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cuadernos de arquitectura virreina!
FACULTAD DE ARQUITECTURA UNAM
Editor: Juan B. Artigas
Consejo editorial: Ernesto Velasco Lebn Clara Bargellini Carlos
Chanfbn Olmos Ricardo Arancbn Garca Elisa Garca Barragn Guillermo
Tovar de Teresa Juan Antonio Siller C. Alejandro Villalobos P.
Redaccin y diseo grfico: Juan B. Artigas,
Impresin: Offset Comercial Policromo, S.A. Mdicos No. 23, Col
Sifbn CP. 09400, Mxico, D.F.
Tiraje: 3000 ejemplares.
Distribucin: En las oficinas de la Direccibn de la Facul-tad de
Arquitectura y en el Seminario de Arquitectura Virreina~ Apll.rtado
Postal 20-442. San Angel Delegacibn Alvaro Obregbn. 01000, Mxico,
D.F.
Notas: El consejo editorial se reserva el derecho de seleccibn y
autoriza la reproduccibn parcial de artculos, debidamente entreco.
millados, siempre que se cite la fuente.
No se devolvern originales.
Los editores slo responden del inters cient fico de la
publicacin, el contenido y las ilustracio nes de cada articulo son
respnsabilidad de sus autores respectivos . Estos Cuadernos de
Arqui-tectura Virreina! no persiguen fines lucrativos.
4 ndice
EDITORIAL ........... . .. .. . ..... ... ... ... . . . ... .
..... . ........................ .
La medalla de San Benito y el exorcismo en los monasterios y
conventos medievales. Margarita Marlinez del Soleral... .. .......
......... . ................... ... ................ .. . 9
Manejo de materiales de construccin a nivel comunitario. Yolanda
Sangui neti Vargas. . . . . . . 20
La arquitectura verncula en Mxico. Jos Angel Campos. . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Las fiestas populares y las plazas en Quretaro, uso del espacio
pblico en el virreinato. Carlos Arvizu Garca. . ... .. . ..........
... . ..... . .. ... . . . ..... .... .. . .. . .. .
............... 34
Arquitectura militar de un sitio del Yucatn colonial. Alfredo
Barrera Rubio. . . . . . . . . . . . . . . . 43
Capillas, trapiches y chacoacos. Mari ha Vilchis y Rafael
Bauelos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
EVENTOS
"VI Premio de P oesa Luis Cernuda" Sevilla, Espaa . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Coloquio "Perspectivos de la investigacin cientfica y humanstica
en el Estado de Chiapas y lafronterasur" . ........ ..... . .. .
.............. . ................. . ................ 66 "XI
Congreso Centroamericano de Arquitectos, Tegu cigalpa, H onduras,
C.A. . . . . . . . . . . . . . 67
LIBROS
A rchitectura Civil Recta y Oblcua. Considerada y Dibuxada en el
Templo de Jerusalem. por JuandeCaramuel. CarlosChanfnOlmos. . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . 70
CORRESPONDENCIA
PaulGendropFrancotte 12 de julio de 1931 - 22 dejuniode 1987
....... ... ... . . .... . . . .... 80
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editorial
El Colegio de Arquitectos de Mxico, la Secretaria de Desarrollo
Urbano y Ecologfa y la Facultad de Arquitectura de la Universidad
Nacional Autnoma de Mxico realizaron la exposicin grfica intitulada
La Arquitectura de Mxi-co, que fue inaugurada en el Museo Franz
Mal/er de esta capital e/15 de Di-ciembre de 1986.
Hasta el mes de junio de 1987, adems de haber sido presentada en
la mayor parte de las capitales de los Estados de la Repblica, se
habfa expuesto en el Mu-seo de Ciencias y Artes de la Ciudad
Universitaria, en la Convencin del Institu-to Americano de
Arquitectos, en Orlando, Florida; en la Unin de Ingenieros y
Arquitectos Constructores de la Habana y en Santo Domingo, en la
Repblica Dominicana. Asf mismo, en el Consejo Superior de Colegios
de Arquitectos de Madrid, en el Congreso Mundial de Arquitectos de
Brighton, Inglaterra y en la Repblica Popular de China, en Pekfn,
por medio de la embajada correspon-diente de Mxico. Se ha enviado
para su exhibicin en So/fa, Bu/gario, con mo-tivo de la Cuarta
Bienal Mundial de Arquitectura; a la Embajada de Mxico en Os/o,
Noruega, y para su Bienal de Libros de Arquitectura, en Quito~
Ecuador.
La muestra consta de 184/minas de 56x85 cm., con tiraje de 1,000
ejempla-res; en el mejor de los casos podrfa exponerse
simultneamente en otros tantos lugares. Comprende las pocas
prehispnica, virreina/, del siglo XIX, de la Re-volucin Mexicana y
la arquitectura verncula, con 35, 45, 23, 62 y JO lminas
respectivamente, cada una de ellas. Nunca antes se habfa reunido y
publicado un material grfico tan extenso ni se habfa buscado una
proyeccin tan amplia de nuestra arquitectura. La obra puede
adquirirse en la Facultad de Arquitectura.
El ejemplo lo pusieron tos arquitectos de Colombia al originar
la idea y plas-mar grficamente su historia arquitectnica, con la
invitacin a los pases ibe-roamericanos de participar en el
proyecto.
Serfa de gran trascendencia contar con una coleccin que
conjuntara los edifi-cios ms caracterfsticos, de cada pafs, que
sirviera de base para entresacar las aportaciones de cada una de
las regiones, que permitiera captar los rasgos co-munes que todavfa
no han sido destacados y, junto a estos aspectos, tanto otros que
no podemos ni siquiera imaginar. Particularmente, en la poca que es
moti-vo de estos Cuadernos, comprendida entre los siglos XVI y XIX,
serfa impor-tante renovar los criterios de investigacin que en su
mayor parte fueron origi-nados hace ms de cuarenta alfos y ya
requieren de ajustes, algunos de ellos de fondo.
Tal vez va/drfa la pena conjuntar los trabajos con motivo de las
celebraciones de los Quinientos Alfos del Descubrimiento de Amrica,
para lo cual nos quedan apenas cinco alfos. De cualquier manera, y
aunque e/ lugar y la ocasin de reunirse no faltarfan, queremos
renovar la invitacin colombiana. Vaya pues, nuevamente, nuestra
exortacin a participar en este magno proyecto.
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Y ahora, aprovechando esta comunicacin expresamos nuestro deseo
de publicar aportaciones que vengan de otros lugares de la regin.
Los Cuadernos de Arquitectura Virreina/ ya son una realidad, con
ste, llevamos cuatro nme-ros; es el momento de abrir su contenido a
espacios ms amplios. Rosa Maria Alvarez y Juan Haroldo Rodas de
Guatemala, Santiago Sebastin de &pafta, Ramn Gutirrez de
Argentina, Roberto Vargas de Honduras, Carlos Janki/e-vich de Costa
Rica, quedaron en enviarnos colaboraciones. Nos gustarla presen-tar
escritos de autores de la relevancia de Teresa Gisbert y Jos de
Mesa de Boli-via, de Graziano Gasparini de Venezuela, de Jorge
Berna/es Ballesteros, profun-do conocedor de la arquitectura
limefla, de don Federico Gmez Pio/, a quien tuve el gusto de
saludar en Sevilla. Brasil y Portugal tambin poseen
extraordi-narios acervos arquitectnicos. Y no solo buscamos la
apertura hacia autorida-des reconocidas, sino tambin hacia quienes
tenga algo interesante que decir sobre nuestra arquitectura
tradicional y acerca de su valoracin para la arquitec-tura
actual.
2
Juan B. Artigas Mayo de 1987
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CON VE TOS Por lo general, los convento siguieron un patrn
tradicional en Europa:
volcados hacia un claustro interior, lo cuatro costados estn
formados por la iglesia, la portera, el refectorio y la ala
capitular.
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Convento del Santo Ecce-Homo - Planta General. Levantam,ento
Arqs Hans Rother Albano Corrad1ne
Claustro del Convento Santo Ecce-Homo -Boyac-
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LA ARQUITECTURA EN COLOMBIA, UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA,
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, ESCALA, 1985
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lh.! La Arquite< 1ura de Mxico
CAPILLAS ABIERTAS AISLADAS
Calkin, Campeche. De Antonio de Ciudad Real en 1584.
Reconstitucin de Juan B. Artigas.
San Esteban izatln , Th:xcala (! 15)9) Arcos de separacin entre
el presbiterio y la nave descubierta.
San Esteban Tizatln, Tlax:calu. Vista desde el ;i.bside hacia la
mne descubierta. Reconstitucin de Juan B. Art1gas.
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Zinacuntcpec, Mxico. Desde la nave descubierta hacia el
presbiterio.
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ARQUITECTURA DE MEXICO, FACULTAD DE ARQUITECTURA, UNAM, COLEGIO DE
ARQUITECTOS DE MEXICO, SECRETARIA DE DESARROLLO URBANO Y ECO-LOGIA,
MEXICO 1986
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COLEGIO DE ARQUITECTOS DE MEXICO, SECRETARIA DE DESARROLLO URBANO Y
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l. Anverso de la medalla de San Benito
8
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la medalla de san benito y el exorcismo en los monasterios y
conventos medievales
margarita martnez del sobra)
La filosofia platnica de la unidad, de la relacin del Todo con
sus partes, de la Armonia Universal del ritmo, tiene su traduccin
geomtrica en los slidos pitagricos unidos y relacionados con el
Nmero de Oro. Platn crea su teora de los Cinco Slidos Perfectos que
constituan los elementos geomtricos con los cuales se conformaba el
universo. Estos se identificaban con los elementos: la tierra era
un cubo y su proyeccin al plano, un cuadrado; el agua el icosaedro,
un slido formado por veinte hex-gonos iguales; el aire el octaedro,
con ocho tringulos equilteros; el fuego el tetraedro, con cuatro
tringu-los equilteros; mientras que el dodecaedro, formado de doce
pentgonos, se asociaba con el ttniverso en su totali-dad.
Existen tres figuras planas bsicas que conforman la construccin
de los cuerpos slidos regulares; el tringulo equiltero, el tringulo
rectngulo isceles que al juntar dos, forman un cuadrado (los
tringulos que se forman al cortar un cuadrado por su diagonal), y
el pentgono. Si estas tres figuras fueron empleadas por el Divino
Creador como punto de partida para la creacin del Universo, es
perfectamente comprensible que el hombre religioso las empleara en
sus construcciones arquitectnicas.
En la construccin de iglesias y conventos, en su trazo; el
cuadrado y el trinulo equiltero fueron profusamente utilizados, as
como .el sistema de nmeros asociadas a s-tas figuras; tambi~n fu
empleado el pentgono, ya que su proyeccin a un plano perpendicular
a uno de sus la-dos nos d una linea dividida en seccin urea (.618:1
:: :: 1:1.618). En esta proporcin la dimensin menor es a la
mayor, como la mayor es a la suma de ambas. a:b :: :: b:(a + b),
siendo a + b = c.
Le geometra no slo se utiliz para la traza de la plan-ta de las
abadias y monasterios durante la Edad Media, sino tambin para el
clculo de los elementos estructura-les. Considerada as, la geometra
era la clave para efec-tuar una buena construccin, tanto en su
estabilidad, co-mo en la armona con el Universo y era por esto que
tena un papel importantsimo en la construccin.
Tan es as que Domenicus Gundisalensis de Segovia, el clere
filsofo del siglo XII define a la arquitectura como "la geometra
aplicada".
La matmatica esotrica, la mstica del nmero, la unin de la
metafisica de la armona del Gran Todo, con la armona musical y la
euritmia en general, fueron con-ceptos muy importantes. Cvando se
realiza su sntesis, el concepto matemtico rector es la proporcin
geomtrica.
Platn deca que "Todo esta ordenado conforme al nmero, cuya nica
va de acceso es la matemtica". He-rclides nos dice: ''Pitgoras
radicaba la felicidad supre-ma en la contemplacin de los ritmos del
universo; de la perfeccin de los nmeros, siendo el nmero, ritmo y
per-feccin". Matila C. Ghyka piensa que la teora de las
proporciones y la de los nmeros haban ocupado el pues-to de honor
en el tratado de vulgarizacin matemtica de Nicmano de Gerasa, lo
que demuestra que hacia el siglo 1 de nuestra era las concepciones
pitagricas sobre los n-meros y la geometra formaban parte del
patrimonio cientfico de los cenculos instituidos del mundo
gre-corromano. Estas mismas concepciones las encontramos en el
libro de Vitrubio, que nos muestra la teora de las proporciones y
de las correspondencias armnicas. Haba suministrado a los
arquitectos y a los escultores una doctrina y procedimientos
prcticos de concepcin arm-nica, mas tarde transmitidos bajo la
forma de secretos de gremio en las familias de arquitectos y
escuelas de artesa-nos.
La arquitectura gtica fu sumamente rigurosa en el trazado de sus
construcciones; nada se confi al azar, co-mo lo demuestran los
dibujos de rosas, rosetones y vitra-les de las catedrales,
verdaderos tratados de geometra co-mo lo vemos en la inscripcin de
polgonos regulares en el crculo y en la segmentacin de ste. La
inscripcin de es-tas figuras en el crculo (probablemente uno de los
secre-tos geomtricos de la escuela pitagricas revelado a los
profanos por el pitagrico Hipcrates de Chios) especial-mente el
pentgono, se encuentra en los primeros ma-nuales de geometra
impresos en la Edad Media y en el
9
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tratado de las proporciones de Durero. El mtodo se basa en la
divisin de una recta en media y extrema razn, es decir, en el Nmero
de Oro, Divina Proporcin Seccin A urea, que rigen el juego de la
proporciones en toda figu-ra regular de simetra pentagonal o
decagonal.
El P~oterismo geomtrico de los pitagricos se transmi-ti despus
del desmembramiento del imperio romano de occidente y de la
conquista de Egipto por los rabes, por dos corrientes ocultas: los
trazados de los arquitectos y las estrellas de cinco puntas de la
magia.
En la poca carolingia y a comienzos de la romnica, entre el
siglo VIII y IX, surge el auge de la arquitectura religiosa, en la
cual desempea un papel tan importante la edificacin de las
magnificas abadias benedictinas, agrupando en torno de stas los
talleres o logias de los al-bailes y talladores de piedra en
verdaderas escuelas de arquitectura dirigidas por los benedictinos.
Fueron los discipulos de San Benito los que, en efecto, en
Mantecas-sino, en Saint Gall, etc . . no slo conservaron o
des-cubrieron los textos matemticos de la antigedad griega o
alejandrina que han llegado hasta nosotros, as como el tratado de
arquitectura de Vitrubio (en la abadia de Mon-tecassino), sino que
nos transmitieron de un modo muy especial la rnistica pitagrica de
los nmeros a travs de la cadena de la ciencia en la que triunf la
Ley del Nmero. Como matemticos tenemos a Pitgoras, Arquitos,
Pla-tn, Euclides, Eratstenes, Diofanto (de los llamados
Alejandrinos), Nicmano, Fibonacci, Pacioli, Kepler, Descartes,
Hamilton, Cantor y Einstein entre otros. Co-mo filsofos -en el ms
amplio sentido de la palabra-tenemos a: Nicmano de Gerasa, Marciano
Capella (siglo V), Boesio y Casidoro (S. VII), Isidoro de Sevilla
(S. VII), el Papa Silvestre II (S. X.), y la geometra de los
s-lidos platnicos y de sus correlaciones armnicas con Gautier de
Espira y Campano de Novara.
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metafisica de "Timeo" y de los neoplastnicos. Al comienzo del
siglo XVI, cuando la larga fase esot-
rica de la arquitectura sucede al periodo pitagrico-plat-nico de
la esttica matemtica que condiciona la doctrina del primer
renacimiento, Campano de Nov,ara estudia el papel trascendente de
la seccin urea que rige las pro-porciones de los cinco cuerpos
platnicos, pero es el mon-je franciscano Luca Pacioli di Borgo
(medianos delsiglo XV) quien escribe el "Tratado de la Divina
Proporcin" ilustrado por Leonardo da Vinci, libro que tuvo una gran
influencia en los artistas del Renacimiento. Fray Luca fu amigo de
Albertini y de Durero; de una carta de este lti-mo se sabe que viaj
de Venecia a Bolonia, para iniciarse "en los arcanos de la
perspectiva secreta".
En la "Suma de Arithmetica y Geometrfa" de Lucas Pacioli
(Venecia 1494) se encuentra todo lo que ha llega-do hasta nosotros
del tratado de los "Nmeros Cuadra-dos" de Leonardo de Pisa,
conocido como Fibonacci, autor del primer tratado de lgebra escrito
por un cris-tiano (Abacus, 1228) en donde aparece la serie que
lleva el nombre del autor; sucesin aditiva de dos nmeros naturales
contiguos; 1; 1 + 1 =2; 2+ 1 =3; 3 +2=S; S + 3 = 8 etc. Esta
sucesin tiene como propiedad la que la razn entre dos trminos
consecutivos tiende rpidamen-te hacia la razn de la seccin
urea:,fll = (.jS + 1)/2 = 1.618 ... (8/S = 1.6; 13/8 = l.62S; 21/13
= 1.61S; 34/21 = 1.619 ... ). Es el modelo asinttico de la serief6
ideal. La sucesin -es a lo que la naturaleza tiende apro-ximndose a
lo continuo mediante una sucesin disconti-nua. Esta es la proporcin
de los neopitagricos y de Ni-cmano. Fue conocida por lo egipcios
pues los mltiplos de SS,89 y 144 (1 - 2 -3 -S- 8- 13- 21 -34 -SS
-89 -144) son mltiplos de la unidad de longitud de la Gran Pirmide.
Es interesante saber que Fibonacci estudi las matemti-cas rabes y
residi en Egipto y en Siria.
En las sociedades secretas de constructores una regla comn era
"Tal dia del afto, todos. los papeles sern quemados y sus cenizas
mezcladas al vino que ser bebido en la ronda" ... " Los secretos de
los compafteros no pueden darse por escrito'', causa de que no
hayan llegado casi planos a nuestros dias.
La sociedad crotoniana, cuyas reglas se conocen por fragmentos,
influyeron en las asociaciones ascticas de los "terapeutas" de
Egipto, de los esencios y de sus suce-sores inmediatos: los monjes
de Tebaida. Este pudo ser uno de los caminos de que llegara a los
monasterios euro-peos, matemtica y pensamiento pitagrico-platnico;
el otro a travs de los sarracenos que llegaron hasta Poitiers y que
fueron vencidos por Carlos Martel, abuelo de
(1) Matyla C. Ghyka "Le nombre d'Or".- 11 Les Riles. Lo Torche
Sous le Boisseau. Les Riles et Ritmes Pythagoriciens dons le
Deve-loppement de la Civilazation Occidentale. Gallimard, p.
48-49.
(2) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 48.
2. Reverso de la medalla de San Benito
Carlomagno quien fue gran promotor de construcciones monsticas.
Los colegios de artesanos como los de maes-tros arquitectos y
albaftiles copiaron si no todo, gran par-te de sus ritos a las
cofrafias iniciticas religiosas y de-bieron de ser especialmente
influidos por la ideologia y el simbolismo geomtrico y tcnico de
las logias neopitag-ricas de Nicmano de Gerasa. En ellas se
enseftaba que la armonia entre el Todo y las partes se funda sobre
el con-cepto director de analogia y sobre sus extensiones, simetria
y euritmia.
Matyla Ghyka nos dice; ''Trazados y tcnica caminan casi
esotricamente, como la ciencia abstracta que los ins-pira.
Arquitectos y artesanos se transmiten con uncin re-ligiosa los
procedimientos, las reglas cuya razn profun-da han olvidado a
veces. Hay una iluminacin sbita gra-cias a los "daimones" que han
reconocido los signos: Al-berti, Leonardo, Pacioli, Durero; luego
la luz desapare-ce, los artistas la olvidan y pierden la ciencia de
la propor-cin, extravan la herencia preciosa: El respeto fiel a la
re-gia Geometria; los arquitectos del siglo XVII traducen a
Viturbio sin comprenderlo, y la simetra dinmica pul-sante de Platn,
el "commodulatio" de Vitrubio, y cono-cimientos de Alberti, se
convierten en particin de ele-mentos idnticos a una y otra parte de
un eje o plano de simetria que todava conocemos bajo este nombre.
Pero los simbolismos no dejan de transmitirse a travs de
(3) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 68. (4) Matyla C. Ghyka.- op.
cit. p. 76. (S) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 79, nota No. 4
11
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otros tuneles, por soi'adores que no comprenden mas que a medias
su simbolismo, y que a veces lo emplean en son-dar el tumultoso
ocano de sus deseos" (6)
Fue la abada benedictina de Montecassino la que salv los textos
de Vitrubio y de Boecio, y tambin fue en otra abada benedictina, en
Beuron, donde renaci hacia 1870, una esttica religiosa de
tendencias rigurosamente pitagricas. El Padre Desiderio Lenz,
fundador de la es-cuela de la abada, confiesa lo siguiente: "Por
espacio de muchos ai'os medit sobre la naturaleza y sus apariencias
siempre cambiantes, hasta que llegu a la conclusin de que la sola
copia rigurosa de la Naturaleza jams podra conducir a obras de arte
de la calidad de las antigas. Fue as como trat de penetrar con
mayor profundidad en el secreto de los antigos. Las obras de los
primitivos cris-tianos y de los bizantinos, as como las de Giotto,
me han demostrado que geometra y particin geomtrica eran factores
principales. Porque los maestros griegos de la Antigedad parecen
haber empleado leyes precisas en sus medidas y divisiones. Cules
eran estas leyes?. Un largo estudio de la estructura de las plantas
y de las pinturas de los vasos griegos me hicieron progresar en el
camino del conocimiento. Pero fue estudiando la gran obra de
Lep-sius sobre los templos egipcios ..... como encontr mi in-nato
anhelo del nmero, del equilibrio, del orden, por primera vez,
completa satisfaccin. Fue aqu donde en-contr el sentimiento
religioso tal como yo lo comprenda. Y me pareci advertir el
predominio de dos factores: el primero, la lgica; una crtica
despiadada hasta el fondo mismo de las necesidades de la Vida;
ense-guida, la nocin de equilibrio, de la armona de las
magni-tudes. Esta percepcin, armona de las magnitudes, me mostr el
dominio de la msica. Y entonces v de sbito claramente que lo mismo
que en la msica, la meloda y armona, las artes plsticas descansaban
sobre relaciones numricas. La fuerza misteriosa de ciertas
relaciones sen-cillas, tanto racionales como geomtricas,
(irracionales), nos hablan en los templos y en las estatuas
clsicas. He aqu el secreto de su belleza. El nmero es, en efecto,
di-vino." (7)
En el monasterio benedictino de Saint Gall, en Suiza, se
conserva un plano conocido como "El Plan de Saint Gall", que
consiste en una planta de conjunto con ero-
(6) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 165 (7) Wilibrod Werkade "Die
Unruhe Zu Gott" (8) M. Martnes del Sobra! "El Cuadrado de San
Benito en el Trazo
de Saint Ga/1". En revisin para su publicacin en la revista
"Ges-ta", Instituto de Estudios de Arte Medieval. Lincoln Center,
New York.
(9) Dr. Carlos Chanfn Olmos.- "Apuntes de Geometrfa de la
Cons-truccin, Bases Histricas Fundamentales, Necesarias en la
Res-tauracin de Monumentos Arquitectnicos. U.N.A.M.
(10) Walter Williams Horn y E. Born. "The Plan of St. Ga/1",
Bercke-ley California University Press, 1979.
12
quis de los edificios necesarios para cubrir el programa de un
monasterio de la poca carolingia.
Est dibujado en tinta roja, sobre cinco pedazos de pergamino
cosidos entre s dando una medida de 77x112 cm. El documento tiene
adems una dedicatoria de la que se deduce que este plano se dibuj a
peticin de Gozberto abad del monasterio de 816 a 836. La intencin
de Goz-berto era la de renovar todo el conjunto monacal basn-dose
en un modelo esquemtico de plano para lograr su propsito. Este
documento fue mandado hacer por Haito, obispo de Basilea y abad del
monasterio entre 806 y 823. El plano es una copia de un esquema ya
existente nota (8) y parte seguramente del movimiento reformista
iniciado por Carlomagno y Luis el Piadoso, para organi-zar y
unificar la vida monstica en el reino.
Ya mencion anteriormente que el conocimiento de la matemtica,
geometra y filosofia pitagrico-platnica pudo haber llegado hasta
Carlomagno a travs de los sarracenos vencidos por su abuelo, Carlos
Martel, en la batalla de Poiteirs. En el Snodo de Aquisgrn se
reunieron los obispos y abades ms destacados del Aquisgrn se
reunieron los obispos y abades ms destaca-dos del Imperio
Carolingio y decidieron adoptar la Regla de San Benito de Nurcia en
todos los monasterios del Im-perio. En este Snodo debi elaborarse
el plano base del esquema necesario para lograr el tipo de vida
espiritual y temporal deseado, base del esquema que ha llegado
hasta nuestros das.
El Dr. Carlos Chanfn Olmos nos dice: "El plano re-vela que para
la poca de Luis el Piadoso, el programa del monasterio medieval que
se conservar hasta el Rena-cimiento, estaba ya totalmente logrado"
.(9)
El documento puede fecharse entre 817 y 830, afio en que se
iniciaron las obras del monasterio de Saint Gall. El documento, sin
embargo, cay en el olvido, ya que en 1461 aparece en el catlogo del
monasterio como un libro que contiene la vida de San Martn de
Tours, biografia que haba sido escrita en el reverso del pergamino
por al-gn monje del monasterio y doblado y colocado en un librero
como si fuera un libro. Dicho plano ha sido estu-diado en los
ltimos tiempos por W. Horn y E. Born, ha-ciendo un estudio
exhaustivo del documento tratando, entre otras cosas, de encontrar
un mdulo que haya servi-do de base al trazo esquemtico del
monasterio. El mdu-lo (lase cuadrcula) que encuentran no se ajusta
al dibu-jo, y los autores del estudio no logran encontrar la razn
de ciertas discrepancias entre el mdulo y el plano.(tO)
Al estudiar el plano de Saint Gall encuentro que las
discrepancias se deben a que los autores dieron por hecho que el
Plano de Saint Gall est "modulado", en el senti-do que damos a
mdulo en la actualidad, esto es, el for-mar una cuadricula con
mltiplos y submltiplos de una medida que sirve de unidad a dicha
cuadrcula. El pensa-miento del arquitecto medieval no puede estar
ms lejos de este concepto, y con ms razn al tratarse de monjes
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13
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benedictinos. Los monjes durante la Baja Edad Media eran los
conservadores de las ciencias de pocas antigas, :x: an durante la
Alta Edad Media y principios del Rena-c!imiento. La filoso tia
pitagrica-platnica babia influido h'lsta la misma filosofia
cristiana, a travs del helenismo platonizante que se uni al judasmo
de Alejandria y luego a Judea. Isidore Levy, estudioso del tema
comenta: "As se explica el hecho enigmtico del cristianismo. Cmo
comprender que una doctrina elaborada en Judea al trmino de la ms
singular de todas las evoluciones reli-giosas haya sido capaz de
dar alimento apropiado a las necesidades espirituales de la
sociedad greco-romana?. La respuesta es fcil para el que conoce la
filiacin que uni el helenismo platonizante con el judasmo de
Alejandra y luego de Judea, con el evangelio. De la reli-gin que
bajo los Csares sali de Palestina, lo esencial haba sido
introducido en Jerusalm solo un siglo antes. El Evangelio sedujo al
mundo antiguo porque, rodeado del ms penetrante encanto extico, le
aport un produc-to del pensamiento griego, heredero del lejano
pasado in-doeuropeo.''
Al hacer el anlisis del trazo de Saint Gall encuentro que la
expresin grfica de la serie de Fibonacci est implcita en el Esquema
Benedictino del trazo del Plano de Saint Gall. A esta expresin
grfica le he llamado Cuadrado de San Benito, y a la disposicin
arquitectni-ca, Esquema Benedictino. El Cuadrado de San Benito es
un cuadrado compuesto de varios cuadrados unidos por sus
diagonales, las cuales se encuentran en propor-cin urea, ascendente
o descendente, una con su conti-gua, y que proyectados los lados de
estos cuadrados a ejes cartesianos nos darn los primeros trminos de
la serie de Fibonacci. Obtendrmos una unidad, que no ser en si un
"mdulo" (en el sentido contempraneo) sino una uni-dad bsica de
proporcin a la cual se le puede asignar cualquier medida. Es lo que
Kossman llama "gran uni-dad" y estar representada en el esquema del
Plano de Saint Gall por la fuente del claustro, unidad que servir
de base para el trazo del rectngulo ureo rector del tra-zo de todo
el plano del monasterio.02> (Fig. 3) y (Fig. 6)
Si tomamos trece unidades y construimos un cuadrado de trece
unidades por lado (no tiene importancia el tama-o de las unidades)
el ACDE se ttaza su diagonal AD;se colocan las puntas externas del
comps ureo en los pun-tos F y D, las puntas internas nos marcarn
los puntos IL, del cuadrado IJKL. Poniendo las puntas externas del
comps ureo en ID, las puntas internas nos marcarn los LO del
cuadrado LMNO, cuadrado que tomaremos co-mo unidad de proporcin. Se
puede pr:oceder de manera contraria, es decir, una vez que la
unidad de proporcin
(ll) M. Martfner. del Sobra/. - op. cit. (12) Pau/ Frankl y
Erwin Panofsky "The Secret o/ Medieval Masons ".
Art Bulletin. p. 49.
14
y 4. El Cuadrado de San Benito
S. EL CUADRADO DE SAN BENITO, EL RECTANGULO AUREO Y LA SERIE DE
FIBONACCI:
Rectngulo Aureo de 13X21 unidades. El Cuadrado de San Benito y
es-te rectngulo ureo estn lntimamente ligados. El ngulo entre las
diagonales del cuadrado y el rectngulo y el rectngulo ureo es de 13
o. Las razones de los trminos de la serie de Fibonacci tienen aqul
su repre-sentacin grfica.
-
1 1 1 f ...
-
4 '~
6. El Cuadrado de San Benito en el trazo del plano de San Galo
15
-
11
-:- D -1
lbO
\ \
\ \
\ \
7. Espiral contenido en el rectngulo rector ABCD. Representa lo
divino y el crecimiento armnico en la naturaleza
16
-
ha sido fijada, o construiremos cuadrados, en proporcin urea
ascendente, hasta obtener el cuadrado ACDE, que es lo que he
llamado "Cuadrado de San Benito". Cual-luier cuadrado puede
subdividirse armnicamente por este sistema y lo habremos convertido
en una cuadrado de San Benito. Si no se dispone de un comps ureo,
las divisiones de la diagonal AD se pueden trazar geomtrica-mente
utilizando el sistema usual de particin de una rec-ta en su media y
extrema razn. (Fig. 5)
Si consideramos el cuadrado como la proyeccin al plano del cubo
-uno de los slidos perfectos de Platn que representa a la Tierra-
la diagonal AD ser el dimetro de la Tierra, subdividiendo el
cuadrado en un nmero infinito de cuadrados, en proporcin urea
des-cendente, habremos llegado al "Microcosmos", que se encuentra
todo en nuestro planeta. Prolongando la diagonal AD fuera de los
lmites del cuadrado ACDE, y encontrando los cuadrados que se forman
en proporcin urea ascendente, encontramos el "Macrocosmos" todo
fuera de la Tierra. Fue Demcrito, el padre de la teora atmica de la
Antigedad, el primero en utilizar los tr-minos "Micro'' y
"Macrocosmos".
La aplicacin de este cuadrado al trazo esquemtico de Saint Gall,
es lo que he llamado, como ya dije, "Es-quema Benedictino". La
aplicacin de este trazo en la so-lucin del programa arquitectnico
de los monasterios benedictinos, as como en la mayor parte de los
monaste-rios europeos anteriores al Renacimiento, as como en los
conventos de las Ordenes Mendicantes durante el siglo XVI en la
Nueva Espafia, va a ser una constante raramen-te omitida.
Del Plano de Saint Gall existe solamente el croquis es-quemtico
del plano de conjunto, mas no de alzados; de-ben de haber existido
una serie de "secretos de Gremio" para hacer las fachadas o
alzados, como lo demuestra el libreto de Roriczer, en donde
descubre el secreto de la ele-vacin de pinculo gtico a partir de la
planta.(I3)
Un iniciado no tena necesidad de ningn plano para hacer sus
trazos, quiz los haca directamente en la obra, ya que dichos trazos
eran fciles para aquellos pocos que tenan conocimientos geomtricos.
Los esquemas que te-nan que memorizar eran sencillos como el del
Cuadrado de San Benito por ejemplo, del Rectngulo Rector de
Crecimiento Armnico o de la elevacin del pinculo ci-tado.
Fue probablemente San Benito de Aniane, gran amigo de
Carlomagno, guerrero convertido y lueg.o monje bene-dictino, la
persona que mas influy en el Snodo de Aquisgrn para obtener un
esquema que unificara todas las construcciones monsticas de la
poca. Recordemos que en el trazo de estos monasterios aparece la
manera casi invariable el Cuadrado de San Benito. Qu razn, aparte
de expresar en forma grfica la relacin de la Tierra con el
Microcosmos y el Macrocosmos pudieron
tener los monjes benedictinos para emplear este es-quema? El
estudio de la Medalla Jubilar de San Benito me di la respuesta.
Esta medalla es contempornea del trazo del esquema del Plano de
Saint Gall y es utilizada an en la actuali-dad, como un exorcismo
en contra del Demonio. As le-emos en la explicacin de la medalla y
oracin lo siguien-te:
LA MEDALLA JUBILAR DE SAN BENITO (Fig. 1 y 2)
SU ORIGEN. "La Medalla Jubilar de San Benito data de poca
muy
antigua y debe su origen a la gran devocin que el Santo
profesaba al signo adorable de nuestra Redencin y al uso frecuente
que de l hacia y que recomendaba a sus discpulos para vencer las
tentaciones, ahuyentar al de-monio y obrar maravillas. En un
principio y durante muchos a.os, la devocin a la Medalla de San
Benito fue meramente local y exclusiva para los monasterios
bene-dictinos: Per la curacin milagrosa de Bruno (ms tarde el Papa
San Len IX) en el siglo XI, lo ocurrido con ella en las hechiceras
de Baviera en 1647, y, sobre todo, el Breve de Benedicto XIV (12 de
Marzo de 1742), contribu-yeron poderosamente a su propagacin.''
EXPLICACIN. ''La Medalla de San Benito representa, de un lado,
la
imagen de la Cruz, y, en el otro, la del Santo Patriarca. El
lado de la Cruz suele estar encabezado, o por el monogra-ma del
Salvador: IHS, o por el lema de la Orden Benedic-tina: PAX.
En los cuatro ngulos de la Cruz hllanse grabadas las siguientes
iniciales; C.S.P.B., que significan: Crux Sancti Patris Benedicti,
o sea: Cruz del Santo Padre Benito, las cuales son como el anuncio
de la Medalla y no forman parte del exorcismo en las lneas
verticales y horizontales, y alrededor de la Cruz, se leen, en el
siguiente orden, otras iniciales, cuyas palabras componen la oracin
y el exorcismo que tanto teme Satans y que conviene repetir a
menudo.
C.S.S.M.L.- Cruz Sancta Sit Mihi Lux. La Santa Cruz sea mi
luz.
N.D.S.M.D.- Non Draco Sit Mihi Dux. No sea el Dragn mi gua.
(13) Win Swaan "The Gothic Cathedral". Park Lane, New York. p.
101' fig. 99.
(14) Oracin con la explicacin de la Medalla Jubilar de San
Benito que editan los Padres Benedictinos con sede en la Iglesia de
San Rafael, Mxico, D.F.
17
-
V.R.S.- Vade Retro, Satana. Retrate, Satans.
N.S.M.V.- Numquam suade Mihi Vana. No me aconsejes
vanidades.
S.M.Q.L.- Sunt Mala Quae Libas. Son cosas malas las que tu
brindas.
I.V.Q.- Ipse Venena Bibas. Bebe t ese veneno." (14)
su uso. "Sobre la manera de usarla y las oraciones que han
de
rezarse, no hay nada prescrito. Puede llevarse colgada del
cuello, cosida a los vestidos,
engarzadas en el rosario o simplemente en el bolsillo. Muchos la
colocan en las puertas o en los cimientos de sus casas, en las
empalizadas, en los vehfculos. ,,
No es de admirarse pues, que este exorcismo haya sido empleado
de manera casi constante, en los claustros, la parte ms abierta del
monasterio y por donde con mayor facilidad podra entrar el Demonio.
Tambin he en-contrado la Cruz de la Medalla de San Benito,
protegien-do la puerta de la iglesia de la entrada del Demonio, en
al-gunas fachadas de conventos franciscanos del siglo XVI del
Estado de Puebla, como Huejotzingo.
El trazo de la Medalla se encuentra confinado en un rectngulo
ureo, el ABCD. de 24 x 39 unidades. Toman-do O' como centro por el
que pasan los ejes V - VI y VII y VIII, se traza el cuadrado A' B'
C' D' en el que se inscri-be el crculo que es lmite de la Medalla
Jubilar de San Be-nito. (Fig. 8)
Haciendo centro en O' se traza el cuadrado P' C' S' B', de cinco
unidades de lado, y tomando como crucero a es-te cuadrado se traza
los lados en la misma en proporcin urea ascendente, es decir, de
ocho unidades (de acuerdo a la serie de Fibonacci), y as habremos
obtenido los lmites del cuadrado 5-6-7-8, cuadrado que habremos
construido como Cuadrado de San Benito. Los lados de este cuadrado
marcarn el punto medio entre el lmite de la Medalla y crculo
interior que contiene las iniciales del exorcismo. El crculo,
simblicamente, significa lo que no tiene principio ni fin, lo
eterno, lo cerrado, lo hermti-co .
Si ahora construimos el cuadrado 1-2-3-4, y lo conver-timos en
Cuadrado de San Benito, obtendremos los lmites de la Cruz que
aparece en la Medalla y que con-tiene las letras, en el brazo
vertical, C, S, S, M, L, y en el horizontal N, D, S, M, D, (Fig.
8)
La Cruz como smbolo es uno de los ms antiguos que se conocen; el
brazo vertical significa lo eterno, lo infini-to, mientras que el
horizontal, lo terreno, lo finito. El cuadrado del crucero es el
tiempo presente, el que nos to-c vivir, es decir, donde para los
vivientes se encuentra lo 18
o L-----------------~--------------~c
8. Trazo de la Medalla jubilar de San Benito
infinito con lo finito. En la interpretacin de la Cruz que han
dado las religiones dualistas como la de Zoroastro, el brazo
vertical representa Lo Bueno y Lo Positivo, mientras que el
horizontal, Lo Malo, Lo Negativo, y es en el crucero en donde estas
fuerzas se neutralizan. A me-dida que se aleja del centro de la
Cruz, se darn con ma-yor fuerza el bien o el mal, pero mientras se
mantenga dentro de io cerrado del crculo, las fuerzas del ms all no
podrn penetrar. Esta es la razn de que los magos y hechiceros
siempre se protejan trazando un crculo en torno a ellos. No
solamente los magos o hechiceros se protegan con este sistema, sino
los mismos santos, como lo hizo San Francisco de Ass al visitar el
convento de las Qarisas, a invitacin de estas para que les diera
una pltica.
A continuacin presento el Cuadrado de San Benito en el Trazo del
Plano de Saint Gall y el trazo de la Medalla de San Benito, cuyo
exorcismo libra del demonio a la par-te de clausura del monasterio,
y que tiene su centro en el cruce de las diagonales del cuadrado
7-8-9-T. Es el claustro la zona ms protegida, dado a que siendo un
es-pacio abierto, el Demonio tiene un ms fcil acceso. Con-
-
sideremos tambin que el claustro es el lugar ms usado por los
monjes, y que no es un sitio consagrado de mane-r:a especial, como
lo es el rea de la Iglesia. No es de extraar que habindose
construido muchos conventos del siglo XVI en la Nueva Espaa sobre
plataformas prehispnicas, con doble razn el sitio debia de ser
conti-nuamente exorcizado. (Fig. 6)
La Medalla de San Benito era, adems de un exorcismo en contra
del Demonio, un plano de trazo de los monaste-rios, plano que
pasaba totalmente desapercibido, ya que el que un monje usara la
Medalla de San Benito era la co-sa ms natural del mundo. En el
anverso de la Medalla, como ya vimos, se encuentra la Cruz de San
Benito inscri-ta en un cuadrado; cuadrado que en el trazo de los
mo-nasterios y conventos se convierte en Cuadrado de San Benito y
que marca las principales partes del claustro, as
como el ancho de la iglesia. En el reverso, se encuentra la
imagen de San Benito en una especie de nicho. El ancho de la imagen
del Santo equivale al ancho de la iglesia que llamaremos ~1 El
ancho del nicho, corresponde a la en-volvente de los contrafuertes,
y le llamaremos "Unidad de proporcin" y es lo que Kossman llama
"gran unidad". Para obtener el largo de la iglesia, que en la
me-dalla esta representada por la altura del nicho del Santo o
seaszP.
La frmula aritmtica es ms exacta a medida que los trminos
escogidos sean mayores, ya que la razn de dos trminos de la serie
de Fibonacci tiende a ;a medida que los trminos sean ms grandes.
Recordemos que du-rante la Edad Media los trazos se hacan
geomtricamen-te y que el punto decimal no fue empleado en la
matem-tica sino hasta el siglo XVI.
9. El trazo geomtrico que W. Hom presenta para el claustro del
plano del monasterio de Saint Oall (pina 100 de su libro) al
sobreponerse a la Medalla de San Benito coincide con su forma.
19
-
..
manejo de materiales de construccin a nivel comunitario yolanda
sanguineti vargas
INTRODUCCIN
En el Curso ASBESTO y SALUD a realizarse en la Escuela de Salud
Pblica de Mxico, trataremos el te-ma Manejo de Materiales de
Cons-truccin a nivel comunitario, desde el punto de vista de la
psicologa social y con base en las experiencias de de-sarrollo de
la comunidad en diferen-tes pases de Amrica Latina.
La psicologa social es el campo cientfico de la psicologa que
estudia los procesos de influencia recproca entre el individuo y su
sociedad. Su objeto de estudio es la correlacin entre el individuo
y su contexto inme-diato y mediato, y as tambin la tota-lidad de
los valores -econmicos, sociales, culturales e ideolgicos-que en
situaciones sociales concretas afectan directa o indirectamente al
grupo al cual pertenece el individuo.
Desde el punto de vista de psicologa social nos centraremos en
la percepcin, considerndola en el ms especfico de sus significados
principales: una operacin de integra-cin psquica que tiene como
ncleo experiencias sensoriales del individuo en sus relaciones con
el ambiente. La percepcin es nica porque es propia del individuo,
pero integra las expe-riencias de ese individuo dentro de su
Nota: La autora nos cedi, para su publica-cin, esta ponencia que
present en la Escuela. de Salud Pblica de Mxico, Secretaria de
Sa-lud, Centro Panamericano de Ecologia Huma-na y Salud,
Organizacin Panamericana de la Salud dentro del curso Asbesto y
Salud en M-xico, febrero 198S.
20
grupo familiar, vecinal y comunita-rio; adems, ubica en los
hechos so-ciales que se le cruzan, los aconteci-mientos singulares,
la estructura so-cial y la cultura.
La mejor manera de reconocer la existencia, profundidad y
consecuen-cias de las percepciones es en las vi-vencias que podamos
tener de ellas. Con esta intencin realizaremos en primer lugar, un
ejercicio que podr servir a cada uno de los participantes para
comprobar por s mismo su "ca-pacidad emptica", esto es, el grado de
comprensin que tenga sobre el punto de vista de otros. El tema del
ejercicio ser la percepcin sobre su vivienda.
LA RELACIN DEL HOMBRE CON LOS RECURSOS NATURA-LES
En una reciente entrevista televisa-da, el Arq. Rarnrez Vzquez
se refi-ri al trabajo conjunto -al trabajo de equipo- como una de
las grandes satisfacciones que le daba su profe-sin; insisti que en
esas relaciones aprende tanto del albail, del carpin-tero, del
administrador como de sus colegas. El entrevistador se sorpren-di
que un profesional del status na-cional e internacional de Rarnrez
Vzquez pudiera aprender de un alba-il, a lo que el entrevistado
explic que cuando observaba la mezcla que preparaba el albail y se
lo pregunta-ba, el albail le deca: ''es que el ma-terial me lo
pide". Aprenda de esa relacin directa que el albail tiene
con los materiales y que en los estu-dios profesionales no se
adquiere. "El material me lo pide" dice el alba-il, porque
"escucha" al material.
As fu tambin una experiencia personal reciente, trabajando
comu-nidades rurales en el Estado Micho-acn. El Municipio de
Erongarcuaro est integrado por catorce Comunida-des, diez de ellas
en la ribera del Lago de Ptzcuaro y cuatro subiendo la Meseta
Tarasca; la poblacin de cada una de esas Comunidades rescat su
propia historia. En una de ellas, T-cuaro, se dedican a la
artesania de la madera y uno de sus vecinos, J oel Or-ta Ramos
relata:
"Esta Comunidad empez a traba-jar pura mscara y dicen los que
plati-can que cuando viva el Tata Vasco, don Vasco de Quiroga, l
dej la he-rencia de las mscaras. Antes como ahora se trabaja con la
misma made-ra; copalillo, madroo, pino, tepamo y otras. La madera
prieta de madroo se hierve para que no se abra, se pone en el piso
a secar y luego se lleva a li-jar! a en el torno luego para
arreglarlas, para un toque mejor con pintura, se le pone sellador y
el bar-niz. De tanto hacerlas se va tomando idea, sin necesidad de
dibujo previo, a pura memoria; desde un punto se le agarra al palo
de madera y ya se va viendo cmo seguir una figura. Sin catlogos ni
muestras es la propia ma-dera y la imaginacin que van guian-do. Se
empieza con una herramienta grande y formada la figura se conti-na
con una herramienta ms pe-quea, como rellenando las partes. Es
-
una pura pieza fija, de cualquier ta-mafto que sea, siempre es
una sola pieza, sin aftadidos."
Otro caso tambin de Tcuaro es el de Don Salvador Sierra, quien
traba-ja la agricultura en Uricho y en To-cuaro form su familia.
''Aprendi de don Jos Ponce, mirando cmo lo haca y asi tambin
aprendieron este trabajo los hijos de don Salvador, mi-rando cmo
las haca su padre. Don Salvador recuerda que sinti mucho gusto al
terminar su primera mscara y si bien era trabajoso, se le hacan
ampollas en las manos y se cortaba ms de una vez, le tom el gusto a
tra-bajar la madera ms que a trabajar en el campo. No les dijo nada
a sus hi-jos, pero ellos de muchachitos, como de trece aftos, ya
tomaron el machete y las otras herramientas, el angaro, el formn,
el canoliudo, la gurbia y ya empezaron tambin a hacer unos mo-nos,
muequitos corrientes. Don Sal-vador no les di orientacin y cree que
por eso sus hijos elaboran distin-tos rasgos, distinto termiando,
otras figuras."
Las distintas figuras que hacen los hijos, segun Bertin, uno de
ellos, es siguiendo el trozo, "porque el trozo es el que le va
sealando la figura, le va dando la idea de cmo y qu hacer, si un
lobo, si un perro, si una trompa de puerco, un tigre. Bertin
reconoce que el mayor gusto es hacer una ms-
l . Autoestudio de la Comunidad de Tcuaro. Municipio de
Erongaricuaro. Ed. Instituto Michoacano de Cultura. Morelia,
1982.
21
-
cara que otras personas no la pueden hacer, o por lo menos, que
no la han hecho o que la harn diferente, por-que adems de seguir el
trozo, tam-bin va en el trabajo la idea que tiene el que trabaja la
madera; de ambas sale la creacin de una nueva figura."
Y otra familia de Tcuaro, los Ra-mos, explican su trabajo con la
made-ra: los hermanos Fabliano, Elogorio, Benito, Martn, Rubn y
Claudio Ra-mos Horta. Los abuelos trabajaban la tierra y fue su
padre, don Ramn que empez con la artesana de la ma-dera. Lo mismo
que muchos otros en Tcuaro. Ellos dicen: "Nuestro padre aprendi a
trabajar con don Cherna Ponce Ponce que, segn cuen-ta, fu de los
primeros que apren-dieron a trabajar la madera de copa-lillo, en la
llamada 'mscara corrien-te', esto es, la ms sencilla y que aho-ra
se trabaja poco. La mscara corriente en copalillo y tambin en
cueteramba, otro tipo de madera, era de un trabajo muy simple, con
un di-bujo sencillo: una nariz en forma de tringulo, la boca
sonriente, el par de ojos muy ovalados y una especie de cejas en
una pura raya. Se trabajaba con diversas herramientas: un
trinchete, machete, canoliudo, for-mn y gurbia. Cuando ramos
muchachitos, adems de pasarnos en la calle, nuestro padre nos pona
a pulir las mscaras que l trabajaba: lijarla con lima mediana y se
vendan slo li-jadas en Ptzcuaro y en Quiroga. Ya ms grandes
empezamos a hacer ms-caras ms trabajadas, haciendo imita-ciones de
mscaras de viejitos, de er-mitaos, de diablo, de negritos y de
acuerdo a las danzas de la regin. As fuimos pasando a hacer
'monitos': esto es, caricaturas con el pescuezo torcido, o una pata
para arriba, una retorcida, y otras." Terminada la es-cuela
primaria se dedicaron de lleno al trabajo de la madera; uno de
ellos empez a trabajar el ramo de muebles y ya entraron todos en la
lnea de tra-bajar muebles tallados.
Los hermanos Ramos piensan que sus hijos a su vez, tienen que ir
a la es-cuela y al mismo tiempo, aprender la
22
artesana que ellos aprendieron de su padre, en todos los
momentos en la casa. "Puede rpido hacerse dinero por la artesana:
es la misma madera que van a buscar como lea al monte, pero que el
artesano la trabaja y hace de ella una figura que, luego luego se
vende, an en el mismo pueblo de T-cuaro. Por ser ayuda econmica
in-mediata y por dar tanto gusto al ha-cerlas, no deberan estar
ausentes en las enseanzas de la escuela primaria.''
En otra Comunidad del Municipio de Eongaricuaro, Uricho:
"Don Melquades Ziramba, Jefe de Tenencia de la Comunidad de
Uricho, ha observado en la repara-cin de la Tenencia que la primera
construccin pareciera que fue cons-truda por partes, porque no
estuvo pareja la madera, no todas al nivel, lo cual hace sponer que
fu construda por partes, en diferentes aos. Tam-bin se supone esto
al observar los adobes: los de antes trabajaban ms mejor, dice don
Melquades, hacan el lodo con paja o huinumo del pino, remojado en
un da y sacaban la ado~ bera; al da siguiente seguan traba-jando
con ella, mientras que ahora se bate y se hace luego el adobe, sin
de-jarlo remojar como antes que queda-ba un adobe macizo.''
LOS MATERIALES REFLEJAN LA HISTORIA
En Ptzcuaro pedimos asesora al Arq. Enrique Luft sobre los
monu-mentos histricos de los pueblos del Municipio de Erongaricuaro
y, la im-portancia de incluir fotografias en ca-da folleto de la
historia de esas Co-munidades. As recibimos informa-cin respecto al
conjunto arquitect-nico tradicional.
El conjunto tradicional de toda poblacin es expresin de su
realidad histrica y su conservacin es expre-sin de la conciencia
histrica actual, para elevar la identidad nacional. Una conciecia
histrica es la base de una identidad nacional, conciencia histrica
por un programa operante
de conservacin. Deben considerarse dos aspectos: l. el aspecto
filosfico-moral, de conciencia histrica; y 2. el aspecto legal.
Para la conservacin es indispen-sable la informacin documental
por fotos y escritos, impresa. La conser-vacin est legalizada por
la "Ley Fe-deral sobre Conservacin de Monu-mentos y Zonas
Arqueolgicas, arts-ticas e histricas", publicada en el Diario
Oficial con fecha del6 de Mar-zo de 1972; pero tiene que estar
apo-yada por una Ley Estatal, porque el conjunto arquitectnico
tradicional que, practicamente abarca todas las casas
habitacionales de las pobla-ciones debe estar protegida por una Ley
Estatal. En el caso del Edo. Michoacn, es la Ley Estatal publica-da
en Agosto de 1974.
En relacin a las fotografias, lo im-portante es: l. que las
fotos se tomen de los cuatro costados del conjunto que abarca el
templo, si hay Capilla o en el lugar donde estuvo la Capilla y el
lugar actual; 2. tomar el Atrio con su Cruz atrial; y 3. tomar los
edificios anexos y, donde haya el convento, to-mar interior y
exterior. La importan-cia del "conjunto de la arquitectura
relevante" reside que por difusin fo-togrfica la comunidad y las
autori-dades adquieran mayor conciencia de su historicidad, y es
necesario valo-rarlas en la actualidad.
Lo natural es que hoy puede variar la construccin; se puede
observar que todos los servicios sociales estn con una edificacin
fuera de la reali-dad local. Su explicacin no es tan sencilla, ya
que conlleva un fuerte contenido ideolgico, aunque sto no se diga.
Por las fotografias podr ad-vertirse el tipo de sustitucin de los
edificios y, no es aventurado pensar que esas sustituciones han
sido cons-cientes.
Deberan ser obligatorias la consti-titucin de Juntas de
Conservacin Local que vigilara al aspecto tpico de esas
poblaciones, especialmente en las nuevas edificaciones. Uno de los
pun-tos importantes para el conjunto es la techumbre tradicional y
una norma
-
podra ser que dejaran de construir con losas de concreto y
cubrieran los edificios con techo de teja. (No hay duda que el
asbesto no tiene ninguna relacin con todo esto).
LA TENDENCIA ACTUAL
Podemos reconocer por datos de diferentes continentes, la
tendencia actual dentro de lo que se denomina desarrollo
alternativo y encontrar lo que hemos dejado de percibir y, ms grave
an, lo que hemos dejado de valorar.
La aplicacin de tecnologa apro-piadas constituyen hoy un
denomina-dor comn a todos los pases del Ter-cer Mundo; se busca
construir con materiales alternativos y prcticas tradicionales,
incluso con problemas de "energa alternativa" como lo re-conocen en
Etiopa.
Las tecnologas apropiadas se apo-yan en el criterio de que la
mejor tecnologa es la que se aviene con las costumbres y
mentalidades locales, la que se adapta a los recursos mate-riales,
financieros e intelectuales de la poblacin del pas; la que respeta
el medio ambiente y usa materias pri-mas y riquezas naturales
locales, se-alan en Costa de Marfil. As lo insis-ten en Indonesia,
que muchas veces cuando se habla de tecnologa apro-piada, se piensa
en adaptar la tecno-loga moderna y no se presta suficien-te atencin
a las prcticas existentes en las comunidades rurales.
En la Consulta Latinoamericana sobre acciones y estrategias de
De-
2. Autoestudio de la Comunidad de Uricho. Municipio de
Erongarcuaro. Ed. Instituto Michoacano de Cultura. Morelia, Mich.
1982.
3. Tomado de la entrevista con el Arq. Enri-que Luft al
solicitar su asesora sobre los monumentos histricos de Jos pueblos
del Municipio de Erongarcuaro. Ptzcuaro, 1982.
4. En : " Intercambio: Educacin y Desarrollo." Publicacin
bimestral. FAO. Nros. 84/ 1, 84/2, 84/ 3 y 84/ 4. Roma, Ita-lia,
1984.
l. Erongarcuaro, Michoacn . Portera y danzantes. (pg . 21) 2 y
3. U careo, Michoacan. Detalles de la; teja-da; (pg. 23). 4 y 5.
Angahuan, Michoacn . Detalles de carpintera de obra. (pg. 25) Fotos
Juan B. Artigas. V-1983.
. - . 11
23
-
sarrollo, auspiciada por la Organiza-cin de las Naciones Unidas
para la ~ Agricultura y la Alimentacin -F AO- en Santiago de Chile,
(Abril, 1983) se reconoci que los efectos negativos de la crisis
interna-cional sobre las economas latinoame-ricanas ha contribudo a
que el marco tradicional para disear, realizar y evaluar proyectos
de desarrollo haya perio vigencia. Se declar que lo fundamental es
basarse en las ac-ciones que los mismos campesinos es-tn llevando a
cabo para enfrentar la crisis, favoreciendo la movilizacin social,
la participacin popular y el cambio social. En esa reunin se
pro-puso superar los criterios meramente cuantitativos en la
evaluacin de pro-yectos y un papel ms activo a las nuevas formas de
cooperacin inter-nacional en la regin.
En.Argelia por ejemplo, se est va-lorizando la agricultura
tradicional y sus opciones tecnolgicas. Actual-mente hay una
referencia a la agricul-tura ecolgica, la cual significa respe-tar
el medio ambiente y utilizar tecno-logas tradicionales que fueron
deja-das de lado a partir de la revolucin verde. La agricultura
ecolgica se vuelve cada vez ms necesaria des-pus de la crisis
energtica y del des-cubrimiento de los efectos nocivos de los
fertilizantes y pesticidas qumicos.
Es el problema de la exportacin de productos txicos de los pases
de-sarrollados a los pases en vas de de-sarrollo. Frecuentemente
esos pro-ductos txicos han sido prohibidos en sus pases de origen
y, sin embargo son vendidos al Tercer Mundo. Punto esencial del
problema es que los go-biernos de los pases industrializados no
controlan las exportaciones y los gobiernos de los pases
importadores carecen de informacin.
Recientemente recibimos de Chile las fichas del Catastro
Nacional de Tecnologas Campesinas, tecnologa recolectada por el
Grupo de Investi-gadores Agrarias (lo que en Mxico se considerara
una Asociacin Civil -A.C.). En su presentacin expli-can: "Esta
publicacin es un resulta-
24
do de la creatividad que est de-mostrando el campesinado chileno
para enfrentar los duros efectos de la aplicacin de un modelo
econmico que lo aplasta. Con sus propios me-dios e ideas levanta
alternativas de subsistencia y desarrollo."
En relacin al manejo de materiales de construccin a nivel
comunitario presentamos algunas experiencias (en diapositivas) de
autoconstruccin realizada durante procesos de desa-rrollo de la
comunidad, en Chile, Co-lombia y Venezuela.
En esas experiencias de construc-ciones de viviendas, centros
comuna-les y escuelas en comunidades rurales latinoamericanas
encontramos facto-res psicosociales dinamizando los procesos de
cambio social. En el caso de las construcciones, la escuela es
es-pecialmente significativa y mientras fueron edificaciones con
materiales y tecnologa de la subregin, la pobla-cin tuvo mayor
identificacin con ellas, incluso con su mantenimiento. Entonces, no
es extrao suponer que los nuevos diseos y materiales hayan
desligado a la poblacin de la nueva escuela, ajena a ellos, aunque
tam-bin se puede suponer que la estiman como un smbolo de prestigio
para la comunidad, como un smbolo de mo-dernizacin. Este sentir
ambivalente lo encontramos en nuestro ltimo tra-bajo en el Estado
de Michoacn.
Por las experiencias en desarrollo de la comunidad podemos
asumir que es necesario que las comunidades ad-quieran el
conocimiento que les per-mita maximizar el recurso econmico
invertido que, finalmente se constitu-ye en capital social bsico de
su co-munidad. Por tanto, si una obra de infraestructura es
explicada en cuanto a su contenido material, costos y tecnologa, la
propia comunidad co-laborar para su conservacin, ade-ms del
aprendizaje al diversificar sus conocimientos.
Este es otro ngulo del manejo de los materiales: si son
materiales aje-nos a la subregin, coartan la partici-pacin
comunitaria. Para nosotros, la participacin es un derecho de
los
individuos de intervenir en las ac-ciones que, a su juicio son
necesarias para su desenvolvimiento individual, familiar, vecinal,
regional y nacional. En ella estn involucrados una serie de
factores psicosociales, tales como: percepciones, actitudes,
valores, mo-tivaciones, raciocinio (criticidad), cooperacin,
identificacin con su grupo, aspiraciones individuales y grupales,
sentimientos de logro, auto-afirmacin y autoestima individual y
comunitaria, y aprendizaje social. Es-te conjunto de factores
psicosociales en juego reafirman las participacin como una variable
psicosocial y son ellos, en sus distintos grados, lo que dinamizan
esa participacin.(6)
Podemos concluir que si los grupos formales e informales de la
poblacin de las comunidades rurales tienen y mantienen una relacin
directa con los materiales de construccin, la consecuencia ser una
participacin activa que dinamizar el proceso de desarrollo personal
y social de esos grupos; pero cuando los materiales son
manufacturados y les son ajenos a esa poblacin, la consecuencia ser
desapego y pasividad.
Entonces, es necesario dar una explicacin DETALLADA de los
ele-mentos que los constituyen, del CUIDADO y MANTENIMIENTO de
tales materiales, y de las medi-das de PREVENCION y CONTROL DE
RIESGOS ante las consecuencias .que puedan producirle a la
poblacin. Esto es, traspasar los conocimientos cientficos del
tcnico para que se in-tegren con los conocimientos empri-cos del
campesino (como se pudo ob-servar en las diapositivas, en la zona
cafetalera de Colombia: el ingeniero junto a los campesinos
explicando de-talladamente la construccin de la es-cuela).
Esto nos seala a los tcnicos una tarea urgente: reconocer que ha
per-dido vigencia el marco tradicional pa-ra disear, realizar y
evaluar proyec-tos de desarrollo y dedicarnos a re-elaborar lo que
es necesario en esta dcada de los 80. Esta re-elaboracin
-
tiene que hacerse en la accin: el aprendizaje social en nuestros
pases latinoamericanos en un proceso que surge de la accin; de lo
contrario, se-guiremos copiando estilos inade-cuados de
desarrollo.
Finalizamos con una reflexin me-todolgica: la "comunidad" vive
di-nmicamente su quehacer diario, con todas las variables que se le
entrecru-zan a ese quehacer. El tcnico en su trabajo lleva un mtodo
-"su" mtodo- a la comunidad. La coyun-tura donde se encuentran
dinmica y mtodo podr ser: l. una interrupcin que le hace el m-
todo a la dinmica de la comuni-dad, o
2. una aceleracin cuando el tcnico se inserta a la dinmica de la
comu-nidad y aporta su mtodo en y para lo que sea necesario. El
punto crtico se ubica en la co-
yuntura: o el tcnico interrumpe el ritmo de desarrollo de la
comunidad al introducir su mtodo, o se inserta en el ritmo de la
dinmica y pone sus conocimientos al servicio del desarro-llo de esa
comunidad.
Ciudad de Mxico, Febrero de 1985
S. Catastro Nacional de Tecnologfas Campesi-nas (Fichas). Grupo
de Investigaciones Agrarias. Proyecto de Tecnologa Campesi-na y
Organizacin. Academia de Humanis-mo Cristiano (Casilla 6122, Correo
22, San-tiago, Chile).
6. "La investigacin participativa en los pro-cesos de desarrollo
de Amrica Latina", de Yolanda Sanguineti Vargas. Tesis de Maes-tra
en Psicologla Social. UNAM. Mxico, 1980.
(
1.
~ .
-
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25
-
~ ~ la arquitectura verncula
, .
en mex1co jos angel campos
l. LAS RACES Como corresponde a un territorio
tan amplio y con tantas regiones de diferente geografia y
diferente cultu-ra, la arquitectura verncula de nuestro pas es
sumamente variada. Sin embargo podemos afirmar que en esta gran
variedad se encuentran cla-ramente marcadas dos profundas ra-ces
que algunas veces se presentan aisladas y otras, plenamente
combi-nadas: la prehispnica y la virreina!.
Para fortuna de quienes han estu-diado los orgenes de nuestra
ar-quitectura popular, existen muchos testimonios sobre las
caractersticas de las edificaciones prehispnicas. Y no nos
referimos a las impresionantes construcciones de los centros
ceremo-niales, muchas de las cuales an estan en pie, sino a
ejemplos de pequeas viviendas, todas desaparecidas pero de las que
incluso se nos muestra, cuales eran sus formas de agrupacin. En los
cdices prehispnicos se pueden ver sintticas representaciones de
tales edificaciones (fig. 1). Pero lo que ha resultado ms
enriquecedor es el hallazgo de gran cantidad de "ma-quetas",
objetos hechos en barro co-cido que representan viviendas y don-de
se han incluido la decoracin y el color de las construcciones, as
como figurillas humanas que muestran cuales eran sus dimensiones,
su orga-nizacin y como eran usadas estas edificaciones. (fig. 2) y
(fig. 3) Gra-cias a esto, se pueden captar fcil-mente los rasgos
que an se conser-van de esta raz, en la arquitectura verncula
actual.
Por otra parte y para captar lo
fuerte de la raz virreina!, basta un breve recorrido por algunos
pueblos de las provincias de la pennsula ibri-ca para darse cuenta
de la clara seme-janza entre stos y algunos pueblos de la provincia
mexicana, pudiendo ha-cerse una comparacin similar con al-gunas
poblaciones del resto de Amri-ca Latina, en donde tambin se di la
influencia espaola. (figuras 4, 5 y 6). D. LA CONQUISlA Y LA
COLO-
NIZACIN En diferentes aspectos se ha consi-
derado que el resultado de la conquis-ta de los pueblos
mesoamericanos fu no solo el sojuzgamiento de estos, si-no la
desaparicin de cualquier vesti-gio de sus producciones y la
reintegra-cin de lo residual dentro del nuevo sistema. Esto que
parece vlido al analizar la implantacin de una nueva estructura
econmica impuesta por una metrpoli, no resulta tan cierto cuando se
considera a aquellos pro-ductos que son hechos para ser usa-d~s por
sus propios productores: la vivienda, la alimentacin e incluso, el
vestido.
Es as, porque las formas de estos productos que se mantienen ms
all de la conquista, son expresin cohe-rente y profunda de una
serie de expe-riencias que acumuladas, constitu-yen: sentimentos,
pensamientos, comportamientos imaginaciones que se agrupan en la
visin del mundo de un grupo sosial, dice Lukacs. Esta "conciencia
colectiva" expresada formalmente en los objetos de uso co-tidiano
-que no es precisamente "el espritu del pueblo", sino la
manifes-tacin de un proceso de ajuste larga-
-
mente elaborado- esta tan honda-mente grabada, que permanece ms
all de lo que pareca ser su desapari-cin debido al triunfo del
conquista-dor. De esta manera, conviene con-templar los hechos como
una coloni-zacin cuyo efecto es ms bien la apa-ricin de nuevas
formas nunca antes experimentada.s por las culturas aborgenes que
la desaparicin de los modos de hacer primitivos. Tales nuevas
tipologas son: las iglesias ca-tlicas, los conventos, los palacios
virreinales, las alhndigas, los comer-cios llamados "cajones", etc.
y el or-denamiento en el espacio de la ciudad de ests tipologas
implantadas. Ade-ms debemos considerar que para la realizacin de
estas nuevas tipologas, tuvieron que venir "maestros
cons-tructores" quienes con la mano de obra indgena, edificaron
segn lo aprendido en la metrpoli ibrica, en-seftando en su quehacer
mismo a los que colaboraron con ellos.
l. Oibujos de los Cbdices Vindobonensis, Bodley, Selden y Nuttal
por Silvia Garza en La arquitectura en los c(Jc/ices geneal~
gicos.
2. Maqueta cermica de Nayarit, fechada entre 200 a.C. y 200 d.
C. segn Tasso von Winning.
3. Conjunto escnico de una aldea en ma-queta de cermica de la
regin de lxtln del Rlo en Nayarit .
4. Portales que limitan calles y plazas en garrovillas, en el
occidente de Espafla. Fo-to de Bemard Rudofsky.
5. Portales de di1ersos tipos limitan las pla-zas de Ptzcuaro,
Michoacn. Foto de Al Murphy Vhay tomada en 1934.
6. La semejanza de estas fachadas con los pueblos andaluces es
evidente. Una calle de Quito, Ecuador. Foto de Paolo Gaspa-rini
.
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27
-
28
DI. LA ORIGINALIDAD
Es a partir de este momento que va a surgir un modelo diferente
a sus races originales el cual pronto se vol-ver el ejemplo a
seguir por los cons-tructores mexicanos que empiezan a tratar de
realizar sus propias edifica-ciones.
Lo dicho una vez por Octavio Pax para el arte antiguo, resulta
vlido para el caso de la arquitectura vern-cula: "Para los antiguos
la imitacin no solo era un procedimiento legtimo sino un deber, sin
embargo, la imita-cin no impidi la aparicin de obras nuevas y
realmente originales"; es de-cir, el primer constructor mexicano en
este querer copiar fielmente, termi-na paradjicamente
inventando.
Esto, que pareciera poco explicable si lo contemplamos
apresuradamente, no es tal si consideramos el tiempo en que se va
dando 'la experiencia. Es de-cir, la acumulacin de aciertos y
erro-res -pero sobre todo de los prime-ros- se va dando muy
lentamente y esto hace que su incorporacin sea paulatina, paso a
paso, pero tan segu-ra que se va a producir en un momen-to la
aparicin de un producto pro-pio, absolutamente atribuible al
cons-tructor annimo y representativo de una cultura ya ahora,
netamente ori-ginal. (foto 7)
IV. LA SABIDURA Lo que sucede en realidad es que
antes de la necesidad y la obligacin social de copiar, es tan
las condiciones en que tal intento se va a dar y la for-macin, la
profunda y ancestral for-macin del propio constructor. (O mejor
dicho, de los propios construc-tores -as, en plural- lo que
vere-mos cuan importante resulta). IVa. SABIDURA CON LA NATU
RALEZA La primera respuesta que tiene que
dar el constructor de la arquitectura verncula es ante la
naturaleza. Da-dos los escasos recursos econmicos y tcnicos con que
cuenta, es necesaria la solucin ms lgica.
-
Si consideramos que tal construc-tor ha vivido toda su vida en
estrecho contacto con la naturaleza y por lo tanto conoce
perfectamente los ele-mentos y como se comportan, vere-mos que por
ese hecho, las soluciones son y siguen siendo magnficas. Si el
calor es excesivo: la frescura de unas habitaciones suavemente
aereadas (fig. 8). Si el fro cala los huesos: las paredes son
gruesas, y las ventanas pequeas, se orientan hacia donde el sol
calienta y no pega el viento.
Si la lluvia no cesa: los grandes ale-ros escurren sus chorros
ms all de los muros para protegerlos _y proteger al peatn. Y en lo
urbano: los solares correctamente orientados, las valles por las
que corre naturalmente el agua, el suave ascenso por sinuosas
aceras que se 7ian torciendo para re-ducir la pendiente y siempre,
una sa-bia captura de la grandeza del paisaje que enmarca
mgicamente estas expresiones de una experiencia acu-mulada por
innumerables aos y que hace nacer a la arquitectura verncula como
un hecho natural, sin afecta-ciones, sin rebuscamientos y sin
inte-lectualizadas intenciones. (fig. 9) IVb. SABIDURA CON LO
HUMANO En la arquitectura verncula cada
parte y el todo es producto de una cla-ra demanda. Se sabe a
conciencia lo que se necesita porque se vive la nece-sidad. De tal
modo, podemos decir que esta arquitectura es claramente
7. Banquetas y casas se quiebran a Jo largo de la calle en Real
de Catorce, San Luis Potos. Foto de Mariana Yampolsky.
8. Grandes aleros de variados tipos para proteger al peatn de la
Juvia en Zacapo-axtla, Puebla.
9. Javalcn curvo que soporta una carrera transversal y enlaza
las vigas con la cante-ra que refuerza el muro.
10. Patio para doble ventilacin de los habita-ciones en Arteaga,
Michoacn, visto a tra-vs del portal.
11. Ventana en Juchitn, Oaxaca, parcial-mente modificada de su
original.
12. Cocina de paredes alisadas con tierra y aleros que mantienen
seca la lei\a. Foto de Mariana Yampolsky.
funcional. Cada local, cada rincn, cada mueble, cada puerta o
ventana; corresponden plenamente a una solu-cin integral en donde
no parece sobrar ni faltar nada. Las dimen-siones siempre son las
correctas: tan-to de los espacios en general, como de los detalles
que complementan la obra; tanto de los elementos principa-les de la
estructura portante, como de los pequeos apoyos o enlaces entre
unos materiales y otros (fig. 10).
Una ventana en Juchitn, Oaxaca por ejemplo, est compuesta de
tres ventanas en realidad y aunque al mencionarlo esto parece un
exceso, en verdad cada una cumple una clara funcin: la reja
exterior que permite el paso de sol y viento pero no el de intrusos
indeseables; la ventana pro-piamente dicha, que admite el paso de
luz pero no del aire; y el portigo, que permite el paso del viento
sin sol ar-diente y oscurece el mbito para des-cansar durante el
da, en las horas en que el calor es ms intenso. (fig. 11)
Por otra parte, la arquitectura ver-ncula siempre va ms alla de
la simple construccin de locales y de la inmediata satisfaccin de
requeri-mientos funcionales. Por ejemplo, en la realizacin de la
cocina de una vi-vienda campesina encontraremos que se han
considerado, adems de las ac-tividades propias de la preparacin de
alimentos, las necesidades espirituales de la vida familiar; por
eso la cocina es el centro virtual del espacio de estas casas, pues
ah es donde la vida primi-tiva ha sido superada por el fuego
re-novado. (fig. 12)
Por eso en la cocina se enterraban las placentas de los nios
nacidos, nos cuenta Mariana Yampolsky: para asegurar el crecimiento
de la familia.
Y para asegurar la estabilidad fa-miliar, la cocina es un lugar
fijo alre-dedor del cual va creciendo la vivien-da y en donde en el
interior, el fogn ha sido construido como con las ma-nos, moldeando
suavemente el mate-rial para darle una forma espontnea y sensual,
como la matriz matriarcal. (fig. 13)
29
-
13. Brasero de barro con dos hornillas, en Tu-limn, Guerrero.
Foto de Mariana Yam-polsky.
14. Calle que se tuerce y casas en alturas en el centro de
Cuetzalan, Puebla.
15 . Calle en pendiente con casas del mismo ti-po que se repiten
escalonadas, en Pzt-cuaro, Michoacn .
30
IVc. SABIDURA POR SU CON-TACTO CON LA SOCIEDAD
En la arquitectura verncula cada producto es tanto de los
individuos como de la comunidad. Ello es as porque como dice Lucien
Goldman, precisamente a travs de las obras construidas se esta
expresando una concepcin del mundo, es decir, un conjunto de
aspiraciones, de senti-mientos y de ideas, que reune a los miembros
de un grupo y los diferen-cia de los dems grupos.
De ah que es necesario al hablar de la arquitectrua verncula
referirse al conjunto de los objetos en donde ca-da uno forma parte
de una conti-nuidad que enriquece la solucin indi-vidual. Se trata
de una sabia tradicin que en la suave alteracin de ciertos rasgos
secundarios, libra el peligro de su inmovilidad, como molde que
repi-te infinidd de veces el modelo, para conservar sutil y
tozudamente la per-manencia de los rasgos escenciales.
Esto lleva a que en su conjunto la arquitectura verncula sea
profunda-mente comunitaria, y podramos de-cir, solidaria. Un
ejemplo de ello son las casas de Cuetzala, Puebla, (fig. 14) donde
cada edificacin casi toda con un gran alero, el alero de los
edi-ficios compafieros de la calle, para formar un paraguas
continuo donde los habitantes de la comunidad en-cuentran refugio
ante la pertinz llu-via de la serrana poblana.
Otro ejemplo maravilloso son los portales de las casas de
Tlacotalpan, Veracruz. (fig. 15) Observemos: im-mensa variedad de
columnas con sus basamentos, sus capiteles, sus fustes, todos ellos
diferentes. Secuencias de alturas y dinteles arcos variados,
se-cuencias ligeramente alternadas de alineamiento a la calle y
todo ello, formando un espacio continuo en donde las viviendas
acercan su vecin-dad a la calle y permiten convertir a este espacio
del portal privado, en un espacio pblico por donde es posible
transitar para recorrer casi todo el pueblo sin que el rayo del sol
canden-te de e~ta regin abrume.
As, cada obra de la arquitectura verncula es una palabra que
unida a las otras forman un discurso coheren-te, continuo y
claramente legible. Y en muchos casos, estas palabras con-forman
una relacin que nos ~ntusiasma porque ms que una secuencia de voces
pasajeras, se nos presentan como un poema sencillo y singular: el
poema "original" (fig. 16)
V. LO RECUPERABLE
Hemos expuesto hasta aqu solo al-gunos aspectos sobre los cuales
se de-be reflexionar al observar la arquitec-tura verncula y ante
esto cabe consi-derar que si bien es evideente la altsima calidad
en los espacios y las formas de esta arquitectura, la misma va
siendo sustituido por construc-ciones que rompen brutalmente co los
logros alcanzados.
Esta sustitucin que en principio obedece a consideraciones
econmi-cas, releja adems un enorme deseo nocimiento de los valros
de la ar-quitectura verncula, por supuesto, la falta de
conocimiento lleva a la incoo-ciencia de lo que tal sustitucin
irreflexiva acarrea.
Una obra construida po arquitectos annimos, se tira porque segn
clcu-los apresudados, en el sitio que ocupa es posible edificar
otra objeto que se prevee va a redituar mayores ganan-cias al
propietario del predio.
Pero tales clculos son apresura-dos, porque an cuando al ponerse
en uso la nueva edificacin los benefi-cios son casi inmediatos, la
accin paulatina de sustitucin va a qenerar
en poco tiempo una degradacin del espacio urbano donde tales
hehcos se realizan; y ms pronto o ms tarde, los beneficios
esperados se ven mini-mizados.
El proceso normalmente consiste en poner en circulacin no solo
cier-tas ventajas tcnicas de la arquitectu-ra moderna sino se
ofrece adems, una imagen novedosa que pretende hacer creer que se
esta ganando mucho con el cambio radical de uno a otro objeto.
(fig. 17)
-
Aqu radica la gnesis del deterioro de aquellos sitios donde la
arquitectu-
. ra verncula tuvo una importante expresin. Como ya hemos
sei'l.alado, los objetos de esta arquitectura perte-necen todos a
una misma expresin cultural, es decir forman parte de un mismo
lenguaje formal que utilizan-do elementos similares, permite
en-tender la diferencia entre una vivien-da y un palacio municipal,
y logra que una y otra edificacin se liguen para generar un espacio
urbano en donde la comunidad identifica clara-mente las sutiles
diferencias dentro de la unidad del conjunto. (fig. 18)
Al momento de darse la sustitu-cin, el intento de aparentar
"moder-nidad" lleva a los nuevos constructo-res a la utilizacin de
otro lenguaje formal que en su bsqueda de "origi-nalidad" termina
por ser una burda imitacin de los hallazgos de los ar-quitectos de
este siglo y produce una brutal diferenciacin con el contexto
existente.
Pero adems, como no hay real-mente una comprensin ni un manejo
experto de los elementos de este nuevo lenguaje, cada sustitucin se
realiza sin similitud con las dems nuevos productos y as vemos, que
al lado de un pequei'l.o edificio de depar-tamentos, aparece una
nueva casa, o un comercio, o una oficina, que nin-guna liga tiene
con lo circundante. (fig. 19)
Tal es el frenes modificador o tan-ta la codicia especuladora
que en po-co tiempo, aquel ambiente unitario, de las edificaciones
vernculas, se vuelve ininteligible y regenera el caos formal por la
accin de los nuevos edificadores, ahora, en su mayora, arquitectos.
(fig. 20 y 21)
16. Todo el pueblo puede recorrerse bajo es-tos portales que
usan tanto el propietario como el peatn.
17. En Tanto yuca, Veracruz, aparecen estos ejemplos imponindose
sobre la unidad arquitectnica antigua.
18. El palacio municipal con solo ver de dos niveles se destaca
conservando la conti-nuidad de los portales de Tlacotalpan,
Ve-racruz.
31
-
------32
.. ~t
-
n-n-
No se trata de mantener sin cam-bios a los espacios dados por la
ar-quitectura verncula. Es ms, estos lugares viven transformaciones
pe-ridicas como una necesidad de revi-talizacin de su ser
colectivo. Esta transfiguracin se d por la irrupcin en lo
cotidiano, del tiempo de la Fies-ta. En ese momento el espacio de
los pueblos se transforma llenndose de elementos efimeros. Un
ejemplo lo te-nemos en la celebracin de la Fiesta de Cristo Rey de
Patamban, Michoa-cn donde el pueblo es modificado por un tapete de
ptalos de flor y aserrn que recorre todas las calles donde, de
paramento a paramento se cuelgan diversos adornos de papel; donde
el tapete es protegido por una valla fabricada tambin de papel; y
donde en cada encuentro de calles, se colocan arcos conmemorativos
he-chos con madera y papel o varas y palma sobre los que se aplican
ador-nos tambin de papel, de cermica o de otros materiales, para
indicarnos que la tradicin sigue viva en un dilogo renovado afio
con afio que evita la inmovilidad. (fig. 24)
VI. LAS POSWILIDADES
As pues, cabe considerar para concluir positivamente estas
notas, que si bien el cambio, la transforma-cin, la sustitucin de
las realiza-ciones de la arquitectura verncula no se pueden ni se
deben evitar, esta susti-tucin es posible realizarla acorde al
contexto unitario vernculo al que an-teriormente nos hemos
referido, es de-cir encontrando elementos que esta-blezcan el
dilogo con el lenguaje de las
19. Tanto por el uso del suelo como por el lenguaje visual
adoptado, se ha generado este caos urbano en Martnez de la Torre,
Veracruz.
20. Otro ejemplo de la imposicin de un len-guaje "moderno" sobre
la antigua unidad de las viviendas en Martinez de la Torre,
Veracruz.
21. - Ejemplo de enlace entre lo moderno y lo tradicional
Edificio Goldman Salatscha en Michaelerplate en Viena, por Adolf
Loos en 1910.
-
estructuras previamente establecidas. Esto, como es evidente,
requiere por
un lado del desarrollo de un oficio que permita manipular las
opciones formales que den satisfaccin a lo de-mandado por el
inversionista. Es de-cir, que si bien es cierto que el cliente del
arquitecto siempre quiere ms be-neficios a partir de su inversin,
de-biera ser posible para el arquitecto ofrecerle diversas opciones
para lograr lo mismo.
Pero adems de este oficio, es nece-sario desarrollar tcnicas de
anlisis de contextos con el fin de encontrar fcilmente aquellos
elementos que pudieran ser rectores de la solucin por adoptar.
Mecnicas para identifi-car cuales deberan ser los enlaces entre lo
existen y el nuevo objeto por edificar.
Y finalmente, es necesario contar con un mecanismo de control
que paulatinamente vaya observando co-mo una accin va siendo
consecuente con las dems acciones edificatorias. Esto es, una
legislacin que obligue a que cada propuesta sea presentada para su
licitacin, acompaada de los anlisis que hemos citado en los prrafos
anteriores. Es as, que existira la garanta de continuidd del
anlisis de sitio en donde siempre ser posible, si se cuenta con la
habilidad disefadora suficiente, ubicar un edifi-cio que al mismo
tiempo que se in-tegra al contexto, propone una lnea de
transformacin congruente con dicho contexto. (fig. 21, 22 y 23)
Quedan pues estos ejemplos como una muestra optimista de que hay
vas de desarrollo a nuestro ejercicio profesional como
arquitectos.
22. Edificio Gamma, Leiden, Holanda, que enlaza con el contexto
acentuando sus sec-ciones verticales y sus aleros. Arq. Iz. M.P.
Schulte (1973-1974).
23 . Un accidente destruy la construccin ori-ginal ahora se
destaca su "modernidad" sin romper la unidad del conjunto.
Langroorthy Hause, por los arquitectos Hardy, Holzman y Pfeiffer
(1979).
24. Encrucijada de tapete, arco y quirvaldas florales y la
arquitectura durante la fiesta de Cristo Rey en Patamban,
Michoacn.
33
-
las fiestas populares y las plazas en quertaro ,
uso del espacio pblico en el virreinato carlos arvizu garcia.
i.t.e.s.m. campus qro.
l. LA PLAZA Y LA FIESTA POPULAR
Durante el virreinato varias fueron las funciones que
desarrollaron las plazas en la ciudad novohispanat.
En el siglo XVI, durante el perido de las grandes fun-daciones,
la Plaza Mayor funcion como elemento orde-nador del espacio. A
partir de ella se realiz la construc-cin de las nuevas ciudades:
trazado de calles a "regla y cordef', distribucin de solares a los
pobladores, elec-cin del sitio para la construccin de la Iglesia y
las Casas Reales, seleccin de la utilizacin del suelo en el espacio
urbano.
La plaza es el punto de partida de la vida de las nuevas
ciudades y ella es el centro de la organizacin e institu-
l . Plano Tipus Zeu Description Zivitatis Queretanensis
realizado por los franciscanos entre 1712 y 1714. (A.G.I., Sevilla,
Mapas Y pla-nos de Mxico, 553, adiciones al Catlogo).
l . Los estudios realizados sobre la plaza novohispana son
amplios, entre otros: Osear Yujnovski, La estructura interna de las
ciuda-des. El caso latinoamericano, Siap, Buenos Aires, 1971;
Carmelo Viftas y Mey, Notas sobre el urbanismo en Amrica espallola,
Anales de la Real Academia de ciencias morales y pollticas, Madrid,
1969, pp. 101-129; R. Ricard, La plaza Mayor en Amrica espallola.
Notas para un estudio, estudios geogrflficos, Madrid, 1950; M.
Rojas-Mix, La Plaza Mayor, Muchnik Editores, Barcelo-na, 1978;
Frederic Mauro, Prminence urbanine el resau urbain dans I'Amerique
colonia/e, Actas y memorias del XXXIX Congre-so internacional de
Arnericanistas, 1972, Lima, pp. 115-131 ; Gra-ciano Gasparini,
Formacin de ciudades coloniales en Venezuela. Siglo XVI, bolen del
centro de investigaciones histricas y estti-cas, noviembre,
Caracas, 1968, nmero 10, pp. 9-43; J .E. Hardoy, Las formas urbanas
europeas durante los siglos XV al XVII y su utilizacin en Amrica
Latina, Instituto de estudios peruanos, Li-ma, 1972, pp.
157-190.
cionalizacin de la nueva sociedad: la sociedad multira-cial
hispanoamericana.
A medida que la ciudad se va consolidado, la plaza ad-quiere
cada vez ms su carcter de elemento integrador, no slo de los grupos
raciales indgenas y espaoles, sino tambin de los principios
religiosos y polticos; la plaza se manifiesta como la expresin de
la fusin y de la interde-pendencia estrecha de la iglesia y del
estado. La plaza es el lugar donde se encuentran y se integran los
valores pe-ninsulares e indgenas; ah se une lo religioso y lo
profa-no.
La plaza es escenario, pero tambin protagonista de la vida
colectiva de la ciudad. En ella se entremezclan las ac-tividades
citadinas: mercado, el baratillo, celebraciones religiosas y
civiles. Todo acto pblico que involucre al conjunto de la sociedad
virreina! encuentra su medio na-tural de desarrollo en las plazas
de la ciudad.
La plaza adquiere su mximo esplendor en el mgico embrujo de las
fiestas populares: corridas de toros, repre-sentaciones teatrales,
autos de fe, juras, nacimientos y proclamaciones reales, tomas de
grado, exequias f-nebres, canonizaciones, conmemoraciones de santos
pa-tronos, dedicacin de templos, conclusin de obras de servicio
pblico. Indios, negros y espaoles y sus respecti-vas mezclas;
aristcratas y plebeyos; pobres y ricos; todos los individuos
pertenecientes a la sociedad colonial convi-ven en profusin
deslumbrante que hace de la plaza el ncleo centrpeto y polivalente,
la gnesis, el desarrollo y la sntesis del mundo barroco.
Las calles como elemento constitutivo del espacio pblico, como
prolongacin de la plaza, se suman tam-bin al espectculo de la
fiesta popular. A lo largo de ellas se desplazan los habitantes de
la ciudad, en un ir y venir de las casas del cabildo, a las plazas
o a los templos. Cor-
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tejos y comitivas, procesiones y de~files, letanas y rogati-vas,
carros alegricos, recorren las calles respondiendo a una necesidad
desmedida de movimiento; la calle igual-mente se viste de gala para
participar del festejo popular.
En las fiestas populares, el pueblo ''ganaba la calle'', y era
en el espacio pblico donde se manifestaba la eferves-cencia
popular. Tanto en las celebraciones religiosas co~ mo en las
profanas haba elementos comunes cuyo esce-nario era siempre las
plazas y calles de la ciudad: desfiles y procesiones, mascaradas,
corridas de toros, peleas de gallos, etc. La ciudad en esas
ocasiones se adornaba con obras de arte eflmero2 ejecutadas por los
artesanas loca-les, cuya permanencia no iba ms all del tiempo que
du-raba la fiesta: arcos triunfales, altares, tablados y carros
alegricos; hachones, luminarias y fuegos de artificio sustituan en
las noches la luz natural y aderezaban los festejos populares. Las
obras literarias tambin forma-ban parte de la fiesta: sermones,
oraciones panegricas, versos, loas, dilogos y representaciones
teatrales. En-mascarados, disfrazados, msicos y bailarines cruzaban
los espacios pblicos haciendo las delicias de los especta-dores.
11. LA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE SAN-
TIAGO DE QUERTARO El espacio pblico de la Muy Noble y Leal
Ciudad de
Santiago de Quertaro "cuyo nombre era dignamente merecedor de la
primera plana entre las poblaciones de la septentrional Amrica" 3
no escapaba al frenes de la fies-ta popular.
El pueblo de Quertaro, fundado en 15314 como pueblo de indios en
la frontera norte del antiguo imperio
2. El arte efimero y las fiestas populares son analizados por
diferen-tes autores en EL ARTE EFIMERO EN EL MUNDO HISPNI-CO,
Instituto de Investigaciones Estticas, UNAM, Mxico, 1983 . Nos
parecen particularmente importantes los siguientes trabajos:
Antonio Bonet Correa, La fiesta barroca como prctica del poder, pp.
43-78; Elisa Vargas Lugo, Las fiestas de la beatificacin de Ro-sa
de Lima, pp. 85-105; Marco Daz, La fiesta religiosa como
arti-culacin de la vida citadina, pp. 107-122; Teresa Gisbert, La
fiesta y la alegorfa en el virreinato peruano, pp. 145-181.
3. Sigenza y Gngora. Glorias de Quertaro, Vda. de Bernardo
Cal-dern, Mxico, 1680, pp. 1 y 2.
4. La mayora de los autores que han analizado la fecha de
fundacin de la ciudad dan por sentado que sta se realiz en 1531.
Ver: Valentin Frias, La conquista de Quertaro, Escuela de Artes del
Sei'lor San Jos, Quertaro, 1906, p. 194; Manuel Septin y Sep-tin,
Historia de Quertaro, Ediciones Culturales del Gobierno del Estado
de Quertaro, Quertaro, 1967, p. 55; Jos Guadalupe Rarnirez Alvarez,
Plaza de la fundacin, Ediciones del Gobierno del Estdo, Quertaro,
1981.
5. "La sombra de Arteaga;' Diario Oficial del Estado de
Quertaro, Ai'lo XXVI, nmero 19, Quertaro, 1892, pp. 287-290.
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azteca, recibi la confirmacin de su fundacin por clu-la real
firmada en Valladolid el 27 de octubre de 15375. La fundacin de
Quertaro forma parte de la red urbana desarrollada por los caciques
otomes a lo largo del Bajo, quienes sumados a la causa del
emperador en cuyos do-minios el sol no se ocultaba, fundaban
pueblos, villas y ciudades ''para poner en forma y en poli da, a
los natura-les de esta Nueva Espaffa" 6.
La apertura del Camino Real de la Tierra Adentro entre 1550 y
15557, que una la capital virreina! con las minas de Zacatecas
aceler el proceso de colonizacin a lo largo de la ruta y favoreci
un rpido desarrollo del pueblo de Quertaro. A partir de entonces el
estableci-miento de espaoles en Quertaro fue contnuo y deter-min la
futura ocupacin del sueloS.
Para el siglo XVII la personalidad de Santiago de Quertaro
estaba bien definida en la geografla mexi-cana9. Los espaoles
ejercan el predominio sobre las estructuras econmicas, sociales y
polticas de la pobla-cin