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CUARESMA : camino de renovación espiritual para vivir la PASCUA EL TIEMPO DE CUARESMA L a Cuaresma es el tiempo de preparación a la Pascua. Y el conjunto que forman los tiempos de Cuaresma y Pascua es el centro del año cristiano, porque es la celebración de lo que es central en nuestra fe: la muerte y resurrección de Cristo. Todavía se puede ver que en la conciencia de mucha gente queda la importancia del rito de la ceniza y las prácticas cuaresmales del ayuno y la abstinencia. Sin embargo, hace falta mucha formación para entender el verdadero sentido de estas prácticas cuaresmales. El ciclo pascual Con el Miércoles de Ceniza empieza este ciclo que nos conducirá hasta la celebración de la muerte y resurrección del Señor, y que luego se prolongará hasta el domingo de Pentecostés. Un ciclo que podemos denominar “ciclo pascual”, porque tiene su centro en la Pascua. La primera parte del ciclo es la Cuaresma, que va desde el Miércoles de Ceniza hasta el mediodía del Jueves Santo. Es el tiempo de la preparación, el tiempo de la conversión para llegar transformados a los días centrales de la muerte y resurrección de Jesucristo; es un camino que nos conducirá a vivir y celebrar con gozo la vida nueva de Jesús que es nuestra misma desconfianza, en cambio sí que es preciso plantearse seriamente con motivo de la Cuaresma, aportar a las acciones de servicio a los necesitados, a través de las diversas entidades e instituciones que trabajan en ello, por ejemplo, la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes de la Conferencia Episcopal Colombiana. Y procurar no engañarnos con el argumento de que también nosotros tenemos muchos gastos… Pero la limosna tiene también otro nivel: dar una parte del propio tiempo para ayudar a alguien que lo necesite: sea ayudando a una persona que vive sola, o visitando a un enfermo, o a través de alguna institución que solicite un voluntariado, o también, ayudando en campañas de sensibilización. Finalmente, habría un tercer nivel: el que se refiere a las causas de la pobreza y la desigualdad social. Limosna será también trabajar para que esta sociedad empiece a vivir de otra manera, achicando la brecha entre ricos y pobres, y en la que los grandes poderes económicos no sean los que dicten siempre sus leyes para todos. Y esto significa estar atentos a la realidad política y social y, según los casos, trabajar en ella desde dentro. La oración El espacio de silencio ante Dios, es un elemento decisivo para reforzar por dentro la fe y la vida cristiana. Es preciso durante la Cuaresma, dedicar más tiempo a la oración, encontrar momentos para presentar al Señor las propias angustias y esperanzas de cada día, los deseos de ser fieles al evangelio, las peticiones de ayuda y de perdón. También es un medio importante de oración la lectura de los evangelios o de los salmos. Una magnífica ayuda es seguir el leccionario cuaresmal. Uno se podría proponer pro ejemplo leer el evangelio de Mateo todo entero durante la Cuaresma para acercarse a la persona de Jesús; el próximo año, el de Marcos, luego el de Lucas y después el de Juan. Finalmente, si se puede, estaría bien proponerse participar en la celebración eucarística cada día o algunos días. O al menos, si no se puede ir a la celebración, leer en casa las lecturas del día. El ayuno Este es sin duda el más complicado de los tres. Poca gente encuentra mucho sentido a privarse de cosas -sea de comida, sea de ir al cine, por ejemplo- simplemente por motivos religiosos, “para agradar a Dios”. Pero no sería muy sano, humana y cristianamente, abandonar sin más la práctica de la privación voluntaria. porque estamos en una civilización que funciona teniendo como ídolo el consumo, la facilidad y el confort, y que como consecuencia anula la capacidad humana de esfuerzo, de creatividad, de búsqueda. Por eso, resulta especialmente importante combatir a este ídolo del consumismo, para que podamos ser libres de la esclavitud de las cosas, y para que podamos decir a los otros que los valores más importantes no son los del tener, sino los del ser, los del amar como Jesús enseña en el evangelio. Para que podamos decir, en definitiva, que el valor más importante es Dios. Se combate ese ídolo mediante la privación voluntaria de algo: negarme a consumir todo lo que esta sociedad de consumo me ofrece, negarme a seguir mis apetitos desordenados, para preferir lo que Jesús me propone, dejándome conducir por el Espíritu. Y esto, ante todo, como signo y recuerdo del valor más alto que me sostiene, que es Dios. Después, como protesta personal contra la absolutización del consumo y el facilismo. Y, finalmente, como manera de cultivar los valores que han de fundamentar mi vida, sea teniendo más tiempo para Dios y para los demás, para orar o para leer o para hablar con los de casa, sea dedicando el dinero que no gasto a alguna causa de servicio a los demás, a una obra de caridad. "La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.” Papa Francisco - Mensaje de Cuaresma 2015 “Fortalezcan los corazones” Santiago 5,8
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Cuaresma 2015

Feb 18, 2016

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Page 1: Cuaresma 2015

CUARESMA: camino de renovación espiritual para vivir

la PASCUA

EL TIEMPO DE CUARESMA

La Cuaresma es el tiempo de preparación a la Pascua. Y el conjunto que forman los tiempos de Cuaresma y Pascua es el centro del año

cristiano, porque es la celebración de lo que es central en nuestra fe: la muerte y resurrección de Cristo. Todavía se puede ver que en la conciencia de mucha gente queda la importancia del rito de la ceniza y las prácticas cuaresmales del ayuno y la abstinencia. Sin embargo, hace falta mucha formación para entender el verdadero sentido de estas prácticas cuaresmales.

El ciclo pascualCon el Miércoles de Ceniza empieza este ciclo que

nos conducirá hasta la celebración de la muerte y resurrección del Señor, y que luego se prolongará hasta el domingo de Pentecostés. Un ciclo que podemos denominar “ciclo pascual”, porque tiene su centro en la Pascua.

La primera parte del ciclo es la Cuaresma, que va desde el Miércoles de Ceniza hasta el mediodía del Jueves Santo. Es el tiempo de la preparación, el tiempo de la conversión para llegar transformados a los días centrales de la muerte y resurrección de Jesucristo; es un camino que nos conducirá a vivir y celebrar con gozo la vida nueva de Jesús que es nuestra misma

desconfianza, en cambio sí que es preciso plantearse seriamente con motivo de la Cuaresma, aportar a las acciones de servicio a los necesitados, a través de las diversas entidades e instituciones que trabajan en ello, por ejemplo, la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes de la Conferencia Episcopal Colombiana. Y procurar no engañarnos con el argumento de que también nosotros tenemos muchos gastos…

Pero la limosna tiene también otro nivel: dar una parte del propio tiempo para ayudar a alguien que lo necesite: sea ayudando a una persona que vive sola, o visitando a un enfermo, o a través de alguna institución que solicite un voluntariado, o también, ayudando en campañas de sensibilización.

Finalmente, habría un tercer nivel: el que se refiere a las causas de la pobreza y la desigualdad social. Limosna será también trabajar para que esta sociedad empiece a vivir de otra manera, achicando la brecha entre ricos y pobres, y en la que los grandes poderes económicos no sean los que dicten siempre sus leyes para todos. Y esto significa estar atentos a la realidad política y social y, según los casos, trabajar en ella desde dentro.

La oraciónEl espacio de silencio ante Dios, es un elemento

decisivo para reforzar por dentro la fe y la vida cristiana. Es preciso durante la Cuaresma, dedicar más tiempo a la oración, encontrar momentos para presentar al Señor las propias angustias y esperanzas de cada día, los deseos de ser fieles al evangelio, las peticiones de ayuda y de perdón.

También es un medio importante de oración la lectura de los evangelios o de los salmos. Una magnífica ayuda es seguir el leccionario cuaresmal. Uno se podría proponer pro ejemplo leer el evangelio de Mateo todo entero durante la Cuaresma para acercarse a la persona de Jesús; el próximo año, el de Marcos, luego el de Lucas y después el de Juan.

Finalmente, si se puede, estaría bien proponerse participar en la celebración eucarística cada día o

algunos días. O al menos, si no se puede ir a la celebración, leer en casa las lecturas del día.

El ayunoEste es sin duda el más

complicado de los tres. Poca gente encuentra mucho sentido a privarse de cosas -sea de comida, sea de ir al cine, por ejemplo- simplemente por motivos religiosos, “para agradar a Dios”.

Pero no sería muy sano, humana y cristianamente, abandonar sin más la práctica de la privación voluntaria. porque estamos en una civilización que funciona teniendo como ídolo el consumo, la facilidad y el confort, y que como consecuencia anula la capacidad humana de esfuerzo, de creatividad, de búsqueda. Por eso, resulta especialmente importante combatir a este ídolo del consumismo, para que podamos ser libres de la esclavitud de las cosas, y para que podamos decir a los otros que los valores más importantes no son los del tener, sino los del ser, los del amar como Jesús enseña en el evangelio. Para que podamos decir, en definitiva, que el valor más importante es Dios.

Se combate ese ídolo mediante la privación voluntaria de algo: negarme a consumir todo lo que esta sociedad de consumo me ofrece, negarme a seguir mis apetitos desordenados, para preferir lo que Jesús me propone, dejándome conducir por el Espíritu.

Y esto, ante todo, como signo y recuerdo del valor más alto que me sostiene, que es Dios. Después, como protesta personal contra la absolutización del consumo y el facilismo. Y, finalmente, como manera de cultivar los valores que han de fundamentar mi vida, sea teniendo más tiempo para Dios y para los demás, para orar o para leer o para hablar con los de casa, sea dedicando el dinero que no gasto a alguna causa de servicio a los demás, a una obra de caridad.

"La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.”

Papa Francisco - Mensaje de Cuaresma 2015

“Fortalezcan los corazones”Santiago 5,8

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vida. Por eso, la pregunta que debemos hacernos a la hora de pensar la Cuaresma es: ¿cómo procuraré yo, y cómo procuraremos como comunidad parroquial, que la celebración de la Pascua de este año sea auténtica? Vivir la Pascua auténticamente comporta cambios en la propia vida y cambios en la vida de la comunidad. Pero no cambios superficiales sino que vayan a la raíz; cambios que, en definitiva, hagan que nos acerquemos más a Jesús y asimilemos su mentalidad, sus valores, sentimientos y actitudes. Conscientes de que es un camino que siempre hemos de retomar, porque somos débiles y pecadores, pero conscientes de que lo hacemos por Jesús y acompañados por Jesús; el objetivo no es el afán ascético de mejora personal, ni es quedar bien con Dios a punta de sacrificios; el objetivo es unirnos a Jesucristo renovando nuestra adhesión a Él con la fe reafirmada por la Palabra de Dios meditada y vivida, con una renovada participación en sus sacramentos, y con una vida de amor que intente parecerse a la suya.

La conversión: cambio de dirección, cambio de manera de pensar

La Cuaresma es, antes que nada, una llamada a la conversión. Así dice el sacerdote a quienes se acercan a recibir la ceniza al comenzar el tiempo cuaresmal: “Conviértete y cree en el Evangelio”. En nuestras comunidades ha de ir resonando a lo largo de todo el recorrido cuaresmal esa llamada de Jesús: “El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed esa Buena Noticia” (Marcos 1,15). Conversión es una palabra latina (con-versio) que significa cambio de dirección, y que en griego, la lengua en que fueron escritos los evangelios, se dice “metá-noia”, que significa cambio de manera de pensar. Esto es lo que pedía Jesús a los que lo escuchaban: que cambiaran de manera de ver las cosas y las personas, y enfocaran su vida hacia la manera de vivir que Él denominaba “Buena Noticia”, “Evangelio”. El estilo de vida que tiene como punto de referencia el Dios que es Padre y que es amor.

Y esto es lo que Jesús nos pide también a nosotros. Desafortunadamente la palabra conversión a menudo se ha entendido como referida sólo a determinadas actuaciones malas que hay que cambiar, y no a ese cambio de dirección o giro que nos lleve a vivir como Jesús, a tener sus criterios, sus actitudes, valores y sentimientos, que nos lleve a adherirnos a Él para que sea el eje de nuestra vida y así podamos ser fermento de transformación de nuestro entorno. Es tomar la misma dirección de Jesús.

Muchos cristianos viven hoy su fe ignorando ese gran proyecto que tiene Dios de ir cambiando el mundo para hacer posible una vida más humana. No saben que ese proyecto que Jesús llama el “Reino de Dios” es la pasión que animó toda su vida, el objetivo de todos sus esfuerzos y también la razón de su condena.

Ha llegado el momento de recuperar ese proyecto del Reino de Dios en nuestras comunidades. La Cuaresma nos ha de ayudar a entrar en la dinámica del Reino trabajando por construir un mundo más sano, más digno y más dichoso para todos, empezando por los últimos. Esta es la primera tarea que Jesús confió a sus seguidores.

“...Conviértanse a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con luto. Rasguen los corazones y no los vestidos; conviértanse al Señor su Dios; que es compasivo y clemente, paciente y misericordioso, y se arrepiente de las amenazas” (Joel 2,12-13)

Volver a Jesucristo El ejercicio cuaresmal está orientado a la renovación

del compromiso bautismal en la celebración de la Vigilia Pascual. Hemos de bautizarnos con el espíritu de Jesús, el “Autor de nuestra fe”, el único que puede regenerar nuestra fe débil y vacilante y la de nuestras comunidades.

Lo primero y más decisivo es volver a Jesucristo. Todo lo demás viene después. No basta cualquier tipo de reforma superficial. Necesitamos volver al que es la fuente y el origen de la Iglesia: el único que justifica su presencia en el mundo. Enraizar nuestra fe en Jesucristo como la única verdad de la que nos está permitido vivir y así caminar de manera creativa hacia el futuro.

El gran riesgo de los cristianos ha sido siempre pretender serlo sin seguir a Jesús. El ejercicio cuaresmal nos ha de ayudar a dar contenido concreto a ese seguimiento. Hemos de aprender a creer en lo que Jesús creyó, a defender la causa que Él defendió, a acercarnos a los que sufren como Él se acercaba, confiar en el Padre como Él confiaba, contagiar esperanza como la contagiaba Él.

El camino por el desiertoLos cuarenta días de la Cuaresma recuerdan los

cuarenta días de Jesús en el desierto antes de iniciar su misión (Mt 4,1-11, Mc 1,12-13; Lc 4,1-13); también evocan los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el desierto camino de la tierra prometida (Num 14,26-35) o los cuarenta días de camino del profeta Elías dirigiéndose hacia el Horeb (1Re 19,1-8).

El desierto es lugar de silencio, de soledad, el lugar propicio para encontrarse con uno mismo y con Dios. Es también el lugar de la austeridad, de la dificultad, de la carencia, un lugar para ir a lo esencial y auténtico. Pero es también el lugar del malestar, de la tentación, de la prueba, porque es precisamente en una situación límite como la que el desierto favorece donde se puede ver la fortaleza y la solidez de las personas.

La Cuaresma es un tiempo de camino por el desierto, porque nos evoca la estancia y el camino de Jesús, del pueblo de Israel, de Elías, y nos invita a vivir como ellos, buscando sólo lo esencial, afrontando la dureza de la vida, para llegar al término que es la Pascua. Pero debe serlo también en nuestra propia experiencia, eliminando de nuestras vidas todo lo que no es realmente importante, renunciando de verdad a muchas cosas que la sociedad materialista nos ofrece, para tener los ojos y el alma fijos en lo que merece la pena. Si no ponemos nada de desierto en nuestra Cuaresma, y en nuestra vida entera, difícilmente anhelaremos la vida plena que sólo se encuentra en Dios.

Limosna, ayuno y oraciónEn la tradición cristiana y en el propio evangelio, se

señalan tres campos concretos para vivir la Cuaresma. Son la limosna, la oración y el ayuno. El Miércoles de Ceniza leemos precisamente el pasaje de Mateo 6,1-18, donde Jesús habla de ellos. Valora estas prácticas, pero muestra el sentido que han de tener para que sean válidas; no han de ser cosas que se hacen porque toca o para quedar tranquilo ante Dios, sino que deben surgir de dentro, deben ser expresión del deseo de renovar la fe y la vida cristiana. ¿Y qué significan, ahora, la limosna, la oración y el ayuno? ¿Cómo se pueden vivir?

La limosna Consiste en ayudar con nuestro dinero a los pobres, a

la gente que pasa necesidad. Hoy sigue teniendo todo su valor, y de una manera especial en épocas de crisis económica. Si bien la mendicidad en la calle provoca

“Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia... La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.” Papa Francisco - Cuaresma 2015