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Augusta Emerita. Reflexiones en torno a su arquitectura monumental y urbanismo

Jan 20, 2023

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Luis Moreno
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Page 1: Augusta Emerita. Reflexiones en torno a su arquitectura monumental y urbanismo
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José Beltrán Fortes Oliva Rodríguez Gutiérrez

(coordinadores científicos)

SEVILLA 2012

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© SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2012 Porvenir, 27 - 41013 Sevilla Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web: http://www.publius.us.es© JOSé BELTRáN FORTES y OLIVA RODRíGUEz GUTIéRREz

(coordinadores científicos) 2012

© POR LOS TEXTOS, SUS AUTORES 2012Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain ISBN 978-84-472-1277-4 Depósito Legal: SE 4606-2012 Maquetación e Impresión: Pinelo Talleres Gráficos, s.l.

Serie: Historia y GeografíaNúm.: 203

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o me-cánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almace-namiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Comité editorial:Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones)Carmen Barroso CastroJaime Domínguez AbascalJosé Luis Escacena CarrascoEnrique Figueroa ClementeMª Pilar Malet MaennerInés Mª Martín LacaveAntonio Merchán álvarezCarmen de Mora ValcárcelMª del Carmen Osuna FernándezJuan José Sendra Salas

Motivo de cubierta: composición realizada a partir de diferentes imáge-nes procedentes de trabajos contenidos en el volumen. Véanse crédi-tos correspondientes

Esta monografía corresponde a los resultados del Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía Sevilla Arqueológica (SEARQ) (P06-HUM-01587), dentro de las actividades del Grupo I+D+I HUM 402 (Plan Andaluz de Investigación).

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íNDICE

PresentaciónJosé Beltrán Fortes y Oliva Rodríguez Gutiérrez ................................. 11

I. ESTUDIOS INTRODUCTORIOS

Ciudad antigua: su concepción, el significado de la forma urbanística y sus consecuencias en la investigación y la política patrimonialManuel Bendala Galán ....................................................................... 21

Arqueología urbana en tiempos de crisisIgnacio Rodríguez Temiño ................................................................. 43

II. ARQUEOLOGÍA Y CIUDAD. EXPERIENCIAS ESPAÑOLAS

Arqueología urbana en el centro histórico de TarragonaRicardo Mar y Joaquín Ruiz de Arbulo .............................................. 59

Valentia, ciudad romana: su evidencia arqueológicaAlbert Ribera i Lacomba y José Luis Jiménez Salvador ........................ 77

Carthago Nova: Vrbs privilegiada del Mediterráneo occidentalJosé Miguel Noguera Celdrán ............................................................ 121

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Augusta Emerita. Reflexiones en torno a su arquitectura monumental y urbanismoPedro Mateos Cruz y Antonio Pizzo ................................................... 191

Investigación científica y arqueología urbana en la ciudad de Leónángel Morillo Cerdán ........................................................................ 211

Origen militar y desarrollo urbano de Astvrica AvgvstaMaría Luz González Fernández .......................................................... 257

La trama urbanística de Lucus Augusti: génesis y evoluciónMª Covadonga Carreño Gascón y Antonio Rodríguez Colmenero ..... 295

III. ARQUEOLOGÍA EN CIUDADES ANDALUZAS

Un nuevo modelo de gestión de la arqueología urbana en CórdobaAlberto León Muñoz y Desiderio Vaquerizo Gil ................................. 321

Malaca: de los textos literarios a la evidencia arqueológicaPilar Corrales Aguilar y Manuel Corrales Aguilar ............................... 363

Arqueología, moneda y ciudad: el ejemplo de MálagaBartolomé Mora Serrano .................................................................... 403

Desenterrando a Gades. Hitos de la arqueología preventiva, mirando al futuroDarío Bernal Casasola y Macarena Lara Medina ................................. 423

Granada antigua a través de la arqueología. Iliberri‑Florentia IliberritanaMargarita Orfila Pons y Elena Sánchez López ..................................... 475

Arqueología urbana en Huelva: la ciudad romana (Onoba Aestuaria)Juan Manuel Campos Carrasco .......................................................... 527

Almería, de la Antigüedad a la Edad Media. La evolución urbana través de la documentación arqueológicaCarmen Ana Pardo Barrionuevo ......................................................... 561

Evolución del urbanismo romano de AurgiJosé Luis Serrano Peña y Vicente Salvatierra Cuenca ........................... 585

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IV. ARQUEOLOGÍA Y CIUDAD.

EJEMPLOS DESDE SEVILLA Y SU PROVINCIA

Sobre el origen y formación del urbanismo romano en la ciudad de CarmonaRicardo Lineros Romero y Juan Manuel Román Rodríguez................ 607

Planificación y resultados básicos de la investigación en Itálica entre los años 2005-2010Sandra Rodríguez de Guzmán Sánchez ............................................... 645

Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla)O. Rodríguez Gutiérrez, A. Fernández Flores y A. Rodríguez Azogue . 683

Colonia Augusta Firma Astigi (écija, Sevilla)Sergio García-Dils de la Vega.............................................................. 723

La Sevilla protohistóricaJ. L. Escacena Carrasco y F. J. García Fernández ................................. 763

Sevilla arqueológica. Referencias a un marco general y algunas consideraciones sobre la arqueología de HispalisJosé Beltrán Fortes .............................................................................. 815

Planificación y gestión urbana en HispalisDaniel González Acuña ...................................................................... 859

La Sevilla tardoantigua. Diez años después (2000-2010)Enrique García Vargas ........................................................................ 881

La transformación del Alcázar de Sevilla y sus implicaciones urbanasMiguel ángel Tabales Rodríguez ........................................................ 927

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AUGUSTA EMERITA. REFLEXIONES EN TORNO A SU ARQUITECTURA MONUMENTAL y URBANISMO

Pedro Mateos CruzAntonio PizzoInstituto de Arqueología de Mérida. CSIC

En los últimos años las perspectivas de la arqueología emeritense han cam-biado sustancialmente debido a la revisión de los nuevos datos aportados por la arqueología urbana y por un nuevo impulso que se ha dado a la investiga-ción sobre las dinámicas histórico-urbanas de la colonia. La organización de este coloquio Hispaniae Urbes. Investigaciones arqueológicas en ciudades históricas, nos permite difundir brevemente los resultados de los últimos trabajos que se están llevando a cabo en el marco de diferentes proyectos de investigación sobre edifi-cios emblemáticos del conjunto monumental.

La complejidad urbana de Augusta Emerita y la calidad de conservación de los edificios ofrece el cuadro ideal para la realización de diferentes estudios que permiten, en la actualidad, una lectura muy variada del complejo mecanismo de organización de la comunidad. Recientemente se ha abierto un abanico muy amplio de análisis diferenciados, que ofrecen nuevas respuestas a problemáticas distintas vinculadas con el desarrollo topográfico de la colonia. Los distintos pro-yectos ofrecen nuevos resultados sobre la tecnología constructiva empleada en la fundación de la ciudad y en su desarrollo urbanístico, los sistemas de gestión de los esquemas topográficos y jurídicos empleados en la fundación de la primera etapa, los sistemas de gestión de las infraestructuras y los residuos urbanos o el análisis sistemático del desarrollo de la arquitectura privada, tradicionalmente es-condido bajo la monumentalidad de los edificios públicos.

Este conjunto de nuevos estudios nos ha ayudado, además, a percibir la colo-nia como uno de los Simulacra Romae implantado en una lejana provincia occi-dental y perfectamente integrado en el resto de la arquitectura imperial, mediante la definición de nuevos elementos claramente vinculados con los programas de difusión del culto imperial.

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En esta contribución se exponen sintéticamente algunas de las últimas noveda-des sobre Augusta Emerita, intentando una integración entre los nuevos datos apor-tados por la arqueología urbana con las temáticas y los estudios recientes citados.

Estos nuevos datos generados sobre el conocimiento del urbanismo y la to-pografía de la colonia a partir de las excavaciones arqueológicas que diariamente se realizan en el yacimiento han dado lugar a nuevas problemáticas que ponen en cuestión varios de los argumentos tradicionalmente aceptados.

Es el caso de la idea planteada por la mayoría de investigadores hasta el año 1975 (Bimilenario, 1976) que planteaba una Augusta Emerita fundada con la óp-tica de una ciudad de provincia que paulatinamente adquiere una categoría y un status de capital. Sin embargo, a esta realidad no se asociaban las cuestiones intrín-secas que un concepto de expansión evolucionista trae, inevitablemente, desde el punto de vista urbanístico, cultural y económico. Del mismo modo se ha querido incidir en la idea de una colonia fundada a imagen y semejanza de la metrópo-lis romana, una fundación donde todos los elementos conservados, datados casi siempre en época augustea, fueron realizados en los primeros quince años de su fundación, según una antigua teoría de Richmond defendida por la mayoría de los investigadores hasta la actualidad (Richmond, 1930).

Las informaciones que se manejan en la actualidad no permiten imaginar la ciudad como un diseño completamente augusteo, reflejo perfecto de la metrópo-lis. Generalmente, los datos disponibles no desvirtúan la importancia de la etapa fundacional de la ciudad, sin embargo, se conoce muy poco la organización de la misma en la integración entre edilicia pública y privada y, aún menos, la organiza-ción de las operaciones topográficas para su construcción. Es evidente que lo que se recupera de la trama urbana es el fruto de un proceso de trasformaciones de gran envergadura, dictadas directamente desde los programas oficiales y pequeñas inter-venciones que han alterado la imagen de regularidad y orden topográfico transmi-tido por las primeras investigaciones. Con esta misma perspectiva, la “cronología ordenada de los monumentos” no tiene cabida y, en el estado actual del conoci-miento y con la aplicación de nuevas metodologías, es difícil establecer una secuen-cia diacrónica clara para la construcción de las distintas estructuras conservadas1.

El análisis directo de la arquitectura monumental y la creación de nuevas do-cumentaciones gráficas de alta precisión demuestran la existencia de cuestiones constructivas, arquitectónicas, topográficas y urbanísticas que permanecían in-visibles en el análisis original de mayoría de los edificios públicos de época ro-mana, en particular en relación con su fisonomía original y sus trasformaciones estructurales.

1. Los continuos proyectos de investigación generados en el yacimiento arqueológico eme-ritense en los últimos años y cuyos resultados se plasman en distintas monografías que se irán ci-tando en este artículo plantean este nuevo escenario urbano para la colonia a lo largo del s. I d. C.

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Es perceptible la presencia de estructuras que perteneces claramente a la fase augustea; con algunas reservas, citaremos el caso del puente romano, el pórtico post scaenam del teatro o el templo de Diana2, junto con las estructuras augus-teas identificadas recientemente en el foro de Augusta Emerita (Ayerbe, Barrien-tos y Palma, 2009).

Sin embargo, edificios emblemáticos como el teatro o el anfiteatro, a pesar de las inscripciones augusteas que se observan en sus tribunas, se nos muestran desde el prisma de unas construcciones con una evolución cronológica mucho más compleja.

Tradicionalmente la definición de las etapas del desarrollo de la ciudad ha sido marcado por una ecuación muy sencilla que, en ausencia de argumentos ar-queológicos contundentes, ha generado una hipótesis cronológica de tipo evolu-cionista que sugiere la idea que todo lo realizado en granito revocado con estuco es augusteo, frente a una arquitectura marmorizada fechada a partir de Tiberio o Claudio. Probablemente en la mayoría de las ocasiones sea así, pero no creemos que sea positivo generalizar de ese modo ante la fragilidad y provisionalidad de es-tos argumentos. En este sentido, creemos que un análisis arqueológico apropiado de los edificios puede ofrecer diferentes claves de lectura para confirmar estas hi-pótesis generales (Mateos y Pizzo, e.p.).

Es evidente que Augusta Emerita sufre a lo largo de todo el s. I d.C. un im-pulso arquitectónico que afecta a su imagen urbanística. Esta idea se plasma por un lado, en la monumentalización o transformación de la arquitectura oficial existente y, por otro, en la creación de nuevos conjuntos que, con el paso de los años, configurarán una ciudad, donde los espacios públicos vinculados con la representación del poder y la arquitectura, ornamentación y ordenación tienen como mayor objetivo la “exaltación” del poder y, en ocasiones, el propio culto im-perial. Monumentalización y representación confluyen en lo que Gros denomina la “arquitectonización” de la ciudad en época romana, ligada a una idea manifiesta de representatividad (Gros, 1978) (fig. 1).

En el primer caso, el de las estructuras ya existentes en la ciudad que se trans-forman, debemos destacar, entre otros ejemplos, la sufrida probablemente por el teatro y anfiteatro3 o la documentada en el foro de la colonia4.

2. Sobre el tema en general véase Mateos, 2001 y Dupré, 2004.3. Ambos edificios están siendo objeto de estudio en un proyecto de investigación. Dentro del

proyecto, dirigido desde le Instituto de Arqueología y el Consorcio de Mérida y que cuenta con in-vestigadores del Museo Nacional de Arte Romano, la Universidad Autónoma de Madrid, la Uni-versidad de Sevilla, la Università de la Sapienza de Roma, etc, se ha efectuado la reexcavación de lugares significativos del teatro y el anfiteatro, su documentación planimétrica y el análisis de sus características arquitectónicas y urbanísticas, conjuntamente con el estudio iconográfico, de su de-coración arquitectónica y de la epigrafía, con el objetivo de conocer en profundidad la fisonomía y peculiaridades de estos espacios.

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Al segundo caso debemos vincular, hasta ahora, la edificación de los acueduc-tos de Los Milagros, construido junto con la fuente monumental que decoraba el cardo maximus en la zona Norte (Barrientos, 1998), en época julio-claudia, y el de Rabo de Buey-S. Lázaro en época flavia (Mateos, 2001); también la edificación del circo, iniciada en época tiberiana y finalizada con los flavios5, la del llamado forum adiectum, fechado hasta el momento en época de Nerón6, y la construc-ción del Conjunto Provincial de Culto Imperial en plena época tiberiana (Ma-teos et alii, 2006a).

Tras esta breve introducción, centraremos nuestra atención en los conjuntos forenses de la antigua capital lusitana que han sido objeto de diversos proyectos de investigación por parte del Consorcio y el Instituto de Arqueología.

Las características fundamentales del conjunto provincial han sido analiza-das a raíz de un proyecto de investigación realizado entre 1999 y 2006 (Mateos et alii, 2006a).

La elaboración de un análisis historiográfico previo a las intervenciones ar-queológicas nos puso en situación sobre el conocimiento real del área objeto de estudio (Ayerbe, 2006). La ausencia de planimetrías sobre las estructuras urbanas conocidas en la zona (arco, templo, restos aparecidos en excavaciones o incluidos en edificios actuales, etc.) dificultaba en gran medida su interpretación general. Quizás la clave para poder entender el urbanismo del “foro provincial” era preci-samente concebir toda la zona como un área con unidad espacial dentro del ur-banismo de Augusta Emerita. Gracias a este trabajo historiográfico se realizó por primera vez un estudio donde todos los datos conocidos se incluían en una misma planta arqueológica; así, los restos arquitectónicos, escultóricos y epigráficos se definían formando parte de una misma realidad y, a partir de ese momento, se empezó a vislumbrar su configuración general, las carencias con las que contába-mos y los puntos de análisis fundamentales para llegar a conocer las características urbanísticas y la funcionalidad del conjunto (Mateos et alii, 2006b).

Dentro de esta nueva configuración urbanística para Augusta Emerita, los promotores del complejo buscaron un espacio nuevo donde construir el con-junto, relativamente alejado del Foro de la colonia pero en una zona preponde-rante dentro de la trama urbana (Mateos et alii, 2006b). El lugar elegido fue un

4. Todas las novedades sobre las características generales del urbanismo del foro emeritense es-tán recogidas en el volumen editado por Ayerbe, Barrientos y Palma (2009).

5. Los únicos trabajos con los que contamos para establecer alguna cronología a partir de da-tos de excavación son los obtenidos y publicados por A. Montalvo, E. Gijón y F. J. Sánchez Palen-cia (Montalvo, Gijón y Sánchez Palencia 1997; Gijón, 2004).

6. Cronología atribuida por Trillmich en sus últimos estudios sobre la decoración escultórica del recinto (Trillmich, 2007) que ha sido revisada y corregida por Antonio Peña en la monografía Ayerbe, Barrientos y Palma (2009) antes mencionada.

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punto topográficamente elevado y céntrico dentro de la colonia haciéndolo coin-cidir con el trazado del cardo máximo en su lado norte. De la importancia que le dieron a esa ubicación habla la cantidad de condicionantes topográficos que tu-vieron que resolver:

El conjunto ocuparía la superficie que previamente era utilizada por cuatro areae donde existirían, hipotéticamente, 24 viviendas que tuvieron que ser adqui-ridas y destruidas previamente a la construcción del conjunto.

El complejo amortizó el recorrido de la vía principal de la ciudad, el cardo máximo, que dejó de ser utilizado en este punto tras su amortización y la cons-trucción de la plaza y el templo en el interior del complejo.

La amortización del cardo debe considerarse trascendental por diversos mo-tivos: probablemente de un lado coincide en fecha con la monumentalización documentada en algunos tramos situados en su recorrido central. Asimismo, la construcción del complejo debió complicar la circulación rodada y la peatonal por esta área de la ciudad, provocando un desvío sistemático de carros y caballe-ría –en ocasiones también de personas– que quisieran trasladarse a través del cardo máximo a la zona norte de la ciudad ya que el conjunto sería intransitable para ve-hículos, además de carecer de puertas en el extremo norte.

Los restos de estructuras domésticas localizadas en el área y que pertenecían a la fase de ocupación anterior a la construcción del conjunto se han documentado

Figura 1. Planta de Augusta Emerita en época flavia (según P. Mateos).

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en la zona correspondiente al área abierta del complejo. Se han podido registrar muros con restos de su revestimiento pictórico y tambores de columnas de un pe-ristilo, así como una pequeña sección de un tramo de cloaca que circulaba bajo un decumanus en el centro del complejo y que también fue amortizado tras la cons-trucción del complejo (fig. 2).

La edificación de todo este conjunto provocó un considerable aumento de la altura en el nivel de circulación de la plaza en relación a la de la ocupación pre-via, constituyéndose como una plataforma sobreelevada con respecto a toda la zona circundante. Para conseguir esta altura, las cimentaciones del edificio porti-cado que rodeaba a la plaza poseían aproximadamente 2 m de profundidad por debajo del nivel de alzado de los muros y del nivel de pavimentación del pórtico y la plaza (Mateos, 2006).

Para asegurar aún más la estática de ambas cimentaciones, la del muro de cie-rre y la de la columnata que hacía fachada hacia la plaza, el espacio existente en-tre ellas se rellenó con aportes de tierras que se irían vertiendo y compactando en tongadas de diverso grosor. Estos rellenos constructivos fechan claramente la for-mación del recinto en época tiberiana avanzada, en torno al año 30 (Aquilué y Dehesa, 2006).

A partir de esta fase de obra se realizó el alzado del edificio con su fachada to-talmente marmorizada como indican la aparición de las grapas de hierro para el revestimiento marmóreo de sus paredes.

Figura 2. Restos de estructuras domésticas anteriores a la construcción del conjunto provincial.

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El edificio se cerró al exterior con un ancho muro con contrafuertes equidis-tantes coincidentes con la colocación de las columnas en la fachada interior. Este edificio porticado presentaba dos aulas al norte de las esquinas de los lados largos que sobresalían de la alineación general del recinto.

El espacio interior del ambulacrum poseía una anchura de 9 m, distancia en-tre el muro de cierre y la cimentación corrida de una columnata, de la que se con-servan los asientos graníticos para las columnas cada 2,70 m, que conformaría la fachada del edificio hacia la plaza.

El canal perimetral que bordeaba la fachada porticada del edificio, recogiendo las aguas de su cubierta, estaba forrado de mármol a juzgar por las improntas que hemos documentado.

Nos encontramos, por tanto, ante un conjunto monumental (Mateos, 2006, 315 ss.) delimitado por un pórtico en, al menos, tres de sus lados –norte, este y oeste– aunque no podemos desechar que también existiera en el lado sur, donde en su punto central se construyó una puerta monumental de triple acceso (fig. 3). Esta imponente entrada, conocida con el nombre de “Arco de Trajano”, poseía un anchura total de 18 m aproximadamente, siendo el vano central de 9 m (8,81 m), el doble que los laterales. De esta construcción original7 se conserva solamente la parte que formaba la estructura portante de otra serie de elementos arquitectóni-cos y decorativos perdidos, que, en su totalidad, constituían el verdadero arcus, atribuyendo a la conformación antigua una fisonomía diferente. A las superficies de sillares de granito del arco se aplicaron una serie de elementos arquitectónicos decorativos en mármol que han dejado numerosas huellas de orificios para la co-locación de grapas metálicas de sujeción. Tras la reciente excavación arqueológica el edificio presenta una nueva visión de los restos que permite observar el arco en toda su monumentalidad, así como las características fundamentales de su inser-ción urbanística como acceso al conjunto monumental. Uno de los rasgos carac-terísticos del arco se relaciona con sus desproporcionadas dimensiones, sobre todo la excesiva anchura de su vano central que no puede interpretarse más que como un deseo de los promotores del proyecto de que la estructura funcionara como marco de un escenario protagonizado por el templo situado a eje. En esta relación existente entre el ancho total del cardo máximo y el de la puerta de acceso al con-junto –ambos miden aproximadamente 9 m8– debe estar la respuesta a las gran-des dimensiones de cada una de estas estructuras9.

7. Un primer análisis de este edificio en Pizzo, 2006; completado en Pizzo, 2008.8. Esta medida de 9 m de ancho para el cardo máximo se establece arqueológicamente por los

datos obtenidos en las intervenciones realizadas en el recinto provincial de culto imperial (Mateos et alii, 2006a) y en la calle Calvario, 8 (Ayerbe, 2005).

9. Como sabemos, el ancho de las vías de Augusta Emerita, tanto las intramuros como las situa-das fuera de la muralla, oscila entre los 4,70 m y los 6 m. Sobre este tema véase Alba, 2001.

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Con respecto a su cronología se hace evidente señalar la contemporaneidad entre todos los elementos del conjunto dictada por la presencia de un único pro-yecto fechado en época tiberiana.

Desde el vano central del arco se accedía al nivel de la plaza a través de una se-rie de 6 escalones que salvaban los 2,28 m de desnivel existentes entre la zona ex-terior del conjunto y el área abierta del recinto sacro.

La plaza se pavimentó con losas de mármol documentándose parte de este en-losado tanto en los peldaños de acceso al recinto como en la zona que rodeaba al templo. Desconocemos las estructuras y el material ornamental existente tanto en la plaza como en el interior de los pórticos pero, sin duda, el templo era el prota-gonista indiscutible del conjunto. Su localización, presidiendo la plaza, a eje con la puerta de acceso le sitúa en el centro de la vida del conjunto (Mateos et alii, 2006a, 251-277; Mateos, 2004)10.

El podio del edificio arranca con una hilada de sillares que sobresalía de la fa-chada y en la que se encastraría una primera moldura coincidiendo con el inicio del alzado del edificio. En cuanto a las fachadas del templo, parece claro que los límites laterales de la cella se cerrarían mediante un muro corrido como lo con-firma la línea recta en la que finaliza en esa zona el núcleo de opus caementicium al unirse con el triple forro de sillares. Por el contrario, en el pronaos, el núcleo de hormigón ofrece una serie de entrantes y salientes al encontrarse con los silla-res que definen la ubicación de los asientos de las columnas que caracterizarían el lateral y el frente en alzado del pronaos. El pronaos avanza hacia el Sur en los ex-tremos del edificio por la existencia de dos antas que enmarcan una escalera (Ma-teos et alii, 2006a, 139-145).Como puede apreciarse en la reconstrucción de su planta, se trataría de un templo hexástilo, con columnas rodeando solamente el pronaos y cella transversal.

En cuanto a su decoración arquitectónica, los hallazgos que se pueden rela-cionar con este recinto se caracterizan por su escasez y fragmentación. De todos los elementos recuperados en las excavaciones, llamamos la atención sobre 15 pie-zas, con las cuales cabe realizar una propuesta de reconstrucción de los alzados del templo y de los pórticos y que ha sido ya expuesta en el último Congreso In-ternacional de Arte Provincial Romano celebrado recientemente (Mateos et alii, 2011, 231-238).

A pesar de los encomiables esfuerzos por relacionar ciertos fragmentos escul-tóricos hallados en distintos puntos de la ciudad con el proyecto iconográfico del complejo, lo cierto es que no pueden ser más que meras especulaciones sobre res-tos sin vinculación directa con el conjunto y, por tanto, creemos oportuno no ana-lizarlos hasta confirmar o al menos intuir alguna evidencia sobre esa relación.

10. Para los primeros resultados de las excavaciones de urgencia practicadas en 1983, véase ál-varez Martínez, 1984.

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Figura 3. Planta reconstruida del Conjunto Provincial de Culto Imperial (según P. Mateos).

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Hasta ahora, el debate sobre el llamado “foro provincial de Augusta Emerita” se ha centrado en la existencia o no de argumentos suficientes para definir el ca-rácter provincial del nuevo espacio. En la monografia sobre el conjunto, hemos planteado nuestros argumentos a favor de la vinculación de este complejo con el culto de la provincia (Mateos, 2006, 317-354). Planteamos que en ese momento sólo existe un argumento que explique el enorme esfuerzo de remodelar un espa-cio urbano y construir este conjunto monumental: el establecimiento del culto imperial provincial de la Lusitania. Esta nueva situación requería la creación de un nuevo complejo en la capital, realizado lógicamente por las propias autori-dades provinciales. Estaríamos ante la misma política que impulsó a los tarraco-nenses a erigir el templo de Tarraco en el 15 d. C. marcando así el comienzo del culto imperial provincial en Hispania (Ruiz de Arbulo, 1999). La sugerente idea planteada por Saquete de que fuera L. Fulcinius Trio, gobernador de Lusitania en época de Tiberio (Saquete, 2005), se ha visto reforzada con la reciente aparición de un epígrafe hallado en el estanque oriental del templo de Diana y cuyo estudio forma parte de la monografía sobre el foro de Augusta Emerita.

El epígrafe, analizado recientemente (Mateos et alii, 2011, 231-238) no sólo confirmaría el carácter provincial del complejo, sino que permite, además, pre-cisar la cronología de la construcción del templo. Pero sobre todo, arroja luz so-bre la interacción del gobernador con las élites locales; en concreto, nos descubre la identidad del personaje en que L. Fulcinius Trio se apoyaba para la ejecución del conjunto del culto imperial provincial. El individuo en cuestión –L. Cornelius L. f. Bocchus– no es ningún desconocido; oriundo de Salacia (Alcácer do Sal), ya era conocido como uno de los miembros más destacados de la alta sociedad lu-sitana en época julio-claudia, cuya carrera local y ecuestre cabe ahora fechar con más precisión.

El epígrafe deja claro que Bocchus prestó ese servicio a L. Fulcinius Trio, na-turalmente durante el gobierno lusitano de aquél como legatus Augusti y no en su consulado sufecto durante la segunda mitad del 31, pero el brillo de ese honor en-noblecía también su praefectura anterior. No puede caber duda de que la raíz de esa estrecha colaboración de Bocchus con el gobernador durante cinco años estu-viera en la construcción del conjunto del culto provincial imperial con su templo, que se inauguró probablemente en otoño del año 30.

En resumen, el reciente hallazgo de la citada inscripción permite reforzar el carácter provincial del templo que preside el recinto de C/ Holguín y confirmar la cronología tiberiana inferida de la evidencia cerámica. El largo periodo en que Bocchus ejerció la praefectura fabrum en Lusitania induce a pensar que durante el mismo estuvo empeñado en la construcción del templo. En ese caso, el edificio se iniciaría en el año 26 d. C. y se concluiría en el año 30 d. C.; dato que refrenda la cronología propuesta por el material arqueológico hallado en las excavaciones y su vinculación con el reinado de Tiberio.

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La fecha del comienzo de la construcción es enormemente significativa, puesto que curiosamente coincide con el retorno de la embajada de la Bética en 25 d. C., circunstancia que quizá pudo impulsar también la construcción del templo de la provincia Lusitania. En esta labor, el legatus Augusti L. Fulcinius Trio desempeñó un papel fundamental, no sólo en la construcción del edificio, sino posiblemente también en la elección del modelo, el templo de la Concordia de Roma. Con este proceder, es posible que Trio buscara reconciliarse con Tibe-rio, ya que su puesto como gobernador de la Lusitania debe entenderse más bien como un “destierro” en la provincia más occidental del imperio, como consecuen-cia de su participación en los sucesos inmediatamente posteriores al fallecimiento de Germánico (Mateos et alii, 2011, 231-238).

A la vista de los datos arqueológicos, nos encontramos ante un conjunto mo-numental del que únicamente podemos verificar la existencia de una plaza en la que se inscribe un templo y que se encuentra delimitada por un edificio porticado que cierra el conjunto. No conocemos, sin embargo, más edificios o estructuras vinculados con aspectos administrativos, políticos o económicos, ni al interior ni en los alrededores del conjunto. La llamada basílica de Laborde, que ha venido relacionándose con el conjunto provincial –Fischwick (1995) la interpretó como sede del Concilium Provinciae– ha sido hallada, creemos, en recientes excavaciones efectuadas en el solar en el que Laborde sitúa el hallazgo (Ayerbe, 2005). Los da-tos proporcionados por la excavación arqueológica evidencian una datación para la construcción de este edificio en el s. III d. C. lo que invalidaría su relación con el funcionamiento administrativo, económico o político del conjunto provincial.

Durante los primeros años de la década de los noventa, Trillmich sugiere la idea de que el denominado foro norte no puede ser considerado realmente un foro provincial (Trillmich, 1993). Como argumento expone la ausencia de esta-tuas o epígrafes de flamines erigidos por la provincia. Esta tesis, realizada proba-blemente en respuesta a los planteamientos del momento en los que se sugería la existencia de dos conjuntos forenses en las tres capitales provinciales, tenía en el argumento ex silentio su baza principal, pero provocó un debate necesario sobre las características, funcionalidad y situación de estos espacios en la antigua Cor‑duba y Tarraco y coincidió con el inicio del proyecto de investigación desarrollado en Augusta Emerita sobre ese área de la ciudad.

Diez años después de las dudas planteadas por Trillmich, nos encontramos con una realidad distinta en las tres capitales provinciales; en todas ellas se plantea en la actualidad la existencia de tres conjuntos provinciales construidos en época de Tiberio, con temenos, plaza y templo sin que conozcamos, hasta el momento, más edificios públicos11.

11. Para el caso de Córdoba, véase Márquez, 2004, 2002), para Tarragona, Mar y Pensabene, 2004.

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En Augusta Emerita, además, la construcción de este conjunto representaría el inicio de un nuevo proyecto urbanístico que pretende la escenificación de una ciudad transformada en un espacio de representación para la nueva “arquitectura de poder” caracterizada por la “monumentalización” de la arquitectura pública existente y por la construcción de nuevos conjuntos.

Evidentemente, tanto las reformas de los edificios y espacios públicos exis-tentes en la ciudad como la construcción de los nuevos conjuntos originaron un paisaje urbano absolutamente distinto al conocido hasta ese momento. La impor-tancia de las transformaciones realizadas en el urbanismo emeritense obliga a en-tender este proceso como un proyecto urbanístico global, ya que sólo cabe pensar que sus promotores tenían como objetivo un nuevo modelo de ciudad. No pode-mos plantear las reformas como meras obras de consolidación y embellecimiento de la urbs dado que afectan a todas las estructuras fundamentales: los edificios de representación y de ocio (teatro, anfiteatro, circo), la arquitectura monumental (foros y conjuntos de culto imperial), cardo maximus e infraestructuras (muralla, acueductos, vías, etc). De otro lado, la reforma de estos edificios es coetánea con la creación de nuevos espacios públicos vinculados, en gran medida, con la crea-ción de nuevos conjuntos donde representar la “exaltación y el culto imperial” (teatro, circo, foro de la colonia y la construcción de la plataforma oriental o pór-tico del foro y conjunto provincial de culto imperial). Con estas transformacio-nes se busca adaptar las ciudades, sobre todo las capitales provinciales, a la nueva realidad religiosa, social y política del imperio, concibiendo una nueva arquitec-tura de poder.

Como sucede en Roma con el foro de augusto, el conjunto provincial de culto imperial sería el primer complejo conocido en Augusta Emerita construido en már-mol en su totalidad. Este hecho es importante si lo interpretamos como el inicio de una nueva imagen de la arquitectura pública emeritense, de sus espacios monu-mentales, que se verá reflejada posteriormente, por ejemplo, en el llamado Pórtico del foro, forum adiectum o Foro de los mármoles dependiendo de las diferentes ci-tas bibliográficas que atesora el estudio de sus elementos iconográficos.

Las distintas intervenciones arqueológicas que han venido sucediéndose en los últimos años en la zona central de la ciudad12 han propiciado un impor-tantísimo avance en la investigación sobre el foro de la colonia emeritense. Los

12. Casi todas originadas por la actividad de prevención ejercida desde el Consorcio de Mérida conforme al desarrollo del Plan Especial de Protección del Patrimonio y PGOU de Mérida. Sólo las realizadas en el entorno del “templo de Diana” fueron intervenciones programadas, originadas por el proyecto: “Documentación, integración urbanística y desarrollo turístico del templo de Diana y su entorno, Mérida” (I+D regional nº 2PR01B004) entre 2002 y 2004. Previamente, en 2001, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte había financiado la excavación del solar de santa Ca-talina próximo al templo.

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estudios existentes hasta el momento se habían centrado en dos zonas del área fo-rense: el denominado “templo de Diana” y su entorno más cercano13 y el llamado “pórtico del foro”14.

En el volumen recientemente editado por R. Ayerbe, T. Barrientos y F. Palma (2009) se amplía el conocimiento de esta zona de la ciudad hasta identificar cua-tro recintos arquitectónicos públicos independientes interrelacionados entre sí. Este nuevo análisis ha permitido conformar un panorama mucho más complejo y enriquecedor del espacio que genéricamente se designa como foro de la colonia. Así mismo, se ha conseguido reconstruir, desde una óptica diacrónica, la historia de estos espacios urbanos mostrando, a su vez, una nueva imagen arquitectónica y urbanística de esta zona de la ciudad antigua (fig. 4).

Con respecto al área central, tradicionalmente denominada foro de la colo-nia, se han delimitado con precisión tanto la zona de la cabecera como la confi-guración general de la plaza y de los edificios porticados que la delimitaban por los lados SO, SE y NE. Estas naves porticadas conformarían un frente unificado desde el interior de la plaza hacia las distintas edificaciones que se abrirían tras ellos. En el lado noroccidental del área abierta, sin embargo, estaría situada la zona de la cabecera sobreelevada unos 2 m y separada por un muro decorado con pilastras y realizado con sillares de granito. Al interior del área abierta, junto a la fachada de los edificios porticados se desarrollaba un intenso programa con-memorativo y honorífico, la mayoría proyectado desde la concepción del gran complejo forense aunque seguirían disponiéndose algunos elementos a lo largo del tiempo. Asimismo, los accesos al área abierta se realizaban en ambos extremos

13. Tras su adquisición pública en 1972 se iniciaron las excavaciones tanto en el llamado tem-plo de Diana como en su entorno inmediato. Las investigaciones sobre este edificio se han definido, hasta la fecha, con un estudio monográfico realizado por J. Mª álvarez y T. Nogales (álvarez y No-gales, 2003). A este trabajo, referencia obligatoria, hay que añadir los de J.L. de la Barrera sobre sus elementos de decoración arquitectónica (Barrera, 1984; 2000).

14. En este recinto se habían realizado una serie de campañas de excavaciones en dos zonas del edificio porticado que delimitaba esta área pública. Las primeras, dirigidas por J. M. álvarez Martínez entre los años 1980 y 1987, se centraron en el ángulo nororiental de este edificio (en los nº 11-13 de la c/ Sagasta); manteniéndose los restos visibles al público. En un tramo del pórtico sur de este recinto (esquina entra las calles Baños y Travesía de Parejo) también se desarrolló una in-tervención durante 1982. La mayor parte de las referencias bibliográficas existentes generadas por estas dos intervenciones se habían referido a los restos aparecidos en la calle Sagasta, aunque tam-bién existían someras menciones a la excavación de la calle Baños. Desde el inicio parecía evidente a los estudiosos que trabajaron sobre la decoración escultórica del pórtico, la estrecha relación con el foro de Augusto a Roma y, sobre todo, con los pórticos vinculados con el templo de Mar Ultor, llegando incluso a pensar que se tratara de un Augusteum. A lo largo de estos 25 años las hipótesis sobre la función y la cronología del complejo monumental han marcado el carácter de unión ideo-lógica con el foro augusteo, sin aclarar, sin embargo, la problemática cronológica y urbanística. Las últimas publicaciones indicaban una fecha claudio-neroniana.

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del lado SO y del NE, contabilizándose un total de cuatro. Parece clara la exis-tencia de un conjunto arquitectónica y cronológicamente unitario en tres de los cuatro lados que delimitaban el área abierta central. Tras la fachada porticada se desarrollaban los espacios donde se situaban e interrelacionaban las edificaciones de carácter administrativo, político y judicial. Se han identificado en torno a la plaza del foro emeritense varios edificios: la curia de la colonia, la basílica judicia-ria así como otros locales donde la individualización es más controvertida y que se plantean como aerarium o, menos probablemente, carcer (Ayerbe, Barrientos y Palma, 2009, 667-744).

Esta plataforma central que ocupa la extensión de seis manzanas se puede considerar en sentido estricto el verdadero foro de la colonia emeritense. Sin em-bargo, no es el único espacio donde se edifican complejos públicos de posible ca-rácter sacro en época augustea. En esta zona central de la colonia se establecen otros dos recintos públicos localizados al oeste del cardo máximo (Ayerbe, Ba-rrientos y Palma, 2009, 779-805).

Por otra parte, a partir de mediados del s. I d. C., se construye una nueva área pública sobre dos manzanas de la ciudad, ocupadas previamente por viviendas, ubicadas al lado oriental del área abierta de la plataforma central. Dentro de este nuevo espacio público se ubicaron dos complejos monumentales diferenciados aunque proyectados de forma coetánea. El ámbito que articuló todo el espacio de la plataforma oriental fue el recinto sacro (hasta ahora denominado “pórtico del foro”); completando la manzana al sur, se construyó un edificio público que se si-tuaba a nivel del entramado viario que lo rodeaba y, por tanto, a una altura muy inferior del área sacra (Ayerbe, Barrientos y Palma, 2009, 745-778).

Las intervenciones arqueológicas han demostrado que en el s. V d. C. los re-cintos públicos correspondientes al área forense habían sufrido una serie de alte-raciones importantes que reflejan el nuevo paisaje urbano generado a partir de ese momento en toda la ciudad (Ayerbe, Barrientos y Palma, 2009, 828-831).

Es probable que parte de estas grandes obras represente un programa de am-pliaciones urbanísticas de época flavia, debidas a la necesidad de instaurar un nuevo orden político vinculado con la introducción de formas más evidentes de culto imperial en las provincias. Es la temática que estamos analizando en la ac-tualidad. Sin embargo, este proyecto ha modificado el urbanismo de este espacio de la ciudad, su cronología y reformas y la funcionalidad de algunos de los edifi-cios que conformaban el foro de Augusta Emerita.

En estos momentos se plantea simplemente la idea de un nuevo cambio en la imagen arquitectónica de la colonia que, una vez más, es posible sintetizar en las trasformaciones de la arquitectura pública y, en particular, en los edificios citados: el acueducto de los Milagros, construido conjuntamente con la fuente monu-mental en la zona norte de la ciudad, en época julo-claudia, el acueducto de Rabo de Buey-San Lázaro en época flavia; la construcción del circo, empezada en época

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de Tiberio y finalizada con los flavios; el citado forum adiectum y, finalmente, la construcción del complejo provincial de culto imperial.

El circo (Montalvo, Gijón y Sánchez Palencia, 1997) estaba situado en las afueras de la ciudad, extramuros, delimitado al oeste por una vía principal de ac-ceso a Augusta Emerita y rodeado de enterramientos y edificios funerarios que su-gerían un paisaje muy determinado (fig. 5). No se profundiza aquí la relación existente entre este tipo de edificios y los foros provinciales, así como sobre su vin-culación con el culto imperial. Creemos, que, además de las estancias existentes en el interior con una funcionalidad cultual, el paisaje en el exterior distaba mucho de ser tan sencillo como pensábamos, constituyendo un verdadero conjunto ar-quitectónico de gran importancia. Durante los trabajos de seguimiento de un son-deo practicado en las cercanías del circo para la realización de un colector de aguas que desaguaran en el río Albarregas (Sánchez, 2002), aparecieron los restos de un canal y de dos basas de columnas de grandes dimensiones que definían la existen-cia de una plaza y un espacio porticado a eje con la puerta central cuya estructura ocupa toda la fachada suroriental del edificio. Además su construcción coincidió con la realización del acueducto llamado actualmente de S. Lázaro en la segunda mitad del s. I, que realiza un viraje en su recorrido para aproximarse claramente

Figura 4. Reconstrucción del área forense emeritense en época flavia (Según Ayerbe, Barrientos y Palma, 2009).

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al conjunto circense. Del mismo modo, al otro lado de la vía y a escasos metros del recorrido del acueducto, se construyeron unas termas de grandes dimensio-nes y uso público que deben vincularse claramente con la existencia de dicha con-ducción en los alrededores15. Lógicamente, este nuevo escenario que presentamos para la zona sugiere una importancia excepcional en el contexto urbano de la co-lonia y plantea una funcionalidad múltiple y una organización del espacio que lo convierten en uno de los puntos importantes en la vida pública de la ciudad.

En este recorrido por la arquitectura monumental emeritense se presentan al-gunas cuestiones sobre el conjunto formado por el teatro y el anfiteatro. Ambos edificios han sido fechados en Augusta Emerita en época augustea –el teatro en el 16-15 a. C. y el anfiteatro en el 8 a. C.– a partir de los epígrafes conmemorativos de su construcción. Con respecto a la epígrafe del teatro se evidencian una serie de cuestiones cronológicas. Puede que se trate de momento del consentimiento de la financiación del edificio por parte de Agripa como señala Trillmich (2004), que coincidiera con una fecha importante de la colonia como su declaración como ca-pital de la provincia o la necesidad de vincular el inicio de la construcción del edi-ficio, realizada posteriormente, al propio Agripa aún en vida. Del mismo modo la fecha (8 a. C.) inscrita en el epígrafe del anfiteatro es demasiado temprana para la construcción del edificio con la fisonomía que conocemos. A partir de los últimos datos que estamos barajando parece probable que o estos edificios se construyeron

15. Excavaciones aún inéditas y que forman parte de una monografía sobre las instalaciones termales de augusta emerita, editada por T. Barrientos, aún en proceso de publicación.

Figura 5. Reconstrucción del paisaje urbano en el área del circo y el acueducto de San Lázaro.

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en un momento posterior o sufrieron reformas sustanciales en su fisonomía. En el caso del teatro, las trasformaciones se manifiestan en las características arquitectó-nicas y ornamentación de su frons scaenae, en la incorporación de espacios porti-cados de tránsito y, sobre todo, en la adaptación de ambientes de carácter cultual vinculadas posiblemente con el culto imperial (fig. 6).

La relación del teatro con el culto imperial ha sido objeto de atención reite-rada sobre todo a partir de los estudios desarrollados por Trillmich sobre diversas estancias del conjunto situadas tanto en el peristilo –la llamada “aula sacra” (Trill-mich, 2004)– como en la cavea –el sacrarium de época trajanea (Trillmich, 1990) que supone la introducción del culto con la instalación de un pequeño santuario con imágenes de la casa imperial dedicado por algún alto cargo de la provincia. Con estos aspectos se vincula, además, la realización del nuevo programa estatua-rio de la frons scenae y el deseo de propaganda dinástica manifestado en los edifi-cios construidos en época de Claudio o del reinado de Nerón. Los nuevos datos aportados por el proyecto actualmente en marcha pondrán sobre la mesa nuevas dudas e interpretaciones relacionadas con las características, cronología y funcio-nalidad de estos edificios, que hoy se encuentran en fase de revisión (fig. 7).

Nota: Proyecto financiado por el Plan Regional de Investigación de la Junta de Extrema-dura (3PR 05 A104).

Figura 6. Vista general de la scaenae frons del teatro de Augusta Emerita (fotografía Consorcio de Mérida).

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Figura 7. Vista de las excavaciones arqueológicas realizadas en la escena del teatro (Fotografía P. Mateos).

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