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cAl¡tl'Ut.O tl DIOCLECI ANO Y CONSTANTINO En este capítulo alcanzamos el clímax de las relaciones iglesia- estado en el Imperio Romano. Conoceremos al último de los gran- des emperadores paganos, Diocleciano, y el primero de los empera- dores cristianos, Constantino. Este cambio profundo no se produjo sin un último sufrimiento que puso a prueba la fe de la iglesia. La tremenda persecución iniciada por Diocleciano fue lo que introdu- jo el cambio del antiguo al nuevo orden de cosas. tomar buena nota de estos dos hombres y de la oscura hora de prueba de la iglesia que los separa. Diocleciano Para poder calibrar el significado de la figura de Diocleciano es necesario observar las condiciones reinantes en el imperio durante el siglo que le precedió. Diocleciano subió al trono imperial en el l-D.284. El último de los famosos emperadores romanos que le precedió fue Marco Aurelio, quien muiió en el La edád de oro de Roma, iniciada con Augusto el año 27 a.c., terminó con Aurelio. Durante los doscientos años desde Augusto hasta Aurelio, Roma había disfrutado de paz, con excepción de algunas luchas armadas en las fronteras. No hubo ninguna guema civil; la econo- mía había prosperado; la literatura y las artes florecieron; y la ley romana gobernó los pueblos del imperio desde la Bretaña en el oeste hasta Arabia en el este. Sin embargo,lapaz,la prosperidad, y la seguridad trajeron la holganza, el relajamiento moral, y una disminución en el respeto de la autoridad. Las cualidades del carác- ter que habían hecho grande a Roma, empezaron a diluirse. I. LA I^a pérdida de carácter se hizo muy evidente en el ejército, del cual la estabilidad del imperio más dependía. Ya en el segundo siglo los jóvenes de buena familia comenzaron a perder interés en la carrera militar. Esta tendencia se acentuó durante el tercer siglo, y el gobierno se vio obligado cada vez más a reclutar soldados de entre los habitantes del imperio que no eran ciudadanos romanos, y aun de las tribus germanas fuera de las fronteras. Pronto el ejército y su oficialidad consistían en gran parte en mercenarios; para ellos, el interés propio era de más importancia que la lealtad en servir al imperio. El ejército, además, pronto se convirtió en el principal poder político del imperio. El emperador no era elegido más por el 101
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Cap8_DioclecianoConstantino

Apr 07, 2018

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Israel Moraleda
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cAl¡tl'Ut.O tl

DIOCLECI ANO Y CONSTANTINO

En este capítulo alcanzamos el clímax de las relaciones iglesia-estado en el Imperio Romano. Conoceremos al último de los gran-des emperadores paganos, Diocleciano, y el primero de los empera-dores cristianos, Constantino. Este cambio profundo no se produjosin un último sufrimiento que puso a prueba la fe de la iglesia. La

tremenda persecución iniciada por Diocleciano fue lo que introdu-jo el cambio del antiguo al nuevo orden de cosas. Debemos tomarbuena nota de estos dos hombres y de la oscura hora de prueba dela iglesia que los separa.

Diocleciano

Para poder calibrar el significado de la figura de Diocleciano esnecesario observar las condiciones reinantes en el imperio duranteel siglo que le precedió. Diocleciano subió al trono imperial en ell-D.284. El último de los famosos emperadores romanos que leprecedió fue Marco Aurelio, quien muiió en el 180. La edád deoro de Roma, iniciada con Augusto el año 27 a.c., terminó con

Aurelio. Durante los doscientos años desde Augusto hasta Aurelio,Roma había disfrutado de paz, con excepción de algunas luchasarmadas en las fronteras. No hubo ninguna guema civil; la econo-mía había prosperado; la literatura y las artes florecieron; y la leyromana gobernó los pueblos del imperio desde la Bretaña en eloeste hasta Arabia en el este. Sin embargo,lapaz,la prosperidad, yla seguridad trajeron la holganza, el relajamiento moral, y unadisminución en el respeto de la autoridad. Las cualidades del carác-ter que habían hecho grande a Roma, empezaron a diluirse.

I. LA CONDICIONDELIMPERIO

I^a pérdida de carácter se hizo muy evidente en el ejército, del cualla estabilidad del imperio más dependía. Ya en el segundo siglo losjóvenes de buena familia comenzaron a perder interés en la carreramilitar. Esta tendencia se acentuó durante el tercer siglo, y elgobierno se vio obligado cada vez más a reclutar soldados de entrelos habitantes del imperio que no eran ciudadanos romanos, y aunde las tribus germanas fuera de las fronteras. Pronto el ejército y suoficialidad consistían en gran parte en mercenarios; para ellos, elinterés propio era de más importancia que la lealtad en servir alimperio. El ejército, además, pronto se convirtió en el principalpoder político del imperio. El emperador no era elegido más por el

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scrllil(l(); cl cjórc:ilo clcgílr rt sr.rs gcllcnrlcs prrr.lr s(.r.(.¡r¡lt,r;rtltlrcs.Dcsdc cl ltiO¡.o. al 284 los cn'r¡rcnrdorcs criul ¡rrisiorrcr.s rlcl cjór-cito, y el que no agradaba al ejórcito era rnucrto. Si cra dcnlasiacloestricto o si no lo era bastante, si quería librar batalla y los solda-dos no querían, si no pagaba suficiente o si al ejército nó le agrada-ba su política en tal o cual asunto, se le asesinába y se nombraba aotro general en su lugar, aunque el nuevo emperador no quisiera elcargo. Durante este período Roma tuvo veinticinco emperadores.En los doscientos años de Augusto a Aurelio sólo hubo trece. Deesos veinticinco, veintiuno fueron asesinados; uno fue traicionado

en batalla por uno de sus generales; otro fue tomado prisioneropor los persas y nunca más se oyó de él; sólo dos múrieron demuerte natural.

Este número no incluye a los tres emperadores Galba, otón, yv_itelio, quienes en el 69 a.n. lucharon por la corona ál fulr..e,Nerón, pues los tres perecieron en la luchá.

La inestabilidad y el desorden del imperio fueron pronto nota-dos por las tribus fronterizas, las que cruzaron el Rin y el Danubioa millares para establecerse en el imperio. Los persas aiacaron en eleste. En siria y en la Galia surgieion reinos independientes paramantener el orden en esos territorios. Estos hechoi ll"uaron u quese exigieran mayores impuestos para poder combatir a los invaso-

res y mantener el o¡den en el imperio. como resultado de estaspesadas cargas la economía sufrió grave quebranto: el comercio seredujo a los mercados locales en vez de abarcar todo el imperio.Las granjas eran menos productivas porque los frutos del tiabajoeran absorbidos por los impuestos. En todas partes et pueblo y lásmismas autoridades temían a los soldados, qüienes se apropiabande cuanto querían. El dinero perdió su valór porque .i goii"rnomezclaba metales inferiores con el oro y la plata oe las rionedas.Los ¡icos se empobrecían y los pobres ie deiesperaban. Tal era lacondición del Imperio Romano al tomar el podei Diocleciano.

Diocleciano no era un hombre brillante, pero tenía carácter y elcoraje que es inherente al verdadero caráctei. No era un romano en

todo el sentido de la palabra, sino ilirio, nacido en Iliria o Dalma-cia, lo que es hoy Yugoeslavia occidental. cuatro de sus compa-triotas habían sido emperadores antes de él: claudio rr(26g-270),Aureliano (270-275), Probo (276-282), y Caro (2g}-2g3). Todosfueron hombres capaces y valerosos, pero su virtud no tuvá recom-pensa. sólo claudio murió de muerte natural. Aureliano, llamado"el restaurador del mundo" a causa de sus esfuerzos por'rafoa-uael gobierno, fue asesinado por un grupo de oficiarei; probo fuemuerto cuando dedicó su ejército alatarea pacífica de cavar uncanal; no se sabe la causa de la muerte de Caio, pero se sospechaque fue asesinado.

2. t{tot{(;ANrz^('loN l)lil. G0lilu{NoPor lo trnto, cuanclo Dioclcciano ocupó el trono impcrial, com-prcndía bicn cuan difícil sería la tarea que le esperaba. Sabíatambión el peligro personal al cual se exponía. Sin embargo, teníauna gran ventaja. El peligro al cual estaba expuesto el imperio eraen aquel momento tan grande que en todas partes se deseaba unemperador que fuera su salvación. Hasta el ejército estaba dispues-to a sacrificar parte de su poder omnímodo. Diocleciano resultóser el hombre de la hora. Su mayor contribución fue la reformaadministrativa del imperio. Vio que el imperio era demasiado vasto

para gobernarse por un solo hombre, por lo que lo dividió en dos:el oeste y el este. La línea divisoria pasaba por el Adriático, entreItalia e Iliria. Cada mitad del imperio fue regida por un augusto (es

decir, un emperador); luego de algunos años tuvo un ayudante océsar. El césar había de suceder al augusto cuando se retiraba ofallecía. Cada uno de estos cuatro tenía su capital, su ejército, sucorte, y una parte del imperio para gobernar. Diocleciano fue elaugusto oriental; Maximino, un general ilirio, fue el augusto occi-dental. Galerio, el yerno de Diocleciano fue su césar; el césar deMaximino fue Constancio. Galerio era de Dacia, Constancio deIliria; ambos eran militares sumamente capaces.

Aunque Diocleciano y Maximino tenían ambos el título de

augusto, Diocleciano ejercía el poder supremo y la decisión finalestaba en sus manos. No sólo esto, sino que gobernaba en el este,la parte más desarrollada y culta del imperio. El y Maximino ya nopedían consejo ni consultaban al senado, a través del cual habfangobernado los primeros emperadores; gobernaban solos. Dioclecia-no vivía en un espléndido palacio e imitaba a los monarcas persas

en su vestimenta y la rutina de la corte. Cualquiera que le entrevis-tara tenía que prosternarse ante él y besar el borde de su toga.Dejó de ser el Princeps o primer ciudadano del imperio comofueron el primer augusto y sus sucesores; él se hizo "señor y dios",y todo lo que le rodeaba era sagrado y divino. La adoración delemperador se hizo total. La razón de ser de este nuevo estilo de

vida era en parte de orden práctico. Se hacía más difícil un ataquea su persona a manos de asesinos potenciales.

Hemos visto dos cambios fundamentales introducidos por Dio-cleciano. Primero, el imperio se dividió entre dos augustos y doscésares, con el poder supremo en manos de Diocleciano. Segundo,atribuyó cualidades divinas a la persona del emperador a fin dehacer su vida más segura y, sin duda, de acrecentar su autoridad.Hubo un tercer cambio, quizá el más importante de todos. Bajo losprimeros emperadores, las costumbres y tradiciones locales y elgobierno local habían sido respetados en gran medida. El ejércitohabía protegido al imperio y garantizado la seguridad dentro de é1,

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l)cro tto lo lutlrflt g<tlrcl'tlttlo. liltirt l)iockrciuno e l ciú'lt'ilo tri¡llicósu tunrarjo y cstlblcci(r uu gobiorno clcl totlo nrilitlr. lrrs rlc¡rarta-mcntos dcl gobicrno civil fucron puestos al scrvicio clcl cjórcito. Lafalta de honradez se hizo universal, las libertades fueron conculca-das en todas partes, y el gobierno por el ejército a menudo resultóincompetente.

Además, la histórica ciudad de Roma dejó de ser la capital delimperio. Ningun augusto o césar vivía allí. Las capitales dondevivían se elegían de acuerdo con la estrategia militar. Desde Nico,media, en Asia Menor, Diocleciano controlaba el Danubio oriental

y las fronteras con Persia. Galerio controlaba la frontera del Danu-bio occidental desde Sirmio en el norte de lliria. Desde Milán, en elnorte de Italia, Maximino vigilaba las tribus al norte de la fronteraitaliana. Constancio cuidaba de la frontera del Rin y de los germa-nos al este de ella desde Tréveris (hoy Trier) en el nordeste de IaGalia. Este abandono de Roma por el gobierno, indirectamenteaumentó el poder y el prestigio de la iglesia romana y de su obispo.La historia, la tradición, la gloria, y la fama de Ia ciudad de Romano se desvanecieron cuando la sede del gobierno se alejó de allf.Bajo los emperadores posteriores, el obispo de Roma se hizo lapersonalidad oficial más importante de la antigua ciudad.

3. LOS RESULTADOS DE LA REORGANIZACION DE DIOCLECIANO

Durante veintiún años Diocleciano se entregó a la tarea de refor-mar el gobierno imperial. Durante estas dos décadas el imperiorecobró fuerzas, repelió a los bárbaros, fortaleció sus fronteras, yconquistó una nueva dignidad. Asl fue que el Imperio Romanosobrevivió su crisis del tercer siglo por medio del gobierno militar.Pero la supervivencia le costó caro. Recobró, es cierto, su seguri-dad, pero al precio del deterioro económico y la pérdida de laslibertades locales en las cuales se había cimentado el desarrollo deRoma. Esta pérdida fue mayor en occidente, donde el imperiodejó de existir en el año 476. En oriente perduró mil años máshasta la toma de Constantinopla por los mahometanos en 1453.

La hora más oscura

Al considerar la última persecución de la iglesia antes de la épocade constantino, resultará de utilidad revisar brevemente la hisioriade las persecuciones de los cristianos en el Imperio Romano. Comoobservamos antes, en general se pueden dividir en dos períodos:durante el primero, hasta el año 250, las persecuciones fueronlocales; en el segundo, después del año 250, abarcaban todo elimperio.

l. I{t l'ASO l)li l,AS l'}l:l(Sl:(ltl(:IONI:S: I'l{lMlrl{ I'l:l{lOlX)

El prirncr pcrfodo comicnza con NcrÓn. Durantc su rcinado hubo

una persecución cruel en Roma en el año 64. Otra persecución

local menos grave ocurrió en el 95 bajo Domiciano' Desde Trajano,que comenzí a reinar en el 98, hasta el final del reinado de Anto-nio Pfo (160) el cristianismo estuvo en peligro y alavez, en ciertosentido, protegido. Era una religión ilícita y por lo tanto expuestaa persecución. Pero también gozaba de cierta protección, ya que

Trajano prohibió la acción legal contra los cristianos basada en

acusaciones anónimas. Adriano prohibió la condenación de los

cristianos sin evidencia. Además, ordenó que los cristianos no fue-sen buscados. Bajo estas condiciones la persecución fue limitada, yla iglesia creció grandemente a pesar de ella. Marco Aurelio(16elS0) fue más agresivo. Se opuso activamente al cristianismo,y bajo él ocurrió una persecución cruel en la Gaüa en el año 177.

Del año 180 al 250 el cristianismo siguió siendo religiÓn ilícitapero sin mayotes consecuencias. En verdad el cristianismo floreciÓen el imperio durante estos setenta años. La principal excepción a

este prolongado perfodo de paz fue una persecución grave bajo elreinado del emperador Septimio Severo en los años 202 y 203,sobre todo en Egipto y Cartago. ProhibiÓ la conversión del paga-

nismo al cristianismo. La confesiÓn pública de Cristo por el bautis-

mo era, por lo tanto, un acto arriesgado. También persiguió alclero, lo cual se hace evidente por la dispersión de los maestros de

la escuela de catequesis de Alejandría. Persecuciones más breves ymenos graves ocurrieron bajo Caracala en el norte de Africa y bajoMaximino I en Asia Menor y Palestina. Con estas concluyen las

persecuciones del primer período.

2. REPASO DE LAS PERSECUCIONES: SEGLINDO PERIODO

Durante el segundo período, la persecuciÓn no fue local, sino gene-

nlizada a través del imperio. Su origen, en mayor o menol grado,

se debió a cinco causas: la primera, el enorme crecimiento de la

iglesia cristiana; la segunda, la declinación econÓmica y moral del

imperio; la tercera, la proximidad del milésimo aniversario de lafundación de Roma; la cuarta, la opiniÓn de muchos destacadosromanos en el sentido de considerar a la iglesia cristiana como unestado dentro del estado y por lo tanto un peligro para el imperio;y la quinta causa, surgida de la anterior, el temor de que la deca-dencia de Roma fuera debida al enojo de los dioses por los progre-sos del cristianismo.

En este segundo perfodo hubo tres grandes persecuciones. Laprimera, desencadenada bajo Decio entre los años 250 y 253,fue de una violencia increíble y causó más apostasía en la iglesiaque cualquiera persecución anterior. La segunda persecución suce-

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dió erlt cl rcrilludo tlc V¿rlcrri:uto clr cl :rrlo 257.'l'cnf:r ¡ror olr.ictodestruir cl lidcrato cristiauo al obliglr al clcro y a los cristitnosmás destacados en el gobierno y la socicdad a quc sc retractascn desu fe, o en caso contrario matarlos. Fue durante esta persecuciónque fue muerto Cipriano en Cartago y el obispo Sixto II en Roma.Valeriano cayó prisionero guerreando contra los persas, y su hijoGaliano puso fin a la persecución. Al hacer así, de hecho abolió elstatus legal de religión ilícita aplicada al cristianismo. Su edicto detolerancia iba dirigido "a los obispos". Devolvió los lugares deculto y los cementerios a las iglesias como entidades organizadas.

La persecución valeriana fue seguida por cuarenta y tres años depaz. Durante estos años el cristianismo progresó como nuncaantes. El edicto de tolerancia de Galiano llevó a los cristianos acreer que las persecuciones habían terminado para siempre. Seconstruyeron hermosas iglesias, y muchas personas con instruccióne influencia abrazaron el cristianismo. Mientras tanto la situacióneconómica, militar, y social del imperio se hizo cadavez más alar-mante. La captura de Valeriano por los persas y la aparición dereinos independientes en Siria y la Galia eran síntomas del debilita-miento a que había llegado. Entre los años 260 y 305 una sucesiónde emperadores capaces lucharon para restablecer el orden y elpoderío del imperio. Diocleciano fue el último y el más grande deellos.

3. LA PERSECUCION BAJO DIOCLECIANO

Es, por lo tanto, doloroso señalar que en el año 303 Diocleciano sevolvió un perseguidor. En aquel año, dos antes de renunciar a sutítulo de augusto, inició la tercera persecución del segundo perío-do, la más larga y espantosa de las tres. Es difícil de entender estaactitud de Diocleciano. Su esposa Prisca y su hija Valeria se habíanhecho cristianas y muchos de los funcionarios y sirvientes del pala-cio imperial también eran cristianos. Además, durante veinte añosno había mostrado ningún deseo de perseguir la iglesia. General-mente se supone que el principal responsable de la persecución fueGalerio, el césar de Diocleciano, pues se sabe que odiaba

el cristia-nismo. Su madre, adicta al culto de la diosa pagana Cibeles, leinstigó a la persecución. Bien puede ser que Diocleciano no hubie.:a podido dar buenas respuestas romanas a las cinco razones para2erseguir dadas más arriba. Por lo tanto habría cedido a las incita-;iones de Galerio pero a condición de que no se matase a losuristianos. Con todo, fue Diocleciano quien ordenó la persecución.Comenzó durante su reinado y debe llevar la responsabilidad ofi-cial de la misma.

La persecución comenzl el 23 de febrero del 303, sin ningúnpreaviso. Ese día los esbirros de Diocleciano fueron a la gran iglesia

dc Niconlcclia, su ciuclacl capital, qucmflron las Escrituras, rctiraronel moblaje y destruyeron el edificio. Durante los doce meses subsi-guientes se promulgaron cuatro edictos de persecución. Estos esti-pulaban sucesivamente lo siguiente:

l) Todos los cristianos de las clases altas serfan privados de susposiciones oficiales y de sus privilegios. Los cristianos de la corteimperial se convertirían en esclavos si no renunciaban al cristianis-mo. Todo cristiano perdía su ciudadanía romana. Todos los tem-plos cristianos debían destruirse y quemarse los escritos sagradoscristianos.

2) Todos los miembros del clero cristiano y los funcionarios delas iglesias serían encarcelados. Eusebio, en su f/¿sforia de la iglesia,escribió:

En cada ciudad muchos fueron encarcelados y en todas parteslas prisiones, construidas mucho antes para homicidas y profa-nadores de sepulturas, estaban atestadas de obispos, presbíteros,diáconos, lectores, y exorcistas, de modo que ya no cabían enellas los convictos de crímenes (Lib. 8, parr. 4).

3) Todos los dirigentes asf encarcelados serían obligados a ofre-cer sacrificios a los dioses o en caso contrario serlan "mutilados

por medio de torturas interminables".4) El cuarto edicto exigía que todo cristiano sin excepción,sacrificara a los dioses, so pena de ser encarcelado o sufrir mayorescastigos.

La persecución de Diocleciano duró diez años. No fue muyrigurosa en el occidente, donde ni Constancio ni su hijo Constanti-no eran favorables a ella. Pero en las regiones gobernadas porDiocleciano y Galerio la persecución fue muy violenta. Dioclecia-no renunció a su cargo de emperador en el año 305, como lo hizotambién Maximino en el oeste, pero a pesar de que Galerio fue elprincipal ejecutor de la persecución, en la historia de la iglesiaretiene el nombre del emperador que la inició.

La persecución fue de una violencia inconcebible. Cuando ter-minó, todo líder de la iglesia que no ostentaba en su cuerpo lascicatrices be la flagelación o de otros suplicios era sospechoso dehaber traicionado la fe. Miles perecieron, y miles más quedaronIisiados, ciegos, o desfigurados por las torturas. En el año 31 IGalerio enfermó gravemente. Después de esforzarse ocho años paradestruir la iglesia, la vio más fuerte y resuelta que nunca. La enfer-medad lo llevó al borde de la muerte, y escribe Eusebio: "Mientrasluchaba contra esta terrible enfermedad, se llenó de remordimien-tos por la forma cruel en que había tratado a los siervos de Dios.Tomó una decisión, y luego de hacer una confesión pública al Dios

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dcl tttlivcrrso, rcttniít:t los.iclltrcrts tlcl gobicrrn<l y lcs ortlclr(r r¡rrc sindomora ¡"usicran fin a la pcrsccuciíltr dc los cristianos." El cdictode tolerancia que promulgó concluía asl:

Asf pues, en vista de nuestra benevolencia y la costumbre exis-tente por la cual invariablemente concedemos el perdón a todoslos hombres, hemos crefdo bien en este caso extender tambiénnuestra clemencia con sumo agrado, de modo que los cristianospuedan otra vez existi¡ y reconstruir los edificios en que solíancongregarse, con la condición de que no hagan nada contrario al

orden público.... Por lo tanto, en vista de esta clemencia nues-tra, tienen el deber de rogar a su Dios por nuestro bien y poraquel del estado y de ellos mismos, a fin de que en todo sentidoel estado sea preservado en su salud y ellos puedan vivit libresde toda preocupación, en sus propios hogares (Lib. 8, pan. l7).

Cinco días más tarde Galerio murió. Fue sucedido por su césar,Maximino lÍ o Daza, quien restableció la persecución después deseis meses: no la pudo continuar, sin embargo, pues las presionespolíticas y la guerra civil le obligaron a promulgar un edicto detolerancia, que decía, entre otras cosas:

Con el fin, pues, de removertoda duda,

promulgamoseste decreto, para que sea manifiesto a todos, que los que quieran

profesar esta secta y culto [el cristianismo] tienen liberlad dehacerlo, es decir, abrazar y practicar esta religión. También seles permite construir casas del Señor figlesias] y si casas o tie,rras pertenecientes a los cristianos les han sido confiescadas ...estas les serán devueltas (Eusebio, Lib. 9, parr. l0)

Tres meses más tarde Maximino II fallecfa.El fin de Diocleciano fue tan triste como el de Galerio y de

Maximino. Cuando promulgó el edicto de persecución en el año303, exigió que su esposa y su hija sacrificasen a los dioses. Del305 en

adelante vivió en un hermoso palacio en Spolato, en Iliria.Después de la muerte de Galerio en el 3ll, Maximino desterró aPrisca, la esposa de Diocleciano, a un sitio, y a su hija Valeria,esposa de Galerio, a otro. Cuando Maximino fue derrotado en laguerra civil del año 313, Prisca y Valeria fueron apresadas y muer-tas. Diocleciano fue impotente para impedir estos hechos dororo-sos para é1. La persecución que habfa instaurado fracasó; su espo-sa, su hija, y su yerno estaban muertos, y el imperio que gobernótantos años lo regían otros. Murió, solitario y sumamente amarga-do, en diciembre del año 313.

Constantiuo

constantino nació alrcdcdor del año 288, sicndo su padre constan-cio, el general ilirio del ejército romano que en el año 293 se

convirtió en el césar de Maximiano, el augusto de occidente. En el

año 303, Maximiano y Diocleciano abdicaron; Constancio ascen-

dió entonces a augusto en el oeste, y Galerio hizo lo mismo en el

este. En aquel entonces constantino vivía en la corte de Galerio,

según pareóe en calidad de rehén para garantizar la lealtad de

Constancio.

I. CONSTANTINOASCIENDE A EMPERADOR

En el año 306, Constancio se enfermÓ gravemente estando en la

ciudad de Boulogne en el noroeste de Galia. Al oír la noticia,constantino, sin obtener permiso, abandonó la corte de Galeriopara visitar a su padre. Pocos meses después Constancio murió, yius soldados proclamaron sucesor a Constantino. Con esto comen-

z6 una lucha confusa por el poder imperial. constantino se casÓ

con Fausta, la hija de Maximiano, quien acababa de abdicar juntocon Diocleciano. Pero poco después Majencio, hijo de Maximiano,trató de tomar el poder en occidente. En el año 308, con el apoyo

de su padre, se declaró el augusto del imperio de occidente. cons-tantinó apresó a Maximiano y perrnitió que se suicidara. En el

fnterin obtuvo el apoyo de todos los ejércitos romanos en Bretañay la Galia. Estaba ahora en condiciones de enfrentarse con Majen-

cio en Italia.En el año 312 Constantino invadió Italia para derrocar a Majen-

cio de su sitial en Roma. Los dos ejércitos se encontraron a pocos

kilómetros de la ciudad. El día antes de la batalla constantino viola señal de la cruz en el cielo y encima las palabras: In hoc signo

vinces (por este signo vencerás). Constantino prometiÓ que, si ven-

cía, se haría cristiano. Al día siguiente,23 de octubre, su ejércitoobtuvo una victoria resonante; Majencio, tratando de huir a través

del río Tíber, se ahogÓ. Los años del 305 al 312 fueron, pues, de

gran significación tanto para el imperio como para constantino.

Durante ellos Maximiano abdicó; su sucesor, Constancio, murió;Maximiano luego se suicidÓ, y su hijo Majencio fue derrotado ymurió. A los veinticuatro años constantino era dueño supremo del

imperio de occidente.En el oriente ocurrieron cambios parecidos, algunos de los cua-

les ya hemos notado. Diocleciano abdicó junto con Maximiano en

el ano 305. Galerio ascendió a augusto y designÓ a Maximino II, o

Daza, su sobrino para el cargo de césar. Juntos llevaron a cabo lapersecución de la iglesia. En el 307 Galerio designó a su compañe-io de armas, Licinio, para que fuera el augusto de Iliria y Macedo-

nia, pero Licinio no tenía espíritu de perseguidor. cuando Galerio

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nlurió cn cl 3l l, Licinio y Maxinrino Daza conr¡lrrticron cl podcrdesde Iliria hasta Arabia. Maximino trató dc climinar a Licinio,pero este se alió con Constantino, casándose con su hermana. En elaño 312 promulgaron el llamado Edicto de Milán, el cual daba a laiglesia la libertad de culto y le devolvía todas las propiedades quehabían sido cohfiscadas. Luego de esto, Licinio fue al encuentrode Maximino y lo derrotó en dos batallas. Maximino murió en el314.

2. EL FIN DE LAS PERSECUCIONES

En oriente todo el poder estaba ahora concentradoen las manosde un hombre, Licinio, lo mismo que sucedía en occidente con

Constantino. Pronto surgió la discordia, y los dos emperadores seenfrentaron en el campo de batalla en el año 314, pero sin definir-se la situación. Hubo una paz que duró diez años, durante la cualLicinio se volvió contra los cristianos, pensando que una políticaanticristiana le granjearía el apoyo del paganismo en la lucha quese avecinaba contra Constantino. Con todo, en el año 323 Cons-tantino lo venció y capturó, matándolo un año después. En elcurso de la guerra Crispo, el hábil hijo de Constantino, derrotó laflota de Licinio. Sin embargo, Fausta, la mujer de Constantinopersuadió a este de que Crispo quería matarlo para tomar el poder.Por lo tanto Constantino lo hizo ejecutar. Luego supo que Fausta

le había mentido, asf que la hizo matar también. Ha6iendo asfderrotado a todos sus enemigos y muerto a su suegto Maximiano,su cuñado Majencio, su segundo cuñado Licinio, su hijo Crispo, ysu esposa Fausta, Constantino reinó solo y sin rivales en el impe-rio. A pesar de esta triste historia no debemos despreciar los rela-tos de su conversión. Hizo del cristianismo la religión oficial delimperio; ayudó a la iglesia y al clero con donaciones de fondos delimperio; buscó lapaz de la iglesia, y antes de su muerte se bautizó.sin duda constantino conocía bien la lista de emperadores asesina-dos desde Aurelio hasta Diocleciano y probablemente habrá justifi-cado la muerte de Maximiano, Majencio, y Licinio por razonesmilitares. No hay duda de que tuvo mucha paciencia con Licinio.La sombra negra en su vida fue el asesinato de crispo y la traicióny muerte de Fausta. ¿Quién dirá cuánto remordimiento padeció elpoderoso emperador durante el resto de sus días? Dejemos ahoragsa tragedia personal para leer las frases llenas de gozo con queEusebio describe el fin de la persecución:

Los hombres habían ahora perdido todo temor de sus antiguosopresores; la luz brillaba por doquier, y aquellos que antes no seatrevían a levantar la mirada ahora se saludaban con rostrossonrientes y ojos chispeantes. Cantaban y bailaban lo mismo en

el catu¡lo (luc cn la ciudrd, rtantlo llonor ¡rrirrrcro u l)ios, nt¡cstrosobcrano Scñor, como sc lcs habfa cnscirado.... Las vicjas penasse olvidaban y toda falta de religión quecló en el olvido; las cosasbuenas del presente se gozaban, las por venir se esperaban conansia. (.Fftsloria de la íglesia, Lib. 10, parr. 9)

PREGI.'NTAS PARA REPASO

1. Dé cinco ejemplos del deterioro del orden en el imperio.2. Mencione tres hechos sobresalientes de la reorganización delimperio baj o Diocleciano.

3. ¿Qué cambio se hizo en la situación del emperador?

4. ¿Por qué aumentó la autoridad de la iglesia en Roma a causade esta reorganización?

5. ¿Cuáles fueron los motivos de la persecución bajo Diocle'ciano? ¿Por qué fue la persecución una gran sorpresa parulaiglesia?

6. ¿Qué diferencias se notan entre los distintos edictos de perse

cución?7. ¿Qué diferencia hubo entre las persecuciones en el oriente y

en el occidente del imperio?

8. ¿Cuáles fueron los cuatro emperadores involucrados en laspersecuciones en oriente? ¿Considera correcta la designación"Persecución de Diocleciano"?

9. ¿Cuáles fueron los pasos militares que llevaron a Constantinoal poder?

10. ¿Cómo puso fin Constantino a la persecución?