2 De la casa del rey a la razón de Estado. Un modelo de la génesis del campo burocrático Pierre Bourdieu Esta investigación tiene el propósito de examinar la génesis del Estado para intentar descubrir en ella las características específicas de la razón de Esta- do que la evidencia asociada al acuerdo entre los espíritus formados por el Estado, los espíritus de Estado, y las estructuras del Estado, tienden a disi- mular. 1 Se trata menos de interrogarse sobre los factores de la emergencia del Estado que sobre la lógica del proceso histórico según el cual se ha pro- ducido la emergencia de esa realidad histórica que es el Estado, en su forma dinástica y después burocrática; se trata menos de describir, a modo de un relato genealógico, el proceso de autonomización de un campo burocráti- co, obedeciendo a una lógica burocrática, que de construir un modelo de ese proceso; esto es, más precisamente, un modelo de la transición del Es- tado dinástico al Estado burocrático, del Estado reducido a la casa del rey al Estado constituido como campo de fuerzas y campo de luchas orienta- das al monopolio de la manipulación legítima de los bienes públicos. Como señala R. J. Bonney, 2 al estudiar el «Estado-nación moderno» corremos el riesgo de perder de vista el Estado dinástico que le ha prece- dido «durante la mayor parte del período previo a 1660 (y algunos dirí- an que bastante más allá) la mayoría de las monarquías europeas no eran Estados-naciones tal como los concebimos, con la excepción -más bien fortuita- de Francia». 3 La falta de una distinción clara entre el Estado di- 43 nástico y el Estado-nación hace imposible percibir la especificidad del Estado moderno, que nunca se revela tan perfectamente como en la lar- ga transición que conduce al Estado moderno y en el trabajo de inven- ción, de ruptura y de redefinición que en él se realiza. (Pero tal vez habría que ser aún más radical, como W. Stieber, 4 y ne- garle el nombre de Estado al Estado dinástico. Stieber insiste sobre el poder limitado del emperador germánico en tanto que monarca designa- do por una elección que exigía la sanción papal: la historia alemana del siglo XV está marcada por una política de príncipes, de facciones, carac- terizada por estrategias patrimoniales orientadas a la prosperidad de las familias y de su patrimonio (estate) principesco. Ahí no hay ningún ras- go del Estado moderno. Es solamente en la Francia y la Inglaterra del si- glo XVII donde aparecen los principales rasgos distintivos del Estado moderno en vías de emergencia. Pero la política europea de 1330 a 1650 sigue caracterizándose por la visión personal como propietarios, «pro- prietary», que los príncipes tenían de su gobierno, por el peso de la no- bleza feudal en la política y, también, por la pretensión de la Iglesia a de- finir las normas de la vida política). Hay que interrogarse no sobre los factores de la aparición del Estado, sino sobre la lógica del proceso histórico según el cual fue producido, en y por una suerte de cristalización, la emergencia en tanto que sistema de esta realidad histórica sin precedente que es el Estado dinástico y, más extraordinario todavía, el Estado burocrático. La especificidad del Estado dinástico La acumulación inicial de capital se realiza según la lógica característica de la casa, estructura económica y social completamente original, sobre todo por el sistema de estrategias de reproducción con las que se asegura su perpetuación. El rey, actuando como el «jefe de la casa», se sirve de las propiedades de la casa (y, en particular, de la nobleza como capital sim- bólico acumulado por un grupo doméstico según un conjunto de estra- tegias, entre las cuales la más importante es el matrimonio) para cons- truir un Estado, como administración y como territorio, que se sustrae poco a poco a la lógica de la «casa». Es necesario detenerse aquí en las cuestiones previas del método: la ambigüedad del Estado dinástico que, desde el origen, presenta ciertos 44