• esfera cultural • 61 Javier Díez –Fue comisario de su propia retrospectiva en el Reina Sofía, en 2007, y decidió pasar a gran formato tres pequeños dibujos de 1973: La Mamá y los Niños Notario. Nos preguntamos por el origen de los dibujos y por el cambio de tamaño tan signifi- cativo. –La primera opción, como comisario, fue elegir tres dibujos y llevarlos a un tamaño que llenara toda la pared de la sala. Había cientos de dibujos para elegir. El azar, seguramente, me llevó a ele- gir a La Mamá y los Niños Notario. Son dibujos que se hacen de manera casi inconsciente, que te sorprenden a medida que los vas haciendo, algo parecido a la escritura automática aunque tienen un cierto nivel de detalle. ¿Notarios? Lo irónico de las figuras choca con la seriedad de la profesión, más aún en 1973, pero ahora, tan- tos años después, supongo que lo mismo podían ser notarios que catedráticos. –Antes de dedicarse de lleno al arte, estudió Derecho. –Mi padre era médico y fue muy buen estudiante; uno de esos que podría haber elegido cualquier carrera y, por supuesto, cual- quier oposición. Creo que le hubiera hecho ilusión tener un hijo no- tario o registrador. –Usted se ha aplicado con disciplina a cumplir la máxima “co- nócete a ti mismo”. ¿El psicoanálisis ha influido en su labor como artista? –En realidad, el psicoanálisis es un procedimiento que se ocu- pa de cuestiones que yo definiría como más primarias: las relacio- nes con los demás, la sexualidad, la actitud ante el trabajo, los miedos... En mi caso, a nivel profesional, ha sido fundamental para lograr una disciplina de trabajo que no tenía cuando era joven, para ser consecuente, para concentrarme en la tarea. No creo que sea de gran ayuda como método de interpretación artística aunque siempre puede ayudar a la hora de detectar un erotismo subyacen- te, cuestiones así, pero la esencia del método, como digo, se refie- re a la persona antes que al creador. –Acaba de aparecer Little Memories, primer número de una colección llamada La cara oculta de la editorial Los sentidos. La colección estará dedicada a textos de artistas plásticos. ¿Se escribe, se habla, se grita lo que no se puede pintar; o se pinta, se dibuja, se recorta, se pega, se fotografía lo inefable? –La literatura y la plástica, en mi caso, son necesidades distin- tas. Tengo textos teóricos y también poéticos publicados anterior- mente, pero Little Memories quizá sea lo que más se aproxima a la pintura, algo muy personal. Llevo con ese cuadernito diez años. –Efectivamente, el libro reproduce un cuaderno de notas, ver- sos, frases, aforismos... Además del texto, se puede ver el gesto, la caligrafía del autor. –Sí, hasta la portada del cuaderno está reproducida. Creo que se ha conseguido transmitir la sensación, el gusto, el gustito que me ha dado ir recopilando estas líneas, año tras año. –Cartel de lujo para la Feria de abril en Sevilla. –Fue un encargo de la Real Maestranza. Es curioso que una institución tan tradicional lleve unos quince años encargando el cartel de la Feria de abril a artistas de vanguardia, nacionales e in- ternacionales. En mi caso, tuve libertad total para el trabajo. Cuan- do vieron el cartel por primera vez, en el estudio, creo que respira- ron tranquilos porque quizá temían ver algo más complicado. –¿Por qué eligió al Cid? –Una vez más, el azar: estaba viendo una corrida por televisión y decidí tomar fotografías. Toreaba El Cid en la plaza de Antequera. –¿Cómo ha sido recibido el cartel se Sevilla? –Siempre hay división de opiniones. La gente que aprecia el ar- te de vanguardia lo ha recibido muy bien. Otras reacciones han si- do negativas. Creo que lo consideran demasiado vanguardista, ex- traño... incluso hay quien se ha quejado porque la plaza que aparece no sea la de Sevilla... –¿Alguna reacción antitaurina? –No tengo noticia. –Según sus propias palabras, trabaja en varias obras a la vez. ¿Le ha ocurrido que alguna a la que vuelve usted haya “cam- biado” respecto del plan inicial? –Hay obras que tienen un plan muy concreto, muy meditado. Últimamente he trabajado mucho con fotografía, con ordenador. Es un proceso que exige bastante precisión y, en estos casos, el boce- to es prácticamente definitivo y sólo hay que trasladarlo al lienzo. Como mucho, podría añadirse algún detalle en la fase final. Por otra parte, es cierto que convivo mucho con las obras y ahí hace falta tomar distancia porque si no lo haces acabas perdiendo la perspectiva. Uno trabaja “en caliente” y ese calentón, esa emoción, puede traicionar tu análisis. A veces me voy del estudio con una sen- sación de euforia, de acierto pleno y al día siguiente la cosa no se sos- tiene... Es muy sano el distanciamiento, cada tiempo tiene su impor- tancia, cada descanso sirve para limpiar los ojos, para ver más claro. –Hay un concepto que llama la atención en su obra: la repeti- ción. Ahora que los fractales comienzan a estar de moda, ¿cree usted que sus intuiciones coinciden con esta nueva vi- sión de la naturaleza? –Conozco la geometría fractal y me interesa pero no creo que mi obra responda, precisamente, a esos planteamientos. Me interesa más el mundo orgánico. He hablado alguna vez de mi identificación con los fluidos... También he trabajado mucho con desdoblamientos, algo a lo que llamo “continuar el cuadro en horizontal”, se duplica, Escritura PÚBLICA Luis Gordillo estudió Derecho en su Sevilla natal y pronto abandonó las leyes por los pinceles; aunque en su caso, decir pinceles es una forma de hablar porque Gordillo –inquieto, investigador– no ha desdeñado ningún recurso plástico. Esto le ha convertido, al margen de corrientes y modas, en un caso singular del arte español de los siglos XX y XXI: un atentísimo observador y un fascinante productor de imágenes. ‘EN MI OBRA SIEMPRE HAY UNA BÚSQUEDA PERMANENTE’ LUIS GORDILLO , artista plástico “Las letras siempre han sido más divulgadas, a nivel académico y de consumo. Probablemente, la plástica encierre más dificultades o precise una formación superior” Escritura PÚBLICA 60