Colegio Santísimo Sacramento

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BUENOS DÍAS 2 de noviembre

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Conmemoración de todos los fieles difuntos

Del santo evangelio según san Juan 14, 1-6

«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya

preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos

saber el camino? » Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. »

Hoy rezamos un PADRENUESTRO por… Colegio Santísimo Sacramento

Jesús es CAMINO porque nos enseña descubrir la vida en plenitud

haciendo el bien y ayudando a todos.

Es VERDAD porque sus actos acompañan sus palabras de bondad

y amor, especialmente por los más necesitados.

Es VIDA, porque sin amor, sin servicio desinteresado, no hay vida.

No disfrutarás del camino si todo lo que te preocupa es llegar

La verdad de las personas no está

tanto en sus palabras comoo en

sus obras¿Por qué me resulta complicado a veces

seguir el camino que Dios propuso para la

humanidad?




Del santo evangelio según san Lucas 14, 15 - 24

Jesús dijo: « Un hombre dio una gran cena e invitó a muchos. A la hora de la cena envió a su criado a decir a los invitados: “Venid, que ya está todo preparado”. Pero ellos comenzaron a excusarse. El

primero dijo: “Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes”. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y he de probarlas. Te ruego que me disculpes”. Y otro dijo:

“No puedo ir, porque acabo de casarme”. El criado regresó y se lo contó todo a su amo. Entonces el amo, indignado, dijo a su criado: “Sal en seguida a las calles y callejas de la ciudad, y trae acá a los

pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos”. Volvió el criado, diciendo: “Señor, he hecho lo que me mandaste y aun queda sitio”. Y el amo le contestó: “Ve por los caminos y cercados y obliga a otros a

entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos primeros invitados comerá de mi cena”. »


Mucha gente fue invitada a la cena de aquel hombre, pero la mayoría no acudió.

Jesús también invita. Invita siempre; no se cansa de invitar aunque algunos

no acepten la llamada o ni tan siquiera la perciban.

HUELLASUna noche un hombre soñó que caminaba por la playa con Jesús. En el cielo

aparecieron escenas de su vida con dos pares de huellas en la arena; uno era de él y el

otro de Jesús.

Al aparecer la última escena delante de él, volvió la mirada hacia atrás y notó que

muchas veces, en los momentos más tristes y difíciles de su vida únicamente había un

par de huellas.

Esto le molestó tanto que dijo: “Jesús, me dijiste al invitarme que una vez que decidiera

seguirte caminarías conmigo toda la distancia, pero he notado que en los momentos

más difíciles de mi vida solo había un par de huellas. No comprendo por qué cuando

más te necesitaba Tú me dejabas solo”.

Jesús le contestó:

“Hijo mío, Yo te quiero. Nunca te he dejado, y menos en los momentos más difíciles de

tu vida. Cuando tú veías un único par de huellas era porque en mis brazos te llevaba”.





Jesús iba de camino acompañado por mucha gente. En esto se volvió y dijo:« Si alguno no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aún más que a sí mismo no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz y me

sigue, no puede ser mi discípulo. Si alguno de vosotros quiere construir una torre, ¿acaso no se sentará primero a calcular los gastos y ver si tiene dinero para terminarla? No sea que, una vez puestos los

cimientos, si no puede terminarla, todos los que la vean comiencen a burlarse de él, diciendo: “Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar”. O si un rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿no se sentará primero a calcular si con diez mil soldados podrá hacer frente a quien va a atacarle con veinte mil? Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos le enviará mensajeros a pedirle la paz. Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser mi

discípulo.»


Jesús quería que las gentes de aquella época se abrieran a los demás, a la comunidad. A nosotros también nos pide que estemos alerta hacia los otros, que nos olvidemos un poco de tantas y tantas cosas a las que, quizás sin darnos cuenta, estamos peligrosamente aferrados.

Había una vez una araña de cuadro, de esas tan artísticas que habitan en los sótanos de los museos, donde los cuadros permanecen olvidados durante años para que puedan tejer impresionantes telarañas. Nuestra araña era la mejor tejedora del museo, y su casa era realmente espectacular. Todos sus esfuerzos estaban dedicados al cuidado de su telaraña, que consideraba la más valiosa del mundo.

Pero con el tiempo, aquel museo reorganizó sus pinturas, y empezó a encontrar sitio para algunos de los cuadros del sótano. Muchas arañas se dieron cuenta y fueron precavidas, pero la nuestra no le daba importancia a todo aquello: no pasa nada, decía sólo serán unos pocos cuadros. Y siguieron saliendo más y más cuadros, pero la araña seguía aferrada a su telaraña. ¿Dónde voy a encontrar un sitio mejor que éste?, se decía. Hasta que una mañana temprano, sin tiempo para reaccionar, se llevaron su cuadro, y con él a la araña, pegada a su telaraña. La araña se dio cuenta entonces de que sólo por no querer perder su telaraña iba a acabar en la sala de exposiciones, y en un alarde de valentía y decisión, decidió abandonar su magnífica telaraña, a la que tanto esfuerzo había dedicado.

Y menos mal que lo hizo, porque así se salvó de los insecticidas de la sala de exposición. Y no sólo por eso, sino porque en su huída, después de pasar muchas dificultades, acabó en un pequeño jardín, donde encontró un rinconcito muy tranquilo, en el que pudo tejer una tela aún mejor, y ser una araña mucho más feliz.

Pedro Pablo Sacristán https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-arana-del-museoHoy rezamos un

PADRENUESTRO por…

https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-arana-del-museo





Todos los que cobraran impuestos para Roma y otras gentes de mala fama, se acercaban a Jesús. Y los fariseos y maestros de la ley le criticaban diciendo: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les contó

esta parábola:« ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo

y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y cuando la encuentra la pone contento sobre sus hombros y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos y les dice: “¡Felicitadme, porque ya he encontrado la

oveja que se me había perdido!”. Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. O bien, ¿qué mujer que tiene diez monedas y pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y

cuando la encuentra reúne a sus amigas y vecinas y les dice: “¡Felicitadme, porque ya he encontrado la moneda que había perdido!”. Os digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador

que se convierte. »


Estas parábolas quieren dar esperanza al que se siente perdido, desconcertado; al que no encuentra el rumbo de su vida; al que se deja llevar por los demás,…

Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió: “Si por casualidad te sientes perdido, pecador, recuerda que, para Dios, tú vales más que las otras noventa y nueve ovejas. Dios te sigue”.

¿No te daría alegría ver cómo un compañero que siempre está metido en líos y problemas cambia de

actitud y se convierte en una persona sociable?

¿A qué esperas? ¡Sal a buscarle!Está perdido y necesita tu ayuda.





Jesús contó esto a sus discípulos:

« Un hombre rico tenía un administrador que fue acusado de malversación de bienes. El amo le llamó y le dijo: “¿Qué

es eso que me dicen de ti? Dame cuenta de tu trabajo porque no puedes seguir siendo mi administrador”. El

administrador se puso a pensar: “¿Qué haré ahora que el amo me deja sin empleo? No tengo fuerzas para cavar la

tierra, y me da vergüenza pedir limosna… ¡Ah!, ya sé qué hacer para que haya quienes me reciban en sus casas

cuando me quede sin trabajo”. Llamó entonces uno por uno a los que tenían alguna deuda con el amo, y preguntó al

primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Le contestó: “Cien barriles de aceite”. El administrador le dijo: “Aquí está tu

recibo. Siéntate enseguida y apunta sólo cincuenta”. Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto le debes?”. Éste le

contestó: “Cien medidas de trigo”. Le dijo: “Aquí está tu recibo. Apunta sólo ochenta”. El amo reconoció que aquel

administrador deshonesto había actuado con astucia. Y es que, tratándose de sus propios negocios, los que

pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz. »

Este domingo se celebra el Día de la Iglesia Diocesana


Equivocarnos es algo

que probablemente

hagamos más de una

vez todos los días.

El problema casi siempre no es la equivocación en sí, sino la actitud que tomamos frente a ella. Muchas veces es peor el remedio que la enfermedad; es decir, tratar de escurrir el bulto con excusas puede ser más dañino que asumir nuestra responsabilidad.

¿Afronto las consecuencias de mis errores o busco cualquier salida sin pensar en las consecuencias que pueda tener?

Equivocarse

es un defecto

de todos,

pedir disculpas

es una virtud

de pocos.

Equivocarse

es un defecto

de todos,

pedir disculpas

es una virtud

de pocos.Eres libre de

tomar tus decisiones

pero también prisionero de

las consecuencias.

Un hombre se

puede

equivocar

muchas veces,

pero no se

convierte en un

fracaso hasta

que empiece a

culpar a otros

por sus propios

errores




Del santo evangelio según san Juan 2, 13 - 22

Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo junto con

sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio". […]

Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años

para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la

palabra que había pronunciado.“


Ese nuevo templo que se construiría en solo tres días no es otro que el mismo Jesús, que con su muerte y resurrección, habita definitivamente en nosotros. Por eso podemos decir que cada uno de nosotros, ahora, es el verdadero templo de Dios que se va “rehabilitando” con nuestras obras diarias.

¿Cómo va la construcción de “mi templo”?





En aquel tiempo dijo Jesús:

«Si uno de vosotros tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el

ganado, ¿acaso le dice: “Pasa y siéntate a comer”? No, sino que le dice: “Prepárame la cena y estate atento a

servirme mientras como y bebo. Después podrás tú comer y beber”. Y tampoco da las gracias al criado por

haber hecho lo que le mandó. Igualmente vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que Dios os manda deberéis

decir: “Somos servidores inútiles; no hicimos más que cumplir con nuestra obligación”».


El servicio desinteresado es el punto central del evangelio de hoy.

Muchas veces tratamos de

encontrar un mérito no por

hacer algo extraordinario

sino por cumplir con

nuestras “obligaciones”.

Esto puede llevar a más de

uno a la frustración porque

no llegan a ser reconocidos

sus esfuerzos.

¿Por qué me he cansado de dar sin recibir?





En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. Al llegar a cierta aldea le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, que desde lejos gritaban:

“¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”.Al verlos, Jesús les dijo:

«Id a presentaros a los sacerdotes».Mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. Uno de ellos, al verse sanado, regresó alabando a Dios a

grandes voces, y se inclinó hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias. Este hombre era de Samaria.Jesús dijo:

« ¿Acaso no son diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios? »Y dijo al hombre:

« Levántate y vete. Por tu fe has sido sanado. »


Los enfermos de lepra estaban condenados a abandonar a sus familias y

los lugares en que vivían, así como a anunciar a voz en grito o mediante

algún signo su enfermedad.

Si la enfermedad desaparecía debían acudir ante los sacerdotes para

que estos certificaran su curación y se les admitiera de nuevo en la

comunidad.

Muchos hay que dicen que nadie les ha

dado nada, que todo lo que tienen lo han

conseguido con su esfuerzo. Son personas

que no están para nada acostumbradas a

agradecer pequeños gestos cotidianos de

la vida y no se acuerdan de los demás, ni

de Dios, salvo cuando se encuentran en

algún aprieto que no pueden superar.Si nunca agradeces a Dios cada sonrisa,¿por qué lo culpaspor cada lágrima?

¿Cuántas veces he dado gracias hoy por algo?





Los fariseos preguntaron a Jesús cuándo había de llegar el reino de Dios, y Él les contestó:« La venida del reino de Dios no es posible de calcular. No se dirá: “Aquí está” o “Allí está”, porque el reino de

Dios ya está entre vosotros. »Y dijo a sus discípulos: «Vendrán tiempos en que querréis ver siquiera uno de los días del Hijo del Hombre, pero no lo veréis. Algunos dirán: “Aquí está”, o “Allí está”, pero no vayáis ni los sigáis. Porque así como el relámpago, con su resplandor, ilumina el cielo de uno a otro lado, así será el hijo del hombre el día de su

venida. Pero primero tiene que sufrir mucho y ser rechazado por la gente de este tiempo.»


El Reino de Dios ya está presente entre

nosotros simplemente poniendo en práctica

con todos (y especialmente con los que

sufren, con los que lo pasan mal,…) todas y

cada una de las palabras pronunciadas por

este Nobel de Paz.

¿Cómo contribuyo a hacer visible el Reino de Dios a los demás?




Del santo evangelio según san Lucas 17, 26 - 37En aquel tiempo dijo Jesús:

« Como sucedió en tiempos de Noé, sucederá también en los días en que venga el Hijo del hombre. La gente comía y

bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca, cuando llegó el diluvio y todos murieron. Y lo mismo pasó

en los tiempos de Lot: la gente comía y bebía, compraba y vendía, sembraba y construía casas; pero cuando Lot salió

de la ciudad de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y todos murieron. Así será el día en que se manifieste el Hijo

del hombre. Aquel día, el que se encuentre en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a sacarlas; y

el que esté en el campo, que no regrese a su casa. ¡Acordaos de la mujer de Lot! El que trate de salvar su vida la

perderá, pero el que la pierda, vivirá. Os digo que aquella noche estarán dos en una misma cama: a uno se lo llevarán

y al otro lo dejarán. Dos mujeres estarán moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán ».

Le preguntaron entonces: “¿Dónde ocurrirá eso, Señor?”

Y Él les contestó: « Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres»

Este domingo se conmemora la Jornada Mundial de los Pobres


Hemos llegado a tener unos anhelos que ya no se pueden saciar con lo que se compra en los grandes almacenes.La lectura de hoy es una llamada a despertar nuestras conciencias dormidas, acomodadas, encerradas en un individualismo sin límite. Una llamada a compartir con los demás, a minimizar lo terrenal, lo material, a resistir al egoísmo, la codicia, la maldad,…

¿Dedico tiempo suficiente a charlar con mis padres, mis hermanos, mis amigos,… o más bien solo lo hago cuando necesito, o quiero algo?

En la actualidad existe tanto

egoísmo, que ya nadie tiene

tiempo para nadie

En la actualidad existe tanto

egoísmo, que ya nadie tiene

tiempo para nadie





Se encontraba Jesús ya cerca de Jericó. Un ciego que estaba sentado junto al camino, pidiendo limosna, al oír que pasaba mucha gente preguntó qué sucedía. Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí, y él gritó:

“¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.Los que iban delante le reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía más: “¡Hijo de David, ten

compasión de mí!”.Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?».

El ciego contestó: “Señor quiero recobrar la vista”.Jesús le dijo: « ¡Recóbrala! Por tu fe has sido sanado».

En aquel mismo momento recobró el ciego la vista, y siguió a Jesús alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto alababa también a Dios.


Ellos trataban de acallar el grito, pero él gritaba mucho

más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

Hoy también, el grito de los pobres incomoda a la

sociedad establecida: inmigrantes sin recursos,

enfermos de SIDA, mendigos, refugiados, ¡tantos!

Escuchamos, pero muchas veces “no vemos”, o no queremos ver.

Es como si hubiéramos perdido la fe en que, realmente, podemos

cambiar el mundo.

“La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que,como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche,y esto basta para caminar”

Papa FranciscoLumen Fidei

“La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que,como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche,y esto basta para caminar”

Papa FranciscoLumen Fidei

¿Qué puedo hacer yo, no solo para “ver”, sino para que otros “recobren la vista”?





Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol

junto al cual tenía que pasar Jesús. Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: « Zaqueo, baja enseguida porque hoy he de quedarme en tu casa ».

Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: “Mira, Señor, voy a

dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más”.Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de

Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido».


Hay encuentros que olvidamos

rápidamente.

Hay encuentros

que nos marcan y cambian

nuestra vida.

Quizás un día

un encuentro

dé la vuelta

a tu existencia.

A Zaqueo lo podemos encontrar en cualquiera de

nuestras ciudades; un hombre ambicioso, egoísta,

que busca su beneficio inmediato,... Un Zaqueo que

se transforma, no por imposiciones, ni por

amenazas o castigos, sino a través de la bondad.

Después del encuentro con Jesús, Zaqueo

descubre una riqueza mucho más grande que

el dinero: la felicidad de ser querido.

¿Qué hago yo por tener encuentros con Jesús?




Del santo evangelio según san Lucas 19, 12-13. 15a. .16 b-26Dijo Jesús esta parábola:

«Un hombre de la nobleza se fue lejos, a otro país… Antes de partir llamó a diez de sus criados, les entregó diez minas de oro y les dijo. “Negociad hasta que yo vuelva”… A su vuelta, mandó llamar a aquellos criados. El

primero se presentó y dijo: “Señor, tu dinero ha producido diez veces más”. Y el rey le contestó: “Muy bien, siervo bueno; como has sido fiel en lo poco, te hago gobernador de diez ciudades”. Se presentó otro y dijo.

“Señor, tu dinero ha producido cinco veces más”. También a este le contestó: “Tú serás gobernador de cinco ciudades”. Pero se presentó otro que dijo: “Señor, aquí está tu dinero. Lo guardé en un pañuelo, pues tuve miedo de ti, porque eres un hombre duro que recoges lo que no pusiste y cosechas donde no sembraste”.

Entonces le dijo el rey: “Puesto que sabías que soy un hombre duro, ¿por qué no llevaste mi dinero al banco para devolvérmelo a mi vuelta junto con los intereses?”. Y dijo a los que estaban allí: “Quitadle la mina y

dádsela al que tiene diez… que al que tiene se le dará más; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará…”».


El texto de hoy nos invita a poner en

juego todos los dones que hemos

recibido.

Es un error no hacer nada por miedo;

por pensar que es muy poco lo que

podemos hacer. Infinitamente mejor

es equivocarse haciendo algo, que no

equivocarse no haciendo nada.Y yo, ¿qué dones tengo para compartir?





Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró por ella y dijo:

« ¡Si entendieras siquiera en este día lo que puede darte paz!... Pero ahora eso te está oculto y no

puedes verlo. Pues van a venir días malos para ti, en los que tus enemigos te cercarán con barricadas,

te sitiarán, te atacarán por todas partes y te destruirán por completo. Matarán a tus habitantes y no

dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no reconociste el momento en que Dios vino a salvarte».


¿Es necesario llorar, lamentarse,… solamente cuando no hay remedio y el daño ya está hecho?

Jesús sufre y llora por su pueblo. En el año 70, Jerusalén iba a ser cercada e

invadida por los ejércitos romanos.

Del mismo modo hoy llora, no solo por cada uno de los que sufren en el mundo,

sino también por todos y cada uno de los responsables de ese sufrimiento.





Después de esto, Jesús entró en el templo y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo. Les dijo:

«En las Escrituras se dice: “Mi casa será casa de oración”, pero vosotros la habéis convertido en una cueva

de ladrones».

Todos los días enseñaba Jesús en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y también

los jefes del pueblo andaban buscando cómo matarlo. Pero no encontraban la manera de hacerlo, porque

toda la gente le escuchaba con gran atención.


¿Nos resulta difícil comprender al Jesús del

evangelio de hoy, un Jesús que grita indignado?

¿Qué haría Jesús hoy? ¿No se indignaría dentro de

las iglesias por nuestra falta de compromiso, por la

división entre los cristianos, por no aunar esfuerzos

con las grandes religiones del mundo que también

quieren justicia y paz para todas las naciones?

¿No gritaría por tanta indiferencia ante los que más

ayuda necesitan?. ¡Se indignaría!

¿Está abierta “mi casa” (mi corazón)para los que me necesitan?

Como Jesús, podemos denunciar y gritar

nuestra indignación, pero además, como Él,

podemos pasar a la acción y participar en la

transformación hacia un mundo más justo que

restituya, a los humildes y oprimidos, su

dignidad de seres humanos.





Jesús estaba viendo cómo los ricos echaban dinero en las arcas de las ofrendas, y vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de cobre. Entonces dijo:

«Verdaderamente os digo que esta viuda pobre ha dado más que nadie, pues todos dan como ofrenda lo

que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento».


¿Valoro todo lo que tengo?Si el corazón de una persona

viniera determinado por lo que se da de sí mismo, ¿cuán grande

sería el mío?

La Palabra de hoy muestra una realidad

que lleva siglos extendiéndose: las

personas con menos recursos son las

que más dan a los demás ya que saben

valorar más lo poco que tienen.





Algunos estaban hablando del templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas que lo adornaban. Jesús dijo: «Vienen días en que de todo esto que estáis viendo no quedará piedra sobre piedra. ¡Todo será

destruido! ».Preguntaron a Jesús: “Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas? ¿Cuál será la señal de que ya están a punto de suceder?”. Jesús contestó: «Tened cuidado y no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí y diciendo: “Yo soy” y “Ahora es el momento”, pero no los sigáis. Y cuando oigáis alarmas de guerras y de revoluciones no os asustéis, pues aunque todo eso tiene que ocurrir primero, aún no habrá llegado el fin ».Siguió diciéndoles: « Una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; en diferentes lugares

habrá grandes terremotos, hambres y enfermedades, y en el cielo se verán cosas espantosas y grandes señales».


Es muy fácil “dejarse engañar” en el mundo de hoy por la

comodidad, el lujo, el dinero, los “falsos aplausos”, las

apariencias, la libertad mal entendida…

Mi vida está vacía por dejarme engañar.

Tengo lo fugaz pero no lo permanente.

Tengo todo cosas que no busqué.

Busqué felicidad pero encontré momentos.

Busqué fama pero encontré vulgaridad.

Busqué riqueza y me convertí en un mísero.

Busqué aplausos pero encontré silencios.

Busqué un hogar y me encontré una casa.

Busqué familia pero encontré soledad.

Busqué avanzar y me encontré dos coches.

Escribo sobre amor y tengo el corazón

vacío.

Toda mi locura es que soy solo envoltura.Anónimo

Mi vida está vacía por dejarme engañar.

Tengo lo fugaz pero no lo permanente.

Tengo todo cosas que no busqué.

Busqué felicidad pero encontré momentos.

Busqué fama pero encontré vulgaridad.

Busqué riqueza y me convertí en un mísero.

Busqué aplausos pero encontré silencios.

Busqué un hogar y me encontré una casa.

Busqué familia pero encontré soledad.

Busqué avanzar y me encontré dos coches.

Escribo sobre amor y tengo el corazón

vacío.

Toda mi locura es que soy solo envoltura.Anónimo





En aquel tiempo dijo Jesús:

«Pero antes de eso os echarán mano y os perseguirán: os llevarán a juicio en las sinagogas, os meterán en la

cárcel y os conducirán ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis oportunidad de dar testimonio

de mí. Haceos el propósito de no preparar de antemano vuestra defensa, porque yo os daré palabras tan

llenas de sabiduría que ninguno de vuestros enemigos podrá resistiros ni contradeciros en nada. Pero seréis

traicionados incluso por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de vosotros y

todo el mundo os odiará por causa mía, pero no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza. ¡Permaneced

firmes y salvaréis vuestra vida! ».


Todos sabemos que, en algunas partes del mundo, los

cristianos siguen siendo perseguidos, encarcelados,

maltratados e incluso pierden la vida por defender el

Evangelio.

En nuestra sociedad “moderna, desarrollada y abierta a casi

todo” también hay que sobreponerse a la incomprensión de

muchos. Parece que no está de moda servir a los demás sin

esperar nada a cambio, acoger al prójimo más que pensar

solo en mis propios intereses, ir a misa, rezar,…

Quizás algunas veces tengamos vergüenza, por el “qué dirán”, a hacer

lo que realmente nos dicta nuestro corazón.

En esos momentos es en los que nuestra fe debe alumbrar más que

nunca.

¿Y yo,… a qué tengo miedo?





«Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea que huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad que se alejen; y los que

estén en los campos que no entren en ella; porque éstos son días de venganza en los que se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra y cólera contra este pueblo. Caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a

todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles llegue a su cumplimiento. «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de la gente,

trastornada por el estruendo del mar y de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento por el terror y la ansiedad ante las cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se tambalearán. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder

estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación.»


En muchas ocasiones, en la actualidad, parece

como si nuestra vida interior se estuviera

derrumbando, como si estuviéramos siendo

destruidos al igual que la ciudad de Jerusalén.

Tal vez las preocupaciones, los problemas, las

angustias, los dolores, las dificultades estén

apagando nuestra vida interior y la esperanza

parece desvanecerse.

El anuncio que hace Jesús no quiere entristecer sino animar, dar

esperanza para un futuro que, si no hemos comenzado ya, debemos

cultivar desde hoy mismo.





Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que echan brotes,

sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed

que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto

suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.»

Mañana sábado se celebra santa Catalina Labouré y el domingo, la festividad de san Saturnino (Patrón de Pamplona)


La humanidad avanza a

tropezones. Los cambios no son

inmediatos. Pero en todo ser

humano existe esa semilla que,

tocada por la gracia, está

brotando y desarrollándose.

Frente a los agoreros que siempre ven el vaso

medio vacío, que viven lamentándose de que el

planeta se está envenenando por culpa de la

ceguera humana y anunciando catástrofes a la

vuelta de la esquina, no somos capaces de ver

el vaso medio lleno, de reconocer los primeros

brotes que señalan la llegada del estío, del

tiempo de cosecha, de buenas nuevas.

Hoy rezamos un PADRENUESTRO por…

Los grandes cambios

siempre vienen

acompañados

de una fuerte sacudida.

No es el fin del mundo,

es el inicio de uno nuevo




Del santo evangelio según san Mateo 4, 18 - 22

Jesús pasaba por la orilla del Lago de Galilea cuando vio a Simón Pedro y Andrés, dos hermanos que eran

pescadores. Mientras ellos pescaban con sus redes, Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de

hombres.»

En ese mismo instante, Pedro y Andrés dejaron sus redes y siguieron a Jesús.

Jesús siguió caminando por la orilla del lago y vio a Santiago y a Juan, otros dos hermanos que también eran

pescadores. Los dos estaban en una barca arreglando las redes, junto con su padre Zebedeo. Jesús llamó a

los dos. Ellos salieron de inmediato de la barca, dejaron a su padre y siguieron a Jesús.


Los hombres escogidos por Jesús para ser sus colaboradores no

eran gente especial. Eligió a hombres humildes, pobres,

sencillos, sin una gran formación académica, sin influencias.

Eran sencillos pescadores.

Al igual que los apóstoles, nosotros también nos llenamos de

dudas y de temores porque estamos muy apegados a

muchas cosas.

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