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Cuentos Maravillosos

Jan 07, 2016

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ninnuam666

Cuentos
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  • Cuentos maravillososCuentos tradicionales europeos

  • CUENTOS MARAVILLOSOS

    Compilacin: Lina Meja Correa. Equipo asesor: Elkin Obregn, Beatriz Restrepo G., Juan Guillermo Jaramillo C., Mara Cristina Restrepo L., Olga Elena Meja L., Daniel lvarez B., Vanessa Escobar R., Mara Isabel Abad L.Edicin: Mara Isabel Abad L. Lina Meja Fundacin Secretos para contar.Correccin de estilo: Alberto Quiroga Jimnez.Correccin Gramatical: Uver Valencia Vera.Diseo grfico y montaje: Carolina Bernal Camargo.Ilustraciones: Nelson Andrs Correa L. Daniel Gmez H.Agradecimientos a: Adriana Patricia Rendn, Gloria Isabel Morales, Ivar Daro Henao y a las diferentes editoriales que permitieron la adaptacin de cuentos que aqu se publican.

    Nueva coleccin infantil y juvenil La vaca colorada gracias a los aportes de: AES Chivor S.A., Alcalda de Medelln - Secretara de Cultura Ciudadana, Bimbo de Colombia, Colombiana de Comercio S.A., Comfama, Comfenalco Antioquia, Corporacin Banco de Bogot, Developing Minds Foundation, Fundacin Argos, Fundacin Bancolombia, Fundacin Celsia, Fundacin EPM, Fundacin xito, Fundacin Fraternidad Medelln, Fundacin Nutresa, Fundacin Saldarriaga Concha, Fundacin Sofa Prez de Soto, Fundacin Sura, Gobernacin de Antioquia Secretara de Educacin, Industrias Haceb S.A., Mineros S.A. y a otras entidades, fundaciones y personas que han ayudado de manera silenciosa.

    Tercera edicin: 60.000 colecciones, octubre de 2014

    Secretos para contar ISBN 978 958 33 8473 8Libro Cuentos maravillosos ISBN 978 958 57007 9 - 6Impreso en Colombia por Panamericana

    FUNDACIN SECRETOS PARA CONTARPresidenta Consejo: Lina Meja Correa.Asesora pedaggica: Tita Maya.Directora administrativa: Isabel Cristina Castellanos Arteaga.Directora instalacin: Natalia Olano Velsquez.Directora de educacin: Vanessa Escobar Rodrguez.

    Talleristas: Alejandro Gmez Jaramillo, Andrs David Alvarez Castrilln, Carolina Chavarra Olarte, Carolina Tabares Zapata, Daniel Alvarez Betancur, Daniel Usuga Monsalve, Diego Franco Gonzlez, Juan David Londoo Vargas, Juan Jos Obando Jaramillo, Juan Luis Vega Gonzlez, Juan Sebastin Castro Prez, Len Felipe Franco Cardona, Mara Posada Ramrez, Mary Belle Salazar Meja, Santiago Prez Rodrguez, Silvia Londoo Castao.

    Consejo de Administracin: David Escobar A., Ignacio Calle C., Juan Guillermo Jaramillo C., Beatriz Restrepo G., Lina Meja C., Jorge Mario ngel A., Paula Restrepo D., Manuel Santiago Meja C., Mara Cristina Restrepo L. Invitados permanentes: Tita Maya, Gilberto Restrepo V.

    Todos los derechos reservadosSecretos para [email protected]. 57 (4) 266 41 63Medelln - Colombiawww.secretosparacontar.org

    MATERIAL EDUCATIVO DE DISTRIBUCIN GRATUITA, NO TIENE VALOR COMERCIAL.

  • Para todos aquellos que se dejar encantar por los cuentos.

    Un mundo donde grandes y chicos pueden entrar.

  • Los siete chivitos Jacob y Wilhelm Grimm

    La reina de las abejasJacob y Wilhelm Grimm

    La inteligente hija del campesinoJacob y Wilhelm Grimm

    Los tres pelos de oro del diabloJacob y Wilhelm Grimm

    9

    17

    23

    31

    n d i c e

    Los msicos de BremenJacob y Wilhelm Grimm

    Las hadasCharles Perrault

    El patito feoHans Christian Andersen

    Los tres hermanosJacob y Wilhelm Grimm

    43

    51

    57

    63

  • 6Haba una vezHaba una vez un patito feo que descu-

    bri que era un cisne muy hermoso; ha-

    ba una vez un campesino que tena una

    hija muy inteligente que se cas con un

    rey; haba una vez un hombre que tena

    tres hijos y no saba a cul de los tres de-

    jar su casa por herencia; haba una vez

    un muchacho muy valiente que fue has-

    ta los infiernos para arrancarle tres pe-

    los al diablo; haba una vez un burro que

    quera ser msico

    Los cuentos de hadas cuentan hermosas

    y terribles historias que sucedieron en

    tiempos remotos, muy antiguos, cuan-

    do los animales hablaban y los reyes

    vivan en reinos encantados, y los bos-

    ques estaban poblados de lobos feroces

    y de monstruos fabulosos. Y sin embar-

    go, cuando los leemos, sentimos que nos

    hablan de algo que todava est profun-

    damente vivo, y que esas historias estn

    sucediendo ahora mismo. En dnde? En

    nosotros mismos, en nuestra imagina-

    cin, en nuestra memoria.

    Todas esas historias nos hablan del

    mundo que nos rodea, y todas ocurren

    en sitios que de una u otra manera son

    familiares para los hombres de todos los

    tiempos. Pero, ante todo, nos hablan de

    lo que nos sucede a nosotros mismos,

    porque los hroes y personajes de estos

    cuentos siempre tienen que pasar, como

    nosotros, una serie de pruebas para po-

    der sobrevivir o para poder realizar sus

    sueos. Y entonces, cada lector debe en-

    frentarse, como la princesa o el esgri-

    mista, con sus propias noches oscuras,

    con el terror que paraliza, con el peligro

    que acecha por doquier, y tambin en-

    contrar a sus propios ngeles protecto-

    res, descubrir sus habilidades y alcan-

    zar, al fin y al cabo, sus propias victorias.

    Hay, adems, algo que sorprende en es-

    tos cuentos, y es descubrir en ellos que

    los seres humanos estamos hechos de

    la misma materia y del mismo barro;

    en ellos distinguimos la maldad de la

    bondad, la generosidad de la avaricia,

  • 7el miedo de la valenta, la inteligencia

    de la estupidez, y sabemos que un hom-

    bre que quiere hacer el bien, lo mismo lo

    hace montado en un caballo que en una

    motocicleta, en un castillo encantado

    que en una modesta casita de campo.

    Los cuentos clsicos son universales.

    Han sobrevivido a los viajes del viento

    y se han mantenido en las voces de to-

    das las generaciones. Por eso, quien lee

    uno de estos cuentos maravillosos cru-

    za la puerta que conduce a la memoria

    de todos, y es en verdad asombroso que

    las aventuras que nos narran aparezcan

    idnticas en los cuentos de distintos pa-

    ses como si ellas estuvieran vivas en la

    raz que alimenta a todos los hombres.

    Los cuentos clsicos hablan en un idio-

    ma que es transparente y claro para to-

    dos, y crean puentes que unen a todas

    las culturas. Y si un nio colombiano se

    encuentra con un nio japons, ambos

    se entenderan de inmediato hablando

    de hroes y aventuras, de encantamien-

    tos y poderes sobrenaturales, de bosques

    embrujados y animales peligrosos, de la

    eterna caperucita roja y del siempre te-

    mido lobo feroz.

    Hoy podemos recorrer el camino que con-

    duce al reino de los cuentos maravillosos

    gracias a autores como Charles Perrault,

    los hermanos Grimm y Hans Christian

    Andersen, que, hace varios siglos, hicie-

    ron un trabajo de recopilacin de leyen-

    das y cuentos populares, y tambin crea-

    ron sus propios cuentos y universos.

    En honor a esta herencia universal, este

    libro recoge ocho cuentos de estos tres

    autores. Es apenas una pequea muestra

    que tiene el propsito de ser una puerta

    de entrada al inmenso reino del Haba

    una vez, donde todos nos encontramos.

  • 9Este es el cuento de siete chivitos blancos que vivan con su mam en una linda casa en el bosque. Pero en el bosque viva tambin un lobo malvado.Un da, la mam tuvo que ir al mercado. Llam a sus siete chivitos y les dijo:

    Cierren bien la puerta y no le abran a nadie, porque el lobo malvado puede venir.

    Y cmo sabremos que el lobo malvado es el que toca a la puerta? pre-guntaron los chivitos.

    Porque el lobo tiene la voz ronca y las patas negras contest la mam y se despidi.

    Al quedarse solos, los siete chivitos cerraron la puerta con candado.

    El lobo, que estaba escondido detrs de unas matas, vio pasar a la mam y pens:

    Ahora me comer a los siete chivitos que estn solos, tiernos y gorditos.

    Los siete chivitosJacob y Wilhelm Grimm

  • 10

    En tres saltos lleg a la puerta de la casa y toc: toc, toc, toc!

    Quin es?

    Abran, mis chivitos. Soy su mam y les traigo dulces del mercado dijo el lobo.

    Pero los chivitos le contestaron:

    No, t no eres nuestra mam. Ella tiene la voz dulce y t la tienes ronca.

    Entonces el lobo se fue a su casa y se tom seis cucharadas de miel para aclararse la voz. Regres a casa de los chivitos y toc: toc, toc!

    Quin es?

    Abran, mis chivitos. Soy su mam y les traigo dulces del mercado dijo el lobo con voz dulce.

    Los chivitos iban a abrirle la puerta, cuando vieron sus patas por la rendija.

    No, t no eres nuestra mam. Ella tiene las patas blancas y t las tienes negras.

    El lobo se puso furioso. Entonces fue a casa del panadero, y all, sin que na-die lo viera, meti sus patas en un barril de harina hasta que le quedaron blancas. El lobo regres corriendo a casa de los chivitos.

    Y toc: toc, toc, toc!

    Quin es?

    Abran, mis chivitos. Soy su mam y les traigo dulces del mercado dijo el lobo.

    Queremos ver tus patas primero contestaron los chivitos.

    Y el lobo asom por la rendija sus patas enharinadas. Los chivitos, entonces, abrieron la puerta. El lobo entr a la casa y todos corrieron a esconderse.

  • 13

    El primer chivito se meti en la canasta de la ropa sucia. El segundo chi-vito, debajo de la cama. El tercer chivito, en una gaveta. El cuarto chivito, debajo de la mesa. El quinto chivito, en el escaparate. El sexto chivito, de-trs del sof, y el ms chiquito se meti dentro del reloj.

    Pero el lobo malvado los fue encontrando uno por uno, y uno por uno se los fue comiendo, menos al ms chiquito, porque no se le ocurri buscar dentro del reloj.

    El lobo se fue con la barrigota llena y se acost a dormir la siesta debajo de un rbol en medio del bosque.

    Cuando la chiva regres del mercado, encontr la puerta abierta y la casa patas arriba.

    Ay, mis hijos! Ay, mis chivitos! El lobo malvado se los ha comido a todos!

    A m no! A m no! grit el ms chiquito desde el reloj.

    La mam chiva lo ayud a salir y el chivito le cont lo que haba pasado. A la chiva se le ocurri entonces una idea: busc las tijeras, el carrete de hilo, la aguja y el dedal. Tom a su chivito ms pequeo de la mano y se fue con l al bosque a buscar al lobo.

    Caminaron y caminaron hasta que escucharon unos ronquidos, y ah, durmiendo debajo de un rbol, vieron al lobo.

    La chiva se acerc calladita, y, de un tijeretazo, le abri la barriga. Afuera saltaron los chivitos, uno por uno. El lobo estaba durmiendo tan profun-damente que no se daba cuenta de nada. Los chivitos brincaban felices, pero la chiva les dijo:

    Shhhhh no vayan a despertar al lobo, que an no hemos terminado. Busquen seis piedras bien grandes para metrselas en la barriga.

    Los chivitos trajeron las piedras y se las metieron hasta dejarlo panzn.

  • 15

    Luego, la chiva enhebr la aguja y, con mucho cuidado, le cosi la barriga.

    La chiva y sus chivitos regresaron a casa, trancaron la puerta y se comie-ron los dulces que su mam les haba trado del mercado.

    Y el lobo, mientras tanto, despert con dolor de barriga. Quiso ir a tomar agua al ro y se par trastabillando porque la barriga le pesaba muchsimo.

    Ay! Estos chivitos no estaban tan tiernos, me duele la panza se quej el lobo.

    Y cuando se inclin a beber a la orilla del ro, el peso de las piedras lo hizo caer al agua y la corriente se lo llev.

    La chiva y los chivitos nunca volvieron a ver al lobo por esas vecindades.

  • 17

    Un rey tena tres hijos. Un da, dos de ellos salieron en busca de aventuras. Llevaban una vida turbulenta y desordenada que los mantena alejados de su casa. El hijo menor, que se llamaba Juan Bobo, decidi un da ir en busca de sus hermanos. Cuando por fin los en-contr, ellos se burlaron de l diciendo:

    Cmo pretendes, siendo tan bobo, triunfar en el mundo, cuando noso-tros, que somos mucho ms inteligentes, no lo hemos logrado?

    Juan Bobo no quiso discutir, y los tres emprendieron camino hasta que llegaron a un hormiguero. Los dos mayores queran escarbarlo y ver cmo se arrastraban las pequeas hormigas llenas de miedo, pero Juan Bobo les dijo:

    Dejen a los animales en paz. No me gusta que los molesten.

    Siguieron andando, y llegaron a un lago en el que nadaban muchos, mu-chos patos. Los dos hermanos quisieron cazar algunos para asarlos, pero Juan Bobo no lo permiti y les dijo:

    Dejen a los animales en paz. No me gusta que los maten.

    La reina de las abejasJacob y Wilhelm Grimm

  • 18

    Finalmente, llegaron a un rbol en el que haba una colmena que tena tanta miel que se derramaba por el tronco. Los dos hermanos mayores quisieron prender fuego bajo el rbol y asfixiar a las abejas para poder coger la miel, pero Juan Bobo los detuvo de nuevo y les dijo:

    Dejen a los animales en paz. No est bien asfixiarlos.

    Un da, llegaron los tres hermanos a un palacio en cuyos establos haba caballos de piedra y en donde no se vea a ningn ser viviente. Recorrieron todos los salones hasta que, al final, se encontraron ante una puerta en la que haba tres cerraduras. En medio de la puerta haba una ventanita por la que se poda mirar hacia el interior de la habitacin. Se asomaron y vie-ron a un hombrecito gris sentado ante una mesa. Lo llamaron una y otra vez, pero el hombrecito no oa, hasta que finalmente se levant, abri las cerraduras y sali, y sin pronunciar palabra alguna, los llev a una mesa repleta de manjares. Cuando los tres hermanos terminaron de comer y beber, el hombrecito llev a cada uno a su dormitorio.

    A la maana siguiente, el hombrecito fue a la habitacin del mayor, le hizo seas para que lo siguiera y lo condujo ante una pared en la que estaban escritas las tres pruebas que deba superar para desencantar el castillo.

    La primera consista en lo siguiente: en el bosque se encontraban las mil perlas de la hija del rey. Haba que buscarlas, y si antes de la puesta de sol faltaba una sola, el que las buscaba se convertira en piedra.

    El mayor se dirigi all y busc durante todo el da, pero cuando cay la tarde no haba encontrado ms que cien, y pas lo que estaba escrito en la pared: se convirti en piedra.

    Al da siguiente, el hombrecito invit al segundo hermano a hacer la prue-ba, y no le fue mejor que al mayor. No encontr ms que doscientas perlas y se convirti en piedra.

    Finalmente, le toc el turno a Juan Bobo, y fue a buscar las perlas al bos-que. Pero era tan difcil encontrarlas y tomaba tanto tiempo, que se sent

  • 21

    en una piedra y se puso a llorar. Mientras estaba all sentado, lleg la reina de las hormigas a las que haba salvado la vida, acompaada de un ejrcito de cinco mil hormigas.

    Poco tiempo despus, las hormiguitas haban reunido todas las perlas en un montn.

    La segunda prueba consista en sacar del gran lago la llave de la habita-cin de la princesa. Cuando Juan Bobo lleg al lago aparecieron nadando los patos que l haba salvado, se sumergieron y sacaron la llave del fondo.

    La tercera prueba era la ms difcil. Entre las tres hijas del rey, que esta-ban dormidas, haba que elegir a la ms joven y ms alegre, pero eran tan parecidas como tres gotas de agua. La nica diferencia que tenan era que cada una haba comido un dulce diferente antes de ir a la cama. La mayor, una cucharada de arequipe; la segunda, un chocolate; y la tercera, una cucharada de miel.

    Entonces vino en su ayuda la reina de las abejas, a la que Juan Bobo haba protegido del fuego, prob los labios de las tres princesas y se pos en la boca de la que haba comido miel: as reconoci el hijo del rey a la ms jo-ven y ms alegre.

    Al instante el hechizo desapareci, y las tres princesas se despertaron y todos los que se haban convertido en piedra volvieron a la vida.

    Juan Bobo se cas con la ms joven y alegre, y sus dos hermanos se casaron con las hermanas de la princesa.

    Luego de la muerte de su padre fue coronado rey, y hoy pocos se acuerdan de que en un tiempo lo llamaban Juan Bobo.

  • 23

    La inteligente hija del campesinoJacob y Wilhelm Grimm

    Este es el cuento de un campesino que no tena tierra para trabajar. Solo tena una casita y una hija. Un da, el padre le dijo a la mucha-cha:Deberamos pedirle a nuestro amo, el rey, que nos d un pedazo de tie-rra para trabajar.

    Llegaron hasta el palacio y le contaron al rey de su pobreza y de su deseo de trabajar la tierra. l, atendiendo su pedido, les regal un pequeo te-rreno en medio del valle, donde padre e hija sembraron trigo y algunos frutales. Cuando ya tenan cultivado casi todo el campo, encontraron en la tierra un piln de oro puro.

    Oye le dijo el padre a la muchacha, como nuestro amo, el rey, ha sido tan generoso y nos ha regalado este campo, podramos darle el piln en agradecimiento.

    La muchacha no estuvo de acuerdo y le dijo:

    Padre, mejor busquemos el mazo del piln. As le entregamos ambas cosas.

  • 24

    Pero l no hizo caso, cogi el piln y se lo llev al rey, dicindole que se lo daba en seal de agradecimiento y respeto. El rey cogi el piln y pregunt:

    Y el mazo? De qu me sirve un piln sin el mazo?

    Mi amo, solo he encontrado el piln.

    El rey no crey lo que el campesino le dijo y orden que lo llevaran a la crcel, en donde debera permanecer todo el tiempo que fuera necesario hasta que su hija llevara el mazo de oro.

    El campesino repeta, quejndose de su suerte:

    Ay, ay! Si hubiera escuchado los consejos de mi hija. Ay, si hubiera aten-dido sus razones no estara yo aqu, preso a pan y agua.

    Los guardias, que lo oan quejarse y gritar, se lo contaron a los sirvientes, los sirvientes se lo contaron al cocinero, el cocinero al paje y el paje se lo cont al rey.

    El rey mand a traer al campesino a su presencia.

    Por qu te lamentas de esa forma? Por qu debas haber escuchado los consejos de tu hija?

    Porque ella me advirti que no deba traerle el piln de oro hasta que no encontrramos el mazo del piln, y as le traeramos ambas cosas.

    Veo que tienes una hija muy inteligente dijo el rey, y mand a sus sir-vientes a que la trajeran al palacio. As pues, la hija se present ante el rey, que al verla tan alegre y despierta, le propuso resolver un acertijo para comprobar si era tan inteligente como pareca. Si lo resolva, se casara con ella. Ella acept el reto. Entonces el rey le dijo:

    Ven a verme, ni vestida ni desnuda, ni a caballo ni en coche, ni por el camino ni fuera del camino, y si sabes hacer todo esto, me casar contigo.

  • 27

    Ella se march y se desnud totalmente: as no estaba vestida. Cogi una gran red de pescar y se envolvi en ella: as no estaba desnuda. Luego al-quil un asno y le at la cola a la red, de modo que tuviera que arrastrarla: as ella no iba ni a caballo ni en coche. Finalmente, el asno la llevaba por el camino, pero ella solo pisaba el suelo con un pie, mientras que con el otro pisaba la zanja de la orilla: as no estaba ni en el camino ni fuera del camino.

    As, se present ante el rey, que qued muy complacido porque ella haba resuelto el acertijo. El rey orden entonces sacar al padre de la crcel, la tom a ella por esposa y le pidi que administrara todos los bienes reales.

    Pasaron unos aos hasta que un da dos campesinos, despus de un aje-treado da de mercado, se detuvieron con sus carretas a descansar frente al palacio.

    Uno de los campesinos traa dos caballos para tirar de su carreta y, ade-ms, una yegua con un potrico. El otro solo traa bueyes para tirar de su carreta. En un descuido, el potrico fue a parar junto a los bueyes. Los cam-pesinos comenzaron a pelearse por el potrico: el dueo de los bueyes que-ra quedarse con l, alegando que lo haban parido los bueyes. El otro deca que no, que lo haba parido su yegua y que era suyo.

    La pelea lleg a odos del rey, y este, luego de analizar los hechos, senten-ci que el potrico deba quedarse donde estaba. As, el campesino de los bueyes se qued con l, aunque no le perteneca.

    El otro, aburrido, se march pensando en qu deba hacer para recuperar su potro, y pronto se le ocurri presentarse ante la mujer del rey, de quien haba odo decir que era sabia y justa. Entonces se acerc al palacio y pidi audiencia con la reina.

    Si me prometes no descubrirme ante el rey dijo ella, te dir lo que tienes que hacer. Maana por la maana, en el desfile, hazte en medio de un lugar seco por el que pase el rey. Coge una gran red de pescar y haz como si pescaras, y saca los peces de las redes, como si las tuvieras llenas.

  • 28

    Tambin le dijo lo que tena que responder si el rey le preguntaba algo.

    A la maana siguiente, estaba el campesino pescando en un lugar seco cuando el rey pas por all, lo vio y envi a su mensajero a preguntarle qu haca.

    Buen hombre, mi amo, el rey, manda a preguntar si no es una locura pescar en seco.

    Este le contest:

    Pues dgale a su amo, el rey, que as como dos bueyes pueden parir un potro, as tambin yo puedo pescar en seco.

    El emisario llev la respuesta al rey y este crey reconocer esa manera de razonar.

    Quin te ha dado todas esas ideas? le pregunt el rey.

    Nadie, ha sido idea ma respondi el hombre.

    Pero tanto le insisti el rey, que el hombre acab por confesar que se lo haba dicho la reina.

    Cuando el rey lleg al palacio, le dijo a su mujer:

    Por qu has querido engaarme? No te quiero ms por esposa. Vuelve al lugar de donde viniste.

    Sin embargo, como despedida, el rey le concedi un deseo.

    Puedes llevarte de este palacio lo que sea ms querido y mejor para ti.

    S, querido esposo dijo ella, pero djame, antes, hacer un brindis de despedida.

    La reina mand a uno de sus sirvientes a que le trajera un fuerte bebe-dizo para brindar. El rey se ech un buen trago y ella bebi solo un poco.

  • 29

    Cuando el rey se sumi en un sueo profundo, ella llam al sirviente, que cogi una hermosa tela de lino blanco para envolverlo.

    El sirviente lo llev hasta la puerta y ella se lo llev en un carruaje hasta su casa, y lo acost en su cama, donde durmi da y noche. Cuando el rey se despert, mir a su alrededor y dijo:

    Dios mo! Dnde estoy? A dnde me han trado?

    El rey llam a sus sirvientes, pero no haba nadie. Su mujer se acerc a la cama y le dijo:

    Querido seor, me has autorizado a traerme lo ms querido y mejor del palacio, y como no tengo nada ms querido ni mejor que t, te he trado conmigo.

    Al rey se le llenaron los ojos de lgrimas, y al mismo tiempo se rea.

    Querida, volveremos a vivir juntos. Definitivamente nadie puede con la inteligente esposa del rey.

    Y hoy siguen felices, viviendo en el palacio, gobernando con inteligencia y sabidura.

  • 31

    Haba una vez un reino en donde viva un joven muy valiente y apuesto. Tan valiente era que un da solicit una audiencia con el rey y, al verse frente a l, le pidi de buenas a primeras la mano de su hija, de la que estaba profundamente enamorado.

    El rey, cuya avaricia era bien conocida, pensando que el joven le haca un pedido imposible, le contest:

    Solo conceder la mano de mi hija a aquel que vaya al infierno y me trai-ga tres pelos de oro de la cabeza del diablo.

    Se los traer, majestad dijo el joven valiente, y parti de inmediato a cumplir el encargo.

    Anduvo muchos das hasta que lleg a una gran ciudad, y el guardia que estaba en la puerta le pregunt qu oficio tena.

    S muchas cosas contest.

    Entonces podrs hacernos un favor dicindonos por qu la fuente de nuestra plaza, que antes nos daba vino, ahora ni siquiera nos da agua. Como recompensa te daremos dos burros cargados de oro.

    Los tres pelos de oro del diabloJacob y Wilhelm Grimm

  • 32

    Con mucho gusto acept, pero ser a mi regreso.

    Sigui su camino y lleg a otra ciudad, cuyo guardia tambin le pregunt:

    Qu oficio tienes y qu sabes hacer?

    S hacer muchas cosas contest.

    Entonces nos podrs hacer un favor dicindonos por qu el rbol que antes daba manzanas de oro ahora ni siquiera tiene hojas. Te recompen-saremos por ello.

    Con mucho gusto acept, pero ser a mi regreso.

    Sigui su camino y lleg a un ro que tena que cruzar. El balsero le pre-gunt:

    Qu oficio tienes y qu sabes hacer?

    S hacer muchas cosas contest.

    Entonces me podrs hacer un favor dicindome por qu debo seguir na-vegando eternamente sin que nadie me releve. Recompensar tu ayuda.

    Con mucho gusto acept, pero ser a mi regreso.

    Luego de cruzar el ro lleg al infierno, que se vea negro y lleno de carbn. Sin embargo, el diablo no estaba en casa, pero estaba su abuela, sentada en un ancho silln.

    Qu deseas? le pregunt.

    Tres pelos de oro de la cabeza del diablo le contest el joven. Sin ellos no podr casarme con la princesa de la que estoy muy enamorado.

    Entonces la anciana lo transform en una hormiga y le dijo:

    Mtete en el bolsillo de mi falda. All estars a salvo.

  • 35

    Bueno dijo l. Pero tambin quiero saber por qu la fuente de la que antes sala vino ahora ni siquiera da agua, por qu el rbol que antes daba manzanas de oro ahora ni siquiera tiene hojas y por qu el balsero siem-pre debe ir y volver de una orilla a otra del ro sin que nadie lo releve.

    Son tres preguntas muy difciles dijo la anciana, pero si te quedas quieto escuchars las respuestas del diablo cuando le saque los tres pelos de oro.

    No faltaba mucho para la noche cuando el diablo regres a su casa. Olfa-te por todas partes y dijo:

    Siento... siento olor a carne humana!

    Y aunque busc y revis, no encontr nada.

    La abuela lo fren diciendo:

    No me desordenes toda la casa, que hasta hace un rato estuve barriendo. Sintate y toma tu merienda!

    Despus de comer y de beber, el diablo apoy su cabeza en la falda de la abuela, le dijo que estaba cansado y le pidi que le quitara los piojos de la cabeza.

    Al rato se qued dormido, respirando fuerte y roncando. Entonces la abue-la tom uno de los pelos de oro, lo arranc y lo puso a un lado.

    Ay! grit el diablo. Qu pasa?

    Tuve una pesadilla dijo la abuela. Por eso te tir del pelo.

    Qu estabas soando?

    So que la fuente de una plaza que antes daba vino y agua pura en abundancia se haba agotado. Qu podr ser?

  • 37

    Ja, si supieran contest el diablo. En la fuente hay una rana debajo de una piedra. Tienen que sacarla de ah, y entonces volver a funcionar.

    La abuela sigui despiojando al diablo hasta que este volvi a dormirse y a roncar tan fuerte que temblaban los vidrios de la ventana. Entonces le arranc un segundo pelo.

    Uy! grit el diablo. Qu haces?

    No te enojes dijo la abuela. Lo hice porque estaba soando.

    Qu soabas?

    So que en un reino haba un rbol que antes daba manzanas de oro y ahora ni siquiera tiene hojas. Qu podr ser?

    Ja, si supieran contest el diablo. Un ratn se est comiendo su raz. Tienen que sacarlo de ah, y volver a dar manzanas de oro. Si el ratn se sigue comiendo la raz, el rbol se secar. Pero djame en paz le advirti el diablo. Si me despiertas una vez ms, te voy a castigar.

    La abuela sigui quitndole los piojos hasta que se volvi a dormir. Enton-ces agarr el tercer pelo de oro y lo arranc. El diablo salt furioso, pero la anciana lo tranquiliz y le dijo:

    Son pesadillas terribles!

    Qu era lo que estabas soando?

    So con un balsero que iba y volva, y nunca nadie lo vena a relevar. Qu podr ser?

    Qu tonto! contest el diablo. Y le cont a la vieja el truco para que el balsero se liberara. Cuando venga alguno que quiera cruzar el ro le tie-ne que poner el remo en la mano, y entonces quedar libre. Ahora dijo furioso me quiero volver a dormir.

  • 38

    Entonces ella lo dej dormir, y al da siguiente, cuando el diablo se fue, la abuela sac la hormiga de su bolsillo y la volvi a transformar en el joven. Luego le dio los tres pelos de oro y le pregunt:

    Escuchaste y entendiste todo lo que dijo el diablo?

    S contest el muchacho. Y lo voy a recordar bien.

    El joven valiente dio las gracias a la abuela del diablo y abandon el infier-no. Cuando lleg al ro, el balsero le pidi la respuesta.

    Primero crzame a la otra orilla y luego te dir lo que tienes que hacer le dijo.

    Luego de bajar de la balsa, le cont el consejo del diablo:

    Cuando venga alguno que quiera cruzar, dale el remo en la mano, sal corriendo y quedars libre.

    Despus, sigui su camino, lleg a la ciudad del rbol sin frutos y el guardia le pidi la respuesta. El joven le dijo lo que le haba escuchado decir al diablo:

    Un ratn se est comiendo la raz. Deben sacarlo y el rbol volver a dar manzanas de oro.

    El guardia le agradeci y le entreg dos burros cargados de oro.

    Finalmente, lleg a la ciudad cuya fuente se haba quedado sin agua y sin vino, y le cont al guardia lo mismo que haba dicho el diablo:

    Hay una rana debajo de la piedra de la fuente. Bsquenla, squenla y llvenla a otro lugar. Entonces, volver a salir agua y vino en abundancia.

    El guardia le agradeci y le dio otros dos burros cargados de oro.

    Al fin, el joven valiente lleg al palacio y pidi hablar con el rey, a quien entreg los tres pelos de oro del diablo. Cuando el avaro rey vio que traa cuatro burros cargados de oro se llen de asombro y pregunt:

  • 41

    Querido joven: de dnde sacaste todo ese oro?

    He pasado un ro dijo el joven valiente y lo he recogido en la otra orilla, donde hay oro en lugar de arena.

    Podr yo tambin encontrar oro? pregunt el rey, sin poder disimu-lar su codicia.

    S, todo el que quiera le contest el joven. Hay un barquero en el ro, pdale que lo cruce y as podr llenar de oro los sacos en la otra orilla.

    Enseguida, el rey se puso en camino, y cuando lleg al ro le hizo seas al balsero. Este lo subi a la balsa, pero cuando el rey quiso bajarse, al llegar a la otra orilla, el balsero le entreg el remo y salt a tierra.

    Entonces el viejo rey debi pagar su avaricia navegando sin reposo.

    Remar todava?

    Es muy probable, pues es difcil que conozca el secreto que solo saben el joven, el diablo y su abuela.

  • 43

    Un burro se haba vuelto muy viejo y ahora se cansaba mucho car-gando y llevando en su lomo la comida de las otras bestias. Un da, oy decir a su amo, con el que haba trabajado toda su vida:Este animal ya no me sirve para nada, lo voy a sacrificar! Puede que consiga algn dinero al vender su carne, y con eso comprar un burro ms joven.

    Muy triste e indignado, el burro se lament:

    Qu desagradecido! Despus de tantos esfuerzos, en lugar de darme el descanso que merezco, quiere matarme.

    Y se puso a pensar:

    Nunca quise trabajar aqu, mi verdadera vocacin es la msica. Cuando todos estn dormidos, huir a la ciudad de Bremen y me convertir en un gran msico.

    Y as lo hizo.

    Lleg a un sitio donde oy el ladrido de un perro viejo. Era un hermoso perro de caza echado a un lado del camino.

    Los msicos de BremenJacob y Wilhelm Grimm

  • 44

    Qu ocurre, perro? le pregunt el burro. Necesitas ayuda?

    Guau salud el perro. Resulta que soy muy viejo y ya no corro tanto como en mi juventud. Mi amo ya no me lleva a cazar y me aburro sin hacer nada. Por eso decid huir, pero ahora no s cmo ganarme la vida.

    Ya somos dos! dijo el burro. A m me pasa algo parecido. Pero ya s lo que har: ser un msico de Bremen. Ven conmigo, yo tocar la trompe-ta y t el tambor, te parece buena idea?

    El perro se sinti feliz de acompaarlo.

    As, llegaron los dos a un sitio en el que oyeron que alguien maullaba. Era una gata con la cara larga y triste.

    Qu te ocurre gatica? preguntaron. Por qu te quejas?

    Miau contest la gata. Me quejo porque soy muy vieja y ya no puedo perseguir a los ratones como antes, y prefiero quedarme calientica junto a la chimenea. Y ahora mi duea quiere deshacerse de m. As que esta noche decid huir, pero no s cmo ganarme la vida.

    Ya somos tres! le dijeron. Nos pasa algo parecido y hemos decidido ser msicos de Bremen. All podrs cantar serenatas nocturnas, te pare-ce buena idea?

    A la gata le gust la propuesta.

    As, lleg el tro a una finca donde cantaba un gallo encaramado en el te-jado. Pero ms que cantar, se desgaitaba.

    Qu te ocurre, gallo? le preguntaron. Por qu ests tan enfadado?

    Qui quiri qu. Me encargo de predecir el buen tiempo contest el ga-llo, pero ya el futuro es triste para m. Esta maana, mi duea dijo que me iba a torcer el pescuezo para hacer un sancocho el prximo domingo.

  • 46

    Ya somos cuatro! dijeron en coro los otros animales. Seremos el cuarteto de Bremen. Ven con nosotros y podrs cantar todas las maanas, te parece buena idea?

    El gallo acept complacido.

    As, siguieron andando hasta que, cansados, se detuvieron en un bosque.

    El burro se apoy en el grueso tronco de un cedro para dormir, el perro se ech, la gata se ovill en una de las ramas bajas y el gallo vol hasta la copa del rbol.

    A punto estaba el gallo de dormirse cuando, a lo lejos, vio una luz y les dijo a sus compaeros de viaje:

    Muy cerca de aqu veo una casa. Tal vez all podamos encontrar algo de comida.

    Mmm dijo el burro. Ser que tienen un establo cmodo y habr hierba para los animales?

    Y unos huesos y algo de carne aadi el perro. Qu delicia!

    O un poco de leche se relami la gata.

    Y decidieron seguir andando hasta acercarse a la casa. Vieron que haban llegado en un buen momento, pues los ladrones que vivan all estaban a punto de empezar un banquete.

    Entonces el burro se apoy sobre la ventana, el perro se le encaram, la gata se trep sobre el perro y el gallo vol a la cabeza de la gata. En ese momento, el burro hizo sonar su casco sobre el suelo y dio la seal para iniciar su primer concierto:

    El burro rebuzn, el perro ladr, la gata maull y el gallo cant.

    Al or aquel concierto, los ladrones salieron despavoridos.

  • 48

    Nos estn espantando! gritaron, y fueron a esconderse en el bosque.

    Al ver que la casa haba quedado solo para ellos, los msicos se acercaron a la mesa y comieron y comieron. Tanto se llenaron que los cogi el sueo. El burro durmi sobre paja. El perro, sobre un tapete. La gata, junto a la chimenea, y el gallo, sobre una viga del techo.

    A medianoche, los ladrones vieron desde su escondite que la casa estaba tranquila y a oscuras, y uno de ellos sali a comprobar si el peligro haba pasado.

    El ladrn se acerc sigilosamente y, sintiendo que todo estaba en calma, entr en la casa y vio en la oscuridad los brillantes ojos de la gata, que con-fundi con dos grandes brasas encendidas.

    Pensando que haba fuego, acerc las manos para calentarlas, pero la gata se le tir encima y le ara la cara con sus garras. Asustado, el ladrn sali corriendo, pero en la puerta se tropez con el perro, que le mordi un pie. Entonces quiso refugiarse en el establo, y el burro le peg una patada. Y con todo aquel escndalo, se despert el gallo y cant:

    Qui quiri qu!

    El ladrn corri al escondite donde estaban los otros ladrones y les dijo:

    La casa es de una espantosa bruja que me atac con sus afiladas garras. Su nieto me clav una navaja en el pie. Y en el establo vive un ser de tres cabezas que me golpe con sus cuernos. Todo esto sucedi mientras chi-llaba un ave de mal agero.

    Los ladrones jams volvieron a acercarse a su casa.

    Despus de esta aventura, los animales continuaron su camino hasta lle-gar a la ciudad de Bremen.

    All sigue tocando este cuarteto tan especial, al cual todos conocen por su nombre artstico: Los msicos de Bremen.

  • 51

    Haba una viuda que viva con su hija y con una sobrina, a la que haba tenido que adoptar, de no muy buena gana, despus de que la nia quedara hurfana.La viuda quera mucho a su hija, que tena tan mal carcter y malas ma-as como ella, y quera bastante menos a su sobrina, que haba heredado la bondad y belleza de su difunta madre.

    Es por eso que la viuda destinaba a su sobrina las tareas domsticas ms difciles y ms ingratas. Entre ellas, la pobre nia tena la misin de ir dos veces al da a la fuente, que quedaba muy lejos de la casa, y cargar de re-greso una enorme jarra llena de agua.

    Un da en que la nia regresaba a su casa con la jarra llena, se le acerc una pobre mujer rogndole que le diera agua.

    Con mucho gusto, mi buena seora dijo la nia.

    Y de inmediato baj la jarra de su hombro, se la ofreci y la sostuvo para que la mujer bebiera cmodamente. Despus de beber, la mujer le dijo:

    Las hadasCharles Perrault

  • 52

    Eres tan bella, tan buena y tan amable que no puedo dejar de hacerte un regalo. Te dar un don pues era un hada que haba tomado la forma de una modesta mujer para ver hasta dnde llegaba la generosidad y amabi-lidad de la muchacha. Desde este momento, llevars una estrella que te har resplandecer.

    Cuando la hermosa joven lleg a casa, su ta la rega por regresar tarde y, adems, con la jarra medio vaca.

    Perdn, madrina, por haberme demorado dijo la muchacha.

    Adems le dijo la viuda, has trado la jarra medio vaca. Pero ape-nas iba a arrebatarle la jarra de las manos, alcanz a ver que en la frente de su sobrina brillaba una hermosa estrella.

    Qu estoy viendo? Llevas una estrella en la frente! Cmo ha pasado esto, querida sobrina?

    Era la primera vez que le deca querida sobrina.

    La nia le cont, ingenuamente, todo lo que le haba pasado, y mientras ms hablaba, ms resplandeciente se vea.

    Tengo que mandar a mi hija dijo la viuda. Mira, hija, la estrella que lleva tu prima en la frente. No te gustara tener un lucero semejante? Solo tienes que ir a la fuente, y en el camino, cuando una pobre mujer te pida agua de beber, debes darle un poco. Quiero que vayas. Y de inmediato!

    La hija de la viuda sigui la orden de su mam, tom la jarra ms bonita y camin hasta la fuente. Cuando regresaba con la jarra llena se encontr con un anciano. Pero no era un anciano, era la misma hada que se le ha-ba aparecido a su prima, pero ahora se presentaba bajo el aspecto de un hombre desvalido.

    El viejo se le acerc y le pidi agua.

  • 53

  • 55

    Pero si usted es un viejo zarrapastroso! No es el hada que esperaba en-contrarme, no tengo tiempo para perder dijo la joven malhumorada. Y le ofreci agua de muy mala gana.

    No eres nada amable repuso el anciano, y en ese instante se convirti en el hada. Como eres tan grosera y de mal carcter, llevars como cas-tigo unas orejas de burro que siempre te acompaarn.

    La hija parti a su casa, y la madre, que la esperaba ansiosa, le grit:

    Y bien, hija ma?

    Y bien, madre! respondi la maleducada.

    Por Dios! exclam la madre. Qu estoy viendo? Tienes unas in-mensas orejas de burro. Tu prima tiene la culpa y me las pagar! y se dispuso a castigar a su bella sobrina.

    La pobre nia, al enterarse de que la iban a castigar injustamente, corri a refugiarse en un bosque cercano. El hijo del rey, que paseaba por all, vio un resplandor en medio de los rboles, se ape de su caballo y encontr a la muchacha llorando.

    Nia hermosa, por qu lloras?

    Ay, seor, es mi ta que me ha echado de la casa. Y as la muchacha termin contndole toda su aventura.

    El hijo del rey se enamor inmediatamente y la llev al palacio de su pa-dre, en donde se casaron.

    En cuanto a la hija de la viuda, se fue haciendo tan y tan odiosa que se que-d sola en el mundo cuando muri su madre. Despus de haber ido de una parte a otra sin que nadie la recibiera, termin viviendo sola y amargada, vagando por todos los bosques del reino.

  • 57

    El patito feoHans Christian Andersen

    Haba una vez, en una granja, una pata que tena los hijitos ms hermosos de la regin. Cada vez que sus paticos estaban a punto de nacer, sus amigas del corral la rodeaban para admirar a los re-cin nacidos y felicitarla.

    Ella se alegraba mucho y aceptaba sus elogios con modestia, aunque en el fondo de su corazn se senta muy orgullosa.

    Un da de sol, acompaada de sus vecinas, la mam pata esperaba una vez ms a que nacieran sus paticos. Los pequeos, uno tras otro, comenzaron a romper el cascarn, y cada recin nacido era recibido con mucha alegra.

    Estaban todos tan entusiasmados que nadie se dio cuenta de que an que-daba un huevo en el nido. De pronto, lo oyeron romperse:

    Cruj crij, un crujido, y el patito que faltaba salt del huevo.

    Pero qu sorpresa! Este ltimo patito se vea muy grande y diferente, y no se pareca en nada a sus hermanos. Y aunque nadie lo dijo, todos pensaron que era muy feo y desaliado.

  • 58

    Adems, se pusieron a mirarlo con tanta curiosidad que el patito se sinti mal y corri a esconderse bajo el ala de su mam.

    Ella lo mir con extraeza, pues nunca haba visto un patito como aquel, y en verdad no pareca hijo suyo.

    Enseguida empezaron las tristezas para el pobre pato, que era muy sen-sible y carioso. Pronto se dio cuenta de que su mam era la nica que lo defenda, mientras sus hermanos se burlaban de l todo el da.

    Eres un pato muy raro, mira cmo caminas le decan. Y todos comen-zaban a imitarlo.

    Por eso nunca jugaba con nadie y se pasaba los das solitario y triste. A medida que creca todo se pona peor, pues cada da se haca ms evidente que era diferente a todos. Hasta que se cans de las burlas y los despre-cios, y dijo:

    Tengo que escapar de aqu, no me quieren, siempre se burlan de m.

    A la maana siguiente, muy temprano, cuando todos dorman, se escap por un agujero que haba en la cerca del corral y se fue caminando despa-cito, despacito, hasta que lleg a otra granja.

    Apenas lleg all, lo cogi en sus brazos la duea de la granja y el patito suspir contento:

    Por fin alguien que me acepta!

    Y se alegr an ms porque de inmediato ella le dio un suculento plato de comida.

    Pero se equivocaba, y lo comprendi un da en que oy a la mujer decir a la cocinera:

    Hay que darle de comer bien a este animal, y cuando est bien gordito nos daremos un banquete de pato con papas y arroz.

  • 60

    El pobre se puso a temblar y otra vez dijo:

    Tengo que escapar, no me quieren, aqu lo que quieren es comerme.

    Qu mal rato pas el patito! Esa vez tuvo que huir en pleno aguacero y caminar entre el barro helado, mojarse con la lluvia y soportar fuertes vientos. Adems, por el campo andaban los cazadores que, sin duda, le dispararan al verlo.

    Y por tercera vez dijo:

    Tengo que escapar, no me quieren, aqu lo que quieren es cazarme.

    Por fin, cuando ces la lluvia, lleg desfallecido a un lago a descansar. Y desde la orilla pudo ver un espectculo maravilloso.

    Unas aves blancas muy grandes se deslizaban por el agua.

    Una de ellas se acerc a la orilla y le dijo:

    Cuac, cuac, no quieres baarte? Ven, anmate!

    El pobre no lo poda creer. Para colmo, los nadadores de este lago eran tan hermosos, con sus largos cuellos y sus plumas brillantes, que l se senta ms feo y desaliado que nunca.

    Es que no s si podr nadar balbuce.

    Cmo no vas a poder? Si todos sabemos nadar!

    Tambin ustedes se quieren burlar de m! les dijo. Seguro que cuan-do est en el agua se van a morir de risa.

    Pero de qu hablas? Cmo nos vamos a burlar de ti si eres un cisne como nosotros?

    Al cabo de unos instantes el patito pens:

  • 61

    Tengo que atreverme. Que pase lo que sea!. Se tir de cabezas al agua y comprob que lo que le decan era cierto: poda nadar!

    Entonces un cisne mayor y muy elegante se acerc y le dijo:

    Mrate en el agua y vers lo hermoso que eres.

    Cuando se atrevi a mirar su reflejo en el agua comprendi que no le men-tan. Ya no era un patito feo, solo era distinto a los hermanos con los que haba nacido. Al crecer, se haba convertido en un cisne: la ms hermosa de todas las aves de la regin.

  • 63

    Un hombre tena tres hijos, y toda su fortuna consista en la casa en que habitaban. A cada uno de los hijos le hubiera gustado heredar la casa despus de la muerte del padre, pero este los quera a todos por igual y no saba qu hacer. Tampoco quera vender la casa, pues haba sido de sus abuelos. De pronto tuvo una idea y les dijo a sus hijos:

    Vayan por el mundo a probar fortuna y aprendan, cada uno, un oficio. Cuando vuelvan, la casa ser del que lleve a cabo la mejor exhibicin del oficio que haya escogido. A los hijos les gust la idea. El mayor decidi hacerse herrero; el segundo, barbero; y el tercero, maestro de esgrima. Luego fijaron un plazo para volver a casa y partieron.

    Con el tiempo, cada uno encontr un buen maestro y aprendi lo necesa-rio para ejercer su oficio.

    El herrero progres tanto que lleg a herrar los caballos del rey, y se dijo:

    No fallar, recibir la casa.

    El barbero se volvi muy solicitado por todos los seores del pueblo, y pen-s que ya era suya la casa.

    Los tres hermanosJacob y Wilhelm Grimm

  • 64

    El maestro de esgrima recibi algunos golpes, pero se aguantaba y se ani-maba pensando para s:

    Si temo algn golpe, nunca tendr la casa.

    Cuando pas el tiempo convenido, los tres hijos volvieron a la casa de su padre. Los tres esperaron el momento oportuno para mostrar el arte que haban aprendido en sus respectivos oficios. Un da, estando los cuatro juntos, un conejo pas corriendo por el campo a toda velocidad. Ah! Viene en el momento justo dijo el barbero.

    Entonces cogi jabn y una vasija, hizo espuma, y cuando el conejo pas cerca de l, lo enjabon a toda carrera, y a toda carrera le afeit los pelos de la barbilla sin hacerle corte alguno, y no le hizo ningn dao.

    Al verlo, dijo el padre:

    Me gusta, me gusta. Si los otros no se lucen, la casa ser tuya.

    Poco despus, pas una carroza a toda marcha. Entonces el herrero dijo:

    Ahora vers, padre, lo que yo s hacer.

    Sali corriendo detrs de la carroza, cogi al caballo, que iba a toda carre-ra, y en un minuto le puso las cuatro herraduras.

    Eres increble dijo el padre. Haces las cosas tan bien como tu herma-no. No s a quin tendr que darle la casa.

    Entonces habl el tercero:

    Padre. Djame tambin probarte algo.

    Y como estaba empezando a llover sac su espada y la esgrimi con golpes cruzados sobre su cabeza de tal manera que no dej que cayera ni una gota de lluvia sobre l. La lluvia se hizo tan fuerte que al final llova a cntaros, pero l agitaba tan fuerte la espada para detenerla que segua seco como si hubiera estado bajo techo.

  • 67

    Cuando el padre vio esto, dijo asombrado:

    T has llevado a cabo la mejor exhibicin, la casa es tuya. Aunque debo reconocer que los tres estuvieron fabulosos.

    Los otros dos se conformaron, segn se lo haban prometido anteriormen-te. Como se tenan cario, permanecieron en la casa los tres, practicando su oficio. Lo haban aprendido tan bien y eran tan hbiles que ganaron mucho dinero y el respeto de todo el pueblo.

    As, vivieron felices toda la vida, hasta que ya viejos uno de ellos enferm y muri. Los otros dos se pusieron tan tristes que a los pocos meses tam-bin enfermaron y murieron. Y como se haban querido tanto, herrero, barbero y esgrimista fueron enterrados en la misma tumba.

  • 68

  • 69

    Colorn, colorado,

    este cuento se ha terminado,

    y me monto en un potro

    para que otro da me cuenten otro.

    Colorn, colorado

    este cuento se ha acabado,

    si quieres que te lo cuente otra vez

    cierra los ojos y cuenta hasta tres.

    Este era un rey

    que tena tres hijas,

    las meti en tres botijas

    y las tap con pez.

    Quieres que te lo cuente otra vez?

    Este era un gato

    que tena los pies de trapo

    y la cabecita al revs.

    Quieres que te lo cuente otra vez?

    Este era un gato

    que tena los pies de trapo

  • 70

    Los siete chivitos Tomado del libro El libro de oro de los nios (2005). Editorial Ekar (Vernica Uribe). Adaptacin: Secretos para contar.

    La reina de las abejasTomado del libro Cuentos de Grimm (2010). Editorial Ekar. Traduccin: Maria Antonia Seijo Castroviejo. Adaptacin: Secretos para contar.

    La inteligente hija del campesinoTomado del libro Coleccin Cuentos completos Hermanos Grimm (2006). Editorial Anaya. Traduccin: Maria Antonia Seijo Castroviejo. Adaptacin: Secretos para contar.

    Los tres pelos de oro del Diablo Tomado del libro Siete cuentos maravillosos (2005). Alfaguara Infantil y Juvenil (Beatriz Elena Robledo). Adaptacin: Secretos para contar.

    Los msicos de Bremen Tomado del libro Cuentos clsicos para recordar (2011). Editorial Molino (Varda Fiszbein). Adaptacin: Secretos para contar.

    Las hadasEl cuento Las hadas fue tomado del sitio web: http://www.rinconcastellano.com/. Adaptacin: Secretos para contar.

    El Patito feoTomado del libro Cuentos Clsicos para recordar (2011). Editorial Molino (Varda Fiszbein). Adaptacin: Secretos para contar.

    Los tres hermanosTomado del libro Piel de Oso y otros cuentos (2006). Editorial Anaya. Traduccin: Maria Antonia Seijo Castroviejo. Adaptacin: Secretos para contar.

  • 71

    Autores de todos los tiempos

    Charles PerraultNaci en Pars (Francia), en 1628. Aunque estudi Derecho, se dedic

    a la literatura, y en 1687 escribi el libro Historias o cuentos del pasa-do, en el que recopil historias tradicionales como El gato con botas, La Cenicienta, Caperucita Roja y Las hadas, que despus de pasar por su pluma, se hicieron atractivas para todos los pblicos.

    Los hermanos Jacob y Wilheim GrimmNacieron en 1785 y 1786 respectivamente, en Hanau (Alemania). Am-

    bos hermanos se interesaron por los cuentos y las tradiciones popu-

    lares que se contaban en los bosques y los campos de lo que hoy es

    Alemania. Despus de haber hecho un gran trabajo de recopilacin,

    escribieron el libro Cuentos infantiles y del hogar, del cual se desta-can cuentos como Pulgarcito, La Cenicienta y La reina de las abejas.

    Hans Christian AndersenNaci en 1805 en Odense (Dinamarca). Andersen perteneca a una

    familia muy pobre y pas muchas dificultades en su infancia, pero

    su amor por la literatura y su inagotable imaginacin hicieron que

    pasara a la historia como un gran cuentista.

    A diferencia de los cuentos de Perrault y de los hermanos Grimm, que

    provenan de la tradicin oral, los cuentos de Andersen surgieron de

    su propia imaginacin, pero fueron tan cercanos al pblico que de

    inmediato fueron ledos como clsicos. Cuentos como El traje nuevo del emperador, La princesa y el guisante, El ruiseor y El patito feo pasaron a ser en muy poco tiempo las historias de todos los nios.

  • Este libro pertenece a:

    que asisti a la entrega de los libros

    Secretos para contar

    en:

    el da: