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CH. 23 The Rise of the Fascism and Totalitarian States 1. Introducción “Hay que hacer seguro el mundo para la democracia”, declaró el presidente Woodrow Wilson cuando los Estados Unidos se involucraron en la Primera Guerra Mundial en 1917. Pero la derrota de las Potencias Centrales no produjo ese resultado. Las esperanzas de democracia pronto se vieron aplastadas por la paz desalentadora que vino; una paz en la cual incluso algunos ganadores de la guerra se sentían como perdedores. En el lado perdedor también bullían los rencores. La ira se notaba más entre los alemanes, quienes sufrían por los duros términos del acuerdo de paz dispuestos por el Tratado de Versalles. Mientras hervía la amargura, las naciones se esforzaban por reconstruir sus economías devastadas por la guerra. En consecuencia, la paz de la década de1920 estaba marcada por agitación e inestabilidad dentro y entre las naciones. El descontento se intensificó en la década de 1930, cuando la Gran Depresión, que comenzó en los Estados Unidos, se extendió por el mundo. Los tiempos difíciles que siguieren, sumados a las tensiones que ya existían, motivaron a algunos pueblos a respaldar a líderes autocráticos que les prometían orden, prosperidad y un futuro mejor. Para muchos, el sacrificio de su libertad exigido por estos líderes parecía un precio justo a cambio de los beneficios que ofrecían. Aparecieron dictaduras en Alemania, Italia, la Unión Soviética, Hungría, Portugal, Polonia, Rumania y otros países. Temas Interacción cultural El fascismo era una ideología que situaba el patriotismo, la lealtad a líderes fuertes y el bienestar del estado por encima de los derechos y libertades de los ciudadanos. Sistemas políticos El desorden político y económico generado por la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión contribuyó a la difusión del comunismo y el fascismo y ayudó a dictadores totalitarios a llegar al poder. Sistemas económicos Bajo el fascismo y el comunismo, muchas actividades económicas quedan bajo control estricto del gobierno. 2. Italia bajo Mussolini Italia adoptó una posición de neutralidad cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, ciertas ofertas secretas (y a veces vagas) de que recibiría territorios en Europa, África y Asia Menor fueron el señuelo que la llevó a unirse a los Aliados contra las Potencias Centrales en 1915. La guerra resultó muy impopular entre las tropas italianas, compuestas en su mayoría por campesinos obligados a pelear por una causa que no comprendían. Miles de obreros en el país, obligados a trabajar bajo una disciplina militar, también se oponían a la guerra. Cuando esta finalizó, los motines por pan, las huelgas y otras protestas antibélicas hicieron necesario restablecer el orden con tropas. Encima de esto, el acuerdo de paz le concedió a Italia menos territorio del esperado. Problemas y agitación en la posguerra Las escasas ganancias italianas en la guerra se obtuvieron a un costo muy alto. Unos 600,000 italianos murieron y otros 950,000 fueron heridos. El dinero acuñado por el gobierno para pagar por la guerra produjo una inflación desastrosa. Para 1920, la lira (la moneda italiana) valía solo la sexta parte de lo que valía antes de la guerra. Los precios se dispararon y, en consecuencia, los ahorros perdieron su valor. Al mismo tiempo, el desempleo se acentuó, ya que el gobierno estaba cancelando sus
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CH. 23 The Rise of the Fascism and Totalitarian States

May 19, 2022

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Page 1: CH. 23 The Rise of the Fascism and Totalitarian States

CH. 23 The Rise of the Fascism and Totalitarian States 1. Introducción

“Hay que hacer seguro el mundo para la democracia”, declaró el presidente

Woodrow Wilson cuando los Estados Unidos se involucraron en la Primera

Guerra Mundial en 1917. Pero la derrota de las Potencias Centrales no produjo

ese resultado. Las esperanzas de democracia pronto se vieron aplastadas por la

paz desalentadora que vino; una paz en la cual incluso algunos ganadores de la

guerra se sentían como perdedores.

En el lado perdedor también bullían los rencores. La ira se notaba más entre los

alemanes, quienes sufrían por los duros términos del acuerdo de paz dispuestos

por el Tratado de Versalles. Mientras hervía la amargura, las naciones se

esforzaban por reconstruir sus economías devastadas por la guerra.

En consecuencia, la paz de la década de1920 estaba marcada por agitación e inestabilidad dentro y entre las

naciones. El descontento se intensificó en la década de 1930, cuando la Gran Depresión, que comenzó en los

Estados Unidos, se extendió por el mundo. Los tiempos difíciles que siguieren, sumados a las tensiones que ya

existían, motivaron a algunos pueblos a respaldar a líderes autocráticos que les prometían orden, prosperidad y

un futuro mejor. Para muchos, el sacrificio de su libertad exigido por estos líderes parecía un precio justo a

cambio de los beneficios que ofrecían. Aparecieron dictaduras en Alemania, Italia, la Unión Soviética, Hungría,

Portugal, Polonia, Rumania y otros países.

Temas

Interacción cultural El fascismo era una ideología que situaba el patriotismo, la lealtad a líderes fuertes y el

bienestar del estado por encima de los derechos y libertades de los ciudadanos.

Sistemas políticos El desorden político y económico generado por la Primera Guerra Mundial y la Gran

Depresión contribuyó a la difusión del comunismo y el fascismo y ayudó a dictadores totalitarios a llegar al

poder.

Sistemas económicos Bajo el fascismo y el comunismo, muchas actividades económicas quedan bajo control

estricto del gobierno.

2. Italia bajo Mussolini Italia adoptó una posición de neutralidad cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Sin

embargo, ciertas ofertas secretas (y a veces vagas) de que recibiría territorios en Europa,

África y Asia Menor fueron el señuelo que la llevó a unirse a los Aliados contra las

Potencias Centrales en 1915. La guerra resultó muy impopular entre las tropas italianas,

compuestas en su mayoría por campesinos obligados a pelear por una causa que no

comprendían. Miles de obreros en el país, obligados a trabajar bajo una disciplina militar,

también se oponían a la guerra. Cuando esta finalizó, los motines por pan, las huelgas y

otras protestas antibélicas hicieron necesario restablecer el orden con tropas. Encima de

esto, el acuerdo de paz le concedió a Italia menos territorio del esperado.

Problemas y agitación en la posguerra Las escasas ganancias italianas en la guerra se obtuvieron a un costo

muy alto. Unos 600,000 italianos murieron y otros 950,000 fueron heridos. El dinero acuñado por el gobierno

para pagar por la guerra produjo una inflación desastrosa. Para 1920, la lira (la moneda italiana) valía solo la

sexta parte de lo que valía antes de la guerra. Los precios se dispararon y, en consecuencia, los ahorros

perdieron su valor. Al mismo tiempo, el desempleo se acentuó, ya que el gobierno estaba cancelando sus

Page 2: CH. 23 The Rise of the Fascism and Totalitarian States

pedidos de artículos de guerra. Encima de estas crisis económicas, los trabajadores sin empleo tenían que

competir por las plazas vacantes con los soldados que regresaban de la guerra.

Se extendieron las huelgas, con los sindicatos exigiendo salarios más altos. Se presentaron escaseces de

alimentos cuando los trabajadores del campo hacían huelgas. Otras huelgas paralizaron los ferrocarriles y el

servicio postal. En muchas regiones urbanas, se produjeron demostraciones masivas y huelgas industriales. En

las zonas rurales, los campesinos arrebataban las tierras de los terratenientes. Buena parte de esta agitación

estuvo encabezada por reformistas radicales socialistas y católicos, aunque estos dos grupos desconfiaban uno

del otro.

En 1920, el Partido Socialista ocupaba el mayor número de puestos en el parlamento italiana. Los reformistas

católicos también habían formado un partido política, llamado el Partido Popular. Juntos, los dos partidos

controlaban el gobierno nacional y casi la mitad de los gobiernos municipales. Algunos socialistas llegaron a

pedir una revolución como la Revolución Bolchevique Rusa de 1917.En 1921, los socialistas radicales formaron

el Partido Comunista Italiano.

Muchos italianos se alarmaron grandemente por estos hechos. Bandas de veteranos de guerra, estudiantes y

otros atacaban a los reformistas socialistas, destruían diarios socialistas y oficinas sindicales y desbarataban

huelgas. Los terratenientes e industriales ricos, que se oponían al socialismo, daban dinero para ayudar a estos

grupos. Un veterano de guerra y antiguo socialista llamado Benito Mussolini dirigía uno de estos grupos anti-

socialistas de ala derecha.

El ascenso de Mussolini Luego de tener varios empleos, incluso dos como maestro de

escuela, Mussolini se convirtió en jefe de redacción del principal periódico socialista

italiano en 1912. Sin embargo, renunció a este cargo cuando decidió apoyar el ingreso de

Italia en la Primera Guerra Mundial, y enseguida quedó expulsado del Partido

Socialista. Otros que apoyaban sus opiniones en favor de la guerra le dieron dinero para

fundar un periódico nuevo, Il Popolo d'Italia (El Pueblo de Italia). Herido en la guerra,

Mussolini regresó a su periódico. Asegurando que hablaba por los soldados y

trabajadores, usó el periódico para atacar a los socialistas como traidores

antipatrióticos. Sugirió que se necesitaba un dictador capaz de dar un buen manejo a los

problemas sociales y económicos de Italia.

A comienzos de 1919, Mussolini organizó un movimiento político nuevo. Al principio, sus partidarios sumaban

menos de 200. Eran una mezcla de veteranos de guerra, ex socialistas, revolucionarios y otros

descontentos. Mussolini les decía el fascio di combattimento (el haz de combate). El nombre salió de los fasces,

o haces de ramas de abedul atadas con tiras de cuero, que eran símbolo de autoridad en Roma

antigua. Ilustraban la idea de la fuerza mediante la unidad y le dieron su nombre al fascismo.

El grupo de Mussolini tenía su base en Milán, ciudad del norte de Italia. En otras ciudades surgieron grupos

similares. Estos grupos obraban independientemente pero recibían su inspiración de las ideas, palabras y

acciones de Benito Mussolini. Cada grupo tenía “brigadas de acción” que patrullaban su ciudad, atacando a las

organizaciones de socialistas, comunistas, republicanos, católicos y sindicalistas. Pronto, estas bandas armadas

llegaron a controlar muchas zonas rurales también. Se les rebautizó Camisas Negras por las camisas que

formaban parte de su uniforme.

Mussolini organizó a sus seguidores como partido político en 1921. Rodeado de sus partidarios vestidos de

camisa negra, inspiraba a las multitudes en concentraciones públicas fascistas con sus gestos grandiosos y su

oratoria dramática. Los hechos que citaba frecuentemente eran errados y sus ataques mal dirigidos, pero las

multitudes se dejaban arrebatar por la ira, fuerza y espíritu resuelto que él proyectaba. Con el respaldo de

industriales, grandes terratenientes, tenderos y otros miembros de la clase urbana medio alta, el número de

fascistas creció de menos de 1,000 en 1920 a más de 250,000 para mediados de1922. Los fascistas capturaron

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35 puestos en el parlamento italiano en las elecciones de 1921 y se convirtieron en el partido de

la coalición gobernante.

Mussolini toma el poder Mussolini tenía muy poco respeto por el gobierno democrático de Italia, que él

consideraba débil e ineficaz. En una concentración con 40,000 miembros del partido en octubre de 1922,

declaró: “O nos entregan el gobierno, o lo tomaremos, marchando sobre Roma”. Unos días después, cuando

25,000 Camisas Negras marchaban hacia Roma, el primer ministro se dispuso a sacar al ejército para

aplastarlos. Sin embargo, el rey, temiendo una rebelión en el ejército o una guerra civil, decidió más bien

nombrar a Mussolini primer ministro y pedirle que formara un nuevo gobierno.

Durante los 18 meses siguientes, Mussolini encabezó un gobierno de coalición mientras

iba concentrando el poder en sus propias manos. Convirtió a sus Camisas Negras en la

milicia nacional de Italia. También hizo aprobar en la legislatura una ley que permitía a

los fascistas asegurar la mayoría en el parlamento en 1924. Cuando el jefe del Partido

Socialista declaró que las elecciones eran fraudulentas, fue asesinado por un matón

fascista que tenía conexiones con el gobierno de Mussolini. Los partidos de oposición

renunciaron al parlamento como protesta. Desaparecida la oposición, Mussolini comenzó

a darle nueva forma a Italia como un estado totalitario. Una ley aprobada por el

parlamento fascista en diciembre de 1925 lo convirtió de hecho en dictador y Mussolini

tomó el título de Il Duce (el Líder).

Solamente la Iglesia Católica, con su sede en el Vaticano en Roma, quedó libre del dominio fascista. Mussolini

se ganó astutamente la cooperación de la iglesia en 1929 firmando un tratado con el papa.El tratado hacía de la

Ciudad del Vaticano un estado independiente. También reconocía las leyes de la Iglesia Católica sobre el

matrimonio como leyes del estado italiano y permitió que la iglesia impartiera instrucción religiosa en las

escuelas italianas. Para conservar estos beneficios, se persuadía a los funcionarios católicos de que aceptaran el

dominio fascista.

La vida bajo el dominio fascista “El fascismo niega que la mayoría, por el simple hecho de ser una mayoría,

pueda dirigir la sociedad humana”, declaró Mussolini. “Niega que los números solos basten para gobernar por

medio de una consulta periódica”, es decir, de elecciones. Fue así como se abolieron las elecciones. Los

alcaldes y consejos municipales quedaron remplazados por funcionarios nombrados. Los partidos de oposición

y los sindicatos laborales quedaron disueltos, y matones fascistas asesinaron a algunos de sus jefes.

“Todos los individuos o grupos son relativos, y ha de concebirse de ellos solamente en su relación con el

Estado”, escribió Mussolini explicando el fascismo en 1932. Esta parte de la filosofía fascista tenía por objeto

poner fin a los derechos y libertades del individuo. La libertad de expresión y el derecho de reunión

desaparecieron. Se impuso una fuerte censura a la prensa y a dos nuevos medios de comunicación: las películas

y la radio. Los edificios públicos y las escuelas estaban cubiertos de lemas como “Mussolini siempre tiene la

razón” y “¡Cree! ¡Obedece! ¡Lucha!”. En los salones de clase aparecieron libros de texto nuevos que reflejaban

el punto de vista fascista. Se ejercía presión fuerte sobre los padres para que inscribieran a sus hijos en grupos

de jóvenes fascistas. El control lo imponían el ejército y la policía, así como una enorme red de espías y policías

secretos. Se establecieron tribunales especiales para juzgar a todo el que se opusiera al fascismo o a Il

Duce. Miles de italianos fueron encarcelados o despachados a vivir en islas apartadas.

Muchos italianos, especialmente de la clase media, aceptaron estos cambios. Cansados de huelgas, motines y

caos en general, estaban dispuestos a someterse a una dictadura si Mussolini era capaz de restablecer el orden y

la prosperidad económica

El Estado corporativo En 1926, Mussolini empezó a manejar la economía italiana conforme a un principio

llamado corporativismo. Los trabajadores de una industria se convertían en parte de una organización

supervisada por el gobierno y llamada una corporación. Los empleadores industriales también tenían su

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corporación. En 1934, un decreto gubernamental unificó a estos grupos, formando corporaciones de

trabajadores y propietarios para 22 industrias grandes. Los negocios en estas corporaciones continuaban siendo

de propiedad privada, pero dentro de cada corporación, representantes de los trabajadores, los propietarios y el

gobierno fijaban los precios, salarios y horas laborales.

Con este programa, Italia desarrolló industrias eficientes de acero, energía, químicos y otras, que ayudaron al

país a soportar la Gran Depresión. Los programas enormes de obras públicas emprendidos por Mussolini en la

década de 1930 también sirvieron para combatir la Depresión. Miles de trabajadores desempleados encontraron

trabajo en la construcción de carreteras, drenaje de pantanos y construcción de ciudades nuevas en las tierras

reclamadas.

Los programas sociales y económicos de Mussolini le valieron la admiración de quienes habían perdido su fe en

el liberalismo y la democracia. Muchos lo consideraban un genio por su capacidad genial de transformar a su

nación dividida y desmoralizada. Pero bien entrada la década de 1930 su política exterior estaba llevando a

muchos, en Italia y en otros países, a cambiar de opinión.

La política exterior de Mussolini se contaba entre los que se

sintieron traicionados por los Aliados cuando se repartieron los

imperios Alemán y Otomano después de la Primera Guerra

Mundial. A Italia prácticamente le negaron territorios nuevos en

África y el Medio Oriente. Mussolini les dijo a los italianos que él

rectificaría esa falta y le devolvería a Italia la gloria de la época del

Imperio Romano.Empezó a cumplir esta promesa en 1935

invadiendo a la nación de Etiopía en el oriente de África.En Etiopía,

el ejército italiano obró de modo despiadado. Hicieron masacres y

aplicaron gas venenoso, lo cual horrorizó al resto de Europa. La

ayuda de Mussolini a las fuerzas fascista en una guerra civil en España le costó más apoyo

internacional. Además, empezó a despertar temores en su propio país.

Mientras otros dirigentes europeos se volvían en contra de Mussolini, este se iba acercando a otro dictador

fascista: Adolfo Hitler de Alemania. En 1939, alió a Italia con Alemania en un tratado llamado el Pacto de

Acero, una alianza que llevó a la desastrosa intervención italiana en la Segunda Guerra Mundial. El desastre

militar italiano en la Segunda Guerra Mundial acabó por determinar el derrocamiento de Mussolini en 1943 y su

muerte a manos del pueblo italiano en 1945.

3. Hitler y Alemania nazi Mientras Italia se inclinaba al fascismo después de la Primera Guerra Mundial,

Alemania se inclinaba a la democracia… por lo menos en un principio. En noviembre

de 1918, dos días antes de la rendición alemana en la Primera Guerra Mundial, el

emperador alemán huyó del país y los dirigentes alemanes formaron una república. Se

eligió una Asamblea Nacional para redactar una nueva Constitución. La asamblea se

reunió a comienzos de 1919 en la ciudad de Weimar (Ví-mar).

La Constitución que emergió era extraordinariamente democrática. El jefe del gobierno

no sería un monarca sino un presidente elegido por el pueblo. Las mujeres recibieron el

derecho de votar (derecho que aún no existía en los Estados Unidos). Por último, la

Constitución reconocía el derecho de todos, incluso los radicales opuestos a la

democracia, de difundir sus opiniones.

El nuevo gobierno de Alemania se llamó la República de Weimar, por la ciudad donde se había redactado su

Constitución. Aun después que el gobierno se trasladó a la capital, Berlín, en la primavera de 1920, el nombre

quedó.

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Inestabilidad y descontento La República de Weimar estuvo en apuros desde el principio. Un problema

enorme que tenía era que algunos de sus líderes habían firmado el detestado Tratado de Versalles en junio de

1919. El tratado despojó a Alemania de su imperio de ultramar y le quitó parte del propio territorio

alemán. Obligó a Alemania a firmar una cláusula de “culpabilidad por la guerra” en la cual tuvo que aceptar la

responsabilidad por haber comenzado la guerra. También le exigió billones de dólares en reparaciones por los

daños causados por la guerra. Para muchos alemanes, los líderes que firmaron el tratado eran traidores. Unos

empezaron a preguntarse si los dirigentes de la nueva república habían sido responsables de la derrota germana

en el campo de batalla también. Estas actitudes socavaron la legitimidad política de la República de Weimar

desde sus comienzos.

Además de los pagos enormes por concepto de daños de guerra, Alemania sufrió otras dificultades después de la

guerra. La paz no trajo un regreso a la prosperidad económica. La escasez de alimentos persistió y el desempleo

siguió siendo alto. El país estaba azotado por huelgas, violencia callejera y amenazas de revolución de la

derecha y la izquierda. Aparecieron grupos organizados conocidos como Freikorps. Dirigidos por antiguos

oficiales del ejército, contaban entre sus miembros a ex soldados, trabajadores desempleados y descontentos en

general. La mayoría eran intensamente nacionalistas y derechistas radicales. En marzo de 1920, una de estas

bandas arrebató brevemente el control del gobierno, con la pretensión de restablecer la monarquía. El golpe de

estado fracasó cuando los comunistas y socialistas convocaron una huelga general que paralizó a Berlín.

El descontento de los alemanes con la república se manifestó en las primeras

elecciones, celebradas en junio de 1920, cuando el gobierno de Weimar perdió su

mayoría. Más del 25 por ciento de los miembros elegidos al Reichstag, o

parlamento alemán, querían abolir la Constitución. Ningún grupo volvió a tener la

mayoría en el parlamento. Una serie de coaliciones políticas inestables intentaron

gobernar. Para 1930 se habían formado más de una docena de gobiernos de

coalición, pero ninguno pudo tomar medidas eficaces para resolver los grandes

problemas.

En un esfuerzo por estimular la economía, ganar el apoyo del público y manejar su

deuda de guerra arrolladora, el gobierno imprimió dinero en cantidades. El

resultado fue una inflación desbocada. En 1920, un dólar de los Estados Unidos

valía 40 marcos alemanes. Dos años más tarde, equivalía a 18,000 marcos. A

mediados de 1923, el marco estaba perdiendo valor a una velocidad sorprendente. En un caso, el precio de un

pan subió de 20,000 marcos a 5 millones en un día. Al final de 1923, la espiral de inflación estaba tan

descontrolada que un dólar estadounidense equivalía a 4.2 trillones de marcos alemanes. Se necesitaban

carretillas para cargar el dinero de las compras diarias. Los ahorros de toda una vida ya no alcanzaban ni para lo

más básico y necesario. La gente con ingreso fijo vio desbaratadas sus finanzas.

El caos generado por la inflación desbocada despertó el radicalismo, tanto de derecha como de izquierda, en la

sociedad germana. Los comunistas vieron la oportunidad para una revolución de estilo bolchevique. Las fuerzas

de los Freikorps sofocaron levantamientos izquierdistas por toda Alemania. En Munich, Adolfo Hitler, líder del

Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, que era de derecha, también vio oportunidades en la

agitación causada por la crisis económica.

Hitler y los nazis Hitler, como Mussolini, prestó servicio en la Primera Guerra Mundial. Nació y se crio en

Austria pero se mudó a Munich, Alemania, en 1913.Cuando estalló la guerra, se presentó al ejército alemán

como voluntario. Prestó servicio durante toda la guerra pero fue herido. Estaba restableciéndose en un hospital

cuando Alemania se rindió. Hitler quedó desencantado y enfurecido por el desenlace de la guerra. Veía como

criminales a los líderes alemanes que firmaron la rendición y el Tratado de Versalles.

Hitler salió del hospital y en 1919 y regresó a Munich. No tardó en afiliarse a un pequeño partido derechista, el

Partido Alemán de los Trabajadores, fundado ese mismo año. En 1920, el partido cambió su nombre a Partido

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Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, conocido también como el Partido Nazi. La palabra Nazi se

deriva de las palabras alemanas para Nacional Socialista.

Hitler trabajó fuertemente para conseguir más afiliados al partido. En Munich había muchos veteranos de guerra

descontentos y personas opuestas a la República de Weimar. Había unos 30,000 miembros del Freikorps en esa

región. Hitler trajo a muchos de ellos al partido. Los nazis premiaron sus esfuerzos haciéndolo su jefe en

1921. Uno de sus primeros actos fue formar un ejército privado con los miembros del partido pertenecientes al

Freikorps. Estos se convirtieron en la SA (del alemán para División de Asalto), o Camisas Pardas por el color de

su uniforme. Parecidos a los Camisas Negras de Mussolini, proveían seguridad en las concentraciones públicas,

marchaban en desfiles y aterrorizaban a los comunistas y otros enemigos del partido.

Hitler formuló una plataforma de 25 puntos para el Partido Nazi. Pedía que

Alemania rechazara el Tratado de Versalles y que ampliara su territorio para

incluir a todos los pueblos de habla germana. Otras metas eran negar la ciudadanía

y el poder político a los que no fueran de etnia alemana, especialmente los

judíos. Hitler proclamó que los alemanes eran superiores a todos los demás

pueblos y que los problemas del país eran culpa de sus dos grandes enemigos: los

comunistas y los judíos. Condenó al gobierno de Weimar por no resolver los

problemas de Alemania y prometió restablecer la grandeza alemana creando un

Tercer Reich, es decir un tercer Imperio Alemán para remplazar aquel que los

Aliados les habían arrebatado.

Este mensaje gustó a muchos desempleados: ex soldados, pequeños agricultores y

miembros de la clase media baja. En 1923, el Partido Nazi contaba unos 55,000

miembros. Hitler decidió que era hora de proceder. En noviembre de 1923, una

fuerza de Camisas Pardas y otros partidarios de los nazis intentaron arrebatar el gobierno estatal de Bavaria en

Munich. Hitler esperaba contar con el apoyo de otros grupos que también estaban agitando contra el gobierno

de Weimar. No lo tuvo, y el golpe fracasó luego de un cruce de fuego con la policía. Hitler fue encarcelado

nueve meses. Aprovechó el tiempo para escribir un libro, Mein Kampf (Mi lucha), que esbozaba sus planes para

restablecer la grandeza de Alemania.

Ascenso de Hitler al poder Liberado de la cárcel en 1924, Hitler se dedicó a reconstruir el Partido

Nazi. Decidió tomar el poder por medios legales. Organizaría un partido nacional capaz de conquistar el poder

por medio de elecciones y se valdría de propaganda para conseguir apoyo de las masas. Pronto aparecieron

grupos nazis en toda Alemania, y en 1928, los afiliados al partido sumaban más de 100,000. Sin embargo, ese

año las elecciones al Reichstag (el parlamento alemán) dieron a los nazis solo 12 puestos de los 463 que había

en el parlamento.

Cuatro años después, todo había cambiado. ¿La razón? La Gran Depresión. Cuando el mercado de valores de

los Estados Unidos se desplomó hacia fines de 1929, este país suspendió sus préstamos a Alemania. La

economía germana necesitaba los préstamos. El desempleo subió del 8.5 en 1929 al 30 por ciento en 1932. La

producción industrial se redujo casi a la mitad y las exportaciones alemanes se redujeron en dos tercios. Los

bancos quebraron y se secó el crédito. Cuando los agricultores empezaron a quebrar, volvió el hambre.

Los nazis lanzaron una campaña de propaganda intensa. Hacía énfasis en un mensaje que gustaría a los

trabajadores desempleados, agricultores y jóvenes deseosos de respaldar los ideales del nacionalismo

alemán. Los nazis dijeron que los responsables de la crisis económica eran el Tratado de Versalles, el gobierno

de Weimar, los comunistas y los judíos. Prometieron restablecer el orden, la prosperidad y el orgullo

nacional. El mensaje nazi también gustó a los alemanes de clase media que se veían afectados por la Depresión

o que habían perdido su estatus en la década de 1920. Hacia finales de 1932, el partido tenía más de 1.4

millones de afiliados.

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La desesperación de la época inclinó a los votantes más hacia el punto de vista

extremista de los nazis. En las elecciones de 1930, el número de nazis en el

Reichstag dio un salto de 12 a 107. En 1932, llegó a 230. Sin ser mayoría, los nazis

eran, con mucho, el partido más grande en el parlamento. Después de meses de

tardanza, en enero de 1933 el presidente de la república, Paul von Hindenburg,

nombró con renuencia a Hitler como canciller, el cargo más alto en el gabinete.

Hitler al mando Una vez en el poder, Hitler procedi>ó rápidamente a terminar

con la república y formar un estado fascista totalitario. En marzo de 1933, un

incendio destruyó el edificio del Reichstag. Hitler culpó a los comunistas y

convenció al presidente Hindenburg de que autorizara a los Camisas Pardas para

que los aplastara. También convenció al Reichstag de que pasara una ley que le

daba personalmente la facultad de gobernar de emergencia. Hitler se valió de esta

ley para poner a Alemania totalmente bajo el control nazi. Los demás partidos

políticos quedaron prohibidos. Se nombró a nazis como jefes de todos los gobiernos estatales y locales. Los

sindicatos laborales quedaron disueltos y se remplazaron con organizaciones nazis. Muerto Hindenburg en

1934, Hitler combinó los cargos de presidente y canciller y tomó el título de Führer (Líder).

Hitler aplastó igualmente a todos sus posibles rivales, incluso dentro del Partido Nazi. En una noche de junio de

1934, hizo matar al jefe y muchos comandantes de la SA. También hizo asesinar a opositores políticos fuera del

partido. Hitler tomó como su ejército privado la SS (SchutzStaffel o “Escuadra de Defensa”), tropas de elite que

juraban lealtad personal al Führer.

La SS se encargó de la seguridad interna en Alemania. Unas unidades obraban como policía y hacía redadas de

personas consideradas por los nazis como enemigos del estado. Las detenciones, que en un principio se

concentraban en comunistas y socialistas, se extendieron pronto a otros grupos y en especial a los judíos. La SS

contaba con la ayuda de la Gestapo, la policía secreta nazi. Los oficiales de la Gestapo recurrían a la tortura, el

terror y otros métodos brutales para conseguir información.

Poco a poco, los nazis tomaron el control de todos los aspectos de la vida. La mayoría de los alemanes

apoyaban el gobierno nazi o por lo menos lo aceptaban. Estaban cansados de la inestabilidad y la agitación que

eran característicos de la República de Weimar. Muchos vieron con buenos ojos un gobierno fuerte y

aparentemente eficaz. El desempleo se redujo al regresar los alemanes a trabajar en enormes proyectos de obras

públicas. Muchos hallaron trabajo en las fábricas de armas, pues Hitler se disponía a restablecer el poderío

militar alemán. Muchos que se oponían al dominio nazi huyeron del país. La mayoría de los demás quedaron

reducidos al silencio por temor, con la esperanza de que alguien por fin derrocara a Hitler.

La campaña contra los judíos Hitler había explicado su punto de vista intensamente antisemita en su

libro, Mein Kampf. Escribió que los judíos eran “un parásito dentro de la nación” y “una amenaza”. Llegó a

verlos como la encarnación del mal. Días después de asumir control, Hitler inició su campaña contra los judíos

alemanes. Empezó con ataques de los Camisas Pardas contra comunidades judías en todo el país. La policía no

detuvo los ataques. Los actos de violencia contra negocios judíos y sus empleados obligaron a muchos a

cerrar. Los miembros de SA y la SS fijaban letreros en que advertían al público que no entrara en tiendas que

pertenecían a judíos. Más tarde, se obligó a todos los negocios de judíos a fijar letreros que indicaban que eran

propiedad de judíos.

Los nazis quisieron eliminar a los judíos de la economía alemana limitando su capacidad para trabajar. En abril

de 1933, se obligó a todos los judíos en cargos del gobierno a renunciar. En enero de 1934, se les prohibió que

trabajaran en negocios no judíos. También se prohibió que se dedicaran a la agricultura. Sus tierras se

confiscaron y se entregaron a agricultores no judíos. Se fijaron límites al número de judíos que podían enseñar

en las escuelas y ejercer la medicina y el derecho. Las comunidades judíos formaron organizaciones para ayudar

a los desempleados.

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En 1935, todos los judíos perdieron su ciudadanía. Se prohibieron los

matrimonios entre judíos y otros alemanes. La ley definía como judío a

todo el que tuviera más de un abuelo judío. Más tarde, se les obligó a

todos a llevar tarjeta de identidad. Al mismo tiempo, los nazis promovían

e incluso organizaban actos de violencia cada vez mayores contra la

población judía. Los peores ocurrieron la noche del 9 de noviembre de

1938, cuando lanzaron ataques contra las comunidades judías en todo el

país. El populacho se metió a golpes a las casas, arrastraron de la cama a

los judíos y los golpearan. Más de 1,000 personas murieron. Escuelas,

cementerios y sinagogas judías sufrieron destrozos. La multitud destruyó

miles de negocios de judíos y saquearon sus tiendas. El terror recibió el

nombre de Kristallnacht , “La noche de los vidrios rotos”.

Cuando Hitler subió al poder, miles de judíos huyeron de Alemania aunque les exigían que dejaran atrás su

dinero. La emigración legal se suspendió en octubre de 1938, cuando todos los judíos tuvieron que entregar sus

pasaportes. A comienzos de 1939, Hitler declaró que la guerra significaría el “exterminio de la raza judía en

Europa”. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, Hitler echó a andar sus planes

de genocidio.

4. La Guerra Civil Esanola Aunque España conservó su neutralidad en la Primera Guerra

Mundial, estuvo envuelta en una guerra en Marruecos. Como

resultado, el país padeció agitación muy parecida a la que se vivió en

Italia y Alemania después de la guerra.

Marruecos se había convertido en un protectorado español y francés

en 1912. Cuando algunas tribus marruecas se opusieron al dominio

español, España despachó tropas a conquistarlas. El resultado fue una

guerra larga y costosa. Las luchas duraron hasta 1926. Mientras tanto,

más y más ciudadanos españoles se manifestaron contra la

guerra. Cuando se llamaron a filas más tropas, hubo motines y

revueltas por toda España. Los protestadores radicales quemaron iglesias y conventos. A estas perturbaciones se

sumaron agitadores comunistas, huelgas y asesinatos.

El rey de España y el parlamento parecían incapaces de restablecer el orden y de ganar la guerra. En 1921, el

rey autorizó una campaña “final” para alcanzar la victoria en Marruecos. La ofensiva terminó en una espantosa

masacre de las tropas españolas y produjo una crisis política. La crisis terminó con un golpe de estado

encabezado por el general Miguel Primo de Rivera que derrocó al gobierno en 1923. Aunque el rey siguió en el

trono, Primo de Rivera disolvió el parlamento y gobernó como dictador. Lo mantuvo en el poder el ejército, con

apoyo de los conservadores que deseaban el orden social.

Primo de Rivera puso fin, con éxito, a la guerra en Marruecos. Sus políticas económicas y tus programas de

obras públicas fueron de provecho para España y redujeron el desempleo. Pese a ello, para 1930 había perdido

el apoyo del ejército y el rey lo obligó a renunciar. Sin embargo, los años de cooperación del rey con un

dictador le habían costado el apoyo del público. Un año después, él también dimitió y España se convirtió en

una república.

La República Española En 1931 se eligió un gobierno izquierdista. Su principal apoyo venía de la clase

obrera. Los líderes del gobierno se comprometieron a convertir a España al socialismo por medio del proceso

democrático. Iniciaron una serie de reformas laborales y de tierras y debilitaron el poder de la Iglesia Católica

situando la educación bajo el control del estado. Pero la izquierda se dividió por desacuerdos sobre el ritmo de

cambio. Esta división dio lugar a que saliera elegido en 1933 un gobierno derechista apoyado por españoles

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ricos y por la iglesia. El nuevo gobierno echó por tierra las reformas. En toda España estallaron revueltas, que

las autoridades sofocaron rápidamente.

Los partidos de izquierda se unieron en una coalición llamada el Frente Popular, con la esperanza de recuperar

el control del gobierno. Los otros partidos formaron una coalición contraria llamada el Bloque Nacional. Uno de

sus miembros era la Falange, partido nuevo inspirado en el fascismo italiano. Cuando el Frente Popular ganó las

elecciones de 1936, se produjeron motines y otros actos de agitación. El Bloque Nacional le rogó al ejército que

salvara a España del socialismo y el comunismo.

La Guerra Civil y el fin de la república En julio de 1936, se sublevaron unas unidades del ejército español. A

ellas se sumó el general Francisco Franco, comandante del ejército español en Marruecos. Con sus tropas,

Franco atravesó el estrecho de Gibraltar e invadió el sureste de España. Otro general rebelde se tomó partes del

norte. Los rebeldes escogieron a Franco, héroe de la Guerra de Marruecos, como su líder. Respaldado por la

Falange, Franco montó un gobierno en la ciudad norteña de Burgos. Se trataba de una dictadura militar fascista

en la cual él asumió el título de Caudillo, o “Líder”.

El gobierno rebelde solamente dominaba parte del

país. El Frente Popular mantuvo el poder en otras

regiones, incluidas muchas de las ciudades. En algunos

lugares, milicias de trabajadores armados por el Frente

Popular ayudaban a las tropas del ejército a derrocar a

sus oficiales de clase alta. Estas tropas seguían fieles al

gobierno izquierdista. Lo que siguió fue una guerra

civil cruenta, en que cada gobierno procuraba ganar el

control de toda España. Los seguidores del Frente

Popular, que era el gobierno elegido, tomaron el

nombre de republicanos. Los rebeldes se dijeron

nacionalistas.

Dada su estrecha relación con el partido Falange fascista, los nacionalistas recibieron ayuda de Hitler y

Mussolini. Italia envió 70,000 soldados y Hitler proveyó aviones de guerra y pilotos. Ambos dieron tanques,

artillería y soldados para manejarlos. Por su parte, los republicanos contaban con el respaldo de unos 60,000

voluntarios extranjeros anti-fascistas, republicanos, comunistas y otros. De estos extranjeros, unos 40,000

pelearon en lo que se llamaron las Brigadas Internacional, que estaban en su mayoría bajo comandantes

comunistas. La Unión Soviética dio tanques y aviones a los republicanos.

Ambos lados aplicaron mano fuerte para controlar la agitación en las regiones que dominaban. Pero los

nacionalistas se mostraron especialmente brutales. Aplicaron una política de terror deliberado. Franco se valió

de su fuerza aérea alemana para bombardear a Madrid y otros centros de populación. Al final, la superioridad de

su ejército logró agotar a las fuerzas republicanas. En marzo de 1939 los nacionalistas se tomaron por fin a

Madrid. El gobierno republicano, así como unos 500,000 soldados y civiles, huyeron cruzando la frontera a

Francia.

España bajo Franco La paz no trajo consigo el fin del terror nacionalista. Franco continuó gobernando durante

años con los poderes de emergencia que había obtenido durante la guerra. Después de la Segunda Guerra

Mundial, la opinión mundial hostil a él lo tildó de “último dictador fascista viviente” y España siguió muy

aislada por la comunidad mundial. Aunque suavizó su mando ligeramente en sus últimos años, su dictadura

persistió hasta su muerte en 1975.

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5. Stalin y la Union Sovietica La muerte de Vladimir Lenin en 1924 desató una lucha por el

liderazgo de la Unión Soviética. Al final, esta lucha por el poder la

ganó José Stalin. En 1929, ya controlaba tanto al Partido Comunista

como al estado soviético.

El ascenso de Stalin al poder Al contrario de la mayoría de los

líderes comunistas, Stalin no era ruso. Nació y se crio en Georgia,

región al norte de Turquía sobre el mar Rojo que Rusia controlaba

desde tiempo atrás. Aprendió ruso en la escuela y siempre lo habló

con un claro acento georgiano. Expulsado de la escuela en 1899, se

involucró con unos radicales que intentaban derrocar al zar de

Rusia. Se afilió a los social demócratas, y cuando estos se dividieron en 1903, tomó el partido de los

bolcheviques y se hizo seguidor devoto de Lenin.

Para 1912, Stalin había sido detenido seis veces por actividades revolucionarias. Además, había cambiado su

apellido verdadero por el de Stalin, derivado de la palabra rusa stal, que significa “acero”. En 1912, Lenin lo

nombró en un cargo de liderazgo en el Comité Central del Partido Bolchevique. Stalin fue detenido de nuevo en

1913 y lo exiliaron en Siberia. Cuando le permitieron regresar en 1917, no llegó a Georgia sino que se fue a San

Petersburgo, capital de Rusia, donde acababan de derrocar al zar Nicolás II. Stalin cumplió un papel principal

en la Revolución de Octubre, que finalmente llevó a los bolcheviques al poder, y en la guerra civil que siguió

después.

En 1922, Stalin llegó a ser secretario general del Comité Central, es decir el jefe de la rama que manejaba las

operaciones diarias del partido. Otros comunistas de alto rango consideraban que este puesto, con todo su

papeleo, era rutinario y aburrido. En cambio, Stalin lo empleó para influir en los nombramientos a comités

importantes y a posiciones clave dentro del partido. Con estas tácticas pudo acrecentar su apoyo en el partido a

la vez que debilitaba a León Trotsky, sucesor previsto de Lenin.

Tras la muerte de Lenin, Stalin se alió con otros dos comunistas de alto rango para sacar a Trotsky de la

dirección del partido en 1925. En seguida formó otra alianza para sacar a sus primeros aliados. Cuando tuvo

fuerza suficiente, aprovechó su posición de secretario general para expulsar a este segundo grupo de aliados

también. Trotsky se exilió en México, donde Stalin lo hizo asesinar en 1940.

La economía soviética Stalin continuó apoyando al Comintern, la organización formada por Lenin para

fomentar las revoluciones comunistas en todo el mundo. Pero la meta principal de Stalin era convertir a la

Unión Soviética en una nación industrial fuerte y moderna. Remplazó la Nueva Política Económica de Lenin

(NPE) con otra estrategia económica. Fijó metas de producción quinquenales, es decir para un período de cinco

años. Esta política significaba un regreso al comunismo de la guerra, la economía de planificación central que

vino después de la revolución de 1917.

El Primer Plan Quinquenal se centraba en la industria y la agricultura. Las autoridades

confiscaron los negocios pequeños que Lenin había permitido bajo la NEP. Obligaron a

los campesinos a combinar sus tierras para formar granjas grandes de propiedad del

estado, llamadas “colectivas”. Los que se oponían se exponían a ataques de las tropas

rusas. La “policía política” de Stalin detuvo a miles de campesinos y los ejecutó o los

hizo trabajar hasta morir de agotamiento en los campos penales de Siberia.

Para 1932, tanto la sociedad como la economía soviéticas estaban bajo mucha

presión. La mayoría de las industrias incumplían sus metas. La producción agrícola

había bajado pero se fijaban cuotas de producción irreales por lo altas. En Ucrania,

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agentes del gobierno tomaban los alimentos para cumplir las cuotas, dejando muy poco para alimentar a la

población. Entre 1932 y 1933 unos cinco millones de ucranianos murieron de hambre.

No obstante, Stalin anunció que el Primer Plan Quinquenal había cumplido sus metas y lo suspendió un año

antes de tiempo. Lanzó el Segundo Plan Quinquenal en 1933. Este se centró en la producción de bienes para el

pueblo. Sus metas eran más realistas y la producción industrial aumentó. En 1938, un Tercer Plan Quinquenal

pasó el énfasis a la producción de armas mientras Hitler llevaba a Europa más y más al borde de la guerra. Las

políticas económicas de Stalin lograron crear una economía industrial, pero la agricultura siguió dando malos

resultados.

El Terror de Stalin El fracaso del Primer Plan Quinquenal aumentó la oposición a Stalin. En 1934, el líder

lanzó una campana de terror para eliminar esta oposición y lograr el control total del gobierno. El asesinato de

un funcionario comunista importante —un rival cuya muerte probablemente fue por orden del propio Stalin—

dio la justificación para la mano dura. Stalin hizo detener a casi todos los miembros del Comité Central del

partido. Las detenciones marcaron el comienzo de lo que llegó a conocerse como la Gran Purga: un esfuerzo

por eliminar a todo el que pudiera ser “enemigo del pueblo”.

Decenas de altos dirigentes comunista fueron arrastrados a Moscú y sometidos a juicio. En estos “juicios farsa”

los obligaban a confesar crímenes ficticios contra la Unión Soviética y los sentenciaban a muerte. Entre los

ejecutados estaban los antiguos aliados de Stalin en las luchas por el poder de finales de los años

veinte. También murieron ejecutados muchos jefes militares. Al mismo tiempo, la policía secreta hizo redadas

secretas de miles de comunistas en rangos más bajos. Entre ellos había funcionarios locales del partido, gerentes

de fábricas, oficiales militares y funcionarios del gobierno. La policía detuvo igualmente a ciudadanos

corrientes: ingenieros, abogados, maestros, escritores, artistas y muchos más. Unos fueron muertos a bala, otros

despachados a campos penales.

Al año de iniciada la Gran Purga, había más de 2 millones de

personas detenidas en campos penales. La mayoría de estos campos

estaban en el extremo norte de Siberia, cerca del Círculo Ártico. En

1937 y 1938, la policía secreta montó tribunales especiales para

juzgar a la gente y sentenciarla a muerte antes de detenerla. De este

modo se ejecutó a cientos de miles de personas, que se enterraron

secretamente en fosas comunes.

Cuando la Gran Purga terminó, alrededor de 1940, casi la mitad de

los miembros del Partido Comunista, que habían sumado 2.3

millones, habían sido ejecutados o habían muerto en los campos penales. Igual cosa ocurrió a unos 4.5 millones

de personas del público general.

Muchos partidarios del comunismo depositaron su fe en el experimento soviético. Pero el gobierno de Stalin

demostró que el comunismo estaba lejos de ser una solución ideal a los problemas de la sociedad

capitalista. Cuando acabó con los derechos y libertades económicos y personales para satisfacer las necesidades

del estado, el comunismo se redujo a uno tipo más de totalitarismo. Hoy el término “estalinismo” sigue

empleándose para describir un dominio totalitario brutal.

Resumen En esta lección, aprendiste sobre el auge de los gobiernos totalitarios en las décadas de 1920 y 1930. Los años entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial estuvieron marcados por gobiernos fascistas y totalitarios en una escala sin precedentes. Interacción cultural Mussolini Hitler, Franco y Stalin prometieron restablecer el orden en sus naciones y devolverles su grandeza. Ninguno respetaba la democracia ni las libertades del individuo. Muchos ciudadanos llegaron a estar de acuerdo con estos líderes, pensando que era más importante una nación fuerte que derechos individuales.

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Sistemas políticos En España, Italia y Alemania, los gobiernos democráticos no pudieron restablecer la estabilidad ni la prosperidad después del caos producido por la guerra. En Italia, Mussolini derrocó al gobierno amenazando recurrir a la fuerza. Hitler se valió del sistema democrático alemán para tomar el poder. En España, Franco logró el poder derrotando al gobierno elegido en una guerra civil. Los tres líderes aplicaron violencia y terror contra su pueblo para afirmar su poder. En la Unión Soviética jamás hubo democracia, y Stalin se valió de medios igualmente brutales para lograr el control total del Partido Comunista que estaba en el poder, y de la nación. Sistemas económicos Bajo Mussolini y Stalin, el gobierno se involucraba en el manejo de la economía de la nación. Mussolini formó corporaciones en que los trabajadores y dueños estaban obligados a cooperar en la determinación de salarios, precios y niveles de producción que luego estaban sujetos a la aprobación del gobierno. En el estado comunista de Stalin, el gobierno era dueño de todos los medios de producción y determinaba qué y cuánto se produciría. Alemania nazi ejercía un control económico menos directo. Tanto Hitler como Mussolini lanzaron grandes programas de obras públicas para eliminar el desempleo generado por la Gran Depresión. Hitler también aplicó armas económicas en su brutal campaña de persecución contra los judíos del país.