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La cerámica del Neolítico Antiguo en Aragón NURIA RAMÓN FERNÁNDEZ INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» Excma. Diputación de Zaragoza
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Caesaraugusta, 77. La cerámica del Neolítico …Hemos considerado que era impor-tante realizar esta primera fase, ya que aunque en el estudio del Neolítico Antiguo aragonés no

Mar 11, 2020

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2006

La cerámicadel Neolítico Antiguoen Aragón

NURIA RAMÓN FERNÁNDEZ

INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO»Excma. Diputación de Zaragoza

I N S T I T U C I Ó N

F E R N A N D OEL CATÓLICO

Maq. CuCÆ77 (Cometa) 22/12/06 08:32 Página 1

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77Publicaciones de la Cátedra José Galiay

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CONSEJO DE REDACCIÓN

DirectorD. Miguel Beltrán Lloris

ConsejerosD. Antonio Beltrán Martínez

D. Guillermo Fatás Cabeza

D. Manuel A. Martín Bueno

Dña. M.a

Pilar Utrilla

SecretarioD. Carlos Sáenz Preciado

CONSEJO ASESOR

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(Universidad de Valladolid)

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(Universidad de Valencia)

D. Ignacio Barandiarán Maestu

(Universidad del País Vasco)

Dña. Ángela Donati

(Universidad de Bolonia)

D. Javier Fortea Pérez

(Universidad de Oviedo)

D. Richard J. Harrison

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(Universidad de Sevilla)

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(Universidad de Salamanca)

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(Universidad de Sassari)

D. Jean Michel Roddaz

(Universidad de Burdeos)

D. Valentín Villaverde Bonilla

(Universidad de Valencia)

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INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO»Excma. Diputación de Zaragoza

Zaragoza, 2006

Publicaciones de la Cátedra José Galiay

La cerámica del Neolítico Antiguo

en AragónNURIA RAMÓN FERNÁNDEZ

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Publicación núm. 2.603de laInstitución «Fernando el Católico»(Excma. Diputación de Zaragoza)Plaza de España, 2. 50071 ZaragozaTff.: [34] 976 288878/79Fax: [34] 976 [email protected]://ifc.dpz.es

•Diseño gráficoVíctor M. Lahuerta

•Impresión Cometa, S.A.Ctra. Castellón, km 3,400. 50013 Zaragoza

•ISSN: 0007-9502Depósito Legal: Z-1.829/04

•Impreso en España. Unión Europea

•Cubierta:Composición con la reconstrucción de una fase del proceso de fabricación con colombin,una cerámica de forma simple esférica (Cámara superior del Moro, Olvena)y gráfica de la correlación de cocción mixta continua / grosor.

•Toda la correspondencia, peticiones de envíos,remisión de publicaciones, etc.,deben dirigirse a

Institución «Fernando el Católico»Palacio Provincial, Plaza de España, 2. 50071 Zaragoza (España)

FICHA CATALOGRÁFICA

CÆSARAUGUSTA / Institución «Fernando el Católico».–N.º 1 (1951).– .– Zaragoza: Institución «Fernando elCatólico», 1951.– .– 24 cm.

Semestral

Es continuación de: PSANA

ISSN 0007-9502

I. Institución «Fernando el Católico», ed.902

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9 Introducción

11 Agradecimientos

13 I. Tecnología cerámica14 1. Las teorías18 2. Tecnología18 2.1. Materias primas20 2.2. La fabricación27 3. Tipología y clasificación29 4. Aspectos económicos y funcionales

33 II. Catálogo de yacimientos33 1. Marco geográfico33 1.1. Características geomorfológicas37 1.2. Vegetación38 2. Catálogo40 2.1. Yacimientos inventariados40 — Provincia de Huesca57 — Provincia de Zaragoza62 — Provincia de Teruel69 2.2. Yacimientos con materiales neolíticos

79 III. Análisis cerámicos79 1. Metodología81 1.1. Ficha cerámica

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gón 86 2. Análisis de la cerámica neolítica

87 2.1. Manufactura103 2.2. Morfología132 2.2.1. A modo de tipología148 2.3. Decoración175 2.4. Relación morfología y decoración177 2.5. Análisis de los resultados

187 IV. Neolítico Antiguo187 1. La cerámica impresa en el Mediterráneo211 2. La cerámica en la Península Ibérica232 3. El Neolítico Antiguo en Aragón236 3.1. La Cultura material254 3.2. Los ecosistemas260 3.3. Análisis del entorno273 3.4. Análisis de los yacimientos

287 V. La cerámica y el Neolítico Antiguo en Aragón

299 VI. Bibliografía

337 VII. Apéndice

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La Prehistoria aragonesa carecía del estudio de uno de los materiales máscaracterísticos de la etapa neolítica: la cerámica, que permitiera completar la visióndada por el resto de los estudios de la cultura material. En esta investigación se haconstatado que la decoración cardial hasta ahora considerada como fósil director dela evolución del Neolítico Antiguo, no sólo en esta región sino en toda la penínsu-la, es un elemento insignificante dentro de un conjunto considerablemente másamplio y que por tanto no puede determinar, como hasta ahora han querido hacerver algunos investigadores, el estudio de un proceso cultural. El objetivo ha sidointentar dar una visión global del Neolítico Antiguo en Aragón basándonos funda-mentalmente en el análisis de los materiales cerámicos, a los que se han añadidolas conclusiones que el resto de los estudios han aportado.

Este trabajo es el resumen de la Tesis doctoral de la autora, dirigida por JoséMª Rodanés y presentada en la Universidad de Zaragoza en 1995 y que ha sidoactualizado y revisado bibliográfica y arqueológicamente en el 2001-2. En él, no seha pretendido realizar un mero listado tipológico del material cerámico, sino lacomprensión de las características que nos acerquen más al conocimiento global deestos grupos. Para ello en primer lugar, se han establecido las bases necesarias pararealizar el estudio a través de la metodología cerámica. Posteriormente, se presen-tan los yacimientos brevemente ya que han sido publicados de antemano, diferen-ciándose entre los asentamientos cuyo material cerámico ha sido analizado y losque únicamente han sido incluidos para dar una visión general. El análisis estadís-tico de la cerámica se ha desglosado siguiendo los planteamientos metodológicosexpuestos, incluyéndose las tablas en un apéndice.

Una vez realizado el estudio, se ha abordado el tema propiamente de la cerá-mica impresa en el Neolítico Antiguo. Al no ser un hecho aislado, propio de Ara-

Introducción

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gón gón, se ha expuesto brevemente el panorama mediterráneo y peninsular en el que

se encuentra inmerso y debemos englobarlo. Hemos considerado que era impor-tante realizar esta primera fase, ya que aunque en el estudio del Neolítico Antiguoaragonés no establezcamos de manera generalizada paralelos con otros yacimien-tos, es este conocimiento el que nos permite determinar su posición en relación alresto de la Península. Finalmente, se ha hecho un análisis conjunto de los asenta-mientos aragoneses, a partir de la información que ofrecen todos los materiales yestudios realizados sobre los mismos. Estas conclusiones sirven de colofón al tra-bajo y en ellas se ha intentado recoger aquellos aspectos que consideramos de inte-rés y que dependen necesariamente del desarrollo de los capítulos anteriores.

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Queremos expresar nuestra gratitud a todas aquellas personas e institucionesque, en mayor o menor medida, han contribuido a su realización de este trabajo.

A todos los arqueológos que desinteresadamente nos han prestado los materia-les de sus excavaciones para poder realizar este estudio: a P. Utrilla, I. Barandiarán,A. Cava, J. A. Benavente, T. Andrés, J. Rey, C. Mazo, L. Montes y J. Mª Rodanés.Especialmente a Vicente Baldellou, descubridor de la mayor parte de los yacimientosneolíticos del altoaragoneses, que generosamente nos permitió trabajar en un temaal que ha dedicado gran parte de su trayectoria investigadora y nos aportó, no sólolos materiales de sus yacimientos, sino también el apoyo necesario.

A Pedro Ayuso y al personal del Museo de Huesca y Zaragoza por las facilida-des dadas para nuestra estancia con ellos. A Mª Ángeles Tilo sin cuya ayuda, apor-taciones y trabajo desinteresado nunca se habría podido llevar a cabo éste.

Al departamento de Ciencias de las Antigüedad y, en especial, a las áreas dePrehistoria y Arqueología que nos han animado en todo momento, poniendo anuestro alcance los medios materiales necesarios.

A mi familia que en ningún momento ha dejado de animarme, y a todos losamigos que de una manera callada nos han ofrecido su ayuda y colaboración.

Finalmente, a José Mª Rodanés, verdadero director del trabajo, por su pacien-cia, sugerencias y total apoyo sin el cual no hubiese sido posible su realización.

Agradecimientos

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La cerámica1 es un objeto producto de una acción humana y, como elementode la cultura material reflejará el comportamiento de un grupo (CLARKE, 1984: 11-15).A partir del Neolítico, ha sido y es uno de los materiales más significativos con losque cuenta un prehistoriador a la hora de interpretar y estudiar un yacimiento. Pesea la importancia del objeto en sí mismo, el tratamiento que ha recibido por partede los investigadores ha sido muy desigual: desde la mera descripción morfológicay decorativa, que sólo es utilizada para establecer paralelos, hasta los actuales estu-dios estadísticos, analíticos y funcionales2. El análisis se ha modificado pero losplanteamientos continúan siendo los mismos, ya que el único adelanto ha sido laintroducción de técnicas de estadística avanzada, utilizadas desde hace tiempo en elmundo anglosajón, pero sin el proceso previo que requiere su uso. La simplededucción de una forma ofrece la posibilidad de incluirla dentro de una cronologíao secuencia cultural, pero no aporta los datos suficientes para llegar a conocer elmodo de vida de una comunidad.

I. Tecnología cerámica

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1 Procede del griego keramos, y es la denominación común de todos los artículos de arcilla cocida.

2 Las tipologías elaboradas hasta el momento se pueden agrupar en tres clases atendiendo a los carac-teres que priman en su ordenación: las llamadas tradicionales que clasifican los objetos basándose enaspectos funcionales —concretamente de utilidad— empleando para ello un vocabulario de usocomún, y así identifican las formas tipo o «fósiles»; sería el caso de clasificaciones como las de H. Balfet(BALFET et alii, 1989), J. Roussot-Larroque (1990a: 63-64) o C. Olaria (1988: 121). Las morfológicaspriman la forma y la orientación de los elementos con escasos valores métricos. Entre éstas se puedemencionar las de Y. Marcadal (1974) o A. LLanos y J. I. Vegas (1974); finalmente, las que están másen boga, es decir, las métricas que definen los objetos a través de distintas medidas, lo que favorece laproliferación de las mismas atendiendo a datos o a índices que determinan la ordenación. Ejemplosserían las de A. O. Shepard (1956: 224-251), M. R. Seronie Vivien (1975), J. Estevez y V. Lull (1985).Pero no siempre se produce la incorporación exacta a uno de estos grupos tipológicos, algunos inves-tigadores como J. Bernabeu (1989: 11-53), recogen distintos elementos de varias de las clasificaciones.

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gón Su equiparación como fósil director permite obtener la información preliminar

necesaria para iniciar la investigación, pero el estudio no debe limitarse únicamen-te a las formas completas o casi enteras, que representan el porcentaje más pequeñode cualquier yacimiento, ni tampoco a la mera descripción de las decoraciones quenos interesan. En algunos casos, esto se ha llevado a tal extremo que unos rasgospuramente cerámicos se han extrapolado hasta el punto de utilizarlos como sinó-nimo de grupo cultural y humano (por ejemplo «cardial puro» y «epicardial»). Sinembargo se deberían buscar cuáles son las condiciones o imposiciones que lasociedad refleja en el material, para obtener así los datos más significativos y losresultados deseados (CLARKE, 1984: 16-19).

Esta tendencia general, reduccionista, que se muestra en la bibliografía debeser modificada y ampliada a la totalidad de los fragmentos. La finalidad es lograr lamayor cantidad de conclusiones posibles, para lo que sería necesario que la inves-tigación se desarrolle de forma global: en primer lugar, es necesario un conoci-miento exhaustivo de las materias primas utilizadas. Saber el tipo de componentesnos permite comprender parte de sus características posteriores. En segundo lugar,la preparación de la arcilla y la fabricación propiamente dicha nos aportan infor-mación sobre el nivel tecnológico, la evolución y el reparto del trabajo, o las necesi-dades del grupo que las elaboró. Una vez que el objeto tiene forma y es algo en símismo, es importante conocer las variables que sobre él se desarrollan: decoración,uso, valor, posibilidades de comercio, intercambio o transporte... Finalmente, lastipologías nos permiten apreciar la variabilidad y la capacidad creadora de los arte-sanos, así como determinados aspectos funcionales.

El desarrollo de todos estos objetivos supone, no sólo la aplicación de técnicasobtenidas de otras ciencias, como los análisis físico-químicos, sino que permitetambién la comprobación experimental de las hipótesis planteadas e incluso lascomparaciones etnográficas, salvando los problemas que ello entraña.

Es necesario que se planteen otras cuestiones significativas y dejar un poco delado el excesivo interés de los estudiosos por saber cual es más antigua y quién po-see más cerámicas de un tipo determinado. La complejidad del proceso neolitiza-dor en cuanto a cambio cultural, social y económico amplía las hipótesis de traba-jo sobre el período y no debe permitir que nos perdamos en elementos que, enprincipio, son relevantes por los problemas concretos que pueden resolver, peroque no son los únicos.

1. Las teorías

La bibliografía concreta sobre análisis cerámicos se remonta a mediados deeste siglo en el que comienza a darse un nuevo planteamiento tipológico y tecno-lógico, en consonancia con otros materiales, cuyos estudios a partir de ahora seenglobarán bajo el término arqueometría. Dejando de lado los repertorios clásicos,obras generales y memorias de excavaciones, en Prehistoria son H. Balfet (1952), enel ámbito europeo, y A. O. Shepard (1956), en el mundo anglosajón, quienes dedistinta forma inician unos trabajos exhaustivos cuyo objetivo principal es unacomprensión más amplia de la cerámica.

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gónAmbas autoras van a ser las que creen indirectamente las dos tendencias más

significativas dentro de los estudios cerámicos. La corriente francesa o «tradiciona-lista»3, así llamada porque los autores más conocidos son de esta nacionalidad, ypor primar los estudios tipológicos, es la que en cierto modo ha establecido lasbases de la descripción cerámica. La segunda o americana recibe también el nom-bre de «ceramic ecology», en ella la clasificación tiene importancia, pero destacanfundamentalmente los aspectos tecnológicos y sus implicaciones sociales, econó-micas e ideológicas4.

Desde que surgieron estas primeras obras se produce un pequeño impasse,hasta que en los años 70 y sobre todo la década de los 80 asistimos a una explosiónbibliográfica, quizá debida a la toma de conciencia por parte de los arqueólogos dela importancia cada vez mayor de este material. Paralelamente los investigadoresbuscan introducir en sus análisis los métodos estadísticos actualmente en boga,independientemente de la corriente teórica en la que se hallen inmersos.

• • En la Península Ibérica no se refleja esta dualidad, ya que no siguen neta-mente ninguna corriente. Es en las dos últimas décadas cuando se produce unamayor proliferación sobre el tema, sin embargo, las clasificaciones y estudios cerá-micos de los prehistoriadores españoles, al igual que en otros países, se reducen alyacimiento objeto del trabajo por lo que las aportaciones al método general sonprácticamente inexistentes. De alguna forma sugieren una continuidad con losplanteamientos utilizados en la elaboración de las listas tipológicas del Paleolítico,es decir, la descripción de las piezas por una serie de aspectos concretos a la queincorporan la estadística para establecer agrupaciones.

Los estudios, aunque están acordes con los materiales existentes en las zonasde trabajo, no permiten generalizaciones. La ordenación se efectúa atendiendo acaracteres cualitativos de las vasijas, principalmente técnicos, por lo que la intro-ducción de elementos subjetivos es excesivamente elevada y, en muchos casos, noqueda clara la definición de las formas. Otras veces, se incorpora algún tipo de valormétrico que objetiviza el desarrollo de la clasificación. Pero se centran tanto en elárea de trabajo y en los materiales que analizan que, la mayoría de las veces, no sepuede extrapolar a otros yacimientos o materiales.

Trabajos de este tipo son frecuentes y los encontramos en la mayor parte de lassíntesis o publicaciones monográficas. A pesar de su incuestionable validez a la

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3 Englobados en esta corriente hay que nombrar, además de la síntesis realizada por G. Camps (1979:193-245), las obras de L. Balout y G. Camps (1967), J. C. Gardin (1985), G. Guerreschi (1980), G.Guerreschi y N. Ceschin (1985: 3-54), y un gran número de autores que se basan fundamental-mente en estas tipologías. Es importante comentar las aportaciones de M. R. Seronie-Vivien (1975)al incorporar la descripción analítica de los recipientes, de G. B. Arnal (1976; 1987b; 1989) que, cen-trado en vasijas neolíticas, manifiesta un gran interés por la tecnología, realizando además una suge-rente clasificación de los fragmentos que hasta ahora no se habían tenido en cuenta; y finalmentede autores como Echallier (1984) que comienzan a mostrar otros centros de interés como son lasmaterias primas y su comportamiento.

4 La obra básica de esta corriente, además de la ya mencionada, es el simposio Ceramics and man edi-tado por F. R. Matson (1965). Entre los autores y obras más características dentro de esta tendencia,y considerados maestros, se puede mencionar a P. R. Rice (1984, ed.; 1987), D. E. Arnold (1985) ya O. S. Rye (1981). No obstante existe un extenso repertorio bibliográfico, tanto teórico como prác-tico, que resultaría demasiado denso relatar aquí, ya que se ha producido un «boom» de estos estu-dios principalmente desde comienzos de los años 80, llegando a una gran diversidad de enfoques eincluso, en algunos casos, a plantear problemas de excesivo particularismo.

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gón hora de buscar paralelos o determinar la cronología, es evidente que los inconve-

nientes superan a las ventajas, y que, en la actualidad, van siendo postergados enbeneficio de otros más acordes con las nuevas metodologías. Así paulatinamente seestá observando un cambio en la investigación. Poco a poco los arqueólogos sehacen eco de las nuevas corrientes que se imponen fuera de España, incorporandono sólo las aportaciones más importantes sino también sus defectos, aunque toda-vía nos encontramos en una fase de diversificación, en la que las tipologías única-mente sirven para favorecer las comparaciones o paralelos de unos yacimientos conotros e, indirectamente, situarlos cronológicamente. Desde el punto de vista tecno-lógico nuestras investigaciones tampoco están lo suficientemente avanzadas comopara realizar un resumen crítico, aunque algunas obras han iniciado su andadurapor este camino.

La diversidad de yacimientos y épocas cronológicas unido al afán por creartipologías propias para cada asentamiento, hacen que sea impensable una valora-ción de toda la bibliografía hasta ahora publicada, aunque se puede ver una buenasíntesis en M. García Heras y C. Olaextea (1992). Por consiguiente en este apartadonos centraremos en las obras que coinciden con nuestro ámbito de estudio: elNeolítico.

Los primeros pasos, intentando ordenar de forma coherente la gran cantidadde fragmentos cerámicos que suelen aparecer en las excavaciones, los encontramosdesde antiguo. Por citar un ejemplo M. Pellicer (1964a: 56-64) realiza una clasifi-cación utilizando como criterio primario la morfología, creando finalmente unatabla de formas y decoraciones que, pese a su carácter subjetivo, es una buena orde-nación.

En la mayoría de las monografías de yacimientos con material cerámico losinvestigadores siguen una misma línea: descripción subjetiva de los fragmentos dela manera más racional posible. Probablemente, sea debido a la falta de acuerdopara utilizar una tipología única, y por ello, el procedimiento más fácil acaba sien-do la descripción formal acompañada del dibujo de las piezas para evitar las posi-bles confusiones. Son las obras de autores como: J. Tarrús (1979), P. Acosta yM. Pellicer (1990), B. Martí (1977), V. Baldellou (1983a; 1983b), B. Agustí (1987),Mª S. Navarrete et alii (1991), etc.

Parecen ser los investigadores del área valenciana los más interesados en estosaspectos tipológicos. C. Olaria (1979-80; 1988: 111-196) y F. Gusi (Olaria; Gusi,1985) proponen una clasificación simplificada incluyendo tan sólo los aspectosnecesarios para su yacimiento. Formalmente, es una copia de las listas tipo, en lasque el objeto es analizado por medio de una lista interminable de números y letrasde difícil asignación a primera vista. La ordenación se realiza a través de una defi-nición parcial de los fragmentos pero, a diferencia de otras clasificaciones, esto noes lo que va a componer la forma general cuya morfología es independiente y sub-jetiva. En ambas descripciones, incluso dentro de ellas, no utilizan los mismos cri-terios dificultando así su aplicación.

En la misma zona, J. Bernabeu (1989: 7-53) propone una nueva clasificaciónen la que se tiene en cuenta los fragmentos, pero exclusivamente para la elabora-ción de recuentos. Por un lado, la amplitud cronológica de esta tipología y, portanto, la gran variedad de clases, grupos, tipos y subtipos complica enormemente elestudio. El principal criterio definidor de la clase es el métrico, en especial el índi-

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gónce de profundidad, pasando a ser secundarios el resto de los caracteres. En palabras

del mismo autor «... constituye un procedimiento más adecuado que los clásicosinventarios para presentar la información de forma clara y resumida...» (BERNABEU,1989: 11).

Quizás un exceso de simplificación y de asunción del carácter subjetivo de lastipologías es la obra de A. Arribas y F. Molina (1979), ya que su propuesta se basaúnicamente en la decoración y en el tratamiento de la superficie.

La aportación, a nuestro entender, más interesante es la de Mª D. Asquerino(1978), al realizar un estudio clasificatorio de los fragmentos sin estratigrafía delyacimiento de la Cova de la Sarsa. Con este artículo proporciona un «nuevo» mate-rial de investigación que hasta ahora no estaba considerado casi de ninguna forma.Sugiere métodos interesantes de trabajo como el estudio de la angulación de losbordes y ofrece la estadística necesaria para realizar cualquier tipo de comparacióncon otros asentamientos. También realiza un ensayo clasificatorio de la decoracióncardial (ASQUERINO, 1973). En esta misma línea de estudio, debemos destacar el tra-bajo que realiza Mª S. Navarrete (1976: 37-78) sobre las distintas técnicas decora-tivas empleadas durante el Neolítico.

Uno de los aspectos desarrollados más rápidamente entre los arqueólogos hasido el estadístico. La incorporación de estos sistemas al estudio cerámico lleva yavigente varios años, por lo que exponer la bibliografía resultaría excesivo. A pesarde este avance, los investigadores siguen utilizando un método nuevo para obtenerlas mismas conclusiones, y tampoco se ha ampliado el volumen de material anali-zado, al incorporar un útil de trabajo que permite, con mayor facilidad, manejaruna amplia cantidad de efectivos.

En los últimos años han aparecido otros puntos de interés conectados clara-mente con las tendencias exteriores. Así, Mª D. Gallart (1977; 1980), Mª D. Gallarty F. López (1988a; 1988b; 1990), J. C. Arribas et al (1988-9), Mª S. Navarrete y J.Capel (1980), Mª S. Navarrete et alii (1991) y J. Capel et alii (1982), S. Aliga et alii(1992), llevan a cabo un estudio mineralógico de las cerámicas con significativasconclusiones en torno a la manufactura de las mismas. No debemos obviar aquí uninteresante seminario sobre la tecnología de la cocción, realizado en Agost (VV.AA.1992a) marcando con ello el inicio de estas nuevas corrientes aunque todavía fal-tan estudios más amplios. Esta novedosa orientación también se confirma con elartículo de Mª D. Meneses (1994) en el que hace un estudio experimental sobre losútiles de hueso relacionados con la fabricación de cerámicas en el Neolítico Final.

Una clara y breve visión del panorama actual en relación a estas nuevascorrientes de investigación, sobre todo desde en el punto de vista tecnológico, nosla ofrece M. García (1993). Plantea que, a pesar de algunas aplicaciones, la mayoríade los estudios presentan una serie de problemas: desconexión clara entre el interésarqueológico y las técnicas de análisis; no existen justificaciones de los métodosempleados en relación con las hipótesis; los datos no se integran en patrones decomercio o distribución, y por último, generalmente no se toman muestras de arci-lla para constatarlas.

Otros rasgos que se van desarrollando progresivamente son los aspectos socia-les, económicos e ideológicos, aunque todavía estamos muy lejos de alcanzar lasobras americanas anteriormente citadas, al igual que ocurre con los estudios que

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gón analizan la cerámica buscando recursos de materias primas, posibilidades de uso,

etc. Los únicos trabajos por ahora son los de Mª V. Gracia (GRACIA et alii 1985) y elde Mª S. Navarrete (NAVARRETE et alii, 1991: 139-164 y 195-222). En el primero sehace un estudio de la fragmentación cerámica en un yacimiento de la Edad delBronce, planteando una interesante relación entre fabricación y acabado de las pie-zas. En el segundo se analizan exhaustivamente los materiales de los yacimientosestudiados, aportando significativas conclusiones en relación con el aprovisiona-miento de arcillas, desgrasantes y, por tanto, de la movilidad de los artesanos, inten-tando una identificación de los sistemas de fabricación y procesos de cocción.

2. Tecnología

2.1. Materias primas

• • La fabricación cerámica implica el trabajo con varios componentes sin loscuales resultaría imposible su elaboración. La arcilla es el elemento básico. Estecompuesto mineral (silicato de alúmina hidratado) de grano fino se encuentra deforma natural en la tierra, y sus propiedades más apreciadas son la plasticidadcuando está húmeda y la dureza al secarse. Se puede hablar de dos componentesminerales: los propios de la arcilla y los accesorios o desgrasantes arcillosos que, ge-neralmente, se han añadido a la arcilla natural a través de distintas transformacio-nes.

Atendiendo a las retículas que unen las moléculas se establecen tres grandesgrupos: caolines, que son las arcillas más simples y uniformes en su composición;illitas o arcillas micáceas de composición variable; y las montmorillonitas, arcillasatípicas, que por su alta plasticidad no puede usarse solas en el trabajo alfarero. Aveces, dependiendo del investigador, estos grupos son ampliados como es el casode la incorporación por J. C. Echallier (1984: 7) de las cloritas que son arcillas queaparecen como uno de los compuestos de algunas cerámicas neolíticas objeto deeste trabajo.

La arcilla como mineral posee unos atributos fisico-químicos tan peculiaresque han sido la causa de que el hombre la haya utilizado para la fabricación deobjetos con unas propiedades que no podían ser reemplazados por otros. Cada unade aquellas se ve afectada en sus características por la composición de la pasta, elmétodo utilizado para darle forma, los desgrasantes, el acabado, la temperatura y lacocción. Hay una serie de caracteres que se aprecian una vez que la cerámica ya estáfabricada, así podemos distinguir: propiedades físicas de la arcilla (plasticidad, «tra-bajabilidad»5, textura, el estado coloidal y color) y propiedades físicas de la cerámi-ca (dureza, porosidad, color y textura postcocción y resistencia mecánica y térmica).El conocimiento de todas ellas va a ser de indudable interés para saber qué tipo depasta debe elegirse de acuerdo con la función que va a tener la vasija, ya que no serálo mismo que la cerámica sirva para almacenar líquidos que para contener sólidosy, mucho menos, si se va a dedicar a la preparación de alimentos.

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5 Es la traducción que hemos considerado más apropiada del término ingles workability.

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gón• • El desgrasante es otro de los componentes imprescindibles en el trabajo alfa-

rero. Considerado como aglutinante sirve para fortalecer el cuerpo cerámico. Se dis-tingue entre los propios de la arcilla, es decir, los que debido a la erosión o trans-porte se han ido mezclando con la arcilla pura; y los que el artesano añade a la pastacerámica para obtener la consistencia deseada. Esta diferenciación ha dado lugar ala designación de los mismos con distintos términos, no obstante por la dificultadque existe para individualizarlos (RICE, 1987: 408-410) y sobre todo en las cerámi-cas que estamos estudiando, no se ha considerado oportuno mantenerla. Se divi-den en varios tipos según su origen: vegetal u orgánico, biológico y mineral.

El principal motivo por el que se añaden estos elementos a la arcilla es la exce-siva plasticidad de ésta en estado puro y el encogimiento que sufre en el secado. Deacuerdo con el objeto que se desea realizar, la cantidad y el tamaño de desgrasanteincluido será variable, ya que el grosor del mismo afecta directamente a su calidad.Todos ellos aportan a la arcilla tanto sus cualidades como defectos físico-químicos,por lo que será imprescindible conocer el uso que se va a dar al objeto elaboradopara utilizarlos correctamente, eligiendo el tamaño, el tipo, la consistencia y susreacciones ante el calor...

• • La arcilla será plástica y trabajable una vez que se le haya añadido agua. Peseal significativo papel que ocupa en el proceso de elaboración, pocos son los inves-tigadores que la consideran como un elemento relevante. Existen primordialmentedos tipos de agua en el proceso de creación: el agua química o de composición quees la que posee la arcilla de forma natural; y el agua de mezcla o residual que es laañadida para obtener la consistencia deseada para poder trabajarla. Su significaciónradica principalmente en las consecuencias, generalmente negativas, que puedeproducir en la vasija tanto durante el secado como en la cocción.

• • La última materia prima necesaria para la manufactura cerámica es el com-bustible. Es uno de los elementos de los que el arqueólogo habitualmente no tieneconstancia puesto que no se suele conservar, por lo que la mayor parte de las inves-tigaciones están basadas en comparaciones etnológicas. A diferencia del resto delas materias primas, ésta no es nueva y su utilización para calentar no supone unainnovación, es decir, tecnológicamente dominan el proceso y conocen los ele-mentos más idóneos. Tradicionalmente se clasifican en sólidos, líquidos y gaseo-sos, siendo los primeros los únicos que se usaron en época prehistórica. Los car-burantes más habituales son los de origen vegetal, como la leña y el carbón vege-tal, ya que poseen mayor duración en el proceso de incineración. Existen variasdivisiones atendiendo a distintos factores como la rapidez con que se quema el ma-terial. La elección del tipo de combustible dependerá de las propiedades de cadauna de las variedades, de las posibilidades, disponibilidad, y del tipo de cerámicaa fabricar.

• • Tan importante como las materias primas es la disponibilidad de estos recur-sos para la elaboración de la cerámica. La obtención de la arcilla se puede llevar acabo de muchas formas. Al ser una materia abundante es fácil encontrarla de ma-nera natural, accesible a todo el mundo aunque no sea la de mejor calidad.

Son muchos los factores que determinan la elección del depósito de abasteci-miento: la accesibilidad, la distancia y la frecuencia de los viajes, la relación tiem-po/esfuerzo, el clima, las posibilidades de almacenaje, la calidad del depósito, laimportancia del recurso, su nivel tecnológico, el medio de transporte, el carácter

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gón móvil/sedentario de las sociedades, etc. (RYE; EVANS, 1976: 40; RICE, 1987, 115;

ARNOLD, 1985: 61-77; ALLEN, 1984: 140; NICHOLSON; PATTERSON, 1984: 28-29).

La distancia de los recursos de materias primas, no sólo de las arcillas, es muyimportante para el desarrollo de cualquier tecnología. La energía necesaria paraadquirirlas no puede exceder en ningún momento del «coste» del objeto, es decir,existe una relación cerrada entre la disponibilidad de una población para explotarlos recursos provechosamente y el gasto de energía necesario para esta explotación(JARMAN, 1972).

Son varios los planteamientos teóricos que se han propuesto, basándose fun-damentalmente en datos etnográficos, para establecer los territorios idóneos deexplotación de estas materias primas. Esencialmente se han creado para recursosprimarios o de carácter alimenticio, no obstante algunos de ellos también tienen encuenta el resto de las necesidades: el modelo «umbral» (threshold) de D. L. Browman(1976), el modelo de abastecimiento de P. Phillips (1980: 24), el territorio deexplotación de I. Davidson y G. N. Bailey (1984: 27-29), o el más completo y cen-trado en el material cerámico de D. E. Arnold (1985: 35-57). Otros investigadoresno llegan a establecer unos modelos concretos sino que proponen unos indicativoso factores que influirán de forma decisiva en la elección del lugar (RICE, 1984b: 243-244; 1987: 116-117; ORTON et alii, 1993: 203).

2.2. La fabricación

• • Varios son los procesos que todavía debe seguir el ceramista antes de que lavasija esté acabada. La pasta cerámica de la que resultan los recipientes se obtienecon la mezcla de arcilla, desgrasantes y agua. Por regla general, será el artesano elque la prepare, eliminando los elementos que sobran y añadiendo otros depen-diendo de la técnica que vaya a desarrollar. Las pastas necesarias para fabricar vasi-jas a mano, en las que nos vamos a centrar, son las denominadas porosas6 por serlas usadas en cocciones a bajas temperaturas. Habitualmente, poseen más agua ensu preparación que el resto de las arcillas, aunque este componente debe suponeral menos el 65 ó 70% (FERNÁNDEZ CHITI, 1984, t. III: 33). En el proceso de elabora-ción de la pasta, habría que diferenciar distintas etapas: elección y preparación dela arcilla y del desgrasante y, por último, mezcla y amasado de la pasta. Todas ellasde gran importancia, ya que del resultado del proceso dependerá que las cerámicasno se agrieten, deformen o estallen durante la cocción.

• • Una vez que la pasta está trabajada se procede a la creación de la vasija.Existen distintas técnicas no siempre utilizadas individualmente, por lo que aumen-ta la dificultad para conocer el sistema de fabricación en las realizadas a mano. O.S. Rye (1981: 62) desarrolla tres fases en la formación de las vasijas, la primeracorrespondería a la creación del vaso, la segunda es el acabado propiamente dichoy, finalmente, el tratamiento de la superficie.

De forma genérica se han agrupando los métodos de fabricación, conocidos através de investigaciones etnológicas, de la siguiente manera:

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6 Compuestas por una gran variedad: rojas, blancas, de coladas, negras, etc.

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gón— El estiramiento o pellizcado es simplemente el alargamiento de una pella

de arcilla hasta conseguir la forma deseada.

— El modelado se realiza con un bloque de pasta sobre el que se ejerce unapresión con el puño o con las manos para empezar a abrirla, ahuecarla y darleforma.

— El colombin7 es la elaboración a base de cilindros, obtenidos por rotacióno estiramiento de la pasta, colocados formando anillos o en espiral. J. Roussot-Larroque (1990a: 61) plantea que la unión de los rollos en vasijas neolíticas se rea-liza a través de pequeñas incisiones verticales, en cambio para G. B. Arnal (1987b:731-733), al principio de este periodo la unión entre los cilindros se realizaba aña-diendo pasta, posteriormente los rollos se convierten en elementos rectangularescuya unión se hace por la parte más estrecha, presionando verticalmente.

— El moldeado es una técnica más avanzada y rápida. Supone la fabricaciónde una vasija usando un molde, matriz o patrón.

— El montaje por placas prefabricadas se realiza creando con la arcilla grandesplanchas planas, elaboradas presionando la pasta sobre una superficie lisa y dura,que al unirse forman el recipiente.

— El golpeado no es propiamente una técnica de fabricación, sino que se usaprincipalmente como complemento de las anteriores. Consiste en golpear las pare-des de la vasija en estado húmedo o semiseco con un instrumento, generalmenteplano.

— El torno es un método de fabricación que, partiendo de un bloque de pastaarcillosa, permite levantar vasijas gracias al giro de la superficie sobre la que se ela-bora.

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7 Por lo extendido del término entre los investigadores prehistóricos dedicados a los estudios decerámica, consideramos que es más apropiado mantenerlo.

Reconstrucción de la técnica de fabricación con colombin (ARNAL, 1976: 84).

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gón • • El último proceso en la elaboración de un recipiente es el tratamiento de la

superficie. Con éste se pretende eliminar los defectos de fabricación, regularizar loscontornos, alisar las superficies internas o externas y mejorar la textura. Para ello sepueden usar distintos instrumentos además de las manos como cuero, piedra, ma-dera, etc. Su aplicación se puede producir en distintos momentos: durante el pro-ceso de fabricación o después de salir del horno.

En esencia todos los investigadores prehistóricos están de acuerdo en la exis-tencia de cinco sistemas:

— Grosero: cuando el recipiente no ha sufrido ningún tipo de tratamiento.

— El alisado es el más simple: se produce una redistribución de la pasta, eli-minando grumos y elementos salientes, dejando la superficie lisa y mate.

— El raspado o rugoso se lleva a cabo cuando el recipiente está húmedo osemiseco. Con esta técnica se elimina una pequeña capa de pasta, ya que el objetosuele ser cortante, en la superficie blanda de la cerámica dando la sensación deestrías.

— El pulido o espatulado es un método que pretende dar brillo o lustre y con-seguir un acabado fino de la cerámica. Se practica con la pieza seca, pero sin cocer,y con un instrumento duro y áspero mediante un movimiento reiterativo de frota-ción, dejando por ello las marcas del movimiento.

— El bruñido intenta obtener un efecto similar al del pulido: el brillo de lapieza. Sin embargo, se hace con un instrumento muy liso y suave, por medio de unmovimiento unidireccional, cuando todavía está en estado semiseco.

— El engobe es una técnica que sólo modifica el color del vaso mediante laaplicación de una disolución coloidal. Dentro de este apartado he considerado quese debería incluir la cerámica a la almagra, ya que no es propiamente una técnicadecorativa sino más bien un tratamiento de la superficie que, algunas veces, sirve debase para otras decoraciones. Esta cerámica se caracteriza por la posesión de unacapa consistente de color rojo, aunque con una gran amplitud de gamas, obtenidaal mezclar óxido de hierro y agua.

• • Uno de los elementos más importantes en las vasijas arqueológicas es ladecoración. Ésta puede ser debida a la funcionalidad, la simbología de la misma o

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Representación de la técnica de alisado (ARNAL, 1976: 90) y pulido y bruñido (ARNAL, 1977: 90).

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al gusto estético de la comunidad, por lo que muchos investigadores la considerancomo uno de los indicios más claros de la decadencia de un grupo. De manera es-pecial, es una de las aportaciones más significativas para los prehistoriadores yaque, muchas veces, es el elemento que permite determinar el grupo cronológico quese está estudiando.

Existen distintas técnicas que se pueden llevar a cabo en cualquiera de las eta-pas de fabricación, pero sobre todo se tendrá en cuenta la textura de la pasta, pues-to que ésta influirá directamente en la calidad y acabado de la misma. Se puedenencontrar en las vasijas individualmente o combinadas entre sí. Generalmente eltérmino que las designa hace referencia al método e instrumento con el que se rea-liza:

1. La incisión es la acción de cortar o grabar sobre la vasija todavía húmeda conun instrumento duro y afilado. Muchas veces las líneas obtenidas por este procedi-miento no son nítidas, debido a las rebabas que deja la pasta sobrante en los perfi-les de las mismas. Esto también ayuda a distinguir más fácilmente la decoración.

Una variante, aceptada por la mayoría, es la decoración a peine, realizada con uninstrumento con varias puntas, llamado peine, y que forma motivos de líneas para-lelas.

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Representación de las huellas de la técnica del raspado (RYE, 1981: 86).

Diferentes inclinaciones para realizar la incisión, según A. O. Shepard (1956: 201).

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A. Llanos y J. I. Vegas (1974: 286) y G. Guerreschi (1971-2: 236-237) incluyenen esta técnica el llamado boquique o punto y raya, que supone el ejercicio de distin-tas presiones con el instrumento mientras se va desplazando, pero sin llegar a levan-tar la herramienta del recipiente. Al igual que Mª S. Navarrete (1976: 45) conside-ramos el punto en raya una técnica mixta entre la incisión y la impresión.

2. El grabado es un corte en la arcilla, cocida o seca, con un instrumento agudo,dejando una huella fina y poco profunda en la superficie, por lo que no quedanrebabas y el trazo es más nítido. Se puede realizar en vasijas engobadas o pintadas,ofreciendo además un contraste de coloración entre éste y la pasta.

3. La impresión es la aplicación reiterada, por presión, de un cuerpo durosobre la pasta blanda. Se realiza de forma oblicua o perpendicular a la vasija, dejan-do siempre una huella similar. Existen tres sistemas para ejecutar esta decoración:estampado, por rodamiento y por basculamiento.

Un tipo de impresión interesante en el Neolítico es el denominado decoracióna pluma formada por pequeñas huellas en forma de llama obtenidas por el arrastredel instrumento al ser retirado de la vasija todavía blanda.

4. La excisión consiste en el dibujo de un motivo mediante el levantamiento orascado de la arcilla, dando la sensación de relieve. A veces el recorte del diseñopuede ser total y dar lugar a los denominados calados (BALFET et alii, 1989: 89-92).

5. La aplicación plástica es la modificación de la superficie de la cerámicamediante la incorporación de elementos en relieve cuando la superficie todavía estáhúmeda o semiseca. Estos se pueden realizar desplazando de su lugar la propia arci-lla de la vasija deformando con ello el contorno y el espesor de la misma; o a tra-vés de la aplicación directa de trozos de arcilla con formas determinadas.

Sin llegar a ser una aplicación plástica propiamente dicha podemos mencionarel denominado repujado consistente en ejercer una presión en el interior de la paredque da lugar a pequeños relieves en el exterior.

6. La decoración pintada es la aplicación de una disolución o pigmento decolor diferente al de la vasija, formando distintos diseños.

7. La incrustación es la inclusión de una materia distinta a la arcilla con la quese ha elaborado la vasija en los huecos dejados por otras decoraciones.

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Representación gráfica de algunos tipos de impresión, según B. Martí, J. Juan Cabanilles(1987: 48).

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gón8. El acanalado es el trazado de varias líneas paralelas, a la vez o individual-

mente, con un instrumento de punta roma cuando la vasija está todavía blanda. Porello muchos autores la incluyen dentro de la incisión.

También, a veces, dentro de este apartado se incorporan las decoraciones rea-lizadas con los dedos, formando líneas muy anchas y poco profundas que general-mente son denominadas dedadas.

9. Las perforaciones, aunque no muy habituales, se pueden emplear comodecoración. Son unos agujeros realizados por presión con un instrumento durocuando la pasta todavía está blanda.

10. Además de los tipos decorativos aquí explicados, existen otros como elvidriado o la decoración a molde, que por no haber sido utilizados en época prehistó-rica no vamos a desarrollar.

A través de estas técnicas se crean los denominados motivos o diseños, perotampoco existe unanimidad en su definición, aunque el más extendido es el criteriogeométrico. En los últimos años se ha producido un cambio en el objetivo de estosestudios, centrándose sobre todo en buscar una explicación a los mismos atendien-do a distintos factores principalmente sociales, psicológicos, simbólicos o medioam-bientales (EMERSON, 1989: 47; RICE, 1987: 244-273; PLOG, 1980; SKIBO et alii, 1989).

• • Antes de introducir la cerámica terminada en el horno es necesario que pier-da todo el agua absorbida durante su fabricación. El secado es un proceso naturalen dos etapas (secado contráctil y poroso) favorecido por los poros y capilares de lapasta que simplifican la evaporación del agua de mezcla hasta alcanzar la llamadadureza de secado. A veces cuando las condiciones ambientales no son favorables sepuede sustituir por el secado en un horno a temperaturas no superiores a 100°, opor la colocación de las vasijas cerca de un fuego o una fuente de calor.

El principal proceso que se desarrolla con la evaporación es la contracción de lacerámica y puede ser tan elevada que se produzcan roturas o alabeos. Usualmente elencogimiento para una pasta trabajada a mano varía entre el 8 y 10%. Entre losdefectos más importantes que puede ocasionar un secado irregular hay que mencio-nar los agrietamientos, la deformación y el encogimiento diferencial. Las solucionesque se pueden emplear son varias como el secado retardado o la incorporación a lapasta de distintos elementos que favorecen la aceleración o no del secado.

• • La plasticidad de la arcilla se elimina con la cocción, a la vez que aumentanotras propiedades: dureza, resistencia térmica, etc. El horneado implica la descom-posición de la estructura cristalina de la arcilla al mantener la temperatura —míni-mo entre 500° y 700°— el tiempo necesario. Las principales variables que influyenen la cocción y que deben ser controladas por el ceramista en cualquiera de las dosetapas (calentamiento y enfriamiento) son: la relación de calor/tiempo, el máximode temperatura y la atmósfera que se produce en el interior.

Para la realización de la cocción se precisa que existan estructuras. Éstas sedividen en dos grupos dependiendo de que se produzca o no contacto entre el com-bustible y la cerámica: por un lado, las que colocan los vasos y el carburante juntos,que son llamados fuegos abiertos u hornallas y fuegos mixtos; por otro, aquellas enlas que están separados mediante un soporte fijo, es decir, los diferentes tipos de«hornos» (RYE, 1981: 96). Entre las funciones del horno hay que mencionar la de

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gón acumular el calor producido por la combustión de distintos elementos, mantener

el ritmo del mismo, tanto en el ascenso como en el descenso de las temperaturas, yconservar homogéneamente la temperatura en el interior para que no se produzcandefectos por contraste térmico.

La temperatura y la atmósfera de cocción son los elementos que controlan elhorneado y, por consiguiente, los efectos de la cocción. Existen tres tipos de atmós-fera que estarán determinados por la cantidad de aire y de combustible. Su intensi-dad dependerá de la composición y del volumen de actividad de los gases, de latemperatura y del tiempo de actividad:

1. Oxidante. Se produce por un exceso de aire o por la presencia de gases queson capaces de ceder átomos de oxígeno y, por tanto, crea un predominio de éste ydel anhídrido carbónico favoreciendo la buena combustión. En las combustionesde este tipo es característica la llama azul, intensa y viva.

2. Reductora. La atmósfera del horno tiene poco aire y, por tanto, desciende latemperatura originando el aumento del monóxido de carbono o, en menor medida,hidrógeno. La intensidad y la duración de la cocción influirán proporcionalmenteen las características de la reducción. La llama durante la combustión es amarilla.

Hay que diferenciar entre este tipo de atmósfera y la cocción ahumada, puestoque ésta no es un indicativo claro de reducción, sino más bien de mezcla entre lasdos anteriores, ya que el humo que la produce contienen vapor de agua y suficien-te oxígeno y anhídrido carbónico.

3. Neutra. Se desarrolla en el horno en una relación de equivalencia entre oxí-geno y combustible, y supone el control pleno de la cocción sin pérdida de calor enla combustión. En esta atmósfera predomina el dióxido de carbono.

En época prehistórica sólo se conocían o se podían usar debido al nivel tecno-lógico, las dos primeras. A pesar de que estos son los únicos tipos de cocciones exis-tentes, muchos autores con los que coincidimos, hablan de cocciones mixtas no tantorefiriéndose a un tipo de atmósfera como a la mezcla de dos de ellas (generalmen-te oxidante y reductora). Con ello, a veces, se intentan definir cocciones poco cui-dadas, en las que el alfarero no ha podido mantener una única atmósfera, aunqueotras designan el empleo deliberado de esa mezcla de atmósferas.

• • La importancia del control de la cochura y, por tanto, del conocimiento porparte del alfarero de todas sus fases y problemas, viene determinada por la granvariedad de defectos que se pueden producir en ella. No siempre se traducen endeformaciones o roturas puesto que el color de los vasos puede ser un defecto. Engeneral, se puede decir que son debidos a malas cocciones: por no alcanzar la tem-peratura necesaria o sobrepasarla, porque la atmósfera de cocción no era la ade-cuada, por el ritmo acelerado tanto en el ascenso como en el descenso de las tem-peraturas, por cambios bruscos de temperatura debido a la pérdida de calor, poruna inadecuada posición de las vasijas, malas uniones entre las partes, etc.

• • A veces, los recipientes presentan tratamientos de la superficie o decoracio-nes tras la cocción, principalmente debido a que estos pueden perderse con el calora que se someten en el horneado, pero no son especiales sino que esencialmenteson los mismos que ya hemos visto. En estos acabados o decoraciones influirá de

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gónmanera determinante el uso que vaya a tener la vasija en la comunidad, puesto que

una cerámica dedicada a la cocina no estará sometida a ninguno de estos procesos.

3. Tipología y clasificación

En los estudios cerámicos uno de los apartados más importantes es el análisismorfológico de las vasijas, para definir tanto la forma global como las partes que lacomponen. Al igual que ocurre con el resto de las descripciones y definiciones tec-nológicas no todos los investigadores se ponen de acuerdo en ellas, cada uno primael aspecto que considera más importante y a partir de él construye su tipología, uti-lizándolas mayoritariamente como ordenaciones que pueden aportar datos de inte-rés comparativo y cronológico sobre los materiales del yacimiento. A pesar de ellotodos están de acuerdo en la necesidad de anteponer a la descripción de un todo,cómo y de qué partes se compone y en qué categoría se deberán incluir. Un méto-do y una terminología ambigua dificulta el conocimiento, la comparación y el estu-dio de los materiales de ahí que se hayan realizado varios intentos para uniformi-zar ambos aspectos.

Todas las vasijas se componen de varias partes que es necesario definir antes deanalizar la forma general. La mayoría de los investigadores coinciden en los com-ponentes de ésta: borde, cuerpo y fondo, describiéndose también previamente losposibles elementos añadidos con posterioridad a las mismas.

• • El borde es la zona de apertura de la vasija, es decir, la terminación de lamisma, por donde se introducen o se obtienen las sustancias que puede contener.La morfología del mismo puede ser muy diversa y se define a través de su contor-no, tanto el interno como el externo. Sin embargo, cada autor diferenciará los tiposde acuerdo con los materiales que estudia por lo que las posibilidades son casi infi-nitas, ya que las cerámicas hechas a mano se caracterizan por no poseer una mor-fología homogénea. Otro elemento importante dentro de este bloque es la orienta-ción del mismo, para la que tampoco existen criterios uniformes.

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Esquema de las partesque componen una vasija: A. según A. Llanosy J. I. Vegas (1974: 272).B. según P. M. Rice(1987: 213). 1. borde, 2. cuello, 3, cuerpo y 4. fondo.

Ejemplo de clasificación de bordes, según Mª D. Asquerino (1978: 120).

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gón • • El cuello es la parte que une el borde con el cuerpo, aunque muchas veces es

muy difícil de reconocer, por eso hay quienes lo incluyen en sus estudios dentro delcuerpo o del borde. Por este motivo, sólo se habla de cuello cuando su individuali-zación respecto a las otras dos partes está clara. La morfología e indirectamente laorientación del mismo son los elementos que lo caracterizan.

• • El cuerpo es la parte más importante, pues es donde se localiza el contenido,por lo que dependiendo de su forma, la función de la vasija será una u otra. Engeneral, coincide con la zona de diámetro máximo, y está limitada por el borde y elcuello en la zona superior y por la base en la inferior. Para su definición la mayoríade los investigadores utilizan los volúmenes geométricos o la combinación de losmismos.

• • La base o fondo completa la vasija y es la que le da la estabilidad necesaria.A veces, como ocurre con el cuello, no es fácil de distinguir, sobre todo cuandotanto el cuerpo como el fondo son circulares, puesto que no queda marcada nin-guna unión entre ellos. Generalmente se describen atendiendo al contorno quedibujan.

• • Finalmente, los elementos de prehensión pueden formar parte o no de lamorfología de la vasija. Su incorporación a la cerámica es esencialmente funcional.Se acepta la existencia de tres tipos con distintas utilidades y una gran amplitud devariantes: perforaciones, apéndices y asas, además comúnmente se incluyen lospicos vertedores en una categoría distinta. Estos elementos pueden encontrarse enla vasija de una forma individualizada o combinados entre sí, de ahí la dificultadque existe para realizar una enumeración ya que las variaciones son casi infinitas.

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Clasificación en función de la estructura y las formas

geométricas, según M. R. Seronie-Vivien (1975: 69).

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Ara

gónUna de las tipologías más completas y utilizadas con respecto a estos elementos es

la realizada por M. R. Seronie-Vivien (1975: 13-33).

Otro aspecto que los investigadores tienen en cuenta, independientemente deltipo de clasificación que se haga, es el de la altura, los grosores y el diámetro de cadacomponente analizado. A veces, los tratamientos son distintos utilizando intervalosmétricos y otras el valor real. Este análisis también se realiza para los distintosaspectos mensurables de las vasijas, tanto si están enteras como fragmentadas, pues-to que muchos de los datos se pueden obtener por igual. Algunos autores ademásañaden otros tipos de mediciones que les ayudan a definir las formas u otros as-pectos de las cerámicas.

4. Aspectos económicos y funcionales

Los posibles aspectos económicos y funcionales que, en cierto modo, determi-nan la fabricación, distribución y uso de las vasijas no se han desarrollado lo sufi-ciente para estos momentos prehistóricos, quizá por la dificultad inherente a laspropias evidencias arqueológicas, aunque en los últimos años apoyándose en datosetnográficos y los análisis tecnológicos se ha intentado paliar de alguna manera.

La cerámica no debe estudiarse como un ente independiente del resto de losobjetos, ya que está influida directamente por el contexto, la necesidad y la con-ducta del grupo. En ella cuatro factores son determinantes: la escala y el modo deproducción, las variaciones en los productos y los cambios o modificaciones en lasrelaciones productores/consumidores (COSTIN, 1991; RICE, 1984a: 45-54; 1987:180-191; UNDERHILL, 1991).

Indudablemente el principal objetivo de una vasija es el de contener elementoslíquidos o sólidos para distintas funciones: almacenaje, actividades culinarias otransporte. Dentro de este apartado no se suelen incluir las que poseen un marca-do carácter ritual, aunque, al igual que las demás, serán elaboradas de una maneraespecial. Una de las ventajas que posee la cerámica, y por la cual se prefirió frente aotro tipo de contenedores, es la variedad de soluciones que ofrece a algunos pro-blemas que otros recipientes no pueden resolver. Parece claro que la especializaciónestá influida por el nivel o poder económico, la demanda, el uso y, principalmente,por la disponibilidad de recursos. Por eso, la mayoría de las cerámicas no poseensólo una función, si no que se utilizan muchas veces para cosas bien distintas.

La morfología e incluso su decoración estarán determinadas por los posiblesusos a que se vayan a destinar, ya que, en principio, debemos suponer que se crea-ría la necesidad antes de la fabricación y no al contrario. Para P. R. Rice (1987: 224-236) son cuatro los atributos principales que hay que considerar: capacidad, esta-bilidad, accesibilidad al contenido y facilidad de transporte. A pesar de que todaslas cerámicas deberían responder a estos principios, en general no ocurre así, por loque se han buscado diferentes métodos aproximativos como el de J. E. Ericson o elde C. Herón (ERICSON et alii, 1972; HERON y EVERSHED, 1993).

Un aspecto importante en los estudios cerámicos y en parte olvidado por lamayoría de las investigaciones son los posibles defectos que se producen en las vasi-

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gón jas por el uso, frecuentemente debido a la función culinaria, cuando se remueve,

mezcla o machaca el contenido de la vasija, dejando marcas en la superficie inter-na y pudiendo eliminar en esa zona el posible acabado que tuviera. También por suapoyo y roce se pueden producir defectos en la cara externa.

Entre los más significativos podemos mencionar: la corrosión y la abrasión,consecuencia de una mala preparación de la pasta; las roturas y fracturas, general-mente por un mal uso de las propias características de los recipientes; y el hollín olas manchas negras por su utilización en el fuego. Para J. Roussot-Larroque (1990:63) uno de los motivos más importantes por el que las cerámicas no se conservanen buen estado en los yacimientos es la imperfección tecnológica. Mientras queG. M. Foster (1960: 608) plantea cinco factores relacionados con los desperfectos yroturas de las vasijas: la resistencia básica del recipiente, la función, el método deuso, el tipo de cocina y el contexto de uso y, por último, el coste de la cerámica.

Otro apartado es la producción y distribución de los objetos ya creados.Basándose en datos etnográficos, se suele plantear la existencia de cuatro sistemasque representan las distintas etapas en la evolución alfarera: producción familiar odoméstica, industria familiar o doméstica, industria taller y escala industrial(ARNOLD, 1985: 225-231; RICE, 1984a: 45-57; 1987: 170-191; UNDERHILL, 1991: 12-27; PEACOCK, 1982: 7-9; STARK, 1984: 184-188; ALLEN, 1984: 133-134; POOL, 1984:275-313; COSTIN, 1991: 1-53).

Cada uno de estos sistemas poseerá sus propias características de intercambioy de organización económica. Las dos primeras fases son las que verdaderamenteinteresan a los prehistoriadores, ya que en esta época no se llega al grado de es-pecialización que supone el tercer sistema. K. M. S. Allen (1984: 134-135), median-te el estudio de las producciones cerámicas de los indios iroqueses, propone comocaracterísticas de esta producción familiar: una producción ocasional (en cantidady en tiempo), estacional, individual, manual, realizada en casa y con muy pocasvariedades de tipo funcional.

Un factor básico en la evolución de la alfarería es la demanda de productos,que va a favorecer el desarrollo y la especialización. La demanda de productos estádirectamente relacionada con las necesidades del grupo —la densidad y crecimien-to demográfico del mismo, la frecuencia con que se rompen las vasijas, la necesidadde reponerlas— e incluso, a veces, con las características microambientales, aunqueéstas influyen escasamente en el primer sistema de desarrollo. Para que exista unademanda es necesaria la presencia de dos partes: productor y consumidor. En laproducción familiar la relación entre ceramista y consumidor es cerrada y, enmuchos casos, además, ambos serán la misma persona.

La adquisición de una cerámica se puede realizar por muchas vías: desde la pro-pia fabricación hasta la compra en un mercado. Entre ambas existe una gran canti-dad de procesos intermedios, y la elección dependerá sobre todo de cada tipo desociedad. Estos intercambios, en sociedades prehistóricas, van a estar determinadospor la funcionalidad de la vasija, en especial las que tienen un carácter ritual o sim-bólico y las que representan la autoridad o el poder de las élites. Además poseeránmayor valor que el resto de las transacciones.

El comercio debe ser estudiado en función de la tecnología de fabricación, lascircunstancias económicas que rodean al grupo humano, las posibilidades de trans-

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gónporte, las características geográficas y ambientales, etc., ya que serán estos los facto-

res que puedan aportar los distintos datos para plantear hipótesis.

Las nuevas perspectivas en la investigación han llevado al rechazo de la hipó-tesis tradicional que planteaba un intercambio o comercio únicamente de cerámi-cas o bienes de lujo o de élite, lo que implicaba asumir indirectamente que lascerámicas utilitarias poseían una fabricación local, es decir, muy próxima al lugarde uso (RILEY, 1984: 58-62). El medio más frecuente que los arqueólogos desarro-llan para conocer la existencia de un comercio o intercambio es la comparaciónmorfológica. No obstante, la tipología no es un factor concluyente por lo que,actualmente, se ayudan de los análisis físico-químicos y de los mapas de distribu-ción del material.

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1. Marco geográfico

Aragón, enclavada en el NE peninsular, se sitúa en un área de inmejorablescondiciones, puesto que una gran parte de su territorio se ubica en el Valle Mediodel Ebro, facilitando las comunicaciones con otras zonas, tanto atlánticas comomediterráneas, como se ha demostrado a lo largo de la historia.

Esta región no presenta un relieve homogéneo sino todo lo contrario, seobservan grandes diferencias entre unas zonas y otras, con muy distintos rasgosque favorecerán o no la implantación de población. La dispersión de los asenta-mientos neolíticos por el territorio aragonés es muy desigual, aunque se concen-tran mayoritariamente en la vertiente oriental de la comunidad, por lo que cree-mos más oportuno realizar una breve descripción de las áreas concretas donde selocalizan la mayoría de los yacimientos8.

1.1. Características geomorfológicas

Manteniendo el orden geográfico de norte a sur, la mayoría de los yacimientososcenses se encuadran en la zona norte o pirenaica, por lo que centraremos nuestraatención en la misma. Esta cadena se halla dividida en varios sectores, siendo el áreaintermedia entre las Sierras Interiores y Exteriores donde se ubican gran parte de losasentamientos aquí estudiados.

II. Catálogo de yacimientos

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8 Los datos aquí expuestos se han obtenido de MARÍN, PEÑA, et alii (1987: 27-85; 117-143); RODRÍGUEZ

(1986); MENSUA e IBÁÑEZ (1977); PEÑA y ECHEVERRÍA (1991: 3-15); ECHEVERRÍA (en prensa), ALBERTO,et alii (1984); IBÁÑEZ, PELLICER y YETANO (1983: 3-19); GUTIÉRREZ, PEÑA y SIMÓN (1982: 81-92); PEÑA,et alii (1984).

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gón El sector oriental de esta área, se corresponde con los llamados relieves Sobrarbe-

Ribagorza, y abarca un amplio sinclinorio en contacto con el sinclinal del Guarga.Geográficamente se identifica con la cuenca de Graus, pero geomorfológicamenteestá ligado a las incisiones realizadas por la red hidrográfica: Cinca-Esera-Isábena,en los sedimentos eocenos y oligocenos de la cuenca de Graus-Tremp constituyen-do relieves monótonos.

Las Sierras Exteriores son alineaciones estructurales de sedimentos mesozoico-eocenos. Su complejidad viene determinada por la aparición constante de los nive-les plásticos (arcillas, yesos y sales) del Triásico Superior (Keuper) en las líneas decabalgamiento de todo el frente subpirenaico. Los grandes ríos pirenaicos atravie-san limpiamente estas sierras de forma transversal y modelan, al pie de las mismas,amplios glacis de acumulación. Excavan, por sobreimpresión, profundos cañonesen los materiales calcáreos y conglomerados. Las cumbres montañosas aparecenmodeladas en cuestas calizas conservando amplios restos de la superficie de nivela-ción, sobre las que se ha instalado una intensa red kárstica y se han desarrolladopoljes y campos de dolinas. La más conocida es la circulación endokárstica de Guaracon abundantes surgencias. El sector central está constituido por un grupo de sie-rras individualizadas por los cañones fluviales que las atraviesan de N a S. Escaracterística, en esta parte, la presencia constante de una amplia depresión erosiva,creando valles paralelos a la disposición de las líneas estructurales de las sierras, conrelieves bajos y cubiertos de glacis detríticos debido a la activa erosión de las barran-queras instaladas en los márgenes de las cuencas.

La zona de contacto entre las Sierras Exteriores y la Depresión del Ebro esdenominada Somontano. Actualmente sólo se conocen yacimientos en el área cen-tral, donde las Sierras Exteriores rompen su dirección O-E dando lugar a sierras deidéntica configuración estructural. El frente meridional está en contacto con losconglomerados de borde de cuenca que desaparecen hacia el sur dejando paso a lasmargas y areniscas de la «Formación Sariñena». El relieve se resuelve, a grandes tra-zos, en hoyas y depresiones erosivas excavadas en la facies margosa terciaria. Al finaldel Plioceno, la red fluvial comienza a encajarse y alterar su labor de incisión-acu-mulación, creando valles escalonados de morfología variada. Los cauces fluviales seensanchan al llegar a las depresiones presomontanas, y al unirse los ríos formanuna expansión aluvial.

El Somontano oscense hacia el sur se une con la Depresión del Ebro, que cons-tituye una gran cuenca sedimentaria enmarcada por relieves montañosos. Los ele-mentos geomorfológicos que la caracterizan son muelas, glacis y valles fluvialesescalonados. Dentro de esta unidad nos interesa por ahora el sector bajoaragonés.Los materiales sedimentarios en esta zona pertenecen a la Formación Caspe, incluidadentro del conjunto deposicional denominado Sistema Matarraña-Guadalope, com-puesto por materiales detríticos. En el sector de Caspe la alternancia de materialesde diferente resistencia crea relieves totalmente distintos debido a la mayor presen-cia de areniscas modeladas en paleocanales, intercaladas con otros materiales quecortan la estratificación. Al E, los materiales detríticos groseros dan lugar a un pai-saje abrupto y complicado debido al fuerte encajamiento de la red fluvialGuadalope-Matarraña.

Las formas básicas son estructurales, de escasa extensión, como pequeñas pla-taformas, cuestas y cordones de paleocanales, apareciendo entre ellos vallonadas de

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góngran anchura y áreas endorreicas. Únicamente en las cercanías de los ríos principa-

les, que organizan el drenaje superficial, se encuentran depósitos cuaternarios deterrazas. Existen algunas zonas de difícil desagüe en las que se forman lagunas ocharcas. La acción erosiva del viento ha creado un modelado diferencial dejando enresalte canales de arenisca.

Las serranías marginales de la Depresión del Ebro sirven de transición a laCordillera Ibérica. Son alineaciones orientadas de O a E con alturas poco destaca-das y salpicadas de pequeñas cuencas internas. Predominan los relieves de carácterestructural, en cuestas y barras, no llegando a formar alineaciones continuas sinoconjuntos individualizados con cambios de dirección que dan una configuraciónarqueada a los límites del piedemonte bajoaragonés.

El contacto entre la Cordillera Ibérica y la Depresión se realiza a través de unadeformación tectónica de fractura o flexión. A escala local presenta aspectos muydistintos en función del tipo y valor de la desnivelación tectónica, de los materialesaflorantes y de la evolución geomorfológica durante el cuaternario.

El sector SE se compone de una gran masa montañosa de aspecto abrupto, queconforma la terminación meridional de las sierras prelitorales catalanas, constitu-yendo el nudo entre la Cordillera Ibérica (NO-SE) y las Catalánides (NE-SO) y sepa-rando la Depresión del Ebro del litoral mediterráneo. La disposición tectónica delos Puertos de Beceite es la de una serie de pliegues imbricados, anticlinales y sin-clinales laminados que desaparecen hacia el SE donde se localizan las alineacionescretácicas de la Cordillera Ibérica. El relieve presenta plataformas atravesadas poruna tupida red de barrancos de fondo plano.

Sobre estos pliegues el Matarraña se instala de forma discordante. A lo largodel recorrido el paisaje es heterogéneo manifestando una gran diversidad topográ-fica: desde los tramos angostos, meandros y modelado kárstico, pasando por el sis-tema de terrazas, para llegar al dominio de las vales hacia Maella.

Los procesos morfogenéticos cuaternarios en este somontano estuvieron con-dicionados por el factor hídrico en un contexto predominantemente semiárido, porlo que cualquier variación climática que implicara un cambio en el volumen de pre-cipitaciones, pudo suponer repercusiones importantes en los procesos y formas delmodelado.

El último gran conjunto geomorfológico que nos ocupa es la Cordillera Ibéricaturolense, que podría definirse como una agrupación de unidades mesozoicas, deorientación predominante NO-SE. Las unidades morfoestructurales que observa-mos son consecuencia de la última fase distensiva que tiene lugar en el PliocenoSuperior, produciendo abombamientos de las unidades montañosas y hundimien-tos de las fosas ya existentes por reactivación de sus fallas marginales junto al naci-miento de otras nuevas. Estas deformaciones darán lugar a la reanudación erosivade las montañas y a la sedimentación de los grandes glacis de las depresiones. A par-tir del Pleistoceno comenzó el progresivo encajamiento de la red fluvial con acu-mulación de terrazas y glacis en los valles amplios.

De esta unidad nos vamos a centrar en dos zonas: la Serranía de Albarracín y laDepresión del Jiloca. La primera, ubicada en el sector SO de la Cordillera, se compo-ne de una serie de alineaciones estructurales alargadas, de orientación NO-SE, quesobrepasan los 1.000 m en todo el conjunto. Bordeando los macizos y los relieves

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gónde rodeno, se extienden las grandes parameras de la superficie de erosión funda-

mental que están intensamente karstificadas por campos de dolinas de diferentesmorfologías, lapiaces y depresiones, constituyendo una importante zona de absor-ción de agua. Los Montes Universales constituidos por sinclinales colgados muylaxos forman la divisoria de aguas entre las cuencas que vierten al Mediterráneo, elJiloca afluente del Ebro, y el Tajo a la vertiente atlántica.

Finalmente, la Depresión del Jiloca es una fosa tectónica originada en el PliocenoSuperior, con dirección NNO-SSE, rellena de sedimentos pliocuaternarios proce-dentes de las sierras limítrofes. Forma un surco disimétrico con una falla de abrup-to escarpe en el borde de la Sierra Palomera. La morfología general es de gran pla-nitud, formada por largos glacis de suave pendiente. La red fluvial discurre sobre lasuperficie detrítica de los glacis, sin apenas incisiones, iniciando a partir de Camin-real un encajamiento lineal en dirección al Jalón.

1.2. Vegetación

Las características orográficas influirán directamente en el aspecto paisajísticoy vegetal de Aragón, por lo que las variaciones que encontramos son amplias y estáncondicionadas por múltiples factores. Los gradientes térmicos y la altitud son losfactores que determinan más directamente el escalonamiento de la vegetación.Asimismo hay que tener en cuenta que la acción antrópica ha modificado en parteeste esquema, favoreciendo la desertización, el ascenso de los pisos vegetales y eldescenso del límite altitudinal del bosque y, por extensión, de las praderas artifi-ciales.

Comenzamos con el área pirenaica que es donde se encuentra la mancha debosque más importante y de masas frondosas más extensas, constituyendo las for-maciones de mayor categoría biológica. La estructuración tradicional en pisos no sereproduce con total exactitud, ya que dentro de este área geográfica hay distintasunidades que infieren características peculiares a la vegetación, aunque de formageneral se puede decir que conforme se avanza hacia el sur ésta se va volviendo másmediterránea.

El piso colino o basal se extiende por las Sierras Exteriores y la depresión mediahasta alcanzar el pie de las Sierras Interiores. En él se observa claramente la influen-cia mediterránea, con mayores temperaturas y precipitaciones menos cuantiosas ymás irregulares favoreciendo la abundancia de plantas termófilas, que son másresistentes a estas características de aridez.

Es la faja de contacto entre formaciones de carrasca (Quercus ilex ssp. rotundifo-lia) y de quejigo (Quercus faginea). La primera es muy abundante, en forma de man-chas discontinuas principalmente en las laderas a barlovento como las solanas delas Sierras Exteriores, pero en general, el piso está muy degradado y aparecenamplios espacios de suelo desnudo. La segunda se halla esencialmente relacionadacon los suelos de facies margosa del flysch pirenaico. El quejigo es la vegetación clí-max del piso inferior, aunque presenta un aspecto muy aclarado y empobrecido, enparte por que se ha visto muy afectado por los artigazos (cultivos itinerantes) quehan provocado acarcavamientos y afloramiento de la roca.

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gón La Depresión del Ebro y los somontanos, en cambio, tienen una escasísima

cobertera vegetal que proporciona un paisaje estepario. Desde el punto de vistabotánico entra fundamentalmente dentro del mundo mediterráneo, pero al estarbordeado de montañas se convierte en semiárido y continentalizado. El factor másimportante que determina la vegetación es el acusado descenso de las precipitacio-nes que afecta sobre todo al sector central (Zaragoza-Caspe) y que junto con el vien-to incrementan la evapotranspiración de los organismos vegetales. Igualmente, lagran amplitud térmica de la zona limita visiblemente las posibles especies vegeta-les. Todo esto ha propiciado la creación de un paisaje estepario y semiárido, queunido al sustrato de materiales yesíferos que producen un exceso de sales, dan lugara una uniformidad paisajística puesto que son pocas las plantas que se adaptan aestas condiciones. Los cambios en la topografía facilitan el aumento de la vegeta-ción, principalmente, de formaciones más húmedas como ocurre con los relievestabulares de las muelas.

Los tipos fundamentales que se encuentran en esta unidad son variados. Elcarrascal aparece a partir de los 450 m en los somontanos, que en la zona NO delBajo Aragón pasa a ser una garriga de lentisco. El carácter indicador viene dado porel lentisco (Pistacia lentiscus) que en distintas zonas es más abundante que la cos-coja (Quercus coccifera). El pino carrasco es muy discontinuo y también están pre-sentes las sabinas (Juniperus phoenicia). Donde afloran masivamente los yesos seforma una gran estepa, es decir, matojos que se levantan unos centímetros del suelojunto con amplias manchas de tierra desnuda. El matorral estepario varía entreromero, aliagar y tomillares.

A lo largo de los cursos fluviales dentro de esta estepa aparecen bosques ripí-colas, que se han visto afectados por la acción humana que busca una mayor pro-ductividad agrícola.

Finalmente la Cordillera Ibérica pertenece claramente a la región florísticamediterránea. Al contrario que en el Pirineo, el dispositivo de pisos vegetales en estaunidad se diluye debido a las parameras (a partir de los 1.000 m) y sólo se conser-va en los altos macizos.

El piso del carrascal se introduce profundamente en la Ibérica siguiendo losvalles fluviales. Sólo se mantiene un cierto porte arbóreo en las vertientes fuertes y enposición de umbría. En el sotobosque se pueden encontrar gayubas, ruscos, jaras, etc.,que son más abundantes cuando se aclaran las carrascas, pero varían según el sustra-to edáfico. Estas últimas plantas, en las áreas que han sufrido incendios, se convier-ten en dominantes. A partir de los 900-1.000 m aparecen los «robledales ibéricos» for-mados por asociación de quejigos. El paso al piso oromediterráneo viene dado por laaparición masiva del pino albar que forma grandes masas en Albarracín. Su degrada-ción produce un matorral presidido por plantas espinosas, llamados aliagares.

2. Catálogo

El estudio está centrado en las cerámicas del Neolítico Antiguo, por lo quehemos incluido en el catálogo únicamente aquellos asentamientos que aportaninformación para el centro de nuestra investigación, es decir, todos los que poseen

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gón cerámica, quedando excluidos los yacimientos neolíticos entre cuyas evidencias

arqueológicas no está presente este material9. En cuanto a las dataciones se hacereferencia a fechas sin calibrar, para sus equivalencias se puede consultar UTRILLA etalli (1998: 191-192).

Hemos establecido dos grupos de yacimientos: aquellos de los que hemosinventariado los materiales cerámicos y en los que basamos nuestra investigación; ylos que, por falta de estratigrafía clara o excavación, escaso material cerámico neolí-tico o por imposibilidad de acceder al mismo, no se han analizado estadísticamen-te10. En ambos casos no hemos hecho una descripción exhaustiva, ya que la mayo-ría de ellos están publicados y la información complementaria se puede obtener dela bibliografía citada. Se presentan por orden geográfico, en primer lugar eje N-Stanto para las provincias como para los yacimientos; y en segundo lugar eje O-E.

2.1. Yacimientos inventariados

YACIMIENTO: LA CUEVA DEL FORCÓN

Municipio: San Juan de Toledo (La Fueva, Huesca). Mapa: Hoja 212, Campo.Coordenadas: Long.: 3º 57’ 50” Lat.: 42º 27’ 40” Altitud: 1.300 m. s.n.m.

Descripción y estratigrafía:

Se ubica en la vertiente meridional de los acantilados calizos de la Sierra Ferrera. Lacueva posee dos entradas, orientadas al SO, a distintas alturas y ambas de difícil acceso.La entrada principal consta de un pasillo de techo muy bajo, que desemboca en un pe-queño vestíbulo. Posiblemente la cavidad todavía mantiene actividad geológica, por lo quela mayor parte de ella carece de sedimento exceptuando la zona X, que dio resultados nega-tivos, y el área Y cuyo depósito estaba revuelto. El área W se corresponde con los «macca-rroni» realizados, en paredes y techo, sobre la arcilla húmeda. Las difíciles condiciones dehabitabilidad de la misma, el complicado acceso y la presencia de restos humanos han lle-vado a plantear al director que es una cueva sepulcral.

A pesar de que el material faunístico que se recogió pertenece al estrato neolítico, lapresencia de restos de gallina nos confirma la remoción del mismo con elementos poste-

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9 En el catálogo únicamente se hace referencia al número de fragmentos cerámicos recogidos en cadanivel o en la excavación en general, ya que sus características son tratadas más adelante. Se han dife-renciado los fragmentos que por su estado de conservación no permiten obtener la informaciónmínima necesaria y, por tanto, no se han incluido en el análisis. Estos se han denominado «infor-mes».

10 Una mención especial tenemos que hacer acerca de los yacimientos neolíticos con pinturas rupes-tres del área de Albarracín. En 1973 Fortea publicó una noticia personal de Almagro por la que seha planteado reiteradamente la existencia de cerámica en estos yacimientos. A pesar de este dato, laposterior comprobación de la estratigrafía realizada por Rodanés y Mazo (comunicación personal)dieron resultados negativos en relación a la aparición de este material en dichos abrigos, por lo queno se han incluido ni en el catálogo ni en el análisis. Asímismo, en excavaciones recientes, como ladel Arrastradero I (HERRERO y NIETO, 1994: 83-84) se han evidenciado niveles probablemente neo-líticos pero sin cerámica, por lo que todavía queda abierto el interrogante sobre la posible adscrip-ción cultural de esos materiales cerámicos que no hemos podido comprobar.

Tampoco se ha incluido los últimos hallazgos de yacimientos neolíticos al aire libre encontrados enla provincia de Huesca y publicados por GALLART, REY y ROVIRA (1996), debido a que no se ha podi-do consultar el material cerámico, que parece escasamente determinante en la atribución cronoló-gica, que sus autores consideran postcardial.

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gónriores. Además se recogieron un total de 82 fragmentos determinables de mamíferos que

pertenecen a 10 individuos mínimo, entre los que predominan los animales domésticos(ovicápridos y cerdo).

Material:

Es una cueva que ha tenido una amplia vigencia a lo largo del tiempo constatada porla presencia de restos de otras épocas. El material encontrado es muy escaso, si exceptua-mos la cerámica y los elementos de adorno. Entre la industria ósea destacan tres punzonesde hueso, y en la lítica 2 dientes de hoz. En cambio, entre los adornos aparecieron 38 cuen-tas discoidales, la mayoría de concha, cuentas de dentalium, una cuenta de piedra y algúnfragmento de concha pulido.

El total de fragmentos cerámicos inventariados es de 426, de los cuales 72 son infor-mes.

Bibliografía:

BALDELLOU, (1983b); CASADO, (1983); CASTAÑOS, (1983b); RODANÉS, (1987).

YACIMIENTO: LA ESPLUGA DE LA PUYASCADA

Municipio: San Juan de Toledo (La Fueva, Huesca). Mapa: Hoja 212, Campo.Coordenadas: Long.: 3º 59’ 30” Lat.: 42º 27’ 40” Altitud: 1.320 m. s.n.m.

Descripción y estratigrafía:

Es un abrigo de grandes dimensiones, que se ubica en la misma zona que el anterior.La boca, de unos 15 m de ancho, permite pasar la luz a casi toda la cavidad. De ella saleuna pequeña galería de techo bajo. Se llevaron a cabo tres sondeos estratigráficos en el ves-tíbulo (C1, C3, y C4), y otro debajo de la visera del abrigo (C2) que resultó estéril.

Únicamente se hallaron restos humanos en la cata 4. Asimismo se recogieron restosde fauna que pertenecen en su totalidad a mamíferos. Existe un predominio masivo, 95% deespecies domésticas (ovicápridos y bóvidos) y dentro de éstas de los individuos jóvenes. Elúnico problema lo plantea el grupo de suidos, ya que la diferenciación entre salvaje ydoméstico es muy difícil.

Presenta dos niveles de ocupación, N.O.I. y N.O.II, este último corresponde a la etapaneolítica. Tan sólo describiremos la estratigrafía de la cata 3 por ser la más completa:

E.S.: nivel estéril, 14 cm de potencia máxima, no ocupa toda la superficie.N.I.: E.Ia.: barro compacto de tono marrón grisáceo y con escasos restos de carbón.

E.Ib.: barro compacto, aunque menos comprimido que el E.Ia, con abundanciade carbones y zonas de cenizas. Presenta un buzamiento de O a E.

N.II.: E.IIa.: tierras limosas de color marrón oscuro, con manchas rojizas por oxi-dación, con frecuentes carbones y cenizas. El nivel buza de O a E. Parte dela zona O, está ocupada por grandes bloques.

E.IIb.: idéntica composición que el E.IIa, pero con menos piedras sueltas y ausen-cia de cascotes de tamaño regular y grande. Continúan los grandes bloquesen la zona O.

Material:

En el nivel I las evidencias arqueológicas son mínimas: tan sólo podemos mencionar1 fragmento de asta con incisiones y algunas láminas sin retocar.

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En el nivel II los materiales son algo más numerosos. Entre los restos líticos aparececomo única pieza interesante, un posible geométrico. También debemos mencionar cuatrohachas, una volandera y fragmentos de un molino. En la industria ósea destacan los pun-zones y cucharas. Los elementos de adorno se componen de cuentas discoidales, sobre con-cha o diente, y un anillo de hueso. Asimismo se recuperó algún fragmento de concha decardium sin trabajar.

El nivel EIa y EIb de la cata 3, cronológicamente corresponde a un Eneolítico, por loque los fragmentos cerámicos pertenecientes a este nivel no se han inventariado. El total decerámicas estudiadas es de 1.929, de los cuales 91 son informes, 18 se recogieron en lasuperficie de la cueva, a lo que hay que sumar 1 fragmento de barro:

Cata 1: (nivel EI) 199 fragmentos.Cata 3: 1.139 fragmentos, de los cuales 681 son del EIIa y 458 del nivel EIIb.Cata 4: 493 fragmentos, de los cuales 290 son del superficial y 203 del EI.

Dataciones:

N.I.: CSIC- 383: 2.610 BC. (nivel EIb de la c3). Corregido en Baldellou (1989c: 41).N.II.: CSIC-384: 3.980±60 BC. (nivel EI de la c1).

CSIC-382: 3.630±70 BC. (nivel EIIb de la c3).

Bibliografía:

BALDELLOU (1987a; 1989c); BALDELLOU y MORENO (1986); CASTAÑOS (1987); RODANÉS

(1987).

YACIMIENTO: CUEVA DE LA MIRANDA

Municipio: Palo (Huesca). Mapa: Hoja 250, Graus.Coordenadas: Long.: 3º 56’ 00” Lat.: 42º 18’ 20” Altitud: 880 m. s.n.m.

Descripción y estratigrafía:

La entrada de la cavidad, orientada al SO, se sitúa en los farallones calizos de la Sierrade Trillo, en la orilla izquierda del río Cinca. Se accede por la boca (3 x 2 m) directamente

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Corte estratigráfico de la cata 3 y 4 del abrigo de la Espulga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a).

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góna una amplia sala, de la que sale una única galería que acaba en una pequeña cavidad. Toda

la cueva ha sido muy expoliada, debido a la extracción de tierra para trabajar el cáñamo.Pese a ello se plantea una ocupación en dos etapas: Neolítico y Edad del Bronce, aunquelos materiales estuvieran totalmente revueltos.

Material:

Los materiales no cerámicos son mínimos, reduciéndose a un mango óseo de hoz, dospiezas líticas de hoz, dos lascas retocadas, dos hachas y una hachuela, y dos colgantes, unoen piedra y el otro en concha.

El total de fragmentos cerámicos es de 952, de los cuales 64 son informes. Además serecogió material de la Edad del Bronce y cerámica a torno que no se ha inventariado.

Bibliografía:

BALDELLOU y BARRIL (1981-2); MONTES (1983); PEÑA GUARA, G.I.E. (1972: 3); RODANÉS

(1987).

YACIMIENTO: COVACHO DEL HUERTO RASO 1 y 2

Municipio: Lecina (Colungo, Huesca). Mapa: Hoja 249, Alquézar.Coordenadas: Long.: 3º 43’ 40” Lat.: 42º 12’ 53” Altitud: 625 m. s.n.m.

Descripción y estratigrafía:

El abrigo de grandes dimensiones, orientado al O, se localiza en la margen izquierdadel río Vero, enfrente del conjunto de arte rupestre. En la orilla derecha del río se sitúa otroabrigo con materiales que I. Barandiarán diferenció con el nombre Huerto Raso 2. Se hanllevado a cabo varias actuaciones: prospecciones en 1969 y 1972 dirigidas por I. Baran-diarán; en 1972 se realizaron 2 sondeos, siendo uno de ellos estéril, y se excavó una zanjaen el centro del covacho; en 1986 V. Baldellou realizó una excavación que se centró en trescuadros (A, B, C).

Únicamente en el nivel b (1972) se recogieron restos de fauna, concretamente decapra u ovis.

(1972) HR1:

a) Manto superficial, tierras cenicientas y bloques calizos sueltos.b) Tierras finas con fuerte cremación de hogares.c) Depósito aluvial estéril.d) Depósito de fragmentos calizos de procedencia clástica. Estéril.e) Depósito aluvial estéril.f) Terraza de elementos rodados pequeños y medianos. Estéril.g) Terraza antigua de elementos rodados medianos y grandes. Estéril.

Material:

La industria ósea se reduce a un punzón de hueso, mientras que la industria lítica esalgo más abundante. Además de fragmentos de sílex, lascas y láminas con o sin retoquepodemos mencionar: en el nivel b (1972) un perforador y un trapecio con retoque abrup-to; en el nivel I (1986) un triángulo y un raspador; y finalmente en el nivel Ib (1986) dosmedias lunas. Asimismo entre el material lítico, aunque no se pueda incluir como indus-tria, se halló en el nivel fértil una plaqueta grabada.

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gón (1972) HR1 y HR1, 2, cerámica:

a) 2 fragmentos de la Edad del Bronce y material vidriado y moderno.b) 40 fragmentos analizados.

(1986) HR1: El total de fragmentos es de 74, de los cuales 21 son informes y 1 frag-mento a torno.

Bibliografía:

BALDELLOU (inédito); BARANDIARÁN (1976a).

YACIMIENTO: CUEVA DE CHAVES

Municipio: Bastarás (Casbas de Huesca, Huesca). Mapa: Hoja 249, Alquézar.Coordenadas: Long.: 3º 32’ 00” Lat.: 42º 13’ 10” Altitud: 663 m. s.n.m.

Descripción:

El yacimiento se localiza en el interior de la Sierra de Guara y forma parte de la com-pleja red kárstica que recorre la misma, situándose en uno de los acantilados de conglo-merado sobre el barranco de Solencio. La entrada, orientada al E, posee una boca de 60 mancho y da acceso a un amplio vestíbulo con grandes bloques desprendidos del techo.Hacia el interior, la cueva continúa siendo casi igual de grande, aunque gradualmente se vaestrechando y descendiendo el techo hasta bifurcarse en dos galerías. La extensión queocupa el yacimiento es aproximadamente los 110 primeros metros sin que se prolonguehacia el interior.

La excavación comenzó los años 1974-5 con cuatro sondeos en el área externa al ves-tíbulo. El resto de las campañas se desarrollaron en una zona interior de la cavidad,ampliando anualmente la cuadrícula. En el año 1984 (cata 84C) también se excavó fuerade esta cuadrícula, localizándose un enterramiento en fosa cubierto por numerosos cantosblancos idénticos, encima de un nivel solutrense. El muerto en posición fetal presentabarestos de tejido, un anillo de hueso, algunos restos de sílex y cerámicas lisas. Todavía seestán realizando campañas de excavación, por lo que sólo hemos incluido para el estudiolos datos obtenidos hasta el año 1990.

En cuanto a las estructuras identificadas, en el nivel 1a2 se encontraron tres hogares(cuadros 4A’, 6A y 8D): en dos de ellos se hallaron abundantes cantos blancos, algunos conocre. El 4A’ tiene forma de cubeta con 8 cm de profundidad. Debajo del hogar del 6A apa-reció una piedra que cerraba una cubeta. También se hallaron dos suelos: un suelo duroposiblemente de ocupación, en los cuadros 4A’, 6A, 6A’ y 6B; y otro roto por la caída de blo-ques del techo y con una concentración anómala de molinos, en la banda 13-15 entre losdos niveles neolíticos. Son abundantes las cubetas, y hasta el momento (1990) se hanencontrado 15 en distintos cuadros. Todas ellas están excavadas en el nivel 1b y algunas lle-gan a perforar la costra e, incluso, hasta el nivel magdaleniense.

En los análisis polínicos de los niveles neolíticos, que climáticamente corresponden alperiodo atlántico, aparecen taxones indicadores de actividad agrícola. Se aprecia la inci-dencia de la agricultura y, en general, una deforestación debida a la acción humana aunquese mantenga el predominio del bosque sobre el espacio abierto. En el último nivel se pro-duce un aumento de los espacios abiertos, dedicados al cultivo (gramíneas y compuestas,etc.) en detrimento del bosque.

Los análisis de fauna de la excavación de 1974-5 del nivel neolítico se realizaron sobreun total de 268 fragmentos, todos ellos mamíferos, en los que predominan las especiesdomésticas. En las campañas de 1984-89 se han identificado 4.540 fragmentos (excluyén-

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dose la avifauna y la malacofauna) pertenecientes a 21 especies de mamíferos. El volumende restos en el nivel Ib es el doble que en el Ia. Se pueden agrupar en tres conjuntos: domés-ticos (principalmente ovicápridos y cerdo), que es el más abundante en ambos niveles;ungulados salvajes; y los carnívoros y lagomorfos. Este último grupo puede indicar el con-sumo esporádico de algunas especies (conejo), pero también es posible que su presenciasea consecuencia de la utilización como guarida tras la desocupación (tejón, zorro).

Estratigrafía:

Únicamente vamos a describir la estratigrafía de la cuadrícula que actualmente se estáexcavando ya que es la que recoge la mayor información y extensión del yacimiento:

N.Sup.: compuesto por tierra marrón con piedras y cascotes de distintos tamaños. Losmateriales arqueológicos son de distintas épocas.

N.Ia: tierra marrón oscura compacta, con grandes manchas de cenizas blancas ycarbones, así como de tono rojo y anaranjado por oxidación. La potencia delmismo es irregular y su superficie escasamente horizontal. En la bandas 6, 8,y 10 se diferenciaron dos subniveles sedimentarios (1a1 y 1a2). En las bandas8 y 10 está en contacto directo con el nivel 1c.

N.Ib: tierras arcillosas, gris claro, con pocas piedras y manchas cenicientas. Hacia elfinal del nivel adquiere tonos anaranjados y una textura mucho más arenosa.No es completamente homogéneo en el color ni en la textura, aunque si esmás suelto que el 1a. Hacia la entrada de la cueva se hace más polvorientomientras que en el interior adquiere tonos más marrones y textura más are-nosa. En este nivel se encuentran las cubetas que perforan el 1c y descansandirectamente sobre los niveles magdalenienses. En las bandas 8, 10, y los cua-dros 2F, 11F y 13F, el nivel desaparece. En los cuadros 6A-6B (por una losa),6C, y 1G tienen escasa potencia.

Costra estalagmítica. Estéril.N.1c: tierras rojizo-amarillentas de aportación fluvial. Estéril.N.2a: tierras limosas con restos de cenizas y carbones. Magdaleniense avanzado.N.2b: idéntica composición que el estrato precedente pero con abundantes casco-

tes. Magdaleniense avanzado.N.3: tierras compactas amarillentas, con abundante grava. Estrato base.

Material:

Se caracteriza por la variedad y abundancia de restos arqueológicos, pero la mayoríade ellos todavía no han sido estudiados al encontrarse la cavidad en proceso de excavación.Únicamente A. Cava ha estudiado la industria lítica de la campaña 1974-5 y Peña Guara, y

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gón J. Mª Rodanés la industria ósea hasta 1986. Para el resto del material, la identificación se

ha basado en los inventarios correspondientes a cada campaña y, por tanto, es susceptiblede modificaciones.

En cuanto a la industria lítica se ha constatado el trabajo de talla a través del hallaz-go de los habituales elementos de lascado, restos de talla, avivados de núcleos, etc. La tallano se reduce al sílex sino que también aparece como materia prima la cuarcita y el cristalde roca, así como fragmentos informes de cristal de roca, cuarzo, mica, yeso y algún mine-ral no identificado. En todos los niveles se han encontrado muescas o denticulados, trun-caduras, lascas y láminas con o sin retoque, núcleos y fragmentos de sílex. Además de loque podríamos considerar útiles de sustrato (raspadores, raederas, buriles y cuchillos desílex) presentes en mayor o menor medida en todos los niveles, sobresalen las siguientespiezas:

— Nivel I (1974-5) y Peña Guara: 1 perforador, 12 piezas con dorso, 2 laminillas dedorso, 2 segmento en doble bisel, 1 triángulo de retoque abrupto, 1 triángulo en doblebisel, y 1 microburil.

— En el resto de la secuencia estratigráfica (todavía en estudio) se observa un predo-minio de perforadores en el nivel Ib, mientras que en el n. Ia éstos y los taladros están casiequiparados. En cuanto a los geométricos, en el primer nivel se advierte una abundancia demedias lunas frente al predominio de triángulos y trapecios del nivel Ib. Un elementocomún a ambos son las láminas o laminillas de dorso.

Otros restos importantes entre el material lítico lo constituyen los elementos puli-mentados. Aparecen con restos de ocre cantos rodados, areniscas pulidas, alguna piedra e,incluso, volanderas y fragmentos de molinos. Otros útiles bien representados son lashachas y hachitas, molinos, volanderas o machacadores, percutores, afiladores, alisadores,piedras pulimentadas, algún mazo, y cantos rayados.

La industria ósea del nivel superficial y del material recogido por Peña Guara es esca-sa, destacando tan sólo los punzones y una placa con doble perforación. Llama la atenciónque en la excavación de 1974-5 no se localizó ningún resto frente al volumen encontradoen la excavación del interior. Así, entre los elementos del nivel 1a aparecen abundantes pun-zones, 1 cuchara, 1 aguja y 1 espátula-punzón. En el nivel 1b de nuevo gran cantidad depunzones y 3 espátulas (una con incisiones y otra en forma de cuchara plana). Además enambos niveles se encontraron distintos huesos trabajados, astas y colmillos trabajados, yvarios fragmentos de asta indicando su preparación para la fabricación de anillos.

Los elementos de adorno son igualmente copiosos, aunque en las primeras campañaslos restos localizados fueron mínimos. Tanto en el nivel Ia como Ib se han hallado todotipo de cuentas y colgantes en hueso, concha (dentalium, columbellae, cardium, etc.), piedrae, incluso, una de arcilla cocida (n. Ib) y anillos de hueso. Destaca sobre todo el conjuntoel fragmento de brazalete decorado del nivel 1b. En el apartado de varios podemos incluirlos fragmentos de ocres y restos de conchas sin trabajar, así como un fragmento de capara-zón de crustáceo marino del nivel 1a.

El total de fragmentos cerámicos estudiados es de 7.943, entre los que no se hanincluido los 128 del N.I. (1974-5) y de Peña Guara que pertenecen claramente a la Edaddel Bronce.

N.Sup.: 922 fragmentos, de los cuales 147 son informes y 21 son fragmentos decerámica medieval. En el se han incluido 50 fragmentos sin nivel y 12del revuelto.

Nivel Sup./a: 99 fragmentos. Nivel 1a/1b: 33 fragmentos.Nivel 1a: 3.468 fragmentos, de los que Nivel 1b: 3.446 fragmentos.

21 son informes

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Dataciones:

1974-5: 1984:N.Ia: CSIC-381: 4.170±70 a. C. (cata 1). E1: GRN. 12.685: 4.820±70 B.C.

CSIC-379: 4.280±70 a. C. (cata 4). E1b: GRN. 12.683: 4.700±80 B.C.N.Ib: CSIC-378: 4.510±70 a. C. (cata 3). GRN. 12.686: 3.260±340 B.C.

Bibliografía:

ABAD (1970); BALDELLOU (1977; 1983a; 1983c; 1987c); BALDELLOU y CASTÁN (1983);BALDELLOU y RODANÉS (1989); BALDELLOU y UTRILLA (1986; 1991a; 1991b; 1991c; 1992);CASTAÑOS (1983a; 1993); CAVA (1983); GALLART y LÓPEZ (1988a); LÓPEZ (1992); MAYA

(1983); PEÑA GUARA, G.I.E. (1973); RODANÉS (1987); UTRILLA y BALDELLOU (1991).

YACIMIENTO: PEÑA DE LAS FORCAS II

Municipio: Graus (Huesca). Mapa: Hoja 250, Graus.Coordenadas: Long.: 4º 01’ 50” Lat.: 42º 11’ Altitud: 480 m. s.n.m.

Descripción y estratigrafía:

Se trata de un abrigo alargado, orientado al N, en la orilla izquierda del río Ésera, aunos 400 m del abrigo paleolítico-epipaleolítico de Forcas I. Parcialmente cortado por unapista de la Confederación Hidrográfica del Ebro, está relleno en alguno de sus tramos conmaterial de derribo y basuras.

El abrigo, todavía en fase de excavación, presenta dos depósitos distintos separados enla zona central por un estrato revuelto. La estratigrafía neolítica únicamente se encuentra enla zona W en un área muy reducida. Este estudio se centra tan sólo en la campaña de 199211,en la que se halló junto a la pared (cuadro 4M’), una cubeta excavada por los ocupantes delnivel b que llega hasta c. En la zona Sur se ha comprobado, en este primer nivel, una acu-mulación artificial de cantos en forma de suelo.

nivel rev.: depósito de tierra con basura.nivel a: estrato de tierras sueltas de color amarillento, pegado a la pared con cantos

procedentes de la disgregación del conglomerado. Estéril.

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11 Ha sido ampliada con posteriores excavaciones en 1996, cuyos datos se encuentran en UTRILLA yMAZO, 1997.

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gón nivel b: estrato negro y con

áreas multicolores detierra suelta y cantosde tamaño pequeño ymedio. No se localizacon la misma intensi-dad y extensión entodos los cuadros. Fér-til.

nivel c: estrato limoso de colo-ración amarillenta mez-clada con negro. Esté-ril.

nivel d: estrato limoso de colornegro y rojizo, se loca-liza en la banda K’ has-ta O’. Fértil.

nivel e: estrato limoso de colo-ración amarillenta mez-clada con negro. Esté-ril.

Material:

En cuanto a la industrialítica, además de los habitualesrestos de talla, elementos de las-cado, avivados, fragmentos sílex,lascas y láminas con o sin reto-que, así como los elementos desustrato (muescas, denticuladosy raspadores) presentes en losdos niveles, debemos destacar la

ausencia de perforadores y de geométricos en doble bisel en el nivel b inferior, mientras queen el nivel b superior predomina el doble bisel sobre el retoque abrupto y los triángulossobre los trapecios y segmentos. Es interesante la presencia en ambos niveles de microbu-riles, aunque con un porcentaje ligeramente mayor en el estrato superior y la ausencia, tam-bién en ambos, de taladros. Por último, es importante mencionar el hallazgo de un cantocon ocre en el nivel b superior.

Se han inventariado un total de 97 fragmentos de cerámica de la campaña 1992,repartidos de la siguiente manera:

nivel rev.: 9 fragmentos.nivel a: 6 fragmentos de los cuales 2 son informes.nivel b superior: 82 fragmentos de los cuales 11 son informes.

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Estratigrafía de la parte derecha de Forcas II (UTRILLA y MAZO, 1997: 351).

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gónDataciones:

1992 1996

nivel b (p. superior): 4.140 ± 180 a.C. (no válida) nivel VIII: 4730 ± 190 a.C.nivel VI: 4950 ± 45 a.C.

(p. media): 4.990 ± 90 a. C. (c. cardial) nivel V: 5020 ± 120 a.C. (cardial)

(p. inferior) 5.140 ± 340 a. C.nivel II: 5290 ± 40 a.C.

nivel d: 6.700 ± 70 a. C.

Bibliografía:

MAZO y UTRILLA (1994, 1997).

YACIMIENTO: EL REMOSILLO.

Municipio: Puebla de Castro (Huesca). Mapa: Hoja 288, Fonz.Coordenadas: Long.: 3º 58’ 50” Lat.: 42º 06’ 55” Altitud: 460 m. s.n.m.

Descripción:

El abrigo, que posee varios paneles de pinturas rupestres, se localiza en la orilla dere-cha del río Ésera en los acantilados calizos que forman el congosto de Olvena. Se realiza-ron cuatro catas al pie de las pinturas, siendo una de ellas estéril. La cata A se sitúa junto alpanel 2, la cata B junto al panel 5A y la D junto al panel 1. Los sondeos dieron un úniconivel de ocupación muy pobre, posiblemente debido a que es un estacionamiento tempo-ral. En la cata A el material está separado en dos niveles.

Material:

El material lítico es muy escaso, tan sólo podemos resaltar un triángulo de retoqueabrupto en la cata A y un perforador en la D. También es interesante el hallazgo de unavolandera y un molino en el primer sondeo.

El total de fragmentos cerámicos estudiados es de 98:

Cata A: 76 fragmentos (24 del nivel a y 52 del nivel b).Cata B: 16 fragmentos.Cata D: 6 fragmentos.

Bibliografía:

BALDELLOU (1991); BALDELLOU et alii (1996).

YACIMIENTO: CUEVA DEL MORO.

Municipio: Olvena (Huesca). Mapa: Hoja 288, Fonz.Coordenadas: Long.: 3º 56’ 50” Lat.: 42º 06’ 20” Altitud: 450 m. s.n.m.

Descripción:

Conocido desde antiguo se localiza en el tramo final del congosto que forma el ríoÉsera poco antes de desembocar en el Cinca. La cueva forma parte de un conjunto de fisu-

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gón ras y galerías, de origen kárstico, que recorren el farallón, aunque arqueológicamente sólo

dos poseen niveles de ocupación.

La cámara inferior, la más grande, tiene un fácil acceso en la pared NO del farallón. Secompone de un pasillo que desemboca en una amplia sala con iluminación natural, ya queexisten dos bocas laterales abiertas al acantilado con orientación E. A partir de ésta se pro-longa en galerías y pequeñas cámaras que descienden hasta el nivel de base. Como estruc-turas se identificaron en el nivel c4-5 un hogar excavado por la gente de la Edad del Bronceen el sedimento neolítico, así como cubetas neolíticas en el nivel d.

Las cámaras superiores, mucho más reducidas, se comunican con la inferior a travésde una gatera (OV.4). La entrada a las mismas se puede realizar desde el exterior por enci-ma de la boca principal de la cueva, o por la gatera desde el pasillo de acceso a la cámarainferior. Se compone de tres pequeñas salas: la primera, OV.1, está totalmente destruida; lasotras dos, Ov.2 y Ov.3, situadas a diferente altura están unidas por un pequeño pasillo yambas poseen una ventana que da al acantilado. El sedimento de las mismas estaba muyrevuelto, debido sobre todo a la acción de los clandestinos. En ambas cámaras se encon-traron restos humanos, aunque en mayor número en Ov.2.

Sólo se han realizado análisis polínicos en la cámara inferior. Se observa en todomomento un alto porcentaje de polen arbóreo. El paisaje climático corresponde a los perío-dos subboreal, principios del subatlántico y posiblemente, la parte inferior del perfil, alatlántico. A partir del subatlántico se cultiva asiduamente el cereal, detectado en el n. a4 ypuntualmente en el n. c4, así como las leguminosas y se produce un aumento de la malashierbas de cultivo. La falta de alteración de las Carduaceae y Anthemideae, indican un apro-vechamiento continuo de los cultivos.

Los análisis de fauna se realizaron en ambas cámaras. Se recogieron de la cámara Ov2un total de 549 restos determinables y 143 del nivel c4-5, representando 17 especies demamíferos y 7 de aves. Se agrupan en cuatro conjuntos: domésticos, en la cueva superior elcerdo está ausente; ungulados salvajes, con predominio del ciervo; carnívoros y lagomorfos;y por último avifauna salvaje. Entre el Neolítico y el Bronce existe un descenso significativode la caza y un aumento de las especies domésticas. El patrón de explotación del ganadovacuno parece ser primario por el predominio de individuos juveniles, mientras que en elde ovicápridos la frecuencia entre jóvenes y adultos está más equilibrada, posiblementedebido no sólo a la explotación cárnica sino también de productos secundarios.

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Corte estratigráfico de la Cámara Inferior de Olvena (UTRILLA y BALDELLOU, 1996 dir.).

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gónCUEVA DEL MORO: CÁMARA INFERIOR (MO)

Estratigrafía:

N. sup.: estrato con materiales romanos.N.a1: tierras de color gris claro con hoyos de ceniza y carbones.N.a2: tierra marrón con piedrecillas y carbones.N.a3: tierra gris-claro, con idéntica textura al a1.N.a4: tierra marrón oscura casi negra, con gran cantidad de hojitas secas y semillas,

pero sin carbones.N.b1: arcillas compactas, de tono marrón, con piedrecillas, similar al a2. Casi estéril.N.b2: lentejón negro, con carbones y hogares, en algunas zonas en contacto direc-

to con el n. c1.N.b3: estrato arcilloso, fino y compacto, de color amarillo grisáceo. Estéril.N.c1: tierra marrón suelta con piedras, de distintos tamaños, y algunos carbones.N.c2: estrato multicolor, rojo, negro y gris claro, según el impacto de las zonas de

hogares. Con abundantes planchas de piedra y losas planas.N.c3: tierra marrón suelta con piedras.N.c4: tierra muy finas, de cenizas, de color gris y blanco. Excavado en cubeta sobre

los niveles inferiores.N.c5: tierra marrón suelta, de textura arenosa, con piedrecillas y carbones.N.d1: capa de barro compacta, marrón arenoso con piedrecitas. Al final del estrato

aparece un paleosuelo natural con grietas de desecación. Estéril.

Material:

Dentro del escasísimo material del nivel neolítico únicamente merece ser menciona-do un perforador, una volandera y una cuenta discoide.

En el análisis de cerámica sólo se han tenido en cuenta el nivel neolítico, las cerámi-cas de aspecto neolítico aparecidas en el superficial o el revuelto no se han contabilizado,exceptuando las aparecidas en el nivel c4-5. El total es de 167 fragmentos cerámicos, de loscuales 32 son informes:

N. c4-c5: 45 fragmentos.N. c5: 90 fragmentos.

Dataciones:

N. b1-b2 GRN-12.116 1.090 B.C. (Bronce Final).N. c2-c4 GRN-12.115 1.580 B.C. (Bronce Antiguo-Medio).N. c4 GRN-12.118 1.480 B.C. (Bronce Antiguo-Medio).N. c5 GRN-12.117 3.210±80 B.C. (Neolítico impreso avanzado).

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CUEVA DEL MORO: CÁMARA SUPERIOR/INTERIOR (OV.2)

Estratigrafía:

E.1: tierra muy suelta y polvorienta completamente revuelta. Fértil.N. A: tierras limosas con grava, color parduzco claro. Prácticamente estéril.N. B: tierra limosa de tono marrón oscuro, con manchas rojizas por oxidación,

zonas de cenicientas y presencia de carboncillos. Fértil.N. C: barro compacto de base. Estéril.

Material:

Al contrario que en la cámara anterior la industria lítica es más copiosa, además deabundantes elementos como restos de tallas, elementos de lascado, raspadores, buriles,muescas o denticulados, truncaduras, lascas y láminas con o sin retoque y núcleos, destacadel conjunto los taladros/perforadores, láminas con huellas de uso y el predominio, entrelos geométricos, de las medias lunas en doble bisel. También aparecen otros elementoscomo los cantos con ocre y útiles pulimentados.

La industria ósea se caracteriza por la riqueza de punzones. Sin embargo, son los ele-mentos de adorno los que llaman más la atención debido a la cantidad y variedad de ellos.Entre el más del centenar de cuentas que aparecieron, tanto en concha como en piedra yhueso, destacan las de variscita. Asímismo se hallaron colgantes, piedras pulidas, una placa

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Corte estratigráfico de la Cámara Superior de Olvena (OV.2) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.).

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góncuadrangular biforada, un brazalete de pectúnculo quemado y tres botones de perforación

en V.

En el apartado de varios debemos hablar de fragmentos de conchas, entre ellos car-dium, madera trabajada, ocre y un fragmento de caparazón de tortuga.

El total es de 2.009 fragmentos cerámicos de los cuales 70 son informes. Además apa-recieron 3 fragmentos de barro cocido:

E.1 (rev.): 1.541 fragmentos.N.B (intacto): 398 fragmentos.

Material de las colecciones particulares:

Los restos que hemos contabilizado en este subapartado son los que L. Montes reco-gió en su tesis de licenciatura. Dentro de la industria lítica hay que mencionar perforado-res, dientes de hoz, y raspadores, así como los útiles pulimentados. La industria ósea pre-senta una mayor variedad, con abundantes punzones, cuñas, un biapuntado losángico, unavarilla y varias esquirlas apuntadas. Las cuentas siguen siendo los elementos más numero-sos entre los adornos, pero además se encontró un botón de perforación en V y un frag-mentos de brazalete de pectúnculo.

El total es de 24 fragmentos de cerámica neolítica, que han sido incorporados alsuperficial/revuelto.

Dataciones:

N. B (intacto) GRN-12.119 4.600±130 B.C. (Neolítico impreso).

CUEVA DEL MORO: CÁMARA SUPERIOR/EXTERIOR (OV.3)

Estratigrafía:

N. rev.: tierra muy suelta y removida por los clandestinos.N. intacto: tierras cenicientas con manchas de oxidación por fuego.

Material:

El material encontrado es menor, únicamente destacan un perforador y una medialuna en doble bisel entre el material lítico, y un punzón en la industria ósea, pero conti-nuan siendo los elementos de adorno los más ricos por la proliferación de cuentas.

El total es de 281 fragmentos cerámicos:

N. rev.: 251 fragmentos.N. intacto: 30 fragmentos.

GALERÍA DE UNIÓN DE LAS CÁMARAS (OV.4)

Estratigrafía:

E.1: tierras grises muy sueltas y polvorientas, muy revuelto. Descansa en la rocasbase en casi toda su extensión.

N. B: tierra limosa endurecida con manchas cenicientas y restos de carbón Ocupauna superficie muy reducida.

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gón Material:

El material es más escaso, sólo destacan los cantos rodados, las cuentas y los caninosperforados.

El total es de 160 fragmentos cerámicos:

E. 1 (sup): 40 fragmentos.N. B (intacto): 120 fragmentos.

Bibliografía:

BALDELLOU y UTRILLA (1995 dir); MONTES (1983: 99-110); UTRILLAS y BALDELLOU (1996 dir).

YACIMIENTO: CUEVA DE LAS BRUJAS

Municipio: Juseu (Graus, Huesca). Mapa: Hoja 288, Fonz.Coordenadas: Long.: 4º 03’ 38” Lat.: 42º 05’ 28” Altitud: 760 m. s.n.m.

Descripción:

La cavidad se sitúa al N de la Sierra de la Carrodilla, en la ladera SO del cerro al pie delcual se encuentra el pueblo de Juseu. La amplia entrada de la cueva está orientada al E y dapaso a dos galerías. La más grande es la de la izquierda, de 15 m, que se bifurca nuevamenteen dos. El estado de destrucción por las continuas expoliaciones impiden conocer la posibleestratigrafía, aunque L. Montes plantea la existencia de dos estratos: Neolítico y Bronce Inicial.

Material:

El material no cerámico se reduce a dos útiles pulimentados.

Total de fragmentos cerámicos es de 143, de los cuales 17 son informes. Además serecogió material de la Edad del Bronce y cerámica a torno que no ha sido estudiada.

Bibliografía:

MONTES (1983: 113-23); PEÑA GUARA, G.I.E. (1972: 14 y 26).

YACIMIENTO: CUEVAS DE LOS MOROS

Municipio: Gabasa (Huesca). Mapa: Hoja 288, Fonz.Coordenadas: Long.: 4º 06’ 00” Lat.: 42º 00’ 30” Altitud: 780 m. s.n.m.

Descripción:

Se trata de un conjunto kárstico localizado en un farallón calizo en la orilla derechadel río Sosa. Está formado por tres cuevas, situadas a diferentes alturas y orientadas todasellas al E, inhabitables tanto por su difícil acceso como por su desarrollo interno. En el exte-rior de las cuevas se recogió material, encontrándose dos hoyos circulares excavados en elsuelo posiblemente relacionados con el material de fundición recogido en la zona.

Se han llevado a cabo varias campañas de excavación. Únicamente hemos incluido eneste estudio las cavidades que aportan material cerámico y presumiblemente se pueden ads-cribir al neolítico, es decir, Gabasa 2a, 2b, 3a, 3b y 5. En la primera se halló una estructurade piedra (1’5 x 1 m) que cierra parcialmente la pequeña cavidad, pero que posiblementefue hecha por un pastor. En Gabasa 2b apareció otra estructura de piedra y se recogieronalgunos restos humanos, principalmente piezas dentarias. En Gabasa 5 también aparecie-ron elementos de un enterramiento pero sin contexto arqueológico.

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gónGABASA 2a

Estratigrafía:

El único nivel aparece totalmente revuelto.

Material:

Es muy escaso y sólo merece ser mencionado una raedera, un núcleo de laminillas yun fragmento de arenisca con acanaladura, y en relación a la industria ósea tan sólo seencontró un punta de flecha de pedúnculo y aletas.

Total de 662 fragmentos cerámicos, de los cuales 4 son informes y 7 de cerámica atorno.

GABASA 2b

Estratigrafía:

Nivel a: tierra muy suelta con piedras.Nivel b: tierra rojiza seca y con piedras. Estéril en el cuadro 2A.Nivel c: capa estalagmítica que forma el suelo de la cueva. Estéril

Material:

Aún es más escaso el material hallado en esta cavidad reduciéndose a material cerá-mico y lítico, entre el que destaca una raedera.

Total de 522 fragmentos cerámicos, de los cuales no se han inventariado 19 informesy 5 de cerámica torno.

GABASA 3a

Estratigrafía:

Nivel a: tierra marrón oscura muy húmeda, que no ocupa toda la superficie y descan-sa directamente sobre la roca base.

Material:

El total es de 22 fragmentos de cerámica a mano.

GABASA 3b

Estratigrafía:

Nivel a: tierra muy suelta con madrigueras.

Material:

Únicamente se halló un raspador y un hacha de cuarcita.

Total de 16 fragmentos, entre ellos 1 fragmento de cerámica a torno medieval.

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gón GABASA 5

Material:

Es la cavidad que más material lítico ha entregado, siendo los tipos más significativosperforador, buril, muesca y núcleos. En cuanto a la industria ósea junto a una esquirlaapuntada apareció un dado romano. También se encontró una cuenta discoidal y dos frag-mentos decorados como elementos de adorno.

Total de 326 fragmentos cerámicos, de los cuales 2 son informes y 135 de cerámica atorno.

Bibliografía:

MONTES (1983: 124-7); RODANÉS (1987); UTRILLA y BALDELLOU (1986).

YACIMIENTO: TORROLLON I.

Municipio: Usón (Huesca). Mapa: Hoja 324, Grañen.Coordenadas: Long.: 3º 24’ 54” Lat.: 41º 54’ 55” Altitud: 434 m. s.n.m.

Descripción:

Se localiza en el Somontano oscense, en la zona de contacto entre el llano y el piede-monte. Se trata de un cerro testigo, muy erosionado, con una cima de reducidas dimensio-nes y prácticamente inaccesible. El material aparece en la ladera SO, de pendiente pronun-ciada y ocupada parcialmente por grandes bloques de arenisca caídos. Se llevó a cabo unsondeo que dio resultados negativos. En las laderas N y SE del cerro, el material hallado esde la Edad del Bronce.

Material:

Además de la cerámica que es lo más abundante se encontraron tan solo elementosde adorno: cuentas discoidales, dos brazaletes de piedra y un colgante en nódulo de hierro.

Total de 149 fragmentos cerámicos, 8 de ellos informes.

Bibliografía:

REY (1987); REY y RAMÓN (1992).

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YACIMIENTO: ABRIGO DE LA COSTALENA

Municipio: Maella (Zaragoza). Mapa: Hoja 470, Gandesa.Coordenadas: Long.: 3º 53’ 39” Lat.: 41º 07’ 42” Altitud: 230 m. s.n.m.

Descripción:

Se trata de un abrigo de arenisca, orientado al SO, de poco profundidad y de relativaanchura. Está ubicado a unos 100 m de la margen izquierda del río Algás. El yacimientoocupa una extensión aproximada de 160 a 166 m2, de la que se han excavado unos 35 m2.Los estratos se han visto afectados por factores estructurales que incrementan el buzamien-to, la erosión del río y los reiterados abarrancamientos, por lo que sólo se conserva la estra-tigrafía completa en el interior. En cuanto a las estructuras aparecieron hogares excavadosen el suelo o en pequeñas depresiones, dispersos por toda el área, pero concentrados prin-cipalmente en el nivel c3 y c genérico. Poseen una forma más o menos circular u ovalada,con un diámetro/eje que oscila entre los 30 y 110 cm.

En el análisis de fauna se apreció que los restos estaban muy deteriorados y fragmen-tados, permitiendo sólo la identificación del 2,14%. Entre ellos aparecen herbívoros captu-rados, lagomorfos y carnívoros integrados probablemente de modo natural. También seencontraron vértebras de pez en el nivel c2, en el de transición c2-c1 y en el c «genérico».

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gón Estratigrafía:

nivel a o sup.: tierra arenosa y fina, de estructura poliédrica con cantos rodados,pequeños bloques, trozos de calizas y margas, cantos algo redon-deados de arenisca, y bloques caídos del techo.

nivel b: tonos más claros y menos grises. Arcilla muy arenosa dominandolas estructuras poligonales, predominio de gravas finas, poco roda-das y pocos cantos.

nivel c1: Arenillas muy finas con baja proporción de arcilla, con escasos can-tos rodados, pequeñas calizas, areniscas y abundante grava. Estáparcialmente desmantelado.

nivel c2: tierras polvorientas y sueltas, de tonos marrones cenizosos conabundantes cantos y gravas rodados.

nivel c3-c2: tierra oscura muy polvorienta con escasos cantitos rodados.nivel c3: arcillas muy finas con fuerte proporción de cenizas, dando una tie-

rra negruzca, polvorienta y cenizosa, con escasos cantos rodados.nivel c-d: paso gradual a tonos más claros. No se localiza en todos los cua-

dros.nivel d genérico: matriz de arenillas muy finas, ligeramente arcillosas con predomi-

nio de gravas. En algunas zonas queda subdividida en tres.nivel e: margas descompuestas con tonos marrón claro y marrón grisáceo.

Prácticamente estéril.

Material:

Los elementos líticos son abundantísimos en casi todos los niveles, apareciendo reite-radamente los restos de talla, elementos de lascado, lascas y láminas con o sin retoque,muescas o denticulados, truncaduras, raspadores, raederas, diversos, fragmentos de sílex

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Corte longitudinal del abrigo de la Costalena (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b).

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gónretocados, núcleos y algún nódulo. Existen también otros elementos comunes, pero con una

mayor significación al ser indicativos de una etapa cronológica o de unas características tec-nológicas como los microburiles, perforadores, laminitas de dorso, geométricos que inclu-yen triángulos tipo Cocina. Se observa una evolución en los útiles geométricos: una dismi-nución de los trapecios, abundancia de los triángulos, aparición de los segmentos y sustitu-ción progresiva del retoque abrupto por el doble bisel conforme ascendemos en la estrati-grafía. Además dentro del material lítico debemos incluir otros restos como los percutores,nódulos esféricos de goethita o fragmentos de molino, pero son verdaderamente escasos enrelación al resto de los elementos en piedra. En cuanto a las materias primas empleadas nosólo aparece el sílex sino también el cristal de roca, la cuarcita, calcita y caliza dura.

La industria ósea en comparación con el resto del material es bastante escasa y única-mente está presente en el c1 con un fragmento apuntado y una concha trabajada, y en el c3con un fragmento de punzón calcinado y otro fragmento trabajado. En cambio, los ele-mentos de adorno a pesar de no ser numerosos sí aparecen en todos los niveles. Se trata deconchas marinas (columbella, cardium, pectem, dentalium, etc.) algunas de ellas perforadas,siendo los niveles más ricos el c2-3 y c3.

Se hallaron 5 fragmentos de cerámica a torno y 25 fragmentos de cerámica vidriada,que no han sido analizados. El total es de 556 de los cuales: 484 se han inventariado y 72son informes. Se distribuyen de la siguiente forma:

Prospecciones P. Losada: 39 fragmentos nivel «c» genérico: 167 fragmentosnivel rev.: 48 fragmentos nivel c1: 26 fragmentosnivel a: 12 fragmentos nivel c1/c2: 4 fragmentosnivel a/b: 29 fragmentos nivel c2: 55 fragmentosnivel b: 39 fragmentos nivel c2/c3: 15 fragmentosnivel b/c: 50 fragmentos

Dataciones:

nivel c3: (GrN. 14098) 4470±250 B. C.

Bibliografía:

BARANDIARÁN y CAVA (1989b).

YACIMIENTO: EL PONTET

Municipio: Maella (Zaragoza). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas: Long.: 0º 07’ 34” Lat.: 41º 05’ 28” Altitud: 300 m. s.n.m.

Descripción:

Se localiza en la margen derecha del río Matarraña, en un banco de arenisca. El abri-go, de pequeñas dimensiones, tiene aspecto de gran taffoni circular orientado al O-SE, cuyosedimento ha quedado dividido en la zona central por una trinchera realizada por clan-destinos.

Se ha excavado un total de 16 m2. En el depósito aparecen constantes hogares con-centrados principalmente en la zona central y más resguardada. Éstos unas veces son cube-tas excavadas en el suelo o aprovechando depresiones, y otras lentejones negruzcos conamontonamientos de cantos rodados o pequeños bloques de arenisca. Aparecieron tam-bién tres pequeños agujeros, realizados en el nivel c inferior y horadando hasta el nivel d,posiblemente para calzar postes.

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gón Los análisis polínicos aportan que el Pinus t. halepensis es el árbol mejor representado

y entre las herbáceas sobresalen las Asteráceas liguliforas junto a plantas antrópicas que indi-can la actividad humana, como son el polen de cereal y las ruderales. En cambio, los fau-nísticos no ofrecen información de interés, ya que los restos conservados son muy escasosy tan sólo se pudo identificar el conejo.

Estratigrafía:

nivel a o sup.: tierras amarillentas y bastante sueltas, con alguna remoción antrópi-ca. Estéril.

nivel b: textura limo-arcillosa de color amarillento ligeramente teñido de gris,y compacidad media-blanda, con presencia de areniscas y pequeñoscantos. Fértil.

nivel c: matriz similar al anterior, aunque algo más duro y compacto, conmayor presencia de cantos y plaquetas de arenisca. Subdividido endos capas: c superior e inferior. Fértil.

nivel d: capa amarillenta y compacta. Estéril.

nivel e: estrato de tonalidad gris oscura. Fértil.

nivel f: capa de color amarillento. Estéril.

nivel g: pequeña capa de tonos grisáceos. Fértil.

nivel h: capa amarillenta. Estéril.

nivel i: depósito de tonos grisáceos. Fértil.

nivel j: capa de color amarillento, que se superpone a la roca de base. Estéril.

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Corte estratigráfico de El Pontet (MAZO y MONTES 1992).

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gónMaterial:

Carece de industria ósea y elementos de adorno, no obstante el material lítico esmuy copioso. Parte del conjunto está formado por restos de talla, elementos de lascado,lascas y láminas con o sin retoque, muescas y denticulados, truncaduras, raspadores,diversos y núcleos. Entre las piezas destacan los perforadores, geométricos, microburilesy dorsos. Dentro de los geométricos se advierte un predominio del doble bisel en el csuperior en comparación con el c inferior, pero a la vez se observa que ambos niveles pre-fieren los triángulos sobre los trapecios y segmentos, que aumentaran en número en elnivel b. Los triángulos tipo Cocina aparecen únicamente en el nivel c inferior. También esimportante la presencia en los dos niveles de percutores, retocadores, cantos con ocre ybolas de goethita. En el c superior además aparecieron útiles pulimentados, molinosy volanderas.

En el apartado de varios sólo podemos mencionar el hallazgo de conchas marinas entodos los niveles.

El total de fragmentos es de 443, de los cuales 61 son informes. Se reparten de lasiguiente forma:

Prospecciones P. Losada: 24 fragmentos nivel c superior: 163 fragmentosnivel rev.: 23 fragmentos nivel c inferior: 15 fragmentosnivel b: 157 fragmentos

Dataciones:

Nivel b (GrN. 14240) 3.500 a. C.Nivel c inf.(GrN. 14241) 4.420 a. C.Nivel e (GrN. 16313) 5.390 a. C.

Bibliografía:

LÓPEZ (1992: 237); MAZO y MONTES (1991a; 1992); MONTES y MAZO (1986; 1991).

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YACIMIENTO: ABRIGO DE ELS SECANS

Municipio: Mazaleón (Teruel). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas: Long.: 3º 47’ 18” Lat.: 41º 03’ 45” Altitud: 310-320 m. s.n.m.

Descripción:

Está situado en el extremo SE de una plataforma de areniscas en la margen izquierdadel río Matarraña. Se trata de un pequeño abrigo rocoso poco profundo, orientado almediodía. En la misma plataforma a unos 100 m al N se encuentra el abrigo que conteníalas pinturas hoy destruidas. Se localizó, en el subnivel IIc, una capa de grandes piedras queforman, con toda probabilidad, un muro que cerraría una cabaña de planta oval, y en elnivel III apareció una cubeta natural reutilizada.

El análisis polínico ha aportado que el porcentaje arbóreo es alto en toda la secuen-cia, aunque quedan marcadas dos partes en el palinograma por el desarrollo de los pinos yel descenso de los arbustos. Entre las herbáceas dominan las Asteráceas ligulifloras, con valo-res más altos en los niveles inferiores, también aparecen las gramíneas y leguminosas convalores constantes en toda la secuencia, así como las plantas antropógenas como el planta-go, la acedera, etc. La presencia de polen de cereal plantea la existencia de una agriculturaincipiente.

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Estratigrafía:

nivel sup.: estrato de composición limo-arcillosa, rojizo amarillento, de textura plás-tica, poco compacto, suelto, sin piedras, pero con bloques desprendidosde la cubierta. Estéril.

nivel I: de igual composición pero más compacto. El color es ligeramente másoscuro y homogéneo, rojizo-marrón, aunque con un pequeño lentejónceniciento. Buza hacia el exterior.

nivel II: Potencia máxima 50 cm. Por sus diferencias se ha subdividido en:nivel IIa: estrato de transición gradual con el anterior. Textura limo-arci-

llosa de estructura suelta pero más compacta. El color es varia-ble destacando el aspecto ceniciento. En muchas zonas aparecerevuelto.

nivel IIb: textura limo-arcillosa, con menos arena que en los anteriores,de estructura suelta y sin piedras. El color es homogéneo perocon lentejones y manchas.

nivel IIc: capa de grandes piedras dispersa por parte del yacimiento einmersa en el subnivel b. Las piedras de tendencia homométri-ca, en algunos sectores están imbrincadas.

nivel IId: subnivel fino, de composición limo-arcillosa y estructura suel-ta. Está apoyado directamente en las margas de base y procedede la descomposición de éstas. Se localiza sobre el interior deuna cubeta excavada sobre el nivel III.

nivel III: margas del Mioceno compactas que forman el nivel de base. Presenta dis-tintas tonalidades amarillentas, rojizas y blancas.

Material:

El resto más abundante en el yacimiento es el material lítico. En todos los niveles fér-tiles se han localizado raspadores, muescas y denticulados, diversos, lascas o láminas con ysin retoque, núcleos y restos de talla. Las piezas más interesantes son los perforadores, lami-nitas de dorso, geométricos y microburiles. Entre los geométricos destaca la presencia detriángulos tipo Cocina en el nivel I, IIa y IIb, siendo más abundantes en este último. Entodos dominan los triángulos sobre los trapecios y solamente aparece un segmento en el

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Corte estratigráfico longitudinal de Els Secans (RODANÉS et alii 1996).

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gón nivel IIa. Destaca también que tan sólo se han hallado percutores en el nivel II, careciendo

de útiles pulimentados, molinos y volanderas.

Total de 10 fragmentos cerámicos, además de otros 10 informes, todos ellos del nivel IIa.

Bibliografía:

LÓPEZ, (1992: 236); RODANÉS, TILO y RAMÓN (1996).

YACIMIENTO: BOTIQUERIA DELS MOROS

Municipio: Mazaleón (Teruel). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas: Long.: 3º 47’ 25” Lat.: 41º 03’ 19” Altitud: 330 m. s.n.m.

Descripción:

Se localiza en un abrigo rocoso, en la orilla izquierda del río Matarraña, que ha sidodestruido parcialmente por la carretera de Maella. Se trata de una estación-taller en abrigorocoso, formado por una larga visera de escasa profundidad. Los niveles arqueológicosbuzan de O-E y quedaron separados por la mitad por las excavaciones realizadas en 1955y 1959 por J. Tomás.

Se aprecian tres tipos de estructuras artificiales: por un lado los hogares, que se con-centran casi exclusivamente en el nivel 4, siendo más abundantes en el sector septentrional.Son sencillas agrupaciones de cantos rodados, bastante planos y de tamaños uniformes, aveces próximos a grandes bloques. Por otro, bloques caídos del techo y pared, que por sudisposición fueron movidos de su posición natural. Finalmente mencionar las zonas detalla de sílex, documentadas en el nivel 4 y en el nivel 6.

Los análisis palinológicos han dado como resultado que el paisaje es de tipo medite-rráneo menos degradado que en la actualidad y en el que la acción del hombre parece clara.Los escasos restos faunísticos encontrados han aportado que entre los niveles neolíticosexiste una gran similitud. En todos ellos aparece conejo, ciervo y jabalí. Además en el nivel6 se halló lince, en el nivel 8 corzo y en el revuelto caballo. En los niveles epipaleolíticos seencontró sarrio, restos de aves, 1 vértebra de pez, y caballo.

Estratigrafía:

nivel rev.: masas removidas de tonos marrones parcialmente homogeneizada por elmanto vegetal.

nivel 8: masa de tono marrón con areniscas de tamaño mediano. En algunas zonasse ha perdido y en otras está removido.

nivel 7: similar al anterior, pero de tonalidad algo más clara y con escasas manchascenizosas.

nivel 6: masa cenizosa de color marrón oscuro, con bloques desprendidos deltecho y paredes.

nivel 5: delgada capa de tierras arenosas muy finas, de tonalidad marrón muy páli-da. Casi estéril.

nivel 4: masa cenizosa y carbonosa, de coloración marrón o marrón gris, con algu-nos trocitos de arenisca y evidencias de fuertes golpes de fuego.

nivel 3: tierras compactas muy finas de textura arcillo-arenosa, color marrón clarocon mínimas bolsadas de ceniza y carboncillos, casi estéril.

nivel 2: tierras cenizosas, de tonalidades oscuras a claras, evidenciando la existen-cia de hogueras. En algunos momentos se subdivide en distintos estratos amodo de lentejones más claros.

nivel 1: tierras finas claras, en tonos que van del marrón al marrón claro, con rocascaídas del techo. Prácticamente estéril.

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Material:

En este breve apunte sobre los materiales no hemos incluido los elementos que seconsideran de dudoso estrato, ya que están especificados en la publicación, tampoco se hanincluido los de prospección y los de la excavación de E. Vallespí por no haber podido con-sultarse.

Nuevamente es el material lítico el más abundante del conjunto. En todos los niveles(del 4 al 8) aparecen, en mayor o menor número, una serie de elementos comunes: raspa-dores, truncaduras, cuchillos de dorso natural, muescas y denticulados, lascas y láminas cono sin retoque, piezas retocadas, diversos, núcleos, restos de talla y fragmentos indetermina-dos. Entre los restos más significativos para este estudio podemos destacar los perforadores,geométricos, laminitas de dorso y microburiles. Los triángulos tipo Cocina están ausentesya desde el n. 5 y los microburiles, abundantes en el n. 4, comienzan a disminuir hasta des-aparecen a partir del n. 7. Los segmentos se encuentran desde el n. 6, en el que además seinicia la superioridad del retoque en doble bisel. Asimismo, se observa que en todos losniveles existe una preferencia por los triángulos sobre los demás tipos.

En la industria ósea sólo podemos mencionar un fragmento de hueso con muescas deln.6. Los elementos de adorno son algo más numerosos con conchas marinas perforadas,sobre todo columbellae, tanto en los niveles neolítico como en el n. 4.

Los fragmentos de ocre y las bolas naturales de goethita componen el apartado devarios.

Total de 45 fragmentos cerámicos, 10 de ellos. Repartidos de la siguiente forma:

nivel rev.: 6 fragmentos nivel 7: 3 fragmentosnivel 8: 15 fragmentos nivel 6: 11 fragmentos

Dataciones:

nivel 2: Ly-1198 5.600 a. C.

Bibliografía:

BARANDIARÁN (1976b; 1978); LÓPEZ (1992: 236); TOMÁS y VALLESPÍ (1960).

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Corte estratigráfico compuesto de la zona meridional de Botiquería dels Moros (BARANDIARÁN 1978).

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gón YACIMIENTO: LAS TORRAZAS

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 468, A. del Arzobispo.Coordenadas: Long.: 0º 11’ 15” Lat.: 41º 03’ 20” Altitud: 360 m. s.n.m.

Descripción:

Se localiza en el extremo oriental de un largo paleocanal de arenisca, entre La Estancay la Salada Grande. Es un abrigo rocoso que parcialmente ha sido utilizado como corral enépoca moderna y se ha visto afectado por la repoblación forestal.

En 1985, en el interior del abrigo se realizó una cata arqueológica para comprobar laestratigrafía. Se encontró, en el nivel c, un muro de cantos rodados trabados con barro. Enlas restantes campañas se excavó una superficie de 47 m2, comprobándose el deslizamien-to de los niveles, tierras y materiales. Aparecen, en el nivel c (1990), una serie de depresio-nes circulares de poca profundidad excavadas en la roca natural. Dentro de dos de ellas sehallaron grandes vasijas fragmentadas. También se distinguieron amontonamientos de pie-dras sin que fuera posible delimitar su forma.

Estratigrafía:

Excavación (1989-90):

nivel sup.: tierra muy arenosa, fina, suelta, de tonalidad amarillenta. Contiene raícesy piedrecitas.

nivel a: tierra suelta, fina, de aspecto ceniciento con abundantes raíces. Tonos delnegro al gris.

nivel b: capa de arcillas compactas y tierra apisonada, sobre la que aparecen mure-tes de mampuestos. Se localizó un suelo de corral.

nivel c: tierras muy arenosas, finas, de aspecto ceniciento y grisáceo, con frecuen-tes restos de carbones. Se apoya directamente sobre el nivel natural delsuelo de arenisca.

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Corte estratigráfico de Las Torrazas (ANDRÉS 1985: 94).

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gónMaterial:

Entre los materiales líticos del nivel c, además de los restos habituales como raspado-res, truncaduras, lascas y láminas con o sin retoque, núcleos y elementos de talla, destacanlos geométricos (1 trapecio, 1 segmento y 2 triángulos en doble bisel) y un perforador. Noobstante, en este nivel también se encontró un diente de hoz. Además aparecieron otros ele-mentos como percutores, cantos rodados, un molino y una volandera.

La industria ósea es más reducida habiéndose encontrado únicamente cinco punzo-nes. Carece de elementos de adorno, pero en el apartado de varios podemos incluir elhallazgo de una punta Palmela y dos conchas.

El total de fragmentos cerámicos del nivel c (1989-90), es de 519: se han inventariado437 fragmentos y 82 informes, además se encontró 1 fragmento de pella de barro y cerá-mica a torno. No se han incluido en el estudio los materiales de las prospecciones de losPadres Escolapios.

Dataciones:

GrN. 18319 1290 a. C.GrN.18320 3620 a.C.

Bibliografía:

ÁLVAREZ (1985); BENAVENTE (1987-88; 1989; 1991b); BENAVENTE y ANDRÉS (1992).

YACIMIENTO: LOS PANIZALES

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas (UTM): 7396 45469 Altitud: 330 m. s.n.m.

Descripción:

Se trata de un abrigo rocoso junto a unos bancales dedicados al cultivo de almendros,lo que ha hecho que esté casi completamente destruido y muy removido. Se abrieron cua-tro catas y se excavó, encima del cordón rocoso, una estructura de planta probablementecuadrada que no parece tener relación con el yacimiento del abrigo.

Estratigrafía:

nivel: tierras cenicientas con abundante materia orgánica.nivel: suelo de arenisca descompuesto. Estéril.

Material:

Total de 68 fragmentos cerámicos: 7 de las prospecciones, 56 de la cata 1, y 5 de la cata2. A pesar de haber aparecido más material, al ser de otras épocas no se ha incluido.

Bibliografía:

BENAVENTE (1987: 363; 1991a: 363).

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gón YACIMIENTO: ALONSO NORTE

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas: Long.: 0º 09’ 00” Lat.: 41º 00’ 45” Altitud: 375 m. s.n.m.

Descripción:

Se localiza en un abrigo derruido en una zona de paleocanales de arenisca, situada enla margen izquierda del río Guadalope. El abrigo está orientado al NO-SE, apareciendotambién materiales en una pequeña área deprimida, en cuyo centro existe actualmente unolivar. Se excavó un total aproximado de 39 m2, repartidos en dos catas amplias y 7 son-deos exploratorios. En la cata 1, que conserva la estratigrafía completa, aparecieron restosde un posible hogar de forma circular con pequeños cantos de caliza y arenisca. La cata 7 y8 presentaron un suelo de arena, probablemente de ocupación, compacto y endurecido conhuellas de surcos y pequeños hoyitos. En la cata 2, 3, 4, 6 y 9 se encontró un único nivel yescaso material arqueológico. La cata 5 resultó estéril.

Se han realizado dos estudios palinológicos distintos, pero en ambos se observa unclaro predominio del polen no arbóreo, con más cantidad y variedad de especies arbústicasy herbáceas, lo que indica un ambiente terrestre más bien abierto. Entre las herbáceas, lasgramíneas silvestres suponen un número pequeño al igual que otras como el tomillo.Únicamente se recuperaron 11 restos faunísticos. Entre ellos se ha podido identificar unposible hueso de ave y dos fragmentos de piezas dentarias de caballo.

Estratigrafía:

nivel sup.: tierras arenosas con numerosas raíces y algunas piedras sueltas, de coloroscuro.

nivel a: tierras cenicientas y oscuras con abundante materia orgánica y texturamenos arenosa que el anterior, con acumulaciones de piedras. Coloraciónpardo-gris oscura.

nivel b: suelo natural de arenisca, de tonalidad amarillenta. Estéril.

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Corte estratigráfico de Alonso Norte (V.V.A.A. 1989: 16).

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gónMaterial:

Los restos líticos comunes son lascas, láminas, núcleos y fragmentos de sílex. En cuan-to a las piezas tipológicas destacan los perforadores y los geométricos. Entre estos últimosse observa un predominio de los segmentos y del doble bisel. En la cata 1 apareció ademásalgún útil pulimentado, así como fragmentos de molino y volanderas.

Tanto la industria ósea como los elementos de adorno se reducen a un elemento, enel primer caso a un punzón y en el segundo a un colgante en concha.

El total es de 290 fragmentos de la prospección y de las catas 1, 2 y 3, repartidos de lasiguiente forma: se han analizado 190 fragmentos cerámicos. Además se encontraron 100fragmentos informes, y 5 fragmentos de cerámica a torno.

Prospecciones: 4 fragmentos.nivel sup.: 73 fragmentos.nivel a: 113 fragmentos.

Dataciones:

GaK 13877 2.650±160 B. C. (no es aceptada por los autores).

Bibliografía:

ANDRÉS y BENAVENTE (1987); BENAVENTE y ANDRÉS (1985; 1989); LÓPEZ (1992: 237-8);V.V.A.A. (1989).

2.2. Yacimientos con materiales neolíticos

YACIMIENTO: FORNILLOS I

Municipio: Huesca (Huesca). Mapa: Hoja 286, Huesca.Coordenadas (UTM):7172 46713 Altitud: 500 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El yacimiento se localiza en la ladera de un glacis, en la cima del cual se sitúa un abri-go con orientación E, actualmente derruido.

El único material claramente neolítico apareció en superficie. Entre la industria líticadestaca 1 geométrico y 1 raspador; y entre la cerámica, 1 borde con cordón vertical e impre-siones, 2 fragmentos de borde impreso con perforación y fragmento de pared con impre-siones.

Bibliografía:

BALDELLOU (Inédito).

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gón YACIMIENTO: CUEVA DE LAS CAMPANAS DE AGUINALÍU

Municipio: Puebla de Castro (Huesca). Mapa: Hoja 288, Fonz.Coordenadas: Long.: 3º 59’ 0-10” Lat.: 42º 06’ 10-20” Altitud: 700-800 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El yacimiento se sitúa en el tramo medio del congosto de Olvena. La entrada se loca-liza en la orilla izquierda del río y está orientada al NE.

Tan sólo podemos mencionar la cerámica como material perteneciente a la época queestamos estudiando: 1 borde con el labio engrosado al exterior y un cordón paralelo almismo, 1 fragmento de cuello con decoración inciso-impresa, 1 fragmento de pared con asahorizontal decorada con ungulaciones, 2 cordones con impresiones y 1 fondo plano.

Bibliografía:

BERGES y SOLANILLA (1966: 191); MONTES (1983: 111-112).

YACIMIENTO: PEÑA LUCAS

Municipio: Conchel (Huesca). Mapa: Hoja 325, Peralta de Alcofea.Coordenadas (UTM): 2592 46409,5 Altitud: 260 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en la margen derecha del río Cinca en un cerro de bloques de arenisca queapenas sobresale del valle.

El material aparece en la ladera O y en el llano. En cuanto a los restos posiblementeneolíticos debemos mencionar 2 trapecios, 2 perforadores y 1 microburil, así como diver-sos útiles pulimentados. En relación a la cerámica apareció, entre otros restos, 1 cuencoimpreso y 1 borde con cordón ungulado.

Bibliografía:

SOPENA (1992: 246-51).

YACIMIENTO: TOZAL DE FRANCHE

Municipio: Conchel (Huesca). Mapa: Hoja 325, Peralta de Alcofea.Coordenadas (UTM): 2608,5 46411 Altitud: 260 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se trata de un paleocanal de arenisca, orientado en dirección N-S, en la margen dere-cha del río Cinca. El yacimiento ocupa una gran extensión, pero es sobre todo en la laderaO y la zona llana donde aparecen los materiales.

La industria lítica se compone de abundantes elementos pero nos interesan, 5 seg-mentos de círculo, 4 perforadores y varios útiles pulimentados. Dentro del material cerá-mico se puede incluir claramente en esta cronología, entre otros fragmentos, 1 borde condecoración inciso-impresa y 2 asas.

Bibliografía:

SOPENA (1992: 211-245).

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gónYACIMIENTO: SOSILES ALTOS

Municipio: Monzón (Huesca). Mapa: Hoja 326, Monzón.Coordenadas (UTM): 2666 46414,5 Altitud: 300 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se ubica en un cerro de vertientes regularizadas, que forma parte de una antigua terra-za de la margen izquierda del río Cinca.

Nuevamente son 2 segmentos de círculo, 1 microburil y los útiles pulimentados losque ofrecen un mayor interés dentro de la industria lítica. En cambio entre la cerámica suatribución cronológica no es tan clara, predominan las impresiones digitadas o unguladasen paredes o sobre cordones, incisas, peinadas, cordones lisos, pastillas, etc.

Bibliografía:

SOPENA (1992: 196-210).

YACIMIENTO: CIVIACAS I

Municipio: Binaced (Huesca). Mapa: Hoja 326, Monzón.Coordenadas (UTM): 2648,5 46353,5 Altitud: 340 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza sobre un cerro de arenisca y margas, ligeramente alargado orientado al NO-SE, en la margen izquierda del río Cinca.

El material se encontró tanto en la cima como en la ladera S. Entre la industria líti-ca podemos citar 3 trapecios, 1 segmento de círculo, 1 triángulo, 9 perforadores y 1 micro-buril y varios útiles pulimentados. El material cerámico claramente neolítico es muy es-caso.

Bibliografía:

SOPENA (1992: 313-325).

YACIMIENTO: BARRANCO DE LA FON AMARGA

Municipio: Estiche (Huesca). Mapa: Hoja 357, Sariñena.Coordenadas (UTM): 2594,5 46329 Altitud: 240 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza sobre un cerro de arenisca y margas, en la margen izquierda del barrancode la Clamor y junto a la confluencia del barranco de la Fon Amarga.

Los materiales aparecen entre los bloques de areniscas y al pie del cerro, aunque su ubi-cación original sería la cima del mismo. Los elementos líticos significativos son: 5 perforado-res, 1 triángulo, 1 microburil, 1 segmento de círculo y algunos útiles pulimentados. En cam-bio, la identificación de elementos neolíticos entre el material cerámico resulta más difícil.

Bibliografía:

SOPENA (1992: 392-408).

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gón YACIMIENTO: LAS ALMACIDAS

Municipio: Estiche (Huesca). Mapa: Hoja 357, Sariñena.Coordenadas (UTM): 2589 46323,5 Altitud: 240 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en la margen derecha del barranco de la Clamor, sobre una extensa lomade arenisca amesetada, con orientación al NO-SE.

Los materiales aparecen en la base de la loma. La incorporación de este yacimientoviene determinada más por la presencia de geométricos (segmento de círculo y triángulo),1 microburil y algunos útiles pulimentados, que por la cerámica ya que es imposible des-tacar algún fragmento.

Bibliografía:

SOPENA (1991: 415-419; 1992: 380-391).

YACIMIENTO: CUBILAR DEL SARRO

Municipio: Sariñena (Huesca). Mapa: Hoja 357 Sariñena.Coordenadas: Long.: 3º 30’ 13” Lat.: 41º 47’ 30” Altitud: 300 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en la orilla SO de la laguna de Sariñena, en una zona de pequeños cerrosy suaves laderas en la que se han producido abarrancamientos.

El material más abundante es el lítico, pero los elementos que aparecen no nos apor-tan datos cronológicos. En cambio pueden incluirse dentro de la etapa neolítica, 1 frag-mento de pared con decoración impresa y 1 fondo plano.

Bibliografía:

REY (1987).

YACIMIENTO: CAMINO DE LA PARIDERA DE LAS MONJAS

Municipio: Villanueva de Sigena (Huesca). Mapa: Hoja 386, Peñalba.Coordenadas (UTM): 7436 46069 Altitud: 300 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se ubica en la parte alta de una plataforma de caliza terciaria.

El material se encontró en una zona de derrubios de ladera, muy disperso y lavadocomo material de arrastre. Además de un fragmento informe de cerámica, entre el materiallítico se recogieron 4 segmentos de círculo.

Bibliografía:

VV.AA. (1991).

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gónYACIMIENTO: CUEVA HERMOSA

Municipio: Calcena (Zaragoza). Mapa: Hoja 381, Illueca.Coordenadas (UTM): 6066,5 46115 Altitud: 1.100 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en la margen derecha de un barranco situado igualmente en la margenderecha del río Isuela. Es un abrigo ancho y poco profundo con escaso sedimento en suinterior, usado para encerrar ganado.

El material, que se extendía por la ladera, sólo aporta 1 triángulo en doble bisel y entrela cerámica únicamente 2 fragmentos, uno de ellos 1 borde redondeado.

Bibliografía:

ANDRÉS y UTRILLA (1980).

YACIMIENTO: CUEVA HONDA

Municipio: Calcena (Zaragoza). Mapa: Hoja 381, Illueca.Coordenadas (UTM): 6067 46106 Altitud: 1.000 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en los cantiles de caliza que coronan la cima de una gran cerro, que se sitúaen la margen derecha del río Isuela. La cueva carece casi por completo de sedimento y,actualmente, se utiliza para encerrar ganado. En ella se encontró, dentro de una fisura dereducidas dimensiones, un enterramiento removido por una segunda inhumación poste-rior.

La mayor parte del material, con ausencia de industria lítica y ósea, apareció por todala base del monte sin que parezca ser de arrastre. Entre la cerámica localizada en la cuevadestaca, entre otros restos, varios fragmentos de una vasija globular con cuello, fondo cóni-co y asa cintiforme.

Bibliografía:

VALLESPÍ (1957-58); ANDRÉS y UTRILLA (1980).

YACIMIENTO: VAL DE ENVIDIELLA I

Municipio: Maella (Zaragoza). Mapa: Hoja 442, Caspe.Coordenadas (UTM): 595621 Altitud: 260 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El yacimiento se ubica al pie de un pequeño cerro testigo, que se sitúa al final de unaamplia val en la margen izquierda del Matarraña. Aparecieron dos estructuras: una de ellascon material ibérico y romano; y la otra, consistente en unas alineaciones de piedras hin-cadas formando recintos de tendencia rectangular, entre las que se encontró un molino bar-quiforme.

El material cerámico claramente neolítico es muy escaso, pero entre el lítico podemosmencionar 1 geométrico en doble bisel y 2 perforadores.

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gón Bibliografía:

BLANCO (1990: 212-219).

YACIMIENTO: CALAVERA I

Municipio: Maella (Zaragoza). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas (UTM): 511591 Altitud: 240 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se sitúa al pie de un pequeño cerro aislado en la vertiente derecha del río Guadalope.

El material lítico es semejante al encontrado en otros yacimientos de la zona, desta-cando 1 geométrico con retoque abrupto y 2 perforadores. Entre el material cerámico des-tacan algunas asas y cordones con decoración.

Bibliografía:

BLANCO (1990: 50-56).

YACIMIENTO: CUEVA AHUMADA

Municipio: Maella (Zaragoza). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas (UTM): 567,5 532,5 Altitud: 330 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en un gran abrigo orientado al sur, cerca de la margen izquierda del ríoMatarraña.

El material se encontró en la ladera de acceso al abrigo. Entre la industria lítica men-cionar 1 geométrico con retoque abrupto, 1 trapecio con retoque abrupto, 1 microburil y 3perforadores. Nuevamente el material cerámico es muy reducido, pudiendo tan sólo desta-car una pared con cordón impreso.

Bibliografía:

BLANCO (1990: 84-91).

YACIMIENTO: EL ABRIGO DEL PULIDO

Municipio: Caspe (Zaragoza). Mapa: Hoja 469, Alcañiz.Coordenadas: Long.: 3º 40’ 20” Lat.: 41º 08’ 40” Altitud: 235 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El yacimiento, con pinturas rupestres, se localiza al abrigo de un cortado de areniscaorientado al SO.

Recientemente se han realizado excavaciones. En el corte II, situado en la ladera, pre-senta distintos niveles. En el nivel b1 junto a cuencos lisos aparece una industria lítica carac-terizada por diversos geométricos. La cerámica disminuye en porcentaje conforme se pro-fundiza en la estratigrafía (nivel b2 y b3) y, a la vez, se produce una sustitución a favor de

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gónlas cerámicas impresas, entre ellas cardiales. En cambio la industria lítica y la fauna siguen

siendo ricas en restos. Por debajo de estos niveles aparecen otros sin cerámica.

Bibliografía:

EIROA (1983); ÁLVAREZ y MELGUIZO (1994).

YACIMIENTO: LAS MARGARITAS

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 468, A. del Arzobispo.Coordenadas: Long.: 0º 12’ 00” Lat.: 41º 03’ 40” Altitud: 350 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se ubica en el sector SO de La Estanca. El material aparece en una pequeña hondona-da delimitada por paleocanales, que se ha visto afectada por aterrazamientos y la repobla-ción forestal, estando prácticamente destruido.

En el yacimiento se recogieron distintos restos líticos, entre los que nos interesan 1microburil y 1 perforador. Del material cerámico podemos destacar fragmentos de cerámi-ca a mano con decoración impresa de espátula e incisa.

Bibliografía:

BENAVENTE (1987-88: 49-50; 1991b: 57).

YACIMIENTO: SALADA GRANDE ESTE I

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 468, A. del Arzobispo.Coordenadas: Long.: 0º 11’ 55” Lat.: 41º 02’ 40” Altitud: 350 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El yacimiento se localiza en una pequeña elevación del terreno con abundantes are-niscas, muy próxima a la orilla E de la Salada Grande.

Entre el escaso material hallado se encontraron dos trapecios con retoque abrupto yvarios fragmentos de cerámica a mano de diversas épocas.

Bibliografía:

BENAVENTE (1991b: 62).

YACIMIENTO: SAN BARTOLOME I

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 467, Alcañiz.Coordenadas: Long.: 0º 08’ 25” Lat.: 41º 01’ 15” Altitud: 380 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se sitúa en la margen derecha del río Guadalope, en la parte más elevada de una pla-taforma paralela al curso del río.

Los materiales se recogieron en un gran desnivel orientado al O que ha sido aterraza-do artificialmente por la repoblación forestal. En la industria lítica son significativos 4 seg-

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gón mentos en doble bisel y 2 con retoque oblicuo, 1 trapecio con retoque abrupto y 3 trián-

gulos. El material cerámico es mucho más escaso habiéndose encontrado tan sólo 5 frag-mentos de cerámica a mano.

Bibliografía:

BENAVENTE (1986: 99-116).

YACIMIENTO: ACAMPO CABAÑERO

Municipio: Alcañiz (Teruel). Mapa: Hoja 468, A. del Arzobispo.Coordenadas: Long.: 0º 13’ 45” Lat.: 0º 41’ 30” Altitud: 400 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza al O de La Saladeta, en una cubeta de carácter endorreico, por lo que posi-blemente el yacimiento se ubicaba en una pequeña elevación, muy próxima, con cordonesrocosos.

Los restos líticos no aportan ningún dato de interés y entre la cerámica tan sólo des-taca un fragmento con decoración impresa de carácter neolítico.

Bibliografía:

BENAVENTE (1991b: 66).

YACIMIENTO: BALSA LA SALADA

Municipio: Calanda (Teruel). Mapa: Hoja 494, Calanda.Coordenadas: Long.: 0º 12’ 50” Lat.: 40º 59’ 30” Altitud: 380 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El yacimiento se sitúa en una pequeña elevación al S de la Balsa de La Salada. La zonaestá muy afectada por la erosión y las labores agrícolas.

Los materiales aparecen muy dispersos, pudiendo mencionar únicamente algunosfragmentos cerámicos con decoraciones impresas de espátula similares a las de AlonsoNorte y Las Margaritas.

Bibliografía:

BENAVENTE (1991b: 80).

YACIMIENTO: CABEZO DE VARA I

Municipio: Castelserás (Teruel). Mapa: Hoja 495, Castelserás.Coordenadas: Long.: 0º 09’ 45” Lat.: 40º 58’ 20” Altitud: 390 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se localiza en la ladera S de un cerro alto con grandes bloques rocosos caídos, situa-do en la margen izquierda del río Guadalope.

Los materiales se concentran en una pequeña terraza o plataforma que se encuentraen esta ladera. La industria lítica es abundante, pero en relación a la época que nos intere-

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gónsa sólo podemos hablar 3 perforadores. Asimismo, la cerámica característica es escasa, des-

taca entre otros fragmentos 1 borde de cuenco reentrante con decoración impresa muysimilar a la cardial.

Bibliografía:

BENAVENTE (1991b: 81).

YACIMIENTO: CABEZO DE LOS LADRONES I

Municipio: Lechago (Teruel). Mapa: Hoja 491, Calamocha.Coordenadas: Long.: 1º 14’ 23” Lat.: 40º 57’ 34” Altitud: 1.060 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

Se trata de una plataforma calcárea, irregular, compartimentada por varios barrancos.El yacimiento se sitúa en el extremo O de la muela, en la parte más alta y llana.

Entre el material únicamente destaca 1 segmento en doble bisel y 1 fragmento de cerá-mica.

Bibliografía:

PICAZO (1986: 188-91).

YACIMIENTO: ABRIGO DE ÁNGEL o DEL ARENAL

Municipio: Ladruñan (Castellote, Teruel). Mapa: Hoja 519, Aguaviva.Coordenadas (UTM): 30TYL 172086 Altitud: 735 m. s.n.m.

Descripción y materiales:

El abrigo, orientado al NO, se localiza en la cuenca media del río Guadalope. Es unyacimiento con arte rupestre levantino.

La excavación se ha llevado a cabo en varias campañas. En la cata 03 apareció un hogarjunto a la pared del abrigo. Los materiales atribuidos al neolítico se encontraron en el con-texto 6 de esta cata. Entre la industria lítica destaca la presencia de microlitos, principal-mente trapecios de retoque abrupto, hojitas de dorso y hojas retocadas. Además podemosmencionar el hallazgo de 1 molino de mano, volanderas-percutores y ocres. Los restos cerá-micos son muy escasos con sólo 2 fragmentos, uno de ellos ungulado.

En cuanto a las dataciones tan sólo se ha fechado el contexto 8 de carácter epipaleolí-tico-geométrico (GrN.-15518: 8.060±270 B.P.; 89/02/8A: 7.900±300 B.P.; 89/02/8B:8.070±160 B.P.).

Bibliografía:

GONZÁLEZ y MERINO (1974); SEBASTIÁN (1989); SEBASTIÁN y ZOZAYA (1991a; 1991b).

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1. Metodología

Uno de los materiales que aparece más profusamente en la Prehistoria Recientees la cerámica. En una excavación todos los fragmentos son importantes, aunque ladiferencia de información que nos aportan unos y otros es muy amplia. No obs-tante, sigue siendo necesario no sólo el análisis de los elementos que ofrecen datossignificativos, sino del conjunto global para poder conocer su desarrollo. Por ello,nos propusimos desde el principio el estudio exhaustivo de todos los fragmentoscerámicos y no de una muestra, influidos también por la variabilidad de los ele-mentos, ya que partimos del hecho de que al ser las primeras vasijas fabricadas,todavía el nivel tecnológico de estos grupos no sería suficientemente elevado comopara considerarlo una producción relativamente estándar y, por tanto, permitirnostrabajar únicamente con pocos fragmentos.

Han sido muchos los problemas que han surgido, pero quizás el primero ymás importante es la excesiva fragmentación del material, lo que ha determinandode manera decisiva la línea de investigación. La carencia de vasijas completas, quepermitan realizar un análisis morfológico y tipológico tradicional, nos ha llevado abuscar otras alternativas que consideramos sugestivas, puesto que la mayor parte dela cerámica que se obtiene en una excavación posee estas mismas propiedades, aun-que por lo general no se tienen en cuenta en estudios posteriores.

Nos interesan y creemos que aporta más información, las características glo-bales de las cerámicas dentro de conjunto de yacimientos neolíticos, por lo que losanálisis se han realizado principalmente desde el punto de vista cualitativo y nocuantitativo. Sin embargo es también significativo el diferente volumen de materialde los yacimientos, por lo que se ha realizado un breve estudio del mismo. Entre laspeculiaridades de este material está la dificultad que supone intentar definir de

III. Análisis cerámico

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gón forma númerica sus caracteres. Algunos autores lo han intentado a través de códi-

gos alfanuméricos previamente descritos pero resultan poco operativos, por tanto,se ha optado por categorizar los elementos, lo que ha facilitado su exposición, laincorporación a la ficha y el desarrollo de los test estadísticos.

El estudio general se ha confeccionado a partir de una ficha, que se verá másadelante, constituida por tres bloques definitorios: factura, morfología y decora-ción. Para la introducción de todos los elementos en la ficha se ha optado por ladivisión provincial, aunque ésta no sea real y aún menos en época neolítica. Sinembargo, también se han llevado a cabo varios análisis de conjunto.

El volumen de información manejado, puesto que la mayoría de las excavacio-nes están terminadas, ha permitido plantear dos campos de acción. Por un lado elestudio, que no por ser tradicional pierde su validez, de las frecuencias y las relacio-nes entre las variables de cada yacimiento. Por otro, establecer una correlación entrelos yacimientos y sus propias características cerámicas a través de un análisis multi-variante. El más adecuado es el análisis de correspondencias múltiples al utilizarvariables categóricas y no partir de una hipótesis previa, puesto que realiza una des-cripción del colectivo que se estudia en conjunto12 (BENZECREI, 1973; CUADRAS, 1981:317-45; BØLVINKEN et alii, 1982: 41-60; GARCÍA SANTESMASES, 1984; RINGROSE, 1988: 3-14;FERNÁNDEZ, GARCÍA DE LA FUENTE, 1991: 123-131; GUINEA y HERAS, 1991: 113-122;...).

Habría que concretar otros detalles antes de iniciar el estudio estadístico. En la pro-vincia de Huesca la mayoría de los asentamientos presentan un único nivel de ocupa-ción neolítica. Para el resto, en principio, se han separado todos los niveles compro-bando que no existían diferencias entre ellos. Es el caso de la Espluga de la Puyascada yde las cámaras superiores de la Cueva del Moro de Olvena (OV2, OV3 y OV4), en la quese ha agrupado no sólo el material de los dos niveles sino también el de las distintascámaras al ser un conjunto homogéneo. Únicamente en la Cueva de Chaves se hanmantenido la separación de los niveles (sup, 1a y 1b) más por cuestiones cronológicas,planteadas por algunos autores (BALDELLOU, 1989c), que se han querido comprobar,que por una separación clara debida a las características cerámicas, como se verá.

En la provincia de Zaragoza no se han establecido estas agrupaciones, ya que lasdiferencias dentro de cada estrato, no sólo en relación a la cerámica sino tambiénpor el resto del material arqueológico, lo han imposibilitado. La separación de losmateriales del nivel «c» genérico de la Costalena, a pesar de que sus propios auto-res (BARANDIARÁN, CAVA, 1989: 66) plantean que es un nivel revuelto, viene deter-minada por las lógicas modificaciones que supondría su incorporación aleatoria ysubjetiva a unos niveles claramente definidos. La eleminación del mismo, comoalternativa posible, está en completo desacuerdo con el objetivo de la investigacióny más teniendo en cuenta que es el estrato que más fragmentos cerámicos aporta.

En cuanto a la provincia de Teruel la única excavación que presenta una varia-bilidad lo suficientemente significativa para mantener los distintos estratos es Boti-quería dels Moros. Los demás asentamientos excavados generalmente poseen un

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12 El objeto del análisis son las tablas de contingencia. Se ha utilizado el programa Anaconda y entodos los test se presentan sólo los dos primeros ejes factoriales, siendo las variables los yacimien-tos y como registros las características. No se han eliminado ni del análisis ni de la representacióngráfica, a pesar de que varios autores lo aconsejen (p.e.: MORA y ROCA, 1991: 187), las variables quepor su contribución a la definición de los factores se pueden considerar poco significativas, ya quetodas en conjunto determinan y definen las peculiaridades de cada yacimiento y su posición res-pecto a los demás. Asimismo el reducido número de las que se pueden eliminar tampoco despejalo suficiente la representación como para suponer una clara ventaja.

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gónúnico nivel con cerámica neolítica, por lo que se le ha asociado el escaso material

recogido en superficie.

1.1. Descripción de la ficha cerámica

En el momento que se realizo la ficha-inventario se buscaban dos objetivos: lamayor claridad posible y que fueran factibles los análisis propuestos. En conse-cuencia se configuraron tres partes esenciales que definen cada fragmento cerámi-co: la factura o fabricación, la morfología y la decoración.

• • LA FACTURA13 consta de siete apartados que explican las distintas propiedadescerámicas. El primero define la cocción de acuerdo con el tipo de atmósfera (oxi-dante o reductora) a que se ha visto sometido el fragmento, pero además se haincorporado un nuevo tipo: la cocción mixta, con la que no se hace referencia a lacocción neutra sino a la mezcla irregular de ambas cocciones en la misma pieza. Seha considerado importante estimar la uniformidad, así en cada categoría se dife-rencia si la cocción es o no continua, refiriéndonos exclusivamente a la homoge-neidad de la cochura en cada resto estudiado.

El aspecto externo de las cerámicas es otro rasgo importante de la fabricación. Deno-minado tratamiento de las superficies describe tanto la interna como externa por medio decinco categorías: grosero (G), alisado (A), espatulado (E)14, bruñido (B) y rugoso (R)15.

Las características del desgrasante se han desarrollado de forma general, dife-renciando entre materia prima —mineral (M), vegetal (V) y mineral/vegetal (MV)—y tamaño. El trabajo que podría suponer medir todos, o una muestra, en cada frag-mento no compensa la información que de ellos se extrae. Por este motivo lohemos agrupado en cinco clases: Pequeño (entre 0 y 2 mm), Mediano (entre 2 y5 mm), Grande (entre 5 mm y 1 cm), Pequeño-Mediano y Mediano-Grande.

El color externo de la cerámica se ha definido aunando en una gama de 26tonos la tabla Munsell (1977)16, puesto que en algunos casos ésta es demasiadoamplia y en otros existen ciertas coloraciones que no aparecen claramente repre-sentadas. Estos colores, a su vez, se han dividido en 4 grupos: blanco, marrón,naranja, gris y negro.

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13 Es importante tener en cuenta que la información obtenida de cada fragmento no siempre se hapodido contrastar con los correspondientes análisis cerámicos de pastas.

14 Hablamos de espatulado, también llamado pulido —ver cap. tecnología— cuando presenta clara-mente las huellas paralelas del instrumento con el que se ha logrado el pulimento.

15 Engloba aquellas cerámicas que presentan una superficie rugosa, como su nombre indica, pero queno es debido a la falta de tratamiento pero tampoco está claro que sea una decoración.

16 B.O.= blanco ocre M.C.AM.= marrón claro amarillento G.C.M.= gris claro marrónB.G= blanco grisáceo M.C.AN.= marrón claro anaranjado G.C.= gris claroB.A.= blanco anaranjado M.C.R.= marrón claro rojizo G.M.M.= gris medio marrónB.R.= blanco rojizo M.M.AM.= marrón medio amarillento G.M.= gris medio

M.M.AN.= marrón medio anaranjado G.O.M.= gris oscuro marrónNG.B.= negro brillante M.M.R.= marrón medio rojizo G.O.= gris oscuroNG.M.= negro mate M.O.AM.= marrón oscuro amarillento

M.O.AN.= marrón oscuro anaranjadoNA.C.= naranja claro M.O.R.= marrón oscuro rojizoNA.R.= naranja rojizo M.O.= marrón oscuro

M.M.= marrón medioM.C.= marrón claro

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gón La última información que ofrece la ficha sobre manufactura cerámica es el

engobe, que aporta tres tipos de datos deacuerdo con su localización: interna (I),externa (E) e interna/externa (I.E). Hay que tener en cuenta que la mayor parte delas veces el color coincide con el que se ha definido en el apartado anterior.

• • El siguiente bloque en la descripción es el MORFOLÓGICO. Al igual que enotros estudios se han compartimentado en cinco secciones: borde, cuello, cuerpo,fondo y suspensiones, a los que se ha añadido la altura a pesar de la escasez de cerá-micas completas estudiadas.

El primer apartado define las características de los bordes. Atendiendo a laforma del labio se han diferenciado tres tipos y dentro de ellos varias morfologías.La unión del borde con el cuello o cuerpo, es decir la orientación de éste, se describea través de tres posibilidades: reentrante (RE), recto (RC) y saliente (SA). El cuello, elcuerpo y los fondos han sido distribuidos en dos tipos con varias formas cada uno.

A la hora de determinar la inclusión de algún fragmento en cada grupo han sur-gido problemas de indefinición. Muchas veces debido al estado de conservación, resul-ta difícil establecer si se trata de una pared curva, un cuello o incluso un fondo cónca-vo, por ello en todos esos casos se ha optado por incorporarlos dentro de las paredes.Esto ha podido influir en los valores porcentuales de cada conjunto, pero estimamosque en el volumen manejado (17.797 fragmentos) supone una mínima distorsión.

Estos cuatro primeros apartados se completan con los caracteres métricos co-mo variable común: diámetro y grosores (máximo, mínimo o medio17).

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Bordes planos: Bordes redondeados: Bordes apuntados:plano (P) redondeado (R) apuntado (AP)engrosado al exterior (EN.E) engrosado al exterior (EN.E) bisel externo (BI.E)engrosado al interior (EN.I) engrosado al interior (EN.I) bisel interno (BI.I)bisel externo (BI.E) bisel externo (BI.E)bisel interno (BI.I) bisel interno (BI.I)

cuello recto: cuello curvo:vertical (V) convexo (CX)oblicuo interno (OI) cóncavo (CV)oblicuo externo (OE)

cuerpo recto: cuerpo curvo:vertical (V) convexo (CX)oblicuo interno (OI) carenado curvo (CAR.C)oblicuo externo (OE)carenado recto (CAR.R)

fondo recto: fondo curvo:plano (P) convexo (CX)umbilicado (U) cóncavo (CV)

apuntado o cónico (AP)

17 El grosor medio es exclusivo de los fragmentos que por sus características ha sido imposible laobtención de las dos medidas anteriores.

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gónPara terminar este segundo bloque hay que hablar de los elementos de pre-

hensión o suspensiones. Se han distinguido 12 tipos: mamelón (M), asa circular(A.CR), asa de cinta (A.CN), asa con apéndice (A.AP), asa tubular (A.T), perforacio-nes (P)18, botón o pezón (B), mango (MAN), lengüeta (L)19, compuesta (C)20, pitorro(PI)21 y arranque (AR)22. Estos elementos de prehensión necesitan la especificación deuna serie de rasgos para completar su descripción y se han concretado en cuatro. Elprimero es el número de ellos que hay en cada fragmento. En segundo lugar la situa-ción dentro de cada vasija, que se ha subdividido en ocho clases: borde (B), cuello (C),cuerpo (CU), borde-cuello (BC), borde-cuerpo (BCU), cuello-cuerpo (CCU), ignora-da (IG) e interna (IN). El tercero es la orientación de la suspensión en la pieza: vertical(V), horizontal (H), oblicua (O) e ignorada (IG). La cuarta analiza la sección —en estecaso las perforaciones carecen de datos—: circular (C), rectangular (R), cónica (CO),elíptica (E), semicircular (S), bilobulada (B), cuadrada (CU) y triangular (T).

• • El tercer, y último, bloque lo compone LA DECORACIÓN. Se ha propuesto laexistencia de cuatro variables en función eminentemente de la época que estudia-mos y las características tecnológicas: impresión, incisión, aplicaciones plásticas yotras decoraciones. Para facilitar su definición se han subdividido estas variables enmás secciones, fundamentalmente debido al interés que representan para los análi-sis posteriores, pero sin llegar a pretender, en ningún momento, que supongan elestablecimiento de una técnica diferente.

La impresión es la decoración más abundante y variada por lo que se ha juz-gado adecuado diferenciar cuatro grupos con sus categorías correspondientes. Así,la primera es la decoración cardial, individualizada del resto por lo característico desu tipo y porque es una decoración con connotaciones cronológicas claras. Dentrode ella, se distinguen tecnológicamente dos clases: la realizada por medio de la apli-cación del natis (N) y la que aplica el borde del caparazón o charnela (C).

El siguiente grupo describe la decoración impresa realizada con la mano, es decir,digitaciones (D), ungulaciones (U) y digitaciones-ungulaciones (DU). Se ha des-glosado por lo peculiar del instrumento con el que se lleva a cabo, pero sobre todoporque estas decoraciones además de aparecer en el Neolítico son muy abundantesen otras épocas y, a veces, resulta difícil encuadrarlas como sucede en los yacimien-tos con estratigrafías revueltas.

El tercer conjunto lo forman las impresiones a punzón que son las que más diver-sidad presentan, atendiendo principalmente a la marca que deja el punzón y, portanto, a la sección del objeto con el que se realiza: apuntado (AP), romo o circular(RO), oval (OV), rectangular (RC), punzón irregular (IR), espátula triangular (ET) yespátula rectangular (ER). En las definidas como espátulas no se alude exactamen-

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18 Se han incluido exclusivamente cuando se consideran realizadas para asir las vasijas, no las de lañado.

19 La diferenciación que se ha establecido entre este elemento y el mamelón viene determinada poruna morfología más rectangular y mayor tamaño.

20 Se incluyen todas las suspensiones formadas por varias categorías distintas.

21 Este elemento, evidentemente, no es una suspensión, pero creemos que éste es el lugar más ade-cuado para incorporarlo, pues con él aludimos a unos elementos que se ubican en el cuerpo y for-man parte de la morfología.

22 Con este término se hace referencia a los pequeños fragmentos de difícil definición, que por su frag-mentación no se pueden incluir en las categorías anteriores.

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gón te a este utensilio, sino que se pretende diferenciar un instrumento de sección más

grande (mayor de 5 mm) que el usado para el resto.

La impresión con instrumento cierra esta técnica decorativa. Se disgrega en tresclases fijándonos igualmente en la huella y el posible útil con el que se lleva a cabo:gradina (G)23, peine (P)24 y, por último, instrumento hueco (H)25.

En las tipologías tradicionales, generalmente, no se especifica un tipo de decora-ción que nosotros hemos individualizado por ser característica del Neolítico Antiguo,pero que tecnológicamente no debería aislarse ya que es la mezcla de dos técnicasdistintas. Se ha denominado genéricamente inciso/impresa y en ella se han estableci-do dos categorías distintas: punto y raya (PR)26 e inciso-impresa (I.I)27.

Dentro de las incisiones se han diferenciado dos grupos: las incisiones propia-mente dichas y el acanalado. El primero se ha dividido en tres clases atendiendo,más que a la marca que deja el objeto, a las condiciones de la cerámica cuando seefectúa la decoración y al sistema de desarrollarla: profunda (P)28, grabada (G)29 ysuave (S)30.

El segundo grupo de las incisiones es el acanalado. Se ha separado del anterior,pues aunque la técnica con la que se obtiene es la misma, el resultado es lo sufi-cientemente dispar como para clasificarla a parte. Se han establecido tres tipos enfunción del resultado: romo (R)31, apuntado (A)32 y peine (P)33.

El tercer grupo lo constituye el apartado destinado a otras decoraciones, en el quese han agrupado algunas decoraciones que no son menos importantes que el resto,sino que en esta época no es habitual encontrarlas. Pero, tanto por la inclusión dematerial de otras etapas como por la posibilidad de que aparecieran se ha creído nece-sario incorporarlas. Se han detallado siete categorías: boquique (BQ)34, excisa (EX),rugosa (RU), dedadas (DE), pintada (PI)35, incrustaciones (IN), perforada (PE)36.

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23 Se considera realizada con un objeto que deja dos señales paralelas de forma más o menos rectan-gular y no siempre idénticas.

24 Es un instrumento que deja más de dos marcas paralelas con distintas secciones.

25 Hace referencia a su propia nomenclatura.

26 Corresponde a la decoración más conocida como boquique, pero para esta época resulta más apro-piado denominarla así, pues con ello se eliminan las posibles connotaciones cronológicas.

27 Es la mezcla de líneas incisas paralelas y de impresiones, conocidas habitualmente como a pluma.

28 Cuando se ejerce una fuerte presión con la pasta de la vasija todavía blanda.

29 La decoración se realiza con el recipiente ya seco o a la dureza del cuero, de forma que las líneas noquedan bien marcadas sino que se producen saltos en la capa externa de la cerámica.

30 Cuando se presiona levemente sobre la pasta blanda de la cerámica.

31 Hace referencia a la sección del instrumento.

32 Ibidem.

33 Determina el utensilio e indica que las huellas que deja son paralelas y han sido realizadas todasellas a la vez con el mismo objeto.

34 Se establece así claramente la diferenciación cronológica con el denominado punto y raya.

35 Se ha introducido en esta sección porque aunque la técnica se utiliza durante el Neolítico es muyescasa y, hasta el momento, no existían indicios de su presencia entre los materiales que estudiamos.

36 No es una técnica común en esta época aunque aparece en algunos casos. También se han incluidoen éste las perforaciones de lañado pero siempre diferenciadas.

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gónPor último, las aplicaciones plásticas presentan dos rasgos distintos en su defi-

nición: el tipo y la sección.

No sólo es importante conocer el elemento decorativo, sino que existen otraserie de características igualmente significativas que completan las peculiaridadesde este rasgo. En primer lugar la composición, en la que se han individualizado nueveelementos atendiendo al motivo general del diseño. El criterio utilizado es el geo-métrico, por considerarlo el más adecuado y el que permite una mayor diferencia-ción de los mismos. En segundo es la situación, en la que se han intentado tener encuenta todas las posibles variantes.

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37 Cuando la complejidad del diseño es tal, que no permite definirla globalmente de forma geomé-trica.

Tipo de aplicación plástica: Sección:cordón liso (C.L) semicircular (S)cordón impreso (C.I) triangular (T)cordón digitado (C.D) rectangular (R)cordón ungulado (C.U) cónica (CO)cordón digitado y ungulado (C.D.U) cuadrada (CU)cordón impreso y pezón (C.I.P) trapezoidal (TP)cordón liso e impreso (C.L.I)cordón liso y pezón (C.L.P)cordón impreso y pastilla (C.I.PA)pezón (P)pastilla (PA)pastilla impresa (PA.I)cordón y pastilla (C.PA)

Composición: Situación:horizontal (H) borde (B)vertical (V) cuello (C)oblicua (O) cuerpo (CU)horizontal-vertical (H.V) borde-cuello (B.C)horizontal-oblicua (H.O) borde-cuerpo (B.CU)vertical-oblicua (V.O) cuello-cuerpo (C.CU)circular (C) fondo (F)geométrica (G) fondo-cuerpo (F.CU)interna (INT) suspensión (SUS)irregular (IR)37 suspensión-borde (SU.B)

suspensión-cuello (SU.C)suspensión-cuerpo (SU.CU)borde-cuello-cuerpo (T)suspensión-borde-cuello-cuerpo (SU.T)

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gón 2. Análisis estadístico de la cerámica neolítica

«En los últimos años algunos científicos se hanorientado hacia la clasificación estadística, en un intentode racionalizar la base intuitiva de la clasificación. Pero setrata de una vana esperanza, porque los métodos estadís-ticos no son mejores que los atributos a los que se apli-can, y los atributos deben formularse por medio de laintuición. Sin embargo, la estadística permite al arqueó-logo utilizar mayor cantidad de atributos en su clasifica-ción y manejarlos eficazmente para descubrir similitudesy diferencias que de otra manera podrían no observarse.»

(Rouse, 1972: 45).

En primer lugar, hay que hacer una breve alusión al factor cuantitativo de lascerámicas analizadas, puesto que éste marca el inicio de las diferencias entre losasentamientos. Del total de 17.809 fragmentos que engloban el estudio, la distri-bución de los mismos no se produce de forma homogénea38. Sin lugar a duda,Chaves es el yacimiento de mayor importancia por el número de cerámicas y lascaracterísticas de las mismas, como se verá posteriormente.

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38 En este recuento global se han incluido los fragmentos considerados informes. La tabla de frecuen-cias aparece en el Apéndice (pág. 337).

Porcentajes de fragmentos cerámicos

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gónEn un segundo nivel hay que mencionar la cámara superior del Moro de Olve-

na, la Espluga de la Puyascada y, en menor medida, La Miranda donde el materialparece tener todavía una importante presencia. En cambio, en los demás yacimien-tos el volumen de cerámicas es mínimo no llegando ninguno al 5% del total estu-diado e, incluso, muchos ni siquiera alcanzan el 1%39, coincidiendo con los asen-tamientos que van a plantear más excepciones.

2.1. La manufactura

La tecnología de fabricación es uno de los aspectos más relevantes en cualquierestudio cerámico, al aportar los datos sobre el nivel de conocimiento que alcanza-ron los alfareros y los medios con que contaban. Esta información debe ser ade-cuadamente contrastada con análisis de pastas cerámicas, no obstante, entre losyacimientos aragoneses son pocos los casos en los que se ha contado con estosdatos. Actualmente se están realizando algunos que nos permitirán corroborar orechazar las hipótesis que se establezcan.

• • Desde este punto de vista iniciamos el estudio con la cocción que, como seaprecia en las tablas de frecuencias40, presentan un claro predominio en todos losyacimientos de las que se han denominado mixtas con un porcentaje mínimo del41%. En segundo lugar, e incluso muy próximas, se sitúa la cocción reductora, unasveces continua y otras discontinua y en algunos casos comparten con las anterioreslos primeros puestos.

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39 Huerto Raso, Peña de las Forcas, Remosillo, Cámara inferior del Moro de Olvena, Las Brujas, Gabasa3a y 3b, El Torrollón, Els Secans, Botiquería y Panizales.

40 La tabla de frecuencias aparece en el Apéndice (pág. 337).

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gón Entrando en detalle, dentro de los yacimientos oscenses, la Espluga de la

Puyascada es la única que presenta un valor parecido entre las oxidantes y las mix-tas. Pero en el resto se mantiene el esquema general acentuándose los valores delas mixtas, modelo que se repite en los yacimientos de las otras dos provincias. Enningún momento, las vasijas reductoras llegan a poseer la frecuencia más elevada,quedando siempre en un segundo plano, no menos significativo, como en el nivelb y c inferior de El Pontet o en el niveles 8 de Botiquería dels Moros. Es interesan-te comentar como en los asentamientos de las provincias de Zaragoza y Teruel, losporcentajes de las cocciones oxidantes son mucho más reducidos que los de laoscense, aparreciendo mayoritariamente e incluso exclusivamente la discontinua—Secans, nivel 6 de Botiquería, etc.

Los problemas que surgen en el control de este tipo de horneado parecen serla explicación más factible de la superioridad de las cocciones mixtas. Como se havisto en el capítulo de tecnología, en los recipientes sometidos a un fuego abierto,sistema que con toda probabilidad se utilizaba en esta época, resulta más difícilmantener una temperatura homogénea, evitar que las llamas toquen las cerámicas,etc. Este hecho también aclara que las menos representadas sean las oxidantes y enalgún caso las reductoras, puesto que mantener una sola atmósfera con el nivel tec-nológico que se poseía resulta complicado. La hipótesis se ve en parte confirmadapor las conclusiones obtenidas en los análisis de pastas. En todos ellos existe unamezcla de atmósferas reductoras y oxidantes y las temperaturas oscilan entre los500°-650°C, propias de cocciones realizadas en hornos cuyas características impi-den concentrar el calor durante el tiempo suficiente para alcanzar prolongadamen-te una temperatura más alta.

Se ha sugerido que el sistema de cocción que utilizarían es el fuego abierto,principalmente debido a la carencia de estructuras que permitan desarrollar otrotipo de propuesta. Aunque no poseamos esas evidencias y aun teniendo en cuentaque no todos los yacimientos son de habitación, parece poco probable que en nin-guno de ellos se fabricara cerámica. Por tanto, ante la falta de restos que nos posi-biliten establecer otro planteamiento estimamos éste como el más válido.

Es necesario tener más datos aparte del tipo de cocción para llegar a conocer elnivel tecnológico de estos alfareros, por ello se ha visto interesante valorar la rela-ción entre cada tipo de cocción y los grosores medios de todos los fragmentos, paraver si es posible especificar algún tipo de conexión, con toda probabilidad funcio-nal, entre cada clase de atmósfera y las características generales de las vasijas. Dentrode la cocción reductora y oxidante discontinua existe un claro predominio de losgrosores entre 0,55 cm y 0,9 cm, centrándose muchas veces en torno a los 0,7 cm.En la cocción oxidante continua el intervalo de los grosores se amplía hasta 1,1 cm,aunque se mantiene la concentración de los 0,7 cm.

La cocción mixta es la más frecuente entre el material, no obstante, las dimen-siones en relación con el resto de las cochuras no varían corroborando, en ciertomodo, que este tipo no se realiza con un propósito concreto sino que puede ser unresultado no deseado, debido a la falta de dominio sobre la atmósfera. De la corre-lación resalta la homogeneidad entre los tres niveles de la Cueva de Chaves y lacámara superior de la Cueva del Moro de Olvena.

El comportamiento de los asentamientos no es homogéneo. En general res-ponden a este esquema, pero aparecen algunas excepciones como la cueva de las

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gónBrujas y El Torrollón I, que suelen poseer dimensiones ligeramente mayores. En el

primer caso posiblemente por que no pertenezcan todas las cerámicas a esta época,además el material no procede de una excavación sino que el sedimento se encon-traba revuelto por el expolio. En el segundo por las propias características del mate-rial hallado, ya que todas pertenecen a grandes vasijas de almacenaje. Asimismo,otros yacimientos como las Torrazas presentan medidas algo más pequeñas, pero eneste caso no está clara su relación con una funcionalidad. Es importante comentarla escasa representatividad en la correlación entre la cocción oxidante continua/gro-sores en algunos yacimientos oscenses pero, sobre todo, en la provincia de Zaragozay Teruel. Las causas habría que enlazarlas, presumiblemente, con la ya mencionadafalta de experiencia en el horneado y la dificultad que supone mantener una atmós-fera homogénea.

La correlación propuesta, en definitiva, no muestra signos positivos. La homo-geneidad en la elección del grosor de los recipientes, independientemente del tipode atmósfera a que se somenten las vasijas, no permite que propongamos una hipó-tesis funcional clara, no obstante, se destacan dos hechos significativos. En primerlugar no se aprecia, a tenor del análisis, que las vasijas tuvieran una utilidad únicao, en caso de existir ésta no se manifiesta en una relación entre un tipo de coccióny un grosor determinado. En segundo lugar, la uniformidad en las medidas y lacarencia de porcentajes altos en los intervalos más extremos impiden establecer unahipotética diversidad funcional. Aunque las conclusiones de esta primera correla-

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Correlación cocción mixta continua/grosor

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ción han sido negativas, se ha considerado interesante llevar a cabo otras entre lascocciones y algunas de las variables, como el desgrasante y el color, que se verá másadelante.

• • Con carácter general en el tratamiento de las superficies41 externas se mani-fiesta un claro predominio de la técnica del bruñido seguida del alisado. A pesar deesta generalización hay que entrar en algún detalle. En la cueva del Forcón, La Mi-randa, la cámara superior del Moro de Olvena, Gabasa 3a y 3b, el nivel c1 delAbrigo de La Costalena y Alonso Norte la diferencia entre el alisado y el bruñido esfavorable de forma significativa a la primera, aunque ambas están netamente sepa-radas del resto de los tratamientos. Otros yacimientos presentan porcentajes muyelevados en el espatulado (cueva de las Brujas, Gabasa 2a, 2b y 5, y la cámara infe-rior de Olvena) en comparación con la mínima representación en el resto. Estosvalores altos pueden denotar la incorporación de fragmentos de difícil adscripcióncronológica, ya que todas estas cuevas han sido removidas y los materiales estabanrevueltos. Concretamente en la cámara inferior de Olvena influye decisivamente elnúmero de restos del estrato c4-5, que no se han podido obviar por sus posiblessimilitudes con los neolíticos. Esta hipótesis podría ratificarse al ver que en los nive-

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41 La tabla de frecuencias aparece en el Apéndice (pág. 340).

Correlación cocción mixta discontinua/grosor

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les de Chaves, que son claramente neolíticos, aparece el acabado espatulado pero sucuantía es mucho menor.

Llama también la atención que la técnica rugosa posee unos valores muy pe-queños, exceptuando la cueva de La Miranda, Gabasa 3b y los yacimientos ante-riormente mencionados en el espatulado, siendo posiblemente debido a las mis-mas causas.

El acabado interno manifiesta una amplia supremacía de la técnica del alisa-do, aunque continúa el predominio del espatulado en Gabasa 2a y 2b, la cueva delas Brujas y, en menor medida, en la cámara inferior de Olvena, puesto que es habi-tual que la mayoría de las vasijas que presentan espatulado en el exterior tambiénlo posean en la cara interna. Reseñar que en los tres niveles de la cueva de Chaves yen el nivel c inferior del Pontet sigue siendo el bruñido el tratamiento preferente.Asimismo, en otros yacimientos como el nivel c genérico de La Costalena, ElsSecans, el nivel 6 de Botiquería dels Moros, los Panizales, el alisado y el bruñidocomparte los mismos porcentajes, o bien la diferencia entre ellos es poco significa-tiva.

La hegemonía del alisado, quizá sea obvia al tratarse del interior de las cerá-micas. En principio si no se estima la presencia de otros factores, como el caráctersocial o su posible función ritual, estas vasijas empleadas en la actividad cotidianano tendrían por qué poseer un acabado cuidado en el interior, que no se va a very que puede estropearse como consecuencia de su uso, tan sólo en caso de que elcontenido fuera algo especial, por significado o propiedades, recibirían otro trata-miento.

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Tratamiento externo de la superficie

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La técnica rugosa se desarrolla mayoritariamente en la cara externa de las cerá-micas, encontrándose tan sólo en cuatro casos en la cara interna42, todos ellos conun único fragmento. Por su reducida representación, a pesar de que se considereuna técnica de tratamiento de la superficie, quizás en este momento su función seaprincipalmente decorativa y no debería concebirse como técnica de acabado, aun-que en algunas ocasiones también se le puede añadir un carácter utilitario, comoevitar que resbalen los recipientes al cogerlos.

En cuanto al acabado grosero contrastan los pocos fragmentos hallados coneste tratamiento en ambas superficies. Funcionalmente se juzga como el más ade-cuado en la relación tiempo/esfuerzo para el uso que se va a dar a determinadascerámicas, ya que no requiere una inversión posterior a lo que podemos denomi-nar exclusivamente fabricación. Por consiguiente se puede afirmar que, en general,en los yacimientos aragoneses la manufactura de los recipientes era cuidada, en laque se invertía bastante energía, pues los acabados que prevalecen en estas vasijasse consiguen con gran esfuerzo y dedicando más tiempo a ello.

Asimismo, es interesante destacar la igualdad en ambos tratamientos —inter-no y externo— entre los tres niveles de la Cueva de Chaves, por lo que no permitesugerir un cambio en la moda o una evolución en las características del grupo.

Se puede acceder a otro tipo de información estableciendo una correlaciónentre los acabados. De forma habitual, el tratamiento grosero en el interior de las

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42 Los porcentajes en algún caso son tan reducidos que no se aprecian en el histograma, así en LaMiranda es del 0,14%, Gabasa 2a con 0,15$, en Gabasa 3b del 6,66% y en Los Panizales del 1,49%.

Tratamiento interno de la superficie

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gónvasijas se combina con el mismo43 y con el alisado44 en el exterior de la mayoría

de los recipientes. Pero no todos los yacimientos mantienen este esquema, así lostres niveles de Chaves, El Torrollón I, el nivel c sup. del Pontet, y el nivel c gené-rico de Costalena se vinculan sobre todo (entre el 45 y el 83%) al bruñido. En elcaso de que los dos acabados sean groseros, parece indudable que las vasijas ten-drían una finalidad de uso cotidiano, probablemente de cocina, mientras quecon el alisado o con el bruñido quizá no sólo habría que plantearse este carácterfuncional, sino que un mayor cuidado externo amplía la utilidad y probable-mente no sería única. Las vasijas que presentan la relación grosero/grosero o ali-sado/grosero, frecuentemente estarían en contacto directo con el fuego, no así lasque se combinan con el bruñido, puesto que este tratamiento externo se per-dería.

Al contrario que con el anterior, el alisado interno se asocia sobre todo con elmismo en el exterior45. Sólo en los tres niveles de Chaves, El Torrollón I, HuertoRaso, el nivel c sup. del Pontet y Forcas II, la unión de las dos técnicas no se desa-rrolla de una forma predominante sino que deja paso al bruñido46. En el caso de ElTorrollón I parece obvio que está relacionado con el contenido de las vasijas, ya quepor el tamaño y por la morfología son claramente de almacenaje. A falta de los aná-lisis pertinentes y comparándolo con los estudios llevados a cabo sobre la funcio-nalidad de las vasijas y sus evidencias técnicas, podríamos plantear un uso seme-jante a la contención de líquidos. El bruñido de la superficie externa evitaría lasposibles filtraciones del líquido debido a las características no adecuadas o a lascarencias de la pasta cerámica. Quizás esta misma hipótesis podría ser trasladada alos fragmentos de otros asentamientos, pero el carecer de datos tan evidentes comoestos lo imposibilita por el momento.

En algunas cerámicas se han observado huellas claras del instrumento emplea-do en el proceso del alisado, principalmente en el interior, asimilables al llamadoplastic flow realizado con un objeto blando en la vasija todavía húmeda.

El espatulado, como ya se ha expuesto, aparece casi exclusivamente con elmismo tratamiento en el exterior47. El emparejamiento con el resto de las técni-cas varía entre el alisado y el bruñido aunque, generalmente, con gran diferenciaentre estos dos y el espatulado. En cambio la combinación de este tratamientocon el grosero y rugoso es escasa o incluso nula. A las cerámicas espatuladas seles atribuye un carácter, comúnmente, de lujo, prestigio o ritual debido esencial-mente a su escasa presencia numérica, a la laboriosidad de su tratamiento y, aveces, de la decoración, que las aleja del resto de los recipientes. Las evidenciasque se han podido recoger en estos yacimientos no permiten afirmar este hecho,

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43 Los valores van desde el 0% del Torrollón, c1 y c2 de la Costalena, Pontet b y c inf. y Panizales, hastael 53% en la Miranda o el 55% en las Brujas.

44 Los porcentajes van desde el 0% de los Panizales y Gabasa 3a, hasta el 83% del nivel c2 o el 100%el nivel c1 de la Costalena.

45 Máximo del 100% en el c inf. del Pontet o el 82% de Alonso Norte, el resto se concentra entre el 40y 55%.

46 Bruñido/alisado: 65% nivel sup. y 1a, 51% nivel 1b de Chaves; 97% de El Torrollón; 47% de HuertoRaso; 61% del nivel c sup. del Pontet y 55% de Forcas II.

47 Los porcentajes van desde el 28% de Pontet c sup. hasta el 100% de Forcas II.

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gón si bien tampoco hay otros datos que aporten alternativas. No obstante queda

patente su importancia, ya que su mera presencia implica la selección por partedel alfarero de unas arcillas concretas, puesto que no todas poseen la mismacapacidad de brillo, y un dominio de la técnica al controlar el encogimientodurante la cocción sin la pérdida del acabado. Es importante no descartar la fina-lidad funcional, ya que este tratamiento impregna a la cerámica de unas peculia-ridades especiales.

La preeminencia del bruñido en ambas caras de la cerámica es abrumadora.No se encuentra ninguna excepción48. No sólo se emplea en las dos superficies dela vasija, sino que a veces se asocia con el alisado o el espatulado. Hay que espe-cificar que algunas veces lo que se ha llamado alisado puede ser realmente un bru-ñido, pero debido a la fragmentación del material o al mal estado de conserva-ción de algunas cerámicas no se ha reconocido como tal. La importancia y la altaasociación de esta técnica en las dos caras de una vasija da en cierto modo uníndice del nivel tecnológico que poseían estos alfareros. Su realización suponeuna inversión de tiempo/esfuerzo elevada, por lo que estos recipientes presumi-blemente tendrían una objetivo predeterminado antes de su fabricación.Asimismo es habitual el empleo de engobes con mezclas de hierro, ya que estemineral favorece su elaboración al igual que ocurre con el espatulado. A estas vasi-jas más cuidadas se les puede atribuir una significación especial, pero no hay queolvidar que este tratamiento también se emplea, como ya se ha dicho, para acen-tuar algunas características de la propia arcilla: reforzar éstas, preparar la superfi-cie de los mismos para ser decorados, contener líquidos, etc. o, incluso, todasellas a la vez.

• • Los desgrasantes son los elementos que menos información aportan49, pues-to que la falta de análisis cerámicos en otros apartados de alguna forma puede sersubsanada, pero en este caso no es lícito que visualmente sin una comprobaciónanalítica se establezcan los distintos tipos, proporciones, características, etc.Solamente de Chaves, Alonso Norte y de la Cueva del Moro de Olvena (GALLART yLÓPEZ, 1988a y 1989; GALLART y MATA, 1995), se poseen algunos análisis que nospermitirán corroborar o desechar las hipótesis que se plantean.

Las inclusiones más empleadas son los minerales50 frente al vegetal o la mez-cla de ambos, hecho que coincide con los datos de otros yacimientos neolíticos dela Península Ibérica (GALLART, 1977; NAVARRETE et alii, 1991; CAPEL et alii, 1982, etc.).Pero, cabría plantearse el motivo por el cual han preferido este tipo de desgrasanteal vegetal teniendo en cuenta que, en la zona donde surgen las primeras vasijas seutilizaba ya el barro con paja a modo de ladrillo para levantar muros, a lo quehabría que añadir el supuesto origen vinculado a la cestería que defienden algunosautores y, por tanto, parece lógico que se empleara el desgrasante vegetal en vez delmineral. Asimismo, la incorporación de un mineral concreto supone el dominio o

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48 Los valores van desde el 55% de las Brujas al 100% de Gabasa 3a, el Torrollón, nivel c inf. del Pontet,Secans y nivel 8 de Botiquería dels Moros.

49 La tabla de frecuencias aparece en el Apéndice (pág. 338).

50 Con porcentajes desde el 89% de los Panizales y el 100% de la cámara inferior del Moro de Olvena,la cueva de las Brujas, Gabasa 3a y 3b, el Torrollón, c genérico y c1 de la Costalena, nivel b de Pontet,nivel 6 y 8 de Botiquería dels Moros.

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góncontrol de las propiedades de éste y, sobre todo, de la mezcla adecuada para que la

vasija posea las características necesarias y no se rompa, resquebraje o agriete. Quizáuna explicación válida y simple es la que relaciona los desgrasantes con las caracte-rísticas mineralógicas del propio depósito del que obtienen la arcilla, al que nonecesitarían añadir ningún elemento más, pero supone entrar de lleno en el pro-blema, ya comentado en el capítulo de la tecnología, de la diferenciación entreinclusiones y desgrasantes y, por otra parte, los análisis de pastas realizados no loconfirman ni rechazan al no haberse contrastado con los posibles depósitos.

No parece tan evidente la existencia de una depuración o selección de los des-grasantes ya que, atendiendo al histograma no domina un único tamaño sino que seaprovechan casi por igual el pequeño-mediano y el mediano-grande. Incluso en ElTorrollón I que podría aportar más información, debido al tipo de cerámica, pre-senta casi los mismos datos y tampoco se alejan de este comportamiento los nivelesde Chaves. Queda manifesta una cierta individualización en relación con las tres pri-meras categorías. Sus porcentajes son muy reducidos, exceptuando los medianos enla cámara superior de Olvena. El desgrasante grande presente, aunque de forma esca-sa, en los yacimientos de las provincia de Huesca es casi nulo en Zaragoza y Teruel.

Esta exigua diferenciación entre los tamaños de los desgrasantes puede tenervarias causas y habría que buscarlas en la falta del dominio necesario de la tecno-logía, en una ausencia de experimentación o realmente en un limitado interés pordepurar los mismos debido a la funcionalidad de las vasijas, por lo que será impres-cindible un estudio exhaustivo de las pastas y sus inclusiones para poder concretaruna hipótesis. Por otra parte, resalta el esmerado acabado que poseen la mayoría deellas a pesar de la intrusión de estos elementos, que dificultan en gran medida unacabado cuidado de la superficie.

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Ara

gón Las características de los desgrasantes influyen directamente en el resultado de

las cocciones. En la correlación establecida entre ambas variables, en general, des-taca cómo las atmósferas oxidante y reductora discontinuas son las menos utili-zadas. También llama la atención que los yacimientos, que presentan otro tipo dehorneado importante además de las cocciones mixtas, coinciden habitualmentecon los que poseen estratos revueltos o que, su posible cronología, no pertenece cla-ramente al Neolítico Antiguo. Igual de interesante son las mínimas diferencias queexisten entre cada uno de los niveles de Chaves, lo que permite hablar nuevamentedel mantenimiento de un mismo rasgo técnico durante casi un milenio.

Otro de los elementos que está en función de las inclusiones, aunque parcial-mente, es el grosor de los recipientes. En la correlación no se advierte una concor-dancia nítida entre el tamaño del desgrasante y el grosor de los distintos fragmen-tos. Únicamente, como parece lógico, con las inclusiones más grandes algunos yaci-mientos aumentan ligeramente el grosor de sus paredes en comparación con losintervalos habituales (0,6-0,9 cm). A pesar de esta evidencia no se puede afirmartaxativamente que sea debido a una intención clara relacionada con el mayor tama-ño de los recipientes y, por tanto, de paredes más gruesas. Se confirma así, en cier-to modo, el bajo nivel tecnológico que poseeían sobre todo en el proceso de dila-tación/contracción, o la escasa importancia que tenía la depuración de los desgra-santes para conseguir unas propiedades peculiares en las cerámicas.

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gón• • Una de las cualidades que primero se aprecia al analizar una cerámica es el

color51 externo de los recipientes. De la gama de 26 colores que se ha creado ningúnyacimiento abarca la totalidad, pero sí existe una gran variabilidad en los coloreshaciendo que los porcentajes no sean excesivamente elevados. El valor más alto loposee Els Secans, con un 70%, pero en el resto de los yacimientos varía entre el 28%y 10%.

A simple vista, en conjunto prevalece la gama de grises y, dentro de ella, el colordefinido como gris medio marrón, pero algunos yacimientos muestran en los prime-ros puestos los marrones, por ejemplo en la provincia oscense: Huerto Raso, ElRemosillo, la cueva de las Brujas y Gabasa 3b. Vuelven a ser los que hasta ahora rom-pían el esquema general en otros apartados y, por tanto, la interpretación parece seridéntica, es decir, la intromisión de material de otras épocas. En general, también enlos abrigos del Bajo Aragón se produce preferencia por los marrones, eligiendo tonosclaros, sin menospreciar los grises. Además de estos dos grupos, El Torrollón I seencuentra desplazado del resto ya que los colores más representados son los blancos.

El predominio de una gama no va a ser sinónimo de homogeneidad en el grupo.Como rasgo común se puede mencionar una cierta uniformidad en cuanto a los colo-res menos o nada utilizados, estos son: blanco grisáceo, blanco amarillento, blancorosáceo, marrón medio, marrón claro, negros y naranjas. Con valores un poco másaltos, pero que continúan siendo pequeños, aparecen ya una gran variedad de ellos.

El color de las cerámicas es producto de una diversidad de factores (compo-nentes de la arcilla, los desgrasantes, atmósferas, uso, etc.) e, incluso, en algunasocasiones puede ser consecuencia de su función práctica, por lo que se han busca-do los posibles vínculos que expliquen, en parte, esta variación. En primer lugar,entre el horneado y el color. En la cocción reductora se aprecia una clara suprema-cía del gris y, dentro de ella, del color definido como gris oscuro. En los demás colo-res las tonalidades dominantes son siempre las más oscuras, consecuencia lógica delas propias preculiaridades de la cochura reductora. En cambio, la cocción oxidan-te prefiere los colores claros (marrones y blancos), con una alternancia en las posi-ciones más altas entre el marrón claro amarillento y el marrón claro anaranjado. Laatmósfera mixta exhibe una mayor pluralidad, con valores importantes en varios deellos sin decantarse por ninguno de los dos más habituales: grises o marrones. Estamayor diversidad parece ser producto de la mezcla de dos tipos de horneado, esdecir, de una cocción poco o nada regulada que no les ha permitido mantener unaúnica atmósfera y, por tanto, el resultado tampoco es uniforme.

La segunda correlación se ha establecido entre el color y el engobe. El pig-mento utilizado en el engobe interno sigue manteniendo, en líneas generales, elmismo que el de la cara externa de cada yacimiento. Sin embargo, el engobe exter-no e interno-externo, son más plurales y se reflejan varios comportamientos distin-tos: unos yacimientos mantienen el color predominante, otros prefieren la segundagama y, por último, algunos no se decantan por ningún en concreto.

• • Finalmente, queda por analizar el engobe52. Frecuentemente esta capa coloi-dal posee la misma composición que la de la arcilla, evitando asi los problemas que

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51 La tabla de frecuencias aparece en el Apéndice (pág. 339).

52 La tabla de frecuencias aparece en el Apéndice (pág. 338).

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pueden surgir por los distintos coeficientes de expansión durante el secado o la coc-ción. Se localiza mayoritariamente en el exterior y, en menor medida, en ambascaras, por tanto, es el que da el color que observamos. Su escaso uso en el interior,puede venir motivado por la propia funcionalidad de las vasijas, ya que parece máslógico que el engobe interno tenga un carácter más práctico que decorativo, porejemplo para impermeabilizar.

Hay que pensar, debido a su abundante utilización, que en principio no tieneun marcado carácter estético puesto que por el espectro de coloraciones parece queusaban la misma arcilla. Por ello, si su incorporación a los recipientes fuera pura-mente decorativa no sería lógico utilizar idénticas tonalidades y, tampoco, seríanecesario engobarlas, así creemos que se buscaba otro tipo de efecto especial o sim-plemente una preparación para el desarrollo adecuado de la decoración.

Al igual que con las variables anteriores se ha establecido una correlación entreestos engobes y los acabados de la cerámica. En el engobe interno existe una ciertopredominio del tratamiento bruñido en ambas caras, pero muy próximo a éste seencuentra el alisado, también en las dos caras o combinado con el bruñido y, enmenor medida, con el grosero. Si se acepta que el engobe interno tiene un marca-do carácter funcional, es bastante lógico que la cara externa se bruña porque ayudaa la elaboración de esta técnica y a su posible cometido, reduciendo la permeabili-dad de la vasija. La hegemonía del bruñido, como tratamiento preferente en la caraexterna de los fragmentos engobados al exterior es incuestionable. Sin embargo, lacara interna debe compartir su posición con el alisado e, incluso, ser superado poréste53. No se producen grandes cambios en cuanto al engobe interno-externo y eltratamiento de las superficies, continúan siendo el bruñido y el alisado las dos téc-nicas más utilizadas.

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53 Como en La Miranda, Gabasa 3a, 3b, la cámara superior de la Cueva del Moro de Olvena, el nivel6 de Botiquería dels Moros, todos los niveles del Pontet y en el abrigo de La Costalena.

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gónAun no siendo demasiado significativo, ya que el número de elementos en

cada caso es muy reducido, hay que comentar que en los tres tipos de engobe apa-rece un elemento común y es la utilización preferente del tratamiento espatuladoen algunos yacimientos como en la cueva de las Brujas, Gabasa 2a y 2b, posible-mente para facilitar su desarrollo o realzar la decoración.

En definitiva parece que el añadido de esta capa coloidal ayuda a distintas fina-lidades y junto con el bruñido y, en menor medida, con el alisado favorecerían elaislamiento de las vasijas ante elementos perjudiciales o las prepararían para usoso decoraciones posteriores.

Dos rasgos importantes por sus posibles implicaciones, aunque todavía sindilucidar, completan esta variable. Por un lado, un tipo de engobe que, debido a lafalta de los análisis necesarios, no sabemos con certidumbre si cumplía esa funcióno en realidad es consecuencia del uso de la cerámica como contenedor. Se trata delocre rojo, unas veces en el interior o el exterior y otras en ambas caras de la vasija.Éste aparece en los tres niveles de Chaves, la Espluga de la Puyascada, la cueva delMoro de Olvena, Huerto Raso, Gabasa 2a y 2b. Por otro el hallazgo de un únicofragmento de cerámica a la almagra en la Espluga de la Puyascada. Su inclusión, eneste apartado, viene determinada por considerarlo más un tratamiento de la super-ficie que una técnica decorativa. Con un sólo fragmento no se puede plantear nin-guna hipótesis, por lo que simplemente pensamos que es importante tenerlo encuenta como un dato más de la extensión de este tipo de cerámicas.

• • Todos estos datos, además de facilitarnos la interpretación parcial de cadauno de los conceptos, permiten la configuración de un análisis factorial de corres-pondencias sobre la manufactura empleada. La transformación se ha realizado contres ejes, representándose gráficamente tan sólo los dos primeros. Estos dos factoresexplican el 52,44% de la variabilidad total (factor 1: inercia 31,74%; factor 2: iner-cia 20,80%). A pesar de que algunos elementos ofrecen una pequeña contribuciónabsoluta y relativa no han sido eliminados, al no suponer ninguna ventaja por suescaso número.

El diseño muestra cierta concentración tanto de las variables como de los regis-tros en torno al punto de unión de los dos ejes. El factor 1 está definido fundamen-talmente por OV (41,7%) y el desgrasante mediano (20,5%) y, en menor medida,por la oposición de Ch 1a, 1b y el acabado bruñido en ambas caras; mientras que enel factor 2 los elementos que más influyen son el espatulado (20,1 y 12,2%), Ga 2ay 2b y nuevamente, aunque esta vez con signo negativo, OV y el desgrasante media-no. Las variables que menos aportan a estos factores son, en general en ambos casos,los distintos colores con una contribución absoluta que no supera el 7,4%.

En un extremo de la representación, el cuadrante inferior izquierdo, aparece elcolor blanco grisáceo y El Torrollón I. La explicación más evidente es la importan-cia que adquiere para este asentamiento dicha variable en comparación con lasdemás. El alejamiento podría deberse a las peculiares características que poseen susmateriales en relación a los otros yacimientos, ya que, como se ha comentadoampliamente, el material cerámico se limita prácticamente a tres vasijas de almace-naje. No obstante, el Torrollón presenta una contribución absoluta en el factor 2interesante (8,9%) si se compara con los bajos porcentajes de la mayoría de losasentamientos.

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La aglomeración central no impide que se aprecien ciertas diferencias que per-miten crear el siguiente esquema: El primer grupo estaría representado por los tresniveles de Chaves, Peña de las Forcas II, nivel c superior e inferior del abrigo de ElPontet, nivel c genérico y c2 del abrigo de La Costalena, nivel 6 y 8 de Botiqueríadels Moros, Els Secans, Las Torrazas y Los Panizales. La relativa proximidad de todoslos yacimientos de este grupo lleva a plantear que poseen unas características muysimilares. Los elementos que en cierto modo los aglutinan son: el tratamiento bru-ñido de la superficie, tanto interna como externa, que en estos estratos alcanza unosvalores superiores al resto, el desgrasante de tamaño mediano-grande; el engobeexterno e interno-externo, las cocciones reductora y oxidante discontinuas y lamixta continua y, por último, varios colores destacando los tonos marrones. Todosellos ejercen una presión en la situación de cada asentamiento, y ésta puede serpositiva o negativa, o lo que es lo mismo tanto por exceso como por defecto.

El segundo grupo lo forman Alonso Norte, nivel b del El Pontet, nivel a+b y c1de Costalena. En cierto modo podría considerarse un subgrupo del anterior, ya quela variable que más influye en su posición sigue siendo el acabado bruñido.Asímismo, se podría incorporar El Torrollón I si se elimina el color en el análisis,puesto que el resto de los caracteres que lo definen son casi los mismos.

El tercer conjunto lo componen el resto de asentamientos, pero su subdivisiónen dos grupos permiten una mayor definición. El primero está formado por Gabasa3a, Huerto Raso, La Espluga de la Puyascada, el Forcón y la cámara superior de Ol-vena. Su situación está determinada en parte por los valores centrales y, en parte,por la gama de los blancos y grises, en concreto el gris medio marrón, el acabadoalisado y el grosero únicamente en el interior y por el desgrasante de tamaño grande.

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gón Queda un yacimiento ligeramente apartado del resto: la cámara superior de Olve-

na, ya que posee dos elementos con valores superiores que lo diferencian de los vis-tos anteriormente. Estos son la cocción oxidante continua y, sobre todo, el desgra-sante mediano.

El segundo subgrupo, separado por el eje 1 lo constituyen El Remosillo,Gabasa 2a, 2b, 3b y 5, la cueva de las Brujas, la cámara inferior de Olvena y LaMiranda. Están definidos claramente por el acabado espatulado, aunque alguno deellos está influido, en menor grado, por otras variables como el color. Este últimosubgrupo, el más alejado del eje central, se corresponden con la mayoría de lasexcepciones hasta ahora marcadas en los anteriores análisis. Al igual que en losotros casos, el motivo más plausible para este alejamiento parece ser la posibleincorporación de materiales de otras épocas. Lo revuelto de sus estratigrafías favo-rece la separación, aunque sea leve de los que, sin lugar a duda, son neolíticos.

En conclusión desde el punto de vista de la manufactura queda claro que laheterogeneidad entre los yacimientos, aun con las divisiones establecidas, no es tanelevada como en principio podríamos suponer. Tecnológicamente, el elementodefinidor de los distintos grupos parece ser el tratamiento de la superficie, pero paraplantear mayores diferencias o similitudes hay que a esperar a realizar el estudio delresto de los elementos que caracterizan las cerámicas.

• • Por último, ya se ha dicho que todo el estudio requiere la comprobación conlos correspondientes análisis de pastas, pero también que sólo se han realizado enChaves (GALLART y LÓPEZ, 1988a), la cueva del Moro de Olvena (ibidem, 1988b;GALLART y MATA, 1995) y Alonso Norte (GALLART y LÓPEZ, 1989; GALLART et alii,1991). Compendiando la información se advierte que todas las cerámicas fueronrealizadas con el sistema de fuego abierto, en contacto directo con las llamas, noalcanzando temperaturas superiores a 650° C y, en algunos casos, no llegaron asobrepasar los 500° C. El tipo de atmósfera es una combinación de la reductoradurante el calentamiento y la oxidante durante la refrigeración, dando como resul-tado lo que se ha denominado en este estudio mixta continua o discontinua. Lasarcillas tiene como componente principal la ilita, variando en el resto de los ele-mentos: clorita, esmectita, colinita, etc. Los depósitos son de claro carácter local,posiblemente todos ellos situados en los cursos fluviales próximos. Estos investiga-dores plantean casi con seguridad que los desgrasantes en todos los casos son aña-didos por el alfarero, aunque sólo se ha comprobado fehacientemente en Chaves.

Hay que mencionar algunas peculiaridades. En Chaves los investigadores sugie-ren una diferencia en los desgrasantes según los niveles: los cristales de cuarzo sonmás abundantes en el nivel 1b, mientras que en el nivel 1a es más importante por-centualmente la calcita. En la cueva del Moro de Olvena las discrepancias se produ-cen entre la cámara inferior y la superior, aunque hay que tener en cuenta que de laprimera tan sólo se han analizado dos fragmentos. La principal diferencia es la ca-rencia de calcita y la presencia de dolomita en los materiales de la cámara inferior.Tecnológicamente parece estar más depurada, con un desgrasante más fino, pero sinconcretar si es porque el depósito de donde se obtuvo la arcilla presentaba estas mis-mas características o porque el artesano se preocupó por la disminución del tama-ño de los desgrasantes. Esto ha supuesto que la cerámica presente un aspecto máscompacto y unas superficies mejor tratadas. Se aprecia también otro cambio tecno-lógico, puesto que parece estar cocida en una única atmósfera, en este caso reducto-

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gónra, lo que implica una evolución importante en los conocimientos técnicos. En

Alonso Norte también se han encontrado diferencias en la composición de las pas-tas: el tipo A presenta dolomita y abundantes calcitas como desgrasantes, mientrasque en el B de feldespados alcalinos con abundancia de desgrasantes en el cuarzo.

Esta diversidad sugerida para la evolución propia de cada yacimiento, tambiénpermite proponer una cierta homogeneidad que los conecta, como es la mismadivisión de pastas, sobre todo por la relación de desgrasantes, establecida paraAlonso Norte y Chaves; o la semejanza mineralógica existente entre los fragmentosanalizados de la cámara superior de Olvena y el nivel 1b de Chaves, al igual que enlas temperaturas de cocción si exceptuamos los dos fragmentos cocidos por debajode los 500° C. No se puede realizar la misma observación en cuanto al acabado delas superficies, ya que todas las de Olvena son alisadas. Las similitudes en la com-posición de las pastas, hace que estos investigadores propongan que la obtenciónde las mismas se realizó en depósitos de idénticas características, es decir, una zonade conglomerados de calizas atravesados en un caso por el Cinca y, en el otro, porel Alcanadre o el Formiga.

2.2. Morfología

El material cerámico que se recoge en una excavación frecuentemente está roto,de ahí la importancia de conocer la cantidad de elementos que constituyen cadaparte de la morfología54. Como es lógico, los valores más altos se corresponden con

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54 Recalcar nuevamente, que todos los fragmentos se han contibilizado de forma individual, con inde-pendencia de que constituyan una vasija, ya que el número que se ha podido reconstruir es unamínima parte en relación al volumen general de cerámicas. La tabla aparece en el Apéndice (pág.340).

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gón las paredes, superando en su mayoría el 50%, dando una idea clara de la dificultad

que supone su examen al estar tan fragmentados y con escasos elementos significa-tivos. El histograma, aunque ya se conocía la configuración, evidencia el conjuntode materiales que se ha manejado.

Los bordes, en general, no sobrepasan el límite del 23%, únicamente enGabasa 3a, Els Secans y en el nivel c1 de Costalena se amplía hasta el 27,27; 40 y46,66% respectivamente. A pesar de este valor tan bajo, ocupan el segundo lugar enimportancia, tanto por la información que aportan sobre las características de lasvasijas como por ser el segundo elemento en volumen de piezas.

Los cuellos, al igual que los fondos, están menos representados. Hecho lógicoal constituir una parte más pequeña no siempre presente en las vasijas, pero tam-bién por la fragmentación y su propia morfología que, a veces, lleva a confusionescon otros fragmentos. La elevada cifra de paredes tiene una explicación sencilla alcomponer el área más grande de los recipientes y, por tanto, el que produce máspiezas al romperse. La diferenciación entre unos y otros se complica cuando, ade-más, no se poseen sólo los fragmentos de una vasija sino de muchas, por lo quegeneralmente las formas que se pueden llegar a reconstruir son muy pocas.

Las suspensiones también presentan bajas frecuencias, llegando incluso a sernulas en Gabasa 3b, Els Secans, Botiquería del Moros y los Panizales. Estos yaci-mientos tienen pocos fragmentos por lo que la probabilidad de que entre ellos exis-tieran elementos de prehensión era mínima, a lo que hay que añadir que la canti-dad de suspensiones que pueden aparecer en una cerámica es simpre reducida, yque al ser una parte añadida a la vasija se rompe y pierde con mayor facilidad.

A pesar de todo ello, globalmente, la disparidad entre los asentamientos esínfima y está, en parte, determinada por el volumen de material encontrado. Conlos análisis siguientes se podrá especificar mejor estas posibles divergencias.

• • Manteniendo el orden morfológico, los bordes son el primer elemento aanalizar55. Los bordes redondeados son los únicos presentes en todos los yacimien-tos sin excepción, poseyendo la mayoría los porcentajes más altos en comparacióncon el resto, sobre todo, con los apuntados que están poco, como en el área bajoa-ragonesa56, o nada representados. Aun con todo varios yacimientos presentan diver-gencias, así en el nivel a+b de Costalena y en los Panizales los bordes planos yredondeados se equiparan, mientras que en Remosillo, las Brujas, Gabasa 2a, 2b y,el nivel c1 de Costalena, el predominio es de los planos.

En conjunto las orientaciones57 de los bordes muestran cómo la recta es sinlugar a duda la más habitual, si bien en algunos casos está muy próxima a las otrasdos. Solamente en el Remosillo, Gabasa 3a, el nivel a+b y el c1 de La Costalena pre-domina la dirección reentrante, y en el nivel c genérico de este último abrigo la ten-dencia es saliente. Es necesario volver a especificar aquí que se hace referencia a launión del labio con el cuello o el cuerpo, por lo que a veces no tiene por qué coin-

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55 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 340).

56 En donde no superan el 7% en caso de que estén representados, si exceptuamos el 33,33% del nivelc de la Costalena pero que corresponde a 1 fragmento. En el área oscense no superan el 15,29% delnivel 1b de Chaves.

57 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 340).

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cidir con la angulación o morfología general de la vasija de la que se hablará pos-teriormente.

Dentro de los yacimientos que proporcionan bordes planos58 es incuestiona-ble, con unos porcentajes entre el 66 y 100%, la supremacía de los denominadoscon el mismo nombre, exceptuando en el c superior del Pontet donde prevalecenlos engrosados al exterior. A pesar de que la orientación de los mismos es más hete-rogénea, se puede hablar de una cierta preferencia por las formas rectas59. Pero tam-bién hay yacimientos que muestran deferencia por la tendencia reentrante como elRemosillo, Huerto Raso, Gabasa 3a, El Torrollón I, el nivel a+b y c1 de La Costale-na60; mientras que otros como Gabasa 5, la cueva del Forcón y las Torrazas61 por latendencia saliente aunque siempre con valores próximos a los rectos.

Con mucha menor representación los bordes planos-engrosados al exteriorocupan el segundo lugar en este grupo. La orientación vertical sigue siendo la mássignificativa aunque compartiendo, algunas veces, valores con la reentrante comoen La Miranda, Gabasa 2b y el nivel c superior del Pontet62. Sin embargo se vuelvea encontrar yacimientos que no responden a este esquema: en Gabasa 2a, el nivel bdel Pontet y los Panizales sólo aparece la orientación saliente.

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58 Están ausentes este tipo de bordes en Gabasa 3b, nivel c genérico de La Costalena, c inferior delPontet y en Botiquería.

59 Los valores van desde el 0% de Gabasa 3a, Torrollón I, Costalena a+b, o el 14, 28% del Forcón hastael 83,33% de Alonso Norte, 85,71% de las Brujas o el 100% de Pontet c superior y Els Secans.

60 Los porcentajes respectivos son: 60%, 75%, 100%, 100%, 85,71% y 71,42%.

61 Los valores para cada uno son: 50%, 57,14% y 50%.

62 Los porcentajes de la orientación reentrante en estos yacimientos son: 38,46%, 50% y 100%.

Morfología de los bordes

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Los escasos bordes planos-engrosados al interior aparecen en cuatro yacimien-tos y la orientación es eminentemente recta. Esta mínima representatividad tam-bién se encuentra en los bordes planos-biselados. El bisel externo tan sólo se hallaen la cámara superior de Olvena con un fragmento recto, por lo que carece de sig-nificación. La tónica general no se modifica en los bordes planos con bisel interno,es decir, las frecuencias más elevadas son para la tendencia recta63, pero en las Brujasy en Gabasa 2b ésta se transforma en reentrante. Solamente hay un fragmento de lacámara superior de Olvena en el que la orientación es saliente.

Entre los bordes redondeados domina mayoritariamente la primera categoría.Las Brujas, Gabasa 3a y Els Secans no mantienen el mismo esquema, alterándolo enfavor de los engrosados o biselados al exterior. El segundo tipo en importancia loconstituyen los engrosados al exterior que, aunque en algunos casos poseen valoresa tener en cuenta, no se aproximan lo suficiente como para considerar este hechomuy significativo.

La orientación de los primeros indica una preferencia clara por los bordes rec-tos64. En cambio, se manifiesta una mayor ambigüedad en los bordes redondeados-engrosados al exterior, diferenciándose por un lado el dominio de la posición ver-tical en el Forcón, la Puyascada, Huerto Raso, nivel superficial de Chaves, cámarasuperior de Olvena, Gabasa 5, nivel a+b y c2 de La Costalena, nivel 8 de Botiquería,los Panizales y Alonso Norte; por otro la reentrante en el nivel 1a y 1b de Chaves,Gabasa 2b y 3a y las Torrazas; aisladamente el nivel b del Pontet y la Miranda eli-

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63 Los valores más altos los poseen la Puyascada, La Miranda, Gabasa 2b, el nivel a+b de Costalena yAlonso Norte con el 100%.

64 Los porcentajes van desde el 0% de Gabasa 3a, nivel c1 de Costalena; 28, 57% de a+b de Costalenahasta el 100% del Remosillo, la cámara inferior de Olvena, Torrollón I, nivel c inferior del Pontet,Secans, nivel 6 de Botiquería y los Panizales.

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gen la tendencia saliente65. En el resto de los asentamientos concurren varias deellas. Los bordes redondeados-engrosados al interior son escasos pero en todos ladirección es exclusivamente recta.

Los bordes redondeados con bisel externo comparten las trayectorias reentran-te y recta alternamente, excepto en el nivel c1 de La Costalena donde sólo está repre-sentada la saliente. Vuelve a ser la orientación recta la más importante entre los bor-des redondeados con bisel interno, aunque en el nivel superficial y 1b de Chaves seinclinan por la reentrante (en torno al 50%), en Gabasa 2b se equipara a la salien-te y en las Torrazas el único fragmento presente es también saliente.

El último grupo es el de los bordes apuntados66, que a pesar de ser el menosutilizado es el más variado. Si bien se puede plantear una cierta hegemonía de losapuntados ésta, en algunos casos, debe trasladarse a los biselados al interior. En elanálisis de este último tipo hay que tener en cuenta que está representado mayori-tariamente por un único fragmento, por lo que su interés es relativo. La orientaciónes muy heterogénea apareciendo valores altos en todas las categorías67.

Lo mismo sucede en cuanto a las orientaciones, ya que aunque prevalece, encierto modo, la recta se combina con la reentrante y saliente68. Los bordes apunta-

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65 En cada uno de los grupos la orientación preferente supera el 50%.

66 Son muchos los yacimientos que carecen de este tipo de bordes: Gabasa 3a y 3b, el Torrollón I, losniveles c1 y c2 de Costalena, el nivel b y c inferior del Pontet, Secans, Botiquería, las Torrazas yAlonso Norte.

67 Los máximos porcentajes (100%) de la orientación reentrante se encuentran en el Remosillo,Gabasa 2a y Panizales; de la orientación saliente en Huerto Raso y c superior del Pontet; y de la rectaen el nivel superficial de Chaves, el 87,5% de la Miranda o el 85,71% de la cámara superior deOlvena.

68 La orientación recta posee porcentajes del 100% en Forcón, la cámara inferior de Olvena, las Brujasy el nivel a+b de Costalena. La reentrante en Forcas II y Gabasa 2b. La tendencia saliente en Gabasa5, el nivel c genérico de la Costalena y con el 62,5% en la Miranda.

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dos de bisel externo aparecen exclusivamente en los niveles 1a y 1b de la cueva deChaves con una dirección eminentemente recta.

La información que aportan los bordes se completa con algunos datos decarácter tipométrico. Los diámetros69 no indican un intervalo prevalente, sino quese reparten entre los 10 y 25 cm. Estos valores ocupan los tres primeros lugares encasi todos los yacimientos, aunque el orden varía. Al igual que en otras ocasiones,vuelven a ser las Brujas, Forcas II y los Panizales los que no se ajustan al modeloinclinándose por un intervalo mayor.

Otra excepción la constituyen la Puyascada, el nivel 1a de Chaves, Gabasa 2by la cámara superior de Olvena al poseer valores en la amplitud más pequeña (0 a5 cm). El número de vasijas es reducido, ya que un diámetro tan pequeño no sueleser habitual puesto que éste determina su uso e, incluso, su fabricación para unafunción muy concreta. Los más grandes, es decir el intervalo de 35-40 cm, los halla-mos en la Miranda, el nivel 1a y 1b de Chaves, Gabasa 2a, Forcas II y el nivel b dePontet, pero el porcentaje o el número de fragmentos es mínimo. Esto coincide, porotro lado, con la escasa representatividad de las orientaciones salientes, ya que éstasson las que pueden dar mayores diámetros al borde.

Las frecuencias más significativas de los grosores máximos70 están en torno a:0,3-0,6 y 0,6-0,9 cm, aunque las Brujas y el Torrollón I amplían las medidas hasta1,2 cm (superando el 44%). En este yacimiento se relaciona con la funcionalidadpropuesta para las vasijas, ya que un recipiente de almacenaje por regla generalposee unos grosores superiores a los del resto. En cambio, para el primero hay querecurrir a lo revuelto que está el material. Por otro lado, destacan algunas cerámicasde La Puyascada que alcanzan los 3,6-3,9 cm, teniendo que hablar con toda proba-bilidad de recipientes de contención o almacenaje.

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69 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 341).

70 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 341).

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gónLos grosores mínimos71 presentan la misma amplitud, aunque existe una lige-

ra preponderancia de los más pequeños (0,3-0,6 cm). Como es lógico, se produceun aumento de los asentamientos que tienen una mayor frecuencia en este interva-lo, manteniéndose como excepción los mismos yacimientos con los valores másaltos. En cuanto a los bordes de los que, por su fragmentación o por su mala con-servación no se ha podido tomar las dos medidas, poseen los mismos espesores quelos grupos anteriores: dominio de los grosores comprendidos entre 0,3 y 0,9 cm.

Otro apartado importante en la descripción de los bordes en relación con laforma de la vasija es la angulación, de la que hablaremos al final de este apartado,con la morfología general.

• • En el análisis de la morfología de los cuellos hay que tener en cuenta, comoya se ha dicho, que las condiciones de fragmentación del material han dificultadoenormemente la definición de alguno de los tipos. A pesar de este problema, esdecir aunque pueda existir alguna descripción errónea, por el volumen de materialestudiado las conclusiones no sufrirían modificaciones significativas.

Están claramente dominados por la forma cóncava, salvo en el nivel 6 deBotiquería, las Brujas y el Torrollón I que cambia a favor de los verticales, siendoéste a su vez el segundo tipo más representado. Se ha observado en los tres nivelesde Chaves un progresivo aumento del valor de los cuellos cóncavos en detrimentode los verticales72. No obstante, esta evolución cronológica no se ha comprobadotan claramente en el resto de los yacimientos, apareciendo porcentajes muy dis-pares.

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71 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 342).

72 Los cuellos cóncavos van desde el 30,27% del nivel 1b, pasando por el 42,60% en el nivel 1a y lle-gando al 58,82% del nivel superficial. Los verticales desde el 21,08% nivel 1b, 17,82% nivel 1a y9,41% del nivel superficial.

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Los cuellos oblicuos externos, que marcan la morfología exvasada de las cerá-micas, son los menos representados junto con los convexos, que únicamente sehallan en un porcentaje muy reducido en la Miranda, seguramente debido a lorevuelto que está el material. Como se ve en este apartado continúan las mismas ex-cepciones hasta ahora planteadas para el resto de las variables estudiadas.

Son muy pocos los casos en los que se conoce el diámetro73 de los cuellos, perose advierte que la amplitud más habitual es de 5 a 15 cm. En el nivel 1a de Chaveseste intervalo se incrementa hasta el de 25-30 cm, aunque parece excesivo para uncuello a no ser que el tamaño de la vasija sea muy grande. Al contrario de lo que sepodría suponer no son los diámetros más pequeños los más utilizados, ya que noexiste ni siquiera un fragmento entre de 0-5 cm. La apertura de este componentemorfológico viene determinada por la funcionalidad de las vasijas, puesto quedependiendo del contenido y su utilización éste deberá ser más grande o máspequeño.

Entre los porcentajes de los grosores máximos74 vuelve a prevalecer nitida-mente, aunque no con exclusividad, el intervalo 0,6-0,9 cm. En el Torrollón I pre-dominan las amplitudes 0,9-1,5 cm, pudiendo ser consecuencia del gran tamaño de

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73 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 343).

74 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 343).

Espluga de la Puyascada: nivel EI y nivel EIIb (BALDELLOU, 1987a).

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Cueva de Chaves: 1. nivel superficial; 2. nivel 1a; 3 a 5 nivel 1b (Museo de Huesca).

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las vasijas, ya que unas paredes muy finas en el cuello favorecen la aparición de grie-tas y resquebrajamientos. Si bien en apariencia el comportamiento de las frecuen-cias de los grosores mínimos es más homogéneo, también se producen las mismasvariaciones sobre todo en los yacimientos de la provincia de Zaragoza, donde alter-nan con el intervalo inferior y superior.

Llama la atención el hecho de que no se observen diferencias en los valores ele-gidos entre los grosores mínimos y máximos. Esto puede estar motivado por el sis-tema de fabricación, ya que los cuellos son una parte muy frágil en la vasija y esnecesario que ésta presente una gran uniformidad para evitar problemas tanto en elsecado y cocción como en el uso posterior.

Los grosores medios75 tampoco manifiestan divergencias significativas con loexplicado anteriormente. Sólo en el caso de Gabasa 5 los valores que priman estánentre 1,5-1,8 cm, pero al ser un único fragmento tampoco debe tenerse en conside-ración. En el resto de los asentamientos continúa, principalmente, la supremacíadel intervalo 0,3-0,6 y 0,6-0,9 cm.

• • El gran número de paredes analizadas muestran una dualidad en la elecciónmorfológica, ya que en la mayoría de los yacimientos las formas más representadasson la vertical y convexa. Esta preferencia es llevada al extremo en El Torrollón I concasi todos los fragmentos convexos y en Gabasa 2a y 3b y Els Secans con los verti-cales.

Las paredes oblicuo-externas, oblicuo-internas y carenadas son muy escasas,no llegando a superar el 10%. Las vasijas carenadas aparecen en dos grupos de yaci-mientos: el primero se define por las carenas curvas76, aunque con un porcentaje

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75 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 343).

76 La Puyascada, nivel superficial y 1b de Chaves, la cámara superior de Olvena y el nivel a+b de LaCostalena.

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I. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 147). II. Cueva de laMiranda (BALDELLOU y BARRIL, 1981-2). III. El Torrollón (REY y RAMÓN, 1992). IV. Cámarainferior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 162). V. Cueva 2b de los Moros(Gabasa). VI. El Pontet, nivel c superior (MAZO y MONTES, 1992). VII. Botiquería dels Moros,

nivel 6 (BARANDIARÁN, 1989). VIII. Abrigo de la Costalena.

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gón mínimo en relación al global (no llegan el 0,5%); el segundo agrupa parte de los

asentamientos con el estrato revuelto, que son los que han estado planteandoexcepciones hasta ahora77.

Tipométricamente los diámetros78 del cuerpo más habituales se encuadranentre los 10 y 20 cm, aunque en algunos yacimientos se incrementa hasta 35-40 cmcomo en El Torrollón I, en el nivel superficial y 1a de Chaves en los que la ampli-tud predominante es de 20-25 cm. Se observa una mayor variación en los interva-los elegidos, comparándolo con la uniformidad vista en los diámetros de otraszonas de la morfología, no sólo porque dominan los más grandes, hecho lógico alser el área más importante de un recipiente, sino por que existe una mayor diversi-ficación. Sin embargo la cantidad de fragmentos que poseen diámetro es muy redu-cida en relación al volumen de material que se ha estudiado. Por ello, las conclu-siones que se pueden deducir están evidentemente mediatizadas, a lo que hay queañadir la imposibilidad de obtener información de tipo funcional debido a la diver-sidad de valores. Salvando estas dificultades se advierten algunos datos significati-vos: El Torrollón I se relaciona con recipientes de almacenaje; en la Puyascada y enel nivel 1a de Chaves están representados los intervalos más pequeños, es decir,entre 0 y 5 cm. Estos diámetros tan reducidos determinan sin lugar a dudas el usode las cerámicas, ya que la capacidad para ser contenedores es mínima, por no decirnula, y la posibilidad de ser útiles parece poco factible por lo que debería buscarseuna función ritual, decorativa o lúdica sin olvidar su posible utilización como con-tenedores de algún elemento especial, como ocurre con las botellitas con ocre delárea valenciana (BERNABEU, 1989: 50). En nuestros ejemplares no se han encontra-do evidencias que lo confirmen, no así en otras vasijas pero morfológicamente sólouna se puede incluir en esta tipología.

Al igual que ocurría en los cuellos, los porcentajes más elevados entre los gro-sores máximos79 de las paredes están en los intervalos 0,6-0,9 y 0,9-1,2 cm. Enpocos casos cambian a favor de otros más pequeños (0,3-0,6 cm), pero puede serproducto del cuidado por igualar la unión de los colombins. A lo que habría queañadir la fragmentación del material, por lo que no se puede descartar la presenciade vasijas de reducidas dimensiones. Por el contrario, en los grosores mínimos sí seproduce una modificación. El espesor más respresentado es de 0,3-0,6 cm, aunqueen algunos sea más importante el intervalo 0,6-0,9 cm. Estas variaciones numéricasvienen determinadas principalmente por la técnica de fabricación utilizada, puestoque, como se ha comentado en el capítulo de metodología, existen algunos siste-mas como el de los colombins que al unirlos producen claras disminuciones del gro-sor de la pared, o con el estiramiento, en el que el reparto de la pasta de arcilla porel cuerpo de la cerámica no se realiza de forma homogénea.

Son escasas las veces en que aparecen las amplitudes más elevadas, que po-drían dar una idea de la cantidad de vasijas de gran tamaño o grandes contenedo-res. En general, los espesores no sobrepasan el intervalo 1,5-1,8 cm. Tan sólo en la

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77 Únicamente La Miranda y las Torrazas poseen los dos tipos de carena. En Gabasa 2a, 2b, 3a y 5 tansólo están reperesentadas las carenas rectas, mientras que en Remosillo (5,68%), las Brujas (1,63%)y Gabasa 3b (7,69%) encontramos carenas curvas con porcentajes que superan amplimente losvalores establecidos para el primer grupo.

78 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 344).

79 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 344 y 345).

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I. Gabasa 2a. II. Cueva de la Miranda. III. Cámaras superiores de Olvena. IV. Espluga de la Puyascada (EI, EIIa, EIIb).

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gón Puyascada, el nivel 1a de Chaves y Gabasa 2a encontramos valores entre 1,8 y

2,1 cm. Es en esta primera cueva donde, además, se ha localizado un fragmento enel intervalo 3,3-3,6 cm. Por otra parte y en base a la información aportada por lascerámicas de El Torrollón I, queda patente que los grosores no tienen por qué sertan elevados y pueden estar dentro de las frecuencias utilizadas para el resto de lasvasijas. Por eso las paredes más gruesas de la Puyascada quizá habría que incluirlasen otro contexto. Entre los grosores mínimos vuelve a ser este yacimiento el queposee los valores más altos. El resto no supera los intervalos de 1,2-1,5 y 1,5-1,8 cm,aunque como es lógico poseen unos porcentajes muy pequeños. Los grosoresmedios mantienen la tónica general: supremacía del intervalo 0,6-0,9 cm.

• • En contra de lo que se podría suponer en los fondos se observa una granvariedad. Si bien se puede plantear una cierta preferencia por los fondos convexos,hay que tener en cuenta el escaso número de los mismos y las dificultades para suidentificación, a las que ya se ha aludido largamente.

Los fondos planos, aparecen no sólo en los asentamientos que plantean pro-blemas cronológicos sino en casi todos80. Por el contrario son muy pocos los asen-tamientos que tienen fondos umbilicados, sobre todo porque no son propios de laépoca que se estudia. Su escasa presencia confirma la mezcla de materiales de dis-tintas cronologías. La misma causa habría que aplicar a la asusencia total de fondoscóncavos, ya que sólo aparecen en las Torrazas pero con un único fragmento.

Los fondos convexos son los más habituales, llegando a ser incluso los únicospresentes. Sin embargo, algunos asentamientos carecen de este tipo y habría que recu-rrir, por un lado a la misma explicación que se ha planteado para la escasez de fon-

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80 Los valores más elevados los encontramos en La Miranda, las Brujas, la cámara superior de Olvena,Gabasa 2a, 2b, 3a, 5 y las Torrazas, siendo en algunos de ellos los únicos fragmentos.

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I. Pontet (n.º 1 Mazo y Montes, 1992). II. Los Panizales. III. Alonso Norte. IV. Abrigo de laCostalena. V. Las Torrazas.

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gón dos y, por otro, podría ser que realmente que no existieran y por eso no aparezcan.

Además hay que tener en cuenta que, en algunos de éstos, la cantidad de material esmuy reducida.

Los fondos apuntados son la última forma establecida y solamente en dos casos(el Forcón y El Torrollón I) se convierte en la única categoría. En el resto no se puededecir que los porcentajes sean muy elevados, incluso en algunos es nulo su valor.Estos bajos porcentajes contrastan con la suposición habitual que ha consideradoeste tipo de fondos como característicos de las cerámicas del Neolítico Antiguo.

La diferencia entre los intervalos de los diámetros81 de los fondos se han redu-cido a 2 cm, puesto que debido a su morfología una medida mayor no marcaríabien las características. Para los fragmentos apuntados se han tomado las medidasa un centímetro del plano de contacto con la superficie horizontal.

No existe una uniformidad marcada, aunque sí se establece un cierto predo-minio entre los 4 y 8 cm. En algún caso, los porcentajes más elevados están entre 8y 10 cm, como en la Puyascada, La Miranda, Gabasa 2a, 5 y las Torrazas, si bien lessiguen en importancia los intervalos anteriores. Los diámetros más grandes, es decirque superan los 16 cm, coinciden con asentamientos que poseen fondos planos. Lomás habitual es que el diámetro no sea mayor a 14 cm, porque aunque no parecehaber un predominio claro de una categoría sí hay muchos convexos y apuntados.Como es lógico, por razones principalmente de estabilidad y manejabilidad, éstosno deben alcanzar valores muy altos, ya que imposibilitarían mantener la vertical yel contenido se derramaría.

En los grosores máximos82 se ha producido un aumento pero no de forma con-siderable. Existe una cierta preferencia por el intervalo 1,2-1,5 cm aunque compar-tido en muchos casos con 0,9-1,2 cm. A veces, como en el nivel 1a de Chaves o enlas Torrazas, los valores más altos los posee el intervalo 1,5-1,8 cm, sin excluir elresto de las medidas.

En los grosores mínimos los más representados aparecen entre 0,3 y 0,9 cm, esdecir, mantienen el esquema general del cuerpo, ya que la separación entre la paredy el fondo, en muchos casos, sobre todo en los apuntados o convexos, no es tannítida como ocurre en los planos. Igualmente, hay que tener en cuenta que se pro-duce una disminución del grosor del fondo al unirse con el cuerpo y, por tanto, enesta zona los espesores de ambos serán iguales. Los grosores medios siguen con losmismos valores que se han visto hasta ahora, si bien en algún caso se incrementanhasta el intervalo 0,9-1,2 cm.

• • Las suspensiones son el último elemento morfológico por analizar. A pesardel amplio espectro representado se puede plantear que el elemento más utilizadoen la mayoría de los yacimientos es el asa de cinta. Igualmente alto es el uso de lacategoría definida como arranques, en la que se han incluido todos los elementosrotos de los que no se podía obtener toda la información necesaria, mientras quelos menos empleados son los mangos y lengüetas.

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81 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 346).

82 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 346).

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I. Chaves nivel superficial. II. Chaves nivel 1a. III. Chaves nivel 1b.

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Tan importante como el tipo de suspensión es el lugar elegido para su colocaciónen la vasija. Sin duda en todos los asentamientos la ubicación más normal es el cuerpo,pero también destacan algunos valores que ofrecen otras situaciones como el borde oborde-cuerpo. El yacimiento que manifiesta una mayor variación, en consonancia conla variabilidad de los elementos de prehensión, es la cueva de Chaves. Las zonasmenos elegidas para colocar estos elementos, como es lógico, son todas las relaciona-das con el cuello, seguramente motivado por su carácter práctico, ya que ambas sonlas partes más débiles de la vasija y si las unimos para ejercer en ellas una presión, laprobabilidad de que se rompan es muy alta. También puede ser ésta la causa porla que prefieren prolongarlas hasta el cuerpo, que suele ser más consistente.

Entre los rasgos que definen las suspensiones uno de los más significativos essu sección, siendo las más habituales: semicircular, elíptica, circular y cónica; a dife-rencia de la triangular, cuadrada y bilobulada que casi no aparecen. Iremos especi-ficando más al hablar de cada elemento de prehensión.

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I. El Torrollón. II. Cámara inferior del Moro de Olvena. III. Cámaras superiores del Morode Olvena (BALDELLOU y RAMÓN, 1995: 153-4).

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En cuanto a la orientación83 se reparten los valores más altos entre la horizon-tal y la vertical, ya que son las dos formas más adecuadas para la tarea propuesta. Apesar de ello hay yacimientos que poseen una orientación oblicua, lo que obliga acuestinar su funcionalidad. Además, hay que destacar la gran cantidad de elemen-tos de los que se ignora su posición, no porque estén rotos sino porque el frag-mento en el que se encuentran no posibilita su definición.

En muy pocos yacimientos los mamelones ocupan el primer lugar84 y en elresto de los asentamientos no sobrepasa el 20% del global o incluso no aparecen,como en los yacimientos de la provincia de Zaragoza y Teruel, excepto las Torrazas,este elemento está ausente. La sección más habitual es la cónica, si bien hay unagran diversidad, sobre todo en La Miranda y en los niveles 1a y 1b de Chaves. Encuanto a la situación se localizan mayoritariamente en el cuerpo, aunque algunosprefieren el borde85, en posición horizontal, excepto en la cámara superior deOlvena donde prima la oblicua, pero con valores muy próximos a la horizontal86. Aveces aparecen, aunque menos, de forma vertical.

Las asas circulares no están presentes en todos los yacimientos y cuando apa-recen no sobrepasan el 25% del conjunto87. Obviamente la sección circular es la

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83 La orientación de los pezones o botones y de las perforaciones no se ha incluido, puesto que conun único elemento no se pueden orientar. Tan sólo cuando estos constan de más de un elemento síse han incorporado.

84 Son los más representados en el Forcón, Huerto Raso, Gabasa 2a, 2b y las Torrazas.

85 Los porcentajes en el cuerpo van desde el 14,28% del Forcón o el 45,45% de la Miranda, hasta el100% de Huerto Raso, nivel superior de Chaves, cámara inferior de Olvena y las Torrazas. Los por-centajes en el borde son 85,71% en el Forcón, 54,54% en la Miranda y 50% en Gabasa 2a.

86 Los valores de la posición horizontal sobrepasan el 33,33% de la cámara superior de Olvena.

87 Se hallan en La Espluga de la Puyascada, en los tres niveles de Chaves, la cámara superior del Morode Olvena, Gabasa 5 y Alonso Norte.

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I. Espluga de la Puyascada, niveles EIIa, sup. y EIIb (BALDELLOU, 1987a). II. El Forcón. III. La Miranda (BALDELLOU y BARRIL, 1981-2). IV. Forcas II.

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I. Pontet: nivel b, c superior e inferior (MAZO y MONTES, 1992). II. Abrigo de la Costalena:nivel rev., c1 y c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b). III. Alonso Norte (VVAA, 1989). IV. Chaves

nivel superficial (BALDELLOU y RAMÓN, 1995 y Museo de Huesca).

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gónmás corriente pero también utilizan la semicircular, elíptica y, sólo en un caso, la

triangular. Todas ellas se ubican en el cuerpo de los recipientes88 y aunque se des-conoce la orientación en la mayoría de los casos en los que la tenemos predominala vertical89.

Las asas con apéndice, con cuyo término no se hace referencia a las más cono-cidas de la Edad del Bronce, aún aparecen en menos casos90. En general el apéndiceconsiste en un pequeño botón incorporado en el extremo inicial o final del asa. Lasección empleada no es homogénea, variando entre la circular, semicircular y elíp-tica. Al igual que en el caso anterior se sitúan en el cuerpo, aunque en el nivel 1b deChaves también aparece en el borde-cuello y cuello-cuerpo (con el 20% cada una).Las características morfológicas de este tipo de asas obligan a una posición verticalde las mismas, máxime si se considera que el apéndice además de poder ser un ele-mento decorativo tiene una utilidad concreta.

Las asas de cinta son las más utilizadas, sin llegar a ser motivo suficiente paraque aparezcan en todos los yacimientos. Resalta sobre manera su ausencia en losasentamientos de la provincia de Teruel, excepto en Alonso Norte. Si bien se debematizar este hecho, ya que la fragmentación del material puede haber imposibili-tado su reconocimiento y, por tanto, haber sido incluidas en el grupo de los arran-ques. En los asentamientos en los que están presentes, bien poseen los mayoresporcentajes o bien comparte los primeros lugares con otra categoría, casi siemprecoincidiendo con los arranques. Al ser la más numerosas también es la que ofre-ce una mayor variedad en las secciones. Existe una elevada preferencia por la sec-ción rectangular, pero también son muy corrientes las semicirculares y elípticas y,en menor medida, las circulares, bilobuladas y triangulares, que con escasos valo-res se encuentra en bastantes yacimientos. Incluso, en los niveles 1a y 1b deChaves, aparece una sección poco habitual como es la cuadrada. Llama la aten-ción cómo el Forcón, la Puyascada, la Miranda y el nivel superficial de Chavesposeen las mismas secciones: rectangular, elíptica, semicircular y bilobulada. Sepodrían incorporar a este grupo los otros dos niveles de Chaves pero con mayordiversidad. Igual que el resto de las asas (sin contabilizar el elevado número deasas de las que se desconoce su orientación y situación) se localizan mayoritaria-mente en el cuerpo de forma vertical91, pero a veces están presentes en el borde,cuello, borde-cuello o en el cuello-cuerpo en porcentajes muy reducidos92. Lo

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88 Los porcentajes van desde el 66,66% hasta el 100%.

89 Los valores de la orientación vertical van desde el 20% del nivel superficial de Chaves hasta el 100%del nivel 1b de la misma cueva.

90 Únicamente se encuentran en La Miranda y los tres niveles de Chaves.

91 Los porcentajes de la situación en el cuerpo van desde el 50% de Gabasa 2a hasta el 100% de ForcasII, la cámara inferior y superior de Olvena, el Torrollón, el nivel c genérico de la Costalena, el nivelb y c inferior del Pontet. En algunos yacimientos el cuerpo no presenta ningún valor, ya que no seha podido determinar que la posición exacta de las asas fuera la pared: el Remosillo, las Brujas,Gabasa 3a y 5, el nivel c superior del Pontet y Alonso Norte. En cuanto a los valores de la orienta-ción vertical van desde el 7,27% del nivel 1a de Chaves o el 14,89% del nivel superficial en la mismacueva, hasta el 100% de Forcas II, la cámara inferior de Olvena, las Brujas, el nivel c genérico de laCostalena y el nivel b del Pontet. No hay que olvidar que en muchos casos los valores más altos losposeen las asas de las que desconocemos su orientación.

92 Como en la Puyascada (8,33% borde y 4,16% cuello-cuerpo), La Miranda (8% borde y 4% borde-cuerpo), el nivel superficial (2,18% cuello-cuerpo) y 1b (2,5% borde, 5% borde-cuerpo y cue-llo-cuerpo) de Chaves y el nivel c superior del Pontet (100% borde-cuerpo con un sólo fragmento).

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mismo ocurre con la posición en el recipiente, variando entre la horizontal y laoblicua93.

En comparación con las demás categorías las perforaciones son mucho menoscomunes, estando ausentes en todos los asentamientos de Zaragoza y Teruel. Nosuelen poseer unos porcentajes elevados, quizá los únicos casos significativos sonlos niveles 1a y 1b de Chaves y la cámara superior de Olvena (donde superan el20%). En contra de lo que se podría suponer no muestran la sección cónica, máscorriente en las perforaciones de lañado, sino que predomina la circular y elípticacon rebabas que indican su fabricación con la pasta todavía blanda. En relación asu situación en los recipientes, se produce un cambio respecto a los anteriores: siguesiendo el cuerpo una de las partes más usadas, pero algunos prefieren otras zonascomo el cuello94, posiblemente debido a razones de tipo funcional para favorecercon ello la misión que deben desempeñar.

Los botones también son un tipo poco representado, incluso en menor núme-ro que las perforaciones, ya que en casi todos los casos es inferior al 25%. Las sec-ciones muestran una mayor homogeneidad, las más usuales son cónica y semi-

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93 Por ejemplo en el nivel 1a de Chaves (9,09% horizontal y 10,90% oblicua) y la cámara superior delMoro de Olvena (4,16% horizontal y 12,5% oblicua).

94 Los porcentajes del cuello son: el 20% de la cámara superior de Olvena, el 31,25%, 51,85% y 51,56%respectivamente de los tres niveles de Chaves. En los demás yacimientos el cuerpo posee valores del100%.

Cueva de Chaves, nivel 1a (n.º 1 a 3 Museo de Huesca).

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góncircular. Hay que destacar que en los niveles 1a y 1b de Chaves, como ocurre con

casi todos los elementos, la variación en las secciones es mucho mayor. En cuantoa la situación vuelve a ser el cuerpo la zona preferida si bien en algún caso seamplía, sobre todo al borde95.

Los mangos tan sólo aparecen en el nivel 1a y 1b de Chaves con sección circu-lar. Lo único que se conserva de estas suspensiones es el extremo final, por lo queen ningún caso se puede decir cómo y en qué parte de las vasijas se ubicaban, peronormalmente es de forma horizontal y en el cuerpo. La carencia de estos elementosen el resto de los yacimientos no sólo hay que atribuirla a que no existieran sinotambién a que su posibilidad de conservación es menor.

Las lengüetas son elementos poco usuales, no sólo por los escasos yacimientosque los poseen sino por los bajos porcentajes que suponen en relación al conjun-to, puesto que no sobrepasan el 10% en Huesca, llegando en el resto únicamente al33,33%. La sección más frecuente parece ser la semicircular, aunque también hayque considerar, en menor medida, la cuadrada, cónica, rectangular y elíptica. Lamayor diversidad vuelve a estar en Chaves. No se producen alteraciones en cuantoa su localización en los recipientes, pero sí en la orientación puesto que su posiciónmás corriente es horizontal96. Ésta parece la más adecuada por su morfología al faci-litar, en comparación con la posición vertical, la prehensión del recipiente con losdedos.

Quedan dos tipos de asas de las que no se ha hablado y cuya representaciónes bastante reducida. La primera es el asa tuneliforme, que tan sólo se han encon-trado en el nivel 1a de Chaves y en la cámara superior del Moro de Olvena. A pesarde los pocos fragmentos no existe homogeneidad en las secciones, ya que en la pri-mera cueva son rectangulares y elípticas y en la segunda circulares. Continúan enuna posición vertical u horizontal en el cuerpo. Las segundas o asas compuestassólo aparecen en el nivel 1a de Chaves, con sección semicircular y rectangular.Se sitúan en el cuerpo y, el único caso que permite su identificación, de forma ver-tical.

El último elemento que compone esta variable es el de los arranques. La infor-mación que aportan es escasa, por lo que exclusivamente se va a comentar la situa-ción y la orientación. Respecto a la primera variable no se producen modificacionesdel esquema general, la mayoría se localizan en el cuerpo97. En algún caso, losmenos, ésta se amplía al borde, borde-cuello, borde-cuerpo y cuello-cuerpo98. Por

127

95 Los porcentajes del cuerpo van desde el 33,33% de la Puyascada o el 37,5% del nivel 1a de Chaveshasta el 100% del nivel superficial de Chaves, Gabasa 5 y las Torrazas. Los porcentajes del bordevan desde el 12,90% del nivel 1b de Chaves hasta el 100% de la cámara superior de Olvena yGabasa 2a.

96 Los porcentajes del cuerpo van desde el 87,5% en el nivel 1a de Chaves al 100% del resto. La orien-tación horizontal va desde el 50% de la Miranda y nivel superficial de Chaves hasta el 100% del nivelc1 de Costalena. En el único caso que aparecen en posición vertical es en el nivel a+b de Costalena(100%) y de forma oblicua en la Miranda (50%).

97 Los porcentajes van desde el 71,42% del nivel a+b de Costalena, 86,66% del nivel superficial deChaves, 89,47% de la Miranda, 92,30% de la cámara superior de Olvena, 97,67% del nivel 1b deChaves, hasta el 100% del resto de los yacimientos.

98 El valor más alto en el borde es del 7,69% de la cámara superior de Olvena, el resto de los porcen-tajes para cualquier situación son inferiores a este valor.

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Cueva de Chaves, nivel 1b (n.º 1 a 5 Museo de Huesca).

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gónlas características de los fragmentos se ignora su orientación, pero cuando esto no

ocurre suelen tener una posición horizontal o vertical99.

Finalmente la morfología de los recipientes cerámicos se complementa con lospitorros. Este elemento, que se ha incorporado dentro de la variable suspensiones,como ya se ha dicho conforma una parte de las cerámicas poco habitual. Los dosúnicos fragmentos que se conservan fueron localizados en la Espluga de la Puyas-cada, uno en superficie y el otro en el nivel EIIb. Ambos carecen de la unión con elresto de la vasija, pero por su forma lo más probable es que ésta se realizara hori-zontalmente en el cuerpo100.

• • Una vez finalizados todos los estudios parciales se ha llevado a cabo un aná-lisis factorial de correspondencias101, confirmándose las excepciones y característicasque hasta ahora se han visto. Los dos primeros factores explican el 38,26% de lavariabilidad total (factor 1: inercia 21,9%; factor 2: inercia 16,36%). Al igual queocurría en el estudio de la manufactura, se produce una concentración en torno aleje central tanto de las variables como de los yacimientos. De ambos, los que ejer-cen mayor peso en el eje 1 son las paredes oblicuo-externas (23,2%) y la cueva dela Miranda (21,4%), pero hay otros significativos, como los fondos planos (16,8%),el nivel 1b de Chaves (11,4%), el nivel b de Pontet (18,3%) y las Torrazas (17,3%).El eje 2 en cambio está definido por las paredes verticales (42,2%) y Gabasa 2a(32,7%).

Las variables menos representativas coinciden con las que se sitúan en laszonas exteriores del gráfico. Las más evidentes son las carenas, tanto curvas comorectas, bordes apuntados con bisel externo, asas compuestas, fondos umbilicados ycóncavos, es decir los que poseen valores más pequeños en el conjunto. A otro nivelmás próximo, por poseer un número mayor de elementos, aparece un conjunto devariables que casi forman una circunferencia en torno al eje central. Aunque notodas son lo suficientemente significativas como para influir de una manera decisi-va en la situación del grupo, favorecen la concentración en torno a ese punto.

Fuera del conjunto en el cuadrante superior izquierdo se encuentra El Torro-llón I. Su aislamiento viene determinado por el peso de los fondos apuntados y cue-llos verticales. Son los elementos definitorios del yacimiento y coinciden con las sal-vedades que se han estado planteando, por lo que parece evidente que las caracte-rísticas selectivas de su material no posibilitan de ninguna manera incluirlo dentrode uno de los grupos establecidos, pero todavía habrá que esperar al estudio de lasdecoraciones.

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99 Para la orientación vertical los porcentajes van desde el 2,32% del nivel 1b de Chaves hasta el 50%del nivel c2 de Costalena. Para la orientación horizontal van del 5,26% de la Miranda al 50% deGabasa 2b.

100 Podría incluirse dentro del grupo X. 2 de la tipología de Bernabeu (1989, 28) como vasijas con picovertedero sin asa pitorro, pero tampoco se puede desechar la posibilidad que responda al tipo decazoletas-pipas que aprecen en Arene Candide (BREA, 1946-5), o a los denominados biberones (Yac.Chateauneuf, ESCALÓN DE FONTÓN, M. 1971). Estos elementos, aunque de tipología algo distinta sonhabituales en otras áreas neolíticas como en Andalucía (NAVARRETE, 1976, Lám. XCIII, CXXXI, CCXX,CCLXVI, CCLXXIV, CCCXIV, etc; NAVARRETE et alii 1991...).

101 Al igual que en la manufactura se ha configurado con los recuentos globales y la transformación seha realizado con tres ejes, representándose gráficamente tan sólo los dos primeros. A pesar de quealgunos elementos ofrecen una pequeña contribución absoluta y relativa no han sido eliminados altener un mayor peso en el tercer factor.

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A pesar de la concentración se han establecido dos grupos que aportan infor-mación significativa. El primer conjunto está compuesto por la Miranda, elRemosillo, las Brujas, todas las cuevas de Gabasa, el nivel b y c superior del Pontet,Els Secans y las Torrazas. En general, son los yacimientos que producen mayoresexcepciones en cada uno de los estudios.

La asociación no tiene un carácter completamente homogéneo, lo que impli-ca que se deben detallar algunos aspectos. Quedan separados del conjunto, en elcuadrante inferior, Gabasa 2a y 3b y Els Secans ya que parecen ser los que menoselementos en común poseen con los demás yacimientos, probablemente por elescaso material encontrado. Por ello habrá que esperar al análisis de las decoracio-nes para establecer las posibles causas de su separación.

El resto se pueden considerar en conjunto, si bien no les influyen a todos lasmismas variables ni de la misma forma. La orientación saliente, los borde planos ylos cuellos cóncavos son las variables que los aglutinan, aunque alrededor existenotras categorías que fijarán de forma decisiva su posición.

El segundo grupo está compuesto por el resto de yacimientos. No obstante, nodeben considerarse iguales puesto que no poseen las mismas coordenadas y, portanto, tampoco características idénticas.

Es el propio eje horizontal el que permite dividir en dos este segundo conjun-to. El primer subgrupo (2a) está formado por la cámara inferior y superior del Morode Olvena, La Espluga de la Puyascada, el Forcón, el nivel superficial de Chaves,Botiquería, el nivel a+b y c1 de La Costalena y el nivel c inferior del Pontet. Lasvariables que han ejercido una mayor presión son: los bordes planos biselados alinterior, redondeados y apuntados, orientación recta, cuerpos oblicuos internos y

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gón convexos, asas de cinta y arranques. La mayoría poseen los porcentajes más eleva-

dos, por lo que se puede decir que están definidos por estos elementos, lo que nosignifica que el resto carezca de ellos o que su importancia global sea menor.

El segundo subgrupo (2b) lo componen Huerto Raso, Forcas II, el nivel cgenérico y c2 de La Costalena, Alonso Norte, Panizales y, el nivel 1a y 1b deChaves. Las variables que influyen de una forma más determinante en su ligeraseparación son la orientación reentrante, bordes redondeados engrosados al exte-rior y apuntados con bisel interno, cuello oblicuo-interno, paredes verticales y fon-dos convexos. Éstas no tienen por qué coincidir con los porcentajes más elevadossino que pueden poseer valores bajos, pero sobre todo distintos a los del resto delgrupo. Las dos últimas categorías son las que más han decidido la incorporaciónen esta asociación de Alonso Norte, los Panizales y el nivel c genérico de La Costa-lena.

En definitiva, se pueden establecer casi las mismas conclusiones que en el estu-dio de la manufactura. La concentración de los yacimientos en torno al eje centrallleva a plantear que las diferencias entre ellos todavía no son lo suficientementeacusadas, si bien continúan siendo los mismos asentamientos los que plantean sal-vedades y diferencias en el conjunto. Por tanto, es necesario esperar al estudio delas decoraciones y la relación de éstas con la morfología para desarrollar conclusio-nes concretas.

2.2.1. A modo de tipología

Un aspecto que se trata en todos los estudios cerámicos y, quizás, al que másatención se presta es el de la tipología. Como ya se ha reiterado ampliamente, elestado de fragmentación de los materiales que son el centro de esta investigaciónno favorece de ninguna forma el desarrollo de un análisis de estas características.Sin embargo se han realizado varios intentos, no siempre positivos, en esta direc-ción. Antes de exponerlos hay que comentar que siempre se ha tenido presente lanecesidad de establecer una tipología lo suficientemente objetiva que no sirvieraúnicamente para estos yacimientos, sino que pudiera emplearse de una manerapráctica en cualquier asentamiento neolítico. En este sentido se planteó la realiza-ción de análisis culster que agruparan morfológicamente la información que se haexpuesto. El estudio se realizó únicamente con los yacimientos de Huesca en nues-tra tesis de licenciatura (RAMÓN, 1992), y no se ampliaron a las otras dos provinciaspor los problemas surgidos.

• • El primer análisis cluster se ha realizado con los fondos102. El reducido núme-ro de ellos en Huesca ha facilitado la creación de un único dendrograma para todoslos fragmentos que poseían las tres medidas y el diámetro. Este hecho ha permiti-do establecer una tipología en la que se ha tenido presente el escaso número defragmentos y, por tanto, la posibilidad de que existan otras formas que no se han

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102 Se ha llevado a cabo con unos índices que miden la distancia de la pared exterior al plano horizontalen que se apoya la vasija. Se han tomado tres medidas, la primera a 4 cm del eje central del fondoy las otras dos a un centímetro cada una, confeccionando así el perfil del mismo. En el análisis nose han excluido los fondos planos cuyos valores en los tres puntos es 0, por poseer un diámetro muygrande, ya que constituyen un grupo aparte que podría distorsionar el análisis.

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Dendrograma de los fondos de

todas las cuevas

CriterioCluster

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gónconservado. Se ha construido con 42 fragmentos103 utilizando la distancia Euclídea

para la agrupación y el criterio cluster para las subdivisiones (WHALLON, 1990, 1-3).

El criterio cluster muestra una gran homogeneidad si bien se puede plantearuna ruptura en el paso 5, a un nivel de similitud de 1.950, que aúna el 82,14% delos nudos. Éste agrupa los fragmentos en cinco conjuntos morfológicos. En el pri-mero se aglutinan los fondos planos, aunque se ha producido la incorporación, auna considerable distancia del resto, de un fondo apuntado de la cámara superiorde Olvena (pág. 115). La unión de estos dos tipos tan distintos parece ser debida alas propias características del fragmento apuntado, sobre todo en las dos últimasmedidas, cuya trayectoria se relaciona más con los fondos planos que con el cuartogrupo, que es donde se incluye el otro fondo cónico del estudio.

Los otros cuatro grupos se caracterizan por tener una morfología similar, sudiferenciación viene marcada por una mayor o menor separación de la línea 0 en elprimer índice. Todos ellos se pueden considerar convexos, aunque con matizacio-nes. El segundo grupo, con un valor en el primer punto de 0,10, es el más próximoa los fondos planos, lo que determina una mayor amplitud de diámetro del fondo,consiguiendo así una gran estabilidad de la vasija. La unión con el cuerpo se pro-duce en un plano muy inclinado, favoreciendo el incremento del volumen del cuer-po desde la zona más baja del recipiente (ver gráfico perfiles).

El tercer grupo tiene una mayor separación entre el eje del plano y el perfil delfondo, ya que el primer punto se encuentra entre los 0,19 y 0,22 cm. La zona decontacto con el resto de la cerámica es más curva, por lo que el perfil es claramen-te semicircular. El área más grande del cuerpo (diámetro máximo) se sitúa en unazona más elevada en comparación con el grupo anterior.

El quinto conjunto estaría compuesto por los fondos verdaderamente conve-xos, puesto que todo el perfil es marcadamente globular. Se engloban los fragmen-tos cuyo primer índice está en torno a 0,25 y 0,40 cm. El diámetro más amplio secorrespondería con la zona de contacto entre el fondo y el cuerpo, a la altura deltercer índice, ya que la pared tiende a ascender a partir de este punto de forma máso menos vertical. La base de estos recipientes comienza ya a tener problemas paramantener la estabilidad, porque la superficie sobre la que se apoya es más reducidaque en los casos anteriores. Estas formas tan curvas están favorecidas o determina-das por otros aspectos como los funcionales, puesto que facilitan su uso sobre elfuego sin que se produzcan grietas u otro tipo de peligro, al absorber mejor los cam-bios térmicos bruscos.

El cuarto grupo, constituido por el 50% de los fragmentos, se ha dejado enúltimo lugar por estar constituido por los fondos intermedios, entre convexos yapuntados, aunque con una mayor tendencia cónica. El primer índice muestra elmayor intervalo —desde 0,45 a 0,80 cm—, lo que hace que la zona de apoyo delrecipiente en el plano sea reducida. La prolongación de la pared aunque en algunoscasos sigue siendo convexa en otros comienza a ser más vertical en el ascenso, porlo que algunos se pueden considerar cónicos. En estos fondos no se aprecia la zonade máxima amplitud del diámetro del cuerpo.

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103 Los fragmentos pertenecen a los tres niveles de Chaves (n. sup.: 5; n. 1a: 12; n. 1b: 8), la cueva de laMiranda (1), la Puyascada (2), la cámara inferior (1) y superior de Olvena (8), El Torrollón I (1),Gabasa 2b (3) y 3b (1).

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LÁMINA. 1. Formas simples esféricas.

I. Espluga de la Puyascada 1 y 2 nivel superficial, 3 a 7 nivel EIIb (BALDELLOU, 1987a). II. Cámarassuperiores del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 150). III. Peña de las Forcas IInivel b. IV. Cueva 2a de los Moros (Gabasa).

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gónA pesar de que las conclusiones han sido válidas, este análisis no se ha amplia-

do al resto de los yacimientos aragoneses, pues, en principio el número de fondosno era elevado y no implicaba modificación alguna de las conclusiones.

• • En segundo lugar se llevó a cabo un análisis con los bordes que ofrecían másdatos. Para ello se tomaron las medidas de la angulación con las que se obtuvieronunos índices que constituían las variables del análisis104. A pesar de que se podíanconsiderar válidas las agrupaciones en la mayor parte de los casos, a la hora de com-probarlo físicamente se apreció un desfase. Esta cerámica realizada a mano y toda-vía con gran cantidad de deformaciones parece no ser la más adecuada para inten-tar crear asociaciones con este tipo de variables, puesto que una pequeña irregula-ridad en la pared puede trastocar las medidas y no establecer un criterio realista enel momento de la agrupación.

A raíz de los resultados, se ha visto que los datos que se utilizaron no eran losadecuados para los objetivos que se buscaban, pero sí han permitido extraer algunasconclusiones. Se advierte una gran homogeneidad en las angulaciones de todas lascerámicas. El único conjunto que permanece relativamente desplazado es el de losbordes salientes por su escasa representación. Estos no se corresponden con formascóncavas, es decir vasijas con cuellos, que son mínimas y tan sólo se encuentran enHuerto Raso, Gabasa 2a, Gabasa 5, Espluga de la Puyascada, cámara superior deOlvena y Chaves, si bien no en todos ellos se puede hablar de formas exvasadas.

Otro de los objetivos que se buscaba era la separación morfológica de los frag-mentos de otras épocas, sobre todo en los yacimientos con estratos revueltos, en elcaso de que esta diferencia existiera realmente. Como se ha comentado no aparecenfragmentos claramente desplazados de los conjuntos, salvo en el Forcón y La Mi-randa. Estas excepciones no se producen en el resto de los asentamientos, al corres-ponderse con formas totalmente rectas que se englobaban en otros grupos. Estehecho plantea dos posibilidades, por un lado que verdaderamente no haya diferen-cias de tipo morfológico, es decir, que las formas propias del Neolítico Antiguo seanutilizadas igualmente en otras épocas y, por tanto no se produzca la separación en elanálisis cluster; y por otro, que las variables que se han elegido en la definición nosean las adecuadas o, mejor dicho, no sean suficientes para establecer esa diferen-ciación. Centrándonos en la peculiaridad del Forcón, posiblemente está influidopor el tipo de material que aparece en esta cueva, ya que si realmente tiene carácterfunerario el tipo de cerámica no es un muestrario similar al que se utiliza habitual-mente en un hábitat, como ocurre en los demás. De manera que, esta selecciónnatural es la que ha permitido la diferenciación de los fragmentos que pertenecena otra época.

En general, se puede decir que existen cuatro grandes grupos morfológicos:cóncavos, convexos, rectos y reentrantes. A partir de estos se producen multitud decombinaciones entre ellos e, incluso, se ha encontrado una gran variedad dentrode un mismo grupo. La diversidad manifestada en cada uno de estos tipos y, comoya se ha dicho, entre ellos hace que si se enumeraran aquí se crearía una lista inter-minable de tipos y subtipos que no resultaría ni adecuada ni práctica.

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104 Los índices se basaron en el trabajo realizado por Picazo (1993: 91-2) pero con algunas modifica-ciones que lo adecuaban a las características de los materiales neolíticos y al objetivo del análisis.

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LÁMINA. 2. Formas simples esféricas.

I. Cueva de Chaves nivel 1a (Museo de Huesca). II. Cueva de Chaves nivel 1b (Museo deHuesca).

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gónFinalmente queda por intentar unir todos los datos para dar una visión global

de la morfología, pero por las condiciones ya vistas de fragmentación del materialhan sido abundantes los problemas. Al carecer de suficientes datos para realizar unestudio tipológico basado en índices se ha optado por agrupar las cerámicas máscompletas en grandes conjuntos a través de la forma geométrica de la que procen-den, siguiendo el modelo establecido por A. O. Shepard (1956). Aunque la canti-dad de material es abundante, el número de recipientes completos es únicamentede 17105, por lo que se han incorporado varios fragmentos que permitían de algunamanera ser asimilados a una forma concreta. La propia definición de cada gruporesulta a veces poco esclarecedora, ya que es imposible determinar algunas caracte-rísticas por el reducido número de cerámicas completas que se incluyen en cada ti-po. Para solventar en cierto modo este inconveniente se ha intentado asociar cadatipo a una de las formas establecidas por Bernabeu (1989) en el área valenciana,aunque la variabilidad encontrada ha impedido aquilatar lo suficiente. Tampoco sehan realizado paralelos con las formas, puesto que no son morfologías extrañas alos demás circulos del Neolítico Antiguo y, por tanto, resultaría no sólo ingente sinoque podría dar una visión distorsionada de la amplitud e igualdad de las formas.

Así atendiendo a la morfología geométrica se han agrupado las formas en dosgrandes conjuntos: formas simples y compuesta.

FORMAS SIMPLES: son aquellas que se componen de una única forma geo-métrica elemental o de su proyección:

1. Esférica. Dentro de este grupo se diferencia según sea la estructura delborde:

1a. Reentrante. Sólo se ha encontrado una vasija completa en el nivel 1b deChaves. Son vasijas totalmente globulares cuya apertura se sitúa en elmitad superior, poseen un perfil simple claramente reentrante que sugiereuna prolongación globular (Láminas 1 y 2, págs. 136 y 138). Presenta dis-tintos modelos que se pueden asociar al grupo XIII: ollas (BERNABEU, 1989:31 y 38). Podrían establecerse subdivisiones atendiendo a la situación delborde en relación al diámetro máximo, pero no se han relizado por faltade información. Varias de estas vasijas llevan como suspensiones asas en elborde o muy próximas a él, que en algunos casos es sustituida por lengüe-tas o pastillas. En cuanto a la decoración aparecen impresiones —cardialeso no—, inciso/impresas o con cordones lisos, generalmente paralelos, oimpresos. En los casos en que existe decoración ésta se prolonga desde elborde hacia el cuerpo, en bandas o formando dibujos geométricos.

Dentro de este grupo hay que hacer una reseña especial a un conjuntode cerámicas que por sus singulares características algunos autores comoBernabeu (1989: 50) las separan del resto, aunque morfológicamente res-pondan al mismo tipo. Estas peculiaridades están relacionadas con sutamaño, son vasijas pequeñas cuyo diámetro de boca y altura no superan

139

105 De nuestro análisis proceden únicamente 16 vasijas completas. La última vasija reconstruida es dela cueva de Chaves y se pudo completar gracias a fragmentos de excavaciones posteriores a este estu-dio, pero al ser tan pocas las cerámicas enteras que se han podido obtener, se ha considerado inte-resante incluirlo.

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LÁMINA. 3. Formas simples esféricas.

I. Abrigo de El Pontet, nivel c superior (MAZO y MONTES, 1992). II. Cueva de la Miranda(BALDELLOU y BARRIL, 1981-2). III. El Forcón (BALDELLOU, 1984). IV. Cueva 2a de los Moros(Gabasa) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir: 166). V. Cámara superior del Moro (Olvena)(BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir: 151-2 y Montes, 1995: 40). VI. Cámara inferior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 162-3).

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gónlos 10 cm. La mayor parte de los recipientes que se han estudiado no per-

miten conocer su altura, pero por su forma se incluyen en este tipo. Sondos fragmentos lisos con elementos de prehensión, un asa horizontal yperforaciones (Lámina 1: I, 1, pág. 136).

1b. Exvasado. Son realmente cuencos hemiesféricos de perfil sencillo tantolisos como decorados (Láminas 3 y 4, págs. 140 y 142). Se englobarían deforma genérica en el grupo V.1: cuencos hemiesféricos de Bernabeu (1989:23). Cuando llevan decoración muestran un diseño simple, casi siemprelimitado a bandas horizontales en la mitad superior del cuerpo y, a veces,en el borde. Lo más común son las impresiones, pero también aparece elacanalado, inciso/impresa y cordones, sobre todo, lisos.

También hay en este grupo ejemplos de los recipientes pequeños de losque se ha hablado antes. Todas ellos son vasijas lisas y sólo una presenta unasa de cinta vertical (Lámina 3: I, pág. 140; Lámina 4: IV, 1 y VI, 3, pág. 142).

2. Elíptica. Todos se pueden incluir en el grupo V de Bernabeu (1989: 23):

2a. Elíptica horizontal con contorno reentrante. Son pocas las cerámicas que sepueden incluir sin lugar a duda en este tipo (Lámina 5, pág. 143). La deco-ración por lo general se limita a impresiones, ya sean a punzón o cardia-les, en bandas horizontales que a veces se combinan con verticales. El ele-mento de prehensión más habitual es el asa circular o de cinta.

2b. Elíptica horizontal con contorno exvasado. Tan sólo se pueden incorporar dosfragmentos: uno con decoración impresa y otro con acanalado en el asa decinta (Lámina 6, pág. 144), que de alguna forma se asocian al tipo V.4:cuencos con labio troncocónico de Bernabeu (1989: 23). Hay que men-cionar un pequeño recipiente liso, casi entero, que se asociaría a los micro-vasos de Bernabeu (1989: 50) (Lámina 6: II, pág. 144).

2c. Elíptica vertical con contorno reentrante. La posible separación entre este tipoy el contorno exvasado es realmente mínima, sin embargo, se han divididoatendiendo a la ligera inclinación del borde (Lámina 7, pág. 145). Se con-servan dos vasijas enteras de este tipo: una lisa y otra decorada106. En ellasse observa un claro predominio de la decoración impresa —cardial o no—y algún acanalado, completada en muchos casos con aplicaciones plásticas,ya sean pezones en el borde o cordones impresos en el cuerpo (Lámina 7:II, III y IV, 1, pág. 145). Indiscutiblemente la suspensión asociada a estoscuencos son las asas: circulares, de cinta o con apéndice. Su posición máslógica es la vertical pero ha aparecido algún ejemplo horizontal.

2d. Elíptica vertical con contorno exvasado (Lámina 8, pág. 147). Son recipientesmuy profundos, con toda probabilidad su fondo sería apuntado como elde la vasija entera (Lámina 8: V, pág. 147), aunque no se puede descartarla posibilidad de que alguno fuera convexo. En cierta manera se asimilanal grupo XIV.1b: recipientes de perfil simple de base convexa o cónica(BERNABEU, 1989: 45). Cada uno de los cuatro recipientes que se han

141

106 Una de la colección particular de la Cámara superior del Moro (Olvena) y otra de la cueva deChaves.

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LÁMINA. 4. Formas simples esféricas.

I. Abrigo de la Costalena, nivel c1 (Barandiarán y Cava, 1989). II. Las Torrazas. III. Cueva deChaves: nivel superficial (Museo de Huesca). IV. Espluga de la Puyascada, nivel superficial yEIIb (Baldellou, 1987a). V. Cueva de Chaves: nivel 1a. VI. Cueva de Chaves: nivel 1b (n.º 1Museo de Huesca).

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gónincluido presenta respectivamente decoración cardial, inciso/impresa, y

cordón liso, excepto la última vasija que es lisa siendo la única que llevacomo elemento de prehensión dos asas circulares opuestas. A ello hay queañadir dos cerámicas de pequeño tamaño, ambas con asas: una circular yla otra de cinta horizontal (Lámina 8: I, 1 y III, pág. 147), que nuevamen-te se asociaría al grupo de los microvasos de Bernabeu (1989: 50).

3. Ovoide. Al igual que el tipo anterior se puede diferenciar entre formas rec-tas o invertidas y dentro de ellas los contornos exvados o reentrantes.

3a. Ovoide recta de contorno exvasado. Dentro de este subtipo se ha establecidootra división. Por un lado los recipientes de contorno simple (Lámina 9,pág. 177), que suelen llevar decoración impresa en bandas horizontalesque parten desde el borde y se prolongan hacia el cuerpo a veces desarro-llando algún dibujo geométrico. Estas vasijas carecen de suspensión. Seasocian al grupo V de Bernabeu (1989: 23).

Por otro, aunque íntimamente ligado con el anterior, las vasijas de per-fil compuesto o sinuoso, que se asocian al grupo VII de Bernabeu (1989:23). Son cerámicas con un contorno que va desde el perfil en S levementeinsinuado hasta la forma más acusada (Lámina 10, pág. 178). Destaca lagran diversidad morfológica de los bordes, pues se encuentran casi todaslas variantes posibles. Son poco frecuentes los cuencos lisos, pues casisiempre llevan algo de decoración o algún elemento de prehensión cuyafunción parece más bien decorativa. En cuanto a la decoración vuelve a sermuy variada: impresiones —cardiales o no—, acanalando, inciso/impresa,cordones, etc. En la composición aunque predomina el diseño horizontalen el borde-cuerpo, se encuentra con más frecuencia un desarrollo geomé-trico a modo de guirnaldas, semicírculos, círculos o composiciones hori-zontales-verticales (Lámina 10: III, 1, pág. 178). Las suspensiones, ya se hadicho que son escasas, siguen dominadas por las asas, aunque tambiénaparecen pezones y mamelones. Finalmente incluir un ejemplo de vasijapequeña, que se asocia al grupo de los microvasos de Bernabeu (1989: 50).

3b. Ovoide de contorno rentrante (Lámina 11, pág. 181). No se conserva de estetipo ningún recipiente entero, que indique el elemento más claramentediferenciador, es decir, el fondo. Así se ha recurrido al perfil de la mitad

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LÁMINA. 5. Formas simples elípticas.

I. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 151). II. Cueva de Chaves, nivel 1b (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 166).

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Ambos se pueden incluir en el grupo XV: orzas y tinajas (BERNABEU, 1989:50). Son vasijas de gran tamaño con decoración de cordones, generalmen-te lisos aunque aparecen también impresos, que se sitúan en el borde y enel cuerpo formando un entramado. Los elementos de prehensión son asas,lengüetas y algún arranque. Ya se ha dicho que la ausencia de fondos impi-de la creación de subtipos, sin embargo, las propias características y posi-ble funcionalidad de estas cerámicas sugieren como morfología más ade-cuada el fondo plano o convexo, a pesar de que tampoco se pueda descar-tar el apuntado como se verá posteriormente en algún ejemplo de las for-mas compuestas.

4. Cilíndricas. Son vasijas de paredes rectas. Sólo se han localizado dos vasijascasi enteras, ambas lisas,y únicamente la segunda presenta el arranque de un ele-mento de prehensión. El primer fragmento se podría incorporar al grupo XIV. 2a:recipientes cilíndricos sin borde diferenciado de base plana (BERNABEU, 1989: 45)(Lámina 12: II, pág. 183). El segundo en cambio al grupo XIV.2b: recipientes cilín-dricos de base convexa (ibidem) (Lámina 12: I, pág. 183).

Son muchos los bordes asimilables a esta forma, y tipológicamente al grupoXIV de Bernabeu (1989: 38 y 45) (Láminas 12, 13 y 14, págs. 183, 185 y 188).Desarrollan distintas decoraciones aunque prefieren los cordones, que en ningúncaso son lisos, mayoritariamente ungulados o con impresiones, ya sean cardiales oapuntadas. Es abundante el acanalado aislado o combinado con cardial, cordonesungulados o impresiones. Este último tipo de decoración también aparece solo. Lassuspensiones no son muy habituales pero sí variadas: asas de cinta, mamelones,lengüetas y pezones. En este grupo se incluyen las dos vasijas con decoración dehaecheraux del Forcón, confirmando con ello la perduración cronológica de estamorfología, ya que como se ha dicho son de una etapa posterior (Lámina 14: II,pág. 188).

Los recipientes pequeños están presentes a través de un conjunto de cerámicasde La Miranda y La Espluga de la Puyascada. Todas están decoradas con distintas

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LÁMINA. 6. Formas simples elípticas.

I. Cueva de Chaves, nivel 1a (n.º 1 Museo de Huesca).II. Abrigo de la Costalena, nivel c1 (BARANDIARÁN yCAVA, 1989: 52).

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LÁMINA. 7. Formas simples elípticas.

I. Cueva de la Miranda (BALDELLOU y BARRIL, 1981-2). II. Cámara superior del Moro (Olvena)(MONTES, 1995). III. Cueva de Chaves, nivel 1a. IV. Cueva de Chaves, nivel 1b (n.º 1 y 2 Museo de Huesca).

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gón impresiones a bandas en el borde y cuerpo, a las que habría que añadir tres vasijas

lisas, una de ellas con asa circular. Se asocian nuevamente al grupo de los microva-sos de Bernabeu (1989: 50) (Lámina 13, pág. 185).

5. Cónica o troncocónica. Se asimilan al grupo I: platos y fuentes (ibidem1989: 14-18) y al XIV.1: recipientes troncocónicos (ibidem, 1989: 38-45). Única-mente aparecen representados los cuencos de perfil exvasado, pudiendo incluirsealguno de ellos en el grupo de fuentes y platos. En general la decoración es sencilla:incisión/impresión, acanalados, impresiones, alguna aplicación plástica, pero tam-bién son abundantes los vasos lisos o con algún elemento de prehensión como per-foración o asas, generalmente de cinta (Lámina 14, pág. 188).

Nuevamente se localizan en vasijas pequeñas —microvasos (ibidem, 1989:50)—. En su mayoría son lisas y excepcionalmente con algún asa o perforación,pero dos de ellas presentan decoración: una incisa y la otra acanalada y con boto-nes en el borde (Lámina 14: I, 1 y II, 1 y 3).

FORMAS COMPUESTAS: Son aquellas que se crean con la combinación de doso más formas geométricas simples, por lo que se pueden establecer tantos subtiposcomo formas vistas anteriormente, pero sólo se van a mencionar las que están pre-sentes en los yacimientos aragoneses.

6. Con cuello o más conocidas como botellas. Son vasijas de cuerpo esférico uovoide y cuello marcado, el cual va desde el cilíndrico pasando por el troncocónicohasta la hipérbole (Láminas 16 y 17, págs. 193 y 195) o, lo que es lo mismo, loscontornos van desde los simples a los compuestos. Los fondos en las tres vasijasenteras son distintos: apuntado en el Torrollón, convexo y plano en las dos cerámi-cas del nivel 1b de Chaves. Los siete recipientes que se incluyen claramente en estetipo llevan elementos de suspensión, concretamente asas o el arranque de las mis-mas, aunque la única botella lisa muestra dos pezones opuestos. La decoración esvariada, pero se puede plantear un cierto predominio de la incisión/impresión, yaque aparece en el 57,14%. Ésta se localiza preferentemente en la unión del cuello ycuerpo, desarrollándose hacia este último. Además aparecen cordones ungulados enel borde y en el cuello-cuerpo, o decoración cardial en el borde y en bandas sobrecordón en el cuerpo. Este conjunto se puede incluir sin mayores precisiones dentrode la tipología de Bernabeu en el grupo XIII: recipientes con cuello (1989: 31).

Como formas asimilables se han hallado otros fragmentos. En primer lugaralgunos cuellos con o sin decoración. Entre los ornamentado se puede hablar demotivos impresos en guirnaldas, inciso/impresos en bandas horizontales y vertica-les o combinados con aplicaciones plásticas107. Son muchos más los bordes, ya seanlisos o decorados, que se asocian a esta forma, aunque con una gran variedad en lamorfología del cuello. También hay un ejemplo de cerámica de pequeño tamañoque se asimila al grupo XVI: botellitas (ibidem, 1989: 50), es un fragmento con deco-ración cardial.

7. Con carena. La unión de las distintas formas geométricas deja una huellamuy marcada en el perfil de la vasija, por lo que se asocian a los contornos com-

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107 Ver las láminas del capítulo 2.2 (págs. 110, 111 y 113), en el apartado correspondiente a los cuellos.

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LÁMINA. 8. Formas simples elípticas.

I. Cueva de Chaves, nivel 1b (n.º 2 Museo de Huesca). II. Espluga de la Puyascada (BALDELLOU,1987a). III. Cueva 2b de los Moros (Gabasa). IV. El Pontet, nivel b (MAZO y MONTES, 1992).V. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.).

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gón puestos carenados o con galbo de A. O. Shepard (1956). En los yacimientos arago-

neses tan sólo se han documentado, como claramente del Neolítico Antiguo, lascarenas de perfil suave. Están compuestas por la unión de formas exvasadas de volu-menes esféricos, elípticos horizontales, ovoides rectos y troncocónicos reentantessin que se pueda precisar más, ya que se carece de fragmentos completos. Al igualque las anteriores son tanto lisas como decoradas con impresiones —caridales ono— a veces combinadas con cordón también impreso (Lámina 18, pág. 197).

Con esta sencilla clasificación se han establecido casi todas las formas existen-tes en este estudio, pero no se ha podido plantear ninguna diferenciación ni prefe-rencia cronológica debido a su diversidad.

2.3. Decoración

En todos los yacimientos, no sólo en los de esta época, es habitual que la can-tidad de cerámicas decoradas supongan un porcentaje muy pequeño dentro delconjunto. En general no llegan a sobrepasar el 30% del total, puesto que la partelisa de una vasija es siempre, en proporción, mayor que la decorada. Únicamente enel nivel c1 y c2 de La Costalena y en Botiquería dels Moros se produce un incre-mento de este valor, que sólo en el primer caso supera el 50% de los efectivos. Elloes debido al escaso número de fragmentos recogidos y a las distintas remocionesque han sufrido ambos asentamientos, imposibilitando la recuperación completadel material.

No se va a entrar en la definición y explicación de los sistemas decorativos, yatratados en el capítulo de la tecnología y en la ficha cerámica, sino directamente en

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el análisis del conjunto. La importancia de este material, a pesar de su escaso núme-ro, es obvia puesto que nos permite, de alguna forma, el acercamiento al gusto esté-tico y pensamiento de estos grupos humanos. En los yacimientos aragoneses lasdecoraciones más corrientes y con porcentajes más elevados son las impresas(38,38%) y las aplicaciones plásticas108 (34,01%). Ambos tipos presentan valoresque sobrepasan en cada yacimiento el 15%, salvo las impresiones de la cueva de lasBrujas y el nivel c superior de El Pontet que no alcanzan el 10%109.

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108 Excepto en el c inferior de Pontet donde únicamente aparece representada la incisión, y en Gabasa3b, Pontet b y en el nivel 6 de Botiquería que carecen de impresiones pero tienen otras técnicas deco-rativas.

109 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 348).

Porcentajes globales de la decoración

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gón Por el contrario las menos utilizadas son el acanalado y el apartado de otras

decoraciones que, además de poseer los valores más bajos —3,20% y 2,03% res-pectivamente— no llega a sobrepasar el 17% en ningún asentamiento. El resto delos elementos decorativos empleados están bastante repartidos tanto en porcenta-jes como en tipos. Se ha advertido que, en general, la distribución de decoracionesen las provincias de Zaragoza y Teruel es más comedida, concentrándose en las dostécnicas principales. Las impresiones cardiales, consideradas fósil director de estaépoca, aparecen exclusivamente en cinco yacimientos con porcentajes relativamen-te bajos, sólo el nivel 6 de Botiquería presentan la frecuencia más alta.

• • Dentro de cada clase de ornamentación se ha buscado una posible correla-ción entre el tipo, el diseño y su situación en la vasija pero resultó negativa. A pesarde ello se ha incorporado un breve comentario sobre la misma en cada tipo. Si bienalgunas decoraciones en los inventarios constituyen más de una categoría indepen-diente, en el estudio se han agrupado en su forma genérica y los porcentajes se esta-blecen en relación al número total de la variable, no de cada categoría. Así, en pri-mer lugar hay que hablar de las impresiones110. En este análisis quedan excluidospor carecer de cualquier tipo de impresión los yacimientos: Gabasa 3b, el nivel b yc inferior del Pontet.

La primera es la decoración cardial que, como ya se ha comentado, está indi-vidualizada por un tipo de decoración que en principio plantea connotaciones cro-nológicas y culturales. Este tipo, a pesar de ser considerado fósil director, en Aragónsólo aparece en cinco yacimientos y constituye el 6,30% del total. Únicamente enChaves están presentes las dos clases de decoración: natis y charnela, si bien la pre-sencia del primero es muy reducida, no alcanzando el 1%.

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110 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 349).

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I. Cueva de Chaves, n.º 1-2 nivel superficial, n.º 3-4 nivel 1a, n.º 5-6 nivel 1b (Museo deHuesca). II. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.). III. Peñade las Forcas II (UTRILLA y MAZO, 1997). IV. Abrigo de la Costalena (BARANDIARÁN y CAVA,

1989). V. Botiquería dels Moros, n.º 1 nivel 6 y n.º 2 nivel 8 (BARANDIARÁN, 1989).

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gón En el global de las impresiones la decoración cardial con charnela suele esta-

blecer los porcentajes más altos. Merece la pena destacar el nivel 6 de Botiquería, endonde supone el 100% de las impresiones y, el c superior del Pontet en el que alcan-za el 70%. De distinta forma hay que comentar que el 50% de la cueva de las Brujas,está constituido sólo por un fragmento, debido seguramente más a las característi-cas selectivas del material que a la realidad.

Los motivos desarrollados con el natis manifiestan una ligera preferencia porlas orientaciones verticales, si bien en el nivel superficial de Chaves se combinancon la horizontal. El cuerpo es la zona del recipiente más utilizada, aunque en losdos niveles inferiores de Chaves los porcentajes más altos los poseen los bordes.Es interesante mencionar la existencia de esta decoración en el interior de los bor-des de las vasijas111. Las impresiones cardiales realizadas con la charnela, en gene-ral, han elegido la composición horizontal o su combinación, situándola de formamayoritaria en el cuerpo112. Hay que destacar, nuevamente, la gran diversidad y ala vez uniformidad del conjunto de Chaves, más marcada si cabe entre el nivel 1ay 1b.

En este apartado hay que comentar el hallazgo en la cámara superior del Morode Olvena de dos framentos con una decoración que se ha identificado comoimpresiones irregulares por sus características, pero que algunos autores considerancardial (BALDELLOU y RAMÓN, 1995: 141). En otros ámbitos se han definido comocerámicas con impresión a peine o más probablemente de valva de cardium o pet-xina como en la Balma Margineda (GUILAINE y MARTZULUFF, 1995, vol.I: 191 y 199;vol. III: 259), o imitaciones del cardial en Malta (EVANS, 1987). Los fragmentos aquíanalizados no encajan realmente en ninguna de las dos categorías, ya que la huellaque ha dejado el instrumento no permite su identificación clara.

Muchos asentamientos carecen de impresiones realizadas con la mano113 y, engeneral, no llegan a superar el 20% de las impresiones de cada uno. En compara-ción con el tipo anterior se aprecia un aumento de los yacimientos oscenses que loposeen, pero una disminución en las otras dos provincias y únicamente en los nive-les superficial y 1a de Chaves se hallan todas las categorías representadas. No sepuede decir que exista un predominio claro de una de ellas (digitaciones, ungula-ciones o digitado-ungulado), pero se puede plantear una mínima supremacía de lasungulaciones sobre el resto.

Dentro de las digitaciones impera claramente la composición horizontal en elborde y, en menor medida, en el cuerpo o ambas114. Habría que destacar por unlado su presencia en el interior de los bordes en el nivel 1b de la cueva de Chaves y,

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111 El diseño horizontal-vertical en Chaves sup. es del 100% y se sitúa en el cuerpo. En Chaves 1a y 1b lacomposición predominante es la vertical superando el 50% y su locacización en el borde supera el 70%.

112 La composición horizontal supone desde el 100% en Costalena c1 y nivel 8 de Botiquería hasta el50% del nivel c2 de la Costalena, excepto en Las Brujas que la composición es horizontal y oblicuay en Chaves 1a y 1b en los que predomina la geométrica, superardo el 25% de efectivos. La ubica-ción en el cuerpo va desde el 100% del nivel 8 de Botiquería, el nivel c2 del Abrigo de la Costalena,Las Brujas y Forcas II hasta su combinación con otras zonas de la cerámica qué sobrepasan el 45%.

113 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 349).

114 El diseño horizontal alcanza el 100% en Chaves sup., la cámara superior e inferior de Olvena,Gabasa 2a y 2b y Las Torrazas. La localización en el borde es del 100% en las Torrazas y la cámarasuperior e inferior de Olvena.

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por otro, los casos en que sirve para decorar las suspensiones115. Los tres niveles dela cueva de Chaves y la cámara inferior del Moro de Olvena poseen impresionesdigatado-unguladas y, aunque no se puede hablar de homogeneidad entre ellos, símantienen lo expuesto hasta ahora. El diseño dominante es el horizontal y la situa-ción varía entre el borde, cuerpo y borde-cuerpo116. Las ungulaciones mantienen elesquema anterior: composición horizontal y alternancia de la ubicación entreborde, cuerpo y borde-cuerpo117. Como decoración interna se encuentra en los nive-les 1a y 1b de Chaves y, esta vez, la mayor variedad en la localización la posee laEspluga de la Puyascada.

Las impresiones a punzón118 son las más usuales, puesto que aparecen en casitodos los yacimientos. No existe una supremacía nítida de un tipo sobre los demás,si bien se observa una serie de pautas comunes: las impresiones más corrientes, engeneral, son la apuntada, roma, oval y rectangular; las menos significativas son lasrealizadas con espátula triangular y rectangular, ya que no suelen sobrepasar el 10%,pero cuando esto ocurre, como en la cámara inferior de Olvena o en Huerto Raso,hay que tener en cuenta que representan tan sólo dos fragmentos, o en El Torrollónporque gran parte de los fragmentos pertenecen a las mismas vasijas.

En la correlación composición/situación se asocia mayoritariamente el diseñohorizontal y el cuerpo, aunque a veces también aparezca en el borde y borde-cuer-

153

115 Únicamente en La Miranda, el nivel 1b de Chaves, Gabasa 2a y 2b, no sobrepasando el 35%.

116 La composición horizontal supone el 100% en todos ellos y el borde alcanza el 100% en Chaves 1by cámara inferior de Olvena.

117 La composición horizontal va desde el 100% en La Espluga de la Puyascada, nivel c2 del Abrigo dela Costalena, Torrazas, Panizales y Alonso Norte hasta el 33,33% de Gabasa 2a. La decoración en elcuerpo es del 100% en Gabasa 2a, nivel c2 del Abrigo de la Costalena y Panizales.

118 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 349).

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I. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir). II. Espluga de laPuyascada, nivel superficial (BALDELLOU, 1987a). III. El Pontet, nivel c superior (MAZO yMONTES, 1992). IV. Alonso Norte (BENAVENTE y ANDRÉS, 1990). V. Cámara inferior del Moro(Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 163). VI. Cueva de la Miranda (BALDELLOU y BARRIL,

1981-2). VII. Abrigo de la Costalena, nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989).

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po con valores altos119. Son los tres niveles de Chaves, con diferencia respecto a losdemás yacimientos, los que utilizan con más profusión las distintas opciones. Enalgunos casos las impresiones llegan a las suspensiones y, en menor medida, al inte-rior de las cerámicas, como en la impresión oval, irregular y la rectangular.

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119 En la impresión apuntada alcanza el diseño horizontal el 100% en el Forcón, la cámara inferior deOlvena, Gabasa 2b, Costalena nivel a+b y nivel c genérico, Els Secans y los Panizales, en el resto delos yacimientos sobrepasa el 45% siendo siempre la de mayor porcentaje, excepto en Alonso Norteque está ausente. Se localiza en el cuerpo con el 100% de los casos en Forcas II, Costalena nivel a+b,nivel c genérico y nivel c2, Els Secans y los Panizales; y el borde supone el 100% en Gabasa 2b.

A pesar de la ausencia de los asentamientos del Bajo Aragón, las impresiones romas continúan conlas mismas preferencias, si bien hay que resaltar una mayor variedad comparándola con las catego-rías anteriores. Así el diseño horizontal supone el 100% en Huerto Raso, Remosillo, cámara inferiorde Olvena y Gabasa 2b, en el resto supera el 40%, excepto en Brujas y Gabasa 3a en los que la com-posición horizontal-oblicua es del 100%. La situación está algo más repartida: en el cuerpo encon-tramos el 100% en Huerto Raso y Gabasa 3a, en el borde supone el 100% en Remosillo y cámarainferior de Olvena, y en el resto de los yacimientos superan el 45% las localizaciones en el cuerpo,excepto Gabasa 2b y Brujas.

La impresión oval se desarrolla al 100% de forma horizontal en La Miranda, Huerto Raso, Gabasa2b y 5, Costalena nivel c genérico, nivel 8 de Botiquería y Panizales, en el resto supera el 40%. Elcuerpo posee el 100% de los efectivos en Huerto Raso, Costalena nivel a+b y nivel c2, y nivel 8 deBotiquería; y el borde en Costalena nivel c genérico y Panizales.

En la impresión de espátula triangular disminuye el número de yacimientos, llegando a ser AlonsoNorte el único asentamiento del Bajoaragón. El diseño horizontal representa el 100% en Forcón,Espluga de la Puyascada, Chaves sup., cámara superior de Olvena, Gabasa 2a y Alonso Norte, el hori-zontal-vertical es del 100% en La Miranda y el Torrollón. Se localiza al 100% en el cuerpo en Forcón,Chaves sup. y cámara superior de Olvena; en el borde el 100% lo encontramos en Gabasa 2a y en elcuello-cuerpo en el Torrollón. En el resto de los yacimientos el valor del cuerpo no es inferior al 50%.

En las impresiones con espátula rectangular el 100% de la composición horizontal lo presentanForcón, Espluga de la Puyascada, La Miranda, cámara superior de Olvena y Alonso Norte, en la cáma-ra inferior de Olvena la composición es horizontal-vertical y en Huerto Raso únicamente vertical. Enlos tres niveles de Chaves la composición horizontal no es inferior al 50%. El cuerpo supone el 100%en Forcón, Huerto Raso y Alonso Norte y en el resto de asentamientos su valor no es menor al 40%.

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Cueva de Chaves. I. nivel superficial. II. nivel 1a. III. nivel 1b (Museo de Huesca).

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La decoración menos común es la impresión con instrumento120, aunque en elForcón la impresión hueca posea los porcentajes más altos (9,80%) es la menos uti-lizada, ya que no supera el 3% en los yacimientos en que está presente. La prefe-rencia por las otras dos categorías es divergente, mientras en la provincia deZaragoza emplean mayoritariamente la gradina, en el único caso que aparece en laprovincia de Teruel (nivel 8 de Botiquería) se decanta por el peine. Una vez realiza-do el análisis se ha visto que la división establecida en un primer momento entreestas dos últimas variables no ofrece la información deseada, por lo que podríaplantearse en posteriores estudios la unión de ambas categorías, ya que la diferen-cia radicaba exclusivamente en el número de huellas que deja el instrumento y noexisten grandes divergencias entre una y otra.

En los escasos yacimientos con impresión hueca se reitera una alternancia enla composición: geométrica, horizontal o bien compartiendo valores con otrosmotivos, incluida la decoración interna. Al igual que en las demas, en cuanto a laszonas decoradas de la vasija no se producen cambios, siguen prefiriendo el cuer-po121. En las ornamentaciones elaboradas con gradina, persiste como composición

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La decoración impresa irregular presenta el 100% en el diseño horizontal en Huerto Raso, Gabasa2a y 5, Forcas II, Costalena nivel a+b y nivel c2, Els Secans, Torrazas y Alonso Norte; en los demásyacimientos su valor no es inferior al 65%, excepto en Gabasa 2b en el que el valor más alto es elgeométrico (50%). El cuerpo posee el 100% en Huerto Raso, Gabasa 2a y 5, Torrazas y Alonso Norte.

El último tipo de impresión es el rectangular, el diseño horizontal supone el 100% en la cámarainferior de Olvena, Gabasa 2b y 5, Costalena nivel c2, Torrazas y Alonso Norte; la oblicua suponeel 100% en Huerto Raso; en el resto de los yacimientos la composición horizontal supera el 40%excepto en el Torrollón en el que la más importante es la geométrica (66,66%). El cuerpo poseevalores del 100% en La Miranda, Huerto Raso, Gabasa 5 y Alonso Norte; el borde alcanza el 100%en la cámara inferior de Olvena y Costalena nivel a+b; y en el cuello en las Torrazas.

120 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 349).

121 La composición geométrica supone el 100% en el Forcón y la cámara superior del Moro de Olvena;la horizontal en Chaves 1a; la decoración interna supone el 50% en Chaves 1b. El cuerpo es mayori-tario con el 100% en la Espluga de la Puyascada, la cámara superior del Moro de Olvena y la Miranda.

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I. Espluga de la Puyascada, superficial y EIIb (BALDELLOU, 1987a). II. Cámara superior delMoro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.). III. Cueva 2a de los Moros (Gabasa). IV. El

Forcón (BALDELLOU, 1984). V. Cueva de la Miranda (BALDELLOU y BARRIL, 1981-2).

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góndominante la horizontal, excepto en la cámara inferior del Moro de Olvena y el

nivel c1 de La Costalena, en los que la única representada es la oblicua y la geomé-trica, respectivamente. Se localiza mayoritariamente en el cuerpo122.

Las impresiones efectuadas con peine muestran variedad en cuanto al diseñocon porcentajes elevados en la composición entre la horizontal, geométrica, yhorizontal-oblicua. Separado del resto queda el nivel c2 de La Costalena, con lacomposición horizontal-vertical. Aparece como decoración interna en el nivel 1ade Chaves. Nuevamente es el cuerpo la zona más empleada para este tipo123.Dentro de las tres categorías que componen la impresión con instrumento ésta esla única que se realiza en la suspensiones, apareciendo en el nivel 1b de la cuevade Chaves.

• • El siguiente apartado es la decoración inciso/impresa124. Entre las dos cate-gorías que la componen se observa un claro predominio de las inciso/impresassobre el punto y raya, si bien este último aparece en casi todos los asentamientoscon valores más pequeños, excepto en las Torrazas que constituye el 100%.

El punto y raya también prefiere los motivos horizontal en el cuerpo. Tan sólolas Torrazas presentan como único diseño el circular125. Vuelve a desaparecer en el

159

122 La composición horizontal supone el 100% en Chaves 1a, y la horizontal-vertical en la Costalenanivel a+b, en el resto de los yacimientos el diseño horizontal supera el 50%. El cuerpo posee el 100%en la cámara superior de Olvena y la Costalena nivel c1 y nivel c2, superando en el resto el 40%.

123 El diseño horizontal es del 100% en el Remosillo, la cámara superior del Moro de Olvena y el nivela+b de La Costalena; la geométrica es del 100% en Pontet c sup. y del 50% en Chaves sup y 1a. Elcuerpo posee los valores del 100% en el Remosillo, la cámara superior del Moro de Olvena, Gabasa2a, el nivel a+b y c2 de La Costalena y Pontet c sup.

124 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 350).

125 Los motivos horizontales alcanzan el 100% en La Miranda, Chaves 1b y Gabasa 2b; la composiciónhorizontal oblicua supone el 100% en Costalena nivel c1; en el resto de los asentamientos el diseño

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interior de los bordes, pero las suspensiones continúan decorándose en el nivel 1ade Chaves que, a su vez, muestra una mayor diversidad de elementos.

En la categoría inciso/impresa, además de aumentar el número de yacimientosque la emplean, se produce una mayor diversidad si bien no se modifica drástica-mente el esquema preestablecido en la correlación: horizontal-cuerpo126, aunque

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I. Abrigo de la Costalena, nº 1-2 nivel c1, nº 3 nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989). II. AlonsoNorte (BENAVENTE y ANDRÉS, 1989). III. El Pontet, nivel c inferior (MAZO y MONTES, 1992).

IV. Botiquería dels Moros, nº 1 nivel 6, nº 2 nivel 8 (BARANDIARÁN, 1989).

horizontal supera el 45% de los casos. Su ubicación en el cuerpo es del 100% en La Miranda, Chavessuperficial, cámara superior de Olvena, Gabasa 2b y Torrazas; en Costalena nivel c1 el 100% se hallaen el borde-cuello; el resto de los yacimientos poseen valores en el cuerpo superiores al 50%.

126 El 100% de la composición horizontal lo poseen La Miranda y Gabasa 2b; el 100% de la horizon-tal-vertical la cámara inferior de Olvena y el 100% en la geométrica Gabasa 2a y Pontet c superior.

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gónalgunos yacimientos prefieran el diseño geométrico. Esta vez es la cámara inferior

de Olvena la que presenta decoración en los elementos de prehensión.

• • Las incisiones127 están constituidas por tres categorías: profunda, suave y gra-bada. La última de ellas no aparece en los yacimientos aragoneses, a pesar de serhabitual en contextos neolíticos no sólo penínsulares. Entre las otras dos categoríasse aprecia una ambivalencia, por un lado en la provincia de Huesca predominaindiscutiblemente la incisión profunda, mientras que en la provincia de Zaragoza lapreferencia tiende hacia la suave. Este hecho habría que matizarlo en algún yaci-miento, por ejemplo en Gabasa 5 domina la incisión suave y en el nivel c inferiordel Pontet la profunda, pero en ambos casos es sólo un fragmento. Por contra en losde Teruel se combinan las dos incisiones, al igual que en otros asentamientos comolos niveles 1a y 1b de Chaves, la cueva de las Brujas o el nivel c1 de La Costalena.

En cuanto a la composición/situación de la incisión profunda permanece eldiseño horizontal como el más corriente, aunque en algunos casos es sustituida porel geométrico128. Es interesante comentar que en este tipo se amplían los porcenta-jes y el número de elementos utilizados. En cuanto a la ubicación no se produceningún cambio129, y sólo aparece en los elementos de prehensión en la Miranda yen el nivel 1a de Chaves.

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Esta decoración alcanza el 100% en el cuerpo en el Forcón, Gabasa 2a, Pontet c superior, Botiquería8 y Alonso Norte, en el cuello-cuerpo alcanza el 100% en Gabasa 2b y Torrollón, en los demás yaci-mientos el cuerpo supera el 55%.

127 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 350).

128 El diseño horizontal es del 100% en la cámara inferior de Olvena, Gabasa 2a, 3b y Alonso Norte; elgeométrico es del 100% en Brujas y Forcas II o del 86% en el Forcón.

129 El 100% de las incisiones profundas se sitúan en el cuerpo en la cámara inferior de Olvena, Brujas,Gabasa 2a, 2b, 3b, Forcas II, Pontet c inferior y Alonso Norte; en el resto de yacimientos no es infe-rior al 40%.

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gónEn la categoría suave sigue dominando, en mayor o menor medida, los moti-

vos en horizontal130. De nuevo, son los tres niveles de Chaves los que decoran elinterior de los bordes, pero en general se realizan en el cuerpo131. Vuelven a ser losniveles 1a y 1b de Chaves los únicos que poseen incisiones en las suspensiones.

• • La categoría más importante en el acanalado132 en los asentamientos deHuesca y Teruel, tanto por sus porcentajes como por su utilización, es la roma. Encambio en Zaragoza es el acanalado a peine el que posee las frecuencias más altasy sólo en el nivel c2 de La Costalena se encuentra la roma. Evidentemente, la cate-goría apuntada es la menos empleada, llegando a ser nula en el Bajoaragón.

En la decoración roma tanto la composición como la situación no ofrecen nin-guna diferencia a lo hasta ahora expuesto133. Quizá lo único digno de mención esque los tres niveles de Chaves, nuevamente, son los que poseen una mayor riquezaen el diseño, y vuelven a ser los únicos que decoran las suspensiones. Respecto alacanalado apuntado134 y al realizado a peine135 siguen manteniendo la tónica gene-

163

130 Va desde el 100% de La Miranda hasta el 33,33% de Alonso Norte, exceptuando el 100% en la com-posición horizontal-oblicua de Las Brujas, y el 100% de la geométrica del c superior del Pontet o el62% del nivel 1b de Chaves.

131 El 100% del cuerpo lo poseen Gabasa 5, Costalena nivel a+b, nivel c2, Pontet b y c sup., los demásyacimientos superan el 33,33% de La Espluga de la Puyascada.

132 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 350).

133 La composición horizontal en el acanalado romo es del 100% en el Forcón, Gabasa 2b y Costalenanivel c2, en los demás yacimientos va desde el 23% de Alonso Norte al 60% de la cámara superior deOlvena.

134 La composición horizontal representa el 70,66% en Chaves 1b, el 69,99% en Chaves 1a y el 33,33%en el nivel sup. En cuanto a su situación es del 100% en el cuerpo en Chaves sup. y 1a y del 90% enChaves 1b.

135 El 100% en el diseño horizontal aparece en La Miranda, la Costalena nivel a+b, nivel c1 y nivel c2,en Gasaba 2a se reparte el 50% el horizontal y el oblicuo. El 100% en el cuerpo lo poseen todos losyacimientos, excepto en la Costalena nivel c1 que se sitúa en el cuello.

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ral. Finalmente no se utiliza el acanalado como decoración interna en ninguna delas tres categorías.

En el análisis de estas dos últimas variables, incisa y acanalado, hay que teneren cuenta que, dependiendo de la fragmentación del material, se pueden confundirambos, puesto que estos elementos son realizados con la misma técnica. Tambiénhabría que tener presente este hecho en la decoración inciso/impresa, al ser el pro-ducto de dos técnicas decorativas, incisa e impresa, por lo que puede haber frag-mentos con sólo una parte de los motivos y, por tanto, no considerarla inciso/im-presa.

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I. Abrigo de la Costalena, nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989). II. Cámara superior del Moro(Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.). III. Cámara inferior del Moro (Olvena) (BALDELLOU

y UTRILLA, 1995 dir.). IV. Cueva de Chaves, nivel 1a (Museo de Huesca). V. Cueva de Chaves, nivel 1b (Museo de Huesca).

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• • La variable otras decoraciones136, está compuesta por siete categorías pero sehan eliminado del análisis todas aquellas que con clara probabilidad no se consi-deran neolíticas, tales como el boquique o la excisión. En conjunto son las decora-ciones menos numerosa en todos los yacimientos.

Las perforaciones utilizadas como decoración no son muy habituales en nin-gún momento cronológico y, por tanto, la información que aportan no es muy sig-nificativa, a lo que habría que añadir que el número de efectivos que la componenno es elevado. En esta categoría se han incluido las perforaciones realizadas conanterioridad a la cocción, es decir, con la pasta todavía blanda. Su finalidad en granmedida se desconoce, máxime si se tiene en cuenta la fragmentación del material.No obstante, aunque en un principio se hayan asociado a las decoraciones hay quebarajar otras posibilidades, como los agujeros vertederos que plantea Bernabeu(1989: 28) para algunos ejemplares valencianos. En cambio, son más numerosas lasperforaciones de lañado137, sobre todo en Chaves, y que de alguna forma dan unaidea de la reutilización de las cerámicas, de la importancia de ciertas vasijas o de ladificultad/coste de su fabricación y de ahí que hayan sido reparadas y no elimina-das, sin embargo por ahora no se puede concretar ninguna hipótesis.

Hay una serie de elementos decorativos presentes en estos yacimientos comoincrustaciones, dedadas o rugosidades que son más propios de otras épocas, perosu fabricación no está limitada a un momento cronológico. Por otro lado, algunasde ellas están presentes en la cueva de Chaves, claramente en un Neolítico Antiguosin intromisiones, por lo que habría que reconsiderar el ámbito cronológico de lasmismas. Sin embargo hay que aclarar que casi siempre están representados por unoo dos fragmentos, a pesar de que los porcentajes sean altos. Finalmente, queda pormencionar la decoración pintada, pero el único fragmento que se ha hallado es el

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136 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 350).

137 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 350).

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gón del Remosillo, por lo que no se puede afirmar ninguna conclusión debido, princi-

palmente, a los problemas que plantea el abrigo.

En contra de lo que se podría pensar por la reducción del número de asenta-mientos, el capítulo de otras decoraciones no ofrece diferencias sustanciales a lo yacomentado en cuanto al diseño y ubicación de las mismas: preferencia de los moti-vos horizontales en el cuerpo138. Se ha eliminado de este análisis las perforaciones,puesto que no se puede establecer una correlación entre composición y situación alno tener valores en la primera variable, así como las rugosidades al no formar nin-gún diseño y localizarse siempre en el cuerpo. Con ninguna de estas decoracionesexiste la composición interna, ni se localizan en los elementos de prehensión.

• • Las aplicaciones plásticas139 son la última variable. En general, existe una grandiversidad de elementos, si bien se aprecia que los más corrientes son los cordoneslisos, los cordones impresos y los pezones, aunque no siempre posean los porcen-tajes más elevados. Del análisis se desprende que en las cuatro cuevas de Gabasadominan los mismos tipos de aplicaciones: cordones lisos y digitados. Asimismo,destacan los tres niveles de Chaves por presentar una mayor pluralidad de catego-

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138 Entre las dedadas la composición horizontal va desde el 100% en Gabasa 2b y las Torrazas, al 75%de la Miranda y al 100% del diseño horizontal-vertical en los niveles 1a y 1b de Chaves, y el 80%en la composición circular en las Brujas. Mayoritariamente se localizan en el cuerpo, ya sea comosituación única, el 100% de Gabasa 2b y las Brujas, o combinándose con el borde, el 100% de losniveles 1a y 1b de Chaves, y las Torrazas.

El diseño horizontal en las incrustaciones posee porcentajes que van desde el 100% de la Puyascaday el 75% de la Miranda al 50% de Gasaba 2b. Se ubican exclusivamente en el cuerpo en la Puyascaday Gabasa 2b, en cambio la Miranda lo comporate sobre todo con el borde. La única excepción es lade la cámara superior del Moro de Olvena que prefiere el diseño geométrico en el borde.

139 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 351).

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gónrías, además, de los tres niveles muy similares. También hay que resaltar la escasa

variedad hallada en la mayoría de los yacimientos del Bajoaragón.

En relación con las secciones de estas aplicaciones no se ha obtenido ningunaconclusión positiva fundamentalmente por la gran variedad ya aludida. Aun contodo se pueden destacar algunos hechos como que en los cordones, estén o nodecorados, las más habituales son las semicirculares y triangulares y, en menormedida, la trapezoidal y rectangular. Los yacimientos que mayor variedad muestranson de nuevo los niveles 1a y 1b de Chaves. En los pezones como es lógico la sec-ción cónica es la más frecuente, pero también emplean otras. En los tres casos enlos que aparecen las pastillas: el nivel 1a de Chaves, la cámara superior de Olvena,el nivel c2 de La Costalena; la sección es rectangular. Mientras que en las pastillasimpresas se produce una mayor diversidad: trapezoidal, rectangular y semicircular.Quizá lo más chocante es la presencia, aunque escasa, de la sección cuadrada encordones impresos en la cámara superior de Olvena y en pezones en las Torrazas.

Queda por examinar la relación diseño/situación, de la que tan sólo se van acomentar algunas excepciones, ya que, al igual que el resto de las decoraciones,mantienen la primacía de la composición horizontal140 y se ubican preferente-mente en el cuerpo141. Destacan los cordones impresos-pezón al poseer en algunos

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140 En el cordón liso la composición horizontal va desde el 100% del Forcón, Puyascada, Forcas II,Gabasa 2b, Costalena nivel c, Pontet b, Botiquería 8 y Las Torrazas, al 50% de Costalena nivel c2 ylos Panizales.

En el cordón digitado el 100% del diseño horizontal lo poseen el nivel 1b de Chaves, la cámarasuperior de Olvena, Brujas, Gabasa 3b y las Torrazas, el resto de los yacimientos superan el 56%.

En el cordón ungulado el 100% de la categoría horizontal está presente en Puyascada, Remosillo,cámara inferior y superior de Olvena y Els Secans.

En el cordón digitado-ungulado la composición horizontal supone en 100% en el nivel sup. y 1a deChaves, en el nivel 1b supone el 60% y en las Torrazas es el diseño horizontal-oblicuo el que alcan-za el 100%.

Los cordones impresos son exclusivamente horizontales en Forcón, la Miranda, Forcas II, Costalenanivel a+b y nivel c2; en Botiquería 8 es el diseño horizontal-oblicuo y en el nivel 6 el vertical-obli-cuo los que alcanzan el 100%. En el resto de yacimientos supera el 50% de Els Secans.

Los cordones impresos y pezones se disponen todos de forma horizontal, excepto en el nivel sup.de Chaves que posee el 100% el motivo circular.

Los cordones impresos y pastillas presentan el diseño horizontal con valores que van desde el 25%del nivel 1b de Chaves al 100% de los demás yacimientos.

En los cordones lisos con pezón la composición horizontal supone el 100%, aunque a veces estárepresentada por la horizontal-oblicua u horizontal-vertical.

Para los cordones lisos e impresos el 100% del diseño horizontal ese encuentra en Costalena nivelc1, del horizontal-vertical en Puyascada, nivel 1b de Chaves y Gabasa 2b, y del geométrico enGabasa 2a; en el resto supera el 40% del nivel 1a de Chaves.

141 En el cordón liso el cuerpo posee valores desde el 100% en las Brujas, Gabasa 5, Costalena nivel a+by nivel c1, y los Panizales hasta el 50% de Costalena nivel c y nivel c2, Pontet c sup. y Torrazas.

El cordón digitado se sitúa exclusivamente en el cuerpo en el nivel sup. de Chaves, la cámara supe-rior de Olvena, Brujas, Gabasa 2a, 3b y 5; en los demás supera el 60% de los casos.

El cordón ungulado se localiza en el cuerpo con el 100% en Puyascada y la cámara inferior deOlvena, con el 100% en el borde en el Remosillo y compartido borde y cuerpo en Els Secans. En losdemás yacimientos el cuerpo supera el 50% de los casos.

En el cordón digitado-ungulado todos poseen el 100% en el cuerpo, excepto en el nivel 1a de Chavesque supone el 75%.

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I. Botiquería dels Moros, nivel 8 (BARANDIARÁN, 1989). II. El Ponter, nivel c superior (MAZO

y MONTES, 1992). III. Abrigo de la Costalena, nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989). IV. Abrigode Els Secans (RODANÉS et alii, 1996). V. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU yUTRILLA, 1995 dir.). VI. Cámara inferior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.).VII. Cueva de Chaves, nivel 1a (Museo de Huesca). VIII. Cueva de Chaves, nivel 1b (Museo

de Huesca).

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gónmayor importancia el borde-cuerpo o el borde-cuello, posiblemente por la propia

situación de los pezones. Algo similar ocurre con los cordones impresos-pastillasy cordones lisos-pezones sobre todo en Chaves. En la combinación de cordonesliso e impreso se produce un ligero cambio al predominar el diseño horizontal-vertical o el geométrico, pudiendo relacionarse con motivaciones puramente esté-ticas, puesto que ambos servirían para una función utilitaria tanto decoradoscomo no.

De los pezones, pastillas y pastillas impresas tan sólo se ha realizado el análi-sis de la situación142, al no poder hablar de composición si no están presentes envarios de ellos. No se producen alteraciones sustanciales pero sí que se aprecianciertas preferencias, por ejemplo, de los pezones en los bordes y de las pastillas enlos cuellos de los recipientes.

Son escasas las veces que se han encontrado este tipo de elementos en las sus-pensiones, posiblemente por las propias características de las aplicaciones, y limi-tándose la mayor parte a la terminación o inicio de las mismas. Aun con todo, hayque hacer mención de ellos: en la Miranda los cordones lisos, en los tres niveles deChaves prefieren los cordones impresos y la combinación de lisos-impresos para losniveles 1a y 1b, este último además presenta pezones también en los elementos deprehensión, al igual que la cámara superior del Moro de Olvena.

• • Como ya se ha visto la composición143 preferente en todas las decoracioneses la horizontal, sola o combinada con otros diseños. Supera el 33,33%, pero lohabitual es que alcance valores en torno al 50-70% y aunque hay excepciones sonpoco significativas en cuanto al número de fragmentos, como es el caso del Pontetc inferior con una sóla cerámica con decoración vertical-oblicua. En general, el restode los motivos poseen porcentajes muy reducidos, pero se podría decir que el se-gundo diseño más empleado es el geométrico, aunque a mucha distancia. Las me-nos frecuentes en todos los yacimientos son: la interna y la irregular.

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Los cordones impresos se sitúan exclusivamente en el cuerpo en Forcas II y Pontet c sup; en el restode asentamientos supone al menos el 33,33% de Costalena nivel c1.

Los cordones impresos y pezones se sitúan en el cuerpo con valores que van desde el 40% dePuyascada al 100% de La Miranda, nivel 1a y 1b de Chaves.

En los cordones impresos y pastillas la categoría con valores más altos es el borde-cuerpo con el100% en el nivel sup y 1a de Chaves, y el 100% del cuerpo en las Brujas.

En los cordones lisos con pezón el 100% es para la localización borde-cuerpo, excepto para elForcón que es exclusiva del cuerpo.

Los cordones lisos e impresos se localizan mayoritariamente en el cuerpo en Puyascada, Gabasa 2ay 2b y Costalena nivel c1, en los demás yacimientos supera el 33,33% del nivel 1a de Chaves.

142 En cuanto a los pezones los yacimientos que poseen el 100% en el cuerpo son La Miranda, ElRemosillo, la cámara inferior de Olvena y las Torrazas, en el resto superan el 30% del nivel 1b deChaves; en el borde van desde el 5% del nivel 1a de Chaves al 100% de Pontet c superior; el borde-cuerpo presenta valores que van desde el 20% del nivel sup. y 1a de Chaves al 55% del Forcón.

En cuanto a las pastillas presentan el 100% en el cuerpo el nivel 1a de Chaves y la Costalena nivelc2; y el 100% en el cuello la cámara superior de Olvena. En cambio las pastillas impresas se sitúantodas en el cuerpo con porcentajes del 100%, excepto el nivel 1b de Chaves que lo comparte con elcuello-cuerpo.

143 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 352). De la localización en el interior de las vasijas única-mente hemos puesto el número de ellas en las que aparece, no contabilizándolo en los porcen-tajes.

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gón Un problema importante es la gran fragmentación del material, y que por sus

características ha podido provocar algunos equívocos en la orientación, no siendocorrecta por los pocos indicios que se poseen. Posiblemente sea el diseño horizon-tal el más utilizado, pero es necesario tener en cuenta que algunos de ellos quizásean oblicuos o verticales, modificando de esta forma los porcentajes, aunque no engran medida.

• • También se ha visto la preferencia por el cuerpo para la localización144 de lasdecoraciones. La mayor parte de la veces como situación única, pero en otras comoen El Torrollón I junto con el cuello, aunque la combinación más utilizada es conel borde. Como era de esperar la zona de la vasija que menos se presta a la decora-ción es el fondo, que está tan sólo presente en La Miranda a través un único frag-mento con huellas de cestería, y qué por los problemas ya largamente comentadosen el depósito de este yacimiento no se puede considerar significativo.

• • Con estas dos variables se ha intentado plantear una serie de correlacionestanto entre ellas como con las ornamentaciones. Del estudio realizado en cadaapartado, se deduce claramente la ausencia de un nexo concreto entre la ubicación,un diseño particular y un tipo de decoración. En cambio sí se han observado algu-nas correspondencias entre cada una de las composiciones y su situación en el reci-piente. Así los motivos horizontales, que están presentes en todos los yacimientosexcepto en Gabasa 3a y c inferior de Pontet, mantienen como ubicación habitual elcuerpo145, pero a veces la comparten con las otras dos categorías más significativas:el borde146 y, en menor medida, el borde-cuerpo147. Lo mismo ocurre con los demásmotivos: vertical148, oblicuo149, horizontal-vertical150, horizontal-oblicuo151 y geomé-trico152. En cuanto al resto de las composiciones disminuye drásticamente el núme-ro de yacimientos que las poseen, pero no va a implicar un cambio en su localiza-

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144 La tabla aparece en el Apéndice (pág. 352).

145 Los porcentajes van desde el 25% de Costalena nivel c; 33,33% de la cámara inferior de Olvena;36,36% de Gabasa 2b hasta el 100% de La Miranda, Remosillo, Brujas, Gabasa 3b, Torrollón yBotiquería 6. El resto de los porcentajes se centra mayoritariamente en el 55-70%.

146 Como el 100% del Remosillo, el 50% de la cámara inferior de Olvena y Costalena c, y el 45% deGabasa 2b.

147 Con el 50% en Els Secans, pero la mayoría posee valores en torno al 15%.

148 Su localización en el cuerpo va desde el 50% de La Miranda, Gabasa 2a y Chaves 1b o el 53,84% deChaves 1a hasta el 100% de Huerto Raso, Remosillo, cámara superior de Olvena, Gabasa 2b,Botiquería 8 y Alonso Norte.

149 Su localización en el cuerpo va desde el 42,85% del c sup. de Pontet o el 74,46% de Chaves nivel 1bhasta el 100% de Puyascada, La Miranda, cámara inferior de Olvena, Gabasa 2a, 2b y 5 y los nivelesc1 y c2 de Costalena. La única excepción es Els Secans con un único fragmento en el borde-cuerpo.

150 Su localización en el cuerpo va desde el 3,84% del Torrollón, 60% del Forcón y 66,66% deCostalena nivel c2 y Alonso Norte hasta el 100% de Gabasa 2a y 2b, los dos niveles de Botiquería ylas Torrazas. En este diseño aparecen más excepciones, a favor del borde y borde-cuerpo, pero engeneral con un único fragmento.

151 Su localización en el cuerpo va desde el 50% de Chaves sup y Brujas hasta el 100% de La Miranda,Forcas II, cámara superior de Olvena, Gabasa 3a, Costalena nivel a+b, Torrazas y Alonso Norte.Presenta también algunas excepciones relacionadas con el borde-cuerpo.

152 Van desde el 33% del Torrollón, el 50% de la Puyascada o el 58,33% de Chaves 1a, hasta el 100%de La Miranda, Forcas II, las Brujas, Gabasa 3a y 5, todos los niveles de Costalena y Pontet y AlonsoNorte.

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gónción153. Por último, la composición interna es casi exclusiva de los tres niveles de

Chaves, aunque también se halla en Gabasa 2b y el nivel a+b de La Costalena. Conesta categoría sí se produce un cambio ya que, como es lógico, es el borde dondeaparecen.

• • Se ha considerado interesante establecer una serie de relaciones entre lasdecoraciones y algunas variables de la manufactura. La primera es entre la decora-ción y el acabado externo. En las impresiones no existe un tratamiento generaliza-do, preferentemente utilizan el bruñido y el alisado, en menor medida, el espatu-lado y el acabado grosero, pero no se observa una relación clara entre tratamientoy tipo de impresión. En cambio, en la decoración inciso/impresa existe un ciertopredominio del acabado bruñido sobre el alisado154. Tampoco entre las incisionesse puede hablar de una correspondencia clara, aunque la incisión suave presentacierta preferencia por el alisado155. El acanalado plantea un mayor uso del bruñido—sobre todo en el acanalado apuntado— que del alisado, aunque éste también esfrecuente. Se ha eliminado del análisis la variable «otras decoraciones» debido aque por sus características en la mayor parte de los casos es difícil discernir el tipode tratamiento que se ha aplicado. La única excepción es el fragmento pintado delRemosillo, que posee un acabado bruñido. La relativa superioridad del acabado bru-ñido y alisado se repite también en las aplicaciones plásticas, excepto en los tres ca-sos oscenses de cordón liso-pezón en los que el acabado dominante es espatulado.

En resumen se aprecia que no existe una concordancia directa entre los acaba-dos de la superficie y la decoración, por lo que la elección de un tratamiento deter-minado no estaba influida de una manera decisiva por ésta. Si no fuera así se habríaestablecido una mayor correlación entre un tipo de decoración y un acabado con-creto. Por otra parte, los dos tratamientos predominantes coinciden con los que pre-sentan, en general, los porcentajes más altos en todos los yacimientos como se havisto en el estudio de la manufactura. A pesar de no poder plantear ninguna con-clusión sí se puede sugerir que el uso frecuente, sobre todo de las superficies bruñi-das, puede ser debido o bien a necesidades funcionales de las cerámicas que llevandecoración o bien a que simplemente se utilice como preparación para decorarlasmás fácilmente.

La segunda asocación que se ha querido comprobar es la del color y la deco-ración. Dentro de las impresiones solamente se ha podido apreciar una cierta cone-xión entre los marrones, principalmente anaranjados o amarillentos, y la decora-ción cardial156. En el resto de las variables decorativas están tan repartidos los valo-

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153 Los motivos verticales-oblicuos y los irregulares en el cuerpo presentan porcentajes que van desde el75% al 100%.

154 En el punto y raya los porcentajes del bruñido van desde el 20% de la cámara superior de Olvenahasta el 100% en el Forcón, Miranda y Chaves sup; el alisado únicamente presenta el 100% enCostalena nivel c. En la decoración inciso/impresa los porcentajes del bruñido van desde el 15% dela cámara superior de Olvena o el 22% del nivel 1b de Chaves hasta el 100% de la cámara inferiorde Olvena, el Torrollón, Pontet c sup y Botiquería 8; en el resto de los yacimientos los porcentajesestán en torno a un 50-70%. En cuanto al alisado sólo presentan el 100% en Alonso Norte.

155 Poseen el 100% en el alisado Chaves sup., Gabasa 5, Costalena nivel a+b y el Pontet b y c superior.

156 Los porcentajes globales de los marrones van aproximadamente desde el 50% de Chaves sup., 67%de Chaves 1a, 70% Chaves 1b hasta el 100% en Forcas II, Brujas, Costalena nivel c1 y nivel c2,Botiquería 8 y 6.

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gón res que es casi imposible establecer alguna conclusión, aunque se puede comentar

cómo en la impresión con gradina el color marrón claro amarillento presenta losvalores más altos en los tres niveles de Chaves y en el nivel c2 de la Costalena o queen las incisiones se aprecia una cierta inclinación por los marrones. También en lavariable inciso/impresa se aprecia cierta predilección por los grises, y en tonos blan-cos para la decoración de punto y raya, al igual que en el acanalado. Pero en defi-nitiva, no se ha encontrado un color predominante de forma categórica, siendo porotro lado lógico si se tiene en cuenta el sistema rudimentario de fabricación y sudesarrollo tecnológico, que no facilita de ninguna forma la obtención de un coloruniforme en las vasijas.

• • Tras el estudio individualizado, al igual que en los apartados anteriores, seha realizado un análisis factorial de correspondencias157 con los datos de las de-coraciones. Los dos primeros factores explican el 45,91% de la variabilidad total.Esta vez se ha producido una modificación en el gráfico, puesto que se ha diluidola concentración en torno al eje central de los anteriores.

Las variables y yacimientos que ejercen una mayor presión en el eje 1, que esel que posee una mayor inercia con el 32,22%, son por un lado el cardial con el39,8% y la incisión/impresión con el 22,5% y, por otro, el nivel 1b de Chaves conel 38% y la Puyascada con el 21,5%. El factor 2, con una inercia 13,69%, está influi-do por la incisión/impresión (36,1%), las aplicaciones plásticas (22,5%), LaMiranda (30,5%) y el Torrollón (28,9%). Las variables menos representativas,impresión con instrumento e incisión, coinciden en parte con las menos utilizadas,pero en este análisis no se sitúan en el exterior sino en torno a la confluencia de losejes.

El Torrollón I continúa siendo el yacimiento que marca más diferencias con elresto. Nuevamente es consecuencia de las peculiares características de sus cerámicas,ya que la variable que influye de una manera determinante es la decoración inciso-impresa.

La gráfica de este análisis ha resultado ser esclarecedora. Las variables, si excep-tuamos «otras decoraciones» que por ser poco representativa queda marginada enel ángulo superior derecho, crean una parábola con claras connotaciones cronoló-gicas en torno a la cual se reparten los distintos asentamientos. Así la decoracióncardial, situada en el cuadrante izquierdo, tiene como contraposición la incisión/impresión en la zona derecha, las demás se localizan en la zona central confirman-do una utilización más amplia.

A pesar de la mayor dispersión que existe entre los yacimientos se han podidoestablecer algunos grupos. El primero está definido por la decoración cardial, perono constituye una agrupación cerrada sino todo lo contrario, debido al peso devariables como el acanalado y las aplicaciones plásticas. Así las Forcas II y las Brujasse localizan en el cuadrante superior al poseer más aplicaciones plásticas que deco-ración acanalada, que en estos dos casos es nula. Al alejamiento del nivel 6 de

172

157 Al igual que en los anteriores se ha configurado con los recuentos globales y con tres ejes, represen-tándose gráficamente tan sólo los dos primeros. A pesar de que algunos elementos ofrecen unapequeña contribución absoluta y relativa no han sido eliminados al tener un mayor peso en el ter-cer factor.

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gónBotiquería contribuye el escaso valor del resto de las decoraciones. En cambio, la

separación de los niveles c1 y c2 de la Costalena y el nivel 8 de Botiquería estáfomentado por los valores en la incisión e inciso/impresa. La inclusión de Pontet ben este grupo es debida a la importancia que tienen las aplicaciones plásticas, peroincluso su posición deja clara la separación que existe entre este yacimiento y elresto. Un caso distinto es el de Gabasa 3b, en cuya posición ejercen una fuerte pre-sión estas dos variables, como consecuencia de su escasa caracterización por el esca-so número de fragmentos.

El segundo grupo muestra una ligera asociación en torno a la variable impresio-nes digitadas. Estos asentamientos son: Gabasa 2a, 2b y 5, los Panizales, las Torrazas,La Miranda, Huerto Raso, El Remosillo, Els Secans, el nivel a+b y c de la Costalena.Sin embargo, existen algunas divergencias, por ejemplo el alejamiento de HuertoRaso y el Remosillo por la influencia de la variable «otras decoraciones». Habría queincluir en este grupo las excepciones del primero e, incluso, la cueva de las Brujas porel alto porcentaje de aplicaciones plásticas y lo poco significativo de su material.

El tercer y último grupo está constituido por los demás yacimientos: Forcón,Espluga de la Puyascada, Gabasa 3a, la cámara inferior y superior de Olvena yAlonso Norte. Todos ellos están claramente mediatizados por las variables incisióne impresión con punzón y de una manera menos significativa por la decoracióninciso/impresa, por lo que aqui se podría incluir el Torrollón I.

En general, se puede decir que las decoraciones incrementan de forma clara lasdiferencias levemente apreciadas tanto en el estudio anterior como en los análisisde correspondencias de los otros apartados. El hecho más significativo es la distri-bución cronológica que ofrece la gráfica. Sin embargo se observa en la misma cier-tos errores como son: la inclusión de Gabasa 3b y Pontet b en un grupo cuya rela-ción espacio/temporal es más antigua que sus propios materiales e, incluso, estrati-grafía; o el intercambio de posición entre el nivel c superior e inferior de Pontet,debido a lo poco representativo de este segundo, cosa que también ocurre aunquecon menor diferencia entre el nivel c1 y c2 de la Costalena, mientras que la cámarasuperior de Olvena se localiza en un punto que sugiere una etapa más reciente quela que plantea su datación, problema en el que se entrara posteriormente.

2.4. Relación morfología y decoración

Analizando de forma conjunta las distintas características de los fragmentos158

resulta evidente, como ya se ha mencionado, que el porcentaje más elevado corres-ponde a las paredes sin decoración. El resto de las variables muestran grandes dife-rencias entre los yacimientos: Huerto Raso, Gabasa 3b y Pontet c inferior carecen demorfología con decoración; Gabasa 3a de fragmentos decorados; y el nivel 6 de Bo-tiquería de elementos morfológicos sin decoración. También se observa que en losasentamientos oscenses las tres últimas categorías en conjunto no llegan a superaren ningún caso el 45% del global, no así en la otras dos provincias en donde hay

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158 Paredes lisas, paredes decoradas, cerámicas con caracteres morfológicos pero lisos (bordes, carenas,fondos y suspensiones) y fragmentos morfológicos con decoración. La tabla de datos aparece en elApéndice (pág. 353).

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casos como el nivel c1 y c2 de la Costalena, Els Secans o el nivel 8 de Botiquería enlos que la suma de estas variables llegan a alcanzar y superar el 50%.

La cuarta variable o cerámicas decoradas, que es la que nos interesa en este es-tudio, no llega a sobrepasar el 23% en el yacimiento que más importancia tiene: elnivel c2 de la Costalena. Hay que esperar a valores entre el 15 y el 9% para encon-trar los siguientes asentamientos159. La escasa importancia que en apariencia sugie-ren estos porcentejes puede explicarse de distintas formas: en primer lugar, el granvolumen de material que existe en los yacimientos oscenses, en comparación con elresto, favorece porcentualmente el incremento de las otras variables sobre todo delas paredes; en cuanto a los yacimientos bajoaragoneses habría que atribuirlo a lascaracterísticas de los asentamientos y de recogida del material.

Siguiendo un esquema ideal basado en la fabricación cerámica, lo lógico seríaque las paredes con decoración superaran a los fragmentos morfológicos decora-dos, pero en algunos yacimientos aragoneses ocurre lo contrario, es el caso delForcón, la Puyascada, el Remosillo, la cámara inferior del Moro de Olvena, Gabasa2b, el nivel c genérico de la Costalena y los Panizales. Sin entrar por ahora en másdetalle, hay que comentar que estos asentamientos coinciden con la mayor partede las excepciones hasta el momento planteadas, lo que nos aproximaría a una desus causas, aunque no al motivo concreto que permitiría conocer porqué ha suce-dido.

Estos porcentajes en conjunto posibilitan establecer algunas agrupaciones: seasocian por proximidad el Forcón, la Puyascada, Forcas II, los niveles 1a y 1b deChaves y, con mayor diferencia en las dos últimas categorías, la cámara superior delMoro de Olvena. En un segundo grupo están La Miranda, el nivel superficial de

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159 El Forcón, la Espluga de la Puyascada, los tres niveles de Chaves, El Torrollón I, el nivel c1 de laCostalena, el nivel 8 de Botiquería y Els Secans.

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Chaves, El Torrollón I, el nivel c2 de La Costalena y el nivel 8 de Botiquería. La ter-cera aúna la cámara inferior del Moro de Olvena, el Remosillo, Las Torrazas y losPanizales. El resto —sin tener en cuenta los yacimientos a los que les falta algunavariable— queda incluido en un conjunto más o menos homogéneo.

• • En un nuevo intento por hallar correlaciones, se han buscado las posiblesanalogías entre decoración-morfología. La gran variabilidad de éstas ha hechoque las conclusiones queden reducidas a una cierta preferencia por las impresio-nes sobre todo a punzón —dentro de ellas prevalecen las apuntadas, ovales o rec-tangulares— en todos los tipos de borde. Aunque el estudio no haya aportadodatos más concretos, se pueden comentar ciertos resultados interesantes como lagran diversidad de técnicas decorativas usadas en los tres niveles de Chaves, ya queestán todas presentes, o cómo entre los yacimientos que poseen el tipo de deco-ración inciso/impresa en el borde, prefieren la inciso/impresa sobre el punto yraya.

En cuanto a la decoración en los elementos de prehensión se ha observado lamisma preferencia por las impresiones, aunque no siempre de las realizadas a pun-zón. En este caso sólo se puede resaltar que en las perforaciones el elemento másempleado son los pezones, en los botones existe un cierto predominio del acanala-do romo y, por último, su ausencia casi total en los asentamientos del Bajo Aragón.

2.5. Análisis de los resultados

A la espera de incluir el resto de los datos aportados por los asentamientos, sepuede concluir de forma preliminar una serie de hechos que serviran de pauta en lainterpretación correcta de los yacimientos y su contexto general.

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LÁMINA. 9. Formas simples ovoides.

I. Cueva de Chaves, nivel 1 superficial (Museo de Huesca). II. Espluga de la Puyascada, nivel superficial (BALDELLOU, 1987a). III. Cámara superior del Moro (Olvena) (BALDELLOU yUTRILLA, 1995 dir.: 148-149).

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LÁMINA. 10. Formas simples ovoides.

I. El Forcón (BALDELLOU, 1984). II. Espluga de la Puyascada, nivel superficial (BALDELLOU,1987a). III. Cueva de la Miranda (BALDELLOU y BARRIL, 1981-2). IV. Cámara superior del Moro(Olvena) (MONTES, 1995). V. Cueva de Chaves, nivel superficial, nivel 1a, nivel 1b (n.º 1 y 2Museo de Huesca).

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gón• • Cuantitativa y, en algunos casos, cualitativamente ha quedado clara la sepa-

ración existente entre Chaves y el resto de los asentamientos estudiados, pero con-forme se ha avanzado en los análisis se han ido limando cada vez más las diferen-cias, quedando en la mayor parte de los casos limitadas a aspectos muy concretosque no trastocan el planteamiento inicial.

•• Se ha sugerido que el sistema de cocción que utilizarían es el fuego abierto,para ello nos apoyamos por un lado en nuestros propios análisis de cocción y enlos de pastas realizados por Mª D. Gallart y, por otro, en la carencia de estructurasque faciliten desarrollar otro tipo de propuesta. A su vez este hecho permite expli-car el predominio de las cocciones mixtas y de una tecnología incipiente como unaconsecuencia lógica.

La manufactura de los recipientes en general era cuidada. En ella se invertíabastante energía, pues los acabados que prevalecen en estas vasijas se consiguen congran esfuerzo y dedicando bastante tiempo a ello. En este punto es interesante des-tacar que la igualdad manifestada en los tres niveles de Chaves impide afirmar laexistencia de cambios técnicos o de una evolución en las características globales delgrupo.

La incorporación de un mineral concreto en las cerámicas supone el dominioo control de las propiedades del mismo y, sobre todo, de la mezcla adecuada paraque la vasija posea las características necesarias y no se rompa, resquebraje o agrie-te. Sin embargo, como ya se ha dicho, resulta imposible confirmar si se trata o node inclusiones y/o desgrasantes. La exigua diferenciación entre los tamaños de losdesgrasantes, aun teniendo en cuenta la ausencia de análisis de pastas, parecen rati-ficar la ya comentada imprecisión tecnológica, la carencia de experimentación orealmente un limitado interés por depurar los mismos debido a la funcionalidad delas vasijas. También hay que mencionar las mínimas diferencias observadas en losniveles de Chaves, lo que permite hablar nuevamente del mantenimiento de unmismo rasgo técnico durante casi un milenio. Por tanto, en cierto modo el bajonivel tecnológico se ve corroborado en la escasa importancia que tenía la depu-ración de los desgrasantes para conseguir unas propiedades peculiares en las cerá-micas.

Como rasgo común, se aprecia una cierta uniformidad en los colores menos onada utilizados, estos son: blanco grisáceo, blanco amarillento, blanco rosáceo, ma-rrón medio, marrón claro, negros y naranjas.

En cuanto al engobe, debido a su abundante utilización y a que el espectro decoloraciones es el mismo que el de la arcilla de la fabricación de los recipientes, noparece tener un marcado carácter estético sino más bien técnico, para facilitar deter-minados tratamientos o funciones. Hay que reseñar el hallazgo de cerámica a laAlmagra en la Puyascada, pero que al ser un único fragmento tan solo permite suge-rir la posible amplitud en la expansión de las mismas.

Los grosores, estudiados en la morfología, han confirmado características de lafabricación. La amplitud de sus intervalos comprendida entre los 0,3 y 0,9 cm indi-ca que el sistema más empleado en la elaboración de las vasijas fue el colombin, cuyorasgo más significativo es la diferencia de grosores entre las uniones de los cilindrosy la zona central de los mismos, lo que produce que en un mismo fragmento se denesas alternancias en los intervalos. Otra técnica que se pudo emplear y produce el

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gón mismo efecto es la del estiramiento, en el que el reparto de la pasta de arcilla por el

cuerpo de la cerámica no se realiza de forma homogénea.

Del análisis de correspondencias se desprende que la heterogeneidad entre losyacimientos no es tan elevada como en principio se podría suponer. Tecnológica-mente, parece que el elemento definidor de los distintos grupos es el tratamiento dela superficie.

El análisis mineralógico lleva a plantear una cierta homogeneidad entre algu-nos yacimientos. Existe la misma división de pastas, sobre todo por la relación dedesgrasantes, en Alonso Norte y en Chaves. También se aprecian concordanciasmineralógicas entre la cámara superior de Olvena y el nivel 1b de Chaves, al igualque en las temperaturas de cocción, si exceptuamos los dos fragmentos horneadospor debajo de los 500° C. Las similitudes en la composición de las pastas sugiereque la obtención de las mismas se realizó en depósitos de zona de conglomeradosde calizas. (GALLART y LÓPEZ, 1988a, 1988b, 1989).

•• La distribución de las cerámicas atendiendo a la morfología presenta un de-sarrollo coherente. Los fragmentos de paredes superan el 50%, los bordes salvoalguna excepción no llegan a sobrepasar el 23%. Los porcentajes menores corres-ponden indistintamente a cuellos, fondos y suspensiones.

Los bordes más habituales son los redondeados, en segundo lugar los planosy a gran distancia los apuntados, que incluso llegan a ser nulos en algunos yaci-mientos. La morfología más empleada es la que da nombre a cada tipo y la orien-tación mayoritaria es la recta, pero muchas veces alterna con la reentrante. A pesarde estas preferencias la variedad y diversidad es enorme. Lo mismo ocurre encuanto a las características métricas: en el diámetro no existe un intervalo predo-minante y en los grosores queda comprendido entre los 0,3 y 0,9 cm, posible-mente debido a que el sistema empleado para la fabricación de las vasijas fuera elcolombin.

La forma más característica entre los cuellos es la cóncava, sin eliminar por elloel resto de los tipos. Es interesante resaltar que en Chaves se observa una cierta evo-lución cronológica en la preferencia por el tipo de cuellos, yendo desde los concá-vos del nivel superficial hasta una mayor diversidad en el 1b. En cuanto a las carac-terísticas métricas los diámetros son también variadas, aunque algo más pequeñosque en los bordes, en cambio los grosores son iguales: el intervalo preferente estáentre 0,6 y 0,9 cm.

Las paredes muestran una dualidad en la elección morfológica: vertical y con-vexa. Tanto los diámetros como los grosores siguen los mismos intervalos que enlos grupos anteriores. En este caso resulta mucho más evidente y fácil de interpretarpor la técnica de fabricación: los colombins o el estiramiento.

Los fondos muestran la misma diversidad tanto tipológica como métrica, aun-que se puede afirmar una cierta preferencia por los convexos con unos grosores lige-ramente mayores. Quiza lo que más llama la atención es la significativa presenciade fondos planos, puesto que en principio no son muy característicos de esta cul-tura, aunque se encuentren de forma habitual en los yacimientos del NeolíticoAntiguo del área mediterránea. Parecen ser los primeros tipos realizados o, por lomenos, los más frecuentes que irán evolucionando hacia formas curvas, posible-

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LÁMINA. 11. Formas simples ovoides.

I. El Pontet, nivel c superior (MAZO y MONTES, 1992). II. Botiquería dels Moros, nivel 8(BARANDIARÁN, 1978). III. Cueva de Chaves, nivel 1b (n.º 1 a 3 Museo de Huesca).

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el contacto directo con el fuego.

En las suspensiones es donde se precia nítidamente la riqueza existente. Aligual que en la mayoría de los yacimientos neolíticos el elemento predominanteson las asas y, concretamente, las de cinta. Habitualmente se localizan de formahorizontal en el cuerpo o en el borde-cuerpo. Las perforaciones son un elementopoco frecuente, pero nos interesa comentarlo por que en los niveles 1a y 1b deChaves y en la cámara superior de Olvena llegan a superar el 20%. Las asas tuneli-formes, en general más propias de contextos avanzados en otras áreas sobre todo lacatalana, aquí aparecen con dataciones antiguas (nivel 1a de Chaves y cámara supe-rior de Olvena). Sin embargo hay paralelos tanto cronológicos como morfológicoscomo en La Balma Margineda (GUILAINE, 1995: 260). Las perforaciones de lañadodestaca por el gran número existente tanto en Chaves como en la cámara superiorde Olvena, dándonos un índice de la reutilización de las vasijas.

El análisis de correspondencias de la morfología plantea las mismas conclu-siones que en la manufactura, con una concentración de yacimientos en torno al ejecentral que no permite sugerir diferencias acusadas entre ellos.

•• Los elementos que facilitan un acercarmiento al pensamiento y gusto estéti-co de estos grupos es la decoración, aunque no llege a sobrepasar el 30% del totalde los fragmentos. Al igual que en el resto de los apartados se caracterizan por ladiversidad. Los tipos más representados son las impresiones y las aplicaciones plás-ticas, en cambio los menos son los acanalados y otras decoraciones. En todo el aná-lisis destaca Chaves por la gran variedad y profusión de decoraciones.

El cardial, considerado fósil director de esta época, aparece en cinco yacimien-tos y únicamente supone el 6,30% del total. La decoración realizada con el nantises mínima y exclusiva de Chaves. El diseño más empleado es el horizontal o sucombinación en el cuerpo, aunque también aparece en el borde, en el interior y enlas suspensiones.

Las impresiones realizadas a mano no superan el 20% del total, lo que no esobstáculo para que presente una gran variedad. Únicamente se puede plantear supreferencia en los yacimientos oscenses, con una composición horizontal en elcuerpo o borde-cuerpo.

Las impresiones apuntadas, romas, ovales o rectangulares son más comunesque el resto de las realizadas a punzón. Nuevamente, aunque no de forma tan clara,suelen localizarse en el cuerpo horizontalmente.

En cuanto a las impresiones con instrumento comentar que, una vez realizadoel análisis, se ha visto que la división establecida entre peine y gradina no ofrece lainformación deseada, por lo que podría plantearse la unión de ambas categorías. Elresto de las características no difieren en gran medida de las anteriores.

Aunque no son muchos los yacimientos que decoran sus cerámicas con inci-sión/impresión, ésta es mucho más corriente que el punto y raya e, incluso, presentaotros diseños como los geométricos.

La incisión grabada está ausente en estos yacimientos. Entre las otras dos cate-gorías se aprecia una ambivalencia, por un lado en Huesca predomina la incisión

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gónprofunda y en Zaragoza la suave, mientras que Teruel y unos pocos yacimientos

oscenses como Chaves, combinan ambas.

El acanalado más común es el romo, aunque en provincia de Zaragoza es elrealizado a peine. El apuntado que es el menos frecuente, y está completamenteausente en el Bajoaragón.

La variable otras decoraciones es la que ofrece valores más bajos, pero permiteconocer qué elementos considerados más propios de otros momentos cronológicosya aparecen en el Neolítico Antiguo, como las dedadas o incrustaciones. Caso aparte es el fragmento de cerámica pintada del Remosillo, no sólo por ser el únicosino también por los problemas del abrigo.

Las aplicaciones plásticas son las que de forma más clara manifiestan la varie-dad en los gustos, aunque en cierto modo se puede plantear la prefierencia por loscordones lisos, impresos y los pezones. Son los asentamientos bajoaragonese losmás sobrios en esta variable. En cuanto a la relación composición/situación siguendominando los motivos horizontales en el cuerpo.

Las correlaciones establecidas con los otros dos apartados técnicos no hanaportado conclusiones válidas, a excepción de algunos aspectos: tanto en la deco-ración inciso/impresa como en el acanalado las superficies de las cerámicas suelenestar bruñidas; una cierta prefencia por la gama de marrones en la decoración car-dial, o de los tonos grises y blancos para el punto y raya y para el acanalado.El número de fragmentos que aúnan la morfología y la decoración no llegan a

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LÁMINA. 12. Formas simples cilíndricas.

I. Cámara inferior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 162). II. Las Torrazas.III. Alonso Norte (BENAVENTE y ANDRÉS, 1989: 39-40). IV. Els Secans (RODANÉS et alii, 1996: 18).

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gón sobrepasar el 23%. La ya largamente comentada diversidad existente no ha permi-

tido establecer ninguna correlación entre un tipo concreto de morfología y unadecoración particular.

El análisis de correspondencias ha resultado ser el más significativo creandouna parábola con claras connotaciones cronológicas: a la decoración cardial, másantigua, se le ha contrapuesto la inciso/impresa, mientras que el resto de los tiposmuestran una utilización más amplia en el tiempo.

• • En conjunto los análisis manifiestan cómo son siempre los mismos asenta-mientos los que no siguen la norma, coincidiendo con los que cronológicamenteson más inciertos. Donde menos se aprecia este hecho es en el estudio de la deco-ración, en el que habitualmente sobresale la cueva de Chaves, pero por motivosmuy distintos: la gran variedad y riqueza de sus decoraciones.

El elemento más esclarecedor del trabajo estadístico es el análisis de corres-pondencias, puesto que en él se aunan todos los factores importantes sobre los dis-tintos yacimientos. La información del test se complementa adecuadamente con lastablas de frecuencias que permiten especificar de manera más gráfica las excepcio-nes. Como consecuencia de estos análisis los yacimientos se han ido agrupando ydefiniendo. En primer lugar queda patente que El Torrollón I, aunque tiene ele-mentos comunes a los demás, es evidentemente distinto y como ya se ha dichorepetidas veces, es consecuencia de las peculiares características del material.

El grupo que siempre queda más apartado es el compuesto por la Miranda, lasBrujas, el Remosillo, Huerto Raso, todas las cuevas de Gabasa, las Torrazas, losPanizales y, en menor medida, los niveles a+b y c genérico de la Costalena y el nivelb del Pontet. No se han asociado juntos en todos los análisis pero ofrecen mayoresdivergencias, ya que son los que, hasta ahora, han planteado la mayor parte de lasexcepciones. Su agrupación sugiere dos hipótesis: por un lado en los asentamientososcenses lo más factible es, como ya se ha repetido varias veces, la mezcla de mate-riales de distintas épocas en sus estratos. En algunos está más acusada esta remocióny, por tanto, las diferencias con los demás son mayores. Además hay que destacarque aunque poseen materiales de otras épocas, éstos no se diferencian de formaclara del resto. Por otro, en los del Bajo Aragón parece estar más motivado por lafalta de una excavación completa o, con más probabilidad, porque seán un estadiomás evolucionado que el resto.

Este primer grupo no es cerrado y dentro de él hay que hacer algunas pun-tualizaciones. La cueva de la Miranda es la que más similitudes presenta con otrosyacimientos, incluso en la correlación entre morfología y decoración se aproximaal nivel superficial de Chaves y al Torrollón I. Por otro lado, está incluido Els Se-cans no tanto por sus diferencias con el resto sino por su agrupación, sobre todoen los análisis morfológicos y decorativos, a estos yacimientos. No obstante, estasimilitud viene determinada por el escasisimo material cerámico, por lo que paraestablecer claramente su posición hay que esperar al estudio del resto de los mate-riales.

Entre este grupo y el siguiente se sitúa la cámara inferior del Moro de Olvena.La definición de ésta en los análisis no es homogénea y parece ser debido, sobre todo,a la escasez de material que posee. A pesar de ello se observan varias similitudes conel grupo anterior, al formar parte en muchos casos de las mismas excepciones.

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El segundo grupo lo forman el Forcón, la Espluga de la Puyascada, las cámarassuperiores del Moro de Olvena, Alonso Norte, el nivel 8 de Botiquería, el nivel c1de la Costalena y el nivel c inferior del Pontet. Aunque aparecen asociadosmayoritariamente es un grupo heterogéneo, puesto que la agrupación varía de unanálisis a otro. En la correlación morfología y decoración del Forcón y de la Esplugade la Puyascada se asimilán a algunos yacimientos del primer grupo por la existen-cia de menos fragmentos decorados que de morfología con decoración. Puede serdebido, al igual que en los anteriores, a que en éstos asentamientos también se haproducido una remoción de los estratos, pero los materiales neolíticos ejercen unamayor peso que los de otras épocas y por ello se aproximan más al nivel 1a de Cha-ves. Es interesante comentar cómo en el estudio realizado en nuestra tesis de licen-ciatura con los yacimientos oscenses, la cámara superior del Moro de Olvena seaproximaba morfológicamente más a los niveles 1a y 1b de Chaves que a estos dosabrigos, pero al introducir nuevos elementos de agrupación está característica se hadiluido. También los yacimientos del Bajo Aragón aunque se asocien a los oscensesquedan ligeramente individualizados agudizándose entre los que poseen decora-ción cardial.

Sería interesante establecer una hipótesis de trabajo con la diferencia en losporcentajes entre las paredes decoradas y los fragmentos morfológicos con decora-ción, ya que corroboraría que la diferenciación observada es consecuencia de las di-ferentes cronologías, es decir, que en épocas posteriores al Neolítico Antiguo las zo-nas preferentes para decorar fueran sobre todo las relacionadas directamente con elcuerpo más que con la morfología, que parecer ser la elegida en esta época.

El último grupo lo constituyen el nivel c superior del Pontet, el nivel 6 deBotiquería, el nivel c2 de la Costalena, Peña de las Forcas II y Chaves, aunque esésta la que presenta mayores diferencias respecto al conjunto y esencialmente vie-nen determinadas por la gran homogeneidad existente entre sus niveles. Como yase ha visto en el análisis de la manufactura, las características que los definen sonlas mismas que, en cierto modo, influyen en la ubicación de los otros grupos, aun-que la incorporación de la morfología y la decoración hace que se aproximen unpoco más a los demás.

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LÁMINA. 13. Formas simples cilíndricas.

I. Cueva de la Miranda (BALDELLOU y BARRIL, 1981-2). II. Espluga de la Puyascada, nivel EIIb(BALDELLOU, 1987a). III. El Pontet, nivel c superior (MAZO y MONTES, 1992).

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morfología, pero con la decoración se incrementan debido a las impresiones car-diales. A pesar de todo Chaves continúa siendo un yacimiento diferente, sobre todopor la gran diversidad de material, puesto que es la cueva que presenta más rique-za y mayor variedad, lo que no le confiere exclusividad ni superioridad sobre elresto.

Finalmente volver a incidir en la necesidad de cotejar estas consideracionespreliminares con las conclusiones parciales obtenidas del estudio del resto delmateriales y de otros datos para poder establecer una hipótesis final.

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1. La cerámica impresa del Neolítico antiguo en el Mediterráneo

El Neolítico, parafraseando a Bernabó Brea (1950), supone un gran ciclo cul-tural que engloba áreas geográficas dispares y distanciadas favoreceriendo desde elprincipio la aparición de aspectos regionales o locales que permiten individualizargrupos. Estos rasgos no constituyen un obstáculo sino un factor que facilita la inves-tigación y el conocimiento, pero siempre sin olvidar su pertenencia a un contextocultural más amplio.

La fase antigua del Neolítico se desarrolla con una idiosincrasia bien delimita-das, que lo distingue sin grandes problemas del periodo precedente. Estas caracte-rísticas se encuentran, aunque a veces con distancias cronológicas significativas, enmúltiples yacimientos desde el Próximo Oriente hasta Europa occidental. A pesarde que las investigaciones han avanzado de forma considerable en muchos campos,existen numerosas lagunas y aspectos controvertidos que no se han podido solu-cionar, pero a la vez la gran diversidad de información que ahora se posee ha per-mitido que se vaya clarificando su desarrollo.

Entre las cuestiones problemáticas la principal es la del origen. En casi toda elárea mediterránea aparecen yacimientos con cronologías excesivamente antiguas yen su mayoría discutidas, en los que los elementos que implican un cambio cultu-ral se reducen casi exclusivamente al proceso económico, estándo ausentes otrosrasgos de la cultura material como la cerámica. Son las llamadas fases acerámicas oprecerámicas, cuya explicación resulta muchas veces difícil debido al gran descono-

IV. Neolítico antiguo

«Recortar en estadios, en tramos temporales, estiloscerámicos de los que se sabe que unos han podido tenerbreve duración mientras que otros conocieron perdura-ciones notables, constituye ya un ejercicio peligroso.Sabiéndose también que algunos de esos estadios pue-den no corresponder de hecho sino a instantes muy cor-tos, en tanto que otros horizontes pueden enmascarar enel estado actual de la investigación varias fases que en undía aparecerán bien distintas.»

(J. GUILAINE, 1986: 80)

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LÁMINA. 14. Formas simples cilíndricas.

I. Espluga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a). II. El Forcón (BALDELLOU, 1984). III. Cuevade Chaves, nivel superficial (Museo de Huesca). IV. Cueva de Chaves, nivel 1a (nº 1-3 Museode Huesca). V. Cueva de Chaves, nivel 1b (nº 1-4 Museo de Huesca).

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góncimiento existente de las etapas meso/epipaleolíticas y a lo revuelto de las estrati-

grafías. Paralelamente hay otros yacimientos en los que el único elemento diferen-ciador es la cerámica, considerándose como posibles focos nucleares de neolitiza-ción, aunque su defensa, en la mayoría de los casos, es tan controvertida como lade las fases acerámicas.

En clara concordancia con la anterior, habría que hablar de las distintas teoríassobre la expansión de estas innovaciones hacia el oeste, entrando de lleno en lapolémica entre difusionismo, aculturación, migracionismo, etc. que se aleja enparte del motivo de esta publicación. No obstante, para el área aragonesa se haplanteado alguna hipótesis, que se verá más adelante, en un intento de establecer elmodelo de penetración.

Otra cuestión importante, pero ya centrada en la cerámica, es la indefinicióne imprecisión de los términos que se usan a la hora de establecer las distintas eta-pas o características cerámicas. Así por ejemplo se habla de decoración peinada enla zona del Líbano, para referise a unos motivos que son el resultado del arrastrede una concha de cardium; o bien términos como epicardial, pericardial o post-cardial son usados a veces indistintamente sin que queden claras sus caracterís-ticas. Aún se complica más el panorama al utilizar un rasgo propio de un elemen-to concreto de la cultura material, como son las impresiones cardiales, para definircon ello toda una etapa cultural, incluso cuando este tipo de decoración muchasveces no es la predominante como ocurre en la llamada fase cardial de Basi (Cór-cega).

Ante la imposibilidad de entrar a fondo en estos problemas expuestos, se cen-trará esta síntesis principalmente en la cerámica, que a su vez es el objeto que mayo-res atenciones ha recibido por parte de los investigadores del periodo. Pero sin dejarde lado otros aspectos significativos que facilitan la definición del proceso: el resto deelementos de la cultura material, su economía, los hábitats e, incluso, los substratosprecedentes y su posterior evolución.

• • Sin debatir la existencia de otros posibles focos de invención de la cerámica,como el yacimiento saharo-sudaní de Amekni (GUILAINE, 1976b: 122-125), partire-mos del Próximo Oriente Asiático como área nuclear aceptada por la mayoría. Esquizas la zona que presenta mayor distanciamiento del resto del área mediterránea,no sólo por el adelanto cronológico en la aparición de distintos avances (9.000-7.000 a. C.), sino también por ser la cuna de esas innovaciones técnicas: agricultu-ra, domesticación y sedentarización en la denominada fase protoneolítica, todavíaenglobada en un contexto cultural mesolítico, lo que le ha valido el apelativo dezona nuclear. Hay que señalar, no obstante, que estos progresos no se generalizande igual modo en toda la geografía próximo-oriental, encontrándose testimonios deyacimientos todavía en cuevas, como en los Zagros o en el valle del Jordán y quesugieren un retraso en determinados aspectos.

Las primeras culturas consideradas neolíticas se definieron en el yacimiento deJericó, englobadas en los términos genéricos PPNA y PPNB160, pero no se van acaracterizar por la presencia de cerámica si exceptuamos el PPNB final. Para lamisma función empleaban otra forma de contenedores como los vasos de piedra,

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160 Pre-Pottery Neolithic A y B de Jericó (KENYON, 1957; 1960).

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gón de madera, la cestería o silos de almacenaje. Esta ausencia no implica un anquilo-

samiento, puesto que en otros aspectos como el arquitectónico los avances son con-siderables: abandono de los hábitats en cueva y aparición de construcciones queevolucionan desde casas de planta circular a rectangulares, llegando a crear verda-deros poblados con murallas, calles y torres defensivas en momentos más evolu-cionados (BERNABEU et alii, 1993: 90-136).

Lo mismo ocurre con la economía, máxime al contar con la presencia de losagriotipos salvajes de plantas y animales. El cultivo del cereal en el área sur próxi-mo-oriental se desarrolló muy temprano, situándose entre el XII-X milenio B.P. Encambio, la domesticación se retrasa hasta el X milenio B.P para la cabra, aunquesurge en más zonas del Próximo Oriente e, incluso, hasta el IX milenio para otrosanimales como los cerdos. O. Bar-Yosef y R. H. Meadow (1995) plantean que la se-dentarización fue uno de los requisitos imprescindibles para la aparición de la agri-cultura, y ambos factores constituyeron las condiciones necesarias para la apariciónde la ganadería. Sin embargo todavía existen bastantes dificultades para explicarcorrectamente el proceso de expansión de esta nueva economía desde sus focos ori-ginarios, por lo que se habla tanto de difusión o migración como de la combina-ción de ambas. Los adelantos en la agricultura y en la ganadería —con el perrocomo uno de los animales que antes se domestica pero, sobre todo, con los ovicá-pridos— son progresivos, llegando incluso al regadío como se ha demostrado en elyacimiento anatolio de Çatal Hüyük (CAUVIN, 1987: 30-39) o en Hassuna y Samarraal norte de Mesopotamia (MELLAART, 1978: 63-69). En cualquier caso los nuevos sis-temas de producción van a condicionar en gran medida distintos aspectos de la vidade estos grupos, como la elección del lugar de asentamiento al preferirse ahora lasllanuras aluviales por su fertilidad.

La industria lítica, partiendo de los distintos complejos mesolíticos existentesen cada región, se acomodará a las nuevas circunstancias y surgiran nuevos útiles:los pulimentados, las puntas de flecha y otros elementos relacionados con una reco-lección intensiva al principio y, posteriormente, con la agricultura como son losmolinos y la volanderas. La diversificación tipológica también se produce en laindustria ósea, en los elementos de adorno —con los característicos brazaletes enpiedra—, las esculturas zoomorfas u otros signos de poder. El desconocimiento dela cerámica no implica que no conocieran o usaran la arcilla. Ésta se empleaba comoelemento constructivo en adobes o ladrillos, para endurecer suelos e, incluso,cociéndola para hacer las famosas figurillas humanas, de venus o de animales, asícomo para determinados objetos de carácter posiblemente ritual, como los cráneos.

Toda esta época está caracterizada por los movimientos de población y, esen-cialmente, por las expansiones paulatinas de los distintos grupos culturales másavanzados, que se mezclarán con las poblaciones autóctonas favoreciendo las simi-litudes, transferencias de avances y creación de innovaciones locales.

La cerámica propiamente dicha aparece a finales del VII milenio a. C., aunquehay documentados distintos experimentos intermitentes que no se desarrollaroncon éxito, como ocurre en Kirokitia (Chipre) (ibidem, 1978: 55), en Bouqras (desier-to sirio) y en Ali Kosh (Irán) (CAUVIN, 1987: 28 y 30), o como la llamada cerámicablanca de Siria que aparece entre otros yacimientos en Ras Shamara (CONTENSON yCORTOIS, 1979: 177). Los focos en que este elemento material comienza a aparecerde manera más continuada son el Eufrates medio (Siria) y Anatolia (llanura de

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LÁMINA. 15. Formas simples cónicas o troncocónicas.

I. El Pontet, n.º 1 nivel c superior, n.º 2-4 nivel b (MAZO y MONTES, 1992). II. Cámara supe-rior del Moro (Olvena) (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 151). III. Cueva 2a de los Moros(Gabasa). IV. Las Torrazas. V. Cueva de Chaves, nivel 1a (n.º 1 Museo de Huesca). VI. Cuevade Chaves, nivel 1b.

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gón Konya), con unas formas simples, de colores claros, bruñidas y sin decoración.

Durante el VI milenio a. C. en Siria y Cilicia se elabora una cerámica oscura, bruñi-da161, de formas globulares y sin cuello. La decoración más frecuente es de impre-siones —uñadas, digitaciones, puntillas...— e incisiones —de triángulos, óvalos yexcisiones—, que en fases más avanzadas se desarrollará en motivos lineales varian-do la intensidad del bruñido como en Amuq B cerca de Antioquía (ibidem, 1987:32).

En el litoral del Líbano se halla una cerámica con distintas coloraciones y pre-dominio de la impresión con cardium. Es frecuente que se decore arrastrando laconcha, por lo que se ha venido en llamar decoración peinada. El repertorio deco-rativo se completa con aplicaciones plásticas, acanalados e incisiones, formandouna serie de motivos que recuerdan, en muchos casos, por sus diseños las cesteríasdel nivel acerámico. Estas imitaciones también se localizan en otros yacimientoscomo en la cultura de Halaf Antiguo (Siria) hacia el 5.500-5.000 a. C., o en la cul-tura de Dalmo (al oeste de Irán) con una cerámica impresa realizada a través detubos, palillos, dedos, peines y pellizcado, a la que a veces se le añade pintura paraobtener un mayor efecto estilístico (MELLAART, 1978: 70-71). Esta decoración conconchas se encuentra nuevamente en el Neolítico de Mersín, Tarsus y cerca deDamasco y Gaza.

Paralelamente, en los niveles más antiguos comienza a aparecer la cerámicamonocroma que derivará posteriormente en los vasos bícromos y polícromos. Lastécnicas de engobe y pintado están muy relacionadas y extendidas por todo el áreapróximo-oriental y Anatolia, pero para algunos autores como Mellaart (1978: 62)no van a implicar necesariamente un movimiento de gentes.

La cerámica es uno de los elementos más característicos a la hora de definir lasdistintas culturas del Próximo Oriente y, aunque existen otros rasgos que permitenconcretar las diferencias, aquel va a ser el más fiable o, por lo menos, el más utili-zado. A partir de estas primeras cerámicas toscas la evolución de la alfarería se diri-ge hacia una mayor sofisticación y perfeccionamiento, tanto de los motivosdecorativos como de las formas y la técnica de manufactura, hasta llegar a una ce-rámica muy cuidada, como la denominada cáscara de huevo del Obeid 3. Perocomo se ha visto, no se puede hablar de sincronía en el proceso, ya que zonas comoAnatolia manifiestan una mayor perduración cronológica en esta primera cerámicaconsiderada tosca, que se va caracteriza por la ausencia de pintura y la decoraciónde cordones digitados.

• • Siguiendo la dirección geográfica por todos aceptada de Este a Oeste. EnGrecia el origen del Neolítico se presenta complejo, y aunque la nuevas ten-dencias en investigación sugieren que no existe un movimiento de población, estahipótesis todavía no se ha podido confirmar satisfactoriamente. Al igual que enotros sitios, incluso muy cercanos como Chipre, se han propuesto dos teorías quemarcan la dualidad existente en este territorio: colonización y/o desarrollo local.Por un lado, se advierte la llegada de nuevas gentes a través de la diferencia dematerial con respecto al periodo anterior Mesolítico, pero por otro un proceso

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161 Lo que le ha valido el apelativo de DFBW: Dark Face Brunish Ware.

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LÁMINA. 16. Formas compuestas con cuello.

I. El Torrollón (REY y RAMÓN, 1992). II. Cámara superior del Moro (Olvena) (MONTES, 1995:39). III. Espluga de la Puyascada, nivel EIIb (BALDELLOU, 1987a).

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gón local al que se incorporan las novedades neolíticas —técnicas y domésticas—.

Hecho que se ha comprobado claramente en yacimientos como Franchthi (Argó-lida) en el que coexisten rasgos mesolíticos y nuevos elementos neolíticos (PERLÈS,1989).

Al igual que ocurría en el Próximo Oriente, este yacimiento junto con otroscomo el problemático Argissa (Tesalia), Nea Nicomedea (Macedonia) y Knossos(Creta) apoyan la existencia de una fase neolítica precerámica con una cronologíaaproximada de finales del VII y comienzos de VI milenio a. C. (TEOCHARIS, 1973: 38-40). Se caracteriza por la presencia, en algunos casos, de estructuras estables dehabitación con plantas cuadradas, cimientos de adobe y piedra y por la transferen-cia de elementos innovadores como la domesticación, que les lleva a tener una eco-nomía de carácter agrícola y ganadera. En muchos yacimientos de Tesalia septen-trional este primer horizonte se encuentra sellado y separado del siguiente, en elque ya aparecen cerámicas monócromas (HAMEAU, 1987: 331). Para J. Cauvin (1988)estos yacimientos son la mejor explicación a los rasgos comunes existentes entreeste Neolítico precerámico y el de Siria o de los Taurus.

Será en el periodo denominado Protosesklo, hacia el 5.600 a. C., cuando surgedesde el principio la cerámica monócroma con gran calidad, hecho que ha probo-cado distintas hipótesis sobre su origen y en definitiva del de su grupo cultural.Algunos investigadores como C. Perlès (1989: 119) consideran que esta cerámicarepresenta un desarrollo local a partir del periodo anterior, mientras que otroscomo J. Mellaart (1978: 115-118) observan un gran parecido en su evolución con lazona oeste de Anatolia.

Las formas son simples, semiesféricas y, a veces, con pie. La mayor parte de lacerámica es monocroma, bruñida y con un engobe en distintos colores, pero tam-bién hay vasijas pintadas en rojo sobre blanco y viceversa, así como decoradas conimpresiones de uñas y dedos. A ello hay que añadir el hallazgo en Otzaki-Magoula(Macedonia), en el estadio Protosesklo, de una cerámica tosca con diversas impre-siones —punzón, uñas, dedos...— y con engobe. El resultado es una superficie deaspecto rugoso motivo por el cual muchos autores la definen como cerámica a bar-botina (HAMEAU, 1987: 331).

El aumento de la cerámica impresa, la aparición de nuevas formas y otros ele-mentos de la cultura material —como los ídolos piriformes— en los niveles supe-riores de los distintos yacimientos, marcan las características de un nuevo estadiodenominado Presesklo o cultura Magulitsa (LICHARDUS; LICHARDUS-ITTEN, 1987b:80-83). Junto a la nueva cerámica monocroma siguen elaborándose las vasijas inci-sas, impresas y las aplicaciones plásticas. Esta nueva fase está incorporada ya en elgran complejo de la Cerámica Impresa o cardial, que cronológicamente se sitúaentre el 5.500 y 5.100 a.C.

Los yacimientos en los que mejor se atestigua la cerámica impresa son Sidari(Corfú)162, Nea Nicomedea (Macedonia)163 y Asfaka (Epiro)164. No obstante en cada

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162 Fechas: nivel de cerámica lisa 5.720±120 aC y nivel sup. de cerámica impresa 5390±180 a.C.(HAMEAU, 1987: 331).

163 Dataciones del Neolítico Antiguo: 5.607±91 y 5.331±74 a. C. La fecha 6.240±150 a.C. se consideraerrónea (ibidem, 1987: 331).

164 Datación del nivel de cerámica impresa 5.430±240 a. C. (BATOVIC, 1987: 346; WHITEHOUSE, 1987: 363).

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LÁMINA. 17. Formas compuestas con cuello.

Cueva de Chaves, nivel 1b (BALDELLOU et alii, 1989).

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gón área las formas y decoraciones no van a ser las mismas aunque posean elementos

comunes. Desde el principio se observa una cierta diversificación regional, perocontinúa manteniéndose la unidad morfológica. Las formas se caracterizan, engeneral, por los fondos planos o poco curvos. Los elementos de prehensión sonraros y comúnmente son asas horizontales. Conforme se avanza hacia el norte, enla zona de Serbia, las decoraciones comienzan a ser mucho más ricas y variadas,poseyendo gran cantidad de ellas diseños de cardium que, a veces, es resaltada conincrustaciones de pasta clara.

El Presesklo ha sido subdividido en distintos estadios. Para el periodo másantiguo destaca la regresión de las cerámicas pintadas y la presencia de las primerasvasijas impresas. En cambio, el segundo se define por la cerámica decorada a rue-decilla y la decoración en mate. Para P. Hameau (1987: 334) se produce un fenó-meno interno importante, que queda atestiguado por el decaimiento de la cerámi-ca monocroma y la aparición brusca de la impresa, hecho que se repite con la pre-sencia de cerámica cardial hasta que es sustituida por la de tipo Sesklo. No está claroel origen de esta intrusión, pero siguiendo la huella de los asentamientos sugiereuna penetración O-E. La cerámica impresa existente en Grecia, entre la que seencuentra también la decorada con concha de cardium, perdura en algunos sitioshasta momentos avanzados del Neolítico Medio o cultura Sesklo.

La ausencia de la fase Presesklo en algunos yacimientos corrobora un compor-tamiento poco homogéneo en estos grupos. En muchos, principalmente en Tesalia,a la facies anterior le sucede directamente la cultura Sesklo, lo que ha generado múl-tiples interpretaciones en relación al posible origen y formación de esta fase y suconexión con otras zonas circundantes como los Balcanes (LICHARDUS; LICHARDUS-ITTEN, 1987b: 82-83).

En cuanto al resto de los elementos que definen esta etapa, hay que comentarque el desarrollo de los asentamientos es semejante al del área próximo oriental. Enun principio perduran los hábitats en cueva junto con pequeños asentamientos alaire libre que, poco a poco, irán evolucionando hacia verdaderos poblados con ras-gos arquitectónicos distintos, espacios comunes y casas cuadrangulares hasta llegara las rectangulares. Estos yacimientos darán lugar, por un lado, a las llamadas Ma-goulas en Tesalia o Toumbas en Macedonia, debido a la superposición de los pobla-dos, mientras otros presentan una etapa de abandono sin ocupación posterior. Seha visto que la agricultura y domesticación se conoce desde la fase precerámica, yavanzará hacia producciones técnicamente más desarrolladas, que permitan elalmacenamiento y en las que tienen gran importancia los stocks y el comercio.

• • La evolución del Neolítico Antiguo en la isla de Creta es distinta a la delcontinente, a pesar de la existencia de esa facies precerámica ya comentada. La cerá-mica surge repentinamente, sin los estadios precedentes, y se caracteriza por laausencia de decoración pintada y una gran uniformidad a lo largo del tiempo. Enuna primera fase (5.700-4.000 a. C.) las vasijas, cocidas en fuegos abiertos, son debuena calidad. Predominan las formas abiertas, las bases planas y presentan deco-ración puntillada, incisa o plástica con un gran desarrollo. La segunda etapa (4.000-3.800 a. C.) continúa la misma producción alfarera. Como novedades, tan sólo, sepuede comentar morfológicamente la presencia de pies o pedestales en los boles ydecorativamente se advierte una preferencia por el puntillado y la incisión, mos-trando una gran variedad de diseños (TEOCHARIS, 1973: 132-135).

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• • Los niveles acerámicos siguen presentes conforme nos alejamos hacia elOeste, es decir, en los Balcanes165, aunque las evidencias arqueológicas en las que seapoyan para sostener esta hipótesis no están tan claras, por lo que algunos autorescomo R. Treuil (1989: 141) consideran esta área y la del Egeo como una regiónintermedia o fronteriza entre dos culturas distintas: Europa y Próximo Oriente.

Nuevamente se encuentra una dualidad clara, por un lado perduran los yaci-mientos de cazadores-recolectores de la tradición mesolítica, a los que a veces, lessucede estratigráficamente un nivel con escasa cerámica impresa pero que continúacon la misma industria lítica, como en el estrato III de la cueva Crvena Stijena(Montenegro) o en Jamina Stredi (isla Cres). Por otro lado, aparecen asentamien-tos con recolección agrícola y de crustáceos, generalmente al aire libre, que estáncaracterizados por una industria lítica distinta y por la presencia de cerámica, entrelos que se puede mencionar el yacimiento de Smilcic (Dalmacia) (EVANS, 1987:323).

Las primeras cerámicas se fabrican hacia el VI milenio a. C., pero no tienen undesarrollo homogéneo. Quizás el único rasgo común en todas las regiones sea lapresencia de cerámica impresa y posteriormente, en el Neolítico Medio, de pintada.De forma habitual se distingue geográficamente entre la zona oriental y la occiden-tal, a lo que algunos investigadores añaden la distinta tradición mesolítica: tarde-noide y capsiense respectivamente, que también influirá en las diferencias entre elMediterráneo occidental y oriental (BENAC, 1987: 339; BATOVIC, 1987: 347). Ademásde esta subdivisión general, la diversificación regional es mucho mayor, como sedemuestra en la zona meridional con la cultura de Anzabegovo-Vrsnik, derivando

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165 Queremos hacer constar que, por problemas tipográficos, no se han podido escribir correctamentealgunos de los nombres de los yacimientos balcánicos.

LÁMINA. 18. Formas compuestas con carena.

I. Cámara superior del Moro (Olvena). II. ElPontet, nivel c superior (Mazo y Montes,1992).

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gón en la de Vinca en el Neolítico Medio, y en las distintas fases de la zona albana,

ambas con una clara conexión con las culturas del norte de Grecia. En los dos gru-pos se realiza una cerámica tosca con decoración impresa y a veces con engobe aun-que no siempre predominando sobre la monocroma o pintada. No se conocenpoblados de la misma magnitud y estructuras que los vistos anteriormente, y suevolución está mal constatada. Sin embargo, la economía de producción está biendocumentada, sobre todo la ganadería de ovicápridos (LICHARDUS; LICHARDUS-ITTEN,1987b: 88-90).

Al norte se desarrolla la cultura de Starcevo, en cuya segunda etapa aparece lacerámica con impresiones de uñas, dedos y la llamada a barbotina, que manifiestaun progresivo aumento en las etapas siguientes. No son mucho mejores los cono-cimientos que por ahora tenemos de los hábitats y, aunque en ellos aparecen casasde planta cuadrangular o rectangular, se sigue desconociendo la organización de lospoblados y numerosos aspectos de su economía, no obstante, la agricultura y gana-dería están plenamente asentadas.

En parte derivando de esta última y, en parte, con rasgos propios hay quemencionar las culturas de Körös (Hungria) y la de Cris (Rumania) que se caracte-rizan por una cerámica exclusivamente impresa, que posteriormente dará lugar ala llamada Cultura de Cerámicas Lineales (Bandkeramic) que tanto influirá en lazona centroeuropea. Cronológicamente el periodo abarca desde finales del VII aprincipios del V milenio a. C. Las condiciones ambientales en esta zona son máshúmedas, lo que originó una adaptación, pero también el mantenimiento dealgunos aspectos como la pesca y la caza, que continúan siendo actividadessubsistenciales de gran importancia. Se transforman los hábitat que ahora son demadera, más amplios y con una menor acumulación de restos (GIMBUTAS, 1991:11-23).

La zona oriental presenta una clara influencia de la cultura de Starcevo y deMacedonia, como se atestigua en el yacimiento de Cavdar (Sofía). En cuanto a lacerámica aparece la de manufactura fina, monocroma o bicroma, junto a la toscadecorada con impresiones de uñas y de barbotina. Las casas cuadrangulares se rea-lizan con arcilla y postes de madera. Paralelamente a este proceso se desarrolla lacultura de Karanovo, que muestra una mayor organización en los distintos pobla-dos, volviendo a aparecer los tells denominados ahora Mogilas. Los niveles delNeolítico Antiguo, es decir, Karanovo I y II no presentan cerámica impresa (ibidem,1991: 22-23).

• • Mejor conocida es la Costa Adriática y, en ella, el Neolítico Antiguo estárepresentado por la cultura de las Cerámicas Impresas llegada a través de influen-cias marítimas. Se define por una decoración realizada a través de la concha de car-dium y por las impresiones de uñadas. Al inicio del Neolítico Antiguo no hay apenasdiferencias en relación con la cerámica impresa entre las distintas regiones adriáti-cas, pero con el tiempo se irán agudizando, llegando a la sustitución de la cerámi-ca cardial por la pintada en el Neolítico Medio. Estos grupos están claramente deter-minados por su origen mesolítico que en muchos casos perdurará, influyendodecisivamente en la elección del lugar de asentamiento, y de ahí los escasos yaci-mientos al aire libre; en la industria lítica y en el mantenimiento de una economíade caza, pesca y recolección durante toda la primera fase e incluso, en algunos casos,prolongándose en el tiempo (BATOVIC, 1987: 346-347).

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gónLa zona oriental está condicionada por las características del suelo que, debi-

do a su origen kárstico, son poco favorables para el desarrollo de la agricultura, noasí para la domesticación que está bien documentada (BENAC, 1987: 338-339). Aquítambién se produce la dualidad ya comentada para otras zonas, materializada en lapresencia por un lado de yacimientos epipaleolíticos en cuevas o abrigos y por otrode los neolíticos plenos. El proceso comienza a finales del VII milenio e inicios delVI, sustituyéndose la economía primitiva basada en la caza y recolección por unaeconomía de producción organizada (MANFREDINI, 1987: 369). Las transformacio-nes en estos primeros momentos son mínimas, continúan los hábitats en cueva oabrigos, todavía se conocen pocos al aire libre, con ausencia de tells y escasos restosque demuestran una agricultura y domesticación, por lo que en esta primera fase elúnico elemento individualizador es la cerámica. Sin embargo para investigadores,como S. Tiné (1987: 351), es a principios del VI milenio a. C. cuando las gentes queposeían esa cerámica impresa más antigua junto con otros elementos como la agri-cultura alcanzan las costas adriáticas e introducen la nueva economía. En resumen,la neolitización de esta zona está condicionada por los rasgos geográficos, el subs-trato mesolítico y las nuevas aportaciones de los elementos neolíticos.

En la zona adriática oriental, ya que la occidental se verá dentro de Italia, sedistinguen tres estadios atendiendo a la evolución cerámica. El más antiguo estárepresentado por el estrato III de Crvena Stijena (Yugoslavia) y el mismo estrato enZelena Pecina (Herzegovina), que A. Manfredini (1987: 375) relaciona con el nivelsuperior de Sidari (Corfú), fechado en el 5.390 a. C. Se identifica por una cerámicatosca de decoración irregular con uñadas e impresiones y otra más fina monocro-ma, con ausencia todavía de cardial. En la industria lítica se mantiene una fuerte tra-dición mesolítica y parecen carecer, por el momento, de los rasgos característicos deuna economía de producción. La única influencia exterior se manifiesta en la incor-poración de la cerámica al material arqueológico, es decir, en su desarrollo o evo-lución histórica queda claro el origen local. El segundo estadio está representadopor el yacimiento dálmata de Smilcic. La economía de producción está ya plena-mente atestiguada, la cerámica cardial se hace frecuente y se diversifican el resto delas decoraciones. Estas vasijas están datadas en el 5.200 a. C. La degeneración de losdiseños cardiales, la aparición del diseño pivotante, incisiones y motivos geométri-cos van a definir la tercera etapa. En general, las formas son globulares, con o sincuello y con fondos planos. Ya en el Neolítico Medio estas culturas serán sucedidaspor la de Danilo a mediados del V milenio a. C., fecha obtenida en el yacimientode Gudnja (Yugoslavia) (WHITEHOUSE, 1987: 358-359). Estas facies, en principiobien establecidas, se han puesto en entredicho debido a que su definición no pare-ce tan clara a la vista de nuevas evidencias arqueológicas en otros yacimientos cer-canos (TINE, 1983: 41 y ss.).

En definitiva, el desarrollo de las cerámicas neolíticas en el oeste del Mediterrá-neo está marcado por la continuidad, pero también por una fuerte tendencia a ladiversificación, que se materializa de forma más evidente en la variación de estiloscerámicos. Para A. Benac (1987: 339), entre otros, se engloba dentro de un fenó-meno de aculturación común a todas las costas mediterráneas.

• • El proceso de neolitización en Italia, dominado por la corriente cultural delas Cerámicas Impresas y con una cronología aproximada del 5.500/4.000 a.C., estáclaramente marcado por la misma dualidad ya vista en otras áreas: Neolítico pleno,

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gón atestiguado en Tavoliere o Materano; y Mesolítico al que se incorporarn distintas

innovaciones, documentado en las cuevas costeras del Abruzzo, en el nivel V de lacueva Mura-Monopoli y en la zona interior sobre todo el Norte del Po (SE de Bari)(BENAC, 1987: 338; MANFREDINI, 1987: 368; BAGOLINI, 1990b: 73).

S. Batovic (1987: 343-349) a su vez diferencia dos fases: en la primera —fase Ide S. Tiné o estilo Molfeta— se mantiene una fuerte tradición mesolítica, exceptoen el Norte a donde llega la cerámica impresa junto con la plena economía de pro-ducción. En esta fase el elemento caracterizador y que permite hablar de Neolíticoes la cerámica, que aparece en el VI milenio a. C. La industria lítica está representa-da por los microlitos.

Los yacimientos más antiguos con cerámica se encuentran en Trieste y en lascostas orientales, principalmente en la región de Apulia. Esta cerámica es tosca, malcocida y con impresiones de uñas, dedos, pinzada y cardium. Las formas son sim-ples: esferas con cuello corto y hemisféricas (LICHARDUS; LICHARDUS-ITTEN, 1987b:146; BERNARDINI, 1983: 316). El elemento individualizador en la división en fasesde S. Tiné (1976: 75) es el ornamento cerámico: en la primera la decoración essencilla, distribuida uniformemente por toda la superficie del vaso, pero sin ordenaparente.

En la zona adriática italiana se diferencian tres regiones: norte, centro o regiónde Apulia, y sur. Al comienzo de la neolitización apenas se advierten diferenciasentre la costa adriática oriental y la región de Apulia, pero conforme se avanzacronológicamente presentan una evolución distinta. Por tanto, se puede plantearque al principio la cerámica impresa unifica todas las regiones adriáticas, exceptoel norte de Italia a la que todavía no ha llegado. Siguendo el esquema establecidopor S. Batovic (1987: 347) hay que hablar, por un lado de la costa suroriental ita-liana —en la que se desarrolla la fase Prato Don Michele, Guadone y Masseria LaQuercia— con unas fechas del 6.200 al 4.200 a. C. Esta cronología tan antiguasupone la aceptación de la datación de Coppa Nevigata (Manfredonia) (TINÉ,1976: 74; WHITEHOUSE, 1987: 363), ya que si no habría que llevarla al 5.200 a. C.Por otro, del litoral central con una cronología del 4.600-4.200 a. C. y, finalmen-te, del Noroeste con unas fechas del 4.100-3.800 a. C. obtenidas en el yacimientode Gaban. El retraso cronológico en las dos últimas zonas parece deberse a lascaracterísticas tipológicas de las cerámicas, pudiéndose comparar con el final delNeolítico Antiguo en el área adriática meridional. Esto supone que el Mesolíticodura más tiempo en algunas regiones italianas que en otras, como se ha demos-trado en el yacimiento Romagnano.

Al acabar esta fase la cerámica impresa se extiende desde Apulia hacia el lito-ral y el interior, pero en esta última se reemplaza la decoración cardial por las digi-taciones (BERNARDINI, 1983: 317). A finales del VI milenio en el poblado de Rendi-na, fase I, aparece una cerámica bruñida que en momentos más avanzados se uniráa la cerámica pintada. En el yacimiento de La Quercia se observa que junto a cerámi-ca de impresiones pivotantes existe otra pintada. A pesar de las dataciones obteni-das, no se ha llegado a un acuerdo para la fecha de sustitución: para R. Whitehouse(1987: 363) las dataciones de C14 demuestran que esta cerámica pintada se de-sarrolla del 5.200-4.800 a. C.; para M. Cipollini el cambio en el SE de Italia es pos-terior, con fechas del 6.500/6.300 B. P. (CIPOLLINI et alii, 1994: 21-22); R. Grifoni yG. Radi (1994: 23-24) proponen una cronología del 4.100-3.900 a. C. en la zona

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góncentral adriática; y finalmente para S. Tiné (1976: 80) las vasijas pintadas son carac-

terísticas de la segunda fase neolítica y, siguiendo la secuencia de Redina, las fechasvan de finales del V a comienzos del IV milenio a. C.

La aparición de los primeros vestigios de domesticación, tanto de plantascomo de animales, nos introducen en la segunda fase —fase II de S. Tiné o estiloGuadone—. Consecuencia de estas nuevas formas de producción se comienzan aconstruir poblados al aire libre con modos de vida sedentarios166. Desde el punto devista de la cultura material supone la decadencia de la cerámica impresa y la crea-ción de ricos ornamentos geométricos que se desarrollarán en el Neolítico Medio.La diferencia según S. Tiné (1976: 75-76) se basa en una manufactura más cuidada,un repertorio formal más rico, una elaboración compleja del diseño decorativo conbandas, triángulos, metopas con amplias superficies vacías para resaltar los motivosque, a veces, presentan incrustaciones de pasta blanca o roja. En este momento seproduce la expansión de la cerámica impresa desde Apulia hasta la llanura del Po yVenecia, como se constata en el yacimiento de Imola (Romagne) en el V milenioa. C. reconocida a través de las digitaciones y las impresiones de punzones. Poste-riormente, se desarrollan los triángulos incisos en vasos con forma de tulipa (BIAGI

y NISBET, 1987: 448).

Como se ha visto, para algunos investigadores la disparidad entre las dos facieses clara pero observan, a tenor de las dataciones obtenidas, que hay un momentode convivencia o contemporaneidad entre ambas, que no supera el V milenio a. C.No obstante no todos los autores ven tan nítida esa clasificación en dos etapas,polémica en la que no se va a entrar pero que queda refleja por J. Bernabeu (1989:122-123).

La diferencia entre ambas fases se manifiesta en otras características. En lamayor parte de los yacimientos de la fase I, los hábitats se localizan en cueva o abri-gos, habiendo muy pocos al aire libre con forma de poblado, aunque están atesti-guados como en Scaramella (5.050 a.C.) (BERNARDINI, 1983: 317). En cambio, en lafase II proliferan al aire libre, a la vez que se aprecia un mayor cuidado en la elec-ción del lugar, atendiendo principalmente a caracteres estratégicos, como en elpoblado de Guadone (Foggia) que posee los elementos urbanos propios delNeolítico Antiguo de Tavoliere, es decir, el foso en forma de «C» y los fondos decabaña. Quizá la característica que mejor defina el sistema de poblamiento delNeolítico en Italia es la ausencia de los llamados tells, tan propios de las áreas ante-riormente vistas.

En la zona suroccidental de Italia, tras la primera fase de cerámicas impresascon evidentes influencias de la zona apulo-materana, se asienta la cultura denomi-nada de Stentinello, con aportaciones de otras tradiciones de cerámica impresamediterránea. Se caracteriza por la complejidad de los motivos decorativos y por elempleo de distintos útiles para realizar la impresión dentro del mismo vaso. Setrata, por tanto, de una cultura claramente englobada en la tradición del cardial tar-dío (AMMERMAN, 1987).

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166 Los testimonios de agricultura se documentan con fechas de C14 del 5830±320 en el yacimiento deTavoliere, estando ya ampliamente constatados en el VI milenio a. C. (CIPOLLINI, 1992: 338-341).

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gón • • Sicilia, con evidentes conexiones con la Península Itálica, presenta en sus ini-

cios —a finales del VII milenio a. C.— una evolución paralela al continente. Lapolémica sin resolver del origen del Neolítico, supone el hallazgo en fechas muytardías de elementos neolíticos. La evolución desde el Mesolítico es paulatina a tra-vés de la incorporación de novedades, pero mantienen la economía de cazadores-recolectores. Los contactos no se producen sólo con Italia, sino que la industria líti-ca y la cerámica impresa muestran también conexiones con el norte de Africa.

La secuencia de la cueva de Uzzo (Trapani) sugiere un replanteamiento de latesis: cerámica impresa igual a la cultura de Stentinello. Se atestigua, en el nivel infe-rior, la presencia de cerámica impresa —punzón circular, en «V», etc.— cardial eincisa, cuyos motivos cubren todo el vaso sin orden, que evolucionó hacia compo-siciones más complejas y organizadas, con ausencia del cardial y de algunos moti-vos impresos. En la segunda fase, en cambio, aparecerán las líneas incisas y los pri-meros motivos geométricos que se desarrollan con plenitud en la tercera fase, muyinfluenciada por la cultura de Stentinello, en el umbral del V milenio a. C., apa-reciendo también las primeras cerámicas pintadas. Los contactos no se limitan aCalabria, sino que también estan documentados con Lípari y Matera. La cerámicaimpresa, en contra de lo que se podría suponer, plantea un acercamiento mayorhacia el grupo cardial franco-ibérico que hacia la cultura tirrénica (CONSTANTINI etalii 1987).

En la fase más avanzada, pero todavía en el Neolítico Antiguo, se constata unadicotomía regional: por un lado el estilo Stentinello que se localiza en el área orien-tal y, por otro, el Kronio que domina la zona occidental y el Agrigento. Las diferen-cias son acusadas observándose en la cerámica, la economía, el hábitat, etc. Estadualidad vuelve a proponer un desarrollo paralelo de dos tradiciones diferentes.

• • La isla de Malta ve en este momento su primera ocupación por el hombre.En ella se desarrolla la fase llamada Ghar Dalan, similar a la cultura de Stentinello,pero con fecha posterior al 6.500 B. P. (EVANS, 1971). Predomina la decoraciónimpresa de uñadas y las imitaciones del cardial, que en el yacimiento de Skorba hasido datada entre el 4.190±160 y 3.810±200 a. C. (GUILAINE, 1981: 10).

• • Volviendo al continente, la zona norte de Italia es la mejor conocida. En elproceso de neolitización D. Binder (1989) diferencia dos áreas. La primera corres-ponde al valle del Po y Alpes, en la que se advierte una lenta aculturación de lapoblación autóctona, de carácter castelnoviano, por los neolíticos de cerámicas im-presas o, eventualmente, por los centroeuropeos de cerámica lineal. Se documentaeste proceso en la segunda mitad del V milenio a.C., sin una ruptura drástica con loanterior. Muy al contrario, la economía, así como la industria lítica, se mantienenen la tradición mesolítica (BAGOLINI, 1990a: 187-189).

La segunda zona es la Liguria, en la que aparecen temprano las característicasneolíticas, con algunas cerámicas que derivan de la zona adriática o de los estilosbalcánicos. Las fechas obtenidas hacen pensar que el proceso comenzó a finales delVI milenio a. C., pero manteniendo dos tradiciones distintas: por un lado, se apre-cia que los complejos mesolíticos no se incorporan al avance de la cultura de lascerámicas impresas sino que más bien, al localizarse en la periferia, únicamente yde forma puntual recogen algunos elementos novedosos. Por otro, Arene Candidecon el descubrimiento de la fase tirrénica de la cultura de las cerámicas impresas

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gónmediterráneas, engrosado con el hallazgo de la cueva Pollera. Se caracteriza por la

presencia, a finales del VI milenio, de cerámica decorada con cardium, incisiones dechevrons, zig-zags y triángulos, por una economía de producción en la que todavíala caza tiene parte importante en el sustento del grupo y, por último, por una indus-tria lítica que denota las influencias castelnovianas (BIAGI y NISBET, 1987: 447).

La fase tirrénica para G. Odetti (1987: 476-478) se individualiza en dos etapasatendiendo a los motivos decorativos y a su disposición en los recipientes. Esto lepermite proponer una evolución sincrónica entre el Neolítico Antiguo ligur y elfrancés, en un intento por demostrar la existencia no de una unidad cultural sinode contactos entre ambas zonas, comprobado a través de las semejanzas en la cul-tura material y la cronología (5.000-4.200 a. C.).

Además de estas dos grandes regiones se constata una diversificación produc-to de las características geográficas del norte italiano y de las influencias principal-mente ligures, aunque a veces también de origen danubiano (BERNARDINI, 1983:318; BAGOLINI, 1990b: 74; 1992). Hacia finales del V milenio en el interior se ates-tigua la cultura de Fiorano (Emilia y E del Veneto), la del Vhò (Lombardía) y, final-mente, el Piedemonte que evidencia concomitancias con las culturas de cerámicaimpresa del Oeste, posiblemente por introducción de elementos ligures. TantoFiorano como el Vhò presentan similitudes y contactos como se ha advertido en elyacimiento de Campo Ceresole. Son culturas plenamente neolitizadas, se asientanen/o próximas a zonas fértiles para favorecer la agricultura y domesticación, com-plementada con la caza, pesca y recolección. La industria lítica tiene un importantecomponente de microburiles y muestra una clara dependencia de la tradición ante-rior. La diferenciación entre ambas vendrá determinada por la morfología cerámi-ca. Cronológicamente algunos autores como Demoule (1989) sitúan la cultura deFiorano en el Neolítico Medio, mientras que B. Bagolini, P. Biagi y R. Nisbet consi-deran que es contemporáneo de la cerámica impresa y, sobre todo, de la última fasedel Neolítico Antiguo. Con características semejantes también hay que mencionarla zona de Friuli representada en el yacimiento de Fagnigola (finales del V y comien-zos del IV milenio a. C.), pero todavía con elementos mesolíticos en su economía.

Una evolución más lenta, durante el 4.500-4.000 a. C., se observa en Gaban(Trentino) y en Isolo di Varese (noroeste de Lombardía). P. Biagi y R. Nisbet (1987:452) ven una clara unidad entre los dos grupos alpinos. En cambio, las tres cultu-ras anteriores: Fiorano, Vhò y Fagnigola, forman un grupo más homogéneo en lallanura del Po y, finalmente, en la zona costera y caracterizado por la cerámicaimpresa, se localizan la Liguria, Marche y La Romagna.

En general, los hábitats continúan siendo en cuevas o abrigos, pero las pobla-ciones son ya plenamente agrícolas y ganaderas —los porcentajes más altos son deovicápridos—. La industria lítica contiene elementos característicos del NeolíticoAntiguo como los útiles pulimentados, y permite atestiguar el comercio con Líparia través de la aparición de objetos de obsidiana.

Este Neolítico tirrénico se diferencia claramente del franco-ibérico en sus basesestilísticas y morfológicas, manifestándose en la presencia de fondos planos y unuso menos frecuente de la decoración cardial, limitado generalmente a impresionescortas. Los recipientes son a menudo decorados con los llamados «sillons d’impre-sions» o golpes de punzón en motivos organizados, junto con triángulos incisos(BINDER, 1989: 216).

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gón • • Desde el norte de Italia, al final del Neolítico Antiguo, se produce una expan-

sión hacia la zona alpina de Suiza. Sin embargo, estos no son los únicos contactosya que también se documentan intrusiones adriáticas. La cerámica es muy homo-génea y presenta fondos planos, la industria lítica es laminar. El yacimiento másrepresentativo es el de la Planta, que ofrece unas dataciones del 4.550± 80 a. C. al3.450±130 a. C. (GALLAY et alii, 1987).

• • Antes de pasar al Neolítico Antiguo francés hay que mencionar el resto de lasislas del Mediterráneo. En primer lugar Córcega, en la que de F. de Lanfranchi (1987)distingue dos fases dentro del Neolítico Antiguo. La fase antigua, cardial o cultura deBasi se desarrolla principalmente en el Sur. Se caracteriza por los fondos planos y for-mas semiesféricas comparables al sur de Italia. La decoración se hace a base de car-dium y pectúnculo. A pesar de llamarse fase cardial no existe un predominio de estadecoración. La industria lítica se realiza en sílex y riolita. Se data en la primera mitadel VI milenio, basándose en la fecha del nivel cardial de Basi (5.750±150 a. C.)(BAILLOUD, 1987).

En la fase más reciente, impresa a punzón o fase de Curacchiaghiu, se produ-cen dos transformaciones importantes. La primera, como denota su nombre, supo-ne el predominio de la decoración impresa de punzones romos formando diseñosorganizados. Las formas son primarias, es decir, vasos con cuello o globulares yfondos redondeados. El segundo cambio se produce en la industria lítica que sefabrica con obsidiana, evidenciando relaciones con Cerdeña. Pero las característi-cas continúan siendo las mismas que las del continente. Los contactos también seatestiguan en las formas cerámicas, sobre todo con la Grotta Verde (Algero). Tantola ganadería como la agricultura están plenamente asentadas (CESARI y MAGDELAI-NE, 1994). La datación de C14 del yacimiento antes mencionado sitúa su desarro-llo en el VI milenio, en un momento cardial (5.650±180 a 5.350±160 a. C.). Estasfechas, al igual que las de la primera fase, para J. Bernabeu (1989: 142) o J.Guilaine (1981: 13-14) son demasiado elevadas y por tanto inaceptables, ya quecolocan esta fase en momentos claramente postcardiales por las características desu cultura material.

• • Cerdeña presenta analogías importantes con Córcega, Italia y la P. Ibérica. Através de la excavación de Filestrus-Mara se ha podido diferenciar dos momentos enel Neolítico Antiguo, que junto con los dos niveles del yacimiento de Monte Maiorehan establecido la secuencia evolutiva de este periodo en la isla. G. Tanda (1982;1987) alude a la existencia de tres fases: La primera caracterizada por la decoracióncardial, en la que se situaría Filestrus/7. Las formas son de vasos globulares, con cue-llo, u ovoides y fondos redondeados. Aparece también la decoración incisa, las apli-caciones plásticas, y algunas superficies se engoban en rojo. Cronológicamente sesitúa entre el VI y V milenio a. C.

En la segunda fase se pueden diferenciar dos momentos: la etapa denominadaA, identificada por la asociación de la cardial —a veces con incrustaciones depasta— con impresas a peine y a punzón, así como por la presencia de vasijas lisasa la vez que continúan las incisas y las aplicaciones plásticas. Se corresponde con lafase intermedia de Filestrus 6/7 y la de Monte Maiore II. La etapa B queda definidapor la cerámica no decorada —estrato 6 de Filestrus—, aunque no implica la totaldesaparición de la decoración en los recipientes, al contrario siguen aumentando el

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morfología no se producen evoluciones, ya que se mantienen las formas antiguas ylos fondos redondeados. Ambas se encuadran cronológicamente en la segundamitad del V milenio a. C.

Por último, hacia finales del V y comienzos del IV milenio a. C. empieza la ter-cera fase, caracterizada por la cerámica incisa y pintada asociada a Monte Maiore I.

• • El Neolítico Antiguo en la costa mediterránea francesa siguiendo a J. Vaquer(1989) y a J. Guilaine (1981: 11-12), se desarrolla en dos complejos: en primerlugar, el horizonte tirrénico que supone la llegada de colonos ligures y toscanos y,en segundo lugar el cardial franco-ibérico del que todavía se desconoce su origen.La facies tirrénica se identifica sobre todo en la Provenza, pero también se ha docu-mentado entre otros puntos como Portigardes (Hérault) con una datación del4.485±125 a. C. (GUILAINE, 1986: 74; VAQUER, 1992: 60). El impacto que supusoesta colonización en gran parte es desconocido y los problemas se amplían debidoa las dificultades para definir en muchos casos el substrato anterior. A pesar de elloparece claro que la neolitización es el resultado de una adaptación lenta y gradual.

En la Provenza francesa, obviaremos la polémica que ha suscitado la posiblefacies precerámica, la cual se ha querido ver en algunos yacimientos como Abeura-dor (Hérault) o Baume de Fontbregoua (Salernes) (VAQUER y BARBAZA, 1987;COURTIN, 1975; BAILLOUD, 1987: 315; GUILAINE, 1981: 4). Tampoco se analizará elproblema que supone que el nivel del mar estuviera por debajo de la actual líneacostera y, por tanto, la dificultad que entraña la localización de asentamientos neo-líticos litorales, sobre todo, situados al aire libre (FREISES y MONTJARDIN, 1982).

A comienzos del V milenio a. C., se atestigua la presencia de la cultura cardialdenominada franco-ibérica, que para D. Binder (1989) se caracteriza por la rápidadifusión de un Neolítico pleno, cuyos orígenes hay que buscarlos en la cerámicaimpresa del SE Italiano. Aun con todo, paralelamente se advierte una continuidadde la cultura anterior, el Castelnoviano. Los yacimientos costeros evidencian de unaforma más clara las intrusiones culturales externas que el resto de los asentamien-tos, a los cuales no les llegan esas influencias directamente (ARNAL, 1987a).

La diferencia con el Neolítico ligur se manifiesta desde el punto de vista esti-lístico y morfológico. El estilo franco-ibérico está definido por los vasos de formassimples: esféricos, con o sin cuello, fondos convexos, mamelones perforados, asasde cinta o circulares y decoración con cardium junto a impresiones simples en cor-dones. El cardial no es jamás exclusivo en las fases antiguas, se asocia a las aplica-ciones plásticas y acanalados. Aparecerán también motivos pintados superpuestos alas impresiones, como se atestigua en la Baume de Fontbrégoua (Salernes). Estegrupo, cuya cronología más habitual se sitúa en el V milenio a. C., no es cerradosino que presenta concomitancias con el de la zona de la Toscana y Córcega(GUILAINE, 1981: 10; BINDER, 1989: 212-213).

Yacimientos como Chauteauneuf-le Martigues (Marsella), L’Ille Piou (Marse-lla) y les Samblons (Mormoiron), han permitido definir la decoración del Neolíticofranco-ibérico o cardial clásico. Se caracteriza por la composición en bandashorizontales o la combinación de paneles dispuestos en metopas, de triángulos o,incluso, guirnaldas. La presencia/ausencia de los motivos organizados que caracte-rizan este estilo, aunque su evolución todavía está en fase de estudio, ha servido

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gón para establecer diferencias cronológicas (ODETTI, 1987: 478; BINDER y COURTIN,

1986: 84-85; BAILLOUD, 1987: 316). Un aspecto importante que comienza a desa-rrollarse es la regionalización, constatada a través de los motivos decorativos quepermite aislar múltiples zonas intercorrelacionadas como en Ardèche, Languedocoriental y Herault (BEECHING, 1987).

En el área de Niza se distingue un Neolítico de cerámicas impresas distinto alcardial provenzal y se localiza tanto en abrigos como al aire libre. Llamado cerámi-ca de Pendimoun presenta fondos planos y vasijas de manufactura fina, con formasabiertas y superficies pulidas no decoradas. Las impresiones, decoraciones casiexclusivas, son cortas y de múltiples formas. Los motivos de los bordes las acercana elementos decorativos del Neolítico Antiguo I de Pollera y, en general, a los deCórcega y Cerdeña. Estos elementos también muestran influencias orientales, con-cretamente balcánicas y de Italia meridional. Aunque a veces está presente el cardialprovenzal, su porcentaje siempre es mínimo en relación al resto de las decoracionesy se localiza en los niveles superiores. Las dataciones del yacimiento Caucade (Niza)lo sitúan a mediados del VI hasta mitad del V milenio a. C. (BINDER et alii, 1993;BINDER y COURTIN, 1986: 83).

Asimismo, en la Provenza oriental aparece una decoración hasta ahora nolocalizada en otras áreas. Denominada Flamme por su diseño, se realiza con la valvade un molusco. Un tipo parecido pero llevado a cabo con concha de cardium, seencuentra en Italia meridional y en el área del cardial franco-ibérico. Está asociadaa una cerámica cardial que no reproduce los prototipos del estilo clásico franco-ibé-rico y se encuadra cronológicamente en un momento Epicardial (ibidem, 1986).

Las fases evolucionadas del propio Neolítico Antiguo, conocidas como Epi-cardiales, se definen por el inicio de diferentes decoraciones. Fundamentalmenteserá el acanalado el que pase a ser fósil director de esta segunda etapa, que crono-lógicamente se considera contemporánea al Neolítico Medio italiano. Simultánea-mente se producen otras transformaciones en la producción alfarera, como unadecoración menos profusa, disminución hasta la casi desaparición de la decoracióncardial, diversificación de las técnicas y de los temas, etc. (ibidem, 1987; BAILLOUD,1987).

En general en Francia, no sólo en la Provenza, se aprecian modificaciones encuanto al hábitat. Aunque se han encontrado yacimientos en cueva, abrigo y al airelibre en ningún momento denotan la importancia que alcanzaron en otros lugares,en particular los asentamientos al aire libre. Son normalmente yacimientos peque-ños y, posiblemente, temporales acomodándose a las estaciones climáticas. En losasentamientos al aire libre no se han localizado estructuras de habitación tan sóloalgunos elementos: empedrados circulares que hacen pensar en fondos de cabañaen Courthèzon (Vaucluse); en Portiragnes (Hérault) se han hallado adobes utiliza-dos como elemento constructivo, pero no en un ambiente cardial, sino en unaetapa anterior equiparable a la de la cerámica de Pendimoun (Niza) (ibidem, 1987:316-317); por último, también están atestiguados los postes de madera para sujetarlas techumbres, como en Leucaté, muy corrientes en casi todos los yacimientos neo-líticos mediterráneos.

En cambio, la economía sí que presenta similitudes con el área italiana, aldocumentarse tanto la agricultura y la domesticación —principalmente de ovicá-pridos— como la caza y recolección, unas veces con un papel básico, sobre todo en

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gónzonas donde el substrato mesolítico es todavía fuerte, y otras secundario. La indus-

tria lítica muestra también ese antagonismo, a pesar de que ambas son industriasde microlitos geométricos. Según las zonas, se mantendrá una clara dependenciacon el substrato preexistente: el castelnoviano, aunque las últimas investigacioneslo estén poniendo en evidencia (BINDER y COURTIN, 1987: 494). En otras áreas losútiles revelan pertenecer a la tradición de los neolíticos plenos, que a lo largo detoda su evolución se van caracterizar por una gran homogeneidad.

El Neolítico franco-ibérico no se limita únicamente al área provenzal sino quese extiende por el Languedoc oriental y por otras zonas como Hérault y Ardéche(BAILLOUD, 1987: 318; FREISES y MONTJARDIN, 1982: 222). En el Languedoc tambiénse ha querido ver una fase de cerámica lisa anterior al horizonte cardial, atestigua-da en Camprafaud (Hérault) con una datación del 5.950±150 a. C., pero que toda-vía se considera controvertida (GUILAINE, 1981: 13).

Las últimas investigaciones han sacado a la luz un nuevo Neolítico desconoci-do hasta ahora y llamado Neolítico paramediterráneo. Se ha documentado, entreotros yacimientos, en el de la Poujade (Aveyron) y cronológicamente se sitúa entreel 5.040 y el 4.500 a. C. La industria lítica mantiene la tradición mesolítica delmontclusiense. La cerámica se va a caracterizar por la escasez, por no decir ausenciatotal, de decoración. En estos rasgos se ha querido ver la confirmación de una pau-latina penetración de influencias neolíticas a las que ya aludía G. B. Arnal (1987a),quien a la vez propone la posibilidad de que sea o bien una modificación de la faseprimitiva de las impresiones o, por el contrario, una corriente totalmente distintadel cardial y autóctona de ciertos grupos mesolíticos. Hipótesis que también apoyaJ. Roussot-Larroque (1982). Sin embargo, para J. Guilaine (1986: 73) es una faselateral «empobrecida», correspondiente a la adopción de la técnica cerámica por lospobladores del interior a través de influencias costeras.

El cardial franco-ibérico en Languedoc, con yacimientos tan significativoscomo Leucate-Corrège (Aude) (GUILAINE et alii, 1984), está caracterizado morfo-lógicamente por los fondos redondeados, marmitas y vasos con cuello, y estilística-mente por la decoración plástica, básicamente de cordones, y los motivos en ban-das impresas con concha —con índices superiores al 40% (VAQUER, 1992: 60)—.Este grupo presenta múltiples afinidades con el cardial levantino, en contraposiciónal provenzal que se aproxima más a Italia. El espacio temporal que ocupa lo ofre-cen las fechas de Gazel I (Aude) con un 4.955±90 hasta un 4.830±200 a. C., es decir,aproximadamente la primera mitad del V milenio a. C.

En la zona interior más montañosa, pirenaica y aquitana, se constata el predo-minio de una cerámica grosera sin decoración, que se corresponde con una prime-ra influencia de las culturas agrícolas, a la que J. Guilaine (1986: 74) denominaPericardial. El impacto del cardial es muy débil como se manifiesta en Jean Cross167

o en la Balma Margineda168. Las formas predominantes son esféricas, hemiesféricas,recipientes con cuellos reentrantes y con algunos fondos planos. CronológicamenteJ. Vaquer (1992: 60) lo considera contemporáneo del Epicardial I, pero a la luz delas dataciones de la Balma Margineda (GUILAINE, 1995: 255) el inicio de la neoliti-

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167 GUILAINE et alii, 1979.

168 Ibidem, 1985a y GUILAINE Y MARTZLUFF (dirs.), 1995.

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ámbitos próximos. J. Guilaine ha querido ver en la secuencia de este yacimiento elpaso de un hábitat temporal mesolítico a una ocupación estable de grupos ya neo-líticos, manifestado sobre todo en la aparición de estructuras de almacenaje en elestrato C.3s, y el paso de una economía de recolección y caza a la ganadería de ovi-cápridos y cultivo de cereales.

El cardial se transformará rápidamente, aunque sin ruptura drástica, en unsegundo estilo llamado Epicardial del Languedoc. Está caracterizado por los vasosmás gruesos, esencialmente esféricos y con cuello, que combinan la decoraciónplástica y las incisiones o impresiones, muy barrocas al principio pero que con elpaso del tiempo se simplifican hasta desaparecer (VAQUER, 1989). Otra peculiaridadson los llamados «sillons» o golpes de punzón, que junto con las acanaladuras seorganizan en metopas o redes ortogonales, permitiendo diferenciar la zona orien-tal del Languedoc del resto del territorio (BEECHING, 1987). Desde el punto de vistacronológico la periodización no está clara. Distintos investigadores la sitúan entrela segunda mitad del V y el comienzo del IV milenio a. C., pero aunque yacimien-tos como Gazel II muestran la principal característica de esta etapa, es decir, unafuerte disminución de la decoración cardial en una fecha del 4.590±200 a. C., enotros como en la cueva de Camprafaud el cardial se prolonga hasta el 4.000 a. C.

J. Guilaine (1981: 10; 1986: 74-76) subdivide el Epicardial en dos etapas: laprimera o fase media del Neolítico Antiguo o Epicardial I clásico se define por la yacomentada regresión del cardial y el aumento y diversificación de las impresiones,incisiones, acanalados y elementos plásticos formando sobre todo motivos hori-zontales o verticales, pero también guirnaldas. Está representado estratigráficamen-te por Gazel II y Campafraud, con una cronología aproximada del 4.590±200 a. C.La segunda etapa o fase reciente del Neolítico Antiguo o Epicardial II se individua-liza por las impresiones de distintas morfologías, los golpes de punzón y la ausen-cia de cardial. Las fechas van desde el 4.440±55 hasta el 4.140±65 a. C. del yaci-miento Gazel III. Por último, a partir del 4.000 a. C. (Gazel IV), les sucede unNeolítico Medio definido por la ausencia de decoración cerámica, entre otros ele-mentos.

En los Pirineos orientales franceses el Neolítico Antiguo se desarrolla entre el5.500 y el 4.000 a. C, en yacimientos como l’ile Corrège (Port-Leucate). Se caracte-riza por la decoración cardial, impresa a peine, aplicaciones plásticas, acanalados,impresiones a punzón, etc. en un desarrollo evolutivo semejante al planteado enLanguedoc. En la cultura material, sobre todo en la cerámica, se aprecian clarasinfluencias catalano-levantinas, lo que confiere un aspecto peculiar a dicha cerámi-ca. Las formas son ibéricas, principalmente derivaciones de la esfera con o sin cue-llo cilíndrico (TREINEN-CLAUSTRE et alii, 1981). Todo ello hace que algunos autorespropongan una clara dependencia de este Neolítico Antiguo con el mundo ibérico.Consecuencia de estas fuertes analogías se observa que la evolución del estilo car-dial no tiene paralelos en el epicardial propiamente dicho, a pesar de que es aquídonde sugiere R. Montjardin (FREISES y MONTJARDIN, 1982: 222-223) que hay quebuscar el origen de la cerámica epicardial francesa, que se desarrollará en la segun-da mitad del V milenio a. C. No obstante, esas no parecen ser las únicas influenciaspues J. Vaquer (1987) establece paralelos con el Rocadurien aquitano y el Langue-doc para el periodo Epicardial avanzado.

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gónLa industria lítica típica, siguiendo la tradición anterior, es de macrolitos en

cuarcita y perdurarán en fases sucesivas. Este elemento junto con las característicasgeográficas y los datos económicos manifiestan una lenta progresión hacia la plenaeconomía agrícola y ganadera, aunque no a través de inmigración (ibidem, 1987).Simultáneamente se documenta otro tipo de asentamientos de nueva implantación,sin elementos de substrato y con plena economía de producción desde el principio(MONTJARDIN, 1976).

Este estilo particular no se concentra únicamente en esta área sino que se extien-de hacia el norte francés y la Aquitania, con evidentes contactos documentados enel Rosellón francés y el área española, que hacen de los Pirineos una frontera noinsalvable sino con múltiples contactos.

En cambio el Pirineo atlántico, que se consideró durante mucho tiempo des-habitado, está ofreciendo nuevos hallazgos. Han permitido atestiguar una incipien-te economía de producción, a pesar de la carencia de cerámica, piedra pulida y deunas cronologías todavía poco claras (BAHN, 1982). J. Roussot-Larroque (1987) di-ferencia entre el interior y la costa, en la que distintos grupos parecen convivir en eltiempo. El Neolítico Antiguo comenzará en un momento en el que en el Midi fran-cés se desarrollan las etapas del Neolítico Medio.

En el litoral atlántico se encuentran pequeños grupos neolíticos con cerámicacardial, caracterizados por los motivos en llamas y por la ausencia de elementos epi-cardiales —impresiones a punzón, impresiones en metopas, aplicaciones plásticas,etc.— que evolucionarán progresivamente hacia recipientes lisos. La cerámica sedefine por sus formas simples y fondos redondeados. Los datos cronológicos sonescasos, por no decir nulos, pero a través de las comparaciones se puede encuadrarentre mediados y finales del V milenio a. C. R. Joussame sugiere que el origen deeste Neolítico está en la P. Ibérica o en el Languedoc (JOUSSAUME et alii, 1987: 702).

En el interior, en cambio, se encuentra otro grupo cultural llamado Roucadou-rien, distinto del Cardial y el Epicardial en sentido estricto. Este grupo tiene su ori-gen en el substrato mesolítico local, con una industria lítica de microlitos y unacerámica de rasgos arcaicos, tosca y con decoración irregular de impresiones, inci-siones y cordones simples o impresos, en la que se dejan sentir más las influenciasdanubianas, procedentes del Norte de Francia y de la cuenca de París (ROUSSOT-LARROQUE, 1990a; JOUSSAUME et alii, 1987). Cronológicamente se considera anterioral Epicardial. Ya en el Loira, los contactos que se observan son, en contra de lo quese podría suponer, de la zona meridional francesa fechándose su desarrollo haciaprincipios del IV milenio a. C. (VILLES, 1987).

• • Para concluir esta síntesis de la cerámica impresa en el área mediterránea,queda por hablar del Neolítico en el norte de Africa. Nuevamente es el factor geo-gráfico, debido a su amplitud, el que va a caracterizar esta área con una gran diver-sidad y marcadas diferencias entre el litoral y el interior. Dejando a un lado la posi-ble existencia de un núcleo originario de fabricación cerámica (GUILAINE, 1976b:122) y de una facies acerámica con domesticación (MUZZOLINI, 1989: 157), nos cen-traremos en el Norte del continente.

Africa occidental dominada por la tradición capsiense, muestra por un ladozonas en las que la neolitización es lenta y progresiva perdurando la industria líti-ca tradicional, a la que se irán incorparando las innovaciones (GUILAINE, 1976b:

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gón 122), por otro, fundamentalmente en el área meridional, el proceso será más rápi-

do debido a la aparición repentina del Neolítico. Así, en la zona occidental la incor-poración a esta etapa se data hacia el 4.600 a. C. en la cueva de Capeletti (Aurés),mientras que en la oriental no se documenta hasta el 4.000 a. C. Económicamenteel rasgo más desarrollado, debido a las características geográficas, es la ganadería(MUZZOLINI, 1989).

Por el momento la cerámica cardial está presente únicamente en la zona lito-ral de Marruecos. Morfológicamente se define por las formas simples, esféricas, concuello y fondos redondeados, aunque a veces aparecen cónicos. La decoración tien-de a desarrollarse por todo el vaso y sugiere contactos con el área catalano-levanti-na. Esta cerámica se asocia a decoraciones plásticas e, incluso, en la cueva de GarCahal es contemporánea de una cerámica pintada con motivos decorativos que nosaproximan al sur italiano (ibidem, 1989: 160-162; CAMPS, 1974).

En el litoral argelino, concretamente en la región de Orán, se desarrolla unafacies distinta carente de cerámica cardial en la que predominan los motivos incisos—de diseño geométrico—, impresiones, golpes de punzón, estampados a peine, etc.,siempre situados en la mitad superior del vaso. Las formas son ovoides sin cuellos opoco desarrollados, como en el yacimiento de la Batterie, los fondos son cónicos ylas suspensiones se componen de mamelones u orejetas planas. En la industria líticapredominan los segmentos. La cronología obtenida en el cementerio des Escargots(Orán) la sitúa hacia el 4.730 a. C. (ibidem, 1974; GUILAINE, 1976b: 123-125).

En general, estas zonas no se alejan de lo visto hasta ahora en toda la Europamediterránea, en cambio la zona argelina oriental y Túnez son mucho más pobres.Se atestiguan contactos con Italia y su entorno, a través de la aparición de distintoselementos importados como la obsidiana, pero en etapas cronológicas avanzadas(CAMPS, 1974).

El proceso evolutivo en el Magreb es más lento y con un origen distinto, en elque la tradición capsiense tiene mayor fuerza. Una de las características principaleses la rica industria ósea, mientras que la cerámica es rara, tosca, con formas ovoides,fondos cónicos y con una decoración limitada a algunas incisiones o a bandasimpresas. Cronológicamente se encuadra en el IV milenio a. C. También se consta-ta la diversificación regional, ampliamente advertida en el área europea (ibidem,1974; MUZZOLINI, 1989; GUILAINE, 1976b: 123-125).

Lo que se observa en el análisis de este amplio grupo cultural en el ámbitomediterráneo es el desarrollo de un proceso relativamente homogéneo, con mássimilitudes que diferencias, viniendo éstas marcadas sobre todo por el mayor omenor peso de substrato anterior y por las características geográficas de cada zona,que determinarán claramente el desarrollo económico y, por tanto, el proceso neo-litizador. Hay que tener en cuenta que en el avance, ampliamente aceptado de Estea Oeste, algunos elementos se quedan en el camino y surgen otros nuevos, máximeconsiderando la amplitud cronológica que abarca el proceso (iniciándose en el VIIImilenio a. C. en el Proximo Oriente hasta el VI-V milenio para el Mediterráneo occi-dental).

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gón2. La cerámica del Neolítico antiguo en la Península Ibérica

El término Neolítico Antiguo es usado por la mayor parte de los investigado-res como sinómino de grupo cerámico, puesto que se han basado habitualmente eneste material para establecer las diferencias entre los distintos grupos o momentosculturales, dejando un poco de lado el resto de los rasgos que ayudan a definir laetapa. Hecho que queda bien patente en la mayor parte de la bibliografía desde susinicios, de la que daremos una breve pincelada poniendo mayor énfasis en lostemas que nos interesan, ya que ha sido tratada profusamente en otras obras.

Las investigaciones sobre el Neolítico, propiamente dicho, hay que llevarlas afinales del siglo pasado en el que J. Vilanova (1872) realiza una pequeña recopila-ción de los descubrimientos hasta entonces conocidos. A partir de este momento elcentro de interés va a estar sujeto, al igual que en el resto de Europa, al problemadel origen y la expansión de esta cultura. Las primeras investigaciones de finales delXIX y comienzos del XX, cuyo máximo exponente es L. Siret (1892 y 1907), inten-tan explicar el Neolítico y las innovaciones que conlleva como el resultado de unaauténtica colonización de gentes procedentes del Próximo Oriente. Rápidamente,hacia la década de los 20, aparece una nueva corriente, sintetizada entre otros en elpensamiento de H. Obermaier (1925) y P. Bosch Gimpera (1923b; 1932...), quebusca alternativas al origen próximo-oriental, que en la Península Ibérica se centra-rán en el Norte de África. Es el momento en que se elaboran las primeras periodi-zaciones: el esquema ya clásico de P. Bosch Gimpera con la Cultura Central o de lasCuevas, la de Almería y la Megalítica Portuguesa y Pirenaica, en las que se desarro-lla un protoneolítico y un Neolítico avanzado. L. Pericot (1934) las sustituirá porun Neolítico Antiguo y otro Final; J. Martínez Santaolalla (1941) delimitará unNeolítico Antiguo, que se correspondería con el Mesolítico, y un Neolítico Recienteque aparecerá dividido en dos culturas: la Hispano-Mauritana, equivalente a laCultura de las Cuevas, y la Ibero-Sahariana, equiparable a la Cultura de Almería,esquema igualmente aceptado por J. San Valero (1945; 1946; 1948a y b). Sinembargo otros autores como A. del Castillo (1947) perfilan periodos más sencillos,así únicamente distinguiría un momento inicial y otro llamado Neoeneolítico, etc.

El afán clasificador se deja sentir también en distintas propuestas que subdivi-den las fases atendiendo a uno de los factores que a partir de ahora va a ser clave,es decir, las diferentes decoraciones. P. Bosch Gimpera divide la Cultura de lasCuevas en dos áreas: el Norte caracterizado por las decoraciones plásticas y la regiónandaluza por los motivos incisos de gran barroquismo; J. San Valero (1954) plan-tea la existencia de dos facies en el Neolítico Antiguo: la primera se relaciona con lazona andaluza y se caracteriza por el predominio de la cerámica incisa, mientrasque en la segunda vinculada al área levantina el cardial es mayoritario. En 1949F. Jordá y J. Alcácer proponen para el área valenciana dos facies dentro del NeolíticoAntiguo: una situada en las cuevas litorales donde aparecían cerámicas con decora-ciones cardiales y abundante industria ósea y otra, más pobre y reciente, vinculadaal Mesolítico que se localiza en las zonas interiores.

En la decada de los 50 se producen dos cambios importantes: por un lado F. Jor-dá (1953) modifica el flujo de la corriente africanista, que ahora irá de España aÁfrica; por otro, los descubrimientos en Italia encabezados por Arene Candide haceque se acepte rápidamente las teorías orientalistas de L. Bernabó Brea (1950), comose aprecia en las obras de P. Bosch Gimpera (1952), J. San Valero (1950: 74-76; 1954),

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gón M. Tarradell (1960a) o M. Pellicer (1964b; 1967). Las investigaciones de campo

durante los años sesenta y setenta confirmarán esta teoría y a partir de este momen-to se dividirá la Península Ibérica en diferentes zonas para facilitar su estudio, comolos de Andalucía de Mª S. Navarrete (1976) y A. Mª Muñoz (1975), de Cataluña conE. Ripoll y M. Llongueras (1963) y M. Tarradell (1960b), o del País Valenciano deJ. Aparicio y J. San Valero (1977).

Paulatinamente van cambiando los ejes de investigación, así se deja en ciertomodo de lado el problema del origen y se busca una mayor definición y compren-sión del proceso neolitizador y de sus fases en cada zona. El ejemplo más significa-tivo es la tesis de J. Fortea (1973), en la que analiza las repercusiones de las nuevasaportaciones neolíticas en el sustrato epipaleolítico y en su evolución posterior.Establece un esquema, que en mayor o menor medida todavía hoy está vigente y nosólo en el área valenciana. Distingue tres grupos: el Neolítico Puro, de procedenciaoriental, que coincidiría con el estudiado por la mayoría de los investigadores; elGrupo de Cocina formado por contacto entre el sustrato epipaleolítico y el grupoanterior; y por último la facies Mallaetes que no llegaría a neolitizarse plenamente.

Los avances en otras ciencias han permitido la incorporación de estudios quefacilitan la visión global del Neolítico como un proceso complejo, así los análisisfauna, polínicos y paleoambientales muestan el intento por obtener una mayorinformación sobre otros aspectos más allá de los meramente tipológicos y centra-dos, sobre todo, en lo económico.

En las dos últimas décadas las investigaciones han experimentado un notablecrecimiento. Los trabajos de campo han sido numerosos así como los de síntesis yvaloración, y aunque la mayoría de ellos han seguido el cauce de los anterioresplanteamientos, algunos prehistoriadores han intentado, con más o menos fortuna,otros modelos explicativos que se comentaran en los puntos siguientes. En estepanorama bibliográfico se observa un importante vacío como consecuencia dehaber pasado de los estudios generales y síntesis, en los que uno de los problemasmás importantes era el origen o las posibles vías de penetración, a estudios tan par-ciales que parecen tener como principal objetivo la cronología —atendiendo exclu-sivamente a las cerámicas cardiales y, en menor medida, las impresas— sin llegar aestablecer otros criterios que definen cualquier cultura y, por tanto, el NeolíticoAntiguo. No obstante existen honrosas excepciones en las que se intenta dar una vi-sión de conjunto, plantear interesantes problemas todavía sin solucionar o realizarsíntesis desde el punto de vista económico actualmente en boga169. También hacomenzado una nueva tendencia en la investigación preocupada por temas tecno-lógicos, como se ha comentado en el apartado de metodología (MARTÍNEZ FERNÁN-DEZ y GAVILÁN, 1997, etc.).

• • Un aspecto que continúa siendo problemático, y que no por antiguo se haolvidado, es la existencia o no de un Neolítico precerámico. El abandono de la con-cepción de Mesolítico como una fase de transición entre dos periodos (Paleolí-tico/Neolítico) considerados más importantes, ha proporcionado la base necesaria

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169 Se puede ver en MARTÍ, 1978; FORTEA y MARTÍ, 1984-5; RUBIO, 1989; OLÁRIA, 1988: 389-424;BERNABEU, 1989: 103-139, V.V.A.A. 1992b y 1992c; GARCÍA GAZÓLAZ, 1995; MARTÍ y JUAN CABANILLES,1997, HERNANDO, 1999b, etc.

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gónpara cuestionarse el proceso de neolitización desde la perspectiva del sustrato ante-

rior. Es evidente que este planteamiento se aplicó, lógicamente y en primer lugar, enlas áreas nucleares del Próximo Oriente. Pero éstas no fueron las únicas porque,como ya se ha visto, en otras áreas mediterráneas han creído ver la existencia de esaetapa intermedia. En este sentido España, no se ha quedado atrás, pero no por ellodejan de existir los mismos interrogantes, indefiniciones, etc., que impiden recono-cer de forma irrefutable esta fase.

Las referencias a este fenómeno en la Península son antiguas170. Ciertos nivelesde Cueva Ambrosio, Almizaraque, La Font Major, Balma de l’Espluga o Arenaza Ison considerados por algunos autores como exponentes de una fase precerámica.Hoy por hoy y en el estado actual de las investigaciones ninguno de los yacimien-tos citados aguanta una revisión crítica de las evidencias, por lo que la sugerenciade un fenómeno de este tipo en la Península Ibérica no traspasa el umbral de lomeramente teórico.

Una cuestión distinta es la planteada por la presumible existencia de fenóme-nos de domesticación en niveles epipaleolíticos o acerámicos, como en Nerja171 yCova Fosca172 entre otros. En la primera de ellas es evidente, como luego se comen-tará, la existencia de problemas estratigráficos reconocidos. En la segunda, aunqueno reconocidas, también surgen dudas razonables que permiten al menos interro-garse sobre esta primitiva domesticación autóctona (BERNABEU, 1989: 121; BERNABEU

y MARTÍ, 1992: 217-8), máxime cuando es la propia autora la que admite que es elúnico yacimiento existente con estas características.

Siguiendo la corriente crítica, resulta a todas luces imposible explicar unadomesticación en esta área al carecer de los agriotipos, ya que supondría aceptarcontactos con las zonas que los poseían en etapas epipaleolíticas. En relación conesta supuesta domesticación estamos de acuerdo con el planteamiento de I. Rubio(1989: 17-9), que expone la necesidad de no confundir la domesticación incipientecon la existencia de caza especializada o de un control sobre las especies.

• • Aparte de esta etapa precerámica, se ha intentado ver un horizonte de cerá-micas lisas como fase inicial de la neolitización, justificándolo en las opiniones ver-tidas por L. Pericot (1945) a propósito de los materiales de la cueva de Cocina173.Respecto a estas afirmaciones hay que tener en cuenta que aluden al proceso de neo-litización de una zona concreta y no a un modelo general como se ha querido inter-pretar. Además L. Pericot parte de la concepción evolucionista que ya empleara P.Bosch Gimpera (1932), según la cual las cerámicas deberían evolucionar de las mássimples y toscas a las más perfectas y mejor decoradas. Sin embargo, hay que reco-nocer que es el propio autor quien en un artículo posterior matiza claramente estapostura, aunque no llegue a rechazarla del todo (PERICOT, 1949). En los últimos

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170 Podemos citar entre otros: RIPOLL, 1961; MALUQUER, 1965; PELLICER, 1967; VILASECA, 1969; FORTEA,1973; APELLANIZ, ALTUNA, 1975; FERNÁNDEZ MIRANDA, 1977: 4; LLONGUERAS, 1987: 594.

171 PELLICER y ACOSTA, 1986.

172 OLÁRIA, 1977; 1988.

173 L. Pericot localizó sobre una serie de estratos epipaleolíticos un nivel que se define por el pre-dominio de cerámicas lisas o escasamente decoradas. Las decoraciones más características son lasplásticas y peinadas, junto a escasas incisiones. Esto le permitió sugerir la existencia de unProtoneolítico anterior al de tipo cardial.

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gón tiempos como consecuencia de la publicación de los resultados de las excavaciones

en el abrigo de Verdelpino esta teoría se ha retomado, pero en nuestra opinión niel análisis detenido de los paralelos aducidos ni la propia estratigrafía interna delyacimiento permiten mantenerla174.

En relación al nivel c de la cueva de Abauntz175, que algunos autores han men-cionado para apoyar este nuevo horizonte, el problema es distinto ya que parece sermás una cuestión cronológica. La datación del nivel c, fechado por C14 en el 4.960a. C., sería la adecuada si se le considera un nivel intermedio, estéril y contamina-do por los niveles que separa, a través de la intrusión de cerámicas del nivel b4 ensu superficie y en el límite inferior por el nivel d. Así, la fecha coincide mejor con elmomento final del nivel epipaleolítico que con el inicio del proceso de neolitiza-ción (RODANÉS, 1986). Aun aceptando como válida la cronología, las escasas evi-dencias materiales encontradas en el nivel no parecen ser motivo suficiente para jus-tificar este horizonte, a lo que hay que sumar las dataciones más recientes de otrosyacimientos de la zona, como Zatoya176 o el nivel superior de Peña Larga177.

• • Finalmente se ha sugerido la existencia de un Neolítico inicial de cerámicasdecoradas no cardiales. Ha surgido como consecuencia de las altas dataciones pro-porcionadas por una serie de yacimientos que, por otro lado, presentan entre sí bas-tantes afinidades. Nos referimos a la castellonense cueva Fosca178 y a las andaluzasde Nerja179, Parralejo180, Dehesilla181 y Chica de Santiago182. En ellas, los primerosniveles neolíticos se han datado en el VI milenio e, incluso, en Nerja y Dehesilla seremontan hasta finales del VII milenio a. C.

Los materiales coinciden curiosamente con los que hasta el momento se ve-nían atribuyendo como propios del Neolítico Medio. Cova Fosca, por ejemplo, hasido catalogada como perteneciente a este período por B. Martí (1978; MARTÍ y JUAN

CABANILLES, 1989: 30), J. Guilaine (1981: 14-15) o J. Bernabeu (1982; 1989: 118).Pero la situación se complica al constatar el hallazgo de cerámica cardial en las anti-guas excavaciones, así como por la presencia de fragmentos con la misma decora-ción en el nivel superficial, revuelto por clandestinos, y en el nivel I (APARICIO y SAN

VALERO, 1977; OLÁRIA, 1988: 137-194). Todo ello parece indicar que el yacimiento

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174 La presencia de 19 fragmentos cerámicos en el nivel IV datado por C14 en 6.000 a. C. llevó a pro-poner un horizonte de cerámicas no decoradas anterior al de las cerámicas impresas (FERNÁNDEZ

MIRANDA y MOURE, 1975; MOURE y FERNÁNDEZ MIRANDA, 1977; 1978). Sin embargo el estudio delabrigo no está exento de problemas como demuestran las numerosas y detalladas críticas (FORTEA yMARTÍ, 1984-5: 174-177; BERNABEU, 1989: 128; etc.). En cuanto a su justificación a través de parale-los con otras cuevas las argumentaciones carecen de fundamento, como en la Balma de l’Espluga enla que tampoco está claro, incluso para sus propios excavadores, este nuevo horizonte (GUILAINE,1981: 12-13; LLONGUERAS, 1981a), y lo mismo ocurre con la covacha de Llatas o con Cocina III.

175 UTRILLA, 1982.

176 BARANDIARÁN, 1977 y 1982; BARANDIARÁN y CAVA, 1989a.

177 FERNÁNDEZ ERASO, 1988 y 1992.

178 OLÁRIA, 1977 y 1988.

179 PELLICER, 1963 y 1987; PELLICER y ACOSTA, 1982; 1986 y (coord.) 1997.

180 Ibidem, 1982.

181 Ibidem, 1982; ACOSTA, 1987; ACOSTA y PELLICER, 1990.

182 PELLICER y ACOSTA, 1982.

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gónlevantino presenta importantes problemas estratigráficos aún no resueltos definiti-

vamente.

Muy distinta es la perspectiva evidenciada en las cuevas andaluzas. Si se acep-tan las estratigrafías proporcionadas por P. Acosta y M. Pellicer y las consiguientesdataciones absolutas, automáticamente se convierte en la zona más antiguamenteneolitizada o en la que primero se ha documentado un Neolítico de estas caracte-rísticas. Esta circustancia plantea dos posibilidades: o bien existe un núcleo, próxi-mo y más antiguo, con características similares en cuanto a su cultura material, delque pueda proceder el andaluz, o bien se considera esta región como un núcleo deneolitización independiente y autónomo. Aunque ambas hipótesis se presentanhoy por hoy como irresolubles, sus defensores se apoyan en distintos hechos.Respecto a la primera tesis tan sólo se cuenta con las recientes investigaciones en elNorte de África y Sáhara, que pretenden establecer un área nuclear en la que el pro-ceso de neolitización o, al menos, la presencia de yacimientos con algunas de lascaracterísticas que éste conlleva, podría haberse producido en el VIII y VII milenioa. C. (AUMASSIP, 1986). Pero esta posibilidad es difícilmente demostrable con losdatos actuales.

La segunda tesis, en nuestra opinión, parece igualmente poco probable ante eldesconocimiento del sustrato epipaleolítico sobre el que debieron evolucionarestas poblaciones. El intento de explicación a través del Epipaleolítico de Nerja noparece que pueda sostenerse (JORDÁ, 1986), ya que es poco representativo del con-junto andaluz y, a su vez, las distintas interpretaciones de la excavación realizadaen 1979, que es la base de esta teoría, no aportan hechos concluyentes. Se encon-traron unas supuestas pellas de barro que fueron interpretadas como un primerintento de elaboración cerámica y, lo que es más importante, el inicio de la do-mesticación de algunas especies como ovicápridos, bóvidos y cerdo que aparecíanen el mismo nivel. Aunque el propio profesor Pellicer reconoció la poca fiabilidadde esta excavación (ibidem, 1986), actualmente defiende la existencia de una zonanuclear en las sierras de Cádiz y las estribaciones occidentales de la cordillera sub-bética, basándose en las altas fechas de C14, el fuerte sustrato epipaleolítico, laabundancia y perfección de la cerámica a la almagra como anterior al cardial levan-tino y la presencia de fauna doméstica en niveles inferiores (PELLICER y ACOSTA,1997: 376). Este supuesto Neolítico Autóctono de cerámica almagra ha sidoampliamente contestado y rechazado por diversos investigadores, como J. Fortea yB. Martí (1984-5). A lo que hay que añadir, como se verá más adelante, que los nue-vos hallazgos, lejos de confirmar esta teoría, se suman a los datos existentes pararefutarla. Por otra parte, aunque se aceptara su veracidad, todavía no se ha explica-do satisfactoriamente la presencia de oveja o cabra doméstica, teniendo en cuentaque son especies importadas. A. Mª Muñoz (1970), Mª D. Asquerino (1987: 69) yC. Olária (1986) proponen para solucionar este problema la introducción precozde ovicápridos por grupos avanzados en la domesticación pero que desconocían elresto de las innovaciones neolíticas, viéndose favorecidos en sus contactos por elcarácter cazador de los epipaleolíticos.

Hay que tener en cuenta que se han documentado en estos niveles, tanto enNerja como en Parralejo o Dehesilla, cerámicas cardiales relacionadas con las levan-tinas. Atendiendo a sus altas dataciones —finales del VII milenio o comienzos delVI milenio a. C.— este hecho parece poco probable, ya que requiere elevar la cro-nología de los yacimientos levantinos clásicos al menos medio milenio. En caso de

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gón no aceptar estas fechas el panorama cambia radicalmente y, hay que reconocer, que

se adapta mejor a la realidad que presentan otros yacimientos peninsulares conestratigrafías claras. De acuerdo con esta hipótesis, se seguiría considerando comomás antiguo el horizonte de cerámicas impresas de procedencia levantina. Éstasaparecen en los niveles cerámicos más profundos de la Carigüela de Piñar183, en unaserie de hallazgos no estratificados e, incluso, en porcentajes pequeños en los nive-les inferiores de los yacimientos citados excepto en la cueva Chica de Santiago.

En definitiva, estas cuestiones parecen plantear varias hipótesis: la primeraconsistiría en considerar el conjunto como una facies distinta del levantino, ideaque ya ha sido expuesta reiteradamente por A. Mª Muñoz (1984) y que inclusoresponde a los primitivos planteamientos de J. San Valero. Matizando esta hipóte-sis Mª D. Asquerino (1987: 79-80) sugiere una dualidad en el proceso: por un ladose encuentran los grupos que han sufrido una aculturación y, por otro, los que hanevolucionado desde economías pastoriles epipaleolíticas con la incorporación dela cerámica. Esta dicotomía está en concordancia con las últimas tendencias enboga entre los investigadores del Neolítico Antiguo de buena parte de Europa, asícomo con las teorías que se han establecido en algunas áreas españolas como elLevante o Aragón. Pero todavía quedarían cuestiones sin solucionar sobre todo deorden cronológico. La segunda opción supone considerar a todo el conjunto comocorrespondiente al Neolítico Medio y admitir una neolitización retardataria res-pecto al núcleo levantino. Sin embargo ésta, que es la que mejor concuerda con elpanorama existente en el resto de la península, no parece ser la más aceptada entrelos investigadores que trabajan sobre el tema y supondría invalidar todas las data-ciones antiguas obtenidas en los yacimientos andaluces. Por tanto con los conoci-mientos actuales parece poco prudente manifestarse taxativamente respecto a cual-quiera de las soluciones, por lo que habrá que esperar la publicación de nuevasestratigrafías y dataciones absolutas que permitan inclinarse por alguna de las tesisplanteadas.

• • Las divisiones regionales basadas en el reparto territorial actual, a pesar de noser reales en Prehistoria, son el único sistema válido para abordar el estudio de unperíodo que de otra forma sería inabarcable, sobre todo por la multiplicación deinvestigaciones que se han producido en los últimos años. Realizaremos un breveestado de la cuestión que sirva de base para incorporar nuestras aportaciones sobreel Neolítico Antiguo aragonés y principalmente, como se ha comentado anterior-mente, hacer una reseña de los trabajos más importantes en las distintas regiones.

Habría que empezar explicando el proceso neolitizador en la Península184.Pero a la hora de la verdad son escasos los investigadores que se han planteado eltema, si exceptuamos los del área mediterránea y esos intentos, antes mencionados,por establecer una fase preneolítica. La zona más estudiada ha sido la catalano-levantina en la que se ha observado una dualidad muy clara. Conviviendo cronoló-gicamente se encuentran, por un lado yacimientos con niveles epipaleolíticos ante-riores a las influencias neolíticas, documentadas a través de la cultura material, sien-

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183 PELLICER, 1964a; NAVARRETE, 1976; NAVARRETE et alii 1991: 39-61.

184 Una revisión de las distintas teorías en boga y de los diferentes modelos establecidos la encontra-mos en MARTÍ y JUAN CABANILLES (1997) y HERNANDO (1999b: 72-87).

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góndo éste el único caso en el que realmente se puede hablar de neolitización; por otro,

los asentamientos neolíticos plenos, que no poseen ese substrato anterior y se carac-terizan por una cultura material nueva y una economía de producción (FORTEA etalii, 1987: 590; MARTÍ et alii, 1987: 608). A pesar de lo tajante del «modelo dual»,no hay que olvidar que fenómenos de esta magnitud difícilmente se producen de lamisma forma y con las mismas características de continuidad/ruptura, es decir, encada área de la Península Ibérica se observan ciertas particularidades acordes a supropia idiosincrasia, como se ha sugerido para Cataluña (PALLARÉS et alii, 1997b).Pero todavía el verdadero problema está en determinar el origen y medios de pene-tración de estos nuevos pobladores, tema que por ahora desborda las pretensionesde este trabajo.

•• Cataluña

Desde el trabajo de síntesis de J. Guilaine (1976a), en Cataluña se ha mante-nido la división del Neolítico Antiguo en dos fases: la primera corresponde alNeolítico Antiguo Cardial cubriendo aproximadamente el V milenio185, y una se-gunda fase o Neolítico Epicardial186. Se ha intentado proponer una etapa anterior,la ya vista fase precerámica de la Balma de l’Espluga o la del abrigo del Filador187. Elprincipal problema que se observa en el Neolítico catalán en todas sus fases es lacarencia de estratigrafías, dataciones, estudios polínicos... Pero en los últimos años,posiblemente debido a la toma de conciencia por parte de algunos investigadores,se ha intentado solucionar como demuestran los diferentes trabajos presentados enel 9é col.loqui de Puigcerdá (V.V.A.A. 1992b), la síntesis socioeconómica de A. Martín(1992b: 203-228) o el I Congrés del Neolític a la Península Ibèrica (V.V.A.A. 1996).

Acorde con las últimas tendencias en la investigación (MESTRES, 1992: 74-75)intentan explicar el proceso de neolitización partiendo del modelo dual y siguien-do en su avance el modelo de J. Gallay (1989; 1990). Arrancando de un núcleo car-dial costero se produce en la 1ª fase pionera (Neolítico Antiguo cardial, 6.000 a5.300 a. C.) una expansión hacia el interior, ocupando los espacios que dejan libreslos cazadores-recolectores. En la 2ª fase neopionera (Neolítico Antiguo Epicardialc. 5.500 a. C.) alcanzan el resto del territorio catalán como consecuencia de un cre-cimiento demográfico. En ella se pudo producir el doble proceso colonización-acul-turación. Por último la fase de estabilización incluye el Neolítico Antiguo Evolucio-

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185 Está representada por el grupo montserratino, al que se han añadido nuevos yacimientos comoCova del Parco (ALONSO et alii, 1978: 164-166; MALUQUER, 1982; PETIT (ed) 1996), Balma Margineda(GUILAINE et alii, 1985a y b; GUILAINE y MARTZLUFF 1995), Cova del Frare (ESTÉVEZ y MARTÍN, 1982;MARTÍN, 1980 y 1982; MARTÍN et alii, 1985), Cova de la Font Major de l’Espluga de Francolí (MIRÓ,1988), o los decubrimientos de yacimientos al aire libre como Font del Ros (BORDAS et alii, 1996;PALLARÉS et alii, 1997a).

186 Definida por yacimientos como Cova Lladres (TEN, 1981: 138; 1989), Cova 120 (AGUSTÍ et alii,1987), Balma de l’Espluga (LLONGUERAS, 1981b), Cova Mariver (TARRÚS, 1979), Cova del Toll(GUILAINE, et alii, 1981) o los hallazgos de poblados al aire libre como Les Guixeres de Vilobí(BALDELLOU y MESTRES, 1981; MESTRES, 1981-2).

187 Plantean la presencia de domesticación en estratos epipaleolíticos, cuya veracidad tampoco pareceaceptable (FULLOLA et alii, 1987; CEBRIA et alii, 1981; GARCÍA et alii, 1990). Estos dos yacimientos seagrupan dentro de un problema mayor: el desconocimiento existente de los asentamientos epipa-leolíticos, con estratigrafía y dataciones, que permitan valorar mejor el conjunto del Neolítico Anti-guo y las posibles evoluciones in situ.

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gón nado y el Neolítico Medio (4.900-3.400 a. C.). Concretamente para el Pirineo

oriental M. Pallarés, A. Bordas y R. Mora (1997a: 321-322) proponen un procesoescalonado y diferencial, que no refleja cambios bruscos en los registros sino unapaulatina incorporación de nuevos elementos.

A la luz de las dataciones, aunque todavía escasas, el Neolítico Antiguo Cardialse enmarca cronológicamente en el V milenio a. C., presentando los elementos típi-cos de este horizonte inmerso en la tradición de cerámicas impresas del Medite-rráneo occidental. Cronológicamente abarcaría desde el 4.720±120 a. C. de la Bal-ma Margineda (Andorra) hasta el 4.220±170 a. C. de la cueva del Parco (CLOP etalii, 1992: 64), aunque algunos autores como A. Martín prologará el NeolíticoAntiguo hasta el 3.500 a. C. al incorporar el estilo Epicardial y los postcardiales(MARTÍN, 1992b: 204; 1992e: 310). Los asentamientos se localizan fundamental-mente en cuevas y, geográficamente, se concentran en el área litoral.

A. Martín (1992b: 215-216) ha intentado establecer las posibles funciones paracada tipo de hábitat catalán, pero reconoce que todavía no se puede hablar desedentarización sino más bien de yacimientos estables y temporales dentro de unarotación cíclica. En la mayor parte de ellos están ausentes las estructuras, ya que úni-camente se han constatado fosas excavadas en el suelo que han sido interpretadasen general como áreas de almacenaje.

Está atestiguada la agricultura y la domesticación desde los primeros momen-tos del Neolítico Antiguo. La reciente proliferación de yacimientos al aire libre haotorgado una mayor relevancia al papel de la agricultura en estas comunidades(MESTRES, 1989), corroborado en parte por los datos botánicos aunque todavía soninsuficientes (V.V.A.A. 1992b). J. Mestres (1989: 43) considera que la penetración deestos grupos hacia las tierras altas del interior viene determinada con toda probabi-lidad por las necesidades de los ovicápridos, mientras que A. Martín (1992a: 321)plantea la existencia de dos facies, litoral y continental, como consecuencia de unaadaptación distinta al marco geográfico. En ambas teorías la caza, pesca y reco-lección seguirán teniendo un papel unas veces secundario y otras básico, pero conla diferencia de que en la zona litoral, donde se agrupan la mayoría de los yaci-mientos cardiales al aire libre, las fosas encontradas son interpretadas como laexpresión de una organización del consumo, más que como el producto de una eco-nomía de excedentes. En ellas se almacenarían las distintas especies de trigo o ceba-da para su gestión posterior, aunque el registro de plantas domésticas es más redu-cido que en la fase epicardial (BUXÓ, 1988). R. Buxó (1991: 74) propone la existen-cia de un cultivo alterno de cereal-leguminosas en detrimento del clásico de quemay rozas, hipótesis no muy clara para otros investigadores como A. Martín (1992b:212), ya que conllevaría una excesiva especialización para la primera fase neolítica.

La principal característica de este momento es una cerámica de gran perfeccióntécnica con decoración cardial, aunque sin olvidar la presencia de aplicaciones plás-ticas, impresiones con otros instrumentos e, incluso, con otro tipo de conchas nocardiales, etc. Las formas de los recipientes impresos son globulares, con o sin cue-llo, y a veces con fondos cónicos (LLONGUERAS, 1987: 595). En relación al resto dela cultura material, señalaremos que la industria lítica manifiesta una ruptura conlos complejos epipaleolíticos y una relativa estandarización de los geométricos, per-foradores, taladros, así como la aparición de útiles pulimentados junto a elementosde molienda. En la industria ósea predominan los punzones sobre metapodio de

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gónovicáprido. Las conchas marinas y las piezas dentarias serán los objetos más emplea-

dos para realizar los elementos de adorno.

La segunda fase o Neolítico Antiguo Epicardial se encuadra en torno al cambiode milenio. Aunque las dataciones que se conocen son todas recientes, las últimaspublicaciones han permitido concretarlo sugiriendo que ocuparía todo el IV mile-nio y comienzos del III milenio a. C., coexistiendo en la última fase con manifesta-ciones Montboló (CLOP et alii, 1992: 64). Pero no todos están de acuerdo con estaperiodización, así A. Martín (1992e: 310) retrasa esta fase hasta finales del V mile-nio finalizando en la primera mitad del IV milenio a. C., donde con posterioridadse generaran los estilos postcardiales.

Este horizonte se caracteriza por la casi total sustitución del cardial en favor delas decoraciones impresas incisas, acanaladas y un aumento de las aplicacionesplásticas. Las formas son globulares con cuello o subesféricas de distintos tamañosy con asas macizas horizontales o verticales. En el resto del registro arqueológico noexisten variaciones significativas y lo mismo ocurre desde el punto de vista econó-mico, al constatarse únicamente la reafirmación de la agricultura y la domestica-ción. Los análisis ha permitido sugerir la estabulación de los ovicápridos en las cue-vas, como se ha constatado en la Cova del Parco (Alos de Balaguer, Lérida), Cova laGuineau (Font-Rubi, Barcelona) y Cova del Vidre (Roquettes, Tarragona), lo queconllevaría a su vez el aumento de otros trabajos para garantizar la subsistencia deestos animales (BERGARÀ, 1997: 160-161)

En cambio en la distribución de los yacimientos se aprecia una ligera transfor-mación. Geográficamente se produce una dispersión y proliferación hacia el inte-rior, como se ha demostrado con los descubrimientos en la zona prepirenaica leri-dana (ROVIRA y CURA, 1992) y simultáneamente se ocupa extensivamente el llano(MARTÍN, 1992b: 220). Para J. Mestres (1989) el proceso es consecuencia de la acul-turación de los grupos epipaleolíticos, que aunque hubieran tenido contactos conlos del litoral todavía no estaban neolitizados. Pero la aceptación de esta hipótesisrequiere todavía la contrastación arqueológica. Por el contrario A. Martín (1992a:322) considera el aumento demográfico como la explicación más plausible.

Como última fase, anterior al Neolítico Medio, se ha incorporado una etapaintermedia el Neolítico Antiguo Evolucionado Postcardial188, denominado así porla aparición de nuevos estilos de morfología cardial (MARTÍN, 1992b: 204). Se sitúacronológicamente a comienzos del IV milenio a. C. e, incluso, en algunos yaci-mientos llega a traspasar el umbral del Neolítico Medio. Está caracterizado por laregionalización demostrada a través de las diferencias existentes en el material cerá-mico; por la perduración de las aplicaciones plásticas, sobre todo de cordones lisos(ibidem, 1992e: 310); y por ser la etapa de consolidación de una economía campe-sina que se ve favorecida por una mayor fijación territorial (MOLIST et alii, 1996). Eltipo de hábitat sigue siendo el mismo pero han aumentado en número, lo que hapermitido plantear interacciones de carácter económico o funcional entre yaci-mientos cercanos. En relación al acondicionamiento del espacio hay que decir quejunto a las estructuras de almacenaje vistas anteriormente aparecen otras claramen-te de habitación o de carácter doméstico.

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188 Incluye yacimientos como Barranc d’en Fabra (BOSCH et alii, 1992); Cova Sadurní (EDO y BLASCO,1992); La Draga (TARRÚS et alii, 1993); Hort d’en Grimau (MESTRES, 1988-89), etc.

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gón Dentro de esta fase se incluiría el problemático grupo Montboló de J. Guilaine

(1974 y 1976a), ya que su implantación no está documentada en un área lo sufi-cientemente amplia y con la necesaria fuerza como para considerarlo un grupo conentidad propia. En esta etapa además se incorporan las denominadas facies de Covadel Font Molinot189 y de Amposta190, aunque esta última no parece que tenga ele-mentos definidores claros al localizarse casi exclusivamente en enterramientos.

• • Las Islas Baleares

En los últimos años ha ofrecido interesantes hallazgos e investigaciones quenos aproximan al Neolítico (GUERRERO, 1996). Sin embargo su ámbito cronológicosobrepasa los límites de nuestro estudio, ya que la llegada de grupos neolíticos a laisla se plantea en un momento en el que el epicardial en la Península ha concluido(ibidem 1999: 566).

• • País Valenciano

En el mismo horizonte de cerámicas impresas del Mediterráneo occidental, elárea levantina presenta algunas características distintas a la catalana, debido sobretodo al amplio conocimiento que se tiene de la etapa anterior al Neolítico. Los pre-historiadores levantinos han sido pioneros al sugerir nuevas líneas de investigación.Ya se ha mencionado y se volverá a hacer posteriormente, el modelo dual de neoli-tización191. B. Martí y J. Juan Cabanilles (1997: 234-236) han sintetizado el procesode la Península Ibérica, pero centrándonos en esta área recalcan la relativa unifor-midad de la primera parte del Epipaleolítico, una segunda fase caracterizada por ladiversidad Epipaleolítico y Neolítico, con todas las interacciones y evoluciones lógi-cas. Así alrededor del 6.000 a. C. los neolíticos cardiales, llegados del mediterráneo,ocupan con relativa rapidez parte del territorio de los epipaleolíticos geométricos,extendiendo los nuevos modos de vida a la vez que obligan al desplazamiento a loscazadores-recolectores.

Entre los grupos epipaleolíticos hay que destacar el denominado GrupoCocina que, como se ha indicado, surge a consecuencia de la neolitización del sus-trato epipaleolítico a través del contacto con el horizonte cardial (FORTEA, 1973).Además de la estación epónima, se extiende por la zona de Castellón (Estany Grande Almenara)192 alcanzando el Bajo Aragón (Botiquería, Secans,...)193 y por el Surhasta las serranías jiennenses con estaciones como la Cueva del Nacimiento o Val-decuevas.

Los elementos que caracterizan al grupo plenamente neolitizado son los mis-mos del horizonte Neolítico Antiguo Cardial del área catalana, pero con una mayorprofusión y definición de los útiles líticos y óseos. La industria lítica presenta unclaro predominio del componente laminar, junto con geométricos, principalmente

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189 BALDELLOU et alii, 1975; BALDELLOU y MESTRES, 1977.

190 MARTÍN, 1990a: 45; 1990b; 1992a: 322-326; LÓPEZ, 1988c: 86.

191 MARTÍ y JUAN CABANILLES, 1989; JUAN CABANILLES, 1992; BERNABEU y MARTÍ, 1992: 213-218.

192 FORTEA, 1975; GUSI, 1975.

193 Para la bibliografía ver el apartado del Neolítico Antiguo en Aragón.

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góntrapecios, así como de hachas y azuelas (JUAN CABANILLES, 1992). La industria ósea

encuentra una singular representación en los yacimientos cardiales como Cova del’Or194, Cendres195 y Sarsa196, siendo quizá las colecciones más importantes de todoel Mediterráneo occidental, destacando las cucharas, espátulas, punzones... En con-traposición a esta abundancia hay que mencionar la relativa pobreza en los ya-cimientos no cardiales. Entre los elementos de adorno sobresalen los anillos, ade-más de todo tipo de cuentas de collar.

Desde el punto de vista económico está atestiguada la domesticación, bási-camente de ovicápridos, y la agricultura. En cuanto al nivel de desarrollo agrícola seha podido constatar, en algunos yacimientos, la utilización del fuego como sistemade deforestación para obtener espacios abiertos donde cultivar. En los plenamenteneolitizados, como l’Or, Sarsa o Les Cendres, son varias las especies identificadas:distintos tipos de trigo y cebada, junto con leguminosas como lentejas o guisantes.Esto ha llevado a proponer la posibilidad, pendiente de confirmación arqueobotá-nica, de un cultivo alternativo o simultáneo de estas especies evitando así el agota-miento del suelo (BUXÓ, 1991: 74; MARTÍ, 1992: 234-235). En relación a la domes-ticación se ha documentado la existencia de algún sistema de estabulación de losovicápridos en Les Cendres a finales del Neolítico Antiguo y Epicardial, pero comoya se ha visto, no es exclusivo del área levantina (BADAL et alii, 1991: 43-45). En laCova de l’Or se advierte un aprovechamiento fundamentalmente cárnico de estosanimales, al igual que parece ocurrir en el caso de los cerdos, en cambio los bóvi-dos parecen ser más animales de carga o fuerza para labores agrícolas. Las activida-des de caza no se han abandonado y se propone una doble utilización distinta alconsumo de carne: por un lado la explotación de los productos secundarios comoserían las astas o pieles y, por otro la caza como defensa del ganado e incluso de loscampos cultivados. Estas hipótesis se han propuesto tan sólo para los yacimientosplenamente neolitizados, ya que los que mantienen la tradición anterior continúancon una economía primordialmente epipaleolítica (MARTÍ, 1992: 235-236). Otraactividad económica importante en los asentamientos costeros es la pesca y la reco-lección de moluscos marinos, que en algunas zonas peninsulares llega a ser casiexclusiva como en Cádiz.

La tradicional división tripartita del Neolítico ha sido modificada por J. Ber-nabeu (1982; 1988; 1989: 103-127; BERNABEU y MARTÍ, 1992), que propone ba-sándose principalmente en la Cova de L’Or, Sarsa y les Cendres la existencia de dosúnicas culturas en la evolución del Neolítico, subdivididas a su vez en varias. Sinembargo no está exento de problemas, como el propio autor reconoce (1989: 108)debido a la escasa representatividad de la muestra que emplea para establecer suprimera individualización entre Neolítico I y II.

La primera cultura o el Neolítico I, se corresponde con el horizonte de cerámi-cas impresas y se extiende desde el VI milenio a. C. hasta mediados del IV. Sinembargo C. Olária (1992: 324-325) invalida las dataciones más antiguas, a travésde varias fechas como las de la Recambra: 5.790±220 a. C. o Cova Fosca: 5.690±110a. C. Este retraso en la datación permitiría dejar la puerta abierta a la posibilidad,

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194 MARTÍ, 1977; 1983; MARTÍ et alii 1980; GALLART, 1980; VENTO, 1985; BERNABEU, 1989: 55-81.

195 LLOBREGAT et alii 1981; BADAL et alii, 1991; BERNABEU, 1989: 83-93.

196 SAN VALERO, 1950; CASANOVA, 1977; ASQUERINO, 1976 y 1978.

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gón también sugerida en otras zonas del Mediterráneo occidental y defendida por esta

autora, de un desarrollo de los grupos epipaleolíticos/mesolíticos en los que el car-dial no se puede considerar fósil director. Se caracteriza por la aparición de la cerá-mica con predominio de la decoración impresa, la domesticación de plantas y ani-males, una industria lítica con escasa diversificación tipológica y un fuerte compo-nente laminar, y por una industria ósea y elementos de adorno muy variados yricos. El hábitat continúa siendo primordialmente en cueva.

Se ha separado esta fase en tres horizontes a través de la cerámica, ya que elresto de los elementos del registro arqueológico no muestran las modificacionesnecesarias para determinarlo. El Neolítico IA (5.000-4.200 a. C.), que asimila al car-dial franco-ibérico, está definido por el dominio indiscutible de la cerámica cardial,suponiendo entre el 40-60% de la decoración197. El Neolítico IB (4.200-3.700/600a. C.) es equiparado al Epicardial y a la Cultura de las Cuevas andaluzas. Se distin-gue por la reducción de las cardiales, llegando incluso a desaparecer las realizadascon el natis en favor de las impresas e incisas198. Finalmente, el último horizonte oNeolítico IC (3.700/600-3.500/400 a. C.), se caracteriza por el predominio de lascerámicas peinadas sobre cualquier tipo de decoración, así como por el aumento delas lisas. Este horizonte es poco representativo, ya que sólo se ha encontrado clara-mente en los niveles VII-VI de les Cendres.

El Neolítico II, encuadrado cronológicamente desde mediados del IV mileniohasta principios del II milenio a. C., correspondería al Neolítico final y principiosdel Eneolítico. En relación con el grupo anterior continúa con la reducción de lasdecoraciones en favor de las cerámicas lisas, a la vez que aparecen nuevas formascomo las carenas. En la industria lítica proliferan las puntas de flecha y el retoqueplano bifacial. La industria ósea sufre una fuerte reducción tipológica, no así los ele-mentos de adorno que alcanzan una gran profusión.

Muy importante en el área levantina es el Arte Rupestre, que ha sido objeto deestudios detallados en los últimos años con los que se intenta conocer facetas deestas poblaciones a las que difícilmente nos podríamos aproximar por otros me-dios. A. Martí y J. Juan Cabanilles (1997: 228-232) consideran que tanto el arte ru-pestre macroesquemático como sus paralelos en el arte mueble, son un magníficoindicativo del territorio inicial del Neolítico en el País Valenciano, creando así entreAitana, Mariola, Benicadell y el mar Mediterráneo un «núcleo primigenio» del queemanarían las novedades. Con posterioridad el Arte Levantino y su relación con lacerámica pintada refundirían en uno solo lo que antes eran territorios diferentes. En

222

197 A su vez, está subdividido en dos fases: IA1 caracterizada por poseer un porcentaje importante dedecoración cardial realizada con el natis y por la abundancia del llamado «estilo impreso primiti-vo» —definido como: «...son simples líneas más o menos verticales, irregularmente dispuestas y quetienden a recubrir totalmente la superficie externa del recipiente.» (BERNABEU, 1988: 147)—.Cronológicamente se encuadra en torno al 4770 ± 380 y 4680 ± 290 a. C. a través de las fechas dela cueva de L’Or. En la fase IA2 se produce un aumento de la decoración con impresiones no car-diales; desaparece casi totalmente la decoración con natis, aumentan los diseños geométricos, pre-dominan los motivos zoomorfos sobre los antropomorfos y disminuye el «estilo primitivo» en favorde otro nuevo formado por la combinación de incisiones e impresiones. Para este momento sóloposee una datación que J. Bernabeu considera algo baja: 4030 ± 260 a. C., obtenida en la mismacueva.

198 Esta decoración es la que define de una forma más clara la fase 1B1, mientras que en la 1B2 aunquecontinúan, se produce una disminución de las aplicaciones plásticas, la casi total desaparición delcardial y un aumento considerables de las cerámicas peinadas.

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góndefinitiva consideran que la función de estas manifestaciones es doble, por un lado

como aglutinadoras de la identidad de un grupo a modo de santuarios y, por otro, co-mo marcadores territoriales. Esta hipótesis coincide con las planteadas en otrasáreas como la de V. Baldellou (1994: 50) en Aragón, asimilando el arte esquemáti-co a grupos neolíticos y el arte levantino a cazadores recolectores de raigambre epi-paleolítica.

• • Región de Murcia

Puente entre Andalucía y el País Valenciano, los datos que tenemos sobre elproceso de transición Epipaleolítico-Neolítico y del propio Neolítico son escasos,por lo que resulta difícil de explicar. Sin embargo, hay que mencionar ciertos avan-ces con las investigaciones, aunque todavía carecen de estratigrafías que permitanelaborar la secuencia evolutiva del Neolítico en la región. La pervivencia de econo-mías epipaleolíticas adecuadas al medio ambiente árido de la zona es, para A. MªMuñoz (1987), la causa de la escasez de cerámicas del Neolítico Antiguo. Esto supo-ne, a su vez, que las actividades primordiales siguen siendo la caza y la recolecciónen un hábitat localizado en cuevas y abrigos, siendo muy escasos los yacimientos alaire libre.

Se ha sugerido también la existencia de una fase precerámica a través de loshallazgos en el Abrigo Grande II del Barranco de los Grajos (Cieza)199 y en la Cuevadel Búho (Mula)200. En el primero se documenta una industria lítica caracterizadapor laminitas de dorso rebajado que perdura en fases posteriores con cerámica(MARTÍNEZ SÁNCHEZ, 1988: 188), aunque no parece motivo suficiente para sustentardicha hipótesis.

La falta de estratigrafías completas, dataciones, análisis e, incluso, de abun-dancia de materiales arqueológicos no ha sido obstáculo para formular una previasecuencia cultural. Los nuevos hallazgos han permitido confirmar, con muy pocoselementos todavía, el antes anecdótico Neolítico Antiguo cardial (ibidem, 1988:189; 1994: 160). En cambio, sí son más abundantes las decoraciones impresas,plásticas e incisas y, en estadios más evolucionados, peinadas y lisas. Las formas sue-len ser globulares, con o sin cuello, semiesféricas, ovoides, a lo que hay que añadirla presencia de cucharas. En cuanto a la zona costera se ha propuesto que la ocu-pación se produciría en momentos avanzados del Neolítico, hacia el III milenio a.C. (MUÑOZ, 1986: 153), aunque está siendo cuestionada a raíz de los nuevosdescubrimientos (MARTÍNEZ SÁNCHEZ, 1988: 191).

• • Andalucía

El sur de la Península Ibérica, parte de cuyos problemas ya se han comentado,presenta nuevas dificultades por la carencia de análisis polínicos, estratigrafías ydataciones de C14 o sus elevadas fechas, lo que unido al desconocimiento del sus-trato anterior plantea cuestiones irresolubles en torno al origen del Neolítico en estazona. La transición al Neolítico comienza a estar constatada en algunos yacimientoscomo el abrigo de Valdecuevas (Jaén), la cueva del Nacimiento (Pontones, Jaén), Río

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199 WALKER, 1977.

200 MARTÍNEZ ANDREU, 1983.

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gón Palomares (Algeciras)201, en los concheros epipaleolíticos de la tierra llana de Huel-

va202 y, poco a poco, en contextos cardiales como en El Retamar (Cádiz)203. A los quehay que añadir el desubrimiento de asentamientos al aire libre, en áreas de buenascondiciones agrícolas, con construcciones de manpostería, a veces con cerámica car-dial y con una industria lítica semejante a la de los cardiales levantinos. Estos hallaz-gos han servido de base para, una vez más, rechazar la hipótesis de un Neolíticoautoctono de cerámica a la almagra y para plantear que la introducción de la eco-nomía productora está ligada a la cerámica cardial (GUTIÉRREZ LÓPEZ et alii, 1996).

La proliferación de hallazgos ha facilitado el esclarecimiento de los procesosde neolitización. Por un lado en el área litoral atlántica la sedentarización se alcan-za a través de un proceso generalizado de adscripción a la explotación de los recur-sos marinos, iniciada ya en el epipaleolítico; pero por otro, en la campiña el proce-so hay que relacionarlo con una colonización, sin que ello implique el retraso en laneolitización de una zona frente a otra (ibidem, 1996; PÉREZ, 1996; GAVILÁN y VERA,1997:19). No obstante, no es homogéneo, concretamente en Almería se plantea queel paso al Neolítico, entre finales del V milenio a. C. y primera mitad del IV mile-nio, es un proceso de asunción de nuevas ideas por comunidades mesolíticas rela-tivamente estables y no de una colonización (CALAMICH et alli, 1999: 477-478).

En cuanto a la cultura material, la industria ósea es escasa pero presenta unagran variedad tipológica, no así la lítica que suele carecer de geométricos y de losobjetos más característicos de otras regiones (ACOSTA, 1986: 137-138; ASQUERINO,1987: 71-72). La zona occidental, principalmente costera, está aportado datos queindican el mantenimiento de una industria lítica de tradicción epipaleolítica, debi-do sobre todo a la perduración de los modos de explotación de los recursos(GUTIÉRREZ LÓPEZ et alii 1996; RAMOS, 1988-9). En cambio, los elementos de ador-no presentan una gran riqueza, siendo los más peculiares los brazaletes de piedralisos, además de anillos y colgantes, generalmente, en concha.

La cerámica de este Neolítico Antiguo manifiesta diferencias con otras zonas,principalmente la levantina y la catalana. El cardial está poco representado, pero enla actualidad se ha localizado en mayor o menor medida en casi toda Andalucía204,aunque hay provincias como Almería en las que sigue faltando información(FERNÁNDEZ MIRANDA et alii, 1993: 58). Las cerámicas que verdaderamente prolife-ran son las llamadas «cardialoides»205, impresiones —sobre todo con matrizhueca—, incisiones, puntillado, punto y raya (ASQUERINO, 1987: 72-73) y la cerá-mica a la almagra, que ha sido la más estudiada y tendrá su mayor difusión en laetapa siguiente (VICENT y MUÑOZ, 1973; NAVARRETE y CAPEL, 1980).

Se conoce la domesticación y, probablemente, la agricultura, aunque esta últi-ma no está bien atestiguada hasta el Neolítico Medio en la cueva de los Murciélagos

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201 RAMOS et alii 1997.

202 GARCÍA RINCÓN et alii, 1996.

203 LAZARICH et alii, 1997.

204 Algunos ejemplos se pueden ver en GUTIÉRREZ LÓPEZ et alii, 1996; NAVARRETE, 1976; 1986; ACOSTA,1986; o cómo, a pesar de la ausencia de constatación arqueológica, distintos autores siguen plan-teando la posibilidad de su localización (CARRIÓN y CONTRERAS, 1979; LÓPEZ y CACHO, 1979, etc.).

205 Definidas como impresiones que recuerdan los motivos cardiales pero realizadas con otros instru-mentos (ASQUERINO, 1987: 72).

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gónde Zuheros206, Carigüela207 o en el final de las antiguas excavaciones de Nerja208. Es

la zona occidental la que está aportando más datos significativos a través de la con-tinuación de la explotación de recursos marinos (MARTÍN GÓMEZ y CAMPOS, 1996;PÉREZ, 1996, LAZARICH et alii, 1997, etc.). El hábitat predominante sigue siendo lacueva en las sierras, pero en el llano se están localizando yacimientos al aire libre,lo que ha permitido sugerir una diferenciación funcional de los mismos, como larealizada en Huelva por J. M. García Rincón (GARCÍA RINCÓN et alii, 1996). En el áreaserrana se propone la existencia de pequeños asentamientos alrededor de uno ma-yor con una economía tanto agrícola como ganadera, como en la cueva de losMurciélagos.

Cronológicamene en la Alta Andalucía parten de la estratigrafía del yacimien-to de la Carigüela del Piñar (Granada). Mª S. Navarrete (1986: 110) advierte unasucesión semejante al área levantina: a una etapa neolítica antigua enmarcable enel V milenio a. C. y caracterizada por la cerámica cardial, le sucede otra fechada enun Neolítico Medio y definida por la ausencia de la decoración cardial y el predo-minio de las impresas, incisas, etc. Pero a pesar de todos los problemas se puededecir que el Neolítico Antiguo andaluz, todavía en fase de definición, parece desa-rrollarse desde el inicio del VI milenio a. C. con una gran variedad y diversidad entoda el área.

• • Extremadura

Es poca la información con la que se cuenta por la escasa atención que se le haprestado, pero recientemente han comenzado a aportar datos de interés, aunquetodavía no se puede hablar de un Neolítico Antiguo209. A finales del IV y principiosdel III milenio a. C., encuadrado en un Neolítico avanzado, se observa la existenciade distintas culturas con cerámica incisa, impresa, aplicaciones plásticas, punto yraya y algunas cerámicas a la almagra. Hay que destacar la abundancia de pobladosal aire libre que se están localizando.

• • Portugal

Como parte integrante de la Península Ibérica Portugal presenta problemasmuy similares al de otras regiones españolas. Ya en los años 70 J. Guilaine y E. V.Ferreira (1970) hablaban de un Neolítico cardial costero en el V milenio, que evo-lucionaría hacia otro llamado grupo Furninha, con predominio de impresas nocardiales en el IV milenio a. C. coincidiendo en sus momentos finales con el iniciodel Megalitismo. Esta interpretación es casi exclusiva de la zona sur, puesto quehasta hace poco se desconocía lo que pasaba en el Centro y Norte. Las nuevas inves-tiagaciones han permitido retrasar las fechas para la implantación de comunidadesproductoras en la zona de Tras-os-Montes y Alto Duero (SANCHES, 1996) en tornoal VI-V milenio. J. Zilhao y A. M. Faustino de Carvalho (1996) plantean una fechadel 6.400 B. C., contemporánea a los concheros epipaleolíticos, para el inicio del

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206 HOPF y MUÑOZ, 1974.

207 ASQUERINO, 1985.

208 HOPF y PELLICER, 1970.

209 PIÑÓN y BUENO, 1988; ENRÍQUEZ, 1996; GONZÁLEZ, 1996 y 1999.

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gón Neolítico Antiguo con cerámica cardial en el área central de Portugal. Sin embargo,

no todos están de acuerdo con esta antigüedad, ya que algunos consideran que estaprimera fase no se puede comparar con el primer Neolítico franco-ibérico (SANTOS,1978).

La existencia de un substrato epipaleolítico muy fuerte comparable al grupoCocina, como son los concheros de Muge, sugiere la posibilidad de un modelo deevolución paralelo y similar al levantino (SILVA y SOARES, 1987: 665), aunque hayque señalar que la fase antigua cardial, que supuestamente generaría el proceso, noalcanza en ningún momento la intensidad del núcleo levantino. M. Calado y L. Ro-cha (1996) proponen para el interior del Alentejo una neolitización consecuenciade grupos portadores de cerámicas lisas con elementos dolménicos, pero todavíacarentes, ya que falta la confirmación arqueológica, de una economía de produc-ción consolidada. Cronológicamente se sitúan en un posible Neolítico Antiguoavanzado, que incluso para J. Morais-Arnaud (1990: 444) llega a producirse enmomentos calcolíticos. Al inicio de los 80 E. da Cunha Serrao (1979:157) propo-nía un doble proceso en la neolitización: la del litoral por grupos neolíticos medi-terraneos —opinión que siguen compartiendo investigadores como B. Martí yJ. Juan (1997: 252)— y el de los grupos autóctonos. Esta interpretación ha seguidoadmitiéndose por S. Oliveira Jorge (1995) al hablar, por un lado de que las carac-terísticas de la zona del Duero sugieren un movimiento de Este a Oeste que vendríaposiblemente de la Meseta española y, por otro, del ya conocido y más antiguo flujocostero de Sur a Norte que sería el responsable de la neolitización de la zona Norte.

En consonancia con las últimas tendencias en la investigación M. Diniz (1996)habla de una primera fase de disponibilidad, en la que se aprecia la cohexistenciade grupos de pastores, de portadores de cerámicas y de comunidades mesolíticasestablecidas en el centro y costa suroeste, es decir, el Neolítico en la fachada atlán-tica y en el macizo extremeño comenzaría a partir de la implantación de coloniascardiales en áreas ocupadas por mesolíticos. Pero no parece que se desarrolle lasiguente etapa, ya que no se observa la evolución necesaria hacia los sistemas pro-ductivos en la explotación de recursos, únicamente se produce un aumento de algu-nos elementos: cerámica y piedra pulida. Ésta es la base que le permite rechazar elasumido aumento demográfico como la principal causa de la expansión y coloni-zación hacia el resto de Portugal. También refuta la aceptada ocupación tardía delinterior, contemporánea de los primeros monumentos megalíticos, ya que las nue-vas investigaciones están aportando yacimientos más antiguos.

C. T. da Silva y J. Soares (1987: 664) han atestiguado una diferencia en la elec-ción del lugar de los asentamientos entre las poblaciones mesolíticas y los neolíti-cos plenos, que son muy claras en la zona central de Portugal. Los epipaleolíticosprefieren las áreas costeras y, sobre todo, los estuarios mientras que los neolíticos elinterior. Dentro de este último, a su vez, se constatan dos tipos de explotaciones: laspastoriles/ganaderas en la sierra y la agícola en la tierra llana (ZILHAO, 1990: 454;ZILHAO y FAUSTINO DE CARVALHO, 1996).

En cuanto a la cronología J. Morais-Arnaud (1982) distingue dos momentosdentro del V milenio: uno cardial representado por Vale Pincel I y otro más avan-zado caracterizado por las cerámicas impresas o incisas como Salema y Vale Vistoso.C. T. da Silva y J. Soares (1987: 666-669) van más lejos proponiendo dos horizon-tes para el Alentejo litoral que podría ser susceptible de incorporar otras regiones.

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gónEn general lo sitúan desde mediados del V milenio a inicios del IV milenio a. C. El

primer horizonte o el Neolítico Antiguo pleno está representado por Vale Pincel I,definido por una industria lítica que denota la evolución de los estratos anterioresmesolíticos y una cerámica con decoración cardial, impresa, plástica e incisa. Ladecoración cardial, que es muy rara, presenta claras afinidades con la andaluza y lade la región de Orán. El Neolítico Antiguo evolucionado o segundo horizonte, seha documentado en Vale Vistoso, Salema y el nivel superior de Vale Pincel I. En laindustria lítica continúan la tradición anterior y la cerámica es impresa, plástica,incisa y peinada. Las ultimas investigaciones han incorporado a esa primera faseconcheros mesolíticos en los que aparece cerámica y piedra pulimentada comoMuge (DINIZ, 1996: 685) y cuevas sepulcrales con cerámica cardial, como Gruta doAmbrosio, en la Extremadura portugesa (ZILHAO, 1993:13).

• • La Meseta

Es otra de las zonas menos investigadas, por lo que se conoce poco del epipa-leolítico, son escasos los yacimientos neolíticos localizados y, lamentablemente,muchos carecen de contexto. Ante esta situación se ha recurrido a los esquemas esta-blecidos para las regiones costeras (ANTONA, 1986), otros han propuesto un retraso enla neolitización (DELIBES, 1985: 26-27) e, incluso, la imposibilidad de definir esteperiodo (MUNICIO, 1988). No obstante las investigaciones muestran la complejidad yvariedad de esta etapa, cuyo proceso neolitizador se produjo a través de grupos forá-neos de epipaleolíticos neolitizados y no de los llamados neolíticos puros de otrasáreas (JIMÉNEZ, 1998: 32). Va a conllevar la introducción paralela de distintos ele-mentos: por un lado la cerámica y una economía de producción y, por otro, elemen-tos de caracter epipaleolítico como la geometrización de la industria, sin que elloimplique una ruptura con el substrato anterior. La propia peculiaridad del proceso vaa favorecer la homogeneidad en todas las regiones, aunque se puedan establecer dosáreas: el Tajo medio relacionado con el área extremeña y la Cuenca del Duero máspróxima a las características de la Cuenca alta y media del Ebro (ibidem, 1998: 39).

La reciente abundancia de hallazgos neolíticos favorece hablar de una ocupa-ción generalizada, caracterizada por la presencia de una cultura material que enalgunos casos es susceptible de ser relacionada con las regiones periféricas. Se cons-tatan las decoraciones incisas, acanalados, punto y raya, impresiones, superficiesalmagradas o afines y aplicaciones plásticas, etc. Las formas son simples, derivadasde la esfera y, sobre todo, con asas de cinta. Estos rasgos se encuentran en la Cuevadel Aire210, la Galería del Sílex de Atapuerca211, la Cueva Nogalera212, o niveles XVIIIa XXIII de la Vaquera de Torreiglesias213.

La escasez de datos no impide que se estén realizando distintos trabajos decampo que aventuran varias hipótesis. M. Kunst y M. Rojo (1999: 268) centrándo-se en el valle del Ambrona (Soria) explican el proceso de neolitización, debido ala escasez de restos epipaleolíticos, como una auténtica y rápida colonización a

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210 FERNÁNDEZ POSSE, 1980.

211 URIBARRI y APELLANIZ, 1975.

212 MUNICIO, 1988: 305.

213 ZAMORA, 1976.

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gón través del Ebro, con un importante aporte de población así como de todas las

novedades que conlleva el Neolítico. Para J. Jiménez (1998: 35; 1999: 496) el pro-ceso en las tierras bajas del Duero, Tajo, Jarama y Manzanares está marcado por lacontinuidad: en el hábitat —cuevas, abrigos y algunos al aire libre— y en el mediofísico, al que añadirán las innovaciones como la cerámica o elementos de decora-ción como brazaletes de piedra. Estos grupos se definen por una amplia movilidadcon asentamentamientos temporales que dejan escasas huellas, posiblementedebido a la propia idiosincrasia de una economía de producción incipiente, conensayos agrícolas de ciclo corto y ganaderos de transterminancia ovina, en unosgrupos en los que, por lo menos al principio, continuaba dominando la economíade caza y recolección.

A diferencia de otras áreas en la Meseta parece existir una preferencia por elhábitat al aire libre, favorecido por la geomorfológica de la región. Son los llama-dos «fondos de cabaña», a los que en un principio se les atribuyó una cronologíacalcolítica, pero en la actualidad se relacionan con facies neolíticas (SÁNCHEZ MESE-GUER et alii, 1983: 61-65; IGLESIAS et alii 1996; JIMÉNEZ et alii, 1997). Son pequeñosyacimientos en llano, cerca de afluentes o cursos de agua, aunque también se loca-lizan en abrigos y cuevas en las serranías. Se ha planteado que el reducido númerode hábitats en cueva o abrigo en comparación con los asentamientos al aire libre enla submeseta Norte podría reflejar el alejamiento cronológico de aquellos gruposrespecto a la primera colonización (IGLESIAS et alii 1996). Hay que destacar la pre-sencia, en algunos yacimientos, de muretes de contención o cerramiento que se aso-cian a economías ganaderas. Para J. Jiménez (1998:35) éstos junto con otros abri-gos y cuevas cuya función era cinegética y forestal tendrían caracter de hábitatsecundario, mientras que los hábitats al aire libre y las cuevas parecen responder aun sistema biestacional, más acorde con los intereses agrícolas.

Cronológicamente se sitúa su desarrollo a lo largo del IV milenio a. C., perolas últimas dataciones de La Vaquera de Torreiglesias y la problemática de Quinta-nadueñas parecen alejarlo, con la prudencia que ello requiere, hasta el cambio delVI al V milenio (IGLESIAS et alii 1996: 727). Estremera (1999:249) propone el ini-cio del Neolítico en el último tercio del V milenio a. C. con un periodo álgido enel IV milenio correspondiendo al Neolítico Pleno, que concluiría con un NeolíticoFinal hacia el último tercio del IV milenio, coincidiendo con varios yacimientosmegalíticos. En cambio J. Jiménez (1999:498), siguiendo el esquema de J. Berna-beu, habla de Neolítico Antiguo o fase IA en un momento cercano al 6.000 cal.B.C. con la aparición de las primeras cerámicas en comunidades mesolíticas; quedesembocaría en la Fase IB caracterizada por el aumento de las cerámicas impresase inciso/acanaladas y la proliferación de los «fondos de cabaña», desarrollándosecronológicamente entre el 5.500 al 3.500 cal. B.C.; y culminaría con el desarrollolocal de la economía productora y el predominio de cerámicas lisas en la Fase IIA,que es sincrónica a la implantación del Megalitismo (c. 4.000-2.100 cal B. C.).

• • Galicia

Es una región problemática debido a los escasos estudios fuera de contextosmegalíticos, de análisis, a las estratigrafías revueltas de algunos yacimientos y a lamezcla de rasgos tanto continentales como mediterráneos, aunque han comenzadoa documentarse, en torno al V milenio a. C., cerámica lisa, impresa e incisa como

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gónen el yacimiento de A Cunchosa enmarcado en un Neolítico temprano de carácter

atlántico (RODRÍGUEZ CASAL, 1997; SUÁREZ, 1997). Las vías de penetración parecenser dos, por un lado de filiación mediterránea a través de Portugal y por otro lasinfluencias del Atlántico Norte. Todo ello confiere al Neolítico gallego unas carac-terísticas específicas y distintas, que hacen que se desarrolle un Neolítico Antiguoretardatario por el relativo aislamiento del resto de las zonas.

A pesar de lo ya dicho, se están constatando interesantes procesos, como laintensificación en la explotación del territorio entre el VI y V milenio a.C. relacio-nada con la agricultura, pero también con el pastoreo. Esta agricultura sería derozas, sistema ya empleado por los epipaleolíticos para la caza, con una gran movi-lidad que impide un registro arqueológico potente. La incorporación de la ganade-ría es paulatina comenzando por los ovicápridos hacia el IV milenio, por lo queseguirían utilizando la caza-recolección (FÁBREGAS et alii, 1997). Continúan ocu-pando los abrigos y cuevas, aunque comienzan a documentarse al aire libre. Lasupuesta ruptura que implica la neolitización en relación a las etapas anteriores enGalicia no es tal, ya que no se observa otro fenómeno que la continuidad en losaspectos más importantes de la vida de estos grupos (CRIADO, 1993: 24-28). El cam-bio se producirá más tarde, siendo los megalitos el aspecto más visible del mismo.

Todo ello ha llevado a J. Suárez (1997: 503) a considerar el Neolítico de estaárea como «un episodio terminal y con desarrollo retardatario de los grupos decerámicas impresas del Neolítico Antiguo». Y aunque se han encontrado cerámicastoscas en yacimiento epipaleolíticos fechados en el VI milenio cal. B.C., en contex-tos neolíticos no aparece hasta el IV milenio (FÁBREGAS et alii, 1997: 479).Actualmente se define el Neolítico gallego por una cerámica de gran calidad técni-ca, pero de heterogeniedad formal, coincidente con cerámicas de contextos neolíti-cos no cardiales. La presencia de las mismas en la base de monumentos megalíticoslleva a plantear su coetaneidad si no anterioridad al fenómeno megalítico, aproxi-madamente en el último tercio del V milenio cal. B.C. (FÁBREGAS y SUÁREZ, 1999:543).

•• La Cornisa Cantábrica

La pobre información con la que se cuenta, no es tanto consecuencia del de-fendido aislamiento sino más bien de la ausencia de investigaciones como estándemostrando los nuevos hallazgos. Los conocimientos más amplios se centran enlos concheros, enmarcados cronológicamente en la primera mitad del IV milenioa. C., aunque tampoco aportan excesiva documentación, debido a la carencia deestudios rigurosos y de excavaciones actuales (GONZÁLEZ y GONZÁLEZ, 1986: 295-308; JORDÁ, 1977: 172-177). Aun con todo, se aprecian modificaciones en momen-tos avanzados con la aparición de cerámica, principalmente en Asturias, y un cam-bio en la producción económica, sobre todo, en la diversificación de las especiesrecogidas. Todavía en fase de estudio se han empezado a localizar yacimientos neo-líticos al aire libre como la Peña Oviedo (Liébana, Cantabria) (DÍEZ, 1995) o enAsturias principalmente asociados a megalitos (BLAS, 1983: 91).

Los investigadores han comenzado a estructurar los procesos de neolitización.En la zona cántabra de Liébana y Poblaciones se ha propuesto, debido a la ausen-cia de sustrato mesolítico, una auténtica colonización por parte de grupos neolíti-cos (DÍEZ et alii, 1995: 57). Pero en la zona más próxima al País Vasco hay que

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gón hablar de una clara continuidad con las tradiciones epipaleolíticas a las que incor-

poran novedades técnicas (ARIAS, 1997). Estos nuevos hallazgos parecen rechazardefinitivamente la tesis de la implantación neolítica coincidiendo con el inicio delMegalitismo. Uno de los aspectos más interesantes es la expansión y ocupación detoda la región, es decir, no sólo del litoral (ibidem, 1992: 178), sino también delinterior (DÍEZ et alii, 1995: 61).

Además de mantener las estrategias de producción epipaleolíticas en la prime-ra fase neolítica se produce la búsqueda de nuevas áreas para la explotación de otrosrecursos. Se tiene constancia del desarrollo de la ganadería de ovicápridos y bóvidoshacia mediados del cal. V milenio —documentados en Arenaza y Kobaederra—,aunque no siempre estos animales superan a los salvajes. Resulta curioso cómo losíndices de domesticación del perro son más altos en los yacimientos con substratoanterior. P. Arias (1992: 177) sugiere, debido a su presencia ya en el epipaleolíticoe incluso etapas anteriores, una relación directa entre este animal y las estrategias decaza, siendo las pautas de explotación de los animales salvajes durante el Neolíticolas mismas que las desarrolladas por los epipaleolíticos. Recientemente también seha atestiguado la agricultura en el segundo tercio del cal. V milenio —documenta-da en Kobaederra—. No obstante, siguen considerándose estos grupos como pobla-ciones eminentemente pastoriles, complementadas con la caza, recolección maris-quera y posiblemente vegetal.

Todo ello ha permitido a P. Arias (1992: 164; 1994: 93-96; 1999) conjeturaruna periodización y sugerir el retraso de las cronologías antes mencionadas. No seobserva una ruptura con la etapa anterior sino la intensificación en la explotaciónde los recursos, hecho que también observó A. Cava (1994) en la cuenca del Ebro.Así, el Neolítico Antiguo o Neolítico pleno I está representado por unidades cultu-rales de tradición epipaleolítica, con cerámica, sepulturas individuales, domestica-ción y agricultura. La subdivide en dos fases: El Neolítico IA, aunque todavía pococonstatado, se define por la presencia de cerámicas impresas no cardiales y seenmarca cronológicamente desde el cal. V milenio a.C. En el Neolítico IB predomi-nan las cerámicas lisas y lo sitúa entre 3.900-3.300 a. C., pero continuando duran-te el Neolítico pleno II.

• • El Alto Valle del Ebro y País Vasco

Los yacimientos son escasos y su cultura material no alcanza la significación delas estaciones levantinas o andaluzas, pero los nuevos estudios y, sobre todo, el cono-cimiento de la etapa anterior están permitiendo clarificar el proceso de forma signifi-cativa. Es inevitable mencionar la división del Neolítico realizada por J. M. Apellániz(1973; 1974a; 1974b; 1975a) ya que, a pesar de que muchos de sus postuladosactualmente son indefendibles, el esquema todavía es válido. Distingue dos grupos alos que incluso dotó de un componente racial: el de los Husos, que se extendería porla vertiente mediterránea del área, y el de Santimamiñe circunscrito a la atlántica.

En el primero hay que reseñar el yacimiento epónimo cuyo Neolítico, escasa-mente significativo, aparece en el nivel inferior extendiéndose durante el IV milenioa. C., con domesticación y probablemente agricultura (ALTUNA, 1980). Los modelosde domesticación son los mismos del Mediterráneo occidental, primando la intro-ducción de los ovicápridos en detrimento de otras especies que presentan agrioti-pos en esta área (CAVA, 1990: 100-101). El inicio se documenta en el abrigo del Mon-

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góntico de Charratu214. Las cerámicas manifiestan evidentes semejanzas con algunas

áreas cercanas, como Cueva Lóbrega en La Rioja215. El Grupo de Santimamiñe, tieneuna evolución paralela en yacimientos como Kobeaga216, Marizulo217, el propioSantimamiñe218 o Arenaza I219 nivel Ic, en el que aparecen cerámicas con decoracio-nes impresas, que para J. M. Apellániz son de influencias mediterráneas. Este grupose extiende hasta la vertiente del Ebro representado en la cueva de Abauntz220 (Na-varra).

Este esquema ha dado paso a la diferenciación del proceso de neolitizaciónsegún las áreas geográficas y la tradición (ALDAY et alii, 1996). Los yacimientos máspróximos a la depresión del Ebro (zona meridional de Álava y parte de Navarra)manifiestan una cierta relación con el valle medio del Ebro e, incluso, con elMediterráneo; mientras que el área cantábrica está más relacionada con influenciascontinentales, sin que por ello se pueda hablar de un aislamiento entre ambaszonas, ya que están documentados los contactos. Hay que hacer hincapié en queesta diferencia regional ha sido constatada por A. Cava (1994) desde el mesolítico,por lo que no se puede considerar un rasgo exclusivo de neolitización.

En cuanto a los yacimientos, en primer lugar se localizan grupos de raigambreepipaleolítica que mantienen los modos de vida tradicionales en los que la presen-cia de elementos neolíticos, como la cerámica, es considerada un aditivo insustan-cial221; en segundo lugar los asentamientos de nueva instalación, en los que los ele-mentos propios del Neolítico presentan una mayor variedad e importancia222.Desde el punto de vista de la industria lítica se distinguen dos grupos (CAVA, 1990y 1994): el primero situado en la cuenca del Ebro se encuentra dominado por loscomponentes geométricos, microburiles y denticulados; y el segundo, centrado enla franja costera, está definido principalmente por un fuerte sustrato de tradiciónpaleolítica. En relación a la cerámica los hallazgos son escasos, pero con caráctergeneral se puede plantear que su morfología es sencilla, de pastas groseras y esca-samente decoradas. Muy importante, en este sentido, es el hallazgo de cerámica car-dial junto con geométricos en doble bisel en el nivel IV de Peña Larga223, datado en4.200/3.880 a. C. Debido a la novedad que supone este material, con fechas tanantiguas, es de esperar que surjan nuevos descubrimientos, pero hoy por hoy laabundancia de cerámicas en los yacimientos no se produce hasta el Neolítico Medio(ALDAY et alii, 1996).

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214 BARANDIARÁN, 1966; 1967; BALDEÓN, BERGANZA y GARCÍA, 1983.

215 BARRIOS y CENICEROS, 1989.

216 APELLÁNIZ, 1975b.

217 CAVA, 1978.

218 APELLÁNIZ, 1975a.

219 APELLÁNIZ y ALTUNA, 1975.

220 UTRILLA, 1982.

221 Está representado por yacimientos como Zatoya (BARANDIARÁN, 1977; 1982; BARANDIARÁN y CAVA,1989a), Fuente Hoz (BALDEÓN et alii 1983), Padre Areso (BEGUIRISTAIN, 1979) y Peña de Marañón(BEGUIRISTAIN y CAVA, 1985; CAVA y BEGUIRISTAIN, 1987; 1991-2) y Aizpea (CAVA, 1993-4).

222 En este grupo hay que mencionar: Peña Larga (FERNÁNDEZ ERASO, 1997), Los Husos (APELLÁNIZ,1974b), el poblado de Larrenke Norte, etc.

223 FERNÁNDEZ ERASO, 1988; 1992; 1997.

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gón La transición del Mesolítico al Neolítico es la culminación de un proceso en el

que los aportes externos se incorporan conforme van siendo necesarios, por lo quese aprecia una cierta unidad evolutiva en todo el territorio, tanto en el registroarqueológico como en el acondicionamiento del espacio, los ritmos de ocupacióny los sistemas de explotación del territorio (CAVA, 1994: 87). Las nuevas inves-tigaciones han permitido trasladar el inicio de la neolitización a finales del V y prin-cipios del IV milenio a. C. En la misma línea de interpretación J. García Gazólaz(1995: 128-136) propone para Navarra distintas etapas en el proceso neolitizador,pero todavía con escasos datos. Siguendo a M. Zvelebil y P. Rowley-Conwy (1984)en la primera etapa o fase de disponibilidad, el hábitat es en cuevas o abrigos, loque hace que exista un vacío documental en la Ribera del Ebro. Estas poblacionesautóctonas entre el 6.200 y el 4.400 a. C. comenzarían a tener contactos con otrosgrupos, que para J. García Gazólaz también serían epipaleolíticos aunque no se des-carta su origen neolítico. En la segunda fase o de adopción que transcurre entre el4.400 y el 3.400 a. C. es más evidente el proceso de mediterraneización, incorpo-rando rasgos nuevos como la cerámica y el doble bisel, aunque mantienen los sis-temas de explotación anteriores y comienzan a localizarse asentamientos de nuevaplanta. No es hasta mediados del IV milenio, en la tercera fase, cuando habla real-mente de proceso neolitizador con un aumento considerable en la ocupación y uncambio en la economía de subsistencia, sin que ello suponga la desaparición totalde los modos de vida tradicionales, ya que esto se producirá de forma paulatina.

En el desarrollo del Neolítico en la cuenca alta del Ebro, en este IV milenio, sediferencia una primera mitad en la que continúan las características de la etapaanterior y, tan sólo, algunos elementos materiales denotan contactos con gruposneolitizados. Ya en la segunda mitad se advierte una transformación en el modeloeconómico —con la aparición de los sistemas de producción, sobre todo ganaderíay en menor mendida agricultura—, en la ocupación del territorio —presencia deestructuras en los poblados y habitación de áreas más propicias a la nueva econo-mía— y en las creencias —inicio de la construcción de momumentos megalíticos—(ALDAY et alii, 1996).

En cuanto al hábitat es primordialmente en cueva o abrigo, pero cada vez seestán hallando más asentamientos al aire libre, además de los ya conocidos enÁlava y Navarra (CAVA, 1990: 99-100) hay que incorporar otros como el de HerrikoBarra (ALTUNA et alii, 1993). Estos avances han hecho que L. Zapata (1996) barajedistintas hipótesis acerca de los cambios que sufren estas poblaciones en el IV mile-nio al enfrentarse a las innovaciones neolíticas, aunque por ahora no se puede con-firmar ninguna.

3. El Neolítico Antiguo en Aragón

Las primeras obras relacionadas con el Neolítico, al igual que en otras regio-nes, las iniciaron eruditos locales en el cambio de siglo y, fundamentalmente, a prin-cipios del mismo con autores, como Pérez Temprado, Tomás Maigi y J. Cabré. Ladivisión establecida por P. Bosch Gimpera en los años 20 para el Neolítico en Anda-lucía, es trasladada a Aragón (1923a; 1945). Sitúa la Cultura de las Cuevas en Huesca,la Cultura de Almería en Teruel y la Cultura Pirenaica en la zona del mismo nombre,

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góndonde se localizan sobre todo estructuras sepulcrales. Este reparto marca un vacío

geográfico de hallazgos en la zona central de Aragón, que todavía se observa en lainvestigación actual. Los primeros yacimientos eran hallazgos de superficie, a losque se les atribuía una amplia cronología desde el epipaleolítico a la Edad del Bron-ce, aunque ya se citan asentamientos como el de Botiquería dels Moros (Mazaleón,Teruel).

Con posterioridad, J. Galiay (1945: 68-97) hará una recopilación de la Prehis-toria aragonesa en la que mantiene el mismo esquema, con las primeras mencionesde cuevas oscenses como el Moro (Olvena) o Chaves (Bastarás) y de abrigos comoBotiquería dels Moros y Secans (Mazaleón). En los años cuarenta se publican losmateriales de yacimientos relacionados con este período como la Cocinilla delObispo y doña Clotilde en Albarracín por M. Almagro (1944). Son los conjuntoslíticos, concentrados sobre todo en la provincia de Teruel, los que ofrecen una ma-yor información. De la primera datación eneolítica propuesta por P. Bosch Gimpera(1920b; 1923a: 32) se pasa a destacar el «aspecto capsiense» siguiendo a H. Ober-maier (1925), que es corroborado por J. Galiay (1934: 26) y L. Pericot (1934: 70).Al avanzar los conocimientos, M. Almagro (1944: 25) retrasará su cronología hastael Mesolítico. J. Tomás Maigi (1951: 8) empezará a hablar de Meso-neolítico, queposteriormente será mantenido por E. Ripoll (ALMAGRO; BELTRÁN y RIPOLL, 1956: 33-34).

En la década de los cincuenta comienzan a elaborarse síntesis —A. Beltrán(1951), M. Almagro, A. Beltrán y E. Ripoll (1956), etc.—, pero no se dejan de ladolos trabajos comarcales —Vallespí (1957a), etc.—. Se multiplican los estudios sobretodo centrados en prospecciones y localización de yacimientos, dando como resu-tado la proliferación de hallazgos líticos de superficie. No obstante, siguen inclu-yéndose en el «cajón de sastre» del Neo-eneolítico (ibidem,1957b y 1958; MALU-QUER, 1955...).

En los años 60 y, básicamente, en los 70 empiezan a realizarse excavaciones deyacimientos neolíticos, como El Sol de la Piñera224 y El Serdá225 (Fabara), revisadosposteriormente por J. Fortea (1973); Botiquería dels Moros226 (Mazaleón), Cos-talena227 (Maella), la cueva de Chaves228 (Bastarás) y el abrigo de Huerto Raso229 (Le-cina). No se interrumpe tampoco la elaboración de obras de síntesis: A. Beltrán(1974 y 1978), V. Baldellou (1976), etc.

El mismo panorama se mantiene en los 80, iniciándose con dos interesantesobras generales que reúnen los conocimientos de los prehistoriadores del momen-to y con las que intentan establecer el estado de la cuestión (BELTRÁN, 1980; VV.AA.,1981). Tanto las excavaciones como los estudios parciales aumentan, pero persisteese vacío geográfico, antes mencionado, en las investigaciones. Es en esta décadacuando la mayoría de los yacimientos aragoneses se dan a conocer. Brevemente

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224 VALLESPÍ, 1960: 21-27.

225 Ibidem, pp. 27-36.

226 TOMÁS y VALLESPÍ, 1960; BARANDIARÁN, 1976b.

227 BARANDIARÁN, 1979.

228 BALDELLOU, 1977.

229 BARANDIARÁN, 1976a.

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gón mencionaremos los estudios más significativos, ya que la bibliografía está desarro-

llada exhaustivamente en el catálogo. En primer lugar entre los asentamientososcenses hay que señalar la publicación de las campañas de excavación de la cuevade Chaves, Huerto Raso, El Forcón, la Espluga de la Puyascada, las noticias referen-tes a La Miranda y el reciente monográfico de la cueva del Moro de Olvena. En cuan-to al Bajo Aragón ven la luz monografías y estudios de los yacimientos importantescomo Costalena, la revisión del valle del Matarraña, El Pontet y el abrigo de ElsSecans. Con posterioridad se dan a conocer yacimientos al aire libre, el ya men-cionado de El Torrollón I, todavía sin excavar, Alonso Norte (Alcañiz) y aunque decronologías más recientes Riols I230 y la Mina Valfera231 (Mequinenza). Sin haberseestudiado a fondo, no hay que olvidar que existen una gran cantidad de hallazgosde superficie, sobre todo, talleres de sílex, que muestran claros indicios de neoliti-zación. Destacan por los geométricos con retoque abrupto o en doble bisel. Sinembargo, éste no es el lugar más adecuado para realizar una enumeración puestoque su número desbordaría el objeto de este trabajo.

Gran parte de los autores reproducen el esquema del área valenciana de J. For-tea (1973) para los inicios del Neolítico Antiguo en Aragón, enmarcándolo crono-lógicamente en el V milenio a. C. La dualidad queda patente por un lado, en los yaci-mientos del Bajo Aragón, en los que la secuencia Epipaleolítico-Neolítico se encuen-tra ininterrumpida y, por otro, el prepirineo y Pirineo oscense donde se halla un es-tadio neolítico claro pero sin ese sustrato epipaleolítico. Pero el descubrimiento dePeña de las Forcas II (Graus)232, abrigo con substrato epipaleolítico, va a suponer uncambio, ya que su incorporación supone la presencia de distintos yacimientos ennichos ecológicos idénticos. No obstante, la dualidad se mantiene en otros elemen-tos como en la elección del lugar de habitación, preferentemente abrigos y cuevasrespectivamente, o en la industria lítica y ósea. A este panorama hay que añadir losyacimientos al aire libre, que presentan junto con la cerámica, en su mayoría incisae impresa no cardial, el resto de los elementos propios del Neolítico peninsular.

En los últimos años no se han localizado otros hallazgos que aporten mayorinformación o trastoquen las teorías vigentes, por lo que se han centrado en obrasde carácter más general, intentando explicar la evolución del Neolítico Antiguo ara-gonés encuadrándola en el conjunto peninsular233.

La economía ha sido otro de los aspectos que más ha interesado. Se han idorealizando tanto análisis faunísticos como polínicos que permiten mantener dife-rencias entre estas dos zonas234. Por un lado, en Huesca se constataba claramente ladomesticación de animales y, por otro, en el Bajo Aragón el medio de vida registra-do era, básicamente, de cazadores y recolectores. Esta situación ha cambiado a raízde los últimos estudios que han planteado novedades en la explotación del territo-rio de los abrigos bajoaragoneses y una clara economía de producción en la mayo-ría del territorio oscense, como se verá posteriormente.

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230 ROYO, 1987a; ROYO y GÓMEZ, 1992.

231 ROYO, 1984 y 1987b.

232 MAZO y UTRILLA, 1994; UTRILLA y MAZO, 1997

233 LÓPEZ, 1988b, 279-229; BALDELLOU, 1987d; 1989a; 1989b; 1992; BARANDIARÁN y CAVA, 1992; ANDRÉS,1997.

234 LÓPEZ, 1992; CASTAÑOS, 1987, 1991, etc.

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gónTradicionalmente, se había aceptado para el Alto Aragón una evolución seme-

jante a la del Neolítico Circunmediterráneo. Incluso en los estudios de síntesissobre el Languedoc y Cataluña, la zona oscense se incorporaba como una prolon-gación del cardial franco-ibérico. En cambio, el Bajo Aragón por proximidad geo-gráfica se integra en el área levantina como un ejemplo de aculturación epipaleolí-tica. El horizonte Neolítico Cardial puro está atestiguado en Chaves (nivel 1b) y elEpicardial o cardial final en nivel 1a de la misma cueva, la Espluga de la Puyascada,la Miranda y el Forcón. Ambas fases se desarrollan desde la primera mitad del Vmilenio hasta mediados del IV milenio a. C., con perduraciones en momentos másrecientes representadas en la cueva del Forcón y el abrigo de Huerto Raso (BALDE-LLOU, 1980a y 1982b).

Los nuevos enfoques en la investigación neolítica, sumado a la realización deexcavaciones y la aparición de otros hallazgos, han llevado a nuevos planteamien-tos. Siguiendo el modelo de J. Bernabeu para el área valenciana V. Baldellou (1987c:330-1; 1989a) propone para el Neolítico Antiguo, una primera fase llamada «cardialpleno» que cronológicamente sitúa entre el 5.000 y 4.400 a. C. El fósil director es lacerámica cardial y el yacimiento que mejor lo representa es la cueva de Chaves (nivel1b) con un 77%. El elemento definidor es el porcentaje de cerámica cardial frente aotras decoraciones, pero junto a ella se advierte un importante número de aplica-ciones plásticas. La industria lítica está representada mayoritariamente por el com-ponente laminar, apareciendo también los geométricos. Practican intensivamentelas nuevas actividades productivas, sin por ello dejar la caza o recolección. Las data-ciones absolutas incorporan en esta fase la cámara superior del Moro de Olvena ylos abrigos del Bajo Aragón (Costalena, Botiquería dels Moros, Els Secans y Pontet).

La segunda etapa llamada «cardial final» (4.400-4.000 a. C.) solamente apare-ce documentada en el nivel 1a de la cueva de Chaves y reconoce la dificultad paradistinguirlo, a veces, de la fase anterior a la que está íntimamente ligada. Se indivi-dualiza por la reducción de las cerámicas cardiales (hasta el 28%), en favor de lasincisiones e impresiones con otros instrumentos. En la industria lítica continúa pre-dominando el componente laminar pero disminuyen los geométricos.

Habla de una tercera fase, denominada Epicardial, pero que encuadra en elNeolítico Medio (4.000-3.500 a. C.). Es una etapa intermedia, de transición, ya queestratigráficamente no se observa de forma clara la diferencia entre uno y otro perio-do. Incluye el resto de los yacimientos oscenses y Alonso Norte, caracterizados porel predominio de la cerámica con decoraciones incisas e impresas y la ausencia totalde cardial. Las variaciones morfológicas son escasas. En la industria ósea y los ele-mentos de adorno persisten las pautas anteriores. Sin embargo, en la industria líti-ca predominan las piezas foliáceas y continúa la disminución de los geométricos endoble bisel. Económicamente, a pesar de la escasez de datos, parece afianzarse laagricultura y la ganadería.

La última fase, o Neolítico Reciente (3.500-2.500 a. C.), está muy poco carac-terizada y a ella se podrían atribuir algunos de los rasgos de la cueva del Forcón yla cámara inferior del Moro de Olvena. En este periodo parece producirse la implan-tación de los sepulcros megalíticos en Huesca.

Como ocurre en el caso valenciano, el principal problema de estas periodiza-ciones son los criterios de diferenciación. Nuevamente hay que decir que el cardialno se puede considerar como el único elemento que define un grupo humano. Su

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gón complejidad es tal que estaríamos engañandonos al reducir su personalidad a la

presencia o no de un único elemento de la cultura material, eliminando así todoslos rasgos propios de un pueblo/tribu/sociedad. La evolución de las decoracionesen un yacimiento, en este caso concreto la cueva de Chaves, debido a los cambiosen el gusto, moda u otras causas que se nos escapan, no es motivo suficiente paradefinir dos fases de un mismo período, máxime cuando el mismo autor considerala dificultad de diferenciarlas. A lo que hay que sumar que el resto de los yacimien-tos no cumplen los criterios.

Para el área del Bajo Aragón se ha establecido desde la síntesis de J. Fortea(1973) una evolución Epipaleolítico-Neolítico dentro del grupo Cocina. Estos yaci-mientos epipaleolíticos tuvieron contactos con los grupos neolíticos, como de-muestra la presencia de cerámica, pero mantiene la tradición del sustrato anterior,que se evidencia principalmente en la industria lítica. Cronológicamente, son con-temporáneos a los considerados neolíticos puros. En la última revisión (BARANDIA-RÁN y CAVA, 1992) reconocen que las grandes diferencias entre los dos conjuntos,epipaleolíticos y neolíticos puros, no son tales desde el punto de vista tipológicoaunque sí cuantitativamente, pudiendo deberse a la diferente funcionalidad de cadauno de los asentamientos estudiados. Esta nueva hipótesis, está pendiente de estu-dio, comprobación y ampliación con nuevos hallazgos que lo corroboren.

En definitiva, en el estado actual de la investigación del Neolítico Antiguo enAragón, se observa la necesidad de descubrir y excavar nuevos yacimientos que pue-dan solventar las cuestiones aquí planteadas. El hallazgo de Peña de las Forcas II haabierto la posibilidad a que existan nuevos yacimientos que nos aporten informa-ción sobre ese momento de transición Epipaleolítico-Neolítico en la provincia deHuesca que, hasta ahora, se desconocía. Esto mismo sugiere también que en el BajoAragón se puedan encontrar yacimientos enmarcables en el Neolítico pleno, com-pletando así la secuencia cultural. Y, sobre todo, los hallazgos de yacimientos al airelibre en esa zona hasta ahora vacía de información, nos hace pensar esperanzada-mente en los nuevos rumbos que puede tomar la investigación.

3.1. La cultura material

• • La industria lítica

Es uno de los elementos que más atención ha recibido con importantes estu-dios realizados por J. Barandiarán (1978; 1979) y, en especial, por A. Cava (1983;1986a; 1986b) y por trabajos en conjunto235, a los que se suman los estudios de lospropios investigadores en cada uno de los yacimientos236.

Es necesario la comparación con momentos cronológicos anteriores para de-mostrar las supuestas modificaciones y cambios que supone la intromisión delNeolítico o, como plantea J. Roussot-Larroque (1977: 578), la posibilidad de queestas modificaciones hayan sido introducidas con anterioridad a la neolitización,concretamente a la incorporación de la cerámica. No obstante, J. Barandiarán y

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235 BARANDIARÁN y CAVA, 1981a; 1982; 1985; 1989b; 1992.

236 Referencia bibliográfica, ver catálogo.

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I. Chaves (BALDELLOU et alii, 1989: 151), II. Forcas niveles V y VI (UTRILLA y MAZO, 1997: 336-337). III. Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 64). IV. Pontet, ni-vel b y nivel c inferior (MAZO y MONTES, 1992). V. Costalena, nivel c2 y nivel c1 (BARANDIARÁN

y CAVA, 1989b: 47 y 62-64). VI. Secans IIa y IIb (RODANÉS et alii, 1996: 11 y 18). VII. Botique-ría, nivel 6 y nivel 8 (BARANDIARÁN, 1978: 90 y 100). VIII. Alonso Norte (VV.AA., 1989: 32).

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gón A. Cava (1989b: 161) insisten en que la mayor ruptura se produce entre el Paleolí-

tico Superior y el Epipaleolítico y, en segundo lugar, más marcadamente con la lle-gada del Eneolítico.

A. Cava (1986b: 50-57; BARANDIARÁN y CAVA, 1992: 189) considera que la evo-lución del Epipaleolítico Reciente al Neolítico se puede concretar en distintos aspec-tos como la «introducción del geometrismo», aunque este proceso será distinto encada zona de la cuenca del Ebro. Así aparecen unos yacimientos en los que el geo-metrismo se aprecia ya en la base estratigráfica, como es el caso de Botiquería yCostalena. Pero en otros como en Chaves no existe una etapa anterior in situ. Estadiferencia también se constata en el proceso neolitizador, siguiendo variadas pau-tas según su proximidad geográfica a la costa mediterránea, pudiendo situarse cro-nológicamente la transición a mediados del V milenio a. C.

La industria lítica no sufre una transformación drástica con respecto al perio-do anterior (Epipaleolítico geométrico) sino que se caracteriza por la continuidad,como se manifiesta en la pervivencia de los útiles de sustrato. La base industrial essemejante y únicamente ciertos aspectos relativos a determinados grupos tipológi-cos, como los geométricos —desde el punto de vista más tecnológico y formal quetipométrico— son los que permiten la diferenciación entre ambas etapas (CAVA,1986b: 57). Es importante tener en cuenta que no es una coyuntura exclusiva delvalle del Ebro, sino que se produce en otras áreas externas como el sur de Francia(GUILAINE, 1976b: 27-30) o el norte de Italia (BROGLIO, 1975: 5).

Quizá sea la extensión del retoque en doble bisel uno de los aspectos másnovedosos que incorpora el Neolítico desde sus inicios, en detrimento del retoqueabrupto característico de la etapa anterior. Paralelamente, se produce una sustitu-ción del tipo de geométrico predominante: el trapecio con presencia masiva en elEpipaleolítico de facies geométrica es desplazado progresivamente por los triángu-los, a la vez que aumenta el número de segmentos y medias lunas siempre en doblebisel, de los que carecía la etapa anterior, y disminuye el número de geométricoscon lados cóncavos. Por último, se constata, determinado en parte por los procesosanteriores, la preferencia en los trapecios del retoque abrupto y en los triángulos deldoble bisel (CAVA, 1986b: 49-50; BARANDIARÁN y CAVA, 1989b: 130-133; 1992: 184).Esta alteración de los retoques y tipos no se desarrolla de una forma acusada, el pro-ceso es gradual al continuar elaborándose geométricos con retoque abrupto en losprimeros momentos neolíticos (ibidem; MAZO y MONTES, 1992: 244). Otra de lassituaciones comprobadas es el descenso de los microburiles conforme nos acerca-mos al Neolítico. Una mención especial hay que hacer de los triángulos tipo Cocinaen el Bajo Aragón, coincidiendo con la transición entre las dos etapas —por ejem-plo, nivel 4 de Botiquería o el c inferior de El Pontet (BARANDIARÁN y CAVA, 1992:183; MAZO y MONTES, 1992: 244)—, y de la presencia de las primeras cerámicas,como en el ya mencionado nivel del Pontet o en Els Secans (RODANÉS et alii, 1996).

A pesar de estas semejanzas y de la importancia que se ha otorgado a los geo-métricos, A. Cava (1986b: 48) observa que no todos los yacimientos son iguales yque los grupos tipológicos que dominan son distintos: los denticulados en Botique-ría y Costalena, o los diversos y en segundo lugar los denticulados en Chaves y elnivel d de Costalena. En Alonso Norte (BENAVENTE y ANDRÉS, 1989: 28) y en ElsSecans (RODANÉS et alii, 1996) aunque son los diversos el primer grupo, en ambosestán precedidos por los geométricos.

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I. Alonso Norte (VV.AA., 1989: 26). II. Botiquería, nivel 6 (BARANDIARÁN, 1978: 91 y 93). III.Espluga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a: 39). IV. Forcas II (UTRILLA y MAZO, 1997: 359).V. Costalena, nivel c1 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b: 49). VI. Costalena transición c al b y re-vuelto (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b: 65 y 73). VII. Costalena, nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA,1989b: 48). VIII. Els Secans IIa (RODANÉS et alii, 1996: 11).

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gón La polémica en torno a la laminariedad237 y sus implicaciones geográficas es

rechazada por J. Barandiarán y A. Cava (1992: 192), al considerar que el soporte esel mismo aunque el resultado o producto es distinto. Este hecho evidente, no impli-ca que no se planteen algunas dudas, ya que el no utilizarse de la misma forma niser el mismo objetivo el que persiguen manifiesta un cambio o ruptura con elmodelo anterior. Quizás la diferencia radique en la tipometría y explicar esta trans-formación con el término «laminariedad» no haya sido lo más acertado y, por ello,debería buscarse otro.

Aunque sí es verdad que los perforadores y taladros son más abundantes enyacimientos neolíticos «puros», no es menos cierto que tipos semejantes se conocenen los neolíticos del interior, quedando de esta forma más velada esa dicotomía quelos investigadores valencianos proponían en principio (BARANDIARÁN y CAVA, 1992:192-193).

A pesar de que todos los yacimientos aragoneses son incluidos en el modelooriental de las industrias geométricas, con evidentes paralelos y semejanzas con elárea levantina, se pueden establecer diferencias (CAVA, 1986: 55-56; BARANDIARÁN yCAVA, 1989b: 134; 1992: 194). Por un lado los yacimientos de tradición epipaleolí-tica que coincidían principalmente con el Bajo Aragón (Botiquería, Costalena...),hasta el hallazgo de Peña de las Forcas II (Graus, Huesca), aunque no continúa latradición de los bajoaragoneses al no poseer geométricos tipo Cocina (MAZO y UTRI-LLA, 1994). Y por otro los asentamientos de nueva implantación o carentes de esesustrato epipaleolítico (Chaves, Olvena, etc.), enmarcándose sobre todo en el AltoAragón. Las diferencias observadas en los conjuntos son atribuidas a las distintasfunciones desarrolladas en los mismos, más que a una clara disparidad entre lasindustrias anteriores y las nuevas, puesto que de su análisis se desprende que es másporcentual que de otro tipo.

Establecido de forma general el panorama que caracteriza la transición delEpipaleolítico al Neolítico e, incluso, este mismo, sería interesante tratar de formaalgo más detallada cada uno de los grupos tipológicos (CAVA, 1986b: 27-41):

— Los raspadores suelen estar bien representados. Mayoritariamente se fabri-can sobre lasca o lámina, aumentando estos últimos en el Neolítico.

— Los perforadores no son abundantes, aunque se aprecia un cierto incre-mento con el paso del tiempo. Evolucionan desde los becs a los perforado-res de extremo largo o muy largo con la aparición de la cerámica.

— Los buriles, escasos, presenta diversidad en la fabricación. En el Neolíticopredominan los de golpe en plano natural o rotura.

— Las laminitas de dorso muestran porcentajes más elevados en la transicióndel Epipaleolítico al Neolítico, siendo mayoritarias las piezas apuntadas dedorso curvo y sección plana.

— Los denticulados constituyen el grupo más importante numéricamente. Sonvariables en cuanto al tipo, al carácter del asentamiento y la época. En losyacimientos de tradición geométrica dominan los realizados en soporte la-minar.

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237 Para algunos autores (JUAN CABANILLES, 1984; 1985; 1992) la laminariedad es expresión del Neo-lítico Antiguo costero y, por tanto, lo aleja del Neolítico del interior.

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I. Chaves (BALDELLOU et alii, 1989: 150). II. Forcas II (UTRILLA y MAZO, 1997: 359). III. Cámarasuperior de Olvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 66). IV. Costalena nivel revuelto, nivel cgenérico y nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b: 73, 64 y 62). V. Botiquería, nivel 8 (BARAN-DIARÁN, 1978: 100). VI. Alonso Norte (VV.AA., 1989: 27). VII. Els Secans IIa y IIb (RODANÉS etalii, 1996: 12 y 19).

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gón — Los geométricos evolucionan homogéneamente en la sucesión cronológica.

Se sustituyen progresivamente los trapecios por los triángulos, al mismotiempo que aparecen formas segmentiformes (excepto en Chaves que si-guen dominando los trapecios) como propiamente neolíticas (RODANÉS, etalii 1996). Avanza el retoque en doble bisel en detrimento del abrupto. Hayuna asociación significativa entre los lados cóncavos y el retoque abruptocon momentos epipaleolíticos. En la fase final del Epipaleolítico Reciente seproduce la aparición esporádica de tipos concretos como los triángulos tipoCocina o los trapecios con base menor retocada.

— El grupo de diversos está presente en todos los yacimientos, poseyendo por-centajes más importantes en Chaves, Alonso Norte y Secans.

— Las piezas mayores de retoque abrupto, los útiles compuestos, las trunca-duras y las láminas simples son los conjuntos con menos evidencias.

J. Juan Cabanilles (1992) aplica el llamado modelo dual, en el que fija las pau-tas de comportamiento de los distintos grupos de población que habitan el PaísValenciano y nuestro territorio, buscando un desarrollo paralelo a la división delEpipaleolítico de J. Fortea para el Neolítico Antiguo: grupo de «neolíticos puros» ocorriente cultural de las Cerámicas Impresas y grupos de tradición epipaleolíticageométrica. Esta dicotomía, a su vez, va a tener una traslación en el ámbito territo-rial debido a las diferentes estrategias económicas que producen «una incompatibi-lidad de fijación a un mismo territorio» (ibidem, 1992: 263). Sin embargo, se hacenecesaria su reconsideración con los nuevos hallazgos, como el del abrigo epipale-olítico de Peña de las Forcas II ubicado en un área considerada hasta hora propiade los «neolíticos antiguos puros». Cronológicamente se ha buscado una corres-pondencia con la periodización de J. Bernabeu (1989), proponiendo que los epi-paleolíticos son neolitizados en momentos más tardíos, es decir, cuando ya seencuentran asentamientos plenamente neolíticos, favoreciendo con ello el esquemade unas zonas más privilegiadas que otras en la precocidad de la neolitización (JUAN

CABANILLES, 1992: 265-266). No obstante las dataciones de los yacimientos bajoa-ragoneses apuntan lo contrario, las nuevas fechas de Forcas II para el estrato de cerá-mica cardial (5.020±120 a. C) la convierte en la más antigua de Aragón, a lo quehay que sumar que la supuesta territorialidad que se incorporaba como factor dis-criminatorio en el modelo dual no puede sostenerse en nuestro territorio. Sin recha-zar taxativamente este esquema para otras zonas, la información actual que aportanlos yacimientos invalida esta hipótesis en Aragón.

En una evolución cronológica de la industria lítica hay que hacer referencia alas etapas posteriores. Los datos que se poseen son escasos, pero permiten estable-cer para este grupo del Bajo Aragón una continuidad (CAVA, 1986: 56-57). C. Mazoy L. Montes (1992: 245) observan, en el nivel b de Pontet datado en el 3.500± 290B.C., un aumento de formas trapezoidales con retoque abrupto, si bien advierten dela escasez de efectivos y, por tanto, de su provisionalidad. Otro caso distinto son al-gunas cuevas del Alto Aragón, ya que en ellas el número de elementos líticos sonmínimos y no permiten crear ningún esquema evolutivo. J. Juan Cabanilles (1992:266) reconoce la dificultad que se surge al intentar dilucidar a qué grupos pertene-cen los yacimientos de cronologías más avanzadas, ya que el componente industriales muy semejante al comenzar la confusión entre ambas tradiciones.

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I. Espluga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a: 39). II. Forcas II (UTRILLA y MAZO, 1997: 359).III. Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 65). IV. Chaves (BALDELLOU etalii, 1989: 152). V. Costalena, nivel c2 y nivel c1 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b). VI. Els Secans IIay IIb (RODANÉS et alii, 1996: 12 y 20). VII. Alonso Norte (VV.AA., 1989: 27). VIII. Botiquería,nivel 6 y nivel 8 (BARANDIARÁN, 1978: 92 y 100).

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gón La materia prima no ha sido muy tratada, por ahora solo contamos con el

estudio realizado en Secans (RODANÉS et alii, 1996: 38-67) y en las Cámaras supe-riores del Moro de Olvena (MANDADO y TILO, 1995: 87-103). En Secans las caracte-rísticas de los elementos de sílex han permitido plantear varias áreas de aflora-miento: por un lado el propio cauce del Matarraña, por otro el valle medio del Algaso la cabecera del Matarraña y el Algas y, por último, los Monegros para los sílex defacies Garum. Estos tres focos constituyen un área entre 15 y 25 km, por lo que seha planteado que las labores de desbaste, troceado, e incluso, algunos tipos se lle-vaban a cabo en los propios afloramientos. Igualmente la propia situación geográ-fica de Olvena favorece que las materias primas para la elaboración de esta indus-tria se hayan extraído de la confluencia del Ésera y del Cinca, estando en un límiteentre los 5 y 30 km. Tan sólo se puede señalar el origen alóctono en un hachita defibrolita y algunos fragmentos de gabro, que parece situarse en el Pirineo leridano.

A la espera del correspondiente estudio general de todos los yacimientos sepuede decir que estos objetos se realizan predominantemente en sílex de diversacalidad. También aparecen elementos, aunque los menos, realizados en cuarcita.Destaca en algunos yacimientos la presencia de fragmentos de cristal de roca, gene-ralmente en forma de lascas o laminitas (el Forcón), algunas de ellas retocadas(Chaves) o en bruto (Costalena) e, incluso, núcleos (Chaves). También se carece deestudios de huellas de uso y, únicamente, se puede hacer referencia a las distintascitas de cada investigador relacionadas, en general, con la presencia de pátina decereal en láminas o microlitos.

Un bloque distinto dentro de la industria lítica lo componen los útiles puli-mentados, los molinos y volanderas o percutores, que tampoco han sido analiza-dos y de los que sólo se conocen las enumeraciones realizadas en los distintos infor-mes. A pesar de que su número no es excesivo, sí que aportan una información sig-nificativa en cuanto a las posibles funciones económicas que se desarrollaban encada uno de los asentamientos.

Por último abordar la problemática de los talleres de sílex, a los que tantasveces se ha atribuido una cronología neolítica, sería demasiado arduo por lo prolí-fico de la literatura existente y por la falta de concreción sobre la misma. Es másoportuno remitir a los trabajos de J. Barandiarán y A. Cava (1985: 51-53; 1989b:151-153) en los que además de analizar este tipo de ocupaciones y la ambigüedadterminológica con que habitualmente son tratados, proponen como datacionesmás adecuadas en la cuenca del Ebro el periodo comprendido entre el Eneolítico yla Edad del Bronce.

• • La industria ósea

Se puede definir como «...todo objeto resultado de una elaboración intencio-nada en cualquier materia dura de procedencia animal y que transforma en mayoro menor grado su morfología natural...» (RODANÉS, 1987: 31). Esta definición englo-ba distintos tipos de elementos muy dispares, por lo que nos ha parecido más clarala exclusión de los elementos de adorno para tratarlos en un nuevo apartado queincluya los óseos y los fabricados en otras materias primas. La industria ósea arago-nesa ha sido estudiada por distintos autores y, en especial, por J. Mª Rodanés(1987).

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I. Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 77). II. Chaves (BALDELLOU etalii, 1989: 158-159). III. Espluga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a: 38).

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gón Desde el principio llama la atención el escaso número de efectivos hallado sí

lo comparamos con los de otras áreas peninsulares, como el área levantina, aunqueesto también ocurre en el sur de Francia y en Cataluña. La deficiencia de restos seagudiza en los asentamientos del Bajo Aragón, llegando a una nula representaciónen algunos de ellos.

Las piezas encontradas se incluyen sin lugar a dudas entre los tipos que se con-sideran universales en el Neolítico. Uno de los más destacados son los punzones dela familia de los apuntados. Su aparición a partir del Neolítico se ha intentadoexplicar a través de distintas hipótesis que enlazan con los cambios económicos ysociales: como sustitutivo de la industria lítica (GUILAINE et alii, 1984: 92), paradecorar las vasijas (PAÇO, 1960: 106) o bien para actividades textiles (RAMOS MILLÁN,1981: 243). Posiblemente no sea sólo una de estas versiones la válida, sino que suutilidad fuese polivalente. Otro cambio notable se produce en la materia prima,obteniéndose sobre todo de los metapodios de especies domésticas (ovicápridos),siendo muy escasos los que se fabrican en astas. Estas características perdurarán enetapas posteriores sin que se aprecien modificaciones significativas a no ser desde elpunto de vista cuantitativo, por lo que la información cronocultural que aportan esmínima (RODANÉS, 1987: 65-68). Este tipo se ha localizado en la mayor parte de lascuevas oscenses, las Torrazas, en el nivel c1 de la Costalena y en Alonso Norte, sien-do en los dos últimos el único objeto de elementos activos que se conserva.

Esta familia carece de los denominados grupos: alfileres, puntas de lanza y pie-zas apuntadas. No por ello hay que descartar nuevos hallazgos, puesto que seencuentran en yacimientos coetáneos de otras áreas de la Península y de Europa(RODANÉS, 1987: 78 y 95). En cuanto a los biapuntados el único ejemplar conocidoes el de la Espluga de la Puyascada, por lo que su significación queda a la especta-tiva (ibidem, 1987: 79-83).

Perteneciente a la familia de los compuestos se ha localizado en Chaves eldenominado tipo punzón-espátula. La doble función está bien definida a través desu nomenclatura. Cronológicamente, no se puede circunscribir sólo a momentosneolíticos ya que perdura hasta el Bronce Final. En cambio están ausentes tiposcaracterísticos del Neolítico como arpones o agujas rectas. Lo mismo sucede con lafamilia de los diversos y, en concreto, con el grupo de mangos (ibidem, 1987: 169,176-179).

Los biselados también tienen una representación reducida, aunque este es unhecho general en todas las épocas. Sólo aparecen dos piezas que se incluyen en eltipo de las cuñas (Chaves y la Puyascada) (ibidem, 1987: 105-110).

Las espátulas, elaboradas sobre costillas de bóvido y ovicáprido, se integran enla familia de los redondeados-romos. Están presentes en Chaves, sin embargo nosirve de indicador crono-cultural (ibidem, 1987: 113). También hay un ejemplointermedio, entre espátula o cuchara, en el nivel Ib de Chaves (BALDELLOU et alii,1989: 108).

Uno de los grupos más interesantes y con gran desarrollo en este periodo, es elde las cucharas, a través de dos ejemplares en el nivel inferior de la Puyascada y otrasinéditas en Chaves. Su aspecto algo atípico ha servido de argumento para atribuir-le una menor antigüedad que las encontradas en el Levante español en momentoscardiales (BALDELLOU, 1982b: 175). Este grupo desaparece en etapas más evolucio-

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I. Espluga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a: 34). II. Alonso Norte (VV.AA., 1989: 9). III. Forcas II (UTRILLA y MAZO, 1997: 357). IV. Costalena, nivel c2 (BARANDIARÁN y CAVA, 1989b:49). V. Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 187-188; BALDELLOU etalii, 1989: 115). VI. Chaves (BALDELLOU et alii, 1989: 121 y 119; RODANÉS, 1987: L. 4).

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I. Chaves (BALDELLOU et alii, 1989: 119 y 121; RODANÉS, 1987: L. 24). II. Cámara Superior deOlvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 188). III. Espluga de la Puyascada (RODANÉS, 1987:L. 3; BALDELLOU, 1987a: 37).

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gónnadas del Neolítico en la zona levantina, sin que se detecten las cucharas de barro

descubiertas en Andalucía. B. Martí (1982: 99) considera que son elementos «exnovo», aunque no todos están de acuerdo (APARICIO, 1982: 89). Sin poder afirmarla existencia de cucharas de barro, como en el área andaluza, el hallazgo de man-gos en Chaves podrían indicar indirectamente esta presencia. El otro grupo es el delas paletas que está presente en el nivel Ib de Chaves, con evidentes paralelos nue-vamente en el litoral valenciano (RODANÉS, 1987: 114-117).

Por último, dentro de la familia de los denticulados, hay que mencionar elfragmento de gradina o peine de alfarero de Chaves. Este elemento ha sido docu-mentado en distintas cuevas de la Península en contextos de cerámicas impresas ycardiales, de ahí que su denominación haga alusión directa a la funcionalidad (ibi-dem, 1987: 123).

• • Los elementos de adorno

El análisis anterior se completa con el estudio de los objetos denominadospasivos, pero en la fabricación de adornos no sólo se utiliza como materia prima elhueso, asta o concha, sino que muchas veces son elaborados en piedra de diferen-te calidad y propiedades. Los objetos que habitualmente se construyen son cuentaso colgantes, si bien aparecen otros a los que se les atribuye carácter más excepcio-nal como la anilla de mármol pulimentada hallada en el nivel Ia de Chaves (BALDE-LLOU et alii, 1989: 141). De manera ocasional pueden aparecer otras materias pri-mas, como los nódulos de hierro del Torrollón I.

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Elementos de adorno en hueso.

I. Chaves (BALDELLOU et alii, 1989: 126, 131 y 142). II. Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU

y UTRILLA, 1995 dir.: 214). III. Espluga de la Puyascada (BALDELLOU, 1987a: 34).

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gón En cuanto a los adornos realizados en hueso, hay que mencionar la presencia

de un único ejemplar de tubo cilíndrico sin decoración en el nivel Ia de Chaves (ibi-dem, 1989: 126). Estos parecen cronológicamente desde momentos Paleolíticos hastaetapas posteriores al Neolítico. Se encuentran paralelos en yacimientos coetáneosdel Levante y Andalucía.

Más abundantes son si cabe los anillos, así como innumerables los símiles va-lencianos y andaluces que se pueden señalar de este objeto innovador, puesto quesu aparición se produce en estos momentos. Entre los ejemplares procedentes deChaves destaca uno perfectamente pulimentado y de sección circular, encontradoen el dedo anular del cadáver enterrado en la misma cueva (RODANÉS, 1987: 131).La técnica de fabricación la conocemos a través una diáfisis con el extremo trabaja-do para la obtención de estos anillos encontrada en Chaves (BALDELLOU et alii, 1989:142).

Una vez más Chaves aporta un singular objeto de estudio. Un posible braza-lete fabricado por abrasión y pulimento, probablemente sobre una costilla u omo-plato de un bóvido. Presenta cinco perforaciones y decoración incisa de motivosgeométricos distribuidos en bandas paralelas. Su característica más destacada es laausencia de paralelos, lo que ha llevado a afirmar que se trata de una creación pro-pia del lugar (BALDELLOU y RODANÉS, 1989: 29-32). A pesar de este singular hallaz-go, en Aragón todavía no se han hallado los brazaletes de pectúnculo tan caracte-rísticos de las zonas costeras durante el Neolítico e incluso el Eneolítico. Los dosúnicos testimonios son: un fragmento en una de las colecciones particulares delMoro de Olvena y otro calcinado de las cuevas de superiores del Moro de Olvena,por lo que ninguno se puede situar cronológicamente. Presentes, pero en reducidonúmero, están los realizados en piedra: en El Torrollón I se encontraron dos bra-zaletes sin decorar. Típicos en el Neolítico Antiguo valenciano (MARTÍ y JUAN

CABANILLES, 1987: 56) no han aparecido todavía en otros yacimientos aragoneses,aunque sí que existen paralelos en zonas próximas como el sur de Francia y Ca-taluña.

Otro grupo habitualmente numeroso es el de las cuentas, especialmente lasdenominadas discoideas, que pueden ser realizadas en hueso, asta o concha. Soncomunes en todo el territorio español y el Mediterráneo occidental (RODANÉS, 1987:139). No sólo están representadas en Chaves sino también en las cámaras superio-res del Moro de Olvena, por mencionar los más significativos238. Las mismas pro-piedades se dan en las cuentas de dentalium, localizadas en Chaves, la Costalena, elForcón y Olvena239.

La utilización de piezas dentarias como colgantes es común a la mayor partede las civilizaciones prehistóricas, la suspensión de las mismas se realiza por perfo-ración o a través de entalles. Están presente en la cámara superior del Moro deOlvena, en la Espluga de la Puyascada y en los niveles neolíticos de Chaves se hanencontrado tanto caninos como colmillos (ibidem, 1987: 151).

En la cámara superior del Moro de Olvena han aparecido dos colgantes-placaen hueso: uno de ellos del subtipo rectangular y otro oval, ambos con dos perfora-

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238 RODANÉS, 1987; ALDAY, 1995: 195.

239 Ibidem, 1987: 144; BARANDIARÁN y CAVA, 1989b: 108-109; BALDELLOU, 1983b: 158; ALDAY, 1995: 197.

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ciones y sin decoración (BALDELLOU et alii, 1989: 132-133). Cronológicamente sonescasos los objetos análogos, aunque se rastrean en el sur de Francia alcanzando sumáximo desarrollo en el Eneolítico y la Edad del Bronce (RODANÉS, 1989: 150). Apesar de la clara datación de esta cueva, no se puede asegurar que las piezas perte-nezcan al Neolítico, ya que también se encontraron elementos campaniformes y dela Edad del Bronce. Asimismo en el nivel Ib de Chaves apareció un colgante-placaoval confeccionado en concha con una sola perforación y unas pequeñas incisionesen la parte inferior (BALDELLOU et alii, 1989: 135).

En el Neolítico Antiguo existe una gran variedad de elementos marinos que seemplean para crear estos objetos. Uno de los más numerosos es el molusco, gene-ralmente gasterópodo, con perforaciones que han podido realizarse de forma natu-ral o artificial. Algunos autores han intentado ver en estos adornos un carácter mági-co o apotropaico. El tipo de concha empleado en su elaboración, ya desde momen-tos epipaleolíticos, es muy variado. La clase más representada es la Columbella rusti-ca (RODANÉS, 1987: 152-153), como demuestra la treintena localizada en La Costa-

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Elementos de adorno en piedra.

I. Chaves (BALDELLOU et alii, 1989: 136 y 141). II. Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU yUTRILLA, 1995 dir.: 211-212). III. El Torrollón (REY y RAMÓN, 1992: Lámina IV).

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gón lena240, o en Botiquería241. Se debe incluir en este grupo, aunque no se haya podido

identificar el tipo de concha, el único colgante pulido con perforación bipolarencontrado en Alonso Norte242. De aspecto semejante es también una cuenta delnivel Ib de Chaves243. Hay que hacer una alusión especial a la presencia de conchasde cardium, algunas veces perforadas como en Chaves, y otras no como en Costalenao en las cámaras superiores del Moro de Olvena y la Espluga de la Puyascada. Enestos dos últimos asentamientos contrasta más, al carecer de cerámicas cardiales,por lo que la función de estas conchas sin perforación, hoy por hoy, nos es desco-nocida.

Ya se ha dicho que otra materia prima muy utilizada en la elaboración deadornos es la piedra. En las cámaras superiores del Moro de Olvena destacan el grannúmero de cuentas de calaíta, fusiformes o triangulares. Parecen proceder de lamina catalana de Can Tintorer (EDO et alii, 1992: 361-373; VILLALBA et alii, 1986;1989: 13-24). Este dato vuelve a plantear el problema cronológico del yacimiento,puesto que los inicios de la explotación de la mina se han datado en torno al 3.800-3.500 a. C. por comparación con las fechas obtenidas en la Cueva de San Sadurni,situando su mayor apogeo en el Neolítico Medio. Por tanto, la fecha de 4.600 a. C.de Olvena resulta a todas luces antigua y concordaría mejor con la datación obte-nida para el nivel de la cámara inferior, lo que nos lleva a sugerir una utilización delas cámaras (inferior y superior) con esta cronología del 3.210 a. C., confirmando laremoción que han sufrido las cámaras superiores. Sin embargo, las cuentas tambiénpodrían pertenecer a la etapa Calcolítica documentada en las cámaras superiores.Por otra parte, esta última tesis podría ser descartada si se tiene en cuenta el hallaz-go de una cuenta de varascita —aunque todavía sin estudio— en el nivel 1a deChaves enmarcado en el V milenio a. C.

Las cuentas realizadas en calaíta no son las únicas que aparecen en estos con-textos y tampoco su morfología es exclusiva, aunque sí la más habitual. Se han loca-lizado realizadas en piedras duras, todavía sin identificar, con formas cilíndricas,discoideas, etc. como las de la cámara superior del Moro de Olvena244 o El Forcón245

entre otras. Por su singularidad aludiremos al hallazgo en el Torrollón de un col-gante en nódulo de hierro246.

Perteneciendo al grupo de objetos pasivos dentro de la industria ósea, pero sinque se puedan definir como elementos propiamente de adorno, están una serie depiezas encontradas en distintos yacimientos cuya finalidad está todavía por confir-mar. Se incluirían dentro de la familia de los diversos, en el grupo de piezas deco-radas no reconocibles, de la tipología de J. Mª Rodanés (1987: 181). Son dos frag-mentos de asta de la Espluga de la Puyascada con incisiones a modo de marcas decaza y dos pequeños fragmentos de hueso con decoración circular hallados enGabasa 5. Estas piezas son poco significativas, principalmente por que están muy

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240 BARANDIARÁN y CAVA, 1989b: 109.

241 BARANDIARÁN, 1978: 124-126.

242 BENAVENTE y ANDRÉS, 1989: 38.

243 BALDELLOU, et alii, 1989: 136.

244 BALDELLOU et alii, 1989: 135.

245 BALDELLOU, 1983b: 158.

246 REY y RAMÓN, 1992: 309-310.

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fragmentadas y no aportan información de interés, ni cronológica ni cultural (ibi-dem, 1987: 183).

En otro plano hay que mencionar el fragmento proximal de la segunda falan-ge de un ciervo, que presenta una serie de muescas. Localizado en el nivel 6 deBotiquería dels Moros, es interpretado por J. Barandiarán (1978: 98), aunque conreservas, como parte de un supuesto ídolo. Por el momento se carece de paralelosen el Valle del Ebro, ya que los más cercanos se sitúan en momentos finales delNeolítico y Calcolítico.

Por último decir, que son estos elementos más que cualquier otro de la cultu-ra material los que nos hacen entrar de lleno en el complejo campo de las redes deintercambio y/o comercio, que se desarrollaron evidentemente en estos momentos,pero su estudio supera ampliamente las pretensiones de este trabajo.

• • Varios

Existe una serie de piezas que no se pueden considerar propiamente industriasni constituyen un grupo homogéneo, por lo que deben ser tratadas de una formaindividualizada. En primer lugar la plaqueta grabada de Huerto Raso (BARANDIARÁN,1976a: 222-3). Si atendemos a los paralelos italianos habría que situarlo en mo-mentos algo más recientes dentro del Neolítico (CORNAGGIA, 1956: 143-56), pero siaceptamos la opinión de J. Fortea (1973) para el área valenciana habría que rela-cionarla con los grupos del Epipaleolítico geométrico, a pesar de que la secuenciaestratigráfica carece de niveles anteriores al Neolítico.

Común a varios yacimientos son los cantos rodados impregnados de ocre. Lamayor concentración se produce en Chaves, destacando los que se localizaron entorno a los hogares, posiblemente porque el trabajo se realizaría alrededor del fue-go. Estos cantos son de fácil obtención en Chaves, Olvena o Pontet, que son los asen-tamientos que hasta ahora han aportado estas evidencias. Su utilidad todavía noestá identificada. V. Baldellou considera que algunos tendrían una finalidad orna-mental (BALDELLOU et alii 1989: 147). También podría explicarse como útil para pul-verizar el ocre, condición necesaria para el trabajo del cuero, pintura, etc. Proba-blemente, estén directamente relacionados con los fragmentos de cerámica que pre-

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Elementos de adorno en concha.

Cámara Superior de Olvena (BALDELLOU y UTRILLA, 1995 dir.: 214; BALDELLOU et alii, 1989: 134).

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gón sentan restos de ocre en sus paredes, puesto que podrían ser los contenedores del

mineral una vez triturado.

En este apartado destaca un fragmento de esferoide con perforación bipolarfabricado en piedra dura, seguramente caliza, encontrado en Alonso Norte (BENA-VENTE y ANDRÉS, 1989: 37), que conecta con los pesos que situaban en los denomi-nados palos cavadores encontrados en el área mediterránea (MARTÍ y JUAN CABANI-LLES, 1987: 57), indicando claramente la existencia de labores agrícolas en el yaci-miento. Quizás la misma utilidad tendría el fragmento de piedra semicircular conperforación central encontrado en Chaves por J. Abad (1970: 5) que define comouna maza de piedra; y aunque no tan claro con el posible esferoide hallado ensuperficie en Botiquería del Moros (VALLESPÍ, 1959: 11).

Resultan llamativas las bolas naturales de goethita de Botiquería dels Moros,Costalena y Pontet. Son interpretadas como proyectiles para cazar. La materia primason los cantos del río, con una selección en las dimensiones y formas (BARANDIARÁN,1978: 127; BARANDIARÁN y CAVA, 1992: 109; MONTES y MAZO, 1986: 243-244).

3.2. Los ecosistemas

La aplicación en Prehistoria de determinados avances científicos ha permitidola investigación de aspectos poco conocidos. Se han centrado principalmente en losecosistemas, aportando datos de interés sobre el medio ambiente que rodeaba a lospobladores antiguos. Múltiples son las ciencias y las técnicas que se pueden utilizarpara conocer los datos más significativos, pero nos vamos a centrar en los análisisrealizados en los asentamientos neolíticos aragoneses. Esta documentación ha dadoa conocer de una forma más fiable la flora y la fauna de la época y, con ello, la con-tribución del hombre en la alteración del medio ambiente existente.

Al inicio del Holoceno se produce la individualización del Mediterráneo. En lafase cálida y relativamente seca del Boreal los bosques se instalan sólidamente entoda Europa, siendo los árboles más significativos el Pinus silvestris (para la zonaoccidental) y Betula. Comienzan las modificaciones que permiten pasar de una for-mación principalmente estépica a un bosque cerrado. Las diferencias regionalesparecen estar muy marcadas hasta la instalación definitiva de los robles y olmos. Enalgunas zonas del Mediterráneo se observa un incremento de las especies medite-rráneas en detrimento de las higrófilas. El límite superior de este período queda fija-do para Europa Occidental hacia el 5.500 a. C. (LÓPEZ, 1978: 10).

El fuerte retroceso del pino y un aumento considerable del Alnus glutinosa L.van a ser las características más destacadas de la siguiente fase: el Atlántico. En gene-ral se acepta que es un periodo de más humedad y temperaturas más altas (FUMA-NAL, 1986: 183-190). El pino sigue siendo abundante en zonas de montaña comolos Pirineos, pero factores regionales harán que se produzcan peculiaridades: la pre-sencia del Pinus uncinata en los Pirineos y del Pinus pinaster en la zonas meridiona-les con influencia marina. Pero quizá sean las fluctuaciones del avellano las que per-miten unas dataciones más concretas. Otra alteración importante en esta fase es elretroceso de la cobertera vegetal como consecuencia del inicio de la agricultura,principalmente de cereales. No sólo se atestigua por la presencia de estos pólenes,sino también por otras plantas que los acompañan como el Plantago, Rumex,Chenopodiáceas y Compuestas.

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gónEste periodo puede subdividirse en dos fases: la primera caracterizada por la

rápida subida del aliso, el robledal mixto y el máximo del avellano en regiones dellanura o de baja altitud; y la segunda etapa, que tendrá su inicio hacia el 3.000 a. C.,revela una regresión de los Tilia y Ulmus campestris. Las regiones mediterráneas apa-recen más deforestadas que el resto por las oscilaciones climáticas. P. López (1978:11) sugiere que la flora actual se instalaría a finales de este periodo.

En el territorio aragonés el clima característico es el mediterráneo, aunque no eshomogéneo. La climatología está en función de su situación interior en una cuencacerrada que impide la penetración de influencias suavizadoras, haciendo que lastemperaturas oscilen entre extremos muy acusados para su carácter mediterráneo.Los problemas de deforestación están atestiguados desde antiguo y conllevaron el finde las formaciones de Juniperus thurifera, Rosmarino Ericion y Gypsophilion. En laDepresión del Ebro se han constatado tres pisos vegetales: 1.º piso de sabina albarque corresponde a un clima estepario (350-400 m. s.n.m.); 2.º piso de pino carras-co y coscoja con un clima semiárido (400-700 m. s.n.m.); 3.º piso de encina conclima submontano (por encima de los 700 m. s.n.m.) (ibidem, 1992: 235; STEVENSON

et alii, 1993: 151).

La región mejor conocida es el Bajo Aragón. Las zonas más elevadas poseenpinus halepnesis, el resto, a excepción de la vega del Ebro, presenta una vegetaciónpoco densa de arbustos verde-grisáceo y gramíneas xéricas, que reflejan las difícilescondiciones de aprovisionamiento de agua. La sabina albar, adecuada a los rigoresclimáticos, debió dominar la cubeta central del Ebro junto con Juniperus phoenicea,Asparagus acutifolius y Ephedra nebrodensis. El olivar está representado por una espe-cie con aceituna pequeña y resistente al frío. (LÓPEZ, 1992: 235-236).

En el Pirineo se conocen las peculiaridades de la etapa Atlántica a través deun estudio de turberas realizado en el Valle de Tena (MARTÍ y MENÉNDEZ, 1977). Elpino y el abeto son las especies arbóreas dominantes. Este último es sustituidoposteriormente por el Quercentum mixtum. El pino sufrirá con el paso del tiempouna cierta disminución en favor de especies herbáceas como las Cyperáceas,Filáceas, Compuestas, Ericáceas y Gramíneas. En cambio el Prepirineo carece deestudios de vegetación holocena por lo que hay que remitirse a la vegetaciónactual247.

• • Análisis polínicos

Si bien no se ha estudiado el polen y la fauna en todos los asentamientos cata-logados con excavación, la información recopilada ofrece una visión global a la quetodavía falta añadir los particularismos, siendo el conjunto del Bajo Aragón el quemayor número de datos aporta palinológicamente248.

El paisaje que perfilan es de tipo mediterráneo menos degradado que en laactualidad y en el que la acción del hombre aparece clara en el muestreo. Es una

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247 Ver Marco geográfico: la Vegetación (págs. 37-38).

248 Se han realizado análisis polínicos en Botiquería dels Moros, Els Secans, Pontet y Alonso Norte,todos ellos realizados por P. López (1992: 236-238; LÓPEZ y LÓPEZ, 1996) y el último además cuen-ta con otro análisis de J. Mª Blasco (1989: 63-64). Se ha incluido en el Catálogo de yacimientos unbreve resumen de los análisis polínicos individualizadamente.

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gón vegetación de parque abierto con cierta humedad, probablemente debida a la cer-

canía del río en la mayoría de ellos. En general el polen arbóreo presenta altos por-centajes, aunque en Alonso Norte no llega a sobrepasar el 30%. En cuanto a lasespecies arbóreas destacan el Pinus t. halepensis junto con Quercus t. coccifera, Junipe-rus sp. Corylus y Oleáceas. Els Secans aporta más datos al apreciarse una diferenciaatendiendo al desarrollo de los pinos y el descenso de algunos arbustos. En un pri-mer momento está el pino acompañado de especies más humedas como sauces —que también aparecen en El Pontet—, álamos, alisos y avellanos. En cambio enla parte inferior tiene importancia el boj y el torvisco que indican la apertura delmedio, puesto que son arbustos propios de monte bajo y bosque.

Entre las herbáceas Compuestas ligulifloras y Labiadas sobresalen por el inte-rés que ofrecen al prehistoriador las de carácter antrópico: Rumex, Plantago, Crucífe-ras y Rubiáceas, entre otras. En Secans además se han atestiguado gramíneas y legu-minosas junto con la presencia importantísima de dos pólenes de cereal, en unnivel de transición Epipaleolítico-Neolítico. En este yacimiento se han documenta-do procesos de deforestación por incendio y paralelamente la existencia de cultivoscerealísticos y posible regadío, pero siempre teniendo presente que el grado de an-tropización es muy bajo (LÓPEZ y LÓPEZ, 1996: 88). En El Pontet el hallazgo depolen de cereal y de ruderales, llevan a plantear la existencia de una incipiente agri-cultura. Son significativos los valores altos de Ephedra y Cistaceas, que indican ladegradación del suelo (LÓPEZ, 1992: 236-7). A pesar de no encontrar polen de ce-real en Botiquería y Alonso Norte y faltando todavía los análisis de Costalena, lasTorrazas y los Panizales, se puede sugerir el comienzo de modificaciones en lacobertera vegetal debido a la acción humana.

En Chaves el paisaje correspondería a un bosque mixto de pinares y robleda-les con claros. El árbol mejor representado es el pino albar seguido de Quercus,Juniperus y Corylus, a los que se suman otras especies de climas templados como eltilo y el boj. En cuanto a las herbáceas destacan los porcentajes de Astaráceas ligu-lifloras y tubulifloras, que junto con el Plantago, Rumex, Crucíferas y Chenopodiá-ceas corroboran la presencia humana en el yacimiento, así como por la existenciade gramíneas y leguminosas que ocuparían su lugar en los claros del bosque. Laactividad humana se confirma con la aparición de polen de cereal en los nivelessuperiores y de esporas monoletes, que indican la degradación del bosque circun-dante (ibidem, 1992: 238).

El nivel c5 del Moro de Olvena indica que el árbol dominante sigue siendo elPinus sp. asociado al Quercus, y especies mediterráneas como el Buxus y de zonasmás húmedas como el sauce y el tilo, que posteriormente desaparece. Entre las her-báceas se han encontrado Crucíferas, Juncáceas, Gramíneas y leguminosas princi-palmente.

Aunque los resultados de los yacimientos oscenses no difieren de los datos quehan aportado los del Bajo Aragón, sería pretencioso generalizar de la misma mane-ra. El único testimonio firme de agricultura lo aporta Chaves y, si bien en Olvenaaparecen las especies antrópicas que lo acompañan no se ha atestiguado cereal. Porotro lado, generalizar supondría trasladar las peculiaridades de un yacimiento tanespecial como Chaves al resto de la provincia. Asimismo carecemos de más infor-mación acerca de las características de este cereal y de la cantidad que supone enrelación a la muestra y, consecuentemente, de su importancia dentro de la actividad

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góneconómica. No por ello dejamos de tener en cuenta que se dan las condiciones

apropiadas para que la agricultura se desarrolle.

Estos inicios agrícolas quedan reforzados por la presencia en varios ya-cimientos de algunos elementos que van ligados habitualmente a esta actividad o ala recolección, como los útiles pulimentados, volanderas y molinos.

• • Análisis faunísticos249

Ofrecen datos igualmente desiguales, ya que ahora será la provincia oscense laque más evidencias muestra en comparación con el Bajo Aragón, debido a lo exi-guo de los restos y a su mal estado de conservación. Únicamente, aportan informa-ción Botiquería y Costalena, ya que los restos del Pontet y Alonso Norte se puedencalificar de anecdóticos.

Aun siendo la domesticación una de las características definitorias del Neolí-tico no por ello dejamos de encontrar especies salvajes cazadas. Con toda proba-bilidad la mayoría serían utilizadas para consumo alimenticio, pero otros anima-les, como los carnívoros, sugieren usos alternativos. Existen restos comunes: elconejo (exceptuando la Puyascasda) y el ciervo, pero otros son más específicoscomo el sarrio que se halla en Chaves y en la Puyascada o la cabra en los nivelesneolíticos de Costalena. Las prácticas venatorias se amplían sobre todo en Chavesy Olvena, con una mayor variedad en los ungulados al añadir: caballo, uro, jaba-lí, cabra montés (únicamente en Chaves) y asno (sólo en Olvena). Además se hanencontrado en estas dos cuevas restos de otros animales, especialmente carnívo-ros, como lobo, zorro, oso (sólo en Chaves), lince y tejón entre otros, algunos delos cuales no serían cazados sino que utilizarían la cueva como guarida o madri-guera tras el abandono del grupo humano. Estas familias, en el volumen generalde la fauna, sólo alcanzan valores importantes (59,51%) en las cámaras superio-res del Moro de Olvena, puesto que en el resto se ve superado por los domésti-cos250.

En la actividad cinegética de los yacimientos oscenses se vislumbra el predo-minio de ejemplares adultos llegando en algunos casos a los viejos. En cambioentre los restos de jabalí (teniendo presente su dificultad a la hora de diferenciarlodel cerdo doméstico) no se aprecia tan claramente esa superioridad, como ocurreen Olvena, en la que se encontró un ejemplar de tres meses, dos machos jóvenes ydos adultos (CASTAÑOS, 1991: 93). En la mayoría se advierte una preferencia por elconsumo de ciervo, seguida según los casos por el jabalí. Sólo Olvena ofrece infor-mación en relación a las actividades que se desarrollan con la caza. Las huellashalladas en los huesos de ciervo indican el descuartizamiento de las piezas en ellugar de captura y el acarreo posterior de las partes que iban a servir de alimento(ibidem, 1991: 95, 1996).

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249 Han sido realizados en la provincia de Huesca por P. Mª Castaños en La Espluga de la Puyascada(1987: 43-56), El Forcón (1983: 177-182), Chaves (1983a: 125-136 y 1993), la cámara superior yel nivel c5 del Moro de Olvena (1991: 79-107, 1996: 139-141). A los que hay que añadir únicamenterestos de capra u ovis en Huerto Raso (BARANDIARÁN, 1976: 217-223). Se ha incluido en el Catálogode yacimientos un resumen individualizado de los análisis de fauna.

250 Las especies salvajes tienen los siguientes porcentajes: Forcón 20%; Espluga 5% y Chaves Ia 37,26%y Ib 35%.

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gón Algunos autores como M. P. Uerpman (1977: 87-94) sugieren que el aumen-

to de animales salvajes en distintos momentos neolíticos habría que ponerlo enrelación con el desarrollo del cultivo, o como B. Martí (1992: 236) que especificamás al considerar que la existencia de depredadores y de algunos herbívoros puedeser debida a la protección de los animales domésticos y de los cultivos, respectiva-mente.

El segundo grupo importante en los análisis faunísticos lo constituyen los ani-males domésticos. El indiscutible deterioro de los restos óseos en los yacimientosbajoaragoneses no parece ser motivo suficiente para explicar el vacío existente encuanto a los animales domésticos, de los que no se ha conservado, en caso de quelos hubiera habido, ningún indicio. Esta situación concuerda con la zona levantina,en la que yacimientos como Fosca o la cueva de la Cocina de Dos Aguas apenasposeen especies domésticas, en contraposición a otros yacimientos como Cova deL’Or o Cendres (MARTÍ, 1992: 236).

Las especies que convergen en los yacimientos oscenses son: cerdo (excepto enOlvena), bóvidos y ovicápridos. Este registro se ve incrementado por la presencia enel Forcón de un ejemplar de caballo y en el nivel Ib de Chaves de perro251. Sinembargo, no están exentos de problemas los resultados de los análisis: en el Forcón,que posee un 80% de domésticos frente al 20% de salvajes, hay que tener en cuen-ta la escasa potencia del estrato y la mezcla de niveles existentes y, consecuente-mente intentar utilizar este dato para justificar la domesticación resulta bastantearriesgado. Asimismo el 95% de animales domésticos de la Espluga de la Puyasca-da, pese a su interés, debe matizarse ya que la excavación no está terminada y enalguna zona los niveles estaban revueltos, por lo que las muestras recogidas son par-ciales. Con un relativo escepticismo también deben contemplarse los resultadosobtenidos en Olvena, debido a lo revuelto que está el supuesto nivel intacto y a nopoder conocer con seguridad a qué época corresponden los restos de los animalesanalizados.

La cueva más significativa es nuevamente Chaves, que aportó un mayor núme-ro de restos en el nivel Ib que en el Ia252, pero en conjunto los porcentajes son uni-formes, es decir, en ambas predominan los domésticos (nivel Ia: 62,83% y nivel Ib:64,1%) frente a las especies salvajes que se siguen cazando. Es interesante mencio-nar la pequeña modificación porcentual que se percibe en relación a los ovicápri-dos y bóvidos entre los dos niveles. En el Ib es indiscutible la superioridad de losprimeros, pero en el Ia ésta va siendo sustituida por los segundos, anticipando conello la evolución que se va a producir posteriormente.

258

251 P. Arias (1992: 167 y 177) alude a que la aparición de este animal en el nivel II epipaleolítico deMarizulo podría ser un indicio de su utilización en distintas técnicas de caza. Su posterior hallazgoen los niveles neolíticos con escasez de fauna doméstica, le ratifican en esta hipótesis: el perro es unanimal que está vinculado a las comunidades más dependientes de la caza. B. Martín (1992b: 213;MARTÍN y ESTEVEZ, 1992: 105) plantea que a pesar de las escasez de restos, estos animales dejan sushuellas en algunos huesos de animales domésticos, sugiriendo con ello su papel en control del reba-ños y/o compañía del hombre.

252 Hay que tener en cuenta que no se han terminado los estudios de fauna debido a la continuaciónde las excavaciones y, por tanto, esta diferencia puede ser consecuencia de una mayor potencia enuno de los niveles excavados.

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gónEn cuanto al posible consumo de las especies domésticas, aunque continúa la

inclinación por los ejemplares adultos se distingue una mayor presencia de jóvenes,como muestran los bóvidos o en los porcentajes equiparados de Olvena y el Forcón,llegando incluso al 57% en la Puyascada. De alguna forma indican un cambio enlas estrategias económicas, ya que la domesticación les permite controlar la pobla-ción animal, sin la misma necesidad de selección que plantea la caza en cuanto a laelección de sexo y edad de los ejemplos.

La cabaña mejor representada en todos los yacimientos, al igual que en elNeolítico Antiguo peninsular, es la ovicaprina a considerable distancia de los bóvi-dos y suidos. Van a ser los porcentajes de estos dos últimos tipos los que permitenestablecer diferencias cronológicas e incluso geográficas. P. Mª Castaños (1991: 83)considera que la presencia de cerdo en Chaves lo aproxima a los del litoral Medite-rráneo y, a su vez, lo separa de los asentamientos septentrionales que por ahoracarecen de estos restos. Por otro lado, es significativo el hallazgo de suidos en elnivel c5 de Olvena (ausente en las cámaras superiores) y en la Puyascada, ambascon fechas más reciente. Esta información le lleva a proponer «al valle del Ebrocomo una de las zonas de penetración de la domesticación a partir de las regionescosteras mediterráneas a la vez que apunta la entrada más temprana del vacuno y elovicaprino» (ibidem y 1993).

La avifauna tan sólo ha sido estudiada en Olvena. La existencia de distintasespecies ofrece datos significativos: como el de la corneja al asociarse a zonas dearbolado disperso que no son frecuentes en alta montaña, el de la urraca que habi-ta generalmente en espacios abiertos deforestados, o el del cernícalo vulgar quesuele cazar en zonas abiertas (ibidem, 1991: 104-106). Además se han detectadootras especies como palomas, perdiz, chova piquigualda y águila.

Este apartado se completa con los datos de especies acuáticas. Resalta el hallaz-go de vértebras de pez en los niveles neolíticos de la Costalena y en el nivel 3 deBotiquería. Su importancia radica en que son los únicos ejemplos en Aragón atesti-guando de una forma clara la pesca en el Neolítico Antiguo. Pese a no haber sidoestudiada la malacofauna está presente en casi todos los yacimientos. El número derestos conservados, la mayoría relacionados con ornamentos, no nos induce a pen-sar que sean un elemento más de la subsistencia, sino un componente de otro tipode actividad económica como el intercambio, prestigio... Problema aparte será laproximidad o no de estos asentamientos al litoral para poder establecer otro tipo dehipótesis, que se desarrollarán más adelante.

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gón 3.3. Análisis del entorno

«El nómada cazador recolector interpreta la super-ficie de su territorio a través de sus trayectos; el agricultorsedentario construye su mundo en círculos concéntricosalrededor de su granero.»

(A. Leroi-Gourhan, 1971, 316)

Los aspectos económicos del mundo prehistórico se han desarrollado en elámbito anglosajón desde los años 50. Consecuencia de esta corriente ha sido la evo-lución desde una Prehistoria cultural centrada en los problemas cronológicos, hastaotra que muestra un mayor interés por las sociedades y las estrategias económicas,materializándose en la proliferación de análisis concretos, sobre el polen o faunaantes mencionados y en la elaboración de síntesis con los datos existentes en elmomento253. Sin afán de establecer una teoría económica sobre el Neolítico Antiguoen Aragón, se ha realizado una aproximación al entorno medioambiental que vero-símilmente caracterizaba la región, se refiere a la denominada base de subsistenciay, más concretamente, a las posibilidades de explotación y consecución de los bie-nes de consumo que aportan los terrenos circundantes a los distintos yacimientos,que resumiremos brevemente ya que se ha dado a conocer por Rodanés y Ramón(1995).

Conociendo los inconvenientes, dificultades e incluso fallos de algunos de losmodelos de aprovechamiento del territorio, se ha optado por el «territorio de explo-tación de los yacimientos» de J. Davidson y G. N. Bailey (1984). Hay que puntuali-zar que no se ha buscado establecer el área de influencia del yacimiento (site cach-ment), sino que intentamos definir, de la forma más concreta posible, el área utili-zada habitualmente por los habitantes, reconstruir los recursos alimenticios poten-ciales, definir la base económica de cada yacimiento y, por tanto, una parte de sufunción, para desentrañar las posibles relaciones socioeconómicas entre el conjun-to de yacimientos.

El principal obstáculo que presenta esta investigación es poder llegar a estable-cer la relación existente entre los recursos potencialmente disponibles y los que real-mente se explotaron (DAVIDSON y BAILEY, 1984: 26-28). A lo que hay que sumar quela energía consumida durante el viaje y la extracción no exceda de la energía adqui-rida como alimento. En consecuencia el territorio será el radio máximo que permi-ta mantener positiva la relación anterior y, por tanto, no será único sino que depen-derá de la rentabilidad. El espacio y el gasto energético no son los únicos factores atener en cuenta, hay otras variables importantes tanto ecológicas como arqueológi-cas que van a condicionar el análisis (FOLEY, 1977; RODANÉS y RAMÓN, 1995: 105).

Concretamente en los territorios de explotación uno de los elementos más sig-niticativos es la topografía, ya que aunque ha sufrido escasas modificaciones a lolargo del tiempo, es quizá la que más influye en la elección del hábitat, al condi-cionar las características económicas potenciales. Se hace necesario, por tanto,

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253 Entre las primeras publicaciones con este enfoque dentro de la Prehistoria podemos mencionarentre otros: GILMAN y THORNES, 1985; CLARK, 1986; BLASCO et alii, 1988; GAVILÁN, 1991; BOSCH LLORET,1994.

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gónconocer la evolución del entorno desde el Holoceno254. No obstante, a priori cono-

cemos que una orografía accidentada y de altura favorecerá la actividad cinegéticapor la existencia de especies salvajes, pero también la ganadería por la riqueza depastos, mientras que una superficie llana será propicia para la recolección y agri-cultura. Aunque estos datos muestran una realidad evidente, no afirmamos que seproduzca en los yacimientos aragoneses. Todavía quedan muchas incógnitas porresolver desde el punto de vista arqueológico, como la diferenciación entre recolec-ción intensiva o agricultura incipiente, o hasta qué punto se puede hablar de un cam-bio riguroso de una base subsistencial cazadora-recolectora a otra agrícola-ganade-ra y no de una interrelación o mezcla entre ambas hasta alcanzar, por distintosmotivos, la plena economía de producción en otros momentos cronológicos. Enconsecuencia no son sólo dos las variables (depredación/producción) las que nosvan a permitir proponer unas bases económicas, sino que son varias y sus combi-naciones no mantienen siempre el mismo esquema.

El planteamiento inicial ha consistido en establecer los posibles territorios sus-ceptibles de abastercer de recursos primarios. Desde el principio contamos con lasevidencias aportadas por los asentamientos: polen, fauna, materiales, etc., que per-miten conocer a priori la existencia de una domesticación, sin olvidar que algunosyacimientos mantienen los modos de vida de sociedades cazadoras-recolectoras e,incluso, estas actividades continúan siendo importantes en los llamados «neolíti-cos plenos». En consecuencia, se intenta determinar sobre todo por qué sociedadescon estrategias económicas distintas se mantienen en el mismo nicho ecológico.Por ello se han incluido otros asentamientos significativos para el análisis. En elvalle del Matarraña, debido a la intensidad de las prospecciones se han incorpora-do yacimientos cronológicamente coetáneos: La Cueva Ahumada (Maella, Zarago-za), El Serdá y el Sol de la Piñera (Fabara, Zaragoza). En la provincia de Huesca,Fornillos I, al ser de los escasos yacimientos situados al aire libre, Las Campanas(Aginaliu) y la cueva de las Brujas (Juseu) por su proximidad a otros asentamien-tos.

Se han diferenciado tres áreas dentro de cada yacimiento atendiendo al factortiempo: de media hora, una y dos horas, al entender que las actividades económi-cas están gobernadas por la ley de la disminución de los ingresos con la distancia(THÜNEN, 1966; RODANÉS y RAMÓN, 1995: 106). Únicamente en los asentamientos alaire libre no se ha llevado a cabo la demarcación de dos horas, ya que con los dosprimeros se obtuvieron los resultados esperados de acuerdo con las teorías en boga(ibidem, 1995: 106).

En estos territorios de explotación se aprecia un aumento progresivo de lassuperficies que abarcan, pero no se ha podido establecer una ratio entre ellos. Elmayor incremento del área que pueden recorrer lo ofrecen los asentamientos al airelibre (que sobrepasan el centenar de km2) y en segundo lugar los bajoaragoneses.La mayoría de los oscenses están condicionados por el relieve abrupto en el que seubican, por lo que la distancia no crece con tanta facilidad.

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254 De Aragón solo poseemos estudios geomorfológicos del área de Alcañiz —Alonso Norte, Las Torra-zas y Los Panizales— (PEÑA y ECHEVARRÍA, 1989; 1991) y en Olvena (SANCHO y CUCHI, 1995).

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La altitud es otro factor significativo y está determinado en parte por el relieve.Por ello los oscense se ubican en cotas altas (superiores a 450 m) y los bajoarago-neses algo por debajo (no sobrepasando los 375 m).

La orientación de los yacimientos está condicionada por un mayor aprovecha-miento de las horas de sol y del poder calórico que aporta. En general varian delEste al Suroeste, que son las más habituales en cualquier tipo de asentamiento. Tansólo Forcas II se sitúa en sentido Norte.

Para la subsistencia de un grupo es imprescindible la proximidad o disponibi-lidad de agua. Como se aprecia en los mapas los recursos acuíferos que poseen sonnotorios y cercanos. Además es importante conocer el régimen de humedad, ya queinfluye directamente en la rentabilidad y posibilidad de distintos cultivos o presen-cia de algunas especies, pero como se ha comentado todas las zonas presenta actual-mente una mayor desertización que en el Neolítico.

Las posibilidades de comunicación y el control del entorno son otros factoresa tener en cuenta. Su ubicación en las cuencas de ríos importantes, que actúan como

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YACIMIENTO 1/2 hora 1 hora 2 horasFORCON 1,21 6,63 39,05PUYASCADA 1,6 6,42 27,08MIRANDA 3,22 11,76 49,85FORCAS II 4,35 22,53 108,06HUERTO R. 4,95 24,32 87,31CHAVES 6 22,03 78,51REMOSILLO 2,22 11,49 74,32OLVENA 2,47 14,17 92,5CAMPANAS 3,74 16,66 69,74LAS BRUJAS 6,88 26,49 117,29GABASA 5,32 24,06 122,07FORNILLOS 16,51 70,66TORROLLON 38,66 138,2

YACIMIENTO 1/2 hora 1 hora 2 horasEL SERDA 6,66 24,74 111,59LA PIÑERA 9,8 34 125,45COSTALENA 7,23 28,28 104,89PONTET 7,6 31,15 115,96C.AHUMADA 7,33 29,58 109,46

YACIMIENTO 1/2 hora 1 hora 2 horasA. NORTE 18 74,45TORRAZAS 38,66 128,14SECANS 6,34 24 103,77BOTIQUERIA 6,52 23,24 100

Áreas en Km2 de cada territorio de explotación en los yacimientos de la provincia de Huesca, Zaragoza y Teruel.

FORCON 1300 SWPUYASCADA 1320 SWMIRANDA 880 SWFORCAS II 480 NHUERTO R. 625 WCHAVES 663 EREMOSILLO 460 EOLVENA 450 NW-ELAS CAMPANAS 700-800 NELAS BRUJAS 760 EGABASA 780 EFORNILLOS 500 STORROLLON 434 SW

YACIMIENTO altitud orientaciónEL SERDA 200 SELA PIÑERA 240 SCOSTALENA 230 SWPONTET 300 W-SEC. AHUMADA 330 S

YACIMIENTO altitud orientaciónTORRAZAS 360 EA. NORTE 375 SWSECANS 310-320 EBOTIQUERIA 330 E

YACIMIENTO altitud orientación

Tabla de altitud de los yacimientos de la provincia de Huesca, Zaragoza y Teruel, en m. s.n.m. y orientación.

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Desplazamientos de 1/2 y 1 hora desde cada asentamiento del valle del Matarraña.

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gón vías naturales de comunicación, va a favorecer la existencia de desplazamientos

entre los yacimientos, hacia la costa y al interior, sin que podamos determinar porahora la dirección del flujo. Es evidente, por tanto, las inmejorables condiciones deestos yacimientos para establecer intercambio o relaciones con otros grupos de zo-nas próximas o incluso alejadas.

La utilización del suelo es sin duda el aspecto más significativo en el análisisterritorial255. Se ha definido el espacio atendiendo a las posibilidades de uso: bos-ques, pastizal, áreas cultivables e improductivo (RODANÉS y RAMÓN, 1995: 108).

El territorio de media hora sólo se ha aplicado a los yacimientos al aire libre,ya que la amplitud de su superficie es lo suficientemente amplia como para plan-tear un uso mayor que el del avituallamiento de elementos secundarios. Las carac-terísticas del suelo, la aridez y el rigor del clima, principalmente en invierno, impli-can un exiguo periodo vegetativo. La existencia de sales solubles y yesos en las zonasendorreicas de difícil desagüe, hace que las especies (matorrales halófilos) esténadaptadas a estas condiciones y nunca estuvieran cubiertas de bosque. En conse-cuencia una presumible explotación ganadera, tendría que haber sido de pastoreoestacional y necesitaría fuertes reservas alimenticias en invierno u obligaría a latrashumancia. Menos dificultades se encuentran para el desarrollo de la agricultu-ra, ya que más del 70% corresponde a terreno cultivable.

En general todos los yacimientos oscenses poseen una gran parte del área deexplotación de una hora, por no decir casi la totalidad (Forcón o Puyascada), de te-rreno no apto para el cultivo, en los del Bajo Aragón la extensión es aproximada-mente del 50%, mientras que en los asentamientos al aire libre el porcentaje esmás reducido. El pastizal/matorral, en algunas zonas como el valle del Matarraña,la Puyascada y el Forcón presenta especies herbáceas espontáneas (gramíneas yleguminosas) importantes para la ganadería, ya que favorecen el pastoreo estacio-nal. Todos muestran espacios necesarios para el aprovisionamiento no sólo de cazao de pasto para ganado doméstico, en caso de que lo tuvieran, sino también deotro tipo de elementos de carácter secundario pero no por ello menos importan-tes como leña o frutos silvestres. Las características de éste, con o sin arbolado,favorecen el pastoreo temporal, es decir, de otoño y primavera, principalmente deganado lanar.

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255 La descripción de cada área se ha realizado con los mapas de cultivos y aprovechamientos delMinisterio de Agricultura, Pesca y Alimentación a escala 1:50.000 y, en el caso de no existir, a esca-la 1:200.000. Estos mapas fueron publicados en diversos años desde finales de los años 70 hasta1985 el de la provincia de Teruel. En las conclusiones se ha tenido en cuenta la coetaneidad de lainformación utilizada, y las escasas matizaciones que se han podido incorporar gracias a algunosestudios, como los de P. López (1992: 236-240). No obstante, parte de los datos son incuestiona-bles como el de las zonas improductivas por sus características biogeográficas.

YACIMIENTO BOSQUE CULTIVO PASTIZAL IMPROD.FORNILLOS 70,93 27,44 1,64TORROLLON 5,77 83,65 10,58TORRAZAS 3,34 75,61 13,50 7,55A. NORTE 70,17 29,83

Porcentajes de utilización del suelo en el territorio de 1/2 hora.

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Mapa de aprovechamiento del suelo de los yacimientos del valle del Matarraña.

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En los recorridos de dos horas la relación áreas no productivas/cultivables, seha suavizado sobre todo en el valle del Matarraña. El cambio más significativo es elaumento de los terrenos que pueden dedicarse a labores agrícolas/recolectoras, in-cremento que también se produce en los yacimientos epipaleolíticos.

Retomando los datos expuestos se advierten varias cuestiones ya conocidas(RODANÉS y RAMÓN, 1995: 111-114). Las condiciones medioambientales que poseíael valle del Matarraña en época epipaleolítica eran lo suficientemente buenas comopara continuar su ocupación en el Neolítico e, incluso, en etapas posteriores como seha documentado. El ecosistema era el adecuado para permitir un poblamiento pro-longado e ininterrumpido, ya que potencialmente poseía las características nece-sarias para permitir un cambio en las estrategias económicas sin un desplazamien-to del territorio. Se puede concluir que los supuestos modelos económicos queplantean cambios profundos en las estrategias de subsistencia entre las dos socie-dades: cazadores-recolectores y agrícolas-ganaderos, no implican desde el punto devista del nicho ecológico ninguna transformación, lo que no quiere decir que no seabandonen, total o parcialmente, las formas anteriores de subsistencia. No obstan-te, los datos aportados por el momento no nos aseguran la existencia de una agri-cultura, ya que su diferenciación con la recolección intensiva es difícil. Pero quizásel cambio más significativo sea ese paso a la recolección intensiva, que con el tiem-po conllevará el desarrollo de una actividad productiva.

Otra cuestión importante es el solapamiento de territorios de explotación quese produce entre distintos asentamientos. En primer lugar las áreas de El Sol de laPiñera y el Serdá, que resulta irrelevante si se acepta la superposición cronológica deambos yacimientos (FORTEA, 1973: 397-400; VALLESPÍ, 1960). El Sol de la Piñera pre-senta un territorio algo más amplio que El Serdá, y podría deberse a necesidades sub-sistenciales diferentes. Una sociedad cazadora-recolectora epipaleolótica buscaría

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YACIMIENTO BOSQUE CULTIVO PASTIZAL IMPRODUC.FORCON 33,48 1,81 62,75 1,96PUYASCADA 32,09 0,00 67,91MIRANDA 72,96 13,52 12,93 0,60FORCAS II 14,07 33,29 43,01 9,63HUERTO R. 25,70 21,38 51,15 1,77CHAVES 4,63 7,44 87,93REMOSILLO 34,64 7,57 57,01 0,78OLVENA 10,09 15,46 62,03 12,42CAMPANAS 37,21 4,50 57,74 0,54LAS BRUJAS 23,10 24,39 52,51GABASA 25,81 24,11 50,08FORNILLOS 0,88 75,15 21,74 2,24TORROLLON 2,05 81,22 16,73EL SERDA 9,66 37,67 51,29 1,37LA PIÑERA 2,32 40,71 55,32 1,65COSTALENA 17,01 48,09 30,62 4,28C.AHUMADA 13,31 54,80 30,16 1,21TORRAZAS 1,49 69,41 26,53 2,55A. NORTE 0,67 67,07 29,70 2,57PONTET 13,87 52,49 32,42 1,22SECANS 18,63 48,25 32,50 0,63BOTIQUERIA 19,10 50,00 30,25 0,65

Porcentaje de la utilización del suelo en el territorio de 1 hora.

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Desplazamientos de 1/2, 1 y 2 h. desde cada asentamiento del río Ésera y Cinca, con curvascada 100 metros.

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abarcar una extensión más grande en el mismo periodo de tiempo, influido por lascaracterísticas de las especies animales que se cazaban (hábitos alimenticios, despla-zamientos...) y, en menor medida, por la recolección. Esta hipótesis, sin confirmar,conlleva la suposición de que en El Serdá, situado en la facies cerámica de Cocina,se haya producido una transformación y, por tanto, no necesite tanta superficie sinorentabilizar al máximo la que posee (agricultura/recolección intensiva), sabiendoque los recursos que puede explotar son iguales a los del otro yacimiento.

En segundo lugar, entrecruzándose pero sin llegar a solaparse del todo está elconjunto formado por La Costalena, el Pontet y la Cueva Ahumada e, incluso, estosdos últimos también invaden los territorios de Secans y Botiquería. La Costalena esun yacimiento con entidad propia y con una ocupación intensa y continuada.Podrían ser las necesidades alimenticias por el volumen de ocupación (aunque estacircunstancia es difícilmente comprobable desde el punto de vista arqueológico) lasque han influido decisivamente en la elección de hábitat, evitando solapamientoscon otros yacimientos. Posiblemente la mayor parte de los recursos primarios prio-ritarios la obtendría de las áreas de media y una hora, buscando bienes suplemen-tarios en el territorio de dos horas que en parte coincide con otros.

El Pontet presenta la misma secuencia evolutiva desde el Epipaleolítico genéri-co a etapas neolíticas. Separado por un momento de abandono se inicia el Neolíticocon un grupo de gentes distintas o bien con la misma población al ser un yacimien-to estacional con períodos importantes de abandono. La coincidencia en materialesy la alternancia en el ritmo de ocupación con Costalena, lleva a proponer como hi-pótesis que sea un yacimiento satélite de éste o que sin llegar a tener esta función seaocupado por una parte de estas gentes que continuarían su propio desarrollo (nivelc superior) ininterrumpido. Posiblemente la disgregación se produjera por presióndemográfica, que obligaría al traslado de parte del grupo a un territorio que facilita-ra la obtención de nuevos recursos. También se puede argumentar la diferenciaciónfuncional, ya que la existencia de un yacimiento satélite implica una función clara ydistinta o, por lo menos, complementaria al yacimiento nuclear. Estas tesis podrían

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YACIMIENTO BOSQUE CULTIVO PASTIZAL IMPRODUC.FORCON 22,05 13,65 55,11 9,19PUYASCADA 45,13 3,80 47,60 3,47MIRANDA 55,55 19,40 18,82 6,24FORCAS II 19,24 34,74 38,69 7,33HUERTO R. 17,12 12,89 67,05 2,94CHAVES 8,37 15,74 75,20 0,69REMOSILLO 21,70 17,88 50,52 9,89OLVENA 23,57 28,90 36,53 11,01CAMPANAS 24,36 9,42 61,61 4,60LAS BRUJAS 30,60 23,34 43,71 2,34GABASA 37,24 32,90 29,22 0,64EL SERDA 7,03 43,99 48,35 0,63LA PIÑERA 6,74 44,86 47,45 0,95COSTALENA 24,35 56,86 16,54 2,25C.AHUMADA 25,79 50,10 23,59 0,50PONTET 25,27 50,85 23,09 0,79SECANS 29,09 50,31 19,55 1,04BOTIQUERIA 35,10 45,42 18,15 1,33

Porcentaje de la utilización del suelo en el territorio de 2 horas.

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modificarse con los resultados de la excavación de la Cueva Ahumada, no así con losde Botiquería con el que manifiesta más contrastes que similitudes.

En tercer lugar queda por comentar la coincidencia plena entre Els Secans yBotiquería dels Moros, que parece responder o bien a un traslado de poblacióndesde Botiquería a Secans, por causas desconocidas, o bien podría relacionar con laspinturas rupestres, actualmente arrancadas, o con otro tipo de función distinta alyacimiento principal.

En definitiva, las características del valle del Matarraña con una ocupación sin-crónica y prolongada en el tiempo provoca una serie de cuestiones, ante las que sehan propuesto varias alternativas (ibidem, 1995: 114). La primera consistiría en con-siderar toda la red de asentamientos como un lugar temporal y cíclico, posiblemen-te restringido a una estación climática, debido a las arduas condiciones ambienta-les, al escaso potencial vegetativo de la zona en determinadas épocas del año y alagotamiento rápido de los recursos ante una explotación casi intensiva. La segundaposibilidad contempla la adopción de un sistema rotativo durante períodos relati-vamente cortos, con desplazamientos según se van agotando los recursos, aunquesólo es válida para los yacimientos que utilicen como máximo el territorio de unahora. La tercera y última opción supone la existencia de un hábitat permanente yconstante epipaleolítico-neolítico en cada núcleo, lo que supondrá una mayor cele-ridad en el agotamiento de los recursos naturales disponibles. En el estado actualde las investigaciones las hipótesis factibles son las dos últimas y, es más, no deforma excluyente sino complementaria, ya que teniendo en cuenta los datos apor-tados no todos los asentemientos tienen la misma entidad y la misma importanciaen el conjunto. Quizá sea el momento de transición económica que se está desarro-llando entre estas poblaciones el que dificulte de alguna forma establecer los patronesde asentamiento y economía que les caracterizan.

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YACIMIENTO Epipaleolítico Neolítico I Neolítico II

CUEVA DECHAVES

nivel 1bGRN 12683

4.820±70GRN 12685

4.700±80CSIC 3784.510±70

nivel 1ªCSIC 3794.280±70CSIC:3814.170±70

PEÑA DE LASFORCAS II

b inferiorBeta 599955.140±340

b medioBeta

607734.990±90

b superiorBeta 599964.140±180

CUEVADEL MORO(OLVENA)

(C. supe.)GRN 121194.600±130

nivel c5GRN 121173.210±80

ESPLUGADE LA

PUYASCADA

nivel IICSIC 3843.980±60CSIC 3823.630±70

BOTIQUERIADELS

MOROS

nivel 2Ly: 11985.600±200

ABRIGODE LA

COSTALENA

nivel c3GRN 140984.470±250

ABRIGODE EL

PONTET

nivel eGRN 16313

5.390±70

c. inferiorGRN 142414.420±70

nivel bGRN 142403.500±290

LASTORRAZAS

GRN 183203.620±60

ALONSONORTE

GAK 138772.650±160

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Mapa de aprovechamiento del suelo de la cueva del Moro de Olvena, Peña de las Forcas II,Cuevas de los Moros de Gabasa, Cueva de las Brujas, las Campanas y el Remosillo.

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gónEl Bajo Aragón se completa con Alonso Norte y las Torrazas (ibidem, 1995: 116).

El agotamiento de los recursos alimenticios por su proximidad y porque presumi-blemente son coetáneos no es tan significativo como los comentados anteriormen-te. Las posibilidades, principalmente agrícolas/recolectoras, en ambos yacimientosson considerables, en cambio sí es importante la carencia de pastos para pastoreo ola parquedad de terrenos boscosos que dificulta el suministro de elementos secun-darios y de fauna salvaje. No obstante todo ello se complica si incluimos los yaci-mientos neolíticos conocidos a través de prospecciones (BENAVENTE, 1991b), notanto por la capacidad del terreno, como por que se produzca una fuerte densidadde habitación y el consiguiente agotamiento de los recursos más cercanos.

Las conclusiones en el Alto Aragón se manifiestan distintas, ya que el pobla-miento no se presenta tan agrupado. Reiteradamente se ha dicho que el yacimientoneolítico más característico es Chaves. A pesar de ello resulta curioso cómo en unyacimiento en el que se suponía que la agricultura estaba plenamente instalada, laextensión de campos para el cultivo en los territorios de explotación es bastante esca-sa (7,44% para el de una hora y 15, 74% para el de dos), aunque se pudo solventar,entre otras posibilidades, con la quema de bosques, etc. No ocurre lo mismo con laganadería, ya que el elevado índice de pasto/matorral coincide plenamente con elvolumen que se establece para el yacimiento (RODANÉS y RAMÓN, 1995: 117).

El Forcón y La Puyascada, situadas en la Sierra Ferrera, presentan unos territo-rios de explotación muy condicionados por el relieve abrupto, lo que hace que losdos primeros territorios sean muy reducidos. El solapamiento de ambas extensio-nes queda subsanado por el carácter funerario que se le otorga al Forcón, mientrasque la Puyascada muestra terrenos propicios para el desarrollo de ganadería de altamontaña, como han demostrado los análisis faunísticos (ibidem, 1995: 118).

El grupo más denso dentro de la provincia de Huesca, se localiza en el río Sosa,el Cinca y el Ésera, así como en la confluencia de estos últimos, en donde se asien-tan seis yacimientos (Forcas II, Olvena, Remosillo, Las Campanas, Las Brujas y lascuevas de Gabasa) con los territorios de explotación a veces superpuestos en su tota-lidad. A pesar de la mala orientación el abrigo de Forcas II manifiesta una ocupa-ción prolongada en el tiempo al igual que los bajoaragoneses. Posiblemente debi-do a las buenas condiciones del suelo para el desarrollo de las prácticas productivas,complementadas con actividades secundarias como la caza, recolección e inclusopesca. Los yacimientos que más se solapan son Olvena, El Remosillo, Las Campañasy la cueva de Las Brujas. Entre los dos primeros asentamientos la superposición escasi completa. La topografía del terreno determina la extensión aprovechable, quese ve reducida por las posibilidades de acceso y la improductividad de las áreas máscercanas, mostrando como uso más favorable la ganadería en concordancia con losrestos hallados en la cámara superior del Moro, no así en la cámara inferior o elRemosillo. La coincidencia en los territorios en parte podría estar solventada con sudiferente funcionalidad en el caso de que ambos yacimientos coincidieran en eltiempo, ya que aunque ambos son claramente estacionales, Remosillo se vinculacon el arte rupestre y Olvena se considera un lugar de habitación temporal.

Poco se puede decir, en cambio, de otros yacimientos por la carencia de datos,aunque en su mayoría las rasgos que marcan los territorios de explotación estánacordes con las economías propuestas, es el caso de La Miranda, las cuevas de losMoros de Gabasa, Las Campanas y las Brujas con unos territorios relativamente

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equilibrados; el Torrollón I y Fornillos I y la agricultura, o de Huerto Raso y la gana-dería. Este último además se puede relacionar debido a lo abrupto de la orografía,la mala orientación y su débil estrato que indica claramente una ocupación tempo-ral, con los abrigos de pinturas rupestres del río Vero.

Los únicos yacimientos que nos permiten proponer alguna hipótesis sobre elpoblamiento en Huesca, son ese grupo de yacimientos en torno al Ésera y Cinca. El he-cho de que sean sincrónicos, y muestren una ocupación tan densa y con el mismocarácter, ya que todos ellos parecen estacionales, pudo provocar el agotamiento de losrecursos vegetales —tanto para alimentación humana como animal— de una formarápida, aunque todavía se desconoce el volumen de población. Las tesis que su-gieren son en parte las mismas que se han visto: o son ocupaciones cíclicas quecoinciden con los sistemas rotatorios de barbecho o los períodos de crecimientovegetativo de los pastos y especies silvestres, o no todos los yacimientos fueron ocu-pados al mismo tiempo y por las mismas gentes, o bien unos son yacimientos saté-lites de otros, con toda o parte de la población (RODANÉS y RAMÓN, 1995: 121).

En resumen, no se advierte de forma nítida, gracias a los datos aportados sobretodo en el Bajo Aragón, un cambio en la situación medioambiental entre las socie-dades epipaleolíticas de carácter cazador-recolector y las neolíticas con una econo-mía «presumiblemente» agrícola-ganadera. En Aragón la coetaneidad de estos gru-pos no va a implicar discontinuidades territoriales y, por ahora, tampoco se puedehablar de zonas fronterizas permeables que favorezcan los contactos entre ellos(MARTÍ, 1992: 230, 238). Se observa la dualidad principalmente en el carácter de la

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Mapa de aprovechamiento del suelo de los yacimientos de la Cueva de Chaves y Huerto Raso.

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góncultura material y en la elección del hábitat, ya que los que mantienen la tradición

epipaleolítica, por ahora, sólo aparecen en abrigos mientras que los neolíticos, sineste sustrato, presentan una mayor variedad situándose en cuevas, al aire libre y abri-gos. La única diferencia territorial, que con nuevos hallazgos puede ser descartadacomo ha ocurrido con Forcas II, es la presencia de neolíticos sin sustrato epipaleolí-tico y con cardial en la provincia oscense, de los que carece el Bajo Aragón.

Otra cuestión observada es la concentración de yacimientos, que provoca unadensidad demográfica muy alta en áreas reducidas. Esta aglomeración desde etapasepipaleolíticas, e incluso anteriores, pudo suponer el agotamiento de los recursosprimarios, aunque pudo salvarse a través de la diversificación de los mismos comoha propuesto P. Arias para Cantabria (1992: 173-174). La especialización es susti-tuida por la explotación intensiva de las riquezas, consiguiendo un suministro debienes más eficaz y con menos carencias en áreas más reducidas. Esta circunstanciafacilita la continuidad durante el Neolítico, la diferencia radicará en la intensifica-ción de la explotación a través del cambio, unas veces total y otras parcial, del sis-tema de producción.

Finalmente reiterar que la conclusión más evidente es la existencia de diferen-cias entre los neolíticos con sustrato anterior y los neolíticos de nueva instalación,pero estas no se definen por las características medioambientales, ni permitenhablar de economías más evolucionadas o más retrasadas.

3.4. Análisis de los yacimientos

Como se ha visto a lo largo de los distintos capítulos no todos los yacimientosaragoneses poseen una estratigrafía que aporte datos suficientes para encuadrarlos,coherentemente, en un marco que ofrezca toda la información necesaria. Enmuchos asentamientos se han encontrado mezclados los materiales neolíticos conlos de otras épocas y, por ello, son los yacimientos que más excepciones han plan-teado en todos los apartados cerámicos.

Comenzando por la provincia de Huesca, la cueva del Forcón, la Miranda, ElRemosillo, las cinco cuevas de los Moros de Gabasa y El Torrollón I carecen de unasecuencia estratigráfica clara. Todos presentan o bien un único nivel o bien el sedi-mento revuelto debido a la acción de los clandestinos e incluso, como las cuevas delos Moros de Gabasa, se localizaron estructuras de piedra realizadas por pastores alte-rando los estratos arqueológicos. En El Torrollón I, se realizó un sondeo en el que nose detectaron niveles fértiles, desconociendo así cualquier dato sobre el asentamiento.

La ausencia de sedimentación junto a sus peculiares características hacen delForcón una cueva poco apta para una ocupación permanente, máxime estando tanpróximo a la Espluga de la Puyascada con mejores condiciones de habitabilidad.Por esto, por el material encontrado y, en especial, por los restos humanos se le haatribuido un carácter funerario (BALDELLOU, 1983b: 149-175). Además de cerámicassemejantes a otros yacimientos del Neolítico Antiguo también aportó objetos másrecientes. La industria lítica, ósea y elementos de adorno no ayudan a concretar suocupación, ya que son característicos tanto del Neolítico como del Bronce. Los aná-lisis de fauna sugieren una economía plenamente ganadera, pero con los problemasya vistos. Es inevitable no mencionar los grabados que se encontraron al fondo dela cueva, aunque por sus características, amplia cronología y situación topográfica

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gón no se puedan asociar indiscutiblemente con la etapa Neolítica (CASADO, 1983: 183-

189). Se agrupan en tres tipos: macarroni, incisión con punta no aguzada e incisióncon instrumento de punta fina. El único diseño son las líneas.

En la cueva de la Miranda la remoción estratigráfica es mucho más evidente, porlo que poco se puede decir, ya que el registro arqueológico está tan mediatizado queposiblemente sea una selección de lo que dejaron los clandestinos. Los materiales, aligual que en la cueva anterior, no delimitan suficientemente las etapas de ocupación.No obstante parece evidente que, por su orientación y sus condiciones favorables, fueun lugar de habitación. No sabemos si tenía un carácter temporal o no, debido notanto a la cantidad de material recogido como al expolio del sedimento; y tampocosu posible funcionalidad, ya que están ausentes las estructuras y hogares por el mis-mo motivo. Por otra parte, contrasta la escasa industria lítica recogida frente al abun-dante material cerámico, al igual que ocurre en otros yacimientos oscenses.

Las cinco cuevas de los Moros de Gabasa presentan caracteres semejantes a lasanteriores. Los rasgos geológicos de Gabasa 3a, 3b y 5 no favorecen su habitalidad,pero sólo de Gabasa 5 se puede aventurar una función sepulcral por la aparición deun cráneo humano. En estos tres yacimientos el material recogido es muy escaso yse sitúa en un único nivel revuelto con materiales modernos. Exceptuando la cerá-mica, los demás útiles tampoco ofrecen información clarificadora sobre la época ola funcionalidad de las mismas. La presencia de restos humanos también lleva aproponer un carácter funerario para Gabasa 2b. Aunque el material cerámico es másabundante en Gabasa 2a y 2b, tampoco se puede aseverar una conclusión clara,debido a que sus niveles están revueltos, no existen suficientes datos y carecemos dealgunos de los objetos característicos del Neolítico Antiguo. Resulta interesante des-tacar, en relación al posible uso que tuvieron estas cámaras, cómo, en el conjuntokárstico de los Moros de Gabasa, la cueva más apta para ser habitada es la única queno posee niveles de ocupación postpaleolíticos. Este hecho de alguna forma indu-ce a pensar que la hipótesis más factible es que realmente fueran todas funerarias.Otro aspecto significativo es la pobreza de material, sobre todo, en las que se encon-traron restos humanos, puesto que son las que aluden más claramente al caráctersepulcral. Esta escasez coincide con lo hallado en la única inhumación intacta queconocemos por el momento en Aragón: el enterramiento de Chaves.

En el abrigo del Remosillo se realizaron cuatro sondeos sin localizar una se-cuencia evolutiva. V. Baldellou (1991: 15) propone una ocupación esporádica delabrigo, favorecido por las malas condiciones del mismo y por la imposibilidad deser habitado en determinadas épocas del año, básicamente en invierno. En un pri-mer momento sugiere una cronología neolítica antigua por el material lítico y lascerámicas impresas, pero a la vez los restos de una cerámica carenada con pezonesaluden a un momento Neolítico avanzado. Entre la industria lítica, en la cata A, seencontró un triángulo de retoque abrupto que podría aportar un dato de antigüedad,pero también hay que considerar que este retoque reaparece en fechas más recientes,como se ha atestiguado en el nivel b de El Pontet, con una cronología del 3.500±290a. C. (MAZO y MONTES, 1992: 245). El resto de los elementos significativos lo consti-tuyen una cerámica pintada y una carena de la cata B. La información obtenida per-mite sugerir que la ocupación fue temporal. Por lo escaso del material, dentro de estehorizonte, se puede concretar o bien en dos momentos de ocupación dentro delNeolítico o bien en una única etapa enmarcable en el Neolítico avanzado. La faltade una estratigrafía completa y clara, que permita individualizarlos nítidamente, im-

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gónpide decantarnos por cualquier conclusión, aunque los datos de los análisis cerámi-

cos hacen que nos inclinemos por la segunda.

Además, el yacimiento se sitúa debajo de una zona con paneles de pinturasrupestres. El elemento más característico que permite datarlas es un travois o uncarro. Si se considera un travois, las fechas se podrían acercar al Neolítico, pero si real-mente es un carro, como algunos investigadores han planteado, debe llevarse a unafecha no anterior al s. XI a. C. en un contexto del Bronce avanzado (RODANÉS, 1999).

El principal problema que plantea El Torrollón I, yacimiento situado al airelibre, es la ausencia de estratigrafía en el sondeo realizado, así como de otras evi-dencias propias de esta época como la industria lítica y ósea. Resulta curioso, noobstante, que sea el único yacimiento que posee brazaletes de piedra sin decorar,tan característicos en el Neolítico Antiguo valenciano, del sur de Francia yCataluña.

Hay que incluir en este grupo los asentamientos de prospección. Se trata de lacueva de las Brujas, Las campanas de Aguinaliú, Fornillos I, el Cubilar del Sarro ylos yacimientos de la comarca de Monzón incorporados al catálogo. Casi todos,exceptuando la cerámica, carecen de otros elementos representativos, aunque en lacueva de las Brujas se recogieron dos útiles pulimentados que pueden pertenecerigualmente a la Edad del Bronce. En cambio en Fornillos I, en el Camino de laParidera de las Monjas y, sobre todo, en los yacimientos de Monzón sí se asocian auna pequeña industria lítica de geométricos, microburiles y, a veces, perforadoresjunto a otros útiles de substrato. En los asentamientos de la comarca de Monzóntambién destaca, a pesar de la ambigüedad cronológica, la abundancia de objetospulimentados y algún molino. Pero en general, resalta la poca cantidad de materialcerámico identificable del Neolítico Antiguo.

Para finalizar con la provincia de Huesca quedan por comentar los cinco ya-cimientos con secuencias estratigráficas claras. En el covacho de Huerto Raso se rea-lizaron dos campañas. En la primera (1972) el único nivel fértil es el «b», ademásdel superficial en el que se encontró material de varias épocas. En la segunda(1986), este nivel b se puede equiparar al nivel I, ya que no ha aportado ningunadiferenciación ni de material ni de ocupación. Parece claro que existe un únicomomento de habitación a juzgar, principalmente, por la escasez de materiales.Seguramente fue un asentamiento temporal con una función específica, en la queparece descartable la talla de sílex, la fabricación cerámica y las labores agrícolas,pero se podría relacionar con los abrigos de pinturas rupestres de la zona de Lecina,o bien ser una estación de paso para grupos ganaderos trashumantes, aunque notenemos los elementos que permiten constatarlo.

La Espluga de la Puyascada presenta tres catas fértiles y sólo la cata 3 ofreció unnivel de ocupación posterior al Neolítico Antiguo. A pesar de alguna diferencia denomenclatura o mayor precisión sedimentológica, en todas ellas hay un único nivelfértil. La zona más habitada del abrigo debió ser la cata 3, ya que es el área queposee más potencia de sedimento y que aportó más material. No obstante, la faltade estudios sedimentológicos y de la publicación definitiva impiden explicar lasdiferencias en los estratos. Por el material y la descripción de los excavadores, enprincipio, parece tener mejores condiciones de habitabilidad que la cercana cuevadel Forcón, pero siempre teniendo presente su estacionalidad debido a los rigoresclimáticos. De las evidencias arqueológicas hay que destacar dos fragmentos de

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gón pitorros256 por su ausencia en Aragón, pero tan abundantes en el Neolítico Antiguo

valenciano y andaluz, y un fragmento de cerámica a la almagra, que nos acerca a laproblemática de la difusión de estas cerámicas. Del resto de los materiales sólosobresalen dos cucharas de hueso, tan habituales en el área valenciana y de las queaquí sólo poseemos paralelos en Chaves. El único dato económico significativo esel faunístico con predominio de animales domésticos, que ha llevado a sugerir unapoblación eminentemente ganadera, favorecido también por las características geo-gráficas de su ubicación, sin embargo, la falta de análisis polínicos obliga a ser cau-telosos. La presencia de un molino, volandera y hachas permiten insinuar otro tipode actividades aunque no son evidencias concluyentes.

La importancia de Peña de las Forcas II viene determinada por ser el único yaci-miento hasta ahora en Huesca en el que se ha documentado la transición Epilaleo-lítico-Neolítico. Aunque no en el mismo abrigo, pero sólo a una distancia de 400 m,se completa la estratigrafía con la secuencia del Paleolítico al Epipaleolítico. Estohace pensar que las características de la zona son tan favorables que ha visto unaocupación continuada en el tiempo, al igual que ocurre en el Matarraña. Se trata deun abrigo con orientación norte, lo que no facilita una ocupación continuada porsu clima extremo. Su extensión y potencia estratigráfica sugieren, como han pro-puesto C. Mazo y P. Utrilla (1997), un hábitat temporal dependiendo de las esta-ciones climáticas pero prolongado en el tiempo, corroborado en cierto modo conlas dataciones de C14, ya que en un nivel con una potencia máxima de 60 cm se hanobtenido unas fechas que varían del 5.140±340 al 4.140±180 a. C. La extensión delyacimiento se ha visto reducida por las obras realizadas por la ConfederaciónHidrográfica del Ebro. En el nivel Neolítico, todavía en proceso de excavación, sedocumentó un suelo de cantos rodados que hasta el momento no han aparecido enel resto de niveles y tampoco se ha atestiguado en otros yacimientos. Debido a laproximidad del río, parece clara su conexión con algún sistema de acondiciona-miento para evitar encharcamientos, que se producirían con las crecidas (deshieloy lluvias). Junto a la pared se encontró una cubeta excavada que llegaba a afectar alnivel inferior. Este tipo de estructuras, a pesar de ser abundantes en el Neolítico,hasta ahora no habían aparecido en Aragón en ningún asentamiento de tradiciónepipaleolítica. La función que se atribuye a las mismas es de almacenaje, pero eneste caso habrá que esperar al estudio del mismo. Estos son los únicos restos cons-tructivos hallados hasta el momento, ya que todavía no se han localizado hogaresen el nivel Neolítico.

Este abrigo también es significativo, en primer lugar, por la presencia de deco-ración cardial ausente en la provincia si exceptuamos Chaves. Retomamos así elproblema de la aculturación o de los contactos con otros grupos que les permitieronconocer e incorporar estas novedades a su cultura material, agudizado por la data-ción del estrato en el que aparece la cerámica cardial que, por ahora, es la más anti-gua en Aragón: 5.020±130 a. C. En segundo lugar, por la distinta tradición de suindustria lítica en relación con los abrigos del Bajo Aragón, ya que estos están den-tro del ámbito Cocina, útiles ausentes en este yacimiento. En relación con el mate-rial lítico se ha observado que en los geométricos de la parte inferior del nivel sóloaparece el retoque abrupto, mientras que en la parte superior predomina el doble

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256 Hallados: uno en el nivel IIb de la cata 3 y otro entre el material recogido en superficie al realizar lalimpieza del abrigo.

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gónbisel. Por último, llama la atención la ausencia de objetos pulimentados, molinos,

industria ósea y elementos de adorno.

También situada en la cuenca del Ésera, la cueva del Moro de Olvena consta dedos cámaras con evoluciones distintas. Por un lado, la cámara inferior muestra unaestratigrafía con una fuerte ocupación del Bronce y unos niveles neolíticos de esca-sa potencia. A pesar del continuo expolio que ha sufrido, no parece que se llegaraen ningún momento a estos niveles inferiores, lo que no ha impedido que en algu-nas zonas existan remociones producidas seguramente por los grupos de la Edaddel Bronce al construir sus hogares, alguna cubeta y con más facilidad por los agu-jeros hechos por los distintos animales que han habitado la cueva. Por otro lado,las cámaras superiores del Moro presentan una estratigrafía en dos niveles.

La cámara inferior se caracteriza por unas condiciones favorables de ocupa-ción, a pesar de ello el estrato neolítico resulta pobre. La diferenciación por nivelesque se ha realizado en el estudio cerámico viene determinada no tanto por la hete-rogeneidad del material como por la variación sedimentológica. En relación a estepunto hay que hacer constar que se planteó la posibilidad de que en época neolíti-ca la cueva estuviera inundada (SANCHO y CUCHI 1995), sugiriendo con ello unaexplicación válida para aclarar la pobreza del nivel, aunque la falta de datos másconcretos, como la duración de este encharcamiento y el estudio de la red kársticaque nos confirme que la distribución actual de las cuevas no ha sufrido modifica-ciones, nos obligan a ser cautos.

El material arqueológico se caracteriza por la gran escasez de industria lítica,adornos e, incluso, la ósea es inexistente. Pero esta vez la carestía es paralela a la delmaterial cerámico, por lo que se puede proponer: que se trate de un asentamientotemporal o de uno estable con poca población, sin que por el momento se puedaespecificar más. Otro dato de interés, ya comentado, son las diferencias técnicas ymineralógicas entre las cerámicas de esta cámara y las cámaras superiores, lo que dealguna forma viene a confirmar la datación más reciente del conjunto inferior. A pesarde tener peores condiciones de habitabilidad las cámaras superiores del Moro deOlvena aportaron más material neolítico y por consiguiente marcan una ocupaciónmás prolongada (¿Se habitó ésta debido a que la cámara inferior estaba inundada?).Estratigráficamente se diferenciaron dos niveles aunque la mayor parte está removido:un estrato revuelto por la acción incontrolada de los clandestinos y otro presumible-mente intacto, pero que debido a las características del material plantean una remo-ción antigua. Esto ha imposibilitado la realización de estudios polínicos y, por consi-guiente, el único dato indirecto sobre una posible actividad agrícola se obtiene a tra-vés de la cultura material. En cambio, los restos de fauna sí plantean la domesticación.

Se desconoce la posible función de las cámaras debido a la ausencia de todotipo de estructuras, hogares, etc. V. Baldellou (1989c: 40) sugiere un carácter sepul-cral apoyándose en la abundancia de elementos de adorno y el hallazgo de restoshumanos. Sin embargo la estratigrafía revuelta, la presencia de elementos de variasépocas prehistóricas y, sobre todo, los escasos restos humanos sin cronología plan-tean algunas dudas. La existencia de ciertos objetos como los botones de perfora-ción en V sí pueden, en cambio, relacionarse con ámbitos funerarios, teniendo encuenta además que la cámara inferior no era un lugar de habitación por lo que lafunción funebre podría ser acertada. Esta hipótesis válida para los materiales cal-colíticos y del Bronce Antiguo no parece tan aceptable para el Neolítico. Un ejem-

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gón plo claro lo tenemos en la cueva de Chaves donde han aparecido gran cantidad de

adornos, no precisamente en contextos funerarios, y en su enterramiento, presumi-blemente de esta época, son escasos los elementos de cultura material. Por tanto,quedaría sin explicación la gran cantidad de cerámicas halladas en estas cámaras silas integramos en un contexto sepulcral.

El registro arqueológico destaca por su riqueza en todos los conjuntos materiales.La industria ósea presenta un claro predominio de los punzones. La abundancia decerámicas y su decoración hace que sea la segunda cueva en importancia. Es necesariovolver a incidir en las semejanzas mineralógicas entre la cámara superior y la cueva deChaves, principalmente con el nivel 1b, lo que de alguna forma podría confirmar laantigüedad de la datación. Por otro lado, también hay que hacer constar, al igual queen la Espluga de la Puyascada, que se encontraron conchas de cardium edule aunqueambos yacimientos carecen de esa decoración tan característica. La numerosa industrialítica contrasta con la pobreza del resto de los asentamientos estudiados. El retoque endoble bisel así como su presencia en segmentos, ya que estos son casi el único geo-métrico representado, lleva a proponer un momento avanzado dentro del NeolíticoAntiguo atendiendo a los estudios realizados en el área valenciana (JUAN CABANILLES,1984; 1985; 1992: 261-262). En cambio, este tipo de retoque en la zona del Bajo Ara-gón se asocia con los primeros momentos del Neolítico Antiguo, aunque la prolife-ración de segmentos se realiza en etapas más recientes (BARANDIARÁN y CAVA, 1992). Lapresencia de siete taladros/perforadores podría, de alguna forma, corroborar la anti-güedad del yacimiento, ya que su aumento se asocia a facies cardiales aunque no estépresente esta decoración (ibidem 1992: 192). Los elementos de adorno tampoco ayu-dan a delimitar la cronología. Los que permiten una mayor aproximación son lascuentas de varascita, no obstante, la explotación de la mina de Can Tintorer y sucomercialización propone unas fechas más recientes dentro del Neolítico.

Finalmente queda por analizar la cueva de Chaves. Se inició la excavación en1974-5 en una zona próxima a la boca, pero el grueso se encuentra en el interior,que es donde continúan las campañas. En esa zona exterior de la 1ª campaña esdonde se ha localizado el nivel que corresponde a la Edad del Bronce, aunque nosin problemas por las remociones sufridas. Sedimentológicamente se subdividió endos capas pero con un registro arqueológico homogéneo. Por un lado la industrialítica no denota grandes modificaciones con los niveles precedentes y tampoco apa-recen objetos que permitan llevarla a etapas del Bronce (CAVA, 1983: 109). Por otro,el material cerámico no es exclusivo del Bronce, ya que aparecieron fragmentos atri-buibles al Neolítico (BALDELLOU y CASTÁN, 1983: 29 y 35). En el estudio realizadopor J. L. Maya (1983: 52-53) se propone la existencia de un Bronce Antiguo «local»,por sus diferencias con el resto de yacimientos del Bronce, pero que habría quecorroborarlo con más hallazgos. En cambio en nuestro análisis, se comprobó cómoel grueso del material corresponde a etapas neolíticas, únicamente unos pocos frag-mentos y el colador son claramente atribuibles al Bronce (MAYA, 1983: figura 8). Enconsecuencia, consideramos que este nivel I pertenece al Neolítico, siendo equipa-rable al nivel 1a de las campañas 1984-90, y que la aparición de elementos delBronce se debe a intrusiones desde el superficial que muestran un estacionamientoesporádico, confirmado en parte por su ausencia en el resto de la cueva. Las equi-paraciones de esta estratigrafía con la de las campañas posteriores quedaría de lasiguiente forma: nivel 1a (1984-90) equivale al nivel I y IIa de 1974-5 y el nivel Ib(1984-90) se corresponde con el estrato IIb de 1974-5.

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gónPoco podemos decir de la distribución espacial del yacimiento por falta de aná-

lisis, pero a través de las evidencias obtenidas en la excavación se puede esbozar unapropuesta para las campañas 1984-90, a confirmar con las nuevas excavaciones. Porla información que ofrece el registro arqueológico, parece evidente que no estamosen el área descanso, sino más bien en una zona donde se desarrollaban actividadesimportantes para la vida del grupo. La existencia de hogares y de gran cantidad decubetas sugiere que se trata del área de cocina. Dentro de ésta parecen existir zonasdiferenciadas, por un lado la abundante fauna de los cuadros colindantes a la pared(bandas 6, 8 y 10) indica que es una zona de desperdicios, es decir, el basurero. Loshogares se aglutinan en el área opuesta a las cubetas y carecen de estructuras o ele-mentos que los delimiten, excepto los pertenecientes a los cuadros 4A’ y 5D excava-dos en una cubeta. Estos hogares son más o menos circulares, con una concentraciónanómala de cenizas y con el sedimento duro y quemado. En torno a ellos se haobservado una acumulación de cantos rodados, generalmente blancos, pero entrelos que siempre aparecen cantos con ocre, posiblemente porque el trabajo se reali-zara en torno al fuego. Igual de interesante es el hallazgo de un hogar sobre unacubeta cerrada con una piedra, de la que por ahora desconocemos su función. Todosellos pertenecen al nivel 1a, debido a que la potencia del estrato 1b en esta zona esmuy reducida e incluso, en algunos cuadros, inexistente. En consecuencia se puedeexponer que la distribución de la cueva en cada estrato fue distinta, aunque los moti-vos por los que se ha producido esa modificación, hoy por hoy, se nos escapan.

El exagerado número de molinos y volanderas detectado en las bandas 13-15indica la existencia de un área de trabajo, favorecido por una mayor iluminaciónnatural al estar próximo a la boca del yacimiento. Con toda probabilidad está rela-cionado con labores agrícolas o recolectoras, pero también con la pulverización delocre u otros elementos, pues se recogió gran cantidad de minerales. Estos podríanestar directamente conectados con la depuración del desgrasante para la fabricaciónde cerámicas, ya que había entre otros cuarzos y micas.

Las cubetas, excavadas en el nivel 1b llegando hasta la costra e incluso a losniveles magadalenienses, establecen otra área de actividad en el sureste de la exca-vación. Son agujeros irregulares, de distintos tamaños y con forma aproximada detonel o silo. No se conoce con exactitud el material que contenían, aunque sí pode-mos decir que se hallaron restos de cerámicas, llegándose a reconstruir alguna vasi-ja completa, sílex y hueso. Las cubetas no son exclusivas de los asentamientos neo-líticos, puesto que se hallan desde el Epipaleolítico hasta la Edad del Bronce, rela-cionándolas sobre todo con fondos de cabaña o cubetas de hogares. A pesar de nohaberse recogido muestras de polen la función más plausible es la de contenedor,propuesta también para otros yacimientos con estructuras semejantes como Roc-de-Dourgne257, Cova 120258, Can Sadurní259 y Cova del Toll260. Pero el almacenaje no esla única opción, por lo que se necesita un estudio exhaustivo, sobre todo para expli-car diferencias de profundidad y tamaño, por qué se abrieron tantas, por qué en elnivel 1b no se excavaron cubetas, etc.

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257 GASCO, 1985.

258 AGUSTÍ et alii 1987: 37-46; BOSCH LLORET, 1994: 62.

259 EDO y BLASCO, 1992.

260 GUILAINE et alii, 1981.

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gón Chaves no sólo fue un lugar de habitación sino que también se utilizó como

lugar de enterramiento. El cadáver se hallo en posición fetal, totalmente cubierto porcantos blancos del río. Al haberse localizado sobre el nivel solutrense, queda des-cartada esta cronología, por otro lado tampoco parece que sea coetáneo de los nive-les magadalenienses, ya que la aparición de pequeñas cerámicas lisas entre la tierraque lo cubría nos aproximan a etapas postpaleolíticas. No se encontró ningún útillo suficientemente representativo como para corroborarlo, pero la presencia de unanillo de hueso lo acerca más al Neolítico, puesto que sólo están constatados eneste área geográfica a partir de esta época (RODANÉS, 1987: 131-132).

El material arqueológico evidencia una variedad y riqueza en todos sus ele-mentos, no comparable a otro yacimiento aragonés. La industria ósea posee todoslos objetos característicos de los asentamientos más típicos valencianos. La indus-tria lítica está ampliamente representada. Como más significativo se puede señalaruna progresiva sustitución de los trapecios y triángulos por segmentos, así como unaumento del retoque en doble bisel en detrimento del abrupto. Pero hay que decirque el retoque en doble bisel es muy abundante ya desde el nivel 1b, hasta el puntode que es el dominante en los dos estratos. Por tanto, nuevamente se aleja de losmodelos establecidos para el área valenciana, en la que el retoque más antiguo esel abrupto y el predominio del doble bisel, en cambio, denota una cronología másreciente (JUAN CABANILLES, 1992). La existencia de núcleos, desechos de talla y frag-mentos informes de sílex sugieren que si bien podrían existir lugares de talla lejosdel yacimiento parte de estas actividades se realizaban en él, aunque sólo fuera elretoque de los soportes obtenidos en otros sitios y el reavivado de las piezas.Asímismo, hay que mencionar la cantidad y diversidad de objetos líticos pulimen-tados comparado con el resto de los yacimientos aragoneses. Otros elementos deinterés son las abundantes piedras, sobre todo cantos rodados, de tan fácil obten-ción en Chaves, con restos de ocre. Seguramente fueron utilizados para pulverizar-lo y luego usarlo en el trabajo del cuero, pintura, etc. Para contener el ocre, con todaprobabilidad utilizaron pequeñas vasijas con resto de este polvo en el interior desus paredes261.

Entre el material se encontraron conchas de cardium, aunque parece lógico,puesto que fabricaron cerámicas con esta decoración. Esto hace pensar que tantoen la Espluga de la Puyascada como en las cámaras superiores del Moro deOlvena, se ha producido un cambio en la moda y gustos decorativos, ya que si norealizan esta decoración no es porque no posean el instrumento adecuado sinoporque ya no está vigente. Máxime cuando en las cámaras superiores del Moro deOlvena existe un fragmento de cerámica con decoración de concha no cardial. Laausencia de cardiales no implica una transformación en el comportamiento de losgrupos, por lo que no se puede establecer con ello criterios cronológicos o evolu-tivos.

El material cerámico muestra la mayor variedad del conjunto oscense en rela-ción con las decoraciones y elementos de suspensión, aunque las características

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261 En relación con estos restos de ocre que poseen no sólo las cerámicas de Chaves sino también otrasoscenses, hay que decir que no es pintura. El fragmento del nivel IIa que J. Bernabeu (1989: 129)considera cerámica a la almagra, debe incluirse dentro de este grupo, puesto que la almagra es unatécnica de manufactura cerámica y, en cambio, estos fragmentos sólo poseen restos de impregnaciónde ocre, más por contacto directo con él que por aplicación consciente del alfarero.

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gónmorfotécnicas denotan una gran similitud con los demás asentamientos. Ambos

niveles presentan una cierta homogeneidad, no sólo por la decoración cardial sinotambién porque las vasijas continúan manteniendo esencialmente las mismas for-mas, aunque en el nivel 1b se constata una mayor profusión y combinación dedecoraciones y elementos plásticos. Un rasgo característico es la gran variedad desuspensiones ya desde el nivel 1b, aunque las asas tubulares solo aparecen en el 1a.Se ha propuesto una diferencia mineralógica entre los dos niveles, pero ésta puedeser debida a un cambio del lugar de obtención de la materia prima por agotamien-to del anterior, ya que tampoco se han analizado tantos fragmentos como para esta-blecer sin lugar a dudas las causas de este cambio.

Económicamente se ha visto que Chaves está incluida dentro del grupo deyacimientos con plena actividad productiva, aunque no se ha determinado si la acti-vidad primordial era la ganadería o la agricultura. En cuanto a esta última, sólo sepuede decir que está constatada, pero no se conoce si estaba en un estadio inci-piente, o bien presentaba un grado de evolución y dominio. Ante la falta de análi-sis otros elementos corroboran indirectamente su importancia como son la presen-cia de bastantes fragmentos de molinos, volanderas y un palo cavador. No obstan-te, no hay que olvidar que los molinos se utilizaron además en trabajos con ocre,por lo que no se les puede atribuir un único uso ni basarse en ellos para afirmar laexistencia de una economía agrícola significativa.

En la provincia de Zaragoza tan sólo se ha excavado el Pontet y la Costalena.Del resto de yacimientos incluidos en el catálogo: la Cueva Honda de Calcena hasido incorporada por el material cerámico hallado al aire libre, ya que en el interiorsólo se encontraron dos enterramientos sin cronología nítida (VALLESPÍ, 1957-8:253). El interés de este yacimiento radica en la publicación de una cerámica globu-lar con fondo cónico, que se aproxima a las vasijas de almacenaje del Torrollón I.La Cueva Hermosa de Calcena también se caracteriza por lo exiguo del material.Aunque los demás asentamientos localizados, todos ellos en Maella, aportaron másrestos la cronología es más amplia. Como objetos comunes hay que señalar las cerá-micas y los geométricos, a los que se añaden en Cueva Ahumada, Calavera I y Valde Envidiella I perforadores y elementos de substrato.

Al resguardo del abrigo, La Costalena posee unas buenas condiciones de habi-tabilidad. La secuencia cultural, aunque a veces no es igual de nítida en todas laszonas, está claramente atestiguada y no presenta problemas. La fecha del nivel c3:4.470±250 a. C. con cerámica cardial marca el inicio de la etapa neolítica que com-prende hasta el 4.220 a. C.

J. Barandiarán y A. Cava (1989:115-119) hablan de algunos bloques de la vise-ra movidos sugiriendo un acondicionamiento del espacio. Pero el elemento estruc-tural más característico es el hogar. Morfológicamente va desde los hogares exca-vados y los que reaprovechan pequeñas depresiones naturales hasta los que sonsimples manchas cenizosas de polvo muy fino. Destaca el situado en el nivel c«genérico», en el cuadro 70, de forma más o menos circular con una profundidadmáxima de 20 cm, y revestido con bloques de arenisca y algunos cantos rodados.Alrededor de ellos se encontraron restos de hueso y astas, seguramente restos decaza. La dispersión de los hogares, induce a proponer un poblamiento intensivo ycontinuado que ocupaba toda la extensión del yacimiento. Sin embargo, no quedadescartado que el asentamiento fuera temporal.

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gón En cuanto a la actividad económica se documenta la caza, pesca y recolección.

Pero de las actividades de producción se carece de testimonios directos e, incluso,los indirectos son escasos, lo que ha llevado a proponer que estaban escasamenteafectados por las innovaciones económicas o técnicas neolíticas, en comparacióncon yacimientos más próximos al litoral Mediterráneo.

La industria lítica continúa con las mismas características desde el Epipaleo-lítico genérico al Neolítico cardial. Está atestiguada la talla del sílex, pero no se hapodido identificar el área de trabajo. Esa sucesión ininterrumpida se observa enotros restos como los elementos de adorno a través de las columbellas y pecten per-forados y las conchas de cardium. Esto también implica que el contacto con el lito-ral ya se había iniciado en momentos epipaleolíticos.

El Pontet, al igual que el resto de los yacimientos del Matarraña se localiza enun abrigo con una buena situación y orientación para su habitabilidad. Se ha defi-nido como un asentamiento temporal reutilizado a lo largo de toda la Prehistoriareciente en que estuvo poblada la zona.

Los hogares, vuelven a ser los elementos estructurales característicos. Se con-centran en la zona más resguardada del abrigo, la central. Son generalmente peque-ñas cubetas excavadas, lentejones sobre cantos rodados o pequeños bloques de are-nisca, idénticos a los modelos usados en la Costalena y Botiquería. Otros restosinteresantes son tres pequeños agujeros, en el nivel c inferior que posiblemente ser-virían para calzar postes.

En la secuencia estratigráfica se atribuye al nivel c la transición Epipaleolítico-Neolítico. Subdividido en estratos, en el nivel c inferior la industria lítica continúa enun mundo epipaleolítico, con triángulos tipo Cocina y la aparición por primera vezde material cerámico con ausencia de cardial. En cambio, en el c superior han des-aparecido los triángulos Cocina, se ha producido una modificación en los retoquesdominantes y aumenta el volumen de cerámica ya con cardial. La ausencia de estetipo de decoración en el c inferior no sugiere la existencia de una fase de cerámica no-cardial anterior al proceso del Neolítico «pleno», ya que ésta es rechazada fácilmenteal relacionarlo con la Costalena o Botiquería. Pero sí favorece la especulación encuanto a las características de sus pobladores y al posible sistema de neolitización.

J. Barandiarán y A. Cava (1989: 159-161) plantean que el proceso neolitizadoren el Bajo Aragón no implica una repoblación de gentes neolíticas «puras», sino quees un continuo en el que aparecen innovaciones culturales o tecnológicas. En elPontet las evidencias arqueológicas no demuestran una alternativa distinta. Es decir,como ya se ha comentado ampliamente, no es factible intentar establecer, a travésde la presencia-ausencia de cerámica cardial o de su porcentaje, el grado de evolu-ción o el estadio en que estas gentes se encuentran. La escasez de cerámicas en estenivel ha podido favorecer sin lugar a dudas la ausencia de fragmentos cardiales, aten-diendo a la posición que realmente ocupa la decoración cardial en el conjunto cerá-mico de un yacimiento considerado como tal. Esto supondría que ambos nivelespertenecen a la misma secuencia del Neolítico Antiguo, pero con diferente densi-dad de ocupación. Su inclusión en un momento más reciente del Neolítico, en lallamada fase Epicardial, que podría confirmarse a través de nuestros propios análi-sis cerámicos, ya que en el estudio de las decoraciones aparece agrupado con losyacimientos en los que predomina la decoración inciso-impresa no cardial, quedaen cierto modo invalidada por la propia evolución de la industria lítica, que rechaza

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gónuna cronología más avanzada y, como se verá, por su comparación con Els Secans.

Pero todavía sigue habiendo interrogantes de difícil respuesta, como con quién serealizaron los contactos, cuál era su nivel de desarrollo, qué intensidad tuvieron,qué dirección lleva el posible flujo, si fueron más bien intercambios, etc. y, quizásmás importante, por qué estos grupos epipaleolíticos se interesan por la cerámicadentro del conjunto de avances neolíticos. En definitiva, el Pontet se muestra comola expresión del inicio de un cambio, a través de esos «contactos», que en su evolu-ción irá incorporando otros rasgos y elementos innovadores.

La actividad productora no se atestigua hasta el nivel b, considerado Neolíticoavanzado. No obstante, para sus investigadores, los molinos y volanderas halladosdesde el c inferior, indican una agricultura incipiente, aunque también una recolec-ción. Es significativo que estos elementos no se encontraran ni en la Costalena nien Botiquería, lo que lleva a pensar en mayores contactos con otras poblacionesneolíticas, con grupos más avanzados o, quizás más fácilmente, una función espe-cífica para este yacimiento. Los intercambios o relaciones con el área costera estándocumentados, aunque en menor medida que en este momento, desde el epipaleo-lítico a través de conchas marinas.

El estudio del valle del Matarraña se completa con la excavación de los yaci-mientos de la provincia de Teruel. En primer lugar, Botiquería dels Moros (Maza-león) que fue destruido parcialmente con las obras de la carretera. En la estratigra-fía se advierte la perduración de gentes desde el Epipaleolítico al Neolítico, aunquelos niveles a veces se ven interrumpidos por momentos de desocupación o de unafuerte disminución de la misma. Se observa entre otros en los niveles 5 y 7, que hanservido para plantear un desplazamiento a otros abrigos cercanos como en ElsSecans. A pesar de ello no se puede hablar de una ruptura, sino que parece respon-der a una alteración en la intensidad del poblamiento por motivos que actualmen-te se nos escapan, pero entre los que apuntaremos la estacionalidad por el clima olas características medio ambientales.

La orientación Este del abrigo favorece su habitabilidad, que se ve comple-mentada con varias estructuras, todas ellas, en los niveles epipaleolíticos. Hogares,que responden al tipo de amontonamiento de cantos ya visto en el Pontet, y el tras-lado de bloques caídos de la visera, como en la Costalena. Resulta verdaderamentellamativo que, aun cuando estas estructuras han sido halladas en los niveles neolí-ticos de otros yacimientos de la zona, en éste estén totalmente ausentes.

El encuadre cronológico de los niveles neolíticos se realiza con dataciones ycomparaciones tipológicas con el resto de los yacimientos del Matarraña. El mante-nimiento de triángulos tipo Cocina en los niveles c1 y c2 de la Costalena marca unamayor antigüedad en relación con los niveles 6 y 8 de Botiquería que carecen deellos. Este nivel c2 coincidiría mejor con el nivel de Secans, ya que posee cerámica—a pesar de la ausente la cardial— y triángulos Cocina. Este abrigo, como se verá,se interpone entre los niveles epipaleolíticos y neolíticos de Botiquería. En definiti-va la fecha propuesta para el inicio del Neolítico en la Costalena resulta un pocoantigua para Botiquería, que estaría en un momento posterior, sin poder definir porahora exactamente cuánto.

Tipológicamente la industria lítica se incluye en el complejo geométrico deuna facies tardenoide, que va a recibir algunos elementos propios del Neolítico. Ala vez se produce una evolución en los útiles y el sistema de trabajarlos, materializa-

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gón do en una paulatina preferencia por el retoque en doble bisel en detrimento del re-

toque abrupto, más habitual en las fases anteriores. Está atestiguada la talla del sílexpero sin haberse podido determinar un lugar concreto. Una mención especial mere-cen las bolas de goethita, interpretadas como proyectiles de caza, que se hallarontambién en Costalena y Pontet.

Al igual que en la mayoría de los abrigos del valle del Matarraña la escasa faunasólo ha ofrecido datos relacionados con la caza, y el polen no sugiere que exista, porel momento, ningún tipo de actividad productiva. Sin embargo, E. Vallespí (1959:11) da la noticia, sin confirmar, del hallazgo en superficie de un posible esferoide,tal vez un palo cavador. A la luz de estos datos parece que en Botiquería se mantie-ne el sistema económico tradicional, es decir, perduran los modos epipaleolíticosde caza, pesca y recolección.

Muy próximo a este yacimiento se encuentra el abrigo de Els Secans, el únicodel Matarraña relacionado con pinturas rupestres, hoy desaparecidas. Sus pequeñasdimensiones no impiden que tenga unas condiciones favorables para la ocupacióncomo demuestra el único nivel documentado, que nos da a conocer la transicióndel Epipaleolítico al Neolítico, y el inicio de una agricultura o recolección intensiva.

En el abrigo se hallaron distintos elementos que indican actividades de acondi-cionamiento. El nivel III posee una cubeta natural en el centro del abrigo y al res-guardo de la visera, que por su colmatación con cenizas sugieren el aprovechamien-to como hogar. Se encontraron otras cubetas más pequeñas, que se han interpretadocomo pequeños hogares o zonas de conservación de cenizas, como en Botiquería. Laestructura más significativa es un amontonamiento de piedras externas al yacimien-to, que se extiende en las bandas exteriores, a modo de muro que cerraría una caba-ña de planta oval, con un diámetro máximo de 3,5 m. Es la única evidencia clara deuna mejora de la habitabilidad en un yacimiento Neolítico Antiguo en Aragón. Esto,junto con la presencia en el Pontet de pequeños agujeros interpretados como ele-mentos para calzar postes, parece indicar que los abrigos pequeños se reforzaríancon elementos artificiales para optimizar las condiciones de los mismos.

Su posición cronológica se obtiene del análisis de la cultura material. Las carac-terísticas de la industria lítica lo incluyen sin dudas en un nivel de transición en elque los grupos epipaleolíticos progresivamente abandonan sus útiles en favor de losque caracterizarán posteriormente al Neolítico. La presencia de cerámica en el estra-to IIa, inevitablemente indica una relación o contactos con otros grupos que yaposeían este elemento. No se volverá a incidir en la cuestión de la ausencia de car-dial, ya comentada en el Pontet, máxime cuando está presente una de las decora-ciones más representativas porcentualmente en las etapas antiguas, como son lasaplicaciones plásticas.

Aun cuando para el Pontet no se ha propuesto, ya que no es tan evidente, lascaracterísticas de Secans llevan a considerarlo un yacimiento satélite de Botiquería.Lo que a su vez implica que al coincidir/sustituir el nivel 5 de Botiquería, la agri-cultura incipiente atestiguada en Secans también se pudo desarrollar en los niveles6 y 8 de Botiquería, aunque no se hallan encontrado las evidencias de ello. Porahora esta cuestión no parece que tenga una solución clara y la hipótesis estableci-da, por tanto, debe quedar como tal, a la espera del descubrimiento de nuevos yaci-mientos o excavaciones que puedan clarificarla.

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Continuando en la provincia de Teruel, comentaremos los yacimientos inclui-dos en el catálogo con materiales de prospección atribuibles al Neolítico Antiguo. Elasentamiento más al Sur es el Abrigo del Ángel en Ladruñan, en el que se ha evi-denciado una evolución semejante a los yacimientos del Bajo Aragón con nivelesepipaleolíticos geométricos a los que les suceden otros posiblemente neolíticos. Otraárea que ha aportado abundante información es Alcañiz, donde hay que mencionarnuevos yacimientos localizados en superficie. Todos ellos son al aire libre, pero segu-ramente casi todos fueron abrigos, hoy desaparecidos por la fuerte erosión de lazona. En Acampo Cabañero (Alcañiz), Balsa la Salada (Calanda) y Cabezo de Vara I(Castelserás) es indudablemente la presencia de cerámicas impresas las que hacenque se incluyan en un momento avanzado del Neolítico Antiguo. Además de estedenominador común en San Bartolomé I y la Salada Grande Este (Alcañiz) y en elCabezo de los Ladrones I (Lechago), se han hallado geométricos que reafirman suatribución cronológica. Únicamente en las Margaritas (Alcañiz) se ha atestiguado losdos elementos: industria lítica, con un microburil, y cerámica impresa e incisa.

Entre los yacimientos excavados en Alcañiz en primer lugar analizaremos losPanizales. Se trata de una abrigo con la estratigrafía removida por las labores agrí-colas, por tanto, sus materiales están revueltos con los de épocas posteriores. Carecede fechas, análisis de polen y fauna, y desconocemos la industria lítica y ósea. Noobstante, los materiales cerámicos se incluyen dentro del Neolítico Antiguo de cerá-micas impresas.

El abrigo de las Torrazas ha sido reutilizado como cabaña de pastores y se havisto afectado por la repoblación forestal, lo que unido a la fuerte erosión de lazona ha hecho que los niveles y los materiales aparezcan desplazados. Como estruc-turas de habitación se encontraron en el nivel c (1990) seis depresiones circularesexcavadas en la roca natural, de una profundidad máxima de unos 30 cm. Dentrode dos de ellas se hallaron grandes vasijas fragmentadas del Bronce. También se haplanteado la posibilidad, no confirmada, de que existieran muros que delimitaranel abrigo, ya que aparecieron pequeños amontonamientos de piedra.

Sólo se llegó a los niveles neolíticos en la segunda campaña de excavación,aun con todo existen dudas en estratigráficas. A. Álvarez (1985: 93-95) data el nivelc en el Eneolítico, a pesar de hablar de cerámicas impresas de aspecto epicardial;mientras que J. Andrés y A. Benavente (1992) no ven claro si se trata de Neolíticoo Bronce, debido sobre todo a que consideran que los materiales neolíticos apare-cieron fuera del contexto original de deposición. En el interior del abrigo sólo seencontraron materiales del Bronce. Esta indefinición redunda en la cronología, ya

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gón que si la ocupación neolítica ha sufrido una fuerte erosión y ha sido desplazada no

se debería haber podido obtener la fecha de C14: 3.620 a. C., que está acorde conlas características de la cerámica. Esto sugiere que los pobladores de la edad delBronce agujerearon y removieron el nivel neolítico, o bien que la estratigrafía estárevuelta como consecuencia de la fuerte erosión de la zona. Ambas posibilidadesexplicarían la mezcla de materiales de distintas épocas y la presencia de una fechaantigua en este nivel.

En cuanto a la cultura material, entre la industria lítica se encuentran los ele-mentos propios del Neolítico como perforadores, geométricos en doble bisel y conretoque abrupto, pero a la vez se observan intrusiones de otras épocas como de-muestra la presencia de un diente de hoz, la cerámica a torno o una punta palmela.

Alonso Norte, aunque siempre ha sido considerado un yacimiento al aire libre,realmente está situado al amparo de un abrigo formado por la erosión de un paleo-canal, aunque actualmente no se conserve la visera. La excavación se caracteriza porla escasez de sedimento (con un máximo de 40 cm) y la presencia de un úniconivel. La cata 1 parece indicar el núcleo del poblamiento, y en ella se localizó unhogar de forma circular con pequeños cantos de arenisca y caliza apoyado directa-mente sobre la roca natural, similar a los vistos en Botiquería y en Pontet. Sinembargo, los resultados negativos de la muestra obtenida para una datación hanhecho que se plantee la posibilidad de que no sea un hogar sino el resultado de ladescomposición de algún objeto realizado con materia orgánica. Por otro lado hayque hablar del aprovechamiento de un suelo natural, en el que se localizaronpequeños agujeros alineados irregularmente que podrían responder a una estructu-ra de ocupación del tipo cabaña. El principal problema que plantean es que no seconoce su conexión con el resto del yacimiento por falta de excavación.

La fecha radiocarbónica, a todas luces reciente para el grueso del conjunto delmaterial, es rechazada por sus investigadores. Sin embargo, no se descarta la posibi-lidad de que date un momento posterior en la ocupación del abrigo no constatadoestratigráficamente pero sí entre el material, como indica la presencia de foliáceos.

Se caracteriza por la homogeneidad de sus materiales. En la industria lítica pre-senta una acusada tradición geométrica, con predominio del doble bisel y la ausenciade microburiles. En su comparación con otros yacimientos se acerca al nivel c1 de laCostalena y al 8 de Botiquería. Pero en cuanto al material cerámico se aproxima mása los yacimientos de cerámica impresa e incisa oscenses, sobre todo por la ausencia delcardial. No hay que olvidar que en los análisis cerámicos Mª D. Gallart (GALLART yLÓPEZ, 1989: 65-73), las relaciona mineralógicamente con el nivel 1a de Chaves.

Se le atribuye una economía de caza y recolección en un estadio de lento desa-rrollo del Neolítico. Es verdad que los elementos que pueden indicar una actividadeconómica más avanzada no están presentes, si exceptuamos un esferoide interpre-tado como palo cavador, y en los análisis de polen no se ha encontrado cereal, perolas características del yacimiento y los datos obtenidos en zonas cercanas nos llevana proponer un desarrollo económico más avanzado. Los abundantes geométricosno tienen por qué interpretarse siempre en relación con la caza, cuando está demos-trado su posible uso como elementos de hoz. Además la presencia de láminas conpátina de cereal, molinos y volanderas si no tienen por qué afirmar la existencia deun agricultura, sí una recolección más intensiva que en las etapas anteriores dondeestán ausentes.

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En los últimos años en Aragón los conocimientos sobre el Neolítico han avan-zado considerablemente, gracias al aumento de hallazgos y excavaciones que hanfacilitado cubrir algunas lagunas. A pesar de ello persisten una serie de dificultadesen muchos casos insalvables, como son: la falta de estratigrafías claras, datacionesde C14, de análisis botánicos, faunísticos, remociones de estratos, etc. Entre estascarencias hay que mencionar el estudio de la cerámica neolítica que se intenta sol-ventar con este trabajo.

Partiendo del hecho de que la cerámica es un objeto fabricado por el hombre,es necesaria, para obtener la máxima información, la comprensión completa delproceso de manufactura, sus aspectos económicos y funcionales, la importanciadentro del grupo y su posible utilización como elemento ritual, «comercial» o deintercambio. Los renovados planteamientos y líneas de investigación, principal-mente anglosajonas, han abierto vías de trabajo innovadoras e iniciado un caminodistinto en la interpretación de los elementos cerámicos, en el que lo más impor-tante no es el material en sí mismo sino sus implicaciones sociales, económicas yculturales dentro de un grupo concreto o de una colectividad. Todo ello no invali-da el sistema de trabajo hasta ahora desarrollado sino que viene a complementar-lo. Es imprescindible el estudio total de las evidencias y no de una muestra, puestoque en yacimientos donde la técnica de manufactura todavía no ha alcanzado unelevado nivel de perfección, parte de la información que pueden aportar se pierde.Igualmente, desde el punto de vista morfológico o decorativo, con las muestras seproduce una selección de fragmentos que pueden no ser representativas del con-junto.

La utilización de herramientas innovadoras no asegura que todos los resulta-dos sean positivos. No hemos podido establecer fidedignamente criterios evoluti-vos en relación a la tecnología cerámica, posiblemente porque todavía no se había

V. La cerámica y el Neolítico antiguo en Aragón

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gón producido un avance nítido en la técnica de fabricación, o porque todos los artesa-

nos estaban en el mismo estadio de desarrollo. Tampoco han surgido correlacionesentre las variables que ofrezcan alguna conclusión significativa, ya que parecenexperimentar todas las decoraciones y casi todas las formas, colores, etc., sin prefe-rencias claramente definidas. El elemento más esclarecedor de la estadística ha sidoel análisis de correspondencias al conectar los factores con los yacimientos. Losresultados se han perfilado con el estudio de las tablas de frecuencias, que permi-ten especificar de forma más gráfica las excepciones y las asociaciones.

El análisis cuantitativo de las evidencias ha asociado los yacimientos coinci-diendo, a su vez, con los grupos establecidos por el resto de las evidencias arqueo-lógicas. Destaca el escaso número de cerámicas de la mayoría de ellos262, coinci-diendo con los que carecen o es mínima la industria ósea y los elementos de ador-no. En industría lítica no es tan evidente esta relación porque hay que diferenciar,por un lado los yacimientos de tradición epipaleolítica (con abundante material) y,por otro los que más excepciones han planteado en los análisis. Únicamente Chavesy las cámaras superiores del Moro de Olvena alcanzan un número adecuado de evi-dencias (entre ambos suponen el 58% del total) por lo que son los que más rique-za muestran (ver gráfico pág. 86).

Desde el punto de vista de la manufactura se ha advertido una gran homoge-neidad, aunque se puede hablar de ligeras diferencias a través del tratamiento de lasuperficie. El predominio de la cocción mixta corrobora la falta de control del hor-neado para obtener una cocción homogénea y el empleo de la técnica de fuegoabierto, aunque no se haya podido comprobar arqueológicamente. La alta repre-sentatividad de los desgrasantes de tamaño variable (pequeño-mediano) indican laescasa importancia de la depuración de arcillas e inclusiones. Habría que destacarel hallazgo en varios yacimientos de fragmentos cerámicos impregnados de ocre,que aluden a la posible función de las vasijas. Igualmente significativas son lassemejanzas mineralógicas planteadas entre las cámaras superiores del Moro deOlvena, Alonso Norte y la cueva de Chaves.

Desde el punto de vista morfológico se observa que, aunque se puede sugerirel predominio de ciertos elementos, la mayor parte de las veces no es tan evidente.Quizá la peculiaridad que mejor los caracterice sea la gran variedad y diversidad deformas, y los elementos que mejor lo ejemplifican son las suspensiones.

En general en estos apartados los yacimientos que más se alejan son siemprelos mismos y coinciden frecuentemente con los que tienen una cronología másincierta: la Miranda, la cueva de las Brujas, el Remosillo, Huerto Raso, El TorrollónI y las cuevas de Gabasa, a los que alternativamente por distintas razones se les aña-den otros asentamientos como las Torrazas o los Panizales.

Todos los yacimientos responden en mayor o menor medida a un mismoesquema decorativo sin observarse diferencias ostensibles. El análisis de corres-pondencias señala la impresión a punzón y no la decoración cardial, en contra delo propuesto habitualmente, como delimitadora de la posición de los asentamien-tos en el análisis.

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262 No alcanzando el 4% de las cerámicas estudiadas están: El Pontet, Secans, Botiquería dels Moros,Costalena, Alonso Norte, Las Torrazas, los Panizales, Torrollón I, Forcas II, Forcón, las cuevas deGabasa, el Remosillo, la cámara inferior del Moro de Olvena, La cueva de las Brujas y Huerto Raso.

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gónEn la correlación establecida con las características de los fragmentos (morfo-

logía, decoración y fragmentos lisos) contrasta cómo en el Forcón, la Espluga de laPuyascada, El Remosillo, la cámara inferior del Moro de Olvena, Gabasa 2b y 3a, elnivel c genérico de la Costalena y los Panizales, el porcentaje de fragmentos deco-rados es menor que el de fragmentos con morfología y decoración. La mayoría deellos responden a yacimientos que presentan varias épocas, lo que nos ha llevado aplantear una posible evolución en la localización de la decoración, es decir, que enla épocas posteriores al Neolítico Antiguo las zonas preferentes para decorar fueron,sobre todo, las relacionadas directamente con la morfología, esencialmente bordes,más que el cuerpo que parecer ser la elegida en esta época.

En definitiva, atendiendo al material cerámico los yacimientos se han ido aso-ciando progresivamente de la siguiente forma:

a. El Torrollón I que quedaría separado del resto por las peculiaridades de sumaterial cerámico.

b. La cueva de la Miranda, la cueva de las Brujas, el Remosillo, Huerto Raso,todas las cuevas de Gabasa, la cámara inferior del Moro de Olvena, Torra-zas, Panizales y, en menor medida, el nivel a+b y c genérico de la Costalenay el nivel b del Pontet, aunque no siempre aparecen asociadas presentanuna mayor divergencia en relación al resto. En los yacimientos oscenses, elmotivo más factible para su agrupación es la mezcla de materiales debidoa la remoción de los estratos. En cambio en los del Bajo Aragón quizás lacausa más que las intrusiones sea la falta de una excavación completa, ocon más probabilidad que estén en un estadio más evolucionado que elresto. A pesar de ello no se puede hablar de ruptura con los otros grupos,sino de continuidad en la mayor parte de las características de la cerámica.

Con matices distintos, Els Secans, debería incluirse en este grupo, notanto por sus diferencias con el resto sino por sus similitudes con este grupob, sobre todo en los análisis morfológicos y decorativos. No obstante, estaunión no expresa la realidad global del abrigo, ya que viene determinadatan sólo por las características del material cerámico.

c. El Forcón, la Espluga de la Puyascada, las cámaras superiores del Moro deOlvena, Alonso Norte, el nivel 8 de Botiquería, el nivel c1 de la Costalena yel nivel c inferior del Pontet configuran el tercer conjunto. Es quizá el másheterogéneo, ya que en los análisis divergen bastante. Los yacimientos delBajo Aragón aunque se acercan a los oscenses quedan ligeramente indivi-dualizados, sobre todo, los que poseen en sus estratos decoración cardial. Essignificativo que las tres primeras cuevas se asocian con Chaves en el repar-to cuantitativo de las características de los fragmentos, esta correlación esmucho más acusada con Olvena.

d. El nivel c superior del Pontet, el nivel 6 de Botiquería, el nivel c2 de laCostalena, Peña de las Forcas II y Chaves, constituyen el último grupo. Elalejamiento del resto lo marca la decoración, debido primordialmente a lapresencia de impresiones cardiales. No obstante sigue siendo Chaves la queofrece mayores divergencias respecto al conjunto.

Dentro de la cultura material destacan distintos hechos relevantes, que mati-zan y complementan los datos cerámicos. Los estudios sobre la industria lítica se

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gón han centrado mayoritariamente en yacimientos neolíticos de tradición epipaleolíti-

ca (facies Cocina), en los que se observa la continuidad con el periodo anterior. Sedefine por una sustitución progresiva de los trapecios por los triángulos y del reto-que abrupto por el doble bisel; por la preferente asociación de trapecios/retoqueabrupto y de triángulos/doble bisel; por un desarrollo tardío de los segmentos decírculo generalmente en doble bisel y, por último, por la aparición esporádica de ti-pos característicos como los triángulos tipo Cocina (BARANDIARÁN y CAVA, 1989:130-131, 133).

Se han apreciado tres realidades distintas: en primer lugar los yacimientos conescasos o inexistentes elementos líticos. Coinciden, a su vez, con los que carecen decerámica cardial, de substrato epipaleolítico y de excavación completa o en exten-sión. La falta de núcleos, lascas, desechos de talla, etc., indica que no se trabajaba elsílex en el yacimiento y, por tanto, existían otros lugares de extracción y talla,pudiéndose relacionar con los abundantes talleres de sílex en su facies cantera y deaprovisionamiento de materias primas. A su vez las escasas piezas encontradas tam-bién indican que utilizaban pocos elementos de este tipo (¿porque no los necesita-ban?, ¿porque los habían sustituido en algunas funciones por otro material?). Portanto parece que parte de las actividades económicas que implican inevitablementeel uso de este utillaje, como la recolección y el cultivo, eran mínimas, aunque lafalta de análisis polínicos no lo puedan confirmar. El hallazgo de otros elementoscomo hachas, tampoco muy abundantes, no tiene por qué implicar una deforesta-ción para cultivo, sino otras funciones como cortar leña para fuego, realizar herra-mientas o cualquier tipo de objeto.

A este grupo pertenecen la Espluga de la Puyascada, El Forcón, las cuevas de losMoros de Gabasa, la cueva de la Miranda, la cámara inferior del Moro de Olvena,Huerto Raso, el Remosillo, El Torrollón I y los Panizales, aunque hay que hacer cier-tas matizaciones. La incorporación del Torrollón I contrasta con el resto de suscaracterísticas que lo engloban en los asentamientos agrícolas al aire libre, peropuede ser debido a las circunstancias en que se recogió el material y a la falta deexcavación, que podría aproximarlo a asentamientos como Alonso Norte, donde elutillaje de sílex posee unos porcentajes significativos relacionados directamente conesa actividad agrícola o recolectora. La escasez de esta industria en el Forcón o lascuevas de los Moros de Gabasa, conecta estrechamente con la pobreza material enlos enterramientos.

En segundo lugar, los asentamientos con un volumen considerable de estaindustria, evidenciándose incluso actividades de talla. Asimismo, es abundante elmaterial cerámico y óseo. Agrupa a Chaves, las cámaras superiores del Moro deOlvena, las Torrazas y Alonso Norte. Aunque faltan los estudios de huellas de uso,se puede plantear sin temor a equivocarnos la existencia de una actividad agrícolao recolectora significativa, sobre todo, en Chaves donde se ha atestiguado polen decereal.

Por último los yacimientos con substrato epipaleolítico, en los que la industrialítica es casi el elemento más importante de la cultura material. Engloba a los asen-tamientos del valle del Matarraña y a Peña de las Forcas II. Se definen por ese subs-trato anterior que confiere a su industria un carácter particular, en el que Peña delas Forcas II se acerca al grupo de yacimientos epipaleolíticos de la zona occidentaldel valle del Ebro y los bajoaragoneses al Epipaleolítico de tradición Cocina.

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gónDentro de esta industria se revelan importantes carencias, como son la falta de

estudio de los útiles pulimentados, molinos, volanderas y otros elementos líticoscomo los cantos con ocre. Es interesante que estas evidencias sean escasas en losyacimientos del valle de Matarraña, ya que por ahora sólo se han atestiguado en elPontet. Los mínimos análisis de materias primas impiden conocer las posibles víasde abastecimiento y la movilidad de los grupos, así como el motivo por el que seusan otras materias primas como la cuarcita, el cristal de roca, etc. Otros restos quepueden ser significativos, por sus connotaciones económicas, son palos cavadoresde Chaves, Alonso Norte y el dudoso de Botiquería.

La industria ósea no es determinante si se compara con otras zonas peninsu-lares, excepto en el caso de Chaves y la Puyascada. Se define por la generalizaciónde punzones sobre metapodio de ovicáprido. Como elementos indicativos de neo-litización destacan las cucharas y paletas de la Espluga de la Puyascada y de Chavescon paralelos en el Neolítico Antiguo catalán y valenciano.

Los elementos de adorno, principalmente las cuentas de calaíta de la cámarasuperior del Moro de Olvena y de la cueva de Chaves, así como las conchas de car-dium edule y otros elementos propios de contextos marítimos, apuntan a la existen-cia de un comercio/intercambio o de una gran movilidad entre estas poblacionestodavía difícil de precisar. También hay que mencionar los brazaletes de piedra delTorrollón I y los anillos de hueso, como objetos innovadores en esta área.

Las características económicas de los yacimientos las han establecido los aná-lisis polínicos, faunísticos y los territorios de explotación. Es la zona del Matarrañala que manifiesta de una forma más clara la modificación que comienza a hacer elhombre sobre el medio ambiente. Se observa a través del estudio palinológico deSecans y Pontet, sin que poder dirimir entre recolección intensiva, cultivo o el desa-rrollo conjunto de ambas y, la posible agricultura en la zona oscense con Chaves.La fauna, por el contrario, ofrece una visión más general. Sugiere la plena domesti-cación para la zona oscense, no así en el Bajo Aragón por la carecencia de restos. Lasespecies más representadas son los ovicápridos y, en menor número, bóvidos y cer-dos. Debido a la distribución geográfica de estos animales P. Castaños (1993, 1996)propone al valle del Ebro como una de las zonas de penetración de la domestica-ción a partir de las regiones costeras mediterráneas. Sin embargo, no dejan las acti-vidades cinegéticas, la pesca o recolección como complemento adecuado para ladieta. Las prácticas venatorias se centran en el ciervo y, en menor medida, según loscasos en el jabalí. Tan sólo Olvena permite hablar de descuartizamiento de las pie-zas en el lugar de la captura, trasladando al yacimiento únicamente los restos que lesinteresaban (ibidem, 1991: 95).

Estos rasgos se completan con los análisis de los territorios de explotación. Laproximidad de recursos hídricos denota buenas condiciones de habitabilidad y lasposibilidades de comunicación entre ellos o con otras áreas más o menos próximas.En general todos se ubican en altitudes moderadas, excepto el Forcón y la Puyascadaque sobrepasan los 1.000 m. s.n.m. La orientación de los yacimientos es, mayorita-riamente, idónea para el máximo aprovechamiento de la luz. En el análisis del usodel suelo se han evidenciado algunas diferencias: los yacimientos oscenses poseenmás terreno para pastizales y bosque, en cambio los que se sitúan al aire libre care-cen casi totalmente de estas superficies. En el valle del Matarraña, se reparten equi-tativamente el terreno entre el suelo apto para el cultivo/recolección intensiva y el

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gón bosque/pastizal. En muchos casos, las áreas de estos territorios se invaden e inclu-

so se solapan, lo que ha llevado a proponer varias teorías pendientes de confirma-ción: ocupaciones cíclicas que coinciden con los sistemas rotatorios de barbecho olos períodos de crecimiento vegetativo de los pastos atendiendo a las estaciones cli-máticas; que no todos los yacimientos fueran ocupados al mismo tiempo y por lasmismas gentes; o bien que unos sean satélites de otros. La conclusión más eviden-te de este análisis han sido las semejanzas observadas en las características medioambientales entre los yacimientos con sustrato epipaleolítico y los que no lo po-seen, lo que impide hablar de nichos ecológicos diferenciados.

Desde una óptica geográfica, continúa siendo la montaña la zona más habita-da, pero quizás no tanto como expresión de una realidad como por el tipo de inves-tigación, puesto que en los últimos años los hallazgos en el llano denotan una ocu-pación significativa. Estos descubrimientos apuntan hacia un poblamiento tanimportante del llano como de la montaña, en momentos mucho más antiguos delo que hasta ahora se planteaba, aunque por ahora carezcan de cerámica cardialcomo los encontrados en el litoral mediterráneo.

Económicamente los asentamientos también se han ido uniendo. Por un lado,los que poseen una actividad ganadera importante, posiblemente trashumante, yescasos elementos que aportan información sobre la agricultura/recolección inten-siva. Se centran en la provincia oscense: la Espluga de la Puyascada y la Miranda.Por otro los que manifiestan una economía más compleja, con rica agricultura yganadería como las cámaras superiores del Moro de Olvena y Chaves, que parecenconformar una población sedentaria con una economía plenamente neolítica. Untercer grupo lo constituyen los yacimientos en los que la actividad primordialapunta hacia la agricultura, sería el caso de El Torrollón I, Alonso Norte, lasTorrazas y los Panizales. Más claramente recolectores o, por lo menos, con más fac-tores que aluden hacia la intensificación de esa actividad o el inicio de una agri-cultura incipiente se incluyen los abrigos de Bajo Aragón, especialmente, el Pontety Secans. En cuarto lugar, están los yacimientos que no parecen desarrollar ningúntipo de economía especial, como son Huerto Raso, la cámara inferior del Moro deOlvena, el Remosillo, la cueva de las Brujas, las cuevas de Gabasa y el Forcón. Enningún caso se excluye la posibilidad de que se realicen otras actividades, pero conmenor intensidad, teniendo por tanto un carácter secundario. Estas diferencias nomarcan una diversidad de población, ya que podrían ser los mismos grupos enmovimiento, aunque sí establecen diferencias geográficas y funcionales en la ocu-pación.

Recopilando todos los datos del registro arqueológico y económicos se apre-cian las siguientes diferencias desde un punto de vista funcional (RODANÉS y RAMÓN,1995: 121-122):

I. Cuevas de carácter funerario: Forcón y la cuevas de Gabasa.

II. Abrigos relacionados con el arte rupestre y presumible carácter temporal:Huerto Raso, el Remosillo y posiblemente, aunque no como única fun-ción, Secans.

III. De orientación ganadera como actividad primaria que se completa con re-colección, caza y, tal vez, agricultura. Se incluyen la Espluga de la Puyasca-da y la cueva de la Miranda. Por su situación geográfica y los rigores cli-

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gónmáticos de la montaña oscense, serían yacimientos temporales relaciona-

dos con la trasumancia ganadera.

IV. De orientación agrícola/recolectora, en el que se diferencian: a) los yaci-mientos situados en llano y al aire libre como El Torrollón I, Alonso Nortey las Torrazas, que por el tipo de cerámicas sugieren ocupaciones perma-nentes; b) los abrigos en los que la relación recolección intensiva/agricul-tura incipiente comienza a desarrollarse, coincidiendo posiblemente conun momento de transición. Son Pontet, Secans, Botiquería del Moros yCostalena, que dibujan un panorama de ocupación intensiva del valle delMatarraña.

V. De orientación mixta agrícola-ganadera en los que ambas actividades sonimportantes, como Chaves y la cámara superior del Moro de Olvena. Lascaracterísticas topográficas de la cueva de Chaves no hacen dudar de sucaracter de hábitat permanente. No así Olvena, que por la abundancia ylos rasgos del material inducen a pensar que o bien se ocupó temporal-mente por un grupo muy numeroso, o bien la estancia fue duradera,opción esta última por la que nos inclinamos como más factible.

La evolución del Neolítico Antiguo en Aragón, tras lo expuesto anteriormente,tiene un desarrollo relativamente perfilado. Si se atiende a las dataciones de C14 dela Espluga de la Puyascada, del Moro de Olvena, Chaves, Forcas II, Costalena,Pontet y Torrazas, cronológicamente está establecida la evolución, pero no con-cuerda plenamente con las características del registro arqueológico. Por ello, a tra-vés del estudio de las cerámicas y apoyándonos en los demás rasgos de la culturamaterial se va a intentar explicar el proceso. En el estado actual hay que fijar el ini-cio de la neolitización en Aragón a principios del VI milenio a. C., basándonos enlas fechas más antiguas de Peña de las Forcas II (5.020 a. C.), Chaves (4.820 a.C.) yla cámara superior del Moro de Olvena (4.600 a.C.)263.

La antigüedad de la fecha de Peña de las Forcas II y sus características arqueo-lógicas permiten sugerir algunas propuestas en relación al desarrollo de la neoliti-zación, sin que por ello se pretenda explicar todo el proceso en el Alto Aragón.Siguiendo el esquema planteado por A. Gallay (1989; 1990) para los Alpes, podríaapuntarse que Peña de las Forcas II está en un momento en el que se inician los con-tactos con grupos plenamente neolitizados (la llamada fase pionera). Es decir, man-teniendo sus rasgos básicamente epipaleolíticos inicia una relación con las prime-ras gentes neolíticas que buscan nuevas áreas donde asentarse. Ésta se materializaen una transferencia cultural, que arqueológicamente puede advertirse en la pre-sencia, en este caso mínima, de cerámica. Con el tiempo al ser una zona favorablese producirán los primeros establecimientos permanentes (fase neopionera), cuyosejemplos podrían ser Chaves como asentamiento ex novo, y Olvena como evoluciónde los pobladores autóctonos, lo que podría explicar la ausencia de cerámica cardialpor carecer del mismo significado o no responder a la misma moda/gustos o ritualque los nuevos grupos neolíticos. Este proceso no sólo ayuda a explicar Peña de lasForcas II, sino que también podría ser válido para aclarar la presencia de un únicofragmento cardial en las Brujas, ya que en esta primera fase aunque los contactos

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263 Las fechas calibradas pueden consultarse en UTRILLA et alli, 1998: 191-192.

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gón son esporádicos no se concentran en un único lugar. No obstante, todavía no se

puede valorar correctamente el significado de las transferencias y su cuantía, pues-to que necesitamos un volumen mayor de información.

Incorporar Neolítico Antiguo aragonés a las periodizaciones de otras zonasresulta ciertamente forzado, puesto que las clasificaciones hasta ahora propuestasson excesivamente rígidas y no se acomodan al total de materiales aportados porestos yacimientos. Se ha intentado concretar un marco general que responda a losdatos actuales, pero que a la vez permita ir incorporando nuevos descubrimientoso evidencias: Una primera fase, Neolítico Antiguo I, encuadrada en el VI milenio a. C.y representado por Chaves, las cámaras superiores del Moro de Olvena, Peña de lasForcas II, Els Secans, nivel c1 y c2 de la Costalena, nivel c inferior y superior delPontet, y nivel 6 y 8 de Botiquería dels Moros. Sin embargo, la inclusión de algu-nos de estos yacimientos plantea varios problemas y choca con las periodizacioneshasta ahora admitidas.

La división cardial y epicardial de los niveles 1a y 1b de Chaves carece de base,tal como se ha demostrado en los correspondientes análisis del capítulo III. Lacueva de Chaves ha evidenciado que es la decoración cerámica el rasgo que pre-senta mayores modificaciones durante el Neolítico, ya que el resto de la culturamaterial y de los registros casi no se alteran. La evolución, como han observadootros investigadores, se detecta a través del descenso de la decoración cardial y elaumento, aunque muy pequeño, de incisas e impresas no cardiales. Porcentual-mente quizá pueda ser significativo, pero el hecho de que el resto de los datos nose alteren lleva a cuestionar si se trata de dos etapas distintas o realmente de unaevolución en el tiempo, en la que estas gentes van cambiando progresivamente degusto decorativo, abandonando paulatinamente uno en favor de otros. Otro argu-mento en el que se podrían apoyar para mantener esa diferencia es el cambiomineralógico que se produce entre el nivel 1b y el 1a, con una disminución de loscuarzos y un aumento de las calcitas, aunque también podría explicarse por el ago-tamiento del depósito original de arcillas y, por tanto, su extracción en otro sitiocon diferentes porcentajes minerales. Hay que tener en cuenta que esta variaciónno va acompañada de otro tipo de modificaciones ni en la manufactura ni en latecnología, y a que en las cerámicas de la Cova de l’Or se advierte el mismo cam-bio (GALLART y LÓPEZ, 1988a: 5-26). La cueva de Chaves parece mostrarse como unejemplo del proceso que desarrolla un grupo durante un milenio en un mismolugar. No se puede seguir hablando de grupos o períodos basándose en un sóloaspecto tan particular como es la impresión con cardium, prescindiendo de lasdemás variables que definen una cultura. La coincidencia entre ambos niveles es,desde el punto de vista porcentual, altamente significativa, lo que demuestra úni-camente un desarrollo continuado sin aparentes rupturas. Este planteamiento, quese aleja de las periodizaciones al uso, se adapta a una visión del Neolítico como unproceso de cambio cultural no como una mera descripción porcentual de estilosdecorativos.

Si aceptáramos esta misma periodización (cardial, epicardial y postcardial), lascaracterísticas de las cámaras superiores del Moro de Olvena, Secans y el c inferiordel Pontet se englobarían en el postcardial, ya que al no poseer esta decoración nose incluyen en las primeras etapas. Tipológicamente podría ser así pero chocamoscon un inconveniente insalvable: la excesiva antigüedad de las dataciones absolu-tas. Las fechas 4.600 y 4.420 a. C. son demasiado antiguas para cualquier fase post-

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góncardial en la Península Ibérica, luego hay intentar explicar la ausencia de esta varie-

dad decorativa mediante argumentos no cronológicos.

Ha quedado demostrado que Chaves y Olvena tienen rasgos muy similares. Secaracterizan por un Neolítico plenamente establecido, son asentamientos eco-nómicamente mixtos, con una industria lítica abundante (geométricos, taladros,láminas, etc.), una rica industria ósea y elementos de adorno, aunque Chaves pre-senta una mayor diversificación y riqueza. La cerámica plantea semejanzasporcentuales en la cocción, los análisis mineralógicos, la morfología general, lostipos de bordes, cuerpo, cuellos y fondos, en la distribución general de las caracte-rísticas de los fragmentos y en el reparto de la decoración atendiendo a las técnicas.En suma la única diferencia significativa es la existencia o no de cerámica cardial.Argumento que a tenor del resto de las evidencias no parece excesivamente impor-tante, a pesar de que se haya utilizado como único elemento diferencial en lasperiodizaciones tradicionales, a lo que habría que sumar que en las cámaras supe-riores del Moro de Olvena aparece la concha necesaria para realizar esta decoración.Todo ello podría plantear la convivencia de dos facies, de las que arqueológica-mente sólo se observa una mínima diferencia: la presencia/ausencia de cerámicacardial. Sin embargo, hay que ser cautos ya que sólo se tiene una datación absolu-ta y, por lo tanto, se desconoce el desarrollo completo de las cámaras superiores delMoro de Olvena. Esta modificación en la decoración también pudo estar motivadapor otras causas de las que no tenemos elementos suficientes para discernirlas (fun-cionalidad, modas decorativas, grupos o distribución social distinta, diferentes rela-ciones intergrupales, variaciones en el simbolismo en cuanto a la decoración, endefinitiva por un concepción distinta del motivo decorativo).

Las dataciones de Costalena: 4.470±250 a. C. para la parte superior del c3 y dePontet: 4.420 a. C. para el nivel c inferior, sitúa a los abrigos bajaoaragoneses en unmomento más reciente que los yacimientos oscenses, sin embargo la cultura mate-rial manifiesta lo contrario. Tanto el material lítico como la cerámica están clara-mente en consonancia con lo visto anteriormente. La industria lítica, al igual queen Peña de las Forcas II, marca un origen epipaleolítico que va evolucionando en eltiempo. La cerámica se incorpora como una innovación técnica recogida por estosgrupos. Más problemas muestran Pontet y Secans, pero la posición estratigráfica deambos, su desarrollo, unido a la datación absoluta del Pontet y a sus equivalenciascon el resto de los yacimientos del Matarraña hacen que sea incuestionable suincorporación a esta etapa cronológica, a pesar de carecer de cardial. Los yacimien-tos bajoaragoneses son grupos epipaleolíticos que de alguna forma han adquiridorasgos propios del Neolítico. En este proceso es donde se puede encontrar la razónpor la que en los primeros niveles no aparece cardial, aunque quizás es más evi-dente su ausencia si se atiende al escaso número de cerámicas encontradas.

La fecha de Peña de las Forcas II no sugiere problemas pero siguen apuntandoalgunos de los interrogantes ya vistos, que en parte podrían solventarse si acepta-mos el proceso de transferencia cultural a través de fronteras móviles comentadoanteriormente. La cuestión más importante que plantea es de otro tipo, ya que es elúnico yacimiento oscense, hasta ahora, en el que se ha documentado la tradiciónepipaleolítica. Es el primer asentamiento que muestra cómo los antiguos poblado-res de la zona evolucionan en el tiempo, incorporando distintas innovaciones comola cerámica y un cambio en el utillaje lítico.

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Ara

gón En definitiva, las características cuantitativas y cualitativas de la cultura material

corroboran la existencia de dos modelos de neolitización. Por un lado, lo que se po-dría llamar la facies de tradición epipaleolítica, en la que se engloban los yacimien-tos del Bajo Aragón y, aunque no esté inmerso en la tradición Cocina, Peña de lasForcas II. Se definen por una importante industria lítica, escasos elementos de ador-no y mínima, por no decir nula, industria ósea, y con un porcentaje reducido de ce-rámica en el conjunto estudiado (no superando el 3,12% de Costalena). Econó-micamente tan sólo se puede hablar de una recolección intensiva/agricultura inci-piente o ambas sin poder especificar, completado con caza y pesca. Esta facies no esexclusiva de Aragón porque, como ya se ha visto, aparece en múltiples zonas medi-terráneas, pero nos introduce en otras cuestiones sin resolver: la aculturación o el sis-tema de incorporación de las innovaciones, dónde se produjeron los contactos, loscambios que pudieron suponer, etc. Por otro lado, una facies compuesta por ungrupo de asentamientos que por sus características son definidos en otros ámbitoscomo neolíticos franco-ibéricos o puros. Sin embargo consideramos que, debido alas connotaciones culturales de estos términos, no son los calificativos más adecua-dos e impedirían la inclusión de yacimientos como Olvena. Problema que tambiénse observa en varios descubrimientos realizados en Italia o Francia, como el abrigode Pendimoun (Niza) por citar un ejemplo. Sus rasgos son una abundante industrialítica, ósea, elementos de adorno, un material cerámico que supone más del 58% delglobal analizado, y una economía mixta, tanto ganadera como agrícola.

La segunda etapa, Neolítico Antiguo II, engloba el resto de los yacimientos:Espluga de la Puyascada, La Miranda, el nivel b del Pontet, el nivel a+b de laCostalena, Alonso Norte, Las Torrazas, los Panizales, Torrollón I, el Forcón, las cue-vas de Gabasa, el Remosillo, la cámara inferior del Moro de Olvena, la cueva de lasBrujas y Huerto Raso. Se enmarcaría en el IV milenio a. C. a través de las datacionesobtenidas en la Espluga de la Puyascada: 3.980 y 3.630 a. C, la cámara inferior delMoro de Olvena: 3.210 a. C, el nivel b del Pontet: 3.500 a. C, las Torrazas: 3.620 a. C.y la desestimada de Alonso Norte. En la Espluga de la Puyascada se advierte algúnproblema, ya que el estrato más antiguo de la cata 3 es el que ofrece la datación másreciente, aunque podría sugerir que la ocupación se prolongará durante 350 años yqu3, por tanto, designen dos zonas de habitación distintas. De alguna forma sucontinuidad vendría avalada por la homogeneidad del material.

En general, se caracteriza por una presumible especialización económica, yaque aparecen todas las categorías funcionales propuestas excepto, curiosamente, losde actividad mixta. Esta diversidad se manifiesta también en el resto de los ele-mentos de la cultura material, en especial, en la cerámica. Morfológica y tecnológi-camente no existen diferencias significativas con la etapa anterior. De los análisis depastas realizados se aprecia que en la cámara inferior del Moro de Olvena se ha pro-ducido un cambio mineralógico, que podría deberse simplemente al agotamientodel depósito de arcillas y a la extracción de uno nuevo, pero a la vez técnico con unamayor depuración de pastas y desgrasantes. Mientras que los análisis de AlonsoNorte manifiestan un gran parecido con Chaves. Como ya se ha dicho el cambiomás significativo es decorativo. Además de la ausencia de cardial, se produce unaumento de las impresiones, aplicaciones plásticas, incisas y acanaladas, pero losmotivos continúan siendo los mismos. La principal divergencia se aprecia en la ubi-cación, puesto que comienzan a primar los bordes en oposición al cuerpo, caracte-rística que perdurará en el tiempo.

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gónLa dualidad en el modelo de neolitización no tiene continuidad de una forma

tan nítida en este milenio. La facies de tradición epipaleolítica (tipo Cocina) neoli-tizada continúa en el Bajo Aragón, en parte con los mismos yacimientos: nivel b delPontet y nivel a+b de la Costalena; y en parte en áreas colindantes (Alonso Norte,Las Torrazas y los Panizales) con una mayor especialización agrícola/recolectora.Siguen siendo yacimientos con abundante industria lítica y muy escasa ósea y ele-mentos de adorno. Este poblamiento podría verse prolongado en yacimientoscomo Riols (Mequinenza) o Los Ramos (Chiprana) en etapas más avanzadas delNeolítico, aunque es una hipótesis no confirmada. No se puede decir lo mismo dePeña de las Forcas II, ya que carece de las evidencias que sugieran su evolución enel IV milenio (¿porque desaparece? o ¿porque ha sufrido una fuerte transformaciónincorporándose plenamente al Neolítico?). Por otro lado, la facies con más aspec-tos neolíticos se concentra, por ahora, en el Alto Aragón y presenta una mayor varie-dad basada esencialmente en aspectos funcionales. En primer lugar, los asenta-mientos con una actividad ganadera importante, poca industria lítica y un conside-rable volumen cerámico como la Espluga de la Puyascada y La Miranda que, a suvez, presentan similitudes con la cámara superior del Moro de Olvena. En segundolugar, los que priman la actividad agrícola/recolectora como el Torrollón I, quehabría que relacionar con los del Bajo Aragón. En tercer y último lugar un grupocon escaso material arqueológico, cuya funcionalidad es diversa y no está clara-mente definida: Huerto Raso y el Remosillo parecen estar en conexión con el arterupestre, aunque las características cerámicas de este último podrían llevarlo hastaun Neolítico Medio-Final. El Forcón y las cuevas de Gabasa se relacionan con con-textos sepulcrales, con escasas evidencias arqueológicas. La asusencia de análisis yde excavación impiden plantear qué desarrollo tenían o qué papel desempeñabanla cámara inferior del Moro de Olvena y la cueva de las Brujas.

En definitiva, estas etapas marcan dos momentos continuos en la evolución delos mismos grupos, es decir, no hay elementos de la cultura material que sufranunas transformaciones tan drásticas como para plantear una ruptura entre una yotra. Pero es necesaria su confirmación con la ampliación de los estudios, no sólocon los análisis mencionados sino principalmente con excavaciones sistemáticasque aporten estratigrafías claras, más dataciones y nuevos datos para establecer unaevolución y acentuar, en caso de que las hubiera, las diferencias entre las fases.

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Puyascada 71 ,16 8 ,70 7 ,34 12 ,78

Miranda 52 ,62 18 ,38 17 ,43 11 ,55

Forcas II 67 ,85 9 ,52 14 ,28 8 ,33

Huerto Raso 81 ,11 5 ,55 13 ,33 0

Chaves sup. 59 ,67 14 ,88 13 ,48 11 ,95

Chaves 1a 71 ,51 12 ,44 6 ,32 9 ,71

Chaves 1b 67 ,77 13 ,10 7 ,30 11 ,81

Remosillo 79 ,59 2 ,04 13 ,26 5 ,10

C. inf. (Olvena) 78 ,51 2 ,96 13 ,33 5 ,18

C. sup. (Olvena) 81 ,27 10 ,32 3 ,16 5 ,24

Brujas 76 ,98 8 ,73 13 ,49 0 ,79

Gabasa 2a 80 ,64 6 ,91 9 ,21 3 ,22

Gabasa 2b 76 ,90 4 ,61 10 ,84 7 ,63

Gabasa 3a 54 ,54 0 40 ,90 4 ,54

Gabasa 3b 66 ,66 13 ,33 2 0 0

Gabasa 5 78 ,83 8 ,46 11 ,11 1 ,58

Torrollón 56 ,02 21 ,27 13 ,47 9 ,22

Costalena a+b 78 ,34 7 ,37 11 ,52 2 ,76

Costalena c 97 ,04 0 ,59 0 ,59 1 ,77

Costalena c1 13 ,33 33 ,33 3 0 23 ,33

Costalena c2 47 ,05 26 ,47 13 ,23 13 ,23

Pontet b 73 ,39 8 ,86 12 ,80 4 ,43

Pontet c sup. 72 ,39 15 ,33 9 ,81 2 ,45

Pontet c inf. 73 ,33 6 ,66 2 0 0

Secans 4 0 2 0 3 0 1 0

Botiquería 8 47 ,61 28 ,57 14 ,28 9 ,52

Botiquería 6 64 ,28 28 ,57 0 7 ,14

Torrazas 73 ,91 5 ,03 19 ,22 1 ,83

Panizales 73 ,52 2 ,94 17 ,64 5 ,88

Alonso Norte 74 ,73 9 ,47 8 ,42 7 ,36

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1. OBJETIVO, TEMÁTICA, PÚBLICO, PERIODICIDAD. Cæsaraugusta es una revistadedicada a la Antigüedad en sentido amplio, en especial referida a los territoriosdel valle del Ebro. También se contemplará la posibilidad de trabajos de Etnolo-gía y Museología. Se pretende dar a conocer y promocionar en el mundo científi-co, el estudio de la Antigüedad en los ámbitos referidos. La revista tendrá una apa-rición anual.

2. INTERCAMBIOS. Cæsaraugusta se intercambia con publicaciones afines a la mis-ma.

3. ACEPTACIÓN DE ORIGINALES. Éstos podrán ser encargados por la revista o pro-puestos por los autores. La Secretaría de la revista comunicará la recepción de losoriginales y su admisión por el Consejo Editorial.

4. IDIOMA. Español preferentemente o cualquiera de la Comunidad Europea.

5. EXTENSIÓN. Se recomienda un máximo de cuarenta folios. 2.100 caracteres porpágina. Los trabajos propuestos podrán rebasar dicha extensión a juicio del con-sejo de redacción.

6. FORMATO. Para su aceptación deberá remitirse un ejemplar mecanografiado enhojas A4 (297 x 210 mm), con márgenes mínimos de 25 mm por cada lado, es-critas por una sola cara a 1,5 ó 2 espacios, presentados en hojas sueltas y nume-radas. Se precederá de una hoja con el título del trabajo, el nombre completo delautor y su dirección postal, incluyendo número de teléfono o correo electrónico.

7. FIGURAS Y CUADROS. Se harán llegar en soporte original, indicando su inser-ción en el texto y relacionando los pies correspondientes. Los cuadros o tablas dedatos se numerarán con cifras romanas versales. Las figuras o ilustraciones se nu-merarán en cifras arábigas y se dispondrán individualmente en hojas sueltas.

8. DISQUETES. Aceptado el trabajo deberá entregarse una versión en disquete, indi-cando el formato y el programa de texto usado. C

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Normas para la presentación de originales a Cæsaraugusta

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zado por su título, nombre del autor y dirección profesional.

10. RESUMEN, PALABRAS CLAVE. Se iniciará el trabajo con un breve resumen (9 a11 líneas de 70 caracteres) y enumeración de las palabras clave del artículo.

11. CITAS BIBLIOGRÁFICAS. Se aceptarán dos sistemas.a) Las citas en texto, situando entre paréntesis el apellido(s) del autor(es), con

minúscula y sin la inicial del nombre propio, seguido del año de publicacióny, en caso de citas puntuales de las páginas reseñadas tras dos puntos. Ejemplo:CISNEROS CUNCHILLOS, 2000: 16.La lista bibliográfica se situará al final del trabajo.

b) Citas bibliográficas numeradas a pie de página. Irán de la forma siguiente: ape-llido(s), inicial del nombre, año, página.La lista bibliográfica se situará al final el trabajo.

c) Lista bibliográfica al final del trabajo:Se organizará siguiendo el orden alfabético por apellidos y de acuerdo con lasiguiente reseña:— El (los) apellido(s) del (los) autor(es) en mayúscula y seguido de la inicial

del nombre. Cuando el número de autores supere el de tres, se referenciaráel primer autor seguido de et alii.

— Debajo y reservando tres espacios más de margen, se indicará el año de pu-blicación de la obra, diferenciando con las letras a, b, c, d, etc., los trabajospublicados por el autor en el mismo año.

— Los títulos de los artículos de revistas o de actas de libros se redactarán en-tre comillas. Los títulos de los libros se expresarán en cursiva.

— El nombre de la revista o serie se expresará en cursiva.— Para los libros se reseñará el lugar de edición, y en su caso la serie a la que

pertenezca; para las revistas el volumen y las páginas del artículo, y para loscongresos el lugar y la fecha de celebración, así como el lugar de edición.

— Ejemplos:CISNEROS CUNCHILLOS, M.,(2000) «El empleo privado del mármol en el Valle del Ebro: la colonia Vic-

trix Iulia Lepida/Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza)», Cæsaraugusta, 74,Zaragoza, pp. 13-36.

FERRÁNDIZ ARAUJO, C.,(1999) «El Museo Arqueológico de Cartagena: antecedentes históricos»,

XXIV Congreso Nacional de Arqueología, (Cartagena, 1997), Murcia,pp. 251-255.

DOMÍNGUEZ ARRANZ, A.,(1991) Medallas de la antigüedad. Las acuñaciones ibéricas y romanas de Osca,

Colección Crónica, n. 5, Huesca.

12. CORRECCIÓN DE PRUEBAS. Las primeras pruebas serán corregidas por los auto-res, limitándose a la subsanación de erratas y correcciones mínimas. La correcciónse hará en un plazo máximo de 15 días.

13. Los originales deberán dirigirse a la dirección de la revista: Institución «Fernandoel Católico», Palacio Provincial, Plaza de España, 2, 50004 Zaragoza (España).

14. Las opiniones expresadas por los autores no corresponden necesariamente a las deCæsaraugusta.

15. © de la edición: Institución «Fernando el Católico». De las fotografías y textos: losautores correspondientes.

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Atiqot. Jerusalén (Israel).Africana. Oporto (Portugal).Al-Qannis. Boletín del Taller de Arqueo-

logía de Alcañiz. Alcañiz (Teruel).Alberri: Quaderns d´Investigació del Cen-

tre d´Estudis Contestans. Cocentaina(Alicante).

Almadan. Arqueologia, património e his-tória local. Almada (Portugal).

Almansor. Revista de Cultura (2.ª serie).Montemor O Novo (Portugal).

Almogaren. Hallein (Alemania).Altamira. Revista del Centro de Estudios

Montañeses. Santander (Cantabria).American Journal of Archaeology. Boston

(Estados Unidos).Anales de Arqueología Cordobesa. Córdo-

ba.Anales de Prehistoria y Arqueología. Mur-

cia.Anales del Museo de América. Madrid.Anales Toledanos. Toledo.ANAS. Mérida (Badajoz).Annali della Facolta di Lettere e Filosofia

(Studi Classici). Perugia (Italia).Annotazioni Numismatiche. Milán (Italia).Annuaire des operations de terrain en mi-

lieu urbain. Tours (Francia).

Antiquités Africaines. Aix en Provence(Francia).

Antiqvitas. Publicación del Museo Histó-rico Municipal de Priego de Córdoba.Priego de Córdoba (Córdoba).

Antropológicas. Revista de Difusión del Ins-tituto de Investigaciones Antropológicas.México D. F. (México).

Anuari. Reial Acadèmia de Bones Lletresde Barcelona. Barcelona.

Anuario de la Universidad Sek. Peñalo-lén (Chile).

Anzeiger der Philosophisch-HistorischenKlasse. Viena (Austria).

Anzeiger für Die Altertumswissenschaft.Innsbruck (Austria).

Aranzadiana. Anuario de la Sociedad deCiencias Aranzadi. San Sebastián (Gui-púzcoa).

Archaeologie Austriaca. Viena (Austria).Archaologische Nachrichten aus Baden.

Friburgo (Alemania).Archeologia dell´Italia Settentrionale. Co-

mo (Italia).Archeologické Rozhledy. Praga (Repúbli-

ca Checa).Archeologie in Vlaanderen. Asse (Zellik)

(Bélgica). CÆ

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Revistas que se reciben en intercambio con Cæsaraugusta

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Archivio di Tipologia Analitica. Siena(Italia).

Archivio Storico Lodigiano. Lodi (Italia).Archivio Storico Pratese. Prato (Italia).Archivo de Prehistoria Levantina. Valen-

cia.Archivo Español de Arqueología. Madrid.Ariadna. Palma del Río (Córdoba).Arqueología Espacial. Teruel.Arqueología, Paleontología y Etnografía

(Serie de la Consejería de Educación dela Comunidad de Madrid.) Madrid.

ARSE (Boletín Anual del Centro Arqueo-lógico Saguntino). Sagunto (Valencia).

Arys. Revista Internacional. Antigüedad:Religiones y sociedades. Huelva.

Atti della Società per la Preistoria e Pro-toistoria della Regione Friuli-VeneziaGiulia. Trieste (Italia).

Baetica. Málaga.Basler Bibliographie. Basilea (Suiza).Basler Zeitschrift für Geschichte und Alter-

tumskunde. Basilea (Suiza).Boletín Avriense. Orense.Boletín de Arte Rupestre de Aragón

(BARA). Zaragoza.Boletín de la Asociación Española de Ami-

gos de la Arqueología. Madrid.Boletín de la Asociación Española de Orien-

talistas. Madrid.Boletín de la Real Academia de Buenas Le-

tras de Barcelona. Barcelona.Boletín del Instituto Andaluz del Patrimo-

nio Histórico. Sevilla.Boletín del Seminario de Estudios de Arte

y Arqueología. Valladolid.Bolletí de la Societat Arqueológica Lu-

lliana. Palma de Mallorca (Baleares).Bonner Jahrbücher. Bonn (Alemania).Boreas. Münstersche Beiträge zur Archäo-

logie. Münster (Alemania).Brigantium. Boletín do Museo Arqueoloxi-

co e Historico de A Coruña. La Coruña.Brigecio. Revista de Estudios de Benaven-

te y sus Tierras. Benavente (Zamora).Bulletin Analytique d´Histoire Romaine.

Estrasburgo (Francia).Bulletin Bibliographique d´Archéologie

Urbaine. Tours (Francia).

Bulletin d´Histoire et d´Archéologie desAmis de Viuz-Faverges. Faverges (Fran-cia).

Bulletin de la Société Archéologique, His-torique, Littéraire et Scientifique duGers. Auch (Francia).

Bulletin de la Société d´Histoire et d´Ar-chéologie de Vichy et des Environs. Vi-chy (Francia).

Bulletin de la Société des Amis de Vienne.Vienne (Francia).

Bulletin du Musée Hongrois des Beaux-Arts. Budapest (Hungría).

Bulletin. Société d´Archéologie et d´Histoi-re du Pays de Lorient. Lorient (Fran-cia).

Bulletino della Commissione ArcheologicaComunale di Roma. Roma (Italia).

Bullettino di Paletnologia Italiana. Roma(Italia).

Butlletí Arqueòlogic. Tarragona.Butlletí del Museo Nacional d´Art de Ca-

talunya. Barcelona.Butlletí Grvp Col.laboradors Mvsev Rvbí.

Rubí (Barcelona).Bvllettino Senese di Storia Patria. Siena

(Italia).Cahiers de Mariemont. Bulletin du Musée

Royal Mariemont. Morlanwelz (Bélgi-ca).

Carpica. Bacau (Rumanía).Celtiberia. Soria.Cerámica. Revista Internacional. Madrid.Clásicos de la Arqueología de Huelva.

Huelva.Classical Antiquity. Berkeley (Estados

Unidos).Classical World. Pittsburgh (Estados

Unidos).Communicationes Archaeologicae Hunga-

riae. Budapest (Hungría).Comunicaçoes do Instituto Geológico e Mi-

neiro. Alfragide (Portugal).Conimbriga. Coimbra (Portugal).Cota Zero. Vic (Barcelona).Cuadernos de Arqueología de la Universi-

dad de Navarra. Pamplona (Nava-rra).

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Studia Minora Facultatis PhilosophicaeUniversitatis Brunensis. Brno (Repú-blica Checa).

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Vipasca. Arqueología e Historia. Aljustrel(Portugal).

Vivre en Rouergue Cahier d´ArchéologieAveyronnaise. Montrozier (Francia).

VMS/AMS (Boletín de la Asociación deMuseos Suizos). Solothum (Suiza).

Zeitscgruft für Schwerische Archaologie undKunstgeschichte. Rivista Svizzera d´Artee d´Archeologia. Zurich (Suiza).

Zephyrus. Estudios sobre Arqueología yPrehistoria. Salamanca.

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INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» (C.S.I.C.)Excma. Diputación de ZaragozaPlaza de España, 250071 Zaragoza (España)

Área: Arqueología, Prehistoria e Historia AntiguaDirector: D. Miguel Beltrán Lloris

Año de fundación: 1951Periodicidad: Anual

Formato: 17 x 24 cmEditor: Institución «Fernando el Católico»

Zaragoza (Spain)ISSN 0007-9502902

Intercambio de Publicaciones: Tff. (34) 976 28 88 78 - 28 88 79 * Fax 28 88 69E-mail: [email protected] * http:// ifc.dpz.es

Revista o colección: ............................................................................................................................................................................

ISSN o ISBN: .......................................................................................... Periodicidad: ............................................................

Materia: .......................................................................................................................... Formato: ..................................................

Entidad: ............................................................................................................................................................................................................

Dirección: ........................................................................................................................................................................................................

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C.P.: .............................................. Ciudad: ........................................................................ País:........................................................

Teléfono: .................................................................................................... Fax: ......................................................................................

Referencia: ...................................................................... E-mail: ....................................................................................................

Fecha Firma

Fdo.:

CÆSARAUGUSTAAcuerdo de intercambio

Correspondencia: Institución «Fernando el Católico», Excma. Diputación de Zaragoza,Intercambio de Revistas. Plaza de España, 2, E-50071 Zaragoza (España).

Rogamos remitan este impreso cumplimentado

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AA.VV.Caminos y Comunicaciones en Aragón.454 págs., 24 €.AGUAROD OTAL, M.ª Carmen.Cerámica romana importada de cocina en la Ta-rraconense.632 págs., 388 ilust., 27 €.ALMAGRO, Martín - TORRES ORTIZ, Mariano.Las fíbulas de jinete y de caballito. Aproxima-ción a las elites ecuestres y su expansión en laHispania céltica.276 págs., 70 ilust., 18 €.Aragón Litoral Mediterráneo.Intercambios durante la Prehistoria Actas.664 págs., 60 €.ANDRÉS RUPÉREZ, TeresaColectivismo funerario neo-eneolítico.260 págs., 12 €.ASENSIO ESTEBAN, José A.La Ciudad en el mundo prerromano.462 págs., 18 €.BELTRÁN LLORIS, Francisco (Ed.).Roma y el nacimiento de la Cultura Epigráfica.(Actas).362 págs., 24 €.BURILLO MOZOTA, Francisco (Coord.).IV Simposio sobre los celtíberos. Economía.564 págs., 86 ilust., 30 €.CABALLERO ZOREDA, Luis, y otros.Arcóbriga, II.332 págs., 148 ilust., 21 €.Casa urbana hispanorromana, La (Actas).388 págs., 191 ilust., 24 €.Caesaraugusta.Publicaciones de la Cátedra José Galiay.Último volumen aparecido: 76 (2004).466 págs., 24 €.ERICE LACABE, Romana.Las fíbulas del Nordeste de la Península Ibérica.336 págs., 24 €.Estado actual de la Arqueología en Aragón.Vol. I. 332 págs., 52 ilust., 10 €.Vol. II. 392 págs., 132 ilust., 10 €.

GALVE IZQUIERDO, P.Los antecedentes de Caesaraugusta. Estructu-ras domésticas de Salduie.200 págs., 15 €.

GIMENO PASCUAL, H.Historia de la investigación epigráfica en Espa-ña en los ss. XVI y XVII, a la luz del recuperadomanuscrito del Conde de Guimerá.276 págs., 18 €.

GOMIS JUSTO, Mariví.Las acuñaciones de la ciudad celtibérica deSegeda/Sekaiza.204 págs., 899 ilust., 18 €.

GUIRAL PELEGRÍN, C. y MARTÍN-BUENO, M.Bilbilis. Decoración pictórica y estucos orna-mentales.552 págs., 248 ilust., 30 €.

HERNÁNDEZ LATAS, J. A. - GUIRAL PELEGRÍN, C.MOSTALAC CARRILLO, A.Álbum de Pompeya de Bernardino Montañés,1849.224 págs., 105 ilust., 48 €.

LOSTAL PROS, Joaquín.Los Miliarios de la provincia Tarraconense.458 págs., 147 ilust., 30 €.

ORTIZ PALOMAR, Esperanza.Vidrios procedentes de la provincia de Zarago-za: el Bajo Imperio romano.500 págs., 143 ilust., 30 €.

PAZ PERALTA, Juan Ángel.La Cerámica de mesa romana de los siglos III al VI d.C.276 págs., 66 ilust., 15 €.

SOPEÑA GENZOR, Gabriel.Ética y Ritual. La religiosidad de los pueblosceltibéricos.392 págs., 24 €.

TORREGARAY PAGOLA, Elena.La elaboración de la tradición sobre los «Cor-nelii Scipiones»: pasado histórico y confor-mación simbólica.244 págs., 18 €.

INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» (C.S.I.C.)Excma. Diputación de Zaragoza

Plaza de España, 2 • 50004 ZARAGOZA (España)Tff. [34] 976 28 88 78/79 • Fax: [34] 976 28 88 69

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Maq. CuCÆ77 (Cometa) 22/12/06 08:32 Página 2