AGRUPACIÓN DE HISTORIADORES FEDERADOS DEL SURESTE DE CÓRDOBA Y SUROESTE DE SANTA FE XXII Encuentro. Rufino 5 de octubre de 2013 La Colonia Artagaveytia. Vida y trabajo de los colonos alemanes y suizos en el sur de Córdoba Alberto Arnoldo Bischoff Libertad 384 (2661) Isla Verde CÓRDOBA 03468-496169/400169 03468-15569546 [email protected]
A mediados de la década de 1860 el gobierno de la provincia de Córdoba mandó mensurar la tierra pública de los actuales departamentos Unión y Marcos Juárez, para luego venderla. Surge así la suerte 45 A, una superficie de algo más de diez mil ochocientas hectáreas que será adquirida por el inglés Charles Brehner Krabbé, de quien la herederá su hija María Elena Krabbé de Williamson, quien la venderá a Manuel y Ramón Artagaveytia en 1884. En 1892 Artagaveytia Hnos. funda la "Colonia Artagaveytia", que empezará a vender los campos en 1893, haciendo publicidad en el departamento Las Colonias, provincia de Santa Fe, por lo cual los compradores serán suizos, alemanes o descendientes de primera generación de estas colectividades. En el presente trabajo se desarrolla la historia de la fundación y la vida en dicha colonia, incluyendo aspectos culturales, de seguridad, comerciales, costumbres cotidianas, actividades religiosas, etc hasta aproximadamente 1940, en la primera parte. En la segunda parte se desarrolla una breve historia de cada una las familias pioneras y otras familias italianas que se radicaron antes de 1910.
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Blume Conrado Colonia Humboldt alemán 4 y 5 358 20/11/1893
Algunos de estos colonos comenzaron a arribar a la colonia a poco de
haber adquirido el campo, generalmente sin sus familias y acompañados por un
peón, para fabricar los ladrillos o adobes y levantar un dormitorio y una cocina
para traer luego a su grupo familiar, si lo tenían.
Otros se radicaron en la colonia y, luego de un tiempo decidieron retornar
hacia sus lugares de procedencia porque la colonia Artagaveytia estaba lejos de
centros poblados importantes, no había escuela, ni médico, ni religión católica ni
protestante, había cierta inseguridad debido a la presencia de malhechores y
cuatreros, pero no hubo malones.
También hubo casos de compradores que no se radicaron nunca en la
colonia, estando los campos en mediería o a cargo de un familiar o de una
persona de confianza.
LOCALIDADES
La colonia Progreso fue fundada por Juan Gödeken en 1891, pero por
tradición se tomó como fecha fundacional del pueblo de Colonia Progreso al año
1893. Por ello estamos refiriéndonos a un pueblo incipiente, con algún boliche,
venta de comestibles y punto.
8
Cruz Alta rondaba a la sazón sus dos cientos años. Era una localidad
importante, pero estaba casi a ochenta kilómetros. Ir de compras y regresar
implicaba salir a la madrugada para arribar a casa al atardecer. Si se trataba de
llevar un carro colono con bolsas de cereal, la travesía de ida y vuelta requería dos
días.
Ninguna otra localidad fue mencionada por los primitivos colonos como
centro importante al que ellos acudieran, ni siquiera aquellas poblaciones que
figuran en mapas, como “Cruz del Eje”, según el Mapa de la Provincia de Córdoba
levantado por el agrimensor Santiago Echenique, vocal encargado del
Departamento Topográfico de la Provincia, en 1866. La “Población de Cruz del
Eje” (y no pueblo o localidad) es mencionada en 1882 al venderse la Merced de
Arrascaeta como una “población”, si bien ese mapa la ubicaba en la suerte 45 A,
(hoy sería al oeste o noroeste del cementerio de Isla Verde). El agrimensor
Albano M. de Laberge al realizar la mensura de la suerte 41, serie A (luego
constituyó la mitad este de la Estancia Isla Verde) el 24 de mayo de 1864 cita el
camino “de Melincué” y la “cañada de la Cruz del Eje”, pero no menciona al paraje
o población homónima, por lo que se infiere que para entonces esa población no
existía.
Para dilucidar mejor el significado de la palabra “población”, veamos los
siguientes conceptos de diversos autores que se refieren a población como
sinónimo de casa.
“Las poblaciones, en verdad, no eran otra cosa que algunos ranchos
aplastados y pajizos, rodeados por una zanja”.1
También se entendía por población, según el Historiador Evaristo Aguirre,
de Casilda, a un grupo de dos a cuatro casas levantadas en los rincones de
diversas propiedades, camino de por medio, todas juntas para brindarse mutua
protección entre los diversos propietarios. (Comunicación personal, 2005)
Gastón Torres Calderón se refiere a la “población de los Carreras” cuando
su abuelo, Miguel Torres, llega al casco de la estancia de esta familia.
Para hacer realidad el proyecto, el 9 de febrero de 1915 llegó a El Durazno
el Ingeniero Enrique E. Stutz, enviado desde Buenos Aires para hacer un
relevamiento de “las poblaciones” y arboledas existentes en el casco de la
Estancia, y poder avanzar después en el plano definitivo.
“Las primeras poblaciones de (la estancia) El Durazno fueron las típicas
de una estancia criolla. El gran galpón, flanqueado por las piezas y cocina del
personal, y a corta distancia la casa de los patrones y del mayordomo, separado
un sector del otro por la acequia principal. Detrás y casi encima: los corrales.
Adelante la huerta. El monte escaso.”
1 Cunninghame Grahan, Roberto B.- Cuentos Gauchescos del Río de la Plata. 4º Edición. Buenos Aires. Letemendia, 2004. p. 37
9
Del Bajo. Elegido por Ambrosio Olmos para levantar sobre la terraza fluvial
“las casas” de la estancia. Contra el río poseía vertientes y bañados. Lo cruzaban
las dos acequias, cuyas boca – tomas estaban río arriba, regando una la quinta y
abasteciendo de agua la otra a la población”.2
“Por fin, después de veintiocho días de marcha llegamos a destino. Ya
frente al pueblo de Trenel y a menos de dos mil metros del mismo me puse a
contemplar el panorama. Allí, en un pequeño declive del suelo, de este a oeste,
había cuatro poblaciones, un galpón de zinc (o fierro canaleta) con almacén de
artículos generales, una fonda……”3
Para el autor Justo P. Sáenz (h) “una población es un rancho o casa”. 4
Arnoldo Bischoff, en el libro de administración del establecimiento La
Victoriosa 1949 – 1959, en el inventario correspondiente a 1949 describe, entre
otras cosas: “una población 1927, $ 14.000.-, galpón y garaje 1935, $ 2.000.-
poblaciones 1936 y 1937 en $ 1.000.- cada una”5. Se refiere a la casa principal,
construída por el constructor Primo Brunatto en 1927 y a dos casas de peones de
1936 y 1937.
“Además, dado que el polémico agrimensor Urban había duplicado las
superficies mensuradas, se impartió la orden de dar sólo cien varas a las quintas y
dos cientas a las chacras; habría así más poblaciones y se duplicarían los
derechos”6.
Según la opinión del historiador Evaristo Aguirre, de Casilda, carta personal
del 18 de noviembre de 2007, “una población criolla del siglo XIX de la región
pampeana es una ranchada conformada por habitantes que se nucleaban
propiciados por la instalación de un fortín o cantón militar, un casco o un puesto
de estancia o una posta, cuya presencia les otorgaba una relativa seguridad
cuando se ubicaban “tierra adentro” y ante la inminencia de los malones”.
El historiador venadense Dr. Roberto Landaburu expresa: “Una forma
ingeniosa y muy sólida de construir los ranchos, era cortar “chapas” de tierra con
pasto del ancho de la pared que se iba encofrando y apisonando hasta levantarla.
De igual forma en los corrales. Cuando llega Casey al Venado Tuerto, el vasco
Román Urteaga, poblador intruso que criaba ovejas en campos que luego compró
J. J. Murphy, tenía su población construída en esa forma”7.
“En efecto, alrededor del establecimiento militar, fue creciendo un caserío:
el pueblo de la Punta del Sauce. En 1764 una inspección deja constancia que,
2 Mayol Laferrère, Carlos. Estudios de la Infraestructura Agropecuaria y Explotación de una Estancia Argentina en el decenio 1906 – 1915: Estancia El Durazno, Río Cuarto, Cba. 1ª Ed. Córdoba: Báez Ediciones, 2008. p. 44, 54 y 553 Memorias inéditas de Alfonso Camerlinckx, colono en el Campo. Fresco de 1901 a 1906, luego emigrado a La Pampa.Trenel, 1956. Gentileza de Rik Camerlinckx, Lovaina, Bélgica4 Sáenz, Justo P. Vocabulario y Refranero Criollo, 4ª Ed. Azul. 1943. p. 298.5 Libro de administración La Victoriosa 1949 – 1959. Museo y Archivo Histórico Isla Verde, p. 256 Salaberry, Ignacio. Brazos Poderosos (Pueblo del Baradero). 1ª ed., Buenos Aires, de los Cuatro Vientos, 20097 Landaburu, Roberto Esteban. Los Irlandeses en la Pampa Gringa: curas y ovejeros. 1ª. Ed.
Buenos Aires. Corregidor, 2006
10
además del personal del fuerte, hay ‘inmediatas a dicho Presidio y fuerte
veintitrés poblaciones (viviendas) que son…’ y aquí enumeran las veintitrés
familias”8.
Debemos observar que las localidades sobre el ramal Firmat – Río Cuarto
del Ferro Carril Central Argentino surgieron, excepto Chañar Ladeado, casi
simultáneamente con la construcción de la línea férrea.
General Baldissera no existía al radicarse los colonos en Artagaveytia y, al
surgir, algunos años mas tarde, sería seguramente un villorrio de poco movimiento
comercial hasta que alcanzara cierta trascendencia.
Para entonces ya había aparecido Isla Verde, incipiente al principio, pero
con un desarrollo sostenido desde que llega la vía férrea y comienza a
desarrollarse un comercio importante.
Anita Bischoff de Schneiter comentaba: “estuvimos ocho años sin pueblo”.
Si consideramos que Alejandro Bischoff y su familia se radicaron en Artagaveytia a
principios de 1895, esos ocho años llegan hasta los últimos meses de 1902.
Aunque Isla Verde surgiera en 1901, sólo hubo unas pocas familias y tal vez algún
comercio antes de la llegada del ferrocarril. No había hoteles, ni fondas, ni
comercio trascendente sino hasta los finales de 1902 y por eso los colonos decían
que el pueblo había “surgido” en dicho año, “cuando vino el tren”.
El primer tren llega a nuestro pueblo el 1º de Julio de 1902. A partir de ese
momento empieza el movimiento económico de la localidad con la instalación del
primer hotel, de la casa de comercio de ramos generales de Ernesto
Regensburger, tal vez en septiembre; con la instalación de la estafeta postal el
mismo mes, etc.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA VIDA EN LA COLONIA
Veremos en este capítulo los aspectos más comunes a todos los colonos,
dejando para otro las costumbres y quehaceres de cada familia en particular.
COMPRAS
Siguiendo la idea del capítulo anterior, cabe mencionar que las compras se
hacían en Cruz Alta. Por razones de seguridad solían viajar dos jefes de familia en
sendos carros colono o carros iguana, por ser finos y largos, o en los berner
Wageli (carritos berneses en el lenguaje de los suizo-alemanes). Iban con algún
otro miembro de la familia y generalmente llevaban las listas de provisiones de
algunos vecinos, trayendo al regresar una vasta cantidad de mercaderías para que
alcanzara para un mes. A los efectos de que el esfuerzo del viaje no recayera
8 Cantón, Aldo Hugo. El Regalo del Rey. Revista Junta Municipal de Historia. Río Cuarto. Nº 10, sept. 2008, p. 23
11
siempre en las mismas personas, iban alternando mes a mes quienes iban de
compras.
El trayecto se hacía cortando campo, siguiendo el bajo de Schneiter y de
Scheker, hacia el noreste. Podían hacerlo debido a que al principio pocos campos
estaban alambrados. Algunas veces pasaban por el almacén “Las Tablas” de
colonia Elisa, zona de Camilo Aldao.
Para la entrega de cereales se recorría el mismo camino, con descanso
para los caballos. Pernoctaban en Cruz Alta y regresaban al día siguiente.
SEGURIDAD
Iban armados mayormente con fusiles Vetterli por si se cruzaban con algún
bandolero por el camino.
Los fusiles Vetterli eran las armas largas oficiales de las fuerzas armadas
suizas. En la colonia todas las familias los poseían, a veces había varios en cada
casa. El creador de este sistema de armas de repetición fue el suizo Friedrich
Vetterli (1822 – 1882), quien desarrolló su reconocido modelo en la década de
1860.
Los colonos llevaban armas en todo momento. Cuando salían a trabajar al
campo portaban alguna arma larga colgando. A la hora de almorzar tenían los
fusiles apoyados al lado de la mesa, pues a esa hora, aprovechando el descuido
de los chacareros, aparecían ladrones de ganado o de caballos. Por lo tanto,
mientras comían, estaban atentos a cualquier movimiento en el campo y con las
armas a mano.
DEPORTE
Si hablamos de la seguridad, hablamos de las armas y, al hablar de armas,
tocamos el tema del deporte favorito de los suizos: el tiro.
Antes de la aparición de la población de Isla Verde, había en la colonia
Artagaveytia una carnicería y boliche en el lote 57, de Alberto Chatelain. En ese
mismo campo había un simple polígono de tiro que constaba de una fosa y un
poste sobre el que había atornillado un travesaño que pivotaba sobre aquél y que
en cada extremo tenía un blanco. Mientras un tirador disparaba sobre un blanco,
el otro estaba en la fosa, donde un jovencito tapaba los impactos con papel y
engrudo. Al terminar su turno se hacía girar el travesaño, elevándose el blanco
reparado y entrando a la fosa el que se terminaba de usar.
Si bien se dijo que el tiro era el deporte favorito de los colonos suizos, no
quedan excluidos los alemanes, que lo practicaban con igual interés, agregándose
a esta disciplina algún inmigrante de otro origen.
12
Ya surgido el pueblo de Isla Verde, se crea, el 7 de Noviembre de 1903, el
Club Flobert cuya primera comisión directiva se integraba así:
Presidente: Federico Schneiter
Vicepresidente: Humberto Deangelis
Director de Tiro: José Leonz Birchmeyer
Tesorero: Carlos Suhr
Secretario: Adolfo Haschke
Comisario de Tiro: Carlos Schneiter
Vocales: José Martegani, Fernando Cafiel, Lucas
Guemberena
En el año 1910 por primera vez la institución está representada en un
certamen nacional de tiro. Una delegación participa del campeonato “Centenario
de la Revolución de Mayo”. La formaban: Arnoldo Bischoff, José Leonz
Birchmeyer, Eduardo Schneiter y Felipe Fritz.
Previamente a la fundación del Club Flobert, los colonos también
practicaban tiro en la Sociedad Cosmopolita de Tiro del pueblo de colonia
Progreso.
VIDA SOCIAL
Con poca frecuencia se organizaban bailes en algún galpón, que podían
durar hasta el amanecer. Se le atribuye al galpón de Adolfo Sigrist, que tenía en
su mampostería el número “1895”, el haber sido testigo de numerosas veladas.
Bailaban polcas y valses. Los músicos eran pocos: Emilio Seiler tocaba la flauta y
Alejandro Dreyer, de colonia Progreso, el acordeón, al que Dreyer llevaba en una
bolsa durante sus travesías a caballo. Alguien pudo haber ejecutado una cítara.
Si los bailes se hacían en Artagaveytia, asistía la gente de la estancia Isla
Verde y viceversa, mientras que los bailes organizados por el francés Raimundo
Elperdin en su boliche de Colonia Progreso fueron muy frecuentados por los
habitantes de Artagaveytia.
Este señor poseía un cañoncito, tal vez de fabricación casera. Cuando él
deseaba avisar que organizaba un baile, cargaba el cañón de trocitos o bolitas de
vidrio y los disparaba. El estruendo alertaba a los colonos sobre la fiesta, algunos
de los cuales alcanzaban a ver los destellos de los vidrios por efecto de la luz
solar.
Los picnics eran una manera muy común de compartir y divertirse. Se
realizaban tanto en la colonia Artagaveytia como en la estancia Isla Verde, de
riguroso traje aún al mediodía de un tórrido verano. Se bailaba, siendo los músicos
los mismos que en los bailes nocturnos.
13
El Boliche “La Mariposa”
Si bien este boliche de campo se ubicaba físicamente en la Colonia
Baldissera, varios de los habitués eran de la Colonia Artagaveytia. Fueron ellos los
protagonistas de anécdotas inefables, que le dan vida a la historia de este capítulo
fundamentalmente en las décadas de los ´30 y los ´40.
El boliche pertenecía a Genaro y a su esposa. Y no sólo era boliche para
chupar y jugar a las cartas, sino que se organizaban partidos de bochas, de fútbol
y bailes con orquestas contratadas, convirtiéndose así en un centro de la vida
social y deportiva para los vecinos de Artagaveytia, Colonia Baldissera y el
“Campo Vasco”, como llamaban algunos a la colonia de los Jaureguialzo (al norte
de Artagaveytia, al sur de las Playas, al este del Campo Fresco y al oeste de
Colonia Baldissera).
Entre los mas asiduos concurrentes de Artagaveytia estaban Arnoldo
Bischoff, Quirino Stegmayer (h) y los hermanos Karl, hijos de Enrique Karl y María
Kieffer, siendo estos hermanos los gestores de las bromas más pesadas,
pintorescas y recordadas. Queda excluído de estas hazañas el estudiante y luego
Dr. Abelardo Guillermo Karl, por haber estado desde niño estudiando en el Colegio
del Sagrado Corazón en Rosario, luego en la Facultad de Medicina, en esa
localidad y más tarde en la Universidad de Córdoba. Alguno de estos hermanos, o
todos, solían ir al boliche armados con revólveres.
Debo reconocer que los relatos que nos van a deleitar en las próximas
líneas son siempre atribuidos a los Karl, pero no se debe descartar la autoría de
otros, que no eran ángeles.
Explotando la ingenuidad de ese matrimonio gringo, se divertían
sanamente…..; bueno, no siempre tan sanamente!
Desde las anécdotas simples como:
- Don Genaro, tiene grapa abierta?
- Sí.
- Entonces tapelá que le van a entrar moscas.
ó
- Señora tiene caramelos sueltos?
- ¡Ma, sí que tengo!
- Entonces atelós, que se le van a ir.
Pasando por las intermedias
14
- (señalando desde lejos al estante de bebidas) Don Genaro, ¿me sirve de
aquella bebida?
- (Don Genaro, arrimándose a la estantería, y señalando con el índice) ¿De
questa?
- No, de la que está mas a la derecha.
- (Don Genaro señala otra) ¿De questa?
- No, no, esa no.
- (Don Genaro, sin entender y señalando una tercera botella) ¿”Ma cuala”
(sic), de questa?
- No, no, no, mire, de esa. Y sacaban el revolver y un tiro que daba en la
botella indicaba la que supuestamente seseaban.
Algunas veces, alguien se iba al fondo (letrina, excusado, fondín o fundín
para los piamonteses) y exprofeso demoraba un rato en el patio.
Se iniciaba un diálogo entre los parroquianos que estaban adentro:
- ¿che, qué pasa con fulano, que no vuelve?
- No sé, si fue a “mear” (sic) y volvía
- ¿Le habrá dado un ataque?
- No, anda lo mas bien, yo creo que se cayo por el “aujero” del fondo… anda
medio en “pedo” (sic)
- ¿Señora, Usted qué opina?
- Ma, yo no sé, Usté cree que se cayó por el auquero del fondo?
- Mire, haganós el favor, fijesé si con una escoba le toca la cabeza en el pozo
del excusado, para mí que se cayó nomás.
- (al rato vuelve la pobre gringa, escoba en mano). Yo no encuentro niente,
con la escoba non toco nada.
Pasando por fechorías más pesaditas, como la usual costumbre de cambiar
los caballos de un sulky a otro, con lo que, el dueño, en la oscuridad, con neblina y
algo pesado después de un baile, sin darse cuenta, aparecía en una chacra ajena.
Llegamos al chiste – tragedia que no fue, por allá, en la década del ´40. Se
organizó un baile con carpa y orquesta en La Mariposa. La carpa se amarró a los
paraísos y a una chata rastrojera, que oficiaba de escenario para la orquesta. Para
alumbrar el baile, faroles de querosén, es decir, “soles de noche”, colgados en
diversos lugares de la carpa. Los Karl tuvieron la buena idea de atar un alambre
largo al paragolpes de un camioncito International, ruedas macizas. Cuando el
propietario del vehículo arrancó, hizo varios metros y sintió un tirón.
Simultáneamente se enteraron de la “joda” los músicos, ya que ante el tirón se
cayeron de la chata-escenario, y todos los asistentes quedaron atrapados debajo
de la carpa que colapsó.
15
“Tuvimos suerte”, decía Arnoldo A. Bischoff, el “Nusel”, “ya que Dios fue
grande y no agarró fuego la lona con los faroles de querosén. Hubiéramos muerto
quemados”.
Otra hazaña se dio cuando los muchachos de La Mariposa jugaban de
locales un partido de fútbol que no les resultaba favorable. Entonces el Nucho (o
quizá el Emilio) sacó su revólver de la cintura, tiró un tiro al aire, quitó el casquillo
usado del tambor del revólver, sacó al árbitro a punta de arma y lo mantuvo
apuntado el resto del partido, mientras él dirigía a su gusto, usando como silbato el
casquillo de la bala.
SALUD
No hubo en la colonia ni en los alrededores ningún médico, sino hasta
después de surgidos los pueblos. No quedaba más alternativa que recurrir a la
medicina casera y a la oración.
Tampoco había partera pero sí una persona experimentada que, haciendo
de “madama”, ayudó a muchas parturientas de la colonia para que sus hijos
llegaran bien a este mundo: se trata de Elisabeth Heiniger, casada con David
Schneiter, ancestros de todos los Schneiter de la zona.
Hay una anécdota memorable sobre el tema de salud y que, además,
refleja la idiosincrasia de estos colonos: en 1895, a poco de residir en la colonia,
Arnoldo Bischoff, de dos años recibe una patada de caballo en la cabeza. Sus
padres deciden consultar a un médico, para lo cual van en carro colono hasta Cruz
Alta, donde ya había médicos. Sin embargo, ellos toman el tren hasta Rosario. Allí
había médicos, sin duda. Ellos siguen a Santa Fe y luego a Humboldt, a consultar
al Dr. Juan Schneiter, médico suizo, conocido de la familia Bischoff y de habla
alemana. ¿Sería confiable un médico desconocido y de otra lengua?
RELIGIÓN
Al hablar de una colonia formada por alemanes y suizo-alemanes queda
claro que había una mayoría evangélica (es decir, protestante) y una minoría, no
tan pequeña de católicos.
Los católicos podían asistir a los fines de los sacramentos principales a la
parroquia de Cruz Alta, hasta que, ya instalados los curatos de colonia Italiana y
luego el de Isla Verde, tenían una asistencia religiosa a mano.
Los protestantes pertenecían al Sínodo Evangélico Alemán del Río de la
Plata (Iglesia Luterana Reformada), que surge a fines del siglo XIX como resultado
de la unificación de las “congregaciones evangélicas alemanas” y otras de
confesiones similares en Argentina, Uruguay y Paraguay, teniendo su sede central
16
en Buenos Aires. El Sínodo estaba estrechamente vinculado a la Iglesia
Evangélica de Alemania (Evangelische Kirche in Deutschland) de la cual se recibía
ayuda económica y pastores, hasta que, formado el Instituto Superior Evangélico
de Estudios Teológicos, los pastores pudieron empezar a formarse en Buenos
Aires. Con el tiempo el Sínodo Evangélico Alemán del Río de la Plata (Deutsche
Evangelische am La Plata Synode) cambia su nombre por el de “Iglesia
Evangélica del Río de la Plata”.
¿Cómo lograban los protestantes de la colonia una atención espiritual?
Algunos aprovechaban los viajes de visita a sus familiares en Esperanza o
Humboldt para bautizar y confirmar a sus hijos. Otros viajaban a Rosario y
recibían el bautismo o la confirmación en la Congregación Evangélica Alemana de
Rosario. Escasas personas fueron a Buenos Aires para recibir su atención
religiosa, aunque sucedió con bautismos y con alguna bendición nupcial de un
habitante de la colonia que se casó con una persona residente en la Capital
Federal.
Otra alternativa era la del “Pastorado Itinerante”, una institución de la
“Iglesia Alemana” a cargo de pastores que recorrían Argentina, Uruguay y
Paraguay, reuniendo los fieles de cada zona en alguna chacra, estancia o casa de
localidades que se visitaban, sabiendo que allí había miembros de la Iglesia. El
pastorado itinerante se aprobó en la asamblea sinodal de 1902 en Buenos Aires
para brindar atención pastoral a los protestantes alemanes y suizos dispersos por
el país. La Iglesia Escocesa de Argentina lo había puesto en marcha un año antes
y en ella se inspiraron los pastores alemanes y lo instituyeron.
Así, en 1903, Wilhelm Nelke empezó su actividad como primer pastor
itinerante. En 1905 brindó un informe sobre sus dos años y medio de trabajo:
había visitado a evangélicos de habla alemana en Coronel Suárez, Tucumán,
Patagones, Colonia Iris, General Cabrera, Canals, Olavaria, Tres Arroyos, Bella
Vista y Hohenau (Paraguay), Río Cuarto, Bahía Blanca y las estancias San Juan
(Uruguay) e Isla Verde. Destaca el pastor Nelke que en la estancia había cinco
familias alemanas evangélicas y en la vecina colonia Artagaveytia, siete familias
suizo-alemanas evangélicas.
Los colonos de Artagaveytia asistían a las reuniones religiosas en la
estancia Isla Verde y los empleados de la estancia iban a Artagaveytia cuando la
visita del pastor itinerante congregaba allí a los fieles.
En 1908 pasó por estos pagos el pastor Arnold Richter, dato confirmado por
los certificados de confirmación de Arnoldo y Anna Bischoff, expuestos en el
Museo y Archivo Histórico. En 1925 es bautizado Arnoldo Alejandro Bischoff en
una celebración realizada en Arias, a cargo del pastor B. Krause (certificado
expuesto en Museo y Archivo Histórico). En 1934 es bautizado Germán Kempter
17
en un culto llevado a cabo en “Isla Verde” (certificado archivado en Museo y
Archivo Histórico) por el pastor Wilhelm Mirus.
En cuanto a los servicios funerales, muchas veces se careció de ellos por
no haber pastores disponibles o porque el día del sepelio no había servicio
ferroviario desde Rosario, ciudad más próxima con pastor alemán. En
oportunidades vinieron ministros de otras denominaciones evangélicas a realizar
el servicio.
COSTUMBRES
COMBUSTIBLE : uno de los primeros problemas que debieron sortear fue la
ausencia de árboles y, por ende, de leña para cocinar.
Adoptaron el uso de la “leña de vaca”, que era bosta de vaca bien seca y
tenía el inconveniente de que se consumía enseguida y hacía mucha ceniza,
aunque poseía la ventaja de hacer buena llama.
A arar los campos vírgenes solían sacar a superficie raíces de “alpataco”,
que eran un buen combustible.
Para calentar los hornos de pan usaban atados de malezas duras. Estos
atados eran denominados “Bedali” por los suizos.
Se plantaron paraísos en cantidad, a los efectos de tener, al cabo de
algunos años, leña buena. Además, los paraísos crecían rápido, daban buena
sombra y no eran devorados por las mangas de langostas.
Una costumbre muy arraigada y que llamaba la atención de los italianos era
la de cortar la leña en trozos de similar longitud y estibarla prolijamente entre dos
postes o árboles o bien en una “marlera”.
CAZA : en el primer tiempo no había carnicería. Para reemplazar la carne
vacuna cazaban “gamas”, que abundaban, liebres, perdices y patos. Lógicamente
disponían de aves de corral, ovejas y cerdos.
NAVIDAD : se festejaba con villancicos y repostería centroeuropea, pero no
armaban el árbol de navidad, siendo que en Alemania nace esta costumbre,
mezcla de paganismo y cristianismo, debido a que los pueblos germánicos
deidificaban a los árboles.
En la estancia Isla Verde y luego en el pueblo, los Suhr armaban el
tradicional árbol, pero en la colonia Artagavaytia es probable que el
“Weihnachtsbaum” haya estado presente recién en la década de 1920 por
iniciativa de Frida Warnecke de Bischoff, que provenía de Buenos Aires y le pedía
a su esposo, Arnoldo, que cortara una rama grande de alguna conífera y la
plantara en una lata de nafta. Luego se adornaba el árbol y se le ponían velitas
medianas con unos soportes metálicos. Las velas se encendían durante la
nochebuena.
18
PASCUA : era habitual la preparación de sorpresas con huevos de aves de
corral, que los adultos escondían en algún lugar del jardín para que los niños los
buscaran. La preparación de los huevos consistía en colocarles sobre la
superficie, hojas de alfalfa, flores de violetas, etc. y luego envolverlos con las hojas
externas de cebollas (catáfilas), atarlos bien con hilo y hervirlos. Al sacarles los
envoltorios, los huevos mostraban las improntas pigmentadas de los vegetales, en
distintos colores, sobre un fondo más oscuro dado por la piel de las cebollas.
CONSERVAS : la mayoría de las familias poseía equipos Weck´s para envasar
dulces, escabeches, frutas en almíbar, etc. Dichos equipos eran de origen alemán
y consistían de un recipiente galvanizado para hervir, frascos con tapas de vidrio y
guarniciones de goma para que la conservación fuera al vacío y un termómetro en
el que figuraban las temperaturas que debía alcanzar cada tipo de alimento.
Para guardar dulces se usaban también frascos grandes con tapas esmeriladas
para lograr un buen cierre. Una vez que el frasco estaba lleno, se lo golpeaba
suavemente para evitar que quedaran burbujas y se echaba alcohol fino sobre el
dulce, para evitar la proliferación de gérmenes.
Lógicamente, al destapar el frasco era imprescindible descartar la capa
superior de dulce impregnado con alcohol.
CONFITURAS Y REPOSTERÍA : se elaboraba una amplísima gama de ellas.
Era común que en cada casa hubiera masitas caseras guardadas en grandes
latas. ¡Y que no faltaran nunca! Cada familia tenía su receta de masitas preferida.
La torta más difundida fue la “alemana”, que se hacía y se sigue haciendo
con levadura. Se cocinaba en asaderas en los hornos de pan o, a veces, en los
hornos de las cocinas de leña. Esta torta no es de origen alemán, sino una
creación de los colonos de Esperanza que, ante la abundancia de leche y de
crema, idearon poner sobre la masa leudada crema de leche batida con azúcar y
luego cocinarla.
En la huerta se cultivaba ruibarbo. Luego lo preparaban en almíbar.
En cuanto a la comida diaria, no difería mucho aquellas habituales en las
chacras argentinas.
Si bien mucha gente piensa que el chucrut se comía por doquier, no es así.
Se lo hacía muy esporádicamente y en algunas casas, nunca. Si bien este plato
es tradicional de varios países europeos, en Alemania y en Suiza se lo prepara
ocasionalmente y, a veces, para fiestas populares (quizás podríamos compararlo
con lo que sucede con nuestro tradicional locro criollo).
Las carneadas eran como en la mayoría de los campos. Tal vez se
diferenciaban en que estos colonos ahumaban algunas de sus facturas. Para eso
tenían una piecita herméticamente cerrada, en la que se colgaban las piezas por
ahumar, se cerraba la puerta y se la sellaba con barro. La habitación, apartada de
la vivienda, tenía un orificio en la pared, a nivel del suelo. Antes de cerrar la puerta
19
esparcían aserrín por el suelo, que luego sería encendido a través del citado
boquete. Así el aserrín ardía durante varios días impregnando los productos.
Un embutido que difundieron estos colonos fue la “Leberwurst”, que
significa embutido de hígado y a la que se conoce en nuestro ámbito como
morcilla blanca, elaborada hoy por la mayoría de quienes facturan como tradición
o por los que lo hacen comercialmente.
IDIOMA : la conservación de la lengua fue muy importante. En general dos
generaciones nacidas en Argentina hablaron el idioma alemán con suma fluidez y
lo escribieron correctamente, cayendo en desuso en la década de 1940.
El castellano se aprendía entre los seis y los ocho años de edad, cuando
los niños tomaban contacto con vecinos de otras nacionalidades o cuando
empezaban a frecuentar el pueblo, pero hubo casos de personas que lo
aprendieron en su adultez y conservaron siempre un acento extranjero.
Los alemanes manejaban el alemán en la familia y entre sus amistades,
mientras que los suizo-alemanes hablaban su dialecto en casa y aprendían la
lengua de Goethe en la escuela de la colonia. Todos aprendían el castellano en
su contacto con el resto de la sociedad.
Las mujeres dominaban menos el castellano debido a que salían poco de la
casa y, cuando lo hacían era para visitar familiares o amigos de la misma etnia o
para fiestas de la comunidad germano-hablante.
PLANTAS Y JARDINES : fueron la delicia y pasatiempo preferido. Los jardines
estaban poblados con las más diversas especies de flores y las galerías
engalanadas con bellísimas plantas de interior colocadas en macetones de
terracota, de hormigón imitando tallos y ramas de árboles y algunas revestidas con
mayólicas importadas, de coloridos diseños.
Las huertas se desarrollaban como en todas las chacras, con una diferencia
de que podía haber alguna especie extra como el ruibarbo o los espárragos.
Muchos pedían catálogos a semillerías, entre otras, a la Semillería Alemana
de Buenos Aires. Luego hacían por carta los pedidos de semillas, bulbos, papas,
etc., que eran remitidos por ferrocarril.
TAREAS RURALES: trabajaban en ellas hombres y mujeres, especialmente en los
primeros años, en que no había en la zona cantidad suficiente de peones. Había
matrimonios que dejaban encerrados a sus niños en sus casas y se iban armados
a trabajar la tierra. Sucedía que el esposo araba y la esposa rastreaba; o bien él
sembraba y ella rastreaba.
Si el cereal trillado tenía humedad lo desparramaban sobre las chapas del
techo durante el día y lo juntaban a la noche para evitar que se humedeciera con
el rocío. Cuando los propietarios no tenían hermanos ni hijos en edad de trabajar,
eran las mujeres quienes hacían esa pesada tarea junto a sus esposos.
20
INGRESOS EXTRAS : además de agricultura y ganadería había quienes
pretendían hacer algo más para mejorar la situación.
Poseer una trilladora era una buena fuente de trabajo y de ingresos extras
por trillas a terceros. En 1897 había dos trilladoras en la colonia. En 1898 llegan
los Birchmeyer de Humboldt con una “Foster”, inglesa. En el Anuario Kraft de
1908 figura Schneiter Hermanos como propietarios de trilladora. En la publicación
homónima de 1910 figuran Augusto Birchmeyer, Birchmeyer y Bischoff, José
Birchmeyer, Santiago Friedrich, David Schneiter y José Conti (arrendatario del lote
16 de Bianchetti). Años más tarde Stegmayer Hermanos tuvo una “Ruston”.
Agricultores como Santiago Stutz, Adolfo Seiler, Adolfo Suhr y Federico
Scheker (padre) tenían vacas lecheras y fabricaban quesos que vendían en el
pueblo y alrededores. Santiago Stutz enviaba quesos a Colegiales (Capital
Federal) y a los Quirquinchos (Provincia de Santa Fe).
Se hacían sótanos para guardar los quesos. Galerías o túneles
subterráneos conectaban a los sótanos con pozos de agua para que la
temperatura fuera mas fresca, encontrándose generalmente un tejido o reja al final
del túnel para evitar que alguien, desprevenidamente, cayese a los pozos.
VIVIENDAS : al principio fueron casas precarias, algunas de adobes, otras de
ladrillos, con pisos de tierra y techos de chapas.
Transcurrido el primer lustro del siglo XX, muchos propietarios habían
adquirido más campo, sus empresas estaban sólidas y por ello comenzaron a
agrandar sus casas y a mejorarlas en calidad. De esta manera llegaron a existir
amplísimas casas con pisos y cielorrasos de pino tea, varias galerías, algunas
cerradas para tener plantas, cuatro o cinco dormitorios, etc.
Entre las casas más grandes y cómodas se destacaron las de Quirino
Stegmayer que heredó luego Santiago Stegmayer; la de Quirino Stegmayer (hijo);
la de Enrique Karl; la de Alejandro Bischoff; la de Arnoldo Bischoff; la de Carlos
Schneiter, y la más amplia, con seis galerías, cinco dormitorios, etc., fue la de
David Schneiter, que heredó Federico Schneiter(p).
Hacia mediados de la década de 1930 comenzaron a instalarse usinas con
generadores de 32 volts movidos por motores nafteros, para proveer de
electricidad a las casas. En algunos campos los equipos fueron instalados en
galpones, en un rincón donde no molestaran y sin demasiada tecnología. En otras
chacras se construyeron piezas especiales para instalar usinas con generador,
motor, baterías (para que haya posibilidad de tener alguna luz durante el día y
escuchar radio, ya que el motor se ponía en marcha a la noche hasta la hora de ir
a dormir), tableros de mármol con instrumental, tableros para herramientas, etc.
En este grupo se pueden ubicar las usinas de Carlos Schneiter, Federico
Schneiter, Quirino Stegmayer (hijo), Santiago Stegmayer, Enrique Karl, Carlos
Bischoff, Arnoldo Bischoff, y Eduardo Suhr.
21
EDUCACIÓN
LA ESCUELA ALEMANA: a pesar de que el contingente inmigratorio germano
parlante fue minoría frente a otros grupos étnicos, nadie lo igualó en cantidad de
escuelas fundadas en el territorio nacional. .Entre 1900 y 1939 hubo diecinueve
escuelas alemanas en Buenos Aires y gran Buenos Aires y ciento ochenta y una
en el interior del país (del libro Die Deutschen in Lateinamerika, Schiksal und
Lesitung-Herausgegeben von Hartmut Fröschle-Horst Erdmann Verlag, Tübingen
und Basel, 1979, pág. 120).
Probablemente esto sea la consecuencia de dos características bien definidas
de esta gente de origen alemán, suizo-alemán, alsaciano, loreno e incluso
austríaco: primero, el apego a sus tradiciones y lengua y, segundo, la importancia
que le daban a la formación educacional de sus descendientes.
Los habitantes alemanes y suizos de la Colonia Artagaveytia imbuidos en ese
afán de superación, crean en 1899 la “SOCIEDAD ESCOLAR ARTAGAVEYTIA”
que comenzó a impartir una sólida educación apenas cuatro años después de
poblada la zona y antes de la aparición de la mayoría de las localidades
inmediatas a la colonia. Esta escuela constituyó una avanzada civilizadora en una
región que comenzaba a surgir y fue una institución pionera en varias leguas a la
redonda.
ORIGEN DE LA ESCUELA
Estos colonos deciden, en 1899, crear una escuela para proveer de
educación a sus hijos, ya que hasta ese momento no había en varias leguas a
la redonda ninguna escuela, ni maestro particular. Tampoco pueblos, que surgirían
ya iniciado el nuevo siglo, al influjo del ferrocarril que empezó a trazarse en 1901,
partiendo de Firmat y llegando a Río Cuarto en 1904. Los pocos pueblos,
relativamente distantes para la época, eran villorrios incipientes que poseían
algunas casas dispersas y un boliche donde se expendían unas pocas
mercaderías.
Ante este panorama, los colonos se reúnen en la casa de Alejandro Bischoff
el 18 de noviembre de 1899 para formar una escuela, en lo que dan en llamar
primera asamblea general.
Una segunda asamblea general tiene lugar el 18 de marzo de 1900. En ella
se aprueban los estatutos. Asisten a esta reunión: Santiago Friedrich, Emilio
Seiler, Adolfo Sigrist, Alejandro Bischoff, Luis Schneiter, David Schneiter, Alberto
Chatelain, José León Birchmeyer, José Hermann, Augusto Birchmeyer, Teófilo
Zehnder, Rodolfo Wettstein, Santiago Zoller, Alberto Bertram, Santiago Schneider,
Quirino Stegmayer, Antonio Zoller, Federico Scheker, Guillermo Karl y Félix
Clerici.
22
ESTATUTOS
Establecen que el objetivo de la Sociedad Escolar Artagaveytia es crear una
escuela pública para ambos sexos en la Colonia Artagaveytia. Se impartirá
educación de acuerdo con los preceptos nacionales y siguiendo los lineamientos
de la pedagogía alemana y sin carácter confesional.
Son requisitos para ser socio contar más de veinte años de edad, disfrutar
de buena reputación, pagar una cuota de ingreso de $5.- moneda nacional
(excepto para los socios fundadores) y oblar una cuota mensual de $0,50 moneda
nacional que se pagarán al principio de cada trimestre.
El Comité Directivo se compone de siete miembros: presidente primero,
presidente segundo, secretario, tesorero y tres vocales.
El Comité Directivo determinará planes de estudio, fijará la relación con el
profesorado, contratará profesores por dos años, pudiendo renovar el contrato por
dos años más, se encargará de la compra de útiles y de material de enseñanza,
fijará las mensualidades que pagarán los alumnos, admitirá socios a simple
mayoría de votos, etc.
El director deberá ser, dentar de lo posible, maestro normal.
En sus treinta y ocho artículos se establece, además, cómo funcionará
dicho comité, sus atribuciones, convocatoria a asambleas, destinos de fondos, etc.
Finalmente se establece el destino de los bienes de la institución en caso
de que ocurra su disolución.
PRIMEROS TRES AÑOS:
La primera comisión directiva estaba compuesta de la siguiente manera:
Presidente: Santiago Friedrich
Secretario: Emilio Seiler
Tesorero: Adolfo Sigrist
Vocales: Federico Scheker
Alejandro Bischoff
David Schneiter
Quirino Stegmayer
Los ciclos lectivos de 1900, 1901 y hasta julio de 1902 se dictaron en un
galpón en el campo de Adolfo Sigrist. Este galpón era famoso por ser el único en
los alrededores hecho con ladrillos cocidos.
Los maestros en este período vivieron en el campo de Sigrist y fueron los
siguientes por orden cronológico: Brendli (suizo), Teodoro Rau, Pietraskewitsch
(austriaco) y Schreiner.
NUEVO LOCAL ESCOLAR:
Desde un principio se previó la construcción de un edificio escolar con casa
para el maestro y su familia y se fueron juntando los fondos para el proyecto.
23
El 2 de marzo de 1902 se firma un boleto de compra-venta entre Guillermo
Bischoff, que dona el terreno para la escuela, y David Schneiter como delegado de
la institución. El boleto se hace a favor de Schneiter por carecer la escuela de
personería jurídica. Se indica que el Sr. Schneiter queda facultado para transferir
el predio a la Sociedad Escolar cuando así se determine. Firman como testigos
Adolfo Sigrist y Federico Scheker (p).
El terreno tiene una superficie de 150 varas por 150 varas y está ubicado en
el rincón sureste del lote Nº 45 de la Colonia Artagaveytia.
Luego se inicia la construcción del edificio, que consta de un gran salón
para clases y dependencias para casa-habitación del maestro y su familia.
La Estancia Isla Verde, vecina a la Colonia Artagaveytia dona los ladrillos
necesarios. Esta estancia era propiedad de la firma Engelbert Hardt y Cía.,
radicada en Buenos Aires. Su mayordomo era Eduardo Suhr, un alemán de
Pomerania, quien tenía muy buenas relaciones con el embajador de Alemania,
que solía pasar algunos días en la Estancia Isla Verde. Debido a este vínculo se
consiguió un subsidio de Alemania.
Una vez concluido el edificio, se estipula la fecha de inauguración. Se
decide que sea el día en que se conmemora la independencia de la Confederación
Helvética (Suiza): el 1º de agosto de 1902.
El día fijado se congregan todas las familias de la Colonia Artagaveytia y el
personal jerárquico de la Estancia Isla Verde, todos ataviados con sus mejores
galas.
Un gran cartel rezaba “WILLKOMMEN” (bienvenidos). Sobre ese cartel y
sobre el mojinete del edificio flameaban banderas alemanas, suizas y argentinas.
Estuvo presente el embajador de Alemania, Sr. Keppler, quien recibe las
llaves de la escuela de manos de la niña Ana Sigrist.
¡Hasta hubo un cañón para hacer estruendos! (¿le habrán pedido en
préstamo el cañón a Raimundo Elperdín, el bolichero de Progreso?)
El edificio es de ladrillos asentados en barro, con pisos de pino tea en todas
las habitaciones, excepto en la cocina, posee techo de chapas y debajo, tejuelas.
El salón de clases posee una profusa iluminación natural, ya que cuenta con cinco
ventanas con vidrio repartido y postigones externos de tablones y una puerta
doble de iguales características, además de una pequeña puerta ciega que sale
hacia la parte posterior.
ACTIVIDADES EN EL NUEVO LOCAL
Luego de la inauguración empiezan a desarrollarse las clases en el
flamante edificio que, aunque sencillo y al estilo de las casas de campo de la
época, cumplía con las necesidades de la comunidad escolar.
24
El primer maestro que dicta clases allí es el Sr. Schreiner. Le siguen, el Sr.
Rodolfo Luder,(nacido en Büren o en Fraubrunnen, cantón de Berna, Suiza el 6 de
marzo de 1846, casado el 14 de mayo de 1875 con María Clotilde Insinger, nacida
en Esperanza. Antes de estar en Artagaveytia fue maestro en escuelas privadas
del departamento Las Colonias, Santa Fe). En 1874, Rodolfo Luder figura en los
registros de la Iglesia Evangélica de Esperanza como maestro, sin especificar
dónde. En el acta de casamiento declara ejercer el magisterio en San Carlos,
Santa Fe (datos obtenidos de los registros de la Iglesia Evangélica de Esperanza,
Sta. Fe, Libro de casamientos, año 1875, página 85). Siguen en orden cronológico
el Sr. Albert, el Sr. Emilio Huber, el maestro “Dicinove”, llamado así por todo el
mundo por ser italiano y pronunciar mal el “diecinueve” y cuyo verdadero nombre
era Augusto Virginio Vernizzi, siguiéndole el Sr. Scuaglia.
El comité directivo dispuso que los maestros debían saber alemán,
castellano, música, educación física y que fueran casados. Para conseguirlos se
publicaban anuncios en los diarios de la colectividad alemana de la época.
Las actividades variaban según las aptitudes de cada maestro.
En la época de los maestros alemanes la educación era bilingüe. Durante el
magisterio del Sr. Luder se daban clases alternadas, un día en alemán y un día en
castellano. En el período del maestro Huber las clases en alemán se dictaban día
por medio a la tarde.
El maestro Huber estuvo a cargo de la escuela desde aproximadamente
mediados de la década de 1910 y hasta pasado 1920. En este lapso asistían a la
escuela niños del pueblo de Isla Verde, que habían culminado con su tercer año y
cuyos padres querían que se preparasen algo más. La “Escuela Alemana” tenía
hasta 4º ó 5º grado y por eso algunos habitantes del pueblo enviaban a sus hijos a
esta escuela, especialmente los comerciantes, entre otros Alfredo Rigoni, José
Bianchetti y Alfredo Delsoglio. Estos hombres eran de origen italiano y no venían
con buenos ojos que sus vástagos incursionaran en la lengua germana, por eso
durante el dictado de clases en alemán los niños quedaban en libertad de retirarse
a jugar al amplísimo patio de más de dieciséis mil metros cuadrados. (Una vara
equivale a 0,866 m., por lo que 150 varas son 129,90 m., que es una cuadra. Una
cuadra cuadrada tiene 16.874 metros cuadrados. Esa es la superficie del predio).
Ya en la época del maestro Luder acudían a la escuela chicos de otras
colonias. Los niños Casinotti y Susso de Colonia Progreso asistieron a clase
durante algún tiempo. Los niños Carlos Germán y Adolfo Jakob Scheitlin de la
zona de Cavanagh concurrían a esta escuela y estaban en pensión en el campo
de Schneiter durante el ciclo lectivo, según datos de Guillermo Sigrist y de Adolfo
Scheitlin, respectivamente.
25
El colegio tenía un coro con repertorio en alemán y en castellano. La
participación en el coro era optativa.
El maestro Emilio Huber enseñaba violín a quienes tuvieran interés y letra
cursiva alemana para todo lo que se escribiera y, en educación física, daba
gimnasia con barras. Otro maestro enseñaba mandolina. El maestro Luder
enseñaba poesías en castellano antiguo
Esta formación permite ver que la preparación de los niños se hacía muy
esmeradamente.
Cuando ya no resultó fácil encontrar maestros alemanes, suizos o
austríacos, se optó por dejar de impartir alemán y contratar buenos maestros que
enseñaran sólo en castellano.
Llega así “Dicinove”, un siciliano que había estudiado sacerdocio, muy
preparado, buscador de excelencia en sus alumnos y no menos cruel.
Este personaje era tan exigente que a sus alumnos no les alcanzaba el día
para estudiar y hacer deberes. En cuanto al aseo personal, propinaba reglazos
sobre las uñas de los alumnos que presentaran indicio de suciedad y mandaba a
algunos niños a lavarse debajo de una bomba de mano en pleno invierno.
Además, tenía la costumbre de llevar una navaja en la manga del saco, la
que esgrimió en más de una oportunidad cuando el padre de algún alumno iba a
quejarse por sus métodos inflexibles.
Siempre hubo doble escolaridad. Las clases empezaban a las 8 u 8.30 hs. y
terminaban a las 18. Había una pausa al mediodía para comer. Los alumnos que
vivían en chacras cercanas volvían a almorzar a sus casas. Aquellos que residían
a mayor distancia se llevaban comidas frías. Se solía comer en el mismo pupitre.
En días lindos se comía en el patio, como si fuese un picnic.
Con respecto a las comidas existían diversas modalidades: algunas madres
preparaban mayor cantidad de comida para la cena y así quedaba el almuerzo
preparado para llevar al día siguiente; otras se levantaban a las cuatro de la
mañana para preparar las viandas; otras preparaban sandwiches de fiambres,
manteca queso, dulces, etc. Fue muy usual preparar pan untado con “manteca de
cerdo”, sin tapa. Dicha manteca era grasa de cerdo filtrada hasta tres veces, en
caliente, con un paño blanco.
Cuando estaba a cargo del colegio el maestro Huber los alumnos que
llevaban la vianda comían en la casa del maestro y a los niños Schneiter les
suministraban el almuerzo, en devolución de la atención que esta familia había
tenido para con él, dándole casa y comida hasta que llegó su familia a la colonia y
se fue a vivir a la casa escolar.
Otro maestro tenía una hermana que se ofrecía para calentar los
comestibles de los alumnos.
FONDOS
26
Cada socio debía pagar una cuota de ingreso de $ 5 m/n como ya se dijo, a
excepción de los fundadores. Además, los estatutos establecían una cuota
mensual de $ 0,50 m/n por socio. Socio era el jefe de familia. Luego había una
cuota mensual por alumno, la que alrededor de 1920 ascendía a $ 10 m/n.
También se hacían picnics en los campos de Federico Schneiter y de
Federico Scheker. Para tales ocasiones, Federico Schneiter preparaba
sandwiches sin tapa, untados con jamón del diablo Underwood de origen
norteamericano y con pasta de anchoas también importada. Además de vender
estos peculiares emparedados, había expendio de chopp. A estos acontecimientos
asistía gente de la colonia y del pueblo.
A pesar de que esta institución cumplió con la función de educar, función a
la cual es estado debiera haber acudido desde un principio, y, a pesar de haber
recibido niños descendientes de inmigrantes de diversos orígenes y de no haber
tenido nunca discriminaciones políticas, religiosas ni étnicas, jamás recibió ayuda
oficial de ninguna especie.
FIESTAS DE FIN DE CURSO
Próxima a Navidad se hizo durante varios años la fiesta de finalización del
ciclo lectivo.
Los alumnos y sus padres se congregaban a la mañana. En el aula el
maestro examinaba a sus alumnos ante la presencia de toda la comunidad.
Mientras, afuera, algunos preparaban corderos asados. Al mediodía, ya concluido
el examen, se almorzaba.
A la tarde se festejaba la Navidad. Para ello el comité directivo había
preparado un “WEIHNACHTSBAUM” (árbol de Navidad) con ramas de pinos,
cedros o cipreses. Las señoras se encargaban de llevar las tradicionales
confituras, tortas y masitas de Navidad centroeuropeas.
redonda.
CESIÓN DE LA ESCUELA AL MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN
En la década de 1930 el comité directivo consideró conveniente que la
escuela pasara a la órbita oficial.
Hay varios factores que condujeron a esta decisión:
1. Dificultad para conseguir maestros de buen nivel, de habla alemana,
dispuestos a radicarse con sus familias en el campo.
2. Asimilación por parte de los colonos a la cultura nacional y,
consecuentemente, caída en desuso del idioma alemán como lengua
materna.
3. Existencia de una localidad a sólo tres kilómetros de la escuela
donde ya había dos escuelas oficiales.
4. Incipiente aparición de escuelas rurales diseminadas por todas las
colonias.
27
Así la “Escuelita Alemana”, como se llamaba comúnmente pasa a funcionar
como escuela Auxiliar de la Escuela Nacional Nº 51.
Fueron sus primeros docentes: Marta Cerrutti de Bonet y María Ofelia
Zamudio de Rojas.
En 1943 se transforma en Escuela Nacional Nº 433. Es nombrado director
el maestro Enrique Pérez, hasta su jubilación en 1958.
En 1962 se festejan los sesenta años del edificio. Se realiza una gran fiesta,
a la que asisten alumnos y ex alumnos, entre ellos hijos de los fundadores y
primeros alumnos como Adolfo Seiler, Guillermo Sigrist, José Birchmeyer, Arnoldo
Bischoff, Enrique Suhr.
A fines de la década de 1960 la escuela corre la misma suerte que otras
escuelas de campo: se cierra por falta de alumnos.
Los productores agropecuarios emigran al pueblo y algunas escuelas
rurales no tienen razón de ser.
Junto a la estación del ferrocarril son las únicas construcciones de Isla
Verde y sus colonias que conservan su diseño inalterado, a casi un siglo de vida
en ambos casos. Allí se yerguen solitarias como mudos testigos de tiempos
superados, que tal vez diciéndonos que no las dejemos desaparecer, que son las
únicas reliquias arquitectónicas originales que aún poseemos.
LAS FAMILIAS
Tal vez nunca lleguemos a saber quiénes fueron los primeros en instalarse
en la colonia. Siempre hubo disputas al respecto. En los años ’40 se quiso festejar
el cincuentenario de la colonia. Ya no se sabe si el cincuentenario de la fundación,
en 1942; el de las primeras escrituraciones, en 1943 o el de la radicación del
grueso de las familias en 1945.
En aquel momento se estableció una diferencia de ideas al respecto entre
Federico Schneiter (padre) y Santiago Stegmayer. Sostenía el primero que los
Bischoff fueron los primeros en radicarse, mientras que el segundo decía que
habían sido los Stegmayer. No llegaron a ponerse de acuerdo y no hubo festejo.
De niño escuché a mi abuelo Arnoldo decir que los Bischoff fueron los
primeros y cuando empecé a investigar la historia local, en 1987, Doña Emilia
Klingler de Stegmayer me dijo que su suegra sostenía que primero llegaron los
Stegmayer.
Creo que todos tienen razón, pero toman distintos parámetros.
La familia Stegmayer llegó a la zona en 1893, pero Quirino, su esposa e hija
se radican en la Estancia Isla Verde. Él era herrero. Un hermano menor, Teobaldo
Stegmayer de veintiún años, se va al lote 30 de la colonia con una casilla a arar el
campo. No hay dudas de que los Stegmayer se radican más tarde en
28
Artagaveytia, pero lo de Teobaldo no fue una radicación en una casa y con una
familia, sino la instalación provisoria en una casilla rodante de madera para
laborear el suelo. Porque muchos memoriosos lo dijeron y porque la misma familia
Stegmayer lo sostiene, no quedan dudas que Teobaldo Stegmayer fue el
hombre que abrió el primer surco en la colonia Artagaveytia.
Quirino y familia se radican dos años más tarde, es decir, en 1895.
Alejandro Bischoff viene con un peón de Humboldt, hace los ladrillos,
levanta pieza y cocina y en 1895 trae a su familia. El también estuvo dos años en
la colonia antes del arribo de su compañera e hijos.
Entretanto se levantan sus piezas los Stegmayer y se asientan en la
colonia.
Hablamos de distintos hechos: una instalación provisoria de un hombre solo
en una casilla móvil, la radicación en una casa de un hombre que trae luego a su
familia y la radicación de un matrimonio y sus hijos en una casa (todos
simultáneamente), a la que se agrega un hermano que ya estaba en una casilla.
Según datos de María Scheker las primeras familias en radicarse fueron
Bischoff, Schneiter y Sigrist.
Por eso creo que no se puede hablar de “primeros” sin aclarar “cómo”.
Hay familias que compraron campos y no se radicaron en la colonia,
mientras que otras lo hicieron por períodos de pocos años, vendiendo luego la
tierra y regresando a la provincia de Santa Fe. Hay quienes fueron inquilinos,
medieros o peones, figuran en la historia pero por cortos períodos. Finalmente de
algunos se tienen pocos datos. Entre todos ellos podemos mencionar a Santiago
Zoller, Felipe Reinhardt, Pedro Dickenscheid, Alberto Bertram, Adolfo Boll,
Domingo y Teófilo Zehnder, Emilio Jappert, Santiago Schneider, Félix Clerici y
Pedro Schumacher.
FAMILIA STEGMAYER: Quirino (1866 – 1915) y Teobaldo (1872 – 1961),
nacidos en Gau- Algesheim, Renania. Llegaron con sus padres a la Argentina. Se
radicaron en Cavour, provincia de Santa Fe. Quirino se casa con Clara Mergen
(1870 – 1941), descendiente de alemanes. Deciden comprar campo en
Artagaveytia y su padre tenía el dinero guardado en un libro, pero no se los dio
porque sostenía que venir a estos pagos era una locura, que se iban a fundir y que
volverían a la casa paterna. Ellos cumplieron su sueño y los hijos de Quirino
llegaron a tener, sumados los distintos campos, más de mil hectáreas.
Quirino y Clara tuvieron cuatro hijos: Gertrudis, Quirino, Catalina y Santiago.
Teobaldo no se casó y fue, como se dijo, el primero en trabajar la tierra de
la colonia y el último alemán de la colonia en morir.
Una tragedia se grabó a fuego en la memoria de esta familia. En la
mudanza de Cavour a Isla Verde, traían enseres y caballos. Una noche durante la
travesía acamparon cerca de Armstrong. Jorge Mergen, hermano menor de Clara,
29
soltero, venía a quedarse con ellos. Mientras la familia dormía, él cuidaba la
caballada, para que no se disperse. Al amanecer encontraron su caballo atado a
un durmiente de la vía y el cuerpo de Jorge arrollado por un tren. Nunca se supo
que sucedió. Debieron sepultarlo en el cementerio de Armstrong y seguir su
itinerario.
Gertrudis se casó con Charlet, de Cruz Alta, murió joven sin tener hijos y
está sepultada en el cementerio de Disidentes en Rosario.
Quirino padre, enfermo, fue llevado en tren a Rosario en 1915. Falleció y
fue enterrado en el Cementerio de Disidentes. En la década de 1990 sus restos
fueron traídos al cementerio de Isla Verde.
Catalina, enferma, se suicidó a los treinta años, en 1926.
Quirino (h) se casó con Teresa Sassia de Monte Maíz; Santiago Felipe se
casó con Emilia Elisa Klinger, descendiente de suizos de Dättlikon, cantón de
Zurich, cuyos antepasados se radicaron en Progreso, Santa Fe.
En el campo de Stegmayer vivió durante uno o dos años Albert Meinert,
extripulante del Acorazado de Bolsillo Admiral Graf Spee, tal vez a partir de 1940.
Cuando este buque alemán es hundido en el Río de la Plata en diciembre de
1939, los tripulantes sobrevivientes quedan alojados en el Hotel de Inmigrantes,
en Buenos Aires. Con el correr de los meses, un grupo queda a cargo del
Consulado Alemán en Córdoba, el que, a la vez, intenta que los “internados” sean
derivados a distintas familias en el territorio de Córdoba, ya que el mantenimiento
de los marinos era difícil para una nación en guerra. Fue así que Alberto, llegó al
campo de Stegmayer. Cuando se encuentra con Teobaldo Stegmayer, éste le
formula una pregunta en su dialecto, que resultó ser el mismo que el del
muchacho alemán. Sus respectivos pueblos están a escasos kilómetros uno del
otro, en Renania, Alemania. Alberto estuvo en ese campo hasta que se cayó de
un caballo y se fracturó una pierna. Luego de su recuperación se alojó en el
pueblo, en la casa de Ernesto Karl, con quien ejerció su oficio de técnico
electromecánico.
Teobaldo volvió a visitar su patria en 1938. Falleció en Isla Verde en
1961.Fue el primer alemán en radicarse en Artagaveytia y el último en morir.
FAMILIA ALEJANDRO BISCHOFF: Alejandro nació en Thun, Cantón de
Berna, Suiza, en 1865. Llegó con sus padres Albrecht y Elisabeth Siegenthaler y
varios hermanos, a Argentina en 1871.
Se casó con una argentina, Anna Bárbara Sieber (1872 – 1953), hija de
Guido (oriundo del cantón de Zurich, Suiza) y de María Gut (nacida en Esperanza
en 1856).
Tuvieron tres hijos: los mellizos Arnoldo y Anita, nacidos en Humboldt en
1893 y, trece años después, a Eduardo, nacido en Artagaveytia en 1906.
30
En 1893 compra tres lotes para sí y tres para su hermano Guillermo ($
20,74 m/n. /ha.). En 1904 compra 225 hectáreas a Juan y Federico Blume (lotes 4
y parte del 5). Valor de la hectárea $ 37,77 m/n.
En 1909 compra 84 hectáreas del lote 3 a l matrimonio Barrera ($ 142,86
m/n. ha.); En 1912 compra 41 hectáreas ($ 121,95 m/n /ha.) a Calixto Barrera y en
1917 el último cuarto: 41 hectáreas ($ 195,12 m/n. /ha.) a los herederos de Calixto
Barrera y de su esposa
También compró parte del lote 64, pero por temor a no poder pagarlo, lo
vendió.
Su esposa lo acompañó con esfuerzo en todos los trabajos. Ella fue amante
de las plantas al punto de que hizo construir un invernáculo en subsuelo, con
techo de vidrios a dos aguas.
Por ese mismo amor a las plantas el campo original de los Bischoff, que
heredó Eduardo, se llama “Las Rosas”, en tanto que el campo heredado por
Arnoldo se llama “La Victoriosa” y no sabemos el origen del nombre.
A pesar de que en Humboldt lo tacharon de loco por la decisión de “irse a
un desierto” y le pronosticaron un seguro fracaso, ello no ocurrió. Tan al contrario
se dio todo que, al morir dejó 800 hectáreas y otros bienes.
Alejandro Bischoff murió en 1921 al estrangulársele una hernia cuando
sacaba un poste.
Nunca regresó a su patria.
FAMILIA GUILLERMO BISCHOFF: mayor que Alejandro, en 1893, al comprar
el campo, era soltero. Luego se casó con la madre de su cuñada (la esposa de
Alejandro) María Gut viuda de Sieber y tuvo dos hijos: Juan y Emilio Carlos.
Guillermo no se radicó nunca en Artagaveytia, quedó en Humboldt.
Mientras tanto se hizo cargo del campo el yerno de su esposa, Pablo Müller,
casado con Josefina Sieber.
En 1924 su hijo Emilio Carlos, casado con Juana Keller, decide dejar
Humboldt y radicarse en Artagaveytia, treinta años más tarde que su tío Alejandro.
Ya tenía cuatro de sus nueve hijos cuando llegó a la colonia: Hortencia (Tency),