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Conflicto judaísmo-cristianismo
Una nueva lectura del libro de los Hechos
ROlViÁN LLAMAS
(Toledo)
Algo que llama la atención a quien lee el libro de los Hechos,
desde sus primeras páginas, es el conflicto entre la religión
funda-da por Jesucristo o su mensaje y el judaísmo o la religión
judía. Conflicto que estalla en mil escaramuzas a lo largo de todo
el libro. Se saca la impresión de que el mensaje de Jesús -la
expan-sión universal del evangelio, el tema de los Hechos- le costó
Dios y ayuda penetrar de lleno en los corazones y en la sociedad y
sus estamentos, comenzando por los mismos que tenían el man-dato de
anunciarlo.
Esta primera impresión se convierte en constatación en una
relectura del libro, leído sin prejuicios de escuelas y sin
pretensio-nes de añadir algo nuevo a lo ya estudiado; leído desde
el mismo texto e investigando la dimensión teológica o plan
teológico que da unidad a las diversas perícopas o relatos. La
expansión univer-sal del evangelio se lleva a cabo sin que los
apóstoles tomen la iniciativa al instalarse en Jerusalén como la
comunidad judeo-creyente; tiene que ser el Señor que permite la
persecución desata-da contra la facción judeo-helenista creyente,
residente en Jerosó-lima (Act 8,16), con ocasión de la denuncia
profética y la muerte testimonial de Esteban. El Espíritu Santo
contra viento y marea, contra el obstáculo que encuentra en los
personajes más significa-tivos de la comunidad judeo-creyente,
lleva a cabo la expansión
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (52) (1993), 167-201
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universal del evangelio. El Espíritu Santo juega un papel
decisivo y de primer orden en la expansión universal del evangelio,
como lo juega ya en la vida de Cristo (Lc 4,1), que, por eso, se ha
llamado el evangelio del Espíritu Santo al libro de los Hechos.
En este trabajo, que tiene más de exposición que de estudio
investigativo 1, me limito a presentar el tema en los conflictos
que surgen en la comunidad judea-creyente de Jerusalén y en el caso
del convertido Pablo.
La nueva lectura del libro de los Hechos, con la interpretación
especial de los actos y episodios narrados en ellos, parte del
hecho de unos postulados y de unas constataciones.
Entre los postulados está el que el libro de los Hechos no es un
libro histórico en el sentido técnico de la palabra, sino un
evangelio, y conforme a las reglas de este género literario hay que
leerlo y comprenderlo. Es el relato de la expansión universal del
evangelio por medio de los apóstoles de Jesús, que no encuentra su
realización plena, según la mente de Jesús y el convencimiento de
Lucas, hasta que no es predicado abiertamente a los paganos sin el
intermediario del pueblo judío, sin ser un apéndice del pueblo
judío. Por eso, precisamente los personajes claves, como Pedro y
Pablo, desaparecen de la escena en su labor evangelizadora cuando
se han dado de lleno a predicar a los paganos. Como dando a
entender que desde ese momento están en la línea que Jesús les
trazó cuando les mandó que predicasen la buena nueva: seréis mis
testigos en Jerusalén = institución judía, en toda Judea y Samaría
y hasta los confines de la tierra (Act 1,8) o, como dice el
evan-gelio, a todas las gentes (Lc 24,47). Los Hechos son la
continua-,ción del evangelio. Evangelio y Hechos forman la doble
obra lucana, significando con ello la unidad existente entre ambos.
Unidad que el mismo Lucas ha establecido, repitiendo al
comienzo
1 Me inspiro para este trabajo en dos libros fundamentalmente,
en el Nuevo Testamento, traducción de J. MATEas. L. ALONSO SCHÓKEL.
Introduc-ciones, notas y vocabulario biblico de JUAN MATEaS ...
Edic. Cristiandad, Ma-drid, 19872, 1358 pp.; JOSEPH Ríus-CAMP, De
Jerusalén a Antioquía. Génesis de la Iglesia cristiana. Comentario
lingüístico y exegético a Hech 1-12. Edic. El Almendro, Córdoba,
1989, 390 pp., Y El camino de Pablo a la misión de los paganos,
Comentario ... a Hech 13-28, Edic. Cristiandad, Madrid, 1984, 326
pp.
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CONFLICTO JUDAISMO-CRlSTIANISMO 169
de los Hechos los mismos temas que encontramos en el último
capítulo del evangelio, aunque con nuevos detalles. Después de
resumir el contenido del evangelio (Act 1,1-2), reasume (Act 1,3-8)
los temas del último capítulo (Lc 24,13-53): las apariciones de
Jesús resucitado, las últimas instrucciones a sus discípulos sobre
la ejecución inminente de la Promesa, la donación del Espíritu
Santo y la Ascensión de Jesús y el regreso de los discípulos a
Jerusalén «para enganchar a ellos (a los temas) la continuidad del
relato» 2.
El libro de los Hechos más que un libro histórico es un libro
con un plan teológico. Va dirigido a las comunidades cristianas
para hacerlas ver cómo el mensaje de Jesús se ha ido implantando en
ellas. El libro de los Hechos hay que «situarlo en el nivel
estrictamente intercomunitario, a modo de catequesis de grado
superior para la formación teológica de los futuros evangelistas y
catequistas de la comunidad, representados por Teófilo ... Lo que
está en juego en el libro de los Hechos no son los personajes en
sí, sino la ejecución del encargo de Jesús sobre la misión
universal, a pesar de las reticencias y obstáculos interpuestos por
las grandes figuras de la Iglesia primitiva» 3.
En los Hechos, como en el evangelio, abundan los simbolismos y
hechos y personajes paradigmáticos que representan todo un grupo o
institución, personajes representativos, anónimos o no, que
desempeñan las funciones de un determinado grupo o estamento. Son
significativos los nombres y el simbolismo de los números.
Los discursos, que ocupan casi la tercera parte de los Hechos,
son discursos elaborados por Lucas, puestos en la boca de distintos
personajes, respondiendo a la mentalidad y a la situación concreta
del que habla y al momento en que habla, pero él ni asume ni hace
suyo todo lo que dicen. Y así se da el caso de que el mismo
personaje hace afirmaciones contradictorias según que hable
inspi-rado o no por el Espíritu Santo.
En concreto, el significado de los nombres es notable en el uso
de Jerusalén y Jerosólima. Jerusalén tiene un sentido sacral y se
refiere a la iglesia judea-creyente, aferrada a su pasado judío
y
2 La Sainte Bible de Jérusalem, París, 1956, Introd. al libro de
los Hechos de los apóstoles, p. 1433.
3 El camillo de Pablo ... , a.c., p. 16.
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170 ROMAN LLAMAS
anclada en las tradiciones judías. Jerosólima se refiere a la
ciudad sin más connotaciones, en sentido neutro. Así, al surgir la
iglesia de Antioquía, llegó la noticia a oídos de la comunidad de J
erusa-lén (Act 11,22); en cambio, por aquellos mismos días unos
profe-tas bajaron a Antioquía desde Jerosólima (Act 11,28). Es uno
de tantos ejemplos.
Otra constatación son las afirmaciones que Lucas establece sobre
la llenez del Espíritu Santo a determinados personajes. De una
manera constante Lucas usa el adjetivo pIe res para significar la
permanencia de la llenez del Espíritu Santo en algún personaje,
como Cristo en el evangelio (Lc 4,1) y Esteban en Hechos (Act
6,3.5.8); y el participio pleszels u otros modos del verbo pimplemi
para significar un acto puntual y pasajero de la presencia del
Espíritu Santo (Act 2,4; 4,8). Nunca encontramos el pleres
aplica-do a los Doce.
Finalmente, para San Lucas las apariciones de Cristo,
experien-cias singulares del Señor Jesús, no acaban con la
ascensión al cielo; después de ese momento aparecen esas visiones,
como la de Pablo 4.
LA COMUNIDAD DE JESÚS FRENTE AL JUDAÍSMO
El Verbo de Dios se encarna en una naturaleza humana no
contaminada ni condicionada por nada, y así pudo predicar el
mensaje de la buena nueva de la salvación, encomendada por el Padre
con entera libertad. «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas
el camino de Dios con franqueza y que no te importa nadie, porque
no miras la condición de las personas» (Mt 22,16). Y aún cuando
encarnado vitalmente en una sociedad y en una religión concreta,
esto no le condiciona para nada. El viene para todos
indistintamente. En cambio, la comunidad, creada por Jesús para
continuar su obra evangelizadora en el mundo, está formada por
hombres concretos y determinados, fuertemente enraizados en
4 Cfr. sobre el particular, J. Ríus-CAMP, El seguimiento de
Jesús, «el Se-ñon> y de su Espíritu en los prolegómenos de la
misión, [Hech 1-12, Est. Bib. 51 (1993) 73-116).
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 171
una sociedad y en una religión particular, la judía, que se ha
como quintaesenciado en su ser.
Al convertir Jesús a estos hombres en sus apóstoles, en los
evangelizadores de su mensaje de salvación, les exige una
asimi-lación personal del mismo con el consiguiente despojo radical
de la vieja religión. Una asimilación vital y transformante. Vemos
en el evangelio lo que le costó a Jesús meterles en la mollera la
sustancia del mensaje nuevo de salvación. Después de tres años
todavía no han comprendido nada de lo que se refiere a esa
sus-tancia; se siguen moviendo en su mundo de mesianismo
patriótico-religioso, de legalismo contra la plena gratuidad de
parte del Padre del cielo y del misterio de salvación. Sólo la
resurrección de Cristo con la venida del Espíátu Santo les cambió
la mentalidad, les convirtió, aunque sin purificarles plenamente
del aspecto político y de poder del mesianismo salvador de Jesús y
de la primacía y singularidad del pueblo judío en orden a la
salvación y como intermediario indispensable de la misma.
Alguien podría pensar que con la muerte y resurrección de
Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, todos los obstáculos
para la vivencia y para la predicación e implantación del mensaje
de salvación de Cristo habían desaparecido de la mente y del
corazón de los apóstoles, que su mundo interior estaba totalmente
transformado, pero no fue así. De ahí las dificultades que va a
suponer la implantación de la nueva religión, el Camino nuevo, como
le llama Lucas (Act 18,25.26; 19,9; 22,4) Y los conflictos que va a
provocar.
Ya es significativa la pregunta a Jesús, que Lucas pone en boca
de los apóstoles, cuando les hace las últimas recomendaciones de
aguardar al Espíritu Santo en la ciudad de Jerusalén, Jerosóli-ma.
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino para Is-rael?»
(Act 1,6). Con esta pregunta los apóstoles dan a entender con
claridad que el mensaje de Cristo no ha calado plenamente en su
corazón. Es esta esperanza fallida de la restauración del reino de
Israel el que está presente en todos los relatos de la primera
parte de los Hechos en los personajes clave y en la vida de la
comunidad de Jerusalén y la que crea el problema de la conversión
de los paganos y la que está en el corazón de
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172 ROMAN LLAMAS
Pablo hasta que llega a Roma y se aleja definitivamente de los
judíos.
Antes de llegar a los conflictos que surgen en la comunidad de
Jerusalén como fruto de sus ataduras a las estructuras y
tradiciones judías, quiero, aunque nada más sea, reseñar algunos
aspectos de la misma que resultan negativos:
a) La nueva comunidad lleva a cabo la elección de un nuevo
apóstol para restablecer el número Doce como representante del
pueblo de Israel. La elección se hace con la oposición del mismo
Jesús (Act 1,6) y sin la intervención del Espíritu Santo, aunque de
buena voluntad. Aspecto negativo.
b) ¿El modelo de pobreza que adopta esta comunidad es el
evangélico, conforme al consejo de Cristo de dejarlo todo? (Act
12,33; 11,41; 14,33; 18,22). Mas que de pobreza parece que se trata
de capitalización de bienes (Act 2,45; 4,34s). Aspecto
nega-tivo.
e) La nueva comunidad continúa con sus plegarias y oracio-nes
cada día en el templo (Act 2,46). Ya Lucas, con mucha finura, hace
ver este apego a la institución judía, a lo judío, cuando, al
volver del monte de los olivos, después de la ascensión, cita dos
veces a Jerusalén en sentido religioso y sacral y alude al precepto
sabático de lo que se puede caminar en un día (Act 1,13.14).
Aspecto negativo.
d) Todos siguen con el mismo propósito y el mismo pensa-miento:
la resurrección del reino de Israel (Act 1,15; 2,1.44.47; 4,26).
Aspecto negativo.
e) La mejor prueba de que no han roto con las estructuras y
mentalidad judías es que:
1) El pueblo judío les tiene en gran estima (Act 4,33; 5,13). 2)
Les defiende el maestro fariseo Gamaliel (Act 5,17s). 3) Muchos de
la secta de los fariseos entran en la nueva
comunidad (Act 15,5).
Pero no todos son aspectos negativos. Es una comunidad que, con
la segunda venida del Espíritu Santo ha clarificado la situación y
ha cobrado un grande impulso. Los apóstoles hacen signos y
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 173
prodigios. La nueva comunidad aparece como contradistinta del
laós de Israel, es una ecclesía. Algunos valores del judaísmo se
han desmoronado. La figura de Pedro va adquiriendo mayor relie-ve
no sólo en Jerusalén sino también en las ciudades vecinas (Act
5,15-16). Es una comunidad creyente, constituida, que hace
propa-ganda del nombre del Señor Jesús en el templo y por las casas
(Act 5,42). Es una comunidad dinámica que se da a conocer para
crecer y desarrollarse, pero que lleva dentro de sí misma el germen
de los problemas y conflictos y luchas, al no haber roto totalmente
con la querencia judía, y que, a medida que crezca, se aumentarán y
harán más enconados.
CONFLICTOS y LUCHAS
Los problemas que se plantean a la nueva comunidad derivan de
una doble vertiente: unos se refieren a la vida misma de la
comunidad, dada su incardinación real en el judaísmo. ¿Hay que
romper con todas las estructuras e instituciones judías? ¿Hay que
incorporarlas a la vida de la nueva comunidad? Viene aquí aquello
de Cristo de no echar el vino nuevo en odres viejos.
La otra concierne a la predicación del mensaje de salvación.
¿Hay que predicar la buena nueva también a los paganos con plena
independencia del pueblo judío o mirándolos como un apéndice del
laós de Israel, incorporándoles antes al pueblo escogido para que
puedan recibir el Espíritu Santo, porque de otra manera no podrían
recibirlo?
San Lucas va relatando los hechos y los conflictos teniendo en
cuenta y partiendo del hecho y enseñanza de Jesús y de la
enco-mienda hecha a los apóstoles.
Los conflictos que surgen en la nueva comunidad, que son
conflictos y luchas de crecimiento, por no haberse sabido librar
desde el principio de las ataduras del pasado judío, los podemos
reducir a tres:
1) Entre helenistas y hebreos. 2) Entre Pedro y los circuncisos.
3) Entre judea-creyentes fariseos y cristianos helenistas.
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174 ROMAN LLAMAS
1) Conflicto entre helenistas y hebreos
Se trata de un conflicto ad intra de la misma comunidad
cre-yente. Aparece por primera vez aquí el grupo de los helenistas
dentro de la comunidad de Jerusalén. Lucas insinúa que no había
mucha concordia entre el grupo de los hebreos, judíos de origen de
Jerusalén y alrededores y el de los helenistas, judíos de la
diáspora que leían la Biblia en griego, y más abiertos, dado su
contacto con otras culturas y religiones y dado, probablemente, el
origen pagano de muchos de ellos. Esta falta de armonía luego se
convertirá en lucha abierta.
Para San Lucas esta falta de armonía se manifiesta en que las
viudas de los helenistas son desatendidas o preteridas en la asis~
tencia cotidiana, llevada a cabo por los hebreos. Quizás el origen
de las tensiones haya que buscarlo en motivos más poderosos y
profundos: distinta postura acerca de la validez del templo, acerca
de las costumbres mandadas por Moisés (efr. Act 6,14), es decir, en
la validez y vigencia o no de la institución judía.
No perdamos de vista que una vez reconocida oficialmente la
nueva comunidad, después de la persecución de los saduceos y
gracias a la intervención del fariseo Gamaliel, se da un
movi-miento fuerte de conversiones, casi exclusivamente de judíos
de lengua aramea, entre los que no falta una muchedumbre de
sacerdotes (Act 6,7). Es significativo que mientras en 6,1 Lu-cas
afirma que en aquellos días aumentaba el número de los discípulos,
ahora en 6,7 dice que crecía considerablemente el número de los
discípulos en Jerusalén, es decir, en la insti-tución judía, y
añade que una grande muchedumbre de los sacer-dotes obedecía a la
fe. ¿Tiene alguna intención particular Lucas en esta expresión para
acentuar el crecimiento de la parte judeo-aramea de la comunidad
con todas las consecuencias que ello conlleva? Y esa desatención de
las viudas de los helenis-tas, ¿no será más bien fruto del alborozo
del triunfo de la parte hebrea sobre la helenista, aunque nada más
sea por el número y no por el número multitudinario de los
convertidos, pues en ese caso la desatención hubiese sido también
para las viudas de los he-breos?
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 175
Tendríamos aquí el triunfo de la parte fuerte sobre la más
débil, personificada en las viudas, y además helenistas.
En última instancia, el factor determinante de las tensiones y
conflictos en la comunidad hay que buscarla, sin duda, en la
ac-titud menos legalista, más abierta al mundo pagano y más acorde
con la enseñanza de Jesús de los helenistas, como lo va a
demos-trar Esteban en su discurso, que Lucas aprueba plenamente por
la manera de presentarle lleno de sabiduría y de Espíritu Santo.
Esteban personifica la parte helenista de la comunidad y representa
la facción que ha aceptado totalmente la ruptura con el judaísmo,
propuesta por Jesús y que le llevó a la muerte. Esteban, como
Cristo, es el hombre libre, que obra con entera libertad ante las
tradiciones e instituciones judías, ante el templo. La presentación
que Lucas hace de Esteban está calcada sobre la figura de Cristo,
sobre todo en el momento de su pasión y muerte, y parece que nos
está diciendo: ahí está el modelo de la vida y actuación de la
nueva comunidad de Jesús resucitado. Una actitud y comportamiento
bien distinto del resto de los apóstoles y muchos discípulos. La
presentación de la actitud de Esteban es una crítica a la vida en
tantas cosas de componentes con las estructuras e instituciones
judías. La actitud de Esteban es paradigmática.
En cambio, la parte hebrea de la comunidad no ha roto
total-mente con el mundo y las instituciones judías, más bien
contem-poriza con ellas. Es la Iglesia llamada de Santiago, y que
en la asamblea de Jerusalén logrará todavía imponer el criterio de
orde-nar y exigir a los convertidos del paganismo ciertas
prescripciones puramente judías, y en la que algunos todavía creen
en la necesi-dad de la circuncisión para salvarse (Act
15.1.5b).
2) Entre Pedro y los circuncisos
Pedro es judío por los cuatro costados. A lo largo del
estable-cimiento de la comunidad de Jerusalén y de su manifestación
abierta ante el pueblo judío, Pedro, manteniendo lo esencial del
mensaje de Jesús: la salvación sólo viene por Cristo muerto y
resucitado, contemporiza con los judíos en estructuras y prácticas
piadosas y mentalidad judías.
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176 ROMAN LLAMAS
Esto lo vemos claramente en el primer discurso después de la
curación del lisiado desde el vientre de su madre, símbolo del
pueblo judío. Mientras la primera parte del discurso, resulta
per-fecta (Act 3,12-16), la segunda (17-26) se tiñe fuertemente de
judaísmo. No parece el discurso de un discípulo de Jesús. Dejando
la excusa al pueblo y a sus jefes -qué distinto el discurso de
Esteban-, lo que dice en el v. 19 parece más bien la predicación de
Juan Bautista. Jesús vino a mucho más. Esta comunidad no propone
por boca de Pedro el auténtico mensaje de Jesús.
Habla de una segunda venida salvadora de Jesús, de la que no
consta que él hablara, y además, para salvar al pueblo judío. En el
fondo son brotes del nacionalismo religioso. Con la muerte de Jesús
han quedado anuladas todas las perspectivas de restauración del
reino para Israel, las esperanzas del establecimiento del reino de
Jesús han fracasado con su muerte. Es ahora, cuando está vivo,
resucitado, cuando va a realizar el sueño de Israel, la gloria de
la nación escogida. Pedro ilusiona al pueblo con esta
esperanza.
Pedro no atina, Jesús no les ha dicho nada de eso. Al revés, por
Jesús y con Jesús se acabaron los privilegios judíos. A Pedro,
cuan-do no habla desde el Espíritu, le inspira el nacionalismo
religioso.
El primer testimonio que dieron Pedro y Juan bajo la
inspira-ción del Espíritu Santo en la primera comparecencia ante
las au-toridades judías (Act 4,8-13), se ha ido desvirtuando,
esfumando; en la segunda comparecencia se da una especie de pacto,
promo-vido por el fariseo Gamaliel.
La parte helenista de la comunidad no debía estar muy de acuerdo
con esa especie de compromiso, como lo demuestra la fuerte denuncia
de Esteban, que le costó la vida. Con la muerte de Esteban se
desata una persecución hasta el exterminio contra la parte
helenística de la comunidad creyente que residía en Jeru-salén.
Ante esta persecución, todos los de esta comunidad se
disper-saron por las comarcas de Judea y Samaría, excepto los
apósto-les, que permanecieron en Jerusalén -añadido del texto
occiden-tal-; expresión que significa que entre ellos y las
autoridades judías hay lazos de unión, buenas relaciones. ¿Hicieron
algo los apóstoles para impedirla?
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 177
Con esto da a entender que las autoridades de Jerusalén saben
distinguir claramente entre el grupo de los helenistas, los para
ellas inicuos, que ponen en entredicho la ley y las instituciones
judías, y el grupo de los doce o Iglesia de Jerusalén, presidida
por San-tiago, que las aceptan gustosamente, y en este grupo se
encuentra Pedro.
La persecución dispersó a los helenistas y esta fue la ocasión
para la evangelización de Samaría, obra, especialmente del diáco-no
Felipe. La región de Samaría acogió con mucho gozo la palabra de
Dios y las noticias de la buena acogida del mensaje cristiano de
salvación llegaron rápidamente a Jerusalén. La comunidad de
Jerusalén decidió mandar a Pedro y a Juan a Samaría. Una vez que
bajaron a la ciudad se reunieron con la comunidad, oran para que
reciban el Espíritu Santo, les imponen las manos y lo reciben, y
retornaron a Jerusalén. De regreso a Jerosólima, no a Jerusalén,
iban anunciando y testimoniando la buena noticia por muchas aldeas
de Samaría.
El hecho de cambiar Lucas J erosólima por Jerusalén indica que
en el corazón de Pedro se va realizando una conversión, se va
purificando de sus ataduras a la ley e instituciones judías. La
fuerza de los hechos le va haciendo entrar en razón cristiana,
aunque todavía queda un camino que recorrer.
Después de la conversión de Saulo pasó la tormenta de la
persecución y vino una calma de total paz en toda la Iglesia en
Judea, Galilea y Samaría (Act 9,31). Pedro aprovecha ese período de
paz para visitar las comunidades dispersas por la región. Pasa por
todas, aunque Lucas sólo hace mención de tres de ellas. El
resultado de esta visita, por lo que se refiere al punto que nos
ocupa, es que Pedro cura a una de una grave enfermedad y resucita a
otra que estaba muerta, representadas en sendos personajes, Eneas y
Tabita; dando a entender que la piedad y prácticas judías no han
sido lo bastante eficaces para mantener vivas las comuni-dades
judea-creyentes. Y esto hace recapacitar a Pedro y le hace caer en
la cuenta, que se necesitan otras cosas: liberarse de las ataduras
de todo lo judío.
y por eso Pedro, en vez de quedarse en alguna de estas
comu-nidades, se hace huésped y se detiene bastantes días en casa
de
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Simón, el curtidor, oficio considerado impuro por los judíos,
por tener que tratar con pieles de animales muertos. Este Simón
tiene su casa junto al mar; dos notas que denotan que la comunidad
que representa Simón vive al margen de la institución judía (Act
10,6).
De la narración de Lucas se comprende fácilmente que Pedro se va
liberando de la sujeción a la ley y a las instituciones judías; el
golpe de gracia se lo da el Señor en casa de Comelio, el pagano de
Cesarea. Conocemos la visión en la que no tiene clara y refleja
conciencia de lo que oye, debido, sin duda, a la resistencia
interior a aceptar el mensaje que le trae la visión, ekstasis, en
sentido más bien negativo. En esta visión Pedro oye una voz, la de
Jesús, que le dice: «mata y come». Pedro en su respuesta se
retrata: «No, por cierto, Señor, porque jamás he comido nada
profano o impuro».
Lo que Dios ha purificado -dice la voz- no puedes decir ya que
es profano.
Por tres veces la misma voz. ¿Señal de la fuerte resistencia de
Pedro a aceptarlo? Por tres veces le preguntó el Señor si le amaba
y por tres veces renegó de él.
En el desarrollo de la escena encontramos: hombres que vienen a
buscarlo desde Cesarea; el Espíritu que le habla; el recibimiento
de Comelio; la mucha gente que se ha reunido en la casa de éste; el
Espíritu Santo que desciende.
Pedro ha comprendido el sentido de la visión: «Sabéis que está
prohibido a un judío unirse o juntarse con un extranjero; y a mí el
Señor me ha mostrado a no tener a ningún hombre por profano o
impuro» (Act 10,28). Este era el problema que se ventilaba. Para
llegar a Jesucristo, en la mente judía, había que convertirse al
judaísmo si uno no lo era de nacimiento. Entonces, ¿cómo se podía
predicar el evangelio a los paganos? Será el Espíritu Santo quien
deshaga el engaño y clarifique el asunto.
Con las palabras recordadas, Pedro les da a entender que no les
tiene, a ellos paganos, por impuros o profanos, y habla a aquel
grupo de gentiles como si hablase a los mismos judíos. No ha
acabado todavía de hablar cuando el Espíritu Santo desciende (en
aoristo) sobre todos los que les escuchaban. Milagro ... El
Espíritu Santo desciende también sobre los paganos.
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 179
Los circuncisos, los judíos que acompañaban a Pedro, quedan
maravillados, fuera de sí, al ver que el Espíritu Santo baja
también sobre los paganos. No se creen lo que están viendo ...
Ha sido algo insólito; y cuando Pedro vuelva a Jerusalén, a la
comunidad creyente, afecta y adicta al judaísmo, estallará el
con-flicto, cuando les relate todo lo que ha sucedido en casa de
Cor-nelio, el pagano. Los de la circuncisión le recriminaron que
había entrado en caso de hombres incircuncisos, gentiles y que ha
comi-do con ellos (Act 11,3).
Pedro explica y relata todo lo que ha sucedido y todos
glori-fican a Dios porque ha concedido a los paganos que se
conviertan y tengan la vida (Act 11,18).
No alaban a Dios por el don del Espíritu Santo, que han
reci-bido los paganos, sino por el arrepentimiento que lleva a la
vida (Act 1,8), reservado hasta ese momento a Israel (Act
5,31).
3) Conflicto entre judeo-creyentes, fariseos y
cristianos-helenistas
La persecución, que estalló a raíz de la muerte de Esteban,
dispersó a algunos de los helenistas a tierras de Fenicia, Chipre y
Antioquía. Entre estos los había más y menos abiertos y liberales.
y así algunos, en su necesidad de evangelizar y testimoniar a
Cristo, se dirigieron sólo a los judíos (Act 11,19).
Otro grupo, ciudadanos de Chipre y de Cirene, llegados a
Antioquía, se abren y comienzan a predicar la buena noticia del
Señor Jesús a los griegos, a los paganos. Mientras que la
predica-ción a los judíos está centrada en que Jesús es el Mesías
anunciado por los profetas y esperado por el pueblo, la predicación
a los paganos se centra en que Jesús es el Señor. Así lo invoca el
helenista Esteban cuando muere: Señor Jesús ...
La evangelización de los paganos fue viento en popa, porque la
fuerza del Señor estaba con ellos (Act 7,9.10), y gran número de
paganos se convirtió al Señor Jesús y creyó en él. Realmente se
trata de algo insólito; es una noticia sensacional que llegó
rápidamente a Jerusalén, aferrada al pasado judío y atada al
centro
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religioso del judaísmo, no de Jerosólima. Llegó, dice Lucas, a
las orejas de la Iglesia de Jerusalén para significar que la
Iglesia de Jerusalén se había arrogado el papel de vigilante sobre
las demás iglesias, con las orejas levantadas como antenas para
recoger no-ticias (Act 8,14; 11,1).
Como mandaron con anterioridad a Pedro y Juan a SamaJÍa, al
enterarse que Samaría había acogido la palabra de Dios, ahora
mandan a Antioquía a Bernabé. Le mandan solo, y el hecho de
mandarle sin acompañante da a entender que la Iglesia de Jerusa-lén
no está decidida sin más a entrar en comunión con la nueva iglesia,
formada de sólo paganos que no han pasado por el judaís-mo; de otra
manera hubieran mandado dos. Debieron mandarle en plan de espía o
informador: que fuese, se enterase de lo que pasaba allí y volviese
a Jerusalén a notificarles lo sucedido.
Bernabé se alegró mucho al ver la gracia de Dios derrama-da tan
abundantemente, y se puso a exhortarles, pues estaba lleno de
Espíritu Santo y de fe, y se agregó un gran número de conver-tidos.
y en vez de volver a Jerusalén se fue a buscar a Pablo (Lucas usa
el verbo anadseteo que significa buscar en caso de dificultad) a
Tarso, y permanecieron allí, en Antioquía, por espa-cio de un año
entero, instruyendo a aquella comunidad numerosa que allí comienza
a llamarse cristiana. Por primera vez la Iglesia de Jesús se
denomina cristiana. Hasta ahora no lo había sido en plenitud.
Todo marchaba muy bien. Hasta enviaron una colecta a los
hermanos de Judea (Act 11,29-30). El mensaje de Dios se propa-gaba
(Act 12,24). Todo iba viento en popa hasta que llegaron algunos,
tines, venidos de Judea, ¿por propia iniciativa o manda-dos por las
autoridades religiosas de Jerusalén? y comenzaron a enseñar -vienen
en plan de maestros- que los convertidos del paganismo, si no se
circuncidan conforme a la ley de Moisés no pueden salvarse (Act
15,1). Tienen que hacerse judíos.
Se refiere San Pablo a estos algunos en su carta a los Gála-tas,
cuando escribe que, antes que llegaran ciertos individuos del grupo
de Santiago, Pedro comía con los paganos. Al mismo tiempo nos
notifica de una visita de San Pedro a la comunidad pagano-cristiana
de Antioquía, indicándonos cómo Pedro se dejó
-
CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 181
llevar de la vergüenza y el qué dirán ante la presencia de estos
individuos circuncisos, retrayéndose de comer con los paganos (Gál
2,12).
Ya tenemos creado el problema y suscitado el conflicto.
Mien-tras los primeros evangelizadores y Bernabé y Pablo les
predican que basta la fe en el Señor Jesús y adherirse por ella a
él sin más observaciones judías, estos advenedizos no solamente les
quieren imponer ciertas observancias judías, sino que afirman que
es ne-cesaria la circuncisión, hacerse judío para salvarse. La cosa
es grave de verdad. Lucas da la noticia escueta, en tanto que antes
se le ve gozoso describiendo los orígenes de la iglesia cristiana
de Antioquía. El es un convertido del paganismo y probablemente de
Antioquía.
Sin duda, estos tines son de los fariseos, convertidos a la
nueva religión, que comenzaron a afirmar que los nuevos convertidos
tienen que circuncidarse y observar la ley de Moisés para salvarse
(Act 15,5).
Estalla la lucha en todos los frentes. Lucas afirma que se dio
una discusión y controversia no pequeña entre estos creyentes
venidos de Jerusalén, y Bernabé y Pablo (Act 15,2), y la comuni-dad
de Antioquía decidió enviarlos con algunos otros a Jerusalén a
consultar con los apóstoles y ancianos sobre el problema surgido.
La cosa es grave y hay que afrontarla. Ya en Jerusalén sigue la
lucha, pues algunos de la secta farisea que se habían convertido no
cesaban de decir que había que circuncidar a los venidos del
pa-ganismo e imponerles la ley de Moisés.
La lucha está abierta y es fuerte. Podemos decir que las cosas
empeoraron con la conversión de los de la secta de los fariseos.
Pues, si hasta ahora se ha vivido la nueva religión de Jesús,
en-vuelta en ciertas observancias y prácticas religiosa-judías,
ahora se pone en tela de juicio la esencia misma del nuevo Camino:
no basta creer en Jesucristo, es necesario circuncidarse. Este es
el grave problema que se dilucidará en la asamblea de Jerusalén:
¿judaísmo y cristianismo como partes de una única religión, o basta
creer en el Señor Jesús y esto por pura gracia de Dios? Estamos
ante lo más radical y esencial de la enseñanza y mensaje de
Jesús.
-
182 ROMAN LLAMAS
La asamblea de Jerusalén
Ante esta grave situación se convoca una asamblea para tratar de
resolver el serio y delicado problema, planteado en la comuni-dad,
que había aflorado ya, de una manera tímida, con ocasión de la
conversión de Comelio.
Aunque en la asamblea están presentes la comunidad, los
an-cianos y los apóstoles, quienes llevan la voz cantante y
decisoria son los apóstoles y los ancianos. Se establece una
discusión calien-te y prolongada sobre el asunto examinado que
Lucas resume en las palabras de Pedro y de Santiago como
representantes de las dos posturas enfrentadas. Pedro, en fuerza de
su elección por el Señor y de su experiencia -el caso de Comelio-,
hace una defensa firme de que basta creer en Jesucristo, que en
orden a ser cristiano no hay ni distinción ni preferencias entre
judíos y paganos, todos son iguales, como lo ha dado a entender el
mismo Espíritu Santo. Según la exposición de Pedro, los mismos
judíos dejan de serlo al hacerse cristianos. Ellos paganos y
nosotros judíos hemos sido salvados igualmente, y únicamente por la
gracia y por pura gracia y por la fe en el Señor Jesús.
En cambio, Santiago, el hermano del Señor, manteniendo lo
esencial del discurso de Pedro, a quien llama curiosamente Simeón,
con su nombre judío, añade que no basta, que hay que imponerles
ciertas prescripciones judías. Tergiversa las palabras de Pedro y
le hace decir lo que no dijo: que Dios ha elegido un pueblo, sin
artí-culo, el pueblo pagano para asimilarlo al o laós, el pueblo
escogido. y que esto es lo anunciado por los profetas (Am 9,11s).
Retiene la obligatoriedad de la ley, pues Moisés desde antiguo se
viene leyen-do en las sinagogas, y establece que se obligue a los
paganos con-vertidos a la observancia de ciertas prescripciones
judías legales. Para Santiago la ley con sus prescripciones legales
sigue vigente.
Con un compromiso pactado se resuelve el problema y la
controversia que se comunicará a los interesados por medio de una
carta, donde se recoge la solución, y que se enviará por medio de
dos emisarios. Una victoria de verdad pírrica de la facción
farisea, que el actuar del Espíritu Santo en corazones
evangelizadores que se dejan llenar de él, acabará por superar.
-
CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 183
La asamblea de Jerusalén nos enseña, entre otras cosas, que la
Iglesia de Jesús en su marcha de peregrina está marcada por la
presencia de conflictos y luchas desde sus orígenes, conflictos y
luchas que tiene que integrar en su crecimiento; no en vano es la
Iglesia de Jesús a quien se ha calificado de «hombre en conflicto»
.
Su misma constitución interna le hace ser iglesia en tensión
consigo misma: misterio-pueblo de Dios, institución-carisma,
je-rarquía-laicado ... El Vaticano II echó por tierra la imagen
idílica de una Iglesia sin tensiones y conflictos internos. Tiene
que mirar-se en sus orígenes, donde a base de un diálogo abierto,
respetuoso y libre, aunque tenso, se resuelven los conflictos que
surgen, y no de poca monta, sino conflictos en los que se juega la
esencia misma del mensaje de Cristo; diálogo del que nace un
compromiso aceptado por todos, aunque me supongo que con
reticencias inte-riores por una parte, y dejando siempre que el
Espíritu Santo vaya haciendo la historia, clarificando los asuntos
y resolviendo los problemas, eso sí, a través de las mediaciones
humanas y sin perder la esperanza, porque la historia del pueblo de
Dios es mucho más larga que nuestra historia personal 5.
En la asamblea de Jerusalén hubo un verdadero diálogo que acabó
en un compromiso de ciertas componendas, porque, sin duda, la parte
más fuerte era la facción de espíritu farisaico. Con esta solución
de compromiso, la asamblea de Jerusalén más que solucionar el
conflicto lo consagró. No importa que se diga: He-mos decidido el
Espíritu Santo y nosotros, pues en estas palabras se reflejan las
posturas encontradas de las dos partes dialogantes: el Espíritu
Santo, la de Pedro, Bernabé y Pablo: nada de circun-cisión y otras
prácticas judías. Nosotros, hay que imponer a los paganos
convertidos algunas prácticas judías indispensables. Deci-sión
tomada bajo el querer y la permisión del Espíritu.
5 Cfr. Fr. JAVIER VITORIA, Los conflictos en la Iglesia, Sal
Terrae, 80 (1992) 775-784, que se inspira en HERMANN, I.,
Conflictos en la Iglesia y su solución, Concilium, 73 (1972)
402-414.
-
184 ROMAN LLAMAS
Siguen los conflictos
Como complemento a este apartado de los conflictos entre
cristianismo y judaísmo quiero añadir que los conflictos siguieron
en las distintas comunidades. Aunque Lucas no relata expresamen-te
más conflictos entre las dos tendencias, es lo cierto que la lucha
sorda sigue en la iglesia de Dios. Lo deja entrever cuando habla de
los distintos comportamientos en las diversas comunidades:
A) La comunidad judeo-cristiana de Jerusalén no sólo no se ha
abierto sino que se ha radicalizado aún más. Por eso sigue siendo
bien vista por el judaísmo oficial. Así lo da a entender Lucas,
especialmente en el relato de la apología que Pablo hace de sí
mismo en Jerusalén, a donde se ha empeñado en subir contra la
continua advertencia del Espíritu Santo a que no suba.
Al llegar a la ciudad santa, después del tercer viaje misionero,
va a visitar a Santiago con todos los responsables de la comunidad
(Act 21,19). Les cuenta de pe a pa todo lo que ha hecho entre los
paganos. Al oírle alaban a Dios, pero lo que le dicen es que, «ya
ves, hermano, cuantos millares y millares de creyentes hay entre
los judíos, y todos siguen siendo fervientes observantes de la ley»
(Act 21,20; cfr. en contra 15,10).
Continúan diciéndole que han llegado informaciones sobre él de
que obra contra la ley, porque enseña a los judíos a renegar de
Moisés y a que no circunciden a sus hijos, y le tienden una trampa:
¿Por qué no costeas el voto de nazareato a cuatro jóvenes que hay
entre ellos para que así vean todos que eres observante de la ley?
(Act 21,21-24). Pablo cayó en la trampa. No ha valorado quizás el
alcance de su claudicación ante la proposición engañosa de los
notables de la iglesia de Jerusalén con su jefe a la cabeza. O
quiso hacerse judío con los judíos ... (ICor 9,19-23). El resultado
sabe-mos que fue en todo negativo. Pablo ha invertido gran parte de
la colecta, recogida entre los paganos para costear los votos,
vacíos de contenido de los judíos creyentes.
Lo que aparece claro en todo este relato es el fanatismo judío
de la iglesia de Jerusalén, que no sólo no ha desaparecido, ni
siquiera disminuido, sino que se ha acentuado. No quieren oír de
predicación entre los paganos. Y así cuando en la defensa que
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 185
Pablo hace de sí mismo, llega a estas palabras, oídas del Señor
Jesús: «Anda, que yo te voy a enviar lejos, a naciones paganas ...
» (Act 22,21) se armó la marimorena. No le lincharon por la
inter-vención rápida de las autoridades romanas.
B) Este fanatismo contrasta con la apertura de la iglesia de
Cesarea, formada por creyentes venidos del paganismo en su mayor
parte. Lucas establece un claro contraste entre ambas igle-sias de
esta manera. En la Iglesia de Jerusalén dicen que tienen cuatro
jóvenes que se han comprometido a observar el voto de nazareato. El
número cuatro es un número simbólico que equivale a toda la
comunidad (cfI. Act 4,6), Y voto es igual a fidelidad a la ley
mosaica.
En la iglesia de Cesarea, en cambio, dice Lucas que hay cuatro
vírgenes, las hijas de Felipe, la cabeza de aquella comunidad, que
tienen el don de profecía, es decir, se trata de una comunidad bajo
la dirección del Espíritu Santo.
Lucas contrapone la profecía a la ley que, en verdad, son
incompatibles: 1) la totalidad (cuatro) de los miembros de la
co-munidad de Jerusalén es intransigente respecto al cumplimiento
de la ley de Moisés y las tradiciones judías. 2) la totalidad
(cuatro) de los miembros de la comunidad de Cesarea se mueve bajo
la dirección del Espíritu Santo.
EL CASO DEL CONVERTIDO PABLO
Los conflictos se dan en la comunidad nueva frente al judaís-mo,
porque se dan antes en las personas, particularmente en aqué-llas
más cualificadas, a quienes se encomendó llevar a cabo la
evangelización de la nueva doctrina o religión. Es el caso de San
Pablo en el que observamos un proceso de conversión largo y duro
del judaísmo a la total asimilación del mensaje de Cristo en todas
sus vertientes, especialmente por lo que se refiere a la
predicación directa e inmediata del mismo mensaje a los paganos sin
más.
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186 ROMAN LLAMAS
Proceso de la conversión de San Pablo
Según la narración de Lucas (Act 9,1-30), Pablo personifica a
los perseguidores de la nueva religión en aquellas comunidades que
no aceptan plenamente las estructuras judías, como las acepta la
comunidad judeo-convertida de Jerusalén; es el perseguidor fanático
y encarnizado que intenta llevar su obra hasta el exter-minio.
La conversión, significada en la caída de las escamas, de las
tinieblas de sus ojos, que a su vez indican resistencia a un
mensaje divino, lo mismo que la mudez, como vemos en el caso de
Zaca-rías (Lc 1,11), presenta un proceso evolutivo largo y difícil.
Aun·· que ha visto a Jesucristo, se resiste a ver en él al Señor
que ha inaugurado el reino universal de Dios en todo el mundo, sin
ex-cepción.
Esta resistencia es vencida gracias a la intervención de Ananías
y a la actitud suplicante de Pablo (Act 9,11). Lo que no se afirma
explícitamente en el relato es que Pablo fue lleno del Espíritu
santo, como lo había anunciado Ananías (Act 9,17). El texto dice:
«inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas y
recobró la vista. Se levantó, fue bautizado y, tomando alimentos,
recobró fuerzas» (Act 9,18-19).
Lucas reserva para más adelante esa llenez del Espíritu Santo,
cuando cambie su nombre judío Saulo por el del pagano procónsul
Sergio Pablo (Act 9,13). Pero, aun entonces, el evangelista usa el
participio de aoristo, que significa un acto puntual.
Ni con dejar ciego al judío Barjesús, el falso profeta,
represen-tación del judaísmo, al que no cegó definitivamente (Act
13,11), Pablo ha superado los obstáculos que se oponen a que vea
con diafanidad que su misión y su ministerio evangelizador es con
los paganos. No acaba de ver. El Espíritu Santo le llenó por un
tiem-po. Esta ceguera se irá disipando poco a poco a lo largo de su
misión y desaparecerá definitivamente en Roma.
En este proceso de iluminación se inscribe la ruptura con
Ber-nabé después de la celebración de la asamblea de Jerusalén. El
motivo parece ser éste: Pablo sigue con el propósito y el empeño de
predicar primeramente al pueblo judío y desde él a los paganos,
-
CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO .187
y después de él, además de exigirles el cumplimiento de las
ob-servancias impuestas por la asamblea a las comunidades hasta
entonces convertidas (Act 16,4).
Bernabé, por el contrario, quiere dirigirse de lleno a los
paga-nos; para ello quiere tomar a Marcos como garante del mensaje,
el depositario del mensaje en su aspecto de universalidad y
libe-ración de las ataduras judías, como aparece ya en la comunidad
de su casa de Jerusalén, donde se dirige Pedro, cuando es liberado
de la cárcel (Act 12,12), en vez de ir a la comunidad, presidida
por Santiago; y así se desprende con bastante claridad de estas
pala-bras de Lucas en 13,5a: cuando llegaron a Salamina se pusieron
a predicar el mensaje en la sinagoga de los judíos, aunque tenían a
Juan como garante del mensaje.
Se produjo entre Pablo y Bernabé tal tirantez, una discusión tan
acalorada que se separaron y marchó cada uno por su cami-no. Se
disuelve de esta manera la comunidad misionera, forma-da por Pablo
y Bernabé bajo la inspiración y mandato del Espíri-tu Santo (Act
13,2-3). Se trata, sin duda, de una cosa grave. Han tenido que
darse motivos muy serios y razones muy poderosas para llegar hasta
tal extremo. Se rompe una pareja misionera, formada por el mismo
Espíritu Santo, y una amistad muy profun-da. Estas no pueden ser el
carácter inmaduro de Marcos, quien para Lucas, por otra parte, es
el garante del mensaje en su univer-salidad.
Si nos atenemos al contexto, el motivo de la ruptura parece ser
que fue el que Pablo quiere volver a visitar las comunidades por
ellos fundadas, para comunicarles los preceptos y observancias
sancionados en la asamblea de Jerusalén (Act 16,4). El texto
oc-cidental lo había anticipado en 15,41: «fue atravesando Siria y
Cilicia, comunicándoles las prescripciones de los
responsables».
Más aún: Pablo había ampliado el alcance del mandato de los
responsables, circunscrito a Antioquía, Siria y Cilicia, a otras
comunidades. Desde la perspectiva de Pablo, el compromiso de la
asamblea obligaba a todas las iglesas, fuera aramea o griega, judía
o pagana. Por otra parte, no eran ellos los encargados de esta
misión sino Silas y Judas. Y de hecho lo que les echan en cara los
amos paganos de la esclava con espíritu adivino es que son
judíos
-
188 ROMAN LLAMAS
y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no
podemos aceptar ni predicar (Act 16,20).
Bernabé no era de ese parecer. Debían dirigirse directamente a
los gentiles y no imponerles más cargas que las exigidas por la fe
en Jesucristo, el Señor; y por eso le propone tomar a Marcos,
garante del mensaje, tal como debía haberse hecho ya desde el
principio (Act 13,15b): haber dejado a los judíos y haberse
dirigido directa y abiertamente a los gentiles. Así pensaba
Bernabé. Pablo, en cambio, no cae en la cuenta de que el principal
obstáculo para que el mensaje de salvación de Jesús, personificado
en Marcos, enraice y se predique íntegramente a los paganos, es su
actitud favorable de predicar en primer término a los judíos.
No sólo se ha roto una relación y, sin duda, una amistad que
venía de lejos (Act 9,26s; 11,25s), desde la primera evangelización
de los paganos de Antioquía (Act 11,30; 12,25), sino que, lo que es
más grave, se ha roto la función evangelizadora, querida por el
Espíritu Santo, integrada por una doble dimensión o dirección: una,
profética, encarnada en Bernabé, lleno de Espíritu Santo y de fe,
el consolador y exhortador de las comunidades (Act 4,36; 11,23s), y
otra, didáctica o magistral, representada por Pablo, el Maestro y
portavoz del mensaje (Act 14,12).
Bernabé, el profeta, marchó con Marcos, el Maestro, a Chipre, y
ya no reaparecerá más en escena. Señal inequívoca de que Bernabé
actúa desde ahora plenamente de acuerdo con el espíritu del mensaje
de Jesús.
Pablo, por su parte, adopta la postura de dirigirse al pueblo
judío y, para que estos no le obstaculicen su labor evangelizadora,
condesciende con ellos en determinadas circunstancias. Y así ve-mos
que circuncida a Timoteo, hijo de madre judía y de padre pagano, en
una comunidad de doble ascendencia que ha roto abier-tamente con la
ley y que goza de buena reputación entre los hermanos paganos.
Con esta determinación quiere dar a entender y persuadir a los
judíos que al hacerse cristianos, al adoptar el camino nuevo, no
tienen que renunciar a su pasado glorioso, a sus privilegios de
pueblo elegido de Dios. Pablo comulga claramente con el compro-miso
alcanzado en la asamblea de Jerusalén.
-
CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 189
Además, la predicación de Pablo está basada en la convicción
profunda, y no cuestionada todavía seriamente, de que Jesús es el
Mesías de Israel y por Israel y a través de él, el salvador del
mundo. Por eso, sólo cuando los judíos no acepten su predicación,
se volverá a los paganos. Por tres veces, ante la obstinación de
los judíos, les amenaza que, en vista de su oposición y la no
acepta-ción de su predicación, se volverá a los gentiles.
a) Ante los judíos de Pisidiá. «Era menester ... » (Act 13,46s;
Is 49,6).
b) Cuando llegan a Corinto, Timoteo y Silas, creyentes
judai-zantes. Pablo cobra nuevos bríos y se dedica de lleno a la
evan-gelización de los judíos. Se entrega a ella en cuerpo y
alma.
Antes discutía con ellos y establecía y defendia que Jesús es el
Señor (ésta es la predicación a los paganos). Ahora, con muchos
discursos e interpretaciones, según la recensión occidental, cada
sábado da testimonio en la sinagoga que Jesús es el Mesías. La
oposición de los judíos es patente; se cierran en banda y le
insultan y Pablo sacude las vestiduras y les dice: «vuestra sangre
caiga sobre vuestra cabeza. Estoy limpio, desde ahora me voy con
los paganos» (Act 18,6).
De todo el contexto se trata de una determinación determinada,
de una solemne afirmación. Pero tampoco esta vez cumplirá su
palabra.
Se va a casa de Ticio, un pagano piadoso del Señor. En esta
situación, Lucas da a entender que Pablo sufre una crisis, pues,
aunque decide no predicar a los judíos, la sangre le tira, su
que-rencia judía es más fuerte que él mismo y se entabla una lucha
interior. El Señor le da a entender, a través del rechazo de los
judíos, que se decida de una vez a la labor evangelizadora de los
paganos, como él mismo se lo ha mandado. Y estando en esta noche
oscura (cfr. Act 16,9; 12,6), en nyktí (Act 23,11) tiene una visión
que hace claridad en la noche: le dice el Señor, es decir, Jesús:
«No temas, porque yo estoy contigo y nada ni nadie podrá hacerte
mal, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad» (Act 18,9-10).
Es de notar el uso de laós, término técnico en Lucas para designar
al pueblo de Israel, aplicado aquí al pueblo conver-tido del
paganismo, sin hacer de intermediario el pueblo judío y
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190 ROMAN LLAMAS
sin adherirse a él. Y permaneció allí un año y seis meses,
enseñan-do en ellos la Palabra de Dios (Act 18,11).
e) Cuando la evangelización de Efeso (Act 19,1s). En un breve
resumen aparecen las palabras de Pablo, diciendo que se irá a los
paganos, pero expresamente se afirma que el motivo es que algunos
judíos se endurecieron y persuadieron a la multitud a maldecir el
Camino; entonces Pablo, apartándose de ellos, los dejó y cada día
hablaba a los discípulos en casa de un tal Tirano. Y esto duró dos
años (Act 19,9-10).
Al introducir la evangelización de Efeso, el texto occidental
presenta una variante a este propósito, digna de tenerse en cuenta.
Dice: «Queriendo Pablo por propia iniciativa ir a la ciudad de
Jemsalén, le dijo el Espíritu Santo que volviera a la provincia de
Asia; después de atravesar la meseta interior ... »
Viaje a Jerusalén
A pesar de todas las llamadas del Espíritu, Pablo no puede dejar
de mano a su pueblo judío. No ha llegado todavía el día en que
pueda decir con toda verdad que tiene por basura a la Ley en toda
la línea, también en lo que se refiere a la predicación a su
pueblo. Pablo no ha alcanzado todavía el hacer suya la práctica de
algunas comunidades creyentes, desvinculadas de Israel y sus
cos-tumbres y tradiciones, como la de Listra (Act 16,1-3).
Ni a la tercera fue la vencida. No bastaron los insultos, las
persecuciones, los apedreamientos ni los encarcelamientos del
primer viaje; no bastó la conversión del pueblo numeroso que el
Señor tenía en Corinto, al que convirtió y atendió por espacio de
año y medio; no fue suficiente que todos los habitantes de Asia
oyesen la Palabra de Dios a lo largo de dos años por medio de su
predicación. No obstante, toda esta realidad palpable del progreso
de la implantación de la palabra de Dios entre los paganos, Pablo
decide, atravesando Macedonia y Acaya, ir a Jerusalén, afirmando
que, después de estar allí, me conviene, dei -este impersonal lo
usa Lucas para referirse a acontecimientos llevados a cabo por
designio divino- ver también Roma. Como contraponiendo la
-
CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 191
decisión, tomada personalmente por él: subir a Jerusalén, a la
voluntad divina o mandato del Espíritu Santo: visitar Roma para
convertir a los paganos.
La decisión personal de Pablo en contra del mandato divino está
tomada de una manera irrevocable. A lo largo del camino de vuelta a
Jerusalén se levanta contra ella una y otra vez la voz del
Espíritu, la llamada del Espíritu del Señor, por medio de las
co-munidades por dondy pasa y del grupo Nosotros, que le acompaña.
Toda la labor del Espíritu fue inútil. Pablo no daba su brazo a
torcer, poniendo en peligro con su decisión, mantenida con
tozu-dez, digna de mejor causa, el llevar a cabo en el corazón
mismo del paganismo la evangelización de mundo pagano, él él
encomen-dad, como vemos por el largo relato de su estancia en
Jerusalén, donde realmente peligró, y mucho, su vida.
¿No habrá que inscribir esta actitud de Pablo en esa categoría
de las cosas con que Dios condesciende, aunque esté disgustado de
ellas y, en ocasiones, se ofende y enoja mucho, de que habla San
Juan de la Cruz? 6.
Después del sonado fracaso que Pablo experimentó en Jerusa-lén
ante el judaísmo oficial, ni siquiera el largo y accidentado viaje
de Cesara a Roma clarificó su mente ni doblegó su voluntad. Es
curioso, a pesar de las animadversión que ha experimentado por
parte de los judíos de Asia (Act 21,327; 24,19); a pesar del
rechazo total de la ciudad de Jerusalén y de las asechanzas que le
han tendido para matarle (Act 21,30), Pablo no ha llegado a
conven-cerse que son precisamente los grupos judíos los que le
impiden y estorban dedicarse a predicar con toda valentía la buena
nueva a los paganos. Por eso, precisamente, ya en Roma, prisionero
del César, lo primero que hace es convocar a la colonia de los
judíos; se reúne con gran número de ellos en la casa donde está
hospedado y trata reiteradamente y por última vez de convencerles
para que se conviertan. Y no están mal dispuestos hacia Pablo.
Pablo expone con gran énfasis el reino de Dios, realizado en
Jesús, el Mesías esperado, y procura persuadir a los judíos y
con-vencerles con las Escrituras, desde Moisés y los profetas hasta
el
6 Cf. 2S, 21,1-2.
-
192 ROMAN LLAMAS
día de hoy, de que Jesús es el Salvador esperado. Unos creen,
otros no (Act 28,23-24). Cuando se despiden, sin estar de acuerdo
entre ellos, Pablo, convencido que no hay nada que hacer con el
judaís-mo, pronuncia las palabras del profeta Isaías: el judaísmo
tiene los ojos ciegos y la mente embotada, es incapaz de escuchar,
ver y comprender. Y pone el oráculo en boca del Espíritu Santo:
«Bien rectamente dice de vosotros el Espíritu Santo». Y decide
dirigirse sin más a los paganos, que éstos sí que escucharán.
Desde este momento Pablo permaneció en la misma casa alqui-lada
por espacio de dos años completos. Recibía a todos los que acudían
a él, predicando el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al
Señor Jesús con toda valentía, sin impedimentos ni es-torbos (Act
28,30).
Pablo se ha librado, por así decirlo, de los judíos, el enorme
impedimento para predicar con toda parresía el reino de Dios y el
señorío de Jesucristo. Se ha acabado su noche oscura, ha amane-cido
el pleno día. Y ahora que está liberado y clarificado desapa-rece
de la escena. Algunos dicen que de una manera brusca. Di-ríamos que
de una manera normal, si lo que intenta Lucas en su libro, dentro
de esa lucha judaísmo-cristianismo hasta la imposi-ción de éste,
era con relación al apóstol Pablo detallar el proceso purificatorio
de evangelización que se dio en el alma del apóstol de las gentes,
tal como ha hecho, con anterioridad, con el diácono Felipe (Act
8,39; 21,8s), con Pedro (Act 10,47; 11,16s; 12,17; 15,10s) y con
Bernabé (Act 15,39), de quien no habla de su evo-lución de
conversión evangelizadora, porque Lucas afirma de él que estaba
pleres, lleno del Espíritu Santo. Desde un principio estaba en
línea.
Con estas palabras Lucas declara el cambio que se ha operado en
el corazón de Pablo, un cambio definitivo. Sin decirlo
expre-samente, indica que Pablo ahora está lleno del Espíritu
Santo, porque sólo bajo la moción y guía del Espíritu Santo se
puede conseguir que el evangelizador o la comunidad prediquen el
evan-gelio, la buena nueva, con parresía (Act 4,29-31). Cuando el
evan-gelista está lleno del Espíritu Santo no opone resistencia al
mismo Espíritu (Act 8,36; 10,47; 11,17).
-
CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 193
La inle/prelación del NOSOTROS
En la marcha de la predicación y evangelización llevada a cabo
por el apóstol Pablo, al pasar éste a Europa, Lucas introduce en la
narración el NOSOTROS -«intentamos pasar a Macedonia»-. El NOSOTROS
normalmente se interpreta como el hecho y afirma-ción de que el
mismo Lucas acompaña en sus correrías apostólicas a Pablo. Lucas
hablaría en primera persona. De hecho es en estos pasajes donde se
descubren en el más alto grado las particularida-des de la lengua y
el estilo lucanos. Se trata, más bien, de un procedimiento
literario de Lucas, con el que da a entender al lector en qué
momentos o circunstancias Pablo sigue las indicaciones del Espíritu
o se desvía de ellas.
Dentro de la línea de interpretación que venimos exponiendo, el
NOSOTROS significa el grupo que quiere e intenta persuadir a Pablo
a que se dirija en su predicación directa e inmediatamente a los
paganos. Es como una conciencia crítica de Pablo en esta
direc-ción. Lo que no quita que en ese grupo esté el mismo Lucas, y
sería uno de los que forman esa como conciencia crítica de
Pablo.
En el texto ordinario aparece este grupo por primera vez en
Troade (Act 16,10). Pasa a Europa y se detiene en Filipos 7,
colo-nia romana donde no hay sinagoga ni judíos; a lo más, algún
prosélito. Y desaparece, como por arte de encantamiento, sin dejar
rastro (Act 16,16s). Desde que bajan a Troade podemos decir que los
caminos de Pablo y de nosotros -el grupo del Espíritu- van
corriendo paralelos. Lucas introduce un nuevo interlocutor en
es-cena, con su papel correspondiente, para dar a entender a Pablo
el camino que tiene que seguir.
Estamos en Filipos. «Sucedió que al ir nosotros al lugar de
oración nos seguía, a Pablo y a nosotros -mete una separación neta
entre Pablo y el grupo nosotros- una esclava que tenía es-píritu de
adivinación y se puso a gritar: Estos hombres son siervos del Dios
altísimo que os anuncian un camino de salvación» (Act 16,17). Esto
lo repite durante muchos días.
7 Según el texto occidental, el Nosotros aparece por primera vez
en He-chos 11,28, identificando el grupo con la comunidad cristiana
de Antioquía, constituida de puros paganos convertidos.
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194 ROMAN LLAMAS
Pablo, sólo él, no el grupo nosotros, muy molesto de oír
siem-pre lo mismo, echa de la esclava el espíritu de adivinación,
invo-cando el nombre de Jesús como Mesías no como Señor. ¿Qué es lo
que molestaba a Pablo en ese grito?, ¿la función liberadora del
grupo nosotros?
La esclava, por los rasgos con que la describe Lucas, es una
personificación de los esclavos, oprimidos por los amos de la
sociedad pagana, que se aprovechan de ellos. Estos esclavos
paga-nos ven en la comunidad cristiana, en el grupo nosotros, el
único camino de liberación y de salvación.
Vemos en este relato que Lucas establece una clara distinción
entre Pablo y el grupo nosotros, que constituye la nota dominante
del presente contexto.
1) Es Pablo quien tiene la VlSlOn del macedonio, pero es
nosotros quienes intentamos pasar a Macedonia. Pasamos y nos
detuvimos algunos días en Filipos.
2) Nosotros predicamos a las mujeres paganas sin distinción (Act
16,13); mientras Pablo se dirige a Lidia, prosélita judía, que se
convierte con toda su familia.
3) Es, sobre todo, en el camino hacia el lugar de oración donde
aparece más destacada esta distinción. ¿A quiénes van di-rigidos
los gritos de la esclava? Los únicos que los oyen son Pablo y
nosotros, y parece que el destinatario de esta revelación es Pablo.
Es como una llamada de los esclavos a dirigirse a los paganos para
convertirlos. El espíritu adivino de la esclava da a entender a
Pablo que en nosotros está el camino de la salvación de Dios.
Pablo, que a su vez ha mostrado sus preferencias por los judíos,
evangelizan- ' do a la prosélita judía, fastidiado por tanta
insistencia, expulsa al espíritu adivino, privando así a los
esclavos de su única esperanza de liberación, que es que Pablo se
dedique de una vez a la evan-gelización de los paganos y deje de
predicar costumbres judías.
Esta crítica de Lucas a Pablo la completa con el relato
inme-diatamente siguiente, poniendo en boca de los paganos del
lugar estas palabras: «Estos hombres (Pablo y Silas) son judíos y
predi-can unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos
aceptar ni predicar» (Act 16,20-21).
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 195
El grupo nosotros reaparece de nuevo en Filipos (Act 20,6),
donde se queda, mientras Pablo y Silas van predicando por una parte
y por otra, comenzando siempre por los judíos. ¿Por eso no va con
ellos? El grupo se reúne con Pablo en Troade, después de celebrar
la Pascua, y después que Pablo ha tomado la decisión de subir a
Jerusalén (Act 19,21).
Este grupo nosotros ya no abandonará a Pablo hasta Roma, aunque
con ausencias notables y significativas, como la que aca-bamos de
notar, cuando quedaron en Filipos. La presencia del grupo nosotros
es para recordar a Pablo que la meta, que el Espí-ritu le ha
encomendado en su evangelización, no es Jerusalén, el judaísmo,
sino Roma, es decir, el paganismo. Y así vemos que el grupo
desaparece, sobre todo, durante la larga cautividad de Pablo en
Jerusalén y en Cesarea.
Sería interesante analizar con detalle las relaciones de Pablo y
nosotros, relaciones más bien de oposición. De este modo el grupo
nosotros se opone a que Pablo suba a Jerusalén, su meta y campo de
trabajo es Roma. Y esto de una manera insistente. Y cuando ya han
llegado a Cesarea, última parada antes de llegar a Jerusalén
-Jerusalén, término técnico para significar la institución judía
ofi-cial- al oír la profecía de Agabo, disuadiendo también a Pablo
«nos pusimos a exhortar a Pablo para que no subiera a Jerusalén»
(Act 21,12). «y como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y
dijimos: Hágase la voluntad del Señor» (Act 21,14).
El grupo nosotros aparece y desaparece como de una manera
misteriosa, siempre con ese carácter de conciencia crítica de
Pa-blo. Así, por ejemplo, en Troade está presente en la celebración
eucarística: el primer día de la semana, «estando nosotros reunidos
para la partición del pan» (Act 20,7). Inmediatamente aparece sólo
Pablo, que platica largamente con los de la comunid~d, argumen-taba
y argumentaba, tanto que ocasiona el sueño de Eutiquio y su muerte,
al caer desde el tercer piso. Eutiquio es la representación de cómo
la interminable argumentación de Pablo sobre la calidad mesiánica
de Jesús, el Salvador prometido por los profetas, puede adormecer a
las comunidades y aun matarlas.
¿Por qué no está el grupo nosotros? La explicación sería que se
abstiene de participar en la forma cómo Pablo instruye a la
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196 ROMAN LLAMAS
comunidad, que a la larga produce la muerte, aunque luego la
resucite. Cuando traen al muchacho vivo, ya partido Pablo, y se
consuelan no poco, aparece de nuevo el grupo: «nosotros nos
ade-lantamos a tomar la nave» (Act 20,13).
Durante el discurso de despedida de la comunidad de Mileto, el
grupo nosotros está ausente (Act 20,17-36), ya que al fin del mismo
encontramos esta afirmación: «luego le acompañaron hasta la nave
(Act 20,38). Y es precisamente entonces cuando reaparece de nuevo
el grupo nosotros: «separándonos de ellos nos hicimos a la mar»
(Act 21,1).
¿Por qué el grupo nosotros no está presente en el discurso de
despedida de Mileto? Teniendo en cuenta lo que representa el grupo
desde que aparece, a lo largo de todas las narraciones, el motivo
debe ser que los fieles de Efeso y Mileto no instaron a Pablo a que
no subiese a Jerusalén, cuando éste les hablaba de su decisión de
ir a la ciudad santa; dejándose llevar de los sentimien-tos
naturales de tristeza y de pena no secundan los planes del
Espíritu.
En cambio en las comunidades de Tiro y de Cesarea aparece el
grupo nosotros porque estas comunidades, movidas por el Espí-ritu
Santo, se oponen clara y fuertemente a que Pablo suba a Jerusalén y
se lo dicen abiertamente.
Es de notar que cuando habla de la comunidad de notables de
Mileto, Lucas escribe: «Separándonos de ellos (nosotros),
apos-pao». En cambio, cuando se refiere a la comunidad de Tiro
dice: «Nos despedimos mutuamente, apaspadsomai». ¡Qué diferencia en
el relato entre el adiós de una comunidad y de otra con relación al
grupo nosotros! Con la comunidad de Mileto no hay contacto sino más
bien alejamiento y distaJlcia; con la de Tiro, por el contrario,
hay compenetración, fraternidad, calor; hasta siete días se
quedaron con ellos (Act 21,4).
El grupo nosotros acompaña a Pablo a Tolemaida y a Cesarea. Aquí
se hospedan en casa de Felipe, el diácono, que tiene cua-tro hijas
vírgenes con el don de profecía, señal de que el Espíritu está
activo. Por última vez el grupo, al escuchar la profecía de Agabo
de lo que le aguarda en Jerusalén, se pone a exhortar a Pablo,
junto con la comunidad del lugar, a que nos suba a Jeru-
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTlANISMO 197
salén. Ante la persistencia de Pablo lo dejan todo en manos del
Señor (Act 21,14).
De Cesarea le acompañan a la ciudad de Jerusalén, pero ya sin
ninguna intención profético-religiosa. Es un acompañamiento
material. Una vez llegados a la ciudad, los hermanos les reciben
con alegría, actitud festiva que choca con la recepción fría que
les hacen al día siguiente Santiago y los responsables de la
comuni-dad; momento preciso en que desaparece el grupo nosotros.
Pablo con nosotros entró en casa de Santiago, pero quien saluda es
sólo Pablo. El grupo nosotros ya no existe. Desaparece de la escena
y no volverá a reaparecer hasta Cesarea, camino de Roma, preso ya
Pablo de los romanos (Act 27,1).
Hay que subrayar el momento preciso en que desaparece el grupo
nosotros; justo cuando Pablo se va a enfrentar con el judaís-mo
oficial, con buena voluntad, pero por propia iniciativa y por una
decisión tomada y mantenida tenazmente contra las llamadas
repetidas del Espíritu Santo. El grupo nosotros, que representa las
directrices del Espíritu Santo y se las descubre a Pablo y se las
revela y notifica insistentemente, desaparece en las largas
jornadas de pedida de cuentas, de acusaciones, juicios y apologías
de Pablo. Una vez más los propósitos de Pablo no coinciden con los
deseos y designios del Espíritu Santo, interpretados por el grupo
nosotros.
El grupo nosotros aparece de nuevo en la última etapa del viaje
de San Pablo a Roma, y precisamente en Cesarea, ciudad avanza-dilla
del paganismo en Judea, en la que curiosamente ha tenido lugar la
conversión definitiva de Felipe y de Pedro y desde la que Pablo va
a emprender su último y definitivo éxodo hacia el mundo pagano y su
evangelización. Y ya no le abandonará hasta Roma, cuando se cumplan
efectivamente los designios del Espíritu Santo sobre él como
evangelizador de los gentiles que él mismo había expresado en
Antioquía de Pisidia.
El grupo nosotros, desde que aparece por primera vez, es una
conciencia crítica y viva que no cesa de acusar a Pablo de que no
cumple con el deber que el Señor Jesús le ha encomendado de
dirigirse de una vez, y sin más, al pueblo pagano en su labor
evangelizadora; que se olvide del pueblo judío, que no recibirá su
mensaje. Y se lo advierte de mil maneras.
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198 ROMAN LLAMAS
Según San Lucas, cristiano convertido del paganismo, San Pablo
fue elegido por Dios para llevar el mensaje salvador del Señor
Jesús a los paganos. Ya en el primer relato de la conversión del
apóstol le dice el Señor a Ananías: «Tengo en él un instrumen-to de
elección para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los
hijos de Israel» (Act 9,15).
En el primer relato se silencia la visión que tuvo de regreso a
Jerusalén desde Damasco, como Pedro en Jafa (Act 1O,9s; 11,15), que
recuerda en el segundo y tercer relato, puesta la confesión en boca
de Pablo: «Date prisa y sal enseguida de Jerusalén porque no van a
aceptar tu testimonio sobre mí» (Act 22,17; cfI. 26,17).
Es una constante la llamada del Espíritu Santo a dirigirse en su
evangelización a los paganos, que salta ya fuertemente en la
pIi-mera predicación a los judíos de Anioquía de Pisidia. El mismo
Pablo sabe que son los paganos quienes recibirán su mensaje, pero
se empecina en dirigirse en primera instancia al pueblo judío.
Dondequiera que llega su primer contacto es con los judíos, a los
primeros a quienes dirige la palabra de Dios es a los de su raza.
Y, aunque el Señor no cesa de urgirle desde distintos ángulos que
su misión evangelizadora es con los paganos, él se resiste y, a
veces, se pone terco, como es el caso de su empeño de subir a
Jerusalén, después del tercer viaje apostólico; sabe que su vida
peligra, que no tiene nada que hacer, y él empeñado en subir: En el
camino, el Espíritu le advierte constantemente del peligro que le
aguarda, sirviéndose de algunas comunidades cristianas, del profeta
Agabo, del grupo nosotros, y él porfiando en su decisión; hasta
está dispuesto a dar la vida en Jerusalén por la causa del Señor
Jesús.
¿Por qué esta obstinación, sabiendo que su sitio es Roma? (Act
19,21). San Lucas, de una forma sutil, expresa la actitud
presun-tuosa de Pablo: «estoy dispuesto no sólo a dejarme atar
sino, incluso, a morir en Jerusalén por la causa del Señor Jesús»
(Act 21,13), justamente como la de Pedro en el evangelio y en la
visión que precedió a la conversión de Cornelio (cfr. Lc
22,33).
La obstinación y presunción de Pablo se refiere más bien al
sentido de su llamada y al campo de su acción misionera e
implí-citamente al contenido del mensaje. Y lo mismo que declaró
so-
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 199
lemnemente en la despedida de Mileto, que nada le impidió
pre-dicar a judíos y griegos para que se arrepintieran de sus
pecados y se adhirieran al Señor Jesús, y que la vida para él no
cuenta cuando se trata de dar testimonio de la buena noticia de la
gracia de Dios (Act 20,21.24), así está dispuesto a dar la vida por
llevar a término su declaración solemne y su defensa en Jerusalén.
Pero la misión que le ha encomendado el Espíritu no es que dé
testimo-nio de la palabra a judíos y paganos sino a los paganos,
porque los judíos no se la aceptarán nunca, como se vio ya desde el
principio. Para los judíos es un renegado (dI. Act 22,18-21; ya
insinuado en 13,47 y reconocido abiertamente por el mismo mismo
Pablo en 26,17s y 28,26-28).
A pesar de que declara COil énfasis, con gran fuerza, lo que se
refiere a Jesús, en Jerusalén, es decir, ante el judaísmo oficial y
más representativo, éste no aceptará su testimonio sobre Jesús.
Pablo está obstinado, se ha puesto terco en favor de su pueblo.
No comprende que no puede acoger su testimonio sobre Jesús y,
contra las indicaciones del Espíritu Santo, sube a Jerusalén. En el
adiós a los dirigentes de la iglesia de Efeso ya les dice que no
juzga de valor su vida sin ese paso por la ciudad santa (Act
19,21). Vemos que, luego, cuando llega el momento de la verdad de
dar la vida para escapar de ser azotado por los judíos, apela al
César, como ciudadano romano que es (Act 22,23-24). Como hiciera
con anterioridad en Filipos (Act 16,37s), Pablo se desdice de su
dispo-nibilidad a llevar cadenas y morir en Jerusalén (Act 21,13).
Nos encontramos con un caso parecido al de Pedro, que presume con
juramento de estar dispuesto a morir por el Maestro, y cuando llega
la hora de la verdad le niega tres veces.
En la mente de Lucas, ya la defensa que hace de sí mismo ante el
judaísmo oficial es ir contra el mandato del Señor Jesús, tal como
lo refiere el mismo evangelista: «Pero cuando os hagan comparecer
en las sinagogas ante los magistrados y las autorida-des, no os
preocupéis de cómo ni de qué os vais a defender, apologeseszai» (Lc
12,11). Y de lo que le acusan en concreto es de que «ataca a
nuestro pueblo, a la ley y a este lugar, enseñando a todo el mundo
en todas partes. Es más: ha introducido a unos griegos en el
templo, profanando este lugar sagrado». Lucas deno-
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200 ROMAN LLAMAS
mina expresamente con el término de apología la defensa que
Pablo hace de sí mismo (Act 22,1).
¡Qué diferente es la defensa que hace Esteban, lleno de
Espí-ritu Santo, no de sí mismo, sino del Camino nuevo; su discurso
es una invectiva contra el judaísmo desviado, que no acepta
renunciar a su vigencia por la fe plena en el Señor Jesús. Pablo,
en cambio, contemporiza con el judaísmo y lo que hace es defensa de
sí mismo. Y la proclamación profética y la defensa personal son
incompatibles. A la primera -Esteban- nadie ni nada la puede vencer
(Act 4,8-12.14; 5,29-32.33; 6,10; 7,2-53.54s); la segunda -Pablo-
no tiene resultado ninguno o tiene un resultado nega-tivo.
Lo que se libra en el corazón de Pablo es una lucha entre
judaísmo-cristianismo en una vertiente concreta: la de su misión de
evangelizar a los paganos, que tan claramente le había confiado el
Señor Jesús el día de su conversión, de la que le había desviado su
espíritu nacionalista que tantas energías le hizo gastar en favor
de la conversión de su pueblo, con tan escasos resultados. Sólo
cuando en Roma experimentó su último y enésimo fracaso al
di-rigirse a los judíos de la ciudad eterna para convertirlos, esta
lucha larga y con tantas peripecias habrá llegado a su fin. Ya
Pablo estará en la línea del Espíritu. Por eso desaparece de la
escena de los Hechos.
CONCLUSIÓN
La nueva lectura o relectura de los Hechos, desde unos
prin-cipios y postulados claros, nos da una visión nueva de los
mismos en algunos aspectos. Nos da una comprensión más humana del
evangelio del Espíritu Santo. Esta lectura y comprensión despoja a
los actores de los Hechos de una excesiva hagiografía, en que se
les había envuelto, tanto personajes como comunidades. Se ve mejor
el desarrollo y proceso de la cristianización interior de los
mismos al impulso del Espíritu Santo. Y aparece en toda su
gran-deza y realismo el protagonismo y actuación del mismo Espíritu
que tiene que luchar contra resistencias y reticencias de los
cora-
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CONFLICTO JUDAISMO-CRISTIANISMO 201
zones en los personajes encargados y enviados por el Señor Jesús
para llevar a cabo en su totalidad el mensaje universal de la
sal-vación. La conversión de Pablo en este sentido fue la más larga
y laboriosa. La noche no se ilumina plenamente sino en Roma. Y en
su proceso juega un papel de primer orden el grupo nosotros.