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227ARTICULO
Revista Mexicana de Sociologa 70, nm. 2 (abril-junio, 2008):
227-??.D. R. 2008. Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto
de Investigaciones Sociales. Revista Mexicana de Sociologa 70, nm.
2 (abril-junio, 2008): 227-259. Mxico, D. F. ISSN:
0188-2503/08/07002-01.
Modelo productivo y actores sociales en el agro argentino
CARLA GRAS* Y VALERIA HERNNDEZ**
Resumen: Este artculo aborda las transforma-ciones del paisaje
social rural argentino como resultado del cambio de modelo
productivo de la dcada de los noventa. A partir del an-lisis de
historias de vida de productores que comparten una posicin de
origen similar (la pertenencia a las franjas de familiares
capita-lizados), reflexionamos sobre algunos rasgos materiales y
simblicos centrales de los proce-sos ligados a dichas
transformaciones: el rol del conocimiento, la relacin con la
tierra, y los vnculos familia-explotacin.
Abstract: This article deals with the transfor-mations expressed
in the Argentinian rural social landscape as a result of the change
of the productive model in the 90s. Taking as a point of departure
the producers life sto-ries who share a similar origin positionto
belong to capitalized relatives segments, we reflect on some key
material and symbolic features in the processes linked to such
trans-formations: the role played by knowledge, the relationship
with the land as well as the family-exploitation bonds.
Palabras clave: estructura agraria; innovacin tecnolgica;
empresarios familiares; productores familiares; perfiles
identitarios.
Key words: agrarian structure; technological innovation;
family-related entrepreneurs; family-related producers; identity
profiles.
Durante la dcada de los noventa, la Argentina consolid el
proceso de liberalizacin poltico y econmico iniciado con el
gobierno militar en 1976. El conjunto de sus instituciones se
vieron remode-ladas, y sus consecuencias se hicieron sentir en
todos los niveles y esferas de intervencin social. En el sector
agropecuario, se eliminaron casi todos
* Doctora en Sociologa de la Universidad de Buenos Aires;
Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas
(Conicet). Universidad de General Sarmiento (UNGS) [Cramer 2240, 1
Piso/1428, Buenos Aires, Argentina. Nmero de telfono y de fax:
(5411) 4469-7506. Correo electrnico: ; .
** Doctora en Antropologa de lcole des Hautes tudes en Sciences
Sociales (Francia). Investigadora del Institut pour le Recherche et
le Dveloppement (IRD), Fran-cia. Esmeralda 2043/1602, Buenos Aires,
Argentina. Correos electrnicos: ; ; . >.
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los impuestos a las exportaciones (lo cual favoreci la produccin
orien-tada al mercado internacional), los aranceles a la importacin
de bienes de capital (lo que impuls la renovacin del parque de
maquina rias) y una serie de organismos pblicos reguladores del
sector que haban per-mitido la coexistencia de actores econmica y
socialmente heterogneos. La competencia intrasectorial adquiri
entonces una nueva lgica, donde el peso de las reglas del mercado
internacional result determinante. Por otro lado, el Estado se
retir del mercado financiero; asimismo, dej a los sectores ms
frgiles sin crditos blandos y como nico recurso el mercado de
capital privado: bancos, cooperativas.
Tales cambios fueron acompaados por otros de tipo tecnolgico,
ligados fundamentalmente a dos factores: tanto la introduccin de
culti-vos transgnicos como la incorporacin de las nuevas tecnologas
de la informacin y la comunicacin como instrumento de una
agricultura de precisin (los sistemas de GPS, internet y otros). La
biotecnologa moder-na entra en el paisaje rural argentino en 1996,
de la mano de la soja resistente al glifosato (soja RR de Monsanto,
comercializada inicialmente por la semillera Nidera). En ese
momento, buena parte de los pequeos y medianos agricultores se
encontraban fuertemente endeudados y con una oferta crediticia
escasa. La estrategia de las semilleras fue financiar la compra del
paquete (soja RG/glifosato). Por un lado, ello facilit el acceso de
los productores a estas tecnologas; por el otro, trajo consi-go una
dependencia cada vez mayor respecto de dichos proveedores
(Hernndez, 2007).
Al modificar los umbrales tecnolgicos mnimos para permanecer en
la produccin, el nuevo modelo impuls la intensificacin en el uso
del capital en los procesos productivos. Ello sumado a la apertura
externa, con la consecuente exposicin de los productores a las
oscilaciones en los precios internacionales y a las
transformaciones en los precios relativos reorganiz la estructura
de costos de las explotaciones agropecuarias y llev a la
configuracin de nuevas escalas de rentabilidad. As, durante toda la
dcada se observara un incremento sostenido del tamao m-nimo para
una explotacin rentable. Estos cambios repercutiran sobre la
estructura agraria: entre 1988 y 2002 la cantidad total de unidades
productivas pas de 421 mil a 331 mil, lo cual significa una
disminucin de alrededor de 88 mil explotaciones, que en trminos
relativos alcanza 21%. Conjuntamente, el tamao promedio de las
mismas aument 25%, para alcanzar 587 hectreas en 2002.
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229MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
El panorama general del campo argentino presenta, as, procesos
propios del capitalismo contemporneo,1 que acarrearon el
fortalecimien-to del gran capital y el empobrecimiento de
campesinos y trabajadores rurales. No obstante, como sealara Murmis
(1998) en un artculo que tempranamente conceptualizaba las
transformaciones ligadas a la globa-lizacin capitalista, junto con
el proceso de concentracin coexisten otros movimientos. Por un
lado, la produccin de cortes entre quienes logran mantener un ritmo
de cambio y quienes no; tal movimiento entraa una mayor diversidad
vertical, lo cual profundiza la clsica hete-rogeneidad del agro
argentino. Por el otro, la existencia de constantes movimientos de
diferenciacin social que traen consigo la ampliacin de la
diversidad dentro de capas anteriormente homogneas. En definitiva,
una concentracin que acenta la diversidad vertical y la
heterogeneizacin dentro de cada categora social.
La consideracin de estos tres movimientos constituye un soporte
terico bsico para nuestro anlisis. Los casos etnogrficos que
presen-ta mos pertenecen a un sector de productores anteriormente
incluido en los procesos de modernizacin capitalista y que haban
participado de la modernizacin tecnolgica operada en las dcadas de
los setenta y los ochenta. Nos referimos a los productores
familiares capitalizados, cuya presencia caracteriz el desarrollo
agrario de la Argentina en la rica regin pampeana, pero tambin en
las llamadas reas extrapampeanas.2 El rasgo caracterstico de dichos
sujetos ha sido la presencia de la familia en la gestin de la
unidad agropecuaria, la propiedad de la tierra, y la interconexin
entre acumulacin de capital y bienestar familiar.
Entre tales productores se verifica un fuerte proceso de
heterogenei-zacin que trajo consigo la ampliacin de la diversidad
en relacin con los niveles de mecanizacin y de incorporacin de
trabajo asalariado, el grado de compromiso de la familia con las
tareas de la explotacin (entre el trabajo fsico y el de gestin), la
expansin de superficie, el acceso a
1 Concentracin de la produccin (fenmeno que no fue seguido en la
misma pro-porcin por una concentracin de la propiedad de la
tierra); expansin de la frontera agrcola; tercerizacin de servicios
y transnacionalizacin de la oferta de insumos y maquinarias; y,
finalmente, resignificacin del mapa institucional (roles y
representacin de las asociaciones tradicionales y aparicin de
otras).
2 Referencias sobre este tipo de productores en las zonas caeras
y tabacaleras del noroeste argentino pueden consultarse en
Giarracca y Aparicio (1992); Aparicio y Gras (1995) y Gras
(2005).
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insumos o financiamiento.3 Y ms importante: en ellos se puede
obser-var la medida en que la heterogeneizacin culmina en la
expulsin de productores. En este sentido, en el presente artculo
nos centraremos en productores que habiendo compartido una posicin
de origen simi-lar (la pertenencia a las franjas de productores
familiares capitalizados), recorrieron trayectorias sociales
divergentes, cuyos puntos de llegada los ubican en categoras
sociales diferentes; ellas mismas manifestaciones de aquel proceso
de diferenciacin social al que hicimos referencia. As,
con-sideraremos tanto los perfiles que se dinamizaron como los que
se vieron debilitados, incluso excluidos por las nuevas coordenadas
productivas, situaciones contrastantes que nos permitirn rastrear
trazos centrales de los procesos de descomposicin y recomposicin de
la produccin fami-liar capitalizada en el agro argentino. Como
veremos, la relacin entre la familia, la organizacin-gestin de la
unidad productiva y la propiedad de la tierra se transforma de
variadas maneras, proceso que no puede ser analizado como mero
reflejo de las tendencias estructurales. Al con-trario, para
comprenderlo en toda su complejidad resulta fundamental restituir
el protagonismo de los sujetos, as como estudiar sus lgicas de
accin y sus consecuencias materiales y simblicas en la constitucin
de categoras diferenciales. La propia autodefinicin de los sujetos:
unos como empresarios familiares, otros como chacareros4 o
productores familiares, son en s mismos indicativos del proceso que
han atravesado y de las consecuencias que han acarreado en la
produccin de identidades.
Nuestro material de anlisis sern las historias de vida
registradas durante dos trabajos de campo realizados en las
provincias de Entre Ros y Santa Fe, entre 2005 y 2006. La primera
integra un rea histricamente marginal de la regin pampeana; la
segunda se halla en el ncleo agrcola de dicha regin, tempranamente
integrada al mercado capitalista mun-dial. Si bien el valor y la
productividad de las tierras en Santa Fe es muy superior al de
Entre Ros,5 a partir de la adopcin del nuevo paquete
3 Vase Murmis (1998).4 El trmino chacarero remite al proceso
histrico de conformacin de la agricultu-
ra familiar en la regin pampeana argentina, signado por las
luchas por el acceso a la tierra, que tienen un punto de inflexin
con el llamado Grito de Alcorta en 1912. Aquella huelga agraria
seala el pasaje de la identidad de arrendatario a la de chacarero (
Bidaseca, 2005). Desde entonces, esa categora identific a los
pequeos y medianos propietarios familiares que basaban su
organizacin productiva en el trabajo de la familia.
5 Ambas provincias estn ubicadas en zonas con diferencias
agroecolgicas; ello determina que los rendimientos por hectrea en
el sur de Santa Fe sean significativa-mente superiores que en Entre
Ros. En consecuencia, el valor de mercado de las tierras
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231MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
tecnolgico el perfil productivo entrerriano se ha visto
profundamente afectado: de ser una provincia tradicionalmente
ganadera, es hoy un ejemplo del proceso de agriculturizacin del
pas.
Focalizando as nuestra atencin por un lado en los actores que se
apropiaron con xito del nuevo modelo de explotacin agropecuaria, y
por el otro en quienes se vieron desplazados de la actividad, nos
proponemos reflexionar sobre ciertos rasgos que comienzan a ser
evoca-dos de manera recurrente por los entrevistados como
singularidades de una determinada identidad social, rasgos que dan
lugar a la dinmica ellos/nosotros, lo cual muestra la presencia de
un proceso de reformulacin del mapa simblico rural. Con el objetivo
de dar cuenta de este proce-so de produccin de alteridades,
presentaremos, en primer lugar, a quie-nes se reconocen como
empresarios y subrayan la evolucin de su propio mtier y del sector
agropecuario hacia un nuevo tipo de concepcin de lo rural. Se trata
de un grupo de productores entrerrianos que han logra-do consolidar
el pasaje de la explotacin familiar a una empresa exitosa.
En el segundo apartado, recurriremos a las trayectorias de
quienes vendieron sus campos en los aos noventa como consecuencia
de una situa cin de crisis que no pudo ser superada. Observaremos
los procesos generados en las unidades familiares que hicieron
frente a las mayores dificultades para insertarse en la expansin
agrcola reciente, y cmo en ese proceso significan sus modos de
practicar la actividad agropecuaria. La estrategia metodolgica que
utilizamos consiste en contrastar modos de apropiacin de los
distintos elementos que componen el nuevo mode-lo socioproductivo,
lo cual no supone proponer un anlisis comparativo entre quienes
ganaron/perdieron, sino que intenta subrayar las disposiciones
subjetivas y objetivas (as como sus interrelaciones) que habran
operado positiva o negativamente en el proceso de apropiacin de
dicho modelo. Construiremos as una suerte de dilogo imaginario
entre estos actores, en el que unos y otros expondrn mediante sus
trayectorias los dis-positivos materiales y simblicos con los que
hicieron frente al cambio de modelo.
Concluiremos con algunos conceptos en torno al horizonte de
accin en el que se sitan (o aspiran a situarse) los distintos
perfiles identifica-dos, el estatus otorgado al conocimiento como
factor fundamental para la gestin de la explotacin, las formas de
construir su autonoma respecto
en una y otra provincia difiere sustancialmente. De all que la
escala de las explotacio-nes en uno y otro caso no pueda ser
comparada sin tener en cuenta tales elementos.
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de los sistemas autorregulados (lo poltico, econmico, y otros),
las redes de relaciones en las que se inscriben (familiares,
asociativas. . .), as como la condicin de testigos que poseen todos
ellos al experimentar de modo directo el reemplazo de un modelo
socioproductivo por otro.
I. EL MANEJO MODERNO DE LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA: HACIA UN
PERFIL EMPRESARIAL
En Entre Ros seguimos la actividad del Grupo Cristbal,
constituido por ocho miembros permanentes ms una decena de
invitados que se renen mensualmente para compartir informacin,
conocimientos y experiencias en la gestin de sus respectivas
explotaciones (entre 500 y 2 600 hectreas). La economa familiar de
estos productores depende en porcentajes variables de la renta
agropecuaria y en todos los casos diversifican su actividad
econmica.
Todos nuestros interlocutores son varones, responsables de la
gestin de las explotaciones (sean familiares o personales); tienen
entre 55 y 65 aos; y corresponden a la tercera o cuarta generacin
de productores. De las entrevistas individuales surge la referencia
ms o menos explcita a un pasado chacarero, y mencionan una figura
promotora (generalmente un abuelo italiano), quien de la nada logr
construir un patrimonio, el campo. Dicho patrimonio no se reduce a
su sola dimensin econmica; por medio de la tierra, el individuo
logra inscribirse en la dinmica fami-liar: el campo se recibe de y
se entrega a un pariente. No se trata de un mero espacio
productivo: constituye tambin un lugar de construccin simblica
colectiva e individual. Por todo ello, estamos frente a un
patri-monio econmico, social y afectivo esencial que cristaliza la
pertenencia a un linaje. Es un capital que entraa diferentes
dimensiones, cuya articu-lacin est ligada de manera directa en las
estrategias socio-productivas elaboradas por estos productores.
Al mismo tiempo y a pesar de lo paradjico que pueda parecer a
primera vista, la mayora de nuestros interlocutores elige iniciar
su relato mostrando sus credenciales profesionales y no tanto su
adscrip-cin parental. As, la trayectoria comienza situando al
protagonista en un universo social amplio; adems, informa acerca
del modo como fue construyendo su formacin actual. Se establece
entonces una dialctica particular entre por un lado la pertenencia
familiar y por otro la voluntad de demarcarse en tanto individuo
con su profesin; a la
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233MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
imagen tradicional del grupo familiar opone su propia identidad
moderna, que expone como portadora de saberes nuevos. Retomaremos
en nuestro anlisis tal ambivalencia entre ruptura con lo viejo y
construccin de una continuidad simblica, bajo la idea de generacin
testigo.
II. TEMPORALIDAD Y ESPACIOS DE ACCIN
El ritmo cotidiano de estos productores se organiza en parte en
fun-cin del calendario agrcola-ganadero. La mayora es capaz de
programar dos ciclos anuales con antelacin, as como incorporar el
conocimiento cientfico para realizar una previsin eficaz. La
adopcin de la siembra directa (SD) y del paquete biotecnolgico a
ella relacionado no slo permi-ti que campos ganaderos se
transformaran en agrcolas, sino que adems posibilit el doble
cultivo pues permiti el control ms ajustado de los pe-riodos de
siembra. Por otra parte, la agenda de actividades tambin in-corpora
variables novedosas. Un tiempo considerable se dedica a eventos de
formacin/informacin de diverso tipo (ferias agropecuarias,
semi-narios de capacitacin, congresos), mediante los cuales esperan
obtener saberes certificados, inputs preciosos para la organizacin
de su trabajo. As adems de la experiencia y de los saberes
heredados, la capacidad de previsin que hoy detentan estos
productores se nutre de la informacin y de los sistemas expertos a
los que procuran acceder en sus recorridos por los sitios de
circulacin del conocimiento.
Tambin es de subrayar la presencia cotidiana de las nuevas
tecnolo-gas de la informacin y de la comunicacin (NTIC), tanto en
su versin instrumento de gestin (programas de informtica para
llevar adelante la contabilidad, el control del stock, el
seguimiento de la utilizacin de agro-qumicos, fertilizantes, y
otros) como en su faceta interactiva y productora de informacin
(internet, correo electrnico, red, y as por el estilo).
En sntesis, el campo (la explotacin) es slo uno de los mltiples
mbitos en los que ellos participan; para algunos, incluso ni
siquiera es el referente principal. Se trata de productores cuyo
dinamismo e inters por el conocimiento cientfico y tcnico es
notable. A la imagen ms bien tradicional del agricultor cuyo saber
deriva de su relacin prctica con la Naturaleza, viene a
yuxtaponerse una segunda: la del experto, preocupado por actualizar
sus conocimientos sobre el agro por todos los medios a su
alcance.
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En este plano, las asociaciones tcnicas desempean un rol
fundamen-tal, desplazando a otras centradas en la accin sindical o
corporativa. Tal es el caso de la Asociacin Argentina de
Productores en Siembra Directa (Aapresid), la cual pasara de ser en
los aos ochenta una pequea aso-ciacin que promocionaba la siembra
directa, a un referente ideolgico a finales de los noventa.6
Los miembros del Grupo Cristbal valorizan particularmente el
aporte en conocimientos tcnicos, agronmicos y de gestin brindado
por este tipo de asociaciones, aspecto que resulta de capital
importancia para la caracterizacin del perfil identitario al que
aspiran: de empresarios rurales innovadores. Este modelo (promovido
fundamentalmente por Aapresid) supone una plasticidad comercial que
sumada al manejo de los saberes expertos aplicados a la produccin
permite una apropiacin ultramoderna de los diversos recursos
(materiales, cognitivos, naturales, humanos) y lleva a maximizar la
relacin costos/beneficios, lo cual hace viable en tr-minos del
mercado una determinada explotacin. Dicha capacidad de gestionar
factores de diverso orden, cuenta como uno de los elementos
importantes del cambio socio-productivo que se dio en los aos
noventa. Que esta gestin sea eficaz pasa fundamentalmente por
incorporar un nuevo marco interpretativo que anuda diferentemente
factores que ya estaban presentes y otros que hacen su entrada al
sector de la mano de las biotecnologas y de las NTIC. Por ejemplo,
ese nuevo marco inter-pretativo supone saber hacer nmeros, saber
que los nmeros dicen cosas y que es necesario escucharlos.
Tomemos ahora la trayectoria de dos integrantes del Grupo
Cristbal (Sebastin y Cacho), mediante la cual podremos dimensionar
prcticas relacionadas con el nuevo modelo.
III. FLEXIBILIDAD PRODUCTIVA Y POLIVALENCIA COGNITIVA
Sebastin (61 aos) comenz su presentacin personal situndose en un
dispositivo de trayectoria profesional: Yo comienzo en el 69,
cuando voy a Crdoba a estudiar agronoma. Dado que con su ttulo de
tcnico agrnomo le bastaba para su proyecto laboral (entrar a
trabajar en la explotacin familiar), decidi finalizar su carrera
antes de recibirse de
6 Aapresid fue la primera organizacin del sector que promovi sin
ambages los cultivos transgnicos; representa los intereses de un
sector no menor de productores, semilleras nacionales e
internacionales y empresas de agroqumicos.
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235MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
ingeniero (dos aos ms de estudio). No obstante, Sebastin slo dur
un ao como empleado en la sociedad de familia pues sus tos paternos
(los administradores) eran gente de campo por tradicin y por
historia, que tenan su propia concepcin acerca de cmo deba
administrarse la explotacin, y no haba cabida para las ideas que
pudiera aportar la nueva generacin, dotada de formaciones
profesionales.
As las cosas, Sebastin opt por la va comercial, mientras
esperaba que le llegara el turno de recibir, administrar y hacer
perdurar la he-rencia familiar. Junto con un amigo, abri una
agronoma7 en el pueblo ms cercano al campo familiar. Ello no impidi
que aliado a un primo (hijo de uno de los tos administradores)
fueran insistiendo frente a sus respectivos padres para que la
sociedad de familia se disolviera y se repartiera, a cada rama, la
parte que le tocaba de la tierra acumulada originalmente por el
abuelo comn. En 1978 lo consiguieron, y Sebastin se hizo cargo (a
los 33 aos) de la herencia de su grupo familiar (actual-mente
compuesto por l, dos hermanos, una hermana y su madre). Pasa a
administrar 600 cabezas de ganado, 550 hectreas en donde funciona
un tambo. Asimismo, arrienda otras 200 hectreas de regular calidad
a unos colonos de la zona.
A partir de 1978, no slo llev adelante la administracin del
campo, sino que continu con la agronoma, ahora como nico patrn. Un
ao ms tarde, abri una segunda agronoma y dej la otra al cuidado de
un empleado. De all en ms, la articulacin entre la actividad
productiva primaria y la comercial ir pulindose, hasta instalar una
dinmica de complementacin bien aceitada. En la primera etapa hubo
que rearmar la infraestructura del campo, lo cual consumi todas las
ganancias obte-nidas con la explotacin. La veta comercial fue
entonces central para la subsistencia familiar. Luego, a partir de
los aos noventa, la relacin se invirti: el campo empez a rendir un
usufructo relativamente ms impor-tante que la agronoma, lo cual
llev a Sebastin a dedicarse cada vez ms a la produccin
agropecuaria. Sostener en el tiempo ambas actividades de manera
exitosa no es dato menor, pues supone una polivalencia cog-nitiva
por parte del agente. Sebastin ha logrado en efecto superar los
periodos de crisis, que son casi un continuum, sin que ninguno de
los dos negocios quedara en el camino:
7 Suerte de negocio de ramos generales para el sector
agropecuario (venta de agro-qumicos, semillas, herramientas).
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Cuando empez ese problema de la bendita crisis
[fundamentalmente, desde 1998 hasta el quiebre de 2001], los bancos
empezaron a cerrar las puertas al productor agropecuario [...] [no
hubo ms] crdito [...] porque pas a ser gente no confiable, gente
despreciable dentro del banco [...]. [Entonces], quin financi todo
eso? Las multinacionales. A travs de quin? De las cooperativas, de
las agronomas, de los acopios. Entonces nosotros pasamos a ser los
bancos del sector agropecuario.
Frente a esta reacomodacin de roles, Sebastin decidi cambiar su
perfil comercial pues ello le permita conservar su autonoma
respecto de las multinacionales:
ENTREVISTADORA: Entonces, usted no tiene contratos de
distribucin con las multinacionales?
SEBASTIN: No, con las multinacionales no. S tengo la distribucin
de otras empresas nacionales, ms chicas, que me vinieron a ver y
cul es la condicin? La condicin es que si usted viene a verme a m,
es porque cree en m y yo creo en usted. Entonces ac no hay ningn
tipo de aval de por medio ni ningn tipo de garantas ni nada por el
estilo: [...] si ustedes confan en eso [entonces s] [...].
La complementariedad entre ambas actividades no viene dada
solamente por la alternancia en la funcin de sostn que acabamos de
subrayar: tambin se construye en torno a las redes sociales que
cada una de ellas entraa, lo cual da cuenta de la flexibilidad
social necesaria para integrar-las, pues cada tipo de red supone
modos de comunicacin especficos. En tanto productor agropecuario,
forma parte de la cooperadora del Instituto Nacional de Tecnologa
Agropecuaria (INTA),8 integra el Grupo Cristbal y accede a la
informacin-conocimiento que circula en los mbitos del sector
(seminarios del INTA, de Aapresid, y de otros). En tanto
comerciante, participa en la direccin de la Bolsa de Cereales de
Entre Ros; ello habla de una posicin relativamente reconocida en el
mbito local.
Tal pluralidad de inserciones le ha permitido cultivar un
contacto cotidiano con actores que intervienen localmente en el
juego del mer-cado: la oferta y la demanda. Obtuvo as beneficios
indiscutibles. Por ejemplo, sus compaeros del Grupo Cristbal no slo
le permiten enri-quecer la informacin, conocimiento, experiencia,
para mejorar su ges-tin de la explotacin familiar sino que, adems,
le permiten tener una
8 Una suerte de fundacin que permite colectar fondos para el
Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria.
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237MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
llegada directa a los oferentes de semillas en el mercado local.
As explica que, entre su propia produccin y la que le venden estos
productores, tiene garantizado el abastecimiento de su agronoma en
todo lo que se refiere a semillas: trigo, soja, maz, lino,
forrajeras. Sebastin resume esta situacin de intercambio con una
frase: Todos me deben, les debo, nos debemos [...]. As, mantiene
las relaciones mercantiles dentro de un marco de interconocimiento
personal, en donde la confianza sigue siendo un factor que crea
lazos sociales; incluso constituye una base para transacciones
comerciales exitosas a escala local. Esta capacidad de nego-ciacin
que se puede permitir Sebastin en el mbito de su agronoma no est
desconectada de su otra actividad: la gestin agropecuaria; se
verifica nuevamente la complementariedad del sistema integral que
fue construyendo, basado en la flexibilidad social y la
polivalencia cogni-tiva. Se hace frente a las crisis de otro modo
cuando los distintos rubros se hallan interconectados bajo una
gestin empresarial que los asocia mutuamente como reaseguro.
En la actualidad, Sebastin evala su recorrido con un prisma
re-sueltamente optimista: ha recibido un bien de su padre que no
slo ha sabido conservar, sino que ha logrado articular con eficacia
un circuito comercial ms amplio. No obstante, tal unidad sistmica
est compuesta por elementos que Sebastin significa de modo
diferencial: si la agrono-ma es suya, el campo es un patrimonio
familiar, cuya posesin individual es transitoria. Si bien ambas
contribuyen a la reproduccin material de la unidad domstica, slo el
campo tiene una funcin de reproduccin simblica de la familia en
sentido amplio (ascendentes y descendientes), lo cual asegura el
eslabonamiento temporal entre generaciones: [...] el campo es de mi
hijo; y as como yo lo recib, se lo tengo que dar a mi hijo; y
espero que mis hijos tambin hagan lo mismo. Con la prioridad que no
debe faltarle a mis hermanos el arriendo.
Este estatus simblico diferencial que atribuye a cada mbito
econmi-co (el campo/la agronoma) tambin repercute en la organizacin
familiar del trabajo: su hijo no ha sido incorporado a la agronoma
(creacin individual de Sebastin), sino que secunda a su padre en la
conduccin de la explotacin como un modo de garantizar la
continuidad familiar del patrimonio heredado. As, padre e hijo, ms
un encargado y un pen, llevan adelante la explotacin. Se corrobora
aqu nuevamente la imbricacin de dimensiones que contiene y
estructura este espacio-objeto particular que es el campo: en l se
realiza no slo la capacidad de gerencia-miento, el conocimiento del
medio agropecuario y la formacin
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individual recibida (agrnomo, veterinario, y de otro tipo), sino
que tam-bin se pone en juego la competencia/solidaridad
intergeneracional; en ello queda ntima y afectivamente comprometida
la propia subjetividad: [] si mi abuelo y mi padre lo lograron, yo
debo lograrlo; as como tambin mis hijos y sus hijos.
En suma, por ser la administracin del campo objetiva y
subjetiva-mente comprometedora para nuestros interlocutores, no
debe extraar el hincapi puesto por ellos durante las entrevistas en
la problemtica de la gestin. Slo reconociendo la presencia de esta
doble dimensin resulta posible dar sentido a las largas
meditaciones sobre las inversiones necesa-rias para mejorar la
explotacin, garantizar su rentabilidad, conservar la empresa
familiar, distribuyendo equitativamente las ganancias. Podemos
volver, por ejemplo, sobre la importancia acordada a la siembra
directa: al incorporar esta tcnica, logran una simplificacin
sustancial del manejo financiero y productivo del campo, con lo que
al mismo tiempo dan continuidad al compromiso subjetivo implicado
en estos factores; queda as asegurada la reproduccin simblica tanto
de la identidad familiar como la personal.
IV. PARADIGMA DEL EMPOWERMENT: UN NUEVO SELF-MADE MAN
Cacho (60 aos, casado, tres hijos) es el nico del Grupo Cristbal
que comienza su presentacin personal inscribindose en una lnea
familiar: Nosotros somos familia de campo; quiz porque sus
credenciales profe-sionales son frgiles o atpicas. En efecto, a los
15 aos decidi abandonar sus estudios secundarios y emplearse en una
cooperativa agropecuaria. Estamos pues frente al nico miembro del
Grupo que no ha completado su formacin escolar y como veremos esta
caracterstica jugar a lo largo de todo su relato. Subrayar, por
ejemplo, que sus capacidades y habilidades las ha aprendido en la
universidad de la calle y de la vida; o, al compararse con sus
colegas, dir que debi suplir muchas cosas con esfuerzo personal,
haciendo alusin a los saberes ausentes por la falta de estudios
formales.
Luego de este inicio familiar, se concentrar en explicar su
carrera en la cooperativa, donde ocupar sucesivamente todos los
puestos: desde cadete hasta subgerente. A los 45 aos, ya tena detrs
de s una importantsima experiencia en casi todos los rubros que
debe manejar un administrador moderno en una explotacin agrcola. En
ese momento,
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239MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
su suegro decidi transmitir en vida la herencia a sus hijos.
Siguiendo el ejemplo, su propio padre hizo lo mismo. De resultas,
Cacho se inici como productor trabajando 573 hectreas de su esposa
(en Entre Ros) y 650 hectreas heredadas junto con su hermano (en
Crdoba).
Una vez recibida la herencia y renunciado a la cooperativa, no
le fue difcil adaptarse al nuevo mtier. Durante los ocho primeros
aos, con-servaron la residencia familiar en la provincia de Crdoba;
luego para concentrar sus esfuerzos deleg en su hermano la
administracin del campo cordobs, radic definitivamente en Entre Ros
con su esposa y sus tres hijos y se dedic exclusivamente a dicha
explotacin. Al pri-mer cmulo de tierras heredadas (573 hectreas),
Cacho sum otras 350 compradas entre 1989 y 1997, ms 1 400 que tom
en alquiler; total: unas 2 323 hectreas bajo su gestin. Al contar
cmo oper este proceso, la adopcin de la siembra directa aparece
como el hito explicativo:
En 1988 [...] empezamos a sembrar 100 hectreas [el resto era
ganadera]. Y cuando vino la siembra directa, hubo una explosin que
como me pas a m le pas a casi todos los productores. Empezamos a
sembrar cada vez ms. [...] pero yo tena la experiencia de la
cooperativa: mucha gente [...] por querer agrandarse dejaba de ser
eficiente en su campo. Vos tens que agrandarte a medida de que las
cosechadoras que tens te sirvan: que no tengas que salir a
comprarlas, que no tengas que ir a comprar tractores. [...] Cuando
ya ests en deficiencia, me parece que habra que parar. Y nosotros
creo que estamos ah [...].
El equilibrio (entre inversin y eficiencia) al que alude Cacho
no es fcil de lograr ni est presente en todos los productores
agropecuarios. La capacidad de anticipacin sobre la que reflexiona
es un rasgo especfico del nuevo perfil socio-productivo que dichos
actores encarnan y que, ade-ms, reivindican como parte del perfil
identitario moderno e innovador, diferencindose as de otros
productores ms tradicionales. Nos referimos a la importancia que
otorgan a los nmeros o de un modo ms gene-ral a la gestin. Por
ejemplo, cuando Sebastin nos explic durante una de las reuniones
mensuales del grupo cmo se evaluaba la opor-tunidad (o no) de
invertir en infraestructura, nos comunic una serie de criterios
compartidos por todos sus colegas:
[...] hacer por administracin es una expresin que usamos en el
sector agro-pecuario y significa que vos tens un costo por
administracin y otro por terceros. Entonces, cmo manejamos la
gestin? La gestin hace que a la
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Revista Mexicana de Sociologa70, nm. 2 (abril-junio, 2008):
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maquinaria agrcola [vos la toms] como si fuera contratada, de
tercero; eso te permite saber si tu maquinaria agrcola es rentable
o no, si econmicamente te conviene tenerla o contratarla. Por
supuesto, eso en los nmeros fros. Ahora, si lo llevas a la parte
productiva en s, tens que tener en cuenta el momento oportuno de
uso y disponibilidad de la m-quina. Por ejemplo: por qu no tengo
trilladora? Porque si yo la llevo a la parte numrica, me da
negativa; me dice que me conviene contratarla y no tenerla yo, en
mi campo. [] Eso es otra cosa que te muestra la gestin [...]: los
nmeros dicen que no puedo tener camin propio [para transportar la
produccin] y, entonces, se contrata.
Para estos productores, los nmeros hablan; y ellos deben estar
atentos para poder descifrar el mensaje, interpretarlo
correctamente para asegu-rar un buen manejo, una gestin empresarial
correcta. Entonces, la gestin, los nmeros y la siembra directa (SD)
aparecen en estos relatos como mar-cadores de una particularidad,
la que los diferencia de otros productores: la introduccin del
conocimiento tecnocientfico y relacional para lograr un manejo
racional y eficiente de los campos.
Si bien todos los miembros del Grupo Cristbal convocan a la SD
para explicar el cambio del perfil productivo de su explotacin,
quiz sea Cacho quien ilustre de manera ms radical el rol detonador
otorgado. En su caso, el relato adopta el tono de una saga, donde
la lucha por sos-tener la SD lo enfrenta al saber oficial y legtimo
(representado por los universitarios y cientficos), mostrando una
vez ms que no todo pasa por los estudios formales:
Y el tema de la Directa que es un tema bastante puntual y
lgicamente es un desafo grande porque prcticamente nosotros [l y su
hijo Juan] tenamos la Facultad y el INTA de Paran en contra. [Nos
decan] que eso no andaba y en el caso nuestro por ms que yo tuviera
alguna experiencia de mis amigos de que eso andaba, si yo me funda
[...], me funda! [] Mario, un amigo nuestro, haba escuchado en
Estados Unidos a un chileno que hablaba de la Siembra Directa, un
enloquecido del sistema. [...] Ah se hizo una reunin; habremos ido
30 o 35 personas, de los cuales los cinco o seis pioneros de la SD
estaban en esa reunin.
Cacho se posiciona como un pionero de la SD en un medio hostil.
Su combate por defender esta tcnica ante los otros productores y
los colegas universitarios ser al mismo tiempo el que le permitir
encontrar su propio lugar en el escenario social. Al integrar la
asociacin que pro-mueve la SD: Aapresid, Cacho se convierte en un
productor con perfil de
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241MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
innovador, identificado con la ciencia y la tcnica; aunque su
diploma ms alto certifique estudios primarios. Como miembro del
Consejo Directivo y primer presidente de la regional Paran de dicha
Asociacin, pasa a ocupar un papel importante en el medio local:
participa en conferen-cias y seminarios, tanto en mbitos acadmicos
como productivos. As, adoptar la SD signific integrar una red
social y econmica no menor, cuyas repercusiones tanto materiales
como simblicas en su vida cotidiana sern considerables.
En su presentacin personal, este rasgo de innovador aparece
regu-larmente. Dicho perfil de innovador viene relacionado con el
de empre -sario, tal como se promociona desde su asociacin de
pertenencia: Aapresid. En su relato, adems de hacer jugar factores
agropecuarios, expresa la necesidad de articularlos tanto con los
derivados de la lgica financiero-mercantil como con la observacin
de los comportamientos de la competencia (supervisar los sucesivos
cambios de los competidores para estar siempre en una posicin de
ventaja comparativa).
Sin embargo, cuando utiliza una categora para definirse a s
mismo, no apela a la de empresario rural ni habla de empresa
familiar, sino que se describe como un productor agropecuario. La
figura promocionada por Aapresid de la empresa rural innovadora
supera la tradicional empresa familiar, pues el nuevo modelo
productivo incorpora en la administracin las relaciones salariales,
la tercerizacin y la contratacin de servicios.
Para Cacho como para sus colegas del Grupo Cristbal, el modelo
propuesto por Aapresid constituye en ese sentido un horizonte al
cual tienden, ms que una realidad definitivamente instalada en su
presente. La figura de empresario innovador tiene la funcin digamos
de alter ego: un ejemplo para emularse. Esta posicin de aspirantes
se relaciona con el carcter de generacin testigo que comparten
tanto los productores entrerrianos como los santafecinos, que
veremos en breve: todos estn ha-ciendo la experiencia de reemplazar
el modelo productivo tipificado como agricultura familiar por el
que hemos calificado de nuevo modelo empresarial innovador,
relacionado por una parte con las transformaciones ma-cro-econmicas
y por la otra con el cambio que trajeron consigo las biotecnologas
y las nuevas tecnologas de la informacin y de la comuni-cacin. Para
unos, tal experiencia supuso una promocin hacia la franja social
superior; para otros, signific perder su condicin de propietarios y
su inscripcin como productores agropecuarios.
Como cierre de su presentacin, Cacho se explaya sobre el modo de
gestin que utiliza actualmente en su campo. Su estrategia
empresarial
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muestra cmo se combinan diversos elementos ya observados:
articulacin con otras actividades; inversin en infraestructura;
alquiler de tierras; prestacin/contratacin de servicios. En su
caso, no ha desarrollado en paralelo una actividad comercial (como
Sebastin) o profesional (tipo consultor o administrador de campos
ajenos), sino que ha optado por fortalecer su posicin mediante la
ampliacin de la escala productiva. Cacho trabaja ms,
proporcionalmente, sobre tierra alquilada (1 400 hectreas) que
propia (900 hectreas), poniendo en prctica el nuevo modelo
promovido por Aapresid (Hernndez, 2007). Para llevar adelante dicha
estrategia, Cacho ha ido modernizando su parque automotor, su
estructura edilicia, su sistema informtico de gestin. Actualmente
posee tres tractores, dos sembradoras, una cosechadora, una
fumigadora, dos camiones, una embolsadora y varios lugares de
almacenamiento (silos y otros). Tambin dispone (desde 2002) del
sistema de control por GPS y (desde 2000) de una antena parablica
que le permite tener conexin a internet propia y una instalacin de
tres computadoras en red: la suya, la de su hijo y la de su nuera
(esposa del otro hijo, quien es la contadora de la empresa). Con
este dispositivo tcnico e informtico, ha logrado organizar no slo
su propia produccin sino que, adems, puede prestar servicios a
terceros.
En fin, notemos que Cacho ha invertido parte de la ganancia
obte-nida en su explotacin en los dos emprendimientos
biotecnolgicos que promueve Aapresid: Bioceres SA e Indear. Al
igual que otro miembro del Grupo Cristbal, se ha convertido en
accionario de estas empresas, cuyo objetivo es lograr patentar
productos biotecnolgicos para el mercado agrcola regional. Los
argumentos para explicar la decisin de invertir 15 mil dlares
(entre ambos proyectos) son los mismos para ambos casos:
fundamentalmente, se trata de participar en un proyecto innovador
pro-metedor y de apoyar la ciencia nacional. No tenemos espacio
para profundizar aqu sobre tales procesos, pero nos parece una
decisin sig-nificativa que ilustra nuevamente el espritu
empresarial que este tipo de actor encarna en el escenario agrario
emergente.
V. LOS DESPLAZADOS: EX ACTORES O NUEVOS ACTORES DEL SECTOR
RURAL?
El segundo trabajo de campo tiene como epicentro un pueblo del
sur santafecino. Se trata de una zona agrcola con fuerte presencia
histrica
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243MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
de la produccin familiar, y una de las ms importantes de
produc-cin de soja del pas. Estas franjas de productores han estado
histrica-mente integradas a la economa de exportacin pampeana y
aunque heterogneos han tenido vnculos con los mercados financieros,
de tie-rras, compra de insumos y comercializacin. Se los conoce
como chacareros para aludir no slo a su ubicacin en los estratos de
menor superficie o al aporte decisivo del trabajo familiar, sino
tambin para referir a sus identidades sociales y polticas,
vinculadas con la defensa tanto de la propiedad familiar como de la
accin reguladora del Estado.
Entrevistamos a 16 ex propietarios, quienes vendieron sus campos
durante los aos noventa. Entre ellos, una parte (cinco) se dedic
poste-riormente a actividades no agrarias; otros (cuatro) pasaron
de ser produc-tores a contratistas de servicios; finalmente, un
tercer grupo (siete) reingres a la actividad agropecuaria mediante
el arriendo de tierras o tomando parcelas bajo esquemas de
contratos de produccin.
Ms all de tal diversidad, la venta de la tierra familiar apareci
como elemento comn a todas estas trayectorias; ello nos llev a
enfocar el problema de la expulsin como problema de desplazamiento
de una forma de agricultura familiar a otra donde la propiedad pasa
a ser secundaria. Los entrevistados vendieron sus campos como
consecuencia de un deno-minador comn: las deudas contradas con
bancos y cooperativas. Como observamos, la deuda es el hito que
condensa ciertos requisitos de las nue-vas coordenadas productivas:
la ampliacin de la escala, la incorporacin de tecnologas. Frente a
ellas, los relatos hablan de estrategias recurrentes con las que
buscaron encontrar un nuevo punto de equilibrio para seguir
produciendo: la reduccin de la superficie operada (dejando de tomar
tierras a terceros y concentrndose en las propias); el despliegue
de otras actividades laborales para desligar el funcionamiento de
la explotacin agropecuaria del sostenimiento del hogar; la venta de
maquinarias y herramientas.
No aparecen, sin embargo, entre dichas estrategias la consulta a
los organismos tcnicos pblicos, las cooperativas o asesores
privados, para ensayar otras opciones productivas; ello s sucede
entre los entrerrianos. Por el contrario, los productores
santafecinos persistieron en la idea de un conocimiento tcnico
fundado en la experiencia. Las dificultades que observaban eran de
otra ndole (precios, tasas de inters), causadas exclusivamente por
variables macroeconmicas. La puesta en duda de su saber hacer slo
aparece como reflexin posterior, muchas veces producto del espacio
reflexivo que propone la entrevista. Ello nos invit a abordar
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Revista Mexicana de Sociologa70, nm. 2 (abril-junio, 2008):
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los procesos de expulsin no slo como producto de problemas de
escala o de incorporacin tecnolgica, sino a abordar los elementos
que infor-man acerca de la transformacin de identidades y de las
prcticas a ellas vinculadas, en particular en relacin con el vnculo
con la tierra y con los saberes necesarios al trabajo y a la gestin
de la explotacin.
VI. REDEFINICIN DEL HACER Y DEL SER AGRICULTOR
Nuestros interlocutores son varones; la mayora tiene menos de 65
aos y son hijos o nietos de productores, de aquellos primeros
gringos que se instalaron en la zona a principios del siglo XX. La
mayora eran propieta-rios de explotaciones de menos de 200 hectreas
(herencias familiares) y en distinta medida trabajaban tambin
tierras alquiladas. Las diferencias relativas al tamao de las
explotaciones as como tambin a la magnitud de otros recursos
controlados (el capital disponible tanto en ganado como en
maquinarias), son indicativos de los distintos grados de
capitalizacin alcanzados por nuestros entrevistados. Partiendo de
esquemas productivos mixtos (agricultura-ganadera), en los aos
noventa adoptaron el doble cultivo (trigo-soja), con una tendencia
al monocultivo sojero. Tal estrategia los dejara sin opciones
productivas, peligrosamente dependientes de la soja y las
multinacionales.
A lo largo de las entrevistas, evocaron los cambios en su
actividad; en especial la mayor necesidad de capital para sostener
la explotacin derivada de nuevas demandas: el pago de semillas e
insumos, de rentas cuando se tomaban tierras, la contratacin de
servicios, los nuevos con-sumos familiares derivados del traslado
de la residencia a los pueblos cercanos. Estos cambios en los modos
de vida del campo cobran sentido como contrastes entre un antes y
un despus; entre la transmisin heredada de lo que era ser
agricultor y el escenario en el cual fueron desplegando su
accionar:
Creo que la diferencia estaba en cmo se viva antes en el campo.
Hoy tens una demanda de tecnologa, que se tradujo en un costo fijo
que en 1930, como puede ser mi pap [no la tena] []. Ellos [pap y
mam] no nece-sitaban plata: agarraban un pollo, lo coman; []
agarraban el sulky, no necesitaban ni un litro de combustible: era
todo. Hoy si no tens telfono, no marchs; si no tens una camioneta,
si no tens un tractor [...] (Juan, 45 aos).
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Revista Mexicana de Sociologa 70, nm. 2 (abril-junio, 2008):
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245MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
Aqu aparecen elementos indicativos de la transformacin de una
forma de agricultura familiar, cuya lgica de reproduccin se
articulaba estrechamente con la de la unidad domstica. Debemos ir
ms atrs en el tiempo para encontrar los trazos iniciales de estos
cambios; empero, en los aos noventa a la par de la evolucin
tecnolgica y de los nuevos modos de flexibilidad del trabajo se
profundizaron y aceleraron. Desde all, debieron hacer frente al
cambio de escenario macroeconmico y, posteriormente, a la veloz
expansin del nuevo modelo socio- productivo. Estas condiciones
reforzaran subordinaciones previas, a la vez que ins-talaran nuevos
resortes de vulnerabilidad. A diferencia de otras crisis que
nuestros interlocutores evocaron, la particular configuracin de los
noventa llevara a que esta vez la crisis terminara en la liquidacin
de sus explotaciones.
En efecto, en primer lugar, participar de la expansin de la soja
entra-aba asumir riesgos sin la proteccin que durante dcadas haba
ofrecido el marco institucional de desarrollo agrario en el pas.
Quienes haban operado al amparo de polticas pblicas ms o menos
proteccionistas, se encontraban ahora en una Argentina que
desregulaba todas las acti-vidades econmicas. Incluso los
tradicionales espacios cooperativistas cambiaron su dinmica
interna, y pasaron a funcionar bajo la ecuacin costos/beneficios.
Con una institucionalidad tan cambiada, el paisaje rural se volvi
rido para nuestros interlocutores.
En segundo lugar, el nuevo modelo productivo supona otros modos
de apropiarse de antiguos factores. De tal manera, si la tierra
para los productores del Grupo Cristbal adquiere un nuevo estatus
al inscribirse dentro de una gestin integral de la explotacin donde
la distincin entre propiedad, herencia y arrendamiento cambia de
conte-nido, etre los ex propietarios santafecinos dicha distincin
se mantiene en los trminos clsicos: tierras con origen diferencial
se manejan con criterios especficos.
La prdida del patrimonio familiar acarreara para estos
productores algo ms que la sola enajenacin de un capital, pues
tierra y apellido se han correspondido y fusionado histricamente.
Por otro lado, nuestros entrevistados estaban conscientes de que el
alza del precio de la tierra registrada por esos aos volva remota
la posibilidad de reconstruir aquel patrimonio. Desprenderse del
campo era entonces una decisin trascendental, evocada como una
situacin en la que se quedan sin nada, aun cuando objetivamente
dispusiesen todava de algn recurso ma-terial (casa, maquinarias, y
otros). La prdida de ese capital particular
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de semejante pilar simblico y social comprometi la capacidad de
comprensin de la situacin como totalidad.
En sntesis, el desplazamiento vivido por estos productores puede
ser entendido como un proceso de transformacin del perfil social
que ope-ra en el marco ms amplio de la descomposicin y recomposicin
de la agricultura familiar. Profundicemos ahora siguiendo las
trayectorias de Lucas y Juan, las cuales reflejan consecuencias
diferentes de dicho proceso de desplazamiento.
A. Fundirse trabajando
Lucas (45 aos), como otros chacareros, hered el campo (70
hectreas, bsicamente dedicadas a la ganadera) que haba estado en
manos de la familia desde la llegada de su abuelo inmigrante. Desde
cuando era adolescente, trabaj en la explotacin ayudando a su
padre; al fallecer ste en 1980, Lucas y su hermano quedaron a cargo
de la misma. Casi inmediatamente, los dos jvenes decidieron cambiar
el sistema productivo y ampliar la superficie agrcola; tambin
comenzaron a arrendar campos (110 hectreas). A finales de los aos
ochenta, la soja tena una fuerte expansin, y Lucas y su hermano
atentos a los altos precios del merca-do buscaron participar de ese
proceso. As, tomaron crditos bancarios para adquirir las
maquinarias necesarias; pero la hiperinflacin que se desatara a
finales de esa dcada complicara su situacin finan-ciera: Compramos
herramientas y las pagamos. Al otro ao nos metimos ms, y cuando
hubo que pagar los intereses del crdito, se nos escap de las manos.
En esa poca, cuando se te escapaba de las manos, para alcanzarlo
era muy difcil.
Lograron finalmente devolver el crdito, pero a costa de
comprometer su produccin: puesto que las ganancias estaban
destinadas al banco, no tuvieron ms remedio que comenzar a
endeudarse con la cooperativa para financiar el capital operativo
ao con ao. Buscando generar ma-yor margen, decidieron aumentar la
superficie trabajada; arrendaron as ms tierra (180 hectreas en
total), pero los porcentajes de pago que negociaron en esos
acuerdos no resultaron favorables. En dicho marco, lograran cubrir
apenas los intereses de la deuda que haban contrado con la
cooperativa. En 1992 comenzaron a vender alguna maquinaria; luego
otra; pero seguan contrayendo prstamos para volver a comenzar
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Revista Mexicana de Sociologa 70, nm. 2 (abril-junio, 2008):
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247MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
la campaa de soja. Finalmente, en 1995, ahogados, vendieron el
campo para evitar el remate.
En la reconstruccin que hace Lucas, la deuda y la incorporacin
tecnolgica aparecen claramente vinculadas: [] la colonada [los
descen-dientes de los chacareros o colonos inmigrantes] se
desespera por tener esas tecnologas nuevas, y hay veces que esas
tecnologas nuevas son las que te pueden llegar a hacer caer, como
me pas a m.
En el relato de Lucas, la comprensin de tal conexin requiere
recurrir a elementos de distinto orden: desde las polticas del
gobierno hasta la fiebre por arrendar de los productores, que
result en el sobrecalentamiento del mercado de tierras, pasando por
el funcionamiento de los bancos, los cuales impusieron complejos
requisitos burocrticos. Sin embargo, dichos elementos no estn
jerarquizados en su discurso, y las causas se exponen de modo
deshilvanado, con titubeos acerca del verdadero peso que hay que
asignarles en la explicacin del proceso de endeudamiento.
Aqu se halla sin duda el nudo problemtico, el punto donde la
expe-riencia previa, resultante de la interiorizacin de valores
vinculados con la figura del chacarero (como el trabajo
sacrificado, hacer uno mismo las cosas) ofrece pocos recursos, no
slo para comprender la situacin sino tambin para reflexionar sobre
qu y cmo hacer para encauzar la situa-cin en carriles positivos. En
otras palabras, trabajar duro, estar en el campo, aguantar a que
pase la mala racha (como antao), conduce en la nueva configuracin a
una situacin impensable: perder todo trabajando.
Lucas contina con un elemento sumamente significativo: la falta
de apoyo de la cooperativa:
Llega el momento en que te tapa el agua y []. Yo pensaba que, al
estar en un grupo cooperativo, se le daba una mano al que est cado:
se le da la se-milla para que siga trabajando y todos los aos se
ira devolviendo []. Ah [cuando estas cado], tienen que agarrar y
darte una mano, entends? Pero empiezan a cerrarte la puerta y
empiezan los retos, empieza el maltrato y te hieren ms.
As relata el distanciamiento respecto de la institucin madre, el
cual re-fleja a su vez el cambio de escenario macroeconmico y
poltico. En efecto, la cooperativa que siempre haba sostenido a los
productores en momentos crticos ahora era la que le exiga responder
desde el signo de la racionalidad del mercado por sus deudas. El
tradicional soporte
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de una forma de agricultura familiar cambiaba en sus exigencias,
acom-paando con un (mal)trato hasta all desconocido por estos
productores, reflejo de procesos ms amplios de transformacin:
[] cuando vos vens bien, est todo de primera: asado, una atencin
br-bara; despus, cuando empezs a caer, empiezan los agravios: que
no te sabas administrar, que no sabas [...]. [Nunca hubo], por
ejemplo, un con-sejo, alguien que venga a decir: Miren, muchachos:
se les est escapando de las manos. O gente que diga: Lo que estn
haciendo est bien, pero ojo que ac es as. A lo mejor nos pegbamos
igual una pifiada, pero no a tal extremo.
Incluso los interlocutores de la cooperativa y sus marcos de
referencia cambian: en vez de otros chacareros, Lucas tiene en
frente a un profesio-nal, cuyo discurso pertenece a una retrica
desconocida y que le provoca estupor:
[] haba un abogado de la cooperativa, un tipo muy estricto;
cuando te deca las cosas te daba miedo porque lo que deca era
drstico, pero era la realidad. Por ejemplo, decir: De acuerdo a la
deuda que tens, vendiendo el campo llegs a saldarla. Viste? Que te
digan as [uno piensa]: ste est loco. Vmonos; qu sabe l. Y era as.
Al ao siguiente tuvimos que vender y, encima, nos quedamos con
deudas.
Tomar tal tipo de decisiones comportaba una manera de pensar la
gestin de la explotacin y la relacin con la tierra radicalmente
diferen-te: marcada por la eficiencia y la racionalidad tcnica, la
de los nmeros. El pasado perda valor en este nuevo espacio de
significaciones, en el que determinados saberes quedaban caducos al
tiempo que tomaba cuerpo la exigencia de una mayor
profesionalizacin, la cual inclua gestin finan-ciera, organizacin
flexible de recursos productivos, gestin profesio-nalizada de
aspectos econmicos y contables, planeamiento. Dichas nuevas
aptitudes no se adquiran va la transmisin de padre a hijo. La
repercusin de los cambios tecnolgicos, los aleatorios mrgenes de
ren-tabilidad que requeriran una planificacin ms ajustada, los
nuevos modos de gestin, diluyen la eficacia de los saberes prcticos
acumulados o ms exactamente demandan por parte del productor una
revisin y actualizacin de dichos saberes en funcin del nuevo
contexto.
Ante la intervencin y sugerencia del abogado de la cooperativa,
Lucas se extraa: Qu sabe l!. Los problemas radicaban segn su
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249MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
interpretacin en otro nivel: el macroeconmico (inflacin, tasas
de inters, precios), y hacerles frente requera de otra lgica de
accin, como la institucional. Desde ese modo de definir los
escenarios, las si-tuaciones crticas no parecan cuestionar la
capacidad de los chacareros, aunque sin dudas definieran su
suerte.
En su relato no se advierte cul debera haber sido su conducta
para que resultase exitosa en la nueva realidad. No puede
explicar(se) qu debera haber hecho. Por el contrario, establece una
oposicin con los nuevos actores que surgen en las ltimas dcadas,
sintetizados en la caracterizacin de los inversionistas extra
agrarios: Ac ha aparecido gente ofertando buena plata en quintales
y lo mata al que trabaja. A lo mejor le est haciendo un beneficio
al dueo del campo, si vos fueras dueo de campo.
Y ms adelante insiste sobre este modo de desplazamiento y lo que
en l va implcito:
LUCAS: Ac hay una competencia brbara con eso [el arrendamiento]:
se empez con 10 quintales fijos [por hectrea]; despus se fueron a
12; a 14; y ahora hay ofrecimientos de hasta 16 quintales la
hectrea. Si tens el campo, por ah lo penss y guards tus
herramientas.
ENTREVISTADORA: Hay mucha gente por aqu que dio sus campos para
que los trabajen otros?
LUCAS: Claro, te llaman y sacs las cuentas, viste? Ac hay gente
que quiere trabajar el campo de puro campechano: de puro gente de
campo que lo llevan en el alma! Porque es como una raza eso! A lo
mejor, este ao, una soja en la zona est en un promedio de 22/23
quintales; y vos pagaste 15: te queda poco. Si vos sos dueo del
cam-po, la penss; decs: Que me la trabaje el que me da tantos
quintales y listo.
Lucas contrapone as la racionalidad del chacarero, tal como l la
entien-de, y la del rentista. Se enfrentan el ser agricultor en el
que se encarnan lgicas econmicas, sentimientos y pertenencias
previas a la raciona-lidad del agente econmico, donde estos otros
saberes se entremezclan con la profesionalidad.
Tambin aparecen las tensiones respecto de otro tipo de actor
experto: el ingeniero que muestra la distancia simblica mantenida
con el discurso cientfico. En efecto, en el modelo de la
agricultura familiar, la traduccin del conocimiento tcnico en
trminos accesibles y su asimilacin prctica
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se hacan mediante relaciones interpersonales, en la cooperativa
o en el bar, espacios donde las cuestiones tcnicas se conversaban.
La confianza operaba as como elemento fundamental para la
transmisin y apropia-cin de saberes, primando sobre el sistema
experto. De hecho, nuestros interlocutores no circulaban por
espacios de sociabilidad como los que proponen congresos, ferias,
jornadas. El acceso a tales mbitos no slo es costoso sino tambin
visualizado como algo totalmente lejano a sus necesidades.
Hace ms de 10 aos Lucas vendi el campo, instal un taller de
herre-ra y adquiri un camin para transporte de cereales. Apenas en
2004 logr saldar las deudas con la cooperativa. Entre tanto, su
hermano se mud a otro pueblo, donde consigui arrendar tierras.
Lucas no se define como ex productor; habla de s mismo como
hombre de campo: sigue al tanto de las novedades del sector,
discute con otros productores sobre lo que sucede en la actividad.
No obstante, esa adscripcin identitaria (la raza, como lo refiri en
un momento de la entrevista) reconoce el cambio de perfil y al
hacerlo muestra tambin una resultante material y simblica de su
trayectoria de desplazamien-to, una suerte de desdoblamiento de
difcil gestin: Estoy al tanto, pero al mismo tiempo separado de []
s lo que pasa del otro lado del ro.
B. Formas precarias del nuevo espritu empresarial
Juan (43 aos) trabaj desde joven en el campo familiar junto a su
padre. Su abuelo y su padre comenzaron arrendando campos; luego
fueron comprando, parcela a parcela, las 260 hectreas que
conformaban la propiedad familiar, de explotacin mixta. El primer
hito temporal fue el catastrfico ao 1991, cuando una inundacin en
la zona lo hizo perder toda la cosecha. Sin dinero para iniciar la
campaa siguiente, su nica opcin fue pedir un crdito al banco,
hipotecando el campo. La espiral de intereses y obligaciones
atrasadas (sumada a nuevas in-clemencias climticas) dificult la
devolucin del capital. En su relato aparece claramente el
extraamiento frente al desenlace impensable que tuvo el
endeudamiento, pues nada indicaba que tomar crditos pudiese
conducirlo a la enajenacin total de su patrimonio:
Siempre hemos tomado crditos. Venamos acostumbrados a pagar un
in-ters del 20, 30%! Entonces, cuando aparece esto [se refiere a
las cdulas
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251MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
hipotecarias], al 9, 11, o 7% [de inters], era la panacea!
Resulta que la rentabilidad era cero, entonces no lo podamos pagar:
ni al 7 ni al 2% [...].
Frente a esa situacin compleja y, sobre todo, desconocida
nuestro en-trevistado calcula que su deuda ascenda a cerca de 200
mil dlares, en 1997 decidi vender el campo para pagar al banco:
Entonces tomamos una decisin: salvamos una parte o jugamos a Que
sea lo que Dios quiera. Y dijimos: Salvemos lo que nos queda;
vendamos, paguemos y nos quedamos con algo, y vemos qu hacemos. Y
ah, arranca-mos con la prestacin de servicios.
En el momento de reconstruir desde su posicin actual el modo
como tal decisin fue delinendose, observamos la puesta en juego de
un sujeto que expresa una racionalidad econmica pura, se demarca de
legados previos (la tierra familiar puede ser hipotecada mas no
em-bargada) para mantener cierto control sobre la situacin.
Juan plantea entonces el desplazamiento desde su inscripcin como
propietario a la de prestador de servicios como un trnsito hacia
otra posicin que tambin haba estado presente en su historia:
Nosotros siempre fuimos fierreros; no es que nos sacaron la
tierra y nos quedamos sin saber qu hacer. Nosotros salimos haciendo
servicios de ve-rificacin, de siembra. [...] Nosotros salimos con
la sembradora de SD en un momento en que no haba [ese tipo de
servicios]. Antes, habamos sa-lido con los rollos de pasto, que
tampoco prcticamente haba. Entonces, siempre fuimos pegando [para]
adelante.
Sin embargo, tal movimiento hacia adelante requiri de un capital
que no tenan y nuevamente recurrieron al crdito. En su anlisis del
emprendimiento de prestar servicios, Juan deja ver los trazos de
una nueva flexibilidad, rasgo central de los jugadores exitosos del
nuevo escenario:
Tena dos cosechadoras chicas y las cambi por una grande. Compr
la sem-bradora de SD. Porque la pregunta era: Me compro un pedacito
de cam-po, que podan haber sido 60 hectreas, o me juego por este
otro lado?. Yo deca: Si con 200 hectreas no pude pagar el crdito,
con 60 me va a quedar el mismo agujero. Entonces, si lo mirs desde
el punto de vista de la inversin, decs: La tierra siempre es
tierra; pero esto [prestar servicios] dejaba ganancia. Entonces, si
con esto tengo ganancia, a lo mejor puedo.
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Vemos en dicha reflexin el cambio de estatus de la tierra: ya no
en-traa un smbolo familiar sino que inserta en el nuevo sistema se
ha transformado en pura mercanca (deja o no una renta). Tambin su
propia posicin en el sistema debe ser revisada: si pretende
mantenerse dentro del sector, deber aceptar el nuevo rol de
prestador de servicios. La evolucin del modelo productivo obliga a
flexibilizar y reasignar valores a los distintos elementos: los
servicios, la presencia del capital financiero y el rol del capital
fijo tierra; incluso algo tan duro como los nmeros ya no pueden
leerse de la misma manera, pues no se hallan sometidos a las mismas
reglas operatorias:
En el 2001 se volvi a producir un quiebre para lo que era lo
nuestro. Por qu? Porque todo mejor y lo que nosotros hacemos ahora,
hay 200 mil [que lo hacen]. Entonces, ya tenemos que cambiar. Por
eso te deca: lo me-jor es cambiar. Nunca te pods dedicar, decir yo
soy, yo hago esta actividad. Tens que venir a los golpes, viendo
dnde est el negocio.
El desplazamiento adquiere, entonces, otra connotacin: es algo
as como un modo de vida. Juan nos habla de un proceso en el que ser
y hacer se diferencian, distancian y tensionan. Reconstruir ese
hacer deviene una tarea permanente para el actor. La actividad es
resultado de una creacin individual, no exenta de incertidumbres y
golpes, fruto de un proceso en el cual la identidad del sujeto que
se construye no remi-te a las formas estabilizadas por el clsico
mercado de trabajo agrario: pen, productor. En el nuevo sistema, la
trayectoria de Juan ilustra la disposicin requerida en tanto
emprendedor: alguien siempre abierto a revisar el contenido de su
perfil, demostrando la flexibilidad material y simblica que debe
aceptar en adelante quien se desempea en este paisaje tan dinmico.
De la venta de servicios pasa a trabajar tierras de terceros a
porcentaje o a administrar campos de productores ganaderos; combina
dichas actividades o las desarrolla de manera alternativa, segn las
oportunidades que se presenten.
La trayectoria de Juan como la de otros ex propietarios
entrevis-tados permite vislumbrar la aceleracin del tiempo entre
cambio y cambio, as como tambin la fluidez entre ellos. Ninguno
entraa en s una ruptura radical o un pasaje a otra cosa totalmente
diferente. Por el contrario, Juan vuelve, retoma, reacomoda las
distintas actividades, segn su anlisis le vaya indicando. Aqu
tambin pueden entonces suponerse los rasgos de los nuevos actores
que van surgiendo en la agricultura familiar.
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253MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
VII. CONCLUSIONES
Las transformaciones que atraves el agro argentino en las ltimas
d-cadas comprometieron todos los niveles posibles: escalas
productivas, requisitos de capitalizacin, niveles de rentabilidad.
Los cambios no han sido slo de magnitud; ms importante an, se han
redefinido relaciones bsicas: las que estructuraban la constitucin
y la dinmica de la estruc-tura agraria argentina en torno a la
propiedad de la tierra.
Como sealamos en las pginas anteriores, el nuevo modelo
vinculado con la expansin biotecnolgica requiere de una organizacin
flexible de los recursos, los cuales ya no slo incluyen la tierra,
el trabajo y la tecno-loga: tambin interviene de manera no mediada
el conocimiento. Este ltimo se afirm como factor de produccin
central y es todava necesario plantear el debate sobre la medida en
que ello altera el modo de pro-duccin de valor y su apropiacin. En
tal contexto es de subrayar que la propiedad de la tierra cambia de
estatus: despojada de la dimensin social (soporte de identidades
familiares; fundamento de jerarquas sociales y rela ciones de
poder; expresin material de una geografa social local, y otros
factores), la tierra tiende a devenir pura mercanca.
El modo como los distintos actores se relacionan con los
condiciona-mientos del nuevo modelo, tiene consecuencias sobre sus
posibilidades de persistencia o expansin. En tal sentido, se
reactualizan interrogantes clsicos: Qu tipo de actores queda
excluido? Cules pierden centrali-dad? Cmo persisten los que siguen
en la produccin? En qu medida se mantienen o modifican sus rasgos
preexistentes? Los casos analizados en este trabajo nos permiten
abordar tales interrogantes en relacin con un sector social: los
productores familiares, que otorg caractersticas particulares al
desarrollo capitalista agrario en Argentina. Con toda su
heterogeneidad, la presencia de explotaciones basadas en la
propiedad familiar de la tierra y en el empleo de la fuerza de
trabajo domstica, tuvo como rasgo distintivo su capacidad para
participar en procesos de cambio tecnolgico, insertarse en los
circuitos de capitales y en los mercados internacionales. De all
que debamos destacar una vez ms el origen comn de los productores
cuyas trayectorias y perfiles diversos hemos analizado.
Los procesos que afectaron a este sector social aumentaron su
heteroge-neidad caracterstica, a la vez que generaron una fuerte
recomposicin de perfiles socioproductivos. No se trata nicamente de
plantear que algu-nos de tales productores se dinamizaron, mientras
que otros persistieron
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o aun fueron expulsados de la actividad agropecuaria. Ms bien
hemos intentado, mediante los registros particulares, estudiar tal
heterogeneidad de comportamientos mostrando en qu medida ella es
indicadora de nuevos cortes que se producen en la estructura social
agraria argentina.
Un primer punto que hemos de destacar es el arrinconamiento y
de-bilitamiento de cierta forma de produccin familiar. Hay relacin
entre la expulsin de productores, la escala de sus explotaciones y
las dificultades para la incorporacin tecnolgica. Sin embargo, es
necesario recuperar la dinmica de dicha relacin. Como vimos en el
caso de los productores santafecinos, la ampliacin de la escala as
como la incorporacin de equipos modernos no estuvo ausente en sus
trayectorias. Sin embargo, tales decisiones no se inscribieron en
un nuevo marco de interpretacin de la actividad, de la cual da
cuenta la nocin de gestin empresarial. Ella supone al menos la
incorporacin de una administracin contable rigurosa; el manejo de
recursos y procesos organizativos en trminos expertos;9 la
planificacin y la articulacin comercial y financiera. En
de-finitiva, si hablamos de un nuevo marco de interpretacin es
porque se ha operado un cambio en el modo de entender y practicar
la actividad: del oficio a la profesin, y de all a la gestin
managerial.
No obstante, la expulsin no slo se traduce en la venta o cesin
de tierras y en la constitucin de una capa de rentistas, como han
sealado distintos autores. Tambin puede significar el reingreso,
tal como hemos mostrado aqu. De acuerdo con lo que fuimos
subrayando, dicho rein-greso no supone reponer la condicin de
agricultor con caractersticas similares a las preexistentes sino
que por el contrario parece asumir la radicalidad de la ruptura que
el nuevo modelo instala en la agricultura familiar, cristalizando
la inestabilidad y la flexibilidad como sus rasgos constitutivos.
As, se toman campos cuando el mercado de tierras ofrece
posibilidades; se venden servicios debiendo innovar permanentemente
en su oferta en la bsqueda de clientes. Encontramos ejemplos de
producto-res que suerte de trashumantes ao con ao deben desplazarse
de sus lugares de residencia para arrendar tierras ms baratas o
simplemente disponibles; o bien para prestar servicios.
La segunda cuestin que subrayamos en la presente conclusin
con-cierne al fortalecimiento de una franja de tales productores de
origen
9 Por ejemplo, la realizacin de anlisis estadsticos de la
relacin entre cantidad de fertilizantes utilizados y rendimientos
por hectrea por campaa, parcela, cultivo; o la organizacin de
series de informacin para evaluar la relacin entre peso/consumo de
alimentos/hectreas en la ganadera.
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255MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
familiar: los empresarios. El elemento ms interesante en este
caso no es, sin embargo, su expansin en trminos de los recursos que
controlan, sino el modo como dicha expansin acarre modificaciones
sustantivas en el perfil de los productores mencionados. En efecto,
los empresarios rurales desplegaron ante nosotros una cantidad
importante de empren-dimientos que muestran la flexibilidad social
y la polivalencia cognitiva que poseen (Hernndez, 2007). El valor
que otorgan al conocimiento como factor productivo central se
refleja en sus prcticas cotidianas: renovacin permanente de las
tcnicas agronmicas y ganaderas utilizadas; flexibili-dad
productiva; amplitud para integrar y articular nuevos negocios,
sean stos tpicos o no tpicos del sector; dedicacin de tiempo,
dinero y energa a la participacin en espacios donde se concentra el
saber experto; concepcin de la educacin y de la formacin
personal.
Tales actores explican su dinamismo a partir de la incorporacin
de una nueva manera de entender la actividad agropecuaria, desde la
pro-fesionalizacin del viejo oficio que desarrollaban sus padres.
El criterio de gestin, antes que el de propiedad, deviene
fundamental. Es decir, para ellos la gestin y el manejo experto de
los recursos (basados en criterios cientficos) constituyen un
verdadero patrimonio. Sin embargo, ello opera en un contexto no
exento de tensiones respecto de su procedencia social; como vimos,
la herencia familiar y el manejo de las tierras de ese origen an
constituyen un asunto que los compromete. De este modo, constru-yen
su perfil y definen sus prcticas entre dos figuras: por un lado,
bus-cando distanciarse de la del chacarero, a quien ven hoy
arrinconado pero que tambin es su origen; por el otro, teniendo en
su horizonte a los nuevos empresarios, a los que buscan emular.
La actitud que los empresarios innovadores tienen respecto del
conocimiento experto puede ser caracterizada como acrtica; la
ubican en su universo simblico como parmetro unvoco de la realidad
(otros, como los polticos, los morales o emocionales, quedan
subordinados o directamente anulados). En este modo de
representacin se evidencia la doble funcin de la tecnociencia: como
factor de produccin y como norma ideolgica (Habermas, 1973;
Hernndez, 2006). Un ejemplo escla-recer el punto. Nuestros
interlocutores justificaron la adopcin de la SD mediante un
discurso puramente cientfico. Hablaron de sus facultades para
conservar las propiedades del suelo, de los beneficios en materia
orgnica. Sin embargo, la adopcin de dicha tcnica no slo hace jugar
elementos tcnicos y cientficos: tambin acarrea nuevas relaciones
labo-rales; trae consigo costos sociales; y cambia los contenidos
de la ecuacin
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inversin/beneficio. Sin embargo, tales otros factores no fueron
tematiza-dos por ellos como si la sola dimensin tecnocientfica
bastase para legiti-mar el cambio emprendido. As expulsados del
debate, los argumentos de tipo social, econmico y poltico quedan
enmascarados, y queda expuesto en toda su eficacia el rol ideolgico
de la norma tecnocientfica.
Los santafecinos tambin evocaron el cambio tcnico como factor
esencial para crecer en la produccin; sealan asimismo la dificultad
que experimentaron al recorrer ese sendero. Recordaron la caducidad
de sus equipos, las dificultades para controlar las deudas
contradas y el desconocimiento de la gestin correcta para
saldarlas. Si bien pode-mos reconocer en ellos el carcter normativo
de la tecnociencia (la SD es evocada del mismo modo que lo hacen
los empresarios), tambin se corrobora la parcialidad del orden
experto para dar cuenta de todos los aspectos de su realidad. En
efecto, para significar la situacin vivida de-bieron incluir adems
de criterios tcnicos, otros de tipo social, afectivo, poltico y aun
moral, implicados en el proceso de salida. Tematizaron de diversas
maneras la transformacin del rol de la cooperativa, el lazo
establecido con un patrimonio que no puede ser reducido a su
dimensin meramente econmica, la representacin de su actividad en
tanto chacare-ros y no como empresarios, la llegada de actores
extra agrarios, portadores de una relacin estrictamente econmica
con la tierra.
Al contrastar ambos perfiles, es posible identificar los
elementos que en el caso de los empresarios permanecen
aproblemticos y por lo mismo resultan de difcil aprehensin para el
analista social. Aproble-mticos porque lograron reinvertirlos en
sus dinmicas cotidianas, pro-duciendo empresas compatibles con los
cnones del nuevo contexto. Al contrario, los ex propietarios
santafecinos resisten al modo de produccin hegemnico; apropiarse
del nuevo marco interpretativo no les resulta fcil ni desde un
punto de vista simblico ni en el plano de las prcti-cas. Pensar por
fuera del orden ideolgico que legitima determina-dos argumentos y
prcticas, y sanciona otros es una accin de difcil realizacin; vemos
en su lugar razonamientos fraccionados, discur-sos quebrados por el
trauma que no logra resignificarse en trminos del presente. En
definitiva, en el espacio de autonoma relativa del que dispone todo
campo social respecto de los sistemas autorregulados (Habermas,
1987), unos (los empresarios) gracias a la disposicin hacia el
conocimiento experto, al capital social con el que contaban por
posicin en la estructura de clases, al patrimonio familiar tal como
lo hemos definido lograron construir estrategias colectivas y
desarrollar
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257MODELO PRODUCTIVO Y ACTORES SOCIALES EN EL AGRO ARGENTINO
prcticas individuales capaces de mantenerlos en la actividad, as
como darle contenidos nuevos. Correlativamente, en el segundo caso
(los chacareros), la expulsin no puede ser entendida como mero
resultado de una inadecuacin tecnocientfica al modelo, sino que
refleja ms bien las tensiones experimentadas al interactuar
subjetiva y colectivamente en las condiciones sociales, polticas,
econmicas y tcnicas, implicadas en la nueva configuracin
global.
En los dos casos, lo que los unifica es que se trata de sujetos
que estn transitando por la experiencia de un periodo de transicin
entre un modelo productivo basado en conocimientos de tipo material
y a mano (Schultz, 1974) sea por la propia experiencia cotidiana,
sea por la transmisin heredada de generaciones anteriores, a otro
modelo basado en conocimientos de tipo inmaterial y mediados por
los sistemas expertos (sean stos los clsicos: universidades,
institutos, asociaciones, empresas; o nuevos: redes, internet,
congresos, y as por el estilo). En tal sentido, podemos
calificarlos de generacin testigo, en tanto poseedores de una
experiencia social: conocieron un mundo que ya no est y vivencian
el que lo reemplaz; as pueden dar testimonio de las diferencias
entre ambos.
No obstante, las mismas reglas de juego pueden tener efectos
dife-renciales para los participantes: dadas determinadas
condiciones, hay quienes logran instrumentar reflexivamente los
elementos a su dispo-sicin para responder de manera exitosa al
nuevo contexto; y quienes tienen menos recursos objetivos y
subjetivos para hacerlo. Hay aqu un problema de distribucin
desigual de esos recursos que complejiza la prctica reflexiva, tal
como nuestro anlisis ha permitido apreciar. En este sentido, al
postular la autonoma relativa de los campos sociales construida
mediante la accin intersubjetiva es posible dar cuenta de los
cambios observados en el tiempo largo en funcin de la dinmica
concreta de los agentes.
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