2Aurelian
Durante sus muchos siglos de existencia, la ciudad de Sagan haba sido testigo de la llegada
de todo tipo de viajero a sus puertos, transitando a lo largo de sus limpias y bien ordenadascalles: vamirldeos de vistoso atuendo, regateando en los bazares en sus entrevesados
dialectos; mercaderes de mbar gris cubiertos en pieles, oriundos de las islas en el sur del
mar de Rodmil, el dominio de los domadragones; pescadores de los islotes que separaban
las islas continentes de Cordar y Nahndor, y naturalmente, los curiosos y efusivos visitantes
de la reina de las ciudades--Dolmenyth la Regia. De tal manera que los tres individuos que
transitaban la calle de las plateras no estaban fuera de lugar.
Uno de ellos era un hombre de semblante plido y estatura normal, de veintitantos o
treintaitantos aos de edad. Su cabello largo y castao enmarcaba su rostro enjuto, y en susojos ostentaban la mirada de una persona que haba aprendido mucho con demasiadarapidez, y de la manera ms oportuna posible. Vesta una tnica gris de tela costosa y una
capa corta de color azul cubra sus hombros--la insignia de los sabios de la corte imperial.
El segundo hombre era ms alto y tena la peculiar caracterstica de tener el cabello
tan blanco como los acantilados de Rhadaz, con la tez oscurecida por sus arduas labores
como granjero. Sus facciones recordaban a las esculturas de los viejos seores que habandominado el mundo en eras olvidadas. Su atuendo era negro y sin adornos.
La tercera era una mujer joven pero con el mismo cabello blanco que caracterizaba asu compaero. Su ojos eran de un azul fro y ntido que hacan juego con la seriedad de susemblante, trajeada sobriamente de cuero pardo.
El sabio de la corte--el conde Dior Mano Negra--limpi el sudor de su frente con el
dorso de la mano. "Uf! Qu temporada ms intolerable para venir de visita a tu ciudad".Riendo, la mujer--Aria--se volvi para mirarlo. "Cualquiera dira que no has pasado
un buen invierno en Sagan".
"Ja! Este hombre ha visitado nuestras tierras ms veces que cualquier otro nativo de
Brenhaland desde el comienzo de la historia", interrumpi el hombre alto y cano--el paladn
Aurelian. Aria, su hermana y escudera, fij sus ojos en l. "Pero nunca antes bajo elllamado del prncipe de Nahndor, el mismo Dorann".
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Prosiguieron su recorrido de la calle de las plateras en silencio, pasando el enorme
campo de Hrimar a su izquierda, con sus altos cipreses y lamos. Al otro lado de la calle se
erguan los innumerables tenderetes de los artesanos cuyo gremio daba su nombre a la calle.
Al frente y a poca distancia ya podan verse las torres del recinto del palacio real, una
reproduccin a menor escala del gran palacio del magno arconte en Dolmenyth.
Los tres se internaron en el recinto, siento escoltados por los guardias hasta la sala
de audiencias. Aurelian no era extrao aqu: muchas haban sido sus visitas en calidad de
Gran Capitn del ejrcito nahndoriano, as como par de la corte, ya que vnculos de sangrelo unan a la familia real. Su presencia para debatir asuntos de estado era frecuente.
Caminando a lo largo de los pasillos, el paladn record claramente la Gran Guerra
contra el demonio Luzarphir, la expedicin de las cuatro tierras para derrotarlo, y las
innumerables batallas que haban librado en sus inhspitas y fras tierras. Aunque el
esfuerzo combinado de la humanidad entera haba rendido fruto, an persistan vestigios de
la presencia del ente paranormal en el mundo. No todos ellos eran los fantasmas y criaturas
contra las que resultaba necesario emplear magia; tambin existan los restos fsicos de la
gran guerra, como lo eran los capitanes y guerreros que se haban aliado con Luzarphir a
cambio de dones materiales. El motivo detrs de la visita a Sagan lo era, precisamente, uno
de estos condotieros.
Mientras que aguardaban la llegada del prncipe de Nahndor en la sala de
audiencias, decorada de mrmoles y frisos de distintas islas, Aria se torn para preguntar a
su hermano: "Tienes alguna idea de lo que ha motivado su llamado?"
"Y tampoco es mala pregunta", observ Dior.
Aurelian respir a fondo. "Estoy casi seguro de que se trata de un individuo muy
especial". Sus ojos hicieron contacto con los Dior. "Alguien que t y yo conocemos muybien, primo".
"Pero quin?" insisti Aria, intercambiando miradas con los dos hombres.
"Un humano llamado Gensar Espuelas Negras, mejor conocido como el Gerifaltedel Norte", dijo Aurelian. "El hijo desterrado del rey de Rhadaz, adems de ser un guerreroy hechicero bastante astuto. Se convirti en lugarteniente de Luzarphir, y despus de que el
demonio retornara a su abismo, Gensar ocup la fortaleza de Menyth Thrlor, de la que es
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seor".
Un sabio de antao haba dicho que lo mejor que los dioses pudieran hacer por loshumanos sera hundir las malditas islas de Rhadaz hasta el fondo de los mares, pens Aria,
sopesando la informacin impartida por su hermano. "S, pero este Gensar no es ms que un
humano ms. Por que---"
Su pregunta fue interrumpida por el tair de un pequeo balancn en una esquina de
la sala: el mayordomo de palacio anunciaba la entrada del prncipe Dorann D'Sagan.
Dos puertas enchapadas de oro se abrieron de par de par para permitir la entrada del
prncipe de la isla. Barbado y de cabellera dorada, con ojos de color sardnice, Dorann nopermiti que sus familiares le rindiesen pleitesa, avanzando hacia ellos con sus brazos
abiertos, intercambiando abrazos y palabras de bienvenida.
Dorann reserv una bienvenida muy especial para Aurelian. "Oh, paladn de
nuestras tierras! Grande es mi deuda contigo, pero la nica moneda con que te puedo pagar
es otra tarea tanto o ms peligrosa que la anterior".
Aurelian sonro. Aria miraba de reojo a su hermano, orgullosa del poder oculto queejerca su presencia sobre Dorann.
Extrayendo un pauelo perfumado de la manga de su tnica, el conde Dior lo oli y
coment. "Mi Seor, estoy seguro que tu deuda para con Aurelian es considerable, pero te
agradecera que nos dijeras el motivo por el que nos has llamado a tu presencia,especialmente despus de tener que aguantar una travesa de quince das en barco".
"Ah, te caracteriza tu impaciencia, joven hechicero del este", observ Dorann conbuen humor, antes de que sus palabras adquiriesen un matiz ms sombro. "Recibimos la
noticia de la muerte del magno arconte. Lo lamentamos. Gunter fue un gobernante de gran
sabidura. Qu edad tena al finar?""Casi cuatrocientos aos. Hay que recordar que Gunter figuraba entre los Seores
Relmpago, los padres de nuestra raza", explic Dior. "An no se ha nombrado sucesor al
cetro, pero los nueve prncipes de Brenhaland convocarn una asamblea para hacerlo". El
conde luego agreg en una voz ms baja: "En lo personal apoyo a Karath de la ciudad deDascon. Ha sido un buen adversario en los juegos de mesa".
La naturaleza vivaracha y ligeramente irreverente de su primo resultaba un tanto
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molesta para Aurelian, a quien jams se le hubiera ocurrido citar la pericia en juegos de azarcomo motivo para elevar alguien al trono. Pero Dior era la nica persona en la que confiaba
sus secretos--un ayudante incomparable y compaero en numerosas empresas de gran
peligro.
Dorann se alis la barba con una mano enjoyada. "El asunto que me hizo llamarlosno es tan sencillo como un juego de dados, conde Dior. Tal vez Aurelian se los hayacomentado a grandes rasgos, pero el problema es mucho ms complejo."
"Los barcos mercaderes de Cordnar, Vamirald y Nahndor han sido blanco de
ataques por fuerzas desconocidas," explic el prncipe. "Puesto que la flota de Rhadaz fue
prcticamente destruida despus de la guerra, es inverosmil que hayan reincidido en la
piratera. Sin embargo, los capitanes que han sobrevivido a estos asaltos sugieren que estos
bajeles fantasma, por darles nombre, puedan ser conjuros del Seor de Menyth Thrlor"."Gensar Espuelas Negras?" sugiri Aria, mencionando el nombre que acababa de
escuchar haca solo unos momentos.
"El mismo," asever Dorann. "Tu hermano y tu primo se han enfrentado a l en
varias ocasiones, descubriendo que se trata de un adversario formidable".
Aurelian y Dior mantenan su silencio, los dos meditando en silencio sobre la hora y
el lugar en que se haban producido sus encuentros con el Gerifalte del Norte: encuentros en
los que tanto la espada como el favor de los patrones celestiales les haba librado de la
muerte a las manos de Gensar o de sus mesnadas.
"Y que se espera de nosotros?" inquiri Aria. "Si tanto Aurelian como Dior se han
medido contra este mortal, y a su pesar, por lo que parece, qu es lo que se puede hacer?"
"Slo podemos hacer una cosa," interpuso Aurelian. "Barrer los mares en busca de
la flota de Gensar".
"Pero tomara meses!" protest Dior, alzando la cabeza repentinamente como
reaccin al planteamiento del paladn.
"Aunque nos tomara aos, primo, no existe otra opcin. No podemos asediar
Menyth Thrlor, ni enfrentarnos directamente con Gensar".
El Gerifalte del Norte, abandonado en su infancia en los bosques de Laurak en el
noroeste de Brenhaland por los esbirros de Ngelos, el rey loco de Rhadaz, haba crecido
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entre los rudos e ignorantes nativos de esa regin olvidada por la civilizacin, considerada
como una fuente casi inagotable de mercenarios dispuestos a cambiar sus vidas por un
puado de monedas. Sin el ms mnimo conocimiento de su abolengo real, Gensar se
convirti en temerario lder de mercenarios, ofreciendo su espada a los seoros de las
tierras del norte, que no obedecan al cetro del magno arconte. Capturado por la nigromante
de Menyth Garthol--otra esclava de Luzarphir--el guerrero lleg a conocer su verdadera
identidad y fue aleccionado en las artes mgicas, que le seran de utilidad en su afiliacin
con Luzarphir.
El prncipe Dorann examin las miradas intercambiadas por el paladn y el
hechicero en silencio.
"Cundo partimos?" pregunt Aurelian. Como paladn, su compromiso era luchar
contra los enemigos de la humanidad y contra cualquiera que estuviese empeado en
promover la causa del Mal. Pero jams pens que su desinteresada lucha en aras de lahumanidad le enfrentara de nuevo con Gensar Espuelas Negras.
"A peticin de las dems islas", repuso Dorann, "hemos ensamblado una flota de
navos distintos aqu en Sagan. Por el momento slo tenemos cinco bajeles, pero estsbienvenido a utilizarlos segn convenga a tu estrategia, Aurelian. Se avecina la temporada
de tormentas, y ya comienzan a soplar los vientos de mal agero desde el archipilago de
Vamirdil". El prncipe hizo una pausa antes de continuar. "Debes partir antes de que acabe
esta semana".
Mientras que Aurelian consideraba el tiempo limitado que se le conceda para hacer
sus preparativos, oy la voz de Dior que deca: "Les advierto, compaeros, que no soy buen
marinero y me mareo con facilidad".
* * *
Al otro lado de los mares, en los pramos del norte de Brenhaland, se ergua una
poderosa fortaleza cuyas murallas estaban cubiertas en la humeante piedra negra conocida
como firedyn, capaz de mantener su calor como un trozo de carbn an bajo las condicionesms fras. Ningn asediador se atrevera a colocar sus escalas contra un bastin hecho de
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dicho material.
Ms all del invencible cinto estaban los edificios y torres que ocupaban el seno de
Menyth Thrlor, el reducto invencible del lugarteniente de Luzarphir. Durante la guerra
ningn mortal se haba atrevido a lanzar un ataque contra el baluarte, y las flotas que osaron
surcar las aguas de la gran sonda de Zant para desplegar sus fuerzas acabaron incendiadas y
hundidas, ya por los rayos de fuego desconocido arrojados desde la ciudadela, ya por lasenormes piedras arrojadas por gigantescos trolls desde los acantilados.
En el nivel ms alto de la torre ms empinada, dos seres entablaban un dilogo que
no poda ser escuchado por odos mortales. El primero era un hombre cubierto por una
armadura de escamas tan elaborada que se asemejaba a las escamas de un reptil; noestorbaba sus movimientos en lo ms mnimo, puesto que su diseo integraba juntas casiinvisibles al ojo. La armadura estaba cubierta por una lriga negra y roja--los colores de lacasa real de Rhadaz. No quedaba duda alguna de que se trataba de Gensar Espuelas Negras.
El otro hombre era su ayudante y capitn de mercenarios--Vinech, un hombre chato
y fornido de las tribus que merodeaban los fros desiertos del norte. El soldado mir a su
seor con una mirada fra y calculadora. "Milord Gensar, hay algo que no me has dicho y
que te preocupa sobremanera".
Gensar, de cabello y barba roja, observ a su ayudante por algunos segundos antesde contestar. "Sucede, Vinech, que al consultar mi espejo de obsidiana anoche descubr quealguien haba descubierto nuestro secreto. El paladn Aurelian sale en busca de nosotros
desde un puerto de mar que no pude ver bien".
Aunque entenda muy poco de los poderes mgicos de su amo, el guerrero nmada
conoca los poderes de sus propios chamanes como para saber que tales cosas eran posibles,
y en el caso de Gensar, indudables. "Sin embargo, mi seor, Aurelian no es una amenaza
para ti".
"No ests tan seguro", advirti el Gerifalte del Norte, "Aurelian puede vencerte con
facilidad. Tal vez sea hasta mejor que yo".El capitn de los mercenarios resopl, haciendo un ademn despectivo. "An as, mi
seor, la flota se encuentra segura bajo el manto de invisibilidad. Para qu preocuparnos?""Lo acompaa ese mago petimetre, el conde Mano Negra!" espet Gensar. "A pesar
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de que sus poderes no se equiparan a los mos, no le ser difcil anular el manto".
Cosas de magos, pens el guerrero nmada. Las tribus preferan mantenerse
apartados de los chamanes y las brujas, si bien resultaban tiles sus poderes, representabanun factor difcil de controlar. Sus lealtades eran dudosas y sus rivalidades eran distintas a las
de los guerreros, que podan resolver diferencias en el campo de batalla ante los ojos de todala tribu.
Pero Gensar Espuelas Negras pareca haber tomado una determinacin. "Vinech,
haz que preparen mi dromn. Interceptar a esos tontos yo mismo".
* * *
La abigarrada escuadra de las islas aliadas zarp del puerto de Sagan en una maana
en la que reluca un sol esplndido y las aves de mar se zambullan en las verdes aguas en
busca de alimento. La Gran Guerra y las otras contiendas menores que la siguieron haban
logrado diezmar los guerreros de las cuatro tierras: eran pocos los que podan abandonar el
arado o el azadn para empuar armas, y an menos los que podan abandonar las labores
de mar para tripular barcos de guerra. Las capitanas de puerto siempre disponan de una o
dos galeras para mantener el orden entre los mercaderes, y estos se haban acostumbrado a
emprender sus viajes armados contra los piratas rhadazianos y los Domadragones de la mardel sur. Las galeras de cincuenta y de cien remos que haban formado la gloria de tanto
Nahndor como Cordnar y Vamirald una dcada atrs seguan ancladas y olvidadas,
carcomidas por los elementos. Otros navos que pertenecan a la misma tradicin guerrera
yacan en el fondo del mar. Slo en Brenhaland, bajo el cetro del magno arconte -- cetro queaguardaba una nueva mano que lo empuase -- exista una flota digna del nombre, de cuyos
mstiles ondeaban todo tipo de banderines y cuyas proas estaban adornadas con los escudos
de sus capitanes. En el Mar Interior de Brenhaland, slo accesible mediante el canal militar
excavado bajo las rdenes del legendario Wodhir, quien reclut cuarenta mil brbaros de lasplanicies de este para la labor, existan las enormes plataformas flotantes impulsadas por la
misteriosa combinacin de esferas y barras de hierro caldeadas a fuego para mover enormes
veletas bajo el agua.
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Pero Brenhaland haba experimentado bastantes guerras en su propio suelo; de
hecho, las tierras obedientes al cetro se replegaban cada vez ms hacia el sur, de tal forma
que Kylimmnia, la arruinada capital de los Seores Relmpago, formaba el trmino del
dominio, que ocupaba el resto del continente hasta su ltimo confn. Ms all de las
montaas del este existan confederaciones de brbaros que pagaban tributo al magno
arconte, pero propensas a la rebelin. Este conflicto martimo sera asunto de las islas, ya
que ningn mercader ni navo de Dolmenyth la Regia haba sufrido daos a manos de los
nuevos e invisibles corsarios.
Cinco naves contra lo desconocido. Cinco galeras de treinta remos, propulsadas no
por esclavos ni prisioneros, como era la costumbre, sino por hombres libres capaces de
ayudar en cualquier combate en alta mar. Al ritmo del flautista, los largos y ligeros remos de
cedro impulsaban las galeras desde el agua verde de la costa hasta el ail de la mar
profunda. El complemento defensivo era tpico: catapultas pequeas de corto alcance,
ballestas montadas sobre fijaciones resguardadas, tubos de bronce para lanzar las mezclasflamgeras que sembraban pavor entre los combatientes. En el fragor de la batalla sera
necesario lanzar el rezn para iniciar el abordaje, luchando contra el enemigo de cubierta acubierta...algo sumamente difcil cuando el maderamen se encontraba empapado de sangre
y los gritos atroces de los heridos resquebrajaban el aire.En esto pensaba Aurelian mientas que la nave capitana, una galera nahndoriana que
ostentaba el nombre Torghut en honor a una victoria en alta mar de antao. Las olas
rompan contra el casco oscuro de la galera a la par que el espoln de proa entraba y sala
del agua.
"Meditas, mi seor?"
El paladn se volvi para ver que se trataba Leuric, el capitn de la nave. Oriundo de
Olbia, la gran ciudad portuaria del sur de Nahndor, el hombre de mar haba derramado
sangre con Aurelian ante las murallas de Dolmenyth durante la Gran Guerra, cuando la Liga
de las Islas se vio obligada a socorrer a la reina de las ciudades. "Difcil sera meditar
durante una maana tan esplndida", sonri Aurelian. "No obstante, querido amigo, pensaba
que nos ha tocado vivir la vida en ciclos, y este se repite".
El capitn torn los ojos hacia el gran promontorio de Ras Telig, la ltima parte de
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Nahndor que podan ver los marineros al salir de su tierra. En la cima descansaba el gran
faro de Telig, con sus fuegos y enormes espejos de bronce pulido. "Los tripulantes estnpreocupados, Aurelian," manifest Leuric. "No saben qu suerte nos espera contra una
armada invisible. Piensan que el tener un hechicero a bordo--aunque se trate de tu primo--es
de mal agero. Dudan si ser prudente recalar en Rhadalin, a pesar de que no hay otra isla
dnde hacerlo..."
"Demasiadas dudas para los bravos de la flota de nuestra tierra, no crees?"
"Tal vez ests en lo cierto, mi seor".
El viento jugaba contra las jarcias de la Torghut, haciendo rechinar las poleas. "Porlo menos habr buen viento," coment Leuric. "Los remeros no podrn quejarse. Pasemos alcastillo de popa, mi seor. Hay mucho de qu hablar".
A pesar de lo angosto de la galera, exista suficiente espacio bajo cubierta paraportar provisiones y ofrecer alojamiento para los oficiales y especialistas. El castillo de popacontena no slo la caseta del timn, sino tambin el pequeo aposento del comandante del
navo, que haba sido cedido a los tres pasajeros de importancia. Las botas del paladncrujan sobre la madera de la cubierta al paso que esquivaba barriles y otros aparejos.
Leuric y Aurelian ascendieron las escaleras que conducan al nivel superior de la
estructura y se internaron por una puerta de dimensiones reducidas. Un fuerte olor a
especies de condimentar vino permeaba la habitacin. "No miente nuestro primo", coment
Aria al ver a su hermano. "Est sumamente mareado". Seal con la mano el camastro que
ocupaba la figura del mago, arropado en su capa azul y emitiendo leves quejidos.Los tres restantes se sentaron en las superficies disponibles en el espacio, Aria
ocupando una silla de cuero carcomido por el salitre. "Antes de zarpar", comenz Leuric,
"Los capitanes de las otras naves comentaron sobre los lugares en dnde se han producido
los ataques. A diferencia de los piratas que conocemos, jams han ocurrido cerca de tierra,donde hay caletas y ensenadas desde las que los corsarios pueden lanzar sus canoas de
guerra. Se producen siempre en alta mar y en lugares concretos".
Para ilustrar su declaracin, Leuric se inclin para agarrar uno de varios pergaminos
enrollados en una casilla sobre el camastro. Colocndolo sobre la mesa, lo desenroll a la
par que Aurelian y Aria se acercaban para contemplar la vetusta carta de navegacin. "Son
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puntos conocidos por los mercaderes, como el Diente del Dragn y La Estrella, puntos en
los que se producen encuentros para relevar cargamento antes de ir aqu o ac", el hombre
de mar sealaba las costas de Cordnar y de Vamirald respectivamente".
Aurelian asinti. "As que es de suponer que la flota invisible no est basada en
Rhadaz, como suponamos, sino en Rhadalin o hasta en Vamirdil". El paladn traz con el
dedo una raya invisible hacia las dos islas de mayor tamao en el Mar del Sur.
"La...la isla de los domadragones?" pregunt Dior tenuemente desde el camastro.
"En efecto," repuso el capitn, evitando sonrer. "El almirante Bahran sugiri que las
cuevas de mar en Vamirdil seran un lugar ideal para ocultar embarcaciones de cualquier
calado".
Mientras que los presentes absorban la informacin impartida, se produjo un golpeseco contra la puerta del camarote. Un marinero cordnariano con voz gruesa asom la
cabeza. "Mi capitn, le procura el piloto".
Disculpndose de sus invitados, Leuric abandon el camarote para atender el
llamado.
Aurelian se levant para cerrar la puerta y apestillarla. Torn la cabeza para ver a
sus compaeros. "Escchenme los dos--al subir a bordo, se fijaron en el grupo demarineros que jugaban dados?"
Dior hizo lo posible por levantarse del camastro. "Claro...claro que s...de hecho,
uno de ellos haca trampa e hice que los dados cayesen en su contra".
"No es de sorprender", coment Aria.
"Uno de ellos emanaba cierta maldad", explic el paladn, sentndose nuevamente
en el borde de una repisa que aguantaba los libros de mar y la bitcora de Leuric.
"Quienquiera que sea, su voluntad va en contra del propsito de nuestro viaje".Dior tosi dos veces. "Magnfico. Digamos que se trata de un espa de Menyth
Thrlor. Qu propones que hagamos sin que cunda el pnico entre la tripulacin?""Yo? Nada. T, conde Mano Negra, hars lo posible por integrarte en el juego y
confirmar mis sospechas".
La declaracin del paladn hizo que el hechicero padeciese un repentino ataque de
tos."Pero..pero...nunca he jugado al kalir en mi vida! Si fuese goorom, teluquir..."
12Aurelian
"Si quieres ir yo". ofreci Aria. "Al menos no se atrevern a hacerme trampa".
"Los marineros se opondran a que una mujer participara en su juego...sobre todo siacabas ganndoles", repuso Aurelian.
"Ach! Djenlo ya. Ir yo, a fin de cuentas". Dior volvi a desplomarse sobre elcamastro, tapndose el rostro con los pliegues de su capa.
* * *
Cualquier marinero veterano se habra dado cuenta de que pasaba algo raro, viendo
que el viento amainaba precisamente en un punto del mar que pareca tan llano como un
estanque de peces. La ausencia de sonido era total, y de internarse en el extrao fenmeno,
notara una neblina muy sutil que lo empaaba todo. Y justo despus de hacerlo, no daracrdito a sus ojos, ni vivira lo suficiente como para contarlo a los dems mortales.
Una dromn de velamen negro, cuya vela mayor presentaba las espuelas cruzadas
de Gensar, se diriga directamente hacia el extrao vaco en el agua, como si un magnetismo
desconocido le atrajese a dicho punto.El manto de invisibilidad que guareca las seis naves piratas--dromones de color
gris--no era ni un fenmeno de la naturaleza ni parte del arsenal mgico de Gensar. Se
trataba de un mundo aparte: un bolsillo en la realidad, una burbuja de otra dimensin queobedeca las rdenes del lugarteniente de Menyth Thrlor.
Desde el castillete de su dromn, Gensar sinti cierto orgullo al internarse dentro de
la extraa formacin y ver sus naves corsarias, para las que el fenmeno slo aparentaba ser
una atenuacin de la luz solar. Tal vez algn da, musit, le sera posible recrear el
fenmeno en tierra firme y ocultar un ejrcito entero, pero por el momento el manto deinvisibilidad era idneo para sembrar el terror entre los mercaderes que hacan el recorrido
entre el continente de Brenhaland y la Liga de las Islas.
Un bote ligero impulsado a remos se acercaba a la galera de Gensar. El mago
guerrero vio que se trataba de Oran Sidegh, el comandante de la flota de dromones. Los
marineros ayudaron al oficial superior a subir la escala de cuerdas, y Sidegh encamin sus
pasos directamente hacia dnde se encontraba su amo.
13Aurelian
"Mi seor Gensar! Tu presencia nos honra". El comandante inclin la cabeza en
seal de reverencia.
"Existe un problema", asever el mago guerrero. "El enemigo ha lanzado sus
propias naves en pos de la flota invisible para destruirla. Por este motivo he abandonado
Menyth Thrlor. Me har cargo de la armada personalmente, Sidegh". Los ojos verdes deGensar barrieron el mar gris sobre el que flotaban sus naves.
* * *
Con el natural recelo que sentan los marineros hacia cualquier practicante de la
magia, era muy posible que Aria hubiese tenido ms facilidad en unirse al juego que sedesarrollaba sobre la cubierta, pensaba Dior, sentado con las piernas cruzadas.
Las permutaciones en juegos de dados eran infinitas--cada regin de las cuatro tierras tenasu propio juego, y cada juego sus particularidades que le separaban de los dems.
"Ojos de alacrn!" exclam un marinero desdentado de gesto tosco que haba dichollamarse Vidarr. Los poliedros descansaban sobre una estera no muy limpia, dos puntos en
sus caras superiores. "Me deben dos esta partida!"
Los dems jugadores empujaron sus monedas hacia el ganador, quien no tard enguardarlas en su faltriquera.
"Te toca, seor" indic otro marinero, dirigindose a Dior.
"Ah, de veras? A ver..." el hechicero de la corte imperial sacudi los dados en la
mano izquierda, influenciando sutilmente la manera en la que caeran sobre la estera de
juego. Soltndolos como un par de dientes de animal desconocido, los poliedros hicieroncontacto con la superficie, revelando dos caras distintas--cinco y seis, respectivamente. Sin
preguntar, los dems jugadores se abalanzaron sobre las monedas que Dior tena en frente."Tienes mala suerte, mi seor," dijo Vidarr con tono de sorna. "Tal vez no te
conviene el juego"."La suerte es veleidosa, amigo. Confo en el porvenir". Recordando que su misin
no consista en ganarles la partida a unos lobos de mar, sino desenmascarar un posible
espa, el mago hizo lo posible por que no lo delatara su semblante.
14Aurelian
Detectar el individuo cuyo aire malvolo haba percibido Aurelian no haba
representado gran dificultad. Se trataba de un vamirldeo cuyos brazos eran una masa
compacta de cicatrices: fruto de acciones navales o de castigo por parte de sus superiores.
Dior se inclinaba por lo segundo. Los gruesos mostachos del vamirldeo le daban un aire de
perro de cacera sumamente desagradable, aunque no necesariamente maligno. Aurelian
haba detectado las emanaciones de un amuleto peculiar que el hombre llevaba alrededor de
su cuello.
El juego prosigui hasta que lleg el turno del vamirldeo: justo en el momento enque rodaba los dados, Dior pudo insertarse en su pensamiento gracias a la distraccin que
supona la partida. "Mantarraya!" exclam el hombre, satisfecho de la manera en que
haban cado los dados.
En un abrir y cerrar de ojos, el mago pudo ver la imagen mental que dominaba lospensamientos de su contrincante: una isla de basalto negro, azotada por las olas y rematada
por un castillo en ruinas.
"Te toca de nuevo, mi seor"
"Um..qu?
"Es tu turno".
"Ah,s..claro". Dior no pretenda que su sonrisa de circunstancias le ayudase en este
momento, pero no importaba. Ya haba cumplido con su misin.
Los dados cayeron sobre la estera de juego y rodaron una distancia corta. Dos paresde ojos miraban hacia el cielo.
"Gemelos! Maldita sea", espet Vidarr, depositando cierta cantidad de dinero frente
al mago. Los dems hicieron lo mismo, refunfuando.
Dior recogi las monedas y se las guard. "Ves lo que deca? La suerte es
veleidosa. Todo era cuestin de recuperarme un poco." Ponindose de pie, el mago hizo una
reverencia poco profunda. "Buen da a todos".
Los jugadores jams se dieron cuenta de que los dados originales obraban en poderdel mago de Dolmenyth, y que un par nuevo, sacado de la nada, era el que le haba ganado
la victoria.
Momentos despus, Dior contaba los sucesos a Leuric y sus compaeros.
15Aurelian
"Una isla con una fortaleza arruinada en su cima?" pregunt Leuric, reunido
nuevamente con el paladn, su escudera y el mago en el recinto de su camarote.
"Y bastante grande, dicho sea de paso".
"Um...puede ser Songhand, una isla de la cadena de Rhadaz. Se
tratara de la ms pequea de las islas de dicho grupo".
"Eso me tema", coment Aria. "Una conexin con dichas tierras era inevitable".
"Recalar en Rhadalin sera peligrossimo, entonces." afirm el capitn, mirando a
Aurelian como recordndole de lo que haban hablado por la maana. "Es posible que nos
estn tendiendo una celada...el marinero que me dices ha estado en mi servicio por unos
meses nada ms. Tal vez a l se deba el temor sobre lo que se nos espera en dicho lugar".
Aurelian sinti como se colaba el viento a travs de las rendijas del camarote."Arrecia el viento. Cunto tiempo para llegar a Rhadalin?"
"Para cuando toque el segundo cuartillo. Debemos fondear en la ensenada y repostar
agua. Los remeros tendrn buen apetito a esa hora", a pesar de la gravedad que revesta el
asunto, Leuric se permiti la chanza.
"El seor de la isla de Rhadalin es de la misma estirpe que los de Rhadaz. No me
sorprendera que, a pesar de sus juramentos hacia la Liga de las Islas, mantuviese unalealtad secreta para con los suyos y por ende con Gensar". Aurelian frunci el entrecejo."Veremos lo que nos depara el futuro."
* * *
La noche pareca intensificar el efecto ocultador del manto de invisibilidad de
Gensar Espuelas Negras. Los remeros de los dromones se encontraban ociosos, durmiendo
en sus duros asientos o sobre los tablones de la cubierta. Otra de las caractersticas del raro
fenmeno aprovechado por el mago guerrero era que se mova por s sola, evitando la
necesidad de emplear anclas de mar ni hacer que la tripulacin remase para mantenerse a la
par de las otras naves.
16Aurelian
En su camarote, habiendo dado la orden de no ser molestado por ningn motivo, el
Gerifalte del Norte preparaba un conjuro, echando puados de un polvo azulado sobre untrpode de bronce que sostena un brasero. "A dnde est el paladn? Dmelo!"
Gensar no hablaba solo; sus palabras iban dirigidas a una masa amorfa de color
negro que se retorca en una esquina del camarote, cerca de la nica claraboya del mismo.
"No lo s", susurr la masa informe.
"Lo sabes", la voz de Gensar tena un tono inflexible -- el nico que deba usarse
para tratar con seres del ultramundo. "Slo temes el castigo de su patrn divino".
"Por qu he de temer?" susurr nuevamente la masa negra, aumentando levemente
de tamao. "Y por qu no lo buscas t mismo?"
"No te burles, demonio infeliz", advirti Gensar. "Puedo mandarte a recibir castigo,
o puedo darte nombre propio para que ningn mago te pueda invocar. T elige."
La masa negra adopt una forma ligeramente esfrica. "Encontrars a Aurelian a
cien leguas al sur de aqu, preparndose para llegar a Rhadalin", ofreci el ser,
aprovechndose de la oferta que le haca el mago. "Tiene cinco bajeles de guerra consigo.Tu espa ha delatado la base de tu flota sin saberlo".
Gensar asimil la informacin lentamente. "Es todo?"
"Todo". susurr la voz de nuevo, cambiando de forma.
"Vete, pues. Tu nombre ser Atnok, el que murmura. Te libero del servicio a
cualquier mago que no conozca tu nombre."
Siseando, la masa negra se convirti repentinamente en un cilindro alargado que se
dobl para salir por la claraboya entreabierta, perdindose en el mar.
El encuentro con mi viejo adversario ser sublime, pens el mago guerrero, consatisfaccin innegable.
* * *
A bordo de la Torghut y sus naves hermanas se efectuaban los preparativos para
varar las galeras en la arena gris de la isla de Rhadalin, la mas surea del archipilago de
Rhadaz pero fuera del control de Ngelos, el rey loco. La isla era un terruo basltico
17Aurelian
dominado por una montaa oscura y libre de vegetacin, rodeada por barrancas donde se
practicaba el pastoreo. Desde los tiempos de la Gran Guerra, la Liga de las Islas se haba
apoderado de este punto estratgico entre sus mares y los del gran continente de
Brenhaland, construyendo una serie de arsenales controlados por una guarnicin
vamirldea.
Las galeras replegaron sus velas principales y una parte de los remeros subi a la
cubierta para tomar los acolladores y otros cabos necesarios para arrastrar la galera sobre la
arena y vararla.
Saltando al agua bajo la luz de una luna menguante, los remeros entonaban canciones quese remontaban a los principios de la navegacin. En menos de una hora, despus de unas
cuantas paladas adicionales, las cinco galeras aliadas yacan sobre la arena, sus remos
recogidos y velmenes aferrados.
Soldados vamirldeos en lrigas rojas se acercaron a las naves, antorchas en mano."Salud, marineros!" La alegra de Mermax, el alcaide de la guarnicin, era evidente
an en la oscuridad. Los barcos mercaderes, cargados de haberes, le aburran sobremanera,
pero la llegada de cinco galeras de guerra le recordaba a su juventud. "Bienvenidos aRhadalin!"
La playa haba pasado del vaco total a convertirse en una diminuta ciudad a la par
que los remeros tocaban tierra y preparaban fogatas para cocinar. Sin necesidad de pedir, las
fuerzas de la guarnicin ya traan cajas llenas de tasajo, tubrculos y algunas de las amargasfrutas que se daban en la isla.
"Salud, Mermax," repuso Leuric, quien haba formado un pequeo ruedo con los
capitanes de las dems embarcaciones as como Aurelian y sus compaeros. "Te
agradecemos la bienvenida, aunque las circunstancias podan ser mejores".A la luz de las antorchas y los grandes hachos clavados en la arena por los
marineros, Aurelian poda ver la reluciente calva y barba intonsa del alcaide. "Aunque
mejor anfitrin que Mrmax no puede haber en las islas"."Mi seor Aurelian!" exclam el soldado, haciendo una reverencia veloz. "Hace
docenas de lunas que te vi por ltima vez--no sabes cunto me alegra verte de nuevo.
Tenemos poco en nuestra fortaleza, pero lo mo es tuyo, como ya sabes".
18Aurelian
"Ojal y pudisemos aprovechar tanta generosidad, Mrmax, pero debemos recalar yzarpar de nuevo," explic Aurelian. "Tenemos una cita en alta mar con Gensar Espuelas
Negras".
"Pero no dejar que una visita tan distinguida duerma sobre los pedruscos de laplaya!" insisti Mrmax. "Acompenme a nuestro fuerte".
Dior intercambi miradas con Aria. "Y yo que soaba con darme un bao de luna..."
Leuric y sus capitanes se rezagaron para organizar a sus respectivas tripulaciones.
Escoltados por los guardias, el paladn, su escudera y el mago se dirigieron hacia una
fortaleza de piedra parda. El alcaide hablaba en voz alta sobre Chel Tarxin, el seor de la
isla, y la tirantez en las relaciones entre la guarnicin y el barn rhadaziano. Aunque Tarxin
no haba manifestado seas visibles de haber renovado su lealtad hacia su raza, los
vamirldeos tenan sus dudas.
La luz de los mltiples fuegos en la playa y las voces de los remeros y guerreros de
mar daban el aspecto de una celebracin inesperada. Excluidos del jolgorio improvisadoquedaban los vigas que haban escalado los farallones cercanos para vigilar. Y a pesar de lo
despejado del tiempo, algunos de ellos no tardaron en comentar sobre un banco de nieblasobre el mar que pareca acercarse inexorablemente a la isla, a pesar del buen tiempo...
Tras algunas horas de duermevela, el paladn se calz las botas y sali al terrapln
de la guarnicin, su espada Colmillo ceida a su cinturn. Caminando por el patio de armas,
el paladn pensaba en su mujer, Xonya, los hijos que haba dejado atrs en Nahndor, ascomo la granja en su feudo de Aurenland, que ocupaba algunas de las tierras ms prdigasde dicha isla. Sus obligaciones marciales no le haban quitado el deseo de seguir siendo
granjero, y estar presente en sus tierras para la siembra y la cosecha. Tal vez algn da lesera posible dedicarse a sus tierras y dejar que las aventuras a otros.
Sus meditaciones quedaron interrumpidas por un grito lejano que rompi latranquilidad de la noche. Aunque no poda distinguir las palabras, otros centinelas repetan
la alarma hasta que no quedaba duda.
"Naves enemigas!"
Los centinelas de la guarnicin no demoraron en tocar la alarma y despertar a las
dems tropas. En la playa los marineros hacan lo posible por desperezase y tomar las
19Aurelian
precauciones necesarias para evitar la destruccin de sus naves y combatir el enemigo en
tierra. Aurelian ascendi las escaleras de piedra que llevaban al adarve y se asom por una
de las saeteras: en la oscuridad, donde slo debera ser posible ver la blancura de las crestas
de las olas, iluminadas por la tenue luz de luna, haba una neblina fosforescente dentro de la
que era posible las siluetas de embarcaciones de guerra.
Una voz femenina le abordaba. "Aurelian, dejaste tu coraza en la galera."Era Aria, portando consigo la coraza de un soldado vamirldeo. Sin demorar un
minuto, la escudera la haba colocado sobre su hermano, ciendo las correas con rapidez.
"Me preocupaba el tener que luchar sobre la cubierta de un barco, Aurelian," confes Aria.
"Ahora creo que tendremos la ventaja"."No lo creas por un minuto siquiera", advirti el paladn. Tenemos ms hombres de
los que disponen los dromones de Gensar, pero recuerda que tiene aliados en tierra".
"Te refieres al espa abordo de la Torghut?"
"No. Al seor de esta isla, que domina nuestra retaguardia. Dile a Dior que acabe de
desperezarse y que me espere en el patio de armas".
* * *
Envueltas en la tenue niebla fosforescente, los dromones de Gensar comenzaron a
lanzar vasijas llenas de mezclas flamgeras contra la playa. Algunas cayeron sobre lasuperficie del agua, ardiendo sobre las rompientes; otras atinaron contra las galeras,
esparcindose sobre la cubierta de una de las naves mientras que su dotacin haca lo
imposible por contener la conflagracin. La estrategia del Gerifalte del Norte no era
compleja: destruir la flota varada y luego desembarcar para medirse con su enemigoAurelian.
A pesar del bombardeo, las aguas de color negro azabache estaban llenas de
hombres que intentaban arrastrar sus galeras hasta una profundidad que permitiese virarlas
contra el enemigo: la Amyra fue la primera en tener xito, vitoreada por los marineros que
quedaban en tierra o desde las cubiertas de sus propios navos. Los artilleros cordnarianos
no demoraron en hacer gala de su puntera lanzando sus propios incendiarios contra las
embarcaciones detrs del banco de neblina; las vasijas salan disparadas y desaparecan en
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la irrealidad de la neblina, haciendo imposible saber si haban dado contra algn objetivo uotro. Los arqueros remojaban las puntas de sus flechas en aceite y, disparando en un arcosumamente elevado, depositaban su esperanza en poder incendiar las velas del enemigo.
Dos de los veloces dromones salieron de la niebla--moles negras contra la noche--
acompaados por los gritos de guerra de sirvientes del Gerifalte del Norte. Entre los
alabarderos y jabalineros rhadazianos los defensores pudieron divisar algunas enormesfiguras silenciosas que blandan mazas: trolls. Sin esperar a que las galeras llegasen a la
profundidad somera de la ensenada, los rhadazianos comenzaron a saltar al agua, entonando
sus cnticos marciales, ansiosos de llegar a la playa y lanzarse al asalto.
"Vaya noche emocionante!"
Dior apareci al lado de Aurelian casi como si se hubiese valido de sus artes para
lograrlo. El joven hechicero contemplaba los eventos que se desarrollaban en la playa concuriosidad desinteresada, como si viese una representacin de las batallas de los Seores
Relmpago en los prados de Dolmenyth.
"Te pido que no te demores tanto la prxima vez. El tiempo apremia" coment
Aurelian, sin quitar la vista del progreso de la contienda armada. "Qu piensas de la nieblade nuestro viejo amigo?"
El paladn bien no acab de hablar cuando una de las vasijas incendiarias hizocontacto contra uno de los dromones enemigos protegidos por la extraa burbuja de Gensar.La iluminacin repentina dibuj la silueta de la embarcacin momentneamente antes deapagarse.
"Maravilloso", coment Dior, casi embelezado. "Estpidamente maravilloso".
"Qu?"El mago mir al paladn. "Aurelian, se trata de un mekhlarg, no lo ves?"
"Pas tanto tiempo con la espada como t con tus libros, Dior. Ignoro de qu
hablas".
La emocin embarcaba al mago, que sonrea mientras que los primeros encuentros
entre rhadazianos y los suyos se producan en la arena. "Es un mekhlarg, una manifestacin
de otro nivel de existencia en el nuestro!" explic apresurado, "Vagan de un nivel al otro
como la espuma de jabn en el agua. Algunos piensan que resulta posible alcanzar dichos
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planos mediante ellas".
Los dromones restantes comenzaron a salir de la neblina, incluyendo la que haba
sido alcanzada por los incendiarios, y cuyo mastelero arda como un rbol en llamas. "Tu
sapiencia es fascinante, primo, pero mi paciencia tiene lmites. Existe algn arma contra
eso?"
"Para qu destruirlo, Aurelian, cuando basta desplazarlo a otra dimensin?" repuso
el mago. "Veo que ests ansioso por entrar en batalla---me encargar de ello".
Apretando el hombro de su primo en seal de agradecimiento, el paladn se apart
del adarve, bajando a la carrera al puente de salida del fortn y desenvainando Colmillo. Elsonido de acero chocando contra acero, acompaado por los bramidos de los trolls del
enemigo, llenaban la oscuridad. Algunos de los nautas y guerreros de la Liga vitorearon al
paladn al ver su cabello nveo entre sus filas. Aunque los cordnarianos y nahndorianos eran
numricamente superiores, los guerreros del enemigo combatan con una ferocidad
alimentada por la magia de Gensar. Ya comenzaban a llegar ms de ellos a la playa, algunos
sucumbiendo a las flechas de los arqueros. Pero una figura avanzaba, invulnerable, hacia los
defensores, abrindose paso con su larga espada roja como un hierro candente.Gensar Espuelas Negras.
Vindolo a la distancia, Aurelian se abri camino entre los suyos, dando tajos adiestra y siniestra con Colmillo. Un jabalinero estrell la punta de su lanza contra la corazaprestada que llevaba el paladn; Aurelian enterr su espada en el cuello de su atacante,
salpicndose de sangre.
"Gensar!"
El adalid del caos sigui caminando sin inmutarse, avanzando entre los
combatientes como si fuesen sombras. "Quin lo hubiera dicho, paladn? Nuestroencuentro final se produce en una roca en medio de la nada, donde nadie cantar himnos
sobre tu derrota".
Aurelian ignor la mofa del caballero oscuro. "Mis votos me exigen que te conceda
la oportunidad de redimirte, Gensar. Pide perdn por tus maldades".
El rojo encarnado de Llamarada, la espada del maloso, pareci adquirir matices msprofundos. "Vaya presuncin de tu parte, paladn. Quin eres t para absolverme en
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nombre de tus intiles deidades?" la tenue luz que despeda la espada baaba las facciones
barbadas de su dueo. "Antes de cortarte la lengua me pedirs perdn a m, insolente!"
Fue a duras penas que Aurelian pudo esquivar la estocada con el acero sobrenatural;
haciendo todo lo posible por mantener el equilibrio sobre la arena, el paladn desvi otro
ataque con su propia espada, haciendo que Llamarada largase chispas anaranjadas. Loimportante era guardar una distancia prudente del arma catica, dada su extensin, que era
superior a la de Colmillo. Aun as, Gensar asest un tajo contra su contrincante que produjouna incisin negra y dentado en la coraza del paladn. Aurelian pudo sentir el calor
sobrenatural de la espada a travs de la brecha.
Con una sonrisa abierta, el caballero oscuro levanto su espada. "No, no creo que
ningn juglar cantar la derrota y muerte de Aurelian".Percibiendo con el rabillo del ojo que el assegai de uno los soldados de su
contrincante yaca sobre la arena, Aurelian salt por l, agarrndolo con la mano izquierda e
hiriendo a Gensar inesperadamente en el antebrazo. Exclamando ms de sorpresa que de
dolor, el hijo del rey loco de Rhadaz, se abalanz sobre el paladn, que se defenda a dosmanos contra los largos y poderosos tajos de Llamarada.
La excelente defensa del paladn contra la embestida de su contrincante fue
traicionada por un inesperado socavn en la arena. Aurelian cay sobre su costado derecho,
sintiendo cmo la coraza daada presionaba su torso; Colmillo se le haba ido de la mano,
hacindose invisible en la oscuridad reinante: la nica luz era el rojo infernal de la espadade Gensar.
Si el Gerifalte del Norte pens pronunciar algunas palabras sobre su adversario
cado, haciendo alarde de su poder, nunca tuvo la oportunidad. Un arquero desconocido a
ambos espadachines--parte de la dotacin de una de las galeras de la Liga de las Islas--haba
estado siguiendo el combate sublime de los campeones del bien y del mal, fascinado por la
escena que se produca a la distancia. Jams se sabr cmo, o si Sanblod, el dios patrono de
Aurelian, gui su saeta hasta el blanco, pero el arquero atin a clavar una de sus flechas de
plumas verdes en el cuello de Gensar, perforando las escamas menos resistentes de la
gorguera.
El paladn se qued atnito al ver a su enemigo retroceder, tambalendose, soltando
23Aurelian
Llamarada y colocando ambas manos sobre el astil de la fecha para arrancarla de cuajo entreborbotones de sangre.
Aurelian aprovech la oportunidad para recobrar Colmillo y asumir una postura
defensiva. Cualquier otro guerrero se habra aprovechado de la oportunidad para reanudar
su ataque sobre el adversario, pero el paladn se rega por sus propias normas. "Tregua,
Gensar!"
Mano al cuello, el amo de Menyth Thrlor clav sus ojos llenos de ira sobre elpaladn.
Las exclamaciones y gritero del combate que les rodeaba se trocaron rpidamente
en expresiones de confusin y temor, tanto por parte de los guerreros de Gensar como los de
Aurelian; cientos de pares de ojos miraban hacia el mar y la bruma irreal que rodeaba losdromones. Una luz verdosa y ntida delineaba el contorno de la esfera que contena las
embarcaciones, permitiendo ver que se trataba de una burbuja casi perfecta."Imbciles!" logr exclamar Gensar, probando el sabor de su propia sangre en los
labios. "No saben lo que hacen ni las fuerzas conque lidian". Apuntando Llamarada, rojacomo una tea, hacia Aurelian. "En mi afn por capturarte, paladn, me olvid del mago de
poca monta que te sigue a todas partes."
El Gerifalte del Norte tosi, y la sangre manch la arena.
* * *
Detrs de una de las almenas del fortn, el conde Dior haca pases en el aire con
ambas manos, trazando diseos complejos que eran capaces de surtir efecto sobre el mundofsico. El conjuro haba requerido poca preparacin, por suerte, y con Aria vigilando por laseguridad de su cuerpo, el mago no haba tenido que tomar las precauciones rutinarias de
cualquier practicante de la alta magia, que queda vulnerable al entrar en trance.
El mekhlarg era un ser vivo, con tena un nivel primitivo de existencia equiparable
al de las formaciones coralinas bajo el mar. el joven hechicero y estudioso de la corte deDolmenyth intentaba infundirle el deseo de volver a su dimensin nativa.
Si Aria D'Sagan, espada en mano, hubiese tenido el don de la comunicacin mental,
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o de haberlo tenido cualquiera de los pocos soldados que circulaban por la galera de
almenas, les habra sido posible escuchar una especie de conversacin entre el mago y el
fenmeno, un dilogo imposible de describir a ciencia cierta, como un hombre tratando de
entablar un coloquio con un gran cetceo.
Con los ojos en blanco, el conde Dior incitaba a la gran esfera a alejarse, a regresar asus mundos y dejar este...los pensamientos transmitidos eran de buena fe, pero sin dejarlugar a dudas de que el mago era capaz de desterrar la esfera a otros planos, tal vez
desconocidos para el mekhlarg.
La esfera comenzaba a pulsar, incrementando su color verde como el cobre
quemado. Desde el fortn era posible ver a los soldados rhadazianos abandonando sus armas
y armaduras para volver al agua, buscando la proteccin de sus dromones; los enormes
trolls rugan, trepndose sobre los espolones de los barcos y asindose de las extraas
esculturas de madera que decoraban sus proas. Con un poco ms de luz habran visto a
Gensar Espuelas Negras, el Gerifalte del Norte, amo de Menyth Thrlor, aprovecharse de la
tregua que le conceda su adversario para retirarse a su embarcacin, iluminndose el paso
con Llamarada.
Lo inesperado no tardara en producirse.
Un ruido sordo llen el aire, como el tocar de una de las extraas trompetas en los
templos de los viejos dioses de Vamirald, que llenaban de azoro a los fieles. De haberestado consciente y no en la irrealidad de su trance, el conde Dior les habra explicado que
el sonido lo produca el mismo aire que respiraban, pero al precipitarse al vaco creado por
la desaparicin del fenmeno que los antiguos haban bautizado mekhlarg.
En cuestin de segundos, el sonido se vio acompaado por una brisa que no demor
en trocarse en un viento huracanado que pareca arrastrarlo todo hacia su seno: los
dromones de Gensar y las galeras de la Liga que estaban en el agua se vieron arrastradas
hacia el verdor irreal del mekhlarg a pesar de los valientes esfuerzos de sus nautas. La arena
de la playa se levant en el aire, formando una cortina que amenazaba con asfixiar a los que
buscaban refugiarse del caos circundante; las galeras que no haban replegado sus
masteleros quedaron desarboladas.
La noche adquiri un matiz verdoso que empapaba las piedras, las armas, las galeras
25Aurelian
en playa, los combatientes y el fortn. Cubrindose los ojos con la mano, Aria vea que suprimo Dior pareca una estatua de pura malaquita, y que ella misma haba adquirido el
extrao verdor. Algunos defensores corran despavoridos, estregndose la piel expuesta con
las manos para deshacerse del extrao verdor.
"Dior, has algo!" exclam Aria, viendo que la situacin llegaba a un paroxismo de
terror. Pero la estatua de malaquita, ojos en blanco, se limitaba a hacer pases en el aire.El ruido comenz a atenuarse, y con ello el verdor irradiado por el mekhlarg, que
comenzaba a reducirse en tamao. El manto oscuro de la noche volva a restablecerse y los
objetos recobraban su color normal a la par que la arena excitada por los eventossobrenaturales caa desde el cielo como agua. En cuestin de segundos reinaba la calma y
un silencio casi total, interrumpido por algunos gemidos y exclamaciones.
Los brazos del mago colgaban ahora inertes; Dior parpadeaba como uno que
acababa de despertar de un sueo casi letrgico. A punto de desplomarse, Aria lo ayud a
sentarse sobre unos escalones al pie de la almena.
"Qu tal la diversin?" pregunt despus de algn tiempo, sorprendido al verse a smismo y la escudera cubiertos de arena.
Aria le dio un abrazo, besndole la mejilla. "Como siempre, primo, te lo pierdestodo".
* * *
Al rayar el alba, Aurelian se encontraba sentado en la playa, regada de maderos y
restos de armas, as como con el humo de fogatas e incendios que an seguan ardiendo. Era
como si el padre de los ciclones hubiera desatado su furia contra Rhadalin, amontonando
escombros sobre ella.
De los dromones de Gensar no quedaba ni rastro. Haban sido succionadas por el
mekhlarg que regresaba a su propio universo, llevndose consigo al Gerifalte del Norte y
sus sirvientes; igual suerte haba corrido la heroica galera Amyra, la primera en unirse a la
batalla contra el enemigo. Con el corazn pesado como el plomo, el paladn trataba de
imaginar el destino de los nautas y guerreros del bajel de guerra: en algunos niveles de
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existencia era posible sobrevivir mientras que en otros, segn crean los antiguos, no haba
ni luz ni aire. Aurelian haba orado por ellos en silencio.
Sinti que alguien se acercaba. Mirando sobre el hombro izquierdo, comprob que
se trataba de Aria, pisando cuidadosamente entre los restos.
"He hablado con el capitn Leuric", dijo la escudera. "Con los escombros de algunasde las galeras ser posible construir un refugio para los nautas hasta que la Torghut regrese a
Nahndor en pos de ayuda".
"Y Dior?" pregunt Aurelian.
"Totalmente rendido, como siempre. El peor de sus vicios es dormir", sonri Aria,
sin menoscabar el agotamiento fsico de los practicantes de la alta magia.
Sentndose a su lado, Aria mir hacia el mar abierto, donde horas antes un ser de
otro mundo haba hecho gala de sus facultades naturales. "Leuric piensa que debemos
regresar a Nahndor con l para anunciar la victoria sobre Gensar. Si llegaran a surgir
rumores sobre tu muerte, los rhadazianos podran envalentonarse y...
"Victoria, dices?" coment el paladn con amargura. "No la veo por ninguna parte.
No puedo dejar de pensar que si ganamos, lo hicimos mediante un ardid bastante vil."La escudera asinti. "Si la causa es injusta, el paladn lucha en vano", dijo al fin,
repitiendo la sentencia que los sacerdotes de Sanblod haban inscrito a lo largo de la hoja deColmillo, ahora envainada y colgando de la cintura de Aurelian. "Pero dudo mucho que se
aplique en este caso...antes de dormirse, Dior dijo algo sobre haberse comunicado con unasabidura inimaginable para los humanos, y el haberla convencido en irse no haba
requerido de sus artes".
"Espero que tengas razn. La suerte de los marineros perdidos me preocupar hasta
el fin de mis das."
Contra eso no haba consuelo que ofrecer, pens Aria, quien tom a su hermano de
la mano. "Debes estar hambriento. Volvamos al fortn."
Los dos se levantaron de la playa, sacudindose la arena, y caminaron lentamente
hacia el castillo.
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