AVENTURAS CON EL ESLABN PERDIDOCOLECCION POPULAR
FONDO DE CULTURA ECONMICAMXICO-BUENOS AIRES Primera edicin en
ingls, 1959 Primera edicin en espaol, 1962 Segunda edicin en
espaol, 1966La edicin original de este libro fue registrada con el
ttulo de Adventures with the Missing Link, por Harper &
Brothers, de Nueva York.Derechos reservados conforme a la ley 1962,
Fondo de Cultura Econmica Av. de la Universidad, 975-Mxico 12,
D.F.Impreso y hecho en Mxico Printed and made in MexicoA LOS MUCHOS
QUE HAN HECHO POSIBLE ESTE LIBRO YEN ESPECIAL A MARJORIE
ANTIGEDADVIDACARACTER!PRSMATES1000000
PERIODOS IPLEISTOCENOIPLIOCENO
12 000000
MIOCENO
I 25 000 000
OLIGOCENO
35 000 000
GORILACHIMPANCE'MANDRILEOCENO60000 000PALEOCENOI 70 000
000AUSTRALOPITHECUS HMBRECBIDOTRSIDOLEMRIDOINSECTIVORO
AGRADECIMIENTOSUN RELATO que abarca ms de medio siglo est expuesto
a omitir la mencin de innumerables individuos a quienes el autor
est profundamente agradecido y a no reconocer suficientemente las
obligaciones a las cuales se hace referencia en el texto. Por
consiguiente, aprovecho esta oportunidad para dar las gracias a
cuantos me han ayudado desde la infancia a disfrutar del
recogimiento necesario para hacer cosas.Muchos ya no viven, como
mis antiguos jefes el profesor J. T. Wilson y Sir Grafton Elliot
Smith, as como Josephine Salmons, A. F. Campbell, director general
de la Northern Line Com- pany, y A. E. Spiers, director entonces de
las minas de cal de Buxton, en Taungs. A la seora M. J. Hamilton de
Bonamour, de Durban, y a Gordon R. Peppercorn, actual arrendatario
de su granja de Makapansgat, les estn profundamente agradecidos
todos cuantos han disfrutado la libertad de trabajar all y la
hospitalidad que han brindado durante casi dos decenios.Durante los
treinta y seis aos de mi profesorado en la ctedra de anatoma en la
Universidad del Witwatersrand, una corriente incesante de colegas,
de ayudantes de laboratorio y de estudiantes facilit mis trabajos y
particip en estas actividades. Reconozco plenamente que sin esa
constante asistencia estas empresas hubieran estado ms all de mis
fuerzas.Este libro es tambin una colaboracin no slo de aquellos
cuyos nombres aparecen en la portada, sino de otros muchos,
particularmente de mi esposa, Marjorie, sin cuya paciencia para
escribir a mquina y corregir los errores del manuscrito nos
hubiramos hallado desvalidos. Los primeros borradores fueron
preparados por la seora B. E. Wilson. Detrs de nuestras
ilustraciones est la enorme tarea de muchos aos de clasificar y
trabajar la brecha para encontrar los huesos a que pertenecan los
fragmentos y describir las criaturas fsiles. Debo mucho a Marjorie
George (ahora seora de Greenwood) y a la seora Hertha Erikson en lo
relativo a la clasificacin. Tambin debo manifestar aqu mi estimacin
por los dibujos, desde los de Le Helloco en 1925 y de J. F. Heim
entre 1947 y 1950, hasta los de la seorita Camila Wybrants, cuyas
ilustraciones realzaron la memoria de 1957 sobre la Cultura
Osteodontoquertica.En 1925 la seora J. C. MacAdam de Benson realiz
con mi ayuda la reconstruccin de Taungs. En 1948 me ayud B. J.
Grobbelaar, e Ismond Rosen dio vitalidad a nuestros fundamentos de
la existencia del A. prometheus. AI ao siguiente J. F. Heim prepar
el grupo familiar de australo- pitcidos, que aqu reproducimos de
frente, de perfil y de medio perfil. Esto, junto con los croquis de
crneos del Dr. A. S. Brink y las vividas imgenes que William Papas
nos ofrece de la vida diaria australopitecina, basadas en nuestros
recientes estudios de brechas con huesos, permitir al lector menos
informado tener un atisbo de la vida protohumana en el frica del
Sur hace alrededor de un milln de aos.Slo ha sido posible
reproducir las fotografas originales del crneo de Taungs en la lm.
II porque el fenecido Dr. Robert Broom tuvo la precaucin de
conseguir copias del Star de Johan- nesburg para su monografa en
colaboracin con G. W. H. Schepers, y porque las planchas de cobre
conservadas por F. V. Fitzsimons, director del Museo del Transvaal,
en Pretoria, fueron ge-nerosamente puestas a mi disposicin para
este libro. Los negativos originales de 1924 han sido
destruidos.Por las dems fotografas y dibujos debo agradecer al
Illustrated London News, a J. P. Vorster, Alun R. Hughes, al Star
de Johannesburg, a Trevor Jones, P. V. Tobas, Sidney Dry, seora G.
Chaplin, Paul Keen, G. Walters, Donald F. Thomson, al Journal of
the Royal Anthropologic- al Iristitute, a A. D. Bensusan, A. M.
Shevitz, A. S. Brink, H. B. S. Cooke, E. J. Walker, V. de Wet,
Revil J. Masn y J. H. McGregor.A todas las personas mencionadas y a
todas aquellas de cuyas obras he tomado informacin y hecho citas
les doy las gracias ms expresivas.Esta nmina de gratitud an est
incompleta. Los orgenes de este libro me recuerdan la casa que
construy Jack, en la que todos trabajaron menos l. Lo empez Robert
Ardrey, guionista de Hollywood para The Knights of the Round Table,
Quentin Durward y no s cuntas novelas cinematogrficas, y autor de
Thunder Rock, Sha- dow of Heroes, etc. Vino a Johannesburg en 1955,
precisamente cuando yo haba terminado el anlisis estadstico de los
7 159 fragmentos de huesos de la estacin arqueolgica del
mono-hombre para el Tercer Congreso Pan-Africano de Prehistoria,
celebrado en Livingstone. Resultado de su visita fue "A Slight
(Archaic) Case of Murder", publicado en The Reprter (mayo de
1955).Estimulado por el artculo de Ardrey, Paul H. Oehser, jefe de
la Seccin Editorial y de Publicaciones de la Smithsonian
Institution, solicit una informacin sobre las actividades del
decenio anterior en Makapansgat, la cual apareci en el Report de
1955 con el ttulo de "Cultural Status of the South African
Man-Apes".La publicidad que en 1956 permiti la Smithsonian de dicho
artculo provoc el telegrama de Evan Thomas, director gerente de
Harper and Brothers, solicitando este libro de divulgacin, pero
probablemente habra nacido muerto si la American Association of
Physical Anthro- pologists no me hubiera designado en 1957 para
recibir la Medalla y el Premio Viking.La generosidad de la Wenner
Gren Foundation al proporcionar pasajes de regreso a los receptores
de dichos honores, nos permiti a mi esposa y a m gozar de la
hospitalidad y los consejos de Thomas y M. S. Wyeth, Jr., en Nueva
York, despus de redactado el primer borrador de mi libro.Por aquel
tiempo se hizo manifiesta la necesidad de colaboracin para tamizar
la broza cientfica de este parto de mi ingenio antes de ofrecerlo
al pblico. Despus, para nosotros, la ya rica experiencia de
amistades producida por este inters inesperadamente difundido hacia
mis aventuras personales se ampli ms an por la fructfera y
deliciosa camaradera con Dennis Craig.RAYMOND A.
DARTPREFACIOQUERIDO PROFESOR DART: Fue en 1929 cuando por primera
vez me reun con usted y su nio de Taungs, el Australopithecus, en
su laboratorio. Entonces slo tuvo clarividencia para diagnosticarlo
como una forma antropoide ms cercana a la humanidad que todos los
primates entonces conocidos.Descubrimientos posteriores en
Sterkfontein, Kromdraai y Swartkrans, realizados por el Dr. Broom,
justificaron plenamente sus opiniones y amplificaron asombrosamente
el genio de su penetracin original en el conocimiento del nio de
Taungs.A esos descubrimientos ha aadido los de Ma- kapansgat, a
donde fui llevado por el fallecido Van Riet Lowe a poco de mi
llegada a frica del Sur. Me mostr los estratos que haban quedado al
descubierto y estaban ya destruidos en parte como en Sterkfontein
por los trabajos en las formaciones estalagmticas de aquel antiguo
refugio del umbral del Plioceno, y la sorprendente cantidad de
huesos acumulados por los antropoides y sus sucesores humanos.En
Makapansgat vi la imponente serie de estratos que se extienden en
el tiempo desde la poca del Australopithecus a las del Paleoltico
inferior y medio. All puede determinarse la evolucin de una a otra,
y no slo el nacimiento de tipos humanos, sino el desarrollo de sus
utensilios desde los ms remotos y balbucientes or-genes. Sus
excavaciones han demostrado ya la presencia de una Pebble Culture1
aparecida un poco antes del florecimiento del ms antiguo y clsico
Paleoltico inferior. Despus lo han confirmado los descubrimientos
hechos en Sterkfon- tein y Kromdraai.Inspirado, como usted mismo ha
confesado, por mis investigaciones sobre la industria del hueso y
del asta del Sinanthropus en Choukoutien (China), ha trabajado para
demostrar que el Australopithecus fue capaz de desarrollar una
industria osteodontoquertica, en la que emple en estado slo
ligeramente modificado cuernos, mandbulas y huesos.Ha demostrado
usted cumplidamente que las hienas y los puercoespines no tienen
nada que ver con la acumulacin de esos restos y con las
alteraciones que han sufrido. Lo confirm el detallado examen que
hice en su laboratorio en 1951. El paciente anlisis y catalogacin
de instrumentos y fragmentos de huesos, que dio por resultado
porcentajes impresionantes que demuestran que el Australopithecus
seleccionaba los huesos, no puede dejarse a un lado. El
Australopithecus empleaba huesos, elega los que ms se acomodaban a
su trabajo, y ni las alteraciones de los huesos ni la fantstica
acumulacin de restos pueden explicarse como obra de comedores de
carroas ni de roedores de huesos frescos.1 Al pie de la letra
significa "cultura de las guijas", porque fue en terrenos de esa
estructura donde se encontraron los restos a ella correspondientes.
[T.]Si an subsiste alguna incertidumbre en esta materia, debe
atribuirse a que, antes de la salida del sol industrial, hubo un
crepsculo matutino en el que las formas de las cosas no eran an
sino vagamente esbozadas en la amortiguada luz que no iba a tardar
en brillar plenamente. La aurora del uso de instrumentos, el primer
indicio de una actividad dudosamente humana, y la aurora de la
subsiguiente capacidad para crear utensilios, emergi lentamente y
sin duda tuvo lugar entre aquellas criaturas prehumanas. Pero su
visin todava era, indudablemente, insuficiente para ir ms all de
las necesidades inme-diatas. Pero los pjaros construan sus nidos; y
los castores, con sus presas y sus viviendas construidas sobre el
agua, demuestran que ciertos mamferos (para no hablar de los
insectos) han sido capaces de crear estructuras materiales de tipo
manufacturado.La inteligencia aplicada a fines prcticos bien pudo
haber empezado ya en tiempo de los aus- tralopitcidos. Si ellos
fueron o no los antepasados directos del hombre, o sus parientes
prximos, es otro problema sobre el cual nuevos descubrimientos de
fsiles indudablemente arro-jarn ms luz en un futuro prximo. Grande
e inmenso es el descubrimiento que usted y el Dr. Broom han extrado
de las cavernas sur- africanas. Es una de las mayores conquistas de
la inteligencia humana en este siglo. Estoy orgulloso de haberlo
presenciado y haber estado, aunque modestamente, asociado a l.Otro
aspecto de su trabajo contribuy a acercar nuestras opiniones
relativas a la prehistoria ms reciente del frica del Sur. Fueron
ustedes ls primteros, mediante el estudio de las pinturas rupestres
del Transkei, en sealar con gran detalle que las rops de las gentes
pintadas en ellas o tean relacin ninguna con elementos surafricnos
puramente indgenas, y que sus compatriotas haban incurrido en un
gran error atribuyndoles Ua corta antigedad de doscientos o
trescientos aos, apenas contemporneas, o quizs posteriores, a la
inmigracin bant. Fueron ustedes los primeros en insistir en que la
influencia de extranjeros llegados a travs del Ocano Indico y a
favor de los monzones a la costa oriental se extenda muchos
milenios antes de los navegantes rabes.Mis extensos viajes por el
frica del Sur, desde Salisbury hasta Ciudad del Cabo y desde el
frica Suroccidental hasta Port-Elizabeth, que ocuparon varios aos
de intensos estudios, me convencieron de que ese magnfico arte
grabado y pintado, apenas menos antiguo que el nuestro de fines del
Paleoltico en Europa, se ha extendido no meramente algunos siglos,
sino un periodo muy largo que empez en el Paleoltico medio y lleg
hasta la ocupacin europea y bant. Mientras ustedes pudieron hacer
retroceder la antigedad de una parte de esos frescos a varios
milenios, yo me esforzaba, mediante otras pruebas e indicios, por
sealar una perspectiva an ms dilatada.Tambin aqu, en el proceso de
librar estas materias de los prejuicios populares, quiso mi buena
fortuna que apoyara los esfuerzos de ustedes.Usted, lo mismo que
yo, ha sido el heraldo de perspectivas a las cuales el futuro dar
su asentimiento paso a paso.Su muy agradecido y comprensivo
colega,HENRY BREUILI. UN MISTERIO EN LA ROCA CALIZAAs QUE entr en
la sala de diseccin y mir a los estudiantes de mi clase pude
advertir que la nica mujer discpula ma, Josephine Salmons, que era
mi ayudante como demostradora, estaba excitada. Su cara,
normalmente plida, estaba sonrojada, y cuando vi que me miraba con
expresin suplicante le pregunt: "Quiere usted decirme algo, seorita
Salmons?"Fijos en ella los ojos de todos los hombres que estaban en
la clase, balbuce: "Oh, profesor! Podra verle hoy un momento? Esta
noche me encontr con algo que estoy segura que le interesar." Le
rogu que me viera durante el descanso, y empec la clase de
diseccin.Era a comienzos del verano de 1924, y yo estaba en mi
segundo ao como profesor de anatoma en la Escuela de Medicina de la
Universidad del Witwatersrand, en Johannesburg. Desde que fui
nombrado sent particular inters por la antropologa, materia en la
que Josephine se convirti en mi discpulo ms entusiasta. Antes de
las vacaciones de julio incit a mis alumnos a recoger fsiles
durante los das de asueto, hacindoles ver que para poder estudiar
bien anatoma, la Escuela deba tener un museo anatmico formado por
huesos y otras partes de toda clase de animales. Ofrec un premio de
cinco libras al estudiante que recogiese en campo abierto las cosas
ms interesantes durante las vacaciones. No hubo coleccionista ms
activo