ARTE RUPESTRE EN EL VALLE EL ENCANTO (OVALLE, REGIN DE
COQUIMBO): HACIA UNA REVALUACIN DEL SITIO-TIPO DEL ESTILO LIMAR
Andrs Troncoso*, Felipe Armstrong**, Francisco Vergara***, Paula
Urza****, Pablo Larach*****
En este trabajo se presenta una revaluacin del arte rupestre del
sitio Valle El Encanto (Ovalle, Regin de Coquimbo, Chile),
sitio-tipo que permiti la definicin del Estilo Limar y posterior
asociacin al Complejo Cultural El Molle, representante poblacional
del Perodo Alfarero Temprano en el Norte Semirido. A partir de una
evaluacin crtica de los supuestos sobre los que se fund tal
asociacin, as como de un nuevo anlisis del arte rupestre de El
Encanto, se propone una segregacin de sus representaciones en tres
conjuntos diferentes, asociados a los perodos Arcaico Tardo,
Alfarero Temprano e Intermedio Tardo/Tardo, respectivamente. A
partir de tales resultados se discute y se redefine la problemtica
del arte rupestre en la zona meridional del Norte Semirido chileno.
Palabras clave: arte rupestre, Norte Semirido, Valle El Encanto,
estilos, Perodo Arcaico Tardo, Perodo Alfarero Temprano, Perodo
Intermedio Tardo/Tardo.
This paper presents a reevaluation ofthe Valle El Encanto rock
art site (Ovalle, Regin of Coquimbo, Chile). The Limarstyle ivas
originally definedat this site and ivas interpreted as associated
chronologically with the El Molle Complex, a representative culture
ofthe Early Ceramic period in Chile's Semiarid North. Based on a
crticalassessment ofthe assumptions that led to this
interpretation, and also through a new analysis ofthe rock art
itself we have proposed dividing its representations into three
main sets, associated with the Late Archaic, Early Ceramic and Late
Intermediate/Late periods. Through the results, we discuss and
redefine the topic ofrock art expression in Chile's Semiarid North.
Key words: rock art, Semiarid North, Valle El Encanto, styles, Late
Archaic period, Early Ceramic period, Late Intermedate/ Late
period.
El sitio arqueolgico Valle El Encanto es posiblemente uno de los
yacimientos de arte rupestre ms conocidos de Chile, tanto por haber
sido "descubierto" tempranamente por los arquelogos en el Norte
Chico (Iribarren 1949), as como por la monumentalidad de algunas de
sus representaciones. En particular aquellas que, agrupadas bajo el
rtulo de cabezas-tiara, corresponden a representaciones de contorno
circular o cuadrangular de rostros humanos provistos de grandes
atavos ceflicos (Mostny & Niemeyer 1983) y que han sido
interpretadas como mscaras (Iribanen 1954a).
Su importancia radica en que es el sitio-tipo para la
caracterizacin del Estilo Limar (Mostny & Niemeyer 1983;
Castillo 1985), unidad integrativa que ha permitido sistematizar la
totalidad del arte rupestre de los valles del Limar y del Choapa,
asignndole un valor cronolgico al asociarlo al Complejo Cultural El
Molle. Sin embargo, en el ltimo tiempo este estilo ha sido
cuestionado por una serie de autores (p. e., Troncoso 1999, 2004;
Jackson et al. 2002; Cabello 2005; Jackson 2005), quienes,
trabajando bsicamente desde el valle del Choapa, han criticado el
reduccionismo de su definicin al plantear que la gran variabilidad
de diseos y tcnicas de produccin de arte rupestre en este ltimo
espacio no puede ser incluida en un solo gran conjunto. Es as como
se ha propuesto tambin la presencia de arte rupestre asociable a
los perodos Arcaico (Jackson et al. 2002) e Intermedio Tardo y
Tardo (Troncoso 1999, 2004; Cabello 2005; Jackson 2005). No
obstante estas crticas, an no se ha efectuado una revaluacin del
sitio-tipo que permiti la definicin de este estilo. Aunque se han
abierto nuevas lneas, ellas no han afrontado la problemtica central
de la proposicin del Estilo Limar: la asignacin estilstica y
cronolgica de las representaciones de arte rupestre en el Valle El
Encanto. En el presente trabajo se establece tal discusin a partir
de los resultados obtenidos de recientes investigaciones
arqueolgicas en el sitio, las que se han orientado a discutir las
caractersticas intrnsecas del arte rupestre con el objeto de
evaluar su asignacin cronolgico-cultural. A partir de una revisin
crtica de los fundamentos que establecen la relacin entre Valle El
Encanto, Estilo Limar y Complejo Cultural El Molle, entregamos un
conjunto de nuevos antecedentes que permiten revaluar las antiguas
propuestas, reconociendo la existencia de diferentes ocupaciones en
el arte rupestre del sitio.
VALLE EL ENCANTO Y ESTILO LIMAR: UNA RETROSPECTIVAEl sitio se
ubica en la margen sur del ro Limar, a unos 10 kilmetros al oeste
de la actual ciudad de Ovalle, al interior de una quebrada regada
por el estero Punitaqui (fig. 1). A lo largo de esta quebrada, en
una extensin de 1,5 km, Ampuero y Rivera (1971) identificaron 73
bloques con arte rupestre (a excepcin de cinco pinturas, todo el
resto correspondera a grabados) y 64 rocas con piedras tacitas, a
lo que se suma el reconocimiento de tres sectores con evidencia de
asentamientos (QEE-1, QEE-2 y QEE3) (Ampuero & Rivera 1964,
1969; Ampuero 1971, 1995), asignados a la Fase Quebrada Honda
(Arcaico Tardo) y al Complejo Cultural El Molle. Esta cuantificacin
se mantuvo en el tiempo, aunque posteriormente Ampuero (1992) indic
la presencia de seis pinturas. Espacialmente, el sitio fue dividido
en cuatro sectores a partir del criterio de distribucin de
evidencias arqueolgicas (sectores 1, la, 2 y 2a) (fig. 1).
El primer reporte arqueolgico de este sitio corresponde al de
Iribarren (1949), quien lo denomina Las Peas, haciendo notar la
alta frecuencia de piedras tacitas y destacando la presencia de
representaciones rupestres de rostros con atavos ceflicos, las que
interpreta como mscaras asociadas a aspectos mgico-simblicos. Si
bien en
su trabajo no aborda el tema cronolgico, implementa la primera
idea interpretativa sobre algunos de estos petroglifos:
corresponderan a representaciones de mscaras. Aos ms tarde, este
mismo autor (Iribarren 1954a) propone la asignacin de estas mscaras
al Perodo Inkaico a partir de la comparacin de los diseos de sus
atavos con aquellos representados en la crnica de Guarnan Poma
(1987 [1615]). De esta manera, esboza la primera hiptesis
cronolgica, que, si bien fue posteriormente criticada, tiene el
valor de haber intentado establecer un lazo temporal tomando como
punto de referencia los aspectos intrnsecos del arte rupestre, en
particular, su iconografa. Un cambio radical en la comprensin del
sitio ocurri en las dcadas de 1960-1970, poca en la que Ampuero y
Rivera (1964, 1969; Ampuero 1971) efectuaron una serie de
excavaciones sistemticas en los distintos sectores habitacionales
de El Encanto. A partir de stas, reconocen la existencia de dos
niveles de ocupacin, asociados a los perodos Arcaico Tardo y
Alfarero Temprano, rechazando la presencia al interior de la
quebrada de cualquier evidencia de ocupacin Diaguita e Inka. La
cercana de sus excavaciones a los bloques de arte rupestre y
piedras tacitas, as como la ausencia de registro estratigrfico de
otras ocupaciones, les llevan a proponer un cambio radical en la
propuesta cronolgica para El Encanto. Los petroglifos, piedras
tacitas y pinturas las relacionamos con la cultura de El Molle
tanto las de los sitios QEE-1 y QEE-2, que seguramente integran un
mismo complejo cultural. Con respecto a los petroglifos de QEE-2,
atribuidos por Iribarren a la fase de aculturacin Incsica, debemos
sealar que no est presente, como as tambin, los motivos
decorativos, especialmente una forma de gorro que se representa
frecuentemente, no es exclusivo de dicha cultura, sino que aparece
en forma temprana en las Altas Culturas Andinas (Ampuero &
Rivera 1964: 214). Tras esta transformacin paradigmtica en la
cronologa del sitio, Ampuero y Rivera (1971) efectuaron el primer
estudio especfico del arte rupestre, desarrollando observaciones
particulares sobre sus caractersticas. Reconocieron tambin la
existencia de superposiciones entre los diseos y la presencia de
tres tipos de tcnicas de produccin de arte rupestre: picado,
grabado profundo y pictografas, que se diferencian, segn los
autores, tambin por sus representaciones. En primera instancia,
esta variabilidad abre la puerta a revaluar la asignacin
cronolgico-cultural del sitio, pues, [...] no podemos descartar la
posibilidad de que los grupos realizados en la tcnica de picado
sean una expresin ms tarda de los petroglifos elaborados en la
tcnica del grabado profundo. La superposicin de petroglifos sobre
pictografas puede ser tambin un ndice que debe detectarse en otros
sitios, como acontece en la Hacienda Lagunillas (Ampuero &
Rivera 1971: 92). Sin embargo, tal abertura queda inmediatamente
clausurada por los autores al indicar que [...] por de pronto no
existe ninguna evidencia objetiva para correlacionar
ambos problemas. Los petroglifos, con una temtica muy
desarrollada en su composicin, nos permiten suponer una complejidad
cultural que bien podra estar representada por El Molle.
Petroglifos con temtica semejante se han ubicado en sitios que
presentan en superficie evidencias cermicas (Ampuero & Rivera
1971: 91). Concluyen finalmente que "los petroglifos y pictografas,
aunque presentan una diversidad en los estilos y tcnicas, parecen
corresponder a una sola unidad cultural, que se representara en el
lugar con el Complejo Cultural o Cultura El Molle" (Ampuero &
Rivera 1971: 92), siendo las pictografas las producciones ms
tempranas dentro de este contexto. De esta manera, pese a las
diferencias que los autores observan en trminos tecnolgicos y de
composicin, se define una asignacin cronolgico-cultural del sitio
con el Complejo Cultural El Molle. Como fundamento de tal
proposicin, se reconoce el criterio de contigidad espacial
(Gallardo 1996), por el que la ausencia de restos muebles de otros
grupos alfareros implica su silencio en el arte rupestre. Este
trabajo, que sin duda marca el camino de la interpretacin
histrico-cultural del Valle El Encanto -aunque un ao ms tarde Klein
(1972) public un extenso trabajo sobre el sitio, que ha sido y es
ampliamente criticable-, propone una secuencia estilstica de los
diseos a partir de sus atributos compositivos, sugiriendo para
ellos una cronologa desde el Perodo Alfarero Temprano hasta el
Inkaico. Fueron los resultados obtenidos por los trabajos de Rivera
y Ampuero, sumados a investigaciones propias, los que llevaron
posteriormente a Mostny y Niemeyer (1983) a proponer el Estilo
Limar usando El Encanto como sitio-tipo. Es en este momento donde
podemos ver cmo las proposiciones puntuales fundadas en un sitio
pasan a ser un constructo de segundo orden y permiten definir y
categorizar el arte rupestre de una amplia regin del Norte Chico.
En su proposicin, Mostny y Niemeyer (1983) reconocen la
variabilidad de diseos de este estilo, compuesto por figuras
humanas muy esquematizadas, una escasa representacin de animales,
cabezas con apndices espiralados laterales simtricos y las
denominadas cabezas-tiara, correspondientes a las mscaras definidas
previamente por Iribarren (1954a). No obstante esta agregacin
dentro del Estilo Limar, los autores prio-rizan un diseo por sobre
el resto, las cabezas-tiara, al destacar "la representacin de
cabezas-tiara de grabado profundo, que constituye la esencia del
Estilo Limar" (Mostny & Niemeyer 1983: 33), proponiendo que
"las mscaras o cabezas-tiara del Estilo Limar pertenecen
probablemente al contexto de la Cultura El Molle" (Mostny &
Niemeyer 1983: 33). Posiblemente anclados en los trabajos ya
mencionados de Ampuero y Rivera (1969, 1971), Mostny y Niemeyer
establecen, por un lado, una sistematizacin de un conjunto de diseo
dentro de una unidad particular, que ha tendido a tener un valor
histricocultural, cual es el Estilo Limar, pero por otro, son
bastante claros al sugerir que para ellos tan solo las
cabezas-tiara podran ser asignadas de momento al Complejo El Molle,
sin que quede claro qu ocurre con el resto de los diseos. A pesar
de esta salvedad, el vaco que queda entre estas dos proposiciones
abri la puerta para que de una u otra manera se estableciese la
frmula Valle El Encanto = Estilo Limar = Complejo Cultural El
Molle.
Esta suposicin es retomada por Gordon (1985), al esbozar una
dudosa interpretacin simblico-religiosa del sitio, y reflexionada
por Castillo (1985), quien hace un recuento del arte rupestre del
Norte Chico. En este trabajo confirma que el arte rupestre El Molle
queda inscrito en este Estilo Limar, pero tambin reconoce que si
bien el fundamento para tal relacin cronolgica ha sido la asociacin
entre arte rupestre y sitios habitacionales, tan solo un 21,5% de
los sitios El Molle presenta arte rupestre. Es en este contexto que
el autor nos recuerda que [... ] en el Limar, slo las cabezas-tiara
y sus variantes han sido consideradas por Mostny y Niemeyer como
pertenecientes a El Molle, porque dicho estilo se ha planteado, ms
bien, como un conjunto de motivos repetitivos dentro de un
determinado marco geogrfico, antes que como un conjunto exclusivo
de un determinado grupo cultural (Castillo 1985: 191). A partir de
ello, establece dos desplazamientos no menores. Primero, abrir las
puertas a diseos del Perodo Arcaico al indicar que "con El Molle no
se inicia esta prctica, pero s se populariza" (Castillo 1985: 191).
Segundo, expandir las posibilidades de grabados rupestres hacia
momentos ms tardos del Perodo Alfarero, "debido a que no se
encuentra definida la realidad del arte rupestre Arcaico, nimas o
Diaguita, es necesaria una lnea de trabajo que plantee futuras
correcciones, para decantar mucho ms lo que le corresponde a El
Molle como expresin propia" (Castlo 1985: 191). En particular, para
El Encanto sugiere que "cada vez son ms coherentes los argumentos a
favor de la relacin entre las mscaras tipo El Encanto y su
desarrollo estilstico con El Molle, cuestin que puede hacerse
extensiva al resto de las figuras que las acompaan" (Castillo 1985:
191). As, no obstante estas notas precautorias, mantiene y
reproduce la frmula esbozada por Ampuero y Rivera (1971) y, de una
u otra manera, ampliada por Mostny y Niemeyer (1983).
Desafortunadamente, el autor no entrega la evidencia que avale la
coherencia de esta relacin, pero s destaca que todo el
procedimiento metodolgico de razonamiento histrico-cultural en
relacin al arte rupestre en el Norte Chico se bas en comenzar [...]
por trabajar con las evidencias ms seguras; es decir, con los
sitios donde la informacin fuera ms completa, por ejemplo,
petroglifos y/o pictografas contrastables con otros indicadores in
situ (estratigrafa, sepulturas, etc.). Para luego incorporar
aquellos sitios sin esta caracterstica (al menos hasta el momento)
con manifestaciones rupestres idnticas a los primeros (Castillo
1985: 192). Finalmente, es a mediados de la dcada de 1990 cuando
los ltimos trabajos publicados sobre el sitio salen a la luz
(Ampuero 1992, 1995), reproduciendo la asignacin cronocultural
propuesta inicialmente. Se indica que "los autores del arte
rupestre son, sin lugar a dudas, las sociedades prehistricas que
englobamos bajo la denominacin Complejo o Cultura El Molle"
(Ampuero 1992: 23), dado el hecho concreto de que "despus del siglo
vm de nuestra era, el lugar no fue ocupado por el Complejo Las
nimas o la Cultura Diaguita" (Ampuero 1992: 26), aunque el mismo
autor seala que
[...] en resumidas cuentas, existen en el sitio superposicin de
tcnicas y tambin de estilos, lo cual nos lleva a deducir que hubo
un tiempo relativamente largo en el cual diversos grupos
reutilizaron algunas rocas y dibujaron nuevos diseos sobre los ya
existentes (Ampuero 1992: 15).
HACIA UNA CRTICA DEL RAZONAMIENTO ARQUEOLGICO EN EL VALLE EL
ENCANTOComo podemos ver a lo largo de la historia de esta
investigacin, la interpretacin del Valle El Encanto ha estado
ntimamente relacionada con la definicin del Estilo Limar,
establecindose una ecuacin que, si bien ha tenido matices (p. e.,
Mostny & Niemeyer 1983) y llamados de atencin (Castillo 1985),
ha tendido a homologar ambos sustantivos, asocindolos al Complejo
Cultural El Molle. Sin embargo, si revisamos atentamente los
pilares sobre los que se construye la asignacin histrico-cultural
del sitio, nos encontramos con que ellos descansan en una apelacin
a aspectos extrnsecos al arte rupestre. Es decir, se han dejado de
lado los atributos propios de esta materialidad -tales como las
caractersticas de los diseos y las composiciones, las tcnicas de
produccin, las superposiciones- para plantear como indicador
cronocultural central la existencia de restos materiales muebles
arcaicos y alfareros tempranos en el sitio. Sobre esa lnea, el
razonamiento se ha estructurado por dos premisas; primero, al
existir slo evidencias arcaicas tardas y alfareras tempranas en la
quebrada El Encanto, nicamente estas poblaciones ocuparon este
espacio; segundo, las poblaciones que ocuparon la quebrada El
Encanto, y que dejaron huellas en trminos de asentamiento, son las
productoras del arte rupestre. De ellas se desprende la conclusin
que fundamenta toda la posterior discusin cronolgica, cual es que
el arte rupestre de la quebrada se asocia mayormente al Perodo
Alfarero Temprano. Por derivacin, gran parte del Estilo Limar se
asocia a este momento temporal. Estimamos que, a diferencia de lo
que se ha considerado hasta el momento, esta proposicin es muy
discutible, pues las conclusiones a las que se llega en ningn caso
se desprenden de las premisas esbozadas. El supuesto que existe
bajo la formulacin de tales conclusiones es simple: que los
productores de arte rupestre necesariamente debieron haber
establecido asentamientos habitacionales en el sitio, por tanto,
tales depsitos datables por mtodos tradicionales nos entregan la
cronologa del arte rupestre. Desafortunadamente, aunque tal
proposicin es factible, no es necesaria, ni esencial. En efecto,
como hemos indicado previamente (Troncoso 2002), aunque la
asociacin espacial es un criterio interesante para abordar el arte
rupestre, debemos partir por reconocer que el registro arqueolgico
espacial es producto de un palimpsesto de diferentes tipos de
ocupaciones humanas en un rea particular, por lo que las
asociaciones espaciales entre conjuntos artefactuales de naturaleza
diferente no son necesariamente indicadoras de relaciones
cronolgicas. En particular, para el caso del arte rupestre, ms all
de las imgenes producidas sobre la roca, el nico tipo de depsito
arqueolgico que le es esencial est conformado por los desechos
Uticos producto del acto de grabar y/o restos de pigmento producto
del pintar, por lo que la presencia de asentamientos habitacionales
no se relaciona de forma necesaria con la generacin de este tipo de
cultura material.
Ms an, si revisamos algunas referencias etnogrficas (p. e.,
Lewis-Williams 1995, 2002; Whitley et al. 1999), ellas nos muestran
claramente cmo existen contextos en los cuales la significacin del
arte rupestre descansa en su insercin en espacios alejados de la
vida cotidiana, implicando as una ausencia de relacin con restos
arqueolgicos de tipo habitacional. Si bien estos datos no pueden
ser extrapolados de manera mecnica a nuestro caso de estudio, s nos
permiten falsear la propuesta de una relacin necesaria y esencial
entre depsitos y petroglifos. Es por ello que ante la asociacin
espacial planteada para el sitio uno debera preguntarse si tal
relacin es realmente significativa, ms an cuando tras esa asociacin
se elude la pregunta bsica: las comunidades del Complejo Cultural
El Mofle efectuaron arte rupestre? Extraa ms el argumento planteado
por los autores, pues su razonamiento excluye la ocupacin Arcaica
Tarda, siendo que cumple con los mismos requisitos por ellos
planteados para la conelacin con El Molle. Las limitaciones de tal
argumentacin se amplan cuando evaluamos la primera premisa sobre la
que se funda la proposicin, pues las prospecciones se han centrado
nicamente en el interior de la quebrada y no han incluido los
espacios aledaos a sta. As, se desconoce tanto el contexto espacial
de insercin de estas representaciones rupestres como la posibilidad
de existencia de asentamientos de otros perodos en las cercanas. De
esta manera, consideramos que las proposiciones esbozadas para
relacionar arte rupestre con historia cultural no son
satisfactorias al no contrastar positivamente la autora de los
diseos con una comunidad en particular. La asociacin propuesta,
base de todo lo posterior, es altamente discutible en sus
fundamentos y aplicaciones, por lo que no es factible seguir
avalando de manera acrtica tal postura. Ante esta situacin, donde
observamos la ausencia de proposiciones cronolgicas basadas en los
atributos mismos del arte rupestre, no obstante la existencia de
variabilidad compositiva y tcnica en los diseos, es necesario
abordar los aspectos intrnsecos del arte rupestre con el fin de
proponer una secuencia cronocultural, pues la crtica efectuada a
las proposiciones hasta ahora vigentes nos ha dejado solamente con
un conjunto de diseos sin mayor asignacin cronolgico-cultural. A
pesar de las crticas trazadas, es necesario reconocer que las
formulaciones propuestas previamente por los autores se sitan en un
contexto histrico particular que se caracteriz por esbozar los
primeros lincamientos hacia una arqueologa del arte rupestre. Aqu
el uso del criterio de contigidad espacial se constitua en la
piedra angular de asociacin, por lo que sus formulaciones eran
coherentes con los marcos terico-metodolgicos utilizados.
Claramente, nuestras argumentaciones nacen de un contexto muy
diferente, donde los significativos avances tericos y metodolgicos
han transformado la arqueologa del arte rupestre. Se han abierto
espacios hacia el uso de criterios ms exigentes para fundar estas
asociaciones, a la vez que se han entregado teorizaciones ms
complejas sobre esta materialidad, lo que, en pocas palabras,
cambia el rayado de cancha (Whitley 2005).
PROPOSICIONES PARA UNA COMPRENSIN DEL ARTE RUPESTRE
Al igual que cualquier otro elemento de la cultura material, la
comprensin del arte rupestre descansa en una serie de
conceptualizaciones tericas y metodolgicas que posibilitan su
acercamiento, as como la evaluacin de los resultados obtenidos por
las investigaciones arqueolgicas. Sin entrar mayormente en tal
discusin, pensamos que es al menos factible aceptar que, en cuanto
realidad material espacial y visual, el anlisis del arte rupestre
ha de reconocer y jerarquizar la existencia de distintos atributos
para su comprensin, los cuales tienen un grado de validez
diferencial a partir de los supuestos que los definen. Es as que si
entendemos este registro como un sistema visual/espacial de
comunicacin (Layton 1992, 2001; Troncoso 2005), lo podemos
considerar como una realidad semitica que se define por su modo de
significacin (Troncoso 2005). Este se expresa, antes que en
cualquier mbito, en los atributos intrnsecos al arte rupestre,
tales como son los diseos, las composiciones, las tcnicas de
produccin y las relaciones espaciales establecidas entre los
diseos, entre los bloques y entre los sitios de arte rupestre
(Tilley 1991; Santos 2005; Troncoso 2005, 2008). Es por ello que
hemos definido al estilo como las normas que definen esta produccin
(Troncoso 2005), pues es a travs de ellas que se materializa tanto
una forma de significacin como una serie de aspectos propios a las
maneras de pensar de las formaciones socioculturales (Layton 1985;
Criado 1993, 2000). Es el anlisis de estos atributos intrnsecos lo
que a nuestro entender da la clave para abordar la variabilidad del
arte rupestre y su segregacin en conjuntos diferenciales, por
cuanto a travs de las imgenes que se plasman en la roca se
materializan estas normas de produccin, constituyendo lo que hemos
denominado una forma de arte (Troncoso 2005) o un conjunto
estilstico. Es por tal razn, tambin, que Davis (1990) plantea que
el estilo antes que ser algo dado y observable, es una realidad que
debe ser descubierta a travs de la sistemtica. En contraposicin a
estos atributos intrnsecos, encontramos los extrnsecos, atributos
de segundo orden que definen un cierto nivel de variabilidad en el
arte rupestre, pero que en realidad son dependientes de las
dinmicas sociales de las poblaciones humanas y, por tanto, no
establecen una relacin directa con la sistematizacin de esta
materialidad y la discusin de su asignacin cronocultural. En
particular nos referimos al problema de la asociacin de depsitos
arqueolgicos y asociaciones directas o indirectas con asentamientos
habitacionales. Este principio de contigidad espacial, que si bien
es una herramienta ms, es producto antes que nada de las formas de
habitar de las comunidades, as como del tipo de insercin que tiene
el arte rupestre en sus contextos sistmicos, por lo que nada hace
necesario, ni esencial, su sinonimia. Es por eso que, a nuestro
entender, una sistematizacin del arte rupestre y su reunin en
unidades de corte histrico-cultural requiere descansar primero en
los atributos intrnsecos de esta materialidad. Es en ella donde se
da el factor central de su variacin y significacin: la composicin
de los diseos y el panel de arte rupestre. Si bien la ausencia de
mtodos claros y fiables de datacin de petroglifos no es un tema
menor, pensamos que el anlisis de estos atributos intrnsecos
permite llegar a resultados sistemticos, objetivables y factibles.
En particular, y como ya lo hemos indicado (Troncoso 2006),
apelamos a la utilizacin de un modelo de anlisis e interpretacin
arqueolgica de fibras y cables (Wylie 2002a, 2002b), en el cual el
uso
de diferentes lneas argumentativas y de evidencias conforma una
totalidad que entrega fuerza y factibilidad a las proposiciones
interpretativas esbozadas por la arqueologa. De esa manera,
exploramos diferentes aspectos del arte rupestre con el fin de
construir tales cables argumentativos, reconociendo una
jerarquizacin por la cual los atributos intrnsecos siempre sern de
una valoracin mayor al momento de trabajar el arte rupestre, que
aquellos extrnsecos a esta materialidad. Es sobre esta base, por
tanto, que a continuacin revaluamos el arte rupestre del sitio
Valle El Encanto.
HACIA UNA REVALUACIN DEL ARTE RUPESTRE EN EL VALLE EL
ENCANTORecientes investigaciones nuestras permiten esbozar una
primera revaluacin del sitio, considerando los atributos intrnsecos
y particulares de sus representaciones rupestres. Estos trabajos,
orientados a la definicin de estilos de arte rupestre y
caracterizacin de las estrategias de construccin del espacio al
interior de la quebrada, han permitido reconocer en terreno un
total de 69 bloques con arte rupestre, nueve de los cuales
corresponden a pinturas. Desafortunadamente, y como fuera avanzado
hace ya aos por Ampuero y Rivera (1969), el psimo estado de
conservacin de algunos de estos bloques con grabados hacen casi
completamente imposible el reconocimiento visual de sus diseos (n =
10). En igual estado se encuentran las pinturas, las que si bien se
identifican en terreno, sus diseos no son de fcil apreciacin
visual, por lo que se ha recurrido a su restitucin digital por
medio del programa Adobe Photoshop y de las ilustraciones de
Ampuero y Rivera (1969). Se identific tambin un total de 100
bloques de piedras tacitas, lo que aumenta en forma significativa
el registro efectuado anteriormente, siendo posible que existan an
ms soportes, pero que estn ocultos entre la vegetacin aledaa al
estero. Este ltimo aspecto no es menor, pues tradicio-nalmente se
ha identificado El Encanto como un sitio principalmente de arte
rupestre, sin embargo, en su constitucin cuantitativa, ste es
realmente un yacimiento en el que hay un claro predominio de
piedras tacitas por sobre las representaciones rupestres. Esto se
reproduce a nivel de contexto sistmico en el hecho de que las
piedras tacitas materializan una mayor cantidad de trabajo y
prcticas en este lugar en comparacin al arte rupestre.
Espacialmente, y a partir de los objetivos propuestos en la
investigacin, se dividi el sitio en cinco sectores tomando como
referencia las relaciones existentes entre las concentraciones de
arte rupestre y el relieve, de forma tal que cada una de stas fuese
una unidad discreta, segregable a partir de la existencia de reas
al interior de la quebrada sin arte rupestre y de su ubicacin en
sta (fig. 2). A partir de esta divisin, podemos observar cmo las
concentraciones I y V son las que presentan una mayor cantidad de
bloques modificados (fig. 2). Resalta la primera, de pequea
extensin y que ha sido sealada clsicamente como el sector principal
del sitio, recibiendo incluso la denominacin de santuario por
Gordon (1985).
En relacin a las representaciones rupestres fue posible observar
una variabilidad a nivel de tcnicas y diseos, as como la presencia
de superposiciones que permiten discutir la cronologa del arte
rupestre a partir de sus atributos intrnsecos. Son estos datos los
que se presentan a continuacin, los cuales fueron obtenidos tras
haber realizado el fichaje a nivel de bloque, de panel y de diseo
de las representaciones rupestres del sitio.
Variabilidad tcnicaUna primera variabilidad dentro del conjunto
de representaciones rupestres viene dada por los atributos tcnicos
de las imgenes, aspecto que ya fue indicado por investigadores
previos (Ampuero & Rivera 1971; Ampuero 1992) y donde podemos
reconocer la presencia de cuatro tcnicas diferentes: Tcnica 1:
Corresponde a la aplicacin de pintura sobre la superficie de la
roca, sin que se implemente ningn otro procedimiento tecnolgico
para la creacin de los diseos (p. e., grabado). En todos los casos
la pintura aplicada es de color rojo (fig. 3). Se identifican nueve
bloques, dispersos en las concentraciones I, III y V, predominando
en esta ltima (Tabla 1). Tcnica 2: Grabados de surco profundo, en
los que el proceso de elaboracin implic la sustraccin de una
cantidad importante de superficie de la roca, de manera de dar
forma a un surco grueso y profundo que construye la imagen (fig.
4). Los petroglifos en esta tcnica se ubican en el sector central
del sitio y estn altamente erosionados
por el agua del estero, por lo que no ha sido posible definir de
forma sistemtica si ellos son producto del uso de tcnicas abrasivas
y/o de piqueteado. Se reconocen 11 rocas con esta tcnica, agrupadas
en la concentracin I (vase Tabla 1). Tcnica 3- Grabados de surco
superficial, en los que el proceso de elaboracin implic la
sustraccin de una menor cantidad de superficie de la roca en
comparacin a la tcnica anterior. Su elaboracin descans en la
realizacin de un piqueteado continuo en la piedra para delinear los
diseos, el que en ocasiones es ampliado con el fin de producir un
rea de piqueteados que rellena ciertos espacios (fig. 5). Se
identifican 47 bloques con esta tcnica, distribuidas por todas las
concentraciones, primando en las agrupaciones V y I (vase Tabla 1).
Tcnica 4: Corresponde a grabados elaborados con la tcnica anterior
pero que presentan en el interior de los espacios delimitados por
los surcos restos de pigmentos de color rojo (fig. 6). Si bien
hemos separado estos diseos de los anteriores con fines operativos,
somos conscientes de que es muy posible que una cierta parte de los
petroglifos manufacturados con la tcnica anterior hayan tenido
pintura en su interior, que sin embargo no se conserv en el
registro arqueolgico. Slo se registra en dos bloques, ambos
ubicados en la concentracin V.
Variabilidad iconogrficaA partir de la clasificacin previa, la
revisin de los diseos posibilita apreciar cmo sobre la variabilidad
tecnolgica se establece una diferenciacin iconogrfica. Los diseos
implementados a partir del uso de la primera tcnica, pinturas, son
12 y, si bien son de difcil observacin, conesponden a lneas,
algunas de ellas mendricas (fig. 3b) y otras formando motivos
complejos: un crculo y una figura antropomorfa basada en la
aplicacin de trazos lineales que explicitan tronco y
extremidades.
La segunda tcnica, grabado profundo, se reconoce en un total de
30 diseos. De ellos, 14 (46,6%) son de tipo esquemtico, dividindose
en crculos (8), lneas (5) y valo (1). Los diseos producidos a
partir de estas geometras son: crculos simples, crculo concntrico,
crculo/valo con apndices y lneas verticales radiadas en su extremo
superior, las que podran corresponder a esquematizaciones
antropomorfas. Los siguientes diseos corresponden a 13 mscaras
(43,4%), mayormente cabezastiara, las que se caracterizan por ser
representaciones de rostros de formas cuadrangulares o circulares,
con una segmentacin horizontal en el sector medial del rostro,
quedando en su parte superior ojos, nariz y ceja, que en ocasiones
son del tipo ceja continua, mientras que en su parte inferior se
dispone la boca (fig. 4). Sobre la cabeza, y comenzando en el
tercio superior del rostro, se dispone un tocado de gran tamao,
caracterizado por su forma semicircular y por la presencia de
decoracin interna de tipo lineal formando diseos sinuosos, radiados
o escalerados (fig. 4b).
Se incluyen en este conjunto dos representaciones de mscaras que
presentan un rostro pequeo de forma circular con indicacin de ojos,
nariz y boca, pero con un tocado ceflico que no se constituye
nicamente a partir de un contorno con decoracin, sino que por dos
apndices lineales dobles laterales que angulan hacia arriba y un
tercero que nace del sector medial del rostro hacia arriba con
decoracin interna de tipo lineal (fig. 7). Finalmente, se reconocen
tres diseos antropomorfos (10%), uno de ellos de muy difcil
observacin y los otros dos correspondientes a representaciones
estilizadas basadas en la aplicacin de trazos lineales paralelos
extensos que forman el tronco del cuerpo, una circunferencia pequea
a manera de cabeza sin indicacin de elementos interiores y un
tocado semicircular con lneas radiadas en su interior. Su
configuracin visual y mtrica lleva a un predominio del tronco por
sobre el resto de la composicin. La tercera tcnica, grabado
superficial, presenta una amplia variabilidad de representaciones,
registrndose un total de 173 diseos, de los cuales 131 (75,7%) son
de tipo esquemtico, 31 (17,9%) antropomorfos, 10 (5,8%) mscaras y
uno (0,6%) zoomorfo. Los diseos de tipo esquemtico son
extremadamente variados, registrndose el uso de crculos (78), lneas
(34), valos (9), cuadrados (7) y otros de forma no definida (3). La
aplicacin de decoraciones interiores y apndices conforma un amplio
conjunto de diseos que no es posible describir por restricciones de
espacio, pero entre ellos encontramos crculos con puntos
interiores, crculos con apndices (con o sin decoraciones
interiores), cuadrados con lneas internas, valos con trazos
horizontales, lneas paralelas y otros (fig. 5a). Una estrategia
utilizada preferentemente entre los crculos es el uso de la
yuxtaposicin y apndices lineales para articular sintcticamente
distintas geometras en la conformacin de un diseo complejo. Las
representaciones antropomorfas no presentan una variabilidad tan
grande como las esquemticas, caracterizndose mayormente por la
aplicacin de trazos lineales que constituyen troncos y extremidades
y por el uso de crculos para denotar cabezas. Dos aspectos son
centrales a estas imgenes. Primero, que las cabezas tienden a
incluir tocados ceflicos de menor tamao que las de la segunda
tcnica y que consisten en apndices radiados, los que en algunas
ocasiones se encuentran enmarcados por un semicrculo. Segundo, las
extremidades tanto inferiores como superiores, acaban en tridgitos
o bidgitos que representan tanto manos como pies. Pueden aparecer
en ambas extremidades a la vez o slo en una de ellas (figs. 5b y
c). Estas representaciones antropomorfas tienden a presentar
animacin a partir de disponer las extremidades superiores
flectadas, sugiriendo algn grado de expresin. Un tercer conjunto de
representaciones se ha agrupado bajo el rtulo de mscaras, aunque
ellas ms bien parecen corresponder a representaciones de rostros
con tocados ceflicos. Son diseos circulares en los que se indican
los elementos internos de una cara y presentan apndices lineales
radiados en la zona superior del crculo, o bien, un tocado
semicircular radiado, los que no alcanzan los atributos mtricos de
las cabezas-tiara, ni se asemejan en su composicin interna (fig.
5c). Finalmente, y en oposicin a lo que se planteaba previamente,
se reconoci la presencia de un diseo zoomorfo, correspondiente a un
camlido representado a partir de trazos lineales que definen su
tronco, cabeza-cuello y extremidades (fig. 5d).
La cuarta tcnica, grabado y pintura, se encuentra representada
por slo dos casos, los cuales representan mscaras. El primero es un
crculo con tres apndices, primero uno lineal doble que se dispone
verticalmente sobre el sector medial-superior de la circunferencia
y otros dos lineales dobles angulados que nacen desde los costados
del crculo y que estn rellenos de pintura roja (fig. 7b). El
segundo, donde se dispone una gran tiara con diseos escalerados en
su interior y bajo ella se encuentra representado un rostro por
medio de ceja, nariz, ojo y boca (fig. 6). A diferencia de todas
las otras mscaras, sta no tiene delineado el contorno del rostro y
su cara es muy pequea en relacin al tamao de la tiara.
Frecuencia y distribucin espacialLos dos niveles de variabilidad
reconocidos en los apartados anteriores se reproducen en un tercer
mbito que hace referencia a la distribucin espacial de las tcnicas
y diseos rupestres al interior del sitio (Grfico 1). Como ya se
apreci, la primera tcnica, pintura, se ubica nicamente en el sector
central y oeste del sitio, muy concentrado en este ltimo punto
(Tabla 1). Es factible pensar que esto es producto de un problema
de conservacin de este registro, sin embargo, se han reconocido
rocas en el extremo este del sitio que podran haber permitido el
mantenimiento de las pinturas por la inclinacin de su superficie y,
sin embargo, no presentaban indicios de stas.
La segunda tcnica, el grabado profundo, se concentra en la
agrupacin I de arte rupestre, con tan solo un caso fuera de sta, el
que pensamos es discutible dado el mal estado de conservacin del
bloque en cuestin. Este aspecto no es menor, pues implica una
restriccin espacial en la presencia de este procedimiento, lo que
no es un atributo sintomtico a todo el sitio. En oposicin a lo
anterior, el grabado superficial se constituye en la tcnica de
produccin ms frecuente en el sitio, tanto por la cantidad de
bloques que la presentan como por su distribucin en todos los
sectores, principalmente en las concentraciones I y V (Tabla 1).
Los grabados con pintura, en coherencia con su escaso registro, se
emplazan slo en el sector oeste del sitio, concentracin V. Es
posible pensar que su escasez se debe, en parte, a un problema de
conservacin, aunque es esperable una mayor representacin de stos en
el registro (Tabla 1). Por otro lado, al considerar las relaciones
espaciales que se establecen entre diferentes tcnicas y diseos es
posible observar algunas relaciones de exclusin. Del total de
bloques con pinturas, solamente en un caso (11,1%) stos coexisten
con petroglifos, en particular, con grabados de surco superficial
en la concentracin I. Para los petroglifos de grabado profundo, de
los 11 bloques reconocidos slo en dos (18,2%) encontramos su
coexistencia con otro tipo de tcnica, en particular con el grabado
superficial. Es destacable, como veremos posteriormente, que este
ltimo se encuentra en superposicin sobre el grabado profundo (fig.
8a). En los dos casos de pinturas con grabados, uno de ellos no se
asocia a ningn otro tipo de tcnica, mientras que el otro comparte
espacio con grabados de surco superficial. Por derivacin de todo lo
anterior, y como es esperable por su mayor frecuencia al interior
del sitio, los grabados de surco superficial coexisten con todas
las otras manifestaciones, aunque claramente predomina su
representacin como tcnica nica dentro de los bloques (93,6%). Las
relaciones anteriormente establecidas se reproducen a nivel de los
diseos, donde encontramos que las mscaras de surco profundo tienden
a no asociarse a antropomorfos y rostros (siete casos), con un solo
bloque donde se establece tal asociacin y en relacin de
superposicin como se ver posteriormente. Su agrupacin se da en la
concentracin I (ocho casos) y III (un caso). Una situacin similar
ocmre con las mscaras de surco superficial, siendo interesante que
ellas se agrupan enbloques en la concentracin V (tres casos), I
(dos casos) y III (un caso), representndose nuevamente solas, salvo
en una ocasin en que se asocian a antropomorfos y esquemticos.
Los rostros, todos asignables a la tcnica de surco superficial,
se distribuyen en bloques de la concentracin II (dos casos), V (dos
casos) y I (un caso), sin que en ninguno de ellos se asocien con
mscaras. Slo en un caso el rostro no est acompaado de otros diseos,
relacionndose en los otros cuatro con antropomorfos y esquemticos.
Para los antropomorfos, encontramos que el nico caso producido en
la tcnica de surco profundo no presenta asociaciones con otros
diseos. Las figuras humanas de surco superficial se registran slo
en dos casos sin asociacin a otros diseos, reiterndose en 11
bloques su asociacin con diseos esquemticos, incluyendo uno de
ellos una relacin con mscaras efectuadas en la cuarta tcnica.
Espacialmente, estos diseos se agrupan en la concentracin V (ocho
bloques), seguidos por la I (cuatro bloques), II (tres bloques),
III (dos bloques) y IV (un bloque).
SuperposicionesEl registro estratigrfico de produccin de diseos,
materializado en superposiciones de unas representaciones sobre
otras, posibilit reconocer tres combinaciones que se reproducen en
una secuencia tripartita. La primera combinacin es pintura (tcnica
1) bajo diseo esquemtico de surco no profundo (tcnica 3),
identificado en la concentracin I (fig. 8b). La segunda relacin
estratigrfica es cabeza-tiara bajo antropomorfo con tocado lineal y
tcnica 3, identificado en la concentracin ya indicada (fig. 8a). La
tercera relacin corresponde a diseos esquemticos de tcnica 3 sobre
figuras antropomorfas y esquemticas de similar tcnica, reconocida
en las concentraciones III y V.
Estas relaciones estratigrficas nos posibilitan indicar que las
figuras antropomorfas con cabezas radiadas y de tcnica 3 son
posteriores a pinturas y mscaras; y que diseos antropomorfos y
esquemticos de tcnica 3 se encuentran bajo motivos esquemticos de
similar tcnica.
Sobre este hecho, y reconociendo las sugerencias de autores
previos, consideramos que las pinturas son previas a las
cabezas-tiara y a la tcnica 2, con lo que es factible proponer un
registro estratigrfico en el arte rupestre que se inicia con las
pinturas, contina con las mscaras de surco profundo y acaba con los
grabados de surco no profundo, donde priman figuras esquemticas, as
como antropomorfos con tocados radiales lineales.
HACIA UNA NUEVA SISTEMATIZACIN DEL ARTE RUPESTRE EN EL VALLE EL
ENCANTOLa caracterizacin del arte rupestre del sitio, a partir de
considerar sus aspectos tecnolgicos, iconogrficos y espaciales, est
indicando la existencia de una significativa variabilidad al
interior del arte rupestre del Valle El Encanto y que se expresa en
diferentes niveles. Si bien en cierta medida esta diversidad fue
previamente reconocida (Ampuero & Rivera 1971; Ampuero 1992),
ella no fue mayormente sistematizada, ni evaluada en trminos de
asociaciones, distribuciones espaciales y estratigrafa de los
soportes con representaciones rupestres. A nuestro entender, el
conjunto de las diferencias planteadas anteriormente nos lleva a
pensar que nos encontramos con producciones culturales de distintos
momentos, las que descansan sobre lgicas de produccin divergentes.
Son formas de arte diferentes que generan composiciones visuales
distintas por medio de procedimientos tecnolgicos dismiles y que se
emplazan en espacios particulares al interior del sitio. Un primer
conjunto de agregacin del arte rupestre conespondera a las
pinturas, todas las cuales descansan en la aplicacin de una misma
tonalidad de color y con diseos muy similares fundados en la
utilizacin de trazos lineales. Pensamos que ellas son la primera
expresin del arte rupestre en el sitio Valle El Encanto y no seran
contemporneas con los petroglifos, tal como lo sugieren las
relaciones estratigrficas de superposicin, as como su ausencia de
asociacin espacial en un mismo bloque con grabados rupestres. Un
segundo conjunto de agregacin del arte rupestre correspondera a las
cabezastiara de surco profundo, definidas bsicamente por su
composicin a partir de rostros circulares y cuadrangulares con
grandes atavos ceflicos decorados con escalerados, lneas y otros
diseos interiores. Junto a ellos encontraramos unas pocas figuras
esquemticas como son crculos con apndices. A partir de las
relaciones estratigrficas planteadas anteriormente, pensamos que
este conjunto de petroglifos sera inmediatamente posterior a las
pinturas. Sus diferencias de tcnica, disposicin espacial, diseos y
composicin son argumentos suficientes para segregar estos dos
conjuntos. Una tercera agregacin de arte rupestre vendra dada
mayormente por los diseos elaborados a partir de la tcnica de surco
superficial. En ellos habra un claro predominio de diseos
esquemticos elaborados a partir del uso de diferentes geometras,
una importante representacin de figuras antropomorfas,
caracterizadas por su exposicin a partir del trazo de la totalidad
del cuerpo, la representacin de cabezas con tocados lineales
radiados y la terminacin de extremidades bidgitas y tridgitas (fig.
9). Se incluira en este conjunto la nica figura zoomorfa reconocida
hasta el momento en el sitio.
Aunque muy escasas, se incluiran tambin en este conjunto unas
pocas representaciones tipo cabezas-tiara, principalmente aquellas
reconocidas en el sector V, donde una de ellas presenta como
decoracin del atavo ceflico un diseo escalerado y otra un conjunto
de mscaras de la concentracin I, que han sido la imagen ms clsica
del sitio. Incluimos dentro de este conjunto tambin a las mscaras
creadas a partir de grabado y pintura, pues, 1) ellas no guardan
relacin iconogrfica con las cabezas-tiara reconocidas en la
concentracin I; 2) por su asociacin espacial en los bloques con
diseos (antropomorfos y esquemticos) de este conjunto, y 3) por la
similitud de la tcnica de grabado. Dentro de esta tercera agregacin
se encontraran tambin los diseos que hemos renombrado como rostros,
los que en su mayora se efectan en la tcnica de grabado superficial
y tienen atributos similares a los de las figuras antropomorfas de
cuerpo entero, en particular, la aplicacin de tocados a partir de
apndices radiados en sus cabezas. Consideramos que la similitud en
la composicin de estos tocados ceflicos entre rostros y
antropomorfos es un criterio central al momento de establecer tal
relacin, pues ella descansa sobre el elemento central de
significacin del arte rupestre: el diseo. Sobre esta premisa, es
que incluimos en este conjunto tambin un diseo elaborado con la
tcnica de surco profundo que se encuentra en la concentracin I y
que es una figura antropomorfa pequea efectuada a partir de trazos
lineales y con un tocado ceflico radiado como los recin descritos
(fig. 9). En la misma lnea, insertamos en esta agregacin dos
mscaras de surco profundo de la concentracin I que se definen por
su atavo ceflico tripartito ya descrito, consistente en dos
apndices lineales laterales angulados y otro central ubicado sobre
la cabeza de forma vertical (fig. 7). Estas dos mscaras guardan en
su composicin una cercana relacin con la mscara elaborada a travs
de pintura y grabado que se encuentra en asociacin a diseos
antropomorfos. Es interesante hacer notar que estas dos mscaras de
surco profundo no comparten bloque con las cabezas-tiara clsicas
del sitio; ms an, una de ellas se asocia al antropomorfo descrito
en el prrafo anterior. En esta ltima agrupacin, por tanto, hemos
traspasado los lmites de la tcnica para incluir diseos de surco
profundo y superficial en su interior, por lo que hemos optado por
privilegiar el criterio visual por sobre el tecnolgico. Al
respecto, nos parece interesante hacer notar que la tcnica del
surco profundo requiere un estudio ms especfico a futuro, ya que
tales grabados han estado sujetos a un fuerte proceso de erosin al
ser cubiertos en ocasiones por el agua del estero Punitaqui, por lo
que su posible homogeneidad puede estar siendo incentivada por
procesos de pulimento y desgaste efectuados por el agua. Esta
tercera agrupacin de arte rupestre sera posterior al segundo
conjunto propuesto, tal como lo sugieren las relaciones
estratigrficas reconocidas entre ellas, as como la casi total
ausencia de coexistencia de diseos de ambos grupos en un mismo
bloque. La separacin del arte rupestre en estos tres conjuntos -los
que se segregan por sus diseos, relaciones espaciales al interior
del sitio, relaciones espaciales al interior de
los bloques y tipos de tcnicas- nos dan pie para sugerir que
ellos estn expresando construcciones visuales diferentes,
respondiendo, por tanto, a lgicas culturales y, por ende, a perodos
histrico-culturales distintos. Es por ello que a partir de esta
segregacin proponemos una reacomodacin del arte rupestre en la zona
en tres conjuntos estilsticos diferentes.
El primero de stos, correspondiente a las pinturas, pensamos que
sera el ms antiguo en el sector meridional del Norte Chico,
asignndose al Perodo Arcaico, posiblemente Tardo. La ausencia de
alteraciones mayores en la roca como lo produce un grabado, su baja
presencia y el predominio de diseos factibles de encontrar en otros
contextos de cazadores recolectores, tales como meandros, figuras
humanas simples, son coherentes con su asignacin al mencionado
perodo histrico. Proponemos como denominacin para este conjunto el
de Lagunillas, debido a que Ampuero (1966) describe en este sitio
pinturas similares a las reconocidas en El Encanto. El segundo
conjunto, al ser posterior a las pinturas, lo asignamos al Perodo
Alfarero Temprano, manteniendo por tanto las proposiciones
originales de Mostny y Niemeyer (1983), relativas a que son las
cabezas-tiara su elemento iconogrfico central. Siguiendo a estos
autores, proponemos mantener el nombre de Limar para esta
agrupacin. El tercer conjunto, definido estratigrficamente por
disponerse sobre el anterior y que es el ms representado en el
sitio, se asociara a los perodos Intermedio Tardo y Tardo, es decir
a la cultura Diaguita en sus momentos preinkaico e inkaico.
Agrupamos estos dos momentos en un solo conjunto, por cuanto, hasta
ahora, las variaciones en su interior no son tan claras como para
efectuar una segunda segregacin, a la vez que si bien no se conocen
en gran medida los contextos sociales de ambos momentos, debera
ocurrir un proceso de continuidad y diferenciacin que permitira que
ciertos aspectos fuesen similares y otros variasen en el registro
(vase por ejemplo la situacin de los contextos cermicos del sitio
Estadio Fiscal de Ovalle, en Cantarutti 2002). Dentro de este
conjunto ubicaramos a los petroglifos con las tcnicas 3 y 4. Las
razones para su asociacin con este momento son las siguientes.
Primero, estratigrficamente es el conjunto de representaciones ms
tardas dentro del conjunto, por lo que si respetamos las
filiaciones previas, estos diseos deberan ubicarse en los momentos
finales de la historia prehispnica local. Segundo, entre el
conjunto de representaciones que existen en este momento se ubica
una pictografa que representa un rostro con un amplio tocado
ceflico que fue discutido previamente y que tiene dos
caractersticas significativas. Por un lado, el tocado presenta en
su organizacin interna una decoracin de tipo cuatripartita fundada
en los principios de simetra de reflexin especular y transicin
(sensu Washburn 1983) (fig. 6). Tanto esta configuracin como el
principio de simetra ah encontrado son propios a la cermica
Diaguita y no se encuentran en momentos previos, por lo que se dara
una compatibilidad estructural entre dos sistemas diferentes de
representacin visual. Por otro lado, la configuracin del rostro
recuerda las caractersticas de las figurillas de arcilla Diaguita,
que en el valle del Choapa se han registrado nicamente en contextos
Diaguita-Inkaicos, caracterizndose por la presencia de una amplia
ceja lineal y una nariz similar, que si bien a primera vista
pareciese ser del tipo nariz-ceja continua, realmente no hay una
continuidad de trazos entre ellas, constituyndose en dos entidades
separadas.
Tercero, un diseo que si bien es escaso, pero que se reconoce en
el sitio, es la presencia de un crculo con lneas interiores
entrecruzadas a manera de letra X y valos con lneas paralelas u
oblicuas internas. Ambos diseos son similares a otros reconocidos
ms al sur, alcanzando al valle de Aconcagua, donde han sido
asignados al Perodo Tardo o Inkaico, coincidiendo con lo que en su
momento Niemeyer (1964; Mostny & Niemeyer 1983) defini como
signo escudo (fig. 5a). En esta lnea, es interesante notar que uno
de estos valos con decoracin interna lineal se superpone a una
figura antropomorfa con tocado radial lineal, lo que podra dar pie
para definir posteriormente lo que es propio al Perodo Tardo y al
Intermedio Tardo. Proponemos denominar a este conjunto como El
Encanto, pues es el componente rupestre ms representado en el
sitio, as como el lugar desde el cual ha sido definido. Vale hacer
notar que varios de los diseos que se incluyen en este conjunto se
pueden reconocer para otros sectores de la cuenca hidrogrfica del
Limar, por lo que no sera algo reducido nicamente al sitio Valle El
Encanto (p. e., Iribarren 1953, 1954b, 195556, 1962; Niemeyer &
Castillo 1996; Ballereau & Niemeyer 1999; Niemeyer &
Ballereau 2004).
CONCLUSIONESLa revaluacin del arte rupestre en el sitio Valle El
Encanto, centrada en discutir los aspectos intrnsecos de las
representaciones, ha posibilitado proponer una diferenciacin de las
imgenes en tres conjuntos diferentes. Por sus relaciones
estratigrficas al interior de los soportes, stos han sido asociados
con el Perodo Arcaico Tardo, Alfarero Temprano e Intermedio Tardo/
Tardo de la zona. Esta segregacin ha descansado en el
entrecruza-miento de tres aspectos bsicos: tcnica de produccin,
tipo de diseo y ubicacin espacial al interior del sitio. Sabemos
que ella requiere an una mayor profundiza-cin, pero permite sentar
las bases en la exploracin de estas diferencias. Uno de los
aspectos que requiere un mayor avance a futuro es la necesidad de
distinguir de manera clara las divergencias que se establecen en
los distintos momentos entre las representaciones de mscaras, pues
si bien hemos planteado una primaca de ellas en el conjunto Limar
del Alfarero Temprano, hemos reconocido tambin su presencia en
tiempos posteriores. Al respecto, las revisiones de este tipo de
diseo en el Choapa (Troncoso 2004; Cabello 2005) han sugerido
tambin una diferenciacin entre aquellas propias al Perodo Alfarero
Temprano y las pertenecientes al Intermedio Tardo y Tardo, por lo
que se hace clara la continuidad de un tema, pero existiendo una
transformacin de las formas en su materializacin. En esa misma
lnea, no slo se requiere lograr la sistematizacin de estos nuevos
conjuntos de arte rupestre, sino tambin establecer las relaciones y
comparaciones interareales con otros sectores del Norte Chico, en
particular con los valles de Elqui y Choapa, comparacin que, a
diferencia de lo ocurrido previamente, debe abarcar la totalidad
del conjunto iconogrfico y no descansar nicamente en un nmero
limitado de diseos tipos. A travs de esta estrategia ser posible
integrar por sobre los contextos habitacionales y funerarios de la
prehistoria local, propuestas referentes a la circulacin de imgenes
y contenidos dentro de esta rea.
Un aspecto que puede llamar la atencin es la ausencia de una
proposicin sobre representaciones asociadas al Complejo Cultural
Las nimas. Si bien para la zona de Copiap se han reconocido imgenes
asignables a este momento (Cervellino 1992; Niemeyer et al. 1998),
los recientes trabajos sobre este complejo en el valle de Limar
(Cantarutti & Solervicens 2006) han llevado a minimizar su
presencia, estableciendo serias dudas sobre su existencia en esta
zona, por lo que ante este panorama es altamente complejo proponer
la asociacin de diseos con tal momento cronolgico. Esta situacin es
an ms enftica, si vemos que los diseos Las nimas reconocidos para
el arte rupestre de Copiap no guardan relacin con lo existente para
El Encanto. De la misma manera, y recogiendo los argumentos
planteado por Ampuero (1992, 1995; Ampuero & Rivera 1964),
extraar una asociacin a la cultura Diaguita en los petroglifos del
lugar, dada la ausencia de sitios habitacionales en el valle. Como
hemos indicado previamente, no consideramos que tal criterio sea
necesariamente vlido para limitar la asignacin cronocultural de
estas manifestaciones, ms an cuando las relaciones espaciales entre
depsitos y arte rupestre se relacionan directamente con la forma en
que se integra la produccin de esta materialidad dentro de las
prcticas y el habitar de una comunidad en particular. De la misma
manera, la ausencia de prospecciones publicadas en sectores aledaos
impide realmente evaluar en qu grado se da o no una ocupacin
Diaguita en el rea aledaa al sitio. Finalmente, no debemos olvidar
que estudios en el Choapa (p. e., Troncoso 1999, 2004; Cabello
2005; Jackson 2005) han planteado la presencia de representaciones
rupestres asociables con esta cultura, por lo que no es extraable
su registro en otros valles del Norte Chico. Queda establecido de
esta forma que el sitio Valle El Encanto presenta una extensa
ocupacin humana y que se expresa en el arte rupestre, que comenzado
en el Arcaico Tardo se extiende hasta el Perodo Inkaico. En este
amplio lapso temporal, y a travs de la creacin de nuevos diseos y
realizacin de arte rupestre en diferentes sectores, se fue creando
el espacio monumental que encontramos hoy en da. Sin embargo,
semejante historia ocupacional en caso alguno es homognea, sino que
alcanza su mayor intensidad con la cultura Diaguita, la cual, segn
la propuesta aqu esbozada, sera la responsable de haber efectuado
la mayor cantidad de grabados en los soportes rocosos. De tal
manera, veramos un proceso de intensificacin visual a lo largo del
tiempo, con un Arcaico Tardo que solamente produce pictografas en
puntos especficos del espacio, un Alfarero Temprano que genera
grabados bsicamente en el sector central del sitio y, finalmente,
poblaciones Diaguita que amplan el rea de alteracin espacial e
intensifican esta prctica. Interesante es que esta intensificacin
implica un proceso cada vez mayor de alteracin del medio ambiente,
as como de transformacin de un espacio fundado en lo imaginario a
otro basado en la visualidad de la materialidad. Finalmente, si ha
sido ste el sitio-tipo desde el cual se construy la proposicin
estilstica para el arte rupestre en el Norte Chico, estos nuevos
resultados reubican la discusin cronocultural sobre este tipo de
cultura material en la zona, siendo necesario evaluar, a partir de
futuros estudios, en qu medida esta secuencia es expandible hacia
otros sectores, as como si la primaca de produccin de arte rupestre
para la cultura Diaguita es sostenible en otros espacios. Lo que s
es claro, es que ya no es posible establecer una relacin unvoca
entre arte rupestre valle Limar = Estilo Limar = Complejo Cultural
El Molle, pues la variabilidad observada implica al menos la
presencia de distintas poblaciones que crearon arte rupestre.
RECONOCIMIENTOS Nuestro ms profundo agradecimiento a quienes
participaron en las labores de terreno: Flavio Ardiles, Carolina
Belmar, Nicole Fuenzalida, Marieta Pino, Ximena Power y Camilo
Valdivieso. A Diego Artigas por compartir informacin con nosotros
en terreno. A Roberto Izaurieta por la realizacin del levantamiento
topogrfico. A Patricio Olivares y Rafael Contreras por la acogida
en el Limar. Este trabajo es producto del proyecto SOC 07/17-2,
financiado por la Vicerrectora de Investigacin y Desarrollo de la
Universidad de Chile.
COMENTARIOSGonzalo Ampuero Brito Ex Director Museo Arqueolgico
de La Serena El trabajo de las nuevas generaciones de arquelogos
chilenos ha sacudido las polillas acumuladas en resultados de
viejas y, en algunos casos, pioneras investigaciones, realizadas
por estirpes ya desaparecidas o en vas de desaparecer. Este es el
caso del estudio de Andrs Troncoso y colaboradores, que motiva los
comentarios de este cancino mastodonte. He ledo su trabajo con
especial atencin, inters y curiosidad. No es para menos. Fue en ese
sitio donde me inici como "arquelogo de campo", tras la experiencia
obtenida como ayudante con Julio Montana M. en Punta de Piedra,
Regin de Coquimbo. Dado el magro espacio con que cuento, inicio mis
comentarios parafraseando un viejo adagio: He ledo verdades que no
son novedades y novedades... que exigen ser probadas. Bien sealan
los autores que fueron las primeras visitas al sitio realizadas por
Jorge Iribarren Ch. las que pusieron su existencia en el tapete de
la arqueologa de la regin del Semirido.1 Apenas unas horas le
bastaron a Iribarren (1949) para entusiasmarse con su hallazgo. A
poco andar, sus viajes y lecturas lo llevaron a plantear una teora
interpretativa de los diseos antropomorfos de los petroglifos
vistos por l, atribuyndolos a una fase tarda de la ocupacin Inka,
basndose en los dibujos de la obra de Guarnan Poma de Ayala
(Iribarren 1954). Por cierto, nunca ms volvi a visitar el sitio,
dadas sus dificultades para movilizarse en teneno. El resultado de
nuestras posteriores investigaciones slo lo conoci a travs de
fotografas, de la proyeccin de slides y de las publicaciones
consecuentes. Sobre las conclusiones, sus comentarios fueron
positivos y reconoci lo atrevido de su hiptesis en torno al arte
rupestre. El resto de la historia es bien conocida. Entre 1964 y
1971 trabajamos intensamente en el sitio junto a Mario Rivera.
Fruto de ello fueron sendas publicaciones ya citadas generosamente.
Nuestro objetivo principal fue siempre intentar detectar y definir
a las poblaciones precolombinas que en sus ciclos trashumnticos
ocuparon temporalmente este pequeo rincn y establecer su relacin
con lo que llamamos sus "expresiones rupestres". Los contextos
exhumados en trabajos y subsecuentes jornadas de reconocimiento y
excavaciones arqueolgicas nos convencieron, en primera instancia,
de "la completa ausencia de elementos correspondientes a la cultura
Diaguita y la fase de aculturacin Incsica" (Ampuero & Rivera
1964: 212). De la misma manera, determinamos una Primera Ocupacin
que asignamos a un nivel "acermico" (entonces no nos atrevimos a
hablar directamente de "Precermico", trmino de uso por aquel
entonces para designar el Estadio Arcaico). La Segunda Ocupacin
(determinada por un anlisis estratigrfico que las sucesivas
excavaciones confirmaron) fue asignada a la Cultura El Molle,
definida entonces por Iribanen, incluyendo la asociacin en su
contexto con las
piedras tacitas. De la misma manera, no nos quedaron dudas de
que la presencia de prcticamente todos los tipos cermicos definidos
hasta la fecha para El Molle haca imposible seguir manteniendo la
divisin arbitraria de las fases El Molle I, II e incluso III
insinuada tambin por Iribarren. Los fechados radiocarbnicos dan
mayor consistencia a nuestros asertos. Por ltimo, nuestra mirada se
dirigi al arte rupestre, ms tarde denominado "Estilo Limar" por
Mostny y Niemeyer (1983), el cual no est -a mi juicio-
suficientemente definido. En primer lugar, hasta la fecha no me
cabe duda de que las pictografas fueron elaboradas con anterioridad
a los petroglifos. En los ltimos aos hemos recomdo y registrado
sitios en el rea de Andacollo, Condoriaco (Comuna de La Serena),
Los Morros (Comuna de La Higuera) y, en general, en la Provincia
del Huasco (Los Chaares, por ejemplo, en la Regin de Atacama), que
se caracterizan por poseer pictografas superpuestas por
petroglifos. Tal fue el caso que por primera vez dimos a conocer
para el sitio de Lagunillas y para el propio sitio El Encanto. Las
pictografas de San Pedro Viejo abren una posibilidad cierta para
proseguir en esa lnea de investigacin. Las tcnicas y estilos de los
petroglifos provocan comprensibles confusiones para su
interpretacin. Por ejemplo, la tcnica del grabado profundo, en
contraposicin con las de picado y/o raspado, son signos
secuenciales? Los diseos de las as llamadas "cabezas-tiara",
confrontadas con los simples "personajes danzantes", como yo
denomino a las figuras que insinan movimiento con la postura de sus
brazos, son otro elemento de juicio como para sumarse a cierto tipo
de secuencia? Y, por ltimo, el escaso nmero de figuras geomtricas
entremezcladas con los anteriores, qu papel juegan? En 1992
efectuamos una revisin del levantamiento topogrfico de Niemeyer
realizado por encargo de conaf a comienzos de 1979 y que incluy el
registro de la totalidad de los bloques decorados conocidos hacia
esa fecha-, con la intencin de normalizar la engorrosa nomenclatura
de su inventario, iniciado por Broussain en la dcada de los
sesenta. Son trabajos que permanecen inditos y creo no me ser fcil
darlos a conocer. Similar cosa ocurre con un levantamiento
topogrfico de reciente data, en manos del Consejo de Monumentos
Nacionales. Como resultado de toda mi experiencia obtenida en
recorridos por este maravilloso sitio, me permito ahora dejar
establecida una hiptesis que puede calificarse de subjetiva o
pintoresca, pero que se basa en criterios arraigados en una
realidad comprobable. El vallecito serpentea de este a oeste. Los
bloques decorados que fueron elaborados con la tcnica del grabado
profundo, salvo dos o tres excepciones, se ubican en la vertiente
norte, sobre superficies intensamente alteradas por microorganismos
musgos y liqenes en particular- que las han ennegrecido, lo que
hace imposible grabar en las tcnicas de picado/raspado. Sin
embargo, stos no slo son de cabezastiara. Por el contrario, en la
vertiente sur de la quebrada sucede exactamente lo contrario.
Existen diseos de complejas representaciones antropomorfas
"asociadas" a las simples figuras lineales en picado/raspado sin
excepcin en ambas vertientes. Creo que fue el conocimiento y manejo
de la luz lo que motiv a sus autores a utilizar las tcnicas
conocidas para su elaboracin. Vase, por ejemplo, el petroglifo tan
deslavado y mal copiado que insertan en su artculo los autores en
comento (N 18a-036) [fig. 4a], cuya cara decorada mira hacia el
poniente en la ribera norte de la quebrada. Posee diseos simples y
complejos en sucesivas superposiciones. Lo interesante radica
en el hecho de que slo es perfectamente visible a medioda.
Otros, como el N 57-080 [fig. 4b] slo son visibles a partir del mes
de noviembre y hasta marzo. Por ltimo, en mi opinin, aplicar un
modelo de interpretacin basado en este caso en un esquema terico de
ausencia, para sostener la posibilidad cierta de que debera haber
presencia de expresiones atribuibles a los perodos Medio-Tardo, me
parece una propuesta un tanto aventurada. Dejo planteado el hecho
de que la informacin que poseo sobre el Valle El Encanto no pienso
llevrmela a la tumba. Est a disposicin de los investigadores que
deseen continuar con nuestro trabajo, el que depender del tiempo
potencial que me queda para enfrentar esta tarea y del Consejo de
Monumentos Nacionales, organismo que autoriza a los investigadores
a reiniciar con intensidad los trabajos arqueolgicos.
Gloria Cabello BaettigEl trabajo de Troncoso y colaboradores es
un valioso aporte al estudio del arte rupestre del Norte Semirido.
Como ellos bien sealan, quienes trabajamos el tema en el valle del
Choapa cuestionamos la pertinencia del Estilo Limar desde la
marginalidad de sus lmites geogrficos sin que nadie haya, hasta
ahora, revaluado el sitio donde ste "se origina", si bien han
existido acercamientos recientes.2 Valor agregado si El Encanto se
estudia exhaustivamente, motivo a motivo, como se desprende de este
artculo. Una opcin metodolgica que recin comienza a expandirse en
esa zona de estudio, donde primaban ms bien las extrapolaciones a
partir de unos pocos sitios y/o motivos "emblemticos", como
igualmente sealan los autores. Fue de esa forma que se construyeron
los dos estilos clsicos del Norte Chico, Limar y La Silla, ambos
culturalmente adscritos a El Mofle (Mostny & Niemeyer 1983).
Los resultados del presente estudio, logrados a partir del anlisis
de factores tanto productivos como visuales de los motivos,
cruzados con las opciones de emplazamiento, proponen una slida
segregacin estilstica y un coherente orden secuencial. Dejando a un
lado la pintura, nuestras propias investigaciones tambin segregan
dos momentos para motivos grabados comnmente llamados
"mascariformes" de Chalinga, Regin de Coquimbo (Cabello 2005). Sin
embargo, discrepamos con los autores en la adscripcin cultural de
los estilos. Aun cuando en el valle de Chalinga -y a diferencia de
lo que ocurre en El Encanto- se ha documentado evidencia cultural
de la poca Diaguita, principalmente de su fase tarda, pensamos que
la produccin rupestre se restringe a poblaciones del Perodo
Alfarero Temprano (Cabello 2006 Ms). Tenemos presente que
investigaciones sistemticas en el rea del Choapa describen una
tradicin cermica distinta a El Mofle y a los grupos trasandinos,
con rasgos cermicos propios, que traspasa el Perodo Alfarero
Temprano, perdurando en algunos sectores hasta 1500 DC (Pavlovic
& Rodrguez 2005). Sectores que, segn estos autores, favorecen
el modo de vida cazador recolector/hortcola. En consecuencia,
resultaran impropias a la economa agrcola Diaguita y, por ende,
esta ltima cultura no los habra ocupado sino hasta pocas tardas y
posiblemente como resultado de la estrategia inkaica.
En este escenario no sera raro esperar que quienes producen arte
rupestre desde el Alfarero Temprano cambien su repertorio y su
estrategia visual ante la interaccin con los recin llegados. En ese
sentido, la presencia de elementos de diseo y/o fragmentera cermica
Diaguita, Fase Inka, asociada a uno de los estilos, nos permite
extender el marco temporal de la produccin de los petroglifos al
Perodo Tardo, pero no establece necesariamente su autora.
Recordemos que Davis (1990) advierte que las relaciones entre
entidades histricas y estilsticas no deben interpretarse como
relaciones de expresin, sino como relaciones indicativas o
sintomticas. Por ello llama la atencin que Troncoso y colaboradores
adscriban el tercer conjunto o Estilo El Encanto a poblaciones
Diaguita sin discutir las dinmicas culturales que se estaran
desarrollando entre ellas y las de tradicin Perodo Alfarero
Temprano, las cuales explicaran, por ejemplo, la ausencia de
evidencia Diaguita en el sitio El Encanto. Compartimos la aprensin
de los autores ante la carencia de informacin metdica para el rea.
Consideramos que esto plantea desafos como la prospeccin sistemtica
del rea y la revisin, desde nuevas interpretaciones, de los
materiales cermicos extrados por Ampuero y Rivera (1964 y 1969). Es
revisando y revaluando viejos temas y clasificaciones que podremos
avanzar en la reconstruccin de la prehistoria del Norte Semirido.
Gastn Castillo Gmez Museo Arqueolgico de La Serena Agradezco la
invitacin para elaborar algunas ideas respecto al sugerente artculo
de Andrs Troncoso y colaboradores. La perspectiva que se le da al
estudio en cuestin es saludable, porque, a fin y al cabo, los
aportes de cada uno son cuestiones temporales. El artculo da un
giro no menor en lo que se haba acentuado por casi sesenta aos,
desde los estudios de Iribarren (1949) en "Estero Las Peas", antes
que se le diera el ms glamo-roso nombre de "Valle El Encanto",
calificativo que, sin duda, nace por el efecto que produce el
monumental arte rupestre en tan estrecha quebrada, convirtindose -a
fuerza de sus propios componentes y de las reiteradas referencias
bibliogrficas- en paradigma de este tipo de manifestaciones en la
regin semirida chilena. Esto nos lleva a preguntarnos si, ms all de
la innegable particularidad que demuestra, el sitio es realmente
representativo para establecer all una suerte de corazn del arte
rupestre regional, en circunstancias que la variabilidad de estas
manifestaciones y la consiguiente variabilidad de los contextos
supera el acotado conjunto de motivos desarrollados en el sitio en
cuestin. Al margen de las interrogantes, el corpus mayor de arte
rupestre a nivel regional es El Molle, por lo que el estudio de
Troncoso y colaboradores avanza un nuevo peldao hacia aquella
necesidad de afinar lo que corresponde a una y otra cultura. De all
que cabe preguntarse si con el nuevo modelo propuesto en El Encanto
es posible decantar regionalmente "lo El Molle" de "lo Diaguita",
por nombrar los referentes ms socorridos. Especialmente cuando El
Molle muestra variantes significativas de un valle a otro, incluido
su arte rupestre, y del valle del Elqui al norte no hay
asentamientos Diaguita en las quebradas interfluviales. Estos son
espacios ocupados por poblaciones arcaicas y El Molle,
principalmente desde el eje Hurtado-Limar al norte, diferente a las
concentraciones costeras y vallunas de los Diaguita. Desde ese
punto de vista, la realidad de El Encanto es homologable a la zona
Hurtado-Limar/ Choapa, donde s hubo algunos yacimientos Diaguita en
quebradas. Junto con compartir una produccin
de arte rupestre similar (excediendo hacia Aconcagua, como lo
plantean Troncoso y colaboradores), en el territorio nombrado se
produjeron varios acontecimientos que lo distinguen del resto de la
regin semirida, delinendose una suerte de subzona cultural donde
cualquier anlisis de corte mayor no puede sustraerse a dicha
situacin, pues los actores fueron ms numerosos de lo que se pudiera
sospechar. Por ejemplo, desaparecen las pipas tipo monitor,
registrndose algunas pipas y fragmentos de las mismas modeladas y
hechas en arcilla (San Pedro Viejo, El Encanto, Pea Blanca,
Choapa). Los vasos figurados El Molle tambin fueron compartidos
entre Hurtado y Choapa, sin olvidar las influencias alfareras desde
Chile central (complejos Bato y Uolleo), el tema de las influencias
Agrelo, la profusin de cermica "Cuarto Estilo", parangonando lo
acontecido en Aconcagua, y el hecho de que a partir de HurtadoLimar
la cabeza del jarro pato adquiere otra forma. Luego, tacitas y
bateas -en su fase de produccin posarcaica- se explayan en desmedro
de zonas ms al norte. Adems, las clavas llegan hasta las tierras de
Combarbal y en el Horizonte Tardo hubo traslado de mitimaes
inkaicos desde la cuenca del Mapocho para colonizar territorios a
las puertas del Limar, como Cogot y Combarbal (Palma 1997),
antecedentes como para postular que el lmite norte de la Wamani de
Chile habra estado en el Limar. Coincidimos en que no pudo haber un
arte rupestre sujeto a una sola poblacin. De hecho, en El Encanto
llaman la atencin las figuras antropomorfas de cuerpo completo, en
especial cuando tienen adornos ceflicos que parecen "antenas",
recordando a figuras pintadas en platos Diaguita-Inka. Iribanen
(1970) ya haba adjudicado a los Diaguita un porcentaje de arte
rupestre, aun cuando dicha relacin se fundara en que "los
petroglifos de formas ms generalizadas y ampliamente dispersos por
todo el valle de Hurtado y que se repiten tan profusamente en la
provincia [Regin de Atacama] tendran una adjudicacin propia a la
Cultura Diaguita". Centrndonos en la zona donde est inserto El
Encanto, y basados en los estudios del mismo Iribarren en Hurtado,
Limar y Combarbal (1970, 1975, 1973) vemos que de 237 sitios entre
arte rupestre, asentamientos y cementerios, el 60% corresponde a
imgenes rupestres, entre las que hay slo cuatro pictografas y hasta
un posible geoglifo (Las Chucas). La presencia El Molle y Diaguita
(incluida la etapa inkaica) es pareja, mientras que los
asentamientos arcaicos son menos de un tercio de lo anterior. El
tema de la contigidad muestra espordicos ejemplos, ya que registros
al pie de rocas con grabados o en los intersticios de las mismas
slo se dan en El Llano de San Agustn, Estero El Toro (Pabelln),
Cuesta de Pabelln y El Bolsico-El Arenoso, en el valle de Hurtado,
los dos primeros sitios con contigidad El Molle y los otros con
remanentes Diaguita, hallndose excepcionalmente tres fragmentos El
Molle en el ltimo sitio. Un caso concreto en Limar es el sitio
Llano Arenoso, donde se hallaron ms de cien fragmentos de alfarera
El Molle. Y en Combarbal, un nico pedazo de cermica Diaguita estaba
al lado de un petroglifo de Quebrada Las Chucas. De acuerdo a estos
datos cabe preguntarse qu condiciones se habrn dado en El Encanto
para haberse generado tan acendrada convivencia entre asentamientos
y proceso de crecimiento del arte rupestre local. La variabilidad
del arte rupestre analizada por Iribanen es grande, llegando hasta
figuras montadas de tiempos histricos. Al mismo investigador le
llam la atencin que en Corral Quemado, apenas un par de kilmetros
al norte de Hurtado, las figuras ofrecieran una gran variedad
respecto a los grabados comunes observados en la cuenca del
Hurtado, por lo tanto muy distintos a los petroglifos
habituales.
Creo que es normal intentar una nueva sistematizacin de arte
rupestre en El Encanto, pero me parece una propuesta donde ms bien
se estara recin encontrando el cabo de la madeja. Por qu la
dicotoma entre una comprobada extensin ocupacional Arcaico-Molle y
la hipottica restriccin del arte rupestre de estas poblaciones a
una cantidad minoritaria de imgenes, especialmente en lo
relacionado con El Molle? Y por qu adscribir la mayora de las
expresiones a una poblacin Diaguita que, al margen del problema de
la contigidad, no habra dejado un gramo de evidencias materiales en
el lugar? Es posible seguir la pista de contextos tipo El Encanto
por el mbito de Combarbal, dibujndose otra suerte de variable
contextual en el ya intrincado panorama sociocultural. Ms de una
veintena de sitios con rocas horadadas se encuentran dispersas al
este y oeste de esta zona, registrndose relacin entre petroglifos y
bateas con o sin hallazgo de algunos trozos de cermica El Molle,
Diaguita y DiaguitaInka; de bateas y un asentamiento con alfarera
El Molle y Diaguita; y una vinculacin espacial entre bateas,
asentamiento y sepulturas. En suma, me parece que la revaluacin del
arte rupestre de El Encanto como sitio-tipo del Estilo Limar debe
entenderse como una hiptesis emergente ms que como una realidad
comprobada. En esa lgica, las cabezas-tiara estn llamando la
atencin para detenerse mucho ms en su propia composicin,
preguntndonos si los trazos curvilneos que, por lo general, ocupan
el lugar donde debera estar la boca y que, a decir de Iribarren
(1970), "la boca puede desaparecer en una ornamentacin geomtrica
confusa o ser representada con lneas simples, crculos, o un rasgo
horizontal asociado a otras verticales", no nos estarn diciendo que
con ello se quiso expresar la idea de ondas sonoras relacionadas
con el lenguaje? A propsito, cuesta imaginarse que el arte rupestre
El Molle, cobijado o no bajo el paraguas del Estilo Limar, de
pronto quede reducido a tan pocas imgenes. DONALD JACKSON SQUELLA
Departamento de Antropologa Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile El trabajo "Arte rupestre en Valle El Encanto
(Ovalle, Regin de Coquimbo): Hacia una re valuacin del sitio-tipo
del Estilo Limar" realizado por los colegas Andrs Troncoso, Felipe
Armstrong, Francisco Vergara, Paula Urza y Pablo Larach nos
presenta un replanteamiento crtico sobre la tradicional asignacin
del arte rupestre El Encanto al llamado Estilo Limar, asociado
unvocamente al Complejo Cultural El Molle. El replanteamiento
propuesto se basa en una crtica a los fundamentos sobre los cuales
se ha definido ese estilo -en forma bastante laxa, reconocindose
una gran variedad de diseos- y se le ha designado a dicho complejo.
No obstante, como sealan los autores, "las mscaras o cabezas-tiara"
son los elementos que se priorizan para caracterizar este estilo,
quedando los restantes diseos incluidos implcitamente al mismo, ms
por asociacin a las cabezas-tiara que por patrones estructurales
comunes. Por otra parte, su asignacin cronolgica al Complejo
Cultural El Molle se bas esencialmente en su contigidad espacial
con las evidencias registradas en estratigrafa, pero, como tambin
sealan los autores, este criterio "si bien es factible, no es
necesario, ni esencial". As tambin, se preguntan correctamente por
qu se vincul el arte rupestre nicamente a las evidencias El
Molle,
no obstante existen tambin evidencias del Arcaico Tardo. En
sntesis, los autores sealan que la asignacin cronolgica se sustenta
casi exclusivamente en atributos extrnsecos al arte rupestre y no
en atributos intrnsecos, los que debieran tener mayor valor de
jerarqua. En este sentido la investigacin de Troncoso y su equipo a
travs de un sistemtico trabajo y a partir de los atributos
intrnsecos del arte rupestre, considerando el estudio de la
variabilidad tcnica, iconogrfica, frecuencia y distribucin
espacial, as como criterios de superposiciones, propone distinguir
tres conjuntos en el arte rupestre de El Encanto. La propuesta
cronolgica para segregar los tres conjuntos se sustenta
esencialmente en la observacin de superposiciones. Algunas pinturas
se encontraron por debajo de la tcnica de grabado poco profundo y,
a su vez, tcnicas de grabado profundo se encontraron por debajo de
grabados poco profundos. Tambin se encontraron figuras
antropomorfas y esquematizadas de grabado poco profundo bajo
motivos esquemticos de similar tcnica. En consecuencia, un primer
conjunto correspondera a las pictografas con diseos similares
utilizando trazos lineales, que por relaciones de superposiciones
no seran contemporneos con los petroglifos. La "ausencia de
asociacin espacial en un mismo bloque con grabados rupestres"
confirma la situacin, sealan los autores, lo cual es
contradictorio, pues si existen superposiciones necesariamente
existen asociaciones con bloques grabados. Este conjunto es
atribuido al Perodo Arcaico, posiblemente Tardo, proponiendo
denominarlo Lagunillas, sitio en que se describen pinturas
similares a las de El Encanto. El segundo conjunto incluira las
cabezas-tiara de surco profundo, con rostros circulares y
cuadrangulares y grandes atavos ceflicos decorados, junto a las que
se encuentran algunas figuras esquemticas como crculos con
apndices. Este conjunto, al ser posterior a las pinturas, se
atribuye al Perodo Alfarero Temprano, mantenindose la proposicin
original de Estilo Limar. El tercer conjunto estara definido por
diseos esquemticos con usos diferentes de geometras, una importante
representacin de antropomorfos con trazos para la totalidad del
cuerpo y cabezas, con tocados lineales, adems de la presencia de un
nico zoomor-fo. La tcnica distintiva es de surco poco profundo. Se
incluyen tambin en este conjunto algunas cabezas-tiara con atavo
ceflico escalerado, as como las mscaras elaboradas por grabado y
pintura. Este conjunto es atribuido a los perodos Intermedio Tardo
y Tardo, correspondiente a la cultura Diaguita en sus momentos
preinkaico e inkaico, sin poder discriminar variaciones cronolgicas
en su interior. La segregacin de estos tres conjuntos sobre la base
de varios criterios intrnsecos al arte rupestre parece ser
coherente y consistente con las evidencias del sitio. No obstante,
estas distinciones, segn los autores, responden a la expresin de
construcciones visuales diferentes, "respondiendo, por tanto, a
lgicas culturales y, por ende, a perodos histrico-culturales
distintos". Si bien esto puede ser correcto, parece tambin una
lgica algo mecnica y simplista, al menos en su aplicacin. Las
construcciones visuales evidentemente son culturales, pero pueden
responder a mltiples campos de significacin sociocultural. Esto es,
no existe una nica y globalizadora construccin visual; esta vara y
se ajusta al campo de significacin que
se quiere denotar. No es simplemente identitaria, tambin
establece distinciones en el campo de lo simblico, lo social y lo
econmico, y aun stas varan en su trayectoria temporal en una misma
comunidad. Por qu entonces estas construcciones visuales deberan
vincularse con distinciones histrico-culturales? Por otra parte,
las superposiciones slo nos establecen un antes y un despus, es
decir, en sentido estricto, diferencias temporales que pueden ser
das o milenios. Se trata entonces de una cronologa flotante, que
requiere ser anclada con otros indicadores que permitan establecer,
al menos, algunas diferencias temporales absolutas o significativas
culturalmente. Es evidente que esto no es simple y se trata de un
problema extensible a la gran mayora de los sitios de arte
rupestre, sin embargo debiramos generar las expectativas encauzadas
a registrar tales indicadores. En este sentido, criterios
extrnsecos al arte rupestre, como la contigidad, podran ser ms
significativos de lo que sealan los autores. Al menos, las
evidencias estratigrficas de los perodos Arcaico Tardo y Alfarero
Temprano en el sitio tienden a confirmar las inferencias
histrico-culturales para los conjuntos con pinturas y
cabezas-tiara. As, la bsqueda de contextos estratigrficos
asociables a dichos conjuntos sugiere ser promisoria y
recomendable. Llama la atencin que no se mencionen en el texto los
petroglifos de data histrica que se registran en el curso superior
del valle, correspondiente a varias figuras de grabado poco
profundo, algunas de ellas con representaciones cristianas. No
obstante lo anterior, esta proposicin constituye un sustantivo
avance en el conocimiento del arte rupestre del sitio El Encanto,
toda vez que esta distincin basada en criterios objetivos y
explcitos puede ser falseada o contrastada.
RPLICANo podemos comenzar este texto sin antes agradecer a los
editores del Boletn, por la apertura de este espacio de discusin, y
a los comentaristas, cuyas opiniones nos han permitido aclarar una
serie de puntos del escrito, por su buena disposicin para la
realizacin de este sano y necesario ejercicio intelectual. En pos
del espacio, efectuaremos nuestra respuesta de manera esquemtica en
las siguientes lneas. Tema 1. Arte rupestreDiaguitay ausencia de
asentamientos. Ha extraado esta proposicin, pues el principio de
contigidad fue fundamental en la adscripcin del sitio y es un
criterio de amplio uso en arte rupestre. Sin embargo, como
indicamos, esta relacin no es esencial, pues el nico desecho
arqueolgico necesario de la produccin de arte rupestre son
productos Uticos, los que no son precisamente de fcil visibilidad
arqueolgica (Fiore 1999; Larach 2008). Al respecto, la asociacin
arte rupestre y ocupaciones estratigrficas depende ms bien de los
contextos sociales en que se insertan estas prcticas, pues en el
fondo ellas definen las maneras en que se estructuran las
relaciones espaciales entre diferentes materialidades y la forma en
la que se constituye el espacio de lo domstico, razn por la que tal
asociacin slo puede ser evaluada a posteriori. El valor heurstico
de este presupuesto es bastante alto, pues desplaza el tema
cronolgico y abre la discusin a la interpretacin de las relaciones
entre arte rupestre / comunidades / prcticas
sociales y espacio, reconociendo que no toda comunidad debe
asentarse donde realiza arte rupestre. Un segundo aspecto en este
tema es la escala de anlisis, pues toda la discusin se centra en
una asociacin espacial a muy baja escala (el interior del valle),
sin considerar los espacios aledaos a ste, donde la ausencia de
prospecciones (al menos las publicadas) no nos permiten saber si
existieron asentamientos Diaguita. A nuestro entender, esto lleva a
un sesgo importante, pues la falta de conocimiento para los
espacios vecinos impide una correcta evaluacin de esta asociacin
espacial. Tema 2. Superposiciones y estilo. Los comentaristas han
planteado una nota de cautela sobre las relaciones estratigrficas
entre los diseos, haciendo notar la variabilidad de motivos
posibles de encontrar en un mismo estilo. Al respecto, y como uno
de nosotros ha indicado previamente (Troncoso 2002, 2005), nuestro
concepto de estilo es de carcter polittico, posibilitando la
variabilidad y diferencia en su interior, pero esa variabilidad no
es aleatoria, sino que ha de regirse por unas reglas que la
posibilitan, reglas que son a las que intentamos apelar. En tal
sentido, si bien es posible plantear distinciones en el campo de lo
simblico, social, identitario, ellas deben primero ajustarse a los
tipos de sociedades a las que nos enfrentamos, cuya complejidad y
variabilidad interna posiblemente no sean tan amplias. Adems,
pensamos que tales distinciones son slo rastreables a una escala ms
amplia que la de un solo sitio. De hecho, las variaciones
propuestas traspasan el diseo para reproducirse en las tcnicas y en
el espacio, dando cuenta de diversos niveles de variabilidad. Esto
es lo que permite generar conjuntos que luego son ubicados a travs
de las superposiciones. Por eso, si bien las superposiciones pueden
denotar cortos perodos de tiempo (Troncoso 2002), nuestro
razonamiento se funda en que son conjuntos basados en lgicas de
produccin diferencial y no slo en un simple diseo. En el fondo, y
como indica Jackson, establecemos una cronologa flotante y la
anclamos a otros indicadores como son la constitucin de estas
agrupaciones. Tema 3. Baja presencia de arte rupestre del Perodo
Alfarero Temprano. Sabemos que esta proposicin es extraa a las
hiptesis tradicionales para el Norte Chico, pero es verdad que si
evaluamos sus supuestos, ellos son muy discutibles a la luz de los
nuevos antecedentes conocidos para la prehistoria de la regin, por
lo que es esperable su reformulacin. Sin embargo, una nota