FACULTAD DE MEDICINA DEPARTAMENTO DE CIRUGIA TESIS DOCTORAL Carlos Enrique Atalaya Marín Directores Prof. José Antonio Rodríguez Montes Dr. Carlos Moreno Sanz 2012 CIRUGIA LAPAROSCOPICA VERSUS CIRUGIA ABIERTA. EVALUACION EN EL TRATAMIENTO DEL CANCER DE COLON
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
FACULTAD DE MEDICINA
DEPARTAMENTO DE CIRUGIA
TESIS DOCTORAL
Carlos Enrique Atalaya Marín
Directores
Prof. José Antonio Rodríguez Montes
Dr. Carlos Moreno Sanz
2012
CIRUGIA LAPAROSCOPICA VERSUS CIRUGIA ABIERTA.
EVALUACION EN EL TRATAMIENTO DEL CANCER DE COLON
Facultad de Medicina Departamento de Cirugía
Don José Antonio Rodríguez Montes, Catedrático de Cirugía de la
Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y Jefe del
Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario
La Paz, y
Don Carlos Moreno Sanz, Doctor en Medicina y Cirugía, y Jefe del
Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital General La
Mancha Centro en Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
Certifican:
Que la tesis doctoral Cirugía laparoscópica versus cirugía
abierta. Evaluación en el tratamiento del cáncer de colon, ha sido realizada
bajo su dirección y supervisión por Don Carlos Enrique Atalaya Marín.
Una vez revisada la presente Memoria por los que subscriben, es
considerada apta para ser presentada y defendida ante el Tribunal que en su
La colonografía por TC y por RM son nuevos métodos para evaluar el
colon, aunque el primero implica radiación; ambos precisan de preparación
intestinal, y han demostrado ser una alternativa para detectar lesiones
superiores a 5 milímetros, permitiendo al mismo tiempo la evaluación
simultánea de otros órganos intrabdominales. El enema opaco y el de bario con
doble contraste implican radiación, son baratos, con menos complicaciones que
la colonoscopia, pero no permiten localizar lesiones de pequeño tamaño, ni la
toma de biopsias(2).
El National Polip Study confirmó que la polipectomía colonoscópica en
pacientes con adenomas disminuye la probabilidad de desarrollar un cáncer
colorrectal en comparación con un grupo de referencia de individuos con
pólipos a los que no se les hizo resección y con un registro poblacional
(Surveillance, Epidemiology and End Results [SEER] Program), de los cuales la
mayoría no tenían pólipos; este estudio efectivamente validó la secuencia
adenoma colorrectal-adenocarcinoma(27). Los resultados del Fukuoka
Introducción
12
Colorrectal Cancer Study(28), indican que la polipectomía de colon en la
práctica actual confiere un menor riesgo de cáncer rectal y, posiblemente, de
cáncer de colon distal.
Tabla 2. Cribado y vigilancia de cáncer colorrectal(2)
Categoría riesgo Recomendación Edad de inicio Intervalo
Medio
Todos a la edad de 50 o más, sin otros factores de riesgo
Sangre oculta en heces más sigmoidoscopía flexible o colonoscopía
50 años Sangre oculta en heces anual Sigmoidoscopía flexible cada 5 años Colonoscopía cada 10 años o enema opaco con doble contraste, más sigmoidoscopía flexible cada 5-10 años
Moderado
Un pariente en primer grado con CCR o pólipos diagnosticados >60 años
Monitorización de riesgo medio Colonoscopía
Monitorización: 40 años Colonoscopía: 50 años
Igual que arriba, hasta la primera colonoscopía Colonoscopías de seguimiento cada 5 años
Un pariente en primer grado con CCR o pólipos diagnosticados <60 años o dos parientes en primer grado de cualquier edad
Colonoscopía 40 años o 10 años antes del primer caso en la familia
Cada 5 años con examen negativo
Pólipo neoplásico previo (>1 cm, proximal o múltiple)
Colonoscopía 3 años después de la polipectomía inicial
3 años si se encontraron más pólipos 5 años para examen normal
Pólipo pequeño simple (<1 cm)
Colonoscopía 5 años después de la polipectomía
3 años si se encontraron más pólipos 5 años para examen normal
Historia de resección de CCR con intento curativo
Colonoscopía Al momento de la resección se deberá examinar en su totalidad el colon
1 y 3 años después de la resección; después, cada 5 años con examen normal
Enfermedad intestinal inflamatoria
Colonoscopía con toma de biopsias para vigilancia en displasias
8 años después de inicio de pancolitis 12-15 años después de colitis izquierda
Cada 1-2 años Se recomienda colectomía para cualquier displasia
Elevado
Poliposis familiar adenomatosa: hijos o hermanos del paciente afectado
Sigmoidoscopía Referir a especialistas Examen genético
12 años si el paciente está en riesgo o es portador Panendoscopía cada 1-2 años después del diagnostico
Anualmente hasta la colectomía (efectuada si aparecen pólipos)
CCHNP: pacientes en riesgo, cuyas familias encajan en los criterios de Amsterdam, o test genético positivo
Colonoscopía Ofrecer examen genético Monitorización ginecológica a mujeres
21 años Cada 2 años hasta los 40, después anualmente
Introducción
13
1.6. Marcadores tumorales en cáncer de colon
El antígeno carcinoembrionario (ACE) sigue siendo el prototipo de
marcador tumoral sólido. A pesar de su falta de especificidad, la sensibilidad
oscila del 30 al 80%, dependiendo del estadio de la enfermedad. Cuando se
determinan las concentraciones de ACE antes de la resección del tumor
primario, pueden tener un valor pronóstico adicional, en especial en pacientes
con afección ganglionar(29). Se obtienen resultados falsos positivos tanto en
enfermedades benignas (pulmón, hígado e intestino) como en neoplasias
(páncreas, mama, ovario, próstata, cabeza y cuello, vejiga y riñón); también el
nivel de ACE se encuentra elevado en los fumadores. Actualmente el ACE y
otros marcadores tumorales más experimentales, no son efectivos para cribado
de cáncer, ya que ningún marcador (incluido el ACE) es específico del tumor
(hay gran cantidad de resultados falsos positivos y falsos negativos)(6). Un
estudio reveló que la localización del tumor (colon en comparación con el
recto), un ACE más de 30 ng/ml, la permeabilidad vascular, la presencia de 5 ó
más ganglios linfáticos y la presencia de un ganglio linfático apical son
variables con valor pronóstico significativo(30).
Un titulo de ACE postoperatorio permite evaluar si la resección del tumor
ha sido completa. Si existe un valor alto de ACE preoperatorio y este no se
normaliza en 2 a 3 semanas luego de la cirugía, es probable que la resección
haya sido incompleta o que haya metástasis ocultas. Una tendencia creciente
de los valores de ACE, luego de un valor basal normal postoperatorio (< 5
ng/ml) puede preceder en 6 a 9 meses a otros datos clínicos o de laboratorio
que indiquen una recidiva de la enfermedad(6). Las mediciones regulares del
ACE siguen siendo parte importante del cuidado rutinario del paciente después
de la resección curativa del cáncer colorrectal(31).
Hoy día se ha comprobado que sólo 10 al 15 % de los paciente en los
que se encuentran recidivas, detectadas ya sea por un aumento de ACE, o por
estudios convencionales, tendrán la posibilidad de curación con los medios de
tratamiento quirúrgico o no quirúrgico disponibles en la actualidad(32). Solo se
Introducción
14
opera a pacientes con carcinoma colorrectal recidivante y metástasis hepáticas
o pulmonares aisladas definidas que requieran paliación(31).
1.7. Estadificación del cáncer de colon
Se han definido numerosos esquemas de estadificación basados en la
profundidad de penetración del tumor en pared intestinal y la afección de
ganglios linfáticos. En un principio, la estadificación se basaba en la
clasificación dada por Dukes en 1932, la cual ha sido extensamente
modificada. Algunos de estos cambios, como el de Astler-Coller, que combinan
diferentes grados de invasión de la pared con la metástasis ganglionar, han
sido muy utilizados. La estadificación TNM aplicada originalmente por la Unión
Internacional Contra el Cáncer (UICC) en 1978 y adoptada por el American
Joint Committe on Cancer (AJCC) en 1982. En 2012 fue actualizada la
estadificación TNM descrita en la NCCN Guidelines Version2.2012 (tabla 3)
que puede basarse en la evaluación clínica y radiológica obtenida antes del
tratamiento (cTNM) o en el análisis anatomopatológico postquirúrgico (pTNM),
y contempla también las modificaciones introducidas por el tratamiento
coadyuvante preoperatorio (yTNM)(33). Se ha demostrado la influencia de los
estadios de la enfermedad en el pronóstico del cáncer de colon(34).
Además hay otros factores pronósticos patológicos seleccionados, que
pueden predecir resultados, aparte de la penetración de la pared intestinal y del
estado de los ganglios linfáticos. Como la invasión de vasos sanguíneos se
refiere en general a la invasión venosa, ya que la invasión arterial se presenta
en el 1% de casos. A su vez, la invasión venosa puede ser intramural o
extramural, y es esta última la que se asocia con mayor casos de metástasis y
peor pronóstico. La invasión de vasos venosos se relaciona directamente con
el número de ganglios linfáticos positivos, y es un factor pronóstico
independiente de supervivencia. La invasión perineural también se ha asociado
con recidiva local y con la disminución de la supervivencia a largo plazo. La
fibrosis del estroma tumoral se ha relacionado con una mayor incidencia de
metástasis a distancia, y por lo tanto con un mal pronóstico. Aunque los datos
Introducción
15
no son concluyentes, parece que el grado de diferenciación histopatológica
tiene valor pronóstico independiente en los pacientes con cáncer colorrectal.
Otras variables clinicopatológicas indicadores de pronóstico desfavorable son
la invasión de órganos vecinos, la oclusión cólica, la perforación intestinal, la
invasión perineural, la morfología del borde invasor, la respuesta inmunológica
al tumor y las alteraciones moleculares(35). En un estudio realizado por
Iwashita et al(36) la incidencia de metástasis hepáticas fue del 56% en el grupo
que mostró fibrosis estromal, y del 13% en los pacientes que no la tuvieron. La
fibrosis del estroma y las metástasis de ganglios linfáticos fueron factores
pronósticos independientes de metástasis hepática.
El cirujano debe dar la máxima información posible al patólogo para la
elaboración de un correcto sistema de estadificación, a su vez el patólogo tiene
que reseñar, además del grado de diferenciación, la invasión de la pared, el
número de ganglios, el estado de los márgenes proximal y distal y otros
parámetros pronósticos, como la invasión linfática vascular y perineural.
Recientemente se ha sugerido el papel de la resección de todo el mesenterio
cólico intacto como índice de una correcta escisión oncológica, como en el
cáncer de recto(2). West describe tres niveles de disección del mesocolon:
plano de la muscularis propria, plano intramesocólico y plano mesocólico (que
es el correcto, y conlleva un 15% más de supervivencia a los cinco años
respecto al grupo de cirugía en el plano de la muscularis). El impacto de la
integridad del mesocolon sobre la supervivencia es mayor en estadios III
alcanzando el 27%(2).
Introducción
16
Tabla 3. Estadificación del cáncer de colon(33)
Categoría T (tumor primario)
Tx: No se puede valorar el tumor primario T0: No hay evidencia de tumor primario Tis: Carcinoma in situ intraepitelial o invasión de la lámina propia T1: Tumor que invade la submucosa T2: Tumor que invade la muscularis propria T3: Tumor que invade la subserosa o tejidos pericólicos T4a: Tumor que invade el peritoneo visceral T4b: Tumor que invade directamente otros órganos o estructuras
Categoría N (ganglios linfáticos)
Nx: No se pueden valorar los ganglios regionales N0: Sin metástasis ganglionares regionales N1: Metástasis en 1-3 ganglios regionales N2: Metástasis en 4 o más ganglios regionales N2a: Metástasis en 4-6 ganglios regionales N2b: Metástasis en 6 o más ganglios regionales
Categoría M (metástasis)
Mx: No se puede valorar la presencia de metástasis a distancia M0: No se detectan metástasis a distancia M1: Metástasis a distancia M1a: Metástasis confinada a un órgano o sitio M1b: Metástasis en más de un órgano/sitio o el peritoneo
Agrupación por Estadios
0: I:
IIA: IIB: IIC: IIIA:
IIIB:
IIIC:
IVA: IVB:
Tis T1-2 T3 T4a T4b T1-2 T1 T3-4a T2-3 T1-2 T4a T3-4a T4b cualquier T cualquier T
N0 N0 N0 N0 N0 N1 N2a N1 N2a N2b N2a N2b N1-2 cualquier N cualquier N
M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M0 M1a M1b
Introducción
17
Figura 2. Estadificación del cáncer de colon, TNM y Dukes modificado (tomado de Zuidema y
Yeo. Cirugía del Aparato Digestivo. Editorial Médica Panamericana 2002)
1.8. Tratamiento quirúrgico en cáncer de colon
1.8.1. Tratamiento preoperatorio en cáncer de colon
Las medidas preoperatorias de rutina deben incluir la historia clínica
correspondiente con el examen clínico, los estudios analíticos y de imágenes,
junto con la valoración anestésica, así como el Consentimiento firmado para la
intervención(2).
La apertura del colon durante la cirugía aumenta significativamente el
riesgo de complicaciones infecciosas postoperatorias. Es bien sabido que si se
reduce el número absoluto de bacterias en la luz cólica disminuye el riesgo de
infección postoperatoria, lo que se consigue tanto por medios mecánicos como
con la administración de antibióticos(37).
Introducción
18
1.8.1.1. Antibióticos preoperatorios
El intestino grueso alberga una flora bacteriana muy abundante que
constituye cerca de la tercera parte del peso de la materia fecal. Las bacterias
cólicas aerobias se encuentran aproximadamente en una concentración de 106
a 108 bacterias/gramos, pero los gérmenes anaerobios están presentes en
concentraciones de 1011 a 1012 bacterias /gramo. Bacteroides fragilis es el
anaerobio predominante, y Escherichia coli es el aerobio más común(38).
La profilaxis antibiótica (PA) en la cirugía del cáncer de colon es
obligatoria por la alta probabilidad de infección, tanto superficial como profunda,
ya que se trata de una cirugía limpia-contaminada. Con ella se consigue
disminuir la morbilidad, acortar la estancia hospitalaria y disminuir los gastos
relacionados con la infección. Sin embargo, estos beneficios desaparecen si los
antibióticos parenterales se administran después que la cirugía haya
comenzado. Ello implica que los niveles tisulares terapéuticos deben
alcanzarse antes de empezar la incisión quirúrgica. El antibiótico parenteral
profiláctico ideal debe tener un espectro de actividad amplio contra la flora
cólica, una rápida distribución tisular con una duración de la actividad aceptable
y una toxicidad baja(2).
Las recomendaciones generales sobre el uso de antibióticos son las
siguientes: la vía de administración debe ser endovenosa (no aporta mejores
resultados la combinación con antibióticos orales) y el antibiótico elegido tiene
que poseer un espectro que abarque aerobios y anaerobios(39).
Se puede hacer monoterapia de amplio espectro (amoxicilina-
clavulánico), o combinaciones de metronidazol con un aminoglucósido o una
cefalosporina de segunda-tercera generación. El mejor momento para su
administración es durante la inducción anestésica, con una monodosis; no
existen diferencias con los regímenes de varias dosis, pero si la intervención se
prolongara más de tres horas o existiera una pérdida sanguínea intraoperatoria
superior a 1.500 ml, habrá de administrarse una nueva dosis de antibiótico(39).
Introducción
19
1.8.1.2. Preparación mecánica del colon
La preparación mecánica del colon (PMC) ha sido un componente
tradicional en la cirugía electiva. Hasta no hace mucho tiempo atrás los
pacientes eran hospitalizados tres días antes de la intervención para la
preparación del colon; la preparación consistía en una dieta líquida, laxantes y
enemas. Este enfoque era innecesario y no resultó efectivo en relación con el
costo(38). En efecto, en la preparación intestinal, de 18 a 24 horas antes de la
intervención quirúrgica, está muy difundido el empleo de la solución
polietilenglicol no absorbible (CoLyte , GoLYTELY ) y preparados de fosfato
de soda. A veces se administran enemas para facilitar el vaciamiento del recto.
Su uso se ha considerado seguro y efectivo para conseguir la limpieza
intestinal. Pero en algunos casos generan molestias en cuanto a su tolerancia
oral, con dolor abdominal, náuseas, vómitos y alteraciones hidroelectrolíticas; y
hasta en un 25% de los pacientes no se logra una correcta preparación
intestinal. Está contraindicado el uso de fosfato de sodio en pacientes ancianos
con alteraciones renales, cardíacas o hepáticas, por los cambios de líquidos y
electrolitos que provoca(2).
Sin embargo, en estudios prospectivos aleatorizados no se han
encontrado diferencias entre la preparación mecánica y la no preparación del
colon respecto a la tasa de dehiscencia de sutura (4 vs. 2%) y a la tasa de
infección en el sitio quirúrgico (6 vs. 5%). De hecho, la deshidratación y los
cambios hidroelectrolíticos que provoca la PMC, los cambios en la consistencia
del contenido intestinal (más líquido), que favorecen su vertido en el abdomen y
las modificaciones provocadas por el estrés quirúrgico, junto con la respuesta
endocrinometabólica, hacen que la PMC se comporte como un factor negativo
en la evolución postquirúrgica(40).
Periódicamente aparecen informes que describen la evolución de la
cirugía de colon efectuada sin preparación mecánica. Se comunican tasas de
morbi-mortalidad similares en pacientes con preparación mecánica
preoperatoria y sin ella. Quienes apoyan este enfoque sugieren que la
Introducción
20
preparación mecánica no proporciona un beneficio adicional cuando se
acompaña de la profilaxis antibiótica parenteral adecuada. Incluso Santos y
cols. sugirieron que la PMC puede asociarse con un incremento en el número
de infecciones del sitio operatorio y de dehiscencias anastomóticas. Sin
embargo, casi todos los cirujanos siguen usando la preparación mecánica
intestinal además de la profilaxis antibiótica en las situaciones de cirugía de
colon electivas(41).
Aunque en estos momentos todo parece indicar que no es necesaria su
utilización de rutina, sí que existen unas condiciones en las cuales está
justificada, como en caso de precisar una colonoscopia intraoperatoria para
localizar tumores inferiores a 2 cm no marcados previamente, y en pacientes
con patología cólica complicada (fístulas, abscesos)(2).
1.8.2. Técnicas quirúrgicas en cáncer de colon
El objetivo del tratamiento del cáncer de colon es la resección en bloque
del tumor con márgenes de seguridad, la exéresis de todo el territorio
ganglionar correspondiente con ligadura en el origen de los vasos; para ello, es
importante siempre sistematizar la cirugía oncológica. Actualmente, en algunos
centros se utiliza la ecografía intraoperatoria únicamente para evaluar las
lesiones o anormalidades hepáticas no palpables o identificadas
preoperatoriamente mediante imágenes de TC. De este modo puede evaluarse
de forma intraoperatoria la extensión del tumor primario, número de lesiones,
su proximidad a las arterias y venas principales, etc.(4).
Como existe hasta un 9 % de tumores sincrónicos, es importante el
estudio preoperatorio para programar una correcta técnica, que consistiría en la
colectomía correspondiente. Hasta un 10% de los casos presenta adherencias
del tumor a órganos vecinos; y aunque entre el 40 y el 45% de las veces estas
fijaciones son inflamatorias, no por ello debemos dejar de hacer una resección
en bloque de los órganos adheridos. Del mismo modo, si el tumor está
Introducción
21
adherido a la pared abdominal, deberemos realizar una amplia escisión del
tumor junto con la pared abdominal(42).
La vía de abordaje puede ser tanto por laparotomía como por
laparoscopia. Consideramos que ambas tienen los mismos resultados
oncológicos, siempre que sean realizadas con los mismos criterios y que el
cirujano tenga suficiente experiencia, tanto en cirugía colorrectal como en
técnica laparoscópica; ésta conlleva la pérdida de la sensación táctil, y en
algunos casos, si asociamos la propia dificultad técnica de la cirugía cólica.
Tanto en la cirugía abierta como en la laparoscópica, siempre deben respetarse
los principios de la cirugía oncológica y de la técnica propia(2). A continuación,
procedemos a una breve exposición de las diferentes opciones quirúrgicas, así
como de sus indicaciones.
1.8.2.1. Colectomía derecha
Esta operación consiste en la extirpación de 5 a 8 cm dístales del ileon,
colon derecho, ángulo hepático y colon transverso proximal a la arteria cólica
media; que incluye la resección del meso correspondiente, ligando los vasos
ileocólicos y cólicos derechos en su nacimiento. Cuando el tumor asienta en el
ángulo hepático, debe ligarse también la rama derecha de la cólica media,
llamándose colectomía derecha ampliada; el tránsito intestinal se restablece
mediante la anastomosis del cabo ileal con el colon transverso(42). Este
procedimiento está indicado en el caso de lesiones del ciego, colon
ascendente, ángulo hepático y mitad proximal de colon transverso. La
morbilidad operatoria asociada con este procedimiento incluye la probable
lesión al uréter y al duodeno(2).
1.8.2.2. Colectomía izquierda
Consiste en la extirpación del colon transverso distal a la rama derecha
de la arteria cólica media, y del colon descendente hasta el recto-sigmoide,
pero excluyendo el recto, con una anastomosis del colon transverso con la
Introducción
22
unión recto-sigmoide. Se realiza además, la ligadura y sección de la arteria
mesentérica inferior. Este procedimiento está indicado en las lesiones de colon
descendente y sigmoides. La dehiscencia de la anastomosis es la principal
morbilidad operatoria asociada con este tipo de intervención quirúrgica(2,3).
1.8.2.3. Sigmoidectomía
Es útil para tratar los tumores del sigmoides con ligadura de la
mesentérica inferior por debajo del origen de la cólica izquierda. La
anastomosis se hace a nivel del recto superior, cuya irrigación depende de los
vasos hemorroidales medios e inferiores. Estos pedículos mantienen una
irrigación satisfactoria de todo el recto, pero no en el sigmoide distal. Por tal
motivo, toda vez que se interrumpe la irrigación proveniente del pedículo
hemorroidal superior, la anastomosis se debe realizar por debajo de la unión
rectosigmoidea(2,3).
1.8.2.4. Colectomía segmentaría transversa
Este procedimiento consiste en la resección segmentaría de colon
transverso y está indicado en el caso que el tumor se ubique en la parte media
del transverso realizando la extirpación del colon transverso con ligadura de la
cólica media y anastomosis entre los tercios proximal y distal del transverso;
esto es únicamente aconsejable cuando el colon transverso es muy
redundante(42). La complicación principal asociada consiste en dehiscencias
de la anastomosis intestinal, debido a una sutura con tensión y a un suministro
sanguíneo inadecuado, dado que es necesario sacrificar la arteria marginal de
Drummond(2).
1.8.2.5. Resección anterior
Incluye la resección de la parte distal descendente del colon, del colon
sigmoideo y de los dos tercios superiores del recto, además de la ligadura en
su origen de la arteria y vena mesentéricas inferiores. Este procedimiento está
Introducción
23
indicado en el caso de lesiones de colon sigmoide y del recto proximal. La
dehiscencia de la anastomosis y la isquemia intestinal secundaria a flujo
sanguíneo insuficiente a través de la arteria marginal de Drummond constituyen
la complicación postoperatoria más frecuentemente asociada con este
procedimiento(3).
1.8.2.6. Colostomía
Es la creación quirúrgica de una apertura del colon a la piel de la pared
abdominal y su propósito es desviar el tránsito intestinal y/o descomprimir el
intestino grueso.
Las indicaciones para realizar una colostomía son variadas, entre ellas
las más importantes son: la obstrucción de colon sigue siendo una de las
causas más frecuentes, ya sea por patología benigna o maligna; la perforación
de colon, como resultado de patología benigna o maligna; cuando se
acompaña de peritonitis localizada o generalizada, lo que hace no aconsejable
efectuar resecciones y anastomosis inmediata, como ejemplo los traumatismos
de colon son una gran fuente para la creación de colostomías; otras razones
para efectuar colostomías, como en la resección total del recto en continuidad
con el aparato esfinteriano, requiere de la confección de una colostomía
terminal y permanente(43).
Introducción
24
Figura 3. Segmentación anatómica, irrigación arterial y venosa, y resecciones quirúrgicas del
colon (tomado de Zuidema y Yeo. Cirugía del Aparato Digestivo. Editorial Médica
Panamericana 2002)
1.8.3. Anastomosis intestinal
Después de la resección, la reconstrucción puede hacerse mediante
sutura manual o mecánica, ya que ambas técnicas son efectivas y, por lo tanto,
depende de las preferencias del cirujano.
Introducción
25
1.8.3.1. Anastomosis intestinal manual
Se han usado varios tipos de materiales de sutura absorbibles e
irreabsorbibles en las anastomosis intestinales. Una buena técnica quirúrgica
es más importante que la elección del material de sutura, y en ella se incluyen
una manipulación delicada del intestino, una hemostasia adecuada, una
aproximación meticulosa de los extremos intestinales bien vascularizados y una
anastomosis libre de tensión(42).
Algunos cirujanos prefieren la anastomosis en dos planos, y la técnica
varía. Normalmente el plano interno se realiza mediante una sutura continua a
puntos totales con material reabsorbibles 3-0 o 4-0, y el plano externo mediante
sutura continua o a puntos separados seromusculares con inversión, utilizando
material reabsorbibles o no reabsorbibles 3-0. Otros cirujanos prefieren la
anastomosis en un plano. Una técnica a puntos totales, separados o continuos,
con material reabsorbibles o irreabsorbibles. También pueden usarse una
técnica a puntos separados con inversión para las anastomosis entre el
intestino delgado y el colon, con seda trenzada o acido poliglicólico o
poligalactina (Dexon o Vicryl ) 3-0 o 4-0. Los métodos monoplano a punto
total y seromuscular producen anastomosis seguras con tasas de estenosis y
filtración comparables con las de la técnica de dos planos(38).
1.8.3.2. Anastomosis intestinal mecánica
Las engrapadoras quirúrgicas, hoy ampliamente difundidas,
evolucionaron desde los prototipos rusos de 1950. Se han realizado varias
modificaciones, pero la teoría y la técnica básica para la construcción de una
anastomosis sigue siendo la misma. La engrapadora lineal con corte emplaza
dos hileras dobles de grapas al tresbolillo y secciona el tejido entre las hileras.
Estas engrapadoras están disponibles en varias longitudes (de 50 a 100 mm) y
con dos alturas de grapas. Se usan para seccionar el intestino y cerrar
simultáneamente ambos cabos. Además, este dispositivo puede usarse para
confeccionar una anastomosis laterolateral (terminoterminal funcional). Con la
Introducción
26
engrapadora circular se realizan anastomosis terminoterminales o
terminolaterales. La engrapadora consiste en un cuerpo tubular y un yunque
desmontable. El cuerpo habitualmente se pasa a través del ano y del extremo
del muñón rectal, el cual ha sido cerrado con una jareta en bolsa de tabaco o
con una en grapadora lineal. El yunque se asegura dentro del intestino proximal
con el vástago de conexión saliendo por la luz. Las dos partes se encastran y la
engrapadora se dispara, produciendo una anastomosis circular con dos hileras
concéntricas de grapas al trebolillo. La engrapadora contiene una cuchilla
circular que secciona el excedente de tejido. La anastomosis anterior baja entre
un reservorio ileal y el ano puede realizarse con esta técnica(38).
Los resultados de las anastomosis mecánicas han sido estudiados en
forma extensa. Según Sánchez-Medina et al.(44) no hubo diferencias
significativas entre ambos tipos de sutura (mecánica o manual) en términos de
tiempo para cirugía de colon, no hubo diferencias estadísticas para las dos
técnicas en términos de morbilidad y mortalidad; sin embargo, disminuye el
tiempo de recuperación en los pacientes donde se utilizó la sutura mecánica
por el menor edema de los tejidos debido a la menor manipulación y período de
incapacidad. En un estudio(45) se trató 60 casos de cáncer de colon con
hemicolectomía izquierda, realizando 20 anastomosis manuales, de doble capa
(grupo I); 20 de una sola capa (grupo II) y con grapadora mecánica (grupo III);
llevándose a cabo en series consecutivas. Los resultados se presentan en
término de complicaciones locales y generales: en concreto 13 casos de
dehiscencia de la anastomosis, de los cuales se observaron un 69,2% en el
grupo I, el 15,4% en el grupo II y 15,4% en el grupo III.
1.9. Cuidados postoperatorios inmediatos en cáncer de colon
Las normas de tratamiento postoperatorio han cambiado en los últimos
años con la introducción del concepto de rehabilitación multimodal, o Fast-
track. El objetivo es mejorar tanto el preoperatorio como el postoperatorio para
aumentar la comodidad del paciente y disminuir la estancia en el hospital. Para
ello, a partir de una clara información al paciente de cómo transcurrirá todo el
Introducción
27
proceso asistencial (la no necesidad de ayuno preoperatorio ni de preparación
intestinal mecánica, de una buena analgesia epidural en el postoperatorio, del
uso selectivo de drenajes y de la deambulación temprana, junto con ejercicios
de fisioterapia respiratoria y una dieta oral temprana), se intentará disminuir la
respuesta fisiológica al estrés quirúrgico y mejorar la recuperación
postoperatoria(2).
La evaluación de los elementos de Fast-track en cirugía de CC se han
logrado con éxito, el avance forzado de la ingesta oral, la movilización
temprana, la cirugía laparoscópica y el sexo femenino fueron determinantes
independientes de la recuperación temprana(46).
Una revisión sistemática(47) muestra que este programa Fast-track
acelera la recuperación postoperatoria y por lo tanto, acorta la estancia
hospitalaria. De este modo, los dogmas tradicionales de uso de sonda
nasogástrica, dieta absoluta y fluidoterapia hasta la aparición de peristaltismo,
están perdiendo su indicación, ya que no se han relacionado estos cambios
con el aumento de infecciones ni de dehiscencia de sutura. Todo ello habrá de
proporcionar una mayor calidad en el cuidado del paciente, y la estandarización
mediante protocolos de Fast-track conseguirá una disminución de la morbilidad,
si en la aplicación de estos conceptos también se consideran las características
de cada paciente.
1.10. Tratamiento adyuvante en cáncer de colon
Todos los pacientes afectos de CC deben ser evaluados por un equipo
multidisciplinario para elegir la estrategia terapéutica óptica. La quimioterapia
en el CC tiene como objetivo mejorar los resultados del tratamiento quirúrgico y
aumentar las posibilidades de curación y supervivencia, debiendo comenzar en
las cuatro semanas tras la cirugía.
En los estadios 0 y I, el seguimiento sin quimioterapia es el tratamiento
estándar. En el estadio II no existe un patrón de tratamiento establecido,
Introducción
28
aunque generalmente no lo reciben(48). Los resultados de los ensayos clínicos
con adyuvancia no son coincidentes, ya que mientras en algunos se aprecia un
beneficio respecto a la supervivencia global, en otros no, estimándose
recientemente una mejoría del 3,6%, en términos de supervivencia a cinco
años. De todas formas, existe un consenso para valorar la indicación de
quimioterapia, en los casos en que exista, al menos, uno de los factores de mal
pronóstico como: tumor T4, oclusión o perforación tumoral, número de ganglios
extirpados o analizados inferior a doce, valores preoperatorios elevados de
ACE e invasión linfática, venosa o perineural. Las pautas de tratamiento
recomendadas son las mismas que en el estadio III (deberán prolongarse
durante seis meses)(49). En el estadio III se ha demostrado que la
quimioterapia mejora la supervivencia, y existen tres opciones terapéuticas:
combinaciones con oxaliplatino, fluoropirimidinas orales e infusión de 5FU con
levamisol(48).
El tratamiento estándar para el CC es la extirpación quirúrgica. La
quimioterapia adyuvante tiene por objeto reducir el riesgo de recaída, que es
responsable de la muerte de casi la mitad de todos los pacientes intervenidos
quirúrgicamente para la enfermedad localizada. Después de la cirugía para la
enfermedad en estadio III (afectación de los ganglios sin metástasis), la tasa de
supervivencia a los 5 años es aproximadamente del 63% con la combinación
de la quimioterapia adyuvante de fluorouracilo y ácido folínico, frente al 51%
con placebo, una diferencia estadísticamente significativa. Después de la
cirugía para la enfermedad en estadio II (propagación del tumor más allá de la
pared intestinal pero sin compromiso de ganglios), un metanálisis actualizado
en el 2008, no mostró ningún efecto de la quimioterapia adyuvante en la
supervivencia global.
En un estudio reciente(50) con más de 2000 pacientes, la adición de
oxaliplatino a la combinación de fluorouracilo + ácido folínico (FOLFOX-4 del
protocolo) en pacientes con enfermedad en estadio III parece mejorar
ligeramente la supervivencia global en pacientes menores de 65 años de edad,
pero fue más frecuente la neuropatía, diarrea, náuseas y vómitos. En tres
Introducción
29
ensayos con un total de más de 3000 pacientes con enfermedad en estadio III,
la adición de irinotecán no mejoró la eficacia de la combinación de fluorouracilo
+ ácido folínico, mientras que los efectos adversos graves fueron más
frecuentes. No hay nuevos fármacos destinados al tratamiento del cáncer de
colon, que se hayan introducido desde 2006, pero una mejor evaluación de los
medicamentos existentes, en los pacientes con estadio III del CC, significa que
ahora se puede ofrecer una opción entre fluorouracilo estándar por vía
intravenosa y capecitabina por vía oral o tegafur. La terapia adyuvante con
oxaliplatino es otra opción para los pacientes menores de 65 años(33).
1.11. Pronóstico y supervivencia en cáncer de colon
Debido a la recidiva del CC se pueden tratar con aceptables tasas de
supervivencia a los 5 años, para lo cual, la vigilancia del tumor juega un papel
importante. La detección temprana de brotes de la enfermedad permite un
tratamiento eficaz con intención curativa. Por esta razón, en 2007 un grupo
interdisciplinario hizo una propuesta para la vigilancia y seguimiento después
de la resección curativa del cáncer colorrectal(51). Dentro de lo propuesta,
están los tres primeros años de seguimiento del tumor, el uso del marcador
antígeno carcinoembrionario (ACE), y en caso de cáncer de sigmoide inferior o
rectal, se completaría con una rectosigmoidoscopía y ecografía cada 6 meses.
Como cambio importante, se propuso que la ecografía del hígado sea
reemplazada por una TC tóracoabdominal anual. La colonoscopia durante el
primer año después de la resección, tiene su lugar en la vigilancia, debido a
una alta tasa de tumores secundarios metacrónicas, no visualizados en la
endoscopia inicial. Una vez completado, no tiene que ser repetido por lo menos
hasta los 3 años.
En un ensayo aleatorizado prospectivo realizado en Australia, luego de
la resección curativa del CC se asignó a los pacientes en un seguimiento
sistemático (anamnesis y examen físico cada tres meses durante 2 años y
luego cada 6 meses durante un total de 5 años) o a un seguimiento intensivo
consistente en colonoscopía anual, TC de hígado y radiografía de tórax
Introducción
30
además del seguimiento estándar; no hubo una mayor supervivencia con el
régimen de seguimiento intensivo(52).
Además, la mejora en el plano de disección en la cirugía de cáncer de
colon, puede mejorar la supervivencia, especialmente en pacientes con
enfermedad en estadio III. Así es confirmado por datos de ensayos clínicos del
actual Instituto Nacional de Investigaciones Oncológicas, que el uso de
quimioterapia neoadyuvante con fluoropirimidinas, oxaliplatino en el cáncer
avanzado de colon resecable en estadio III y la mejora del plano de disección
puede ser un nuevo y rentable método para disminuir la morbilidad y mortalidad
en pacientes con cáncer de colon(53).
El pronóstico del CC viene determinado por el grado de penetración
tumoral en la pared del colon. El indicador pronóstico más importante es la
afectación ganglionar, tomando en cuenta que a medida que aumentan los
ganglios obtenidos también lo hacen los ganglios positivos, se considera que el
número mínimo de ganglios examinados ha de ser doce. El grado de
penetración tumoral en la pared del colon y la afectación ganglionar nos indican
el estadio TNM, que se relaciona con la supervivencia global a cinco años. Así,
la supervivencia global a los cinco años en pacientes con estadio I es del
93,2%; con estadio II es del 78,5%; con estadio III del 63% y con estadio IV del
8,1%(2).
1.12. Cirugía laparoscópica en cáncer de colon
1.12.1. Inicios de la cirugía laparoscópica en cáncer de colon
Desde que en Francia, Dubois en 1987(54) y en Estados Unidos en
1988, Reddick y Olsen(55) introdujeron la colecistectomía laparoscópica, la
cirugía mínimamente invasiva se convirtió en una herramienta poderosa del
arsenal quirúrgico. Tal vez seria mejor denominarlo acceso quirúrgico mínimo,
ya que el producto final, ya sea a cielo abierto o por vía laparoscópica, es
virtualmente el mismo(56).
Introducción
31
El éxito y la rápida aceptación de la colecistectomía laparoscópica
condujeron naturalmente a la aplicación de técnicas similares en otros órganos
de la cavidad abdominal y torácica. El primer informe sobre colectomías
laparoscópicas asistidas lo presentaron Jacobs y cols. en 1991, donde
informaron que este tipo de intervención puede considerarse un procedimiento
en evolución, y que tiene el potencial de ser tan popular como la
colecistectomía laparoscópica(57). En principio se utilizó para procedimientos
como la simple movilización del colon y para extirpar lesiones benignas, pero
con el tiempo las técnicas laparoscópicas se aplicaron a todo el espectro de
procedimientos abdominales colorrectales con diferentes grados de éxito. Las
técnicas laparoscópicas se han usado para patologías benignas, como
diverticulitis, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, prolapso rectal, para
derivación de la materia fecal y para enfermedad neoplásica, como pólipos y
carcinomas(58–60).
No obstante, la laparoscopia para la cirugía colorrectal no se difundió
inicialmente al mismo ritmo que otras intervenciones quirúrgicas abdominales;
la experiencia inicial con la cirugía laparoscópica del colon fue muy dispar,
incluyendo una gran heterogeneidad de procedimientos, grupos de pacientes y
patologías tratadas. La laparoscopia ofrece varios beneficios al paciente, como
menor dolor postoperatorio, un período de recuperación postoperatorio más
corto y una menor estancia hospitalaria. Así mismo en los primeros informes de
una colectomía asistida por laparoscopia las ventajas mencionadas no se
demostraron en forma consistente y esta fue una primera causa de
preocupación y controversia. La necesidad de realizar una intervención
laparoscópica para la curación de tumores malignos de colon fue cuestionada
en la etapa inicial debida a las altas tasas de recidiva en los puertos de entrada
de los trócares(61–63).
Más aún, estos primeros estudios se realizaron incluyendo la curva de
aprendizaje, por lo que las tasas de conversión fueron altas y los tiempos
Introducción
32
operatorios muy prolongados(64); por lo que pueda ser más acertado describir
estas primeras series como experiencias iniciales(65).
Una “curva de aprendizaje” podría definirse mejor como el número de
casos requeridos por un cirujano para aprender las destrezas laparoscópicas,
mientras se adiestra con un mentor experimentado. En general, se acepta que
el número de casos necesarios para alcanzar la pericia está en el rango de 20
a 50 casos(64). Existe una curva de aprendizaje para la colectomía
laparoscópica asistida con respecto a los resultados intra y postoperatorios. Al
igual que con otros procedimientos laparoscópicos, los cirujanos que realizan
un mayor volumen de la colectomía laparoscópica asistida tienen menores
tasas de complicaciones intra y postoperatorias(66). Sin embargo, parece
haber distintos grados de dificultad; por ejemplo, las habilidades necesarias
para realizar procedimientos, como una hemicolectomía derecha, se adquieren
con más rapidez que las requeridas para procedimientos más complejos(67).
1.12.2. Estudios sobre beneficios a corto plazo de la cirugía laparoscópica
en cáncer de colon
Los beneficios a corto plazo de la CMI en CC son los habituales de la
cirugía laparoscópica. Entre dichas ventajas se encuentran menor dolor
incisional, menor consumo de analgésicos, disminución de la infección del sitio
quirúrgico, reducción de la estancia hospitalaria y la rápida incorporación al
régimen de vida habitual(68–72) y menor íleo postoperatorio(73).
Las numerosas incisiones pequeñas realizadas en la cirugía
laparoscópica parecen producir mucho menor dolor incisional que una única y
larga intervención de laparotomía. Esto se documentó mediante el uso de
escalas visuales- análogas de dolor y a través del registro de la reducción de la
cantidad total de agentes analgésicos utilizados y de la reducción del tiempo en
que se necesitaron los opiáceos parenterales(74); además, cuanto menos
opiáceos se administran más rápido se resuelve el íleo.
Introducción
33
La reducción del íleo postoperatorio es tal vez el factor independiente
más importante que facilita la recuperación temprana en las intervenciones
quirúrgicas abdominales. Se documentó un íleo más corto en término del
tiempo requerido hasta reiniciar la dieta regular, eliminación de gases
intestinales, el primer movimiento intestinal(75,76), y la reducción del tiempo de
hospitalización(77,78).
En ausencia de ensayos aleatorizados, las diferencias entre los casos
operados por resección laparoscópica y por cirugía a cielo abierto, se
demostraron en forma más convincente en series de casos pareados de
procedimientos similares realizados por indicaciones parecidas(74). La
mayoría de los pacientes tolera los líquidos orales en el primer día
postoperatorio y un día regular a la mañana siguiente con lo que se puede
alcanzar el alta dentro de las 48 a las 72 horas. Es importante recordar que
en ensayos aleatorizados se demostró que la alimentación temprana después
de la laparotomía conduce a una tolerancia más rápida, pero está no se
traslada a una reducción de la estancia hospitalaria(75).
La colectomía laparoscópica presenta tasa de complicaciones
intraoperatorias similares a la de la cirugía abierta. La experiencia temprana
informó lesiones del intestino, el uréter y los vasos sanguíneos, retraso en el
reconocimiento de las lesiones intraoperatorias y malos resultados después
del tratamiento de cáncer colorrectal. La falta de familiaridad con la operación
parece causar estos problemas; entre los cirujanos experimentados la tasa de
complicaciones es la misma que con la colectomía abierta. Con el aumento de
la experiencia en la colectomía laparoscópica los problemas técnicos
intraoperatorios se volvieron infrecuentes(79). Incluso algunos estudios
sugieren que las complicaciones son similares o menos frecuentes que la
colectomía a cielo abierto(77,78,80).
En un estudio caso-control con pacientes ancianos(80) se encontró una
diferencia significativa en las complicaciones postoperatorias globales: del
30% en los pacientes sometidos a cirugía abierta y del 14% en cirugía
Introducción
34
mínimamente invasiva; además, de que los integrantes de este grupo
conservaron su estado de independencia una vez dados de alta del hospital y
fueron capaces de volver a sus hogares en lugar de necesitar internarse en
una residencia para ancianos.
1.12.3. Estudios sobre beneficios a largo plazo de la cirugía laparoscópica
en cáncer de colon
Los resultados a largo plazo son los que guardan relación con la
supervivencia global, la supervivencia libre de enfermedad y las recidivas.
Dentro de los estudios iniciales, en un ensayo prospectivo no aleatorizado en el
que se comparó la colectomía laparoscópica y el abordaje abierto para cáncer
colorrectal, Franklin y col.(81) analizaron los resultados de 415 pacientes, de
los cuales 191 fueron operados por vía laparoscópica; los pacientes con
enfermedad en estadios I a III tuvieron una mediana de seguimiento de 31 a 37
meses en el grupo de la cirugía laparoscópica y de 22 a 28 meses en el grupo
de la cirugía abierta. A pesar de que el seguimiento en el grupo de resección
laparoscópica fue más largo, la tasa de recidivas fue menor en este grupo
(13%) que en los operados a cielo abierto (19%). No se encontraron implantes
oncológicos en las heridas del puerto laparoscópico en esta serie.
Se presentó un estudio(82) similar que incluyó a 80 pacientes con
cáncer de colon o recto, de los cuales 38 pacientes fueron sometidos a cirugía
abierta y 42 pacientes a abordaje laparoscópico. A todos se les realizó una
laparoscopia diagnóstica para descartar alteraciones que pudieran impedir un
procedimiento de resección laparoscópica, y luego distribuyeron los pacientes
al azar para cirugía mínimamente invasiva o para cirugía abierta. La mediana
de seguimiento fue de 1,5 años en el grupo de cirugía laparoscópica y de 1,7
años en el grupo de resección a abierta; no hubo implantes en el grupo
intervenido por laparoscopia, pero se observaron dos recidivas en heridas
incisionales en el grupo de abordaje quirúrgico abierto, ambos casos con
enfermedad diseminada. No obstante, este estudio se suma al cuerpo de
evidencia creciente sobre la seguridad del procedimiento.
Introducción
35
En el Clinical Outcomes of Surgical Therapy (COST) Study Group(83),
analizaron sus propios resultados de los procedimientos realizados por
laparoscopia para cáncer colorrectal, a 372 pacientes desde 1991 hasta 1995.
Con un seguimiento medio de 22,6 meses, las curvas de supervivencia Kaplan-
Meier de acuerdo a los estadios TNM para los pacientes sometidos a
resección laparoscópica fueron similares a los informados para las colectomías
a cielo abierto por el National Institute Surveillance, Epidemiology, and End
Results (SEER) Program. Hubo cuatro implantes en las heridas operatorios de
los trocares de laparoscopia, con una incidencia global del 1,08% o de 4 sobre
304 pacientes con posibilidades de curarse. En tres de los cuatro pacientes con
implantes fue posible la resección local, eran individuos con enfermedad de
Dukes A(1) y B(2) lo que dejó a los sujetos sin evidencia de enfermedad; el
cuarto paciente presentaba una afección en estadio D desde el principio.
En estudios como CLASICC UK MRC(84) con 3 años de seguimiento,
donde se incluyeron 526 pacientes para resección laparoscópica y 268 para
resección abierta con cáncer de colon, en sus resultados no hubo diferencias
en la tasa de supervivencia general, supervivencia libre de enfermedad y
recidiva local, concluyendo que el éxito de la cirugía mínimamente invasiva
para cáncer de colon es tan efectiva como en el abordaje quirúrgico abierto en
cuanto a resultados oncológicos.
Resultados similares obtuvieron Bonnor y col.(85), Schwenk y col.(86), y
en el COST Study Group (Clinical Outcomes of Surgical Therapy)(72) los
cuales concluyen que, desde el punto de vista oncológico, la resección
laparoscópica para cáncer de colon es curable, equivalente a la terapia
convencional abierta y es superior a ésta con respecto a resultados a corto
plazo.
Incluso adicional a lo mencionado, estudios como el presentado por Lacy
et al(87), dió como resultados que la supervivencia global fue significativamente
mayor para los pacientes sometidos a colectomía laparoscópica en estadio III
para cáncer de colon. También en el estudio de Law y cols.(70) se observó una
Introducción
36
mejoría de la supervivencia para pacientes con resección laparoscópica para
cáncer de colon.
Un estudio de metanálisis realizado por Young-Fadok y cols.(74) donde
ejecutaron un análisis de regresión con 1536 pacientes concluye que la cirugía
laparoscópica para cáncer de colon es segura; conclusión similar se obtuvo en
el estudio de Kahnamoui(88) donde menciona como la resección laparoscópica
es tan segura y eficaz que la técnica abierta para cáncer de colon.
La consideración económica(89) es un tema central evidente, la
colectomía laparoscópica aumenta en forma consistente algunos costos
mientras disminuyen otros. El procedimiento laparoscópico a pesar de reducir
la estancia hospitalaria, el coste del procedimiento en sí es más alto. En
nuevos análisis de los procedimientos y los costes se identificarán las
situaciones en las que es menos efectivo proceder con el abordaje
laparoscópico, como cuando el paciente tiene un riesgo elevado de conversión
a cielo abierto, como se observa con los sujetos obesos y aquellos con un
tumor voluminoso.
1.13. Complicaciones postoperatorias en cirugía de cáncer de colon
Las complicaciones de la cirugía del cáncer de colon están relacionadas
con la propia intervención y con el compromiso de otros sistemas del
organismo. Por ello es imprescindible una técnica quirúrgica minuciosa,
cumpliendo las normas clásicas de protección de la herida: lavado abundante
de la misma y de la cavidad abdominal, cambio del material para cerrar la
herida operatoria y cambios de guantes, ya que el mejor tratamiento es una
correcta prevención, y si aparecen dichas complicaciones, su temprano
diagnóstico(2).
Introducción
37
1.13.1. Infección de sitio quirúrgico (ISQ)
Es aquella infección relacionada con el procedimiento operatorio que
ocurre en la incisión quirúrgica o cerca de ella durante los treinta días
postoperatorio (o hasta un año si se ha dejado un implante). La ISQ incluye las
categorías de infección “incisional superficial” (afecta a piel y tejidos
subcutáneo), “incisional profunda” (afecta a tejidos blandos profundos) y
órgano-cavitaria” (afecta a cualquier estructura anatómica manipulada durante
la intervención y distinta de la incisión)(90).
La ISQ sigue siendo una importante fuente de problemas clínicos y
económicos para los sistemas de salud. Ocupa el segundo lugar entre las
infecciones nosocomiales y es la infección más frecuente en los pacientes
quirúrgicos (2-7%)(91). En un estudio realizado sobre 2.794 pacientes
intervenidos(92) donde la infección nosocomial más frecuente fue la infección
quirúrgica (7,7%); concluyendo que una clasificación ASA superior a 2, la
estancia antes de la cirugía, el número de días portando una sonda urinaria,
con un catéter venoso central y con ventilación mecánica, así como la mejora
en el uso de la profilaxis antimicrobiana, fueron factores que influyeron en la
frecuencia de la infección nosocomial.
Los tres principales determinantes de la infección son el cirujano, el
patógeno y el paciente, probablemente por este orden(90). El desarrollo de una
infección en el área intervenida depende del equilibrio entre las defensas del
organismo y las bacterias agresoras. Este equilibrio depende de:
- Cantidad de inóculo bacteriano presente en el sitio quirúrgico.
- Tipo y virulencia del organismo agresor.
- Mecanismo de defensa del huésped.
- Factores de riesgo.
Introducción
38
1.13.2. Absceso intraabdominal (AIA)
La formación de un AIA es consecuencia de una contención parcial de la
infección intraabdominal que produce una sepsis de grado moderado con
fiebre, repercusión hemodinámica moderada y respuesta inflamatoria con
leucocitosis, elevación de la PCR e hipoalbuminemía. Los AIA son modelos de
sinergia bacteriana y de una relación entre bacteria y huésped mediada por la
inmunidad celular. La exploración física abdominal puede detectar una masa
abdominal dolorosa, pero la mayoría de las veces la palpación del abdomen es
inespecífica y pone en evidencia solo signos indirectos de inflamación
peritoneal como íleo o distensión abdominal. La tomografía computarizada
abdominal, junto con la ecografía abdominal, es la combinación de técnicas de
diagnóstico por imagen más eficiente en la valoración y tratamiento de los
AIA(93).
Los AIA comportan todavía una elevada morbilidad relacionada con el
retardo diagnóstico, la dificultad del control del foco de infección y la posible
fuente de patógenos resistentes al tratamiento antibiótico convencional; en
estudios observacionales de la última década han documentado resultados con
cifras de mortalidad situadas entre el 3-10%. A pesar de que el AIA puede
producir una repercusión sistémica notable y existen evidencias de que
productos derivados del absceso promueven la respuesta inflamatoria, el
microambiente del absceso hace que la biodisponibilidad y eficacia bactericida
de los antibióticos sean reducidas. Así pues, la acción de los antibióticos está
dificultada por barreras mecánicas (fibrina y otros detritus), por una alterada
vascularización y por la presencia de enzimas que los inactivan. El objetivo del
drenaje del AIA deberá ser la retirada de estas barreras y establecer un mejor
microambiente para que el antibiótico pueda ser eficaz(93).
1.13.3. Neumonía nosocomial (NN)
Es la infección del parénquima pulmonar que se presenta después de 48
horas de estancia hospitalaria, o bien que aparezca antes de las 48-72 horas
Introducción
39
tras el alta hospitalaria. Quedan también excluidos de esta definición los
pacientes inmunosuprimidos. Se reconocen una serie de factores de riesgo
sistemático para el desarrollo de una NN: edad > 70 años, presencia previa de
EPOC o alguna otra patología grave, malnutrición, alteración del estado de
conciencia y hospitalización prolongada(94). La NN es la infección más
frecuente entre los pacientes ingresados en UCI, con tasas de incidencia que
oscila entre el 6 y el 52%, cifras muy superiores a las encontradas en pacientes
hospitalizados fuera de UCI (0,5-2%)(95).
Para que la infección respiratoria se desarrolle, debe existir al menos
una de las tres condiciones siguientes, aunque en la práctica coexisten con
frecuencia(94): un inóculo lo suficientemente grande que alcanza las vías
respiratorias bajas y supera las defensas del huésped, que un microorganismo
de gran virulencia esté presente y las defensas estén disminuidas.
1.13.4. Infección del tracto urinario (ITU)
Se define como la lesión tisular en la vía urinaria, provocada por uno o
varios microorganismos, que genera una reacción inflamatoria con signos y
síntomas de naturaleza e intensidad variable según el nivel de afectación. Se
asocia al menos una de las siguientes manifestaciones: fiebre, urgencia
miccional, polaquiuria, escozor miccional o dolor suprapúbico, en ausencia de
otra causa infecciosa o no; y un urocultivo positivo. Su incidencia oscila
alrededor del 2% de los pacientes ingresados en un hospital, tanto en servicios
médicos como quirúrgicos(96). Sin embargo, la incidencia se dispara en los
pacientes que precisan cateterización de la vía urinaria inmediatamente antes y
después de la cirugía; así, en los portadores de catéteres urinarios de 2 a 10
días se espera que se desarrolle la bacteriuria en un 26%, con un riesgo
acumulado del 100% tras 30 días(97).
Una clasificación útil es la que se basa en el nivel anatómico de
afectación(96):
-ITU alta: pielonefritis aguda y crónica, y absceso renal.
Introducción
40
-ITU baja: uretritis y cistitis.
-ITU genital: prostatitis, epididimitis, vesiculitis seminal y orquitis.
Independientemente de que los microorganismos procedan de fuentes
endógenas o exógenas pueden acceder al tracto urinario por diversas vías:
-En ausencia de sonda: el principal mecanismo es la vía ascendente, de modo
similar a las infecciones adquiridas en la comunidad.
-En presencia de sonda: la sonda vesical permite que se mantengan, dos vías
de infección ascendente constantemente abiertas: el espacio periuretral
(interfase uretra-catéter) y el espacio intraluminal, este último tras la
contaminación de la bolsa o de la conexión entre la sonda y el tubo de drenaje.
1.13.5. Infección de catéter intravascular (ICIv)
El diagnóstico definitivo de una bacteriemia por catéter será un
compendio entre síntomas clínicos y confirmación bacteriológica. El signo
inicial es la fiebre, asociado a escalofríos e hipotensión. También puede
objetivarse taquicardia o taquipnea, leucocitosis o leucopenia. Una supuración
del punto de entrada, flebitis, induración o eritema en el punto de entrada del
catéter, indica con toda seguridad que éste será el origen del síndrome febril y
por ello el catéter debe ser retirado sin necesidad de esperar la confirmación
bacteriológica(98). Se estima que la prevalencia de bacteriemia por catéteres
venosos centrales oscila entre un 3-8% de los catéteres insertados, con una
mortalidad asociada entre el 5-10%(99).
Para obtener la confirmación se han de obtener muestras con frotis de
todas las conexiones de que disponga el catéter, de la piel (punto de entrada),
de los sueros o nutrición parenteral que estén conectados al equipo y pedir al
laboratorio tinción de Gram de todo ello. Se solicitarán asimismo al laboratorio
el cultivo de todas las muestras anteriores así como dos hemocultivos, uno
periférico y otro central (por la propia vía). Cuando el catéter es retirado,
además de las peticiones anteriores se solicitará un cultivo de la punta del
mismo(98).
Introducción
41
Si los hemocultivos resultan positivos y coinciden con el germen
obtenido en algún segmento del catéter, ya sea conexiones, punta o la piel,
queda corroborado el diagnóstico de bacteriemia por catéter. Si el catéter
presenta un cultivo positivo pero los hemocultivos no lo son, lo más probable es
que se trate de una colonización de bajo grado que no haya producido
bacteriemia. Un cultivo positivo sin síntoma alguno puede asimismo deberse a
una contaminación de la superficie externa del catéter en el momento de su
retirada. Staphilococos aureus es el germen más frecuentemente involucrado
seguido de Candida spp. y los bacilos gram-negativos aerobios(100).
1.13.6. Dehiscencia de anastomosis intestinal (DAI)
La DAI es la complicación quirúrgica más temida de la cirugía digestiva y
se asocia con un aumento significativo de la morbi-mortalidad y de la estancia
hospitalaria. Aunque no existe consenso en la forma de categorizar una DAl,
actualmente se distinguen 2 grupos de pacientes que sufren esta
complicación(101).
La DAI mayor es aquella falla de la anastomosis que tiene una
repercusión clínica significativa, variando entre la peritonitis, la colección peri-
anastomótica y la fístula. En contraste, la DAI menor es asintomática y sólo
puede demostrarse mediante estudios radiológicos. Tal variación refleja la
ausencia de una definición universal de la DAI, lo que hace difícil una
comparación entre las diferentes series. La DAI se ha usado como un indicador
de la calidad de la cirugía efectuada y ha sido motivo de numerosos estudios
sobre las variables asociadas con esta complicación, especialmente de la
anastomosis colorrectal. La mortalidad global de esta complicación en cirugía
colorrectal varía entre 3,4 y 6%, cifra que se eleva hasta el 15% si se analiza
específicamente la anastomosis colorrectal baja tras una resección
anterior(102).
Introducción
42
1.13.7. Evisceración
La evisceración, definida como una dehiscencia de los planos músculo-
aponeuróticos de la pared abdominal, es una complicación postoperatoria que
preocupa a los cirujanos en su práctica diaria. Esto se debe a que su incidencia
se ha mantenido constante en las últimas décadas, presentándose en el 0,5 a
3% de las cirugías abdominales, la que pese a ser baja se asocia a una alta
mortalidad entre los individuos que la presentan 15-43%(103).
En la búsqueda de disminuir su frecuencia, se han establecido distintos
factores de riesgo para desarrollarla, éstos se relacionan a(104):
- Aumento de la presión intraabdominal: íleo prolongado, vómitos, tos
crónica, ascitis, etc.
- Alteraciones de los tejidos: malnutrición, diabetes mellitus, tratamiento
esteroideo, neoplasia, etc.
- Evolución local de la herida: Infección, hematoma, isquemia.
- Técnica quirúrgica: forma de cierre, material usado, etc.
1.13.8. Fístulas intestinales
La fístula es una comunicación anormal entre la luz del tracto
gastrointestinal y la superficie cutánea, bien sea a través de una incisión
quirúrgica o del trayecto de un drenaje quirúrgico con superficies epitelizadas,
por lo general con tejido de granulación. Son muchas las clasificaciones, ya
sea de acuerdo con el origen, la etiología o el débito de la fístula. Por su
localización anatómica las fístulas intestinales se clasifican en internas o
externas. Las internas comunican dos órganos y las externas lo hacen de
manera directa o indirecta con la superficie corporal. Pueden ser simples, con
una sola conexión, o complicadas, con varios tractos o, conectadas a una
cavidad abscesificada. Cuando se habla de la clasificación fisiológica se
refiere al flujo; las de flujo alto son aquellas que drenan más de 500 ml/día, y
las de flujo bajo drenan menos de 500 ml/día(105).
Introducción
43
El pronóstico de estos pacientes mejoró drásticamente tras la
introducción de la nutrición parenteral total, antibióticos de amplio espectro y
las terapias intensivas de soporte respiratorio, cardiovascular y renal. El índice
de mortalidad en la actualidad es del 5-10%, asociado la mayoría de veces a
sepsis persistente y fracaso multiorgánico posterior. El índice de cierre
espontáneo de las fístulas enterocutáneas es de un 70-80% si se instaura una
estrategia terapéutica adecuada; cuando una fístula no ha cerrado después de
4-6 semanas de tratamiento conservador es muy probable que no cierre y se
puede considerar ya tributaria de tratamiento quirúrgico(106).
Sitges-Serra (1982) y Schein-Decker (1991) propusieron clasificar las
fístulas enterocutáneas basándose en su localización, las cuales son las
siguientes:
- Clasificación de fístulas enterocutáneas postoperatorias según Sitges-
Serra en 1982(107): Grupo 1: esofágicas, gástricas, de intestino
delgado e ileocólicas. 1 a: gasto bajo (menor de 500 ml. en 24 h). 1 b:
gasto alto (mayor de 500 ml en 24 h). Grupo 2: fístulas que drenan a
través de un defecto grande de la pared abdominal. Grupo 3: fístulas
apendiculares y cólicas.
- Clasificación de fístulas enterocutáneas postoperatorias según Schein
y Decker en 1991(108): Tipo I: esofágicas, gástricas, duodenales. Tipo
II: intestino delgado. Tipo III: colon. Tipo IV: cualquiera de las anteriores
que ha drenado a través de un defecto de la pared mayor de 20 cm2.
1.13.9. Hemorragia intraabdominal
La hemorragia postoperatoria puede ser debida a una hemostasia
incompleta durante la cirugía (estructural) o a un fallo en la coagulación
sanguínea. Se presenta en el 2-4% de todas las intervenciones La gran
mayoría de los pacientes (80 al 90%) que sangran en el postoperatorio
inmediato, es debido a un fallo estructural. Los datos a favor de una hemorragia
estructural es la existencia de hemorragia en un solo sitio y hemorragia precoz
y masiva. Los datos a favor de un defecto en hemostasia sanguínea es la
Introducción
44
existencia de varios puntos simultáneos de hemorragia (incisión quirúrgica,
puntos de punción, mucosas, piel, hematuria), pérdida persistente de sangre
sin identificación de la fuente y hemorragia tardía tras una hemostasia
inicialmente colorrectal(109).
La hemorragia postoperatoria puede presentarse como un cuadro de
shock grave y, a veces, ser reconocida por las pérdidas de sangre a través de
los drenajes. Sin embargo los tubos y drenajes pueden obstruirse y puede
haber una hemorragia importante sin que se evidencie. La cantidad o magnitud
de la hemorragia, no debe ser medida solamente por la pérdida externa sino
también mediante la cantidad de concentrados de hematíes que se necesitan
transfundir para mantener el hematocrito en rangos normales. Si se excluyen
razonablemente causas no estructurales de hemorragia, debe de plantearse
una reintervención urgente ya que las pérdidas sanguíneas incontroladas y las
transfusiones masivas dan lugar a profundos efectos nocivos sistémicos.
1.13.10. Íleo paralítico
Consiste en la alteración funcional del peristaltismo que se manifiesta
clínicamente como un cuadro de oclusión intestinal. El íleo paralítico es un
fenómeno normal y autolimitado del postoperatorio de la cirugía intra o
extraperitoneal. Los mecanismos fisiopatológicos y la influencia de ciertos
fármacos o de maniobras terapéuticas en su desarrollo son todavía motivo de
estudios clínicos y experimentales. Todos los pacientes presentan un grado de
íleo paralítico tras una laparotomía, causado por el uso de fármacos, como
opiodes, o por la irritación de la inervación simpática esplénica durante la
manipulación de vísceras abdominales. Normalmente no son audibles ruidos
abdominales durante las primeras 24-72 horas que siguen una cirugía mayor
abdominal o de retroperitoneo. El intestino delgado es el primero en recuperar
un peristaltismo normal (a veces en las primeras 6 horas, fundamentándose
aquí el aporte nutricional temprano mediante yeyunostomía); sin embargo, el
estómago no recupera la normalidad hasta pasados 4-5 días. Aunque hay
variaciones, la mayoría de los pacientes con un postoperatorio no complicado
presenta una función intestinal normal a los 3 -5 días. No obstante, hay muchas
Introducción
45
variaciones en la recuperación del tránsito intestinal, pero son signos definitivos
de su recuperación el ventoseo y la percepción de movimientos intestinales por
el propio paciente(110).
1.13.11. Complicaciones de las ostomías
Aunque se cree que la confección de una ostomía es un procedimiento
menor, las complicaciones son frecuentes. Por ejemplo, la tasa de morbilidad
de las colostomías alcanza el 30%. Además debemos considerar que una
ostomía, sea temporal o permanente produce trastornos psicológicos en estos
pacientes tales como ansiedad, depresión, problemas sexuales y finalmente
aislamiento social. Por estas razones, frecuentemente requieren apoyo
psicológico o bien ser integrados en grupos de pacientes ostomizados que les
sirven de apoyo. A continuación se enumeran varias de ellas: isquemia o
necrosis de ostomía, prolapso de ostomía, hernias paraostómicas, estenosis de
ostomía, retracción de ostomía, alteraciones de la piel y misceláneas(111).
46
2. Objetivos e hipótesis
Objetivos e hipótesis
47
2.1. Identificación y descripción del problema
Dada la tendencia a incorporar el acceso laparoscópico en el tratamiento
de diversas patologías del aparato digestivo, el presente estudio pretende
estudiar los resultados a corto plazo del abordaje mediante cirugía
laparoscópica (CL) de la patología oncológica del colon, comparándolos con el
abordaje tradicional mediante cirugía abierta (CA) en el Servicio de Cirugía
General y del Aparato Digestivo del Hospital General La Mancha-Centro en
Alcázar de San Juan, durante el período comprendido entre enero de 2006 a
diciembre de 2009.
2.2. Formulación del problema
¿Cómo influye la CL en comparación con la CA, en los resultados
postoperatorios a corto plazo en pacientes intervenidos por CC?
2.3. Hipótesis:
La CL de CC, no presentará unos resultados a corto plazo peores que
los obtenidos mediante el abordaje tradicional.
2.4. Objetivos
2.4.1. Objetivo general:
Analizar los resultados postoperatorios a corto plazo de los pacientes
con CC intervenidos mediante CL y compararlos con una cohorte histórica de
pacientes intervenidos por CA.
2.4.2. Objetivos específicos
Describir y comparar las características sociodemográficas, clínicas y
del procedimiento quirúrgico en dos cohortes de pacientes intervenidos
por CL y CA.
Objetivos e hipótesis
48
Determinar la relación entre la técnica quirúrgica empleada en el
tratamiento quirúrgico del CC y la frecuencia de diferentes indicadores
de recuperación postoperatoria.
Estimar la relación entre la técnica quirúrgica empleada en el
tratamiento quirúrgico del CC y la frecuencia de la infección de sitio
quirúrgico.
Identificar los factores de riesgo para el desarrollo de complicaciones
postoperatorias tras la cirugía del CC, independientemente de la técnica
quirúrgica empleada.
49
3. Material y métodos
Material y métodos
50
3.1. Diseño
Se realizó un estudio observacional retrospectivo de cohortes en el que
se analizaron los resultados a corto plazo del tratamiento quirúrgico del CC
según el abordaje quirúrgico utilizado (CL vs. CA). Se comparan los resultados
postoperatorios a corto plazo como indicadores de recuperación rápida, la
incidencia de complicaciones postoperatorias inmediatas, así como de eventos
de evolución clínica desfavorable.
3.2. Ámbito del estudio
El estudio se llevó a cabo, en el Hospital General La Mancha Centro en
Alcázar de San Juan (Ciudad Real), con una área interprovincial de referencia
de 200.000 habitantes que comprende municipios de las provincias de Ciudad
Real, Cuenca y Toledo.
3.3. Material
3.3.1. Muestra
Se seleccionaron los pacientes intervenidos quirúrgicamente por CC con
carácter programado en el Servicio de Cirugía General del Hospital General La
Mancha Centro, en el período comprendido entre enero del 2006 a diciembre
del 2009.
3.3.2. Selección de pacientes
Se seleccionaron a los pacientes intervenidos quirúrgicamente de forma
programada por CC, durante el período comprendido entre enero de 2006 a
diciembre de 2009, utilizando los siguientes criterios de inclusión:
Adultos, mayores de 18 años.
Material y métodos
51
Pacientes con CC con confirmación anatomopatológica y estadificación
preoperatoria mediante pruebas de imagen.
Ausencia de infiltración locorregional de órganos (T4). Tratamiento quirúrgico programado con intención curativa. Tener completa la base de datos propuesta para el estudio.
3.3.3. Grupos de estudio
Con los anteriores criterios de inclusión, se seleccionaron 146 pacientes
divididos en dos grupos según la vía de abordaje utilizada para el tratamiento
quirúrgico. En el grupo de CA se incluyeron 72 pacientes, mientras que 74
formaron parte del grupo tratado mediante CL.
Con respecto a la asignación de los grupos de estudio, durante los años
2006 y 2007 se excluyeron para CL los pacientes con cirugía abdominal previa,
endoprótesis y tamaño tumoral > 8 cm de diámetro máximo medido en la TC.
Posteriormente, las restricciones para CL fueron omitiéndose de manera que
se fue incrementando el número de pacientes intervenidos por CL.
3.4. Metodología en el manejo de la muestra
3.4.1. Tratamiento preoperatorio de los pacientes intervenidos por CC
3.4.1.1. Pruebas diagnosticas y de extensión tumoral preoperatorias
Como norma, la confirmación diagnóstica se realizó mediante
colonoscopía completa con toma de muestras del tejido neoplásico para
estudio anatomopatológico.
El estudio de extensión se realizó mediante radiología simple de tórax y
TC de abdomen. En algunos casos se realizaron otras exploraciones de
Material y métodos
52
imagen (ecografía abdominal, TC de tórax y RM pélvica) como ampliación del
estudio.
Dentro de la analítica de rutina, se cuantificó el antígeno
carcinoembrionario (ACE), conocido como preditor pronóstico y de recidivas
postoperatorias. También en la evaluación preoperatoria se realizó la
valoración preanestésica de cada paciente aplicando la clasificación de la
American Society of Anesthesiologists (ASA).
3.4.1.2. Medidas de tratamiento médico preoperatorio
En todos los pacientes intervenidos por CC, se realizó profilaxis
antibiótica y tromboprofilaxis; pero la preparación mecánica de colon dependió
de la ubicación de la tumoración neoplásica de colon
3.4.1.2.1. Profilaxis antibiótica en cirugía de colon
En la cirugía colorrectal se recomendó el uso de la profilaxis antibiótica
siguiendo los protocolos vigentes en el Centro. Esta se llevó a cabo con una
dosis preoperatoria de amoxicilina-ácido clavulánico (2 g-200 mg) seguida de
dos dosis en el postoperatorio de 1 g-200 mg a las 8 y 16 horas de la cirugía.
En pacientes con hipersensibilidad a betalactámicos se utilizó metronidazol 500
mg y gentamicina 240 mg, repitiendo las dosis en el postoperatorio.
En caso de vertido del contenido de la luz intestinal a la cavidad
abdominal, la cirugía se consideró como sucia y se prolongó el tratamiento
antibiótico.
3.4.1.2.2. Tromboprofilaxis en cirugía de colon
A los pacientes intervenidos por CC, se les realizó profilaxis con
heparina de bajo peso molecular (HBPM) -Clexane 40mg/s.c./24h) por ser
considerados de alto riesgo para el desarrollo de una trombosis venosa
profunda (TVP). En aquellos pacientes con varios factores de riesgo
Material y métodos
53
tromboembólico (obesidad, antecedentes de TVP, etc.) se combinó la
administración de la HBPM con medidas mecánicas como medias de
compresión gradual o compresión neumática intermitente. En los pacientes con
alto riesgo de hemorragia, se procedió a profilaxis mecánica hasta que
disminuyó el riesgo de hemorragia, momento en el que se recomendó la
introducción de la HBPM. La duración de la tromboprofilaxis en pacientes
intervenidos por CC fue de 4 semanas tras la cirugía.
3.4.1.2.3. Preparación mecánica en cirugía de colon
En los pacientes operados por CC con resecciones del colon izquierdo
se procedió a la preparación mecánica de colon, con el empleo de la solución
polietilenglicol no absorbible (CoLyte , GoLYTELY ) o preparados de fosfato
de soda y enemas para facilitar el vaciamiento del recto. En el caso de
procedimientos quirúrgicos del colon derecho, habitualmente no se realizó
preparación mecánica de colon. No obstante, la preparación del colon quedó
sujeta al criterio del facultativo encargado del caso.
3.4.2. Tratamiento quirúrgico de los pacientes intervenidos por CC
3.4.2.1. Cirugía laparoscópica en cáncer de colon
3.4.2.1.1. Colectomía derecha laparoscópica
El paciente se instaló en decúbito supino con los miembros inferiores en
abducción (figura 4). El cirujano y primer ayudante se colocan a la izquierda
del paciente con la instrumentista detrás de ellos y el monitor enfrente. El
segundo ayudante se situó entre las piernas (figura 5).
Tras la inducción anestésica se instaló un trócar umbilical mediante
técnica abierta de Hasson y se realizó el neumoperitoneo a una presión
máxima de 13-14 mmHg. Tras la primera inspección del abdomen, descartando
criterios groseros de irresecabilidad a través de esta vía, se procedió a la
inserción del resto de los trócares. Se instalaron un trócar de 12 mm en la fosa
Material y métodos
54
iliaca izquierda como trócar principal de trabajo y tres trócares de asistencia de
5 mm a nivel suprapúbico, subcostal izquierdo y en fosa ilíaca derecha (figura
6).
Para la primera parte de la intervención la mesa de quirófano se
posiciona 30º en Trendelenburg y 20º en decúbito lateral izquierdo a 20º.
Las primeras maniobras se dedican a descartar la existencia de
metástasis, localizar el tumor, valorar su extensión local y exponer el campo
mediante la elevación del epiplón mayor por encima del hígado y colocar las
asas de intestino delgado en el hemiabdomen izquierdo (figura 7). Tras estas
maniobras, comenzamos el control precoz de los vasos cólicos y el abordaje
del colon de medial a lateral. El primer ayudante eleva los vasos
ileocecoapendiculares hasta que forman una “cuerda” muy bien definida
(figura 8), procediendo a su disección, independización y sección alta,
mediante endoGIA con grapa vascular (figura 9). En ocasiones es posible
realizar la ligadura de los vasos mediante clips metálicos, clips absorbibles o
sellador de vasos.
Posteriormente, el segundo ayudante eleva el muñón de estos vasos y el
primer ayudante eleva el mesocolon transverso, permitiendo la identificación de
la segunda porción duodenal y su rodilla, progresando la disección hacia el
ángulo hepático, tomando como plano las fascias de Toldt y de Gerota (figura
10). Completada esta disección, se procede a la sección de los vasos cólicos
derechos o medios (figura 11). En esta ocasión, es posible utilizar endoGIA,
clips o el dispositivo de sellado vascular Ligasure® (figura 12). Tras el control de
estos vasos es posible seccionar el mesocolon trasverso hasta la arteria
marginal del colon, también ayudados por el dispositivo Ligasure®. En este
momento estamos en condiciones de liberar el ángulo hepático del colon. Para
ello, cambiamos la posición de la mesa a 30º antiTrendelemburg y preparamos
el epiplón mayor para su sección. Tras ella, liberamos el ligamento gastrocólico
en dirección al duodeno y desde aquí, se puede liberar por completo el ángulo
hepático de sus adherencias peritoneales hasta el tercio superior del
parietocólico (figura 13).
Material y métodos
55
Una vez liberado el ángulo hepático, volvemos a la posición de
Trendelemburg e identificamos el mesoíleon. En este momento completamos la
liberación del colon de la fascia de Toldt y verificamos el trayecto del uréter y
de los vasos gonadales (figura 14).
Posteriormente cambiamos el campo para la visualización de la fijación
del ciego y del mesenterio, liberando ambas estructuras incidiendo en el
peritoneo. Tras esta liberación, el meso del íleon queda independizado y se
secciona mediante dispositivo Ligasure® (figura 15). Liberado el colon de todas
las estructuras vasculares sólo queda liberar el parietocólico (figura 16), para
tener la pieza quirúrgica totalmente independizada y poder exteriorizarla a
través de una incisión de asistencia realizada en el hipocondrio derecho, con
una longitud de entre 6 – 7 cm (suficiente para extraer la pieza sin comprimirla
en exceso), que se protege con un dispositivo plástico para evitar la
contaminación de la herida.
Tras la extracción, el íleon y el colon son seccionados mediante GIA y la
anastomosis realizada con sutura manual o mecánica según el criterio del
cirujano. Finalmente, se introduce la anastomosis a la cavidad abdominal, se
revisa la hemostasia y, a criterio del cirujano, se deja un drenaje (figura 17) en
ambiente. La herida de asistencia se cierra por planos con material de sutura
absorbible de larga duración así como los orificios de los trócares mayores de
10 mm.
Figura 4. Preparación del paciente en el quirófano.
Material y métodos
56
Figura 5. Situación del equipo en el quirófano.
Figura 6. Ubicación de los trócares en el abdomen del paciente.
Figura 7. Localización y exposición del tumor.
Material y métodos
57
Figura 8. Preparación de los vasos ileocólicos para su abordaje precoz.
Figura 9 Sección de los vasos ileocólicos mediante endoGIA.
Figura 10. Disección del mesocolon derecho.
Material y métodos
58
Figura 11. Preparación de los vasos cólicos derechos y medios para su sección.
Figura 12. Sección de los vasos cólicos derechos con Ligasure®.
Figura 13 Liberación del ángulo hepático del colon.
Material y métodos
59
Figura 14. Verificación del trayecto del uréter y los vasos gonadales.
Figura 15. Sección del mesenterio del ileon terminal.
Figura 16. Liberación del espacio parietocólico.
Material y métodos
60
Figura 17. Colocación del drenaje.
3.4.2.1.2. Sigmoidectomía, colectomía izquierda y resección anterior
alta laparoscópicas
El paciente se instaló en decúbito supino con los miembros inferiores en
abducción (figura 4). El cirujano y primer ayudante se colocan a la derecha del
paciente con la instrumentista detrás de ellos y el monitor enfrente,
discretamente desplazado hacia el miembro inferior izquierdo del paciente. El
segundo ayudante se situó entre las piernas (figura 18).
Tras la inducción anestésica se instaló un trócar umbilical mediante
técnica abierta de Hasson y se realizó el neumoperitoneo a una presión
máxima de 13-14 mmHg. Tras la primera inspección del abdomen, descartando
criterios groseros de irresecabilidad a través de esta vía, se procedió a la
inserción del resto de los trócares. Se instalaron un trócar de 12 mm. en la fosa
ilíaca derecha como trócar principal de trabajo y tres trócares de asistencia de
5 mm a nivel suprapúbico, en flanco derecho y en flanco izquierdo (figura 19).
Eventualmente, en pacientes obesos, es necesario instalar un trócar
subxifoideo para ayudar a separar las asas de intestino delgado.
Para la primera parte de la intervención la mesa de quirófano se
posiciona 30º en Trendelenburg y 20º en decúbito lateral derecho.
Material y métodos
61
Las primeras maniobras se dedican a descartar la existencia de
metástasis, localizar el tumor, valorar su extensión local y exponer el campo
mediante la elevación del epiplón mayor por encima del estómago y colocar las
asas de intestino delgado en el hemiabdomen derecho. Tras estas maniobras,
comenzamos el control de los vasos mesentéricos inferiores y el abordaje del
colon de medial a lateral. El primer ayudante eleva la arteria mesentérica
inferior hasta que forman una “cuerda” muy bien definida (figura 20),
procediendo a su disección, independización y sección alta, mediante endoGIA
con grapa vascular, clips metálicos, clips absorbibles o sellador de vasos (figura
21). La vena mesentérica inferior se secciona a nivel del borde inferior del
páncreas con un sellador de vasos.
Posteriormente, el segundo ayudante eleva el muñón de estos vasos y el
primer ayudante eleva el mesosigma, permitiendo la identificación de las
estructuras retroperitoneales a través de la fascia de Toldt y de Gerota, plano
que se toma de referencia para la liberación del colon, pudiendo identificar el
uréter izquierdo y la vena gonadal izquierda (figura 22).
Tras liberar el colon izquierdo de medial a lateral se incide el
parietocólico (figura 23) y se independiza la unión rectosigmoidea, donde
seccionamos la pieza quirúrgica con endoGIA con grapa de 3,5 mm. Esta
sección se realiza por debajo de la unión rectosigmoidea en aquellos casos de
tumores localizados a este nivel, constituyendo una resección anterior alta del
recto. En estos casos, se procedió a una exéresis parcial del mesorrecto,
incluyendo al menos 4 cm de este por debajo del borde de la lesión tumoral
(figura 24).
Tras la sección distal de la pieza, progresamos en la liberación del
parietocólico hasta el ángulo esplénico (figura 25). El ángulo esplénico se libera
en función de la altura de la lesión y de la longitud del colon remanente, para
que permita la realización de una anastomosis sin tensión. En caso de ser
necesario, se libera el colon de sus adherencias al epiplón mayor y de forma
progresiva, se accede al ligamento esplenocólico y a las adherencias que fijan
Material y métodos
62
el colon al parietocólico, retroperitoneo, bazo y borde inferior del páncreas
(figura 26).
Una vez asegurada la correcta longitud del colon liberado, se realiza una
incisión de asistencia tipo Pfannenstiel que se protege con un sistema plástico
y a través de la que se extrae la pieza. Seccionada a nivel proximal, se prepara
este cabo para la anastomosis circular mecánica (CEEA Nº 28 a 31 mm según
el calibre del colon), la cual se completa con control intracorpóreo (figura 27).
Tras realizar un test de estanqueidad con aire, se instala un drenaje Penrose
en la pelvis y se comprueba la hemostasia.
Eventualmente, en tumores cercanos al ángulo esplénico, tras una
amplia liberación del colon la anastomosis se realiza con técnica manual a
través de una incisión de asistencia trasversa sobre el hipocondrio izquierdo.
Finalmente, la herida de asistencia se cierra por planos con material de sutura
absorbible de larga duración así como los orificios de los trócares mayores de
10 mm.
Figura 18. Situación del equipo en el quirófano.
Material y métodos
63
Figura 19. Ubicación de los trócares en el abdomen del paciente.
Figura 20. Preparación de los vasos mesentéricos inferiores para su sección cerca del origen.
Figura 21. Sección de los vasos mesentéricos inferiores con endoGIA.
Material y métodos
64
Figura 22. Disección del mesosigma y verificación del trayecto del uréter y la vena gonadal
izquierda.
Figura 23. Comienzo en la liberación del parietocólico izquierdo.
Figura 24. Sección del colon distal.
Material y métodos
65
Figura 25. Liberación del parietocólico izquierdo hasta el ángulo esplénico.
Figura 26. Liberación del ángulo esplénico.
Figura 27. Confección de la anastomosis colorrectal.
Material y métodos
66
3.4.2.2. Cirugía abierta de los pacientes intervenidos por CC
3.4.2.2.1. Colectomía derecha abierta
Se procedió a una colectomía derecha en las tumoraciones que
comprometían al ciego, colon ascendente y ángulo hepático. Tras realizar una
laparotomía media suprainfraumbilical de longitud suficiente, se procedió a la
exploración general del abdomen, en particular del hígado, el primer paso es
movilizar el colon ascendente incidiendo a lo largo de la línea blanca de Toldt.
El ligamento hepatocólico posee vasos que se seccionan con pinzas de Kelly y
luego se ligan. El epiplón mayor se desplaza fuera del colon transverso
disecando el plano avascular inmediato a la pared intestinal. Para prevenir
lesiones es importante identificar dos estructuras en particular: el duodeno y el
uréter derecho localizados por atrás. Se seleccionan los sitios para seccionar el
intestino, eligiendo un área poco irrigada de unos 5 cm proximales a los vasos
cólicos medios. Los vasos mesentéricos se cortan. En estos se incluyen arteria
ileocecal y tronco derecho de los vasos cólicos medios y además el origen de
la arteria ileocólica, pero se preservan las ramas a la izquierda del colon
transverso. El tránsito intestinal fue restablecido mediante la anastomosis del
cabo ileal con el colon transverso, lo cual pudo realizarse de forma manual o
mecánica, según las preferencias del cirujano. Luego de la anastomosis se
repara el defecto mesentérico en la forma habitual. Los tumores del tercio
proximal del transverso se trataron mediante una colectomía derecha ampliada
hacia la izquierda, con la ligadura de la cólica media en su origen.
3.4.2.2.2. Colectomía izquierda abierta
Este procedimiento quirúrgico estuvo indicado en las lesiones del colon
descendente y del sigmoides. Consistió en la extirpación del colon transverso
distal a la rama derecha de la arteria cólica media, y del colon descendente
hasta la unión recto-sigmoide, pero excluyendo el recto. Se procedió a una
incisión en la línea media y a una exploración cuidadosa del abdomen para
detectar metástasis y otras anomalías. El intestino delgado se desplaza hacia
la parte superior e izquierda del abdomen y se exponen el colon descendente y
Material y métodos
67
el sigmoides. Se incide la línea de reflexión peritoneal lateral izquierda
empezando en el sigmoides y continuando hacia el ángulo esplénico. Los
ligamentos esplenocólico y frenocólico se cortan entre pinzas y se ligan. El
ligamento gastrocólico se corta y se liga en un punto que permita movilizar
adecuadamente el colon para efectuar la anastomosis intestinal. Hay que
identificar y proteger el uréter izquierdo y no lesionar las venas espermáticas u
ováricas izquierdas. El mesenterio se corta por abajo y arriba con incisión en
abanico que incluye la arteria y la vena cólicas izquierdas, además de los
linfáticos acompañantes. El intestino se secciona proximal y distalmente con la
engrapadora GIA. El margen óptimo de resección sobre ambos lados para
lesiones malignas es de 15 a 20 cm. Después de concluir la resección, se
examinan los segmentos proximal y distal del colon para verificar que haya
riesgo sanguíneo adecuado, para prevenir dehiscencia anastomótica
subsecuente con peritonitis o formación de absceso.
3.4.2.2.3. Sigmoidectomía abierta
Fue indicada para tratar las neoplasias del sigmoides. El abdomen se
explora a través de una incisión baja en la línea media. Después de rechazar el
intestino delgado hacia el lado superior derecho del abdomen se identifican los
sitios para seccionar el colon sigmoides y mesenterio correspondiente, se
toman márgenes proximal y distal adecuados en el colon. Para evitar la
diseminación durante la manipulación del colon, se puede controlar la vena
mesentérica inferior mediante pinzas. Se moviliza entonces el colon, incidiendo
en el repliegue peritoneal lateral izquierdo situado a lo largo de la línea de
Toldt. El mesenterio se secciona en la base de la arteria y la vena mesentérica
inferior, ligando los vasos. Una vez seccionado el mesenterio por completo, se
divide el colon proximal y distalmente, utilizando la engrapadora GIA para
prevenir fugas. Habitualmente se efectúo anastomosis latero-lateral para
asegurar la mayor abertura posible entre el colon proximal y el distal. Se
procedió al cierre de la anastomosis, lo cual pudo realizarse de forma manual o
mecánica, según las preferencias del cirujano.
Material y métodos
68
3.4.2.2.4. Resección anterior alta abierta
Este procedimiento quirúrgico está indicado en el caso de lesiones del
colon sigmoide y del recto proximal. Incluyó la resección de la parte distal
descendente del colon, del colon sigmoideo y de los dos tercios superiores del
recto, además de la ligadura en su origen de la arteria y vena mesentéricas
inferiores. La dehiscencia de la anastomosis y la isquemia intestinal secundaria
a flujo sanguíneo insuficiente a través de la arteria marginal de Drummond
constituyen la complicación postoperatoria más frecuentemente asociada con
este procedimiento.
3.4.2.2.5. Colostomía terminal
Se procedió a una colostomía terminal por el hecho de ser permanente,
realizada en un lugar de fácil manejo para el paciente y lo más distal posible ya
que las deposiciones son más formadas. El lugar más adecuado para este tipo
de colostomía es en el cuadrante inferior izquierdo, por debajo del ombligo,
unos 3-4 cm lateral a la línea media y transrectal. Es importante determinar
cuál es el extremo distal del intestino cuando se va a confeccionar una
colostomía terminal con el cabo proximal, a la vez que el cabo distal se cierra y
abandona en la cavidad abdominal. Es esencial asegurarse que dicha
colostomía tenga una irrigación adecuada, que no haya tensión entre el cabo
proximal y la piel, fijando el peritoneo a la serosa del colon, evitando así
complicaciones posteriores. El cierre de la gotera lateral (parietocólico
izquierdo) depende de preferencias quirúrgicas.
3.4.3. Tratamiento postoperatorio de los pacientes intervenidos por CC
3.4.3.1. Estudio anatomopatológico de la pieza quirúrgica
Realizada la resección quirúrgica, la pieza operatoria fue enviada al
Servicio de Anatomía Patológica donde se procedió a la estadificación tumoral
de acuerdo a la clasificación TNM y de Astler-Coller.
Material y métodos
69
3.4.3.2. Analgesia postoperatoria
El protocolo analgésico en el postoperatorio inmediato dependió del
anestesista responsable. Los pacientes portadores de catéter epidural fueron
seguidos por los anestesistas hasta su retirada. En el resto de los casos, la
analgesia habitual consistió en una pauta alternando metamizol 2000 mg/iv/6h
y paracetamol 1000 mg/iv/6h. Finalmente, como analgésico de rescate se
utilizó petidina 1,5 mg/kg/sc. En los días sucesivos postoperatorios la analgesia
intravenosa fue sustituida progresivamente por oral hasta que ésta pudo ser
suprimida por completo.
3.4.3.3. Nutrición parenteral postoperatoria
De acuerdo con la evaluación nutricional se consideró en que pacientes
operados por CC tendrían indicación de nutrición parenteral postoperatoria; la
cual se realizó de acuerdo a la pauta coordinada por los Servicios de Nutrición
y Farmacia.
3.4.3.4. Transfusiones sanguíneas en el postoperatorio
De acuerdo con el grado de anemia, descenso considerable de
hematocrito y a la repercusión hemodinámica se evaluó la necesidad de
transfundir concentrados de hematíes, como de la cantidad de unidades
utilizadas, en el tratamiento postoperatorio.
3.4.3.5. Manejo postoperatorio del drenaje intrabdominal
En el postoperatorio se observaron y registraron las características del
drenaje percutáneo en cada paciente, procediendo a la debida movilización
escalonada de los drenes de Penrose y a su posterior retiro cuando se
evidenció la ausencia de un débito patológico por el mismo.
Material y métodos
70
3.4.3.6. Valoración de los indicadores de recuperación postoperatoria
Durante la estancia hospitalaria el personal de planta registró los
diferentes indicadores de recuperación postoperatoria y el día en que éstos
ocurrieron. Los indicadores monitorizados y registrados fueron: primer día de
analgesia oral aislada, de eliminación de flatos, defecación, inicio de dieta
líquida y blanda, inicio de sedestación y deambulación, y duración de la
estancia hospitalaria.
Paralelamente, se registró la presencia de complicaciones médico-
quirúrgicas, así como de la presencia de sucesos desfavorables como
requerimiento de la hospitalización en la Unidad de Cuidados Intensivos, la
necesidad de reintervención quirúrgica durante la misma estancia hospitalaria,
reingreso hospitalario en menos de 30 días posteriores al alta médica y el
fallecimiento.
3.5. Variables de estudio
3.5.1. Indicadores de resultados postoperatorios a corto plazo:
3.5.1.1. Indicadores de recuperación inmediata postoperatoria
a) Control del dolor: día postoperatorio de inicio de medicación
analgésica oral sola.
b) Control de restitución de la motilidad intestinal: día postoperatorio de
inicio de eliminación de flatos, día postoperatorio de primera defecación,
día postoperatorio de inicio de dieta liquida y de dieta blanda.
c) Control de reiniciar actividad física: día postoperatorio de inicio de
sedestación, día postoperatorio de inicio de deambulación.
d) Estancia hospitalaria (global, preoperatoria y postoperatoria): Días de
hospitalización = Día de alta – Día de ingreso.
Material y métodos
71
3.5.1.2. Complicaciones postoperatorias: Suceso que sobreviene en el
transcurso de la evolución postoperatoria, que determina una
agravación del enfermo o que contribuye a su muerte.
a) Infección del sitio quirúrgico
b) Absceso abdominal.
c) Fístula anastomótica
d) Evisceración
e) Hemorragia intrabdominal
f) Neumonía intrahospitalaria
g) Infección urinaria
h) Sepsis de catéter venoso
i) Íleo postoperatorio
j) Hemorragia digestiva
3.5.1.3. Resultados de evolución clínica postoperatoria
a) Ingreso hospitalario en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)
b) Reintervención quirúrgica: dentro del mismo episodio hospitalario
c) Reingreso hospitalario: hospitalización en los 30 días posteriores al
alta médica.
d) Mortalidad: Fallecimiento
3.5.2. Variables independientes o explicativas
3.5.2.1. Variable de intervención Tipo de abordaje quirúrgico
a) Laparoscopia: CL para CC
b) Laparotomía: CA para CC
c) Conversión: iniciar la intervención quirúrgica con CL y pasar luego
a CA
3.5.2.2. Variables de control (de confusión y/o modificadoras de efecto)
a) Localización del tumor en el colon, de acuerdo a la segmentación
mecánica del colon; siendo luego intervenidos quirúrgicamente por CL o CA de
acuerdo con la localización del tumor en el colon. Después se procedió al
tratamiento postoperatorio, analizando el uso de analgesia, nutrición parenteral,
requerimiento de transfusiones sanguíneas, uso de terapia antibiótica, teniendo
en cuenta diferentes indicadores de recuperación inmediata postoperatoria
como control de dolor, restitución de la motilidad intestinal, reinicio de la
actividad física y estancia hospitalaria. Además se registraron la evolución
clínica postoperatoria y la presencia de complicaciones después de la cirugía.
Se procedió al análisis descriptivo de las diferentes variables del estudio,
al análisis inferencial bivariante de cada una de las variables pre, intra y
postoperatorias comparándose en los dos grupos de pacientes según el
abordaje quirúrgico (CL versus CA). También se procedió al análisis inferencial
multivariante; en todos los casos las medidas de asociación se acompañaron
de su correspondiente intervalo de confianza del 95%. Todos los cálculos se
realizaron con el programa estadístico PASW.
Resultados: Se reclutaron 146 pacientes intervenidos quirúrgicamente por
cáncer de colon; de los cuales 74 eran hombres y 72 eran mujeres, con una
edad media de 73,9 ± 10,7 años. Del total de pacientes, en 72 de estos se
Resumen
115
realizó cirugía abierta y en 74 cirugía laparoscópica. El uso de la CL en
pacientes con CC fue de forma creciente desde el 2006 (3%) hasta 2009
(85%). Más de la mitad del total de pacientes (52,7%) fueron clasificados en el
grupo ASA II; seguido de 37,7% que formaron parte del grupo ASA III.
El procedimiento quirúrgico más empleado en CL fue la colectomía
derecha, seguido de sigmoidectomía. Se realizó cirugía de conversión a CA en
dos pacientes (2,7%). Las intervenciones quirúrgicas realizadas en general
duraron en promedio 194 ± 52 minutos. En la CA, los tiempos operatorios
fueron significativamente inferiores a los de la CL, tanto de forma global como
en los procedimientos quirúrgicos de colectomía derecha, colectomía izquierda
y sigmoidectomía.
La estadificación postoperatoria más frecuente fue T3N0M0, con 51
casos, seguida de T3N1M0, con 28. En promedio, el número de ganglios
resecados en la pieza anatómica quirúrgica fue de 14,7; sin diferencias
significativas entre los pacientes intervenidos por CL y por CA. Menos del 10%
de los ganglios resecados estaban infiltrados, siendo este porcentaje similar
para ambos tipos de cirugía.
Se observó una recuperación más temprana en el grupo de pacientes
intervenidos por CL (p<0,001). La estancia media en el global de pacientes,
fue de 13 días; 11 días en los casos de CL y 14 días en CA (p<0,001). Las
complicaciones postoperatorias en forma global, fueron significativamente más
frecuentes en los casos intervenidos por CA que por CL (p=0,005). De forma
específica, las diferencias fueron significativas para la infección de sitio
quirúrgico (p=0,003).
En el análisis multivariante, en relación al tipo de abordaje, a igual edad
y ASA, aquellos pacientes intervenidos por CL tuvieron un riesgo de
complicaciones tres veces inferior en comparación con los operados por CA.
También de forma específica, la CL se asoció con una importante reducción en
el riesgo de desarrollar una infección del sitio quirúrgico, una vez que se ha
tenido en cuenta el riesgo basal con la escala SENIC. Además, los pacientes
Resumen
116
intervenidos por CL mostraron un acortamiento significativo de la duración de la
estancia hospitalaria respecto a los intervenidos por CA.
Discusión: En el Servicio de Cirugía General del Hospital General La Mancha
Centro se fue incorporando un modelo de implantación de la cirugía
laparoscópica, de forma ordenada, de acuerdo con los protocolos establecidos
para el tratamiento del cáncer de colon, con la capacitación y seguridad debida
en beneficios de sus pacientes. El grupo de pacientes incluido ha presentado
unas características demográficas similares a las tendencias actuales, de
acuerdo con los países de nuestro entorno(1-4,6,7,42).
Los pacientes fueron clasificados de acuerdo con la estadificación TNM
postoperatoria, siendo los grupos mayoritarios correspondientes al estadio II
con 43,8% y al estadio III, con 34,9%; no habiendo significación estadística en
relación con la técnica quirúrgica adoptada. Similares resultados se han
comunicado en diversos estudios(68,72,115).
Desde las primeras descripciones de la colectomía oncológica realizada
por vía laparoscópica, la tendencia ha sido su realización mediante el abordaje
de medial a lateral(117,118). Aunque no existe evidencia científica que
demuestre un mejor resultado oncológico, este abordaje permite un respeto
escrupuloso de los principios básicos de la cirugía oncológica del colon, como
son la no manipulación del tumor y la ligadura alta de los vasos mesentéricos
inferiores de forma temprana.
El número de ganglios resecados en la pieza quirúrgica fue casi similar
en ambos grupos de pacientes operados ya sea por CL o por CA, con una
media mayor de 14 ganglios resecados para ambos tipos de abordajes
quirúrgicos. El número de ganglios linfáticos examinados, 12 o más, se asocia
con un aumento de la supervivencia a largo plazo en CC con estadios II-
III(121).
Nuestro estudio, de forma similar que otros trabajos de investigación(68-
78,126), mostró una pronta mejoría de los diversos indicadores de
Resumen
117
recuperación postoperatoria en los pacientes intervenidos de CC por CL en
comparación con CA, como menos dolor postoperatorio, un rápido reinicio de la
función intestinal y una pronta deambulación, lo cual repercute en una estancia
hospitalaria más corta. Para evaluar el reinicio de la función intestinal tras la
intervención quirúrgica, se consideró el día postoperatorio de eliminación de
flatos, la presencia de defecación, el inicio de la dieta líquida y posteriormente
dieta blanda, todas ellas estadísticamente significativas a favor de la CL
(p<0,001).
La tasa de morbilidad fue mayor en el grupo intervenido por CA, ya que
un poco más del 50% presentaron alguna complicación tras la intervención
quirúrgica. Siendo la infección del sitio quirúrgico más frecuente para los casos
sometidos a abordaje abierto. En la evolución clínica postoperatoria, la
frecuencia de sucesos desfavorables estuvo incrementada para el grupo de CL,
presentando tres reintervenciones quirúrgicas, dos ingresos en la Unidad de
Cuidados Intensivos, y seis reingresos hospitalarios en menos de 30 días, a
pesar de ello sin significación estadística en comparación con los casos de CA.
No se observó repercusión respecto a la tasa de mortalidad en relación
con el tipo de abordaje quirúrgico en los pacientes intervenidos por CC. Estos
resultados se comparten en muchos trabajos(81,83,86-88), incluso un informe
de Veldkamp(134), Consenso de la Asociación Europea de Cirugía
Endoscópica, refiere que la resección laparoscópica del cáncer de colon es una
técnica segura y un procedimiento factible que mejora el resultado a corto
plazo.
Bibliografía
118
8. Bibilografía
1. Jemal A, Siegel R, Xu J, Ward E. Cancer statistics, 2010. CA Cancer J Clin. 2010; 60 (5): 277–300. 2. Codina Cazador A, Farres Coll R. Cancer de colon. Cirugia AEC. Madrid. Ed. Médica Panamericana; 2010. p. 511. 3. Feig B, Berger D, Furham G. Oncología quirúrgica. Madrid. Ed. Marbán Libros S.L.; 2005. p. 212. 4. Posner M, Steeke G, Mayer R. Adenocarcinoma del colon y del recto. Cirugía del aparato digestivo. Madrid. Ed. Médica Panamericana; 2005. p. 251. 5. Wingo PA, Jamison PM, Hiatt RA, Weir HK, Gargiullo PM, Hutton M, et al. Building the infrastructure for nationwide cancer surveillance and control--a comparison between the National Program of Cancer Registries (NPCR) and the Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER) Program (United States). Cancer Causes Control. 2003; 14 (2): 175–93. 6. Espin Basany E, Garcia Aguilar J. Cancer colorrectal: Aspectos generales y lesiones precancerosas. Cirugia AEC. Madrid. Ed. Médica Panamericana; 2010. p. 499. 7. Weitz J, Koch M, Debus J, Höhler T, Galle PR, Büchler MW. Colorectal cancer. Lancet. 2005; 365(9454): 153–65. 8. Vasen HFA, Möslein G, Alonso A, Bernstein I, Bertario L, Blanco I, et al. Guidelines for the clinical management of Lynch syndrome (hereditary non-polyposis cancer). J. Med. Genet. 2007; 44(6): 353–62. 9. Lynch HT, de la Chapelle A. Hereditary colorectal cancer. N. Engl. J. Med. 2003; 348(10): 919–32. 10. Jensen AB, Larsen M, Gislum M, Skriver MV, Jepsen P, Nørgaard B, et al. Survival after colorectal cancer in patients with ulcerative colitis: a nationwide population-based Danish study. Am. J. Gastroenterol. 2006; 101(6): 1283–7. 11. He J, Efron JE. Screening for colorectal cancer. Adv Surg. 2011;45:31–44. 12. Freeman H-J. Colorectal cancer risk in Crohn’s disease. World J. Gastroenterol. 2008; 14(12): 1810–1. 13. Su LJ, Arab L. Alcohol consumption and risk of colon cancer: evidence from the national health and nutrition examination survey I epidemiologic follow-up study. Nutr Cancer. 2004; 50(2): 111–9. 14. Hu J, La Vecchia C, de Groh M, Negri E, Morrison H, Mery L. Dietary cholesterol intake and cancer. Ann. Oncol. 2012; 23(2): 491–500.
Bibliografía
119
15. Schernhammer ES, Ogino S, Fuchs CS. Folate and vitamin B6 intake and risk of colon cancer in relation to p53 expression. Gastroenterology. 2008; 135(3): 770–80. 16. Tantamango YM, Knutsen SF, Beeson WL, Fraser G, Sabate J. Foods and food groups associated with the incidence of colorectal polyps: the Adventist Health Study. Nutr Cancer. 2011; 63(4): 565–72. 17. Huncharek M, Muscat J, Kupelnick B. Colorectal cancer risk and dietary intake of calcium, vitamin D, and dairy products: a meta-analysis of 26.335 cases from 60 observational studies. Nutr Cancer. 2009; 61(1):47–69. 18. Chan AT, Giovannucci EL, Meyerhardt JA, Schernhammer ES, Wu K, Fuchs CS. Aspirin dose and duration of use and risk of colorectal cancer in men. Gastroenterology. 2008; 134(1): 21–8. 19. Newcomb PA, Norfleet RG, Storer BE, Surawicz TS, Marcus PM. Screening sigmoidoscopy and colorectal cancer mortality. J. Natl. Cancer Inst. 1992; 84(20): 1572–5. 20. Rosman AS, Korsten MA. Effect of verification bias on the sensitivity of fecal occult blood testing: a meta-analysis. J Gen Intern Med. 2010; 25(11):1211–21. 21. de Wijkerslooth TR, Bossuyt PM, Dekker E. Strategies in screening for colon carcinoma. Neth J Med. 2011; 69(3):112–9. 22. Winawer SJ, Krabshuis J, Lambert R, O’Brien M, Fried M. Cascade colorectal cancer screening guidelines: a global conceptual model. J. Clin. Gastroenterology. 2011; 45(4):297–300. 23. Winawer SJ, Fletcher RH, Miller L, Godlee F, Stolar MH, Mulrow CD, et al. Colorectal cancer screening: clinical guidelines and rationale. Gastroenterology. 1997; 112(2):594–642. 24. Niv Y, Hazazi R, Levi Z, Fraser G. Screening colonoscopy for colorectal cancer in asymptomatic people: a meta-analysis. Dig. Dis. Sci. 2008; 53(12):3049–54. 25. Schneider M, Häck H-J. Screening for colorectal cancer: a cost benefit analysis on a health prevention programme at the Boehringer Ingelheim Company. Dtsch. Med. Wochenschr. 2011; 136(20):1047–52. 26. Dighe S, Purkayastha S, Swift I, Tekkis PP, Darzi A, A’Hern R, et al. Diagnostic precision of CT in local staging of colon cancers: a meta-analysis. Clin Radiol. 2010; 65(9):708–19. 27. Citarda F, Tomaselli G, Capocaccia R, Barcherini S, Crespi M. Efficacy in standard clinical practice of colonoscopic polypectomy in reducing colorectal cancer incidence. Gut. 2001; 48(6):812–5.
Bibliografía
120
28. Yoshida D, Kono S, Moore MA, Toyomura K, Nagano J, Mizoue T, et al. Colorectal polypectomy and risk of colorectal cancer by subsite: the Fukuoka Colorectal Cancer study. Jpn. J. Clin. Oncol. 2007; 37(8):597–602. 29. NIH consensus conference. Adjuvant therapy for patients with colon and rectal cancer. JAMA. 1990; 264(11):1444–50. 30. Bannura G, Cumsille MA, Contreras J, Melo C, Barrera A, Reinero M, et al. Prognostic factors in colorectal neoplasm. Multivariate analysis in 224 patients. Rev Med Chil. 2001; 129(3):237–46. 31. Wichmann MW, Müller C, Lau-Werner U, Strauss T, Lang RA, Hornung HM, et al. The role of carcinoembryonic antigen for the detection of recurrent disease following curative resection of large-bowel cancer. Langenbecks Arch Surg. 2000; 385(4):271–5. 32. Ko C, Hyman NH. Practice parameter for the detection of colorectal neoplasms: an interim report (revised). Dis. Colon Rectum. 2006; 49(3):299–301. 33. NCCN Guidelines for Colon Cancer 2.2012. National Comprehensive Cancer Network; 2012. 34. Compton CC, Fielding LP, Burgart LJ, Conley B, Cooper HS, Hamilton SR, et al. Prognostic factors in colorectal cancer. College of American Pathologists Consensus Statement 1999. Arch. Pathol. Lab. Med. 2000; 124(7):979–94. 35. Compton CC, Greene FL. The staging of colorectal cancer: 2004 and beyond. CA Cancer J Clin. 2004; 54(6):295–308. 36. Iwashita Y, Sasaki A, Matsumoto T, Shibata K, Inomata M, Ohta M, et al. Two-stage laparoscopic resection of colon cancer and metastatic liver tumour. J Minim Access Surg. 2005; 1(1):37–8. 37. Pi Sunyer M, Alonso-Echanove J. Medidas de control y evaluación de la infección de herida quirúrgica. Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 77. 38. Rakinik J, Fry RD. Abordajes, estrategias, antibióticos y anastomosis. Cirugía del aparato digestivo. Madrid. Ed. Médica Panamericana; 2005. p. 221. 39. Guirao Garriga X, Badia Perez J. Profilaxis antibiótica en cirugía. Guía clínica de la AEC: Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 121. 40. Lledo Matoses S. Preparación a la cirugía. Guía clínica de la AEC: Cirugía Colorrectal. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 124.
Bibliografía
121
41. Guenaga KF, Matos D, Castro AA, Atallah AN, Wille-Jørgensen P. Mechanical bowel preparation for elective colorectal surgery. Cochrane Database Syst Rev. 2003;(2):CD001544. 42. Milidieri V. Colon y recto. Cirugía de Michans. Buenos Aires. Ed. El Ateneo; 2000. p. 816. 43. Gordon PH, Nivatvongs S. Principles and Practice of Surgery for the Colon, Rectum, and Anus. Informa Healthcare; 2007. 44. Sánchez-Medina R, Suárez-Moreno R, Aguilar-Soto O, Cuéllar-Gamboa L, Avila-Vargas G, Di Silvio-López M. Manual mechanical anastomosis colorectal surgery. Cir Cir. 2003; 71(1):39–44. 45. Piccolomini A, Bruttini S, Di Cosmo L, Carli AF, Guarnieri A, Mariani L, et al. Manual and mechanic anastomosis. Comparison in oncologic surgery of the colon and rectum. Minerva Chir. 1990; 45(5):237–40. 46. Vlug MS, Bartels SAL, Wind J, Ubbink DT, Hollmann MW, Bemelman WA. Which fast track elements predict early recovery after colon cancer surgery? Colorectal disease: the official journal of the Association of Coloproctology of Great Britain and Ireland. 2012; 14(8):1001–8. 47. Wind J, Maessen J, Polle SW, Bemelman WA, von Meyenfeldt MF, Dejong CHC. Elective colon surgery according to a «fast-track» programme. Ned Tijdschr Geneeskd. 2006; 150(6):299–304. 48. O’Connell JB, Maggard MA, Ko CY. Colon cancer survival rates with the new American Joint Committee on Cancer sixth edition staging. J. Natl. Cancer Inst. 2004;96(19):1420–5. 49. Figueredo A, Coombes ME, Mukherjee S. Adjuvant therapy for completely resected stage II colon cancer. Cochrane Database Syst Rev. 2008; (3):CD005390. 50. Adjuvant chemotherapy for localised colon cancer. Fluorouracil + folinic acid for node-positive, non-metastatic disease. Prescrire Int. 2011; 20(113):46–9. 51. Vorburger SA, Gloor B, Candinas D. Tumor surveillance after resection of colorectal cancer. Ther Umsch. 2008; 65(6):329–34. 52. Schoemaker D, Black R, Giles L, Toouli J. Yearly colonoscopy, liver CT, and chest radiography do not influence 5-year survival of colorectal cancer patients. Gastroenterology. 1998; 114(1):7–14. 53. West NP, Morris EJA, Rotimi O, Cairns A, Finan PJ, Quirke P. Pathology grading of colon cancer surgical resection and its association with survival: a retrospective observational study. Lancet Oncol. 2008; 9(9):857–65.
Bibliografía
122
54. Dubois F, Icard P, Berthelot G, Levard H. Coelioscopic cholecystectomy. Preliminary report of 36 cases. Ann. Surg. 1990; 211(1):60–2. 55. Reddick EJ, Olsen DO. Laparoscopic laser cholecystectomy. A comparison with mini-lap cholecystectomy. Surg Endosc. 1989; 3(3):131–3. 56. Young-Fadok TM, Smith CD, Sarr MG. Laparoscopic minimal-access surgery: where are we now? Where are we going? Gastroenterology. 2000; 118(2 Suppl 1):S148–165. 57. Jacobs M, Verdeja JC, Goldstein HS. Minimally invasive colon resection (laparoscopic colectomy). Surg Laparosc Endosc. 1991; 1(3):144–50. 58. Dunker MS, Stiggelbout AM, van Hogezand RA, Ringers J, Griffioen G, Bemelman WA. Cosmesis and body image after laparoscopic-assisted and open ileocolic resection for Crohn’s disease. Surg Endosc. 1998; 12(11):1334–40. 59. Franklin ME, Dorman JP, Jacobs M, Plasencia G. Is laparoscopic surgery applicable to complicated colonic diverticular disease? Surg Endosc. 1997; 11(10):1021–5. 60. El Zarrok Elgazwi K, Baca I, Grzybowski L, Jaacks A. Laparoscopic sigmoidectomy for diverticulitis: a prospective study. JSLS. 2010 dic;14(4):469–75. 61. Bokey EL, Moore JW, Keating JP, Zelas P, Chapuis PH, Newland RC. Laparoscopic resection of the colon and rectum for cancer. Br J Surg. 1997; 84(6):822–5. 62. Wexner SD, Cohen SM, Johansen OB, Nogueras JJ, Jagelman DG. Laparoscopic colorectal surgery: a prospective assessment and current perspective. Br J Surg. 1993; 80(12):1602–5. 63. Wexner SD, Latulippe J. Laparoscopic colorectal surgery and cancer. Dig Surg. 1998; 15(2):117–23. 64. Simons AJ, Anthone GJ, Ortega AE, Franklin M, Fleshman J, Geis WP, et al. Laparoscopic-assisted colectomy learning curve. Dis. Colon Rectum. 1995; 38(6):600–3. 65. Young-Fadok TM. Minimally invasive techniques for colorectal cancer. Surg Oncol. 1998; 7(3-4):165–73. 66. Bennett CL, Stryker SJ, Ferreira MR, Adams J, Beart RW. The learning curve for laparoscopic colorectal surgery. Preliminary results from a prospective analysis of 1194 laparoscopic-assisted colectomies. Arch Surg. 1997; 132(1):41–44.
Bibliografía
123
67. Claus GP, Sjoerdsma W, Jansen A, Grimbergen CA. Quantitative standardised analysis of advanced laparoscopic surgical procedures. Endosc Surg Allied Technol. 1995; 3(4):210–3. 68. Hewett PJ, Allardyce RA, Bagshaw PF, Frampton CM, Frizelle FA, Rieger NA, et al. Short-term outcomes of the Australasian randomized clinical study comparing laparoscopic and conventional open surgical treatments for colon cancer: the ALCCaS trial. Ann. Surg. 2008; 248(5):728–38. 69. Abraham NS, Hewett P, Young JM, Solomon MJ. Non-entry of eligible patients into the Australasian Laparoscopic Colon Cancer Study. ANZ J Surg. 2006; 76(9):825–9. 70. Law WL, Lee YM, Choi HK, Seto CL, Ho JW. Impact of laparoscopic resection for colorectal cancer on operative outcomes and survival. Ann. Surg. 2007; 245(1):1–7. 71. Kuhry E, Bonjer HJ, Haglind E, Hop WCJ, Veldkamp R, Cuesta MA, et al. Impact of hospital case volume on short-term outcome after laparoscopic operation for colonic cancer. Surg Endosc. 2005; 19(5):687–92. 72. Weeks JC, Nelson H, Gelber S, Sargent D, Schroeder G. Short-term quality-of-life outcomes following laparoscopic-assisted colectomy vs open colectomy for colon cancer: a randomized trial. JAMA. 2002; 287(3):321–8. 73. Chen HH, Wexner SD, Iroatulam AJ, Pikarsky AJ, Alabaz O, Nogueras JJ, et al. Laparoscopic colectomy compares favorably with colectomy by laparotomy for reduction of postoperative ileus. Dis. Colon Rectum. 2000; 43(1):61–5. 74. Young-Fadok TM. Colon cancer: trials, results, techniques (LAP and HALS), future. J Surg Oncol. 2007; 96(8):651–9. 75. Reissman P, Teoh TA, Cohen SM, Weiss EG, Nogueras JJ, Wexner SD. Is early oral feeding safe after elective colorectal surgery? A prospective randomized trial. Ann. Surg. 1995; 222(1):73–7. 76. Fleshman JW, Fry RD, Birnbaum EH, Kodner IJ. Laparoscopic-assisted and minilaparotomy approaches to colorectal diseases are similar in early outcome. Dis. Colon Rectum. 1996; 39(1):15–22. 77. Lacy AM, García-Valdecasas JC, Piqué JM, Delgado S, Campo E, Bordas JM, et al. Short-term outcome analysis of a randomized study comparing laparoscopic vs open colectomy for colon cancer. Surg Endosc. 1995; 9(10):1101–5. 78. Fielding GA, Lumley J, Nathanson L, Hewitt P, Rhodes M, Stitz R. Laparoscopic colectomy. Surg Endosc. 1997; 11(7):745–9.
Bibliografía
124
79. Senagore AJ, Luchtefeld MA, Mackeigan JM. What is the learning curve for laparoscopic colectomy? Am Surg. 1995; 61(8):681–5. 80. Stocchi L, Nelson H, Young-Fadok TM, Larson DR, Ilstrup DM. Safety and advantages of laparoscopic vs. open colectomy in the elderly: matched-control study. Dis. Colon Rectum. 2000; 43(3):326–32. 81. Franklin ME, Rosenthal D, Abrego-Medina D, Dorman JP, Glass JL, Norem R, et al. Prospective comparison of open vs. laparoscopic colon surgery for carcinoma. Five-year results. Dis. Colon Rectum. 1996; 39(10 Suppl):S35–46. 82. Milsom JW, Böhm B, Hammerhofer KA, Fazio V, Steiger E, Elson P. A prospective, randomized trial comparing laparoscopic versus conventional techniques in colorectal cancer surgery: a preliminary report. J. Am. Coll. Surg. 1998; 187(1):46–54; discussion 54–55. 83. Fleshman JW, Nelson H, Peters WR, Kim HC, Larach S, Boorse RR, et al. Early results of laparoscopic surgery for colorectal cancer. Retrospective analysis of 372 patients treated by Clinical Outcomes of Surgical Therapy (COST) Study Group. Dis. Colon Rectum. 1996; 39(10 Suppl):S53–58. 84. Jayne DG, Guillou PJ, Thorpe H, Quirke P, Copeland J, Smith AMH, et al. Randomized trial of laparoscopic-assisted resection of colorectal carcinoma: 3-year results of the UK MRC CLASICC Trial Group. J. Clin. Oncol. 2007; 25(21):3061–8. 85. Bonnor RM, Ludwig KA. Laparoscopic colectomy for colon cancer: comparable to conventional oncologic surgery? Clin Colon Rectal Surg. 2005; 18(3):174–81. 86. Schwenk W, Haase O, Neudecker J, Müller JM. Short term benefits for laparoscopic colorectal resection. Cochrane Database Syst Rev. 2005; (3):CD003145. 87. Lacy AM, García-Valdecasas JC, Delgado S, Castells A, Taurá P, Piqué JM, et al. Laparoscopy-assisted colectomy versus open colectomy for treatment of non-metastatic colon cancer: a randomised trial. Lancet. 2002; 359(9325):2224–9. 88. Kahnamoui K, Cadeddu M, Farrokhyar F, Anvari M. Laparoscopic surgery for colon cancer: a systematic review. Can J Surg. 2007; 50(1):48–57. 89. Cuschieri A, Ferreira E, Goh P, Idezuki Y, Maddern G, Marks G, et al. Guidelines for conducting economic outcomes studies for endoscopic procedures. Surg Endosc. 1997; 11(3):308–14. 90. Nve Obiang E, Badia Perez J. Infección del sitio quirúrgico: definición, clasificación y factores de riesgo. Guía clínica de la AEC: Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 99.
Bibliografía
125
91. National Nosocomial Infections Surveillance (NNIS) System Report, data summary from January 1992 through June 2004, issued October 2004. Am J Infect Control. 2004; 32(8):470–85. 92. Vazquez-Aragon P, Lizan-Garcia M, Cascales-Sanchez P, Villar-Canovas MT, Garcia-Olmo D. Nosocomial infection and related risk factors in a general surgery service: a prospective study. J. Infect. 2003; 46(1):17–22. 93. Guirao Garriga X. Abscesos intrabdominales. Abscesos hepáticos y esplénicos. Guía clínica de la AEC: Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 161. 94. Arias Díaz J, García Pérez J. Infección respiratoria. Guía clínica de la AEC: Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 399. 95. Lynch JP. Hospital-acquired pneumonia: risk factors, microbiology, and treatment. Chest. 2001; 119(2 Suppl):373S–384S. 96. Arias Díaz J, Zuloaga Bueno J. Infección urinaria. Guía clínica de la AEC: Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 387. 97. Saint S. Clinical and economic consequences of nosocomial catheter-related bacteriuria. Am J Infect Control. 2000; 28(1):68–75. 98. Membrillo Fernandez E, Segura Badia M, Sitges-Serra A. Infección por catéteres intravasculares. Guía clínica de la AEC:Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 375. 99. McGee DC, Gould MK. Preventing complications of central venous catheterization. N. Engl. J. Med. 2003; 348(12):1123–33. 100. Mermel LA, Farr BM, Sherertz RJ, Raad II, O’Grady N, Harris JS, et al. Guidelines for the management of intravascular catheter-related infections. Clin. Infect. Dis. 2001; 32(9):1249–72. 101. Longo WE, Virgo KS, Johnson FE, Oprian CA, Vernava AM, Wade TP, et al. Risk factors for morbidity and mortality after colectomy for colon cancer. Dis. Colon Rectum. 2000; 43(1):83–91. 102. Alves A, Panis Y, Trancart D, Regimbeau J-M, Pocard M, Valleur P. Factors associated with clinically significant anastomotic leakage after large bowel resection: multivariate analysis of 707 patients. World J Surg. 2002; 26(4):499–502. 103. Eke N, Jebbin NJ. Abdominal wound dehiscence: A review. Int Surg. 2006; 91(5):276–87. 104. Riou JP, Cohen JR, Johnson H. Factors influencing wound dehiscence. Am. J. Surg. 1992; 163(3):324–30.
Bibliografía
126
105. Franch Arcas G. Infección intrabdominal postoperatoria y fístulas intestinales. Guía clínica de la AEC: Infecciones quirúrgicas. Madrid. Arán Ediciones; 2006. p. 259. 106. Falconi M, Pederzoli P. The relevance of gastrointestinal fistulae in clinical practice: a review. Gut. 2001; 49 Suppl 4:iv2–10. 107. Sitges-Serra A, Jaurrieta E, Sitges-Creus A. Management of postoperative enterocutaneous fistulas: the roles of parenteral nutrition and surgery. Br J Surg. 1982; 69(3):147–50. 108. Schein M, Decker GA. Postoperative external alimentary tract fistulas. Am. J. Surg. 1991; 161(4):435–8. 109. Kaminker A. Hemostasia y trombosis en cirugía. Cirugía de Michans. Buenos Aires. Ed. El Ateneo; 2000. p. 99. 110. Eisen GM, Baron TH, Dominitz JA, Faigel DO, Goldstein JL, Johanson JF, et al. Acute colonic pseudo-obstruction. Gastrointest. Endosc. 2002; 56(6):789–92. 111. Gordon PH, McDonald J. Intestinal stomas. Principles and Practice of Surgery for the Colon, Rectum, and Anus. Informa Healthcare; 2007. 112. Guillou PJ, Quirke P, Thorpe H, Walker J, Jayne DG, Smith AMH, et al. Short-term endpoints of conventional versus laparoscopic-assisted surgery in patients with colorectal cancer (MRC CLASICC trial): multicentre, randomised controlled trial. Lancet. 2005 may 20;365(9472):1718–26. 113. Jackson TD, Kaplan GG, Arena G, Page JH, Rogers SO. Laparoscopic versus open resection for colorectal cancer: a metaanalysis of oncologic outcomes. J. Am. Coll. Surg. 2007; 204(3):439–46. 114. Tobalina Aguirrezábal E, Múgica Alcorta I, Portugal Porras V, Sarabia García S. Implantation of laparoscopic colon surgery in a general surgery department. Cir Esp. 2007; 81(3):134–8. 115. Bilimoria KY, Bentrem DJ, Merkow RP, Nelson H, Wang E, Ko CY, et al. Laparoscopic-assisted vs. open colectomy for cancer: comparison of short-term outcomes from 121 hospitals. J. Gastrointest. Surg. 2008; 12(11):2001–9. 116. Kehoe J, Khatri VP. Staging and prognosis of colon cancer. Surg. Oncol. Clin. N. Am. 2006; 15(1):129–46. 117. Yan J, Ying M, Zhou D, Chen X, Chen L, Ye W, et al. A prospective randomized control trial of the approach for laparoscopic right hemi-colectomy:medial-to-lateral versus lateral-to-medial. Zhonghua Wei Chang Wai Ke Za Zhi. 2010; 13(6):403–5.
Bibliografía
127
118. Rotholtz NA, Bun ME, Tessio M, Lencinas SM, Laporte M, Aued ML, et al. Laparoscopic colectomy: medial versus lateral approach. Surg Laparosc Endosc Percutan Tech. 2009; 19(1):43–7. 119. Chen HH, Chakravarty K D, Wang J-Y, Changchien C-R, Tang R. Pathological examination of 12 regional lymph nodes and long-term survival in stages I-III colon cancer patients: an analysis of 2,056 consecutive patients in two branches of same institution. Int J Colorectal Dis. 2010; 25(11):1333–41. 120. Valsecchi ME, Leighton J, Tester W. Modifiable factors that influence colon cancer lymph node sampling and examination. Clin Colorectal Cancer. 2010; 9(3):162–7. 121. Shanmugam C, Hines RB, Jhala NC, Katkoori VR, Zhang B, Posey JA, et al. Evaluation of lymph node numbers for adequate staging of Stage II and III colon cancer. J Hematol Oncol. 2011; 4:25. 122. Wong DCT, Chung CC, Chan ESW, Kwok ASY, Tsang WWC, Li MKW. Laparoscopic abdominoperineal resection revisited: are there any health-related benefits? A comparative study. Tech Coloproctol. 2006; 10(1):37–42. 123. Köckerling F, Reymond MA, Schneider C, Wittekind C, Scheidbach H, Konradt J, et al. Prospective multicenter study of the quality of oncologic resections in patients undergoing laparoscopic colorectal surgery for cancer. The Laparoscopic Colorectal Surgery Study Group. Dis. Colon Rectum. 1998; 41(8):963–70. 124. Braga M, Vignali A, Zuliani W, Frasson M, Di Serio C, Di Carlo V. Laparoscopic versus open colorectal surgery: cost-benefit analysis in a single-center randomized trial. Ann. Surg. 2005; 242(6):890–895, discussion 895–896. 125. Kube R, Ptok H, Steinert R, Sahm M, Schmidt U, Gastinger I, et al. Clinical value of laparoscopic surgery for colon cancer. Chirurg. 2008; 79(12):1145–50. 126. Liang J-T, Shieh M-J, Chen C-N, Cheng Y-M, Chang K-J, Wang S-M. Prospective evaluation of laparoscopy-assisted colectomy versus laparotomy with resection for management of complex polyps of the sigmoid colon. World J Surg. 2002; 26(3):377–83. 127. Noel JK, Fahrbach K, Estok R, Cella C, Frame D, Linz H, et al. Minimally invasive colorectal resection outcomes: short-term comparison with open procedures. J. Am. Coll. Surg. 2007; 204(2):291–307. 128. King PM, Blazeby JM, Ewings P, Franks PJ, Longman RJ, Kendrick AH, et al. Randomized clinical trial comparing laparoscopic and open surgery for colorectal cancer within an enhanced recovery programme. Br J Surg. 2006; 93(3):300–8.
Bibliografía
128
129. Wichmann MW, Eben R, Angele MK, Brandenburg F, Goetz AE, Jauch K-W. Fast-track rehabilitation in elective colorectal surgery patients: a prospective clinical and immunological single-centre study. ANZ J Surg. 2007; 77(7):502–7. 130. Vlug MS, Wind J, van der Zaag E, Ubbink DT, Cense HA, Bemelman WA. Systematic review of laparoscopic vs open colonic surgery within an enhanced recovery programme. Colorectal Dis. 2009; 11(4):335–43. 131. Basse L, Jakobsen DH, Bardram L, Billesbølle P, Lund C, Mogensen T, et al. Functional recovery after open versus laparoscopic colonic resection: a randomized, blinded study. Ann. Surg. 2005 mar;241(3):416–23. 132. MacKay G, Fearon K, McConnachie A, Serpell MG, Molloy RG, O’Dwyer PJ. Randomized clinical trial of the effect of postoperative intravenous fluid restriction on recovery after elective colorectal surgery. Br J Surg. 2006; 93(12):1469–74. 133. Kehlet H, Büchler MW, Beart RW, Billingham RP, Williamson R. Care after colonic operation--is it evidence-based? Results from a multinational survey in Europe and the United States. J. Am. Coll. Surg. 2006; 202(1):45–54. 134. Veldkamp R, Gholghesaei M, Bonjer HJ, Meijer DW, Buunen M, Jeekel J, et al. Laparoscopic resection of colon Cancer: consensus of the European Association of Endoscopic Surgery (EAES). Surg Endosc. 2004; 18(8):1163–85. 135. Schwarzbach M, Hasenberg T, Linke M, Kienle P, Post S, Ronellenfitsch U. Perioperative quality of care is modulated by process management with clinical pathways for fast-track surgery of the colon. Int J Colorectal Dis. 2011; 26(12):1567–75. 136. Janson M, Lindholm E, Anderberg B, Haglind E. Randomized trial of health-related quality of life after open and laparoscopic surgery for colon cancer. Surg Endosc. 2007; 21(5):747–53.