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DAVID SOBREVILLA
EL PROGRAMA DEFUNDAMENTACION DE UNA ETICA
DISCURSIVA DE JURGEN HABERMAS
Jrgen Habermas ha trazado el programa de fundamentacin de
unatica discursiva en su articulo "Diskursethik -Notizen zu
einemBregrundungsprogramm" (Etica discursiva - Notas para un
programade fundamentacin), que fue publicado en su libro
MoraIbewuBtseinund kommunikatives Banda (Francfort: Suhrkamp, 1983)
(1). Comosu titulo indica, esta obra supone el libro anterior de
Habennas Theoriedes kommunikativeD Bandas (Teora de la accin
comunicativa)publicado en 1981, en especial su anlisis del actuar
orientado hacia elentendimiento.
Las circunstancias anteriores muestran las dificultades para
exponery criticar el intento habermasiano de fundamentar la tica
discursiva:de una parte se trata slo de un bosquejo preliminar al
que no se puedesobreexigir, y de otro estas notas son un desarrollo
sectorial de unateoria muy amplia y compleja -la de la accin
comunicativa. A estasdificultades se suman otras dos: una es que el
articulo es muy denso yambicioso, comprendiendo una parte
destructiva en la que Habennascritica las ticas no cognoscitivas,
otra constructiva en que desarrolla supropio planteamiento, y se
integra con otros trabajos del volumen; yotra que supone ideas de
Karl-Otto Apel.
En este texto hemos de tratar de ofrecer una exposicin lineal lo
mssimple y fiel posible slo de la parte constructiva del intento
habenna-
1. El libro ha sido traducido al espaol como Condeacia moral y
aedDeomUDieativa(Madrid: Pennsula, 1986). Esta traduccin es
enonnemente deficiente, por lo que laemplearemos corrigindola.
IDEAS Y VALORES Nos. 74-75 Bogot Agosto-Diciembre 1987
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siano de fundamentar la tica discursiva. Esto significa
querenunciamos de antemano a presentar los antecedentes del
proyecto dela tica discursiva en las ideas de Apel, sus supuestos
en la teoria deHabermas del actuar comunicativo, a explicar cmo se
complementacon los otros articulos del libro y a reproducir la
parte destructiva de las"Notas". Por ltimo, en una consideracin
final efectuaremos algunasobservaciones criticas.
l. Fenomenolog. de lo moral
Segn Habennas los fenmenos que debe esclarecer una ticafilosfica
son "la validez dentica (de deber ser) de las normas y
laspretensiones de validez que elevamos con los actos de habla
referidas alas nonnas (o reguladoras)" (p. 60). Nuestro autor se
coloca en latradicin de las ticas cognoscitivas que parten de Kant,
y en contra delas ticas metafisicas, axiolgico-intuicionistas y no
cognoscitivas engeneral (emocionalistas y decisionistas).
Ante todo, qu rasgos tienen los fenmenos morales? Habermas
losfija aprovechando los resultados a los que llega P. F. Strawson
en sutrabajo Freedom ud Resentment (Londres, 1974). En esta
investiga..cin Strawson analiza el resentimiento para demostrar la
realidad de lasexperiencias morales. El resentimiento exige ante
todo un agravio quesuscite en nosotros un sentimiento de
indignacin. Cuando la injuriaproducida no se puede "reparar" de
algn modo, la indignacin sefortalece e intensifica hasta
convertirse en un resentimiento profundo.Este sentimiento nos
revela un juicio moral: la reaccin de condenaimpotente ante el
agravio sufrido.
A partir de este ejemplo Strawson formula algunas observaciones
queHabermas recoge. La primera concierne a que el mundo de
losfenmenos morales slo se abre desde la actitud ptdormativa de
losparticipantes en la interaccin, es decir que en el caso
propuesto,concierne nicamente al ofensor y al agraviado. El uno
puede ofrecerdisculpas y el otro darlas. En el resentimiento puede
no haber un hechomoral para un tercero o para una persona que
considere el fenmenodesde una actitud "objetivante". La segunda
observacin es que elresentimiento y en general todas las acciones
afectivas personalesremiten a criterios 8uprapersonales del
enjuiciamiento de normas ymandatos: el resentimiento se dirige
hacia el otro concreto, y no esmoral porque se haya alterado la
interaccin de dos personas aisladas,sino porque en los reproches
del agraviado al ofensor anida unaesperanza normativa -en este caso
la de recibir las disculpas. Y latercera observacin es que el
justificar prctico-moral de una forma deaccin se orienta hacia un
aspecto distinto al del enjuiciamiento afecti..vamente neutro de
las conexiones entre medios y fines, pese a que estajustificacin se
puede deducir de los puntos de vista del bienestar
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social: quien se siente resentido y espera una disculpa del
otro, tiene laexpectativa de que ste justificar su conducta con
razones que vayanms all de lo que quiso o pudo hacer. Estas razones
no se puedenexplicar por criterios de utilidad social.
Fijados los rasgos de los fen6menos morales y luego de descartar
lasposiciones ticas metafsicas, axiol6gico-intuitivas y no
cognoscitivas-lo que hace Habennas en una ,exposici6n bastante
detallada que,como ya hemos manifestado,.no expondremos aqui-, pasa
a investigarlos fen6menos morales. La va que elige es la
pragmtico-formal.
2. Semejanzas. y asimetrias entre las pretensiones de validez de
laverdad proposidonal y de la correcein normativa.
Habermas comienza indicando que s610 podremos tener xito en
elintento de fundamentar los fen6menos morales si logramos
identificaruna pretensi6n de validez especial unida a los mandatos
y a las nonnas,y somos capaces de hacerlo en la esfera en que
surgen los dilemasmorales: en el horizonte del mundo de la vida. Si
las pretensiones devalidez en plural no se manifiestan antes de
toda reflexi6n en loscontextos de la acci6n comunicativa, no cabr
esperar una diferencia-cin entre la verdad y la correccin normativa
en el nivelargumentativo.
En este momento Habermas recurre a su teoria de la
accincomunicativa. Llama comunicativas a las interacciones en las
cuales losparticipantes coordinan de comn acuerdo simblicamente sus
planesde accin. El consenso en cada caso se mide por el
reconocimientointersubjetivo de las pretensiones de validez. En los
actos de habla seponen de manifiesto tres tipo de pretensiones:. de
ventad, de cOJTeCciny de autentieidad que se refieren,
respectivamente, al mundo objetivo,social y subjetivo. De otra
parte Habennas distingue entre la accinestratgica en que un actor
influye sobre el otro empricamentemediante la amenaza de sanciones
o la promesa de gratificaciones paraconseguir la prosecucin deseada
de una interaccin, de la accincomunicativa en que cada actor
aparece racionalmente motivado aobrar debido al efecto vinculante
ilocucionario de la oferta de un acto dehabla.
Que un hablante motive a un oyente a aceptar la oferta de un
acto dehabla no se explica a partir de la validez de lo que se
dice, sino de laeficaz garanta coordinadora fonnulada por el
hablante de que seesfonar en realizar la pretensin de validez que
ha presentado. En elcaso de las pretensiones de ventad y de
COJTeCciD, el hablante puededar cumplimiento a su garanta
diseursivUDmte, esto es, aduciendonzones; y en el caso de las
pretensiones de autenticidad adoptando uncomportamiento coherente.
Apenas el oyente acepta la garanta
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ofrecida por el hablante, cobran vigencia aquellas
obligacionesrelevantes a las consecuencias de la interacciD
contenidas en lo dicho.En el caso de los actos de habla
coDstativos, se derivan obligacionesslo en cuanto el hablante y el
oyente se ponen de acuerdo en apoyar susacciones en
interpretaciones de la situacin que no contradigan losenunciados
aceptados como verdadems. En el caso de los actos de
hablaregu1ativos, se presentan obligaciones muy variadas; en las
rdenes ylas indicaciones son para el destinatario de las mismas, en
las promesasy anuncios para el hablante, en los acuerdos y
contratos para hablante yoyente de un modo simtrico, en las
recomendaciones con un contenidoobligatorio y en las amenazas de un
modo asimtrico para ambaspartes. En el caso de los actos de habla
expresivos se derivanobligaciones de accin para el hablante en
cuanto pone de manifiesto sumundo interno: su conducta no deberla
mostrar contradicciones conrespecto a l.
Tanto la verdad proposicional como la correccin normativa
tienenpretensiones de valid~ que se eumplm diseursivammte, aunque
encada caso el rol de la coordinacin de la accin se realice de un
mododistinto. Habermas trata de mostrar que estos dos actos de
habla tienenun "asiento" distinto en la praxis comunicativa
cotidiana, lo que setraduce en una serie de asimetras.
Mencionemos en primer lugar una semejanza: los enunciados
aseve--rativos presuponen que los hechos existfl1, as como los
enunciadosnormativos que las nonnas se cumplm. La primera asimetra
consisteen el distinto comportamiento de los actos de habla frente
a las nonnasy frente a los hechos: las normas tienen una peculiar
forma deobjetividad frente a los actos de habla regu1ativos, de la
que no gozanlos hechos frente a los actos de habla cODstativos. Se
trata de losiguiente: normas como por ejemplo, "no se debe matar a
nadie" o"est mandado no matar a nadie" tienen sentido y vigencia
indepen-dientemente de que se las enuncie o que se recU1T8. a
ellas.
En cambio, enunciados descriptivos como "el hieITO es magntico"
o"es cierto que el hielTO es magntico" slo adquieren un
sentidopragmtico en relacin a una accin de habla constativa, o sea
que sondependientes de la fuena ilocucionaria de los actos de
habla. "Estaasimetra se explica", segn Habermas, "por el hecho de
que laspretensiones de verdad nicamente residen en los actos de
habla,mientras las pretensiones de validez normativa tienen su
"asiento" enprincipio en las normas y slo de forma dtrivada en los
actos de habla"(p. 80).
La segunda asimetria se deriva del carcter ambiguo de la validez
deldeber ser. Mientras existe una relacin inequvoca entre los
hechosexistentes y los enunciados verdaderos, la "existencia" o la
validez
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social de las normas no significa que ellas sean vigentes. Que
las normassean vigentes no slo depende de su reeonoeimiento soeial,
sino ademsde que sean aceptadas como normas legitimas, o sea que
cuenten conuna legitimaciD. Es decir que en el caso de las normas,
existe unaconexin entre su "existencia" y el hecho de que sean
legitimadas conbuenas razones. En cambio, en el caso de los
enunciados aseverativosno hay nada parecido: los hechos existen con
independencia de lasexpectativas de un cierto nmero de personas.
Las expectativas nolegitiman de ningn modo los hechos.
La circunstancia de que las normas requieran ser
legitimadasmediante razones da lugar segn Habermas a la necesidad
de una lgicadel diseurso pr6etico. Esta deberla ser elaborada como
una "lgicainformal" siguiendo aproximadamente la orientacin marcada
porStephen Toulmin en su famoso libro The uses 01 argument
(1958).Ahora bien, cmo pasar de las experiencias morales concretas
que sonvariables a un consenso universal sobre las normas? En el
caso deldiscurso terico sostiene Habennas que se supera el abismo
entre lasobservaciones particulares y las hiptesis generales
mediante diferentescnones de la induccin. En el discurso prctico
ser necesario unprincipio puente semejante. De aqui que todas las
investigaciones sobrela lgica de la argumentaeiD moral, conduzcan
pronto a la necesidad deintroducir un principio moral que como
regla de argumentacin juegueun rol semejante al principio de
induccin en el discurso cientUicoexperimental 3
3. El principio moral o criterio de univenalizaeiD de las
mximasde aecin ~principio U.).
Habermas empieza comprobando que todas la ticas cognoscitivasque
quieren encontrar un principio moral se remiten a la intuicin
for-mulada por Kant bajo la forma del imperativo categrico. El
principiomoral es concebido de modo que excluya como invlidas
aquellas nor-mas que no consigan la aprobacin cualificada. de todas
las personasque posiblemente sean afectadas. Por lo tanto el
principio puente queposibilita el consenso tiene que asegurar que
se acepten como vlidasnicamente aquellas normas que expresan una
"voluntad general":tienen que ser normas capaces de constituir una
"ley genera}". En estesentido puede entenderse el imperativo
categrico como un principioque exige la capacidad de generalizacin
de los modos de accin, de lasmximas y de los intereses nsitos en
ambos. Sern invlidas todasaquellas normas que contradigan esta
exigencia.
En opinin de Habermas la intuicin que se expresa en la idea de
lacapacidad de universalizacin de las mximas, significa que las
normasvlidas tienen que lograr el reconocimiento de todos los
afectados. Nodebe formarse un juicio al respecto desde un punto de
vista ms o
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menos amplio, sino desde un punto de vista, imparcial. Este
esnicamente aquel punto de vista desde el cual sean generalizables
lasnormas que, al incorporar de modo reconocible un inters comn a
todaslas personas afectadas, puedan conseguir un
reconocimientointersubjetivo. La formacin imparcial del juicio se
expresa en unprincipio que obliga a eada pnoDa en el circulo de los
afectados, aadoptar la perspectiva de todos los dems al momento de
sopesar losintereses. As se logra que cada norma vlida satisfaga la
condicin deque las consecuencias y efectos secundarios que
previsiblemente sesiguen de su acatamiento general para la
satisfaccin de los intereses deeada persona, puedan ser aceptados
por todos los afectados (as comopreferidos a los efectos de las
posibilidades alternativas sustitutorias).Este es el principio
U.
Habermas seala que este principio constituye una norma
argumen-tativa posibilitadora del acuerdo en los discursos prcticos
cuando seregula ciertas materias y se considera equitativamente el
inters detodos los afectados. Unicamente luego de fundamentar este
principio,se puede pasar a elaborar una tica discursiva. En
cualquier caso, U nose puede aplicar monolgicamente, sino que
regula de modo exclusivolas argumentaciones entre una pluralidad de
participantes, conteniendoaun las perspectivas de los argumentos
reales por hacerse, argumentosque los afectados pueden elaborar en
tanto participantes.
Al efectuar los participantes una argumentacin moral
siguenactuando comunicativamente en una actitud reflexiva con la
finalidadde restaurar un consenso roto. Las argumentaciones
consensualestambin sirven para la resolucin consensual de
conflictos de accin.Los conflictos en el mbito de las interacciones
guiadas por las normasse remiten de inmediato a un acuerdo
normativo perturbado. Por lodems, la reparacin del consenso roto
slo puede consistir en asegurarun reconocimiento intersubjetivo a
una pretensin normativa queprimero es cuestionada y que luego
resulta aceptada. Este tipo deacuerdo expresa una voluntad comD. En
el caso de las argumenta-ciones normativas no basta con que cada
individuo reflexione a solas ydespus d su confonnidad. Exigible es
ms bien una argumentacin"rea}" en la que participen
cooperativamente los afectados. Unicamenteun proceso de
entendimiento intersubjetivo puede conducir a unacuerdo de
naturaleza reflexiva: slo entonces pueden saber losparticipantes
que se han convencido conjuntamente de algo.
Todo lo anterior lleva a Habermas a esta reformulacin
delimperativo categrico kantiano como principio U:
"En lugar de proponer a todos los dems una mxima comovlida y que
quiero que sea ley general, tengo quepresentarles a todos los dems
mi mxima con el objeto de
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que comprueben discursivamente su pretensin de universa-lidad.
El peso se traslada de aquello que cada uno puedequerer sin
contradiccin como ley general, a lo que todos decomn acuerdo
quieren reconocer como norma universal".
Que la argumentacin correspondiente se lleva a cabo de
modocooperativo significa: 1. que slo la participacin de cada
afectadopuede evitar una interpretacin errnea de los propios
intereses porparte de los dems, y 2. que la descripcin de los
propios intereses debeestar abierta a la critica de los dems. "Las
necesidades se interpretan ala luz de los valores culturales; y
como quiera que stos son siempreparte integrante de la tradicin
intersubjetivamente compartida, larevisin de valores que
interpretan las necesidades no es algo de lo quepuedan disponer
monol6gicamente los individuos aislados" (p. 88).
4. Posibilidad de fundamentar el principio moral
La circunstancia de que el principio U constituye una
refornlulacindel imperativo categrico kantiano, puede dar lugar a
distintas obj&ciones segn Habennas. Un escptico podria poner el
reparo de que setrata de una universalizacin apresurada de la
civilizaci6n occidental, esdecir que comete lo que podria
denominarse "falacia etnocntrica".Adems hay que tener en cuenta que
Kant fundamenta el imperativocategrico en los conceptos de autonoma
y libre albedrio, que poseenun claro contenido normativo, lo que no
es un "hecho de la razn",incurriendo de esta manera en una petitio
princip. En suma, se hacenecesario fundamentar el principio de la
universalizaci6n (U).
No obstante, contra la posibilidad de una fundamentacin
filosficaltima, Hans Albert ha elaborado lo que denomina el
"trilema deMtnchhausen". Segn Albert todo intento de satisfacer la
exigencia deuna fundamentacin filosfica ltima en el sentido del
postuladoleibniziano de la "razn suficiente", conduce a una solucin
con tresalternativas, todas las cules parecen ser inaceptables, es
decir a untrilema: 1) a un regreso al infinito, 2) a un cRulo lgico
que surge por ellado de que en el procedimiento de fundamentacin se
reeUITe aenunciados que ya antes se haban mostrado como
menesterosos defundamentacin, y 3) a una inteITUpein del
procedimiento en un puntodetenninado, lo que implica una suspensin
arbitraria del principio defundamentacin suficiente. Por lo tanto,
dado que es imposiblesatisfacer la exigencia de una fundamentacin
ltima, que haba sidofonnulada por el "racionalismo clsico", Albert
propone sustituir suprograma por el del "racionalismo critico", una
critica racionalilimitada o falibilismo (Cf. su Tratado sobre la
razn critica. BuenosAires: Sur, 1973; pp. 19 ss.).
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De lo anterior se seguirla que es imposible fundamentar el
principiode universalizacin. Es esto cierto? Habermas concede que
esimposible fundamentarlo de una manera deductiva, pero afirma que
esposible hacerlo de una manera pragm'tiea recordando la critica
deKarl-Otto Apel contra el falibilismo de Albert. En su opinin,
estacritica anula la objecin del trilema de Mnchhausen
abriendodecisivamente el camino a la posibilidad de una
fundamentacinfilosfica ltima. La critica de Apel pueda ser resumida
de la manerasiguiente: desde la perspectiva pragmtica la
fundamentacin devalidez del conocimiento se apoya simultneamente en
las posiblesevidencias de los sujetos cognoscentes y en reglas a
priori intersubje-tivas de un discurso argumentativo, en cuyo
contexto alcanzan lasevidencias de conocimiento - que son
testimonios subjetivos de validezobjetiva- una validez
intersubjetiva. Es decir que las evidenciascognoscitivas estn
entretejidas con el uso del lenguaje y lasactividades lingsticas de
los sujetos cognoscentes. En este sentido, laduda y la crtica slo
pueden fundarse por medio del recurso a unaevidencia paradigmtica
indubitable. La critica no puede ser la ltimainstancia
autosatisfactoria de argumentacin racional, sino que ellapresupone
un marco pragmtico-trascendental - un juego lingsticocon sentido-,
en el que posibles argumentos criticos y posibles funda-mentaciones
se correspondan en principio unos a otras mediante elrecurso a una
evidencia "paradigmtica". Esta es la estructura esencialde la
institucin del argumentar. Apel recuerda aqu que segn Ch. S.Pierce
una duda como la cartesiana que pretendiera dudar de todo,
seconvertirla en una "paper doubt", y que segn el ltimo
Wittgenstein:"Quien pretendiese dudar de todo, ni siquiera llegaria
hasta la duda. Eljuego mismo del dudar presupone la certeza" (Sobre
la certeza,aforismo nmero 115). En suma, tanto la duda cartesiana
como unfalibilismo consecuente son a la larga imposibles, porque al
argumentarhacemos uso de una "lgica mnima" aceptando ciertos
presupuestosindispensables a toda discusin. Segn Apella fonna
pragmtico-tras-cendental del argumentar se puede expresar de este
modo: "si yo nopuedo impugnar algo sin contradecirme a mi mismo y,
al- mismotiempo, no puedo fundamentarlo sin cometer una petitio
prineiplgico-fonnal, entonces aquello (ese algo) pertenece a los
presupuest9spragmtico-trascendentales de la argumentacin, que uno
tiene quehaber reconocido siempre, si es que el juego lingstico de
laargumentacin ha de conservar su sentido" ("El problema de la
fun-damentacin filosfica ltima a la luz de una pragmtica
trascendentaldel lenguaje (Ensayo de una metacritica del
'racionalismo critico')"), en:Dianoia. Anuario de Fnosof. 1975.
Mxico: Unam!FCE, 1975; p. 166.Hemos alterado ligeramente la
traduccin que en general es muyCOITeCta).
La critica de Apel a Albert muestra, segn Habermas, que es
posiblefundamentar el principio moral, aunque por cierto esto no
exima al
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cognitivista tico de probarlo en efecto. La estrategia que a
continua-cin propone nuestro autor es la siguiente: "El terico
moral intentarahora asumir a modo de ensayo el rol del escptico a
fin de comprobar sial rechazar ste un principio moral que se le
propone incurre en unarealizacin contradictoria con los
presupuestos inevitables de laargumentacin moral. De este modo
indirecto, el terico moral puedehacer ver al escptico que ste, al
iniciar una argumentacin concretacon el objeto de refutar al
cognitivista tico, tiene que hacer inevita-blemente presupuestos
argumentativos, cuyo contenido proposicionalcontradice su objecin"
(p. 104). La exigida fundamentacin moraladopta la forma de que
cualquier discusin moral, en cualquier contextoen que se realice,
reposa sobre presupuestos pragmticos de cuyocontenido proposicional
puede deducirse el principio de universaliza-cin.
5. Los presupuestos pngmiltico8 y la tica discursiva
El argumento trascendental-pragmtico que a continuacindesalTOlla
Habennas debe probar "cmo el principio de universaliza-cin, que
acta como una regla de argumentaciD, se eaeumtraimplicito en los
presupuestos de cualquier argumentacin" (p. 110).Esta exigencia
resultar satisfecha si se puede mostrar que todapersona que admita
los presupuestos comunicativos generales ynecesarios del discurso
argumentativo y que sabe lo que significafundamentar una norma de
la accin, tiene que aceptar la validez delprincipio de
universalizacin (sea en la versin indicada ms aniba () enuna versin
equivalente).
Habennas seala que es conveniente diferenciar entre tres niveles
depresupuestos de la argumentacin -siguiendo los puntos de vista
delcanon aristotlico-: el nivellgieo-semntico donde hay que tener
encuenta las propiedades de las argumentaciones convincentes (por
ej.que los hablantes no se contradigan a si mismos), el nivel
dialctico delos procedimientos de la argumentacin en que
secomprueban las argu-mentaciones que resulten problemicas (por ej.
que cada hablante slopuede afinnar aquello que cree), yel nivel
retrico de los procesosargumentativos en que el discurso
argumentativo se presenta como unproceso de comunicacin que tiene
que satisfacer condiciones muyexigentes para entenderse de una
manera neionalmmte motivada (porej. que cualquier hablante. puede.
problematizar cualquier afinnacin).Este ltimo nivel es el que
interesa a Habermas en su bsqueda de lospresupuestos pragmticos de
la argumentacin.
Que los hablantes pueden entenderse de una manera
racionalmentemotivada, quiere decir que lo hacen libres de toda
represin ydesigualdad. Se trata aqu de una situacin casi ideal de
comunicacindonde lo que prima es el afn de indagar la verdad. Las
-condiciones para
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una situacin semejante deben ser simtricas y son muy difciles
deconstruir de una manera completa. Habennas seala
provisionalmentetres reglas del discurso -enunciadas bajo su
inspiracin en realidad porRobert Alexy-:
1) Todo sujeto capaz de hablar y actuar puede tomar parte en
losprocesos discursivos.
2) a) Todos pueden problematizar cualq~ier afirmacin.b) Todos
pueden introducir cualquier afirmacin en el proceso
discursivo.c) Todos pueden manifestar sus posiciones, deseos y
necesidades.
3) A ningn hablante puede impedirsele el uso de sus derechos
reco-nocidos en (1) y (2) por medios coactivos- originados en el
interior oen el exterior del proceso discursivo.
No se trata aqu de convenciones, sino de presupuestos de
losprocesos discursivos. Las reglas discursivas presentadas no
pueden serconsideradas sin embargo como constitutivas de la praxis
discursiva,sino tan slo como una forma de represent&ein de sus
presupuestospragmticos. Es decir que no todas las argumentaciones
realessatisfacen plenamente estos presupuestos, sino que en muchos
casosslo se acercan a ellos. Las reglas del discurso (1) a (3)
nicamenteafirman que los participantes en la argumentacin deben
aceptar elcumplimiento aproximado y suficiente de las condiciones
mencionadaspara los fines de la argumentacin, con independencia de
que en el casodado la aceptacin sea contraria a la realidad o no, y
en qu medida losea.
Segn Habermas, si todo participante en argumentaciones debehacer
presupuestos cuyo contenido se puede exponer en forma de lasreglas
discursivas (1) a (3), entre otras; y si adems entendemos que
lasnonnas que se justifican tienen el sentido de regular materias
socialesen el inters comn de todas las personas posiblemente
afectadas;entonces todo aquel que hace seriamente el intento de
comprobar demodo discursivo las pretensiones normativas de validez
tendr queaceptar de manera intuitiva las condiciones
procedimentales queequivalen a un reconocimiento impllcito de U.
Pues de las reglasdiscursivas mencionadas resulta que una norma
sobre la que se discutenicamente puede encontrar aceptacin entre
los participantes de undiscurso prctico cuando U es vlida, esto es,
"cuando todos puedenaceptar sin coacciones las consecuencias y "los
efectos secundarios queacaITear previsiblemente el cumplimiento
general de la norma endiscusin para la satisfaccin de los intereses
de cada uno" (p. 116).
Fundamentado el principio de la universalizacin mediante
suderivacin pragmtica de los presupuestos de la argumentacin,
se
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puede reducir la ~iea discursiva misma al escueto pnnclplo
D:"Unicamente pueden aspirar a ser vlidas aquellas normas
queconsiguen (o pueden conseguir) la aprobacin de todos los
afectados encuanto participantes en un discurso prctico" (p. 117).
Este principio dela tica discursiva expresa la idea fundamental de
una teoria moral,pero no pertenece a la lgica de la argumentacin.
La meta fundamentaldel filsofo como terico moral consiste, segn
Habermas, en tratar defundamentar precisamente el principio D.
Nuestro autor considera que es esencial tener en cuenta que el
nicoprincipio moral es el principio de la universalizacin, que
sirve comoregla de argumentacin y que pertenece a la lgica de la
argumentacin.De l hay que diferenciar netamente: a) el contenido
normativo de lospresupuestos de la argumentacin que se pueden
explicar en forma dereglas (Habennas las ha expuesto
provisoriamente con las reglas (1) a(3)); b) el principio D que es
un principio de la tica discursiva que nopertenece a la lgica de la
argumentacin; y c) los principios decontenido o normas
fundamentales que nicamente pueden constituir elobjeto de las
argumentaciones morales concretas. Habermas piensa quelos intentos
precedentes de fundamentar una tica discursiva nodistinguen
precisamente entre los presupuestos de la argumentacin,las reglas
de la argumentacin y los contenidos de la argumentacin.
Resumiendo la fundamentaci6n de la tica discursiva intentada
porHabennas encontramos que sus pasos son:
1) La indicacin de un principio de generalizacin que funge
comoregla de argumentaci6n.
2) La identificaci6n de presupuestos pragmticos inevitables y
concontenido normativo de la argumentaci6n.
(Para poder superar la critica del escptico hubo que recurrir a
unprocedimiento mayutico que lo oblig6 a:
a) dirigir la atencin a presupuestos argumentativos que
conoceintuitivamente.
b) dar una forma explicita a este saber preteortico de modo
quecon esta descripci6n el escptico pueda reconocer sus
intuicio-nes.
c) poner a prueba la afirmaci6n planteada por el proponente de
lafalta de alternativas de los presupuestos explicitos en
loscontraejemplos).
3) La exposici6n explicita del contenido normativo de los
presupues-tos de la argumentaci6n, por ejemplo, bajo la forma de
las reglas deldiscurso; y,
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4) La prueba de la existencia de una relacin de implicacin
materialentre 3) y 1) con respecto a la idea de la justificacin de
las normas.
Habermas agrega que este intento pragmtico de fundamentacin
nopretende tener el carcter de una fundamentacin tnseendental
sinomeramente pragmtico-formal. Su estatuto es nicamente el de un
in-tento de reconstruir las reglas de la argumentacin moral y el de
formu-lar el principio moral y el del discurso tico. No pretende
tener una rel&-vancia para el mundo real, ya que las
intuiciones morales cotidianas noprecisan de la labor ilustradora
del filsofo. A este respecto la ticadiscursiva tiene una
importancia para la conciencia cotidiananicamente debido a su
funcin teraputica: en cuanto en la existenciadiaria se hayan
afianzado como ideologas profesionales el escepticismovalorativo y
el positivismo juridico, causando confusiones y neutrali-zando las
intuiciones adquiridas de modo natural en el proceso
desocializacin.
6. RefutaeiD final del eseptieo
Llegada a este punto la discusin entre el cognoscitivista y el
escpti-co, manifiesta Habermas que este ltimo an puede no darse por
venci-do y ensayar una nueva actitud. La estrategia seguida por el
cognosciti-vista para fundamentar el principio de moralidad
consisti en hacerentrar en polmica al escptico y hacerle evidente
que al argumentaradopta presupuestos argumentativos cuyo contenido
proposicional con-tradice su objecin. Al advertir este
procedimiento, el escptico conse-cuente puede retraerse de la
discusin y envolverse en un mutismototal. Qu puede oponer en este
momento frente a esta actitud deses-perada el terico moral?
. Habermas sostiene que pese a que el escptico renuncie a
laargumentacin no puede negar, aunque sea de modo indirecto,
queparticipa de una cierta forma sociocultural de vida, ha crecido
en nexosde accin comunicativa y reproduce en ellos su existencia.
"En unapalabra, puede negar la moralidad, pero no la eticidad de
las relacionesvitales en las que permanece por as decirlo todos los
das. De otro modotendrla que buscar refugio en el suicidio o en una
grave neurosis" (p.124).
Pero el escptico podria radicalizar an ms su actitud,
segnHabermas, negndose no solamente a argumentar, sino a actuar de
unmodo comunicativo y optando por la accin meramente estratgica.Mas
Habermas replica que la posibilidad de elegir entre la
accincomunicativa y la estratgica es una posibilidad abstracta,
porquenicamente puede darse desde la perspectiva causal del actor
aislado.Desde la perspectiva del mundo de la vida al que el ser
humanopertenece en cada caso, estos modi del actuar no se
encuentran a su libre
110
-
disposicin. "Los individuos no tienen la opcin de desvincularse
porlargos periodos de los nexos de la accin orientada al
entendimiento.Esta desvinculacin significarla la retirada al
aislamiento mondico - oa la esquizofrenia y el suicidio. A la larga
ella es autodestructiva" (p.127).
Alcanzando este extremo, el escptico todava podra intentar
unanueva critica: como ha llegado a un callejn sin salida puede
aceptar alfinal la fundamentacin propuesta del principio moral y
admitir elprincipio de la tica discursiva. Pero hacerlo nicamente
para agotar lasposibilidades de argumentacin que an le quedan,
cuestionando eneste momento la tica discursiva como una tica
formalista y renovandolas objeciones fonnuladas por Hegel contra
Kant.
Ante esta critica postrera, el cognoscitivista inteligente no
dudar enadmitir en parte, segn Habennas, .algunos de los reparos de
suoponente. Los aspectos, con respecto a los ,cuales merece
tratarse laobjecin del fonnalismo son:
1) El principio de la tica discursiva hace referencia a un
proeedi-miento: al cumplimiento discursivo de las pretensiones
normativas devalidez. A este respecto hay razn para calificar a la
tica discursiva deformal. Ella no ofrece orientaciones de
contenido, sino de procedi-miento: el discurso prctico no sirve
para la produccin de nonnasjustificadas, sino para la comprobacin
de la validez de las nonnaspropuestas e hipotticas. El contenido de
los discursos prcticos estdado de antemano. Sin embargo, el
procedimiento defendido no esformal en el sentido de que haga
abstraccin de estos contenidos.
2) La tica discursiva tambin es formalista en cuanto al
aplicarse elprincipio de universalizacin separa entre lo "bueno" y
lo "justo", entreenunciados meramente evaluativol y otros
rigurosamente normativos.Tiene que ver con la validez deoDtolgiea
de las normas de accin, perono con preferencias uiolgieas. Esto
crea un problema debido a que losvalores culturales elevan una
pretensin de validez intersubjetiva, perocomo estn entrelazados en
la totalidad de una fonna de vida peculiar,no pueden aspirar sin ms
a una validez normativa en sentido estricto.De alli que quienes
tienen que ver con las normas y sistemasnonnativosque se destacan
de la totalidad del nexo vital, puedandistanciarse lo necesario (de
esta totalidad) como para adoptar unapOlieiD hipottiea al respecto,
pero no puedan eomportarsehipot4tieammte frente a la forma o a la
historia vitales en las que hanadquirido identidad.
3) Otro problema existente desde la perspectiva de la
hermenutica esel siguiente: el principio de la tica discursiva slo
puede ser aplicadorecUITindose a una facultad ligada a los
compromisos locales de la
111
-
situacin hermenutica de partida que est referida al
provincialismo deun horizonte histrico detenninado. No significa
esto una limitacinmuy peligrosa, ya que entonces la aplicacin del
principio de la ticadiscursiva puede variar de situacin en
situacin? Aun concediendoHabennas que existe tal riesgo seala que
la pretensin del principiodiscursivo trasciende todos los
compromisos locales. Agrega que suaplicacin -la de este principio-
sigue un curso con una ciertaorientacin, y que adems hay un
"aprendizaje normativo" innegable.Todo esto estaria testimoniado
por la historia de los derechos humanosfundamentales en los Estados
modernos que se rigen por unaConstitucin.
4) Los discursos prcticos estn en efecto sometidos a
distintaslimitaciones que hay que recordar:
a) Estn en conexin con la critica esttica y con la critica
teraputica,dos formas de argumentacin que no parten de la premisa
de losdiscursos rigurosos de tener que llegarse a un acuerdo
raeionalmeatemotivado. Esta vinculacin significa una fuerte
hipoteca para eldiscurso prctico de ndole rigurosa, hipoteca
procedente de lasituacin histrico-social de la razn.
b) No se puede librar a los discursos prcticos de la presiD de
108conOietos soeiales en la misma medida en que se puede hacerlo en
elcaso de los discursos tericos y explicativos.
c) Al igual que las otras formas de argumentacin, los
discursosprcticos se encuentran amenazados por estar los medios de
enten-dimiento constantemente expuestos a la violencia.
Estas son las principales motivaciones de los discursos
prcticos.Mientras el escptico tiende a dramatizarlas, Habennas nos
invita acolocar el problema de la separacin entre la moralidad y la
eticidad nobajo una luz trivial, sino en-Una perspectiva ms amplia.
AproveChandoideas de Max Weber sobre el desalTOllo del racionalismo
occidental,nuestro autor sugiere que la separacin entre la
"eticidad" y la"moralidad" slo se gesta, al igual que la de la
"praxis" de la "teoria",cuando se disocian dentro de la tradicin
cultural los valores cognosciti-vos, los esttico-expresivos y los
moral-prcticos. La diferenciacinentre estos valores permiteal
participanteen las argumentaciones tomardistancia del mundo de la
vida, en el cual aquellos existan entrelazados,y considerarlo como
la esfera de la "eticidad". Al mismo tiempo lapraxis cotidiana se
divide entre valores y normas, entre la parte de loprctico que
tiene que ser justificada moralmente de un modo rigurosopor haber
perdido su validez "natural" procedente del mundo de la viday en
otra parte a la que no se puede mediar. A esta ltima
partecorresponden las orientaciones valorativas integradas en el
mundo de la
112
-
vida. "As la fonnacin del punto de vista moral corre a la par
con unadiferenciacin dentro de lo prctico: se distingue ahora las
cuestionesmorales (que se pueden decidir de un modo
principistamente racionalbajo el aspecto de la capacidad de
universalizacin de los intereses o dela justicia) de las cuestiones
evaluativas (que se presentan en su aspectoms general como
cuestiones de la vida buena (o de la realizacin de lapersona)" (p.
134).
Qu ventajas se obtiene de estos resultados de la
abstraccinoperada por el punto de vista moral? Primero, una
ganancia enracionalidad al separarse las cuestiones evaluativas de
las morales; ysegundo, la que surge de la necesidad de mediar entre
moralidad yeticidad. El juicio moral pierde sin duda el sustento de
la fonnacin devida de la que originalmente proceda, pero gana en
cambio enuniversalidad al pretender una motivacin puramente
racional. Por otraparte, toda moral universalista deber compensar
la carencia de unaeticidad concreta si es que quiere ser eficaz en
el campo prctico. Esto selogra tomando en cuenta que las fonnas
vitales estn tan "racionali-zadas" en el mundo moderno que
posibilitan una aplicacin inteligentede vislumbres morales
generales y que promueven motivaciones para larealizacin de estas
vislumbres en el actuar moral.
7. ConsideraciD final
En mi opinin, los principales aspectos positivos de este
articulo deHabennas son tres: su intento de escapar al relativismo
y al escepti-cismo ticos mediante su proyecto de una tica
discursiva, suplanteamiento sobre el principio de la
universalizacin de las fonnasmorales y sobre su fundamentacin, y su
idea sobre cmoargumentamos en la vida moral.
Segn Habermas un intento exitoso de fundamentar las
nonnasmorales deberla conducir a superar el relativismo tico. Este
surgecuando se compara los distintos modos histricos de
comportarsemoralmente. Diferentes maneras culturales de comportarse
dan lugar anonnas diversas, que por lo tanto no pueden reivindicar
una validezabsoluta sino meramente relativa. De aqui procede el
escepticismomoral que es especialmente daino cuando se afianza en
la existenciadiaria como ideologa profesional, creando confusiones
y neutralizandolas intuiciones logradas de mqo natural en el
proceso de socializacin.Estableciendo las condiciones; de un
enjuiciamiento imparcial de lasnormas morales, la tica discursiva
pennite superar el relativismo ydescartar el escepticismo. En
verdad su nica relevancia en relacin almundo real consiste
precisamente en su funcin teraputica conrespecto al esceptcismo
valorativo - y al positivismo juridico.
113
-
Cmo universalizar las normas morales? Habermas sostiene
quemediante un principio puente, el principio U, al que primero
introduce yluego trata de fundamentar. Hemos visto el procedimiento
ideado porHabennas que consiste en: 1) indicar que este principio
funge comoregla de argumentacin, 2) identificar presupuestos
pragmticosinevitables - y con un contenido nonnativo- de la
argumentacin, 3)exponer expHcitamente este contenido, por ejemplo,
bajo la fonna dereglas del discurso, y 4) probar una relacin de
implicacin materialentre 3) y 1) con respecto a la idea de la
justificacin de las nonnas. Estees un tipo no deductivo sino
pragmtica.fonnal de fundamentacin delprincipio U. Aunque la
concepcin de este principio y el intento defundamentarlo por parte
de Habermas puedan ser objeto de criticas,son muy novedosos y
enriquecen sin duda el repertorio de ideas ticascontemporneas.
y el tercer planteamiento de Habermas que me parece relevante en
suidea de cmo argumentamos en el mbito de la vida moral. En
suopinin empleamos reglas del discurso prctica.moral, a las que l
hatratado de aproximarse en una primera instancia. Muchas veces se
haintentado reconstruir el modo de argumentacin en el mundo
jurdico,pocas en el caso del moral. De ah lo valioso del esbozo
habermasiano,pese a que su propio autor reconoce que es provisional
e insatisfactorio.
Veamos ahora las criticas que nos parece urgente fonnular a la
ticadiscursiva de Habennas: una se refiere a su determinacin del
tema dela tica filosfica, otra al procedimiento metdico
reconstructivo quenuestro autor pretende seguir, y la tercera a la
validez de su propuestade fundamentacin del principio de
universalizacin.
Segn Habermas los fenmenos que debe esclarecer una tica
filosfi-ca son la validez dentica de las normas morales y las
pretensiones devalidez elevadas con los actos de habla referidos a
las nonnas. Enrealidad, esta es una temtica que slo ha ido ganando
en importancia apartir del siglo XVIII, sobre todo con Kant y en
Questros dias, y que nose encuentra en la tradicin anterior. "En
general, la tica griegapregunta: 'Qu he de hacer para vivir bien?'
Por su parte, la ticamoderna pregunta: 'Qu debo hacer para actuar
correctamente?' Yformula esta pregunta en una forma tal que actuar
correctamente esalgo muy distinto de vivir bien" (A. Mac Intyre,
Historia de la tica.Buenos Aires: Paids, 1970; p. 89). Segn
Habermas la tica filosficase refiere slo a las cuestiones morales y
no a las evaluativas y no orien-ta al hombre sobre sus acto!J
morales. Una consecuencia indeseable yque se produce en la tica
habermasiana es que en ella el hombre quedalibrado a su propio
parecer, o al de su entomo, sobre el bien y el mal.Habennas
sostiene que esto es inevitable por dos razones: primero,porque en
la vida cotidiana el hombre se maneja con sus intuiciones
co-tidianas no necesitando ninguna guia de la filosofa - uno
recuerda
114
-
vagamente aqui a Gilbert Ryle cuando afirmaba (en su articulo de
1931"Systematically Misleading Expressions") que el empleo del
lenguajede la vida cotidiana no plantea problemas al hombre comn y
corriente;pero que stos surgen para el filsofo cuando reflexiona
sobre ciertostipos de expresiones. Y segundo, porque de cualquier
manera en elmundo contemporneo el desarrollo histrico ha producido
unaseparacin -que debe ser mediada pero que por el momento no
puedeserlo- entre las cuestiones morales y las evaluativas: sobre
lasprimeras se puede decidir filosficamente - sobre la validez de
lasnonnas morales y sobre las pretensiones de validez de los actos
de hablareferidos a las nonnas morales-; pero no asi sobre las
segundas: cmose puede decidir en efecto sobre la preeminencia de
ciertos valores y deciertas escalas valorativas sobre otros? No
obstante las dos razones queesgrime Habennas no son convincentes.
Es cierto que en la vida coti-diana nos manejamos con intuiciones
morales, pero que no nos bastanni son confiables: de su diversidad
(y no slo con respecto a lasvaloraciones en diferentes culturas,
sino aun en una misma cultura)surge un caos que demanda ser
dirimido filosficamente. Y segundo, ladescripcin que hace Habennas
de la separacin que se ha gestadohistricamente entre las cuestiones
morales y las evaluativas tampocopuede justificar ocuparse tan slo
de las primeras y abandonar estasltimas a la espera de un proceso
de mediacin histrico que no seavizora en el horizonte. Para decirlo
de otra manera: Habennas cometeun verdadero reduccionismo al
limitar el objeto de la tica filos6fica alestudio de la validez
de6ntica de las nonnas y de las pretensiones devalidez de sus actos
de habla, y adopta un expediente muy fcil al noencarar las
cuestiones evaluativas. Con ello la filosofa abdica de sutarea de
prestar una orientaci6n en el mundo, en este caso con respectoa una
buena parte del mundo moral (lo relativo a los valores).
Mi segunda critica se refiere al procedimiento metdico
reconstruc..tivo que Habennas pretende haber seguido. En efecto,
segn nuestroautor la tica discursiva se apoyarla en un
procedimiento reconstruc..tivo: se podria entender el principio de
universalizaci6n - segn elmodelo del equilibrio reflexivo de John
Rawls- como una reconstruc..ci6n de aquellas intuiciones cotidianas
que se encuentran a la base deljuzgamiento imparcial de los
conflictos morales de la acci6n. En estesentido la tica discursiva
no reivindica tener una validez trascendentalsino meramente
hipottica, y debe buscar confirmaciones plausiblesconcurriendo con
otras teorias morales, y adems confirmacionesindirectas a travs de
otras teorlas consonantes como la teoria deldesarrollo moral de L.
Kohlberg y colaboradores (Cf. Introd. deHabermas a su articulo
"Conciencia moral y acci6n comunicativa" en ellibro del mismo
ttulo). Tiene la tica discursiva habennasiana enverdad un estatuto
metdico reconstructivo? Lo posee ciertamente unateoria lingUistica
como la de Noam Chomsky quien presupone en elhombre un sentido
innato de la gramaticalidad con respecto a su idioma
115
-
materno, que este autor reconstruye tericamente por medio de
laformulacin de principios explicitos que permitan hacer las
mismasdiscriminaciones que el hablante realiza implicitamente.
Tambin esste el caso de la teoria de la justicia de J ohn Rawls
quien supone que elhombre tiene un sentido natural de la justicia
al que aqul trata dereconstruir tericamente mediante la fonnulacin
de los principiosexplcitos que lo explican. Pero en el caso de la
tica habennasiana esdificil concederlo. Primero: las intuiciones
morales cotidianas no sontraducidas en todos los casos por el
principio de la universalizacin: enlos estadios poco avanzados de
la civilizaci6n dichas intuiciones son,segn el propio Habennas,
tanto nonnativas como evaluativasentrelazadas; y es slo en un
estadio muy posterior, al producirse unaseparacin entre ellas,
cuando podria defenderse que hay intuicionesque se refieren
exclusivamente a la validez de las nonnas - y no a losvalores.
Segundo: el procedimiento ideado por Habermas no cumple
lascondiciones del concebido por Rawls. Este propone una
eleccinracional entre distintos principios de justicia que deben
satisfacerdiferentes condiciones, eleccin que favorece a los
principios rawlsianosde la justicia como "faimess". En Habennas no
hay nada parecido:inicialmente son descartados todos los
planteamientos ticos nocognoscitivistas y con posterioridad s610 se
examina el principio de uni-versalizacin que propone el autor y el
modo de fundamentarlo.Finalmente, en la tica discursiva no hay
ningn intento de establecerun "equilibrio reflexivo" entre el
principio D y nuestras conviccionescorregidas de la moral. En suma:
difcilmente puede sostener Habennasque el estatuto metodolgico de
la tica discursiva sea el de unadisciplina reconstructiva.
y una tercera critica se refiere al logro del intento
habermasiano defundamentar el principio de universalizacin de las
normas.Recordemos ante todo que Habermas acepta que no es posible
su fun-damentacin deductiva: inevitablemente caeremos aqu en uno de
lostres cuernos del trilema de Mnchhausen. El autor pretende que
sinembargo se puede proporcionar una fundamentacin pragmtica
siinvitamos al escptico a argumentar y luego, cuando ha dado este
paso,le mostramos que al hacerlo ha asumido una serie de
presupuestosargumentativos, le exponemos su contenido y le probamos
que necesa-riamente est l implicando el principio de
universalizacin (U). Apartir de aqu enunciamos el prin~ipio de la
tica discursiva (D). Lo queen este procedimiento no vemos claro es:
1. El paso de admitir ciertospresupuestos argumentativos con un
cierto contenido - por ejemplobajo la forma de reglas del discurso-
a aceptar que implican material-mente el principio de
universalizacin. Este sostiene que hay queproponer a los otros mi
mxima de accin con el objeto de quecomprueben discursivamente
(=racionalmente) su pretensin deuniversalidad. En qu fonna est
implicado materialmente esteprincipio por reglas discursivas como
las de que todo sujeto capaz de
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-
hablar y actuar puede tomar parte en los procesos discursivos
(1), quetodos pueden problematizar e introducir cualquier afinnacin
ymanifestar sus posiciones, deseos y necesidades (2), y que a nadie
puedeimpedrsele el uso de estos derechos (3)? Esto es lo que no
vemos claro.y 2. Tampoco percibimos difanamente la conexin
existente entre elprincipio de universalizacin (U) y el de la tica
discursiva (D). Estesostiene que nicamente pueden aspirar a ser
vlidas aquellas normasque consigan (o puedan conseguir) la
aprobacin de todos los afectadosen cuanto participantes en un
discurso prctico. De dnde procederepentinamente este principio?, en
qu relacin est con el de launiversalizacin? Son preguntas que no
tienen una respuesta satisfac-toria en este texto de Habermas. Pero
ya expresbamos en nuestraintroduccin que como slo se trata aqu de
unas "Notas para unprograma de fundamentacin" no se puede
sobreexigir este bosquejo.Ser necesario esperar otros textos ms
detallados de Habermas parapoder pronunciarse con un mayor
conocimiento sobre su planteamientode una tica discursiva y sobre
su xito al fundamentarla.
Lima, febrero de 1987.
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