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Confesion Helvetica - Confesion de Las Iglesias Luteranas

Apr 04, 2018

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  • 7/31/2019 Confesion Helvetica - Confesion de Las Iglesias Luteranas

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    Confesin

    y sencilla explicacin de la verdadera fe y de las doctrinas catlicas de la purareligin cristiana

    publicada de comn acuerdo por los ministros de la Iglesia de Cristo en laConfederacin Helvtica residentes en Zrich, Berna, Schaffhausen, San Gall,Chur, los Grisones e igualmente Mhihausen y Biel, a los cuales se han unido

    tambin los minist ros de la iglesia de Ginebra con el fin de testimoniar a todoslos creyentes que sepan que estn en la verdadera y primitiva Iglesia de Cristo yque no propagan falsas doctrinas, por lo cual nada tienen en comn con estas o

    aquellas sectas o con errores doctrinarios.Y damos a conocer esta Confesintambin con el objeto de que todos los creyentes puedan juzgar por s mismos.

    Rom. 10:10Porque con el corazn se cree para justicia, pero con la boca se hace confesinpara salvacin.

    Zrich, imprenta de Christoph Froschauer, mes de marzo de 1566.

    Prlogo

    A todos los cristianos creyentesde Alemania y naciones extranjeras

    desean los ministros de las iglesias firmantesde la Confederacin Helvtica

    gracia y paz de Dios, el Padre, pornuestro Seor Jesucristo

    Hasta la actualidad han sido compuestas numerosas y diversas Confesiones deFe y explicaciones de la misma y especialmente hoy en da son publicadas porreinos, pases y ciudades. Y en estos tiempos en que en todas partes surgen yaumentan perniciosas doctrinas errneas, dichas Confesiones y explicacionesensean y testimonian que las iglesias piensan ortodoxa y sencillamente, creen yensean conforme a nuestra fe y religin cristianas, tanto en general como en

    particular y por lo dems, estn muy alejadas de la comunin con falsas doctrinasy sectas.

    Aunque nosotros ya hayamos hecho antes lo mismo en pblicos escritos,intentamos ahora (porque pudiera ser que nadie los recuerde y tambin porque endiversos puntos se extienden demasiado sobre la cuestin, de manera que no todaslas personas disponen del tiempo necesario para buscarlos y leerlos), movidos porel buen ejemplo de los dems, resumir claramente en esta exposicin y ofrecer atodos los creyentes en Cristo lo siguiente: La Doctrina y Orden de nuestras iglesiastal como han sido desde el principio de la renovacin de la fe y vienen siendodurante aos -no sin algunas dificultades- y tal como en completa unanimidad hansido enseadas y hasta ahora practicadas.

    Con este trabajo que ofrecemos testimoniamos ante todos la conformidadunnime que Dios nos ha donado, de modo que en nuestras iglesias, a las queservimos conforme a la voluntad de Dios, todos decimos lo mismo, sin que hayacontiendas entre nosotros, sino que constituimos, teniendo un slocorazn y un slo sentir, un cuerpo verdaderamente sano.

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    Testimoniamos, adems, que de ninguna manera propagamos en nuestras iglesiasdoctrinas que algunos de nuestros adversarios (sobre todo, aquellos a los que nohan alcanzado nuestros escritos y que desconocen nuestra doctrina) falsa einmerecidamente nos atribuyen o intentan atribuirnos. De estas explicaciones queexpondremos colegirn muy claramente los lectores de buena voluntad que nada

    tenemos en comn con las sectas ni doctrinas errneas, a las cuales nos referimosintencionadamente y refutamos con firmeza en los distintos captulos de nuestraConfesin.

    Tambin se podr ver que no nos aislamos ni apartamos malvolamente de lassantas iglesias de Alemania, Francia, Inglaterra y otras naciones del mundocristiano, sino que en general y en particular concordamos completamente conellas en esta nuestra Confesin de la verdad y estamos con ellas con sincero amor.

    Si bien existe entre las diversas iglesias una cierta diferencia en la expresin yformulacin de la doctrina, en usos y ceremonias, adoptados por cada iglesiaconforme a sus necesidades, aprovechamiento y estructuras, esto jams fueconsiderado en la Iglesia como suficiente motivo para disensiones y cismas. Y es

    que las iglesias de Cristo siempre han hecho a este respecto uso de su libertad. Aslo comprueba la Historia de la Iglesia. A las primeras iglesias cristianas lesbastaba por completo el estar de comn cuerdo general en las cuestiones msimportantes de la fe, en el sentir ortodoxo y en el amor fraternal.

    Por eso esper amos que las iglesias de Cristo estarn gustosamente de acuerdocon nosotros en la unidad de la fe y la doctrina, en el sentir ortodoxo y en el amorfraternal, una vez hayan visto y hallado que nosotros concordamos en la doctrinadel Dios Santo y eterno y, asimismo, en el sentir creyente y en el amor fraternalcon todas ellas y en especial con la primitiva iglesia apostlica.

    Si la publicacin de esta Confesin de Fe se debe a que especialmentebuscamos y quisiramos ganar paz y concordia en fraternal amor con las iglesiasde Alemania y las del extranjero, tambin quisiramos conservar lo ganado.Estamos completamente convencidos de que dichas iglesias poseen el mismoamor, la misma pureza y perfeccin de la doctrina. Y si hasta ahora nuestra causa,quiz, no haya sido bastante comprendida por algunos, las iglesias mencionadas,una vez hayan escuchado esta nuestra sencilla confesin jams nos contarn entre

    los falsos doctrinarios ni condenarn por impas a nuestras iglesias que sonverdaderas iglesias de Cristo.

    Ante todo, testimoniamos que siempre estaremos enteramente dispuestos aexplicar ms ampliamente nuestra ex posicin tanto general como particularmente,

    si as se nos solicitase, y a ceder con gratitud frente a aquellos que nos corrijanconforme a la Palabra de Dios y a seguirlos en el Seor, al cual corresponden laalabanza y la gloria.

    Da 1. de marzo de1566

    Han firmado los ministros de todas las iglesias de Cristo en Suiza: Zrich,Berna, Schaffhausen, San Gall, Chur y las de los Grisones a ste y al otro lado delos Alpes, y, adems, Mhihausen y Biel a las que se han unido los ministros de laiglesia de Ginebra.

    Decreto imperial referente a quienes deben serconsiderados como cristianos c atlicos y quienes

    sustentan falsas doctrinas

    (Codex Justiniani Imperatoris y Tripartita historia, libro IX, captulo VII)

    Nos, los emperadores romanos Graciano, Valentniano y Teodosio, al pueblode la ciudad de Constantinopla.

    Es nuestra voluntad que todos los pueblos sujetos a nuestra clemente soberanacaminen en la fe legada por el apstol Pedro a los romanos -como lo testimonia lafe que hasta hoy por l mismo nos fue inculcada- y que, indudablemente, siguen el

    papa Dmaso y el obispo Pedro de Alejandra, hombre de santidad apostlica.Quiere decir esto que, conforme a la doctrina apostlica y la enseanza evanglica,creemos en una sola divinidad del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, los tres conla misma gloria y en santa Trinidad. Ordenamos que quienes se atengan a esta leyostenten el nombre de cristianos catlicos; pero los dems, que consideramostrastornados y locos, tomen sobre s la vergenza de la errnea doctrina. Ante

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    todo, pueden contar ya con el castigo divino; pero tambin les alcanzar nuestrainclemencia, que nos ha sido autorizada por voluntad del cielo, y padecern elcastigo secular.

    Decretado el 27 de febrero (del ao 380), en Tesalnica, por Graciano,Valentiniano y Teodosio, emperadores y cnsules.

    A este decreto aade la Segunda Confesin Helvtica lo siguiente: La histor iaevenglica y apostlica juntamente con las dos epstolas de Pedro demuestranqu fe leg el santo apstol Pedro no solamente a la iglesia de Roma, sino atodas las iglesia s de Occidente y Oriente. En cuanto a la fe y doctrina del papaDmaso quedan claramente expuestas en su propia Confesin de Fe.

    La Confesin de Fe de Dmaso

    (Obras del santo Jernimo, tomo 2.)

    Creemos en un Dios, el Padre todopoderoso, y en un Hijo de Dios, nuestroSeor Jesucristo, y en el Espritu Santo. Un Dios, no tres dioses, sino Padre, Hijo yEspritu Santo como un solo Dios veneramos y confesamos. Pero no como si esenico Dios est solitario, por as decirlo, ni tampoco que siendo el Padre fuesetambin el Hijo, sino que es un Padre que ha engendrado, y es un Hijo que fueengendrado. El Espritu Santo no fue engendrado ni no-engendrado, ni creado nihecho, sino que saliendo del Padre y del Hijo es eterno con el Padre y el Hijo ycon ellos posee la misma sustancia y la misma actuacin. Porque est escrito:Los cielos fueron hechos por la palabra del Seor, o sea, por el Hijo de Dios ypor el aliento de su boca todos sus ejrcitos. Y en otro pasaje: T envas tualiento, y son creados, y t renuevas la faz de la tierra. Por eso confesamos en

    nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo un solo Dios, considerando laexpresin Dios como calificativo de su poder, pero no como nombre propio. Elnombre propio del Padre es Padre, el nombre propio del Hijo es Hijo, y elnombre propio del Espritu Santo es Espritu Santo. En esta Trinidad veneramosy honramos a un solo Dios. Pues lo que procede del Padre, es una naturaleza conel Padre y un ser y una potencia. El Padre ha engendrado al Hijo, pero no por

    voluntad ni por obligacin, sino en virtud de su sustancia y carcter. En estostiempos postreros el Hijo ha venido del Padre para redencin nuestra y encumplimiento de las Escrituras, aunque jams ha dejado de estar con el Padre. ElHijo fue concebido por el Espritu Santo y nacido de una virgen. El Hijo poseacarne, alma y sentidos corporales, es decir, ha aceptado humanidad y no perdi lo

    que era, sino que empez a ser lo que no era; pero siempre de forma de perfeccinen los suyos y realmente conforme a nuestra humana manera de ser. Porque el queera Dios naci hombre y nacido como hombre, obra como Dios, y actuando comoDios, muere como hombre, y muriendo como hombre, resucita como Dios.

    Despus de haber vencido la soberana de la muerte, subi al Padre con elcuerpo con que haba nacido, sufrido, muerto y resucitado, y est sentado a ladiestra del Padre en la gloria que siempre tuvo y que tiene. Creemos que por sumuerte y su sangre somos purificados (limp iados) y que en el Da Final nosresucitar con el cuerpo que ahora envida tenemos. Y abrigamos la esperanza derecibir la recompensa por los buenos mritos o, por el contrario, el castigo deleterno tormento por nuestros pecados. Lee esto, cree esto, atente a esto,doblguese tu alma a esta fe y as recibirs de Cristo la vida y la recompensa.

    Semejante a lo aadido al decreto imperial antes expuesto, se afirma losiguiente: Lo mismo que el bienaventurado Dmaso dice, tambin hanenseado el santo obispo Pedro de Alejandra y lo mismo han credo, comofcilmente puede comprobarse leyendo la Historia Tripartita, libro VII,captulo 37 y libro VIII, captulo 14.

    Como quiera que estamos de acuerdo con esa fe y esa religin, esperamosque no todos nos consideren como falsos doctrinarios, sino como catlicos ycristianos, etc.

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    Artculo 1

    LA SAGRADA ESCRITURA ES LA

    VERDADERA PALABRA DE DIOS

    Los escritosCannicos Creemos y confesamos que los libros

    cannicos de los santos profetas y apstoles enambos Testamentos son la verdadera Palabra deDios que poseen fuerza y fundamentosuficientes sin necesidad de ser confirmados porlos hombres. Pues Dios mismo ha hablado a lospadres, profetas y apstoles y prosiguehablndonos a nosotros por las SagradasEscrituras.

    .

    La Biblia nos enseade manera perfectalo que es toda lapiedad.

    Toda la Iglesia de Cristo dispone, pues, de unacompleta exposicin de lo que corresponde aun pura enseanza de la fe salvadora y de lavida agradable a Dios. Por eso prohbe Dios

    claramente que se aada o quite nada a lo queest escrito (Deuteronomio 4:2). En esto sebasa nuestra opinin de que en esas Escriturasse nos ofrecen la verdadera sabidura y lapiedad, el perfeccionamiento y cmo dirigir lasiglesias, la enseanza en todos los deberes de

    la piedad, y tambin la demostracin de lasdoctrinas y la refutacin de todos los errores yde igual modo todas las amonestacionesnecesarias. Ya lo seala la palabra apostlica,que dice: Toda Escritura es inspirada

    divinamente y til para ensear, etc. (2.aTimoteo 3: 16). Tambin dice el Apstol aTimoteo: Esto te escribo... para que sepascmo conviene comportarse en la casa deDios (1.a Tim. 3:15).

    La Biblia es laPalabra de Dios.

    E igualmente escribe el mismo apstol a losTesalonicenses:... cuando recibisteis la palabra de Dios, queos predicamos, recibisteis no palabra dehombres, sino verdaderamente la palabra deDios, etc. (1.a Tes. 2:13).

    El Seor mismo ha dicho en el Evangelio(Mat. 10:20; Luc. 10:16; Juan 13: 20): Porqueno seris vosotros los que hablaris, sino elEspritu de vuestro Padre hablar en vosotros.Por eso, el que os oiga, me oye a m, y el queos deseche, me desecha a m.

    La predicacin de laPalabra de Dioses Palabra de Dios.

    Por consiguiente, si hoy en da es anunciadadicha Palabra de Dios en la iglesia por

    predicadores debidamente autorizados,creemos que la Palabra de Dios misma esanunciada y escuchada por los creyentes; peroigualmente creemos que no debe inventarseninguna otra palabra de Dios o esperar quevaya venir del cielo. Por otra parte, hemos

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    de poner la atencin en la Palabra de Diosmisma ms que en el predicador; porqueincluso si se tratase de un hombre mal vado ypecador, la Palabra de Dios permaneceigualmente verdadera y buena.

    Consideramos que tampoco ha de pensarseque la predicacin pronunciada sea de escasautilidad por el hecho de que la enseanza de laverdadera religin depende de la iluminacindel Espritu Santo. Y es que est escrito (Jer.31:34): Y no ensear ms ninguno a suprjimo, ni ninguno a su hermano: Conoce alSeor: porque todos me conocern. Y (1.aCor. 3:7) As que ni el que planta es algo, niel que riega; sino Dios que da el crecimiento.

    La iluminacininterior no hace

    innecesaria lapredicacinhumana.

    Aunque, en verdad (Juan 6:44), nadie viene aCristo si el Padre no le lleva y sin que seailuminado interiormente por el Espritu Santo,sabemos, sin embargo, que la voluntad de Dioses que su palabra sea predicada pblicamenteen todas partes. Indudablemente, Dios podrahaber enseado a Cornelio (segn Hechos delos Apstoles) sin vaJerse del servicio delsanto Pedro, sino mediante el Espritu Santo o

    mediante un ngel. No obstante, Dios indic aCornelio que mandase buscar a Pedro, del cualel ngel dice: El te dir lo que tienes quehacer (Hech. 10:6).

    Y es que el mismo que ilumina a los hombresinteriormente con el don del Espritu Santo

    orden a sus discpulos: Id por todo elmundo; predicad el evangelio a toda criatura(Marc. 16:15 y Hech. 16:10). Por eso elapstol Pablo, estando en Filipos, predic elevangelio externamente a Lidia, la

    comerciante en prpura; ... Pero el Seor leabri el corazn (Heb. 16:14). E igualmentehallamos que Pablo, segn Rom. 10: 13-17,luego de desarrollar inteligentemente sus ideas,llega a esta conclusin:Luego la fe es por elor; y el or por la palabra de Dios.Concedemos, claro est, que Dios puedeiluminar a hombres tambin sin la predicacinextema; puede iluminar a los que quiera ycuando l quiera. Esto se debe a suomnipotencia. Pero nosotros nos referimos almodo usual en que los hombres deben serenseados, al modo que Dios nos ha

    transmitido con mandamientos y ejemplos.

    Falsas doctrinas.Por consiguiente, condenamos todas las

    falsas doctrinas de Artemn, los maniqueos,los valentnianos y las de Cerdon y losarcionitas, quienes han negado que lasSagradas Escrituras sean obra del EsprituSanto o no han reconocido parte de ellas o sehan permitido escribir en ellas intercalacionesy realizar mutilaciones.

    Libros. Al mismo tiempo no ocultamos que ciertos

    libros del Antiguo testamento fueron llamadospor los antiguos: Apcrifos oEcciesiastici; y deseaban que fuesen ledos

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    en las iglesias, pero no usados para reconfirmarla fe. As, Agustn, en su libro La ciudad deDios (Parte18, captulo 38) recuerda que enlos Libros de los Reyes se mencionan nombresy libros de ciertos profetas. Pero Agustn aade

    que dichos libros no figuran en el canon y quelos libros que tenemos bastan para la piedad.

    Articulo 2

    LA INTERPRETACIN DE LAS

    SAGRADAS ESCRITURAS, LOS

    PADRES DE LA IGLESIA, LOS

    CONCILIOS Y LAS TRADICIONES

    La fidedignainterpretacin de laBiblia.

    El apstol Pedro ha declarado que lainterpretacin de las Sagradas Escrituras nopuede quedar al arbitrio de cada cual (2 Pedro,1:20). Por eso no aceptamos todas lasinterpretaciones. Tampoco reconocemos sinms ni ms como fidedigna y originalinterpretacin de las Escrituras lo que ensea laIglesia Romana, es decir lo que los defensoresde la misma intentan imponer a todos. Por elcontrario, reconocemos solamente comointerpretacin ortodoxa y original de lasEscrituras lo que de ellas mismas es dablesacar examinando a fondo el sentido dellenguaje en que fueron escritas, teniendo

    tambin en cuenta el contexto y, finalmente,comparando los pasajes semejantes y diversos,especialmente los pasajes ms claros.Solamente de esta manera actuaremos deacuerdo con las reglas de la fe y del amor y.

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    sobre todo, ello ser contribuir a la gloria deDios y a la salvacin de los hombres.

    La interpretacinde los Padres de laIglesia.'

    Por estas razones no desechamos lasinterpretaciones de los santos Padres de laIglesia griegos y latinos, ni tampococensuramos sus discusiones y escritos sobrecosas sagradas..., siempre, claro es, siconcuerdan con las Sagradas Escrituras. Sinembargo, con toda modestia desaprobamosdichas interpretaciones si resulta que sonextraas a las Escrituras o incluso lascontradicen. Consideramos no ser injustos conellos, toda vez que ellos mismosunnimemente no aspiraban a que sus propiosescritos tuviesen el mismo valor que loscannicos, es decir, los bblicos. Los Padres dela Iglesia exigan se examinase suinterpretacin para ver si estaba de acuerdo conlas Escrituras o disenta de ellas y hasta exiganse aceptase lo concordante y se desaprobase lodisconforme con las Escrituras.

    Situamos en la misma lnea de los Padres dela Iglesia las explicaciones y reglas de losConcilios.

    Quin decide encuestiones de fe?

    De este modo no nos dejamos acorralar encuestiones discutibles de la religin y de la feni por la opinin de los Padres de la Iglesia olas conclusiones conciliares y mucho menospor las costumbres ya aceptadas y por losmuchos que las sustentan, ni tampoco por la

    conviccin de que todo ello posea ya validez.En cuestiones de fe reconocemos a Dios comoel nico juez, el cual mediante las SagradasEscrituras anuncia, tanto distinguiendo entre loverdadero y lo falso como entre lo aceptable o

    inaceptable. O sea, que ya nos conformamoscon el juicio de hombres llenos del Espritu,juicios basados solamente en la Palabra deDios. Por lo menos Jeremas y otros profetascriticaron durante las asambleas de lossacerdotes y advirtieron expresamente que nooigamos a los padres ni sigamos la senda deaquella gente que caminaba conforme a loshallazgos propios por ellos encontrados,apartndose de la Ley de Dios.

    Tradicioneshumanas.

    Igualmente renunciamos a las tradicioneshumanas. Bien pueden ostentar ttulosllamativos como si stos fueran de origendivino o apostlico. Para ello invocan quemediante la tradicin oral de los apstoles y latradicin escrita de varones apostlicos hansido legadas a la Iglesia de un obispo a otro.Pero si se comparan dichas tradiciones con lasEscrituras se advierte que no estn de acuerdocon ellas, y en esta contradiccin se demuestraque no son apostlicas, ni mucho menos. Ascomo los apstoles no han enseado nadacontradictorio, tampoco los Padres apostlicoshan manifestado nada contradictorio a losapstoles mismos. Supondra realmente unablasfemia el afirmar que .los apstoles, alhablar, contradijesen a sus propiosescritos. Pablo manifiesta claramente que haenseado lo mismo en todas las iglesias (1.a

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    Cor. 4:17). Y repite: No os escribimos otrascosas de las que leis o tambin conocis (2.'Cor. 1:13). En otras ocasiones afirma que l ysus discpulos, o sea, varones apostlicossiempre han seguido el mismo camino y que

    igualmente todo lo realizan con el mismoespritu (2.* Cor. 12:18).Los judos posean tambin la tradicin de

    los Antiguos; pero el Seor se opusoduramente a ella, demostrando que suobservancia era obstculo a la Ley de Dios, ala cual dicha tradicin no da la gloria que aDios corresponde (Mat 15-3 y 6; Marc. 7:7).

    Artculo 3

    DIOS EN SU UNIQUEDAD

    Y TRINIDAD

    El nico Dios.Creemos y enseamos que Dios es nico en

    esencia y naturaleza; que existe por s mismo yen todo se basta a s mismo; que l es el eternoCreador invisible, incorpreo, infinito, de todaslas cosas visibles e invisibles; que l es el BienSupremo, el viviente, que todo lo crea paravivir y lo mantiene; que l es todopoderoso,

    benvolo y misericordioso, justo y veraz.Pero aborrecemos el politesmo; porque

    expresamente est escrito: El Seor, nuestroDios, es uno (Deut. 6:4). Yo soy el Seor, tuDios... No tendrs otros dioses delante de m(Ex. 20:3). Yo soy el Seor, y no hay otro qu eyo (Isaas 45:5 y 18). No soy yo el Seor?Y no hay otro Dios que yo. A mi lado no existeotro Dios verdadero, salvador (Isaas 45:21).El Seor, el Seor, fuerte, misericordioso yfiel; tardo para la ira y grande en benignidad yverdad (Ex. 34: 6).

    El Dios trino .Igualmente creemos y enseamos que ese

    Dios infinito e indivisible e in mezclable esdiferenciable en tres personas: Padre, Hijo yEspritu Santo. Y esto de la siguiente manera:El Padre ha engendrado al Hijo desde la

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    Eternidad; el Hijo ha nacido en formainenarrable; el Espritu Santo proviene deambos desde toda eternidad y ha de seradorado con ambos. Esto significa que no setrata de tres dioses, sino de tres personas

    esencialmente iguales, igualmente eternas,igualmente en todo y no obstante diferentesentre s, siguiendo una a la otra ordenadamentey siendo siempre iguales. Conforme a sunaturaleza y esencia estn unidas de manera talentre s, que hay un solo Dios, pero poseen laesencia divina en comn el Padre, el Hijo y elEspritu Santo. Las Sagradas Escrituras noshan comunicado claramente el poderdiferenciar entre las tres personas, cuando elngel dice a Mara, entre otras cosas :E1Espritu Santo vendr a ti y quedars a lasombra del Altsimo; y por eso lo santo que

    ser egendrado, ser llamado Hijo de Dios(Luc. 1:35). Pero tambin en el bautismo deCristo se oy una voz del cielo que lleg hastaJess, diciendo: Este es mi hijo amado (Mat.3:17); y, al mismo tiempo, apareci el EsprituSanto en forma de paloma (Juan 1:32). Cuandoel Seor mismo dio el mandato de bautizar,seal que el bautismo se realizase ennombre del Padre, del Hijo y del EsprituSanto (Mat. 28:19). En otra ocasin dice l enel Evangelio: Pero el Consolador, el EsprituSanto, al cual el Padre enviar en minombre... (Juan 14:26). Tambin dice:

    Cuando venga el Consolador, el cual yo osenviar del Padre, el Espritu de verdad, queprocede del Padre, l dar testimonio de mi(Juan 15:26). En resumen: Nosotros aceptamos

    la confesin de los apstoles, confesin quenos transmite la tradicin de la verdadera fe.

    Falsas doctrinas.Por eso condenamos el parecer de los judos

    y mahometanos y todos cuantos blasfemansobre esa santsima Trinidad digna deadoracin. Igualmente condenamos todas lasfalsas doctrinas y a todos los falsos maestros,segn los cuales el Hijo y el Espritu Santo sonDios nicamente de nombre o que en laTrinidad se trata de algo creador y servidor o,tambin, de que lo uno est supeditado a lootro o que la Trinidad contenga diferencias,cosas grandes y pequeas, cosas corporales ocorporalmente formadas, cosas, en fin,distintas en su modo de comportarse y en susdeseos, o que existan en la Trinidad

    mezcolanzas o unidades, o que el Hijo y elEspritu Santo sean solamente situaciones oformas especiales del Dios Padre... As escmo han credo los monarquianos o losnoecianos, como Praxeas, o los patripasianos,como Sabelio, el Samosateno, Ecio yMacedonio, los antropomorfitas y, finalmente,como Arrio y tantos otros.

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    Artculo 4

    IMGENES DE DIOS, DE CRISTO

    Y DE LOS SANTOS

    Imgenes de Dios.Siendo Dios espritu invisible y esencia

    infinita, resulta imposible representarlevalindose de alguna forma artstica o de unaimagen. De aqu que, conforme a las SagradasEscrituras, consideremos cualquier imagenvisible de Dios como puro engao.

    Imgenes de Cristo.No condenamos solamente los dolos

    paganos, sino que tambin las imgenes queveneran algunos cristianos. Porque aunqueCristo haya adoptado forma humana, no lo hahecho para servir de modelo a escultores ypintores. El ha dicho que no ha venido paraabolir la Ley y los Profetas (Mat. 5:17). Y elcaso es que tanto la Ley como los Profetas hanprohibido las imgenes (Deut. 4:16 y 23; Isaas40:18 y sgs.). Cristo no dice que estar en laiglesia corporalmente presente, sino quepromete estar cerca de nosotros con su espritu(Juan 16:7). Quin, pues, va a creer queaprovechar a los creyentes una mera sombra ouna imagen del cuerpo? (2 Cor. 5:16). Y siCristo queda en nosotros mediante su santoespritu, entonces ya somos templo de Dios

    (1.a Cor. 3:16). Qu comunin hay entre eltemplo de Dios y los dolos? (2.a Cor. 6:16).

    Imgenes de losSantos.

    Y si los espritus bienaventurados y los

    perfectos en los cielos combatieron todaveneracin de los dolos y contra estos mismoslucharon (Hech. 3:12; 14:15; Apoc. 14:7;Apoc. 22:8 y 9), quin es capaz de imaginarseque a tales perfectos y a los ngeles agradan lasimgenes, ante las que los hombres doblan susrodillas, destocan su cabeza y veneran detantas maneras?

    Imgenes para lagente sencilla?

    Con el fin de que los hombres fuesenenseados en la fe y conociesen las cosasdivinas y fuesen instruidos en lo que atae a susalvacin, ha ordenado el Seor predicar elEvangelio (Mat. 16:15), pero no ha enseadoque el pueblo aprenda lo que los pintoresensean. El Seor ha ordenado y mandado lossacramentos, pero nunca ha ordenado que hayaimgenes. Sin embargo, miremos adondequeramos, hallaremos criaturas de Dios vivas yverdaderas, que observadas debidamente nosemocionaran mucho ms que todas lasimgenes hechas por los hombres o lasrepresentaciones inexpresivas, inmviles,mediocres y sin vida, de las cuales el profeta

    dice con toda razn: Tienen boca y no hablan;tienen ojos y no ven; tienen odos y no oyen.(Salmo 115:5-7)

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    Lactancio

    Justamente por esto estamos de acuerdo conla frase del antiguo escritor Lactancio, quedice: Es indudable que donde haya una

    imagen no hay ninguna religin.Epifanio

    Aprobamos que el fiel obispo Epifanio, alhallar una imagen de Cristo o de algn santoen un cortinn a la puerta de la iglesia locortase o mandase quitar, razonando quecontradeca a las Sagradas Escrituras elexponer a la vista de los fieles de la Iglesiacualquier imagen. Consecuentemente, ordenalejar de la Iglesia todas las cortinassemejantes, arguyendo que iban en contra de lafe y conducan a una confusin indigna de laIglesia y de los creyentes.

    AgustnEstamos conformes con la opinin de San

    Agustn que dice en su libro sobre Laverdadera religin (captulo 55) que nuestrafe no significa venerar lo hecho por loshombres. Estos, como artistas, merecen granrespeto; pero no debemos venerar su obracomo si se tratase de cosa divina.

    Articulo 5

    ADORACIN, VENERACIN E

    INVOCACIN DE DIOS POR EL

    NICO MEDIADOR JESUCRISTO

    Solamente a Dios sedebe adorar yvenerar.

    Enseamos que nicamente ha de ser adoradoy venerado el Dios verdadero. Conforme almandato del Seor no damos honra y gloria aningn otro: Adorars al Seor, tu Dios, yslo a l le servirs. (Mat. 4:10) Todos losprofetas reprendieron muy seriamente alpueblo de Israel cuando adoraba y veneraba adioses extraos en vez de adorar y venerar aDios, segn l mismo nos ha enseado aservirle en espritu y verdad (Juan 4:23 y 24), osea, no de manera supersticiosa, sino consinceridad, conforme a su palabra, y para quel no tenga que decirnos ms tarde: Quin osha exigido otra cosa? (Isaas 66,1 y sgs; Jer.7:22). Tambin el apstol Pablo dice: Dios noes honrado por manos de hombres, como sinecesitase de algo; pues l da a todos vida yrespiracin y todas las cosas. (Hech. 17:25).A ese Dios invocamos en todas las decisionesy variaciones de nuestra vida, y, ciertamente,

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    lo hacemos por mediacin de nuestro nicoMediador e intercesor Jesucristo.

    Se debe invocara Dios por el nicoMediador: Cristo.

    Concretamente se nos ha ordenado:Invcame en el da de la angustia, y yo tesalvar y t me alabars. (Salmo 50:15) Peronuestro Seor nos ha dado muy benvolamentela promesa: Si algo suplicis a mi Padre, os lodar; porque invocis mi nombre. (Juan16:23). Y tambin: Venid a m todos los queestis atribulados y cargados, y yo os hardescansar. (Mat. 11:28) Y si est escrito:Cmo van a invocar a Aqul en el cual nohan credo? (Rom. 10:14); entonces creemosnicamente en Dios y a l slo invocamos,pero mediante Cristo. Dice el apstol: Hay

    slo un Dios y hay un slo mediador entreDios y los hombres: el hombre Jesucristo. (1.aTim. 2:5) Y, adems: Si alguien peca,tenemos un intercesor junto al Padre:Jesucristo, el Justo. (1.a Juan 2:1)

    No hay que adorara los Santos,ni venerarlos, niinvocarlos.

    Por eso no adoramos a los santos celestiales odivinos, ni los veneramos a lo divino, ni losinvocamos, ni los reconocemos como

    intercesores y mediadores entre nosotros y elPadre que est en los cielos. A nosotros nosbasta con Dios y el Mediador Cristo, y lahonra, honor y gloria que rendimos a Dios y asu Hijo, como es debido, a nadie ms losdaremos; pues Dios ha dicho expresamente:

    ...no quiero dar a otro mi gloria... (Isaas42:8) Y Pedro dice: ...no hay otro nombrebajo el cielo dado a los hombres por el cualseremos salvados... (Hech. 4:12) Quienes porla fe han hallado paz en ese nombre, solamente

    se atienen a Cristo.Hasta qu puntodebemos honrara los Santos.

    Conste que en modo alguno despreciamos alos llamados Santos ni los consideramos enpoco. Reconocemos que son miembros vivosdel cuerpo de Cristo, amigos de Dios, y quehan vencido la carne y el mundo. Por eso losamamos como hermanos y tambin leshonramos, pero no en el sentido de veneracindivina, sino considerndolos dignos dehonorfica estimacin y merecedores de

    alabanza. Al mismo tiempo, seguimos suejemplo. Y es que deseamos ansiosamente ycon oracin, como seguidores de su fe y susvirtudes, compartir un da con ellos lasalvacin, con ellos morar eternamente conDios y con ellos gozarnos en Cristo. A esterespecto aprobamos tambin las palabras deSan Agustn escritas en su libro La verdaderareligin, cuando dice: Nuestra fe no consisteen la veneracin de los que murieron.

    Si vivieron piadosamente, consideramosque ellos no tienen la pretensin de excelsaveneracin, sino que desean que cada uno denosotros sea venerado y se gozan de que,gracias a la iluminacin divina, compartamossus mritos. Y por eso son venerables; por eso,porque son dignos de imitacin. Pero no hayque adorarlos en sentido religioso.

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    Reliquias de losSantos.

    Mucho menos creemos en la adoracin oveneracin de las reliquias de los santos.Aquellos antiguos santos, o sea, cristianos,

    pensaban honrar bastante a sus muertosenterrndolos, una vez que su espritu habaascendido a los cielos.

    Solamente jurar ennombre de Dios.

    Y como la mejor herencia de los finadosconsideraban sus virtudes, su doctrina y su fe.Y en su tiempo, al alabar a los difuntos, seesforzaron por ser como ellos. Aquellosantiguos cristianos juraron solamente ennombre del Dios Jehov, conforme a la Leydivina. Y del mismo modo que sta prohibejurar en nombre de otros dioses (Deut. 10:20;Ex. 23:13), nosotros no juramos lo que seexige con respecto a los llamados santos. Deaqu que condenemos cualquier doctrina quehonra a los santos celes tiales demasiado.

    Artculo 6

    LA PROVIDENCIA DIVINA

    La providencia deDios lo rige todo.

    Creemos que por la providencia del Diosomnisciente, eterno y todopoderoso todocuanto hay en los cielos y en la tierra esmantenido y guiado. Porque David testimoniay dice: El Seor est por encima de todos lospueblos, y su gloria sobre los cielos. Quinpuede igualarse a Dios, nuestro Dios, en loscielos y en la tierra? Es El quien tiene su trono

    en las alturas y El es quien ve en loprofundo... (Salmo 113:4-6) El mismo Daviddice: ...t conoces todos mis caminos. Y nohay palabra en mi boca que no sepas, oh. Dios,antes (Salmo 139:3 y 4). Tambin Pablo dicey testimonia: En El vivimos, nos movemos ysomos (Hech. 17:28). Y dice tambin:De El y por El y para El son todas las cosas(Rom. 11:36). Justamente por esto manifiestaAgustn, conforme a las Sagradas Escrituras,en el libro La lucha del cristiano (captulo8): Ha dicho el Seor: No se venden dosgorriones por pocos cntimos? Y, sin embargo,

    ni un solo gorrin caer al suelo sin la voluntadde Dios (Mat. 10:29). Con estas palabrasAgustn quera decir que la omnipotenciadivina impera incluso sobre aquello que a loshombres les parece insignificante.

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    La verdad misma dice que Dios alimenta alos pjaros que vuelan bajo el cielo y reviste alos lirios del campo. Y la misma verdadtestimonia que estn contados todos loscabellos de nuestra cabeza (Mat. 6:26 y 28.

    Mat. 10:30), etctera.Los epicreos.Por eso desechamos la opinin de los

    epicreos, que niegan la providencia divina, eigualmente la opinin de quienes blasfemandoafirman que Dios nicamente se mueve encelestiales regiones sin poder ver lo que nosatae y, por consiguiente, sin cuidarse denosotros. Ya el regio profeta David hacondenado a gente que tal piensa y ha dicho:Hasta cundo. Seor, pueden clamar triunfoestos ateos? Piensan que el Seor no ve lo queacontece, el Dios de Israel no lo ve. Pero,

    atencin, necios entre el pueblo; necios quenecesitis de inteligencia. Quien os ha dado elodo, no os oir? Quien os ha dado el ojo, noos ver? (Salmo 94:3 y 7-9).

    No hay quemenospreciar losmedios de laprovidencia.

    Realmente, no despreciamos los medios delos que la providencia se vale; pero enseamosque hemos de acomodarnos a ellos siempre ycuando nos sean recomendados por la Palabra

    de Dios. De aqu que desaprobemos laspalabras ligeras de la gente que dice: Si tododepende de la providencia divina, nuestrasaspiraciones y esfuerzos resultan vanos y bastacon que todo lo confiemos a la providencia

    divina, y no tenemos motivo de preocuparnosni de hacer nada.

    Recordando que Pablo reconoce ir a Romapor la providencia divina, pues la Palabra ledijo: Tambin en Roma dars testimonio

    (Hech. 23:11), y otros: Nadie de vosotrosperecer (Hech. 27:22) y, adems: ...Que niaun cabello de la cabeza de ninguno devosotros perecer (Hech. 27:31); recordandotodo esto, recordemos igualmente cmo Pablo,en vista de que los marinos pretenden huir,dice al capitn: Si stos no siguen en la navenadie quedar con vida (Hech. 27:31).

    Y es que Dios es quien todo lo determina,marca los comienzos y los medios para llegaral objetivo propuesto. Los paganos confan lascosas al destino ciego y a la indecisacasualidad.

    Por su parte, el apstol Santiago no quiereque digamos: Hoy o maana iremos a esta oaquella ciudad, sino que aade: ...En vez deesto, deberais decir: "Si Dios quiere yvivimos, haremos esto o aquello" (Sant.4:13). Y Agustn dice: Todo lo que gentesuperficial supone que las cosas acontecen porcasualidad confirma en realidad que todosucede conforme a la palabra de Dios y nadaacontece sin el mandato divino (Interpretacindel Salmo 148). Por ejemplo: Parece puracasualidad que, buscando las burras de supadre, Sal se encontrase con el profeta

    Samuel. Pero el Seor ya haba anunciadoantes al profeta: Maana a tal y hal hora teenviar un hombre del pas de Benjamn.. (1. Sam. 9:16).

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    Artculo 7

    LA CREACIN DE TODAS LAS

    COSAS, LOS ANGELES, EL DIABLOY EL HOMBRE

    Dios el Creador detodas las cosas.

    Este Dios bueno y todopoderoso, mediante supalabra que en El y con El es eterna, ha creadotodo lo visible e invisible y lo mantiene yconserva mediante su espritu que juntamentecon El es eterno. Por eso testimonia David,diciendo: Los cielos han sido hechos por la

    palabra del Seor y todo el ejrcito celestial hasido hecho por su espritu (Salmo 33:6). Mas,conforme a las Escrituras, todo lo creado porDios era bueno (Gnesis 1:31), creado,adems, para provecho y uso de los hombres .

    Maniqueos ymarcionitas

    Por nuestra parte afirmamos que todas lascosas provienen de un fundamento nico,original. De aqu que desechemos la opinin delos maniqueos y marcionitas, que en formaatea enseaban que existen dos fundamentosdel ser y dos naturalezas o sea, la naturalezadel Bien y del Mal y dos fundamentosoriginales y, por consiguiente, dos diosesenemigos: Un Dios del Bien y un Dios delMal.

    Angeles

    y demonios.De entre todas las criaturas sobresalen los

    ngeles y los hombres. Acerca de los ngelesdice la Sagrada Escritura: ...El, que hace delos vientos sus mensajeros, y sus ministros del

    fuego flameante (Salmo 104:4). Y tambin:No son todos ellos espritus serviciales,enviados por causa y para bien de aqullos quehan de heredar la salvacin? (Hebr. 1:14). Encuanto al diablo, Jess mismo testifica:Desde el principio era un asesino y nopermaneca en la verdad; porque en l no hayverdad. Si mentiras dice, dice de lo suyo;porque es un mentiroso y padre de la mentira(Juan 8:44).

    Por eso enseamos que los ngeles hanpermanecido obedientes y estn destinadospara servir fielmente a Dios y a los hombres.

    Los otros, empero, cayeron por su propiaculpa, fueron condenados al mal y son losenemigos de todo lo bueno y de los creyentes,etctera.

    El hombre.En cuanto al hombre, ya dice la Escritura que

    en el principio fue creado bueno y a imagen deDios y que Dios le puso en el Paraso comoseor de todo lo creado (Gen. 2:7 y 8). Es loque tan maravillosamente ensalza David en elSalmo 8 (Salmo 8:6-9). Adems, Dios le diouna compaera y bendijo a ambos.Manifestamos, por nuestra parte, que el

    hombre contiene dos elementos distintos enuna sola persona: Un alma inmortal que aldesligarse del cuerpo ni duerme ni muere y uncuerpo mortal, el cual, ciertamente, en el JuicioFinal resucitar de entre los muertos, de

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    manera que a partir de entonces, sea en vida,sea en muerte, permanece eternamente.

    Las sectasCondenamos el parecer de todos aquellos que

    se burlan de esto o que con razones sutiles

    niegan la inmortalidad del alma o afirman queel alma duerme o que es una parte de Dios.Resumiendo: Condenamos todas las opinionesde aquellos que, apartndose de la sana yverdadera enseanza, se refieren a la Creacin,los ngeles, los malos espritus y el hombre,conforme sobre todo esto nos ha sidotrasmitido por las Sagradas Escrituras en laIglesia apostlica de Jesucristo.

    Artculo 8

    LA CADA Y EL PECADO DEL

    HOMBRE Y LA CAUSA DEL PECADO

    La cada.En el principio Dios cre al hombre a imagen

    y semejanza de Dios; el hombre era justo yverdaderamente santo, era bueno y sin mcula.Mas cuando instigado por la serpiente ymovido por su propia culpa el hombre dej labondad y la justicia, cay bajo el poder delpecado, de la muerte y toda suerte de males. Y

    este estado en que cay es el mismo en que noshallamos todos los descendientes: Nos vemossometidos al pecado, a la muerte y a los msdiversos males.

    El pecado.Por pecado entendemos la innata perversin

    del hombre que todos hemos heredado denuestros antepasados y que prosigui siendoengendrada. Y por eso nos encontramossupeditados a pasiones insanas, nos apartamosde lo bueno y nos inclinamos hacia todo lomalo, andamos llenos de maldad,desconfianza, desprecio y odio a Dios y somos

    incapaces no slo de hacer lo bueno, sino nisiquiera de pensarlo. Y en tantoofendemos gravemente la ley de Dios, y estode manera continua, abrigando malospensamientos, hablando y actuando, nuestros

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    frutos son malos como sucede con cualquierrbol malo (Mat. 12:53 sgs.). Por esta causasomos, por culpa propia, vctimas de la ira deDios y nos vemos sometidos a justos castigos.Si el Redentor Cristo no nos hubiera redimido.

    Dios nos habra condenado a todos.La muerte.Por muerte no entendemos solamente la

    muerte corporal que a todos nos toca a causadel pecado, sino que tambin los castigoseternos que nos corresponden por nuestrospecados y perdicin o maldad. Pues el apstoldice: Muertos estbamos a consecuencia denuestros delitos y pecados... y ramos pornaturaleza hijos de la ira, nosotros y los dems.Pero Dios, rico en misericordia y movido porsu gran amor con que nos ha amado, anosotros, muertos ya como consecuencia de

    nuestras transgresiones, nos ha hecho vivirjuntamente con Cristo (Efes. 2:1 sgs.). Eigualmente dice el apstol: As como por unhombre el pecado entr en el mundo, y, por elpecado, la muerte, que han de padecer todosloshombres, porque todos pecaron... (Rom.5:12).

    El pecado original.Reconocemos, pues, que todos los hombres

    llevan la mcula del pecado original.Los propiospecados.

    Asimismo, reconocemos que todo ello sedenomina pecado y es realmente pecado,llmeselo como se quiera: sean pecadosmortales, sean pecados veniales, sea elpecado denominado contra el Espritu Santo,pecado imperdonable (Marc. 3:29; 1.a Juan

    5:16). Concedemos que no todos los pecadosson iguales; aunque todos fluyan de lamisma fuente de la perdicin y de laincredulidad, esto no significa que unospecados sean peor que otros. Ya lo dijo el

    Seor: El pas de Sodoma y Gomorra saldrmejor parado que una ciudad que rechaza lapalabra del Evangelio (Mat. 10:14; 11:20 sgs.).

    De aqu que condenemos la opinin detodos quienes han enseado lo contrario,Pelagio y los pelagianos especialmente; perotambin los jovinianos, que, a semejanza de losestoicos, miden todos los pecados con elmismo rasero. Estamos completamente deacuerdo con el santo Agustn, cuya opinin,por l defendida, se basa en las SagradasEscrituras.

    Dios no es el

    causante del pecadoy qu debeentenderse porendurecimiento.

    Adems, condenamos el parecer de Florinoy Blasto (contra los cuales ya escribi Ireneo),y el parecer de todos aquellos que pretendenponer a Dios como causante del pecado.Porque est escrito expresamente: No eres unDios que se complace en la impiedad... yaborreces a todos los malhechores... (Salmo5:5-7). Y en el Evangelio leemos: Cuando el

    diablo habla mentiras, lo hace sacndolo de losuyo propio; porque es un mentiroso y padrede la mentira (lun 8:44).

    Ya existe en nuestro interior bastantemalandanza y bastante perversin para queDios tenga que infundirnos todava mayores

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    imperfecciones. Pero si en las Escrituras se nosdice que Dios endurece el sentir del hombre, lociega y lo hace rebelde, hemos de entender queDios obra justamente como juez y dueo de laira. Finalmente, si en la Escritura se menciona

    que Dios realiza algo malo, aunque sloaparentemente es as, esto no significa que elhombre no hace lo malo, sino que Dios loconsiente y, conforme a su juicio siemprerecto, no lo impide..., aunque podra haberloimpedido si lo hubiese querido. Todo estosignifica que Dios habra vuelto en bien lo quelos hombres hicieron con maldad. Por ejemplo:Los pecados de los hermanos de Jos. Por otraparte se ve que Dios permite los pecados hastael punto que le parece conveniente y noconsiente que progresen. San Agustn dice ensu Manual: De manera misteriosa e

    inexplicable nada acontece sin la voluntad deDios, incluso lo que va en contra de suvoluntad. Y es que no acontecera, si l no loconsintiese. Y, por lo tanto, al no oponerse aello es que se realiza su voluntad. Y Dios, ensu bondad, no asentira a lo malo si no pudierahacer de ello algo bueno. Hasta aqu hablaAgustn.

    Cuestionesproducto de lacuriosidad.

    Las dems cuestiones: Si Dios quiso queAdn cayese o si Dios le condujo a caer o

    porqu Dios no impidi la cada, soncuestiones que consideramos producto de lacuriosidad. Sin embargo, ya rebasa la puracuriosidad la insolencia de falsos doctrinarios ode hombres presuntuosos empeados en

    explicar estas cuestiones valindose de laPalabra de Dios, cosa que de vez en cuandohan intentado piadosos maestros de la Iglesia.Lo que con respecto a dichas cuestionessabemos, es que Dios prohibi al hombre

    comer de aquel fruto y que Dios castig latransgresin. Pero tambin sabemos que lomalo que acontece, no lo es si tenemos encuenta la providencia divina, si miramos suvoluntad y su poder, sin olvidar por eso aSatans y nuestra propia voluntad que se oponea la de Dios.

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    Artculo 9

    LA LIBRE VOLUNTAD Y OTRAS

    FACULTADES DEL HOMBRE

    Cmo era el hombreantes de la cada.

    En esta cuestin, que siempre ha suscitadomuchas contiendas, enseamos que lasituacin o el modo de ser del hombre hay queconsiderarlo de manera triple. Por una parte,figura el estado en que el hombre, al principio,antes de la cada, se encontraba: Era

    incondicionalmente sin mcula y libre, demanera que igualmente poda permanecer en lobueno, pero tambin poda decidirse por elmal. El hecho es que se decidi por el mal ycon ello se ha encadenado a s mismo y a lahumanidad entera al pecado y a la muerte,como ya antes dijimos.

    Cmo era el hombredespus de la cada.

    Lo segundo es considerar cmo ha sido elhombre despus de la cada. Ciertamente, no sevio privado de su entendimiento ni de suvoluntad, como si se hubiese sido convertidoen madera o en piedra. Pero las facultadesmencionadas que el hombre posea resultarontan cambiadas y reducidas que ya no logran lomismo que antes de la cada. Su entendimientoest oscurecido y su libre voluntad se halla

    sujeta; porque no sirve al pecado involuntaria,sino voluntariamente.

    El hombre hacelo malovoluntariamente.

    Y por eso se menciona la volicin libre y nola obligada. De aqu que con respecto al mal oal pecado, ni Dios ni el diablo obligan alhombre, sino que ste hace lo malo por propioimpulso y en este sentido posee, ciertamente,una voluntad librrima. Aunque observemos devez en cuando que Dios impide las obras yplanes peores de los hombres, de modo que nolleguen a realizarse. Dios no priva al hombrede su voluntad hacia el mal, sino que seadelanta con su divino poder a lo planeado porla libre voluntad humana. Por ejemplo: Loshermanos de Jos se propusieron matarlo, pero

    no lo consiguieron porque los designios deDios eran muy otros.

    El hombre esincapaz de hacerel bien mediantesus propios recursos

    En cuanto al bien y a las virtudes, el propioentendimiento del hombre no acierta por smismo a juzgar las cosas divinas. Y es que losEvangelios y los escritos apostlicos exigen decada uno de nosotros el nacer de nuevo siesperamos ser salvos. Precisamente por eso, el

    primer nacimiento, o sea, el de Adn, nocontribuye en nada a nuestra bienaventuranza.Pablo dice: El hombre "natural" no acepta lascosas que provienen del espritu de Dios (1.aCor. 2:14). Y tambin dice que no estamos en

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    condiciones de pensar lo bueno por nosotrosmismos (2. Cor. 3:5).

    Sin duda es el entendimiento o el espritu elgua de la voluntad; pero si ese gua es ciego,ya podemos imaginamos a dnde ir a parar lavoluntad. De aqu procede que el hombre queno haya nacido de nuevo carezca de lavoluntad libre para el bien, ni tenga tampocolas fuerzas necesarias para realizar lo bueno.En el Evangelio dice el Seor: Os aseguroque quien peca es un siervo del pecado (Juan8:34). Y el apstol Pablo dice: Los deseos dela carne son enemistad contra Dios, pues lacarne no se supedita a la Ley de Dios, nisiquiera es capaz de ello (Rom. 8:7).

    Sobre las facultadesdel hombre.

    Sin embargo, en cuanto a las cosas terrenales

    el hombre, pese a su cada, no carece deentendimiento. Porque Dios, por misericordia,le ha dejado retener facultades naturales de lamente, que, por cierto, son muy inferiores a lasque posea antes de la cada. Dios ordenatambin que dichas facultades que el hombretiene han de ser ejercitadas y cuidadas y Elmismo concede para tal fin los donesnecesarios y hace que prosperen. Y es cosamanifiesta que sin la bendicin divina nadalograramos en todos nuestros esfuerzos. Todocuanto de bueno pretendamos proviene deDios, segn anuncian las Sagradas Escrituras.

    Por lo dems, incluso los paganos atribuyen alos dioses el origen de las buenas artes yhabilidades del hombre.

    La capacidad de losnacidos de nuevoy hasta qupunto poseen ellibre albedro.

    Finalmente, hay que examinar si losnacidosde nuevo poseen una libre voluntad y hastaqu punto la poseen. Al nacido de nuevo elEspritu Santo le ilumina el entendimiento, demodo que es capaz de reconocer los misteriosy la voluntad de Dios. Por obra del EsprituSanto la voluntad misma no solamente resultacambiada, sino que, a la vez, recibe lasfacultades necesarias, en virtud de las cualespuede por impulso interior desear lo bueno yrealizarlo (Rom. 8:1 siguientes). Sinegsemos esto, tendramos que negar tambinla libertad cristiana e imponer la esclavitud de

    la Ley. Pero Dios dice por el profeta: Darmi ley en sus entraas, y la escribir en suscorazones (Jer. 31:33; Ezeq. 36:26 sgs.). Yel Seor dice en el Evangelio: Si el Hijo osliberare, seris verdaderamente libres (Juan8:36). Tambin Pablo escribe a los Filipenses:Porque a vosotros os ha sido concedido, noslo que creis en Cristo, sino tambin quepadezcis por l (Filp: 1:29). Y aade: Yconfo en esto: el que comenz en vosotros labuena obra, la perfeccionar hasta el da deJesucristo (Filp. 1:6). Y dice tambin:Porque Dios es el que en vosotros obra tantoel querer como el hacer, por su buenavoluntad (Filp. 2:13).

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    Los nacidos denuevo actan pors mismos y nosolamente comoempujados.

    A este respecto enseamos que es precisotener en cuenta dos cosas: Los nacidos denuevo actan por s mismos y no solamentecomo empujados cuando se deciden por lobueno y lo realizan. Y es que Dios los mueve aque hagan por si mismos lo que hacen. De aquque con razn Agustn invoque aquella verdadque dice que Dios es quien nos ayuda. Peronicamente es posible ayudar alguien por smismo haga algo.

    Los maniqueos despojaban a los hombres detoda actuacin propia, convirtindole as en unleo o una piedra.

    Tambin en losnacidos de nuevoes dbil el librealbedrio.

    La segunda cosa que ha de tenerse en cuentaes que en los nacidos de nuevo queda an ladebilidad. Pues dado que el pecado mora ennosotros y la carne en los nacidos de nuevose opone al Espritu hasta el final de nuestravida, no logran alcanzar plenamente suspropsitos. Esto lo confirma el apstol Pabloen Rom. 7 y Gal. 5. De esto procede el que

    nuestra libre voluntad sea siempre dbil acausa de los restos del viejo Adn quellevaremos con nosotros mientras vivamos eigualmente a causa de nuestra innata perdicinhumana. Mas dado que ni las inclinaciones de

    la carne ni los restos del viejo hombre noson tan eficaces como para anular la obra delEspritu Santo, bien pueden los creyentes serllamados libres; pero a condicin de quereconozcan en serio su debilidad y no segloren de su libre albedro.

    Los creyentes deben asentir siempre aaquella palabra apostlica tantas veces citadapor el bienaventurado Agustn, palabra quedice: Qu tienes que no hayas recibido? Y silo recibiste, de qu te gloras como si no lohubieses recibido? (1.a Cor. 4:7). Sucede,adems, que no siempre acontece lo que noshemos propuesto. Y es que el logro de lascosas est nicamente en manos de Dios. Poreso ruega Pablo al Seor que ste hagaprosperar su viaje a Roma (Rom.1:10).Tambin de esto se colige cuan dbil es el libre

    albedro.Libertad en cosasexternas.

    Por lo dems, nadie niega que con respecto acosas extemas los nacidos de nuevo y todoslos dems hombres poseen libre voluntad. Estapredisposicin la tiene el hombre igual que lasdems criaturas (porque l no es inferior aellas!), de manera que puede desear una cosa yrenunciar a otra: Puede hablar o callar,marcharse de casa o no salir a la calle, etc. Masan a este respecto el poder de Dios se impone,y as Balaam no lleg a donde quera

    (Nmeros 24), y Zacaras, al salir del templo,se vio impedido de hablar (Luc. 1).

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    DoctrinasErrneas

    En lo que a esto atae, desechamos ladoctrina de los maniqueos, que niegan que elorigen del mal proceda de la libre voluntad del

    hombre, el cual haba sido creado bueno.Igualmente desechamos la opinin de lospelagianos, que afirman que el hombre cadoposee la suficiente libre voluntad para realizarel bien por Dios ordenado. La SagradaEscritura se manifiesta en contra de unos yotros: Dios cre bueno al hombre, dice a losmaniqueos; Si el Hijo os libertare, serisverdaderamente libres (Juan 8:36), dice a lospelagianos.

    Artculo 10

    LA PREDESTINACIN DIVINA Y LA

    ELECCIN DE LOS SANTOS

    La eleccinde la gracia .

    Dios, desde toda eternidad y sin hacer de lagracia, preferencias entre los hombres,libremente y por pura gracia, ha predestinadoo elegido a los santos, que El quiere salvar enCristo, conforme a la palabra apostlica: Diosnos ha escogido en Cristo antes de la fundacin

    del mundo (Efes. 1:4). Y tambin: Diosnos salv y llam con vocacin santa, noconforme a nuestras obras, sino segn suintencin y su gracia, la cual nos es dada enCristo Jess antes de los tiempos de eternidad;pero ahora es manifestada por la aparicin denuestro Salvador Jesucristo (2. Timoteo 1:9 y10).

    En Cristo somoselegidosy predestinados.

    De manera que Dios, usando de medios(pero no a causa de algn mrito nuestro) nosha elegido en Cristo y por causa de Cristo, dedonde resulta que los elegidos son aquellos queya por la fe han sido plantados en Cristo. Losrprobos o no elegidos son quienes no estn enCristo, segn el dicho apostlico: Examinaos

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    a vosotros mismos para ver si estis en fe;probaos a vosotros mismos. No os conocis avosotros mismos que Jesucristo est envosotros? Si as no fuera, es que estaraisdesechados (2.a Cor.13:5).

    Hemos sidoelegidos con un findeterminado.

    Quiere decir esto, que Dios ha elegido a lossantos en Cristo con vistas a una metadeterminada, a lo cual se refiere el apstoldiciendo: Nos escogi en Cristo antes de lafundacin del mundo para que fusemos santosy sin mancha ante l en amor; habindonospredestinado para ser hijos adoptivos suyos porJesucristo, conforme al libre designio de suvoluntad para alabanza de la gloria de sugracia... (Efes. 1:4-6). Aunque Dios sabe

    quines son los suyos y alguna vez semencione un reducido nmero de elegidos, hayque esperar lo mejor para todos y no se debeimpremeditadamente contar a nadie entre losrprobos o desechados.

    Esperemos en lasalvacin de todos.

    A los Filipenses les escribe Pabloconcretamente: Doy gracias a Dios... portodos vosotros (se refiere a toda la iglesia deFilipos!), por vuestra comunin en elevangelio desde el primer da hasta ahora:Confiando en esto, o sea, que el que comenzen vosotros la buena obra, la perfeccionar... Yjusto es que yo sienta es to con respecto a todosvosotros (Filip. 1:3-7).

    Han sido elegidospocos?

    Cuando, segn Luc. 13:23, preguntaron alSeor si nicamente se salvaran pocos, el

    Seor no contest si seran pocos los salvadoso los desechados, sino que, antes bien,amonest a que cada cual se esforzase enentrar por la puerta estrecha. Es como sihubiera querido decir: No es cosa vuestra elinquirir por curiosidad estas cosas, sinoesforzaos en entrar en los cielos siguiendoahora la senda angosta.

    Lo que hay quedesechar conrespecto a estacuestin.

    No podemos, pues, aceptar las ideas impasde ciertas personas, que arguyen: Pocos sonlos elegidos y como no es seguro el que yocuente entre ellos tampoco voy a restringir losplaceres de esta vida. Otros dicen: Si Dios yame ha predestinado y elegido, nada meimpedir gozar de la bienaventuranza yadeterminada con seguridad, pese a la maldadque pudiera cometer. Y si cuento ya entre losdesechados, de nada me valdrn ni la fe ni elarrepentimiento, dado que el designio de Dioses invariable. Por consiguiente, de nadaaprovechan ni enseanzas ni amonestaciones.

    Contra esta clase de gente se alza la palabraapostlica, que dice: El siervo del Seor nodebe ser litigioso, sino manso para con todos,apto para ensear, sufrido; que conmansedumbre corrija a los rebeldes: porquequiz Dios les d que se arrepientan para

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    conocer la verdad, y se zafen de los lazos deldiablo, que los tiene as cautivos y sujetos a suvoluntad (2.a Tim. 2:24-26).

    No son en vanolas amonestaciones,

    pues la salvacinproviene de laeleccin de lagracia.

    Pero tambin Agustn en su libro El bien dela fidelidad persistente (captulo 14 y diversoscaptulos despus) seala que es precisopredicar ambas cosas: La libre eleccin de lagracia y la predestinacin y la amonestacin yenseanza provechosa.

    Somos elegidos?Desaprobamos, pues, el comportamiento de

    aquellos hombres que fuera de la fe en Cristobuscan respuesta a la cuestin de si han sidoelegidos por Dios desde la eternidad y decules son los designios de Dios para con ellosdesde siempre. Lo imprescindible es or lapredicacin del Evangelio, creerla y no dudarde esto: Si crees y ests en Cristo es que eresun elegido. Porque el Padre nos ha revelado enJesucristo su eterno designio de predestinacin,como antes expliqu con la palabra apostlicaen 2.a Tim. 1:9 sgs. Ante todo es necesario,pues, ensear y reafirmar cun grande amor delPadre nos ha sido revelado, amor por nosotros,

    en Cristo. Es necesario or lo que el Seormismo nos predica diariamente en elEvangelio, en tanto nos llama y dice: Venid am todos los que estis trabajados y cargados;que yo os har descansar (Mat. 11:28). Detal manera am Dios al mundo, que ha dado a

    su Hijo Unignito, para que todo aquel que enl crea no se pierda, sino tenga vida eterna(Juan 3:16). Y tambin: No es la voluntad devuestro Padre en los cielos que se pierda unode estos pequeos (Mat. 18:14). Por lo tanto,sea Cristo el espejo en el que podemoscontemplar nuestra predestinacin. Testimoniosuficientemente claro y seguro tendremos deestar inscritos en el Libro de la Vida siguardamos comunin con Cristo y l, en feverdadera, es nuestro y nosotros tambinsomos suyos.

    Tentaciones conmotivo de lapredestinacin.

    Dado que apenas si existe una tentacin mspeligrosa que la referente a la predestinacin,nos consolar el que las promesas de Dios son

    para todos los creyentes, pues l mismo dice:Pedid y se os dar...: porque el que piderecibe (Luc. 11:9 y 10).

    Finalmente, podemos rogar con toda laIglesia: Padre nuestro que ests en los cielos.Y, adems, hemos sido incorporados por elbautismo al cuerpo de Cristo, y en la Iglesiafrecuentemente somos alimentados con sucarne y su sangre para vida eterna. Asfortalecidos, debemos, segn la indicacin dePablo, luchar por nuestra salvacin con temory temblor (Filip. 2:12).

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    Artculo 11

    JESUCRISTO, DIOS Y HOMBRE

    VERDADERO Y NICO SALVADOR

    DEL MUNDO

    Cristo es DiosVerdadero.

    Creemos y enseamos, adems, que el Hijode Dios, nuestro Seor Jesucristo fuepredestinado e impuesto como salvador del

    mundo desde la eternidad. Creemos que hasido engendrado por el Padre, no slo cuandoacept de la Virgen Mara carne y sangre y noslo antes de la creacin del mundo, sino antesde toda eternidad, y esto de un modoindefinible. Pues dice Isaas: Quin quierecontar su nacimiento? (Isaas 53:8), y diceMiqueas: Su origen es desde el principio,desde los das del siglo (Miqueas 5:2). Porquetambin Juan manifiesta en su Evangelio: Enel principio era el Verbo, y el Verbo era conDios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1). Por esoel Hijo igual al Padre en su divinidad e igual a

    l en esencia, o sea, que es Dios verdadero(Filip. 2:11); y esto, por cierto, no puramentede nombre, ni por haber sido aceptado comoHijo, ni en virtud de alguna demostracinespecial de la gracia, sino por naturaleza y

    esencia, como el apstol Juan tambin loescribe: ste es el Dios verdadero y la vidaeterna (1.a Juan, 5:20).

    Dice Pablo: A su hijo lo constituy herederode todo, por el cual, asimismo, hizo elUniverso: El cual siendo el resplandor de sugloria, y la misma imagen de su sustancia, ysustentando todas las cosas con la palabra desu potencia... (Hebr. 1:2 y 3). Porque tambinen el Evangelio ha dicho el Seor mismo:Ahora pues. Padre, glorifcame t cerca de timismo con aquella gloria que tuve cerca de tiantes de que el mundo fuese (Juan 17:5). Y enotro lugar del Evangelio leemos que los judosintentaban matar a Jess, porque l llamaba asu Padre Dios, hacindose igual a Dios (Juan5:18).

    De aqu que desechemos rotundamente laimpa doctrina de Arrio y todos los arranos,los cuales niegan la filialidad divina de Jess.Y en especial desechamos radicalmente lasblasfemias del espaol Miguel Servet y todossus partidarios, blasfemias que Satans,valindose de esos hombres, ha sacado delinfierno contra el Hijo de Dios y andaesparciendo por todo el mundo de una manerainsolentsima e impa.

    Cristo, hombreverdadero decarne y hueso.

    Creemos y tambin enseamos que el Hijo

    eterno de Dios eterno se hizo hombre, criaturahumana, de la simiente de Abraham y David;pero no en virtud de ser engendrado por unvarn, como ha dicho Ebin, sino que fueconcebido de la forma ms pura y limpia

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    posibles por el Espritu Santo y naci de Mara,que siempre fue Virgen, como lo relataconcienzudamente la historia evanglica (Mat.1).

    Cristo, hombre

    verdadero concarne y alma.Tambin Pablo dice: Porque ciertamente no

    tom a los ngeles, sino a la simiente deAbraham tom (Hebr.2:16). Igualmenteafirma el apstol Juan que quien no crea queCristo ha venido en carne; quien as no crea, noes de Dios. Es decir, la carne de Cristo no erade aparente naturaleza, ni tampoco descendidadel cielo, como soaban Valentn y Marcin.Tampoco careca el alma de nuestro SeorJess de sentimiento y razn, como pensabaApolinario; ni posea un cuerpo sin alma, como

    Eunomio enseaba;Cristo posee almay razn.

    Sino que tena un alma dotada de razn y uncuerpo con facultades sensoriales, que durantesu Pasin le hicieron sufrir verdaderos dolores,como l mismo dice: Mi alma est muy tristehasta la muerte (Mat. 26:38). Y tambin:Ahora est turbada mi alma (Juan (12:27).

    Las dos naturalezasde Cristo.

    De aqu que reconozcamos en nuestroSeor Jesucristo, el nico y siempre el mismo,dos naturalezas o modos sustanciales de ser:Una divina y una humana (Hebr. 2). Acerca deambas decimos que estn unidas, pero esto demanera tal que ni se hallan entrelazadas entres, ni reunidas, ni mezcladas. Ms bien estn

    unidas y ligadas en una sola persona, demanera que las propiedades de ambasnaturalezas siempre persisten.

    Solamente unCristo y no dos.

    O sea, que nosotros veneramos solamente aun Seor Jesucristo, pero no a dos Seoresdistintos. En una sola persona Dios verdaderoy hombre verdadero, sustancialmente, segn lanaturaleza divina, igual al Padre; ms segn lanaturaleza humana, sustancialmente igual anosotros y en todo semejante a nosotros,excepto en lo concerniente al pecado (Hbr.4:15).

    Sectas,La naturalezadivina de Cristo noha sufrido y sunaturaleza humanano est en todaspartes.

    Por esta razn desechamos rotundamente ladoctrina de los nestorianos, que de un soloCristo hacen dos y desarticulan la unidad de lapersona de Cristo. Asi mismo, condenamos lanecedad de Eutiques y de los monotelistas omonofisitas, que borran las propiedades de lanaturaleza humana.

    Tampoco enseamos que la divinanaturaleza en Cristo haya sufrido o que Cristo

    en su naturaleza humana exista todava en estemundo o se encuentre en todas partes.Ni creemos ni enseamos que el verdadero

    cuerpo de Cristo, luego de la glorificacin,haya sucumbido o haya sido divinizado, y esto

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    de manera que haya renunciado a lascualidades de cuerpo y alma retornando as asu naturaleza divina, o sea, que desde entoncestenga solamente una naturaleza.

    Sectas.De aqu que estemos completamente

    disconformes con las sutilezas necias, confusasy oscuras y siempre variadas de unSchwenkfeid y semejantes acrbatasintelectuales con respecto a esta cuestin.Creemos, por el contrario, que nuestro SeorJesucristo verdaderamente ha padecido en sucarne por nosotros y por nosotros ha muerto,como dice Pedro: (1.a Pedro 4:1).

    Nuestro seorpadeciVerdaderamente.

    Aborrecemos la opinin loca de los jacobitas

    y todos los turcos, que niegan y escarnecen lospadecimientos de Jess. Al mismo tiempo, nonegamos que el Seor de la gloria, segnpalabras del apstol Pablo, haya sidocrucificado por nosotros (1.a Cor. 2:8).

    CommunicatioIdiomatum.

    Con fe y reverencia nos valemos de ladoctrina, que basada en la Sagrada Escrituramanifiesta que las propiedades o cualidadesanejas a una de las naturalezas de Cristopueden aplicarse algunas veces tambin a laotra. Esta doctrina fue aplicada ya por losantiguos padres de la Iglesia al interpretar ycomparar pasajes de la Escritura aparentementecontradictorios.

    La verdaderaResurreccinde cristo.

    Creemos y enseamos que este nuestroSeor Jesucristo con el cuerpo verdadero con

    que fue crucificado y muri ha resucitado deentre los muertos sin procurarse otro cuerpo enlugar del sepultado y sin adoptar espritu enlugar del cuerpo, sino que conserv su cuerpoverdadero. Por eso muestra a sus discpulos,que imaginaban ver el espritu del Seor, susmanos y sus pies con las heridas de los clavos,y al hacerlo, les dice: Mirad mis manos y mispies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que elespritu ni tiene carne ni huesos, como veis queyo tengo (Luc. 24:39).

    La verdaderaAscensin de

    cristo.Tambin creemos que nuestro Seor

    Jesucristo con su mismo cuerpo ha ascendido atodos los cielos visibles hasta el mismo cielo,la morada de Dios y de de los santos, hasta ladiestra de Dios. Y si esto significa, en primerlugar, una verdadera comunin con la gloria yla majestad, aceptamos que el cielo es un lugardeterminado, lugar al que el Seor se refiere enel Evangelio: Voy, pues, a preparar lugar paravosotros (Juan 14:2). Pero tambin dice elapstol Pedro: Es menester que el cielo tengaa Cristo hasta los tiempos de la restauracin detodas las cosas (Hech. 3:21). Pero desde loscielos volver de nuevo para el Juicio:Entonces es cuando la maldad en el mundohabr llegado a su apogeo, y el Anticristo,despus de haber destruido la verdadera fe e

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    inundado todo de supersticin e impiedad,habr asolado la Iglesia a sangre y fuego (Dan.11). Pero Cristo volver para ayudar a lossuyos, aniquilar con su venida al Anticristo yjuzgar a los vivos y a los muertos (Hech.17:31). Pues los muertos resucitarn (1.a

    Tesal. 4:14 sgs), y los vivos, que en aquel da(que ninguna criatura sabe cundo ser (Marc.13:32) aun queden sern transformados en unmomento y todos los creyentes en Cristo sernarrebatados en los aires, a fin de quejuntamente con l entren en las moradas de labienaventuranza y vivan eternamente (1.a Cor.15:51 y 52). En cambio, los incrdulos y losimpos irn con los demonios al infierno,donde se abrasarn eternamente sin poder serredimidos de sus tormentos (Mat. 25:46).

    Sectas.Por eso desechamos las doctrinas de todos

    aquellos que niegan la verdadera resurreccindel cuerpo (2.a Tim. 2:18)e igualmentedesechamos la opinin de quienes, como Juande Jerusalem (contra el cual ha escritoJernimo), sustentan una idea errnea sobre loscuerpos celestiales. Asimismo, desechamos laopinin de quienes han credo que tambin losdemonios y todos los impos llegaran a sersalvados y con ello acabara su castigo. Pues elSeor ha dicho simplemente: El gusano deellos no muere, y el fuego nunca se apaga(Marc. 9:48). Adems desechamos los sueos

    judos, segn los cuales preceder al Da delJuicio una edad de oro en la que los piadosos,una vez aherrojados sus impos enemigos,sern dueos de los reinos de este mundo. Perola verdad conforme a los Evangelios y la

    doctrina apostlica es completamentediferente: Mat. 24 y 25; Luc. 18; tambin 2.aTes. 2 y 2.a Tim. 3 y 4.

    El fruto de lamuerte y la

    resurreccin deCristo.Continuando: Mediante su s padecimientos y

    su muerte y todo aquello que nuestro Seor hahecho por nosotros desde que vino en carne ypor todo cuanto hubo de hacer y sufrir, l hareconciliado al Padre celestial con todos loscreyentes, ha borrado el pecado, arrebatado a lamuerte su poder, quebrantado la condenacin yel infierno, y por su resurreccin de entre losmuertos ha trado a la luz la vida y lainmortalidad y las ha repuesto, en fin. Pues les nuestra justicia, nuestra vida y nuestra

    resurreccin, y an ms: La perfeccin yredencin de todos los creyentes, su salvaciny su superabundante riqueza (Rom. 4:25;10:4; 1.a Cor. 1:30; Juan 6:33 sgs; 11:25 sgs).Porque el apstol dice: Por cuanto agrad alPadre que en l habitase toda plenitud (Col.1:19), y en l estis cumplidos, soisperfectos (Col. 2:9 y 10).

    Jesucristo, el nicoSalvador delmundo y elverdadero y

    esperado Mesas. Enseamos y creemos que este Jesucristo,nuestro Seor, es el nico y eter no Salvadorde la generacin humana y hasta del mundoentero, en tanto por la fe todos son salvados:

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    los que vivieron antes de la promulgacin de laLey, los que estaban bajo la Ley y los queestaban bajo el Evangelio han alcanzado lasalvacin o la alcanzarn antes de que llegue elfinal de este tiempo en que vivimos. Y es queel Seor mismo dice en el Evangelio: El que

    no entra por la puerta en el corral de las ovejas,sino que entra por otra parte, el tal es ladrn yrobador... Yo soy la puerta de las ovejas(Juan 10:1 y 7). Tambin dice en otro pasajedel Evangelio de Juan: Abraham vuestropadre se goz por ver mi da; y lo vio y segoz (Juan 8:56). Pero tambin el apstolPedro dice: En ningn otro hay salvacin(fuera de Cristo); porque no ha sido dado a loshombres otro nombre bajo el cielo, nombre porel que somos salvos (Hech. 4:12; 10:43;15:11). En el mismo sentido escribe Pablo:Nuestros padres comieron la misma viandaespiritual y todos bebieron la misma bebidaespiritual; porque beban de la piedra espiritualque los segua, y la piedra era Cristo (1.a Cor.10:3 y 4). As, tambin leemos que Juan hadicho que Cristo es el cordero, sacrificadodesde la fundacin del mundo (Apoc. 13:8).Y Juan, el Bautista, testimonia: He aqu elcordero de Dios que quita el pecado delmundo (Juan 1:29).

    Por eso confesamos y predicamos en alta vozque Jesucristo es el nico Redentor y Salvador,rey y Sumo Sacerdote, el verdadero Mesasesperado y bendito, al cual todos los ejemplosde la Ley y de las promesas de los Profetas hanpresentado y prometido de antemano. Dios noslo ha dado a nosotros mismos como Seor yenviado de manera que no tengamos que

    esperar a ningn otro. Y nada podemos hacer,por nuestra parte, sino dar toda clase de gloriaa Cristo, creer en l y hallar descansosolamente en l, considerando inferiores ydesechables todos los dems apoyos que en avida se nos ofrezcan.

    Porque todos los que busquen su salvacinen otra cosa que no sea nicamente Jesucristo,han cado de la gracia de Dios y realizan el queCristo no les valga para nada (Gal. 5:4).

    Reconocimientode las Confesionesproclamadas enlos cuatro primerosConcilios.

    Dicho resumidamente: Nosotros creemos decorazn y confesamos libre y abiertamente conla boca lo que contienen las Confesiones de los

    cuatro primeros y ms importantes SnodosEclesisticos de Nicea, Constantinopla, feso yCalcedn, as como tambin la Confesin deAtanasio y dems Confesiones sobre elmisterio de la encarnacin de nuestro SeorJesucristo; pues todo ello se basa en lasSagradas Escrituras. Por el contrario,desechamos todo lo que contradice a lasmencionadas Confesiones.

    Sectas.De este modo mantenemos firmemente la fe

    pura, sin mcula, justa y universal, la fecristiana; porque sabemos que en lasmencionadas Confesiones nada hay que nocorresponda a la Palabra de Dios o no bastasepara una verdadera exposicin de la fe.

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    Art culo 12

    LA LEY DE DIOS

    La Ley nos exponela voluntad deDios.

    Enseamos que mediante la Ley de Dios nosha sido expuesto lo que debemos hacer o nohacer y lo que es bueno y justo o malo einjusto. Por lo tanto confesamos que la Ley esbuena y santa.

    La ley natural.Las dos tablasde la Ley.

    Esta Ley ha sido escrita por el dedo de Dios enel corazn humano (Rom. 2:15) y se denominaley natural; por otra parte ha sido grabadapor el dedo de Dios en las dos Tablas de la Leyde Moiss y explicada detalladamente en loslibros de Moiss (Exod. 20:1 sgs; Deut. 5:6sgs).

    Para mayor claridad distinguimos en la Leytres aspec tos: La ley moral contenida en losDiez Mandamientos y explicada en los Librosde Moiss; La ley ceremonial, que fija lasceremonias y el Culto; La ley forense que se

    refiere a las estructuras estatales y econmicas.

    La Ley es perfectay completa.

    Creemos que mediante dicha Ley divina noshan sido dados a conocer perfectamente la

    voluntad de Dios y todos los mandamientosnecesarios referentes a los diversos campos enque la vida se desenvuelve. Si as no fuese, elSeor tampoco hubiera prohibido: Noaadiris nada a la palabra que yo os mando, nidisminuiris nada de ella... (Deut. 4:2;12:32).Es decir. Dios no habra ordenado elcomportarse conforme a esa Ley, ni apartarsede ella ni hacia la derecha ni hacia la izquierda.

    Por qu ha sidodada la Ley?

    Enseamos que esta Ley no ha sido dada a loshombres a fin que por su observancia sean

    declarados justos, sino mas bien para que porsus acusaciones reconozcamos nuestradebilidad, nuestro pecado, nuestracondenacin, y desesperando con respecto anuestra propia capacidad nos dirijamos en fe aCristo. Claramente dice el apstol: Porque laLey obra ira (Rom. 3:20 y 4:15) y por la Leyes el conocimiento del pecado. Y es que si laLey nos hubiera sido dada con objeto dehacernos justos y vivientes, la justificacinsera realmente por la Ley. Pero el caso es quela Escritura (la correspondiente a la Ley) hadeterminado todo como pecado, a fin de que la

    promesa sea dada a los creyentes por la fe enCristo. De aqu que la Ley resulta nuestroeducador con vistas a Cristo, con objeto de queseamos declarados justos por la fe (Gal.3:21sgs).

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    La carne no puedecumplir la Ley.

    Porque ningn hombre puede ni podrasatisfacer la Ley de Dios y cumplirla, yaque nuestra carne prosigue dbil hastanuestro postrer suspiro. Vuelve a decir elapstol: Porque para lograr lo que eraimposible a la ley, por cuanto era dbil por lacarne. Dios envi a su Hijo en semejanza decarne de pecado (Rom. 8:3). Por eso es Cristoel cumplimiento de la Ley y nuestra perfeccin(Rom 10- 4).

    Hasta qu punto haSido abolida la Ley.

    De modo que la Ley de Dios es abolida, peroen el sentido de que no nos condena ni nosaporta la ira divina; porque estamos bajo la

    gracia y no bajo la Ley. Adems, Cristo hacumplido todos los mandatos simblicos de laLey. Quiere decir esto, que existe la cosamisma y que las sombras han .desaparecido,tenemos en Cristo la verdad y la completaplenitud de la vida.

    Esto no significa que desechemos laLey, menosprecindola, pues tenemos presentelas palabras del Seor, que dice:Yo no he venido para abolir la Ley, sinopara cumplirla (Mat. 5:17).

    Sabemos que la Ley nos muestra loque es la virtud y el vicio. Tambin sabemos

    que la Ley, si es interpretada conformeal Evangelio, resulta beneficiosa parala Iglesia y que, por consiguiente, nodebe excluirse en la Iglesia la lectura dela Ley. Pues si bien el rostro de Moiss estaba

    cubierto con un velo, el apstol acenta queese velo ha sido levantado y desechado porCristo.

    Sectas. Por estas razones no admitimos nada decuanto doctrinarios errneos antiguos ymodernos han enseado en contra de la Ley.

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    Artculo 13

    EL EVANGELIO DE JESUCRISTO,

    LAS PROMESAS, EL ESPRITU

    Y LA LETRA

    La Ley frenteAl Evangelio.

    Frente a la Ley est el Evangelio; puesmientras la Ley promueve la ira de Dios yanuncia maldicin, el Evangelio predica lagracia y la bendicin. El evangelista Juan ya

    dice: La Ley fue dada por Moiss, pero lagracia y la verdad han venido medianteJesucristo (Juan 1:17). No es menos cierto,sin embargo, que tampoco aquellos que antesde la Ley y bajo la Ley han vivido estabancompletamente sin evangelio.

    En la antiguaAlianza ya habalas promesasevanglicas.

    Ya posean, por cierto, preciosas promesasevanglicas, como, por ejemplo: La simientede la mujer quebrantar la cabeza de la

    serpiente (Gen.1:15). En tu simiente sernbenditas todas las naciones de la tierra (Gen.22:18). No ser quitado el cetro de Jud...hasta que venga el dominador (Gen. 49:10).Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, te

    levantar Jehov, tu Dios: a l oiris (Deut.18:15; Hech. 3:23).

    Dos clases depromesas.

    Reconocemos que a los padres les fueronconcedidas dos clases de promesas, comotambin a nosotros nos han sido reveladas:Las unas se referan a las cosas presentes oterrenales. Por ejemplo: Al pas de Canan ylas victorias o, a nosotros, se nos promete,digamos, el pan cotidiano. Las otras promesasse referan y siguen refirindose todava a lascosas celestiales y eternas, o sea, a la graciadivina, el perdn de los pecados y la vidaeterna por la fe en Jesucristo.

    En la antiguaAlianza haba nosolamente promesas

    terrenales, sinotambin espirituales.

    Los antiguos no tenan, pues, simplementepromesas de carcter extemo y terrenal, sinoque tambin promesas espirituales y celestialesen Cristo. Dice Pedro: Con respecto a esasalvacin, los profetas que profetizaron de lagracia que haba de venir a vosotros, haninquirido y diligentemente buscado (1.a Pedro1:10). Por eso tambin el apstol Pablo hadicho: El Evangelio lo haba prometido Diosantes por sus profetas en las SagradasEscrituras (Rom. 1:2). De todo esto sedesprende con meridiana claridad que losantiguos en modo alguno se encontraron sinevangelio.

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    Qu es, realmenteEvangelio?

    Aunque tambin nuestros padres posean delmodo indicado el evangelio en los escritos delos profetas, evangelio mediante el quealcanzaron la fe en Cristo, a qu se llamaEvangelio? En su ms profundo significado elEvangelio es el gozoso y bienaventuradomensaje que a nosotros, al mundo, predicaron,primero, Juan el Bautista, luego el SeorJesucristo mismo y ms tarde los apstoles ysus seguidores. He aqu su contenido: Dios harealizado lo que haba prometido desde lacreacin del mundo y lo ha realizadoenvindonos a su nico hijo e incluso nos lo hadonado y, con l tambin la reconciliacin conel Padre, el perdn de los pecados, toda la

    plenitud y la vida eterna. Por eso se llama conrazn evangelio la historia escrita por loscuatro evangelistas, la cual relata cmo haacontecido todo ello y ha sido cumplidopor Jesucristo; asimismo, cuenta la historia loque Cristo ha enseado y hecho yque aquellos que creen en l poseen laplenitud de la vida. La predicacin y losescritos de los apstoles explicndonoscmo hemos recibido el Hijo de manosdel Padre y cmo en l tenemos ya salvacin yvida completas, tambin se denomina conrazn doctrina evanglica, de manera que hasta

    hoy mantiene nombre tan glorioso, siempre ycuando dicha doctrina sea rectamentepredicada.

    Espritu y letra.

    El apstol Pablo denomina dichapredicacin del Evangelio espritu y serviciodel espritu, ya que no solamente en los odossino que tambin en el corazn de loscreyentes, en virtud de la fe que les iluminapor el Espritu Santo (2 Cor. 3: 6), acta y es

    cosa viviente. La letra es, al contrario delespritu, toda manifestacin extema,especialmente la doctrina de la Ley, la cual, sinel espritu y la fe, provoca en el corazn dequienes no estn en la fe viva,solamente ira e inclinacin al pecado. Por esoel apstol Pablo la califica de servicio de lamuerte. Y a ello se refiere cuando afirma: Laletra mata, pero el espritu vivifica (2.a Cor.3:6).

    Sectas.Hubo falsos apstoles que predicaban el

    evangelio mezclndolo con la Ley,falsificndola; pues enseaban que Cristo nopuede salvar sin la Ley. As parece que decanlos ebionitas, seguidores del falsario maestroEbin, y los nazareos, conocidos antiguamentetambin como mneos. Por nuestra parte,desechamos todas sus opiniones y enseamos,en tanto anunciamos rectamente el evangelio, osea, enseamos y creemos que somosjustificados nicamente por el espritu y no porla Ley. Una explicacin ms extensa acerca deesto seguir despus bajo el ttulo de LaJustificacin.

    La doctrina del

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    Evangelio no esnueva, sino ladoctrina msantigua.

    Aparentemente, la doctrina del evangelio

    tal y como fue anunciada, primero, por Cristosemejaba una nueva doctrina en comparacincon la doctrina farisaica de la Ley; y aunquetambin Jeremas profetiz una nueva alianza,la doctrina del evangelio no slo en su tiempoya era antigua y hasta hoy lo sigue siendo, sinoque es, sin duda, la doctrina ms antigua delmundo. Actualmente solamente los papistasla denominan nueva porque la comparancon la doctrina que ellos mismos se hanconfeccionado. En realidad, el designio divinodesde toda eternidad ha sido que el mundo sesalvase por Cristo, y este propsito y eterno

    designio lo ha revelado Dios al mundo por elevangelio (2.a Tim. 1:9-10). Se desprendeclaramente de esto que la religin y doctrinaevanglicas son las ms antiguas de todas lasdoctrinas que fueron, son y sern. De aqu queconsideremos que veneran un fatal error yhablan indignamente del designio eterno deDios todos cuantos llaman a la doctrinaevanglica una moderna religin y una fe queapenas si existe desde hace treinta aos. Aquienes as piensan se refiere la palabra delprofeta Isaas, cuando dice: Ay de los que alo malo dicen bueno, y a lo bueno malo: que

    hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz;que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce poramargo! (Isaas 5:20).

    Artculo 14

    EL ARREPENTIMIENTO Y LA

    CONVERSIN DEL HOMBRE

    Qu esarrepentimiento?

    El evangelio est estrechamente vinculado ala doctrina del arrepentimiento. Ya dice elSeor en el evangelio que se predicase en sunombre el arrepentimiento... en todas lasnaciones (Luc. 24:47).

    1

    Por arrepentimiento entendemos, pues,nosotros la renovacin del pensar y sentir delhombre pecador, renovacin que es despertadapor la palabra del evangelio y las SagradasEscrituras y aceptada con verdadera fe:

    2De este modo el hombre pecador reconoce,

    tambin su innata perdicin y todos suspecados, de los que le acusa la palabra de Dios,se duele cordialmente de sus pecados y nonicamente los llora ante Dios y los confiesa afondo, lleno de vergenza;

    3

    a la vez, los condena por repugnancia, y laidea firme de mejorar, aspira sin cesar a lainocencia y la virtud,

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    4cosas en que se ejercita a conciencia durante

    el resto de toda su vida.

    Arrepentimientoes volver a Dios.

    El verdadero arrepentimiento consiste,realmente, en esto: Sincera y completainclinacin hacia Dios y todo lo bueno ypersistente alejamiento del diablo y todo lomalo.

    1: El arrepenti-miento es un donde Dios.

    De manera terminante manifestamos quedicho arrepentimiento es un puro don de Diosy no obra de nuestra propia capacidad. Pues elapstol ordena: Un siervo del Seor... corrijacon mansedumbre a los que se oponen: por siquiz Dios les conceda que se arrepientan paraconocer la verdad (2.* Tim. 2:25).

    2: El arrepentimientose entristece por los p ecadoscometidos.

    Aquella mujer pecadora cuenta elEvangelio que con sus lgrimas moj lospies del Seor (Luc. 7:38), y Pedro llorando

    amargamente y lamentando haber negado alSeor (Luc. 22:62), muestran claramente queel corazn de la persona arrepentida llora converdadera congoja los pecados cometidos.

    3: El arrepentimientoconfiesa aDios los pecados.

    Pero tambin el arrepentido hijo prdigo yel publicano de la parbola nos ofrecenexcelentes ejemplos de cmo debemosconfesar nuestros pecados delante de Dios. Elhijo prdigo dice: Padre: He pecado contrael cielo y contra ti; no soy digno de ser llamadotu hijo; hazme como a uno de tus jornaJeros(Luc. 15: 18 sgs). Y el otro, el publicano, nisiquiera osaba alzar sus ojos al cielo, ygolpeando su pecho dijo: Oh, Dios, tenmisericordia de m (Luc. 18-13). No dudamosde que a ambos acept Diosmisericordiosamente. Tambin dice el apstolJuan: Si confesamos nuestros pecados, l esfiel y justo para perdonar nuestros pecados y

    limpiamos de toda maldad. Si dijsemos queno hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso, ysu palabra no est en nosotros (1.a Juan 1:9 y10).

    Confesin yabsolucin delsacerdote?

    Creemos, sin embargo, que esa confesinsincera manifestada slo ante Dios basta, oraacontezca a solas entre el pecador y Dios oratenga lugar pblicamente en la iglesia, dondees pronunciada la confesin general de lospecados: No creemos que para lograr el

    perdn de los pecados sea necesario que elpecador confiese sus pecados al sacerdote,susurrndoselos al odo y, viceversa, oyendodel sacerdote que, por su parte, realiza laimposicin de manos la absolucin. En las

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    Sagradas Escrituras no figura ningunaindicacin a este respecto y tampoco presentanejemplos de ello. El rey David testimonia,diciendo: Mi pecado te declar, y no encubrmi iniquidad. Confesar, dije, contra m misrebeliones para con Jehov; y t perdonaste la

    maldad de mi pecado (Salmo 32:5). Pero elmismo Seor tambin nos ensea a orar,diciendo: Padre nuestro que stas en loscielos...; perdnanos nuestras deudas, as comotambin nosotros perdonamos a nuestrosdeudores (Mat. 6:12).

    Por consiguiente, lo necesario es queconfesemos a Dios nuestros pecados y nosreconciliemos con el prjimo si en algo lehemos ofendido. Acerca de esta forma deconfesin dice el apstol Santiago: Confesadvuestras faltas unos a otros (Sant. 5:16).

    Pero si alguien que se ve agobiado bajo la

    carga de sus pecados y acosado de tentacionesque le confunden busca consejo, orientacin yconsuelo en un servidor de la Iglesia o en algnhermano conocedor de la Palabra de Dios,nosotros nos manifestamos conformes conque lo haga. De una manera especial estamosconformes con la ya antes mencionadaconfesin general pblica de los pecados, tal ycomo en la iglesia suele tener lugar y como enla misma y en reuniones clticas suele serpronunciada.

    Las llaves del

    Reino. Acerca de las Llaves del Reino de Dios queel Seor confi a los apstoles,, hay muchosque parlotean las cosas ms raras y con ellasforjan espadas, alabardas, cetros y coronas a

    ms de la omnipotencia sobre los mayoresreinos e igualmente sobre el cuerpo y el