El registro como centro de la variedad situacional. Esbozo de la propuesta del grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas 0. Introducción La investigación del grupo Val.Es.Co. se ha centrado en la variedad coloquial y en su manifestación discursiva más auténtica, la conversación cotidiana, soportada en una propuesta de definición del registro coloquial dentro del conjunto de la variedad lingüística. Es cierto que este ha sido el centro de interés, frente a otras propuestas de caracterización de las variedades diafásicas en su conjunto, como las de Gregory y Carroll (1978) o Koch y Oesterreicher (1990). Esta exclusividad del objeto de investigación y, por tanto, de la propuesta concreta sobre variación de Val.Es.Co., el estudio del registro coloquial, a la que aluden con acierto algunos autores (López Serena, 2007, pág. 184), no limita, en nuestra modesta opinión, el potencial de la misma para poder explicar el resto de variedades contextuales o situacionales. Nuestra intención en este trabajo es explicar con algo más de detalle dicha teoría, así como el potencial de la misma, de otro modo, extender la propuesta al conjunto de la variación lingüística y discursiva. Quizá, llega un poco tarde, y ello gracias a los comentarios de algunos colegas que nos han hecho ver que lo que estaba presente en nuestra concepción y que dábamos por supuesto, faltaba hacerlo más explícito y llevarlo al papel. Briz, Antonio (2010): “El registro como centro de la variedad situacional. Esbozo de la propuesta del grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas”, en Fonte, I.; Rodríguez Alfano, L. (compiladoras): Perspectivas dialógicas en estudios del lenguaje, Universidad Autónoma de Nuevo León, México, pp.21-56.
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El registro como centro de la variedad situacional. Esbozo de la propuesta del
grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas
0. Introducción
La investigación del grupo Val.Es.Co. se ha centrado en la variedad coloquial y en su
manifestación discursiva más auténtica, la conversación cotidiana, soportada en una
propuesta de definición del registro coloquial dentro del conjunto de la variedad
lingüística. Es cierto que este ha sido el centro de interés, frente a otras propuestas de
caracterización de las variedades diafásicas en su conjunto, como las de Gregory y
Carroll (1978) o Koch y Oesterreicher (1990). Esta exclusividad del objeto de
investigación y, por tanto, de la propuesta concreta sobre variación de Val.Es.Co., el
estudio del registro coloquial, a la que aluden con acierto algunos autores (López
Serena, 2007, pág. 184), no limita, en nuestra modesta opinión, el potencial de la misma
para poder explicar el resto de variedades contextuales o situacionales.
Nuestra intención en este trabajo es explicar con algo más de detalle dicha teoría, así
como el potencial de la misma, de otro modo, extender la propuesta al conjunto de la
variación lingüística y discursiva. Quizá, llega un poco tarde, y ello gracias a los
comentarios de algunos colegas que nos han hecho ver que lo que estaba presente en
nuestra concepción y que dábamos por supuesto, faltaba hacerlo más explícito y llevarlo
al papel.
Briz, Antonio (2010): “El registro como centro de la variedad situacional. Esbozo de la
propuesta del grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas”, en Fonte, I.; Rodríguez
Alfano, L. (compiladoras): Perspectivas dialógicas en estudios del lenguaje, Universidad
Autónoma de Nuevo León, México, pp.21-56.
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1. Un apunte básico sobre las variedades lingüísticas
Registros, dialectos, sociolectos y géneros discursivos son las modalidades
lingüísticas que resultan, respectivamente, de la variación diafásica, diatópica,
diastrática y tipológica del habla, las cuales, además, vienen marcadas por los canales
de transmisión, es decir, los medios a través de los cuales dicha variedad se realiza, el
canal fónico y el canal gráfico.
Más concretamente, los diferentes registros están determinados por la situación de
comunicación: se habla de registros más o menos coloquiales (o informales) y de
registros más o menos formales. Los dialectos y sociolectos derivan de los rasgos del
usuario (sea por su origen y procedencia o por sus características sociolculturales, edad,
sexo y nivel cultural). Y los géneros se distinguen según las características propias del
discurso.
MODALIDADES LINGÜÍSTICAS
SITUACIÓN
Variedad diafásica
> registros
registro coloquial, registro formal…
USUARIO
Variedad diatópica y diastrática
- Rasgos de edad, de
sexo y de nivel
sociocultural
- Rasgos de origen
> sociolectos
> dialectos
joven, nivel medio, mujer…
andaluz, aragonés…
DISCURSO
Variedad textual
> géneros
conversación, conferencia, carta…
CANAL
Variedad medial
>modos de realización
oral, escrito…
Cuadro 1. Las modalidades lingüísticas
La conversación es un género discursivo oral (“¿quieres que conversemos?”). Lo
coloquial es un modo de realización lingüística (“¿quieres que lo hagamos
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coloquialmente?”). En esta última pregunta anterior coloquialmente queda fuera del
ámbito de la conmutación de la proforma hacer, luego, gramaticalmente se diría que es
un constituyente funcional autónomo; sírvanos esta reflexión metagramatical y poco
pragmática para decir que coloquial y conversacional son apellidos de nombres
diferentes, respectivamente, de registro (registro coloquial) y de género de discurso
(género conversacional).
Lo anterior debería habérselo ahorrado al lector, por repetido y porque se supone
consabido1. Claro que solo es una suposición; hay quien sigue confundiendo una cosa
con la otra. No se entiende que, aunque la conversación sea el género en que más
propotípicamente se manifiesta lo coloquial, no le es exclusivo. Hay conversaciones
formales. Y las hay que pueden combinar o alternar ambos registros.
Es loable el intento reciente de Araceli López Serena (2007: 171-177) para “evitar la
confusión conceptual que conlleva la confusión terminológica” al proponer “reservar
informal´ para referirse al registro, ´conversacional‟ para el tipo de discurso, ´hablado´
para el canal (…) y „coloquial‟ (…) para la zona de intersección entre la conversación y
el registro informal…” (pág. 176). Ello significaría renunciar a los límites establecidos
en nuestra investigaciones de lo coloquial, así como seguir favoreciendo la confusión de
estos dos hechos de discurso y dos objetivos teóricamente distintos, el de los géneros
discursivos y el de los registros: la alternancia de turno, la toma y el robo de éste, el
habla simultánea, el tipo de intervenciones preocupan a los analistas de la conversación,
¿interesarán estos objetivos concretos a los investigadores del estudio del léxico
coloquial, del argot, de los enunciados truncados, de los anacolutos, etc.? Seguramente,
no. Es cierto, no obstante, que la investigación del grupo Val.Es.Co., como la de otros
1 Ya señalábamos en Briz (1998: 36 y ss) que la confusión entre coloquial y conversación aparecía en las
primeras descripciones de Criado de Val (1980: 217) y de E. Lorenzo (1977: 172 y ss) y en otras más
modernas (Vigara, 1992: 35 y 38). Y hay voces que, como la nuestra, se siguen levantando contra la
citada confusión (A. López Sereno, 2007: 171 y ss).
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investigadores, ha unido ambos objetivos: “el español coloquial en la conversación” o
“la conversación coloquial”: juntos, pero no revueltos. Y es cierto también que, como
notaremos más adelante, lo coloquial, lo conversacional y lo oral constituyen escalas
interrelacionadas y, a menudo, en correlación, dentro de la variación en la lengua. Pero
estrechamente relacionadas no quiere decir confundidas.
Ya los diccionarios comienzan a usar dichas marcas, la conversacional y la coloquial,
de modo diferenciado. Todo un logro.
2. La variedad diafásica: coloquial vs formal. La propuesta Val.Es.Co.
Ha llovido bastante desde que Val.Es.Co. publicara en 1995 el corpus de
conversaciones coloquiales (Briz, coord. 1995), un corpus que representaba un novedad
en el mundo hispánico no solo por la técnica de recogida de datos y el material obtenido
–se trataba de conversaciones auténticas obtenidas muchas de ellas mediante grabación
secreta, lo que aseguraba un máximo grado de espontaneidad-, sino porque estaba
soportado por una propuesta teórica, según se ha señalado, para el reconocimiento
exacto del objeto de estudio: el español coloquial. Dicha propuesta era realmente
oportuna y necesaria, más aún en unos momentos en que la confusión terminológica
sobre lo coloquial escondía, como decíamos, una gran maraña conceptual. Así pues, en
la introducción a dichos materiales (págs. 23-36), así como en trabajos posteriores,
especialmente Briz (1998), Briz y grupo Val.Es.Co. (2000) y Briz y grupo Val.es.Co.
(2002: 17-19 y 25-27), quedaba delimitado el llamado registro coloquial en el conjunto
de la variedad situacional y definida la que llamábamos conversación coloquial.
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2.1. La conversación como género discursivo. Los „rasgos primarios‟ o de género
La conversación cara a cara, género de discurso con el que se asocia habitualmente el
registro informal –informal es término sinónimo de coloquial- , era precisamente eso, el
género en el que más auténticamente podía llegar a manifestarse lo coloquial. Y oral,
inmediato, dialogal, retroalimentado, cooperativo, dinámico eran los rasgos definidores
de dicho discurso, rasgos primarios como allí les denominábamos (Briz, coord. 1995:
27-30).
En efecto, la conversación es un discurso oral, en tanto se produce a través de un
canal fónico. Es inmediato en cuanto a su ejecución en una coordenada espacio-
temporal aquí, ahora y ante ti. Su dinamismo viene dado por la sucesión de
intercambios2; así pues, se obra conjuntamente con otro(s), gracias a lo cual se
(retro)alimenta y progresa, es decir, existe alternancia de turnos. Ahora bien, tales
rasgos no son exclusivos del género conversacional, puesto que también son discursos
orales, dialogales, retroalimentados, cooperativos y dinámicos otros géneros como el
debate, la entrevista, la tertulia, etc. Lo verdaderamente definidor del género
conversacional, frente a éstos otros, es que la alternancia de turno no está
predeterminada y es libre, por tanto, en cuanto a la progresión textual; frente a la
entrevista, por ejemplo, cuya alternancia de turno está predeterminada gracias a la
presencia de un entrevistador y la progresión responde al esquema general de pregunta-
respuesta, o frente al debate en el que es un moderador el que reparte la vez entre los
2 En Briz (2007: 18) se explica que la mayor presencia de intervenciones reactivo-iniciativas en un
discurso está en relación directa con el grado de dinamismo en éste. Se indica, además, que esta presencia
frecuente de este tipo de intervenciones es una característica distintiva, por ejemplo, de la conversación
frente a otros géneros discursivos dialogales como puede ser la entrevista, en el cual predominan las
intervenciones iniciativas y reactivas.
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varios asistentes, al menos dos, y presenta un carácter argumentativo y, a menudo,
polémico.
Ciertamente, los rasgos anteriores no son suficientes para explicar la variación de
géneros, pero, como señalábamos en la propuesta de entonces, sí apuntan a ésta (ver
especialmente, págs. 27-30).
2.2. El registro coloquial. Los rasgos de lo coloquial
Del mismo modo, en la propuesta Val.Es.Co. se describía la situación comunicativa
que favorecía el empleo de un registro coloquial a partir de una serie de rasgos, tales
como
* la relación de igualdad social o funcional entre los interlocutores: acercamiento
social o de los papeles comunicativos en un momento dado;
* la relación vivencial de proximidad entre éstos: saberes, experiencias y contextos
compartidos;
* el marco interaccional familiar: relación de cotidianidad de los participantes con el
marco espacial en el que se sitúa la interacción
* la cotidianidad temática de la interacción: temas de la vida cotidiana, no
especializados.
Y, asimismo, se establecían como rasgos propios de este registro coloquial su menor
grado de planificación (o mayor planificación sobre la marcha), su mayor fin
interpersonal y su mayor tono informal.3
3 El rasgo informal se obtiene como resultado de los anteriores. Puede entenderse, por tanto, como un
rasgo gestáltico de tipo perceptivo que, en definitiva, hace referencia al registro de uso.
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Convencionalmente hablábamos de dos registros, el coloquial y el formal, entendidos
de manera gradual según la mayor o menor presencia de rasgos de coloquialidad, ya
sean los propios de la situación que favorece el uso de uno u otro registro, ya sean los de
resultas de éstos, a saber: una mayor o menor planificación sobre la marcha, un fin de la
comunicación más o menos interpersonal y un tono de mayor o menor informalidad
informal4.
Ciertamente, la propuesta Val.Es.Co. se ha centrado en la delimitación del registro
coloquial frente a otras propuestas como la de Koch y Oesterreicher (1990), referidas
como se señalaba en la nota 4, al conjunto de variedades situacionales. No obstante,
intentaremos mostrar a continuación la aplicación de aquélla en relación al conjunto de
las citadas variedades. De hecho, solo por contraposición de los rasgos mencionados y,
teniendo en cuenta el carácter gradual de éstos y, así pues, lo prototípico o el carácter
periférico dentro de la escala de lo coloquial no era difícil extender los resultados
4 Los antecedentes de la propuesta Val.Es.Co. se encuentran en los criterios para definir los registros de
Halliday, McIntosh y Strevens (1964), Halliday (1974), Gregory Carroll (1978), Ochs (1979) y Biber
(1988), entre otros. Especialmente, nuestra propuesta coincide en buena medida con la de Koch y
Oesterreicher (1990: 8-10). Estos autores proponen el estudio de lo oral y de lo escrito a partir de una
distinción entre el medio o canal de realización, fónico o gráfico, y la concepción hablada o escrita
vinculada al menor o mayor grado de formalidad o de elaboración, entendida, así pues, como escala
gradual entre la inmediatez y la distancia comunicativa (Ver también Oesterreicher, 1994: 155-6 y 1996:
318). Dicho carácter gradual de los modos o realizaciones de lo oral y de lo escrito se mantiene también
en Briz (1998: 19-20 , 22-24, 30-32), Bustos, (1995: 14 y 18) y (1996: 37-40), Narbona (1996: 159 y ss),
etc. y, como se señalaba ya en Briz (1998: 25-33 y nota 9), la inmediatez se correspondería con lo que
Val.Es.Co ha denominado realización coloquial.
Un estudio detallado de lo común y diferente entre ambas propuestas, puede leerse en López Serena
(2007: 179 y ss), aunque lo diferencial está, sobre todo, en el objeto de estudio más concreto en el caso
del grupo Val.Es.Co., ya que su intención primera era el reconocimiento y posterior análisis de lo
coloquial, mientras el de los autores alemanes era la variación (diafásica) en general. Concretamente, en
relación con los rasgos que favorecen el uso del registro coloquial, la diferencia consiste básicamente en
que la propuesta de éstos recoge dos rasgos ausentes en la de Val.Es.Co.: la mayor o menor “implicación
emocional” de los interlocutores y el mayor o menor “carácter privado” de la comunicación (que es
mayor en el caso de la variedad marcada por la inmediatez o, como la denominamos nosotros, coloquial).
La otra diferencia que el lector puede notar se refiere al modo de entender y de ubicar algunos de los
rasgos manejados, más exactamente, Val. Es.Co distingue teórica y metodológicamente entre rasgos
vinculados a los géneros discursivos (por ejemplo, dialogal/monologal; proximidad física, grado de
cooperación, etc.), a los que llamamos primarios, los rasgos situacionales (propios de la situación que
favorece el empleo de una determinada modalidad o registro) y los rasgos propios de dicha modalidad, a
pesar de reconocer la relación escalar gradual y la imbricación entre todos estos y, así pues, entre el
registro, el género, la realización oral o escrito y los rasgos de usuario, según mostraremos a lo largo de
este estudio.
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obtenidos en la delimitación de la coloquialidad a la escala de lo formal o de la
formalidad.
3. Escalas de coloquialidad y de formalidad. Prototipo y periferia
Coloquial y formal son grados dentro de una misma escala de la variación
situacional5.
¿Qué significa +/- coloquialidad o +/- formalidad, o, de otro modo, la presencia
mayor o menor de estos rasgos coloquiales o formales en la propuesta Val.Es.Co.?
La mayor o menor presencia de estos rasgos denominados situacionales determina
grados de coloquialidad o de formalidad. La relación es, así pues, proporcional: a mayor
presencia de estos rasgos, mayor grado de coloquialidad o de formalidad, el prototipo de
lo coloquial y de lo formal; a menor presencia, menor coloquialidad (Briz, coord., 1995,
págs. 30-35) o formalidad, la periferia de lo coloquial y la de lo formal.
En todas las variedades de especies, incluidas las discursivas, existen ejemplos más
representativos que otros, lo que no significa que los menos representativos de esas
especies no formen parte de las mismas. El prototipo de la especie de la aves es el
pájaro, por ser la más común, la más próxima, la más conocida, la más cotidiana… Un
avestruz, por ejemplo, dentro de la especie o variedad de aves, no deja de ser ave por no
ser el ejemplo más representativo; carecer de algunos de los rasgos de esta especie (“no
5 La representación de estos grados puede resolverse, como en el caso de la propuesta de Val.Es.Co.,
distinguiendo categorías diferentes para esa gradación o continuum escalar: