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Estereotipos, sexismo y mediciones.
17 Captulo 1
Esquema de contenidos
Pg.
1. Introduccin y objetivos
..................................................................................
19
2. Los estereotipos como sistemas sociales de
referencia.................................. 19
3. Las creencias sexistas. Un tipo particular de estereotipo de
gnero ............... 26
3.1. Los estereotipos de gnero
.................................................................
27
3.2. La ideologa de gnero
........................................................................
30
3.3. La identidad de gnero
........................................................................
34
4. Una realidad, dos metodologas de medida
.................................................... 38
4.1. Una prueba de papel y lpiz. El ASI
.................................................... 39
4.2. La cognicin social implcita. La IAT
.................................................... 41
5. Resumen
........................................................................................................
46
1 Estereotipos, sexismo y mediciones. CAPTULO
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
18 Captulo 1
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
19 Captulo 1
1. Introduccin y objetivos
Tres son las cuestiones fundamentales que se tratarn en el
presente captulo. La
primera es introductoria y se centra en el concepto de
estereotipo, ya que, como se
ver ms adelante, en l tienen origen las estructuras de
conocimiento organizado que
dan lugar a la aparicin de creencias y a sus correspondientes
actitudes,
predisposiciones y juicios de valor. En segundo lugar, se
analizar el sexismo,
respecto a cmo lo definen y clasifican los expertos; y por
ltimo, se examinarn dos
metodologas de anlisis y medicin del sexismo, cada una de ellas
con sus
herramientas especficas. Ambas metodologas, sin duda actuales,
disfrutan de un
amplio respaldo por parte de la comunidad cientfica, si bien,
como igualmente podr
comprobarse, se diferencian profundamente en las consideraciones
tericas sobre las
que se sostienen.
2. Los estereotipos como sistemas sociales de referencia
Los estereotipos pueden ser definidos de varias maneras segn se
acente en ellas el
producto final o su formacin y efectos. Para Deaux y Lewis
(1984), un estereotipo es
una representacin cognitiva de ideas, hechos e imgenes asociadas
a un grupo
social concreto, mientras que en opinin de Hamilton y Trolier
(1986), los estereotipos
son estructuras cognitivas que contienen conjuntos organizados
de conocimientos
1 Estereotipos, sexismo y mediciones. CAPTULO
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
20 Captulo 1
percibidos, creencias y predicciones sobre un grupo humano. De
su coincidencia se
extrae la idea de pertenencia al sistema cognitivo como
estructura de conocimiento; y
de sus diferencias, la existencia de representaciones diversas
procedentes de la
percepcin y expectativas acerca de un grupo social concreto. As,
puede decirse que
las personas poseen en su interior estructuras de conocimientos
estereotipados que
responden a aspectos relacionados con la etnia de los
individuos, la religin, la
poltica, el color de la piel, el sexo (gnero), la nacionalidad,
el lugar de residencia, el
nivel econmico, la edad, el mbito laboral, etc. (Lenton, Blair y
Hastie, 2000).
Pero, cmo se producen y desarrollan estas estructuras de
conocimiento previo de
carcter social? Aunque los autores no se ponen de acuerdo en los
procesos
especficos realmente implicados en la formacin y mantenimiento
de los estereotipos,
s coinciden en afirmar que un componente esencial en su gnesis,
aunque no el
nico, son los aprendizajes que tienen lugar en los distintos
mbitos con los que
interacciona cada persona a lo largo de su vida, teniendo unos
ms peso que otros y
dependiendo tambin su poder de influencia del momento evolutivo
personal. Entre
otros, la familia, la escuela (a travs de compaeros y
profesores), los amigos, el
entorno laboral, etc. A los cuales, hay que aadir todava los de
carcter colectivo
como la televisin, la radio, el cine, la prensa, etc. donde se
vierten opiniones (p.e.
debates y entrevistas), simulan contextos (p.e. series
televisivas o radiofnicas y
pelculas) y se ejemplifican estilos de vida (p.e. publicidad)
(Hamilton y Sherman,
1994). En un contexto de esta naturaleza, el proceso perceptivo
desempea un papel
predominante, dado que sus resultados habrn de sufrir un
tratamiento atributivo, es
decir, se dotar de significado a las conductas o caractersticas
observadas slo en
individuos que de manera inequvoca pertenecen a grupos sociales
determinados y
bien identificados, ya que, en la medida en que tales
observaciones procedan de
personas grupalmente no definidas, el producto de sus
observaciones no contribuir a
la formacin de estereotipos.
As pues, dado que los estereotipos se fundan en las diferencias
entre grupos
(aunque ms adelante los propios estereotipos servirn para
ampliarlas y
autoperpetuarlas), se hace imprescindible en su formacin la
presencia de un eficaz
mecanismo de percepcin diferencial basado en la existencia de
categoras sociales.
Esta tendencia a diferenciar es el inicio de la construccin de
estereotipos, dado que
como sealan Enesco y Navarro (2002), stos, los estereotipos, son
el resultado de
una atribucin de diferencias, no de una mera percepcin de
ellas.
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
21 Captulo 1
Sin embargo, no todos los hallazgos de diferencias conducen a la
creacin de
estereotipos, por ejemplo las diferencias en el color de los
ojos no llevarn
probablemente a nada, ya que stas han de poder asociarse con
aspectos
socialmente clave que delimiten y definan, an ms, la
diferenciacin social o
categorizacin. Es decir, las diferencias encontradas deben hacer
posible el desarrollo
de sistemas de creencias referenciales en los que queden
organizados, descriptiva y
prescriptivamente, tanto las caractersticas y rasgos
identificadores de cada grupo
social como necesarios tambin para su identificacin
diferenciada. Este proceso
diferenciador en funcin de distintas categoras sociales (p.e.
etnia, nacionalidad,
sexo, clase social) est guiado no tanto por diferencias
mensurables u objetivables,
como por un sistema previo de significados que, de forma activa
aunque inconsciente,
dirige la atencin a ciertas diferencias al tiempo que obvia
otras.
Ahora bien, por qu centrarse en la diferenciacin? Por qu
categorizar la
informacin social? Qu ventajas aporta para los individuos?
Respecto a la tendencia
diferenciadora cabe decir que desde las perspectivas cognitivas
actuales (posteriores
a la dcada de los aos 70), se pone nfasis en la existencia de
procesos perceptivo-
cognitivos normales y universales especializados en la
categorizacin social en lnea
con las tesis defendidas mucho tiempo antes por pensadores como
Walter Lippmann
(1922). Este simple hecho, la existencia de tales procesos
especializados, sera razn
suficiente para que las personas presten ms atencin a las
diferencias intergrupales
que a sus semejanzas. Y en cuanto al inters clasificador, es
posible plantear dos
ideas. Por un lado, se asume que, aunque el sistema cognitivo de
los seres humanos
es de carcter limitado, en ocasiones, sin embargo, debe
enfrentarse a complejas
situaciones sociales que necesita comprender con presteza para
interaccionar
adecuadamente. La categorizacin es, pues, un mecanismo que
reduce la carga
cognitiva y facilita la consecucin de conclusiones a costa de
reducir la riqueza de la
informacin original (Bodenhausen, Kramer y Ssser, 1994). Una
segunda razn es de
ndole social y se basa en la tendencia de las personas a
autoevaluarse
satisfactoriamente, lo que conduce a la creacin de grupos
sociales y a considerar el
propio, no slo diferente, sino mejor que los dems. No obstante,
a veces, el proceso
de categorizacin conduce tambin a un aumento de informacin al
recuperar
conocimientos y creencias personales producto de experiencias
pasadas y
aprendizajes sociales anteriores. Esta nueva informacin puede
ser entonces aplicada
a nuevas situaciones y procesos inferenciales sociales, lo que
desde un punto de vista
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
22 Captulo 1
cognitivo permite que algunos investigadores afirmen que en
dicho proceso de
categorizacin, al tiempo que hay una prdida de informacin, se d
tambin un
aumento de la misma (Swann, 1984). En cierta medida, podran
encontrarse puntos de
coincidencia con procesos de tipo heurstico en los que el xito
depende del acierto
con que se elija o active el estereotipo. En los casos en los
que la eleccin sea
adecuada y el entorno introduzca dificultades relacionadas con
la informacin (tanto
por exceso como por defecto), el conocimiento estereotipado
activado ser sin duda
de gran ayuda. Por consiguiente, lo que justifica la formacin y
mantenimiento de los
estereotipos parece encontrarse en la doble rentabilidad,
cognitiva y social, que se
alcanza cada vez que se emplean dichos atajos.
Los factores del entorno que pueden activar los estereotipos son
muy variados y los
especialistas han puesto de manifiesto muchos de ellos. Por
ejemplo, la existencia de
conflictos entre grupos es un poderoso factor desencadenante
(Robinson, Keltner,
Ward y Ross, 1995), como tambin lo son el hecho de tener que
asignar funciones
sociales (Eagly, 1995), la necesidad vital de identificacin o
afirmacin personal (Jost y
Banaji, 1994) e, incluso, las cuestiones relacionadas con el
poder (Fiske, 1993).
En cuanto a las causas que explican la formacin y permanencia de
estas estructuras
de conocimiento, cabe decir que la investigacin ha cambiado con
el tiempo su punto
de inters, pasando del estudio del efecto, es decir, de sus
resultados, al estudio
tambin de las condiciones ambientales y psicolgicas que las
hacen posibles. Un
trabajo centrado en el efecto y que lleg a hacerse clebre fue el
realizado por
Rosenthal y Jacobson en 1968, estudio que puso nombre al efecto
y que hoy se
conoce, precisamente, como Efecto Rosenthal. Estos
investigadores consiguieron
artificialmente, ya que nada de ello responda a la realidad, que
determinados
profesores tuvieran en muy alta consideracin a ciertos grupos de
alumnos, lo que
provoc que no slo esperasen un alto rendimiento acadmico
(profecas
autocumplidas) por parte de los citados alumnos, sino que
realmente, en opinin de
ellos, lo obtuvieron sin la menor sospecha y, adems, de manera
indiscutible.
Pero, como se ha dicho, la investigacin actual se dirige tambin
hacia las
circunstancias contextuales y psicolgicas que parecen explicar
la aparicin de los
estereotipos (Trouilloud, Sarrazin y Martinek, 2002). Dos
ilustrativas investigaciones
que ponen su foco de atencin en los procesos de deteccin y
generalizacin de
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
23 Captulo 1
caractersticas y atributos de un individuo a un grupo, as como
en su naturaleza no
consciente, son las que esquemticamente se presentan a
continuacin.
La primera de ellas es un trabajo realizado por Hill, Lewicki,
Czyzewska y Schuller
(1990) en el que se subraya el carcter descontrolado del proceso
de formacin de
estereotipos. En esta investigacin, los autores presentaron a
los sujetos
experimentales distintas caras de personas que haban manipulado
interesadamente
con el propsito de hacer correlacionar la amabilidad que stas
parecan transmitir con
la altura a la que se encontraban sus orificios nasales. Pasado
un tiempo, volvieron a
presentar nuevas caras a los mismos participantes (ahora sin tal
manipulacin) y
comprobaron que la regla que haban inferido de manera no
consciente no slo se
haba conservado, sino que sus efectos se mostraban fortalecidos
en la nueva prueba
(autoperpetuacin). De las diferentes conclusiones que pudieron
obtenerse, quiz,
convenga extraer tres realmente importantes: una, la fortaleza
de los efectos debidos
al aprendizaje no intencional producido durante el primer
experimento; dos, la
tendencia a generalizar la regla deducida anteriormente; y tres,
la aplicacin
automtica y sin reflexin a la hora de volver a aplicar la regla,
lo que lleva a
cuestionar su racionalidad.
La segunda investigacin es un interesante estudio llevado a cabo
por Hamilton y
Gifford (2000) en el que se centraron en los aspectos
relacionados con la identificacin
y generalizacin de caractersticas desde un punto de vista
eminentemente social y
para poner de manifiesto la ausencia de objetividad del proceso
citado. As, la
investigacin se plante sobre el efecto que se conoce como
correlacin ilusoria o
errnea, que no es otra cosa que ver conexiones donde no las hay.
Estos autores
comprobaron que los sujetos experimentales evaluaban de
diferente manera a dos
grupos hipotticos formados por un desigual nmero de personas, un
grupo grande y
un grupo pequeo, en funcin de las conductas que mostraban
algunos de sus
miembros. Sin embargo, el hecho diferencial se reduca a que la
aparicin de una
conducta socialmente inadaptada en un individuo del grupo pequeo
serva para
evaluar negativamente a todo su grupo, el grupo pequeo, mientras
que cuando esta
conducta era producida por un individuo del grupo grande, no
llevaba aparejada, con
la misma frecuencia, su minusvaloracin (la del grupo grande).
Curiosamente, los
investigadores tambin encontraron que este efecto de
emparejamiento (grupo
pequeo-conducta) no tena lugar con conductas socialmente
adaptadas, sino slo
cuando las conductas mostradas eran socialmente reprobables.
Estos resultados
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
24 Captulo 1
llevaron a pensar que, tal vez, el efecto podra deberse al
heurstico de disponibilidad
enunciado por Tversky y Kahneman (1973), mayor, desde luego, en
un grupo con
pocos individuos y, adems, ampliada por tratarse de una conducta
no social,
claramente ms llamativa, y, en general, menos frecuente. Aunque
tambin pueden
proponerse razones relacionadas con otros sesgos de
procesamiento implicados de
igual modo en la percepcin diferencial.
Como conclusin, es posible plantear algunas cuestiones
importantes: una de ellas, la
primera, vuelve a referirse a la falta de anlisis y reflexin
mostrada por los
participantes; otra, insiste en el componente no consciente del
propio proceso, hecho
que lo sita fuera del control de la persona; una tercera, se
fija en el contexto (Hilton y
von Hippel, 1996), y concretamente en cmo el diferente tamao de
los grupos parece
tener consecuencias notables en las respuestas de los
intervinientes; una cuarta, en la
presencia de una eficaz observacin diferencial; una quinta,
referida a los procesos de
aprendizaje que sostienen y mantienen los descubrimientos; y una
sexta,
posiblemente fundamental, tiene que ver con la fuerza del
efecto, con su poderosa
influencia sobre el comportamiento del individuo, sobre su
pensamiento.
Desde un punto de vista ms cognitivo que social, cabe decir que
la existencia de
estructuras de conocimiento estereotipadas pueden llegar a guiar
el procesamiento de
determinada informacin, bien haciendo que se perpete en una
determinada
direccin, o bien haciendo que se debilite y desaparezca. De
hecho, la activacin de
los estereotipos puede afectar a los procesos atencionales, a la
interpretacin de
hechos o a la cantidad y calidad del recuerdo. De la misma
manera, los estereotipos
pueden influir en la informacin que se percibe y en la conducta
que muestran los
individuos, llegando a producir hiptesis autocumplidas. As,
relacionado con los
procesos de codificacin y recuperacin, Biernat, Manis y Nelson
(1991) comprobaron
que las personas empleaban diferentes criterios cuando deban
enjuiciar la conducta
de personas pertenecientes a distintos grupos sociales. En
concreto, observaron que
una conducta asertiva era percibida en mayor grado en una mujer
que en un hombre,
hecho que justificaron en que la comparacin se iniciaba en sus
respectivos grupos
sociales de referencia y no en los individuos aislados como
hubiera sido deseable.
Vinculado con el procesamiento selectivo y con el recuerdo,
Taylor y Crocker (1981)
estudiaron la capacidad de los estereotipos para filtrar o
rechazar la informacin que
resultaba inconsistente con ellos. As, los resultados
confirmaron que la informacin
acorde con los conocimientos estereotipados interiorizados era
objeto de una mayor
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
25 Captulo 1
atencin, lo que a la larga mejoraba su recuerdo y serva para
autoalimentar
(perpetuar) el propio estereotipo.
En cuanto a cmo est organizado el conocimiento estereotipado,
cabe decir que los
expertos sostienen varias alternativas, si bien, al considerar
que es el aprendizaje el
que interviene tanto en la formacin como en el mantenimiento y
modificacin de los
sistemas de creencias (Wyer y Carlston, 1994), cobran fuerza las
tesis que defienden
la existencia de estructuras de conocimiento en forma de redes
asociativas o de
esquemas. De esa manera, es en estas estructuras donde se
almacena la informacin
con diferente grado de abstraccin, sea sobre rasgos, atributos o
ejemplares tipo, y
relativa a determinados grupos sociales, as como a sus miembros
(Fiske y Taylor,
1991), tratndose de conjuntos de conocimientos organizados y
dispuestos para ser
utilizados cuando la situacin, ms que el propio individuo, lo
demande.
Para terminar esta breve introduccin acerca de la formacin y
mantenimiento del
conocimiento estereotipado, bien pueden ofrecerse, a modo de
resumen, las
principales caractersticas que parecen presentar estos
conocimientos estereotipados
que se encuentran en la base de las diferentes creencias que, en
este caso, sobre el
mundo social tienen la mayora de las personas. Creencias
estereotipadas a travs de
las cuales las personas, en diferente grado, ven la realidad y a
las que recurren para
responder a ella, y sobre las que, entre otras cosas, puede
sealarse lo siguiente:
Su relacin con el aprendizaje, lo que hace que, al menos a
priori, estas
estructuras sean modificables, tanto en orientacin como en
complejidad.
La comodidad o economa cognitiva que proporcionan al reducir
la
informacin que debe procesarse.
Su carcter automtico y no consciente en lo que respecta a su
activacin,
as como a su posible influencia.
La aparente naturaleza de irracionalidad al basar la interaccin
en
informacin precaria y parcial de la realidad.
La naturaleza heurstica y dependiente del azar, tanto en el
acierto como en
el fracaso (von Hippel, Jonides, Milton y Narayan, 1993; Swim,
1994).
Y, finalmente, su dependencia del contexto, muy por encima
incluso de la
decisin del individuo.
En definitiva, se trata de conjuntos de conocimiento referencial
que simplifican
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
26 Captulo 1
errneamente la realidad y que son compartidos socialmente. Estos
conocimientos
intervienen en la vida de las personas, por ejemplo en las
expectativas que se crean
sobre los dems, y en ocasiones son una fuerte razn para
justificar conductas de
opresin por parte de los grupos ms poderosos y tambin de sumisin
por parte,
incluso, de los oprimidos. Adems, los estereotipos, conforme a
procesos como los
ya sealados o de otros como por ejemplo la homogeneidad del
grupo ajeno, se hallan
en la base de los prejuicios sociales, esto es, aseveraciones y
afirmaciones
valorativas sin fundamento objetivo hacia individuos y grupos
sociales no propios que
predisponen a la accin e introducen componentes de carcter
afectivo, lo que da
lugar a la formacin de actitudes negativas anticipadas que,
finalmente, pueden llevar
a la aparicin de conductas socialmente inadecuadas, es decir,
discriminacin.
3. Las creencias sexistas. Un tipo particular de estereotipo de
gnero
Desde el punto de vista de la percepcin social, el gnero es una
de las caractersticas
categricas ms salientes y responsables, con seguridad, de
numerosos procesos
atributivos en prcticamente todas las culturas estudiadas por
los especialistas.
Aunque gnero y sexo pueden a veces intercambiarse, son trminos
que representan
dos realidades conceptuales muy diferentes. El trmino sexo
guarda una estrecha
relacin con las caractersticas eminentemente biolgicas de las
personas y se fija en
las diferencias fsicas o anatmicas de los individuos. Sin
embargo, el trmino gnero
tiene un fuerte componente sociolgico y con l se llama la
atencin, sobre todo,
respecto a la organizacin social de los individuos. De esta
manera cuando alguien
considera que una caracterstica de hombre o mujer tiene un
origen social, estara
haciendo mencin al gnero, mientras que cuando entiende que la
base de una
caracterstica es biolgica, entonces se estara refiriendo al sexo
(Moya, 1985). As, la
afirmacin de que los hombres poseen, como norma general, una
mayor masa
muscular que las mujeres, est claramente relacionada con el sexo
como variable
biolgica. Pero cuando se afirma que las mujeres, como regla
general, estn ms
preparadas que los hombres para ocuparse de la casa, entonces se
est dirigiendo al
gnero como variable social.
Pero la investigacin psicolgica y psicosocial no siempre ha
tenido la misma
orientacin respecto al estudio de las diferencias entre hombres
y mujeres. En este
sentido, Deaux (1999) expresa muy bien y sintetiza en una
sencilla pregunta el punto
de inters de los primeros estudios, aproximadamente hasta
mediados de los aos 70:
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
27 Captulo 1
son diferentes los hombres y las mujeres? Esta visin, ya
superada, se centr
primordialmente en la bsqueda de diferencias atribuibles al
sexo, pasando por alto las
semejanzas y, lo que es quiz ms importante, lo relativo a las
interacciones sociales.
Y del mismo modo, tambin con una segunda pregunta sumamente
ilustrativa, esta
autora fija de nuevo el foco de estudio que viene siguindose
hasta nuestros das:
piensan las personas que los hombres y las mujeres son
diferentes? Este
nuevo enfoque, muy atento ahora a las influencias sociales,
considera que las
creencias y las expectativas que construyen las personas, as
como las caractersticas
especficas presentes en el entorno, son producto del medio
social en el que todas
tienen lugar y superan a los propios individuos y a su psicologa
(Moya , 2003).
En los ltimos aos, la Psicologa Social ha dirigido su inters, en
lo que al gnero se
refiere, a tres tipos de creencias: los estereotipos de gnero
como conjunto
estructurado de creencias culturalmente compartidas sobre un
sinfn de caractersticas
que poseen hombres y mujeres; la ideologa de gnero referida a
las actitudes sobre
las funciones (roles) y responsabilidades consideradas
apropiadas para hombres y
mujeres, tambin denominado actitudes de gnero, actitudes de rol
sexual, sexismo,
etc.; y, el tercer tipo, la identidad de gnero, entendido
fundamentalmente como
identidad sobrevenida de la pertenencia a un grupo, como
autopercepcin en trminos
masculinos y femeninos y, tambin, como esquema del Yo (Moya,
Pez, Glick,
Fernndez y Poeschl, 2002).
3.1. Los estereotipos de gnero
En los estereotipos de gnero es posible identificar distintos
tipos de contenido,
distintos tipos de conocimiento estereotipado (Moya y de Lemus,
2004), tales como
rasgos (inteligente, extrovertido/a, dulce, agresivo/a,
carioso/a, etc.), caractersticas
fsicas (fuerza muscular, tamao de los ojos, forma de las manos,
etc.), ocupaciones
laborales (fontanero/a, cartero/a, abogado/a, etc.), tareas
(atender la casa, dirigir el
negocio, cuidar a los hijos, etc.) e, incluso, orientacin
sexual, aunque de todo el
conjunto, quiz sea el primero, el referido a los rasgos, el que
con ms frecuencia
suele considerarse. Conjunto al que, todava, pueden aadirse
otros ms especficos
en forma de actitudes, creencias, conductas e, incluso, gustos y
preferencias (Eckes,
1994).
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
28 Captulo 1
Los especialistas creen que los estereotipos, dada su
pertenencia a un grupo, en
general etiquetan a las personas conforme a dos dimensiones
independientes: La
competencia, esto es, la capacidad para alcanzar una meta
socialmente prestigiosa; y
la sociabilidad, en forma de simpata interpersonal (Glick y
Fiske, 1999). La
competencia que se percibe de un grupo o de un individuo
asociado a l depende, por
encima de otros factores, de su grado de poder social o status.
De esta manera,
cuanto mayor sea la sensacin de poder (status) percibida en un
grupo, mayor ser la
competencia que se le atribuya. Por su parte, la sociabilidad
variar en funcin del
nivel de competicin o cooperacin intergrupales existentes. As,
cuanto ms
competitiva sea la relacin intergrupal, ms fuerte ser la
adscripcin de rasgos
negativos y hostiles hacia el grupo. Y viceversa, cuanto ms
cooperativa sea, ms
estereotipos con caractersticas interpersonales positivas se
desarrollarn con
respecto al grupo y sus miembros. Estas dimensiones sociales
trasladadas al mbito
del gnero, pueden reconocerse fcilmente en los rasgos y
conductas asignados a los
diferentes miembros. En este sentido, Parson y Bales (1955) ya
asociaron la
masculinidad, propia de los hombres, con formas de ser y
comportamientos activos,
mientras que la feminidad, propia de las mujeres, lo estaba con
conductas pasivas, de
relacin y de dependencia. Estas asociaciones o agrupaciones de
rasgos y
comportamientos propios de lo masculino y de lo femenino,
parecen encajar con la
denominacin de instrumentalidad y expresividad, trminos ms
cercanos al concepto
de estereotipo de gnero y justificados en el papel social de los
individuos (Spence y
Helmreich, 1978).
As, como se ha dicho, la instrumentalidad parece distinguirse
por su tendencia a la
accin, ms resolutiva y directa, centrada en la eficacia y la
autonoma (por ejemplo1:
amante del peligro, acta como un lder, atltico, independiente,
agresivo). Por el
contrario, la otra agrupacin presenta una mayor proximidad con
la emotividad,
pertenece en mayor medida al mbito de los sentimientos y de las
relaciones
personales (por ejemplo1: afectuosa, sensible a los otros,
compasiva, comprensiva),
por lo que el trmino expresividad determina muy adecuadamente
este segundo
conjunto. Hecha la aclaracin de los trminos, hay que subrayar
que los resultados de
la investigacin parecen sugerir con insistencia que son los
varones, los miembros del
grupo percibido con mayor status, los que en mayor medida tambin
son percibidos
como poseedores de caractersticas de alta instrumentalidad y
escasa expresividad. Al
tiempo que las mujeres, percibidas como miembros del grupo con
menor status, son
1 Informacin tomada de Lpez Sez, M. y Morales, J.F. (1995).
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
29 Captulo 1
vistas con rasgos y caractersticas propias de una elevada
expresividad y baja
instrumentalidad (Glick y Fiske, 1999).
Los estereotipos, pues, informan de los atributos que
caracterizan a una persona como
miembro de un grupo concreto, es decir, informan sobre cmo es,
le describen. As, el
estereotipo tradicional de mujer incluira atributos como persona
emotiva, dbil, poco
competitiva, dependiente, etc. Pero tambin proporcionan
informacin acerca de cmo
deben ser las personas, es decir, la prescriben. Lo que en el
caso anterior, se
traducira en que la mujer debera disponer de habilidades
interpersonales, mostrarse
dcil y cooperadora con los dems, etc. Algunos autores sostienen
que de estos dos
componentes presentes en todos los estereotipos, es el de
carcter prescriptivo el que
se encuentra ms desarrollado en los estereotipos de gnero (Fiske
y Stevens, 1993),
proponiendo, en su opinin, varias explicaciones:
La cercana y el contacto con otro grupo favorece el conocimiento
respecto a
cmo son y se comportan las personas de ese grupo y tambin sobre
cmo
deberan ser y deberan comportarse. Los hombres y las mujeres son
dos
grupos muy prximos con un elevado nivel de contacto.
Los estereotipos de gnero se adquieren muy pronto y, sobre todo,
su
componente prescriptivo. Los nios y las nias en sus primeros aos
de vida
aprenden rpidamente con sus juegos y juguetes a distinguir entre
hombres y
mujeres, tanto respecto a sus rasgos y caractersticas como a las
funciones,
comportamientos y cualidades que se supone que deben poseer.
Se ha observado que, en ocasiones quiz extremas, es ms fcil de
percibir
una trasgresin del estereotipo de gnero que una de otro tipo,
por ejemplo
racial. Muestra de la singularidad y fortaleza de estas
estructuras normativas.
Glick y Fiske (1999), todava aducen una razn ms, en este
sentido, al esgrimir la
defensa de los intereses individuales o grupales. Segn estos
autores, el componente
prescriptivo de los estereotipos de gnero puede ser fomentado
por el hecho de que
los miembros del grupo con mayor status (los hombres) dependan
de los miembros del
grupo con menor poder para la satisfaccin de determinadas
necesidades, lo que
conduce a que se aumente la estereotipia de gnero en la dimensin
social e
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
30 Captulo 1
interpersonal de las mujeres: las mujeres deben ser amables y
preocuparse por los
dems -de los hombres-, incluso postergando sus propios intereses
o necesidades.
3.2. La ideologa de gnero
Con esta denominacin se hace referencia al conjunto de actitudes
respecto a las
funciones y responsabilidades apropiadas para hombres y mujeres,
as como a las
creencias sobre las relaciones que los miembros de ambas
categoras sociales,
hombres y mujeres, deben sostener entre s. Como puede suponerse,
este concepto
puede variar mucho de un pas a otro o de una cultura a otra.
Para ser ms precisos,
al menos en los pases occidentales cabe hablar de dos tipos
diferentes de ideologa
de gnero o sexismo: el clsico y el ambivalente.
El sexismo clsico (tradicional, viejo, hostil) se entiende como
una actitud de
prejuicio o conducta discriminatoria basada en la supuesta
inferioridad o diferencia de
las mujeres como grupo (Cameron, 1977). Estas creencias sexistas
dejan sentir sus
efectos en muchas de las acciones que realizan las personas,
incluyendo tambin sus
juicios y valoraciones, dando lugar a situaciones reales de
discriminacin2. Tres son
los componentes que segn Glick y Fiske (1996) dan forma al
sexismo tradicional:
El paternalismo dominador, justificado en la creencia de que las
mujeres
son ms dbiles que los hombres en todos los sentidos.
La diferenciacin de gnero competitiva, debido a la creencia de
que las
mujeres son diferentes a los hombres y sus caractersticas no les
permiten
responsabilizarse de asuntos econmicos y sociales importantes,
siendo su
entorno natural la casa y la familia.
La hostilidad heterosexual, fundamentada en la creencia de que
las
mujeres, debido a su poder sexual, son peligrosas y manipulan a
los
hombres.
2 Como muestra y sin salir de nuestras fronteras, recurdese que
hasta principios de la dcada
de los 70 una mujer no poda abrir una cuenta corriente en un
banco sin la autorizacin
expresa de su marido o de su padre o, tambin, el artculo del
Cdigo Civil espaol en el que
se institucionalizaba la sumisin de la mujer respecto al hombre
legislando sobre la
obediencia que la mujer deba a su marido, texto oficial que
estuvo vigente hasta el 2 de
mayo de 1975.
-
Estereotipos, sexismo y mediciones.
31 Captulo 1
Sin embargo, al menos en la mayor parte de lo que se conoce como
pases
desarrollados, este tipo de sexismo rudo parece haber perdido
intensidad, aunque no
desaparecido, al combinarse con otro nuevo menos maligno, pero
slo en apariencia:
el sexismo benvolo3.
Los investigadores han comprobado que una ideologa de gnero
basada en tales
premisas comporta en ocasiones la aparicin de ideas o
sentimientos en parte
contradictorios en la persona que la posee, ya que no siempre se
justifica la agresin
hacia el grupo dominado, las mujeres. Esta contradiccin tiende a
resolverse, segn
los expertos, mediante la divisin del grupo considerado inferior
y acreedor de las iras
del poderoso, lo que da lugar a la aparicin de dos subtipos en
el grupo oprimido. As,
surge un subgrupo destinado a legitimar la agresin y, otro, til
para justificar su
ausencia. Como puede apreciarse, se trata de un caso claro de
ambivalencia, tanto en
las manifestaciones comportamentales de los individuos, sobre
todo del grupo
dominador, como de sus justificaciones. Esta indeterminacin,
fruto del conflicto
cognitivo, es precisamente la que pretenden disolver las nuevas
concepciones sobre el
sexismo y, en concreto, la teora de sexismo ambivalente
propugnada por Glick y
Fiske (1996, 2001). Un detalle que no conviene olvidar es que
una ideologa sexista lo
es hacia la mujer y, del mismo modo, lo es tambin hacia el
hombre, si bien, sus
consecuencias no son intercambiables. El sexismo para el hombre
supone un
aumento de poder social e independencia personal, mientras que
para la mujer, por el
contrario, implica minusvaloracin en general, sometimiento y
sufrimiento.
El sexismo ambivalente. La investigacin ms actual se inclina,
pues, por la
existencia de una nueva forma de sexismo (entendemos que
circunscrito slo a
determinadas sociedades y, desde luego, a la cultura occidental)
caracterizada por su
ambivalencia. Segn las tesis defendidas por sus autores (Glick y
Fiske, 1996, 2001),
el nuevo sexismo debe entenderse como un constructo formado a
partir de dos
componentes diferentes, aunque ntimamente interrelacionados: uno
hostil (sexismo
hostil) y otro benvolo (sexismo benvolo). Ambos tipos de sexismo
se fundamentan
en las condiciones biolgicas y sociales que rodean a los
distintos grupos humanos en
los que el hombre (el varn), como miembro del grupo dominante,
tiene el poder de las
instituciones (econmicas, polticas, empresariales) que controlan
y dirigen la
sociedad comn, mientras que la mujer ostenta el control tanto de
la reproduccin
3 El sexismo benvolo es, en combinacin con el clsico sexismo
hostil, el ncleo de la teora
ambivalente enunciada por los investigadores Glick y Fiske
(1996) como enseguida se ver.
-
Razonamiento condicional y creencias sexistas.
32 Captulo 1
como de la satisfaccin sexual del primero (poder didico). Este
poder didico de la
mujer se observa en la mayor parte de las sociedades en las que
estn presentes
actitudes de proteccin hacia las mujeres debidas a su papel como
esposas y madres.
La situacin dominante de los hombres favorece el sexismo hostil
al potenciar el
desarrollo de estereotipos que justifiquen su superioridad,
mientras que la
dependencia de los hombres respecto a la mujer, lleva a promover
el sexismo
benvolo, pues son consideradas como un recurso valioso que hay
que proteger y
cuidar para que satisfagan sus necesidades. Los componentes que
configuran el
sexismo benvolo son (Glick y Fiske, 1996):
El paternalismo protector, producto de la creencia de que el
hombre debe
cuidar y proteger a la mujer al igual que el padre debe cuidar y
proteger a sus
hijos.
La diferenciacin de gnero complementaria, debida a la creencia
de que
las mujeres poseen muchas caractersticas positivas que
complementan a las
que tienen los hombres.
La intimidad heterosexual, fruto de la creencia de que un hombre
est
incompleto sin una mujer.
El componente hostil del sexismo es una proyeccin del sexismo ms
retrgrado y
tradicional (sexismo antiguo), mientras que el segundo, el
benvolo, tambin llamado
sutil o encubierto, puede entenderse como un conjunto de
actitudes interrelacionadas
hacia las mujeres que son sexistas, por cuanto las considera de
forma estereotipada y
limitadas a ciertos roles, pero que, en cambio, son presentadas
con afectividad y
reconocimiento hacia la persona objeto de discriminacin. Este
sexismo benvolo,
ms dulcificado y menos estridente, es, sin ninguna duda,
sexismo, ya que se basa en
la dominacin de un grupo sobre otro que es estimado inferior.
Pero, incluso, el
sexismo benvolo puede ser ms perjudicial que el hostil en
ocasiones por articularse
conforme a un sistema de refuerzos y castigos destinado a que el
grupo subordinado
sepa comportarse como tal. Por el contrario, una actitud hostil
permanente por parte
del hombre sobre la mujer creara en ella un resentimiento
permanente que conducira
a la larga a su rebelin. El sexismo benvolo, sexismo disfrazado,
debilita
precisamente la resistencia de las mujeres ante el patriarcado
dominador al ofrecerles
afecto, reconocimiento y proteccin a quienes decidan aceptar el
desempeo de sus
roles tradicionales, entre ellos el de satisfacer las
necesidades de los hombres.
-
Estereotipos, sexismo y mediciones.
33 Captulo 1
Sin embargo, la ambivalencia puede dar lugar a la aparicin de
cierta disonancia
cognitiva en el sujeto sexista al experimentar sentimientos
encontrados referidos al
mismo objeto psicolgico. Como se mencionaba anteriormente, una
posible solucin
apuntada por varios autores consiste en la creacin subjetiva de
subtipos en el grupo
subordinado, las mujeres, como mecanismo para evitar el choque
de sentimientos o el
conflicto psicolgico que produce precisamente la ambivalencia
(Glick, Diebold, Bailey-
Werner y Zhu, 1997). Esta creacin subjetiva de subtipos, uno
bueno y otro malo,
permite que los sentimientos de ayuda, amor y cuidado englobados
en el componente
benvolo del sexismo puedan canalizarse al subtipo representado
por amas de casa,
madres y mujeres sexis, al tiempo que las actitudes de rechazo,
desdn y antipata se
reserven para el subtipo de mujeres independientes, activas,
socialmente competentes
y feministas. Pero debido a que la ambivalencia, y con ello el
conflicto, no slo parece
producirse respecto a un grupo subtpico, sino tambin ante
miembros individuales del
grupo subordinado, los especialistas no creen que esta divisin
polarizada ad hoc
explique por s misma el complejo fenmeno del sexismo (Glick y
Fiske, 2001). As, es
posible que una parte de las impresiones ambivalentes sean
resueltas mediante la
orientacin especfica de emociones y actitudes positivas y
negativas a diferentes
subtipos de mujeres, pero tambin es posible que no, que incluso
en los juicios y
valoraciones de hombres sexistas respecto a subtipos muy
destacados, prominentes y
concretos de mujeres, se hallen presentes ambos componentes
ambivalentes. Puede
que una mujer no tradicional y poderosa socialmente, a pesar de
ser negativamente
valorada por las personas sexistas, sea framente respetada por
su competencia. Y de
la misma forma, una mujer tradicional y sumisa, a pesar de ser
tratada con afecto y
cario, puede al mismo tiempo ser vista como incompetente, pasiva
y poco
interesante. En el primer caso, la falta de afecto podra
incrementarse an con la
aparicin de sentimientos de envidia o temor hacia su eficiencia
como mujer con xito,
mientras que el cario y afecto mostrados en el segundo caso
podran aumentar
todava por los sentimientos paternalistas y de superioridad que
despierta.
Ambos procesos, la creacin de subtipos a partir de un grupo y la
convivencia de
sentimientos ambivalentes ante un nico subtipo, pueden ser las
estrategias
adecuadas para soportar la ambivalencia. Una lo consigue
dividiendo el objeto
actitudinal (las mujeres) y, la otra, distinguiendo
diferencialmente las dimensiones de
evaluacin presentes en un nico subtipo. Por otro lado, hay que
poner de relieve que
el conflicto ambivalente no se produce al considerar y evaluar
los estereotipos, sino al
hacerlo respecto a individuos concretos, al personalizarlos en
miembros individuales
-
Razonamiento condicional y creencias sexistas.
34 Captulo 1
(una mujer concreta) y encontrar caractersticas combinadas
pertenecientes a
diferentes categoras frente a las que el hombre sexista
frecuentemente experimenta
sentimientos contradictorios (ambivalencia), especialmente,
quiz, hacia las mujeres
con las que su relacin haya alcanzado un mayor grado de
intimidad (Glick y Fiske,
2001).
3.3. La identidad de gnero
El concepto de identidad de gnero puede relacionarse con
diversos factores, si bien,
el que mayor acuerdo obtiene por parte de los especialistas
tiene que ver con la
identidad social proveniente de la pertenencia a un grupo, as
como con la
autopercepcin en trminos de masculinidad y feminidad. No cabe
duda de que las
personas pueden ser clasificadas conforme a muchos criterios y
el sexo es, con
seguridad, uno de ellos. Desde edades muy tempranas, el sexo, el
sexo biolgico, es
una de las caractersticas que con mayor facilidad se reconoce en
los individuos,
sirviendo para relacionar la psicologa del individuo con las
categoras de gnero que
una determinada sociedad y cultura les atribuye. Segn los
investigadores Tajfel y
Turner (1986), las personas somos influidas por los grupos o
categoras sociales a las
que pertenecemos porque los dems nos tratan en virtud de tales
pertenencias.
Ahora bien, la pertenencia a un grupo se produce desde dos
consideraciones: una es
externa y se refiere a las fuerzas de fuera del individuo que
empujan a su inclusin en
un grupo social concreto; y otra es interna, tiene su origen en
el propio individuo, y se
autojustifica en la valoracin de las caractersticas del grupo al
que pertenece. Esto
quiere decir, por ejemplo para el caso de los hombres y las
mujeres, que la
consideracin externa estar muy presente en todos ellos y ellas,
mientras que lo
correspondiente al factor interno lo estar en muy diferente
medida y matices, dado
que no todos los hombres y mujeres se identifican con la misma
intensidad y
frecuencia con su respectivo grupo de gnero. Este sentimiento de
pertenencia o
identificacin con el grupo social estereotpico, tanto de gnero
como tambin de otros
aspectos, tiene normalmente dos consecuencias importantes que
afectan a los planos
cognitivo y afectivo de la persona. La consecuencia cognitiva se
refiere a si los
hombres y las mujeres incorporan como parte de su identidad las
caractersticas
estereotpicamente asociadas a su categora de gnero. Los autores,
respecto a este
asunto, han mostrado ms discrepancia entre ellos que acuerdo,
sosteniendo que la
pertenencia a un determinado grupo de gnero no conduce a que sus
miembros
-
Estereotipos, sexismo y mediciones.
35 Captulo 1
asuman, sin ms, las caractersticas asociadas al mismo. En este
sentido, Deaux
(1992, 1993) ha sealado que se hace necesario observar por
separado las dos
diferentes identidades segn la Teora de la identidad social
(Tajfel y Turner, 1986), la
social y la personal, ya que, aunque ambas se hallan
estrechamente relacionadas, son
independientes. En opinin de Deaux (1992), posiblemente la
identidad social s
conlleve por parte de los miembros a una identificacin casi
automtica con los rasgos
y caractersticas del grupo de referencia. Sin embargo, la
identidad personal,
entendida como el conjunto de rasgos y conductas que la persona
encuentra
adecuados para describirse, puede conectarse con ms de una
identidad social, con lo
que su identificacin con las caractersticas de un nico grupo
estereotpico se vuelve
menos probable.
En lo que al componente afectivo (y emocional) se refiere, un
conjunto de estudios se
han centrado en el anlisis de la autoestima global de los
individuos, hombres y
mujeres, en funcin del grupo estereotpico al que cada uno
socialmente pertenece.
En esta lnea pueden ofrecerse varias propuestas tericas
sosteniendo la existencia
de una menor autoestima de las mujeres respecto a los hombres4.
Cooley (1956)
defiende la Teora del interaccionismo simblico, mediante la que
afirma que el
autoconcepto se desarrolla a travs de la interaccin repetida con
los dems, siendo
ste un reflejo directo de cmo los otros nos ven. Si las
interacciones son ms
reducidas y limitadas, tanto en el nmero como en la calidad
social, cabe pensar que
el autoconcepto que conformen se ver afectado en
consecuencia.
Por su parte, Gecas y Schwalbe (1983) propusieron la Teora de la
autoestima basada
en la eficacia, segn la cual el hecho de que un individuo
observe que con sus actos
puede controlar y manipular el entorno que le rodea hace que
desarrolle una imagen
positiva de s mismo en la que se reflejan sentimientos de
competencia, habilidad y
capacidad, en tanto en cuanto los individuos pertenecientes a
grupos dominados
desarrollarn, por el mismo motivo, imgenes negativas de ellos
mismos debido a las
escasas oportunidades que tienen de interaccionar con xito con
el entorno social
propio. Tambin, autores como Major, Barr, Zubek y Babey (1999)
sostienen que las
4 Pueden encontrarse justificaciones incluso de corte
psicoanaltico en escritos del propio
Sigmund Freud (1933): en el inconsciente de las nias puede
aparecer un sentimiento de
minusvala general por el reconocimiento de la falta, o envidia
del pene frente al hermano y/o
amiguito que s lo posee.
-
Razonamiento condicional y creencias sexistas.
36 Captulo 1
mujeres como grupo estereotpico poseen una autoestima inferior a
la de los hombres
debido a la mayor preferencia y valoracin de los atributos
masculinos, extrema en
muchos pases, en comparacin con los femeninos: carencia de
poder, negatividad,
limitacin de aspiraciones, etc.
Como un ltimo apunte de esta tesis minusvalorativa respecto al
sentimiento de
autoestima de la mujer, puede sealarse la visin denominada
profeca autocumplida.
Este original, pero razonable punto de vista, se basa en que las
personas con
frecuencia se comportan de acuerdo con los estereotipos que
poseen, confirmando y
modificando su autoconcepto en funcin de tales estereotipos. Tal
es el caso, por
ejemplo, de la mujer que, aun disponiendo de capacidad de
liderazgo, deja pasar un
ascenso en su empresa por considerar que ella, en consonancia
con su estereotipo de
mujer, no posee cualidades para un puesto de direccin,
confirmando con su renuncia,
tanto a ella como a los dems, que para lo que realmente tiene
cualidades y est
verdaderamente preparada es para realizar tareas de nivel
inferior. Ejemplo claro de
cmo un pensamiento proftico se cumple y adems sale fortalecido
para su posible
aplicacin en futuras ocasiones.
Crocker y Major (1989), dos autores con opiniones ms
igualitarias, es decir,
alineados claramente en la idea de que las mujeres no tienen una
autoestima menor
que la de los hombres, basan su argumentacin en la existencia de
varios
mecanismos, a modo de estrategias, a los que recurren los
miembros pertenecientes a
grupos poco favorecidos socialmente o estigmatizados para
defender su autoestima.
Entre estos mecanismos estn: la tendencia a establecer
comparaciones con
miembros del mismo grupo (endogrupo) en lugar de hacerlo con
miembros exitosos
del exogrupo; iniciar procesos atributivos para explicar la
aparicin de resultados
negativos que haga responsables a los prejuicios, as como a las
situaciones de
discriminacin que deben vivir; rechazar de manera selectiva las
caractersticas o
dimensiones en las que el propio grupo (endogrupo) sale
perjudicado y atender a
aquellas otras en las que s aparece beneficiado.
Major, Barr, Zubek y Babey (1999) llevaron a cabo un estudio muy
ambicioso en el que
participaron cerca de 82.000 personas de edades variadas y en el
que encontraron
una ligersima tendencia en los hombres a poseer una mayor
autoestima que las
mujeres. Sin embargo, teniendo en cuenta las caractersticas del
estudio, quiz, lo
ms relevante se halle en algunas relaciones entre gnero y
autoestima en las que el
-
Estereotipos, sexismo y mediciones.
37 Captulo 1
componente social es manifiesto. Por ejemplo, en relacin con la
edad, estos autores
observaron que entre chicos y chicas las diferencias en
autoestima favorables a los
chicos aparecan a partir de los 13 aos, no antes. Tambin
apreciaron que el grupo
racial al que pertenecan los participantes era importante,
comprobando que la
autoestima de los hombres era mayor que la de las mujeres, pero
slo en los
participantes de raza blanca. Y respecto a la clase social,
observaron que las
diferencias en autoestima entre hombres y mujeres se acentuaban
cuando los sujetos
pertenecan a clases medias o bajas.
Como puede apreciarse, los especialistas no tienen una opinin
comn en cuanto a la
forma en que se distribuye la autoestima entre hombres y
mujeres, dado que la
investigacin no parece aportar datos concluyentes en uno u otro
sentido. Por un lado
los que defienden que la mujer, por pertenecer a un grupo social
menos relevante,
posee menos autoestima, sostienen la existencia de varios
mecanismos tendentes a
explicar su punto de vista. Por su parte, los que rechazan la
existencia de diferencias
sociales en la autoestima entre hombres y mujeres, propugnan
tambin varias
estrategias compensatorias respecto a la mujer. Quiz, lo que se
deba poner
claramente de relieve, sea la conexin entre la autoestima de los
hombres y mujeres
como subgrupos de gnero con otras variables de carcter social
con las que s
parece interaccionar de manera selectiva.
Es debido a esta suma de influencias entre lo social
(pertenencia a un grupo e
identificacin de sus caractersticas) y lo personal (conjunto de
rasgos adecuados para
describirse), as como entre lo cognitivo (pertenencia a un grupo
y atribucin
automtica de sus caractersticas) y lo afectivo (nivel de
autoestima en funcin del
propio grupo -endogrupo- o del externo -exogrupo-), como cobran
importancia los
conceptos denominados masculinidad y feminidad como definitorios
de la identidad de
gnero. Respecto a ellos, cabe decir que en un principio los
especialistas los
consideraron como los polos extremos de una nica dimensin, lo
que permita
clasificar a las personas situndolas en un punto de ese
continuo, pero nunca en dos
puntos al mismo tiempo. Esta consideracin inicial se explicaba
en que el gnero
estaba ntimamente ligado al sexo biolgico de los individuos, lo
que haca que la
percepcin masculina o femenina de una persona dependiera
exclusivamente del
hecho de que fuera hombre o mujer. Esta visin funcionalista y
determinista ha hecho
que se considerase adecuado que hombres y mujeres desarrollasen
caractersticas
apropiadas para unos y otras. Recurdese el paralelismo
argumentado por Parson y
-
Razonamiento condicional y creencias sexistas.
38 Captulo 1
Bales (1955) entre masculinidad y rasgos y comportamientos
activos y resolutivos y
entre feminidad y formas de ser dependientes y orientadas al
logro del bienestar de los
dems. Adems, la masculinidad tambin ha conllevado un mayor
inters por uno
mismo como individuo frente al grupo de pertenencia, ms
autoafirmacin y
autoproteccin. A diferencia de la feminidad, que se ha asociado
con funciones de
inters comunitario manifestadas fundamentalmente en la abnegacin
de la mujer
respecto a los dems (Bakan, 1966).
Sin embargo, esta visin unitaria por unidimensional comenz a ser
cuestionada a
principios de los aos 70, surgiendo una nueva concepcin en la
que la masculinidad y
la feminidad eran consideradas como dos dimensiones
independientes, pudiendo una
persona obtener una puntuacin distinta en cada una de ellas.
Producto directo de
esta nueva forma de ver la masculinidad y feminidad, fue el
concepto de androginia
con el que se design a las personas que presentaban en igual
medida rasgos
masculinos y femeninos. As pues, la masculinidad y la feminidad
son en realidad
conjuntos diferentes de habilidades comportamentales y de
competencia interpersonal
que las personas, independientemente del sexo al que pertenecen,
emplean para
relacionarse con los dems. Muchos fueron los investigadores que
se sumaron a las
nuevas tesis, aunque posiblemente fuera en la persona de Sandra
L. Bem (1974,
1983) en la que se personalizara en mayor medida el nuevo
enfoque, autora que
desarroll tambin el Inventario del Rol Sexual (Bem Sex Rol
Inventory), el BSRI, que
de manera tan decisiva ha orientado una porcin importante de la
investigacin
especializada llevada a cabo desde la Psicologa Social.
4. Una realidad, dos metodologas de medida
Tradicionalmente, una parte importante de la investigacin
llevada a cabo en
Psicologa Social en general se ha basado en la observacin, la
entrevista y la
recogida directa de informacin sobre aspectos concretos de los
participantes
experimentales mediante instrumentos de lpiz y papel. Los
estudios relacionados con
el gnero no han sido una excepcin en este sentido, dado que han
sido diseados
para este fin numerosos instrumentos, tanto en formato de
cuestionario como de
inventario. Sirvan como simple muestra los siguientes: Bem Sex
Role Inventory (Bem,
1974), Personal Attributes Questionnaire (Spence, Helmreich y
Stapp, 1974), Attitudes
Toward Feminism Scale (Smith, Ferree y Miller, 1975), Attitudes
Toward Women Scale
(Spence y Helmreich, 1978), Sex-Role Egalitarianism Scale
(Beere, King y Beere,
-
Estereotipos, sexismo y mediciones.
39 Captulo 1
1984), Hostility Toward Women Scale (Check, 1988), Ambivalent
Sexism Inventory
(Glick y Fiske, 1996), Sexual Self-Esteem Inventory for Women
(Zeanah y Schwartz,
1996), etc.
Cada una de estas herramientas de medida responde a la
consideracin terica que lo
respalda, as, por ejemplo el Bem Sex Role Inventory y el
Personal Attributes
Questionnaire, ambos de la primera mitad de la dcada de los 70,
comparten su
inters por los rasgos y caractersticas de personalidad de
hombres y mujeres, por lo
que ambas pruebas son fundamentalmente clasificadoras. Una
consecuencia
importante de este enfoque es que su objeto de estudio -basado
en los estereotipos de
gnero, esto es, en los conocimientos estereotipados de los
individuos que los hacen
sentir diferentes- se dirige a la identidad de gnero.
Como se seal anteriormente, la investigacin actual parece estar
ms interesada
por las actitudes, y la teora del sexismo ambivalente es un buen
ejemplo de ello. Sus
autores (Glick y Fiske, 1996) han desarrollado un instrumento de
corte clsico en la
forma, pero de acuerdo con las ideas que defienden en su
propuesta terica, el ASI.
Este instrumento no se dirige tanto a la informacin depositada
en los estereotipos de
gnero existentes como a sus efectos en la forma de pensar y de
relacionarse las
personas entre s. Se interesa, en definitiva, por la ideologa de
gnero como elemento
normativo y responsable de excepcin del carcter prescriptivo del
sexismo.
Sin embargo, otro mbito de investigacin metodolgica centra su
estudio en las
razones preconscientes o asociaciones implcitas de las personas
que explican
muchas de sus acciones y opiniones en las que los asuntos
ligados al gnero resultan
especialmente adecuados. Se trata de una metodologa de medida
indirecta dirigida a
la cognicin implcita que cuenta con un instrumento muy bien
aceptado por la
comunidad investigadora: La Prueba de Asociacin Implcita
(Implicit Association
Test). Metodologa e instrumento que han proporcionado nuevos
espacios de estudio
objetivo y que han hecho posible la aparicin de nuevas pruebas,
quiz ms simples,
basadas en sus postulados.
4.1. Una prueba de papel y lpiz. El ASI
Dentro de la categora de pruebas de lpiz y papel, los autores de
la Teora de
Sexismo Ambivalente han desarrollado un instrumento especfico
para determinar el
-
Razonamiento condicional y creencias sexistas.
40 Captulo 1
grado en que ambos componentes, el sexismo hostil y el sexismo
benvolo hacia la
mujer, estn presentes en los sistemas de creencias de las
personas, el Ambivalent
Sexism Inventory (ASI) (Glick y Fiske, 1996). Se trata de un
inventario sencillo que ha
sido analizado psicomtricamente y comparado con otros
instrumentos demostrando
tanto su fiabilidad de medida como su validez de constructo. El
inventario original ha
sido traducido y adaptado a la poblacin espaola, cumpliendo
tambin
satisfactoriamente los requisitos psicomtricos de la nueva
versin: El Inventario de
Sexismo Ambivalente (Expsito, Moya y Glick, 1998).
La versin espaola, al igual que la original en lengua inglesa,
consta de 22
enunciados agrupados en torno a los dos componentes del sexismo.
Once de ellos se
relacionan con el sexismo hostil hacia la mujer, con lo que dan
lugar a la escala de
sexismo hostil, y los once restantes corresponden al componente
benvolo. Fruto del
estudio factorial realizado, tanto en la versin original como en
la adaptada en lengua
espaola, los once enunciados pertenecientes a la escala de
sexismo benvolo
pueden disgregarse en tres subcomponentes. De esta manera,
cuatro responden al
paternalismo protector, otros tres a la diferenciacin de gnero
complementaria y los
cuatro restantes a la intimidad heterosexual. El inventario,
proporciona una puntuacin
para cada uno de estos componentes de sexismo, segn una escala
de valoracin de
seis puntos.
Una cuestin de gran relevancia en pruebas de esta naturaleza,
tiene que ver con el
grado de sinceridad con el que contestan los participantes,
sobre todo, cuando deben
hacerlo en pruebas que versan sobre asuntos sociales candentes y
en las que se les
solicitan opiniones pertenecientes a la esfera ntima y personal,
como es el caso. Por
ejemplo: cree usted que un hombre debe dirigir con cario, pero
con firmeza a su
mujer? o cree usted que las mujeres utilizan sus encantos
sexuales para manipular y
controlar a los hombres? Cabe decir que ante tales cuestiones,
los participantes
pueden responder en funcin de la deseabilidad social, esto es,
pueden dejarse llevar
por consideraciones sociales y personales y contestar en funcin
de lo que les parece
socialmente correcto (e incluso, tambin ticamente correcto),
aunque ello no coincida
con lo que realmente piensan. Para controlar este efecto, los
autores del citado
inventario se ayudaron del Balanced Inventory of Desirable
Responding (Paulhus,
1988), mientras que para la versin adaptada a la poblacin
espaola se utiliz la
Escala de deseabilidad social de Marlowe-Crowne (Crowne y
Marlowe, 1966), no
encontrando entre las versiones puestas a prueba y sus
correspondientes
-
Estereotipos, sexismo y mediciones.
41 Captulo 1
instrumentos testigo ninguna conexin digna de mencin, por lo que
ambos
instrumentos, el original y el adaptado, parecen, en opinin de
sus autores, no estar
afectados por esta cuestin.
4.2. La cognicin social implcita. La IAT
Un aspecto clave del concepto denominado cognicin implcita es
que las experiencias
que vive una persona, por pequeas que sean, siempre dejan restos
o huellas de
informacin en la memoria, a pesar de lo tempranas que puedan
haber sido y de lo
difcil que resulte su recuperacin intencional, dado que no es
posible acceder a ellas
ni mediante autoinforme ni por introspeccin (Schacter, 1987;
Greenwald, 1990). Un
ejemplo ilustrativo de cognicin implcita son los resultados
obtenidos en la tarea de
reconstruccin de palabras incompletas. En esta tarea, los
participantes responden
mejor cuando las palabras incompletas proceden de una lista a la
que previamente
fueron expuestos que de una a la que no lo estuvieron, a pesar
de que la exposicin
fuera muy anterior y nada hiciera pensar que estuviera
relacionada con la prueba. El
efecto es fruto de la existencia de una informacin residual en
la memoria de los
participantes (Richardson-Klavehn y Bjors, 1988).
Una definicin prototpica y esquemtica sobre este concepto podra
ser la siguiente:
Una cognicin implcita C es un rastro no identificado
introspectivamente de una
experiencia pasada que conduce a R. En esta definicin
esquemtica, C es la etiqueta
de un constructo (por ejemplo, una actitud) y R el nombre de una
(su) categora de
respuesta (por ejemplo, un objeto evaluado) sobre la que se
asume la influencia del
constructo (Greenwald y Banaji, 1995).
As, las actitudes y los estereotipos son, segn los expertos,
estructuras cognitivas de
conocimiento implcito. Numerosos trabajos parecen indicar que
las actitudes son
activadas mediante complejos procesos de atencin consciente de
tan rpida
ejecucin que en realidad escapan a la conciencia del individuo.
Estos procesos estn
generalmente originados por estmulos concretos cuya presencia en
el ambiente
difcilmente puede ser advertida de manera consciente (Barg,
Chaiken, Govender y
Pratto, 1992).
Por su parte, sobre los estereotipos, la investigacin sostiene
que el funcionamiento u
operacin que tiene lugar a partir de estas estructuras es de
carcter automtico y no
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
42 Captulo 1
consciente (Banaji y Greenwald, 1995). En este sentido, estudios
clebres como el
realizado por Goldberg en 1968 sobre la evaluacin de artculos
periodsticos escritos
por hombres o mujeres ponen de manifiesto la naturaleza
preconsciente e implcita de
estos conocimientos, as como lo adecuado que resulta el empleo
de la metodologa
indirecta de la que la Implicit Association Test (IAT) es un
buen exponente.
El fundamento de esta metodologa de medida indirecta se
encuentra en dos
condiciones: la primera que debe darse es que los participantes
experimentales han
de desconocer el objetivo de la prueba, es decir, en ningn
momento deben conocer lo
que realmente pretende la prueba, lo que reducir su reactividad
y al mismo tiempo
evitar la aparicin representaciones sesgadas y de autoevaluacin;
y la segunda,
tiene que ver con la variable registrada, dado que entre sta y
la objetivo del estudio
deber establecerse una relacin proporcional de carcter
inferencial.
La IAT y otras pruebas ms sencillas diseadas conforme a esta
metodologa utilizan
el tiempo de reaccin registrado en las respuestas de los
participantes para estimar la
fuerza de asociacin existente entre diversos conceptos.
Relaciones que tienen lugar
de manera automtica y sin control consciente, pero que se hallan
en la base de
muchas de las conductas y valoraciones de los seres humanos.
Supngase que a una persona se le presentan una serie tarjetas
con caras humanas,
una cara en cada tarjeta y repartidas a partes iguales entre
varones y mujeres. Y, a
continuacin, se le pide que cuando la cara de la tarjeta sea de
un varn diga lo ms
rpidamente posible la palabra amarillo y cuando sea de una mujer
la palabra azul. Lo
cierto es que practicado con los primeros casos, la regla es
fcil de interiorizar, lo que
conducir a que el sujeto experimental lleve a cabo la tarea con
gran rapidez y sin
errores. Imagnese ahora que se dispone de una nueva serie de
tarjetas, en esta
ocasin, con nombres de varones y de mujeres, y se le pide que
aplique la misma
regla, nombre de varn deber decir amarillo y nombre de mujer
deber decir azul.
Posiblemente, esta tarea tambin ser sencilla y podr realizarse
con rapidez y
seguridad.
La tercera tarea que se puede proponer puede consistir en
mezclar todas las tarjetas y
pedirle a este participante que cuando la tarjeta que se le
entregue contenga una cara
de varn o un nombre de varn diga amarillo y, por el contrario,
cuando contenga una
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
43 Captulo 1
cara de mujer o un nombre cara de mujer, diga azul. Seguramente
esta tercera tarea,
resultar igualmente sencilla.
Pero considrese una pequea variacin, cambiar la segunda tarea,
la primera
permanece igual, y se pide al participante que cuando la cara
sea de varn diga azul y
cuando sea de mujer diga amarillo. El grado de dificultad no
aumentar pasados los
primeros casos de prctica. Sin embargo, el cambio recin
realizado en la segunda
tarea, har que la dificultad de la tercera aumente
considerablemente, dado que si
aparece una cara de varn o un nombre de mujer deber decir
amarillo, mientras que
si es una cara de mujer o un nombre de varn deber decir
azul.
El incremento de dificultad se debe a que existe una fuerte
asociacin interna entre las
caras de varones y los nombres de varones, lo que hace que la
dificultad de la tercera
tarea sea muy baja en el primer caso, pero no en el segundo.
Tras el cambio
realizado, la asociacin existente no slo no ayuda a resolver la
prueba, sino que
incluso lo entorpece, por lo que si el participante desea no
cometer errores, deber ir
con cuidado y dedicar mucho ms tiempo que antes.
En realidad, la diferente ejecucin del participante (diferencias
en los tiempos de
reaccin) en estas dos tareas combinadas es considerada como una
medida de la
fuerza de asociacin entre los conceptos a prueba y, en este
caso, justificada en el
gnero. Esta sencilla idea es la que se encuentra en la base
metodolgica de la
Prueba de Asociacin Implcita5 (Implicit Association Test),
siendo muy bien aceptada
por la comunidad cientfica internacional y muy utilizada en los
estudios sobre
estructuras de conocimiento asociativas con inters social.
La estructura definitiva de la Prueba de Asociacin Implcita est
compuesta de cinco
secuencias, de las cuales, la 3 y la 5 son las fundamentales
(vase la tabla 1-1 en la
que se representan esquemticamente sus elementos y secuencias,
incluyendo como
contenido de los mismos, parte de los conceptos y atributos
empleados por Puertas,
Rodrguez-Bailn y Moya (2002) en una investigacin relacionada con
el concepto de
poder y las dimensiones atributivas de competencia y
sociabilidad).
5 Hay que hacer notar que la prueba se ejecuta sobre ordenador,
presentando la informacin
correspondiente a los diferentes estmulos de manera aleatoria y
registrando el tiempo que
los participantes experimentales necesitan para clasificar
dichos estmulos segn los campos
conceptuales que se propongan en cada caso.
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
44 Captulo 1
Tabla 1-1. Presentacin esquemtica de la estructura de la Prueba
de Asociacin
Implcita
Secuencias
1 2 3 4 5
Descripcin de cada
secuencia
Discriminacin conceptual
inicial
Discriminacin atributiva
directa
Combinacin inicial
Discriminacin atributiva inversa
Combinacin inversa
Instrucciones Poderoso
No poderoso Competencia
Sociabilidad
Poderoso Competencia
No poderoso Sociabilidad
Competencia Sociabilidad
Poderoso Competencia No poderoso
Sociabilidad
Estmulos
(seleccin)
Rey Juez
Esclavo Sbdito
Etc.
Simptico Emprendedor
Generoso Delicado
Etc.
Inteligente Rector
Criado Comprensivo
Etc.
Culto Carioso
Seguro Sensible
Etc.
Racional Solidario
Vasallo Emperador
Etc.
Como puede apreciarse en la tabla 1-1, en la primera secuencia
de la IAT6,
Discriminacin conceptual inicial, se clasifican los estmulos
(rey, juez, esclavo,
sbdito, etc.) segn su relacin con el concepto Poderoso (o con su
ausencia No
poderoso), sealando para cada uno de ellos su ubicacin (vase la
figura 1-1).
Figura 1-1. Ejemplo de la presentacin del estmulo Rey dentro de
la secuencia primera.
6 La clasificacin que se pide es sumamente sencilla, slo debe
indicarse derecha e izquierda
segn el lugar en el que se encuentre visible el concepto o
dimensin atributiva de este
ejemplo con el que se relaciona. En la tabla 1-1, esta
informacin se representa mediante la
colocacin (derecha e izquierda) de los puntos negros. As, por
ejemplo, en el momento en el
que durante la secuencia primera apareciese el estmulo Rey, dado
que est relacionado con
el concepto Poderoso y que ste ltimo est en la parte izquierda
de la pantalla (vase
tambin la figura 1-1), el sujeto experimental debera pulsar lo
ms rpidamente posible la
tecla correspondiente a dicho lugar izquierdo.
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
45 Captulo 1
En la segunda secuencia, Discriminacin atributiva directa, se
realiza la misma
tarea de clasificacin de estmulos (simptico, emprendedor,
generoso, delicado, etc.),
pero en esta ocasin respecto a las dimensiones Competencia y
Sociabilidad. Sin
embargo, en la secuencia tercera, Combinacin inicial, tiene
lugar una doble
clasificacin de estmulos, ya sea relacionados con el concepto
Poderoso (o con su
ausencia, No poderoso), ya sea con las dimensiones atributivas
de Competencia o
Sociabilidad. De esta forma, el efecto debido a la cognicin
implcita (diferente fuerza
de asociacin) se pone de manifiesto al comparar las medidas
obtenidas en las
secuencias 3 y 5. Si la relacin entre la dimensin atributiva de
Competencia y el
concepto Poderoso es ms intensa, es decir, estn asociados con
mayor fuerza, el
tiempo medio obtenido en la secuencia 3 ser inferior al obtenido
en la secuencia 5. Y
del mismo modo, si la relacin entre la dimensin de Sociabilidad
y la ausencia de
poder (No poderoso) es elevada, el tiempo medio obtenido en la
secuencia 3 ser
igualmente menor al de la secuencia 5.
Sin embargo, al amparo de esta metodologa y conforme a las
posibilidades del
instrumento original, los especialistas han desarrollado otras
herramientas ad hoc
menos ambiciosas para emplear en sus investigaciones cuando sus
objetivos y
caractersticas lo permiten. En este sentido, pueden ofrecerse
varios casos bien
justificados en los que el uso de esta metodologa indirecta,
aunque simplificada, est
muy presente. Tal es el caso, por ejemplo, de la investigacin
sobre supresin de
pensamientos estereotpicos relacionados con creencias racistas
realizada por
Rodrguez-Torres y Rodrguez-Prez (2000) en la que estimaron las
creencias de
naturaleza racista de los participantes mediante una sencilla
prueba de tiempos de
reaccin (vase la figura 1-2). Estos autores, presentaron a sus
participantes una larga
serie de adjetivos (educado, atltico, sucio, ignorante, aseado,
etc.) siempre
precedidos por los trminos blanco o negro con los que se
pretenda activar las
estructuras de creencia para las citadas razas humanas. Cada
adjetivo apareca
aleatoriamente en dos ocasiones, una vez inmediatamente a
continuacin de blanco y
otra de negro.
Dado que la pregunta que se les haca era acerca de si el
adjetivo presentado poda
servir para calificar a una persona y los trminos activaban el
estereotipo social de
raza correspondiente, estos autores consideraron que la
diferencia encontrada en los
tiempos de reaccin obtenidos para un nico adjetivo, segn el
trmino (blanco o
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
46 Captulo 1
negro) que le precediera, era un indicador proporcional de la
existencia de estructuras
de conocimiento estereotipado respecto a la raza o el color de
la piel de las personas.
Figura 1-2. Ejemplo de secuencia de presentacin de un mismo
adjetivo tras los dos
trminos activadores.
Como puede apreciarse, se trata de una metodologa muy atractiva,
capaz de esquivar
los efectos debidos a los intereses sociales de los
participantes y muy apropiada para
estudiar con rigor determinados hechos de la realidad psicolgica
de las personas que
parecen estar fuera de su esfera consciente.
5. Resumen
Como se ha visto en este captulo, los sistemas de creencias son
amplios conjuntos de
conocimiento organizado que las personas han ido almacenando en
su memoria a
travs de complejos procesos de aprendizaje incidental guiados
por procesos de
atencin espontnea aunque conscientes. Estas creencias, sea como
estereotipo,
como ideologa o como identidad, influyen en la percepcin de la
personas y, por
ende, en sus juicios y acciones. Las creencias de gnero, por su
parte, introducen una
divisin entre los individuos de una sociedad que se justifica,
primero, en su sexo
biolgico y, posteriormente, en su gnero como factor de ndole
social, con el
propsito de hacerlos socialmente diferentes en sus
caractersticas psicolgicas
descriptivas y tambin prescriptivas. Adems, tanto el proceso de
formacin como el
responsable de los efectos es automtico y ajeno a la voluntad
del individuo, al igual
que su puesta en marcha, dado que ste ltimo parece activarse ms
por claves
externas presentes en el ambiente que por factores internos bajo
el control del
individuo. Tales singularidades hacen que puedan defenderse
varias metodologas de
estudio, segn dnde se site el punto de inters, sea ste en la
ideologa, en la
identidad, etc.
Nota La pregunta que debe ser contestada, S o No, en cada
pantalla es: sirve este adjetivo para calificar a una persona? Las
letras i y j con las que se marca el orden de presentacin, obedecen
a una secuencia aleatoria.
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Estereotipos, sexismo y mediciones.
47 Captulo 1
En definitiva, lo que finalmente puede plantearse acerca de este
asunto es que la
percepcin juega un papel importante, como lo juega igualmente la
memoria como
estructura en la que se codifican, almacenan y de la que se
recuperan los citados
conocimientos estereotipados. Pero la memoria no slo es una
plataforma para dejar
informacin y recuperarla, es tambin un sistema capaz de
procesarla muy
activamente. As, la memoria puede representar, combinar,
comparar, deducir,
razonar en funcin de, entre otras cosas, su mayor o menor
capacidad. Adems,
para la realizacin de estas tareas, hay una estructura funcional
clave: la memoria de
trabajo. Una estructura construida por la evolucin para procesar
activamente la
informacin y hacer posible el pensamiento. Algunas de las
preguntas que quiz
quepa plantear llegados a este punto, bien pudieran ser las
siguientes: Hasta qu
punto la existencia de estereotipos de gnero influir en algo tan
concreto como el
razonamiento de las personas? La capacidad de la memoria, en
particular la de la
memoria de trabajo, ser un factor decisivo o no? Qu tipo de
pruebas puede aportar
mejor informacin sobre el grado de presencia de tales sistemas
de creencias en los
individuos? Cmo puede explicarse un proceso de razonamiento en
el que parte de
sus componentes se encuentran fuera del control de los
individuos por ser de
naturaleza no consciente?
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Razonamiento condicional y creencias sexistas.
48 Captulo 1