Ateneo Pontificio Regina Apostolorum FACULTAD DE TEOLOGÍA Año académico 2002-2003 El Cristocentrismo y la virtud de la amistad Tesina para la disertación en Teología Moral Director: P. José Ma. Antón, L.C. Alumno: P. Miguel Agustín Elizalde, L.C. Roma, 31 de julio de 2003
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Ateneo Pontificio Regina Apostolorum
FACULTAD DE TEOLOGÍA
Año académico 2002-2003
El Cristocentrismo y la virtud de la amistad
Tesina para la disertación en Teología Moral
Director: P. José Ma. Antón, L.C.
Alumno: P. Miguel Agustín Elizalde, L.C.
Roma, 31 de julio de 2003
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I N T R O D U C C I Ó N
“Vosotros sois mis amigos” (Jn. 15,14) 1
Cristo es para el cristiano la vida nueva que le permite ver, experimentar y vivir todo
con ojos nuevos y amar así todo con un mismo corazón en Él. El cristocentrismo en
realidad es el punto de vista sintético del dinamismo del actuar del cristiano2.
Este trabajo investigará cómo Cristo, al centro de la moral, muestra el camino para la
felicidad haciéndose verdadero amigo que toca la vida de cada hombre. Su amistad se hace
modelo y fuerza transformadora de la vida de los hombres. Su amistad es la luz que
ilumina la vida de los hombres que quieren vivir en la virtud. La moral de la virtud busca
hacer de la vida del cristiano un camino de seguimiento de Cristo.
La premisa fundamental del trabajo es: Cristo Señor ha indicado cual es el camino a
seguir para cada hombre, “sobre todo cuando -como enseña el Concilio- «mediante la
encarnación, el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre»”3.
Buscando la verdad sobre el hombre tal y como lo conocemos aquí y ahora, y
contemplando los “signos de los tiempos”, se nos presenta la urgencia de una renovación
de la teología moral. “La revelación de Jesucristo, como amigo, como guía y como modelo,
admirable y, sin embargo, imitable; la revelación de su mensaje que da respuesta a las
cuestiones fundamentales; la revelación del Plan de amor de Cristo Salvador como
1 Las referencias a la Sagrada Escritura se han tomado de la Biblia de Jerusalén, DDB, Bilbao 1995. 2 Cfr. L. MELINA, Cristo e il dinamismo del l’agire, PUL-Mursia, Roma 2001, p. 104. 3 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis 13.
3
encarnación del único amor verdadero y de la única posibilidad de unir a los hombres, todo
eso podrá constituir la base de una auténtica educación en la fe”4.
Haciendo la investigación para este trabajo encontramos, con gran alegría, una
cantidad de estudios que son un signo que en estos años se ha retomado el estudio de este
tema del cristocentrismo. Con este trabajo a partir del cristocentrismo seguimos a los que
proponen el regreso a la virtud como vía adecuada para la moralidad.
El teólogo moralista tiene un gran reto, “no le compete ninguna autoridad en el
campo moral en el sentido verdadero y propio”5, ya que esta le compete sólo a los Santos
con su vida y al magisterio con su función. Él debe “expresar la exigencia de una
conciencia reflexiva y critica de la vida en Cristo, ya que esta no puede no ser vivida dentro
de la historia”6. El verdadero teólogo moralista es el que hace la teología desde la vida
santa y con la mirada puesta siempre en Cristo, maestro de humanidad. Es el que busca
explicar la vida del hombre desde Cristo, con él y en él.
La teología moral necesita imbuirse de este auténtico humanismo que la hace ser
verdadera presencia en la sociedad guiando e iluminando las vidas de los hombres y sobre
todo llenando de sentido allí donde todas las demás ciencias humanas fallan en las
verdades mas profundas y definitivas del actuar del hombre. La encíclica Veritatis
Splendor en el número 119 aconseja la Sequela Christi como el camino para alcanzar el
ideal de la perfección moral, propone a los hombres encontrar a “Cristo Amigo” quién
4 JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae 38. 5 C. CAFARRA, Vida en Cristo, EUNSA, Pamplona 1999
2, p. 83.
6 Ibíd., p. 84.
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indicará el camino a seguir. Cristo es el modelo que manifestará toda la perfección del
hombre y toda la perfección de la virtud.
“Él [Cristo] determina también su puesto, su -por así decirlo- particular
derecho de ciudadanía en la historia del hombre y de la humanidad”7.
Cristo es la sabiduría del cristiano. En la amistad con Él y estando bajo el régimen de
la ley nueva es Dios, Sumo Bien, quien dona la fuerza y la atracción hacia sí con su
intrínseca perfección y belleza y con la perfecta comunión que ofrece.
El cristiano esta llamado a la perfección. Cristo es el ejemplo a seguir. La perfección
moral se debe alcanzar en el actuar libre del hombre en el amor haciendo uso de la razón
práctica con el auxilio de la virtud. El cristiano debe hacer de su vida norma viva que sea
ejemplo, que no se impone a sus hermanos, sino que se hace amable por la verdad que
conlleva. El cristiano puede hacer de su vida norma en el bien si entiende, él mismo, en
toda su verdad práctica lo que significa "la verdad del bien" para cada hombre.
Este trabajo se presenta desde la perspectiva de la moral del agente. Sabemos que,
cuando se trata de reconstruir la acción, el factor determinante es la atracción actual al bien
que consienten las virtudes morales.
El tema de este trabajo es un punto de convergencia de varios tratados de teología.
Sin embargo estamos convencidos que es el punto neurálgico de la teología moral. Cristo
como amigo enseña, responde y acompaña llevando consigo todas las respuestas a las
preguntas del hombre. Cristo revela el sentido auténtico de la libertad y es con su amistad
el vínculo indispensable para llegar a la verdad sobre el hombre. Por eso, es necesario tener
7 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis 10.
5
siempre la mirada fija en Jesucristo, verdadero amigo, pues sobre el misterio de su vida,
muerte y resurrección se fundan las razones de nuestra fe. Es en su persona que se unen y
explican la dimensión humana y divina de la moral cristiana.
Buscando conocer las bases teóricas para llegar a establecer un Cristocentrismo
Moral de las virtudes, idea que nace desde el interés suscitado en una clase con el P. Livio
Melina y que iluminó esta intuición tantas veces meditada sobre la amistad del hombre con
Dios, decidimos hacer este trabajo de investigación. Lo que tratamos encontrar es el
fundamento teórico del cristocentrismo en relación con la virtud de la amistad para poder
poner en perspectiva el actuar moral humano en vistas del actuar divino y así poder
recapitular todo en Cristo8. Creemos, como tantos teólogos moralistas, que es el momento
de hacer un redimensionamiento teológico de la moral, es decir, volver a poner a Cristo al
centro del discurso moral.
Para este trabajo hemos seguido el esquema presentado en las páginas del libro
“Cristo e il dinamismo del Agire”9, que de forma magistral contiene la síntesis del camino
seguido por el cristocentrismo. Los conceptos que se encuentran allí marcan los confines
dentro de los cuales se desarrollará este trabajo.
8 Cfr. L. MELINA, Cristo e il dinamismo..., p. 11. 9 Cfr. L. MELINA, Cristo e il dinamismo..., pp. 179 –199.
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C A P Í T U L O 1 .
E L C R I S T O C E N T R I S M O Y L A M O R A L
Buscando un fundamento escriturístico encontramos en el cristocentrismo paulino
expresado con determinación en su afirmación: “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive
en mí” (Ga. 2,20) una fuerza que se presenta como una propuesta de vida para los hombres
de todos los tiempos: tanto para los judíos y griegos del primer siglo como para los
hombres de este inicio de milenio. “Lo que busca el hombre de hoy y de siempre es
encontrarse personalmente con Jesucristo”10. El cristocentrismo no sirve si no se hace
experiencia viva y personal. Es necesario que sea Cristo mismo quien lo alimente. “Este
cristocentrismo no lo entiendo de modo romántico o teórico. Es un encuentro. Es una
experiencia. Es en el fondo una gracia del Espíritu Santo”11. Es un reto exigente que
requiere de caridad y amor, que se cumple en la amistad. Es una experiencia que requiere
de todo el hombre. “Estoy firmemente convencido de que si Cristo es poco amado es
porque no es conocido. Ese conocimiento interior y experiencial es una gracia de Dios que
se puede pedir con humildad en la oración”12. Donde hay caridad y amor hay verdadero
cristianismo. Donde se da este conocimiento de Cristo se dan los frutos que caracterizan al
cristiano. “Si somos cristianos, debemos conocer a Cristo, seguirlo y amarlo”13. Lo que
caracteriza al que conoce bien a Cristo es que encuentra el camino y definición de su amor
a Cristo en la realidad eclesial que es la vía que Él mismo quiso dejar para vivir esta
10 J. COLINA, Marcial Maciel, Mi vida es Cristo, Planeta, Barcelona 20032, p. 95.
11 Ibíd., p. 95. 12 Ibíd., p. 197. 13 Ibíd., p. 233.
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entrega. “Es precisamente en función de este amor a Cristo que surge el amor a la
Iglesia”14.
Cristo revela la dignidad del hombre al hombre. Es la verdad total para el significado
de su vida, de su presente pasado y futuro. Dios, presente a lo largo de la historia, se hace
presente a cada hombre en Cristo. Maravillosa Verdad es esta, tan grande, que no puede
sino provocar en los hombres, tomando las palabras del Papa en la Redemptor Hominis,
una “vera miratio maxime”.
“En realidad, ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del
hombre se llama Evangelio, es decir, Buena Nueva. Se llama también
cristianismo. Este estupor justifica la misión de la Iglesia en el mundo,
incluso, y quizá aún más, «en el mundo contemporáneo»”15.
La historia nos lo prueba, los hombres no se cansan de proclamar que Cristo los ha
maravillado y llegan hasta la locura de testimoniar esto con sus vidas. “Este estupor y al
mismo tiempo persuasión y certeza, que en su raíz profunda es la certeza de la fe, pero que
de modo escondido y misteriosos vivifica todo aspecto del humanismo auténtico, está
estrechamente vinculado a Cristo”16.
“Cristo es el centro de la moral y, por tanto, de la reflexión teológica en cuanto
personalidad ejemplar. El espacio en la moral no lo debe ocupar una serie dispersa de
leyes, sino una persona viva, que tiene valor de ideal en orden a su seguimiento”17.
14 Ibíd. 15 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis 10. 16 Ibíd. 17 L. MELINA – J. NORIEGA – J. PÉREZ -SOBA, La plenitud del obrar cristiano: Dinámica de la acción y
perspectiva teológica de la moral, Palabra, Madrid 2001, p. 128.
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El principio evangélico de la imitación a la luz del Nuevo Testamento resulta ser una
invitación personal de Jesús, que se hace en el tiempo el camino de la comunidad cristiana.
“La humanidad esta asociada a Dios; sobretodo por Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor de
la humanidad, es hombre: en torno a Él se crea y crece continuamente el “Pueblo de Dios”,
la sociedad de la humanidad con Dios”18.
Fundado en un personalismo cristiano
Tomando como base un análisis del Cristocentrismo de la virtud en la Suma
Teológica de Santo Tomás este trabajo busca desarrollar el marco conceptual del actuar
virtuoso que hace que los hombres se acerquen por imitación a Jesucristo, que es modelo-
amigo-ejemplo y que tiene su influencia en que mueve desde dentro al hombre para
llevarlo a la perfección.
No pretendemos hacer un análisis histórico de las corrientes de la teología moral
contemporánea; buscamos solamente proponer algunas ideas que nos ayuden a entender
mas claramente la relación entre el cristocentrismo actual en la teología moral y la idea de
ver a Cristo como amigo y modelo. Todo esto para poder entender cómo la amistad con
Cristo es la virtud mas adecuada para llegar a la madurez de la vida moral. Esta
investigación, siguiendo la propuesta del Santo Padre Juan Pablo II: "Se centra, en
definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar para vivir en él la vida
trinitaria y transformar con la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste"19.
18 K. WOJTYLA, Mi visión del hombre, Palabra, Madrid 1997, p. 108. 19 JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte 29.
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Se dan tres momentos: Primero se presenta un ideal, que es un modelo personal, que
forma una cadena que inicia con Jesús con los apóstoles y discípulos y sigue con los
primeros bautizados. Luego este ideal es un ideal religioso que se entiende como la
voluntad de Dios para los hombres, es un ideal real que confiere una perfección a la
persona. Por último este ideal es además practico, que se realiza en la acción20. La norma
personalista se presenta como un elemento coherente con el cristocentrismo.
Podemos presentar el siguiente axioma que ilumina el modelo cristocéntrico: La
persona es el ser al que de modo propio y pleno se le debe el amor. Cristo es persona
máxima y amigo. Luego la experiencia del deber moral es la obligación de proclamar la
dignidad de la persona con el acto de afirmación de que esta persona es digna del amor,
luego el amor es la responsabilidad de la dignidad de la persona21. La persona es el ser al
que de modo propio y pleno se refiere el amor.
“El deber moral es el amor como algo que pertenece a la persona, por él
titulo de ser persona; es la respuesta a la persona digna de ser persona, la
respuesta medida por el objeto de la respuesta y por el sujeto de la
respuesta”22.
Usando la imagen de la ventana a través de la cual se busca conocer el interior del
hombre, al hombre mismo. Vemos como Cristo es la ventana en la cual tenemos que mirar
para comprendernos, la ventana que explica al hombre, en la cual se encuentra una persona
capaz de todo, porque es sabio y es amigo. “No se observa despacio la ventana, sino que se
20 Cfr. K. WOJTYLA, I fondamenti del ordine etico, CSEO, Bologna 19892, pp. 158-170.
21 K. WOJTYLA, Amor y responsabilidad, Razon y Fe, Madrid 1985, pp. 124-125. 22 K. WOJTYLA, Mi visión del hombre..., p. 125.
10
ve directamente en ella – aunque no sin ella –el mundo de la persona”23. Cristo amigo es
esta ventana, que permite vernos en ella tal y como somos. Vernos en Cristo, actuar en
Cristo, revelar el hombre al hombre.
El marco conceptual es el de la moral que se encuentra en la Suma de Teología donde
vemos que se nos ofrece una moral24 teológica:
Santo Tomás concibe como principio fundamental de la teología moral la caridad,
virtud indispensable que es la fuerza cohesiva para el fundamento cristocéntrico, la cual
será a su vez el punto mas alto desde el cual se entiende toda la perspectiva de las virtudes
sobrenaturales25. Porque "¿No es Cristo el secreto de la verdadera libertad y de la profunda
alegría del corazón? ¿No es Cristo el amigo supremo y a la vez el educador de toda amistad
auténtica?"26.
1. La perspectiva formal de este estudio de teología moral es la de la revelación. No
podemos partir de otro principio para poder llegar a hacer un estudio verdaderamente
católico.
“Jesucristo es visto [...] como el genio moral y religioso más grande de la
humanidad, precisamente porque ha captado del modo más exacto las
relaciones jerárquicas entre los valores; se podría decir que ha
reordenado del modo más perfecto toda la materia ética”27.
2. El Fin último del hombre es la bienaventuranza, estamos dentro del marco de la
teleología tomista. En el pensamiento de Santo Tomás se han unido la teleología
23 Ibíd., p. 131. 24 He usado los términos moral-ética como sinónimos evitando entrar en distinciones que salen del objetivo
del trabajo. 25 Cfr. L. MELINA, Sharing in Christ virtues, p. 119.
11
aristotélica con la participación platónico-agustiniana. De aquí parte el concepto de
ejemplaridad que tiene su fundamento en la razón de Dios. “Dios es la medida superior
trascendente de todos los seres a través de la misma perfección absoluta de su propio ser, a
través de la plenitud de existencia que es Él mismo”28. El modelo es una medida
trascendente de lo que se imita. El hombre será mas o menos bueno en tanto cuanto imite
en sí la perfección de Dios (Cfr. Mt. 5,48).
3. Los actos humanos están por lo tanto en la perspectiva del mérito. Aquí se injerta
el modelo del personalismo tomista que parte del dinamismo de la acción, o el dinamismo
del actuar cristiano. El mérito se entiende cuando se entiende la jerarquía de los bienes por
su participación en Dios. Por tanto cuando algo es más espiritual es más perfecto.
“La jerarquía de los bienes nos permite aspirar a los fines de modo
objetivamente ordenado, nos permite darnos cuenta, en esta aspiración a
los fines de una medida objetiva de la perfección de los entes”29.
A) Se parte de la dimensión interpersonal que se origina en el encuentro yo-tu que en
la moral apela a construir la comunión de personas.
B) Este esquema moral propone la vida buena y las acciones que la llevan a ser. La
vía para alcanzarla en la integración de todo el hombre en este proyecto ideal donde las
virtudes son la "estrategia del amor". Las normas se subordinan al amor.
C) Vemos como la verdad sobre el bien es el camino a la vida de la persona, verdad
que es el lugar donde la persona se completa en la comunión. “La esencia de la moral es
26 JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte 9. 27 K. WOJTYLA, Mi visión del hombre..., p. 265. 28 K. WOJTYLA, Mi visión del hombre..., p. 254. 29 Ibíd., p. 257.
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vivir la verdad sobre el bien realizado en el acto y la realización, en este acto del bien
subordinado al criterio de la razón, es decir puesto a la luz de la verdad”30.
Por ello se escoge la moral de la primera persona, o del agente. Sólo quien ama
conoce el bien auténtico. Sólo quien arriesga el creer a la ley de la alianza y la obedece
actuándola alcanza el verdadero conocimiento.
“Sólo el bien moral perfecciona al ser humano, a su humanidad: Gracias a él el
hombre se hace simplemente un hombre mejor, hace efectiva en él la posibilidad que existe
de ser tal”31. Para entender los valores se debe entender el contexto de la idea de la
participación y analogía de proporcionalidad. El hombre es capaz de percibir de modo
indirecto el grado de la semejanza en cada realidad al Ser Divino. Los valores son la
materia de la moral, estos valores no pueden ser comprendidos por un solo hombre ni por
una sola época, se requiere un sistema de valores global que no es variable pero que
presenta un desarrollo histórico.
4. Las virtudes se integran en la dinámica del amor que es la fuente y forma de ellas.
El camino a seguir es centrar el discurso de la teología moral en el Cristocentrismo de la
Virtud, o la participación de la vida del cristiano en las virtudes de Cristo. Esto se explica
sólo entendiendo el concepto de la imitación en el marco de la moral personalista, en
ocasiones también llamada de la ejemplaridad y del ideal moral.
“Ninguna norma abstracta y genérica puede ser fecunda en valores morales reales.
Moralmente fecundo es sólo el hombre, el modelo personal o ideal”32. El modelo lleva un
30 Ibíd., p. 276. 31 Ibíd., p. 46. 32 K. WOJTYLA, Mi visión del hombre..., p. 270.
13
valor, que es típico, que se hace contenido de vida para el que lo contempla. La
contemplación y el deseo lo hacen ser objeto de amor y sentimiento. El modelo obra así en
quién lo contempla se haciendo que se asimile y se asemeje al ideal por el buscado, a través
del querer el mismo valor. Se trata de un valor real que cristaliza toda la personalidad
ejemplar del maestro que se transmite al discípulo. Para Santo Tomás el orden normativo
constituye un “ordo causae exemplaris”. Dios es causa de nuestra sabiduría, por que siendo
plenitud de bien es el modelo más alto para todos los seres33.
El hombre es un ser tal que en su esencia esta incluida la bondad moral o el valor
moral, lo decimos en cuanto que al alcanzar su realización racional y de libertad realiza en
esto su potencialidad óntica específicamente humana y moral. El hombre en cuanto realiza
la virtud moral permanece en relación con Dios como Bien y Modelo supremo. Luego en
cuanto a la ejemplaridad y la jerarquía de los bienes sabemos que el bien ocupa en la escala
un puesto tanto más alto cuanto más perfectamente imita el Bien Supremo34.
5. No podemos olvidar la dimensión eclesial de la teología moral católica. Es por eso
que debemos subrayar la importancia de la communio para el desarrollo de la conciencia y
de la ciencia, así como del actuar moral cristiano. Es necesario buscar la unidad entre
antropología teológica y teología moral, entre espiritualidad y pastoral.
Sabemos que esta propuesta puede ser siempre perfeccionada. La teología
cristocéntrica en Santo Tomás ha sido estudiada y completada por el magisterio reciente y
la teología personalista de matriz tomista contemporánea. Como ya hemos dicho más
arriba, estamos siempre en el ámbito de la moral de la virtud de la acción excelente. Se
33 Cfr. Sent. I, d.18, q.1, a5; STh. I q.105, a.6.
14
busca enriquecer el discurso moral del cristocentrismo en la perspectiva del dinamismo del
actuar, entendiendo el lugar que ocupa la virtud de la amistad con Cristo en este dinamismo
de imitación y Sequela.
El principio evangélico de la imitación
En las fuentes de la revelación encontramos muy a menudo que está presente la
invitación a seguir a Cristo imitándolo. La invitación: “¡Sígueme!” (Mt. 8,22;9,9;19,21)
contiene definitivamente una invitación a la imitación en el sentido moral. Cuando dice:
“Si alguien quiere venir, tome su cruz...” (Mt. 16,24) Cristo ofrece las condiciones de esta
imitación. Estas condiciones se resumen en “vivir la perfección de vida”, la cual se aprende
del mismo maestro que dice “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt.
11,29). Se parte desde el amor a la persona del Maestro-modelo. Este amor debe ser más
fuerte que cualquier otro amor.
Eso que vemos en el evangelio encuentra eco en la historia del cristianismo desde los
primeros siglos, como lo contemplamos en el Nuevo Testamento, hasta nuestros tiempos.
“La multiplicidad de los pasajes del Nuevo Testamento que invitan a la imitación de un
modelo moral demuestra claramente la importancia que la idea de la imitación tiene para la
vida moral a la luz de la revelación cristiana”35. Jesús invita a la perfección moral, con su
34 Cfr. K. WOJTYLA, Mi visión del hombre..., p. 275. 35 K. WOJTYLA, I fondamenti..., p. 160. En este capítulo se hace un análisis del Principio Evangelico de la
Imitación, usando como base de comparación las enseñanzas de las fuentes de la revelación en confrontación
al sistema de Scheler. Es un válido análisis desde una perspectiva del personalismo tomista. Se puede ver
también como consulta L.B. GILLON, L'Imitation du Christ et la morale de Saint Thomas, en ANGELICUM,
36 (1959) 263-286, (traducido en italiano, ID., Cristo e la teologia morale, Roma 1961, y en inglés: Christ
and Moral Theology, Staten Island 1967); A. KLINGL, Sequela di Cristo:un concetto di teologia morale?, en
FEDE CRISTIANA E AGIRE MORALE (Assisi, 1980) 86-108.
15
ejemplo y con sus palabras (Cfr. Mt. 5,48). Encontramos algunos puntos que se resumen
las características de la imitación en el Nuevo Testamento:
1. El principio de la imitación está estrechamente conectado al ideal de la perfección
moral de la persona humana.
2. Es necesario que la persona sea ella misma un modelo real, que sea una persona
perfecta.
3. A esta persona se le concede un significado universal y abstracto que manifiesta el
ideal de perfección moral. En ella este ideal alcanza un valor concreto y real que tiene un
significado práctico: Esta persona se hace modelo en la medida que el ideal se realiza o ha
sido realizado en ella.
4. La perfección ética de la persona se realiza en los actos singulares y concretos del
hombre. A través de su valor ético positivo estos actos contribuyen a la actuación del ideal
de perfección36.
5. Podemos concluir que “cuando se imita un modelo moral personal, se busca hacer
de tal modo que en nuestros actos se encuentre un bien análogo a aquel de los actos del
modelo y aun más que este bien provoque en nosotros una análoga perfección de la
persona”37.
Es por todo esto que la caridad tiene que ser el constitutivo de toda nuestra vida. La
caridad tiene que ser habitual porque es la única virtud capaz de asemejarnos a Dios. “Lo
que nos asegura la descripción de Santo Tomás sobre los hábitos es que si queremos
36 Esto se prueba por exclusión en el significado negativo de los actos contrarios a la virtud, que llevan a
destruir el ideal. 37 K. WOJTYLA, I fondamenti..., p. 160.
16
hacernos amigos de Dios, la caridad debe ser el hábito que determine la voluntad y así
informar todo lo que hacemos”38. El hábito es una forma de ser, y la caridad nos hace tener
semejanza con Dios.
38 P.J. WADELL, Friends of God, Peter Lang, New York 1991, p. 96.
17
C A P Í T U L O 2 .
L A L E Y N U E V A E N S A N T O T O M Á S
El horizonte de la moral eleva nuestros ojos hacia Dios. Santo Tomás en la Suma de
Teología nos indica que son tres las cimas que vislumbramos. Buscando leerlas en clave
cristocéntrica vemos que son:
“El camino de la bienaventuranza que culmina en la visión de Dios, la
vía de las virtudes teologales que nos hacen a Dios presente, y, por
último, la Ley evangélica que es el punto culminante aquí debajo de toda
la legislación surgida de la sabiduría de Dios y comunicada al hombre”39.
El fin de este trabajo se centra sobre la vía que sigue el hombre en su camino para
asemejarse a Cristo modelo de toda virtud a través de la amistad. Las dos primeras cimas
quedan fuera del objetivo del trabajo. Válidas reflexiones se harán en la medida en que
sirvan para explicar la ley evangélica como camino de la virtud de la amistad.
Esta ley nueva es la Ley del Espíritu que prometió el Señor en boca de su profeta
“Pondré mi Ley en el fondo de su ser y la escribiré en sus corazones” (Jer. 31,33). Esta ley
se hace vida en el hombre por la vida que le comunica el Espíritu40.
La ley evangélica es ley nueva
El tratado de la ley nueva en la Suma esta esencialmente en tres cuestiones41 que
presentan la novedad de la libertad que nos ofrece Cristo con respecto a la Ley Antigua.
39 S. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana, EUNSA, Pamplona 20002, p. 220 (El énfasis en negrilla
es mío). 40 Santo Tomás en su comentario a la epístola a los Romanos propone dos explicaciones a este ley nueva del
Espíritu: «“La ley que es del Espíritu, [...] no se limita a enseñarles, iluminando si inteligencia, sobre lo que
conviene hacer, sino que inclina su corazón a actuar directamente; la ley que es el efecto o la obra del
18
Lo principal de la ley del Nuevo Testamento es la gracia que se da por la fe en Cristo,
luego “la ley nueva principalmente es la misma gracia del Espíritu Santo, que se da a los
fieles de Cristo”42. El texto evangélico donde se encuentra contenida la ley nueva es el
sermón de la montaña en el evangelio de San Mateo, que se constituye así en la carta
magna43 del cristianismo resumida en el texto de las bienaventuranzas44.
La ley nueva significa lo mismo que ley de Cristo contenida en el Nuevo Testamento,
aunque como ha sido tratada como ley no coincide totalmente con el contenido de éste que
es más amplio. Este concepto de ley tiene doble sentido en el tratado de Santo Tomás, un
sentido inspirado tal y como nos lo presenta San Pablo, que gira en torno a la idea que
Cristo ha llevado a la plenitud la ley antigua; y un sentido analógico el cual se refiere al
hecho que es una ley de acuerdo a la razón del hombre que se ordena a un bien común
eterno y trascendente.
En el desarrollo dinámico de la moralidad en Santo Tomás vemos que la ley nueva es
primero ley infusa y luego ley escrita. Porque la ley nueva es la ley de libertad45 y es
sobretodo la gracia del Espíritu Santo.
Le ley nueva se encuentra definida como un nuevo "Dabarin" en el sermón de la
montaña, el cual se hace vida en el cristiano en la forma de un "habitus" que es posible sólo
con la presencia del Espíritu Santo. El consejo de Cristo que ahora nos habla como amigo
se puede asimilar y vivir en plenitud.
Espíritu, o sea, la ley que opera por la dilección, que enseña interiormente sobre el obrar y que inclina a
obrar” (in Rom., c.VIII, lectio 1)» op. cit. in (S. PINCKAERS, Las fuentes de la moral..., p. 222). 41 STh I- II qq 106-108. 42 STh I-II q.106, a.1. 43 JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, 15.
19
“En cambio está el que los consejos de un amigo sabio traen gran
provecho, según aquello de Prov. 27,9: El corazón se deleita con el
ungüento y con los variados olores, y el alma se endulza con los buenos
consejos del amigo. Pero Cristo es el más amigo y sabio. Luego sus
consejos son de gran utilidad y, por lo mismo, son convenientísimos”46.
Los mandamientos por eso ahora se ven como maduración en el amor y la libertad
que se alcanza en el don de sí mismo en la caridad. De aquí que se pueda afirmar que
Cristo es la norma personal como veremos mas adelante.
Existen algunos elementos segundos de la ley que están ordenados a la acción del
Espíritu Santo que son, en la medida que se aceptan, indispensables para que se pueda
actuar la ley nueva inspirada en el corazón del hombre: La Escritura, palabra que da vida
en el Evangelio y la Iglesia, institución divina, que es el lugar de la gracia, signo visible de
la salvación.
La ley nueva, como concepto explicado por Santo Tomás y que nos ha legado como
fruto de su genio, se debe entender como un todo que no es el Evangelio como texto o
como palabra, sino que es un todo orgánico que se hace vida y vivifica: “El principio de
vida, el aliento de Dios que anima ese cuerpo y sin el cual no sería mas que un pedazo de
materia inerte”47. Este cuerpo de leyes es la ley infusa en el corazón del hombre.
La nueva ley es ley de libertad, por lo que se presenta como un consejo. Cristo no
obliga a seguir su ejemplo por necesidad ni por precepto, sino por amor y por moción
interior.
44 Cfr. S. PINCKAERS, Las fuentes de la moral..., p. 229-236. 45 Cfr. STh I-II q.108, a.1, r. 46 Cfr. STh I-II q.108, a.4, sc.
20
El saber teológico y la ley nueva
¿Cómo actúa en el hombre la virtud moral partiendo desde el esquema de la amistad
con Dios? ¿Cómo se hace Cristo amigo y sabio (sapiens) fuente de nuestros actos? Santo
Tomás responde argumentando de la conexión entre las virtudes con la caridad que nos
permite obrar verdaderamente a Imagen de Dios. La acción procede directamente de Dios.
Supuesto el carácter infuso de las virtudes su objeto último es Dios, alcanzado por la
caridad. Sin embargo entre este origen divino y esta finalidad igualmente divina el acto es
verdaderamente humano, ya que procede voluntariamente de principios inmanentes al
hombre48.
El saber teológico esta mas allá de la mera distinción del ejercicio especulativo y
práctico de la razón. Santo Tomás equilibra la oposición de la díada “virtud y pecado” en la
realidad creada del hombre a través de la vida que es un camino de conformación a Cristo.
El ideal de vida se sintetiza desde la universalidad de la falta, pecado original, con la
universalidad de la gracia hecha vida en el hombre a través del acto humano. Esta visión de
la economía explica el camino que debe de seguir el hombre: “Pues es necesario que
lleguemos a la inmortalidad y a la impasibilidad de la gloria, incoada ya en Cristo, y que Él
nos adquirió, conformándonos antes a sus sufrimientos”49.
47 S. PINCKAERS, Las fuentes de la moral..., p. 224. 48 Cfr. G. LAFONT, Estructura y método en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, Rialp, Madrid
1964, p. 247. 49 « “Oportet enim quod ad inmortalitatem et impassibilitatem gloriae, quae in Christo inchoata est, et per
Christum nobis acquisita, perveniamus conformati prius passionibus eius” (STh I-II q.85, a.5, ad 2)» op. cit.
in (G. LAFONT, Estructura y método en la Suma Teológica..., p. 248).
21
El carácter cristiano de la gracia en Santo Tomás afirma que Cristo la posee en
plenitud y que deriva a nosotros de su plenitud pues no hay moción ad agendum que no
venga por mediación de Cristo50.
Allí donde esta el Espíritu hay libertad
¿Cómo se da el concurso divino en la acción? ¿En que consiste y como se conjuga
con la función de los principios personales del hombre en la producción del acto
voluntario? Santo Tomas nos presenta la ley y la gracia como dos expresiones
complementarias de la acción divina en el voluntario humano: “El principio exterior que
nos mueve al bien es Dios, que nos instruye mediante la ley y nos ayuda mediante la
gracia”51.
El Espíritu Santo es libertad en el amor y su primer don es la libertad de la fe. “Ahora
bien, lo principal en la ley del Nuevo Testamento y en lo que está toda su virtud es la gracia
del Espíritu Santo, que se da por la fe en Cristo. Por consiguiente, la ley nueva
principalmente es la misma gracia del Espíritu Santo, que se da a los fieles en Cristo” 52.
Santo Tomás al definir el origen de la libertad del cristiano otorga al Espíritu Santo el ser la
verdadera fuente. “Y no es así como los hombres espirituales se someten a la ley, puesto
que cumplen voluntariamente lo que manda la ley bajo el impulso de la caridad que el
Espíritu Santo infunde en sus corazones”53. Estas palabras son fuertes y provocativas
50 Cfr. G. LAFONT, Estructura y método en la Suma Teológica..., p. 267. 51 « “Principium Autem exterius movens ad bonum est Deus, qui et nos instruit per legem, et iuvat per
gratiam.” (STh I-II q.90 intro)» op. cit. in (G. LAFONT, Estructura y método en la Suma Teológica..., p. 266). 52 STh I-II q.106, a.1. 53 STh I-II q.93, a.6, ad 1.
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porque, sin dejar de tomar en cuenta la libertad del hombre el Espíritu, tiene un papel
indispensable en el cumplimiento de la ley.
“Todo lo que no proviene de la fe es pecado” (Rm. 14, 23). El hombre que se rige por
la ley de la caridad está sujeta a esta, como dice Santo Tomás ya que es una ley superior a
la cual se debe sujetar el hombre54, sin dejar de tener siempre presente que el fundamento
de esta libertad está en íntima relación con la dignidad del hombre.
Porque la ley nueva depende de la libertad y quien ama se mueve en la libertad.
“Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2 Co. 3,17). De hecho la ley que es
el Espíritu nos hace conocer el bien que hay que cumplir. Él que habita en el alma, ilumina
la inteligencia e inclina los afectos para actuar rectamente. El Espíritu es ley eficaz si
consideramos los efectos que produce en el alma: fe y caridad. Nos preguntamos cómo
puede haber libertad si: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo
atrae” (Jn. 6,44). Sin embargo sabemos que Cristo no obliga a ninguno y en cambio acerca
a los hombres al Padre con la razón porque lo que enseña es razonable, con la fascinación
de su persona, con la majestad de su benevolencia y su caridad, con la alegría que causa el
saberse en la verdad. Santo Tomás habla de un “instinto interior de Dios”55 que se recibe
con la fe y que invita a creer y no le quita el mérito. Esta ley del Espíritu es la ley de la
gracia que es la fuerza de las virtudes y los dones que hacen más agradable cumplir con la
amistad de Dios en la vida.
54 Cfr. STh I-II q.96, a.5, r. 55 Cfr. STh II-II q.2, a.9, ad 3 y III q.60, a.6, ad 3.
23
El acto libre del hombre esta finalizado a alcanzar en su intencionalidad el fin que se
determina como un bien al cual el hombre esta abierto y que le acerca a la felicidad56 que le
corresponde. “Este bien es amado por sí mismo en cuanto es una concreación o
determinación existencial del deseo de felicidad”57. Es esa determinación existencial del
propio ideal de vida, visto como el fin último amado hacia el cual se tiende, lo que
determinara moralmente al sujeto y será la base sobre la cual se elaboren las restantes
elecciones.
Santo Tomas no entendió la amistad con Dios como una bienaventuranza58 que
sucedería sólo en la vida futura. De diversas maneras se da de forma incipiente en esta vida
y luego se alcanzará en plenitud con la ayuda de Dios en la futura. El quería hacernos
entender que esta bienaventuranza empieza ya en esta vida, tal cual se presenta en el
Evangelio59. Para el finalismo tomista60 el fin último del hombre es la perfecta amistad con
Dios61. La vida humana debe entonces tener la posibilidad de alcanzar este fin por los
medios y las posibilidades dadas por Dios con su amistad. Por tanto el fin buscado da a la
vida una especial constitución, o por así decirlo, el fin último del hombre se hace vida en el
56 Cfr. STh I-II q.1, a. 1-2. 57 L. MELINA – J. NORIEGA – J. PÉREZ -SOBA, La plenitud del obrar cristiano..., p. 275. 58 Cfr. STh I-II q.62, a.1. 59 Cfr. P.J. WADELL, Friends of God…, p. 100. 60 Para un análisis excelente del concepto de Telos se puede ver K. WOJTYLA, Perché l’uomo, Scritti inediti
di antropologia e filosofia, Leonardo, Milano 1995, pp. 137-152. Leemos que nos habla del Telos y de la
naturaleza del hombre en coherencia con el principio personalista de ver al hombre como un fin en sí mismo:
“L'autoteleologia presuppone la teleologia: l'uomo non è il confine dell'autodeterminazione, delle proprie
scelte e dei propri atti di volontà, indipendentemente da tutti i valori verso i quali quelle scelte e quegli atti
della volontà si rivolgono. L'autoteleologia dell'uomo non significa prima di tutto un chiudersi dell'uomo in se
stesso, bensì un contatto vivo, proprio della struttura dell'auto-determinazione, con l'intera realtà e uno
scambio dinamico con il mondo dei valori, in se stesso differenziato e gerarchizzato.
L'autoteleologia dell'uomo implica solo che tale contatto e scambio vivificante ha luogo al livello e nella
misura propria dell'«io» personale, in cui trova il suo punto di accesso e di uscita, in cui in qualche modo
inizia e in cui si fonda in ultima istanza, da cui prende la sua forma e a cui da forma” pp. 141-142. 61 “Por tanto, sólo Dios puede llenar la voluntad del hombre”, (STh I-II q.2, a.8).
24
tipo de vida que sigue el hombre, porque la vida se forma de acuerdo a ésta. Si la amistad
con Dios es nuestro fin luego las virtudes estarán no sólo dirigidas sino también formadas
hacia ese fin. La finalidad se compenetra así con las virtudes que han sido manifestadas, y
vividas de acuerdo a esta. Luego la bienaventuranza no es un estado de inercia dada por las
virtudes, sino que consiste en la acción, en la actividad. Esta actividad se explica siguiendo
el esquema del orden de las facultades62, partiendo desde el intelecto llegando hasta la
voluntad y el afecto. Por ello la amistad63, que corresponde al bien más alto, se goza en la
contemplación del bien amado.
“En el decidirse por el bien en cuanto bien, es preciso que la persona
delibere sobre sí misma y se ordene al bien, pero por sí misma, como
naturaleza caída que es en la que se da un desorden estructural, no puede
ordenarse de manera autónoma porque no puede determinar el fin último
ni activar la voluntad en su dimensión esencial de apertura al bien en
cuanto tal en la petición del bien particular que se le ofrece”64.
Para poder discernir el bien65 le es dado al hombre actuar en libertad, que es un acto
que implica toda la persona, es decir implica el uso de sus facultades humanas más altas: la
voluntad y la inteligencia.
62 Cfr. STh I-II q.3, a.8. 63 En su libro Christian among the Virtues, S. Hauerwas y C. Pinches partiendo de Aristóteles y confrontando
su argumentación con autores contemporáneos como MacIntyre, McInerny y Nussbaum, propone mediante
argumentos convincentes la intima relación que existe entre la amistad y la felicidad en el contexto de la
virtud y el fin último del hombre: “Aristotle seems to imply in his «self-knowledge» argument for friendship
that we cannot obtain self-knowledge –something essential to eudaimonia– from any more accurate and
revealing source than from watching our friend, who is a sort of «second self».” (S. HAUERWAS – C. PINCHES,
Christians among the virtues, Theological Conversations with Ancient and Modern Ethics, University of
Notre Dame Press, Notre Dame 1997, p. 275). 64 L. MELINA – J. NORIEGA – J. PÉREZ -SOBA, La plenitud del obrar cristiano..., p. 276. 65 Cfr. STh I-II q.89, a.6.
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C A P Í T U L O 3
C R I S T O L A N U E V A N O R M A P E R S O N A L
La gran preocupación de la teología moral ha sido proponer soluciones a las
múltiples preguntas y problemas del hombre buscando aportar una coherente exposición de
las normas prácticas del actuar. La inspiración de este capítulo nace de la inquietud
suscitada al meditar el consejo conciliar66 de dar a la teología moral un carácter misionario.
Estamos convencidos que la labor del teólogo se realiza, en solidaridad con todos los
hombres en la búsqueda de la verdad, proveyendo aliento. El discurso teológico-moral se
debe hacer así en términos de valores fundados en las verdades más altas que sean luz que
ilumine todos los ámbitos de la vida humana.
La verdad perenne de la ley nueva67 debe ser presentada a los hombres como una
respuesta a la necesidad de dar razón de la fe en la objetividad de las normas de vida,
coherentes con la verdad del mundo actual. Los hombres buscan luz para su camino, luz
66 “En las enseñanzas de las disciplinas dogmáticas, bíblicas, morales e históricas hagan notar los motivos
misionales, que en ellas se contienen, para ir formando de este modo la conciencia misionera en los futuros
sacerdotes.” (Ad Gentes, 39).
“[Cristo] Primogénito entre muchos hermanos, constituye, con el don de su Espíritu, una nueva comunidad
fraterna entre todos los que con fe y caridad le reciben después de su muerte y resurrección, esto es, en su
Cuerpo, que es la Iglesia, en la que todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según
la variedad de dones que se les hayan conferido. Esta solidaridad debe aumentarse siempre hasta aquel día en
que llegue su consumación y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de
Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta.” (Gaudium et Spes 32).
“Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición
humana, que hoy como ayer, agitan el corazón de los hombres: ¿Qué es el hombre, cuál es el sentido y el fin
de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para conseguir la verdadera
felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable
misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?” (Nostra Aetate
1). 67 En este capítulo hemos seguido los pasos del libro de J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V.
BALTHASAR, Principles of Christian Morality, Ignatius Press, San Francisco 1986, traducido en español en
la parte que toca al tratado de Cristo como la norma moral en: H.U.V BALTHASAR, Nueve puntos sobre la
Ética Cristiana, a Cura di Joseph Ratzinger, EDICEP, Valencia 20022.
26
que les indique cuál es el camino a seguir. Cristo es la respuesta, Cristo es la norma, Cristo
nos dona el Espíritu que se hace en Él plenitud de la vida y de la ley.
Para comprender como se da la relación entre la bondad moral y el grado en que
nuestra vida es en Dios68 es necesario hacer una esbozo de que entiende Santo Tomas por
la verdadera felicidad. Esta es la perfección de vida de todo hombre en el Espíritu Santo
que es fuente de todos los dones, de todo amor, y aun de la capacidad de conocer el bien y
seguirlo para ser verdaderamente virtuosos69. Vivir en el Espíritu es vivir en la verdad y
desarrollar la capacidad de vivir de acuerdo al don de la amistad con Dios. Para Santo
Tomás el Espíritu es la ley, la ley nueva recibida en la amistad con Cristo. La visión
tomística de la obligación, incumbente a toda creatura, es vivir de acuerdo en toda su
actividad con el amor y bondad de Dios70.
Partir desde la Buena Nueva
Se ha retomado el camino de la Sagrada Escritura que nos presenta una realidad en
donde vemos como se desarrolla un fuerte y dramático esfuerzo por asimilar o rechazar
algunos aspectos de la verdad moral presente en el momento histórico, en el cual se
desarrolla el modelo ético nuevo presentado por Cristo. En las paginas del Antiguo
Testamento vemos que la vocación de los profetas fue siempre la de purificar y enmendar
el caminar del pueblo elegido, la de mantener la unidad de vida y de fe71.
68 Cfr. J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 13. 69 Cfr. SCG 4, c.21, par.8. 70 Cfr. P.J. WADELL, Friends of God…, p. 21. 71 Cfr. J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 54.
27
Los primeros seguidores de Jesús, marcados con el nombre de “cristianos”, nos han
testimoniado que la amistad con Jesús72, que es la fe en Él, significaba una radical
separación de las vías del mundo. El llevar el nombre de “cristiano” significaba participar
en la vida y por lo tanto de hecho también en la muerte de Jesús. Esto en concreto tenía la
fuerza de hacerse un modo de vivir propio.
La bondad del camino era la característica más definitiva. La causa del bien era la
marca de los que se unían al grupo de los creyentes. La exhortación lleva a la imitación de
Cristo. La fe llevó a los “cristianos” a hacer suyos los caminos de Cristo tal como la
exhortación de los apóstoles nos lo muestra. Haciendo propio “todo cuanto hay de
verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y
cosa digna de elogio.” (Flp. 4,8)
“La fe Cristiana implica una práctica desde la fe, la ortodoxia sin la
ortopraxis no alcanza a llegar al corazón de la verdad del Cristianismo, es
decir el amor que procede de la gracia. [...] Esto implica decir que la
praxis Cristiana esta alimentada por el corazón de la fe Cristiana que es
la gracia que se hizo presente en Cristo y que es apropiada en el
sacramento de la Iglesia”73.
Viendo a Cristo, conociéndolo en su ejemplo a través de la fe, la persona es capaz de
reconocer los verdaderos valores humanos haciéndolos propios, de forma que no pueden
ser manipulados, sino que son ahora vividos como algo cierto y personal.
72 Cfr. B. ROLLIN, Laissant leur barque et leur père, ils le suivirent, en «Novelle Revue Théologique» 106
(1984) 76-95. 73 Cfr. J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 70.
28
Cristo, Dios y Hombre libre, que vivió la plenitud de la ley
Partimos con fuerza desde el principio personalista, por el cual sabemos que el
hombre exige ser realizado por sí mismo, es fin en sí mismo. En la experiencia ética la
persona es medida y fuente del valor de los principios prácticos. “La norma fundamental
es, pues, la propia persona humana en cuanto ella exige ser realizada según la medida del
Absoluto al que se refiere la experiencia del valor ético.”74
Cristo es la norma75 del actuar del cristiano: la norma moral considerada como algo a
la medida de lo humano es histórica e itinerante ya que alcanza y logra lo real en la medida
de la limitación humana, se adecua gradualmente al valor moral que expresa. Tiene valor
de permanencia en cuanto se adhiere a la verdad, pero exige ser siempre perfeccionada y
desarrollada, “hecha vida”.
La norma moral personal es expresión de la necesidad de que la persona se desarrolle
en su plena dignidad. Es expresión de la recta razón del hombre y se encuentra escrita en lo
mas profundo del ser personal del hombre.
Esta norma es el camino de la humanización del hombre y está en conexión profunda
con la verdad evangélica revelada que nos hace entrar en la vía que conduce a Cristo.
Primero porque Cristo cumplió todas las obligaciones posibles de la voluntad de Dios. Así
hizo posible que los hombres, a partir de Él, pudiesen cumplir en libertad la voluntad de
Dios y vivir de acuerdo a la perfección de la naturaleza, que asumida por Él, participó en
74 C. CAFARRA, Vida en Cristo..., p. 89. 75 Cristo se hace así la “norma” del actuar, haciendo un análisis detallado y sistemático de la verdad de la vida
de Cristo y sus palabras se puede llegar a la conclusión que Cristo es verdaderamente la fuente de toda la
moral del hombre redimido y del hombre en espera de la salvación redentora en la verdad.
29
esta obra redentora. La característica de este evento es que fue realizado en libertad y por lo
tanto el hombre lo puede hacer también en la libertad de hijo del Padre76.
En dos sentidos se dice entonces que Cristo se relaciona con el actuar moral del
hombre. Cristo es el modelo de la acción y del culto77. Es para la humanidad y para cada
hombre la totalidad de la acción buena y verdadera. Para cada hombre porque en virtud de
su sufrimiento por cada uno y por su entrega personal en la eucaristía concede la fuerza
para cumplir con su llamada a la santidad. La voluntad del Padre para Cristo era una con su
vida. Él la hizo actual mostrándonos así como hacerlo, y haciendo a la vez para cada
hombre un nuevo ideal de acción y de vida definitivo en su determinación. “El imperativo
se apoya en el indicativo (Rm. 6, 7ss.; 2 Co 5, 15 etc.). La voluntad del Padre, sin embargo,
es las dos cosas: en él y con él sus hijos aman (1 Jn. 15, 1ss.), y adoración en el Espíritu y
en la verdad (Jn. 4,23)”78.
Siendo Cristo Dios mismo, en su persona la procesión coincide con la missio.
Cuando no se acepta la divinidad de Cristo se pierde la coherencia de su llamada a la ley
nueva. Si se acepta solo su humanidad, su reto a vivir la vida nueva se hace
terminantemente extraño a todos los hombres.
Cristo es un modelo de amor hacia la humanidad que hace presente el amor de Dios
en el aquí y ahora de cada hombre. Este amor tiene carácter de presencia actual y también
tiene carácter de amor definitivo y pleno que anuncia la realidad de la vida futura. El amor
76 Cfr. J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 79. 77 Hemos tomado la clásica explicación de Balthasar sobre la Verdad de Cristo como norma categórica del
actuar del cristiano, siguiendo la lógica que subyace a su reflexión la hemos considerado un fundamento
teórico útil y sólido para poder completar el objetivo de este trabajo. 78 J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 79.
30
de Cristo por los hombres se manifestó en múltiples maneras expresando su motivación y
radicalidad a partir del carácter kenótico del gesto de Dios hecho hombre79.
La realidad “Eucarística” se hace así, junto con la presencia del Espíritu para los
cristianos, el salvoconducto necesario para poder cumplir con el reto de la vida nueva y
alcanzar la promesa del Amor sin dejar de ser totalmente otros. Gran misterio es este, que
sólo con los ojos de la fe se puede entender.
Algunos afirman que la radicalidad de la propuesta moral del cristianismo a partir del
modelo de vida propuesto por Cristo con su ejemplo “no puede ser entendido solo en
términos de abnegación o humildad”80. Consecuentemente el reto de imitar su amor, de
unirse en su compañía y de hacerse como Él, debe ser un elemento distintivo del modelo
ético del Nuevo Testamento.
Es en verdad un hecho que los cristianos al vivir la llamada radical de la fe en Cristo,
y por motivo de su incorporación a Él adquieren una perfección característica de su
conducta ética y moral que los hace ir mas allá del cumplimiento de la obligación del
amor81.
La unidad del mensaje de Jesús, en su vida y ejemplo, hacen del cristianismo un
modelo de vida, un “paradigma”, un camino, un estilo de vida. Argumentando contra una
79 Cfr.Ibíd., p. 21. 80 J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 22. 81 Nos referimos al hecho que se manifiesta en aquellos que viven la perfección de vida característica de los
que se identifican a Cristo en la santidad. Santo Tomás no quizo poner confines a la ilimitación del amor.
“Primero porque el amor que se exige en la Nueva Alianza a los hombres no tiene su medida en la condición
limitada de la naturaleza, sino en el don gratuito del amor divino comunicado y derramado, un amor que abre
a la criatura limitada mas allá de ella misma, a la participación de la condición ilimitada de la vida divina:
«amor autem vim transformativam habet: est autem extasim faciens divinus amor, non sinens sui ipsorum
amantes esse, sed amatorum...Ille perfecte caritatem habet, qui totaliter in Deum per amorem transformatur»
(Quodlib 3 17)”, (H. U. V. BALTHASAR, Estados de vida del Cristiano, Encuentro, Madrid 1994, p. 38).
31
moral basada sobre una ley vista como un conjunto de reglas impuestas desde el exterior,
podemos concluir que Cristo no estableció en la Nueva Ley una ley entendida solamente
como “norma extrínseca” o norma abstracta que debe ser obedecida, sino como el camino
mas adecuado para alcanzar la plenitud integral de su humanidad82, el cual los lleva a
actuar en el Espíritu de Dios83. El carácter de Nueva Ley, tal y como esta escrita en los
libros del Nuevo Testamento antes y después del evento Pascual, manifiesta cómo es Cristo
mismo quién modeló y guió personalmente y a través del Espíritu el carácter moral de la
comunidad cristiana. Es “el Espíritu de la Verdad” quien guió a los discípulos hacia “la
verdad completa” (Jn. 16,13) La vida de Cristo se hace así ley viva escrita en el corazón del
hombre, que en la Iglesia incipiente se perpetua en el tiempo instituyendo un nuevo modelo
de vida, una nueva forma moral. La gloria de Dios se manifestó en los apóstoles que con su
predicación y ejemplo hicieron de su palabra “la Palabra”84.
El Nuevo Testamento no es un manual de teología moral ni tampoco una guía de
conducta. Este texto inspirado es mucho más que esto. Teniendo en cuenta el carácter
normativo de los valores y recomendaciones, sabemos que varían en contenido y forma,
habiendo sido escritos con carácter pastoral y práctico. Se pueden clasificar en dos tipos
principalmente. Primero aquellos que tienen una profundidad de preceptos y valores que
indican una necesidad definitiva de entrega en el amor a Cristo y, segundo, aquellos que
indican preceptos particulares y valores que se refieren a estados y formas particulares de la
vida del hombre.
82 Cfr. W. MAY, An introduction to Moral Theology, OSV, Huntington IN, 1991, pp. 185 – 216.
32
“Podemos concluir que la mayoría de los valores y preceptos del Nuevo Testamento
están escritos con la finalidad de elicitar una actitud apropiada hacia el amor de Dios hecho
manifiesto escatológicamente en Cristo” 85.
El Nuevo Testamento nos abre un horizonte escatológico y teológico que llama a una
respuesta al amor de Dios en Cristo. Esta llamada se aplica a aquellos preceptos que se
manifiestan como “normas morales absolutas” a partir de la conducta o las palabras de
Jesús y también a aquellas recomendaciones que se presentan en el análisis de las verdades
reveladas por la enseñanza apostólica de la Iglesia primitiva. Tanto los valores y preceptos
que indican específicas normas de conducta, como los que son de carácter espiritual,
participan del mismo horizonte que Cristo nos presenta con su persona. El mandamiento
del amor da a estas realidades normativas y de valor su fuerza definitiva. No podemos
negar que existen algunos consejos y verdades en el Nuevo Testamento que tienen una
limitación temporal por el contexto en que fueron reveladas. Esto nos lleva a concluir la
verdad patente de la presencia viva del Espíritu que ayuda a profundizar y sensibilizar el
sentimiento moral de la Iglesia a lo largo de los tiempos86. “Es verdad que sólo escuchando
la Palabra de Dios el conocimiento crítico moderno de la Sagrada Escritura puede ser
interpretado como «signos de los tiempos» en el cual el Espíritu de Dios esta trabajando”87.
83 Aunque este tema sale del alcance de nuestro trabajo, es interesante notar como lo desarrolla Melina
cuando habla de: “La acción humana en la acción divina”. Cfr. L. MELINA – J. NORIEGA – J. PÉREZ -SOBA, La
plenitud del obrar cristiano..., p. 319-344. 84 Cfr. J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 28. 85 Ibíd., p. 41. 86 Cfr. Ibíd., p. 42. 87 Ibíd., p. 42.
33
Lo que llamamos la “svolta cristocentrica”88 en teología moral debe partir desde un
análisis serio de las fuentes escriturales y la sana exégesis para ayudar a aquellos a quienes
esta dirigida, el “Pueblo de Dios”, en la unidad del sensus fidelium.
El “cristocentrismo” en teología moral debe ser un apoyo para que la comunidad de
los fieles pueda caminar al paso del Magisterio en el esfuerzo de conocer, amar y vivir a
Cristo en la verdad de la vida del hombre. “La verdad última del hombre está en su ser en
Cristo y la realización entera de su verdad esté en su vivir en Cristo, que es la sabiduría
creadora”89.
Líneas esenciales de la relación entre Cristología y Moral en la Veritatis Splendor
El Cristocentrismo en el magisterio contemporáneo lo encontramos en la moral de la
encíclica Veritatis Splendor: “Seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la
moral cristiana”90.
El objetivo de este apartado es ver cómo sólo con Cristo91 se realiza la consolidación
de la empresa evangélica. Él es centro de la vida del hombre porque ha pasado por todos
los momentos de ella. El conjunto de toda su persona le da sentido de redención,
solidaridad, servicio y aceptación que surge desde el dinamismo redentor que nace de su
persona. Cristo redimensiona la dignidad de la vida humana a través de la revelación del
amor del Padre, a través de un don de Vida Superior (vida en comunión con el Padre en el
88 Término usado en varias ocasiones durante el congreso de “Il Cristocentrismo nella riflessione teologica
contemporanea” de la Facultad de teología del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma 12-13 abril
de 2000. Cfr. P. SCARAFONI (a cura di), Cristocentrismo, Riflessione teologica, Città Nuova, Roma 2002. 89 C. CAFARRA, Vida en Cristo..., p. 107. 90 JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, 19.
34
Espíritu Santo), por medio del cumplimiento de la alianza que se hace signo escatológico
del que vendrá. Cristo se hace camino del hombre porque le enseña cómo vivir su vida92.
La relación de Cristo con el Hombre es la solución al binomio de Ley de Dios y
libertad del hombre. “El equilibrio se puede hacer en Cristo por la relación de amor al
Padre que une el divinum con el humanum sin disminuirlos ni confundirlos. En el hombre
esta relación se da por participación”93.
Los rasgos esenciales del Cristocentrismo94 son en definitiva encuentro con Cristo.
Cristo se vislumbra como la cumbre del camino recorrido por el pueblo elegido: pues desde
la primera revelación, cuando Dios se manifestó como fin último y sobrenatural al hombre,
invitándolo a una alianza con él, esta era fruto de un encuentro personal y a la medida del
hombre. Dios fundó su alianza sobre unos principios que debían ser respetados porque
correspondían a la misma ley escrita en el corazón del hombre. Vemos como estos
principios alcanzaron la plenitud en el encuentro con Cristo en la invitación al seguimiento
y a la consecuente participación en la vida divina.
La llamada al seguimiento se presenta como una obra de amor y de comunión. Cristo
se dona a sí mismo al hombre que lo acoge para ayudarlo a cumplir la obra de su vida, para
acompañarlo hasta su fin definitivo. La donación de Cristo es tan definitiva que el hombre
se ve transformando a Él hasta hacerse hijo en el Hijo del Padre. El seguimiento se
transforma en llamada a superar la ley antigua haciendo de la ley nueva vida que se hace un
91 Para un excelente tratado y desarrollo en un conciso libro sobre el cristocentrismo en la moral, presentando
las varias facetas del desarrollo del magisterio hemos consultado: R. TREMBLAY, Cristo e la Morale in alcuni
documenti del magistero, Dehoniane, Roma 1996. 92 R. TREMBLAY, Cristo e la Morale..., p. 164. 93 R. TREMBLAY, Cristo e la Morale..., p. 69. 94 Sobre la base de una lectura cristológica de la Veritatis Splendor.
35
todo en el actuar moral en Cristo. Cristo se identifica con el Hombre Nuevo haciéndose
uno en su Ser con cada ser humano. “El modo de actuar de Jesús y sus palabras, sus
acciones y sus preceptos constituyen la regla moral de la vida cristiana”95. Se trata de
considerar esta relación del hombre con Dios no a partir de su ontología sino a partir de su
actuar, o sea de su capacidad de perfección en la vida por la divinización en Cristo.
“En efecto, estas acciones suyas y, de modo particular, el acto supremo
de su pasión y muerte en la cruz, son la revelación viva de su amor al
Padre y a los hombres. Este es el amor que Jesús pide que imiten cuantos
le siguen”96.
Podemos con los Padres de la Iglesia afirmar que en Cristo el hombre es re-creado.
Sin aceptar esto no se puede entender la posibilidad del actuar de los Hombres Nuevos. El
cambio obrado por la gracia es radical y hace que cada acto humano sea un acto que se
cumple en libertad y armonía, y que a la vez permanece97 y completa así al hombre. En un
segundo momento es necesario entender en qué contexto se da la actuación del hombre
nuevo en Cristo98. Tres elementos se deben analizar en el marco doctrinal que completan y
aclaran la complejidad de la tesis que dice que el hombre nuevo tiene su ser en Cristo y que
la moral nueva parte de esta verdad.
El Espíritu Santo, don de Cristo que ayuda en la Sequela. La Tercera Persona de la
Trinidad sana y transforma el corazón y lo hace fructificar obras de amor. Es Verdadero
95 JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, 20. 96 Ibíd. 97 La idea de permanecer (rimanere) esta ligada al concepto bíblico de libro de la vida. Hablando de ella en
el contexto de la vida moral del hombre hace referencia a la acción del hombre en un sentido y con una visión
escatológica. Permanecer en Cristo significa escribir el libro de la vida (vita) desde la virtud. Cfr. X.L.
DUFOUR, Dizionario di Teologia Biblica, Marietti, Genova 19985
voz: Libro, rimanere, vita. 98 Cfr. R. TREMBLAY, Cristo e la Morale..., p. 64.
36
Dios que es capaz de interiorizar la ley de Cristo y hacer de tal modo que no sea
heterónoma ni contra la libertad del hombre. “Mediante la fe, Cristo habita en el corazón
del creyente (Cfr. Ef. 3, 17), el discípulo se asemeja a su Señor y se configura con él; lo
cual es fruto de la gracia, de la presencia operante del Espíritu Santo en nosotros”99.
La Iglesia, lugar donde se refleja la luz de Cristo que asegura la presencia continua de
su verdad y enseñanza. Es entonces el lugar donde el hombre puede encontrar a Cristo aquí
y ahora.
El hombre, como un todo que explica la verdad de la voluntad del Padre en la
creación: el hombre que es sagrario de Dios en su conciencia; donde resuena la voz de
Cristo, que sale del fondo de su ser y que lo empeña a permanecer en la verdad. El hombre,
que es un misterio de libertad.
El camino que Dios traza al hombre en la llamada a la vida moral se puede resumir
en estas palabras: “Seguir a Cristo no es una imitación exterior, porque afecta al hombre en
su interioridad más profunda”100, que se hace ley nueva en los tiempos de Cristo, que se
cumple en la observancia de los mandamientos y en el testimonio de fe que es la memoria
viva de los mandamientos101 de Cristo que se resumen en el amor de Dios y de los
Hermanos.
99 JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, 21. 100 Ibíd. 101 Pero, ¿cómo podemos responder a la pregunta sobre la obligatoriedad de la conciencia de la actuación en
Cristo? Si lo hacemos por conocimiento, caeríamos en el subjetivismo. Si lo hacemos por la obligatoriedad de
la verdad pecaríamos de legalismo. Es necesario determinar que la pregunta sólo se puede hacer a partir del
obrar humano, es decir que no es obligatoriedad, sino verdadera tendencia al actuar excelente determinado
por la virtud que es el fin último del hombre.
37
Podemos concluir que esta perspectiva tiene su fuerza en la teología moral porque
explica como Cristo es el fundamento, la mediación normativa y la fuerza para el obrar.
Así todo hombre esta llamado a alcanzar la plenitud del la Imagen de Cristo102.
Como conclusión de la teoría sobre la centralidad de Cristo en la vida moral del
hombre, vemos cómo el paso del núcleo central de la moralidad en el corazón del hombre a
la acción esta mediado de modo objetivo por el nuevo concepto de norma que se le atribuye
a Cristo.
En el plano de la acción esto implica la asimilación en el ámbito de la virtud humana
y sobrenatural, que a partir de la conformación de las actitudes más íntimas, se llega a
hacer vida en los actos visibles y externos mediante una cierta “analogía de
proporcionalidad”.
En la práctica este modelo presenta un reto a la libertad del hombre, la cual depende
en sí misma de la conformidad a un ideal que se materializa en un conjunto de preceptos
morales. Esta libertad sólo es tal cuando es liberada por Cristo, que la hace capaz de
alcanzar su plenitud103. No se puede hacer la síntesis sin Cristo de la libertad de los
hombres y de la comunidad. No existe sin Cristo reciprocidad de las libertades104.
La libertad del Espíritu entra con la gracia en la vida comunitaria y en el dinamismo
humano y lo renueva asumiendo toda la potencialidad de la libertad de la persona y
102 Un intento vigoroso de asimilación de la perspectiva dogmática Balthasariana en clave moral la ofrece C.
Cafarra en su volumen Vida en Cristo, que hemos buscado integrar en estas páginas siguiendo su presentación
del cristocentrismo. 103 Hans Urs von Balthasar lo prueba a lo largo de sus Nueve Tesis contemplando al hombre moderno en
búsqueda del fundamento para la ética de la libertad. El hombre normalmente no puede ir mas allá cuando
encuentra la limitación de otra libertad, de la libertad de otro hombre. Balthasar confirma que no se puede
infringir este límite lo que prueba por vía de negación que no se puede afirmar la libertad humana como una
libertad por sí misma ilimitada.
38
orientándola a través del amor de amistad. Se hace así la síntesis del fundamento
ontológico y la ejemplaridad normativa de la moral en Cristo dentro de la perspectiva
dinámica de la libertad105.
104 Cfr. J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 103. 105 “La moral cristiana [...] -en términos de sencillez evangélica- consiste fundamentalmente en el seguimiento
de Jesucristo, en el abandonarse a él, en el dejarse transformar por su gracia y ser renovados por su
misericordia, que se alcanzan en la vida de comunión de su Iglesia.” (JUAN PABLO II, Veritatis Splendor,
119).
39
C A P Í T U L O 4 .
A M I G O S D E C R I S T O
Cristo es en sí el Amigo que habla al corazón del hombre no con la ley sino con el
ejemplo, con el consejo. “Él es el Principio que, habiendo asumido la naturaleza humana,
la ilumina definitivamente en sus elementos constitutivos y en su dinamismo de caridad
hacia Dios y hacia el prójimo”106. Gracias a Cristo, que es el camino al Padre, la acción
humana tiene como fin último la comunión con Dios.
En Cristo, con su divina amistad podemos actuar con libertad y en la verdad del
hombre hacia la comunión plena con Dios107.
La acción realizada en la virtud implica una totalidad y una unidad. Parecería arduo
pensar que en la síntesis del obrar virtuoso no se puede dejar de lado ningún aspecto de la
virtud en sus múltiples manifestaciones. No se puede dar virtud sin la prudencia, pero no
habrá prudencia sin la virtud108. Es esta misma unidad que le da su fuerza y su simplicidad.
El hombre virtuoso no se detiene a pensar si lo que obra está de acuerdo con la virtud, sino
que la misma fuerza interior del hábito establecido lo ayuda a obrar el bien. La amistad con
Cristo es el principio de esta coherencia interna de la vida del cristiano. “La caridad
produce la integración de la prudencia y de los principios racionales del actuar, mostrando
su ultima realización en Cristo”109.
106 Ibíd. 53. 107 Cfr. Ibíd. 86. 108 Cfr. STh III q.65, a.1. 109 L. MELINA – J. NORIEGA – J. PÉREZ -SOBA, La plenitud del obrar cristiano..., p. 147.
40
Relación entre Amistad y Amor de Caridad en la dinámica de felicidad
La amistad a la manera de Cristo nace del reconocimiento, que es sobre todo de la
gratitud. Con Cristo existe esa relación de parentesco que se estableció en el momento mas
sublime y trágico de su vida. Al pie de la cruz nos hizo participes de forma especialísima
de su madre por lo que nos hacemos así sus hermanos. Somos, como dice san Juan, no por
voluntad de la carne o de la sangre, sino por Voluntad de Dios (Cfr. Jn. 1,13). Esta amistad
ofrecida por Cristo nos ha sido dada como participación de la relación originaria por la cual
el ser mismo ha sido constituido en lo que es y en cuanto es un eco de la insondable
amistad presente en la vida intratrinitaria.
Nos preguntamos cómo es que la felicidad está en la amistad con Dios. La respuesta
a este interrogante está en la misma naturaleza de la vida tal y como la vivimos en la
cotidianeidad, porqué la relación con Dios es una relación que se conoce en la vida, en los
hombres, y en el caminar de la historia.
Para Aristóteles la amistad110 es un tipo de virtud, y nos dice que a través de la
amistad con la gente buena alcanzamos la potencia para la virtud de la excelencia. La vida
moral es idéntica a la amistad porque es lo que sucede entre hombres buenos, hombres de
bien. La vida moral es sinónima a una vida vivida en la amistad porque ambas hacen a los
hombres virtuosos. Así podemos decir que la amistad es una unión de vida basada en un
bien común. “La amistad es la actividad dinámica y vital por medio de la cual aquellos
hombres que se han dedicado a lo que es bueno son en el crisol de la amistad gradualmente
110 En esta sección nos hemos servido de las definiciones que se encuentran en un buen diccionario
enciclopédico. Cfr. B. MONDIN, Dizionario Enciclopedico del Pensiero di San Tommaso D'Aquino, ESD,
Bologna 2000, voz Amicizia, Carità, Amore.
41
moldeados en personas de igual bondad”111. Un hombre no podría tener una vida moral
plena si no tiene amigos íntimos a los cuales se une en amistad por sus cualidades de
carácter con los cuales puede compartir los actos morales centrales a su vida.
La amistad es el “locus propius” para la moralidad. Es el lugar donde se hace fácil y
posible ser virtuoso y bueno. Es el desarrollo común unitivo de la búsqueda del bien y de la
comunión en el bien, del ser y hacerse un bien recíproco.
La amistad tiene como objeto la unión en la similitud de la bondad y de la virtud, que
permite encontrarse y verse reflejado en el otro, lo que sucede en el intercambio propio de
la amistad que permite y provoca en el deseo de asimilar al otro en su perfección y en su
elevación. Por eso la amistad es asimilarse al amado112.
Para Aristóteles la virtud es igual a la Felicidad. La felicidad es un “tipo de
actividad” que se desea por sí misma y que es el resultado de una actividad deseada en sí
misma por su ejercicio. Las acciones derivadas y hechas en conformidad con la virtud son
acciones que producen la felicidad.
Para Santo Tomás este concepto se desarrolla en la idea de la unión entre caridad y
felicidad. La felicidad es la vida de amistad con Dios que busca la perfección de la
bienaventuranza. La felicidad está relacionada a la virtud, ya que esta es un compartir en
cualquier actividad que mejor permita llegar a la plenitud en la vida. Esta actividad
solamente cumplirá su cometido si está hecha conforme a la virtud más alta, con la más
noble posibilidad.
111 P.J. WADELL, Friends of God…, p. 7. 112 Cfr. Ibíd., p. 8.
42
El fin del hombre, la bienaventuranza, está en acercarse lo más posible a la divinidad,
pero sin dejar de ser por eso hombre. Ésta es la gracia de la amistad con Cristo: la cercanía
a Dios en la perfección de la naturaleza humana, a la medida del hombre.
“Pues bien, la amistad de caridad se cimienta en la comunicación de la
bienaventuranza, que esencialmente radica en Dios como primer
principio, y de él se deriva a todos los seres capaces de poseerla. Por eso
Dios debe ser amado con caridad de manera peculiar y en sumo grado,
dado que es amado como causa de la bienaventuranza; el prójimo, en
cambio, como copartícipe nuestro de esa bienaventuranza”113.
Nos preguntamos con Santo Tomás: ¿Cuál es la mayor perfección en Dios? A lo que
podemos responder: “Dios es amor”114, y este amor se da en la manifestación de “amistad”
entre el Padre, el Hijo que es el Espíritu Santo. Así el Padre y el Hijo son una sola cosa
porque el Espíritu es amistad, unión, y esa unión es la más apropiada manifestación de lo
que Dios es, Amor.
Luego los hombres participan de esta amistad con Dios no de forma natural, sino
infusa, porque la caridad es una manifestación de la participación con Dios de la
bienaventuranza eterna, y ésta no se da en el plano de los bienes naturales sino de los dones
sobrenaturales.
“Por eso mismo, la caridad rebasa la capacidad de la naturaleza. Ahora
bien, lo que rebasa la capacidad de la naturaleza no puede ser ni natural
ni adquirido por el poder natural, ya que los efectos naturales no
trascienden la capacidad de su causa. La caridad, pues, no está en
nosotros ni de manera natural ni como efecto de las fuerzas naturales,
113 STh II-II, q.26, a.2, r.
43
sino por infusión del Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, y cuya
participación en nosotros es la caridad misma creada”115.
La perfección de la amistad con Dios es la vida en el Espíritu Santo, y no obstante el
hecho que haya una cercana relación entre la caridad y el don del Espíritu Santo, estas no se
identifican en la dinámica de la vida del hombre, pues la caridad es una virtud, una
potencia adquirida por el hombre diferente de su origen que es el Espíritu. Cristo verdadero
Dios es para los hombres fuente de esta amistad de caridad, pues es el Prójimo por
excelencia en la relación con los cada hombre. Cristo es fuente de toda bienaventuranza.
Conociendo la dinámica de la amistad y la finalidad del hombre, sabemos que su fin
último está en Cristo. Es Dios que le dona la capacidad de la felicidad plena, y este don
existe en su fin y en su principio. Así se concluye que sólo somos plenamente felices sino
en Dios y además no podemos ser felices si no somos amigos de Dios. “El amor de caridad
tiende hacia Dios como principio de la bienaventuranza, en cuya comunicación se funda la
amistad de caridad. Es por lo mismo, conveniente que entre las cosas amadas por caridad
haya algún orden según su relación con el principio primero de ese amor, que es Dios”116.
Así la amistad de Dios es la fuente de toda la felicidad del hombre. “Al identificar la
felicidad con Dios, Aquinas establece una conexión interna inamovible entre el amor de
caridad y la felicidad, afirmando que la felicidad que encontramos en cualquier cosa, si se
puede llamar verdadera, debe proceder de la felicidad que tenemos en Dios”117.
114 Para una buena presentación del amor en la Suma de Teología y una buena síntesis se puede consultar el
libro P. SCARAFONI, I segni dei tempi, segni dell’amore, Ed. Paoline, Milano 2002, pp. 96-124. 115 STh II-II q.24, a.2, r. 116 STh II-II q.26, a.1, r. 117 P.J. WADELL, Friends of God…, p. 17.
44
El problema surge entonces118 en cómo llegar a definir esta relación con Dios en
Cristo que nos hace conocerle y experimentar su amistad, fuente de toda felicidad. Santo
Tomás nos dice que la felicidad es compartir la amistad de Dios, realidad activa y libre de
los hombres que se acercan al Dios de la verdadera felicidad.
La dinámica del amor explica cómo se da esta participación en la perfección de Dios,
que nos lleva a gozar de su amistad fuente de nuestra felicidad.
Cuando Santo Tomás explica las pasiones en la Suma, nos habla primero del amor y
lo define como sigue: “Se encuentran cuatro nombres que en cierto modo se refieren a lo
mismo, a saber: amor, dilección, caridad y amistad. Difieren, sin embargo, en que la
amistad, es a modo de hábito, mientras el amor y la dilección a modo de acto o pasión, y la
caridad puede entenderse de ambos modos”119. Así los elementos de la amistad
considerados en relación con Dios son: benevolencia y reciprocidad.
La benevolencia que es el buscar ante todo el bien que se ve en el otro. Esta es la
característica del amor de amistad120. La amistad es un amor que se preocupa por el bien
del otro, no sólo por sí mismo sino que el buscar su bien se hace proyecto de vida del
amigo. Además de esta benevolencia, la amistad requiere de una segunda característica que
es la reciprocidad, por la que el amigo llega a ver en el amigo a otro yo121, como veremos
mas adelante. La benevolencia es necesaria, pero es también necesario el don de sí, el
hacerse “vulnerable”, que es ver al otro como unido a mí. La reciprocidad es un
intercambio ente amigos, donde se da el mutuo entendimiento. La amistad requiere además
118 Lo que nos da pie para dar un paso ulterior en la precisación del tema de este trabajo. 119 STh I-II q.26, a.3. 120 Cfr. STh I-II q.26, a.4.
45
que haya cierta cantidad de contacto entre los amigos. Se logra así una cierta comunicación
de las personas. La amistad se constituye así en una especie de sociedad. Aristóteles dice
que los amigos son los que pasan los días de la vida juntos y encuentran alegría
mutuamente. Se cierra así el círculo de la necesidad de hombres virtuosos para crear la
sociedad, la característica más definida de un tipo de vida en sociedad es esa que necesita
hombres que estén enamorados de la virtud, y éstos son los que definitivamente permiten a
los miembros de la sociedad ser buenos. De aquí que la amistad sea en verdad cierta
caridad como vimos más arriba; y es una sociedad que se funda en la caridad como
veremos más abajo. Es una sociedad entre el amado y el amante en el amor. La caridad es
esa amistad que tiene Dios con los hombres por la cual el hombre ama a Dios y Dios al
hombre, y así se hace la unión de Dios con los hombres que participan en el mismo amor
que demuestra su amistad. Siguiendo a Aristóteles Santo Tomás describe la amistad como
una conversación, como una convivencia, como una participación del mismo amor. Esta
continua comunicación con Dios no es una condición, sino una medida de la amistad con
Dios. La amistad se basa en esta relación básica en la que poniendo las bases para una
relación “donde se guardan las bases del decoro”122 se puede así iniciar la verdadera
amistad.
Dios es el modelo de la amistad, que se hace participación en la amistad que existe
entre los hombres. El fin último del hombre es hacerse perfecto como Dios. Esto sucede en
la medida en que el hombre se acerca a la bondad divina. Por tanto la amistad es esa virtud
No cualquier amor se puede llamar amistad. Sólo el amor que está fundado en la
benevolencia contiene las razones para la amistad: cuando se ama al amigo hasta que se le
desea el bien más alto. Para la verdadera amistad se requiere que el bien deseado sea
recíproco porque un amigo es amigo para el amigo.
La virtud de la caridad es una y funda el don de la divina amistad en un único
fundamento.
“Mas la caridad no puede ser múltiple por ninguno de esos modos, ya
que el fin de la misma es uno, o sea la bondad divina. Es también única la
comunicación de la bienaventuranza eterna sobre la que se cimienta esa
amistad. No queda, pues, otra cosa sino que la caridad es simplemente
virtud única, no diferenciada en varias especies”154.
La amistad tiene como elemento esencial la benevolencia, que es una relación con
otro y está fundada sobre la comunidad del bien. Se dice que esta amistad de benevolencia,
cuando es verdadera caridad, se dirige aun hacia los enemigos.
“Se tiene amistad con otro de dos maneras. O se le ama por sí mismo, y
en este sentido sólo puede haber amistad con el amigo, o se le ama por la
amistad que se tiene con otra persona. Por ejemplo, si se tiene amistad
con determinado hombre, por esa amistad se ama a cuantos estén
relacionados con él, sus hijos, sus criados o cualesquiera allegados. Y
puede ser tan grande el amor al amigo, que por él amemos a sus
allegados, incluso si nos ofenden o nos odian. De este modo la amistad
de caridad se extiende incluso a los enemigos, a quienes amamos por
caridad en orden a Dios, con quien principalmente se tiene la amistad de
caridad.[...] De este modo, la caridad, que sobre todo es amistad de lo
154 STh II-II q.23, a.5, r.
57
honesto, se extiende a los pecadores, a quienes amamos con caridad por
Dios”155.
Ésta es la extensión de la amistad que inunda con sus beneficios hasta aquellos que
esta alejados. Hay también una distinción entre amistad y caridad. De hecho el ámbito de la
amistad es más grande que el de la caridad, tanto que se puede decir que la caridad es una
subespecie de la amistad.
"La caridad es la amistad del hombre con Dios principalmente y por lo tanto con los
seres que a él pertenecen"156. Y entre los seres que pertenecen a Dios están principalmente
los hombres pero también los Ángeles. Sólo el hombre bueno puede tener amistad con
Dios157 y esta amistad requiere la obediencia158.
"Es la esencia de la amistad que el amante desee que sea completado,
escuchado el deseo del amado, en cuanto desea el bien y la perfección de
él, por eso se dice que los amigos tienen una misma voluntad. Ahora se
ha visto que Dios ama su creatura, y tanto mas la ama cuanto más
participa a su bondad divina que es el primero y principal objeto de él
amado. Desea por lo tanto que se cumplan los deseos de la creatura
racional, la cual entre todas las creaturas participa de modo perfectísimo
a la bondad divina"159.
La amistad hacia los otros, la amistad con Dios se basa en la medida que se tiene
amor por uno mismo. La caridad es fruto de la posesión del amor en uno mismo160.
155 STh II-II q.23, a.1, ad 1-2. 156 STh II-II q.25, a.4. 157 STh I-II q.99, a.2. 158 STh II-II q.24, a.12. 159 CG III c.95. 160 Comentando la verdad que existe en la amistad se dice que: “En el orden natural, la amistad es el fruto de
la virtud; sólo quienes buscan el bien honesto o verdaderamente humano están capacitados para establecer
relaciones de amistad, de manera que el amigo no sea convertido en fuente de utilidad o placer propios; en el
58
“De Dios podemos recibir dos tipos de bienes: de naturaleza y de gracia.
El amor natural se funda en la comunicación de los bienes naturales
concedidos por Dios, y en virtud de ese amor, el hombre, en su
naturaleza íntegra, ama no sólo a Dios sobre todas las cosas y más que a
sí mismo, [...] Con mucha mayor razón, pues, se da esto en la amistad de
caridad, fundada en la comunicación de los dones de gracia. Por eso debe
amar el hombre a Dios, bien común de todos, más que a sí mismo,
porque la bienaventuranza eterna está en Dios como en principio común
y fontal de cuantos pueden participarla”161.
La amistad puede fundarse o sobre la comunidad de vida o de bienes o de virtud.
“Como la verdadera amistad se fundamenta sobre la virtud, todo lo que
en el amigo es contrario a la virtud es impedimento para la amistad, y
cuanto hay en él de virtuoso es una invitación a la amistad. Según esto, la
amistad se conserva mediante la recompensa de los beneficios; aun
cuando tal recompensa pertenezca especialmente a la virtud de la
gratitud”162.
La amistad se basa esencialmente sobre la comunión y la condivisión. Por lo tanto se
dan tantos tipos de amistad como existen tipos de comunión y condivisión.
La amistad se une a la fortaleza en el camino de la virtud163. Así nos dice que es
propio de la virtud de la fortaleza, como ejemplo de la virtud de la amistad, llegar aun a
arriesgar la vida por el amigo, usando el ejemplo de uno que lo ayuda aunque se tenga el
temor al contagio mortal.
orden de la gracia es la amistad, unión afectiva con Dios, bien total y fin último de la vida, la condición para
que en el hombre nazca la virtud, porque entonces sus actos, inspirados por ese amor, están orientados hacia
el bien total y fin último de la vida”, (L. LAGO ALBA, Tratado de la caridad en SANTO TOMAS DE AQUINO,
Suma de Teología, Tomo III, BAC, Madrid 20014, p. 216). 161 STh II-II q.26, a.3, r. 162 STh II-II q.106, a.1, ad 3. 163 STh II-II q.123, a.5, r.
59
Vemos en la parábola del hijo pródigo, cómo los magnánimos tienen siempre a su
disposición a un cierto número de “amigos”, pero esto no basta para la verdadera amistad.
La fortuna ayuda a cultivar a los amigos. El Amigo por excelencia, Cristo, también ayuda a
la magnanimidad, pues su amistad es fuente de amistad y de generosidad164. Cristo es la
mejor ayuda para la amistad y el mejor amigo que puede tener el hombre.
Es necesario que en la virtud de la amistad participe el hombre en su integridad y así
vemos cómo hasta el cuerpo debe estar puesto al servicio de la amistad. Así como en la
templanza se practica la virtud que hace que cada gesto y comunicación estén ordenados al
bien personal y de todos hombres. Esta virtud unida a la de la amistad nos dice que:
“La moderación de los movimientos exteriores puede reducirse a dos
virtudes. En cuanto nos ordenamos hacia otros por medio de los actos
exteriores, la moderación de los movimientos exteriores pasa a ser objeto
de la amistad o afabilidad, que se ocupa de los gozos y tristezas de las
palabras o de los hechos en orden a los otros con los que el hombre
convive. Pero en cuanto que estos movimientos exteriores son signos de
la disposición interior, su moderación pertenece a la virtud de la verdad,
por la cual nos mostramos, en las palabras y en las acciones, como somos
interiormente”165.
La virtud de la amistad contiene en si misma la fuente de su continuidad. Ésta es, por
así decirlo, la gratitud por un beneficio recibido. La amistad como beneficio busca
agradecer el beneficio y encuentra que la mejor forma de hacerlo es con la misma amistad,
esto lo vemos en concreto con la amistad de Cristo.
164 “Los bienes de fortuna sirven de instrumento a los actos virtuosos: puesto que por medio de las riquezas,
del poder y de los amigos se nos brinda la posibilidad de realizar tales actos. Por tanto, es evidente que los
bienes de fortuna contribuyen a la magnanimidad”, (STh II-II q.129, a.8, r). 165 STh II-II q.168, a.1, ad 3.
60
“La recompensa de un beneficio puede pertenecer a tres virtudes: a la
justicia, a la gratitud y a la amistad. [...] A la amistad y a la gratitud
pertenece recompensar el beneficio en cuanto deuda moral; aunque de
distinta manera en cada caso. Porque en la recompensa de la amistad
hemos de tener en cuenta la causa de la misma. Y así en la amistad
causada por la utilidad, la recompensa debe atenerse al provecho
derivado del beneficio. En cambio, en la amistad cuya causa es la virtud,
a la hora de recompensar, debe atenderse a la voluntad y afecto del
bienhechor, porque esto es lo que principalmente se requiere para la
virtud. De manera similar también, puesto que el aspecto que la gratitud
considera en el beneficio es su gratuidad —y esto depende del afecto—,
por eso en la recompensa de un favor se presta más atención al afecto del
que lo hace que al resultado obtenido”166.
Para la amistad, a diferencia de la caridad, es necesario que haya cierta similitud. No
basta la semejanza. Es necesario que partiendo de la semejanza exista la capacidad de
entrar en relación personal167.
El estudio de la amistad como afabilidad en Santo Tomas es parte del tratado de la
justicia a la cual nos dice que le corresponde un segundo grado de débito. La justicia como
obligación entraña responsabilidad, de donde resulta que en el débito moral podemos
distinguir por lo menos dos grados. En el primero, la necesidad del débito168 es tal que, sin
su cumplimiento, no es posible salvar la honestidad moral.
166 STh III q.106, a.5, r. 167 Por eso, al animal sólo se le puede llamar “amigo del hombre” por analogía. De un hombre ser amigo de la
virtud lo mismo se afirmaría. Nos lo dice Santo Tomás: “Pues ellas no comunican con la nuestra vida humana
ni en cuanto al ser ni en cuanto al actuar, por lo tanto no podemos tener ante ellas la benevolencia que se debe
a un amigo”, (Sent III. D.28, q.1, a.2). 168 “En el débito de segundo grado, una determinada forma de conducta social puede ser necesaria, no para la
conservación de lo honesto, sino simplemente porque contribuye al logro de una mayor honestidad moral.
Santo Tomás sitúa en este contexto la liberalidad, la afabilidad o amistad y otras virtudes sociales similares,
que participan más escasamente de la razón de débito”, (N. BLÁZQUEZ, Tratado de la esperanza en SANTO
TOMAS DE AQUINO, Suma de Teología, Tomo III, BAC, Madrid 20014, p. 184).
61
“De la esencia de la justicia es la razón de alteridad en el sentido de dar
al otro lo que le es debido. Y es aquí, en el débito al otro, donde puede
haber algún fallo, sea por defecto de igualdad o por defecto de débito”169.
La amistad tiene su modelo más excelso en la relación del cristiano con Cristo. Ésta
amistad se puede manifestar entre el cristiano y sus semejantes. La amistad perfecta se debe
sólo a Dios, que nos ha llamado amigos, luego esta misma amistad es un acto de justicia
hacia los hombres en cuanto a la relación ordenada con ellos.
“Y es necesario que exista un orden conveniente entre el hombre y sus
semejantes en la vida ordinaria, tanto en sus palabras como en sus obras;
es decir, que uno se comporte con los otros del modo debido. Es preciso,
pues, una virtud que observe este orden convenientemente. Y a esta
virtud la llamamos amistad o afabilidad”170.
La caridad como amistad.
La vida teologal está fundada sobre un tipo de amistad que se define como
benevolencia. Este tipo de amistad es fácilmente reconocible entre personas que están una
cerca del otro y se aman. Pero ese amor de benevolencia no basta. Para que se dé la
amistad, es necesario que se dé la reciprocidad, o mutua amatio, como la llama Santo
Tomás: “El amigo ama al amigo en el amigo”171 y para que esto suceda se necesita la
comunión, que es comunidad de vida, que se expresa mediante la actividad común entre los
Por eso decimos con Santo Tomás que en referencia a Cristo: “La caridad significa
no sólo amor de Dios, sino también cierta amistad con Él, la cual añade al amor la
correspondencia en el mismo con cierta comunicación mutua”172. El amor auténtico
implica que: “Habiendo, cierta comunicación del hombre con Dios en cuanto nos comunica
su bienaventuranza, sobre tal comunicación es menester cimentar alguna amistad”173. La
amistad puede iluminar el sentido del amor divino de la forma más excelsa.
Nos preguntamos: ¿Qué relación existe entre la amistad de Cristo (Cfr. Jn. 15,14) y la
existencia humana concebida como una tendencia hacia la felicidad plena? Sabemos que
Cristo, el Cristo Total, es para la naturaleza débil y herida del hombre la única vía para que
se pueda comprometer en su camino hacia la vida que le corresponde vivir, en equilibrio
adecuado a su naturaleza174.
La amistad con Cristo aparece como un don que sana al hombre para que pueda
construir su propia vida. La amistad de Cristo confiere al hombre algo más grande que una
simple ayuda a su obrar. Lo eleva mas allá de los límites de su naturaleza, le participa la
vida divina. El hombre, el amigo de Cristo, mantiene su dignidad y su libertad. Es una
consecuencia de la condición de la persona, que se construye a sí misma, aceptando o
rechazando libremente la amistad que se le ofrece.
La perfección humana es alcanzada en la actividad. La felicidad es ya en sí una
actualización por lo tanto es una perfección. Contemplar a Dios es estar en perfecta unión
con Él. La contemplación de Dios es estar con Él, verlo, unirse a Él. La contemplación es
172 STh I-II q.65, a.5. 173 STh II-II q.23, a.1.
63
la forma más alta de expresión de una amistad. Sin embargo, ésta alcanzará su perfección
solamente cuando se realice de forma continua, en el cielo. Cuando los hombres se
encuentran en la vida terrena, se encuentran en medio de las preocupaciones de la
multiplicidad de eventos, luego Santo Tomás usa esto como un argumento para decir que el
cielo no se puede dar sobre la tierra, pues los hombres no podrían contemplar a Dios como
se merece.
“Pero esta comunión del hombre con Dios, que consiste en cierto trato
familiar con Él, comienza aquí en la vida presente por la gracia y
culminará en la vida futura por la gloria; y ambas cosas se tienen por la
fe y la esperanza”175.
Que la comunión se realiza de acuerdo a nuestra alma y a nuestras potencias actuales
no es para nada sorprendente en cuanto estamos limitados a ellas para poder expresar
nuestra amistad176. Es necesario de cualquier forma expresar la solidez que tiene la
definición que se funda en la comunidad de bienes entre Dios y el hombre. Este bien es
sobre todo “el amor por el cual Dios es amado como objeto de bienaventuranza”. Este bien
está en el orden de la operación, de la actividad, de la vida, esta comunicación responde a
la bienaventuranza misma, que es el resultado de la comunión con Dios que es fiel a su
promesa177.
174 Cfr. M. FLICK – Z. ALZEGHY, El evangelio de la gracia, Sígueme, Salamanca 1965, conclusión pp. 760-
789. 175 STh I-II q.65, a.5. 176 Cfr. J-P TORRELL, Tommasso d’Aquino maestro spirituale, Città Nuova, Roma 1998 p. 383. 177 “Así, pues, ya que hay comunicación del hombre con Dios en cuanto nos comunica su bienaventuranza, es
menester que sobre esa comunicación se establezca cierta amistad. De esa comunicación habla, en efecto, el
Apóstol cuando escribe: Fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a sociedad con su Hijo (4 Cor. 1,9). Y
el amor fundado sobre esta comunicación es la caridad. Es, pues, evidente que la caridad es amistad del
hombre con Dios” (STh II-II q.23, a.1).
64
La caridad es exactamente esto, enfocar cada vez mas la actividad en Dios. Lo que
Santo Tomás quiere decir es que la caridad es esa amistad con Dios que es la felicidad,
porque la beatitud necesita no sólo contemplar a Dios, sino también estar continuamente
relacionado con Él178 así la beatitud es la actividad de la caridad perfectamente realizada.
Para llegar a esta beatitud se debe llevar a cabo una cierta vida en la cual se esfuerza el
hombre por mantener ciertas maneras que son las vías del Señor. Esta participación en la
vida del Señor debe ser entendida de la forma más radical posible. Esto es no sólo
participar de la vida de Dios, sino que Dios participe de nuestra vida y tome control de ella.
Es muy claro en este concepto como Santo Tomás hace extensivo su idea de la doctrina de
la participación aun hasta este nivel. Los hombres felices participan de la felicidad de Dios
que es el único que es por esencia suya la Felicidad.
Sólo podemos tener vida si estamos en relación con Dios, luego la amistad con Dios
es la relación que mejor nos permite recibir la vida de Dios. Si la vida nos viene en la
medida en que participamos de la vida de Dios179, compartirla no sólo nos hace a Dios
presente, sino también es la actividad de amor que nos hace ser semejantes a Dios, pues la
posibilidad de unirnos a Dios esta en nuestra semejanza a Él.
El hombre es un ser que necesita la perfección. Esta perfección se encuentra en su
origen. Cuanto más cerca están las cosas a Dios menos potencialidad tienen, pues se
encuentran ya completas en la perfección de Dios.
La calidad de la perfección moral del hombre es estar cerca de Dios. Siendo el amor
un tipo de pasión, necesita de algo que lo lleve a su perfección. El camino para la
178 Cfr. P.J. WADELL, Friends of God…, p. 24-27.
65
perfección del amor es acercarse a “Cristo que en la amistad nos permite por la caridad
aceptar que podemos ser como Dios en la medida en que estamos dispuestos a estar
abiertos a Dios”180. La teoría moral de la virtud significa que las virtudes encuentran su
forma en la caridad. La paradoja de las virtudes es que están conectadas a las pasiones:
“Por medio de la actividad de cada virtud nos permitimos ser actuados por Dios. Es por eso
que las virtudes nos perfeccionan”. Nos abrimos a la actividad de Dios en nuestras vidas.
La vida moral es por lo tanto la salud de la amistad, ya que las virtudes son la medicina
para nuestra indigencia y debilidad.
El modo de ser de Dios es el amor de su perfección infinita que se manifiesta en la
participación de este amor. El hombre que acepta la amistad de Dios acepta participar en
este dinamismo del ser divino. Dios es el amigo, que así nos ha llamado. Quien acepta esta
amistad, puede llegar a ser más y a vivir más intensamente, porque la amistad lo lleva a
difundir y expandir el don recibido. La amistad con Cristo hace al hombre participe de la
comunión trinitaria, y la respuesta hace que se encarne en el hombre por la fe y la caridad,
la existencia nueva en Jesucristo. Luego la vida nueva de los elegidos a ser amigos consiste
en participar en este diálogo de amor con Cristo.
“La vida moral debe ser una saga de nuestra amistad con Cristo”181. La amistad hace
que se participe de la bondad y ser de Dios. Fuera de la relación con Dios no somos.
“La creación en la criatura no es más que una relación real con el creador
como principio de su ser; del mismo modo que en la pasión que se da con
179 Cfr. STh I-II q.3, a.1, ad 1. 180 Cfr. P.J. WADELL, Friends of God…, p. 72. 181 P.J. WADELL, Friends of God…, p. 29.
66
movimiento está incluida la relación con el principio de dicho
movimiento. [ ...] La relación de la creatura con Dios es real”182.
“Ser un yo es ser amigo de Dios”183. Si “la caridad es amistad y la amistad es la
bienaventuranza, luego el ser cristiano no es algo derivado de la amistad, ni el residuo de la
amistad, sino es la vida de amistad con Dios totalmente asumida”184. Mas aún podemos
decir que a través de la amistad con Dios descubrimos verdaderamente quiénes somos
como hombres y cuál es el verdadero valor de cada persona y de nuestra persona.
Descubrimos en resumen quién es aquel a quien amamos en verdad. Esta verdad está
expresada con carácter de universalidad en la celebre frase:
“El Hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí un ser
incomprensible […] es por eso que Cristo el Redentor «completamente
revela el hombre a sí mismo»”185.
“Esta breve definición encierra y subraya el carácter único del amor de amistad
divino, así como su relación con las otras virtudes de la vida cristiana”186. Esta amistad nos
lleva a “decir que no solamente cada uno de nosotros recibe a Cristo, sino que también
Cristo nos recibe a cada uno de nosotros. Él estrecha su amistad con nosotros: «Vosotros
sois mis amigos» (Jn. 15,14)”187.
“En el humilde signo del pan y el vino transformados en su cuerpo y su sangre, Cristo
camina con nosotros como nuestra fuerza y nuestro viático y nos convierte en testigos de
182 STh I q.45, a.3, ad 1. 183 P.J. WADELL, Friends of God…, p. 29. 184 P.J. WADELL, Friends of God…, p. 30. 185 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis 10. 186 R. CESSARIO, Las virtudes, EDICEP, Valencia 1998, p. 84. 187 JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucaristia 22.
67
esperanza para todos”188. La unión con Cristo se realiza de modo especial a lo largo de los
siglos en la presencia continua del pan eucarístico en medio de la comunidad de los
creyentes. “Si ante este misterio la razón experimenta sus propios límites, el corazón,
iluminado por la gracia del Espíritu Santo intuye bien como ha de comportarse,
sumiéndose en la adoración y en un amor sin límites”189. Sabemos que “la caridad, no es un
amor cualquiera de Dios, sino el amor de Dios con que le amamos como objeto de
bienaventuranza, a la cual nos ordenan la fe y la esperanza”190.
La unión también se manifiesta en cuanto a que Cristo al hacerse hombre ha entrado
a formar parte de la misma descendencia, entró a formar parte de los hijos de Adán y se
hizo su cabeza, recondujo la humanidad al Padre. Esta unión se hace manifiesta en la
medida en que los hombres siguen el ejemplo de Cristo, por obediencia personal a sus
mandatos, por amor a su ejemplo, por dedicación a su palabra. La unión además puede
decirse de tipo espiritual, por medio de los sacramentos.
El actor de esta unión es el Espíritu Santo, que se le da al hombre en el bautismo,
donde comienza la configuración plena. Esta unión se basa en la gracia creada e increada
que Cristo posee y nos comunica. La unión por la acción deriva de la unión del Espíritu
Santo.
Se puede decir que es una unión resultado de un acto del hombre en cuanto se da
conocimiento real y voluntad plena que se expresa en el amor humano. Esto se dice aún
cuando la sea una acción iniciada por una moción. La identidad de la acción es la de un
acto humano en cuanto que por la gracia y la caridad recibida el hombre actúa aquello que
Cristo lo mueve a hacer. Por último tenemos la unión real y eficaz de la vida eucarística,
que no se limita a la presencia de las especies en el hombre, sino que de forma especial se
prolonga a lo largo de la vida de los bautizados por la adoración y la comunión espiritual.
“Dios se encuentra en el origen de toda verdadera amistad; Él es el Amigo sin amigo
que, en Cristo, ofrece su amistad a todos los que están destinados a compartir la gloria de
Cristo”191. La tarea del Cristiano es por lo tanto la realización plena de la “conciencia
personal” del bautizado que en el amor se realiza su vocación de hijo de Dios. El cristiano
llega a su plenitud cuando entra en esta comunión de vida con Cristo amigo hasta el punto
en que: “La incorporación real en «un cuerpo», en el nivel (más que orgánico, personal) de
la Iglesia, incluye el otorgamiento de la conciencia personal del nosotros propia de los
miembros, y hacerla real será la tarea ética de los cristianos”192.
En su Summa contra Gentes Santo Tomás nos ofrece algunas indicaciones útiles
acerca de que es lo que constituye esta conciencia del amigo entre los miembros de la
Iglesia. Pone en resumen seis características de la amistad193:
1. Intercambio del conocimiento personal, apertura: “es muy propio de la amistad que
un hombre revele sus secretos al amigo”. Así hay comunión de afectos y parecería que de
dos corazones se hace uno solo. Se dice que sólo al amigo se le “abre el corazón”.
2. Compartir verdaderamente los bienes: “Forma parte de la amistad, no sólo que el
hombre comparta sus secretos con sus amigos, en virtud de la unión de corazones, sino que
191 R. CESSARIO, Las virtudes..., p. 88. 192 J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 79. 193 Cfr. R. CESSARIO, Las virtudes..., p. 89 – 90.
69
esa misma unión reclama que comparta los bienes que posee, porque si un hombre
considera a su amigo como su otro yo, se sigue que lo socorrerá como si se socorriera a sí
mismo”. ¿Cómo es posible realizar este ideal con Cristo? La respuesta esta magistralmente
desarrollada en la Veritatis Splendor 8-21, donde se explica la llamada a la perfección que
Cristo presenta al joven rico cuando le dijo “Vende todo lo que tienes, ven y sígueme” (Mt.
19,21) Hay que entender esta llamada en el contexto del sermón de la montaña. Con Cristo
este ideal de amistad se realiza en la pobreza evangélica que culmina en el seguimiento de
Cristo para compartir con el todo.
3. Perdón de todas las ofensas: “Si un hombre se hace amigo del otro por este mismo
hecho le perdona todas las ofensas: porque la amistad se opone a todas las ofensas”. Cristo
es el primero en perdonar. Es la prueba mas patente de su amistad, sufrir aun la muerte para
alcanzar el perdón de las ofensas. Luego el amigo sigue el ejemplo del amigo.
4. Contemplación: “En primer lugar, el trato mutuo parece pertenecer a la amistad de
manera especialísima [...] Dado que el Espíritu Santo nos hace amar a Dios, de ahí surge
que somos constituidos por él en contempladores de Dios”. Es en la oración entendida en
su sentido auténtico, el de ser un encuentro vivo y personal con el Padre por medio del Hijo
unigénito bajo la acción del Espíritu; un diálogo donde se da esta contemplación a la que se
refiere Santo Tomás en este numero.
5. La alegría interior: “Pertenece también a la amistad el que el hombre se deleite en
la presencia de su amigo y se alegre con lo que él dice y lo que hace; asimismo, que
encuentre en el consuelo para sus dificultades; de ahí que recurramos de manera especial a
nuestros amigos en tiempos de tribulación”. Juan Pablo II esta muy consciente de esta
verdad cuando escribía a los jóvenes en 1985: “La Iglesia confía a los jóvenes la tarea de
gritar al mundo la alegría que brota de haber encontrado a Cristo. Queridos amigos, dejaos
70
seducir por Cristo; acoged su invitación y seguidlo. Id y predicad la buena noticia que
redime (Cfr. Mt. 28, 19); hacedlo con la felicidad en el corazón”194. Es natural que el
amigo encuentre especial alegría en estar con el amigo, pues ve en ello un bien.
6. Armonía de las voluntades: “Pertenece también a la amistad el que un hombre
consienta en las cosas que desee su amigo”. Al don de la amistad primera corresponde el
esfuerzo paciente de saber corresponder cada día a esta gracia recibida. Se escribe una
historia que se alimenta con los actos cotidianos de unión y colaboración. Esta es la esencia
de la amistad.
La caridad es lo único que permite al hombre realizar esta unión y conservar su
libertad. “Cuando falta la auto-revelación del Dios personal libre, el hombre, para el orden
moral de su vida, procura orientarse desde el orden del cosmos que le envuelve”195.
Haciendo esto el hombre arriesga el aceptar el argumento de auto-legislarse olvidándose de
su origen y su fin trascendente.
Ni la prudencia humana ni la virtud sin la gracia de la amistad con Cristo son por sí
solas capaces de mantener al hombre alejado de la fatalidad de una existencia egoísta y
desordenada. Sólo el amor de amistad con Cristo puede sostener una vida de verdadera
felicidad y de tendencia al Sumo Bien.
El catecismo nos enseña que Cristo es el mediador y la plenitud de toda revelación196.
En Cristo Dios nos habló todo de una vez en esta sola Palabra, y esta Palabra nos ha
llegado a nosotros Primero por su unión de tipo físico con todos los hombres, por la
194 JUAN PABLO II, carta a los jóvenes 1985, 4. 195 J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 95. 196 Cfr. DV 2, CIC 65-67.
71
encarnación. El Verbo, asumiendo nuestra naturaleza, se ha unido a todos los hombres.
Luego, continuamente en el sacramento del pan y del vino consolida la incorporación a Él
que tuvo lugar con el bautismo. “Los valores se encontrarían únicamente en la resurrección
de Cristo, que es la garantía tanto para la plenitud del individuo como de la comunidad
eclesial y por medio de ella, del mundo, de manera que Dios, sin anular al mundo, puede
ser «Todo en todo»197.
Cristo no sólo se limitó a traer a los hombres nuevas ideas sobre Dios y los
mandamientos, sino además allanó la sima abierta entre Dios y los hombres originada por
el pecado198. Santo Tomás expresa esta misma idea en la respuesta a la pregunta sobre la
eficacia de la resurrección de Cristo, diciendo que su influjo instrumental alcanza a todos
los hombres: “Virtud que alcanza con su presencia todos los lugares y tiempos”199. Cristo
coexiste con los hombres y su contacto no es físico con ellos sino virtual, de naturaleza
espiritual, por medio del cual ejerce el influjo salvífico de su amistad. “Sin quitar nada al
carácter fundamentalmente trinitario de la inspiración tomasiana, ésta pone en evidencia
con incomparable fuerza la presencia de Cristo salvador al centro de la vida cristiana”200.
Santo Tomás entendió profundamente el sentido de la cita de la carta a los Romanos 8,17:
“Ser hijos de Dios y herederos de Dios y coherederos de Cristo”, siguiendo muy de cerca
de San Pablo en su desarrollo de la doctrina de la recapitulación en Cristo.
197 J. RATZINGER – H. SCHÜRMANN – H.U.V. BALTHASAR, Principles…, p. 98. 198 Cfr. L. OTT, Teologia Dogmática, Herder, Barcelona 1986, p. 289. 199 STh III q.56, a.1, ad 3. 200 J-P TORRELL, Tommasso d’Aquino..., p. 162. Se entiende siguiendo a este autor en su excelente libro de
teología espiritual, cómo en esta lectura de Santo Tomás propone una divinización que es una forma de
configuración del hombre a Cristo para alcanzar la virtud por medio de los misterios de su vida.
72
C A P Í T U L O 5 .
C R I S T O E S E L A M I G O Q U E H A C E A L H O M B R E
S A N T O , S A B I O Y B U E N O .
El hombre no vive hasta que no ama. No se ama verdaderamente hasta que no se
entrega el corazón en plenitud. No se puede dar el corazón en plenitud hasta que no se ha
encontrado a Dios. Luego se vive y se ama porque se camina con Él que es Vida y Amor, y
se conoce la felicidad para la que hemos sido hechos. Cristo es la única fuerza capaz de
movernos, sea desde cualquiera de estas perspectivas que consideremos.
“Jesucristo se hace en cierto modo nuevamente presente, a pesar de todas
sus aparentes ausencias, a pesar de todas las limitaciones de la presencia
o de la actividad institucional de la Iglesia. Jesucristo se hace presente
con la potencia de la verdad y del amor, que se han manifestado en Él
como plenitud única e irrepetible”201.
La unión con Cristo
No podemos seguir adelante sin preguntarnos sobre la interioridad de la exigencia
moral, y para ello adelantamos esta premisa: en la unión con Cristo se dan todos los
elementos del dinamismo propio del actuar humano. Para poder entender esta unión con
Cristo hace falta superar todo extrincesismo. Es necesario comprender cómo se realiza esta
unión partiendo desde las bases del cristocentrismo de la virtud. Esta unión con Cristo es
para el hombre virtuoso la fuente de su actuar excelente que lo lleva a establecer la causa
de todos sus actos en Cristo mismo.
201 JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte 29.
73
En los siguientes párrafos de este trabajo buscaremos hacer algunas reflexiones
válidas que nos ayuden a entender como Cristo es el amigo hacia la cual tienden todos los
actos en función del actuar virtuoso tal y como la hemos presentado en las anteriores
páginas.
Estas reflexiones parten de la premisa que la praxis humana de la cual hablamos se
realiza en el bien y tiende a su fin en Cristo en la libertad de una unión plena a su obra
creadora y redentora. El fin amado, en una moral que lo conoce y lo considera, en la
perspectiva del dinamismo de la acción dice: "La importancia soteriológica del ministerio
pastoral de Cristo tiene la misión de mostrar a los hombres extraviados por el pecado, el
verdadero camino que les conducirá a su fin último sobrenatural. Mientras el magisterio se
dirige a la voluntad, a la que inculca los preceptos de la ley divina y pide obediencia a los
mandatos de la ley de Dios"202. Este concepto bien entendido es absolutamente coherente
con el núcleo de la verdad contenida en los siglos de desarrollo dogmático de la Iglesia. Es
conveniente de acuerdo a la finalidad ultima de la encarnación de Cristo203 que sea
cualidad suya el poder mover todo para alcanzar esta finalidad de llevar a todos los
hombres a su fin último.
El hombre no puede merecer la vida eterna sin la gracia204. La contemplación del
rostro de Cristo nos debe mover a un nuevo dinamismo. Ésta es la fuerza que mantiene al
cristiano en tensión interior para alcanzar la perfección evangélica que se manifiesta en
202 L. OTT, Teologia Dogmática..., p. 287. 203 Cristo es sobre todo causa final hacia la cual todo tiende en un dinamismo de realización en plenitud. 204 STh III q.109, a.5, r.
74
realizar iniciativas concretas de vida personal. Cristo es el fundamento absoluto de toda la
acción del cristiano. Cristo se hace presente a cada hombre de buena voluntad.
“Esta es la solicitud del mismo Cristo, el buen Pastor de todos los
hombres.” [...] “Aquí se trata por tanto del hombre en toda su verdad, en
su plena dimensión. No se trata del hombre "abstracto" sino real, del
hombre "concreto", "histórico". Se trata de "cada" hombre, porque cada
uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno
se ha unido Cristo, para siempre, por medio de este misterio”205.
El hombre nuevo que es el cristiano tiene su fundamento en Jesús. "Jesús es el
hombre nuevo [...] admitido a la intimidad de la vida trinitaria"206. La raíz de toda la
imitación es la grandeza que Cristo nos presenta con su vida y con su palabra. Qué grande
misterio está delante del hombre que con su pequeñez se acerca a Cristo para encontrar una
respuesta a todos sus interrogativos.
“El alma de Cristo en cuanto instrumento del Verbo unido a ella, sí que tuvo una
potencia instrumental para producir aquellas mutaciones que pueden ordenarse al fin de la
encarnación, que consiste en instaurar todas las cosas, tanto las del cielo como las de la
tierra (Ef. 1,10)”207.
“Recapitular todo en Cristo” (Ef. 1,10) es vivir en su amistad.
Cristo es quien todo lo puede y todo lo hace en el cristiano que busca la plena
integración en Él. En el comentario a Ef. 1,10 Santo Tomás nos dice que encuentra tres
modos como se da esta instauración en Cristo. Primero por causa de los sacramentos,
205 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis 29. 206 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte 23. 207 STh III q.13, a.2, r.
75
segundo por haber llegado a la plenitud de los tiempos en que Cristo se nos ha sido dado,
lo cual es que estando el hombre alejado de Dios Cristo vino al mundo para instaurar todo
en él, y tercero por la utilidad del sacramento que tiene poder sobre todo el hombre208.
“Hay que decir: Si hablamos de la felicidad de la vida presente, el
hombre feliz necesita amigos; no, ciertamente, por utilidad, pues se basta
a sí mismo; ni por delectación, pues tiene en sí mismo la delectación
perfecta en la operación de la virtud; sino para obrar bien, es decir, para
hacerles bien, y para que, al verlos, le agrade hacer el bien, y también
para que le ayuden a hacerlo. Porque el hombre necesita del auxilio de
los amigos para obrar bien, tanto en las obras de la vida activa como en
las de la vida contemplativa”209.
Además podemos considerar cómo Cristo en la vida del hombre se hace vida de su
vida. Cristo mueve la vida del hombre en cuanto es el amor a él, el amigo, lo que mueve
cada una de las acciones. El hombre es un ser vivo que en la libertad de su acción tiende
hacia su fin. Siguiendo la reflexión teológica de Santo Tomás vemos que era conveniente
la encarnación del verbo, porque pertenece a la naturaleza del bien sumo comunicarse a la
criatura de modo superlativo. “Cristo es instrumento unido y libre de la divinidad”. Su
amor es gratuito. Su don de la gracia se extiende a todos los hombres.
El acontecimiento de la vida en comunión con Cristo se puede resumir en cinco
momentos210. Primero habla de la elección de Dios, luego de la predestinación de los
elegidos a participar en la misma vida de Cristo, después de la llamada concreta a la vida
cristiana que se hace en los sacramentos y mediante el anuncio evangélico, más delante de
208 Cfr. Super ad Eph. c.1 L.3. 209 STh III q.4, a.8, r. 210 Muestran una síntesis de los pasos de esta unión con Cristo Cfr. C. CAFARRA, Vida en Cristo..., p. 21-25.
76
la transformación interior de los que ha respondido el llamado y por fin en la glorificación
final. Se presenta así una ética cristocéntrica de la gracia y de la fe que tiene un fuerte
carácter Eucarístico y Bautismal situada en el acontecimiento de la cruz y resurrección211.
Santo Tomás comentando sobre la gracia de Cristo y su unión con todos los hombres
siendo Él cabeza de la Iglesia, dice: “Hay que sostener que, teniendo en cuenta todas las
épocas del mundo de forma global, Cristo es cabeza de todos los hombres, pero en diversos
grados”212. Hay que explicar qué significa en esta cuestión que Cristo es cabeza. Quiere
decir cómo se relaciona en la gracia a todos los hombres, como primogénito, como aquel
que ha alcanzado la salvación, con relación privilegiada al Padre. Luego se une a todos los
hombres. “En primer lugar y principalmente, es cabeza de los que están unidos a él en acto
por la gloria. En segundo lugar, de aquellos que le están unidos en acto por la caridad. En
tercer lugar, de aquellos que le están vinculados por la fe”213.
Hasta aquí hablamos de los hombres que han sido bautizados en toda época, los que
ya han alcanzado el don de la amistad con Cristo. Luego procede a comentar: “En cuarto
lugar, de aquellos que están unidos a él sólo en potencia todavía no actualizada, pero que se
convertirá en acto de acuerdo con la divina predestinación”214. Se puede leer esto como
aquellos que han de venir. “Por último, es cabeza de aquellos que le están unidos en
potencia que nunca se convertirá en acto; tal acontece con los hombres que, viviendo en
este mundo, no están predestinados”215. Aunque duras estas palabras, se refieren a los que
libre y conscientemente han rechazado la amistad divina y que al salir del tiempo propicio
211 Cfr. C. CAFARRA, Vida en Cristo..., p. 23. 212 Sth III, q.8, a.3, r. 213 Ibíd.
77
pierden la posibilidad de reconciliarse y por lo tanto su decisión libre los marca para toda la
eternidad como los que no quisieron aceptar la amistad de Cristo.
La posibilidad del cristiano de hacer una opción fundamental para ponerse en la vía
de la imitación o seguimiento de Cristo es una opción en la libertad que se realiza en actos
particulares de cada hombre. La llamada a seguir a Jesús se hace en cada hombre como una
decisión concreta a llevar a cabo actos concretos. La llamada de Jesús genera en el hombre
la más sublime forma de libertad.
La llamada a seguir a Cristo es un punto de referencia seguro. Partiendo del hecho
que el hombre es un ser libre capaz de llevar a cabo gestos bien precisos que lo empeñan o
alejan delante de la persona de Cristo, el hombre opta radicalmente en las verdades
concretas.
Esta opción a una vida virtuosa se completa y se debe realizar en la bienaventuranza,
que es el punto más alto de la unión de Dios con el hombre.
“Esta caridad – amistad con Dios es el principio y el fin de la vida Cristiana, su
actividad más propia y su telos, explica porqué la caridad es la llave para explicar el interés
de Santo Tomás en las virtudes”216. Es indispensable para entender como la amistad con
Cristo se hace central al tratado de la moral en Santo Tomás partiendo de una moral de la
virtud. Si nuestra perfección y por lo tanto la felicidad está en compartir la vida de Dios y
si tal participación en Dios es hecha posible mediante una amistad con Cristo que nos hace
214 Ibíd. 215 Ibíd. 216 Wadell usa el término telos el cual nos pone en el contexto de la teoria finalista de Santo Tomás: “omne
agens habet aliquam intentionem et desiderium finis” (I Sent., d.35, q.1, a.1) La finalidad última de todos los
78
cada vez mas como Él, la caridad tiene un lugar esencial en el camino de la amistad como
virtud central.
hombres en sus actos está en relación al sumo bien de donde todo parte y a donde todo tiende, lo que nos
excluye de la discusión sobre las teorías morales teleológicas. (Cfr. P.J. WADELL, Friends of God…, p. 30).
79
C O N C L U S I Ó N
Concluimos que estas son las características esenciales de presenta la imitación de
Cristo como modelo de amigo que alcanzó la perfección moral de la persona:
1. Cristo nos presenta un ideal religioso, un ideal que se manifiesta en la relación con
Dios, dado que en Cristo la perfección se encuentra manifestada como un reflejo de la
perfección de Dios. “Hay muchas razones para las cuales el ideal de perfección de la
persona dentro de la ética cristiana constituya un verdadero ideal religioso”217.
2. Cristo es un ideal real, aunque esto suene a un oxímoron. Cristo en sí contiene
como modelo un ideal superior, una forma ideal, pero al mismo tiempo pone delante al
hombre eso que luego deberá ser actuado que se hará real. En la realización de este ideal el
hombre alcanza la perfección moral.
3. Es un ideal práctico que debe ser realizado en la acción. Encontramos en la
enseñanza de Cristo muchos parámetros de cómo se debe actuar y que hay que hacer para
realizar el ideal. “El hombre aprende de su modelo como actuar, como vivir, para realizar
la perfección moral de la persona”218.
San Pablo, gran maestro de moral, nos enseña claramente como realizar este ideal
práctico: "Pues en él vivimos, nos movemos y existimos" (Hech. 17,28). Él está en todas
partes. ¿Dónde no está? Cristo es el amigo que siempre acompaña y está siempre presente.
La llamada al testimonio es continua. ¿Acaso Cristo no exhortaba precisamente a esto?
“Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No os
217 K. WOJTYLA, I fondamenti..., p. 162. 218 Ibíd.
80
inquietéis por cosa alguna.” (Flp 4,5-6). Por eso el amigo se hace modelo y hace que sus
amigos sean también modelos. Hacer de Cristo el Amigo que da la razón de ser al propio
ser. “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (1Te 5,21) El Hombre busca siempre las
razones de su propio ser Sólo el Hombre puede explicar al hombre, porque el hombre que
se manifiesta en el amor da sentido a sí y a los demás. El Cristianismo es un evento que
como tal se comunica de experiencia en experiencia. La dimensión cultural de hecho es una
de las características del hombre nuevo, que conociendo a Cristo, haciéndolo suyo, lo
comunica a todo lo que de él mismo brota. La verdad de la amistad de Cristo que se hace
modelo de vida para el Cristiano no se puede reducir a un hacer ansioso o a una secuencia
de prácticas devotas que sean fruto de estados de ánimo ni mucho menos a una idea que
esté solamente en la abstracción intelectual de los expertos en la ciencia de la religión.
La primera afirmación hecha al inicio de este trabajo nos hace volver la mirada a
Cristo, amigo que siempre está presente y se hace Verdad de toda la verdad sobre la vida y
el mundo. Esta amistad con Cristo no es absurda pretensión de los hombres sino verdadero
Don que Él mismo nos ha hecho presente. La amistad con Cristo debe darse de tal forma
que la relación con Dios sea un trato familiar y asiduo con el Padre en el Espíritu Santo.
Por eso la vida espiritual se debe vivir en la comunión y en la búsqueda de Cristo.
Hemos visto en este trabajo que la relación de unión con Cristo se puede explicar
sobre la base de tres modelos: Cristo como norma, Cristo como causa y Cristo como fin del
actuar del hombre.
El primer modelo lo hemos presentado siguiendo el análisis de las tesis de Balthasar,
quien considera a Cristo como norma del actuar del hombre. Cristo se une a los hombres en
la medida en que estos cumplen sus mandatos.
81
El segundo modelo busca ver a Cristo como causa. Esto implica reconocer la unión
con Él hablando de una dependencia casi metafísica, desde la perspectiva del ser.
Podríamos decir desde su encarnación. “El ser en Cristo, en cuanto ontología nueva del
sujeto moral, se entiende como causa eficiente del actuar. Se podría calificar esta posición
como un «Cristocentrismo de la ontología nueva»”219. Cristo es la causa que, a través de la
caridad que se realiza en la amistad con Él, hace que el ser nuevo del cristiano renovado
por la vida sacramental viva en Cristo y por lo tanto actúe en él. De esto hemos hablado a
lo largo de estas últimas páginas explicando como se da esta unión con Cristo en la
amistad.
El tercer modelo de cristocentrismo propone ver la interpretación finalista del actuar
de los hombres. Cristo se hace así la meta hacia la cual tienden todos los actos de los
hombres. Se hace la recapitulación de la existencia humana. Esto lo hemos visto en este
último capítulo del trabajo.
Al terminar este trabajo hemos concluido que la amistad con Cristo es la base de la
vida moral del hombre. Siguiendo los pasos de la investigación hecha encontramos que
existe un fundamento teológico suficiente para determinar que la virtud de la amistad es
central al discurso de la imitación de Cristo.
“La caridad, en efecto, exige que el hombre se duela de la ofensa
cometida contra el amigo, y que el hombre busque la reconciliación con
el amigo. Igualmente, la fe exige que uno quiera ser justificado por la
virtud de la pasión de Cristo, que actúa en los sacramentos de la
Iglesia”220.
219 L. MELINA – J. NORIEGA – J. PÉREZ -SOBA, La plenitud del obrar cristiano..., p. 148. 220 STh III q.84, a.5, ad 2.
82
Por que Cristo nos ha llamado amigos (Cfr. Jn. 15,15) podemos llamar la caridad
cristiana amistad con Cristo. Por la caridad, Dios y el hombre se aman como amigos, y el
bien amigable que quieren uno para el otro, como bien compartido, es la bienaventuranza o
bien total. Esta bienaventuranza se identifica con la vida misma de Dios, con el
conocimiento y amor de sí mismo. Por pura benevolencia, Dios quiere compartir esa
bienaventuranza con el hombre, y por la gracia le da una primera participación en ella
convirtiéndolo en ciudadano de la bienaventurada sociedad celeste. Fundado en esa
comunicación y en la asociación a la compañía de los bienaventurados surge en el hombre
el amor de caridad, como amistad con Dios; ama a Dios como amigo porque ama la
bienaventuranza de Dios como el bien del amigo y como el bien amigablemente
compartido con Él. Cristo es fiel porque nos asegura su presencia y compañía. ¿Qué amigo
es capaz de soportar todo por el amigo y estar allí presente siempre?
“Esta presencia se ajusta a la caridad de Cristo, por la que asumió un
cuerpo real de la misma naturaleza que la nuestra para nuestra salvación.
Y, porque es connatural a la amistad compartir la vida con los amigos,
Cristo nos ha prometido su presencia corporal, como premio, en el texto
de Mt. 24,28: donde está el cuerpo allí se reúnen las águilas”221.
Cristo esta siempre presente en la vida del cristiano como amigo que se hace signo,
misterio que se revela e invita a permanecer en su amor. La realidad de la presencia
continua de Dios en nuestra vida es ciertamente un misterio que ha tocado la vida de los
hombres a lo largo de todos los tiempos. Esta verdad se puede presentar con una disyuntiva
categórica. El mundo o es un signo de la presencia de Dios o se hace un verdadero enemigo
221 STh III q.75, a.1.
83
que aleja a los hombres de Dios. La naturaleza de esta realidad urge al Cristiano tomar una
decisión, usar su libertad, luego o el Misterio es la materia de la realidad o simplemente la
realidad se acaba en el signo que se manifiesta.
La moral cristiana es de una gran simplicidad, esta consiste en el seguir a Cristo, y en
este seguir a Cristo se encuentra la fuerza para la propia realización personal definitiva.
Esta simplicidad se manifiesta aún en la debilidad de la capacidad del hombre para amar.
84
B I B L I O G R A F Í A
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CAPÍTULO 1. EL CRISTOCENTRISMO Y LA MORAL ....................................................................... 6
Fundado en un personalismo cristiano........................................................................................................... 8
El principio evangélico de la imitación ......................................................................................................... 14
CAPÍTULO 2. LA LEY NUEVA EN SANTO TOMÁS ........................................................................... 17
La ley evangélica es ley nueva ....................................................................................................................... 17
El saber teológico y la ley nueva ................................................................................................................... 20
Allí donde esta el Espíritu hay libertad ........................................................................................................ 21
CAPÍTULO 3. CRISTO LA NUEVA NORMA PERSONAL .................................................................. 25
Partir desde la Buena Nueva ......................................................................................................................... 26
Cristo, Dios y Hombre libre, que vivió la plenitud de la ley ....................................................................... 28
Líneas esenciales de la relación entre Cristología y Moral en la Veritatis Splendor ............................... 33
CAPÍTULO 4. AMIGOS DE CRISTO ...................................................................................................... 39
Relación entre Amistad y Amor de Caridad en la dinámica de felicidad ................................................. 40
Un esbozo de la amistad ................................................................................................................................ 46
Un esbozo de la caridad ................................................................................................................................. 52
La amistad se diferencia del amor y de la caridad ...................................................................................... 55
La caridad como amistad. ............................................................................................................................. 61
CAPÍTULO 5. CRISTO ES EL AMIGO QUE HACE AL HOMBRE SANTO, SABIO Y BUENO. .. 72
La unión con Cristo ....................................................................................................................................... 72
“Recapitular todo en Cristo” (Ef. 1,10) es vivir en su amistad. ................................................................. 74