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Chamber, un nuevo Madrid? El primerdesarrollo del Ensanche Norte
madrileo,
1860-1880
Rubn PALLOL TRIGUEROS
Becario de investigacin en laUniversidad Complutense de
Madrid
[email protected]
RESUMEN
El distrito de Chamber surge al norte de Madrid a mediados del
XIX como una alternativa residencialpopular a una ciudad con graves
problemas de hacinamiento poblacional. Un conjunto de
promocionesinmobiliarias, realizadas al margen de la legalidad darn
lugar a un casero pobre que acoge a la inmi-gracin que la ciudad
era incapaz de absorber. La puesta en marcha del Ensanche de la
capital en 1860intentar ordenar ese crecimiento; en el nuevo
distrito urbano creado se expresarn las contradiccionesde la
evolucin social de una ciudad, el Madrid de la segunda mitad del
XIX, en que se combina un cre-cimiento demogrfico y un desarrollo
urbano notables con un escaso desarrollo industrial y una
persis-tencia de las estructuras socioeconmicas del mundo de los
oficios.
Palabras clave: Chamber / Madrid / Urbanizacin / Inmigracin /
Ensanche
Chamber, a New Madrid? Early Development of Urban Enlargement
inNorth Madrid, 1860-1880
ABSTRACT
The district of Chamberi arose in the north of Madrid around the
middle of the 19th century as a popu-lar residential alternative to
a city with serious problems of population overcrowding. A set of
real esta-te promotions, made outside the boundaries of legality,
gave rise to a poor small village that welcomedthe immigration
which the city was incapable of absorbing. The commencement of the
enlargement ofthe city in 1860 attempted to give order to that
population growth; in the newly created urban districtthe
contradictions of the social evolution of a
middle-half-19th-century city like Madrid were expressed,in which a
remarkable population increase and urban development were combined
with a scarce indus-trial development and a persistence of the
socioeconomic structures of a preindustrial city.
Keywords: Chamberi / Madrid / Urbanization / Immigration / urban
enlargement
SUMARIO: 1. Madrid 1860-1880: urbanizacin sin industrializacin.
2. El surgimiento del arrabal deChamber. 3. El proyecto de Ensanche
de Madrid. 4. Chamber, un espacio urbano intermedio en unaciudad
progresivamente segregada socialmente.
1. MADRID 1860-1880: URBANIZACIN SIN INDUSTRIALIZACIN.
La ciudad de Madrid, que en 1860 contaba con cerca de 300.000
habitantes,en slo dos dcadas alcanz las casi 400.000 personas
inscritas en el censo de
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ISSN: 0214-400X
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18771. Como ya ha sido destacado, este crecimiento no supone un
fenmeno espec-tacular en un contexto de urbanizacin europea mucho
ms intensa, pero s nos da unabuena medida de la capacidad de
crecimiento urbano de una ciudad que a diferenciade otras
aglomeraciones europeas, careci de un verdadero proceso
industrializador2.Tal carencia puede explicar el carcter atenuado
de ese crecimiento, pero no debe con-ducirnos a caracterizar el
periodo como el de la reproduccin de las viejas estructu-ras
socioeconmicas preindustriales en una sociedad estancada que se
perpeta a smisma en el tiempo. Bajo la aparente quietud de un
Madrid en que los centros indus-triales, si existen, son
anecdticos, en que an predomina el pequeo taller y el mun-do de los
oficios y en que la clase obrera industrial de tipo manchesteriana
brilla porsu ausencia, se producen una serie de cambios que en tan
slo veinte aos van a trans-formar significativamente la ciudad. El
ms llamativo de estos cambios es la puestaen marcha del Ensanche
que, tras el definitivo derribo de la cerca en 1868 detrs dela que
se encastillaba la ciudad desde tiempos de Felipe IV, va a permitir
que Madridse extienda y se reforme de acuerdo con las pautas de
segregacin socioespacial pro-pias de la urbanizacin europea del
siglo XIX y que rompen profundamente con laciudad preindustrial en
que convivan en amalgama los distintos grupos sociales3. Enla
conquista que hace de su permetro, vemos surgir en Madrid barrios
burgueses, comoel de Salamanca o el conformado por los lujosos
hotelitos que recorren el Paseo de laCastellana, y barriadas
obreras de casas de vecindad, como los de Peuelas en el Suro
Vallehermoso en el Norte, sin que para ello haya de mediar la
aparicin de grandesconcentraciones fabriles.
Esta aparente paradoja, la de la germinacin (con muchas
limitaciones) de una ciu-dad moderna sin mediar industrializacin no
puede ser comprendida sin referencia ala naturaleza dual de un
Madrid en que se yuxtaponen las dinmicas sociales, econ-micas,
polticas y culturales de, por un lado, su condicin de capital de un
estado libe-ral en progresiva construccin y, por otro, los
caracteres propios de una ciudad prein-dustrial cuya configuracin
social sigue profundamente lastrada por el mundo de losoficios4.
As, resulta que en la ciudad que acoga a las ms importantes
sociedadesfinancieras del pas y en la que conflua una red de
transportes y de comunicacinmodernizada por el ferrocarril o el
telgrafo, era el artesano que trabajaba en un peque-
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
78 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
1 La poblacin de la ciudad de Madrid era de 298.426 habitantes
segn el censo de 1860 y pas a397.816 segn el censo de 1877; una
serie ms extensa de datos en FERNNDEZ GARCA, Antonio y BAHA-MONDE
MAGRO, ngel: La sociedad madrilea en el siglo XIX en FERNNDEZ
GARCA, Antonio(dir.): Historia de Madrid, Madrid, Editorial
Complutense, 1993, p. 481.
2 Ibdem, p. 479. Vase tambin REHER, David Sven: Urbanization and
demographic behaviour in Spain,1860-1930 en VAN DER WOUDE, Ad; DE
VRIES, Jan; HAYAMI, Akira: Urbanization in History. A pro-cess of
dynamic interactions, Oxford, Clarendon Press, 1990, pp.
282-299.
3 DEZ DE BALDEN, Clementina: Arquitectura y clases sociales en
el Madrid del siglo XIX, Siglo XXI,Madrid, 1986.
4 BAHAMONDE, ngel y OTERO, Luis Enrique: Madrid, de territorio
fronterizo a regin metropolita-na, en FUSI, J.P.: Espaa. Autonomas
Madrid, Madrid, Espasa, 1989, pp. 517-613, especialmente pp.
555-556 y BAHAMONDE, ngel y OTERO, Luis Enrique: Quietud y Cambio
en el Madrid de la Restauracinen BAHAMONDE Magro y OTERO CARVAJAL
(eds.): La sociedad madrilea durante la Restauracin 1876-1931. 2
Vols. Madrid, Comunidad de Madrid-Alfoz, 1986, vol. 1, pp.
24-26.
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o taller en que se mantena la solidaridad gremial por encima del
sentimiento de per-tenencia de clase, junto al pequeo tendero o al
rentista inmobiliario los que marca-ban la impronta de la vida
econmica5. En definitiva, la evolucin de Madrid en laedad
contempornea se resuelve en la tensin entre la pulsin modernizadora
delMadrid capital del Estado y la quietud e inercia derivadas de la
ciudad de los oficios.
Esta evolucin de Madrid a finales del siglo XIX, en que se
combinan de maneraaparentemente paradjica el crecimiento demogrfico
y un cierto estancamiento eco-nmico, se asienta sobre un modelo
demogrfico de tipo antiguo que ya ha sidoidentificado y descrito
por Antonio Fernndez Garca6, quien considera que hastacomienzos del
siglo XX no se produce la transicin al nuevo modelo de pautas de
com-portamiento demogrfico entre la poblacin madrilea. Lo ms
significativo de estecomportamiento demogrfico sera la incapacidad
biolgica de la poblacin madrile-a para reproducirse; el saldo
vegetativo de la ciudad hasta fines del siglo XIX
fuepredominantemente negativo: Madrid era una ciudad de la muerte,
sepulturera deinmigrantes, que aunque creca, sus tasas de
mortalidad superaban ao a ao a las denatalidad, gracias al
mantenimiento de unas tasas de mortalidad general altas, en lasque
jugaban un papel fundamental la alta mortalidad infantil y los
embates de las cri-sis epidmicas que espordicamente (aunque con un
cierto ritmo cclico que remite acausas estructurales) azotaban la
ciudad7.
El mantenimiento casi constante de tasas de crecimiento
vegetativo negativasen el Madrid decimonnico hace de los flujos
migratorios un factor decisivo en elcrecimiento de la ciudad. El
porqu de que Madrid se convierta en un poderosopolo de atraccin de
poblacin en la segunda mitad del siglo XIX debe buscarse ensu
condicin de capital del naciente Estado liberal; condicin que la
convirti en unaciudad de las oportunidades para una gran
contingente de inmigrantes de muy diver-sa condicin social:
burgueses enriquecidos, terratenientes rentistas y miembros dela
elite social que, desde diferentes provincias, acuden al centro de
decisin polticay econmica en que se est convirtiendo Madrid; capas
medias aspirantes a un empleoen la cada vez ms desarrollada y
centralizada burocracia liberal, y sobre todo jor-naleros, muchos
jornaleros, que poco a poco irn adquiriendo una posicin
predo-minante en los registros de poblacin madrileos. De hecho, el
jornalero, por lo gene-ral un campesino que, expulsado de su lugar
de origen por la falta de trabajo, vienea buscar empleo a la gran
ciudad, se convierte en una figura social caracterstica delMadrid
de la poca, aumentado su presencia a un ritmo superior al del
crecimientode la poblacin8.
5 BAHAMONDE MAGRO, ngel y FERNNDEZ GARCA, Antonio: La
transformacin de la econo-ma en FERNNDEZ GARCA, Antonio (dir.):
Historia de Madrid, Editorial Complutense, Madrid, 1993, p.
516.
6 Especialmente en FERNNDEZ GARCA, Antonio: La poblacin madrilea
entre 1876 y 1931. El cam-bio de modelo demogrfico en BAHAMONDE
MAGRO, A. y OTERO CARVAJAL, L.E.: La sociedad madri-lea durante la
Restauracin, 1876-1931. Comunidad de Madrid, 1989. Vol. I,
pp.29-76. A conclusionessimilares llegaba TORO MRIDA, Julin: El
modelo demogrfico madrileo Historia 16, n. 59, pp. 44-51.
7 FERNNDEZ GARCA, Antonio: Epidemias y sociedad en Madrid.
Vicens Vives, Barcelona, 1985.8 En el censo de 1797 se
contabilizaban 6.185 jornaleros, que ascendan a 11.049 para 1848 en
los
recuentos de Madoz, a unos 20.000 en 1880 y a 51.993 en 1898.
DEL MORAL RUIZ, Carmen: El Madrid deBaroja, Madrid, Slex, 2001, p.
107.
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Si las causas que hacen de la capital del Estado, un polo de
atraccin para las eli-tes sociales y las capas medias parecen
claras, no sucede lo mismo con los jornale-ros. La economa de la
ciudad, an marcada profundamente por el mundo de los ofi-cios, en
la que an predomina el pequeo taller artesanal en la que los
saberesprofesionales y la oferta laboral circula por los cauces del
parentesco, cierra las puer-tas al campesino inmigrante que busca
trabajo. Pero este rechazo no es ms contun-dente que el de otras
ciudades que, habiendo iniciado el proceso de
industrializacin,poseyeran centros fabriles reclamando una nueva
mano de obra: en ellas, como hademostrado Camps9 para el caso de
Sabadell, no haba sitio para el trabajador sin cua-lificacin. La
fbrica del XIX, an poco mecanizada, reclamaba una mano de obraya
cualificada en la manufactura o en el taller y resultaba un mundo
tan inaccesiblepara el jornalero en busca de trabajo como ese
preindustrial de artesanos y pequeoscomerciantes de Madrid. Pero
Madrid en el XIX presentaba ciertos rasgos que la hac-an, para los
jornaleros, un destino preferible a otras ciudades; rasgos que estn
en rela-cin con la formacin de un particular mercado de mano de
obra en que abundaba laoferta de trabajo no cualificado10. Las
obras de remodelacin del casco antiguo de laciudad, las obras del
Ensanche, la creacin de grandes infraestructuras (como la tra-da de
aguas del Lozoya) hicieron proliferar una abundancia de trabajos
temporalespara albailes, peones y mozos de cuerda; trabajos no
cualificados, de salario bajo ytemporales que sin embargo los
jornaleros podan aspirar a encabalgar uno detrs deotro para
sobrevivir en la gran ciudad o en los periodos que el trabajo
estacional delcampo les negaba el sustento. Si a esto aadimos que
en la capital del Estado se con-centraban un gran nmero de
congregaciones religiosas e instituciones pblicasdedicadas a la
beneficencia que tendieron (bien es cierto que en muchas ocasiones
conpoco xito) a salvar los momentos en que las clases menesterosas
entraban en situa-ciones de pobreza aguda, podemos comprender que
Madrid, ciudad sin desarrolloindustrial, se convirtiera en el nicho
adaptativo que tendiera a buscar para refugiarsela masa de
expulsados que una economa agraria en transformacin haba producidoy
que, sin embargo, an no contaba con una economa urbana e industrial
que abrie-ra las puertas de sus fbricas para acogerlos.
En el abismo que se abre entre la disolucin de las estructuras
sociales y econ-micas propias del Antiguo Rgimen y una modernizacin
industrializadora que nohace ms que un tmido acto de presencia en
la Espaa del XIX, surge el espacio sobreel que Madrid crece. La
ciudad capital del Estado aprovecha los residuos de un mun-do en
disolucin en propio beneficio, para alimentar una dinmica social
incapaz demantenerse por s misma. En el campo demogrfico, los
inmigrantes que vienen a fina-
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9 CAMPS, Enriqueta: La formacin del mercado de trabajo
industrial en la Catalua del siglo XIX. Minis-terio de Trabajo y
Seguridad Social, Madrid, 1995. Me refiero especialmente a las
conclusiones del CaptuloIII: Flujos migratorios y destinos de los
emigrantes, pp. 88-91, y del Captulo 4: Actividad econmica
ymovilidad ocupacional, pp. 119-132, en que se pone de relieve lo
tortuoso del camino que lleva al trasvasede la poblacin agrcola
hacia el trabajo fabril en el despegue de la industrializacin.
10 El estudio de la formacin y funcionamiento de este mercado de
mano de obra en el XIX sobre el queluego se abundar sigue teniendo
por texto bsico el artculo de BAHAMONDE, ngel: El mercado de manode
obra madrileo (1850-1874) en Estudios de Historia Social, 15, 1980,
pp. 143-175.
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les del XIX a morir a la ciudad, permiten la pervivencia de un
modelo demogrficoque sin ellos habra llevado a una disminucin
progresiva de la poblacin. En elcampo econmico estas riadas de
inmigrantes, lejos de incorporarse a la economaartesanal de la
ciudad, sern empleados en la ampliacin urbanstica del mismo
Madridque ellos estn contribuyendo a crear. Madrid, en estos aos
parece vivir por inercia:su crecimiento se convierte en el
principal impulso de su crecimiento.
En este sentido, el proceso de renovacin urbana que se abre en
el segundo terciodel XIX (con las obras y transformaciones del
interior que se destilan del primer pro-ceso desamortizador) y se
intensifica a partir de 1860 con el inicio del Ensanche queabre la
ciudad al exterior, se convierte en la espita que libera las
tensiones generadasentre la quietud y el cambio social a las que se
vea sometida Madrid. Un Madrid quedesborda ya a mediados de los aos
50 del XIX y que decide entre 1860 y 1868 darel paso de derribar
sus cercas y expandirse hacia el exterior, abriendo nuevas calles
ybarriadas. Con ello no slo se solucionaba el problema del
alojamiento que estabaplanteado desde haca dcadas, ni dar
satisfaccin a las preocupaciones de los higie-nistas ante las cada
vez ms deterioradas condiciones de vida en la ciudad a travs deun
proyecto ideal de ciudad; el Ensanche, adems, se postul como la
solucin de com-promiso para una economa cuyas bases se encontraban
en grave peligro de disolu-cin: por un lado permita emplear a todos
aquellos inmigrantes desclasados que hab-an llegado al pramo
industrial que haba creado el capitalismo en sus primerospasos en
Espaa, por otro lado resultaba la siguiente etapa ms fcil, ahora
que la vetade la desamortizacin ya apareca agotada, en el camino de
inversin especulativa porel que haba comenzado a transitar la
burguesa madrilea11. El Ensanche de Madriden el XIX puede ser as
presentado como la bisectriz de dos lneas de evolucin socialde muy
distinto signo: la confluencia de fuerzas entre una ciudad
preindustrial, ten-dente a reproducir sus formas de organizacin
social y econmica propias del Anti-guo Rgimen, y una ciudad que, al
asumir las nuevas responsabilidades y funcionesen su trnsito de
corte monrquica a capital de un Estado liberal, recibe los
impulsosque este ltimo, en su proceso de construccin difiere a
Madrid.
Aunque las crticas al proyecto de Ensanche madrileo abundan
desde su mismaaprobacin12, estas se han limitado por lo general a
denunciar sus resultados arqui-tectnicos y urbansticos, olvidando
otros aspectos relacionados con el crecimiento dela ciudad13. Sin
embargo el mayor fracaso del proyecto de Castro se encuentra en
aque-llas realidades que pretenda erradicar. El retrato del
crecimiento demogrficomadrileo en el XIX esbozado ms arriba ya nos
lo sugiere: en sus primeros 40 aosde andadura, una reforma urbana
fundada en el discurso higienista, no consigui inver-tir la relacin
entre la mortalidad y la natalidad madrileas contra la que luchaba.
En
11 Acerca de la especulacin burguesa en el Ensanche, ver
BAHAMONDE MAGRO, ngel: El horizon-te econmico de la burguesa
isabelina, Madrid, 1981. pp. 274-315.
12 Acerca de las crticas de los contemporneos al Ensanche,
especialmente Fernndez de los Ros e Ilde-fonso Cerd, ver BONET
CORREA, Antonio (ed): Plan Castro, COAM, Madrid, 1978, p. XLI.
13 Bien es cierto que el carcter del Ensanche como un producto
ms de la especulacin capitalista quecomo un trampoln para la
transformacin industrial de Madrid ya ha sido destacado por Rafael
Mas o ngelBahamonde al analizar las estrategias econmicas de la
burguesa madrilea en el XIX.
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el trnsito al siglo XX, las condiciones de higiene en la ciudad
seguan siendo objetode denuncia como la primera causa de la
mortalidad excesiva de la capital14. A ellose una el gran retraso
de la capital espaola en la solucin del problema de la vivien-da
insalubre, que afectaba de manera especial a las clases obreras ms
desfavoreci-das15. El Ensanche se construa s, pero a un ritmo lento
y ofertando una vivienda cuyosprecios eran inasumibles para las
clases populares madrileas que deban recurrir alas viejas
soluciones: o hacinarse en viviendas deterioradas del casco antiguo
u ocu-par las casas bajas que surgan en las afueras de la ciudad.
En definitiva, el Ensancheno solucion sino que mantuvo dos de los
grandes problemas a los que se enfrenta-ba: la mejora de las
condiciones higinicas de la ciudad y el acomodo de una pobla-cin en
aumento. Ms que solucin parece que se convirti en una huida hacia
ade-lante en la que los vicios de la vieja ciudad de los oficios
(hacinamiento de las clasespopulares, insalubridad generalizada,
alta morbilidad de la poblacin) convivieron conlos de los nuevos
tiempos industriales (jornalerizacin, escasez de trabajo).
En este sentido, Chamber como zona de Ensanche socialmente
heterognea, fron-tera entre la vieja ciudad que pugna por
perpetuarse y espacio donde se ensayan lasnuevas formas de
organizacin social generadas por el liberalismo, se convierte en
unescenario privilegiado para comprender la evolucin de la sociedad
madrilea a lo lar-go del siglo XIX y comprender la forma en que se
interrelacionaron y ensamblaronlos fenmenos derivados de una y otra
cara de la ciudad: la naciente capital y la ciu-dad preindustrial
en disolucin16.
2. EL SURGIMIENTO DEL ARRABAL DE CHAMBER
En los momentos previos a la aprobacin del Ensanche, el espacio
urbano que con-forma el actual distrito madrileo de Chamber17 era
un conjunto de tierras que se exten-
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14 As, en su conocido estudio sobre las condiciones de
salubridad e higiene pblica de la ciudad, elmdico Philip Hauser
consideraba que eran las carencias de polica sanitaria lo que
creaba la distancia entre lastasas ya reducidas de mortalidad
europeas y las de un Madrid, que tena el triste privilegio de
figurar entrelas capitales ms malsanas de Europa Hauser, Philip:
Madrid bajo un punto de vista mdico-social (edicina cargo de Carmen
del Moral, Madrid, Editora nacional, 1979), vol. 1, p. 85.
15 BRANDIS, Dolores: El paisaje residencial en Madrid, Madrid,
MOPU, 1983, pp. 99-106.16 La bibliografa existente sobre la
evolucin de Chamber es de muy desigual calidad, y en ningn caso
alcanza a ofrecernos un retrato general del distrito. S
encontramos trabajos con un estudio documentalimportante en lo
relativo a su evolucin como zona del Ensanche madrileo en el libro
conjunto de E. CANO-SA ZAMORA, J. OLLERO CARRASCO, J. PENEDO COBO,
I. RODRGUEZ CHUMILLAS: Historia deChamber. Madrid, Ayuntamiento de
Madrid, 1988. Una esclarecedora exposicin sobre los
condicionantespara el desarrollo del Ensanche en esta zona en I.
RODRGUEZ CHUMILLAS: Un desarrollo tardo del Ensan-che Norte: el
sector occidental del distrito de Chamber en Anales del Instituto
de Estudios Madrileos, Madrid,CSIC, tomo XXIV, 1987, pp. 499-513.
M. E. Ruiz Palomeque: Desarrollo urbano de la zona Argelles
Cham-ber en VV.AA.: Establecimientos tradicionales madrileos. 5. El
Ensanche: Argelles y Chamber. Madrid,Cmara de Comercio e Industria,
1985. pp. 29-52. y E. CANOSA ZAMORA: La periferia Norte de Madriden
el siglo XIX: cementerios y barriadas obreras en Anales del
Instituto de Estudios Madrileos, CSIC, TomoXXIV, 1987, pp.
515-533.
17 Los lmites de Chamber, lo que primero fue un arrabal, despus
un barrio, finalmente un distrito cuyasfronteras han sufrido
mltiples modificaciones, fluctan a lo largo de su historia. Por
eso, para asegurar la cohe-
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da al norte de la ciudad y que acoga todo aquello que la
capital, empeada en crecersin rebasar la vieja cerca del siglo
XVII, ya no poda albergar en su seno: un arrabalde trabajadores que
no se podan permitir el pago de un alquiler en el casco viejo de
laciudad, merenderos y espacios de ocio de precios populares en los
que no se pagabanlos impuestos de puertas, instalaciones de
servicios pblicos que las ms bsicas medi-das de salubridad haban
llevado a instalar fuera de las ciudades (cuatro cementeriosque se
extendan al Oeste de la Carretera Mala de Francia, hoy Bravo
Murillo) y nue-vas infraestructuras que una ciudad cada vez ms
populosa exiga (como los extensosdepsitos para el abastecimiento de
agua a la capital que se empezaron a construir en1851). Junto a
ellos, diseminados, aparecan algunos ejemplos de la dbil
concentra-cin fabril madrilea a medio camino entre el taller
manufacturero de tipo antiguo (comola Real Fbrica de Tapices) y la
industria ligeramente moderna pero sobre todo modes-ta (talleres de
fundicin de Bonaplata y de Sanford), que lindan con otros centros
deproduccin propios de la ciudad preindustrial que era Madrid:
huertas y tejares dedi-cados al abastecimiento de materiales de
construccin para la villa. Era sin embargo en1860 Chamber un ncleo
de poblacin pequeo, en cuyos desolados terrenos apenashabitaban
unas 5000 personas, la mayor parte de ellos concentrados en el
arrabalnacido a las puertas de la ciudad, en torno a la futura
plaza de Olavide.
rencia del presente estudio se ha optado por adoptar los lmites
actuales del distrito. Una clara visin de laevolucin de la divisin
administrativa de Madrid en GILI RUIZ, Rafael y VELASCO MEDINA,
Fernando:Ayuntamiento y administracin municipal en Madrid. Atlas
histrico de la ciudad. 1850-1939. Centro dedocumentacin y estudios
para la historia de Madrid, Madrid, 2001; pp. 300-307.
-400 -300 -200 -100 0 100 200 300 400
0-5
6-10
11-15
16-20
21-25
26-30
31-35
36-40
41-45
46-50
51-55
56-60
61-65
66-70
71-75
76-80
81 y ms
soltero varn casado varn viudo varn soltera mujer casada mujer
viuda mujer
Grfico 1: pirmide de poblacin de Chamber en 1860, desglosada por
el estado civil
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Sin embargo, frente a lo que se podra sospechar a priori, los
5.000 habitantes quepor aquel entonces conforman el arrabal de
Chamber no estn alimentados funda-mentalmente por estratos sociales
marginales ni especialmente pauperizados, sino porun conjunto de
poblacin que simplemente no encontraba espacio en el interior del
cas-co antiguo de la ciudad para desarrollar su existencia. De
hecho Chamber se manifiestaen sus rasgos demogrficos de 1860 como
una poblacin que aunque inmigrante y decarcter popular, estaba
especialmente integrada familiarmente, lo que choca con esaimagen
estereotipada del inmigrante rural en la ciudad y cuya experiencia
viene mar-cada por el desarraigo y la soledad que le producen su
sustitucin de la comunidad deorigen por la gran urbe. Ello se hace
especialmente patente en la pirmide de poblacinde sus habitantes,
en la que se destacan determinadas cohortes de edad, especialmen-te
las de los adultos que se encuentran en plena madurez de la edad
laboral y la de losnios, sus hijos, que todava no han entrado en el
mercado de trabajo o lo han hecho deuna manera parcial; se puede
observar claramente como a partir de los 26-30 aos paralos hombres
y de los 21-25 para las mujeres, los casados son predominantes y
por lotanto la poblacin que se integra en un ncleo familiar tambin.
Si tenemos en cuentaque por aquel entonces la edad de acceso al
primer matrimonio en Madrid rondaba entre27 y 29 aos para los
hombres y los 23 y 27 para las mujeres18, los habitantes del
futu-ro Ensanche no parecen mostrar un comportamiento nupcial
especialmente diferente.
El inmigrante que acude desde los entornos de Madrid a colocarse
temporalmentecomo trabajador, la muchacha que viene buscando empleo
como sirvienta o el jovenque acude para trabajar en una tienda de
un familiar, si bien integran un tipo de migra-cin que mantendr su
importancia en la segunda mitad del XIX, no representa el ni-co
aporte ni el ms voluminoso de los flujos migratorios hacia Madrid.
En esta pocase est produciendo un cambio en las relaciones que
existen entre la ciudad y suentorno y los flujos migratorios que
entre ellos se establecen y que van a producir unatransferencia de
poblacin rural a los centros urbanos sobre los que se asienta el
creci-miento de las ciudades en la segunda mitad del XIX y muy
especialmente el de Madrid.A diferencia de las corrientes
migratorias entre la ciudad y su hinterland de la EdadModerna,
temporales, protagonizadas fundamentalmente por jvenes y que
represen-taban una estrategia estacional de las familias campesinas
para aliviar los periodoscrticos de su ciclo vital o como vlvula de
escape en momentos de crisis agraria19, lainmigracin a Madrid en el
XIX tambin la realizaban familias enteras, que no
venantemporalmente sino que pretendan establecerse, expulsados por
una economa agrariaque estaba experimentando profundas
transformaciones y que se mostraba incapaz de
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
84 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
18 Los datos han sido obtenidos a partir del anlisis de los
registros matrimoniales madrileos de 1855por Natalia Mora Sitj y
presentados en comunicacin al VI Congreso de la Asociacin de
Demografa Hist-rica, Granada, 1-3 de Abril de 2004 (las actas estn
an sin publicar, puede accederse al texto a travs de lapgina web de
la ADEH: SITJ MORA, Natalia: La inmigracin en Madrid a mediados del
siglo XIX: unaprimera aproximacin). La autora cifra como edad media
de acceso al matrimonio para los hombres 27,5 aosen el caso de los
nacidos en Madrid y 28,9 para los varones inmigrantes; en el caso
de las mujeres sera 23,3 y27,6 aos respectivamente.
19 Este tipo de estrategias, que se van a mantener a lo largo
del XIX y del XX, son descritas por REHER:La familia en Espaa.
Pasado y presente. Alianza Universidad, Madrid, 1996, pp.
302-309.
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
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mantenerlos en su seno por ms tiempo. La poblacin que decida
abandonar su comu-nidad de origen estaba compuesta generalmente por
familias jvenes, recin formadas,que muy habitualmente decidan
emprender el viaje en los momentos econmicamen-te crticos de su
economa domstica: el nacimiento de los primeros hijos,
demasiadopequeos para trabajar y cuyos cuidados exigan tal atencin
de sus madres que lasincapacitaba para una participacin en el
mercado laboral agrcola20.
La importancia que va adquiriendo este tipo de inmigracin en
familia en el cre-cimiento de Madrid y en el desarrollo del arrabal
de Chamber se hace patente si nosfijamos en los residentes que
figuran como recin llegados en el padrn de 186021.Como se puede
observar en la tabla, la mayora de los 562 habitantes de la zona
Norte
Formas de insercin en el hogar de los inmigrantes recin llegados
1858-1860
Forma de insercin en el hogar nmero %
cabezas de familia 100 17,79esposas 67 11,92hijos 108
19,22familiares 83 14,77criados 41 7,30empleados y dependientes 23
4,09realquilados 102 18,15poblacin institucional 26 4,63otros 12
2,14total 562 100,00
de Madrid que llevaban menos de tres aos en la ciudad residan
con su familia. Slouno de cada cinco inmigrantes, aproximadamente,
llegaba pues en solitario a Madridy deba integrarse en una familia
de desconocidos, mientras que el resto resida o biencon un familiar
del propio ncleo o relativamente cercano o bien era acogido
enalguna institucin o fbrica para la que trabajaba22. Entre estos
recin llegados las fami-lias jvenes o recin creadas tenan un peso
importante: de los 100 cabezas de fami-lia que llegan a la capital
entre 1858 y 1860 para establecerse en los terrenos de Cham-ber, 67
de ellos lo hacen con al menos un hijo. Es decir, se trataba de
familias completasque inmigraban en bloque. A su vez 42 de esas
familias acuden cuando su hijo tiene14 aos o menos, o sea, que son
familias cuyos hijos son demasiado pequeos para
20 Un fenmeno comparable es el que describe para Sabadell,
CAMPS, Enriqueta: La formacin del mer-cado de..., pp. 98-103 y
108-111.
21 Este tipo de anlisis de los inmigrantes recin llegados ya ha
sido ensayado para el caso de Pamplo-na en MENDIOLA GONZALO,
Fernando: Inmigracin, Familia y Empleo. Estrategias familiares en
los ini-cios de la industrializacin, Pamplona (1840-1930). Bilbao,
Servicio Editorial Universidad del Pas Vasco,2002 y del que se toma
prestado.
22 Ni siquiera cuando la inmigracin se haca con carcter temporal
y a distancia corta, se haca en solita-rio, tal y como lo ha
descrito SARASA, Carmen: Criados, nodrizas y amos. El servicio
domstico en la for-macin del mercado de trabajo madrileo,
1758-1868, Siglo XXI, Madrid, 1994, p. 49.
-
participar de una manera significativa en el mercado laboral y
que al tiempo incapa-citaban a la madre para trabajar de una manera
intensa.
Una descripcin ms detallada de los itinerarios seguidos por los
inmigrantes cmoel que nos permiten las hojas de los padrones nos
ayuda a comprender mejor la for-ma en que se produca esta
inmigracin en familia; en el siguiente cuadro se recogenalgunos
casos representativos de la forma en que los jornaleros presentes
en la calleCardenal Cisneros, una de las ms populosas del arrabal
de Chamber haban llegadoa la capital y se haban establecido en esta
zona perifrica urbana.
Formas de llegada de los inmigrantes jornaleros presentes en la
calle Cardenal Cisneros en 1860
Cardenal Familia inmigrante Familia Nuclear de 5 miembros;
llegan todos en 1855, Cisneros ya formada en el desde Fomillas,
Zaragoza. Entonces el cabeza de familia, n. 1, bajo lugar de
origen, Alejandro Ledesma tena 45 aos y su mujer, Felipa
llega a Madrid tras Sancho 44 aos. Les acompaaban, al menos, una
hija hacer escalas. que entonces tena 16 aos, Antonia, un hijo de
13 aos,
Julin y otro de 2 aos y nacido en Torrelaguna, Madrid,en una
escala hecha en su viaje. La hija que cuenta con21 es modista y
Julin ya con 18 es carpintero.
Cardenal Matrimonio entre Familia nuclear de 4 miembros; el
cabeza, Francisco Cisneros, inmigrante y Cardona, es un inmigrante
de ya 59 aos y venido de n. 2 madrilea; Tarragona cuando tena 19.
Su mujer es madrilea, Juana segundo establecidos en Salas de 55
aos, bautizada en la cntrica parroquia de
Chamber tras un San Milln. Sus primeros aos de vida familiar los
tiempo en el centro. vivieron en el centro: las dos hijas que an
habitan en el
hogar, Mara de 22 aos y Manuela de 14, fueron bauti-zadas en San
Gins.
Cardenal Matrimonio de Pareja de inmigrantes toledanos que
llegaron en 1855, l, Cisneros 6, inmigrantes Esteban Garca, tena 32
aos y ella, Silvestra Lpez, 26. segundo de Toledo. En ese momento
convivan con otro jornalero de 27 interior. aos, llegado en 1859
desde Alicante.
Cardenal Familia Familia nuclear que vino ya formada en 1850,
desde Cisneros, nuclear Colmenar de Oreja donde nacieron los 5
hijos mayores n. 9 bajo inmigrante del hogar. A la llegada a Madrid
Vitorio Garca, el cabeza
de familia, tena 37 aos y su mujer Dionisia, 38. Lesacompaaban
cinco hijos que entonces haban cumplido14, 8, 6, 3 y 2 aos. Una vez
instalados en la capitaltuvieron por lo menos un hijo ms, en
1856.
Cardenal Matrimonio de Matrimonio de inmigrantes de distinta
procedencia pero Cisneros, inmigrantes. llegados a Madrid en el
mismo ao, 1853. Manuel San 13, pasillo Juan, de 35 aos viene de
Mequinenza, Zaragoza; su
mujer Josefa Prez, de 45 aos, es de Sahagn, Len.
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
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Cardenal Familia nuclear Familia nuclear que inmigr junta desde
el pueblo de Cisneros inmigrante. Valderrebollo Madrid y lleg en
1850; los hijos son del n. 18, primer matrimonio de la mujer.
Cuando llegaron el bajo cabeza de familia tena 40 aos, la mujer 38
y los nios,
dos eran de 7 aos y otra de 3 aos.
Al llegar a Madrid, las familias inmigrantes se dirigan
preferentemente hacia elcentro, a barrios populares como los de
Inclusa y la Latina donde la vivienda deterio-rada y barata y la
proximidad de los mercados de trabajo y de las instituciones
ben-ficas, les podan ofrecer oportunidades de supervivencia en sus
primeros pasos en laciudad. Slo ms tarde decidan establecerse en lo
que era un arrabal en la periferia,una vez que se haban integrado
en la ciudad, que haban encontrado una forma desobrevivir en un
mercado laboral marcado por la inestabilidad y la escasez de
traba-jo, muchas veces despus de haber agrandado su familia con
nuevos hijos23. Antes de1860 muchas de las familias madrileas que
decidan abandonar el casco viejo de laciudad para establecerse en
el arrabal de Chamber lo hacan atradas por el bajo pre-cio de los
alquileres de las promociones inmobiliarias que, de manera
desordenada,haban ido impulsando un puado de propietarios de los
terrenos; una urbanizacinque surga a la sombra del descontrol y de
cierta connivencia del Ayuntamiento deMadrid24. En su mayor parte
se trataba de estratos populares de la poblacin, entre losque ya se
haca notar el peso de un contingente jornalero que ira creciendo
con losaos. Les acompaaban artesanos y trabajadores ms o menos
cualificados del mun-do de la construccin, algn comerciante en
busca de fortuna en un barrio en creci-miento y taberneros que
queran evitar las limitaciones que los impuestos sobre losconsumos
creaban a su negocios. La aparicin de unos cuantos establecimientos
indus-triales (la fundicin Grouselle y la fundicin Sanford sobre
todo) fueron tambin impor-tantes, no tanto por su nmero o por su
tamao como por su carcter excepcional enla realidad econmica
madrilea, preindustrial y jornalerizada. Incluso entre estos
pio-neros de Chamber se contaba algn que otro representante de las
clases medias, enesta poca slo representada por miembros ms o menos
annimos, que de forma pre-matura sentan la necesidad de romper con
las viejas formas urbansticas de la ciu-dad y que acudan al
extrarradio para construirse una residencia a su medida, que
expre-sara en lo arquitectnico los rasgos que la definan en lo
social. Surgieron as, antesde 1860, aunque en escaso nmero pero con
la fuerza simblica de la anticipacin, losprimeros hoteles y casas
aisladas de la burguesa residente en Madrid (que pocas
vecesmadrilea), y que ms tarde representaron la forma arquitectnica
definitoria de losbarrios altos y aristocrticos.
23 Una dinmica de movilidad interna de la ciudad es la que
describe para Pars y uno de sus barrios, Belle-ville, JACQUEMET,
Grard: Belleville au XIXe Sicle: du faubourg la ville. Edition
Postume par AdelineDaumard. Pars, 1984, pp. 113 y ss.
24 Acerca de las primeras promociones inmobiliarias en el
Ensanche Norte, especialmente las de AndrsArango y las del conde de
Vegamar, ver DEZ DE BALDEN, Clementina: Arquitectura y clases
sociales enel Madrid del siglo XIX, Madrid, Siglo XXI, 1986,
140-148.
-
Haba surgido de esta manera al otro lado de la cerca Norte de la
ciudad, otroMadrid, una ciudad nueva en que se producan formas
diferentes de organizacin sobreel espacio urbano y en las que, en
cierta medida, se expresaban anticipadamente algu-nos de los
fenmenos sociales que se van a producir posteriormente, una vez se
abrael camino al Ensanche y se desarrolle a gran escala. Esta
urbanizacin arrabalerams o menos espontnea puede ser considerada
incluso como un precedente del mis-mo Ensanche que manifestaba ya
algunos de los rasgos que van a ser caractersticosdel Madrid que se
construya y se urbanice a partir del ao 60.
3. EL PROYECTO DE ENSANCHE DE MADRID.
Esta anticipacin del arrabal sobre el Ensanche, este crecimiento
de la ciudad antesde que fuera legalmente organizado, los rasgos de
modernidad que puede presentarcomo despliegue social y urbano, tan
slo demuestran la necesidad que exista de aco-meter tal empresa a
la altura de 1860, en un Madrid en que se haca ya imposible
elmantenimiento de la cerca que la contena. Pero no significaba que
se constituyeraen un modelo de crecimiento deseado para la ciudad.
De hecho, en el proyecto deEnsanche de Madrid que se aprob
finalmente, se consideraba el arrabal de Chambe-r precisamente como
el contraejemplo, como el tipo de urbanizacin que se deba evi-tar y
que en consecuencia debera desaparecer del futuro paisaje
residencial madrile-o25. El arrabal de Chamber, aunque constitua un
espacio urbano apto para la residenciade las clases medias y
populares (o precisamente por eso) haba sido edificado al mar-gen
de muchas de las normas que un ingeniero imbuido de las ideas
higienistas, comoera Castro, consideraba mnimas para un desarrollo
urbano conveniente: calles estre-chas, trazado viario un tanto
improvisado, falta de espacio libre y ajardinado en lasmanzanas,
nulo equilibrio en la distribucin de edificios pblicos, plazas y
jardines...En el plano aprobado del nuevo trazado viario que se
extendera al Norte de la ciudad,el populoso arrabal desapareca bajo
un gran jardn.
El proyecto de Ensanche de la ciudad aprobado en 1860 y que
pretenda ser eldocumento maestro que ordenara el futuro crecimiento
de la ciudad, busc amortiguarlos desmanes que en el ejercicio de la
propiedad privada de los terrenos urbanizablespudieran repercutir
en las condiciones higinicas de las nuevas viviendas26. Amorti-guar
la libertad de los propietarios de los terrenos, que no suprimirla.
Castro se esfor-z por encontrar un diseo que armonizara el respeto
por la propiedad privada, con-sustancial al rgimen jurdico y
poltico recin instaurado en Espaa (y hacia el que
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
88 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
25 A las caractersticas urbansticas del nuevo espacio urbanizado
ya me refer en PALLOL TRIGUE-ROS, Rubn: El Distrito de Chamber
1860-1880. El nacimiento de una nueva ciudad. Trabajo Acadmico
deTercer Ciclo, UCM, 2004, pp. 35-43.
26 Para un estudio del Plan Castro de Ensanche de Madrid BONET
CORREA, Antonio (ed.): Plan Castro,COAM, Madrid, 1978; DEZ DE
BALDEN, Clementina: Arquitectura y clases sociales..., pp. 33 y
ss.; MAS,Rafael: El barrio de Salamanca. Planeamiento y propiedad
en el Ensanche de Madrid.Instituto de Estudiosde Administracin
Local, Madrid, 1982; BAHAMONDE MAGRO, ngel: El horizonte econmico
de la bur-guesa isabelina. Madrid 1856-1866. Madrid, UCM.
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 24 77-98
89
no senta ningn desapego), con las preocupaciones que
progresivamente se habanido despertando entre los higienistas sobre
las condiciones de la vida urbana moder-na y, muy especialmente,
las que experimentaba una cada vez ms mencionada claseobrera. Adems
de su criticado diseo ortogonal del trazado viario del Ensanche(que
no obstante significaba una ruptura revolucionaria en la concepcin
de la ciu-dad), Castro puso un especial esmero en el
establecimiento de un equilibrio entre anchu-ra de calles, altura
de los edificios, distribucin de las manzanas y distribucin de
losespacios ajardinados que garantizaran una nueva ciudad higinica,
libre de cataclis-mos epidmicos como el que haba sufrido Madrid en
1855 a manos del clera. Inclu-so se lleg a establecer una normativa
para la construccin de casas que impeda algu-nos de los vicios
caractersticos de la edificacin del casco antiguo (estableca
unmnimo de metros cbicos por dormitorio, suprima las buhardillas,
regulaba lascondiciones de bajos y stanos...).
Por lo dems Castro se mostr muy pragmtico; quiz excesivamente
como paraque su proyecto saliera adelante. No slo acept sino que
consider recomendable ladivisin del Ensanche en barrios de
caractersticas diferenciadas para acoger a las dis-tintas clases
sociales; como bien interpret el ingeniero madrileo, la
segregacinsocial en la futura ciudad no necesitaba ser forzada.
Bastaba la libre actuacin de lospropietarios de los terrenos, sobre
todo si estos eran los burgueses especuladores tanpropios de
Madrid, para que pronto se produjera un desequilibrio llamativo
entre losprecios de una zona de las afueras y otras. De hecho, tal
fenmeno ya se haba pro-ducido: mientras Castro diseaba su proyecto,
se aceleraba la circulacin de compray venta de los futuros terrenos
urbanizables y se iban definiendo zonas de precios msaltas que
otras. A precio de suelo distinto, calidad de los edificios
distinta. La divisindel Ensanche en barrios burgueses y barrios
populares estaba garantizada.
Lo que no supo o no quiso prever el ingeniero Castro fue que esa
diferenciacinsocial entre barrios se traducira tambin en una
desigualdad en condiciones higinicasde los diferentes espacios
urbanos creados. La meticulosidad, de la que se pudo hacergala en
la fijacin de normas constructivas higinicas de la ciudad, no se
plasm encambio en una verdadera planificacin econmica de la puesta
en marcha del proyec-to, a no ser que por tal se considere la
reverencia casi religiosa hacia la propiedad quepresidi toda la
puesta en marcha del plan urbanizador. La regulacin posterior que
sehizo de las formas de expropiacin no slo no fren, sino que
increment, el alza deprecios y la especulacin con el terreno
urbanizable, repercutiendo adems en un muylento acondicionamiento
de las calles (en un principio los terrenos expropiados
paraapertura de calles los pag el Ayuntamiento a precio de mercado)
y en una intervencinms que destacada de los propietarios en
beneficio de sus intereses especulativos y enperjuicio de un
equilibrado reparto del presupuesto para infraestructuras urbanas
quetuvo por consecuencia el surgimiento de barrios con muy
desiguales calidades, comoya explicara Rafael Mas en su da27. Al
final el Ensanche se convirti en un negocioms con el que conseguir
suculentas plusvalas sin tener que invertir demasiado: sonnumerosos
los ejemplos de obtencin de rpidos beneficios por la compra y venta
de
27 MAS, Rafael: El barrio de Salamanca..., p. 66.
-
terrenos en un corto espacio de tiempo en los aos que rodean la
aprobacin del pro-yecto28. La consecuencia para la ciudad fue un
alza tal del precio del suelo que se hizoimposible su edificacin:
no haba combinacin posible para pagar el suelo urbaniza-ble,
construir de acuerdo con las condiciones higinicas dictadas por
Castro y ademsofrecer alquiler barato. La solucin haba de ser lgica
para un Ayuntamiento tan pre-ocupado por velar por los intereses de
los propietarios: se haca imprescindible reba-jar la exigencia en
las condiciones higinicas de las construcciones. El primer paso
sedio en 1864 al abandonar la normativa constructiva del Ensanche y
sustituirla por laexistente para el casco viejo; luego fue la
reduccin de los espacios ajardinados y deventilacin por edificio,
ms tarde se permiti la construccin de buhardillas y sota-bancos, se
autoriz mayor altura en los edificios, se suprimieron las calles de
segundoorden... No qued ni rastro del idealismo higinico del
proyecto original.
4. CHAMBER, UN ESPACIO URBANO INTERMEDIO EN UNA
CIUDADPROGRESIVAMENTE SEGREGADA SOCIALMENTE
Quiz el hecho que mejor simboliza la disolucin de las buenas
intenciones higini-cas del proyecto de Ensanche fue la
supervivencia misma del viejo arrabal de Chambe-r, inicialmente
condenado a la demolicin y que al final se acab aceptando a pesar
deque hasta violentaba el trazado ortogonal de Castro (que no
obstante es la parte de su lega-do que ms solidamente ha llegado a
los madrileos). La pervivencia del arrabal y desus edificios no
significa por el contrario que ste se mantuviera como un espacio
devivienda barata, adecuada en precios para las capas populares
madrileas. Chamber ysus alrededores experimentaron, como el resto
de los terrenos de Ensanche, una revalo-rizacin sin precedentes del
precio de su suelo que se transmiti al de los alquileres tan-to de
las casas nuevas como de las viejas edificaciones. Entre 1860 y
1880 el precio delalquiler medio en Chamber se increment en un
106%, alza incomparable con cualquierdato contemporneo si tenemos
en cuenta la estabilidad salarial de aquellos tiempos29.
Sin embargo este alza de precios no se produjo de una manera
uniforme en la ZonaNorte de Ensanche que englobaba a Chamber. En
ello influy de manera determi-nante la distorsin introducida por la
aparicin en su sector Este, en la ribera de la Cas-tellana, de un
nuevo barrio de corte aristocrtico, formado por lujosos hoteles
rodea-dos de jardn y reservado para los grandes hombres de Madrid,
la elite propietaria yennoblecida que acabara conformando la cpula
rectora de la Restauracin. La edi-ficacin de este barrio, que por
otra parte estaba prevista en el proyecto de Castro yque era de
esperar por el valor ya adquirido por el paseo que prolongaba el
aristocr-tico eje Recoletos-Prado, tuvo como repercusin la
jerarquizacin en barrios de la zonaNorte del Ensanche. As, el
precio del suelo y de los alquileres estaba directamenterelacionado
con la mayor o menor proximidad a la Castellana y al barrio
aristocrti-
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
90 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
28 BAHAMONDE MAGRO, ngel: El horizonte econmico...29 Datos de
los alquileres a partir de los padrones municipales para Chamber de
1860 y 1880; un estudio
ms detallado en PALLOL TRIGUEROS, Rubn: El distrito de
Chamber... pp. 119-129.
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91
co, lo que provoc la aparicin de tres zonas claramente
diferenciadas: precios inal-canzables de alquiler en la zona de
Almagro Oriental, que superaban las 100 pesetas;precios medios en
el antiguo arrabal (barrio de Trafalgar, extremo Oeste de
Almagrooccidental y Arapiles), precios bajos en la periferia del
arrabal y en las proximidadesde los cementerios, en el extremo
Oeste de la zona 1 de Ensanche. Con ello se cum-pla la profeca de
Castro acerca de los mecanismos naturales que surgiran parahacer
posible esa distribucin socioespacial de la poblacin en la ciudad
tan deseaday a la vez tan temida por la burguesa de su
tiempo30.
Evolucin de la poblacin y de los precios de los alquileres en
Chamber 1860-188031
Barrios Habitantes Habitantes Alquiler alquiler Incrementoen
1860 en 1880 medio en medio en del alquiler
1860 (pesetas) 1880 (pesetas)
Almagro occidental 1178 4225 16,50 32,24 95,39%Almagro oriental
1942 130,90 Arapiles 1211 4823 14,09 20,97 48,83%Gaztambide 408
1465 8,45 13,64 61,42%Ros Rosas 309 16,35 Trafalgar 2125 10630
15,49 26,44 70,69%Guzmn el Bueno 85 142 9,38 13,54 44,35%
total 5007 23593 14,73 30,42 106,52%
Chamber, tras la puesta en marcha del Ensanche, perdi sus
precios populares,pero no por ello su impronta social popular. Es
ms, la aument llamativamente cons-tituyndose en uno de los barrios
jornaleros por excelencia, a pesar de los preciosrelativamente
elevados de sus alquileres (ver tabla de la evolucin en apndice);
en par-te como efecto reflejo lgico del aumento del nmero de
jornaleros que se estaba pro-duciendo en el conjunto de la ciudad.
Sin embargo, en la especial incidencia con quese produce el aumento
de la presencia jornalera en Chamber (que representa casi el40% de
su poblacin trabajadora en 1880 y que ha avanzado en los veinte aos
ante-riores en perjuicio de un artesanado y de un sector de
trabajadores cualificados de laconstruccin ambos en retroceso)
influyen decisivamente las nuevas funciones queadquieren lo que
antes eran terrenos de las afueras de la ciudad al convertirse en
parteintegrante de ella, en una de sus zonas de Ensanche32. Chamber
creci en altura, ele-
30 Acerca del discurso sobre la cuestin de la vivienda obrera y
las distintas iniciativas propuestas o rea-lizadas en la segunda
mitad del XIX: Dez de Balden, Clementina: Barrios obreros en el
Madrid del XIX:solucin o amenaza para el orden burgus? en
BAHAMONDE, ngel y OTERO CARVAJAL, Luis Enrique(eds.): Madrid en la
Sociedad del siglo XIX, Comunidad de Madrid-Alfoz, Madrid, 1988,
vol. 1, pp. 117-134.
31 Elaboracin propia a partir de Archivo de Villa Estadstica
(padrones de 1860 y 1880).32 PALLOL TRIGUEROS, Rubn: Ciudad e
identidad en el siglo XIX. El proceso de urbanizacin como
proceso de fondo en la creacin de nuevas identidades: jornaleros
e inmigrantes en el Ensanche Norte de Madridcomunicacin presentada
al Congreso de la Asociacin de Historia Contempornea, septiembre de
2004, San-tiago de Compostela (en prensa).
-
v casas de vecindad y se constituy en la zona ms dinmica de
crecimiento demo-grfico en un Madrid que experimentaba una
multiplicacin de su poblacin. Cham-ber haba dejado de ser un
espacio residencial secundario, un apndice de la ciudad,para
convertirse en el centro de su crecimiento y en uno de los focos de
establecimientode poblacin nueva, tanto de las familias recin
formadas como de las recin llegadas.Por otro lado Chamber, como
atestiguan los datos estadsticos demogrficos y las des-cripciones
hechas por los contemporneos33, surgi en est poca como un espacio
decalidad higinica intermedia, en una ciudad en que cada da se haca
ms clara la ant-tesis entre los barrios burgueses recin creados
(Salamanca, Castellana) a salvo de epi-demias, crisis de mortalidad
y otras manifestaciones de una urbanizacin mal desarro-llada y unos
barrios bajos, los de Latina e Inclusa, en que el deterioro de la
vivienda ylos ejemplos de hacinamiento se radicalizan,
convirtindolos en centro de atraccinde la poblacin marginal, el
mefitismo y los miedos sociales34. Pero si Chamber era enestos aos
un lugar de residencia que pas por un espacio urbano ms saludable,
ellono se deba a que no se conocieran casos de hacinamiento, de
vivienda insalubre oque no existiera una poblacin subalimentada
como en el resto de los focos jornalerosde la ciudad, pues haba
ejemplos abundantes. La razn hay que buscarla, paradjica-mente, en
su propio subdesarrollo urbano. El edificio de vecindad, la alta
densidad deocupacin de las habitaciones, el nulo desarrollo del
alcantarillado y el desalojo deaguas residuales y otros factores
clave en la sobremortalidad urbana son compensa-dos en Chamber por
la existencia de grandes espacios despoblados, una mayor
venti-lacin de sus edificios y otros rasgos que destacaban sus
contemporneos.
Se convirti pues Chamber en 1880 en un distrito jornalero, un
barrio obrero? No,la distribucin de jornaleros por calles y
edificios slo produjo en casos contados unacohesin social
suficiente para que podamos identificar con claridad espacios
totalmentesegregados y nicamente integrados por jornaleros. Lo
normal en el Ensanche Norteera que los jornaleros y los
trabajadores habitaran en casas mixtas, en las que conviv-an con
otros estratos sociales, ms o menos cercanos, con los que compartan
expe-riencias y problemas muchas veces similares. La disposicin
socioespacial, que ya sedaba cuando Chamber no era ms que un
arrabal, cristaliz una distribucin de clasesy grupos sociales de
muy diferente condicin que permita la convivencia en calles
cer-canas y hasta en los mismos edificios pero que al tiempo
estableca diferencias (en eltipo de calles en que unos y otros se
instalaban, en el piso de la casa que ocupaban)que hacan visible la
existencia de una jerarqua, se mantuvo favorecida por la puestaen
marcha del Ensanche y los condicionantes en pro de una segregacin
socioespacialque ste desato. Esta convivencia en jerarqua es
fcilmente observable si ms all dela diferencia de precios de
alquiler entre barrios, nos ocupamos de las diferencias que
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
92 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
33 PALLOL TRIGUEROS, Rubn: El distrito de Chamber... pp.
109-114.34 A esta progresiva bipolarizacin entre barrios altos y
barrios bajos se ha referido FERNNDEZ GAR-
CA, Antonio: Niveles de vida del proletariado madrileo
(1883-1903) en El Reformismo social en Espa-a: la Comisin de
Reformas Sociales. Actas de los IV Coloquios de Historia.
Publicaciones del Monte de Pie-dad y Caja de Ahorros de Crdoba,
1987, pp.163-180. La manera en que estas diferencias se expresaban
entasas de mortalidad y de natalidad diferentes lo refleja el mismo
autor en FERNNDEZ GARCA, Antonio:La poblacin madrilea entre 1876 y
1931... pp. 42-43.
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dentro de cada barrio se daba en sus diferentes calles; as en el
barrio de Trafalgar, elms populoso de Chamber, se puede distinguir
tres grupos de calles segn el preciode sus alquileres. Las calles
que destacan por sus precios altos son o bien vas princi-pales de
comunicacin que atraviesan el barrio, las calles ms anchas y que
antes dealbergar poblacin funcionaban como paseos arbolados para
entretenimiento de las cla-ses acomodadas de Madrid (caso de
Luchana o del Paseo de la Habana), o aquellasque situadas cerca del
casco viejo de la ciudad, se vean revalorizadas por la existenciade
establecimientos comerciales (la calle Cardenal Cisneros) o por sus
mejores infraes-tructuras y acceso a determinados servicios (como
las calles de Manuel Cortina o deTrafalgar abiertas con el Ensanche
y edificadas de acuerdo con una calidad arquitect-nica superior a
la del arrabal). Su mejor acondicionamiento y aspecto van a atraer
a unapoblacin ligeramente distinguida a sus edificios: pequeos
propietarios, algn profe-sional liberal, empleados de mediana y
pequea categora, algn comerciante enrique-cido. Un segundo grupo de
calles lo constituyen aquellas pertenecientes al viejo arra-bal de
Chamber, tradicional asentamiento de artesanos, pequeos
comerciantes,trabajadores de la construccin, jornaleros y algn que
otro trabajador de fbrica, queencontraban en calles de segunda
categora (ms estrechas, rara vez acondicionadas conagua corriente u
otros servicios bsicos) edificios ya relativamente antiguos y
deterio-rados que les ofrecan alquileres a su alcance. Finalmente
existen unas cuantas calles,surgidas en el extremo norte del
barrio, lindando con las extensas zonas despobladasque an contiene
el Ensanche Norte de Madrid veinte aos despus de iniciada su
urba-nizacin, de precios excepcionalmente bajos: eran casas bajas,
construidas de maneraprecaria muchas veces y que servan de lugar de
acogida de los sectores sociales mspauperizados: jornaleros sin
trabajo fijo, mujeres viudas, traperos, etctera...
El barrio de Trafalgar en 1880: distribucin de la poblacin y
precios de los alquileres por calles
Calles de primera categora Calles de segunda categora Calles de
tercera categora
habitantes alquiler habitantes alquiler habitantes alquiler
Manuel Cortina 63 58,86 Santa Engracia 1294 26,78 Felipe el
Hermoso 85 15,95Glorieta de Bilbao 270 34,76 Sagunto 221 25,22
Garca de Paredes 163 14,94Juan de Austria 118 32,74 Murillo 58
24,89 Olid 124 14,64Luchana 1024 32,09 Feijo 127 24,2 Zarzal 81
12,25Santa Feliciana 244 31,77 Arango 253 23,18 Gonzalo de Crdoba
63 12,04Cardenal Cisneros 1382 30,68 Jordn 339 22,20 Marqus de la
Romana 209 11,76Alburquerque 146 30,34 Castillo 313 22,07 Buenos
Aires 85 11,45Moreno Rodrguez 191 30,23 Quesada 135 21,96 Balmes
204 9,96Trafalgar 484 29,55 Santsima Trinidad 131 19,62Olavide 110
29,09 Bravo Murillo 1111 19,41Raimundio Lulio 267 28,94 Glorieta de
la Iglesia 60 18,40Palafox 301 28,44Gracilazo 186 27,14 poblacin
total: 10630Paseo de la Habana 562 27,00 alquiler medio general:
26,44
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Estas divisiones del distrito y sus barrios por zonas de precio
no debe conducir a unavisin de cada una de los espacios como
departamentos sociales estancos, pequeos micro-cosmos de rasgos
socioprofesionales: calles de artesanos, calles de empleados,
calles depropietarios.... Por lo general exista siempre en cada
barrio y en cada calle, una plurali-dad social que era facilitada
por otro tipo de segregacin y ordenamiento jerrquico quepermite la
construccin de edificios: aquella derivada de la distinta calidad y
precio delas viviendas segn el piso al que nos refiramos. Esta
segregacin vertical, que ya se dabaen la vieja ciudad
preindustrial, se va a mantener muy a pesar de esas diferencias de
pre-cio que el Ensanche provoca con su puesta en marcha. Sobre todo
a partir del derribo dela cerca en 1868 y del levantamiento de
todas las restricciones constructivas de tipo higi-nico que pesaban
sobre los deseos de sacar el mximo beneficio a las edificaciones
deEnsanche, van a aparecer en Chamber casas de tres, cuatro y hasta
cinco pisos que con-trastan con las primitivas viviendas del
arrabal, que solan ser casas bajas de bajo y prin-cipal, lo ms con
alguna buhardilla.. En estas casas se repetir un patrn localizable
entoda la ciudad: comerciantes y artesanos en los bajos, burgueses
y profesionales libera-les en los principales, pequeos rentistas y
empleados de bajo rango en los pisos supe-riores y el jornalero y
el obrero en la buhardilla. En este sentido una casa del barrio
deChamber poda convertirse en un perfecto resumen y sntesis de la
pluralidad de situa-ciones sociales que albergaba Madrid. La casa
de la calle Trafalgar n. 13 nos ofrece unejemplo elocuente, que
adems presenta la virtud de expresarnos las diferencias socialesde
sus habitantes a travs de los alquileres de las viviendas (que son
en el fondo expre-sin de su capacidad econmica) y de sus salarios y
rentas cuando lo indican.
Habitantes de la casa de la calle Trafalgar n. 13, en 188035
Piso alquiler integrantes
Portera no paga Matrimonio de jornaleros inmigrantes: Jernimo
Coboso, de 31 aos y alquiler, su mujer Basilia Garca, de 29 aos;
ambos naturales de la Roda, es el Albacete; una hija de 15 aos
tambin, jornalera. Todos llegaron juntos portero a la ciudad.
Tienda 30 Matrimonio formado por Juan Cerceda, de 38 aos y
Manuela Llorente pesetas de 30 aos; ambos de la provincia de Burgos
y problablemente llegaron
juntos (al menos los dos lo hicieron en 1873). Tienen abierta
una tiendaen este edificio, sin especificar el objeto de su
comercio. Pagan 275pesetas de contribucin anual. En ella emplean a
un criado, VidalMenndez, nacido en Matanzos, Cuba.
Bajo 15 Un joven matrimonio madrileo; Evaristo Lpez, de 27 aos y
Vicenta pesetas Redondo, de 22 aos. l es carpintero, ella no indica
profesin. Con
ellos vive Antonio Hernndez de 22 aos, madrileo y carpintero
tam-bin; puede que trabaje como ayudante de Evaristo. Indica cobrar
1peseta al da.
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
94 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
35 Elaboracin propia a partir de los datos del padrn de 1880;
Archivo de Villa, Estadstica.
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
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Bajo 30 Luis Lpez Alonso, de 34 aos y nacido en Valladolid; es
mdico pesetas militar por lo que recibe un salario del Estado de
3.000 pesetas al ao.
Acaba de llegar a Madrid, hace tan slo dos meses junto a su
mujer,Emilia Garca, de 31 aos y tambin de Valladolid y un hijo de
ambos,Emilio, que apenas cuenta nueve meses y que naci en Badajoz,
quepuede que sea el anterior lugar de trabajo del mdico. Les
acompaatambin un hermano de la mujer, Luis Garca de 25 aos,
vallisoletano.
Principal 75 Jos Aurial Flores, madrileo de 73 aos y su familia;
su mujer, Carmen pesetas Sorrit Montero, de 42 aos y dos hijas,
nacidas ambas en Madrid: de 17
y de 13 aos. Jos Aurial es catedrtico de la Escuela de Artes y
Ofi-cios, que percibe un salario anual de 5.000 pesetas. En la casa
residetambin Joaqun Navarro San Juan, un joven escribiente de 25
aos(trabaja en la Academia de San Fernando, por lo que recibe 1.000
pese-tas al ao), procedente de Huarte, Navarra y que puede que sea
unpariente lejano o similar al que se le ha acogido en Madrid. La
familiatiene una sirvienta, Elena Minguito, de 16 aos llegada hace
7 mesesdesde Burgos.
segundo 30 Feliz Mombell Gallego, madrileo de 61 aos, viudo y
jubilado con su izquierda pesetas familia. Tres hijos; Felisa,
soltera de 30 aos, ngel estudiante de 17
aos y Flix, de 6 aos. Con ellos vive una familiar que no aclara
suparentesco, Mara Iglesias Rodrguez, soltera de 38 aos y sin
oficioconocido.
segundo no Las hermanas Snchez de la Hoz; dos mujeres madrileas
ya adultas y derecha indican solteras; Manuela tiene 54 aos y
Secundina 42. Viven solas y se
el declaran propietarias, por los que pagan 243,92 pesetas de
contribucin alquiler anual cada una.
Buhar- 13,75 Familia jornalera madrilea de 4 miembros; el padre,
Antonio Pingarrn dilla pesetas tiene 53 aos y es jornalero, la
madre, Josefa Correcha tiene 35 aos y
se ocupa de sus labores, los hijos que permanecen en el hogar
sonDaniel, de 20 aos y jornalero como su padre y Concha, de tan slo
3aos.
Cada vivienda del edificio es una historia familiar pero tambin
un ejemplo deposicin concreta en la estructura social. La conclusin
ms obvia es la de la preemi-nencia social de ese catedrtico de la
Escuela de Artes y oficios que encontramos habi-tando el piso
principal y que demuestra su posicin ms desahogada en el pago de
unalquiler alto y en el mantenimiento no slo de una familia de
cuatro miembros con susueldo, sino tambin la de un joven invitado a
residir con ellos y la contratacin deuna criada. Pero tambin nos
ofrece casos particulares que nos sirven para enrique-cer el
conocimiento que tenemos de grupos sociales menos definidos, como
es el casode los propietarios; las hermanas Snchez de la Hoz nos
desvelan como el simple hechode recibir una renta o tener una
heredad era sinnimo de triunfo social. Sin ser su
-
vivienda modesta (no conocemos el alquiler, pero podemos
equipararlo a las 30pesetas de su vecino) tampoco ofrece
aparentemente muestras de lujo; las dos solte-ronas viven en
compaa, sin servicio domstico en una ciudad en que era un
elementopropio y habitual de las casas de clase media. Quiz no
pasen apuros econmicos perono habiendo participado en el mercado
matrimonial, sin familia, sin marido ni hijos,se abre ante ellas
una vida poco segura en una sociedad, la del XIX, en que la
inte-gracin en una familia era elemento sino indispensable, al
menos poderosamente influ-yente en la supervivencia econmica y en
el mantenimiento del status social36.
Madrid en este sentido creci y se extendi dejando una fiel
impronta en sus edi-ficaciones de los rasgos que caracterizaban a
su sociedad, que s poda haber sido afec-tada por los cambios que
haba conllevado la puesta en marcha la revolucin liberalpero en la
que stos no haban sido agudizados por el acompaamiento de un
cambioeconmico de tipo industrializador. La forma en que se produjo
el proceso de segre-gacin socioespacial en la puesta de una nueva
organizacin de la ciudad con el Ensan-che es elocuente al respecto.
En realidad, la nica gran cesura se produjo entre el con-junto de
la poblacin y una elite social en la que, aunque la burguesa poda
ser unode sus componentes, persistan con fuerza los rasgos de una
nobleza que marcaba anel tono de la distincin. Los nicos barrios
socialmente homogneos que surgieroncon el Ensanche de Madrid fueron
aquellos que se hicieron construir burgueses y aris-tcratas tanto
en los terrenos que edific el Marqus de Salamanca en el Este de la
ciu-dad, como en los alrededores de la Castellana (en el que
destacan el barrio de Indo yel de Almagro, que ya se ha visto
destacaban en los ndices de precio de alquiler deldistrito de
Chamber)37. El resto de los grupos sociales, convivan en cierta
medidaen esa amalgama y cercana que haban sido tan propias de la
ciudad antigua, que loeran de la ciudad preindustrial.
El ejemplo definitivo nos lo ofrece el anlisis de las formas de
vida de los cuatroo cinco grandes industriales que encontramos en
Chamber, directores de algunas delas pocas grandes fbricas
existentes en Madrid y ejemplos raros de verdadera bur-guesa
industrial: Guillermo Sanford, Grouselle, los hermanos Bonaplata,
todos pro-pietarios y directores de fbricas de fundicin, y Joaqun
Castell, propietario de lafbrica de cervezas, La deliciosa. La
escasa burguesa emprendedora que existe enMadrid (que no madrilea)
y que pretende hacer de la industria una va de acumula-cin de
capital, no se dej arrastrar por los mecanismos de segregacin
socioespacialque vemos operan ya en la ciudad de Madrid. Lejos de
ello, viven estrechamente rela-cionados con el centro de trabajo
que dirigen o del que son propietarios, manifestan-do as su
condicin de empresarios an anclados en el mundo preindustrial y
artesa-nal en que hogar y lugar de trabajo aparecen an confundidos
y en que el maestro odueo del gran taller puede establecer
relaciones con el oficial y el trabajador humil-
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
96 Cuadernos de Historia Contempornea2004, nm. 26 77-98
36 Acerca de las distintas estrategias familiares para hacer
frente al presupuesto familiar mnimo para lasupervivencia (en el
que el pago del alquiler de vivienda era una de las partidas
determinantes), me he referi-do en El distrito de Chamber..., pp.
187-228.
37 Sobre el barrio de Indo y su composicin social, PALLOL
TRIGUEROS, Rubn: El distrito deChamber..., pp. 141-147. Tambin MAS,
Rafael: Almagro, en Madrid, Espasa Calpe, n. 72, 1980,
pp.1420-1440.
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
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de38. La disyuntiva entre capital y trabajo an no es tajante y
las pocas fbricas y gran-des talleres que aparecen en Madrid
tienden a formar unidades urbanas compactas yconcentradas. El caso
de la fundicin Grouselle nos es conocido39, ya que su fbricade la
calle Real fue uno de los ejemplos ms vistosos de arquitectura
industrial en elMadrid del XIX. El edificio, diseado por el
prestigioso arquitecto Pascual y Colomer(autor del edificio de las
Cortes y del palacio del Marqus de Salamanca en Recole-tos), no slo
inclua el espacio para los trabajos de fundicin sino que
incorporabadependencias para alojar a los obreros. Pero el ejemplo
ms acabado de esta convi-vencia entre obreros y empresario lo
ofreca sin duda la fbrica de bebidas de gaseo-sa La Deliciosa,
propiedad de Joaqun Castell y situada en el n. 7 de la calle
SantaEngracia. Castell no slo habitaba junto a su establecimiento
fabril, sino que habahecho construir un edificio de viviendas en el
que comparta escalera con sus traba-jadores. El propietario, se
reservaba una de las mejores viviendas del edificio, en elprincipal
en el que tambin viva un fabricante de Papel Pintado; el resto
estaban ocu-padas por los jornaleros empleados en la fbrica, a los
que por contrato aparte de sumi-nistrarles un sueldo les deba
proporcionar un alojamiento, que adems era bajo para1880: no
superaban las 15 pesetas cuando el precio medio en esa misma calle
era decasi 27 pesetas. Joaqun Castell de esta manera combinaba muy
beneficiosamentedos negocios muy lucrativos: por un lado se creaba
una mano de obra que al tiempoeran sus inquilinos y vecinos, y por
el otro realizaba una promocin inmobiliaria enla que estaba seguro
que no le faltara nunca el pago de un alquiler. No obstante
elcomportamiento de Castell no debe ser interpretado slo como una
estrategia desti-nada a obtener el mximo beneficio de sus obreros;
alquilando esas mismas habita-ciones a otras personas seguramente
podra haber obtenido an ms dinero. Existanotros objetivos en este
negocio plural entre los que estaba la proteccin de una manode obra
cualificada que, aunque pueda ser contradictorio, en el Madrid al
que acud-an constantes riadas de inmigrantes, era escasa.
Bahamonde, en su estudio del mer-cado de mano de obra madrilea en
la segunda mitad del XIX ha sealado cmo mien-tras los jornaleros
subsistan en una continua alternancia entre el paro y el
subempleo,en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, se sucedan los
anuncios de industriales recla-mando a trabajadores cualificados
para sus empresas40. Era el efecto paradjico deun crecimiento
urbano que se asentaba sobre un fuerte desajuste entre
desarrolloeconmico y afluencia migratoria: Madrid, una ciudad de
dbil industrializacin, oms bien anecdtica, no atraa a la poblacin
susceptible de trabajar en fbricas; losjornaleros que acudan a la
ciudad venan en busca de trabajos fciles, en las obraspblicas, en
los desmontes de nuevos terrenos, en el Ferrocarril. La escasez de
esamano de obra cualificada la encareci, convirtiendo a los
primeros obreros fabrilesmadrileos en algo muy parecido a los
artesanos de otros tiempos.
38 Esta fase de indefinicin de clase del empresario del despegue
industrial ha sido descrita y analizadapara el caso alemn por
KOCKA, Jrgen: Problemas y estrategias de legitimacin de los
empresarios y cua-dros directivos en el siglo XIX y comienzos del
XX en Historia social y conciencia histrica. Marcial Pons,Madrid,
2002.
39 DEZ DE BALDEN, Clementina: Arquitectura y clases sociales...,
pp. 144-5.40 BAHAMONDE, ngel: El mercado de mano de obra
madrileo..., pp. 146 y ss.
-
La Deliciosa, por tanto, se asentaba sobre una red de familias
que se vinculabanentre s en la convivencia en un mismo espacio, en
el que estaba presente desde elempresario dueo de la fbrica hasta
su ms humilde asalariado. Una red que les inte-graba guardando la
jerarqua pero que, al fin y al cabo, supona un acercamiento
entrepatrn y trabajador en un Madrid en que el precio del alquiler
supona un intenso con-dicionante que separaba a unos grupos
sociales de otros. El mapa social de Madridse converta as en un
claro exponente de las relaciones entre grupos sociales que
habaconfigurado su peculiar condicin de ciudad en crecimiento sin
desarrollo industrial:mientras las clases propietarias, una elite
formada por rentistas, grandes comerciantesy burgueses ennoblecidos
venidos de la provincia al calor de la capitalidad en el nacien-te
Estado liberal, mientras esta pequea cpula se distanciaba del resto
de los estra-tos sociales asentndose en un espacio urbano propio,
el burgus industrial empren-dedor, por otra parte escaso en la
ciudad segua en estrecha convivencia con sustrabajadores.
Trabajadores fabriles que tampoco eran la nota predominante de
lasclases populares madrileas de las que representaban una minora
frente a la cadavez ms fuerte proporcin de jornaleros. El
jornalero, estrato inferior de la sociedads comparta espacios y
relaciones con el cada vez ms deteriorado mundo de los ofi-cios y
ese gris e indefinido conjunto de trabajadores que se calificaba
como emplea-dos. Jornaleros, artesanos, pequeos y medianos
comerciantes, modestos empleadosconfiguraban el heterogneo pueblo
madrileo, que se organizaba en los mismosbarrios, cada uno segn sus
necesidades y posibilidades econmicas en ese escalona-do entramado
de calles y precios de alquiler que era el Ensanche Norte.
Apndice: Evolucin de la estructura profesional del Ensanche
Norte1860-1880 y comparacin con Madrid.
Estructura profesional Estructura profesional Estructura
profesionaldel Ensanche Norte del Ensanche Norte en la ciudaden
1860 en 1880 de Madrid 1886
jornaleros y baja cualificacin 601 25,13% 3823 38,06% 27081
15,32%
construccin 247 10,33% 724 7,21% 9443 5,20%
trabajadores periurbanos 62 2,59% 58 0,58% 528 0,29%
trabajadores de fbrica 92 3,85% 207 2,06%
trabajos femeninos declarados(costureras, lavanderas,
planchadoras...) 251 10,49% 358 3,56% 11725 6,46%
oficios y artesanos 333 13,92% 905 9,01% 20338 11,21%
comerciantes y servicios 240 10,03% 791 7,87% 23482 12,94%
empleados 138 5,77% 772 7,69% 28988 15,98%
clero y militares 69 2,88% 394 3,92% 9685 5,34%
profesiones liberales 55 2,3% 288 2,87% 9574 5,28%
Servicio domstico 213 8,9% 1309 13,03% 33874 18,67%
Rentistas y propietarios 91 3,80% 416 4,14% 5992 3,30%
Total 2392 99,99% 10045 100,00% 181430 100%
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desarrollo del Ensanche Norte madrileo
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