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( , ¡.. , , í ,) REAL DE AZÚA-BARRÁN. UNA POLÉMICA RESCATADA DEL OLVIDO JMMF. K,AClK() \ -:' Los AÑOS INICIALES de la "era militar" le descubrieron a muchos de los miembros de la hasta entonces "sociedad tolerante" los rasgos más oscuros del fascismo, conocido como referencia y no como experiencia. En nuestro caso, la característica más saliente fue el ataque sistemático a la cultura. Las escasas oportunidades para recrear los acontecimien- tos circundantes se redujeron a los encuentros fortuitos, a las reuniones familiares o a las oportunidades que ofrecían ocasionales centros de reunión que sobrevivían al desastre. Entre éstos, el local de Banda Oriental - Yí entrc 18 y Colonia-, seguramente por la idiosincrasia de sus integran- tes, y sin lugar a dudas por una similar manera de observar, de pensar, de querer y de servir al país, se convirtió en punto de reunión habitual para un reducido mundo intelectual. En el "Año de la Orientalidad" Real de Azúa aprovechó -recurso habitual en él- la aparición del 4° tomo de la Historia del Uruguay a cargo de José Pedro Barrán, para reflexionar en torno a diversos temas -muy sentidos desde siempre- y en los momentos de crisis como el que se vivía contribuía a poner en duda los cimiento sobre los que se asienta la "construcción nacional". Su diálogo abierto, esto
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Correspondencia Barran-Real de Azua

Dec 24, 2015

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vicente garona

Intercambio epistolar entre dos historiadores uruguayos
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Page 1: Correspondencia Barran-Real de Azua

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REAL DE AZÚA-BARRÁN. UNA POLÉMICA

RESCATADA DEL OLVIDO

JMMF. K,AClK()

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Los AÑOS INICIALES de la "era militar" le descubrieron amuchos de los miembros de la hasta entonces "sociedadtolerante" los rasgos más oscuros del fascismo, conocidocomo referencia y no como experiencia. En nuestro caso, lacaracterística más saliente fue el ataque sistemático a lacultura.

Las escasas oportunidades para recrear los acontecimien-tos circundantes se redujeron a los encuentros fortuitos, a lasreuniones familiares o a las oportunidades que ofrecíanocasionales centros de reunión que sobrevivían al desastre.Entre éstos, el local de Banda Oriental - Yí entrc 18 yColonia-, seguramente por la idiosincrasia de sus integran-tes, y sin lugar a dudas por una similar manera de observar,de pensar, de querer y de servir al país, se convirtió en puntode reunión habitual para un reducido mundo intelectual.

En el "Año de la Orientalidad" Real de Azúa aprovechó-recurso habitual en él- la aparición del 4° tomo de laHistoria del Uruguay a cargo de José Pedro Barrán, parareflexionar en torno a diversos temas -muy sentidos desdesiempre- y en los momentos de crisis como el que se vivíacontribuía a poner en duda los cimiento sobre los que seasienta la "construcción nacional". Su diálogo abierto, esto

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es. la posibilidad de que todos los habitués de Banda pudie-ran leer y repensar aquellas líneas (que quedaron en untablero en la editorial. hasta que engrosaron su archivo),posibilita extender y tratar de romper el círculo propuestopor el si<tema. La viabilidad del país. la vigencia de lospartidos políticos. el papel de las ideologías y el de losintelectuales como portadores y subvertores el orden, lasL';ltl'g\lría:-;históricas reducidas por un an.ilisi« parroquial.toclo ello aparece condensado en pocas hojas. Compartible ono. el acicate de aquella crítica medida y respetuosa que poneen duda convicciones largamente adquiridas. nos permite lalectura de una respuesta que con sobriedad admite losreproches del amigo y maestro, pero que sabe adoptar conprecisión una consideración propia. capaz incluso de mati-zar las concluyentes propuestas.

y por lo demás. incorpora y humaniza al sujeto investi-gador. nos desnuda al hombre y "sus carencias", las propiasy las que le impiden "comprar 1ibros por los tristes momentosque se vive": el mismo José Pedro capaz -junto a su colegaBenjamín Nahum- de mantener una perseverancia y unriguroso respeto a un plan de trabajo iniciado pacientementehace 25 años. que ni siquiera la dictadura pudo detener.

JK

La carta de Real de Azúa

Montevideo. 20 de febrero de 1975

Estimado Barran:Te felicito ante todo por el excelente trabajo de tu Uru-

guay pastoril y caudillesco, con el que pienso que tanto porsu calidad como por el período que cubre debía haberseiniciado la colección. De cualquier manera es seguro quetoda ella tendrá éxito y vida larga ya ti entre otros se deberáaquél y ésta en buena parte.

Viene ahora una queja. expresión que no me es habitual

LAS ORECHAS EN LA HISTORIA 191

proferir y más originada en un juicio o en una mención enletras de molde. Supongo que no me incluirás entre esosautores que erizan la cola como un escorpión ante cualquierreferencia que no consideren bastante elogiosa, nunca hemandado unas líneas de esta naturaleza y espero no volver élhacerla. En síntesis: considero ue tu recuerdo á. 95 a mijuicio s;bre Flores como "el mayor traidor de nuefitra histo-ria", "juicio apasionado", yaque la "historia 110 es unlrihllna!que imparta JustlCla, condene o absuelva" no es a su vezequitativo y no luce la finura y equilibrio que caracterizan!oda tu obra. Bastantes enemigos o rechazos me ha merecidoya este dictamen, subrayado indebidamente por la inventivarotulesca de Carlos Núñez, como para tener derecho aesperar que amigos y/o escritores históricos de tu calidad nosigan por la misma vía. No impongo a nadie la memorizaciónpuntual de mis textos pero si 10 hubieras tenido a mano,podrías haber advertido -no es la primera vez que yo 10 heheeho-, podrían haber advertido digo, que está amonestado

, por una oración condicional grande como una casa. Era máso menos, me cito de memoria: "si el Uruguay fuera Oliubierasido una nación de la consistencia y entidad" de las grandesnaciones de Europa o de algunas de América: creoquecitabaa México ya Chile. Parece obvio que' pensaba como pienso \ahora queen ] 865 el Uruguay no era tal ni tenía consistencia,que todo el Río de la Plata re resentaba un área regional conéontornos nacionales bastante mal defini os y cruzac os porafinidades infra o supra fronterizas fortísi mas, y que por todoello, por ende, las acciones de Flores no tuvieron la signifi-cación que, en la condición inversa, hubieran tenido. Sin estoel juicio queda caricaturizado yello es 10 que les he recorda-do siempre a los que me 10 enrostran. Si son éstos meros·lectores apurados o gentes ajenas y sin calificación no meimporta. Creo, por otra parte, que en el patriciado, en algunosestudios sobre Berro y sobre Ejército y política insertos enCuadernos de Marcha, en tres o cuatro cuadernos de Capí-tulo Oriental hay algunas consideraciones más idóneassobre fenómenos y personajes de esta época que la que tú

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malhadadamente enfat izas por cincuenta años más. Aunque.pienso que la historia no es indesglosable del juicio mora)(toda la cuestión es muy complicada) en ningún texto mío,supongo. funciono como un dómino repartiendo palmeta enmano premios y castigos.'

Saliéndorne un poco de la referencia vaya extendenne auna reflexión que condensa algunas conversaciones o cam-hios de ideas siempre muy apurados y laterales. Pienso en~uma que la poderosa influencia de Pivel sohre ustedes, losha llevado a aceptar si n su ficiente crítica algunos dogmas delneotradicionalismo historiográfico que van a representar,,,que ya están constituyendo una rémora en la labor de lasseneraciones que le siguen.

({~.. Uno es la adhesión demasiado incondicional de la tesis de

~ ~ la antigÜedad del independentismo uruguayo, esa línea que;ll' (}.1\ ] parte de Rarnfrez y Bauzá y llega hasta Pivel mismo a travésde Herrera y del pobre Blanco Acevedo y con una solaexcepción de real categoría: la penetrante y equilibrada deEduardo Acevedo. Dentro de pocos meses. orquestado porelgeneral y los "profesores" de marras vamos los orientales a

)~umergirnos en esas aguas espesas y no hay necesidad de

¿ extenderse más en el asunto., '< 1 (otra, muy peculiar. es la de la inexorabilidad e

I ~ L.t\ • - indestructibilidad de un sistema artidario de unos artidostI.-< ~ C' ,A ya no digamos en 1950 o en 1900 sino en 1850 o en 1865.

cff~ Berro, según tú, "vivió en la utopía" porque qUISOpreSC1l1dlr~ de ellos. etcétera. Este problema gira en cierto modo sobre

una cuestión de definiciones de las llamadas "estipulativas".Es posición dominante en la sociología política universalque hasta bastante avanzado el siglo XX no existieron cn elmundo "partidos" cabalmente entendidos, con estructura detales. con hase de masas significativas. con sistemas demovilización. socialización y comunicación de cierta enti-dad. Lo que existió durante el siglo XIX fueron "facciones"polítIcas de los sectores altos a veces formadas en torno arivalidades puramente personales, "caucus" y cónclaves,"cuadros" y una cierta disponibi Iidad de la pobl ación restan-

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LAS IIRFCIIAS EN I.A IIISHJRI¡\ 1'1.1

te a rcspnklarlos en ciertas circunstancias obedeciendo adeterminados clivajes de tipo socioeconómico. o regional. oreligioso. o ecológico. etcétera. El Uruguay del siglo XIX esen ciertos aspectos un caso bastante excepcional pero ¿.eranmás partidos estrictamente entendidos por lo menos hastaI XlJO el Partido Colorack: y cl Partido Blanco que el partidofederal o el partido unitario? Todo esto es IllU com )Ie·oralta una sociología histórica de nuestros partidos. pero decualquier manera es arriesgado opinar muy tajantemente sino se tiene una idea clara del asunto. 'pivel creo que 110 latiene ni la tuvo, lo ue en buena arte es ex ... "). laín o e estrictamente historiográfica y doculllental de sucultura: no es casual que en los dos volúmenes de la Historiodé los partidos polítiCOS el lector Jamás consiga tener la másleve Idea de "lo que eran" esos partidos de cuyas oposicio-lies, negociaciones y circunvoluciones se da tan puntualnoticia. El trabajo histórico tiene que utilizar a menudocateg'""orías conceptuales sociopolíticas. económicas.antropológicas. culturales, ideológicas. etcétera. que 110 s610no salen de la historia misma y del más rico conocimiento desu material silla que, proveniendo de otras disciplinas cultu-rales o científico-sociales. deben ser muy precisamenteestipuladas para que la labor de sistematización no resbalesobre un tcmbladcral. Berro. para volver al tema. es posihk·~e haya vivido en la utopía -agrario-jacksoniana. como talvez diría Parrington- pero no por haber querido extin!~uirunas facciones revoltosas de periodistas escélndalosos y;nilitares separados deJ escalafón. Todo eso se arreglabaejerciendo la presión sufiCiente y mediante ciertas artes denegociación y compromiso en las que hay que reconocer queel chacarero del Manga no fue muy ducho. Pero fue sobretodo la incidencia ineontrastahle de la "variable exterior"(Buenos Aires, Brasil, el Paraguay con su cerrazón y sutorpeza) la que ralló en la tentativa y 110 ningunaincancelabi Iidad, ni nguna incxorabi Iidad de u n si stema par-tidario que en puridad no existía. No sé si los historiadoresque todo lo insumcn en precedentes estrictos aun en la

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19~ JAIME KLACZKO

interpretación de los sucesos de nuestros días serán capacesde tener ojos para un proceso como el de Brasil, en el quetodo un si, tema partidario (aceptemos que más débil, menostradicional que el uruguayo) quedó descartado y montadootro en su lugar que parece dotado de un índice muy

)aceptable de viabilidad. No sé. pero 10 dudo .

." f/' El tcrcel'j~nto es algo menor y tiene que ver con el usp./' yo aun el abuso de la antítesis "doctores y caudillos", Inven-

tada por Zum Felde y empleada luego por pivel como elavede los antagonismos políticos y sociales del Uruguay tradi-cional me resulta literalmente mendaz y sobre todoideologizante en el peor sentido del término, en cuantotiende a recubrir bajo la vistosidad de un solo anta onismola real comp ep a e fuerzas y tendencias sociales quetendían a articularse políticamente ya incidiren los procesos

L del poder y del cambio. E•..s~logizant~ambién en cuanto\"\ conlleva una carga valoratlva ostensi"6ie esa car a se da a

faV0r e los cau i os y en contra de los doctores. Sobre losprimeros no vale la pena extenderse y te hago el hónor de nosuponerte comulgando con las ruedas de molino de sucarácter "democrático" (confundido deliberada oindeliberadarnente con su índole "populista" o "mimo-demótica' de algunos de ellos y no de todos) y otraszarandajas del revisionismo craso. Supongo que conoces elestudio de Tulio sobreel origen de los caudillos y el posteriory excelente librito de Ruben H. Zorrilla. La hostilidad a los'.'doctores". esos oligarcas al ienados y vendepatrias en la queyo también alguna vez comulgué es explicable en Herrera,por muchos. complejos y más bien desapacibles motivos, esexplicable también en Bauzá y en Pivel por motivos deprivación personal. Pienso con todo que,. si se atiende a queen una sociedad de clases muy tradicionales como el Uru-~uay pastonl lo era, los "doctores" representaban el sector~ulto de la clase alta y media. los "intelectuales" en suma, elabnrrecimiento a ello revela una faz más autént' ásradical de a que a so 1 o presentar. La diatriba de los~'doctores" (ustedes mismos han mostrado con cuánta luci-

LAS BRECIIAS EN LA IIISTORIA 1'.15---------------------dez algunos -Ramírez, Costa. De Pena, Hcrrera y Obes-supieron ver a veces) es en el fondo la diatriba del intelectualtan común a todas las posiciones conservadoras y reacciona-rias. El intelectual es malo porque critica. porque no sequedatranquilo y subvierte a la gente. porque propolle alternativas(siempre "utópicas"), porque no se conforma a los dictadosdel poder. Entonces, como no es analfabeto es "el itista",como. mira a modelos que no son los del raído contorno es"alienado", porque no se conforma al mínimo nivel no es tal"democrático" como el caudillo, paternal pastor de peones,animales y miles de cuadros o el espadón de cuartel. Todoesto es una simplificación, es claro, pero es para subrayar dealgún modo por la vía de la contracaricatura de dónde vieneel embate indiscriminado por parte de una postura quetodavía estaba repitiendo esos argumentos el 27 de octubrede 1973.

Corto todo esto y abrevio: si el debate era entre doctoresy caudillos, ¿,qué vela hay que darles enel entierro a Pereira.a Berro, a Juan Marfa Pércz, a Dorotco García. a Juan MiguelMartínez, a Juan Jackson, a José Pedro Varela, a Latorre ya

e tantos más que ahora olvido? ¿No te parece, que la antítesi8como digo es escasamente receptiva y tenebrosamente indu,,;clda desde el punto de vIsta Ideol > OICO?

engo para mí que ustedes y otros han tomado tan sincrítica y sin desbastar las bastas categorías herreriano-zumfcldiano-pivelianas porque importándoles primordial-mente otro nivel de la historia -el económico, técnico ysocial-les resulta más cómodo adoptarías. Pero eso se pagao habrá de pagarse con un peligroso "desarrollo desigual" denuestra historiografía y me gustaría que hubieras leído elensayo de Julliard en la bastante reciente compilación deFaire l'Histoire para advertir cómo también la historiapolítica e ideológica y la historia tan desatendida de nuestronational-building debe ser hecha con similar pulcritud a la \1queustedes onenen .. Consimilar ulcri- ~\lu y no con estereotipos de mesa de café Hay quienesqueriendo imponer una imagen muy específica de algún

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plano del desarrollo nacional -pienso en .lulio y el resto desu equipo- prefieren de algún modo mi mct izarsc -lo digo si nsentido peyorativo- en otros 'planos hajo las convencionescle la historia más tradicional. Es obvio que no me parece lamejor solución y es claro que no es el caso de ustedes. peropuede ser una tendencia gencracional muy difundida quelleve a ese "desarrollo desigual" de que hablaba.

Disculpa este largo y polémico texto que empezó siendounas pocas líneas de reproche amable y en el que debes verninguna amargura. Pero el diálogo es demasiado corto, elambiente demasiado cerrado como para no aprovechar elimpulso una vez que uno está ante la máquina. Si hubieraalgún semanario amigo hubiera vestido mejor estas líneas y,t;lI vez. las habría convertido en una carta abierta. Como noconozco tu dirección actual. abierta en realidad te la vayadejar en Banda Oriental por si el Benja quiere releerla yporque 110 tiene nada. en realidad, de secreto ni de personal.

Cariños a Alicia ya tu hijo,tu affmo.'

Carlitos

l. Admito. sí. que todo el artículo sobre "las dos dimen-siones de la Defensa de Paysandú" esUi escrito con pasión,;Ina calidad que no creo que tenga por qué dañarautornáticarncnte a la percepción de la realidad. Pero no es\lna pasión part idari a. cl aro estél. si no deri vada de la creenciade que allí se frustró u ofieializó la quiebra de la osibilidadde \In e eSatTO o nacional-confcderal autónomo .. Hoy creomenos en que haya existido esa poxihilidad y sobre todomucho menos en la consistencia del componente paraguayo.De cualquier manera creo que está entre los casos de "desa-rrollo frustrado". tipo el de Egipt() anterior a I R40. Con máspotencialidades de ser. sí. de algLÍIl modo, que el modelo dedesarrollo autónomo cuya incipicncia se advierte hoy en lasva loracioncs presentes del art igu isrno y que éste sí. si 11

ciudad. sin burgucsfa. con unidades locales nsfixiadas por el

LAS rtRECIIAS I'N l.A IIISTORtA 1'"

aislamiento, c'()11un lazo político casi nominal. en manos deoligarqllí"s locales ultrauudicionalcs, lúe siempre imposible,

Respuesta de .J osé Pedro Barrán

Montevideo, 25 de febrero de 1975

Estimado Carlitos:En primer lugar. debo agradecerle sus líneas. Hacía

tiempo que nadie nos hacía una crítica construct iva. y la suyalo es. Luego de publicado el primer tomo de la Historia Ruralleímos algunas notas (creo que recordará la de VázquezFranco). y de inmediato el silencio cayó. Ni el segundo tomo.ni el tercero, ni el cuarto, merecieron una sola apreciaciónque importara en el único semanario que nos importaba (porsupuesto, Marcha). Fue sólo a través de algunas charlasaisladas y siempre cortadas por la cumpana del Zorrill<1 queusted me dio su opinión y me hizo algunas observaciones.Nadie más se ClCUpÓ.Por ello, otra vez el agradecimiento.

Debo explicarle el proceso psicológico que me llevó atratar de definir al personaje Venancio Flores. La colecciónde Banda Oriental está destinada al gran público pero creoque será también leída por los estudiantes de preparatorios.Debía entonces planear sobre ella. a mi entender. eso que sellama pretenciosamente "objetividad" y que para mí esmostrar tantas caras como sea posible de la medalla. o sea.las diferentes perspectivas del hecho histórico y sus proiago-nistas. La objetividad no excluye el Juicio -por supuesto.¿ ero e~glo XI~n relación a yué crilerio?Creo que el lImco válido es aquel referente a si una situaciónsirvió o no a los intereses de "los más infelices", es decir, siuna política se puso o no al servicio de las clases populares.y bien, sospecho que nuestras guerras civiles -tal vez laexcepción. y no ha sido hicn esclarecido el punto. seaAparicio Saravia-, fueron conflictos dentro de la muy redu- \cida clase alta oriental. No ienso (lle I1crro. )or e'em lo.encarne mejor los interes~ populares 'lile 1:lores. No hay en

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198-----_.-.- --_.- JAIME KLACZKO LAS BRECHAS EN LA HISTORIA 11)')

su política interna ningún indicio que permita afirmar suaproximación a Artigas. La policía de la campaña persiguiói} los "\'at.(lS y l11alhechores" con la misma finalidad y~il1lilares métodos gue pondría en pníctica Latorre veinte

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ajio<; después. Ntl parece existir en Berro otra concienciasobre "el pol-rcrío rura 1" que la imperante en las el ases altasde la época: reprimir. a 10. sumo colonizar lu región fronterizaCPll algú n oricnt al "recuperable". ¿Cuál puede ser. entonces,(lIra piedra de toque pararl 'uicioen relación a los hechosdel~iglo, '. SI a mayoría de ellos consisten en movimientossobre un tablero en que los dos jugadores parten de losmismos supuestos clasistas?

SU1onl'o que lo puede ser la relación de hecho y sus.••.•.protagonistas con la "nación"., Y no porque a nacron me

interese en sí (aunque tal vez algo de ello ocurra), sinoporque creo que su defensa, en última instancia, iba apermitir a las clases populares alcanzar el papel quesistemáticamente se les había negado. Defender la

. "orientalidad" era defender uno de los postulados básicosdel artiguismo, aunque fuera en otro contexto temporal. Paradefender y definir la "orientalidad" había que poner en telade juicio todo el modelo económico-social que las clasesaltas habían construido, pues con ese modelo la orientalidadno es perdurable. y si se mantiene es por el mero milagro delos impulsos externos que cada tanto tiempo recibía -yrecibe- nuestra economía. En este sentido, orientalidad ycrítica del orden establecido eran (y son, pienso) sinónimos.Esta idea la hemos desarrollado en el tomo II de la HistoriaRural. como usted ya sabe, al estudiar la crisis del 90.

Pues bien, tomando como piedra de toque ese otro concepto,no pude hallar a Flores traidor a la nación por los motivos queusted ya ha leído. Desaprensivo, poco cuidadoso, arriesgado, esel juicio que se desprende de las páginas de mi trabajo:

. ¡,Por qué. entonces. si bastaba con esto, cité su nombre?Seamos sinceros. La culpa la tiene el gran éxito del libro deMachado. aun y sobre todo entre los estudiantes. Machadoha popularizado en muchos aspectos el peor revisionamiento

uruguayo y argentino, y lo ha hecho con un carácter enextremo dogmático, rasgo que lo hace todavía más atractivopara los adolescentes o los que poco conocen de nuestropasado. No dejo de reconocerlc méritos a su obra, pero ahoraestoy anal izando su postura al tratar temas poi íticos del sigloXIX, postura que le hizo decir a alguien que era "socialistacomo costilla de bagual". Ha creado otro mito al pretender ~,destruirel de la historial oficial. Ya ninguno de nosotros dos,10 sé, nos gustan los mitos. •

Deseaba, entonces, que mi texto fuera un antídoto. Que seobservaran los fenómenos con imparcialidad y explicandolas razones que aducían para justificar su conducta todas laspartes en conflicto. Por ello tuve particular cuidado alexponer la Guerra Grande y la Revolución Florista, temas"calientes" del período que me tocó en suerte. Al hacer ellorecordé que el autor más enjundioso -más "notable" lo11amo- del cual partía el juicio que Machado decía suscribirenteramente, era usted. Pensé: no lo cito por su nombreporque lo estimo demasiado para criticarlo por algo quesiempre me pareció una página suya arrebatada, poco acordecon su extraordinaria fineza intelectual. Y luego -le estoycontando mi proceso mental- recordé que una vez VázquezFranco me había reprochado haberlo criticado sin citarlo,incluyéndolo en un simple "se ha dicho", forma que, segúnparece, y puede que sea así, resulta más peyorativa que lamención de quién lo 'ha dicho. Entonces puse su nombre,añadiéndole el calificativo de "notable" para distinguirlo, enel sentido real que esta expresión tiene.

Pero, usted también debe leerme con atención -o,mea culpa, yo escribir mejor-; dije: "Algunos historiadoresuruguayos [...] el más notable, Carlos Real de Azúa, hanenjuiciado con severidad la conducta de Venancio Flores.Repitiendo la exaltación reinante en 1865 se le ha calificadocomo el mayor traidor de nuestra historia". En otras palabras,quise decir que usted lo había juzgado con severidad y que otros-precisamente Machado en larga cita que de usted hace- lollamaban el mayor traidor, de ahí el "se le ha cali ficado".

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Por desgracia no tengo ante mí el artículo de Marcha en queusted llamaba así a Flores. sino simplemente el libro de Macha-do en que cita in extenso su juicio. Usted mismo ha reconocidoen su carta cierto grado de pasión, que incluso no le parece mal.Vaya un pecadillo suyo por otro. tal vez más grande. mío.

Pero el más grave de mis pecados usted lo señala magjs-tralmcntc, COl1l0 es su costumbre. Me acusa de cierto"neotradicionalisrno" o de utilizar demasiado los criterios"pivelianos" en materia política. en particular en el uso de laantinomia doctores-caudillos y la inexorabilidad del dualis-mo blancos-colorados.

Aunque acepto en buena medida esa crítica, desearíaforrnularle algunas precisiones. Creo que es un poco injustocon Pivel. Si bien en la primera edición de la Historia de losPartidos el criterio histórico puede ha." en día parecemosanticuado. cuando reeditó o mejor sería decir. reescribió eltomo n (1828 -1838), se preocupó tanto de los hechos comode aclarar conceptos, en particular los que se tenían en 1830sobre la función y el sentido de los partidos. Tanto es así quesubtituló la obra con rigurosa precisión "la definición de losbandos" y no de los "partidos", corno pudo haberlo hecho sihubieran permanecido inmutables sus esquemashistoriográficos.

También me parece algo injusto conmigo, pero ya menos.Fue mi intención. al menos, integrar la evolución políticacon la económica y social. Que se entendieran qué supuestosno políticos tuvo la llamada fusión, el renacer de los partidosy la toma final del poder parias militares. Y en este sentidomi texto no tiene mucho que ver con los criterios de Pivel nicreo que éste apoye mis conclusiones al sugerir que la vidapolítica nacional estaba condicionada por factores económi-cos, sociales y culturales.

Pero, en el plano de la descripción y caracterización de losfenómenos políticos tomé lo ya hecho. sin mucho espíritucrítico ni análisis. Tampoco manejé con propiedad el lengua-je de las ciencias políticas, tanto es así que, como no estoyseguro de que nuestros partidos merezcan ese cal ificativo en

LAS BRECHAS EN LA IIISTORIA 201

el siglo XIX, los llamé indistintamente "partidos","banderías" y "facciones".

y lo que sigue que quede no sólo para usted sino paraquien desee leerlo, pues es irna prueba de los tristes momen-tos que vivimos: no puedo estar al día con las llamadasciencias aux iliarcx de la historia. ni siquiera con ésta. porqueno puedo comprar lihrox. De ahí, en parte, Illio.; carencias.Usted me cita el trabajo de Halperin sobre los caudillos. Loleí porque usted me lo prestó. El libro de Rubcn 1-1.Zorrillalo desconozco. Del ensayo de Julliard, ni idea. Carlitos: losúltimos libros que he leído me los regaló Gérard Prost,profesor francés a quien ayudé y que me obsequió algunostextos y un volumen sobre lo que se está haciendo actual-mente en historia en Francia que casi me quita las ganas devolver a escribir. Tan lejos estamos en este momento de la"civilización" y tan cerca de la "barbarie".

y ahora una queja, o tal vez ya, una discrepancia.Usted parece creer que me adhiero "demasiado incondi-

cional" a la tesis de la antigüedad del independentismouruguayo, filiada en Ramírez, Bauzá, el "mismo" Pivel y el"pobre" Blanco Acevedo. La única excepción "penetrante yequilibrada" habría sido la de Eduardo Acevedo.

Por los autores citados usted parece hacer referencia a laspolémicas sobre el período 1825-1830. Pues bien. en eseplano, nunca creí en el "pobre" Blanco Acevedo, aunquetampoco en los más pobres revisionistas argentinos que noshacen nacer de un diktat del imperio británico. La posiciónde Alfredo Castellanos -que hubiera deseado más matiza-da- en el tomo III de esta colección de Banda Oriental es laque comparto. Creo que Castellanos define con exactitud elsentir de los orientales en 1825, la posterior evolución de esesentir y los límites de la influencia inglesa, sin dejar dereconocer su peso. Además su referencia a la penetración yequilibrio de Eduardo Acevedo me parece exagerada, inclu-so si la dejamos reducida a este tema. Usted mismo me haseñalado -y Pivel en sus clases también lo hacía- que losjuicios históricos de Eduardo Aeeveclo estaban un tanto

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viciados por su posición personal y sus ataduras familiares.l ;Iln es el Eduardo Accvedo batllista. impulsor del Frigorí-fil'\! Nacionnl. nacionalista en el buen sentido. y antitcrrista;\ muv otro C~ el Eduardo Acevedo descreído de la nación y

lJ posibilidades todavía en 1904. De seguro recuerda sucarta al primo. t\lfredo V. Acevcdo. comentando la rcvolu-cióu saravista. en la que insiste en su deseo de radicarsedefinitivamente en Buenos Aires pues la atmósfera urugua-~{;les irrespirable. va oye a su') hijos ernbanderarse en lascorrientes tradicionales, y sugiere que esa guerra es la pruebade nuestra incapacidad como nación. De ese EduardoAcevedo. que le daba lo mismo vivir y trabajar en laArgentina que en el Uruguay. que se sentía ciudadano deambas naciones. no es previsible esperar sobre el tema delindependentisrno uruguayo posiciones "equilibradas".

Mi idea sobre el sentimiento nacional se desprende de lalectura del Uruguay pastoril. Al estudiar la Guerra Grandedije (pág. 6) que "ese sentimiento estaba todavía en procesode formación ..", Al analizar la política de Berro hice hinca-pié en que su deseo de neutralidad frente al conflicto civilargentino era la comprensión lúcida de que los orientales.todavía seguían sintiendo los problemas del vecino comosuyos (pág. 85); y al enjuiciar la trascendencia de la guerradel Paraguay, sostuve una vieja tesis, creo que "piveliana",al decir que "la muerte del federalisrno provincial represen-taba para el Estado Oriental la posibilidad plena de sernación". De todo ello se deduce que, a mi entender, lanacionalidad oriental es parte de un proceso, y no nacióármada como Átenea de la cabeza de Zeus, de la noche a lamañana. la tesis del "pobre" Blanco Acevedo. En realidadsospecho que en todo esto soy muy poco oriental.

Sólo me resta agradecerle de nuevo sus líneas. No dejaréescapar sus observaciones. Si llegara a producirse una se-gunda edición -todo puede ser- esté seguro de que más deuna de sus sugerencias será tenida en cuenta, en especial lasque hacen referencia a mis faltas en el manejo de losconceptos políticos.

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Dejo esta carta en Banda Orienta.1 para qu: también ~Ilasea. en cierta medida. pública. Me unportana que <)Igulenleyera el párrafo sobre las care~lcia~ que deben soportar losque deseamos hacer algo de historia en _este mo~ento. Losaluda con un abrazo el amigo y companero de siempre.

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