Ministerio de Participacin Popular
Autonomas, Federalismo, Consociacin, Diarqua.Nuevas Visiones de
pas y grandes tendencias del debate pblico pre-constitucional
boliviano
Viceministerio de Fortalecimiento Prefectural Unidad de
Coordinacin de la Asamblea Constituyente Federacin de Asociaciones
Municipales
INDICE Presentacin 1. Introduccin 1.1La crisis de la forma
Estado Nacin vista desde la perspectiva de la Asamblea
Constituyente, Javier Medina. 1.2 Reforma o cambio de la
Constitucin?, Simn Yampara 1.3 Reforma y Refundacin. Ajuste
estructural y Asamblea Constituyente, Javier Medina 1.4
Pachakuti-Kandiri en el Paititi, Simn Yampara 1.5 Occidente e
Indianidad: los dos sistemas constitutivos de Bolivia, Javier
Medina 2. Otras y nuevas visiones de pas 2.1 El modelo del Ayllu,
Fernando Untoja 2.2 Qu Bolivia es posible y deseable? Javier Medina
2.3 Pueblos indgenas y Naciones originarias en el nuevo contexto
del sistema, Simn Yampara 2.4 Estructura y proceso de desarrollo
del Qamaa /espacio de Bienestar, Mario Torrez 2.5 El modelo
comunal, Felix Patzy 2.6 El Thakhi entre los Aimara y los Quechua o
la Democracia en los gobiernos comunales, Esteban Ticona 2.7
Reconstitucin del Ayllu y Derechos de los Pueblos Indgenas, Mara
Eugenia Choque 2.8 Retorno a Uraqpacha. Chinkana Amayu, Mario Trrez
3. La Asamblea Constituyente 3.1 3.2 3.3 3.4 3.5 La Asamblea
Constituyente, UCAC Reforma Constitucional y Asamblea
Constituyente, Ricardo Paz Movimiento indgena y Asamblea
Constituyente en Bolivia, Idn Chivi Propuesta multicultural a la
Constituyente, Jorge Miranda,Flix Lopz Cmo Optimizar la
Constituyente: Un enfoque desde el Anlisis Econmico, Flix
Huanca
4. La Constitucin 4.1 Diagnstico crtico de la Constitucin
boliviana, Jorge Miranda 5. Estado Unitario Descentralizado 5.1 Las
Autonomas Departamentales, Juan Carlos Urenda 5.2 El Estado
Triterritorial, Franz Barrios Suvelza 5.3 Reforma a la Constitucin
Poltica del Estado. Propuesta Municipal, FAM
6. Estados Autonmicos o Federales 6.1 6.2 6.3 6.4 Hacia la
construccin de la Segunda Repblica, Jorge Kafka et alt. Autonomas
indgenas, Alvaro Garca La Autonoma y la Autodeterminacin de la
Nacin Camba, Carlos Dabdoub Tarija: por qu y para qu se lucha por
autonoma, Roberto Ruiz
7 Consociacin 7.1 Por una Consociacin simbitica de Municipios,
Ayllus y Pueblos indgenas, Javier Medina 7.2 El Estado Federativo
de Municipios y Comunidades originarias, Juan del Granado 8.
Diarqua Conceptual 8.1 8.2 8.3 8.4 Quqi Jaqi, Gnero y Diarqua, Simn
Yampara y Mario Torrez Derecho basado en el individuo y Derecho
basado en la comunidad, Javier Medina Estructura del sistema
poltico administrativo andino, Flix Lpez Mamani Principios y
valores fundamentales para la elaboracin de una constitucin
multicultural, Jorge Miranda
Poltico 8.5 8.6 8.7 El proyecto de reconstruccin del Kollasuyu,
Germn Choquewanka Un Estado: dos sistemas, Javier Medina De la
Bolivia colonial a la Asamblea Constituyente, Mesa Indgena Pablo
Zrate Willka
Propuestas estatales 8.8 Propuesta de Constitucin Poltica del
Estado Qullana-Suyu, Jorge Miranda y Flix Lpez Mamani 8.9 Diarqua
Federal / consociacional, Javier Medina 8.10 Hagamos la nueva
Constitucin Poltica, con Races de nuetra Identidad, Juan de la Cruz
Villca 9. Eplogo 9.1 Son los indios poltpotianos?.Sobre los
terrores que nos produce slo pensar un Estado dirigido por los
indios, Javier Medina
Hoy, no se decir bien quienes son los otros, pero se que estamos
interrelacionados. () Un da caminaba junto a doa Mxima en busca de
duraznos en el Valle alto. Por algn motivo ella me dice: -Habas
caminado bien, no? Le contesto: -Por qu piensas que no se caminar,
si soy igual que ustedes? Luego de un largo silencio, me mira, se
mira y me dice otra vez: Sabes caminar, pero caminas de otra manera
(se re y me imita). Adems por qu quieres parecerte a nosotras? As
como eres te queremos. Si fueras como nosotras, aburrido sera. Cada
uno, como es siempre, es mejor; as un poco diferentes. De este modo
conversamos ms bonito y el camino se hace ms corto. As te queremos;
igual cario vas a tener. Si te dejas criar aqu, te vas a quedar,
aunque te vayas. No importa si no hablas quechua(Sentimos que) nos
comprendes. Estas son expresiones que acompaan mi caminar y afirman
al otro dentro de m y a m dentro del otro. Teresa Alem Rojo
Presentacin Este Dossier ha sido compilado para complementar una
visin ms comprenhesiva del debate y las conversaciones pblicas que
se estn llevando a acabo en este pas desde hace ya un buen tiempo y
que no son conocidas por todos. Tiene, por tanto, adrede, un sesgo
descentralizado e intercultural: recoge lo que se ha conversado,
debatido y escrito en los espacios locales, rurales, indgenas,
municipales y marginales y que, por su naturaleza, no siempre han
sido publicados en los medios conocidos de opinin pblica de las
grandes ciudades; muchos, es cierto, han circulado por internet,
pero como que su publicacin en papel le aadiera un valor apreciado
por todos aquellos que todava vivimos con un pie en la galaxia
gutenberg. Este Dossier, as mismo, quiere ser una herramienta para
la gran Consulta que va a llevar a cabo el Ministerio de
Participacin Popular en todos los departamentos con el objetivo de
recoger y evaluar la experiencia de diez aos de descentralizacin
municipal en Bolivia como un insumo para redisear otras formas
estatales y gubernamentales en la prxima Asamblea Constituyente.
Este es el papel que parece haber jugado la Participacin popular:
preparar la cama para las bodas alqumicas de la Bolivia rural y la
Bolivia urbana, la Bolivia occidental y la Bolivia indgena.
Quisiramos cerrar bien un perodo y coadyubar a abrir mejor el
siguiente paso de nuestra andadura histrica como comunidad poltica.
Estamos seguros que para muchos lectores sta ser la primera vez que
se encuentren con algunos de los grandes pensadores indgenas
interculturales de nuestro pas. Para dar una idea de la sorpresa
que les espera, dir que al leer por primera vez a Mario Torrez sent
la misma sensacin de asombro y maravilla que cuando le a Heidegger
por primera vez en alemn: degustar cmo el sentido emerge de la
savia de las palabras mismas: de sus races, prefijos y sufijos e
incluso de sus meras letras. El aymara, para nosotros, es como el
griego o el hebreo para los europeos. En la larga historia de
Occidente, de la cual tambin nosotros somos parte (y tambin somos
parte de Oriente, a travs de la indianidad) las raras y fecundas
veces que Occidente se abri al Otro con inteligencia y generosidad,
dando a luz nuevos Renacimientos y Siglos de Oro, siempre estuvo
presente la Kabbalah como su herramienta escondida para establecer
un vnculo interhumano de naturaleza universal, como hubiera dicho
Roberto Barber. Tambin en este Dossier aparece la Kabbalah haciendo
el nexo de lo occidental boliviano con la indianidad. Los momentos
creativos de Occidente estn marcados por encuentros como el de
Raimn Llull, Cbala mediante, con el Islam; Giordano Bruno y
Johannes Reuchlin en dilogo con el paganismo neoplatnico, al igual
que Agripa y Durero en conversacin con el animismo germnico; el
Renacimiento italiano es incomprensible sin la Cbala cristiana de
Pico de la Mirandola y Marcillo Fiscino; como el Siglo de Oro
espaol sin la mstica marrana suficabalista de Miguel de Cervantes,
Teresa de Jess y Juan de la Cruz. El Renacimiento isabelino es
incomprensible sin sus secretos lazos con la Cbala hebrea: John
Dee, Christopher Marlowe, Shakespeare.
Del mismo modo, el dilogo de civilizaciones entre occidente y la
indianidad tiene en la estructura del Arbol sefirtico y el Diagrama
Pachakuti Yanqui la clave para un acercamiento creativo e
innovador: la nacin boliviana y las naciones indgenas, sin dejar de
ser lo que son, fermin y bosn, se encuentran en un taypi, a travs
de un tinku. Ese taypi y ese tinku son la Asamblea Constituyente
que podra alumbrar, si somos inteligentes y generosos, un Estado
compuesto por dos sistemas antagnicos pero complementarios. El
primer modelo cuntico de comunidad poltica del siglo XXI. Este
rebasamiento del principio de identidad y no contradiccin
occidental, desde el corazn de occidente, slo lo puede hacer
posible la Kabbalah, la interfase con la civilizacin amerindia. No
necesitamos renunciar a nuestra identidad occidental para
abrazarnos con la indianidad: slo sumergirnos en nuestras races
esotricas que, probadamente, han retoado en todos los grandes
Renacimientos y Siglos de Oro de Occidente. El debate
pre-constitucional nos permitir, as mismo, revisar ciertos esquemas
que subliminalmente han guiado las lgicas de comprendernos
mutuamente y, por consiguiente, de organizar nuestra vida en comn.
C El ms tradicional es hegeliano: A B. A (tesis) y B (anttesis)
desaparecen en C (sntesis). Este esquema ha dado lugar a las teoras
del mestizaje, sincretismo, religiosidad popular: C. Su ltimo
empaquetamiento es la ideologa de la Unidad en la diversidad; es
obvio que la Unidad no ha podido homogeneizar la diversidad: que es
de lo que se trataba y hace de tripas, corazn, es decir, comprender
la diversidad hirsuta como remedos in fieri de Occidente, C, cuya
quintaesencia es el tercermundismo: plagiar a Occidente a destiempo
(negndose a s mismo) y sin tener las condiciones de posibilidad
para que el remedo funcione: monotesmo, instituciones burocrticas,
separacin de poderes, razn instrumental, secularizacin, lgica de
mediaciones abstractas: descorporeizadas d Un siguiente esquema es
el de Centro-periferias que anda bastante alicado: b A c. e A Otro
esquema es el de la Subalternidad: B. Lo no occidental, B, es
subalterno de Occidente, A. Los nuevos estudios culturales ya no
pueden seguir cerrando los ojos a su imposible Aufhebung en C,
pero, mecanicistamente, entienden a B como subdesarrollado y
subalterno: nunca llegar a homologarse con A y funcionar
reactivamente respecto de A que es el que lleva siempre la
iniciativa. Cultivan el otro modelo hegeliano: el del Amo y el
Esclavo. Esta sigue siendo una visin exterior y monotesta del
dualismo, pero cada vez menos maniquea. Los indios, los cholos, son
buenas gentes pero subalternos y grotescos. Un tercer esquema, que
es el que proponemos para ser conversado de cara a disear nuestra
futura Constitucin, proviene, por un lado, desde dentro: de la
sabidura amerindia: Principio Chacha-Warmi y, por otro lado, desde
fuera: del nuevo Paradigma occidental: el Principio de
Complementariedad de la fsica cuntica, Niels Bohr. A y B son
diferentes, opuestos, es ms: son antagnicos, pero se complementan
en un Tercero incluido, T, que sin hacer desaparecer su
antagonismo, A y B, produce un Tercero que es ms que la suma de sus
partes y que se actualiza (Stphane Lupasco) en el momento del
encuentro; despus,
se latentiza, mejor dicho est siempre virtual, in potentia, al
acecho del encuentro de A y B para pasar al Acto. Este ltimo
esquema mental nos parece que es el que mejor nos cuadra. Por un
lado, hace justicia a la cosmovisin de la mayora indgena (Principio
democrtico) y, por otro lado, nos obliga a los que somos
occidentales a aggiornarnos al nuevo paradigma cientfico tcnico de
Occidente y a dejar de una buena vez a aspirar a una modernidad
imposible que, adems, a estas alturas de la historia est ya
obsoleta y en la que nos hemos aplazado rotundamente, como muestran
y demuestran todas los Informes de Naciones Unidas. Este Dossier,
igualmente, pretende mostrar las grandes visiones que distintos
foros estn poniendo a la luz y que es preciso conocer con
antelacin, debatir, evaluar, sopesar pros y contras, para llegar a
la Asamblea con grandes consensos mnimos. Por un lado, tenemos una
tendencia que propugna los as llamados Gobiernos Departamentales
Autonmicos de relativamente larga data: ya a finales de los ochenta
y comienzos de los noventa se debati esa posibilidad que qued
apagada por la vehemencia de la descentralizacin municipal; ahora,
ambas escuelas de descentralizacin se juntan en esta posibilidad de
reorganizar el Estado boliviano. Otra tendencia es la que apunta
hacia un modelo federal, en base a regiones que no necesariamente
coinciden con los departamentos y, en sealados casos, se sugiere
que estas regiones podran basarse sobre espacios de ndole cultural.
Una tercera tendencia es la que proviene de los intelectuales
indgenas sobre todo aymaras: la Diarqua, basada en el modelo del
ayllu: complementariedad de la parcialidad de arriba y la
parcialidad de abajo, aran y urin, que ahora es expandida a la
complementariedad de la parcialidad occidental y la parcialidad
indgena, que tiene en la pareja: varn-mujer, su unidad poltica
bsica (no en el individuo como los dos modelos anteriores). En la
historia de larga duracin, la experiencia estatal indgena: Cuzco y
Tiwanaku, se ha expresado en este molde, del mismo modo que la
experiencia estatal occidental es impensable sin los arquetipos
puestos en escena en Atenas y Roma; con una diferencia, empero: que
el modelo dirquico amerindio, en virtud a su software, puede
incluir complementariamente el modelo estatal europeo como su
espejo, en tanto que el modelo monista occidental, no lo puede
hacer, por razones lgicas. Finalmente, una cuarta tendencia: la
experiencia municipal, proyectada estatalmente, ha producido un
modelo consociacional post Estado Nacin de redes de gobiernos
locales, de base orgnica: ayllus, pueblos indgenas y municipios,
con nodos gubernativos mayores en las mancomunidades municipales
metropolitanas, como una red neuronal meta-nacional insertada en
una de las virtualidades de la globalizacin: la federacin mundial
de gobiernos locales. La maduracin de esta virtualidad ha sido
interrumpida, abruptamente, por la convocatoria de la Asamblea
Constituyente. Es una semilla que tendr que germinar todava en los
niveles subnacionales de un invernadero estatal clsico. Agradezco a
todos los que de una u otra forma ha contribuido a que este Dossier
sea compilado: Ramiro Duchen, Marcelo Renjel, Esteban Ticona, Jorge
Miranda, Flix Lpez Mamani, Ludwig Valverde. As mismo al ILDIS,
Fundemos, al Colegio de Politlogos de La Paz y, sobre todo, a todos
y cada uno de los autores de esta miscelnea que nos han permitido
poder compilar este libro. Finalmente un agradecimiento especial a
Roberto Barber por haber acogido y prologado este texto.
1. Introduccin 1.1. La crisis de la forma Estado Nacin vista
desde la perspectiva de la Constituyente Javier Medina
En el debate que se est iniciando acerca de la Constituyente se
pueden percibir dos posiciones: una que acepta la idea de refundar
el pas; la otra, que le parecen suficientes las reformas aprobadas
en la Ley de necesidad de reforma de la Constitucin. Entre esa
creciente mayora que est por la refundacin, la gama de posiciones
es amplia; pero podemos sealar sus extremos. Por un lado,
profundizar la democratizacin del sistema poltico: ms poder al
ciudadano: que elija de verdad, a costa de quitarle competencias al
representante, sin tocar, empero, el sistema poltico. El otro
extremo tiene, as mismo, su complejidad: desde las Autonomas que
plantean las elites occidentales de Tierras bajas: Santa Cruz,
Tarija, hasta las Autonomas territoriales (soberana sobre los
recursos naturales) propuestas por los pueblos indgenas. Todas
estas propuestas, incluida, por supuesto, la que slo plantea
parches monoculturales a la Constitucin, comparten una misma
ceguera cognitiva e ignorancia politolgica, para decirlo cargando
las tintas, respecto de la forma Estado Nacin: los hechos: los
resultados, no les dan que pensar; aceptan nuestro simulacro
estatal casi como si fuera un dato de naturaleza, como al Illimani.
Sin embargo, de cara a la Constituyente, tenemos que tener
mnimamente claro qu forma estatal nos damos, que se adecue a
nuestra ecologa, culturas y poca, dentro de una visin no monista de
la globalizacin (slo la mundializacin del Intercambio); pues, para
seguir con ms de lo mismo, sera preferible solicitar ya nuestra
anexin a la Unin americana y desaparecer del mapa. Los ingredientes
de la crisis de la forma Estado Nacin. El Estado Nacin sufre un
embate de fuerzas internas y externas que cuestionan y disputan sus
funciones y responsabilidades clsicas. En el marco de la
globalizacin, diversos actores supra-nacionales reclaman para s
roles que por siglos retuvieron los estados nacionales (seguridad y
justicia, regulacin comercial y financiera, lucha contra el delito,
el terrorismo y el trfico de estupefacientes...). En el marco de
una descentralizacin de tipo federal o autonmica, estructuras
subnacionales de autoridad, tales como gobiernos regionales y
gobiernos municipales, aspiran a participar con identidad e
interlocucin propia en la formulacin de polticas en reas
tradicionalmente reservadas al Estado Nacin (relaciones
internacionales, recaudacin, promocin de inversiones extranjeras,
negociaciones comerciales, cooperacin tcnica...). Digamos que este
complejo crtico tiene que ve r con la mundializacin del
Intercambio.
Otro embate, menos visible, que sufre el Estado Nacin es la
mundializacin de la Reciprocidad. Su punta de lanza tiene que ver,
hoy, con el acelerado desarrollo de una suerte de transnacionalismo
no gubernamental, en el que un importante nmero de ONGs compiten
con el Estado Nacin en la gestin de complejas problemticas
derivadas del proceso de globalizacin (defensa del medio ambiente,
proteccin de los derechos humanos, respeto de los derechos de los
pueblos indgenas, lucha contra la discriminacin y el racismo,
asedio a la corrupcin, lucha contra la pobreza....). El mango de
esta punta de lanza lo constituyen las sociedades no occidentales
del Tercer mundo que han impedido el despliegue y florecimiento del
capitalismo, comme il faut; especialmente notorio es este fracaso
en la regin andina y, particularsimamente, en Bolivia que, hace
poco, se ha dado el lujo de despachar a Miami al representante ms
conspicuo del liberalismo neocolonial: Sanchez de Lozada. Estas dos
mundializaciones van separadas todava. Sugiero leerlas, desde un
punto de vista cuntico, de acuerdo al principio de
complementariedad de opuestos. Globalizacin: el factor exgeno La
globalizacin no es una novedad. Los marranos sefardes, como
resultado de la expulsin de 1492, la tejieron el siglo XVI a travs
del mercantilismo; as llegamos hasta Potos, por el Rio de la Plata;
funcionaba, a la sazn, en tiempo carabela. La globalizacin actual
funciona en tiempo real, gracias a la red telemtica que ha
originado el nuevo paradigma cientfico-tcnico, sobre todo en
transporte y telecomunicaciones. Esta red tiene efectos sistmicos:
ha producido una infraestructura de alcance mundial para el
movimiento de capitales, datos, informacin, solidaridad,
entretenimiento, personas y bienes. Hay tericos que diferencian
entre globalizacin-situacin: globalismo de comportamientos,
relaciones sociales y formas de organizacin y globalizacin-proceso:
el conjunto de fuerzas que contribuye a la conformacin de un
sistema y una sociedad globales. En el primer sentido, la
globalizacin no es una situacin tan predominante o prevaleciente
como creen sobre todo las elites tercermundistas. Su dominio es
todava reducido, pues la mayor parte de los comportamientos
socio-polticos del gnero humano no se desarrollan a escala global,
sino que siguen concentrndose en el nivel local. En el segundo
sentido, en cambio, es innegable que el alcance y la densidad de
los comportamientos, relaciones sociales y formas de organizacin
actuales sealan la existencia de un sistema global en proceso de
formacin. El mundo vive una marcada internacionalizacin de la
produccin, los negocios, las finanzas y las guerras. Sin embargo,
tambin es cierto que dic ho intercambio no implica que los
ciudadanos de los estados involucrados compartan ideas, ideales y
valores que resulten en una sociedad global con instituciones y
reglas comunes orientadas a una cooperacin mutua y permanente. Al
revs: el mundo va hacia una globalizacin compuesta por la
mundializacin del intercambio (en lo que el Sur est
subdesarrollado) y la mundializacin de la reciprocidad (en lo que
el Norte est subdesarrollado). El ideal sera una complementariedad
de estas dos polaridades antagnicas.
El funcionamiento del sistema de estados en el Norte presenta
una escalonamiento de tres atributos esenciales: pluralidad de
estados soberanos (estados); interaccin sistmica entre estados
(sistema); valores, reglas e instituciones comunes (sociedad). Nos
encontraramos, por tanto, ante un sistema global que no alcanza a
ser una sociedad global. Por ello, an cuando la
multidimensionalidad de la globalizacin (econmica, militar,
ecolgica, social y cultural) hace ms compleja la asignacin de roles
y responsabilidades, el Estado Nacin sigue noms siendo la principal
fuente de identidad y lealtad polticas; menos en Europa y ms en
Amrica del norte y Japn. En los estados nacionales ms coherentes
del Tercer Mundo, la cultura y la religi n parecen constituir las
principales referencias de identidad. Bolivia parece ser una
excepcin: es difcil encontrar algo que compartan todos los
bolivianos. Desde el punto de vista afectivo y simblico se podra
decir que tampoco existe un Nosotros boliviano, sin lo cual, como
se sabe, no hay Estado boliviano. Ahora bien, compilando este
Dossier, varios meses despus de que fuera escrito este texto, hay
que decir que el reciente Referndum sobre el gas parece relativizar
lo acabado de decir; como que, de cara a la Asamblea Constituyente,
la sociedad cerarra filas sobre s misma, bajo el liderazgo oportuno
y carismtico del Presidente Carlos Mesa. No obstante ello, todo
indica, empero, que el proceso de globalizacin ha puesto noms en
tela de juicio el papel clsico del Estado Nacin como unidad
constitutiva del sistema internacional. En el orden global, los
conceptos de soberana y autonoma estn en franca crisis. Los
gobiernos nacionales se ven obligados a compartir cada vez ms con
otros actores su autoridad sobre cuestiones polticamente antes
exclusivas. Semejante cuadro de situacin se apoya en el hecho de
que hoy en da el Estado se muestra incapaz de sostener por s solo
la defensa y el desarrollo de su nacin. Una visin clsica de la
economa poltica sostiene que las funciones esenciales del estado
son la defensa de la nacin, la estabilidad de la moneda, el
mantenimiento del sistema jurdico y la administracin de la
seguridad social, pero numerosos fenmenos contemporneos refutan
esta pretensin. As, varios pases europeos ya no son dueos
individualmente de sus polticas monetarias; el gobierno de los
Estados Unidos necesita la ayuda de consorcios transnacionales para
desarrollar su sistema nacional de seguridad; las empresas
multinacionales lderes deciden sus disputas por s mismas acordando
qu ley nacional les es ms ventajosa; los tribunales internacionales
de justicia ganan hegemona ante, justamente, la inoperancia de las
leyes y cortes de los estados nacionales respecto de s us
dictadores y genocidas. En consecuencia, las pretensiones
monoplicas del Estado Nacin de controlar el espacio y el tiempo
sociales se ven superadas por los flujos globales de capital,
bienes, servicios, tecnologa y comunicacin. Paradgicamente, el
intento de los estados nacionales de reafirmar su poder en el mbito
global, mediante el desarrollo de instituciones supranacionales,
socava an ms su soberana. Y el esfuerzo por restaurar su
legitimidad, descentralizando el poder administrativo en instancias
regionales o municipales, aumenta la lejana entre los ciudadanos y
el nivel nacional de gobierno. De esta forma, el Estado
Nacin westfaliano ha empezado a deconstruirse, controladamente
en el Norte; en el Sur no industrializado es ya pura fachada. As,
pues, resumiendo el debate acadmico, algunos de los principales
efectos, que la globalizacin produce en el funcionamiento del
Estado Nacin, podran ser los siguientes: a) Alteracin de los costos
y beneficios involucrados en la seleccin de alternativas e
instrumentos de polticas pblicas domsticas. Un buen ejemplo de ello
se advierte en cmo la liberalizacin financiera ha hecho que las
autoridades nacionales prefieran utilizar un instrumento de poltica
monetaria de bajo costo, como la tasa de inters, en desmedro de los
tradicionales y onerosos controles de capital, requerimientos de
reservas o restricciones crediticias; b) Modificacin del equilibrio
entre las opciones de polticas pblicas de nivel nacional,
hemisfrico y global, en especial en los campos de la economa y el
medio ambiente. Una serie de organismos supra- nacionales
complejizan la oferta de polticas pblicas y compiten con los
gobiernos nacionales en la solucin de problemas sociales, econmicos
y ambientales. c) Erosin de la tradicional distincin interno /
externo como consecuencia de la cohabitacin de estructuras
internacionales, nacionales, regionales y locales de autoridad.
Esta superposicin de diversas comunidades de facto, acentuada por
la aterritorialidad de la globalizacin, hace que el ejercicio de la
autoridad se torne ms disperso y fragmentado; d) Formacin de nuevos
escenarios de movilizacin poltica y emergencia de nuevas
coaliciones sociales (que empiezan a sacar a luz la mundializacin
de la reciprocidad ), compuesto por jvenes, sindicalistas,
feministas, ambientalistas, campesinos y productores rurales,
consumidores, pueblos indgenas (llamados erroneamente
antiglobalizacin); e) Reconfiguracin de las agendas pblicas e
innovacin institucional. Ello se percibe en los esfuerzos del
estado por internacionalizar las actividades de sus agencias
gubernamentales domsticas y en la articulacin de nuevos modos de
organizacin y coordinacin burocrticos con la intencin de gerenciar
la mundializacin de la toma de decisiones pblicas; f) Reorganizacin
de las estructuras del estado en funcin de la maximizacin de la
ventaja competitiva nacional. En el actual orden econmico, el
sistema de produccin y comercializacin globalizado ha creado un
nuevo criterio de eficiencia que comparten el sector pblico y el
sector privado: la competitividad global (de la que el Sur est
excluido; por cierto, a sus elites les encanta la palabra
competitividad: las palabras suplen las cosas). Es innegable que
las fuertes presio nes de la competitividad global estn forzando al
Estado Nacin (en particular al Estado desarrollista de los pases
perifricos) a ajustar sus polticas domsticas de acuerdo con los
parmetros impuestos por una rgida disciplina fiscal que,
monitoreada desde afuera, acta como jaula de hierro de las
decisiones soberanas de las naciones. Los patrones de cambio global
estn modificando el contexto poltico en el que el Estado debe
actuar, creando un sistema de mltiples centros de poder y
superpuestas esferas de autoridad. Finalmente, cabe afirmar que el
Estado Nacin se encuentra atrapado en medio de un complejo y
diverso mapa poltico cuya principal caracterstica es la
coexistencia del tradicional sistema de estados con otras
estructuras de autoridad superpuestas. Estructuras locales de
autoridad: el factor endgeno A partir de los aos sesenta los signos
de desintegracin de los estados nacionales se han incrementado ms
aceleradamente. Desde entonces, naciones sin estado como Escocia,
Quebec, Euskadi, Gales, Catalua, el Kollasuyo... pugnan por
consolidar una identidad propia y diferenciada con claras
aspiraciones de representacin extra nacional. Paralelamente,
similares seales de fragmentacin del Estado Nacin contemporneo,
pero de signo inverso, han surgido en gran parte de frica, la
India, Indonesia y Turqua. Simultneamente otros estados nacionales
han colapsado fcticamente: Estados quebrados y economas inviables
(como los pases HPIC) que la cooperacin internacional, sin embargo,
mantiene artificialmente para asegurarse, probablemente, un acceso
menos conflictivo a recursos estratgicos en el siglo XXI:
biodiversidad, agua, gas... Sin embargo, no son slo estas conocidas
tendencias secesionistas o implosiones de facto las que cuestionan
la representatividad de sus respectivos gobiernos centrales, sino
que, adems, se estn produciendo una serie de iniciativas polticas
puntuales que lleva a numerosos gobiernos provinciales, regionales
y locales a exigir una mayor particip acin en la toma de decisiones
pblicas que por mucho tiempo estuvieron en las manos exclusivas del
nivel nacional o federal. Un ejemplo de ello lo ofrece la Unin
Europea, donde la gestin de la educacin, la poltica social, la
cultura, la vivienda, el medio ambiente y los servicios urbanos, ha
pasado a la responsabilidad de gobiernos regionales y municipales.
Ms an, numerosas regiones y ciudades europeas se han unido en redes
institucionales que compiten con los estados nacionales,
constituyndose en alternativas reales de poder pblico. Es ms, estas
estructuras locales de autoridad juegan un papel tan activo en las
negociaciones con empresas multinacionales, inversores forneos y
gobiernos extranjeros que se han convertido en unos de los ms
destacados actores del desarrollo econmico de sus pases. De este
modo, las iniciativas de jefes municipales, legisladores
provinciales, responsables de agencias estaduales, gobernadores y
presidentes de regiones reclaman a los respectivos gobiernos
centrales su incorporacin efectiva a los mecanismos de formulacin e
implementacin de polticas pblicas. Podra decirse que se trata de un
sistema de autoridades superpuestas y lealtades mltiples.
En consecuencia, diversas unidades gubernamentales subnacionales
han adquirido un mayor protagonismo en el plano internacional. En
los ltimos quince aos, casi todos los gobiernos estaduales de los
Estados Unidos han abierto oficinas de representacin en el
exterior. Gobiernos provinciales de varios pases son invitados a
participar de reuniones convocadas por la Organizacin Mundial de
Comercio. Los Lnder alemanes, algunas Autonomas espaolas y varios
gobiernos locales britnicos poseen agencias acreditadas ante la
Unin Europea en Bruselas. Regiones de la importancia de Rhne
-Alpes, AlsaciaLorena, Renania del Norte-Westfalia, Midi Pyrenes,
Baden-Wuttemberg, Catalua, Euskadi, Galicia... mantienen oficinas
permanentes en los principales centros del comercio mundial.
Asimismo, debe destacarse la nocin de region state propuesta por
Kenichi Ohmae a efectos de sealar la conformacin de virtuales zonas
econmicas naturales que pueden estar compuestas por una parte de un
estado nacional (sea sta una provincia, un corredor productivo o
una regin) o bien pueden extenderse a lo largo de los territorios
de varios pases. De all que el estado-regin se defina como una
unidad econmica distintiva que no siempre obedece a la geografa
poltica clsica de los territorios nacionales. En este sentido,
pueden mencio narse las regiones del Valle del Mississippi, la zona
San Diego Tijuana, la regin de los Grandes Lagos, el sur del Brasil
en torno a Sao Paulo, Montevideo-Rosario -Buenos Aires... De este
modo, mientras se multiplican las relaciones de intercambio y de
cooperacin entre las propias estructuras locales de autoridad bajo
la forma de redes temticas y asociaciones geogrficas de poderes
regionales, provinciales y municipales, progresivamente se acepta
la legitimidad y la conveniencia de su actuacin en la vida poltica,
econmica y cultural internacional. Un ejemplo significativo de ello
fue la Asamblea Mundial de Ciudades y Autoridades Locales que se
celebrara paralelamente a la Cumbre de las Ciudades de Naciones
Unidas. La mundializacin de la Reciprocidad: el transnacionalismo
no-gubernamental El fin de la Guerra Fra trajo aparejado una
profunda redistribucin de poder entre el estado, el mercado y la
sociedad civil, representada por sus ONGs. El Estado Nacin parece
verse obligado a compartir parte de su tradicional poder no slo con
el sector privado con fines de lucro sino tambin con un complejo
entramado de organizaciones no-gubernamentales sin fines de lucro
que son verdaderas redes sociales informales que constituyen
espacios participativos y eficientes que interconectan la dinmica
global / local. En cuasi Estados, como el nuestro, no slo se
oenegeiza la sociedad civil sino el propio gobierno. De ah que yo
defina a Bolivia, desde una suerte de fenomenologa trgica como un
Proyectorado de la cooperacin internacional, ms que como un Estado
nacional (para empezar de qu nacin: la aymara, quechua,
criolla...?) Semejante transformacin se explica a partir de
notables cambios en la estructura misma de las organizaciones
sociales: el paso de una rgida visin jerrquica a un concepto
flexible de redes y la transicin de un centralismo compulsivo a una
asociatividad voluntaria. De acuerdo con esta visin, el motor
principal de dichos procesos ha sido la reciente
revolucin de la tecnologa de la informacin. Una notable expansin
de la capacidad comunicacional ha permitido que nuevos actores, en
especial las ONGs, dobleguen las inclinaciones monoplicas del
Estado Nacin respecto del manejo de gigantescos paquetes de
informacin que, en el pasado, aseguraban su preponderancia. De esta
manera, las modernas tecnologas de la comunicacin han potenciado la
conformacin de vastas redes de ciudadanos y grupos sociales que,
sin someterse a una instancia pblica jerrquica e indisputable,
generan nuevos mapas de autoridad que no se corresponden con las
fronteras de poder de los estados nacionales. Un sinfn de
asociaciones civiles, empresas, organizaciones ciudadanas y grupos
culturales o tnicos estn asumiendo mayores roles y
responsabilidades en la gestin del inters pblico sin detenerse en
su accin ante aduanas o puestos migratorios. Poderosas fundaciones
y ONGs de la relevancia de Amnista internacional, Mdicos Sin
Fronteras, Greenpeace, Care, Transparencia internacional... poseen
ms recursos y expertise que varios gobiernos nacionales. Jessica
Mathews sostiene que el conjunto de las ONGs del mundo presta ms
asistencia para el desarrollo a los pases pobres que todo el
sistema de Naciones Unidas junto. Al mismo tiempo, han surgido
cuestiones tales como la contaminacin ambiental, la proteccin de
los derechos humanos, las culturas populares, la promocin de la
mujer, las ferias de trueque y el dinero electrnico, problemticas
stas que no necesariamente reconocen los lmites fsicos de los
estados nacionales. Este pujante transnacionalismo no gubernamental
del principio de Reciprocidad, sumado al drstico achicamiento
virtual de las distancias y la consecuente relativizacin de la
dialctica lejana / proximidad, est cambiando el clsico sentido de
comunidad nacional. Desde esta perspectiva, el resultado de esa
redistribucin del poder, que se da despus de la segunda guerra
mundial, es un nuevo orden internacional que, sin llegar a estar
regulado por un gobierno mundial, s estara fuertemente marcado por
una especie de gobernanacia planetaria que vincula, por medio de
complejas redes informacionales, a actores tan diferentes como
Microsoft, la Iglesia catlica, los cocaleros del Chapare, Amnista
Internacional y los (mal llamados) movimientos antiglobalizacin.
Huelga de hambre aymara en Radio San Gabriel, reguero de huelgas en
Sopocachi, San Miguel... Cochabamba, Potos, Guarayamerin... Buenos
Aires, Ciudad de Mxico, Barcelona, Ginebra... Es evidente, pues,
que el espritu tra nsnacionalista de las organizaciones no
gubernamentales pone en tela de juicio la tradicional autonoma del
Estado Nacin como actor excluyente de las relaciones
internacionales. Cada vez ms, se observa cmo las ONGs participan
activamente en la elaboracin de acuerdos bilaterales, regionales y
globales, sentadas en la misma mesa de negociacin. A ttulo de
ejemplo puede mencionarse el papel que jugaron las coaliciones
transnacionales de ONGs en la negociacin de los acuerdos
comerciales del TLC entre Mxico, Canad y Estados Unidos. Asimismo,
la presencia de organizaciones defensoras de los derechos de la
mujer en la Conferencia sobre Control de la Poblacin del Cairo y
Conferencia de la Mujer de Pekn, as como la de grupos
ambientalistas en la Cumbre Mundial de la Tierra de Ro de Janeiro,
la Cumbre social de Porto Alegre, cuyo espritu este mes se nos
traslada a Santa Cruz...
El escenario que se vislumbra presenta as al Estado Nacin
compartiendo su papel de articulador internacional de poder no slo
con organismos multilaterales como la ONU, la OMC y la OEA sino
adems con una amplia red de ONGs transnacionales. Estas ltimas
adquieren da a da mayor reconocimiento en su desempeo como global
housekeepers, en especial en campos tales como la preservacin
ecolgica, la proteccin de los derechos humanos, la ayuda
humanitaria en casos de emergencia y la promocin de la salud y la
educacin. Conclusiones El Estado Nacin, en general, est pasando por
una pronunciada crisis, pero esta crisis no puede ser interpretada
todava como el preludio de su muerte. Por un tiempo ms el Estado
Nacin continuar siendo una unidad poltica y sobre todo simblica
dentro del sistema internacional. Su desempeo tiene lugar en un
escenario plural que incluye diversos actores supra-nacionales,
sub-nacionales y no-gubernamentales que compiten con l y entre s
por un mayor espacio en la toma de decisiones pblicas. En el Norte,
donde el Estado Nacin, a travs de la industrializacin logra cumplir
todas sus metas, ya no es un actor soberano y autnomo en los
trminos absolutos del siglo XVII. Pareciera que estos estados
nacionales se estn transformando en actores de baja soberana que
lejos de actuar con anhelo autnomo, necesitan de la
interdependencia, piloteada empero desde una fuerte visin
estratgica. Al estar su accionar fuertemente sometido a variados
condicionamientos internos, por parte de microfuerzas
sub-nacionales, y externos, por parte de macrofuerzas
supra-nacionales, su objetivo parece consistir en ubicarse en el
mapa estratgico de la economa globalizada de forma tal que puedan
maximizar los beneficios que la misma ofrece y, simultneamente,
minimizar los costos negativos que ella implica. En el Sur, donde
el Estado Nacin, por no haber logrado un proceso de
industrialziacin integral, debido al catolicismo y al animismo, se
presentan dos escenarios: uno, el de llamados Estados emergentes
que tienen estado, sociedad civil, smbolos e intereses comunes; a
pesar de la pobreza y exclusin internas: tienen clases dominantes
nacionalistas que han logrado hegemonia sobre sus clases
subalternas (Mxico, Brasil, Chile...). El otro escenario, son todos
esos pases que siguen siendo exportadores de materias primas, y sus
elites quieren seguir sindolo; que no lograron crear una clase
dominante y tecnocrtica: no conocen lo que es una burocracia
estatal, ni quieren tenerla; que no han conseguido ocupar
administrativamente su territorio; que no han podido homogeneizar a
sus poblaciones (ni a travs del lenguaje, la evangelizacin, el
mercado, la escuela, el hospital, el cuartel, la crcel, el
manicomio...); que no han creado un mercado interno capitalista
(ergo, sigue funcionado un mercado de reciprocidad); que no han
sido capaces de intitular la propiedad (ergo, sigue existiendo la
comunidad) (y, en cuanto a la propiedad privada, una propiedad
puede tener media docena de ttulos sobrepuestos de propietarios
ausentitas); que no han logrado (muchas veces ni quieren) incluir a
sus clases subalternas no occidentales; que pblicamente hacen gala
de haber perdido la ms mnima soberana formal y simbolica; que
ninguna poltica pblica pueden llevar a cabo sin financiamiento
externo y asistencia tcnica (que, por cierto, no producen los
resultados previstos, por
razones culturales); que tampoco pueden cobrar impuestos (pues
ello implica ciudadana e institucionalidad: existencia, justamente,
de un Nosotros pblico); que, por no poder, ni siquiera pueden
cubrir su Presupuesto: imploran limosna para pagar los salarios de
su sector pblico; ms trgico an: no pueden ejecutar los recursos
donados...que cada ao, en el Grupo Consultivo de Paris, se los
vuelven a reempaquetar con un nuevo papel celofn. De esta legin de
pases tercermundistas, los Estados acreedores han escogido un grupo
selecto: el de los irredimibles pero educaditos, a los que les han
puesto sobre la frente un sello, casi un tetragramaton: HPIC, del
que sus elites polticas, por cierto, se ufanan y vanaglorian. En
rigor, el concepto de Estado Naci n a estos paises hace tiempo que
ya no les cabe. Si lo estatal, en Bolivia, ha sido un gran fiasco,
por ello mismo lo comunal es su mayor y nica baza si, como
colectividad, quiere persistir en el ser. Ese conato, para decirlo
con palabras de la Etica spinozista, me vale la pena y por l me
vengo jugando; por ello no ignoro que la Constityente es la
Oportunidad que tiene nuestra generacin para empezar a dejar de
comer el pan de la vergenza del que habla la Kabalah. En realidad,
slo tenemos una opcin: refundarnos de verdad: reconstituirnos. Yo
vivo este kairos a la tenue luz del tikun con el que mis
antepasados se vislumbraron y engaaron, cierto, pero dieron sentido
a sus vidas.
1. 2. Reforma o cambio de la constitucin? Simn Yampara H.1
Bolivia, geopolticamente, es el corazn del Aynacha Awiayala, uno
de los pases andinos con mayor peso demogrfico indgenay de
contraste de ecologas / ecosistemas variados y complementarios
simultneamente, donde los bioecosistemas, la biodiversidad, estn
interaccionadas con la biosfera. Histrica, ecolgica y culturalmente
desde la meseta andino-amaznica aporta al proceso de la humanidad
con el desarrollo de las civilizaciones tiwanaquta y el Incario; de
los 103 ecosistemas existentes en el planeta tierra, 84 estn
concentrados en el espacio andino-amaznico boliviano. La
biodiversidad y la variedad cultural, como respuesta y adaptacin a
esos ecosistemas, se han tejido por milenios: conocimientos,
tecnologa y sabidura, cultivando la riqueza y variedad de
expresiones culturales emulativas, recreativas en el proceso
histrico y la cosmovisin andina; lo que nos enorgullece y nos da el
sello, la marca, de la identidad andina. Hoy como ayer el proceso
de las civilizaciones, la modernidady la post- modernidad, la
globalizacin, la expansin de los mercados de las transnacionales,
esta era ciberntica, nos exige nuevos aportes y estrategias de
convivencia en democracia o democracia participativa, la puesta en
practica del dilogo de la interculturalidad de Pueblos, hasta
alcanzar un multilogo emulativo [ritualizado] con la comunidad
bitica de la naturaleza, para al menos aproximarnos a palabras
mayores como desarrollo sostenible [summa qamaa] las preocupacio
nes de la ciudadanizacin como sinnimos de equidad de oportunidades,
de libertad, con un alto costo de abandono en la individualidad y
la soledad; frente a las prcticas de simultaneidad interaccionada
de derechos entre lo familiar / privado y comunit ario/ pblico de
los Pueblos andinos, as como un gobierno dirquico [ chacha-warmi ],
interaccionado de gnero. En fin, este proceso histrico se traduce
en nuevos acuerdos / contrato social de convivencia de Pueblos
civilizadamente armonizados en derechos, en acceso a recursos
(naturales y financieros), equidad en oportunidades, cultivando el
respeto mutuo de Pueblos. Sin embargo, Bolivia al presente, como
Estado, est al frente de al menos dos diagnsticos: a) Para unos, es
un Estado en crisis aguda; b) Para otros, es un Estado muerto,
donde asistimos a un velorio prolongado. Eso, no explicitan los
polticos llamados sistmicos y a-sistmicos, aunque se entretienen /
enredan en discursos y debates de las formas de reformar o
re-constituir el nuevo Estado, muchas veces sin saber cmo?. La
verdad es que ambos requieren de un tratamiento y/o una ciruga
urgente. En el primer caso, de reformas estructurales profundas, va
aplicacin de la Constitucin vigente; mientras que el segundo nos
avizora un cambio total de los rganos vitales y estructurales del
Estado, por medio de la Asamblea Constituyente y la participacin
plena / amplia de
1
El Alto, 26/03/02.
Pueblos originarios / indgenas y sectores representativos de la
sociedad civil, a travs de sus organismos vitales. Lo evidente es
que el Estado Boliviano ha llegado a ese diagnstico por un
acelerado crecimiento del virus de la corrupcin, los narcovnculos,
la conversin de valores de la inmunidad por la impunidad, de las
lites / castas empresariales, polticos gobernantes de la oligarqua,
con races coloniales, que sufre un sndrome patolgico. Pero, a fin
de camuflar y no perder ese privilegio, practican la permanente
exclusin de acceso al territorio, a los recursos naturales y
financieros, la proliferacin de la injusticia, situando a los
Pueblos colonizados en una pobreza generalizada, por juegos de
democracias mercantilizadas y supuestos estados de derechos. Puesto
que, en esos espacios campean la inmunidad y la impunidad frente a
los derechos y la justicia colonizadora, ajena en este caso a los
Pueblos indgenas / originarios y a la amplia gama de los sectores
populares, cuyos derechos estn penalizados como la hoja de coca. As
como el virus patolgico no es un fenmeno nuevo, tiene secuelas
coloniales, los reclamos y las iniciativas del tratamiento tampoco
son nuevos. Los polticos juran y perjuran combatir y acabar con
ellos, como pretenden pintar en el escenario de la coyuntura
poltica electoral actual. Muchos -por no decir todos- acaban
infectados por ese sndrome. Entre tanto las demandas, las
preocupaciones e iniciativas de la sociedad civil duermen en los
archivos de la historia. Recordemos algunos escenarios pblicos de
demandas puestas ante el Estado y los diferentes regmenes de
gobierno. Desde la reapertura del proceso democrtico de la dcada
del 80, explicitada por los movimientos sociales contemporneos en
la dcada del 90, aunque buena parte de esto es consecuencia del DS
21060, tan combatida por los movimientos sindicales afiliados a la
COB; recordemos la famosa relocalizacin de los trabajadores mineros
que, en los hechos, era tambin la desestructuracin y relocalizacin
de la COB. Simultneamente sale a flote y se pone manifiesto, la
histrica e ignorada id entidad de los Pueblos indgenas y
originarios, expresados en marchas por el Territorio y la Dignidad
(agosto, septiembre 1990). Los Pueblos indgenas de la Amazonia han
recorrido 600 km., desde la selva tropical hasta llegar a La Paz a
los 3800 metros de altitud, reclamando al Estado Territorio y
Dignidad de Pueblo. Posteriormente, el 12 de octubre de 1992, una
concentracin multitudinaria principalmente de aymaras, qhiswas,
urus en la Plaza de San Francisco, lastimosamente por mala direccin
y asesor a de la CSUTCB de entonces, la concentracin sufri una
escisin; los sindicalistas colonizados y controlados por polticos
del MBL y MNR traicionaron y frenaron el proceso con smbolos de los
partidos y una tenue asamblea de nacionalidades. Los otros, en
proceso de descolonizacin, desafiando al sistema, re-constituyeron
en forma simblica el Estado del Qullasuyu , bajo el gobierno de dos
INKAs: Waskar y Atawallpa. Esto fue, precisamente, un pre-anuncio
de la Asamblea Constituyente o re-constitucin de un nuevo Estado.
Un tercer hecho significativo y de movilizacin masiva ha sido entre
septiembre y octubre de 1996, previa a la promulgacin de la Ley
INRA, la marcha llamada del siglo: Por Tierra, Territorio,
Identidad y Derecho de Pueblos / Naci n originaria, de Tierras
altas, donde constataron que la Constitucin Poltica del Estado
vigente quedaba corta frente a sus demandas histricas. Pero el
gobierno de entonces MNR-MBL-MRTKL, sali
con reformas-parches a la continuidad colonial, como son las
reformas: Educacin, sobre todo INRA, puesto que desde el 94, ya
estaba en vigencia la Ley de Participacin Popular como una medida
neo-Toledana de Municipalizacin del campo sobre la base de la
reduccin de secciones como jurisdicciones municipales. Esto que
parcialmente es retomado en las movilizaciones con bloqueos de
caminos de los aos 2000 y 2001 por Felipe Quispe, afirmando que hay
dos Bolivias: la Bolivia de los qaras y la Bolivia profunda de los
indios. A lo que se suma la agudizacin de la lucha de los cocaleros
del Chapare a la cabeza de Evo Morales. Estos elementos son
suficientes antecedentes justificativos para convocar al Pueblo
Boliviano a una Asamblea Constituyente y la reconstitucin de un
nuevo Estado que no sabemos si continuar llamndose boliviano o ser
qullasuyano. En este sentido, creo que tenemos la oportunidad de
dar lecciones histricas, aportando a la convivencia de los pases de
sud Amrica, fortaleciendo la democracia, sin violencia,
privilegiando y practicando el dilogo de Pueblos y culturas:
tinkhus innovativos y reproductivos, que requieren de
correspondencia recproca y saber escuchar y viabilizar las demandas
y enmendar las injusticias histricas en un proceso de un nuevo
Orden Social de Armona.
1. 3. Reforma o Refundacin. Ajuste estructural y Asamblea
Constituyente Javier Medina Se acaba de dar una suerte de salto
cuntico: de pronto hemos entrado a un tiempoespacio signado por la
Asamblea Constituyente y hemos dejado atrs el espacio-tiempo
signado por el Ajuste estructural y el Consenso de Washington. Esta
ruta crtica, 19852005, se quiebra antes: el 2000, cuando es
evidente que el mercado y el sector privado no pudieron crear
riqueza y el estado quiebra: no pue de pagar sus deudas externas e
internas: la deuda social. Entonces se construye una nueva ruta
crtica para el Estado HIPC: el de la EBRP: 2000-2015; esta Poltica
de Estado se quiebra el 2003 con la expulsin de Snchez de Lozada
despus de una revuelta indgena. Aqu se abre un perodo de transicin:
el gobierno Mesa: 2003-2007 que concluir previsiblemente en la
Asamblea Constituyente que, se supone, redisear un Estado post-
neocolonial. De la magnitud y significacin de este perodo de
transicin, entre la primera y la segunda repblica, por decirlo con
una metfora francesa, la clase dominante no se quiere dar por
enterada; esta ceguera voluntaria es absolutamente comprensible,
pero es fatal. Digamos, pues, que esta inercia intelectual nos est
empezando a jugar una mala pasada: seguimos hablando como si todava
estuviramos en la Bolivia reformista del Ajuste estructural. Esa
Bolivia ya no existe. El espacio-tiempo del Ajuste, en sus mejores
momentos: 1994-1997, 2000-2001, fue un tiempo de reformas. Las
elites se cieron a pensar slo lo que es posible hacer en el marco
de las leyes vigentes. Y, vlganos dios, haba dentro de lo vigente
mucha tela para cortar, que cortamos. Pero he aqu que esa forma
mentis se nos hizo rutina y flojera intelectual y, ahora, que ya no
estamos en ese contexto reformista, seguimos repitiendo los mismos
tpicos que, a la sazn, tenan sentido. Ahora, la agenda social y
poltica, pblica y privada, pasa los prximos aos por la Asamblea
Constituyente y una nueva Constitucin intercultural. Nos guste o
no. Ahora bien, por ello mismo, ya no tiene sentido seguir
hablando, por ejemplo, del modelo boliviano de descentralizacin; ni
siquiera de profundizar la descentralizacin; menos an de
prefecturas o eleccin de prefectos. Los mismos departamentos y
secciones de provincia no tienen mucho sentido, desde el punto de
vista tcnico; son pesadas herencias que han contribuido a nuestra
pobreza: el proceso de ma ncomunizacin municipal, por ejemplo, es
fruto del absurdo de la Seccin de provincia que no sirve para
producir riqueza. Hay que empezar a pensar, bajo el paraguas de la
Constituyente, en autonoma, federalizacin, consociacin, diarqua, de
nuevas regiones autonmicas o federales; tenemos que olvidarnos de
los departamentos actuales como espacios autonmicos o federales:
haran inviable al conjunto de la Unin. La Constituyente nos abre un
nuevo horizonte para la creatividad y la autopoiesis poltica. La
Constituyente, en efecto, abre un espacio de rediseo de los trminos
de referencia del Contrato social entre individuos y del Pacto de
reciprocidad entre comunidades polticas: el ayllu y la res publica
o la koinonia y la politeia, para decirlo aristotlicamente; as como
el estatuto entre individuo y comunidad. Pero no slo eso, as mismo
para sellar lo que Michel Srres llam un Contrato natural con la
Biosfera que los indgenas siempre
han respetado, pero que, ahora, tiene que ser constitucional.
Eso significa aceptar la concepcin indgena y gaiana de Territorio.
Ya no tiene sentido poner parches progresistas a la Constitucin y
seguir chipndola con regmenes especiales. Ya no tiene sentido
pensar una Constitucin monocultural. Si despus de la Constitucin de
1995 tenamos la obligacin intelectual de pensar una Constitucin
intercultural, despus de la rebelin indgena de Octubre tenemos,
adems, una obligacin moral. Para ello hay que abrir la participacin
a ms escuelas de pensamiento y darnos un tiempo razonable de
reflexin colectiva. Convocar muy pronto a la Constituyente podra
ser una trampa para que los indgenas queden fuera de juego y
validen lo que los doctorcitos de Charcas saben hacer: ofrecer
siempre lo mismo: una visin monocultural del pas. Ya no tiene
sentido pensar slo en tierra, reforma agraria, ley INRA (aunque hay
que implementarla para resolver los problemas acumulados); hay que
pensar Territorio como Urakpacha y Gaia dentro de un paradigma
ecolgico y chamnico...de cara a la Constitucin Ya no tiene sentido
seguir autoengandose con el Municipio productivo o el as llamado
Desarrollo econmico local; hay que pensar en cmo reconocemos en la
Constitucin el Principio econmico de Reciprocidad como
complementario del Principio econmico de Intercambio. O hay que
bajar el volumen al discurso sobre las cadenas productivas y
aumentar el volumen a cmo recuperar la soberana sobre nuestros
recursos naturales, su utilizacin y, en base a ello, crear empleo y
exportar valor aadido, pero pensando como bolivianos y no como
ventrlocuos de las transnacionales. Ya no se puede seguir hablando
de modernizacin del Estado y seguir pensando en Ventanilla nica,
Manuales de procedimientos, ajuste de PDMs...incluso en reforma
institucional. Digmoslo rpido: han quedado obsoletos y minimizados
la EBRP, el PSAC, el PRI, el PDCR, el PASA, las Mancomunidades, el
DUF: todos los grandes parches, muletas, silla de ruedas, sueros,
transfusiones de sangre al Estado fallido...que nuestra colonizacin
mental ya no ve como parches sino como parte del funcionamiento
normal de un Estado tercermundista. Tenemos que pensar qu
competencias deben tener los Gobiernos federales o autonmicos, los
gobiernos municipales y el gobierno nacional. Tenemos que pensar
cules sean los sistemas de sentido de ambas civilizaciones. Tenemos
que negociar un espacio para el Animismo amerindio pero tambin para
el Monotesmo occidental; tenemos que debatir cuanto espacio
otorgamos a la Ecologa (espacio) y cuanto a la Historia (tiempo);
tenemos que buscar un sabio equilibrio entre Homeostasis amerindia
y Progreso occidental. A lo mejor hay que determinar espacios para
uno y otro sistema. Liberar espacios para la Reciprocidad y
precisar los espacios para el Intercambio; la vida, luego,
construir las interfases de sistema. Tenemos que empezar a pensar
los Principios interculturales de nuestra nueva Constitucin. Cules
son los principios indgenas? (principio de relacionalidad,
principio de correspondencia, principio de reciprocidad?) cules los
occidentales? (principio de identidad, principio de no
contradiccin, principio de tercero excluido?) cules los
principios inter-culturales, los principios puente? (principio
contradictorio, principio de complementariedad, principio de
tercero incluido?). Tenemos que pensar los Valores
constitucionales. Cules son los valores occidentales? (libertad,
igualdad, individualidad?); cules son los valores amerindios?
(religacin, comunidad, responsabilidad?). En qu valores
fundamentales nos ponemos de acuerdo?: el derecho a la vida? qu
pensar respecto a los que creen que no hay una separacin entre vida
y muerte; que conforman un continuo?. Cules son los derechos y
obligaciones fundamentales para ambas civilizaciones?: es la vida
del individuo el bien supremo o la vida de la comunidad bitica?.
Como colectividad nos pensamos slo en el tiempo? o tambin como
parte de la biosfera o, como las grandes civilizaciones: mayas,
incas o los astrofsicos actuales, tambin en el contexto de la
galaxia? Si el Ajuste estructural fue el tiempo de las reformas
posibles dentro de la legalidad vigente, la Constituyente, de golpe
y porrazo, ha abierto la posibilidad de reinventarnos, de
refundarnos, a partir de nuestras races amerindias y del horizonte
del nuevo paradigma cientfico del siglo XXI que, como la serpiente
csmica, se vuelve a morder la cola: en efecto, el pasado y el
futuro se vuelven a encontrar, porque ambas (a diferencia de la
modernidad) comparten una misma visin orgnica y reencantada del
universo. Los peligros que nos amenazan son seguir anclados en un
pasado, que ha acabado abruptamente, y la ignorancia: ignorancia
del otro : los amerindios, e ignorancia del nuevo paradigma de la
humanidad del siglo XXI. La ignorancia produce miedo; el miedo,
imponer con triquiuelas la propia ignorancia; el miedo y la
ignorancia son conservadores, prudentes; buscan, so mil pretextos y
peros, perpetuar los pequeos privilegios conseguidos o heredados.
Dmonos, como sociedad, el tiempo razonable para pensar, meditar y
conversar una Constitucin intercultural y no perder nuestra ltima
oportunidad de ocupar un lugar digno y pionero en la comunidad de
naciones de la nueva era. Los ltimos sern los primeros.
1. 4. Pachakuti-Kandiri en el Paititi Simn Yampara
RETORNO Y RETOMA DEL PACHAKUT'I Y PAYTITI"Los Aymars, Qhishwas,
Waranies, Chiquitanos y otros, luego de 459 aos de colonizacin y
colonialismo, hemos vivido una especie de siglos de oscurantismo y
a Pacha en Mach'a, o sea prolongacin de espacio y tiempo de escasez
y sufrimiento; donde la curva cclica ha sido descendente para lo s
originarios, pero a partir de ahora, iniciamos un nuevo ciclo
ascendente, por eso es importante despojarnos de ideologas y
pensamientos forneos, sean estas "nacionalistas, revolucionarias,
capitalistas o neoliberales", en el fondo son colonizadoras, que
dan continuidad al pensamiento y la estructura colonial... Pensaren
el Ayllu o Tekoa, es pensar y a firmar en lo propio, y lo propio es
pensar con propiedad de s mismo es "Jaqi Pacha", vida y fuente de
vida, reproduccin social y produccin alimentara, proceso que se
desdobla en tiempo y espacio, en Uma-Urqu, en Urin-Aran o
simplemente en ChachaWarmi. Pero tambin es pensar en la propiedad;
sta relacin, de propio y la propiedad denota un rgimen de
apropiacin, sta relacin conflictual es violencia o fuente de
violencia. De ah que, tanto lo propio, la propiedad como a
violencia se canaliza a travs de T'inkus pareados (Urin- Aran) y
las ceremonias rtualizadas peridicamente, como un proceso
permanente de "Ponerse de acuerdo" las sociedades entre ellas y con
a naturaleza PACHA". (Pag. 47,57y 58). RETORNO Y RETOMA DE LA
ESTRUCTURA Y PENSAMIENTO DE LAS NACIONES ORIGINARIAS Todos sabemos,
o si an algunos no saben, tenemos la obligacin de "saber que
"Bolivia no es una nacin", simplemente es un "Estado Territorial",
heredada de la audiencia de Charcas, por eso las instituciones
republicanas tambin son herederas de las instituciones coloniales;
fundamentadas en la contradiccin indgena no indgena; por tanto los
no indgenas por la prctica del colonizador y colonialista nos
excluyen del sistema republicano de todo el espacio del poder
poltico y econmico, pero entendamos para qu?; para nadar en el mar
de la corrupcin y el enriquecimiento ilcito de las castas
oligrquicas, en este caso de los no indgenas. Para perpetuarse en
ese mar, defiende el sistema republicano y sus dispositivos
jurdico-legales y practican la poltica de exclusin, el
desconocimiento de los derechos ancestrales de los pueblos y
naciones originarias, desestructuran a los Ayllus y la Marka
territorialmente y en su pensamiento. Por eso Bolivia prefiere ser
un Estado sin Nacin, manteniendo Naciones Originarias sin Estado,
sin poder poli tico y econmico. En este sentido, las castas
oligrquicas, se han hecho de nacionalistas, neolatifundistas,
izquierdistas empresarios, pero ambos hoy comparten el
neoliberalismo; contra las naciones originarias. Por eso hay
necesidad no slo de reafirmar nuestro pensamiento, sino, continuar
la lucha de nuestros antepasados. En otras palabras proyectar el
NAYRAXPACHA?
a)
Sentido y Alcance del Pensamiento de las Naciones
Originarias
Las naciones originarias con la filosofa y pensamiento de la
Pacha, la lgica del Ayllu-Marka, TentaTekoa, actuamos armonizando
los intereses privados y comunitarios, a travs del desdoblamiento
del derecho propietario, en posesin privada familiar y propiedad
comunitaria del Ayllu-Marka, que a nivel micro del Ayllu esta
reflejada en Sayaa-Aynuqa, a nivel regional en territorios del
Ayllu y la Marka; a nivel interregional y interecolgico, la
articulacin y combinacin y complementacin de los diversos espacios
ecolgicos, compartiendo y conviviendo en territorios continuos
(Ayllus de Origen) y territorios discontinuos (reproduccin de otros
Ayllus proyectivamente). En este sentido, no solo debemos demandar,
tierra-territorio, sino tambin el ejercicio del derecho ancestral
originario, la estructura y pensamiento andino-amaznico, hacia un
proceso de liberacin propia, para ello planteamos la Asamblea
Constituyente, como principio de participacin activa de las
naciones originarias en la vida republicana, en ese debate para el
cambio de la Constitucin Poltica del Estado, no meras Reformas como
pretenden desarrollar, los oligarcas de derecha, izquierda y
populistas. Porque en esa Reforma, del Art. 1ro. de la CPE; tan
solo se incluye los conceptos "multitnica y pluricultural", con eso
no solo subliman los oligarcas, sino, quieren ocultar y desviar las
reales demandas de las naciones originarias, en otras palabras, qui
ren saludar a las "etnias", al "pluriculturalismo", excluyendo el e
derecho ancestral originario; para perpetuar la corrupcin y el
enriquecimiento ilcito de las castas oligrquicas criollas no
indgenas y condenar a las naciones originarias en miserables
mendigos tercer mundistas, sin identidad, sin derecho, menos poder
poltico y econmico. En este sentido, adems de reclamar nuestras
races culturales -desde Chullpas e Inkas- y los derechos histrico
ancestrales como naciones originarias, ratificamos las hazaas
histricas contemporneas expresadas en el manifiesto de Ayo-Ayo de
1970; el manifiesto de Tiwanaku de 1974, de la cual surgen una
primera promocin de cuadros direccionales que viabilizaron el
bloqueo de caminos de 1979, el congreso de unidad sindical de 1983.
Eventos de la cuales tenemos la tesis poltica de la CSUTCB; que no
ha sido superada an por el movimiento sindical; en ella expresa
justamente la transicin de la Estructura Sindical hacia lo
Originario, es ms, esas declaraciones y manifiestos han logrado
mantener la unidad en la diversidad. Desde entonces (1983) se ha
vivido un manoseo de la CSUTCB, de los polticos de la oligarqua
criolla de izquierda y derecha, llevndonos a esa va agotada, en la
cual agoniza el sindicalismo. Pero los Aymaras, Qhishwas, Urus,
Chipayas, Waranies, no nos quedamos en ella, sino, encaminamos y
proyectamos hacia la retoma de lo originario. Esta situacin se
clarifica ntidamente en la concentracin masiva del 12 de octubre de
1992 en las diferentes capitales de departamentos y en La Paz, en
la plaza San Francisco, donde la direccin de la CSUTCB, liderizada
por el MBL y sus seguidores ms las ONGs afiliadas a Unitas adems de
financiar dicho evento, plantean, la "Asamblea de Nacionalidades y
de Pueblos" con los colores y sol, simbologa del MBL, resultando en
los hechos un fracaso de esa propuesta, que luego le costar el
serio cuestionamiento a su Secretario Ejecutivo y su posterior
alejamiento. Sin embargo, los Sindicatos de Base, las
Organizaciones Originarias a falta de una propuesta seria y
responsable, hemos flameado miles de miles de "Samis del Kurmi"
(arco iris), es decir, las Wiphalas que simbolizaron la Pacha y el
discurso de la Pluralidad y coexistencia tanto de Naciones
Originarias como el Estado Republicano de exclusin, desde entonces
se ha profundizado el debate sobre la estructura, el pensamiento,
el afianzamiento y retoma de las Organizaciones Originarias al
interior del Sindicalismo, afiliados a la CSUTCB y la COB. En este
sentido, retomar l originario, tambin quiere decir cultivar la
espiritualidad y la o ritualidad andina, aqu tenemos los elementos
de comunicacin y armonizacin con la naturaleza.
ORDEN DE LA NATURALEZA ARMNICAa) Wiraqucha Orden del universo b)
Pachaqama Energa del Universo
l.-Askicha (resolver)
3.-Lurawi (hacer) c) TunupaFuego Agua
2.- Ch'ama (fuerza)
d) Illapu Rayo Trueno Relmpago Deidades de los fenmenos del
sucesob) Los Samis de la Kurmi y la Simbologa Andina
Todos sabemos que en nuestra lucha, los Pueblos Indgenas y las
Naciones Originarias hemos luchado para irradiar los Samis de la
Kurmi (colores de arco iris) en todos los espacios pblicos y
privados; vale decir la WIPHALA, porque en ella est expresadoel
sentido de la vida y los alcances de los derechos fundamentales, la
convivencia armnica de Pueblos, Nacionalidades y Naciones
Originarias tanto de la Amazonia como de los Andes. Aqu no juega la
cantidad numrica, sino la cualidad y respeto a la diversidad y
diferencia; con igualdad y armona de derechos. Lo importante es que
esto es producto (nace) de la Interaccin de una pareja de Kurmis
machohembra,(Chukiwanka 1993) que expresan la parcialidad de
espacios territoriales y una manera de emitir las energas de la
Pachamama y los Achachilas, emulando la vida y la Cultura Andina,
es decir los Samis de los tejidos y la artesana, que tiene que ver
a su vez con todo el proceso de la ritualidad andina. Para nadie es
extrao que las parcialidades de los Ayllus, las Markas, tienen sus
distintivos en el uso de su indumentaria, en ellos refleja la
combinacin de los SAMIS de la Kurmi. En este sentido, la simbologa,
-los distintivos- varan de una regin a otra, entre las
parcialidades de los Ayllus, vale decir Urin-Aran, Aynacha-Araxa,
kupi/ch'iqa; Maasaya-Alaasaya. Las culturas andina/amaznicas, el
pareamiento desdoblamiento, han cultivado como parcialidades, la
reproduccin como triparticin, para nuevamente parear, en esa
sucesin se construye la espiral de la Pacha, hasta llegar al
PACHA-KUTT'I. O sea cualquier elemento impar, busca su pareamiento,
y esto su reproduccin, hasta armonizarse con la Pacha.
SIMBOLISMO CON MAYOR "PROFUSIN ZOMORFICA DEL TAWANTINSUYUSuyu
Cultura Unidad Biparticin Triparticin Cndor Jaguar Serpiente
Cuatriparticin Espiral
ChinchaChavln Mochica Casma
Jaguar/Puma Jaguar/Puma
Serpiente Pachakut'i Kunti Parakas Nazcas Qulla Pukara Tiwanaku
Wari Inka Cndor J Jaguar Puma Jaguar/Ave _____
Cndor Jaguar/Puma
Centro Tunupa Serpiente
Serpiente en tres mundos
Cruz cuadrada Cruz Cuadrada Cruz Cuadrada
Anti Inka Total tipo le animales
Jguar/Puma Serpiente4
3
3
1
1
c) La Inalmama, parte de la vida de las Naciones Originarias Al
hacer referencia a las sentencias histricas, decamos: "la Inalmama
(hoja de coca), sagrada salvar al 'indio' y ella ser la perdicin
del hombre blanco", (Atawallpa 1533). Esta sentencia, diferencia
claramente, cual es el sentido del uso de la sagrada hoja de coca,
puesto que para los Pueblos y Naciones Originaras, desde milenios,
es parte de nuestra vida, nuestra cultura y espiritualidad, que
nosotros sepamos, nunca ha provocado malestar alguno, ms bien, es
el elemento primordial de reracionamiento entre las sociedades, el
cosmos y la naturaleza, en otras palabras es el elemento
armonizador del holismo de la Pacha, por eso est presente en todos
los actos sociales, vale decir desde la Jaqicha, la produccin y
reproduccin, la cosecha y todo el proceso productivo, por qu no
decir tambin en los actos de la muerte. Es ms, es un elemento
indispensable de los "sabios andinos", maestros yatiris, amautas,
para ellos es como la "Biblia" de la jerarqua eclesial cristiana,
por eso precisamente tiene que ver con la espiritualidad y la
cultura andina. Esa prctica, junto a la coca, tambin es negada, por
la religin catlica y protestantes, como tambin por las leyes del
sistema republicano (4). Por eso antes de fomentar su uso, se
proscribe y desnaturaliza, el uso cultural. d) Alasa Masa Inalmama
parcialidades y mankalli de la Marka
MARKA ,Ayllus de
alsaya
UrinsayaAransaya
Uo AoA'o U'o
Ul Al A'l U'l
U2 A2 A'2 U'2
U3 A3 A'3 U'3
U4 A4 A'4 U'4
Ayllus de Msaya
Aransaya Urinsaya
(4) Entendemos que cada cultura, tiene su manera de cultivar y
emular su espiritualidad, es decir, sabe como comunicarse con el
cosmos, la naturaleza y sus antepasados. Unos como la cultura
occidental a travs de Cristo otros como la Andina a travs de la
PACHAMAMA y los ACHACHILAS ver esquema Jaqi-Pacha. Por eso hay
necesidad no solo respetar lo catlico evanglico, sino, tambin la
espiritualidad y "religiosidad" Andina.
"grandes transnacionales cocaleras hace que estn produciendo en
su propio territorio la hoja de coca, sin embargo por otro lado
propugnan la intervencin militar y p olicaca para destruir este
recurso natural benigno y de grandes bondades en la sociedad de la
estructura cultural andina. Esos son tambin parte de los postulados
del neoliberalismo Latinoamericano y lo que en Bolivia va en
destruccin de la armona social y cultural de la vivencia de los
Pueblos y Naciones Originaras. Por el momento, de esa expresin
holista de la hoja de coca, slo hemos hecho referencia a la
estructura cultural y la ritual espiritual, en todo caso, esto no
solo tiene que ver con la identidad, la soberana, sino, sobre todo
con la territorialidad y la complementariedad ecolgica y
sociocultural. En otras palabras, la coca al ser un problema
contemporneo de est sociedad, es tambin un problema de desarrollo y
la lgica de vida. Estos son los propsitos por el cual venimos
luchando los Aymaras, Qhishwas, Waranies...para transformar la
CSUTCB en otra Organizacin Originaria con identidad y pensamiento
propios y proyectivamente con capacidad de enfrentar los siglos
'venideros, pero tambin nuestros recursos naturales estratgicos,
entre ellas el territorio y el derecho de usufructo y propietario
e) Los Amautas y los Yatiris Develadores del Pasado y Devenir de
nuestros Ajayus y Sentimientos Cada Pueblo, cada Cultura, no solo
es portadora de conocimientos y sabidura, sino, tienen sus propios
mecanismos de canalizacin, cultivo y emulacin espiritual, vale
decir los Ajayus y Sentimientos de cada pueblo, dependen de la
idiosincrasia cultural. Pero tambin tienen sus "maestros"
comunicadores/ espirituales; maestros que emulan el Cosmos corra
Naturaleza vale decir, los Achachilas y la Pachamama, con las
sociedades son los Amautas y Yatiris, consagrados por Illapu (rayo)
o predestinados naturalmente,(Huanca, 1989) slo ellos tienen este
don de autoridad y consejera para vivir bien con/y en la PACHA
(Qarnaa). Son autoridades para predecir y emular el ir y venir de
la PACHA, anunciando las bondades y dificultades, las fortalezas y
debilidades del tiempo y espacio; ellos son los que combinan y
emulan el poder natural del da y la noche, como de las montaas y la
Pachamama. Ellos nos comunican con las fuerzas vitales y la energa
csmica, a travs de eventos y ceremonias rituales.
Mientras la cultura occidental emula sus espritus a travs de la
cristiandad, a la cual como cultura respetamos. Los Andes, la
Cultura Andina emula a travs de los Achachilas, la Pachamama, la
Inalmama, los Illapus, haciendo una Comunidad de PACHA Achachilas y
la Umalmama. Ellos nos anuncian que el PACHAKUTT'I, es nuestro, es
decir de los Pueblos Indgenas y Naciones Originarias. La curva que
ha sido descendente a lo largo de casi alrededor de 5 siglos, ahora
reiniciamos con la etapa ascendente. Hemos descendido para
ascender. Hemos vivido tiempos de sufrimiento, sometimiento de
explotacin, sojuzgacin, opresin, genocidio y etnocidio. Ahora
recogiendo, "Jawillando" los Ajayus, de ese proceso de
sometimiento, tenemos que re-componer y reconstituir los Ajayus y
dar fisonoma a los Pueblos y Naciones Originarias. De eso se trata
nuestra lucha. Los descendientes de los invasores, tienen que
aprender a respetar otras culturas, entonces no solo exigir respeto
a la estructura republicana y los dispositivos jurdicos
positivistas y neoliberales, primero deben aprender a respetar a
los otros como Pueblos y Naciones Originarias con Cultura Propia;
sobre esta base ejercitar el respeto a diversidad y la diferencia.
f) Pacha Achachilas y la Pachamama en el Retorno Recuperados los
Ajayus, quiere decir tambin retornar a la estructura y pensamiento
originarlo; y lo originario es vivir en y con la PACHA cultivando y
emulando permanentemente los Ajayus, haciendo una simbiosis,
reciprocando y complementando las fuerzas y energas de las
parcialidades, respetando las diferencias, los distintiv os para
reciprocar y complementar hacia la armonizacin de esas fuerzas sean
adversas o sobre desarrolladas. Estos son realizados a travs de
eventos ritualizados de encuentros como los T'inqus. Cuando se hace
referencia a la PACHA los Achachilas y la Pachamama, tambin hacemos
referencia a nuestros antepasados (ancestro) y a la experiencia
practicada por milenios. Pero tambin es evidente, que no slo el
pasado est por delante, sino que nuestra visin histrica es cclica;
por eso la PACHA camina, va y viene, es comn afirmar y escuchar
"Qhipha -Nayra Utasisawa-Sartasipxaani". Cada movimiento y ciclo
emite ciertas fuerzas y energas, genrica y simblicamente
representadas en Achachilas y Pachamama; equiparadas con las
fuerzas del espacio y tiempo -PACHA- emuladas y armonizadas por la
pareja humana -JAQICHA-. Entonces Jaqi a travs del tiempo y espacio
hacen los PACHA Achachilas y la PACHAMAMA en ellos estn los AJAYUS
y el Sentimiento de la Cultura Andina. Ese ir y venir de la PACHA
se reconoce como retorno, eso para los Aymara-Qhishwa, Waran, se
llama PACHAKUTTIretorno de otros tiempos y PAYTITI, como bsqueda de
esos nuevos/viejos tiempos. Jaqi-Pacha en la Cosmovisin Andina
PACHATATA INTI U R PACHA- ACHACHILAS PHAXSI MAMA PACHA-MAMA CHULLPA
AWICHA T INKA AWICHA A X A Y P A C H U M A
ou
CHULLPA ACHACHILA INKA ACHACHILA
i
QA M A
o u
M A N
L L
NAYRA LAQA ACHACHILA
AWICHA AWICHA TAYKA TAWAQU IMILLA WAWA WARMI
A J A Q. I C H P A C H A
P A C H A
Q.A C H U M I S U Y U
ACHACHILA AWK1 S WAYNA u YUQALLA Y U WAWA CHACHA
u
EL PACHAKUT'I Y PAYTITI DE LOS PUEBLOS Y NACIONES ORIGINARIAS
HACIA EL 3er. MILENIO a) Ahora qu queremos en este P r o c e s o de
Pachakutt'i-Post 459 aos de Colonizacin del TAWANTINSUYU-? Conviene
recordar 3 sentencias histricas; que anuncian y granean el
acontecer de los "500" aos de colonialismo: "la Inalmama ( h o j a
de coca) sagrada salvar al 'indio' y ella ser la perdicin del
hombre blanco" (sentencia en la muerte de Atawallpa: 1533). El
narcotrfico y la corrupcin de hoy a quines favorece?.-* Un pueblo
que oprime a otro pueblo no puede ser libre" (sentencia del Inka
Yupanki) Bolivia es libre e independiente?- digan Uds. "Nayaruwa
Jlwayapxitanta, nayxaruxa, waranqa waranqanakawa kutt'anipxani,
wara wararu utata" (Tupaj Katar! 1781) -Ah est el pensamiento y la
estructura originaria, de Katari y el Todos sabemos que en las
reuniones comunitarias las Chaxwas, Luchiyas, Tinkus, y Chawpis de
las parcialidades de Urin y Aransaya de los Ayllus y las Markas,
las ceremonias rituales y la jaqicha, no solo que la mujer esta a
la derecha sino todo el acto ritual comienza por la derecha hacia
la izquierda; esto es simbolizacin y prctica de la Pacha, en
relacin al Ayllu-Marka y la vida familiar, pero esto no se limita
ni termina ah, sino, va en ciclos y perodos cortos, medianos y
largos; que para la cultura andina e indgena oriental, es el
espacio y tiempo que va y viene, es la Pacha que camina de derecha
a izquierda, haciendo ciclos y combinando aos de escasez, baja
produccin, cataclismos e inundaciones, calificados como ciclos de
"mach'a mar", como esto no es permanente, y la Pacha camina,
entonces viene tambin ciclos de "suma mar", aos de buena produccin
y bonanza. Esto para definir las polticas de produccin y
agropecuaria, quiere decir caminar juntos con la Pacha, es decir
vivir y convivir con la Pacha. Entonces, esos son los elementos de
un proceso de Pachakuti, donde los Aymaras, Qhishwas, Waranies,
Chiquitanos y otros, luego de 459 aos de colonizacin y
colonialismo, hemos vivido una especie de siglos de oscurantismo y
la Pacha en Mach'a, o sea prolongacin de espacio y tiempo de
escasez y sufrimiento; donde la curva cclica ha sido descendente
para los originarios, pero a partir de ahora, iniciamos un nuevo
ciclo ascendente, por eso es importante despojarnos de ideologas y
pensamientos forneos, sean estas "nacionalistas, revolucionarias,
capitalistas o neoliberales", en el fondo son colonizadoras, que
dan continuidad al pensamiento y la estructura colonial. A modo de
ejemplo veamos como el nacimiento de Bolivia, esta sobre la
audiencia de Charcas, la Mit'a Colonial se produce como servicio
militar obligatorio y el servicio domstico de las mujeres que
fluctan entre 16 a 22 aos.
Servicio al Estado? El repartimiento colonial ahora se reproduce
como programas de alimentos donados. THAKHICHA PACHAKUTI EN UN
ORDEN DUAL PROPIO Wiskachani-II 15.000-12.000 a.j.c. Chullpa
Wiskachani I 60.000 a 50.000 aos a.c. |Chiripa Wankarani Tiwanaku
1.200 a.c. -133 d.c. Qullasuyu 1.151-1500 d.c. Colonia 1532
Republica Bolivia Per Ecuador Tiwanaku 133 dc-1150 dc Inka
1431-1532 dc Narasuyu dc.
b) Dcada Indgena o Medio siglo de Desarrollo de un Nuevo Orden
Social de los Pueblos y Naciones Originarias Todos parecen pensar,
que los 459 aos de colonizacin, mejor dicho "civilizacin
homogeneizadora" ha triunfado; no queda otra cosa que seguir la
corriente. Luego de los 459 aos contabilizados desde (12 Oct. 1492
- a 12 Oct. 1992): 1993 se ha declarado como "ao Indgena",
concluido eso, en un encuentro en Cochabamba, se ha discutido el
"Decenio Indgena"; se afirma que el ao Indgena pas desapercibido,
sin significacin alguna; pero quin nos dice que la dcada ser igual
tal vez peor o con alguna variacin. Entonces cmo pensar
proyectivamente? Pero ahora, con apoyo desde la oficialidad
boliviana, mejor dicho, la Poltica Indigenista desde la Vice
Presidencia, busca encaminar y programar la dcada indgena. La Dcada
Indgena, si bien es coherente para "Centro Amrica"; pero no es
tanto as para el Tawantinsuyu, (Sud Amrica) los invasores
colonizadores de estos territorios recin han pisado los aos 15 3
2-3 5, lo que quiere decir que an no se ha cumplido los 500 aos,
queda an cerca a medio siglo, vale decir 40 aos de reafirmacin
cultural. Por eso, para los Aymaras-Qhishwas-Waranies estos 4
decenios significa el Proceso de Pachakuti, proceso en el cul deben
reafirmar la estructura del pensamiento y la identidad propia y la
reconstituc in del poder poltico de las Autoridades Originarias.
Eso es nuestro nuevo paradigma de lucha. Entonces, hasta en el
tratamiento del tema "Indgena" y entre Indgenas, mejor dicho
originarios, tenemos que ser plurales y coherentes con los procesos
diferenciados. Por eso: "vivir la pluralidad, quiere decir, superar
procesos de 'civilizacin homogenizadora' y enfoques de desarrollo
unilineal y vertical", esto no slo debe practicarse entre los
indgenas y no indgenas, sino tambin y sobre todo entre los Pueblos
y Naciones Originarias, como vienen afirmando los movimientos
sociales andinos contemporneos. Ahora otra cosa es que los polticos
y los que escriben sobre lo "Indgena", quieran negar y deslegitimar
ese proceso. El evento de Cochabamba, que fue inaugurado, con un
acto ritual, sin los maestros ritualistas, an no han percibido y
proyectado las discusiones dentro de paradigmas y percepcin plural
de los Pueblos y Naciones Originarias. Aunque sabemos, que si bien
hubo representacin internacional, mejor dicho delegaciones con
afirmacin de la identidad indgena. En el caso boliviano, no slo que
la representacin adoleci de la pluralidad y
legitimidad en la representacin, sino sobre todo, estn los
allegados a la poltica oficialista del gobierno y con
financiamiento de ellos, pero, que an no terminan de salir de la
poltica "civilizatoria y homogerizadora" como afirman en Ley de
Participacin Popular, reconociendo a comunidades campesinas y/o
pueblos indgenas como OTBs. No diramos que eso esta mal o que no
deben hacer, pero si es necesario tambin escuchar a los Aymars,
Qhishwas, Waranies, no oficialistas, que tienen su propia percepcin
y visin; de esta manera practicar la pluralidad al interior de los
Pueblos y Naciones Originarias; para trabajar programas y acciones
ms coherentes y originales; como eso de la dcada o medio siglo de
desarrollo de un nuevo orden social de armona. Estamos en las
puertas del 3er. Milenio y an no hemos aprendido a ser plurales
entre nosotros y con los otros. Como tampoco los otros (No
Indgenas) con nosotros (Indgenas). No sabemos, la estructura y
mentalidad colonial hasta donde quiere homogenizar y civilizarnos.
La pena siempre es que, en este tipo de eventos; los Ayllus, las
Markas, los Suyus, las lentas, Tecoas; as como los Jilaqatas, los
Mallkus, los Yatiris, los Capitanes Originarios (Mburuvisaguazu),
adems de los investigadores, pensadores Aymaras, Qhishwas,
Waranies, siempre son los grandes ausentes en este tipo de eventos.
Es ms la poltica de Pueblos Originarios/Indgenas, casi siempre es
llevado por para indgenas o indigenistas trasnochados en querer
aprender la cultura occidental y con este paradigma querer
comprender la causa de los Pueblos y Naciones Originarias, sin la
participacin de los Originarios. Hasta cundo seguir esta poltica?
Por otro lado, si ahora se declara el decenio Indgena, no diramos
que esta mal, simplemente entenderamos que eso quiere decir que se
toma como referencia cuando inicio pisar Centro Amrica el 12
deOct/1492; sin embargo a Sud Amrica (Tawantinsuyu) recin piso por
los aos 1535, ese trnsito (1492-1535) es el proceso de invasin
colonial; para proyectar el proceso de colonizacin que dura an
hasta hoy. Como vern en todo esto, trasluce dos tendencias
histricas, pero no incompatibles. 1.2.La de hacer declarar el
decenio Indgena cuya propuesta inicial ha sido planteada por el
premio Nbel de La Paz R. Mench, coadyuvado por el Vice Presidente
de Bolivia V. H. Crdenas. Declarar medio siglo de desarrollo de l
nuevo orden social, partiendo del proceso de invasin colonial
(1492-1535).
Decimos que ambos no son incompatibles, puesto que si nos
limitamos al decenio, es posible que nuevamente pase desapercibido
y estemos demandando otro decenio, en este sentido, si es que se
declara el decenio, tenemos que entender como el inicio de un nuevo
orden social y parte del medio siglo (50 aos) de Desarrollo de ese
nuevo orden social. Eso para los Andes y Tawantinsuyu se llama el
proceso de Pachakuti. Pensando por el otro lado, y tomando como
base el ao 1535, tendramos los 40 aos de reafirmacin cultural
dentro de los 500 aos, y concluido esto, el decenio, con lo cual
igual llegamos a medio siglo. Entonces, pensemos proyectivamente en
la pluralidad y el medio siglo de desarrollo de un nuevo orden
social en armona entre Indgenas; los Indgenas con los No Indgenas
que hoy reafirman la identidad de Naciones y Pueblos
Originarios.
2.3
UNIDAD O ARMONA DE LAS PARCIALIDADES
Tenemos que partir de un principio bsico y prctica milenaria de
las sociedades andinas, donde la coexistencia, convivencia,
armonizacin de las parcialidades, con autonoma y respeto mutuo han
sido las reglas de juego de la Confederacin de los Estados de las
Sociedades Originarias; por eso "Unidad no quiere decir
necesariamente fusin total, pero tampoco... separacin. Unidad...es
la permanente necesidad de retornar a la diversidad", en esta
concepcin y pensamiento est el contenido filosfico de la Pacha, que
hace un holismo y simbiosis de elementos estructurantes de la
cultura y sociedad andinas. En este sentido, la lucha de los
Originarios quiere decir tambin la lucha por la autonoma de las
regiones reactualizando territorios de los Pakajaqis, Lupakas,
Larikajas, Karangas, Killakas, Uru Chipayas, Waranies, Chikitanos,
Moxeos, Ayoreos, etc., hacia la constitucin de un nuevo Estado
Multinacional y Pluricultural de Consenso Comunitario y Democrtico,
donde los Originarios y no Originarios tengamos un pleno ejercicio
de nuestros Derechos y Libertad de opiniones sin privilegios ni
exclusiones. En este Pachakutti - Paytit, los Originarios, Aymaras,
Qhishwas, Waranies,... vivimos y enfocamos otra manera de hacer
unidad respetando las reglas de la diferencia, entre culturas
sociedades y stas con la naturaleza y el cosmos; puesto que, como
hemos dicho el libro de la naturaleza es la Ley de las Sociedades
Originarias. Mapa ubicacin de las Jacha Markas Originarias Andinas
y la transversalidad interecologica. Croquis espacial de achachilas
En este sentido mientras el sindicato y los partidos polticos
republicanos nos habla de unidad, como sinnimo de uniformizacin;
los Pueblos y Naciones Originarias, entendemos como la permanente
necesidad de retornar a la diversidad; la armonizacin y cohesin de
esa diversidad llamada parcialidades.* a) Jaqi-Pacha y la Armona de
las Parcialidades Nuestro elemento, fundamental y natural es la
pareja humana, unida por la accin dla JAQICHA, all el hombre y la
mujer son parcialidades heterogneas y complementaras, que hacen la
unidad de la familia, armoniza fuerzas y energas de las
parcialidades, ambos al organizar la familia se ponen en
condiciones iguales, armonizan y cohesionan, cultivan, reproducen y
alimentan las partes, como una totalidad. Pero esta totalid ad en
relacin a la Jatha, Ayllu y Marka, resulta siendo tambin
parcialidad; en este caso sea de Urin-Aran; pero que son emulados y
armonizados por el TAYPI, o sea por el encuentro y reencuentro de
las parcialidades; a fin de armonizar las hostilidades de exceso o
carencia. Esto es en realidad la Jatha y modelo de unidad que
buscamosen la re-toma del proceso originario. Esto es respuesta a
debates de gnero y desarrollo. Puesto que entender la dinmica de
gnero, como parcialidad, lleva a extremos como feminismo o
machismo. El problema esta entonces, no slo interactuar,
complementar en sexo y la reproduccin, sino tambin en la gestin, el
rol poltico y el desarrollo social, econmico y cultural de los
Pueblos y las Naciones Originarias y stas con los No Originarios.
Lo contrario es apartheit o segregacin. b) Las Parcialidades
Armonizadas por las Fuerzas del Taypi Las parcialidades por si
solas sueltas no son fuerza, ni energa, as como la mujer y el
hombre aislados, tampoco tendra sentido para y en la vida, ni
cumplirn las leyes de reciprocidad y
complementariedad, en otras palabras estaran desarmonizados
(entindase bien claro que hay excepciones). Las partes
-parcialidades- se emulan en el TAYPI, hemos dicho por encuentros y
re-encuentros ceremoniales y ritualizados, resultando estos eventos
sagrados al igual que hacer amor en la pareja, pero ambos actos
sirven para reciprocar y complementar energas, pero tambin para
producir y reproducir la especie, alimentos y riqueza. All entonces
la importancia de la funcin del Taypi y la Armonizacin, que es otro
elemento que tiene que ver con nuestras luchas. Entonces no slo
tenemos que buscar unidad entre hombres y mujeres -gnero- sino
tambin entre las diversas partes y/o sectores; en este proceso de
reafirmacin y retoma de lo originario. Qu nos dicen los polticos y
la COB sobre esto? mantener la estructura republicana. ORDEN
ARMNICO DE LAS PARCIALIDADES a) Alaasaya Nayraxa N taypi
Jalanta W Chiqa
E Jalsu Kupi
S Msa Qhiphaxa Nayraxa Aranasaya Paqallqu 7 Sayta Jalanta Taypi
Urinsaya 6 Maqallqu Sayta Jalsu
Paqallqu Sayta 7
Qhiphaxa
Maqallqu 6 Maqallqu
c) La Jaqicha en el Ayllu: Modelo de Unidad Armonizada Pensar en
la Jaqicha y el Ayllu, es tambin pensar en la PACHA, porque slo a
travs del tiempo y espacio, desarrollamos nuestras virtudes,
defectos, potencialidades y debilidades. Si una familia (pareja) no
armoniza las fuerzas y energas de varn - mujer, es que esa pareja,
no slo que es mal vista, sino tambin est inhabilitado para cumplir
determinados roles en el Ayllu y la Marka. En otras palabras la
armonizacin de la pareja, tiene que ver con la tica de la pareja,
sus familiares y el Ayllu, por eso toda pareja en el Ayllu es una
pieza importante en la funcin del Ayllu. Es aqu donde el gnero
cobra importancia, por las funciones sociales, productivas y
reproductivas que cumple en
una cultura y sociedad. Este modelo tenemos que ampliar,
proyectar y porque no decir retomar en la estructura y la lucha de
nuestras organizaciones originarias. Pensar en el Ayllu o Tekoa, es
pensar y afirmar en lo propio, y lo propio es pensar con propiedad
de s mismo es "Jaqi-Pacha", vida y fuente de vida, reproduccin
social y produccin alimentara, proceso q se desdobla en tiempo y
espacio, en Uma-Urqu, en Urin-Aran o simplemente en ue
Chacha-Warmi. Por eso pensar en lo propio es pensar en la
propiedad; sta relacin, de propio y la propiedad denota un rgimen
de apropiacin, sta relacin conflictual es violencia o fuente de
violencia. De ah que, tanto lo propio, la propiedad como la
violencia se canaliza a travs de T'inkus pareados (Urin-Aran) y las
ceremonias ritualizadas peridicamente, como un proceso permanente
de "Ponerse de acuerdo" las sociedades entre ellas y con la
naturaleza PACHA. Esto marca, un cdigo social propio y un modelo de
sociedad tambin propia, recreativa y nica, propia con propiedad y
milenaria como proyectiva, fr