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Dcalages
Volume 1 | Issue 4 Article 25
6-1-2015
De las formas histricas de existencia de laindividualidad a la
forma sujeto del discurso: Marx,Althusser, PcheuxPedro
Karczmarczyk
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Recommended CitationKarczmarczyk, Pedro (2013) "De las formas
histricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del
discurso: Marx,Althusser, Pcheux," Dcalages: Vol. 1: Iss.
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De las formas histricas de existencia de la individualidad a la
forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pcheux Pedro
Karczmarczyk I. El pensamiento de Michel Pcheux, est jalonado por
varias autocrticas que modulan etapas en su pensamiento (ver
Maldidier 2003, Gregolin 2007, Hernndez y Terriles 2014) Se trata
de etapas donde los nuevos trabajos parecen dejar atrs los
desarrollos previos. Sin embargo este pensamiento conserva,
paradjicamente, casi en cualquiera de los estadios de su recorrido
que se quiera considerar, una extraa pujanza. Lo que queremos decir
es que sus textos tempranos, por ejemplo aquellos de la dcada de
1960, pueden leerse an hoy como textos inquietantes, llenos de
sugerencias, contrariando la opinin que su autor se hizo de ellos,
quien muchas veces crey dejarlos atrs como superados, por hallarlos
plagados de errores. El hecho podra recibir explicaciones diversas.
Podemos pensar, naturalmente, que las distintas coyunturas en las
que su pensamiento se insert hicieron de sus posiciones tericas
agudas respuestas a la coyuntura, pero que sin embargo, en la
medida en que son escritura, sus posiciones son algo ms que eso,
desbordando su contexto de emergencia, un fenmeno que tambin puede
apreciarse a propsito de Althusser, quien, precisamente en virtud
de estudios que lo restituyen en su coyuntura poltica y terica,
filosfica y cientfica (ver Elliot 2006 y Montag 2013 y Cavazzini
2011), estudios que de un modo u otro salen al encuentro del
Althusser histrico y que hacen emerger un Althusser de una enorme
relevancia para las preguntas ms candentes que se le plantean hoy
las praxis poltica y terica. Pierre Macherey ha sugerido que Pcheux
se asemej como nadie a Althusser en lo que tal vez fue su
caracterstica ms temible: una vocacin autodestructiva, un impulso
terico audaz que llev, a ambos, a destruir constantemente su propio
trabajo anterior, como si ello fuera un recurso necesario para
hacer lugar para su trabajo venidero (Macherey 2014). No parece
aventurado ver en este rasgo una consecuencia de entender a la
teora como un conjunto de opciones tericas abigarradas, de opciones
terico-filosficas que
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
Pcheux
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cubren todo el espacio, de manera que para hacer lugar a
posiciones nuevas, para poder responder a una coyuntura
transformada, terica y polticamente, se les impona como una
condicin absoluta, tanto a Pcheux como a su maestro, la destruccin
de lo construido con anterioridad (ver Macherey 2014, ver tambin
Balibar 2004). La distancia entre la coyuntura terica en la que
desarroll su trabajo Pcheux y la nuestra es a primera vista de una
magnitud insalvable. El elemento que marca la diferencia entre
aquellos aos sesenta, la dcada del setenta, e incluso la de los
ochenta, es la fuerte presencia del marxismo tanto en la escena
terica como en la poltica internacional y, consecuentemente, en
distintas coyunturas nacionales. Desde entonces esta presencia se
ha desvanecido. No nos concentraremos en el hecho de que este
desvanecimiento remite, en muchos casos, en Latinoamrica en
particular, a la desaparicin de los cuerpos que sostenan esas
posiciones (ver por ejemplo Marn: 1987). Sin embargo, esta
distancia abismal es tambin la clave de la vitalidad del
pensamiento de Pcheux. Para decirlo de un modo esquemtico: el
espacio dejado por el marxismo no ha quedado vaco, sino que ha sido
llenado con ciertas formas de teora que sintonizan muy bien con lo
que el grupo entero de los althusserianos entendan que era la forma
de teora que funciona como ideologa terica dominante de las
ideologas prcticas que se entrelazan con las relaciones de
produccin del modo de produccin capitalista: el humanismo. Estas
ideologas se articulan bajo la dominacin de la ideologa jurdica que
interviene sobre las relaciones jurdicas en las que se realiza este
modo de produccin, cuyos principios dividen el universo social en
dos clases de entidades: personas y cosas, a partir de las cuales
pueden definirse dos relaciones fundamentales, relaciones de
persona a persona, es decir contratos y relaciones de persona a
cosa, es decir relaciones de propiedad. Estas dos relaciones, segn
estn representadas en la ideologa jurdica, son contingentes en
relacin al ser mismo de las entidades bsicas, puesto que los
contratos son presentados como resultado de la libre voluntad de
los contratantes, lo que deja, en el lmite, la posibilidad de no
entablar ningn contrato. En cuanto a las relaciones de propiedad,
las cosas no deben imponer ninguna constriccin a sus poseedores,
que pueden hacer de ellas el uso que mejor les convenga, para poder
estar sometidas a esta libre disponibilidad. En el lmite, el
paradigma de la propiedad de la ideologa jurdica es el
atesoramiento, la posesin ociosa de un bien. Lo que queremos
destacar de esta concepcin es
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Dcalages, Vol. 1 [2013], Iss. 4, Art. 25
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que las entidades bsicas en las que divide el mundo social,
personas y cosas, tienen una existencia independiente, de modo que
las relaciones de contrato o de propiedad pueden o no entablarse,
sin que esto las afecte en su esencia de cosas o persona. Si
furamos a decirlo con la jerga de la metafsica tradicional,
deberamos decir que para esta ideologa personas y cosas son
sustanciales o primarias, mientras que las relaciones son
accidentales o secundarias. Ahora bien, en la filosofa
universitaria hemos visto, en los ltimos 25 aos, renacer una serie
de opciones tericas que se subordinan a la dominante de la ideologa
jurdica por el flanco del individualismo: el renacimiento del
mentalismo y la primaca de la tica y una de una filosofa poltica
que la prolonga sin grandes rupturas, como disciplinas filosficas
dominantes. Los efectos de esta hegemona se pueden reconocer
incluso en el pensamiento de izquierda. En el caso latinoamericano,
bajo la feroz persecusin sufrida en los aos setenta, acaeci una
reconversin del discurso de la izquierda, cuya matriz era
tradicionalmente histrica y sociolgica, a favor de un discurso en
trminos de derechos, esto es, un discurso de matriz jurdica (ver
Markarian 2004). Que el discurso en trminos de derechos sea la
expresin poltica con la que los intentos neokeynesianos,
neodesarrollistas o populistas latinoamericanos enfrentan la matriz
del discurso neoliberal no es, acaso, ms que un sntoma de la
acendrada hegemona del pensamiento liberal que el ocaso del
marxismo ha dejado como herencia. En el pensamiento social
asistimos a elaborados esfuerzos de presentar a la realidad social
como producto de la aceptacin colectiva.1 En lnea con estas
premisas, la realidad social es
1 La teora de la realidad social de John Searle encuentra la
cifra de la realidad social en una frmula sencilla: Nosotros
aceptamos que X [por ejemplo piezas de metal] cuenta como Y
[dinero] en C [un contexto determinado] lo que supone individuos
con estamos mentales con una intencionalidad intrnseca y una
misteriosa intencionalidad colectiva igualmente intrnseca a los
estados mentales individuales (Searle 1997). Una revuelta contra
esta postura, como la de la sociologa del conocimiento de la
escuela de Edimburgo, al intentar despojarse del individualismo que
campea en la propuesta de Searle, para lo que desarrolla una
posicin finitista en relacin al significado, que consiste en la
tesis de que un efecto simblico llega hasta donde llega la
aplicacin del mismo, por ejemplo la referencia de un trmino alcanza
las aplicaciones efectivamente realizadas del mismo pero no va ms
all de ellas, por lo cual las aplicaciones futuras estaran
indeterminadas. Con esta tesis finitista, cuya inspiracin debe
buscarse en el sistema del common law, los socilogos de Edimburgo
se preguntan porqu Searle, que acepta la tesis finitista para los
hechos sociales institucionales (el dinero por ejemplo), cuyo
alcance no va ms all de la aceptacin efectiva de su validez, no
acepta que esta tesis tiene validez general. De este modo, los
socilogos de Edimburgo, que rechazan la existencia de estados
subjetivos intrnsecamente intencionales, siguen suponiendo que la
constitucin de la realidad social ocurre a travs de una base de
individuos y cosas, donde los individuos, a travs de su
comportamiento, aceptan o rechazan otorgarles determinadas
propiedades institucionales a las cosas. (Ver Bloor 1996;
1997).
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
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presentada como un fluido de decisiones individuales, de manera
que cabra hablar de una suerte de democracia instantnea que se
manifestara en el zapping, el rating televisivo, las encuestas de
opinin, etc. La profundidad de esta dominacin puede medirse en el
hecho de que la oposicin a la misma es interior a su propia
problemtica, tendiendo a enfatizar el carcter fctico de los
acuerdos y los procesos de subjetivacin, para lo que usualmente se
apela a un esquema bastante prximo al de la alienacin, llevando a
postular un ncleo de racionalidad, seminal o por venir, que habra
sido reprimida, es decir, desviada u obstaculizada, por factores
ajenos a la misma, aunque este ncleo persistira siempre, como un
telos al que debe apelarse para constituir una teora critica.2 No
es nuestro propsito aqu hacer un diagnstico detallado de la
situacin del pensamiento contemporneo, sino simplemente evocar con
trazos gruesos algunos rasgos de la coyuntura terica contempornea
para obtener una respuesta orientadora para el sorprendente efecto
de te fabula narratur que producen los textos de Althusser y de
Pcheux: la coyuntura terica con la que nos enfrentamos, siendo muy
diferente en su letra, se asemeja mucho en sus presupuestos, en su
problemtica, a aquello que Althusser design con el nombre de
humanismo y que Pcheux combati de distintas maneras, en particular,
al reencontrarlo entre los presupuestos de la semntica. II. Una de
las demarcaciones ms importantes que realiza Althusser en su
lectura de Marx es que las relaciones de produccin no son
relaciones intersubjetivas, relaciones interpersonales. Lograr
pensar este punto, en su densidad terica y poltica, es una de las
empresas centrales del pensamiento de Althusser, se trata del punto
donde la nocin de ideologa desempea un papel crucial. Pcheux
establece un punto semejante a travs de la siguiente declaracin: El
concepto de Ideologa en general aparece muy especficamente como el
medio de designar, en el interior del marxismo leninismo, el hecho
de que las relaciones de produccin son relaciones entre los
2 La disputa entre comunitaristas y universalistas en los aos
ochenta como as tambin la disputa entre hermeneutas gadamerianos y
terico crticos habermasianos en los aos sesenta encajaba en esta
matriz. Para este ltimo caso, ver Karczmarczyk 2010.
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hombres, en el sentido de que no son relaciones entre cosas,
mquinas, animales no humanos o ngeles; en este sentido y nicamente
en este sentido: es decir, sin introducir al mismo tiempo y
subrepticiamente una cierta idea de el hombre como anti-naturaleza,
trascendencia, sujeto de la historia, negacin de la negacin, etc.
(Pcheux 1975: 135). La formulacin busca hacer patente que las
relaciones de produccin son relaciones humanas en el sentido de un
genitivo objetivo, las relaciones sociales no son relaciones entre
los hombres porque lo sean para ellos, porque ellos las entablen
(seran entonces sus relaciones). Al contrario, de lo que se trata
es de reconocer que las relaciones sociales son constitutivas de
los hombres. Este asunto tiene una larga historia en el pensamiento
marxista. La clebre formulacin de la sexta tesis sobre Feuerbach
establece precisamente este punto: la esencia humana es el conjunto
de sus relaciones sociales, lo que indica que los hombres son
impensables sin esas relaciones. La cuestin es, entonces: la
esencia humana tramada de relaciones a la que alude Marx, puede
pensarse en trminos de relaciones interpersonales, de relaciones
intersubjetivas? Indudablemente, la sexta tesis sobre Feuerbach ha
tenido secuelas importantes que van en este sentido. Las
observaciones de Engels segn las cuales los hombres hacen la
historia en condiciones que son independientes de su voluntad, lo
que hara de la eficacia histrica una resultante de las voluntades
individuales, se mueve en este esquema tradicional, lo mismo que la
filosofa marxista de Sartre (ver Althusser 2005: 117 y ss.). Sin
embargo, sin salirnos de la VI tesis deberamos preguntarnos, esta
interpretacin no implica hacer de la relacin algo accidental,
frente a lo que la persona humana (el sujeto) se comportara como
esencia? La individualidad humana concebida como el terreno en el
que opera la ideologa, la superestructura, y circunstancias
histricas, concebidas como el terreno de la produccin, aparecen as
en una correlacin universal, pero en un vnculo que se pudo pensar
en trminos de causalidad mecnica, humeana, porque antes se pens la
independencia lgica de los trminos. Le corresponde a Althusser el
mrito de haber discernido un movimiento ms radical en el
pensamiento de Marx, a pesar de su recubrimiento por pesadas capas
de ideologa humanista: Marx remite la esencia humana,
tradicionalmente concebida como algo intrnseco a cada hombre o
mujer, esto es, como las condiciones necesarias y suficientes que
cada ejemplar humano debe poseer para
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
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ser tal, a las relaciones sociales, tradicionalmente pensadas
como exteriores o accidentales a esta esencia humana. De esta
manera la esencia humana tiene en las relaciones sociales un
exterior constitutivo, esto es, un exterior que no es accidental,
sino un exterior del que depende la propia esencia, un exterior que
es condicin de existencia de la esencia humana ya que la constituye
en cuanto tal. Debemos a la lucidez terica de Louis Althusser,
insistimos, haber comprendido tambin que este movimiento radical
del pensamiento de Marx no ocurri de un solo golpe en su produccin
terica, conviviendo en sus textos con tendencias que ponan el
nfasis en la produccin ms que en las relaciones de produccin, o si
se quiere ser ms preciso, en el sujeto de la produccin antes que en
las relaciones de produccin. Se trata de las variantes diversas de
la alienacin que remiten a un estado originario de unidad entre el
productor y las condiciones de la produccin (ver por ejemplo Barth
1951: 109 y ss.). Para las concepciones centradas en la alienacin,
lo que Althusser identific como humanismo, el exterior de las
relaciones sociales, no sera un exterior constitutivo, sino un
exterior accidental en relacin a la esencia humana, una fractura
acaecida en el curso de la historia que seala a la reunificacin del
origen fracturado como un telos del proceso histrico. El movimiento
terico radical de Marx, concentrado en la sexta tesis sobre
Feuerbach, provoc reacomodamientos diversos en la escena terica,
tanto en el marxismo como fuera del mismo. Por ejemplo, en lo que
en la filosofa del siglo XX se conoce como giro lingstico, podemos
reconocer dos procesos diferentes. Por un lado, un efecto de
descentramiento del sujeto, la remisin, bajo formas diversas, del
sujeto de la modernidad a un exterior constitutivo, abra un espacio
de juego apenas tematizado, para eludir precisar el exterior
constitutivo de las relaciones de produccin sealado por Marx. Por
otra parte, en el interior del giro lingstico se verificaba un
proceso semejante al operado por el humanismo en el interior de la
teora marxista: el renacimiento del sujeto de la enunciacin como
centro de las relaciones de significacin, el cuartel ese
renacimiento es, de acuerdo a Pcheux, la filosofa del lenguaje, la
semntica filosfica. En esta coyuntura, la intervencin terica de
Pcheux tiene un valor inigualable. En efecto, no slo se aboca a
hacer un diagnstico de la situacin del pensamiento contemporneo, en
lneas concordantes con las que acabamos de trazar, sino que planea
una
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intervencin en esta coyuntura que permita aprovechar los
desarrollos en las disciplinas lingsticas que posibilitan el
desarrollo de una teora materialista de las condiciones ideolgicas
de la reproduccin de las relaciones de produccin que simultneamente
invierta las relaciones de dominacin y subordinacin entre las
diferentes tendencias en el campo de la lingstica contempornea.
Otro tanto sera decir: Pcheux intent redireccionar en favor del
descubrimiento marxista las fuerzas que se desarrollaron para
obstaculizarlo. Ahora bien, para la tradicin marxista, las
relaciones en las que hay que poner el foco son relaciones de
produccin. Pcheux se refiere tempranamente a este problema en los
textos escritos bajo el pseudnimo Thomas Herbert, retomando una
expresin clave de Lire le Capital, la de las formas de existencia
histrica de la individualidad. Herbert retoma esta expresin del
ensayo final del libro, en el que tienne Balibar utiliza el
concepto para responder al problema de la relacin concreta entre la
prctica tcnica y la prctica poltica en una sociedad dada, colocando
el nfasis en las formas diferenciales de la individualidad propias
de una sociedad en relacin con las cuales los individuos se
comportan como soportes (Trger) o personificaciones (ver Balibar
2008: 485 y ss.). La expresin haba sido utilizada por Althusser en
el ensayo El objeto de El capital, para abordar el problema de la
accin del individuo en la historia. De acuerdo a Althusser, este
problema ideolgico es susceptible de recibir un tratamiento
cientfico cuando se lo transforma en el problema de las formas de
existencia histrica de la individualidad. Dicho de otra manera,
Althusser estableca que para el marxismo, que pone las bases para
el estudio cientfico del continente historia, el problema de la
accin del individuo en la historia no poda sino aparecer como un
falso problema, ya que peda relacionar conceptos de rdenes
diferentes, el concepto cientfico de historia centrado en la
causalidad de una totalidad estructural sobre sus elementos, con el
concepto de individuo libre, que proviene de la ideologa, en el
sentido de las formas que asume la relacin vivida con las
condiciones de existencia. En cuanto concepto ideolgico, el
concepto de individuo libre constituira una suerte de realidad
eterna, extrahistrica en cuanto tal, al presentarse como fundante
de lo social. Frente a esto, Althusser disuelve la pregunta, que es
en rigor informulable, mostrando que la idea de individuo por cuya
accin en la historia se pregunta no es otra cosa que el obstculo
crucial que hay
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que dejar atrs para desarrollar un concepto cientfico de la
historia, es el obstculo que hay que dejar atrs para poder
desarrollar el concepto de modo de produccin. La historia en cuanto
tal, sus formas de causalidad o las formas de demostratividad que
corresponden al discurso cientfico que conoce esa causalidad,
resulta ser impensable mientras se la concibe como la accin
concertada de individuos. En definitiva, historia e individuo son
conceptos que pertenecen a espacios tericos distintos. Pero en la
medida en que el concepto de modo de produccin se desarrolla como
resultado de un proceso de produccin terica que no trabaja en el
vaco, sino justamente como una operacin realizada sobre un conjunto
de ideologas estructuradas en torno a la idea de un individuo
libre, el concepto de modo de produccin resita estas evidencias
ideolgicas, cambiando su estatus -de bsico a derivado- colocndolas
bajo la rbrica de las formas histricas de existencia de la
individualidad que corresponden a los diferentes modos de
produccin, es decir, de las formas diferenciales de individualidad
que los diferentes modos de produccin deben producir forzosamente
bajo condiciones ideolgicas determinadas. El concepto de las formas
de existencia histrica de la individualidad designa una realidad
diferente que aquella otra que aparece en la pregunta por la accin
de los individuos en la historia, pero por eso mismo est en
condiciones de dar cuenta de la evidencia de los trminos ideolgicos
con los que se formula la pregunta (individuos como sujetos libres
para s mismos, la historia como resultado de la accin de estos
individuos). Ahora bien, el concepto de las formas de existencia de
la individualidad que corresponden a modos de produccin
determinados designa una realidad diferente de stos, pero no por
ser algo diferente es completamente independiente. Por ejemplo, el
anlisis del trabajador libre como una de las formas de existencia
histrica de la individualidad que corresponden al modo de produccin
capitalista, libre jurdicamente y libre (desprovisto) de los medios
de produccin para producir por su cuenta, indica que son las formas
de existencia histrica de la individualidad aquello que se destaca,
tanto en la comprensin cientfica de la realidad social como en la
prctica poltica. Significa esto que los textos de Marx estaban
libres de la tentacin humanista? Entendemos que no, que la
propuesta althusseriana implica que estos textos han hecho una
ruptura en relacin a una ideologa, la economa poltica clsica,
centrada en la
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idea de individuo, el homo oeconomicous como centro de la
economa poltica clsica. La figura del homo oeconomicous impide
pensar el concepto clave de fuerza de trabajo y consecuentemente el
de plusvala, cuya disponibilidad como mercanca requiere de las
formas de individualidad especficas del modo de produccin
capitalista, en concreto la del trabajador libre. Sin embargo, los
textos de Marx ofrecen poderosos argumentos contra esta ideologa,
incluso en los momentos en los que parecen fundirse con la misma.
Reparemos en dos momentos en los que los textos de Marx abordan
esta cuestin de las formas histricas de existencia de la
individualidad. En las Formas que preceden a la produccin
capitalista, sta es la preocupacin prominente. De hecho Marx busca
all establecer que la aparicin de los individuos como meros
trabajadores, sin otro atributo (en esta desnudez dice Marx) es un
resultado del proceso histrico. El argumento de Marx en este texto
nos permite volver sobre lo que dijimos ms arriba acerca de que
puede haber separacin (autonoma relativa), pero no independencia
ontolgica entre las formas de individualidad y el modo de produccin
en cuanto tal. La vinculacin entre ambos trminos puede ser la de
una unidad ms prxima, en el caso de comunidades primitivas como las
descritas por Marx, donde la actividad vital toma la forma de una
actividad conjunta, es decir, la apropiacin de la naturaleza toma
la forma de un proceso laboral realizado por los individuos en
conjunto. Sin embargo, incluso en estas formaciones sociales
interviene la divisin del trabajo, lo que Marx registra al aludir a
la divisin natural del trabajo entre los sexos, lo que supone la
produccin de formas de individualidad diferenciales. Pero tambin
puede haber una separacin mayor entre la comunidad y las formas de
individualidad que le corresponden, lo que no independiza a los
trminos relacionados. Marx se ocupa de establecer que antes de esta
forma de aparicin de los individuos en el capitalismo, antes del
trabajador libre, el individuo apareci en la historia, en un
abanico amplio de formaciones sociales precedentes, para s mismo,
como propietario, como seor de las condiciones de su realidad (Marx
2007: 433) y en relacin con otros individuos, como copropietario,
en tanto miembros de la entidad comunitaria. La tierra aparece aqu
como el laboratorio general de la actividad a la que la especie
humana est compelida para subsistir: el trabajo. La tierra, como
dir luego en El capital, es tanto el objeto de trabajo como el
medio de trabajo en general (Marx 1988: 217), mientras que en las
Formen seala que la
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naturaleza es: la condicin inorgnica de la existencia humana
(Marx 2007: 449). Pero, y aqu aparece el punto que nos interesa,
los individuos humanos no llevan a la especie dentro de s, como un
ingrediente, como una esencia inscripta en su individualidad. Al
contrario, slo ejercen su actividad especfica socialmente, o dicho
en otros trminos, la comunidad es la condicin de la apropiacin de
la naturaleza. En cuanto tal, Marx sealar en las Formen que la
comunidad es un supuesto natural de la apropiacin y uso de la
tierra. Lo que nos importa destacar es que la colectividad tribal,
o la horda, son supuestos naturales o divinos (2007: 434), en la
medida en que, por una parte, no se trata de un resultado de la
historia, y por la otra, en el sentido de que la colectividad es
una condicin eterna de la historia. Los albores de la historia de
la humanidad nos muestran a comunidades nmades que producen la
formas de existencia de la individualidad que le corresponden en la
medida en que slo preservan a los individuos que se mantienen
unidos a la misma, donde el exilio de la comunidad representa la
supresin de la individualidad, es decir, la desaparicin fsica, la
muerte. Si bien Marx reconoce que estas condiciones se modifican,
es claro en cuanto a que estas variaciones deben considerarse
variantes de un invariante fundamental:
El objetivo de todas estas entidades comunitarias es su
conservacin, es decir, la reproduccin como propietarios de los
individuos que la componen, es decir, su reproduccin en el mismo
modo de existencia, el cual constituye al mismo tiempo, el
comportamiento de los hombres entre s y por consiguiente constituye
la comunidad misma (Marx 2007: 454)3
Poco despus Marx nos presenta el concepto de modo de produccin
como la unidad de la forma de organizacin tribal y de las formas de
propiedad:
la unidad originaria entre una forma determinada de
3 Lo que Marx designa como propiedad aqu corresponde a lo que
Balibar denominaba apropiacin real, es decir, apropiacin por el
trabajo de las condiciones objetivas, naturales o ya elaboradas por
el trabajo, en vista a la produccin de valores de uso (Ver Balibar
2008: 440). Al respecto Marx sostiene: la propiedad, en tanto es
slo el comportamiento consciente -y puesto para el individuo para
la entidad comunitaria y proclamado y garantizado como ley- con las
condiciones de produccin como con condiciones suyas y en tanto la
existencia del productor aparece como una existencia objetiva,
dentro de las condiciones a l pertenecientes, slo se objetiviza en
la produccin misma. Marx 2007: 454; ver tambin: 34.
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organizacin comunal (tribal) y la correspondiente propiedad
sobre la naturaleza o comportamiento para con las condiciones
objetivas de la produccin como con una existencia natural, como con
la existencia objetiva del individuo mediada por la comunidad -esta
unidad que, por un lado aparece como la particular forma de
propiedad- tiene su realidad viviente en un modo determinado de la
produccin misma, un modo que aparece como comportamiento de los
individuos entre s cuanto como comportamiento activo determinado de
ellos con la naturaleza inorgnica, modo de trabajo determinado (el
cual es siempre familiar, a menudo trabajo comunitario). (Marx
2007: 456)
Para nuestros intereses actuales tenemos suficiente con esto.
Podramos decir, entonces, con Marx, que El hombre slo se aisla a
travs del proceso histrico (Marx 2007: 457), o con lo que sera una
traduccin un poco distinta, aunque ms grfica, que: El hombre slo se
individualiza en el proceso histrico [Der Mensch vereinzelt sich
erst durch den historischen Proze]. En consecuencia, si bien las
formas histricas de la individualidad se separan de la comunidad
que es su supuesto efectivo, y luego vemos emerger formas histricas
de existencia de la individualidad que no estn directamente
involucradas en la produccin material (divisin entre trabajo
intelectual y trabajo manual), ello no implica que las mismas se
hagan independientes de la produccin material de la vida. Por el
contrario, un extremo y otro estn unidos por un hilo, ms o menos
visible, el de la ideologa en tanto condicin material de la
reproduccin de las relaciones de produccin. Consideremos ahora otro
momento de los textos de Marx, esta vez en El capital, tomo I,
Captulo V, donde analiza las caractersticas eternas de la
existencia humana, en tanto que metabolismo con la naturaleza. Nos
interesa este texto, porque en el mismo se hacen unas observaciones
cruciales respecto al problema del que nos ocuparemos luego, el de
la ideologa, a travs de una observacin sobre la conciencia. En
cuanto tal, independientemente de su forma social, el trabajo es
produccin de objetos que sirven para satisfacer necesidades de
diferentes tipos, es decir de valores de uso (ver Marx 1988: 216).
El enfoque es diametralmente distinto al de las Formen, donde la
colectividad apareca como una condicin eterna de esta
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regulacin del metabolismo. No es, sin embargo, como veremos, un
abordaje contradictorio con el de las Formen, ya que Marx insiste
en que se trata de investigar el proceso haciendo abstraccin de las
formas sociales que asume, de investigar el proceso de trabajo en
general. Marx indica: concebimos al trabajo bajo una forma en la
cual pertenece exclusivamente al hombre (1988: 216) e
inmediatamente pasa a explicar en qu radica lo especfico del
trabajo humano: ...lo que distingue ventajosamente al peor maestro
albail de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla
en su cabeza antes de construirla en la cera (1988: 216), es decir,
lo que distingue al trabajo humano de otras formas de actividad
animal es el carcter consciente, orientado a fin de la actividad
humana. Ello anima una caracterizacin de mxima generalidad del
proceso de trabajo, que Marx hace al indicar que Los elementos
simples del proceso laboral son la actividad orientada a un fin -o
sea el trabajo mismo- su objeto y sus medios. (1988: 216). Un poco
ms adelante indica lo siguiente:
El proceso de trabajo, tal como lo hemos presentado en sus
elementos simples y abstractos, es una actividad orientada a un
fin, el de la produccin de valores de uso, apropiacin de lo natural
para las necesidades humanas, condicin general del metabolismo
entre el hombre y la naturaleza, eterna condicin natural de la vida
humana y por tanto independiente de toda forma de esa vida, y comn,
por el contrario, a todas las formas de sociedad. No entendimos
necesario presentar al trabajador en relacin con los dems
trabajadores. (1988: 223).
Nos parece que es crucial entendernos en relacin a este punto.
En efecto, una interpretacin descuidada de estos fragmentos podra
dar la impresin de que el proceso de trabajo es un elemento con el
que se edifican las diferentes formaciones sociales. La actividad
orientada a fin sera algo as como un ladrillo para la construccin
de lo social. Una tesis as sera, por ejemplo, la del individualismo
metodolgico, que ve en los comportamientos intencionales de los
individuos el punto de partida y de llegada de la explicacin
social.4 Sin embargo, esta interpretacin se salteara el hecho de
que el proceso laboral as descripto es caracterizado como
abstracto. Por
4 Vanse las lecturas analticas de Marx, por ejemplo Elster
1991.
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abstracto entenderemos aquello que puede investigarse de manera
separada pero que sin embargo no tiene existencia en tanto tal,
como un objeto real independiente del pensamiento, sino slo como un
objeto pensado.5 A lo abstracto-pensado se opone lo concreto-real,
que sin embargo se presenta como una multiplicidad catica de
caractersticas. Por medio de lo abstracto-pensado es posible
aprehender lo concreto y conocerlo como unidad de mltiples
determinaciones (ver Marx 2007: 20 y ss.). Para afirmar ahora lo
que demostraremos a continuacin, la independencia de la actividad
orientada a fin es su interdependencia o su dependencia en relacin
con cualquier formacin social, es decir, su carcter de efecto
invariante de toda formacin social. El propio texto nos da una
indicacin preciosa acerca del carcter abstracto del proceso laboral
en general. En efecto, en varias ocasiones el proceso de trabajo es
caracterizado como un proceso cuyas condiciones de existencia estn
ms all de s mismo, cuyas condiciones de existencia lo desbordan. As
Marx seala: Los productos, por consiguiente, no son slo resultado,
sino a la vez condicin del proceso de trabajo. (Marx 1988: 220). Un
poco ms adelante, al distinguir el consumo individual y el consumo
productivo, Marx seala: ...si bien los productos existentes no son
slo resultado, sino tambin condiciones de existencia para el
proceso de trabajo, por otra parte, el que se los arroje en este
proceso y por ende su contacto con el trabajo vivo, es el nico
medio para conservar y realizar como trabajos dichos valores de uso
pretrito. (Marx 1988: 222). Este punto relativo a las condiciones
de existencia del proceso laboral es el flanco donde la ausencia de
referencia a otros trabajadores en la caracterizacin del proceso de
trabajo hace sentir sus efectos. De hecho, entre estas condiciones
de existencia deben contarse, cuando menos, otros procesos
laborales. Lo que nos
5 Un ejemplo de otro orden puede ayudarnos a pensar esta
cuestin. Wittgenstein insiste en el Tractatus en que El mundo es la
totalidad de los hechos, no de las cosas, sin embargo, para poder
pensar la forma lgica comn al mundo y la proposicin es necesario
remitirnos a la nocin de objeto y a la nocin correlativa de espacio
lgico. Un objeto slo existe en un estado de cosas (Sachverhalten)
que es, en rigor, una concatenacin de objetos. Los objetos slo
existen, entonces, en concatenacin con otros objetos. Pero la
posibilidad de esta concatenacin no es algo contingente, sino algo
que viene dado con el objeto, la posibilidad de combinarse con
otros objetos para formar estados de cosas es la forma del objeto,
lo que, a fin de cuentas no es sino otra manera de decir que el
objeto slo puede existir en concatenacin con otros objetos, pero no
con cualquier otro objeto. La cosa es independiente en la medida en
que puede existir en todos los posibles estados de cosas
(Wittgenstein 1997 2.0122) Si puedo representarme al objeto en la
trama del estado de cosas no puede representrmelo fuera de la
posibilidad de esa trama (1997 2.0121)
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
Pcheux
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interesa sealar es que esto hace imposible pensar una
construccin del todo social a partir de procesos laborales
aislados, ya que cada proceso laboral supone otros procesos
laborales como su propia condicin de existencia. La conclusin que
se impone, entonces, es que estos procesos laborales no pueden
estar dados por s mismos, como concretos existentes en cuanto
tales, puesto que sus condiciones de existencia son exteriores a
ellos. Se desvanece entonces la ilusin de hacer, a partir de la
referencia a la actividad orientada a fin, una toma de posicin a
favor de una posicin del tipo del individualismo metodolgico. Lo
que precisamos, por el contrario, es pensar la unidad de los
procesos laborales con sus condiciones de existencia, que son
externas a los mismos. Qu implica esta investigacin del proceso de
trabajo con independencia de la comunidad? Ya hemos dado
consideraciones lgicas y evidencia textual de que ello no implica
considerar como sustantivos, es decir dotados de una existencia
independiente, a los procesos laborales que slo en un segundo
momento vendran a reunirse con la de otros procesos de trabajo
igualmente sustanciales. Sin embargo, esta consideracin negativa no
explica la estrategia de Marx. Lo que habilita esta estrategia se
ver mejor si consideramos las razones por las cuales la misma es
slo aparentemente contradictoria con la adoptada en las Formen. Se
trata de que cualquier forma de sociedad est constitutivamente
forzada a producir, es decir, no puede no producir, individuos que
estn en condiciones de apropiarse de la naturaleza. Entre las
formulaciones de un texto y otro media una diferencia de nfasis. En
las Formen se insista en que la formacin social estaba forzada a
producir individuos acordes a los modos particulares que adoptaban
las formas de individualidad en la misma. En el anlisis del proceso
de trabajo en general Marx nos proporciona un anlisis detallado del
efecto invariante a nivel de las formas de individualidad que
corresponden a cualquier modo de produccin. Los elementos que
componen ese invariante, a su vez, nos permiten pensar las
variaciones en las formas de existencia histrica de la sociedad. El
proceso de trabajo slo gana una consideracin independiente
(abstracta) en la medida en que se lo considera como
interdependiente, es decir, dependiente de cualquier forma de
sociedad. El proceso de trabajo puede ser considerado en general
slo en la medida en que es autnomo en relacin a los modos de
produccin particulares, es un efecto necesario de cualquiera de
ellos. El vnculo entre las formas de la
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Dcalages, Vol. 1 [2013], Iss. 4, Art. 25
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individualidad y las formas de la sociedad no se relaja por
estas consideraciones, al contrario, se torna ms preciso y comienza
a tornarse inteligible. De hecho, en El capital Marx, luego de las
observaciones sobre el proceso de trabajo en general, pasa a
analizar la forma capitalista del proceso laboral, indicando que la
misma no afecta al proceso de trabajo en general: actividad
orientada a fin, realizada con medios de trabajo dados, sobre un
objeto de trabajo, para la produccin de valores de uso (1988: 224).
Marx seala entonces que el proceso de trabajo capitalista, es decir
el proceso de trabajo en tanto consumo por parte del capitalista de
la fuerza de trabajo, se caracteriza por dos procesos: a) que el
obrero trabaja bajo el control del capitalista por una parte; y b)
que el producto es propiedad del capitalista. (ver 1988: 224; ver
tambin Balibar 2008: 440) Atendiendo a que la forma capitalista se
orienta a la produccin de mercancas, que poseen el aspecto dual de
valor de uso y valor, Marx nos indica que esta dualidad se refleja
en el proceso de produccin como unidad del proceso laboral y del
proceso de formacin del valor (ver 1988: 226). Si el exterior
propio del proceso laboral son otros procesos laborales, el proceso
de formacin del valor es un poco ms complejo. En efecto, el
capitalista No slo quiere producir un valor de uso, sino una
mercanca; no slo un valor de uso sino un valor, y no slo un valor,
sino adems plusvalor (1988: 226). Estas condiciones imponen que el
proceso laboral pase a estar dominado por el clculo del tiempo de
trabajo socialmente necesario. En otros trminos, en el proceso de
formacin del valor el proceso laboral slo cuenta como tiempo de
trabajo (Marx 1988: 237). Ello requiere que el proceso laboral se
realice en condiciones normales. Ello supone naturalmente el
carcter normal de los medios de produccin (materia prima e
instrumentos), pero tambin el carcter normal de la fuerza de
trabajo. Al respecto Marx realiza una observacin enormemente
reveladora:
El carcter normal de los factores objetivos del trabajo, sin
embargo, no depende del obrero, sino del capitalista. Otra condicin
es el carcter normal de la fuerza misma de trabajo. Esta ha de
poseer el nivel medio de destreza, capacidad y prontitud
prevaleciente en el ramo en el que se la emplea. Pero en el mercado
laboral nuestro capitalista compr fuerza de trabajo de calidad
normal. Dicha fuerza habr de emplearse en
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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el nivel medio acostumbrado de esfuerzo, con el grado de
intensidad socialmente usual. El capitalista vela escrupulosamente
por ello, as como por qu no se desperdicie tiempo alguno sin
trabajar. Ha comprado fuerza de trabajo por determinado lapso.
Insiste en tener lo suyo, no quiere que se lo robe. Por ltimo -y
para ello este seor tiene su propio code pnal- no debe ocurrir
ningn consumo inadecuado de materia prima y medios de trabajo,
porque el material de los medios de trabajo desperdiciados
representan cantidades de trabajo objetivado gastado de manera
superflua y que por consiguiente no cuentan ni entran en el
producto de la formacin del valor. (Marx 1988: 237-38)
El fragmento nos parece revelador en dos sentidos. Por un lado
Marx insiste en que el carcter normal de los medios de produccin,
en cuanto factores objetivos, no depende del obrero, sino del
capitalista que los adquiere. Esto hace esperable que, por
contraste, el carcter normal de los factores subjetivos del proceso
laboral, la propia fuerza de trabajo, s dependa del obrero mismo,
en la medida en que es l mismo quien pone en accin la fuerza de
trabajo. Sin embargo, el texto coloca lo central del carcter normal
de la fuerza de trabajo en el propio capitalista (...el capitalista
vela escrupulosamente...; ...este seor tiene su propio code
pnal...). Dos consecuencias se siguen, al menos, de estas
observaciones. Por un lado, del fragmento se desprende una
imbricacin, una articulacin, entre la prctica econmica y la prctica
poltica, en la medida en que las prcticas de control de la fuerza
de trabajo son aquello que hace que el proceso laboral se
transforme en proceso de formacin del valor. Por otra parte, estas
observaciones tambin nos permiten comenzar a entrever la manera en
la que el carcter de actividad orientada a fin de la actividad del
trabajador directo est sometida a unas condiciones exteriores a s
misma, lo que disipa la ilusin de que se trate de un rasgo
intrnseco, de modo tal que, si furamos a utilizar la jerga
nietzscheana, podramos hablar, tal vez del pudenda origo del
carcter consciente y libre, orientado a un fin, de la actividad
humana (ver Legrand 2006). No hemos indicado ms que unos trazos
gruesos que contextualizan el enraizamiento de la tesis de que las
relaciones sociales no son relaciones intersubjetivas. Vale
insistir entonces en que concebir las relaciones sociales como
relaciones intersubjetivas es
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Dcalages, Vol. 1 [2013], Iss. 4, Art. 25
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un obstculo crucial que debe superarse para desarrollar una
comprensin cientfica de la historia: de serlo, la sociedad se
revelara como un espacio neutro en el que se ubicaran las personas
y las cosas, que slo en un segundo momento, en virtud de la
irrupcin del conflicto en ese paisaje idlico, se dividiran en
clases. Por el contrario, la tesis de que las relaciones sociales
no son relaciones intersubjetivas es una con la tesis de que lucha
de clases tiene prioridad, incluso sobre las clases y las
posiciones de clase, que slo se constituyen como efectos de esta
lucha. III. El concepto de las formas de existencia histrica de la
individualidad nos ha servido como un operador de lectura
importante de la obra de Marx. Intentemos situar este concepto en
su relacin con otros en la produccin althusseriana. Por un lado,
decamos, que el concepto de formas histricas de la individualidad
se opone al concepto ideolgico de individuo humano libre, como una
condicin necesaria para afirmar la especificidad de la causalidad
histrica. No deseamos abundar en este punto, puesto que nos llevara
muy lejos, pero una analoga bastar para nuestros propsitos
actuales. Canguilhem estudi la constitucin de la biologa como
disciplina cientfica destacando la posicin conceptual que tuvo en
ella el vitalismo, determinante en la constitucin del objeto de la
biologa como una forma especfica de causalidad, vinculada a la
totalidad del organismo. Ello determin que la relacin de la biologa
con la fsica no sea de apuntalamiento (tal fue la posicin de la
electrodinmica en relacin a la mecnica donde tambin se libr una
disputa entre vitalismo y mecanicismo, con un resultado opuesto),
sino una relacin que, en su propio terreno, es de subordinacin de
la fsica a la biologa (Canguilhem 2009, ver tambin Pcheux y Fichant
1975). De manera anloga, el descubrimiento de un tipo especfico de
causalidad por Marx propicia pensar en una relacin semejante de
subordinacin de la causalidad biolgica en relacin a la causalidad
histrica. El concepto de las formas de existencia histrica de la
individualidad es clave en este proyecto, como queda claro en las
observaciones con las que Althusser rescata el gran descubrimiento
de Lacan, que el devenir humano, el pase de lo biolgico a lo
cultural, es en verdad el efecto de la accin de lo cultural sobre
lo
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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biolgico (Althusser 2014: 80), lo que implica que no hay un
trnsito desde el individuo biolgico hacia lo cultural o histrico,
porque la causalidad dominante en este nivel se opera desde lo
histrico a lo biolgico: la cultura captura a los cachorros humanos
y les asigna su lugar en su seno. Este descubrimiento se aloja en
la problemtica abierta por Marx al vincular las formas histricas de
la individualidad y los distintos modos de produccin. El concepto
de las formas de existencia de la individualidad es entonces un
concepto clave en la produccin de Althusser, el mismo es un
operador crucial para pensar las condiciones ideolgicas de la
reproduccin de las relaciones sociales de produccin, que segn
pudimos apreciar en nuestro acercamiento a Grundrisse y a El
capital, guardan grados diversos de distancia en relacin al proceso
de la produccin material, en lo que radica su autonoma relativa. El
concepto de las formas de la individualidad es, entonces, un
elemento crucial para pensar la intervencin de la ideologa en la
construccin de la funcin de soporte de las relaciones de produccin.
Al estar enmarcado en las condiciones ideolgicas de la reproduccin
de las relaciones de produccin, el concepto de las formas de la
individualidad sufre las repercusiones de los avatares de la
conceptualizacin de la nocin de ideologa. Como lo ha demostrado
Warren Montag, Althusser no desarrolla los principios de una teora
materialista de la ideologa hasta Ideologa y aparatos ideolgicos de
estado. En efecto, en formulaciones anteriores, como la de Marxismo
y humanismo, la ideologa parece todava tensionada por cierto
idealismo de las ideas que, aunque jaqueado, marginalizado o
eludido por distintas frmulas de cierre o invisibilizacin operantes
en dichos textos, no deja de estar presente en los mismos,
irradiando sus efectos. Slo con Ideologa y aparatos ideolgicos de
estado Althusser logra producir las condiciones que hacen posible
una hegemona materialista en el concepto de ideologa (Montag 2013:
103 y ss.). En efecto, en este texto, las evidencias fundantes del
idealismo, en particular la tesis de que el pensamiento es
esencialmente mi pensamiento, es decir, la tesis de que todo
pensamiento sera personal, son subvertidas y llegan a ser pensadas
como efectos de la prctica social. En particular la nocin de
interpelacin de los individuos como sujetos rompe con una concepcin
idealista que opondra fuerza y consenso, conservando la ideologa de
una eficacia propia de las ideas y con ella el dualismo entre
cuerpo y espritu. En una declaracin crucial para el proyecto de
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Pcheux, Althusser sealaba:
Como todas las evidencias, incluso aquellas por las cuales una
palabra designa una cosa o posee una significacin (incluyendo por
lo tanto las evidencias de la transparencia del lenguaje), esta
evidencia de que ustedes y yo somos sujetos -y el que esto no
constituya un problema- es un efecto ideolgico, el efecto ideolgico
elemental (Althusser 1988: 53)
Esta declaracin designa un problema sin proveer una solucin
detallada. Sin embargo, la reconceptualizacin de la ideologa por
Althusser contena una orientacin acerca del abordaje de este
problema bajo la forma de una transformacin de los elementos con
los que el mismo se plantea. En efecto, la expresin formas de
existencia histrica de la individualidad cae en desuso poco despus
de la publicacin de este artculo. El concepto de las formas de la
existencia histrica de la individualidad se presta, debido al
nfasis colocado en la individualidad, a su explotacin idealista, ya
sea juridicista o biologicista. En cambio, el concepto de ideologa
centrado en los individuos interpelados como sujetos empuja a
pensar una teora materialista del sujeto, es decir, una teora no
subjetivista de la subjetividad. Como lo indica Pcheux, el
desacople entre individuo / sujeto en la tesis de la ideologa como
interpelacin elude presuponer la existencia del sujeto sobre el
cual se operara la operacin de interpelacin -no se dice el sujeto
es interpelado por la Ideologa (Pcheux 1975: 138). Lo que en
realidad designa la tesis segn la cual la Ideologa interpela a los
individuos como sujetos es que el no-sujeto es
interpelado-constituido en sujeto por la ideologa. La paradoja
consiste en que la interpelacin tiene, por as decir, un efecto
retroactivo que hace que todo individuo sea siempre ya sujeto
(Pcheux 1975: 139) Pcheux denomina efecto Mnchshausen a las
evidencias de este efecto retroactivo por el cual los sujetos se
piensan como causas de s mismos, cerrando cualquier posibilidad de
pensar la constitucin de la subjetividad. En virtud de la
transformacin mayscula que implica la tesis de la interpelacin
ideolgica, la terminologa se transforma. El espacio que ocupaban
las formas de existencia histrica de la individualidad pasa a
ocuparlo la forma-sujeto. En una nota de Rponse a John Lewis,
Althusser introduce esta expresin indicando: Todo individuo humano,
es decir social, no puede ser agente de una
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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prctica ms que si revista la forma de sujeto. La forma-sujeto es
en efecto la forma de existencia histrica de todo individuo agente
de prcticas sociales: puesto que las relaciones sociales de
produccin y de reproduccin comprenden necesariamente, como parte
integrante, lo que Lenin llama las relaciones sociales [jurdico-]
ideolgicas, que para funcionar imponen a todo individuo agente la
forma de sujeto. (Althusser 1973: 93, ver Pcheux 1975: 148 n.). La
otra transformacin terminolgica de importancia la propone el propio
Pcheux al hablar de las formaciones ideolgicas y de las formaciones
discursivas como una de las condiciones de la
reproduccin/transformacin de las relaciones de produccin (Pcheux
1975: 127).6 En el trabajo de Pecheux encontramos ambos aspectos
conjugados. En efecto, Pcheux elabora los rudimentos de una teora
no subjetivista de la subjetividad por medio de una
conceptualizacin de la forma sujeto de discurso. Pierre Macherey
sostuvo, en un escrito temprano, que toda ciencia es ciencia de una
ideologa (ver Macherey 2011, ver tambin Herbert 1968), es decir,
que una ciencia existe como un trabajo de elaboracin conceptual
realizado sobre determinada ideologa terica. La clave de esta
frmula radica en comprender que la ideologa no es mera ilusin, sino
el lugar donde la necesidad real se hace sentir, bien que bajo la
forma de una evidencia que la oculta. Lo que esto implica es que
bajo la forma de las evidencias ideolgicas y de la forma-sujeto con
la que esas evidencias hacen sistema la necesidad es padecida
ciegamente. Sin embargo, con el conocimiento cientfico, la
necesidad ciega de lo real no es pensada por un sujeto, un
imposible sujeto de la ciencia (un sujeto no ideolgico), sino que
llega a ser pensada por medio de un trabajo que se realiza en y
sobre la forma-sujeto. Como dira Pcheux, el proceso sin sujeto del
conocimiento cientfico nunca adopta la forma estabilizada de un
discurso cientfico. La necesidad real se hace presente como un
trabajo, en rigor infinito, sobre la forma sujeto del discurso de
una ideologa terica. Veamos entonces de qu se trata el trabajo de
Pcheux, es decir, sobre qu ideologa terica opera. En Les Vrits de
La Palice, Pcheux retorna dos veces sobre la cita de Althusser
sobre las evidencias del lenguaje como evidencias ideolgicas (ver
Pcheux 1975: 30, 137). Ms an, su programa de trabajo parece haber
estado
6 La otra condicin son las determinaciones econmicas realizadas
en el interior de produccin econmica.
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definido desde sus primeros trabajos de 1966 y 1968 aparecidos
bajo el pseudnimo Thomas Herbert, dnde se analizaba la manera en
que las ciencias humanas funcionaron en la primera mitad del siglo
XX como un obstculo para el desarrollo del materialismo histrico y
para el desarrollo de una teora general de las ideologas que
conjugue los resultados del marxismo, la lingstica y el
psicoanlisis. Las ciencias humanas, al constituirse como discursos
de un tipo impuro, en parte tcnicas de adaptacin de los individuos
a las ideologas y en parte ideologas tericas, disputaron con el
marxismo, tanto polticamente, produciendo tcnicas de adaptacin
social, como a nivel terico, dotndose de un barniz de cientificidad
mediante el uso recurrente de tcnicas y mediciones, sin desarrollar
empero el trabajo de elaboracin conceptual que caracteriza a la
constitucin de una ciencia por medio de una ruptura epistemolgica.
El examen de los presupuestos tericos de las ciencias humanas nos
provee, entonces, una teora ideolgica de las ideologas organizada
bsicamente sobre dos ejes. Por un lado, un eje centrado en la
concepcin del hombre como un animal ecolgico que organiza su medio
etiquetndolo en funcin de sus necesidades y tensiones vitales, como
si hubiera una relacin natural entre el organismo humano y su
entorno, de la que el lenguaje sera una manifestacin. Se trata de
una ideologa de la relacin hombre-mundo que postula una gnesis de
lo simblico a partir de lo biolgico, como un trnsito progresivo
dominado por el concepto biolgico de necesidad. Por otro lado, las
ciencias sociales operan con una ideologa terica de las relaciones
hombre-hombre donde ste aparece como un animal social, es decir,
como el animal dotado de lenguaje que se controla a s mismo por
medio del lenguaje (1968: 80) Enfatizamos aqu animal, porque pone
de manifiesto la profunda sintona que une a las dos formas que
toman las presuposiciones de la ideologa terica de las ciencias
humanas, y tambin porque pone de manifiesto algunas de las
dificultades de la nocin de individuo (el organismo biolgico, en
tanto que no es divisible, es una de las figuras paradigmticas de
la individualidad) como lnea de inclinacin que lleva a generar una
zona permeable a la ideologa, aunque la expresin aparezca en un
sintagma complejo como el de las formas histricas de existencia de
la individualidad. En otros trminos, lo que las ideologas tericas
de las ciencias humanas y sociales ocultan, bajo un conjunto de
evidencias es la dimensin del orden significante tal como ha sido
estudiada por Lacan: que es la relacin significante-significante
(relacin
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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horizontal, metafrica) la que funda el efecto de realidad, la
relacin significante-significado (literalidad), lo que abre la
brecha para poder pensar la manera en la que el significante puede
intervenir en la construccin del efecto de sociedad, ya que si el
hombre es pensado como el animal que se comunica con sus
semejantes, no se comprender porqu las disimetras, las desemejanzas
entre los agentes del sistema de produccin, se aseguran a travs de
la forma general del discurso (1968: 81). En otros trminos, si se
entiende al efecto de sociedad como el resultado de la comunicacin
intersubjetiva, resulta imposible enunciar la causalidad que
produce las funciones sociales del lenguaje. Ahora bien, el trabajo
realizado por Pcheux con el pseudnimo Thomas Herbert tiene a
nuestro entender un valor muy destacable. Por un lado, discierne en
la obra de Lacan un elemento de ruptura para abordar los problemas
ideolgicos que suscita la intervencin del lenguaje en los procesos
ideolgicos. En este sentido, contina el trabajo que puede leerse en
textos de Althusser como Freud y Lacan o en las lecciones sobre
Psicoanlisis y ciencias humanas. Pero no se trata de la mera
importacin de conceptos de otra disciplina, los mismos estn
sometidos a una transformacin al colocarlos en el seno de una
interrogacin que les es ajena: cmo contribuye el discurso,
produciendo evidencias, a la reproduccin-transformacin de las
relaciones de produccin?7 Esta es la pregunta a partir de la cual
la relacin entre inconciente e ideologa, recuperada a propsito del
reconocimiento de Freud de que el inconciente es eterno, al mismo
ttulo que es eterna la ideologa (Althusser 1988: 42; ver tambin
Herbert 1968 y Pcheux 1975: 239), puede comenzar a ser pensada. Al
mismo tiempo, la pregunta es todava abstracta en relacin a los
mecanismos por medio de los cuales los efectos de conocimiento
ideolgico son producidos. Sin esta precisin, las afirmaciones
acerca de la causalidad que produce las funciones sociales del
lenguaje no deja de ser una indicacin valiosa. La tarea de un
anlisis articulado de este mecanismo es acometida en Les Vrits de
La Palice. Les Vrits de La Palice es de principio a fin una toma de
posicin frente a la semntica. La semntica contempornea aparece
7 Los prrafos finales de Freud y Lacan de Althusser son un
ejemplo incipiente de esta estrategia de articulacin entre marxismo
y psicoanlisis. Por nuestra parte, hemos credo que el trabajo del
segundo Wittgenstein se presta a una articulacin provechosa con el
materialismo histrico, ver Karczmarczyk 2013.
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en la interseccin entre la lingistica y la lgica, es decir, en
un contexto que hace presumir que se trata de una disciplina
cientfica. Sin embargo, el menor examen de el campo de la semntica,
de su problemtica, revela que la misma est atravesada por un
conjunto de evidencias que provienen de la filosofa, arrastrando un
conjunto de problemas relacionados con el problema de la
universalidad del lenguaje, el problema de un lenguaje ideal y de
la relacin entre determinacin (nominalizacin) y explicacin
(predicacin), que son abordados en trminos que remiten a una
problemtica filosfica con fuertes vnculos con los problemas
abordados en la teora del conocimiento y la ontologa
(esencia-fenmeno, sustancia-accidente). En esta medida, la semntica
es el nudo de la lingstica y la lgica, en el sentido de constituir
el eslabn ms evidente, pero tambin su punto ms dbil. La semntica,
debido a sus fuertes vnculos con la tradicin filosfica, es el lugar
en el que la lingstica se relaciona, de una manera a la vez prxima
y distante, es decir, como un obstculo epistemolgico, con el
materialismo histrico que rompe con dicha tradicin, o ms
precisamente con una teora materialista de las condiciones
ideolgicas de la reproduccin de las relaciones de produccin. La
semntica es el efecto de un encargo social que la lingsitica recibe
sin poder responder al mismo en trminos cientficos, porque el
encargo localiza su objeto en un territorio que est ms all de los
conceptos que le permitieron constituirse como disciplina
cientfica, provocando una suerte de retorno a la prehistoria de la
lingstica, una vuelta a aquello de lo que sta tuvo que separarse
para constituirse como ciencia: un retorno a la oposicin
lgica/retrica y existencia de la lengua/uso de la lengua (Yturbe
1976: 251), de all la reaparicin de la filosofa del lenguaje
(semntica filosfica) que trata de solucionar la dicotoma
lengua/habla como oposicin entre teora del conocimiento y retrica
(Yturbe 1976: 252).8 En particular, Pcheux logra mostrar, por una
parte, que la semntica enmascara la diferencia entre ciencia e
ideologa, proporcionando o reforzando las evidencias con las que la
teora del conocimiento y las distintas epistemologas o filosofas de
la ciencia ligadas a ella simulan la diferencia entre ciencia e
ideologa reproduciendo esta distincin en el interior de la
ideologa. Para la teora del conocimiento el conocimiento implica el
desplazamiento
8 La semntica guarda con la lingstica una relacin anloga a la
que las ideologas tericas vinculadas a la biologa guardan con los
conceptos cientficos de esta disciplina. Ver Fichant y Pcheux 1975:
43.
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Karczmarczyk: De las formas histricas de existencia de la
individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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desde la posicin de sujeto individual, histrico y contingente, a
la posicin de sujeto universal, universal y necesario, que sera la
posicin del sujeto del conocimiento cientfico. Por otra parte, en
un movimiento solidario con el anterior, la semntica enmascara el
registro de lo poltico como una dimensin constitutiva de lo social
(la lucha de clases), para relegarlo al dominio de las formas con
las que la burguesa piensa la prctica poltica: la fantasa de una
administracin de la poltica, la poltica como tcnica, por una parte,
y por la otra, la poltica como produccin de conviccin, es decir,
poltica como una forma de manejo hbil, de maniobra, la poltica como
retrica. Pcheux encuentra en la semntica un conjunto de evidencias
que configuran una ideologa terica semejante a la descubierta en
los presupuestos de las ciencias humanas. Las evidencias de la
semntica atraviesan los distintas tendencias de la lingstica
contempornea (formalismo, lingstica histrica y teora de la
enunciacin) e incluso llegan a ejercer su influencia en el interior
del marxismo (ver la crtica de Pcheux a Schaff en 1975: 15-16; 27).
Pcheux designa a las evidencias de la semntica del siguiente modo:
...las palabras comunican un sentido, () [hay que] distinguir entre
personas y cosas, entre subjetividad y objetividad, entre lo
emocional y lo cognitivo (1975: 27, ver tambin 15-16 y 227). Como l
mismo lo seala, la semntica est dominada por una problemtica
filosfica: la del subjetivismo moderno. Dicha problemtica produce
los trminos subjetivo y objetivo como trminos irreconciliables,
mediante posiciones alternativas que remiten la una a la otra de
manera circular. Las posiciones del subjetivismo moderno se
recuestan sobre uno de los polos de la dupla objetivo-subjetivo,
as, el realismo metafsico, de corte racionalista, acaba produciendo
una teora universal de las ideas y los objetos, recostndose sobre
el lado objetivo, lgico (la certeza objetiva), mientras que su
antagonista, el idealismo empirista, se recuesta sobre la certeza
subjetiva, sobre el polo subjetivo y retrico, para proponer un
procedimiento administrativo de la certeza subjetiva para construir
al mundo como un efecto de su modo de representacin. La oposicin
entre Frege y Russell es ilustrativa de este dilema. En un caso
tanto como el otro, la posibilidad de un discurso sobre la
historia, las masas o la clase trabajadora queda bloqueado, es
reducido al dominio de la ficcin, es decir, relegado entre los
efectos retricos del lenguaje. Si bien los efectos ideolgicos de la
semntica
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pueden diferenciarse en epistemolgicos y polticos, es importante
tener en cuenta que se trata slo de manera meramente analtica,
porque, en rigor, ambos efectos estn intrnsecamente entrelazados.
La semntica se orienta a ocultar la diferencia entre el efecto de
desconocimiento ideolgico y el conocimiento cientfico y a producir
una nocin de lo poltico en sintona con la prctica poltica burguesa,
segn lo comentamos ms arriba. Como Pcheux lo muestra a propsito de
Frege, al haber definido su posicin realista como la negacin de un
subjetivismo abstracto, el pensador alemn obtuvo como resultado una
teora universal de las ideas y los objetos, presentando a esta
ontologa como una condicin necesaria del sentido y la referencia de
los nombres y los enunciados. Dicho en otros trminos, la posicin
fregeana, en virtud de definirse por oposicin a una posicin
ideolgica, una variante del subjetivismo solipsista que reduca la
objetividad del mundo a un acto arbitrario de fe, y a causa de
desconsiderar las ciencias histricamente constituidas o en vas de
constitucin que trabajan sobre las evidencias que le conciernen, se
ve arrastrada a realizar un tratamiento homogneo de todos los seres
(incluida la moral y las instituciones sociales) y tambin a un
tratamiento homogneo de la necesidad (analogando las leyes
cientficas y las leyes jurdicas). La semntica, que lidia de manera
persistente con los fenmenos de la intensionalidad de las
expresiones, es decir, fenmenos del orden de la inestabilidad
referencial y de la indeterminacin del sentido, se propone resolver
estos problemas en trminos de una teora de la referencia y del
sentido en el marco de un universo pensado como un conjunto de
actos, hechos u objetos, desconociendo la diferencia entre
conocimiento cientfico e ideologa, es decir, proponiendo una
solucin que se aplicara de manera homognea a las ciencias
constitudas y a la prctica jurdica, el lenguaje ordinario, etc.
Examinemos la cuestin con un poco ms de detalle: los problemas de
la semntica (inestabilidad referencial e indeterminacin del
sentido) se presentan, por un lado, en relacin a ciertas
construcciones nominales, como El que muri en la cruz para salvar
el mundo, que aparentemente seleccionan un individuo y slo uno, y
que parecen por ello entraar la existencia de su referente. Por
otra parte, Frege reconoce que, por ejemplo, las expresiones
condicionales expresan usualmente, adems de los pensamientos
contenidos en el antecedente y en el consecuente, otros
pensamientos
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individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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que condicionan la sustitucin salva veritae de una proposicin
por otra en el marco de las mismas. Por ejemplo, un enunciado
condicional como Napolen que reconoci el peligro que amenazaba su
flanco derecho, condujo l mismo a sus guardias contra la posicin
enemiga (ver Pcheux 1975: 100) expresa dos pensamientos. Sin
embargo, Frege reconoce que usualmente este enunciado est asociado
a otros pensamientos, por ejemplo, que el reconocimiento del
peligro fue la razn de Napoln para conducir a sus guardias contra
la posicin enemiga. Este pensamiento asociado debera incluirse
entonces en el sentido de la proposicin. Sin embargo, si la
asociacin fuera otra, si se creyera que Napolon tom la decisin de
antemano, el pensamiento anterior no formara parte de la proposicin
y la misma expresara una mera correlacin. Un condicional podra
entenderse, entonces, como una correlacin contingente
(extensionalmente) o bien expresando una relacin necesaria
(intensionalmente). Frege se inclinar, en ltimo trmino por la
interpretacin contingente de los condicionales, para lo cual se ve
forzado a caracterizar estas asociaciones de pensamientos como un
fastidioso hbito propio del lenguaje natural, de naturaleza
psicolgica, considerndolo como una dificultad que no se presentara
en un lenguaje lgico estricto, donde a cada nombre le correspondera
un objeto. En virtud de esta solucin, Frege considera que
expresiones prima facie referenciales, como voluntad del pueblo, en
la medida en que no pueden construirse como un agregado a partir de
entidades de base (individuos) son por ello ficciones, objetos de
apreciacin subjetiva, lo que las deja, en rigor, fuera del dominio
de la semntica, colocndolas en el campo de la retrica, de los
efectos que las expresiones con sentido referencial tienen sobre
los hablantes. Desechado en un lenguaje lgico perfecto el
fastidioso hbito de los hablantes de las lenguas naturales (asociar
pensamientos cuya consideracin parece modificar el sentido de las
expresiones o suponer la existencia del referente frente a ciertas
construcciones gramaticales), Frege se atiene a la exigencia de que
el sentido de las expresiones debe estar completamente determinado.
La reflexin de Frege se inserta en una tradicin de la reflexin
semntica, que ya desde los lgicos de la escuela de Port Royal, en
el siglo XVII, distinguan entre comprensin y extensin de un trmino,
es decir, entre lo que un termino da a pensar, lo que configura su
incidencia sobre el pensamiento, y el recorte que el mismo realiza
en
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la realidad, la restriccin que realiza en el plano del ser, para
determinar as su mbito de aplicacin. La reflexin fregueana es
importante porque toma partido en contra del empirismo
psicologista, para el que no hay pensamiento posible que no sea mi
pensamiento, que no sea personal, lo que le permite a Pcheux hablar
de el materialismo de Frege. Sin embargo, Frege realiza su toma de
partido dentro de unos lmites muy estrictos, lo que permite
sostener que la oposicin de Frege al empirismo psicologista es
interior a la problemtica en la que se desenvuelve esta posicin.
Frege se enfrenta a los desajustes del funcionamiento de los
nombres propios en un lenguaje natural, problema que designa como
presuposicin de existencia. La presuposicin de existencia asociada
al nombre propio ocurre en el momento en el que el lenguaje parece
funcionar de manera vertical, entablando una relacin con el ser
(relacin nombre-cosa, relacin significante-significado). La relacin
entre el lenguaje y el ser ha sido pensada en el mbito de la
semntica en trminos de determinacin o restriccin: El hombre que
canta determina o restringe las entidades alcanzadas por la
expresin. Sin embargo, el nombre propio no tiene ninguna
determinacin que se le aplique (ver Pcheux 1975: 89) debido a que
el nombre propio surge (debe pensarse) como resultado la operacin
de determinacin llevada al lmite. La agramaticalidad de una
expresin como El Pedro que est pelado... es la condicin absoluta
para que Pedro sea un nombre propio. Esta condicin es confirmada
por las reflexiones que hacen lugar a la misma, como aquellas
inspiradas en Leibniz, ya que estas se ven obligadas a intervenir
en la ontologa (mundos posibles) para poder convertir a esta
expresin en un enunciado explicativo, que nos indica de qu
individuo hablamos y en cul mundo posible se halla situado. La
exclusin de la determinacin es la condicin para que el nombre
propio designe a un particular entero, en su integridad, sin que
puedan distinguirse gneros y especies en el interior del mismo. En
virtud de ello, los lgicos de Port Royal crean que las
proposiciones singulares, como Luis XVII ha tomado La Rochelle
deban aproximarse ms a las proposiciones universales que a las
particulares, porque en ellas el sujeto, al ser singular, es tomado
necesariamente en toda su extensin, lo que constituye la esencia de
una proposicin universal en contraste con la particular (Arnauld et
Nicole, Logique ou lart de penser, citado por Pcheux 1975: 91n.).
El nombre propio parece aprehender en su totalidad el objeto que
designa, de all la presuposicin de existencia, el efecto de
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lo preconstruido que hace que parezca que con la designacin
viene incluido el objeto. Sin embargo, la exclusin de la
posibilidad de formar una determinativa restrictiva que se aplique
a un nombre propio, hace forzoso que haya nombres comunes. La
designacin por un nombre propio implica que lo mismo pueda ser
designado por medio de una parfrasis, por ejemplo: Berln es La
ciudad capital de Alemania (El N que VN) o bien La capital de
Alemania (El VN). Puesto que los nombres funcionan en correlacin
con parfrasis, en trminos de pronombres o de pronombres
demostrativos (Esa ciudad es la capital de Alemania; Esta es la
capital de Alemania), el proceso discursivo articula de manera
sistemtica una serie de expresiones que hace que el pronombre
demostrativo aparezca como el primer nombre propio, o incluso como
el nico nombre genuino (Russell), cuyo centro sera una expresin
como Yo veo esto, que por una serie de articulaciones pondra en
serie continua un movimiento que va desde lo concreto a los
abstracto, de la situacin a las propiedades, de la representacin al
concepto, por medio de la identificacin del sujeto con sus alter
egos (Si estuviera donde t ests vera..., Esto de lo que t me has
dicho que...; Esto de lo que se dice/se sabe que...). Este
movimiento de lo concreto a lo abstracto, de la situacin a las
propiedades, propio de la ideologa, que la semntica no hace ms que
replicar, encuentra su fundamento en la primera persona, de manera
que la unicidad del objeto depende de la identificacin del sujeto
para s mismo. Yo veo esto, donde esto es lo que ve el que habla,
sera entonces la tautologa sobre la que reposa la identificacin
perceptiva e inteligible del objeto: El que habla ve lo que se ve,
en el momento en el que habla, desde la perspectiva del que habla.
Esta tautologa es la garanta, a todas luces circular, que la
semntica ofrece para su ontologa bsica, la evidencia ideolgica
fundante, que presenta la relacin hombre-mundo en trminos de
personas y cosas, cuya funcin de obstculo epistemolgico ya hemos
examinado. El mismo mecanismo gramatical que produce determinacin,
produce indeterminacin, asociada al funcionamiento conceptual del
lenguaje. El que descubri la rbita elptica de los planetas...
comparte la forma sintctica con El que reconoci la rbita elptica...
(El N que VN). La indeterminacin produce el vaciamiento del objeto
una funcin. Frege, al ocuparse de este fenmeno, lo entendi en
trminos de la generalidad de una ley, considerando que
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hay un funcionamiento de las hiptesis y el condicional que
valdra de manera semejante en cualquier dominio, del mismo modo en
el dominio jurdico, en el cotidiano y en el dominio cientfico (ver
Pcheux 1975: 96 y 97). Habra, en consecuencia en la base de todo
pensamiento, una forma general, Todo lo que es A es B, por ejemplo,
El hielo, flota en el agua. Esta inferencia estara sostenida por la
evocacin lateral del un pensamiento: El hielo tiene un peso
especfico menor al del agua que articula las proposiciones que
componen el enunciado condicional, que a su vez podra articularse y
sostenerse por medio de la evocacin de otro pensamiento lateral:
Los objetos de un peso especfico menor al de un medio lquido,
flotan en el mismo. En otros trminos, Frege se vi forzado a
entender las oraciones condicionales o hipotticas segn el modelo de
un condicional material, es decir, en trminos de lo que puede
elucidarse extensionalmente, eliminando cualquier interferencia
subjetiva y atendiendo slo al polo de los objetos. De esta manera,
pudo relegar la inestabilidad referencial al carcter de un efecto
de superficie que no se registra en el fondo del asunto. En buena
medida, lo empuja a ello una concepcin ideolgica de la subjetividad
con la que no quiere comprometerse (la del empirismo psicologista),
aunque para eludir este compromiso se ve arrojado a desarrollar una
concepcin universal de la objetividad y de la necesidad,
independiente de las disciplinas cientficas, ms general todava que
stas, a las que servira de fundamento. Frege no puede ver en los
fenmenos de la intensionalidad e inestabilidad referencial con los
que se topa el ndice de una forma de necesidad novedosa. Al
contrario, tiende a pensarlos como un accidente no sistemtico,
tomando como modelo para todo el dominio del lenguaje a la relativa
independizacin de los contextos y estabilizacin de la referencia
propia de los procesos discursivos de la ciencia, como si fueran la
regla que cabe encontrar en el fondo de otros procesos discursivos
(jurdicos, de la vida cotidiana), cuando en realidad son casos
excepcionales. Por el contrario Pcheux toma el camino de reconocer
que la dependencia del sentido en relacin a la asociacin entre
expresiones es la norma y no la excepcin, o en otros trminos, de
hacer de lo que en el marco de la representacin fregueano apareca
como una excepcin, la regla de un orden diferente: a dicho orden lo
denomina proceso discursivo.9 Ahora bien, convertir en regla lo que
en el marco
9 Segn Pcheux el proceso discursivo es: el sistema de las
relaciones de sustitucin, parfrasis,
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individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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del pensamiento fregueano constituye una excepcin exige realizar
una operacin que no slo transforma los conceptos fregueanos, el
cuerno objetivista del dilema, sino tambin el cuerno subjetivista:
exige transformar la problemtica. El concepto de discurso,
concebido como el dominio en el cual la asociacin de las
expresiones es el mecanismo mediante el cual se constituye el
sentido, implica otorgar un valor constitutivo a las metforas y
metonimias, o en otros trminos, implica reconocerle una eficacia
material a lo imaginario. Lo imaginario aparece entonces, no como
lo ilusorio que contrasta con lo real, en el modo en el que
contrastaban los trminos asociados a la retrica en la problemtica
del subjetivismo moderno (lo psicolgico o lo potico como figuras de
lo irreal), sino como una dimensin de lo real dotada de eficacia
material. Dicho en otros trminos, se requiere avanzar en el sentido
de una teora materialista, es decir, no-subjetivista, de la
subjetividad. Slo enfrentando una concepcin idealista de la
ideologa, que la entiende a) como asunto de ideas y b) como
teniendo su fuente o causa en los sujetos (y no a los sujetos como
efectos de la ideologa) (ver Pcheux 1975: 118) podremos reconocer
las condiciones ideolgicas de la reproduccin transformacin de las
condiciones ideolgicas de la reproduccin de las relaciones de
produccin en su carcter material y contradictorio, es decir,
comprender que los Aparatos Ideolgicos de Estado (AIE) son tanto el
lugar como el medio de realizacin de la dominacin de la ideologa
dominante. Esto implica que las clases no tienen ideologa antes de
la lucha, puesto que tal cosa nos volvera a remitir a lo social
como espacio neutro en el que en un momento posterior adviene la
lucha. Por el contrario, las clases configuran su ideologa mediante
su toma de posicin en la propia lucha. La dominacin de la ideologa
dominante no se ejerce mediante la irradiacin de un contenido, lo
que hara de los AIE un instrumento para la propagacin de una visin
de clase previamente existente, sino que, podramos decir, se ejerce
de manera conflictiva, por el hecho de que las divisiones de la
ideologa en distintas regiones sean tales o cules (lo que implica
objetos ideolgicos diversos, que incluyen sus modos de uso y
constituyen prcticas de clase) con relaciones de subordinacin y
contradiccin entre las mismas. Una teora materialista de la
ideologa que incluya una teora materialista de la subjetividad es
la nica va que permite comprender que la dominacin de la
ideologa
sinnimias, etc, que funcionan entre los elementos lingsticos
-los significantes- en una formacin discursiva dada. (1975:
146).
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dominante se ejerce de manera contradictoria, no mediante una
imposible supresin de la lucha de clases en su mbito (como viene
sugerido si pensamos la diferencia entre Aparatos Represivos de
Estado y aparatos ideolgicos de estado en trminos de la distincin
idealista entre fuerza y consenso, ver Montag 2013), sino
imponindose en la lucha ideolgica, es decir, inclinando la
distribucin de la relacin imaginaria a su favor, orientndola a la
reproduccin de las relaciones de produccin. Este es el sentido en
el cual la lucha de clases es la historia en su materialidad y en
su objetividad, no algo que viene despus, en un segundo momento. La
materia prima de la ciencia de la historia, del materialismo
histrico, es una ideologa terica de las relaciones sociales, esto
es, esta materia prima no es una objetividad neutra, sino un
elemento central de la reproduccin de dichas relaciones sociales,
una manifestacin de la necesidad de lo real bajo la forma de la
necesidad ciega. Esta ideologa terica es ya, aunque lo sea bajo la
forma de la denegacin, una toma de posicin poltica que domina,
subordina, relega otras tomas de posicin contrapuestas. En este
sentido, la ciencia de la historia no puede existir sin una toma de
posicin a favor de la objetividad cientfica que es intextricable de
una toma de posicin poltica. El objeto de la lucha de clases es,
entonces, la propia divisin de la ideologa en regiones (en los
distintos AIE) y las relaciones de desigualdad y subordinacin entre
los mismos (ver Pcheux 1975: 132). La lucha poltica de clases no es
un proceso secundario (subjetivo, ilusorio, en el sentido de
irreal, inesencial) que tomara a la sociedad como su terreno, sino
que, por el contrario, es un proceso objetivo, en el sentido de ser
un proceso constitutivo ineliminable (lo que no significa que sea
el nico) de una formacin econmico social. En este punto preciso las
observaciones de Pcheux hacen jugar conjuntamente el trabajo de
Althusser sobre la ideologa como interpelacin de los individuos en
sujetos con los rudimentos de una teora del discurso que habilit la
transformacin conceptual de la problemtica en la que se inscriba la
ideologa terica fregueana. La constitucin del sentido y la del
sujeto coinciden en la figura clave de la interpelacin. En la
interpelacin ideolgica hay un crculo: el hecho de que los no
sujetos (individuos) son llamados a existir como sujetos en un
proceso que tiene como consecuencia retroactiva la constitucin de
un sujeto que se piensa como principio de s mismo. En particular,
los
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individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser,
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efectos retroactivos se manifiestan en dos direcciones; por un
lado, la de la evidencia de la anterioridad y exterioridad del
objeto del discurso mediante el efecto de lo preconstruido,
asociado a la determinacin que forma el nombre propio y los
particulares egocntricos (yo-aqu-ahora) y bajo la forma del efecto
de sostn, que produce la evidencia de la anterioridad y la
independencia del sentido en relacin al discurso, fenmeno asociado
al fenmeno de la explicacin-articulacin de enunciados. Pcheux
intenta mostrar que el efecto de lo preconstruido constituye al
sujeto en su relacin con la realidad (lo que le es dado a ver,
sentir o experimentar), mientras que la articulacin constituye al
sujeto en su relacin con el sentido. En un artculo apenas anterior
a Les Verits de La Palice, Pcheux haba distinguido entre dos formas
de olvido que remiten a la distincin entre lo preconsciente (olvido
n 2) y lo inconciente (olvido n 1) (Pcheux y Fuchs 1978). La forma
sujeto de discurso oculta el olvido n 1, propiamente inconciente,
que tiene por objeto la red de reformulaciones parafrsticas en las
que se constituyen las asimetras en la relacin imaginaria de los
individuos con sus condiciones de existencia en tanto sujetos, es
decir, con las relaciones de produccin. Pero lo caracterstico de la
forma sujeto del discurso no es slo este desconocimiento, que cabra
llamar constitutivo, sino el hecho de ocultar esta dimensin por
medio del imaginario lingstico, es decir, por medio de las
evidencias lexicales y las reformulaciones y parfrasis que las
mismas habilitan (Berln = La capital de Alemania) bajo la
apariencia de un simple efecto de las propiedades lexicales (la
evidencia de que una palabra posee un sentido que se puede
explicar, de la que hablaba Althusser).10 En una serie de
observaciones luminosas, Pcheux establece que los efectos de
sentido no pueden derivarse de la base lingstica, es decir, de la
lengua, sino que se derivan de los procesos discursivos
10 Si bien la identificacin imaginaria del sujeto remite a la
zona de olvido n 2, de carcter preconciente, a la que ya hemos
hecho referencia, la interpelacin ideolgica no se reduce a la
identificacin imaginaria, de la misma manera en que lo preconciente
se encuentra afectado por lo inconciente, en tanto que lo
inconciente afecta a las representaciones preconcientes, la zona de
olvido n 2 est afectada por la zona de olvido n 1. La presentacin
puede hacer pensar en dos zonas autnomas una frente a la otra, sin
embargo, de acuerdo a nuestro autor: lo preconciente caracteriza a
la retomada (reprise) de una representacin verbal por el proceso
primario (inconsciente) dando como resultado la formacin de una
nueva representacin que aparece concientemente ligada a la primera,
aunque su articulacin real con aquella permanezca inconciente
(Pcheux 1975: 161). Es decir, la discursividad restituye el vnculo
entre las dos representaciones verbales en cuestin, ubicndolas en
la misma formacin discursiva (donde una puede remitir a la otra por
parfrasis o por metonimia). Ver el final de esta seccin.
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que se desarrollan a partir de esta base. De esta manera, el
elemento dominante del pensamiento pasa a estar colocado en el
exterior del pensamiento, que es la forma que la tesis materialista
de la primaca del ser sobre el pensamiento toma en la teora del
discurso. El sentido est determinado por el interdiscurso, o ms
precisamente, est determinado por alguna regin del interdiscurso.11
La influencia de Lacan vuelve a hacerse sentir en este terreno.
Pcheux retoma la formula de Lacan: el significante es lo que
representa al sujeto para otro significante (Pcheux 1975: 241).
Junto a la misma, Pcheux construye otra frmula, anloga, el sentido
es siempre una palabra, una expresin o una proposicin para alguna
otra palabra, otra expresin o proposicin (Pcheux 1975: 241-42), con
la que busca indicar la metfora es constitutiva del sentido, aunque
slo en la medida en que la misma no est predeterminada por las
propiedades de la lengua, esto es, en que se reconozca a la
articulacin efectiva una eficacia que rebasa las virtualidades de
la lengua. El sentido no existe ms que en las relaciones de metfora
(sustitucin, parfrasis, etc.) de una formacin discursiva. A partir
de la frmula pecheuxiana podemos leer la frmula lacaniana un
significante representa al sujeto para otro significante destacando
el para donde se concentran las dificultades de esta expresin
terica y el desacople entre una frmula y otra. En la frmula
pecheuxiana para puede leerse como un partitivo (de cada, para
cada). E