clic
clic
Llamados
a las filas
de una nueva milicia,
marchan
los hijos
mozos
con un
macuto
prematuro
de ira,
y queda
el campo fiel
abandonado.
El pedazo de tierra que teníais, detrás de aquel otero por donde entraba el sol,lo trabajaban juntas tus manos y Sus Manos.
Salía el Sembrador una mañana, y abría el mundo el corazón estéril.
De pronto sorprendían Sus Ojos creadores
un filo de cizaña advenediza.
El grano de mostaza se hacía ya posada para todas las aves viajeras, y crecía en el trigo
la forma presentida de Su Carne...
Volvían los pastores, con la noche a la espalda -¿con la muerte a la espalda volverían?-,
y balaba el aprisco recobrado y concorde.
Él volvía también, y te llamaba como quien grita alerta, cada tarde, a la hora precisa de los rezos.
Pero un día se fue, ya para
siempre.
Junto al taller,
cerrado por ausencia,
el mástil de un madero naufragaba en la sangre del ocaso,
y el campo y tú
quedabais a la espera.
Se van los hijos mozos...La tierra ya no da para la vida. No da para los ojos y el deseo.Detrás del oleaje varado de los surcos la múltiple sirena de la
ciudad invita a la aventura.
Los brazos se han cansado de echar semilla al viento
irresponsable, ¡y están muy lejos del dolor del campo el Sanedrín blindado de
leyes y el Pretorio!
Llegarán los tractores,
¿pero a tiempo?,
¿
desplazarán los brazos?,
¿se llevarán las almas?
Sobre la tierra, núbil a pesar de los hombres desalmados, tarde o temprano llueve.
¡ Dios sigue amaneciendo cada día !
Aún tiene el horizonte camino para el alba y el regreso. Y en el soto erizado de chopos de esperanza permanece de guardia la alondra de tu ermita.
Música: Ella es María - Texto: Obispo Casaldáliga - Montaje: Lorenzo Pascua, O.P.