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Bienvenido al reto 40! Estoy muy feliz y emocionada que hayas podido aceptar el desafío de acercarte como nunca antes a Dios por medio de la Palabra, la Oración y el Ayuno. Pienso que

no hay nada más poderoso que una vida totalmente rendida a los pies de Dios y esto es algo que podremos hacer cuando nos determinamos a buscarle con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas.

Me encanta la vida de Jacob porque no fue un hombre perfecto. Creo que eso trae algo de alivio, el saber que Dios puede tomar una vida im-perfecta, transformarla y crear en ella Su obra maestra. Jacob, hijo de Isaac, nieto de Abraham, tenía su propia marca. Abraham tenía la marca que el mismo Dios le dio: padre de multitudes. Isaac recibió su nombre de parte de Dios y su significado es: risa. ¿Pero Jacob? El significado es: suplantador o el que engaña. ¡Wow! Lindo, ¿o no? Padre de Multitudes, Risa y el que Engaña. ¿Será que combina? No, pero era su marca, era su nombre. Mientras que Jacob fue Jacob, vivió la vida que él merecía, una vida en la cual nunca se sintió satisfecho. Siempre se comparó con su hermano Esaú. Siempre quiso ser Esaú, pero no podía porque era Jacob. Intentó obtener la primogenitura, y por más de que se esforzó en hacer una excelente sopa de lentejas, nada cambió porque seguía siendo Ja-cob. Años después, cuando su padre había perdido la vista y ya era de edad, pensó que podría finalmente tener todo lo que quería. Se disfrazó de Esaú y obtuvo la bendición de su padre. La palabra enseña como Isaac levanta su voz y le pregunta: “¿Eres tú mi hijo Esaú?” Y Jacob res-pondió: “Yo Soy” (Génesis 27:24). Pasaron varios años hasta que Jacob finalmente pudo recibir la bendición, no como Esaú, sino como Jacob.

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Génesis 32:24-29

Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

Solo hasta el momento en que Jacob quedó sin nadie a su alrededor, hasta que sintió que todo lo que había hecho y todo su esfuerzo en sus propias fuerzas no sirvió de nada, fue el momento en el que Dios pudo encontrarse con él. Dios no buscó a Jacob cuando lo tenía todo. Dios encontró a Jacob cuando él quedó completamente solo. Fue similar con Moisés, Dios no lo encontró cuando estaba en su esplendor en Egipto, Dios lo encontró cuando estaba completamente solo. La Palabra decla-ra: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tie-rra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” (Juan 12:24). Jacob era un lindo grano que no había muerto. Era un grano que estaba bien vivo, porque lo dominaba sus pensamientos, sus ideas, su propia voluntad. Ese grano, por más que tuviese buena voluntad de recibir la bendición de Dios, si no moría, quedaría solo. Ahora, es interesante que para morir debía estar solo, porque el grano debía ser plantado en tierra, estar cubierto totalmente por esa tierra y debía quedar en completa oscuridad y apartado de todo.

Jacob vivió exactamente esto: únicamente hasta el momento en el que se rindió totalmente, en medio de esa oscuridad y soledad, luchó por su bendición tal como era. Ya no habían más planes, más sopas de lentejas, más disfraces, ahora solo quedaba: Jacob. “Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.” Solo hasta que Jacob aceptó sus

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marcas fue que Dios pudo cambiar su naturaleza. Solo hasta el momento en que rindió el 100% de su vida, fue que venció.

Pero la parte que me encanta es la que sigue: “Entonces Jacob le pre-guntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.”

Yo pude entender el significado de lo que Jacob preguntó hace un tiem-po atrás en un tiempo específico en mi vida en el cual el Señor me llevó, al igual que Jacob, a estar sola; era un tiempo de meterme como nunca antes con Dios. Recuerdo que fui a una de las reuniones de la iglesia, y el Pastor justo estaba predicando sobre Jacob. Yo solo quería que llegase el tiempo de la ministración para derramar mi corazón delante de Dios. Cuando el tiempo de oración comenzó, mientras estoy sobre mis rodillas, fue como si finalmente un velo hubiese caído de mis ojos y pude escu-char la voz del Espíritu Santo que me dijo: “Jacob solo recibió la ben-dición cuando preguntó por Mi Nombre! Yo cambio tu nombre cuando preguntas por Mi Nombre”. Solo hasta ese momento entendí la impor-tancia de preguntar y conocer el nombre de Dios. Al conocer Su Nombre nuestras vidas serán totalmente transformadas para siempre. Este reto es precisamente para que juntos entremos en esa búsqueda, no solo de preguntar por el Nombre de Dios, sino también para que podamos reci-bir el nombre que Él tiene para cada uno de nosotros.

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la PalabraLa Palabra es tan importante! Ahí es donde está nuestro nom-bre. Mi destino y futuro se encuentran en las páginas sagradas de la Palabra de Dios. Entendí que todo lo que necesito está en este libro, la provisión de Dios para Sus hijos está en la Palabra.

Dios le dio una promesa a Josué que marcó el rumbo de su vida y de toda su nación:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. (Josué 1:8)

¡Acá hay una promesa de prosperidad y éxito! ¿Quién no quiere esto?

La verdad es que nadie quiere fracasar, y aunque alguien pueda pensar que esa promesa era sólo para Josué, no es así. Tenemos en nuestras manos la llave para prosperar en todas las áreas de nuestra vida, esta es: !la Palabra de Dios!

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La promesa que Dios le dio a Josué fue: “Harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”. Pero, ¿cómo alcanzamos esto? Si leemos el verso, encontramos tres palabras clave, que podemos expresar como:

PENSAR + PROCLAMAR + PRACTICAR

Es decir, las condiciones para alcanzar la promesa consisten en una sencilla fórmula (P+P+P):

Pensar en la Palabra (meditación correcta).

Proclamar la Palabra (declaración correcta a través de nuestra boca)

Practicar la Palabra (hacer lo correcto).

El Señor anhela bendecirnos en gran manera. Para ello debemos pen-sar en la Palabra, proclamarla y actuar basados en ella. Dios hablará a tu vida cada vez que entres en tu estudio diario de la Biblia, pero es necesario meditar, pensar y actuar en ella en todo momento.

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¿CÓMO ESTUDIAR LA PALABRA? Para hacer el estudio es necesario que tengas:

• Una Biblia propia (preferiblemente que puedas subrayar).

• Un cuaderno designado solo para tu devocional.

Diariamente haremos las siguientes lecturas:

+ 3 capítulos cada día de lunes a domingo

En el cuaderno podrás escribir todo lo que Dios te hable a través de Su Palabra. Puedes enfocarte en:

1. PROMESAS: hay más de 3.000 promesas en la Biblia que son tu he-rencia. Es vital escribirlas cuando Dios te las de. Es importante que también escribas si el cumplimiento de la promesa depende de que tú reúnas ciertas condiciones.

2. MANDAMIENTOS: Dios es el Rey de reyes y Señor de señores. Nadie tiene más autoridad que Él. Si te pide que hagas algo, lo mejor que puedes hacer es obedecer.

3. EJEMPLOS: ¿Hay algo que sea digno de imitar? ¿Hay algún ejemplo negativo que tenga que evitar?

4. APLICACIÓN: Según lo que Dios te muestre, es posible que tengas que hacer cambios en tu vida. Ésta es la sección donde podrás es-cribir cosas concretas que comenzarás a poner en práctica inmedia-tamente. Es bueno que revises lo que escribiste en esta sección con frecuencia para que evalúes si estás cumpliendo lo que te compro-metiste a hacer o no.

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EL PODER DE LA PROCLAMACIÓN

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. (Romanos 10:8-9)

Hay una conexión increíble entre la confesión que hago con mi boca y la convicción que hay en mi corazón. Al hacer la confesión correcta, me humillo y hago a un lado mi propio “yo pienso, yo siento y yo quiero”. Comienza con mis labios y luego pasa a ser una realidad en mi corazón.

Es posible que haya versos que no entiendas inicialmente, pero si los confiesas con tu boca, los vuelves a confesar y los vuelves a confesar, pasarán de ser una simple proclamación a una verdadera convicción.

En estos 40 días Dios hablará tanto a tu vida que quedarás asombrado, pero recuerda la fórmula correcta:

PENSAR EN LA PALABRA

PROCLAMAR LA PALABRA

PRACTICAR LA PALABRA

Estoy convencida que Dios hablará a tu vida, lo importante es que tú obedezcas.

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la Oración a oración no es el algo que yo uso para que Dios haga lo que yo quiero, sino que es la herramienta que Dios usa para yo me convierta en Su instrumento. Cuando entiendo esto, no solo comienzo a amar la oración, sino también a recibir respuesta a

mis oraciones.

Debemos entender que el Padre está esperando que nos volvamos a Él en oración, no para regañarnos o culparnos, sino para recibirnos con Sus brazos de amor.

En el evangelio de Lucas vemos una imagen hermosa de cómo el Padre estaba esperando a su hijo perdido: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. (Lucas 15:21)

Tal vez han pasado días, semanas o incluso meses desde la última vez que entraste en oración. ¡La buena noticia es que tu Padre te está es-perando con los brazos abiertos! Te acepta tal como eres, pero eso no significa que te dejará igual.

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En la Palabra vemos –muchas veces– que la voluntad de Dios es que oremos y recibamos respuesta a nuestras oraciones: “Y todo lo que pi-diereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. (Mateo 21:22)

“Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo reci-biréis, y os vendrá”. (Marcos 11:24)

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. (Mateo 7:7-8)

“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Pa-dre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. (Juan 14:13-14) ¡Creo que ya entendiste el mensaje! ¡Nuestras oraciones pueden ser res-pondidas! Pero debemos aprender a orar.

Jesús es nuestro modelo a seguir en todo. La Palabra dice, “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lá-grimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”. (Hebreos 5:7)

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¿CUÁL FUE LA ORACIÓN DE JESÚS EN EL JARDÍN DEL GETSEMANÍ?

“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. (Mateo 26:39)

Ese temor reverente, que el escritor a los Hebreos menciona, es una ac-titud de rendición. Cuando nos acercamos a Dios en oración debemos decir : “Que no se haga mi voluntad sino la tuya”.

Al hacer esta oración estoy entregando mi vieja naturaleza y al decir: “que se haga tu voluntad”, estoy recibiendo una nueva. La oración se convierte en un arma poderosa cuando aprendo a dejar mi ego a un lado.

Al entregar nuestra voluntad en oración debemos recordar tres cosas que nos ayudarán:

+ DIOS ME AMA MÁS DE LO QUE YO MISMO ME AMO

+ DIOS ME ENTIENDE MEJOR DE LO QUE YO MISMO ME ENTIENDO

+ ¡DIOS QUIERE LO MEJOR PARA MÍ!

Jesús recibió respuesta a todas sus oraciones porque siempre se acercó a el Padre con una sumisión reverente. Sé que en estos 40 días tu vida de oración será transformada radicalmente, y empezarás a reinar por medio de la oración.

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el Ayuno l ayuno es un arma espiritual que el Señor nos ha dado. Es de-jar a un lado nuestra fuerza humana para obrar con la fuerza sobrenatural. Hay varias características que debemos tener en cuenta:

1. HUMILLARNOS DELANTE DE DIOS

Cuando nos determinamos a ayunar, lo que estamos haciendo es humi-llarnos ante la presencia de Dios. Es interesante que la mayoría de veces que la Biblia menciona el ayuno, dice que quienes ayunaban, se vestían con cilicio y derramaban tierra sobre sí. Recordemos que el hombre fue formado del polvo de la tierra. Cuando ayunamos estamos volviendo a ese estado frágil, diciéndole al Señor: “En nuestra fuerzas es imposible, mas volvemos a como Tú nos formaste, reconocemos que somos polvo y tierra y que solamente Tú tienes el poder de revertir nuestra situación”.

2. SEPARACIÓN TOTAL

“El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, y con cilicio y tierra sobre sí.Y ya se había apartado la descen-dencia de Israel de todos los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres.Y puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta parte confesaron sus pecados y adoraron a Jehová su Dios”. (Nehemías 9:1-3)

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Según la Escritura, el pueblo de Israel hizo algo más: se apartó de todos los extranjeros. En ese tiempo de ayuno hubo una separación con todo lo externo del mundo. El ayuno es un tiempo de separación de todo lo que nos puede contaminar en este mundo: música, televisión, películas, internet, etc.

En el ayuno no solo me abstengo de alimentos, sino que también me estoy separando de todo –incluso de malas amistades– para poder es-cuchar a Dios. ¿Qué sucede si no hay esa separación? Nuestro oído se bloquea, se hace insensible y no podremos escuchar Su voz.

Te animo a que durante estos 40 días puedas hacer algún tipo de ayuno, ¡créeme que el ayuno va a cambiar tu vida por completo!

TIPOS DE AYUNO:

El Espíritu Santo guía a cada persona en cómo y por cuánto tiempo debe hacer el ayuno.

+ AYUNO TOTAL

Duración: por lo general 3 días.

Es un ayuno en el que te abstienes de todo tipo de alimento y tomas únicamente agua. Debes consumir mucha para evitar deshidratarte. La cantidad depende del metabolismo de cada persona, del clima y de la actividad diaria. Por regla general, la sed, la resequedad en la garganta, labios y piel son síntomas de deshidratación, así que si se te presentan, es un indicativo de que debes tomar más agua.

Ten en cuenta que una gran parte de la energía que obtienes del alimen-to es usada para mantener la temperatura corporal, así que usa ropa abrigada. Puedes tomar un agua aromática caliente si estás sintiendo mucho frío, o también un consomé (sólo el caldo) si te estás sintiendo muy débil. Evita el consumo de cafeína y de bebidas energizantes.

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+ AYUNO PARCIAL

Duración: libre.

En este ayuno te abstienes de todo tipo de alimento a excepción de agua, pero a diferencia del ayuno total, lo haces sólo durante una parte del día. Puedes hacerlo hasta las 6:00 PM, hasta las 3:00 PM, hasta el medio día, o desde la salida hasta la puesta del sol.

No te engañes a tí mismo excediéndote en la comida de la tarde/noche para que al día siguiente no sientas hambre. Procura comer algo ligero o lo que normalmente comes.

+ AYUNO DE DANIEL

Duración: libre (usualmente se hace por 10 o 21 días).

Este ayuno se hace durante todo el día –como el ayuno total– pero se pueden consumir algunos tipos de alimento diferentes al agua.

Alimentos sólidos como frutas y verduras, líquidos como aguas aromá-ticas o jugos naturales.

+ ABSTINENCIA

Este debe ir unido a alguno de los ayunos ya explicados. En algunas oca-siones, el Espíritu Santo te guiará a abstenerte de algún tipo de alimento en específico o de cosas diferentes a la comida, por ejemplo: maquillaje, Facebook, televisión, fútbol, videojuegos, etc.

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¡Sé que estos 40 días marcarán un antes y un después en ti! Recuerda cómo sucedió con Jesús, Él fue guiado por el Espíritu 40 días en el desierto, pero salió en el poder del Espíritu Santo. ¡Prepárate para conocer el Nombre de Dios, y a la vez, recibir el nombre que Él tiene para ti!

¡BIENVENIDO!

PENSAR + PROCLAMAR + PRACTICAR

S E M A N A 1

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os nombres en la Biblia son de mucha importancia. Un ejemplo claro es el que encontramos en las vidas de Abraham, Isaac y Jacob. Fue Dios mismo quien cambió el nombre de Abram,

que quiere decir Padre Enaltecido, por Abraham, que significa Padre de Multitudes. Dios cambió el nombre de Jacob cuyo significado es Suplantador o El que engaña, por Israel, que es Príncipe con Dios o El que lucha con Dios. Tal vez te estés preguntando: ¿Por qué Dios no cambió el nombre de Isaac? Si recordamos, fue Dios mismo quien le dio a Isaac su nombre desde antes que naciera. Los nombres están ligados a nuestro carácter y destino, así que es por esta razón que hemos entrado en esta búsqueda de recibir un nombre nuevo. Ahora como lo vimos antes, para entender y recibir nuestro nombre debemos conocer los Nombres de Dios, pues éstos también están unidos y ligados a Su carácter.

Empezaremos por el nombre primordial de Dios en el antiguo testamen-to: ELOHIM. Lo encontramos en Génesis 1:1 “En el principio Dios (Elohim) creó los cielos y la tierra…” Este nombre ELOHIM lo encontramos mas de 2.500 veces en el Antiguo Testamento, lo que nos hace entender que la Biblia se enfoca en revelarnos quién es Dios.

La Palabra ELOHIM viene de la raíz en Hebreo “EL” que significa: PODER o EL PODEROSO

En la Biblia la palabra ELOHIM también es usada para describir otras personas fuera de Dios.

• En el Salmo 8:5 se aplica a los ángeles.

• En Éxodo 22:9 se aplica a jueces humanos.

• En el Salmo 82:1 se aplica a gobernantes humanos.

• En Éxodo 12:12 se aplica a ángeles caídos.

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Lo interesante es que todos estos manifiestan lo que ELOHIM representa:

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Podemos decir que ELOHIM representa: la totalidad de todo lo que es Dios.

ELOHIM también nos ayuda a entender el misterio de la trinidad, ya que esta palabra en el hebreo está en plural, y siempre es continuada por un verbo singular. “En el principio ELOHIM (plural) creo (singular) los cielos y la tierra”. Nos revela un misterio de que Dios es trino, mas es UNO.

En Isaías 6:8 también encontramos este misterio revelado: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré (singular), y quién irá por nosotros (plural)?”

Mas fue solo en el Nuevo Testamento que El Señor le plació revelarnos el misterio de ELOHIM. En Mateo 28:19 Jesús le da sus ultimas instruc-ciones a sus discípulos y les dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo…”

Fue aquí que ELOHIM fue revelado. Es interesante que en el Hebreo hay dos palabras para la palabra uno, una es yachid y la otra es echad.

Yachid: solo uno, solitario y único.

Echad: unidad compuesta.

En Génesis 22:2 Dios le dice a Abraham, “Toma ahora tu hijo, tu único (yachid), Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto…”

En Jueces 20:11 el pueblo de Israel salió a la guerra, y ésta es la descrip-ción, “Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la ciudad, liga-dos como un solo hombre (echad)”. Eran uno, pero a su vez compuestos de varias personas.

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ELOHIM es Uno solo, pero se revela a nosotros como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Nunca podremos conocer la plenitud de Dios si no entendemos que Elohim es uno solo compuesto de tres personas. Tres personas que quieren entrar a lo más profundo de mi corazón para amarme, restaurarme y darme el propósito que Él ya tiene diseñado para mí. Él te está buscando y al igual que Isaías, y te está preguntando: “A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”

Esta es tu oportunidad para conocer a ELOHIM y responder: ¡Heme aquí, envíame a mí!”

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DÍA 1

DÍA 2

DÍA 3

DÍA 4

DÍA 5

DÍA 6

DÍA 7

Semana1(Opcional también puedes leer el proverbio del día todos los días)

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VERSOS POR MEMORIZAR:

Romanos 5:1-2

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza

de la gloria de Dios.