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Borrelli, Marcelo, Cuadernos de H Ideas, vol. 6, n 6, diciembre
2012. ISSN
2313-9048http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/index
Universidad Nacional de La Plata Facultad de Periodismo y
Comunicacin Social.Laboratorio de Estudios en Comunicacin, Poltica
y Sociedad.
Clarn frente a los aos de Videla y Martnez de Hoz
(1976-1981).Entre el apoyo poltico y la objecin econmica (*)Clarin
years against Videla and Martinez de Hoz (1976-1981). Between the
political and economic objection
Marcelo BorrelliConsejo Nacional de Investigaciones Cientficas y
Tcnicas, Universidad de Buenos Aires,Buenos Aires,
[email protected]
ResumenEn este artculo proponemos una revisin de las principales
posiciones editoriales del matutinoClarn frente al proyecto
refundacional de la dictadura militar en la etapa 1976-1981,
atravesada porlos efectos del terrorismo de Estado, las medidas de
apertura econmica y de valorizacin financieraimplementadas por la
conduccin econmica y el intento desde las Fuerzas Armadas de
plasmar unplan poltico que asegurara a largo plazo las
transformaciones materiales e institucionales en curso.Para ello
analizaremos particularmente los balances realizados por el
matutino sobre la experienciadictatorial al cumplirse los
aniversarios del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 durante
elperiodo de estudio, momentos clave en los cuales el diario expres
su posicin frente al derroterodel gobierno militar y sus
expectativas ante el futuro poltico inmediato.Palabras Claves:
Clarn; dictadura militar argentina; derechos humanos; prensa
argentina;terrorismo de EstadoAbstractIn this paper we propose a
review of the major editorial positions of the newspaper
Clarnrefoundational project against the military dictatorship in
the 1976-1981 period, crossed by the effectsof state terrorism,
measures of economic openness and financial recovery implemented by
the andeconomic leadership from the military attempt to capture a
political plan that would ensure long-termmaterial and
institutional transformations underway. We will analyze the balance
sheets especiallymade by the newspaper about the experience met
anniversaries dictatorial coup of March 24, 1976during the study
period, key moments in which the newspaper expressed its position
on the militarygovernment's road map and their expectations for the
immediate political future.Keywords: Clarin; military dictatorship
in Argentina; human rights; argentinian press; state terrorism
IntroduccinEn este artculo se presentan algunos de los
principales hallazgos de la investigacin
doctoral del autor(1) que tuvo como objetivo analizar las
posiciones editoriales del diarioClarn frente a la poltica econmica
del ministro de Economa Jos Alfredo Martnez deHoz (1976-1981)
durante la presidencia de facto del general Jorge Rafael Videla
(1976-1981). El matutino Clarn, uno de los de mayor circulacin
nacional y que en ese momentoestaba ntimamente vinculado con el
ideario del desarrollismo, apoy abiertamente los
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objetivos refundacionales de la nueva intervencin militar de
marzo de 1976 y ladenominada lucha antisubversiva, en relacin a la
persecucin de guerrilleros y militantespolticos opositores que se
puso en marcha desde el gobierno militar. Sin embargo, amedida que
Martnez de Hoz fue avanzando en su poltica centrada en la
aperturaeconmica, la valorizacin financiera y la desarticulacin del
mercado interno, Clarn fuedestacndose como uno de sus ms firmes
crticos, advirtiendo sobre las contradiccionesentre la prdica
liberal del ministro y su prctica concreta, caracterizada por un
recurrenteintervencionismo estatal en beneficio del sector
financiero y de los capitales msconcentrados.
En este artculo nos proponemos en particular, revisar la
editorializacin del diariodurante el periodo 1976-1981 focalizando
en su evaluacin en torno a la cuestin de lalucha antisubversiva,
los planes polticos de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y la
situacineconmica. Para ello, el anlisis se concentrar en los
editoriales del matutino destinadosa realizar un balance del
gobierno militar en los aniversarios del golpe durante el mes
demarzo de los aos 1976-1981 (en 1976 el balance se realiz en
septiembre de ese ao, alcumplirse seis meses del golpe de
Estado).
Esta investigacin ha estudiado el espacio del Editorial en tanto
gnero discursivode opinin e interpretacin donde se condensa la
opinin institucional de un medio deprensa, ya sea al expresar el
punto de vista personal del director o de la empresaeditora.(2) Ese
espacio ser analizado tomando el esquema de Ral Rivadeneira
Pradasistematizado por Castelli(3) que identifica diversos tonos o
estilos caractersticos de loseditoriales segn su contenido, la
actitud adoptada en su tratamiento y las circunstanciaspolticas y
sociales bajo las cuales se inscriben. Por ltimo, junto con
Borrat,(4)entendemos al diario como un actor poltico que debe ser
analizado teniendo en cuenta sucapacidad de influir en la toma de
decisiones en el sistema poltico, y que el anlisis delperidico como
actor es inseparable del anlisis del sistema poltico del que forma
parte;en ese sentido, es que junto con el estudio editorial se
revisarn los principales datos de larealidad socio-poltica y
econmica del momento para recrear el contexto de accionar
delmatutino.
El diario ClarnClarn lanz su primer nmero al pblico el 28 de
agosto de 1945. Su fundador fue
Roberto J. Noble, quien dirigi el diario hasta el da de su
fallecimiento, el 12 de enero de1969. Luego su esposa, Ernestina
Herrera de Noble se hizo cargo de la direccin deldiario, la cual ha
ejercido hasta la actualidad. Clarn tuvo una carrera ascendente
desde suprimer nmero y hacia fines de los aos 60 ya se haba
constituido en uno de los primerosdiarios en el ranking de ventas
nacionales.(5) Tambin se haba posicionado como un
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referente clave de la clase media de los principales centros
urbanos de la Argentina, enparticular de Buenos Aires.
Hacia el final de la dcada del 50, y hasta inicios de la dcada
del 80, Clarn abrazel ideario poltico del desarrollismo vernculo
encabezado por Rogelio Frigerio y ArturoFrondizi. Al despuntar la
dcada del 70, esta vinculacin se concretar en una alianzaideolgica,
poltica y financiera con el partido que aglutinaba al pensamiento
desarrollistanacional, el Movimiento de Integracin y Desarrollo
(MID).(6) El vnculo se expres en supensamiento editorial y en la
participacin de hombres del desarrollismo en Clarn,
quienestrabajaron en la redaccin del diario ejerciendo un verdadero
control ideolgico de sulnea editorial.
Para Clarn y el desarrollismo la economa era la base de la cual
dependan todos losdems niveles de la vida social argentina. Sin dar
el gran salto del subdesarrollo hacia eldesarrollo que refundara a
la sociedad argentina -extraviada luego de la
experienciafrondicista de 1958-1962- no podran resolverse los
acuciantes problemas nacionales. Lademanda era planteada en trminos
drsticos, en tanto el pas deba regenerarse a smismo a travs de la
solucin desarrollista: afianzar la sustitucin de
importaciones,avanzar en la tecnificacin del campo y en la
integracin agroindustrial, integrarproductivamente el pas,
modernizar la produccin energtica, consolidar el capital
interno,estimular la llegada del capital externo, afianzar la
alianza de clases entre capital y trabajo,y la complementacin entre
todos los sectores de la vida nacional para el progreso y
lagrandeza del pas,(7) entre sus propuestas ms destacables.(8)
De todas maneras, para analizar de manera integral la posicin
editorial del diario enel periodo 1976-1981, planteamos que su
ntima cercana con la doctrina desarrollistadebe articularse con los
propios intereses del matutino en tanto empresa periodstica.
Eldesarrollismo nutri a Clarn de un perfil ideolgico definido y
coherente durante los aosque dur la alianza -hasta los primeros
meses de 1982, cuando la directora decidi echar alos hombres del
desarrollismo y terminar la relacin-, aspectos que le fueron
relevantespara reforzar su prestigio y legitimidad, en un escenario
nacional altamente politizado. Sinembargo, tanto la consolidacin de
Clarn como una importante empresa periodsticadurante el periodo
dictatorial,(9) el desprestigio general que fue sufriendo en estos
aos lapoltica partidaria y, en particular, el desplazamiento del
desarrollismo a un segundo planoen la realidad poltica nacional,
puso de relieve para quienes conducan el diario que esaestrecha
cercana con un pensamiento poltico extremadamente dogmtico y
excluyenteno favoreca sus crecientes intereses empresariales,
orientados en todo caso a contar conla flexibilidad suficiente para
definir los apoyos u objeciones polticas del diario segn
cadacoyuntura, en virtud del beneficio empresarial y no del inters
exclusivo de un partidopoltico.
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Clarn y el golpe militar de 1976En marzo de 1976, en el marco de
la desafeccin general de la sociedad civil hacia
el proceso poltico encabezado por el peronismo y hacia la
institucionalidad republicana,Clarn juzg como inevitable el golpe
de Estado. No solo por la ineficacia del gobiernode Isabel Pern,
sino tambin por la de todos los actores tradicionales del
sistemainstitucional para ofrecer una salida duradera a la crisis
nacional.(10) Para el matutino,las soluciones emanadas de tales
actores tradicionales, como el Parlamento, los partidospolticos
tradicionales -definidos peyorativamente como la partidocracia-, la
dirigenciasindical y un sector de la empresaria -principalmente la
reunida en la ConfederacinGeneral Econmica-, y las de una sociedad
civil a la que consideraba enferma y presa deun grave extravo
moral, no parecan ser capaces de la refundacin que necesitaba elpas
a travs de las soluciones desarrollistas. Por otra parte, en la
evaluacin sobre lacausas del golpe de Estado en los das
inmediatamente posteriores, el diario ubic a laviolencia subversiva
como un factor ms de desestabilizacin dentro del conjunto msamplio
de la crisis nacional, sin concebirlo como el elemento excluyente
que explicaba laintervencin militar, que en todo caso apareca
vinculada a la imperiosa necesidad deresolver el vaco de poder y la
crisis general del pas y su dirigencia.
Luego del golpe, la lnea editorial ofreci lo que hemos
denominado como unconsenso expectante, apoyando la restauracin del
orden, la lucha antisubversiva ydestacando la figura moderada de
Videla, pero demandando que se implementaran losplanes
desarrollistas en el campo econmico.(11)
El primer balance, a seis meses de gobierno militar: entre los
xitos de la luchaantisubversiva, la exaltacin de la cohesin militar
y la objecin econmica(septiembre de 1976)
El 24 de septiembre de 1976 se cumplieron seis meses del golpe
de Estado, lo quese convirti en el primer balance que el propio
gobierno hizo frente a la opinin pblicasobre su gestin. Clarn hizo
lo propio, a travs de la pluma de su flamante columnistapoltico,
Joaqun Morales Sol, quien firm la nota de opinin.(12) El semestre
habaestado signado por la puesta en marcha desde el 24 de marzo del
sistema represivo luegoconocido como terrorismo de Estado, de
secuestro en centros clandestinos, tortura yposterior desaparicin
forzada de millares de militantes polticos, integrantes de
lasorganizaciones poltico-armadas, gremialistas combativos,
trabajadores, estudiantes, eintegrantes de otros sectores
combativos. Uno de los elementos claves de este sistemaclandestino
fue su ocultamiento por parte de las autoridades del autodenominado
Procesode Reorganizacin Nacional, para lo cual los diarios fueron
funcionales al autocensurarsey no publicar informaciones al
respecto que no provinieran de las fuentes oficiales, premisaque
cumpli tambin Clarn.(13) Por su parte, Martnez de Hoz anunci las
primeras
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medidas econmicas el 2 de abril de 1976, donde privilegi un
programa deestabilizacin que se inscriba dentro de la lnea de
ajuste ortodoxo, con fuerte perjuiciopara los asalariados, cuyo
objetivo a corto plazo era controlar la coyuntura crtica con laque
se iniciaba la dictadura, en un contexto de alta presin
inflacionaria, alto dficit fiscal ycon el sector externo en
crisis.(14)
En su primer balance, el diario justificaba el nacimiento del
gobierno militar comorespuesta a la crisis desatada por el vaco de
poder y la posibilidad de disolucin yanarqua (citando literalmente
un prrafo de la primera proclama militar luego del golpe).Destacaba
dos aspectos del gobierno: los xitos contra la subversin y que las
FuerzasArmadas haban demostrado cohesin y no haban padecido crisis
internas. Sinembargo, con respecto al primer punto, sealaba que: no
sera objetivo si no se consigna,tambin, que en este lapso hubo
violencia. El terrorismo de uno u otro lado produjosanguinarios
episodios que conmovieron a la opinin general del pas. De todas
formas,conceda que en los ltimos tiempos haban menguado esos signos
de irracionalidad,aunque no haban desaparecido totalmente. En este
aspecto, como lo mencionabaVidela en sus discursos, aseguraba que
an restaba resolver la lucha contra lasubversin en los mbitos
poltico, social y econmico que al fin y al cabo eran para eldiario
las condiciones que posibilitaban el accionar subversivo.(15)
Dentro del apartado Crticas, resaltaba las que el desarrollismo
le haba destinado ala poltica econmica, que la constataba como la
primera crtica severa.(16) Y en relacina la cohesin de la Fuerzas
Armadas, apuntaba que existan diversas lneas depensamiento -un
sutil eufemismo para referir a las disputas intra e inter armas-,
pero queen esta oportunidad los militares le haban asignado
prioridad fundamental a la cohesininterna.(17) Finalmente, pese a
que en el periodo analizado podan avizorarse errores yequvocos,
aseguraba que para las Fuerzas Armadas y para vastos sectores del
pas lasolucin a la crisis argentina encontrar en este proceso la
nica salida. De all quesentenciara, lacnico: Solo una cosa no es
posible: regresar al pasado.
El balance realizado por el matutino reafirmaba la absoluta
legitimidad que desde suparecer haba tenido el golpe de Estado y se
mostraba confiado en la esperanzarefundacional que conllevaba la
revolucin del 24 de marzo, ms principalmente en suanhelo de
trastocar el sistema poltico y de extirpar a los sectores
radicalizados de lapoltica nacional. En este ltimo aspecto se
resaltaron los avances en la luchaantisubversiva como logros
vinculados a la causa nacional, con una mencin losuficientemente
amplia a la persistencia de hechos de violencia de los extremismos
comopara que las responsabilidades estatales en la cuestin quedaran
ms que diluidas,aunque la mencin poda leerse muy implcitamente como
una referencia a ellas.(18)
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El primer aniversario del Proceso: no hay salida posible al
problema nacionalsin un cambio de estructuras (marzo de 1977)
Durante marzo de 1977 se instal un tiempo de balance a raz del
primeraniversario del golpe de Estado. El gobierno, muy apegado al
simbolismo de lasefemrides y las fechas representativas, pareci
esbozar la inauguracin de una nuevaetapa que inclua el fin del
tiempo del silencio y la proximidad de una propuesta polticaa la
sociedad civil, como haba declarado Videla.(19) Este esbozo de
apertura tena comofinalidad cubrir el vaco poltico que estaba
dejando el rgimen ante su indefinicin enrelacin al futuro y a su
descendencia poltica, como bien lo intuir Clarn. Sin embargo,
loscoqueteos aperturistas colisionaban con su propia concepcin que
descrea que elciudadano comn pudiera ser un sujeto poltico con
capacidad para encarar una salidaresponsable del autodenominado
Proceso. Pero, principalmente, ninguna propuestapoda avanzar ante
dos cuestiones centrales: todava no se haba finalizado la
accinrepresiva(20) y an no se haba echado a rodar el ncleo duro de
las transformacioneseconmicas. En efecto, la aplicacin de las
transformaciones del plan econmico era lacondicin previa a
cualquier tiempo social y poltico.(21) Y haba que prolongar
lacuestin de la salida poltica hasta que los cambios econmicos
estuvieran losuficientemente consolidados para no ser
obstaculizados por los polticos. Pero haba unacontradiccin
irresoluble en este planteo: cuanto ms tiempo transcurriera menos
pesarala legitimidad de origen que ostentaba la dictadura sobre el
caos anterior y la luchaantisubversiva, y a medida que se
profundizaran las reformas seran ms los sectoressociales afectados,
lo cual le restara apoyos y soliviantara a la oposicin interna
contraMartnez de Hoz.
El terreno para demostrar cierta voluntad aperturista ya haba
sido preparado porVidela en una entrevista que ofreci a Clarn el 30
de enero de 1977 -la primera a unmedio nacional- donde afirmaba:
Los gobiernos de las Fuerzas Armadas que noefectuaron en tiempo y
forma una clara propuesta al pas, terminaron condicionados por
laalternativa surgida desde grupos opositores y debieron entregar
el poder a susadversarios.(22) La advertencia de Videla expresaba
que los condicionamientos a lafutura democracia -la exclusin de las
masas de las decisiones polticas y la construccinde la nueva
sociedad poltica- tenan que imponerse desde una posicin de
fuerza.(23)
El diario destac como inobjetable el diagnstico presidencial y
plante que lo querealmente importaba era la propuesta que se
realizara.(24) Frente a la intuicin de que en1977 se abra un tiempo
poltico advirti que no haba salida posible al problemanacional sin
el previo cambio de estructuras, y que no poda dilatarse esa
solucinrecayendo nuevamente en la alternancia entre gobiernos
civiles dbiles y gobiernosmilitares que se aislaban y que por ese
motivo acudan a salidas formales (lase:elecciones).(25)
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Al cumplirse un ao del golpe de Estado, Clarn confirmaba su
adhesin al Procesoy su demanda de una mayor profundizacin de la
revolucin iniciada en 1976.(26) Enprincipio, el golpe de Estado era
presentado como un acto de responsabilidad de lasFF.AA. hacia el
pas, en tanto eran garantes ltimas de la sobrevivencia del
Estado-Nacin, que no se haban intimidado frente al vaco de poder
que obligaba aactuar.(27) Un ao despus, la propuesta de las Fuerzas
Armadas tena total vigencia yla clave continuaba siendo el avance
en los objetivos del Proceso: Su tcitamenteaceptado desafo consiste
en hacer la revolucin. No volver atrs. Por eso, el matutinoaprobaba
las ideas que Videla haba enunciado a fines de enero sobre que,
sedesarrollaba esa propuesta ms all de sus enunciados generales, o
el pas volva a unasituacin que se repeta desde haca medio siglo
cada vez ms agravada. La postergacinde la propuesta determinaba la
recurrencia de las crisis nacionales, con su consecuentepeligro de
desintegracin. Clarn apuntaba a lo que ya se intua como una de
lasdebilidades estructurales del rgimen: su incapacidad para
definir con precisin cul serael contenido de su propuesta
poltica.
Por otra parte, destacaba que la subversin estaba derrotada y
dispersa, y que eltriunfo del orden era amplio aunque se haba
logrado a un muy alto costo social. Y en elmarco de balance
impuesto por el primer aniversario del golpe el matutino ahond en
suinterpretacin sobre lo que significaba la derrota de la subversin
para el rgimen:
La falta de actividad orgnica de la subversin obliga ms que
nunca a dar a larepresin un contenido no conformista. No se lucha
contra los enemigos del sernacional argentino para fijar a la
sociedad en el pasado sino para impulsarla haciadelante. Los
objetivos nacionales tienen que perfilarse tanto ms cuanto ms
seguroes el triunfo final sobre el enemigo que pretende disolver la
sociedad. Esta es la horade terminar con los restos de subversin,
restndole toda posibilidad derecuperarse.(28)Como se observa, este
aniquilamiento era la oportunidad histrica para impulsar el
resurgimiento del ser nacional atacado, lo que le otorgaba una
estela prometeica a latransformacin material de la sociedad a travs
de la represin.
De todas maneras, para Clarn la victoria definitiva solo se
alcanzara al ofrecer lasrespuestas materiales que consolidaran la
causa de la libertad y de la democracia.Justamente, para el diario,
a un ao del golpe la economa continuaba soportando losdesafos ms
riesgosos, como lo vena advirtiendo desde mediados de
1976.(29)Tempranamente, objecin econmica junto con apoyo poltico se
transformarn en uno delos pilares de la poltica editorial del
matutino.(30)
El segundo aniversario: por la futura institucionalizacin de las
Fuerzas Armadas enla democracia pluralista (marzo de 1978)
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El segundo aniversario del golpe encontr al diario en una
posicin claramente crticaen torno a los efectos econmicos de las
medidas aplicadas por Martnez de Hoz. Enparticular, esta posicin se
ampli luego de sancionarse la Reforma Financiera de junio de1977,
que arbitraba la creacin de un mercado financiero de corto plazo
libre deregulaciones, en el marco de la apertura total de la
economa.(31) Su funcionamientosignificaba una ruptura completa con
respecto al pasado, ya que hasta ese momento eranlas polticas
estatales las principales orientadoras del mercado de capitales y
el Estado erael ms importante reasignador de los recursos hacia la
industria.(32)
En este nuevo contexto econmico, el matutino dirigi severas
impugnaciones alncleo central de los cambios que se estaban
operando y a las falencias estructurales dela economa que no se
resolvan. As, se advirti sobre el perjuicio que se
estabaocasionando a la industria nacional por el achicamiento del
mercado interno, por el pesodel costo financiero y la presin
fiscal, las rebajas arancelarias a productos importados y
laausencia de incentivos para exportar.(33) En funcin de la
preocupacin por la reduccindel mercado interno, se mantuvo la
inquietud sobre la poltica salarial y la situacin de
losasalariados.(34) En simultneo, se continu insistiendo sobre los
males del estatismo, lapersistencia del dficit de las cuentas
pblicas, la expansin del gasto pblico y la inaccinpara adoptar la
racionalizacin administrativa.(35) Tambin la recurrente inflacin
fuetema excluyente de la editorializacin, ya no solo adjudicada al
desborde del gastopblico, el dficit y la emisin monetaria, sino
tambin al alto costo del dinero -en relacina las subas de tasas de
inters- que era trasladado a los precios constituyendo una
fuenteautnoma de inflacin.(36) A todo ello se sum la fuerte
advertencia sobre el avance delendeudamiento pblico externo, sobre
el que se manifest abiertamente en contra porqueesos recursos eran
destinados a cubrir el dficit presupuestario y porque se
estabagestando una pesada carga a futuro.(37)
En definitiva, a partir de mediados de 1977, en una
interpretacin que observa enperspectiva todo el periodo de anlisis,
Clarn ir abandonando el consenso expectantecon que haba recibido al
gobierno militar frente al evidente rumbo que estaba tomando
lapoltica econmica, exhibir un estilo editorial ms combativo(38)
-ceido exclusivamenteal mbito econmico- e ir posicionndose desde
una expectativa crtica, desde la cual eldiario mantuvo el apoyo
poltico a las FF.AA. pero a la espera de cambios en la
polticaeconmica; esto ltimo al menos hasta inicios de 1979, cuando
an pareca mantenerseuna esperanza de un eventual cambio de rumbo,
lo cual se ver frustrado claramentedesde inicios de ese ao cuando
la conduccin econmica adoptara el enfoque monetariode la balanza de
pagos que ser analizado luego.
En marzo de 1978, adems de la cuestin econmica, el foco de la
acotadadiscusin poltica estuvo puesto en la futura
institucionalidad y el plan poltico. Durante esemes se filtraron a
la prensa algunos contenidos del plan poltico del Ejrcito y de
la
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Armada, que haba sido finalizado en octubre de 1977.(39) Y
trascendi que Videla habaentregado a la Junta Militar el plan de su
fuerza.(40) Ante la noticia de la entrega del plan,Clarn afirmaba
que el Proceso estaba entrando en una nueva fase que, como lorepeta
el rgimen, no tena plazos, pero s requera condiciones, ms an
cuandorecordaba que anteriores experiencias haban sido frustrantes
al observarse susresultados concretos.(41) En efecto, en el mismo
editorial indicaba que la nueva etapadeba coincidir con las
prioridades que Videla haba indicado al celebrarse el Da de
laIndustria, el 2 de septiembre de 1977, cuando, entre referencias
a Carlos Pellegrini y aSavio, sostena que era necesario encarar sin
dilaciones la implementacin de grandesproyectos en el plano de la
siderurgia, la qumica pesada, la petroqumica, la celulosa y
elpapel.(42) En otras palabras, no habra legitimacin futura de la
dictadura ni consolidacinde sus transformaciones si no se cambiaba
la poltica econmica en curso. Como lo ponaen evidencia el
editorial, en el matutino se ir afianzando la perspectiva sobre que
ladictadura estaba entrando en una nueva etapa, signada ahora por
la superacin de lalucha contra la subversin y en la cual tendra que
forjar una institucionalidad queconsolidara los cambios que el
rgimen pretenda dejar para la posteridad.
Justamente, el discurso de Videla del 29 de marzo de 1978, en el
que se recordabandos aos exactos de su jura presidencial, tena la
intencin para la dictadura depretenderse como un punto de inflexin.
En su mensaje a la ciudadana qued demanifiesto una divisin entre un
primer periodo de lucha contra la subversin, ganadamilitarmente, y
un segundo periodo, que inauguraba ese discurso, vinculado a
laformulacin de una poltica para la unin nacional, basada en la
formacin de nuevascorrientes de opinin extrapartidarias que tendran
que avanzar hacia el objetivo de unaconvergencia cvico-militar. El
mensaje pona el nfasis en la futura consolidacininstitucional del
Proceso y la posterior democracia pluralista, que tena que tener
unapresencia institucionalizada de las Fuerzas Armadas.(43)
Clarn reflexionaba sobre las palabras presidenciales y sostena
que constituan unapropuesta concreta, programtica, con metas
formuladas y medios para alcanzarlas.(44)La formulacin encontraba
un pas con la disposicin para entrar en la etapa derealizaciones ms
concretas. En efecto, afirmaba: De eso se trata. De que la
apreciacinpresidencial se corresponda con los hechos, dejando
entender que la dictadura seencontraba en cierto inmovilismo
poltico. Asimismo, destacaba y acordaba con el prrafodel discurso
donde se mencionaba que para la instauracin de la democracia
pluralistadeban conjugarse la presencia y las aspiraciones del
pueblo y de sus Fuerzas Armadas,lo que implicaba la futura
institucionalizacin del tutelaje militar el da que retornase
lademocracia. Para Clarn, la imprescindibilidad de esta condicin
surga de una largaprctica, ya que desde 1930 se alternaban
gobiernos civiles y militares sin alcanzar unmnimo de estabilidad
para definir un rumbo preciso para el pas.(45) No se trataba de
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adjudicar reas especficas a los militares, sino de encontrar una
frmula de integracintotal. Esta posicin no presentaba mayores
objeciones con que los militares detentaran elmonopolio de la
poltica y se arrogaran la organizacin autoritaria del espacio
polticonacional. Ms an, se daba otro paso en ese sentido al aceptar
como una solucin a lapendularidad cvico-militar iniciada en los aos
30 a que se instituyera a las FuerzasArmadas como tutoras de la
democracia, objetivo que atravesaba todos los planespolticos de las
tres armas.
Por su parte, desde inicios de 1978, los dirigentes de los
partidos reclamarn mayorespacio en la escena poltica, en un ao que
ser de mayor contenido poltico y donde sevislumbrarn actitudes
opositoras ms enrgicas.
El tercer aniversario: escapar al inmovilismo a travs de la
refundacin econmica(marzo de 1979)
Hacia marzo de 1979, la dictadura encontraba considerablemente
frustradas lasexpectativas de quienes la haban recibido con
beneplcito en 1976. La acumulacin decapital poltico que haba
ostentado la dictadura hasta mediados de 1978 se estabaagotando y
comenzaba un periodo de deslegitimacin y prdida de su capacidad
deaccin.(46) Como bien lo adverta el panorama poltico de Clarn, el
tercer aniversario delgolpe militar contena un hecho poltico
novedoso que catalogaba como crucial: losmilitares tienen detrs de
s tres aos de gestin poltica y la responsabilidad global delpas es
ahora insoslayable.(47) Es decir, ya no podan asignarle la
responsabilidad delrumbo del pas a otro grupo o sector. En ese
momento haba una mayor presin pblica delos partidos por la apertura
y el dilogo (tambin de la Iglesia), aceptando la legitimidad
delrgimen pero con visos de disputa sobre el monopolio de la
poltica. Las Fuerzas Armadasdaban seales ambiguas sobre la
compatibilizacin de la propuesta poltica y su posiblepresentacin en
sociedad para mediados de 1979, as como sobre cul sera su
contenidoy el grado de participacin que tendran los partidos (hasta
la denominacin estaba endiscusin: propuesta, salida, solucin,
documento).
Por su parte, Martnez de Hoz anunci el 20 de diciembre de 1978
la nuevaestrategia antiinflacionaria que fue presentada como una
etapa de profundizacin yajuste de la poltica econmica en curso.(48)
El nuevo plan pona el eje en el manejo dedos variables: la paridad
cambiaria y los aranceles, privilegiando desde ese momento
elenfoque monetario de la balanza de pagos. Dentro de este enfoque
se articulara una tasade cambio pautada a futuro sobre la base de
una devaluacin decreciente en el tiempo -implementada a travs de lo
que posteriormente se populariz como la tablita-, laapertura
importadora con la profundizacin de la disminucin en la proteccin
arancelaria yel libre flujo de capitales. En definitiva, la
estrategia intensificaba la utilizacin a corto plazo
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de dos instrumentos que conformaban la estrategia largoplacista
de la poltica econmica:la apertura econmica y la liberalizacin del
mercado de capitales.(49)
El discurso de Videla por los tres aos del Proceso, si bien en
sus trazos msgenerales ratificaba la voluntad de darle contenido
poltico mediante una propuestaenriquecida por el dilogo, y aunque
aseguraba que se continuara luchando en lasuperacin de la inflacin,
en su integridad contena un respaldo a la gestin de Martnezde Hoz,
y as fue ledo por aquellos sectores opositores al ministro.(50)
Adems, lageneralidad del mensaje y la ausencia de una propuesta ms
concreta sobre la posibleconvergencia cvico-militar dejaron cierta
insatisfaccin en el mbito poltico por laexpectativa que se haba
generado previamente. Lo cierto es que la creciente sensacinde
inmovilismo poltico, junto con la profundizacin de la estrategia
econmica, estabanerosionando seriamente la posibilidad de una
convergencia. En ltima instancia, no hacams que dejar expuesta la
incapacidad o indiferencia del rgimen para organizar elconsenso
social a su alrededor y renovar sus bases de legitimacin.
En el editorial dedicado al tercer aniversario, Clarn combinaba
un estiloapologtico,(51) en tanto reivindicaba la tarea
reordenadora del Proceso, con otromoderadamente admonitorio(52)
para sealar que el nuevo tiempo que se abra deba serel de la
propuesta de las Fuerzas Armadas y el del dilogo cvico-militar.(53)
As,continuaba la lnea ya esbozada en las opiniones vertidas un ao
antes al cumplirse elsegundo aniversario del golpe militar. En
efecto, recordndole al rgimen la amenaza quependa sobre s mismo, el
primer prrafo citaba textualmente las palabras que Videla
solapronunciar desde principios de 1977 sobre el efecto pernicioso
que haba tenido para losgobiernos de las Fuerzas Armadas el no
haber realizado una propuesta al pas en tiempoy forma. Para el
matutino esta idea conservaba entera validez, pero para la
realizacinde tal propuesta no deban aparecer contradicciones entre
la Argentina prometida y laque, con gran esfuerzo, se va
realizando, circunloquio que poda referir tanto al caminoelegido en
el mbito econmico como a la cerrazn poltica del rgimen. La apuesta
por unnuevo tiempo donde deba prevalecer el entendimiento entre
militares y civiles eracontundente: En tres aos se ha alcanzado el
clima normal para el dilogo, y es tiempoque se hable de la
propuesta que ha sido elaborada a travs de los aportes de las
tresFF.AA. Como era habitual en la evaluacin del matutino, la tarea
reorganizadora y lavictoria sobre la subversin eran aprobadas,
pero:
La victoria militar debe ser rubricada en el campo de lo
econmico-social parafructificar en un triunfo verdadero y durable.
Esta es la etapa ms difcil del Procesoy la que ms dudas suscita,
hasta el punto de suponer un retroceso en los finesrevolucionarios.
Si la victoria no alcanza a darse en ese plano, volveremos al
fracasotan temido y reiterado por los ensayos que le precedieron.
Felizmente an es tiempode dar nuevo impulso a las corrientes
vivificadoras del crescendo revolucionario, ylas fuerzas militares
estn dispuestas a dar cuantos pasos hagan falta.(54)
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Clarn aceptaba implcitamente el inmovilismo de la revolucin y
predeca sudestino errante de no impulsar un cambio de rumbo. Por
eso propona un programarenovador que deba centrarse en la defensa
de la economa, y para ello recordaba quesolo bastaba ajustarse a la
propuesta reiteradamente expuesta por Videla sobre lanecesidad de
crear el pas agro-industrial.(55) El an incipiente nuevo ensayo
econmicode Martnez de Hoz dejaba un margen para este tipo de
aseveraciones cargadas de ciertovoluntarismo. Como era esperable,
la cuestin econmica era el punto basal para estenuevo programa,
pero sin embargo el nfasis de este editorial estuvo puesto en
lapropuesta y el dilogo. En ese mbito, no pona explcitamente el
hincapi en lospeligros de la partidocracia, sino que explicitaba
que la futura institucionalidad debatener componentes nuevos y no
repetir viejas frmulas polticas. Lo que no quedabaexplicitado con
claridad en esta concepcin es de qu manera el cambio en la
orientacineconmica y el eventual xito del Proceso deba dotar de
representatividad a lasdirigencias polticas y a sus prcticas
perimidas. Es decir, cmo se vinculabaconcretamente el cambio de
estructuras con la regeneracin poltica y la relegitimacin delos
representantes partidarios? Cmo se reflejara la una sobre la otra?
Constitua unapreocupacin central de este pensamiento, o era un
aspecto secundario relegado a latransformacin econmica? La propia
directora de Clarn avanzaba sobre el punto en uneditorial de abril
de 1980, suscitado en ese momento por el inicio del dilogo
poltico,donde afirmaba:
Y ese modelo [el desarrollista] necesariamente traer nuevos
dirigentes y prcticaspolticas; tendr ms eficiencia para la
renovacin que el mejor de los estatutosjurdicos, porque habr
dirigentes polticos y sociales que no estarn en condicionesde
soportar los cambios: su carga de pasado se lo impedir, as como
habr otrosque en buena hora se adaptarn, y as es como habr nuevos
dirigentes surgidos dela nueva sociedad que tenemos que construir
todos.(56)Amn del sesgo voluntarista, la propuesta en este punto se
volva por dems
abstracta y general, dejando en claro s el desprecio por la
partidocracia y las viejasprcticas polticas, pero que no se
complementaba con una mayor especificidad sobrecmo surgira
concretamente esa nueva dirigencia que conducira al pas a su
destino degrandeza, y cmo maduraran sus buenas prcticas por
oposicin a las viciadas deantao, transformacin que en todo caso era
concebida como una consecuencia mecnicae inevitable del cambio de
estructuras. Esta vaguedad indicaba la desvalorizacin de lapoltica
que haca el desarrollismo a partir de la cual no era necesario
enunciar mayoreselementos programticos sobre la cuestin, ya que
todo era confiado al xito de unatransformacin econmica que en forma
virtuosa regenerara los distintos mbitos de lasociedad nacional. De
all tambin la advertencia del matutino al rgimen sobre que
podaquedarse sin un triunfo verdadero por no rubricar la victoria
militar en el campoeconmico-social, lo cual tornaba posible que se
repitieran los mismos conflictos del
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pasado, idea que en su extremo agitaba implcitamente la amenaza
del reverdecersubversivo. En cambio, si haba victoria en el campo
virtuoso de la economa, no habraretorno subversivo ni del fracaso
tan temido de los ensayos polticos precedentes. Eltriunfo econmico,
como un elixir regenerador, hara olvidar las penurias
pasadas,disolvera los viejos conflictos y marchitara las ideologas
confrontativas. En definitiva, encierto punto, los postulados de
Clarn y el desarrollismo sobre el futuro poltico conducan alos
mismos problemas que tenan los militares: Cmo se consumara en los
hechos esacreacin de la nueva sociedad poltica y de su nueva
dirigencia madura yrepresentativa? Quines tenan que ser los
interlocutores vlidos incontaminados, sien esta perspectiva la
mayora de la sociedad civil y poltica haba sido parte de
ladescomposicin moral de la repblica tanta veces denunciada? Por
ltimo, por qu lamentada renovacin no deba incluir a las propias
figuras del desarrollismo, que habanformado parte activa de la
poltica nacional en los aos previos que ahora seestigmatizaban? Y,
con ellos, no deberan renovarse las prcticas de los empresarios
queestaban vinculados al desarrollismo -como lo planteaba Martnez
de Hoz, quien acusaba alos industriales argentinos de su
ineficiencia, su mentalidad indexatoria y de vivir a costadel
subsidio estatal-, y con ellos tambin las de la plana mayor que
conduca el diarioClarn? Tal vez la amplitud de esos interrogantes,
vinculados con la dificultad de trazar loslmites de la renovacin,
diera cuenta de la difusa claridad y la escasa nocininstrumental de
la transformacin que se le demandaba a la dirigencia
tradicional.
El cuarto aniversario: la urgencia del dilogo y el cambio en la
orientacineconmica (marzo de 1980)
El cuarto aniversario de la dictadura estuvo signado por el
inicio, el 26 de marzo, deldilogo poltico del gobierno con
dirigentes polticos y civiles. Con este precedente,Videla anunciaba
en su mensaje al pas al cumplirse cuatro aos de su
gestinpresidencial que: hemos comenzado a vivir un tiempo poltico
cuya manifestacin mscabal es el dilogo entre el gobierno y los
diversos sectores del pas. En su balance,Videla le otorg un espacio
de relevancia a la revisin minuciosa de los logros de lapoltica
econmica, lo que fue entendido como un enftico apoyo a la asediada
gestin deMartnez de Hoz.(57) El discurso presidencial no fue bien
ponderado por la dirigenciapartidaria, lo que pona de relieve adems
la prdida de credibilidad que paulatinamenteiba horadando a la
palabra presidencial. De todas maneras, y pese a los evidentes
signoscrticos, el cuarto ao de la dictadura pareca mostrar a un
rgimen que gozaba de ciertaestabilidad,(58) y que no prevea correr
mayores riesgos en el futuro ms cercano. Hastapoda, pese a las
crecientes objeciones que iban cayendo sobre su gestin
econmica,mostrar ciertos logros para la opinin pblica: el retorno
de la paz luego de concluida lalucha antisubversiva, su eficacia
para disolver rpidamente el reciente rebrote
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subversivo de la contraofensiva montonera de mediados de 1979,
algunas obraspblicas, un ltimo semestre de relativa estabilidad
inflacionaria, la convocatoria al dilogopoltico que lo mostraba
dispuesto a escuchar a la civilidad, cierta capacidad de
imponerdecisiones polticas en virtud de una oposicin poltica y
gremial, si bien ms dinmica,an muy atomizada; un Ejrcito
abroquelado en su conduccin luego del alzamiento deLuciano Benjamn
Menndez contra Viola en septiembre de 1979, la cuestin del
Beagle,aunque presente, momentneamente desactivada, y la sancin de
leyes importantes comola de Asociaciones Profesionales (ms all de
su efectiva concrecin) y la difusin de lasBases Polticas (que no
fijaban plazos ni cronogramas electorales, y pretendan
asegurarlegal y legtimamente la intervencin institucionalizada y
autoritaria de las FuerzasArmadas en la futura democracia).(59)
Independientemente de los problemas que latanpor debajo de esta
superficie, a inicios de marzo de 1980 la dictadura poda mostrar
unadosis de vitalidad a la ciudadana.
Como se mencion, el 26 de marzo se haba iniciado el dilogo
poltico. Si bienhaba sido anunciado por los militares como el
despuntar de la etapa poltica, ste selimitara a una serie de
reuniones con dirigentes de toda ndole y ciudadanosrepresentativos
durante el ao 1980 donde el ministro del Interior Albano
Harguindeguynotificaba lo que el rgimen esperaba de ellos sin
ofrecer nada a cambio. A los dirigentespolticos se les recordaba
las bases sobre la cual las Fuerzas Armadas podran llegar adiscutir
en el futuro el destino del poder: no revisin de lo actuado en la
luchaantisubversiva, aprobacin de la legitimidad del golpe de
Estado y de lainstitucionalizacin del rol de las Fuerzas Armadas en
el futuro sistema poltico.(60)
Bajo estas pautas, el dilogo fue percibido por los convocados
como un elementodilatorio para que el rgimen cumpliera los
designios del plan econmico y para disminuirla presin poltica que
lo asediaba por su negativa a plasmar algn tipo de convergencia yas
asegurarse el margen poltico para designar dos presidentes
militares ms antes dellegar a un acuerdo con los civiles.(61) En
consecuencia, las expectativas de los dirigentespolticos se posarn
ms que en esta instancia en las vicisitudes del recambio
presidenciala dirimirse durante el ao y en la confianza de que
Viola, jefe del Ejrcito e integrante de laJunta quien a inicios de
1980 ya apareca como el seguro sucesor de Videla, encarnaseuna
etapa de apertura poltica y cambio en la orientacin
econmica.(62)
Pero, ms all de este anlisis general de la situacin
sociopoltica, en el contexto deinicios de abril de 1980 el dilogo
fue recibido con gran expectativa por Clarn, tanto es asque su
directora imprimi su firma a una serie de tres editoriales
(numerados del I al III apgina completa bajo la volanta A propsito
del dilogo), donde dio a conocer la posicinde su diario frente a
este acontecimiento con una indisimulada intencin de influir para
queel rgimen cambiara el rumbo de la poltica econmica.
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La directora se expres en un tono enftico pero moderado, y con
un esfuerzo porbalancear su opinin ante el rgimen, en tanto a la
vez que reconoca las aptitudesordenancistas del gobierno militar, y
expresamente rechazaba una pronta salida electoral,indicaba la
urgencia de saldar los problemas pendientes. El primer editorial
defina comoun paso destacable la ampliacin e institucionalizacin
del dilogo que iniciaba elgobierno.(63) Un paso espontneo que poda
darlo por la serenidad de haber obtenidouna resonante victoria en
la guerra que, encomiaba, no haba generado una actitud desoberbia o
aislamiento. Luego de reflexionar sobre cmo deba estructurarse ese
dilogo,Herrera de Noble confesaba que estaban posedos de una
inocultable impaciencia, unaimpaciencia legtima, inspirada en el
logro de los grandes fines: impaciencia quecorresponde distinguir
netamente de la impaciencia por obtener promesas y
plazoselectorales, esto es una impaciencia que no es
apresuramiento. Segn la directora, Clarnhaba elaborado una doctrina
nacional a lo largo de su vida en el periodismo y creaoportuno
volver sobre ella en el contexto del dilogo. Como era previsible,
era en laeconoma donde el matutino observaba la necesidad de
desandar ciertos caminos que sehan tomado como nuevos y que son, en
realidad, viejos. Sobre estas cuestiones habauna lnea de debate
para que, sin apresuramientos electoralistas, se le sacaraprovecho
en el dilogo: Provecho no para partidos, no para sectores, no para
dirigentes,sino para la Nacin pensada en grande.
Esta convocatoria a trascender los intereses sectoriales a favor
de los del conjuntoera retomada al inicio del editorial del da
siguiente,(64) donde bsicamente la directoradesplegaba la doctrina
desarrollista como un aporte de ideas y soluciones. Al finalizar
eleditorial conclua que los frutos del dilogo deberan ser el
entendimiento, la unidad -quiz no la de todos, pero si la de los
que importan-, y deber ser la accin. Las FuerzasArmadas, y tambin
el pueblo, demostraron una enorme capacidad de accin para destruira
un enemigo insidioso y brutal; ahora pueden demostrarla para la
construccin de un granpas, sentenciaba.
En el ltimo editorial de esta saga, Herrera de Noble retomaba la
reflexin sobre lasustancia del dilogo, integrando las dos
reflexiones anteriores.(65) Lo ms relevante erala clara advertencia
que le diriga a la dictadura en relacin a cul sera su futuro de
noimplementar los cambios enunciados por el desarrollismo, as como
tambin sugera elacompaamiento del diario si decida hacerlo y su
buena disposicin para no volver alpasado:
[Las autoridades] Deben estar ciertas de que si se elabora una
poltica de grandesmiras, que no sea expresin de los intereses de
crculos sino de las aspiracionesnacionales, el pueblo estar
dispuesto a realizar todos los sacrificios necesarios. ()Nosotros
tenemos confianza () y tiene que tenerla el gobierno para hacer
loscambios de rumbo que le indique el curso de los acontecimientos
() Hablar decambios de rumbo no significa ni cambios de meta ni
negar lo que se ha hecho,significa hablar de algo que est en la
esencia de la vida. Lo que est muerto no
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cambia, lo que est vivo es lo opuesto de lo que est inerte. Es
lo que se mueve, loque cambia y lo que marcha. El dilogo, con su
tiempo, su tono y su esprituadecuados, servir, entre otras cosas,
para mostrar la vitalidad del pueblo argentino.Su aptitud para
aprovechar su pasado, que tiene muchas glorias, pero
aprovecharlosin volver a l, y su aptitud para marchar hacia lo
futuro. Hacia la construccin deuna gran nacin y una gran
democracia.(66)Como ya lo haba hecho en otras oportunidades, Clarn
adverta sobre el inmovilismo
del rgimen, sobre su potencial fracaso de no alterar el rumbo de
su poltica econmica, yrecordaba la disposicin del diario para
apoyarlo en la senda del cambio, sin volver alpasado y marchando
hacia lo futuro.
El quinto aniversario: salvar al pas y a las Fuerzas Armadas de
una polticaeconmica antinacional (marzo de 1981)
El domingo 29 de marzo de 1981 Videla concluy su perodo de cinco
aos comopresidente y le traspas el mando a su antiguo compaero de
promocin en el Ejrcito ycomplemento fundamental en el asentamiento
de la dictadura, el general retirado Viola,quien deba cumplir su
mandato hasta el 29 de marzo de 1984. El mismo da de laasuncin la
directora del matutino imprimi por quinta vez desde iniciada la
dictadura sufirma al editorial, que fue anunciado en un lugar
prominente de la tapa con su titular:Asumir la realidad como
fundamento de la esperanza. Era la primera vez desde el 24 demarzo
de 1976 que el diario utilizaba la doble pgina -10 y 11, y a ocho
columnas- parapublicitar su pensamiento editorial, lo que pona de
relieve las graves circunstancias quepara el peridico estaba
viviendo el pas. Ante el recambio de autoridades se proponarealizar
un balance minucioso, y sin concesiones, de la realidad nacional.
Pese a esamencin genrica, el objeto excluyente de la revisin era el
futuro econmico del pas en elmarco de la crisis econmica que se
haba desatado a partir de la crisis financierainiciada a fines de
marzo de 1980 y que haba signado todo el ao 1980.
A calor de las reformas financieras del gobierno haba ido
creciendo un sistemafinanciero de corto plazo altamente
especulativo que comenz a derrumbarse con laquiebra del Banco de
Intercambio Regional (BIR) el 28 de marzo de 1980, uno de losbancos
privados ms importantes del pas segn el volumen de sus depsitos,
cada queinici una serie de corridas hacia el dlar -azuzadas por la
conviccin de que el tipo decambio estaba retrasado y habra una
devaluacin inminente-, fuga de capitales y unvertiginoso traspaso
de depsitos de bancos privados nacionales hacia bancos oficiales
oextranjeros. Frente a la crisis, el Estado destin ingentes
reservas monetarias para laayuda de las entidades al borde de la
bancarrota, lo cual logr mantener una precariaestabilidad del
sistema durante el ao 1980. La crisis golpe duramente a los
sectoresproductivos, muchos de ellos altamente endeudados, como as
tambin puso de relieve elpeso de la deuda externa pblica y privada
contrada durante los ltimos aos.
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Para Herrera de Noble, la crisis era la ms grave que hemos
tenido a lo largo denuestra historia como nacin.(67) El panorama
era sombro al considerar las quiebrasempresariales, el desempleo,
la destruccin del aparato productivo, el endeudamiento y eldficit
del sector pblico. Todo ello era la herencia que reciba el nuevo
gobierno por lasdecisiones econmicas del equipo saliente sobre
cuyos efectos, la directora recordaba,Clarn haba advertido sin ser
escuchado por el Palacio de Hacienda.(68) En el gravecontexto de la
crisis econmica, y con el deseo del matutino sobre que la gestin de
Violafuera exitosa, la directora sinceraba que su diario no poda
guardar silencio y debamostrar la realidad tal como es. Este era el
nudo de la argumentacin editorial: debaasumirse la gravedad de la
crisis econmica para adoptar las medidas acertadas. Asumidoeste
diagnstico, era imposible continuar por la senda trazada por el
equipo econmicosaliente, ya que ello ira en contra del propio
rgimen: La continuidad de la polticaeconmica, tan pregonada, es
imposible. Intentarla, agravar dramticamente las cosas ypodr
afectar la continuidad que s es imprescindible, la continuidad del
actual proceso encuanto apunta a reorganizar la vida del pas y
darnos, por fin, una democracia estable.(69)
Sin ambigedades, y coherentemente con la lnea adoptada desde
1976, el diarioprofesaba su comunin con la continuidad poltica del
Proceso, pero le adverta en clarostrminos al gobierno que se
iniciaba cul era la condicin para contar con su apoyo. A lahora de
las propuestas, repeta el pensamiento desarrollista:
redimensionamiento estatal,promocin de inversiones, industrias
bsicas, etc. Pero, para cambiar de rumbo y aslograr mayor apoyo
popular, previamente desde la cspide del Estado deba exponersecul
era la verdadera situacin. Y, agregaba en un ejemplo ms de su
escisininterpretativa entre gestin econmica y poder militar: Por
eso bien puede decirse que lapoltica econmica que ahora finaliza
era impotente para realizar nada con el apoyovoluntario del pueblo,
porque no se lo propona y porque su esencia era incompatible conese
apoyo; era incompatible, podramos decir, con la democracia, con los
objetivos mstrascendentes del actual proceso militar.(70) Reflexin
que implcitamente daba porsentado que las fuerzas castrenses se
haban distanciado del pueblo por la accin de lapoltica econmica.
Como era previsible, eran los militares los que an tenan el
margenpara recomponer la situacin, a quienes la directora segua
apostando:
Las Fuerzas Armadas, que tienen en su haber el triunfo contra la
subversin alcosto de enormes sacrificios, estn en condiciones de
realizar esa convocatoria [a laciudadana]. Se les presenta una
alternativa en que la crisis econmica puede llegara minar los
logros que han alcanzado en ese terreno y en que superar esa
crisispuede dar la consolidacin definitiva de la victoria y la
realizacin de todos losobjetivos que se trazaron al asumir el
poder. En asumir la realidad y exponerla sinreservas al pueblo
reside el secreto. () Por eso, mostrar la realidad en su
exactamedida, tal como hemos intentado en esta columna, es un
aporte al xito delproceso militar y al xito del flamante gobierno
que preside el general Viola. Ver larealidad y callarla es trabajar
para el pasado, decirla es comprometerse con elfuturo. Hoy, como
nunca, la realidad es el fundamento de la esperanza.(71)
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La directora y su diario mantenan la apuesta por el Proceso y
las FuerzasArmadas; la apuesta porque el proceso poltico iniciado
el 24 de marzo de 1976 setransformara en una dictadura
desarrollista. Sin embargo, a diferencia de los editorialescuando
el rgimen an tena su capital poltico intacto, no incurra en
referenciasapologticas y su expectativa por el porvenir era por
dems mesurada. Ms all de lainvariable celebracin del triunfo contra
la subversin puesta en el haber de las FuerzasArmadas, no haba otra
indicacin positiva en el balance del quinquenio; y, la
otroraponderada figura de Videla, estaba ausente de todo
comentario. Pero, en ltima instancia,la responsabilidad de la grave
y tan terminante situacin econmica continuaba siendoasignada
exclusivamente a Martnez de Hoz y su equipo; las Fuerzas
Armadas,nuevamente, aparecan como las vctimas propiciatorias del
voraz ministro.
Por supuesto, la directora y su diario eran conscientes que,
como lo repeta Martnezde Hoz en la mayora de sus alocuciones
pblicas, la responsabilidad poltica de lasmedidas econmicas era de
las Fuerzas Armadas, pero la salvedad que realizaba sobrelas
fuerzas castrenses se explica al menos por dos motivos evidentes en
el contexto delrecambio presidencial: se estaba ante un rgimen que
preservaba una voluntad activa deapoltronarse en el poder por largo
tiempo, hecho que a su vez estaba bastante aceptadopor todos los
sectores de la sociedad argentina, an en un marco tan crtico como
el finaldel mandato Videla; ante esta realidad el diario segua
confiando en la chance que desdeel propio rin militar una fraccin
ms afn a sus propuestas inclinara el rumbo delrgimen -aunque el
estrecho margen de maniobra dejado por sus antecesores lo
hacadificultoso, como lo reconoca la directora-. La deslegitimacin
econmica de la dictadura,si bien estaba causando estragos a su
capital poltico, todava no era lo suficientementeprofunda como para
percibir una pronta finalizacin de su estada en la cpula del
poderestatal -como tambin contribua a esa certeza la an en marcha
reorganizacin partidariao la endeble, aunque creciente,
manifestacin orgnica de las oposiciones sociales-.
La otra motivacin continuaba siendo la ideolgica: se confiaba en
la posibilidad derevivificar el movimiento nacional con unas
Fuerzas Armadas que cumplieran su designiohistrico de defensa del
ser nacional y pusieran en marcha los mecanismos deconsolidacin
econmica que formaran la base de sustento para la posterior
democracia.En este marco, entonces, y en funcin de las posiciones
analizadas hasta aqu, la apuestadel diario por la continuidad del
Proceso era bastante lgica. Por eso, como en marzo de1976, ofreca
un consenso expectante ante la nueva etapa que se iniciaba, basado
en lostenues signos de cambios que haba proporcionado el nuevo
presidente militar, peroconsciente de las dificultades que
afrontaba por la pesada herencia econmica quedejaba el gobierno
saliente y que afectaban las posibilidades reales que las
FuerzasArmadas tenan de torcer el rumbo de agotamiento que haba
tomado la dictadura.
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Reflexiones finalesEn forma de conclusin quisiramos profundizar
la reflexin sobre lo que constituy
una posicin editorial central de Clarn que atraves todo el
periodo 1976-1981: que juntoal paulatino distanciamiento en el
mbito de la poltica econmica el diario conserv suapoyo en trminos
polticos. Consideramos que tal posicionamiento tuvo algunos
rditossimblicos y otros materiales para el diario. En primer
trmino, la subordinacin generalque sufri el discurso poltico a
manos del econmico durante todos estos aos legitim lavisin que el
matutino sostuvo desde un principio sobre la realidad nacional, en
tanto laspreocupaciones centrales del pas parecan concentrarse
finalmente en la economa. Ensegundo trmino, esta escisin le permita
al diario un doble juego: no colisionar con elpoder poltico militar
y a la vez exhibirse ante sus lectores como un diario con
relativosmrgenes de independencia crtica. Al resguardar a las
Fuerzas Armadas de lasobjeciones desarrollistas, concentradas en la
conduccin econmica encabezada porMartnez de Hoz junto al apoyo
poltico que se le brind a los militares-, la empresaperiodstica
demostraba su buena voluntad hacia quienes manejaban
discrecionalmente elEstado, lo cual tambin le permiti evidentemente
acceder a negocios como el de PapelPrensa. Pero, simultneamente, al
erigirse como juez y censor de una polticaeconmica que afectaba a
la ciudadana en general, demostraba un margen de autonomacon
respecto al poder militar, reafirmaba su coherencia doctrinaria al
revalidar losprincipios desarrollistas, y compensaba la
funcionalidad con el poder militar que sedesprenda de otras
decisiones editoriales -como la autocensura en torno a la
represinclandestina-.
Clarn equilibraba as los trminos del apoyo y la objecin, aunque
dejando abierta laprofundizacin de alguna de estas posiciones segn
cmo avizorara el futuro de ladictadura. De modificarse la
orientacin econmica y revitalizarse las expectativas de lapoblacin
en torno a las promesas inaugurales de la dictadura, poda
profundizar su apoyoy disponerse a dejar atrs el pasado de errores,
principalmente en el rea econmica. Demantenerse la intransigencia
del rgimen, o si a ste le fuera imposible lidiar con losproblemas
generados por su propia poltica, y terminara finalmente en una
nuevafrustracin enajenndose el favor de la ciudadana, ampliara su
crtica desde el mbitoeconmico hacia otros de tinte poltico -como
tenuemente ya lo estaba haciendo desde1980- y se posicionara como
un defensor y representante de los sectores afectados y delas
clases medias urbanas cansadas de la censura y el autoritarismo, o
del ms generalinters nacional lesionado por la dictadura con su
prctica econmica y, ahora s, poltica.Es decir, como un sagaz actor
poltico, el diario hacia 1981 ir dejando un margen deaccin para
acomodarse ante los eventuales cambios que surgieran de la
revolucinnacida el 24 de marzo -con indicios cada vez ms slidos
sobre un probable fracaso-, de
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manera de reorientar su poltica editorial para preservar sus
propios intereses como medioperiodstico y empresa comercial.
Notas(*) Este artculo es parte de la tesis doctoral del autor,
titulada El diario Clarn frente a la
poltica econmica de Martnez de Hoz (1976-1981) y dirigida por
Jorge Saborido.Asimismo, el autor desea agradecer el apoyo del
Proyecto UBACyT 20020100100608Del juicio al indulto: derechos
humanos y memoria de la dictadura en la gran prensanacional
(1983-1990), dirigido por Jorge Saborido, y del CONICET.
(1) Borrelli, Marcelo. El diario Clarn frente a la poltica
econmica de Martnez de Hoz(1976-1981), Tesis de Doctorado, Bs. As.,
Facultad Ciencias Sociales (UBA), 2010,indito.
(2) Castelli, Eugenio. Manual de periodismo, Bs. As., Plus
Ultra, 1991, p. 193.(3) Ibid.(4) Borrat, Hctor. El peridico, actor
poltico, Barcelona, Gili, 1989.(5) Con una tirada promedio de
360.000 ejemplares diarios; por su parte, La Razn y
Crnica llegaban a 500.000 sumando todas sus ediciones.(6) Ass,
Jorge. Diario de la Argentina, Bs. As., Oberdn Rocamora editor,
2000; Ramos,
Julio. Los cerrojos a la prensa, Bs. As., Amfin, 1993;
Ulanovsky, Carlos. Paren lasrotativas. Diarios, revistas y
periodistas, Bs. As., Emec, 2005.
(7) Dentro de esta comunin nacional polisectorial, las Fuerzas
Armadas argentinas eranvaloradas especialmente por ser las
representantes por antonomasia de la identidadnacional. En esta
lnea, el desarrollismo supo cultivar vnculos con los
sectoresnacionalistas e industrialistas de las Fuerzas Armadas, a
la vez que subrayaba el rolforjador que haban tenido figuras del
Ejrcito como el general Manuel Savio, impulsorde la industria del
acero desde la direccin de Fabricaciones Militares y SOMISA;
elgeneral Enrique Mosconi, promotor de la industria del petrleo y
primer director de losYacimientos Petrolferos Fiscales (YPF), o el
propio general y presidente de la NacinJulio Argentino Roca, como
impulsor de la expansin de la frontera nacional durante laConquista
del Desierto.
(8) Acua, Marcelo. De Frondizi a Alfonsn: la tradicin poltica
del radicalismo/1, BuenosAires, CEAL, 1984; Nosiglia, Julio. El
desarrollismo, Bs. As., CEAL, 1983.
(9) Eje de un futuro grupo econmico, que tom su primer impulso a
partir de 1976-1977con la participacin del diario en la estratgica
empresa productora de papel paradiarios Papel Prensa S.A. Como es
conocido, la participacin accionaria de Clarn juntoa los diarios La
Nacin y La Razn en la empresa fue facilitada por la dictadura
militar,de manera tal que estos diarios pasaron a ser socios del
Estado en el emprendimiento,ya que este ltimo era dueo de una parte
de las acciones de la empresa. Desde 2010la venta de acciones de la
familia Graiver -quienes en ese momento eran losaccionistas
mayoritarios- a los diarios se encuentra bajo investigacin judicial
ante lasospecha de que haya sido realizada bajo coaccin en el marco
de un delito de lesahumanidad. Para ms detalles, ver: Borrelli,
Marcelo. Una `batalla ganada: Clarn y lacompra de Papel Prensa
(1976-1978), en Saborido, Jorge y Borrelli, Marcelo(Coords.). Voces
y silencios. La prensa argentina y la dictadura militar
(1976-1983), Bs.As., Eudeba, 2011.
(10) Clarn. Un final inevitable, Bs. As., 25 de marzo de 1976,
p. 6.(11) Para un anlisis, ver: Borrelli, Marcelo. Escribiendo el
epitafio: el diario Clarn en la
antesala del golpe de Estado de 1976, en Hologramtica, vol. 2, n
13, Lomas deZamora, Fac. de Ciencias Sociales, Universidad Nacional
de Lomas de Zamora, 2010,pp. 3-23; Blaustein, Eduardo y Zubieta,
Martn. Decamos ayer. La prensa argentinabajo el Proceso, Buenos
Aires, Colihue, 1998; Daz, Csar Luis. La cuenta regresiva.La
construccin periodstica del golpe de Estado de 1976, Bs. As., La
Cruja, 2002.
(12) Morales Sol, Joaqun. Seis meses de Gobierno, en Clarn, Bs.
As., 24 deseptiembre de 1976, p. 4
(13) Clarn acept explcitamente su poltica de autocensura en un
editorial de agosto de1976: La prensa argentina ha aceptado la
necesidad de la vigencia de ciertas
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restricciones que resultan indispensables en los momentos
difciles que vive la Nacin.Lo ha hecho porque es consciente de que
ella debe tambin efectuar su aporte alcombate contra la subversin.
En tal sentido, la prensa nacional no tiene dificultadescon un
gobierno que persigue idnticos fines. Clarn. La prensa argentina,
Bs. As., 2de agosto de 1976, p. 6.
(14) En estos primeros seis meses el diario mantuvo una suerte
de expectativa crtica antela poltica econmica de la dictadura
militar, advirtiendo cada vez mspronunciadamente sobre sus desvos,
pero sin elegir una confrontacin abierta.Entendemos que esta
moderacin puede atribuirse al contexto de inicio del nuevogobierno
y al crdito poltico que los actores de la vida nacional le haban
otorgado, aque los objetivos de Martnez de Hoz an no estaban
abiertamente en evidencia yporque ciertos sucesos emanados desde el
propio poder militar, como la creacin delMinisterio de Planeamiento
de inspiracin neodesarrollista que se dio a conocer a finesde
agosto de 1976, permitan mantener cierta expectativa sobre que un
sector de lasFuerzas Armadas lograra imponer en la interna
castrense la tesis ms cara al credodesarrollista. Ver: Borrelli,
Marcelo. El diario Clarn y el Proyecto Nacional de DazBessone
(1976-1977): la anhelada refundacin nacional?, ponencia en IV
Jornadasde Trabajo sobre Historia Reciente, Rosario, Facultad de
Humanidades y Artes,Universidad Nacional de Rosario, 2008.
(15) Para Clarn la existencia de la subversin tena su explicacin
en ltima instancia enla persistencia de un orden econmico
subdesarrollado que era el caldo de cultivopara la aparicin de
estas reivindicaciones radicalizadas.
(16) El 4 de septiembre de 1976 los desarrollistas expresaron
una minuciosa crtica sobrela realidad econmica y algunas de las
medidas aplicadas desde el Ministerio deEconoma; sin embargo
concluan que: El cuadro econmico no sugiere un retorno
alelectoralismo y las falsas opciones que presentaba el anterior
esquema institucional.() Si apreciamos correctamente la realidad,
nuestra accin no dejar de ser difcil ycompleja, pero estar
presidida por el convencimiento de que el triunfo de las
FuerzasArmadas ser el triunfo del pueblo argentino y nuestro propio
triunfo, Movimiento deIntegracin y Desarrollo. Memorndum N 3. La
poltica econmica y el procesonacional, en Movimiento de Integracin
y Desarrollo. La crisis argentina (periodo 1976-1981). Planteos y
proposiciones del Movimiento de Integracin y Desarrollo (MID)frente
al postergado desafo de la reconstruccin nacional, Bs. As., S/E,
1981, pp. 22-3.A partir de la crtica del MID a inicios de
septiembre, Clarn, con su propio estilo anms moderado, comenzar a
secundar al desarrollismo en su distanciamiento en tornoal
derrotero econmico del gobierno.
(17) Desde el inicio de la dictadura se manifestaron disputas
facciosas en el interior de lasFF.AA. que revelaron el grado de
fragmentacin del poder militar. Por una parte, elgeneral Roberto
Viola representaba para muchos analistas el sector politicista
delEjrcito, dispuesto a discutir, a partir de 1977, el futuro
poltico del pas conrepresentantes de los partidos tradicionales.
Frente al sector dialoguista se alzabadentro del Ejrcito un sector
mucho ms intransigente, catalogado como duro. Losduros, quienes
estaban comprometidos directamente con las operaciones de
larepresin ilegal, planteaban un largo perodo de gobierno militar
destinado arestablecer la salud de la nacin enferma y, aunque no
formaban una coalicinideolgica homognea, los una su ferviente
anticomunismo y el rechazo a lasintenciones de dilogo poltico de
los moderados (Canelo, Paula. La poltica contra laeconoma: los
elencos militares frente al plan econmico de Martnez de Hoz durante
elProceso de Reorganizacin Nacional, en Pucciarelli. Alfredo
(coord.). Empresarios,tecncratas y militares. La trama corporativa
de la ltima dictadura, Bs. As., Siglo XXI,p. 262). Videla -que
profesaba un profesionalismo antipoltico y hasta era observadocomo
un general republicano- intent trascender las disputas internas,
debido a sufuncin presidencial y a su apoyo incondicional a Martnez
de Hoz (Novaro, Marcos yPalermo, Vicente. La dictadura militar
1976/1983, Bs. As., Paids, 2003, p. 179).Tambin Massera, como jefe
de la Marina, represent otros de los sectores quepugnaban por
definir el futuro poltico de la dictadura.
(18) Ese apoyo editorial a la lucha antisubversiva en los aos
iniciales de la dictaduratambin tuvo su expresin en otras partes de
la superficie redaccional del diario, porejemplo al publicar los
comunicados oficiales sobre enfrentamientos fraguados u otros
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episodios similares -que le otorgaban legitimidad a las
versiones oficiales sobre loshechos represivos-, en la autocensura
ejercida al no informar sobre las desaparicionesdiarias de
militantes y opositores, en la exaltacin de los xitos de la
luchaantisubversiva, al destacar positivamente a determinadas
figuras militares (vanse loselogios de Clarn al general Antonio
Domingo Bussi, gobernador de Tucumn y jefe delas fuerzas represivas
en esa provincia: Clarn. Actitud positiva en Tucumn, Bs. As.,30 de
julio de 1976, p. 8; Clarn. Qu pasa en Tucumn?, Bs. As., 7 de
septiembrede 1976, p. 7), o en la difusin de informaciones que
desacreditaban a personalidadesque haban sido vctimas de la
represin o cuyo testimonio contradeca las versionesoficiales. De
todas maneras, junto con este apoyo cabe destacar tambin que una
delas invariantes editoriales del diario en el periodo 1976-1977
fue el pedido para que larepresin se realizara en forma ordenada, a
travs de instrumentos legales ycentralizados desde el Estado, e
hizo saber su preocupacin ante determinadoshechos criminales que
fueron pblicos y pusieron bajo sospecha a la accin estatal(como el
asesinato del general boliviano Juan Jos Torres. Clarn. El
asesinato delgeneral Torres, Bs. As., 4 de junio de 1976, p. 6)
Esta demanda convivi con lostrminos extremos, grandilocuentes y
catastrofistas con los que el diario se refiri a laposible
disolucin de la nacin o a la necesidad de erradicar a la subversin,
y, entrminos generales, al uso de una fraseologa caracterstica de
la poca que otorguna clara legitimidad para las soluciones
represivas extremas y radicalizadas (Borrelli,Marcelo. El diario
Clarn y la cuestin de la lucha antisubversiva en el golpe militar
de1976 en la Argentina, en Anos 90, n 36, Rio Grande do Sul,
Programa de Ps-Graduao em Histria da Universidade Federal do Rio
Grande do Sul(PPGH/UFRGS), 2012, en prensa). De todas maneras, su
tono apologtico en relacina la lucha antisubversiva no le impidi
exponer en un editorial de agosto de 1978, yaen el contexto de
inicio de la desaceleracin represiva, su preocupacin por lo
quedefina como el recrudecimiento de la desaparicin de personas, as
como laexistencia de casos no resueltos, en alusin a la desaparicin
de Julin Delgado,director de la revista Mercado y del diario El
Cronista Comercial, ocurrida el 4 de juniode 1978, a la del
corresponsal de Clarn en Neuqun, Enrique Esteban -ms
tardereaparecido-, y a la de tres miembros de la Asociacin de
Psiclogos de Buenos Aires,entre los que estaba su presidenta,
Beatriz Perosio, an desaparecida desde el 8 deagosto de 1978
(Clarn. Los derechos humanos, Buenos Aires, 18 de agosto de 1978,p.
10.)
(19) Clarn. Videla anunci una amplia consulta a todos los
sectores de la comunidad, Bs.As., 7 de marzo de 1977, pp. 2-3.
(20) Durante el ao 1977 el rgimen iniciar una nueva fase de la
represin ilegal: ladesaparicin y asesinato de los miles de
detenidos-desaparecidos que an estabanvivos en los centros
clandestinos de detencin. El motivo de esta decisin responda
arazones vinculadas al plano poltico nacional e internacional. En
el nacional, el podermilitar an tena pendiente discutir la cuestin
del cuarto hombre, que haba quedadopostergada y que solo podra
resolverse una vez finalizada la lucha antisubversiva (elesquema de
poder organizado en las vsperas del golpe supona una Junta
Militarintegrada por los tres jefes de las FF.AA. y un cuarto
hombre que ejercera lapresidencia; para centralizar la lucha
antisubversiva se decidi que Videla ocuparatransitoriamente tanto
su lugar en la Junta Militar -como jefe del Ejrcito- y tambin
lapresidencia de la Nacin; recin en agosto de 1978 Videla pasar a
ejercer solamenteesa funcin, cuando fue reemplazado por Roberto
Viola en la Junta). En el planointernacional, el nuevo presidente
de Estados Unidos, James Carter, asumido el 20 deenero de 1977,
impulsar una poltica de mayor hostigamiento hacia las dictaduras
delCono Sur por la violacin de los derechos humanos.
Adicionalmente, hacia mediadosde 1978 comenzara el Mundial de ftbol
y el mundo posara su mirada sobre el pas, locual obligaba al rgimen
a acelerar los tiempos represivos.
(21) Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. Op. Cit., p. 169.(22)
Clarn. REPORTAJE AL PRESIDENTE, Bs. As., 30 de enero de 1977, p.
2.(23) Yannuzzi, Mara de los Angeles. Poltica y dictadura, Rosario,
Fundacin Ross, 1996.(24) Clarn. Marzo 1977, Bs. As., 2 de marzo de
1977, p. 6.(25) Clarn. El tiempo poltico, Bs. As., 19 de febrero de
1977, p. 6.(26) Clarn. El compromiso nacional, Bs. As., 24 de marzo
de 1977, p. 8.
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(27) Clarn. Ganar la paz, Bs. As., 27 de marzo de 1977, p.
12.(28) Clarn. Los fines y los medios, Bs. As., 10 de abril de
1977, p. 6.(29) Clarn. El compromiso. Op. Cit.(30) Durante 1976 las
preocupaciones econmicas del diario se haban focalizado en el
alto dficit estatal y la demora del gobierno en redimensionar
los gastos y privatizarempresas estatales ineficientes -una de las
promesas liberales de Martnez de Hozque Clarn le exiga cumplir para
fortalecer al Estado-, el alto costo social de lareduccin salarial
concretada luego de los anuncios de Martnez de Hoz el 2 de abril,
lafalta de incentivos para la inversin extranjera y la inversin
productiva, la carencia deuna poltica que estimulara las industrias
bsicas y las rebajas arancelarias. Enparticular, a partir de las
reducciones arancelarias aplicadas a fines de 1976 haciarubros de
la pequea y mediana industria nacional -con efectos an muy acotados
enrelacin a la apertura de los aos posteriores-, el diario
profundizar su distanciamientocon la poltica econmica.
(31) Schvarzer, Jorge. La poltica econmica de Martnez de Hoz,
Bs. As., Hyspamrica,1986, pp. 61-62.
(32) Junto con la Reforma se puso en prctica una poltica
antiinflacionaria que incluy unapoltica monetaria ortodoxa
restrictiva que estimulara el alza de la tasa de intersdurante los
ltimos meses de 1977 y devendra en un proceso recesivo que
seextender hasta abril de 1978, cuando se le puso fin por la presin
de sectores de laspropias FF.AA., alarmadas por el posible efecto
negativo que pudiera ocasionar en elempleo (durante la vigencia de
esta poltica el producto industrial haba cado un 25%.Canitrot,
Adolfo. Orden social y monetarismo, Bs. As., Cedes, 1983, p.
38).
(33) Clarn. Quejoso eficientismo, Bs. As., 13 de julio de 1977,
p. 8; Clarn. Excesivasdivisas?, Bs. As., 26 de julio de 1977, p.
10; Clarn. La industria nacional, Bs. As., 2de agosto de 1977, p.
10; Clarn. Ingenio, eficiencia y competencia, Bs. As., 20 deagosto
de 1977, p. 6; Clarn. Poltica arancelaria, Bs. As., 6 de septiembre
de 1977, p.10.
(34) Clarn. Ahorro e inversin, Bs. As., 2 de mayo de 1977, p.
10; Clarn. La cuestinsalarial, Bs. As., 10 de junio de 1977, p. 8;
Clarn. Defensa nacional e industria, Bs.As., 2 de octubre de 1977,
p. 14.
(35) Clarn. Estatismo, esa invencible costumbre, Bs. As., 15 de
julio de 1977, p. 10;Clarn. Racionalizacin administrativa, Bs. As.,
16 de agosto de 1977, p. 8; Clarn. Elrgano y el tumor, Bs. As., 19
de octubre de 1977; Clarn. La reduccin del dficit,Bs. As., 8 de
noviembre de 1977; Clarn. El dficit pblico, Bs. As., 29 de
noviembrede 1977, p. 10.
(36) Clarn. La recurrente inflacin, Bs. As., 12 de agosto de
1977, p. 10; Clarn. Salariose inflacin, 30 de septiembre de 1977,
p. 10; Clarn. La nueva inflacin, 13 deoctubre de 1977. La inflacin
durante el periodo 1976-1981 se mantuvo en porcentajesmuy altos:
444% en 1976; 176% en 1977; 175,5% en 1978; 159,5% en 1979;
100,8%en 1980; y 104,6 en 1981. Rapoport, Mario. Historia econmica,
poltica y social de laArgentina (1880-2003), Bs. As., Emec, p. 651
(fuentes: CEPAL e INDEC).
(37) Clarn. Dficit y endeudamiento externo, Bs. As., 1 de
noviembre de 1977, p. 10;Clarn. Reservas y endeudamiento, 6 de
diciembre de 1977, p. 12; Clarn. El costode las reservas, 30 de
diciembre de 1977, p. 12.
(38) Que enfatiza en la protesta y la condena, intenta capturar
adeptos y concretarfinalidades sectarias. Castelli, Eugenio. Op.
Cit., pp. 191-193.
(39) Canelo, Paula. El proceso en su laberinto. La interna
militar de Videla a Bignone, Bs.As., Prometeo, 2009, pp. 88-99.
(40) Clarn. Videla entreg a Massera y Agosti la propuesta
poltica del Ejrcito, Bs. As.,10 de marzo de 1978, p. 3.
(41) Clarn. La institucionalizacin, Bs. As., 12 de marzo de
1978, p. 12.(42) Clarn. Videla asegur que un acelerado desarrollo
industrial de la Nacin har
superar las causas profundas de la crisis, Bs. As., 3 de
septiembre de 1977, pp. 2-3.En ese momento Clarn haba elogiado las
palabras presidenciales, que fueroninterpretadas como un hecho
trascendental por su impronta industrialista. Segn eldiario esta
indicacin de prioridades bsicas pareca contraponerse con quienes
seobstinaban en un eficientismo que quera transformar al pas
nicamente enproductor de materias primas, en clara alusin a la
conduccin econmica.
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Evidentemente, pese a que el rumbo econmico iba por carriles
contrarios a los quemencionaba Videla en su discurso, el matutino
pareca forzar una interpretacin por lacual la conduccin poltica de
la dictadura en manos del Poder Ejecutivo secontrapona a los
intereses de la conduccin econmica representada en Martnez deHoz.
Clarn. El mensaje, Bs. As., 4 de septiembre de 1977, p. 12.
(43) Clarn. Videla formul una convocatoria para la nueva etapa
del proceso, Bs. As., 30de marzo de 1978, pp. 2-3.
(44) Clarn. Programa institucional, Bs. As., 31 de marzo de
1978, p. 6.(45) Clarn. Unidad y cambio, Bs. As., 1 de abril de
1978, p. 8.(46) Quiroga, Hugo. El tiempo del Proceso. Conflictos y
coincidencias entre polticos y
militares: 1976-1983, Rosario, Homo Sapiens, 2004, p. 55.(47)
Clarn. Por qu este 24 de marzo ser crucial para el Proceso, Bs.
As., 11 de marzo
de 1979, p. 8.(48) Clarn. Un plan antiinflacionario de 8 meses
anunci Martnez de Hoz, Bs. As., 21 de
diciembre de 1978, pp. 12-13.(49) Canitrot, Adolfo. Teora y
prctica del liberalismo. Poltica antiinflacionaria y apertura
econmica en la Argentina, 1976-1981, Bs. As., Cedes, vol. 3, n
10, 1980, p. 33. Entrminos ideales, el plan avizoraba que al
favorecer la competencia externa a travs dela apertura comercial y
al revaluar gradualmente la moneda nacional se obligara a
lasempresas a reducir sus costos. En este esquema, a medida que el
tipo de cambio sehiciera decreciente -en el marco de la competencia
de productos locales con losimportados, cuyos precios deban ser
disciplinadores- ste empezara a funcionarcomo un ancla para la
inflacin, que se reducira en la misma medida hastaconverger con los
precios internacionales y llegar a cero. En trminos polticos,
desdeenero de 1979 el futuro de la dictadura en esta etapa se
dirima a suerte o verdad a laespera de una convergencia de precios
que dependera de la efectividad de estanueva fase de la poltica
econmica. Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. Op. Cit., p.266.
(50) Clarn. El pas de los contrastes, Bs. As., 1 de abril de
1979, pp. 10-11.(51) Que busca difundir los beneficios de
determinado sistema de gobierno y suele tener un
tono propagandstico. Castelli, Eugenio. Op. Cit., pp.
195-196.(52) Que exhorta al cumplimiento de reglas, advierte
peligros, llama al orden y a la
concordia. Castelli. Ibid.(53) Clarn. 24 de marzo, Bs. As., 24
de marzo de 1979, p. 8.(54) Ibid.(55) La primera vez que Videla
hizo un anuncio con este contenido, fue al inaugurar el
Congreso de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en San
Luis, el 4 de julio de1977. All el presidente de facto abog por la
integracin campo-industria y aludi aldeseo de lograr un pas
plenamente industrializado sobre la base de las industriasbsicas.
Clarn elogi con mpetu sus palabras, al afirmar: El 4 de julio de
este aoentra con firme trazo en el calendario revolucionario.
Clarn. Dilogo y programa, Bs.As., 6 de julio de 1977, p. 8.
(56) Ernestina Herrera de Noble. Los frutos deben ser la unidad
y la accin, en Clarn, Bs.As., 7 de abril de 1980, p. 8.
(57) Clarn. Videla: comenzamos el tiempo poltico, Bs. As., 1 de
abril de 1980, pp. 2-3,29, 55-56.
(58) Desde 1952 ningn presidente haba traspasado los cuatro aos
en el poder, yadems Videla mantena un elenco estable en los
importantes ministerios de Economae Interior, y continuaban en sus
cargos otros funcionarios relevantes como elgobernador de la
provincia de Buenos Aires y el intendente metropolitano.
(59) Jordn, Alberto R. El proceso 1976-1983, Bs. As., Emec,
1993, pp. 227-228.(60) Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. Op. Cit.,
p. 332; Quiroga, Hugo. Op. Cit., pp. 199-
205.(61) Quiroga. Op. Cit., p. 202(62) Para un anlisis del
dilogo poltico, vase tambin Morresi, Sergio. Los
compaeros de ruta del Proceso. El dilogo poltico entre las
Fuerzas Armadas y losintelectuales liberal-conservadores, ponencia
en XII Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia, San Carlos
de Bariloche, Universidad Nacional delComahue, 2009; Yannuzzi, Mara
de los Angeles. Op. Cit., pp. 339-48.
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Cuadernos de H Ideas, vol. 6, n 6, diciembre 2012. ISSN
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(63) Ernestina Herrera de Noble. La impaciencia como aporte, en
Clarn, Bs. As., 6 deabril de 1980, p. 6.
(64) Ernestina Herrera de Noble. Los frutos deben ser. Op.
Cit.(65) Ernestina Herrera de Noble. Signos de vitalidad del pueblo
argentino, en Clarn, Bs.
As., 8 de abril de 1980, p. 6.(66) Ibid.(67) Ernestina Herrera
de Noble. Asumir la realidad como fundamento de la esperanza,
en Clarn, Bs. As., 29 de marzo de 1981, pp. 10-1.(68) Borrelli,
Marcelo. Combatiendo a Martnez de Hoz (para salvar a las
Fuerzas
Armadas). Clarn durante el ltimo ao de la poltica econmica de la
dictadura militar(1980-1981), ponencia en XII Jornadas
Interescuelas/ Departamentos de Historia, SanFernando del Valle de
Catamarca, Universidad Nacional de Catamarca, 2011.
(69) Ernestina Herrera de Noble. Asumir la realidad. Op.
Cit.(70) Ibid.(71) Ibid.
Recibido: 15 de octubre de 2012Aprobado: 13 de noviembre de
2012.