1 Crea tu buena suerte La Buena Suerte... ¡¡Nos está esperando!! En nuestras vidas cotidianas solemos confundir la suerte y el azar, cuando no son exactamente lo mismo. El azar (del árabe “flores”) es el caso fortuito, la circunstancia imprevista. La suerte (del latín “sortis”, división de tierra de trabajo; un sorteo es que hay unas tierras más productivas que otras) es, además de un encadenamiento de sucesos “considerado” como fortuito o casual. Cada un@ nos forjamos nuestra buena suerte en función de que aprovechemos nuestras oportunidades.
Entre más trabajo más suerte tengo. La suerte es cuestión de actitud. Buena o mala suerte, siempre cuando alguien gana otro pierde.
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Crea tu buena suerte
La Buena Suerte... ¡¡Nos está esperando!!
En nuestras vidas cotidianas solemos confundir la suerte y el azar, cuando no son
exactamente lo mismo. El azar (del árabe “flores”) es el caso fortuito, la circunstancia
imprevista. La suerte (del latín “sortis”, división de tierra de trabajo; un sorteo es que hay
unas tierras más productivas que otras) es, además de un encadenamiento de sucesos
“considerado” como fortuito o casual. Cada un@ nos forjamos nuestra buena suerte en
función de que aprovechemos nuestras oportunidades.
La diligencia es la madre de la buena suerte. -Benjamin Franklin
¡Tengo una gran noticia! Hoy puede ser tu día de suerte. No es cuestión de
oportunidad, es cuestión de elección. Las personas afortunadas son personas comunes y corrientes que crean su propia buena suerte practicando sencillos y productivos hábitos.
Esto es lo que necesitas hacer:
1. Prueba constantemente nuevas cosas.
Hay un dicho que define locura como hacer la misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes. Si quieres mejorar tu suerte, tienes que probar
cosas nuevas para ver lo que funciona y lo que no. Las personas desafortunadas tienden a ser criaturas de hábito. Toman la misma
ruta para ir y volver del trabajo todos los días, hablar con el mismo tipo de personas en las funciones sociales, y viven la misma rutina día tras día. En contraste, las personas afortunadas tratan de introducir variedad en sus vidas.
Por ejemplo, un amigo suertudo que conozco, recientemente me describió cómo pensó en un color antes de llegar a una convención de negocios y luego se
presentó a las personas que usaban ese color. Este tipo de comportamiento aumenta la probabilidad de oportunidades al introducir una variedad en una
situación de statu-quo contraria. Y en el caso particular de mi amigo, su (rara)
táctica le condujo a cerrar una sustancial cantidad de contratos con su nuevo cliente.
2. Piensa en lo afortunado que eres ahora mismo.
Las personas afortunadas tienden a ver el lado positivo de su mala fortuna. Se imaginan cómo las cosas podrían haber sido mucho peor. Por ejemplo, hace poco
conocí a una cliente alegre, exitosa y afortunada que se presentó en nuestra reunión con un yeso desde el hombro hasta la muñeca de su brazo izquierdo. Entonces me explicó cómo se había caído por las escaleras. “Pero yo soy la
persona más afortunada viva”, continuó. “Salí de la caída con un brazo roto en lugar de un cuello roto.”
Otro ejemplo interesante de esto es cómo las investigaciones sugieren que los atletas olímpicos que ganan medallas de bronce son generalmente más felices que sus contrapartes que ganan medallas de plata. Esto es porque los que
ganaron la medalla de plata piensan que si se hubieran tenido un desempeño ligeramente mejor, podrían haber ganado la medalla de oro. En contraste, los que
ganaron una medalla de bronce se enfocan en que si hubieran estado un poco
peor, no hubieran ganado nada. Tener una actitud positiva ante la vida es obligatorio si vas a convertirte en una
persona afortunada. Si tu visión ante la vida es pesimista, entonces eso es todo lo que experimentarás. Afortunadamente, lo contrario también es cierto. Tú controlas tu suerte y tu vida, controlando tus pensamientos.
Mira a tu alrededor. Aprecia las cosas que ya tienes en estos momentos. Muchas personas no tienen tanta suerte
Nota las pequeñas cosas y resuelve pequeños problemas.
Recientemente hablé con un aspirante a desarrollador de aplicaciones web que se
quejaba de que todas las grandes ideas ya se habían desarrollado y que no había nada más para hacer que sea novedoso. Mientras hablaba, me di cuenta de que
estaba haciendo referencia proyectos masivos en los que otros estaban trabajando y que parecían que (en su mayoría) estaban fuera de su alcance. Y mientras pensaba en todas esas “grandes ideas” Me di cuenta de que en la
mayoría de los casos, probablemente no comenzaron con un plan o proyecto masivo, sino que comenzaron tratando de resolver un problema sencillo.
Esta es la impresión que tengo cuando leo acerca de las primeras etapas de compañías como Google. Estoy bastante seguro de que los fundadores de Google
no tenían el objetivo organizar la información de todo el mundo, como enfoque principal cuando empezaron – en vez de eso, comenzaron con una serie de
pequeños problemas (los problemas son oportunidades potenciales) y poco a poco ampliaron su meta final hasta ahí.
Algunos de nosotros nacimos para ser músicos. Algunos de nosotros nacimos para ser poetas. Algunos de nosotros hemos nacimos para ser empresarios y crear crecimiento y oportunidades donde otros ven basura. Y así, algunos de
nosotros nacimos para hacer eso que nos apasiona.
No desperdicies tu vida cumpliendo los sueños y deseos de otra persona. Debes seguir tu intuición. La buena suerte y la riqueza verdadera le vienen naturalmente a aquellos que son apasionados de su trabajo. Lee Quitter.
4. Relaciónate con personas que compartan tus mismos intereses.
Si ya hay algo que te apasione, encontrarte y conectarte con personas que
compartan tu pasión te puede ayudar de muchas maneras. Puede aprovechar sus conocimientos sobre el tema, compartir tus propias ideas y experiencias, y a menudo compartir y aprender cosas fuera de tu área de interés.
Haz un esfuerzo extra para llegar a la gente que hayas identificado que tienen un
interés en común. Si por casualidad conoces a alguien que casualmente tiene un interés en común contigo, no lo dudes, salta a esa conexión. Puede proporcionarte una gran oportunidad para que construyas una amistad en un lugar inesperado.
Comparte tus conocimientos, ideas y conocimientos libremente con los demás. Si
ya estás involucrado en un grupo con un interés en particular, haz el esfuerzo para atraer a nuevos interesados. No sólo una cara amigable te ayudará a animarlos a
participar, a menudo te tendrán gran estima si eres el que rompa esa barrera de “novatos” en ellos. Del mismo modo, cuando la gente venga a esas reuniones en busca de ayuda, no dudes en ayudarlos en cualquier forma que puedas.
Recuerda, en la vida, consigues lo que das. La suerte a menudo viene en la
forma de ayuda cuando la necesitas, y la mejor forma de “engrasar los rieles” para que te ayuden cuando eventualmente lo necesites es ayudando a otros en este momento. Si se te presenta la oportunidad de ayudar (especialmente
cuando lo puedas cumplir sin que afecte a tus otras responsabilidades) la cosa más afortunada que posiblemente puedas hacer es ayudar en todo lo que
puedas.
Y cuando ayudes a los demás, no esperes algo a cambio. En lugar de eso, simplemente disfrutar de la experiencia de ayudar a esa persona y construir
una relación personal fuerte con ellos. Esa fuerte relación estará allí para ti a la hora que la necesites; sólo confía en él y sé un amigo útil siempre que puedas.
Las personas afortunadas toman más riesgos. Esto no significa que se juegan su supervivencia tomando riesgos imprudentes en oportunidades de negocio
incompletos. Tomar un riesgo se puede calcular; analizando tus opciones, sabiendo cuanto te puedes dar el lujo de perder, e ir a por él. Si no funciona, irás a por ello otra vez cuando puedas permitirte el lujo de perder un poco más.
Cuando tomas pequeños y calculados riesgos, o tuviste éxito o aprendiste algo. Ganar-Ganar. Recuerda, si nunca actúas, nunca lo sabrás con seguridad,
y te quedarás en el mismo lugar de mala suerte para siempre.
7. Préstale mucha atención al presente.
La gente desafortunada suele vivir en los errores del pasado, obsesionados con la mala suerte que los puso en su situación actual de mala suerte, o
preocupándose demasiado por los ideales futuros. Las personas afortunadas, por otra parte, se concentran en el presente.
La vida te está pasando en este momento. No puedes aprender algo nuevo o
descubrir una nueva oportunidad que esté sucediendo ahora mismo si tu mente está atrapada en otro tiempo. Las oportunidades se presentan todos los
días, a tu alrededor, pero tienes que prestarle mucha atención a tu entorno
para notarlos. .
8. Identifica la lección.
Todo es una lección de vida. Todos a los que conoces, todo a lo que te
encuentras, etc. Todos ellos son parte de esta experiencia de aprendizaje que llamamos ‘vida’.
9. Nunca se olvides agradecer la lección, especialmente cuando las cosas no
salgan bien. Si no consigues el trabajo que querías o una relación no funciona, sólo significa que algo mejor está ahí fuera esperándote. Y la lección que
acabas de aprender es el primer paso hacia ella. Recuerda, tener buena suerte es una elección. Usa todas las lecciones que aprendiste para a tomar decisiones informadas y crear buena suerte para ti en
el futuro.
10. Trabaja para lograr tus metas todos los días sin falta.
Entre más duro trabajes, más afortunado te convertirás. Deja de esperar que las cosas funcionen por sí solas. No lo harán. Si sigues haciendo lo que estás
haciendo, seguirás obteniendo lo que estás obteniendo.
Mientras que muchos de nosotros decidimos en algún momento durante el
curso de nuestras vidas que queremos seguir nuestra vocación, sólo unos pocos de nosotros realmente trabajamos en ello. Por “trabajamos en ello”, me
refiero a que realmente nos dedicamos a ellos hasta el final. El resto de nosotros nunca actuamos acorde a nuestra decisión. O, en el mejor de los casos, pretendemos actuar poniendo solo un poco de inspiración y esfuerzos.
Si quieres buena suerte en tu vida, tienes que estar dispuesto a dar el 100% todos los días. ¡Sin aflojar el ritmo! Lograr tus sueños y metas puede tomar un
Algunas personas creen que la suerte puede definir su futuro y se sientan a esperar que la buena fortuna les sonría. Otros piensan que a la suerte hay que
ayudarla. También podemos encontrar un grupo de gente que opina que la suerte no existe.
Como podemos ver, hay muchas visiones sobre esta palabra. A continuación veremos siete frases que nos mostrarán que la suerte está muy presente en la
mente de las personas, tanto para aquellos que piensan que existe como para los que no…
Si crees que la única suerte que existe es la de ganar millones en la lotería, o recibir la herencia de un pariente lejano y rico al que nunca conociste, entonces estamos de acuerdo contigo: la suerte es de otros.
Pero hay otro tipo de suerte; la que tú puedes crear para ti.
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¿Cuál usare hoy?
Tienes suerte cuando eres tu quien dirige tu vida y estás abierto/a a aprovecharte
de todas las bondades que te ofrece. Tienes suerte cuando ves el vaso medio lleno, en vez de medio vacío. Y tienes
suerte cuando puedes alegrarte porque el sol sale cada día porque eso significa que estás vivo/a. Si es así, tus sueños están de camino.
Te damos algunas ideas para disfrutar de un día afortunado:
1. No seas “razonable”: Sí, deja de lado tu viejo-libro-de-lo-razonable sobre
la vida y lo que funciona, o no funciona. Todos los genios fueron locos de los que alguien se río y gracias a ellos hoy viajamos en avión, o hablamos por teléfono, o lanzamos objetos al espacio
2. Busca la oportunidad oculta en cada adversidad: Creas tu suerte
cuando enfocas las crisis en busca de nuevas oportunidades. La vida nos
entrega todos los momentos negativos con una lección positiva oculta en su interior. Esto no quiere decir que debas negar la realidad de tus sentimientos, sólo que mires más allá… y tal vez en el horizonte, empiece a
amanecer. ¡Ese es el comienzo de un día con suerte!
3. Deja de lamentarte por tu mala suerte y empieza a llamar a tu buena
suerte: Da un giro de 180 grados a tus pensamientos y a tu vida. El mundo no puede ser tan horrendo como para estar especialmente preocupado en hacerte la vida imposible o miserable.
o Cierra los ojos y atrévete a pensar ¿cómo sería mi vida si yo fuera una persona con suerte, si me atreviera a dejar de ser una víctima?
o Ahora ábrelos y fíjate en todas aquellas cosas que realmente ya tienes… aunque hasta ahora no les habías dado importancia.
o 4. Atrae a la buena suerte: Cuando piensas y te comportas con optimismo
empiezan a pasarte un montón de cosas buenas. Cuando te dejas sorprender, la vida te sorprende. Yo te recomiendo que: “no te vistas como lo que eres, sino como lo que quieres llegar a ser”. Fíjate en los
grandes millonarios, o en las personas de éxito en todos los sectores, ¡se
consideran merecedores de ese éxito! ¿Te consideras tú merecedor de buena suerte?
5. Escucha a tu intuición: Cuando tengas una corazonada, haz una pausa y
escucha tu voz interior. La intuición sintoniza con los aspectos del mundo que están fuera de los límites de la mente racional. A menudo, la intuición le dice a la mente racional dónde buscar las respuestas. ¡Deja la seguridad de
lo racional y supera el miedo a ser feliz disfrutando de tu suerte!
¡Precaución! Si sigues estos pasos, puedes encontrarte un día amando tu vida. Cuando amas la vida, avanzas con valentía y todo empieza a funcionar
Entre sus amigos, Joan tenía fama de cenizo. En menos de tres días, su novia le había plantado por su amigo de toda la vida, sus jefes le habían concedido un
traslado al destartalado despacho del semisótano -un magnífico habitáculo de 2x2 con vistas al muro del patio- y su gato había aprovechado el momento para
practicar el salto de altura desde la ventana de su apartamento, en un octavo piso. El gato, además, había demostrado experimentalmente que eso de las siete vidas era, en realidad, un cuento chino. Pero aquella mañana, Joan creía tener un buen
motivo para pensar que su suerte, por fin, iba a cambiar. Allí mismo, bajo la mesa del despacho, relucía una brillante moneda de un euro. "Ahí está ?pensó nuestro
hombre-, el euro de la suerte", y con un rápido movimiento se lanzó a por él. En su entusiasmo, Joan no percibió que la mesa era algo más ancha por aquel lado, así que cuando alzó la cabeza se golpeó violentamente. Un compañero lo encontró
inconsciente unos minutos después. La moneda, por cierto, había desaparecido. ¿Acaso el Destino juega con el bueno de Joan? ¿Paga los pecados de una vida
anterior? ¿Olvidó la pata de conejo en casa? En absoluto. Tras su aparente mala suerte no se esconde un pavoroso hado, ni ha sido víctima de un funesto mal de ojo, porque la fortuna, en definitiva, depende de nosotros mismos. Eso al menos
es lo que sostiene el psicólogo Richard Wiseman, autor de un más que curioso estudio sobre este fenómeno.
Nuestra actitud influye notablemente en ella
Tras diez años de investigaciones y centenares de experimentos, Wiseman no sólo afirma que dejar la suerte en manos de la superstición resulta ridículo, sino
que con nuestra actitud podemos influir notablemente en que cambie para bien. Pero lo que el profesor Wiseman ha planteado ahora ante la comunidad científica lo intuían desde hace tiempo otros autores. Así, el prolífico dramaturgo Jacinto
Benavente ya afirmaba hace casi un siglo que "todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte pueda ser cuestión de talento".
Hasta 19 entradas recoge el diccionario de la Real Academia sobre este fenómeno, que define desde "encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual" hasta "circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o
adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede". Así, según Wiseman, nuestra
Academia no puede estar más equivocada. Al menos desde cierto punto de vista. La gente afortunada encuentra su pareja perfecta, obtiene lo que se propone en la
vida y cumple sus objetivos con una pasmosa facilidad, aunque no sea especialmente inteligente ni tenga un determinado talento. Simplemente parece que estas personas se encontraran en el momento preciso y en el lugar adecuado
para beneficiarse de todo lo bueno de la vida. ¿Azar, magia, fuerzas ocultas? "Nada de eso", sostiene Wiseman. "Sólo los supersticiosos creen que alguien
nace con estrella o estrellado."
Gobernados durante siglos por la superstición
En un artículo publicado en la revista Skeptical Inquirer, este profesor de Psicología afirma que las personas han buscado durante siglos una vía eficaz para llevar la buena fortuna a sus vidas como, por ejemplo, usar amuletos, desde patas
de conejo hasta herraduras. Según este autor, "estas creencias perviven aún hoy por el increíble poder de la suerte, un poder que la gente reconoce capaz de
transformar las vidas de las personas". Y es que nuestra percepción nos indica que unos momentos de mala fortuna bastan para que se pierdan años de trabajo. Y ahí es donde entra en juego la superstición, como un modo irracional de atraer
la esquiva buena suerte. Su influencia es tal que, según un estudio del doctor Kenji Hira, del Departamento de Medicina General y Epidemiología Clínica de la
Universidad de Kioto, las convicciones de algunos pacientes en Japón sobre el día más o menos afortunado en el que tendrían que abandonar el hospital han aumentado enormemente los gastos del sistema nacional público japonés. Aun
así, Hira reconoce que en ciertos casos el efecto psicológico que causa ignorar las supersticiones es considerable en algunos enfermos. La suerte y todos los mitos
que la rodean contribuyen a explicar lo incomprensible y, por tanto, han pervivido como un intento de control de este elusivo factor. Conseguirlo sería perfecto, si no fuera por un hecho indiscutible: la superstición no funciona. Según Wiseman, esto
es así porque estas falsas creencias se basan en una forma incorrecta de pensar. "Provienen de una época en la que las personas creían que la suerte era una
extraña fuerza que sólo podía ser controlada mediante extraños rituales", señala. El maldito gato negro pasa por el
laboratorio
Mark Levin, uno de los miembros de la Asociación de Escépticos de Nueva York, llevó a cabo un curioso experimento para demostrar
que los denostados gatos negros son de lo más inofensivo en lo que a la suerte se refiere.
Para confirmarlo, Levin pidió a dos personas que practicaran un sencillo juego consistente en arrojar unas monedas al aire. Luego, se hizo
que un gato negro se cruzara frente a uno de
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los participantes y se continuó el juego. Más tarde se hizo lo mismo con un gato
blanco. Por supuesto, ninguno de los dos felinos afectó en absoluto el desarrollo de la prueba. Tampoco romper espejos ni caminar bajo una escalera traerá
peores consecuencias que el peligro físico que puede entrañar estas acciones. ¿Entonces, cuál es el secreto que tan celosamente guardan los
suertudos? En realidad, la gente a la que consideramos afortunada encuentra todo
tipo de oportunidades, mientras que quienes parecen no tener buena suerte son incapaces de hallarlas. Alex Rovira y Fernando Trías de Bes, dos profesores de la
Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE), recogen este principio en su obra de reciente aparición La Buena Suerte: claves para la Prosperidad. En su trabajo, ambos expertos concluyen que "la buena suerte
únicamente consiste en crear circunstancias, por lo que solamente depende de nosotros y, así, nunca llega a nuestras manos por casualidad". Según indican
Rovira y Trías de Bes como colofón a su ensayo, el problema es que "muchos son los que quieren tenerla, pero pocos los que de verdad deciden ir a por ella". Especialistas en saber aprovechar las oportunidades
Las personas afortunadas utilizan, aunque sea sin saberlo, una serie de estrategias: tienen un espíritu constructivo, están más abiertos a los demás y poseen una cierta habilidad para crear oportunidades y seguir su intuición.
Wiseman, decidido a demostrarlo, llevó a cabo un experimento en el que se proponía a un grupo de voluntarios que contaran el número de fotografías que
aparecía en un periódico. Inmediatamente todos se pusieron a la tarea, pero mientras que los poco afortunados tardaban algo más de dos minutos en completarla, los afortunados concluían la misión en unos segundos. Simplemente
habían visto que en la segunda página un gran anuncio proclamaba: "deje de contar, el periódico tiene 43 fotografías". A continuación, Wiseman hizo lo mismo,
pero sustituyó el mensaje por otro en el que se leía: "deje de contar, diga al controlador que ha visto este anuncio y ganará 250 dólares". Una vez más, sólo algunos lo detectaron. En realidad, los que estaban más tensos y preocupados por
contar las imágenes lo pasaron por alto. La buena predisposición es un factor importante en lo que se refiere a la buena suerte. Tanto es así, que incluso hay
una cierta verdad en aquello de que las personas supersticiosas deberían quedarse en casa los días que les da mal fario. Según Wiseman, "las personas supersticiosas que creen firmemente que son poco afortunadas realmente
se sentirán más tensas ciertos días. Con total seguridad se sentirán estresadas,
conducirán peor, posiblemente estarán más distraídas y serán más propensas a
tener un accidente". La mala suerte es consecuencia de la conducta de uno mismo. Además, su ansiedad contribuirá a que no adviertan lo inesperado, así que también pasarán por alto las oportunidades que les surjan
Cuanto más preocupado esté, peor suerte tendrá
Y es que las personas tienen mala suerte sencillamente porque o no ven las buenas ocasiones que aparecen a diario a su alrededor o las desaprovechan. Así,
alguien puede ir a una fiesta tan preocupado por encontrar a su pareja perfecta
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que seguramente no se dará cuenta de que podría hacer buenos amigos. Otros
buscarán en un periódico el trabajo que les obsesiona sin prestar atención a otras ofertas que cambiarían su vida para mejor. Pero no se trata sólo de aprovechar
oportunidades. También es importante si la percepción que tienen las personas de lo que les sucede es positiva o negativa. Por ejemplo, si un atracador dispara su arma y hiere a un cliente en el brazo, ¿éste se sentirá afortunado o
desafortunado? Es cierto que podría no haberle dado, pero también es cierto que podría haber muerto. Una persona a la que sus vecinos consideraran afortunada
pensaría que se ha librado de una buena y que incluso podría vender la exclusiva y sacar algún dinero. La primera Escuela de la Fortuna abre sus puertas
En las clases de la Escuela de la Fortuna fundada por el doctor Wiseman en la Universidad de Hertfordshire se aprende que uno es el dueño de su propia suerte y que, a diferencia de lo que mucha gente cree, las personas no nacen
afortunadas o desafortunadas. Allí se enseña que quienes piensan que no hay
nada que hacer para remediar la fortuna de cada uno están equivocados, que no
es posible influir en la suerte con talismanes o sortilegios, sino con una mejor predisposición hacia la vida, y que nada ni nadie controla la fortuna de los demás, ni se la da, ni se la quita. Wiseman pensó que lo aprendido durante sus 10 años
de investigaciones podría ser utilizado por la gente para incrementar su propia cantidad de suerte. Y así, en la Escuela de la Fortuna se practican distintos
ejercicios encaminados a aumentarla y a hacer que cualquier persona piense y se comporte como si fuera un verdadero suertudo. Durante un mes, los expertos de las escuela preparan a los estudiantes para aprovechar las oportunidades, para
romper la rutina diaria y, en definitiva, para "cambiar el chip" por uno más positivo. Al final, según indica el propio Wiseman, más del 80 por 100 de los asistentes
declara sentirse mejor y más afortunado. Wiseman es rotundo: "Percibir que la suerte depende de nuestra razón junto con una dosis de ciencia y sano escepticismo puede ser muy positivo en nuestras vidas".
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¿Cómo cambiar mi suerte “Me pregunto a veces cómo cambiar mi suerte”. Si te sientes identificado con esta
frase, sigue leyendo y encontrarás la respuesta. Pero te lo advierto desde ya, te lo
vas a tener que trabajar, implica trabajo duro, tanto físico como de tu actitud ante
la vida y las circunstancias. Así que, si no estás dispuesto a aportar estas dos
“condiciones” abandona esta lectura, que te puede cambiar la vida… y la suerte.
Quien se siente en una situación desfavorable, suele actuar
lamentándose de su “mala suerte”, como la Zarzamora, que llora y
llora por los rincones
Pero, lo dicho, no esperes que YO haga ningún milagro y que en la lectura de este
artículo aparezca una fórmula mágica, pócima o truco como prometen algunos por ahí. La suerte hay que currársela. Pero si no es tu momento para pasar por un
proceso, no te preocupes, y solamente lee atentamente, asimila y después… ACTÚA!!
“Cómo cambiar mi suerte” es algo que la mayoría de las personas se ha
preguntado alguna vez. Todo aquel que se siente en una situación
desfavorable, suele actuar lamentándose de su “mala suerte”, llorando por las
esquinas, o por los rincones, como la Zarzamora, que llora y llora. Pero esa no es
la actitud.
…yo no creo en la existencia de eso de la ley de la atracción, El Secreto y demás,
pero sí estoy segura de que tu actitud determina tu suerte.
Un logro como cambiar mi suerte, ahí es nada, no se consigue lamentándose y
dándole vueltas a lo mismo constantemente. Si ese es tu caso, ¿crees que
quejarte y lamentarte de “la tua cruda sorte” cambiará algo? Al contrario, no hará
más que generar más “mala suerte”. De ahí viene lo de levantarse con el pie
El cerebro se asemeja al paisaje de una tormenta de rayos porque está
constantemente generando pensamientos y recuperando recuerdos. Esa actividad
cerebral va creando redes neuronales a través de las conexiones nerviosas, que,
cuanto más se repitan, más se reforzarán, creando NUESTROS PATRONES DE
PENSAMIENTO. Así es como formamos nuestra forma de ser, de pensar, de
actuar, y de sentir.
Si te centras en lo malo y no aprecias lo neutral y lo bueno, si te enfadas a diario,
si te sientes frustrado o frustrada a diario, si te dices cosas negativas a diario, estás creando conexiones neuronales cada vez más fuertes, estás re-conectando, reintegrando esas redes a diario y ahora esas conexiones tienen una “relación”
estable, a largo plazo, unas conexiones que… forman tu IDENTIDAD.
También sabemos que es posible lograr que esas conexiones nerviosas antiguas
y reforzadas, con un esfuerzo consciente y emocional, pierdan esa conexión a la
larga. Cada vez que interrumpimos un proceso de pensamiento “típico” que
produce una respuesta química (emoción) en tu cuerpo, estamos ayudando a que
esas conexiones empiecen a deshacerse, a perder aquella relación estable, a que
Existen varias formas de clasificar a los colaboradores, empleados o jugadores según
distintos criterios. Para crear tu buena suerte más vale que sepas que tipo de persona
eres. La clasificación que aquí se detalla te servirá para GUIARTE mejor tanto a ti como a
tu equipo y obtener el máximo rendimiento de cada integrante.
Podemos clasificarlos en:
1. Los que no saben que saben: Este tipo de personas se caracterizan por una baja
autoestima. Generalmente son quienes hace mucho que trabajan en una misma empresa
o en un mismo puesto. Son quienes adquieren, en forma lenta y continua, un aprendizaje
sistemático que se aplica solamente a un proceso. Estas personas, cuando descubren
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que realmente saben, se motivan por un lado y se desmotivan al pensar que están
desaprovechados. Puede esto generar que intenten buscar otros trabajos o bien soliciten
una mejora en el acuerdo salarial. En estos casos es bueno adelantarse, ayudarlos a
reconocer su experiencia y plantearles un nuevo desafío. Este grupo tiene una tendencia
a la desmotivación y a la rutina. No son aptos para puestos jerárquicos y suelen ser muy
fieles a los principios de la empresa. Muchas veces descubren todo lo que saben después
de renunciar por aburrimiento o desmotivación.
2. Los que saben que no saben: Es uno de los mejores grupos. Es el ignorante por
excelencia pero el ignorante consiente, real. El ignorante sano. Es una ignorancia
positiva, dado que enmarca un límite del conocimiento. Sabe que sabe hasta ese límite.
En realidad este tipo de persona es muy buena en todo grupo. Es la personalidad
práctica, pragmática, simple, rápida, resumida, de poco margen de error, eficiente. La
contra de este grupo es que no es un grupo que arriesgue, ni tampoco es creativo. Son
personalidades más bien técnicas con un propósito claro: hacer lo que saben porque son
conscientes de que saben que no saben. Temerosos al error. Aprenden lento y van
siempre a lo seguro. Esto los ayuda a equivocarse poco y a tener un alto grado de
eficiencia con las tareas que conocen.
3. Los que no saben que no saben: Definitivamente éste es el peor grupo de
todos. Son personas arrogantes, charlatanes, no miden las consecuencias y el margen de
error en sus tareas es altísimo. Son peligrosos ya que no saben tampoco sobre los
riesgos de hacer mal algo que piensan que saben hacer, pero que en realidad no tienen
idea. Estas personas NO DEBEN estar en un grupo de trabajo. Deben ser capacitados
inmediatamente hasta que puedan, al menos, saber que no saben. Debemos tener
mucho cuidado con estas personas. Su característica principal es que se animan a todo y
a todo dicen que sí. Siempre tienen respuestas y muy pocas preguntas. Son de leer
mucho pero poco, es decir empiezan muchas lecturas que dejan incompletas. Casi
siempre han dejado a la mitad algún estudio o capacitación. Siempre dicen saber más
que sus jefes o sus profesores. Son altaneros y les gusta hablar. Pregonan con la teoría
pero en la práctica son muy pobres. Prefieren buscar excusas. Poseen un alto grado de
carpetas médicas y faltas justificadas. Son expertos en echarle la culpa a los demás o en
buscar razones por las cuales algo no se hizo bien. Nunca asumen la responsabilidad.
“La mala suerte” los persigue según ellos.
4. Los que saben que saben: Es definitivamente el experto. Es el que sabe que sabe. El
que lo que hace, lo hace bien. El que conoce con exactitud sus límites. Es primo hermano
del que sabe que no sabe. Con la diferencia de que este tipo de persona es menos
temerosa que el otro. Arriesgan y exigen al máximo su conocimiento. Les gustan los
desafíos y son muy buenos aprendiendo cosas nuevas y ampliando sus límites. Son de
los que aprenden y aplican y luego enseñan lo aplicado. Son creativos y multitasking. Les
gusta saber y buscan tareas que dominen sin embargo no temen aceptar desafíos porque
aprenden fácilmente y no harán nada que no sepan hacer, es decir, se capacitarán hasta
saber, y luego harán. Es el líder por excelencia.
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Atención: NO Importa si Crees o NO Crees Las Reglas de la Buena
Suerte están AQUI…
Reglas de la Buena Suerte
El autor tardó Más de Tres Años de trabajo cotidiano para Obtener Estas Reglas “Utilízalas con Sabiduría”
Primera Regla de la Buena Suerte La Suerte no Dura Demasiado Tiempo Porque NO Depende de ti. La Buena Suerte la Crea Uno Mismo, por eso Dura Siempre
Segunda Regla de la Buena Suerte Muchos Son Los Que Quieren Tener Buena Suerte, Pero Pocos Son Los Que Deciden Ir por Ella.
Tercera Regla de la Buena Suerte Si Ahora no Tienes Buena Suerte Tal Ves Sea Porque las Circunstancias son las de Siempre. Para que la Buena Suerte Llegue, Es Conveniente Crear Nuevas Circunstancias.
Cuarta Regla de la Buena Suerte Preparar Circunstancias para la Buena Suerte No Significa Buscar solo el Propio Beneficio , Crear Circunstancias para que otros También Ganen , Atrae a la Buena Suerte.
Quinta Regla de la Buena Suerte
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Si Dejas para Mañana la Preparación de las Circunstancias La Buena Suerte Quizá Nunca Llegue Crear Circunstancias requiere dar siempre un primer paso Dalo HOY.
Sexta Regla de la Buena Suerte Aún Bajo las Circunstancias Aparentemente Necesarias, A Veces La Buena Suerte no Llega, Busca en Los Pequeños Detalles Circunstancias Aparentemente Innecesarias Pero Imprescindibles.
Séptima Regla de la Buena Suerte A los que solo Creen en el azar, Crear Circunstancias les Resulta Absurdo, a los que se Dedican a Crear Circunstancias , el azar no les preocupa
Octava Regla de la Buena Suerte Nadie Puede vender Suerte, La Buena Suerte NO se Vende, desconfia de los vendedores de suerte.
Novena Regla de la Buena Suerte Cuando ya hallas creado todas las Circunstancias , ten Paciencia NO abandones , Para que la buena Suerte llegue CONFIA..
Decima Regla de la Buena Suerte Crear Buena Suerte, Es Preparar las Circunstancias a la Oportunidad, Pero la Oportunidad no es Cuestión de Suerte o Azar, Siempre está Ahí. Nueva
Regla de la Buena Suerte Estas Reglas de la Buena Suerte NO Llegaron a ti Por casualidad De alguna manera Creaste las Circunstancias para que llegara a ti.