1 “LA IDENTIDAD ESPAÑOLA Y LA IDENTIDAD EUROPEA EN EL APOYO A LA UNIÓN EUROPEA” Marta Paradés Martín (Universidad Autónoma de Madrid) Resumen Este trabajo busca conocer las variaciones en las actitudes hacia la Unión Europea argumentando que factores utilitaristas o identitarios pueden influir en la opinión pública sobre la Unión Europea. Mientras que la primera se basa en la percepción de los beneficios que reporta la Unión Europea, la segunda perspectiva presta atención al impacto de los factores culturales y / o identidades colectivas en las actitudes hacia dicho organismo supranacional. Por ello, se explora el grado de identificación de los españoles con Europa observando cambios temporales que pudieran deberse a fenómenos contextuales como la crisis económica así como el significado de la identidad Europea y la identidad española para los ciudadanos/as españoles con el objetivo de comprobar la compatibilidad entre ambas identidades. Los resultados ponen de manifiesto la existencia de diferencias temporales en las actitudes hacia la Unión Europea coincidiendo con momentos de crisis o bonanza económica poniendo de manifiesto la importancia de los factores utilitaristas también a la hora de entender la identidad europea. Ésta se define en términos instrumentales en contraposición a la identidad nacional española que lo hace en términos culturales, lo que hace posible la compatibilidad entre ambas identidades. Palabras clave: identidad europea, identidad española, actitudes hacia Unión Europea crisis económica.
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“LA IDENTIDAD ESPAÑOLA Y LA IDENTIDAD EUROPEA EN EL … · La identidad nacional es más “cultural”, en cuanto que la identidad Europea es más “instrumental”. Por ello,
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“LA IDENTIDAD ESPAÑOLA Y LA IDENTIDAD EUROPEA EN EL APOYO A
LA UNIÓN EUROPEA”
Marta Paradés Martín (Universidad Autónoma de Madrid)
Resumen
Este trabajo busca conocer las variaciones en las actitudes hacia la Unión Europea
argumentando que factores utilitaristas o identitarios pueden influir en la opinión
pública sobre la Unión Europea. Mientras que la primera se basa en la percepción de los
beneficios que reporta la Unión Europea, la segunda perspectiva presta atención al
impacto de los factores culturales y / o identidades colectivas en las actitudes hacia
dicho organismo supranacional. Por ello, se explora el grado de identificación de los
españoles con Europa observando cambios temporales que pudieran deberse a
fenómenos contextuales como la crisis económica así como el significado de la
identidad Europea y la identidad española para los ciudadanos/as españoles con el
objetivo de comprobar la compatibilidad entre ambas identidades. Los resultados ponen
de manifiesto la existencia de diferencias temporales en las actitudes hacia la Unión
Europea coincidiendo con momentos de crisis o bonanza económica poniendo de
manifiesto la importancia de los factores utilitaristas también a la hora de entender la
identidad europea. Ésta se define en términos instrumentales en contraposición a la
identidad nacional española que lo hace en términos culturales, lo que hace posible la
compatibilidad entre ambas identidades.
Palabras clave: identidad europea, identidad española, actitudes hacia Unión Europea
crisis económica.
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1. Introducción
En el año 1986 España entra a formar parte de la Unión Europea1. Han pasado
más de 25 años desde entonces y el apoyo de España ha sido constante posicionándose
como uno de los países más europeístas (Strath y Triandafyllidou, 2003). Las
principales razones que pueden explicar el grado de apoyo hacia la identidad europea
han tendido a agruparse en dos pespectivas principales: el enfoque utilitarista y el
enfoque identitario (Hooghe y Marks, 2005). Según el enfoque utilitarista, las actitudes
hacia la Unión Europea se basan en las consecuencias positivas que les reporta. Por
contraste, el enfoque identitario presta atención al impacto de los factores culturales y/o
identidades colectivas en las actitudes hacia el órgano supranacional.
La integración europea en sus inicios fue un proceso que se basó
fundamentalmente en aspectos económicos. Por ello, no parece extraño que una gran
parte de las explicaciones sobre las actitudes de apoyo o rechazo hacia la UE se hayan
apoyado en factores instrumentales. Sin embargo, poco después la Unión Europea ha
intentado desarrollar una identidad europea que crease un sentimiento de pertenencia a
una comunidad entre todos los integrantes de esta organización. La creación de una
moneda común o el intento de ratificación de una Constitución europea son algunos de
los ejemplos de estas políticas destinadas a crear una identidad.
En este contexto, los gobiernos de los Estados miembros podían ver como una
amenaza la identidad europea para las lealtades de sus ciudadanos. Por esta razón, este
segundo enfoque se centra en el efecto de las identidades nacionales sobre la identidad
europea con dos variantes: algunos autores consideran que la identidad nacional puede
ser un obstáculo para la identidad europea y creen que son incompatibles mientras que
otro grupo de autores piensan que ambas identidades pueden ser compatibles e incluso,
favorecer la identificación con el proyecto europeo.
La perspectiva que implica la incompatibilidad de las identidades nacionales con
la identificación con Europa concibe el proceso de integración europeo de manera
similar al de los Estados-nación que tuvo lugar en el siglo XIX. Desde la segunda
perspectiva, la naturaleza de las identidades va a condicionar que sean compatibles o no.
Según Ruiz (2005:101, 102) “si ambas identidades son compatibles es, en parte, porque
1 Unión Europea: UE
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son de diferente naturaleza. La identidad nacional es más “cultural”, en cuanto que la
identidad Europea es más “instrumental”.
Por ello, este trabajo se centra en las actitudes hacia la UE prestando especial
atención a los efectos de la identidad nacional española. Se trata de un estudio
exploratorio con dos objetivos principales. Por un lado, analizar la evolución histórica
de la actitud de los españoles hacia la Unión Europea así como de la identidad española
y europea para comprobar si se han producido cambios. Siguiendo el enfoque utilitarista
e identitario, analizar el papel de la percepción de beneficio o la identidad nacional en el
Europeísmo. El segundo objetivo de este trabajo es explorar el significado de ser
europeo para conocer la compatibilidad (o no) entre la identidad nacional y la europea.
El paper se estructura en dos secciones diferenciadas: en una primera parte del trabajo
se hace una revisión teórica sobre las explicaciones hacia las actitudes de la Unión
Europea y las formas de entender la identificación con Europa mientras que, en una
segunda parte, se discuten los análisis realizados mostrando a continuación las
conclusiones principales.
2. Las actitudes hacia la integración europea: enfoque utilitarista e identitario
Hace más de 25 años que España entró en la Unión Europea. Desde entonces, el
apoyo de los españoles hacia la misma ha sido constante considerándose uno de los
países más europeístas (Strath y Triandafyllidou, 2003). El término “apoyo” es uno de
los más utilizados al hablar de las actitudes hacia el proyecto de integración europea. En
este caso, el concepto de apoyo al que se va a hacer referencia en este trabajo se deriva
de la definición clásica de David Easton de apoyo político (1965). Para este autor, el
apoyo político es la manera en que un individuo se orienta evaluativamente hacia un
objeto, entendido como una comunidad política, régimen y autoridad, ya sea a través de
sus actitudes o su comportamiento. En su definición Easton diferencia entre dos tipos de
apoyo: el difuso y el específico. El primero implica una vinculación a través de lealtad y
afecto mientras que el segundo se deriva de los beneficios o costes específicos que
reciben los individuos.
Posteriormente, Lindberg y Scheingold (1970) van a utilizar este marco teórico
de Easton en el análisis del apoyo al sistema político europeo. Estos autores distinguían
entre el apoyo afectivo e instrumental que equivaldría a los conceptos de apoyo difuso y
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específico. En sus trabajos concluían que la mayor base de apoyo a la Unión Europea
era de tipo instrumental o utilitarista lo que implica que sea más variable y menos
persistente en el tiempo. En contraposición, el apoyo derivado de la dimensión afectiva,
es decir, los sentimientos de pertenencia a una comunidad, en este caso la comunidad
formada por los países de la UE, proveen un apoyo más duradero. Las explicaciones de
las actitudes de los ciudadanos hacia la adhesión del proyecto europea han tendido a
agruparse dos enfoques principales que se derivan de estas dos dimensiones del apoyo:
el enfoque utilitarista y el identitario (de Vries y van Kersbergen 2007; Hooghe y Marks
2005). A continuación se expondrán brevemente ambos enfoques.
El enfoque utilitarista
El enfoque utilitarista o instrumental explica el apoyo de los ciudadanos a la
Unión Europea dependiendo de la percepción que tienen de los beneficios de pertenecer
a esta organización supranacional (Eichenberg y Dalton 1993). La eliminación de
barreras al libre comercio, la libre circulación de capitales y bienes así como la creación
del euro como moneda única son algunas de las medidas puestas en marcha desde la
Unión Europea. Por esta razón, no parece extraño que los ciudadanos muestren una
actitud hacia la Unión Europea basándose en los costes y beneficios que les suponga la
integración europea tanto para sí mismos, como para sus grupos y/o su país (Hooghe y
Marks, 2005: 419).
Dentro de esta perspectiva, un primer grupo de autores han utilizado indicadores
macroeconómicos del país tales como la inflación, el PIB o el desempleo en sus análisis
(Eichenberg y Dalton, 1993). El apoyo de los ciudadanos hacia la Unión Europea será
mayor cuando las tasas de inflación o desempleo sean más bajas. Otros estudios han
comprobado que cuanto mayor es el comercio intraeuropeo o el crecimiento económico,
mayor es el apoyo hacia la Unión Europea (Anderson y Reichter, 1995; Eichenberg,
1999). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el propio Eichenberg (1999) ha
reconocido que la relación entre algunos indicadores macro no es clara y Bosh y
Newton (1995) no encontraron una relación significativa entre indicadores
macroeconómicos y la actitud hacia la Unión Europea.
En contraste, otro grupo de estudiosos consideran la percepción del beneficio
individual como un aspecto a tener en cuenta en la actitud hacia la Unión Europea
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(Anderson y Reichter, 1995; Gabel y Palmer, 1995). Los ciudadanos van a percibir los
costes y beneficios dependiendo de su situación socioeconómica y de la incidencia que
pueden tener las políticas comunitarias en su economía personal (Gabel, 1998). La
movilidad de mano de obra aumenta la competitividad laboral. Esto afecta a los
ciudadanos dependiendo de su nivel educativo, niveles de cualificación profesional o de
renta. Los ciudadanos con mayores rentas se ven favorecidos por la liberación de los
mercados al tener mayores oportunidades de inversión y baja inflación, mientras que los
ciudadanos con mayores niveles educativos y de cualificación profesional encuentran
nuevas oportunidades de trabajo (Gabel, 1998: 47).
Además de estas características sociodemográficas, la percepción subjetiva de la
economía de los individuos es otro aspecto relevante a tener en cuenta en este enfoque.
Diversos estudios han demostrado que el apoyo a la integración europea es mayor
cuando los ciudadanos valoran de forma positiva la situación económica nacional
(percepción sociotrópica) o personal (percepción egocéntrica) (Anderson y Reichter,
1996; Hooghe y Marks, 2005).
El enfoque identitario
La literatura científica destaca la importancia de los factores culturales o
identitarios, prestando especial atención al efecto de la identidad nacional en las
actitudes hacia la UE (Carey, 2002; Díez Medrano, 2003; Hooghe y Marks, 2005, de
Vries y van Kersbergen, 2007). Desde el punto de vista de este enfoque, se hace
hincapié en que las actitudes de los ciudadanos están determinadas por los lazos de
solidaridad, lealtades y valores compartidos que definen la pertenencia a una comunidad
política. De acuerdo con Hooghe y Marks (2004: 417), los factores vinculados a la
identidad nacional explican en mayor medida el apoyo a la integración europea que
aquellos vinculados al interés económico individual o de grupo.
A pesar de la existencia de un gran número de estudios sobre la importancia y
efectos de la identidad nacional sobre la integración europea, es un tema polémico. Sin
duda, la compatibilidad entre las identidades nacionales y la europea es uno de los
temas que ha ocupado un mayor número de estudios con conclusiones divergentes
(Carey, 2002; Díez Medrano, 2003; Hooghe y Marks, 2005; de Vries y van Kersbergen,
2007). Por un lado, algunos autores consideran que la identidad nacional puede ser un
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obstáculo para la identidad europea mientras que, por otro lado, ambas identidades
pueden ser compatibles e incluso, favorecer la identificación con el proyecto europeo.
Los autores que consideran que estas identidades son incompatibles conciben la
integración europea de un modo parecido al de los estados-nación. Siguiendo este
argumento, tanto las identidades nacionales como la identidad europea se tratarían de
identidades “esenciales” o “primordialistas” en las que ambas competirán por la lealtad
de los ciudadanos. La implantación del Tratado de Maastricht y la puesta en marcha de
la Unión Monetaria fomentó la dimensión política del proceso de integración y el
interés en desarrollar un sentido de pertenencia a la Comunidad Europea. En este
contexto, los ciudadanos pueden considerar que la integración europea erosiona la
soberanía nacional y oponerse al proyecto europeo.
Siguiendo este razonamiento, los ciudadanos con una identidad nacional fuerte
tendrán actitudes más negativas hacia la integración de la Unión Europea. Hewstone
(1986) va más allá y dice que es necesaria la eliminación del nacionalismo para la
formación de una identidad europea, mientras que Smith (1992) enfatiza la
incompatibilidad de ambas identidades basándose en la idea de que los ciudadanos no
pueden mantener más de una identidad colectiva a la vez. Por otro lado, De Vreese y
Boogaarden (2005) introducen la inmigración como un factor a tener en cuenta en las
actitudes hacia la integración de la Unión Europea. Las creencias sobre la nación y el
sentimiento de amenaza percibido por parte de los ciudadanos/as es un condicionante
para el rechazo de los inmigrantes motivado por el deseo de mantener la homogeneidad
de una comunidad.
En contraste con este primer grupo, otros investigadores consideran que las
identidades pueden ser complementarias y que la identidad nacional no tiene por qué ser
contraria a la creación de la identidad europea o las actitudes hacia la organización
supranacional (Díez Medrano 2003; de Vries y van Kersbergen, 2007). La existencia de
esta complementariedad entre las identidades nacionales y la identidad europea se basa
en la idea de que cumplen diferentes funciones o son de naturaleza desigual (Díez
Medrano: 2003, Ruiz Jiménez, 2005). La principal aportación de esta teoría es que en
función del contexto las identidades nacionales se pueden ver cómo un obstáculo para la
europea o al contrario. Esta compatibilidad o no dependerá del contenido de ambas
identidades y, por ello, variará de un contexto a otro. En España, el concepto de
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identidades anidadas es utilizado por Diez Medrano y Gutiérrez (2001) para describir
las identidades son percibidas como no invasivas y se construyen una dentro de otra.
De la misma manera, De Vries y van Kersbergen (2007) desarrollan el concepto
de “doble lealtad” para explicar la relación entre la identidad nacional y la europea
donde la nación es la primera lealtad y la UE la segunda. De acuerdo con estos autores,
los gobiernos nacionales proveen a los ciudadanos de beneficios como seguridad y
bienestar. La lealtad primaria emerge de esta positiva transacción de los Estados-nación
y la segunda lealtad existe cuando las instituciones supranacionales permiten o facilitan
la provisión de dichos recursos (bienestar y seguridad). Por lo tanto, el apoyo a la UE
depende de la capacidad de los gobiernos nacionales para proporcionar bienestar
político, social o económico a través de las instituciones supranacionales.
Este razonamiento de la doble lealtad explica la variación de los efectos de las
identidades nacionales entre unos estados miembros y otros así como las variaciones
temporales. De esta forma, la relación entre las identidades nacionales y la integración
europea o las actitudes hacia la misma pueden ser negativas cuando los ciudadanos
consideren que dificulta su suministro de seguridad y bienestar. Lo más interesante de
este argumento es que aúne el enfoque utilitarista y el identitario en un único marco
explicativo. No obstante, admiten que la percepción instrumental va más allá del mero
beneficio material y subrayan la importancia del contexto (De Vries y van Kersbergen
2007:312, 324).
3. Identidad nacional e identidad Europea
Tal y como se ha descrito anteriormente, si la relación entre la identidad
nacional y lealtad a la UE depende de cómo los ciudadanos entienden Europa, es
importante analizar el significado o el contenido de las identidades nacionales y
europea. Siguiendo a Ruiz Jiménez (2005) las fuentes de identificación con Europa se
pueden diferenciar entre aquellas que se basan en aspectos culturales, en aspectos de
carácter cívico y las que se encuadrarían como utilitaristas.
La dificultad de definir el concepto de identidad es una consideración que
merece atención. Según Brubaker y Cooper, (2000: 34): "La identidad sigue siendo un
concepto ambiguo, explica con dificultad, contradictoria y llena de connotaciones
abstractas" Es un concepto que puede hacer referencia a múltiples procesos
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dependiendo del campo en el que nos situemos. A esto hay que añadir el hecho de que
es un proceso activo e intrínseco a la vida social. Del mismo modo, es importante
diferenciar entre la identidad y la identificación, ya que aunque son términos que
pueden parecer similares o entenderse como sinónimos no lo son. Mientras que la
identidad tiene que ver con una “condición del individuo” (Brubaker y Cooper,
2000:17), la identificación es una categoría en la que se puede manifestar la identidad.
Según Brubaker y Cooper (2000) la identidad se puede manifestar a través de las
categorías de identificación, autoentendimiento y comunidad. En este estudio, la
identificación va a ser una de las categorías que se van a utilizar para medir la identidad
nacional y europea, distinguiendo tres fuentes de identificación con Europa siguiendo a
Ruiz Jiménez (2005).
La primera de ellas es la teoría “cultural”. De acuerdo con esta perspectiva, la
identificación con Europa se basa en la pre-existencia de una comunidad política que
comparte una historia, una lengua, costumbres, tradiciones, etc. Este enfoque teórico
considera el surgimiento de la identidad europea de una manera similar a las identidades
nacionales. “El término de identidad “nacional”, al margen de otras posibles
connotaciones, tiene cierto matiz de comunidad política. Una comunidad política, a su
vez, supone al menos ciertas instituciones comunes y la existencia de un sólo código de
derechos y deberes para todos los miembros de la comunidad. También supone un
espacio social definido, un territorio suficientemente bien delimitado y demarcado, con
el que se identifican sus miembros y al que sienten que pertenecen” (Smith, 1997:8). En
este sentido, la identidad europea existe tanto en cuanto se dan unos elementos étnico-
culturales comunes para todos los miembros de la Unión Europea. La elección de un
himno o un día europeo son algunos de los intentos llevados a cabo desde este órgano
supranacional para desarrollar una identidad en Europa que se correspondería con esta
visión. La identificación con aspectos como las tradiciones culturales, la historia común
o la herencia religiosa compondrían esta dimensión de la identidad europea.
En segundo lugar, la teoría instrumental se corresponde con la idea de que las
identidades dependen de cálculos de costes y beneficios. Como ya se ha puesto de
manifiesto en el apartado anterior, cuanto mayor sea la percepción sobre las
consecuencias positivas o ganancias que se derivan de pertenecer a la Unión Europea, la
probabilidad de sentirse europeo será mayor. Dentro de esta teoría, cobran importancia
las variables relativas a la percepción de seguridad o de beneficios económicos.
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Por último, el enfoque “cívico” es aquel que considera que las identidades se
construyen en base a un acuerdo sobre las creencias compartidas y las reglas comunes
para la convivencia política y pacífica (Kersbergen, 1997). Desde esta perspectiva, la
identidad europea está basada en el compromiso con los valores compartidos por la
Unión Europea y que se expresan fundamentalmente en sus documentos constituyentes.
Según esta teoría, los ciudadanos que se identifiquen en mayor medida con la identidad
europea le darán mayor importancia a los valores democráticos, el respeto a las leyes, a
los derechos humanos, a las instituciones europeas, etc.
4. Análisis
Los análisis que se muestran a continuación se han realizado con datos tanto del
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como del Eurobarómetro, centrándose en
el caso de España. Para el análisis de la evolución histórica de las actitudes hacia la
Unión Europea se han utilizado datos estadísticos del CIS utilizando como indicador del
apoyo de la integración europea la actitud hacia la Unión Europea. Esta pregunta parece
más conveniente de utilizar que la valoración de la pertenencia a la Unión Europea que
es la utilizada por el Eurobarómetro, ya que la valoración de los beneficios de ser
miembro de la Unión Europea puede introducir matices utilitaristas. Por el contrario, el
análisis de la vinculación a Europa y los significados de la identidad europea y la
identidad nacional se han llevado a cabo con los datos del Eurobarómetro.
4.1. Actitudes hacia la Unión Europea
España ha sido tradicionalmente un país europeísta. Tal y como se puede
observar en la evolución de las actitudes hacia la Unión Europea, las actitudes
europeístas han tenido valores superiores al 60%, incluso cuando entre las respuestas no
se daba la posibilidad de elegir la opción intermedia (ni a favor ni en contra). En uno de
estos casos, julio de 2002, se observa el mayor porcentaje de apoyo hacia la Unión
Europea con un 79,2 por ciento. La encuesta realizada por el Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) sobre la integración europea en junio de 2010, en plena crisis
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económica, muestra que casi un 70 por ciento de los españoles manifiestan una actitud
positiva hacia la Unión Europea2.
Existen diversas razones que pueden explicar este apoyo por parte de los
españoles. De acuerdo con Strath y Tryandafyllidou (2003), España se incorporó a la
Unión Europea por tres razones principales. En primer lugar, en España se acababa de
instaurar la democracia y necesitaba que fuese reconocida por Europa. La segunda
razón tenía que ver con la superación de su pasado reciente3. España esperaba conseguir
un desarrollo económico y una modernización social donde la adhesión al organismo
supranacional era el escenario idóneo para equipararse a los niveles de desarrollo del
resto de Europa. Por último, este país había sufrido un período de aislamiento durante el
franquismo y la entrada en la Unión Europea significaba una vuelta hacia la historia
formando parte de la misma.
El hecho de creer que la adhesión de España a la Unión Europea supondría un
desarrollo económico y social del país puede explicar que las actitudes de apoyo a la UE
muestran los porcentajes más bajos en los años 94 y 96 coincidiendo con el período en
que España sufrió una crisis económica y financiera. No sólo son los valores más bajos
de las actitudes positivas hacia la UE sino que el porcentaje más alto de las actitudes
negativas hacia el proyecto de integración de la serie histórica presentada aquí aparece
en el 96, llegando a un 14 por ciento. Estos valores coinciden con la aplicación de los
criterios de convergencia económica para la Unión Monetaria.
En el año 2000 se observa un incremento de las actitudes positivas con respecto
al año anterior de casi 10 puntos coincidiendo con la puesta en marcha de la moneda
única: el euro. Otro momento en el que la actitud positiva hacia la integración europea
es alta es en el año 2004 con valores similares al año con mayor apoyo a la UE, el 2002.
Hay que resaltar que estos resultados se consiguen a pesar de que un 10,9 por ciento de
españoles no están ni a favor ni en contra de la Unión Europea. Estos resultados
coinciden con el proyecto de la elaboración de una Constitución Europea aprobado en
2003. No obstante, su ratificación en España se celebró en febrero de 2005 y obtuvo el
sí con una mayoría de casi el 77 por ciento a pesar de que la participación de los
ciudadanos en el referéndum fue la más baja de la historia de la democracia.
2 Estudio 2838, de junio de 2010 del CIS. 3 La guerra civil de 1936 a 1939 y la dictadura bajo el mandato de Francisco Franco (1939-1975).
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En el período posterior se aprecia un cambio de tendencia con una disminución
en las actitudes positivas en más de 10 puntos desde la encuesta del 2004 hasta la última
del 2010 (79,1 y 68,3 respectivamente). Además, el dato relativo a la respuesta neutral
con valores en torno al 20 por ciento en los años 2006 y 2008 es importante porque
podría indicar la existencia de un amplio porcentaje de euroescépticos. El fracaso en la
ratificación de la Constitución europea en países como Francia u Holanda así como la
actual crisis económica que sufre el continente coinciden en el tiempo con las encuestas
en las que disminuye el apoyo a la Unión Europea.
Podemos observar en el gráfico 1 que los valores más bajos de apoyo coinciden
con períodos de crisis económicas. Los resultados de las encuestas del 94, 96 y 97
muestran actitudes positivas con valores inferiores a 65 por ciento. En la década de
2000 el valor más bajo de la actitud positiva es de 62,6 por ciento y se lleva a cabo en
tan sólo un año después del comienzo de la crisis económica europea. El contexto de la
crisis económica puede favorecer el descenso de las actitudes positivas. En el caso de
España, puede ser debido a la consideración de que la permanencia en Europa es
responsable de los recortes económicos en este país. Si los ciudadanos españoles creen
que la Unión Europea no implica consecuencias económicas positivas, sus actitudes
positivas pueden disminuir, por lo que, ¿cuál es la percepción de los ciudadanos/as de
beneficios económicos o sociales en España? Y, ¿se diferencia en tiempos de crisis de
época de crecimiento económico?
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Gráfico 1: Evolución de las actitudes hacia la UE (porcentajes de columna)