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D. R. 2007. Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de
Investigaciones Sociales. Revista Mexicana de Sociologa 69,nm. 4
(octubre-diciembre, 2007): 605-639. Mxico, D. F. ISSN:
0188-2503/07/06904-02.
Contextualizando a Chvez: el nacionalismovenezolano contemporneo
desdeuna perspectiva histrica1
JONATHAN EASTWOOD*
Palabras clave: Hugo Chvez, nacionalismo, historia de Venezuela,
poltica venezolana.Keywords: Hugo Chvez, nationalism,
Venezuela-history, Venezuela-politics.
L O QUE QUIZS MS SORPRENDE del xito poltico de Hugo ChvezFras y
su revolucin bolivariana en Venezuela son las estrategiasretricas
empleadas por l para establecer su legitimidad polticaen relacin
con la nacin venezolana. Chvez ha logrado con gran
Resumen: Este artculo busca contex-tualizar las exitosas
estrategias retricas delpresidente venezolano Hugo Chvez Fras.El
autor propone, en contra de la nocinde que Chvez constituye una
ruptura conel pasado venezolano, que al menos en elaspecto de la
legitimacin poltica, Chvezse explica mejor en relacin con el
nacio-nalismo cvico y colectivista que ha domi-nado el discurso de
la poltica venezolanadesde el siglo XIX.
Abstract: This article seeks to contex-tualize the successful
rhetorical strategies ofVenezuelan President Hugo Chvez Fras.It
argues, against the notion that Chvezconstitutes a distinct break
with theVenezuelan past, that in at least this aspectof political
legitimation Chvez is bestunderstood in relation to the sort of
collec-tivistic and civic nationalism that hasdominated Venezuelan
political discoursesince the 19th century.
1 El autor quisiera agradecer a los editores y dictaminadores
annimos de laRevista Mexicana de Sociologa por sus agudas
reflexiones crticas y sus recomendacio-nes con respecto a una
versin anterior de este artculo. Gracias tambin a Mara EmiliaNava y
Mariana Torres por sus tiles comentarios y a Roco Saucedo por su
excelentetraduccin. Las ltimas revisiones se realizaron gracias a
una beca Fullbright.
* Doctor en Historia y Sociologa por la Universidad de Boston,
profesor asis-tente de Sociologa en la Washington and Lee
University. Temas de especializacin:sociologa histrica y cultural
con nfasis en el nacionalismo y temas relacionados.Direccin:
Department of Sociology and Anthropology, Washington and
LeeUniversity, Newcomb Hall, Lexington, VA 24450. Tel.
540-458-8777. Correo-electrnico: [email protected].
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Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
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efectividad presentarse a s mismo no como una especie de
caudillolatinoamericano estereotpico (tal como comnmente se
afirma), sinocomo la voz soberana de la nacin.2 Esta capacidad,
desde luego, no ca-rece de precedentes en la regin (ni en ningn
otro lugar), pero Chvezha mantenido un inters particular por
convencer a grandes sectoresde la poblacin de que l habla para y
por ellos: de que, en cierto sentido(limitado y metafrico), l mismo
es la nacin, tal como se afirma en lasdramticas proclamas hechas en
aos recientes en carteleras venezolanas:Chvez es el pueblo.3
Al pretender explorar el fenmeno de Chvez, hay varios
factoressignificativos que, desde luego, debemos tomar en cuenta.
stos inclu-yen: a) una extendida y creciente pobreza en un sector
significativo dela poblacin4 desde los aos ochenta hasta fechas
bastante recientes
2 Kirk Hawkins tambin ha notado este aspecto en el estilo de
liderazgo de Chvezy lo considera en funcin de su populismo, el cual
Hawkins define como un modocarismtico de establecer nexos,
combinado con un discurso democrtico que enfatizala personificacin
de la voluntad popular (Hawkins, 2003:1140). Lo que el autor
nodiscute en su, sin embargo, bastante til anlisis, es la manera en
que este populismoest arraigado en los patrones del discurso
nacionalista. Efectivamente, estudiar elpopulismo con base en un
anlisis comparativo de los patrones del discurso nacional,y
analizar especialmente la relacin entre nacionalismo colectivista
(discutido msadelante) y el populismo, podra arrojar
consideraciones importantes. Julia Buxton(2005: 336) menciona
brevemente la relacin entre el populismo y el nacionalismo enlos
gobiernos de Accin Democrtica (AD) y de Chvez. En un artculo
pionero,Fernando Coronil y Julie Skurski se centran en el papel que
desempea el discursopopulista en lo que ellos llaman el ideal de
unidad bolivariano entre el lder y lasmasas. Vase Coronil y Skurski
(1991: 291).
3 Vase Eastwood (2006: 154). Esto va ms all de simplemente
sealar el supuestopersonalismo de la cultura poltica venezolana. El
objetivo es precisamente comprenderlos orgenes culturales de dicho
personalismo.
4 Vase Canache (2004: 33-49). Vase tambin Nam (1993: 42-44) y
KennethRoberts (2003: 58-62). El aumento de la pobreza alcanz su
nivel mximo despus dela devaluacin monetaria del viernes negro en
1983 y especialmente tras el episodiode violencia callejera
conocido como el Caracazo, despus de que Carlos AndrsPrez pusiera
en marcha un programa de austeridad en 1989. Sobre el Caracazovase
Coronil y Skurski (1991) y Nikolas Kozloff (2006: 44-46). Algunos
han propues-to que el Caracazo debera verse no slo como una
respuesta a las medidas deausteridad impuestas por Prez, sino como
el comienzo de un patrn ms extensode protesta. Vase Margarita Lpez
Maya (1999). Para un estudio sobre el alto ndice deprotesta en los
aos siguientes vase Margarita Lpez Maya, David Smilde y
KelaStephany (2002). Chvez mismo ha comparado el Caracazo con la
cada del Muro deBerln. Vase Chvez (2003).
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(cuando el desempleo y la pobreza disminuyeron);5 b) el largo
colapsoeconmico en Venezuela, el cual sobrevino despus de que
varias gene-raciones mantuvieran grandes expectativas con respecto
a un creci-miento futuro y una movilidad social, aspiraciones que
no se habancumplido en la gran mayora de los casos;6 c) la
confianza depositadacontinuamente en las manos de lderes
nacionalistas, que con demasiadafrecuencia ha sido correspondida
con corrupcin o, en todo caso, conla imposibilidad de cumplir lo
prometido;7 d) los problemas gene-rales derivados del viejo sistema
de partidos, descrito por politlogoscomo Javier Corrales, Michael
Coppedge y otros, el cual generun cinismo extendido y profundo
acerca del proceso poltico liberal-democrtico que se produjo a
partir del Pacto de Punto Fijo8 y la in-capacidad mostrada por
anteriores gobernantes ante la necesidad deponer en marcha una
poltica econmica consistente y sostenida; e) eldescontento de
subgrupos provenientes de las lites polticas que duran-te largo
tiempo haban sido marginadas por COPEI y AD9 (de dichos
5 Vase, por ejemplo, Desempleo baja a 8% en mayo, El Universal,
12 dejunio, 2007. En lnea: , consultado el 2 de juliode 2007. Vase
tambin Raquel Barreiro C., La pobreza se redujo hasta 32% duranteel
ao pasado, El Universal, 29 de enero de 2007. En lnea: , consultado
el 2 de julio de 2007.
6 Vase, por ejemplo, los datos sobre el salario real de 1950 a
2000 y la dis-tribucin del ingreso entre las familias, de 1981 a
1999, proporcionados porAsdrbal Baptista (2003).
7 Sobre el tema de la corrupcin vase Kelly (2003). Para una
discusin impor-tante de Venezuela como petro-state, la corrupcin y
los problemas polticosvenezolanos de las ltimas dcadas del siglo
XX, vase Terry Lynn Karl (1997: 161-185).
8 Como se comenta ms adelante, el Pacto de Punto Fijo, en aquel
momentocelebrado y ahora con frecuencia criticado, fue un acuerdo
entre los partidos pol-ticos dominantes a finales del siglo XX:
Accin Democrtica (AD), el Comit deOrganizacin Poltica Electoral
Independiente (COPEI) y tambin inicialmentela Unin Republicana
Democrtica (URD), cuyo objetivo era compartir el
poderequitativamente.
9 COPEI y AD dominaron la vida poltica en Venezuela desde la
cada del dicta-dor Prez Jimnez hasta los noventa. COPEI, dirigido
por Rafael Caldera, fue (yhasta cierto punto contina siendo) un
partido demcrata cristiano, mientras queAD devino un partido
socialdemcrata moderado. Durante la dcada de los noventa,ambos,
pero especialmente AD, eran considerados irremediablemente
corruptos yeran repudiados por Chvez y gran parte de la poblacin.
El colapso del antiguo ordenha sido ampliamente discutido. Vanse,
por ejemplo, Coppedge (1994), Corrales (2002),Nam (1993), los
excelentes ensayos reunidos en McCoy y Myers (2004) y tambinlos de
Ellner y Hellinger (2003) y Ellner y Tinker Salas, (2007).
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subgrupos surgieron figuras que desempean o en algunos
casosdesempearon un papel importante en la administracin de
Chvez,como Jos Vicente Rangel o Luis Miquilena10), y f) tan
importante comocualquier otro factor es, desde mi punto de vista,
el poderoso carismapersonal de Chvez.11
Sin embargo, me gustara aadir que hay algo ms, un rasgo
pro-fundamente arraigado en las actuales reafirmaciones del
nacionalis-mo venezolano, algo que ha estado presente en la mayora
de lasreiteraciones de ese tipo de nacionalismo desde fechas
tempranas (dehecho, no sorprende que quiz dicho rasgo sea ms
visible en Bolvarmismo que en Chvez), y que por lo anterior es
altamente (aunque noexclusivamente) susceptible al autoritarismo
poltico, aun durante losperiodos de democracia liberal. Este rasgo
es un atributo del carctercvico y, ms importante an, colectivista
del nacionalismo venezolano,12cuya consecuencia es una larga
tradicin de identificar la concepcin ma-terializada de la voluntad
nacional con un representante, el cual asumela forma del individuo
que por s solo habr de solucionar los proble-mas del pas.13 Esta
tradicin comenz quizs con Bolvar, quien an
10 Vase Myers (2004: 22). Vase tambin Ewell (1984: 98-99). Este
factor es confrecuencia subestimado y, en mi opinin, generalmente
no recibe la atencin quemerece. Vase, por ejemplo, Jos Vicente
Rangel (2003).
11 Vase la discusin de Kirk Hawkins sobre el modo carismtico de
vinculacinentre Chvez y los chavistas, en Hawkins (2003). Para un
anlisis fascinante delas cualidades carismticas de Chvez y de lo
que Jos Pedro Zuquete llama la pol-tica misionaria en su discurso,
vase Zuquete (de prxima aparicin).
12 La nocin de nacionalismo cvico y colectivista empleada aqu, y
la cual serdetallada ms adelante, fue tomada de la tipologa
tripartita de nacionalismo hechapor Liah Greenfeld. El nacionalismo
cvico, en contraposicin con el tnico, fija loslmites de la
pertenencia a la nacin con base en parmetros similares a los
lmitesde la ciudadana, la cual debe ser al menos parcialmente
abierta en lo que respecta a laetnicidad de ciudadanos potenciales.
El nacionalismo colectivista, en contraposicincon el
individualista, es aquel que tiende a representar a la nacin como
poseedorade una voluntad colectiva objetivada. Por tanto, los
nacionalismos colectivistas mues-tran una tendencia a admitir
(aunque, desde luego, no a preestablecer) la aplicacinde polticas
autoritarias. Vase Greenfeld (1992) y Greenfeld e Eastwood
(2007).
13 Desde la perspectiva de Coronil y Skurski, la imagen de
Bolvar como ldertutelar de un pueblo inmaduro ha servido como
plataforma para la construccinde un proyecto de desarrollo
nacionalista. Vase Coronil y Skurski (1991: 297). Estosautores, sin
duda, tienen la razn, pero yo aadira que es el contexto an ms
am-plio del nacionalismo colectivista y cvico el responsable de que
dicha plataformasea necesaria e incluso posible.
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constituye el principal modelo (en este sentido, Chvez es
virtualmentetransparente, pues se identifica de forma clara con
dicho personaje).14No estoy, debera subrayarse, proponiendo el
viejo argumento delcaudillo. Empero, debe admitirse que, incluso
dentro del marco delnacionalismo y el sistema de legitimidad
legal-racional que ste implica,las prcticas patrimoniales de
autoridad15 persisten a nivel local en almenos algunas partes de
Venezuela, de modo que las actuales reitera-ciones de tono
nacionalista que busco describir aqu podran efecti-vamente
ajustarse a las formas tradicionales de autoridad. Lo anteriormuy
posiblemente fue cierto en el siglo XIX cuando, por ejemplo, la
basesobre la cual se apoyaba la autoridad de Jos Antonio Pez
variabaconsiderablemente de un grupo a otro.16 Pez era tanto un
caudillo comoel intrprete y el procurador de la voluntad y los
intereses nacionales.
14 No obstante, mi anlisis difiere de aqullos que,
provechosamente, se centranen lo que es con frecuencia denominado
el culto a Bolvar. Vase el estudio clsico deCarrera Damas (1969) y
el ms reciente trabajo de Conway (2003). Vase tambinCoronil y
Skurski (1991) acerca del ideal bolivariano.
15 Weber defini la forma patrimonial de dominio como aqulla en
que el poderpoltico en su totalidad y los derechos econmicos
correspondientes han sido apro-piados como beneficios econmicos
para uso privado (Weber, 1978: vol. 1, 236).Los nexos del sistema
de autoridad patrimonial se basan en la lealtad y fidelidadentre
los amos y sus dependientes. Sin embargo, las estructuras de
autoridad pa-trimonial en cada caso dan un margen para que los
sujetos reclamen reciprocidad(Weber, 1978: vol. 2, 1010). Dentro de
la historia de Venezuela, los gobiernos deJos Antonio Pez e incluso
el de Juan Vicente Gmez, entre otros, son ejemplosde regmenes
parcialmente basados en un dominio patrimonial.
16 Pez fue el lder a cuyo alrededor se aglutin el sentimiento
separatista enVenezuela de cara a la Gran Colombia. Fue un llanero
que desempe un papel im-portante en las guerras de independencia.
John Lynch, por ejemplo, lo considerajunto con Santa Anna y Rojas
como el caudillo por excelencia, vase Lynch (1992).El gran
novelista Carlos Fuentes, en su reciente obra La silla del guila,
explcitamenteidentifica a Chvez con Santa Anna y al parecer propone
una versin de esta mismaidea. An est por verse si el oscuro futuro
imaginado por Fuentes con respecto algobierno de Chvez se har
realidad (Fuentes, 2003: 224).
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JONATHAN EASTWOOD610
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
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TIPOS DE NACIONALISMO
Los tericos del nacionalismo han buscado por varias
generacionesconstruir tipologas tiles sobre este tema.17 Quiz la
primera de dichastipologas fue la distincin hecha a lo largo de la
historia entre losnacionalismos orientales y los occidentales, la
cual fungi comoortodoxia durante gran parte del siglo XX.18 Dentro
del marco de estatipologa, se pensaba que los nacionalismos
occidentales, tales como elde Inglaterra y Francia, podan derivar
en polticas liberales e inclu-yentes. Mientras que, por otra parte,
se supona que los nacionalismosorientales (originalmente los casos
de Rusia, Europa central y Europadel Este) estaban basados en
nociones esencialmente raciales comofundamento biolgico de la
nacin, y eran conducentes al autoritarismoy a una poltica
excluyente.19
Ms recientemente, esta distincin ha sido reemplazada por
otrosesquemas tipolgicos. Entre ellos an se incluye una usual
distincinentre nacionalismo poltico y nacionalismo cultural, la
cual paramuchos autores, aunque no para todos, corresponde y le
asigna unanueva terminologa a la vieja tipologa de oriental y
occidental.20 LiahGreenfeld ha ofrecido un esquema tipolgico ms
matizado,21 que empleados ejes y le permite al analista apreciar
diferencias entre variedades denacionalismo que, de acuerdo con el
antiguo modelo, parecan idnticos.Uno de los ejes, el que mide cmo
la pertenencia a la nacin se construyey se expresa dentro del
discurso nacional, va de lo cvico a lo tnico.Los nacionalismos
cvicos son aquellos que definen la pertenencia a lanacin como una
funcin de la ciudadana, independientemente, enteora, del
antecedente tnico de los miembros que aspiran a formar partede la
comunidad nacional. Sobra decir que aqu estamos hablando de
laadscripcin nacional tal como es expresada en un discurso ideal e
idea-lizante. Debemos reconocer que a menudo estas visiones
idealizadas delos lmites sociales enmascaran resultados
divergentes, discriminacin y
17 Para una discusin ms amplia, vase Greenfeld e Eastwood
(2007). Parauna revisin ms detallada y extraordinariamente
sistemtica de tipologas y teorasen general, vase Anthony Smith
(1971).
18 Vanse, por ejemplo, Gellner (1983), Kohn (1944) y Plamenatz
(1973).19 Para una crtica acerca de estas ideas, vase Marx
(2003).20 Sobre nacionalismo cultural vase el agudo trabajo de John
Hutchinson (1987).21 Vase Greenfeld (1992) y Greenfeld (2001).
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2007): 605-639.
un permanente trato a los miembros de grupos subalternos como
ciu-dadanos de segunda categora. Aquellos nacionalismos
concentrados enel extremo tnico de esta tipologa, sin embargo,
conceptualizan en tr-minos formales la adscripcin nacional en
relacin con el estatus tnicoo la supuesta condicin biolgica de los
miembros potenciales. Este eje,desde luego, comparte ciertos rasgos
con antiguas tipologas poltico-culturales y no es, en s mismo,
controvertido.22
El segundo eje mide la forma en que se conceptualiza a la
nacindentro del discurso nacional. De acuerdo con esta tipologa, el
naciona-lismo puede ser cvico y colectivista, cvico e
individualista o tnico ycolectivista.23 Los nacionalismos
individualistas son aquellos que vi-sualizan a la nacin (no
importando de qu manera est realmenteconstituida) en trminos
asociativos y voluntaristas. Los nacionalismoscolectivistas ven a
la nacin como una especie de gran agente que
existeindependientemente de los individuos; por tanto, ofrecen un
terrenopoltico-cultural frtil para la bsqueda de polticas
autoritarias. Si lanacin es una masa indivisible cuya voluntad no
puede ser conocida pormedio de una encuesta o votacin (puesto que
la nacin posee su propiavoluntad o, de acuerdo con la formulacin
altamente influyente de Jean-Jacques Rousseau, la voluntad general,
que nunca se equivoca, a vecesdifiere de la voluntad de los
individuos e incluso de la mayora, los cualess son propensos a
equivocarse),24 los lderes autoritarios potenciales,
par-ticularmente aquellos provistos de carisma, se pueden
posicionar a smismos como los representantes de dicha voluntad.25
ste fue preci-
22 Para una exposicin completa de la tipologa de Greenfeld, vase
Greenfeld(1992: 11-12) y Greenfeld (2001). Para una perspectiva un
tanto similar vase, porejemplo, Brubaker (1992).
23 Greenfeld (1992: 11-12).24 Rousseau (1987: 155-156). Sobre
Rousseau y el nacionalismo colectivista y
cvico francs, vase Greenfeld (1992: 172-177) .25 De nuevo, vase
Greenfeld (1992: 11), y Greenfeld e Eastwood (2007). Vale la
pena sealar que esto no es slo cierto acerca de los as llamados
lderes populistas.Hawkins, por ejemplo, parece ver este rasgo del
liderazgo de Chvez como un meroaspecto de su populismo, aunque s
advierte que todas las sociedades democrticastienen diferencias
socioeconmicas y alguna nocin sobre el pueblo [] por tanto,poseen
un potencial discursivo para el incentivo populista. El autor, sin
embargo, leatribuye la alta incidencia de polticas populistas en la
regin, ms que al nacionalis-mo colectivista, al cual no menciona, a
la persistencia de diferencias objetivassignificativas en relacin
con el estatus y la riqueza, circunstancia que probablementesea un
importante factor coadyuvante (Hawkins, 2003: 1139-1140).
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JONATHAN EASTWOOD612
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
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samente el modo de legitimacin favorito de Napolen, pero tambin
hasido la tcnica legitimante preferida y el estilo de
autopresentacinempleado por los lderes autoritarios pertenecientes
a nacionalismoscolectivistas de derecha e izquierda en aos
posteriores.26
EL NACIONALISMO VENEZOLANO
Como bien se sabe, el nacionalismo venezolano27 fue exclusivo
de, a losumo, un pequeo grupo de individuos hasta por lo menos
1808. Slose convirti realmente en una ideologa poltica competitiva
y signi-ficativa, cuando obtuvo partidarios declarados en Caracas
en 1810, fechatemprana en relacin con gran parte de Latinoamrica.28
Sus principalesfuentes intelectuales fueron francesas, o bien, los
nacionalistas libera-les de Espaa, quienes asumieron el mando en la
pennsula durante laresistencia contra Napolen (aunque, desde luego,
algunos primerosnacionalistas en Venezuela, tales como Francisco de
Miranda,29 AndrsBello,30 Bolvar, entre otros, haban tenido contacto
con nacionalistasingleses).
26 Sobre nacionalismo y poltica autoritaria vase tambin Chirot
(1996) y Greenfeld(2006).
27 Se ha producido una buena cantidad de excelentes estudios
acerca delnacionalismo venezolano, pero slo una pequea parte puede
listarse aqu. Los lectoresinteresados en conocer distintas
perspectivas tericas e histricas pueden comenzar conLynch (1986),
Carrera Damas (1969), Pino Iturrieta (1971, 1993), Coronil
(1997),Coronil y Skurski (1991), y Skurski (1994).
28 Esto y lo que sigue deriva de mi anlisis hecho en Eastwood
(2006).29 Miranda fue famoso por participar en la Revolucin
francesa y fue bastante
conocido en los crculos intelectuales y polticos de Europa y
Amrica. En 1806 intentuna fallida invasin liberadora, pero ms tarde
triunfara (temporalmente) comodirigente del Estado en la primera
repblica venezolana (conocida histricamentecomo la patria boba).
Para una excelente biografa reciente, vase Racine (2003).
30 Bello, una de las figuras ms importantes en la vida
intelectual latinoamericanadel siglo XIX, fue desde el comienzo
cercano a Bolvar, Miranda y a otras figurasrevolucionarias, aunque
sus propios objetivos revolucionarios siempre fueron untanto
moderados. Bello alcanzara su mayor productividad e influencia
durante losmuchos aos que permaneci en Chile, donde fungi como
senador y participde forma notable en el diseo del influyente
sistema legal chileno. Para dos excelentesdiscusiones sobre Bello y
su importancia, vanse Cussen (1992) y Jaksic (2001).
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613CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
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Lo que todo esto significa es que los principales modelos de
nacio-nalismo, a partir de los cuales los primeros nacionalistas
venezolanosdesarrollaron su propia identidad, fueron modelos cvicos
y colectivis-tas, pues el nacionalismo francs es con frecuencia
considerado como elprototipo de dicha clase de nacionalismo.31 Ms
an, los autores de laConstitucin espaola de 1812 claramente
absorbieron este rasgo de losnacionalistas franceses, a pesar de
haber luchado obstinadamente encontra de Francia.32 Esto predispuso
a que los primeros nacionalistaslatinoamericanos prefirieran los
modelos cvicos y colectivistas. Sinembargo, la composicin
sociolgica de los grupos que optaron por elnacionalismo tambin jug
un papel importante en esta eleccin: alprincipio fue en gran medida
la lite criolla en Venezuela la que vio enel nacionalismo un
vehculo poltico-cultural apropiado para expresarsus inconformidades
y para solucionar las inconsistencias relacionadascon su estatus,
las cuales surgieron a partir de que las Reformas Bor-bnicas
afectaran sus antiguas prerrogativas a nivel local.33 Lo quedichas
lites buscaban realmente, pese a los valores igualitarios del
idealnacional del mundo, era apuntalar su problemtica situacin
concernien-te al estatus y posicionarse a s mismos como una lite
perdurable. Porconsiguiente, no sorprende en lo absoluto que la
imagen de nacin cons-truida por ellos fuera la de un agente
colectivo poseedor de una volun-tad que slo ellos podan interpretar
y dirigir.34 Las relaciones polticasque a nivel local haban sido,
por tradicin, patrimoniales; los relati-vamente bajos niveles de
alfabetizacin y, ms importante an, la ausenciade hbitos
democrticos, como hubiera sealado Tocqueville, entreel grueso de la
poblacin, slo contribuyeron a que las lites lograran supropsito.35
Mi argumento es, secundando a Greenfeld, que una vez
31 Greenfeld (1992: 89-188).32 Vase Eastwood (2006: 56-58).33 Al
precisar que muchos nacionalismos latinoamericanos son de
ascendencia
francesa, no es mi intencin sugerir que los nacionalismos
latinoamericanoscontemporneos an retienen elementos de la identidad
francesa, la cual subyaceal comienzo de la cadena causal.
Efectivamente, muchos de los nacionalismoslatinoamericanos
contemporneos comparten con el nacionalismo francs su carc-ter
colectivista y cvico, y si la mayora de los nacionalismos
latinoamericanos tienenestas caractersticas, nosotros debemos
someter a revisin la idea anteriormente asumidapor algunos
acadmicos de que dichos nacionalismos eran comparativamente
inusuales.
34 Vase la discusin en Eastwood (2006: 130-133, 154-155).35 Para
un fascinante y reciente intento por confrontar este juicio
tocquevilliano
acerca de los hbitos polticos latinoamericanos del siglo XIX,
vase Forment (2003).
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JONATHAN EASTWOOD614
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
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cristalizadas, ciertas formas de legitimacin poltica tienden a
perduraraunque no estn grabadas en piedra, lo cual permite
determinadasposibilidades de autopresentacin poltica.36
Para rastrear el patrn de este estilo predominante de
auto-presentacin en la poltica venezolana, podramos partir de Pez y
loscaudillos del siglo XIX, pasando por la administracin del
ilustreamericano Antonio Guzmn Blanco37 (en cuyo periodo dicho
rasgofuera quiz ms notable), hasta llegar a los comienzos del siglo
XXI.38 Sepodra caer en la tentacin de interpretar este estilo de
autopresentacinslo como una estrategia empleada por los dictadores
para reforzar sugobierno aparentemente ilegtimo. Lo anterior puede
verse claramenteen la nocin de cesarismo democrtico propuesta por
el positivista vene-zolano Laureano Vallenilla Lanz, quien pretendi
justificar el mandatode Gmez en dichos trminos y declar que el
verdadero carcter de la democracia venezolana ha sido, desde el
triunfo dela independencia, el del predominio individual, el cual
tiene su origen y baseen la voluntad colectiva, en los deseos de la
gran mayora popular expresadatcita o explcitamente [...] Cesarismo
democrtico: igualdad bajo undirigente; poder individual que
proviene desde el pueblo y se levanta porsobre una gran igualdad
colectiva [...]39
Sin embargo, como pretendo demostrar, lo anterior tambin
caracterizla retrica de las figuras democrticas ms veneradas de
Venezuela,notablemente Rmulo Betancourt y, quiz ms visiblemente an,
HugoChvez.
36 Eastwood (2006: 153).37 Guzmn Blanco fue de alguna manera un
ejemplo del esquema del autoritaris-
mo desarrollista que predomin a finales del siglo XIX en varias
partes de Latinoamrica.l, sin embargo, no pudo alcanzar los niveles
de hegemona que acompaan a lamodernizacin slidamente establecida,
aunque de alguna forma busc lo que, porejemplo, logr Porfirio Daz
en el contexto mexicano. Le correspondera a Gmez, en elsiglo XX,
contribuir de forma importante en la realizacin de estas tareas
(Lombardi,1982: 191-198, 205-212).
38 Luis Ricardo Dvila seala que el gobierno de Guzmn Blanco fue
un pasoimportante en la historia del nacionalismo venezolano. Vale
la pena mencionar que, talcomo indica Dvila, ste fue tambin un
periodo de considerable influencia culturalfrancesa. Vase Dvila
(1993: esp. 50).
39 Citado en Alexander (1982: 16). Sobre Lanz, Gmez y el
nacionalismo vene-zolano, vase Skurski (1994: 618).
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615CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
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CHVEZ Y BETANCOURT?
A primera vista, parecera extrao comparar cualquier aspecto de
Chvezcon Betancourt. Aun as, hay entre ellos varias similitudes (de
ideologay de poltica) sobre las cuales poco se ha reflexionado y
que no nos ataendirectamente en un artculo como ste, el cual aborda
estilos comparadosde autopresentacin40 y legitimacin poltica con
base en las corrientesdominantes del discurso nacionalista.41 Esta
aparente rareza es an mayorsi consideramos que Betancourt fue uno
de los principales creadores,quizs el arquitecto central, de una
serie de proyectos polticos y so-ciales en las dcadas que
precedieron al ascenso de Chvez. Es as queBetancourt estuvo
asociado con el orden marcadamente corruptoque Chvez conden
enrgicamente al llegar al poder.
Ambos, desde luego, tuvieron su comienzo en la izquierda, y
noimporta cunto haya luchado despus en contra de izquierdistas
violen-tos respaldados por Castro en Venezuela,42 no debe olvidarse
que durantesu primer exilio, Betancourt fue una figura importante
en el PartidoComunista de Costa Rica. Como seala Dvila, la retrica
nacionalista deBetancourt, al menos durante los primeros aos, fue
estridentementeantiimperialista.43 Ms an, Kenneth Roberts observa
que, debido a sucompromiso con la reforma de la tierra, los
derechos laborales y lasorganizaciones comunitarias, Accin
Democrtica recibi al comienzoapoyo incondicional por parte de
obreros y campesinos, y una continuahostilidad por parte de las
lites tradicionales.44 Sin embargo, Be-tancourt no era un idelogo y
sus repetidos pronunciamientos encontra de la demagogia, as como su
actitud esencialmente pragm-tica, lo condujeron de un modo ms
general en la direccin de lademocracia social desde fechas
tempranas.45 Ciertas iniciativas polti-
40 El concepto de presentacin de s mismo fue tomado del trabajo
de ErvingGoffman, aunque aqu lo aplicamos a las estrategias, tanto
conscientes como incons-cientes, de los lderes polticos en sus
pronunciamientos como representantes de caraa la nacin. Vase
Goffman (1959).
41 Para un interesante y til anlisis del discurso nacionalista
de Betancourt,vase Dvila (1993).
42 Lombardi (1982: 234-235) y Ewell (1984: 132-133).43 Dvila
(1993: 52-53, 55, 57).44 Roberts (2003: 56).45 Sin embargo,
Betancourt y sus aliados, especialmente en los primeros aos,
mantuvieron una postura ambivalente con respecto al capitalismo
desenfrenado. En
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JONATHAN EASTWOOD616
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
cas de Betancourt, tales como los programas pertenecientes a la
reformade la tierra que fueron llevados a cabo durante el trienio,
y una versinmucho menos radical de dichos programas puesta en
marcha durantesu segunda presidencia,46 presagiaron algunos de los
elementos centra-les de, al menos, el primer programa de Chvez. En
cada caso, las basespara la reforma agraria fueron esencialmente
nacionalistas, y se sealque el latifundismo (considerado entonces
una lacra social) se oponaal inters nacional y evitaba que los
venezolanos alcanzaran la auto-suficiencia a nivel individual.
Tambin se dijo que las grandes propie-dades inoperantes de tierra
eran responsables de los pobres resultadosde la produccin agrcola
nacional.47 Ahora bien, esto tambin fue paraBetancourt, en cierto
sentido, una iniciativa bolivariana, o al menosrecurri a Bolvar
para legitimar su deseo de llevar a cabo una redis-tribucin de la
tierra y argument que ste haba tenido el mismopropsito.48
Ambos tenan mucho ms en comn. Ambos queran reconstruir lapoltica
venezolana, salvar la poltica nacional de sus muchos enemi-gos: la
corrupcin, los intereses parciales, etctera. Vale la pena notar
queaqu nuevamente encontramos algo que varios comentaristas
hanconsiderado en mayor o menor grado exclusivo de Chvez: un
des-precio por partidos polticos anteriores y un deseo por comenzar
desdecero, creando nuevos partidos e instituciones. Como seala
Robert J.Alexander, Betancourt incluso estuvo de acuerdo, de alguna
manera, conla destruccin de viejos partidos polticos realizada por
Gmez. Enpalabras de Alexander, durante el proceso de organizar una
nueva clase
1948, Betancourt escribi sobre el proyecto de desarrollo
nacional, denunciando quelos enemigos de esta obra, enemigos de
Venezuela y de su redencin, sern por igualel capitalista egosta,
sin sensibilidad social, que substraiga su dinero a la
produccinpara esterilizarlo en negocios de usura, con el obrero
indisciplinado o irresponsable(Betancourt, 1948: 7).
46 Vase Alexander (1982: 502-505). De la misma manera, tambin es
un rasgo encomn el nfasis al menos ostensible que ambos le dieron a
la constitucionalidad, apesar del hecho de que cada uno particip en
anteriores intentos de golpe de Estadoen contra de regmenes que
consideraron no democrticos.
47 Betancourt (1940: 235).48 Rmulo Betancourt (1940: 234-235).
Vase tambin Betancourt, Contacto con
los campesinos, en Betancourt (1962: tomo 1, 73-78). Dvila
tambin seala lasalusiones bolivarianas de Betancourt, vase Dvila
(1993: 53). Vase el anlisis deSkurski sobre el ideal bolivariano en
Doa Brbara y su importancia para Gallegosy Betancourt en Skurski
(1994: 621-632).
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617CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ
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de partido, Betancourt insisti en que ste no tuviera nada en
comncon las organizaciones fraudulentas e inconsistentes que solan
llamar-se a s mismas partidos en el pasado.49 Como bien se sabe, el
sistemacreado por los fundadores de los partidos que esencialmente
dominaranla poltica venezolana, Betancourt, Caldera y Jvito
Villalba (del partidoUnin Republicana Democrtica, el cual no habra
de compartir el mismoxito electoral), fue consolidado por medio del
pacto de Punto Fijo (lla-mado as en alusin a la casa de Caldera,
lugar donde fue firmado).50 Elsistema resultante, severamente
criticado por Chvez y sus seguidores,permiti que estos dos partidos
compartieran el poder y ha sido denomi-nado, con frecuencia de un
modo peyorativo, como puntofijismo. steimplic acordar una agenda
comn bsica para el desarrollo del pas(incluyendo, por ejemplo, el
proyecto largamente mantenido porBetancourt de venezolanizar el
petrleo,51 el cual fue llevado a cabo almenos parcialmente por
Carlos Andrs Prez, quien fuera alguna vez suprotegido). Tambin
implic la participacin en polticas liberal-democrticas y ha sido
asociado con un esfuerzo concertado pormarginar y despojar de su
poder a los partidos radicales de derecha eizquierda.52 Esta fue la
base del sistema que los comentaristas muy amenudo han sealado como
el excepcionalismo venezolano.53
Los partidos que fueron creados AD y COPEI seran
ampliamentedescritos al principio de los aos noventa de un modo
bastante similaral que haba empleado Betancourt para referirse a
los partidos del pa-sado antidemocrtico: de hecho, cualquiera
pensara que el mismoBetancourt habra descrito la AD del comienzo de
los aos noventa enlos mismos trminos. En algunos casos, sus
miembros ms antiguos los
49 Alexander (1982: 11). Ms all de esto, la retrica en contra de
la corrupcinempleada por Betancourt en ocasiones rivaliza con la de
Chvez en lo que respecta asu seriedad. Por ejemplo, al recordar los
comienzos del trienio, tiempo despus Be-tancourt afirm que tenamos
que hacer un Nuremberg contra la corrupcin(Betancourt, 1984: 240).
Tanto el trienio como el establecimiento de la democracialiberal
tras la cada de Prez Jimnez fueron frecuentemente descritos por
Betancourtcomo una revolucin.
50 Caldera (1999: 191).51 Betancourt (1940: 7).52 Caldera (1999:
191-203, 243-251). Sobre la marginacin del Partido Comunista,
vase Coronil (1997: 216-219).53 Para un resumen y una crtica de
lo que se ha escrito sobre el excepcionalismo
venezolano, vase Ellner y Tinker Salas (2007). Vase tambin
Coronil (1997: 219-222y pssim).
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abandonaron: cuando Caldera fue electo presidente en 1993 no
habasido candidato de COPEI, sino que haba dejado el partido que l
mismohaba construido por una nueva coalicin de pequeos partidos yya
haba prcticamente respaldado las ideas de Chvez con respecto
alviejo orden.54 Para 1998, cuando Chvez gan las elecciones, contar
conel respaldo de AD o de COPEI era esencialmente una gran
desventaja.55Chvez tambin quera comenzar desde cero. Por tal
motivo, al tomarel poder dijo: Juro, sobre esta constitucin
moribunda [...].56 Chvezhabra de tener su propia Constitucin poco
despus de esta declara-cin y sus esfuerzos por controlar las
diferentes reas del gobierno desdeentonces han sido bastante bien
documentados.57
Tanto en la forma de autopresentacin de Chvez como deBetancourt,
es posible ver una confirmacin ms del carcter cvico delnacionalismo
venezolano. Particularmente los observadores extranjeros(europeos y
en especial norteamericanos), distantes de la poltica vene-zolana
contempornea, han comentado mucho acerca de la herenciagentica
multitnica de Chvez: se ha sugerido con frecuencia que partedel
xito de su gobierno se debe a que aparentemente es, como la mayo-ra
de los venezolanos, de ascendencia africana y/o indgena. As,
lapolarizacin que caracteriza a la sociedad venezolana contempornea
esa menudo descrita por tales comentaristas en trminos raciales:
Chvezrepresenta el triunfo de una mayora cuya piel es ms oscura por
sobreuna clase dirigente blanca, explotadora y racista.58 La
anterior es una
54 Vase Hellinger (2003: 32-34).55 Hawkins (2003: 1142).56 Juan
Jess Aznarez, Chvez convoca un referendum constituyente como
primer paso de su revolucin Bolivariana. El nuevo presidente de
Venezuela jurasu cargo sobre una constitucin moribunda, El Pas,
edicin de Barcelona, 3 defebrero de 1999, p. 3. En lnea: LexisNexis
Academic, 27 de junio de 2007.
57 Jennifer McCoy, la principal investigadora del estado de las
prcticas demo-crticas en Venezuela para el Carter Center, ha
sealado que, a pesar de la retricade descentralizacin empleada por
Chvez, la Quinta Repblica concentr an msel poder en el Ejecutivo
nacional, y las instituciones independientes (las cortes,la
legislatura, el contralor general, la autoridad electoral) que
podan garantizar latransparencia pblica fueron debilitadas en los
primeros aos de la administracinchavista. Vase McCoy (2004:
287-288). An resta por ver cmo esto ser afectadopor los esfuerzos
para expandir la participacin democrtica local.
58 Para un anlisis interesante sobre cuestiones raciales en el
discurso poltico dela Venezuela contempornea, vase Jess Mara
Herrera Salas (2007: 99-118). Vasetambin la discusin en Mrquez
(2003: 29-46).
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descripcin de la circunstancia actual que los seguidores de
Chvezno se han esforzado mucho por disipar.59 El origen tnico de
Chvez sevuelve aqu un signo de su capacidad representativa. Sin
embargo,algo al menos ligeramente similar fue cierto en relacin con
la formade autopresentacin empleada por Betancourt. De acuerdo con
RobertJ. Alexander, el bigrafo y confidente de Betancourt, ste se
senta par-ticularmente orgulloso de ser mulato, aunque es cierto
que ms au laitque caf, como el mismo Alexander seala empleando esta
expresincomn en Venezuela.60
Igualmente, es fcil discernir el carcter colectivista de la
nacin deBetancourt; por ejemplo, el manifiesto del Movimiento de
OrganizacinVenezolana (ORVE), al cual Martz llama el ancestro
directo de lo que hoyconocemos como Accin Democrtica,61 seala que
queremos orga-nizar un pas en el que cada hombre contribuya a la
sociedad y dondeel Estado unifique y concilie las discordias
colectivas [...] Queremos hacerde la poltica que anteriormente le
ataa slo a pequeos crculosoligrquicos un espritu nacional [...] que
permanentemente revelela creatividad del alma venezolana.62
LA NACIN DE CHVEZ
No sorprende en lo absoluto que, de acuerdo con el periodista
RichardGott, el bigrafo ms entusiasta de Chvez, entre las citas
favoritas de stese encuentra una atribuida al alcalde de un pequeo
pueblo de Boliviaen 1825, en la cual expresa su admiracin por
Bolvar:
Sois pues, el hombre de un designio providencial; nada de lo
hecho atrs separece a lo que habis hecho; y para que alguno pueda
imitaros ser preciso
59 No es mi intencin menospreciar la historia de la
discriminacin tnica y racialen Venezuela; tampoco negar el
significado de lo racial que persiste en la sociedadvenezolana. Sin
embargo, los comentaristas norteamericanos tienden a ver
reflejadaslas relaciones y concepciones raciales de su propio
entorno en el caso venezolano.Sobre la cuestin racial en el
contexto histrico venezolano, vase Wright (1993).
60 Alexander (1982: 20).61 Martz (1966: 30).62 Citado en Martz
(1966: 30).
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que haya un mundo por libertar. Habis fundado tres repblicas,
que en elinmenso desarrollo a que son llamadas, elevarn vuestra
estatua adondeninguna ha llegado, con los siglos crecer vuestra
gloria como crece lasombra cuando el sol declina.63
Esto se vincula con varias nociones presentes a lo largo del
discursopblico de Chvez. La idea de ser un hombre del destino, de
obede-cer a fuerzas colectivas e histricas de mayor magnitud, es un
rasgorecurrente en su retrica. As, en una entrevista con Agustn
BlancoMuoz, Chvez parece negar su propia autonoma y declara:
meconsidero un luchador social, un revolucionario. Cuando uno es
co-locado por los hechos en el ojo del huracn, se le hace difcil
ver lascosas y analizarse uno mismo [...] Creo que en este pas est
plan-teado un proceso de cambios profundos, y estoy convencido de
que esova a ocurrir. Me ubico en ese movimiento [...]64
Al ampliar este razonamiento, Chvez ofrece lo que a primera
vistaparece ser una concepcin esencialmente marxista del papel del
in-dividuo en la historia y seala que los hombres podemos
ubicarnos,en un momento determinado, en puestos protagnicos que
aceleran,retardan, le dan un pequeo toque personal y un toque
distintivo alproceso. Pero creo que la historia es producto del ser
colectivo de lospueblos. Y me siento entregado absolutamente a ese
ser colectivo.65
Sin embargo, el penltimo enunciado no expresa una idea
marxistaortodoxa. Chvez aqu no parece concebirse a s mismo como
movidopor las grandes fuerzas estructurales del capitalismo, sino
como partedel despertar colectivo de la nacin, un instrumento del
desarrollonacional y un agente en el cumplimiento del destino
nacional, ms quecomo parte de la vanguardia de un proceso
revolucionario basado enlas clases sociales.
En sus discursos aparece una comparacin tripartita frecuente
enla que se vincula a s mismo con Bolvar y Cristo.66 En algunos
casos
63 Citado en Gott (2005: 100). La versin en espaol puede
encontrarse en .
64 Agustn Blanco Muoz (1998: 27).65 En Blanco Muoz (1998: 28).
Vase tambin la discusin de Hawkins sobre ste
y algunos pasajes relacionados. Hawkins ve aqu un ejemplo del
discurso populistaclsico (Hawkins, 2003: 1153-1154).
66 Para un anlisis ms general sobre la relacin del movimiento
bolivariano conideas religiosas, vase Smilde y Pagan (de prxima
aparicin). Sobre el uso de la figura
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se trata nicamente de la continua evocacin de citas bblicas
(porejemplo, El que tenga ojos que vea, y el que tenga odos que
oiga).67En ocasiones, la analoga entre Bolvar o Cristo consigo
mismo es ex-plcita, tal como sucedi en el discurso de inauguracin
del Congreso el2 de febrero de 1999, cuando declar que: yo soy uno
de los que creeque si por la verdad muri Cristo, y si por la verdad
tiene que moriruno ms, pues aqu estoy a la orden.68 Ms an, pocos
minutos despusagreg que no tema a la muerte, pues creo que la
muerte no existe.69En julio de 1999, Chvez hizo pronunciamientos
similares:
Oh Jess! poeta en la Cruz, cuando dijo: Padre, en tus manos
encomiendomi espritu, se elev a lo infinito sobre el dolor y ante
el odio que le punzabael costado y le echaba vinagre y sal.
Oh Bolvar! tambin poeta, muriendo igual que Jess: Perdnales
Seorque no saben lo que hacen, igual Bolvar: Mis enemigos me han
conducidoa las puertas del sepulcro, Yo los perdono.70
Momentos despus agregara: para m la muerte no existe. As que
nome importa hablar de ella o sentirla que pasa cerca, porque de
verdadno existe.71 Al final de este mismo discurso, Chvez describe
la revo-lucin bolivariana como el acto de nacer por segunda vez
(Estamosnaciendo de nuevo).72 En otro contexto, cita en tono
aprobatorio lodicho por Miguel ngel Asturias con respecto a que los
hombres comoBolvar no mueren [] sino que cierran los ojos y se
quedan velando.73Esto, de hecho, evoca la afirmacin hecha por
Benedict Anderson en elsentido de que en la modernidad, la nacin
remplaza, de alguna manera,aquella vida despus de la muerte antes
buscada como un recinto deinmortalidad por el que uno debe
luchar.74 Por qu, de acuerdo con estediscurso, el cual emplea pero
a la vez se aparta de la nocin cristiana de
de Cristo y de las imgenes cristianas en el discurso de Chvez,
vase Zuquete (deprxima aparicin).
67 Chvez (2000b: 19).68 Chvez (2000a: 15).69 Chvez (2000a:
21).70 Chvez (2000b: 18).71 Chvez (2000b: 19).72 Chvez (2000b:
23).73 Chvez (2000b: 9).74 Anderson (1991: 10).
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2007): 605-639.
la resurreccin, dice Chvez que no le teme a la muerte?
Precisamenteporque un revolucionario tan ntimamente identificado
con la nacinmisma, seguir viviendo como parte de ella aun cuando
cese de existircomo individuo.
La retrica nacional abunda en el discurso de Chvez y es
bastanteexplcito al describir la nacin tal como l la visualiza.
Como muchos delos grandes nacionalistas del siglo XIX, y a
diferencia de la mayora de lasfiguras polticas en aquellas naciones
que han asumido plenamente elhecho de que son naciones, Chvez
expresamente posee su propiadefinicin de nacin:
la Nacin puede desaparecer, el pueblo es la misma Nacin, la
Nacin es elmismo pueblo, slo que en mi criterio, dentro de navegar
por las ideas paraque un pueblo se considere un nacin, le faltara
un elemento ms, no slo elpasado comn, no slo el presente con una
voluntad comn, sino un pro-yecto hacia el futuro. Cuando un pueblo
consigue un rumbo, cuando unpueblo consigue una direccin histrica,
slo entonces, en mi criterio, pode-mos hablar de Nacin. Hoy, adems
del pasado, adems del presente, creoque podemos decir que en
Venezuela hay una Nacin en marcha con unproyecto al que ustedes [la
Asamblea Nacional Constituyente] estn obliga-dos, representantes
del pueblo, constituyentes soberanos, a intuir, a buscar, arecoger
y a plasmar, bsica y fundamentalmente, en el texto
constitucional.75
La idea que subyace aqu es que Chvez y la revolucin
bolivarianacrearon (o recrearon) la nacin, la cual se consideraba
como desapare-cida. Incluso llega a sugerir que la poblacin
venezolana no haba nisiquiera alcanzado el estatus de pueblo
durante el periodo en que ADy COPEI ejercieron su dominio: en
Venezuela el pueblo se evapor untiempo como el agua se evapora,
pero llovi y ha vuelto a hacerse pre-sente el pueblo. De acuerdo
con Chvez, para que se constituya comopueblo, una comunidad debe
tanto poseer un pasado gloriosocomo mantener una voluntad comn que
lo una76 de cara al futuro.
Estas nociones alcanzaron una forma concreta cuando
Chvezescribiera a la Asamblea Constituyente de 1999 sus
recomendacionescon respecto al texto constitucional que deban
redactar y aprobar. Elprimer captulo de dichas recomendaciones
estaba conformado por lossiguientes cuatro artculos:
75 Chvez (1999-2000: LV).76 Chvez (1999-2000: LV).
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Artculo. El pueblo de Venezuela es un conglomerado humano que
poseeglorias comunes en el pasado y una voluntad presente de
convivenciapacfica.
Artculo. La Nacin venezolana es el pueblo mismo, en permanente
accincreadora y compartiendo un proyecto comn de desarrollo hacia
el futuro.
Artculo. Todos los integrantes de la Nacin estn obligados
ticamentea practicar la solidaridad como norma de vida,
contribuyendo a construir elproyecto comn y su desarrollo
permanente y progresivo.
Artculo. Sobre los ya sealados elementos esenciales de la Nacin,
seconstituyen la Repblica y el Estado Venezolano.77
Estas formulaciones no fueron especficamente adoptadas como la
parteintroductoria de la Constitucin. sta, sin embargo, tambin
evidenciaampliamente la preeminencia de un nacionalismo cvico y
colectivista.78
De cualquier manera, para Chvez, el criterio decisivo de lo
nacionales tener un camino en comn, el cual ha sido preparado por l
mismoy sus colaboradores. No obstante, como se mencion
anteriormente,Chvez recurre a la frmula bolivariana que cualquier
estudiante de loscomienzos de la historia nacional en Latinoamrica
conoce al insistircasi siempre en haber sido llamado a servir y
obedecer fuerzas superio-res a l. Chvez est claramente consciente
de la manera en que espresentado y, como hemos visto, l se presenta
a s mismo tambin de esemodo, aunque despus niegue su importancia a
nivel personal:
Lo que est ocurriendo en Venezuela hoy no es un hombre
providencial queha llegado; no, no hay hombres providenciales. El
nico hombre provi-dencial: Jess, el de Nazareth. No hay
individualidades todopoderosas quepuedan torcer el rumbo de la
historia: absolutamente falso ese concepto. Nohay caudillos
benemritos y plenipotenciarios que puedan sealar y conduciry hacer
el camino de los pueblos, mentira. [] Es la revolucin que
ocupatodos los espacios, algo as como lo que dice un gran escritor:
La rebelinde las masas de Ortega y Gasset es la muchedumbre que lo
invade todo,es un galopar indmito que llega a todas partes y nadie
puede detenerlo.Esa es la revolucin venezolana de este tiempo,
conducida, impulsada,sentida y amada por un pueblo, y es que no
podemos entender esos dosconceptos por separados.79
77 Chvez (1999: 5).78 Vase Constitucin de la Repblica, con la
Exposicin de Motivos (2000).79 Chvez (1999-2000: xxx).
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La lnea que separa a Chvez del pueblo es siempre difuminada:
Voycon el pueblo y el destino del pueblo ser mi destino.80 Uno de
los dichosbolivarianos que l gusta de repetir es el siguiente:
Dichoso el ciudadanoque bajo el escudo de las armas de su mando
convoca a la soberananacional para que ejerza su voluntad
absoluta.81 Y finalmente:
yo estoy aqu, con esta banda tricolor en el pecho, y con esta
majestad pre-sidencial, no por m mismo, no, yo soy producto de unas
circunstancias: yoapenas soy, dira Bolvar, una dbil paja arrastrada
por el huracn revolu-cionario. As lo deca Bolvar en Angostura. Yo
estoy empujado por unhuracn, hermoso huracn, huracn que construir
una Venezuela nueva,y ese huracn no es otro que el pueblo de
Venezuela.82
Ciertas evidencias sugieren que Chvez ha ideado estratgicamente
esteestilo de autopresentacin. En una entrevista con Marta
Harnecker, porejemplo, habl de sus propias reflexiones en torno al
liderazgo, la tcnicade cmo conducir grupos humanos, y seal que uno
aprende cmolevantarles la autoestima, la moral a la gente. Yo
recuerdo hasta la matrizdel liderazgo, porque adems fui instructor
durante muchos aos.83 Nosorprende que incluso la teora del
liderazgo de Chvez posea races boli-varianas: Bolvar deca que
saltaba por encima del caballo compitiendocon los soldados. La
teora y la praxis del liderazgo dicen que t tienesque estar con tu
gente, no al frente de ella, alejado de ella.84
Considero que el nfasis dado a la autoestima colectiva es un
rasgoclave del xito poltico de Chvez. Asimismo, es difcil negar que
unnmero importante de venezolanos se sienten, gracias a l,
miembrosvaliosos de una comunidad nacional, de la cual se haban
sentido ex-cluidos en aos anteriores (aunque, hasta donde yo s, no
existen datossistemticamente recolectados al respecto). En general,
a travs de lahistoria, segn la psicloga social Maritza Montero, los
venezolanos hantendido a compararse negativamente frente a otras
naciones, por lomenos en ciertos aspectos.85 Ms an, la distribucin
marcadamente de-
80 Chvez (2000a: 65).81 Vase, por ejemplo, Chvez (2000a: 8).82
Chvez (2000a: 46-47).83 Chvez (2002: 10).84 Blanco Muoz (1998:
54).85 Montero (1984: 161-163).
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sigual de la riqueza y los privilegios, as como los estilos de
vida radical-mente distintos que resultan de lo anterior,
produjeron que muchosvenezolanos albergaran un fuerte sentimiento
de ser ciudadanos desegunda categora, miembros de una clase
esencialmente servil y nu-merosa que careca de una representacin
real en el gobierno y que,de varias maneras, habitaba en una
realidad social distinta a la dela clase media (la cual alguna vez
fue prspera y ms extensa).86 Chvezha modificado esto y muchos
venezolanos no slo se sienten miembrosimportantes de la comunidad
nacional, sino tambin participantes enun proceso histrico de gran
relevancia.
OTRAS COMPARACIONES
Generalmente, los discursos de Betancourt no eran como los de
Chvez.Aunque l mismo no careca de carisma, Betancourt le dedicaba
seg-mentos ms considerables de sus discursos a los detalles de la
polticapblica: cules eran los pasos indicados que Venezuela deba
dar en ladireccin del desarrollo econmico? Cul deba ser la poltica
indus-trial del Estado? Igualmente, los mensajes de Betancourt
tendan a sermoderados, mientras que Chvez, como Castro, con
frecuencia se ex-tiende por horas.87 Obviamente, existen muchos
contrastes ms. Porejemplo, como seala Dvila, el ideal nacional de
Betancourt era elpoliclasismo.88 Si bien a menudo procuraba los
intereses de grupossubalternos, por lo general trataba de generar
un discurso no pola-rizante.89 En cambio, Chvez y muchos de sus
seguidores parecen ms
86 Si Coronil y Skurski tienen razn al afirmar que durante la
segunda mitad delsiglo XX, la lite gobernante haba representado al
pueblo como una masa br-bara incapaz de reconocer la fuerza de la
razn, esto ha cambiado claramentecon Chvez. Coronil y Skurski
(1991: 327).
87 Tanto Castro como Chvez son notorios por la extensin de sus
mensajespblicos, los cuales pueden durar hasta cuatro o cinco
horas. Chvez, por medio desu programa Al Presidente, emplea un tono
familiar e informal, toma llamadas,lee fragmentos de la Constitucin
y otros textos e incluso canta.
88 Dvila (1993: 59). Vase tambin Martz (1966: 30).89 Vase, por
ejemplo, en la pgina 222 de Betancourt, Pasin de servicio a
Venezuela, en Betancourt (1962: tomo I, 219-223).
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inclinados hacia la polarizacin de clases y se refieren
despectivamentea sus oponentes con palabras como esculidos y
oligarcas.90
Tambin existe entre ellos un marcado contraste en cuanto a su
in-tencin de ser identificados con su propio movimiento (o en
cuanto a lasmaneras en que dicha identificacin debe producirse).
Betancourt,aunque fue presidente vitalicio de Accin Democrtica,91
hizo todo loque estuvo a su alcance para asegurarse de que las
prcticas demo-crticas, liberales e institucionalizadas (a pesar de
ser limitadas) seconsolidaran y no fueran identificadas con su
persona.92 Voluntariamentese exili durante la administracin de
Leoni,93 de manera que su solapresencia en el pas no fuera un
obstculo para el establecimiento de lalegitimidad legal-racional,94
y no personal, del sistema que l habaayudado a crear. Es difcil
imaginarlo desafiando continuamente a losdirigentes electos de
otros regmenes democrticos debidamente ins-titucionalizados y
proponindoles apuestas sobre quin permanecerams tiempo en el
poder.95 Tambin es difcil imaginar a Betancourtdeclarando que si el
pueblo dice que s, se cambiara la Constituciny el pueblo es
soberano y a lo mejor yo no me voy en el 2013 sino que
90 Vase la discusin en Mrquez (2003). Vase tambin a Ellner y
Hellinger(2003: 224).
91 Alexander (1982: 640).92 Es interesante que, de acuerdo con
Dvila, hay una tendencia en el nacionalis-
mo de Betancourt por identificar la nacin con el partido ms que
con los lderesindividuales. Vase Dvila (1993: 59).
93 Alexander (1982: 586-587).94 El concepto de legitimidad
legal-racional fue desarrollado por Max Weber.95 Vase Jon Jeter,
From Chavez, Divisive Rhetoric: Embattled Venezuelans
Bluntness is Fuel for Recall Effort, The Washington Post, 11 de
marzo de 2004, A23.En lnea: LexisNexis Academic, 27 de junio de
2007. Chvez, en contraste, hamanifestado con frecuencia su intencin
de permanecer en el cargo hasta 2031.Vase, por ejemplo, en Simn
Romero, Election Deals Chvez a Stronger Hand,International Herald
Tribune, 6 de diciembre de 2006, p. 3. En lnea: LexisNexisAcademic,
27 de junio de 2007. Tambin ha expresado su deseo de modificar
laConstitucin y admitir la reeleccin indefinida del presidente, lo
cual, entre otrosfactores, ha provocado que incluso algunos de sus
ms cercanos seguidores, comoel ex vicepresidente Jos Vicente
Rangel, afirmen que Chvez se coloca a s mismopor encima de las
instituciones. Vase Rangel considera inquietante que Chvezest por
encima de instituciones, Agence France Presse-Spanish, 11 de
febrero de2007. En lnea: LexisNexis Academia, 27 de junio de
2007.
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627CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
vendran seis aos ms, 2019; y seis aos ms, 2025 y despus, seis
ms,2031.96
Sin embargo, como es comn en prcticamente todas las
sociedadesnacionales, Betancourt no pudo evitar acentuar, incluso
exagerar, susorgenes relativamente humildes:
Del pueblo vengo, en cuna pobre nac, me forj a puetazos con la
vida ycodo a codo con los trabajadores. No llegu a la Presidencia
de la Repblicarecibiendo donaciones de nadie. En Miraflores
atiendo, como Presidente detodos los Venezolanos, a capitalistas y
a asalariados, a hombres de empresay a obreros, a profesionales y a
estudiantes. Pero grupos minoritarios y prensaa su servicio, no
torcern jams el rumbo democrtico y popular de estegobierno.97
Betancourt expres este mismo sentimiento con frecuencia: por
ejemplo,al hablar de la reforma agraria en 1962, seal que:
A trabajar estas tierras, a pagar oportunamente los prstamos
recibidos delBanco Agrcola y Pecuario, a tener fe y confianza en
que la aurora nuevadespunta para el sufrido pueblo venezolano,
porque en los puestos delGobierno, colocados all por el mismo
pueblo, estn hombres con sensibili-dad social, hombres que no
olvidan, como no lo olvido yo, que del pueblovengo y del pueblo he
recibido en todo momento la donacin generosade su fe.98
Plenamente consciente de sus palabras, Betancourt asever que l
hablabael lenguaje de la nacin, el sencillo lenguaje de quien
conversa con elpueblo, en el lenguaje del pueblo. Ms adelante
agreg: Ser una vezms consecuente con el nuevo estilo de gobernar
implantado porla Revolucin de Octubre en el pas.99 Su relativa (y
posiblemente untanto afectada) modestia con respecto a su propio
papel es, de nuevo,comparable con la de Chvez:
Modestamente creo que contribu a cambiar el rumbo de la
polticavenezolana, as mis enemigos sonren irnicamente o arrugan el
rostro
96 Chvez citado en Elvia Gmez, Referendo decidira si Chvez se
queda hasta2031, El Universal, 20 de febrero de 2006. En lnea:
,visto el 5 de julio de 2007.
97 Betancourt (1960: 19).98 Betancourt, La reforma agraria en
marcha, en Betancourt (1962: tomo II, 233).99 Betancourt (1947:
3).
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JONATHAN EASTWOOD628
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
cuando alguien me llama el padre de la democracia. O cuando
ArturoUslar Pietri afirma que s soy el pap de este sistema,
poniendo nfasis enlos vicios, lacras y verrugas de nuestra
democracia.100
A continuacin cito la forma en que Betancourt describi ms tarde
losobjetivos de la revolucin, para lo cual emple una retrica que,
en msde una manera, no habra estado fuera de lugar en la Quinta
Repblica:
cambiar el rumbo de Venezuela, erigiendo las bases de un Estado
moderno,que sera prolijo enumerar los actos de gobierno, ya a travs
de la nuevaConstitucin, leyes y decretos de signo progresista; ya
por medio de la re-forma petrolera, que logr una mayor participacin
nacional y abri la sendade la explotacin directa por el Estado al
consagrar la frmula de no msconcesiones; y ya por la conversin del
pas semi-colonial y minero a otro deeconoma diversificada y propia,
a travs del fomento agropecuario y deldesarrollo industrial. Adems,
la defensa y el aumento del capital humano, laeducacin del pueblo
soberano, la valorizacin de la identidad cultural ylos profundos
cambios en la administracin, en la hacienda pblica, en lapoltica
monetaria y bancaria.101
Ms all de las reiteraciones del nacionalismo venezolano a travs
de lahistoria como un medio para establecer legitimidad poltica,
los nacio-nalismos de Betancourt y Chvez difieren de modo
importante. Quiz lafractura ms obvia est relacionada con sus
distintas actitudes hacia losEstados Unidos: Betancourt comenz como
marcadamente antiestadou-nidense y se volvi ms moderado despus
(aunque nunca fue, inclusoen la dcada de los aos sesenta,
sumisamente devoto de los EstadosUnidos, como algunos crticos han
sugerido). La retrica nacionalista deChvez, en cambio, es
vehementemente antiestadounidense. Esto nodebe ser subestimado y
puede ser visto en sus frecuentes y exaltadasaseveraciones de que
Estados Unidos es el imperio ms sanguinariode la historia,102 de
que George Bush es el diablo103 o de que Israel se
100 Betancourt (1984: 229).101 Betancourt (1984: 249-250). Vase,
por ejemplo, p. 39 de Amrica toda existe
en Nacin!, en Betancourt (1962: tomo I, 37-39).102 Vase A
Cautious Welcome for the Gringo; Latin America and the United
States, The Economist, U.S. Edition, 17 de marzo de 2007. En
lnea: LexisNexisAcademic, 27 de junio de 2007.
103 Vase Warren Hoge, A Speech that Kruschev or Arafat or Che
would Admire,The New York Times, 24 de septiembre de 2006, sec. 4,
col. 1, p. 14. En lnea: LexisNexisAcademic, 27 de junio de
2007.
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629CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
conduce en Lbano como Hitler.104 El nacionalismo de Chvez
estfuertemente cargado de ressentiment,105 es decir, le preocupa
profun-damente que la nacin venezolana no sea debidamente
respetada.En efecto, la relativa negligencia (y una peridica falta
de respeto) departe de Estados Unidos hacia Venezuela claramente
contribuye,desde mi punto de vista, a la animosidad que Chvez
manifiesta contrael pas norteamericano. No sera razonable afirmar
que dicha animosidadse basa, a diferencia de lo que sucede quizs
con Mxico y Cuba, enuna serie de supuestos errores histricos de
gran magnitud cometidospor el coloso del norte (al menos no en la
misma escala, excepto tal vezpor la participacin de los Estados
Unidos en la decisin de conferirleuna porcin del territorio de la
Guayana venezolana a la Gran Bretaadurante una disputa limtrofe
interpuesta por el gobierno venezolanoen 1899;106 el apoyo dado por
el rgimen de Eisenhower a la dictadurade Prez Jimnez;107 las
enormes ganancias hechas por compaasestadounidenses a expensas del
petrleo venezolano y, ms reciente-mente, los esfuerzos de Estados
Unidos por promover los programasde austeridad como aquel que
condujo al Caracazo en 1989).108 No songeneralmente los hechos,
sino las palabras del gobierno estadouniden-se lo que provoca a
Chvez. De esta manera, una declaracin hecha porCondoleezza Rice (o
cualquier otro funcionario de gobierno, pero Riceha sido
particularmente sealada por sus especiales crticas presidencialesy
ha sido llamada analfabeta o insultada personalmente de
otrasmaneras), que exprese preocupacin por el estado de la
democraciavenezolana, es considerada una afrenta a la soberana de
Venezuela.109
De acuerdo con Chvez, la primera gran ofensa cometida por
Esta-dos Unidos contra Venezuela fue haberse tardado tanto tiempo
enreconocer la independencia del pueblo venezolano con respecto a
Espaa.En un discurso de 2004, Chvez cit en tono aprobatorio a
Bolvar: Los
104 Simn Romero, Venezuela, Tired of U.S. Influence, Strengthens
its Relationshipsin the Middle East, The New York Times, 21 de
agosto de 2006, sec. A., column 1, p. 7.En lnea: LexisNexis
Academia, 27 de junio de 2007.
105 Sobre el ressentiment, vase Scheler (1972). Sobre el papel
del resentimientodentro del nacionalismo, vase Greenfeld (1992:
15-17).
106 Lombardi (1982: 29).107 Romero (2004: 132).108 Vase Lander
(2003: 16-32).109 Chvez eleva el tono contra asesora de Bush, El
Universal, 10 de enero de
2004. En lnea: . Consultado el 5 de julio de 2007.
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JONATHAN EASTWOOD630
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
Estados Unidos de Norteamrica parecen destinados por la
Providenciapara plagar la Amrica de miserias a nombre de la
libertad.110 Msadelante el propio Chvez agreg:
Aqu estamos hoy, enfrentando la misma amenaza, la misma agresin,
lamisma historia, la misma realidad histrica en el tiempo y en el
espacio hanpermanecido: 1820, ya han pasado casi 200 aos de aquella
alerta que hacael gran lder, el gran visionario que fue Simn
Bolvar. Doscientos aosdespus aqu estamos nosotros, concentrados, en
esta Caracas Bolivarianapara seguirle diciendo: NO al
intervencionismo norteamericano en nuestratierra.111
La causa ostensible de esta proclama y de las muchas otras que
hanvenido despus, fue el golpe de Estado acontecido en abril de
2002.112Sin embargo, es difcil creer que Chvez sea plenamente
sincero en suscontinuas advertencias sobre una invasin
estadounidense, las cualesfueron reiteradas no hace mucho y han
servido como la clara justificacinpara un abastecimiento de
armas.113
Es difcil negar que Estados Unidos tiene un fuerte inters en
man-tener un suministro permanente de petrleo y rechaza la retrica
y laspolticas chavistas. No obstante, Chvez y sus estrategas
nacionales einternacionales seguramente saben que una invasin no es
de ningnmodo inminente debido a: a) el grado en que las tropas
estadouniden-ses se hallan comprometidas en otros pases; b) la
percepcin por partede la actual administracin estadounidense de que
existen amenazasms graves para los intereses de su nacin en otras
regiones del planeta,especialmente Irn y Corea del Norte, y c) las
encuestas recientes, cuyascifras muestran altos niveles de
desaprobacin entre los estadouni-denses en relacin con el nivel del
actual despliegue militar en elextranjero.114 Por el contrario, me
parece que la interpretacin ms obvia
110 Chvez (2004: 14).111 Chvez (2004: 14-15).112 Para una
discusin fascinante sobre el golpe de Estado y sus implicaciones
en
lo que respecta a nuestro intento por comprender el
nacionalismo, vase Coronil (2005).113 Ex presidente chileno
manifiesta preocupacin por compra de armas por parte
del gobierno de Venezuela, El Universal, 26 de junio de 2007. En
lnea: . Consultado el 5 de julio de 2007.
114 Dalia Sussman, Poll Shows View of Iraq War is Most Negative
Since Start, TheNew York Times, sec. A., col. 5, p. 16, En lnea:
Lexis-Nexis Academic. Consultadoel 5 de julio de 2007.
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631CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
es que Chvez est consciente de que tener una constante
amenazaexterna le ha resultado muy efectiva a Castro115 y quiere
reproducirla frmula. El presente artculo no pretende formular
polticas, perome parece que estas reflexiones sugieren una clara
lnea de accin paraque el gobierno de los Estados Unidos no
contribuya a que Chvez sigaestableciendo su legitimidad con base en
la aparente defensa del pueblobolivariano (trmino cada vez ms
empleado por l para referirse a lanacin) y del mundo ante el riesgo
de una agresin imperialista. Elgobierno estadounidense debiera
prestarle tan poca atencin a Chvezcomo sea posible, resistir el
impulso de expresar su preocupacin acercadel rgimen chavista e
incluso, quizs, encontrar la manera de elogiarinocuamente a
Venezuela. Los arrebatos sin sentido como los infamescomentarios
hechos por el predicador televisivo Pat Robertson debieranser
enrgicamente desalentados, no slo por su naturaleza repulsiva,
sinoporque slo ayudan a reafirmar la imagen que Chvez est
construyendocon respecto a los Estados Unidos.116
Lo anterior podra sugerir que la combinacin de nacionalismo
yressentiment en Chvez es simplemente una estrategia calculada,
pero yono quisiera exagerar dicha idea. Quien ha intentado escuchar
con menteabierta sus largos discursos, no podr evitar pensar que
Chvez es sinceroen casi todo lo que dice. A diferencia de sus
crticos ms severos, yo creoque Chvez de verdad quiere mejorar la
calidad de vida de la poblacinpobre en Venezuela.117 Asimismo, creo
que realmente alberga unaprofunda animosidad hacia Estados Unidos:
no se trata slo de unaapariencia. De hecho, en otros bloques ms
extremistas dentro del grupode Chvez, es posible encontrar una
variedad de actitudes hacia EstadosUnidos y sus aliados y
diferentes grados de ressentiment. Algunos comoTarek William Saab,
llamado por Chvez el poeta de la revolucin (ycuyo libro ngel cado
ngel fuera bautizado por el mismo Chvez enuna ceremonia pblica),118
alcanzan verdaderos extremos al respecto, tal
115 Vase Prez-Stable (1999: 10).116 En una grotesca declaracin
realizada en el verano de 2005, Robertson
pblicamente alent el asesinato de Chvez. Laurie Goodstein,
Broadcaster OffersApology for Calling for Assasination, The New
York Times, 25 de agosto de 2005, sec. A,col. 1, National Desk, p.
15. En lnea: LexisNexis Academia, 27 de junio de 2007.
117 Y, como se menciona anteriormente, parece que ha tenido
cierto xito alrespecto, ayudado por los altos precios del petrleo y
una serie de innovadores pro-gramas sociales. Vase, por ejemplo,
Organizacin Panamericana de Salud (2006).
118 Chvez (2000b: 18, 23).
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JONATHAN EASTWOOD632
Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre,
2007): 605-639.
como lo expresa en el poema titulado Al Fatah.119 Cualquiera
sospe-chara que la mayora de los polticos del grupo chavista, as
como susseguidores, no estaran de acuerdo con dicha postura.
El propsito de este artculo no fue sugerir que no hay
diferenciasfundamentales entre los regmenes de Betancourt y Chvez
(obviamente).Tampoco pretend dar a entender que no hay diferencias
entre los tiposde sociedad poltica que cada uno buscaba establecer
(en realidad, pensarque este artculo propone que el rgimen de Chvez
posiblemente tendrconsecuencias similares a las que tuvo el rgimen
de Betancourt seramalinterpretarlo gravemente). Sin embargo, puesto
que la literaturaacadmica le ha prestado poca atencin a estos
puntos en comn,120 yparticularmente a la relacin con el
nacionalismo cvico y colectivistaque ambos comparten, decid
enfatizar aqu dichos aspectos. TantoChvez como Betancourt, junto
con la mayora de sus compatriotasincluso tan tempranamente como el
siglo XIX, entienden la nacin entrminos cvicos y colectivistas.
Esto permite su autocaracterizacin comointrpretes bien posicionados
de la voluntad nacional, y contribuye aexplicar no slo las pasiones
que incitan, sino la autoridad que ejercen.
Traduccin de Roco Saucedo
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119 Saab (1994: 116).120 Para una excepcin vase Buxton (2005:
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Recibido: 5 de julio de 2006Aceptado: 30 de junio de 2007