-
:: portada :: Ecologa social ::
25-04-2007 Resulta mucho ms razonable el uso de la materia
orgnica para la mejora de los suelosBiocombustibles y uso energtico
de la biomasa: un anlisis crticoscar CarpinteroEl ecologista
Muchos anlisis cientficos y pensadores ecologistas ponen en
cuestin los supuestos ms comunessobre el uso de la biomasa como
fuente de energa, por lo que parece razonable un anlisisdetallado
de sus ventajas e inconvenientes. El autor hace un repaso de varios
de estos estudiospara rebatir los hipotticos beneficios de esta
energa, al tiempo que apuesta por un uso de labiomasa y de los
residuos orgnicos que permita cerrar los ciclos de materiales,
devolviendo a latierra la materia orgnica que se le extrajo, para
aumentar su fertilidad y reducir la erosin de lossuelos.
Hemos pedido un cambio de civilizacin, y nos ofrecen porcentajes
de biodiesel.
Jorge Riechmann ( [1] )
Los movimientos sociales activos y con cierta vitalidad -y el
movimiento ecologista lo es- presentana veces tensiones entre el
anlisis honesto de la situacin ambiental y la elaboracin de
propuestasy alternativas que sean viables tcnica y econmicamente.
Esta tensin en ocasiones da lugar acontradicciones internas o a
incoherencias. A pesar de que no siempre es fcil eliminar
esasinconsistencias, parece razonable hacer un intento por
minimizarlas.
En un afn -inicialmente bienintencionado- por plantear
alternativas renovables al uso de loscombustibles fsiles, venimos
asistiendo desde hace aos a propuestas que ponen en un
lugardestacado el uso de los biocombustibles y de la biomasa como
elemento importante de latransicin hacia un modelo energtico ms
sostenible. Efectivamente, una parte importante delmovimiento
ecologista y algunos trabajos cientficos que discutir ms adelante,
se han esforzadoen ofrecer una visin cautelosamente positiva del
aprovechamiento energtico de la biomasa y delas posibilidades de
los biocombustibles.
Sin embargo, me parece que las dudas y las crticas frente a
estos planteamientos -que procedentambin tanto de una parte del
movimiento ecologista, como de cientficos y acadmicos con unalarga
experiencia en cuestiones energticas y ambientales- no han sido
suficientemente atendidasni valoradas. Esto es an ms lamentable
habida cuenta que el marco institucional que se estimponiendo en
nuestro pas, y que ms tarde comentar, es claramente favorable a la
extensin eintensificacin en el uso de la biomasa y los
biocombustibles como fuentes energticas.
page 1 / 13
-
Resumidamente, las dos opciones que protagonizan la controversia
son las siguientes. De un lado,los partidarios de la utilizacin
energtica (cautelosa) de la biomasa y los biocombustibles apoyansu
opcin sobre tres supuestas ventajas: a) los biocombustibles
presentaran un balance energticopositivo (es decir, la energa
obtenida es superior a la invertida en la produccin del cultivo de
basey en su fabricacin); b) desde el punto de vista de las
emisiones de CO2 la biomasa y losbiocombustibles tendran un efecto
neutral, esto es, emitiran a la atmsfera el carbono quepreviamente
habran absorbido en el proceso de fotosntesis; y c) dadas las
condiciones de crisisestructural de la agricultura y de
despoblamiento del medio rural, la alternativa de
losbiocombustibles (a travs de cultivos energticos) servira para
fijar poblacin en esos territorios yfrenar un proceso demogrfico
tan negativo ( [2] ).
Desde una perspectiva diferente, los contrarios al uso energtico
generalizado de la biomasa (parausos trmicos o elctricos) y de los
biocombustibles (para el transporte) hemos venido razonandoen un
doble sentido. De una parte, negando la validez real de las tres
razones esgrimidasanteriormente y, en segundo lugar, resaltando el
mejor uso alternativo que, concretamente en unpas como Espaa, tiene
la biomasa y sus residuos, a saber: cerrar los ciclos de
materiales,devolviendo a la tierra, en forma de nutrientes, la
materia orgnica que se le extrajo y, de paso,frenar el grave
proceso de erosin que sufre una fraccin considerable de nuestro
territorio ( [3] ).A desarrollar estos argumentos dedicar el resto
del artculo.
Razones para rechazar (desde un punto de vista ecologista) el
uso de los biocombustibles
Comencemos primero por discutir la veracidad de las bondades y
ventajas ofrecidas por losbiocombustibles.
a) Es realmente cierto que los biocombustibles presentan un
balance energtico positivo? Lacontroversia en el movimiento
ecologista sobre este punto era previsible pues tampoco la
polmicaha sido ajena al mbito cientfico. Algunos estudios de los
aos noventa y comienzos de estadcada han tratado de demostrar que,
en concreto, el bioetanol obtenido a partir del cultivo decereales
(sobre todo maz) y su posterior fermentacin y destilacin, aporta
mayor energa que laconsumida en su produccin y fabricacin. Los
resultados varan, segn los estudios, desde unrendimiento neto
adicional positivo del 34% -esto es: por cada kilocalora gastada en
la produccindel biocombustible, obtenemos 1,34 kilocaloras en forma
de etanol- ( [4] ), al 36% ( [5] ), o hastaincluso el 49% ( [6] ).
Bajo supuestos tecnolgicos e hipotticos diferentes, las ltimas
estimacionesarrojaron ratios de eficiencia positivos de 1,98; 1,21;
y 1,05 ( [7] ).
Sin embargo, estos resultados contrastan con varias estimaciones
que arrojan un panorama muydiferente. Por ejemplo, David Pimentel y
Tad Patzek han puesto de relieve que se utilizan 1,29kilocaloras de
combustibles fsiles por cada kilocalora obtenida en forma de etanol
(es decir unrendimiento negativo del -29%); ratio que empeora si en
vez de maz se utiliza mijo, ya que en estecaso el rendimiento
alcanza el -50%, llegando incluso hasta el -59% cuando se utiliza
maderaaunque sea procedente de bosques gestionados de manera
sostenible. Y la cosa no mejoratampoco cuando, en vez de etanol,
hablamos de biodiesel: aqu los rendimientos negativosalcanzan el
-27% si se obtiene a partir de soja o del -118% si se produce
utilizando cultivo degirasol ( [8] ). De esta manera, los trabajos
de Pimentel y sus colaboradores se vienen a sumar a
page 2 / 13
-
otras investigaciones que, con diferencias en los porcentajes,
ofrecen tendencias similares ( [9] ).
En la explicacin de las diferencias aparecen dos tipos de
elementos. Una parte cabe achacarla alas distintas hiptesis
mantenidas para la conversin en trminos energticos de los
factoresproductivos de la agricultura (fertilizantes, maquinaria,
herbicidas, etc.). Este sesgo se puedediscutir y estara
razonablemente acotado. Sin embargo, el grueso de la discrepancia
entre ambostipos de estudios descansa, sobre todo, en la
contabilizacin o no de toda la energa que directa eindirectamente
se utiliza en la produccin del etanol o el biodiesel ( [10] ), es
decir, el ciclo de vidacompleto: incorporando, por ejemplo, la
energa necesaria para producir y reparar la maquinariaagrcola (y no
slo el combustible que utiliza sta para funcionar), o la maquinaria
del proceso dedestilacin y fermentacin, etc. Y es precisamente al
incorporar todos estos elementos cuando elbalance negativo hace su
aparicin ( [11] ).
Pero, incluso aunque el resultado de los balances energticos
fuera positivo, la proliferacin decultivos energticos no tiene
ningn sentido por una sencilla razn que ya puso de relieve hace
dosdcadas Jos Fras: "dados los elevados consumos energticos de la
agricultura actual procedentesde combustibles fsiles [...] aun en
los casos en que la eficiencia energtica sea superior a launidad se
trata simplemente de cambiar por ejemplo, 10 toneladas de petrleo
(energa norenovable) por el equivalente de 12 toneladas de petrleo
en alcohol obtenido a partir de labiomasa. As pues, el punto ms
dbil para el desarrollo de la agroenergtica lo constituye
sudependencia de los combustibles fsiles, por lo que en definitiva
el proceso resulta equivalente aun pequeo aumento del rendimiento
energtico del petrleo" ( [12] ) (nfasis mo).
Se podra alegar que, al proponer cultivos energticos, se est
pensando en recurrir a prcticas deagricultura ecolgica -o cultivos
como el cardo-, menos intensivas en el uso de combustibles
fsiles.Pero sera paradjico que se pusiera un empeo especial en
recurrir a esta estrategia cuando sequiere dedicar la superficie
agrcola a producir energa, y en cambio se le preste escasa atencin
yrecursos cuando se trata de reconvertir ecolgicamente los sistemas
agrarios para mejorarsustancialmente la calidad de los alimentos y
la salud de los ecosistemas.
b) En todo caso, los partidarios de los biocombustibles
argumentan la reduccin de las emisionesde CO2 como una ventaja
indiscutible de esta opcin energtica, que equilibrara los
inconvenientesanteriores. Ahora bien, es realmente cierto que la
produccin de biocombustibles resulta neutradesde el punto de vista
de las emisiones de CO2? Aunque la explicacin de la neutralidad ya
ha sidoexpuesta anteriormente, cabe de todas formas hacer una
importante matizacin. Tanto el procesode cultivo como las fbricas
de destilacin y fermentacin de etanol utilizan combustibles
fsilespara su funcionamiento, a lo que habra que aadir la energa
necesaria para la recogida y eltransporte de las cosechas hasta la
planta industrial.
Si se hacen bien las cuentas, cul es entonces el balance neto de
emisiones de CO2 de unbiocombustible como el etanol? Son de verdad
neutras? Patzek (2006) ha realizado este clculo demanera
exhaustiva, es decir, incorporando el resto de emisiones de gases
con efecto invernadero(xidos de nitrgeno, metano, etc.), que tambin
se generan en el proceso de cultivo y fabricacin,y las ha
transformado en toneladas de CO2 equivalente. El resultado al que
ha llegado es muyilustrativo: en trminos netos, por cada hectrea de
maz dedicada a la produccin industrial de
page 3 / 13
-
etanol en EE UU se generan 3.100 kg de CO2 equivalente, lo que
quiere decir que, si se quisierasatisfacer nicamente el 10% del
consumo de combustible en ese pas con etanol, las
emisionesalcanzaran los 127 millones de toneladas ( [13] ).
c) Existe, por ltimo, un tercer argumento que defiende los
cultivos agroenergticos como vaspara mantener la poblacin en el
medio rural. Conociendo la historia del entorno rural y
lastransformaciones sufridas por el sector agrario en las ltimas
dcadas, su utilizacin no me parecemuy afortunada. Sinceramente, no
creo (ms bien lo contrario) que con la difusin y generalizacinde
los cultivos energticos -ya sea poniendo en produccin tierras
abandonadas, o desviandoaprovechamientos actuales hacia otras
vocaciones ms energticas-, se frene la despoblacin y elabandono del
campo.
Y ello por varias razones. En primer lugar, y paradjicamente, la
agricultura moderna se haconvertido en un potente instrumento de
expulsin de poblacin del medio rural. El nfasisproductivista ( [14]
) de la actual agricultura -espoleada en Europa por la PAC- ha
fomentado untipo de negocio agrario en el que el factor trabajo se
va convirtiendo en un elemento marginal,donde predominan las
grandes explotaciones de monocultivos, altamente dependientes de
laindustria tanto para la compra de inputs (maquinaria,
fertilizantes, herbicidas...) como para la ventade su output o
produccin. Y all donde exista un sector autnomo y excedentario
econmica yfinancieramente, nos hemos encontrado con una actividad
profundamente deficitaria -cuyas ayudasvan a parar finalmente a
pagar los prstamos para comprar los inputs que le vende el
sectorindustrial-, y que no cumple ninguno de los objetivos por los
cuales podra ser merecedora deayudas: mantenedora de poblacin
rural, socialmente justa, y ecolgicamente compatible.
La PAC no satisface ninguno de estos requisitos como se puede
ver claramente, por ejemplo, con lainjusta asignacin de las
subvenciones entre las explotaciones, o el deterioro y la
contaminacinambiental de los agrotxicos. Y la puesta en marcha de
cultivos energticos dentro del mismomarco institucional seguramente
no va a cambiar nada de eso. Posiblemente ampliar ladependencia de
la agricultura respecto de la industria, incorporando ahora los
intereses de lasempresas energticas.
Las tres objeciones planteadas tienen, a mi juicio, suficiente
peso para relativizar las bondades delos biocombustibles. Incluso
aunque se pudiera discutir algn aspecto como el del
balanceenergtico, la sola presencia de anlisis divergentes sobre
esta cuestin debera ser ya motivo paraaplicar, al menos, el
principio de precaucin en la produccin de biocombustibles. Sobre
todocuando, al salirnos del mbito especfico de la energa, se
observa que la produccin de etanol obiodiesel no hace sino agravar
directa e indirectamente la erosin y degradacin del suelo
(algoespecialmente importante para Espaa), adems de ser un proceso
muy exigente en utilizacin deagua (lo que tambin debera preocupar
en nuestro territorio): se estima que para la produccin deun litro
de etanol se requieren entre 10-12 litros de agua en la fase de
destilacin, y entre 20-25litros en la fase de fermentacin, lo que
supone en total una exigencia de entre 30 y 37 litros deagua por
cada litro de etanol ( [15] ) .
No parece, por tanto, que la consideracin de otros aspectos como
la erosin o las exigenciashdricas de los cultivos que sirven de
base a los biocombustibles jueguen a favor de esta
page 4 / 13
-
alternativa. Mxime cuando se aaden algunas consideraciones
relacionadas con la desmesuradaocupacin de espacio que exigira
satisfacer el consumo de energa para el transporte
conbiocombustibles: lograr el 10% del consumo de combustibles en EE
UU con etanol requerira, porejemplo, 22 millones de hectreas ( [16]
).
Y cuando las cifras de consumo de grano para combustible se
comparan con la cantidad necesariapara alimentar a una persona
durante un ao, el resultado es si cabe ms demoledor: suponiendoque
cada coche recorre por trmino medio 20.000 km/ao con un consumo de
7 litros/km, estosupondra la utilizacin de 1.400 litros de etanol
producido a partir de 3.500 kilos de grano. Esdecir,
aproximadamente siete veces ms grano que el que necesita un
individuo para alimentarsedurante un ao ( [17] ). Lo que nos lleva
directamente al ltimo de los efectos nocivos de laproliferacin en
el consumo de biocombustibles. Habida cuenta de que los pases ricos
no van aponer en cultivo esos millones de hectreas necesarias para
satisfacer su consumo debiocombustibles, ya se estn desarrollando
proyectos en pases pobres de Latinoamrica, Asia yfrica para que
stos destinen una parte importante de su superficie agrcola a la
plantacin decultivos energticos destinados al consumo de los pases
ricos, poniendo en mayor riesgo suseguridad alimentaria y
aumentando sus servidumbres ambientales con los pases
"desarrollados" ([18] ).
Argumentos contra el uso de la biomasa como opcin energtica
Una vez analizado el caso de los biocombustibles, resta por
debatir los motivos que llevan tambina dudar del uso de la biomasa
con fines principalmente energticos. Es cierto que
elaprovechamiento trmico y (parcialmente) elctrico de la biomasa
(residual) no se enfrenta con lasobjeciones de eficiencia energtica
que, por ejemplo, se han detectado en el caso de
losbiocombustibles. Al tratarse, principalmente, de residuos
agrcolas, ganaderos o forestales - y,como tales, subproductos de la
actividad principal - no se les debe computar ningn
consumoenergtico, por lo que su quema s que arrojara un balance
positivo.
Pero la razn ms importante para dudar de una estrategia
energtica como sta descansa en otrohecho. Con las caractersticas
edficas de un territorio como la Pennsula Ibrica, en el que
avanzande manera importante los procesos de erosin y desplazamiento
de materia orgnica vinculados aactividades antrpicas (agricultura,
urbanizacin y construccin de infraestructuras) ( [19] ),sabemos que
existe un destino alternativo ms provechoso para esos residuos
agrcolas, ganaderosy forestales, que contribuira a cerrar los
ciclos de materiales de las actividades agrarias, y a paliarlos
procesos erosivos: la elaboracin de compost y la devolucin al
terreno de aquella parte quepreviamente se ha extrado en forma de
materia orgnica y nutrientes con la recoleccin de loscultivos.
Como se ha recordado ya hace varios lustros, dada la preocupante
situacin de nuestros suelos, siquisiramos elevar hasta el 2% su
contenido de materia orgnica, necesitaramos un aporte anualde 232
millones de toneladas, equivalentes a 6,5 t/ha/ao durante una dcada
( [20] ). Una partede ellos estn representados en los ms de 40
millones de toneladas de residuos de cultivos, a losque podramos
sumar los casi 90 millones de estircol ganadero y los ms de 15
millones deresiduos slidos urbanos que incorporados arrojaran una
cifra cercana a los 150 millones de
page 5 / 13
-
toneladas. Slo as se podra contribuir a reducir tanto los
efectos erosivos de origen antrpicocomo aquellos relacionados con
fenmenos meteorolgicos naturales ( [21] ).
Ahora bien, la magnitud del dao se hace ms patente si caemos en
la cuenta de que el suelo frtiles un recurso renovable un tanto
especial, pues el tiempo necesario para su renovacin loconvierte a
efectos prcticos en un recurso no renovable. "En condiciones
naturales de cubiertavegetal -recuerda Robert Allen- [...] se
necesitaran de 2.000 a 8.500 aos para generar suelo hastauna
profundidad de 20 cm. As pues el suelo, a efectos prcticos, una vez
desaparecido, hadesaparecido para siempre" ( [22] ).
En un pas donde la agricultura sigue ocupando una fraccin
importante del territorio, la erosinsigue siendo preocupante, y la
materia orgnica no abunda especialmente, resulta un
lujocompletamente innecesario quemar la biomasa para obtener
energa. Sobre todo porque el costede oportunidad es muy alto. El
uso energtico de la biomasa compite con su aprovechamiento enforma
de compost y lo ms inteligente, dadas las circunstancias, es
emplearlo en aquello queofrece mejores resultados desde el punto de
vista de la conservacin de los ecosistemas y la propiaagricultura.
La energa se puede obtener utilizando ms eficientemente la ya
disponible, o de formarenovable con tecnologa solar o elica, pero
es obvio que ningn panel fotovoltaico o molino deviento nos va a
proporcionar la materia orgnica necesaria para abonar nuestros
campos ( [23] ) .
No hay que olvidar, adems, otro elemento fundamental. Si
queremos tener una visin integradade la gestin ambiental, y a la
vez ser coherentes con nuestras propuestas para alcanzar unaeconoma
sostenible, la transformacin ecolgica del sistema agropecuario
necesitar del abonoorgnico necesario para nutrir los cultivos de la
propia agricultura ecolgica. Pero si decidimosquemarlo, cmo
abasteceremos de materia orgnica a nuestras explotaciones de
agriculturaecolgica? Cmo lograrn proporcionarnos alimentos
saludables y conservar adecuadamente losecosistemas agrarios?
Reducir nuestras contradicciones y calibrar la bondad de las dos
alternativas
Seguramente, la mejor manera de reducir las contradicciones
internas en un asunto importante-como lo es ste para el movimiento
ecologista-, sea comparar cada una de las alternativaspropuestas
con los principios generales que inspiran nuestros anlisis y
prcticas como talmovimiento social. As, de paso, se calibra hasta
qu punto las dos posibilidades presentan rasgosms o menos
contradictorios con esos principios, y se puede elegir con mayor
coherencia.
Si, para empezar, tuviramos que sintetizar en un puado de rasgos
los elementos que, desde elpunto de vista ecologista y de la
economa ecolgica, caracterizan a una economa industrial
comosostenible, es probable que, como mnimo, estuviramos de acuerdo
en estos tres principios (por lodems bien conocidos): 1) Como
cuestin general, la reduccin en el uso masivo de los
recursosnaturales (energa y materiales) y, por lo tanto, en la
generacin de residuos en todas sus formas(slidos, lquidos o
gaseosos); 2) Desde el punto de vista energtico, la articulacin de
los modos deproduccin y consumo sobre fuentes de energa renovables;
y 3) En lo tocante a los materiales,
page 6 / 13
-
afanarse en cerrar los ciclos convirtiendo los residuos de nuevo
en recursos aprovechables a travsde su reutilizacin y reciclado.
Han sido precisamente las condiciones 2) y 3) las que han
permitidodefinir como sostenible el modo de produccin propio de la
biosfera durante millones de aos, y aeso mismo debemos aspirar si
queremos cumplir el manido objetivo de "satisfacer las
necesidadesde la generacin presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras parasatisfacer sus propias
necesidades".
Cul, entonces, de las dos alternativas discutidas se corresponde
en mayor medida con losprincipios enunciados? En primer lugar, y
aunque siempre hacemos nfasis en la necesidad de reducir el uso de
recursos y, por tanto, la generacin de residuos, las discusiones y
presionesordinarias nos suelen llevar sin solucin de continuidad
hacia el mbito de la gestin. No me parecerazonable entrar a
discutir formas adicionales de abastecimiento energtico (aunque
sean"renovables") sin antes exigir que se acometan seriamente
planes de ahorro y eficiencia quereduzcan el uso de energa.
Obviamente, esta medida proporciona un amplio margen siendoEspaa el
pas de la UE ms despilfarrador e ineficiente en el uso
energtico.
Por eso mismo, en segundo lugar, me parece ms necesario que
nunca revitalizar el enfoque degestin de la demanda, en la lnea del
Plan de ahorro y eficiencia en el consumo elctrico.Horizonte 2015,
presentado recientemente por Ecologistas en Accin ( [24] ), y al
que se podranacompaar otra serie de medidas en el mbito del
transporte, la industria y el uso residencial.Siendo tantas las
posibilidades por explorar en este terreno no sera sensato dar alas
al viejoenfoque de oferta, es decir, de ampliacin de la
disponibilidad energtica (aunque sea conbiocombustibles y biomasa),
pues el nfasis y la discusin sobre la "bioenerga" evitara,
porensima vez, prestar atencin al ahorro y la reduccin.
Por otro lado, se minimizaran las incoherencias de nuestro
discurso si simplemente trasladsemosal mbito energtico lo que
llevamos tiempo defendiendo en la gestin del agua en Espaa.
Seradeseable, adems, no caer aqu en la trampa que la administracin
y los regantes han queridotendernos en materia hdrica, y que
sabiamente hemos evitado. En efecto, en los debates sobre elltimo
Plan Hidrolgico Nacional se dijo que el trasvase era necesario
puesto que el "dficit hdrico"del litoral no se cubra con los
hectmetros cbicos adicionales obtenidos con medidas de ahorro
yeficiencia (reparacin de redes de distribucin, riego por goteo,
etc.) que ya haban sidoconsiderados. Por lo tanto, las necesidades
seguan siendo superiores a las disponibilidades, y estojustificara
el trasvase. Afortunadamente, la falacia del argumento fue puesta
de relieve, con vigor ybuenas razones, por el movimiento ecologista
y la nueva cultura del agua. Y si este razonamientode vieja cultura
del agua nos pareci inaceptable en el caso hdrico -porque es
preciso poner coto alas demandas injustificables, pues los
trasvases antes y las masivas desaladoras ahora sirven paracebar la
bomba de un modelo agrario, productivo y turstico ampliamente
destructivo del litoral-,igual de inaceptable nos lo debe parecer
ahora cuando discutimos sobre energa.
En segundo lugar, la articulacin del modo de produccin y consumo
sobre fuentes de energarenovables (y no emisoras de gases con
efecto invernadero) nos lleva directamente a poner unmayor nfasis
en la sustitucin de los combustibles fsiles y la energa nuclear por
tecnologassolares y elicas, que ofrecen menores impactos
ambientales y costes de oportunidad que losbiocombustibles o la
biomasa. La defensa ecologista de la energa solar y de la elica es
un hechodemostrado desde hace tiempo, pero dado el actual marco
institucional de expansin de labiomasa y los biocombustibles se
hace ms necesario que nunca redoblar el nfasis en estas
page 7 / 13
-
energas, sobre todo la solar.
Por ltimo, convendra saber cul de las dos alternativas responde
mejor al objetivo de cerrar losciclos de materiales. En este
asunto, y teniendo en cuenta los argumentos previos, existen
pocasdudas de que el aprovechamiento de la biomasa en forma de
abono y compost, que devuelve a latierra los nutrientes y materia
orgnica que previamente se extrajeron de ella, cumple mejor
eserequisito que el uso energtico de la misma. A estas razones
habra, adems, que sumar otras dos.De un lado, la aportacin de la
biomasa y los biocombustibles al consumo energtico global sermuy
reducida, comparada en cambio con el gran servicio que prestara
como enmendante y abonopara la agricultura. Por otra parte,
perseguir este ltimo uso para la biomasa resulta coherente conla
poltica de gestin de residuos urbanos que Ecologistas en Accin
viene defendiendo desde haceaos: la separacin en origen de la
materia orgnica compostable para su aprovechamiento comoabono (
[25] ). Cmo defender la separacin en origen de la fraccin orgnica
si luego va a teneruna finalidad energtica? Difcilmente.
Frenar algunos despropsitos de las polticas energticas
pblicas
Despus de todas estas consideraciones, resulta triste que, a
pesar de los esfuerzos del Ministeriode Medio Ambiente, las
previsiones pblicas en materia energtica -algunas de ellas
plasmadas enla Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energtica en Espaa
(2004-2012) y, sobre todo, el Plan deEnergas Renovables (PER
2005-2010) ( [26] ) - hayan hecho odos sordos de las cautelas
yargumentos anteriores. Hay varias razones para pensar as:
1) En relacin con la citada Estrategia, mal se empieza si se
asume de partida -y sin ningunajustificacin razonable- que el
consumo de energa aumentar un 3,3% anual acumulativo entre2000 y
2012. Y que, una vez fijado esto, se plantee como objetivo
estratgico que el consumo aumente finalmente "slo" un 2,5%, anual,
quedando as como un logro del ahorro y la eficiencia el0,8% anual
restante.
2) Por otra parte, este incremento final se hace coincidir con
una expansin general de lasrenovables, pero tambin con un hecho
sorprendente y paradjico que no parece haber sido objetode mucha
reflexin crtica. El PER 2005-2010 prev llegar al final del perodo
con una produccin de10.481 ktep, de las cuales 3.488 ktep seran
aportadas por centrales de biomasa, 1.552 porco-combustin de
biomasa, y 1.972 ktep con biocarburantes. Es decir, el 66% de la
produccinenergtica de fuentes renovables se har con cargo a la
biomasa y sus derivados (biocombustibles), mientras que la
aportacin de la energa solar (fotovoltaica, termoelctrica y trmica
de bajatemperatura) sera marginal: 882 ktep, esto es, slo el 8,4%
de la produccin ( [27] ) .
3) Igual de criticable resulta que, con los costes ambientales
de los biocombustibles, ya descritosen trminos de consumo de energa
y emisiones, se salude positivamente la posicin rcord queEspaa
ocupa en la produccin de bioetanol a escala europea. Produccin que
se pretendecomplementar con un incremento sustancial de biodiesel
con cargo a aceites vegetales puros -nousados- (sobre todo colza) (
[28] ). Si a esto aadimos que, como reconoce el propio Ministerio
de
page 8 / 13
-
Agricultura, ms de la mitad del aceite necesario para la
produccin de biodiesel procede delexterior ( [29] ), quedan claras
las amenazas de servidumbre ambiental que esta opcin energticaest
generando sobre los pases ms desfavorecidos, que ven incrementadas
sus hectreas detierra destinadas a la plantacin de cultivos
energticos para consumo de los pases ricos.
4) Tampoco es razonable el nfasis en vincular los cultivos
energticos no slo a la fabricacin debiodiesel, sino tambin a
incrementar la biomasa disponible para usos energticos ms all de
losresiduos agrcolas, ganaderos o forestales disponibles:
concretamente 1.908.300 tep se pretendenlograr con cargo a cultivos
energticos, es decir, casi la mitad de la produccin energtica
conbiomasa en 2010. De esta manera, desaparece incluso el supuesto
"balance energtico positivo"del uso de estos residuos,
incorporndose todos los inconvenientes ya expuestos para el
casoestricto de los biocombustibles.
5) Finalmente, estas prioridades equivocadas tienen tambin su
paralelo presupuestario. As, lasayudas pblicas (directas, primas y
exenciones) al aprovechamiento energtico de la biomasa y
debiocarburantes alcanzarn en 2005-2010 los 6.513 millones de
euros, es decir: 5,8 veces ms quelos 1.107 millones destinados a la
promocin de la energa solar en todas sus formas. Esta es sinduda
una asignacin de dinero pblico y de prioridades muy desafortunada,
habida cuenta denuestras mejores condiciones y ventajas para la
expansin de la energa solar en comparacin conla biomasa. Por ello
es difcil comprender, por ejemplo, cmo el Ministerio de Industria,
Comercio yTurismo est financiando con ms de 22 millones de euros de
dinero pblico, por cuatro aos, a ungrupo de empresas lideradas por
Repsol-YPF para la realizacin de un Proyecto de Investigacin
yDesarrollo sobre biodiesel. Un proyecto que, por s solo, supone el
equivalente a la mitad del apoyopblico a la inversin en
instalaciones de energa solar fotovoltaica para 2005-2010, cifrado
en 42millones de euros ( [30] ).
Una propuesta final para avanzar
En las pginas previas he tratado de aportar razones y argumentos
para reconsiderar la posicinfavorable al uso energtico de la
biomasa y sus derivados (biocombustibles) tanto de una parte
delmovimiento ecologista como de las polticas pblicas en materia
energtica. Resumiendo, estareconsideracin debera incluir varios
aspectos que, por otro lado, forman parte de nuestra propiatradicin
desde hace aos:
- Redoblar los esfuerzos, realizados desde hace tiempo, en
promover una "nueva culturaenergtica" de gestin de la demanda -por
analoga con lo defendido en materia hdrica-, queponga el nfasis en
el ahorro, la eficiencia, la reduccin de la movilidad y la
ordenacin delterritorio como elementos clave para reducir el
consumo energtico. Ante la pasividad de lospoderes pblicos en esta
materia, parece obligado que, desde el movimiento ecologista,
pongamosesta cuestin sobre la mesa antes de discutir cualquier
ampliacin de la oferta energtica cuyoscostes ambientales parecen
claros.
- Un decidido apoyo a la energa solar en sus diferentes
modalidades como vehculo de sustitucin
page 9 / 13
-
de los combustibles fsiles, habida cuenta las ventajas
comparativas de nuestro territorio, su menorimpacto ambiental, y el
escaso apoyo pblico recibido.
- Conectar la poltica de residuos con la biomasa y con el
principio de cerrar los ciclos demateriales en los procesos
productivos, la promocin de la agricultura ecolgica y la lucha
contra laerosin. Por esta razn, el uso ptimo de la biomasa y sus
derivados debe ser la elaboracin deabono orgnico que resulta,
claramente, la utilizacin ms idnea en nuestro pas ( [31] ).
Estoy convencido de que aquellos que, dentro del movimiento
ecologista, proponen el usoenergtico de la biomasa y los
biocombustibles piensan honestamente que es una buena solucin.Pero,
con la ayuda de los argumentos presentados, espero que logremos
clarificar y reconsiderarnuestra posicin sobre este notable asunto.
Nos van en juego cosas importantes. Entre ellasavanzar, aunque sea
con pequeos pasos, hacia una economa y sociedad ms sostenibles.
Nodejemos, pues, que "el porcentaje de biocombustibles" que nos
proponen desde arriba se conviertaen una rmora de la que luego
tengamos que arrepentirnos.
Notas y referencias
[1] Con los ojos abiertos. Ecopoemas (1985-2005), Ediciones
Baile del Sol, Lanzarote (en prensa).
[2] En lo que atae a Ecologistas en Accin, esto es lo que se
desprende, por ejemplo, de lostextos: Comisin de Energa
(Ecologistas en Accin Madrid): "Utilizacin energtica de la
biomasa", El Ecologista, n 32, pp. 41-43, 2002; y el ms matizado de
Begoa Mara-Tom Gil : "Losbiocarburantes o biocombustibles lquidos",
El Ecologista , n 47, pp. 24-26, 2006.
[3] Que la controversia se da en el mismo seno de Ecologistas en
Accin lo demuestra lapublicacin, tambin en nuestra revista, de dos
lcidos artculos de Alfonso del Val en los que sedefiende un
aprovechamiento muy diferente de la biomasa y los residuos
orgnicos: "Elaprovechamiento de los residuos orgnicos
fermentables", Gaia, n 16, pp. 28-32, 1999; y "Questamos haciendo
con nuestros residuos?", El Ecologista , n 30, pp. 44-47, 2002
(vase, para msdetalle su texto El libro del reciclaje, Ed .
Integral). En la misma lnea: Ecologistas Martxan, (2002):Incidencia
ambiental del empleo de biomasa con fines energticos, Irua. Por
otro lado, variaspropuestas de organizaciones regionales de
Ecologistas en Accin han hecho suyos estosplanteamientos en materia
de gestin y aprovechamiento de residuos de biomasa con usos
muydiferentes a los energticos (v.gr, Madrid, Castilla y Len,..).
Vase tambin: scar Carpintero ,(2005): El metabolismo de la economa
espaola: Recursos naturales y huella ecolgica(1955-2000),
Lanzarote, Fundacin Csar Manrique, pp. 306-321.
page 10 / 13
-
[4] Vase, por ejemplo: Shapouri, H., J.A. Duffield, M. Wang ,
(2002): The Energy Balance ofCorn-Ethanol: An Update, U.S.
Department of Agriculture, Agricultural Economic Report No.
814.
[5] Wang, M., C. Saricks, D. Santini (1999): Effects of
FuelEthanol Use on Fuel-Cycle Energy andGreenhouse Gas Emissions.
U.S. Department of Energy, Argonne National Laboratory, Center
forTransportation Research, Argonne, IL.
[6] Lorenz, D., and David Morris , (1995): How Much EnergyDoes
it Take to Make a Gallon ofEthanol? Revised and Updated. Institute
for Local Self-Reliance, Washington, DC.
[7] Farrell A. E, Plevin RJ, Turner BT, Jones AD, O'Hare. M and
Kammen D. M., (2006): "Ethanol cancontribute to energy and
environmental goals", Science, vol. 311, pp. 506-508. Junto a este
trabajode Farrell, et al., este nmero de Science de 27 de enero de
2006 incorpor otros dos textosfavorables a la utilizacin de los
biocombustibles: Koonin , S.E: "Getting serious about biofuels"; y
elde Ragauskas , A.J, et al: "The path forward for biofuels and
biomaterials". Las reacciones y crticasno se hicieron esperar y el
nmero de 23 de junio recoga ya numerosas cartas de protesta
decientficos diversos. Vid. "Letters", Science, Vol. 31. 23 de
junio, pp. 1743-1748.
[8] Pimentel, D., T.W. Patzek , (2005): "Ethanol Production
Using Corn, Switchgrass, and Wood;Biodiesel, Production Using
Soybean and Sunflower", Natural Resources Research, 14, pp.
65-76.Este trabajo complementa y actualiza investigaciones previas
del propio Pimentel. Vase, porejemplo: Pimentel , D., (2003):
"Ethanol fuels: energy balance, economics and environmentalimpacts
are negative", Natural Resources Research, 12, pp. 127-134; y
"Ethanol fuels: energy,security, economics and the environment",
Journal of Agriculture, Environment and Ethics, 4, pp.1-13. En un
plano ms general, vase tambin el excelente texto de: Giampietro,
M., K. Mayumi, yJ. Ramos-Martin , (2006): " Can biofuels replace
fossil energy fuels? A Multi-scale integrated analysisbased on
theConcept of societal and ecosystem Metabolism: part 1",
International Journal ofTransdisciplinary Research Vol. 1, No. 1,
pp. 51-87.
[9] Keeney, D.R., and T.H. DeLuca . "Biomass as an Energy Source
for the Midwestern U.S." American Journal of Alternative
Agriculture, Vol. 7 (1992), 137-143; Giampietro, M., S. Ulgiati,
D.Pimentel , (1997): "Feasibility of large-scale biofuel
production", BioScience, 47, pp. 587-600.
[10] A la posibilidad de utilizar los aceites vegetales usados
para la elaboracin de biodiesel mereferir al final del artculo.
[11] Algunas diferencias entre el estudio de Shapouri , et al.
(2002) y Pimentel (2003, 2005) seencuentran en Pimentel , (2005),
p. 69.
page 11 / 13
-
[12] Fras San Romn , J, (1985): "Posibilidades de
aprovechamiento econmico de la biomasaresidual", Agricultura y
Sociedad, 34, p. 219.
[13] Patzek (2006), op.cit, p. 50.
[14] O mejor, produccionista, como acertadamente ha recordado
Enric Tello.
[15] White, P. J. and Johnson , L. A. (eds.), (2003): Corn
Chemistry and Technology Handbook,American Association of Cereal
Chemists: citado en Patzek , T. (2004): "Thermodynamics of
theCorn-Ethanol Biofuel Cycle", Critical Reviews in Plant Sciences,
23(6):519-567. Versin actualizadade 2006 en:
www.petroleum.berkeley.edu/papers/patzek/CRPS416-Patzek-Web.pdf.
[16] Pimentel , D., (2003), op.cit, p. 129.
[17] As lo calculan D. Connor, I. Minguez , (2006): "Letter to
Science", Science, vol. 312, p. 1743.
[18] Vanse, por ejemplo, los artculos firmados por Mae-Wan Ho y
Elizabeth Bravo en: Institute ofScience and Society, (2006): Which
energy?, (www.i-sis.org.uk).
[19] Vase, no obstante, el interesante artculo de Julia Martnez
y Miguel ngel Esteve , (2006):"Desertificacin en Espaa: una
perspectiva crtica", El Ecologista, 48, pp. 40-42, donde se
matizanrazonablemente algunos tpicos sobre esta cuestin.
[20] MOPU, (1980): Estudio sobre aprovechamiento de basuras,
produccin y utilizacin decompost, Madrid. Cfr. Del Val , A.,
(1999): "Aprovechamiento de residuos orgnicos fermentables",GAIA,
16, p. 30.
[21] "Cuando el 20% de la superficie del suelo se cubre de
residuos, la erosin ser un 50% menorque en ausencia de ellos, y una
cobertura del 90% puede reducir la erosin hdrica en ms del 93%en
comparacin con el suelo al descubierto". Smil , V., (1999): "Crop
residues: Agricultures largestharvest", BioScience , vol. 49, p.
303.
[22] Citado por Lpez Linage , J., (1987): "Crecimiento urbano y
suelo frtil. El caso de Madrid enel perodo 1956-1980", Pensamiento
Iberoamericano, 12, p. 260.
page 12 / 13
-
[23] Cabra hacer un matiz sobre el aprovechamiento trmico de
ciertos residuos forestales enncleos rurales cercanos al monte.
[24] Y en el que se plantean reducciones en el consumo elctrico
de hasta el 35%.
[25] Esto es lo que se propuso sin xito en el caso de Madrid, y
se logr en ciudades comoCrdoba o Valladolid, evitando, de paso, la
proliferacin del famoso contenedor amarillo que tantoperjuicio est
creando en la gestin sensata de los residuos municipales.
[26] Ambos documentos estn disponibles en www.idae.es.
[27] Llama la atencin el escaso nfasis en las excepcionales
condiciones que en energa solartiene Espaa en comparacin con los
pases de nuestro entorno. As, resulta sorprendente queAlemania -con
mucha menos irradiacin que Espaa- est a la cabeza europea en
potenciainstalada solar fotovoltaica (403 MW en 2003), mientras que
Espaa aparezca con una potencia 15veces inferior (26,9 MW), tal y
como se refleja en: Ministerio de Industria, Turismo y
Comercio/IDAE,(2005): Plan de Energas Renovables (2005-2010),
Madrid, p. 158.
[28] El objetivo a cumplir en 2010 es llegar a las 1.221.000 tep
de biodiesel, con 1.021.000 tep deaceites puros y 200.000 tep
procedentes de aceites usados. Como se puede ver, no parece que
elargumento del reciclaje de aceites usados sea determinante para
la generalizacin del biodiesel.
[29] Vid. Nota de Prensa de 15 de junio de 2006
(www.energas-renovables.com).
[30] PER 2005-2010, p. 183 y 270.
[31] Se podran valorar dos excepciones, muy bien tasadas: a) El
uso trmico de la biomasaforestal en poblaciones rurales, ligadas al
territorio donde se genera el residuo, y quetradicionalmente la han
dado ese uso; y b) el reciclaje de aceites vegetales usados
mientras no seencuentre una alternativa mejor para su reutilizacin.
En ambos casos se tratara de opcionesminoritarias que no
justificaran los ambiciosos planes de aprovechamiento energtico de
labiomasa y los biocombustibles.
scar Carpintero, es miembro de Ecologistas en Accin y Profesor
de Economa en la Universidadde Valladolid
page 13 / 13