Universidad de La Frontera
Facultad de Educacin, Ciencias Sociales y Humanidades
Departamento de Historia
Pedagoga en Historia Geografa y Educacin Cvica
Delenda est Carthago:La Segunda Guerra Pnica (218-201
a.C.)Breviario del conflicto, significado desde las fuentes y los
autores modernosRamn Sebastin Jos Miguel Chanqueo Cariqueo
Profesor: Andrs Sez Geoffroy
Temuco, 21 de noviembre de 2014Contenido
3Introduccin
4Desarrollo
4Hacia la Segunda Guerra Pnica
4Antecedentes preliminares
6Tras la Primera Guerra
8La conflagracin decisiva
9Breviario del conflicto
12Consecuencias e implicancias de la Segunda Guerra
14Heurstica a la produccin de Polibio y Tito Livio
Introduccin
Este documento tratar fundamentalmente de la segunda guerra
pnica, el conflicto que vivi la ciudad de Cartago contra la
Repblica Romana como camino para hacerse con el control del mar
Mediterrneo, coyuntura que marcar a la larga la evolucin de Roma,
posibilitando el principado. Como justificacin, el ttulo del
presente trabajo monogrfico posee un error histrico hecho a
propsito. Delenda est Carthago es una frase inventada pero que se
le ha atribuido a Catn el Viejo por las fuentes antiguas, y que
representa fielmente, pese a su falsedad, el espritu de la poca:
Cartago era una amenaza real para la supremaca romana, tan as que
tuvo que ser destruida el 146 a.C. Parto de esta frase hecha
recuerdo en mi infancia para indagar, por esta vez, las
implicancias de esta lucha.
Los objetivos generales son dos: por una parte, plantear la
segunda guerra pnica como una coyuntura necesaria que marc el
devenir histrico de Roma mediante las consecuencias de la misma, y
por otro lado, analizar la produccin historiogrfica y las fuentes
referidas a Cartago en consonancia con sus autores mediante el uso
del mtodo histrico. Aparte de esto, existen cuatro objetivos
especficos que me gustara tratar: el primero, describir
sucintamente el periodo anterior a la Segunda Guerra Pnica; el
segundo, caracterizar la Segunda Guerra y los productos que dej el
proceso de la misma; el tercero, interpretar lo dicho por las
fuentes con ayuda de la bibliografa buscada; y el cuarto,
identificar el sesgo ideolgico presente en las fuentes romanas
sobre la ciudad pnica.
Para este fin
Desarrollo
Hacia la Segunda Guerra Pnica
Antes que nada, cabe sealar que nuestros conocimientos sobre
Cartago y su civilizacin poseen slo un foco de expresin, Roma,
siendo a travs y por esta ciudad por la que necesariamente cruzan
todas nuestras fuentes. Esto nos puede llevar a ciertas suspicacias
sobre la informacin que las dos fuentes mejor conservadas de la
Antigedad sobre este tema nos pueden dar, Polibio de Megalpolis y
Tito Livio. Del primero poseemos en gran parte, aunque con
evidentes prdidas, su Historia Universal bajo la Repblica Romana, y
del segundo, La historia de Roma desde su fundacin, tambin conocida
desde su nombre latino, Ab Urbe Condita. An as, partir de estos
dos, ms la clarificacin de los autores modernos, iniciaremos
nuestro propsito.Antecedentes preliminares
Cartago, Qart Hadasht en su nombre no latinizado, se encontraba
ubicada en el noreste de Tnez, en el Golfo homnimo, frica. Era una
ciudad sumamente rica, de carcter comercial, potenciada segn
Kovaliov por su posicin privilegiada sobre las principales vas
martimas que unan el oriente mediterrneo con el occidente pronto se
convirti en centro del intercambio de productos del este con las
materias primas del occidente y sud. Una estructura as a lo largo
de los siglos desde su fundacin (814 a.C. segn la tradicin), estaba
encaminada a construir un imperio y hacerse con el dominio de todo
el mundo mediterrneo. En este sentido, Nicolet afirma
categricamente que Cartago se constitua sin lugar a dudas como un
imperio, duea ya del mediterrneo y que sus reas de influencias y
dominio iban ms all de las Columnas de Hrcules, que eran el lmite
del mundo antiguo conocido y simbolizaban su supremaca.
Sin embargo, Cartago no se hallaba sola en medio de su expansin.
Roma, que vena llevando a cabo un proceso expansionista sin parangn
desde la reaccin a la invasin gala (a inicios del s. IV a.C), y
como seala Polibio: Hechos seores de todo el Lacio, ya por el
valor, ya por la dicha en los encuentros, llevaron sucesivamente
sus armas contra los tirrenios, los celtas y los samnitas,
confinantes al oriente y septentrin con los latinos ()y vencedores
ya en muchos encuentros de los celtas que habitaban la Italia,
concibieron por primera vez el designio de invadir lo restante de
este pas, reputndole no como ajeno sino como propio y perteneciente
en gran parte, en el 275-6 haba expulsado a Pirro, ambicioso rey
venido de Grecia que haba buscado la expansin a costa de los
romanos, siendo finalmente vencido. Para cuando las guerras prricas
finalizaron, los dos Estados se encontraban cara a cara, observando
un territorio que ambos codiciaban: Sicilia. Esta isla, ms all de
ser considerada el granero de los territorios cercanos, posean un
valor incalculable en materia geopoltica, como seala el mismo autor
respecto a la posibilidad de que Cartago se hiciera con ella, y
dueos absolutos de todas las islas del mar de Cerdea y Toscana,
teman y con fundamento, que si a estas conquistas aadan ahora la
Sicilia, no viniesen a ser unos vecinos demasiado poderosos y
formidables, tenindoles como bloqueados, y amenazando a la Italia
por todas partes.
En Sicilia existan un grupo de ex mercenarios, los mamertinos,
que se hicieron con el poder, en el sector aledao a Mesina. Gern
(Hieron), jefe proveniente de Siracusa, logr conquistarlos sitiando
la ciudad y proclamndose rey. Kovaliov y Cabrero difieren levemente
respecto a que si fue voluntaria o no, pero Gern por accin o presin
cartaginesa dej a los mamertinos y regres a su patria, mientras en
Mesina fue puesta una guarnicin de Cartago. Segn Polibio, los
mamertinos se hallaron en un dilema pues se mantenan an bajo el
poder de Gern: por una parte, exista un grupo que buscaba allegarse
a Cartago, mientras que por otro, buscaba el auxilio de Roma. Tito
Livio es ms categrico (y a riesgo de esto, quizs omite
intencionadamente), afirmando que () Contra ellos y contra el rey
Hiern, el Senado (romano) decidi ofrecer ayuda a los mamertinos.
Hubo mucha discusin entre aquellos que estaban a favor y los que
estaban en contra. Por primera vez, los romanos cruzaron el mar con
un ejrcito y combatieron con xito contra Hiern. Exista hasta
entonces un tratado entre Cartago y Roma, con antecedentes del 509
a.C., pero que fue renovado en el 348 a.C. El tratado consignaba el
respeto mutuo entre las potencias, de no navegar por las aguas
territoriales una de la otra y de no tener injerencia en asuntos
ajenos, en el marco de una convivencia pacfica mientras Roma estaba
ms preocupada de solucionar otros conflictos internos y
externos.
Al romper este tratado, ingresando territorio terrestre y
martimo bajo jurisdiccin cartaginesa, Roma ha iniciado la Primera
Guerra Pnica, en el 264 a.C.Tras la Primera Guerra
No nos detendremos en los movimientos de tropas ni en el teatro
de la guerra propiamente tal, sino que slo sealaremos las
consecuencias que daran origen a la segunda conflagracin. Primero
que todo, dejaron los romanos, como vencedores, los trminos del
armisticio en lo siguiente, segn Polibio () Evacuarn los
cartagineses toda la Sicilia, () no tomarn las armas contra los
siracusanos ni contra sus aliados; restituirn sin rescate a los
romanos todos sus prisioneros; pagarn a los romanos en veinte aos
(este plazo fue acortado) dos mil y doscientos talentos (esta
cantidad fue aumentada despus en mil talentos) eubeos de plata.
Segn Kovaliov, Roma obtuvo su granero preferencial (Sicilia),
convirtindose en la primera provincia, dndole la base para
proseguir su expansin extra-itlica, con la fuerte carga
poltico-moral que signific el que la pobre federacin itlica
venciera a la rica potencia martima de Cartago.
En el periodo entreguerras, del 241-219 a.C., Qart Hadasht vivi
una serie de hechos que pavimentaran el camino a la segunda guerra
pnica. El primero fue una rebelin de mercenarios, muy utilizados
por la ciudad, del cual Polibio da un relato bastante completo. Si
bien la revuelta termina siendo aplacada, hacia el 239 a.C. se
levanta una nueva, esta vez en Cerdea, de la cual los romanos se
aprovecharon, apoyando primero a los insurrectos, y luego dando a
paso a sus pretensiones de posesin, o en palabras de Grimberg: ()
(los romanos) le arrebataron esta otra isla a sus rivales, y
respondieron a sus protestas con amenazas de guerra. Los
cartagineses tuvieron que claudicar porque no tenan ms alternativa
(). Incluso Polibio seala esto como una injusticia, pues (los
cartagineses) tenan mejor derecho al dominio de la Cerdea () no slo
evacuaron la Cerdea, sino que se le aadieron 1200 talentos para
evitar el sostener una guerra en las actuales circunstancias. As
ocurrieron estas cosas.. Tito Livio no tiene relatos sobre este
hecho.
Pese a esto, Cartago de ninguna manera se dio por vencida. Aun
cuando perdi un territorio importante como era la Sicilia, los
cartagineses dieron su vuelco al occidente, a Iberia, extensin y el
carcter del poder establecido en Espaa por los brcidas, con la
conquista de la Pennsula Ibrica por Amlcar Barca, comenzada hacia
el 228 a.C. y a la muerte de este con el reinado de su yerno
Asdrbal. Grimberg seala que Roma no le tom el peso suficiente a
estos movimientos en la alejada Hispania, y que si bien haba
producido algunas suspicacias la rapidez con la que Amlcar logr
subyugar a los pueblos que ah habitaban, a su muerte stas
desaparecieron, y se olvidaron de Asdrbal, y, craso error, de
Anbal.
Quizs Roma no poda prever al enemigo en ciernes pues hallbase
ocupada en asuntos ms urgentes. Nos ilustra Polibio: Por este
tiempo emprendieron los romanos el pasar por primera vez con
ejrcito a la Iliria y estas partes de Europa; expedicin que no
deben mirar de paso, sino con atencin, los que deseen enterarse a
fondo del plan que nos hemos propuesto y del auge y fundamento de
la dominacin romana. El hombre oriundo de Megalpolis no habla por
hablar: Ilirea fue segn Cabrero el lugar donde los romanos
comenzaron a tener contactos con los asuntos de la parte oriental
del mundo, un imperativo que a juicio de Polibio es ms que
necesario en tanto la expansin de su pueblo iniciara la conquista
del Ecmene, el espacio habitado, civilizado. Si volvemos a ver esto
una vez ms, No pertenecen las guerras contra Cartago la expresin de
ese plan, ms all de la sabidamente cierta competencia comercial
entre los dos Estados?
Probablemente volveremos a este punto ms adelante. Cabe sealar
finalizando este apartado, que Roma no slo se hallaba inmersa en el
asunto de Ilirea (230-219 a.C.), sino que tambin sus esfuerzos se
repartan en lo que podramos denominar pacificacin de la Galia
Cisalpina, territorios al norte de la ciudad eterna que albergaban
a los galos, pueblo inquieto y que desde el 236 a.C. haba
presentado numerosas rebeliones e intentonas de revuelta, siendo
dominados hasta cierto sentido el 222 a.C. Polibio seala esto como
una razn para una actitud conciliadora, lejana de confrontacin
contra la Cartago que creca: Hallaron que el sueo y la indiferencia
en que haban vivido hasta entonces eran las causas del gran poder
que Cartago haba adquirido, pero procuraron con empeo reparar su
descuido. Al presente no osaban imponer alguna dura condicin, o
tomar las armas contra Cartago, por el riesgo que amenazaba a sus
intereses de parte de los galos, de quienes casi esperaban una
irrupcin de da en da.La conflagracin decisiva
() Ciertos escritores que narraron los hechos de Anbal,
querindonos exponer las causas por que se suscit la segunda guerra
pnica entre romanos y cartagineses, asignan por primera el sitio de
Sagunto por los cartagineses, y por segunda, el paso del Ebro por
estos mismos, contra lo que se haba pactado. Yo ms bien dira que
estos fueron los principios de la guerra, pero de ningn modo
conceder que fuesen los motivos (). As Polibio comienza la narracin
del captulo II del libro tercero, y de manera tal que distingue
entre los acontecimientos puntuales, el casus belli de Sagunto, y
las razones y causas de larga duracin del conflicto. Ms all de lo
interesante historiogrficamente que pueda resultar esto, si
continuamos la lectura, veremos parte del sesgo que subyace, es
natural, en la obra. Polibio utiliza a modo de analoga para
explicar la larga duracin de los preparativos de este conflicto, a
lo sucedido entre Alejandro Magno y la guerra contra los persas.
Casualidad? Lo dejaremos tambin para un anlisis posterior.
El megapolitano nos entrega cuatro grandes motivos de esta nueva
guerra en la que los romanos pugnan con los cartagineses, a saber:
el odio de Amlcar contra los romanos, la toma de Cerdea por estos,
los nuevos tributos que le impusieron a los cartagineses, y los
xitos de stos ltimos en Espaa. El camino al casus belli final
comienza en el 221 a.C., cuando Anbal, considerado por los suyos
como lder de los cartagineses, dominadores en la Hispania, comienza
a asaltar ciudades teniendo como base de operaciones Cartagena
(ciudad fundada por su predecesor, Asdrbal, en el 226 a.C.).
Althea, Salamanca, Arbucala caen bajo dominio de Cartago, quedando
slo Sagunto, lmite consensuado entre esta ciudad y Roma como
frontera.
Aqu Polibio y Tito Livio difieren en parte del inicio del
conflicto. Por su parte Polibio seala que respecto a esta ciudad:
Pero Anbal, atento a las instrucciones y consejos de su padre,
procuraba en cuanto poda no mezclarse con esta ciudad, a fin de no
dar a las claras pretexto alguno de guerra a los romanos, hasta
haberse asegurado de lo restante de Espaa, y que tras correos desde
Sagunto a Roma vinieron unos embajadores, los cuales fueron
recibidos por Anbal, se enfrascaron en una discusin y asumieron
estos que la guerra haba iniciado. Tito Livio en cambio relata que
llegando una delegacin desde Sagunto pidiendo auxilio, el Senado
resolvi enviar a los embajadores para que expresasen el ultimtum y
el respeto al tratado celebrado con Asdrbal; sin embargo: Pero
antes de que partiese la legacin, llegaron noticias de que el
asedio de Sagunto haba, en realidad y para sorpresa de todos,
comenzado. Es decir, Anbal, para Tito Livio, rompi el tratado sin
ninguna advertencia, pues ms adelante seala: Mientras pasaban estas
cosas en Roma, el asedio de Sagunto se prosegua con el mayor vigor.
Es una diferencia ms que sutil en tanto la culpabilidad de la
guerra en Polibio era compartida, y por qu no decirlo, se hallaba
su fuente en parte de la accin romana, mientras que en Livio, Roma
es prcticamente purgada de culpas, metdica y ante todo buscadora
del dilogo, que reacciona nicamente porque el general cartagins ya
haba iniciado el sitio a la ciudad amiga de Sagunto.
Sea como haya sido, este fue el inicio de la Segunda Guerra
Pnica.
Breviario del conflicto
Tito Livio comienza as: () la guerra que voy a describir es la
ms memorable de cualquiera de las que hayan sido libradas; me
refiero a la guerra que los cartagineses, bajo la direccin de
Anbal, libraron contra Roma. Ningn estado y ninguna nacin, tan
ricas en recursos o en fuerza, se han enfrentado jams con las
armas; ninguna de ellas haba alcanzado nunca tal estado de eficacia
o estaba mejor preparada para soportar la tensin de una guerra
larga. Por trminos de espacio, no podr referirme a la guerra
propiamente tal ms que a su lnea general de desarrollo,
insuficiente sin duda para este choque. No es tampoco el propsito
de esa monografa, pero siento es menester para la comprensin de la
misma el haber hecho todo este prembulo para alcanzar este punto
culmine.
De tal forma que no ocupar ms que autores modernos para
describir de manera tal que se comprenda el conflicto pese a la
brevedad con la cual ser tratado. Para ello me apoyar en dos textos
principalmente, de los autores Javier Cabrero y Carl Grimberg, que
ofrecen sintticamente el desarrollo de la guerra.
Tras el sitio y la toma de Sagunto, pas el ro Ebro, y en una
jugada que los romanos no se esperaban que hiciera, o que tomara
mayores precauciones para hacerlo, Anbal hace marchar a su ejrcito
con l a la cabeza con la idea de pasar a travs de los Pirineos y
los Alpes hacia Italia y alcanzar Roma. Segn nos consigna Polibio,
los cnsules de ese ao, Publio Cornelio Escipin y Tiber Sempronio
fueron enviados a Espaa y frica, respectivamente, pero que al
conocerse la noticia de la marcha de Anbal Roma se vio obligada a
cambiar sus planes y envi a Escipin al Rdano para que detuviera el
avance de los cartagineses. Al verse sobrepasado () regres a Italia
y Sempronio () que estaba a punto de desembarcarse en frica, recibi
la orden de regresar y dirigirse al norte para unirse a su colega
Escipin.
Anbal no pas sin prdida su fuerza expedicionaria en el paso por
los Alpes, en el 218 a.C. Los galos le hicieron un tanto difcil el
camino, y lo duro del clima tambin le signific el disminuir su
contingente pues el fro de la cordillera le quit, segn Grimberg, la
mitad de sus efectivos; para cuando entr en territorio romano, le
quedaban 20.000 infantes y 6.000 jinetes, pero confiaba l en que
los pueblos sojuzgados por los romanos, incluso los propios galos,
habran de unrsele en su marcha a Roma.
Se libra una batalla en el valle del Po, una llanura en el norte
de Italia. Escipin es derrotado y herido, en una accin apresurada
contra la formidable caballera cartaginesa. Luego, semanas despus,
se presenta la gran batalla de Trebia, con una nueva derrota por
parte de los romanos, pese a que las fuerzas de los dos cnsules
(Escipin y Sempronio) se haban unido. Polibio nos narra la medida
desesperada de los romanos: Entretanto en Roma se eligi por
dictador a Quinto Fabio (218 aos antes de J. C.), personaje
distinguido por su prudencia y por su ilustre nacimiento. Segn nos
dice Grimberg, haca 30 aos que no se nombraba a un dictador, lo que
expresaba el gran peligro que corra la Repblica Romana en ese
momento, pues Anbal ya poda marchar sobre Roma cuando quisiera. Los
romanos, para oponerse al asalto, destruyeron los puentes sobre el
Tber. Lamentablemente para los romanos, su dictador slo persigui
una frmula defensiva, ms pausada, que si bien no signific grandes
prdidas, muy por el contrario dio buenas victorias, sino slo la
mantencin del status quo, y ni eso, pues la moral romana decaa a
cada tanto. Para el 216 a.C., fueron nombrados dos cnsules, ni
siquiera siendo eso suficiente para dar nuevos bros a la voluntad
romana. Tito Livio nos relata que para colmo de la crtica situacin,
por Roma y sus dominios comienza una extraa sucesin de hechos que
se podran tildar de paranormales, como flechas que se incendian
solas, soldados alcanzados por rayos, cursos de agua mezclados con
sangre, cosechas de grano con sangre, escudos en el cielo, etc.,
rematando con la cada de una inscripcin fatdica: Marte agita su
lanza. Evidentemente, a ojos de un observador racional no podemos
dar crdito a semejantes hechos, a menos que los tomemos como una
expresin de la situacin crtica no slo militar sino de la mentalidad
romana: estn a punto de ser dominados, ellos, los que estaban
destinados a la supremaca e imperio (en el sentido del poder
ejercido) universal.
Vino entonces la Batalla de Cannas. La lucha en s no hay
necesidad de estudiarla, sino cabe slo destacar dos cosas: por un
lado, que Anbal en esa ocasin demostr una astucia y genialidad
militar que le ha valido ser recordado hasta nuestros das, con una
maniobra envolvente que super a las potentes legiones romanas, y
por otro lado, la consecuencia funesta para Roma: De 80.000
romanos, alrededor de 70.000 quedaron en el campo de batalla. Los
otros cayeron prisioneros o huyeron. Entre stos ltimos se
encontraba tambin Terencio Varrn (cnsul elegido ese ao). Emilio
Pablo muri en combate. Tras Cannas, Capua, una de las ciudades ms
ricas de Italia, se rindi ante Anbal, igual que Siracusa, que se
pas a su bando.
La situacin se dio, sin embargo, para que las cosas, por un
tiempo estuvieran ms bien apagadas. Cabrero nos dice que si bien
Anbal no perdi muchas batallas, no gan ninguna significativa
tampoco. En cambio, los romanos comenzaron una vertiginosa
recuperacin desde las cenizas de Cannas, tan as que los territorios
conquistados por Cartago son recuperados, sus dominios en Hispania
pasan a control romano, y que el tramo final del conflicto termin
en frica, en territorio cartagins. Finalmente, en el 202, Publio
Cornelio Escipin se gana su ttulo de Africano, venciendo a Cartago
en Zama.
Una vez ms, Roma impone sus condiciones de paz, de las cuales
Tito Livio nos informa: la entrega de todos los prisioneros,
desertores y refugiados; la retirada de los ejrcitos de Italia y la
Galia; el abandono de toda accin en Hispania; la evacuacin de todas
las islas situadas entre Italia y frica, y la entrega de toda su
marina con excepcin de veinte buques. Tambin deban proporcionar
quinientos mil modios de trigo y trescientos mil de cebada, y una
cantidad de dinero que, en la actualidad, resulta dudosa. En
algunos autores leo cinco mil talentos, en otros se mencionan cinco
mil libras de plata; algunos otros solo dicen que se exigi doble
paga para las tropas. Adems, Cartago ya no puede declarar la guerra
sin consultarle a Roma.
En sntesis, ha quedado completamente derruida en todas sus
antiguas luces: comercio, flota, territorio, soberana, honra. As
finaliza la segunda guerra pnica.Consecuencias e implicancias de la
Segunda GuerraEstablecida la paz por tierra y mar- nos cuenta Tito
Livio-, Escipin embarc su ejrcito y naveg hasta Marsala. Desde all
envi la mayor parte de su ejrcito en los buques, mientras que l
viajaba atravesando Italia. El pas se regocijaba tanto por la
restauracin de la paz como por la victoria que haba obtenido, y l
se dirigi a Roma a travs de multitudes que se derramaban desde las
ciudades para honrarlo, con masas de campesinos que bloqueaban las
carreteras de los territorios rurales. La procesin triunfal con la
que entr en la Ciudad fue la ms brillante que jams se hubiera
visto. El peso de la plata que llev al tesoro ascendi a ciento
veintitrs mil libras.Ilustra bastante bien Livio el ascenso de la
moral romana tras la victoria de Escipin el Africano, y de toda
Roma sobre la potencia cartaginesa. No es tan slo materialidad del
botn saqueado ni de la plata llevada al tesoro pblico: es el lugar
en el concierto del mundo antiguo lo que ms gloria trae para el
pueblo romano.El resultado es claro, la federacin de ciudades
itlicas una vez ms luch contra el Imperio cartagins y le destruy,
pese al avance y ventajas preliminares que se haban conseguido en
los inicios de la campaa. Kovaliov, y personalmente lo considero as
tambin, fue la derrota de Cartago, el esfuerzo primero y la
victoria despus, con todo lo que ello implica, lo que le dio a Roma
la capacidad militar y moral que expresara ms tarde en las
conquistas ulteriores. Cabrero sigue una lnea similar, en cuanto a
que el triunfo en esta guerra pnica signific la supremaca total de
Roma en el mediterrneo, el resultado de un proceso expansivo de
larga duracin, desde inicios del siglo IV a.C., slo comparable a lo
obtenido por el emperador Trajano ya en el principado Aade tambin
el alcance econmico, al hacerse con las rutas y los productos del
antiguo mercado cartagins, o la mina de plata en Espaa. Por igual,
Cabrero y Kovaliov llegan a un mismo punto, que es sobre la
expresin todava ms lejana de este triunfo. Kovaliov lo presenta
como un factor desencadenante de la llamada revolucin del s. II,
con la potenciacin del sistema esclavista que derivar en la crisis
social de esos tiempos, modernzndolo, aumentando la gran propiedad
por sobre la pequea, y el influjo netamente comercial de las nuevas
riquezas. Cabrero le da un enfoque donde es el sistema poltico el
que recibe el influjo del expansionismo, y del resultado de esta
guerra en particular. La alta oligarqua senatorial se vio
favorecida en su posicin, dando lugar a lo que algunos
historiadores han llamado imperio de la clase gobernante, que sera
monopolizado por un reducido nmero de familias que rivalizaran por
la obtencin de los privilegios que otorgar el poder. Esto formar a
la larga dos facciones de familias, los optimates y quienes se
apoyarn en los plebeyos, gnesis de la lucha que en menos de
doscientos aos har arder la Repblica en las guerras civiles, y de
la cual surgir el principado. Humildemente, quiero regresar a un
punto que haba dejado inconcluso antes, y es sobre lo que Polibio
vio como plan, como seal de auge y dominio de la ciudad de Roma. Es
algo que se encuentra no difcilmente en su obra, por ejemplo, este
pasaje: Aqu nos detendremos y examinaremos la poltica de los
romanos, para hacer ver al mismo tiempo que contribuy muchsimo lo
peculiar de su gobierno a recobrar no slo el mando de la Italia y
de la Sicilia y aadir a su imperio la Espaa y la Galia, sino tambin
a sojuzgar finalmente a los cartagineses y pensar en la conquista
del universo. Tito Livio tambin posee esto; se encuentra un ejemplo
en el inicio de La conflagracin decisiva. Primero que todo, la
parte final de la cita de Polibio refleja claramente la importancia
histrica de la segunda guerra pnica, pues hizo pensar a los romanos
en la conquista, ms all de todo; es evidente, que este pensamiento
exista probablemente desde la fundacin misma de la Urbs
(entendindose fundacin no como el ejercicio fsico de cimentar la
ciudad, sino que la construccin social, emocional hasta cierto
punto, de la identidad romana). Roma estaba, para los
historiadores, determinada a la conquista, y las guerras pnicas no
crearon esta presuncin, mas s vaya que la potenciaron, y con
creces.Ciertamente, cabe preguntarse qu historia hacen estos
personajes, los autores de las dos fuentes que hemos utilizado. Una
vez ms, Polibio ilumina : El nico objeto de todo lo que nos hemos
propuesto escribir es hacer ver el cmo, cundo y por qu causa todas
las partes del mundo conocido fueron sometidas al poder de los
romanos; y como este suceso tiene principio conocido, tiempo
determinado y conclusin evidente. He ah, el motor de la produccin
historiogrfica de Polibio, y de Tito Livio, en cierta forma. Quizs
sea necesario aplicar un poco del mtodo histrico para ajustarlos a
cada uno de los dos. De eso se tratar nuestro ltimo
apartado.Heurstica a la produccin de Polibio y Tito Livio
Para este fin nos guiaremos por un texto de Wilhelm Bauer que
trata largamente sobre la crtica histrica de las fuentes. Para
esto, existen seis preguntas bsicas que se deben responder, a
saber: Concuerda el texto con su poca de origen? Concuerda el texto
con su lugar de origen? Es realmente de su autora, el autor que se
seala? Proviene de algn texto anterior? Estaba el autor dispuesto a
decir la verdad? Qu quera decir el autor como verdad?
Respecto a las tres primeras preguntas, tanto en Polibio de
Megalplis como en Tito Livio, no tenemos espacio para dudas
respecto a autora, lugar y tiempo de origen. Sobre el tiempo de
origen hemos de hacer una aclaracin; Polibio, griego, originario de
Arcadia (210-127 a.C.) es contemporneo de las guerras que cuenta,
mientras que Tito Livio (64 a.C. a 17 d.C.) es bastante posterior a
las mismas, siendo amigo ntimo de Augusto.
Respecto a si proviene de un texto anterior, si bien Polibio
menciona a varios autores historiogrficos (entre ellos, el extinto
Filino de Agrigento), su obra proviene de l mismo. Tito Livio en
cambio, por su posteridad debe basarse naturalmente en Polibio, y
en otros autores.
Ahora viene el tema de la verdad. Polibio es ciertamente mucho
ms objetivo que su colega historiador. Tito Livio, recordemos, es
contemporneo de los inicios del principado, en tanto, siendo
cercano a Augusto, se le ha acusado desde siempre de haber escrito
Ab Urbe Condita como un relato ms bien ideologizado, mucho ms que
el no imparcial Polibio, que buscaba la legitimacin del imperio.
Slo de esa forma se entiende el tono categrico con el que excusa a
los romanos y carga sobre los cartagineses a responsabilidad de la
guerra. Los dos autores buscan entregar una visin prcticamente
mesinica de Roma, favorable a la misma, pero es evidente que
Polibio es tanto ms centrado que Tito Livio. Sznycer, M. Cartago y
la Civilizacin pnica, en Roma y la conquista del Mediterrneo, de
Claude Nicolet.
Kovaliov, pg 13-14.
Nicolet, C.
Polibio, Historias, I, 1.
Idem.
Kovaliov, I.
Tito Livio
Castro Hernndez.
Polibio, Idem.
Kovaliov.
Grimberg.
Polibio.
Sznycer, M., pg. 442.
Grimberg, pg 62.
Polibio,
Polibio.
Polibio
Idem.
Tito Livio.
Tito Livio II, 1.
Polibio
Cabrero, J. pg 147.
Grimberg, pg 69.
Polibio, III, 25.
Grimberg, pg 72.
Cabrero, pg. 147.
Tito Livio, II, 22.1
Kovaliov, pg 75.
Cabrero
Polibio
Tito Livio III, 30.45
Kovaliov, pg 100
Cabrero, pg. 149
Idem, 167.
Cabrero, J. Roma, el imperio que gener por igual genios y locos,
, pg 150.
Polibio, III, 3
Idem, III, 2
Bauer, W. Introduccin crtica al estudio de la Historia, captulos
VIII y X.