ROGER BARTRA Y SI LOS CAMPESINOS SE EXTINGUEN... (Reflexiones
sobre la coyuntura poltica de 1976 en Mxico) La imaginaria poltica
de la independencia del Estado y el "misterio" de la suce- sin
presidencial. P ARA que un sistema de explotacin de la mayora por
la minora pueda repro- ducirse se requiere entre otras cosas la
presencia en la sociedad de ciertos fluidos enigmticos convocados
por el aquelarre burocrtico de los polticos do- minantes: flujos
ideolgicos que se cuelan hasta en los ms ntimos poros de la vida
cotidiana con el fin de transformas, para decirlo como metfora
pitagrica, el misterio del nmero en la realidad del drama. En los
pases que han alcanzado una democracia burguesa moderna las
matemticas electorales y parlamentarias parecen crear la tragedia
poltica. Otros pases que, como Mxico, viven fuera del mundo
pitagrico de la aritmtica poltica occidental tienen formas diversas
y originales de alimentar, el misterio sobre el que se levanta el
edificio de la poltica. En Mxico el democrtico y griego nmero de
votos, gestador de la vi- da poltica, ha sido substituido por una
leyenda de corte ms bien medieval: es el tapado que como nuevo
golem espera que se le introduzca en la boca la ade- cuada
combinacin cabalstica de las letras del nombre de Dios para tomar
vida propia e independiente durante seis aos exactos; como el golem
de la vieja tradicin juda, el tapado mexicano tambin destruye a su
procreador: pero en- cuentra su fin en las palabras talmdicas de
"no reeleccin". Nadie sabe cmo es elegido el presidente en Mxico;
todas las especulaciones de politlogos. periodistas, historiadores
y aspirantes a polticos llegan a la mis- ma conclusin banal: el
presidente que sale nombra a su sucesor impulsado por una mezcla
incomprensible y azarosa de presiones, simpatas, traiciones y com-
padrazgos. Todos suponen que existe un grupo ms o menos reducido de
polti- cos selectos, ubicados en la cimibre del aparato, que
participa del "secreto" de la sucesin; pero desde hace 30 o 40 aos
todos los "iniciados" han guardado silencio sobre los mecanismos
ocultos y se han llevado celosamente su secreto 64 a la tumba. Cada
seis aos, no obstante, la "opinin pblica" se quiebra la ca- beza y
es mantenida en ascuas ante el misterio de la sucesin presidencial.
Sin embargo, no cabe ninguna duda de que dentro de algn tiempo,
digamos a mediados del siglo xxi, los historiadores dirigirn una
desapasionada mirada de tedio a la larga sucesin de sucesiones
presidenciales que ojal no caracteri- ce a toda la historia poltica
de los ltimos dos tercios del siglo xx. Tendrn la misma sabia
actitud del obrero y del campesino de hoy, que no acaba de en-
tender que una aburrida y burocrtica seleccin de candidato pueda
convertirse milagrosamente, para la inteligencia burguesa y
pequeoburguesa, en un emo- cionante misterio poltico. P or eso, el
primer domingo de julio de cada final de sexenio ha sido para
muchos mexicanos un da como cualquier otro, en el que las urnas se
llenan de votos como de palabras vacas los discursos que los poh'-
ticos pronuncian los otros das de cada ao de cada sexenio. Es
cierto que a veces el aburrido ritual se presenta baado en sangre;
pero ello no afecta el ce- remonial esencialmente burocrtico de las
sucesiones presidenciales. A fin de cuen- tas, la lucha interna por
lograr la presidencia de la repblica no se diferencia por su forma
de los oscuros pleitos que se desencadenan entre oficinistas por
al- canzar la jefatura de una hmeda y mohosa oficina subalterna de
recaudacin de impuestos. No deja de ser inquietante que durante
decenios se decida de ma- nera tan baja el puesto poltico ms alto
de la nacin; y sin embargo, no es posi- ble dejar de reconocer que
este mecanismo poltico forma parte de la maquinaria estatal
burguesa posiblemente ms perfeccionada de Amrica Latina. Es
justamente este carcter tan avanzado y sofisticado del Estado
mexicano el que permite explicar cmo la banalidad de la forma de
sucesin presidencial se ha convertido en el misterio principal que
la ciencia poltica en Mxico in- tilmente procura develar. Slo un
Estado profundamente burgus, en un pas donde la clase capitalista
moderna ha tomado el poder por la va revolucionaria, puede lograr
imponer, de manera tan radical y duradera, el conjunto de mitos
histricos y desviaciones ideolgicas que en Mxico justifican y
apuntalan la he- gemona burguesa. Al mismo tiempo, el mecanismo
desptico y enigmtico de eleccin del presidente se forj en un pas
agrario y, en consecuencia, el campe- sinado constituy una pieza
fundamental del sistema; es probable, incluso, que sean los
campesinos los poseedores de la clave del misterio. El misterio de
la sucesin presidencial se reduce, en realidad, al siguiente
planteamiento: en Mxico hay un Estado tan autnomo de las luchas de
clases, tan bonapartista, tan excepcional, tan revolucionario, tan
nacional, tan por enci- ma de la sociedad y tan arbitral que es
capaz de autorreproducirse y autoalimen- tarse sin necesidad de
intervencin de las fuerzas sociales. El Estado se supone que es el
gestor determinante de la sociedad, es quien da vida a las clases
sociales y quien ordena y decide la forma del desarrollo econmico.
A quin bajo estas condiciones puede ocurrrsele que el Estado no es
ms que una superestructura cuyas caractersticas dependen finalmente
de las condiciones econmicas en que vive la sociedad? Esta idea,
aunada a una praxis correspondiente, slo puede ser una tesis
proletaria que recoja la tradicin marxista de pensamiento. Vale la
pena reproducir una frase escrita por Marx muy pocos aos antes de
morir, y que es poco conocida: la aparente suprema existencia
independiente del Estado es en s misma slo una apariencia y. . . es
en todas sus formas una excrecencia de la sociedad; as como su
aparicin misma surge solamente en una cierta etapa del desarro- 65
Uo social, desaparece de nuevo tan pronto la sociedad llega a una
etapa an no alcanzada.^ Es interesante proponer aqu un proyecto
alternativo de misterio: Qu con- diciones provocarn la desaparicin
del llamado "sistema poltico mexicano"? Qu tipo de crisis terminar
con el ceremonial burocrtico de las sucesiones presidenciales?
Estas preguntas cancelan el postulado de un Estado enfermiza- mente
autnomo, Deus ex machina de la dinmica social; estos interrogantes
nos enfrentan bruscamente a lo que en el fondo casi todos sabemos:
que carece de importancia histrica la personalidad sexenal del
elegido por el P RI para gober- nar al pas, que el misterio de la
sucesin presidencial no es ms que el vapor adormecedor de una
ideologa poUtica destinada a ocultar el hecho histrico fun-
damenal: la burguesa tiene el poder en Mxico, para decirlo de una
manera escueta que es como a veces hace falta descir las cosas en
pases donde las vesti- duras imaginarias se acumulan farragosamente
sobre el cuerpo del rey desnudo. P or cierto que en nuestra
historia los campesinos ocupan el lugar del nio que en el cuento
descubre la desnudez del rey; la diferencia consiste en que aqu los
campesinos pagan con la vida su descubrimiento. P ero antes de
seguir con nuestra historia, demos un vistazo rpido a lo que ocuhan
las vestiduras del rey. La triple dominacin invisible de la
oligarqua, los nuevos ricos y la tecnocracia Primera. Nadie habr
dejado de reconocer la presencia en Mxico de una ten- dencia
poltica represiva, autoritaria y desptica; muchos, adems, la han
sufrido en carne propia. Su existencia es debida slo al mal humor
que se despierta en algunos polticos ante la insurgencia de brotes
de oposicin? O a la presencia de grupos de presin con ansias
fascistas? P or el contrario, es posible ubicar las races de esta
tendencia por cierto la ms poderosa pero no totalmente hege- mnica
en una fraccin de la burguesa que goza de la doble peculiaridad de
tener una vieja tradicin y de formar parte estructural de la
oligarqua financiera. Se trata de una burguesa que naci en el siglo
pasado, que tiene su propia his- toria, su pecado original
porfirista y que ha, por lo tanto, conocido diferentes formas de
Estado. Es entre otras por esta razn que no se identifica
pleruzmente con el Estado "revolucionario" forjado por Carranza,
Obregn, Calles y Crde- nas y que mantiene cierta autonoma frente al
gobierno. Justamente es otra rela- tiva independencia la que le
permite ejercer un peso decisivo en el aparato poltico sin que haya
logrado, no obstante, una completa hegemona poltica. Esta frac- cin
burguesa ha cristalizado en una faccin poltica bastante bien
identificada que opera en forma unitaria: las burguesas regionales
de Monterrey, Guadalaja- ra, P uebla y Saltillo son su expresin ms
evidente y la Confederacin P atronal de la Repblica Mexicana (COP
ARMEX) su instrumento poltico (no econmi- co) ms afilado. Se trata
de una fraccin burguesa que se ha orientado preferen- temente al
impulso de grandes empresas de fabricacin de bienes intermedios y
de capital en estrecha asociacin con el capital extranjero; incluye
tambin a la gran burguesa comercial, a parte de la burguesa agraria
y a los grandes gana- deros. De aqu que no vea con buenos ojos la
"excesiva" intervencin estatal en 1 "Marx Excerps from Henry Summer
Maine, Lectures on the Early History of nstitu- lions", en The
Ethnological Notebooks of Karl Marx, Internationaal Instituut voor
sociale Goschiadenis, Amsterdam, 1974, p. 329. 66 la economa, que
se oponga a una poltica fiscal que agilice los mecanismos mo-
noplicos estatales y grave a las capas de altos ingresos. La
"solucin" para esta fraccin se encamina a canalizar la accin del
Estado hacia el incremento de las exportaciones (de materias
primas, de productos maquilados, de manufacturas de las grandes
empresas transnacionales que tienen un mercado asegurado). El
Estado debe, adems, a los ojos de esta burguesa, encargarse de las
grandes obras de infraestructura (presas, comunicaciones) para
abrirle paso al capital privado. Desde el punto de vista de un
poltico moderno y refinado esta posicin aparece como el apetito
brbaro de la burguesa por acumular capital por las vas ms rpidas;
aparece como el inters brutal y descamado por la ganancia, que
quiere para s los dividendos y deja al Estado las tareas sucias,
desprovisto de una cierta sensibilidad moderna que pueda contener y
encauzar de manera global y con los menos conflictos posibles el
desarrollo del capitalismo en Mxi- co. La vocacin de hegemona que
sin duda tiene esta fraccin burguesa encarna de manera tosca en la
imagen del burgus ultrarreaccionario y antidemocrtico. Sus
esfuerzos hacia el logro de la hegemona son cada da ms patentes y
ame- nazadores: ha logrado crear su propio sistema sindical (la
Federacin de Sindi- catos Independientes) que en Monterrey por
ejemplo agrupa a ms del 70% del proletariado industrial; tiene casi
totalmente en sus manos uno de los medios de difusin ms
importantes, la televisin, y varios peridicos de gran tiraje; no
hace mucho tiempo intent comnrar una cadena de ms de 30 peridicos
(los "So- les" de Valseca), lo cual fue frustrado por el Estado
(que adquiri la cadena); su hbil trabajo de infiltracin y control
en la Secretara de Hacienda, que es uno de sus canales de presin ms
importantes, se encuentra muy avanzado (es sabido que mediante el
obsequio de paquetes de acciones a altos funcionarios logran algo
ms que simplemente comprarlos: aburguesan a la burocracia). Su
cercana a dos sectores extraordinariamente sensibles de la economa
mexicana la exportacin y el turismo les coloca en una posicin
favorable para influir de manera fuerte y a veces determinante en
el curso de la poltica econmica del Estado; recientemente esta
fraccin dio un paso importante en el terreno poltico: la creacin
del Conseio Coordinador Empresarial baio la presidencia de un sagaz
terico y poltico de la burguesa: el cervecero Snchez Navarro. Las
fracciones polticas de una clase no coinciden siempre con los
estratos eco- nmicos en que se divide; es el caso de esta fraccin
burguesa a que se hace referencia. Esta es probablemente la causa
del carcter tosco, brutal e inacabado de las posiciones polticas
que postula esta fraccin, que no plantean un proyecto o modelo
refinado de los intereses generales de toda la burguesa. En efecto,
esta es una fraccin de la oligarqua monoplica, pero en ella est
ausente un grupo econmico clave cuya presencia aqu redondeara los
perfiles de un estrato eco- nmico completo y permitira a la
oligarqua financiera en su conjunto presentarse con ms unidad
poltica. El grupo econmico ausente al que se hace referencia es el
de los grandes banqueros, que manejan el verdadero sistema nervioso
de la economa monoplica y que desde hace aos sostienen una posicin
muy cercana al Estado, mantienen vnculos muy estrechos con el poder
ejecutivo y con el sec- tor pblico de la economa. Este peculiar
desprendimiento y la singular ubicacin de los grandes banqueros (a
la cabeza de los cuales figura el grupo Banamex de Legorreta)
significan una barrera de contencin a la hegemona de la oligarqua
monoplica; pero, al mismo tiempo, los grandes banqueros se han
convertido en 67 los representantes y mejores abogados de la
malhumorada burguesa nortea al interior del bloque hegemnico.
Segunda. P or qu no ha de sentirse profundamente "revolucionaria"
la parte de la burguesa que ha ido surgiendo gracias al apoyo del
Estado "revoluciona- rio"? En la existencia ya slidamente
establecida de esta fraccin de la burguesa encuentra una base
segura y una cierta proteccin la corriente poltica que se permite
algunas veleidades populistas, que se cree enormemente
nacionalista, que se ha ligado con frecuencia a los mecanismos
mediadores del aparato poltico y que apoya diversas formas de
intervencionismo estatal en la economa. En la cristalizacin de esta
fraccin poltica tambin se entrecruzan los elementos his- tricos y
las peculiaridades econmicas. Este es un grupo de "nuevos ricos"
que creci a la sombra del proteccionismo estatal, de la poltica de
substitucin de importaciones, de las exenciones de impuestos
acordadas por el gobierno y de los subsidios indirectos que reciben
(v. gr. tarifas especiales de consumo de electri- cidad). A pesar
de que sta es la fraccin burguesa ms ligada al poder central es la
menos independiente y la que presenta un perfil poltico ms borroso:
se deja representar cmodamente por la burocracia poltica, la cual
al mismo tiempo contribuye permanentemente a engrosar las filas de
esta fraccin al propiciar las formas de acumulacin de capital entre
los altos funcionarios. Si bien esta frac- cin poltica no es
dominante por s misma, una parte de la burocracia poltica ejerce la
hegemona en su nombre y en su beneficio. Esta nueva burguesa tam-
bin tiene un asiento geogrfico propio: el Distrito Federal y el
estado de M- xico (zona industrial de la ciudad de Mxico y su
periferia). Desde el punto de vista del Estado y de su burocracia
poltica, esta fraccin de la burguesa ha resultado ser la ms
"manipulable" y la que se adapta con mayor facilidad a los modelos
de desarrollo econmico propuestos por el Estado. Sin embargo, en
ltimas fechas esta fraccin ha propiciado diversas corrientes, desde
neocardenistas hasta demcratacristianas, que se resisten a las
formas des- pticas y represivas y buscan nuevas altemativa3 de
"apertura" a la situacin poltica. As pues, esta fraccin poltica
presenta una posicin poltica menos unificada y menos coherente que
su hermana la burguesa nortea, pero parad- gicamente, junto con los
banqueros, est ms cerca del poder de decisin. Sus posiciones
"neocardenistas" se manifiestan especialmente en materia agraria,
don- de impulsan reformas que buscan eliminar los obstculos que la
concentracin de la propiedad privada de la tierra presenta a la
concentracin y circulacin del capital; medidas tales como los
ejidos colectivos (y eficientes), la Ley de Aguas que limita la
posesin de tierra a 20 has. etc., son medidas que son bien vistas,
o al menos no entorpecidas, por esta fraccin. Al interior de este
grupo han surgido algunos dbiles brotes polticos que de- mandan una
cierta democratizacin del sistema. Es el caso de los empresarios
que insinan tmidamente sus deseos de que en Mxico funcione un
sistema me- nos represivo y ms parlamentario. Hoy en da esta
fraccin alberga ya a una porcin importante de la gran bur- guesa
que se orienta hacia la produccin de bienes de consumo directo
(como efecto del proceso de substitucin de importaciones de este
tipo de bienes), pero tambin contiene a capas de empresarios medios
que buscan insistentemente toda clase de medidas protectoras del
Estado para acrecentar su riqueza. Durante mu- chos aos la
CANACINTRA (Cmara Nacional de la Industria de la Transfor- macin)
logr canalizar los intereses de esta fraccin de la burguesa
protegida 68 y revolucionaria; sin embargo, la CANACINTRA nunca
logr ser plenamente un rgano de expresin de sus intereses y siempre
fue ms una forma de control gubernamental. Tercera. La enorme y
abigarrada buracracia poltica que controla directamente el aparato
estatal contiene en su seno una gran diversidad de grupos y
facciones polticas. P ero a medida que ha ido fortalecindose el
capitalismo monoplico de Estado, se ha desarrollado una tecnocracia
moderna que representa y constituye una fraccin an ms nueva de la
burguesa: la ligada al capitalismo de Estado. Estos intereses se
encuentran an muy teidos y sumergidos en las viejas formas de
atraso paternalista que han caracterizado en buena medida a la
poltica eco- nmica del Estado. No obstante, hoy en da el conjunto
de intereses ligados a las grandes obras de infraestructura, al
petrleo, la electricidad, el acero, a la construccin urbana, a la
produccin ejidal, a la comercializacin y financiamien- to
estatales, etc., constituyen un conglomerado de actividades
econmicas con un marcado carcter propio. P lanificacin, organizacin
y eficiencia son los concep- tos que orientan a la alta tecnocracia
estatal en su lucha por controlar los meca- nismos claves del
desarrollo econmico. La hegemona poltica al interior del Estado
mexicano, hoy en da, se encuen- tra en manos de una triple alianza
entre esta tecnocracia de Estado, los grandes banqueros y la nueva
burguesa "revolucionaria". Este bloque de poder, que est rodeado y
protegido por infinidad de grupos y facciones de muy diversa ndole,
representa al conjunto de los intereses de la burguesa; este bloque
no gozara de una relativa estabilidad si no se hubiese logrado un
acuerdo poltico con la frac- cin con vocacin ms oligrquica de la
burguesa, en virtud del cual el bloque hegemnico mantiene
directamente las riendas del poder pero le permite una constante e
importante injerencia en los procesos de toma de decisiones. La
descomposicin del campesinado y la crisis poltica DURANTE el
sexenio administrado por Luis Echeverra la triple alianza se ha
tomado visible en forma de la incierta y desconcertante "apertura
democrtica"; con este trmino se ha querido sealar la manera en que
los gobernantes han decidido abrir las ventanas para que el pueblo
pueda admirar desde lejos el es- pectculo de una democracia
prometida pero no ejercida, y para que entren aires perfumados que
hagan olvidar, entre otras cosas, la masacre de Tlatelolco en 1968.
P ero las mieles de la "apertura democrtica" slo han venido a
demostrar que el pas se est adentrando en una profunda crisis
poltica. En realidad, la poltica de apertura ha tenido por base un
pequeo reacomodo del bloque dominante: un mayor acercamiento entre
algunos de los intereses de la que he denominado nueva burguesa y
el modelo poltico de la tecnocracia estatal, en aras de un intento
algo maltrecho y frustrado por controlar las ambi- ciones de la
oligarqua; el objetivo poltico ms importante de este intento fue
justamente el de frenar la paulatina destruccin de los
tradicionales mecanismos mediadores que permitieron durante mucho
tiempo una gran estabilidad al pas. Esta degeneracin de la
legitimidad del Estado es a la vez causa y efecto de las fisuras y
grietas que han aparecido en el bloque hegemnico; la erosin de las
es- tructuras de mediacin y legitimacin del poder burgus no slo
significa la caducidad de ciertas instituciones (CNC, CTM,
Secretara de la Reforma Agra- ria, etc.), sino que por la que se
refiere a la agricultura implica el dramti- co proceso de
liquidacin de una clase social que hasta hace pocos lustros era 69
la ms numerosa y la depositara de los mitos ms caros de la
revolucin me- xicana: el campesinado. El campesinado mexicano, tal
como lo conocemos hoy en da, es en cierta manera una invencin de la
burguesa, que lo engendr a su imagen y semejanza. La fraccin
burguesa que consolid su poder a raz de la revolucin mexicana,
despus de ahogar en sangre al campesinado revolucionario, inici im
proceso de reformas indispensables para abrir Ubre cauce a las
relaciones de produccin capitalista. De esta forma, fruto del
miedo, de la astucia y de los sueos peque- oburgueses socializantes
de las clases dominantes pero tambin fruto de la lucha popular naci
el campesinado mexicano. En diferentes jalones de la his- toria el
campesinado mexicano fue adquiriendo su carcter actual; Obregn y
Calles lo unaginaron como un farmer norteamericano; Crdenas lo
consolid co- mo minifundista atrapado en el mercado capitalista,
con algunos toques colecti- vistas pero imcido al aparato estatal;
muchos aos despus el "agrarismo" de Lpez Mateos generaliz la imagen
de im semiproletarado dotado de un trozo de tierra rida o montaosa.
Cada gobierno puso su peculiar contribucin al proceso de modelar al
campesino mexicano. As pues, resultado de intrigas y alianzas que
en su momento expresaron la correlacin de fuerzas polticas, sin que
jams los campesinos tuvieran efectiva intervencin, fue surgiendo a
retazos la masa heterognea que denominamos ejidatarios,
minifundistas, comuneros, etc. Los campesinos mexicanos no son la
reminiscencia de un obscuro pasado, sino el subproducto del
crecimiento del capitalismo moderno (aunque subdesarrolla- do,
valga la paradoja). El campesinado mexicano fue ubicado por la
lgica capitalista como el polo de atraccin intermedio entre las dos
clases antagnicas fundamentales: el pro- letariado y la burguesa.
Su papel haba de ser tanto poltico como econmico: factor de
equilibrio en los conflictos de clases y elemento de fijacin de una
fuerza de trabajo que la economa del pas no poda emplear en la
industria o en los servicios. He aqu la paradoja de nuestro
subdesarrollo: el capital ha re- querido en Mxico, para crecer, de
un tipo histrico de produccin la pequea economa parcelaria
campesina que est llamado a desaparecer en la sociedad moderna.
Como toda paradoja, se trata de una contradiccin de la realidad
mis- ma; la contradiccin consiste en que las relaciones de
produccin capitalistas requieren y al mismo tiempo destruyen al
campesinado parcelario. P ero esta con- tradiccin se expresa de
forma diferente en cada coyuntura poltica; por ejemplo, durante la
poca de Crdenas prevaleci la necesidad de crear una economa
campesina, an a costa de sacrificar algunos intereses de la
burguesa rural. Hoy en da la situacin es diferente, y esta
contradiccin se encuentra mati- zada por la presencia de elementos
nuevos: la avanzada descomposicin y prole- tarizacin del
campesinado, y la presencia importante y decisiva del capital
monoplico (privado y estatal) en la agricultura. Estas nuevas
condiciones (au- nadas a la crisis agrcola) han sealado la
necesidad de reorganizar al sector reformado (ejidal) de la
agricultura. Las posibilidades de reorganizacin oscilan entre dos
alternativas extremas: a) P ermitir la libre circulacin y
concentracin de capital en el sector ejidal; es decir, el fomento
abierto de una burguesa agraria en tierras ejidales y la con-
siguiente expulsin y pauperizacin de miles de ejidatarios (va del
monopolismo privado). b) Dirigir la concentracin de capital en
forma controlada y financiada por 70 el Estado, bajo la forma de
ejidos colectivos, cooperativas y empresas estatales
descentralizadas (va del monopolismo estatal). Los indicios
permiten suponer que durante los ltimos cuatro o cinco aos ha
habido varias escaramuzas entre las diferentes fracciones de la
clase dominante para hacer prevalecer una u otra alternativa. P or
un lado la nueva Ley de Re- forma Agraria permite embozadamente el
arrendamiento de tierras ejidaJes, y no se observa ningn esfuerzo
oficial serio por restringir el proceso de concentracin de tierra
que la renta de parcelas ejidales implica; pero por otro lado la
adminis- tracin actual ha puesto cierto empeo en la organizacin de
ejidos colectivos y cooperativas, empeo que si bien ha ido un poco
ms all de la tradicional de- magogia, no ha logrado cimentar un
sector importante y eficiente de agricultura colectiva. La nueva
Ley de Aguas, que legalmente podra impedir la concentra- cin de
tierra en los nuevos distritos de riego, tampoco ha sido utilizada
por el gobierno. Dirase que se ha creado un equilibrio crtico entre
ambas alternativas extremas; es evidente que la disyuntiva no se
resolver durante el sexenio de Luis Echeverra y el futuro
presidente ha sido seriamente advertido por una vi- rulenta huelga
agrcola patronal en Sinaloa y Sonora, ocurrida recientemente, de
que la burguesa rural no est dispuesta a retroceder. El resultado
concreto de este paro patronal ha sido muy significativo: el
gobierno se ha visto obligado a dar cabida y representacin a los
empresarios agrcolas en una comisin tripartita del ms alto nivel
que decidir sobre asuntos agrarios de la mayor importancia; es muy
significativa, por cierto, la ausencia en esta comisin tripartita
de repre- sentantes de los obreros agrcolas. Cualquiera que sea la
forma que adopte el proceso de concentracin y acumu- lacin de
capital en la agricultura, no cabe duda que se acerca a su fin la
poca en que la economa campesina parcelaria tuvo un papel clave en
el equilibrio poltico y econmico de la estructura agraria mexicana.
P ara las clases dominan- tes el problema consiste en deshacerse
del campesinado parcelario sin provocar un caos poltico y al mismo
tiempo encontrar un camino de desarrollo capitalista alternativo. P
ara las clases explotadas el problema consiste en dirigir el
proceso de disolucin del campesinado, no hacia un intento por
recobrar su estatuto pri- mitivo, sino hacia la consolidacin de
formas de lucha proletarias enfiladas a combatir las formas
capitalistas ms modernas de explotacin. El proceso ser largo y
difcil, pues de un lado y otro de la lnea de fuego an quedan
rastros del romanticismo populista que no quiere ver desaparecer al
viejo campesinado. Qu carcter tiene la crisis que vive la
agricultura mexicana? De acuerdo con algunos esperanzados tericos
populistas, se trata de una crisis estructural de la va capitalista
o neolatifundista que abre paso a la revitalizacin de la pe- quea
economa campesina. En realidad, la confluencia de dos tipos
diferentes de crisis ha confundido mucho el panorama; por un lado,
la gran crisis mundial que se inicia abiertamente en 1974 (de la
cual la crisis agrcola mundial previa era ya un signo anunciador)
se hace sentir en Mxico especialmente en la enorme contraccin de
las exportaciones de productos agrcolas y de la produccin de
insumos industriales, y desde luego afecta principalmente a las
empresas agrcolas capitalistas. P ero por otro lado avanza
inexorablemente (desde princi- pios de los aos 60) la crisis de la
economa campesina, cuyos altos costos resis- ten cada vez menos los
precios de mercado imperantes. La simultaneidad de ambas crisis
durante los aos 1974-75 ha sido verdaderamente catastrfica para la
agricultura mexicana. La inflacin ha tenido un efecto terriblemente
desorga- 71 nizador para la pequea economa campesina: por una
parte, este tipo de econo- ma responde automtica y positivamente
(aumentando la produccin) a las alzas de los precios de los
productos agrcolas; por otro lado, el alza en el costo de la vida
ocasiona simultneamente y contradictoriamente un impulso por elevar
la produccin y por buscar ms fuentes de trabajo asalariado fuera de
la unidad agrcola familiar. Hay que advertir que ambas crisis no
slo han sido devastadoras para el pe- queo campesino, sino que
tambin han afectado profundamente al sector ms atrasado e
ineficiente de la burguesa rural, que se sostiene gracias a la
renta de la tierra y a la superexplotacin de la mano de obra; este
sector tiene los vicios econmicos combinados del campesino
(ineficiencia) y del burgus (ra- pia), pero no rene las cualidades
de esfuerzo en el trabajo del primero ni de eficiencia del segundo.
De esta manera, la agricultura mexicana est atravesando por una
etapa de depuracin; a pesar de que en trminos generales la burguesa
agraria ha tenido dificultades que ha transferido en buena parte al
campesino y al obrero agrcola durante el prximo periodo de
recuperacin de la crisis cclica el sector moderno de la clase
dominante en el campo se encontrar forta- lecido y con el camino ms
despejado. Ms despejado y depurado el camino desde el punto de
vista econmico, pues la alternativa monoplica aparecer con ms
pureza, pero no ser lo mismo desde el punto de vista poltico. Desde
el punto de vista econmico la crisis es el entrecruzamiento de una
crisis de sobre- produccin (encadenada a la situacin mundial) y una
crisis de la economa ineficiente tradicional; la solucin ms
sencilla parecera ser la salida monoplica (bajo direccin privada y
estatal). P ero esta solucin est erizada de problemas polticos,
pues implica forzosamente la liquidacin de gran parte del
campesinado parcelario. Y sin embargo no parece haber otra
alternativa, a menos que se pien- se en el cambio global del
sistema. Quiero adelantarme a una posible crtica a lo dicho aqu,
pues con anteriori- dad no han faltado tericos del P RI que han
pretendido interpretar nuestras tesis de una manera particularmente
chusca: imaginan que la interpretacin marxista propone que se
promueva la organizacin capitalista de la agricultura con el fin de
que la proletarizacin traiga consigo un nuevo modo de produccin: el
socia- lista (y nos acusan de coincidir con la burguesa en este
inters por promover el capitalismo). Hasta el marxista ms dogmtico
y esquemtico contemplara con repugnancia unai tesis de esta
naturaleza. P ara empezar, los marxistas no "proponen" formas de
desarrollo capitalista y, por otra parte, en Mxico nadie los ha
llamado a proponer nada al respecto (no hay que confundir con los
mar- xistas a algunos intelectuales del lEP ES del P RI que se
hacen la ilusin de que alguien va a hacer caso a lo que proponen).
Los marxistas, a partir de una pra- xis, simplemente constatan y
analizan el proceso de acumulacin capitalista, y cuando proponen
algo lo hacen con una fuerza social y poltica que busca de- rrumbar
al rgimen capitalista. Todo marxista sabe que no hay recetas para
ubicar el momento revolucionario; nuestros crticos pretenden poner
en nuestros labios la idea absurda segn la cual conforme haya ms
capitalismo, habr ms contra- dicciones sociales y, por lo tanto, ms
posibilidades revolucionarias; a nuestros crticos les horroriza la
violencia del proceso de ruina del campesinado y, en un arranque de
romanticismo, no saben "proponer" otra cosa que medidas de pro-
teccin, que a fin de cuentas protegen ms al explotador que al
explotado. Los marxistas, en cambio, se dan cuenta del renacimiento
del campesino en la figura 72 del obrero, se inscriben en ese
proceso y procuran examinar sus consecuencias polticas con el fin
de enriquecer la prctica revolucionaria. Los seis aos de "apertura"
han demostrado la incapacidad de una alternativa populista autnoma
de corte neocardenista, que a nombre de la burguesa "revo-
lucionaria" en alianza con la tecnocracia pueda implementar un
modelo que fa- vorezca el desarrollo del capitalismo en el campo y
que al mismo tiempo impida la proletarizacin y pauperizacin del
campesinado. P or el contrario, la aplica- cin del modelo
echeverrista ha demostrado que: a) La colectivizacin del ejido
llega rpidamente a una encrucijada: o bien se crea un sistema
corrupto y paternalista (como los ejidos henequeneros de Yu- catn)
o bien se generan empresas eficientes que aceleran la
proletarizacin del campesino y la migracin hacia las ciudades
(Sinaloa). b) Las empresas capitalistas con participacin ejidal,
sean cooperativas o no, crean una polarizacin y un enfrentamiento
entre una minora de campesinos en proceso de "kulakizacin" y una
mayora de jornaleros agrcolas. c) Amplios sectores de la burguesa
agraria se oponen violentamente a la co- lectivizacin del ejido y
no han permitido ser desplazados de los distritos de riego en donde
arriendan tierras ejidales en gran escala. d) El proyecto de nuevas
reformas en el campo no ha servido para reconsti- tuir la maltrecha
estructura de mediacin y legitimacin (CNC, P RL Secretara de
Reforma Agraria, etc.). P or el contrario, la lucha campesina
independiente y casi siempre espontnea se agudiz (invasiones de
tierra, guerrillas), se hicieron importantes concesiones a la
burguesa (la comisin tripartita), la burocracia "agrarista" perdi
poder de presin dentro del Estado y tuvo que recurrir a la absorcin
de grupos populistas corruptos (CAM de Serrano, CCI de Garzn,
UGOCM) para recuperar un poco la imagen perdida (P acto de Ocampo).
Vale la pena destacar algunos aspectos de los dos ltimos puntos
enumerados. En primer lugar, el descontento de la burguesa agraria
(expresado tanto en el paro patronal como en el asesinato de
campesinos) forma parte de la inconfor- midad de la fraccin
oligrquica de la burguesa; aunque toler a regaadientes la apertura
de Echeverra (estaba demasiado ocupada en salvaguardar sus inte-
reses econmicos de los efectos de la crisis), durante el proceso de
sucesin pre- sidencial en 1975-76 cobr caras al gobierno sus
veleidades democrticas: aceler directamente una crisis interna del
nico partido de oposicin oficializada verda- deramente importante
(de derecha); de esta manera el P AN no logr elegir candidato a la
presidencia y al candidato del P RI-gobiemo no le qued ms remedio
que hacer una ridicula campaa electoral sin opositores legales.
Esta situacin tan anmala para un Estado que se pretende democrtico
significa un serio golpe a las tendencias que apuntalaban la
relativa independencia de la tec- nocracia y burocracia polticas.
En efecto, el futuro presidente y su equipo por llegar al poder en
circunstancias tan desfavorables e ilegtimas encontrarn estrechas
las proverbialmente muy amplias posibilidades de maniobra del poder
ejecutivo. En segundo lugar, la alta burocracia poltica ha perdido
tambin independen- cia debido al hecho de que ya no se encuentra
cmodamente instalada en la cspide una pirmide de mediaciones que
tiene por base al caciquismo. La mo- dernizacin del capitalismo
agrario y la ruina de la tpica base social del caci- quismo; las
comunidades campesinas han provocado la necesidad de substituir a
los caciques, los cuales por lo dems en su mayor parte ya no
ejercen ade- 73 cuadamente sus tradicionales funciones mediadoras y
han degenerado en dspotas locales y regionales. P ero la
administracin formal ^mimicipal y estatal no siempre se encuentra
en condiciones de tomar el relevo y asegurar el statu quo sin
desequilibrios. De esta manera, la faccin poltica que
quijotescamente com- bati contra los entuertos de los caciques
perdi a su Sancho P anza durante la lucha; es decir, perdi a buena
parte del campesinado que le serva de escudero y de colchn
amortiguador; de esta manera sent las bases agrarias de una crisis
poltica. En resumen, y para los fines de la argumentacin que
esbozamos en este en- sayo, podemos ubicar tres series de factores
que pueden modificar a corto plazo las peculiaridades del proceso
poltico en Mxico: 1) Los cambios en la composicin social de las
masas rurales como resultado de la polarizacin y descampesinizacin
inherentes a la extensin y concentracin del capital en la
agricultura. 2) El surgimiento de un nuevo orden de conflictos
sociales y polticos en el campo, en los que se comienzan a perfilar
como protagonistas principales una enorme masa de jornaleros y un
creciente proletariado agrcola. Estos problemas, aunados a la
crisis econmica y a las tensiones que generan las migraciones hacia
las ciudades, han contribuido a enervar a importantes sectores de
las clases po- derosas y a incrementar su desconfianza en los
mecanismos polticos guberna- mentales usados para superar los
conflictos (ejidos colectivos, ley de aguas, coo- perativas, nueva
ley de reforma agraria, unificacin y centralizacin del crdito
rural, formas de combate contra la violencia rural, bloqueo a la
organizacin sindical, "pacto" de Ocampo, denuncias contra el
caciquismo, demagogia sobre la nacionalizacin de los distritos de
riego, etc.). 3) La desaparicin paulatina del campesinado como base
social del P RI-go- biemo, la crisis de las estructuras de mediacin
(caciquismo, etc.), el fracaso o el carcter limitado de las
reformas a la estructura agraria y las fuertes presiones de la
burguesa agraria han minado la relativa autonoma de la burocracia
pol- tica, misma que fue alcanzada gracias a la poltica agraria de
los gobiernos de la revolucin mexicana. En Mxico el proceso de
descampesinizacin afecta al conjunto de la sociedad: la llamada
explosin demogrfica, el desperdicio de fuerza de trabajo, el creci-
miento de los llamados sectores marginales, la violencia contra la
propiedad privada de la tierra, el bracerismo, la desbocada
migracin a las ciudades, la des- ocupacin, los bajos salarios,
etc., etc., son fenmenos que se encuentran estre- chamente ligados
a la desaparicin tendencial del campesinado. El sistema polti- co
mexicano no se encuentra bien preparado para resistir el alud de
conflictos y problemas que van apareciendo en cadena durante el
proceso de acmnulacin de capital en el campo. La crisis poltica
apunta porque aparecen fisuras y serias discrepancias entre las
fracciones del bloque hegemnico. La oligarqua desconfa de la
tecnocracia en la medida en que sta pierde autonoma y legitimidad,
y se muestra poco apta para absorver, organizar y mediatizar a las
masas proletarizadas del campo. La nueva burguesa, que de nuevo
cada da tiene menos, se dispersa en un am- plio abanico de
facciones polticas, pierde cierta coherencia que le daba la segu-
ridad de ser mimada y protegida por el Estado y pierde tambin
confianza en los proyectos reformistas que tmidamente haba apoyado;
el resultado es que su alianza con la tecnocracia estatal se
encuentra debilitada en la misma medida 74 en que se ha ido
borrando su ya tradicionalmente escasa unidad poltica y econ- mica.
En consecuencia, el fracaso del populismo tecnocrtico auspiciado
por un cierto acercamiento entre tecncratas y nueva burguesa que
fue uno de los signos con que se inici el sexenio de Echeverra ha
hecho cundir la desmo- ralizacin o la desorientacin en las filas de
la burocracia y ha encendido mu- chos rencores en la pequea y
mediana burguesa urbana. No se pretende aqu afirmar que la causa
fundamental de la crisis poltica ra- dica en el desmoronamiento de
la pequea economa campesina y la consiguiente proletarizacin de las
masas rurales; simplemente se intenta subrayar la gran in- fluencia
que ejercen estos factores en el cambio de las reglas del juego
poh'tico. P ara enfatizar la importancia de los factores rurales de
la crisis, es interesante citar dos aspectos ms del problema. En
primer lugar basta constatar el hecho de que el eje de la dinmica
sociopoltica ha pasado del campo a la ciudad; sin embargo, los
gobernantes an no se han acostumbrado y adaptado totalmente a la
idea de que ya no es tan fcil acudir, pongamos por caso, al voto
rural para demostrar la legitimidad del sistema frente a la abierta
o velada oposicin cre- ciente de importantes sectores de obreros o
capas medias de las ciudades. En segundo lugar, y esto es muy
importante, es posible advertir la enorme influencia que los
recientes conflictos agrarios han provocado en la conformacin del
ejrcito. Desde hace 15 aos, periodo en que se ha intensificado
considera- blemente la lucha campesina (Jaramillo, guerrillas en
Guerrero y otras regiones, organizacin de la CCI, invasiones de
tierras, paros en zonas azucareras, etc.) el ejrcito ha cumplido
una funcin represiva esencial para mantener el statm quo en el
campo; a raz de ello, especialmente en los aos 60 el ejrcito se
moder- niz tcnica y logsticamente, prepar cuerpos de lite para la
llamada "contra- insurgencia" o "guerra irregular" y para controlar
"disturbios civiles", y adquiri grandes cantidades de armamento
moderno a Blgica, Israel y Estados Unidos para sustituir sus armas
anticuadas (sintomticamente, las grandes compras de armamento y
pertrechos ocurren en 1961 y 1968). La administracin de Eche- verra
hereda ya a un ejrcito relativamente moderno que conocedor de su
importancia poltica, adquirida en sus enfrentamientos con las
luchas populares presiona al gobierno con el fin de encontrar una
ubicacin de mayor prestigio e importancia dentro del Estado. Los
resultados han sido obvios: mejora notable en las condiciones de
vida de oficiales y soldados, renovacin de mandos y so- bre todo un
salto importante en la organizacin y el nivel de la educacin
militar (desde 1972 se lleva a cabo el P lan de Reforma Educativa
Militar que, entre otras cosas, desemboca en la creacin de una
importante universidad mili- tar). En el aspecto tcnico, ha habido
una renovacin total de la fuerza area, que hasta 1974 era
prcticamente nula (ese ao se compran cerca de 50 aviones y 20
helicpteros, cifra sin precedentes). Los importantes servicios
polticos prestados a la clase dominante por el ejrcito, sobre todo
en las zonas rurales, no slo lo han modernizado y politiza- do,
sino que han provocado el surgimiento de nuevas tensiones dentro
del insti- tuto armado, que se revelan en ciertas resistencias de
un sector ms culto de la oficialidad en realizar tareas
sanguinarias y represivas, y en una gran polarizacin entre los
cuerpos de lite bien armados y bien pagados y en un sector nu-
meroso de soldados que vive pobremente en zonas inhspitas,
condenados a una existencia nomdica. P ero al mismo tiempo, detrs
de los llamados programas de "accin cvica", de obvia inspiracin
norteamericana, se descubre el intento de un 75 sector
proimperialista de la oficialidad por ocultar, tras la caricatura
del militar bueno que siembra arbolitos, reparte alimentos y
restaura escuelas, al verdugo de campesinos descontentos. Nuestro
sistema poltico ha sido en cierto sentido una mesa de tres patas;
es- taba apuntalado por una base triclasista: la burguesa llamada
oficialmente clase media, los obreros y los campesinos. La clave de
la continuidad "institucional" y "revolucionaria" de un Estado
ubicado aparentemente por encima de la lucha de clases radicaba en
alto grado, aun cuando no exclusivamente, en la base campesina del
rgimen, hoy en da endeble y tambaleante. Cada vez ms clara- mente
la mesa va quedando sostenida por dos patas, y an as cojea
visiblemen- te, pues la clase obrera ha iniciado su movimiento
hacia la independencia sindical y en la burguesa aparecen fisuras
peligrosas. Cierto es que una bota militar po- dra,
transitoriamente, compensar los desequilibrios; pero se arruinara
para siem- pre el mito del Estado de la Revolucin Mexicana y con l
la burocracia que le ha servido. Una alternativa democrtica tambin
podra lograr un cierto reesta- blecimiento del equilibrio y, sobre
todo, abrira el camino a nuevas opciones. Sin embargo, an cuando
estas dos vas estn a la vista, lo ms probable es que el gobierno
mexicano insista tercamente en vivir de las mediaciones perdidas o
cada da ms ilusorias de un poder institucional que busca la solucin
en todos pero que entrega el timn a unos pocos. Ser tambin una va
hacia su ruina, ms lenta y menos dolorosa que un golpe militar,
menos costosa para algunos secto- res de la burguesa que la salida
democrtica, pero en cambio ms dramtica por cuanto puede arrastrar a
la sociedad hacia esos peligrosos estados de enervamien- to que son
buenos caldos de cultivo, para el fascismo. De cualquier forma, el
Estado mexicano ha de resentir seriamente el proceso de extincin
del campesi- nado: una extincin imposible en marcha permanente.
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