DOMINGO 2 DE SEPTIEMBRE DE 2007 DIARIO DE BURGOS vivirverano2007 27 nos conduce hasta el campanario, desde el que se ven los jardines perfectamente cuidados por las hermanas clarisas. Continuamos la ruta hacia Lences de Bureba. Un pequeño pueblo lleno de rincones entraña- bles para disfrutar de una combi- nación peculiar entre agua y vege- tación. A la entrada de la villa el firme donde un día estuvieron las vías del Santander-Mediterráneo despierta una pizca de melancolía que desaparece acto seguido al lle- gar la primera bella estampa. Una pequeña presa en el río Homino y una verde explanada permiten a los veraneantes disfrutar de la buena temperatura veraniega. Di- versión para los más jóvenes que chapotean en el agua sin parar mientras sus familias aprovechan los suaves rayos de sol que se es- capan entre las nubes. En el pueblo, ya liberado de la carretera que en su día lo atrave- saba, la calma que se respira se complementa con esos pequeños detalles que, uno tras otro, no pa- ran de sorprender y agradar a la vista. Un potro para herrar a los caballos, un pozo remodelado, un sinfín de rosas o, incluso, un gra- cioso loro llaman la atención del visitante. Uno de los lugares más importantes del pueblo es el puen- te romano. En perfectas condicio- nes y situado en un enclave en el que los árboles cobran un gran protagonismo, la gran estructura de piedra se levanta majestuosa ante el suave murmullo de las aguas cristalinas que se deslizan calmadas pero constantes bajo su arco. Tras él destaca un viejo moli- no que, en sus días, fue el encar- gado de surtir de harina al pueblo para que cada vecino hiciese su propio pan. A su alrededor un pe- queño salto de agua y una zona ar- bolada conforman un pequeño rincón perfecto para el descanso y la relajación. Muy cerca de aquí, el sonido de las campanas nos lla- ma. Un arco románico tallado con relieves de animales y un alto cam- panario en el que un claro reloj nos regala unas horas son lo más lla- mativo del templo de la villa. PEQUEÑO TESORO. Aunque mu- chos lo desconocen, en esta pe- queña localidad burebana existe en un pequeño arco una viga de madera tallada en el siglo XVI. De los orígenes de esta joya se sabe que fue una de las entradas al pue- blo y que formaba parte de una gran casa señorial. En la actuali- dad, esta reliquia se encuentra bastante deteriorada pues, al pa- recer, nadie se ha preocupado de su restauración. Lences cuenta ahora con una nueva vecina. Amaya ha dejado su vida en la ciudad para regentar el bar y un hospedaje. «Quería un cambio de vida y este pueblo es precioso. Me encanta la vida ru- ral», dice. El negocio lleva tan sólo unas semanas abierto y ya ha aten- dido a sus primeros huéspedes. Tiene toda la ilusión puesta en sa- carlo adelante con el objetivo de darle más movimiento al munici- pio porque está convencida de que allí todos disfrutan mucho más de la vida. El grabado En la viga de madera del siglo XVI tallada en una de las vie- jas puertas de entrada a Len- ces de Bureba se puede leer la inscripción «Fue María con- cebida sin pecado original en el primer instante...» (el resto es ilegible). La ruta Lences, Castil de Lences, Bár- cena de Bureba: pueblos her- mosos, pero diferentes. En los primeros la vida sigue in- tacta, como el rumor del agua que los baña; en el segundo el silencio es el dueño de las horas. Ya nadie vive allí. Ya nadie sueña... FOTOS: ÁNGEL AYALA