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Autonomas locales y subjetividades en contradel neoliberalismo:
haca un nuevo paradigmapara entender los movimientos sociales
Geoffrey Pleyers
Introduccin
27 de agosto de 2005 a las tres de la madrugada, Juan Diego,
territorio rebeldezapatista, Chiapas. Quince horas despus de
iniciado el encuentro entre coman-dantes zapatistas, jvenes y
sociedad civil, los expositores se prosiguen uno trasotro contando
su experiencia activista en su barrio o en su ciudad. Toca el
turnode un joven de un suburbio de la capital mexicana: lo mo no es
hablar en pbli-co, de hecho slo hay dos cosas que s hacer: hacer
pintadas y cantar hip hop.Entonces voy a cantarles algo rebelde y
bien zapatista. El pblico, conquistado,se levanta de sus butacas
para aplaudir al cantante que, aprovechando la ocasin,se sigue con
otras dos canciones. Sin embargo, un militante trotskista de
unoscuarenta aos, activista desde los inicios del movimiento
zapatista, se mostrabapreocupado: Todo esto est muy bien, el chavo
canta bien, pero para qu sirve?,cules son los nuevos argumentos que
llevan estos discursos? No tendremos niun texto de declaracin
cuando regresemos de este encuentro.
De hecho, si evaluamos estas reuniones y estos movimientos segn
los crite-rios de la poltica institucional, los resultados parecen
muy dbiles. Las mltiplesmovilizaciones zapatistas por una reforma
constitucional que reconozca a lospueblos indgenas como sujetos de
derecho no resultaron exitosas -a nivel jurdi-co-poltico. Y cul
sera el impacto poltico de los campamentos organizados porlos
jvenes altermundialistas a travs del mundo?
Las teoras clsicas de la sociologa poltica de los movimientos
sociales, desdesus corrientes marxistas hasta la teora de
contentious politics1 que ahora domi-na esta disciplina, ven en
estos actores movimientos demasiado dbiles comopara lograr
trasladar sus demandas exitosamente a la escena poltica. En el
peorde los casos los consideran como un sntoma del declive de la
participacin polti-ca o de la disolucin de los movimientos
sociales.2 Quizs consideran estoshechos como caractersticos de una
fase precoz e inmadura del ciclo o del desarro-llo de los
movimientos sociales, en la que se multiplican innovaciones y se
creanespacios relativamente abiertos para nuevas experimentos
colectivos.3
El vigor del zapatismo, de los centros sociales alternativos o
de las redes dejvenes activistas de los que trata este captulo nos
llev a formular una hiptesisdistinta: no se trata tanto de un
declive o de lagunas de movimientos inmaduros,sino de una mutacin
de las formas de participacin y de actores sociales que
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adoptan una concepcin del cambio social que se centra en la
sociedad, la gentey las organizaciones locales ms que en las
decisiones de los responsables polti-cos o de las instituciones
internacionales. Es notablemente el caso de uno de losmayores
componentes del movimiento altermundialista y que hemos llamado
lava de la subjetividad.4 Estos activistas, indgenas y jvenes
buscan defender elparticularismo y la autonoma de su experiencia
vivida, su creatividad y sus sub-jetividades frente a una
globalizacin neoliberal que destruye las identidades,las
particularidades, las memorias, los conocimientos prcticos y los
sabores.5
Este captulo est dedicado a un anlisis de esta va de la
subjetividad delmovimiento altermundialista. Se basa en estudios de
caso de dos movimientosmexicanos que ilustran una modalidad
colectiva y una versin ms individualiza-da de esta va de la
subjetividad: el de la experiencia de la autonoma de losindgenas
zapatistas y el de una red de jvenes activistas de la ciudad de
Mxico.Despus de una presentacin de estos actores, analizaremos las
lgicas estructu-rales de estos movimientos basndonos en el concepto
de experiencia. La lti-ma parte buscar destacar la concepcin del
cambio social que comparten ascomo sus limitaciones
principales.
A. Jvenes alter-activistas
Los jvenes que participan en las marchas, acciones y foros
altermundialistasconstituyen un grupo heterogneo: algunos
desarrollan prcticas innovadorasmientras otros militan de manera
mucho ms clsica en las organizaciones ypartidos de la izquierda
poltica o trabajan para una ONG de la sociedad
civilinstitucionalizada. Nuestra investigacin se focaliza en una
categora muy par-ticular de estos joven militantes, que hemos
llamado los alter-activistas6 y quese caracterizan por una forma de
activismo creativo e innovador, profundamenteindividualizado y con
una relacin crtica a las formas ms tradicionales de mili-tancia que
se encuentra en muchos partidos, sindicatos, ONG y hasta en
muchasorganizaciones del movimiento altermundista que adoptaron un
modelo de orga-nizacin muy jerrquico. La cultura poltica
alter-activista esta particularmentedesarrollada dentro de las
redes de joven activistas de las ciudades de Europaoccidental y de
Amrica del Norte, cuenta con muchos estudiantes y con msjvenes de
la clases medias que de los barios populares. Aun que se
aparecieronalgunos aos ms tarde, tambin se estn desarrollando en
varias ciudades deAmrica Latina, como lo muestra el caso de la red
GAS 9 que esta activa en laciudad de Mxico desde el verano de
2003.
1. La red GAS 9
El objetivo de la docena de estudiantes de la UNAM que fundaron
la red Gas 9(Global Action Septiembre 9), era convertir las
movilizaciones contra a la Orga-nizacin Mundial del Comercio (OMC)
en Cancn en un trampoln para desper-tar a los jvenes y a los
movimientos sociales frente a los problemas de la mundia-lizacin
(asamblea del 23/08/2003). En una ciudad donde la protesta en
contra dela mundializacin neoliberal se limitaba a intelectuales y
a redes de ONG, lleva-
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ron a cabo una campaa de informacin y suscitaron una amplia
convergencia dejoven activistas y otros estudiantes, muchos de
ellos participando en su primeramovilizacin altermundista. Algunas
de las Asambleas de jvenes hacia Can-cn convocada por GAS 9
juntaron ms de doscientos jvenes de varios horizon-tes:
estudiantes, libertarios, profesores de preparatorias alternativas
de barriospopulares, militantes de secciones comunistas, empleados
de ONG y tenientes debares culturales. Entre ellos intercambiaron
opiniones e informaciones, presen-taron sus proyectos de accin y
organizaron una caravana de autobs para llegara Cancn.
En Cancn, GAS 9 anim una red ms amplia de activistas que haban
llegadocon la caravana del distrito federal y de otras ciudades de
la repblica. Participa-ron a varias marchas y a algunos talleres
que se dieron al lado del campamentode los jvenes o en el centro de
medios alternativos. Una docena de activistas deGAS 9 tambin
lograron penetraron en la zona turstica que era prohibida paralos
manifestantes y alcanzaron bloquear durante dos horas la entrada
principaldel centro de conferencia donde se llevaba a cabo la
reunin de la OMC.
De regreso a Mxico, la red GAS 9 se re-bautiz varias veces.
Nuevos miem-bros se juntaron cuando otros se alejaban. Participaron
a varias movilizaciones enla capital y a las marchas en contra de
la cumbre del Banco Interamericano deDesarrollo en Guadalajara en
marzo de 2004, evento en el cual fueron vctimas dela violenta
represin policaca algunos de sus miembros. Entre 2004 y 2006, la
redse reorient en tres tipos de actividades: la creacin de un
centro de mediosalternativos; el apoyo a las iniciativas zapatistas
a travs de la difusin de infor-macin, eventos culturales y la
participacin a reuniones convocadas por los za-patistas7 y la
creacin de un grupo de percusionistas la batucada. Siguiendo
elmodelo de la Infernal Noise Company de Seattle que vieron en
accin en Can-cn, tocaban en las marchas activistas y en otros
eventos de la red. La batucadaanim por ejemplo la marcha de
cincuenta joven activistas del Distrito Federal enlas calles de San
Cristbal de las Casas en agosto de 2005 con el objetivo de
infor-mar e interesar la poblacin a la otra campaa zapatista. Se
han movilizado enla otra campaa zapatista y fueron muy activos
cuando Marcos estaba presen-te en la Ciudad de Mxico y llevaron
acciones de solidaridad con el movimientopopular de Oaxaca. A
finales de 2006, la red ya se haba parcialmente disuelta.Algunos de
los -fundadores de GAS 9 eligieron involucrarse en un proyecto
defortalecimiento de la vida social en un barrio popular de la
capital donde resalta-ron la cultura obrera y popular, organizaron
fiestas de bario y ayudaron a losnios en sus tareas. Tambin
participaron a algunas acciones en contra de lainvasin de las
publicidades en los metros y las calles de la ciudad de Mxicopara
liberar los espacios pblicos de la sociedad del consumo.
Muchos joven alter-activistas son particularmente interesados en
el tema de lainformacin. A nivel internacional, Indymedia se volvi
una red global de gruposde informacin locales que estn presentes en
ms de cuarenta pases. Tambinparticipan grupos de alter-activistas
de Mxico, Oaxaca y Chiapas. En la capital,desarrollaron varios
proyectos en el sector de la informacin por Internet as
queestaciones de radios piratas. Animaron varios talleres en el
Foro Social de la Ciu-dad de Mxico en enero de 2008 donde compartan
sus experiencias en los me-dios alternativos.
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2. Acciones simblicas
Los alter-activistas desarrollaron un amplio repertorio de
acciones directascreativas, por las cuales buscan escenificar el
conflicto en contra de las institu-ciones internacionales o de la
sociedad del consumo. Con sus acciones expresivasy festivas, se
trata tanto de exprimir su creatividad que de comunicar un
mensajesimblico a los medios y al pblico, como lo ilustraron al
final de la ltima marchaen contra de la cumbre de la OMC en Cancn.
Cerca de 1.500 activistas se acerca-ron de las vallas que les
separaban de la zona donde se llevaba a cabo las negocia-ciones
internacionales. Empezaron a destruir las vallas, una docena de
chicasmexicanas de un lado y activistas coreanos del otro, mientras
los otros activistasse quedaban unos 15 metros atrs, cantando y
gritando eslganes en contra de laOMC. Cuando lograron abrir las
vallas despus de una hora de esfuerzo, las ca-meras de televisin
esperaban el afrontamiento con las numerosas fuerzas poli-cacas
presentes. A la sorpresa general, los altermundistas se sentaron,
observa-ron un minuto de silencio en memoria de las vctimas de la
OMC, quemaron unmueco representando la OMC y empezaron un baile
donde se mezclaron ritmoslatinos, norte-americanos y coreanos: las
vallas se haba vueltas un smbolo de laOMC que se aislaba de los
pueblos. Despus de abrir un hoyo en ellas, festejaronsu victoria
simblica.
Los jvenes alter-activistas estn profundamente marcados por el
movimiento,los foros, las redes internacionales y las grandes
movilizaciones altermundialis-tas, lo que no les impide de estar en
desacuerdo con el modo de organizacin deestos encuentros y de
muchas organizaciones altermundistas. Aunque son partedel
movimiento, les parece mantener una actitud crtica frente a el,
manteniendoun pie en el movimiento y los foros y el otro fuera:
nosotros los jvenes, estuvimosen ese Foro8 para darle un impulso
distinto y para hacer tambin acciones. Porque enlos Foros slo se
habla, se discute, se platica de la creacin terica de otro mundo
perono hacen gran cosa en la prctica (un activista de GAS 9). Los
joven alter-activistasconsideran la accin como el centro de su
activismo, y siempre estn listos paraescaparse de un da de talleres
en un Foro Social para llevar acciones directassimblicas,
participar en la ocupacin de un edificio o introducir un desfile
desamba para contestar la organizacin jerrquica de los primeros
foros socialesmundiales.9
3. Activismo, autonoma individual y redes
Los joven alter-activistas valoran mucho la autonoma personal de
cada uno delos activistas. En su activismo, se afirma un
individualismo compatible con elcompromiso colectivo: el
individualismo, no es una cosa mala. Para mi, esto noquiere decir
egosmo pero si el respeto de cada persona en su especificidad,
deelegir el modo de vida que quiere, explic uno de ellos
(entrevista, 2004). Lasnuevas modalidades del compromiso son as
marcadas por un gran individualis-mo y una distanciacin10 de las
organizaciones: ya no se trata de seguir las rde-nes de un lder o
de trabajar para fortalecer una organizacin pero al contrario,cada
uno acta como responsable de su propio activismo y decida cuanto y
paracual causa se quiere movilizar. Los joven alter-activistas
participan en acciones o
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incluso la organizacin de algunas campaas sea en redes poco
formalizados ocomo electrones libres, es decir como individuos que
guardan su distancia conrespecto a cualquier organizacin pero que
interactan segn lo que les parezca mejorcon grupos, redes o
organizaciones que ms corresponden a sus ideas y al tipo deaccin
que quieren llevar a cabo.11
Ms que en grandes organizaciones, los jvenes alter-activistas se
comprome-ten en grupos pequeos organizados en torno de proyectos
especficos y ligadosentre ellos por redes y afinidades personales.
Regularmente re-bautizadas, estasredes se amplan, se reducen y se
transforman segn el proyecto que las gue, laorganizacin de un
evento altermundista, la animacin de un centro de medioslibres o
una campaa de informacin. Esta fluidez y la ausencia de exigencias
decompromiso a largo plazo corresponden a la cultura de la sociedad
contempor-nea12 pero tambin a las especificidades y a la estructura
de socializacin quecaracteriza la juventud y los estudiantes: segn
las oportunidades de empleo, elpeso de los estudios universitarios,
las amistades o el surgimiento inesperado deuna aventura amorosa,
el compromiso militante es a menudo la variable que tieneque
ajustarse.
Sin bien a demostrado su eficacia en la organizacin de varias
campaas y sideja un gran espacio a la creatividad de los
activistas, la individualizacin delcompromiso tambin tiene sus
lmites, particularmente a nivel de la continuidaddel compromiso, de
la transmisin de experiencias pasadas o de la inscripcin delos
movimientos en el paisaje social y poltico a ms largo plazo. Entre
dos gran-des movilizaciones altermundistas, cada uno se regresa a
sus actividades, hastaque otro evento logra reactivar la red, o al
contrario que esta se desaparezca. Porotro lado, sin organizacin
estable, la representacin de estos jvenes activistases difcil,
tanto dentro del movimiento altermundista que frente a actores
polti-cos. Con la excepcin de actos ms violentos y de algunas filas
de los black blocks,los jvenes activistas permanecen a menudo poco
visibles en la prensa y la opi-nin pblica, ya que no disponen de
vnculos con los medios oficiales y que setrata de redes de grupos
pequeos.
4. Los campamentos alternativos
Desde 2002, los campamentos autnomos y auto-gestionados se
convirtieronen un elemento central del repertorio de accin de los
jvenes alter-activistas. En2003, para preparar el campamento de los
jvenes en Cancn, los activistas de lared GAS 9 se juntaron en un
campamento en un parque del Sur de la ciudad deMxico. En agosto de
2005 y 2006, un campamento se instaur en la fronteraentre Estados
Unidos y Mxico. Del 5 al 8 de mayo de 2005, el campamentonacional
de jvenes por la autonoma reuni ms de 600 participantes,
pertene-cientes a 80 organizaciones y de 15 Estados de la Repblica
en La Soledad, Oaxa-ca. En Europa tambin se multiplicaron los
campamentos, notablemente durantelas movilizaciones en contra del
G8. Ms de 10.000 activistas se quedaron en loscampamentos
auto-gestionados en el norte de Alemania en 2007. Eran 30.000
losque participaron en el campamento de la juventud en Porto Alegre
durante elForo Social Mundial 2005.
Estos campamentos alter-activistas no se limita a espacios para
protestar en
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contra del neoliberalismo si no que tambin son espacios de
experiencias en loscuales se experimentan formas de autogestin y
donde se busca construir relacio-nes sociales horizontales, ya que
se trata de poner en la prctica los valores eideales del
movimiento: No disociamos nuestras prcticas de nuestros
objetivos.Hemos elegido un funcionamiento horizontal, antisexista,
auto y eco-gestiona-do.13 Cada uno esta invitado a participar
activamente en la vida cotidiana delcampamento, tanto en lo que va
de las movilizaciones y de los debates que en lastareas cotidiana
que requiere la vida en comn o para el ambiente ms festivo dela
noche.
Si la fiesta y la felicidad de vivir una experiencia alternativa
forman parte deestos espacios alternativos, la voluntad de
favorecer una organizacin ms parti-cipativa requiere una inversin
considerable en trmino de tiempo dedicado a laorganizacin de estos
espacios y campamentos. Muchos de los que pasaban por elcampamento
de la juventud en el Foro Social Mundial se acuerdan de los
gruposde samba y del ambiente festivo. Sin embargo, cuando ya se
haban regresado asus hoteles muchos de los participantes al foro,
hasta tarde en la noche, los jve-nes alter-activistas del espacio
autnomo el caracol intergalctico, incluido dosactivistas de GAS 9,
seguan su reunin para organizar de manera participativa yhorizontal
los talleres de los das siguientes.
Para estos jvenes, los campamentos son momentos fuertes donde se
mezclanencuentros personales y acciones polticas, donde se cruzan
su propia experien-cia vivida con la historia colectiva global. A
pesar de su carcter efmero, estasexperiencias se quedan gravadas en
la mente de cada uno de sus joven partici-pantes. Como lo
desmontaron politlogos, tales eventos tienen una influenza
pro-funda y hasta muchos aos despus sobre la personalidad poltica
de los que lesvivieron, reforzando su propensin a renovar la
participacin en movilizacionespolticas posteriores14 y pueden
transformar considerablemente y a largo plazo laidentidad social y
los valores polticos de sus participantes.15
5. La alegra de la experiencia
Para estos jvenes, no se trata ms de resistir cueste lo que
cueste y aceptandolas difciles condiciones del activismo en el
nombre de la revolucin o de unpartido poltico. Los alter-activistas
decidieron oponer la alegra del ser a la mi-seria del poder.16 La
fiesta es parte del activismo, tanto en el placer de festejarcon
sus compaeros de la red activista un sbado en la noche que tocar,
bailar ycantar durante las marchas. Con los alter-activistas, las
marchas repetitivas yaburridas se transforman en un desfile
creativo con disfraces, escenificaciones yritmos de samba. Se trata
de afirmar su aspiracin en un mundo mejor, msjustos y menos
desigual, pero el activismo esta tambin respondiendo a
expecta-tivas ms hedonistas y estticas y a la profunda sed de
experiencia que caracteri-za la juventud.17 Con ms razn que la
creatividad y la afirmacin de su propiasubjetividad son mucho ms
que recursos movilizadas en la lucha en contra de unsistema
adverso, constituyen el mero centro de la lucha, ya que se trata de
resistirante la invasin del mundo de la vida18 por las fuerzas del
mercado neoliberal yde la homogeneizacin mundial.
Sin embargo, queda una pregunta vigente: A caso constituyen la
experiencia
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vivida y la fiesta en si una resistencia en contra del
neoliberalismo? En 1998, lared de activista Reclaim the Street
organiz una fiesta activista en el centro deLondres para protestar
contra el lugar demasiado grande que se les daba a loscoches en la
ciudad. Adems de los activistas se juntaron a la fiesta centenas
dejvenes, y entre ellos algunos que buscaron pelearse con los
policacos por loscuales la fiesta era slo una fiesta y no tena una
significacin de protesta encontra de los coches, lo que dej
preocupados los activistas: si la gente cree quebasta con organizar
una fiesta en la calle una vez el ao, de perder su cabeza y
debailar sobre un cacho de territorio pblico reconquistado, estamos
muy lejos de lacuenta.19 Cuando se desliga de un proyecto social ms
global, la experiencia deun happening altermundista o de una fiesta
alternativa puede no pasar de la bs-queda hedonista de placer, sin
otra forma de activismo. Si la alegra de vivir, lasubjetividad, la
fiesta y la felicidad de la experiencia pueden ser parte de
unaresistencia altermundista, el hedonismo de la experiencia puede
convertirse enun objetivo en s y desconectar a los protagonistas de
su compromiso social ypoltico inicial. Frente a estas derivas, los
alter-activistas subrayan la importanciade promover la participacin
activa de cada activista y su reflexividad para que lareflexin
permanente de cada activista sobre sus actos y el significado que
tienenevita el deslindo de los actos con sus alcances y
significaciones polticos.
Otro riesgo vinculado a estas prcticas de un activismo muy
individualizado esla dispersin de la militancia en una multitud de
experiencias sin ninguna unidadni continuidad del compromiso. Los
jvenes alter-activistas viven los eventos unopor uno, como
aventuras colectivas cuando se vive en el instante y que a menu-do
se olvida cuando regresa la vida normal y cotidiana. El riesgo esta
an msgrande que la continuidad del compromiso de estos activistas
no se puede apoyarni sobre un programa preestablecido que gua los
actores ni en una organizacinms slida e institucionalizada. Las
redes se transforman y a veces desaparecensin dejar mucho atrs de
ellas. La continuidad del movimiento representa enton-ces un reto
permanente. Ms que en la formalizacin de redes muy flexibles,
lacontinuidad de estas experiencias activistas se construye en la
reflexividad decada individuo, ya que se trata de un esfuerzo para
construir su experiencia ydarle un sentido.20 Por esta reflexin,
cada uno de los activistas construye unacoherencia y una unidad
entre las reflexiones, los debates, las movilizaciones, lascampaas
y los proyectos a los cuales particip y que forman para el su
activis-mo altermundista.
B. La autonoma zapatista
1. Dignidad y autonoma, cambios locales, desafos globales
Basndose en los valores y prcticas de las culturas indgenas, los
zapatistasllevaron reivindicaciones a tres niveles:21 la autonoma
de las comunidades ind-genas a nivel local, la democratizacin del
sistema poltico mexicano a nivel na-cional y el rechazo de las
polticas neoliberales a nivel internacional. Los zapatis-tas se
levantaron en contra de la negacin de su propia existencia, ya que
lospueblos indgenas estaban invisibles en el Mxico que festejaba su
integracin alprimer mundo, como Salinas de Gortari calific el
inicio del tratado de libre
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comercio de Amrica del Norte. Se levantaron tambin para mejorar
sus condi-ciones de vida y transformar la relacin entre los pueblos
indios y el Estado. Losinsurgentes se afirmaron como sujetos
histricos y personales22 animados por lavoluntad de tomar su
destino entre sus manos, lo que, como indgenas chiapane-cas, se les
estaba negando a causa de cinco siglos de historia, del rgimen
polticomexicano contemporneo y de los proyectos de desarrollo
econmicos neolibera-les.
Construyeron sus reivindicaciones econmicas, culturales,
sociales, polticasy jurdicas alrededor de dos principios centrales:
la dignidad23 y la autonoma.24
La dignidad, definida como la afirmacin de una humanidad comn y
la exigenciade ser respetado, es el corazn del movimiento
zapatista.25 Con su levantamiento,los indgenas insurgentes
afirmaron que la dignidad humana no es slo patrimo-nio de los que
tienen resueltas sus condiciones elementales de vida, [...]
tambinlos que nada tienen de material poseen lo que nos hace
diferentes de cosas yanimales: la dignidad.26 Lo que pedimos y lo
que necesitamos los pueblos ind-genas no es un lugar grande ni un
lugar chico, sino un lugar digno dentro denuestra nacin; un trato
justo, un trato de iguales, ser parte fundamental de estagran
nacin; ser ciudadanos con todos los derechos que merecemos como
todos;que nos tomen en cuenta y nos traten con respeto.27 Exigieron
que esta dignidady este respeto como seres humanos iguales y
diferentes, se transcribieran tantoen el derecho como en la actitud
cotidiana de cada mexicano.
La autnonoma constituye el otro pilar del zapatismo. Los
indgenas insurgen-tes se levantaron contra la situacin social
mexicana en la que a partir de laconcentracin de poder, se ha
establecido un control sobre los destinos de lascomunidades, de los
municipios, de lo local y de lo regional de manera que estosltimos
niveles son despojados de cualquier fuerza, de cualquier autonoma
pararegir y orientar su vida colectiva.28 Los zapatistas consideran
que la afirmacinde su dignidad pasa por la reivindicacin de un
control sobre sus vidas y sobre lasdecisiones que les afectan pero
que estaban tomadas por mandatarios polticos yeconmicos muy
alejados de la vida de los indgenas de Chiapas.29 Por lo
tanto,entre las mayores exigencias de los movimientos indgenas se
encuentran la re-apropiacin de sus territorios y de sus recursos
naturales y las exigencias deautonoma30 y de autodeterminacin, que
consideran como la oportunidad deconstruirnos, dentro de este pas,
como una realidad diferente.31 Se trata tam-bin de perpetuar
algunos elementos de su modo de vida, costumbres y tradicio-nes
ancestrales sin que ello signifique dejar de ser ciudadano de una
nacin msamplia en la cual sea reconocido su derecho a ser iguales y
diferentes.
El hecho colocar a la autonoma como el centro de su movimiento,
no significaque sus alcances se limiten al nivel local. Lejos de
limitarse a sus comunidadesindgenas, dieron a su demanda por
Democracia, Libertad y Justicia un alcancepropiamente universal.32
El primero de enero 1994 se levantaron por un Mxicodemocrtico y en
contra del neoliberalismo, denunciando los fraudes electoralesy el
Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte. La Sexta Declaracin
de laSelva Lacandona de 2006 reitera fuertemente esta dimensin del
movimiento,reafirmando la implicacin del zapatismo en la lucha
global en contra de la domi-nacin del dinero. El desafo del
zapatismo no puede limitarse a una transforma-cin de los
territorios rebeldes. Se centran en las comunidades locales por
queconsideran que un cambio global se construye desde lo local, el
cual permite
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poner en prctica alternativas concretas en la vida cotidiana y
en la organizacincomunitaria. Es a partir de all que buscan cambiar
la vida de los indgenas y quese involucran en luchas nacionales y
globales, como la oposicin a la OrganizacinMundial del Comercio, la
denuncia de las deficiencias del sistema poltico mexi-cano o la
implicacin de los zapatista con otros pueblos indios de Mxico y de
lasAmricas.33
El caso zapatista lleva tambin a subrayar la dimensin colectiva
del procesode cambio social. Las comunidades son actores mayores de
este proceso y, por lotanto, estn profundamente transformadas por
l. El cambio profundo que cons-tituyeron las nuevas relaciones
entre mujeres y hombres en las comunidadeszapatistas es tan slo una
parte de los cambios internos en las comunidades,donde la
auto-gestin se apoya en algunas herencias de la cultura indgena,
perotambin en el rechazo a otras tradiciones incompatibles con los
ideales de demo-cracia, libertad y justicia.
2. 1994-2001: Dilogo y marchas para el reconocimiento
institucionalde la autonoma
Siguiendo el largo recorrido de la resistencia indgena, de su
organizacinlocal y de la defensa de su cultura, prcticas y valores
de los pueblos indios envarios Estados del Sur de la Repblica
Mexicana; los zapatistas se movilizaronpara que los pueblos
indgenas y su autonoma local fueran reconocidos por la leyy por las
autoridades mexicanas. El levantamiento del primero de enero de
1994y el xito que encontr en ese momento en los medios de
comunicacin naciona-les e internacionales, dieron una visibilidad
in precedente a esta causa colocandoen la escena nacional, un
debate que las autoridades polticas nacionales habanocultado desde
lustros. Los zapatistas negociaron con los representantes del
Esta-do mexicano, propusieron reformas jurdicas y polticas y se
comprometieronpara la democratizacin del pas. Adems de los
innumerables comunicados me-diticos (y muchas veces poticos) del
subcomandante Marcos y de marchas ha-cia la capital nacional, se
convocaron en Chiapas varios encuentros con la socie-dad civil
mexicana e internacional con el objetivo de escuchar la opinin de
lossimpatizantes y de dar a conocer las perspectivas de los lderes
zapatistas. Entreestos encuentros, destacan la Convencin Nacional
Democrtica (1994) y el pri-mer Encuentro Intergalctico (1996).
Amplias delegaciones extranjeras tomaronparte en cada una de estas
reuniones y decenas de observadores extranjerossiguen pasando o
quedndose algunas semanas en las comunidades desde hacems de diez
aos.
En 1995 y en 1996, los zapatistas se sentaron en una larga
negociacin con unacomisin federal. Llegaron a un acuerdo sobre el
estatuto de las comunidadesindgenas y el reconocimiento jurdico de
los pueblos indgenas.34 En el periodoque va desde la aprobacin de
los Acuerdos de San Andrs por las comunidadeszapatistas en 1996
hasta el verano 2001, los zapatistas invirtieron muchas de
susfuerzas para que estos acuerdos fueran ratificados por los
legisladores en SanLzaro. Varias marchas salieron de la selva del
sureste mexicano haca la capital.Durante la primavera de 2001, ms
de un milln de simpatizantes de la causazapatista se reunieron en
el Zcalo de la Ciudad de Mxico para recibir a los
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integrantes de la ltima y ms mediatizada de ellas: la Marcha del
Color de laTierra.35 Una delegacin zapatista fue recibida en el
Congreso nacional donde lacomandante Esther dirigi un mensaje
fuerte a los legisladores.
Sin embargo, a pesar de numerosas iniciativas, el movimiento
zapatista nuncaalcanz sus objetivos en el mbito jurdico y de la
poltica institucional. La refor-ma votada algunas semanas despus de
la marcha de 2001 no respondi a lasesperanzas de los movimientos
indgenas, ya que los legisladores se negaron areconocer los pueblos
indgenas como sujetos de derecho.
3. Despus de 2003: los caracoles y la autonoma local
Con el rechazo de los legisladores mexicanos a reconocer los
pueblos indge-nas como sujetos de derecho y a dar un estatuto legal
a la autonoma de lascomunidades indgenas, se abri una nueva etapa
en la cual el movimiento dejde intentar influir en los actores
polticos mexicanos y se enfoc an ms en eldesarrollo de la autonoma
que las comunidades estaban gozando de facto desdeel primero de
enero de 1994.
Fuera del sistema partidario y de las instituciones mexicanas,
los municipiosautnomos zapatistas organizan la vida de varios
pueblos y aldeas. Desde el 2003existe un nivel ms elevado de
organizacin que agrupa a varios municipios aut-nomos, los cinco
Caracoles, Cada uno cuenta con su Junta de Buen Gobiernoa cargo de
la coordinacin de los municipios, de las relaciones con el exterior
y dela justicia. Cada junta cuenta con entre 15 y 25 delegados
elegidos. Cada juntatiene su forma particular de organizacin, segn
las necesidades de la regin.
La ceremonia del nacimiento de los caracoles, a la que acudieron
miles desimpatizantes en agosto de 2003, marc simblicamente el
inicio de esta nuevafase. Ms que en las declaraciones polticas y a
menudo poticas, esta fase secentra en la construccin concreta y a
veces problemtica de la autonoma locala travs de las prcticas
cotidianas. Mirar haca lo social y la sociedad ms quehaca el seno
poltico y meditico. All esta el mensaje inicial y central de la
otracampaa que iniciaron los zapatistas a partir del verano de
2005. Un ao antesde las elecciones presidenciales y legislativas,
cuando todo Mxico en particu-lar la prensa, la televisin y los
intelectuales slo tenan ojos para el seno elec-toral, los
zapatistas invitaron a sus simpatizantes a mirar hacia la sociedad,
hacialos mltiples protagonistas que, en su modesto nivel,
desarrolla alternativas loca-les al modelo neoliberal..
En la nueva etapa, a las marchas hacia la capital y a las
grandes reuniones conla sociedad civil nacional e internacional
organizadas entre 1995 y 2001, sucedie-ron los Encuentros de los
Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo y lasvisitas de
caravanas de simpatizantes mexicanos y extranjeros en las
comunida-des autnomas. Con estos encuentros, ya no se trata de
influir en los responsablespolticos, sino de fortalecer el proceso
de autonoma local y de compartir lasexperiencias de las comunidades
con activistas que apoyan a los zapatistas o quedesarrollan
experiencias de autonoma en otros contextos.
Del 30 de diciembre de 2006 al 2 de enero de 2007, tuvo lugar en
Oventic elprimer Encuentro del pueblo zapatista con el pueblo del
mundo. Seis mil ind-genas, 232 autoridades locales zapatistas y
1.300 activistas de distintos estados
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136
de Mxico y de 47 pases del mundo escucharon los testimonios
respecto a laorganizacin concreta de la autonoma local en las
comunidades zapatistas. Del20 al 29 de julio de 2007, un segundo
Encuentro con los pueblos del mundo llevuna caravana a tres
comunidades autnomas, donde se informaron de los proyec-tos y retos
de estas tres Juntas de Buen Gobierno. La comunidad de La
Garruchahosped el tercer encuentro, del 28 de diciembre de 2007 al
1 de enero de 2008organizado por y para las mujeres. Cada una de
las mesas reuni delegados de loscinco caracoles y se dedic a un
aspecto particular de la autonoma: los gobiernoslocales, la
educacin, la salud, la ecologa, la cultura, la economa, el trabajo
co-lectivo o la lucha de las mujeres.
4. La construccin de una autonoma local
Aunque no se les ha reconocido en la ley mexicana, las
comunidades zapatis-tas gozan de una autonoma de facto desde su
levantamiento en 1994. Se convir-tieron en espacios de
experiencias36 donde se prueban prcticas organizativasalternativas
y relaciones sociales distintas a las de la sociedad dominante.
Losactivistas buscan construir lugares distanciados de la sociedad
capitalista quepermiten a los actores vivir de acuerdo con sus
propios principios, entablar rela-ciones sociales diferentes y, a
partir de estas situaciones ejemplares, de cambiarlas relaciones de
poder y los valores haca una transformacin ms global: Setrata de
lograr construir la antesala del mundo nuevo, un espacio donde,
conigualdad de derechos y obligaciones, las distintas fuerzas
polticas se disputenel apoyo de la mayora de la sociedad.37 Esta
forma de pensar el cambio socialradical se distingue de la idea
clsica de la revolucin, no por el radicalismo delcambio, sino por
la manera de lograrlo.38 No se trata de imponer un poder
progre-sista desde arriba, pero de iniciar por prcticas
alternativas concretas y ejempla-res desde abajo. La autonoma de
las comunidades es un elemento clave quepermite crear estos
espacios de experiencia.
Los indgenas que compartan sus experiencias durante les
encuentros conlos pueblos del mundo consideraban la autonoma como
un proceso que permi-te al pueblo decidir cmo quiere vivir y cmo
quiere organizarse a nivel poltico yeconmico: La autonoma, es que
nos gobernemos como pueblo indgena, quedecidamos cmo queremos que
trabajen nuestras autoridades sin depender delas polticas que
vienen de arriba. Sin embargo, como lo destacaba el comandan-te
Brus Li, no hay ninguna regla que nos diga cmo nos podramos
organizarpara ser autnomos. La autonoma zapatista se construye
paulatinamente, en laexperiencia colectiva de resistencia y de
construccin de alternativas, y no sebasa en un razonamiento terico
o nicamente en un balance de las experienciashistricas,39 lo que la
distingue radicalmente de los movimientos revolucionarios yde las
guerrillas del siglo XX.
La organizacin de la vida cotidiana y de las autoridades
polticas locales,segn modalidades distintas del caudillismo
dominante en Chiapas antes de 1994,es un proceso largo. Se trata de
reorganizar las comunidades para que los delega-dos elegidos por
los habitantes contribuyan a organizar la comunidad sin concen-trar
el poder, para que manden obedeciendo. Para evitar que se
constituya ungrupo de mandatarios separado de la poblacin, los
cargos no duran ms de tres
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137
aos y no son reelegibles. Todos los habitantes de la comunidad
asumen entoncesun cargo comunitario varias veces en su vida.
La autonoma local de las comunidades zapatistas no se identifica
con el retor-no a una organizacin tradicional. Al contrario, busca
cambios profundos, espe-cialmente en lo que se refiere a las
mujeres. Si bien los comandantes zapatistasreconocen que a veces
continan actitudes machistas, la situacin y la auto-esti-ma de las
mujeres indgenas cambi mucho desde que la promocin de la igual-dad
de gneros en las comunidades se volvi un eje central de la lucha
zapatistahace 15 aos.40 Antes de 1994, la situacin de las mujeres
era poco envidiable enalgunas de las comunidades indgenas. Antes
era muy difcil para nosotras, por-que nadie nos tomaba en cuenta y
porque no tenamos el derecho de opinar ni detomar decisiones sobre
nuestra propia vida. Muchas tuvieron que casarse sinpoder elegir
sus maridos y tuvieron despus que aguantar golpes y humillacionesde
sus maridos (Magdalena, primer Encuentro con los pueblos del
mundo). Se-gn lo que pensaban nuestros padres, abuelos y esposos,
nosotras tenamos queaguantar todo y permanecer calladas (Elena,
primer Encuentro con los pueblosdel mundo). Durante muchos aos, el
apoyo de las indgenas al movimiento per-maneci muy discreto:
escuchbamos y dbamos comida. Poco a poco, muchastomaron confianza y
se comprometieron en cargos importantes para la comuni-dad. De
hecho, los participantes en cada uno de los tres encuentros con
lospueblos del mundo quedaron impactados por la fuerza de las
palabras de lasdecenas de mujeres zapatistas que dieron testimonio
de su lucha por las mujeres,pero tambin por la educacin, la salud y
la organizacin autnoma.
El sector de la educacin tambin evolucion mucho estos ltimos 15
aos. Seconstruyeron escuelas nuevas (ms de cincuenta en el caracol
de Oventic). Es-cuelas primarias ya funcionan en todos los
municipios zapatistas y el nivel secun-dario ya esta funcionando en
muchas zonas. Miles de mujeres adultas aprendie-ron a leer y a
escribir. Rechazaron los maestros oficiales y formaron sus
propiosmaestros. Pensaron la educacin autnoma como una alternativa
al individualis-mo promovido por las escuelas del gobierno.41
Impartir una parte de los cursosen sus lenguas cambi tambin la
relacin en las aulas. Pensaron la educacinautnoma como una
alternativa al individualismo que busca inculcar a los alum-nos las
escuelas del gobierno. Se basaron en pedagogas alternativas e
innovacio-nes educativas culturalmente pertinentes,42 como el mtodo
Freire, y en valo-res de la cultura indgena. El aprendizaje se hace
de manera ldica y participati-va, e incluye el trabajo colectivo en
el campo, ya que los zapatistas no quierendesconectar la enseanza
de la vida en las comunidades. Se aprende el espaolpero tambin el
idioma indgena local, ya que a travs de ella se transmite mu-cho de
la cultura y de los valores que el movimiento zapatista busca
rescatar. Porlo tanto, el programa de enseanza zapatista no
corresponde a los programasoficiales nacionales y no tiene por
objeto permitir el acceso de los alumnos a laeducacin superior o
universitaria en las ciudades vecinas. Los zapatistas insis-ten en
que los jvenes aporten sus competencias a sus comunidades.
La aplicacin concreta de la autonoma local resulta una marcha
larga y dif-cil. Transcribir los valores de igualdad y los ideales
de autogestin en la prcticacontina siendo un reto a cada instante.
La gestin de las relaciones de poder y delas divergencias de opinin
en las comunidades, la distribucin equitativa de lastareas y los
debates en asambleas para alcanzar un consenso requiere un
largo
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138
proceso de aprendizaje prctico y poltico. La autonoma parece ms
difcil an anivel econmico. La vida sigue siendo difcil en estas
regiones pobres y en la quese encuentran miles de refugiados desde
hace ms de diez aos. Muchos munici-pios no son viables
econmicamente ya que no tienen suficiente tierras disponi-bles para
el cultivo, tanto por el gran nmero de desplazados como por la
presen-cia de campamentos militares del ejrcito nacional. Estas
regiones han dependi-do mucho de la ayuda de organizaciones
internacionales, como Mdicos delMundo o de los Comits de Apoyo
internacionales. Pero el apoyo de algunasONG est disminuyendo con
el tiempo. Sin embargo, debido a la permanencia delconflicto y a la
crisis sin precedente que atraviesa el campo mexicano (vase
elcaptulo de F. Mestries), las bases de una autonoma econmica no
han sido esta-blecidas en las zonas zapatistas. Los desafos
permanecen importantes en estosasuntos. Como profundizar la
democracia en una zona de conflicto donde elejrcito insurgente es
indispensable para proteger a los indgenas rebeldes de
lasagresiones militares y paramilitares? Como lograr una
sustentabilidad econmi-ca de las zonas rurales si muchas de las
tierras siguen siendo ocupadas por elejrcito mexicano, y en un
contexto de crisis estructural del campo mexicanodesde hace ms de
25 aos?
En los ltimos aos, los comits de apoyo nacionales e
internacionales crearonvarios circuitos alternativos de distribucin
para algunos productos de las comu-nidades zapatistas,
especialmente el caf y las artesanas. Ello asegura una retri-bucin
adecuada a algunas cooperativas de productores y artesanos. Este
tipo deproyectos podran volverse un elemento clave de la autonoma
zapatista, ya queaseguran una base local de produccin y de
ganancias sin entrar en contradiccincon los valores y las luchas
del movimiento. Sin embargo, el alcance de estoscircuitos contina
siendo limitado y no bastan para establecer una base econmi-ca
sustentable que logre mejorar el nivel de vida material de estas
poblaciones, yaque esta sometido a las mismas condiciones de crisis
del campo que las otrasregiones mexicanas. Por lo tanto, para
muchos jvenes, la migracin aparececomo la nica opcin para mejorar
su nivel de vida.43
Por otro lado, no se trata de idealizar las comunidades
zapatistas. Como encualquier grupo humano, pueden aparecer juegos
de poder y existen divergen-cias de opinin. Se compensa en parte
por la larga experiencia prctica de lasasambleas, la cual a menudo
ayuda a las comunidades a lograr un consenso entrelos
participantes. Por otra parte, en algunos aspectos, las actividades
de los acti-vistas entran en contradiccin con el modelo de
organizacin social demasiadohorizontal que defienden en sus
discursos. El EZLN tiene una organizacin mili-tar y, en
consecuencia, muy vertical. En su anlisis de las reacciones de la
coman-dancia frente a grupos de refugiados que quisieron recuperar
las tierras que ocu-paban antes del conflicto, S. Mlenotte muestra
que las autoridades locales zapa-tistas no siempre estn atentas a
las demandas de sus bases y toman a vecesdecisiones que son
motivadas menos por el bienestar de las poblaciones que
porconsideraciones estratgicas coherentes con su propia visin del
movimiento: Apesar de la creacin de los caracoles, las autoridades
municipales zapatistas si-guen por no decir obedecen la lnea y las
instrucciones del CCRI (ComitClandestino Revolucionario Indgena) y
del EZLN, segn MELENOTTE, en estelibro. Sin embargo, conviene
subrayar la dificultad de resolver estas contradic-ciones en un
contexto muy tenso debido a la guerra de baja intensidad llevada
por
-
139
los paramilitares.
5. Dos vertientes del zapatismo
Los comunicados zapatistas se refieren poco a los retos de la
construccin dela autonoma que experimentaban las comunidades
locales. La mayora de loscomunicados se dedican a la situacin
poltica y social a nivel nacional, hastatener un papel protagnico
durante la campaa electoral. Durante las giras nacio-nales de la
otra campaa, el subcomandante pas varios meses sin regresar
aChiapas durante los cuales asumi posicionamientos en nombre del
movimientozapatista. Tambin parece significativo que, mientras el
subcomandante Marcosfue la figura clave de los encuentros mediticos
de la fase anterior, de las negocia-ciones con la COCOPA, de las
marchas para el reconocimiento poltico de la auto-noma y del
posicionamiento del zapatismo en la arena poltica mexicana, casi
noapareci en los encuentros con los pueblos del mundo, los cuales
se dedicarona las experiencias cotidianas de la construccin de una
autonoma local.
Desde su levantamiento, el zapatismo ha sido definido como la
articulacin dedos corrientes distintas. De un lado, los zapatistas
centraron el proceso de cam-bio social en las experiencias
alternativas de las comunidades. La construccin dela autonoma
conllevaba al mejoramiento del nivel de vida de los indgenas.
Porotro lado, desde su inicio, tambin se ha planteado el zapatismo
como un actordel cambio a nivel nacional y global, en favor de la
democracia y de la justicia, yen contra del neoliberalismo y de la
dominacin del dinero. Estas dos corrientesno estn disociadas, y en
muchos aspectos son complementarias. Sin los vnculosy el apoyo
nacionales e internacionales, no sera posible la defensa de la
autono-ma local. De igual manera, las comunidades locales siempre
expresaron su apoyoincondicional a los lderes del EZLN con fuertes
movilizaciones.
La segunda corriente erigi al movimiento zapatista como un actor
poltico deldebate nacional y como un componente del movimiento
global de rechazo al neo-liberalismo y, a menudo, al capitalismo.
Desde las primeras semanas del levanta-miento, los zapatistas
tomaron posicin en la mayor parte de los grandes debatespolticos y
sociales mexicanos, denunciando el Plan Puebla-Panam, los efectosde
la poltica y de la ideologa neoliberal, las condiciones de vida en
las comunida-des indgenas del pas o la explotacin de los recursos
naturales por actores delcapitalismo mexicano e
internacional.44
6. Transformaciones sociales
Quince aos despus del levantamiento, el zapatismo no ha logrado
transfor-mar las leyes ni las instituciones nacionales y de la
transicin a la democracia a lacual contribuy. Quedan ms desencantos
que esperanzas. Si el impacto polticodel zapatismo en el seno
poltico mexicano no ha estado a la altura de las movili-zaciones
durante los primeros aos tras el levantamiento, sus alcances son
consi-derables. Cambi profundamente las comunidades indgenas del
sureste mexica-no y, mucho ms all, contribuy a una transformacin
profunda de la auto-esti-ma de los indgenas y de su posicin en la
sociedad mexicana e internacional. De
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140
invisibles, se volvieron actores importantes no slo de Mxico,
sino de las Amri-cas, tanto al norte como al sur del Ro Grande.45
Centrado su movimiento en laexperiencia, la auto-organizacin y la
transformacin de las comunidades, el zapa-tismo logr articular
reivindicaciones identitarias y universales.46 Cuando defien-den y
afirman su cultura, su diferencia y sus valores, los zapatistas
como muchosmovimientos indgenas, expresan un rechazo propiamente
universal de la domi-nacin de los mercados y de la burocracia, y
defienden la autonoma de unamanera de pensar, de vivir y de
comunicar que se articula y se combina con otrasmaneras de pensar,
vivir y comunicar.47
Si bien el alcance internacional representa un xito para el
movimiento zapa-tista, su mayor fuerza, su esencia,48 permanecen en
las comunidades indge-nas, quienes constituyen la base sobre la
cual el movimiento ha podido construir-se desde 1994, a pesar de
las dificultades y de la guerra de baja intensidad llevadaacabo en
los territorios autnomos por el ejrcito y por grupos paramilitares.
Losprocesos de organizacin autnoma de las comunidades locales
mostraron el vi-gor de un actor implicado en una transformacin
social, poltica y cultural ancla-da en las comunidades locales, de
manera profunda y a largo plazo a pesar de lasdificultades
cotidianas y de las contradicciones inherentes a un proceso
basadoen experimentaciones prcticas de las alternativas por los que
la viven.
Mientras muchos movimientos altermundialistas urbanos u
occidentales quesurgieron en la ltima dcada generaron una dinmica
amplia pero de corto pla-zo, el proceso de transformacin sigue
vigente en las comunidades zapatistasquince aos despus del
levantamiento. Al contrario de algunos movimientos
al-termundialistas que se quedaron en los discursos y en la
construccin terica dealternativas al neoliberalismo, los zapatistas
experimentaron una organizacinautnoma y alternativa alrededor de
valores antagnicos a la cultura comercial ycompetitiva. Como no
lograron que sus demandas fueran reconocidas por lospoderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial mexicanos, consideraron que, si
no po-demos cambiar el mundo, luchamos para que el mundo no nos
cambie a noso-tros.49
C. Activismo, experiencia y subjetividad
1. Jvenes urbanos e indgenas insurgentes
Cuando una docena de jvenes activistas latinoamericanos,
norteamericanosy europeos se encuentran en la preinauguracin del
espacio autnomo al lado delForo Social Mundial 2005, la inspiracin
zapatista surge rpidamente como lareferencia compartida entre
todos. Decidieron bautizar su espacio su espacio dedebate el
Caracol intergalctico. Cmo explicar tal entusiasmo de estos jve-nes
urbanos y muy individualizados venidos de varios continentes por un
movi-miento de comunidades indgenas y campesinas? Ms all de sus
diferencias,estos actores comparten una misma concepcin del cambio
y de los movimientossociales. En sus comunicados y cuentos
publicados entre 1994 y 2001, el subco-mandante Marcos parece haber
logrado describir mejor que otros la filosofa quecomparten
numerosos movimientos alrededor del mundo. Su concepcin del cam-bio
social se basa sobre la construccin de espacios autnomos, la
rotacin de
-
141
tareas, la participacin de todos en las decisiones, un
aprendizaje por las expe-riencias practicas, la multiplicidad de
los otros mundos posibles, la horizontali-dad de las relaciones
sociales o la defensa de la diversidad en el seno del movi-miento
como en la sociedad.
Con diversas modalidades, numerosos movimientos en el mundo se
refieren aestos elementos cuando se trata de construir un mundo
mejor: redes de jvenesaltermundistas,50 nuevas comunidades rurales
del MST en Brasil, algunas comu-nidades indgenas, centros sociales
culturales en las ciudades de Europa y Amri-ca Latina, grupos que
buscan proponer en su bario alternativas a la sociedad deconsumo y
favoreciendo los vnculos sociales entre vecinos..., Por esta
concep-cin del compromiso y del cambio social centrada en la
subjetividad,51 estos acti-vistas se oponen a la dominacin de los
mercados y se construyen como actoresde su vida, de su barrio y su
mundo. Mientras que los actores de la sociedadcivil se concentran
en anlisis tcnicos de medidas polticas, econmicas o jur-dicas
alternativas, los militantes de estos movimientos de experiencia
luchan consu cuerpo,52 sus emociones53 y su subjetividad.
Consideran as que los oprimidosno son slo un grupo particular de
personas, sino tambin aspectos particularesde la personalidad de
cada uno de nosotros: nuestra confianza, nuestra sexuali-dad,
nuestra creatividad.54
2. La experiencia en el centro del compromiso
En lugar de centrarse en la bsqueda de un impacto poltico, estos
movimien-tos se construyen alrededor de la experiencia entendida en
su doble sentido: laexperiencia vivida y la experimentacin.55 Por
un lado, estos activistas buscan de-fender la autonoma de su
experiencia vivida frente la influencia de la sociedadglobal y de
los poderes econmicos en todos los aspectos de la vida,56 y se
rebelancontra la manipulacin de las necesidades y de la informacin.
Estos movimien-tos son un llamado a la libertad personal contra las
lgicas del poder y de laproduccin, del consumo y de los medios de
comunicacin masivos. Como loescribi A. Touraine No podemos
oponernos a esta invasin con principios uni-versales, sino con la
resistencia de nuestras experiencias singulares.57
Por otro lado, estos activistas consideran la lucha como un
proceso de experi-mentacin creativa, por medio del cual se ponen en
prctica los valores de unmundo mejor. Buscan construir otro mundo a
partir de sus prcticas y expe-riencias alternativas: La rebelin
debe ser una rebelin prctica, debe ser laconstruccin de otra manera
de hacer, de otra sociabilidad, de otra forma devida.58 Al rechazar
los modelos y planes preconcebidos para crear el mundomejor, los
activistas de la va de la subjetividad privilegian un aprendizaje a
travsde la experiencia por mtodo de prueba y error en procesos de
experimentacin,ya que Se hace camino al andar y que se aprende a
caminar caminando.
Para los actores de estos movimientos centrado en la
subjetividad, el objetivono precede a la accin, sino que le es
concomitante Este carcter performativo delcompromiso ya haba sido
destacado por Gandhi, quien consideraba que Debe-mos encarnar el
cambio que queremos ver en el mundo (Memorial Gandhi,Mumbai, 2004).
La lucha no es pues contra un enemigo solamente o un
sistemaexterno, sino que tambin es con la personalidad de cada uno
y en cada movi-
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142
miento: El primer cambio est a dentro de cada uno; La lucha es
tan fuertecontra s mismo como contra el enemigo. Es necesario ser
conciente y reconocernuestra tendencia al orgullo, al oportunismo
que todos tenemos, puesto que todosestamos contaminados,
impregnados de este sistema. Es una lucha permanente anivel interno
y externo.59 Del mismo modo, el principal reto del zapatismo
seencuentra en la transformacin de las relaciones sociales en el
seno de las comu-nidades mismas, ya sea en las relaciones de
produccin, las decisiones polticas oen las relaciones entre gneros.
El zapatismo conlleva tambin una profundatransformacin en cuanto a
la estima de los indgenas en s mismos, de la que sehace eco el
valor central de la dignidad.
3. Espacios cotidianos y relaciones sociales
Frente a la invasin de la vida por lgicas mercantiles, estos
movimientosbuscan crear espacios de experiencia. Se trata de
construir lugares distanciados dela sociedad capitalista que
permiten a los actores vivir de acuerdo con sus propiosprincipios,
entablar relaciones diferentes y expresar su subjetividad. Estos
espaciosson a la vez lugares de lucha y antecmaras de un mundo
nuevo.60 Permiten acada individuo y colectividad construirse como
sujeto, defender su derecho a lasingularidad y volverse actor de su
propia vida.
La modalidad y la duracin de los espacios de experiencia son muy
variables.Algunos son creados para permitir a los participantes
(volver a) construir su vidaen su seno como las comunidades
autnomas zapatistas o los asentamientos delMovimiento de los Sin
Tierra.61 Otros espacios de experiencia son mucho msefmeros. Los
campamentos de los jvenes alter-activistas slo duran algunos
das.Ofrecen a sus participantes una oportunidad de experimentar
prcticas de deorganizacin social alternativas, ms horizontales y
autnomas. La reconquistaefmera de espacios y territorios fue el
denominador comn de la red de activis-tas anglfonos Reclaim the
Street a fines de los aos noventa y luego de numerosasredes
alter-activistas: Tanto si tomamos la calle a los autos, los
inmuebles paradrselos a los squatters, los campus para hacer de
ellos lugares de protesta oescenas de teatro, si arrancamos
nuestras propias voces de la voracidad de losabismos tenebrosos de
los medios o nuestro entorno visual de los carteles exhibi-dos,
siempre estamos reconquistando espacios.62 Menos pacficas, pero con
elmismo carcter efmero, las zonas autnomas anticapitalistas son
creadas poralgunos sectores radicales de los black blocks durante
manifestaciones contrainstituciones internacionales como el G8.
Para ellos, se trata de destruir todosmbolo del capitalismo y de la
sociedad de consumo (cajeros automticos, signosdistintivos
bancarios, publicidades, marcas de autos lujosos...) en un
territoriodeterminado, sin lastimar a las personas.63
La vida cotidiana, el barrio o el territorio de una colectividad
tambin puedenvolverse asimismo espacios de experiencia contra la
ideologa neoliberal. Frente ala amplitud de la desafiliacin64 del
aislamiento creciente de los individuos ennuestras sociedades,
numerosas asociaciones cuentan entre sus objetivos con
elfortalecimiento de las relaciones sociales, que se inscriben
dentro de una luchacontra una ideologa capitalista e
individualista, contra el capitalismo que some-te todas nuestras
relaciones al dinero (entrevista con un activista en Mxico,
-
143
2003). Para A.E. Cecea,65 intelectual mexicano cercana a los
zapatistas, cuantoms se extienden las redes capitalistas, ms
aislados se encuentran los indivi-duos. En otras palabras, para
contribuir al progreso de la globalizacin, es nece-sario que se
reconozcan como objetos atomizados, que se desubjetivicen. Cam-biar
el mundo pasa entonces por la construccin de nuevas formas de
sociabili-dad. A la pregunta Qu es lo que cambi en usted para este
compromiso con elmovimiento?, un ex ejecutivo que perdi su empleo
en la crisis y se volvi activoen algunas actividades locales de un
movimiento piquetero de un suburbio deBuenos Aires, respondi:
Antes, no conoca a mis vecinos. Sala para mi trabajopor la maana,
volva por la tarde y me pasaba frente al televisor. Hoy, la vida
debarrio es muy importante para m. Entre los vecinos, nos ayudamos
mucho (MTDQuilmes, entrevista en enero 2003). Sergio Zermeo66
subraya la importancia detales asociaciones locales que contribuyen
en una redensificacin de lo socialque, a travs de un largo trabajo
de sedimentacin, mejoran considerablementela calidad de vida de los
habitantes. Bajo la influencia de los movimientos locales,algunos
barrios se convirtieron en terrenos de subjetivizacin: en el
territoriodel barrio se oper, a lo largo de los ltimos aos, un
proceso de produccin devnculo social. Esta operacin subjetiva
transform la fisonoma de los barriosurbanos, que pasaron de una
manera pasiva de ocuparlos a modalidades activas ymltiples de
habitarlos.67
Los activistas de esta va de la subjetividad del movimiento
altermundista venla resistencia tambin en los pequeos actos de la
vida cotidiana de todos y cadauno. En este contexto, la distancia
entre la vida cotidiana y el compromiso mili-tante desaparece. La
sociabilidad y la amistad constituyen elementos fundamen-tales del
compromiso, y el terreno para un mundo mejor. Todos los
movimientosde esta va de la subjetividad atribuyen as una gran
importancia a las relacionesinterpersonales y al nivel local. Los
centros sociales italianos, por ejemplo, estu-vieron profundamente
vinculados a nivel local con el dinmico movimiento alter-mundista
en su pas.68 Tambin fue su anclaje en la realidad local y en las
comuni-dades lo que permiti al zapatismo cobrar actualidad luego
del rechazo de loslegisladores mexicanos en el reconocimiento de un
derecho a la autonoma decomunidades indgenas. Despus de varias
movilizaciones internacionales, losjoven alter-activistas de de la
red GAS 9 tambin decidieron reorientar su accinhaca proyectos
locales, buscando como empoderar la vida social en un barri dela
ciudad de Mxico. Cuando los altermundistas cercanos a este polo
subjetivo sejuntan para los encuentros internacionales, lo hacen
tambin en calidad de mili-tantes locales y buscan intercambiar sus
experiencias de lucha: Es importantearticularnos con el movimiento
global, pero al mismo tiempo es necesario actuara nivel local. Hay
mucho trabajo por hacer a ese nivel, como, por ejemplo, la tomade
inmuebles para luchar contra la especulacin inmobiliaria (Un joven
alter-activista cataln, FSM 2002).
4. El compromiso como un espacio de experiencia
Los movimientos mismos constituyen otros espacios de
experiencias que debenpermitir a los individuos realizarse y
experimentar de manera concreta relacio-nes sociales y procesos de
decisiones alternativas. La manera de organizar el
-
144
movimiento reviste entonces una gran importancia crucial porque
eso proyectatambin lo que podra ser otra sociedad.69 Es necesario
que nuestro funciona-miento sea acorde con los valores que
defendemos en nuestra resistencia (unamilitante belga, 2004). La
organizacin del movimiento debe pues reflejar losvalores
alternativos difundidos por el altermundialismo: organizacin
horizontal,la mayor participacin posible en las decisiones,
delegacin limitada, rotacin detareas, respeto por la diversidad...
Las redes de joven alter-activistas son muysensibles a estos
asuntos: Para nosotros, es muy importante contar con una
orga-nizacin horizontal, sin lder, afn de respetar a todos los
participantes. Es nece-sario hablar y tambin escuchar para aprender
uno de los otros y compartir susinformaciones (Una activista de GAS
9, 2005).
Como la experiencia vivida no puede ser delegada, numerosos
activistas sepreocupan por evitar las mediaciones70 y limitar al
mximo las prcticas de porta-voz: No puedes delegar tu palabra, de
otro modo te remites a alguien que va ahablar en nombre de tu
singularidad y especificidad, de tus deseos y de lo quenecesitas en
trminos de derechos (un militante belga). Esta preocupacin
setraduce tambin por una rotacin de las tareas de organizacin en
los gruposmilitantes. Con estas medidas, los activistas intentan
limitar la distincin entrelos empresarios de la movilizacin y otros
militantes que seran adems consumi-dores pasivos. No obstante, a
pesar del discurso que aspira a la autogestin y a laparticipacin de
todos, en la realidad de los movimientos, algunos activistas
seimplican ms que otros y a menudo adquieren una mayor
influencia.
El tiempo y la inversin que exigen estas prcticas son
considerables. De he-cho, tarde o temprano, todos los grupos
terminan por verse ante el dilema entrela participacin de todos y
la fuerte democracia interna, por un lado; y una efica-cia
necesaria, por el otro. En consecuencia, los principios de
autogestin general-mente se aplican con flexibilidad, tanto para
evitar transformarlos en dogma rgi-do que por principios realistas:
todos los miembros no se implicarn con la mismaintensidad en un
proyecto, y la delegacin de responsabilidades parece a
vecesindispensable. Lo ms importante sigue siendo favorecer un
comportamiento msactivo en el compromiso y evitar una delegacin
excesiva que llega a separar losresponsables de los consumidores
del proyecto. Pero sucede tambin queciertos grupos altermundistas
acaban concentrando mucho de sus energas a esenivel organizativo,
ya sea en la gestin de sus espacios o en la crtica, a vecesferoz, a
asociaciones orientadas ms bien hacia la eficacia que hacia la
democra-cia interna. En los dos casos, la oposicin al
neoliberalismo y los intereses societa-les del movimiento pasan a
segundo plano. A. Roy, figura de proa del altermun-dialismo en
India, ha sido particularmente crtica de esta postura: El riesgo
esque [la organizacin del movimiento] absorbe nuestras mejores
energas y movi-liza nuestros espritus ms generosos, nicamente para
pensar en la prximareunin. Con eso no les causamos problemas a
nuestros adversarios. Ser siem-pre nuestra msica, pero no podr
transformarse en nuestra lucha.71 Al concen-trarse en la
organizacin de sus campamentos alternativos ms que en sus accio-nes
contra el G8, acaso los alter-activistas plantean menos problemas a
la organi-zacin del encuentro de los jefes de Estado?
Paradjicamente, los espacios deexperiencia pueden terminar por
constituir medios para canalizar el ardor de losactores
contestatarios.
-
145
D. Una concepcin distinta del cambio social
1. El cambio como proceso y no como ruptura
Estos actores sociales constituyen movimientos sociales que
buscan producirellos mismos sus formas de vida y afirmarse en su
capacidad creadora contra lasmanipulaciones de las industrias
culturales hegemnicas.72 Sostienen as una con-cepcin del cambio
social que no pasa tanto por la influir sobre los
responsablespolticos como por la transformacin respecto de la
manera de vivir juntos apartir de alternativas concretas que pongan
en prctica los valores del movimien-to y una reafirmacin de las
formas de sociabilidad locales.
En vez de una ruptura brusca y radical con la idea clsica de
revolucin que sedio a lo largo de la historia, el cambio social se
concibe como un proceso. El otromundo posible no surgir maana,
luego de la gran noche, sino que comienzaaqu y ahora, en estos
rincones intersticiales de la sociedad apropiados por losactivistas
y transformados en espacios de experiencia alternativos y autnomos.
Elcambio no se limita a nivel local, sino que se concibe de abajo
hacia arriba (bo-ttom-up): No podemos cambiar el mundo si no
empezamos por cambiarnos anosotros mismos, a ayudar a nuestros
vecinos, a ver lo que esta pasando en nues-tro barrio.73 En lugar
de grandes ideologas y visiones mesinicas, estos activis-tas se
focalizan en prcticas cotidianas que se van inventando da a da en
laindeterminacin: Para nosotros se trata de buscar a tientas las
vas concretas yemancipadoras de la transformacin de los vnculos
sociales (Presentacin delespacio desobediente del Foro Social
Europeo 2003, Pars). Sin un modelo glo-bal o plan preestablecido,
las alternativas se dan en la pluralidad: un mundodonde quepan
muchos mundos.
Esta perspectiva conduce tambin a otra concepcin de la
organizacin y de laextensin de los movimientos. El objetivo de las
asociaciones no es aumentar lacantidad de sus adherentes, sino
desarrollar un movimiento a largo plazo y per-manecer anclados
localmente. Con una base no mayor a 1994 entre los
indgenaschiapanecos, el movimiento zapatista contina desde hace 25
aos. Los altermun-dialistas de esta va de la subjetividad estiman
que un cambio global no surgirpor el crecimiento o la extensin de
un espacio de experiencia que alcanzara laescala global, sino por
la multiplicacin de espacios alternativos que tengan cadauno su
especificidad. Se trata de enjambrar, de alentar la creacin de
otrosmovimientos parecidos pero autnomos en otros barrios y
ciudades. Los zapatis-tas consideran entonces que el mejor medio de
mantener la lucha zapatista esllevar la lucha all, donde usted
est.74
2. El anti-poder y sus lmites
Muchos activistas consideran que es necesario comenzar por la
crtica alneoliberalismo, pero tambin hay que formular una crtica a
la idea de poder, quees una herencia de los antiguos movimientos
sociales de izquierda [...] La polticaque queremos ya no reside en
la delegacin a los partidos polticos (Un militanteitaliano, FSM
2004). En vez de luchar para tomar el poder, como lo han hecho
los
-
146
movimientos sociales de la sociedad industrial, en vez de
adoptar prcticas decontra-poder, que tienen como objetivo
contrarrestar los rganos de poder y lainfluenza de las grandes
empresas, como lo sugera Montesquieu, los activistas dela
subjetividad buscan crear espacios de experiencia libres de
relaciones de po-der y de dominacin,75 fuera de la influencia de la
ideologa mercantil y de loscomunitarismos.
Si bien el potencial innovador de estos espacios y de estas
prcticas mereceser destacado, la aplicacin de los preceptos e
ideales de los espacios de experien-cia se enfrenta con ciertos
lmites e ilusiones. La mayora de estos lmites derivande la
concentracin de estos movimientos de la va de la subjetividad en el
polo dela identidad.76 En algunos casos, los movimientos se centran
tanto en ellos mis-mos y en su propio funcionamiento que descuidan
el conflicto con los adversariossociales y van perdiendo el inters
por el cambio social que haban asignado a susluchas. Se pueden
distinguir seis grupos de lmites al respecto.
1. Conviene evitar la romantizacin de las redes horizontales77 y
de los espaciosautnomos en el seno de los cuales la ausencia de
estructura y jerarqua formalesno puede confundirse con la ausencia
completa de jerarqua. Sin reglas explcitasrelativas a la toma de
decisin en las asambleas altermundialistas, algunos prota-gonistas
pueden, no obstante, adquirir una gran influencia por su carisma,
susrelaciones o estrategias puestas en prctica. Ahora bien, como lo
han demostradoM. Crozier y E. Friedberg,78 no se lo contiene
tratando de suprimirlo, no querien-do conocerlo o simplemente
rechazndolo, sino al contrario, aceptando la exis-tencia del
fenmeno.
2. Como ya ha sido remarcado anteriormente, la gran atencin de
los actoresde estos movimientos de la va de la subjetividad en la
organizacin del movi-miento mismo, puede conducirlos a descuidar
los intereses societales asignados asu lucha en beneficio de un
movimiento centrado en s mismo, en el cual losdebates sobre la
organizacin ocupan la mayor parte del tiempo de los militanteso
impide al grupo ser eficaz en la realizacin de sus proyectos.
3. La relacin entre la experiencia vivida y la lucha social,
entre la transforma-cin de s y la transformacin del mundo, se
encuentra en el corazn de losmovimientos de esta va de la
subjetividad, que confieren una importancia socie-taria a los actos
concretos del da a da. No obstante, cuando la transformacin delos
actores mismos y la mejora de sus condiciones de vida cotidiana se
vuelven elalfa y el omega de un movimiento, ste, por lo general, se
desconecta de losintereses societales y se limita entonces a un
grupo corporativista al servicio desus miembros, de acuerdo con la
nica lgica de self-help examinada por H. Kriesi.79
En otros casos, la defensa de las comunidades contra las lgicas
de mercadopuede dar paso al repliegue en el localismo, el
comunitarismo o en identidadescerradas.
4. La autonoma que estos movimientos reivindican con respecto a
actorespolticos e instituciones se dilata en muchos casos por
desconfianza, incluso poruna oposicin, a la esfera poltica e
institucional. Si bien de ello emana una grancreatividad en trminos
de cultura poltica y una cierta renovacin del pensa-miento social,
dicha actitud puede revelarse rpidamente des-politizante, en
parti-cular cuando los activistas optan por un rechazo total a los
actores polticos einstitucionales de los que construyen una visin
unvoca y monoltica. En Mxico,
-
147
las crticas acerbas del subcomandante Marcos respecto de todos
los actores dela poltica institucional, y en especial del partido
de la izquierda mexicana duran-te las elecciones presidenciales
2006, condujo a numerosos zapatistas a no votar.El Que se vayan
todos!, que acompa la rebelin argentina en diciembre 2001,condujo
tambin a numerosos grupos piqueteros autnomos a preconizar la
abs-tencin: son todos iguales. [...] No podemos esperar nada de
ellos (una militan-te del grupo piquetero) (T. Rodrguez, 2003).80
Tal rechazo al debate con actorespolticos tradicionales indica la
voluntad de adoptar otra va del cambio social.Sin embargo, al
evitar debates importantes y al centrarse en la construccin
dealternativas en espacios micro-locales, han elegido acaso estos
actores un medioeficaz para lograr los cambios que buscan? En qu
medida pueden prescindir deintermediarios polticos para obtener
transformaciones concretas, menos efme-ras y con cierta amplitud a
nivel nacional e internacional? Sealemos de paso queeste rechazo
firme a la poltica y a las instituciones en los discursos se vuelve
confrecuencia claramente ms ambiguo en la prctica. A pesar de su
voluntad porpreservar su autonoma y su rechazo a las intervenciones
estatales, muchos espa-cios sobreviven gracias al apoyo del Estado.
La contradiccin es particularmentefuerte en el seno de algunos
movimientos argentinos.81 El descrdito de las insti-tuciones y de
actores polticos y la voluntad de autonoma han constituido
loselementos centrales del discurso de piqueteros autonomistas
entre 2001 y princi-pio de 2003. Sin embargo, la gran mayora de
ellos lucharon para exigir mssubsidios y se volvieron estrechamente
dependientes de la asistencia pblica.
5. Aun cuando se reivindiquen autnomos, los espacios locales
donde estnanclados estos movimientos no podran librarse totalmente
de los poderes polti-cos y del sistema econmico. Como lo ha
demostrado J. Scott (1998), las autorida-des del Estado central
generalmente son reticentes al desarrollo de espacios aut-nomos, ya
sea para hacer frente a una oposicin o para imponer un estado
dederecho. La lgica econmica de los mercados globales tambin puede
provocarla apropiacin de algunos recursos de estos territorios
(Cecea, 2000). Ahora bien,los medios de represin estatales no
tienen punto de comparacin con las fuerzasde defensa de estos
espacios autnomos. Cierto grado de tolerancia para con ellospor
parte de las autoridades estatales resulta entonces indispensable
para susupervivencia. Sin la presin de la sociedad civil nacional e
internacional, la re-presin del ejrcito mexicano hubiera eliminado
los focos de resistencia zapatistaen enero 1994. Lo mismo sucedi
con las fbricas recuperadas en Argentina, losasentamientos de los
sin tierra en Brasil o las casas okupadas por los centrossociales
alternativos. De este modo, la perennidad de los espacios
autnomosdepende de acciones, de relaciones de fuerza y de
influencias fuera de estosespacios en el seno mismo de la arena
poltica, de la que los actores polticospretenden escapar.
6. El paso de un cambio individual y local a una transformacin
ms global delsistema poltico y social sigue siendo el ngulo muerto
de estos movimientos y dealgunos tericos que se suman a ellos.82 La
multiplicacin de espacios limitados enlos que se desarrollan
prcticas alternativas no conduce necesariamente a uncambio global
de la sociedad. sta puede coexistir muy bien con un
fortaleci-miento de las polticas neoliberales en la sociedad o con
un crecimiento del pesode los poderes econmicos. Ahora bien, al
desarrollar espacios al margen de laesfera poltica e institucional,
estos activistas no dan ms prioridad a la opcin
-
148
de salida83 que a una contestacin en la arena social y poltica
(voice) que podracontribuir a cuestionar esas polticas? Estos
movimientos, al desplazar la luchade la esfera poltica a la vida
cotidiana, no dejan el campo libre a sus adversarios,por ejemplo a
nivel de la influencia en las instituciones o instancias de poder?
A.Boron84 o M. Hardt y A. Negri85 advierten sobre la idea segn la
cual la batallacontra el Imperio podra ganarse por sustraccin,
renuncia o defeccin. Esta de-sercin [...] es la evacuacin de los
lugares de poder. La lgica de sustraccin alos poderes polticos y
econmicos parece ser tanto menos sustentable cuantoque el paso de
estos espacios a una escala ms amplia continua siendo
extremada-mente vago.
Cada uno de estos elementos conduce a destacar el inters de
aliar espacios deexperimentacin y prcticas alternativas con una
dimensin ms poltica quepermita establecer relaciones con los
responsables polticos y estar ms presenteen el espacio pblico. Ms
all de los discursos con frecuencia virulentos contralos actores
polticos, y el desencanto que proviene de los lmites de la
democraciarepresentativa, muchos activistas de estos movimientos
locales y que reinventanla va de la subjetividad combinan su
compromiso con una ciudadana polticams clsica, y votan generalmente
por partidos ecologistas o progresistas respec-to de los cuales
mantienen una actitud de apoyo crtica. Las formas de accin deestos
movimientos pueden as combinarse con otras e insertarse en la arena
pol-tica cuando sta sea ms sensible a los retos que enfrenta la
sociedad.
Conclusin
Con su voluntad de cambiar el mundo sin tomar el poder, estos
movimien-tos de la va de la subjetividad se focalizan ms bien en la
sociedad que en lasaltas esferas de la poltica: Lo que buscamos es
hacer, que sea la gente la quehaga los cambios y no tanto los
polticos (Un activista mexicano). Estos movi-mientos surgen y se
expresan ms en lo cotidiano que en utopas globales. Locercano y lo
local son fundamentales en esta concepcin que cuenta con la
trans-formacin del mundo a travs de una multitud de alternativas
centradas en laexperiencia, la participacin, la vida cotidiana, los
movimientois locales y el cam-bio en s mismo. Estos movimientos
construyen nuevas modalidades de participa-cin poltica. Si bien los
activistas de estos movimientos a menudo tienen la inten-cin de
superar a la democracia representativa, las prcticas y utopas que
sostie-nen complementan sta ltima mucho ms de lo que se oponen.
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1. Este concepto puede ser definido como las interacciones
colectivas, pblicas y episdicasentre quienes formulan
reivindicaciones y los objetos de stas cuando al menos un gobierno
esparte importante de ese grupo u objeto de su reivindicacin y
cuando la realizacin de sta afectalos intereses de al menos uno de
los que formulan la reivindicacin. Este concepto buscasuperar las
fronteras entre la poltica institucional y la no institucional. D.
McAdam, S. Tarrow,Ch. Tilly (2001), Contentious politics, Nueva
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2. H. Phelps-Brown (1990), The counter-revolution of our time,
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3. C. Tilly (2004), Social Movements 1768-2004, Noble Court:
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7. Cincuenta de ellos participaron por ejemplo al encuentro
preparativo de la otra campaadonde la comandancia zapatista haba
citado los jvenes y la sociedad civil, en Juan Diego,Chiapas, a
finales de agosto de 2005.
8. El primer Foro Social de las Amricas, en Quito en 2003.9. J.
Juris (2008), Networking Futures, Duke University Press, p. 154.10.
K. McDonald (2006), Global Movements, Londres: Blackwell; Ion
(1997); McDonald (2006);
J. Ion (1997), La fin des militants?, Pars: LAtelier.11. En el
autobs que regresaba de las manifestaciones contra la cumbre de
Cancn, la
mayora de los activistas no pertenecan formalmente a ninguna
organizacin. Incluso, 60 % delos activistas del campamento de
Jvenes en Porto Alegre en 2003 no pertenecan a ningunaorganizacin
militante.
12. R. Sennett (2006), The culture of the new capitalism, Yale:
Yale University Press; Z. Bauman(2000), Liquid Modernity,
Cambridge: Polity Press.
13. En el documento que presentaba el espacio alter-activista en
el Foro Social Europeo 2003,en Pars.
14. A. Muxel (2001), Lexprience politique des jeunes, Pars:
Presses de Sciences Po.15. D. McAdam (1989), The biographical
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Exils, p. 496.17. M. Weber (1963), Le savant et le politique, Pars,
Plon, p. 96.18. J. Habermas (1987), Thorie de lagir
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fonctionnaliste, Pars: Fayard.19. Citado por N. Klein (2002), No
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los caracoles, en A.E. Cecea (dir.), Hegemonas y emancipacio-nes en
el siglo XXI, Buenos Aires: CLACSO, pp. 133-172.
25. Este valor aparece como central en muchos movimientos
indgenas. Como lo expuso undelegado mapuche durante el Foro Social
Mundial 2002, su reivindicacin mayor es clara: So-mos seres humanos
y queremos ser considerados como tales.
26. Comunicado del 13 de enero 1994, en EZLN (1994), Documentos
y comunicados 1, Mxico:Era, p. 71.
27. David Comandante 16/03/2001, en A.E. Cecea (2001), La marcha
de la dignidad indge-na, en G. Michel y F. Escrzaga, Sobre la
marcha, Mxico: UAM - Rizoma, p. 162.
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28. S. Zermeo (2005), La desmodernidad mxicana y las
alternativas a la violencia y a la exclusinen nuestros das, Mxico:
Ocano, pp. 127-128.
29. EZLN (1994), Documentos y comunicados 1, cit., pp. 51-5430.
De igual manera, la Coordinacin Nacional de los Indgenas de
Columbia exigi al Estado
el respeto y la garanta de los derechos legtimos a la
autodeterminacin cultural, social, polticay econmica, a sus
tierras, a su cultura, a sus formas propias de organizarse y de
desarrollarse ascomo a una educacin conforme a sus intereses y
necesidades; G. Padilla (2000), Droit fonda-mental indigne et droit
constitutionnel, Alternatives Sud, vol. VII-2, p. 220.
31. Marcos, entrevista citada por R. Pardo Pacheco (2001), El
movimiento zapatista de libera-cin nacional en la opinin pblica, en
G. Michel y F. Escrzaga, Sobre la marcha, cit., p. 139.
32. EZLN (1994), Documentos y comunicados 1, cit., p. 243.33.
Hocquenghem: Le rendez-vous de Vicam (2009).34. Daz Polanco y
Snchez: Mxico diverso (2002).35. Michel y Escrzaga: Sobre la marcha
(2001).36. Este concepto esta definido y discutido en el punto C.2.
de este captulo.37. Marcos, citado por Ornelas: La autonoma como
eje de la resistencia zapatista (2004).38. J. Holloway (2002),
Cambiar el mundo sin tomar el poder, Buenos Aires: Herramienta.39.
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violencia en Chiapas (1998).41. Un maestro zapatista. Primer
encuentro de los pueblos zapatistas con los pueblos del
mundo, 2007.42. Gutirrez Narvez: Impactos del zapatismo en la
escuela (2006)43. A. Aquino: Entre le rve zapatiste et la rve
americain: La migration de jeunes zapatistes aux
Etats-Unis.44. EZLN: Documentos y comunicados 2 (1995).45. Le
Bot: Indiens, Chiapas > Mxico > Californie (2002).46. Esta
combinacin se revela mucho ms compleja a nivel poltico. Vease S.
Benhabib (2002),
The claims of cultures. Equality and diversity in the global
era, Princeton: Princeton UniversityPress.
47. Hocquenghem y Lapierre: Hommes de mas, curs de braise
(2002).48. EZLN: Documentos y comunicados 1 (1994).49. Beto, un
delegado del Caracol n. 4 en el primer encuentro de los pueblos
zapatistas con los
pueblos del mundo.50.