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Aclaracin previa En el marco de la coleccin Teologa en dilogo,
Editorial San Pablo de Buenos Aires public en 1993 la obra
Introduccin al pensamiento teolgico. Biblia y Teologa, que escrib
junto con Jos Luis DAmico, encargndose l de la introduccin a la
Sagrada Escritura y yo de una breve introduccin a la teologa.
Hallndose dicha obra agotada desde hace algunos aos, y siendo an de
provecho para docentes y alumnos de seminarios catequsticos y
profesorados, pongo a disposicin del pblico, bajo formato
electrnico, la parte de la que soy autor. Lo hago respetando su
versin primera, lo que podr percibirse, fundamentalmente, en la
falta de actualizacin bibliogrfica. Pienso que, de todas formas,
pueda servir para algo.
INTRODUCCION A LA TEOLOGIA
OSCAR ANTONIO CAMPANA Buenos Aires (Editorial San Pablo)
1993.
DIALOGO I
- Teologa. - Geologa? - No. Teologa. - Y qu significa? - Si
empezamos desde el principio, tengo que decirle que teologa viene
del griego, donde theo significa dios y logos palabra, en el
sentido de una palabra que entiende. Teologa es eso, una palabra
sobre Dios. - Ah! Ya entiendo. Cualquier cosa que se diga sobre
Dios es teologa. - Ms o menos. Quizs en un sentido muy amplio podra
aceptarse. Slo que en la historia de Occidente el concepto fue
definiendo un proceso de elaboracin intelectual que se desarroll en
las iglesias cristianas, mbito en el cual la teologa lleg a ser
concebida como ciencia. En este sentido ms estricto, la teologa
aparece como una ciencia que partiendo de la escucha creyente de la
revelacin judeocristiana trata de articular una palabra sobre Dios.
- Y con qu objetivo? - Con el objetivo de profundizar racionalmente
en la fe recibida y as poder transmitirla a los hombres de culturas
y tiempos distintos a los de la revelacin. Anselmo de Canterbury,
all por el siglo XI, defina a la teologa con esta frase: fides
quaerens intellectum. - Ah. - La fe que busca entender. - Y a esto
llaman ciencia? - Bueno. En la medida en que tiene un objeto propio
(el acto y el contenido de la fe cristiana) y un mtodo
correspondiente a ese objeto, que se ha ido desarrollando a lo
largo de los siglos, la teologa es una ciencia. - Qu lastima. Yo me
haba entusiasmado con contarle a mi madre que cuando ella me dice
que Dios te ayude est haciendo teologa. Pero parece que la cosa es
ms complicada... - No crea. Toda afirmacin sobre Dios supone una
teologa, en la medida en que se expresa una determinada comprensin
sobre Dios. - Usted me est cargando! Primero me afirma que no
cualquier palabra sobre Dios es teologa y ahora me dice que s?!
2
- Cmo anda de tiempo? - Por qu? - Porque si tiene un ratito
podra explicarle las cosas ms ordenadamente. - Y bueno. Si se anima
... - Venga. Sintese y tngame paciencia. - Que Dios lo ayude.
PRIMERA PARTE UN POCO DE HISTORIA
INTRODUCCION La historia de la teologa est ntimamente ligada a
la historia del dogma, es decir, a la historia de la formulacin de
la fe de la Iglesia1. El carcter histrico de esta fe viene dado por
distintos factores. Ante todo por aquello que suele llamarse la
autotrascendencia de la verdad. La verdad no puede ser abarcada en
una frmula, ni agotarse en una determinada comprensin. Siempre
trascender las formulaciones y podr ser comprendida de una manera
nueva y ms profunda. Ante los cambios producidos en la Iglesia en
los ltimos treinta aos no pocos se han preguntado si ha cambiado la
fe. La respuesta es positiva si entendemos por cambio una
inteleccin y un conocimiento ms autntico de ella. Por ejemplo, quin
duda de la radicalidad del mensaje de libertad del Evangelio? Y sin
embargo, cuntos siglos la humanidad debi esperar para que este
mensaje cuajara en estructuras que no lo dejaran slo en el lugar de
un romntico y utpico enunciado? Con lo cual nos asomamos a otro de
los factores de la comprensin de la fe. Los desafos histricos que
se le presentan a la Iglesia en su misin evangelizadora la abren,
incesantemente, a una progresiva autocomprensin de su mensaje. As,
cada poca descubre, para la comunidad creyente, un rostro nuevo de
la verdad de siempre En Jn 16,13 Jess le promete a sus discpulos:
El Espritu de la verdad los llevar a la verdad completa. En el
progresivo desarrollo de la autocomprensin cristiana se inscribe la
evolucin de la teologa.
1. LA ANTIGEDAD 1.1. LA IGLESIA PRIMITIVA Nadie ha visto jams a
Dios; el que lo ha revelado es el Hijo Unico, que est en el seno
del Padre (Jn 1,18). Jess nos revela, nos cuenta a Dios. Con esta
sencillez el evangelista Juan resume el culmen de la revelacin, que
es tambin la instancia decisiva de la salvacin de los hombres.1
No es nuestra intencin exponer con amplitud sobre la teologa en
la historia. Tan slo pretendemos describir los trazos fundamentales
de cada poca que nos permitan comprender su evolucin y su presente.
Cf. para todo este captulo FORTE, B., La teologa como compaa,
memoria y profeca, Salamanca, Sgueme, 1990, 73-130; RAHNER, K.,
Teologa, en Sacramentum Mundi, Barcelona, Herder, 1978, Tomo VI,
530-564.
3
De este contarnos a Dios nos hablan todos los escritos
neotestamentarios. Por eso son, a su manera, teologa. Los
escritores del Nuevo Testamento se encontraban ante la tarea de
acercar la novedad del Evangelio a los hombres de su generacin. No
pretendan escribir ni biografas de Jess ni tratados teolgicos. Los
evangelios y las cartas son kerigmticos, es decir, nos transmiten
la predicacin viva de la primera comunidad cristiana. Pero
precisamente en funcin de esta predicacin es que los escritores
neotestamentarios se vieron en la necesidad de hacer, en algn
sentido, teologa. Por ejemplo, aquellos que dirigieron su
predicacin al mundo palestinense debieron releer el Antiguo
Testamento a la luz de Cristo, viendo como en l se cumplan todas
las promesas hechas a los padres. Y aquellos que misionaron en el
mundo helenista tuvieron que expresar la verdad de Cristo desde
categoras ajenas a la tradicin bblica, lo que los oblig a un arduo
trabajo de discernimiento, seleccin y reinterpretacin. Entre estos
dos marcos interpretativos -el Antiguo Testamento y el helenismo-
se mueve la tarea teolgica de los autores neotestamentarios. Es en
este sentido que resulta comn hablar de la teologa de Mateo, o de
la teologa de Lucas, etctera. Y es tambin en este sentido que suele
decirse que Juan y Pablo son los mayores telogos del Nuevo
Testamento, porque es en ellos donde el kerygma se vio sometido a
un profundo trabajo de interpretacin y reelaboracin conceptual2.
Los fundamentos bblicos del concepto cristiano de teologa se
encuentran en las afirmaciones de Pablo sobre una nueva sabidura de
Dios en el misterio (1 Cor 2,7) (...) es la plenitud del Espritu
Santo en los creyentes en orden al conocimiento espiritual de los
misterios divinos. Dentro de la nueva sabidura cristiana, acta en
el conocimiento (y el amor) el Espritu, donado junto con la fe. El
objeto del conocimiento son los misterios. Estos misterios son,
sintetizando, la voluntad salvfica de Dios revelada en Cristo. As,
el misterio de Dios y de la salvacin es misterio de Cristo (Ef
1,3-14 y 3,112).3 Conviene recordar aqu lo que nos afirma la
Constitucin Dogmtica Dei Verbum del Concilio Vaticano II acerca de
la formacin del Nuevo Testamento: Estos libros (el canon del Nuevo
Testamento), segn el sabio plan de Dios, confirman la realidad de
Cristo, van explicando su doctrina autntica, proclaman la fuerza
salvadora de la obra divina de Cristo, cuentan los comienzos y la
difusin maravillosa de la Iglesia, predicen su consumacin gloriosa.
El Seor Jess asisti a sus Apstoles, como lo haba prometido (cf. Mt
18,20), y les envi el Espritu Santo, para que los fuera
introduciendo en la plenitud de la verdad (cf. Jn 16,13). (Dei
Verbum 18) 1.2. LOS PADRES APOSTLICOS Suelen llamarse padres
apostlicos los autores de los escritos ms antiguos del cristianismo
(fuera de los que constituyen el Nuevo Testamento), que pertenecen
a la generacin inmediata a la de los apstoles. En su mayor parte
son cartas, instrucciones o documentos de carcter muy concreto y
ocasional. No hay en ellos pretensin de exponer de manera ordenada
o sistemtica el mensaje cristiano, sino que responden a
determinadas exigencias concretas de las cristiandades en un
determinado mo2 3
Remitimos a la segunda parte de esta obra donde se abundar sobre
estas cuestiones. SHNGEN, G., Formas fundamentales de la teologa
como ciencia y sabidura. Estudio especial del concepto de teologa
en Toms de Aquino (Seleccin y rasgos caractersticos), en FEINER, J.
- LHRER, M., Mysterium Salutis, Madrid, Cristiandad, 31981, Vol.I,
1037.
4
mento. De ah que predominen los temas ms bien morales,
disciplinares o cultuales sobre los propiamente dogmticos, y que el
contenido doctrinal no aparezca como muy rico y profundo. Sin
embargo, se insinan algunas de las que haban de ser lneas
fundamentales del pensamiento cristiano: la Iglesia fundada sobre
la tradicin de los apstoles, claramente diferenciada del judasmo y
con cierta organizacin cultual y administrativa; el valor
soteriolgico de la encarnacin y muerte de Cristo, Hijo de Dios; el
bautismo y la eucarista como sacramentos fundamentales, etctera.4
En la teologa de los padres apostlicos comienza a insinuarse un
cierto despegue del marco veterotestamentario, adems de percibirse
un nuevo factor que entra en escena como catalizador del desarrollo
dogmtico: la hereja. Aclaremos que lo que a la distancia nos parece
una clara opinin heterodoxa (no conforme a la verdad revelada) no
siempre era percibida con la misma claridad en su contexto
histrico. La historia de las herejas es la historia de los diversos
intentos conceptuales que apuntaban a comprender (y muchas veces a
encerrar en marcos previos) la novedad de la salvacin en Cristo. La
opinin ortodoxa (conforme a la verdad revelada) slo lograba
imponerse despus de un largo proceso de maduracin que supona,
muchas veces, una aproximacin conceptual a la hereja. En la poca
que nos ocupa -e incluso en la poca de los escritos
neotestamentarios- haba ido ganando terreno el docetismo, doctrina
que afirmaba que el Verbo slo se encarn en apariencia (dokein, en
griego). En la disputa con el docetismo -como luego lo ser con
otras doctrinas- los padres apostlicos esbozarn una cristologa que
slo con el tiempo alcanzar un desarrollo ms pleno. 1.3. LOS PADRES
APOLOGISTAS En el siglo II de nuestra era muchos escritores
cristianos comenzaron a tomar como interlocutores al imperio romano
y al helenismo para ejercer la defensa (apologa) del cristianismo
ante las persecuciones, las calumnias y las acusaciones que se
levantaban contra l. Estos autores se suelen agrupar bajo el nombre
de apologetas (o apologistas), aunque no siempre su intencin se
limitaba a la simple apologtica o defensa del cristianismo: en
muchos de estos escritos hay adems una verdadera intencin misionera
y catequtica, con el propsito de ganar adeptos para el cristianismo
entre aquellas personas que se interesaban por el peculiar modo de
vida de los cristianos. En este aspecto los apologetas representan
el primer intento de exposicin escrita del mensaje cristiano en
forma inteligible para los no cristianos5. El valor teolgico de la
obra de los apologistas radica en el haber recurrido a las
categoras y modos de pensar helenistas para exponer el mensaje
cristiano. En funcin de esta opcin y de la problemtica que
enfrentaban, los apologistas reflexionarn sobre la excelencia moral
del cristianismo, sobre la bondad y unidad de Dios, sobre la
esperanza de la inmortalidad, quedando en segundo plano, a veces,
el misterio de la salvacin en Cristo. Mientras algunos apologistas
sern implacables con el paganismo, otros procurarn ponderar los
valores de la razn natural provenientes de l, mostrando al
cristianismo como el culmen de la bsqueda racional griega. En este
sentido ir tomado forma la doctrina de las semina Verbi (semillas
del Verbo): Dios ha esparcido en todos los pueblos y culturas las
semillas de su verdad. Toca a los cristianos mostrar a los hombres
que esa verdad ha llegado a su plenitud con la encarnacin y la
redencin del Verbo. La obra de los padres apologistas aparece como
paradigmtica. Fueron las primeras generaciones cristianas que a su
manera explicitaron la tarea de inculturar el Evangelio, y en ese
contexto, y ante la variedad4 5
VIVES, J., Los Padres de la Iglesia, Barcelona, Herder, 1971, 3.
VIVES, J, obra citada, 61.
5
de manifestaciones del mundo greco-romano del siglo II, ellos
optaron por dialogar con la racionalidad de la poca abriendo as a
la reflexin cristiana a nuevos horizontes 6. El camino queda as
preparado para las primeras sistematizaciones teolgicas y tratados
de envergadura que conoci la incipiente Iglesia. 1.4. DE LAS
PERSECUCIONES A LOS GRANDES CONCILIOS Desde fines del siglo II
hasta bien entrado el siglo V el desarrollo de la teologa ir en
aumento. Distintos son los factores, externos e internos, que
influirn en dicho desarrollo. La Iglesia pasar de confesin
perseguida a religin oficial del imperio, con toda la influencia,
que se sentir en la teologa, del pensamiento imperial y jurdico de
Roma. La lucha contra el gnosticismo -postura filosfico-religiosa
muchas veces confundida con ideas y manifestaciones cristianas-,
har entrar en escena a figuras como Ireneo de Lyon, que sin llegar
a producir una sistematizacin acabada de la fe cristiana, puede
considerarse uno de los primeros grandes telogos de la era
pos-apostlica. El surgimiento de la escuela de Alejandra, con
Panteno y Clemente, marcar formalmente, a travs de la asuncin
parcial del platonismo, el inicio sistemtico de la relacin entre la
fe cristiana y el pensamiento filosfico helenista. El tema paulino
de la sabidura de Dios en el misterio es desarrollado especialmente
por los alejandrinos Clemente y Orgenes de acuerdo con su concepto
de gnosis cristiana. Pero aqu se da un elemento nuevo: la adicin de
la filosofa griega (...) especialmente la platnica, (que) es
valorada e incorporada como una introduccin a la verdadera
doctrina.7 De esta escuela surgir la primera gran sistematizacin
teolgica en la pluma de Orgenes. Presbtero alejandrino, asceta,
filsofo, biblista y telogo, gran parte de su obra nos es ignorada
por los avatares de la historia. Si bien muchas de sus afirmaciones
aparecieron como ambiguas o errneas para la posteridad teolgica,
por la envergadura de su trayectoria intelectual y creyente ha
recibido de infinidad de historiadores el mote de primer telogo.
(...) Clemente y Orgenes, a la vez autnticos intelectuales que
dominan perfectamente la cultura de su poca y fervorosos
cristianos, intentan repensar su religin dentro del cuadro cultural
del momento, y darle una expresin y una coherencia intelectual
comparable a la de los sistemas filosfico-religiosos ms
acreditados. Ellos son los verdaderos creadores de la teologa
cristiana, que se funda en la fe, pero que siente la necesidad de
una explicitacin racional de la misma y de una integracin de la
verdad revelada con todos los conocimientos que el hombre con su
propio esfuerzo ha podido alcanzar (...) Aunque ciertos aspectos de
la teologa de los alejandrinos llegaran a manifestarse como
inaceptables, el conjunto de su obra fue de un valor positivo
incalculable, y toda teologa posterior est en deuda con ellos.8 En
Occidente encontramos a Tertuliano, quien, si bien con una actitud
opuesta a los alejandrinos en lo que se refiere al pensamiento
helnico, realiza verdaderos progresos de conceptualizacin en lo que
luego ser la teologa trinitaria. A l se debe el primer tratado de
teologa sacramental, dedicado al Bautismo. El fin de las
persecuciones abrir la poca de los grandes concilios de la
antigedad en los que se salden las cuentas pendientes de tres
siglos de disputas teolgicas.
Cf. RATZINGER, J., Introduccin al cristianismo, Salamanca,
Sgueme, 41979, 109-121. SHNGEN, G., obra citada, 1037. 8 VIVES, J,
obra citada, 204. Cf. 205-206 y 250-254.6 7
6
Es el turno del arrianismo, resabio y a la vez sistematizacin
cristiana de la gnosis helnica. Y ser el turno de Atanasio, obispo
de Alejandra, cinco veces desterrado de su dicesis por los
arrianos, quien defender a ultranza la divinidad del Verbo. Y si
bien su teologa trinitaria no aparece acabada, su herencia ser
retomada por los llamados padres capadocios (Basilio el grande9,
Gregorio Niseno y Gregorio Nacianceno), quienes sern los
principales responsables de la formulacin del concilio de
Constantinopla, aquel que vino a poner fin a la lucha contra el
arrianismo iniciada en el concilio de Nicea. La teologa cristiana,
a esta altura con ya una tradicin, aunque breve, en su haber,
enfrentar el siglo V, el de los concilios cristolgicos, con otros
aires. Ante el nestorianismo (y su dificultad para expresar la
unidad de las naturalezas en la persona del Verbo) y el monofisismo
(y su dificultad para captar la dualidad de naturalezas en Cristo),
surgir el genio teolgico de hombres como Cirilo de Alejandra y,
sobre todo, Len Magno y los telogos de Roma, hacindose cada vez ms
preciso el andamiaje conceptual y su formulacin. Si los temas en
discusin hasta el momento tenan que ver con Dios, la Trinidad y la
cristologa, y su eje haba estado en Oriente, Occidente ingresa de
lleno a la arena teolgica con una disputa que har historia, la del
pelagianismo y su relativizacin de la necesidad de Cristo para la
salvacin. El tema en debate abre el primer captulo de la historia
de la teologa de la gracia, cuyo prlogo haba escrito San Pablo en
su disputa con los judaizantes. Y marcar tambin el culmen de la
teologa de la antigedad Occidental en la figura de Agustn de
Hipona. Habiendo recorrido en su bsqueda humana e intelectual desde
el maniquesmo hasta el neoplatonismo, Agustn, una vez convertido al
cristianismo, volcar toda su inquietud y su grandeza espiritual a
la profundizacin de la fe cristiana. Y lo har desde las demandas
que provenan de su actividad pastoral. Testigo de la ortodoxia en
las disputas con el pelagianismo, el donatismo y el
semipelagianismo, Agustn marcar a la teologa de los siglos
subsiguientes. En l se reconocer el Medioevo como sntesis cultural
cristiana de una poca. Su fogosidad pastoral y su profundidad
intelectual harn de su teologa un hito en la elaboracin doctrinal
de la antigedad. Incluso en aquellos temas donde su por lo menos
ambigua sntesis signifique un lastre para las generaciones
posteriores. Pero a la hora del balance, es preciso ver en Agustn
de Hipona una de las mayores mentes teolgicas, sino la mayor, de
todos los siglos, slo igualado, por su alcance, su produccin, su
originalidad, su sistematizacin y su impronta, por Toms de Aquino
en el siglo XIII. Tambin Agustn (...) considera a sta (la teologa)
ms como sabidura que como ciencia. Agustn se adhiere al concepto
neoplatnico de conocimiento. (...) este concepto se caracteriza por
su manera totalmente mstica (...) La ciencia como conocimiento de
lo terreno y perecedero es tambin un peldao asctico hacia el peldao
autnticamente mstico de la sabidura como conocimiento de lo
espiritual y lo eterno. Lo cientfico es mero trnsito (...) La
teologa de Agustn es intellectus fidei, es decir, contemplacin de
la verdad de la fe, por el camino de la fe, o (...) por el camino
del saber creyente de la salvacin.10 Eusebio de Cesarea, Juan
Crisstomo, Juan Damasceno, Cipriano, Ambrosio de Miln, entre tantos
otros no menos importantes, llenaron las pginas de la gnesis de la
teologa, la exgesis y la historiografa cristiana de los primeros
siglos de nuestra era y de nuestra Iglesia. En un mundo que conoci
una de las mayores transiciones culturales de la historia, ellos
construyeron una teologa de la contemplacin mstica que ya posee a
Dios. Sus temas principales fueron la Trinidad, la cristologa y la
gracia. Su perspectiva, el crecimiento del pueblo de Dios y la
profundizacin de su fe. Su exigencia, la pastoral, principalmente
la catequesis. Su lectura y meditacin casi exclusiva, la Sagrada
Escritura. Su privilegio, la cercana en el tiempo con los orgenes
del cristianismo. Su modelo de santidad, el martirio y el
monaquismo. Su heredad, una Iglesia ms madura y conciente de su
misin en la historia.
9
10
Cf. JUAN PABLO II, Patres Ecclesiae, con ocasin del XVI
centenario de la muerte de San Basilio, Buenos Aires, Paulinas,
1980. SHNGEN, G., obra citada, 1038.
7
2. EL MEDIOEVO 2.1. LA TEOLOGA COMO CIENCIA La cada del imperio
romano de Occidente a manos de los pueblos germnicos, desencadenar
un proceso en el que la nueva presencia tnica, la tradicin
greco-romana y la Iglesia gestarn ese perodo histrico que conocemos
con el nombre de Medioevo. Desde la perspectiva que aqu nos
interesa, progresivamente ir apareciendo el saber teolgico
entendido como ciencia. Se va perfilando un aparato cientfico en el
cual se define a la filosofa como anchilla theologiae (sierva de la
teologa), simbolizando el lugar que la ciencia humana ocupaba en
funcin de la ciencia de lo sagrado. El principio de auctoritas
(autoridad) es aplicado sistemticamente en el recurso a los
escritores de la antigedad cristiana. La Sagrada Escritura sigue
siendo la lectura privilegiada, expresado esto en las innumerables
catenas que encadenan comentarios patrsticos a los textos bblicos a
modo de exgesis de la poca. El gnero literario por excelencia de la
teologa medieval lo constituirn las summas, compendios teolgicos
que expresan, desde su propio nombre, el afn de sistematizacin que
caracterizar a la poca. Desde el punto de vista del contenido,
aparecen abordados prcticamente todos los temas, excepcin hecha de
los referidos a la eclesiologa (en los hechos reducidos a la
cuestin del papado) y de los temas histricos, elemento propio de
una perodo donde el modelo de cristiandad (un mundo cristiano)
restaba espacio a la tensin epocal. La teologa se desarrollar
primero en las abadas y luego en los conventos, sobre todo, a
partir del siglo XII, de las nuevas rdenes mendicantes. Juan Escoto
Erigena, Bernardo de Claraval, Joaqun de Fiore, Alejandro de Hales,
Pedro Lombardo, Anselmo de Canterbury, Alberto Magno, Duns Scoto,
el maestro Eckhart, son algunos de los nombres que se destacan en
una tradicin que desembocar en las grandes sntesis del siglo XIII
que tendrn por protagonistas a un franciscano, Buenaventura, y a un
dominico, Toms de Aquino. (...) en la teologa escolstica se afirma
cada vez ms el aspecto racional y propiamente cientfico del
intellectus fidei. El gran iniciador del camino es Anselmo, el
padre de la escolstica. (...) tambin la teologa anselmiana es
intellectus fidei y fides quaerens intellectum. La frase tiene el
doble sentido de una contemplacin de la verdad de lo credo y de una
contemplacin del fundamento de la fe que, por lo mismo, siempre ha
de ir por delante. Pero la contemplacin de la fe recibe aqu una
acuacin nueva, marcadamente cientfica, plenamente racional. (...)
esta insercin radical de nuestra razn slo es posible mediante la fe
(...) que purifica nuestra mirada espiritual y la libera de
inseguridad y oscurecimientos: credo ut intelligam (= creo para
entender).11 2.2. LA SNTESIS DE TOMS DE AQUINO Por su
transcendencia y su heredad, el llamado prncipe de la escolstica
merece un prrafo destacado. Podemos imaginarnos a Toms de Aquino
mirando, desde el siglo XIII, a toda la antigedad. Profundo
conocedor de la patrstica, sobre todo en las sistematizaciones de
Juan Damasceno y Agustn de Hipona, asiduo lector de la Sagrada
Escritura, agudo estudioso de las autoridades filosficas, testigo
de la escolstica de su poca, logra una de las sntesis teolgicas ms
acabadas de las que se tenga memoria.
11
SHNGEN, G., obra citada, 1038.
8
No tiene temor en recurrir al aristotelismo, filosofa casi
ignorada hasta que hace su ingreso a Occidente, en los siglos XII y
XIII, de manos de los pensadores rabes y judos. Como su maestro,
Alberto Magno, considera que el pensamiento de Aristteles es una
instrumento ms apto para la inteleccin teolgica que el de Platn,
aunque esta opcin lo envuelva en las disputas de la Universidad de
Pars y le signifique afrontar cuestionamientos en la misma Roma.
Acusado de estar aguando el buen vino de la teologa, responder
diciendo que desde Can el agua se convierte en vino. En l la razn
aparece como el soporte humano que la fe no viene a negar sino a
llevar a su plenitud, haciendo sistema el axioma la gracia supone
la naturaleza y dando cabida -todo lo posible para esos tiempos- a
la idea de la autonoma de lo temporal. Tras una experiencia mstica,
poco antes de su prematura muerte, dir sin reparos que despus de lo
que me fue dado contemplar, todo lo que escrib es paja que merece
ser echada al fuego. Deja, entonces, inconclusa su ltima y ms
madura obra: la Summa Theologica, una texto para principiantes,
como l mismo afirma en la introduccin, que indirectamente nos habla
del nivel intelectual de aquellos aos. Toms de Aquino logra, as,
una audaz sntesis teolgica que fue capaz de entablar dilogo con la
racionalidad de su poca y de asumir lo que consider oportuno.
Maestro en el mtodo, en la perspectiva y en la calidad de su
produccin, Toms marcar el fin de una poca a la que el llev, desde
el punto de vista de la teologa, a su mxima realizacin. La polmica
en torno al tomismo no tiene que ver tanto con la obra teolgica de
Toms de Aquino como con los usos que de ella se hicieron en el
futuro. En lo que hace a su concepto de teologa, (...) puede
determinarse diciendo que la teologa de Santo Toms es ciencia de la
fe, es decir, ciencia que parte de la fe. Es un saber extrado de
los artculos de la fe como principios de demostracin revelados,
admitidos como presupuestos por el creyente, que permiten llegar a
la evidencia por medio de conclusiones. La teologa es, segn el
concepto de Santo Toms, teologa de conclusiones.12 2.3. EL FIN DE
LA EDAD MEDIA Este perodo, que abarca a los siglos XIV y XV, es
conocido como el de la escolstica tarda o tambin como el de la
escolstica decadente, haciendo referencia este calificativo a una
teologa que devino un mero juego intelectual, una simple elaboracin
de escritorio que reflejaba, a su vez, la cada vez mayor distancia
que se estableca entre la Iglesia y el pueblo. Muchas veces estas
elaboraciones estaban al servicio de los intereses polticos y de
las disputas intraeclesiales, teniendo en cuenta que asistimos a un
perodo de fuertes enfrentamientos entre imperio y papado, entre
distintos grupos cardenalicios, entre rdenes religiosas, etctera.
Son los siglos del Renacimiento, pero tambin son los siglos donde
la necesidad de una reforma aparece como un pedido a gritos. Son
los siglos que finalmente desembocan en la reforma de Lutero y en
la contrarreforma catlica. Si algo queda claro en este perodo es
que la teologa no puede pensarse como independiente del contexto en
que se elabora. Ella siempre refleja la vida de la Iglesia ya que
aparece como un momento segundo de un proceso en el que la
experiencia espiritual de los creyentes es el momento primero. Esa
teologa, a su vez, refluye sobre la vida de la Iglesia explicitando
su fe, relatando esa experiencia, sistematizando el sensus fidei (=
sentido de la fe) y proponiendo caminos de encuentro con la razn
humana.
12
SHNGEN, G., obra citada, 1044-1045.
9
Por eso es que, en ltima instancia, la teologa apunta a la misin
de la Iglesia: la transmisin del Evangelio a todos los hombres y a
todos los pueblos. Volviendo a la etapa que nos ocupa, no puede
decirse, sin embargo, que no hubiera algunos telogos que merezcan
destacarse. Tal es el caso del maestro Eckhart, de Guillermo de
Ockham, de Juan Taulero, Juan de Ruysbroeck o de Nicols de Cusa. Su
influencia se har sentir, por distintos motivos, en los tiempos
venideros, tanto en la teologa como en la filosofa. Por ejemplo, la
lista de verdades catlicas elaboradas por Ockham pas a constituir
uno de los criterios dominantes entre los telogos posteriores.
Ockham ser identificado con el nominalismo, postura filosfica que
derivar en un escepticismo gnoseolgico y en un relativismo moral,
sentado las bases del individualismo y de la tica moderna. De hecho
ser el nominalismo quien domine la vida intelectual europea de
estos siglos, llevando su visin hasta el propio mbito de la
teologa. Con respecto a los otros autores mencionados, su heredad
ser resumida en la teologa alemana de Martn Lutero, como as tambin
en la tradicin mstica. Franciscanos y dominicos, teolgicamente
escotistas y tomistas, protagonizarn, por estos aos fuertes
disputas teolgicas. Los temas de la poca, si bien comunes al
abarcativo pensamiento medieval, tendrn que ver con la cuestin del
sujeto de la autoridad y el magisterio en la Iglesia, cuestin
planteada por la crtica situacin del papado y por el cisma
occidental. Tambin se abordar, entre otras cuestiones, la de la
existencia de Dios y de la posibilidad de su conocimiento por parte
del hombre.
3. LA EDAD MODERNA 3.1. LA TEOLOGA DE LA REFORMA (SIGLO XVI) La
Edad Moderna sorprender a la teologa con la reforma de Lutero y sus
nuevas perspectivas. El monje agustino, formado en el nominalismo
de la poca, recoger en su sntesis muchos de los distintos elementos
que se haban hecho presentes en el devenir de los ltimos siglos. La
cuestin sobre Dios ser ahora mediada por la cuestin sobre el hombre
a quien Dios salva o justifica. En este proceso se pondera una
nueva forma de autoridad, cual es la de la conciencia del sujeto.
Reflejo de esto ser el libre examen de la Escritura y el rechazo
del magisterio eclesistico como criterio teolgico como as tambin de
la Tradicin. La Sagrada Escritura, que no haba estado ausente en la
historia de la teologa, viene a ocupar ahora, mediada por la
conciencia individual, un lugar nuevo y fundamental en el andamiaje
del pensamiento de la reforma. Por otra parte, desde su
cristocentrismo Lutero opondr a la teologa de la gloria de la
escolstica tarda su teologa de la cruz. No es la cruz (el misterio
de la fe) la que debe ser pensada desde la racionalidad humana,
sino esta racionalidad la que debe ser comprendida desde la cruz de
Cristo. La sistematizacin del pensamiento teolgico de la reforma
protestante, que no haba aparecido en Lutero, irrumpe en escena con
uno de sus discpulos, Melachnton. Pero sobre todo ser Juan Calvino,
con su Institutio Religionis Christiani, el que culminar la
transformacin teolgica de las primeras generaciones de reformados.
En esto tambin influy su fuerte personalidad poltica y su
incansable despliegue pastoral, expresado, entre otras cosas, en
sus ms de cuatro mil cartas, dirigidas hacia todos los rincones de
Europa, que an se conservan.
10
3.2. LA TEOLOGA EN LOS SIGLOS XVI-XVIII La llamada teologa del
barroco expresar la respuesta catlica a la reforma luterana a la
vez que la superacin del nominalismo renacentista. Uno de los
elementos modernos ser el inters por la historia expresado en el
estudio cada vez ms sistemtico de los Padres de la Iglesia
(patrstica) y de los escritos de la antigedad cristiana
(patrologa), como as tambin de la historia de los dogmas, inters
tan bien expresado en un Bossuet. Como puede observarse por las
discusiones y el trabajo del Concilio de Trento, el eje de la vida
teolgica se traslada a Espaa, destacndose la labor de la Escuela de
Salamanca y de sus principales figuras: Francisco de Vitoria y
Melchor Cano. Dicha escuela, ms all de las fronteras de la Iglesia
y motivada por la conquista del continente americano, dar
nacimiento al derecho internacional de gentes. Melchor Cano, adems,
ser el primero en teorizar sistemticamente la doctrina de los
lugares o las fuentes de la teologa. Por el lado de la naciente
Compaa de Jess, se destacan las figuras de Francisco Surez, Luis
Molina y Gabriel Vzquez, y sus aportes desde su peculiar utilizacin
de lo filosfico. Tambin el siglo de oro espaol (XVI) nos muestra
cmo la teologa se hace mstica en un Juan de la Cruz o en una Teresa
de Jess, reformadores del Carmelo y, a su manera, clara expresin de
lo moderno a travs de la experiencia espiritual subjetiva expresada
en sus numerosos y variados escritos. Aqu habra que apuntar tambin
al propio Ignacio de Loyola. En las Indias Occidentales (Amrica
Latina) se destaca la figura de Bartolom de Las Casas que en su
defensa del indio insinuar lo que implica para la teologa el lugar
desde el cual esta se realiza. En su caso, desde los cristos
azotados de las Indias13. Richard Simon ser el primero en hablar
del mtodo histrico crtico y puede ser considerado como el padre de
la exgesis en lo que hace a la teologa catlica. A pesar del inters
apologtico de la obra de Simon, sus libros son prohibidos y el
mtodo histrico-crtico quedar excluido por dos siglos de la labor
teolgica de la Iglesia. El tomismo resurge en la relectura de
Cayetano de Vo, mientras en Roberto Belarmino vemos desarrollarse
una eclesiologa atenta, fundamentalmente, a lo institucional, en
clara disputa con la reforma y como concrecin del pensamiento del
concilio tridentino. Con Miguel Bayo y Jansenio el agustinismo
ingresar en escena cristalizndose en el jansenismo, doctrina
teolgico-poltica con eje en Francia que se convertir, junto al
molinismo, en la renovada actualizacin de la discusin sobre la
doctrina de la gracia. El barroco signific el intento de una
lectura y de una discusin catlicas de y con lo moderno, que
finalmente se vieron frustradas. La brecha cada vez ms creciente
entre Iglesia y sociedad, entre jerarqua y laicado, entre
catolicismo y protestantismo, conocer su punto de inflexin en el
siglo de las luces: el siglo de la ilustracin, en que dicha brecha
llegar a transformarse, por momentos, en un riesgoso abismo.
13
Cf. GUTIERREZ, G., Dios o el oro en las Indias. Siglo XVI, Lima,
CEP, 31990, 135-168.
11
4. LA EDAD CONTEMPORANEA 4.1. LA ILUSTRACIN Desde la filosofa,
por ejemplo en Emanuel Kant y su Religin dentro de los lmites de la
mera razn, se intentar reducir el cristianismo a la perspectiva de
la razn ilustrada. En el mismo sentido, y a partir de la obra de
Hermann Samuel Reimarus, dada a conocer por G. E. Lessing, la
teologa protestante se aboca a la tarea de encontrar al Jess
histrico. Es la hora de la escuela liberal y de la confianza en que
el mtodo histrico-crtico permitir recuperar, contra el dogma y las
iglesias, al verdadero Jess de Nazaret. David Strauss es recordado
por su clebre Vida de Jess. F. Schleiermacher aparece como el mayor
representante de dicha escuela. En l, la preocupacin por la
psicologa de Jess estar indicando el giro copernicano de la
modernidad aplicado a la cristologa. Pero ser sobre todo George
Wilhelm Friedrich Hegel aquel que lleve la reflexin de los nuevos
tiempos hasta sus confines. En cierto sentido, toda su obra
filosfica puede comprenderse desde la perspectiva de una cristologa
historizada e inmanente. As parecen indicarlo sus Lecciones de
filosofa de la religin. Racionalismo, mtodo histrico-crtico,
cristologa como antropologa trascendental, todos rasgos de la
irrupcin inquietante del pensamiento moderno en la esfera de la
teologa. Si bien lo narrado ocurre en el mbito protestante, no
pasar mucho tiempo para que sus efectos repercutan en el
pensamiento catlico. 4.2. LA NEOESCOLSTICA El giro de los nuevos
tiempos haba llevado a la separacin de la Iglesia y el Estado. Mora
el paradigma en el que, si bien con variantes, a lo largo de
catorce siglos haban coexistido. Casi inevitablemente, la situacin
llev a la Iglesia a una postura restauradora del antiguo rgimen y a
centrar su atencin en la llamada cuestin romana, sntesis del dilema
eclesistico del siglo XIX y de profunda incidencia en el
pontificado de Po IX y en el Concilio Vaticano I (1869-70). En
enfrentamiento con el pensamiento moderno, y al servicio de la
restauracin, surge la teologa conocida con el nombre de
neoescolstica. Slida, profundamente eclesistica y fundamentalmente
defensiva, la neoescolstica, lejos de tender puentes con el mundo
moderno, aparecer aportando elementos en una perspectiva que ir
profundizando la fosa que separe cada vez ms a la Iglesia de la
sociedad, sin otra finalidad que defender la doctrina catlica
oficial. Dentro de la neoescolstica se destaca la escuela romana,
que tena sus principales figuras en Mateo Liberatore y Johann
Baptist Franzelin. Dicha teologa recibir un fuerte impulso por el
retorno a Santo Toms de Aquino pregonado por el papa Len XIII y har
sentir su influencia en la teologa catlica hasta bien entrado el
siglo XX. La neoescolstica se convierte as en neotomismo.
Paradjicamente, al pretender recuperar las fuentes histricas del
cristianismo para oponerlas al pensamiento moderno, la
neoescolstica provoc, contra su intencin, el redescubrimiento de la
exgesis medieval con toda la influencia que esto tendr en la
renovacin de la teologa en el siglo XX. Por distinto camino, la
escuela de Tubinga, el romanticismo catlico y pensadores como J. H.
Newman, queran incorporar al presente la tradicin medieval y
patrstica de la Iglesia, en lo que algunos llaman la mediacin
histrico-teolgica.
12
El tradicionalismo de Joseph de Maistre, Luis de Bonald y Juan
Donoso Corts se convierte en una teologa poltica en su inters por
instrumentalizar politicamente, en funcin de la restauracin, el
mensaje cristiano. No faltarn quienes traten de encauzar su
reflexin en la senda del dilogo con la sociedad moderna,
convirtindose en los antecedentes ms remotos, en pleno siglo XIX,
de lo que despus significar para la Iglesia el Concilio Vaticano
II. Dentro de esta corriente se destaca la figura de Antonio
Rosmini. No faltarn, tampoco, aquellos que acusen recibo en su
pensamiento de la nueva problemtica planteada por la revolucin
industrial y sus nefastas consecuencias sociales, como Robert
Lamenais, quien, a su manera, se transforma tambin en un
antecedente decimonnico de la teologa de la liberacin. 4.3. EL
SIGLO XX El siglo XX se inaugurar bajo el signo del conflicto en
torno al llamado modernismo, en ntima relacin con los intentos
decimonnicos de una teologa catlica moderna. Ignaz von Dllinguer,
Sebastin Merkle, Herman Schell, Albert Ehrhard, George Tyrrell,
Ernesto Bonaiuti tendrn en comn su intencin de reconciliar fe
cristiana y civilizacin moderna. La teologa catlica no puede
descuidar ningn recurso ofrecido por la era moderna, afirmar von
Dllinger. La ilustracin fue el producto natural y necesario del
desarrollo precedente y el eslabn entre el tradicionalismo
estancado, la agotada escolstica y la ciencia catlica actual que
trabaja en comunin ms estrecha con la naturaleza y con la historia,
dir Merkle. El catolicismo nada tiene que perder con la ciencia, la
historia y la filosofa y ms bien puede ganarlo todo, concluir
Tyrrell. Hacia fines del siglo pasado estos razonamientos que se
daban en forma aislada reciben el mote de modernismo junto con las
sospechas del magisterio pontificio, que ver en l el intento de
relativizar histricamente el dogma en la lnea del protestantismo
liberal. El modernismo finalmente es condenado por el papa Po X,
postergndose para mejores tiempos la consideracin de la cuestin
moderna por parte de la teologa catlica. En el campo protestante se
destacan las figuras de Rudolf Bultmann y de quien fuera uno de los
ms grandes telogos de este siglo, sino el ms grande, Karl Barth.
Recuperando el valor existencial de la experiencia creyente el
primero, y la objetividad de la revelacin histrica en la que Dios
sale al encuentro del hombre el segundo, cada uno a su manera
reaccionarn contra la escuela liberal. Si bien ms cercanos en el
tiempo, el panorama de la teologa protestante contempornea se
completa con Dietrich Bonhoeffer, con Paul Tillich y su teologa
dogmtica, con Ernst Ksemann y Wolfang Pannenberg por sus aportes a
la cuestin cristolgica y con Jrgen Moltmann con su teologa de la
esperanza. El pensamiento catlico de orientacin personalista
(Romano Guardini, Gabriel Marcel, Emmanuel Mounier) significa un
cambio de rumbo con respecto a la razn teolgica precedente y una
brisa fresca en el ambiente de la neoescolstica, as como la mayor
asuncin de los cuestionamientos del sujeto moderno. En 1946 Henri
de Lubac public su obra Sobrenatural. Estudios histricos.
Garrigou-Lagrange acus a de Lubac y a su crculo teolgico de
constituir una teologa nueva (nouvelle theologie). El mote
acusatorio pas a la historia para expresar lo que de Lubac junto a
B. de Solanges, Yves Congar, MarieDominique Chenu y otros haban
proyectado como un esfuerzo por hacer una teologa menos sistemtica
que la de los manuales, ms nutrida de la tradicin, conteniendo los
resultados modernos de la exgesis, la patrstica, la liturgia, la
historia, la reflexin filosfica. Significaba, en los hechos, romper
con la neoescolstica. No saban estos hombres que estaban poniendo
las bases de lo que sera, en gran parte, la teologa del Concilio
Vaticano II. Dicho esfuerzo qued suspendido por la encclica de Po
XII Humani Generis. De Lubac debi retirarse de la docencia en la
Facultad de Teologa de Lyon y recin ser reahabilitado en 1958.
13
En la misma lnea de una teologa con un fuerte sentido histrico
habra que nombrar aqu a Hans Urs von Balthasar. En el mismo mbito
alemn se destaca la figura de Karl Rahner. En todos estos autores
la doctrina de la gracia ocupar un lugar importante, llegando en
Karl Rahner a constituirse en un importante dilogo con la filosofa
contempornea. Para Rahner el sujeto ya no es la razn natural sino
el hombre gratificado por la autocomunicacin de Dios. Formalmente
el Concilio Vaticano II marca el fin de la neoescolstica, como as
tambin la asuncin por parte del magisterio de la Iglesia de toda la
corriente que, a travs de diversas expresiones, haba planteado
tanto el dilogo con el mundo moderno como la recuperacin por parte
de la teologa de la perspectiva histrica. La renovacin que impuls
el Concilio se dej sentir de una manera inmediata en la teologa
actual, sea por la renovada produccin, sea por la pluralidad de
escuelas y tendencias. Merece desatacarse la llamada teologa de la
realidades temporales en sus diferentes expresiones: teologa de la
secularizacin (Paul M. van Buren, Harvey Cox), teologa poltica
(Johan Baptist Metz), y, finalmente, la teologa latinoamericana de
la liberacin (Gustavo Gutirrez, Leonardo Boff, Jon Sobrino). No
pueden obviarse Christian Duquoc, Edward Schilleebeckx, Joseph
Ratzinger, Piet Schoonenberg, Hans Kng, Walter Kasper, Bruno Forte,
tan slo por citar a algunos de los autores ms importantes en el
posconcilio en el terreno de la teologa sistemtica. En lo que se
refiere a la exgesis bblica, la lista sera interminable. Lo
destacable es que en pocos aos la exgesis catlica se ha puesto a la
altura de la reflexin protestante y su por lo menos un siglo de
ventaja. El tardo ingreso de la exgesis al mbito de la teologa
catlica, hecho de por s negativo, le obvi, no obstante, las
interminables discusiones y cuestiones que haba significado para la
teologa protestante. Cerrando este repaso histrico, volvemos a
mencionar a uno de los frutos ms desarrollados y maduros de la
teologa posconciliar: la teologa de la liberacin, y lo hacemos con
la cita de un importante historiador de la teologa: Despus de que
la teologa de la historia tuvo en cuenta la dialctica entre palabra
de Dios e historia de la libertad, es la teologa de la liberacin la
primera que se ha abierto a la penuria real de la sociedad
internacional de mercado despus de la revolucin. En la medida en
que esa teologa del pueblo de Dios, con nueva atencin al evangelio
liberador incluyendo el Antiguo Testamento, se planteaba las
terribles contradicciones de la historia real, recuerda a la
teologa acadmica actual y a la Iglesia de la sociedad rica que la
sostiene, la contradiccin que supone el evangelio en cada
poca.14
14
EICHER, P., Teologas modernas, en Diccionario de conceptos
teolgicos, Barcelona, Herder, 1990, Tomo II, 580. Volveremos, en el
captulo siguiente, a referirnos a esta teologa.
14
DIALOGO II
- A esto llama usted un poco de historia? - Y qu le parece! Si
supiera en cuntos lugares comunes y simplificaciones ca para ser
sinttico! Pero un pantallazo es eso: un pantallazo. Pero dgame, le
qued algo claro? - Algo. Hasta lo de los padres apostlicos lo segu.
Despus la cosa se me complic un poco ... Pero dgame usted, qu
tienen de comn todos los tipos de los que me habl? Si usted habla
de ciencia, hay algn mtodo que los unifique? Por qu tanta filosofa?
Quines hacen teologa en la Iglesia? - Me equivoco o usted ley el
plan de la obra? - No. Por qu? - Porque ese es la parte que
sigue.
15
SEGUNDA PARTE EL METODO TEOLGICO
INTRODUCCION Como vimos en la parte anterior, slo con el tiempo
-en rigor, en el medioevo- fue apareciendo algo que recibi el
nombre de mtodo teolgico. La pluralidad que caracteriza a la
teologa actual no slo involucra a los contenidos o a las tendencias
sino tambin al mtodo. No obstante pueden apuntarse algunos
elementos metodolgicos, ampliamente aceptados por el consenso de
los telogos, y que podramos considerar como clsicos. Estos
elementos tienen que ver con el objeto de la teologa, el sujeto de
la misma, las fuentes y lugares teolgicos, la relacin de la teologa
con las otras ciencias, la divisin de la teologa, etctera. Exponer
estos elementos es el propsito del presente captulo, junto con un
breve panorama de la teologa actual y una visualizacin de sus
principales desafos.
1. EL OBJETO DE LA TEOLOGIA La teologa tiene por objeto la fe en
la experiencia histrico-salvfica de la autocomunicacin de Dios.
1.1. LA FE ... En la medida en que la teologa es un saber creyente
no puede prescindir del testimonio de la fe. Y esa fe no se
manifiesta aisladamente sino en la comunidad de los que creen. Por
eso es que la teologa es, ante todo, una tarea eclesial, en el
sentido en que tiene por objeto el kerygma que la Iglesia transmite
desde la era apostlica. La fe, entonces, en su acto y en su
contenido es el objeto de la teologa. 1.2. ... EN LA EXPERIENCIA
HISTRICO-SALVFICA... La teologa no tiene por objeto la fe en un
enunciado de razn, ni en un sistema de verdades o preceptos, por
muy elevados y loables que estos sean. La fe es en la experiencia
histrica de la salvacin. Por eso la teologa abrevar en dicha
experiencia histrica para construir su discurso. 1.3. ... DE LA
AUTOCOMUNICACIN DE DIOS La experiencia histrica de la fe es la
experiencia en la autocomunicacin de Dios, es decir, de su
revelacin y de su intencin de entrar en dilogo con los hombres. Por
eso es una experiencia de salvacin. La teologa reflexionar
sistemticamente en la fe eclesial de la experiencia de la salvacin
que Dios ha manifestado y obrado en la historia.
Para decirlo con el autor de la carta a los Colosenses y con
Pablo, la teologa tiene por objeto el misterio de Dios, que es
Cristo, en quien estn ocultos los tesoros de la sabidura y del
conocimiento (Col 2,23), sabidura de Dios, misteriosa y secreta,
que l prepar para nuestra gloria (1 Cor 2,7).
16
2. EL SUJETO DE LA TEOLOGA En un sentido amplio, el sujeto de la
teologa es la comunidad de los creyentes, o sea la Iglesia. Lo que
equivale a decir que la fe aparece tanto como objeto que como
sujeto de la labor teolgica. Por eso hablamos de la teologa como de
un saber creyente. Ahora bien, habitualmente la teologa aparece
como un saber erudito, en el sentido que supone una serie de
conocimientos previos que permitan articular una palabra sobre la
fe de la Iglesia. Por eso es que algunos definen a la teologa como
una saber crtico de la fe. Algunos telogos 15 han diferenciado
distintos niveles del saber teolgico, profundamente relacionados
entre s en la comunin eclesial. Si bien el ejemplo es formulado
desde la experiencia de la teologa de la liberacin, bien puede ser
aplicado en un sentido general. 2.1. NIVEL PROFESIONAL Hecha por
telogos de profesin, en este nivel la teologa aparece como una
elaboracin rigurosa, metdica y erudita. 2.2. NIVEL PASTORAL Hecha
por todos aquellos que desarrollan una actividad pastoral en la
Iglesia, desde la predicacin hasta la catequesis. Es una teologa
dirigida fundamentalmente a la praxis. 2.3. NIVEL POPULAR Ms
espontnea y difusa, este teologa se expresa en todos aquellos
cristianos que participan de la vida de las comunidades eclesiales
de base, de las parroquias, etctera. 2.4. LA RELACIN DE LOS
DISTINTOS NIVELES El desafo constante de la Iglesia es que estos
niveles no se desconozcan entre s. No es extrao -y uno puede
comprobarlo tanto en la historia de la Iglesia como en la propia
experiencia-, que muchas veces las preocupaciones y las respuestas
de estos niveles sean muy distintos entre s. Cuntas veces la
teologa camina por un lado, la praxis pastoral por otro y la vida y
las preocupaciones de los cristianos por un tercer camino! Uno
tiende a creer que a medida que avanzamos en la historia el nivel
intelectual y de instruccin van parejos. Pero esto no es
necesariamente as. Da que pensar la lectura de algunas escritos de
la antigedad cristiana. Ciertos sermones de San Agustn, o de San
Len Magno o de San Juan Crisstomo nos dan la pauta del nivel
teolgico no slo de sus autores sino tambin de sus oyentes. Y
ciertas obras medievales destinadas a aquellos que se iniciaban en
el saber teolgico hoy nos siguen deslumbrando por su nivel de
erudicin y apenas son cabalmente comprendidas por especialistas. En
los ltimos aos hay un resurgir del inters por la Biblia y la
teologa debido a mltiples factores. Dicho inters se expresa en
infinidad de instancias pedaggicas y en una abundante bibliografa.
Es de esperar que este inters no sea meramente una moda pasajera
sino que repercuta en una mayor inteligencia de la fe al servicio
de la evangelizacin.
15
BOFF, L. - BOFF, C., Cmo hacer teologa de la liberacin, Madrid,
Paulinas, 1986, 21-23.
17
3. LAS FUENTES En 1563 se publica la obra de Melchor Cano De
locis theologicis (Acerca de los lugares teolgicos), sistematizacin
moderna de la cuestin de las fuentes de la teologa. Es sobre todo a
partir de dicha obra que se hace explcito y consciente para los
telogos el recurso preciso a determinadas fuentes para la
elaboracin teolgica. Entre stas fundamentalmente se reconocen a la
Sagrada Escritura, a los Padres de la Iglesia, al Magisterio
Eclesistico y a los telogos. Si la teologa versa sobre el contenido
de la revelacin, resulta evidente que su mirada se detenga sobre
todo en el dato revelado contenido en la Sagrada Escritura. Pero
ser sobre todo despus de la reforma protestante, y su principio
formal de la sola Escritura, que se har necesario profundizar en la
cuestin de la tradicin como fuente de la labor teolgica. Por eso,
antes de abocarnos a la consideracin particular de las fuentes de
la teologa es preciso hacer una aclaracin acerca de la relacin
entre escritura y tradicin. 3.1. ESCRITURA Y TRADICION16 Ya Richard
Simon (+1712), en disputa con la teologa reformada, tratar de
mostrar cmo el texto sagrado (los escritos bblicos) ha nacido de
unas tradiciones en las cuales se transmiti y a travs de las cuales
se expuso, por lo tanto para conocer el texto era preciso
profundizar en la tradicin en la que el texto surgi. Con esto quera
rechazar la relativizacin que la reforma haca del concepto de
tradicin como ajeno a una recta inteleccin de la fe, como mera
justificacin ideolgica de la autoridad eclesistica. El inters por
la palabra de Dios no cesa porque se le una con la tradicin de la
Iglesia, pues Aquel que remite a la sagrada Escritura nos remite
tambin a la Iglesia, a la que ha confiado ese sagrado tesoro.17
Pero a la vez tambin tomaba distancia de la lectura ms simplista
que querra ver en la tradicin una fuente segunda y separada de la
sagrada Escritura, pero en un mismo nivel de autoridad. Por eso es
que se hace necesario entender el concepto de tradicin en su
dinmica histrico-salvfica. Lejos del uso cotidiano -asociado a lo
antiguo, lo que qued en el tiempo, lo inmvil-, tradicin deriva del
verbo latino tradere que significa transmitir. La transmisin supone
movimiento y dinamismo. En el caso que nos ocupa el concepto de
tradicin viene a hablar de aquel proceso vivo por el cual la
Iglesia transmite, desde los apstoles hasta nosotros, el contenido
de la revelacin cristiana. Desde esta perspectiva, toda la Iglesia
es sujeto de la tradicin, desde el papa y los obispos cuando
exponen la fe de la Iglesia hasta los padres cuando bautizan a su
hijo. La exgesis hoy reconoce que gran parte de los textos bblicos
estn en dependencia de tradiciones anteriores a los mismos. La
cuestin de los evangelios sinpticos nos habla de una tradicin -en
este caso oralanterior a la fijacin de los mismos. Nos suena
curioso, pero no por eso menos cierto, que en su primer medio siglo
de vida la Iglesia no tuvo evangelios tal cual hoy los conocemos,
lo que no obst para que se transmitiera la fe a las primeras
generaciones de creyentes. Y hasta el protestantismo hoy habla de
una tradicin teolgica reformada, desde el XVI en adelante, slo que
no le reconoce autoridad para la fe.16
Cf. para este tema LENGSFELD, P., Tradicin y Sagrada Escritura:
su relacin, en FEINER,J.-LHRER,M., Mysterium Salutis, Madrid,
Cristiandad, 31981, Vol.I, 522-557. 17 R. Simn, en su Historia
crtica del viejo Testamento, citado por EICHER, P., Teologas
modernas, en Diccionario de conceptos teolgicos, Barcelona, Herder,
1990, Tomo II, 564.
18
Volviendo a nuestro tema, la teologa catlica siempre estuvo
atenta a la tradicin, porque se reconoce hija de la misma. La fe en
la revelacin no aparece disociada de la comunidad que da testimonio
vivo de ella. Ello no implica que no se hagan juicios de valor
sobre la tradicin. Fue el gran telogo francs Yves Congar quien en
nuestros das crey conveniente recordar la distincin que existe
entre Tradicin (con maysculas) y tradiciones. No se trata de
defender las tradiciones para ponerlas al servicio de un proyecto
restaurador, sino de hacer transparente la gran Tradicin de la
Iglesia para un constante retorno a las fuentes que reactualice la
vigencia y la capacidad cuestionadora y movilizadora del Evangelio.
Por eso ya Melchor Cano distingua, en su esquema, entre Padres de
la Iglesia, escritores eclesisticos y telogos, otorgando distintas
cualificaciones a los testimonios de la tradicin segn los casos.
Recurrir a la Tradicin no quiere decir ser acrtico con ella ni
evitarse el trabajo hermenutico (interpretativo) sobre los
testimonios de la antigedad. Se trata de reconocer, con el autor de
la carta a los Hebreos, que estamos rodeados de una verdadera nube
de testigos (Heb 12,1), y que sumergirnos en esta nube no resulta
ocioso para la tarea teolgica. La Sagrada Tradicin y la Sagrada
Escritura estn ntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo
ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo, y tienden a un
mismo fin. (...) La sagrada Tradicin, pues, y la Sagrada Escritura
constituyen un solo depsito sagrado de la palabra de Dios, confiada
a la Iglesia.18 3.2. LA SAGRADA ESCRITURA19 La sagrada teologa se
apoya, como cimiento perpetuo, en la palabra escrita por Dios (...)
y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo,
investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el
misterio de Cristo.20 Desde siempre fue la sagrada Escritura el
lugar teolgico por excelencia. Ella contiene el testimonio de la
revelacin divina. Tanto la primitiva Iglesia como los Padres
hicieron de su constante meditacin la fuente privilegiada de su
reflexin y espiritualidad. Orgenes y Jernimo se destacaron, en la
antigedad, por su inters en reconstruir lo ms fielmente posible los
textos sagrados segn las distintas versiones existentes en el
momento. Que los Padres en sus sermones citaran la Biblia de
memoria nos habla de la asiduidad de su lectura y la profundidad de
su contemplacin, como as tambin del lugar que le asignaban tanto en
la reflexin como en la actividad pastoral. En la edad media el
comentario de los libros sagrados era un paso imprescindible para
llegar a ser magister. La reforma protestante, con su principio de
sola Scriptura, la convirti en la nica autoridad teolgica y
eclesial, mediada por el libre examen de la misma. La edad moderna
y contempornea descubrir que tambin a la Biblia puede aplicarse el
mtodo histrico-crtico para desentraar el sentido de un texto de
cuya comprensin nos separa el tiempo y la cultura. La recuperacin
de la escritura por parte de la Iglesia catlica en este ltimo siglo
la ha vuelto cercana a los cristianos que se entusiasman en su
estudio y en su meditacin, devolvindole el lugar de privilegio en
la tarea teolgica, la espiritualidad y la actividad pastoral.
18 19
CONCILIO VATICANO II, Constitucin sobre la Divina Revelacin Dei
Verbum, n 9-10. Cf. n 7-10. Sobre este tema se abundar en la
segunda seccin de esta obra. 20 CONCILIO VATICANO II, Constitucin
sobre la Divina Revelacin Dei Verbum, n 24. Cf. 11-26.
19
Todo ello, no obstante, no ahorra la necesidad de profundizar en
su conocimiento, sobre todo a la hora de la elaboracin teolgica, lo
que lleva a descubrir la dificultad inherente a los textos sagrados
y el indispensable recurso a la exgesis para su comprensin. Y aqu
aparecen los problemas, ya que no resulta fcil, ni an entre los
especialistas, el llegar a una compresin acabada de ciertos
escritos y pasajes bblicos. La nueva relacin entre teologa y
exgesis es una relacin conflictiva. Cmo superar el espacio que
media entre ciertas afirmaciones teolgicas y la Biblia? Puede ser
la Biblia el lugar al que se recurra para sacar sin criterios los
elementos que justifiquen posturas tomadas a apriori? No se alzan
los resultados de la exgesis en una especie de nuevo magisterio? No
terminan teologa y exgesis constituyndose en caminos paralelos sin
conexin entre s? Responde un telogo: El debate suscitado hace ms de
un siglo por el uso de la crtica histrica en teologa no est
cerrado. Corresponde al telogo, al menos en una parte importante,
criticar las ideologas subyacentes al uso de los mtodos llamados
histricos, materialistas o estructurales. Pero toca al exegeta no
dejarse encerrar en una problemtica que no es la suya, puesto que
no procede ni del mismo mtodo, ni de los mismos intereses. Para
designar el estado actual de las relaciones entre exegetas y
telogos, me parece decisivo aadir el calificativo problemtica al
sustantivo reconciliacin...21 Y ahora lo hace un exegeta: Este
acontecimiento (la asuncin del pensamiento histrico en la teologa
catlica), de importancia realmente epocal, se reflej de modo
especial en los documentos del Vaticano II, y fue sancionado por el
mismo en la constitucin Dei Verbum. Si la Sagrada Escritura es el
alma de la teologa (Dei Verbum 26), si los temas bblicos deben ser
abordados al comienzo de los tratados dogmticos (Optatam Totius
16), hay que procurar sacar las consecuencias de tales principios.
El alma de la teologa no puede ser ms la fuente para probar
afirmaciones que tienen el valor de un punto de partida
indiscutible. El punto de partida y de referencia constante ha de
ser entonces el testimonio de la Escritura, sobre el que se apoya
como en su fundamento el proceso de interpretacin y reflexin que se
hace palabra en el discurso de la reflexin teolgica subsiguiente.22
Dejando de lado esta cuestin, podemos formular algunos criterios
bsicos en lo que hace al uso de la Sagrada Escritura en la teologa:
a) La Escritura es un libro eclesial Es un libro eclesial por su
origen. En la Escritura no se nos da a conocer otra cosa sino la
alianza de Dios con Israel consumada en Cristo, quien deja a sus
apstoles el mandato de llevar su mensaje a todos los hombres de
todos los tiempos. Es un libro eclesial por su destino: la
Escritura como testimonio de la fe, est dirigida a los creyentes
que dan su asentimiento a la verdad revelada que en ella se
encuentra: la salvacin de Dios manifestada en la historia. Por eso
es que, a la hora de la reflexin teolgica, nadie puede interpretar
por cuenta propia una profeca de la Escritura (1 Pe 1,20), como si
no interviniera en dicha interpretacin el sentido eclesial de la
misma. Y a la vez, la finalidad eclesial de la Escritura debe ser
tenida en cuenta en dicha interpretacin.
21
DUQUOC, C., Mesianismo de Jess y discrecin de Dios. Ensayo sobre
los lmites de la cristologa, Madrid, Cristiandad, 1985, 34. 22
LONA, H., Exgesis y teologa dogmtica, en Proyecto 11 (1992)
8-9.
20
b) La Escritura no es un depsito de argumentos No puede el
telogo manejarse con la Escritura como con un fichero del que saca
argumentos para sustentar una hiptesis determinada, por muy loable
que esta sea. La Escritura tambin es instancia crtica de la tarea
teolgica. Y no es la Escritura la que se acomoda a nuestras tesis
teolgicas sino nuestras tesis teolgicas las que deben inspirarse y
acomodarse a la Escritura. c) La Escritura debe ser leda en su
integridad Es comn en algunas sectas -y lamentablemente no slo en
ellas- el recurrir unilateralmente a ciertas expresiones de la
Escritura para argumentar en favor de algo. Son los caballitos de
batalla con los que es imposible lidiar porque son ciegos y sordos,
constituyendo un fundamentalismo bblico donde dicho pasaje no puede
ser confrontado con otras verdades que tambin se encuentran en la
Biblia. Otra forma de manifestacin de este fundamentalismo es el
concordismo a travs del cual se hacen fciles concordancias con las
ms variadas teoras, sean estas cientficas o no, o transpolando
datos bblicos a experiencias actuales sin demasiado criterio.
Paradjicamente, en nombre de una cercana con la historia se termina
violentando el carcter histrico de los textos bblicos sin respetar
la distancia que nos separa de ellos y que exige cuando menos su
reconocimiento. Por eso es que la Escritura debe ser leda en su
conjunto, integramente o, para decirlo con trminos clsicos, en la
analoga de la fe. Desde esta analoga es posible percibir criterios
de verdad desde los cuales emitir juicios de valor sobre el propio
contenido de la Escritura23. As como en el Antiguo Testamento la
categora de alianza se constituye en centro de todo el devenir del
pueblo de Israel y de su fe, cabe decir lo mismo del kerygma (la
salvacin en Cristo muerto y resucitado) en el Nuevo Testamento. En
ltima instancia, es Cristo el sentido pleno de la Sagrada
Escritura. A su misterio debe referirse la totalidad de la
revelacin que la Biblia testimonia. d) La Escritura es el alma de
la teologa Frmense con diligencia especial los alumnos en el
estudio de la Sagrada Escritura, que debe ser como el alma de toda
la teologa.24 Esta es la recomendacin del Concilio Vaticano II. Una
de las tareas de la teologa en el porvenir ser la de saber abrevar
cada vez ms en la Palabra de Dios e incorporar sistemticamente a su
mtodo el momento exegtico, haciendo cada vez menos problemtica la
reconciliacin de la que hablaba Duquoc, y recuperando lo que nunca
debi haber perdido: su enraizamiento escriturstico. 3.3. LA
TRADICIN a) Los Padres de la Iglesia Teniendo en cuenta lo afirmado
cuando hablamos de la relacin entre Escritura y Tradicin, se hace
ahora necesario destacar, entre esa nube de testigos, la
importancia de los padres de la Iglesia para la teologa 25.
23
Tan slo por ejemplificar un poco burdamente, no tienen la misma
densidad de verdad la entrega de las tablas de la ley a Moiss en el
Sina que el hecho de que la burra de Balaam haya profetizado. 24
CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre la formacin sacerdotal Optatam
Totius Eclesiae n 16.
21
El concepto padres de la Iglesia es de uso corriente ya en el
siglo IV para referirse a los que participaron del Concilio de
Nicea (325). En la poca del Concilio de Efeso (431) ya se
encontraba en vigencia el recurso a la prueba patrstica. Vicente de
Lerins definir como padre de la Iglesia a aquel que ensea en la
unidad de la fe y de la comunidad eclesistica. El Decretum
Gelasianum (siglo VI) distingue entre padres y escritores
eclesisticos. En el medioevo se habla de los doctores de la Iglesia
y el recurso a la patrstica se convierte en la base de la primitiva
escolstica. Ser el ya mencionado Melchor Cano (siglo XVI) quien
pondr cuatro condiciones para que un escritor eclesistico reciba el
nombre de padre de la Iglesia: 1) permanencia en la comunidad
doctrinal verdadera, 2) santidad de vida, 3) reconocimiento por
parte de la Iglesia, y 4) pertenencia a la Iglesia antigua. En
siglo XVII, floreciente en lo que hace al estudio de la antigedad
cristiana, se formalizan los conceptos de patrologa (estudio de la
vida y la obra de los padres de la Iglesia) y de patrstica
(exposicin de conjunto de la teologa de los padres). Los siglos XIX
y XX aportarn dos elementos: 1) el estudio de los padres desde una
perspectiva histrica, y 2) la irrupcin de estos estudios en el
mbito de la teologa catlica. Como vemos, progresivamente en la
Iglesia y en la teologa va ganando espacio el estudio de los
padres. Pero en qu radica su importancia? En varios motivos. La
cercana a los orgenes puso a los padres de la Iglesia en lugar de
aquellos que por primera vez debieron encarar la tarea de presentar
el Evangelio a la cultura de su tiempo. De ah que su labor
evangelizadora, enriquecida con la sangre de los mrtires, se haya
convertido en paradigmtica para la Iglesia. Ellos fueron los
testigos de la fe de su tiempo, fe a la que supieron guiar en su
interpretacin autntica de la Palabra de Dios, de la que
cotidianamente se nutran. Por eso fueron adems de testigos maestros
de la fe en los avatares de su tiempo, como Trento y el Vaticano I
lo reconocieron al afirmar que el consenso unnime de los padres era
normativo para los creyentes. En ltima instancia, si bien fuera del
perodo de la revelacin apostlica, los padres de la Iglesia
participaron a su manera de la etapa fundacional de la Iglesia. En
palabras de Juan Pablo II, Padres de la Iglesia se llaman, con toda
razn, aquellos santos que, con la fuerza de la fe, con la
profundidad y riqueza de sus enseanzas, la engendraron y formaron
en el transcurso de los primeros siglos.26 La mayor parte de los
historiadores del dogma y los telogos coinciden en que la poca de
los padres se cierra con los grandes concilios de la antigedad
(siglo V) aunque no faltan quienes extienden la patrstica hasta el
siglo VII, con Isidoro de Sevilla, o hasta el XI, con San Bernardo
de Claraval. La primera opinin sigue siendo, no obstante, la ms
aceptada, incluso por las iglesias ortodoxas y protestantes. Para
la tarea teolgica resulta imprescindible valorar y ponderar la
reflexin de los padres, debiendo para ello recurrir a las reglas
exegticas que permitan conocer los testimonios patrsticos,
contenidos en formas literarias lejanas en el tiempo y en la
cultura.
25
Para lo que sigue cf. STUDER, B., Importancia de la patrstica
para la teologa, en FEINER, J. - LHRER, M., Mysterium Salutis,
Madrid, Cristiandad, 31981, Vol.I, 651-663; RATZINGER, J., Teologa
e historia. Notas sobre el dinamismo histrico de la fe, Salamanca,
Sgueme, 1972, 127-157. 26 JUAN PABLO II, Patres Ecclesiae, Buenos
Aires, Paulinas, 1980, Introduccin.
22
b) La celebracin de la fe27 Es comn mencionar, entre los lugares
teolgicos de la tradicin, a la liturgia, en la lnea de aquella
afirmacin que dice que la Iglesia celebra lo que cree y cree lo que
celebra. En la medida en que las liturgia, como celebracin de los
sacramentos de la fe, principalmente la Eucarista, hace presente a
Cristo entre los hombres, esta se constituye en un momento
privilegiado de la experiencia creyente y por lo tanto del
conocimiento del misterio. Para realizar una obra tan grande Cristo
est siempre presente en su Iglesia, sobre todo en su accin
litrgica. (...) En consecuencia, toda celebracin litrgica, por ser
obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es
accin sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo ttulo y
en el mismo grado, no la iguala ninguna otra accin de la Iglesia.28
c) Los telogos y escritores eclesisticos En la edad moderna
adquiere valor la opinin comn de los telogos, comprendiendo en esta
categora a los maestros posteriores a la poca patrstica que se
distingan por su ortodoxia y su contribucin teolgica. La unanimidad
de los telogos en un tema dado lleg a ser considerada criterio
cierto de verdad. En los hechos, se otorga al consenso de los
telogos un carcter normativo para la fe. Es imposible hacer teologa
sin recurrir, al igual que a los padres de la Iglesia, a la
tradicin teolgica expresada en innumerables autores y escuelas.
Ellos actualizaron la inteligencia de la fe, para cada poca y en
servicio a la comunidad de los creyentes. Y fueron delineando lo
que luego seran las definiciones del magisterio. De ellos depende,
en gran parte, el bagaje conceptual y el vocabulario de la teologa
actual. 3.4. EL MAGISTERIO Y EL SENSUS FIDELIUM29 Si Cristo confi a
su Iglesia la tarea de llevar su mensaje a todos los hombres, es
inherente a tal mandato el don y la funcin de un magisterio que
asegure, para todos los tiempos (indefectibilidad) la enseanza de
la verdad de Cristo (infalibilidad), y esto porque la Iglesia
aparece en la historia como el sacramento de la salvacin de Dios.
Ahora bien, tal afirmacin no ahorra los problemas propios que
surgen del hecho de transmitir una verdad (dogma) en las
condiciones cambiantes de la historia. Lo que plantea por los menos
tres cuestiones: 1) el desarrollo histrico de esta verdad, 2) el
sujeto de la misma, y 3) la relacin entre el magisterio y la
teologa. a) El desarrollo del dogma30 El Espritu de la verdad los
llevar a la verdad completa (Jn 16,13). La verdad plena aparece, en
labios de Jess, como una promesa. Dicha promesa nos habla, a la
vez, del carcter histrico de la fe y de la inabarcabilidad de la
verdad revelada: la salvacin en Cristo.27 28 29
STENZEL, A., Las maneras de transmitir la revelacin, en FEINER,
J. - LHRER, M., Mysterium Salutis, Madrid, Cristiandad, 31981,
Vol.I, 670-685. CONCILIO VATICANO II, Constitucin sobre la Sagrada
Liturgia Sacrosantum Concilium n 7. Para lo que sigue cf. LHRER,
M., Sujetos de la transmisin, en FEINER, J. - LHRER, M., Mysterium
Salutis, Madrid, Cristiandad, 31981, Vol.I, 607-651. 30 Cf. para
este tema ALSZEGHY, Z. - FLICK, M., El desarrollo del dogma
catlico, Salamanca, Sgueme, 1969; RATZINGER, J., obra citada,
71-125; SCHILLEBEECKX, E., Interpretacin de la fe. Aportaciones a
una teologa hermenutica y crtica, Sgueme, Salamanca, 1973.
23
La historia del dogma, como historia de la formulacin y
explicitacin de dicha verdad por parte de la Iglesia, debe verse
como el cumplimiento de la promesa hecha por Jess antes de su
pasin. De aqu que en los ltimos tiempos se haya abundado en la
cuestin del desarrollo o progreso dogmtico. Los desafos histricos,
la siempre renovada experiencia de los creyentes, las demandas de
la actividad misionera de la Iglesia, etctera, provocan en los
cristianos, movidos por el Espritu, una siempre creciente
inteligencia sobre la fe de siempre. En este sentido cualitativo, y
no cuantitativo, ms como profundizacin que como extensin, es que
puede y debe hablarse de progreso o desarrollo dogmtico como
expresin histrica concreta de la promesa evanglica. b) El sujeto
del magisterio: in docendo et in credendo El don de la adhesin a la
verdad revelada y de la proclamacin de la recta fe (ortodoxia) es
un don que todo el Pueblo de Dios, el sensus fidelium, posee y
ejerce in credendo, creyendo. Dentro de la Iglesia, los obispos en
comunin con el papa ejercen el ministerio proftico de la recta fe
in docendo, es decir, en su enseanza: esto es el magisterio. El
Concilio Vaticano I proclam el dogma de la infalibilidad: el papa
es infalible cuando habla excathedra (desde la ctedra de Pedro y
Pablo) en materia de fe y costumbres. Ms all del contexto histrico
que rode a dicha declaracin, es conveniente aclarar que la
infalibilidad es un don de Dios a toda su Iglesia y que el papa
ejerce de un modo in docendo y eminente. Quizs sirva un ejemplo.
Cuando Po XII proclam el dogma de la asuncin de Mara, lo que estaba
haciendo era proclamar solemnemente una verdad que la Iglesia crea
desde la antigedad y que incluso desde haca muchos siglos celebraba
en la liturgia. Po XII no estaba inventando una verdad cualquiera a
la que l adhiriera personalmente. El papa tan slo explicitaba que
dicha verdad formaba parte de la revelacin que Dios confi a su
Iglesia. El magisterio de la Iglesia31 se manifiesta en la enseanza
del papa, del Colegio de los Obispos unidos al obispo de Roma, de
los snodos de obispos, de las conferencias episcopales (nacionales
y supranacionales), de los obispos en particular, y, como afirm
Paulo VI, el catolicismo tiene en los concilios ecumnicos su forma
ms conciente y ms eficaz 32. c) Magisterio eclesistico y teologa33
Magisterio y teologa tienen en comn el formar parte de la actividad
proftica y docente de la Iglesia. Integran, de un modo
privilegiado, el ministerio eclesial de la palabra. En la antigedad
cristiana puede afirmarse que, habitualmente, estos dos ministerios
o servicios estaban unidos en la persona de los padres, casi
siempre obispos y telogos. Pero en la edad media la actividad
teolgica pas a ser patrimonio primero de los monjes y luego de las
rdenes religiosas, siendo pocos los telogos del clero secular
(entre los que habra que destacar a Anselmo de Canterbury). En el
ltimo siglo, y sobre todo despus del Vaticano II, puede afirmarse
que no hay estado de vida en la Iglesia que no cuente con telogos
profesionales. Con lo cual la cuestin de la relacin entre
magisterio y teologa se ha potenciado.
31
Cf. CONGREGACION PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instruccin sobre la
vocacin eclesial del telogo, Buenos Aires, Paulinas, 1990, n 13-20.
32 PAULO VI, Valor religioso de un Concilio que se ocup
principalmente del hombre. Alocucin en la sesin pblica del Concilio
Vaticano II del 7.XII.65. 33 Cf. CONGREGACION PARA LA DOCTRINA DE
LA FE, Instruccin sobre la vocacin eclesial del telogo, Buenos
Aires, Paulinas, 1990, n 21-41.
24
Desde el punto de vista metodolgico, el magisterio aparece como
una fuente normativa y autoritativa de la teologa, aunque las
propias declaraciones magisteriales sean objeto del estudio y el
debate teolgico. Y esto es as porque una declaracin de la autoridad
docente de la Iglesia no tiene por finalidad cerrar la discusin
teolgica sino ayudar a profundizar ms rectamente en ella. Desde el
punto de vista de la praxis eclesial la situacin es, por lo menos,
ms conflictiva, dadas las prioridades y los intereses inmediatos de
cada uno de estos ministerios. Quizs nunca se resuelva
histricamente la tensin existente entre ellos, y quizs el moverse
en esta tensin sea inherente a la labor teolgica, ya que la teologa
tratar de ir siempre ms all no por veleidad intelectual sino por
fidelidad a su carisma. As como el magisterio, en fidelidad a su
misin, tratar siempre de acotar el debate en aras de la unidad de
la Iglesia. La historia de los ltimos aos parece demostrarlo. 34
3.5. LA EXPERIENCIA HISTRICA Reiteradamente hemos hecho referencia
a los desafos histricos de los que tambin se alimenta la teologa.
En algn sentido, y no secundario, puede afirmarse que la
experiencia histrica de los creyentes es una de las principales
fuentes espontneas del pensamiento teolgico. Con renovado inters
Juan XXIII llamaba a los cristianos, en los albores del Concilio, a
escrutar los signos de los tiempos. Retomando aquella consigna, la
constitucin pastoral Gaudium et Spes afirmaba: Propio es de todo el
Pueblo de Dios, pero especialmente de los pastores y telogos,
escuchar con la ayuda del Espritu Santo, y discernir e interpretar
las variadas voces de nuestro tiempo, y valorarlas a la luz de la
palabra divina, para que la verdad revelada pueda ser mejor
recibida, mejor comprendida y expresada en forma ms adecuada.35 La
teologa en el posconcilio hizo de esta tarea un deber. As fue que
aparecieron diversas corrientes que hicieron del devenir histrico
el objeto de su lectura teolgica. Dichas corrientes pueden
englobarse en lo que ya antes del Concilio se llam teologa de las
realidades terrestres36. Pero ser sobre todo la teologa de la
liberacin latinoamericana la que har de esta lectura de la praxis
histrica un elemento metodolgico esencial de su reflexin. La
teologa como reflexin crtica de la praxis histrica a la luz de la
Palabra, no slo no reemplaza las otras funciones de la teologa,
como sabidura y saber racional, sino que las supone y necesita.
(...) El quehacer crtico de la teologa lleva necesariamente a una
redefinicin de esas otras dos tareas. En adelante, sabidura y saber
racional tendrn, ms explcitamente, como punto de partida y como
contexto, la praxis histrica. Es en obligada referencia a ella
donde deber elaborarse un conocimiento del progreso espiritual a
partir de la Escritura; y es en ella, tambin, donde la fe recibe
las cuestiones que le plantea la razn humana.37 Desde esta
perspectiva, la teologa aparece como acto segundo de la experiencia
histrica creyente: Por su predicacin del mensaje evanglico, por sus
sacramentos, por la caridad de sus miembros, la Iglesia anuncia y
acoge el don del reino de Dios en el corazn de la historia humana.
La comunidad cristiana profesa una fe que opera por la caridad.
Ella es -debe ser- caridad eficaz, accin, compromiso al servicio de
los hombres. La teologa es reflexin, actitud crtica. Lo primero es
el compromiso de caridad, de servicio. La teologa viene despus, es
acto segundo. (...) La vida, predicacin
34 35
El tema queda abierto, pero no es intencin de esta obra abundar
sobre el tema. CONCILIO VATICANO II, Constitucin pastoral sobre la
Iglesia en el mundo contemporneo Gaudium et Spes n 44. 36 La
expresin es el ttulo de la obra de G. Thills que data de 1947. 37
GUTIERREZ, G., Teologa de la liberacin. Perspectivas, Salamanca,
Sgueme, 111985, 38-39.
25
y compromiso histrico de la Iglesia ser, para la inteligencia de
la fe, un privilegiado lugar teolgico.38 Pero la teologa es tambin
acto segundo de la oracin, como expresin de la vida de la fe: El
discurso sobre la fe es un acto segundo respecto de la vida misma
de la fe. Este es un punto central de metodologa en teologa de la
liberacin. (...) El hablar sobre Dios (teo-loga) viene despus del
silencio de la oracin y del compromiso. La teologa ser un hablar
constantemente enriquecido por un callar. (...) Nuestra metodologa
es, a decir verdad, nuestra espiritualidad. Nada hay de
sorprendente en esto. Mtodo viene de hods, camino. La reflexin
sobre el misterio de Dios (eso es una teologa) slo puede hacerse
desde el seguimiento de Jess. (...) La espiritualidad es una
aventura comunitaria. Paso de un pueblo que hace su propio camino
en seguimiento de Jesucristo a travs de la soledad y amenazas del
desierto. Esta experiencia espiritual es el pozo del que tenemos
que beber. O tal vez hoy en Amrica latina nuestro cliz, promesa de
resurreccin.39 La teologa de la liberacin ha explicitado lo que
subyace a toda elaboracin teolgica: una determinada experiencia de
la fe y del compromiso y una determinada visin del mundo y de la
historia. Pero al hacerlo explcito ha planteado a toda teologa el
desafo de reconocerse como un discurso que interacta con otros
discursos y experiencias y que por lo tanto no puede ni creerse
autosuficiente ni engrerse por sus resultados. La ha devuelto a la
humildad de un saber en el misterio. Por otro lado el tema de la
experiencia nos plantea el siguiente interrogante: a travs de que
instrumentos la teologa se apropia de los datos con los cuales
construir su reflexin? O para decirlo desde otro lenguaje, cules
son las mediaciones de las que se vale la teologa para elaborar su
discurso? Lo que nos llevar, en el siguiente captulo, a abordar la
relacin de la teologa con las otras ciencias.
4. LAS MEDIACIONES 4.1. LA MEDIACIN FILOSFICA Como vimos, desde
la antigedad la teologa se acerc al saber filosfico, primero para
entablar dilogo y luego para servirse de l en su reflexin. Qued
dicho que fue la escuela de Alejandra la que formaliza su relacin
con la filosofa, a la que recibe bajo el signo del platonismo. En
las discusiones de los grandes concilios de la antigedad vemos a
los padres recurrir a conceptos provenientes del helenismo. San
Agustn pone al servicio de la reflexin creyente su propio pasado
neoplatnico. Con la edad media se opera una sistematizacin de este
recurso en el propio diseo de la enseanza teolgica que contemplaba
el estudio de las autoridades filosficas y la filosofa llega a ser
vista como anchillae theologiae (esclava de la teologa). Con
Alberto Magno y Toms de Aquino llega el turno del aristotelismo. Lo
comn es que el dilogo con la razn de la poca la teologa siempre lo
canaliz a travs de la filosofa. Esta encerraba, antes de la edad
moderna, la suma de todas ciencias y era la expresin ms acabada del
saber crtico y erudito. Cierto es que la relacin entre ambas llev
muchas veces a reduccionimos y unilateralidades, como por ejemplo
una concordancia entre los tratados filosficos y teolgicos que
seguan ms los lineamientos de la filosofa que los de la teologa.
Adems la relacin amo-esclavo, amn de denotar un lazo
epistemolgico
38
ID., obra citada, 35. Cf. del mismo autor Hablar de Dios desde
el sufrimiento del inocente. Una reflexin sobre el libro de Job,
Lima, Cep, 1986. 39 ID., Beber en su propio pozo, Salamanca,
Sgueme, 21984, 177-178.
26
no del todo resuelto, muchas veces se inverta. E incluso lleg a
forjarse la por lo menos discutida expresin de sntesis filosofa
cristiana. Lejos de ser anacrnicamente crticos de formulaciones del
pasado, es necesario destacar el significado que tuvo para la fe el
haberse animado a asumir los retos que provenan de la razn,
asumiendo crticamente en su respuesta los propios conceptos que la
razn le ofreca. La cuestin se complic cuando la razn filosfica entr
en crisis con la modernidad, y en lugar de una ciencia totalizadora
y nica la teologa tuvo que vrselas con la pluralidad cientfica
contempornea. Problema, decimos, desde el punto de vista
epistemolgico, porque la ciencia moderna ampli el horizonte de lo
posible y permiti enriquecer el conocimiento humano. Toca a la
teologa aceptar el nuevo reto y atreverse con la razn crtica del
hombre actual para presentar su inteligencia de la fe. 4.2. LA
MEDIACIN DE LAS CIENCIAS HUMANAS Entre las ciencias actuales se
destacan las llamadas ciencias humanas: sociologa, historia,
antropologa, psicologa, economa, etctera. Si hoy constituyen el
medio a travs del cual la razn se expresa, la teologa debe orlas e
integrarlas respetando su propia autonoma. 40 Si el hombre es el
camino que la Iglesia debe recorrer41, la teologa no puede
prescindir de aquellas ciencias que tienen al hombre por objeto.
Sera un teologismo42 pretender obviar el camino que la razn se da
para expresar su palabra sobre la persona humana, como si los
recursos a la tradicin teolgica y filosfica bastaran para abarcar
la complejidad del hombre y de la sociedad contempornea. Gran parte
de la teologa actual, sin abandonar la utilizacin del instrumental
filosfico, ha elegido el camino del dilogo con las actuales
ciencias humanas. No quiere esto decir que el problema que estas
ciencias plantean al mtodo teolgico est resuelto. Diferencias de
objeto, de mtodos, de inters, de lenguaje, todo esto sumado a la
pluralidad propia de las ciencias, hacen que la relacin sea
problemtica. No obstante ya pueden percibirse algunos de sus
frutos. En el mbito latinoamericano, la teologa de la liberacin
apel a las ciencias humanas, concretamente a las ciencias sociales,
para conocer en sus causas la situacin de pobreza e injusticia de
nuestro continente 43, situacin que interpela a la fe de los
creyentes, situacin que no tolera la ingenuidad ni las respuestas
evasivas. Creer que la salvacin de Dios en Cristo se manifiesta en
la historia y que es preciso escrutar, entonces, los signos de
dicha presencia, le impone a la teologa la seriedad de un anlisis
llevado a cabo con las mediaciones que autnomamente el hombre se da
para conocer las distintas dimensiones de su existencia. Esto no
quiere decir que la teologa venga luego a bendecir los resultados
de la ciencia. Veremos que no. Pero tampoco la teologa puede
ignorarlos porque nada de lo humano le es extrao. Y esto lo impone
no slo la honestidad intelectual o la seriedad acadmica, sino, y
ante todo, la fidelidad a la misin de la Iglesia. 4.3. LA MEDIACIN
HERMENUTICA44 La praxis cristiana y la misin de la Iglesia
interpelan a la teologa, ciencia de la fe, que es, tambin, ciencia
eclesial. El contenido de dicha interpelacin exige una primera
respuesta desde su propio mbito especfico. La teologa, respuesta
segunda, recurre a las ciencias humanas y a la filosofa respetando
la auto40 41
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitucin pastoral sobre la Iglesia
en el mundo contemporneo Gaudium et Spes n 36. JUAN PABLO II,
Redemptor Hominis, Buenos Aires, Paulinas, 1979, n 14. 42
Permtaseme la expresin, entendindola como un reduccionismo
eclesistico que impide conocer y percibir al hombre en su autonoma
y en su integridad. Cf. Documento de Puebla n 304-315. 43
GUTIERREZ, G., Teologa y ciencias sociales, en ID., La verdad los
har libre. Confrontaciones, Lima, Cep, 1986, 75-112. 44 Ver para lo
que sigue BOFF, C., Teologa de lo poltico. Sus mediaciones,
Salamanca, Sgueme, 1980, 249-285. Si bien el autor se refiere a la
teologa de lo poltico, las afirmaciones son vlidas para toda
reflexin teolgica.
27
noma de dichos mbitos. Dichas mediaciones le acercan el cmulo de
las conclusiones, siempre parciales y transitorias, del anlisis del
devenir histrico. Slo despus de este discurso es que la teologa
construye su sntesis y sus intentos de respuesta a los desafos que
la propia historia plantea a la fe. La teologa, inteligencia de la
fe, esta referida de un modo especfico a la revelacin, a la
positividad cristiana. Esta positividad se encuentra atestiguada en
la Sagrada Escritura y, en referencia a ella, en los textos de la
tradicin creyente, hacia los cuales la actividad teolgica dirige su
trabajo hermenutico, interpretativo45. Cada situacin histrica, cada
reto que la fe recibe de los hombres, hacen releer dichos textos
desde una nueva perspectiva. El resultado de dicho trabajo
hermenutico se vuelca a releer e interpretar, desde la palabra de
la revelacin, aquellas situaciones y retos. La finalidad no es,
meramente, llegar a una conclusin teolgica, sino iluminar y
orientar, desde esa conclusin, la labor evangelizadora de la
Iglesia, la praxis cristiana, la que a su vez volver a demandar, en
su interaccin histrica, nuevos desafos y retos. Se establece as un
crculo hermenutico, donde las demandas de la praxis cristiana
retornan como respuesta a esa praxis mediatizadas por la reflexin
teolgica, quien a su vez recurri desde su especificidad al saber
que la ciencia del hombre le ofrece en cada caso en un proceso
crtico y abierto. La reflexin teolgica propone construcciones
siempre provisorias porque se sabe deudora del dinamismo de la
verdad. Y si recurre a otros mbitos del saber es porque reconoce
que la verdad la desborda y que esta se encuentra en todas partes.
En ltima instancia, sabe que la accin de Dios en la historia se
manifiesta ms all de las fronteras de lo visiblemente cristiano.
Cuando la teologa recibe los aportes de las ciencias humanas y de
la razn filosfica, esta siendo consecuente con su creencia -ya
manifestada desde antiguo en la Iglesia- en que Dios da su verdad a
todos los hombres. La teologa intenta reunir las semillas de esta
verdad desde la luz de la fe, enfocando su esfuerzo hacia la
germinacin de un nuevo sentido, siempre ms pleno y fecundo. En
fidelidad a la misin de la Iglesia y acompaando el compromiso de
los cristianos, al servicio del conocimiento de la anchura y la
longitud, la altura y la profundidad (Ef 3,18) del misterio, la
teologa aporta crticamente, ante los nuevos desafos y a la luz de
la fe, la memoria eclesial que as se transforma en accin proftica
para el crecimiento del Pueblo de Dios. Desde esta fidelidad ser
juzgada.
5. LA DIVISIN DE LA TEOLOGIA A lo largo de la historia se han
ensayado distintas divisiones de la teologa, de acuerdo a distintos
criterios. Una de estas clsicas divisiones, y que impera en muchos
centros de estudios teolgicos, propone el siguiente esquema: 1.
Teologa Fundamental a) Introduccin a la teologa; b) Teologa de la
revelacin 2. Teologa Dogmtica a) Dios Uno y Trino; b) Creacin; c)
Antropologa; d) Cristologa; e) Eclesiologa; f) Mariologa; g)
Sacramentos; h) Escatologa 3. Teologa Moral a) Fundamentos; b) La
ley; c) La gracia; d) Virtudes fundamentales; e) Virtudes
teologales45
La teologa es, en muy gran medida, una ciencia que se hace a
partir de los textos, la Biblia, la exgesis, la tradicin, los
padres de la Iglesia, la liturgia, los textos del magisterio, del
propio Concilio: CONGAR, Y.-M., Theologie et sciences humanais, en
Esprit 78 (1965), 31, citado por BOFF, C., obra citada, 251.
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4. Teologa Asctica y Mstica 5. Teologa Pastoral Otros intentos
46 proponen una divisin ms actualizada en la que se perciba mejor
el pensamiento histrico : 1. Teologa Bblica 2. Teologa Histrica a)
Historia de la Iglesia; b) Patrstica; c) Historia de los dogmas 3.
Teologa Dogmtica * Alianza y Revelacin: Dios habla. * Mesianismo y
Redencin: Dios salva: a) Mesianismo; b) Cristologa; c)
Pneumatologa; * La vida en el Espritu: el hombre nuevo: a)
Cosmologa; b) Eclesiologa y Sacramentos; c) Mariologa; d)
Antropologa 4. Teologa Prctica y Espiritual Si bien las divisiones
corresponden a determinados modelos tericos, todas ellas apuntan a
un intento de sistematizacin que, en el momento actual de la
teologa, an no aparece lograd