Luís Valero Crist al Moja do Disfrútal o.!! Te invito a leer algunos poemas de mi Libro
En mis recuerdos llueve, no deja de caer lo que se cae, ante la inmutable sensación de
la caída, contando los pasos que da el
agua, el desorden que trae,
la terquedad que la mueve, cuando entra sin tocar puerta
alguna.
No para de llover, está despierta el agua, nos dice la humedad que trae, el vuelo que sustenta, su fría simpleza de circular angustia, los grises más grises y el lugar donde el amor piensa tenerte
Despacio como lluvia que no cae, acariciada de llegadas
mutuas, manojo de calles
recorridas de penumbra, donde el nido de la acera,
es parte del agua
Hacia la humedad desnudo,
tal vez mojado de ti, prisionero del
frío, sentenciado al llanto,
que sin ojos llora en esta realidad de
agua.
Salpícame del agua que tienes en tu cuerpo, no dejes ni una
gota que en mi no se derrame, quiero vivir mojado, ser lluvia permanente, el río de tu vida
para llenar tus mares.
Despacio....inexpresivamente desordenada, sin rumbo en su caer copioso, parece la rutina de lo inconcluso, la timidez de la muda neblina, que blanca de miedo trepa los ocasos y moja sin querer al dar la mano.
Se calló la lluvia, dejó empapados ruidos, la marca del invierno en alas de verano, las puertas entreabiertas,las calles desoladas, un jardín de sombrillas temerosas de cielo, que esperan ver al sol adueñarse del agua.
El día encapotado quiere vaciarse en penas,
ha perdido el color que le brindaba el cielo
y reina oscuridad entre nubes perplejas,
ansiosas de romper sus vestidos de espuma y mostrar tantos mares que
habitan en sus cuerpos.
Viniste con la lluvia, como magia del agua, amada de humedad cual fresca madrugada,
porque eres rocío que gotea de besos, la imagen del cristal conmovido de frío, que al sentir el calor, presuroso derrite la paz de su
pureza.
Afuera todo cae, la luz que da el farol, las hojas en su hora, el recuerdo perdido en sus ayeres, hay luz de nubes, escritura de cielo, el deseo de hablar en húmedo lenguaje.
Se extravió el cielo, huyeron los azules, se marchitó el candil de su alma, en un llorar de lutos, de lágrimas intensas,
cristalinas y mudas, que sueltan el dolor sin tener un doliente, adherida a las horas , desarmada de canto, en busca
del verdor que maquille a la tierra.
Estoy en el gotear del llanto más profundo, el cielo está de frío se congeló su alma, precipitado azul en partes va cayendo, las frases son banderas que iluminan las calles, en esta hora breve del húmedo bostezo
Desde fuera la distancia es otra,
lenguaje de humedad y niebla, que se tragan la luz
de los faroles, quietos, huérfanos,
inofensivamente luminosos a media calle, sin manos,
con la frialdad de lo que cae sin miedo, dejando extraviar el nombre que le dio la
lluvia