar las condiciones y enfatizar las formasde vida tradicionales (Calero Hidalgo 1992;Pinedo-Vasquez et. al., 1992; Bodmer 1994).

La identificación de grupos-objetivoespecíficos que “ayuden a la conservación”puede resultar extemadamente difícil para losconservacionistas que trabajan con categoríasdiscretas del tipo “shiringeros” o “pueblos na-tivos”. Después de todo, los fondos que se ob-tienen son para ayudar a ciertos grupos y losproyectos están estructurados por lo generalde manera tal que el éxito administrativo delos mismos está basado en el número de per-sonas nativas ayudadas, árboles plantados ohectáreas de bosque húmedo salvadas. Sin em-bargo, las categorías sociales, económicas yaún las culturales están lejos de ser discretas. Apesar de que los caboclos generalmente seconsideran diferentes a los nativos, varios es-

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tudios recientes señalan la dificultad de clasifi-car estos pueblos “invisibles” siguiendo crite-rios ortodoxos (ver Chibnik 1991; Lima Ayres1992; Nugent 1993). Categorías tales comogrupo étnico y clase son en la realidad extre-madamente contingentes y maleables, y oca-sionan por ende problemas en las políticasconservacionistas que las tratan como concep-tos estáticos y claramente discernibles.

Para los conservacionistas que trabajanen el Perú, por ejemplo, identificar grupos so-ciales basándose en asociaciones culturalesplantea un gran desafío. Considere la distin-ción entre “nativo” y “ribereño”. Los ribereñosson por lo general de ascendencia mezclada,con frecuencia tienen apellidos nativos, usanmétodos de cultivo y extracción tradicionales,su sistema de creencias incluye buena parte dela mitología indígena. Mientras tanto, uno delos mayores grupos indígenas de la selva pe-ruana - los Cocama/Cocamilla - son común-mente denominados los “nativos invisibles”porque no quieren distinguirse de los ribere-ños no-indígenas en sus actitudes, lenguaje ovestimenta (Stocks 1981). Ellos son, sin em-bargo, uno de los grupos de pescadores máshábiles y dependen solo en grado mínimo deotros recursos forestales. Con la aparición re-ciente de actividades conservacionistas y deONGs proveyendo apoyo para las “comunida-des nativas” ellos se han vuelto más proclives aser vistos.

En realidad, con la llegada de asistenciapara los grupos indígenas, las comunidades ri-bereñas con familias predominantementemestizas también han tenido incentivos parapresentarse como “nativos”. Un ejemplo preo-cupante se dio en la región de Pacaya-Samiriadonde, al inicio de los años treinta, un grupode mestizos atacó una villa nativa, matando ydesalojando a los indios, y luego establecióuna nueva comunidad que aún existe en el

mismo lugar. Al comienzo de la década de losnoventa, con ayuda externa, solicitaron exitó-samente estatus formal como “ComunidadNativa” para asegurar la posesión de las tierrasde los alrededores de su pueblo. Este caso re-salta los problemas que surgen por la autorre-presentación, cuando los proyectos estánorientados a producir resultados.

Otro problema de identificación rela-cionado surge cuando la población objetivo deprogramas que operan a través del mercado sedefine en base a clases económicas o grupos.En este caso el problema se presenta cuando elrol que las familias o los individuos desempe-ñan en la economía local cambia a través de lasestaciones y durante períodos de tiempo másprolongados. En la práctica es muy comúnque, aún dentro de la misma generación, losintegrantes de un hogar tengan que desempe-ñar roles completamente distintos. Es frecuen-te que se hable de “campesinos” cuando uno serefiere a los pueblos del bosque pero, aún en suacepción más limitada (gente que produce supropio alimento) el término puede ser proble-mático porque las familias pueden tenermiembros que trabajan exclusivamente comojornaleros (proletarios), como productorescomerciales independientes, como comercian-tes o que contratan mano de obra para ayudarcon las tareas agrícolas o extractivas.

En las condiciones cambiantes debidasa las variaciones de precio-costo, cambios eco-lógicos, políticas externas o acceso a nuevosrecursos, los pueblos del bosque han pasadocon facilidad de campesinos a jornaleros y apequeños capitalistas (Padoch & de Jong 1990;Coomes 1995) y, en algunos casos, han forma-do parte de más de una clase simultáneamen-te. Esta inestabilidad refleja en parte la endo-geneidad de las relaciones sociales, dado que laclase en la cual un individuo o una familia seencuentra depende primordialmente del mo-

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mento y la actividad que se esté considerando.Es más, la clase en la que se encuentren tam-bién determina las condiciones de mercadodisponibles. Dichas condiciones deben tam-bién, a su vez, ser analizadas cuidadosamenteantes de llegar a conclusiones sobre los efectosen el bienestar que arroja la participación enactividades específicas que están, aparente-mente, relacionadas a las clases sociales. Porello es probable que el dirigir actividades pa-liativas a grupos sociales o clases específicas,tales como los productores que estén endeu-dados con los comerciantes, sea el caminoequivocado, a menos que se comprendan bienclaramente las circunstancias relacionadas conla deuda.

Relaciones comerciales por productos fores-

tales: ganancias y deudas

Una de las preocupaciones frecuentesde los investigadores y los técnicos son las im-plicaciones sociales de la participación de losindígenas y los grupos nativos en el comerciode productos forestales extractivos (Murphy &Steward 1956; Burkhalter & Murphy 1989;Gray 1990; Nugent 1991; Romanoff 1992; Co-rey 1993). Mucha gente del bosque vive lejosde los mercados urbanos y por ende debe co-mercializar sus productos a través de una ca-dena de intermediarios para poder cubrir ne-cesidades tales como vestido, sal y kerosen.Aparentemente los productores reciben pre-cios menores por los bienes forestales y a suvez deben pagar importantes sobreprecioscuando compran productos urbanos. A me-nudo los términos de intercambio son espe-cialmente injustos - abundan anécdotas talescomo la de un caboclo que vivía en zonas re-motas y recibió “un machete o una remesa acambio de un tronco de caoba”. Como es deesperarse, las ONGs a menudo intentan rom-

per estos esquemas comerciales para así podermejorar las ganancias de los productores rura-les y a la vez librarlos de las garras de los clien-tes y comerciantes (ver Clay 1992c). Desafor-tunadamente estos intentos muy pocas vecesestán basados en un claro entendimiento delos aspectos microeconómicos de las relacio-nes comerciales o de la forma en que las rela-ciones fluviales comerciales a larga distanciavarían a medida que cambian las condicionesde precio-costo.

El análisis del comercio durante el pe-ríodo de auge del jebe provee ideas útiles paracomprender la lógica de las relaciones comer-ciales en la Amazonía (Barham & Coomes1996). En la época pico, 1910, el jebe silvestrecosechado salía del bosque pasando por unacadena de dos a seis intermediarios antes dellegar a los puertos para poder ser enviado alos mercados de jebe de Europa y América delNorte. Los productores de jebe recibían provi-siones adelantadas a cambio de la promesa derecolectar jebe silvestre. Para los que trabaja-ban en zonas lejanas, los bienes urbanos te-nían un sobreprecio de hasta 250 y 500%mientras que ellos recibían por su jebe solo el50% o menos de su valor dado que los clientesy comerciantes se apropiaban de la diferencia.Los compradores de jebe mantenían a los re-colectores bajo control a través de amenazas,coerción, explotando sus necesidades y mono-polizando el comercio (Bakx 1988; Hecht &Cockburn 1989). Bajo este escenario la solu-ción obvia consistía en destruir el poder de loscompradores de jebe y de los comerciantes pa-ra que los productores de jebe pudieran nego-ciar directamente en los mercados de los puer-tos.

Las relaciones comerciales que se danpor el jebe silvestre - tanto como las que sesurgen por cualquier otro producto del bos-que húmedo - pueden explicarse desde otra

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perspectiva como resultantes del riesgo, de loscostos de transacción y de la relativa movili-dad y escasez de la mano de obra en la región(Barham & Coomes 1996). Los shiringeros ylos comerciantes generalmente aceptaban eltrueque porque sus necesidades e intereses secomplementaban: los shiringeros no teníansuficiente capital y lo necesitaban tanto parapoder recolectar el jebe como para tener un se-guro en épocas malas; y los comerciantes nece-sitaban una oferta constante y segura de manode obra para extraer el jebe. Ambos ladosmantenían cierto poder en el acuerdo o con-trato: los comerciantes podían negarse a entre-gar las provisiones tanto como los shiringerospodían reportar una baja producción, destruirlos árboles perjudicando a su dueño o escapar-se con las provisiones del jebe. Dada la escasezde mano de obra en la Amazonía, donde elriesgo de perder la vida, las extremidades y elproducto eran bien reales, y donde el costo dereclutar y supervisar la actividad de los shirin-geros era excesivo, los comerciantes necesita-ban mano de obra estable y confiable. El con-trato de “deuda-mercancía” resultante proveíaa ambas partes de lo que más necesitaban, ca-pital y seguridad para los shiringeros y bajoscostos de transacción para mantener y contro-lar la mano de obra para el comerciante.

Los altos márgenes incorporados en elcontrato se debían en principio más a los con-siderables riesgos y costos de producción aso-ciados con la recolección de jebe que al mono-polio comercial (Barham & Coomes 1996).Para aquellos que otorgaban crédito a los shi-ringeros el mayor riesgo se daba por la posibi-lidad de deserción, muerte o enfermedad delos shiringeros - factores que aún hoy son im-portantes cuando se financia la extracción deproductos forestales - y dicho riesgo se com-pensaba con una prima adicional cobrada atodos los shiringeros. Si, por ejemplo, dos de

los diez shiringeros de un cliente no podíancumplir con sus obligaciones entonces cadauno de los diez tendría que pagar 37.5% paraasegurar una ganancia del 10% sobre la inver-sión, una tasa de rendimiento modesto enépocas de bonanza. Los márgenes crecían no-tablemente a medida que la distancia del puer-to era mayor dado, por un lado, porque losriesgos aumentaban cuando los comerciantesiban a áreas más remotas y, por otro lado, da-do que los mecanismos para mermar dichosriesgos disminuían. Los exportadores y co-merciantes urbanos, que lidiaban con un grannúmero de shiringeros, podían diversificar susriesgos de pérdida en forma más eficiente queun cliente que vivía en una zona aislada y su-pervisaba unos pocos recolectores. Como re-sultado, los comerciantes urbanos tenían me-nores primas de riesgos y por ello los márge-nes de la cadena de intermediarios disminuían- tal como lo siguen haciendo hoy - a medidaque los productos van del bosque hacia la ciu-dad.

Con frecuencia las relaciones comer-ciales son sensibles a cambios en el esquemade costo-precio reinante. Cuando el precio deljebe silvestre se desplomó, en la primera déca-da de este siglo, los shiringeros pasaron a tra-bajar más en la agricultura y en productos fo-restales alternativos, la provisión adelantadade mercancías fue reemplazada en muchas re-giones por trueques y compras directas ya queel crédito disminuyó y muchos intermediariosse retiraron de la cadena comercial. Hoy endía, una gran variedad de productos es comer-cializada en toda la cuenca utilizando meca-nismos comerciales muy diversos y los reco-lectores de productos forestales extractivos si-guen enfrentando márgenes considerables quereflejan el gran nivel de riesgos que conlleva elhacer negocios en el bosque húmedo. La pre-gunta sobre si los shiringeros - en momentos y

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lugares específicos - son en realidad explota-dos a través del comercio sigue siendo muy re-levante. Aún así, los esfuerzos para modificarlas relaciones injustas deben estar basados nosolo en un conocimiento acabado de la formaen que funciona el comercio fluvial sino tam-bién en las circunstancias económicas que en-frentan las familias campesinas. La elimina-ción de intermediarios puede implicar menoracceso a información, a mercados, a crédito ya seguro de facto del que los shiringeros de-penden dado el ambiente dinámico y riesgosoen el que se mueven. A menos que se creennuevas instituciones para proveer estos servi-cios de manera efectiva, dichas reformas pue-den ser contraproducentes o inclusive no serfactibles.

Métodos de subsistencia forestal: prácticas

tradicionales y el mercado

A pesar de que hay una larga tradiciónde estudios etnográficos sobre los estilos de vi-da tradicionales de los pueblos amazónicos,los esfuerzos recientes por entender la econo-mía de la vida forestal han revelado una brechaimportante en el conocimiento necesario paraapoyar los proyectos conservacionistas. La ma-yoría de los estudios sobre aspectos económi-cos de los métodos de vida tradicionales enfo-can el problema “a través de la puerta trasera”ofrecida por la etnobotánica, el manejo agro-forestal y la conservación de la vida silvestre,donde el énfasis está en las prácticas locales ylas técnicas empleadas, sus beneficios ecológi-cos y el nivel de ingresos generados. Como seha mencionado previamente los pueblos delbosque son descritos con base a los productosprimarios que extraen. Los caboclos y nativos,quienes residen fuera de las áreas donde existeun producto forestal dominante, son general-mente considerados generalistas ya que todos

los miembros realizan algún grado de agricul-tura, de extracción de productos forestales, depesca y a lo mejor de caza.

Un problema fundamental para losprogramas de conservación y desarrollo resideen la falta de conocimiento sobre los factoresque intervienen en las decisiones que tomanlas familias del bosque en cuanto a actividadestradicionales. Peor aún, estudios recientes se-ñalan que la forma en que los hogares “gene-ralistas” utilizan sus recursos es, en efecto, muydiversa tanto dentro de una comunidad en sícomo para diferentes comunidades (Browder1992a; Padoch & de Jong 1992; Coomes 1996a,Coomes et. al., 1996). Esta diversidad, o hete-rogeneidad, implica que si bien la caza, la pes-ca y la extracción de productos forestales pue-den representar una fuente importante de in-gresos para algunas familias, puede haberotras familias en la misma comunidad para lascuales la agricultura sea la fuente principal deingresos. Es más, los cambios drásticos que seobservan dentro de una familia a través deltiempo sugieren que los cambios en la activi-dad en la cual la familia se especializa, o de-pende en forma principal, son muy comunes.Por este motivo el análisis de los factores queinfluencian la participación de una familia enactividades extractivas, no solo en un momen-to dado sino a lo largo de la vida de la familia,cobra importancia especial.

Sin embargo, los autores encuentranque a menudo los proyectos de las ONGs tien-den a tratar las familias del bosque como sifuesen homogéneas, o a denominarlas como“pescadores”, “cazadores” o “agricultores” aúncuando esta clasificación puede causar confu-sión con respecto a la combinación de acti-vidades que ellas realizan actualmente o quepodrán realizar en el futuro. Como es de espe-rarse, al carecer de un conocimiento más sutilde las diversas necesidades de las distintas fa-

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milias y comunidades, la mayoría de los pro-gramas se tornan en toscos experimentos deprueba y error.

El grado de heterogeneidad en los pa-trones de utilización de recursos y de especia-lización de las familias y comunidades en, porejemplo, la Amazonía Peruana es simplementenotable (Coomes et. al., 1996). En la ReservaNacional Pacaya-Samiria, la mayor superficiede bosque protegido en el Perú, la variación enel grado de dependencia de las familias de laexplotación forestal puede observarse de dis-tintas maneras. En primer lugar, en los pue-blos en que el ingreso medio anual derivadode productos extractivos estaba en el orden delos 300 a 400 dólares por año la variación alnivel familiar estaba generalmente entre 0 y1500 dólares por año, lo que muestra gran va-riación en el grado de dependencia de la acti-vidad extractiva. En segundo lugar, aún en elcaso de la pesca, que es la actividad extractivamás común en esta región, solo alrededor del70 por ciento de las familias reportaron prac-ticarla. En tercer lugar, cuando las familias seagrupan en cuantiles, según el valor total deextracciones, el cuantil superior da cuenta del60 por ciento de las extracciones totales mien-tras que el cuantil inferior solo representa el 3por ciento (Coomes et. al., 1996).

El grado de variación en los patronesde utilización de los recursos es semejante pa-ra las familias ubicadas a lo largo del río Ta-huayo en Perú, un área mucho más integradaal gran mercado urbano de Iquitos, a solo undía de viaje río abajo. Aquí los pobladores en-vían más de 50 productos diferentes al merca-do, de los cuales los más importantes son losproductos agrosilvícolas (principalmente delas tierras altas) y los productos agrícolas de laszonas inundables; la extracción de recursoscontribuye con menos de un tercio del ingresodel mercado regional (Coomes 1996a). Ade-

más, es muy común encontrar, en comunida-des a lo largo del Tahuayo, familias para lascuales la mayor parte de su ingreso monetariodepende de un solo producto y pueblos en loscuales hay muchos de estos productos especia-les, algunos agrícolas y otros extractivos. Pro-bablemente varios factores contribuyen a ex-plicar la heterogeneidad en la que las familiasse especializan en la producción y sus patronesde utilización de los recursos. Uno de estosfactores es la diferencia en la dotación de ri-quezas dado que las familias que tienen accesoa ciertos tipos de tierra o que poseen determi-nados tipos de activos (por ejemplo, una mo-tosierra o una escopeta) pueden realizar acti-vidades económicas que están fuera del alcan-ce de otras familias. Otro factor puede ser di-ferencias en la historia familiar y experienciaprevia, ya que determinados individuos reci-ben entrenamiento de sus familiares en activi-dades específicas lo que les proporciona unaventaja comparativa en relación a los otros po-bladores. Obviamente las condiciones am-bientales locales también son importantes, es-pecialmente en las tierras bajas (várzea), don-de las inundaciones anuales depositan nuevossedimentos y redefinen la planicie afectandoen forma diferente a comunidades vecinas einclusive a familias dentro de la misma comu-nidad. A pesar de casi no haber sido estudia-das, las variaciones de ingreso anuales de lasfamilias ribereñas son probablemente altas y,como resultado, el modo en que las familiasasignan recursos a lo largo del tiempo depen-de no solo de sus activos y su experiencia, sinotambién de la posibilidad de reclamar tierrasaltas, así como de las transferencias que reci-ban de otros familiares o parientes.

En forma más general la especializa-ción en la producción también depende detendencias económicas y políticas a mayor es-cala, tales como cambios en la demanda de

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productos forestales o subsidios generales através de programas del gobierno. Como semencionó previamente, estos cambios se refle-jan en las olas sucesivas de prosperidad y de-presión que han arrasado la cuenca desde me-diados del siglo XIX. Las políticas agrícolasaplicadas han creado oportunidades alternati-vas de capital y trabajo que han cobrado im-portancia especial en periodos recientes. Unejemplo ampliamente conocido son los im-puestos y subsidios al crédito aplicados por elgobierno en Brasil durante las décadas de lossetenta y ochenta que ocasionaron la destruc-ción de gran parte de los bosques húmedos(Hecht 1985; Biswanger 1991). Otro ejemploproviene del Perú donde, a fines de los ochen-ta, el gobierno APRA introdujo un programapara los ribereños que pretendía mejorar el ni-vel de acceso al crédito, asegurar la tenencia detierra y organizar las comunidades. Muchas fa-milias pasaron rápidamente a trabajar en acti-vidades agrícolas y dejaron la extracción(Coomes 1996b). Más tarde, a medida que elcrédito, especialmente para el arroz, se fue ter-minando luego del “Fujishock”, las actividadesextractivas aumentaron, principalmente enáreas tales como la Reserva Nacional Pacaya-Samiria que está lejos del mercado y tiene po-cas tierras aptas para la agrosilvicultura. Confrecuencia los grupos conservacionistas queintentan administrar el uso del bosque en lasreservas se olvidan de la relación crucial queexiste entre la agricultura y la extracción fores-tal, a pesar de los grandes cambios que se ob-servan a lo largo de la historia en el equilibrioentre ambas actividades.

Uno de los desafíos más importantespara los investigadores es el de examinar la co-nexión dinámica que existe entre los niveles deriqueza y los patrones de utilización de recur-sos de las familias campesinas y el justificar

analíticamente el efecto de la variación deotros factores tales como historia familiar, ob-jetivos del hogar, acceso a ayuda en caso de ne-cesidad y condiciones ambientales locales. Es-ta parece ser una tarea intimidante por la ne-cesidad de probar la importancia relativa deestas diversas facetas en los patrones de utiliza-ción de recursos de las familias del bosque. Sinembargo, es indispensable que este trabajo selleve a cabo si se desea identificar programas ypolíticas que ayuden a mejorar la forma enque los recursos son utilizados.

Uso sostenible del bosque: más allá de dere-chos de propiedad, tecnología y manejo derecursos comunales

En los esfuerzos de conservación desa-rrollados por las ONGs se ha puesto énfasis,especialmente, en asegurar los derechos depropiedad de los pueblos locales, en mejorar elacceso a la tecnología adecuada y conocimien-to y en diseñar esquemas de administracióncomunales (ver Schwartzman 1989; Arnt 1994;Bodmer 1994). A pesar de que estas accionesson esenciales, es poco probable que sean sufi-cientes para alcanzar las metas básicas de con-servación y desarrollo. Estas acciones rara-mente toman en consideración la lógica mi-croeconómica de las decisiones sobre utiliza-ción de recursos ni incorporan la heterogenei-dad en los patrones de utilización de recursosdentro de una comunidad y en diferentes co-munidades.

Los grupos internacionales han lucha-do en nombre de los pueblos en toda la Ama-zonía, a menudo con éxito, para establecer de-rechos de propiedad a los recursos forestales,desde productos extractivos hasta lagos comu-nales (Fearnside 1989; Pinedo-Vásquez et. al.,1992; Arnt 1994). Las ONGs y los gobiernos

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buscaban proteger los recursos de la destruc-ción ocasionada por individuos ajenos a la re-gión como ganaderos, leñadores o pescadoresa través del refuerzo de los derechos de propie-dad locales. Se asume que los pobladores loca-les tenderían a utilizar prácticas extractivas“más sostenibles” dado su interés en los ingre-sos futuros.

Sin embargo, una revisión reciente dela utilización del bosque húmedo de la Ama-zonía Occidental a lo largo de un siglo encon-tró que las prácticas más comunes, para másde una docena de productos forestales, bajodistintos regímenes de tenencia, relaciones deextracción, condiciones comerciales y de mer-cado, eran depredatorias antes que sostenibles(Coomes 1995). Se observó la extracción sos-tenible en las zonas donde el recurso bióticopodía ser cosechado sin causar destrucción ylos índices de regeneración eran altos, y dondelos recursos abundantes y concentrados geo-gráficamente se cosechaban en fincas particu-lares o eran cosechados en tierras comunalespor trabajadores locales con mano de obra ba-rata. Por ello, las condiciones microeconómi-cas que crean márgenes de ganancia para lasprácticas sostenibles deben estar presentes in-dependientemente de la asignación de dere-chos de propiedad. Cuándo se den estas condi-ciones, dependerá del lugar que ocupa cadaactividad en el cálculo para la toma de decisio-nes de las distintas familias y comunidades.

En las regiones donde se sabe que lasprácticas extractivas son depredatorias lasONGs pueden intentar introducir nuevas tec-nologías (por ejemplo, cosecha de palma -equipo para escalar) y promover métodos decosecha más sostenible mediante talleres co-munales. Estos intentos también pueden sercriticados. Por un lado, para que sean adopta-dos estos métodos tienen que ofrecer ganan-cias mayores que las arrojadas por los métodos

alternativos y, por otro lado, las ONGs necesi-tan evaluar como estas prácticas se compagi-nan con el conjunto de actividades desarrolla-das por las familias. Entre los ribereños la ma-yor parte de las decisiones sobre utilización derecursos son de naturaleza altamente pragmá-tica y reflejan objetivos básicos tales como me-jorar el bienestar familiar asegurando la sub-sistencia, satisfaciendo las necesidades mone-tarias urgentes y proveyendo oportunidadesde educar a sus hijos. Las decisiones que lagente toma están condicionadas por sus cir-cunstancias: la mayoría carece de capital sufi-ciente y no dispone de la mano de obra nece-saria, pudiendo recurrir solo al trabajo fami-liar y comunal, aunque tengan acceso abun-dante a la tierra (a saber, bosques). Lógica-mente y por tanto, los proyectos que deman-dan más trabajo y son más riesgosos, tales co-mo “escalar palmas” o la utilización más inten-siva de la tierra (es decir que ahorran bosques)no son adoptados ampliamente. A diferenciade los proyectos diseñados para asegurar losderechos de propiedad, las transferencias detecnología y conocimiento han resultado me-nos exitosas, causando a menudo frustraciónpara ambas partes: los pobladores locales leotorgan poco valor a los talleres que consu-men tiempo y equipos dudosos, y las ONGsven fracasar sus proyectos bien intencionados.

Las ONGs frecuentemente trabajancon comunidades para desarrollar esquemasde administración de recursos locales quecomplementen el énfasis en derechos de pro-piedad, tecnología y métodos de cosecha. Sehan dado algunos acuerdos exitosos al nivelcomunal en regiones en las que un productode subsistencia común está en peligro, dondesu utilización es fácil de supervisar (por ejem-plo, pescados comestibles en un lago local,material para techar casas, etc.), y donde elbosque es altamente diversificado y permite

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una amplia gama de actividades extractivas(Coomes 1995). En muchos casos, sin embar-go, los acuerdos comunales no son tan exito-sos. Esto se debe, al menos en parte, a que es-tos acuerdos son concebidos sin una idea clarade quién usa los recursos, de cómo se encua-dra dentro del marco de las diversas y a menu-do contingentes estrategias económicas, y deporqué las familias de dicha comunidad pue-den o no considerar valiosa su puesta en prác-tica. Estos temas son cruciales para promoverlas circunstancias y condiciones que conduz-can a una mejor utilización de las reservas fo-restales.

Investigaciones futuras

Nuestro análisis sugiere tres caminosque ameritan ser estudiados con mayor pro-fundidad. En primer lugar se necesita más in-vestigación sobre las condiciones y circunstan-cias bajo las cuales los extractores forestalestradicionales toman decisiones sobre el uso delos recursos (es decir: qué, dónde y cómo ex-traer). Un trabajo de esta naturaleza podría re-velar las bases microeconómicas sobre las cua-les las familias (u otros grupos sociales) tomanlas decisiones relativas a como asignar sus re-cursos limitados (capital y mano de obra) en-tre las actividades extractivas en general versusotras actividades económicas disponibles (es-pecialmente la agricultura) y a su vez entre lasdiversas actividades extractivas.

En segundo lugar, es necesario investi-gar las condiciones económicas y geográficasque condicionan las relaciones sociales en tor-

no a la extracción de productos forestales. Esespecialmente importante entender porquésurgen — a lo largo del tiempo y para las dis-tintas regiones y productos — patrones de re-laciones sociales diferentes, qué propósito tie-nen y si es necesario “reparar” las institucionesy relaciones sociales. Como advertencia, debetenerse en cuenta que la vida de muchas de lasONGs solo equivale a una fracción del tiempoen que estas relaciones sociales están vigentes;por ello, las “reformas” que aún siendo bienintencionadas no estén bien diseñadas puedendejar a los pobladores del bosque en condicio-nes aún peores a las que se encontraban.

Finalmente, es necesario prestar aten-ción a la forma en que evoluciona el estilo devida de las familias campesinas del bosque através del tiempo. En lugar de considerar lautilización de recursos exclusivamente en elpresente — como una foto instantánea de lasocupaciones y niveles de vida actuales — sedebería estudiar la experiencia personal quelos extractores obtienen durante toda su vida,siguiéndolos para ello cuando van cambiandode ocupación, de nivel de riqueza, de decisio-nes de inversión, etc., con el paso del tiempo einclusive, en generaciones distintas. Estas his-torias pueden revelar mucho sobre las estrate-gias de las familias campesinas del bosque,sobre el papel específico que ocupa la extrac-ción forestal en la economía familiar campesi-na y sobre las perspectivas y problemas gene-rados por la extracción de productos forestalespara el desarrollo económico y la conserva-ción del bosque húmedo en la Amazonía.

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El gobierno brasilero lanzó una campa-ña de colonización en los años 70 y los años 80para convertir porciones de la región del Ama-zonas meridional en sitios agrícolas de peque-ña escala para colonos del sur y del noreste delpaís (Hecht & Cockburn 1989). El área queabarcaba el estado actual de Rondônia se con-virtió en una de estas zonas agrícolas de la co-lonización (Figura 5.1). Miles de campesinosrespondieron a las promesas del gobierno lascuales incluían la construcción de escuelas,centros de salud, acceso a los mercados nacio-nales, precios garantizados en rubros comer-cializados, asistencia técnica, y sobre todo, unreparto gratuito de tierras. Fue así como llega-ron miles de colonos a los flancos meridiona-les de la selva tropical más grande del mundo1.

La mayor parte de los observadores deeste fenómeno opinan que estos proyectos decolonización, financiados por el Banco Mun-dial y planeados por el gobierno en Brasília,padecen demasiados problemas humanos yambientales. Coy (1986) destacan los caminosintransitables, la alta incidencia del paludis-mo, la proliferación de mala hierba en áreas decultivo, la pérdida rápida de la fertilidad delsuelo que conllevan a un bajo nivel de produc-ción, un acceso demasiado limitado al merca-do y precios bajos al productor lo que contri-buye a una vida increíblemente difícil para loscolonos. Como consecuencia permanecen so-lo unos cuantos de los colonos originales tra-

bajando en sus parcelas (FAO-CP 1987; Milli-kan 1988). La mayoría vendió su tierra luegode haberla cultivado por solo algunos años;buscando suelos mejores se internaron más enla selva, reanudando así el ciclo de roza y que-ma que contribuye a la deforestación. Otrosemigraron a los barrios pobres de las áreas ur-banas de Rondônia los cuales se expandieronen aquella época (Browder & Godfrey 1997).El gran fracaso del programa de colonizaciónse ve ilustrado en las altas tasas de deforesta-ción que llegan a ser la medida principal dedeterioro del medio ambiente tropical (Figura5.2)2, pero que también conducen a los colo-nos a invadir reservas indígenas y tierras tradi-cionalmente ocupadas por caucheros.

Al final de la década de los ochenta, ycon el respaldo de varias organizaciones mun-diales y multilaterales3, se elaboró para la re-gión amazónica un plan de desarrollo sosteni-ble que intentaba frenar el desastre ecológico ysocial en marcha4. Se promovieron planes dedesarrollo agrícola basados en usos menos ex-tensivos de la tierra - algunos más dañinos, co-mo son la ganadería, el cultivo de arroz, fríjo-les y maíz - los cuales son causas directas de ladeforestación. Teóricamente se contempla unsistema más sostenible en términos ecológicos,dado que incorporan en la producción unamayor gama de especies botánicas y animalesque abundan en la región. Esto obedece a unalógica mejor adaptada al régimen del trópico

Apicultura y desarrollo sostenible de la agricultura entre los colonos

de Rondônia, Brasil

J.C. Brown

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húmedo contribuyendo así a la mejor reten-ción de nutrientes en el suelo, una reducciónde las plagas de insectos, así como mejorescondiciones en el control de enfermedades ymantenimiento de la biodiversidad (dado quese explotan especies nativas de la región). Entérminos económicos la diversidad de los pro-ductos comercializados con las nuevas prácti-cas brindan a los colonos una mayor agilidad,con un menor riesgo en los mercados interna-cionales, en donde existe un gran flujo de pre-cios y demanda. Es así como se establecen ma-yores vínculos entre las necesidades de los co-lonos amazónicos y los esfuerzos para desarro-

llar un sistema más sostenible, disminuyendola práctica de roza y quema y protegiendo loque queda del bosque tropical (Browder1990). Más aún, se argumenta que este tipo dedesarrollo se ancla en la conservación de re-cursos naturales al tiempo que se llega a unamejoría del nivel económico por medio del va-lor agregado proveniente de las industrias detransformación (sea proceso de materia primao preparación de productos) elaborados porcooperativas agrícolas (Anderson 1990a; Red-ford & Padoch 1992; Smeraldi 1996).

En estos proyectos tiene un papel espe-cial la apicultura, dentro de lo que llegará a ser

62 / Apicultura y desarrollo sostenible de la agricultura

Figura 5.1. Area del estadode Rondônia convertida enuna zona de colonizaciónagrícola.

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el desarrollo sostenible. Efectivamente, la api-cultura tiene una larga trayectoria en progra-mas de asistencia para el desarrollo implemen-tados por agencias internacionales dedicadasal desarrollo rural. Entre las muchas razonespara esto se resaltan las siguientes5: la apicul-tura requiere de inversiones relativamente ba-jas de capital y mano de obra6; los campesinospueden satisfacer los requisitos de mano deobra de la apicultura sin tener que interrumpirlas actividades necesarias para el sustento fa-miliar; existen grandes mercados mundiales,regionales y locales, para estos productos,principalmente la miel. Por otra parte la mieles también importante en el consumo directoen las áreas rurales, ya que con mínimos requi-sitos técnicos se evita su deterioro; con un mé-todo correcto de cosecha y procesamiento segarantiza su durabilidad. La producción demiel de abejas se distingue de otras prácticasagropecuarias en el uso de suelos y tierras. Encontraste con el uso extensivo de los bosqueshúmedos la apicultura aprovecha el simple

comportamiento de las abejas en su recolec-ción de néctar y polen - recursos que de otramanera son desperdiciados7. Además, la api-cultura beneficia los sistemas ecológicos pormedio de sus servicios de polinización en lareproducción de especies botánicas.

A pesar de las ventajas ya mencionadas,existen pocos estudios que puedan comprobar-las en el contexto de desarrollo rural. Burgett(1996) señala que queda por medirse el éxito oel fracaso de proyectos apícolas establecidos conasistencia internacional al nivel mundial. ¿Sonfactibles estos proyectos en un contexto econó-mico? ¿Existen ejemplos de su éxito en una eco-nomía regional? En caso de que tengan éxitoeconómico ¿puede decirse que a la vez promue-ve la conservación ambiental? Estas preguntasson apropiadas para el caso de Rondônia y cir-culan desde los años 80 entre las entidades de fi-nanciamiento que han promovido la apiculturaen busca de una mayor rentabilidad rural y unamayor vinculación entre el desarrollo económi-co y la conservación ambiental.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 63

Figura 5.2. Imágenes compuestas de fotosatélite LANDSAT del año 1995, estado de RondôniaEscala 1:1.000.000. La áreas obscuras corresponden a las tierras en las cuales permanece el bosque húmedo.En el detalle se distinguen las filas de áreas deforestadas.

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En este capítulo analizaré el papel de laapicultura en el desarrollo sostenible de laagricultura de los colonos de Rondônia. Laapicultura en Rondônia, realizada principal-mente por colonos asociados en cooperativas,se promueve actualmente a través de variasformas de asistencia estatal, federal, e interna-cional. Sin embargo, al integrar los aspectoseconómicos y ambientales de esta actividad, sedemuestra que la asistencia no promueve op-ciones sostenibles para el bienestar de la po-blación rural, ni garantiza la conservación am-biental a largo plazo. De hecho, la producciónde la miel de Rondônia ahora depende de ladeforestación y el abandono de la tierra. Efec-tivamente, se establecieron nuevos hábitats fa-vorables para la abeja africanizada - la especieempleada exclusivamente por los proyectosapícolas. Por otra parte, las concesiones que fi-nancian las cooperativas apícolas no se esfuer-zan en darle la cara a las cuestiones claves queamenazan la sostenibilidad de la apicultura deRondônia. Esto se debe a técnicas de baja pro-ducción de la miel, y a la mala administracióny comercialización de las cooperativas apíco-las. Las cooperativas pagan sus cuentas con-fiando en recibir aún más beneficios vincula-dos a los programas de desarrollo sostenible.Dadas estas condiciones, es poco probable quelas cooperativas lleguen a ser empresas viables.Estas conclusiones se basan en observacionesdirectas de parte del autor durante el transcur-so de dos años de estudio de las cooperativasapícolas en Rondônia. Se analizan estas obser-vaciones a la luz de unos escasos estudios eco-lógicos de la producción de la miel en el mis-mo estado brasileño.

Especies de abejas y apicultura en AméricaLatina

Los proyectos de apicultura enRondônia promueven exclusivamente el uso

de la abeja africanizada. Esta abeja de miel, lacual no es nativa a las Américas, apareció enRondônia a partir de la década de los setenta(Taylor 1985). Las especies endémicas de abe-jas neotropicales carecen el aguijón (por locual se caracteriza la especie africanizada in-troducida), producen miel, y están bien adap-tadas a la ecología tropical. De hecho, los indí-genas de las Américas utilizaban productosprovenientes de las centenares de especies deabejas sin aguijón antes de que llegara a la re-gión la especie africanizada. Desde luego, seprestan a una industria apícola local - cosa quequeda por analizarse.

En términos de la taxonomía, se clasifi-can tanto las abejas sin aguijón como las abe-jas de miel dentro de la misma familia de in-sectos designada Apidae. Se compone, esta fa-milia de Apidae, en cuatro subfamilias (Miche-ner 1990): Apinae (incluye la Apis mellifera, laabeja de miel más común que incluye la subes-pecie africanizada), Meliponinae (las abejas sinaguijón), Bombinae (los abejorros) y Euglossi-nae (conocidas comúnmente como abejas dela orquídea, polenizadoras esenciales de mu-chos grupos de la orquídea y de la castaña bra-sileña) (Prance & Lovejoy 1985). Las abejas demiel y las abejas sin aguijón, denominadas co-mo insectos altamente sociales, viven en colo-nias que poseen un gran número de indivi-duos. Como tales, estas colonias producencantidades relativamente grandes de cera y demiel, entre otras sustancias útiles, recursosaprovechados por los seres humanos.

Cabe mencionar que las diferencias en-tre especies y subespecies de abejas se debetanto a sus diferencias evolutivas como al usoy domesticación realizado por los seres huma-nos en distintas regiones del mundo. Es así co-mo las abejas sin aguijón son nativas del nue-vo mundo, y evolucionaron con un aparato depicadura vestigial8. En contraste, las abejas de

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miel no son nativas al nuevo mundo9. Pero,dada su introducción a las Américas a partirdel siglo diecinueve (Kent 1984) y otros facto-res los cuales se discuten mas tarde, la especieApis mellifera es hoy en día la abeja más co-múnmente usada en proyectos apícolas. SegúnKerr (1980), las primeras introducciones de lasabejas de miel (provenientes de Europa) en elBrasil ocurrieron a mediados de los años 1800.

La biología de la abeja y su papel en la apicultura

Las colonias de la abeja de miel y sinaguijón ocupan huecos, antropogénicos o na-turales, dependiendo de la especie. Los nidosde la abeja de miel se componen de panalesdistanciados uniformemente, dispuestos verti-calmente, en donde las abejas crían sus larvas,depositando polen como alimento, a la vezque los adultos reciben miel. Las técnicas mo-dernas de la apicultura aprovechan este mode-lo del nido por medio de cajones de maderaque obligan a las abejas a construir sus panalesen cuadros movibles. Los apicultores utilizancolonias silvestres, sacando cuidadosamentelos panales del hueco natural y fijándolos a loscuadros de madera. Los apicultores intercam-bian estos cuadros entre las colmenas comoparte de su manejo y sacan los cuadros fácil-mente para la cosecha de la miel. La produc-ción de miel de una colonia manejada depen-de de un número de factores incluyendo el cli-ma, las características florales de la región y elmanejo de la colonia. En la Amazonía, la pro-ducción de miel varía entre 5 kilos de miel/co-lonia/año, hasta más de 50 kilos. Dado el com-portamiento extremamente defensivo de estasabejas, es necesario calmarlas por medio deluso de humo y es requisito indispensable eluso del vestuario protector para el apicultor.

Generalmente las abejas sin aguijóntambién establecen colonias con panales uni-

formemente espaciados, sin embargo éstasocupan una posición horizontal en el nido ycontienen únicamente las crías. Las abejas lo-calizan sus potes de miel y polen irregular-mente alrededor de las crías, fijándolos a lospaneles. Así, la manipulación de los panales delas abejas sin aguijón es más difícil que la deApis. Por ejemplo, es fácil dañar toda una co-lonia de abejas silvestres si no se tiene cuidadoen el traslado de la miel de una colonia. Sinembargo, varios investigadores han desarrolla-do un número de técnicas modernas para lacolocación de colonias silvestres en cajas espe-cialmente diseñadas para su manejo (Noguei-ra-Neto 1997). El diseño de estas cajas no per-mite que las abejas produzcan sus panales decría fijando sus potes de miel y polen en lamisma. Esto permite el retiro de los potes sindañar el nido.

Las abejas sin aguijón más importantespara la producción de la miel en las Américasson del género Melipona. Las especies dentrode este género son abejas dóciles que producenuna miel de alta calidad. Sabemos que las co-lonias de abeja sin aguijón producen un pro-medio más bajo de miel que las abejas de miel.Oliveira (1997) observa que la producción enel estado de Acre, Brasil, de colonias silvestresde Melipona spp se aproxima a 10 kilos demiel/colonia/año. La miel de la abeja sin agui-jón generalmente es menos dulce que la mieldel Apis. También es menos viscosa y se le atri-buyen características medicinales, por parte delos pobladores locales. Generalmente, ni se re-quiere el humo, ni la ropa protectora para tra-bajar con las abejas sin aguijón.

A pesar de que existen técnicas moder-nas para la producción de miel para abejas sinaguijón, son rara vez aplicadas en los proyec-tos de apicultura en Rondônia, dado que lasabejas sin aguijón no producen tanta miel porcolmena. Desgraciadamente, la mayoría no se

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ha dado cuenta de la inmensa importancia quehan tenido para los indígenas las abejas sinaguijón en todo el continente. La apiculturacon abejas sin aguijón (denominada “melipo-nicultura”) debe reconocerse como parte deldesarrollo sostenible de la agricultura de loscolonos donde todavía existen estas abejas, es-pecialmente considerando los problemas eco-lógicos asociados con la apicultura a base deabejas africanizadas.

Uso de la abeja sin aguijón en las Américas

El uso y la importancia de las abejas sinaguijón entre los indígenas de las Américas nose presta a generalizaciones fáciles. Pero, algu-nas características se destacan. Se discuten téc-nicas sofisticadas en la meliponicultura enmuchas partes de las Américas (Calkins 1974;Kent 1984; Schwarz 1948). Los indígenas prac-ticaban el retiro de colonias silvestres de suscavidades naturales, colocándolas en recintosfabricados (troncos del árbol, calabazas, cestas,potes de arcilla) posibilitando la manipulaciónde las piezas de la colonia y el retiro de los po-tes de miel sin dañar el nido. También se divi-dían las colonias en forma artificial, evitandola necesidad de nuevas colonias silvestres y au-mentando el número de colonias en un meli-ponario (Schwarz 1948)10.

El manejo sofisticado e intensivo deabejas sin aguijón se entiende como parte delcomercio de productos de alto valor entre lospueblos indígenas. Por ejemplo, los Aztecasexigían de sus vasallos al sur del imperio, tri-butos de cera de abeja - una práctica impuestamás tarde por los españoles durante la con-quista del imperio Azteca. Hernán Cortés ob-servó una gran variedad y cantidad de miel dela abeja sin aguijón negociada en los mercadosde Tenochtitlán en los años 1520. Por igual,Alexander von Humboldt observó que en el

inicio del siglo diecinueve en la región deCampeche, México, comúnmente se encontra-ban 600 a 700 colonias domesticadas de abejassin aguijón en un solo meliponario.

Eran muchas las aplicaciones de losproductos de la abeja sin aguijón. Además desu uso como alimento, la miel se usaba en lamedicina, en el tratamiento de infecciones yotras enfermedades de la piel, los ojos, los oí-dos, la nariz y la garganta. También, la mielfermentada participaba en las ceremonias reli-giosas indígenas como mezcla intoxicante11.La cera de abeja se usaba como pegamento ge-neral y como una importante sustancia de im-permeabilización. Los grupos precolombinosla utilizaban para fundir moldes en la fabrica-ción de ornamentos y joyería de oro. Los espa-ñoles les enseñaron a los indígenas el uso de lacera en la fabricación de velas religiosas que te-nían gran utilidad en las misiones religiosasdel nuevo mundo (Schwarz 1948).

Desde la época colonial, la meliponicul-tura en las Américas ha declinado precipitosa-mente. Existen dos explicaciones. La primeraseñala el dominio político, económico y cultu-ral europeo como causa del deterioro de esta yotras prácticas en el contexto del despojo detierras y la instauración de encomiendas indí-genas. Como consecuencia, los colonos euro-peos reanudaron la oferta de miel y cera con laproducción de sus propias colonias de abejaseuropeas, introducidas en el siglo dieciocho. Laproducción más alta de las abejas de miel y lafacilidad para su incorporación en el manejo yprocesos mecanizados de sus productos contri-buyeron a la sustitución eventual de las abejassin aguijón. Es así que la miel de Apis melliferahoy en día es un producto marco, bien conoci-do en el mercado y la miel de la abeja sin agui-jón es menos conocida con una demanda rela-tivamente baja, limitando así su producción.

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La segunda explicación señala a la de-forestación asociada con el desarrollo de laagricultura y la ganadería, actividades que ne-cesariamente destruyen el nicho de las especiesmás importantes de las abejas sin aguijón, enla disminución de la producción de la miel -Melipona spp -, dado que estas abejas requie-ren de los huecos en árboles vivos (Camargo1994). Las poblaciones de estas abejas han de-jado de existir en muchas áreas (Camargo, co-municación personal)12.

Las abejas africanizadas y su ecología de pro-ducción de miel

Hasta 1957, las únicas razas de abejasde miel (Apis mellifera) que existían en lasAméricas provenían de Europa. Estas razas, declimas más templados, no eran productoreseficaces de miel en climas tropicales y subtro-picales13. El genetista brasileño Warwick Kerr,bajo autorización del gobierno brasileño, fue aSudáfrica en búsqueda de razas de abeja concaracterísticas genéticas deseables para el me-joramiento de la raza europea de Apis mellife-ra en Brasil. Warwick Kerr volvió al Brasil conabejas africanas que complementaban a las co-lonias europeas manejadas en un apiario enRío Claro, São Paulo. Allí se estudiaba una va-riedad mezclada de Apis mellifera que resulta-ra en una abeja de alta producción de miel y demanejo fácil (Kerr 1967).

El resultado fue un accidente. Las rei-nas africanas se escaparon de sus colmenas en1957, y se entrecruzaron con la población localde las abejas europeas, fuera de cualquier con-trol humano. Las poblaciones silvestres de laraza mezclada, resultado del accidente, hoy lla-madas abeja africanizada, Apis mellifera scute-llata, se han dispersado desde el lugar de ori-gen hacia el sur, frontera con Argentina y ha-cía el norte, hasta el sur de los Estados Unidos(Visscher, Vetter & Baptista 1997).

Las poblaciones silvestres de las abejasde miel africanizadas llegaron a los flancosmeridionales del Amazonas en los años 70 (Fi-gura 5.3). A partir de los años 80, los investiga-dores agrotécnicos y agentes de extensión ru-ral en Rondônia se dieron cuenta de que laapicultura con las abejas africanizadas, reciénllegadas, podría ser de ayuda para los colonos,complementando sus ingresos en sus prácticasregulares, las cuales representaban problemaseconómicos y ambientales. Los investigadorescondujeron estudios en Ji-Paraná, Rondôniapara determinar el flujo de miel14, identifican-do las flores correspondientes con este flujo.En la apicultura intensiva, se puede utilizar es-ta información para saber cuándo terminarciertas tareas en el apiario y aprovechar demodo óptimo el clima y las flores de la regiónen la producción máxima de miel.

En esta investigación se resalta la si-guiente paradoja: la utilización del suelo a cor-to plazo, y abandono de las tierras que conlle-van a la deforestación, habían hecho posible laapicultura con Apis mellifera en Rondônia. Esdecir, las mismas plantas que caracterizan a lavegetación de sucesión ecológica tempranason en gran parte responsables de la produc-ción de miel. En el caso del polen, se distingueCecropia spp. (especies de árbol de rápido cre-cimiento en lugares donde se ha derribado eldosel de la selva) como la fuente más comúndel polen procurado por las abejas (Marquez-Souza et. al., 1993). La producción de miel porparte de las abejas africanizadas correspondemás a la recolecta del néctar de la flor de as-sapeixe (Vernonia polyanthus), una mala hier-ba de gran estatura que domina parcelas aban-donadas durante la sucesión ecológica tem-prana y que florece durante la estación secaque incluye los meses de julio y agosto (Condé1989; Condé, Rezende & Melo 1990). Estas ob-servaciones tomaron lugar durante un perío-

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do de tres años y se basan en la medida de pe-so de las colonias y observaciones directas deabejas posadas en flores. Es interesante que lasabejas africanizadas también encuentran susabrigos predominantemente en áreas pertur-badas. Las colonias silvestres de esta abeja seencuentran predominantemente en huecos deárboles derribados que abundan en pastosnuevos y parcelas agrícolas. Los apicultorespueden transferir estas colonias fácilmente alas colmenas, con vistas a un manejo de apia-rios.

Efectivamente, los seres humanos hanhecho del paisaje Rondôniano un lugar conve-niente para la explotación de las abejas africa-nizadas. Ha sido transformado un paisaje de

bosque húmedo tropical en un mosaico de sel-va, campos agrícolas, y lo más importante,grandes áreas abandonadas donde abundanlas flores y los sitios de abrigo necesarios parael establecimiento de poblaciones silvestres deabejas. Es importante señalar lo siguiente: ladeforestación produce el paisaje apropiado pa-ra la apicultura en Rondônia - la apicultura noes causa de la deforestación. De cualquier ma-nera, se aprecia esta paradoja: en teoría la api-cultura debería disminuir la deforestación co-mo parte del programa de desarrollo sosteni-ble, pero esta actividad es posible cuando haydeforestación y se abandona la tierra enRondônia.

A pesar de las ventajas que presenta ladestrucción del bosque húmedo para la api-cultura, surgen otros cambios que amenazanla sobrevivencia de la misma. Según los apicul-tores, la cantidad de la assapeixe (la planta másimportante para la producción de la miel) de-clina eventualmente por dos razones. A medi-da que se mejoran los asentamientos huma-nos, también se deja la tierra por un tiemposuficientemente largo para permitir la suce-sión ecológica. La assapeixe pierde el dominio,cediendo campo a los arbustos y árboles queno producen tanto néctar. La segunda razón esque eventualmente los colonos intensifican elmanejo de sus pastajes, quitando la hierba ma-la y, sobre todo, sembrando variedades de pas-to, principalmente Brachiaria decumbens yBrachiaria humidicola, que resisten la invasiónde hierba mala. Una vez manejadas intensiva-mente, estas áreas también carecen de árbolesderribados. Esto reduce el número de sitios deabrigo en la región. Consecuentemente, ladensidad de colonias silvestres de la abeja afri-canizada disminuye, haciendo difícil que losapicultores localicen nuevas colonias de laabeja para sus apiarios.

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Figura 5.3. Dispersión natural de la abeja africaniza-da (Apis mellifera) por América del SurLa frontera de su dispersión alcanzó la región Amazó-nica a mediados de los años 70. Adaptado de Taylor(1985).

1980 Colombia

1975Surinam

1971

1966

1957Brasil

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Las cooperativas de apicultura y el subsidioeconómico del desarrollo sostenible

Las cooperativas de apicultura sonesenciales para el lanzamiento y el manteni-miento de la práctica de la apicultura enRondônia. Mientras que las agencias estatalesy federales contribuyen hacía el desarrollo dela apicultura por medio de cursos gratuitos yequipo apícola para los colonos, las cooperati-vas han seguido adelante con la comercializa-ción de la miel de sus miembros. Generalmen-te, los cooperativistas se responsabilizan de lle-var su miel (extraída de los panales) a los cen-tros urbanos de abasto. En estos lugares exis-ten sistemas de filtraje, empaque, almacena-miento y venta. De otra forma sería demasiadodifícil que los colonos mismos comercializa-ran sus productos directamente. Efectivamen-te, sin este sistema de cooperativas la apicultu-ra regional acabaría en la quiebra.

Las cooperativas enfrentan muchas di-ficultades financieras. La compra de equipoapícola implica altos costos, el servicio del te-léfono y la electricidad, el alquiler del local, lossueldos de los empleados, y los permisos mu-nicipales, estatales, y federales. Esto a pesar deque en el Brasil, se ha disminuido la hiperin-flación. Más aún, existen problemas en el ma-nejo de la apicultura para los mismos apicul-tores. Sin la asesoría necesaria, los miembrosde las cooperativas no alcanzan un nivel deoferta igual a la demanda por la miel. Además,son bajos los precios de mayoreo que se les daa las cooperativas, cosa que exige un mayor es-fuerzo en la comercialización directa al consu-midor, para obtener un mejor precio para elproductor. Los mayoristas aceptan pagar bajosprecios por la miel debido a su barata disponi-bilidad en los mercados fuera de Rondônia. Ala vez las cooperativas tienen que seguir pa-gando bien para garantizar la solidaridad de

sus miembros. En un caso examinado por elautor, una cooperativa bien conocida y respe-tada no pudo dar cuenta de sus obligacionesfinancieras anuales, sin la ayuda financiera in-ternacional para el desarrollo sostenible de laregión. Sus gastos consistían principalmenteen pagos a los apicultores por la miel y aproxi-madamente US $1.000 mensuales por gastosde operación - esto a pesar de que estas ayudasno fueron otorgadas para que la cooperativalas usara de esta forma.

Los subsidios económicos conferidosen forma de ayudas financieras por parte deorganizaciones internacionales que impulsanel desarrollo sostenible, han sido claves en elestablecimiento de cooperativas apícolas15.Aunque no es fácil calcular el monto de dine-ro que se dirige a estas cooperativas, es proba-ble que sea bastante grande. Según datos delgobierno estatal de Rondônia (1997), en losprogramas recientes de desarrollo sosteniblepatrocinados por el Banco Mundial, una coo-perativa de cincuenta familias de colonos pue-de recibir hasta US $150.000 en ayudas paraun proyecto apícola (Governo do Estado deRondônia 1997). Esta cantidad puede ser másalta todavía cuando se reciben fondos prove-nientes de varias entidades. Estos programasde ayudas financieras contribuyen a los esfuer-zos de los colonos para organizarse, formar ymantener una cooperativa. Sin embargo, se hahecho muy poco por ayudar a las cooperativasa superar los problemas mencionados ante-riormente y prepararlas para un mercado li-bre16. Lo que es más, los administradores delas cooperativas emplean estos fondos en elpatrocinio político, dificultando así el aprove-chamiento por parte de los cooperativistas pa-ra estimular una producción más intensiva,mejorar las estrategias de comercialización yrealizar una planeación a largo plazo17.

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Los colonos Rondônianos, patrocina-dos por proyectos de desarrollo sostenible, lle-gan a incrementar su ingreso por medio deproyectos apícolas con una inversión mínimade capital y de mano de obra gracias a los fon-dos otorgados para este tipo de desarrollo18.Sin embargo, es probable que cuando se ter-minen estos programas, también las coopera-tivas tengan que cerrar sus puertas - probable-mente porque la dirección de las cooperativasse vea poco dispuesta a cambiar su estilo de ge-rencia siempre y cuando existan ayudas finan-cieras internacionales de este tipo para el desa-rrollo sostenible. Los responsables por este fra-caso no son ni los cooperativistas ni sus admi-nistradores sino las organizaciones internacio-nales que apelan a este sistema sin preocupar-se por la sobrevivencia de estas cooperativas alargo plazo.

Conclusiones y recomendaciones

En esta revisión crítica de los proyectosde desarrollo sostenible, no queremos descar-tar el papel constructivo de la apicultura en laagricultura de los colonos de Rondônia. Alcontrario, los problemas para su desarrolloson superables. Los estudios en Rondônia handemostrado que existe una gama de opcionespara el uso de los recursos naturales del mo-saico ecológico de la región. Basándonos enesto, es posible hacer un plan para mejorar lasituación. Primero, las entidades que promue-ven el desarrollo sostenible necesitan respon-sabilizarse, tanto en el concepto de lo proyec-tos de desarrollo, como en sus impactos socia-les y ambientales. Es evidente que existe unafalta de conocimiento por parte de estas insti-tuciones, ya que en el caso apícola, favorecenlas abejas africanizadas sin entender su cone-xión con la deforestación y abandono de la tie-rra.

Entre las muchas opciones, el cultivode plantas con néctar de alta calidad propor-cionaría a los colonos una mayor estabilidaden la producción de miel, haciéndose menosdependientes de la apicultura con abejas afri-canizadas en el proceso de deforestación yabandono de la tierra19. Hasta la fecha, noexisten esfuerzos de este tipo. Estas plantastambién les darían a los colonos productos co-mo la madera y frutas para el consumo direc-to o para el mercado. Además, con un mayoresfuerzo, los apicultores podrían comenzar aincluir abejas sin aguijón en sus actividades deproducción. Hay por lo menos siete especiesde Melipona que han sobrevivido hasta el mo-mento en el mosaico ecológico de Rondônia(Brown 1997). Pero, estas abejas requieren delapoyo del ser humano, dado que sus númerosdisminuyen en las poblaciones silvestres bajolas presiones de la deforestación. Con más cui-dado de parte de los apicultores, la meliponi-cultura es tan rentable como ecológica, pro-porcionando un tipo diferente de miel para elmercado, y conservando a la vez, la biodiversi-dad nativa20.

A la larga, será posible ayudar a las coo-perativas en un mercado donde competiríancon empresas privadas. Hay numerosas orga-nizaciones no gubernamentales y guber-namentales que se especializan en dar cursosde mercadotecnia y contabilidad a grupos co-mo las cooperativas apícolas de Rondônia. Enesta relación, las entidades comprometidas enel desarrollo sostenible pueden ser altamenteútiles al fomentar un diálogo profundo entrelas cooperativas y estas organizaciones. Ac-tualmente, no existe un gran incentivo parahacer cambios en el modo de administracióncooperativista. Las agencias internacionalesdeberían considerar préstamos, sin interés ode bajo interés, con sistemas flexibles de reem-bolso en vez de seguir con ayudas. Estos son

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necesarios para el respaldo de servicios y acti-vidades que de otro modo fallarían en el mer-cado. Pero, se habla de la factibilidad económi-ca de la apicultura en Rondôniana en términosde comercio y rentabilidad. Es lógico que a lalarga las cooperativas funcionen como empre-sas viables y que puedan pagar sus deudasigual que cualquier otra actividad.

La apicultura en si no puede califi-carse como actividad que contribuye hacíael desarrollo sostenible de la agricultura de

los colonos. Es un sistema de produccióncomo cualquier otro, que puede cambiardramáticamente dependiendo de numero-sos factores humanos y ambientales. Su pa-pel en el desarrollo sostenible depende en-teramente del manejo constante y conscien-te de estos factores, de modo que los víncu-los entre lo humano y lo ecológico se com-prendan con una proyección de largo plazopara el bienestar del colono y del medioambiente.

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1 Los colonos de la Amazonía provienen de mu-chas regiones brasileñas, y están conformadosen gran parte por campesinos sin tierra. Ellosse ven desalojados por los procesos de mecani-zación de la agricultura en el país, especial-mente en el sur (Millikan 1988).

2 En 1974, se había destruido el 0.5% de la selvatropical del estado. En 1985, este porcentaje ha-bía aumentado al 10.8% (Malingreau & Tucker1987). En 1993, 17.0% del estado había sidodeforestado (Governo do Estado de Rondônia1996).

3 Son las agencias gubernamentales y no guber-namentales internacionales que trabajan paraconcentrar ayuda financiera en la agriculturade los países en vía de desarrollo, pero tambiénse incluye las organizaciones no gubernamen-tales (ONGs) de los países ricos y los países delSur, las cuales ostentan representar las comuni-dades pobres del Sur.

4 Existen muchos acercamientos a la problemáti-ca del desarrollo sostenible, no se intenta en es-te capítulo recopilarlos. Aquí me referiré sola-mente a los esfuerzos organizados por la pobla-ción de colonos del estado de Rondônia parahacer sus sistemas de producción más econó-micamente y ecológicamente sostenibles.

5 Véase la literatura siguiente para discusionesdel raciocinio del uso de apicultura en los pro-yectos de desarrollo en áreas rurales (Gentry1984, Merril-Sands 1984).

6 Las cooperativas apícolas facilitan la capacita-ción técnica de sus miembros, la adquisición deinsumos apícolas y capital, y el procesamiento,venta de miel y otros productos.

7 Los servicios mutuos prestados por plantas enflor y la abeja se basan en el canje de los cualescirculan entre las especies de botánica, graciasal trabajo que desempeña la abeja. Esta tareaesencial para la reproducción botánica aprove-cha el transporte de polen para la polinizacióny la producción subsecuente de semillas y defruta. El polen y el néctar son alimentos esen-ciales para las abejas. El polen es la fuente deproteína consumida por sus larvas. El néctar esla fuente del carbohidrato para las abejas adul-tas. Estas convierten el néctar en la miel que losapicultores extraen del panal.

8 La distribución pantropical evidente en estasabejas se debe a que evolucionaron hace 120millones de años en el supercontinente deGondwanaland, cuyos fragmentos, tras diver-sas épocas geológicas, conformó los continen-tes de Sudamérica, Africa, Australia y la Antár-tida.

9 Las diversas especies de abejas de miel evolu-cionaron en tiempos más recientes, o sea hace35 millones de años; luego llegaron a dispersar-se por Asia y Africa tropical, así como por Eu-ropa (Michener 1979).

10 Esta técnica requiere una comprensión sofisti-cada de la biología de la abeja y de la organiza-

Notas

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ción social de la colonia, ya que el apicultor de-be separar la mitad de una cantidad de panalesy abejas de una colonia original, colocándolosen una colmena vacía en donde se establecencomo colonia funcional y separada.

11 Los Mayas, conocidos como los meliponiculto-res más importantes de las Américas, celebra-ban en sus festivales religiosos los dioses de laabeja antes de cosechar la miel.

12 En solo 20 años de desarrollo agrario enRondônia, se encuentran en riesgo de extin-ción regional ciertas especies de Melipona enlas áreas deforestadas (Brown 1997). Véase Sal-mah, Inoue, & Sakagami (1990) para el casoindonesio de Sumatra en donde se relata elefecto de la deforestación en la diversidad delas abejas sin aguijón.

13 Las abejas de miel europeas no se adaptan biena los trópicos, menos aún a un ecosistema debosque húmedo. En las zonas húmedas las llu-vias torrenciales dejan poco néctar en las plan-tas en flor. La abeja europea no encuentra elnéctar suficiente para almacenarlo en la formade miel. Se le añade a este problema la enfer-medad en donde la abeja es poco resistente,viéndose suplantada por la especie mejoradaptada, la africanizada.

14 Se le dominan “flujos de miel” a esos períodosdel año cuando las abejas producen un superá-vit de miel, cosechable por los apicultores.

15 Estas organizaciones se basan, en su mayorparte, en los países desarrollados del Norte.Confieren grandes ayudas a varios países delSur en donde se destinan varios proyectos dedesarrollo rural en zonas tropicales, enfatizadosu esfuerzo en tratar problemas socioeconómi-cos y de medio ambiente en regiones recién“desarrolladas”. Las cooperativas de apicultura

han recibido fondos de la fundación Heinz, laWWF, el G-8, la Embajada Canadiense y elBanco Mundial, entre muchas otras.

16 Se discuten a fondo los límites y obstáculos queenfrentan las organizaciones rurales de auto-gestión de la América Latina en Bebbington(1996) y Bebbington y Riddel (1995).

17 En vez de lo anterior, se gastan fondos en hacer“préstamos”, para el pago de cuentas médicasde los miembros, concesiones del equipo apí-cola, grandes comidas, etc.

18 Según encuestas llevadas a cabo por el autor,en las cuales los encuestados calculaban sus in-gresos durante el período 1992-1997, se regis-tró, entre 23 apicultores de Ouro Preto do Oes-te, Rondônia, una ganancia con un promedioanual sobre la miel comercializada que llega alequivalente de US $ 677.74 por productor. Es-to contribuye al 7.5% del total de gananciaspor productor en el sector agrario en general.Esto se basa en datos proporcionados porMC&A - Consultoria e Assistência Empresarial(1993) que en el año 1993 calcula una ganan-cia con un promedio anual equivalente de US$ 5113.00 por familia.

19 Los nombres científicos y vulgares de las espe-cies floridas utilizadas por la abeja africaniza-da, sea en recolecta de polen, néctar o ambos,las proporciona Condé (1989) en su investiga-ción de la botano-ecología de la misma.

20 La meliponicultura ha recibido una renovadaatención como componente económico-ecológi-co del desarrollo rural en el trópico húmedo departe de la Asociación Internacional de Investiga-ción Apícola (IBRA-International Bee ResearchAssociation), la cual la promueve como altamen-te rentable, a la vez que contribuye a la conser-vación de la biodiversidad natural (Munn 1996).

72 / Apicultura y desarrollo sostenible de la agricultura

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El tema-título de este libro - Desarrollosostenible en la Amazonía ¿mito o realidad?- esprovocativo e induce a la reflexión. En esta lí-nea, al fin y al cabo de los comentarios aquíhechos, se podría inferir qué tipo de desarrolloexperimentan y esperan las poblaciones pes-queras amazónicas en los próximos años.¿Qué significa desarrollo para los pueblos ha-liéuticos que viven de la explotación del mar,de los recursos de las aguas, costeras o ribere-ñas?

La cuestión del desarrollo ha llevado amuchos investigadores, de diferentes campos,a preocuparse por la situación de diversos gru-pos humanos en los últimos decenios. Esta si-tuación afecta particularmente a la Antropolo-gía, haciendo emerger una línea de estudiosque aparentemente se caracteriza como uncampo disciplinario específico, a veces inter-pretado como una subdisciplina de la Antro-pología. Este es el caso de la “Antropología deldesarrollo”, según Peter Schröder (1997) en suartículo -¿La Antropología del desarrollo per-mite hablar de una sub-disciplina verdadera? -aunque reconozca que el concepto de “Antro-pología del desarrollo” ya haya sido acuñadohace más de 25 años, concluye que “…todavíano es posible hablar de una disciplina “Antro-pológica del desarrollo”, hay, sin embargo, mu-chos indicios de que ella está en vías de forma-ción, particularmente, en lo que se refiere al

dominio metodológico y a los temas de inves-tigación y tipos de trabajo práctico” (1997:91).

Según este autor, ese campo de explo-ración científica surge de la necesidad heurís-tica de especializarse en problemas de políticasdel desarrollo, después de descubrir que éstascrean realidades socioculturales bien especia-les (ibid:84), sobre todo cuando son insufi-cientes en la adecuación a esas necesidades so-cioculturales. Pero se podría decir también,que surge de los problemas colocados o desen-cadenados por estas políticas y por la dinámi-ca inmanente de la sociedad, en la cual se in-sertan las peculiaridades sociales y ambienta-les de sus segmentos.

La búsqueda del desarrollo viene sien-do una constante en la especie humana comoinstrumento de subsistencia, mantenimiento yreproducción de la vida material y social de lospueblos. Eso quiere decir que lo que se buscason estrategias que permitan la continuidad opermanencia de los grupos sociales sobre elaspecto de categorías construidas dentro de sulógica propia, con un ethos reconocido en lared de relaciones sociales, en el cuadro de lasigualdades y diferencias. Para esto es necesariala acción participativa de la sociedad a travésde sus representatividades.

La idea de la reproducción social en laperspectiva que se está colocando, pasa bien alo largo de la vieja idea de lo “idéntico, perma-

Comunidades pesqueras amazónicas:expectativas de desarrollo

en el final del siglo XXL.G. Furtado

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nente, invariable, e inmóvil” como critica Ba-rel (1973), pero, por el contrario, se piensa enla reproducción dentro de un escenario socialen constante transformación, oriunda de fac-tores históricos, económicos, políticos y meso-lógicos también; oriunda tanto de factoresexógenos como endógenos. En esta perspecti-va de la reproducción social de una sociedad ode un segmento social, en el caso de los pesca-dores tradicionales, significa pensar que estasociedad muda, modificando, redefiniendo odeteriorando valores; modificando su morfo-logía social por diferentes motivos, pero, con-tinua, permanece como un segmento distintode los otros, con fronteras reconocidas porotros congéneres, pero distinta de ellos.

Se discute un desarrollo que atienda lacontinuidad del grupo y no su extinción o sudesestructuración sociocultural y marginaliza-ción; que permita la reproducción social de-seada por el respectivo segmento en cuestión;que permita, en el cambio, en la invariabili-dad, mantener a la sociedad, su esencia, suidentidad, sin traumas, sin deterioro de la cali-dad de vida, de sus instituciones, por fuerza deun proceso global que se impone de fuera pa-ra dentro. Hace siete años la Comissão Coor-denadora Regional de Pesquisas na Amazonía(comisión coordinadora regional de investiga-ciones en la Amazonía) - CORPAN (1991) ensu Plano de Ciência e Tecnologia para a Ama-zônia (Plan de Ciencia y Tecnología para laAmazonía), registraba la situación relativa alas poblaciones amazónicas. Estas comunida-des caboclas eran vistas, en ese entonces, comoel producto histórico de la mezcla de las diver-sas poblaciones que se confrontaron en la ocu-pación de la Amazonía durante los últimos si-glos. Estas crearon sus formas de organizaciónsocial, sus valores y cultura propios y fueron, asu vez, marginalizadas. Mientras se sustentócon su trabajo, con bajos costos, la poblacióntrabajadora de las grandes ciudades no recibió

en compensación, los beneficios de los avancescientíficos y tecnológicos, capaces de estimularel desarrollo de su fuerza productiva. Una par-te significativa de esta población se proletarizóen los segmentos capitalistas agropecuarios oestá intentándolo en las capitales, y otros cen-tros importantes de esa región, superpoblandociudades carentes de las condiciones de sanea-miento básico, de la infraestructura educativa,hospitalaria y de oportunidades de empleo ne-cesarias. (Ver CORPAN 1991).

Siete años después esta situación per-manece sin que se vislumbren soluciones acorto plazo. El cuadro descrito esta presente entoda la Amazonía y urge que se coloque no so-lamente como preocupación de la ciencia y latecnología sino además, y sobre todo, del sec-tor político y administrativo, en una asocia-ción para el encuentro de respuestas asequi-bles.

En este artículo se presentan algunosdatos empíricos sobre el estado del arte delsegmento social pesquero tradicional amazó-nico, como contribución a una reflexión sobreel tema de este libro. Se espera contribuir, deotro lado, a la modificación, rectificación yadecuación de las políticas públicas vigentesdireccionadas a los sectores de pesca, colectas,acuiculturas y usos de los ecosistemas del en-torno. Es necesario que estas políticas se efec-túen o se redefinan, para plasmarse en benefi-cios concretos de los pequeños productorestradicionales y a sus fuerzas productivas, loscuales dependen de esas actividades para sucontinuidad como segmento de la sociedadamazónica en un mundo en transformación;políticas sectoriales que tomen en cuenta lasespecificaciones sociales y ambientales en fa-vor de los pueblos haliéuticos de la Amazoníabrasileña, teniendo en cuenta una gestión du-radera de la pesca y el manejo de los recursosmovilizables.

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Las comunidades pesqueras tradicionales

El término comunidad, aquí empleado,se refiere genéricamente a las pequeñas locali-dades en que habitan los pequeños producto-res de la pesca inmersos en la pequeña produc-ción mercantil, con los cuales se ha trabajadoen las tres últimas décadas. Esas comunidadesson representadas por sitios, villas o poblados,con una población variable entre 100 y 1.000unidades residenciales, caracterizadas comopequeñas comunidades en el sentido atribuidopor Firth (1974). Como ejemplos se citan laslocalidades de Jaquara, Curral Grande, y Cal-vario (en el Lago Grande de Monte Alegre); Ja-carepucu, Urubuea y Costa Marapatá (en elmunicipio de Abaetetuba), Región del bajoTocantins, Arapijó, Matapiquara y Maru-dazinho (en el río Marapanim y Camara), Ma-rudá y Fortalezinha (en el litoral del Pará). Nose debe confundir este término con el que lossectores de la Iglesia Católica, y probablemen-te otras del ramo evangélico, vienen adoptan-do para definir a los grupos de personas,miembros de esas mismas localidades, con loscuales realizan trabajos de evangelización(cultos) y de organización política. A estosgrupos tanto sus miembros como sus dirigen-tes, se refieren como “comunidad x”, “comuni-dad y”. Sus límites, en general, no se confun-den con los límites de las comunidades referi-das, de las cuales forman parte, y no siempreintegran todos sus habitantes.

El concepto de comunidad, desde laperspectiva que se está tratando, sobrepasa lamera configuración espacial, material, paraganar una consistencia más conceptual en lamedida en que incorpora dos realidades cons-truidas e intercambiables - el sentimiento depertenecer a…, o sea, el sentido de comunidad(MacIver & Page 1973), algo como ser de lamisma clase, que permite a su vez construir

una territorialidad a partir de los nexos socia-les establecidos social, histórica y cultural-mente. Territorialidad y sentido de la comuni-dad guardan, por tanto, una relación entre sí,que no debe ser despreciada por la investiga-ción de campo y en la definición de planes opolíticas públicas. Este binomio delinea, de unlado, la identidad de los grupos sociales inte-grantes y, de otro, define las fronteras entre sí,diseñando de este modo, los contornos de losagrupamientos humanos, permitiendo a laspersonas identificarse como parte de un te-rritorio y distinguirse como extraños en rela-ción a otro. Eso implica reconocer la construc-ción que la sociedad hace da la alteridad. Para-fraseando a Maldi (1997:187) en su estudio so-bre la representación de la territorialidad y dela frontera indígena, todavía complementaríadiciendo que “de una forma eminentementedialéctica, el individuo construye su identidada partir de su localización con relación a ungrupo y de su relación con la totalidad, tenien-do el espacio como paradigma, de tal formaque el territorio pasa a ser determinado y vivi-do a través del conjunto de relaciones estable-cidas por la sociedad.

Esa experiencia ha sido con pequeñascomunidades pesqueras, localizadas en el lito-ral de Pará, en la Zona do Salgado; en la regióndel estuario de Belém y del bajo Tocantins y enel Médio Amazonas en el eje Óbidos-Rio Cu-rua-Santarém-Monte Alegre.

Un equipo de antropólogos del MuseoParaense Emílio Goeldi, asociado a otros cole-gas de la Universidad Federal del Pará, investi-gan, desde el final de los años 60, la organiza-ción social, la cultura, las relaciones y los pro-cesos, que envuelven a los pueblos pesqueros.Observación directa, prolongados periodos decampo, diálogos constantes con pequeños pes-cadores marítimos, del estuario, ribereños ylacustres, con líderes de la pesca, con asocia-

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ciones representativas, con investigadores delos campos biótico y abiótico, han sido losprocedimientos de investigación durante estosaños.

Factores históricos, económicos y na-turales, y diferentes contingentes sociales, im-primieron su marca en la cultura de las áreaspesqueras antes citadas, contribuyendo para eldía a día de la vida pesquera y su dinámica encada una de esas áreas.

El aparente aislamiento en que muchascomunidades viven, no las excluye de la condi-ción de part society que penetra la vida social yeconómica de las mismas. No se debe olvidarque el proceso de formación cultural y de ins-tauración de las mismas está en la base de esacondición, estructurándolas según un sistemade relaciones de dominación y subordinacióntraído en el vientre del colonialismo.

La red de carreteras y/o de hidrovías lascolocan en contacto permanente, y cada vezmás aproximativo, de los centros de comercia-lización, de los cuales crecientemente de-penden, afirmando esa condición. Como con-secuencia de la expansión del sistema de carre-teras en el Pará, en los años 50, muchas sedesmunicipales perdieron su función de centroscatalizadores y redistribuidores de productosnaturales y mercaderías de fuera. Del mismomodo, actualmente algunas se están transfor-mando de centros pesqueros a centros de tu-rismo interno y con una tendencia a atraer flu-jos turísticos del exterior en razón de la “rústi-ca” de sus playas, como se propaga en los me-dios de comunicación.

Gente y ambiente: los pueblos de las aguas

En diferentes niveles de dependenciadel mercado, los pequeños productores de lapesca colocan sus productos primarios a tra-vés de una extensa red de intermediarios, su-

peditándose a las reglas de la mercantilizaciónsobre sus productos y llevando desventajasconsiderables en el sistema de cambios. En esecontexto, la figura del intermediario – marre-teiro - se coloca en diferentes categorías, entreel productor de la pesca y el consumidor final.Se puede apuntar una lista de categorías de in-termediarios entre los cuales circulan los bie-nes producidos por los pequeños productoresde esas comunidades (pescadores de red, cu-rralistas y taleiros, recolectores de moluscos yde crustáceos): propietario de establecimientocomercial, local de compra y venta de pescado,con criterios de selección en la compra delproducto; ídem sin criterio de selectividad enla compra del producto; propietarios de ca-mión compradores de pescado en esos estable-cimientos para reventa en el propio munici-pio; compradores de pescado en esos estable-cimientos para reventa en otras pequeñas pla-zas de mercado fuera del municipio; propieta-rios de camiones frigoríficos para reventa fue-ra del estado; bicicleteros, que utilizan bicicle-tas para transporte y venta ambulante de pes-cado o en puntos en sus localidades; ambulan-tes locales; ambulantes de fuera del municipio;ambulantes de los centros urbanos como Be-lém, Santarém y Manáus; propietarios de bar-cos a motor para compra y venta de pescado,recogiendo el pescado “na beira do curral” (enla vera del corral); “balanceiros”, en las plazasde mercado mayores como en Ver-o-Peso (verel peso), Santarém y Manáus; talhistas, en losmercados de las ciudades; feirantes; peixeiros(pescaderos).

La mayoría utiliza depósitos de corchoblanco y pedazos de hielo para conservaciónsin ninguna higiene. A pesar de esa red de in-termediarios para merma del pescado y otrosproductos de los ríos y del mar, al pescador legustaría poder ser al mismo tiempo, el pro-ductor y el vendedor de sus bienes, sin precisar

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de la figura del intermediario. Esto retendríaen sus manos los beneficios que obtienen éstosy evitaría el abultamiento de los precios sobretales productos. Todavía no es totalmente po-sible eliminar esta cadena intermediadora, de-bido a las distancias entre los centros produc-tores y consumidores; el estrés al cual el pesca-dor está sometido con el trabajo en la pesca,reduciendo su capacidad para un esfuerzosubsiguiente, para la colocación de su produc-to en los mercados próximos al puerto de de-sembarque; a la falta de infraestructura en eltransporte: capital para equipos, carreteras enbuen estado, sistemas de conservación y alma-cenamiento para espera de precios o excesosde producción. “O jeito é entregar para o ma-rreteiro” (el sistema es entregar al vendedorambulante).

Este sistema de intermediación es recu-rrente en todas las áreas de pesca tradicionalen la Amazonía, envolviendo relaciones y pro-cesos característicos del sistema de avío (Sil-veira 1979; Furtado 1993; Sousa 1997). Es re-gistrado por varios investigadores y técnicosque se ocuparon del asunto, entre ellos, reco-miendo la lectura de los trabajos de Furtado(1980; 1987; 1993), Maneschy (1988), Lourei-ro (1985), Silveira (1979a), Nascimento(1992), Santana y D’Aquino (1993), Pinto(1996) y Sousa (1997)

Esta gente del mar, en la mayoría de lospequeños pueblos del litoral, es oriunda de lastierras interiores de la región, que paulatina-mente fueron mudándose del interior, dondepracticaban agricultura de mata, para la orlamarítima en función de la pesca y comerciali-zación del producto.

Al principio negociaban con las gelei-ras (canoas a vela empleadas en la comerciali-zación y transporte del pescado de las áreasproductoras para Belém, hoy prácticamentedesaparecidas). Con el desarrollo de la comer-

cialización en camiones por las carreteras, pa-saron a negociar con nuevos tipos de inter-mediarios, definidos en la lista anterior.

Su tecnología de producción es simple,con poca innovación en relación en los últi-mos 30 años. Motor de gasolina diesel, modi-ficaciones en el diseño de la embarcación, po-ca alteración en los modelos de composiciónde las tripulaciones de los barcos, en las for-mas de reparto del producto y en las artes depesca, son características del proceso produc-tivo de los pueblos del litoral amazónico, quetienen en las relaciones halieúticas sus prácti-cas de subsistencia.

La comercialización de sus productosno significa que los productores de la pescacostera sean una categoría diferente de los pes-cadores de subsistencia, puesto que toda la co-mercialización del pescado es reinvertida en lasubsistencia. Por esta razón, no se puede gene-ralizar dicotómicamente la pesca de subsisten-cia y la pesca comercial.

Pocos son los pescadores que pescanúnica y exclusivamente para “comer” pero esingenuo y apresurado establecer una dicoto-mía rígida sin analizar el contexto social y cul-tural de la pesca.

En la región de las aguas interiores delos estuarios, de los estuarios dentro de losríos, y, particularmente, en la región del MedioAmazonas, están los llamados riberinhos (ri-bereños) - el pueblo del río -, también pesca-dores, productores de pesca, que parten de unasituación semejante. Aunque el proceso deocupación humana presente particularidades,hay puntos en común que imprimen un modode ser recurrente en toda la región, lo que sepuede llamar de caboclitude, como trazo cul-tural, que penetra su vida material y social.

Con mayor frecuencia, en relación conla gente del mar, practican estacionalmente,además de la pesca, la labor tradicional de ma-

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ta, según el modelo de derribar y quemar; larecolecta de frutos silvestres, actividades ex-tractivistas y servicios como estrategia paracomplementar la renta. En ciertas áreas la po-blación innova con la cría de animales comogallinas, para la subsistencia, o cerdos, parasubsistencia y venta. En el río Maracapucu, enel municipio de Abaetetuba hay buenas expe-riencias de esto, relatadas por Hiraoka & Ro-dríguez (1997) y dadas a conocer por el equi-po dirigente de la Colonia de Pescadores de esemunicipio.

Están sometidos igualmente a una redde intermediación semejante, estando sólo au-sente, en la mayoría de los casos, el sistema deintermediación por carretera en relación conlas pequeñas villas pesqueras del litoral, en elque el sistema de carreteras es más restrictivo,más limitado.

Las artes de pesca son semejantes, asícomo el sistema de distribución y reparto delos resultados de la pesquería. Mitos y simbo-lismos están presentes de forma diferenciada,pero presentes, como norte de los principiosdel ser y del hacer cotidiano.

A pesar de las diferencias entre estasdos categorías de pescadores nativos de laAmazonía, denominadas como tradicionales, -gente del mar y pueblo del río -, se puede afir-mar que ellos se insertan económicamente enla categoría general de la pequeña producciónmercantil, buscando mejorar su sistema deproducción, intentando modernizarlo dentrode sus posibilidades, y, según su lógica, mante-ner tanto como sea posible el sistema de pro-ducción con base en la mano de obra familiarcomo forma de reproducción social al tiempoque categoría de la pesca; organizándose polí-ticamente para enfrentar los desafíos de la mo-dernidad, resolver los conflictos a que estánsujetos y encontrar alternativas de renta cara a

la distribución de los “stocks” pesqueros ma-nejados.

En el punto siguiente se enfocan algu-nas cuestiones críticas en el ámbito de la po-blación halieútica a que se está refiriendo esteartículo, las cuales han sido objetivo de denun-cias de la comunidad y de la prensa regional,debates y temas de investigación básica, en elsentido de encontrar un punto de equilibrioentre el uso del recurso y reproducción socialy los ecosistemas manejados.

Tensiones, impactos y soluciones

Mientras tanto, esa búsqueda de solu-ción ha sido ardua para los pescadores tradi-cionales de la Amazonía delante de las tensio-nes enfrentadas. Algunas de esas tensiones,convertidas tantas veces en conflicto, han aca-rreado impactos sobre las comunidades. Indi-cadores de esas situaciones pueden ser levan-tados al sumergirse en el seno de sus áreas deestancia y de trabajo. Así se identifican indica-dores de tensiones, indicadores de impactos eindicadores de gerenciamiento de los conflic-tos y soluciones.

Se presentan aquí algunos de ellos sinla preocupación de delimitar los ejemplos enlos diferentes ambientes pesqueros antes cita-dos, con base en las experiencias personales yen la literatura antropológica. Con esto, se pre-tende defender una tesis relacionada con la ne-cesidad de instrumentos políticos coherentes,asequibles y duraderos, que permitan la admi-nistración de esos conflictos y/o tensiones y lamaterialización de estrategias para el encuen-tro de las soluciones. En una conferencia pro-nunciada en el I Taller de Estudios Pesquerosen Salinopolis, en Pará, esta autora presentabaalgunos puntos básicos para este tipo de ins-trumento. Oportunamente serán menciona-dos más adelante.

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Para esta reflexión, se pueden mencio-nar sólo tres factores de impacto, cuyas trans-formaciones han generado, en algunos casos,tensiones y conflictos en áreas de residencia yproducción de pescadores. Impacto identifica-do en los tres principales dominios pesquerosde la Amazonía en el estado de Pará: en el es-tuario Amazónico, en el litoral y en las aguasinteriores. Indicadores de esos conflictos e in-dicadores de la lucha por la solución de losmismos, serán igualmente mencionados acontinuación.

Factores de impacto

El proceso de transformación en la so-ciedad pesquera no es unifactorial pero afectaal “interior” amazónico en varios niveles de lacultura, de las relaciones y procesos, en un ejeen que circulan predominantemente los inte-reses exógenos. Varios factores han causadomodificaciones en la morfología social de esaregión. Entre ellos se registran:

a) La diversificación y la expansión delmercado regional para los productos oriundosde la pesca, sean estos de cualquiera de las lo-calidades de las zonas pesqueras citadas, en ra-zón del desarrollo global de la sociedad brasi-leña. Además de crear nuevas relaciones en elcircuito de cambios, generar mayor presiónsobre los recursos, sobre la biodiversidad y,consecuentemente, sobre el medio ambiente,haciendo creer a ciertos biólogos, que esta pre-sión podría generar la “tragedia de los comu-nes”. Una de las consecuencias factibles de esaexpansión es la diversificación de la red de in-termediación y de las relaciones que penetranlas transacciones comerciales, llevando des-ventajas a los pequeños productores de la pes-ca; otra es la transferencia de jóvenes pescado-res de ciertos grupos de producción familiarpara la categoría de intermediarios o marretei-ros, teniendo en vista retener los beneficios

que quedaban en las manos de los antiguos in-termediarios.

b) La instalación y el desarrollo de pro-yectos industriales pesqueros en la Amazonía(Penner 1980; Mello 1981; Santana & D’Aqui-no 1993), que encontrándose con la ausenciade programas apropiados para la fiscalizaciónde la extensa área de operación en la zona cos-tera y, sobre todo, la cercanía del estuario ama-zónico, pasaron a operar dentro de los límitesreservados, por ley, a la pequeña pesca, crean-do con eso una situación de fricción entre losproductores industriales y los artesanales. Lasprimeras denuncias fueron manifestadas porlos propios pescadores a la prensa y a los inves-tigadores y técnicos envueltos en el asunto.Aunque la operación de esos barcos haya dis-minuido en frecuencia, todavía es factible lapresencia de barcos de las industrias pesquerascon sede en Belém (Aviz, 1997) en esos límites,que actualmente en Pará llegan 10 millas de lacosta, en Amapá, 30 y en Maranhão sólo 3 mi-llas de la costa. En ese trabajo la autora conta-biliza, hasta diciembre de 1997, la existencia de29 fábricas o industrias de la pesca en la regiónde Belém.

c) La expansión del turismo sobre lasregiones costeras del litoral amazónico, parti-cularmente en el Pará, acarreando en cadenaotras situaciones impactantes para el hombrey el medio ambiente. Ese proceso ha logradoacelerarse en las últimas décadas y de formadesordenada afecta a pequeñas y medias villasdel interior, generando especulación los pre-cios de la tierra, movilización espacial de pes-cadores de sus antiguos lugares de residencia aestos centros de atracción turística, transmu-tación de función de pequeñas y medias villasde pescadores (de villas pesqueras a estacionesturísticas, como, por ejemplo, Salvaterra, Coti-juba, Baia do Sol, Colares, Marudá, Camara,Algodoal, Fortalezinha, Salinópolis, etc.), nue-

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vas categorías ocupacionales, expansión delcomercio de venta al por menor y del ramoalimenticio y hotelero. En contrapartida, surgedesorden urbanístico, polución de las playas,señales de violencia a través de “gangues”(bandas) especialmente en las áreas con másmovimiento como Marudá y Salinópolis. Otroresultado de ese tipo de impacto es la interfe-rencia antrópica a través de la destrucción demanguezais, por la instalación de residencias ybarracas comerciales a lo largo de las playas,como es evidente en la playa del Crispim, pró-xima a las villas de Camara y Marudá, en elmunicipio de Marapanim. Por fin, la deses-tructuración de las fuerzas productivas y de laproducción familiar, toma curso con la migra-ción de miembros de la familia para otros cen-tros como Castanhal, las márgenes de la carre-tera Belém-Bragança y Belém, capital del esta-do de Pará. En ésta se instalan en barrios peri-féricos, casi siempre en las llamadas “invasio-nes”, como las del PAAR, Cubatão y RiachoDoce. En estas tres áreas, una becaria del pro-yecto RENAS (Recursos naturales y antropolo-gía de la sociedad marítima, ribereña y estuariade la Amazonía: estudio de la relación del hom-bre con su medio ambiente) del Museo Paraen-se Emílio Goeldi, viene realizando investiga-ción de campo para trazar la trayectoria deemigrantes de la pesca, sus orígenes, motiva-ciones para emigrar y descubrir sus estrategiasde subsistencia en el nuevo hábitat. Este proce-so es desencadenado con el deterioro de losmedios de vida en las áreas de origen, sumán-dose la ausencia de estímulos a la produccióny a los derechos de ciudadanía que todo indi-viduo y su familia deben tener.

Indicadores de conflictos

Evidentemente la situación descrita lle-va a tensiones y conflictos que deben ser pues-

tos en relieve, como llamadas de atención parapolíticas y programas de acción transforma-dora o desarrollista regional. En relación conesto, se citan algunas en esa dirección, con ba-se en los trabajos de campo realizados entrepescadores regionales.

El desfase de precio de los productos dela pesca en relación con el extremo final en elnivel del consumidor es considerable. Un kilode peces vendido al marreteiro por R$ 0,30 enuna pequeña villa del interior del municipiode Marapanim, costará al consumidor R$ 1,50en el mercado al por menor, en el mercadomunicipal de la ciudad homónima, situada asólo una hora y treinta minutos de esa villa, enpequeños barcos a motor. La retención de be-neficios en la mano del intermediario es desta-cada por el pescador, que no tiene como evi-tarlo, debido a la carencia de mecanismos e in-fraestructura para garantizar precios y realizaralmacenamientos en tiempo de producciónpara preservar escasez.

La falta de asistencia de los gobiernos(municipal, estatal y federal) en amplias yefectivas líneas de crédito al pequeño produc-tor de la pesca, para financiamiento de embar-caciones según criterios coherentes a las parti-cularidades sociales y ambientales de la de-manda; de mantenimiento y reposición de ins-trumentos de trabajo; de infraestructura enfrío, almacenamiento y transporte, de infraes-tructura portuaria.

Bajo nivel de calidad de los servicios desalud, saneamiento, educación y seguridad so-cial, en las comunidades pesqueras. La reapari-ción de enfermedades antes erradicadas porcampañas de vigilancia constantes, como lamalaria, han causado pánico en la poblaciónnativa.

Atribuciones equivocadas de explota-ción al medio ambiente, dirigidas a los pesca-dores por entidades ambientalistas, sin el debi-

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do conocimiento de su cultura, historia y rela-ción con ese medio.

Polución ambiental en las áreas de pes-ca por residuos de proyectos minero-metalúr-gicos, alcantarillado urbano, basura en las pla-yas dejada por los turistas, proyectos agro-pas-torales.

Destrucción de manguezais, dunas ycursos de agua por acciones turísticas desorde-nadas e invasiones de nuevos contingentes po-blacionales, ignorando códigos de posturapre-existentes.

Disminución de alternativas de rentacon la desaparición de antiguas formas de sa-lado y secado de pez para venta fuera de los lo-cales de producción.

Indicadores de lucha para la solución de

conflictos

La toma de conciencia de la lucha porla preservación del patrimonio cultural histó-rico y cultural, y por la solución de las tensio-nes y conflictos que invaden lo cotidiano es unhecho que se impone entre los pescadores deesas áreas pesqueras. Esa conciencia crece es-pecialmente a partir de los años 80, con lacreación de la Constituyente de la Pesca, en1985, cuando la Confederación Nacional delos Pescadores convoca la categoría para ela-borar una propuesta para incluir en la Consti-tución Nacional. Como resultado, el artículo8o de la Constitución Federal expresa dere-chos perseguidos por los pescadores del país,tales como: libertad organizativa, autonomía yno interferencia del poder público en la orga-nización sindical (Campos 1993). Se deshaceesa Constituyente con la promulgación de laConstitución Federal el 5 de Octubre de 1988,pero quedó germinado el espíritu de lucha en-tre los pescadores que crearon el MovimientoNacional de los Pescadores -MONAPE, y des-

pués sus ramificaciones estatales, como elMONEPA en el Pará, el MONEMA, en Maran-hão, de los cuales la autora actúa como consul-tora. El MONAPE buscó asociarse a investiga-dores y técnicos para dar libre curso a sus acti-vidades de organización, garantizar “los dere-chos adquiridos en la ley, luchar por los dere-chos de todo hombre y de toda mujer, pesca-dor y pescadora”, realizó convenio con el Mu-seo Paraense Emílio Goeldi para asesoría cien-tífica y técnica a través de su Centro de Apoyoal Pescador Artesanal del Brasil - CAPAB.

Para luchar por los derechos afirmadosen la Constituyente de la Pesca, principalmen-te para la reorganización de las Colonias dePesca y creación de asociaciones para ese fin,surgen diferentes movimientos sociales, te-niendo como punto común la organizaciónpolítica para la conquista de sus derechos deciudadanía. Hombres y mujeres emprendenese camino como alternativa para la soluciónde los conflictos en los cuales están directa oindirectamente implicados.

A través de estos movimientos sociales,antiguos y emergentes, la categoría de pesca-dores regional se va organizando gradualmen-te y participando de movimientos y encuen-tros mas generales (ibid), agregándose a plata-formas de lucha común en favor de condicio-nes para producir y contra la discriminación,la explotación y la exclusión en una sociedaden transformación, cara a la mundializaciónque avanza inexorablemente sobre los pueblosdel hemisferio sur. Ha sido notable la partici-pación de pescadores en movimientos de agri-cultores reunidos en Belém, en diferentes mo-mentos como El Grito del Campo, I, II y III, en1991 y 1992 más recientemente.

Además de participación física con dis-cursos, algunas organizaciones de pescadores yde mujeres de pescadores han producido tex-tos para instruir a sus asociados sobre sus de-

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rechos de ciudadano. El CAPAB (1996) produ-jo un libro titulado El pescador artesanal en laseguridad social, con una tirada de 3.000ejemplares, contiene orientaciones básicas so-bre un seguro especial. Surgió de la “necesidadde informar mejor, esclarecer y orientar a lospescadores y pescadoras sobre sus derechos enla Seguridad Social”. Destaca que los derechosconquistados “fueron fruto de mucha luchaorganizada, reivindicaciones, manifestaciones,firmas de apoyo, congresos, encuentros, au-diencias de negociación con autoridades, etc.”(CAPAB, 1996:7).

Además de esto, para finalizar, se citanalgunos movimientos sociales e institucionesno gubernamentales encajados en la reflexióny la lucha pro-ciudadanía del pescador tradi-cional y por la solución de los conflictos y si-tuaciones críticas de su tiempo, sólo en el esta-do del Pará: Federación de los Pescadores delPará, Colonias de Pescadores locales, que reci-ben el prefijo general Z con el número de lacolonia, por ejemplo, Colonia de PescadoresZ-6 (de Marapanim), Z-40 (de Ararí, Marajó,región estuaria), Z-19 y Z-20 (de Óbidos y deSantarém), Asociación de los pescadores deMarudá-APM; Centro Comunitário deMarudá-CCM, Grupo de Mujeres de la Bahíadel Sol, Grupo de Mujeres del Pereru, GrupoAmbiental de Fortalezinha-GAF, Grupo deMujeres Erva (Hierva) Vida, Movimiento deMujeres del Nordeste Paraense-MMNP, conse-jo Pastoral de la Pesca-CPP.

Estos grupos esperan, con sus luchas,revertir los problemas enfrentados, la dismi-nución o atenuación de los conflictos, de lastensiones, teniendo en vista la mejoría de lacalidad de vida material y social.

Para desatar uno de los grandes nudoses necesaria la revisión de la legislación pes-quera, intentando corregir inadecuaciones so-ciales y regionales.

Atención a los acuerdos comunitariosdestinados a la administración de los recursospesqueros, elaborados dentro de las comuni-dades pesqueras, inspirados en la necesidad deresolver los conflictos entre pescadores y co-merciantes de pescado, entre pescadores ribe-reños y hacendados (en el Medio Amazonas),entre pescadores y propietarios de tierra (en ellitoral del Pará) generados por la competenciade los territorios de pesca y por los espacios deresidencia.

En un taller, realizado en junio de 1993,en el Museo Parense Emílio Goeldi, idealizadoen la III Reunión de Antropólogos del Norte yNordeste, los participantes elaboraron un do-cumento en que la necesidad de una políticapesquera sectorial debería ser desarrollada se-gún esas expectativas.

Al final del siglo XX, la lucha de los ac-tores sociales de la pesca continúa en busca dela renovación, de la revisión, del perfecciona-miento, de la adecuación y de la coherencia delos instrumentos de política pesquera para laregión. Instrumentos que promuevan un de-sarrollo sostenido para los pescadores y sus fa-milias en las áreas escogidas para vivir y traba-jar; que permitan emigrar, sí, pero no emigrarpor presión y tener en la frente la desestructu-ración de sus fuerzas productivas; que les ase-guren los derechos de los pescadores, derechosde ciudadanía como productores rurales delsegmento halieútico de la Amazonía.

Esa lucha no es en vano si se considerala pesca en la Amazonía como una de las acti-vidades más relevantes de la región, desde elpunto de vista social, económico, cultural ygeográfico. “Mueve anualmente cerca de US $200 millones y genera más de 70.000 empleosdirectos, de los cuales 30.000 están afiliados alas Colonias de Pesca” (Proyecto Lara1995:15). El pescado es fuente de proteínas enla alimentación de las poblaciones ribereñas

82 / Comunidades pesqueras amazónicas

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(de las aguas interiores y estuarios) y costerasde la región. El hábito de comer pescado en laAmazonía viene de tiempos inmemoriales,desde la prehistoria.

Actualmente la presión demográfica yotros factores que intervienen en los ecosiste-mas constituyen amenazas para la sostenibili-dad de los recursos. Mientras tanto es preciso

que se encuentren alternativas para permitir eluso equilibrado de los productos de esos eco-sistemas por el hombre; para permitir que laspoblaciones no queden privadas del alimentoproteico proveniente del pescado. Con políti-cas adecuadas y con educación preventiva,puede ser uno de los caminos para ese deside-rátum.

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Es posible establecer diferencias en laagroforestería que ha sido propuesta como unmodelo alternativo y prometedor para el desa-rrollo sostenible en los trópicos húmedos. Losresultados obtenidos en varias regiones deltrópico indican diversos beneficios. Aunquelos sistemas agroforestales nativos son especí-ficos al sitio donde se desarrollan y por tantoexisten numerosas variaciones, ellos contribu-yen a mantener la biodiversidad, enriquecenlos suelos, reducen la erosión, al tiempo queprotegen las cuencas fluviales. Desde el puntode vista económico, la agroforestería produceuna serie de bienes para la subsistencia y elmercado, atrae animales silvestres que contri-buyen a la caza y a la preservación ecológica; ladiversidad de los productos generados permi-te soportar las adversidades naturales y tam-bién las fluctuaciones del mercado. Ya que elmanejo agroforestal requiere un conocimientodetallado de los elementos bióticos y abióticoslocales, la agroforestería esta bien adaptadapara ser manejada por pequeños productores.Estas chagras arbóreas son ecológicamente re-silientes, sirven también para recuperar barbe-chos y sitios agrícolas y pastos desgastados(Benites 1990; Montagnini et. al., 1992; Nair1989; Padoch & Peluso 1996).

En la Amazonía los sistemas agrofores-tales han sido una parte integral de la subsis-tencia indígena desde el período pre-europeo.Por ejemplo, un relato jesuita del siglo XVII

describe un sistema agroforestal en el AltoAmazonas (Figueroa, Acuna y otros 1986). Losestudios recientes revelan prácticas indígenasque han sido mantenidas por los amerindios(Balee & Gély 1989; Denevan en este volumen,Denevan & Padoch 1988; Dufour 1990; Eden& Andrade 1987; Posey 1984; 1985). Los cam-pesinos que actualmente habitan la zona ribe-reña de la Amazonía, compuestos de amerin-dios destribalizados y descendentes de launión entre amerindios/africanos y europeos,frecuentemente llamados ribereños, conti-núan la práctica de sistemas agroforestales ba-sados en los principios indígenas (Anderson &Gély 1985; Coomes & Burt 1997; Guillaumetet. al., 1990; Hiraoka 1986; Padoch 1988a).Como entre sus antepasados, la agrosilvicultu-ra indígena es practicada como un comple-mento de otras actividades, por ejemplo, laagricultura de corte y quema, la pesca, la ex-tracción de productos forestales y la caza. Losnumerosos beneficios asociados con la prácti-ca agroforestal han impulsado a las organiza-ciones no gubernamentales (ONGs), centrosde investigación agropecuarias y servicios deextensión para promover la difusión de estossistemas entre los pequeños productores(Smith et. al., 1995).

A pesar del creciente número de estu-dios que tratan los sistemas agroforestales co-mo modelos de desarrollo sostenible, la mayo-ría basan sus conclusiones en observaciones de

¿Puede la agroforestería en la Amazonía entregar lo que promete?

El caso de Tomé Açu, Pará, BrasilM. Hiraoka

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corto plazo y sus resultados dan una idea muyfavorable. Para que puedan servir como guíapara los planeadores de políticas agrícolas,ofreciendo una perspectiva real de las posibili-dades y limitaciones de estos sistemas, espe-cialmente en lo referente a la sostenibilidadeconómica a largo plazo, los estudios tienenque estar basados en observaciones ecológicasy económicas de varios años. Por ejemplo, laAmazonía rural se está transformando comoresultado de fuerzas internas y externas. La po-blación rural se encuentra en una fase de cre-cimiento muy rápido sobrepasando 4% anualen muchas áreas (Hiraoka 1995). El accesoacelerado a medios de comunicación, las me-joras en el transporte, la migración hacia lasciudades y los frecuentes contactos con las ur-bes, entre otros factores, están cambiando lossistemas de valores y de consumo de la pobla-ción. Esos cambios se traducen en crecientesnecesidades de ingresos monetarios. El au-mento de los ingresos requiere cambios en laproducción, productividad, así como una me-joría de los productos. Por otro lado, los mer-cados mas allá de las ciudades locales estánvolviéndose cada vez mas sofisticados, siguien-do el modelo de los países desarrollados. Si losproductos van a suministrar mas allá de lospequeños mercados locales, la calidad de losproductos y la eficiencia de la producción tie-nen que ser mejorados. Por eso, una evalua-ción económica y ecológica de los sistemasagroforestales comerciales de los pequeñosproductores se debe basar, idealmente, en co-munidades donde las actividades han sido lle-vadas a cabo por varios años.

Este capítulo tiene como objetivo elcontribuir a un mejor entendimiento del pa-pel de los sistemas agroforestales entre los pe-queños-medianos productores para el desa-rrollo sostenible en la Amazonía. Específica-mente, el estudio busca: (a) ofrecer una eva-

luación económica de un sistema agroforestal,practicado por un grupo de inmigrantes japo-neses cerca de Belém, en la Amazonía brasile-ña; y (b) analizar las perspectivas económicasde la agroforestería comercial entre los peque-ños-medianos productores.

Los datos para este estudio provienende Tomé-Açu, la comunidad de inmigrantesjaponeses más grande y más antigua de laAmazonía. El asentamiento fue establecidohace más de 60 años, durante los cuales se hapracticado la agricultura continuamente. Des-de su establecimiento, la meta principal ha si-do la producción para el mercado. Después deexperimentar con diversos productos, los cua-les variaron desde anuales a perennes, en elpresente los habitantes basan su sustento en laproducción de productos agroforestales, queincluyen condimentos, frutas, maderas y resi-nas. Aunque el tamaño de la propiedad estáaumentando, el área utilizada es relativamentepequeña. El uso intensivo de trabajo y capitalen sus faenas agrícolas ha requerido de un cla-reo limitado. Tomé-Açu ha sido el foco de va-rios estudios (por ejemplo: Cruz 1958; Flohrs-chutz et. al., 1983; Izumi & Saito 1954; Izumi1957; Staniford 1973; Tada 1957; Valverde &Dias 1967), aunque los estudios agroforestaleshan sido limitados (Subler & Uhl 1990).

Recolección de las informaciones

La información para este artículo sebasa en encuestas de campo realizadas en 1992y 1994. Entrevistamos a los agricultores paracomprender la historia económica, las prácti-cas de manejo de los suelos, el uso de la tierra,las relaciones de inversión - producción, y lasestrategias de comercialización. Los datos decada familia fueron complementados con en-trevistas a los dirigentes de la Cooperativa

86 / Agroforestería: El caso de Tomé Açu

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Agrícola de Tomé-Açu (CAMTA), a la Asocia-ción de Promoción Agrícola de Tomé-Açu(ASFATA), y la Agencia de la Cooperación In-ternacional del Japón (JICA). Para valorar laeconomía familiar, especialmente en relacióncon la agroforestería, los agricultores fuerondivididos en tres clases, de acuerdo a su bie-nestar económico. Entrevistamos un total de42 familias. La selección de los participantesfue realizada después de consultar con un gru-po de dirigentes del CAMTA; la lista inicial fuemejorada al compararla con el censo agrícolaanual realizado por JICA. Las informacionespublicadas y no publicadas, incluso los datoseconómicos de JICA que cubren más de 30años, fueron examinados.

El área de estudio

Tomé-Açu está situado aproximada-mente 120 km al sur de Belém, el mayor mer-cado y centro urbano de la Amazonía. Las ca-rreteras parcialmente pavimentadas conectanel asentamiento con Belém en el norte, así co-mo con los mercados principales de São Pau-lo, Río de Janeiro, Belo Horizonte y otros en elsur y sudeste (Figura 7.1)

Localizado cerca del ecuador (latitude2o 30’ sur), e influenciado por la oscilación es-tacional de la convergencia inter tropical(CIT) y los vientos alisios, Tomé-Açu está ca-racterizado por una temperatura y precipita-ción media alta. La temperatura se mantienealrededor de 27o C durante todo el año, pero

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Figura 7.1. Localización de Tomé AçuLa colonia está localizada a 120 km al sur de Belém, Pará

Area de estudio

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las lluvias que promedian 2,600 mm/año va-rían mucho según la estación. La mayoría delas lluvias (72%) cae entre Enero y Mayo. Másde 450 mm llueve en el mes de Marzo, el mesmás lluvioso. En contraste, las lluvias prome-dian 70 mm/mes durante los meses más secos- Agosto a Octubre. Como resultado de estepatrón de lluvias, ocurre un déficit de aguas enel suelo durante la estación seca. Aunque lamayoría de las especies agroforestales toleranlas deficiencias de humedad, es necesario, paramantener la alta productividad, el uso del rie-go para las verduras y los frutales no nativos.

Los inmigrantes ocupan una zona in-terfluvial de tierra firme limitados por los ríosAcará y Acará Mirí. Estratos sedimentarios dela serie Barreiras, pobremente consolidados,depositados durante el Terciario, forman elmaterial de la superficie de Tomé-Açu. Bajocondiciones climáticas húmedas y cálidas, losmateriales sedimentarios han sido altamentedesgastados y erosionados, formando un te-rreno irregular. La superficie orlada está biendisecada, y los numerosos arroyos que drenanla tierra firme han tallado valles hondos, endonde el relieve local llega a tener hasta 20 me-tros. Ese tipo de terreno demanda una aten-ción especial para el manejo del suelo, sumi-nistro de humedad y transporte. Solamente enlas dos últimas décadas, después de una consi-derable inversión y adopción de medidas deconservación de los suelos, es que ha sido po-sible que se materialice una producción ytransporte estables.

Como resultado de un clima caliente yhúmedo, la región está cubierta por un bosquede especies diversas. La mayor parte del bos-que primario está desapareciendo rápidamen-te. Hasta mediados de los años 80, el área cla-reada había permanecido relativamente limi-tada dado que los principales usos de la tierraeran el cultivo de plantas horticulturales y fru-

tales en pequeña escala. Dos eventos acelera-ron la abertura del bosque primario. Las espe-cies maderables, como por ejemplo, acapu(Vouacapoua americana), castaña del Pará(Bertholletia excelsa), massaranduba (Manil-kara huberi), y palo santo (Zollernia paraensis)empezaron a ser talados selectivamente pormadereros que construyeron aserraderos enlos alrededores de Tomé-Açu. Al mismo tiem-po, la conversión de los bosques para pasto porparte de los ganaderos brasileños, y más re-cientemente por los descendientes de los inmi-grantes, está rápidamente terminando con losúltimos pedazos de bosque de los alrededoresde la colonia.

El suelo debajo del bosque está caracte-rizado por los oxisoles fuertemente desgasta-dos y ácidos. Aunque pobre en nutrientes paralas plantas, estos suelos poseen propiedades fí-sicas adaptables para el desarrollo de las plan-tas, inclusive buena estructura y drenaje. El re-conocimiento de las deficiencias químicas porlos habitantes llevó a un temprano y generali-zado uso de abonos orgánicos y químicos, asícomo cal. Sin duda, el uso de los abonos quí-micos se hizo posible después de “descubierta”la pimienta para exportación.

Historia agrícola de Tomé Açu

La inmigración Japonesa en la Amazo-nía fue distinta de la del sur de Brasil. Los in-migrantes ingresaron como colonos o peque-ños productores. La mayor parte de los japo-neses que emigraron al sur llegaron comoobreros contratados por las haciendas de caféde São Paulo. Dos sitios fueron ocupados en laAmazonía por los inmigrantes, pero el mayorcontingente se asentó en Tomé Açu (Gamou1957; Staniford 1973; Comissão de Recensea-mento da Colonia Japonesa 1964).

88 / Agroforestería: El caso de Tomé Açu

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Los primeros colonos llegaron en 1929.Estos y los que siguieron habían sido recluta-dos por una compañía de inmigración priva-da, una sucursal de una gran industria textil, laKanebo Corporation. Como parte de un plande diversificación, la compañía proporcionabaun terreno adecuado para establecer la mayorhacienda de cacao del mundo. Siguiendo elejemplo de Ford Motor, que había adquiridouna gran concesión de tierra del estado del Pa-rá a lo largo del Bajo Tapajós, la Kanebo habíaobtenido una extensión de 600.000 ha. al surde Belém. El reclutamiento de familias campe-sinas en el Japón parecía una estrategia políti-ca y económicamente correcta. La generaciónde oportunidades para los agricultores pobres,que ocupaban áreas densamente pobladas delSudoeste, contaba con el apoyo del gobiernojaponés. La producción de cacao, por las fami-lias acostumbradas a trabajos difíciles, solu-cionaría el problema de escasez de trabajado-res en la Amazonía, mientras que se garantiza-ba el abastecimiento del producto.

Los planes de la compañía para la ha-cienda de cacao tuvieron que ser abandonadosa los pocos años. El desconocimiento de laagroecología local, colonos con poca experien-cia en agricultura tropical y una administra-ción insuficiente forzó a la compañía de colo-nización al abandono de los objetivos origina-les y los inmigrantes se vieron forzados a bus-car fuentes alternativas de ingresos. Fueroncultivados, para garantizar la subsistencia,arroz, frijoles, y varias verduras tradicionales,como por ejemplo, rábano, berenjena, y pepi-nos. Al poco tiempo, otras plantas fueron cul-tivadas, incluyendo la yuca, y algunos frutalescomo mangos, bananas, y papaya las cualesfueron plantadas experimentalmente. Siguien-do el modelo de la tierra natal, se establecióuna cooperativa agrícola para comercializarlos productos en Belém y para suplir las nece-

sidades de los colonos. Sin embargo, la vida enTomé Açu era extremamente difícil en los pri-meros años. Las dificultades se redoblaban da-do el desconocimiento del ambiente y la barre-ra cultural, así como el difícil acceso y el limi-tado tamaño de Belém como mercado. A lososcuros prospectos económicos se añaden losfrecuentes brotes de enfermedades infecciosascomo la fiebre amarilla y la malaria, resultadodel disturbio de cobertura vegetal. Un total de93 muertes se atribuyen, solamente, a la mala-ria, durante los primeros 16 años de asenta-miento (Gamou 1957:458). Los inmigrantesdesanimados empezaron a abandonar la colo-nia. Algunos regresaron al Japón, otros se tras-ladaron a las cercanías de Belém o al sur delBrasil. De las 326 familias y 28 solteros que lle-garon entre 1929 y 1936, solamente 55 familiashabían permanecido cuando empezó la Se-gunda Guerra Mundial (Tomé Açu Kaitaku50-shunen Saiten Iinkai 1985). Durante la Se-gunda Guerra Mundial, los habitantes tuvie-ron otros tropiezos, aunque algunos ensayoscon diversos cultivos perennes llevados a caboen los años anteriores, iban a traer un períodode éxitos sin precedentes. La pimienta negra(Piper nigrum), introducida de Singapur en1928 por un administrador de la compañía decolonización, fue uno de las varias plantas lo-cales y exóticas que fueron cultivadas y con lascuales se experimentó en la colonia. El preciode la pimienta doméstica empezó a subir des-pués del corte de importaciones del productopor causa de la guerra y la destrucción de lashaciendas en el Sudeste de Asia por las tropasjaponesas. Los colonos vieron la oportunidadde aumentar la escala de cultivo de la pimienta.

La producción de pimienta dominó lavida económica de los inmigrantes por dos de-cenios, en cultivos de pequeña escala (3-5 ha.),en parcelas sin bosque. En 1947, la pimientahabía surgido como el tercer cultivo más im-

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portante después de arroz y las verduras. En elaño siguiente se convirtió en el elemento másimportante. La producción aumentó rápida-mente. Por ejemplo, en 1954, 78 agricultorescon 250 ha. en pimental produjeron 840 tone-ladas métricas (t.m.). La pimienta representó98.6 % del valor de las ventas. El cultivo conti-nuó aumentando hasta 1968, cuando la pro-ducción máxima de 5.700 t.m. fue producidaen una área de 1.600 ha. por 316 colonos (Fi-gura 7.2). Tomé Açu llegó a dominar la pro-ducción de pimienta en el Brasil. En 1960 fueresponsable por 75% de la producción domés-tica. La expansión de la producción ocurrióbajo condiciones de mercado extremamentefavorables, por ejemplo, la protección guber-

namental de los precios, la disminución deproducción en Indonesia, por el cambio deuso de la tierra después de la independencia, yel aumento mundial de la demanda. En 1956,después de satisfacer las necesidades internas,los residentes de Tomé Açu empezaron a ex-portar el excedente.

El “boom de la pimienta” llevó al esta-blecimiento de una segunda comunidad de in-migrantes, en tierras adyacentes a la primeracolonia. Entre 1963-1979, 123 familias llega-ron a la nueva colonia. Sin embargo, el ‘boomde la pimienta’ tuvo una vida corta. En los ini-cios de los años 60, con la creciente participa-ción de los productores de bajo costo de Sur ySudeste de Asia, los precios empezaron a bajar.

90 / Agroforestería: El caso de Tomé Açu

Figura 7.2. Pimienta: cambios de precio y producciónEn la figura se observan las fluctuaciones del precio de la pimienta y la caída de la producción desde los años 60.

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Los altos costos de los insumos agrícolas y lacasi total dependencia de los trabajos de jorna-leros, resultaban en un alto costo de produc-ción. La inestabilidad de los precios interna-cionales, típica de los productos tropicalesexóticos con regiones múltiples de abasteci-miento, aumentaba el riesgo de producción. Almismo tiempo, el monocultivo de pimienta enaltas concentraciones aceleró la propagacióndel hongo Fusarium solani en las plantaciones.Los bajos retornos, cada vez más evidentesdespués de los años 60 contribuyeron a la di-versificación de los productos entre los inmi-grantes.

La búsqueda de cultivos apropiadospara la región, iniciada en los años 30, no ha-bía sido abandonada durante el “boom de lapimienta”. Algunos continuaron interesadosen experimentar con ambas, plantas nativas eintroducidas, adquiriendo experiencia. Almismo tiempo, la experiencia de venta de la

pimienta en los mercados nacionales e inter-nacionales dio origen a una visión más allá delos mercados locales. Cuando se dio la inesta-bilidad en los ingresos de la pimienta, los colo-nos estaban preparados para experimentarcon la comercialización de productos alternos.

La agroforestería de Tomé Açu

El origen de la agrosilvicultura

El fin del “boom de la pimienta” gene-ró dos reacciones entre los asentados. Muchosse trasladaron a otras partes del Pará, en buscade tierras no contaminadas por el Fusarium,otros permanecieron en la comunidad ajus-tando sus usos de la tierra. Aunque no habíansido probados en el mercado, los cultivos decacao (Theobroma cacao), maracuyá (Passiflo-ra edulis), palma africana (Elaeis guineensis),papaya (Carica papaya), melón (Cucumis me-

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Figura 7.3. Tomé Açu: cambios en las fuentes de ingresoLa composición de ingresos ha cambiado bastante entre 1978 y 1993. En la actualidad la mayor fuente de ingresos esla remesa de los que trabajan afuera, principalmente en Japón. Totales en dólares de los Estados Unidos.Clave: 1. pimienta, 2. maracuyá, 3. cacao, 4. otros productos perenes, 5. melón, 6. arroz, 7. otros productosanuales, 8. pollos, 9. fuente no agrícola, 10. cítricos, 11. ganado

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lo), caucho (Hevea brasiliensis), y otros habíansido realizados en las chagras anteriormentecultivadas con pimienta e infestados por hon-gos. La observación de las chagras y cultivos delos caboclos locales, y de la adaptación de losmismos en sus parcelas, contribuyeron al de-sarrollo de la agroforestería en Tomé Açu. Ha-cia finales de los años 70, el maracuyá y el ca-cao, junto con la pimienta, estaban firmemen-te establecidos como los principales cultivoscomerciales en el sistema agroforestal naciente(Figura 7.3). La papaya y el melón disfrutaronde un breve éxito durante este período. Apro-vechando la nueva carretera pavimentada, quelos conectó con Belém al sur del país, y el cli-ma local, los colonos empezaron a suministrarproductos a los mercados del sudeste, produ-ciendo fuera de la temporada.

La transición a la agroforestería comer-cial se completó después de la llegada de laenergía eléctrica (1986), y la construcción deuna fábrica de jugos de fruta. Los inmigrantescreyeron que sin la ventaja de la localización

relativa a los centros comerciales del centro ysur, la adición del valor con la elaboración delproducto bruto sería una de las soluciones. Lafábrica, por su parte, ofreció el incentivo paradiversificar las especies agroforestales y contri-buyó a la expansión de la producción con losmismos (Figura 7.3).

Actualmente, un gran número de pro-ductos tropicales es cultivado por los inmi-grantes. Aunque la mayoría de las especies soncomunes en otras partes del Brasil, a los colo-nos se les debe atribuir la introducción y la ex-perimentación con varios cultivos exóticos ycon las especies locales en las parcelas agrofo-restales (Tabla 7.1). La Acerola (Malpighia gla-bra), de las Indias Occidentales, y el mangos-tón (Garcinia mangostana) del Sudeste deAsia, son algunos de los productos exóticos re-cientemente introducidos. Las frutas regiona-les, como el cupuaçu (Theobroma grandiflo-rum), bacurí (Platonia insignis), y açaí (Euter-pe oleracea), generalmente dispersas en los jar-dines familiares de los caboclos han sido intro-

92 / Agroforestería: El caso de Tomé Açu

Figura 7.4. Principales productos agroforestales

Principales productos agroforestalesProducción 1986-1993

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lada

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étri

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ducidos en las chagras de los inmigrantes. En-tre las múltiples especies agroforestales aque-llas que tienen un mayor valor económico enla actualidad incluyen la acerola, cacao, cupua-çu, graviola (Annona muricata), palma africa-na, maracuyá, y pimienta.

Sistemas agroforestales

A diferencia de las plantaciones de pi-mienta, en las cuales las distancias entre plan-tas, la densidad de las mismas, la cantidad deabonos, la poda, y otros detalles de manejo sonconocidos, no existen prácticas normalizadaspara los sistemas agroforestales de los colonos.El mercado determina aquello que se incluyeen el sistema agroforestal, pero las decisionessobre la composición de las especies, bioarqui-tectura, manejo, y secuencia de eventos reflejael conocimiento de los mercados, las experien-cias anteriores, y los conocimientos obtenidosde amigos y cooperativas agrícolas. Lo anterior

representa uno de los patrones y sirve paraapuntar los procesos de desarrollo de la agro-forestería comercial en Tomé-Açu.

Ya que los resultados económicos erandesconocidos, fueron establecidas parcelasagroforestales en los bosques secundarios ychagras de pimienta abandonadas por causade la infección de hongos, esto es, en sitiosdonde los costos de conversión de usos de latierra eran bajos. Así, la idea era análoga al ma-nejo caboclo: obtener ganancias de sitios enbarbecho o abandonados (Hiraoka 1995; Pa-doch 1988a). La tendencia actual, sin embar-go, es la de incorporar la pimienta en la prime-ra fase agroforestal.

La secuencia se inicia con el cultivo dela pimienta, ya que este producto todavía pro-porciona la mayor parte de los ingresos delagricultor. Otra consideración importante esla psicología del agricultor: la mayoría no con-sigue abandonar la idea del aumento cíclico delos precios de la pimienta (Figura 7.2). Ya que

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 93

Fuente de Ingresos Volumen Valor

(kg/familia) (US $/familia)

Pimienta 8,129 8,426

Cacao 4,712 2,818

Ganado 2,000 2,100

Maracuya 4,186 1,783

Citricos 67 34

Otros Productos n.a. 3,662

Total 18,823

Tabla 7.1. Tomé-Açu: Renta Bruta de Productos Agrícolas, 1993 (n=30)

Fuente: JICA, 1994. “Ijyuchi Noka Keizai Chosa Chiku Tokei-hyo”, p. 2. Informe inédito.

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una técnica para controlar el hongo no ha po-dido ser desarrollada, los agricultores hanaprendido a vivir con la plaga aceptando quelas parcelas de pimienta no producirán pormás de 4 a 6 años, en lugar de tener un ciclo de20 a 25 años. Es seleccionado para el cultivouna “capoeira”, o bosque secundario de 8 a 10años de edad. Los colonos dicen que la inci-dencia de los hongos llega a un nivel maneja-ble después de que una parcela ha sido aban-donada por 6 a 7 años. Como las parras em-piezan a producir a los tres años, el maracuyáes intercalado entre las hileras de la pimienta.En cuanto que sirve parcialmente como unacobertura del suelo, el maracuyá ayuda a cu-brir los costos de producción de la pimienta.Cuando el maracuyá se empieza a secar, la pi-mienta entra en producción y las cosechascontinúan por 2 ó 3 años. Al mismo tiempo elcacao o cupuaçu es intercalado paralelo a lasparras de pimienta. La producción de sus fru-tos comienza de 3 a 4 años de sembrada laplanta y continúa por decenios. Los árbolescomo el caucho, eritrina (Erythrina poeppigia-na), reemplaza al maracuyá y sirven para darsombra al cacao/cupuaçu. Otras especies quetambién pueden ofrecer sombra al cacao/cu-puaçu, tales como, andiroba (Carapa guianen-sis), cedro (Cedrella odorata), y la caoba (Swie-tenia macrophylla), hacen parte del sistemaagroforestal. Algunos optan por un sistemamás complejo, donde la fase de la pimienta esseguida por una mezcla de café (Coffea spp.),açaí (Euterpe oleracea), sumauma (Bombacop-sis nervosa), entre otros (figura 7.4).

La economía agroforestal

La agroforestería con varias especiesque producen secuencialmente, inspirado enel modelo indígena que es relativamente bio-diverso, parece conservar los recursos bióticos,hidráulicos y edaficos (Subler & Uhl 1990). Sin

embargo, en términos económicos, las parce-las agroforestales comerciales de Tomé Açuilustran las dificultades para producir una vi-da satisfactoria. Varios factores contribuyen auna limitada realización económica en laagrosilvicultura. Tres asuntos, específicamen-te, son examinados en este capítulo. Estos son,el costo de producción, las estrategias de co-mercialización, y el acceso a los mercados.

Costo de producción

A cada familia de inmigrantes le fueasignado un lote de 25 ha. a su llegada, perolos colonos han expandido sus tierras conside-rablemente durante los últimos tres decenios.En 1994, con la compra de terrenos de quienesse habían trasladado a otros sitios y adjudica-ciones de tierras por parte del estado, cada co-lono tenía en promedio de 386.7 ha./familia.Ese total, sin embargo, no se concentra en unasola parcela: constituye una colección de va-rios lotes. Del total, en 190 ha. (49%) había si-do eliminada la vegetación al menos una vez.Una gran proporción del área que se habíalimpiado se había revertido a bosques secun-darios. Entre los diversos usos de la tierra, eluso principal era para agroforestería. Este re-presentaba un promedio de 40.6 ha. o 35.5%de la tierra en uso (Figura 7.5). Si bien variosfrutales, árboles de sombra, y otros árboles seencuentran en el jardín familiar, la mayor par-te de las especies comerciales están en parcelasde 3 a 5 ha., convertidas sucesivamente enplantaciones de pimienta.

El ingreso agrícola actual en Tomé Açuestá basado en varias especies agroforestales.Aunque la pimienta todavía es el principalproducto en el área de cultivo, con 14.6 ha./fa-milia, el cacao, el cupuaçu, la maracuyá, la gra-viola, la acerola, y varios cultivos más, en esta-dios diferentes de crecimiento, ocupan una

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proporción cada vez mayor del uso de la tierra.Los pastos para la ganadería también se ex-panden. En 1993, el mayor ingreso se obtuvode la pimienta (44.8%), seguido del cacao(15%), ganado (11.2%), maracuyá (9.5%), yotros, incluyendo cupuaçu, acerola, graviola,açaí, guaraná (Paullinia cupana), y cítricos(19.7%) (Tabla 7.2). El promedio del ingresoagrícola bruto para el año llegó a US $18,824por familia (JICA 1994). Aunque los ingresosparecen adecuados para una zona rural en laAmazonía, el ingreso líquido de estas opera-ciones es sorprendentemente pequeño porcausa de los gastos.

Los costos de producción son altos enun lugar marginal como Tomé Açu. Varios fac-tores son responsables por los altos costos. Sediferencian las estrategias de subsistencia entrelos caboclos y los inmigrantes. Los caboclos detierra firme son generalistas, con objetivos deingresos modestos, los inmigrantes son espe-

cialistas con metas de altos ingresos. Como escierto con los campesinos en otras partes, lasubsistencia del caboclo es diversificada, asíque los elementos agroforestales contribuyensolamente una parte de su subsistencia. Comoproductores comerciales especializados, prin-cipalmente en productos agroforestales, los in-migrantes necesitan de unidades de produc-ción más grandes que los de los caboclos. Ade-más, las especies agroforestales son reducidasen Tomé Açu porque la mayor parte de las fru-tas regionales no son ampliamente aceptadaspor fuera de los mercados locales. Para com-petir en precio y calidad con otras regiones, losproductos requiere una alta inversión de insu-mos y trabajo.

La mano de obra representa el princi-pal costo de producción. Ya que varias labores,como por ejemplo, la poda, pulverización y re-moción de las ramas contagiadas no puedenser mecanizadas, esto debe hacerse manual-mente. Con la expansión en la escala de lasoperaciones, se ha aumentado la mano deobra. Con la excepción de las actividades ad-ministrativas y el uso ocasional de maquinariaagrícola, la mayor parte de los trabajos sonrealizados por trabajadores. En 1977, cuandolos inmigrantes todavía dependían de la pi-mienta como la fuente principal de ingresos(63.1% del ingreso agrícola), la mano de obraya representaba 36.9% del costo de produc-ción. En 1993, cuando la proporción (44.8%)de la pimienta en la renta agrícola estaba ba-jando en favor de otros productos agropecua-rios, la mano de obra todavía representaba37.7% del costo de producción (Tabla 7.2)(KIJ 1978, JICA 1994). Una gran proporciónde los gastos continuará siendo la mano deobra, en cuanto la agrosilvicultura sea practi-cada en una escala comercial. El resto de losgastos agrícolas proviene del combustible em-pleado, reparación de las maquinarias, y los

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 95

Figura 7.5. Tomé Açu: Usos de TierraAgrobosques y silvicultura constituyen los principalesusos contemporáneos de la tierra, pero el desarrollode pastos ganaderos es el sector más dinámico.

Tomé Açu: Uso de la tierra1993 (n=30)

Barbecho20%

Roza1%

Silvicultura10%

Pasto 7%

Agrobosque0%

Campo nuevo2%

Bosque50%

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agroquímicos (Tabla 7.2). La distancia de losdistribuidores en el Sudeste y Noreste, y la es-cala relativamente pequeña de consumo au-menta el costo final de los pesticidas, abonos,y repuestos para las máquinas. Otro factor queincrementa los costos es la dispersión de lasparcelas. Algunas parcelas están localizadas a40 km del lote principal. Los lugares distantesson muchas veces preferidos para el cultivo depimienta, porque los colonos creen que talesterrenos se encuentran a salvo del Fusarium.Cuando las parcelas agroforestales fueron esta-blecidas, su distribución reflejó la localizaciónde las parcelas de pimienta. Aunque las áreasmanejadas por agroforestería tenían en térmi-no medio 43.7 ha./familia en 1993, esto repre-sentaba un incremento de 4.7 lotes. Obvia-mente, el costo de transportar los insumosagrícolas, los productos y el personal, entre si-tios pequeños y distantes incrementa los cos-tos de producción.

Las operaciones agrícolas en Tomé Açuse encuentran parcialmente mecanizadas,aunque el equipo agrícola es subutilizado. Ca-

da familia posee un promedio de dos tractoresy un camión o camioneta, así como otros ac-cesorios y equipos, como motores diesel, mo-to sierras y moto bombas. Los tractores sonutilizados principalmente para el transporteagrícola y el corte de yerbas. De vez en cuandoson utilizados para fumigación e irrigación.Esta costosa maquinaria es subutilizada e in-crementa el costo final de producción.

El alto costo de producción resultantede los factores arriba descritos, pone en peli-gro las actividades agroforestales en ToméAçu. En la Tabla 7.2, que se encuentra basadaen el informe anual de muestras de familias de1993, se ve que el gasto agrícola promedio entotal fue de US $12,655, o 67.23% del ingresoagrícola bruto en US $18,824 (JICA 1994). Elingreso líquido para el año era de US $6,169.El mismo informe indica que US $8,183 fue-ron gastos en mantenimiento familiar. Deigual forma el estudio de un amplio período,17 años (1977-1993), que toma en cuenta lasfluctuaciones anuales en el ingreso agrícola,éste llega en promedio a US $3,993 por año. El

96 / Agroforestería: El caso de Tomé Açu

Tabla 7.2. Tomé-Açu: Gastos Agrícolas, 1977 y 1993.

Categoría 1977 (n=89) 1993 (n=30)

US$ % US$ %

Empleados 4,544 36.8 4,772 37.7Agroquímicos 3,140 25.4 1,843 14.6Alimento para animales 92 0.7 141 1.1Reparaciones 471 3.8 1,960 15.5Combustible 948 7.7 2,421 19.1Alquiler de equipo 321 2.6 —- —-Comisión de venta 617 5.0 498 3.9Otros 2,217 17.9 1,019 8.1

Total 12,350 100% 12,655 100%

Fuentes: KIJ (1978) Ijyuchi Noka Keizai Chosa Hokoku, pp. 38-39. KIJ, Tokyo, Japon; JICA (1994) IjyuchiNoka Keizai Chosa Chiku Tokei-hyo, p. 1. JICA, Belém, Brasil (informe inédito).

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costo de vida para el mismo período fue de US$5.781 por año. Obviamente, no era posiblesatisfacer la mayor parte del sostenimiento fa-miliar solamente con el ingreso agrícola.

Los inmigrantes de Tomé Açu han con-tado con la estrategia tan común entre los pe-queños productores: trabajo no agrícola, pe-queño comercio y remesas. Los ingresos pro-venientes de pequeñas actividades comercia-les, como restaurantes, tiendas de alimentospara ganado, trabajo como intermediarios enla compra y venta de productos forestales yagrícolas, así como trabajo asalariado en lacooperativa agrícola, escuelas, y fabricas de ju-gos, contribuyen al presupuesto familiar, perola fuente más importante ha sido las remesasenviadas por miembros de familias que vivenen el Japón.

Comercialización y escala de producción

Los agricultores de Tomé Açu produ-cen para varios mercados, inclusive los regio-nales e internacionales. Esta estrategia con-trasta con la mayor parte de los productoresagroforestales de la Amazonía, que producenprincipalmente para los mercados locales ypara la subsistencia (Anderson, et al. 1994; Hi-raoka 1986; Padoch et,. al., 1985).

La producción para los mercados na-cionales e internacionales ofrece potencial-mente altas ganancias, pero también implicauna serie de riesgos. Los experimentos con ungran número de cultivos y las agudas observa-ciones de los mercados posibilitaron la identi-ficación y rápida captura de los mercados porparte de varios productos durante los últimosaños. Sin embargo, el bienestar económico fuecorto en cada caso. Con la pérdida de los mer-cados de pimienta en los años 60, de la papayay el melón en los años 70, y de la acerola y gra-viola en los años 90 se demuestra que la co-

mercialización exitosa requiere de un conoci-miento minucioso y una constante actualiza-ción a los cambios y oportunidades del merca-do, así como contactos en éste. Los agricultoresy la cooperativa agrícola pueden resolver pro-blemas relativos al conocimiento tecnológicoagroforestal, pero es poco probable que resuel-van las tareas asociadas con la investigación delmercado y al mismo tiempo puedan estar aldía con las informaciones de éste. Localizadosen el interior, en la periferia de los mercadosnacionales e internacionales, y sin la posibili-dad de obtener la información necesaria, loscolonos muchas veces no consiguen cristalizarlas oportunidades. Las entidades gubernamen-tales, como el Centro de Pesquisas Agropecua-rias para los Trópicos Húmedos (CPATU) y elCentro de Pesquisas para el Cacao (CEPLAC)no han sido de mucha utilidad en proveer asis-tencia en la mejora de los cultivos.

La agroforestería comercial con variasespecies, y practicada por pequeños producto-res, puede ser ecológicamente sólida, pero noes eficiente en términos de sus costos. Sin coo-perativas específicas para cada producto quepermitan superar las desventajas de la peque-ña producción y comercialización, por ejem-plo, embalaje, elaboración, transporte, y co-mercialización, los habitantes de Tomé Açu nohan podido competir con los grandes produc-tores que controlan mayores recursos de pro-ducción y poder de negociación para la ventade productos y compra de insumos agrícolas.En tales circunstancias, los colonos han tenidoque contentarse en la experimentación conti-nua con especies agroforestales nuevas y co-mercializarlas hasta que competidores gran-des, con un mejor accesos a los consumidores,empiezan a producirlas. Otro concepto, yamencionado, es la elaboración de productoscongelados, listos para el consumo. El procesoincrementa el valor de la fruta de varias for-

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mas: reduce el volumen, evita la necesidad decomercializarla durante la estación de máximaproducción cuando los precios caen y puedeser vendida directamente a los consumidores.Esta idea fue acogida en la colonia y varios delos habitantes ya operan sus mini plantas ex-tractoras de pulpa de frutas, con cámaras con-geladoras, independientes de la fábrica de lacooperativa. Además, los colonos alquilan es-pacios en los supermercados para poner suscongeladores y realizar ventas directas a losconsumidores.

La diversificación de sitios de comer-cialización es responsable de varios cambiosen la colonia. Uno de los resultados ha sido ladebilitación de la cooperativa agrícola y los la-zos comunales. Los colonos no venden susproductos solamente a través de la cooperati-va. Un número creciente de intermediariosviene a la colonia de puntos distantes del país,como Goiânia y Brasília y negocia directamen-te con los colonos. Así, los colonos se evitanpagar los costos de la cooperativa, al tiempoque responden rápidamente a las demandasdel mercado. Además, la conversión monetariainmediata mejora la liquidez permitiendo elaprovechamiento de mejores oportunidadesde inversión al productor. Esta nueva tenden-cia individualista común entre los jóvenes en-tra en conflicto con los inmigrantes más an-cianos que tienen una idea más comunitaria.Los inmigrantes prefieren el modelo económi-co del Japón, en donde se piensa que algunossacrificios individuales y económicos son ne-cesarios para mantener la cooperativa agrícolaque sirve como el pilar de la integración co-munal.

Limitaciones del sitio

Como la producción está dirigida a losmercados fuera de la región, el acceso a losmercados nacionales e internacionales toma

una importancia crucial para los colonos deTomé Açu. La región está mal localizada en re-lación con los principales centros de consu-mos del país. Por ejemplo, São Paulo y Río deJaneiro, altamente urbanizados y que constitu-yen los mayores y más ricos mercados del país,están a 2,500 km de la colonia. No solamentela distancia, sino la mala calidad de las carrete-ras, especialmente la carretera de acceso (125km) entre Tomé Açu y la carretera Belém-Bra-sília, encarece el transporte. El flete es tambiéncaro, dado que el volumen a ser transportadoen camiones refrigerados es reducido. Porejemplo, el costo del flete para pulpa de cu-puaçu congelada a São Paulo es US$335.00/t.m. Esto representa del 12-15% delprecio de venta de la pulpa elaborada. Conse-cuentemente, los colonos de Tomé Açu noconsiguen competir con productores del Me-dio Valle del São Francisco en Minas Gerais ointerior de São Paulo, en donde los producto-res cuentan con mejor infraestructura, comocarreteras y sistemas de irrigación, bajos costospara el acceso al mercado e insumos agrícolas.En un país en donde 70 por ciento de la tierraes tropical, los agricultores ubicados en un lu-gar marginal como la Amazonía, no han podi-do monopolizar los productos de nichos desa-rrollados por ellos mismos.

Cambios de uso de la tierra

Los inmigrantes de Tomé Açu hancambiado los usos de la tierra varias veces pa-ra adaptarse a las oportunidades del mercado.Otro ciclo de cambios en el uso de tierra estásurgiendo para adaptarse a la realidad econó-mica de una localización fronteriza. La incapa-cidad de la agrosilvicultura en proveer retor-nos aceptables está forzando a los habitantes are-evaluar sus actividades. Como la Tabla 7.3,basada en datos de 1994, demuestra con la ex-cepción de la acerola y cupuacu, que implica-

98 / Agroforestería: El caso de Tomé Açu

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ban relativamente altos ingresos dado que loscolonos fueron los pioneros en comercializarestos productos en escalas mayores que los ca-boclos, artículos como el maracuyá, la pimien-ta, el cacao, y la guanábana ya presentaban re-tornos marginales o negativos. Cuando lasgrandes haciendas comerciales en el MedioSão Francisco entraron al mercado de acerolaen 1994, el precio de la acerola en la Amazoníadespencó. Los colonos esperan el mismo des-tino para cupuaçu y otras fruteras agroforesta-les en estadios de experimentación, cuandoproductores mejor situados empiecen a com-petir. Esa inestabilidad de la economía agrofo-restal esta llevando a los habitantes a la gana-dería.

La llegada de afuerinos ha sido uno delos factores estimulantes para la ganadería.Con la energía hidroeléctrica de Tucurí y laconstrucción de la vía que conecta a las carre-teras al Noreste y Centro-Sur es factible la co-mercialización de las maderas de los alrededo-res de Tomé Açu. Varios aserraderos, relativa-mente bien capitalizados, transferidos de laMata Atlántica, en el Sudeste en donde el bos-que tropical húmedo se había prácticamenteagotado, empezaron sus operaciones. El pa-trón de actividades de estas empresas es seme-jante a los que ocurren en otras partes de laAmazonía. Los aserraderos practican una re-moción selectiva de los árboles maderables de

sus bosques o concesiones. Después la vegeta-ción restante es derribada, quemada y se siem-bra pasto para la introducción del ganado(Uhl & Vieira 1989; Veríssimo et. al., 1992; Fa-minow 1998).

El surgimiento de este uso de la tierra,que requiere una inversión pequeña de manode obra una vez establecido y que ofrece po-tencialmente retornos estables, estimuló a losagricultores jóvenes de Tomé Açu que estabanmás familiarizados con la agricultura intensivade pequeña escala. Aunque no es posible emu-lar los aserraderos - ganaderos en escala, losasentados han adquirido los lotes de quieneshan abandonado la colonia y de los caboclosadyacentes y están convirtiéndolos en peque-ñas haciendas ganaderas. Ganadería que toda-vía funciona adjunta a la pimienta y la agro-forestería, pero que revela una tendencia in-confundible hacia la cría de ganado entre lasgeneraciones jóvenes. De igual forma un 79%de los entrevistados que todavía no tienen ga-nado, indicaron planes de incluir la ganaderíacomo parte de sus operaciones agrícolas. Lasinformaciones referentes al uso de la tierraconfirman esta tendencia. En tanto que habíasolamente un agricultor con 30 ha. de pasto en1977, los datos de 1993 indica que 16 % teníanparte de sus tierras en pasto. En el mismo año,el promedio de tierras en pasto llegaba a 154ha. por familia, en tanto que el ganado ya figu-

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Tabla 7.3. Ingreso Promedio de los Productos Agroforestales, Octubre de 1994 (US$/ha)

Producto Renta Bruta Gastos Agrícolas Renta Líquida

Maracuyá 1,200 983 217Pimienta 1,930 1,718 222Cacao 275 405 (130)Acerola 3,545 1,687 1,854Cupuaçu 930 425 505Guanábana 750 492 258

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raba como el tercer productor de ingresosagrícolas y representaba 12.56% de la venta to-tal (JICA 1993).

Un factor importante en la expansiónde los pastos es el proceso de aculturación delos habitantes. Una transición de generaciónestá ocurriendo en la colonia, junto con latransferencia del manejo. Con la excepción dealgunos inmigrantes ancianos, la mayoría de lapoblación en Tomé Açu está compuesta porinmigrantes que llegaron después de la Segun-da Guerra Mundial y sus hijos. De igual formaentre los japoneses que llegaron después de losaños 60, las actividades agrícolas y la comer-cialización de los productos está siendo cadavez más manejada por sus descendientes. Apesar de que sus padres basaron su agriculturaen el modelo de horticultura japonesa y lasprácticas agroforestales caboclas, sus hijosaculturados o aquellos que nacieron en el Bra-sil intentan copiar el modelo Brasileño de ga-nadería fronteriza. La nueva generación deagricultores, así como los que vuelven del Ja-pón, están menos interesados en la agriculturaintensiva y de pequeña escala practicada porsus padres. Los altos riesgos asociados con elmonocultivo de la pimienta, los bajos ingresosy las incertidumbres asociadas a los productosagroforestales, la necesidad de un gran núme-ro de obreros no calificados para trabajar, lasconstantes disputas laborales, la necesidad deun manejo constante de mucha atención a losdetalles y sobre todo, el bajo estatus asociadocon la horticultura en la región, predisponen alos agricultores jóvenes a la ganadería.

Conclusiones

La agroforestería juega un papel econó-mico importante en el bienestar de los peque-ños agricultores en la Amazonía. Como la in-

vestigación entre los agricultores de subsisten-cia y semi-subsistencia de la región indica, laagroflorestería forma parte integral de la vidarural. Al mismo tiempo, contribuyen al man-tenimiento de la biodiversidad y a la preserva-ción del equilibrio ecológico. Por eso, en vistaa la creciente destrucción ambiental y empo-brecimiento de los habitantes rurales, la agro-forestería ha sido propuesta como un modeloalternativo de desarrollo rural.

El estudio de caso de Tomé-Açu validamuchas de las investigaciones sobre el asunto.Por ejemplo, el número limitado de trabajado-res y la flexibilidad en la programación de lasactividades agroforestales permiten a los agri-cultores manejar estos sistemas como un com-plemento a otras actividades. Un producto co-mo la pimienta, con una demanda estacionalde obreros para la preparación de chagras o co-sechas, puede ser combinado con especiesagroforestales que requieren un ritmo más len-to de cuidados. Los sistemas agroforestales pue-den ser manejados en cuanto que los agriculto-res trabajan fuera de ellos como asalariados. Es-tos sistemas de múltiples especies pueden serestablecidos en bosques secundarios o en cha-gras infestados con patógenos de plantas, comoes el caso de Fusarium solani en Tomé-Açu. Poreso, la agroforestería puede ser un método idealpara reciclar sitios cansados o afectados por pa-tógenos de plantas y para convertir los sitios enbarbecho en lugares activos en la producciónde ingresos, en cuanto que preserva muchos delos atributos de los barbechos.

Por otra parte, Tomé-Açu indica que ladependencia a la agroforestería, como la fuen-te principal de ingresos no es aconsejable parala mayoría de los pequeños productores. Va-rias circunstancias actúan en contra del énfasisde la agroforestería como un modelo de desa-rrollo rural en la Amazonía:

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1. La agroforestería de pequeña escalaes antieconómica. Los pequeños productoresindependientes no son capaces de disputar losmercados con los productores mayores y me-jor organizados. Sin una organización quereúna y venda los productos por canales esta-blecidos, como por ejemplo, una cooperativaagrícola especializada, los pequeños producto-res tienen oportunidades limitadas para con-seguir retornos adecuados. En la medida enque los consumidores son cada vez más sofis-ticados y la comercialización se especializa, laproducción para centros más allá de los loca-les queda afuera del alcance de los pequeñosproductores.

2. Los beneficios económicos son mar-ginales porque la racionalización del trabajoen chagras con múltiples especies es difícil, encuanto que los grandes mercados y centros deabastecimientos están muy distantes. Además,la escala de producción limita la competitivi-dad. Los productores de pequeños volúmenesno consiguen disputar mercados con los pro-ductores mayores y más productivos, especial-mente si ellos están situados en lugares conbuenos accesos o cerca de centros de consumo.

3. Otra dimensión es la consideraciónde la realidad social. En una sociedad que rá-pidamente se urbaniza y moderniza, ya no esposible desear que los pequeños productorescontinúen en la práctica de una forma de vidaa la cual la sociedad confiere un bajo estatus yla cual produce escasos beneficios. En Tomé-Açu, a medida que una nueva generación em-pieza a controlar las actividades, los usos de lastierras se orientan cada vez más a la ganadería.También, la tendencia es que la agricultura sevuelva solamente una de las actividades en laeconomía de los agricultores, en donde activi-

dades como la elaboración de productos fores-tales/agrícolas, comercio y trabajo en oficinasson parte de la vivencia. Así, la agroforesteríase transforma en uno de los componentes dela estrategia total para generar el ingreso.

Los cambios en la sociedad son difícilesde modificar, pero parte del dilema económi-co se puede solucionar. Eso está demostradopor los residentes de Tomé-Açu. La elabora-ción in situ añade valor a los productos agro-foretales y la simplificación en la distribuciónde los productos es el ejemplo. La siembra deespecies agroforestales para mecanizaciónpuede mejorar la productividad. Aunque noestá probado, las cooperativas de productosespecíficos para manejar la producción en pe-queña escala pueden mejorar la competitivi-dad. La producción de bienes de nicho podríatambién mejorar los ingresos. Por ejemplo,dado que el número de consumidores cons-cientes de la salud tiende a aumentar, y losproductos “verdes” ganan aprobación, se espe-ra que un mercado para jugos y frutas orgáni-camente producidos se desarrolle.

Este estudio sirve para apuntar que elendoso indiscutible de la agroforestería en laAmazonía es todavía prematuro. Son necesa-rios, para evaluar objetivamente el valor de laagroforestería en la región, los estudios de ca-sos de pequeños productores agroforestalescomerciales, basados en datos longitudinalesde largo plazo. Además de la cuestión econó-mica, los cambios sociales en la comunidad deinmigrantes están también contribuyendo a lavocación ganadera. De manera semejante conotras partes de la Amazonía y la América Lati-na en general, los habitantes están trasladán-dose hacia las ciudades.

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Durante la última década hemos pre-senciado la popularización de productos fo-restales no-maderables (PFNM), tales comofrutos, semillas, resinas, fibras, y otros mate-riales que representan fuentes de ingreso apartir del uso de los bosques tropicales (An-derson 1988; Peters et. al., 1989; Plotkin & Fa-molare 1992). Debido a su potencial para ele-var el ingreso económico de los usuarios, lacosecha de PFNM ha ganado reputación comoun instrumento para integrar, a través del usosustentable, la conservación de los recursos fo-restales con el desarrollo económico y social.La investigación continúa revelando nuevosusos para las especies de plantas y animales(e.g., Gentry 1992), así como nuevas tecnolo-gías para la explotación y elaboración de pro-ductos forestales (Campbell 1996). Muchos delos productos ya bien conocidos, como la nuezdel Brasil, ofrecen un ingreso considerable pa-ra los países productores y nuevas alternativaspara dejar una fracción cada vez mayor de losingresos en las comunidades productoras es-tán siendo desarrolladas (FAO 1995). De igualmanera, la práctica de dejar tierras dentro delas “reservas extractivas” se está extendiendo,como sucede en el estado brasileño deRondônia, que cuenta con 2 reservas extracti-vas federales y 21 estatales (Fearnside 1989;Mattoso & Fleischfresser 1994; Alves 1995, R.Weigand comunicación personal). Mientrastanto, compañías de los Estados Unidos y Eu-ropa han incorporado PFNM a productos po-

pulares tales como helados y lociones (Clay1992a). Al mismo tiempo, organizaciones in-ternacionales están intentando activamente lacertificación de PFNM, mediante la cual losproductos obtenidos sustentablemente debosques bien manejados pueden alcanzar ma-yores precios de venta (Viana et. al., 1996; Ki-ker & Putz 1997).

El entusiasmo por incluir PFNM enproyectos de conservación y desarrollo ha su-perado el conocimiento sobre la viabilidad so-cioeconómica y la sustentabilidad ecológica dedicho proceso (Godoy & Bawa 1993). Eviden-cias recientes sugieren que los beneficios obte-nidos de PFNM pueden no ser tan altos comose había pensado (e.g., Phillips 1993). Además,algunos estudios sugieren que factores socioe-conómicos tales como altas tasas de migraciónrural hacia áreas urbanas y la inestabilidad enla tenencia de la tierra, pueden complicar losesfuerzos para tratar de basar el ingreso ruralen la cosecha y venta de PFNM (Browder1992a). La información disponible sobre otrasactividades de los usuarios del bosque, talescomo la cacería, el cultivo de plantas y la cose-cha excesiva de PFNM, cuestiona la idea deque los bosques pueden ser utilizados sin ame-nazar su integridad (Vásquez & Gentry 1989;Mori 1992; Nepstad et. al., 1992; Peters 1996,Viana et. al., 1996). Así mismo, existe muy po-ca información sobre los efectos de la cosechade PFNM en los bosques, a pesar del crecientenúmero de investigaciones sobre la extracción

Perspectivas ecológicas de la cosecha de productos forestales no maderables

S. M. Moegenburg

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y comercialización de esta clase de productos(Godoy & Bawa 1993; Muñiz-Mire et. al.,1996; Peters 1996; Viana et. al., 1996).

Este capítulo trata de los aspectos eco-lógicos asociados al manejo y la cosecha dePFNM, basados en la teoría biológica básica yen estudios previos sobre el tema. El texto co-mienza con el esbozo de la base ecológica queapoya la predicción de que la extracción decualquier producto tendrá impacto directo eindirecto en la composición y funcionamientodel bosque. Estos impactos pueden resultar dedos procesos distintos: el manejo del hábitatpara PFNM y la cosecha misma de PFNM. Enseguida describimos las investigaciones acercade estos dos tipos de impactos, examinandoestudios sobre distintos productos de variasregiones de la Amazonía. Una evaluación másdetallada del impacto ecológico del manejo yla cosecha de PFNM es presentada utilizando ala palma “açaí” (Euterpe oleracea) como casode estudio. Finalmente, proponemos una es-trategia para incorporar datos ecológicos a losplanes de manejo y programas de certificaciónde PFNM, con el propósito de promover laconservación biológica y la generación confia-ble de ingreso económico a largo plazo.

Separando las sustentabilidades socioeconó-mica y ecológica

Muchas de las investigaciones sobre sis-temas extractivos en la Amazonía evalúan elpotencial de utilizar productos forestales co-mo base para el desarrollo socioeconómico, envez de la agricultura u otras estrategias pro-ductivas (Anderson & Ioris 1992; Panayotou &Ashton 1992; Godoy & Bawa 1993; Richards1993; Coomes 1995). Aunque el extractivismoes una parte integral de la vida tradicional dela mayoría de los habitantes rurales de la Ama-zonía, varios factores impiden una economía

basada solamente en esta actividad (Browder1992b; Richards 1993). Muchos de los habi-tantes del medio rural se dedican a varias acti-vidades económicas, tales como la explotaciónforestal selectiva, la agricultura y la cacería. Lamayoría de ellos son pobres y sus alternativasde uso de la tierra están influidas por la diná-mica de los mercados, la tenencia de la tierra,y las relaciones con los intermediarios en elproceso de comercialización. Además, la pro-ducción en las plantaciones es más rentableque la cosecha de productos del bosque y ame-naza la demanda de éstos a largo plazo. Paralograr la sustentabilidad a largo plazo, cual-quier plan de desarrollo basado en el extracti-vismo deberá tomar en cuenta estas conside-raciones.

Si la viabilidad económica y social defi-ne las fronteras de los sistemas extractivos exi-tosos, entonces la sustentabilidad ecológicaconstituye el núcleo de los mismos. Si el recur-so utilizado no es cosechado y manejado sus-tentablemente, el sistema extractivo no tendráestabilidad social y económica. Por ejemplo, lafuente principal del palmito en Brasil antes delos años 60 fue Euterpe edulis, una especie na-tiva del sur del país. La cosecha masiva de estapalma diezmó sus poblaciones naturales, loque provocó el decaimiento de la industria deenlatados en la región y posteriormente sutraslado al estuario del río Amazonas (Nodari& Guera 1986; Hiraoka 1995; Pollack et. al.,1995).

Además de lo anterior, la sustentabili-dad ecológica es uno de los objetivos principa-les de numerosos programas de desarrollo re-lacionados con los PFNM (Fearnside 1989; Sa-lafsky et. al., 1993). Las reservas extractivas enBrasil, por ejemplo, son tierras baldías desig-nadas específicamente con el objetivo de usosustentable de productos forestales por la po-blación residente (Allegretti 1990). Desafortu-

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nadamente, la ubicuidad del uso del término“sustentabilidad ecológica” en las descripcio-nes de los programas basados en PFNM, norefleja el nivel de comprensión del impactoecológico de la extracción, ni del conocimien-to acerca de cómo mitigar dicho impacto (Go-doy & Bawa 1993; Viana et. al., 1996).

Barreras para comprender el impacto ecoló-gico de la cosecha de PFNM

La falta de conocimiento sobre el im-pacto de la extracción de PFNM se debe a va-rias causas. Primero, muchas veces se asumeque la extracción es sustentable y de bajo im-pacto en el bosque (Anderson 1988; 1990b;Fearnside 1989; Peters 1990; Godoy & Bawa1993), a pesar de que hay poca informaciónbiológica sobre los PFNM. Segundo, aún care-cemos de una definición satisfactoria de sus-tentabilidad desde el punto de vista ecológico,económico y social (Viana et. al., 1996). Peters(1996:82) definió el concepto de cosecha sus-tentable en términos estrictamente ecológicos:

“Desde una perspectiva ecológica o de manejo,un sistema verdaderamente sustentable de ex-plotación de recursos no maderables es aquelen el cual frutos, nueces, látex, resinas y otrosproductos vegetales pueden ser cosechados in-definidamente en un área limitada del bosquecon impacto insignificante en la estructura yfunción de las poblaciones vegetales explota-das”.

El hecho de que hay escasa informa-ción sobre el impacto de la cosecha de PFNMa corto y largo plazo limita seriamente nuestrahabilidad para definir un sistema sustentable.

Otro obstáculo para entender el efectoecológico de la extracción de PFNM es quemuchos de los resultados tanto del manejo co-mo de la cosecha y la comercialización, son su-

tiles y pasan desapercibidos, por lo que no sonregistrados. Un vistazo casual de un bosquedonde ocurre el extractivismo no revela nadaacerca de la actual o anterior intensidad demanejo o cosecha. Sin embargo, los biólogosreconocen actualmente que probablementetodos los bosques del mundo presentan evi-dencias de ocupación y uso por seres humanos(Gómez-Pompa & Kaus 1990). Frecuen-temente, la comercialización de PFNM pasadesapercibida. Las estadísticas oficiales gene-ralmente se enfocan a productos comercializa-dos a nivel nacional, mientras que los PFNMson muchas veces intercambiados entre fami-lias o vendidos en pequeños mercados no re-glamentados donde no se registra la mercancía(FAO 1995).

Un obstáculo adicional es la percepcióngeneral de los PFNM como especies que jue-gan un papel ecológico distinto al de especiessin importancia económica. Ciertamente, estapercepción se refleja en la terminología em-pleada por el Servicio Forestal de los EstadosUnidos, el cual califica a los PFNM como “pro-ductos forestales especiales” y también como“productos forestales secundarios” (minor fo-rest products; por ejemplo, Sekar et. al., 1996).El uso de términos como “productos”,“bienes”y “especial” confunde el papel de los PFNM ensentido ecológico estricto (esto es, comomiembros de comunidades ecológicas), y suimportancia en la ecología humana. Una espe-cie de gran importancia económica puede ono jugar un papel prominente en el funciona-miento del ecosistema. También puede ocurrirlo opuesto: especies sugeridas como claves encomunidades ecológicas (por ejemplo, Ter-borgh 1986) pueden carecer totalmente de va-lor económico. En realidad, las especies queproducen PFNM son el resultado de una his-toria evolutiva que seleccionó las característi-cas manifestadas actualmente en las poblacio-

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nes naturales. Además, como todas las demásespecies, las plantas proveedoras de PFNMexisten en el contexto de una comunidad eco-lógica, manteniendo influencias recíprocascon otras especies de plantas, animales, hon-gos y microorganismos durante las distintasfases de su historia de vida. El énfasis en el usode especies proveedoras de PFNM puede re-sultar en la falta de reconocimiento de su im-portancia potencial como miembros sanos deecosistemas funcionales.

El hecho de que varios PFNM tienenuna larga historia de uso por el hombre signi-fica que en algunas poblaciones manejadaspor siglos, las interacciones de las especies co-sechadas con otras especies, tales como losanimales polinizadores y dispersores de semi-llas, pueden diferenciarse de las poblacionesno manejadas. La investigación exclusiva delas poblaciones manejadas puede conducir aun entendimiento equivocado de los PFNMen las comunidades naturales, y puede obs-truir la comprensión ecológica de las especiesproveedoras de PFNM y el impacto ecológicode su extracción (Peters 1996).

Tipos de consecuencias ecológicas resultan-tes de la cosecha de PFNM

Pueden esperarse varios tipos de conse-cuencias ecológicas de la cosecha de PFNM.Nepstad et. al., (1992) definieron dos nivelesde efectos: “empobrecimiento del ecosistema”y empobrecimiento poblacional”. El resultadodel primero es más serio, pues modifica las in-teracciones entre el bosque y la atmósfera, losecosistemas acuáticos río abajo, y los ecosiste-mas terrestres vecinos” (p.2). Además, el em-pobrecimiento ecosistémico siempre influen-cia poblaciones, mientras que lo contrario nosiempre sucede.

El empobrecimiento poblacional pue-de ocurrir a varios niveles. Primero, la extrac-ción puede traer consecuencias directas en losindividuos cosechados. Cuando los individuosmueren durante la cosecha, como por ejemplopalmas cortadas durante la cosecha de palmi-to, tanto los individuos como sus poblacionesson afectados (Peña 1996). La cosecha de fru-tos también puede ocasionar la destrucción deindividuos, como en el caso de la palma Mau-ritia flexuosa en la Amazonía Peruana (Vás-quez & Gentry 1989; Padoch 1992). La extrac-ción de otras partes vegetales, como hojas, cor-teza, resinas, y flores pueden causar daños a losárboles productores (Witkowski & Lamont1996), aunque este problema aún es poco co-nocido.

Además de los individuos, las poblacio-nes también pueden resentir los efectos direc-tos de la cosecha. La demografía poblacionalde Mauritia flexuosa cambia después de la co-secha debido a que solamente los árboles fe-meninos que producen frutos son derribados,mientras que los árboles masculinos permane-cen en pie (Vásquez & Gentry 1989; Padoch1992). La cosecha de frutos y semillas tambiénpuede afectar la regeneración de poblaciones(Hall & Bawa 1993; Peters 1990; 1996); mu-chas veces, estos productos son reunidos bajolas copas de los árboles, donde también ocurrela regeneración.

La extracción de PFNM puede produ-cir efectos indirectos. Esto ocurre a cierta dis-tancia de las plantas productoras o sus pobla-ciones, y afecta a otros individuos asociados alos cosechados. Por ejemplo, es de esperarseque los animales consumidores de frutos y se-millas que dependen de los recursos de espe-cies cosechadas resulten afectados por la ex-tracción de estos productos (Peters 1996). Losfrutos dominan la dieta de muchas aves tropi-

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cales (Levey & Stiles 1992) y mamíferos (Ter-borgh 1986; Robinson & Redford 1986). EnPanamá, poblaciones de ratas espinosas frugí-voras, agutís y pacas son regulados por la esca-sez estacional de frutos (Smythe et. al., 1982;Adler 1998), y la muerte por inanición de mu-chos mamíferos ocurrió en 1970, cuando sedio una escasez extrema de 27 especies de fru-tos (Foster 1982). Se piensa que la poblacióndel amenazado loro puertoriqueño (Amazonavittata), es limitada por la producción de lapalma Euterpe globosa (Lugo & Frangi 1993).

La disponibilidad de frutos afecta nosolamente a las poblaciones de animales, sinotambién su comportamiento. Por ejemplo, lasfluctuaciones temporales y espaciales en laabundancia de frutos influyen en interaccio-nes tales como la remoción de frutos y la dis-persión de semillas (e.g., Levey et. al., 1984;Davidar & Morton 1986; Jordano 1987; Levey1988; Sargent 1990; Levey & Stiles 1992). Losfrugívoros reaccionan a la abundancia de fru-tos a distinta escala espacial, por ejemplo, en-tre sitios de percha (Levey et. al., 1984), entrecopas de plantas (Sargent 1990), o aún entrefragmentos de bosque (Levey 1988) o huertos(Rey 1995). Los consumidores de semillas queviven a nivel del suelo también responden a laabundancia de recursos. Moegenburg (1994)encontró altos niveles de remoción de semillaspor roedores en áreas con relativamente bajaabundancia de semillas. El consumo de semi-llas por agutís y la búsqueda de frutos por ta-pires también parecen depender de la densi-dad de semillas disponibles (Forget & Mille-ron 1991; Bodmer 1990). Consecuentemente,la cosecha de frutos y semillas puede afectar laabundancia y comportamiento de los frugívo-ros.

Otra consecuencia de la cosecha dePFNM es el impacto del manejo. Coomes(1995) describe la historia típica del extracti-

vismo como un proceso en la cual los produc-tores orientan sus sistemas de producción a lademanda del mercado; en otras palabras, losproductores manejan los bosques para favore-cer la producción de especies comerciales. Esemanejo tiene distintos efectos en el bosque.Primero, las especies económicamente irrele-vantes son eliminadas localmente (Vásquez &Gentry 1989; Padoch 1992). Segundo, especiesexóticas son introducidas y se vuelven parte delos sistemas de producción forestal (por ejem-plo, cítricos, mango, cacao; Anderson 1992;Hiraoka 1995). Finalmente, las especies mane-jadas generalmente aumentan su densidad po-blacional (Homma 1992; Nepstad et. al.,1992). Junto con estas alteraciones en la com-posición de especies, la estructura forestal re-sulta también afectada. Anderson et al., (1994)compararon en el estuario del Río Amazonasla composición de especies y la estructura fo-restal en bosques manejados para la obtenciónde productos económicamente importantes(e.g., palmas, cacao, caucho, mango) con bos-ques no manejados. Aunque el bosque mane-jado conservó virtualmente una cobertura fo-restal continua, la abundancia y diversidad deespecies (en árboles, arbustos y lianas leñosas),y el área basal fueron más bajas que en bos-ques no manejados (Anderson et. al., 1994).Sin embargo, este resultado no es inevitable.Salick et. al., (1995) estudiaron los efectos de laexplotación y los tratamientos forestales en latotalidad de especies y plantas económica-mente valiosas en un bosque Nicaragüense, ydescubrieron que las áreas perturbadas por laexplotación forestal tenían una diversidad yabundancia de especies mayor que antes de laexplotación. Estos datos sugieren que el mane-jo bien planificado puede servir para mante-ner la diversidad de especies y la estructura fo-restal.

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Los efectos del manejo forestal y la co-secha de PFNM en los animales no son cono-cidos aún, pero pueden anticiparse basándoseen datos de estudios realizados en sitios de ex-plotación selectiva de bosques, la cual tambiéncambia la estructura forestal y la composiciónde especies. La explotación selectiva gene-ralmente remueve solo entre 2 y 5% de los ár-boles, pero puede dañar hasta al 26% de los ár-boles vecinos no aprovechados, lo que puedeimpactar a la fauna silvestre (Uhl & Vieira1989; Thiollay 1992). En sitios selectivamenteexplotados de la Guayana Francesa, Thiollay(1992) encontró que, en comparación conbosques intactos, el 39% de las especies de avesdesaparecieron o disminuyeron en abundan-cia por lo menos en un 50%.

Recientemente, la atención se ha cen-trado en algunos de los efectos indirectos de laexplotación maderera selectiva (e.g., Frumhoff1995). La remoción de árboles abre el dosel delbosque, lo que ocasiona mayor penetración deluz, viento y fluctuaciones en la humedad rela-tiva, lo que puede afectar a especies del soto-bosque susceptibles a cambios microclimáti-cos. La eliminación o el daño de las especiesproductoras de frutos por explotación made-rera selectiva pueden reducir el suministro dealimento para los frugívoros (Sick 1993). Estees el caso de Manilkara huberi, una especiemaderera importante cuyos frutos sirven dealimento a los loros, coatís, monos, venados ytortugas (Uhl & Vieira 1989). Los efectos di-rectos e indirectos de la deforestación total y laexplotación selectiva, y quizás la extracción dePFNM, son magnificados por la inmensa re-gión en la que son practicados dentro de laAmazonía.

Para entender la naturaleza de los efec-tos directos e indirectos del manejo para ex-tracción de PFNM en los ecosistemas y sus po-blaciones, se requiere investigación específica

sobre este tema (Nepstad 1992 et. al., 1992;Godoy & Bawa 1993; Peters 1996; Viana et. al.,1996). A pesar de que las investigaciones sobrela ecología de los PFNM son en verdad escasas(Panatoyou & Ashton 1992), ya comienzan aaparecer.

Estudios de caso sobre la ecología del manejoy cosecha de PFNM

Se han realizado estudios ecológicosdetallados sobre varios PFNM de importanciaeconómica relativamente alta. Esta sección seenfoca a tres especies cuyo sistema de manejoha servido como referencia para sugerir estra-tegias de cosecha sustentable. Las especies fue-ron seleccionadas por dos razones: son fuentesde productos con mercados establecidos y conbuen potencial de crecimiento, y sus aspectossocioeconómicos son conocidos. No se repre-sentan aquí todas las especies con datos ecoló-gicos ya conocidos, ni todas las conclusionespotenciales resultantes. El objetivo es demos-trar la importancia de los datos ecológicos co-mo punto de partida para la formulación deestrategias de cosecha de especies con merca-dos viables.

Nuez del Brasil. La nuez del Brasil(Bertholletia excelsa Humb. y Bonpl.) ha sidohistóricamente uno de los PFNM más impor-tantes de la región amazónica. La historia de laextracción de la nuez del Brasil está ligada conla del caucho, ya que ésta proporcionaba in-gresos durante la estación en que no se reco-lectaba la goma. Su importancia creció des-pués de la baja del precio del caucho en 1910(Richards 1993; Kainer 1997). Las gananciasobtenidas de la recolección de nuez del Brasilrepresentan actualmente más de la mitad delos ingresos de los extractivistas de Xapurí,Acre, y esa proporción parece tender a aumen-tar (Campbell 1996). Al mismo tiempo, los

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mercados internacionales de este productocontinúan fuertes (Mori 1992; Kainer 1997).La nuez del Brasil es el foco de desarrollo dePFNM en varias reservas extractivas brasile-ñas, incluyendo la Reserva Extractivista delRío Cajari, en Amapá (Mattoso & Fleischfres-ser 1994; Alves 1995), y la Reserva Extractivis-ta Chico Mendes cerca de Xapurí, Acre (Neps-tad et. al., 1992; Kainer 1997).

Existen evidencias que sugieren que loshumanos han manejado los palmares de nuezdel Brasil por mucho tiempo (Muller et. al.,1980), ya que los parches de esta especie ocu-rren irregularmente en grupos de 50-100 indi-viduos (Prance & Mori 1979). La distribuciónagrupada facilita la cosecha de los frutos, queson recolectados del suelo bajo los individuosadultos. Casi todas las nueces vendidas son re-colectadas en bosques naturales (Kainer1997).

Algunas evidencias sugieren que la re-generación es reducida en poblaciones dondela nuez del Brasil es cosechada (Nepstad et. al.,1992; ver Mori 1992; Viana et. al., 1994). Porejemplo, Nepstad et. al., (1992) no encontra-ron individuos con menos de un metro de diá-metro en una parcela de 5.000 m2. La regene-ración limitada puede resultar de dos factores.El primero es la remoción de frutos por sereshumanos que puede limitar el número de se-millas disponibles para germinación (Fenner1985). El segundo factor puede ser la escasezde dispersión a los sitios de germinación. Eléxito en la germinación de la nuez del Brasildepende de la remoción y entierro de semillaspor roedores tales como ardillas (Sciurus spp.),agutís (Dasyprocta leporina) y acuchís (Myo-procta sp.), (Peres et. al., 1997). Investigacionesadicionales serán necesarias para determinar silas poblaciones de nuez del Brasil están real-mente declinando y en tal caso, descubrir losmecanismos de la declinación.

Debido a la importancia de la especieen su economía, extractivistas en Acre inten-tan aumentar las poblaciones de nuez del Bra-sil en sus bosques plantando nuevos indivi-duos. Kainer (1997) investigó los factores queafectan la generación, como tratamiento de se-millas y hábitat de plantíos. Esta autora de-mostró que el almacenaje húmedo de semillasclaramente mejoró las probabilidades de ger-minación, y los rebrotes crecieron mejor enpastizales y rozas que en claros del bosque(Kainer 1997). Además de sus estudios sobregerminación y reclutamiento, Kainer (1997)incluyó también los costos de labor en sus in-vestigaciones sobre regeneración. A causa delos bajos costos asociados con la siembra yprotección de plántulas en rozas, estos sitiosdemostraron ser más favorables para manejoque los pastizales.

El cultivo de la nuez del Brasil en plan-taciones nunca ha sido exitoso debido princi-palmente a que las abejas polinizadoras de laespecie son solitarias y por lo tanto difíciles demanejar, en contraste con las abejas socialesque polinizan otros cultivos, tales como los cí-tricos (Mori 1992). En consecuencia, pareceser que la mejor alternativa para incrementarla producción de nuez del Brasil es el cultivoen parcelas cercanas al bosque. Esto puede re-ducir la presión de cosecha de frutos de las po-blaciones naturales y a la vez puede disminuirla competencia con animales que se alimentande semillas y los factores limitantes de la rege-neración. Desafortunadamente, estos cultivosreducirán también la necesidad de preservarintactos los bosques donde se encuentra la es-pecie en cuestión. Una de las característicasatractivas de los PFNM es que su cosecha y co-mercialización hacen aumentar el valor de losbosques, ofreciendo incentivos para su conser-vación. Puesto que la nuez del Brasil constitu-ye el producto más valioso cosechado del bos-

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que cercano a Xapuri, su cultivo en áreas cer-canas a las viviendas rurales puede eventual-mente reducir el valor del bosque en relación alas rozas, facilitando su conversión en terrenosagrícolas o de pastoreo. Una consecuencia deeste tipo a largo plazo es ciertamente indesea-ble para cualquier proyecto de desarrollo queinvolucre a los PFNM.

En resumen, la importancia de la nuezdel Brasil persiste a causa de su gran demanda,así como a la estabilidad en los mercados in-ternacionales y al aceptable ingreso que quedaen las comunidades productoras. De esta ma-nera, el estatus económico y social de la cose-cha de la nuez del Brasil parece estar asegura-do. Las intensas cosechas del pasado puedenhaber causado efectos en la regeneración, co-mo puede haber sucedido también con la ca-cería de sus principales dispersores de semi-llas. La tendencia actual de manejar poblacio-nes a través de plantíos en campos agrícolaspuede incrementar la cosecha total, pero almismo tiempo esto puede repercutir negativa-mente al disminuir el valor del bosque intactocomo fuente de nuez del Brasil y otros PFNM.

Euterpe precatoria. Una de las mayoresfuentes de palmito en el mundo son las pobla-ciones naturales de Euterpe precatoria, unapalma de tronco solitario que se encuentra enBolivia. Tres departamentos en la Amazoníaboliviana (Beni, Pando, y Santa Cruz), handestinado aproximadamente 2.3 millones dehectáreas para la extracción de palmito, queprodujo US$ 2.9 millones en 1993 (Peña1996). El futuro de la extracción de palmito enesta región es cuestionable, ya que los nivelesde extracción parecen insostenibles.

Peña (1996) estudió el impacto de lacosecha de palmito en la estructura y dinámi-ca de las poblaciones de E. precatoria. Análisisde matrices fueron empleados para evaluar losefectos de la cosecha en la estructura de la po-

blación y pronosticar cuales variables contri-buyen a la susceptibilidad de la especie a la so-brecosecha. Los análisis indicaron que las po-blaciones de E. precatoria son más susceptiblesa los cambios en la supervivencia adulta, encomparación con la producción de frutos, lagerminación y el crecimiento. Como la cose-cha implica el corte del tallo, la extracción delpalmito disminuye la supervivencia de las pal-mas adultas en etapa reproductiva. La dismi-nución de individuos en esa clase de edadeventualmente se refleja en una reducción enla disponibilidad del número total de indivi-duos en la población.

Peña (1996) también realizó modelosde simulación de la extracción de palmito adistintas intensidades (10, 50 y 90% de los in-dividuos removidos) y frecuencias (intervalosde 4, 20 y 40 años). Definiendo una extracciónsustentable como aquella que mantiene apro-ximadamente el 70% de los reproductoresexistentes antes de cada cosecha, Peña consta-tó que ninguna combinación de intensidad yfrecuencia resulta sustentable.

Para mantener poblaciones cosechadasde E. precatoria, Peña (1996) recomendó elmanejo activo de la población mediante plan-tíos de enriquecimiento y tratamientos de li-beración. Los plantíos de enriquecimientoayudarían a reponer los individuos eliminadospor la cosecha en una proporción más rápidaque la regeneración, y los tratamientos de libe-ración (i.e., remoción de especies no deseablespara aumentar la incidencia de luz) ayudaríanal crecimiento rápido de los individuos. Am-bas técnicas disminuirían la abundancia de es-pecies distintas a E. precatoria, convirtiendolas poblaciones naturales en sistemas pareci-dos a plantaciones, lo cual representa uno delos efectos pronosticados del desarrollo dePFNM (Coomes 1995).

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Iriartea deltoidea. Iriartea deltoidea,una de las palmas más comunes en la Amazo-nía del Ecuador, Bolivia, Perú y el oeste de Bra-sil, es fuente de madera para fabricar produc-tos tales como muebles, pisos, cerbatanas, ma-rimbas y otros (Anderson 1998; Kahn & DeGranville 1992). La cosecha de su tronco fueestudiada en Brasil por Pinard (1993) y enEcuador por Anderson (1998). I. deltoidea esuna especie con buenas cualidades para ex-tracción sustentable, ya que juega un papelimportante en la economía local: sus produc-tos son empleados en las comunidades locales(en la construcción de viviendas), vendidos enmercados regionales (como muebles y pisos),y comercializados ampliamente como artesa-nías para los turistas (cerbatanas, servilleteros,etc.). Por lo tanto, esta especie ya cuenta conmercados establecidos que tienen potencialpara expandirse. Además, en contraste con lamayoría de los PFNM, la biología, historia na-tural, y algunos aspectos de la cosecha de I.deltoidea han sido estudiados, lo que favorecelas condiciones para el desarrollo de esquemasde cosecha sustentable y su respectiva certifi-cación.

Anderson (1998) utilizó también elanálisis de matrices para evaluar la sensibili-dad de las poblaciones de I. deltoidea a la cose-cha. Esta autora encontró que algunas pobla-ciones de esta palma son susceptibles a la cose-cha debido a su demografía. Las poblacionesde I. deltoidea en bosques maduros conteníanrelativamente pocos individuos de talla inter-media, los cuales reponen a los individuos co-sechados. En contraste, las poblaciones de bos-ques secundarios tenían una estructura deedades más típica, con más individuos en laclase intermedia que en la de mayor tamaño,lo que sugiere que los adultos cosechados se-rían rápidamente reemplazados. Anderson(1988) recomienda concentrar el esfuerzo de

cosecha en los bosques secundarios, en los quelas poblaciones de I. deltoidea podrían ser co-sechadas de manera más sustentable, y dondeel acceso sería más fácil que en otros tipos debosque (i.e., terrenos con fuertes pendientes).Mientras tanto, las cosechas están ocurriendoen todos los tipos de bosque a intensidades nosustentables.

Tendencias en los estudios de PFNM

Datos biológicos básicos, como los ge-nerados en estos estudios, son un punto departida importante para programas diseñadospara la cosecha sustentable de cualquierPFNM. Aunque los estudios arriba citados noresponden a todas las preguntas sobre la ex-tracción sustentable, al menos representan uncomienzo y enfocan la atención en áreas quenecesitan más investigación. Por ejemplo, noexiste consenso acerca de si la cosecha de lanuez del Brasil está limitando la regeneración;puede suceder que en algunas áreas la cosechadisminuya la germinación y en otras no. De lamisma manera, la información recabada sobreEuterpe precatoria muestra que las cosechasactuales no son sustentables, lo cual ofrece laoportunidad de rectificar el nivel de cosechaantes de diezmar la población. Como Ander-son (1998) apunta, los estudios de PFNM cu-yas poblaciones son saludables, permiten a losadministradores hacer la pregunta “¿Qué su-cederá si?”, en vez de, “¿Qué salió mal?”.

La ventaja de tener datos biológicos enlos cuales se basan las decisiones de manejo vaacompañada por el desafío de decidir cuálesdeben ser esas decisiones. El manejo se consi-dera esencial para la supervivencia de las po-blaciones de Euterpe e Iriartea. Para Euterpe yBertholletia excelsa, el plantío es estimuladopara aumentar la eficiencia de las cosechas. Elplantío de enriquecimiento como una herra-

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mienta de manejo aumentará la densidad deestas especies en el bosque; con el tiempo lasáreas cosechadas serán más parecidas a planta-ciones que a bosques naturales. El manejo debosques para promover la producción dePFNM ya está ocurriendo y se ha vuelto unarecomendación común en planos de manejode recursos forestales.

La extracción de tallos de Iriartea y Eu-terpe elimina las fuentes de frutos y semillasque alimentan a numerosas especies de anima-les en el bosque. Muchos otros PFNM, comoB. excelsa, son frutos o semillas, y la cosecha deeste tipo de productos está aumentando. Con-siderando lo anterior, se puede inferir clara-mente que se requieren investigaciones que in-cluyan específicamente evaluaciones del im-pacto ecológico tanto del manejo de bosquesen los PFNM, como de la cosecha de frutos.

Estudio de caso: Euterpe oleracea - sistemasde manejo

La típica escena ribereña en el estuariodel río Amazonas es una casa de madera ro-deada por una multitud de palmas útiles, espe-cialmente Euterpe oleracea (açaí). La ubicui-dad de esta palma en áreas estuarinas con po-blación humana revela la importancia del açaíen la vida del habitante amazónico. El açaí ysus productos conforman una parte central enla dieta, cultura y economía de las comunida-des humanas asentadas en los estuarios (An-derson 1988; 1990b; Strudwick & Sobel 1988;Hiraoka 1995; Muñiz-Miret et. al., 1996).

Los primeros exploradores ingleses ob-servaron el uso del açaí y probaron su jugo(Bates 1864). Recientemente, dado que los sis-temas tradicionales de manejo han atraído laatención de científicos y conservacionistas, sehan documentado los usos actuales y poten-ciales de E. oleracea (Strudwick & Sobel 1988;

Pollak et. al., 1995), así como los métodos demanejo y cosecha (Anderson 1988; 1990b; An-derson et. al., 1994), su papel en la vida fami-liar (Anderson & Loris 1992) y en las econo-mías locales y regionales (Warren 1992; Hirao-ka 1995; Muñiz-Miret et. al., 1996), y su po-tencial para incrementar la producción y paralograr un manejo más eficiente (Anderson &Jardim 1989; Jardim & Rombold 1994).

El producto principal cosechado de E.oleracea es el fruto, el cual se procesa en un ju-go viscoso y aceitoso que constituye la base dela alimentación de la mayoría de la poblaciónregional durante la temporada de fructifica-ción (Strudwick & Sobel 1988). Además delconsumo familiar, el jugo es vendido en los pe-queños pueblos y ciudades estuarinas. Los fru-tos se venden al amanecer en los mercados ri-bereños, en canastas de aproximadamente 18kg. El valor de la canasta varía dependiendo dela cantidad de frutos disponibles durante eldía, que a su vez depende del número de pro-ductores locales y la producción que llega delas áreas circundantes. En Abaetetuba, Pará,los precios de la canasta varían entre US$ 1 y18 durante la estación de cosecha (Muñiz-Mi-ret et. al., 1996, Moegenburg, datos no publi-cados). Los frutos se procesan en jugo y se ven-den inmediatamente a un precio de US$ 0.75-4.00 por litro (Strudwick & Sobel 1988, S.Moegenburg, pers. obs.).

El palmito es el segundo producto enimportancia que se obtiene del açaí. El consu-mo local de palmito es mínimo, y la mayoríadel producto se envía a las fábricas de conser-vas en Belém y otras localidades de la región,(e.g., Abaetetuba, Cametá y Breves). Muñiz-Miret et. al., (1996) indican un promedio deventa de US$ 0.70 por unidad en las fábricas,lo que significa un ingreso anual de US$39.20/familia. E. oleracea es actualmente elmayor proveedor de palmito del mundo

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(Strudwick & Sobel 1988; Pollak et. al., 1995).En los años setenta, el estado de Pará produjo96% de los palmitos en Brasil (IBGE 1975). Enesa década, la industria del palmito contribu-yó con aproximadamente US$ 300 millonespor año (Diario do Pará 1993).

Los sistemas de manejo y producciónde E. oleracea son generalmente consideradoseconómica y socialmente sustentables. Losfrutos cosechados tienen que venderse al díasiguiente, antes de descomponerse, por eso eltransporte confiable al mercado es imprescin-dible para obtener ganancias. Anderson y Ioris(1992) descubrieron que las familias de la IslaCombu, cerca de Belém, Pará, ganaban entreUS$ 12 y 640 al mes por la venta del açaí. Mu-ñiz-Miret et. al., (1996) estimaron que el valorneto presente (net present value) de las parce-las de açaí en el estuario varía entre US$ 5,207y 24,155. Esta especie es semi - acuática, ya quecrece mejor en sitios inundados periódica-mente, generalmente en terrenos inadecuadospara la agricultura (Anderson 1988). Como E.oleracea es una palma con varios tallos, la ex-tracción de palmitos no elimina al individuo.La cosecha de frutos no amenaza a las pobla-ciones porque las semillas son abundantes. Porlo tanto, las poblaciones bien manejadas pue-den teóricamente sostener cosechas indefini-damente, y ese prospecto a su vez fomenta elmanejo responsable. El impacto directo de lacosecha de E. oleracea es probablemente míni-mo. Además, el ingreso es relativamente buenoen comparación con otras formas de uso detierra (Anderson 1988; Muñiz-Miret et.al.,1996). El hecho de que el período de fructifi-cación es largo (casi todo el año) permite per-cibir un ingreso estable de la planta; durante elperiodo de baja producción, el ingreso puedeser suplementado con otros productos tal co-mo el palmito.

El manejo de bosques para aumentar laproducción de E. oleracea ya está bien arraiga-do en la cultura de los habitantes del estuario.A pesar de que existen poblaciones naturalesrelativamente densas de E. oleracea en la re-gión (Peters et. al., 1989), el manejo que con-siste en la reducción de competidores, abertu-ra de bosques, y aumento de densidad de E.oleracea y otras plantas económicamente im-portantes, mejora la productividad y eficienciade cosecha (Anderson 1988; 1990b; Anderson& Ioris 1992). Las técnicas de manejo son su-tiles pero implican la dispersión de semillas yla protección ocasional de plantas jóvenes, ydesyerbe o raleo de especies indeseables, comoárboles y lianas sin valor económico que pue-den competir con las palmeras por luz, agua, ynutrientes. La remoción de estas plantas, espe-cialmente parras y lianas, también reduce lacalidad del hábitat para animales peligrososcomo las víboras.

El manejo y sus resultados en el bosquepueden interpretarse de distintas maneras porvarios autores. Por ejemplo, Anderson (1990b)usa la frase “manejo forestal tolerante” paradescribir prácticas que favorecen a las especiesdeseables y eliminan a las indeseables y com-petidoras. Anderson (1990b) asume que estasprácticas mantienen esencialmente la com-posición y estructura del bosque, pero este su-puesto no está probado todavía (Muñiz-Miretet. al., 1996). También se sabe que los frutos deE. oleracea son consumidos por casi todos losanimales del bosque (Romboldt, comunica-ción personal, Moegenburg observación per-sonal). El impacto de la cosecha de los frutosútiles para los frugívoros nunca se ha investi-gado.

Actualmente se investigan los efectosecológicos de la cosecha humana de los frutossobre los frugívoros, y los efectos del manejo

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de bosques para la producción de PFNM en laestructura de la vegetación y las comunidadesanimales. El sistema de producción de E. olera-cea ya descrito fue seleccionado para realizarinvestigaciones por varias razones. Primero, lacosecha y manejo de E. oleracea ocurren en unárea muy grande, que agrupa a mucha gente yuna extensa área cubierta de bosque. En 1972,Calzavara estimó que los bosques dominadospor açaí cubrían 10,000 km2 de superficie.Además, su cosecha está aumentando porquees la principal especie que está siendo promo-vida en las reservas extractivas de Amapá, Bra-sil, y en otras comunidades organizadas (Jar-dim & Rombold 1995). Segundo, los aspectoseconómicos y sociales de su cosecha son bienconocidos. Tercero, entre los PFNM, los frutosy el palmito de açaí cuentan con mercados se-guros y estables. Finalmente, sus característi-cas biológicas tales como tallos múltiples ycrecimiento rápido, significan que el tiempoque transcurre entre el manejo y la venta delos productos es corto, y las poblaciones ma-nejadas responsablemente tienen potencialpara ser cosechadas en forma sustentable. Otracaracterística distinta de la cosecha de E. olera-cea es que los productos son obtenidas deltronco, a diferencia de otras especies como an-diroba, copaiba, bacurí y nuez del Brasil, cuyosfrutos y semillas son recolectadas del suelo. Es-tas variantes implican efectos potenciales so-bre distintos grupos de animales herbívoros,dispersores y depredadores de semillas.

Este estudio se realiza actualmente enel estado de Pará, Brasil. Los ribereños que ha-bitan las islas del río Tocantins cerca de Abae-tetuba, Pará, manejan los bosques alrededorde sus casas para la producción de E. oleraceay obtienen la mayor parte de sus ingresos conla venta de productos de açaí (Hiraoka 1995;Muñiz-Miret et. al., 1996). La conversión lentadel bosque ribereño en un bosque dominado

por açaí y otras plantas económicamente im-portantes (“açaízación”), empezó aproxima-damente 25 años atrás, cuando la industria depalmitos se trasladó del sur de Brasil a la Ama-zonía después del agotamiento de la fuente depalmitos en el sur (Hiraoka 1995; Pollak et. al.,1995).

Los efectos del manejo de E. oleraceafueron estudiados comparando fragmentos debosques manejados y no manejados, con ex-tracción selectiva de madera en ambos casos.Se comparó la estructura de la vegetación y lascomunidades de aves del sotobosque en cincoparcelas de cada tipo de bosque. La estructurade la vegetación se diferenció significativa-mente entre ambos tipos de bosques (Tabla8.1, Figura 8.1). La altura y densidad del dosel,y el área basal arbórea fueron mayores en losfragmentos de bosque no manejado, que enlos parches manejados para E. oleracea. El por-centaje de estratos distintos a intervalos de5m, desde el nivel del suelo hasta 20 m de al-tura, también varió entre tipos de bosque entodos los intervalos, a excepción del primero(0-5m; Tabla 8.1). La composición y las densi-dades de árboles (tallos) de todas las especiestambién presentaron diferencias significativasentre tipos de bosque (densidades mayores enbosques no manejados; Figura 8.1). Por elcontrario y de acuerdo a lo esperado, el bosquemanejado presentó una mayor densidad de E.oleracea. Los individuos de especies de made-ras duras con diámetro a la altura del pecho(dap) <10cm, grupos de hierbas exóticas, yMontrichardia arborescens (Marantaceae, co-nocida localmente como aninga), tambiénfueron más comunes en bosques manejados.Los árboles con otros tipos de tallos, incluyen-do palmas como Mauritia flexuosa, Raphiataedigera, las especies de maderas duras condbh >10cm, y las lianas, son más abundantesen bosques no manejados.

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Tabla 8.1. Comparación de la estructura de la vegetación y el micro clima entre bosques manejados y bosques no manejados para Euterpe oleracea. Las variables marcadas con*

son significativamente distintas (p<0.10) entre los dos hábitats.

Variable Medio manejado Medio no manejado

Densidad del dosel (%) 93.93 99.36Altura del dosel (Metros)* 10.16 16.18Area basal (m2 por hectárea) 3.37 16.42Porcentaje vegetación 0-5m 16.84 12.10Porcentaje vegetación 5-10m8* 16.14 26.84Porcentaje vegetación 10-15m* 6.7 32.20Porcentaje vegetación 15-20m* 1.00 13.80Temperatura, 6:00 25.61 26.47Temperatura, 12:00 34.07 31.03Humedad relativa, 6:00 88.50 86.50Humedad relativa, 12:00 69.25 75.50Humedad relativa, 18:00 82.00 81.50

Figura 8.1. Número medio de tallos diferentes en 5 tipos de parcelas de 50 metros cuadrados manejadas pa-ra la producción de Euterpe oleracea.

# Tallos

Manejadohabitat

no manejado

Euterpe aleracea

otras palmas

no-palmas>10cmdbh

no-palmas< 10cmdbh

bejucos

lianas

Bloques de pastos

Montrichardia sp.

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Además de la vegetación, el microclimase diferenció entre los dos tipos de bosques(Tabla 8.1). Las temperaturas tomadas entrelas 6:00 y 18:00 horas, y los valores de hume-dad relativa no se distinguieron mucho entrelos dos tipos de bosque. Sin embargo, la tem-peratura del medio día en las parcelas maneja-das fué significantemente más alta que en lasno manejadas, en tanto que las humedades re-lativas registradas fueron menores. Por consi-guiente, los fragmentos manejados para laproducción de E. oleracea sufren mayores fluc-tuaciones diarias en sus condiciones microcli-máticas que sus contrapartes no manejadas.

Las comunidades de aves del sotobos-que también son distintas (Figura 8.2). Mien-tras que el número total de especies es mayoren los bosques manejados, los tipos de avescapturadas variaron significantemente entrelos dos tipos de bosque. El muestreo se realizócon redes de niebla durante el período de fruc-tificación (Septiembre - Noviembre 1997), porlo que varias especies de aves frugívoras fueronatrapadas en el bosque manejado. Los gruposde especies más abundantes en fragmentos nomanejados incluyeron colibríes y especies in-sectívoras, tales como los hormigueros (For-micariidae), picamaderos (Dendro-colaptidae),y horneros (Furnariidae). Cinco especies (Ba-sileuterus rivularis, Xenops minutus, Thamnop-hilus punctatus, Hypocnemoides melanopogon,y Glyphorynchus spiurus) fueron capturadassolamente en bosques no intervenidos, lo cualsugiere que posiblemente no toleran las condi-ciones del bosque manejado para E. oleracea.Además, no se observó ningún nido en el bos-que manejado, lo que puede ser un indicadorde la importancia de los fragmentos de bosqueno manejados como hábitat críticos para la re-producción de las aves del sotobosque.

Las investigaciones para evaluar la res-puesta de las aves frugívoras a la cosecha de

frutos por seres humanos están en marcha. Enel Bosque Nacional de Caxiuanã, Pará, se le-vantaron censos de frutos de E. oleracea y seestimó la abundancia de frugívoros en cuatrofragmentos de bosque con alta densidad po-blacional de esta palma durante el período defructificación en 1997 (Junio-Septiembre). Laabundancia de frutos maduros declinó conti-nuamente durante la estación, al igual que eltiempo de visita de los loros en los fragmentos.

En resumen, la estructura de la vegeta-ción, el microclima y las comunidades de avesson distintos entre los bosques manejados yno manejados. Estos datos ofrecen una impor-tante evidencia de que el “manejo forestal to-lerante” (sensu Anderson 1990b) practicadopor los ribereños en el área de estudio, si bienmantiene la cobertura forestal, ocasiona nota-bles cambios estructurales en los bosques ma-nejados. Tanto la estructura de la vegetacióncomo la composición de las comunidades deaves son muy distintas entre ambos tipos debosques. Aunque los estudios del efecto de losfrugívoros en la cosecha de frutos aún no estáncompletos, los datos obtenidos en 1997 indi-can que existe un vínculo entre abundancia defrutos y la presencia de especies de aves frugí-voras, lo que sugiere que la cosecha de frutosinfluye en la abundancia y posiblemente tam-bién en el comportamiento de las aves.

El uso de información ecológica para mejo-rar el manejo y la cosecha de PFNM

Los estudios de la nuez del Brasil y de laspalmas Euterpe precatoria, Iriartea deltoidea, y E.oleracea, proveen información que puede ser útilpara implementar prácticas de extracción ecoló-gicamente sustentables, y promueven la conser-vación forestal. Como sucede con los estudiossobre explotación maderera e impacto de la ca-cería, el siguiente paso es el desarrollo de méto-dos para incorporar los resultados de las investi-gaciones a las actividades de manejo y cosecha.

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Uno de los métodos más prometedorespara promover el manejo y cosecha responsa-bles de productos forestales es la certificaciónecológica (Viana et. al., 1996; Kiker & Putz1997). En la certificación ecológica,

“….la idea fundamental es que productos muysimilares serían vistos por los consumidorescomo productos diferentes si se provee infor-mación adicional sobre los mismos. En este ca-so la información adicional es la garantía por

una organización acreditada que… el produc-to fue producido de una manera ecológica ysocialmente aceptable. Esto es, el producto tie-ne una “certificación” significativa que loacompaña y distingue a la vista de los consu-midores… Al final, el objetivo de los procesosde certificación es el de proveer un instrumen-to para que los consumidores puedan expresarsus gustos, preferencias y valores con más pre-cisión en el mercado” (Kiker & Putz 1997: 38).

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 117

Figura 8.2. Número de aves, de familias diferentes, capturadas durante 216 horas de red-niebla en cada unade las 5 parcelas manejadas para la producción de Euterpe oleracea, y 5 parcelas no manejadasDe acuerdo con los hábitos alimenticios se clasifican del siguiente modo: Columbidae (palomas), Pipridae (ma-nakins), Cotingidae (cotingas), Tyrannidae (papamoscas), Turdidae (tordos), Thraupidae (tanagers), y Frigillidae(tentillones), las cuales se alimentan principalmente de frutas y semillas. Insectívoras Dendrocolaptidae (pája-ros carpinteros), Furnariidae (spinetails), Formicariidae (hormigueros), Parulidae (canoros), y Coerbidae (bana-naquit). Los Trochiliidae (colibríes) son nectarívoros y los Alcenididae (pescadores) piscívoros y Cuculidae (cu-ciclillos) omnívoros.

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Familia Avian

Bosque manejado

Bosque no manejado

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El esquema de certificación concebidopor Kiker & Putz (1997) tiene una variada ga-ma de participantes, incluyendo al bosquemismo, la compañía forestal, una organiza-ción no gubernamental (ONG) local que cer-tifica, una ONG internacional, y los mercados.Existe mucha interacción entre estos elemen-tos, particularmente entre la compañía fores-tal y la ONG que certifica, la que a su vez tra-baja en conjunto con la ONG internacional. Eldiseño depende de la voluntad del consumidorpara pagar un precio más alto por los produc-tos certificados, y de un estatus de certifica-ción que refleje sistemas de manejo y cosechaecológicamente responsables.

¿Cómo podría la certificación ser apli-cada a los productos resaltados en este traba-jo? La diversidad de problemas ocasionadospor la cosecha de PFNM debe reflejarse en unadiversidad de pautas creativas de certificación.Por ejemplo, si la información ecológica indi-ca que la cosecha de la nuez del Brasil está dis-minuyendo la generación de poblaciones nati-vas, entonces la cosecha debe ser reducida pa-ra garantizar la regeneración, o alternativa-mente debe iniciarse un programa de siembrade renuevos de la especie. Comunidades quereduzcan la cosecha, efectúen replantes, y de-muestren altos niveles de regeneración en susbosques podrían adquirir el estatus de certifi-cación y así compensar las pérdidas financie-ras resultantes de un menor volumen de ven-tas con un mejor precio por unidad. En el ca-so de Euterpe precatoria, se encontró que la co-secha de adultos en edad reproductiva estabadisminuyendo la abundancia de los mismosen futuras poblaciones. Así, la certificaciónpuede significar una reducción en la intensi-dad de cosecha de tallos en combinación conplantaciones de enriquecimiento para suple-mentar la regeneración de la población. La co-secha de Iriartea deltoidea aparentemente tiene

distintos efectos en diferentes tipos de bosquecon demografía particular. El proceso de certi-ficación podría seguir la recomendación deAnderson (1988), y concentrar la cosecha enpoblaciones de bosques secundarios conabundantes subadultos que pueden reempla-zar a los adultos cosechados.

Los estudios de Euterpe oleracea sugie-ren otra manera en que la certificación puedeutilizarse para promover la conservación fo-restal. La extracción de palmito o frutos de E.oleracea no parece afectar a la población cose-chada; en cambio, es el manejo de la palma elque parece afectar la estructura de los bosquesy las comunidades animales. Existen muchasáreas cosechadas en las márgenes de los ríos.Durante el estudio observé que tierra adentro,donde se practicó solamente la explotaciónmaderera selectiva, la estructura de la vegeta-ción está más intacta. Esos fragmentos de bos-que probablemente cumplen importantesfunciones en los ecosistemas locales al consti-tuir un hábitat adecuado para la anidación dealgunas aves y el hábitat primario para otrasespecies. La conversión de los fragmentos debosque en áreas intensamente manejadas parael aprovechamiento de Euterpe oleracea puederesultar en la pérdida de diversidad biológica ybeneficios ambientales.

La mejor estrategia de conservaciónpara esta región ya alterada probablemente se-ría dejar las parcelas semidegradadas intactas.Todos los incentivos actuales, sin embargo, pa-recen actuar en contra de esta estrategia. Lagente que convierte más bosques para la pro-ducción de E. oleracea produce más palmito yfrutos, cuya venta aumenta sus ingresos.

Existe potencial para certificar a pro-ductores de E. oleracea que dejan un porcenta-je o incluso todo el resto de sus tierras en con-diciones naturales. Estos productores tendríanla garantía de poder ofrecer precios más altos

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para su palmito y frutos en el mercado local. Siellos convirtieran sus bosques en áreas de pro-ducción de E. oleracea, perderían la certifica-ción y tendrían que ingresar a un mercadomuy competitivo en el que los precios podríanbajar hasta US$ 1.00 por canasta. Mientras losingresos de los productores certificados per-manezcan arriba de los no certificados, ese sis-tema de incentivo puede ser funcional.

La certificación de PFNM podría fun-cionar conjuntamente con otras estrategias deconservación y desarrollo. Por ejemplo, variosgrupos trabajan para desarrollar planes demanejo, extracción, y comercialización en lasreservas extractivas del Brasil. Actualmente,cuatro reservas extractivas en tres estados bra-sileños comprenden más de 2.1 millones dehectáreas y sostienen aproximadamente a4.000 familias (Mattoso & Fleischfresser 1994;Alves 1995). Podrían establecerse hasta 16 re-servas adicionales a las ya existentes; lo queconstituiría la mayor área destinada a la con-servación en Brasil (Fearnside 1989). Por nor-ma la cosecha de PFNM en las reservas extrac-tivas debe ser sustentable, a manera de asegu-rar a largo plazo la salud de los recursos. La ex-tracción sustentable puede ayudar las comuni-dades humanas de las reservas a obtener unprecio más alto por sus productos si éstos soncertificados.

Conclusiones

Los impactos ecológicos del manejo yla cosecha de PFNM han sido eclipsados por elénfasis en la viabilidad socioeconómica. El co-nocimiento de dichos impactos está limitadopor la carencia de información biológica, el re-conocimiento de las especies proveedoras de

PFNM como componentes de comunidadesecológicas, y por el desacuerdo en la definiciónde sustentabilidad. Sin embargo, mucho de loque se conoce acerca de los ecosistemas fores-tales, particularmente las interacciones entreplantas y animales, sugiere que los impactosson previsibles. Los impactos pueden consistiren el empobrecimiento ecosistémico o pobla-cional, los cuales pueden manifestarse comoefectos directos en individuos o poblacionescosechadas, efectos indirectos en especies aso-ciadas y comunidades, o efectos de manejo.

Algunos de los PFNM mejor conoci-dos, como la nuez del Brasil y algunos produc-tos de palmas, demuestran que el manejo y lacosecha impactan a las poblaciones, a la rege-neración, a las generaciones futuras, a la es-tructura forestal, y a las especies coexistentes.La información proveniente de futuras investi-gaciones probablemente verificará el impactogeneral del manejo y la cosecha de PFNM.Aunque menos evidente que los efectos de laexplotación maderera o la conversión de bos-ques en terrenos de cultivo, tal impacto alterala capacidad de los bosques para conservar ladiversidad biológica, que es la meta deseadapor muchas comunidades organizadas para laextracción y mercadeo de PFNM. El empleode la certificación ecológica para PFNM tieneun gran potencial para asegurar que el impac-to ecológico del manejo y la cosecha de PFNMsean considerados junto con análisis sociales yeconómicos en programas de conservación ymanejo de bosques. El potencial para una co-secha verdaderamente sustentable de losPFNM se incrementará notablemente si losplanes de manejo, extracción, y certificación sebasan en la investigación.

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Desde hace mucho tiempo han llama-do la atención, la extracción ilegal de maderade los bosques y el consecuente descenso delbosque lluvioso tropical en el Amazonas. Es-pecialmente en la parte occidental del Amazo-nas, con su pequeña población, no se ha pues-to fin a la existencia de grandes propietariosquienes especulan con la tierra y compran in-mensas parcelas para el desarrollo de laganadería.

La deforestación y quema han genera-do la disminución de las área de bosques(Fearnside 1996). Un análisis de los datos ob-tenidos por satélite permite verificar que elpromedio anual de deforestación fue de21.218 km2 de 1978 a 1989 (Fearnside et. al.,1990). El Instituto Nacional de Pesquisas Es-paciales (INPE 1992), estimó que el área anualde deforestación fue de 17.860 km2 en 1989,13.810 km2 en 1990 y de 11.130 km2 en 1991.Más aún, la Superintendência do Desenvolvi-mento da Amazônia y el Programa de las Na-ciones Unidas para el Desarrollo (SUDAM/P-NUD 1994), reportaron que el área deforesta-da se incrementó más de 20% en Rondônia yMato Grosso y que alcanzó el 10% en la Ama-zônia Legal.

Por otra parte, el estuario del Amazo-nas los habitantes locales están en su mayoríaen bosques secundarios en los que la tala y laregeneración se repiten constantemente. Estosbosques son diferentes de los bosques del oes-

te Amazónico ya que no son demarcados paracontrolar y evaluar los recursos forestales o lasáreas deforestadas. El bosque inundado (bos-que de várzea) predomina en el curso bajo delAmazonas. La estructura de este bosque y suflora difieren de las del bosque no inundado(bosque de terra firme), dado que las partesmás bajas son inundadas dos veces al día debi-do a la actividad de la marea. En el estuario delAmazonas se inunda tanto el curso principalcomo los tributarios (Sioli 1984; Soares 1991).Los bosques de terra firme se localizan sobrecolinas de 7 a 8 metros de altura, al igual quelos bosques del oeste del Amazonas.

En la planicie inundada del estuario,donde los medios de comunicación no estándesarrollados, la gente se desplaza a través delos ríos. De igual manera, los bienes de consu-mo van y vienen por los ríos. Anteriormentelos habitantes de la región vivían de la pesca yde la recolección de productos del bosque. Enlos bosques de tierra firme se cultivaba yuca yfrijol para uso doméstico, se pescaba camarónusando métodos tradicionales y en el ingeniode caña se producía azúcar y aguardiente; éstaera la única industria local en el estuario (An-derson, S.D. 1991). Sin embargo, después de1975 la economía autosuficiente colapsó debi-do a la influencia de la economía monetaria yal crecimiento de la población en el área me-tropolitana de Belém. La agroindustria de pal-ma de açaí (Euterpe oleracea Mart.) y de frutas

Desaparición de bosques por consumo de leña en el estuario del Amazonas

A. Tsuchiya

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tropicales, la industria alfarera y la de extrac-ción de resina han experimentado un rápidocrecimiento (Hiraoka 1993). Dentro de estasactividades, merecen especial mención el cul-tivo de palma de açaí y la producción de tejaen las fábricas de cerámica (olarias) (Hiraoka1995). Se piensa que los árboles de la várzeason cortados y reemplazados por palmas deaçaí y que el consumo de madera se está incre-mentando por la combustión de leña en las fá-bricas. Tsuchiya (1996) analizó los anillos delas especies de los bosques de la várzea y la te-rra firme en la isla de Abaetetuba cerca deBelém y señaló que los árboles de la várzea notienen los anillosclaramente delimitados y quela densidad de madera es más pequeña que lade las especies de la terra firme debido al am-biente especial de inundación.

El propósito de este estudio es compa-rar el consumo de leña por parte de las fábri-cas de cerámica con la biomasa del bosque, afin de analizar el balance entre el uso de la ma-dera y la regeneración del bosque en el estua-rio del Amazonas.

Area y métodos de estudio

Área de Estudio

La figura 9.1 muestra la ubicación de laisla de Abaetetuba donde se llevó a cabo el tra-bajo de campo. La isla se localiza a 60 km al su-doeste de Belém, la capital del estado de Pará,y a 3 km al noroeste de la ciudad de Abaetetu-ba. Esta isla, incluyendo la isla de Marajó, secreó por depósito aluvial transportado tantopor el río Pará como por el río Tocantins. Alinterior de la isla hay un gran número de pe-queños tributarios llamados furo o igarapé, yel nivel del agua sube y baja de acuerdo a la ac-tividad de la marea. La isla completa es un tí-pico ejemplo de llanura fluvial. Aunque lafluctuación temporal del nivel de agua entre latemporada de lluvias y la temporada de sequíano es muy grande (entre 1 y 2 metros), la fluc-tuación de la marea, que se repite cada 6 horas,alcanza casi 3 metros; durante la marea de pri-mavera el nivel sube hasta tres metros másarriba. El registro pluvial anual es de alrededor

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Figura 9.1. Localización del área de estudio

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de 2.800 mm, y de acuerdo con la clasificaciónclimática de Köppen, esta región pertenece alclima Af. Sin embargo, la diferencia estacionales evidente entre la temporada de lluvias, queabarca de diciembre a junio, y la temporada desequía, que va de julio a noviembre (SU-DAM/PHCA 1984). Por consiguiente, la con-dición del agua en la terra firme es muy dife-rente de la de la várzea, especialmente en latemporada de sequía, pues esta última está ba-jo la influencia de las inundaciones. De acuer-do con los cálculos de balance de agua deThornthwaite y Mather, durante la temporadade sequía hay un déficit de agua de 300 mm. Sepiensa que la terra firme está directamente in-fluenciada por esta cantidad de agua y que lavegetación depende también de las diferentescondiciones de la misma. En esta región coe-xisten dos tipos de bosques, uno es el bosquede várzea asentado en la llanura fluvial y elotro es el denominado terra firme que se loca-liza predominantemente sobre colinas. La lla-nura fluvial puede verse a ambos lados del ríoy tiene una extensión aproximada de 100 a 200metros. Más adentro, las colinas se conviertenen área de terra firme con una zona de transi-ción llamada “ica”. La llanura fluvial es anchaen la parte norte de la isla dado que la altitudes menor de 10 metros, mientras que el áreano inundada es dominante al interior de laparte sur y a lo largo del río Pará que tiene unaalta velocidad sedimentaria.

Métodos de estudio

En julio de 1995 se llevó a cabo uncuestionario acerca de las fábricas de cerámicaa lo largo de los ríos Maracapucu Mirí y FuroMaracapucu (Figura 9.1). Fueron 10 las fábri-cas encuestadas. A través de este cuestionariose investigó la producción mensual, estacional

y anual de teja, la cantidad de barro usado y suprecio, cómo se adquiere y se procesa el barro,cómo se obtiene la leña, las especies de árbolesempleadas como leña, el proceso de quema, lacantidad de leña utilizada, el precio de la teja,la ganancia real, la fuerza de trabajo, el año defundación de la fábrica, etc. De igual manera,se midieron el tamaño y el número de troncosy ramas en cada unidad de leña.

El inventario forestal se llevó a cabo en1993 y 1994. El de la región de várzea se esta-bleció en un bosque a lo largo del río Maraca-pucu Mirí y la de terra firme se estableció 500metros al interior del Furo Maracapucu. Ladistancia entre ambas regiones fue de alrede-dor de 4 km. En cada sitio se establecieroncuatro cuadrantes de 400 m2 cada uno. Dichoscuadrantes reciben el nombre de VQ1, VQ2,VQ3, VQ4 en la zona de várzea y TQ1, TQ2,TQ3, TQ4 en parte de terra firme. Se midieronla altura y el diámetro de los árboles a la altu-ra del pecho (DBH). Sin embargo, se excluye-ron los árboles cuyo DBH fue menor de 5 cm.Para obtener el número de anillos se colecta-ron los discos de todos los árboles de VQ4 yTQ4. En la región de la várzea también fueroncontadas las palmas existentes.

Resultados

Producción de Teja

Hay un total de 260 fábricas de cerámi-cas en toda la isla de Abaetetuba de las cuales50 están ubicadas en el área de estudio. Losprincipales productos de cerámica (teja, ladri-llos, platos, vasijas, utensilios de cocina) varíande acuerdo a los ríos, pero la producción de te-ja es predominante. Recientemente, la produc-ción de teja se está convirtiendo en una de lasprincipales industrias locales debido a los si-

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guientes factores: (1) la tierra aluvial necesariapara la teja se acumula a una profundidad dedos metros bajo los causes de los ríos, (2) sepueden utilizar abundantes árboles comocombustible, (3) la palma de açaí es transplan-tada después de cortar los árboles, y (4) la de-manda de productos de cerámica, especial-mente de teja para techar se está incrementan-do debido al crecimiento demográfico deBelém. La producción de teja en el estuario delAmazonas es el segundo recurso de ingresos,seguido por la palma de açaí.

El proceso de producción comienzacon la adquisición de barro y leña. Ambos secomercializan por unidad de corda. En el casode la leña, la unidad es de 18 cuartas horizon-tales por 9 cuartas verticales (alrededor de 3.6metros x 1.8 metros). El promedio de longitudde la madera es de 1.5 metros. El volumen to-tal es de alrededor de 9.72 m2, y cada corda setransporta por bote. La leña se protege de lalluvia en la fábrica y se usa una vez que se hasecado completamente. Una corda de barro esde 1m2. Aunque depende de la medida de lateja, con 4m de barro se elaboran alrededor de3.000 piezas de teja de tipo común con unalongitud de 46 cm. Los trabajadores de las fá-bricas de cerámica algunas veces se autopro-veen de leña, mientras que el barro es general-mente proporcionado por especialistas.

El barro es generalmente amasado conpiernas y manos, pero en algunas fábricas degran capital se usa una máquina activada condiesel llamada maromba. Un modelo de teja esgeneralmente cortado por medio de una sim-ple máquina de prensa después de haber pin-tado el barro con resina de andiroba (Carapaguianensis) y aceite diesel. Aparte de la común,hay otro tipo de teja llamada colonial, la cuales ligeramente más grande (50 cm de largo). Elprecio de venta de teja común para corretaje esde cerca de 50 céntimos, y el de la colonial es

de 70 céntimos. Después de cortar una pieza,la teja se seca en un anaquel hecho de troncosde jupatí (Raphia vinfer), una especie de pal-ma. Secar la teja toma de 3 a 4 días en tempo-rada de sequía, pero puede llevar de 5 días ados semanas en la temporada de lluvias.

Hay tres etapas en el proceso de quemade teja. La primera consiste en hornear a bajatemperatura por 2 noches utilizando especiesde árboles de la várzea como combustible (es-te proceso es llamado calentamiento). La se-gunda consiste en hornear la teja por la nochea altas temperaturas durante 12 horas utilizan-do especies de la terra firme como combusti-ble (este proceso se denomina quema). La ter-cera etapa, llamada de enfriamiento, consisteen dejar enfriar las tejas en el horno de unanoche a cuatro días, después de que el procesode quema ha terminado, y finalmente, se expo-nen al frío nuevamente durante tres días. Lostroncos y las hojas de palmas de açaí y miri-tí(Mauritia flexuosa) son usadas frecuente-mente para producir el fuego. Cuando no hayárboles de terra firme disponibles, las especiesde árboles de la várzea son también usados pa-ra el proceso de quema a alta temperatura. Lastejas terminadas son vendidas a corretaje y setransportan a los mercados de Abaetetuba yBelém.

La figura 9.2 muestra la producciónanual de teja en 10 fábricas. Como se mencio-nó arriba, la producción depende del tiempoque tarde en secarse la teja cruda, así que du-rante la temporada de sequía se produce másteja que en la temporada de lluvias la cual essumamente húmeda. La diferencia de produc-ción en las fábricas se explica por el tamaño delas mismas y la diferencia en mano de obra.Por ejemplo, la fábrica No.7 se construyó hace40 años y su propietario cuenta con una ma-romba, cuatro máquinas de prensa para cortarla teja y dos hornos. Durante la temporada de

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sequía se produce teja dos o tres veces por mesy sólo una vez durante la temporada de lluvias.El número de piezas en cada producción osci-la entre 6.500 y 10.000 piezas. La ganancia reales relativamente alta (cerca de US $250/mes)después de pagar el costo de materiales a razónde $25 por leña, $5 por barro y $35 por trans-porte. La producción total de teja en las 10 ola-rias es de 1,333,500 piezas por año.

Consumo de leña

El consumo anual de leña en las 10 fá-bricas es de 530.6 cordas (5.157.83m2). Estosignifica que una pieza de teja se produce con-sumiendo cerca de 3.000 ó 4.000 cm2 de leña(3,616 cm2 en promedio). El número de espe-cies de árboles usadas en las fábricas es de 24en el caso de los bosques de várzea y 16 en elcaso de los de terra firme. Las especies de bos-que de várzea se usan más debido a que es másfácil transportar los árboles de la várzea a tra-vés de los ríos que los de terra firme que cre-

cen en el interior. Respecto a la combinaciónde especies de várzea y terra firme en una cor-da, se puede decir que, en general, el 80-85%del volumen de madera en una corda es de es-pecies de várzea y el restante 15-20% es de es-pecies de terra firme. Los árboles son cortadosnormalmente por taladores profesionales apetición del propietario de la tierra. Los bos-ques de 25 a 30 años de edad son desbastadospor tala, pero la superficie talada no excedeuna hectárea en cada tala. En la mayoría de loscasos, el propietario transplanta palmas deaçaí después de que los taladores han taladolos bosques de várzea o cultiva yuca cuando setrata de bosques de terra firme. El cultivo espequeño debido a que la yuca es cultivada só-lo para uso doméstico (Moran 1995).

El radio promedio de árboles empaca-dos en una corda fue de 8.45 cm en troncosgruesos, de 5.60 cm en troncos medianos, y de2.79 cm cuando se trataba de troncos peque-ños. En algunos casos se encontraban troncoscon un radio de entre 11 y 15 cm, los cuales no

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Figura 9.2. Producción anual de teja en 10 fábricas

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podían ser empacados. El número de troncosen una corda era de 227 en los casos en que lacorda se componía sólo de troncos gruesos, de518 en el caso de troncos medianos, de 2.080cuando se trataba de troncos pequeños y deentre 26 y 130 en el caso de troncos excepcio-nalmente gruesos. La longitud de los troncosera casi siempre uniforme: 1.5 metros. Cadacorda contiene un gran número de árboles.

El consumo anual de leña se estimó enpeso seco, dado que entre el 80 y el 85% de unacorda eran árboles de la várzea. La densidadpromedio de especies de la várzea fue de0.60g/cm2, y la de las especies de tierra firmefue de 0.71g/cm2 (Figura 9.3). Para la densi-dad de madera ver Tsuchiya (1996). En la figu-ra 9.3, el consumo de leña se estimó en cuatrocasos mediante el cambio de composición deespecies de árboles de várzea y terra firme deV0T100, de los cuales todos los árboles fueron

tomados como especies de tierra firme, aV100T0 de los cuales todos los árboles fueronconsiderados como especies de la várzea. Ladiferencia entre ambos resultó ser de más de300 toneladas debido a que la densidad de ma-dera es diferente en cada bosque.

Discusión

Impacto humano y biomasa forestal

Para estimar la edad de los árboles secontó su número de anillos, en muestras dediscos de tres cuadrantes de la várzea y tres dela terra firme. Como resultado, se encontróque en cada bosque, del 3 al 8% de los árbolestenían más de 30 anillos. Esto significa que elbosque estaba listo para ser talado porque enesta región la explotación rotativa de los bos-ques es cada 25 ó 30 años. La Tabla 9.1 mues-tra las especies y el número de árboles en cada

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Figura 9.3. Peso del consumo anual de leña en 10 fábricasEl cálculo en cuatro casos considera la combinación de leña entre especies de árboles de la várzea y la terrafirme y la respectiva densidad de su madera.

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cuadrante. Los cuadrantes de la várzea tienenun menor número de especies tales como elPterocarpus amazonicus, mientras que en loscuadrantes de la terra firme, tanto el númerode especies como el número de árboles es ma-yor. Esto muestra que las especies que sonadaptables a las condiciones especiales deinundación en los bosques de la várzea sonrestringidas. El número total de árboles enVQ3 es de 38, mientras el número de palmasde açaí y mirití es más del doble. En los bos-ques de la várzea predominan las palmas sobrelos árboles. La figura 9.4 muestra la distribu-ción altura-clase de los árboles en VQ1 y VQ3.El número de árboles menores de 10m es me-nor en el cuadrante VQ3. Esto se debe al ina-propiado manejo del bosque. En el interior delbosque se encuentra una gran cantidad de ce-pas. En el caso de los cuadrantes de terra firmela altura de las copas alcanza 30m y en el sue-lo del bosque se encuentran también muchosárboles jóvenes. Debido a que el bosque de te-rra firme se extiende en el interior, escapa a laexcesiva utilización por los habitantes.

Aunque la palma de açaí es amplia-mente cultivada en los bosques de la várzea, suárea es limitada (0.5 a 3.0 ha). Los açaizales selocalizan comúnmente alrededor de las vi-viendas a lo largo de los ríos. La palma de açaíse reproduce mediante la regeneración naturalo bien mediante la plantación de pequeños ar-bustos. Después de 10 años, los arbustos tie-nen entre cuatro y seis tallos y alcanzan una al-tura de entre 10 y 15m. Cuando llegan a sumáximo desarrollo, los troncos viejos son re-movidos para permitir el crecimiento de lostallos jóvenes. El corazón de la palma (palmi-to) y su fruto son cosechados para su venta.Los palmitos se procesan para exportación y lafruta es vendida en la región. El jugo, llamado

vino de açaí, es uno de los principales compo-nentes de la dieta de los pobladores de la re-gión. Por esta razón, la palma de açaí se haconvertido en el recurso más importante delestuario (Pollak et., al. 1995). Por consiguien-te, los árboles y ramas que no son necesariosson removidos. El número de açaí es de 11 enVQ1, 42 en VQ2 y 83 en VQ3. En VQ3 se ob-serva un mayor manejo del bosque, mientrasque VQ1 muestra el más bajo control.

La biomasa se calculó de acuerdo a unaecuación alométrica sugerida por Higuchi et.,al. (1994). Los coeficientes se dividen en dosmodelos de acuerdo con DBH: ln(WF) = -2.4768 + 2.2301ln(D) + 0.6518ln(TH) (5=<DBH<20cm) y ln(WF) = -3.8102 +1.4631ln(D) + 1.8190ln(TH) (DBH>=20cm).Donde ln es tronco natural, WF: peso fresco,D: DBH, y TH: altura del árbol. Auer (1993)intentó encontrar la ecuación alométrica en elestuario del Amazonas, sin embargo, estaecuación no cubre todas las especies en la zo-na. Los diferentes modelos empleados por losinvestigadores han generado un sin fin de pre-guntas y controversias al estimar la biomasa enárea de bosque o al calcular el bióxido de car-bono liberado en incendios forestales. No obs-tante, después de realizar un cuidadoso exa-men entre la biomasa real y la biomasa estima-da en varios lugares del Amazonas, Higuchi et.al., (1994). recomendaron emplear su modelo.

La biomasa de peso seco de cada cua-drante se estimó como se muestra en la Figura9.5, considerando que el peso seco representaun promedio de 60.4% con respecto al pesofresco. Tres cuadrantes de terra firme mostra-ron casi el mismo valor, mientras que la bio-masa fue enormemente diferente en los cua-drantes de la várzea, de 20.43t/400m2 en VQ1y 6.01t/400m2 en VQ3. Se piensa que esta di-

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Tabla 9.1. Composición de la flora y número de árboles en tres cuadrantes de la várzea y tres cuadrantes de terra firme (/400m2).

Scientific name Local name Number of individuals (400m2)

VQ1 VQ2 VQ3 TQ1 TQ2 TQ3

Trees

Pterocarpus amazonicus Mututí da várzea 54 27 23 - - -Pachira acuatica Mamorama 8 11 2 - 1 3Vatairea guianensis Faveira 7 8 - - - -Virola surinamensis Ucuúba da várzea 7 1 4 - - -Avicennia nitida Ciriúba 4 1 - - - -Mangifera indica Mangeira 3 2 - - - -Margaritaria nobilis Indrinha 3 1 1 - - -Caryocar villosum Piquiá 1 - - - - -Symphonia gloulifera Ananí - 2 - - - -Duroia macrophylla Puruí da mata - 1 - 1 1 -Zygia sp. Jarandeua - 1 - - - -Heve brasiliensis Seringeira - - 7 - - -Pentaclethra macroloba Pracaxí - - 1 - - -Vochysia vismiaefolia Quaruba cedro - - - 26 12 13Goupia glabra Cupiuba - - - 13 1 -Gustavia augusta Jeniparana - - - 8 4 3Tapirira guianensis Tatapiririca - - - 5 - -Eschweilera amazonica Maparajuba - - - 2 3 -Triplaris surinamensis Tachí - - - 4 4 3Emmotum tagifolium Muiraximbe - - - 3 - -Manilkara amazonica Maparajuba - - - 2 3 -Acacia polyphyila Paricarana - - - 1 1 -Apeiba burchelli Pente de macaco - - - 1 - -Aspidosperma eteatum Araracanga - - - 1 - -Duguettia cauriflora Envira - - - 1 1 6Iryanthera sagotiana Ucuubarana - - - 1 - 1Sagotia racemosa Arataciú - - - 1 - -Sterculia pilosa Capoteiro - - - 1 1 -Sterculia elata Arara - - - 1 1 -Buchenauia sp. Cinzeira - - - 1 1 -Undefined Jeneira - - - 1 - -Erisma uncinatum Podemastro - - - 1 2 -Hymenaea intermedia Jutaí - - - - 22 5Platonia insignis Bacurí - - - - 5 -Clidemia hirta Catininga - - - - 3 1Poragueiba guianensis Marirana - - - - 3 -Ormosia coutinhoi Buiuçú - - - - 2 -Swartzia racemosa Pacapeua - - - - 2 -Didymopanax morototoni Morototo - - - - 1 -Guarea kunthiana Jataúba - - - - 1 1Mora paraensis Pracuúba - - - - 1 -Simaruba amara Marupá - - - - 1 1Tovomita cephalostigma Manguerana - - - - 1 -Vouacapoua americana Acapu - - - - 1 -Myrcia falax Murta - - - - - 8Undefined Cama - - - - - 6Humiria balsamitera Mirí - - - - - 4Duguetia tlagelaris Caatinga de cutia - - - - - 2Britoa acida Goiabarana - - - - - 1Pipthecellobium decandrum Soboeiro amarelo - - - - - 1Undefined Azulzinho - - - - - 1

Total 87 55 38 77 80 82

PalmsEuterpe oleracea Açaí 11 42 83 - - -Mauritia flexuosa Mirití 1 8 11 - - -

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ferencia depende del grado de intervenciónhumana debido al cultivo de açaí. Sin embar-go, la biomasa promedio de la várzea fue lige-ramente mayor que la de terra firme. Este re-sultado nos permite considerar que la bioma-sa de la várzea podría exceder la de la terra fir-me si la várzea se dejara sin intervención hu-mana.

Área de deforestación

El promedio de la biomasa de peso delas ramas de los cuadrantes de la várzea fue de12.30t/400m2, y la biomasa promedio de latierra firme fue de 11.56t/400m2; éstas varia-ron considerablemente entre los cuadrantes detierra firme. Empleando estos datos y los datosdel consumo anual de leña se evaluó el área debosque que tiende a desaparecer debido al usode leña como combustible en las fábricas decerámica. El área se estimó en 12 casos convir-tiendo la leña (5,157.83m2) a peso a través delcambio de combinación de leña de V0T100 a

V100T0, y estableciendo tres niveles en losbosques de várzea: HIMin (impacto humano:mínimo), HIMed (impacto humano: medio) yHIMax (impacto humano: máximo). La Figu-ra 9.6 muestra los resultados obtenidos. Cuan-do los árboles provienen de los casi bosquesvírgenes de la várzea, en el lapso de un año de-saparece una extensión de bosque de entre6.16 a 12.49 ha. Cuando los árboles son pro-vistos de un área normal del bosque de la vár-zea, con una densidad de árboles promedio, elárea desaparecida es de 10.23 a 12.49 ha. Másaún, cuando los árboles son cortados en unárea muy utilizada de la várzea, como las áreasde cultivo de la palma de açaí, el área defores-tada se incrementa en 20.94 ó12.49 ha. Todoslos bosques de la várzea reciben influencia hu-mana por los asentamientos a lo largo de la ri-bera. Sin embargo, la palma de açaí no es ne-cesariamente cultivada en todo el bosque de lavárzea. Considerando que cada bosque de lavárzea es, hasta cierto grado, influenciado poractividades humanas se piensa que el nivel HI-

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Figura 9.4. Comparación de la distribución altura-clase de los árboles entre VQ1 y VQ3.

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Med es el más representativo. Más aún, difícil-mente sucede que la madera se componga só-lo de especies de árboles de la várzea o de la te-rra firme. Por consiguiente, se concluye que ladesaparición del bosque causada por la activi-dad de 10 fábricas de cerámica alcanza un áreade entre 10.57 a 10.69 ha al año.

El área de la isla de Abaetetuba es de36.200 ha. y, como se señaló arriba, en la is-la existen 260 fábricas de cerámica. Calcu-lando que entre el 80 y el 85% de la leña esde árboles de la várzea, estimando el impac-to humano como de grado medio en esaárea y asumiendo que todas las otras fábri-cas tienen una escala de producción similaral de las 10 fábricas encuestadas, los cálculosdescritos se hicieron extensivos al resto de laisla. La Tabla 9.2 muestra los resultados enlos cuales la explotación rotativa forestal seasumió en ciclos de 25 ó 30 años. En los pri-meros cálculos (rotación de 25 años), el áreade bosque a desaparecer es de 6.870 a 6.948

ha. y en los segundos (rotación de 30 años)es de 8.244 a 8.337 ha. La madera para las fá-bricas de cerámica nunca es provista desdefuera de la isla. No obstante, el área estima-da es menor que el área total de la isla. Porconsiguiente se concluye que en la actuali-dad la utilización y regeneración del bosqueestán bien balanceadas y los recursos fores-tales no se han agotado en esta región aun-que la causa de la deforestación y su escalason diferentes a las del Amazonas occiden-tal. Sin embargo, la madera no es solamentepara ser utilizada como combustible en lasfábricas. Las especies de tierra firme son se-lectivamente cortadas y usadas como mate-riales de construcción y las especies de lavárzea son también usadas diariamente co-mo combustible para uso domiciliario.

La población de Belém tiene ahora 1.6millones, en los últimos 40 años la poblaciónse ha quintuplicado. La población de Abaete-tuba también ha aumentado a 100.000 habi-

130 / Desaparición de bosques por consumo de leña en el estuario del Amazonas

Figura 9.5. Biomasa forestal (t) en seis cuadrantes de la várzea y la terra firme

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Desarrollo sostenible en la Amazonía / 131

tantes, mientras que la de la isla de Abaetetubaexcede los 35,000 habitantes. Si crece la in-fluencia económica de Belém y la demanda deteja y madera también se incrementa, el balan-ce entre el crecimiento y la utilización del bos-que se va a perder a menos que se provea deenergía eléctrica a toda la población. Otro pro-blema es el excesivo uso de los bosques de la

várzea. La explotación forestal y el cambio aaçaizales podría ocasionar que la biodiversi-dad de la várzea con su pequeña área y su am-biente especial decrezca aún más. Aunque esdifícil su transporte, tal vez el uso de más ár-boles de la terra firme para la combustión po-dría ayudar a prevenir el uso excesivo de losbosques de la várzea.

Figura 9.6. Área deforestada anualmente (ha) estimada a partir de la utilización de leña en 10 fábricasHIMin significa que el manejo del bosque es pequeño, HIMed es un área normal del bosque de la várzea y HI-Max es un área de la várzea en la que hay un alto impacto humano.

Tabla 9.2. Área forestal desaparecida (ha) en toda la isla de Abaetetuba con 260 fábricas. Elcaso de arriba se refiere al área en la cual la explotación rotativa forestal es cada 25

años y el caso de abajo supone una explotación rotativa de 30 años.

Composición por especies (V% T%)

Rotación V85T15 V80T2025 años 6.870ha 6.948ha30 años 8.244ha 8.337ha

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Conclusión

A través de este estudio se analizó el ba-lance entre la biomasa de bosques secundariosy la utilización de madera en las fábricas de te-ja en el estuario del Amazonas. Los bosques dela várzea son ampliamente utilizados debido ala explotación forestal y el cultivo de la palmade açaí, mientras que el grado de impacto hu-mano es comparativamente menor en los bos-ques de la terra firme. Por esta razón, las espe-cies de árboles de la várzea son utilizadas co-mo leña con más frecuencia (80-85%) y la uti-lización de especies de la terra firme es limita-da, aun cuando este bosque posee una mayordensidad de madera. Considerando que elbosque tiene una explotación rotativa de entre25 y 30 años, el área desaparecida de bosquedebido al uso de madera se estimó entre 6.870ha/25 años y 8.337 ha/30 años. Ya que este cál-culo es menor que la extensión de la isla(36.200 ha), se puede afirmar que en la actua-lidad no hay peligro de agotar los recursos fo-restales.

Una futura perspectiva de estudio con-siste en investigar la distribución de los bos-

ques de la várzea de acuerdo al grado de culti-vo de la palma de açaí, ya que la biomasa de lamadera cambia de acuerdo a la cantidad depalmas de açaí. El autor examinó la zona a tra-vés del análisis de fotos aéreas y encontró queno sólo el área deforestada, sino también losaçaizales son claramente diferenciables deotros componentes en el espectro de la clari-dad reflejada. Este análisis de imágenes se ex-tenderá a toda la isla con la finalidad de lograruna mayor precisión en los cálculos de la bio-masa de madera.

Agradecimientos

El autor agradece al Sr. Carlos Rosarioda Silva del Departamento de Botánica delMuseu Paraense Emílio Goeldi por su apoyoen la identificación de las especies de árboles.También quiero agradecer la ayuda financieraque me brindaron las Fundaciones Ford,Heinz y Showa Shell. Finalmente agradezco aNatividad López Tinajero, estudiante de doc-torado en la Universidad de Hiroshima, por latraducción al español.

132 / Desaparición de bosques por consumo de leña en el estuario del Amazonas

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Las palmeras en la economía de la Amazonía

El manejo de bosques, basado en prác-ticas nativas, está recibiendo mayor atencióncomo una alternativa a la pérdida de bosquesen la Amazonía. Al mismo tiempo que se pro-mueve el equilibrio ecológico de la región, losbosques manejados contribuyen explícita-mente a la subsistencia rural y al ingreso fami-liar (Denevan & Padoch 1988; Peters 1996; Po-sey & Balée 1989; Anderson 1990a; NationalResearch Council Committee on SustainableAgriculture and the Environment in the Tro-pics 1993). En la Amazonía las palmeras cons-tituyen un importante componente de losbosques manejados, y se destacan en las aso-ciaciones con otras plantas. Ellas contribuyena los sistemas agroforestales biodiversos, encuanto proporcionan productos para una grangama de propósitos, que incluyen alimentos,bebidas, medicamentos, construcción, y fabri-cación de artesanías (Balick 1988; Hecht et., al.1988; Henderson 1995; Kahn & De Granville1992; Nepstad & Schwartzman 1992; Redford& Padoch 1992).

En los últimos años el mercado para es-tos productos ha aumentado considerable-mente; un fenómeno relacionado con los cam-bios regionales y nacionales en los patrones dela demanda. Regionalmente, el creciente mer-cado para los productos de las palmeras se de-be a la progresiva urbanización en la Amazo-

nía (Browder & Godfrey 1997). Durante losúltimos 30 años ciudades como Belém casicuadruplicaron su población. En 1980 Belémcontaba con 380.000 habitantes; en 1970 ya al-canzaba 611.000 y en 1991, llegó a 1.2 millones(IBGE 1977; FIBGE 1992). Los campesinosamazónicos que salieron de las zonas ruralesconstituyen la mayoría de los migrantes re-cientes. Su éxodo hacia ciudades como Belémy Manaus ha llevado a un mayor consumo deproductos de las palmeras en el mercado re-gional. Una de las bebidas principales de laAmazonía, elaborada a partir de la fruta de lapalmera açaí (Euterpe oleracea), ilustra la ex-pansión del consumo como también el poten-cial de ingresos para la población que se dedi-ca en su explotación. El açaí, un artículo depoco valor comercial en la región en 1960, sehabía transformado en el principal productoextraído de la región en 1986. En aquel año laventa de su fruta produjo US $ 41.6 millonesen renta, sobrepasando el US $27.5 millonesobtenido del caucho natural (Hevea brasilien-sis), el producto dominante del extractivismodesde 1850 (Anderson & Ioris 1992).

La creciente demanda de productos delas palmeras de la Amazonía se evidencia tam-bién en el mercado nacional durante el mismoperíodo. Un ejemplo es el palmito. Hasta losaños setenta, la producción de palmitos se ba-saba en el Euterpe edulis, encontrados en elbosque húmedo Atlántico en el centro-sur del

Manejo tradicional de recursos naturales en el estuario del río

Amazonas: Raphia taedigera

M. Hiraoka, J. Carney, N. Hida & O. Shimmi

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país. Pero la sobre explotación de las reservasresultó en un cambio geográfico de la produc-ción de palmitos, la cual se desplazó hacia laAmazonía. En 1975, el estuario amazónico yaera responsable por el 96 % de la producciónbrasileña (IBGE 1977). Hacia inicios de losnoventa los palmitos de açaí producían más deUS $ 300 millones por año en ingresos (An-derson & Jardim 1989; Ferreira & Paschoalino1987; Pollak et., al. 1995). Solamente los ingre-sos generados por el açaí demuestran que laspalmeras representan un componente impor-tante de la economía de la Amazonía y contri-buyen sustancialmente a la economía de las fa-milias rurales.

Las oportunidades económicas para losproductos de las palmeras son especialmenteviables en áreas donde las prácticas indígenasde manejo de recursos, principalmente los sis-temas agroforestales, continúan teniendo im-portancia. Las condiciones ecológicas que fa-vorecen la producción sostenible de las palme-ras dependen del mantenimiento de concen-traciones naturales densas de las mismas. Apesar de que los conflictos por los terrenos ydesplazamiento de campesinos resultaron enuna pérdida considerable de áreas manejadascon palmeras, para ser reemplazadas por cla-ros y pastos, una perspectiva geográfica sobrelas relaciones entre los sistemas indígenas demanejo, acceso a los recursos ambientales, yoportunidades económicas revela nuevos ho-rizontes. Muchos de los productos de las pal-meras, económicamente valiosos y que actual-mente son vendidos en la región, como porejemplo el açaí, se generan en el estuario endonde los asentamientos campesinos perma-necen concentrados. Esas son especies de pal-meras que se desarrollan bien en los suelosanegadizos, que sufren inundaciones diarias.

Así, dentro de la economía regional dela Amazonía, algunos de los principales pro-

ductos de las palmeras comerciables se derivande hábitats caracterizados por regímenes hi-drológicos complejos que involucran inunda-ciones diarias de mareas, tierras bajas, y nive-les altos del subsuelo acuífero. Solamente po-cas especies de palmeras, tales como el mirití(Mauritia flexuosa), açaí (Euterpe oleracea),murú murú (Astrocaryum murumuru), ubuçú(Manicaria saccifera), y jupatí (Raphia taedige-ra), florecen en tales condiciones anegadizas.Dos de estos bosques de palmeras de tierrashúmedas - açaí y en menor parte el mirití -han atraído la atención de los científicos porcausa de su importancia al proveer productoscomerciables en sistemas sostenibles de usosde la tierra (Anderson & Ioris 1992; Hiraoka1993, 1999; Strudwick & Sobel 1988). Sin em-bargo, son pocos los estudios que se han cen-trado en las palmeras de tierras húmedas, queson económicamente y ecológicamente im-portantes para los habitantes rurales, pero queresultan menos visibles en la economía mone-taria. Este es, particularmente, el caso de Jupa-tí (Raphia taedigera), una palmera de tierrashúmedas que alcanza su mayor extensión en elestuario del Amazonas y que es la base de va-rias estrategias de subsistencia y venta.

El objetivo de este artículo, consecuen-temente, es llamar la atención científica sobreuna palmera de tierras húmedas del estuarioamazónico, la Raphia taedigera, así como so-bre integración de los estudios ecológicos de lapalmera y sus usos entre los ribeirinhos (ribe-reños) - campesinos del estuario del Amazo-nas - Este artículo enfatiza la importancia deubicar los sistemas de conocimientos indíge-nas y estrategias económicas dentro de tiposespecíficos de recursos ambientales. Para quie-nes viven a lo largo de los numerosos canalesestuarinos, el conocimiento de cómo usar eljupatí facilita en su conjunto las opciones desustento.

134 / Manejo tradicional de recursos naturales: Raphia Taedigera

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Este escrito se encuentra dividido endos secciones. La primera parte ofrece una vi-sión de la extensión biogeográfica en los hábi-tats de tierras húmedas en los cuales se en-cuentra Raphia taedigera, como también lascondiciones que favorecen su establecimiento.En la segunda sección se describe el papel deRaphia en las estrategias de subsistencia regio-nal, poniéndole atención al inmenso conoci-miento indígena sobre sus diversos usos.

Distribución y hábitat

El interés científico en la Raphia ameri-cana se remonta a Martius, quien identificó laespecie al largo del estuario del Amazonas en1824 (Bailey 1935). Dos características de lapalmera despertaron la atención de los botáni-cos: su fruta, del tamaño de un huevo y en laforma de un cono de pino, y sus hojas largas.Raphia taedigera es la palmera con las hojasmás largas del mundo, con hojas penadas quellegan a tener entre 15 y 20 metros (Correia1928; Allen 1965b; Halle 1977; Henderson1995). Las hojas se desarrollan a partir de unabase central conformada por tres a cinco tron-cos que llegan a una altura de 10 a 20 metros(Bailey 1935; Anderson & Mori 1967). Lasplantas individuales florecen y fructifican du-rante todo el año, con frutas que pueden pesarhasta 50 kilogramos (Allen 1965a; Devall &Kiester 1987). Los troncos maduros muerendespués de la inflorescencia, pero la vida de laplanta continúa por medio de serpollos quesalen de las bases de los troncos (Bailey 1935;Myers 1981,1984). El tronco es espinoso, estoevita que pueda ser escalado, como otras pal-meras aceiteras (Moore 1973). Los polinizado-res de Raphia taedigera no son todavía conoci-dos (Francis Kahn, comunicación personal).

Una de las palmeras menos estudiadasde la Amazonía, la Raphia taedigera se encuen-

tra en los suelos mal drenados del estuario a lolargo de numerosos canales (furos), donde lascorrientes débiles cambian constantemente dedirección, contribuyendo a la sedimentación.La palmera se encuentra también a lo largo delrío Amazonas y sus afluentes (Huber 1959).Las formaciones de Raphia se extienden a lolargo del río Pará, de Breves en la parte sudoes-te de la Isla de Marajó, hacia el este cerca deBelém, a lo largo del río Capim y al sur de Ca-metá en el río Tocantins (Figura 10.1). La pal-mera se presenta en concentraciones densassobre los depósitos aluviales geológicamenterecientes, a lo largo de los planos de inunda-ción de la marea (várzea da maré), tolerandolas aguas salobres (Bouillenne 1930; Allen1965b; Moore 1973; Henderson 1995) (Figu-ras. 10.2, 10.3,10.4). Los estudios indican quelas palmeras crecen bien en los planos deinundación de los ríos negros, caracterizadospor aguas un poco ácidas (como el río Tocan-tins), y en las localidades en donde existencondiciones apropiadas de drenaje, como enmarismas interiores.

Raphia taedigera se presenta frecuente-mente en asociación con manglares (Rhizop-hora y Avicennia spp.), como también con unaque otra palmera económicamente importan-te, como el mirití (Mauritia flexuosa). Un estu-dio reciente sugiere que Raphia taedigera re-presenta comunidades de plantas en clímax,en vez de pioneras (Devall & Kiester 1987; An-derson & Mori 1967); un tema de investiga-ción que se volvió de importancia para exami-nar la hipótesis de Otedoh (1977) sobre la in-troducción de las palmeras del Africa por elOcéano Atlántico junto con el comercio de es-clavos. Como Iltis y otros han sostenido, el pa-pel decisivo de Raphia como una especie pio-nera en suelos drenados imperfectamente ha-bría facilitado en unas pocas centenas de añosel establecimiento y distribución de la palma

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 135

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en una área extensa, como la que ocupa ac-tualmente (citado en Anderson & Mori 1967).La hipótesis de una introducción reciente de laRaphia a las Américas no está, sin embargo,apoyada por datos palinológicos del este deNicaragua en donde Urquhart (1997) estable-ce la presencia de Raphia taedigera en forma-ciones vegetales de más de 2.000 años (a saberGentry 1993).

Uso del Jupatí en la economía regional

El relato del padre jesuita José Vieira,escrito en 1654, ofrece una de las primeras re-ferencias sobre los usos de la Raphia en la re-gión amazónica. Vieira describe como los pe-ciolos de la palma tejidos en un tubo cilíndri-co (tipití) son utilizados en la extracción de ju-gos de los tubérculos rallados de yuca; un pa-so importante para hacerlos comestibles (Aze-vedo 1928: vol i: 373-374). En 1853 la impor-tancia de jupatí en el sistema de vida regionaldespertó la atención del botánico inglés, Al-

fred Russel Wallace. Wallace observó el uso delpeciolo de la Raphia para la construcción decasas, contraventanas, cajas, cestas, jaula depájaros, y tapones de botellas y hasta para re-vestir cajas de insectos (Wallace 1971:44). Me-dio siglo más tarde Rodrigues (1903, xxvi) ob-servó dos características adicionales del jupatí:el uso de las frondas para la cubierta de las ca-sas y el hecho de que las frutas no eran consu-midas. Correia (1928), basados en sus investi-gaciones botánicas de comienzos de este siglo,registró las propiedades medicinales de la fru-ta de jupatí: el aceite fue usado como un bálsa-mo contra el reumatismo y la parálisis. A pesarde que él había observado que los habitantesdel oeste africano preparaban una bebida fer-mentada con la fruta de la Raphia, Correia(1928: 573), no observó usos semejantes consu jugo en el estuario del Amazonas. A la listade los usos de la palma, Correia añadió la fa-bricación, con los peciolos, de instrumentosmusicales. Sin embargo, 70 años después de lasobservaciones de Correia, los artículos sintéti-

136 / Manejo tradicional de recursos naturales: Raphia Taedigera

Figura 10.1. Distribución de la Raphia taedigera en el estuario del AmazonasLa palmera jupatí se encuentra en el Estuario Sur de Amazonas, principalmente en el curso bajo de los ríos.

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cos y producidos en masa han reemplazadomuchos de los objetos fabricados de jupatí. Apesar de ello, han sido inventados nuevos usospara el jupatí, así que Raphia continúa siendoun recurso importante entre los ribereños delestuario del Amazonas.

En el presente se utilizan tanto las fru-tas como los peciolos del jupatí. Las mujeresde la región de Breves (Figura 10.1) todavíaextraen aceite de cocina de la pulpa de la fru-ta. La extracción del aceite amarillo-verdoso,está siendo reemplazada paulatinamente poraceites comprados en la tienda. La baja pro-ducción y el proceso de extracción que requie-re muchas horas de trabajo son factores quecontribuyen al reemplazo del aceite de jupatí.Entre 2-3 litros de aceite son obtenidos de unaRaphia que produce entre 210-270 kg de fru-

tas/árbol, con una inversión de trabajo quepromedia 25 horas. Con el sueldo mínimo es-timado en US $ 5.00/día en 1996, el costo deproducción del aceite de jupatí llega a US $5.00-7.00/litro. Ya que el precio al por menordel aceite embazado en soya o maíz varía entreUS $ 1.50-2.00/litro, pocas personas inviertentiempo en la fabricación del aceite de jupatí.Pero muchos ribereños, que prefieren el saboragradable y el color del aceite de jupatí, conti-núan supliendo sus necesidades domésticas através del pesado proceso. La fruta continúatambién como una fuente importante de ali-mentos para los puercos semi-salvajes que vi-ven en el piso del bosque de inundación.

Sin embargo, el uso más común y eco-nómicamente más importante de jupatí en elestuario del Amazonas en el presente es la fa-

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Figura 10.2. Raphia taedigera Una de las palmeras acuáticas del estuario, comparte las zonas mal drenadas, sobre el área de influencia de lamarea, com otras palmeras acuáticas como la Mauritia flexuosa, Astrocaryum murumuru, y Euterpe oleracea.

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bricación de una variedad de utensilios a par-tir de su peciolo (Figuras 10.5 y 10.6). El tipi-tí, o el tamiz de yuca, y diversos cestos son te-jidos con los peciolos tiernos y flexibles. Estosinstrumentos, fabricados mayormente parausos caseros, no entran en el circuito de ven-tas. Presas pesqueras, llamadas parí y camboa,son construidas con los peciolos maduros yson utilizadas en la pesca por largos períodos.Los peces atrapados en estas presas pesqueras,instaladas durante la marea alta, de un lado alotro de los pequeños arroyos o a lo largo de lasplayas, son pescados durante la marea baja.Los instrumentos, hechos específicamente pa-ra la venta a otros ribereños, cuestan entre US$10.00 a 60.00, dependiendo del tamaño, y

pueden contribuir ocasionalmente al ingresofamiliar.

La fuente principal de ingresos del pe-ciolo de jupatí se deriva de la fabricación yventa de una trampa para camarones que sellama matapí. Se construye con los peciolos uninstrumento cilíndrico, de más o menos 60centímetros de largo y 30 centímetros de diá-metro y con extremos cónicos (Figura 10.5).Aunque sus orígenes no son claros, los matapísempezaron a ser difundidos en la región estua-rina en los últimos 25 años. Con el crecientemercado para camarones de agua dulce (Ma-crobrachium amazonicum) en los pueblos yciudades del estuario, ambos “ribeirinhos” ypescadores comerciales empezaron a explotareste recurso.

138 / Manejo tradicional de recursos naturales: Raphia Taedigera

Figura 10.3. Los frutos del jupatí miden entre 5-7 cm de largo y se asemejan a los conos de pinoEl fruto es importante para la medicina casera, la extracción del aceite para cocina, y el alimento de puercossemi-ferales y roedores silvestres.

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Un mercado de matapís se desarrollópara suplir la creciente demanda. En cuantoque algunas familias ocasionalmente fabricanlos matapís para camaronear, lo más común esla compra en el mercado o a otro ribereño quese especializa en suplir el mercado regional.

Abaetetuba, uno de los principalespuertos fluviales del estuario, se transformó enuno de los centros primarios para la distribu-ción de matapís para el Bajo Amazonas. Comola trampa de camarones basada en el peciolo

de jupatí no dura más que tres meses, bajo usoconstante, una industria casera se desarrollóen las cercanías de Abaetetuba para satisfacerlas necesidades. De acuerdo con nuestro estu-dio en 1995, aproximadamente 350 familiasfabricaban entre 300.000 a 380.000 matapíspor año, para suplir las necesidades regionales.

La industria de matapí es un compo-nente importante en la economía ribereña.Nuestra muestra de 12 familias que se dedica-ba a la fabricación de matapí indica que la pro-ducción anual familiar varió entre 560 a 1,340unidades, con un promedio de 940 unidades.En promedio, la fabricación de matapí contri-buye con más o menos el 25 por ciento del in-greso familiar. La Tabla 10.1 resume los usoscorrientes de la Raphia taedigera en la región.

Además de la extracción de açaí (Euter-pe oleracea), la pesca de camarones muchas ve-ces proporciona la segunda fuente en impor-tancia de los ingresos de los ribereños. Deigual forma, entre los fabricantes de matapí, laventa de camarones representa una fuente derenta importante (Tabla 10.2). Las investiga-ciones llevadas a cabo en la zona de Raphiataedigera indican que la pesca de camaróncontribuye con ingresos cercanos a US $ 250 a300 por año.

La pesca del camarón es realizada porindividuos de ambos sexos; los niños empie-zan a participar activamente a una edad de 6 ó7 años. Una harina que se prepara con el salva-do de arroz y babassu (Orbignya phalerata) escubierta con hojas (Theobroma cacao, Ischno-siphon spp., Genipa americana y Montrichar-dia arborescens) agujereadas y puestas dentrodel matapí. El olor sirve para atraer a los ca-marones y hacer que entren en la trampa. Losmatapís son colocados en las márgenes de losríos a distintas horas del día, dependiendo dela fluctuación de la marea. Después de 8 a 10horas, los camarones son recolectados y pues-

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 139

Figura 10.4. Los peciolos de la Raphia taedigera sonel bambú de los ribereñosFlexibles y fáciles de trabajar, el principal uso de lastalas es la confección de trampas para camarón local-mente conocido como matapí.

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140 / Manejo tradicional de recursos naturales: Raphia Taedigera

Figura 10.5. Un gran número de utensiliosdomésticos son fabricados por los ribereñosdel estuario. En la figura se ve el matapí, larasa para almacenamiento y el paneiro parael transporte de cosechas.

Figura 10.6. La distribución del matapí esmuy amplia, se encuentra desde el Río Guru-pí en el Nordeste de Brasil hasta la costa delPacifico en Ecuador. En la figura se ven dosproductos de origen africano: la sandía y elmatapí, en este caso, fabricado de peciolosde dende (Elaeis guianensis)

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Tabla 10.1. Usos contemporáneos de Raphia taedigera en el estuario del Amazonas

Superficie del peciolo Trampa para camarón, presa pesquera, jaula de pá-jaros, contraventanas, tamiz para yuca, paredes, ces-tos, y broqueta

Médula del peciolo Esteras

Fruta Aceite de cocinar, bebida, medicamento, alimentopara puercos

Abono compuesto de hojas, peciolos Suelo orgánico para el cultivo de plantas ornamen-tales

Tabla 10.2. Ingreso promedio anual de familias con énfasis en la producción de matapí, islas de Abaetetuba, 1995 (n=12)

Actividad Ingreso (US$)

1. Producción de AçaíProducción anual: 796.5 rasas1

Mano de obra: 157 hrs2

Valor de producción: 796.5 x US$ 1.71/rasa US$ 1,362.01

2. Pesca de Camarones3

Producción anual: 685 unidadesMano de obra: 157 hrsValor de producción: 314 kg x US$ 0.88/kg 276.32

3. Extracción de Palmitos4

Producción anual: 685 unidadesMano de obra: 32 hrsValor de producción: 685 unidades x US$ 0.03/unidad 20.55

4. Fabricación de CestasProducción anual: 3,600 unidadesMano de obra: 576 hrsValor de producción: 3,600 unidades x US$ 0.06/unidad 216.00

5. Fabricación de Matapí5

Producción anual: 920 unidades Mano de obra: 594 hrsValor de producción: 920 unidades x US$ 0.67/unidad 616.40

Ingreso anual Total US $ 2, 491.28

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tos en viveros, también construidos de jupatí.Así mantienen a los camarones vivos por dos otres días, durante los cuales las familias les pre-paran para la venta.

Manejo de la Raphia taedigera

La última década atestigua la progresi-va declinación de las poblaciones naturales dela Raphia taedigera en la parte oriental del es-tuario del Amazonas. Las causas para la dismi-nución del jupatí incluyen: la sobrecosecha delos peciolos para la producción de matapís, elclareo ocasionado por el crecimiento de la po-blación rural y la expansión de los bosquesagrosilviculturales con açaí. La presión sobreesta palma es especialmente grande al este delrío Tocantins (Figura 10.1). En las islas deAbaetetuba, por ejemplo, la extracción de pe-ciolos sobrepasa la capacidad regenerativa, asíque las plantas mueren antes de la producciónde frutas. Como los troncos de Raphia son so-litarios, la destrucción prematura es comúncuando los peciolos son sometidos a remocio-nes frecuentes.

Sin embargo, los ribereños están adap-tándose a la disminución del jupatí desarro-llando nuevas estrategias de manejo. Aunqueno se conoce un método sostenible de cose-chas para los peciolos, los habitantes localesafirman que la cosecha anual de 6 a 8 peciolosno llevan a la muerte prematura de la palme-ra. En 1995, los peciolos maduros estaban ava-luados en US $ 0.20 por unidad. Con una den-sidad de 35 a 60 troncos por hectárea, produ-ciendo 210 a 480 peciolos, sería posible, con laventa de los peciolos en jupatí, un ingresoanual de US $ 42 a 96 por hectárea. Tal poten-cial de ingresos está incentivando a los ribere-ños a mejorar el manejo de las poblaciones na-turales existentes. Por ejemplo, durante el des-monte los troncos de Raphia ya no son derri-

bados. Como los puercos semi-salvajes se ali-mentan con ambos, mesocarpio y semilla de lafruta de la palma, los campesinos frecuente-mente rompen los dientes caninos de estosanimales para disminuir la predación de lassemillas. Las prácticas de manejo tienden a au-mentar en cuanto se mantengan las demandaspara los peciolos.

Conclusiones

Entre las palmeras de tierras húmedasmás utilizadas entre los campesinos del estua-rio del Amazonas, la Raphia taedigera puedeclasificarse entre las más importantes juntocon Euterpe oleracea, Mauritia flexuosa y Ma-nicaria saccifera. A pesar de su importancia re-gional, Raphia ha recibido muy poca atencióncientífica. Mientras que en este artículo seaclara su distribución biogeográfica en la zonadel estuario, otros rasgos ecológicos importan-tes, tales como sus polinizadores y los métodosde propagación, continúan sin conocerse.

Otro asunto resaltado en este estudiode la Raphia taedigera merece mas atencióncientífica. El hecho de que los usos actuales deRaphia para producir aceite y trampas de ca-marones no fuera relatado por observadoresanteriores, supone una relación histórica muylarga con la palma por parte de los pueblos ru-rales del estuario del Amazonas. Como ocurrecon otras palmeras de la región, el uso cam-biante de la Raphia ilustra la creatividad en eluso de las palmeras por parte de las poblacio-nes amazónicas para su supervivencia. El co-nocimiento de las palmeras y sus productosconsecuentemente ofrecen a las familias cam-pesinas una flexibilidad considerable parareaccionar a las circunstancias socio-económi-cas cambiantes.

El creciente interés de las investigacio-nes sobre las prácticas de manejo de bosquesin situ en la Amazonía, así como el papel cul-

142 / Manejo tradicional de recursos naturales: Raphia Taedigera

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tural y socio-económico de las palmas en la re-gión (Schultes 1974; Kahn 1997; Balick 1988;Nepstad & Schwartzman 1992) indican la ne-cesidad de obtener un mejor conocimiento delos tipos específicos de recursos ambientalespara la conservación de sistemas de conoci-mientos indígenas. La conexión entre el accesoa recursos específicos de tierras húmedas y lasformas de conocimiento local son ilustradosclaramente en el caso del uso de jupatí y sumanejo. Las prácticas de manejos ambientalesincluidos en los conocimientos locales ofre-cen, como este estudio de caso ilustra, los ins-trumentos para desarrollar prácticas sosteni-bles de uso de la tierra que protege el recurso yal mismo tiempo ofrece oportunidades de in-gresos a los habitantes.

En este estudio de caso de una palmeraamazónica de tierra húmeda, Raphia taedige-

ra, se destaca otro punto. La perspectiva desa-rrollada por la geografía tiende a contribuir alconocimiento científico en las palmas econó-micamente valiosas. Con el enfoque de la in-vestigación de los sistemas indígenas de cono-cimientos en ambientes específicos de ciertaspalmeras, los geógrafos pueden promover unmarco analítico que integra el uso de la tierraasí como factores culturales que regulan elmanejo de los recursos. El método utilizado eneste estudio, por ejemplo, revela un descuidoanterior en los estudios de las palmeras en laAmazonía. Tales estudios se han enfocado enlas especies de palmas que producen produc-tos directamente comerciables, descuidandootras especies como la Raphia taedigera queindirectamente produce bienes comerciales fa-bricados a partir del uso de sus peciolos.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 143

Notas

1 Localmente el volumen de açaí se mide con unrecipiente que se llama rasa. Una rasa de açaípesa alrededor de 18 kg.

2 Mano de obra necesario para cosechar un lotemediano (1.6 ha.) de açaí.

3 La pesca de camarón de agua dulce(Macrobrachium amazonicum) con matapísespecialmente durante los meses entre marzo-

junio, sirve como una fuente importante deingresos para los campesinos.

4 La principal fuente de palmitos en el estuáriodel Amazonas es la palmera açaí (Euterpe oler-acea).

5 Matapí es el nombre local de una trampa paracamarones fabricado de los peciolos madurosde la palmera jupatí (Raphia taedigera).

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Algunos expertos proponen el cultivo ymanejo en sistemas agroforestales de especiesforestales con valor económico como una al-ternativa para reemplazar la extracción que es-tá reduciendo la biodiversidad en muchas re-giones de la Amazonía (Arnold 1995; Moran1993; Homma 1992). La probabilidad de con-vertir un producto extraído a uno producidose incrementa con el crecimiento de su de-manda (Homma 1996; Afsah1992). Recien-temente en la Amazonía, muchos expertos su-gieren que el incentivo de mercado es uno delos principales factores que determina la deci-sión de los pequeños productores, principal-mente los ribereños, de plantar productos fo-restales (Peters 1992; Lampietti & Dixon 1995;Dufour l990).

En la mayoría de las regiones de laAmazonía, la producción de productos fores-tales extraídos con valor económico es vistocomo una alternativa para incrementar el in-greso per cápita del productor y una alternati-va viable para la conservación del recurso(Clay & Clement 1993). En base a este argu-mento, muchas agencias de conservación y de-sarrollo están promoviendo entre los peque-ños productores la producción de especies fo-restales, principalmente en sistemas agrofores-tales. Uno de estos productos es la fruta de lapalmera aguaje (Mauritia flexuosa) cuyo abas-tecimiento a los mercados urbanos de la Ama-

zonía peruana proviene mayormente de po-blaciones naturales conocidas en la región co-mo aguajales.

M. flexuosa es una de las pocas palme-ras con una amplia distribución en la Américatropical, encontrándose desde la isla Trinidadhasta la región de pantanales en el sur de Bra-sil (McCann 1993). En la Amazonía Peruana lamayor extensión de poblaciones naturales seencuentra en áreas permanentemente inunda-das localizadas en zonas de depresión entre lascuencas de los ríos Ucayali y Marañon (Kahn1990). El promedio de individuos adultos deaguaje por hectárea en poblaciones naturalesvaría de 645 (Kahn 1990) a 307 (McCann1993). La proporción de individuos masculi-nos sobrepasa a los femeninos en poblacionesnaturales. El radio masculino-femenino de in-dividuos adultos estimado para aguajales endiferentes lugares de la región varía de 5:1(Kahn 1990) á 2:1 (Salazar & Roessl 1977). Enla mayoría de los aguajales la proporción deplantas masculinas y femeninas por hectáreadepende de la intensidad de uso de los deriva-dos de la palmera. M. flexuosa es una palmerade uso muy intensivo y extensivo. Informacio-nes etnobotánicas reportadas por los primerosexploradores europeos y más recientementepor algunos investigadores incluyen una diver-sidad de productos provenientes de esta pal-mera (McCann 1993). Los derivados más

Métodos etnobotánicos para predecir el sexo y facilitar el cultivo del aguaje

(Mauritia Flexuosa) en sistemas agroforestalesM. Pinedo-Vásquez; J. Layne;

M. Pinedo Panduro & J. Barletti Psaqualle

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aprovechados en la Amazonía Peruana son elfruto, las fibras para la fabricación de artesa-nías y las larvas de escarabajo Rynchophoruspalmarium (Padoch 1988a). La fruta tiene unalto contenido de vitamina “A” y aproximada-mente 20% del mesocarpio está constituidopor aceite comestible (Balick 1979). En cen-tros urbanos como Iquitos, la población con-sume más la fruta fresca y en helados (Padoch1988a).

Debido a la alta demanda en los merca-dos urbanos, la fruta del aguaje es una de lasmás importantes fuentes de ingreso económi-co para algunas familias rurales de la Amazo-nía Peruana. Padoch (1988a), estimó que lademanda diaria de la fruta de aguaje en la ciu-dad de Iquitos es de aproximadamente 15 to-neladas. Otros expertos estiman que cerca deun 90% de la fruta de aguaje que es consumi-da en Iquitos es extraída de poblaciones natu-rales (Mejía 1988; IIAP 1988). La extracción defrutas de poblaciones naturales es mayormen-te conducida mediante la tala de individuos fe-meninos (McCann 1993). Este método des-tructivo de extracción está dejando áreas ex-tensas de aguajales sin el material genético-re-productivo (Penn 1993; Anderson 1992; John-son 1983). Como solución a éste y otros pro-blemas, muchas agencias de desarrollo y con-servación están promoviendo entre la pobla-ción ribereña la producción de la fruta deaguaje en sistemas agroforestales.

A pesar del apoyo de las agencias deconservación y desarrollo, muy pocas familiasribereñas están motivadas para plantar y ma-nejar M. flexuosa en sus chacras, purmas,huertas o bosques. La dificultad en predecir elsexo de la planta a través de la semilla es unade la razones más importantes por la que lamayoría de los ribereños no plantan esta pal-mera en sus propiedades. La característicadioica de la especie restringe la capacidad del

productor a predecir el sexo de la planta a tra-vés de la semillas (Pinedo-Panduro 1989). Pa-ra algunas familias ribereñas esta limitantebiológica no se considera como un problemapara producir la fruta de aguaje en sistemasagroforestales. Se identificaron, en áreas de tie-rra firme cercanas a la ciudad de Iquitos, algu-nas familias expertas que lograron integrar es-ta especie a sus sistemas agroforestales. Laspersonas que plantan el aguaje dependen ex-clusivamente en la técnica de predecir el sexode la planta de acuerdo con la ubicación delfruto en el racimo.

Las familias ribereñas que se especiali-zaron en el plantío del aguaje, migraron haciala ciudad de Iquitos de comunidades localiza-das en los ríos Napo, Marañón, Huallaga yUcayali. Al comienzo de los años 70, hubo unamigración masiva de la población ribereña a laciudad de Iquitos para trabajar como obrerosen la exploración petrolera (San Román1975). Entre 1975 y 1978 la mayoría de las em-presas petroleras dejaron de operar en la re-gión dejando un gran número de obreros ribe-reños desocupados. Mediante un programaagrícola el gobierno reubicó a muchas de estasfamilias desocupadas como colonos a lo largode la carretera Iquitos-Nauta.

La preponderancia de suelos arenososlimitó la producción agrícola en las áreas asig-nadas por el gobierno. Al no poder producirproductos agrícolas como el arroz y el maíz, lamayoría de las aproximadamente 720 familiasde la carretera Iquitos-Nauta abandonaron sustierras (ORDELORETO 1981). Las aproxima-damente 140 familias que se quedaron se dedi-caron a una serie de actividades como trabajotemporal en las granjas de producción de po-llos, comercio ambulatorio y agroforestería.Las especies que plantaron en sus áreas agrofo-restales incluyeron especies extractivas queproducen productos no-maderables con una

146 / Métodos etnobotánicos para el cultivo de aguaje (Mauritia Flexuosa)

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alta demanda en los mercados urbanos de laAmazonía Peruana. Una de estas especies esM. flexuosa, cuyo fruto tiene una gran deman-da en los mercados de Iquitos y otros centrosurbanos (Padoch et. al., 1988).

En el resto de este artículo describimosy discutimos las técnicas, métodos y estrate-gias que estos expertos ribereños usan parapredecir el sexo de la planta del aguaje a travésde la semilla. El conocimiento etnobotánico deestas familias es analizado y experimental-mente probado con el objetivo de recomendarel uso más extensivo en los programas y pro-yectos de conservación y desarrollo que pro-mueven el uso sustentable de los recursosamazónicos. Se presentan datos comparativosprovenientes de los ensayos experimentalesdesarrollados conjuntamente con las familiasribereñas muestreadas y experimentalmenteprobados en sus propiedades. La proporciónde individuos femeninos, masculinos e inférti-les para cada sección del racimo está presenta-da en valores relativos y absolutos.

Con base en la información etnobotá-nica y los resultados de los ensayos experimen-tales, tres puntos centrales son analizados: Pri-mero, se requiere identificar, analizar y com-prender los complejos y diversos métodos ytécnicas que son usados por los ribereños yotros pequeños productores. La identificaciónde estos métodos es un paso muy importantepara entender el proceso de domesticación dela palmera aguaje y otras especies parecidas.Segundo, argumentamos el porqué del cono-cimiento etnobotánico, como en este caso, elmétodo de predecir el sexo de la palmera a tra-vés de la ubicación de la semilla en el racimo,es conocido por muy pocos ribereños. El rolede estos expertos conocidos en la sociedadribereña como “curiosos” en la domesticaciónde especies forestales se analiza en este artícu-lo. Finalmente, se propone considerar el méto-

do ribereño como un instrumento prácticopara facilitar el proceso de domesticación ycultivo del aguaje en sistemas agroforestales.

Metodología

El presente estudio etnobotánico tuvouna duración de 15 años (1982-1997). Partici-paron un total de 120 familias de las 140 ex-trabajadores petroleros que fueron reubicadosa lo largo de la carretera Iquitos-Nauta y quelograron dedicarse a actividades agroforesta-les. Las entrevistas y encuestas etnobotánicasfueron aplicadas a la muestra de las 120 fami-lias. Para comprobar el método ribereño depredecir el sexo de la semilla, se usaron lashuertas, purmas y chacras de 12 familias de los120 que fueron entrevistados. Miembros de las12 familias fueron periódicamente entrevista-dos y el número de plantas de aguaje existenteen sus propiedades fue contado y medido. Lainformación recolectada en entrevistas forma-les e informales incluye: 1) las variedades deaguaje plantado y los factores considerados enla selección, 2) las técnicas para predecir el se-xo de la planta a través de la semilla, 3) las ca-racterísticas morfológicas de las plantas juve-niles para detectar el sexo antes de la floracióny 4) la edad estimada de las plantas para pro-ducir frutos.

Usando el método de observación par-ticipativa, el proceso desde la selección de losindividuos madres, clasificación y preparaciónde las semillas hasta la producción de frutos fuedocumentada en colaboración con miembrosde las 12 familias. Las características morfoló-gicas usadas por los ribereños para la selecciónde los individuos madres de las variedades queproducen frutos de mayor demanda en el mer-cado fueron también recolectadas. Las técnicasde selección y plantío de las semillas usadas porcada una de las familias participantes fuerondocumentadas en 1982. Durante la recolección

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de la semillas fueron registrados los siguientesdatos: 1) Características del sitio donde el indi-viduo madre de la variedad plantada fue en-contrado 2) Número de racimos por plantamadre, 3) Tamaño del racimo, número de bra-quias por sección, y número total de frutos porbraquia, y 4) Peso y tamaño de cada semilla se-leccionada.

Durante la preparación de las semillaspara el plantío fueron registrados los siguien-tes datos: 1) técnicas de preparación, 2) crite-rios para la selección de áreas a ser plantadas ytécnicas de plantío, 3) tiempo que duró la ger-minación hasta la aparición de dos hojas, 4)número de semillas que germinaron y que nogerminaron, y 5) daños producidos a las plan-tas germinadas por el ataque de plagas y enfer-

medades. El crecimiento, en altura y diámetrode cada planta, fue documentado desde el año1984 (cuando los plantones habían alcanzadoun mínimo de 40 cm) hasta 1996, año en quetodos los individuos plantados produjeronflores y frutos. Durante todo el tiempo que de-moró el estudio, se contó con la participaciónactiva de miembros de las 12 familias, quienesdocumentaron y reportaron la mayor parte delos datos de campo.

Resultados

Métodos de predicción del sexo usados por losribereños

En base a los resultados del diagnósticoetnobotánico, en la región de Iquitos, los ribe-

148 / Métodos etnobotánicos para el cultivo de aguaje (Mauritia Flexuosa)

1. Los individuos que crecen en aguajales producen más semillas femeninas que masculinase infértiles. Los individuos que crecen a las orillas de lagos, caños y quebradas producenmás semillas masculinas, mientras que los individuos que producen más semillas infértilesson aquellos plantados o manejados en huertas, purmas y chacras.

2. Los individuos que tienen la base del fuste desproporcionalmente más gruesa que lasotras partes, son reconocidos como productores de más semillas masculinas que femeninase infértiles. Mientras que los individuos que tienen un fuste delgado desde la base son re-conocidos por producir más semillas femeninas que masculinas e infértiles.

3. Los individuos jóvenes (entre 15 y 30 años aproximadamente) producen más semillasmasculinas e infértiles que femeninas. Las palmeras de más de 30 años son las que produ-cen más semillas femeninas que masculinas e infértiles.

4. Los individuos que producen más de 6 racimos son los que producen más semillas mas-culinas que femeninas. Por el contrario, palmeras que tienen 4 ó menos racimos son las quetienen más semillas femeninas que masculinas e infértiles.

Tabla 11.1. Características del sitio, fuste, edad de la planta, número y tamaño de los racimos y ubicación del fruto en el racimo usado por los ribereños para predecir el sexo de la planta

a través de la semilla. La información etnobotánica fue colectada de una muestra de 120 familias ribereñas.Estas familias incluyen las 12 familias que participaron

durante los más de 15 años que demoró la recolección de datos.

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reños consideran una serie de factores am-bientales, ecológicos y morfológicos en la pre-dicción del sexo de la planta a través de la se-milla. Los factores más comúnmente tomadosen cuenta por estos pequeños productores in-cluyen 1) características del sitio donde crecen,

2) aspectos fisionómicos del fuste de la palme-ra, 3) número y tamaño de racimos y 4) ubica-ción de la fruta en el racimo (Tabla 11.1).

Los resultados de la encuesta etnobotá-nica demuestra una gran diversidad de opi-niones entre los ribereños respecto a qué sec-

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 149

Secciones Más semillas femeninas que masculinas e infértiles

Valores absolutos Valores relativos

Superior 40 33

Medio 32 27

Inferior 48 40

Tabla 11.2. Resultados de la entrevista sobre cuál sección del racimo produce más semillasfemeninas que masculinas. La entrevista fue parte de la encuesta etnobotánica realizada

en 1982 usando una muestra de 120 familias ribereñas.

Familias No. Individuos Altura talados media (m)

1 12 27 4 59 133 4182 9 29 5 71 105 3923 11 31 6 58 142 4034 8 28 5 37 86 4115 11 26 4 53 101 3986 14 28 6 79 94 4367 9 30 5 62 83 3868 12 29 5 52 141 4099 10 27 6 78 106 43210 8 31 5 73 114 39711 13 28 4 51 85 39412 12 27 6 73 107 428

Tabla 11.3. Características principales de los individuos madres que fueron talados para la recolección de frutos y semillas. El promedio de tamaño del racimo fue de 164 cm

(N.= 650) y el promedio de braquias fue de 9 en la parte superior, 14 en la parte media y 30 en la parte inferior. La distancia media entre braquias en la parte superior fue de 2.9 cm,

en la parte media de 2.4 y la parte inferior de 1.7 cm.

Promedio de racimos por individuo talado

Promedio defrutos en laparte superior de los racimosmuestrados

Promedio defrutos en laparte media delos racimosmuestrados

Promedio defrutos en laparte inferiorde los racimosmuestrados

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ción del racimo produce más semillas femeni-nas que masculinas e infértiles (Tabla 11.2). Lamayoría de los encuestados sugieren que semi-llas de la parte inferior del racimo producenmás plantas femeninas que masculinas o infér-tiles. Para comprobar estos resultados de la en-cuesta fueron sembradas, separadamente, se-millas de las tres secciones en las propiedadesde las 12 familias muestreadas. Todas las semi-llas plantadas fueron seleccionadas del fenoti-po shambo. Los frutos de este fenotipo son losque tienen mayor demanda en los mercadosurbanos de la Amazonía Peruana debido a susabor y contenido de aceite. Las semillas del fe-notipo shampo que fueron plantadas, fueron

colectadas de poblaciones naturales localiza-das en el área conocida como “el aguajal”. Estebosque se encuentra en la depresión localizadaentre el río Itaya y Amazonas. Todas las fami-lias muestreadas colectaron semillas usando elmétodo, de la tala de los individuos madres se-leccionados. Cada familia derribó un prome-dio de 9 palmeras de una altura media de 24 my cada palmera tenía un promedio de 5 raci-mos (Tabla 11.3).

Un promedio de 11 individuos de unaaltura media de 28 m fueron talados por las 12familias para la colección de las semillas queplantaron. Cada individuo talado tenía unpromedio de 5 racimos y cada racimo un pro-

150 / Métodos etnobotánicos para el cultivo de aguaje (Mauritia Flexuosa)

Tabla 11.4. Proporción de individuos femeninos (f), masculinos (m), infértiles (i) y que murieron antes de la primera floración (n). Los resultados están en valores relativos (%). Las semillas plantadas corresponden a cada sección del racimo: superior (S), medio (M) e inferior (I).

SemillasSeleccionadas Superior % Medio % Inferior %y plantadas

S M I f m i n f m i n f m i n

1 13 9 14 23 62 0 15 78 0 11 11 0 14 79 7

2 14 10 12 14 57 7 22 70 10 0 20 0 8 75 17

3 14 10 13 14 57 0 29 80 0 10 10 8 8 77 7

4 15 10 10 7 60 13 20 70 10 0 20 0 10 80 10

5 13 10 13 15 69 0 16 70 20 0 10 0 0 85 15

6 14 10 13 7 50 7 36 60 20 0 20 0 15 69 16

7 15 12 14 13 53 13 20 67 8 17 8 7 0 72 21

8 13 11 15 15 54 0 31 55 18 0 27 0 0 73 27

9 15 9 15 20 60 7 13 78 11 0 11 0 7 73 20

10 15 10 14 13 53 7 27 80 0 10 10 8 0 71 21

11 14 10 13 14 57 0 29 70 10 0 20 0 0 85 15

12 14 9 14 7 50 14 29 67 22 0 11 0 0 79 21

Fam

ilia

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medio de 579 frutas y semillas. La distribuciónde frutas por sección de cada racimo fue de unpromedio de 62 (r= 0.63) en la parte superior,108 (r= 0.71) en la parte media y 409 (r= 0.56)en la parte inferior.

Las semillas usadas en el estudio fue-ron recolectadas de frutas seleccionadas ycuyo mesocarpio no fue comido. Se tomó encuenta este criterio debido a que los infor-mantes ribereños consideran que la probabi-lidad de que la semilla germine es menorcuando el fruto es puesto en agua calientepara aligerar el proceso de maduración delmesocarpio.Cada una de las 12 familias se-leccionó y plantó cantidades diferentes de se-millas por cada sección (Tabla 11.4).

Un promedio de 57% de las semillasde la parte superior que fueron plantadaspor cada familia dieron individuos masculi-nos. Igualmente, de las semillas plantadas deesta sección, cada familia obtuvo un prome-dio relativamente alto (24%) de individuosque murieron antes de alcanzar la madurez.Sin embargo, la proporción de plantas feme-ninas (13%) e infértiles (6%) obtenidas fuemuy baja en comparación al número de indi-viduos masculinos obtenidos de las semillasplantadas de la sección superior del racimo.

Mientras las semillas de la sección su-perior dieron una proporción mayor deplantas masculinas, las semillas plantadas dela parte media dieron una proporción mayorde plantas femeninas (70%). El porcentaje deplantas masculinas solo alcanzó un 11% detodas las semillas plantadas. Similarmente,sólo un 4% de las semillas de la sección me-dia dieron plantas infértiles y un 15% murie-ron antes de la madurez.

Los resultados obtenidos con las se-millas de la sección inferior del racimo, tam-bién coinciden con las predicciones de los ri-

bereños. Un promedio del 77% de las semi-llas plantadas por las familias produjeronplantas infértiles. El porcentaje de indivi-duos femeninos (2%) y masculinos (5%) fuemuy bajo en comparación con los resultadosobtenidos de las semillas de la sección mediay superior. La proporción de plantas quemurieron antes de alanzar la madurez fue si-milar a la obtenida con las semillas de la sec-ción media y casi el 50% menos que las obte-nidas con semillas de la sección superior delracimo.

Conclusiones

La domesticación de especies del bos-que como el caso de M. flexuosa dependemás en factores biológicos (como la identi-ficación de semilla femeninas) que de facto-res económicos como la demanda del frutoen los mercados urbanos. Wiersum (1996)encontró algunos aspectos biológicos comola limitante principal en la domesticación deespecies silvestres que producen productoscon alto valor en el mercado y que son ex-traídos usando métodos destructivos. En es-te estudio encontramos que los factores bio-lógicos son la limitante principal y explica elporqué la mayoría de productores ribereñosno están plantando la palmera aguaje en sushuertas, chacras, purmas y bosques. Esta li-mitante está siendo superada por los pobla-dores ribereños expertos, mediante el uso demétodos y técnicas que ayudan a predecir elsexo de la planta a través de la ubicación dela semilla en el racimo.

Los resultados obtenidos durante los15 años del estudio corroboran la eficienciade la técnica ribereña para predecir el sexo dela palmera de acuerdo a la ubicación de la se-milla en el racimo. A pesar de que esta técni-

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ca para predecir el sexo de la palmera es co-nocida por la mayoría de ribereños, son muypocos los expertos que lograron determinarque las semillas localizadas en la parte mediadel racimo producen más individuos feme-ninos que masculinos e infértiles. Este resul-tado demuestra que la técnica está en proce-so de evolución y perfeccionamiento. En estenivel de conversión o domesticación la par-ticipación de los “curiosos” es muy impor-tante (Leakey & Newton1994).

Los niveles de especialización de ex-pertos ribereños es considerada por muchosautores como una ventaja para facilitar o ali-gerar el proceso de domesticación de espe-cies del bosque que producen productos ma-derables y no maderables con alto valor eco-nómico (Pinedo-Vasquez & Padoch 1996).Como en otras regiones, en la Amazonía, losmétodos y técnicas de manejo y producciónson usados por ribereños fueron y continúansiendo desarrollados por “curiosos” que vi-ven en las comunidades. La técnica para pre-decir el sexo de la M. flexuosa con base en laubicación de la semilla en el racimo es unejemplo de muchas otras que facilitaron y si-guen facilitando la domesticación de espe-cies que los ribereños están plantando en suschacras, huertas, purmas y bosques.

Los complejos métodos y técnicas pa-ra determinar el sexo a través de las caracte-rísticas morfológicas de la planta, el fruto yla semilla también son usados por poblacio-nes rurales en otras regiones de la Amazonía(Clement & Villachica 1994). Muchos de losmétodos y técnicas usados por los ribereñospara domesticar especies con valor económi-co son muy complejas y difíciles de probarexperimentalmente (Pinedo-Vasquez & Pa-doch 1996). Sin embargo, algunos de estosmétodos usados por los ribereños, como elde predecir el sexo del aguaje a través de la

ubicación de la semilla en el racimo, puedenser gradualmente probados usando diseñosexperimentales. A pesar de que no conside-ramos todos los factores ecológicos, biológi-cos y culturales que usan los ribereños parapredecir el sexo del aguaje, los resultados ob-tenidos prueban la eficiencia del conoci-miento técnico del ribereño.

Podemos recomendar la continuaciónde estudios experimentales de métodos simi-lares que son empleados en otras regiones dela Amazonía para poder establecer compara-ciones. Así mismo, el método ribereño des-crito en este estudio puede ser probadousando factores morfológicos del tronco y lafruta que algunas familias de la muestra re-portaron haber considerado para predecir elsexo de la planta. La complejidad de estosmétodos y la falta de estudios experimentalespara probar los mismos limita la aplicabili-dad del conocimiento ribereño en progra-mas que promocionan la domesticación deespecies forestales. Los resultados obtenidosen este estudio pueden, con las limitacionesque tienen, ser empleados en la promocióndel cultivo del aguaje en sistemas agrofores-tales. Esta técnica para predecir el sexo delM. flexuosa puede facilitar la promoción delcultivo de esta especie forestal en sistemasagroforestales. La producción de la fruta deaguaje servirá no sólo para incrementar elingreso de familias ribereñas, sino tambiénpara reducir la presión que sufren las pobla-ciones naturales (aguajales), particularmentela tala indiscriminada de individuos femeni-nos productores. Así mismo la técnica ribe-reña para predecir el sexo del aguaje aumen-ta la posibilidad para que las instituciones deconservación y desarrollo promocionen elcultivo de esta palmera en la región amazó-nica. Por ejemplo, el uso práctico de este mé-todo servirá para perfeccionar la producción

152 / Métodos etnobotánicos para el cultivo de aguaje (Mauritia Flexuosa)

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de plantones en viveros. Igualmente, el cono-cimiento del sexo de la planta facilitará laejecución de actividades de conservación co-mo la restauración del hábitat para especies

endémicas así como el manejo y conserva-ción de la fauna silvestre e ictiológica de laAmazonía.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 153

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Este artículo examina si las estrategiaspara conservar la fauna silvestre amazónicapueden incorporar el uso sostenible, el mane-jo comunal y las áreas protegidas en una solaestrategia de conservación. La base que sopor-ta esta estrategia combinada es en primer lu-gar la idea según la cual la conservación comu-nal es una alternativa prometedora para laconservación de la fauna silvestre porqueabarca las realidades socio-económicas de laspoblaciones rurales que usan los animales(Western & Wright, 1994; Child 1995; Bodmeret. al., 1997). En segunda instancia, que la con-servación comunal únicamente será compati-ble con la conservación de la biodiversidad, silos aspectos biológicos de las especies son ade-cuadamente incluidos en el sistema comunal.Esto requiere que las comunidades utilicen lafauna silvestre sosteniblemente (Robinson &Redford 1994; Bodmer 1994). Y tercero, parausar la fauna silvestre de una manera sosteni-ble, las comunidades mismas deben separar lasáreas protegidas con poco o ningún uso, queactúan como fuente para las áreas que sopor-tan la caza intensa (Bodmer & Ayres 1991). Es-te sistema comunal de áreas protegidas escompatible con la socio-economía de la pobla-ción local, cumple con el propósito de conser-vación de la biodiversidad, y es económica-mente factible.

Las áreas protegidas son una estrategiaimportante para la persistencia de la biodiver-

sidad tropical (McNeely et. al., 1994a; Amend& Amend 1995). Desafortunadamente, mu-chos gobiernos frecuentemente no puedenmanejar las áreas protegidas existentes a causade las limitaciones económicas y presiones po-líticas (Barzetti1993; Mansour et. al., 1995).Las políticas de manejo de muchas áreas pro-tegidas están cambiando de políticas de exclu-sión de las comunidades locales a políticas quelas involucran (Wells & Brandon 1992; Barzet-ti 1993; Redford & Mansour 1996). Sin embar-go, en vez de tratar de trabajar dentro de las li-mitaciones de la actual estrategia de áreas pro-tegidas, una nueva doctrina sobre áreas prote-gidas es necesaria para la conservación futurade la vasta extensión Amazónica.

Aquí examinamos cómo las estrategiasde uso sostenible pueden ser integradas a unaestrategia de áreas protegidas comunales me-diante el análisis de información de un estudioa largo plazo en la Amazonía peruana. Este ar-tículo se enfocará en los ungulados, porque es-tos animales son hasta el momento los recur-sos de fauna silvestre más importantes para lagente de la Amazonía y su conservación estádirectamente ligada a los niveles de explota-ción (Bodmer et. al., 1994). Las cinco especiesde ungulados que habitan en la Amazonía sonel venado rojo Mazama americana, el venadogris Mazama gouazoubira, el pecarí de collarTayassu tajacu, el pecarí labiadoTayassu pecariy el tapir Tapirus terrestris. Primero, la susten-

Uso sustentable de los ungulados amazónicos:Implicaciones para las áreas protegidas comunales

R. E. Bodmer

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tabilidad de la cosecha de ungulados es exami-nada usando el modelo de cosecha y el defuente-sumidero. Después, las implicacionesde los resultados son analizados en términosde conservación a nivel comunal y de una es-trategia de áreas protegidas a nivel comunal.

Plan de estudio

Se usaron dos áreas representativas enel noreste peruano en las cuales se hizo un es-tudio completo. Estas áreas incorporan lasprincipales características paisajísticas (bos-ques inundables y bosques de altura) y carac-terísticas socio-económicas (cultura ribereña)de la región (Padoch 1988b; Chibnik 1994).Un área se encontró en los bosques de alturade la Reserva Comunal Tamshiyacu-Tahuayo yalrededores (RCTT) y la otra en los bosquesinundables de la Reserva Nacional Pacaya-Sa-miria (RNPS) (Figura 12.1). Las dos áreas te-nían habitantes rurales que usaron los recur-sos naturales y mostraron interés en participaren los proyectos.

La Reserva Nacional Pacaya-Samiriacomprende 2.000,000 de hectáreas de bosquesinundables. En los bosques inundables del Pa-caya-Samiria se examinó un área con caza per-sistente cerca a Maipuco, Nueva Esperanza ySan Antonio situado a lo largo del río Mara-ñon (área de Maipuco) y un área con poca oninguna caza cerca a la comunidad de Dos deMayo situada cerca al río Samiria (área del Sa-miria), entre los años 1993-1996. Todas las es-pecies de ungulados, excluyendo el venadogris, habitan en la RNPS.

La Reserva Comunal Tamshiyacu-Ta-huayo está situada principalmente en hábitatsde altura. En los bosques de la RCTT y sus al-rededores, se examinó un sitio con caza persis-tente cerca al Chino y San Pedro situados a lolargo de la quebrada Blanco y en el curso su-

perior del río Tahuayo (sitio del Tahuayo-/Blanco) y un sitio con poca o ninguna cazacerca a Carolina, Esperanza y San Felipe situa-dos a lo largo del curso inferior del río YavariMiri (sitio del Yavari-Miri), entre 1989-1997.Las cinco especies de ungulados habitan en laRCTT.

El plan de estudio se hizo a través dedos tipos de análisis: descriptivo y experimen-tal. Un método semi-experimental comparólos sitios con caza persistente con aquellos conpoca o ninguna caza (Bodmer et. al., 1997). Elénfasis en este método fue la presión de cazadado que el hábitat fue mantenido lo másconstante posible dentro de los sitios de alturay dentro de los sitios con bosques inundables.

156 / Uso sustentable de los ungulados amazónicos

Figura 12.1. Mapa del Noroeste del PerúSitios de bosques inundables con 1) caza persistente(Maipuco) y 2) caza poco intensa (Samiria), y los si-tios de bosques de altura con 3) caza persistente (Ta-huayo/Blanco) y 4) caza poco intensa (Yavarí-Mirí).

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La sustentabilidad de la caza de ungula-dos fue examinada en las áreas de estudiousando los siguientes enfoques:

1. Un modelo de cosecha mediante elcual se evaluó la sustentabilidad de la caza deungulados en los sitios de bosques de altura ybosques inundables. El modelo de cosechacompara la producción con la cosecha en unazona específica de caza. Esta comparación dela producción con la cosecha de la misma es-pecie proporciona una medida directa de sus-tentabilidad.

2. Un modelo fuente-sumidero fue usa-do para evaluar la sustentabilidad de la caza deungulados en áreas más grandes. Por otro la-do, las comparaciones entre las zonas aledañascon caza persistente, zonas con poca caza y zo-nas sin caza fueron realizadas usando el mode-lo de cosecha.

Métodos

Presión de caza

La información sobre la presión de ca-za fue obtenida involucrando a los cazadoresen la recolección de los datos. Los cazadoresparticiparon mediante la colección de los crá-neos de los animales cazados. Los cazadoresetiquetaron los cráneos teniendo en cuenta elsexo del individuo, fecha en que fue cazado, yel lugar. Este método proporcionó informa-ción sobre el número de individuos cazados(cosechados) y el área usada por los cazadores(zona de caza). Un margen de error fue añadi-do a la presión de caza con el propósito de in-cluir en los análisis los animales cazados perono registrados, ya sea mediante los cráneos oentrevistas. Las muestras de cráneos de los in-dividuos cazados forman parte de la coleccióndel Museo de Zoología de la Universidad Na-cional de la Amazonía Peruana.

Densidades y abundancia

Se usaron transectos para calcular laabundancia de ungulados y estimar sus densi-dades. Se hicieron trochas en los bosques y serealizaron censos. Durante los censos, no seutilizaron las trochas usadas por los cazadores.Los transectos fueron censados en la mañana yen la tarde, y se registró el número de gruposde animales observados, el número de indivi-duos en cada grupo, y la distancia perpendicu-lar desde el lugar inicial del primer contactovisual a la trocha.

La abundancia fue medida como el nú-mero de grupos vistos por kilómetro en cadalínea del transecto censado. Las densidadesfueron estimadas usando el programa DIS-TANCE, el cual es el más comúnmente usadopara evaluar las poblaciones de fauna silvestretropical (Buckland et. al., 1993; Wilson et. al.,1996).

En el área del Samiria se cubrieron 756kilómetros con censos, en el área de Maipuco1.031 kilómetros, en el área del Yavari Miri 482kilómetros, y en el área del Tahuayo/Blanco626 kilómetros, para un total de 2.895 kilóme-tros censados.

Parámetros reproductivos

La productividad reproductiva (núme-ro promedio de crías por hembra por año) fueobtenida de los datos sobre actividad repro-ductiva de las hembras en base a la informa-ción sobre 1) número de gestaciones por año y2) productividad bruta (número de fetos y /onúmero de hembras adultas examinadas)(Gottdenker & Bodmer, en prensa).

Modelo de cosecha

Los modelos de cosecha pueden serusados para evaluar la sustentabilidad de la ca-

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 157

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za. Los cálculos de la producción se han deri-vado directamente del número promedio decrías producidas por hembra por año y de ladensidad poblacional. El número promedio decrías por hembra por año puede ser normal-mente determinado examinando las condicio-nes reproductivas de las hembras cazadas ymultiplicando por el número promedio degestaciones por año. De este modo, la produc-ción anual (medida como individuos produci-dos/km2) es:

P = 0.5D x (Y x g)

donde Y es el número de crías registradas porhembra, g es el número promedio de gestacio-

nes por año, y D es la densidad poblacional(descontada de un 50% bajo la suposición deque la proporción de sexo de la población es:1:1).

El impacto de caza puede entonces serdeterminado primero comparando la cosechacon la producción y después mediante el cál-culo de la proporción de producción que fuecazada. La proporción de la producción quepuede ser cosechada sosteniblemente es 60%para las especies de vida muy corta, 40% paralas especies de vida corta y 20% para las espe-cies de vida larga (Robinson & Redford 1991).Estos límites son usados para incluir factorestales como el tiempo tomado para alcanzar lamadurez sexual y la supervivencia de los adul-

158 / Uso sustentable de los ungulados amazónicos

Tahuayo/Blanco Pecarí de collar Pecarí labiadoT. tajacu T. pecari

Productividad brura 0.76 0.57Número de gestaciones/año 2.00 1.651/2 densidad (ind/km2) 0.70 ± 0.15 3.3 ± 1.45Producción anual (ind/km2) 1.06 ± 0.23 3.10 ± 1.36Presión de caza (ind/km2) 0.33 0.33

% de producción 31% ± 10% 11% ± 8%

MaipucoT. tajacu T. pecari

Productividad brura 1.02 0.51Número de gestaciones/año 1.88 1.691/2 densidad (ind/km2) 0.33 ± 0.19 0.95 ± 0.47Producción anual (ind/km2) 0.63 ± 0.36 0.82 ± 0.40Presión de caza (ind/km2) 0.03 0.10

% de producción 5% ± 2% 12% ± 4%

Tabla 12.1. Un ejemplo del modelo de caza usado para pecaríes en las áreas de estudio Tahuayo/Blanco y Maipuco

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tos. Estos factores no fueron incorporados enel modelo (Slade et., al. 1998).

Un ejemplo ilustrará el modelo de co-secha (Tabla 12.1).El examen de la condiciónreproductiva de las hembras de pecarí labiadoobtenido por los cazadores reveló que la pro-ductividad bruta en el sitio de estudio de Ta-huayo/Blanco es 0.57 (Gottdenker & Bodmer,en Prensa). El pecarí labiado tiene un prome-dio de 1.65 gestaciones por año. Esto arrojauna productividad reproductiva anual de 0.94crías por hembra por año. La productividadreproductiva es multiplicada por 1/2 de ladensidad de los pecaríes labiados, porque asu-mimos que la mitad de la población de peca-ríes labiados en el sitio del Tahuayo/Blancoson hembras. El resultado, la producciónanual, es entonces dividido entre la presión decaza anual de 0.33 pecaríes labiados cazadospor km2. Esto arroja el porcentaje de produc-ción obtenido por los cazadores, que en estecaso fue de aproximadamente 11% de la pro-ducción de pecarí labiado. Este resultado seencuentra por debajo del 40% máximo parauna especie de vida corta, lo cual sugiere que la

cosecha actual de pecaríes labiados en el sitiode estudio del Tahuayo/Blanco es sustentable.

El modelo de cosecha indicó que laproducción de pecaríes labiados y pecaríes decollar claramente compensó la caza, y parecesostenible en los niveles actuales de cosecha enambos lugares, tanto de altura con caza persis-tente, así como de bosques inundables (Tabla12.2). El porcentaje de la producción cosecha-da de los venados rojo y gris en el sitio de altu-ra con caza persistente fue en ambos casos cer-cana al límite del 40%. Una cosecha cercana allímite del 40% también fue reportada para elvenado rojo, en el sitio de bosques inundablescon caza persistente. Esto indica que la cosechadel venado rojo y del venado gris está justodentro de los límites sostenibles. En contraste,la producción del tapir no está compensandolos niveles actuales de caza en los sitios de al-tura con caza persistente ni en los sitios conbosques inundables, en los cuales se está cose-chando una producción por encima del 100%en ambas áreas. De este modo, la poblaciónbase del tapir está siendo agotada, lo cual esevidentemente insostenible.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 159

Tabla 12.2. Porcentaje de producción obtenido por los cazadores en los bosques inundables de Maipuco y en el sitio del Tahuayo/Blanco la proporción de producción que puede ser cosechada sosteniblemente es del 60% para las especies de vida muy corta, 40% para las especies de vida corta y 20% para las especies de vida larga (Robinson & Redford 1991).

En este análisis los venados y los pecarís fueron considerados como de vida corta y el tapir como de vida larga.

Especies % de producción obtenido por los cazadores

Nombres comunes Maipuco Tahuayo/Blanco

Pecarí labiado 12 ± 4 11 8Pecarí de collar 5 ± 2 31 10Venado rojo 37 ± 10 38 6Venado gris ———- 38 9Tapir 400 ± 200 140 ± 53

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Modelo fuente-sumidero

El modelo de cosecha es muy útil paraevaluar la sustentabilidad de la caza en unárea, porque usa información sobre la produc-ción y cosecha en el campo. Sin embargo, elmodelo de cosecha es un modelo específicopara una especie que adopta poblaciones ce-rradas. No abarca las complejidades del eco-sistema amazónico, las fluctuaciones imprede-cibles de las poblaciones de ungulados o la po-sibilidad de inmigración de las áreas fuente.Una manera prometedora para incluir estaspreocupaciones en las estrategias de manejode los ungulados amazónicos es tener pobla-ciones fuente sin caza, que puedan reponer lasáreas de caza (sumidero) (McCullough 1996).

Ambas áreas de estudio, la RCTT y laRNPS tienen zonas con poca caza o sin caza.Estas áreas pueden producir un excedente deungulados amazónicos que pueden desplazar-se a las áreas de caza persistente. Las áreas sin-caza y con poca caza son por lo tanto pobla-ciones que potencialmente representan fuen-tes para las zonas con caza persistente.

El tipo y tamaño de las zonas de caza enla RCTT y en la RNPS fueron estimados a par-tir de los datos de caza y áreas de caza revela-dos por los cazadores, y de las observacionesdurante los censos. La RCTT y sus alrededoresfueron divididos en un área de caza persisten-te de 1,700 km2, áreas con poca caza con untotal de 4,000 km2, y un área sin-caza con untotal de 5,300 km2. De forma similar, los sitiosde estudio en la RNPS fueron divididos en unárea de caza persistente de 500 km2, y en unárea sin-caza con un total de 700 km2. La efec-tividad del modelo fuente-sumidero fue exa-

minada para las poblaciones de ungulados enla RCTT y en la RNPS, para ver cómo las áreascon poca caza y sin-caza pueden influir en lasustentabilidad de la caza en las áreas con cazapersistente.

El Modelo fuente-sumidero y el tapir en laRCTT

El tapir ilustrará el modelo fuente-su-midero en los sitios con caza persistente de laRCTT. En esta área el modelo de cosecha esti-mó que el 180% de la producción de tapir fuecosechado. Este nivel de extracción es eviden-temente insostenible. Sin embargo, los tapirescontinúan siendo cazados. Por lo tanto, lasáreas adyacentes con poca caza y sin-caza po-drían ser fuentes para la zona con caza persis-tente. En los sitios con poca caza de la RCTT el16% de la producción de tapir es cosechado, elcual está por debajo del límite 20% (Tabla12.3) y en el sitio sin-caza el 0% de la produc-ción es cosechado. De esta manera, los sitiossin-caza y con poca caza juntos forman unárea fuente agregada. Los cazadores están ob-teniendo un estimado de 8% de la produccióndel tapir de esta área fuente agregada, el cualestá dentro de los niveles sostenibles. Efectiva-mente, dentro de toda el área fuente-sumideroincluyendo los sitios con caza persistente, conpoca caza y sin-caza, los cazadores están obte-niendo un estimado de 18% de la producciónde tapir. Esto sugiere que la caza insostenibleen el área con caza persistente está siendocompensada por las áreas fuente, y la caza deltapir en toda el área fuente-sumidero de laRCTT parece ser sostenible.

160 / Uso sustentable de los ungulados amazónicos

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Actualmente, no hay información so-bre si el tapir está en realidad desplazándose alas zonas de caza de la RCTT. Sin embargo, lacontinua presencia del tapir en el sitio del Ta-huayo/Blanco sugiere que el reclutamiento porinmigración del área fuente es importante pa-ra el sitio con caza persistente. Efectivamente,la presión de caza del tapir ha cambiado unpoco entre 1989 y 1996. Además, hay propor-ciones mayores de tapires jóvenes que estánsiendo cosechados en el sitio con caza persis-tente, comparado con el sitio con poca caza(Figura 12.2). Esto sugiere que los animales jó-venes podrían estar desplazándose de las áreasfuente a las áreas sumidero.

La socio-economía de la caza del tapiren la RCTT coincide con el modelo fuente-su-midero. Los tapires son las especies de faunasilvestre terrestres más grandes de la Amazoníaperuana y son fuentes importantes de subsis-tencia y comercialización de carne para la po-blación local. Esto hace difícil que los cazado-res locales reduzcan la cosecha actual del tapir.En efecto, sería improbable que un cazador nodispare a un tapir si lo encuentra en el bosque.De este modo, un sistema fuente-sumidero esuna alternativa de manejo que concuerda con

la realidad socio-económica de los cazadoreslocales.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 161

Tabla 12.3. Resultados del modelo de cosecha para ungulados en áreas fuente y sumidero en la RCTT y alrededores.

Categoría Sumidero Fuente Fuente Fuente FuenteCon caza Sin caza Sumidero

Area aproximada(km2) 1,700 4,000 5,300 9,300 11,000% Producción cosechadaTapir 140 16 0 8 18Pecarí labiado 11 3 0 1 2Pecarí de collar 31 10 0 4 8Venado rojo 38 5 0 2 7Venado gris 45 0 0 0 7

Figura 12.2. Curvas de distribución de edad de tapir(Tapirus terrestris) del Tahuayo/Blanco (líneas sólidasy Yavarí Mirí (punteado)X representa las categorías de edad estimadas a partirdel desgaste dentario, nTah el tamaño de la muestrapara el Tahuayo y nYM el tamaño de muestra para elYavarí Mirí. La supervivencia está dada como Ix, elcual representa el número de individuos que sobrevi-ven a la edad x en el cohorte de Ix. Io está corregido,así que Io = 1000

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El modelo fuente-sumidero y el tapir en laRNPS

El análisis fuente-sumidero del tapir enla RNPS contrasta con el de la RCTT. En los si-tios con caza persistente de la RNPS el mode-lo de cosecha estimó que el 400% de la pro-ducción del tapir es cosechado. Este estimadoes absolutamente insostenible. Asumimos queen el sitio sin-caza el 0% de la producción escosechada. En el área fuente-sumidero, inclu-yendo los sitios con caza y sin-caza, los caza-dores obtuvieron un 182% de la produccióndel tapir (Tabla 12.4). Esto sugiere que la cose-cha del tapir en toda el área fuente-sumiderode la RNPS es insostenible.

La cosecha continua del tapir en laRNPS sugiere que la especie está yendo rumboa la extinción. En efecto, la presión de caza deltapir en el sitio con caza persistente de laRNPS ya es considerablemente menor que enel sitio con caza persistente de la RCTT, indi-cando una población pequeña de tapires. De-safortunadamente, la socio-economía de la ca-za del tapir en la RNPS ejerce la misma presiónde caza que en la RCTT. Los tapires en laRNPS continúan siendo una fuente importan-te en la subsistencia y comercialización de car-ne para la población local. Como sucede en laRCTT, esto dificulta a los cazadores locales enla RNPS reducir la cosecha actual del tapir. Sin

embargo, un sistema-fuente sumidero paramanejar el tapir en la RNPS no es una alterna-tiva de manejo que concuerda con el uso sos-tenible.

Análisis fuente-sumidero para los venados ypecaríes

La efectividad del modelo fuente-sumi-dero puede también ser examinada con las po-blaciones de pecaríes y venados. El modelo decosecha estimó que la cosecha de las poblacio-nes de venados en los sitios con caza persisten-te de la RCTT y de la RNPS estuvo cerca a loslímites de sustentabilidad. Por el contrario, elanálisis fuente-sumidero estima que dentro detoda el área fuente-sumidero de la RCTT sola-mente el 7% de la producción del venado grisy el 8% de la producción del venado rojo es co-sechado y en la RNPS solamente el 5% de laproducción del venado rojo es cosechado. Es-tos estimados están bien por debajo del 40%de la producción y sugiere que la cosecha delvenado en todas las áreas fuente-sumidero se-rá sostenibles a largo plazo si la la caza se man-tiene en los niveles actuales. El modelo de co-secha estima que la cosecha de las poblacionesde pecarí de collar y pecarí labiado es actual-mente sostenible en los sitios con caza persis-tente de la RCTT y la RNPS. Sin embargo,fluctuaciones impredecibles en las poblaciones

162 / Uso sustentable de los ungulados amazónicos

Tabla 12.4. Resultados del modelo de cosecha para ungulados en áreas fuente y sumidero en la RNPS.

Categoría Sumidero Fuente Fuente-sumidero

Area aproximada (km2) 500 700 1,200Tapir 400 0 168Pecarí labiado 12 0 5Pecarí de collar 5 0 2Venado rojo 37 0 15

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de pecaríes han sido reportadas, especialmen-te para el caso del pecarí labiado (Fragoso1998). El enfoque fuente-sumidero ayudaría aamortiguar estas fluctuaciones puesto que lacaza de pecaríes en todas las áreas fuente-su-midero está calculada bien por debajo del 40%de la producción.

Conservación comunal y uso sostenible

En este artículo, la estrategia fuente-su-midero se usó conjuntamente con el modelode cosecha para evaluar la cosecha de las po-blaciones de ungulados amazónicos. El mode-lo de cosecha se usó dentro de las zonas de ca-za para tener una idea sobre la sustentabilidadde ésta. En contraste, la estrategia fuente-su-midero se usó para separar las áreas sin-caza ycon poca caza con el fin de salvaguardarlascontra la sobrecaza y las fluctuaciones impre-decibles en las áreas sumidero.

Los esfuerzos comunales únicamenteconducirán a una conservación exitosa si lasrealidades socio-económicas de la poblaciónlocal funcionan dentro de los límites de los re-querimientos biológicos de los ecosistemas.Recientemente, se ha prestado mucha aten-ción a las condiciones socio-económicas de lapoblación local y su necesidad de lograr unavida mejor como un prerrequisito para el de-sarrollo sustentable (Robinson 1993). No hayduda de que esto es de suma importancia, es-pecialmente para comprender la conservacióncomunal. De igual importancia, es el reconoci-miento de que una mejor información sobre labiología de las especies y ecosistemas debe serincorporada a los esfuerzos de conservacióncomunal. La conservación comunal induda-blemente fracasará si esto no es adecuadamen-te tomado en cuenta.

Si las comunidades dependen de la fau-na silvestre para sobrevivir, la conservación fu-

tura de la fauna silvestre necesitará un uso sos-tenible. Los análisis biológicos, como los des-critos en este artículo, son necesarios para ayu-dar a las comunidades a determinar el nivel decaza que les permita usar las poblaciones defauna silvestre de una manera sostenible. Enefecto, las comunidades con frecuencia pre-guntan a los biólogos sobre cuántos animalespueden cazar para mantener los recursos defauna silvestre por largo tiempo (Observacio-nes personales). Además, no sería realísticoasumir que los cazadores puedan manejar lafauna silvestre por sí mismos en los complejossistemas naturales de los bosques tropicales.De este modo, el manejo comunal es probableque funcione mejor si es llevado a cabo con-juntamente con la asistencia de los investiga-dores en los aspectos técnicos del uso susten-table (Bodmer & Puertas 2000).

Desafortunadamente, muchas comuni-dades pueden desanimarse con la conserva-ción comunal cuando parece evidente que hayinsuficiente conocimiento en cuanto al usosostenible de la fauna silvestre. Uno de los de-safíos más grandes en la conservación, hoy endía, es asimilar las realidades biológicas deluso sostenible, con las iniciativas comunalesde la población rural.

Areas protegidas comunales

Los modelos de cosecha y fuente-sumi-dero necesitan ser incluidos en las iniciativasde conservación comunal. Las comunidadeslocales que viven en las vastas expansiones dela Amazonía occidental naturalmente recono-cen el valor de salvaguardar las áreas sin-cazacomo poblaciones fuente, especialmentecuando se dan cuenta que estas áreas ayudarána garantizar el uso sostenible de sus recursos alargo plazo. Las comunidades que salvaguar-dan las áreas protegidas como zonas fuente lo

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 163

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hacen porque concuerda con sus ambicionesdel uso de los recursos y su realidad socio-eco-nómica.

En contraste, la mayoría de las áreasprotegidas que existen actualmente tienen po-ca o ninguna relación de las comunidades lo-cales (Dixon & Sherman 1990; Redford &Mansour 1996). Las estrategias de área prote-gida actual usualmente establecen metas paraproteger el 10% de las áreas naturales (Mc-Neely et. al., 1994b). Los gobiernos encuen-tran difícil alcanzar este nivel de protecciónpor coacciones económicas y sociales (Barzet-ti 1993). Las áreas protegidas comunales fácil-mente podrían exceder este nivel de 10% yproteger áreas mucho más grandes, especial-mente en la Amazonía occidental. Las zonascon caza persistente y con poca caza podríanactuar como corredores entre las zonas sin-ca-za, creando así un paisaje matriz que permitael movimiento de la fauna silvestre.

Los fondos para el manejo de fauna sil-vestre y las áreas protegidas son con frecuencialimitados en los países tropicales. Las estrate-gias del manejo de fauna y áreas protegidasque incorporan a las comunidades localesusan incentivos económicos y son mucho me-nos costosos que aquellos programas maneja-dos por el estado (Bromley 1994). No obstan-te, las estrategias de áreas protegidas comunal-mente deben incluir investigación sobre labiología de los recursos poblacionales, porquees esencial entender bien las limitaciones bio-lógicas del recurso si es que se pretende que eluso sostenido a nivel comunal sea compatiblecon la conservación (Bodmer 1994; Robinson& Redford 1994).

El sistema actual de áreas protegidasdebería ser mantenido para ayudar a conser-var la biodiversidad (McNeely et. al., 1994a).Sin embargo, además de esta estrategia actual,una nueva estrategia comunal realzará en granmedida los esfuerzos actuales de conservación.En la Amazonía occidental, esta nueva estrate-gia debería basarse en las realidades biológicasdel uso sostenible, las metas y ambiciones delas comunidades locales, y la realidad políticay social de los gobiernos.

Agradecimientos

Estoy agradecido por el tremendo apo-yo que nos han brindado las comunidades dela Reserva Comunal Tamshiyacu-Tahuayo y laReserva Nacional Pacaya-Samiria que partici-paron con este proyecto, así como RolandoAquino, Pablo Puertas, César Reyes, AlfredoBegazo, Tula Fang, Nicole Gottdenker y EtersitPezo quienes ayudaron con el trabajo de cam-po; igualmente agradezco a Julio Curinuqui yGilberto Asipali por su dedicada asistencia enel campo. Las siguientes organizaciones pro-porcionaron apoyo logístico y financiero alproyecto: University of Florida Program forStudies in the Department of Wildlife Ecology& Conservation and the Tropical Conservation& Development Program in the Center for La-tin American Studies, Instituto Nacional deRecursos Naturales - Perú, la Universidad Na-cional de la Amazonía Peruana, la Asociaciónpara la Conservación de la Amazonía, The Na-ture Conservancy, la Wildlife Conservation So-ciety, la Chicago Zoological Society, la Funda-ción Peruana para la Conservación de la Natu-raleza, y el Rainforest Conservation Fund.

164 / Uso sustentable de los ungulados amazónicos

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En la Amazonía los bosques se estánquemando, los árboles caen a un paso nuncavisto, y las sociedades indígenas rápidamenteestán desapareciendo o aculturándose (Hecht& Cockburn 1989). Los principales culpablesde esto y de los conflictos sociales que acom-pañan este proceso han sido los dos pilares quecaracterizan el desarrollo amazónico: la ex-pansión de la frontera agrícola, y la explota-ción de recursos naturales como petróleo, gasnatural, y madera (Schmink & Wood 1984). Elpaso de tales procesos puede ser más alarman-te hoy que en el pasado, pero para los Izoceño-Guaraníes del Gran Chaco boliviano hay pocode nuevo en ellos. Durante siglos los Guara-níes han confrontado procesos históricamentearraigados de empobrecimiento, conflictos detenencia de la tierra, y degradación ambiental(Combes & Saignes 1991; Gott 1993).

A finales de los ochenta y principios delos noventa, cuando Bolivia se convirtió en uncaso de prueba para una reforma económicaestructural y el neoliberalismo, los conflictossobre la tierra, la degradación ambiental, y po-breza se agudizaron más aun. Enfrentada conesta situación, la Capitanía del Alto y Bajo Izo-zog (CABI), una organización de base que re-presenta Izoceño-Guaraníes, se unió a otrasorganizaciones indígenas para presionar al go-bierno. En parte como una respuesta a estamovilización, el gobierno de Sánchez de Losa-da introdujo una serie de reformas incluyendola Ley de Participación Popular (LPP) (1994) y

la Ley del Instituto Nacional de Reforma Agra-ria (LINRA) (1996). Estas reformas coincidie-ron con un mayor apoyo nacional e interna-cional para el medio ambiente y las problemá-ticas de los pueblos indígenas. Este contextosocio-político abrió espacios de acción paralos grupos indígenas y posibilitó que CABIpudiera empezar a elaborar una estrategia des-centralizada de desarrollo sostenible regional.

En 1987, La Comisión Mundial de Me-dio Ambiente y Desarrollo (WCED) publicó“Our Common Future” poniendo sobre la me-sa el debate sobre el desarrollo sostenible. Másrecientemente ha surgido un consenso que lasestrategias descentralizadas proveen una alter-nativa positiva para la conservación de los re-cursos naturales y el desarrollo sostenible. Eneste trabajo, examinaré la sostenibilidad delmanejo local de los recursos naturales y el de-sarrollo a través de un estudio de caso de CA-BI y sus estrategias. La sostenibilidad será ana-lizada tanto desde una perspectiva ambientalcomo socioeconómica. Propongo que la capa-cidad institucional y organizativa de CABI leha permitido tomar pasos hacia una estrategiadescentralizada de desarrollo sostenible regio-nal. Sin embargo, a la larga esta estrategia pue-de ser no-sostenible debido a: 1) la atencióninsuficiente e ineficaz a las necesidades socioe-conómicas locales, 2) la dinámica política bo-liviana, así como del mundo del desarrollo in-ternacional y no-gubernamental, y 3) un mo-delo de desarrollo en las tierras bajas arraiga-

De guerreros a negociadores: Un análisis de lasostenibilidad de estrategias descentralizadas

de conservación y desarrollo en Izozog, Bolivia1

J. Beneria-Surkin

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do en la explotación del gas natural y elpetróleo.

Para examinar estos puntos primerorealizo un breve análisis histórico. Procedo adetallar las actuales condiciones socioeconó-micas y ambientales en Izozog. Esto me lleva aun análisis de la estructura institucional y de laorganización y las funciones de CABI, así co-mo de la estrategia para desarrollo sostenibleregional que se ha estado desarrollando en elcurso de los noventa. Finalmente, examino elimpacto de la estrategia de CABI sobre la con-servación de los recursos naturales y las comu-nidades Izoceño-Guaraníes, así como su soste-nibilidad.

Cómo guerreros se volvieron negociadores:una breve historia de Kuruyuki al Neolibera-lismo

A lo largo del período colonial, losGuaraníes defendieron y mantuvieron su in-dependencia. Pero lo que por siglos habían de-fendido tan fervorosamente se perdió definiti-vamente en 1892, cuando las tropas guberna-mentales bolivianas mataron centenares deGuaraníes en la batalla de Kuruyuki (Beneria-Surkin 1998, Pifarre 1989). En esta coyunturahistórica las posibilidades de resistencia arma-da se desvanecieron porque el control que elgobierno podía ejercer sobre las relaciones so-cio-políticas y económicas regionales aumen-tó dramáticamente. En este contexto, dos cam-bios significativos ocurrieron los cuales deja-rían una huella permanente en los próximoscien años de historia Izoceña.

Por un lado, las instituciones guberna-mentales regionales y nacionales, con el apoyode las elites agrícolas y ganaderas, empezarona fomentar la expansión de la frontera agroga-nadera a través de un modelo de desarrollo ca-pitalista subvencionado por el gobierno. Esto

aceleró los procesos de integración regional enlas estructuras socio-económicas nacionales(Combes & Saignes 1991; Melia 1988:7). Paralos guaraníes, el resultado de estos procesosfue la pérdida de extensa tierra y acceso a losrecursos naturales, así como creciente pobreza(Bojanic 1988, Healy 1983).

Por lo menos entre Izoceño-Guara-nies,2 la batalla de Kuruyuki también cambioel terreno de lucha por la tierra e integridad te-rritorial. De este punto en adelante los líderesIzoceños abandonaron la resistencia armada ycontinuaron su lucha territorial a través de lanegociación política.3 Los primeros frutos deesta estrategia se cosecharon en marzo de 1923cuando la Prefectura (gobierno departamen-tal) de Santa Cruz reconoció a Enrique Iyam-bae como Capitán del Alto y Casiano Barrien-tos del Bajo Izozog (Combes 1996). En 1927,como resultado de un viaje a La Paz, Casiano yBonifacio Barrientos obtuvieron los primerostítulos de la tierra para las comunidades izoce-ñas de Iyobi, Aguaraigua, y Coropo (Ibid.). Alo largo de este siglo, Izoceño-Guaraníes hanseguido utilizando la negociación como unaherramienta en su lucha por tierra y territorio,una herramienta que asumió mayor impor-tancia cuando CABI se consolidó como unaorganización a finales de los ochenta.

En los ochenta, los pueblos indígenasde las tierras bajas de Bolivia estaban perdien-do rápidamente la batalla por el control de latierra y los recursos naturales que son las basesde sus formas de vida. En Izozog, ya a princi-pios de la década esto estaba claro porque losganaderos eran sólo 1,15% de la población pe-ro controlaban 78% de la tierra (Albo 1990;Bojanic 1988:142). A lo largo de la década, enparte debido a una serie de paquetes de refor-mas económicos neoliberales, esta situación seagudizó todavía más y las condiciones socio-económicas para los pueblos indígenas y otros

166 / Análisis de la sostenibilidad de estrategias descentralizadas de conservación y desarrollo

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segmentos de la población boliviana rápida-mente deterioraron.

En un esfuerzo por confrontar la infla-ción desenfrenada de Bolivia y la deuda exter-na los presidentes bolivianos Paz Estensoro(1985) y Paz Zamora (1989) implementaronuna serie de medidas de ajustes estructuralespatrocinadas por el Fondo Monetario Interna-cional (FMI) y que principalmente consistie-ron en congelar los sueldos, la reducción de losgastos gubernamentales en servicios sociales, yel crecimiento económico basado en el au-mento de las exportaciones (Queiser Morales1992). En términos macroeconómicos estasmedidas fueron consideradas un gran éxito,pero un éxito logrado a un costo social grandepara la mayoría de bolivianos.

Dada una disminución significativa enla provisión de servicios sociales por parte delgobierno, una de las principales respuestas aldeterioro de las condiciones socio-económicasfue una dramática expansión de la presenciade organizaciones no-gubernamentales(ONGs) en Bolivia. Desde principios de los se-tenta, el número de ONGs había estado au-mentando; este proceso se aceleró dramática-mente en los ochenta. En este período se viocomo las ONGs nacionales e internacionales ylas organizaciones donantes suplantaron algu-nos de los roles del Estado (Bebbington &Thiele 1993).

En términos ambientales, los costos delajuste estructural, aunque no suficientementedocumentados, también fueron probablemen-te altos porque el aumento de exportacionesdependía de la explotación de los recursos na-turales como gas natural, petróleo, y maderaasí como la expansión extensa de la fronteraagrícola en las tierras bajas. Puesto que mu-chos de los recursos a ser explotados se encon-traban en las tierras indígenas y la expansiónde la frontera agrícola significó crecientes con-

flictos por la tierra, la aceleración de estas for-mas de desarrollo llevó, como ya se mencionóarriba, a una situación insostenible para lamayoría de la población indígena de las tierrasbajas bolivianas.4

Los pueblos indígenas del oriente boli-viano respondieron a estas severas amenazas asu autonomía territorial y formas de vida conla movilización social, la cual fue paulatina-mente aumentando a lo largo de los ochenta yprincipios de los noventa. Al contrario de loque ocurría en el altiplano, donde desde la re-volución boliviana en 1952 la movilización so-cial históricamente había estado vinculada alos sindicatos, en las tierras bajas el enfoque dela movilización indígena era demandas terri-toriales y políticas vinculadas a la identidadcultural.5 Esta movilización culminó en dosgrandes marchas de todas las partes de las tie-rras bajas hacia La Paz, una en 1990 principal-mente organizada por los pueblos indígenasdel departamento de Beni (Arellano & Aram-biza 1999; Lehm 1993) y la otra en 1996 orga-nizada por el CABI y otras organizaciones in-dígenas. Las demandas territoriales y de reco-nocimiento político empezaron a ser contesta-das en 1990, cuando el Presidente Paz Zamorafirmó los decretos que proporcionaron 2,9 mi-llones de hectáreas de tierra a once grupos ét-nicos (Arellano & Arambiza 1999).

Con la elección de Gonzalo Sánchez deLosada como Presidente en 1993, el terrenosocio-político nacional cambió y se volvió al-go más favorable para los pueblos indígenas.Una de las reformas neoliberales promulgadaspor Sánchez de Losada fue la Ley de Participa-ción Popular (LPP). Esta ley reestructuró lapolítica boliviana, dando a los municipios lo-cales el control sobre los servicios sociales e in-versión en el mantenimiento de la infraestruc-tura.6 Junto con estas nuevas responsabilida-des, a través de un sistema de coparticipación

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 167

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que asignaba un monto per cápita, la LPP dis-tribuyó el 20% del presupuesto nacional a losmunicipios (MDH-SNPP 1996). Las organiza-ciones indígenas y barriales consiguieron el re-conocimiento legal como Organizaciones Te-rritoriales de Base (OTBs); los representantesde estas OTBs fueron elegidos a comités de vi-gilancia que podían supervisar los presupues-tos municipales (Kohl 1998). La LPP fue unavictoria política significativa porque por pri-mera vez en la historia boliviana se reconocie-ron formas indígenas de gobierno, así ellos po-dían participar en la toma de decisiones gu-bernamentales al nivel local.7

Esta reestructuración política fue se-guida por reformas sobre la propiedad, quetambién fueron positivas para los derechos in-dígenas. Entre otras cosas, la Ley del InstitutoNacional de Reforma Agraria (LINRA) reco-noció los derechos territoriales históricas yculturales de los pueblos indígenas, creandovaris Tierras Comunitarias de Origen (TCOs).De este modo la LINRA dio a los pueblos indí-genas derechos legales sobre millones de hec-táreas. Por lo tanto, la LINRA y LPP fueronvictorias importantes y, en parte, representa-ban respuestas a la movilización creciente porparte del CABI y otras organizaciones indíge-nas.

También hay que recordar que 1992 fueel año en que la Conferencia Mundial de Me-dio Ambiente y Desarrollo se realizó en Río,poniendo a la conservación ambiental y a lospueblos indígenas en la mira de las agendas dedonantes y ONGs ecologistas y de desarrollo.De este gran encuentro internacional surgióun mayor y renovado interés en el medio am-biente y los pueblos indígenas. Las tierras ba-jas de Bolivia, con numerosos grupos étnicosque ya habían sacado a la luz su situación ycon una biodiversidad de importancia global,estaban prestos para ser parte de esta nueva

agenda internacional. A lo largo de los noven-ta, esto fue de hecho lo que pasó cuando lasONGs medioambientales internacionales in-vadieron el país y los donantes dieron mayorprioridad a estos problemas, ocasionando uncambio similar por parte de las ONGs nacio-nales.

El énfasis creciente en los problemasmedioambientales que surgió de Río tambiénse reflejó en las políticas de Sánchez de Losada,quien aumentó el enfoque nacional en la con-servación ambiental. Por ejemplo, en 1993 porprimera vez en la historia boliviana el gobier-no creó un Ministerio de Desarrollo Sosteni-ble y Medio Ambiente. Además, varias leyes(por ejemplo la Ley de Medio Ambiente) seaprobaron señalando de esta manera unapreocupación nacional más seria por la con-servación de los recursos naturales.

Junto a la reestructuración de la agendade medio ambiental y de desarrollo interna-cional y nacional, el contexto político de prin-cipios de los noventa abrió importantes espa-cios de acción para los grupos indígenas en lastierras bajas de Bolivia. CABI, con una estrate-gia de negociación política desarrollada a lolargo de casi un siglo, era quizás una de las or-ganizaciones indígenas mejor posicionadaspara aprovechar las aperturas disponibles du-rante este período. Esto se evidencia por el he-cho de que, de acuerdo con la LPP, CABI creóel primer distrito municipal indígena, así co-mo por sus esfuerzos por llevar a cabo una es-trategia descentralizada de desarrollo sosteni-ble regional.

Imágenes de inequidad y cambio: Condicio-nes socio-económicas, demográficas y étni-cas actuales en Izozog

Para CABI su estrategia de desarrollosostenible se dirigía a la necesidad dual de la

168 / Análisis de la sostenibilidad de estrategias descentralizadas de conservación y desarrollo

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conservación ambiental y el desarrollo en Izo-zog. ¿Por qué eran necesarias tales acciones?¿Dónde está Izozog? ¿En que condiciones so-cio-económicas se encuentran sumergidos losIzoceños? En esta sección se analizan estos te-mas y otros.

El Izozog está ubicado en el sur del de-partamento de Santa Cruz y la región forma laparte del Gran Chaco, un área que ademáscomprende partes de Argentina, Paraguay y eloccidente brasileño. Ecológicamente, el Chacoboliviano es una región semiárida con variosecosistemas y especies de flora y fauna endé-micos (Hirsch 1991, Navarro et., al. 1998). Laregión también es uno de los pocos bosquestropicales secos en el mundo que todavía per-manece en un buen estado de conservación(Taber et. al., 1997).

En la región, hay 25 comunidades dis-persas a lo largo de las orillas orientales y occi-dentales del río de Parapetí. La población totalde estas comunidades se estima en 8.0008 y lamayoría de la población es Izoceño-Guaraníaunque también hay un número importantede Karai (no-Guaraní). Entre estos dos gruposétnicos (Karai y Guaraní) existen importantesdiferencias en términos de las prácticas cultu-rales y la organización de la producción.9 Losdatos obtenidos en sondeos hechos en cincocomunidades Izoceñas, que se consideran unamuestra representativa de la región, indicanque el porcentaje de hogares Karai varía de

2,5% a 30,8% y el tamaño promedio de hoga-res varía entre 7,3 y 11,4 con un promedio to-tal para todas los hogares de 9,74 (ver tabla13.1) (Beneria-Surkin 1998). Como se ve enlos datos, el porcentaje de migración para tra-bajar como mano de obra en las grandes ha-ciendas de caña de azúcar en las cercanías de laciudad de Santa Cruz (en Bolivia este tipo detrabajo estacional es conocido como zafra) essumamente alto en algunas comunidades (esdecir Rancho Viejo) pero en otros casos (Isi-porenda y Copere) los porcentajes están subs-tancialmente por debajo de las cifras presenta-das por otros autores (ver Hirsch 1991; Mas-sud Rodriguez 1992).

Considerando las condiciones socio-económicas dentro de Bolivia no cabe duda deque los Izoceños son pobres. Los hogares Izo-ceños tienen un promedio entre 0,72 y 2,11hectáreas en producción, ingresos que van de$2.200 a $3.200, y un valor agregado (una ci-fra que refleja con mayor precisión el ingresodel hogar. Ver nota a pie de página debajo) en-tre $3.900 y $5.600. A nivel per cápita, el ingre-so oscila entre $194 y $357 y el valor agregadodel hogar entre $342 y $772 (ver tabla 13.2).Dado que en 1997 el ingreso per cápita en Bo-livia era $1.078 (INE 1999), aun cuando unotiene en cuenta el valor agregado per cápita,está claro que por estándares nacionales Izoce-ños son bastante pobres.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 169

Tabla 13.1. Características sociales, demográficas, y étnicas de cinco comunidades Izoceñas10.

Comunidad Tot. Hog % Hog Entrev. % Hog Zafra Tamaño Prom. % Pob Karaide Hog.

Isiporenda 29 34,5% 0% 7,3 18,9%Brecha 85 41,2% 45,7% 9,1 2,5%Copere 69 36,2% 28% 11,4 5,6%Kuarirenda 80 35% 35,7% 10,4 30,8%Rancho Viejo 30 80% 83,3% 9 6,9%

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Entre los hogares Izoceños hay una he-terogeneidad de formas de organizar la pro-ducción que están vinculadas a diferencias ét-nicas (es decir Guaraní/Karai), religiosas y so-cio-económicas.12 Sin embargo, la mayoría delos hogares participan en un mayor o menorgrado en las siguientes actividades producti-vas: agricultura tropical de tala y quema de pe-queña escala, crianza de animales domésticos,producción de tejidos, cacería, recolección derecursos naturales, pesca, y varias formas degeneración de ingresos (Beneria-Surkin 1998).Estas estrategias de sobrevivencia son el resul-tado de procesos históricos a través de los cua-les ha habido, entre otras cosas, una incorpo-ración de cultivos (por ejemplo arroz) y ani-males domésticos (por ejemplo vacas y cabras)no-nativos.13 Algunos antropólogos (MassudRodríguez 1992) han caracterizado la agricul-tura Izoceña como solamente de auto-subsis-tencia, pero una reciente investigación ha re-velado que hay un número significativo de ho-gares que venden una porción de su produc-ción (Beneria-Surkin 1998). Por esta razón,llamar estas prácticas ‘tradicionales’ sería con-denarlas a un pasado inexistente y disimularlas características que les permiten sobreviviren el contexto moderno (Roseberry & O’Brien1991).

Aunque las prácticas de sobrevivenciaIzoceñas combinan elementos tradicionales ymodernos, hasta la fecha esto no les ha permi-tido escapar de la pobreza. Además de CABI, elmunicipio de Charagua, al que el perteneceIzozog, numerosas ONGs nacionales e inter-nacionales han buscado mejorar las condicio-nes socio-económicas negativas a través deproyectos de desarrollo regional. En los últi-mos años, la lista de ONGs que trabajan en laregión ha incluido: Fe y Alegría (una organiza-ción vinculada con la iglesia católica), el Cen-tro de Investigación de Artesanía Campesina(CIDAC), Apoyo Para el Campesinado delOriente Boliviano (APCOB), Centro de Inves-tigación y Promoción del Campesinado Agrí-cola (CIPCA), la Cruz Roja suiza, y CARE.Con relación a la mejora de condiciones socio-económicas locales los proyectos de estas or-ganizaciones han tenido un éxito variable,aunque si han contribuido a una mejora signi-ficativa de la calidad y disponibilidad de aguapotable, educación, y salud en algunas comu-nidades.

Los proyectos de desarrollo no han te-nido suficiente éxito por dos razones. Por unlado, los proyectos tienden a reproducir mo-delos de desarrollo que, aunque pueden estarbien diseñados y planificados, no se acoplan

170 / Análisis de la sostenibilidad de estrategias descentralizadas de conservación y desarrollo

Tabla 13.2. Promedio de ingreso, valor agregado y hectáreas en producción en hogares en comunidades Izoceñas11

Comunidad Prom. Ing. Ingreso Prom. de Valor Valor Agreg Prom. de de Hog. Per cap Agregado de Per cap Hect. en en US$ Hogar en US$ produc./HH

Isiporenda 2451,6 335,8 5634,9 771,9 1,03Brecha 3244,9 356,6 4603,9 505,9 1,32Copere 2207,0 193,6 3895,1 341,7 2,11Kuarirenda 2998,0 288,3 5132,0 493,5 0,72Rancho Viejo 2847,2 316,4 4562,4 506,9 1,90

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adecuadamente al contexto socio-cultural izo-ceño-guaraní (Massud Rodríguez 1992). Porejemplo, varios proyectos enfatizan la produc-ción ganadera o promueven una mayor parti-cipación de las mujeres en las esferas produc-tivas y políticas, sin tomar en cuenta la fun-ción socio-cultural de la crianza de animales ola posición de las mujeres dentro de las comu-nidades Izoceñas.

A pesar de la extensa retórica de la par-ticipación, la mayoría de ONGs siguen un mo-delo de desarrollo vertical. Los técnicos de lasONGs presentan los proyectos a las comuni-dades como un fait accompli y los miembrosde la comunidad no participan en la planifica-ción del proyecto o la toma de decisiones, fun-ciones que son del dominio exclusivo de losexpertos de las ONGs, reduciendo la partici-pación de la comunidad a la provisión de ma-no de obra. Como resultado, las comunidadesno perciben los proyectos como suyos y, cuan-do surgen conflictos o se encuentran proble-mas, los comunarios se retiran del proyecto y,por lo tanto, los mismos tienden a fallar (Be-neria-Surkin 1998; Massud Rodríguez1992).14

De movilización indígena a institución: la es-tructura organizativa de CABI

Desde los años veinte, el Izozog ha sidopolíticamente dividido en dos partes, el alto ybajo Izozog (Combes 1996). La principal auto-ridad socio-política en la región es el CapitánGrande (Bonifacio Barrientos). Hay tambiénSegundos Capitanes del alto y bajo Izozog, asícomo un Capitán en cada uno de las 25 comu-nidades. Los Capitanes son elegidos de por vi-da y sólo se reemplazan si ellos se cansan deltrabajo, se mueren o enferman, o la comuni-dad o la asamblea general decide que ellos noejercen bien su trabajo como autoridad

(Hirsch 1991; Massud Rodríguez 1992). Estaestructura socio-política es la base de CABI.

Muchas de las decisiones importantesse toman en asambleas generales sostenidastrimestralmente y en las que los Capitanes seeligen y se presenta el avance o se aprueban losproyectos (Arellano & Arambiza 1999). En es-tas asambleas participan Capitanes y comu-narios de ambos géneros que vienen de todaspartes. Todos los participantes en estas reunio-nes tienen el derecho a ‘la palabra’ (o en otraspalabras a hablar) y dar su opinión.

Según CABI, los Capitanes están suje-tos a decisiones populares tomadas en estasasambleas. Sin embargo, en la práctica, comoes frecuentemente el caso, la estructura de to-ma de decisiones no es tan democrática. Enmuchos casos, los líderes de CABI (es decir losCapitanes) de antemano toman decisiones so-bre proyectos u otros problemas, y los partici-pantes en la asamblea pueden debatir o criti-car estas decisiones pero finalmente no tienenmayor opción que aprobarlas.15 Por lo tanto, apesar de lo que dice CABI, la asamblea generalno debe ser considerada como la principal ins-tancia de toma de decisiones de los Izoceños.

Este sistema de gobierno mantiene unacontinuidad cultural con el pasado, pero tam-bién ha experimentado una serie de transfor-maciones y adaptaciones. En particular, el pa-pel del Capitán Grande ha cambiado dramáti-camente como consecuencia de la interaccióncon el contexto socio-político que envolvió alos Izoceños. Como en el pasado, el Capitán si-gue siendo una autoridad política local paralos Izoceños pero, a lo largo de este siglo, el pa-pel que él juega cada vez más ha tenido que vercon la interacción y negociación con la socie-dad boliviana externa. Hoy, Bonifacio Barrien-tos así como otros Capitanes pasan más tiem-po negociando o en reuniones con políticos einstituciones en Santa Cruz, La Paz u otros lu-

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 171

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gares fuera de la región que en Izozog. Así, loslíderes de CABI combinan ‘tradición’ con mo-dernidad, papeles como autoridades localescon una base histórica con nuevas funcionesque refleja los requisitos de la actual sociedadboliviana.16

En 1996, cuando se empezaron a ma-nejar numerosos proyectos, CABI inició otrocambio innovador en su estructura organizati-va creando la Fundación de Ivi-Iyambae. LaFundación reunió Izoceño-guaraníes que te-nían experiencia técnica y habían estado tra-bajando para otras ONGs u organizaciones in-dígenas. La Fundación tiene su propio directorejecutivo izoceño-guaraní y un comité ejecuti-vo con un presidente (el Capitán Grande deIzozog) y otros miembros que son Izoceño-Guaraníes o profesionales con años de expe-riencia (Arellano & Arambiza 1999).

La Fundación sirve como un medio pa-ra administrar y recaudar fondos para los pro-yectos. También le proporciona apoyo técnicoe institucional a CABI para su manejo de pro-yectos como Kaa-Iya, un proyecto financiadopor USAID y co-administrado por CABI y laONG ecologista de Estados Unidos WildlifeConservation Society (WCS). CABI tiene au-toridad sobre la Fundación la cual es simple-mente su brazo técnico. Sin embargo, en reali-dad muchas decisiones importantes acerca de laadministración de los proyectos son tomadaspor el director de la Fundación o por los exper-tos técnicos y no por la dirección de CABI.

Los éxitos de negociación: una estrategiadescentralizada de desarrollo sostenible re-gional de CABI

Cuando el clima político nacional y lasagendas de las ONGs cambiaron a principiosde los noventa, CABI estaba en condicionespara aprovecharse de esta situación debido a

su fuerza organizativa y a una estrategia de ne-gociación bien experimentada que resultó sersumamente eficaz en este clima político. Porestas razones CABI llego a ser un actor socio-político significativo a nivel local y regional ylogró varios éxitos sin precedentes para unaorganización indígena en las tierras bajas deBolivia. Estas acciones forman lo que aquí sedenomina una estrategia descentralizada dedesarrollo sostenible regional que tiene cuatrocomponentes: 1) la coadministración del Par-que Nacional Gran Chaco-Kaa Iya, 2) asegurarel acceso a la tierra y la integridad territorial,3) la coordinación de actividades de desarrollode las ONGs que trabajan en Izozog, y 4) lacoadministración del Plan de Desarrollo de losPueblos Indígenas (PDPI).

Como resultado de las iniciativas quetomó y las características bióticas únicas delChaco, CABI pudo negociar con el gobiernoboliviano y lograr que en Septiembre de 1995se estableciera el Parque Nacional Gran Cha-co-Kaa Iya (MSDMA 1994). Con algo más de3,4 millones de hectáreas, este Parque es el másgrande en América Latina; tiene casi el tama-ño de Costa Rica. Al principio, el parque re-presentó un nuevo modelo para la participa-ción indígena en la conservación sostenible delos recursos naturales dado que es coadminis-trado por CABI y el gobierno boliviano (Taberet., al. 1997).

El acceso a la tierra y la autonomía te-rritorial han sido históricamente el enfoque dela lucha Izoceña-Guaraní. Desde 1994, CABIha seguido una doble estrategia para defenderlos derechos territoriales. La primera parte deesta estrategia fue la creación del distrito mu-nicipal en 1994, convirtiendo CABI en autori-dad legal en la región. En las palabras de Capi-tán Grande Bonifacio Barrientos, “el distritomunicipal es nuestro territorio, pero necesitaser garantizado con otros documentos legales”

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(Arellano & Arambiza 1999:15)17. Para CABI,el parque nacional era un medio para logrartal protección legal, así como para conservarlos recursos naturales de los que la poblaciónlocal depende. El parque le dio a CABI un re-conocimiento nacional como autoridad regio-nal, y junto con su poder municipal le permi-tió prevenir incursiones extensas en su territo-rio por parte de los grandes ganaderos y agri-cultores.

Con su reconocimiento como autori-dad municipal y coadministrador del parque,CABI decidió emprender una mayor coordi-nación de las actividades de desarrollo deONGs que trabajan en la región. El objetivoera armonizar las actividades de ONGs con losobjetivos ambientales y socio-económicos delparque y la fundación. Como resultado, ahoralas ONGs tienen que presentar sus proyectosen las asambleas generales donde también in-forman a los Izoceños sobre cómo se gastanlos fondos de sus proyectos. En estas asam-bleas también se informa sobre el propósito ylos objetivos de los proyectos.18

En 1997, Gas TransBoliviano (GTB),un consorcio de empresas petroleras com-puesto por las multinacionales ENRON yShell, la empresa boliviana parcialmente capi-talizada, Yacimientos Petrolíferos y Fiscales deBoliva (YPFB),19 la petrolera brasilera nacio-nalizada Petrobras, y otras empresas, estabatrabajando para construir el enorme gasoduc-to Bolivia-Brasil. Este gasoducto transportaríagas natural de Bolivia a la región de São Paolo,y sus principales financiadores eran el BancoMundial (BM) y el Banco Interamericano deDesarrollo (BID).20 En Bolivia, el gasoductoatravesaría una sección de 251 kilómetros delParque Nacional Gran Chaco-Kaa Iya así co-mo los territorios de los pueblos indígenasChiquitano y Ayoreode (Ibid.).

Debido a los requisitos del BM los due-ños del gasoducto tuvieron que realizar unPlan de Manejo Ambiental (PMA) y un Plande Desarrollo de Pueblos Indígenas (PDPI),para limitar los impactos socio-económicos yecológicos del gasoducto (Bolivian Times1997). Sin embargo, las versiones iniciales dePMA y PDPI se diseñaron sin consultar conCABI u otros grupos indígenas afectados(Arellano & Arambiza 1999).

Como coadministrador del parque yautoridad municipal, CABI se opuso a esta fal-ta de consulta y, con el apoyo de BM, utilizó sucapacidad organizativa para presionar a GTB yPetrobrás para que negociaran con ellos(Ibid.). Este proceso de negociación resultó enun convenio entre todas las partes firmado el 8de Diciembre de 1997 (Bolivian Times 1997).Este convenio estableció una estructura parti-cipativa única para la administración del PMAy PDPI que incluye el sector privado (los due-ños del gasoducto), el Banco Mundial y las or-ganizaciones indígenas (CABI y la Confedera-ción Indígena del Oriente Boliviano, CIDOB).

El PMA recibió $ 400.000 del financia-miento y el PDPI $ 3.7 millones. Entre otrascosas, los fondos del PDPI están destinadospara la titulación de tierra, el manejo sosteni-ble de recursos naturales y la creación de opor-tunidades socio-económicas para poblacionesindígenas afectadas por el gasoducto. Así, através de sus acciones CABI consiguió que losimpactos socio-económicos y medioambien-tales fueran compensados, lo cual es quizás lomás importante, y se aseguró de tener, juntocon CIDOB, un papel importante en la estruc-tura de toma de decisiones del PMA y el PDPI.

El contexto importa: la sostenibilidad de laestrategia descentralizada de CABI

En 1987, cuando WCED publicó “OurCommon Future”, el concepto de desarrollo

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sostenible de inmediato se popularizó comouna alternativa a la problemática global am-biental y de desarrollo. Según este informe “lasostenibilidad no puede afianzarse a menosque las políticas de desarrollo presten atencióna consideraciones como cambios en el acceso alos recursos naturales y la distribución de cos-tos y beneficios” (WCED 1987: 46). Entreotras cosas, se propuso que el desarrollo soste-nible debe tener las siguientes metas: 1) reavi-var el crecimiento, 2) cambiar la calidad delcrecimiento, 3) satisfacer necesidades básicasde trabajo, alimentos, energía, agua y salud, 4)conservar y reforzar la base de los recursos na-turales, y 5) la unificación del medioambientey la economía en la toma de decisiones.

En mi opinión, estas metas son lo quéla sostenibilidad o el desarrollo sostenible de-ben ser, un proceso que contribuye a la mejo-ría de la vida humana y al mismo tiempo per-mite conservar los recursos naturales para elgoce y uso de generaciones futuras. En este en-sayo, la estrategia de CABI se considerará sos-tenible si al largo plazo puede lograr estas me-tas.

No cabe duda que, con el apoyo deUSAID, WCS, y la Fundación, CABI ha podi-do desarrollar y llevar a cabo una estrategiadescentralizada que significa un gran pasoadelante en cuanto a asegurar el desarrollosostenible regional. Los éxitos de esta estrate-gia han estado particularmente claros con res-pecto a la conservación de recursos naturales.Las iniciativas de CABI sirvieron para conver-tir uno de los pocos bosques tropicales secosen el mundo, que todavía se mantiene en unbuen estado de conservación en una área pro-tegida, asegurando de esta forma un mayorgrado de protección para numerosas especiesendémicas de flora y fauna (Navarro et., al.1998; Taber et., al. 1997).21 Los guarda par-ques que trabajan para CABI han tenido éxito

significativo en cuanto se refiere a detener laincursión en el parque por parte de grandesganaderos y agricultores y probablementetambién han logrado que disminuyan los ni-veles de cacería.

Como coadministrador del parque,CABI fue una de las pocas organizaciones quebuscó asegurar que la construcción del gaso-ducto de Bolivia-Brasil respetara normas me-dioambientales nacionales e internacionales.Cuando, en medio de las negociaciones entreel CABI y la GTB, Petrobrás entró en el parqueilegalmente para empezar a desmontar zonasde bosque para la construcción del gasoducto,los guarda parques que trabajan para CABIprocedieron a paralizar estas actividades (ElDeber 1997b). A pesar de los argumentos sos-tenidos por Petrobrás (El Deber 1997a), la LeyNacional de Medio Ambiente le daba la auto-ridad a CABI para tomar tales acciones. Encambio, si es que existió el interés por parte delgobierno en reducir los impactos medioam-bientales del gasoducto éste fue mínimo. Si nofuera por los esfuerzos de CABI y las organiza-ciones que la apoyaron, poco se hubiera hechopara limitar los impactos del gasoducto en elparque y sobre los objetivos de conservaciónde recursos naturales.

CABI también tomó algunas medidasque han contribuido a la mejora de condicio-nes socio-económicas locales. En el contextolatinoamericano, otros han demostrado que silos campesinos pierden control sobre la pro-ducción agrícola de subsistencia es sumamen-te difícil para ellos ganar suficiente dinero pa-ra reemplazar esta producción (Painter 1986).Semejante situación, también caracteriza a losizoceño-guaraníes. Los datos de la tabla 13.3demuestran que el costo del reemplazo pro-medio para los cuatro principales cultivosagrícolas es $ 3,1 por hora laboral. Este sueldoestá muy por encima de las posibilidades de

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los Izoceños y de la inmensa mayoría de la po-blación boliviana. Por lo tanto, los pasos to-mados por CABI para asegurar la disponibili-dad de tierra y los derechos de tenencia de tie-rra de los Izoceños han sido importantes encuanto que permiten que la población localpueda mantener su producción agrícola de au-to-subsistencia, lo cual es importante para susformas de vida, y previene un potencialmentedesastroso desmejoramiento de las condicio-nes de vida.

La estrategia de CABI también ha con-tribuido a la creación de un número significa-tivo de oportunidades de empleo en la región.Los datos de cinco comunidades sondeadasdemuestran que el 81,25% de los hogares no-zafreros y casi el 19% de hogares zafreros tie-nen por lo menos un miembro con un empleolocal (Beneria-Surkin 1998).22 Un porcentajeimportante de estos trabajos es el resultado di-recto de acciones tomadas por CABI duranteesta década, y algunos (guarda parque o pro-motor para una ONG o un proyecto de CABI)son muy bien pagados por los estándares loca-les. Aunque datos anteriores a 1990 no existen,no cabe duda que estos empleos han contri-buido a una mejoría de las condiciones de vi-da regionales.

Estos pasos positivos hacia la sostenibi-lidad regional son negativamente contrarres-tados por una serie de factores que a la largaharán que la estrategia de CABI probablemen-te no sea sostenible. Para empezar, las oportu-nidades de empleo locales no son sosteniblesdebido a que muchos de estos trabajos son conONGs o en el proyecto Kaa-Iya, y cuando setermine la financiación para estos proyectos,será difícil reemplazarlos, particularmente,con trabajos con sueldos semejantes. Otroproblema ha sido que estos empleos no han si-do equitativamente distribuidos, un númeropequeño de familias poderosas son los princi-pales beneficiarios.

Para el gran número de hogares Izoce-ños que no han sido beneficiados con lasoportunidades de empleo locales, no ha habi-do suficiente impulso para crear otras oportu-nidades socio-económicas. La inmensa mayo-ría de los fondos recibidos por CABI y la Fun-dación (es decir el parque, el proyecto Kaa-Iyay el PDPI) han ido a la conservación de recur-sos naturales u otras actividades no relaciona-das con el desarrollo. Por ejemplo, en el PDPIsólo $ 296.000 de $ 3,7 millones se encuentradirectamente destinados para el desarrollo yademás este monto es para proyectos en los

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Tabla 13.3: Rendimientos, Horas Laborales, y Costo de Reemplazo de los Cuatro Principales Cultivos Agrícolas en Izozog23

Cultivo Rend. Horas Horas Precio/Kg. Costo de Kgs/Hec Laborales/Hec Laborales/kg. en US$ Reemplazo/

Hora Laboral en US$

Maíz 1840 344 0,19 0,15 0,79Frijol 1380 172 0,12 0,61 5,1Yuca 11500 344 0,03 0,15 5,0Arroz 1840 688 0,37 0,53 1,43

Promedio Total 4140 387 0,18 0,36 3,1

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tres territorios indígenas afectados (Chiquita-no, Ayoreode e Izoceño-Guaraní).

Los proyectos de desarrollo de lasONGs en la región también han tendido a serineficaces (Massud Rodriguez 1992), lo cual sedemuestra en lo que un Izoceño dijo con res-pecto a una ONG: “En 7 años que ya ha traba-jado en esta zona del Alto y Bajo Izozog no he-mos visto el provecho de su trabajo. Duranteestos años solo nos han traído plantas que noproducen.”24

Dado que durante varios años CABI yla Fundación han estado coordinando con lasONGs, ellos también deben asumir parte de laresponsabilidad por la ineficacia de estos pro-yectos. En general, CABI ha delegado a lasONGs la responsabilidad de llevar a cabo losproyectos y no les ha presionado para que di-señen proyectos que más adecuadamente re-flejen el contexto socio-económico y culturalregional.25 La estructura vertical y no-partici-pativa de los proyectos de las ONGs, que enparte ha contribuido al fracaso, también hapermitido continuar, con un modelo que lapropia CABI reproduce en algunos sentidos.Es así que a pesar de ciertos adelantos positi-vos, las perspectivas futuras respecto al mejo-ramiento de las condiciones de vida en Izozogno son brillantes, a menos que CABI dirija unamayor atención a este problema o que lasONGs empiecen a ser más eficaces.

Una amenaza mayor para la sostenibi-lidad de la estrategia de CABI es la dinámicasocio-política de Bolivia y de las institucionesde desarrollo nacionales e internacionales. Porlo menos desde la revolución nacional bolivia-na en 1952, el principal instrumento para eldesarrollo nacional, sobre todo en las tierrasbajas, ha sido la explotación de los recursosnaturales como lo son los hidrocarburos. Da-da la invasión de capitales extranjeros en elsector de los hidrocarburos en años recientes

(Kohl 1998) y las inversiones masivas que seestán haciendo en este sector, las perspectivasde expansión futura de este tipo de desarrolloson asombrosas.26 Esto es ominoso debido aque esta industria tiene una larga historia dedestrucción ecológica, así como de abuso delos derechos indígenas (BBC 1999; Thomson& Dudley 1989).

En Bolivia, las posibilidades de que lospueblos indígenas o los ecologistas puedan de-tener proyectos de hidrocarburos son casi nu-las debido a la dinámica política y el poder so-cio-económico nacional de esta industria. LaConstitución boliviana establece que el sub-suelo nacional es de propiedad del gobierno.Por consiguiente, el gobierno puede otorgarconcesiones petroleras o de producción de gasnatural en cualquier parte del país. Además, elpoder económico nacional de este tipo de de-sarrollo hace que, a pesar de la Ley del MedioAmbiente que proscribe las concesiones petro-leras o de gas natural dentro de un parque na-cional, es la Ley de Hidrocarburos la que casisiempre tiene prioridad. Aunque CABI escoadministrador del parque, lo máximo quepudo hacer fue limitar los impactos medioam-bientales y socio-económicos del gasoductoBolivia-Brasil.

La sostenibilidad se complica todavíamás debido a las perspectivas de un masivoproyecto de exploración petrolera. Actual-mente, una empresa petrolera privada (ChacoS.A) está llevando a cabo un estudio de impac-to ambiental como un primer paso en sus pla-nes para abrir la exploración del petróleo den-tro del parque en un futuro cercano. Cuandoesto tenga lugar, es probable que los impactosmedioambientales y socio-económicos seanmucho mayores a aquellos ocasionados por elgasoducto. La exploración petrolera significala contaminación potencial de las fuentes de

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agua locales, la deforestación, la apertura decaminos, lo cual facilita la entrada de los colo-nos, ganaderos y agricultores, y la presencia deun importante número de trabajadores du-rante un largo período. Aunque CABI no du-dará en limitar los impactos de este proyecto,será incapaz de detenerlo, o a otros semejantesen el futuro. En este contexto de desarrollo lasperspectivas de que la estrategia de CABI pue-da, a largo plazo, ser sostenible no son buenas.

Los cambios continuos en la dinámicapolítica boliviana así como los cambios poten-ciales en las prioridades de instituciones de de-sarrollo nacionales e internacionales tambiénhacen que la estrategia descentralizada de CA-BI no sea sostenible. En la década de los no-venta, CABI se ha beneficiado de un contextonacional en que el gobierno, las ONGs, y losdonantes internacionales estaban poniendoun mayor énfasis en la conservación ambientaly los pueblos indígenas. Sin embargo, la elec-ción del presidente Hugo Banzer en 1997 trajouna agenda política en la cual el ambiente y losindígenas tienen menos prioridad que en laanterior administración.

Esto, por ejemplo, se evidenció en lafalta casi total de preocupación por los impac-tos del gasoducto de Bolivia-Brasil por partedel gobierno. Dada la actual crisis económicaen Latinoamérica y a nivel global y una histo-ria de cambiantes modas de desarrollo, es muyprobable que las prioridades de los bancosmultilaterales, las agencias de desarrollo inter-nacionales y las ONGs también cambiarán enun futuro cercano.27 En el contexto de un te-rreno político en proceso de cambio y cambiosen la agenda del mundo de desarrollo, CABIpodría quedar con menos apoyo financiero einstitucional, lo cual disminuiría significativa-mente las posibilidades de asegurar la sosteni-bilidad de su estrategia regional.

Conclusiones: pasos positivos en un contextoequivocado

A través de la transformación en la es-tructura socio-política Izoceña y la utilizaciónde una estrategia de negociación, CABI ha si-do capaz de convertirse en un actor políticoimportante y continuar la lucha histórica delos Izoceños por el territorio y el acceso a losrecursos naturales. Esta transformación fueposible porque los líderes del CABI pudieronentender los intereses y normas de la políticanacional, las instituciones de desarrollo y lasorganizaciones medioambientales y a su vezestas normas fueron incorporadas dentro delCABI y la Fundación. Esto demuestra una ca-pacidad enorme de aprendizaje e innovación(North 1990; Storper & Salais 1997) que, enun contexto nacional e internacional favorableal ambiente y a los pueblos indígenas, habilitóa CABI para llevar a cabo una estrategia des-centralizada de desarrollo sostenible regional.

Esta estrategia hizo posible que CABIdiera pasos positivos hacia mejorar las condi-ciones de vida en Izozog y asegurar la conser-vación de los recursos naturales para las futu-ras generaciones. Sin embargo, las perspectivasa largo plazo son que esta estrategia no serásostenible por tres razones: primero, quizásdebido a las prioridades de sus fuentes finacia-doras, la mayoría de los recursos financierosrecibido por CABI han sido destinados a laconservación ambiental, y ni CABI ni lasONGs han engendrado alternativas capaces demejorar las condiciones locales de vida; segun-do, las posibilidades de exploración petroleradentro del parque en un futuro cercano y unpanorama económico y político que favoreceeste tipo de desarrollo comprometen enorme-mente la sostenibilidad. Finalmente, un terre-no político nacional en proceso de cambio ycambios potenciales en las prioridades del

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mundo en desarrollo dificultarán los objetivosde CABI.

Este estudio de caso demuestra que lasorganizaciones indígenas son capaces de llevara cabo estrategias de desarrollo sostenibles des-centralizadas y positivas. Sin embargo, esta ca-pacidad no es suficiente debido a que la soste-nibilidad está vinculada tanto al contexto so-cioeconómico y político local como al regional,nacional, y global. Mientras la capacidad de in-novación y negociación de CABI le ha permiti-do lograr éxitos importantes, por sí mismo nopuede reducir la velocidad de expansión o de-tener el énfasis económico nacional irracionalen la explotación de hidrocarburos y otros re-cursos naturales. A menos que, las institucionesnacionales e internacionales de desarrollo ymedio ambiente se unan a CABI para presionaral gobierno para que modifique los modelos dedesarrollo nacionales, el guión más probable esque la estrategia de CABI no sea sostenible.

Finalmente, Bebbington (1993) propo-ne que las organizaciones indígenas y las ONGspueden jugar un papel importante al promoverel desarrollo alternativo participativo, que seaviable y que combine la ‘tradición’ y moderni-dad, tomando en cuenta las condiciones socio-culturales locales para mejorar las condicionesde vida. Mientras que organización como CA-BI ha navegado la modernidad con bastanteéxito, en sus propios términos, ni esta organi-zación ni las ONGs en la región han tomadolos pasos necesarios para lograr que la pobla-ción de Izoceña enlodada en pobreza puedahacer lo mismo. Sin alternativas dirigidas a lasnecesidades socio-económicas de Izoceño-Guaraníes y que les proporcionen medios máseficaces para controlar su integración con losprocesos económicos continuos, ninguna es-trategia de desarrollo regional, sea de CABI uotras organizaciones, podrá ser sostenible.

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Notas

1 Actualmente el autor está completando su di-sertación doctoral en la Facultad de Planifica-ción Urbana de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA). Me gustaría reconocer elapoyo recibido del Instituto Internacional deEducación Fulbright y el Programa de EstudiosLatinoamericanos de la UCLA por la concesiónde becas para realizar investigación de campoen Bolivia de Agosto de 1997 a Diciembre de1998. Un Chancellor’s Fellowship de UCLA haproporcionado apoyo para escribir mi diserta-ción. La Fundación Tinker y Programa de Es-tudios Latinoamericanos, la Facultad de Plani-ficación Urbana y la División de Post-Grado deUCLA han proporcionado becas de viaje yotros apoyos. Gracias a CABI por apoyar mi in-vestigación y a mis ayudantes Izoceño-Guara-níes (Donaldo Vaca, Ignacio Segundo y Delcio

Moreno) por su ayuda con traducción y susimportantes aportes a mi conocimiento delmundo Izoceño. También quiero agradecer aSonia Arellano, Lourdes Beneria, Ben Kohl, Li-lian Painter, Nancy Postero, y Robert Wallacepor sus valiosos comentarios constructivos so-bre versiones anteriores de este trabajo.

2 Debido a diferencias lingüísticas y culturaleslos antropólogos dividen los guaraníes en Boli-via en tres subgrupos: ava, izoceño, y simba(ver Albo 1990).

3 Sin duda, la utilización de la negociación polí-tica como una herramienta para defender inte-reses territoriales no era nueva entre los guara-níes. Por ejemplo, cuando una de las rebelionesarmadas más grandes contra la corona españo-la tuvo lugar entre 1799 y 1809, un Capitán(Cumbay) de la región de Ingre en Chuquisaca

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prefirió negociar un convenio con la corona. Élviajó a la Real Audiencia de Charcas en la Pla-ta en un intento por negociar con los españo-les una solución a la ocupación creciente detierra guaraní por los ganaderos. Sin embargo,cuando esta estrategia no logró los resultadosdeseados, Cumbay se unió a la rebelión que to-davía continuaba. Las estrategias de negocia-ción no eran nuevas pero lo que cambió en elperíodo posterior a 1892 fue que la negocia-ción se volvió la principal y única arma de lu-cha disponible para Izoceño-Guaraníes (VerCombes 1996 y Combes & Saignes 1991).

4 Ciertamente, la explotación de los recursos na-turales y la expansión de la frontera agrícola noson procesos nuevos en Bolivia y han sido losmedios principales del crecimiento económicopor lo menos desde la revolución boliviana en1952. Sin embargo, lo que hicieron las políticasneoliberales fue fomentar una mayor expan-sión del crecimiento de estos sectores econó-micos, creando conflictos sociales y ecológicosmás agudos.

5 En parte la movilización social de grupos indí-genas en las tierras bajas no estuvo vinculada asindicatos porque históricamente ellos habíansido excluidos de estas organizaciones (Healy1983). A finales de los ochenta y principios delos noventa, movimientos con demandas rela-cionadas con identidad estaban surgiendo entodas partes de la América Latina. Estos movi-mientos estuvieron vinculados a la problemá-tica indígenas así como a los derechos homose-xuales, los derechos de la mujer, y otras formasde identidad étnica. Ver Alvarez y Escobar1992; Slater 1985.

6 En Bolivia el municipio, especialmente en zo-nas rurales, es más semejante a lo que en Esta-dos Unidos se denomina un condado.

7 Aunque esta ley representa un gran paso ade-lante para el fortalecimiento político y socialde los grupos indígenas del oriente boliviano,todavía hay que ver hasta qué punto producecambios profundos que realmente beneficien alos indígenas.

8 Esta cifra es el cálculo proporcionado por CA-BI y parece corresponder a mis datos así comoa los de otros estudios (ver Beneria-Surkin1998; Hirsch 1991; Massud Rodríguez 1992).

9 Para los guaraníes, el término karai se refiere aalguien que no es guaraní y en general un karaies un blanco o criollo. Sin embargo, en el cur-so de la investigación en la región se observóque esta categoría étnica no está muy clara-mente delimitada o por lo menos no está defi-nida meramente por el color de la piel o elidioma hablado. Parece que el punto principalde definición es si uno tiene un padre o madreguaraní. Si es así se considera que uno es gua-raní.

10 Estos datos, así como todos los que se presen-tan en este trabajo provienen de sondeos reali-zados en las comunidades Izoceñas de agostode 1997 a mayo de 1998 (ver Beneria-Surkin1998). El porcentaje de población Karai repre-senta la proporción de Karais en la poblaciónentrevistada dentro de cada comunidad.

11 El valor agregado es la suma de ingresos y loscostos de reemplazo de la agricultura, la pescay la cacería. Este valor puede considerarse co-mo un substituto para el ingreso total y fue cal-culado con datos sobre cacería en Izozog obte-nidos de WCS y el proyecto Kaa-Iya. Debido aque las cantidades cazadas y pescadas son esti-madas, estos números sólo se pueden conside-rar como una aproximación.

12 Los datos demuestran que los karais tienden aconcentrarse en la crianza de animales y rara-mente migran a la zafra. Al contrario, los Gua-raníes ponen mayor énfasis en la producciónagrícola y la migración a la zafra es uno de susmedios más importantes de generar ingresos.Para una discusión extensa de la diferenciaciónen la organización de producción en Izozog verBeneria-Surkin 1998.

13 Como ha ocurrido con otros grupos indígenasen América Latina y en otras partes del mun-do, es posible que con el tiempo izoceño-gua-raníes hayan incorporado cultivos introduci-dos en su sistema de producción agrícola enuna forma ecológicamente sostenible. Sin em-

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bargo, hasta la fecha ninguna investigación hadocumentado si esto es así. Ver Dove 1993 yReed 1995 para una discusión extensa de cómolas pueblos indígenas han podido adaptar cul-tivos introducidos a los ecosistemas que elloshabitan.

14 Los problemas en estos proyectos de desarrolloseñalados aquí no son exclusivos de esta re-gión.

15 La realidad de la política boliviana y de desa-rrollo hace que frecuentemente sea necesariotomar decisiones rápidamente lo cual difícil-mente se puede hacer si todo tiene que ser de-batido y decidido en asambleas que puedendurar hasta tres días. Por lo tanto, hay razonespor las cuales el CABI necesita tomar ciertasdecisiones fuera de las asambleas.

16 La transformación de los papeles de Capitaneses similar a lo que Whitten (1976) describe enel caso de los Shuar del oriente ecuatoriano. Suanálisis muestra que cuando los Shuar entra-ron cada vez más en contacto con la sociedadecuatoriana y las condiciones socio-económi-cas locales sufrieron cambios serios. Sin em-bargo, encontraron formas de adaptar susprácticas culturales y formas de gobierno alcontexto que les rodeaba. Bebbington (1996)también argumenta que formas similares deadaptación y transformación son necesarias enlas organizaciones campesinas de Bolivia.

17 Traducción propia.18 Observación personal en la Asamblea General

llevada a cabo en la comunidad de La Brechadel 26 a 28 de agosto de 1997.

19 En 1994, como parte de sus reformas neolibe-rales, el gobierno boliviano privatizó 50% devarias industrias incluyendo YPFB. Ver Kohl1998 para una discusión extensa de este proce-so y sus resultados.

20 Como uno de los financiadores principales delgasoducto, el cual sería construido por Petro-brás, el Banco Mundial jugó un papel impor-tante en asegurar que las empresas respetaránlas normas medioambientales y negociaráncon los pueblos indígenas. Sin tal apoyo no ca-

be duda que el CABI hubiera tenido muchomenos influencia vis-à-vis en su negociacióncon los dueños del gasoducto.

21 En parte, la falta de población dentro y en losalrededores del parque ha facilitado los esfuer-zos de conservación. Los Izoceños representanla mayoría de población circundante, y con po-cas excepciones no hay personas viviendo en ollevando a cabo actividades productivas dentrodel parque.

22 Los hogares zafreros son aquéllos en los quepor lo menos un miembro migra anualmente ala zafra. Hogares no-zafreros no tienen ningúnmiembro que participe en esta actividad.

23 Los datos sobre los rendimientos vienen de lainvestigación de Denize Cortez quien tambiéncalculó las horas de trabajo necesarias paracultivar una hectárea de maíz en Izozog. A raízdel número de horas requeridas para el maíz seha hecho un estimativo de las horas laboralesnecesarias para los otros cultivos (ver Cortez1995). El número de horas laborables incluye:tala y quema, preparación de diques y bordes,limpieza de canales de irrigación, siembra, co-secha, y carpida. Los precios son el costo en elmercado local de un kilogramo de cada cultivoy para cambiarlos a dólares se utilizó la taza decambio en Noviembre de 1998 que era 5,71Bs-/Dollar. El costo de reemplazo por hora laborales el precio de mercado de la cantidad de cadacultivo producido en una hora de trabajo y es-tas cifras representan el costo de reemplazo dela producción agrícola de subsistencia (verPainter 1986 para una explicación más detalla-da de cómo se calcula esta cifra).

24 La entrevista del grupo se llevó a cabo en Co-pere, Izozog el 10 de marzo de 1998. La traduc-ción del guaraní al español fue hecha por An-gel Segovia.

25 Tales proyectos de desarrollo serían semejantesa lo que Bebbington (1993) ha descrito comodesarrollo indígena, una forma de desarrolloque incorpora tecnología moderna así comolas prácticas socioculturales y formas de iden-tidad locales.

180 / Análisis de la sostenibilidad de estrategias descentralizadas de conservación y desarrollo

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26 Por ejemplo, el lado boliviano del gasoductoBolivia-Brasil costó aproximadamente $453millones. Entre 1993 y el año 2000 el total deinversiones en el sector de hidrocarburos será

$4.372 mil millones según el Ministerio boli-viano de Comercio, (ver El Deber 1999).

27 Ver Escobar 1994 para una discusión de la his-toria del desarrollo y las cambiantes modas.

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 181

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Abaetetuba: 75, 78, 112, 114, 131, 139, 142Açaí - ver Euterpe oleracea: 93,Acapu - ver Vouacapoua americana: 88Acre: 65, 108, 109, 192, 193, 194Acuchís - ver Myoprocta sp.: 109Aguaraigua comunidad de: 166Agutís - ver Dasyprocta leporina: 107, 109ají - ver Capsicum chinensis: 39, 156Alto Xingú: 18, 22Amapá: 109, 114, 191Amazona vittata: 107Anacardium occidentale: 35, 40Andiroba - ver Carapa guianensis: 94, 114, 124Annona muricata: 93Arachis hypogaea: 35Arapiuns: 17, 22, 28 Araracuara - Colombia: 18, 22, 33, 34, 35, 36,39, 40, 42, 43, 44, 182, 189, 190, 192Argentina: 67, 169 Astrocaryum murumuru: 134Astrocaryum sciophylum: 39Attalea sp: 39Avicennia spp. 135Ayoreode: 173, 176Babassu: 49, 139Bactris gasipaes: 33, 39 Basileuterus rivularis: 116Belém: 7, 12, 75, 76, 79, 80, 81, 86, 87, 89, 92,93, 121, 122, 124, 131, 133, 135, 183, 184, 186,187, 188, 190, 191, 192, 194, 196, 197Beni: 110, 167Bertholletia excelsa Humb. y Bonpl: 108Boca del Toro - Panamá: 21Bombacopsis nervosa: 94Boras: 21

Breves - Brasil: 112, 135, 137, 190cacao - ver Theobroma cacao: 89, 92, 93, 94, 95,97, 99, 107, 139camboa: 138Cametá - Brasil: 112, 135canangucha, aguajales, moriche, miriti verMauritia flexuosa: 39Capim - río: 135Capsicum chinensis: 39Caquetá - río - Colombia: 18, 32, 33, 35, 40,186, 192, 193, 196, 197Carapa guianensis: 94, 124Carica papaya: 92Carolina: 156Catarina: 28caucho ver Hevea brasiliensis: 92, 94, 107, 108,133 Caxiuanã: 116Cedrella odorata: 94Charagua - municipio de: 170Chino - Perú: 156Chiquitano, pueblos indígenas: 173, 176Chontaduro - ver Bactris gasipaes: 33, 39Coatís - ver Dasyprocta leporina: 108Coffea spp. 94Combu, isla - Brasil: 113Coropo comunidad de: 166Cucumis melo: 92Curua-Una - río: 17Cupuaçu ver Theobroma grandiflorum: 92, 93,94, 95, 98, 99Dasyprocta leporina: 109Dos de Mayo comunidad de: 156Elaeis guineensis: 92 Erythrina poeppigiana: 94

Indice de nombres

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Esperanza: 48, 156 Euterpe: 93, 94, 104, 107, 110, 111, 112, 116,118, 122, 133, 134, 135, 183, 190, 192, 194, 197,198Formicariidae: 116 Furnariidae: 116Furo Maracapucu - río: 123Fusarium solani: 91, 100Garcinia mangostana: 92Genipa americana: 139 Glyphorynchus spiurus: 116Gran Chaco: 165, 169, 172, 173, 192, 193Guapore valle de: 21Guaraná - ver Paullinia cupana: 95Hevea brasiliensis; 92, 133Huallaga - río: 146, 197Huastecas: 21Hypocnemoides melanopogon: 116Ipomea batatas: 35, 40Iquitos: 56, 146, 147, 148, 188, 190, 193, 196,197 Iriartea: 39, 111, 112, 116, 118, 183Ischnosiphon spp: 139Izoceño: 165, 166, 169, 170, 171, 172, 173, 175,176, 177, 178, 179, 180, 190Izozog: 165, 166, 168, 169, 170, 171, 172, 173,177, 179, 180, 186, 187Jessenia pataua: 33Jupatí - ver Raphia vinfer: 129Karai: 169, 170, 179Kayapó: 21, 26, 189, 195 Kuhikugu - Brasil: 19Kuikuru: 19 Lepidocaryum sp: 39 Llanos de Mojos - Bolivia: 16, 187Llanos del Orinoco - Venezuela: 16Lyobi, comunidad de: 176Macrobrachium amazonicum: 138Maipuco: 156, 157maíz - ver Zea mays: 18, 24, 34, 38, 40, 61, 131,146, 180, 187Malpighia glabra: 92

Manaus: 17, 133Manicaria saccifera: 134, 142Manihot esculenta Crantz: 35, 39, 40Manilkara huber: 88, 108Maraca - ver Theobroma bicolor: 39Maracapucu - río: 123maracuyá -ver Passiflora edulis: 92Marajó - Brasil: 16, 23, 122, 135, 190 Marañon - río: 145, 156massaranduba - ver Manilkara huberi: 88matapí: 138, 139, 142Mato Grosso: 121Mauritia flexuosa: 39, 106, 114, 124, 134, 135,142, 145, 189Mazama americana: 155Mazama gouazoubira: 155melón - ver Cucumis melo: 24, 92, 97Miri - río: 88, 123, 156, 157Montrichardia arborescens: 114, 139Myoprocta sp. - Acuchís: 109Nambiquara: 21Napo -río: 146Nicaragua: 136, 196No-ku-gu - Brasil: 19Nueva Esperanza: 156Oitavo Bec - Brasil: 17, 28Orbignya phalerata: 139Oxisoles: 88Pacaya-Samiria - Reserva Nacional Perú: 52,56, 57, 156, 164, 187palma africana - ver Elaeis guineensis: 92, 93palo santo ver Zollernia paraensis: 88Pamurí mahsé: 33 Pando - Bolivia: 110Pantanales - sur de Brasil: 135papaya ver - Carica papaya: 89, 92, 97Pará - río: 75, 76, 78, 79, 80, 81, 92, 89, 91, 113,114, 116, 122, 123, 135, 185, 187, 192 Paraguay: 169Parapetí - río de: 169Pari: 138Passiflora edulis: 92

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Piper nigrum: 89Platonia insignis: 93Poraqueiba sericea: 33Pterocarpus amazonicus: 127 Raphia taedigera: 12, 114, 134, 135, 193Raphia vinfer : 124Reserva Extractivista Chico Mendes: 109Rhizophora: 135Rondônia: 12, 61, 62, 64, 65, 67, 68, 69, 70, 71,72, 103, 121, 192Rynchophorus palmarium: 146Samiria - río: 52, 56, 57, 156, 157 San Antonio: 156San Felipe: 156San Pedro - Perú: 156Santa Cruz- Bolivia: 110, 166, 169, 172, 184,185Santarém: 17, 23, 28, 187Sciurus spp. 109Spirogyra: 40Swietenia macrophylla: 94Tahuayo - río: 56, 156, 157, 159, 161, 164, 185Tamshiyacu-Tahuayo - reserva comunal de:156, 164, 185, 194Tapajoara - cultur: 23Tapajós - río: 17, 23, 25, 29, 89, 189

Tapirus terrestris: 155Tayassu pecari: 155terra preta (do indio): 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23,25, 28, 30, 32, 33, 187 Thamnophilus punctatus: 116Theobroma: 39, 92, 139Tierra oscura: 23, 28, 29tipití: 136, 138Tocantins - río: 75, 114, 122, 135, 142Trinidad isla de: 145ubuçú ver Manicaria saccifera: 134Ucayali - río - Perú: 17, 145, 146, 192Várzea: 16, 56, 120, 122, 123, 124, 125, 127,129, 130, 131, 132Vouacapoua americana: 88Waika - Yanomamo: 20Xapurí: 108, 109, 110 Xenops minutus: 116Yavari Miri: 156, 157yuca - ver Manihot esculenta Crantz: 16, 18, 20,35, 39, 40, 89, 121, 125, 136, 138, 185, 196Yurupari: 32Zea mays: 35, 39, 40Zollernia paraensis: 88Zygnemataceae: 40

Desarrollo sostenible en la Amazonía / 201

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