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Dante Alighieri
De Vulgari Eloquentia (De la lengua vulgar)
LIBRO I
Captulo I
Como no he sabido de nadie que antes de nosotros se ocupara del
habla vulgar, y como la
tal habla nos es a todos imprescindible ya que pertenece no slo
a los hombres, sino
tambin a las mujeres y a los nios, en tanto la naturaleza lo
permita, y queriendo de algn
modo ilustrar la mente de quienes como ciegos deambulan por las
plazas, y muchas veces
estiman postrero lo que es primero, procuraremos, con la celeste
inspiracin del Verbo, ser
tiles a esta lengua del vulgo, no slo bebiendo de tan noble vaso
el agua de nuestro
ingenio, sino que escogiendo o compilando de otros, mezclando en
la bebida lo mejor, para
que desde all podamos beber el dulcsimo hidromiel.
Como a toda ciencia no le corresponde probar su sujeto sino
declararlo, y para que
se entienda de lo que trata, sin perder ms tiempo, digamos que
llamamos habla vulgar a
aquella a la que en su entorno familiar se habitan los nios
cuando comienzan a distinguir
las voces; o ms brevemente an, definimos como lengua vulgar a la
que, sin normativas,
se aprende por imitacin de la nodriza.
Disponemos de otra lengua secundaria a la que los Romanos
llamaron gramtica.
Por igual la tienen los Griegos y otros, pero no todos, porque
no llegamos a conocer sus
reglas ni a aprenderla sino transcurrido un tiempo y tras asiduo
estudio.
De estas dos el habla vulgar es la ms noble, ya porque fue la
primera usada por el
gnero humano, ya porque la gozan en todo el orbe, aunque
esparcida en diferentes
pronunciaciones y trminos; sea tambin porque nos es natural,
mientras que la otra es ms
bien artificial.
Y de esta nuestra ms noble nos proponemos tratar ahora.
Captulo II
Ella es en verdad nuestra primera lengua, y no digo nuestra como
si hubiera otra adems
del habla humana, porque de entre todos los seres a solo el
hombre le fue dado hablar, ya
que slo a l le fue necesario. No les fue dado a los ngeles, ni
tampoco a los animales,
porque hubiera sido superfluo, y la naturaleza aborrece lo
superfluo.
Si consideramos con perspicacia cul es el propsito del habla, es
evidente que no
consiste sino en enunciar a otros lo concebido en nuestra mente.
Y dado que los ngeles,
para comunicar sus gloriosas concepciones, disponen de una
prontsima e inefable
suficiencia intelectual, por medio de la cual uno a otro se dan
a conocer enteramente por s
mismos, o al menos por aquel fulgentsimo Espejo en el que todos
estn representados en
su mxima belleza, y donde avidsimos contemplan su propio
reflejo, no parece que
tuvieran necesidad de signo oral ninguna.
Y si se objetara a partir de los espritus cados, se puede
responder doblemente:
primero que, como tratamos de aquellas cosas que son necesarias
al bienestar, no debemos
tomarlos en cuenta, puesto que primeramente fueron malvados
despreciadores de la ayuda
divina; y segundo y mejor, que los demonios para comunicar su
perfidia entre s no
necesitan ms que cada uno sepa todo de todos, de por qu y cunto;
lo que ciertamente
saben, pues se conocieron unos a otros antes de su cada.
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2
Para los animales inferiores, que son dirigidos slo por el
instinto, no fue necesario
proveerlos de habla: porque los animales de una misma especie
tienen en comn los
mismos actos y pasiones, y as por los propios conocen los
ajenos; pero entre los de diversa
especie tampoco fue necesaria el habla, inclusive les hubiera
sido perjudicial, dado que no
hay entre ellos relaciones de amistad.
Y si alguien quisiera objetar de la serpiente que habl a la
primera mujer, o del asno
de Balaan, de que hablaron, respondemos que en el primer caso el
ngel y en el segundo el
diablo operaron de tal manera que ellos movieron sus rganos, de
forma que surgiera una
voz clara como habla verdadera; y no que al asno le
correspondiera otra cosa que rebuznar
y a la serpiente silbar.
Si alguien tambin quisiera objetar por lo que Ovidio dice en el
quinto de la
Metamorfosis de los picamaderos parlantes, decimos que lo dice
figurativamente
entendiendo otra cosa. Y si se dijera todava que los picamaderos
y otras aves hablan,
decimos que no es verdad, porque tales actos no son hablar, mas
una cierta imitacin de
nuestra voz; o que imitan nuestros sonidos, pero no es nuestra
palabra. Por donde si alguien
al decir urraca le contestaran urraca, no sera sino imitacin o
representacin del sonido
del que primero habl.
Y as se ve claramente que slo al hombre le fue dado hablar; mas
por qu le fue
necesario, intentaremos probarlo brevemente.
Captulo III
Puesto que lo que gua al hombre no es el instinto natural, sino
la razn, y como la razn en
cada individuo es diferente en cuanto a discernir o juzgar o
elegir, a tal punto que al parecer
cada uno disfruta de su propia idea, debemos retener que nadie
comprende al otro por los
propios actos o pasiones, como las bestias. Ni tampoco por medio
de la especulacin, como
el ngel, que uno a otro se contacta, porque el espritu humano
padece de obstruccin,
debido al espesor y opacidad del cuerpo.
Fue necesario por tanto que, para comunicar el pensamiento, el
gnero humano
tuviera algn signo racional y sensible; porque el signo, al
tener que asumir conceptos de la
razn y llevarlos a la razn, haba necesariamente de ser racional,
pero como no podan
pasar de una razn a otra sino por un medio sensitivo,
necesariamente tuvo que ser sensible.
Porque si hubiera sido slo racional, no habra podido pasar de
uno a otro; y si slo
sensible, no habra podido recibir nada de una razn ni depositar
nada en otra. Este signo es
pues el noble fundamento del que hablamos; sensible en cuanto es
sonido, pero racional en
cuanto algo significa segn el propsito de la voluntad.
Captulo IV
Slo al hombre le fue dado el habla, como lo demuestran las
premisas. Ahora, me parece,
que corresponde considerar a cul de los hombres le fue dado
primero la facultad de hablar,
y qu fue lo que dijo, y a quin, y dnde, y cundo, y cul fue adems
el idioma de la
primera conversacin.
Segn pues dice el Gnesis en su comienzo, donde la Sagrada
Escritura trata de los
primordios del mundo, resulta que fue la mujer la que primero
habl antes que nadie, es
decir la muy presuntuosa Eva, cuando solicitada por el diablo
respondi: Del fruto de los
rboles del Paraso comemos, del fruto del rbol que est en el
medio del Paraso nos
mand Dios que no comamos ni lo toquemos, no sea que muramos.
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3
Pero aun cuando la mujer en el texto es la que primero habl, es
razonable pensar
que fue el hombre, pues se considera muy inconveniente que tan
egregio acto del gnero
humano no saliera primero del hombre que de la mujer. Creemos
pues racionalmente que a
Adn le fue dado hablar primero por Aquel que en un instante lo
plasm.
Qu fue lo que primero reson en la voz del primer hablante, no
titubeo en decirlo,
como lo hara cualquiera de sana mente, que fue Dios, es decir El
[voz hebrea], ya sea
que fuera una pregunta o una respuesta. Pues en verdad parece
absurdo y horrible pensar
que antes de Dios otra cosa expresara el hombre, puesto que por
l y en l fue creado. Pues
as como despus de la prevaricacin del gnero humano todas sus
conversaciones
comenzaron con heu [voz latina Ay!], es razonable pensar que
antes comenzara con
alegra; y como no hay alegra alguna fuera de Dios, que est toda
en Dios, y el mismo Dios
es todo alegra, se sigue que el primer locuente, primero y antes
que nada dijera dios.
Pero aqu surge una duda: porque, como dijimos antes, el hombre
cuando primero
habl lo hizo en forma de respuesta, y su respuesta fue a Dios:
pues si fue a Dios, resulta
que Dios fue el primero en hablar, lo que parece contrario a lo
que hemos dicho.
A lo que decimos que bien pudo ser que el hombre respondiera a
una pregunta de Dios, sin
que Dios hubiera hablado en esta lengua de la que estamos
tratando. Quin duda de que
todo lo que existe obedece a la voluntad de Dios, por quien son
conservadas y gobernadas
todas las cosas? Por tanto as como tantas alteraciones del aire
ocurren por imperio de la
naturaleza inferior, que es ministra y hechura de Dios, de modo
que bramen los truenos,
estallen relmpagos, caiga la lluvia, se esparza la nieve y se
desgarre el granizo acaso al
imperio de Dios la naturaleza no se movera para resonar algunas
palabras,
caracterizndolas el mismo que caracteriz mayores cosas?
A esto y a otras cuestiones creemos que la respuesta dada es
suficiente.
Captulo V
Opinamos, no sin razn sin embargo, ya deduciendo de lo dicho
como de lo que diremos,
que el primer hombre dirigi primeramente su palabra al mismo
Dios. Por tanto y con
razn, decimos que ese mismo primer locuente habl inmediatamente
despus de inspirado
en l el soplo de la Virtud Animante. Pues pensamos que es ms
humano ser percibido que
percibir, mientras sea percibido y perciba como ser humano. Por
tanto si aquel Artesano y
Principio de Perfeccin y Amador inspirando colm a nuestro primer
hombre de toda
perfeccin, nos parece razonable que tal nobilsimo ser vivo
primero fue percibido antes de
hacerse percibir.
Si alguien sin embargo objetara que no le era necesario hablar
al primer hombre
puesto que todava estaba solo, y que Dios sin palabras discierne
todos nuestros arcanos
antes que nosotros mismos, decimos, con aquella reverencia
necesaria cuando afirmamos
algo de la Voluntad Eterna, que aunque Dios, sin necesidad de
palabras, conociera o pre-
conociera (que cuanto a Dios, es lo mismo) el pensamiento del
primer hablante, quiso l
mismo sin embargo hablar, para que en la manifestacin de tan
gran don fuera glorificado
aquel mismo que gratuitamente se lo diera. Por lo tanto es de
creer que por divina
disposicin nos llena de alegra manifestar ordenadamente nuestros
afectos.
Y de aqu podemos perfectamente deducir dnde fue pronunciada esta
primera
locucin; porque si fuera del paraso lleg el soplo divino al
hombre, diramos que afuera,
si en cambio adentro, diramos que fue dentro del Paraso el lugar
de la primera locucin.
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Captulo VI
Dado que los asuntos humanos se tratan en muchos y variados
idiomas, de forma que
muchos tanto se entiendan con muchos hablando como sin hablar,
nos corresponde
investigar cul es el idioma que se cree que habl aquel varn que
no tuvo madre ni mam
leche, ni fue nio ni lleg a adulto.
En esto, como tambin en otras muchas cosas, la inmensa ciudad de
Pietramala, es
patria de la mayor parte de los hijos de Adn. Porque, si un
cualquiera fuera de tan
deshonesta razn como para creer que el lugar de su nacimiento es
el ms deleitoso bajo el
Sol, le sera tambin creble que su vulgar, es decir su lengua
materna, fuera la mejor de
todas, y en consecuencia considerarla como la misma que habl
Adn.
Nosotros en cambio, para quienes la patria es el mundo como para
los peces el
Ocano, a pesar de que bebimos del Sarno antes de tener dientes,
y todava amemos a
Florencia, bien que por amarla padecemos injusto exilio, antes
en razones que en
sentimientos fundamos nuestro juicio. Y bien que, segn nuestro
deleite o el sentir de
nuestro corazn no haya en la tierra lugar ms encantador que
Florencia, consultando los
libros de poetas y de otros escritores que han descrito el mundo
entero y sus partes,
considerando nosotros mismos las variadas caractersticas de los
lugares del mundo y su
situacin respecto de ambos polos y el crculo ecuatorial,
examinamos atentamente y
juzgamos firmemente que hay ms nobles y ms deliciosas regiones y
ciudades que la
Toscana y Florencia, de donde somos oriundos y ciudadanos, y que
muchas naciones y
pueblos usan una lengua ms placentera y ms til que la
nuestra.
Retornando al propsito, decimos que cierta forma de habla fue
creada
conjuntamente con el alma primera. Digo forma para abarcar tanto
los vocablos de las
cosas cuanto la construccin y la pronunciacin de la frase: forma
que a decir verdad toda
lengua viva adoptara, a no ser, que fuera dispersada, por culpa
de la humana vanidad,
como ms adelante se probar.
En esta forma de lenguaje Adn habl; en esta forma de lenguaje
hablaron todos sus
descendientes hasta la construccin de la torre de Babel, que se
traduce como torre de la
confusin; esta forma de lenguaje la heredaron los hijos de
Heber, quienes por ello se
llamaron Hebreos. En ellos permaneci luego de la confusin de las
lenguas, a fin de que
nuestro Redentor, que habra de nacer de ellos en cuanto ser
humano, no hablara la lengua
de la confusin, sino la de la gracia.
Fue pues el idioma hebraico el que pronunciaron los labios del
primer hablante.
Captulo VII
Ay! Qu nos avergenza renovar ahora la ignominia del gnero
humano! Pero como no
podemos dejarla de lado sin franquearla, la desgranaremos aun
cuando crezca el rubor en
las mejillas y al alma le repugne.
Ah naturaleza nuestra siempre propensa al pecado! Ah, desde el
comienzo y
siempre colmada de nequicia [maldad, perversidad]! No fue
suficiente a corregirte que,
ciega de tu primera prevaricacin, te expulsaban de la patria de
las delicias? No bast que
por tu universal lujuria y crueldad pereciera en el cataclismo
todo lo que por derecho te
perteneca, con excepcin de slo una familia, y que perecieran por
tus fechoras los
animales del cielo y de la tierra? Hubiera sido ciertamente
suficiente, pero como dice el
proverbio No cabalgars antes de la tercera vez, t, miserable,
cabalgar quisiste un
miserable caballo.
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5
He aqu, caro lector, que el hombre, por olvido o despreciando
los castigos recibidos
y apartando la vista de los verdugones remanentes, presumiendo
por estpida soberbia, por
tercera vez se alz al ltigo.
Incurable, presumi en su corazn, persuadido por el gigante
Nembroth, que por
propia industria podra superar no slo a la naturaleza sino hasta
al naturante, que es Dios, y
comenz a edificar la torre en Sennaar, que fue luego llamada
Babel, es decir confusin,
con la que esperaba subir al cielo, proponindose en su
inconciencia no igualar sino superar
al Creador. Oh inconmensurable clemencia del celeste
imperio!
Qu padre soportara nunca tal insulto de su hijo? Mas alzndose,
no con hostil
sino con paternal azote, habituado ya a fustigar, castig ahora
al hijo rebelde con piadosa
aunque imborrable reprimenda.
Fue entonces cuando casi todo el gnero humano se embarc en el
inicuo proyecto;
una parte supervisaba la obra, otra planeaba la arquitectura,
una edificaba muros, otra
ajustaba a escuadra, una alisaba con trulla, otra escinda
piedras, una transportaba por mar y
otra por tierra, y otros grupos se dedicaban a diversas tareas;
entonces les cay del cielo una
confusin tal que si antes todos se servan de una y de la misma
lengua para el trabajo,
diversificados en muchas lenguas lo abandonaran, y nunca ms
pudieron reunirse en una
tarea comn.
De modo que slo quienes que convenan en una misma tarea tuvieron
una misma
lengua: por ejemplo los arquitectos tenan una, los
transportistas de piedras otra, todos los
que las preparaban otra; y as fue de cada uno de los oficios.
Tanta cuanta fue la variedad
de oficios necesarios a la obra, tantos fueron los idiomas en
que se dividi el gnero
humano, y cuanto ms excelente era el arte, tanto ms rudo y
brbaro fue el lenguaje que
hablaban.
Aquellos en quienes la lengua sagrada perdur, no prestaron su
mano a la obra ni en
ella consintieron, mas seriamente detestndola se burlaban de la
estupidez de los obreros.
Pero esta pequesima parte mnima en nmero, vena de la simiente de
Sem, conjeturo,
quien fue el tercer hijo de No: del cual se origin el pueblo de
Israel, quienes hablaron la
antiqusima lengua hasta el momento de su dispersin.
Captulo VIII
De la precedente confusin de las lenguas opinamos, en base a no
leves razones, que por
primera vez los hombres se dispersaron por todos los climas del
mundo y las regiones y los
extremos habitables de los diversos climas. Y cuando la raz
principal de la humana
progenie se instal en las regiones de oriente, y se expandi
luego de un lado y del otro,
dispersse nuestra progenie en mltiples ramas, y para finalmente
alcanzar los confines
occidentales, donde por primera vez las gargantas racionales
bebieran tal vez de todos o de
algunos de los ros de Europa.
Pero sea que fueran advenedizos los que primero llegaron, sea
que fueran nativos y
estuvieran retornando, los hombres aportaron tres lenguas con
ellos: y a unos les
correspondi la regin meridional de Europa, a otros la
septentrional; y los terceros, que
ahora llamamos griegos, en parte ocuparon regiones de Europa, y
en parte de Asia.
Por tanto de un mismo idioma, a travs de la punitiva confusin,
nacieron las
diversas lenguas vulgares, como mostraremos ms abajo.
Pues todo el territorio que se encuentra desde la desembocadura
del Danubio, es
decir las marismas Metidas, hasta los confines occidentales de
Inglaterra, limitado por los
lindes de Italia y de Francia, y del Ocano, obtuvo un solo
idioma, bien que posteriormente
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derivado en diversas lenguas vulgares entre Eslavos, Hngaros,
Teutnicos, Sajones,
Ingleses y otras muchas naciones, pero casi todas conservaron un
signo de su nico y
comn origen, es decir que todas esas lenguas al afirmar dicen
I.
A partir del territorio de este idioma, es decir desde los
lmites de los hngaros hacia
el oriente, otra lengua ocup toda la regin que desde all se
llama Europa, y que allende se
extiende.
Finalmente todo el territorio que fuera de estos dos dominios
ocupa Europa, tuvo un
tercer idioma, bien que dividido en tres formas: pues unos al
afirmar dicen OC, otros OIL,
otros SI, como lo Espaoles, los Franceses y los Italianos. Y el
signo de que estas tres
lenguas vulgares provienen de un mismo idioma es evidente, ya
que muchas cosas se
nombran con los mismos trminos como Dios, cielo, amor, mar,
tierra, ser,
vivir, morir, amar, y otras ms que son casi todas.
De estos lo que para decir s responden OC tienen la parte
occidental de Europa
meridional, a partir del lmite genovs. Los que dicen SI tienen
la parte oriental a partir de
dichos confines orientales, a saber hasta aquel promontorio de
Italia a partir del cual
comienza la ensenada del mar Adritico y Sicilia. Pero los que
dicen OIL son como
septentrionales respecto de estos: pues al oriente tienen a los
Alemanos, y a occidente y el
norte estn encerrados por el mar de Inglaterra y terminan
limitados por los montes de
Aragn; al sur tienen la Provenza y las laderas de los
Apeninos.
Captulo IX
Es necesario pues poner ahora a prueba nuestro raciocinio,
porque pretendemos investigar
cosas de las que no hay autoridad alguna que las haya tratado,
es decir de la variacin
decurrente de un nico y el mismo idioma. Y como por caminos ms
conocidos se avanza
ms sana y brevemente, hablaremos de este nuestro idioma, dejando
de lado los dems:
porque lo que en uno es lgico presumiblemente se aplicar a los
dems.
Pues bien, este idioma del que nos ocupamos es como dijimos
triforme: pues unos
dicen OC, otros SI, y otros OIL. Y que haya sido un mismo idioma
a partir de la confusin
(lo que resta por probar), se demuestra pues compartimos muchos
vocablos, como lo
expresan elocuentes decidores: coincidencia que repugna
ciertamente a la confusin misma,
que derram el cielo en la edificacin de Babel.
Trilinges maestros decidores, pues, concuerdan en muchos
vocablos, y
mximamente en el de amor.
As Gerardo de Brunel
Sim sentis fezels amics, per ver encusara Amor.
[Si me sintiera amigo fiel, por cierto acusara a amor].
El Rey de Navarra
De fin amor si vient sen et bont.
[Del fino amor viene sabidura y bondad]
Meser Guido Guinizelli
Ne fe' amor prima che gentil core,
ne cor gentil prima ch'amor, natura.
[No hizo al amor antes que al corazn gentil
ni al corazn gentil antes que al amor, natura.]
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7
Investiguemos sin embargo por qu las variedades fueron
principalmente tres; y por qu
cada una de estas variaciones vara ella misma, como por ejemplo
el dialecto de la derecha
de Italia difiere del de la izquierda (porque de una forma
hablan los Paduanos y de otra los
Pisanos); y por qu vecinos prximos aun as discrepan en el habla,
como los Milaneses y
los Veroneses, los Romanos y los Florentinos, incluso los que
comparten una misma
progenie, como los Napolitanos y los Gaetanos, Raveneses y
Faventinos, y lo que an es
ms sorprendente, los que habitan en una misma ciudad, como los
Bononienses del barrio
de Santa Felicidad y los de la Calle Mayor.
Todas las diferencias y variedades de habla provienen, como se
demostrar, de una
sola causa.
Decimos pues que ningn efecto es mayor que su causa, en cuanto
es efecto, porque
lo que no existe no puede hacer nada. Como entonces toda nuestro
habla con excepcin de
la lengua creada por Dios para el primer hombre, fue a nuestro
beneplcito reelaborada
despus de aquella confusin, que no fue sino olvido de lo
precedente, y como el hombre es
un animal inestable y veleidoso en sumo grado, resulta que no
puede ser ni durable ni
continua, sino que est forzada a variar a travs del tiempo y del
espacio, como lo hacen
todas nuestras dems cosas, como por ejemplo las costumbres y el
vestido.
Y aseguro que no se debe dudar sino mantener firmemente el hecho
de que vare
en el tiempo: porque si indagamos sobre muchas otras cosas
nuestras, veremos que
discrepan mucho ms de las de nuestros antiqusimos conciudadanos
que de las de nuestros
coetneos de lejanas regiones. Por lo cual sin temor afirmamos
que si los antiqusimos
Papienses resucitaran, hablaran otra lengua que la de los
modernos Papienses.
Ni tampoco debe maravillarnos lo dicho, as como no nos maravilla
ver crecido a un
joven aunque no lo hayamos visto crecer; porque no nos
percatamos de las cosas que se
mueven muy lentamente, y cuanto ms tiempo se requiere para
percibir que varan, tanto
ms estables las juzgamos.
Entonces no nos admiremos de quienes, con no ms juicio que las
bestias, piensan
que una misma ciudad siempre hizo uso de una misma lengua,
porque las variaciones del
lenguaje no ocurren sino muy lentamente a travs de una prologada
sucesin temporal, y
tambin porque la vida de los hombres, por su propia naturaleza,
es muy breve.
Si por tanto el habla de un mismo pueblo vara, como hemos dicho,
sucesivamente
en el tiempo, ni puede de manera alguna permanecer igual, se
sigue necesariamente que la
lengua de los que viven separados y distantes se diversifique en
las ms variadas lenguas,
como variadamente varan sus costumbres y el vestido, porque no
son estables ni por
naturaleza ni por comn acuerdo, sino que nacen del humano
beneplcito y de la vecindad
de los lugares.
De aqu nacieron los inventores del arte gramtica [es decir el
latn y el griego. NT],
que no es sino una cierta inalterable identidad del habla en
tiempos y lugares diversos.
Gramtica que como fue reglada por consentimiento comn de muchos
pueblos, no est
sometida al arbitrio individual, y en consecuencia no puede
variar. Y la inventaron para que
los cambios del lenguaje que fluctan al arbitrio de los
individuos no afectaran de ningn
modo, ni siquiera ligeramente, el conocimiento de las obras y la
autoridad de los antiguos y
de aquellos que la diversidad de lugar los hace distintos.
Captulo X
Ahora bien como dijimos antes siendo nuestra lengua tripartita,
segn que se la oye en
tres formas diferentes, evaluamos a las tres con tanta timidez
que no nos animamos
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establecer precedencias entre ellas por comparacin de unas u
otras de sus partes, a no ser
por el hecho de que los gramticos asumieron el trmino sic como
adverbio de
afirmacin, lo cual parece conceder una cierta superioridad a los
Italianos, que dicen SI.
Sin embargo cada parte cuida de s misma con amplios
argumentos.
Para s alega la lengua de OIL que por su fcil y deleitable
lengua vulgar, le
pertenece todo cuanto ha sido traducido en prosa vulgar, a
saber, la Biblia, los libros de las
gestas de los Troyanos y los Romanos, y las bellsimas leyendas
del Rey Arturo, y otras
muchas historias y doctrinas.
La otra que alega por s, a saber la lengua de OC, afirma que de
los escritores en
vulgar le pertenecen los primersimos poetas por ser la ms
perfecta y dulce forma de
hablar, piensa en Pedro de Auvernia y otros vetustos
decidores.
Finalmente la lengua de los italianos afirma tener la
precedencia por dos de sus
privilegios, a saber: primero porque los que ms dulce y
sutilmente poetizaron son
familiares y domsticos suyos, como Cino de Pistoia y su amigo;
el otro argumento es que
sus escritores estn ms afirmados en la gramtica comn, que para
quienes tal cosa
consideren, ser solidsimo argumento.
Nosotros sin embargo sin abrir juicio sobre lo dicho, limitamos
nuestro tratado a la
lengua vulgar de Italia, y nos proponemos tratar de sus
variantes y asimismo compararlas
entre s.
Decimos pues que Italia en primer lugar est partida en dos
regiones, a saber la
derecha y la izquierda. Si quisiramos establecer la lnea que las
divide, diramos que es la
cordillera de los Apeninos, que como suma cumbre aqu y all
derrama agua gota a gota, y
la destila por largas laderas en variados sitios, como describe
Lucano en el segundo. Al
derecho lado se empapa en el mar Tirreno, el izquierdo cae sobre
el mar Adritico.
Las regiones del lado derecho [mirando hacia el Sur] son: la
Pulia, aunque no toda,
Roma, el Ducado, la Toscana y la marca de Gnova; la izquierda
tiene una parte de Pulia, la
Marca Anconitana, Romandiola, Lombarda, la Marca Trevisana con
Venecia. La Tierra
Friulana y la Istria no pueden pertenecer sino al lado izquierdo
de Italia, y las islas tirrenas,
a saber de Sicilia y Cerdea, no pertenecen sino al derecho lado,
o hay que asumirlas como
acompaantes del lado derecho de Italia.
A ambos lados y en la regiones aledaas las lenguas de los
hombres varan: como la
de los Sicilianos con los Apleos, de los Apleos con los Romanos,
los Romanos con los
Espoletos, de estos con los Toscanos, de los Toscanos con los
Genoveses, de los Genoveses
con los Sardos; tambin de los Calabreses con los Aconitanos, de
estos con los Romaolos,
de los Romaolos con los Lombardos, de los Lombardos con los
Trevisanos y Venecianos,
de estos con los Aquileienses, y de estos con los Istrianos.
Acerca de lo cual pensamos que
ningn Italiano disiente.
Por lo cual al menos, en las lenguas vulgares, hay 14 bsicas que
varan. Porque aun
cuando todas las lenguas vulgares varan, piensa en Toscana
Senenses y Arentinos, en
Lombarda Ferrarenses y Placentinos; tambin en una misma ciudad
alguna variacin
advertimos, como dijimos en el captulo precedente. Por donde si
quisiramos calcular las
variaciones de las primarias y secundarias y subsecundarias
lenguas vulgares, en este
mnimo ngulo del mundo no slo se llegara al millar de
variaciones, sino a muchas ms.
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Captulo XI
Siendo que el vulgar italiano disuena en muchas variedades,
busquemos cul es la lengua
ms culta e ilustre de Italia: y en tren de abrir una va
transitable a nuestra bsqueda,
extirpemos primero de la selva las zarzas y los retoos
agrestes.
Como los Romanos pretenden estar por encima de los dems,
extirpando o
desarraigando malezas los prepondremos a los dems, ya que
reclaman que por ningn
motivo se los ha de tocar en la investigacin de la lengua
vulgar. Decimos sin embargo que
el Romano antes que vulgar es un triste coloquio, el ms torpe de
todos los italianos
vulgares; lo que no es de admirar porque inclusive la deformidad
de sus costumbres y
hbitos apesta mucho ms que los dems. Dicen por ejempo: Mezzure,
quinto dici? [Seor
qu dice?]
Despus de los Romanos echemos a los de la Marca de Ancona que
dicen as:
Chignamente state siate [Como estis, quedos]: con quienes tambin
separemos a los de
Spoleto.
No hay que dejar pasar que para escarnio de estos tres pueblos
se inventaron
muchas canciones: entre las cuales una recta y perfectamente
compuesta por cierto
Florentino de nombre Castra; comenzaba as
Una fermata scopai da Casciolicita
cita se 'n gia 'n grande aina.
[Me tropec con una mujer de Fermo, viniendo yo de Cascioli
que rauda rauda se alejaba de gran prisa].
Y despus de estos, expulsemos a los de Miln y de Prgamo y sus
alrededores, contra los
cuales recordamos que alguien les cant tambin en escarnio:
Enter l'ora del vesper,
ci fu del mes c'ochiover.
[A la hora de vsperas,
ocurri en el mes de octubre]
Despus filtremos a los Aquileienses e Istrianos, quienes
acentuando a lo salvaje erutan:
Ces fas-tu? [Qu haces t?] Con ellos expulsemos a todas las
hablas montaeses y
rsticas cuya enorme disonancia siempre la percibe el ciudadano
medio, como es el caso de
Casentinos y Fractenses.
Tambin rechacemos a los Sardos que no son italianos pero al
parecer hay que
asociarlos a los italianos, porque son los nicos que no tienen
un vulgar propio, sino que
simios imitadores que son de la gramtica dicen domus nova y
dominus meus. [En latn:
casa nueva y seor mo].
Captulo XII
Pasados por filtro, por decir as, los vulgares italianos, de
entre los que quedaron en la criba
brevemente elijamos por comparacin el ms honorable y que ms
honra al que lo habla.
Y en primer lugar examinemos el ingenio del siciliano: pues se
ve que el siciliano
adquiri fama por encima de los dems gracias a lo cual todo lo
que se poetiza en Italia se
dice siciliano, y precisamente porque sabemos de muchos
decidores regionales que han
cantado solemnemente, piensa en estas canciones:
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Jorge Sanguinetti
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Ancor que l'aigua per lo focho lassi
[An que el agua por el rostro fatigado]
y tambin
Amor, che lungiamente m'hai menato.
[Amor que largamente me has llevado]
Pero esta fama de la tierra siciliana, si consideremos
atentamente el objetivo que persigue,
ha venido a caer, al parecer, en oprobio de los Prncipes
italianos, cuya soberbia no es la
magna de los hroes sino la pusilnime de los plebeya. Pues
ilustres hroes, como Federico
Csar y su digna prole Manfredo, demostrando la nobleza y
rectitud de su alma, actuaron,
hasta donde la fortuna lo permite, con humana rectitud,
despreciando toda brutalidad. Por lo
cual, todos los de noble corazn y dotados de ingenio se
esforzaban por conformarse a la
majestad de tan grandes prncipes, a tal punto que, en su poca,
todo lo que naca de los
excelentes espritus italianos, se manifestaba primero en la
corte de tan augustos reyes; y
como el trono real estaba en Sicilia, todo lo que nuestros
predecesores escriban en vulgar
pas a llamarse siciliano: lo que tambin nosotros hacemos, ni
tampoco nadie de la
posteridad podr cambiarlo.
Racha, Racha! [Antiqusima expresin de desprecio]
Quin suena hoy la tuba del ltimo Federico, quin la campana de
Carlos II, quin
el cuerno de Juan y de Azzo, poderosos marqueses, quien las
flautas de otros magnates,
sino Venid verdugos carniceros, venid fraudulentos, venid
devotos de la avaricia?
Pero mejor es volver a nuestro asunto antes que hablar en
vano.
Y decimos entonces que si consideramos el vulgar siciliano tal
como brota de los
coterrneos mediocres, de cuya boca corresponde hacer juicio,
veremos que no merece
prevalecer de ninguna manera, porque no tiene pronunciacin
expedita, como por ejemplo:
Tragemi d'este focora se t'estea bolontate.
[Dame de este fuego, si tu querer lo permite]
Si en cambio lo queremos tomar como brota de la boca de los
principales ciudadanos, como
puede verse de las alegadas Canciones, en nada difiere del
excelentsimo vulgar del que
hablaremos ms adelante.
Los de Pulia por su desapacible vulgar o por estar prximos de
los Romanos y los
de la Marca, torpemente barbarizan: oigmoslos:
Blzera che chiangesse lo quatraro.
[Quisiera que el traviesillo llorase]
Pero aun cuando los Pulieses comnmente tienen un habla horrenda,
algunos entre ellos se
han expresado pulidamente, incluyendo en sus canciones trminos
curiales [los propios de
una Corte Real], lo que se percibe claramente observando algunos
de sus decires, como por
ejemplo:
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Jorge Sanguinetti
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Madonna, dir vi voglio
[Seora, deciros quiero, de Giacomo de Lentini]
y
Per fino amore vo s lentamente
Tras fino amor voy tan lentamente de Rinaldo de Aquino]
Por lo cual, tomando nota de lo que hemos dicho, es necesario
que se comprenda que ni el
vulgar de Sicilia ni el de Apulia es el ms bello, puesto que
vemos que los escritores ms
elocuentes se apartaron del vulgar propio.
Captulo XIII
Vengamos ahora a los Toscanos, quienes embriagados de sus
propias locuras se atribuyen
el ttulo de tener un vulgar ilustre. En lo cual no slo delira el
juicio de la plebe, sino que
hallamos muchos famosos varones que tal lo consideraron, como
Guitonne d'Arezzo, que
nunca se aplic al vulgar curial, Bonagiunta de Lucca, Gallo
pisano, Mino Monacato siens
y Brunetto florentino, cuyo decires, si tuviera tiempo para
examinarlos, vera que son
municipales antes que curiales.
Y como los toscanos ms que nadie se entregan a esta embriaguez,
parece digno y
til que nos detengamos algo detalladamente a desmitificar los
vulgares municipales de los
toscanos, uno tras otro.
Hablan los Florentinos y dicen:
Manichiamo, introcque che noi non facciamo altro.
[Comamos, que otra cosa no hacemos]
Los Pisanos:
Bene andonno lifatti de Fiorensa per Pisa.
[Bien marchan los asuntos de Florencia en Pisa]
Los de Lucca:
Fo voto a Dio ke in grasrra eie lo comune di Lucca.
[Voto a Dios que la comuna de Lucca est en enjundia.]
Los Senenses:
Onche renegata avesss'io Siena. Ch'ee chesto?
Hubiera yo nunca renegado de Siena. Qu es esto?
Los Arentinos:
Vuo'tu venire ovelle?
[Quieres t ir a cualquier parte?]
De Perugia, tambin de Citt di Castello, por la afinidad que
tienen todos con los
Romanos y Espoletanos, nada queremos tratar.
Pero a pesar de que casi todos los Toscanos son obtusos en su
torpe coloquio, sin
embargo vemos que algunos de ellos conocieron la excelencia del
vulgar, como Guido,
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Lapo y un otro de Florencia [el mismo Dante], y Cino de Pistoia,
a quienes por ahora
indignamente posponemos, bien que no indignamente forzados.
Ahora bien si examinamos las hablas toscanas y sopesamos cunto
se apartaron de
su propio vulgar los que antes honramos, no queda duda que otro
es el vulgar que buscamos
bien distinto del que habla el pueblo Toscano. Si empero alguien
pensara que lo que
decimos de los Toscanos no ha de afirmarse de los Genoveses,
guarde en mente slo esto,
que si los Genoveses perdieran la letra z, tendran necesidad o
de perder totalmente el habla
o buscarse una nueva. La z ocupa la mayor parte de su habla,
letra que no es posible
pronunciar sino con mucha aspereza de sonido. [la zeta italiana
que se pronuncia ts -
torna spero el habla].
Captulo XIV
Cruzando ahora las frondosas cumbres de los Apeninos,
investiguemos, como es nuestra
costumbre, diligentemente el ala izquierda de Italia, el
Levante.
Al entrar en Romania, hemos hallado en el Lacio, decimos, dos
vulgares opuestos
entre s con sus propias discrepancias. Uno de los cuales, se oye
tan femenino por el sonido
blando de los vocablos y de la pronunciacin que a un hombre,
mismo hablando virilmente,
se lo tiene por mujer. As ocurre con todos los de Romania, y
especialmente los de Forli,
cuya ciudad, de reciente fundacin, parece el centro de toda la
provincia: ellos deusci dicen
para afirmar, y dulcemente a sus amadas dicen oclo meo y corada
mea. Algunos de sus
poetas, tal como Toms y Hugolino Bucciola de Faenza, vimos que
supieron apartarse del
habla propio en sus poesas. [deusci = Si por Dios; oclo meo,
corada mea = ojito mio,
corazn mo].
Como dijimos, hay otro vulgar que, por sus vocablos y
acentuacin, tan hirsutos y
speros, por su ruda aspereza priva de tanta gracia a la mujer
que dudaras al orla hablar
que no fuera varn. Y tienen esta forma de hablar todos los que
dicen magara, o sea los
Brecianos, los Veroneses, los Vicentinos y los Paduanos, que
torpemente truncan todos los
participios en tus, y los denominativos en tas, como merc y
bont. A los cuales
adjuntamos tambin a los Trevisanos quienes, a la manera de los
Brescianos y sus
alrededores, cortan la palabra y pronuncian la consonante v como
f, por ejemplo dicen nof
por nove y vif por vivo: lo cual reprobamos por barbarismo. [Son
barbarismos de origen
franco, dialectos que hoy se llaman franco-venecianos]
Ni los venecianos consideran digno su vulgar, y si alguno de
ellos, confundido en su
error, quisiera vanagloriarse, que recuerde si alguna vez no
dijo:
Per le plage de Dio tu non veras
[Forma afrancesada y cercana al espaol : Por las plagas de Dios
t no vers].
Entre los venecianos sabemos de uno solo, Ildebrando Paduano,
que se apart del vulgar
materno para volverse al vulgar ilustre.
Por donde, comparando todos los vulgares del presente captulo,
conclumos que ni
el Romaniolo, ni como dicho su opuesto, ni el Veneciano son el
vulgar ilustre que andamos
buscando.
Captulo XV
Tratemos ahora de examinar brevemente cunto es lo que resta de
la itlica jungla.
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Jorge Sanguinetti
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Decimos pues que tal vez no es mal concepto el de quienes
afirman que es muy
hermosa la lengua que hablan los Boloeses, pues los vecinos de
Imola, de Ferara y de
Mdena algo adoptan para su vulgar propio, como es fcil colegir
de lo que en las regiones
confines hacen todos, como lo muestra Sordello de Mantua en las
regiones de Cremona,
Brescia y Verona; quien, siendo, como fue, tan elocuente, puso
todo su celo en servirse de
la lengua vulgar propia no slo en poesa sino tambin en la
conversacin comn.
Porque los citados ciudadanos de Boloa toman de los de Imola
dulzura y suavidad,
de los de Ferrarsa y de Mdena la grrula locuacidad que es propia
de los Lombardos;
pensamos que en ellos se conserv esta mezcla proveniente de los
inmigrantes Lombardos
originales. Y esta es la razn de que no hallamos a ningn poeta
entre los de Ferrara, de
Mdena y de Reggio; porque habituados como estn al propio
garrular no pueden de
ningn modo lograr un vulgar culto sin abandono de una cierta
aspereza. Lo mismo y
mucho ms hay que pensar de los Parmesanos quienes dicen monto
por multo [mucho].
En consecuencia pues como los Boloeses reciben de ambas cosas,
como se ha
dicho, es lgico pensar que su habla, debido a la mixtura de
opuestos como se dijo, pierde
algo de la necesaria suavidad, lo que sin duda alguna incluimos
en nuestra propia
apreciacin.
Por donde si lo que los proponen se refieren solamente el habla
vulgar propio de
cada municipio en comparacin con las dems, estamos grata y
plenamente de acuerdo;
pero si simplemente quieren escoger al habla vulgar boloesa,
disentimos de ellos por no
estar de acuerdo.
Porque no es lo que llamamos ulico e ilustre: porque si lo
fuera, el grande de Guido
Guinizelli, Guido Ghileri, Fabruzzo, Honesto y otros poetas
Boloeses nunca se hubieran
apartado del vulgar propio: porque fueron maestros ilustres y
llenos de la apreciacin del
vulgar.
El gran Guido
Madonna, 'l fino amore ch'io vi porto
[Seora, el fino amor que por vos me embarga]
Guido Ghileri
Donna, lo fermo core,
[Seora, el firme corazn]
Fabruzzo
Lo meo lontano gire;
[Mi lejano vagar]
Honesto
Pi non attena il tuo soccorse, amore.
[Ya no ms espero tu auxilio, amor]
Expresiones que mucho difieren del comn bolos.
Y si ahora pasamos a las restantes ciudades que estn en los
extremos bordes de
Italia, no aprobamos a ninguna y si alguien es capaz de dudar de
ello, ni nos dignaremos
siquiera a darle explicacin alguna poco nos queda por decir del
tema que estamos
tratando.
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Jorge Sanguinetti
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Por donde, dejando de lado la criba, a fin de rpidamente
considerar lo que falta,
decimos que las ciudades de Trento, Turn y tambin Alejandra estn
tan prximas de los
confines de Italia que carecen de un lenguaje puro, de manera
que en lugar del vulgar
torpsimo que tienen, si lo tuvieran hermoso aun as les negaramos
que fuera un verdadero
italiano, tanta es la mezcla que tiene de otras lenguas.
Por donde, si buscamos un italiano ilustre no lo hallaremos
entre ellas.
Captulo XVI
Despus de cazar por valles y praderas de Italia y no encontrar
la pantera que buscamos, a
fin de encontrarla investigumosla de modo ms racional para que,
con diligente estudio, a
la que se presiente aqu y all y no termina de aparecer,
finalmente la atrapemos entera en
nuestras redes.
Resumiendo pues nuestra cacera, decimos que en todo gnero de
cosas es necesario
que haya una con la que todas se comparen y ponderen, y que
venga a ser medida de todas
las dems; como en los nmeros todos se comparan con el uno, y se
dicen ms o menos
grandes segn como distan o se aproximan al uno, y como en los
colores todos se miden
con el blanco, puesto que se dicen ms o menos visibles segn se
acercan o se alejan del
blanco. Y de igual manera como decimos de estos que significan
una cantidad o una
cualidad, de lo que sea que se prediquen, as tambin se puede
decir de la sustancia: de tal
manera que todo pueda ser medido conforme se encuentre en un
gnero, por medio de
aquel que es lo ms simple del gnero. Razn por la cual, en
nuestras acciones, cuanto
quiera se dividan en diversas clases, es necesario encontrar un
signo con el que sean ellas y
l mismo medidos. Pues, en cuanto obramos especficamente como
hombres, tomamos la
virtud entendindola en forma general por la cual juzgamos bueno
o malo a cada uno; en
tanto que como ciudadanos, hacemos uso de la ley, en relacin con
la cual se dice que el
ciudadano es bueno o malo; en cuanto obramos como italianos, hay
ciertos signos
simplicsimos de las costumbres, de los hbitos y del habla, por
los cuales los actos
italianos se ponderan y se miden.
En consecuencia hay signos nobilsimos de las acciones de los
italianos, que no
pertenecen como propios a ninguna ciudad de Italia, pero son
comunes a todas: entre los
cuales se puede discernir aquel vulgar que venimos buscando,
cuyo aroma se respira en
cualquier ciudad pero no anida en ninguna. Puede tal vez
sentirse ms en una que en otra,
como se percibe la sustancia simplicsima de Dios ms en el hombre
que en el bruto, ms
en el animal que en la planta, ms en la planta que en el
mineral, ms en el mineral que en
el elemento, ms en el fuego que en la tierra; y la cantidad
simplicsima, que es el uno, se la
percibe ms en el impar que en el par; y el color simplicsimo, es
decir el blanco, ms se
percibe en el amarillo que en el verde.
Por consiguiente, logrado lo que queramos, decimos vulgar
ilustre, cardinal, ulico
y curial de Italia al que late en todas las ciudades y no se lo
percibe en ninguna, y a partir
del cual los vulgares municipales propios de cada ciudad se
miden, se ponderan y se
comparan.
Captulo XVII
Pues bien digamos ahora la razn por la que a este vulgar que
hemos hallado, le aplicamos
los adjetivos de ilustre, cardinal, ulico y curial; de manera
que dejemos ver con claridad lo
que queremos decir.
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Primero pues precisemos qu entendemos por ilustre, y cmo lo
aplicamos.
Entendemos por ilustre lo que fulge iluminando e iluminado; y de
esta forma llamamos a
ciertos varones ilustres, sea porque ilustrados ellos mismos
iluminan con su autoridad a los
dems en temas de justicia y de caridad, sea que por el esplendor
de su magisterio son
maestros excelsos, como lo fueron Sneca y Numa Pompilio. Y as el
vulgar de que
hablamos es sublime por su magisterio y su potestad, y a los
suyos exalta con honor y con
gloria.
Y que sea excelso por magisterio se lo ve claramente cuando de
tantos rudos
vocablos italianos, de tan perplejas sintaxis, de tan
defectuosas pronunciaciones, y de tan
rsticos acentos vemos que se lo elige por egregio, difano,
perfecto y urbano como lo
hicieron en sus canciones Cino de Pistoia y su amigo [Dante
mismo. NT].
Veamos cmo es excelso por potestad. Y cul mayor potestad es la
del que puede
trastocar el corazn de los hombres para que quiera lo que no
quiere y no quiera lo que
quiere, como ha hecho y hace?
Que sea excelso en honor, fcil es. Acaso no asombran a sus
sbditos por su fama
los reyes, marqueses, condes y magnates?
Cunto exalte gloriosos a los suyos, nosotros mismos lo
experimentamos, que por la
dulzura de su gloria tenemos a menos nuestro exilio.
Razones por las cuales debemos confesarlo ilustre en
justicia.
Captulo XVIII
No sin razn decoramos a este vulgar ilustre con un segundo
epteto, dicindolo cardinal.
Pues as como toda la puerta obedece a la bisagra o crdine, de
modo que hacia donde se
vuelve la bisagra hacia all lo hace la puerta, sea que se mueva
para abrir o para cerrar; as
tambin la total grey de los vulgares municipales cambian y se
recambian, se mueven y se
aquietan conforme como ste, como verdadero patriarca, lo hace.
Acaso no extirpa da a
da las zarzas de la itlica selva? Acaso no implanta da a da
nuevos esquejes y nuevas
plantas? En qu otra cosa se esfuerzan sus cultivadores sino en
sacar y poner, como se ha
dicho? En consecuencia bien merece ser decorado con tan gran
expresin.
La razn por la que lo llamamos ulico es porque si los Italianos
tuviramos una
corte palaciega sera cortesano. Porque si la corte es la morada
comn de todo el reino y el
augusto gobernante de todas las partes del reino, a fin de ser
comn a todos y no propia de
ninguno, es necesario que en ella se converse familiarmente y
all habite, y no haya otra
morada ms digna para el habitante: y esto parece ser lo que
estamos diciendo de este
vulgar. Y de aqu proviene que quienes se expresan en todos los
reales lo hacen en este
vulgar ilustre; por ello tambin sucede que nuestro ilustre como
forastero peregrine y se
hospede en humildes albergues, pues estamos faltos de corte.
Tambin merecidamente lo llamamos curial porque curialidad no es
otra cosa que la
regla ponderada de las cosas que hacer se deben, y porque la
balanza de este ponderar suele
hallarse solamente en las excelentsimas curias, de ah que a todo
lo que en nuestros actos
es ponderado se lo llama curial. Por donde como este que en la
insigne curia de los Italianos
se lo pondera, merecidamente se lo llama curial.Decir curial
equivale a racional, pero en la
ms alta acepcin. [La curia - la corte - es el lugar donde acta
la mente del Estado, que
regula - debida legislacin mediante - la conducta del
pueblo].
Pero pudiera ser frivolidad decir que se lo pondera en la
excelentsima curia de los
Italianos, cuando carecemos de curia. A lo que fcilmente se
responde. Pues curia, en
cuanto considerada como nica y una sola, como la curia del rey
de Alamania, no exista en
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Italia, sin embargo no faltan sus miembros, y como los miembros
se anan con un solo
Prncipe, as los miembros de ste estn unidos a la benfica luz de
la razn. Por donde es
falso decir que los Italianos carecen de curia, aunque
carezcamos de Prncipe, porque
tenemos curia, aunque fsicamente est dispersa.
Captulo XIX
A este vulgar, del que se ha mostrado que es ilustre, cardinal,
ulico y curial, decimos que
se lo llama italiano. Pues as como puede reconocerse un vulgar
propio de Cremona, y
tambin uno propio de Lombarda; as puede hallarse uno propio de
todo el lado izquierdo
de Italia, y as como pueden reconocerse todas estos vulgares as
tambin puede hallarse
uno que sea de toda Italia. Y as como uno se dice cremons, y el
otro lombardo y el tercero
de media Italia, el que pertenece a toda Italia se llama
italiano. De este han hecho uso
doctores ilustres que han poetizado en lengua vulgar en Italia,
como los Sicilianos, los
Puglieses, los Toscanos, los Romaoles, los Lombardos y los de
ambas Marcas.
Y porque, como prometimos al principio de esta obra, nuestro
propsito es ensear la
doctrina de la elocuencia vulgar, comenzando por aquel
excelentsimo trataremos en los
libros siguientes de quienes pensamos que son dignos de usarlo,
y porqu, y cmo, y dnde
tambin y cundo, y para quienes est dirigido. Declaradas estas
cosas, nos ocuparemos de
ilustrar las hablas vulgares inferiores, gradualmente
descendiendo hasta aquel que es propio
de una sola familia.
LIBRO II
Captulo I
Retornando de nuevo a exigir a nuestro ingenio y a la pluma de
nuestra honesta obra,
confesemos en primer lugar que corresponde que el italiano
vulgar ilustre se use tanto en
prosa como en verso.
Pero precisamente como los prosistas provienen ms de los
trovadores y como el
trovador parece ser el permanente modelo de los prosistas, y no
a la inversa lo que da al
verso cierta primaca, primero verifiqumoslo en la mtrica,
tratando ordenadamente
como nos propusimos al final del primer libro.
Preguntmonos pues en primer lugar si todos los que versifican en
lengua vulgar
deban usarlo. Y superficialmente parece que s, porque todo el
que compone versos debe
adornarlos cuanto ms puede; por donde, como no hay ninguno de
belleza tan grande como
el vulgar ilustre, se concluira que todo versificador debera
usarlo.
Adems lo que es mejor en su gnero, si se mezcla con sus
inferiores no solo no los
deroga, sino ms bien los mejora; por donde si un compositor,
aunque sean toscos sus
versos, al mezclar a su pobreza el ilustre, no slo obra bien,
sino que lo necesita: es por
mucho ms til a quienes pueden poco que a los que pueden mucho. Y
as resulta que es
lcito que todos los versificantes lo usen.
Pero esto es falssimo, porque ni los ms excelentes poetas
debieran siempre
vestirse con l, como se podr deducir de lo que ms abajo se ha de
tratar.
Este vulgar exige varones que se le asemejen, como ocurre con
cualquiera de
nuestras costumbres y formas de vestir: as la magnificencia
exige magnos poderosos, la
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prpura nobles varones; as de igual modo este vulgar busca a los
excelentes por ingenio y
por conocimientos, y a los dems desprecia, como se ver ms
abajo.
Porque todo lo que con nosotros concuerda es en virtud del gnero
o de la especie o
del individuo, como por ejemplo sentir, rer y militar. Pero este
vulgar no nos corresponde a
nosotros por el gnero, porque entonces correspondera tambin a
las bestias, ni tampoco
por la especie, por que convendra a todos los hombres, lo que
est fuera de discusin
ninguno de los que tratan de este vulgar dicen que se adaptara a
rsticos montaeses; por
tanto slo conviene a algunos individuos.
Pero nada corresponde a un individuo sino por sus propias
dignidades, por ejemplo
comerciar, ejercer la milicia o reinar.
Porque si hay correspondencia entre las dignidades y los dignos
y habr dignos, y
ms dignos y dignsimos, manifiesto es que las buenas dignidades
correspondern a los
dignos, las mejores a los ms dignos y las ptimas a los
dignsimos.
Y como el habla nos es un instrumento no menos imprescindible a
nuestras
concepciones como el caballo al militar, y que a los mejores
guerreros les corresponden los
mejores caballos, como se ha dicho, se concluye que las ms
elevadas concepciones
requieren del ptimo lenguaje. Y como las concepciones ptimas no
existen sino donde est
la ciencia y el ingenio, se sigue que la ptima lengua
corresponde slo a aquellos en
quienes hay ingenio y ciencia. Y as no a todos los
versificadores corresponde la lengua
ptima, porque muchos componen versos sin ingenio y sin
conocimientos, y por
consiguiente no les corresponde el vulgar ptimo. Por donde si no
conviene a todos, no
todos deben usarlo, porque nadie debe obrar contra lo
conveniente.
Y cuando se dice que todos deben adornar sus versos cuanto
puedan, atestiguamos
que es verdad; porque no decimos que el buey encintado o el
cerdo recamado estn
decorados, sino que son un adefesio y nos remos de ellos;
adornar no es sino agregar a
alguna cosa a algo que le convenga.
Y a lo que decimos que a las cosas inferiores les ayuda
mezclarse con las
superiores, decimos que es verdad mientras menos se las pueda
distinguir; por ejemplo
cuando la plata se mezcla con oro; pero si se puede
distinguirlas se envilecen, como cuando
juntamos mujeres feas con mujeres hermosas. Por donde cuando el
sentido de los versos se
entrevera con la expresin verbal pero no se confunde con ella,
si no fuera ptimo el
sentido asociado al ptimo vulgar no mejorara sino que se hara
peor, como si una mujer
fea se vistiera de oro y seda.
Captulo II
Demostrado que no todos los versificadores sino slo los
excelentsimos deben usar el
vulgar ilustre, corresponde ahora considerar si todos los temas
deben tratarse con l o no; y
si no todos, considerar uno por uno cules s y cules no.
Al respecto veamos en primer lugar qu entendemos por digno: y
llamamos digno a
lo que posee una dignidad, como noble a lo que tiene nobleza; y
si al conocer lo habituado
se conoce el hbito en s, conocida la dignidad sabremos qu es
digno.
Es pues la dignidad el efecto o el trmino de los mritos; de modo
que si alguien ha
merecido bien decimos que ha alcanzado la dignidad del bien,
pero si mal, del mal; como
de la victoria quien ha combatido bien, del reino quien ha
reinado bien, como tambin ha
logrado la dignidad de la vergenza el mentiroso, y de la muerte
el que es ladrn.
Y as como en los buenos como en los otros merecedores, hay
grados de
comparacin, de modo que unos son buenos, otros mejores, otros
ptimos, algunos malos,
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otros peores, otros psimos, y que tales comparaciones no se
hacen sino en relacin a los
mritos resultantes, que como hemos dicho se llaman dignidades,
es claro que las
dignidades se comparan entre s en ms o en menos, de modo que
unas son grandes, otras
mayores, otras extremas; y en consecuencia consta que uno es
digno, otro ms digno, otro
dignsimo.
Y como la comparacin de las dignidades no es de lo mismo, sino
de diversas cosas,
de modo que digamos ms digno el que es digno de mayores cosas,
dignsimo el de las
grandsimas (porque no puede haber ms de una dignidad para la
misma cosa), resulta
evidente que las cosas mejores son dignas de los mejores por as
lo exige la misma realidad.
Por donde que este vulgar, que llamamos ilustre, sea el mejor de
los dems vulgares, se
sigue que slo la cosas ptimas son dignas de tratarse con l,
cosas que llamamos las ms
dignas de tratar.
Busquemos ahora cules son. A evidencia de lo cual es necesario
saber que como el
hombre posee un espritu triple, a saber vegetal, animal y
racional, marcha por un triple
camino. Pues en cuanto vegetal busca lo que le es til, en lo que
hace lo mismo que las
plantas; en cuanto animal, busca lo deleitable, como las
bestias; en cuanto racional, busca
lo honesto, en lo cual es el nico, y en lo cual se asocia a los
ngeles. Por lo cual vemos que
obramos en estos tres modos; y como en cada uno de ellos algunas
cosas son mejores y
otras excelentsimas, vemos que, en tanto que tales, hay que
tratar a las cosas
excelentsimas, de forma excelentsima, y por tanto con el
excelentsimo vulgar.
Por tanto hay que exponer cules son las cosas excelentsimas. Y
en primer lugar lo
que es til; que si atentamente consideramos el objetivo de los
que buscan lo til, no
hallaremos mejor cosa que la salud. Despus lo que es placentero,
de lo que decimos que lo
mximo placentero es lo que complace al apetito con el
preciossimo objeto: es decir venus.
En tercer lugar lo que es honesto: de lo que nadie duda que es
la virtud. Porque estas tres
cosas, a saber, salud, venus y virtud son aquellas altsimas
materias que es necesario tratar
de modo excelente, es decir como las que ms contribuyen a la
grandeza, como son la
probidad de las armas, el fervor del amor y la direccin de la
voluntad.
Bien considerado, slo de estos temas trataron ilustres varones
que poetizaron,
como Beltramo de Bornio las armas, Arnaldo Daniel el amor,
Gerardo de Bornello la
rectitud; Cino de Pistoia el amor, y la rectitud su Amigo.
Pues Beltramo deca:
Non pose mudar e'un cantar non exparia;
[No puedo callar que un cantor no se expanda].
Arnaldo:
L'aura amara / fal bruol brancuz / clarzir;
[El aire fresco / el frondoso bosquecillo / ilumina].
Gerardo:
Per solaz reveillar / ch'es trop endormiz;
[Para despertar el solaz / que por tanto tiempo ha dormido].
Cino:
Digno sono eo de morte;
[Digno soy de muerte]
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Su amigo: [Se trata del mismo Dante. N.T.]
Doglia mi reca ne lo core ardire.
[Dolor me gana ardor en el corazn.
No he hallado todava ningn italiano que cantase a las armas.
Consideradas estas cosas, quede claro cules cosas han de ser
cantadas en el
altsimo vulgar.
Captulo III
Ahora bien, cmo debemos establecer las cosas que son dignas de
tan alto vulgar, es ahora
tema del tratado.
Queriendo pues exponer de qu modo se anudan estas tan dignas
cosas, lo primero
que hay que recordar es que los poetas de este ilustre vulgar lo
hicieron de muchas
maneras, unos con canciones, otros con baladas, algunos con
sonetos, otros por medio de
otros modos de versificar ilegtimos e irregulares, como se
mostrar. De todos estos modos
o mtricas consideramos a la cancin como el modo excelentsimo:
porque si las cosas
excelentsimas son dignas de los excelentsimos, como se ha
probado antes, lo que es digno
del excelentsimo vulgar digno debe ser del modo excelentsimo, y
en consecuencia ha de
ser tratado por canciones. Podemos investigar a travs de varios
argumentos si el modo de
las canciones es el que se ha dicho.
Primero porque, como todo lo que versificamos son canciones,
ellas se ganaron este
nombre: lo que nunca hubiera sucedido sin una antigua razn.
Veamos: lo que por s mismo
produce el efecto para el cual ha sido hecho, es ms noble que lo
que requiere ayuda
exterior; ahora bien las canciones por s mismas hacen todo lo
que deben, lo cual las
baladas no pueden hacer, porque requieren msicos para quienes
fueron creadas; por donde
las canciones deben considerarse ms nobles que las baladas, y en
consecuencia su modo es
nobilsimo sobre todas las dems, as como nadie duda que las
baladas superan en nobleza
al soneto.
Adems: ms nobles se consideran las cosas que ms honor dan a su
creador; pero
las canciones ms honor dan a sus creadores que las baladas: por
tanto son ms nobles, y en
consecuencia su modo es nobilsimo respecto de las dems.
Adems: las cosas que son nobilsimas celosamente se guardan; pero
entre las cosas
que se cantan, las canciones celosamente se guardan, como saben
los amigos de los libros:
por tanto las canciones son nobilsimas, y en consecuencia su
modo es nobilsimo.
Por lo mismo: en todo arte es nobilsima cosa la que requiere de
todo el arte; como
las cosas que se cantan pertenecen al arte, y slo en las
canciones todo el arte se aplica, las
canciones son nobilsimas, y as su modo tambin lo es. Ahora bien,
que en las canciones se
encierre todo el arte de cantar poticamente, se puede ver en que
todo lo que del arte se
halla en todas las dems, en las canciones tambin se encuentra,
pero no viceversa. Y la
prueba de lo que decimos es la siguiente: todo lo que de la
mente de las ms ilustres
cabezas que poetizan aflora en los labios, slo se encuentra en
las canciones.
Captulo IV
Despus de habernos esforzado en exponer las cosas dignas del
ulico vulgar, y el modo de
versificar que estimamos tan digno de honor que slo lo aplicamos
al nobilsimo vulgar,
antes de avanzar ms, centrmonos en otro modo de canciones que al
parecer muchos
consideran ms producto del acaso que del arte; y a este modo
casual lo consideraremos
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como aprendizaje del arte, y, excluyendo el modo de las baladas
y de los sonetos,
pasaremos a considerarlo en el cuarto libro de esta obra, cuando
nos ocupemos del vulgar
mediocre.
Volviendo a las cosas que venamos diciendo, recordamos que
muchas veces hemos
llamado poetas a quienes versifican en lengua vulgar, y con toda
racionabilidad, porque en
efecto poetas son, y si bien consideramos lo que es poesa, qu
otra cosa no es sino una
ficcin retrica con msica.
Distnguense sin embargo de aquellos magnos poetas, es decir de
los clsicos, los
que se atuvieron a las reglas del arte y del discurso sublime,
mientras estos, como dijimos,
lo hicieron libremente, al acaso. Por tanto cuanto ms imitemos a
los clsicos, tanto ms
perfectas sern nuestras poesas. Por donde, ya que nos hemos
propuesto una tarea
doctrinal, estamos forzados a emular las suyas.
En primer lugar digamos que cada uno debe adecuar el peso del
tema a lo que pueda
cargar con sus hombros, no sea que debilitados estos por el
exceso de carga se vea llevado a
arrastrarse en el lodo; y esto es lo que mandaba Horacio,
nuestro Maestro, cuando al
principio de la Potica deca Asumid la materia.
Luego, acerca de lo que queremos decir, debemos establecer si
han de ser cantadas
en forma trgica, cmica o elegaca. Por tragedia entendemos el
estilo superior, por
comedia el inferior, por elega el estilo de los mseros.
Si se trata de tragedia entonces hay que usar del vulgar
ilustre, y despus unirlo a
una cancin. Si de comedia, puede usarse a veces el vulgar
mediocre, otras el vulgar
humilde; y ser en el cuarto libro donde especificaremos estos
modos. Tratndose de elega
debemos usar slo del vulgar humilde.
Omitiendo pues estos modos, pasemos a tratar del estilo trgico,
que ha de usarse
cuando queremos elevar la trascendencia del tema con versos
sublimes, construccin
altsima, y uso de los ms excelentes vocablos. Porque si bien
recordamos, como hemos
demostrado, que a las altsimas cosas corresponden altsimos
instrumentos, y este estilo que
llamamos trgico se muestra como el ms alto, corresponde entonces
que en l se canten
slo las cosas que dijimos ser las ms dignas de ser cantadas: a
saber, la salud, el amor y la
virtud, y todas lo que se obra por conseguirlas, siempre que de
toda manera sean totalmente
libres de vileza.
Cudese pues quienquiera trate de estos temas, y, si a ellas se
propone cantar con
toda pureza, o a las cosas que a estas tres se refieren, que
primero beba las aguas del
Helicn y tense las ms sublimes cuerdas, antes que con toda
dignidad comience a mover el
plectro.
Pero para asumir, como corresponde, tal cuidado y discrecin, es
necesario superar
las dificultades y consagrarse al trabajo, porque nunca podr
lograrse este estilo sin
excelencia de ingenio y sin poseer el hbito familiar de la
ciencia; y los tales son los que el
Poeta en el sexto de la Eneida llama amados e hijos de Dios, y
exaltados hasta las estrellas
con inflamado podero, bien que lo diga en forma figurada.
Por tanto que sea confundida la estupidez de quienes, inmunes al
arte y a la ciencia,
slo confiando en su ingenio, se atreven a lanzarse a cantar tan
sublime materia; que
desistan de tamaa presuncin, y ya que tienen la naturaleza y la
desidia de los gansos, que
no se atrevan a imitar al guila capaz de trepar a los
astros.
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Captulo V
Habiendo pues tratada satisfactoriamente, al menos en lo que a
este tratado corresponde, de
la importancia del sentido, pasemos ahora pasar a considerar la
mtrica.
En lo que hay que saber que nuestros predecesores usaron
diversas mtricas de
slabas en sus canciones, como tambin los modernos la hacen; pero
no hemos visto hasta
ahora ningn verso que fuera allende del endecaslabo ni que
descendiera a menos que el
trislabo. Y bien que los cantores latinos hayan hecho uso del
trislabo, del endecaslabo y
de todas las mtricas intermedias, sin embargo las ms frecuentes
son el pentaslabo el
heptaslabo y el endecaslabo, y despus de estas el trislabo.
Sobre todas las mtricas descuella el endecaslabo, sea por su
ritmo sea por la
amplitud de expresin, de construccin y de vocabulario, elementos
todos por los que ms
se multiplica su hermosura, porque doquiera los elementos
ponderosos se multiplican, ms
se multiplica el peso; como hizo Gerardo de Bornello
Ara ausirez encabalitz cantars
(Ahora oiris maravillosos cantares)
(verso que aunque parezca decaslabo, es en verdad endecaslabo:
porque las dos
consonantes finales no pertenecen a la slaba precedente, y bien
que no incluyan una vocal,
no han perdido la virtud de la slaba; la indicacin la da el
ritmo que se logra con una vocal,
lo que no es posible sino gracias al sonido sobreentendido all);
el rey de Navarra:
De fin Amor si vient sen et bont
(Del fino amor proviene sabidura y bondad.)
[provenzal, del trovador Tebaldo I de Navarra].
(donde tomando en consideracin el acento y en razn de l, se ver
que es
endecaslabo); De Guido Guinizelli:
Al cor gentil repara sempre Amore;
(En corazn gentil mora siempre Amor)
El Juez de las Columnas de Messina:
Amor che lungamente m'hai menato;
(Amor que largamente me has llevado. [de Guido delle Colone
1210-1280)
Renaldus de Aquino:
Per fino amor vo s lentamente;
(Tras fino amor voy tan lentamente [de Rinaldo de Aquino])
Cino da Pistoia:
Non spero que giammai per ma salute;
(No espero que nunca por mi salud)
Y su amigo [de nuevo Dante mismo]:
Amor, che movi tua vert dal cielo
(Amor, que tu virtud irradias por el cielo)
[Comienzo de la rima XXXVII].
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Y bien que a este endecaslabo consideremos el ms clebre de
todos, si se asocia con el
heptaslabo, no dejando de ser el dominante, se revela an ms
esplndido y elevado en su
magnificencia. Pero esto lo aclararemos en otro lugar.
Y decimos que el heptaslabo sigue a este el ms clebre de todos;
despus viene el
pentaslabo, y finalmente ponemos el trislabo. A su vez, el
eneaslabo que es como un
trislabo triplicado, no alcanz nunca un puesto honorable, o
mejor fue olvidado por el
fastidio que implica.
Los parislabos raramente usamos a causa de su rudeza: pues
conservan la
naturaleza de su nmero par, ya que estn subordinados a los
impares como la materia a la
forma.
As pues, resumiendo lo antedicho, resulta que el endecaslabo es
el verso ms
esplndido, que era lo que queramos saber. Queda pues ahora por
investigar acerca de las
construcciones elevadas y de los vocablos excelsos; de modo que
preparados las ramas y
las cuerdas, mostraremos como se arma el haz, es decir la
cancin.
Captulo VI
Dado que nuestra intencin es tratar del vulgar ilustre,
nobilsimo entre de todos, y como ya
nos demoramos cantando las cosas de las que es digno, y que son
tres nobilsimas como
ms arriba establecimos, y puesto que de entre los modos elegimos
el de la cancin como el
primersimo, y que para poder mejor mostrarlo expusimos algunas
particularidades suyas,
como el estilo y el verso, ahora pasaremos a ocuparnos de la
construccin.
Decimos pues que llamamos construccin a la colocacin y orden de
las palabras de
acuerdo a reglas, como por ejemplo Aristteles filosof en tiempos
de Alejandro. Estas
seis palabras estn ligadas ordenadamente entre s, y constituyen
una construccin.
Al respecto conviene primero considerar que hay construccin
congrua
[congruente] y la hay incongrua, y bien recordando lo que
establecimos antes de que slo
nos ocupamos de las cosas supremas, digo que en nuestra cacera
no tiene cabida la
construccin incongrua pues ni alcanza al ms inferior lugar de
nuestra escala de valores.
Avergncense pues, avergncense los ignorantes que tienen la tan
increble audacia de
proferir canciones! No merecen otra burla que la del ciego que
quiere distinguir los colores.
Ciertamente nosotros vamos tras la construccin congruente.
Pero ante de llegar a la construccin que buscamos, es decir, la
plena de urbanidad,
es necesario proponer una clasificacin no menos dificultosa,
pues hay muchos grados de
construccin, por ejemplo, la inspida que es propia de los
novatos como decir Pedro ama
mucho a doa Berta.
Hay otra que no pasa de spido [Dicho de una sustancia: Que tiene
algn sabor] que
es propia de estudiantes y maestros excedidos de rigor como Me
duele, mayor dolor que
cualquier piedad, ver a quien en el exilio se pudre, que slo en
sueos puede rever la
patria.
Hay tambin la spida y primorosa que es propia de quienes slo
alcanzan un nivel
trivial de retrica como El laudable discernimiento del marqus
del Este y su magnificencia
ostensible a todos, que de todos lo hace dilecto.
Y hay tambin la construccin spida, primorosa y excelsa, que es
de los decidores
ilustres, como Expulsadas las ms de las flores de tu seno,
Florencia, en vano a Trinacria
se aparta el segundo Totila.
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Y este es el grado de construccin que proclamamos excelentsimo,
y el que
buscamos, pues vamos a caza de lo sublime. Del cual slo se tejen
las canciones ilustres,
como esta de Gerardo:
Si per mon Sobretots non fos;
[Si no fuera por mis Superlativos..]
y Folqueto de Marsella
Tan m'abellis l'amoros pensamen;
[Tanto me encantan los pensares de amor!]
y Arnaldo Daniel
Sols sui che sai lo sobraffan chem sorz
[Slo yo s el tormento que surge en m.]
y Namerico de Belmui
Nuls hom non pot complir addreciamen;
[No hay hombre que pueda satisfacer plenamente]
y Namerico de Peculiano
Si com l'arbres che per sobre carcar
[As como el rbol que abrumado est]
y el Rey de Navarra
Ire d'amor qui en mon cor repaire;
[Celos de amor que mi corazn alberga]
y Guido Guinizelli
Tegno de folle 'mpresa, a lo ver dire,
[Atado en verdad estoy a una loca empresa]
y el Juez de Mesana
Anchor che l'aigua per lo focho lassi;
[An cuando el agua por la cara ruede]
y Guido Cavalcanti
Poi che de doglia core conven ch'io porti;
[Puesto que he de portar un corazn doliente]
y Cino de Pistoia
Avegna che io aggia pi per tempo;
[Sea que lo guarde por ms tiempo]
y su amigo [el mismo Dante en el Banquete. N.T.]
Amor che ne la mente mi ragiona.
[Amor que en la mente me razona]
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No te maravilles, lector, si traemos a la memoria tantos poetas,
porque a esta que llamamos
construccin suprema no podemos indicarla sino por medio de tales
ejemplos. Y tal vez
sera de muchsima utilidad para adquirir su hbito frecuentar los
poetas ejemplares, a
saber, Virgilio, Ovidio en su Metamorfosis, Estacio y Lucano, y
tambin aquellos que
cultivaron una prosa altsima como Tito Livio, Plinio, Frontino,
Paulo Orosio, y muchos
ms a los que la amiga soledad nos invita que los visitemos.
Desaparezcan de una buena vez los sectarios de la ignorancia que
no dejan de
alabar a Guitn Aretino y algunos otros de su laya que no han
perdido nunca el hbito de
los trminos y las construcciones plebeyas!
Captulo VII
Continuando nuestra exposicin corresponde ahora elucidar cules
son lo grandiosos
vocablos dignos de formar parte del ms noble estilo.
Comenzando pues afirmamos que no es poca tarea para la razn
establecer
distinciones entre los vocablos, pues vemos que hay de muchas
especies. Pues hay trminos
pueriles, femeninos y varoniles; y de estos ltimos unos son
campestres, otros ciudadanos;
y de los que llamamos ciudadanos, unos son peinados y otros
compuestos, unos hirsutos y
otros acicalados. De los cuales, peinados o hirsutos son los que
llamamos grandiosos, en
cambio compuestos o acicalados llamamos a los que poseen una
sonoridad superflua; a la
manera como entre las empresas grandiosas unas son producto de
la magnanimidad, otras
son hijas del humo: por donde aunque en apariencia se podra
tratar de un ascenso, sin
embargo cuando se excede la lnea de lo virtuoso, el buen
razonador ver que no se trata de
un ascenso sino de un declinar ruinoso.
Observa pues atentamente, caro lector, cunto necesitas examinar
los vocablos
excelsos: para que, si consideras el vulgar ilustre, que, como
hemos dicho, deben usar los
poetas trgicos del vulgar, cuides que en tu cernidor slo queden
los ms nobles vocablos.
Entre los cuales no incluirs, por su simpleza, los pueriles,
como mam y pap, mami y
papi, ni los femeniles, por la blandura, como dulzura y bonito,
ni tampoco los campestres
por la rudeza, como hato y pito, ni los ciudadanos que sean
compuestos o acicalados como
fmina y objeto, que no has de usar nunca. Vers pues que slo
restan los vocablos
ciudadanos hirsutos o peinados, que son nobilsimos y miembros
del vulgar ilustre.
Y definimos peinados aquellos que son trislabos o muy cercanos
al trisilabismo,
carentes de aspiracin, sin acento agudo ni circunflejo, sin las
dobles consonantes zeta o
equis, sin dos lquidas geminadas, o inmediatamente despus de una
muda, en suma los
vocablos pulidos, que al pronunciarlos dejan una cierta
suavidad, como amor, dama, deseo,
virtud, donar, salud, seguridad, defensa. [Las palabras que en
castellano son bislabas
suelen ser trislabas en italiano como amor-amore,
virtud-virtute. De las consonantes
dobles podemos pensar en la erre castellana como carruaje,
perro]
Hirsutos llamamos a todos los vocablos que, aparte de los
precedentes, son como
necesarios u ornamentales del vulgar ilustre. Necesarios
llamamos a los que no podemos
evitar, como muchos monoslabos, como si, no, me, te, se, a, e,
i, o, u, y muchas
interjecciones. Ornamentales decimos muchos vocablos polislabos
que unidos a los
peinados, forman una bella armona, aun cuando posean aspereza de
aspiracin, de acento,
de duplicaciones y de lquidas o de excesiva longitud, como
tierra, honor, esperanza,
gravidez, liviandad, imposibilidad, bianaventuradsimo,
inanimadsimamente,
desventuradsimamente, supermagnificentsimamente, que es
endecaslbo.
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Asimismo hay an vocablos y verbos que exceden ese nmero de
slabas, pero
como sin embargo excederan la capacidad de nuestras poesas, no
pensamos que sea
necesario al presente tratarlos, como honorificabilitudinidades,
que en el lenguaje vulgar
alcanza doce slabas, y en la gramtica trece en dos casos
oblicuos.
En cuanto a cmo en el verso armonizar los vocablos hirsutos as
como los
despeinados de estas especies, lo dejamos para ensearlo ms
adelante. Lo que se ha dicho
de la sublimidad de los vocablos basta lo dicho para los de un
buen innato discernimiento.
Captulo VIII
Dispuestas las varas y las fajas, es hora de armar el haz. Pero
dado que en cualquier
empresa es necesario conocer antes de actuar, como elegir el
blanco antes de disparar la
flecha o el dardo, veamos primeramente de qu se trata este atado
antes de atarlo.
Este haz es la cancin, si es que se ha bien asimilado las partes
antedichas. En
consecuencia veamos qu es la cancin, y qu entendemos cuando
hablamos de cancin. Y
como la cancin, conforme al verdadero significado de la palabra,
es el acto de cantar, en
forma activa o pasiva, como la lectura que es el acto de leer
activo o pasivo. Pero
distingamos ahora los dos aspectos de la definicin, a saber si
la cancin es acto activo o
pasivo.
Para lo cual observemos que la cancin puede considerarse de dos
modos: uno
segn que la hace su autor, y entonces es accin y de este modo
Virgilio en el primer libro
de la Eneida dice Canto las armas y los varones...; de otro modo
es cuando la declama
el mismo autor o algn otro, sea con o sin msica, y de este modo
es pasin. Porque en esta
caso es actuada, pues en verdad en un caso acta en alguien, y es
la accin de uno, pero en
otro es pasin de otro. Y como primero es hecha antes de que ella
misma haga, ms se la
denomina, y aun necesariamente, por lo hecha, y entonces es la
accin de alguien, ms que
por actuar en otro. Y la seal de ello es que nunca decimos este
es un canto de Pedro
para indicar que Pedro lo canta, sino porque es obra suya.
Adems es necesario especificar si se llama cancin a la produccin
de palabras que
han de ser musicadas, o a la misma msica. A lo que decimos que
nunca se llama cancin a
la msica, sino sonido, o tono, o nota, o meloda. Nadie que taa
instrumento de viento, o
de teclado o de cuerda llama cancin a su meloda, si no es que
est unida a una cancin,
pero los que riman y ordenan las palabras llaman canciones a sus
obras, y a tales ordenadas
palabras, escritas en papel y sin que nadie las cante, las
llamamos canciones.
Por donde es evidente que cancin no es sino la obra en s
realizada por quien
formula palabras armnicamente dispuestas para su modulacin
meldica; por lo que
llamamos canciones tanto a las canciones de las que aqu
tratamos, como a las baladas y
sonetos y a las palabras de cualquier otro modo armnicamente
dispuestas en vulgar.
Pero como aqu slo nos ocupamos de la lengua vulgar, dejando de
lado el latn o el
griego, decimos que de entre los poemas de lengua vulgar uno es
el supremo, que por
excelencia llamamos cancin; y que sea la cancin una cosa suprema
fue demostrado en el
tercer captulo de este libro.
Ahora bien, como lo que ha sido definido parece convenir a
varias especies de
canto, volviendo a considerar el vocablo ya definido en general,
pasemos a especificar el
nico que nos interesa.
Decimos pues que la cancin que as se nombra por excelencia y que
nos interesa,
es la composicin, en estilo trgico, de estrofas iguales, sin
repeticiones, como lo hacemos
cuando decimos:
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Donne che avete intelletto d'amore
[Damas que tenis inteligencia de amor]
[De Vida Nueva, XIX]
Al decir composicin en estilo trgico queremos separarla de la de
estilo cmico, que
ms bien en diminutivo llamamos cantinela o cancioncilla, y que
trataremos ms adelante
en el cuarto libro.
Finalmente pues queda claro lo que es la cancin, ya sea en
sentido general, ya en
particular la cancin por excelencia.
Igualmente suficientemente expuesto ha sido lo que entendemos
por cancin, es
decir aquel haz que nos hemos ocupado en atar.
Captulo IX. La Estrofa
Porque, como se ha dicho, cancin es la disposicin de estrofas,
si se ignora lo que es
estrofa, necesariamente se ignora lo que la cancin es; por tanto
hay que tratar de la estrofa,
a saber qu es y cmo debemos entenderla.
Al respecto, hay que saber que este trmino fue hallado slo en
razn del arte, a
saber que se llamara estancia lo que comprendiera todo el arte
de la cancin, es decir una
morada o receptculo del arte todo. Pues as como la cancin es el
seno que acoge todo el
pensamiento, as la estrofa acoge todo el arte; y no est
permitido a las estrofas que siguen a
la primera asumir un nuevo artificio, mas slo continuar el arte
de la primera.
De lo que resulta evidente que la estrofa es la matriz
comprensiva y orgnica de
todos los elementos que la cancin toma del arte, y una vez
especificados los mismos
obtendremos la descripcin que buscamos.
Todo el arte de la cancin parece consistir en tres cosas;
primero en la particin del
canto, segundo en la disposicin de las partes, tercero en el
nmero de los versos y de las
slabas.
De la rima no hacemos mencin porque no pertenece al arte propio
de la cancin:
est permitido introducir en cualquier estrofa una nueva rima o
repetir la misma segn se
desee, lo que de manera alguna estara permitido si la rima fuera
parte del arte propio de la
cancin. Si hay pues algn mandato a observar al respecto de la
rima, estara incluido en el
lugar donde hablaremos de la disposicin de las partes.
De cuanto ya hemos dicho podemos colegir que la estrofa es una
disposicin de
versos y slabas subordinada a un canto bien determinado y a una
disposicin especfica.
Captulo X
Sabiendo que el hombre es un animal racional y, como el animal
es alma y cuerpo, si
ignoramos qu es el alma y qu el cuerpo, nos faltar el
conocimiento perfecto de lo que es
el hombre, ya que el conocimiento perfecto de un objeto se
completa con el de sus ltimos
elementos, como lo afirma el Maestro de los Sabios al principio
de la Fsica.
Por tanto para lograr de la cancin el conocimiento que
pretendemos, debemos
ahora tratar sintticamente sobre los elementos que definen lo
que a su vez la define, y en
primer lugar tratemos del canto, despus de la disposicin, y
posteriormente de los versos y
las slabas.
Afirmamos pues que toda estrofa est armnicamente preparada para
acoger una
meloda, pero se diferencian entre s por las formas que
asumen.
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Jorge Sanguinetti
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Hay en verdad un tipo de estrofa que abarca una sola meloda que
se extiende de
forma continua desde el principio hasta el fin, es decir sin
repetir ninguna frase musical y
sin desis y entendemos por desis al pasaje que lleva de una
meloda a otra (que llamamos
vuelta para los profanos), y de este tipo de estrofa ha hecho
uso en casi todas sus
canciones Arn