1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA POBLACIÓN AFRO-DESCENDIENTE EN PARAGUAY Documento de trabajo Lic. Ana Barreto – Dr. Ignacio Telesca PARA COMENZAR Desde la conquista del territorio bañado por los ríos Paraguay y Paraná por parte de los europeos, la población de la región estuvo marcada por la presencia africana en forma de personas esclavizadas. Esta situación continuó hasta la abolición de la esclavitud en 1870 en la actual República del Paraguay, siendo la población afrodescendiente esclavizada de un 4% aproximadamente. Si se tiene en cuenta la población afrodescendiente libre, el porcentaje de la misma aumenta a un 13%, dependiendo de las condiciones del censo realizado. Ante la toma de conciencia de esta realidad, la pregunta que surge es por qué hace falta justificar y fundamentar la incorporación de la categoría afrodescendiente en un censo poblacional del Paraguay. La pregunta no es baladí y tiene también sus tentaciones. En especial, en la de caer en esencialismos estancos, pero no sólo de la población afrodescendiente o indígena, sino fundamentalmente del resto, del que no se considera ni uno ni otro, sino simplemente como ‘paraguayo/a’. Pero, qué significa o mejor dicho, significó ser paraguayo. Se asume generalmente que dicha categoría existe y existió desde la misma colonia basándose en esa categoría de mestizaje que todo lo incluye y disculpa. Más allá del machismo inherente en tal idea (puesto que sin cuestionamiento alguno se acepta que la mujer guaraní gustosa tuvo descendencia con cuanto español quisiera, algo que se repetirá con la función de la mujer tras la guerra contra la triple alianza), la documentación histórica nos pone en alerta que nunca la sociedad colonial y republicana se consideró mestiza, que hasta fines del siglo XVIII la población de la provincia del Paraguay era eminentemente indígena (las 2/3 partes) y que los cambios demográficos producidos tras la expulsión de los jesuitas en 1767 no se refieren tanto a una ‘integración’ en una supuesta sociedad ‘nacional’ sino a la intención de huir de la discriminación y exclusión a que eran sometidos los pueblos indígenas (encomiendas, entre otras) y la población afrodescendiente (esclavitud y amparo para la población libre). Esta negación del otro, de los diferentes otros, llega a su culmen en la celebración del primer centenario de la independencia cuando en el Álbum Gráfico que se editó para dicha conmemoración no se duda en afirmar que la población paraguaya “es homogénea, predominando en absoluto la raza blanca. En 30.000 puede calcularse el número de indios que en estado salvaje habitan el centro del Chaco. En la Región Oriental son hoy objeto de curiosidad, así como los negros” (López Decoud, 1911: 83).Es más, en la introducción a la obra el mismo autor sostendrá que “existe entre
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA POBLACIÓN AFRO-DESCENDIENTE EN PARAGUAY
Documento de trabajo
Lic. Ana Barreto – Dr. Ignacio Telesca
PARA COMENZAR
Desde la conquista del territorio bañado por los ríos Paraguay y Paraná por parte de los europeos, la
población de la región estuvo marcada por la presencia africana en forma de personas esclavizadas.
Esta situación continuó hasta la abolición de la esclavitud en 1870 en la actual República del
Paraguay, siendo la población afrodescendiente esclavizada de un 4% aproximadamente. Si se tiene
en cuenta la población afrodescendiente libre, el porcentaje de la misma aumenta a un 13%,
dependiendo de las condiciones del censo realizado.
Ante la toma de conciencia de esta realidad, la pregunta que surge es por qué hace falta justificar y
fundamentar la incorporación de la categoría afrodescendiente en un censo poblacional del
Paraguay.
La pregunta no es baladí y tiene también sus tentaciones. En especial, en la de caer en esencialismos
estancos, pero no sólo de la población afrodescendiente o indígena, sino fundamentalmente del
resto, del que no se considera ni uno ni otro, sino simplemente como ‘paraguayo/a’. Pero, qué
significa o mejor dicho, significó ser paraguayo. Se asume generalmente que dicha categoría existe
y existió desde la misma colonia basándose en esa categoría de mestizaje que todo lo incluye y
disculpa.
Más allá del machismo inherente en tal idea (puesto que sin cuestionamiento alguno se acepta que
la mujer guaraní gustosa tuvo descendencia con cuanto español quisiera, algo que se repetirá con la
función de la mujer tras la guerra contra la triple alianza), la documentación histórica nos pone en
alerta que nunca la sociedad colonial y republicana se consideró mestiza, que hasta fines del siglo
XVIII la población de la provincia del Paraguay era eminentemente indígena (las 2/3 partes) y que
los cambios demográficos producidos tras la expulsión de los jesuitas en 1767 no se refieren tanto a
una ‘integración’ en una supuesta sociedad ‘nacional’ sino a la intención de huir de la
discriminación y exclusión a que eran sometidos los pueblos indígenas (encomiendas, entre otras) y
la población afrodescendiente (esclavitud y amparo para la población libre).
Esta negación del otro, de los diferentes otros, llega a su culmen en la celebración del primer
centenario de la independencia cuando en el Álbum Gráfico que se editó para dicha conmemoración
no se duda en afirmar que la población paraguaya “es homogénea, predominando en absoluto la
raza blanca. En 30.000 puede calcularse el número de indios que en estado salvaje habitan el centro
del Chaco. En la Región Oriental son hoy objeto de curiosidad, así como los negros” (López
Decoud, 1911: 83).Es más, en la introducción a la obra el mismo autor sostendrá que “existe entre
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nosotros perfecta homogeneidad étnica: el pigmento negro no ensombrece nuestra piel” (López
Decoud, 1911: 8).
Más claro aún lo dejará Manuel Domínguez, en 1907, en la respuesta que le dará al general
argentino -y pintor- José Ignacio Garmendia, renegando contra los que sostienen que el Paraguay es
guaraní, reafirma una vez más que “este pueblo es blanco, casi netamente blanco… ¡más blancos,
más altos, más inteligentes, más hospitalarios y menos sanguinarios que los otros [los vecinos]”
(Domínguez, 2009: 43).
Desde este primer centenario hasta nuestro segundo que acabamos de pasar, mucha agua no ha
corrido bajo el puente, y si bien es cierto que pocos firmarían la expresión de Manuel Domínguez,
muchos sí lo harían con los dichos de López Decoud.
DESDE EL MISMO MOMENTO DE LA CONQUISTA
No es, importante señalarlo, la falta de bibliografía lo que imposibilita superar las visiones de
principios de siglo XX. La obra pionera de Josefina Pla (incluso para la región),Hermano negro, en
1972 ya señalaba la presencia de población esclavizada desde el mismo momento de la llegada de
los europeos. Fue esta investigadora quien hurgando en el Archivo Nacional se topó con un
documento referente a la venta de los bienes de Juan Nava, entre los que se encontraba un
matrimonio de esclavos proveniente de África, el documento es del año 1556.
La entrada de los esclavos en estos primeros años se hacía fundamentalmente vía Brasil y vía
contrabando: “entre 1588 y 1597 llegaron desde las costas brasileñas 233 esclavos, de los cuales
219 fueron introducidos en forma de contrabando. Sin embargo, es recién en el siglo siguiente que
vamos a encontrarnos con barcos negreros anclando en el puerto de Buenos Aires: en marzo de
1602 llegaron en dos navíos 675 esclavos” (Telesca, 2010b: 338). No olvidemos que hasta 1620 la
provincia del Paraguay se extendía desde Asunción hasta Buenos Aires.
UNA SOCIEDAD CON AFRODESCENDIENTES
La bibliografía que se refiere en general al afrodescendiente en el Paraguay (Pla, 1972; Cooney,
1995; Argüello, 1999; Boccia, 2004) a pesar de hacer una muy buena presentación del tema, peca
de centrarse en dicha población como si fuera un organismo que nace, se reproduce y desaparece
con la guerra contra la triple alianza. Sin embargo, si dejamos de lado su relacionamiento con el
resto de la sociedad nos hacemos una imagen incompleta tanto de la población afrodescendiente
como de la del resto de la sociedad.
Sabemos que los y las provenientes del continente africano fueron introducidos esclavizados. Esto
implica, cazados en África, hacinados en los barcos negreros, marcados en los puertos de
desembarque (las personas que pudieron salir vivas) y finalmente vendidos cual objetos a sus
nuevos amos.
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Quien llevaba la peor parte en este mecanismo legislativo que hacía factible y deseable el régimen
esclavista era la mujer. Era a través de ella que la esclavitud se transmitía. La descendencia de una
mujer esclavizada, sea quien fuera la contraparte masculina, continuaba siendo esclava; no así si el
varón esclavizado tenía descendencia con una mujer libre.
Desde esta situación podemos vislumbrar cómo las estrategias para eludir la esclavitud serán
diferentes para un varón o para una mujer esclavizada. Esta última sólo podrá liberarse del yugo a
través de la muerte, la huida o que alguien compre su libertad. Para los varones se daba la
posibilidad de formar familia con mujeres libres, con lo cual garantizaba que su descendencia lo
sería también.
MUJERES Y VARONES, ESTRATEGIAS DIVERSAS PARA ELUDIR LA ESCLAVITUD
Esta diferenciación de las estrategias utilizadas por parte de las mujeres y los varones esclavizados
la podemos ver de una manera muy gráfica con el siguiente caso ocurrido a fines del siglo XVIII.
Paraguarí era una inmensa estancia que pertenecía al colegio de los jesuitas en Asunción, con
población esclava. Al momento de la expulsión de los jesuitas en 1767 vivían en la estancia más de
500 esclavos. Como tras la expulsión se realizó un inventario detallado de todos los bienes de la
Compañía de Jesús, podemos ver una relación etaria y por sexo de la población esclavizada al
tiempo que se visualiza el proceso de venta de las personas esclavizadas.
TABLA I DIVISIÓN EN EDAD Y GÉNERO DE LOS ESCLAVOS DE PARAGUARÍ1
Varones Mujeres Total Menores de 14 126 134 260 Entre 14 y 50 88 117 205 Mayores de 50 10 7 17 Totales 224 258 482
TABLA II ESCLAVOS EN LA ESTANCIA DE PARAGUARÍ
1/8/1767-31/5/1771
519 fueron inventariados en 1767
Más 5 que estaban en Asunción Menos 188 enviados para ser vendidos en Buenos Aires y en Asunción
Más 6 que estaban ocultos Menos 18 adultos muertos después del inventario hasta la tasación
Más 12 nacidos hasta la tasación
Menos 9 párvulos muertos desde el inventario hasta la tasación
Más 89 nacidos después de la tasación
Menos 40 párvulos muertos desde la tasación
Total 631 255 Quedan 376 esclavos
1 No de todas las personas se refieren los datos precisos por eso el total es sólo de 482. Al número de 88 varones entre los 14 y 50 años habría que agregar seguramente a los 11 que se agregaron tras el primer inventario, como se señala en la Tabla II.
Absoluto % Españoles 465 49,0 Indios 65 6,9 Negros y mulatos libres 231 24,4 Negros y mulatos esclavos 187 19,7
TOTAL 948 100 FUENTE: Aguirre, 1949.
El censo de 1782 nos permite ver una nueva conformación de la población. No es novedosa, en
tanto que nos haga pensar que tras la expulsión de los jesuitas la zona se pobló de españoles
(entiéndase siempre, jurídicamente, españoles no provenientes de Europa, sino lo que
tradicionalmente se suele llamar ‘españoles americanos’). Sabemos que la misma orden mientras
aún estaba en Paraguarí arrendaba parte de sus territorio a campesinos del lugar, que son los que en
1782 componen el grueso de la categoría ‘españoles’. Pero lo que más nos interesa es la aún
presencia de personas esclavizadas (seguramente adquiridas por los nuevos colonos) y de este grupo
de ‘negros y mulatos libres’.3
2 Se incluyen en la lista, 19 esclavos que pertenecían a la estancia de San Lorenzo. 3 La expresión ‘negro y mulato’ la trae la misma fuente, pero por lo general no existía una denominación clara que se aplicara en la provincia del Paraguay, vemos utilizar indistintamente palabras como ‘negro’, ‘mulato’, ‘africano’, ‘pardo’,
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Contamos con una fuente que nos puede dar pistas sobre cómo se fue conformando este grupo, pero
antes de eso veamos la conformación de la población en 1799, para lo cual contamos con otro censo
realizado por el gobernador Lázaro de Ribera.
TABLA IV
POBLACIÓN EN PARAGUARÍ EN 17994 1ª edad 2ª edad 3ª edad Total
TOTAL 948 100 1.892 100 Si bien existen pequeñas variaciones entre ambos censos, podemos comprobar que la población
considerada afrodescendiente en Paraguarí en vísperas de la independencia rondaba el 40%, más
alta que la media, como luego veremos. Pero volvamos a nuestro tema de las estrategias
diferenciadas entre los varones y las mujeres esclavas.
Una fracción de la estancia que perteneció a la Compañía de Jesús pasó a formar parte de las
propiedades del nuevo Real Colegio Seminario de Asunción. También los esclavos. Contamos con
cuatro inventarios de esclavos de esta propiedad que se encuentran en el Archivo Nacional de
Asunción (ANA): el de 1781 con sus “procreos” hasta 1784; de 1792; de 1801 y de 1817, ya en
época independiente (no olvidemos que la esclavitud recién se abolió en 1870).
etc. Si bien en el significado no es igual un pardo que un mulato que un negro, estas diferencias no eran tenidas como tales por las fuentes, de una manera consistente. 41ª edad del nacimiento a 15 años; 2ª de 15 a 60; 3ª de 60 adelante
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La tabla VI, aunque extensa, nos muestra en primer lugar cómo los varones de las familias (seis en
total) se casan con mujeres libres y de esa manera se corta el vínculo familiar con la estancia,
aunque ellos sigan participando, como es el caso de Juan Ventura, que termina siendo capataz en la
estancia de Caacupé. Al mismo tiempo podemos apreciar cómo las actividades económicas se van
agrupando en torno a una familia que se va haciendo más grande, como la de Miguel, que se
concentra en la estancia de Tacuruty. Hemos querido poner los nombres de las personas, que si bien
hace extensa la lista, creemos importante darle un poco más de visibilidad a las personas y no
reducirlas a meros números estadísticos.
TABLA VI LISTA DE ESCLAVOS DEL REAL COLEGIO SEMINARIO, 1781-1817
1781-4 1792 1801 1817 Tacuruty Caacupé
Cosme Capata
z
María Salomé su mujer X 60 años
Juan Ventura X 28 30 (casado con mujer
libre) Capataz
Manuel X 26 Melchor X 25 Melchora X 18 30 X Hilaria X Lorenza X 15 X
Domingo X 24 (casado con mujer
libre)
María Josefa X María Vicencia, hija de Melchora 3 X José Tadeo, hijo de Lorenza X Juana Tomasa, hija de Lorenza X María Manuela, hija de Lorenza X Juan Ángel, hijo de Lorenza X
Isidro X 40 casado con mujer libre
Luisa su Mujer Rosalía X 16 María Silvestre X 14 María Petrona X 10 18 María de la Encarnación X María Eusebia X María Concepción 6 Manuel Ignacio 4 13 Miguel Antonio, hijo de María Petrona X
7
Bartolomé, hijo de Rosalía, difunta 8 X
Raymundo X 40 Teodora su mujer X 36 Asencia X 24,
Joaquín X 20 (casado con mujer
libre)
Juan Esteban X 12 X María Juana X 11 X María de la Encarnación X
Salvador X 9 18 (casado con mujer
libre) X
María Tomasa 6 X Juan Esteban, hijo de Asencia 7 María Antonia, hija de Asencia 8 X María Nicolasa, hija de Asencia 5 Santiago, hijo de María Juana X Felipe, hijo de María Juana X José Lorenzo, hijo de María Juana X
Benita, hijo de María Juana X Dorotea, hijo de María Juana X María Josefa, hija de María Antonia X
Félix X
Pasan al colegio de Asunción, él es mayordomo y su mujer cocinera
María Regina su mujer X Alejo X María todos Santos X
Miguel X 40 50 Capataz Isabel su mujer X 30 40 X Valeria X Mariano X 11 María Petrona X 13 18 X María de la Cruz X 11 16 X María de la Encarnación X Eusebia 8 15 X Andresa 6 13 X María de la Asunción 5 X Felipe 3 Mauricio 8 María Benedicta 2 X Juan José 3 Baltasar 4 X Ignacio, hijo de María de la Cruz 2
8
María Lorenza, hija de María Petrona De meses X
Felipe, hijo de Miguel X Bernardino, hijo de Miguel X Gaspar, hijo de Miguel X Nicolás, hijo de María Petrona X Tadeo, hijo de María Petrona X Manuel, hijo de María Petrona X Feliciano, hijo de Andresa X María Rufina, hija de Andresa X Luisa, hija de María de la Cruz X María Martina, hija de Eusebia X Juana Ángela, hija de Eusebia X Marcelino, hijo de Tomasa X Justo Pastor, hijo de Tomasa X Rosa Antonia, hija de Tomasa X María Inocencia, hija de Tomasa
X
Antonina, hija de Tomasa X
Valentín (casado con mujer libre) X
Francisco Solano soltero X
Juan Damián, hijo de una esclava que está en la ciudad
2
José Bernardo X
Andresa X Escolástica, su hija X TOTAL DE ESCLAVOS 37 28 27 28 21
FUENTE: ANA, NE vol. 8.1, NE vol. 583, NE vol 739, NE vol. 1221 y NE vol. 3132.
El cuadro nos muestra que casi todos los varones, no jefes de familia, terminan casándose con
mujeres libres y en los que no figura ese dato, desaparecen de los sucesivos inventarios. El caso de
Juan Ventura, pareciera que es el heredero del cargo de capataz de su padre para la estancia de
Caacupé. El caso de Isidro, del segundo núcleo familiar, es igual de interesante, ya que casado en
segundas nupcias lo hace con una mujer libre. Desgraciadamente aún no hemos encontrado otros
registros de igual envergadura para estancias privadas para ver si era sencillo o no para los esclavos
varones casarse con mujeres libres.
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AFRODESCENDIENTES LIBRES
No es difícil comprender por qué una persona esclavizada intentaba evadir dicha sujeción. Pero
debemos dar un paso más y meternos en la descendencia libre de esos afrodescendientes. Pareciera
que pronto en la América española su número fue creciendo, ya que poseemos Reales Cédulas de
fines del siglo XVI, en donde se intentaba regular la vida de este grupo de negros y mulatos libres
(Telesca, 2010b). Es una nueva clase de personas para la cual la corona española no había pensado.
Existían los españoles, los indígenas y los esclavos, pero ¿qué hacer con los afrodescendientes
libres? La forma de control más utilizada era la del cobro de tributos, de impuestos, de esta manera
se puede saber quiénes y cuántos son (además de obtener un ingreso extra para las arcas reales),
entonces obligaron a todo varón afrodescendiente a pagar un marco de plata a la corona. Así como
todo indígena estaba sometido al régimen de encomienda, todo afrodescendiente libre tenía que
pagar su tributo del marco de plata.
Sabemos que ser afrodescendiente era sinónimo de pobreza, por lo que era mínima la posibilidad
que tenían de pagar dicho impuesto. Esta dificultad ya se reconocía en una Real Cédula de 1577, y
la razón se debía, decía el documento,a que eran “gente que no tiene asiento ni lugar cierto” y se
plantea una manera de solucionar dicho problema: “obligarlos a que vivan con amos conocidos”,
que los amparen y que sean éstos los que tengan que pagar dichos tributos “a cuenta del salario” del
afrodescendiente.
Como se puede entrever, esta institución del amparo no era otra cosa que una esclavitud encubierta.
Además, la autoridad designada para dar en amparo a una familia afrodescendiente libre era el
gobernador, quién la utilizaba para beneficiar a sus favoritos. Como bien lo manifestara Félix de
Azara a fines del siglo XVIII, “…ningún esclavo ni su posteridad puede tener libertad aunque se la
dé su legítimo dueño, porque al momento que alguno la consigue lo aprisiona el gobernador y lo
entrega a algún particular, en amparo, según dicen, para que lo haga trabajar como esclavo sin más
obligaciones que la de cualquier dueño respecto a sus esclavos, menos que no le puede vender.”
(Azara, 1904: 48).
LA FUNDACIÓN DE EMBOSCADA
La población afrodescendiente libre fue creciendo en número con el correr de los años aunque
carecemos de datos específicos. De hecho, el único censo del siglo XVII fue el realizado por el
obispo Faustino de Casas en 1682 (Velázquez, 1972). De sus datos sabemos que vivían en la
provincia del Paraguay 38.666 habitantes, de los cuales la mitad (19.070) lo hacían en los siete
pueblos de indios controlados por los jesuitas. No hay datos para afrodescendientes libres, pero sí
para esclavos, 1.134 en las dos únicas ciudades existentes en ese momento, Asunción y Villa Rica
(que venía de trasladarse de su antigua locación en el hoy departamento brasileño de Paraná a su
localización actual).
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No será sino hasta un siglo después que se comience a distinguir claramente entre esclavos y libres
en los censos. Sin embargo, sabemos que cuando en 1714 se funda la población de Villeta del
Guarnapitán se trae para su población a 38 familias de pardos libres (Velázquez, 1978). Y que la
población parda libre era importante en la provincia del Paraguay, al margen de los esclavos, lo deja
de manifiesta justamente la fundación del pueblo San Agustín de la Emboscada en 1741, que se
hizo exclusivamente con pardos libres (Granda, 1983; Blujaki, 1980).
Ya antes se había fundado el fuerte de Arecutacuá y en dicha construcción habían participado 40
mulatos libres, de los cuales muchos permanecieron una vez terminado el fuerte en 1719. La
función del fuerte era la de antemural ante las incursiones de los grupos indígenas aún no sometidos
por los españoles, pero pareciera que el lugar escogido no fue el ideal ya que enseguida se sintieron
las necesidades alimentarias y la creciente del río Paraguay destruyó parte de la construcción. En
1741, el gobernador Rafael de la Moneda decide no sólo mudar de lugar el sitio, sino que en
adelante ya no sería un fuerte sino un pueblo. La función continuaría siendo la misma, la de defensa
(como bien lo indica el nombre de Emboscada), y los pobladores exclusivamente pardos libres (de
hecho, al lugar también se lo denominaba Camba Reta). Para 1745 Emboscada ya estaba lista y en
1761 vivían allí 112 familias y 572 personas, todos afrodescendientes libres (Telesca, 2009).
A estos afrodescendientes libres que fueron a habitar el recién fundado pueblo, se los liberó de
pagar el tributo del marco de plata y se los dispuso como Pueblo de Indios, viviendo en comunidad,
lo cual no funcionó y los habitantes de Emboscada peticionaron al gobernador para que los dejasen
trabajar como libres o mudarse al Chaco, lo cual les fue denegado. De hecho, la población de
Emboscada fue constantemente explotada por los gobernadores, ya que, al decir de Azara,
“arbitrariamente disponen [de ellos] como que carecen de patrono y a cualquiera hora se hallan en
su hogar” (Azara, 1904: 49). Así como los indígenas eran explotados a través del sistema de
encomienda, de igual manera a los afrodescendientes libres se los utilizaba cual esclavos ya sea por
los amparadores, ya sea por los gobernadores.
ESTRATEGIAS DE LOS AFRODESCENDIENTES LIBRES
Ante esta situación no serán inentendibles todas las acciones emprendidas por este grupo de
afrodescendientes libres para dejar de ser tenidos como tales y ser considerados dentro del grupo de
españoles. Pero antes de ver estas estrategias tengamos un pantallazo general de los datos
demográficos.
Para fines del Paraguay colonial contamos con dos censos detallados, uno realizado en 1782 por el
entonces gobernador Melo de Portugal (Aguirre, 1949) y el otro en 1799 confeccionado por el
gobernador Lázaro de Ribera (Maeder, 1975). Para el período independiente hasta 1870, el único
censo que se realizó fue en 1846 por orden del presidente Carlos Antonio López (Williams, 1976;
Kegler, 1976). La siguiente tabla nos muestra la población total ‘negra y mulata’ dividida en libre y
esclava, así como también el porcentaje del total de la población del Paraguay.
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TABLA VII
POBLACIÓN AFRODESCENDIENTE EN PARAGUAY DESDE 1782 HASTA 1846 1782 1799 1846 total % total % Total %
Los indígenas desde el mismo inicio del sistema de encomienda buscaron la manera de eludir ese
régimen de explotación. La forma más usual era la huida. La expulsión de la Compañía de Jesús fue
una oportunidad invalorable para muchos indígenas para abandonar sus pueblos e instalarse en
tierra ajena como ‘tolerados’. Se dio también que desde el gobierno asunceno se recuperaron
territorios previamente ocupados por los jesuitas y las tierras se repartieron entre la elite, necesitada
ésta de mano de obra, por lo cual la nueva remesa de indígenas fugados de los ex pueblos jesuitas
sació dicha necesidad.
No hemos de entrar en pormenorizar esta realidad, lo que ya hemos hecho en otros trabajos
(Telesca, 2009), sino llamar la atención sobre la conformación social de la provincia y la república
del Paraguay. Si la población indígena pasa de un 66% a un 0,5% en sólo 80 años estaríamos frente
a un genocidio sin precedente, pero no es el caso; ni tampoco significa esto que la sociedad se
reconociera como indígena o al menos mestiza. Por el contrario, la documentación siempre recalca
la limpieza de linaje de la población.
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Es decir, estamos por un lado frente a grupos de la sociedad, indígenas o afrodescendientes, que
bregan para dejar de ser discriminados y excluidos, y por otro, frente a una sociedad que a pesar de
ir conformándose con estos contingentes, no se reconoce sino como blanca, manteniendo en
vigencia las discriminaciones existentes desde épocas coloniales.
La guerra contra la triple alianza diezmó a la población por igual y en los censos de fines del siglo
XIX la categoría étnica desaparece. Cuando las nuevas generaciones se ven en la necesidad de
repensarse a sí misma tras la guerra, optan por inventar una tradición, la del mestizaje. Muy a la
moda en el resto del continente también; en Chile por ejemplo Nicolás Palacios publicaba en 1904
La raza chilena, en donde postulaba la conformación de dicha raza con la mezcla entre los
peninsulares y los araucanos.
La diferencia la encontramos en que mientras en otros países como Chile o Argentina, esta versión
era una más entre las posibles, en Paraguay se convirtió en la hegemónica y única. A los postulados
de Manuel Domínguez se le adosan los trabajos de Moisés Bertoni sobre la civilización guaraní y
luego Natalicio González hará de ella una ideología de estado. Es decir, es esta misma raza mestiza
la que apelará a un sistema de gobierno autoritario.
El triunfo en la guerra del Chaco reafirmará la supremacía de la raza paraguaya y los gobiernos
dictatoriales de Morínigo y Stroessner no harán sino echar más leña al fuego; al punto que hoy es
casi historia oficial.
El Censo 2012 es una oportunidad importante no sólo para visibilizar a los diferentes componentes
de la sociedad paraguaya, sino también para reflexionar sobre la conformación histórica de la
misma.
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