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Barbara Berckhan EL ARTE DE HACERSE RESPETAR Estrategias sencillas y efectivas para aplicar en cualquier situación integral
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Berckhan Barbara - El Arte de Hacerse Respetar

Oct 20, 2015

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Rodrigo Vergara
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  • Barbara Berckhan

    EL ARTE DE HACERSE RESPETAR

    Estrategias sencillas y efectivas para aplicar en cualquier situacin

    integral

  • Ttulo original: Sanfte Selbst-behauptung Ilustraciones: Monica May, Mnchen Diseo de cubierta: Opalworks

    2006 Ksel-Verlag, Manchen. Compaa del grupo editorial Random House. del texto, 2006 Barbara Berckhan de la traduccin: Lidia Alvrez Grfoll de esta edicin: 2009, RBA Libros, S.A. Prez Galds, 36 - 08012 Barcelona www.rbalibros.com / [email protected]

    Primera edicin: marzo 2009

    Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno o por ningn medio sin permiso previo del editor.

    Ref.: OALR190 ISBN-13: 978-84-9867-471-2 Depsito legal: B-8290-2009 Impreso por Liberdplex (Barcelona)

    NDICE

    Introduccin 11

    La primera estrategia en el arte de hacerse respetar: La postura regia 15

    Lo que decimos sin palabras 16 Qu aspecto tienes cuando te sientes inseguro? 18 El lenguaje corporal inseguro, nervioso 19 Cmo sentarse, estar de pie y caminar con seguridad 21 Estrategia de autoafirmacin: la postura regia 21 Estrategia de autoafirmacin: tu postura regia con

    el mtodo abreviado 23 Muestra tu dignidad natural 24 La intimidacin forma parte del pasado 27 La prctica cotidiana de la postura regia 27 La metamorfosis de un pichn 28 La mirada de Bambi y la sonrisa complaciente 30 Demasiado complacientes para decir no 31 No permitas que te aborden por sorpresa 34 As evitars que se aprovechen de ti 35 Preguntas frecuentes sobre la postura regia y el

    lenguaje corporal 36 Cmo protegerte del mal humor de los dems 39 Cmo conseguir una piel dura 40

  • Estrategia de autoafirmacin: tu coraza 40 Cuando las conversaciones acaban siempre en discusin 42 Cmo no tomarse los comentarios crticos como algo

    personal 44 La distancia que te conviene 45

    La segunda estrategia en el arte de hacerse respetar: La voluntad firme 49

    Mejor palabras claras que un profundo suspiro 49 Fcil de tratar, poco exigente y ninguna carga para

    nadie 50 Quien nada dice, nada consigue 52 Atrvete a decirlo 53 El drama de los hombres y las mujeres competentes .. 55 Estrategia de autoafirmacin: la voluntad firme 56 Los cuatro tropiezos ms frecuentes al plantear una

    peticin o un deseo 57 Cmo evitar el primer tropiezo: no pidas imposibles . 58 Evita el segundo tropiezo: pocas frases breves en

    vez de un torrente de palabras 60 Sortea el tercer tropiezo: no actes de forma infantil

    cuando pidas ayuda 61 As pedirs ayuda con seguridad 62 Elude el cuarto tropiezo: expresa una peticin clara

    en vez de hablar con indirectas 63 Formula tus peticiones sin dar lugar a malas

    interpretaciones 66 Cmo evitars el quinto tropiezo: s hbil al

    expresar tu enfado 61 As se reclama sin atacar a nadie 70 Preguntas frecuentes sobre la estrategia de la

    voluntad firme 72 La manera sencilla de obtener lo mejor 75 Sobre escrpulos y otros frenos a los deseos 76

    6

    El miedo al no 77 Sobre el arte de aceptar un no con serenidad 78 Cmo sacar provecho de un no 79 Estrategia de autoafirmacin: cmo conseguir algo

    despus de un no 80

    La tercera estrategia en el arte de hacerse respetar: La negativa amable 83

    La difcil palabra no 83 Sobre muas y otros animales de carga 85 Qu ocurre cuando pones pocos lmites 85 Decir no con determinacin y claridad 87 Estrategia de autoafirmacin: decir no 88 No toleres que te traten mal 88 Estrategia de autoafirmacin: cmo defenderte de las

    humillaciones con un rotundo no 90 Bienvenido al mundo de los amantes de la armona ... 91 La gota que colma el vaso y acaba con nuestra

    paciencia 92 Estrategia de autoafirmacin: la forma amable de

    decir no 93 Di no mostrando tambin comprensin 95 Estrategia de autoafirmacin: mostrar comprensin

    y, a pesar de todo, decir no 96 Impide que te atosiguen 97 Estrategia de autoafirmacin: tmate un momento

    de reflexin 99 Por qu una buena relacin necesita el s y el no 100 Ensea a los dems dnde estn tus lmites 101 Preguntas frecuentes sobre la estrategia de la negativa

    amable 105 Si no lo hago yo, quin lo har? 107 Sobre la ceguera ante la suciedad y otros problemas

    de limpieza 108

    7

  • Cuando las palabras se las lleva el viento 110 Sobre el arte de ser consecuente 111 Distribuir las tareas en vez de encargarse de todo 113 Estrategia de autoafirmacin: redistribuir el trabajo .. 113

    La cuarta estrategia en el arte de hacerse respetar: La obstinacin educada 117 Mucha autoafirmacin, pero no consigues nada? 117 Por qu es importante repetirse 119 La obstinacin habitual en el mundo de los negocios . 120 Con un no empieza la negociacin 122 La obstinacin que todos nios dominan 122 La tenacidad gana 123 Permiso para ser cabezota 125 No dejes que se te quiten de encima 126 Estrategia de autoafirmacin: el abec de la

    obstinacin por secuencias 128 La lucha serena por los propios intereses 129 Preguntas frecuentes sobre la estrategia de la

    obstinacin educada 132 Cmo encajar con serenidad los comentarios

    impertinentes 134 Persiste en tus deseos con perseverancia 137 Estrategia de autoafirmacin: cmo conseguir que

    los comentarios estpidos caigan en saco roto 138 La obstinacin simple en casos de urgencia 139 Cuando la autoconfianza falla 140 Basta con una sola frase 141 Qu puedes aprender de un contestador automtico .. 143 Estrategia de autoafirmacin: obstinacin con una

    sola frase 144 Cuando se pierde,, el hilo conductor 145 Cmo hacerte con el timn 146 Estrategia de autoafirmacin: encauzar una

    conversacin con la obstinacin educada 148

    8

    Cmo cambiar fcilmente de tema si ste te resulta desagradable 150

    La quinta estrategia en el arte de hacerse respetar: La autoconfianza atrevida 153 La falta de autoconfianza se origina en la cabeza 154 El crtico interior y sus efectos devastadores 155 No creas todo lo que se te pase por la cabeza 157 De dnde surgen las dudas 158 Atrapado en el dilema o todo lo haces mal 160 Cmo reconocer la chachara del crtico en tu cabeza . 161 Estrategia de autoafirmacin: ser consciente de las

    acciones del crtico interior 161 Cuando el crtico interior arremete contra otras

    personas 162 Por qu hay gente que nos cae mal? 163 No creas ni una palabra de lo que el crtico interior

    diga 165 Preguntas frecuentes sobre el crtico interior 167 Sobre pequeos consuelos y otras formas de evasin . 172 De dnde surgen las exigencias elevadas? 173 Bajar el listn 174 Estrategia de autoafirmacin: cmo rebajar las

    exigencias 175 Aumenta la autoconfianza en las situaciones difciles 176 Estrategia de autoafirmacin: sosegar al crtico

    interior 177 De la autocrtica a la autoestima 180 Desarrolla una cultura basada en la autoestima ......... 181 Estrategia de autoafirmacin: los cuidados diarios a

    tu autoestima 182 Un s rotundo a ti mismo 183

    Eplogo 187 Bibliografa 189

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  • INTRODUCCIN

    El arte de hacerse respetar consiste en mantener la calma, actuar con dignidad y expresarse claramente sin atacar a nadie. Determinacin elegante en vez de gritos exaltados. Comunicacin clara en vez de mutismo desvalido.

    En este libro encontrars cinco de las mejores estrategias para conseguirlo sin esfuerzo. Son estrategias sencillas, pero efectivas: los cinco filones de oro del arte de hacerse respe-tar. Las cinco estrategias proceden de la vida cotidiana. Es lo que practica la gente segura de s misma al hacerse respetar con serenidad. Si t eres una persona segura de ti misma, ya utilizas quizs inconscientemente estas estrategias.

    A lo largo de los ltimos doce aos trabajando como experta en comunicacin, he descubierto esas estrategias de autoafirmacin naturales y he confeccionado con ellas un programa prctico. Con la ayuda de los comentarios de mis alumnos, he ido puliendo y mejorando esas estrategias para hacerlas ms tiles todava. En este libro encontrars el resul-tado de ese trabajo de perfeccionamiento llevado a cabo durante aos.

    Me gusta ser prctica tanto en mis cursos como en mis libros. Prefiero los mtodos concretos. Instrucciones que expliquen detalladamente en qu consiste la autoafirmacin, igual que una receta de cocina donde se indica qu ingre-dientes se deben utilizar y cmo. En este libro encontrars

    I I

  • recetas para cada una de las cinco estrategias. Tambin te propongo frases que te servirn para expresarte y las formu-laciones ms efectivas.

    Tu tarea consistir en transformar esas estrategias y adap-tarlas a ti y a la persona con la que ests hablando. Si, por ejemplo, eres tmido y no acostumbras a levantar la voz, pro-bablemente te expresars con ms suavidad que yo. En cam-bio, si tienes tendencia a hablar con dureza y discutes con fre-cuencia, seguramente actuars con ms atrevimiento del que yo propongo en este libro. No hay problema. Al leer los dis-tintos captulos, te formars tu propia idea de las estrategias correspondientes. Y encontrars muchos consejos sobre cmo hacerte respetar. Se trata de sugerencias y estmulos, no de preceptos. Djate inspirar por mis propuestas y acom-dalas a tu propio estilo. De este modo, tu autoafirmacin no parecer una estrategia asimilada, sino que formar parte de tu personalidad. Al fin y al cabo, se trata de que puedas hacerte respetar tranquilamente y con naturalidad. Es decir, sin acciones enrgicas exageradas ni falso bombo, sino con una seguridad calmada que te har actuar de un modo espontneo y convincente.

    Durante la lectura constatars que las cinco estrategias estn estrechamente ligadas. La primera se centra en tu len-guaje corporal y en la impresin que causas. Un lenguaje cor-poral que exprese seguridad es la base de las dems estrate-gias. La segunda estrategia consiste en exponer los deseos con contundencia y te ayudar a decir claramente S, esto es lo que quiero!. Con la tercera estrategia sers capaz de pronunciar un rotundo No, no quiero!. sta es la estra-tegia que te servir para imponer lmites y mantener a raya a los dems. Si tus deseos o tus negativas no son bien recibi-dos por tu interlocutor, necesitars otra estrategia que te per-mita ser enrgico. Se trata de la obstinacin educada, la cuar-ta estrategia de autoafirmacin. Y, para acabar, la quinta estrategia, seguramente la ms importante: la autoconfianza

    i z

    atrevida, siempre necesaria, incluso cuando no pretendas hacerte respetar.

    Espero que este libro te d fuerzas y te anime a hacerte res-petar ms en el da a da. Disfruta de la lectura!

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  • LA PRIMERA ESTRATEGIA EN EL ARTE DE HACERSE RESPETAR: LA POSTURA REGIA

    Los dems te escanean. Todos los que te miran observan tu lenguaje corporal y as se hacen una idea de cmo eres. Antes de que hayas abierto la boca y hayas dicho hola, ya te han evaluado. Por lo general, esto ocurre de manera inconsciente, es decir, automticamente.

    El lenguaje corporal expresa sin palabras tu estado de nimo.

    Nuestra mente incorpora un automatismo antiqusimo que examina de inmediato si la persona que tenemos delan-te es fuerte y amenazadora o ms bien inofensiva. Esa valo-racin automtica era muy importante en la antigedad, en los comienzos de la humanidad, para distinguir rpida-mente a un amigo de un enemigo. Y sigue funcionando en la actualidad. Escaneamos a los dems, y no slo para ave-riguar si son peligrosos. Tambin nos fijamos en si estn tensos, nerviosos o se sienten inseguros. Y si nuestro inter-locutor se interesa por nosotros, si es cordial o slo lo apa-renta.

    Ese proceso se realiza sin que nos demos cuenta y no sue-le tener consecuencias. No nos importa si el tipo que se sien-ta a nuestro lado en el metro est nervioso o no le interesa-

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  • mos. Mientras no nos ensee los dientes y nos grua, nos da igual lo que transmita.

    Las cosas son distintas cuando tratamos con la gente de nuestro entorno. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo o cuando le pedimos algo a un compaero de la empresa. En esas situaciones, el lenguaje corporal desempea un papel muy importante.

    LO QUE DECIMOS SIN PALABRAS

    Cuida tu lenguaje corporal en las conversaciones importantes.

    Imagnate en la siguiente situacin: hablas con tu jefe e intentas convencerlo de que eres la persona ideal para el nue-vo puesto de director o directora de seccin. Tu jefe te pre-gunta escptico si te consideras capacitado para desempear el cargo. T contestas convencido: Pues claro!. Y, acto seguido, le hablas de tu experiencia y de tus aptitudes. Pero no eres consciente de tu lenguaje corporal y no te das cuen-ta de que te has encogido ligeramente en la silla y te retuer-ces los dedos con nerviosismo. Adems, hablas mirando al suelo. Tu jefe s repara en ello. Escucha tus palabras y, al mis-mo tiempo, ve las seales que transmite tu cuerpo. A partir de ah, se hace una idea de ti. Y, por muy convincentes que hayan sido tus palabras, a tu superior le habrs causado la impresin de que eres una persona insegura. El jefe descon-fiar de que realmente tengas aptitudes para desempear un cargo directivo. Seguramente recibirs un no por respues-ta.

    Tu lenguaje corporal muestra si tienes o no seguridad.

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    Lo anterior puede ocurrirte en una entrevista de trabajo, pero tambin en cualquier situacin en la que pretendas hacerte respetar. Cuando estamos ligeramente alterados, a nuestro lenguaje corporal enseguida se le escapan algunas seales de inseguridad. Y, puesto que la mayor parte del tiem-po no somos conscientes de ese lenguaje, a menudo no nos damos cuenta de que emitimos esas seales. Sin embargo, nuestro interlocutor las percibe y reacciona en consecuencia.

    Postura de inseguridad estando sentados.

    Cuando se trata de hacerse respetar, un lenguaje corporal que exprese seguridad har que tengas ms de la mitad de la partida ganada. No tendr importancia que no recuerdes una palabra o pierdas el hilo de la conversacin, siempre y cuan-do transmitas seguridad y autoridad. El hecho de que irradies seguridad har que tu interlocutor no se fije en tus despistes. Pero si te sientas encorvado y no paras de tocarte la chaque-ta, ni siquiera el discurso ms perfecto le llegar. Y es que, por instinto, creemos ms en el lenguaje corporal que en las palabras pronunciadas.

    De tu lenguaje corporal depende en gran parte que parezcas convincente y creble.

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  • 18 19

  • Postura de inseguridad estando de pie.

    Al leer la lista, a lo mejor has cado en la cuenta de que, de vez en cuando, se te escapa alguna de esas seales de insegu-ridad. Si se da el caso, no pienses que la inseguridad es un defecto. Es simplemente una sensacin pasajera que nos embarga a todos por momentos. No te juzgues por ello. Es normal estar nervioso o inseguro a veces.

    Puede que incluso te des cuenta de que tambin emites algunas de esas seales de inseguridad cuando no te sientes inseguro. El lenguaje corporal tambin es, en parte, pura cos-tumbre. Jugar con un mechn de cabellos, tocarse los pen-dientes o encorvar ligeramente la espalda al sentarse son hbitos que empezaron en algn momento y, simplemente, se reproducen de un modo automtico desde entonces. Por supuesto, slo hasta que reparas en ello y te quitas la cos-tumbre.

    Al principio de una conversacin, procura no moverte con demasiado nerviosismo.

    No temas, no tendrs que esforzarte continuamente. A menudo bastar con que, al principio de una conversacin, evites moverte demasiado o controles un tic nervioso. Eso te

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    servir para mostrar autoridad. Pero si quieres pasarte por completo al bando seguro, adopta la postura regia. Con esa estrategia te sumergirs de lleno en la autoconfianza.

    CMO SENTARSE, ESTAR DE PIE Y CAMINAR CON SEGURIDAD

    En las pginas siguientes te presento dos maneras posibles de componer una postura regia. El primer mtodo describe detalladamente cmo puedes cambiar paso a paso tu len-guaje corporal. El segundo es un mtodo abreviado que te servir para adoptar esa postura en cuestin de segundos. Lo mejor es utilizar ambos mtodos seguidos. Lee primero, pun-to por punto, el mtodo detallado. Con el mtodo abreviado, podrs poner en prctica de inmediato tu postura regia.

    Estrategia de autoafirmacin: la postura regia

    1. Ocupa todo el espacio que necesites No reduzcas tu altura ni tu corpulencia. Deja que tu espal-

    da sea tan larga como es. Para que tu lenguaje corporal exprese seguridad, debes presentarte en todo tu tamao. Al sentarte, necesitas cierta superficie en una silla o en un silln: ocpala. No te encojas en el borde de la silla o en un rincn del silln. El lema es: apoltrnate. Sintate como si te aco-modaras relajadamente en un trono.

    2. Mantente erguido y centrado Cuando estamos nerviosos o estresados solemos levantar

    los hombros, casi como si nos protegiramos de un posible golpe en la nuca. A la larga, los hombros levantados provo-can dolor en el cuello y en la cabeza. As, pues, baja los hom-bros y ensnchalos. De este modo mostrars toda tu digni-dad. Cuando estamos preocupados, tendemos a dirigir la

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  • mirada en una sola direccin, igual que un conejo mira fija-mente y sin moverse a una serpiente. Para evitar esa mirada, procura mantener la cabeza erguida y en movimiento. Mira a tu alrededor y gira la cabeza a un lado y a otro. Pon los bra-zos y las piernas en una posicin cmoda y centrada. Ni muy abiertos ni cruzados o pegados al cuerpo. Procura que los pies tambin estn en contacto con el suelo cuando ests sen-tado.

    3. Evita los gestos de nerviosismo Procura que no se te escapen gestos de nerviosismo, sobre

    todo al principio de una conversacin. Si, por ejemplo, tien-des a mover el pie, intenta no cruzar las piernas. Si tienes la costumbre de tocarte el reloj o los cabellos, lleva contigo un portafolios con papeles para tomar notas. Mejor que sea de plstico, puesto que el cartn se deteriora con facilidad. Un buen rotulador es mejor que un bolgrafo de muelle. Vstete con ropa que quede bien sin tener que alisarla constante-mente. En resumen, procura que la ropa sea un apoyo y no una carga.

    4. Manten el contacto visual y permanece relajado Mira a tu interlocutor a los ojos, pero desva la mirada de

    vez en cuando, ya que mirar siempre fijamente a una perso-na es tambin una seal de inseguridad. Tienden a hacerlo las personas a las que les han dicho: Tienes que mirar a tu inter-locutor siempre a los ojos. Y ahora lo hacen compulsiva-mente. En este caso, la solucin est a medio camino. Mira a tu interlocutor a los ojos cuando digas algo importante y convincente. Pero es bueno mirar de vez en cuando a otro sitio, por ejemplo, si te tomas un momento para reflexionar o tu interlocutor te est dando una respuesta muy larga y detallada. Procura no forzarte ni esmerarte demasiado en mantener la pose. La postura regia no implica para nada que tengas que esforzarte. Se trata ms bien de una postura dig-

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    na y serena que requiere poca fuerza muscular. As, pues, per-manece erguido, pero no te tenses innecesariamente. Respi-ra profundamente varias veces.

    La siguiente tctica se centra en la postura regia con el mtodo abreviado, estando sentados, de pie o caminando. Es importante que, para que esa pose parezca natural, realices con frecuencia los ejercicios que encontrars a continuacin. Al principio, hazlo en seco. Practica en casa o cuando subas al autobs o mientras compras, es decir, en situacio-nes cotidianas. Cuando consideres que la dominas, ponte en marcha y adopta tu propia postura regia en las entrevistas y negociaciones importantes.

    Estrategia de autoafirmacin: tu postura regia con el mto-do abreviado

    La postura regia estando sentado Cuando te sientes en una silla o en un silln, ocupa toda

    la superficie que necesites. No te encojas en el borde ni en un rincn.

    Sintate de manera que puedas mantener la espalda erguida y estirada. Si quieres, apyate en el respaldo.

    Ensancha los hombros y bjalos un poco. No cruces las piernas. Pon los dos pies en el suelo y no

    los escondas debajo del asiento. No cruces los brazos, apyalos relajadamente en los

    reposabrazos o coloca las manos sobre tus piernas. Si quie-res, tambin puedes sujetar un portafolios con las manos.

    Evita los gestos de nerviosismo y no te encojas. Manten el contacto visual con tu interlocutor, pero no

    lo mires todo el tiempo. Respira relajadamente y transmite tu dignidad natural.

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  • La postura regia estando de pie Deja que tu espalda sea todo lo larga que es. Ensancha los hombros y bjalos un poco. Manten la cabeza alta, que pueda moverse libremente. Descansa cmodamente sobre las dos piernas. Deja colgar los brazos relajadamente. Si quieres, puedes

    llevar un portafolios en la mano. Evita los gestos de nerviosismo y no te encojas. Manten el contacto visual con tu interlocutor, pero no

    lo mires todo el tiempo. Respira relajadamente y transmite tu dignidad natural.

    La postura regia al caminar No corras y no te apresures; camina como si fueras de

    la nobleza. Muvete con calma y serenidad. Manten la cabeza alta. Relaja los msculos de la cara. Procura bajar y ensanchar los hombros. Deja que los brazos se muevan en consonancia.

    MUESTRA TU DIGNIDAD NATURAL

    Cuando ensayes esta estrategia de autoafirmacin, te dars cuenta de lo sencilla y clara que es. De hecho, consiste bsicamente en suprimir. Suprimes todo lo que te empeque-ece, lo que te limita, te doblega, te rebaja o te produce sen-sacin de inquietud. Con ella reencuentras lo que siempre estuvo ah: tu postura natural y consciente. No te empeque-eces, pero tampoco te engrandeces. Ests centrado y trans-mites tu dignidad natural.

    Tu postura regia no es artificial ni exagerada. Es simple-mente la pose que adoptas cuando ests completamente seguro de ti mismo.

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    La postura regia sentado y de pie.

    Al principio, procura no fatigarte en esa postura. Los principiantes tienden a esmerarse mucho, pero entonces la postura parece un poco forzada. Los hay que parecen solda-dos de plomo aguantando la respiracin mientras forman. No te costar encontrar tu punto medio. Simplemente, man-tente erguido y comedido. As pues, reljate mientras ests sentado o de pie o caminas majestuosamente.

    Tu postura regia la compone un cuerpo erguido, relajado y que transmite dignidad.

    Puesto que soy pedagoga, siempre me ha interesado mucho saber cmo la gente, sobre todo los adultos, pueden aprender ms fcilmente algo nuevo. Y me he dado cuenta de que el nombre de una estrategia de autoafirmacin es muy importante en la prctica. Si se da con un nombre acertado, se puede retener mejor la estrategia.

    En un primer momento, el nombre de esta estrategia se le ocurri a una alumna que tuve en un seminario. En aquella poca, yo la llamaba simplemente la postura corporal de seguridad. Siempre que se acababa el curso, preguntaba a mis alumnos qu estrategia les haba gustado ms. En una

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  • ocasin, una mujer contest de inmediato: A m, la del len-guaje corporal, la de sentarse con aplomo. Esa postura de aplomo me ha gustado mucho. As naci el nombre de postura de aplomo. El trmino me pareci muy adecuado, puesto que la palabra aplomo tambin define que alguien se concentra y rene todas sus fuerzas para conseguir algo. Asimismo lo asociamos con la experiencia de superarnos y de hacer algo que nunca antes nos habamos atrevido a hacer.

    La postura regia har surgir en ti una determinacin serena y la capacidad de superarte.

    El calificativo regia se aadi mucho despus. Cuando explicaba la postura, repeta una y otra vez qu hay que hacer con la espalda, los hombros, los brazos y las piernas. Hasta que un da descubr que el adjetivo regio era una especie de frmula abreviada. La idea de sentarse o estar de pie de un modo regio basta para poner la espalda, los hom-bros, los brazos y las piernas en la posicin correcta. Pero lo que es an ms importante: las personas transmiten auto-mticamente una dignidad serena.

    Imagnate cmo se sientan un rey o una reina en el trono y te meters de lleno en tu postura regia. La prxima vez que recorras un pasillo largo, te bastar con pensar en la palabra regio para dejar de andar con prisas y ponerte a caminar tranquilamente. Y en vez de sonrer con timidez, dedicars una sonrisa indulgente a tu corte.

    Si te sientas o ests de pie majestuosamente, adoptars de manera automtica una postura digna. Mostrars que

    eres respetable.

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    LA INTIMIDACIN FORMA PARTE DEL PASADO

    Te sientes incmodo alguna vez cuando entras en una boutique, en un hotel de lujo o en un buen restaurante? Yo a veces me siento fuera de lugar en esos sitios. Casi autom-ticamente, bajo la vista para mirarme y compruebo que no voy vestida en consonancia con la decoracin del local. Resu-miendo: pierdo un poco la seguridad. Si a ti te ocurre lo mis-mo, algrate, puesto que en el futuro se ser tu campo de entrenamiento. Los locales elegantes, de lujo o selectos son el marco apropiado para que practiques tu postura regia. A continuacin te ofrezco un par de consejos que te ayudarn en la prctica.

    Adopta tu postura regia cuando te sientas intimidado.

    La prctica cotidiana de la postura regia

    Antes de entrar en una empresa, en un comercio o en un restaurante, adopta la postura regia. Repsate de los pies a la cabeza y deja que la majestuosidad fluya por todo tu cuer-po.

    Antes de ponerte en marcha, respira profundamente unas cuantas veces. De este modo tu voz sonar ms relaja-da y tu cerebro recibir suficiente oxgeno.

    Procura no contraer los msculos innecesariamente. No eres un soldado a punto de entrar en combate, sino una rei-na o un rey en una recepcin informal. Reljate.

    No te preocupes demasiado por encontrar las palabras correctas. Tu postura regia repercute en ti y hace que las palabras adecuadas acudan por s solas a tu mente. Djate inspirar por la dignidad que transmites.

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  • LA METAMORFOSIS DE UN PICHN

    Nadine tena 26 aos cuando la conoc en uno de mis cur-sos de autoafirmacin. Era una de aquellas personas que al principio no destacan en el grupo. Me di cuenta de que le costaba mirar a la gente cuando hablaba de s misma. Esta-ba sentaba un poco hundida en su silla y, mientras hablaba, se mova con nerviosismo, como si quisiera huir de la situa-cin.

    A las personas con un lenguaje corporal inseguro y apoca-do no las suelen tomar en serio.

    Nadine quera aprender sobre todo una cosa en el taller de autoafirmacin: a que la tomaran en serio de una vez por todas. En su empresa, ella era la ms joven y por eso la lla-maban el pichn. Para sus compaeros era la nia: no pin-taba nada, pero era una monada. Nadine quera librarse de esa imagen.

    El primer da nos dedicamos al lenguaje corporal que expresa seguridad. A Nadine la postura regia le gust ense-guida. Se irgui en su asiento, mir por primera vez directa-mente a los dems, se levanto y empez a pasear dignamen-te por la sala. Saltaba a la vista que se diverta hacindolo. Enseguida encontr su propio estilo. La diferencia entre Nadine con o sin su postura de aplomo era inmensa. Con aquella pose, pareca tan segura de s misma como pueda estarlo la presidenta o la directora de una gran empresa. En tan solo una maana, Nadine se haba transformado en una esplndida reina.

    Todos tenemos nuestro propio estilo al adoptar la postura regia.

    El pequeo milagro se produjo en el descanso del medio-

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    da. Habamos reservado mesa para todo el grupo en un res-taurante. Nos serviran un men de cuatro platos. Nadine haba decidido mantener la postura regia durante el descan-so. Y con esa actitud entr con todos nosotros en el res-taurante. Nos recibi un seor vestido con un traje oscuro. Result ser el dueo del local. Se dirigi directamente a Nadi-ne, la salud haciendo una ligera reverencia y le pregunt si ramos el grupo del seminario. Nadine hizo un gesto afir-mativo, sonri dulcemente y respondi como una reina:

    S, somos el grupo del seminario y tenemos hambre. El dueo le pregunt: Me permite que la acompae a la mesa? Les hemos

    reservado una al lado de la ventana. S, por favor respondi Nadine. El dueo iba delante y Nadine le segua caminando con

    dignidad. Al llegar a la mesa que nos haban preparado, el dueo le ofreci una silla. Ella se sent tranquilamente y le pidi la carta de bebidas. Los dems nos sentamos a la mesa mientras el dueo le pasaba la carta a Nadine. Esper a que Nadine decidiera y luego se fue presuroso. Entretanto, dos camareros jvenes repartan las cartas al resto del grupo.

    La dignidad que transmites estimula a los dems a dispen-sarte un trato digno.

    Nadine estaba radiante, como si le acabara de tocar el gordo de la lotera. Se inclin hacia m y me coment en voz baja:

    La postura regia es increble! Dira que cree que yo soy la portavoz del grupo. Cree que aqu mando yo.

    S, creo que s le respond. Te queda muy bien hacer de jefa.

    Estaba clarsimo por qu el dueo se haba dirigido pre-cisamente a Nadine. Cuando entramos en el restaurante, busc entre el grupo a la persona que pareciera tener ms

    2.9

  • autoridad. Y, probablemente, de un modo inconsciente, esca-ne el lenguaje corporal de todos nosotros. Nadine era la que mostraba una actitud ms segura y, adems, enseguida entr en contacto visual con l. Por lo tanto, era la que transmita ms autoridad. Lo consigui sin pretender imponerse a voces ni pavonearse. Su lenguaje corporal la hizo destacar: Soy importante.

    La seal de soy importante: postura erguida; contacto visual claro; movimientos tranquilos; una expresin amable y majestuosa en el rostro.

    Nadine mantuvo su postura regia durante todo el semi-nario. sa era la estrategia que ms seguridad le daba. Dis-frutaba del xito que tena con ella y esperaba con ilusin aparecer as en el trabajo. Haba encontrado un modo de librarse de su vieja imagen de pichn.

    LA MIRADA DE BAMBI Y LA SONRISA COMPLACIENTE

    Hay personas que, a lo largo de su vida, se han acostum-brado a un lenguaje corporal complaciente. Permteme explicar brevemente qu entiendo por complaciente. Me refiero a ese tipo de cortesa que se acompaa de cierta sumi-sin. Se trata de una actitud que indica al interlocutor que estamos pensando lo que t digas y que nos adaptaremos rpidamente a l. Esa actitud suele ir acompaada de una mirada de Bambi, una sonrisa complaciente y constantes ges-tos afirmativos con la cabeza.

    Un lenguaje corporal excesivamente complaciente suele expresar indefensin y sumisin.

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    No hay que confundir esa complacencia sumisa con la amabilidad. Ser amable no significa que no puedas hacerte respetar o que no actes con determinacin. La amabilidad transmite que somos buenas personas y respetamos a nues-tro interlocutor. Una sonrisa amable puede expresar opti-mismo e incluso seguridad en el triunfo. En cambio, una son-risa complaciente tiene efectos apaciguadores y, por lo tanto, carece de fuerza.

    Si somos complacientes de ese modo sumiso, nos empe-queecemos y engrandecemos a nuestro interlocutor. Lo situamos en un plano superior y damos pie a que monopoli-ce y domine el resto de la conversacin.

    Si slo transmitimos complacencia, corremos el peligro de que nos dominen en las conversaciones.

    Esa complacencia sumisa se observa con ms frecuencia en las mujeres. Antes, se sola educar a las nias para que fue-ran cariosas y complacientes. No pongas esa cara!, les decan. El to Klaus y la ta Beate vienen de visita y tienes que ser muy cariosa con ellos. Ven, anda, dale un besito al to. Va, sonre. Eres tan dulce cuando sonres.

    Ese modelo de ser complaciente y cariosa se convirti en costumbre para muchas mujeres. Y, por eso, al llegar a la edad adulta siguen adoptando automticamente esta postu-ra cuando tratan con los dems.

    DEMASIADO COMPLACIENTES PARA DECIR NO

    Si tu lenguaje corporal indica automticamente soy agra-dable y cariosa, puedes tener problemas. Sobre todo cuan-do quieras hacerte respetar. Te lo explicar con un ejemplo real: la historia de Julia.

    Julia era una de esas mujeres agradables y complacientes.

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  • Reciba a todo el mundo con una sonrisa. Saba escuchar y haca gestos comprensivos cuando alguien le explicaba algu-na cosa. Pero eso no era todo. Julia dejaba que la abordaran por sorpresa y, como a muchas mujeres educadas, le costaba decir que no. En su empresa trabajaba un hombre que le complicaba la vida. Siempre consegua endosarle algunas de sus tareas.

    Es muy fcil abordar por sorpresa, en una conversacin, a quienes son demasiado complacientes y agradables.

    Julia me cont qu sola suceder. Cuando leas la escena siguiente, imagnatela grficamente, ya que el lenguaje cor-poral desempea un papel importante en ella.

    A Julia le gustaba trabajar con la puerta de la oficina abier-ta para poder charlar con alguien de vez en cuando. El com-paero de trabajo al que aludamos se deslizaba por el pasillo, se plantaba en su puerta y le haca algn comentario inocen-te, como por ejemplo: Qu, tan ocupada como siempre?.

    Julia responda automticamente con su lenguaje corpo-ral complaciente. Miraba sonriendo al compaero y asenta. El colega se senta invitado y entraba en el despacho. Nor-malmente se sentaba en el canto de la mesa y no en la silla, y empezaba a hablar. Julia levantaba la vista para mirarlo y escuchaba.

    En las conversaciones, manten los ojos a la altura de los de tu interlocutor.

    Por lo general, el compaero se quejaba de que el jefe le haba vuelto a dar demasiado trabajo. Deca que tena que hacer y analizar el balance trimestral para el viernes. Pero que era imposible. Julia asenta, comprensiva. El compae-ro se senta invitado por ese gesto educado a seguir hablan-do. Y entonces empezaba a redistribuir el trabajo.

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    Afirmaba que Julia era la nica en la empresa que le entenda y que no pensaba slo en s misma. Julia sonrea al or esas palabras, y asenta. Adems, prosegua el compae-ro, ella dominaba el programa de base de datos y l no con-segua aclararse. Julia se senta halagada y sonrea.

    El compaero llevaba casualmente consigo los docu-mentos para hacer el balance trimestral. Antes de que Julia pudiera replicar nada, su cabeza haba asentido automtica-mente. Y los documentos ya estaban sobre su mesa. El com-paero le preguntaba si le importara echarles un vistazo, pero no esperaba la respuesta. Segua hablando y Julia era demasiado educada para interrumpirlo. Acto seguido, el compaero ya estaba en la puerta, despidindose y dndole las gracias por ayudarlo de nuevo a salir del atolladero.

    Es ms importante ser respetado que caer bien.

    Julia entornaba los ojos e intentaba decir algo, pero el tra-bajo del compaero ya estaba sobre su mesa. Nunca haba conseguido dejar all los documentos, sin tocarlos para nada. De hecho, lo que el compaero le peda era muy poca cosa. Y ella no iba a discutir por tan poca cosa. Dos das despus, cuando pasaba a recoger el balance, el hombre le deca que era su compaera favorita y que haba vuelto a salvarlo. La nica persona agradable en todo el departamento.

    Digmoslo de entrada: el altruismo de Julia era en princi-pio normal. La ayuda mutua es perfecta. Pero en su caso haba dos problemas. El primero: a Julia no le preguntaban nada; la abordaban por sorpresa. Y el segundo: el altruismo era unilateral. Julia ayudaba siempre a su colega. Nunca al revs. Y el colega nunca le deca al jefe que Julia haba hecho el balance trimestral. Aparentemente, l era el gran experto. La contribucin de Julia pasaba completamente desapercibi-da. Lo nico que ella ganaba era la garanta de que el com-paero volvera a pedirle ayuda en su trabajo.

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  • Tienes derecho a que te pregunten antes de aceptar un trabajo.

    NO PERMITAS QUE TE ABORDEN POR SORPRESA

    En el curso de autoafirmacin, Julia me pregunt cmo poda evitar que ese colega siguiera aprovechndose de ella. Con todo, le horrorizaba la idea de tener que discutir con l, puesto que le gustaba trabajar en un ambiente apacible y armnico. As pues, buscamos la manera de que Julia consi-guiera hacerse respetar sin enzarzarse en una discusin.

    En mi opinin, su compaero de trabajo no era ni malo ni astuto. Simplemente, optaba por el camino ms fcil. Inten-taba sortear las dificultades y Julia era la aliada ideal para conseguirlo. La forma de ser cariosa y complaciente de su compaera encajaba a la perfeccin con su tctica de abor-dar por sorpresa. Segua una pauta ensayada que siempre se repeta sin variaciones, igual que una danza. l se acercaba, invitaba a Julia a bailar y ella daba los pasos apropiados.

    Si quieres cambiar el curso de una conversacin, antes tie-nes que cambiar tu lenguaje corporal.

    Para romper las pautas que se haban establecido entre Julia y su compaero, era importante que Julia cambiara su lenguaje corporal. La danza comenzaba cuando l se planta-ba en la puerta de su oficina. En vez de sonrerle, asentir y escuchar educadamente, Julia tena que recibirlo con una postura digna y neutral. Los consejos ms importantes para Julia y para todos aquellos que quieren abandonar la com-placencia sumisa son los que te presento a continuacin.

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    As evitars que se aprovechen de ti

    Adopta tu postura regia al iniciar una conversacin. Manten los ojos a la altura de los de tu interlocutor. Si

    est de pie, levntate t tambin o pdele que se siente. Tu escritorio no es un asiento. Pon un cactus (o el tel-

    fono, el archivo, etc.) justo donde le gusta sentarse a tu com-paero.

    No tiene nada de malo que sonras amablemente para saludar a tu interlocutor. Pero pon cara de pquer cuando le ests escuchando. Evita asentir automticamente con la cabe-za.

    Sobre todo, no sonras y no hagas gestos de conformidad cuando tu interlocutor desgrane su tpica historia de sufri-miento porque tiene mucho trabajo.

    Muestra de manera inequvoca lo que no quieres. Adop-ta una postura negativa clara cuando el compaero diga o te pida algo con lo que no ests de acuerdo. Sacude la cabeza y rompe el contacto visual. Si tu interlocutor sigue intentando convencerte, puedes levantarte bruscamente o darte la vuel-ta y pronunciar un rotundo no! o bien basta!.

    Si a pesar de todo el colega sigue dejando su trabajo enci-ma de tu mesa y desaparece, llmalo enseguida por telfono y comuncale escuetamente que ha olvidado los documentos y que haga el favor de pasar a recogerlos.

    Al final, Julia no podr evitar tener que decirle claramen-te al colega que no piensa encargarse nunca ms de su tra-bajo. Pero no hace falta atacarlo ni hacerle reproches. Bas-tar con que Julia mantenga su postura regia y le explique con serenidad lo que piensa hacer en el futuro y lo que no va a seguir haciendo. (Sobre el tema de decir no y marcar lmites hay una estrategia de autoafirmacin que encontrars en el Captulo III).

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  • Evidentemente, Julia no est obligada a limitarse a una negativa rotunda. Tambin puede negociar con el colega, siguiendo el principio de hoy por ti, maana por m. Antes de hacer algo por l, puede pedirle que l haga algo por ella como contrapartida. Decida lo que decida, a partir de enton-ces Julia hablar con franqueza y de igual a igual con su cole-ga.

    PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE LA POSTURA REGIA Y EL LEN-GUAJE CORPORAL

    Me gusta sonrer a la gente. Adems, me dedico a las ventas y sonrer forma parte del trabajo. Pero tambin me gustara que los clientes y los compaeros me tomaran en serio. Tengo que sonrer menos para conseguirlo?

    Depende. En primer lugar, no tiene nada de malo sonrer. Y, cuando un cliente entra en un comercio, espera que la per-sona que lo atienda sea amable. A m tambin me gusta son-rer. No hay nada que decir en contra. Lo importante es el lenguaje corporal que acompaa la sonrisa. Si mantienes tu postura regia, tu sonrisa transmitir seguridad y dignidad. Pero tambin hay situaciones en las que es mejor mostrar una expresin severa.

    Tu sonrisa parecer siempre majestuosa si la combinas con una postura regia.

    Si alguien hace o dice algo en tu presencia que te hiera o te ofenda, deja de ser amable y de sonrer. Si sigues sonrien-do cuando te tratan mal es como si dijeras que te parece bien que te traten mal. Y de ese modo entierras tu propia autori-dad. Siempre es til mostrarse amable manteniendo una pos-tura regia, pero tenemos que ser capaces de ser severos si es necesario.

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    Cuando explico algo gesticulo mucho. Prcticamente hablo con las manos y las piernas. Es malo gesticular tan-to?

    Depende de si los gestos son de nerviosismo o simple-mente eres una persona de carcter. En los gestos de nervio-sismo se descarga el exceso de energa que ha creado la exci-tacin. Esos gestos parecen un manoteo y no tienen nada que ver con las palabras que se pronuncian. Tu interlocutor nota-r que te sientes inseguro.

    Procura que tus gestos subrayen tus palabras.

    Si tus gestos subrayan tus palabras, no hay problema. As incluso logrars que te presten ms atencin, puesto que no slo ofreces informacin a sus odos, sino tambin a sus ojos. Sin embargo, con interlocutores muy sosegados y distantes, seguramente es mejor no gesticular con demasiado entusias-mo, puesto que eso irrita un poco a la gente comedida.

    Tengo un par de amigos que hablan hasta por los codos. Y cuando se embalan, no hay manera de meter baza. Hay algn modo de evitar que alguien me ponga la cabeza como un bombo con su chachara?

    Si alguien no para de hablar, necesita una seal de stop por tu parte. Pero no hay que ser drstico. Unas ligeras modi-ficaciones en tu lenguaje corporal pueden frenar a un par-lanchn incansable. Te recomiendo que procedas por niveles. En cada uno de los niveles dejars de escuchar un poco ms. Dicho de otro modo, con tu lenguaje corporal te apartars cada vez ms de tu interlocutor. La norma es: empieza siem-pre por el primer nivel, el ms suave. Si el otro sigue dndo-le a la lengua, pasa al siguiente nivel. Y si calla, toma t la palabra de inmediato.

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  • Nivel I: Adopta tu postura regia; Cambia la expresin amable e interesada de tu cara por

    una neutral; Deja de sonrer y de asentir con la cabeza; Rompe el contacto visual con tu interlocutor y mira

    hacia otro lado.

    Nivel II: Aprtate un poco de tu interlocutor, aumenta la distan-

    cia entre ambos; Entretente con algo: mira la hora, busca un caramelo de

    menta, anota algo en la agenda o revisa lo que llevas en los bolsillos de la chaqueta.

    Nivel III: Frena con palabras la chachara de tu interlocutor. Pue-

    des hacerlo con suavidad y amablemente. Aprovecha el momento en el que tu interlocutor coja aire y dile, por ejem-plo: Lo siento, pero no puedo seguir hablando contigo. O dile sin rodeos: Muy interesante, pero ahora no tengo tiem-po. O bien: Ah, antes de que me olvide, quera comentar-te una cosa y es que... (y sigues hablando).

    Nivel IV o cmo evitar por anticipado una charla eterna: En la siguiente reunin, mrcale un lmite a tu interlo-

    cutor. Hazlo con determinacin, pero amablemente. Dile algo as como S, ya s que tienes muchas cosas que con-tarme. Pero yo tambin tengo algo importante que decirte. Y, para que no se me olvide, prefiero comentrtelo ahora mis-mo. Se trata de... (y sigues hablando).

    38 C^v

    CMO PROTEGERTE DEL MAL HUMOR DE LOS DEMS

    En los cursos de autoafirmacin, a menudo he trabajado con personas muy sensibles. A muchas les costaba horrores mantenerse al margen de los sentimientos y del estado de ni-mo de los dems. Si alguien empezaba a quejarse, esas per-sonas sensibles solan acabar tambin de mal humor. O se ponan nerviosas cuando ese alguien empezaba a buscar algo con nerviosismo. Era como si tuvieran la piel demasiado fina. Pero lo que daba ms quebraderos de cabeza a esas personas tan sensibles era su vulnerabilidad. Slo haca falta que el interlocutor hiciera un pequesimo comentario crtico o entornara los ojos inquieto para que se sintieran ofendidas. Y perdan todo su aplomo.

    Tienes derecho a mantenerte al margen del humor y del estado de nimo de los dems.

    De hecho, esa sensibilidad hacia el entorno es magnfica. Es como estar abierto a los dems. Pero todo lo que est abierto necesita un cierre en algn punto. Y toda sensibilidad necesita una buena proteccin.

    Si t tambin eres una persona sensible, la siguiente estra-tegia te ser muy til, puesto que con ella mantendrs a dis-tancia el mal humor de los dems. Dejars de implicarte en el estado de nimo de tu interlocutor y no sers tan vulnerable. Yo la llamo la estrategia de la coraza.

    En uno de mis seminarios, un alumno me coment que su coraza era como el ojo de un huracn. Por fuera bramaba una tempestad violenta, pero detrs reinaba una calma chi-cha.

    Te digan lo que te digan, no te alteres. Puedes ponerte tu coraza y mantener la serenidad.

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  • Con tu coraza podrs... ...escuchar a tu interlocutor sin implicarte en lo que dice; ...hacer que los comentarios estpidos te reboten sin dar-

    te por aludido; ...mantener la serenidad, incluso cuando a tu alrededor

    todo el mundo est nervioso o enfadado; ...hablarle a alguien con severidad sin sentirte mal; ...aceptar las crticas sin tener que defenderte al instante; ...mantener conversaciones complicadas sin perder el hilo; ...ayudar a los dems sin compartir sus penas ni perder

    energas.

    CMO CONSEGUIR UNA PIEL DURA

    Probablemente, ya hace mucho que sabes cul es tu cora-za. Es ese estado que te permite observar tranquilamente lo que hacen los dems sin sentirte involucrado. Dicho lisa y lla-namente: lo que hacen los dems no te afecta ni te lo tomas como algo personal.

    Estoy segura de que ya conoces ese estado. Quiz no sepas cmo has conseguido mantener la calma. Pero ese distancia-miento sereno no te resulta desconocido. sa es justamente tu coraza. Quiz no has sabido crear intencionadamente ese estado de proteccin. Pero eso cambiar a partir de ahora.

    Con las siguientes instrucciones podrs levantar tu cora-za paso a paso.

    Estrategia de autoafirmacin: tu coraza

    1. Adopta tu postura regia. Respira tranquila y profun-damente. Reljate.

    2. Imagina que a tu alrededor hay un blindaje invisible de

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    cristal. A travs de ese cristal dursimo, puedes verlo y orlo todo perfectamente, pero nada puede herirte. Nada peligro-so puede atravesar un blindaje tan resistente. sa es tu cora-za.

    3. No tengas prisa. Nota cmo esa delimitacin imagina-ria te protege. Te enteras de todo, pero todo se queda al otro lado de la coraza.

    4. Determinadas ideas pueden ayudarte a levantar tu coraza en un instante. Prueba con estas frases:

    . Ya se arreglarn.

    . Esto no tiene nada que ver conmigo.

    . No har caso de este comentario.

    5. Pon primero a prueba tu coraza en situaciones anodi-nas. Despus, cuando ests ms seguro, disfrutars ponin-dote la coraza y comprobando su eficacia tambin en situa-ciones complicadas.

    Tu coraza impedir que te daen los comentarios de los dems.

    Algunos de mis alumnos se mostraron escpticos al prin-cipio cuando oyeron hablar de esta estrategia. Creyeron que

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  • la coraza tena algo que ver con cerrarse o aislarse, y no era eso lo que ellos queran.

    Tu coraza te permitir escuchar atentamente a tu interlo-cutor sin alterarte.

    De hecho, no tiene nada que ver con cerrarse. Al con-trario. Slo cuando no nos tomamos las palabras y los sen-timientos de nuestro interlocutor como algo personal, pode-mos realmente escuchar con atencin lo que quiere decirnos.

    Sin la coraza, fcilmente podemos quedar atascados en nuestra propia consternacin, y entonces nos volcaremos ms en nuestros sentimientos y pensamientos que en lo que nos estn diciendo. Con la coraza, incluso podremos enca-jar con serenidad los comentarios desagradables como, por ejemplo, una crtica a nuestro trabajo. Estaremos abiertos a lo que ocurre sin zambullirnos de lleno en ello.

    CUANDO LAS CONVERSACIONES ACABAN SIEMPRE EN DISCUSIN

    Regina fue una de las alumnas que se mostr escptica cuando expliqu la estrategia de la coraza en el curso de autoafirmacin. No obstante, quiso probarla. Y lo hizo en una situacin que la agobiaba desde haca aos: una visita a su madre.

    Siempre aconsejo probar primero las estrategias de auto-afirmacin en una situacin simple y poco problemtica, ya que as se puede practicar mejor. Y, si no sale bien a la pri-mera, no pasa nada. Pero Regina quiso poner a prueba su coraza directamente en una situacin muy complicada.

    Ponte la coraza cuando le tengas alergia a alguien.

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    Hasta donde Regina poda recordar, siempre le haba cos-tado entenderse con su madre. Segn ella, su madre era una criticona. Una mujer que se pasaba el da buscando fallos por todas partes y siempre encontraba alguno. De pequea, Regi-na ya tuvo que aguantar muchas crticas y amonestaciones. Y segua teniendo la impresin de que nunca contentara a su madre.

    Cuando la conoc, Regina pasaba de los cuarenta y la rela-cin entre ambas segua siendo tensa. Haca aos que no tena ganas de visitar a su madre. Slo se vean una vez al ao, para Navidad, y la cena de Nochebuena siempre aca-baba con una discusin.

    Es intil querer obtener reconocimiento de quien no puede drtelo. El nico reconocimiento que realmente necesitas

    es el tuyo.

    Por lo general, ocurra lo siguiente: la familia se sentaba a la mesa y charlaba tranquilamente, hasta que Regina expli-caba alguna cosa. Hablaba de su trabajo o de sus ltimas vacaciones. En ese momento, la madre empezaba a hacerle siempre los mismos reproches. La haba defraudado porque no haba querido ir a la universidad y no haba hecho nada en la vida. Tampoco daba mucha importancia a los lugares del extranjero donde Regina haba estado de vacaciones. Despus de todo, se podan pasar unas vacaciones estupen-das en el propio pas: Regina no tena ni idea de las atrac-ciones tursticas que tena a la puerta de casa. En ese instan-te, como muy tarde, Regina saltaba. Mostraba su enfado por las opiniones de su madre, las constantes crticas y los eter-nos reproches. La madre replicaba que tena derecho a opi-nar y que no iba a consentir que su hija la hiciera callar. Y as, ao tras ao, el mismo regalo de Navidad. En vez de una noche de paz, una buena bronca. Regina quiso probar por primera vez su coraza precisamente en esa situacin.

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  • CMO NO TOMARSE LOS COMENTARIOS CRTICOS COMO ALGO PERSONAL

    Al cabo de un ao volv a encontrar a Regina en un cur-so avanzado de autoafirmacin. Enseguida nos cont sus experiencias con la coraza. Estaba entusiasmada. Haba sometido su coraza a una prueba de resistencia y haba ido a ver a su madre el da de su cumpleaos. Una vez ms, se haba iniciado la tpica bronca. En algn momento, a la hora del pastel y el caf, Regina explic algo de s misma y su madre sacudi la cabeza y dijo:

    Ay, Dios! Cundo me hars caso? Podras haber hecho tantas cosas en la vida. Siempre te lo digo, slo con que te esforzars un poco, podras...

    stas eran precisamente las palabras irritantes que nor-malmente hacan explotar a Regina. Pero aquel da iba bien armada interiormente. Se haba puesto la coraza y estaba decidida a dejar que esos comentarios crticos le rebotaran.

    Tienes derecho a ser como eres. Y los dems tambin pueden ser como son.

    Regina nos cont lo que ocurri luego: Oa a mi madre decir, como siempre, que yo era la

    decepcin de su vida. Yo segu all sentada, detrs de mi cris-tal blindado transparente, y por primera vez tuve la sensa-cin de que sus palabras no me afectaban. Estaba escuchan-do lo que me deca.

    Tu coraza impide que las palabras de los dems te afecten.

    Y prosigui: Probablemente, antes nunca me haba parado a escu-

    charla, porque siempre saltaba a la primera. Aquel da me di cuenta de lo decepcionada que se senta. Cuando la o hablar

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    de aquel modo, se me ocurri pensar que quizs mi madre estaba frustrada con su propia vida. Quizs siempre haba deseado tener una vida mejor a travs de m. Pero yo no pue-do mejorar la vida de mi madre. Slo puedo vivir la ma. Y entonces le dije algo que nunca le haba dicho. Le dije muy seriamente: Mam, siento mucho que ests tan decepciona-da. Mi madre mir con tristeza su plato y respondi: Ya estoy acostumbrada. Me di cuenta de que era una mujer muy frustrada que, simplemente, descargaba su amargura en los dems. Y cuando yo estaba con ella, me tocaba a m car-gar con sus frustraciones. Por primera vez en muchos, muchos aos, no discut con ella. Son sus frustraciones y yo no tengo nada que ver con ellas. Consegu charlar con ella hasta el final y pude observar a fondo la situacin. Dira que mi coraza funcion realmente bien.

    Tienes derecho a NO sentirte responsable de las penas de los dems.

    LA DISTANCIA QUE TE CONVIENE

    Distancia: eso es lo que obtendrs con tu coraza. Slo si te sitas un poco por encima de las cosas podrs entender qu est ocurriendo realmente. Reconocers que la comunicacin transcurre casi siempre por los mismos derroteros. Y tambin te dars cuenta de en qu puntos estallaras o te enfadaras normalmente. Podrs mantener la serenidad y observar las cosas a distancia.

    Haga lo que haga tu interlocutor, diga lo que diga, no debes implicarte. Eres libre de no dejar que te afecte. No tie-nes por qu reaccionar. Pero si lo haces, podrs responder de un modo que te siente bien. Sin empearte en cambiar o con-vencer al otro. Deja que sea diferente. Tu coraza se encarga-r de conseguir que te contengas.

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  • Con ayuda de tu coraza, tambin te ser ms fcil tener conversaciones que probablemente te resultaran embarazo-sas sin ella. No se trata de protegerte de algo externo, sino del malestar que sientes en tu interior.

    Recuerdo a un alumno que me pregunt lo siguiente: Cmo le dices a un compaero de trabajo que a veces

    despide un fuerte olor corporal o, dicho claramente, que apesta? Y cmo le pides que se ponga desodorante?

    Tu coraza te ayuda a hablar objetivamente de temas embarazosos.

    Francamente, no tengo ni idea de qu palabras seran ade-cuadas en este caso. Depende del compaero y de la situa-cin. Pero s s una cosa: hay que ponerse la coraza. Si esta-mos bien protegidos, ser ms fcil que el otro no se sienta atacado. Y es que la serenidad se contagia.

    En el futuro, siempre que te enfrentes a una situacin en la que pienses: Oh, cmo me fastidia preguntarlo, no me atrevo a pedirlo, o bien me resulta embarazoso, acur-date de tu coraza. Con esta estrategia podrs decir cosas y tener conversaciones que normalmente te costaran. As, pues, piensa en lo siguiente: cuando la situacin se hace cr-tica, ponte la coraza.

    Es posible que pronto te ocurra lo que a la mayora de los que han asistido a mis cursos, que no quieren salir de casa sin su coraza. No obstante, como todas las dems estrategias de autoafirmacin, sta tampoco tiene que aplicarse permanen-temente. Hay situaciones en las que es importante que te emociones, incluso puede ser fantstico. En una declaracin de amor, por ejemplo. Si tu pareja te dice te quiero, tma-te el comentario como algo personal. Deja que te llegue al alma.

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    La coraza no tiene que ser permanente. Slo es UNA posibilidad a la que puedes recurrir para conseguir

    mantener la calma en situaciones complicadas.

    Tampoco necesitas tu coraza cuando un beb se re en tus brazos, la Tierra te ofrece el espectculo de una preciosa puesta de sol o ests celebrando algo con tus amigos. En esos casos, deja que las cosas te lleguen al alma.

    Convierte tu coraza en una nueva posibilidad por la que te decantas conscientemente. Y de la que a veces prescindes, tambin conscientemente.

    Las cinco estrategias que se presentan en este libro te per-mitirn llegar rpidamente a un estado en el que te sientas seguro. Pero la que da resultados con ms rapidez es la pos-tura regia, acompaada de tu coraza. He visto cmo perso-nas inseguras y tmidas daban un giro de 180 grados slo con la ayuda de esas dos tcticas. Personas que al principio pare-can apocadas y cohibidas, al cabo de dos horas se sentaban con la espalda erguida y llenas de confianza. Quiz se tarda ms en sentir esa confianza interiormente. Pero basta una maana para transformarse externamente.

    Las estrategias que siguen se basan ms en la palabra. Son estrategias verbales, especialmente eficaces si se acompaan de la postura regia y la coraza. En la vida cotidiana es mucho ms sencillo de lo que yo pueda explicarte. Cuando hayas practicado unas cuantas veces la postura regia y tu coraza, te bastar con pensar en ello para que tu cuerpo adopte auto-mticamente ese estado. Una vez conseguido, te resultar muy fcil hablar con confianza. En los siguientes captulos te explico qu puedes decir en distintas situaciones en las que busques hacerte respetar.

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  • LA SEGUNDA ESTRATEGIA EN EL ARTE DE HACERSE RESPETAR: LA VOLUNTAD FIRME

    Esta estrategia te ayudar a obtener lo que quieres. Y lo logrars expresando tus deseos, puesto que tu interlocutor slo podr acceder a lo que le pides si se lo explicas con la suficiente claridad. Dicho de otra manera, si no expresas un ruego o un deseo, no conseguirs que se cumplan. Expresar claramente los deseos es fundamental en el arte de hacerse respetar.

    En este captulo descubrirs cmo puedes expresarte sin dar lugar a malentendidos, qu mover a tu interlocutor a hacer lo que le pides y qu lo bloquear y lo empujar a dar-te una negativa.

    Con la estrategia de la voluntad firme podrs... ...formular tus propias necesidades con palabras claras; ...encontrar el valor para expresar claramente un ruego; ...decir de manera inequvoca qu necesitas; ...expresarte de manera que tu interlocutor se incline a

    acceder a tu peticin; ...encajar con serenidad una posible negativa.

    MEJOR PALABRAS CLARAS QUE UN PROFUNDO SUSPIRO

    Desgraciadamente, los tiempos en los que los deseos se le-an en una mirada han pasado (y quizs nunca existieron).

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  • Entornar los ojos y suspirar no es suficiente para que nuestro interlocutor sepa qu necesitamos. Podemos pasarnos la vida lanzando suspiros y cerrar los prpados sin que nadie d un paso para satisfacer nuestros deseos no pronunciados. Ya s que no es muy romntico, pero no nos queda ms remedio que abrir la boca y hablar con los dems.

    Si te lo callas, nadie sabr qu necesitas.

    Naturalmente, esta segunda estrategia no te garantiza que siempre consigas lo que quieres. Lo siento, pero, por lo que yo s, no existen estrategias de comunicacin que nos conviertan en todopoderosos y nos permitan satisfacer todos nuestros deseos. Porque, como siempre ocurre en la vida, nuestra libertad acaba donde empieza la de los dems. No obstante, con esta estrategia aumentarn tus posibilidades. Si dices claramente qu deseas, las probabilidades de conse-guirlo se acrecientan. No siempre nos veremos obligados a luchar arduamente ni a utilizar una retrica sofisticada para hacernos respetar. A menudo bastar con una peticin clara.

    Por absurdo que parezca, plantear una peticin es todo un problema para algunas personas. Sobre todo para las que tie-nen poca confianza en s mismas.

    Tienes derecho a pedir lo que deseas. Y tu interlocutor tiene derecho a contestar con un s o

    con un no.

    FCIL DE TRATAR, POCO EXIGENTE Y NINGUNA CARGA PARA NADIE

    Las personas que no tienen buena opinin de s mismas y no suelen valorarse o se consideran poca cosa, tienden a pen-sar que sus propios deseos y necesidades no son importantes. Como si no se hubieran ganado lo que necesitan. Adems,

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    esas personas suelen esforzarse por no ser una carga para los dems. Son fciles de tratar y poco exigentes. Tras ello se esconde (inconscientemente) la intencin de no molestar para caer en gracia.

    Slo hay una persona en el mundo que pueda juzgar si tus deseos son desmedidos o no. Y esa persona eres t.

    En tanto que sus propias necesidades permanecen ocultas, esas personas estn dispuestas a satisfacer rpidamente los deseos de los dems, a los que siempre dan preferencia. Pri-mero satisfacen los de los hijos, los de la pareja y los de la empresa. Despus, los de los amigos y los parientes; dan de comer al perro y se ocupan de un sinfn de tareas sin dema-siada importancia. Al final de toda esa larga lista, llega el tur-no de los propios deseos y necesidades. Y entonces ya no queda ni tiempo ni energa.

    Muchas de esas personas que tienen la autoestima baja esperan secretamente una recompensa por ser tan poco exi-gentes y por su espritu de sacrificio. Tienen la esperanza de que algn da les tocar el turno a ellas y sus deseos se cum-plirn. Algn da. Una pregunta: Y si fuera ahora?

    No s cmo se ven a s mismas las personas que tienen poca autoconfianza. Segn mi experiencia, son personas como t y como yo. Incluso la gente de xito tiene alguna que otra laguna en su autoestima. Por ejemplo, hay personas que no tienen ningn problema para exigir algo en el trabajo, pero que en privado actan de otro modo. Quiz les cuesta decirle a su pareja: Abrzame.

    Tus deseos y tus necesidades forman parte de ti. No hay ningn motivo para avergonzarte de ello ni para ocultarlo.

    O al revs: algunas personas saben expresar muy bien sus necesidades en casa, pero en el trabajo apenas abren la boca.

    51

  • En vez de solicitar nuevas tareas o incluso, simplemente, que bajen un poco el aire acondicionado, prefieren morderse la lengua y no dicen nada. Cuando se trata de formular clara-mente los propios deseos, la mayora de la gente tiene algn que otro punto flaco.

    QUIEN NADA DICE, NADA CONSIGUE

    La primera vez que vi a Britta no imagin que tuviera pro-blemas para hacerse respetar. Era una joven periodista con aspecto de haber llegado al mximo de la autoconfianza. Pero pas por una experiencia que le ense que todava le quedaba mucho por aprender.

    Todo empez con un golpe de suerte. Britta consigui un puesto fijo en un peridico. No obstante, el redactor jefe le haba impuesto una condicin al contratarla. Britta estara a prueba durante seis meses. Y durante ese periodo no cobra-ra el sueldo que corresponde a un periodista, sino bastante menos. Mucho menos. Cobrara un sueldo de prcticas. En la entrevista de trabajo, Britta acept porque no haba otro modo de conseguir el empleo. Pero saba que lo hara bien y superara el periodo de prueba. As fue.

    Tambin en una entrevista de trabajo tienes derecho a establecer lo que t deseas del nuevo empleo.

    Britta trabaj en la seccin de cultura y escribi artculos desde el principio. Cumpla estupendamente su tarea y esta-ba muy lejos de ser una periodista en prcticas, aunque el sueldo dijera lo contrario. Britta tuvo que apretarse el cintu-rn durante seis meses; luego, el periodo de prueba acab por fin. Segn lo pactado, empezara a cobrar el sueldo de periodista, puesto que estaba claro que haba superado la prueba. Pero no ocurri nada.

    52-

    Si ests indignado o desconcertado, abre la boca. Habla del tema.

    Un da tras otro, las mismas reuniones en la redaccin. Britta segua presentando puntualmente sus artculos... y no pasaba nada. Nadie se le acerc para decirle que haba supe-rado el periodo de prueba. Y nadie le aument el sueldo. El jefe de redaccin era, como siempre, parco en palabras. Slo hablaba con Britta de sus artculos. Haba olvidado el acuer-do o ella lo haba entendido mal? Tendra que seguir vivien-do eternamente con aquel sueldo de miseria?

    Britta esper. Sigui esperando el sueldo prometido. Cada da que pasaba, se senta ms insegura. Qu pasara si hablaba con el jefe? Britta empez a especular. A lo mejor no estaba satisfecho del resultado y ella no haba superado el periodo de prueba? No, Britta saba que haca bien su tra-bajo. Pero por qu no le pagaban el sueldo acordado?

    ATRVETE A DECIRLO

    Al cabo de tres semanas, Britta se senta tan insegura que empez a tener miedo de dirigirle la palabra al redactor jefe. Y no estaba acostumbrada a que le ocurriera algo as. Nun-ca la haba incomodado. Cuando se trataba de sus textos y de sus artculos, era enrgica, tenaz y resolutiva. Pero, en lo referente a asuntos personales, su autoconfianza haba toca-do fondo.

    Cavilar demasiado sepulta la autoconfianza.

    Britta se lo explic a una compaera de trabajo, que puso el grito en el cielo:

    Pero, t ests loca? Te contentas con un sueldo de miseria y, encima, no vas a ver al jefe al acabar el periodo de

    53

  • prueba? Yo ya le habra preguntado hace dos meses si lo haba superado y cundo iban a pagarme el sueldo que toca. Por el amor de Dios, qu esperas? Aqu nadie regala nada. Quien algo quiere, algo le cuesta. Anda, ve a verlo, pero ya.

    La colega empuj a Britta hacia la oficina del jefe. Britta hizo de tripas corazn, respir profundamente y entr. El jefe estaba muy ocupado y le indic claramente que no vala la pena que se sentara. As, pues, se qued de pie y le explic que ya haban pasado los seis meses de prueba. Luego, bal-buceando un poco, le pregunt si haba superado la prueba.

    No esperes a que los dems vengan a ti. Acta y pide una entrevista.

    El jefe torci ligeramente el gesto y contest: S, de otro modo no estara usted aqu. Britta trag saliva y pregunt: Y qu pasa con mi sueldo? Usted dijo que despus del

    periodo de prueba... El jefe la interrumpi: Ya s lo que dije. Pero por qu me viene ahora con eso?

    El periodo de prueba termin hace tres semanas. Britta se senta abochornada y murmur algo de ...

    mucho trabajo. El jefe no afloj: Tiene usted demasiado trabajo para preocuparse por

    su sueldo? Qu le pasa? Tiene un marido rico? O sigue viviendo con sus papas?

    Britta se estaba poniendo furiosa. Busc una respuesta adecuada, pero el jefe se le adelant:

    De acuerdo, ha superado el periodo de prueba y le pagaremos el sueldo que toca. Aclarado. Adis.

    Y as acab la conversacin.

    54

    La discrecin silenciosa no suele verse recompensada.

    No, la entrevista no fue como una seda, pero, a pesar de todo, Britta se quit un gran peso de encima. Se acabaron los temores y la inseguridad. Le pagaron el sueldo acordado y pas a estar oficialmente contratada.

    Britta aprendi mucho de aquel asunto. Tuvo claro lo siguiente:

    Si no se pregunta y se reclama, no sucede nada. Si no se hubiera decidido a exigir lo que le corresponda,

    seguira con las manos vacas. Esperar slo causa inseguridad. Decidirse y reclamar es lo nico que ayuda. Y: la discrecin silenciosa no se ve recompensada.

    EL DRAMA DE LOS HOMBRES Y LAS MUJERES COMPETENTES

    A Britta aquel trabajo le dio una leccin en lo tocante a dese-os, peticiones y exigencias. Consigui evitar el drama de los competentes. El drama de la gente competente es ms o menos ste: son muy eficientes, se matan trabajando, y esperan. Espe-ran reconocimiento, esperan un ascenso, esperan un aumento de sueldo. Los competentes esperan porque creen que los de arri-ba se darn cuenta de que estn muy capacitados. Pero, en rea-lidad, no pasa nada. No, eso no es del todo cierto. Algo pasa.

    Mientras los competentes esperan reconocimiento y un ascenso, los dems se ponen los laureles. A lo mejor slo son empleados mediocres, pero le dan ms rimbombancia a su trabajo. Dicen claramente lo que quieren y son tenaces a la hora de reivindicar. Y obtienen buenos resultados. Puede que no siempre, pero s mucho ms a menudo que los que slo esperan. Entretanto, los competentes se limitan a sacudir la cabeza y a amargarse pensando que no es justo.

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  • Entre tus competencias tambin se incluye la de erigirte en abogado de tus propios intereses.

    Si lo anterior te resulta familiar, acaba con el drama. Ser competente tambin incluye ejercer de abogado de uno mis-mo y defender con energa tus intereses. En vez de esperar, pide lo que quieres. En vez de amargarte o envidiar a los dems, responde de ti mismo.

    La siguiente estrategia de autoafirmacin te ayudar a formular de manera inequvoca tus peticiones. Pero, antes de pedir algo, es importante que tengas claro qu quieres exac-tamente. As pues, tmate tu tiempo para aclararte. Averigua qu anhelas y di que s a tus deseos y necesidades.

    Estrategia de autoafirmacin: la voluntad firme

    1. Elige el momento adecuado Necesitas un interlocutor que est bastante atento y pue-

    da seguir tu discurso. Por lo tanto, asegrate de que la con-versacin podr transcurrir tranquilamente y sin interrup-ciones. Adopta la postura regia y ponte la coraza. Eso te ayudar a hablar con serenidad y a no tomarte la reaccin del otro como algo personal.

    2. Exprsate con precisin y amabilidad Formula con brevedad y precisin lo que quieres. Utiliza un por favor o di lo siguiente: Querra...; Deseara...; Me gustara....

    3. No pidas demasiado de golpe Aunque te guste mucho esta estrategia, no acribilles a

    deseos a tu interlocutor. Piensa que no tiene una grabadora

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    para registrarlos todos. As pues, plantea uno o dos como mximo en una conversacin. Es imposible que asimile ms.

    4. Manten una actitud positiva Omite todo lo que podra poner en tu contra a tu interlo-

    cutor. Nada de lamentos, insultos o amenazas. Porque, ante tanta negatividad, la mayora de la gente suele cerrarse en banda y ponerse a la defensiva, siguiendo el lema de a m nadie me habla as. Tu interlocutor se sentir ms motiva-do a aceptar tu peticin si mantienes una actitud amable o, al menos, neutral.

    Pon tus deseos sobre la mesa y pide lo que quieres.

    LOS CUATRO TROPIEZOS MS FRECUENTES AL PLANTEAR UNA PETICIN O UN DESEO

    Le he dicho lo que tena que hacer, pero mi compaero de trabajo ha pasado de todo.

    Mi marido nunca hace lo que le pido. Hace meses que le pido a mi hija que me ayude en casa.

    Pero hace odos sordos. En todos los cursos oigo quejas por el estilo. Y, cuando

    algn alumno me cuenta que no tiene xito por lo que res-

    57

  • pecta a sus deseos y peticiones, siento curiosidad. Entonces empieza la parte del curso que realmente me gusta. Es lo que yo llamo adecuar una estrategia de autoafirmacin a la vida cotidiana. Sobre el papel, todo parece razonable, pero cmo funciona en la vida real? Cmo se vive aplicando una estra-tegia?

    As pues, pido a mis alumnos que expliquen con todo detalle qu han hecho y dicho exactamente y cmo han reac-cionado los dems. Y salta a la vista que siempre tropezamos con los mismos errores y malentendidos. Esos tropiezos pro-vocan que una peticin no se entienda correctamente o que la rechacen al instante. A continuacin te presento los cinco tropiezos ms frecuentes y te enseo cmo puedes evitarlos.

    CMO EVITAR EL PRIMER TROPIEZO: NO PIDAS IMPOSIBLES

    Hay peticiones que tu interlocutor no puede satisfacer o le costara mucho hacerlo. Por ejemplo, qu va a hacer un quin-ceaero si su madre le dice una maana: Oh, no, otra vez igual! No podras poner otra cara en el desayuno?. Cmo va a satisfacer el hijo esa peticin? Se borrar la expresin de la cara y la sustituir por una sonrisa perenne? Adems, hay alguien capaz de satisfacer la peticin de cambiar de cara (si no es con ciruga esttica)? Creo que sera difcil o, quizs, incluso imposible.

    Tu interlocutor slo puede satisfacer tu peticin si est a su alcance.

    Comprendo a la madre. Ella quiere que su hijo no ponga mala cara en el desayuno. Pero dudo que una peticin ayu-de en este caso. La mayora de la gente no puede cambiar su estado de nimo slo porque se lo pidan; en el mejor de los casos, podr disimularlo.

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    Igual de complicados son los deseos del tipo: Por favor, cambia de carcter. Recuerdo a una mujer que se quejaba de que su marido nunca quera hablar con ella cuando tenan problemas. Ella se lo peda, pero no consegua nada. Cuan-do surga un problema, l se aislaba y ella insista en que lo hablaran. l se aislaba para ordenar sus ideas. Ella quera solucionar el problema hablando de l. Ninguno de los dos haca nada mal. Simplemente, tenan un carcter muy dife-rente.

    No intentes cambiar el carcter de nadie.

    Todos tenemos un carcter determinado que se form en nuestra ms tierna infancia. Lo que experimentamos en aquella poca se ha grabado profundamente en nuestra per-sonalidad. Y, aunque tengamos la mejor voluntad de hacer-lo, es difcil cambiar. Las personas son como son y muy pocas pueden mudar de carcter, ni siquiera si lo desean con todas sus fuerzas.

    As pues, si le pides a alguien que sea de otra manera, dif-cilmente conseguirs algo.

    Dirige tu peticin all donde puedan satisfacerla.

    Tambin lo tendrs complicado si reclamas algo que (all) no existe. Por ejemplo, un aumento de sueldo en una empre-sa que est a punto de quebrar. O si intentas conseguir habi-tacin en un hotel que ya est lleno o pretendes comprar zapatos en una panadera. En principio, no tiene nada de malo que quieras zapatos, una habitacin de hotel o un aumento de sueldo. Pero tienes que dirigir tu peticin al lugar donde puedan satisfacerla.

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  • EVITA EL SEGUNDO TROPIEZO: POCAS FRASES BREVES EN VEZ DE UN TORRENTE DE PALABRAS

    Hay gente que se explica mucho cuando pide algo. Y, a veces, las explicaciones suenan a justificacin. Quien acta de este modo suele tener grandes expectativas. Esas expecta-tivas son: el otro tiene que comprenderme, tiene que saber cmo me siento, qu ha ocurrido y cmo est todo relacio-nado. Si me entiende, cumplir mi deseo.

    Pero la comprensin no funciona as. Muchas palabras no siempre consiguen que el interlocutor comprenda. Al con-trario: a menudo le confunden. Despus de un discurso tan largo, el pobre ya no sabe de qu va la cosa.

    Las largas explicaciones suelen provocar ms confusin que comprensin.

    A ello se aade un segundo problema: algunas personas no saben escuchar. No pueden concentrarse demasiado tiempo. No siempre nos damos cuenta, puesto que muchos malos oyen-tes mantienen todo el rato el contacto visual y asienten con la cabeza. Y eso engaa. En realidad, estn pensando en otra cosa.

    Por eso es importante que seas capaz de resumir y de lle-gar rpidamente al meollo de la cuestin. No acompaes tu peticin de largusimas explicaciones. Di lo que quieres y espera a ver si tu interlocutor te plantea alguna pregunta. Si lo hace, dale una respuesta breve y concisa.

    No tienes que razonar tu peticin.

    Entre nosotros: no tienes que razonar o justificar tu peti-cin. Deseas algo porque lo quieres. Eso basta como aclaracin. Querer aadir ms explicaciones supone una concesin por tu parte. Piensa lo siguiente: t, y slo t, juzgas si tu peticin est justificada o no.

    6o

    SORTEA EL TERCER TROPIEZO: NO ACTES DE FORMA INFANTIL CUANDO PIDAS AYUDA

    Yo estaba convencida de que, actualmente, nadie (sobre todo ninguna mujer) se comporta como una criatura para conseguir ayuda de los dems. A lo mejor hacerse el ingenuo y hacer moneras para que corran a salvarte era un truco habitual en otros tiempos, pero en este milenio est total-mente desfasado. Eso pensaba yo. Hasta que fui testigo de esa conducta anticuada.

    Una mujer se inclinaba sobre una centralita de telfonos y no paraba de pulsar teclas en un despacho con la puerta abierta. l, el hombre fuerte y futuro hroe salvador, entr en la sala y la mir frunciendo el ceo. Cuando ella se dio cuen-ta de su presencia, puso cara de lloricona y se lament:

    Soy tan torpe. No consigo aclararme con este telfono. Lo he intentado mil veces. Pero no se deja. Me estoy vol-viendo loca!

    Puso morros y le dio un ligero manotazo al aparato. El hombre no vacil lo ms mnimo en ayudarla. Liber a la pobre mujer de las garras de aquella malvada centralita.

    Con nuestra manera de hablar de nosotros mismos mos-tramos a los dems cmo pueden tratarnos.

    Bueno, bueno, nada de volverse loca le dijo el hom-bre, que descolg el auricular y puls dos teclas. Ves, fun-ciona as.

    Y le ense las teclas pertinentes. Ella habl entonces con voz melosa:

    Ah, fantstico. Ahora mismo lo apunto, a ver si as me entra en la cabeza.

    l sonri satisfecho y, al irse, dijo: Recjase el pelo, a lo mejor as le entran ms cosas en

    la cabeza.

    61

  • Ella le ri la gracia y susurr melindrosa: Algn da sabr hacerlo sola. Lstima! exclam l. Cuando acab la escena, me gir y busqu la cmara ocul-

    ta. Seguro que estaban rodando un programa cmico para la televisin. Los presentadores saldran de su escondite y gri-taran a coro: Ha picado!.

    Pero todo sigui tranquilo. La mujer telefoneaba y el hombre se alejaba por el pasillo.

    Qu horror, aquello era real! Pens en mi profesin. Quizs volvera a ver a aquella

    mujer en alguno de mis cursos de autoafirmacin. Y segura-mente se quejara de que sus compaeros (masculinos) de trabajo a veces se burlaban de ella. Y de que no progresaba profesionalmente porque nadie en la empresa le confiaba tareas de responsabilidad. Problemas de imagen, creados por ella misma.

    Con tus comentarios muestras tambin cmo quieres que te traten. Con frases como Soy demasiado torpe, no me aclaro te ests valorando negativamente. Te perjudicas. Y tambin construyes tu propia imagen.

    No hables mal de ti cuando pidas ayuda.

    No tiene nada de malo avisar de que no sabes hacer algo. Puede que no te aclares con Internet, que no tengas ni idea de cmo cambiar las bujas del coche o que no seas capaz de bajar un armario al stano sin ayuda. Pero no por eso eres torpe, intil, dbil o duro de mollera. (El Captulo V se cen-tra en cmo dejar de infravalorarse)

    A continuacin te presento algunas sugerencias para pedir ayuda sin empequeecerte.

    As pedirs ayuda con seguridad Adopta la postura regia.

    6z

    Permtete no saber hacer algo o no poder hacerlo solo. No tienes que avergonzarte de ello ni sentirte mal.

    Cuando pidas ayuda, describe hechos objetivos y aade a tu peticin una frase breve. Por ejemplo:

    No me aclaro con la nueva centralita. Podra ayudar-me?

    No s cmo seguir. Podras echarle un vistazo y acon-sejarme?

    No puedo cargarlo solo. Me echas una mano, por favor?

    Acto seguido, da las gracias por la ayuda.

    Esto es comunicacin al mismo nivel. Adulta, sin rebajar-se ni manipular a nadie. De este modo mantendrs tu digni-dad, aunque te sientas incapaz o no sepas qu hacer.

    ELUDE EL CUARTO TROPIEZO: EXPRESA UNA PETICIN CLARA EN VEZ DE HABLAR CON INDIRECTAS

    Quieres saber de qu estn hechos los malentendidos? La mayor parte de los malentendidos se crea a partir de las insi-nuaciones. Haz una insinuacin y te arriesgars a que te malinterpreten.

    Supongamos que ests en la oficina, vas a hacer fotoco-pias y la fotocopiadora no hace lo que t quieres. Por suer-te, pasa por all un compaero que sabe usar la mquina. Imagina que le dices lo siguiente:

    Oh, qu alegra verte! La fotocopiadora ha vuelto a declararse en huelga.

    Seguramente, t esperas que interprete bien el comenta-rio, es decir, como una peticin de ayuda. Pero l se limita a encogerse de hombros y dice:

    Se ha vuelto a estropear? Menos mal que no tengo que hacer fotocopias!

    6.3

  • Y sigue su camino. Te decepciona que se haya mostrado tan poco servicial?

    Muchas veces, las indirectas no se entienden.

    Pero ha sido realmente poco servicial? O simplemente no ha entendido la indirecta?

    Literalmente, la frase la fotocopiadora ha vuelto a decla-rarse en huelga no es ms que una alusin a un hecho. Nada ms. Y as la ha entendido el compaero en este caso. Se tra-taba tan slo de una alusin al hecho de que la fotocopiado-ra estaba estropeada de nuevo. No ha ledo entre lneas lo que t queras conseguir realmente pronunciando la frase.

    Precisamente as se puede provocar una discusin. Alguien insina una cosa, lanza una indirecta, y el interlocutor se cie nicamente a lo que le han dicho.

    Ambos se sienten incomprendidos: Nunca haces lo que te pido. No es verdad. S lo es! Te ped ayuda cuando la fotocopiadora estaba

    estropeada. Y t te limitaste a irte y me dejaste en la estacada. No, eso no es verdad. No me pediste ayuda. S lo hice. Tonteras, no soy sordo. Slo dijiste que la fotocopia-

    dora estaba estropeada. S, y no lo dije en broma. Pens que me ayudaras. Quin te ha dicho que leo el pensamiento? Cmo

    quieres que sepa lo que ests pensando? S, eso es lo que ocurre cuando la gente habla con indi-

    rectas. El interlocutor es libre de elegir cmo interpretar las palabras. Y a menudo no entiende ni jota. Pero centrmonos en este punto. Aludir a un hecho (la fotocopiadora ha vuel-to a declararse en huelga) no es una peticin, sino una sim-ple constatacin. Algo as como la Tierra es redonda u hoy es mircoles, que tampoco son peticiones.

    64

    Cuanto ms claramente expreses tu peticin, ms posibilidades tienes de que te entiendan.

    Puedes decirle cien veces a alguien de confianza: El cubo de la basura est lleno, hay que cortar el csped o se me ha vuelto a colgar el ordenador!, y no pasar nada. Todo eso son constataciones, no peticiones.

    El siguiente test te demostrar que una indirecta puede interpretarse de maneras muy distintas. Consiste en una serie de frases y tres posibles interpretaciones de cada una de ellas. Adivina qu quera decir realmente la persona que las pro-nunci.

    Oh, conduces a mucha velocidad! Vas casi a ciento veinte por carretera!

    Eso indica... 1. Admiro tu dominio del volante. A qu velocidad con-

    duces por carretera, es fantstico! 2. Nunca haba pasado por aqu a tanta velocidad. Es

    toda una experiencia. 3. Conduces demasiado deprisa. Por favor, ve ms despacio.

    Dime, te duelen los brazos? Como has vuelto a dejar la cartera del colegio en la escalera...

    Eso significa... 1. Me preocupo por tu salud. Te pasa algo en los brazos

    y tengo que llevarte al mdico? 2. Tu cartera aparece siempre en los sitios ms insospe-

    chados. Me pregunto por qu ser. Cul es la causa de ese fenmeno? Son tus brazos?

    3. Haz el favor de quitar la cartera de donde est.

    Uf, el ambiente est muy cargado y todas las ventanas estn cerradas.

    Qu pretende decirnos?

    65

  • 1. Es sorprendente lo deprisa que se consume el oxgeno y se carga el ambiente.

    2. Las ventanas cierran muy bien. No entra ni una brizna de aire. Y el ambiente de la habitacin cambia.

    3. Sera tan amable de abrir una ventana para que entre aire fresco?

    Ahora s que me has hecho enfadar! Tienes que inte-rrumpirme cada vez que hablo?

    Qu significa este comentario? 1. Intento comprenderte. Por eso me pregunto si te domi-

    na una fuerza oculta o me interrumpes porque quieres. 2. Ahora no estoy de muy buen humor. En estos momen-

    tos me cuesta aguantar tus interrupciones. Pero ya me ani-mar y entonces ser ms paciente contigo.

    3. Haz el favor de no interrumpirme.

    Si eres un experto en hablar con indirectas, seguramente habrs marcado siempre la tercera respuesta. Oyes la pro-clama y sabes qu hay que hacer. Pero hay muchas ms inter-pretaciones posibles para cada uno de esos enunciados.

    Cuando se trate de formular un deseo, acaba con las adi-vinanzas. Porque mientras tu interlocutor pueda elegir libre-mente cmo interpretar tus comentarios, puede sucederte que no ocurra nada. As pues, no permitas que te malinterpreten.

    A continuacin encontrars un par de sugerencias que te ayudarn a expresar tus demandas sin que haya malentendi-dos.

    Formula tus peticiones sin dar lugar a malas interpreta-ciones

    Di con pocas palabras sencillas qu quieres del otro. S amable o, al menos, neutral. Por ejemplo, as:

    Por favor, podras...?

    66

    Me gustara que... Querra lo siguiente:... Quera pedirte que... Seras tan amable...?

    Si informas de un hecho y quieres que el otro haga algo, dilo claramente. Lo mejor es hacerlo con dos frases simples. Primero el hecho y luego la peticin. Por ejemplo, as:

    La sopa est fra. Podra traerme una sopa caliente, por favor?

    El cubo de la basura est lleno. Me hars el favor de sacar la basura cuando salgas?

    No s qu le pasa, pero el motor hace un ruido extrao. Podra echarle un vistazo?

    CMO EVITARS EL QUINTO TROPIEZO: S HBIL AL EXPRESAR TU ENFADO

    La amabilidad funciona como un lubrificante entre las personas. Se encarga de que podamos tratarnos sin friccio-nes. Accedemos con gusto a una peticin planteada con cor-tesa (Podra dejarme pasar, por favor?). Pero una orden destemplada (Haga el favor de dejarme pasar!) invita a la resistencia. Las negativas se extienden rpidamente por don-de no hay amabilidad. Eso est claro. Sin embargo, a veces no es tan sencillo ser atento en el da a da. Sobre todo si esta-mos nerviosos o enfadados con alguien.

    Una peticin formulada con amabilidad ser aceptada antes.

    Tomemos como ejemplo a una pareja en un restaurante. Los dos estn sentados a la mesa, esperando que les sirvan. Ella enciende un cigarrillo. l se enfada:

    67

  • Cmo puedes ser tan desconsiderada! Sabes perfecta-mente que no soporto el humo, y t no paras de fumar. Es vergonzoso!

    (Entre nosotros: hay una peticin escondida tras esas palabras?) Cmo reaccionar la fumadora? Se deshar en disculpas y apagar el cigarrillo de inmediato? Ms bien no, despus de semejante bronca. Lo ms probable es que res-ponda a ese ataque con un contraataque. Ms o menos as:

    Pero t, qu te has credo? Que todos tenemos que bailar al son que t marcas? Adems, no consiento que me hablen en ese tono.

    Y ya se ha iniciado una discusin que nadie quera. En un clima de pelea como se, ya no hay deferencias ni concesio-nes. Y no se aceptan peticiones.

    Detrs de un torrente de crticas se esconde una peticin muda.

    Una creencia falsa muy extendida en el tema de la autoa-firmacin es la siguiente: Para hacerme respetar tengo que pegar una bronca y puede que incluso dar gritos. Puede que as se haga respetar un nio de tres aos. Pero los adultos no impresionan lo ms mnimo con ello.

    Cuanto ms ataques a tu interlocutor, menos posibilidades tienes de que acceda a tus deseos.

    Si criticas, haces reproches o pegas la bronca, tu interlo-cutor seguramente se cerrar en banda. Se negar a atender-te porque se siente atacado. Esa actitud puede presentar dis-tintas formas. Tu interlocutor:

    dejar de escucharte, empezar a defenderse, replicar con una tontera, le quitar importancia al asunto,

    68

    te echar las culpas, pondr fin a la conversacin.

    Ante un exceso de reproches o enfado, el interlocutor se cierra en banda.

    Naturalmente, no todas las personas se cierran cuando alguien las increpa o les hace reproches. Tambin hay excep-ciones. Por ejemplo, los psicoterapeutas o los maestros zen. Es posible que ellos sepan soportar tu enfado sin bajar ense-guida la persiana. Puede ser. Pero el resto de la humanidad reacciona a los ataques de manera previsible, con un no defensivo.

    As pues, qu podemos hacer si estamos enojados, pero queremos que algo cambie? En primer lugar, es importante que aceptemos que estamos enfadados. No tiene nada de malo sentirse as. Lo siguiente es no perder de vista a qu le damos ms importancia. Queremos descargar nuestra cle-ra y quejarnos? O queremos que algo cambie y hagan lo que pedimos?

    Ningn sentimiento tiene nada de malo, tampoco el enfado.

    Si quieres que tu peticin se cumpla, acta con estrategia. Reprime tu furia y habla de lo que quieres con la mxima objetividad y neutralidad posibles.

    69

  • As se reclama sin atacar a nadie

    Habla con tu interlocutor sin echarle la culpa, sin usar un tono airado ni palabras ofensivas. En general, podrs hacerlo cuando te hayas calmado un poco. Aclrate y deter-mina qu quieres antes de empezar a hablar. Primero refle-xiona, despus acta.

    Concntrate en lo que quieres de tu interlocutor. Qu deseas de l? Nada de sermones ni recriminaciones. Expresa tu deseo con claridad para que no sea malinterpretado. Uti-liza palabras amables.

    Escucha con atencin lo que te responden. Piensa que tu interlocutor tiene derecho a responder a tu peticin con un s o con un no. Y que, antes de contestar, l tambin tie-ne derecho a pensar con tranquilidad.

    Si se trata de quejas o de reclamaciones comerciales, pro-cura no lanzar crticas generalizadas a la tienda, al restau-rante, al hotel, etc. Muchos empleados se identifican con la empresa en la que trabajan. Si atacas a la empresa, los emplea-dos reaccionarn ponindose a la defensiva y no accedern a tu peticin.

    Repite tu deseo, con mucha tranquilidad, si no lo han entendido a la primera.

    Pero qu ocurre si quieres ambas cosas? Si quieres mos-trar tu enfado y tambin que acepten tu peticin?